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Alberto Madrid Juan Manuel Martínez Patricio M. Zárate Arte en Chile: 3 miradas Colección MNBA

2014 - Arte en Chile 3 Miradas.pdf

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Tres distintas propuestas curatoriales conforman la exposición de obras de la Colección Patrimonial del MNBA. Desde el 21 de marzo de 2014 en el segundo piso.

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  • Alberto MadridJuan Manuel Martnez

    Patricio M. Zrate

    Arte en Chile:

    3 miradasColeccin MNBA

  • 3Alberto MadridJuan Manuel Martnez

    Patricio M. Zrate

    Arte en Chile:

    3 miradasColeccin MNBA

    Portada Depsito de Colecciones MNBAFotografa: Juan Carlos Gutirrez

  • 5Roberto FarriolDirector Museo NacioNal De Bellas artes

    Arte en Chile: 3 miradas

    Salas nueva Coleccin MNBAFotografas: Roberto Farriol

  • Arte en Chile: 3 miradas

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    El Museo Nacional de Bellas Artes da inicio a una etapa de renovacin de su Coleccin Patrimonial cuyo principal objetivo es el fortalecimiento y la puesta en valor del arte nacional en conjunto con obras provenientes de otros pases. Esto a partir de la implementacin de estrategias que apuntan al enriquecimiento de la cultura desde el arte, poniendo nfasis en la identidad, en lo multicultural de nuestra nacin, impulsando una poltica de inclusin de nuevos medios y expresiones artsticas. As como tambin, aportando contenidos y experiencias que permitan una mejor comprensin del arte como reflejo del contexto tanto nacional como internacional.

    Esta apertura de miradas desarrollada durante todo el ao 2013, se materializ en la constitucin de una masa crtica que permiti el trabajo curatorial pluralista a cargo de tres destacados investigadores-curadores nacionales: Alberto Madrid, Juan Manuel Martnez y Patricio M. Zrate. Se les confi la responsabilidad de ofrecer distintas perspectivas analticas de la coleccin, dando cabida a relatos basados en sus posiciones, reflexiones y preocupaciones originadas desde el cruce de la historia y la teora del arte en Chile, y tambin, desde la prctica artstica y sus infinitas problemticas, transversales en los contextos sociales, polticos y medios empleados por los artistas.

    Se invit a tres curadores con distintas formaciones y lneas investigativas, capaces de asumir el desafo de abordar crticamente nuestra coleccin de arte y su historia, incorporando nuevos relatos y asumiendo estas diferencias como parte fundamental de la diversidad presente en la sociedad. Entendiendo que la construccin de relatos, adems de establecer enlaces cronolgicos, es tambin una instancia para plantear interrogantes sobre la propia versin de la historia (del arte) y aquellas que se desprenden y sobrepasan los lmites de la propia obra.

    Como toda curatora, se trata de una operacin selectiva basada en un pensamiento estructurado que busca darle sentido y consistencia a ciertas hiptesis sobre las relaciones materiales, simblicas, contextuales y/o ideolgicas de un conjunto de obras de arte expuestas.

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    Alberto Madrid, bajo el ttulo Sala de Lectura: (Re) presentacin del libro, reflexiona en torno a la relacin de la imagen, sentido(s) y materialidad(es) del libro y el acto de leer la palabra escrita- desde los distintos modos de representacin y presentacin de sta a travs del libro de artista. De esta manera, Madrid, nos propone una curatora de obras de la Coleccin que se superponen en distintos momentos de la historia, para hacernos ver y leer sobre la irrenunciable relacin entre la imagen y la palabra.

    Juan Manuel Martnez, tomando la historia temprana de Chile, estructura su curatora a partir de los modelos y funciones de la imagen en relacin al poder. De ah que el foco de su curatora est centrado en El poder de la imagen. Martnez, como historiador, introduce una mirada crtica y realista sobre la instrumentalizacin de la imagen al servicio del poder, y utilizada como una herramienta que ha permitido construir realidades e identidades en los distintos periodos de la historia en Chile.

    Patricio M. Zrate, reformula el arte en Chile desde la nocin de Los cuerpos de la historia. Esta imagen opera como una metfora territorial, poltica e histrica de Chile, siendo adems soporte de la propia representacin sobre el dolor y la violencia de los cuerpos. Es as que, la presencia de estos y su olvido, son parte del eje curatorial estructurado desde la denuncia por la omisin de sujetos y acontecimientos, como una de las prcticas ms crueles, devastadoras y con mayores secuelas en la sociedad y la cultura.

    Este plan de modernizacin del MNBA responde, en consecuencia, a los principios de inclusin y tica ciudadana, promoviendo una prctica al dilogo reflexivo en torno a las legtimas y diferentes visiones sobre el arte. En tal sentido, estas tres curatoras, junto con incrementar consistencias tericas, permitieron incorporar nuevas piezas a la coleccin del museo, sumando series inconclusas de obras, intentando cubrir los inevitables y abrumadores vacos de la historia e incorporando a la coleccin obras recientes de las ltimas dcadas del arte en Chile. En consecuencia, se incluyen nuevos medios tecnolgicos y soportes contemporneos que forman parte de nuestra globalizada cultura de lenguajes integrales y de conocimientos transversales con otras reas del saber.

    Finalmente, con las ms de cinco mil obras, de destacados artistas nacionales y extranjeros que componen la Coleccin y el Patrimonio artstico de nuestra nacin, y teniendo como horizonte acercar al espectador a una mirada crtica y abierta a nuevas visiones de la propia idea del arte, es que inauguramos esta nueva propuesta curatorial sobre la Coleccin, ofrecindole a la comunidad otras formas de apreciar nuestro Patrimonio. Esta iniciativa es parte del compromiso del Museo por impulsar la educacin y la cultura desde una amplia visin. Un proyecto de modernizacin que se complementa y se extiende, inclusive con la digitalizacin del archivo y documentacin contenida en nuestra Biblioteca, cuyo objetivo es la puesta en marcha de un Centro de Documentacin y Archivo, y optimizando la infraestructura y habilitacin de nuevos espacios de trabajo.

    Nuestro anhelo como equipo que trabaja da a da en el Museo es despertar la capacidad de asombro, propiciando una experiencia significativa de acercamiento a nuevas percepciones sobre el arte en Chile.

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    Juan Manuel Martnez

    El poder de la imagen

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    El horizonte cronolgico e historiogrfico que abarca esta muestra comprende una seleccin de obras de la coleccin del perodo virreinal, correspondientes en gran parte al siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, producidas en Chile o en el mbito americano. Tambin incluye pinturas de los decenios de 1820 y 1830, entre las que se encuentran obras de Jos Gil de Castro, Carlos Wood y Juan Mauricio Rugendas. Se finaliza con obras de, entre otros, Alessandro Ciccarelli, como fundador de la Academia de Pintura, y Raymond Monvoisin y sus seguidores.

    Uno de los objetivos del presente trabajo curatorial es evidenciar, a travs de la imagen, la cultura visual de estos perodos. Por lo que metodolgicamente, se organiz el espacio de exhibicin a travs de cinco mbitos, que dan cuenta de una lgica temporal, pero pueden ser revisados en forma autnoma. Las obras expuestas se seleccionaron respecto a su valor historiogrfico y autoral dentro de la Coleccin del Museo Nacional de Bellas Artes, y de algunas obras en prstamo del Museo Histrico Nacional.

    De la misma manera, sta es una apuesta de visibilizacin de obras de la Coleccin del Museo Nacional de Bellas Artes que por largo tiempo no se han exhibido en las salas del Museo, proponiendo realizar una lectura desde una mirada que contextualice las obras en el mbito de la cultura visual en el Chile de los perodos tratados.

    Coleccin, que ha sido formada por capas, constituida por corpus compuestos por el gusto del coleccionista de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, y que en diferentes perodos fueron adquiridas por el Museo. Una suerte de traslado del gusto privado a la institucionalidad estatal y por ende, al espacio pblico.

    Es as que el poder de la imagen se hace central y un hilo conductor que recorre los cinco mbitos propuestos, a travs de la pintura religiosa, el retrato, la alegora, la pintura de historia y de paisaje.

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    I.-Las imgenes de persuasin

    Lo que hoy denominamos arte virreinal americano, se constituy en la representacin de lo real, basado en un discurso teolgico contrarreformista, donde actu un criterio de verosimilitud que consisti en la disolucin del lmite entre realidad y representacin. Las imgenes, tanto en la pintura, escultura, grabado y artes decorativas, se convirtieron en una herramienta eficaz de persuasin, en el marco de una sociedad plural en lo referente a lo tnico, con un claro proyecto de evangelizacin y dominacin por parte del Imperio Espaol en Amrica. En esta sala, se presentan obras que se inscriben en diferentes perodos artsticos y geogrficos dentro del mundo virreinal americano, como la obra Prdida de Cristo y su hallazgo en el templo (c.1605) de Matteo Gondi (Godi o Matteo da Leccia), conocido como Mateo Prez de Alessio (Italia 1540 ca. 1632ca.), cuya procedencia se encuentra en el mbito del manierismo italiano, realizado en la zona andina de Amrica del Sur. En el mbito barroco, La huida a Egipto (1715) de Melchor Prez de Holgun (1660-1732) y el Patrocinio de San Jos (1744), de Gaspar Miguel de Berro (1706-1762), quien utiliz, a travs de esta pintura, recursos alegricos a fin de dar cuenta de un discurso teolgico y poltico en una sociedad estamental y plural, inscribindose en la hermenutica de un mundo donde la imagen era la transmisora de estas ideas.

    La exhibicin de este mbito se cierra con el gnero pictrico del retrato, cuya funcin fue asegurar un santo patrocinio, perpetuando el ofrecimiento del alma y afianzando su cercana con lo divino y las rdenes religiosas, lo que motiv el recurso del retrato de donante. Como se puede apreciar en el retrato de Manuel de Salzes y su esposa, la criolla Francisca Infante, y la hija de ambos, realizado en el mbito cusqueo (1767).

    Los intentos de Manuel de Salas de mantener la Academia de San Luis y la permanencia del pintor Martn de Petris, a fin de formar a jvenes en el dibujo, fracasaron. No obstante de Petris dej una galera de retratos, entre los que se cuenta el de Estanislao Recabarren Pardo de Figueroa (1797 ca.) Sin embargo, el arribo a Chile del pintor Jos Gil de Castro (1785-1837), proveniente de Lima, la capital del virreinato, dinamiz de manera notable el arte del retrato, plasmando, antes del quiebre del Imperio Espaol, la vera esfigies de los sbditos ms reputados del reino. Ejemplos son los

    retratos de Francisca Izquierdo Jaraquemada Romero y guila (1815) y el de Ramn Martnez de Luco y Caldera y su hijo Jos Fabin (1816). La obra de Jos Gil de Castro, basada casi exclusivamente en el retrato de una elite local, no fue solamente la coleccin de una galera de hombre y mujeres, sino la representacin de un intento de construir el sujeto del buen sbdito con una figuracin social y econmica, resultado de una creciente autoconciencia de poder de este grupo social en Chile.

    Patrocinio de San Jos, 1744Gaspar Miguel De Berroleo sobre tela137 x 160 cmColeccin MNBA

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    II.- La imagen del poder

    La obra que abre este mbito, es la figura del nuevo ciudadano, ejemplificado en el retrato de Bernardo OHiggins como Director Supremo, realizado en 1821, donde se aprecia la nueva iconografa republicana.

    El nacimiento de Chile como nacin independiente y la consiguiente desarticulacin del Imperio Hispnico dieron como resultado la necesidad de crear un nuevo imaginario poltico iconogrfico, que sustituyera a los del Antiguo Rgimen. En este sentido, el retrato oper como una herramienta eficaz para conseguir este resultado.

    El retrato de Bernardo OHiggins, pintado por Jos Gil de Castro en 1821, representa la permanencia y el cambio cultural producido en este perodo. Si bien en las representaciones virreinales se hizo hincapi en los escudos herldicos, vestuario y mobiliario, adems de la respectiva cartela, indicando la procedencia de los personajes, en la elite republicana, la representacin del poder se ve reflejada en condecoraciones, vestuario y entorno escenogrfico.

    A travs de la obra de Jos Gil de Castro y Morales, se puede entender el proceso poltico y cultural que signific la emancipacin. Formado en Lima, ligado al oficio de los talleres de pintura de la capital virreinal, lleg a Santiago aproximadamente en 1813, un perodo ya marcado por el proceso revolucionario emancipador. Despus del triunfo patriota en la batalla de Chacabuco, Jos Gil de Castro se convirti en el retratista de los altos mandos militares y de los ciudadanos notables de la nueva nacin, como tambin de los militares rioplatenses.

    Se completa este perodo con las obras realizadas por pintores despus de la consolidada emancipacin. Las nuevas naciones americanas abrieron sus fronteras al comercio, a cientficos, dibujantes, pintores, cronistas y viajeros europeos, que adems de pintar o dibujar paisajes y escenas costumbristas, retrataron a los habitantes de las urbes y del campo. Se conocieron nuevos lenguajes y temas plsticos. Un ejemplo de ello es la obra de Carlos Wood (1793-1856),el Naufragio del Arethusa(1826). A esto se suman pintores como Amadeo Gras, Johan Heinrich Jenny y Francis Martn Drexel, que retrataron a la elite chilena. Dentro de los pintores locales, un seguidor de Jos Gil de Castro, Netesio Jos Morales.

    Bernardo OHiggins, Director Supremo, 1821Jos Gil de Castro y Moralesleo sobre tela-madera44 x 34 cmColeccin MNBA

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    III.- La construccin de la imagen del territorio

    La apertura de Chile al comercio internacional despus de su independencia y la creciente llegada de europeos y norteamericanos, hizo del pas un destino para viajeros, naturalistas, exploradores y artistas que dieron cuenta de este territorio y su monumentalidad natural. Uno de estos viajeros, un artista y aventurero por naturaleza, fue Johann Moritz Rugendas (1802-1858). Su obra El Huaso y la lavandera (1835), marca el centro de este mbito, ya que representa su inters por las costumbres locales y el paisaje, desde una mirada romntica europea, a sta se suma La llegada del Presidente Prieto a la pampilla (1837).

    La construccin visual del paisaje en Chile en este perodo, se debi a las obras que realizaron los viajeros y expedicionarios cientficos, como tambin de artistas que visitaron el pas, la que estuvo marcada por los ciclos de las grandes exploraciones, donde la visin del paisaje, entendida como la representacin de la morfologa fsica de un lugar geogrfico, se enfrent a la interpretacin subjetiva de la creacin artstica, lo que se puede apreciar en la obra de Alexander Simon (1805-1852).

    En las dcadas siguientes y con la creacin de la Academia de Pintura, no se consider al paisaje como un gnero de importancia en la formacin de los alumnos, ya que funcionaba dentro de una lgica como un buen fondo para motivos histricos, religiosos y mitolgicos, o simplemente como copia idntica de la naturaleza. Esta suerte de negacin del paisaje por parte de la Academia, no anul el desarrollo de este gnero en las Bellas Artes en Chile y, sin duda, Antonio Smith (1832-1877) fue un claro ejemplo de ello. Pintores y dibujantes extranjeros tambin dejaron su huella, como es el caso de Giovatto Molinelli, con sus obras El Campo de Marte (1859) y Antigua Caada de Santiago (1861), que cierran este mbito. Ya en la segunda mitad del siglo XIX, la pintura del paisaje se convirti en una moda y el Saln la reconoci y le dio una carta de ciudadana.

    El Huaso y la lavandera, 1835Johann Moritz Rugendasleo sobre tela30 x 23 cmColeccin MNBA

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    IV. La formacin de la imagen, la Academia

    Con una naciente repblica en estado de organizacin, se hizo necesario que la educacin artstica fuera de carcter oficial por parte del Estado. En este sentido, las jvenes repblicas americanas fueron receptivas a la pintura acadmica, con sus temticas mitolgicas, histricas, religiosas y del retrato. Los maestros de las academias eran en su mayora profesores europeos, que enseaban un tipo de arte destinado a satisfacer la demanda social de la burguesa o el poder poltico, la que se acrecent por la formacin de un circuito de mercado de arte, cuya finalidad era la satisfaccin del coleccionista y el encargo privado, como adems, el estatal. Este fue el contexto en que se gener la Academia de Pintura, creada bajo el gobierno de Manuel Bulnes en 1849, cuyo primer director fue el pintor italiano Alessandro Cicarelli (1808-1879). Una de sus obras, que inicia este mbito, El rbol seco (s/f), da cuenta del rigor de la tradicin acadmica en el tratamiento realista del rbol, con el contrapunto del tratamiento del fondo ms pictrico y personal.

    La formacin de la Academia de Pintura y la accin formativa de los primeros maestros, Ciccarelli, Kirchbach y Mochi, obras que se despliegan en parte de la rotonda, signific la construccin de las bases de una institucionalidad formativa en lo artstico, que marc a los pintores nacionales en el siglo XIX. Sin duda la Academia fue la primera impulsora de la visualidad como un elemento pedaggico. Los gobiernos entendieron que la inversin en materia del arte, tanto en la escultura monumental como en la pintura histrica y alegrica, era fundamental. Este arte deba subyugar, enternecer y provocar sentimiento de afinidad con la heroicidad, por lo que los gneros de pintura histrica mitolgica y religiosa fueron de gran impacto en la opinin pblica de la poca. Una vestal (1867), obra de Giovanni Mochi (1831-1892), representa la idea de la pintura de historia, que da cuenta de los elementos plsticos de la pintura academicista y el estudio de la historia y la arqueologa clsica.

    Dos esculturas completan este mbito; El Jugador de Chueca, de Nicanor Plaza (1844-1918) y Galvarino, de Jos Miguel Blanco (1839-1897), representan la adopcin de temas locales con un lenguaje acadmico.

    Gran parte de estas obras fueron presentadas al pblico en los salones oficiales, exposiciones internacionales, teatros, actos patriticos o para crculos sociales en la segunda mitad del siglo XIX.

    V.- La seduccin del saln

    En enero de 1843, el pintor francs Raymond Monvoisin (1790-1870) lleg a Santiago logrando un xito dentro de la elite de la sociedad chilena, en especial, con el gnero del retrato y de la pintura de historia. Su figura plante una renovacin en la plstica nacional, no slo con las obras que trajo como carta de presentacin, sino por la gran galera de retratos que realiz l y su taller.

    El rbol seco, sin fecha Alessandro Ciccarellileo sobre tela39 x 36cmColeccin MNBA

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    Retrato de Julia Codesido de Mora, 1846Raymond Monvoisinleo sobre tela183 x 128 cmColeccin MNBA

    En este mbito, se despliegan los retratos realizados por Clara Filleul (1822-1888) y Francisco Javier Mandiola (1820-1900), adems de los retratos y las obras de Monvoisin; Ninfas en el Bao (1851), El columpio y Paisaje (1864). Un espacio que da cuenta del saln, como un espacio social, donde hombres y mujeres aparecen retratados, y de un gabinete de pinturas de artistas que trabajaron en un mismo crculo de produccin pictrica.

    El retrato, en su calidad de gnero autnomo, tena como funcionalidad que los hombres y mujeres representados buscaban mostrar una imagen muy determinada de s mismos, por lo que muchos de los personajes retratados aparecen representados con refinacin y elegancia, independientemente que la escena los site en la intimidad de su hogar, ya que su objetivo era mostrar el papel que cumplan o deseaban cumplir en su sociedad.

    En el mbito del retrato femenino, desde el Renacimiento, reflej una visin individual del estatus social y el rol familiar de la mujer, como hija, esposa y madre, roles que daban cuenta de la mujer ideal. Las mujeres son retratadas generalmente sentadas, vestidas festivamente, llevando joyas en su cabeza, manos y cuello. Algunas de ellas son representadas con un libro en la mano; podra ser devocional, para mostrar su religiosidad o de otra lectura, intentando dar cuenta de su intelectualidad o su culta formacin. Ella deba ser vista y se aprovechan sus gestos personales, como la lectura, donde se da cuenta del refinamiento social y cultural, como tambin el cultivo de las artes o de la msica. Como ejemplo, el retrato de la joven Julia Codesido, pintando en Lima en 1846 por Monvoisin, que muestra el parmetro de representacin que domin una buena parte del siglo XIX, donde hombres y mujeres circularon en esferas separadas; los varones en el mbito pblico y las mujeres virtuosas, en el hogar o en saln, pensamiento y representacin que se consolid en el arte del siglo XIX.

    Monvoisin y los pintores de su crculo, como Clara Filleul y Francisco Javier Mandiola, dieron cuenta de un sistema de las artes en Chile de mediados del siglo XIX. Salones, tertulias, crculos literarios e instituciones culturales estatales fueron el reflejo de ello, configurando circuitos comerciales, comitentes y exposiciones pblicas, que animaron la escena artstica nacional de este perodo, tejiendo una produccin artstica, siguiendo la tradicin y el canon europeo.

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    Alberto Madrid

    Sala de lectura: (Re) presentacin del libro

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    La curatora Sala de lectura: (Re) presentacin del libro responde en su mon-taje a una operacin de localizacin en el sentido que distribuye obras que se encuentran en el repositorio el lugar donde est guardado el fondo de la Coleccin del museo y que se puede considerar por su agrupacin equivalente al sistema de ordenamiento de una biblioteca: seleccin, clasificacin y distri-bucin, lo que supone la combinatoria del orden en su infinidad borgeana, en asociacin con el relato La biblioteca de Babel de Jorge Luis Borges.

    De modo que temporalmente se ha sacado del fondo de la Coleccin del Museo Nacional de Bellas Artes una seleccin de obras para armar la edicin de un guin que se designa Sala de lectura y que tiene en su agrupacin como correlato la representacin y desmaterializacin del libro. Sala de lectura en atencin a que las obras en el montaje muestran libros en su iconografa, donde aparecen mujeres, hombres y nios con la presencia del libro, ya sea leyendo, posando o como objeto de decoracin. Con relacin a la desmaterializacin del libro, no slo est su representacin como parte de la composicin, sino tambin aparece en cuanto presencia fsica en el fuera de cuadro, ampliando su significacin en el libro objeto, libro de artista. A la vez la expansin y des-plazamiento del significante mediante otras materialidades distintas a las de la tela como en la frontera de lo escultrico cuando el libro es usado como soporte de obra.

    Un montaje es una puesta en escena, a travs de su distribucin y disposicin se establece un campo de visin y de legibilidad. A semejanza del acto de leer que es un recorrido en Sala de lectura el espectador/lector mira e interpreta.

    Sala de lectura es tambin una metfora del tiempo de trabajo en la biblioteca del Museo como parte de la investigacin y documentacin de la revisin y proposicin de este guin curatorial. De ah que se considera al Museo como un texto, dentro del cual esta curatora es un ejercicio de intertextualidad.

    La relocalizacin de las obras se estructura en cuatro captulos: 1. El acto de leer; 2. Modos de leer; 3. Desmaterializacin del libro; y 4. Mirar/leer.

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    1. El acto de leer

    Al inicio del recorrido de Sala de lectura se han dispuesto cuatro obras: un retrato de Jos Santos Tornero (1855) de Raymond Monvoisin, La lectura (1874) de Cosme San Martn, Da (1999) de Pablo Langlois y EINIGE BEOBA-CHTUNGEN BER WILDBLUMEN: BIENEN-RAGWURZ (Ophrys apifera) o Algunas consideraciones sobre las flores silvestres: Orquidea Abeja (Ophrys apifer) (2011), de Mnica Bengoa.

    La seleccin de las obras corresponde a diferentes cronologas y gneros y su distribucin funciona ms para la construccin del relato sobre la re-presentacin del libro en las artes visuales chilenas y su problematizacin. Jos Santos Tornero es el narrador: su biografa y bibliografa lo sitan en la figura del editor. Llega al pas en 1834 dedicndose a la actividad comercial para luego especializarse en el mbito de la imprenta. Funda y administra La espaola, primera librera existente en el pas ubicada en la calle Prat de Valparaso y ampla sus actividades editoriales a la edicin de diarios, revistas y libros. Entonces Jos Santos Tornero en su rol de editor funciona como una bisagra con las obras dispuestas en los muros colaterales.

    La obra La lectura (1874) de Cosme San Martn, escenifica el acto de leer. La imagen del cuadro muestra una escena familiar donde los personajes estn reunidos entorno a una mesa de comedor en cuya cabecera una mujer sostiene un libro que lee en voz alta, lo que se supone por la pose y la atencin de quienes componen la trama. La pintura habla mucho, como es la tradicin de la pintura de historia, gnero que ilustra una narracin. Aqu, respecto de la historia de la lectura, se establecen dos momentos de sta: la lectura en voz alta y grupal como fue inicialmente en la Antigedad, cuando se lea en voz alta an estando solo en oposicin a la lectura silenciosa que ser una etapa de su evolucin, la que se pone de manifiesto en el espectador/lector que contempla el cuadro.

    En la superficie del mismo muro, se dispone la obra Da (1999) de Pablo Langlois, como un ejercicio de lectura intertextual. La nocin de montaje altera la linealidad de la lectura tradicional lo que posibilita la sobreposicin de cdigos, iconografas y relaciones espacio-temporales.

    La obra de Langlois est compuesta de cuadros de irregular medida que corresponden a parte de una intervencin mayor realizada por el artista en una versin anterior de la coleccin permanente durante fines del ao 1999 y comienzos del 2000. En su fase de investigacin, parte del proceso de la obra consisti en el trabajo de campo de Langlois de observar y escuchar a los espectadores en sus visitas a la coleccin. En distintos das fue consig-nando sus comentarios, recurdese lo mencionado anteriormente sobre la lectura silenciosa y en voz alta.

    En el muro opuesto al de La lectura de Cosme San Martn, se dispone la EINIGE BEOBACHTUNGEN BER WILDBLUMEN: BIENEN-RAGWURZ (Ophrys apifera) o Algunas consideraciones sobre las flores silvestres: Orquidea Abeja (Ophrys apifer) (2011), de Mnica Bengoa, que, en otro rgimen de

    La Lectura, 1874Cosme San Martnleo sobre tela109 x 144 cmColeccin MNBA

    Da, 1999Pablo LangloisImpresiones fotogrficas digitalesColeccin MNBA

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    intertextualidad, da cuenta de diferentes superficies y procesos de produccin de obra que temporalmente han sido producidas en distintos siglos. A pesar de ello, el libro slo experimenta modificaciones en su representacin y materialidad y no en sus modos de lectura.

    De partida, son de distinta escala: la obra es una pgina de un libro de historia natural y su largo ttulo corresponde al nombre cientfico de una especie de planta que est ejecutada en fieltro con imgenes y letras caladas, elaborada en capas sobrepuestas. Si frente a esta obra se ha dispuesto otra en que una mujer lee, en sta una mujer artista produce la obra introduciendo la proble-mtica del discurso de gnero.

    Fuera del tradicional marco de la pintura, la obra de Mnica Bengoa produce nuevos significados: la imagen de la pgina cita el libro ilustrado del modelo de la enciclopedia cuyos significantes aluden a la pintura en la composicin capa por capa, pero no mediante el leo, manteniendo la tradicin del cromatismo en la unidad del colorido.

    Cierre del primer recorrido con la triangulacin de las figuras de la trama de la lectura: el editor, el libro y el lector.

    2. Modos de leer

    El segundo bloque textual del recorrido se ha dispuesto reproduciendo la agrupacin de los gabinetes. Son ms de veinte pinturas en las que aparecen representados el libro y variantes del soporte de la lectura como peridicos, cartas, mapas, en los que se aprecian retratos, naturalezas muertas y fondos de paisajes. Cuantitativamente predominan los retratos de mujeres en los que se pueden establecer distintos roles de lectura, a diferencia de los de hombres donde se utilizan libros para complementar la puesta en escena del retrato. En trminos de identificacin de los retratados, se pueden reconocer seis de ellos a partir de los ttulos de cada obra.

    Dentro de los personajes identificables, se encuentra el Retrato de Enrique Cousio(s/f) por Ezequiel Plaza. Enrique Cousio destaca como represen-tativo de la institucionalidad museal del pas, participando de su desarrollo como integrante del Consejo de Bellas Artes desde 1910 hasta 1927. En el ao 1910, con motivo del cierre de la exposicin del Centenario, en su discurso

    solicita al gobierno la adquisicin de una seleccin de las obras expuestas que ampliaron la Coleccin del Museo, cuyo edificio haba sido recientemente inaugurado en el marco de las actividades de la celebracin del Centenario de la independencia del pas.

    En el retrato, Cousio posa con un croquis del naciente proyecto de habili-tacin del Parque Forestal, que en ese momento corresponda a uno de los lmites urbanos de la ciudad, especficamente un basural que se modifica con la remodelacin del sector y construccin del Museo.

    Al igual que en los otros retratados, el libro es slo un pretexto de demostracin de poder, el que en algunos casos se ve resaltado por el fondo de una biblioteca, es decir, el libro es sinnimo de hombres ilustrados y signo de modernidad.

    Estudio en el Jardn, Sin fechaJuan Francisco Gonzlezleo sobre tela35 x 41 cmColeccin MNBA

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    La obra Sibila Cumana, de autor desconocido, documenta sobre los libros sibilinos que contendran orculos. Las Sibilas son personajes de la mitologa griega y romana, profetisas que se reconocen segn su lugar de procedencia. El orculo de la Sibila Cumana predeca el destino de Roma.

    El otro modelo de modos de leer est representado por la obra Estudio en el jardn (s/f) de Juan Francisco Gonzlez, donde la protagonista aparece recon-centrada e aislada evidenciando la lectura silenciosa y su privacidad, con un fondo de naturaleza domeada, cerco artificial del intento de dominacin de la otra naturaleza.

    La representacin de mujeres y libros, permite documentar, segn sus roles, caractersticas de pocas y modos de leer. Adems de la mayor presencia de mujeres como modelos de lectura, domina en tales obras el espacio privado y el papel de transmisora de lectura a sus hijos. En la actualidad estas imge-nes son objeto de lectura desde la interpretacin del discurso de gnero que pone en tensin los sistemas de representacin que histricamente ha usado la hegemona del patriarcado.

    3. La desmaterializacin del libro

    La obra Versin residual de la pintura chilena. Serie El paseo, 6 estaciones (1981-2001) de Carlos Altamirano, se dispone en este captulo como un relato incrustado en atencin a los procedimientos constructivos y en su carcter de edicin. La seleccin de esta obra es por la frontera obra-archivo-documentacin que permite contextualizar diferentes tipologas de libros y sus materialidades.

    La obra contiene a su vez tres obras: dos que son reeditadas y en sus traspasos registran diferentes capas de lecturas y memorias. La primera es un dispositivo didctico semejante a los que se usaban en las salas de clases del sistema de enseanza formal en la dcada de los sesenta y setenta. La imagen representa a Carlos Altamirano en pose frontal sosteniendo el dispositivo a la altura del pecho. Son cuatro cuartillas del suplemento educativo Icarito, con la impresin de un artculo de Antonio Romera sobre la pintura chilena, el que Altamirano interviene con la sobreimpresin de los nombres de los artistas chilenos con-siderados maestros por el canon historiogrfico. Alfabeto, 1990

    Luis Guillermo Deisler Libro objeto22 x 13 cmColeccin MNBA

  • Arte en Chile: 3 miradas / Alberto Madrid

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    Residualmente la obra contiene historias de las artes visuales en la cita del siglo XIX, pero con una lectura revisionista de las ltimas dcadas, transformndose tambin en un dispositivo de exhibicin de la historia de la imagen manual, mecnica y electrnica, reproduciendo el modelo de lecciones de cosas.

    De ah que la obra de Altamirano, en sus operaciones de encuadres y fuera de cuadro, establece relaciones intertextuales con la desmaterializacin del libro.

    Los libros que se seleccionan para este captulo se disponen y distribuyen en vitrinas y en el muro en sus diferentes materialidades. Su seleccin permite elaborar una tipologa residual al modo de una pequea biblioteca con un repertorio de combinatorias material y conceptual.

    Libros archivo

    Libro-Objeto Cuerpos blandos (2008, original 1969), Pablo Langlois.

    Sabor a m (1973), Cecilia Vicua.

    Signografa (1974), Ronald Kay.

    Libros objeto

    Sin ttulo B (1982), Claudio Bertoni.

    Alfabeto (1990), Packing book (1990), Guillermo Deisler.

    Imagen e idea (2009), Carlos Montes de Oca.

    Libros de artista

    Houdin (1996), Guillermo Frommer.

    Escrito en madera (2002), Lnea de tiempo (2005), Teresa Gacita.

    Se hizo velocidad, luz repentina. Lautaro (2006), Guillermo Nez.

    Los libros archivo documentan el proceso de obra y su materializacin. Son obras de carcter performtico-efmeras que quedan registradas y documen-tadas en el soporte editorial.

    Los libros objetos corresponden a prcticas y lecturas deconstructivas del so-porte, el libro contenedor, cuya materialidad es reutilizada y recontextualizada ampliando sus fronteras con la escultura.

    Los libros de artistas ponen en tensin la tradicin de las ilustraciones, es decir, la relacin de la palabra y la imagen con el desplazamiento de cdigos, la visualizacin, la problematizacin del soporte y la edicin.

    Cierra este muro la obra Estado de emergencia (en Locacin) (2013) video instalacin de Andrs Durn. Obra que toma como referente cinematogrfico pelculas de ficcin de ciudades afectadas por catstrofes o brotes de enfer-medades contagiosas. El video se centra en el momento posterior al abandono de las personas, donde los espacios quedan desolados e iluminados con luces de emergencia y balizas. Su relocalizacin en este caso funciona como efecto de la circularidad de la lectura, si al comienzo del relato est el editor en el cuadro con su biblioteca, ahora es la biblioteca virtual del almacenamiento electrnico del lector de pantallas.

    4. Mirar/leer.

    En este captulo estn las obras Leccin de geografa (1883) de Alfredo Valenzuela Puelma, La viajera (1928) de Camilo Mori y No hay lugar sagrado, fragmentos de la Serie Interlineado (2013) de Alicia Villarreal (6 piezas de portadillas y pginas arrancadas de libros pertenecientes a la obra No hay lugar sagrado).

    En la primera se representa una escena de enseanza: un adulto y un nio miran los materiales sobre una mesa relacionados con una leccin de geogra-fa, se aprecian mapas y un globo terrqueo donde el adulto est indicando el territorio. La obra de Valenzuela Puelma es representativa de la pintura de gnero, cuya caracterstica es ilustrar un relato, aqu la escena de enseanza de lectura de imgenes de representacin del territorio.

    En este permetro, se entender la disposicin de La viajera armando un campo semntico entre territorio, geografa y viaje. Uno de los elementos clave en la

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    unificacin del pas es el ferrocarril. Si las actividades que ejecutan los natura-listas son el reconocimiento del territorio, el ferrocarril lo pone en movimiento. De ah que La viajera expone un doble movimiento: el de la lectura y el del paisaje mientras lee. El primero, el de la pgina de los acontecimientos, y el segundo a travs de la ventana. El espectador/lector la enfrenta en un momento de suspensin de la lectura, con la mirada abstrada, parece haberse quedado con alguna imagen leda, mientras en la ventana se desdibuja el movimiento de paisaje.

    El muro donde se distribuye la obra de Alicia Villareal, se puede considerar un fuera de cuadro o el desplazamiento de las pginas del mapa que observan el adulto y el nio en Leccin de geografa. En su extensin se asemeja a la carto-grafa de la deconstruccin del libro. Esta obra consta de dos cuerpos textuales: el primero, el de libros troquelados; y el segundo con las pginas arrancadas del ejemplar que evidencian el interlineado con el corte de la materialidad del soporte. La leccin de Villarreal es poner en tensin el imaginario de la Ilustra-cin representado por el libro, es decir, el proyecto moderno de la totalidad del saber de la naturaleza contenido en la enciclopedia termina fragmentado.

    El desatento lector debe recordar el inicio del recorrido de la curatora Sala de lectura: (Re) presentacin del libro, con la figura del editor Jos Santos Tornero y del acto de leer con La lectura. En esa equidistancia, el libro desde su repre-sentacin en el cuadro y sus modos de leer concluye en su fragmentacin con el corte del soporte de obra.

    La Viajera, 1928Camilo Morileo sobre tela100 x 70 cmColeccin MNBA

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    Patricio M. Zrate

    Los cuerpos de la historia

  • Arte en Chile: 3 miradas / Patricio M. Zrate

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    Habitualmente concedemos a la historia la facultad de revisar los acontecimien-tos del pasado, sin reparar finalmente en si es que ese relato es o no verdico; al no dudar sobre la versin entregada y dar por sentado los hechos corremos el riesgo de pasar por alto ciertos episodios. Lo sabemos, el relato histrico de por s es arbitrario, representa el punto de vista particular del testigo o el investigador, versiones que a pesar de su aspiracin objetiva, muchas veces estn cargadas de prejuicios, nociones y creencias modificados de acuerdo a cada poca y contexto. En ese intento, la disciplina histrica comete sus propias faltas, postergando y en algunos casos omitiendo ciertos hechos, acto de prrroga que tambin implica muchas veces negar.

    Nuestro propio relato est lleno de estos lugares impropios y difcilmente podemos encontrar la forma de aunar criterios para establecer un acuerdo tcito sobre lo que realmente ocurri. Pero existe un menoscabo mayor, la postergacin de los verdaderos protagonistas de la historia, relegando su rol a un papel secundario, detrs de una trama utilitaria y muchas veces mezquina. Esta visin sesgada creada a partir de los grandes relatos y personajes, termina por confinar la narracin slo a los ganadores deformando en muchos casos la versin de los vencidos, pero sobre todo, de aquellos personajes ubicados en el interior de la argumentacin. Algo que en el ltimo tiempo la historia social ha intentado subsanar, pero sin dar an con el fondo del asunto; slo recientemente expresiones del movimiento ciudadano anticipan de alguna forma el lugar que ocuparn los sujetos en la construccin de su propio relato.

    En un sentido similar, la solicitud de revisin de la Coleccin del Museo entrega una buena oportunidad para mover y modificar ciertas piezas, alterando el guin de lectura preexistente y como consecuencia alterar el orden y el acuerdo tcito establecido a travs de estos aos en la historia del arte chileno, espe-cialmente el nfasis en los hitos y cortes, coordenadas abusivas que se reiteran indefinidamente en el tiempo. No se trata de construir un relato fuera de la historia, pero al menos intentar una interpretacin distinta, por suerte conta-mos para ello con la ayuda de algunos artistas que se han atrevido a replantear la visualidad, los modos de ver y leer el arte, instalando sus propias seales

  • Arte en Chile: 3 miradas / Patricio M. Zrate

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    y fracturas enunciando otros aspectos de nuestro entorno social y cultural. Este reordenamiento de la coleccin considera al menos tres variables, cada una en concordancia con ciertos momentos diferenciados entre s, la idea final es ilustrar distintas maneras de enfrentar la visualidad en relacin con ciertos acontecimientos, por ende con la propia nocin de historia. El concepto de cuerpo, en cambio, se refiere a los sujetos que estn detrs de la argumentacin, el fundamento y el motivo ltimo y la justificacin de muchos de los procesos sociales y polticos situados en la escena.

    Dispuestos en dos salas y una rotonda, se distribuye primero la relacin entre Representacin, Cuerpo y violencia. La idea de representar fue durante mucho tiempo la obsesin del artista, estableciendo analoga y correspondencia con el mundo; pretensin eximida por el concepto de arte por el arte y ms tarde por el de tautologa, hasta lo conocemos hoy como el retorno de lo real, una especie de reencuentro con lo exterior pero desde una accin presencial o intervencin activa, modificando muchas veces aspectos de esa realidad.

    Los episodios de persecucin, represin y terror posteriores al 11 de septiembre de 1973, plantearon tambin la necesidad de construir una memoria visual, en algunos a modo de testimonio personal, en otros conformando una visin ela-borada y compleja del que no se excluyen acciones directas interviniendo lugares especficos. Cada uno de los autores con visiones y estrategias diferentes pero bajo una premisa comn y unvoca: la condena de los apremios ilegtimos, en un momento histrico contradictorio y discordante incluso hasta el da de hoy. Mientras reinaba el desconcierto, parte de la escena artstica prosigui como si nada y otros artistas mostraron cierta irritacin frente a la creciente denuncia de abusos; desde las ms veladas y encubiertas hasta las ms beligerantes.

    La representacin de la violencia en la historia del arte no es reciente, tiene una larga data y es parte de la iconografa visual desde tiempos remotos, a modo de ejemplo nos sirve inicialmente la Aeropostal N 150 de Eugenio Dittborn, ms conocida como Queas (2002 - 2003), obra paradigmtica que sirve de apertura a los problema planteados por esta curatora: al lado izquierdo del doblez del lienzo se encuentra el fragmento de un detalle del fresco de Pisanello San Jorge y la Princesa de la iglesia Santa Anastasia en la ciudad de Verona, el artista Pisanello autor del mural concibe inslitamente en el extremo superior dos figuras colgadas, un detalle accesorio y al margen de la composicin general pero de significativa pregnancia. Este extrao ajusticiamiento cohabita junto a una

    fotografa de ahorcamiento durante la Revolucin mexicana, dos acontecimientos distantes entre s reunidos por el afn coleccionista y el recorte de fotografas y reproducciones provenientes de revistas, demostrando el sucesivo desgaste y degradacin de la imagen pero la perdurabilidad del icono.

    El ahorcamiento parece ser un expediente recurrente en nuestro imaginario blico, el ajusticiamiento es una forma de castigo o amedrentamiento, pero tambin la exacerbacin del instinto de muerte, dando a entender la injustificada arbitrariedad de nuestra naturaleza hostil, lamentablemente una constante a travs de la historia.

    En esta secuencia de colgamientos Juan Dvila en su obra La Piscina (1980) plantea una torsin respecto de lo sealado con anterioridad, disponiendo el sujeto de forma invertida en relacin inversa a los ajusticiados por estrangulacin. El revs tambin activa otro tipo de asociaciones y resulta paradojal que en plena dictadura surja este tipo de planteamientos, tal vez una forma de impugnar el

    La Mesa de trabajo de los hroes, 2000Mario SoroInstalacinColeccin MNBA

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    maltrato patriarcal. Al costado izquierdo a modo de cita est presente una obra Sin ttulo (1978) de Carlos Leppe, para recordarnos la activa participacin de este artista a principios de los aos 80 con performances e intervenciones in situ, incorporando su propio cuerpo como soporte de obra.

    Otro trmino para sealar en la relacin entre Representacin, Cuerpo y violencia es el de naturaleza muerta y collage, el primero asociado a los objetos inanimados carentes de vida y el segundo a la fragmentacin, descomposicin y desintegracin de la realidad: la representacin abandona su afanosa tarea elaborando complejas formas simblicas o metafricas, para incorporar final-mente fragmentos de lo real, estrategia abordada con hbil destreza por Carlos Altamirano en la obra Pintor de Domingo (1990). El ttulo originalmente parodia al pintor amateur de fin de semana, dando cuenta de un cierto tipo de personaje despreocupado e indiferente frente a los dramticos acontecimientos que viva el pas. En contraste el artista propone una iconografa mltiple, llena de citas y cortes, recordando la labor del editor o diagramador de revistas o peridicos, a propsito de un entorno que se haba vuelto cada vez ms fragmentado y escin-dido. Si bien el autor seala que la obra slo es una disposicin de materiales contradictorios con el fin de provocar un shock, la lectura visual lo contradice: los signos claramente diferenciados entre s aluden a otra cosa, exhibiendo una especie de paisaje de acontecimientos; material residual al margen de la lectura habitual. Basta con recordar los recorridos urbanos realizados por el artista entre el ao 1977 a 1985, estas acciones implicaban el recorrido por la ciudad y en esa caminata la captura de vestigios de una sociedad intentando a duras penas vivir su cotidiano, ilustrando de cierta forma a modo de collage el Chile bajo dictadura.

    Ese corte de la realidad adquiere una sutil expresin en las siluetas recorta-das de Eduardo Vilches, la tradicin del grabado encuentra en este artista la herramienta eficaz para sealar el estado de las cosas: sujetos annimos, asesinatos y desapariciones conforman su serie Retrato (1970 - 1974) fechada en un periodo cercano a los infortunados acontecimientos de 1973.

    El segundo tpico considerado en esta curatora es la correspondencia entre Cuerpo, archivo y documento. Durante el ltimo tiempo surge la necesidad de gestionar pesquisas mayores, realizando una indagacin ms profunda sobre ciertos acontecimientos histricos, acudiendo a fuentes documentales fide-dignas e incorporando episodios no suficientemente tratados o abiertamente

    olvidados. Mario Soro exhibe las pruebas fehacientes de esta omisin histrica, especficamente mostrando las secuelas y consecuencias efectivas de la Guerra del Pacfico, exponiendo las mutilaciones recibidas por los soldados durante la guerra y de paso sacando a la luz pblica las huellas ms candentes e irritables de la historia nacional, mostrando aspectos indeseados de nuestra vida social y poltica. La mesa de trabajo de los hroes (2000) se transforma de esta forma en una obra paradigmtica de las nuevas estrategias artsticas, incorporando informacin fidedigna y precisa respecto de los acontecimientos del pasado.

    Generalmente los sucesos histricos dan cuenta de victorias memorables, conformando un ideario triunfalista, lleno de batallas ganadas y de generales triunfantes, aunque nunca nos hemos preguntado sobre los reales alcances de esa contienda: Quines fueron los muertos, heridos o mutilados? Mario Soro nos introduce en este espinoso atolladero, al reproducir imgenes de soldados amputados, parte de un registro estadstico del historial mdico de guerra, o una posible investigacin sobre las bajas en el campo de batalla. Estas fotografas ampliadas son originalmente placas de acetato conservadas en el Museo Histrico Nacional, parte de un archivo mayor que an se conserva intacto. El acto de recuperacin de este vestigio visual tiene insospechadas consecuencias para el futuro indagando en los distintos tipos de fracturas,

    Pintor de Domingo, 1991 (fragmento)Carlos AltamiranoTcnica mixta200 x 500 cmColeccin MNBA

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    operaciones y tratamientos mdicos del que no estn exentos otro tipo de asuntos como las formas de indemnizacin de los soldados.

    Por ltimo, dando cuenta del tercer tpico de la curatora, debemos con-siderar la analoga entre Cuerpo, memoria y lugar; el intento de algunos artistas por localizar y establecer las residencias, incorporando los relatos y testimonios de los propios sujetos, reconociendo los lugares donde habitan y acontece la historia. En ambos extremos de esta sala, a modo de alegora, se retoma el concepto inicial de cuerpo y violencia pero en contraposicin con otro tipo de barbarie ms generalizada: el abandono, la discriminacin y el olvido. La Piet (Pre-Sydney) (1983) de Eugenio Dittborn y la contracara opuesta A la Carne de Chile (1979) de Carlos Gallardo, que surgen en un contexto poltico de represin y censura, sorteando con mucho ingenio el silenciamiento; todos sabamos de la desaparicin de personas sin justifica-cin y acreditacin alguna, pero no siempre tuvimos el coraje de hablar sobre ello. Faenar la carne es una forma velada referida al horror de las vctimas, la tortura sistemtica y el asesinato, una mirada descarnada sobre una prctica

    A la Carne de Chile, 1979Carlos GallardoIntervencin serigrficasobre fotografa90 x 90 cmColeccin MNBA

    represiva que resulta hasta el da de hoy vergonzosa. El artista utiliza como argumento una actividad rutinaria, la venta de carne, alimento consumido diariamente pero que requiere de una singular ocupacin: un carnicero con habilidades y destrezas en el corte de animales, en este caso una carnicera a vista y paciencia de todos1 . En Dittborn en cambio la carne alude al cuerpo y la cada al martirio y padecimiento antes de la muerte; el arte seala y advierte estableciendo zonas de dolor, la morfologa fsica recibe los embates de la vida, que muchas veces tiene ms que ver con nuestra propia incapacidad de ver. Inhabilitados ni siquiera percibimos lo que est delante de nosotros, por suerte el arte es una manera de develar aqullo que se resiste y se oculta, de hecho muchas de las operaciones artsticas actuales se acercan cada vez ms a la labor etnogrfica, incursionando en zonas intrincadas, realizando estudios de campo, ocupndose de las situaciones.

    En el proceso de apertura democrtica y posterior transicin, algunos artistas se atrevieron a incursionar en otras realidades ms singulares y especficas; valindose de la fotografa documental indagaron en lugares y sitios donde se alberga la reclusin y el abandono, identificando a las otras vctimas de un sistema econmico voraz e insaciable.

    Paz Errzuriz en El infarto del alma (1994) visit a partir del ao 1992 peri-dicamente el Hospital siquitrico de Putaendo (Philip Pinel), lugar donde los pacientes son confinados a vivir en un espacio en apariencia abierto pero finalmente cerrado, construido originalmente en los aos 40 para asistir a enfermos de tuberculosis fue convertido en manicomio, recibiendo a pacientes de distintos centros siquitricos del pas, en su mayora indigentes, algunos sin identificacin civil y en otros catalogados como N.N.2 Esa condicin los convierte en sujetos indeseados, exonerados de la vida civil y apartados frente a los ojos de quienes lo consideran como un lastre social.

    Situacin que se ha vuelto sintomtica en nuestra sociabilidad, mostrando cierta indolencia y predisposicin al olvido, acontecimientos que la artista hace patente en otro trabajo denominado Los Nmadas del Mar (1996), capturando a travs de la fotografa la desaparicin paulatina de una comu-

    1 Esta obra obtuvo el Primer Premio en Grabado en la Primera Bienal de Arte Universitario organizado por la

    Pontificia Universidad Catlica de Chile y el Museo Nacional de Bellas Artes en el ao 1979. 2 Paz Errzuriz / Diamela Eltit, El Infarto del Alma, Ocho Libro Editores, Santiago-Chile, ao 2010.

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    nidad Kawesqar: alacalufes septentrionales residentes de la Isla Wellington en el extremo sur del pas, especficamente en Puerto Edn. Este grupo tnico en progresiva extincin producto de sucesivas epidemias y enfermedades contradas al contacto con el mundo occidental estn convertidos ahora en un grupo urbano, slo quedan algunas familias en lo que se considera como el ltimo reducto de los habitantes originarios del sur ms al sur del mundo.

    Una mirada ms cercana y contingente muestra la creciente impotencia e incertidumbre de los ltimos aos respecto a la actividad delictiva; por dife-rentes motivos miles de personas ingresan cada ao a los centros de reclusin; presidiarios condenados a vivir en condiciones infrahumanas, pero detrs de ellos existen historias personales mostrando la otra cara del encarcelamiento. Como consecuencia de sucesivas conversaciones con el Siquiatra Sebastin Seplveda, Jorge Brantmayer da inicio a una larga investigacin visual sobre las presidiarias del Centro Penitenciario Femenino de Santiago, las fotografas fueron tomadas entre el ao 2003 al 2007, dando cauce a la exposicin Cautivas (2003 - 2007), obras exhibidas en la Sala Matta del Museo Na-cional de Bellas Artes 3, situacin inslita para un espacio acostumbrado a consignar el concepto de belleza de esttica tradicional, el archivo policial compadece ahora como retrato, una situacin insospechada donde el sujeto se sobrepone a la frialdad numrica de las estadsticas propiciada por los discursos oficiales y las recetas rimbombantes, de paso replantea el gnero del retrato acostumbrado a sealar a los personajes ilustres y a destacadas figuras del ideario nacional.

    El eje temtico de esta curatora es la relacin entre cuerpo y violencia, los hechos de fuerza en nuestro pas no son excepcionales y tampoco corresponden a un tpico exclusivo de la historia reciente, ms bien son una constante. La historia de Chile ha sido ms sangrienta de lo que estamos dispuestos a reco-nocer, y no se refiere exclusivamente a la violencia poltica o a los escenarios de guerra, tambin podemos hablar sobre crueldad, indiferencia y abandono ejercido sobre las personas y el cuerpo social.

    3 Jorge Brantmayer, Cautivas, Museo Nacional de Bellas Artes, Santiago-chile, ao 2007.

    Serie El Infarto del alma, 1994Paz ErrzurizFotografaColeccin MNBA

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    Equipo Museo Nacional de Bellas Artes

    Direccin de Bibliotecas, Archivos y MuseosMagdalena Krebs

    Director del Museo Nacional de Bellas ArtesRoberto Farriol

    Secretara DireccinVernica Muoz

    Colecciones y conservacinMarianne WacquezMara de los ngeles Marchant

    Curadores InvitadosAlberto MadridJuan Manuel MartnezPatricio M. Zrate

    Coordinacin de exhibiciones temporales y Archivo Audiovisual MNBA Anglica Prez G.Teresita RaffrayMariana Milos

    Comunicaciones, Marketing y RR.PP.Paula CrdenasCecilia ChellewMara Arvalo

    Asistente de investigacin y encargada de sitio webCecilia Polo

    Mediacin y EducacinNatalia PortugueisGraciela EchiburPaula FiammaYocelyn ValdebenitoGonzalo BustamenteMara Jos CuelloBenjamn Snchez

    MuseografaXimena FrasJuan Carlos GutirrezLuis Carlos VilchesMarcelo CspedesGonzalo EspinozaCarlos GonzlezJos EspinozaMario Silva

    Diseo grficoLorena Musa

    Laboratorio Restauracin Camila SnchezMara Jos EscuderoAndrea CasanuevaCecilia Guerrero

    Autorizacin salida e internacin obrasMarta Agusti

    Biblioteca y Centro de DocumentacinDoralisa DuarteNelthy CarrinAna Luisa UgarteSegundo ColiqueoJuan Pablo Muoz

    Administracin y FinanzasRodrigo FuenzalidaMnica VicencioMarcela KrummSoledad JaimeCarlos Alarcn

    Oficina de partesIvonne RondaJuan Pacheco

    Arquitectura y mantenimientoFernando Gutirrez

    AudiovisualFrancisco Leal

    Curadura y Gestin Museo sin murosPatricio M. Zrate

    SeguridadGustavo MenaJos TralmaSergio MuozEduardo VargasPablo VlizAlejandro ContrerasGuillermo MendozaLuis SolsSergio LagosPablo PfengMaximiliano VillelaWarner MoralesLuis Serrano

    Cambio de coleccin

    CuraduraAlberto MadridJuan Manuel MartnezPatricio M. Zrate

    Catlogo

    EdicinPaula Crdenas

    TextosRoberto FarriolAlberto MadridJuan Manuel MartnezPatricio M. Zrate

    FotografaRoberto FarriolJuan Carlos GutirrezDepartamento Colecciones

    Diseo Lorena Musa

    Media partner:

    Invita: Colabora:

    Auspiciadores MNBA

    Participa

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    Salas nueva Coleccin MNBAFotografas: Roberto Farriol

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    Este catlogo se imprimi con motivo de la exposicin Arte en Chile: 3 miradas, muestra permanente de la Coleccin del MNBA inaugurada en el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago de Chile el 20 de marzo de 2014. Impreso en marzo de 2014, con un tiraje de 2000 ejemplares, en papel Couch de 120 grs.

    Reservados todos los derechos de esta edicin Museo Nacional de Bellas Artes.