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225998195 Marx y Engels Manifiesto Comunista

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K RLM RX

FRIEDRICH ENGELS

M NIFIESTO COMUNIST

Introducción de

ERIC HOBSB

WM

Edición bilingüe

CRÍTIC

GRIJ LBO MOND DORI

B RCELON

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8

MANIFIESTO COMUNISTA

Aunque Marx y Engels prepararon borradores, y el docu

mento representa claramente la visión común de ambos, Marx

escribió casi con seguridad el texto final después de una enér

gica advertencia de la Ejecutiva, pues a Marx, tanto entonces

como más tarde, le costaba completar sus textos a menos que

fuera bajo la firme presión de una fecha límite. La práctica au

sencia de versiones preliminares podr ía sugerir que fue escrito

con rapidez.

1

El documento de

23

páginas resultante, titulado

Manifi esto del

Partido

Comunista)

(conocido en general desde

1872 como

el Maniji'esto comunista), se

«publicó en febrero de

1848», impreso en la sede de la Workers Educatiooal Asso

ciation (más conocida como Kommunistischer Arbeiterbil

dungsverein, que sobrevivió hasta 1914) situada en el n.º 46 de

la calle Liverpool, de Londres.

En 1998 conmemoramos el 150 aniversario de la publica

ción de este breve panfleto que, a buen seguro,

es

con mucho la

pieza de literatura política más influyente desde la

Declaración

de

los

Derecho_s_ael

Ho1nb-1:e--Te Ciudadano de la Frandaievo

lucionaria.

Por

fortuna salió a la calle sólo una s e m a 1 1 ~ 1 odos

antes del estallido de las revoluciones de 1848, que se exten

dieron como un incendio forestal desde ParÍs a todo el conti

nente europeo. Aunque su horizonte era claramente interna

cional -·con optimismo, pero errando, la primera edición

anw1ciaba la inminente traducción del Mani}i'esto al inglés,

francés, italiano, flamenco

danés-

su impacto inicial tuvo

lugar exclusivamente en Alemania. A pesar de lo pequeña que

era, la Liga Comunista desempeñó un pape l significativo en la

revolución alemana, sobre todo por medio del periódico

Neue

l Sólo se han descubierto dos materiales ele este tipo: un esquema para

la sección III el borrad or de una página (véanse pp. 151-152 lámina 2 _ Karl

Marx

Frieclrich Engels, Collected Works, vol.

6,

pp. 57 6-577.

INTRODUCCIÓN

9

Rheinische Zeitung (1848-1849), que Marx editaba. En pocos

meses

se

reimprimió tres veces la primera edición del Mani

fiesto, se publicó por entregas en el Deutsche Londoner Zei

tung, se reescribió y corrigió en abril o mayo de 1848, en trein

ta páginas, pero se esfumó con

el

fracaso de las revoluciones

de

1848.

Cuando Marx se estableció en Inglaterra

en

1849,

en

u f _ _ ~ ) { l l i _ o

que duraría toda la vida, debían existir tao pocos

e j e m p l a r ~ - ~

- ~ ~ - - i \ i i ~ r x p ~ - n s - Ó q u - ~ - ; a l í a la

pena

reimprimir la

sección III del

Mamfiesto

(«Sozialistische und kommunitische

Literatur») en el último número de su revista en Londres,

Neue Rheinische Zeitung, politisch-okonomische Revue

(no

viembre de 1850), que apenas tenía lectores.

Nadie hubiera predicho un futuro brillante

para

l Mani

fiesto en la década de 1850 y primeros años de la

de

1860. En

Londres, un impresor alemán emigrado publicó por su cuenta

una corta nueva edición, probablemente en 1864, otra pe

queña edición vio la luz en Berlín en

1866,

la prime ra que real

mente se publicó en Alemania. No parece que entre 1848 y

1868 hubiese traducciones, aparte de una versión sueca publi

cada probablemente a finales de 1848, una inglesa en 1850,

que es significativa en la historia bibliográfica del

Mamfi esto

sólo porqu e

al

parecer la traductora consultó a Marx, o (pues

to que ella vivía en Lancashire) más probablemente a Engels.

Ambas versiones desaparecieron sin dejar huella. Hacia me

diados de la década de 1860 casi nada de lo que Marx había

escrito en el pasado estaba ya en el mercado.

El destacado papel de Marx en la Asociación Inter

nacional de Trabajadores (la denominada «Primera Interna-

. cional», 1864-1872) el surgimiento en Alemania de dos im

portantes partidos de clase obrera, ambos fundados por

antiguos miembros de la Liga Comunista que le tenían en gran

estima, llevaron a una renovación

del

interés por el

Manifi'esto

35' .

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Quedan rigurosamente prohibidas, sin la

autorización escrita de los titulares del copyright,

bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción

total parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento,

comprendidos la reprografía y el tratamiento informático,

y la distribución de ejemplares de ella mediante

alquiler o préstamo públicos.

Traducción castellana de ELENA GRAU BioscA Introd ucción ) y LEÓN

MAMES

Cubierta: Luz de la Mora

©

1998 de la Introducción: E.

J

Hobsbawm

©

1998 de la traducción castellana y de la presente edición para España y América:

CRÍT ICA Grijalbo Mondador i, S.A.), Aragó, 385, 08013 Barcelona

ISBN: 84-7423-881-1

Depósito legal:

B

3.482-1998

Impreso en España

1998 - HUROPE S.L., Lima, 3 bis, 08030

INTRODUCCIÓN AL

M NIFIESTO COMUNIST

I

En la primavera de 1847, Karl Marx y Friedrich Engels

deci·

dieron afiliarse a la denominada Liga de los Justos Bund der

Gerechten), una rama de la más antigua Liga de los Proscritos

Bund der Geachteten), una sociedad secreta revolucionaria

que habían creado en París obreros alemanes en su mayoría

sastres y ebanistas- bajo la influencia revolucionaria france

sa, y compuesta principalmente

por

ese tipo de artesanos

radi

cales expatriados. La Liga, convencida por su

«comunisrno

crítico», se brindó a. publicar un Manifiesto redactado por

Marx y Engels como documento político suyo y también a rno

dernizar su organización

de

acuerdo con las propuestas que

ellos hiciesen. Efectivamente, se reorganizó en el verano de

1847, se rebautizó Liga de los Comunistas Bund der Komrr:J U-

nisten) y se declaró a favor del «der rocamiento de la

burguesía

del gobierno del proletariado, del fin de la vieja sociedad

ba -

sada en las contradicciones de clase Klassengegenscitzen) y del

establecimiento de una nueva sociedad sin clases ni propie

dad

privada». Un segundo congreso de la Liga, que

tamb:ién

tuvo lugar en Londres en noviembre-diciembre de 1847, acep

tó formalmente esos objetivos y los nuevos estatutos e invitó a

Marx y Engels redactar .el nuevo Manifiesto que expusie:::se

las finalidades y la política de l Liga.

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10

MANIFIESTO COMUNISTA

y

por

sus otros escritos. En particular, su defensa elocuente

de la Comuna de París de 1871 (que se conoce comúnmente

como

La guerra

civil

en Francia) le proporcionó una conside

rable notoriedad en la prensa como un peligroso líder de la

subversión internacional temido por los gobiernos. Más con

cretamente, el juicio

por

traición de los líderes socialdemó

cratas alemanes, Wilhelm Liebknecht, August Bebel y Adolf

Hepner en marzo

187i,

le dio ~ ; ; ~ - i r { e s p e r a d a p u b l i c i c l ~ - d

----

.

···- __ _ _ -

. _

·  

al documento. La acusación leyó el texto del Manifi esto en la

sesión del tribunal y así les dio la primera oportunidad a los

socialdemócratas de publicarlo de forma legal, y con una lar

ga tirada, corno

parte

de los procedimientos del juicio. Pues

to que parecía claro que un docu mento pu blicado antes de la

revolución de 1848 necesitaría algún comentario explicativo

y una cierta puesta al día, Marx y Engels escribieron el prime

ro de una serie de prefacios que desde entonces han acompa

ñado habitualmente las nuevas ediciones del

Mani/iesto.

2

Por

motivos legales, el prefacio no

se

pudo d i ~ t d b ~ Ú - - ~ ; ; - p E a m e n t e

en aquel momento, pero de hecho la edición de 1872 (basada

en la edición de 1866) se convirtió en la base de todas las edi

ciones subsiguientes. i e n t r ~ s tanto, entre 1871y1873, apare

cieron al menos nueve ediciones del

Mdni/iesto

en seis i d l o ~ a s .

En

los cuarenta arios s i g u i e n t e ~ el M d ~ i f i e s t o c o ~ q u i s t ó

el

mundo impulsado por

el

ascenso de los nuevos partidos obre-

2.

Durante

la vida

de

los fundadores hubo: 1 Prefacio a la (segunda)

edición alemana, 1872; 2) Prefaci o a la (segunda) edición rusa, 1882. La pri

mera traducción rusa,

hecha por

Bakunin,

había

aparecido en 1869, se en

tiende

que

sin la

bendición

de Marx y Engels; 3) Prefacio a la (tercera) edi

ción alemana, 1883; 4) Prefacio a la edición inglesa, 1888; 5) Prefacio, a la

(cuarta) edición alemana, 1890; 6 Prefacio a la edición polaca, 1892; y 7

Prefacio «Al

lector

italiano», 1893

repwducidos

todos ellos en esta edición;

véanse pp. 121-150).

INTRODUCCIÓN 11

ristas (socialistas), en los que la influencia marxista aumentó

con rapidez en la década de 1880. Ninguno de estos partidos

optó por darse a conocer como Partido Comunista hasta que

los bolcheviques rusos volvieron al nombre original después de

la Revolución de Octubre, pero el título Manzfiesto del

Partido

Comunista

permaneció inalterado. Incluso antes de la Revolu

ción rusa de 1917 se había publicado en varios cientos de edi

ciones en unos treinta idiomas, iriduyendo tres ediciones_en

ja

J2Qnés y una en chino. No obstante, su principal zona de

influencia se hallaba en la franja central de Europa que se ex

tendía desde Francia, al oeste, hasta Rusia, en el este.

No

es sor

prendente que el mayor número de ediciones se hiciera en ruso

(70), más

35

ediciones en las lenguas del i r n p ~ ~ i o zarista: 11 en

polaco, 7 en yiddish, 6 en finés, en ucraniano, 4 en georgiano,

2

en armenio. Había ediciones en alemán, más, para el im

perio de los Habsburgo, otras 9 en húngaro y 8 en checo (pero

sólo 3 en croata, 1 en eslovaco y 1 en esloveno), 34 en inglés

(abarcando también los Estados Unidos, donde la-primera tra

ducción apareció en 1871), 26 en francés y 11 en italiano (la

primera en esta lengua no se hizo hasta 1889).

3

Su impacto en

la Europa del suroeste fue peqüeño: 6 ediciones en español

1

1

'

El

Mani/iei-to

se tradujo por primer a vez en

~ s p a ñ a

en noviembre-diciem

bre

de 1872, en el semanario madrileño

La Emanapación.

El autor de la traduc

ción era José Mesa, que decidió omitir

el

pasaje sobre

el

«El socialismo alemán o

verdadero »,

por

considerarlo

de

interés local y superado

por el

tiempo. Esta

traducción se reprodujo en El

Obrero de

Barcelona, en 1882

y

en 1886 lo fue

en

el semanario

El

Socialista,

a la vez

que

se publicaba

por

primera

vez

como un

fo

lleto

de

32 páginas en Madrid. La priinera edición que apareció

.en

América La

tina fue,

al

parecer,

la

que se hizo en

El

Sodalúta

de México en 1888. N.

del

e

3.

Paolo Favilli,

Storia del marxismo italiano. Dalle origini alta grande

guerra

Milán, 1996, pp. 252-254.

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12

MANIFIESTO

COMUNISTA

incluyendo las latinoamericanas) y

una

en portugués. El mis

mo

impacto

tuvo en la

Europa

del sureste

7

ediciones en búl

garo, 4 en serbio, 4 en rumano y

una

sola edición en ladino,

presumi blemen te publicada en Salónica). Europa del norte

es-

tuvo

moderadamente

bien repre sentada co n 6 ediciones en da

nés, 5 en sueco 2 en noruego.

4

Esta distribución geográfica desigual reflejaba no sólo el

desarro llo desigual del movimiento socialista, de la misma in

fluencia de Marx, como movimiento diferenciado de otras ideo

logías revolucionarias como el anarquismo. También debería

recordarnos

que no se

daba una correlación estrecha entre

el

ta

maño y el

poder

de los partidos socialdemócratas y obreristas

y

la circulación del

Manifiesto. Por

ejemplo, hasta 1905

el

Parti

do Socialdemócrata Alemán SPD), con sus cientos de miles de

afiliados y sus millones de votantes, publicó nuevas ediciones

del

Manifiesto en

tiradas que

no

sobrepasaban los 2.000 o

3 .000

e j ~ ~ p l a r ~ s .

Del Programa de Erfurt

de

1891, el p a r t i d ; ¡ : ; _ ¡ ~ ; ¡ : ; ~ ª

tirada

de

120.000 ejemplares, mientras

que no

parece que se

publicaran más

de

16.000 copias del

Manifiesto

en los once

años que van desde 1895 a 1905, año en el que la circulación de

su periódico teórico,

Die Neue Zeit,

era

de

6.400 ejernplares.

5

No era

de

esperar que el afiliado medio de un partido socialde

mócrata-·marxlsta de m a s a s - s - ~ p e r a r a {in examen d ~ - t ~ ; - ~ Í ~ ~ - P ; r

el con trari o, las setenta ediciones--de la u s i a : p r e 1 ~ r é ~ ; l ~ d · ~ ~ m a r i a

representaban una combinación de organizaciones, ilegales la

mayor parte del tiempo, cuya afiliación total no debió ser supe-

4. Me baso en las cifras del inestimable Ber t Andréas, e

Maní/este Com

muniste

de Marx e t Engels. H Stolre

et

b1bl1ographie, 1848-1918, Milán, 1963,

5. Datos procedentes de los informes anuales del SPD Parteitage. No

obstante, no se dan datos numéricos acerca de las publicaciones teóricas para

los años 1899 1900.

INTRODUCCIÓN

13

rior a unos pocos miles.

De

modo parecido, las 34 ediciones in

glesas fueron publicadas por y para unas cuantas sectas marxis

tas del

mundo

anglosajón

que

operaban en el margen izquierdo

de

los partidos socialistas y obreristas que existían. Este era el

medio en que «la perspicacia

de

un camarada se podía calibrar

invariablemente

por el número de

anotaciones personales en su

Mani/iesto».

 

En

definitiva, los lectores del Manifiesto,

aunque

formaban parte de los nuevos partidos y movimientos socialis

tas de trabajadores en alza, a

buen

seguro no eran

una

mues

tra representativa de su afiliación.

Eran

hombres y mujeres con

un

interés especial en la teoría que subyace en esos movimientos.

Probable mente todavía sea este

el

caso. ·

Esta situación cambió después de la Revolución de Octu-

bre

en

todo

caso en los partidos comunistas. A diferencia

de

los partidos

de

masas de la Segunda Internacional 1889-

1914

),

los dela Tercera 1919-1943) esperaban que todos sus

miembros comprendiesen la teoría marxista, o al menos mos

traran cierto conocimiento

de

ella. La dicotomía entre los lí-

deres políticos reales,

que no

estaban interesados en escribir

libros, y fos «teóricos» tipo Karl Kautsky, conocidos y respe

tados

como tales pero

no como

attivistas políticos prácticos,

se

desvaneció. Siguiendo el modelo de Lenin, se

suponía que

todos los_ difigentes era n i r : n p q r t a n t ~ S J é : Ó r i c o s , puesto que to

das las decisiones polídcas se.fustifíéaban el fundamento

del análisis marxista, o, más probablemente, haciendo re

ferencia a la autoridad text ual de «los clásicos», Marx, Engels,

Lenin y en su moment o Stalin. La publicación y l difusión po

pular de

los textos de Marx Engels se convirtió,

por

consi-

6. RobertR LaMonte, «The New Intellectuals»,

New

Review,

II

1914),

citado en Paul Buhle, Marxism in

the

USA : From 1870 to the present day,

Londres, 1987,

p

56. jf¡

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14

MANIFIESTO

COMUNISTA

o-uiente en alo o

mucho

más

importante

para el movimiento de

)

o

lo que había sido en los días de la Segunda Internacional.

Abarcaba desde series de escritos menores,

probablemente

encabezados

por

el

Elementarbiicher des Kommunismus

ale

mán, durante la República de Weimar, y compilaciones de lec

turas adecuadamente seleccionadas, como la inestimable Co-

rrespondencia seleccionada de Marx Engels, hasta las

Obras

selectas de Marx y Engels, primero en dos y luego en tres vo

lúmenes, y la preparación

de

sus Obras completas

Gesamt-

ausgabe ; todas

ellas respaldadas

por

los ilimitados recursos

pa ra estos propósitos del Partido Comunista Soviético, y

a menudo editados

en

la misma Unión Soviética

en

muftitud

de

idiomas extranjeros. El

Manifiesto comunista

se benefició

de esta nueva situación por tres vías.

Aumentó

sin duda su cir

culación. La edición económica que

publicaron en

1932 las

editoriales oficiales de los partidos comunistas norteamerica

no

y británico, de «cientos

de

miles»

de

ejemplares, se

ha

des

crito como «probablemente

la edición más masiva que jamás

se haya publicado en inglés».

7

Su título no fue

ya

una supervi

vencia histórica, ·ahora se vinculaba direct amente a la política

del momento. Puesto que ahora un estado

importante

se re

clamaba de la ideología marxista, la posición del Mamfiesto

como

texto

de ciencia política se reforzó, y

por

consiguiente

entró a formar parte del programa docente de las

u n i v ~ ~ s i d -

d e ~ d o n d e su destino fue una

rápida

expansióri d r : ~ P _ l l _ ~ ~ de

l a

;;gunda guerra mundial, y

dondé

el marxismo de los l e c t o ~ ~ s

i ~ t e l e c t u l e s iba a encontrar su

público

más entusiasta

en

las

décadas

de

1960 y 1970.

La

URSS salió de la segunda

guerra

mundial convertida

en

7. Hal Draper, The nnotated Communist Manife<;to Center for Socia

list History, Bérkeley, CA; 1984, ISBN 0-916695-01-8,

p. 64.

INTRODUCCIÓN

15

una de las dos superpotencias mundiales, encabezando una

vasta región de estados y satélites comunistas. Los partidos co

munistas occidentales con la notable excepción del alemán)

emergieron de ella más fuertes de lo que nunca habían sido ni

iban probablemente a ser.

En

el año de su centenario, aunque

se había iniciado la guerra

fría

el

Manifiesto

ya

no

fue

publi

cado exclusivamente por comunistas u otros editores marxis

tas, sino en grandes ediciones de editoriales no políticas con

introducciones de académicos destacados. Es decir,

no

fue ya

sólo un

documento

marxis ta clásico, sino

que

se

había

conver

tido en un clásico político

tout court.

Sigue siéndolo, incluso después del final del

comunismo

soviético y el declive de los partidos y movimientos marxistas

en

muchas zonas del mundo.

En

los estados

donde no

hay cen

sura, es casi seguro que cualquiera que tenga al alcance

una

buena librería, y con seguridad si tiene una buena biblioteca a

mano,

puede

tener

acceso a él.

Por

lo tanto,

el

objetivo

de una

nueva edición en su 150 aniversario no es hacer accesible

el

texto de esta s.orprendente obra maestra, y mucho menos vol

ver a revisar un siglo

de

debates doctrinales acerca

de

la inter

p.retación

«correcta»

de este

documento

fundamental del

marxismo. El objetivo es recordarnos que el Manifiesto tiene

todavía mucho

que

decir al mundo en vísperas del siglo xxi.

¿QUÉ TIENE QUE DECIR?

Es, obviamente, un documento-escrito

para

un momento con

creto de la historia. Parte de él envejeció casi inmediatamente.

Por

ejemplo, las tácticas que se recomendaban a los comunis

tas alemanes, que no fueron las que de hecho aplicaron du-

39

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16

MANIFIESTO

COMUNISTA

rante la revolución

de

1848

y

sus secuelas. Una

parte

mayor

de

él se fue haciendo obsolet a a medida que aumentaba el tiempo

de separación

entre

los lectores y la fecha de su escr itura.

Hace

mucho tiempo

que Guizot

y Metternich se pasaron

de

la di

rección de los gobiernos a los libros de historia; el zar (aunque

no es el caso del papa) ya

no

existe. Y

por

lo que se refiere a la

discusión de la «literatura socialista y comunista», los mismos

Marx

y

Engels admitiero n en 1872 que incluso entonces esta

ba anticuada.

Todavía más: con el tiempo, el lenguaje del Manifiesto no

es

ya

el de sus lectores. Por ejemplo, se ha dado

mucha

impor

tancia a

la

frase en la que se dice que el avance de una socie dad

burguesa había sustraído «a una considerable parte

de

la po

blación

al

idiotismo de la vida rural». Pero

aunque

no hay

duda de que Marx en aquel momento compartía el habitual

desprecio, a la vez que la ignorancia, de los hombres

de

ciudad

con respecto al medio campesino, lª-frase alemana real, y más

interesante desde el punto de vista ái1alítico («dem Idiot ismus

des Landlebens entrissen»), no se refería a la «estupidez», sino

a la «estrechez de miras» o al «aislamiento de la sociedad más

amplia;> en el que

V i v í ~ i ~ p ~ E i a ~ i ó · ¡ : ; · d e l

c ~ ~ ~ ; p o . Se hacía eco

del significado original del término griego

idiotes

del

que

se

deriva el sentido habitual de «idiota» o «idiotez», a saber,

«persona que sólo se preocupa de sus intereses privados_}

_l: _O

de los de la

comunidad

más amplia». Desde los años cuarent a

del pasado siglo, a lo largo de las décadas y en movimientos

cuyos miembros, a diferencia de Marx,

no

habían recibido una

educación clásica, el sentido original

se

evaporó y se malinter

pretó.

Esto es todavía más evidente en su vocabulario político.

Términos como

Stand

(«condición social»),

Demokratie

(«demo

cracia») o «Na ción / nacional» o bien tienen poca aplicación a

INTRODUCCIÓN

17

l política de finales del siglo xx o bien ya no tienen el significa

do que tenían en el discurso político o filosófico

de

la década

de 1840.

Para poner

un ejemplo obvio, el

«Partido

Comunis

ta» cuyo manifiesto reclama ser nuestro texto

no

tenía nada

que ver con los partidos de la política democrática mo derna o

los «pa rtidos de vanguardia» del comunismo leninista, y no di

gamos con los partidos de estado de tipo soviético y chino.

Ningun o de ellos existía todavía. «Partido » significaba todavía

esencialmente

una

tendencia o corriente de op inión o política,

aunque Marx y Engels reconocían que, una vez encont rara ex

presión

en

los movimientos de clase, desarrollaría cierto tipo

de organización («diese Organisation

der Proleta rier zur Klas

se und damit

zur

politischen Partei»).

De

ahí la distinción, en

la

sección IV, entre «los partidos obreros

ya

constituidos ... los

cartistas

en

Inglaterra y los reformistas agrarios

en

Norteamé

rica» y los demás, todavía no constituidos.

8

Como dejaba cla

ro el texto, el Partido Comunista de Marx y Engels no consti

tuía ninguna organización en aquel momento, ni pretendía

establecerla,

mucho

menos una organización con un p rograma

específico diferente de otras organizaciones.

 

Por

cierto, el

grupo real

en nombre

del cual se escribió el

Manifiesto

la Liga

Comunista,

no

se menciona en ningún lugar.

Además, está claro que el Mamfiesto no sólo fue escrito en

y

para una

situación histórica particular, sino que representa

ba

una

fase

una

fase relativamente

inmadura

del desarro-

8.

El original alemán empieza esta sección discutiendo «das Verhültniss

der Kommunisten zu den bereits konsrituierten Arbciterparteien

...

also den

Chartisten», etc. La traducción inglesa oficial de 1887, revisada

por

Engels,

atenuaba el contraste.

9.

«Los comunistas no son un partido aparte, frente a los demás parti

dos obreros ... I :Jo establecen principios especiales según los cuales preten

dan moldear el movimiento proletario» (sección II).

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\

18

MANIFIESTO COMUNISTA

llo del pensamiento marxiano. Esto se hace muy patente en

s u § _ _ a ~ 2 s : : s t o § _ ~ C O J : ? . . . § ~ j _ s : ~ s . A u 1 2 . 9 _ 1 : 1 _ ~ } ~ ' _ a r x había empezado a es

tudiar e c o n o m ~ desde 1843, no se puso a desarrollar

~ r i ~ g ~ < : ~ 1 s ~ - - ~ l _ ~ _ _ ~ [ s _ i _ ~ _ < : ~ _ o _ p _ ~ : 2 _ ~ C ? expuest¿ en

l

capital hasta

~ s : _ l J ~ g § a

su

exilio en Inglate¡r;-a;;s-pué-i<leTa-reV-oludónde

1848 y accedió a los tesoros de la Biblioteca del Museo Britá

r ~ ~ Q ~ _ Q - _ ~ Y ~ ~ ; ~ ~ o de i85o

De- ~ ~ d o

~ : 1 1 1 e

- c i l s t i ~ ~ i ó ~ - ~ ~ t r e

la venta

por

parte del proletario de su trabajo

al

capitalista, y la

venta de su fuerza de trabajo, que es esencial a la teoría mar

xiana de la plusvalía y la explotación, todavía no había sido

elaborada con claridad en el Manifiesto. Tampoco el Marx

maduro sostendría la visión de que

el

precio de la mercancía

«trabajo» fuera

su

coste de producción, es decir, el coste del

mínimo fisiológico necesario par a mantener vivo al obrero. En

definitiva, Marx escribió el Manifi esto menos como un econo

mista marxiano que como un comunista ricardiano.

No

obstante, aunque Marx y Engels rec ordaban a los lec

tores que el Manifiesto era un documento histórico, que esta

ba anticuado

en

muchos aspectos, fomentaron y contribuye

ron a la publicación del texto de 1848 con correcciones y

clarificaciones relativamente insignificantes.

10

Reconocían que

10. La más conocida de ellas, que Lenin destacó, fue la observación, en el

prefacio de 1872, de que la Comuna de París había

demostrado

« q u ~

ladase

¡obrera no puede tomar simplemente posesión de la máquina estatal ya acaba

\ da, yponerla e:n _movimiento

µ ~ r a

sus propi os fines;>. b ~ p u é s e l ~ b

~ - i : ; é ~

-de

•Marx, Engels añadió la nota a pie de página q ~ e ITiodifica ; p r i T i e m - f r a s ~ dé la

sección para excluir a las sociedades prehistóricas del campo

de

aplicación

de

la lucha de clases. Sin embargo, ni Marx ni Engels se tomar on la molestia de co

mentar o modificar los pasajes económicos del documento. Se

puede

dudar de

que Marx y Engels tornaran realmente en consideración una «Umarbeitung

oder Erganzung» más completa del

Manifiesto

(prefacio a la edición alemana

de 1883 , pero no de que la muerte de Marx hizo imposibl e tal reescritura.

INTRODUCCIÓN

19

seguía siendo una exposición fundamenta l del análisis que dis

tinguía su comunismo de todos los demás proyectos de crea

ción de una sociedad mejor. En esencia es te análisis era histó

rico. Su núcleo central era la demostración del desarrollo

histórico de las sociedades, y de forma e s p e ~ í f i ~ ~ d ~ - l ~ c ~ ~ ~ T ~ ~

dad burguesa, que había reemplazado a sus predecesoras, ha

bía revolucionado

el

mundo

y,

a su vez, había creado necesa

riamente las condiciones para su inevitable sustitución. A

diferencia de la economía marxiana la «c:oncepción materia

l i s ~ ~ A e

la historia» que subyace en este análisis, había encon

trado á su formulación madura a mediados de la década de

1840. En los últimos años permaneció sustancialmente inalte

r a ~ a .

11

En

este aspecto,

el

Manzfiésto era ya un documento que

definía el marxismo. Expresaba la visión histórica, aunque su

trazado general quedase todavía por completar en análisis más

acabados.

III

¿Qué efecto tendrá el Manifi esto en l lector que acceda a él

por

primera vez en 1998? El nuevo lector difícilmente se po

drá

resistir a ser arrastrado

por

la convicción apasionada, la

b r e ~ e d a d sintética, la fuerza intelectual y estilística, de este

sorprendente

panfleto. Parece que haya sido escrito en un úni-

11. Comparemos el pasaje de la sección

II

del Manifieito («¿Se requiere

una

comprensión profunda

para

entender

que,

con

las condiciones

de

vida

de los hombres con sus relaciones sóciales con su x i s t e n c i ; - ; ~ ~ i ; I se rnodi

f i ~ ~ ~ - ~ ; I ~ 1 ~ 1 1 i _ ~ - ; - ~ s } : Í e a s ,

- p ~ n t ~ ~ - d < : - ~ ¡ ; t a y c o n ~ e p t o s ,

en una p ~ l a b r a , ~ u

C O _ l _ c ~ n c i a ? » ) con el pasaje

correspondiente

del Prefacio a la rítica de la eco-

nomía política («No es la conciencia de los hombres lª que determina la rea

lidac ;_f>ord contrario la realidad s _ o c : i ~ l _ ~ s la que dete.rmÍna su conciencia.»)

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20

MANIFIESTO

COMUNISTA

co impulso creativo, en frases lapidarias que casi

se

transfor

man de forma natural en aforismos memorables que han llega

do a ser conocidos mucho más allá del mundo del debate po

lítico: desde el principio, «Un fantasma recorre Europa:

es

el

fantasma del comunismo», hasta el final, «Los proletario_s_Q_o

tienen nada g t : l ~ P _ e _ r c } e r _ :::_ r r i ~ s _ _ g ~ ~ ~ - s ~ ~ - - - ~ f 1 4 _ e n _ a s : _ _ T i e n e n un

mundo

que ganar».

12

De

forma igualmente poco común en la

l i t e r a t u ~ a l e ~ ~ ª del siglo x1x, está escrito en párrafos cortos,

apodícticos, predominantemente de una a cinco líneas, sólo en

cinco casos de entre más de doscientos son de quince o más lí-

neas. Se mire como se mire, el Manifiesto comunista como re

tórica polít ica tiene una fuerza casi bíblica.

Es

decir, no

es

po

sible negar su irresistible fuerza literaria.

13

No

obstante, lo que también llamará sin duda

la

atención

del lector contemporáneo

es el

notable diagnóstico del

Ma

nifiesto

acerca del carácter revolucionario y

el

impacto de la

«sociedad burguesa». No se trata simplemente de que Marx

r e ~ o n o c i e s _ ~ _ y _ p _ ( ) ~ _ l _ a I 1 _ ? _ 8 . _ ~ J 9 - ~ _ l q _ g _ 2 ? _ ~ x t ~ ~ ? ( ) _ : < : f ü ~ _ ~ _ r i o ~ _ _ y ~ l _ d ü : i a

mismo de una sociedad queéléfetestaba, para sorpresa de más

¿ - ; ; - ~ ~ - ~ d ; f ~ ~ ~ ~ r - p o s t e r i o r - d ~ i

capitalismo contra la amenaza

roja. Sino de que en

el mundo

transformado por

el

capitalismo

que

él describía en 1848, en pasajes

de

elocuencia sombría y

12. Aunque esta

es

la versión inglesa aprobada por Engels, no

es

una

traducción del texto original correcra en sentido estricto: «Mogen die herr

schenden Klassen vor einer kommunistischen Revolution zittern. Die Proleta

rier haben nichts

in ihr

(«en ella», o sea, «en la revolución»; la cursiva es mía)

zu verlieren als ihre Ketten»- [En

la

versión de las

OME

la frase

se

corres

ponde

por

completo con

el

texto original. N

de

fa t.)]

U. Para un análisis estilístico, véase S. S. Prawer,

Karf Marx and

Worfd

Literature

Oxford, Nueva York y Melbourne, 1978, pp. 148-149. Lastra-

ducciones cJel

Mamjí-esto

que conozco no tienen la fuerza literaria del texto

alemán original.

INTRODUCCIÓN

21

lacónica,

se

reconoce

el

mundo en que vivimos 150 años des

pués. Curiosamente, el optimismo nada realista, desde

el

pun

to de vista político, de dos revolucionarios de 8 y 30 años, ha

demostrado ser la fuerza más duradera del

lvianz/iesto. Porque

aunque el «fantasma del comunismo» obsesionase ciertamen-

te a los políticos, y aunque Europa atravesara un importante

período de crisis económica y social,

y

fuera a estallar en

la

re

volución continental más extendida de su historia, de ningún

modo había fundamento para la creencia expresada en

el

a-

ni/iesto

de que

el

momento de derru mbe del capitalismo se es

taba acercando («la revolución burguesa alemana sólo

puede

ser

el

preludio inmediatamente anterior a una revolución pro

letaria»).

Por el

contrario. Como ahora sabemos, el capitalis- 1

mo estaba preparado para su primera era de avance global

triunfante.

Lo que da

al Manifiesto

su vigor son dos cosas. La prime

ra

es

su visión, incluso en los comienzos de la marcha triunfal

del capitalismo,

de

que este modo de producción no era per

manente, estable, «el final de la historia», sino una fase tem

poral en la historia de la humanidad, y que, como sus prede

cesores, estaba destinado a ser superado

por

otro tipo

de

sociedad

a

menos que

l a

frase del

Manifiesto

apenas ha sido

advertida concluya «con la destrucción de las clases belige

rantes»). La segunda

es

su reconocimiento de las tendencias

históricas del desarrollo capitalista necesariamente a largo plazo.

El potencial revolucionario de la economía capitalista era ya

evidente; Marx y Engels

no

pretendían ser los únicos que lo

reconocían. Desde

la

Revolución francesa algunas de las ten

dencias que ellos observaron estaban teniendo claramente un

efecto sustancial: por ejemplo, la decadencia de «provincias

independientes, apenas aliadas y con intereses, leyes, gobier

nos y aranceles diferentes», ante los estados-nación con

«un

1 2

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22 M NIFIESTO COMUNIST

gobierno, una ley, un interés nacional de clase y una línea

aduanera». Sin embargo, hacia finales de la década de 1840, lo

_ _q.... 1.. ..1e ..._ < a burguesía» había logrado era mucho más modesto que

los milagros que se le atribuían en el Manifiesto. Al fin y al

cabo, en 1850 en

el

mundo no se producían más de 71.000

toneladas de acero (casi el 70

por

100 en Gran Bretaña) y se

habían construido menos de 38.000 km de vías férreas (dos

terceras partes de ellas en

Gran

Bretaña y los Estados Unidos

de América). Los historiadores no han tenido dificultad en de

mostrar que, incluso en

Gran

Bretaña,

la

Revolución indus

trial (un término utilizado explícitamente por Engels desde

1844 en adelante)

4

a12_enas

h a b í _ ~ - ~ ~ e a d o un país industrial, ni

siquiera predominante1nent_e

u r b ~ g o _ a m e s _ d ~ - 1 ~ d é c ~ 9 ~

de

1 8 5 ó . M a ~ ~ y : E 1 ; g é l s ·no describían el mundo tal como había

sido ya transformado por

l

capitalismo en 1848, sino que pre

decían cómo estaba lógicamente destinado a ser transformado

por

él.

Hoy

vivimos en un

mundo

en el que esta transformación

se

ha

realizado en su mayor parte, aunque los lectores del Ma-

nifiesto

en l tercer milenio del calendario occidental sin duda

observarán que ha avanzado incluso más allá desde 1998. En

algunos sentidos, hoy podemo s incluso ver de forma más clara

la fuerza de las predicciones del Manifiesto que las genera

ciones situadas entre nosotros y su publicación. Porque hasta

la revolución en los transportes y las comunicaciones, a parti r

-1:

de la segunda guerra mundial, existían límites a la globaliza

ción de la producción, a «dar una conformación cosmopolita

a la producción y

al

consumo en todos los países». Hasta la dé

cada de 1970, la industrialización siguió estando preponde-

14.

En «Die Lage Englands. Das 18.Jahrhundert», Marx-Engels, Werke,

I,

pp.

566-568.

INTRODUCCIÓN

rantemente confinada a sus regiones de origen. Algunas

es

cuelas de marxistas podían incluso argumentar que el capita

lismo, al menos en su forma imperialista, lejos

de

«obliga(r) a

rodas las naciones a apropiarse del modo de pr oducción de la

burguesía, si es que no quieren sucumbir», por naturaleza

perpetuaba, o incluso creaba, «subdesarrollo» en el llamado

Tercer Mundo. Mientras un tercio de la especie humana vivía

en economías delt po-comun sta sovfédco- --pareCía

que er

pitalismo nunca conseguiría obligar a todas las naciones «a

convertirse en burguesas». No «crea(ría) un mundo a su pro

pia imagen y semejanza». Tampoco, antes de la década de

1960, el anuncio hecho po r efMani}/esto de.que el c ~ p i t a f i s f f i 9

llevaba consigo la destrucción de la familia parecía haber sido

verificado, ni siquiera en los países occidentales avanzados

donde hoy más o menos la mitad de los hijos nacen de madres

solas y son criados por ellas, y la mitad de los hogares en las

grandes ciudades son unipersonales.

Para acabar, lo que en 1848 pudo sorprender a un lector no

comprometido como retórica revolucionaria o, come mucho,

como predicción verosímil, hoy se puede leer como una carac

terización concisa del capitalismo a finales del siglo xx. ¿De qué

otro documento de la década de 1840 se pued e decir lo mismo?

IV

No obstante, si a finales del milenio debemos sorprendernos

por la agudeza

de

la visión que el Maniji esto daba del entonces

remoto futuro de

uh_

capitalismo masivamente globalizado, l

fracaso de otra de previsfo-iies-es igualmente sorprendente.

Hoy es evidente-qué la burguesía no ha r o d u c i 9 o : < : < : m t ~ J ¡ Q c l o

sus p r o p i ~ s sepultureros» en el proletariado. «Su hundimien-

1 3

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I

24

MANIFIESTO COMUNISTA

to y el triunfo del proletariado» no se han demostrado «igual

mente inevitables». El contraste entre las dos mitades del aná

lisis hecho en el Manzfiesto en su sección titulada «Burgueses

y proletarios» reclama más explicación después de 150 años

que en el momento de su centenario.

El

problema no

reside en la visión de Marx y Engels de un

capitalismo que transformaba necesariamente a la mayor par

te de la población que ganaba su sustento en esa economía en

hombres y mujeres que dependen para su subsistencia de

al

quilarse a cambio de jornales o salarios. Sin

duda

la tendencia

ha sido esa, aunque hoy en día los ingresos de algunos de los

que técnicamente son empleados contratados a cambio de un

salario, como Íos ejecutivos de las g r a n d ~ ; · - ~ - ~ p - ; : . ~ s a ~ - diÍícil

ment-esep-uedeñ contar corno proleta,-rios. -Ni t ~ m p o c ~ reside

e s e n ~ i ~ 1 ~ i i t e e i i - s i i creencfaoe

que la mayor parte de esa po

blación trabajadora consistiría en una fuerza de trabajo indus-

trial.

Aunque Gran

Bretaña siguió

s i e n d ¿ ~ o ~ p l ~ t ~ ~ ; n t e

excepcional como un país en que los obreros manuales asala

riados constituían la mayor parte de la población, el desarrollo

de

l

producción industrial exigió una entrada masiva y cre

ciente de trabajo manual durante mucho más de un siglo des

pués del Manifiesto.

Es incuestionable que este

ya no

es el caso

en la producción moderna de capital intensí\Tü y a f r ; - - ~ ~ n o l o

gía, un desarrolio que no se tomó en consideración en

eCÚa-

nifiesto auf1qu-e

de

hecho en sus ~ s t u d i o s económicos más ma

duros el.mismo Marx concibiera el posible d e s a r r ~ f f ¿ · ¿ ~ ~ ~ a

economía

que

prescindiera progresivamente del trabajo, al

. .

15

.......

.

menos en

una

era poscapitalista. Incluso

en

las viejas econo-

 

'5.

Véase,

por

ejemplo, la discusión acerca de «Capital fijo y el desarro

llo de lqs recursos r>roductivos de

l

sociedad» en los manuscritos de 18.57-

1858,

Col . Works

vol. 29, Londres, 1987, pp. 80-99.

INTRODUCCIÓN

25

mías industriales del capitalismo,

el

porcentaje de gente em

pleada en la industria manufacturera se mantuvo estable hasta

la década de 1970, excepto en los Estados Unidos, donde el

declive se inició un poco antes. Desde luego, con muy pocas

excepciones, como las de Gran Bretaña, Bélgica y los Estados

Unidos, en 1970 los trabajadores industriales probablemente

constituían una proporción mayor del total de población ocu

pada en el mundo industrial, y en vías de industrialización,

que en cualquier momento anterior.

Sea como sea, el derrocamiento del capitalismo previsto

por

el Manifiesto no residía en la transformación previa de la

mayoría de la población ocupada

en

proletarios, sino en la asun

ción de que la situación del proletariado en la economía ca

pitalista era tal que, una vez organizado como un movimiento

de clase necesariamente político, podía encabez ar y aglutinar

el

descontent o de otras clases, y así

adquirir

poder político como

«el movimiento independiente de

una

ingente mayoría en in

terés de esa ingente mayoría». De este

modo

el proletariado

llegaría a «elevarse a clase nacional ... constituirse a sí mismo

en cuanto nación».

16

Puesto que

el

capitalismo no

ha

sido derrocado estamos

en condiciones de desechar esta predicción. Sin embargo,

por

muy improbable que pareciera en 1848, la política de la mayor

parte de los países capitalistas europeos

iba

a ser transformada

por

el ascenso de los movimientos políticos organizados que

se basaban en

l

conciencia de clase proletaria y que apenas

16. La frase en alemán «sich zur nationalen Klasse erheben» tenía con

notaciones hegelianas que la traducción inglesa autorizada

por

Engels modi

ficó, presumiblemente porque pensaba que no sería entendida

por

los lecto

res de la década de 1880. [En la edición inglesa de 1888 figura: «elevarse a

clase dirigente de la nación». N de la t

] I¡ /

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\

26

M NI FIESTO COMUNIST

habían hecho su aparición fuera de Gran Bretaña. Los parti

dos socialistas y obreristas emergieron en muchas zonas del

mundo

«desarrollado» en la década de 1880. Llegaron a ser

partidos de masas en los estados con derecho democrático al

voto que ellos mismos habían contribuido en tan gran medida

a conseguir.

Durante

la primera guerra mundial, y después de

ella, mientras una rama de los «partidos proletarios» siguió

el

camino revolucionario de los bolcheviques, otra rama se con -

virtió en

el

pilar que sustentaba un capitalismo democratiza

do. La rama bolchevique ya no tiene una gran significación en

Europa, o bien los partidos de este tipo se han asimilado a la

socialdemocracia. La socialdemocracia, tal como se entendía

en tiempos

de

Bebel e incluso de Clement Attlee, está luchan

do en retaguardia en la década de los noventa. Sin embargo,

mientras escribo esto 1997), los descendientes de los partidos

s o c i a f d e m ó · ; ; - ¡ ~ t a s de la Segu;;-d;

~ t e r ; - ; ~ i o ; a l , - - : ; t l g 1 1 r ~ ~ ~ ~ ~ e - c : e s

bá}o-su.s

n o m b ~ ~ s

o d g i ~ ~ l e s :

s ~ n

los .partidos de gobierno en

t o d ~ s l o ~

~ ~ t a d o s europeos excepto dos España y Alemania),

y en ambos han gobernado en el pasado y es p r o b a J > l ~ _ q u t J o

vuelvan a hacer.

En definitiva, lo que está equivocado no es la predicción del

Manzfi esto

acerca del papel central de los movimientos políticos

basados en la clase obrera (y que todavía llevan e x p l Í ~ i t ~ ~ ~ ~ t e

l

~ o m b r e

de clase, como los partidos laboristas británico, ho

landés, noruego y de Australasia). Es la proposición de que «de

todas las clases que ~ n f r e n t a n hoy en_ día a la b 1 1 r g 1 : 1 ~ s í ~ _ ~ § - ~ ~ l

proletari;do. es una clase verdaderamente

r e v o l u c i ( ) _ 1 ? : ~ ~ a » ,

cuyo destino inevitable, implícito en la naturaleza y

l

desarro

llo del capitalismo, es derrocar a la burguesía: « ~ 1 : 1 . Q l _ I 1 < : 1 J m i e n

to y el triunfo del proletariado son igualmente inevitables».

Incluso en los famosos «hambrientos a ñ o ~ cuarenta», el

mecanismo que debía asegurar este hecho, a saber, la caída

INTRODUCCIÓN

27

inevitable de los trabajadores en la indigencia,¡; no era total

mente convincente; a menos que se supusiera, lo cual incluso

entonces no era creíble, que

el

capitalismo se encontraba en su

crisis final y a punto de ser derrocado

inmediatamente.

Se tra

taba de un mecanismo doble. Sumado al efecto del aumento

de la indigencia sobre

l

movimiento obrero, demostraba que

la burguesía era «incapaz de dominar porque es incapaz de

asegurar a sus esclavos la existencia inclusive dentro de su es

clavitud, porque está obligada a dejarlos que

se

suman en una

situación en la cual debe alimentarlos en lugar de ser alimen

tada por ellos». Lejos de proporcionar el beneficio que ali

mentaba la máquina del capitalismo, el trabajo lo drenaba.

Pero, dado el enorme potencial económico del capitalismo

que tan enfáticamente se exponía en el mismo Manifiesto,

¿por

qué era inevitable que el capitalismo no pudiese proveer

la subsistencia,

por

muy miserable que fuera, a la mayor part e

de su clase obrera,

o,

dicho de otro modo, que no pudiese pro

porcionar un sistema de bienestar? ¿ r : ~ .

i_r:iey _table

que la «in

digencia [en sentido estricto, véase la nota 17] se desarrolla ra)

aún con mayor celeridad que la población y la riqueza»?

18

Si el ca-

17. PauperiJm no se debe leer

c_oII1 º 11 n si_nónÍfI10

de puverty. Las pala

bras alemanas

t ~ ~ ~ d a s

d ~ l uso inglés son

Pauper

( « p e r s o ~ ~ in.J.igente ... que

recibe caridad o algún tipo de provisión pública», Chambers wentieth Cen-

tury Dictionary)

y

Pauperismus (pauperínn:

«situación de ser pauper>>,

zhid).

[La palabra utilizada por Hobsbawm

es

pauperisation, que he traducido

por

«caída en la indigencia». (N de

la t

)]

·

} 8 _ - " ~ f i ; ~ ; a a 6 ¡ 1 ; ; a m e n t e ,

hoy los capitalistas y los gobiernos que defienden

el

libre mercado utilizan algo pareci.do

al

argumento marxiano de 1848 para

demostrar que las economías o los estados cuyo

PNB

se

sigue doblando cqda

pocas décadas irán a la bancarrota

si

no acaban con los sistemas de redistri

bución d e la renta estados del bienestar, etc.), que se establecieron en épo

cas

de

menor riqueza,

por

medio de los cuales aquellos

_que

tieneri

ingre_sos

mantienen a aquellos que no pueden tenerlos. 4 S

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28 MANIFIESTO

COMUNISTA

pitalismo tenía una larga vida ante él -como fue evidente

muy poéo después de

1848-

esto no tenía que ocurrir. Y de

hecho,

no

ocurrió.

La visión del desarrollo histórico de la «sociedad burgue

sa» que daba el Manifiesto, incluida la clase obrera que ésta

generaba, no conducía

necesariamente

a la conclusión de que

el proletariado derrocaría

al

capitalismo y

al

hacerlo, abriría el

camino hacia el desarrollo del comunismo,

porque

la visión

y la conclusión no derivaban del mismo análisis. La meta del

comunismo, adoptada antes de que Marx fuera «marxista», no

se derivaba del análisis de la naturaleza el desarrollo del ca

pitalismo, sino de un argumento filosófico, en realidad escato

lógico, acerca de la naturaleza humana y su destino. La idea

-fundamental para Marx desde aquel

momento-

de que el

proleta riado era una clase que no se podía liberar a ella misma

sin -Hberár

-cle

es-e modo a toda la sociedad, aparece

p r i ~ e r o

comÓ

«una deducción filosófica más que como un

p r o d u c ~ o

d ( ' J ~ _ é > b s ~ r v a c i ó n » .

Como señaló George Lichtheim: «el pro

letariado hace su primera aparición en los escritos de Marx

como la fuerza social que se necesita para realizar las metas de

la filosofía germana» tal como lo veía Marx en 1843-1844.

2

º

La «posibilidad positiva de la emancipación alemana», es

cribió

en

la Introducción a

la

Crítica

de

la filosofía del derecho

de Hegel, reside «en la formación deuna clase con

cade J{[S

ra-

dicales ... una clase que es la disolución de todas1asclases;una

esfera

de

la sociedad que tiene un carácter universal porque

s ~ s - s ü f r f u i ~ ~ t o s -

~ ; ~ - ~ ~ i ~ ~ ~ s ~ i e s

: y - q ~ ~ .no demanda bien

particular porque

el

mal que se ha cometido contra ella no

es

19. Leszek Kolakowski,

Main Currents o Marxism,

vol. 1

The Foun-

ders, Oxford, 1978, p. UO.

20. George Lichtheim,

Marxism,

Londres, 1964, p. 45.

INTRODUCCIÓN

.

29

un mal particular, sino mal como tal ... Esta disolución de la so

cieda_d_J;_qr:no

una clase particular

es

el proletariado ... La eman

c i p a c i ó ~ alemana es la emancipación del ser humano. La filo-

sofía

es la cabeza de esta emancipación

el proletariado

es su

corazón. La filosofía no se puede realizar sin abolir el proleta

r í ~ d o ,

el

proletariado no se puede abolir sin que la filosofía

haya hecho realidad».

21

En aquel momento, Marx sabía poco más del proletariado

que lo siguiente: «se está formando en Alemania sólo como re

sultado del avance del desarrollo industrial» este era precisa-

mente su potencial como fuerza liberadora, puesto que, a di

ferencia de las masas pobres de la sociedad tradicional, era el

hijo de una disolución drástica de la sociedad y

por

consi

guiente, con su existencia «proclama ba) la dimlución del

or-

den mundial existente hasta ahora». Todavía sabía menos acer

ca de los movimientos de trabajadores, aunque poseía un gran

conocimiento sobre la historia de la Revolución francesa.

En

Engels encontró un compañero que aportó a la asociación el

concepto de_«Revolución industrial», una forma

de

compren

der la dinámica de la economía capitalista tal como existía

realmente en Gran Bretaña, los rudimentos de

un

análisis

económico.

22

Ambos le conducían a predecir una revolución

social futura que deber ía realizar una clase obrera real, acerca

de la cual,

al

vivir y trabajar en Gran Bretaña a principios de la

década de 1840, sabía mucho. Las aproximaciones de Marx y

de Engels al «proletariado» y al comunismo se complementa-

21. Karl Marn y Friedrich Engels, Coll Works, vol. 3, pp. 185-187. En

este pasaje he preferido en general

l

traducción de Lichtheim,

loe. at

Lapa

labra alemana que

él

ha traducido como «clase» es Stand, que hoy

es

errónea.

22. Publicado como Out ines o a Critique

o

Politica Econo f y en 1844,

Coll Works,

vol. 3, pp. 418-443.

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30

MANIFIESTO COMUNISTA

ban mutuamente. Lo mismo ocurría con su concepción de la

lucha de clases como rnotor de la historia.

En

el caso

de

Marx

derivaba ampliamente del estudio del período revolucionario

fr.?_r:icés en el de Engels de la experiencia de los movimientos

sociales en la

Gran

Bretaña posnapoleónica.

No

es sorpren

dente que estuviesen (en palabras de Engels) «de acuerdo en

todos los terrenos teóricos».

23

Engels proporcionó a Marx los

elementos de un modelo que demostraba la naturaleza fluc

tuante y propensa a la desestabilización de las operaciones de

la economía capitalista en particular los esbozos de una teo

ría de las crisis económicas

24

y material empírico acerca del

ascenso del movimiento de la clase obrera británica y el papel

revolucionario que podía desempeñar en Gran Bretaña.

En

la década de

1840

no era inverosímil la conclusión de

que la sociedad estaba al borde de la revolución. Tampoco lo

era la predicción de que la clase obrera, por inmadura q ue fue

ra, la dirigiría. Después de todo,

al

cabo de pocas semanas de

la publicación del Manifiesto un movimiento de los obreros d e

París derrocó a la monarquía francesa y dio la señal para la re-

volución a media Europa. Sin embargo, la tendencia a genera r ·

1

un proletariado esencialmente revolucionario, por

parte

del

desarrollo capitalista, no se podía deducir del análisis

de

la na

turaleza del desarrollo capitalista.

u n a _ c , ) ~ ~ e - ~ l 1 e n c i a

posi-

ble de

C : ~ ~ - ~ c : ~ _ ~ _ r _ ( ) µ o _ , _ p ~ r o 11º

se podía_ demostrar que

e r ~

la

única_ posible. Todavía menos se podía demostrar

~ 1 e

el hecho

23. «Ün the History

of

the Communist League»,

Col \Vorks,

vol. 26,

Londres, 1990, p. 318.

24.

Outlines

ofa

Crt ique,

Co L

Works,

vol. 3, pp. 433 ss. Parece que pro

cedía de los escritores radicales británicos, en particular deJohn Wade, His-

tory

of

he Middle a mi Workzng Classes, Londres, 1835, a quiert Engels hace

referencia en este aspecto.

INTRODUCCIÓN

31

de que el proletariado derrocara con éxito al capitalismo de

bía abrir necesariamente

el

camino

al

desarrollo del comunis

mo. (El

Manifiesto

sólo afirma que entonces se iniciaría un

proceso de cambio muy gradual.)

25

La visión de Marx de un

proletariado cuya misma esencia le destinaba a emancipar a

toda la humanidad y a acabar con la sociedad de clase por me

dio de su derrocamiento del capitalismo, representa una espe

ranza que se lee en su análisis del capitalismo, pero no una

conclusión que este análisis imponga de forma necesaria.

Lo que se puede desprender sin duda del análisis del capi

talismo hecho_ en el Mamfi'esto, en especial cuando Marx

am

plía su análisis, sobre la concentración económica, y que ape

nas está insinuado en 1848, es una conclusión más general y

menos específica acerca de

las

fuerzas autodestructivas que se

generan en el desarrollo capitalista Llegará un punto y en

1998 no sólo los marxistas aceptarán esto en que «las rela

ciones burguesas de producción

y

tráfico, las relaciones bur

guesas de propiedad, la sociedad burguesa moderna, que ha

producido, como

por

arte de magia, medios de producción y

tráfico tan ingentes, se asemeja al hechicero que

ya

no logra

dominar las fuerzas subterráneas que ha conjurado ... Las re

laciones burguesas se han tomado demasiado estrechas como

para abarcar la riqueza por ellas engendrada».

No

es irrazonable concluir que las «contradicciones» in

herentes a

un

sistema de mercado basado en «ningún otro

vínculo que el interés desnudo, que el insensible pago al con

tado , un sistema de explotación y de acumulación sin fin»,

25. Esto queda incluso claro en las formulaciones de Engels en lo que

son, realmente, dos borradores anteriores al Manifiesto, «Draft of a Commu

nist Confession of Faith», Col . Works, vol. 6, p. 102, y «Principies

of

Com

munism», ibid P- 350 («Principios del comunismo», en OME, 9, pp. 1-21).

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32

MANIFIESTO COMUNISTA

nunca pued en ser superadas; que en un punt o determinado en

una serie de transformaciones y reestructuraciones, el desarro

llo de este sistema que tiende esencialmente a desestabilizarse,

conducirá a un estado de cosas que no pueda ser

ya

descrito

c o m o _ ~ i t a J i S J : l l ) . O, para citar al último Marx, cuando «la

centralizacio-n dé los medios de producción y la socialización

del trabajo alcanzan un punto en el cual se hacen incompati

bles con su cober tura capitalista»

26

y esta «cobertura estalla en

pedazos».

No

importa qué nombre se le dé

al

estado de cosas

subsiguiente.

No

obstante - como demuestran los efectos de

la explosión económica mundial en

el

medio ambiente mun

dial-,

deberá marcar un giro drástico de la apropiación pri

vada a la gestión social a escala global.

Es muy improbable que esté} «sociedad poscapitalista» se

corresponda c on los modelos tradicionales de socialismo, y to

davía menos con el socialismo «realmente existente» de la era

soviética. Las formas que pueda tomar, y hasta qué punto en

carnará los valores humanistas del comunismo de Marx y En

gels, dependerá de la acción política por medio de la cual lle

gue este cambio. Porque esto, como sostiene el

Manifiesto es

determinante para la configuración del cambio histórico.

En la visión marxiana, como sea que describamos aquel mo

mento histórico en

el

que «la cobertura estalla en pedazos», la

política será

un

elemento fundamental. El

Manifiesto

se ha

26. De «Historical Tendency of Capitalist Accumulation», en

Capital

voL

I,

CoH \Vorks vol. 35, p. 750 (trad. cast. en El capital libro primero,

vol. 2,

OME, 41, Crítica, Barcelona, 1978, p. 409).

INTRODUCCIÓN

33

leído principalmente como un documento que describe un pro

ceso histórico inevitable, y desde luego su fuerza derivó sobre

todo de la confianza que proporcionaba a sus lectores acerca

de que el capitalismo estaba destinado de forma inevitable a

ser enterrado por sus sepultureros, y de que ni entonces ni en

ninguna época anterior de la historia se habían dado las con

diciones para la emancipación. Con todo, contrariamente a las

presunciones más extendidas, puesto que admite que

el

cam

b i ~ h i ~ ~ c ) i c o t _ i ~ n e ) u g a r

por medi<?.Eé .J()s h oII1_b_res

q u e h ~ ~ ~ ~

su propiaJ:iisforia,

n_o es

un documento determinista. Las tum

bas deben ser cavadas o r i ~

~ ~ ~ i ó ~ - h u ~ a i i a

o a ~ ~ v é s de ella.

Ciertamente es posible hacer una lectura determinista del

argumento. Se ha sugerido que Engels tendía a ella de forma

más natural que Marx, lo que tuvo importantes consecuencias

para el desarrollo de la teoría y el movimiento obrero marxis

tas después de la muerte de Marx.

De

todos modos, aunque los

propios esbozos preliminares de Engels se han citado como

p r u e b a ~ , 2 7

de hecho no se puede leer en

el

Manifiesto

mismo.

Cuando deja el terreno del análisis histórico y se adentra en el

presente, es un documento de opciones, de posibilidades polí

ticas más que de probabilidades, y no digamos de certezas. En

tre «ahora>> y el momento, imposible de predecir, en que «en el

curso de la evolución» habría «una asociación en la cual el libre

desarroll9 de cada cual será

l

condición pa ra el libre desarro

llo de todos», se encuentra el reino de

l

acción política.

El cambio histórico a través

de

la práctica social, a través

de la acción colectiva, está en

el

corazón del Manifiesto: con

templa el desarrollo del proletariado como la «organización

de los proletarios en una clase; y con ello en un partido políti-

27. George Lichtheim,

Marxism

pp .58-60.

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\

34

MANIFIESTO COMUNISTA

co». La «elevación del prole tariado a clase dominante» «la

conquista de la democracia») es «el primer paso de la revolu

ción obrera», y el futuro de la sociedad depende de las poste

riores actuaciones políticas del nuevo régimen cómo «el pro

letariado utilizará su hegemonía política»). El compromiso

con la política

es

lo que, históricamente, distinguió

al

socialis

mo marxista de los anarquistas y de los sucesores de aquellos

socialistas cuyo rechazo de toda acción política condena explí

citamente el M a m j i ~ s t o Incluso antes de Lenin, la teoría mar

xiana no sólo trataba acerca de «lo que nos dice la historia que

ocurrirá», sino también acerca de

«lo_g_ue

se d e b _ ~ h ~ _ c ~ r » Es

verdad que.la experiencia soviética del sigfo xxiios ha enseña

do que quizá sea mejor no «hacer lo que se_debe» en condi

ciones históricas que p r á t i ~ ~ m e r i r e hacen el éxito imposible.

Pero-ésta lección se podría haber.ap.re1Í.dido t o m a n d ~ en c;n

sideración las implicaciones del

Manifiesto comunista

Para acabar,

el Manifiesto y

esta no

es

la menor de sus

extraordinarias

cualidades-

es

un documento que preveía el

fracaso. Manifestaba la esperanza de que el resultado

lel

de

sarrollo capitalista fuera «una transformación revolucionaria

de toda la sociedad», pero, como ya hemos visto, no excluía la

alternativa: «destrucción de

las

clases beligerantes». Muchos

años más tarde otro marxiano volvió a formular esta idea

como la elección entre socialismo y barbarie. Cuál de los dos

prevalecerá es una pregunta que

el

siglo XXI debe responder.

E. J HossB WM 1997

KARL

fv1ARJC

FFJEDRICH ENGELS

lVIANIFIESTO

DEL

PARTIDO COI\ IUNISTA

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NoTA: Esta edición reproduce la versión castellana publicada en OME 9,

Crítica, Barcelona, 1978, pp. 133-169, a partir de la edición de Karl Marx-·

Friedrich Engels, Werke Dietz-Verlag, Berlín Oriental, reimpresión de

1975, vol. 4

pp·

459-493, reproducida también en este volumen. Como en

aquella edición, las notas a pie de página de Marx y Engels se indican con nú

meros precedidos de asterisco; las que no llevan asterisco son. notas d e edi

ción. Los prólogos l Manifiesto del Partido Comiínísta escritos

por

Marx

Engels se encuentran l final del presen te volumen pp. 121-150).

Un fantasma recorre Europa:

es

l fantasma del comunismo.

Todas las potencias de la vieja

Europa

se han aliado en una sa

crosanta cacería: de este fantasma: l papa y el zar, Mettemich

y Guizot, los radicales franceses y los policías alemanes.

¿Dónde está el partido opositor al cual sus adversarios en

l gobierno no hayan tildado

de

comunistas? ¿Dónde está el

partido opositor que no haya lanzado.de retorno la estigmati

zadora acusación de comunismo tanto a los opositores más

avanzados como a sus enemigos reaccionarios?

De este hecho surgen dos cosas.

Todas

las

potencias europeas reconocen ya al comunismo

como una potencia.

Y a es tiempo de que los comunistas expongan abierta

mente ante todo el mundo su enfoque, sus objetivos, sus ten

dencias, oponiendo a la leyenda del fantasma del comunismo

un manifiesto de su propio partido.

Con esa finalidad se han reunid o en Londres los comunis

tos de las más diversas nacionalidades y han esbozado

el

si

guiente Manifiesto, que se publica en inglés, francés, alemán,

italiano, flamenco y danés.

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T

BURGUESES Y PROLETARIOS ·:t

La historia

de

todas

las

sociedades existentes hasta

el

presente

2

es

la

historia de luchas de clases.

Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y

siervos, maestros y oficiales, en suma, opresores y oprimidos

.

L

Por

burguesía se entiende la clase de los capitalistas modernos, quie-

nes son poseedores de los medios sociales de producción y explotan

el

traba-

jo asalariado. Entiénd ese por proletarios a la clase de los .trabajadores

s ~ ~ -

riados modernos quienes, puesto que no poseen

med10s

de produccion

propios, dependen

de

la venta de su fuerza de trabajo para

poder

vivir. [Nota

de Engels a la edición inglesa de 1888]

1

 2. Esto significa, estrictamente hablando, la historia transmitida por es-

crito. En

1847 ún

era prácticamente desconocida la prehistoria de la socie-

dad la organización social que precedió a toda

l

historia fijada

por

escrito.

DesJe

entonces, Haxthausen descubrió

la

propiedad común de la tierra en

Rusia, Maurer demostró que fue

el

fundamento social del cual partieron histó-

ricamente todas las tribus teutonas y poco a poco se descubrió que las comu-

nidades aldeanas con posesión comunitaria del suelo fueron la forma primiti-

va

de

la

sociedad desde la India hasta Irlanda.

Por

último, el descubrimiento

cimero de Morgan acerca

de

la verdadera naturaleza ele la gens y su posici?n

dentro de la tribu, puso al descubierto

la

organización interna de esta socie-

dad comunista primitiva en

su

forma típica. Con

la

disolución <le estas corm .-

nidades primitivas comienza la escisión de

la

sociedad en clases separadas

y.fi-

nalmente opuestas entre

sí. [Nota de Engels a la ediczon inglesa 8 8 ~

la

edición alemana de 189 ] He intentado seguir este proceso de d1soluc10n en

El

origen de

la

famzlia, de

la

propiedad privada

y

del Estado, segunda edición,

Stuttgart,

1886.

[Nota de Engels a

la

edición inglesa de

1888]

MANIFIESTO DEL PARTIDO

COMUNISTA

39

siempre estuvieron opuestos entre sí librando una lucha inin-

terrumpida, ora oculta, ora desembozada, una lucha que en

todos los casos concluyó con una transformación revoluciona-

ria de toda la sociedad o con la destrucción de las clases beli-

gerantes.

En las épocas anteriores de la historia hallarnos casi por

doquier una total división de la sociedad en diversas clases, un

múltiple escalonamiento de las posiciones sociales. En la anti-

gua Roma tenemos patricios, caballeros, plebeyos y esclavos;

en

el

Medioevo tenemos señores feudales, vasallos, maestros,

oficiales, siervos

y

por añadidura, en casi cada una de estas

clases hay, a su vez, gradaciones particulares.

La sociedad burguesa moderna surgida del ocaso de la

so-

ciedad feudal_no ha abolido los antagonismos de clase. Sólo ha

sustituido las antiguas clases, condiciones de la opresión y for-

mas de la lucha por otras nuevas.

Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue em-

pero

por

el

hecho de haber simplificado los antagonismos de

clase.

Toda

la sociedad se divide cada vez más en dos grandes

bandos hostiles, en dos grandes clases, que se enfrentan direc-

tamente entre sí: la burguesía y

el

proletariado.

De los siervos de la Ed ad Media surgieron los villanos de

las primeras ciudades; a partir de esta clase urba na se desarro-

llaron los primeros elementos de la burguesía .

El descubrimiento de América, la circunnavegación del

África crearon nuevos terrenos para la burguesía en ascenso. Los

mercados de las Indias Orientales y de la China, la colonización

de América,

el

intercambio con

las

colonias, la incrementación

de los medios de cambio y de las mercancías en general propor-

cionaron

al

comercio, a la navegación

y

a

la

industria un auge

ja-

más conocido, y con ello una rápida evolución l elemento revo-

lucionario dentro de la sociedad feudal en desintegración.

.S 1

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40

KARL MARX / FRIEDRIGH ENGELS

La

explotación feudal o gremial de la industria, impe

rante

hasta

entonces,

ya

no bastaba

para

satisfacer las nece

sidades, crecientes con los nuevos mercados. Su lugar fue

ocupado

por

la

ma11uf_a_ctura.

Los maestros de los gremios

fueron desplazados por la clase media industrial; la división

del

trabajo entre

las diversas corporaciones desapareció

ante la división del trabajo dentro del

propio

taller indivi

dual.

Pero

los mercados crecían constantemente, la demanda

aumentaba de continuo. Tampoco la manufactura resultaba

ya

suficiente. Entonces, el vapor y la maquinar ia revoluciona

ron la producción industrial. El lugar de la manufactura fue

ocupado

por

la gran industria moderna el de la clase media

industrial

por

los millonarios industriales, los jefes de ejércitos

industriales enteros, los burgueses modernos.

La gran industria ha instaurado el

mercado

mundial pre

parado

por

el descubrimiento de América.

El

mercado mun

dial

ha

dado

origen a un desarrollo inconmensur able del co

mercio,

la

navegación y las comunicaciones terrestres. A su

vez, este desarrollo

ha

repercutido

sobre

la expansión de la

industria, y en la misma medida en

que

se expandían la in

dustria , el comercio, la navegación los ferrocarriles , se de

sarrolló la burguesía, incrementó sus capitales y relegó a un

pla.no secundario a todas las clases heredadas

de

la

Edad

Media.

Vemos, pues, que la propia burguesía moder na es produc

to de

un

prolongado curso evolutivo, de

una

serie de revolu

ciones

en

los modos de producc ión y tráfico.

Cada una

de

estas etapas evolutivas

de

la burguesía estuvo

acompañada

por

un correspondiente progreso político.

1

Clase

l Agregado en 1888):

de esta clase.

M NIFIESTO DEL P RTIDO

COMUNIST

41

oprimida bajo la dominación de los señores feudales· aso-

ciación armada autogobernada en la comuna;'

3

en a l ~ u n a s

partes república urbana independiente,2 en otras tercer estado

tributar io de la monarquía;

3

luego, en tiempos de

la

manufac-

tura, contrapeso de la nobleza en la monarquía feudal o en la

absoluta,

4

base fundamental de las grandes monarquías en ge-

neral, desde la instauración de la gran industria del mercado :

mundial conquistó finalmente la hegemonía política exclusiva

) J

en el moderno estado

r e ~ r ~ ~ e n t a t i ~ º ·

El

poder

estatal moder- ; , ¡:

/

no es solamente una

com1s1on

admmrstradora de los negocios , /

comunes de toda·la clase burguesa.

La

burguesía ha desempeñado un papel extremadamente

revolucionario en la historia.

Dondequiera que llegó

al

poder, la bi;irguesía destruyó todas

las condiciones feudales, patriarcales, idílicas.

Ha

desgarrado

despiadadamente todos los abigarrados lazos feudales que li

gaban a los hombres a sus superiores naturales, no dejando en

pie, entre hombre hombre, ningún otro vínculo que

el

inte-

*3,

En

Francia se denominaban «comu nas» a las ciudades que surofan

b '

inclusive antes aún de que sus señores feudales maestros lograsen conquis-

tar la autonom ía administrativa local y los derechos políticos en condición de

«Tercer Estado». En términos generales hemos citado aquí a Inglaterra

como país típico del desarrollo económico de la burguesía a Francia como

país típico de su evolución política.

[Nota de Engels a la edición inglesa de

1888]

Así denominaban los habitantes de las ciudades

de

Italia y Francia a sus

comunidades urbanas, luego de haber adquirido sus primeros derechos de

autonomía administrativa a sus señore.s feudales o de haberles forzado a ce

dérselos.

[Nota de Engels a

la

edición ~ e m a n a de

1890

2.

Agregado en 1888):

(como en Italia Alemania).

3 Agregado en 1888):

(como en Francia).

4.

En 1848):

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42

KARL

MARX / FRIEDRICH ENGELS

rés desnudo,

que

el insensible

«pago

al

contado». Ahogó

el sa

orado

paroxismo del idealismo religioso, del entusiasmo caba

lleresco, del sentimentalismo pequeñoburgués, en las gélidas

aguas

del

cálculo egoísta. Ha

reducido

la dignidad

personal

al

valor de cambio,

situando,

en lugar de las

incontables

liberta

des

estatuidas

y

bien

conquistadas,

una

única

desalmada

liber

tad de comercio. En una palabra, ha

sustituido

la explotación

disfrazada con ilusiones religiosas y políticas

por

la explota

ción franca, descarada, directa

y

escueta.

La burguesía

ha despojado

de

su aureola a todas las activi

dades que hasta el presente eran venerables y se contemplaban

con piadoso respecto.

Ha

convertido en sus

obreros

asalariados

al médico, al jurista, al cura, al

poeta

y al

hombre de

ciencia.

La

burguesía

ha arrancado a las relaciones familiares su

velo

emotivamente

sentimental,

reduciéndolas

a

meras

rela

ciones dinerarias.

La

burguesía

ha

desvelado

que

la

brutal

manifestación de

fuerza que tanto

admira

la reacción en el Medioevo tenía su

complemento apropiado

en

la más indolente holgazanería.

Sólo ella ha

demostrado

qué puede

producir

la actividad de

los hombres. Ha llevado a

cabo obras

maravillosas

totalmente

diferentes a las pirámides egipcias, los acueductos romanos y

las catedrales góticas, ha realizado campañas completamente

distintas de las migraciones de pueblos y de las cruzadas.

La burguesía no. p u c : ~ e ~ ¡ , > : ~ s t i r __ si. -1:_

~ _ e Y 5 ? L ~ ~ ~ ' ? _ ~ ~ r

perma

n e n t e ~ e ~ t ~ - f 0 s - f f 1 ; t r ~ u 1 1 1 e n t o s de producción, vale decir las re

l a ~ l . ; ñ e s - a e · p ~ - o d ~ ~ t : ~ i é ) i : i y, ·p¿; ¡ . ; _ d e ~ · t ; · d a s las relaciones socia·

le;,

c a ~ b i o ,

la-conservación

inalterada del

a ~ t i g u o modo

de producción era la condición

primordial de

la existencia de

todas las clases industriales anteriores. El continuo trastoca

miento

de

la producción, la conmoción ininterrumpida

de

to

das las situac iones sociales, la eterna

inseguridad

y movilidad

i\fANlFlESTO DEL

PARTlDO

COMUNlST.A

distingue la época burguesa de todas las demás.

5

Todas las re

laciones firmes y enmohecidas,

con su

secuela

de

ideas y con

ceptos venerados desde antiguo, se disuelven, y todos los ele

formación reciente envejecen antes de poder osificarse.

Todo

Al lo

estmnental

y estable se e\ apora, todo lo consagrado se desa-

1 craliza, y los h o m b ; e ~ ~ e ven f i ~ a l m e n t e obligados a

contem

plar

con

ojos desapasionados su posición frente

a

Ia

vida, sus

relaciones

mutuas.

L 1 necesidad de una

venta

cada

vez más expandida

ele

sus

productos lanza

a

la burguesía

a

través de todo el orbe. Ésta

debe establecerse, instalarse

y

entablar vinculacione¡; por

do

qmer.

- En virtud

de

su

6

explotación del mercado mundial, la bur

guesí8-Ea dado úna álnfornúCioi1 cosrnopolita a la

produc-

-ción

y

l consurrío. Con grnn

pesar

de los reaccionarios, lu sus

traído eí

terreno de

sustentación nacional

bajo los pies

de k

industria. Las antiquísimas

industrias

nacionales han sido anT

quiladas, y aún siguen siér:ídolo a diario. So:1 clespL1zadas

por

nuevas industrias, cuya instauración

~ ; e

convierte en una cues

tión vit:d pa.ra todas Lis naciones civilizadas,

por

induc;trÍé\S

que no elaboran y ~ 1 nrnterias primas locales, sino

otrns prove-

. 1

l , ,.

n1entes

Ge

as zonns

n1 -i.s

e11st::Jntes,

y

cu;/os

productos

n · ~ • se

. • . r . j ,

consumen y ~ 1 solo en el propto paE. s1no, en rorrn;;; s m w . r ~ ' f r : : ' . ' . L .

ei: roclos 10 ; continentr-::;

EJ

. l u g ; ~ r

dC .

lc>s

antiglu

1

0 r : : c e s i c L ~ d ~ : : ,

satisEecl1as

.Poi·

tos prociuc·ros regioaales, se

\

 

e

ocupHdo p ; ~ ) ~ ·

1 1 • ,

••

oLr·qs .nuevas, que requ1er

1

::n L)S proc1uctos ce . l o : ~ p a 1 s ~ ~ y cu-

, . ·· . , ,.,

1 . . ;

i .

1T1as

t r t ~ : s

t\:rnotos par;J

su s a - c 1 s . : : u ~ i ' . : 1 o n

ti_ s1t10

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  KARL MARX / FRIEDRICH

ENGELS

cia general entre las naciones. Y lo mismo que ocurre en la

produc ción material ocurre asimismo en la producción inte

lectual. Los pro ductos intelectuales de las diversas naciones se

. q : > ~ ~ e r t e n - e n patrÍillonio común.

La

pardaffdacfylimitación

n a c i o n a l e ~ i s e - t o r - n a n

cadá vez más i m p o s i b l ~ ~ y - ; ~ t i ~ d e las

m n i l e ~ o s a s 1 iteratÜras nacionales-y focales se-forma una litera-

tura

universal. .

Medlánte el rápido mejoramiento de todos los instrumen

tos de producción y la infinita facilitación de las comunicacio

nes, la burguesía también arras tra hacia la civilización a las na

ciones más bárbaras. Los bajos precios de sus mercancías

constituyén la artillería pesada con la cual demuele todas las

murallas chinas, con la cual obliga a capitular a la más obcec a

da

xenofobia de los bárbaros. Obliga a todas las naciones a

apropiarse del modo de produq:ión

de

la burguesía, si es que

no quieren sucumbir; las obliga a instaurar en su propio seno

lo que

ha

dado en llamarse la civilización, es decir, a conver

tirse

en

burguesas.

En

una palabra, crea un mundo a su propia

imagen y semejanza.

La burguesía ha sometido el campo a la dominación de la

ciudad. Ha creado ciudades enormes,

ha

incrementado en alto

grado el número de la población urbana con relación a la ru

ral, sustrayen do así a una considerable pa rte de la población al

idiotismo de la vida rural. Así como ha hecho depender al

campo de la ciudad, también ha hecho depender a los países

bárb aros y semibárbaros de los civilizados, a los pueblos cam

pesinos de los pueblos burgueses, y al Oriente del Occidente.

La

burguesía

va

superando cada vez más

la

fragmentación

de los medios de producción, de la propiedad y de la pobla

ción. Ha aglomerado a la población, centralizado los medios

de producci ón y concentrado la propiedad en pocas manos.

La consecuencia necesaria de ello ha sido la centralización po-

MANIFIESTO

DEL

PARTIDO COMUNISTA

5

lítica. Provincias independientes, apenas aliadas y con intere

ses, l e Y : ~ ~ . - ~ o ~ i e r n o s y aranceles diferentes, han sido compri-\ \

1

miclaSpara formar un nación, un gobierno, un ley, un inte-

résnaéion-aCde-

das

e y un línea aduanera.

En

sU dominación de clase apenas secular, la burgues ía ha

creado fuerzas productivas más masivas y colosales qu e todas

las generaciones pasadas juntas. El sojuzgamiento

de

las fuer

zas

de la naturaleza, la maquinaria, la aplicación de la química

a la industria y a la agricultura, la navegación de vapor, los fe

rrocarriles, los telégrafos eléctricos, la urbanización de conti

nentes enteros, la navegabilización de los ríos, poblaciones

íntegras como surgidas

de

la tierra, ¿qué siglo anterior sospe

chaba que dormitasen semejantes fuerzas productivas en el

seno del trabajo social?

Hemos visto, pues,

 

que los medios de producción y co

municación en los que se basó la creación de la burguesía se

engendraron en la sociedad feudal. En determinada etapa de

la evolución de estos medios de producción y comunicación,

las condiciones en las que la sociedad feudal

p r o d u ~ í a

y trafi

caba, la organización feudal de la agricultura y la manufactu

ra, en una palabra, las relaciones de propiedad feudales,

ya

no

correspondían a las fuerzas productivas

ya

desarrolladas. Las

mismas inhibían la producción, en lugar de estimularla. Se

convirtieron en otras tantas ataduras. Hab(a que romperlas, y

se las rompió.

Su lugar fue ocupado por la libre competencia, con la

constitución social y política apropiada a ella, con la hegemo

nía económica y política de la clase burguesa.

Bajo nuestra vista está transcurriendo un movimiento si

milar. Las relaciones burguesas de producción y tráfico, las re-

7 En 1848): empero.

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8/11/2019 225998195 Marx y Engels Manifiesto Comunista

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K:\.l\L MARX / FRIEDR CH ENGFLS

laciones burguesas de

propiedad,

la sociedad burgues,1 mo

derna, que ha producido, como

por

arte ele mac•ia ~ 1 1 e d i o s de

producción y

tráfico tan ingentes, se asemeja al

e ~ h i c e r o que

ya

no

logra dominar las fuerzas subterráneas

que

ha conjura

do. Desde hace décadas, la historia de la industria

v

del co-

s ,

mercio es sólo' la historia de la rebelión Je

Lis

fuerzas p1

ductivas

modernas

comra

las relaciones

ele

prnducción

modernas, contra las relaciones de propiedad que constituyen

las condiciones existenciales

de

la burguesía y de su domina-

ción. Basrn citar las crisis comerciales que, con su recurrencia

periódica, cuestionan en fonna cada vez más amenazadora la

existencú.1 de la sociedad

burguesa rock En las

crisis comer

ciales se destruye regularmente gran parte no sólo ele los

oro-

ducws engendrados, síno' de las f u e ~ z a s productivas

ya ~ r e , 1 -

das.

En

las crisis estalla una epidemü1 socüü

que

en rodas las

épocas anteriores hubiese

p ~ r e c i d o

un contrnsentido: lc2 epi

demia de ia

superproducción.

Súbirnmente, la sociedad se i ; ~ ; _ -

lla

retrotraída

a una situación

ele

barbarie

rnomentúnea; un,1

hambruna, urn'. guerra de extenninio

10

generalizada 08.recen

haberle cortado todo:; sus n1eJios de s u b ~ i s r e n c i a ; la ü1,JustrL:,

el comercio, o::c1-.::c,.:n 2111iquih

1

dos ; -/ P]ÍCJ >)Oí' C l U ' ~ ) PmcP

- . ·.. . .._ . i- . . l. . . • · ) L.'-

posee Jen1asiaón

c i v i l i z ~ 1 c i ó n ;

c l c n 1 ~ : s i n d o ~ ; 1T1ec1ins de subsis

tc11cin,

den1asü:.da

i ~ 1 J u s t r i : : ~ , denl :l.3i::tdo c r 1 1 1 e r c l Í ~ L u . . : r : z a ~ 1

~ ; r v d u c t i v a s

de

e ~ _

ue

d i s ~ ) t J n e y'.:l

n;: , ven forri.ent:·=·;

¡

¡ de las

1<::

h ~ c l u n e s

de

p;_\Jj_)ieCk:.J b u r g 1 _ ~ ~ ~ : _ 1 s , f)f.<L

c c r _ ; ~ 1 uri·J:

se

b ~ - t d

co:·-

1. ic:clo

den1asiado I J Q ( l 1 : : . ' " 1 " ü ~ ~ ~ ) ' ~ ·;).,1

1

1

L ,.¡(. rr ..

i 1.--

¡ nq -_ (

'/

¡ -1   ¡ _ , ~ , _

- . J. .........

¡

...__,_.,._, _,,.

· ~ ~ 1 ~

\ . .Jt_. · 1, - ..; -.-

¡ . : . · . 1 • •

n ~ . J e n ; y en cuanto super:-:111 esta

u1l-.ii. J.tc101.·i)

JOncn en dr::sorder.t

tu

( l ~ ; ;

1848 : ; ~ u c r r ' . . 1 . c L ~ df:\·asta(.:ión

1 ln1c1nolt2do e .:

L\-: ·

<.L: lr .:Iviii.<::lcié.n G _ 1 r g L 1 . ( : ' . s ~ · )

MANIFIESTO EL

PARTIDO

COMUNISTA

47

toda la

sociedad

burguesa, ponen en

peligro

la existencia de la

propiedad burguesa. Las relaciones burguesas se han

tornado

demasiado

estrechas como para abarcar la riqueza por ellas

engendrada. ¿De qué manera supera la burguesía las crisis?

Por

una

parte,

mediante la destrucción forzada de gran canti

dad

de

fuerzas productivas; por la otra, mediante la

conquista

de nuevos mercados y la explotación más a fondo de

12

merca

dos viejos. ¿De qué manera, pues? Las supera preparando cri

sis más extensas y violentas y reduciendo los

medios

para

pre-

venir las crisis.

Las armas con las que la burguesía

ha abatido

al feudalis

mo se vuelven ahora contra la

propia

burguesía.

Per() la burguesía no sólo ha forjado las a r m ~ s que le darán

muerte;

también

ha engendrado a los hombres que manejarári

esas armas: los

obreros

modernos, los proletarios.

En la misma

medida

en que se desarrolla la burguesía, es

decir

el capital, se desarrolla el

proletariado, la

clase

de

los

obreros modernos, quienes sólo viven mientras hallan trabajo

y

que sólo

lo

hallan mientras su trabajo

incrementa

el capital.

Estos

obreros,

quienes

deben venderse por

pieza,

son

una

mercancía como cualquier

otro

artículo del comercio, y en

consecuencia se hallan igualmente

expuestos

a todos los ava

tares

de

la competencia, a todas las fluctuaciones del mercado.

En virtud de la expansión de la maquinaria y de la división

del trabajo, el trabajo de los proletarios

ha

perdido todo su ca

rácter

independiente y, con ello, todo atractivo para los

traba-

jadores. El obrero se convierte en un mero accesorio de la má

quina, a

quien

sólo se le exigen las operaciones más

s e n d I ~ s -

rnonótonas

y de

más fácil a p ~ e n d i z a j e . De

~ h í

q u ~ i ~ s c o s t o ~

12.

En 1848 y 1872): los.

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I

48

K RL M RX

/ FRIEDRICH ENGELS

que acarrea el obrero se limiten casi exclusivamente a los me

dios de subsistencia que requiere para su manutención y para

la propagación de

su

raza. Pero el precio de una mercancía y

en consecuencia también el trabajo es igual a sus costos de

producción. Por ello en la misma medida en que aumenta el

lado desagradable del trabajo decrece el salario. Más aún

en

la misma medida en que se incrementan la maquinaria y la di

visión del trabajo se eleva asimismo la cantidad

  3

del trabajo

sea

por

aumento de las horas de labor sea

por

incremento

del trabajo exigido en un lapso determinado por aceleración del

movimiento de las máquinas etcétera.

La industria moderna ha transformado el pequeño taller

del maestro patriarcal

en

la gran fábrica del capitalista indus

trial. Las masas obreras apiñadas en la fábrica se organizan

militarmente.

En

su calidad de soldados industriales rasos son

puestos bajo la supervisión de toda una jerarquía de suboficia

les y oficiales.

No

sólo son esclavos de la clase burguesa del

estado burgués sino que son esclavizados a diario y a toda

hora por la máquina por el capataz y sobre todo

por

los pro

pios fabricantes burgueses individufl.}es. Este despotismo es

tanto más mezquino aborrecible y exasperante cuanto más

abiertamente proclame a la ganancia como su fin.

  4

Cuanto menos requiera el trabajo manual la habilidad y el

empleo

de

la fuerza esto

es

cuanto más se desarrolla la industria

moderna tanto más resulta desplazado

el

trabajo de los hombres

por el de las mujeres.

5

Las diferencias de sexo y edad ya no tie

ne vigencia social para la clase obrera. Sólo hay ya instrumentos

de trabajo que acarrean diferentes costos según su sexo y edad.

13. En 1888): carga.

14.

En 1848, 1872 1883): último.

15. En 1848): y los niños.

M NIFIESTO DEL P RTIDO COMUNIST

49

Una vez que la explotación del obrero por el fabricante

ha

conclui do y aquél recibe el pago de su salario en efectivo caen

sobre él las partes restantes de la burguesía: el casero el ten

dero el prestamista etcétera.

Las pequeñas capas medias existentes hasta la fecha los

pequeños industriales comerciantes y rentistas los artesanos y

campesinos todas estas clases se van sumiendo en el proleta

riado en parte porque su pequeño capital resulta insuficiente

para la explotación de la gran industria y sucumbe a la com

petencia con los capitalistas de mayor envergadura en parte

porque sus habilidades quedan desvalorizadas en virtud de

nuevos modos de producción.

De

este modo el proletariado

se recluta

entre todas las clases

de

la población.

· El proletariado recorre diversas etapas evolutivas. Su lu

cha contra la burguesía comienza con su

propia

existencia.

Al comienzo luchan los obreros individuales luego los

obreros de

una

fábrica después los obreros de un ramo labo

ral en

una

localidad contra

el

burgués individual que los ex

plota directamente. Dirigen sus ataques no sólo contra las re

laciones burguesas de producción sino contra los propi os

instrumentos de producción; destruyen las mercancías extran

jeras que compiten con ellos destrozan las máquinas incen

dian las fábricas tratan de conquistar nuevamente l desapa-

recida posición del traba jador medieval. ·

En esta etapa los obreros constituyen una masa disemi

nada

por

todo

el país y fragmentada por la competencia. La

cohesión masiva de los obreros no

es

aún la consecuencia de

su

propia

unificación sino co:nsecuencia de la unificación

de

la burguesía la cual a fin de lograr sus propi os objetivos po-

líticos debe poner en movimiento a todo el proletariado cosa

que

por

ahora aún puede hacer. Por consiguiente en esta

etapa los proletarios no combaten aún a sus enemigos sino a

6

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50

• KARL

MARX

/

FRIEDRICH ENGELS

los

enemigos de

sus enemigos.

Los

resabios

de

la monarquía

absoluta,

los

terratenientes,

los

burgueses no industriales,

los

pequeños burgueses.

De este

modo, todo

el

m o ~ i m i e n t o h.is

tóríco está concentrado en manos de

la burguesia;

cualqmer

victoria

que se

logra de

esta manera es una victoria

de

la

bur-

guesía. .

Pero con el desarrollo de

la

industria no

sólo

se

acrecien

ta

el

proletariado, sino que

se va

concentrando en

masas

?1ª

yores, sus fuerzas

aumentan

y las

siente en mayor m e d 1 ~ a .

Los

intereses

y las

condiciones

de

vida dentro del proletaria

do se nivelan cada vez más, pues

la

maquinaria

desdibuja

cada

vez

más

las

diferencias del

trabajo

y

deprime

casi

por

doquier el salario

a un nivel

igualmente

bajo.

La creciente

competencia de los

burgueses

entre sí y las crisis c o m e r c i a l ~ s

resultantes de

ello

tornan cada

vez más

fluctuante

el salario

de

los obreros;

el

cada vez

más acelerado

e

incesante

mejora

miento de

la

maquinaria

hace

cada

vez

más inciertas todas

sus

condiciones de

vida; las colisiones

entre

el

obrero

indivi

dual y el burgués

individual adoptan cada

vez más el carác

ter de

colisiones

entre dos

clases.

Los obreros comienzan

a

formar coaliciones

16

contra

los

burgueses;

se

unen

para ase

gurar

su

salario. Hasta llegan

a

formar asociaciones

perma

nentes,

para asegurarse

los

medios para estas

ocasionales su

blevaciones. En diversos puntos estalla la lucha mediante

insurrecciones.

De

tanto en tanto

triunfan los obreros, pero ello sólo de ma

nera transitoria. El

verdadero resultado

de sus luchas

no

es el

éxito inmediato,

sino la

cada

vez más amplia unificación

de

los

obreros.

Favorecen

a la misma los crecientes medios d e

comu

nicación, engendrados por la

gran industria,

que

comunican

16.

Interpolado en 1888): Trade-Unzons).

MANIFJES'TO

DEL PARTIDO COMUNISTA

51

entre

sí a los

obreros

de las diversas localidades.

No

se re

quiere

más

que

esta

comunicación para

centralizar las nume

rosas luchas locales,

de

igLwl

carácter

por doquier, y conv.:r

rirlas

en

una

lucha

nacional,

en una lucha

de clases. Sin

embargo, toda lucha

de clases es

una lucha

política.

Y

la uni

ficaciün, parn la

cual los

habirames de

las ciudades

Je la

Edad

i\ ledia,

con

sus caminos vecinales,

necesitaron cemurias,

lo

gran establecerla los prolernrios

modernos, con

los

ferroca:ri

les, en

pocos ai1os.

Esta

organización

de

los proletarios

en

una ciase,

y con

ello

en un partido

político, vuelve a

ser

destruida a cada

instante

mediante

la

competencia

entre

los

propios

obreros.

Pero

rena

ce una

y otra

vez,

nüs

fuerte, firme

y poderosa. La

misma obli

ga al reconocimiento en la f o n m ~ de leyes de diversos irnereses

de

los obreros,

al aprovechat

éstos

las

escisiones interna s

de le :

burguesfa. Tal

l caso del hdl ele las

die:::

horns

en Icglaten·<-1

En generc1l las

colisiones

de

la

vieja sociedad favorecen

cli

versameme

el proceso evolutivo

del

prolernriado

L:i. burgue

shi se halla en

permanente

lucha: al comienzo,

contra la

aristo

cracia;

luego, contra

aquellas

partes ele la propi,1

burguesÍ:-1.

cuyos intereses

emrnn en contradicción

cou

d progrcsu d::: fo

inclustr'Ü:.; y siempre

contra

la

burguesía de todos los ¡xüses

cx

tnrnjeros.

En todas

esas

luchas

se

e

forzada

a apelar ai

pro1e

tariHdo,

:).

recurrir''· SLl auxilio. :.uTasLrúndolo así

hacü el

movi

nüento político. consecuenc ia, ella misma

proporciona

::1l

r - - ¡ ~ r ) · : r - 1 - · r 1 « i c t ' o

' ' L ' ~

·l-Jl'OJ>inc

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17

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h.cJe1Tta;;,

curDC'1

y ~ 1

11e111os

v 1 0 t o ~

el

progreso

ue

J.a

111c1UGfi:·1a

lJrecipi'Cél h u : ~ j : _ · ~ el p r o l . : ~ ~ l r i · ~ l ( i O H

partes

cc;1TlJ.JOn1::ates fr·· . ~ : : : · S

l:.J_ c ~ n 1 _ - r t i : c i ~ ~ n t e , o

c t . 1 a n : i ~ ) n 1 ~ n u : . ~ L< s

t . : " I H : n ~ 1 Z é l

e : 1 ~ u s

(i

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52

KARL

MARX FRIEDRICH

ENGELS

condiciones existenciales. También éstas aportan al proleta

riado gran cantidad de elementos formativos.

  8

Por último, en tiempos en los que la lucha de clases se

acerca a su desenlace, el proceso de disolución que tiene lugar

dentro de la clase dominante, dentro de toda la antigua socie

dad, asume un carácter tan vivo y violento que una

p q u ~

parte

de a

clase dominante

sesepara

de ella y se adhiere a

clase revolucionaria, a la clase que tiene el futuro en sus ma

nos. De ahí que, así como antes una parte de la nobleza se pasó

a la burguesía, ahora una parte de ésta

se

pasa al proletariado,

y

en

especial una p arte de los ideólogos de la burguesía, quie

nes han avanzado hacia la comprensión teórica de todo el mo

vimiento histórico.

De todas las clases que enf rentan hoy en día a la burguesía,

sólo el proletariado es una clase verdaderamente revoluciona

ria. Las clases restantes decaen y perecen con la gran industria;

en cambio, el proletariado es su producto más peculiar.

Los estratos intermedios

e l

pequeño industrial, el pe

queño comerciante, el artesano,

el

campesino- combaten to

dos ellos a la burguesía para asegurar su existencia en cuanto

clases medias ante su hundimiento.

Por

lo tanto, no son revo-

d

M

, . .

9

lucionarios, sino conserva ores. as aun, son reacc1onar10s,

tratan de hacer girar hacia atrás la rueda de la historia. Si són

revolucionarios, lo son teniendo en c:;uenta su inminente pasa

je al proletariado, no defienden sus intereses presentes sino

fu-

turos, abandon an sus propios puntos de vista para adoptar los

del proletariado.

El proletariado en harapos, ese producto pasivo de putre

facción de los estratos inferiores

de

la antigua sociedad, resul-

18.

En 1888):

elementos

de

ilustración y progreso.

19.

Interpolado en 1848, 1872 y 1883):

pues.

MANIFIESTO

DEL

PARTIDO

COMUNISTA 53

ta parcialmente arrastrado hacia

el

movimiento por una revo

lución proletaria, pero por toda su situación existencial se ha

llará más dispuesto a dejarse sobornar para prestarse a manio

bras reaccionarias.

Las-condiciones existenciales de la antigua sociedad

ya

se hallan aniquiladas en las condiciones existenciales del

proletariado. El proletario carece

de propiedades; su

rela

ción para con su mujer y sus hijos

nada

tiene ya

en

común

con la relación familiar burguesa; el trabajo industrial mo

derno, el moderno sojuzgamiento bajo el capital, que es el

mismo en Inglater ra

en Francia, en Norteaméric a en Ale

mania, lo ha despojado de todo carácter

n a c i ~ n a l

Para él,

las leyes, la moral y la religión son otros tantos prejuicios:1

biirg{.ieses, detrás

de

los cuales se ocultan o tros tantos inte

reses de la burguesía.

Todas las clases anteriores que conquistaban la hegemonía

trataban de asegurarse su posición existencial

ya

conquistada

sometiendo a t oda la sociedad a las condiciones

de su modo de

apropiación. Los proletarios sólo pueden conquistar las fuer

zas p r o d ~ c t i v a s sociales aboliendo su propio modo de apro-

>

piación en vigencia hasta el presente, aboliendo con ello todo

el

modo de apropiac ión vigente hasta la fecha. Los proletarios

no tienen nada propio que consolidar; sólo tienen que destruir

todo cuanto, hasta el presente, ha asegurado y garantizado la i

propiedad privada.

Todos los movimientos existentes hasta la actualidad han

sido movimientos de minorías o en el interés de minorías. El .

movimiento proletario es

el

movimiento independiente de una ) l

ingente mayoría en interés

de

esa ingente mayoría. El prolet a

rio, estrato inferior de la sociedad actual, no pued e alzarse, no

puede erguirse sin hacer saltar por los aires toda la superes-

tru¿tura de

l ~ s

estratos que conforman la sociedad oficial.

15 8

Page 26: 225998195 Marx y Engels Manifiesto Comunista

8/11/2019 225998195 Marx y Engels Manifiesto Comunista

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54

KARL i\lARX Í FRIEDIUCH

ENGELS

Aunque no lo es

por su

contenido, en su forma ia

lucha

del

proletariado contra la burguesia es,

por

ahora, una lucha na

cionaL

Es

natural

que

el proletariaJo

de

cada país

debe acabar

en primer término con

su

propia

burguesía.

Al

esbozar

las fases más generales de la evolución dei

pro

letariado, hemos seguido 1a guerra ci\ Ü más o menos encu

bierta dentro de la

sociedad

imperante hasta el

pumo

en q ~ e

¡

.

11

1 •

,

r i i

a m1sma esta

rn en uca

l'eVOJ.uc1on rranca y en

que

e p c t w : ü ~ -

riado cimenta su hegem-onía

mediante

el derrocamiento vio

lento

de la

burguesía.

. Todas las sociedades existentes hasrn el preseme

se

han

basado. como

y;i hemos visto, en b. comradicción entre c l a s ~ s

• • T. 1 • • •

op_resoras y opnmicias. cer-:) parn poder opnrrnr a una

cl<1se,

es

rnene·s-te: asegüra1E

c_ondiciones

Jentro

de ias

cudes pued;:1

sobrellevar, cuar.Jo r n e n ~ " > s , su exisEencia cscLn·izn.::lc< El sierv:;

evolucionó a miembro de

L1 comuna dentro d·? la sen'ídurn-

' , ' - ' , 1 , • ,

l .

1

ere,

as1

con10

ei pequerH..J t)urgues se eie.vo

:1

b u r g u ~ s

;aJo

r::1

yugo del absolutismo feudal.

En

cambio, eI

obrew

moderno,

('111ltcr<i;·· rJ,,

ei 'v·irs·

co1·

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t)l üª'., P

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MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA·

55

La condición

20

esencial para la existencia y para la domi

nación de la clase burguesa es la acumulación

de

la riqueza

en

manos de

personas

privadas, la formación y

multiplicación

del

capital; la condición del capital es el trabajo asalariado. Éste se

basa exclusivamente en la

competencia

de los obreros entre sí.

El progreso de la industria, cuyo agente involuntario

e

incapaz

de oponérsele es la burguesía, sustituye

el

aislamiento de los

obreros mediante la competencia por su asociación revolucio

naria mediante las asociaciones. Con

el

desarrollo de la gran

industria

se sustrae, pues, bajo los pies de la burguesía, el

pro

pio

fundamento

sobre

el cual

produce

y se

aprnpia de

los

productos. Produce, ante todo, sus propios sepultureros. Su

hundimiento y el triunfo del proletariado

son

igualmente ine

vitables.

9

20.

Interpolado en 1848, 1872 y 1883):

más.