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Un reciente informe (un dossier de 145páginas) realizado para la NASA através de la Academia Nacional deCiencias de Estados Unidos corroboralas apocalípticas predicciones para elaño 2012. El informe dice que se esperapara el 2012 una tormenta solar sinprecedentes. Basado en una amplísimainvestigación de más de veinte años,José Luis Murra ha escrito una novelaque une la ciencia con las milenariastradiciones mayas y ahora presenta ElSexto Sol II. El retorno del Ah Kin.

La NASA ya ha emitido una alerta atodos los países. La página web oficialde la NASA dice que: 'Un grupo deinvestigadores anunció que una tormentasolar viene en camino, la más intensa encincuenta años. La predicción fue hechapor el equipo dirigido por MausumiDikpati del Centro Nacional deInvestigaciones Atmosféricas (NationalCenter for Atmospheric Research óNCAR).' Nadie sabe realmente qué efectotendrá el máximo solar de 2012 en lasociedad digital de hoy. El Dr. RichardFisher, director de la división de laNASA de Heliofísica, dijo que súpertormenta golpearía como 'relámpago' ,provocando consecuencias catastróficas

para la salud del mundo, los serviciosde emergencia y seguridad nacional, amenos que se tomen precauciones

JOSÉ LUISMURRA

El sexto sol. El retorno delAh Kin

El sexto sol Nº2

Suma de Letras

Sinopsis

Un reciente informe (undossier de 145 páginas)realizado para la NASA através de la AcademiaNacional de Ciencias deEstados Unidos corrobora lasapocalípticas prediccionespara el año 2012. El informedice que se espera para el2012 una tormenta solar sinprecedentes. Basado en una amplísimainvestigación de más deveinte años, José Luis Murra

ha escrito una novela que unela ciencia con las milenariastradiciones mayas y ahorapresenta El Sexto Sol II. Elretorno del Ah Kin. La NASA ya ha emitido unaalerta a todos los países. Lapágina web oficial de laNASA dice que: 'Un grupo deinvestigadores anunció queuna tormenta solar viene encamino, la más intensa encincuenta años. La predicciónfue hecha por el equipodirigido por Mausumi Dikpatidel Centro Nacional deInvestigaciones Atmosféricas(National Center for

Atmospheric Research óNCAR).' Nadie sabe realmente quéefecto tendrá el máximo solarde 2012 en la sociedad digitalde hoy. El Dr. Richard Fisher,director de la división de laNASA de Heliofísica, dijoque súper tormenta golpearíacomo 'relámpago' ,provocando consecuenciascatastróficas para la salud delmundo, los servicios deemergencia y seguridadnacional, a menos que setomen precauciones

Autor: Murra, José Luis ©2011, Suma de Letras ISBN: 9786071109606 Generado con: QualityEbook v0.75

Nota preliminar Los lectores interesados enprofundizar en varios de los conceptos ydatos relativos al mundo científico, a lacultura maya, al chamanismo y a lossueños lúcidos o viajes astrales puedenvisitar el sitio webwww.elsextosol.com.mx, en el queencontrarán artículos aclaratorios yvarios links en torno a estos temas. AH KIN: “Aquél del Sol”. Sacerdoteconsejero de los emperadores. Términoutilizado por los antiguos mayas parareferirse a aquel individuo que, a

través de la práctica de sus rituales, haalcanzado la iluminación y sabiduríadel gran Sol regidor. Para Dominik

Prólogo al librosegundo

Desde hace miles de años, el sistemacalendárico usado por los mayas,conocido como la cuenta larga,estableció la fecha del 21 de diciembrede 2012 como el nacimiento del SextoSol, tras cumplir una era de 5 mil 125años. Esto plantea las más enigmáticasinterrogantes sobre la importancia queguardaba este suceso en su civilización;además, despierta nuestra curiosidadcientífica en torno a las razones del usode un sistema calendárico que medía conexactitud matemática ciclos de tiempoque abarcan miles y miles de años.

Siendo que la civilización maya es aunconsiderada por la antropologíaortodoxa como una culturasemiprimitiva, entonces nospreguntamos: “¿Qué utilidad concretapodía tener el estudio de estos ciclos?”y “¿Por qué el Sol era siempre la figuracentral, no sólo de su obsesiva medicióndel tiempo, sino de su visión delmundo?”. Estas interrogantes sólopueden ser dilucidadas al sumergirse delleno en el contexto social de estacultura. Según relatan los historiadores yeruditos en el tema, dicho contextosocial no correspondía con un orden detipo comercial donde la actividadeconómica representa el motivo

principal de la vida y esfuerzo de un serhumano. Por el contrario, su ordensocial estaba basado en laexperimentación de diversos estados deconciencia como vehículo para obtenerel conocimiento sobre las leyes querigen nuestro mundo. Por esta razón,para comprender el misterio delfenómeno que llamamos vida los mayasdesarrollaron una variedad de diferentesrituales que incluían la música, la danzay el uso de diversas plantaspsicotrópicas. De esta forma, despuésde más de veinte años de investigación ypráctica de los rituales de expansión deconciencia llevados a cabo por esta yotras culturas chamánicas, empecé acomprender que el orden y la

complejidad de su ciencia obedecíanprincipalmente al propósito de entenderlas leyes que rigen la evolución de laconciencia de los seres vivos. Esto,traducido a palabras más simples,significa que los mayas inducíanvoluntariamente estos cambios depercepción en su mente para desentrañarel misterio de la razón de nuestraexistencia durante la vida física y másallá de ella. Pero, ¿por qué escogieron este métodopara buscar afanosamente la respuesta aestas interrogantes? ¿Qué fue lo quedescubrieron al desviar su percepciónfuera de las visiones comunes del mundocotidiano? Veamos. De acuerdo con la visión cosmológica

de los antiguos mayas, desarrollada através de sus rituales, el mundo eraconsiderado un reino mágico creado poruna inteligencia superior que semanifestaba en la naturaleza a través delpoder sagrado de la luz emanada por elSol. Esta inteligencia suprema en formade energía radiante, que ellosdenominaban Kin, estaba presente entoda la creación y era el producto de lasuperposición de las dos fuerzascomplementarias existentes en eluniverso, que ellos definían comoHunab Ku o principio único de creaciónrepresentado por el movimiento espiraleterno. De este modo, el Sol, a quienes ellosllamaban Kinich Ahau (que en su lengua

significa: El Gran señor del Rostro delKin), era el responsable de dirigir hacianuestro mundo este flujo de energíacreadora que confería color y forma atodos los seres vivos e incluso a losobjetos inanimados. En otras palabras:el Kin era considerado por los mayascomo la luz divina de la conciencia queestaba presente en todas las formas devida y que confería su naturaleza dual atoda la creación. Así, cada ser vivoportaba en sí mismo una porción de luzdivina o conciencia, que le permitíaviajar a través de los diferentes planosde la creación con el propósito deacumular experiencias que enriquecierany expandieran su poder creativo. Poresto, dentro de su forma de entender la

vida, los mayas estaban conscientes deque nuestra presencia en este mundo eratan sólo una escala en el interminableviaje que nuestra conciencia realizaba através del universo en busca de suevolución. En este contexto, los antiguos mayasconsideraban que existían trece planosconcretos de creación. Estos planos eranexperimentados por la conciencia delser humano como mundos completos depercepción y se encontraban divididosen cuatro reinos superiores o cielos ynueve reinos inferiores o inframundos.Nuestro mundo era considerado porellos como uno de los planos inferioresde existencia, donde las experiencias devida incluían pesadas cargas de

sufrimiento y eventos traumáticos comolas enfermedades, el dolor físico y lamuerte de los seres queridos. Para losmayas, trascender la existencia físicaera el motivo principal al que ibandirigidos todos sus esfuerzos, pues quienno lograba comprender las leyes queregían la evolución de la concienciaestaba condenado irremediablemente areencarnar y repetir su experiencia desufrimiento. Según los relatos del Popol Vuh,considerado el libro sagrado de losquichés, los planos inferiores delinframundo estaban gobernados por losseñores de Xibalba, quienes se daban ala tarea de atormentar la vida de losseres humanos mediante diferentes

formas de sufrimiento. Así, nuestromundo y los otros planos inferiores sepresentaban ante el ser humano comoinmensos laberintos llenos de oscuridady caminos escabrosos de donde era casiimposible escapar. No obstante, la luzdivina de la conciencia depositada encada uno de nosotros contaba con elpoder suficiente para vencer estacondición miserable de existencia yencontrar el camino para escapar delinframundo e internarse en los planossuperiores, donde el dolor, elsufrimiento y las restricciones delmundo físico, simplemente dejaban deexistir. El Popol Vuh explica que paraencontrar la ruta a dichos planos

superiores era indispensable eldesarrollo de la inteligencia y la magia,como medios para encontrar la salida delos reinos inferiores. Dentro de surelato, los gemelos Hunahpu eIxbalanque derrotan a los señores delinframundo a través del desarrollo deestas habilidades. Pero, ¿por qué elPopol Vuh relata la historia de doshermanos colaborando juntos cuandoregularmente en muchas otras mitologíasse utiliza la figura de un solo héroe paraejemplificar un logro supremo? Paracomprender la simbología oculta en esterelato hay que considerar lo siguiente. El carácter dual que la energía del kinconfería a todo lo creado afectaba atodos los seres vivos por igual,

causando que su conciencia se reflejaraen dos planos de realidad totalmentediferentes. Uno de ellos era el mundo detodos los días y el otro, el mundo de lossueños. Debido a esta característicadual, mientras nuestro cuerpo físicodormía, nuestra conciencia sedesplazaba diariamente desde el planocotidiano hacia su reflejo en el plano delos sueños donde un doble dimensionalllamado el Wayob, experimentaba otraforma de realidad regida por otras leyescompletamente diferentes. Estas leyes lepermitían a nuestro doble ejecutar tareasimposibles para nuestro ser físico comovolar o dominar los elementos avoluntad. Para los antiguos mayas, estas

experiencias no eran simples sueños,sino una realidad que formaba parteintrínseca de su existencia. Debido aesto, ellos consideraban al Wayob comoun ser infinitamente más poderoso quenuestro ser físico y dentro de sucompleja ciencia, aquél que lograbatransferir su conciencia de maneracontrolada hacia su Wayob conseguía elconocimiento que lo proyectaría haciauna existencia eterna dentro de losplanos superiores. En mi experiencia a través de años depracticar el sueño consciente, llegué acomprender que los sacerdotes mayasconocían a la perfección la forma dedesplazar su conciencia hacia su dobledimensional y que las descripciones

mitológicas de seres antropomórficos ymundos fantásticos constituían unarealidad tangible y al alcance de todoaquel que desarrollara esta habilidad.Por esta razón, podemos encontrar en lamitología de todas las religiones delmundo referencias exactas que sugierenel conocimiento de los viajes místicos aotros planos de existencia, así como elconocimiento de nuestra realidad comoseres dobles. Al comprobar esta realidad, llegué acomprender también que todas lasprácticas rituales y de ejercicios comoel yoga, la meditación, el Tai Chi Chuan,la danza ceremonial, los rituales conplantas de poder y muchas otrasdisciplinas fueron desarrolladas por los

sabios de la antigüedad con el únicopropósito de adquirir la habilidad detransferir nuestra conciencia hacia lapercepción de esta doble realidad quenos rige por medio de nuestro Wayob.Todas estas disciplinas, pertenecientes adiferentes culturas del mundo, sugierenque las técnicas para la expansión de laconciencia fueron conocidas desdetiempos muy antiguos. Pero si este conocimiento existió en laantigüedad y está plasmado enimpresionantes templos y grabados deculturas milenarias como los mayas ylos egipcios, ¿por qué motivo perdió elser humano la facultad de percibir surealidad concreta y emprender sucamino evolutivo hacia una existencia

superior? Aunque no existen registros quepuedan aportar pistas sobre la abruptapérdida del sentido de la dobleexistencia de los seres humanos, sepuede entender que en determinadomomento fuimos privados de laconciencia de esta realidad. Sinembargo, estoy convencido de que lossabios estaban conscientes de esteproblema y dejaron su conocimiento, sulegado, para mostrarnos la ruta. Ésta nosayuda a superar nuestra condición deseres extraviados y retomar el caminohacia nuestra máxima evolución. Paraello, es necesario analizar a fondo loque sucede con la humanidad hoy en día,pues sólo aquél que lo comprenda tendrá

la oportunidad de despertar a estarealidad concreta que se repiteincesantemente cada vez que dormimos.Este ciclo vitalicio de transición diariade la vigilia al sueño no obedece a lasnecesidades fisiológicas de nuestrocuerpo, sino a un cambio en nuestraconciencia que se deriva delmovimiento eterno de rotación denuestro planeta. Por esta razón, lasantiguas culturas milenarias estaban tanobsesionadas con el estudio delmovimiento de los astros. Frente a la realidad que enfrentamoshoy en día, en la que el crecimientoincontrolable de la población y ladepredación obsesiva de los recursosnaturales han ido creando una

civilización orientada exclusivamente ala venta y el consumo masivo deproductos, existen cada día más razonesde peso para buscar el camino deexpansión de nuestra conciencia y tomarel lugar que nos corresponde en el granesquema de la creación. Para ello esnecesario entender que los métodoshacia el despertar de nuestra realidadconcreta se encuentran trazados en lapráctica de los ritos y disciplinas físicasde oriente y del antiguo mundo que reinóen el occidente hasta la llegada de loscolonizadores europeos. Aun así, ladecisión de emprender este viaje hacialas profundidades de la concienciahumana dependerá de cada uno denosotros.

J.L. MURRA

Capítulo 1

10500 a.C. Continente perdido deAtlantis. 260 días para el crepúsculoestelar. Aproximándose al umbral de laórbita oscura.

Un súbito y desapacible movimientode la cama sorprendió a Anya, queseguía acostada a primeras horas de lamañana. Alzó la cabeza para mirar a su

alrededor y la cama se sacudió denuevo, pero esta vez el movimiento fuemucho más brusco y ella estuvo a puntode salir despedida. Los escasos mueblesque adornaban su habitación también semovían con violencia. Anya se aferró ala cama con las dos manos mientrastrataba de comprender lo que estabasucediendo. Era la tercera vez en esa semana quetemblaba y parecía que cada nuevosismo aumentaba en duración eintensidad. Anya no sabía qué hacer. Losmuebles de la habitación vibraban conestrépito, producían rechinidos aldeslizarse por el suelo; resultabaaterrador. Pensó en salir corriendo perono se sintió capaz de sostener el

equilibrio. Siguió aferrada con ambasmanos a la cama, observando el techo dela habitación. Trató de tranquilizarse,sabía que la tecnología de todos losedificios construidos por el GranConcejo era resistente a losmovimientos telúricos. Aun así, el ruidoy el movimiento le provocabanverdadero terror. Poco a poco el temblor empezó aperder fuerza hasta que el movimientode la habitación cesó por completo.Anya corrió hacia el balcón para ver loque sucedía afuera. Tan sólo unos díasantes había regresado a su habitualmundo en la capital y no obstante sesentía sumamente extraña con loscambios que había sufrido el lugar tras

el ataque de la Orden de los Doce. Elrecinto sagrado había sido profanadopor cientos de manifestantes que eranmanipulados a su antojo por oscurosintereses políticos. Debido a esto, elconflicto entre el Gran Concejo y elsenado se había acalorado todavía másen los últimos días, y se preguntabahasta dónde llegarían las cosas. Elsenado reclamaba ahora el gobiernocompleto de la nación de Atlantis, perolos miembros del concejo no estabandispuestos a ceder de manera tan fácilun sistema de vida pacífico y armoniosoque había regido a su pueblo por más detres mil años. Para empeorar lasituación, la sospecha sobre lacomplicidad del senador Túreck con la

antigua secta de magos de la Orden delos Doce hacía que las negociacionesentre ambas partes fueran aún másdifíciles. Anya deseaba que todo setratara de una simple pesadilla y quepronto su nación volviera a lanormalidad, pero algo dentro de ella lehacía saber que los tiempos de pazhabían terminado. Ahora tenía quecumplir con su responsabilidad comomaestra guardiana del templo y protegerlos secretos del conocimiento de lamagia compleja que los concejaleshabían resguardado celosamente pormiles de años. Tenía que enfrentar larealidad. El Gran Concejo y el senadohabían externado sus diferencias desdehacía más de veinte años y ahora, con el

advenimiento del comercio, el antiguosistema se desmoronaba pieza por pieza. Anya miró a su alrededor y se percatóde que debía adaptarse a su nuevasituación. El complejo del templo seencontraba custodiado día y noche. Suspuertas de acceso, que durante cientosde años habían permanecido abiertaspara todos los visitantes, ahorapermanecían cerradas y vigiladas pornumerosos guardias. Lasmanifestaciones en contra del concejoeran cuestión de todas los días yamenazaban con causar nuevosestallidos de violencia entre lapoblación. El concejo había ordenado alos guardias del palacio establecer unperímetro de vigilancia alrededor del

complejo para evitar un nuevo ataquesorpresa por parte de los manifestantes.La atmósfera de paz que había reinadodurante siglos había desaparecido. Anyase encontraba sola, haciendo frente a suresponsabilidad de dirigir a los guardiasque protegían al complejo del templo. Elmaestro Zing y los demás miembros delGran Concejo se encontraban ausentesdebido a los fuertes temblores queestaba sufriendo el continente. Desdehacía días que habían reunido a todo elequipo científico para estudiar a fondoel fenómeno. Los movimientos telúricosque sacudían a su nación no eran cosa dejuego. Anya recordó las advertenciasdel maestro Zing sobre los desastresnaturales que la entrada del Sol a la

órbita oscura traería consigo, pero en elfondo no podía imaginar que el lugarque había sido su único hogar a lo largode su vida pudiera sufrir aquelloscambios tan radicales. Se asomó por elbalcón y pudo ver en los jardines aalgunos guardias mirando a sualrededor, tratando de identificar dañosen los edificios. —¿Se encuentra usted bien? —le gritóuno de los guardias al verla asomarsepor el balcón. —Me encuentro bien —respondióAnya—. ¿Algún herido allá abajo?¿Cómo se ve el edificio? —No hemos visto a ningún heridohasta ahora —respondió el guardia— yel edificio parece intacto.

Anya agradeció al guardia y regresó asu habitación para ponerse su traje deentrenamiento. Pensó en Oren, que seencontraba en la misma área deledificio. Ambos habían sido enviadosde regreso a la capital para velar por laseguridad del complejo. Dina y Dandu,por su parte, habían permanecido enNueva Atlantis por unos días y llegaríanen cualquier momento. El Gran Concejohabía decidido trasladar a NuevaAtlantis las grandes bibliotecas y losobjetos guardados en las salas delconocimiento; ellos estaban asistiendo ala concejal Anthea en esta tarea. Anya sedirigió apresuradamente por el pasillo alas otras habitaciones de los maestrosguardianes de la cuarta escuela. Al dar

la vuelta, una figura conocida caminabaen dirección a ella. —Precisamente a ti te estaba buscando—le dijo Oren directamente sin hacermención alguna sobre el temblor queacababan de sentir—. Sígueme, porfavor. Y diciendo esto, dio media vuelta paraencaminarse hacia uno de los jardinescentrales. Anya lo seguía sin decir unasola palabra. Hacía días que no hablabacon él, pues desde el incidente ocurridoen Nueva Atlantis, cuando Dina casihabía perdido la vida, Oren habíacambiado por completo su actitud haciaella; era sumamente cortante y directo ensu trato, además, evitaba encontrarsecon ella. Anya conocía perfectamente el

motivo de este cambio tan radical haciasu persona. Días después del incidente, Dina habíarecobrado la conciencia pero no podíarecordar nada de lo sucedido. Tampocopodía recordar a ninguno de ellos,simplemente los miraba como a unoscompletos extraños y parecía no poderadaptarse de nuevo a su vidaacostumbrada. Había dejado de utilizarsu habitual traje de entrenamiento paravestirse con túnicas similares a los delos concejales. Este hecho les habíapreocupado sobremanera a ella y aDandu, pero su súbito cambio depersonalidad había causado en Oren unaprofunda frustración. Todos deseabanhacer algo para ayudar a Dina a

recobrar su antigua personalidad, perosus esfuerzos habían sido infructuosos.Dina se comportaba ahora como unapersona totalmente distante, su atenciónparecía estar siempre enfocada enaspectos del mundo que ellos nocomprendían. Y Oren aliviaba todo elpeso de su frustración al respectoportándose cortante y grosero con Anya. El maestro Zing les había pedido acada uno de ellos que tuvieranpaciencia, aseguraba que poco a pocoDina volvería a recordarlos a todos.Ella nunca volvería a ser la mismapersona que habían conocido, por lo quetendrían que adaptarse a su abruptocambio de personalidad. Sutransformación había sido dictada por el

poder de su destino y era un hechodefinitivo. Oren había mostradoabiertamente su desagrado y Anyacomenzaba a preguntarse si él laconsideraba culpable de lo que habíasucedido ese día. Atravesaron rápidamente el jardíncentral del complejo para entrar por unade las alas laterales donde seencontraban las salas de reunión. Anyaadelantó un poco el paso y encaró aOren para preguntarle: —¿A dónde nos dirigimos? Oren hizo caso omiso de su pregunta ysiguió caminando apresuradamente.Anya estaba sorprendida de que laactitud de él fuera cada vez más hostil.Se volvió a adelantar y lo encaró

haciendo que él se detuviera en seco. —¿Qué es lo que pasa contigo? —lepreguntó Anya tomándolo por un brazo—. Desde hace días casi no me dirigesla palabra. ¿Qué es lo que te sucede? Oren no respondió palabra alguna y selimitó a mirar a Anya fijamente a losojos. Ella se dio cuenta de que él norespondería a su pregunta y lo miró delleno también. El regalo de poder que elbúho le había otorgado le permitióescudriñar hasta lo más profundo de lossentimientos que Oren guardaba haciaella y sus sospechas al fin se hicieronrealidad. —¡No puedo creer lo que estoyviendo! —exclamó Anya sorprendida altiempo que soltaba el brazo de Oren y

daba un paso hacia atrás—. ¡Me culpasa mí por lo que le sucedió a Dina esedía! Oren dejó de mirarla al darse cuentade que Anya podía leer todas susemociones. Volteó hacia un lado y trasuna breve pausa volvió a mirarladetenidamente. —¡Por supuesto que tú tienes la culpade todo lo que sucedió ese día! —lerespondió Oren exaltado. Anya no esperaba escuchar unaacusación tan directa de su parte y nosabía qué decir para defenderse. —No pretendo decir que lo hiciste apropósito —agregó Oren con firmeza—,pero tu actitud e inexperienciarepresentan un verdadero peligro para

todos nosotros. —¿Cuál actitud? —respondió ella entono de reto, pues se había sentidoagredida—. Hice lo mejor que pudepara salir con vida de ese combate. Loque le sucedió a Dina fue algoimpredecible. No conocíamos el poderde la magia de ese brujo, nos tomó porsorpresa. —¿Impredecible? —preguntó Oren—.¿Fue ésa tu excusa con el maestro Zing?Por tu culpa Dina casi pierde la vida esedía, se ha transformado en otra persona,una persona que ni siquiera nosrecuerda. —¿Y qué se supone que debí haberhecho? ¿Qué hubieras hecho tú en milugar? —le gritó Anya retándolo.

Oren la miró con desprecio mientrassu respiración se tornaba arrítmica yescogía con cuidado las palabras pararesponder. Finalmente, después de unabreve pausa, le gritó iracundo. —¡Violaste todas las reglas decombate ese día! Eso es imperdonablepara alguien en tu posición. Primero,cuando descubrieron al intruso, debieronhaber esperado a que llegaran losguardias para capturarlo con su ayuda.Segundo, si el enfrentamiento contra élera inminente, nunca debieron haberseseparado, tú y Dina debieron haberloenfrentado juntas para contar consuperioridad numérica frente a él y asíderrotarlo más fácilmente. Tercero, unavez que habías comprobado el poder

mortal de tu enemigo y veías cómoluchaba contra Dina, debiste habertelanzado contra él sin pensarlo y noquedarte viendo cómo acababa con ella.¡Todo lo que hiciste ese día fue unacompleta estupidez! No comprendocómo el maestro Zing te tiene aún acargo de la seguridad de este complejo.¡Eres una amenaza para todos nosotros! Anya dio dos pasos hacia atrás y separalizó en su sitio. La amargaimpresión de lo que había sucedido esedía no le había permitido analizar loshechos desde la perspectiva de lasreglas de combate. Al enfrentar laposible muerte de Dina, su mente habíaentrado en un estado de pánico ydesconfianza hacia todo lo que la

rodeaba. Desde entonces sentía un temorque la mantenía distraída todo el tiempoy no la dejaba concentrarse en tareaalguna. Ahora comenzaba a entender loque estaba sucediendo: estaba perdiendola confianza en sí misma. Ahoratitubeaba siempre que debía tomar unadecisión, ya no se sentía capaz derealizar sus labores dentro delcomplejo. El recuerdo de ese día laatormentaba en todo momento. Sabía queOren tenía absoluta razón en todo lo quedecía, pues la estrategia de combatehabía sido diseñada a través de siglospara resguardar la vida de loscombatientes. Lanzarse a la pelea sin elentrenamiento y la estrategia adecuadaera prácticamente un suicidio. Si hubiera

procedido de la forma en que él serefirió, los resultados del enfrentamientocon el intruso habrían sido másfavorables, sin duda alguna. Ella y Dinase habían equivocado tres veces ese díaal planear la captura del agresor, eso eraindiscutible, y las consecuencias de suserrores habían sido terribles. Su excesode confianza la había traicionado. Ahoraque conocía los sentimientos de Oren,no podía enfrentarlo cara a cara. Leestaba demostrando de forma clara queera una incompetente y además laculpaba por los funestos sucesos de esedía. Una aguda sensación de vacíoinvadió su vientre. Su autoconfianza sedesmoronó en un instante. Su cuerpoperdió la compostura de repente y una

gran decepción hacia sí misma atravesósus sentimientos. Sintió cómo el enormevacío en sus entrañas se convertía enuna sensación de temor, y un nudocomenzó a formarse en su garganta. —Debo volver a mi habitación —susurró Anya con voz quebradiza—. Nome siento bien y tengo muchas cosas enlas que debo pensar. —¡Ahora quieres huir de tusobligaciones! —le gritó Oren—. ¡Vas avenir conmigo! Anya no sabía cómo reaccionar.Deseaba salir corriendo hacia suhabitación pero Oren le estaba cerrandoel paso y era seguro que no se iba amover. El nudo en su garganta empezabaa forzar el llanto y sus ojos se

humedecieron. No quería empeorar susituación anímica enemistándose con él,eso la haría sentirse más deprimida.Bajó la mirada y cerró los ojos confuerza, trató de recuperar la calma ycomenzó a respirar sintiendo cómo suvientre se inflaba con cada inhalación.Recordó todos los años deentrenamiento a los que había sidosometida para llegar a la cuarta escueladel conocimiento y supo que debíarecobrar la compostura. No podía darseel lujo de acobardarse frente a él, teníaque enfrentar la situación sin importarcómo se sintiera por dentro. Tomófuerzas desde el fondo de sus entrañas yencaró a Oren. —No sin que antes me digas a dónde

nos dirigimos —le respondió conautoridad. La reacción de Oren no se hizoesperar. —Un grupo de políticos se encuentraen la sala de acceso al templo, exigenver a los miembros del concejo deinmediato, pero aún no han llegado. Unode los guardias se dirigía a buscartecuando se encontró conmigo justodespués del temblor. Le dije que yo iríapor ti y que volviera para cerciorarse deque nadie estuviera lastimado. Tú eresla responsable de este complejo cuandolos concejales están ausentes, tienes quever quién es esta gente y porqué estáaquí. Anya titubeó por un segundo.

Definitivamente no era el mejor día paraenfrentar las demandas de un grupo depolíticos, pero no tenía ninguna otraopción. Como maestro guardián delcomplejo era su obligación atenderlos. —Bien, vayamos de inmediato arecibirlos. Oren continuó su marcha a pasoacelerado y Anya lo siguió, aunque seencontraba sumamente nerviosa y no sesentía capaz de tomar decisiones. ¿Porqué tenían que aparecer justo ese día?Todo lo que deseaba era retirarse a suhabitación a meditar sobre lo ocurrido.Trató de tranquilizarse pensando que setrataba de una simple labor de protocoloen la que le preguntaría al grupo lo quedeseaba hablar con los concejales y les

aseguraría que su petición sería atendidaa la brevedad. Trató de ganar confianzapensando en que no tenía de quépreocuparse, simplemente cumpliría sufunción de manera formal y ordenada.En unos minutos todo estaríasolucionado. El amplio pasillo por el quecaminaban fue quedando atrás y al cabode unos minutos estaban llegando a lasala de acceso, donde se encontraba ungrupo de guardias vigilando a unas diezpersonas sentadas en unas bancas depiedra justo en medio de la gran sala.Todas ellas vestían las túnicasrepresentativas de los miembros delsenado, a excepción de una mujer debaja estatura que se encontraba a la

espera en un rincón de la sala, ellavestía de manera común y corriente,como cualquier habitante de la ciudad.Uno de los políticos sentados en lasbancas había notado su presencia y selevantó. Anya sintió un escalofrío en laespalda, casi no podía creer lo queestaba presenciando: el hombre que seacercaba para enfrentarlos era nada másy nada menos que el senador Túreck enpersona. Una oleada de adrenalinacomenzó a recorrer todo su cuerpo. —¡Exijo ver a los miembros delconcejo de inmediato! —rugió la vozdel senador Túreck en la sala mientrasalzaba su mano amenazante en direcciónhacia ellos. Oren hizo un movimiento súbito de

reflejo adoptando una posición decombate con la mano derecha en laempuñadura de su espada. Anya lo miróde reojo y percibió la tensión nerviosaemanando de él. La discusión que habíansostenido lo había afectado y ahora seencontraba, al igual que ella, con losnervios de punta. El senador Túreck observó la posturade Oren y se detuvo en seco a variosmetros de ellos. Anya y Oren guardarondistancia, él se dio cuenta de laagresividad de su movimiento y relajósu postura. El ambiente se llenó deaprehensión en la sala y todos lossenadores se levantaron de su lugar. Unode ellos sostenía un pergamino que elsenador Túreck le solicitó. Anya se

encontraba petrificada en su lugar perotemblaba por dentro, su respiración seagitaba cada vez más y se lamentaba detener que enfrentar esa situación. Oren lelanzó una mirada. —Qué esperas para decir algo —leordenó tajantemente en voz baja paraque los demás no escucharan. Anya titubeó por un instante y despuésle susurró al oído, con voz nerviosa, queese hombre era el senador Túreck. Orenno daba crédito a lo que acababa deescuchar. Anya apuntó hacia él con la cabezamientras observaba con detenimientocómo el senador desataba bruscamenteel rollo de pergamino que le habíanentregado. Oren volvió a adoptar su

postura de combate. Se encontrabanahora justo enfrente de un enemigodeclarado del Gran Concejo. Ella nosabía cómo reaccionar ante la situación.El senador los enfrentó de nuevoalzando el pergamino. —¡El senado ha emitido unaresolución para que nos sean entregadosde forma inmediata los prisionerosresponsables del ataque a este recintopara que sean juzgados por nuestrasleyes! ¡Las familias de las víctimasexigen justicia! —se dirigió a ambos envoz alta para que todos los presentes loescucharan—. ¡Exijo que esta demandade los representantes de nuestro pueblosea cumplida de inmediato!

Anya había sido puesta a cargo de lavigilancia de los manifestantes que sehabían rendido tras el frustrado ataque yel maestro Zing le había explicado queeran retenidos en una zona segura delcomplejo para que reflexionaran sobresus actos y comprendieran que laviolencia no conducía a la resolución desus diferencias. Muy al contrario, elsenado pensaba castigarlos como si setratara de criminales comunes. Anyamiró al senador. Controló sunerviosismo y respondió con autoridad: —Los prisioneros se encuentran bajola custodia del Gran Concejo. Tendránque esperar el regreso de los concejales

para presentar su demanda. —¡De ninguna manera! —respondió elsenador Túreck mientras los otrossenadores lanzaban consignas mostrandosu desagrado ante las palabras de Anya—. Como representante del senado deesta nación, le exijo a usted, responsablede este recinto, que se someta a nuestrasleyes y nos entregue a los prisionerossin más demora. Su juicio ha sidodecretado por nuestro sistema dejusticia. Las muertes que causaron aúnpesan sobre la población. Ni usted ni elGran Concejo tienen la autoridad pararetenerlos. ¡Entréguenoslos ahoramismo! ¡Es una orden! Anya se dio cuenta de que lossenadores no tenían intenciones de

marcharse sin que su demanda fueracumplida. Poco a poco todos se fueronjuntando alrededor del senador Túrecken muestra de su apoyo. Oren, que seencontraba al límite de la tensiónnerviosa, le susurró a Anya: —No muestres debilidad. No vamos aentregarles a ningún prisionero. Anya tomó la palabra de nuevo yenfrentó al senador Túreck. —Los prisioneros permanecerán en elcomplejo hasta que lleguen losconcejales. Su demanda les será dada aconocer tan pronto vuelvan. Ahora lespido que se retiren. El senador Túreck hizo una señal auno de los miembros de su grupo paraque saliera de la sala de acceso al

templo. Los demás permanecieron ahíreclamando a Anya su postura, pero ellano se movía de su lugar y Orenpermanecía a su lado observando lasituación. De pronto, uno de los capitanes de laguardia del templo entró por un accesolateral y les pidió a Anya y Oren que seapartaran para hablar en privado. Lostres se alejaron del sitio donde seencontraban los miembros del senado. —Maestros —les dijo con respeto—,un grupo de más de trescientas personasse aproxima hacia el templo. Vienenexigiendo a gritos que les entreguen alos prisioneros. Todos se encuentranarmados y están a sólo unos minutos dealcanzar el perímetro exterior de

vigilancia. Anya miró a Oren desconcertada, teníaque tomar una decisión de inmediato.Miró a Túreck, que conversabadiscretamente con los demás senadores,e intuyó de inmediato que él habíaurdido el plan de atacar de nuevo elcomplejo del templo, aprovechando laausencia de los concejales. En unoscuantos minutos comenzarían a atacar alos guardias.

Capítulo 2

20 de abril de 2012. Los Ángeles,California. 246 días para el amanecer estelar.Internándose en el umbral de la órbitaluminosa.

La sirena que anunciaba la hora de la

comida resonó por todo el albergue.Kiara se encontraba lavando parte de suropa, había pasado más de una semanadesde que llegaran al campamento derefugiados y la situación se complicabamás a medida que pasaba el tiempo. Laciudad de Los Ángeles había quedadocompletamente devastada tras elterremoto y el gobierno todavía nolograba restablecer los principalesservicios de agua y electricidadnecesarios para la supervivencia de lapoblación. En respuesta al peligro quesignificaba permanecer en una ciudadcarente de las medidas sanitariasadecuadas, millones de sobrevivienteshabían huido hacia las ciudades máscercanas en busca de una mejor

alternativa de vida. Kiara y Shawn nohabían sido tan afortunados para escapara tiempo. Después de su estancia decuatro días guareciéndose en el tallermecánico, habían llegado por fin alalbergue, donde esperaban ganar fuerzaspara salir en busca de sus familiares.Desafortunadamente, su plan se habíafrustrado por un suceso completamenteinesperado. Tan sólo unos días atrás elgobierno federal había establecido unazona de estricta cuarentena alrededor deLos Ángeles, pues una extraña ypeligrosa enfermedad había surgido dela nada y ya estaba afectando a cientosde personas. El personal de la guardianacional pronto instaló una cerca deseguridad con el propósito de restringir

aún más el tránsito de personas y asíreducir el riesgo de contagio. La salidadel campamento estaba ahoraabsolutamente prohibida. Por su propiaseguridad, todos debían permanecerdentro de los límites establecidos. Estohabía enardecido los ánimos de todaslas personas refugiadas, pues todo loque deseaban era marcharse pararetomar su vida después del desastre. Kiara había tratado de obtenerinformación sobre el peligro que laenfermedad representaba para la gente,pero el personal médico se mostrabareacio a hablar sobre el asunto,limitándose a decir que el problemaestaba bajo control y que no habíamotivos para alarmarse. Sin embargo,

algunos rumores en el albergueaseguraban que se trataba de unaenfermedad contagiosa y cien por cientomortal. Una atmósfera de desconfianza eincertidumbre sobre el futuro serespiraba entre los refugiados. Kiarasabía que varias personas habían sidohospitalizadas en una zona restringida ala cual nadie tenía acceso; días atrás,estas personas empezaron a mostrarciertos síntomas desconcertantes paralos médicos, como la súbita pérdida delequilibrio o vómitos acompañados deleves convulsiones. Cada día preguntabaa los demás refugiados si sabían algosobre las personas hospitalizadas, perorara vez se enteraba de algo nuevo, losmilitares eran absolutamente herméticos

en cuanto a divulgar información acercade la epidemia que la ciudad estabasufriendo. Esa mañana se había sentido másintranquila que de costumbre, como siuna extraña angustia que no comprendíase estuviera apoderando de ella.Siguiendo su instinto natural desupervivencia y un impulsodesconocido, se dirigió a las cercaníasde la zona restringida; tenía queaveriguar qué estaba sucediendo. Sehabía acercado hacia la cerca perimetralque dividía el albergue para mirar através de una rendija y lo que vio lecongeló la sangre. La guardia militar sehabía percatado de su presencia deinmediato y la había obligado a retirarse

por la fuerza, no obstante, habíaobservado suficiente para sentirsesumamente preocupada. Kiara estaba terminando de enjuagarsu ropa cuando escuchó aproximarse aalguien. Era Shawn que corríaemocionado a encontrarse con ella. —¡Kiara, Kiara! —exclamó él alverla. —¿Qué pasa? —¡Mis papás están vivos! —gritóShawn emocionado—. ¡Están vivos! Kiara lo abrazó emocionada y le pidióque se explicara. Shawn había pasadodías pidiéndoles a los militaresinformación sobre el registro de

sobrevivientes en los otros albergues sinconseguir nada. Por fortuna, un grupo depersonas había sido trasladado de unalbergue cercano y entre ellos seencontraba un amigo de la familia quehabía sobrevivido al desastre y que leaseguró que los nombres de sus padres yhermanos aparecían en el registro deentrada y salida del albergue del queprovenía. Habían permanecido un par dedías ahí para luego abandonarlo antes deque se hubiese decretado la cuarentena. —Estoy seguro de que están con mistíos en Sacramento —le dijo Shawnemocionado. —Perfecto, Shawn —respondió Kiaratomándolo por ambos brazos—. Mealegro mucho por ti. Seguramente están

mejor que nosotros ahora. —¿A qué te refieres? —le preguntóShawn—. Nosotros estamos bien aquí. Kiara lo miró directo a los ojos y lepidió que la escuchara con atención. —Esta mañana fui al bloque quesepara el albergue de la zona restringiday pude ver un helicóptero militar muygrande aterrizando cerca del hospital.Luego vi bajar doctores que llevabanpuestos trajes de protección biológica.Entraron a donde se encuentran losenfermos y sacaron varias bolsas negrasde ésas que se utilizan para transportarcuerpos humanos. —¿Cuerpos humanos? ¿Qué estásdiciendo? —le preguntó Shawn—. ¿Quela gente se está muriendo aquí en el

albergue ahora mismo? —Eso es exactamente lo que te estoydiciendo —respondió Kiara con voznerviosa—. Algo extraño estásucediendo, créeme. Los militares noabren la boca y tampoco nos han dichocuándo podremos salir de aquí. Hacedías que no nos dejan ver las noticiasdel terremoto. Nos están ocultando algo. —Pero, ¿por qué habrían deocultarnos información? Si estuviéramosen peligro, simplemente nos trasladaríana otro lugar. Creo que te estásequivocando, seguramente esos cuerposeran de personas que se murieron en elterremoto. —¿Y qué hay de esos trajes deprotección biológica? —repuso Kiara

—. ¿Porqué están trasladando a laspersonas enfermas a ese lugar? Yo no hevisto que alguno de los enfermosregrese, ¿a dónde se los están llevando? —Son sólo medidas de protección —respondió Shawn con su habitualseguridad—. Te apuesto que teequivocas, los enfermos han de seguir enel hospital. No entiendo por qué teempeñas en pensar negativamente, nocorremos ningún peligro aquí. En unosdías nos dejarán ir y nuestra vidavolverá a la normalidad, ya verás. Kiara miró a Shawn. Siempre que lehablaba sobre sus sospechas, él selimitaba a contradecirla para despuésaleccionarla como si se tratara de suhermana menor.

—Espero que tengas razón —respondió Kiara mirando a su alrededorcon desconfianza—. Pero yo no mesiento bien aquí. ¿Por qué no nos dejansalir? Todos queremos regresar anuestra vida normal, y yo ya no soportoun segundo más en este lugar. Nos hanquitado nuestra libertad. —Ya te dije que sólo son medidasprecautorias, como hacen en todas lasepidemias. Tienes que tranquilizarte ydejar que pase este lío. En menos de loque te imaginas vamos a estar lejos deaquí, ya lo verás. Ahora olvídate de esoy vámonos a comer. Kiara tomó su ropa y ambos sedirigieron al comedor comunitario delrefugio, donde una larga fila de personas

esperaba que empezaran a servir lacomida. Se formaron en la fila, despuésde varios minutos recibieron susraciones y se sentaron junto a otraspersonas en una larga mesa. La mayoríade la gente comía sin hablar. En elambiente se respiraba tensión eincertidumbre hasta que un hombremaduro rompió el silencio. —¿Hasta cuándo vamos a tener quequedarnos en este lugar? —dijogolpeando la mesa con el puño—. Estoyharto de sentirme como prisionero eneste maldito albergue. ¡Quiero largarmeahora mismo de aquí! Todos los presentes se le quedaronviendo pero ninguno se atrevió a haceralgún comentario. Kiara miró a Shawn

fijamente como sugiriéndole que sesentaran en otro lugar más tranquilo,pero él hizo caso omiso y en cambioenfrentó al hombre diciéndole: —A todos nos urge irnos de aquí.Usted no es el único. —¿Y qué demonios esperamos paralargarnos? —respondió el hombrealzando la voz y haciendo un ademán deimpaciencia—. El ejército no puedemantenernos aquí en contra de nuestravoluntad, debemos unirnos y escaparcuanto antes. La voz del hombre llamaba la atenciónde las mesas vecinas y algunosmurmullos empezaban a escucharse a lolargo del comedor. —No podemos irnos de aquí sin

permiso del ejército —comentó Shawnmirando a los presentes—. Además nosabemos nada sobre la epidemia, podríaser más peligroso allá afuera. Nisiquiera tenemos coches. —El ejército tiene autos —dijo elhombre—. Tomemos los autos ylarguémonos de aquí. No puedenmantenernos como prisioneros, tenemosnuestros derechos. La gente de las mesas vecinasescuchaba la conversación y empezaba adiscutir sobre abandonar el albergue. Ladiscusión se extendía con rapidez de unamesa a otra y el ánimo de los presentescomenzaba a acalorarse. Dos guardiasdel ejército que custodiaban la entradaal comedor se percataron de lo que

sucedía y utilizaron sus radios parainformar a sus superiores. Kiara selevantó de su lugar y tomó a Shawn porel brazo. —Vámonos de aquí —le pidió altiempo que lo jaloneaba para que lasiguiera. Shawn no se movió de su lugar. Ignoróa Kiara y se dirigió a todos lospresentes. —La ciudad está en ruinas. Aunquecontáramos con los coches, seríaimposible circular por las calles. Hayque tener paciencia y esperar a que todose calme. Además, el ejército estápatrullando toda la ciudad, si nosencontraran en la calle, nos traerían deregreso de inmediato.

La discusión había tenido efecto sobrelos presentes y ahora todos selevantaban de sus lugares alzando lavoz. La atmósfera de silencio habíadesaparecido y ahora toda la gentediscutía y lanzaba gritos en apoyo de unay otra propuesta. Decenas de personasse levantaban de sus lugares paraexpresar su inconformidad. Kiaraempezaba a desesperarse y seguíasujetando a Shawn del brazo pidiéndoleque se marcharan, pero él seguíadiscutiendo y no le prestaba atenciónalguna. De pronto una mujer sentada al ladode Kiara se paró y empezó a producirunos extraños sonidos guturales altiempo que su abdomen se contraía.

Kiara volteó pero no pudo reaccionarcuando la mujer vomitó sobre la mesasalpicando a todos los presentes,después se desplomó en la silla yempezó a convulsionarse. Otra mujer,que estaba sentada enfrente, pegó degritos histéricos al tiempo que los demásempujaban las sillas y se alejaban de lamesa asustados. Kiara se miró la mano y casi devuelveel estómago también al darse cuenta deque parte del vómito de la mujer habíacaído sobre ella. Al ver que la mujerseguía temblando, exclamó: —¡Llamen rápido a un doctor! Shawn corrió hacia la salida delcomedor para regresar al cabo de unosminutos acompañado con personal

médico. Atrás de ellos, dos guardias conuna camilla portátil se abrían paso entrela multitud. Uno de los médicosexaminaba con detenimiento los ojos dela mujer mientras otro colocaba unaparato para medir su presión arterial.Colocaron a la mujer en la camilla, sucuerpo sufría espasmos y todos lospresentes observaban horrorizados.Personal del ejército entraba al comedory trataba de calmar el ánimo de la gente.Kiara y Shawn salieron atrás de losmédicos y vieron que subían muy deprisa a la mujer a un vehículo paradirigirse hacia la zona restringida. —¡Te lo dije! —exclamó Kiara—.Están llevando a todas las personas conesos síntomas hacia el otro lado del

albergue. Algo está sucediendo aquí ylos militares no nos dicen una solapalabra. —Ya te dije que sólo son medidas deprotección —repuso Shawn—. Se estánllevando a los enfermos para que lagente no se altere y comience a sentirpánico. Es completamente normal enestas condiciones. El albergue es ellugar más seguro que hay y los militaressaben cómo controlar estas cosas, asíque nada malo puede pasarnos mientrassigamos aquí... Shawn no terminaba de hablar cuandounos gritos escalofriantes desde elcomedor llamaron su atención. Un grupode personas empujaba hacia afuera demanera violenta a los guardias que

custodiaban el acceso. Las personasenardecidas salían gritando del comedory empezaban a intimidar a los militaresque trataban inútilmente de contenerlos.Conforme se acercaban, Kiara caminabanerviosamente hacia atrás. El ambientese estaba saturando de violencia y losguardias comenzaban a amenazar a losinconformes con sus rifles. —¡Vámonos de aquí! —le gritó Kiaraa Shawn, que permanecía impávidoobservando a la multitud. Los dos se alejaban del lugar sin dejarde mirar cómo un tumulto exigía a losmilitares poder abandonar el albergue.Tres vehículos que transportaban apersonal de la guardia nacional seacercaron a toda prisa, una sirena de

alerta comenzó a sonar y Kiara sintiócomo si en realidad se tratara de unmotín de presos. Los soldados bajabanarmados con escudos y comenzaban agolpear a la gente para que sedispersara, pero el barullo no cesaba.Los rumores sobre la enfermedad mortalque sufría la ciudad estaban haciendo suefecto y la gente no estaba dispuesta apermanecer encerrada por más tiempo.El grupo comenzó a avanzar hacia lasalida del albergue arrollando a lospocos soldados que trataban decerrarles el paso. Decenas de personas llegaban desdetodas las direcciones y se unían a losgritos de protesta mientras el grupoprincipal seguía avanzando. Los

militares no lograban contener a los másviolentos, eran derribados al suelo ygolpeados. Kiara no daba crédito. Elgentío había caído en pánico decontagiarse de la enfermedad. Másvehículos militares llegaron a la zona deconflicto y de pronto sucedió loinevitable: se detonaron granadas de gaslacrimógeno justo en los lugares endonde se concentraba la muchedumbre.Kiara y Shawn miraban horrorizadoscómo la gente huía del gas. La multitudcomenzaba a dispersarse y las granadasseguían detonando cada vez más cercade donde ellos se encontraban. Shawntomó a Kiara de la mano y salieroncorriendo hacia los dormitorios paraque el gas no los alcanzara. Mujeres,

niños y familias enteras salían aobservar lo que sucedía. Muchos caíanal suelo y eran arrollados por lamuchedumbre que huía de los gases.Otros seguían en pie de guerra lanzandopiedras, y todo tipo de cosas queencontraban, contra los vehículos de losmilitares. Éstos, a su vez, respondierona la agresión abriendo fuego con susrifles. El albergue entero estalló en pánicocuando sonaron las ráfagas de los riflesautomáticos surcando el aire con balasde goma. Las mujeres comenzaban allorar y todos se tendían en el suelo pormiedo a que los alcanzara una descarga.Shawn miraba impresionado cómo laspersonas eran alcanzadas por las ráfagas

y soltaban agudos gritos de dolor.Tumbó a Kiara al suelo aun con elriesgo de que la gente los pisara. Elejército estaba teniendo éxito en suempresa. De pronto las sirenas de alertadejaron de sonar y una voz empezó ahablar a través de los altavoces,ordenando que todos se tiraran al sueloy permanecieran quietos. Kiara y Shawnobedecieron enseguida, al igual que losdemás manifestantes. Al cabo de unosminutos, un silencio sepulcral inundabael campamento de refugiados y lo únicoque podía escucharse era el movimientode vehículos militares así como elpesado andar de las botas de lossoldados. Después, personal delejército, portando máscaras anti gas,

ordenaba poco a poco a grupos de genteque se levantaran y se metieran a losdormitorios. Kiara se sentía aterrada porlo que estaba sucediendo, uno de lossoldados la tomó por el brazo y leordenó que siguiera a los demás. Shawn la siguió y los dos seacurrucaron en el rincón que días anteshabían improvisado para dormir en unpequeño colchón que les facilitaron.Habían colgado unas cobijas de maneraque los separaran de donde dormían losdemás refugiados. La situación eradesesperada. Su destino era incierto. —Estamos perdidos —dijo de repenteKiara, pero Shawn no respondió. Se escuchaban murmullos alrededorde los dormitorios, mucha gente lloraba

y algunos niños estaban gritando; elambiente era terrible. Pasaron más dedos horas sin que Kiara y Shawn seatrevieran a salir de su sitio y poco apoco la desesperación comenzó aapoderarse de ellos. —¿Qué vamos a hacer? —preguntóKiara. —No lo sé —respondió Shawn,cortante. —No podemos permanecer aquí pormucho tiempo —añadió Kiara—. Estoapenas es el inicio de la violencia. Shawn se paró de su lugar y empezó acaminar de un lado a otro condesesperación. —¿Y qué demonios quieres hacer? Nopodemos salir de aquí, eso lo sabes.

—¡Tenemos que intentarlo! —exclamóKiara—. ¿Por qué nunca me escuchas?¡Maldita sea! Te advertí que estábamosen peligro en este lugar. —El campamento está vigilado porcientos de soldados. ¿Qué no te dascuenta? —respondió Shawn claramenteexaltado—. ¿Quieres que nos disparentambién a nosotros? Kiara no sabía qué responder, estabaconsciente de que en los casos másextremos la policía y el ejércitoutilizaban balas de goma para dispersara los manifestantes. Aun así, exponerse alas ráfagas de sus rifles era simplementeaterrador. Descorrió una de las cobijaspara mirar hacia el pasillo principal,donde se encontraban alineados los

catres del dormitorio común. La mayoríade la gente se encontraba sentadasollozando, algunas mujeres abrazaban asus hijos, que seguían llorando a lágrimaabierta. Kiara sintió un nudo en lagarganta ante tal escena de dolor yfrustración. Todos estaban en riesgo decaer enfermos en cualquier momento,pero no podían hacer nada al respecto,salvo esperar y rezar para no contraer laenfermedad. Soltó la cobija y volvió aacostarse en el colchón, entonces susojos se llenaron de lágrimas.Preocupada por la incertidumbre,trataba de ganar fuerzas para idear unaforma de huir. Sus diferencias conShawn se habían hecho evidentesdurante esos días, no dejaban de pelear

sobre lo desquiciante de su situación yempezaban a distanciarse poco a poco. —Por favor deja de llorar —le pidióShawn—. Vas a hacer que me deprimamás. Kiara le dio la espalda y siguiósollozando por largo tiempo tendidasobre el colchón hasta que logródesahogarse. Ahora la preocupaciónhabía pasado a un sentimiento dedesesperanza y aceptación de sulamentable circunstancia. Permanecióquieta por un tiempo que le parecióinterminable y su mente fue vaciándosepoco a poco de todo pensamiento. Elestrés la había extenuado y su cuerpo serendía con lentitud ante el tremendocansancio. Trató de articular unas

palabras antes de caer rendida y todo loque pudo decir fue: —No quiero morir aquí. Sus hinchados ojos se cerraron y elagotamiento físico terminó por vencerla.Su conciencia fue hundiéndose en unabismo y cayó rendida en un profundosueño.

Capítulo 3

La apacible brisa del mar arrullaba ellugar donde los miembros del equipo deinvestigación se habían reunido parahonrar el conocimiento de los ancestros.El sonido de los tambores resonabaentre la jungla y el fuego ceremonialmantenía la atención de los participantesfija en su luz mientras sus conciencias seexpandían por efecto de la medicina delchamán.

Hacía un par de horas que laceremonia había comenzado y elfirmamento lucía imponente, mostrandolas miles y miles de estrellas queiluminaban aquel apartado sitio junto almar. Sarah Hayes sentía el fresco delambiente y observaba con detenimientoa los demás, sentados en círculoalrededor del fuego. La medicina habíaempezado a hacer efecto sobre sucuerpo y una incómoda tensiónempezaba a recorrer todos susmúsculos. Sentía claramente cómo susprocesos mentales se alteraban porcompleto y ya no era capaz de razonarcomo solía hacerlo. Ahora su mente seconcentraba en aspectos del mundo queantes pasaban inadvertidos para ella.

Sarah escuchaba atentamente todos lossonidos producidos por el mar, la brisaagitando las palmeras y el retumbar delos tambores. De lejos podía ver lafigura de Rafael, que se contorsionababajo el influjo del cactus sagrado. Josése encontraba de rodillas a su lado, conlas manos apoyadas sobre los muslos,miraba hacia el firmamento y su cuerposufría de pequeños espasmosmusculares. Sarah se percató en ese momento deque ella no estaba sintiendo los mismosefectos físicos que los demás y sepreguntó por qué sería así. Parecía comosi su cuerpo estuviera recordando esaextraña sensación que no era del tododesconocida para ella. Recordó

entonces que durante su primera visita ala galería subterranea el efecto de laradiación había causado esa extrañaexpansión de sus sentidos que la habíaproyectado a través de un vórtice deluces fulgurantes para aparecer luego enotro sitio. Ahora volvía sentir como siparte de su conciencia quisierasepararse para viajar fuera de lasrestricciones del mundo físico. Miróhacia el firmamento colmado deestrellas, galaxias, nebulosas, planetas yotros grandes misterios de la creación yquedó fascinada por su majestuosidad.Ahora podía sentir una extraña conexióncon todo su entorno y parecía que laenorme bóveda celeste se acercara parainvitarla a viajar a través de ella.

Entonces cerró sus ojos y percibióclaramente una oleada de emociones quela estremecía. Algo en su interior lehacía saber que estaba entrando en unestado de conciencia expandida. Ahorasus procesos mentales se silenciabandando paso a un estado de quietud talque se sentía por completo desconectadadel mundo cotidiano y sumergida en otromucho más vasto y complejo. El vórticeluminoso apareció frente a ellaproyectando figuras geométricas enmovimiento. Un caleidoscopio deimágenes luminosas se apoderaba de suvisión y la invitaba a viajar a través deese océano de color hacia lodesconocido. Abrió los ojos con temor de que la

intensidad de sus visiones la proyectarahacia otro sitio lejos de ahí, tal y comohabía sucedido dentro de la pirámide.Su corazón empezaba a acelerar el ritmoal tiempo que su cuerpo experimentabauna sensación de poder como nuncaantes. Miró hacia abajo y reconoció lasilueta del bastón mágico que Rafael lehabía regalado. Algo en su interior laincitó a agarrarlo mientras intentaba, sinconseguirlo, permanecer atenta a lo quesucedía en la ceremonia. Dos mujeresindígenas se acercaron al fuego.Tomaban brasas ardientes quedepositaban en el interior de unsahumerio con mucho cuidado. Luegosacaron polvo de copal de sus jícaras,lo vertieron dentro del sahumerio y se

produjo una espesa cortina de humo. Sarah se dedicó a admirar elespectáculo que formaba el ardientehumo ascendiendo verticalmente haciael oscuro firmamento. De pronto, elviento cambió de dirección y empujó lacortina humeante hacia donde ella seencontraba. Sarah reaccionó moviendola mano como si tratara de disipar ladensa nube que tenía enfrente. El dulcearoma del copal la envolvió porcompleto y por entre la espesura pudonotar tres siluetas que se acercaban aella moviéndose de manera pausada. Erael anciano brujo junto con las dosmujeres indígenas. Sarah permaneciósentada y se percató de que el anciano ledaba instrucciones a una de las mujeres

para que dirigiera el humo delsahumerio hacia ella. No comprendía el propósito deenvolverla de esa forma dentro de laaromática nube y se limitó a observarcon cuidado lo que sucedía alrededor.Su cuerpo experimentaba ahora larealidad de una forma distinta a lo usual,como si cada célula de su cuerpo setransportara hacia lo desconocidogracias a la esencia del humo. Su visióncambiaba conforme la iba envolviendoese nuevo elemento que distorsionabalas formas. Se encontraba ahora en unestado expandido de conciencia,enfocaba figuras alucinantes que el humoiba formando a medida que se movía,suavemente, alrededor. Sentía con

claridad la presencia de estas figurascomo entidades reales que la rodeaban.Los sonidos del mar y la selva seestaban transformando en curiosossusurros que ella interpretaba como lasvoces de los seres de humo que laobservaban. Era una experienciaalucinante. Mientras más observaba,más se percataba de cómo la espesanube estaba alterando la realidad quepercibía en ese momento. Estabaperdiendo por completo el sentido deencontrarse en la playa, pues suconciencia la proyectaba fuera delespacio-tiempo ordinario. La densidad de la noche la sumergíaen otra realidad que se tornaba cada vezmás misteriosa a su alrededor. Había en

su cuerpo una extraña sensación deregocijo. Las imágenes la estabanllamando a subir con ellas y, en un abriry cerrar de ojos, su conciencia se separóde su cuerpo para elevarse a lainmensidad del firmamento. El mundo detodos los días había quedado atrás yahora sentía flotar, ascendiendovelozmente a través de la ardiente nube.Su campo visual se tornó difuso y luegotuvo la clara sensación de formar partede la calidez de la nube y ser tan ligeracomo ella. Notó que su conciencia seentrelazaba con la esencia delrevolvente humo para proyectarse másallá de su realidad. La oscuridad que la había tragado diopaso a la percepción de imágenes con

tenues destellos de luz en su entorno.Sarah observó las escenas quecorrespondían a un lugar de la selvafamiliar para ella. Los seres de humopermanecían a su alrededor enfocandosu atención en lo que sucedía. Unadocena de hombres semidesnudos,vestidos sólo con un ligero taparrabos yluciendo dibujos en sus caras y cuerposse dirigían hacia las rocas, donde seencontraba el túnel de acceso a lagalería subterránea descubierta por suequipo. Un hermoso y esbelto jaguar losseguía a la distancia, avanzando consigilo. El grupo llegó hasta la entrada yuno a uno la atravesaron para comenzarsu descenso a través del túnel. Laconciencia de Sarah los siguió,

fascinada por la sensación deinmaterialidad y de poder observar decerca a ese grupo de exploradores queparecía provenir de otro tiempo. Eltúnel estaba oscuro, así que los hombreshabían encendido antorchas parailuminar su camino. Llegaron hasta lagalería subterránea y se sentaron en elsuelo formando un círculo compacto, lasrodillas de cada uno de ellos se tocabanentre sí. Alguien comenzó a hablar enuna lengua que ella no comprendía, y depronto alzó su bastón sacudiéndolovarias veces en el aire; entonces todo elgrupo entonó un agudo canto. La sorpresa de Sarah fue enorme aldarse cuenta de que se trataba del bastónmágico que ella misma había sostenido

en su mano unos minutos atrás. Loshombres continuaron entonando su canto,que producía un eco ensordecedor alestrellarse con los muros de la galería.Entonces, de forma inesperada, losrelieves de las paredes reaccionaron alpotente sonido. Se iluminaron lasincrustaciones de cuarzo dejando ver sudiseño, que se multiplicaba alrededorinundando de luz toda la sala. Sarahestaba impresionada observando elespectáculo. Era tan real que su mente nisiquiera cuestionaba el origen de lasvisiones. Su ser aceptaba lo que estabapresenciando como si se tratara de unaexperiencia en el mundo cotidiano. Una súbita presencia hizo suaparición. Sarah se dio cuenta de que el

jaguar que venía siguiendo al grupo sehabía introducido con cautela a lagalería de la pirámide. Al parecer nadienotaba su presencia, o no lesincomodaba, pues el grupo seguíasumergido en su canto ceremonial. Elanimal se dirigió hacia uno de losrincones de la sala y se acostó sobre elsuelo. Sarah recordó de inmediato aljaguar que los había sorprendido a ellosmientras se hallaban dormidos en elinterior de ese lugar. Entonces comenzóa cuestionarse qué relación guardaba elfelino con ella, por qué el cactussagrado había proyectado su concienciahacia el interior de la pirámide. Una oleada de emociones comenzó afluir en su ser consciente. El suceso que

presenciaba ahora guardaba una estrecharelación con el descubrimiento de lapirámide. Sentía como si todo lo quehabía experimentado desde su llegada alcampamento hubiera estadopredestinado a suceder. La galería, eljaguar acechándolos, el bastón de poder,su encuentro con Rafael, el misteriosocódice que había traído consigo y laextraña visión del interior de la cámaraprincipal de la pirámide. Todos estoselementos de su nueva aventura parecíanformar parte de un plan predestinadopara llevarla a comprender un misteriotan grande que por el momento le eraimposible descifrar. Sarah continuó observando al grupocuando la presencia de los seres de

humo que habían acompañado su viajede conciencia se hizo presente en sucampo de visión. De alguna forma leestaban comunicando la necesidad decentrar su atención en el hombre queportaba el bastón. Era como siestuvieran tratando de comunicarle unaidea sin palabras. La visión comenzó atornarse borrosa y, antes de perder devista al grupo, Sarah centró su atenciónen él. La invadió una profunda oscuridady perdió de vista la imagen de la galería.De pronto sintió cómo su conciencia eradesplazada hacia otro sitio. Imágenes delos seres de humo la circundaron einvitaban a su conciencia a seguirviajando. Ella se dejó llevar hacia delante y en

unos instantes ya estaba contemplandouna imagen distinta. No comprendía bienlo que estaba sucediendo. La oscuridadno se disipaba y casi no veía a sualrededor. Al esforzarse, percibió unextraño olor a hierbas silvestres que semezclaba con una profunda sensación dehumedad en el ambiente. Densas nubesde vapor se movían a su alrededor ypoco a poco comenzó a distinguir lo queparecía ser una pared de piedra. Cientosde gotas de agua resbalaban a todo lolargo, mientras un extraño sonidoregurgitante inundaba todo. Sarah movió su perspectiva endirección contraria a la pared; a travésde las espesas nubes de vapor pudodistinguir un hombre que respiraba con

profundidad. Se trataba del mismohombre que había visto portando elbastón en el interior de la pirámide. Sucuriosidad hacia él creció, de modo quelo observó aún más. Era un hombremaduro de tez rojiza oscura y largo pelonegro. El vapor que lo rodeabahumedecía su piel y lo hacía sudarcopiosamente. Se hallabacompletamente desnudo y al parecer seencontraba en un cuarto de baño. Unaspiedras ardientes junto a sus piesdespedían un intenso calor mientrasnubes de vapor se extendían a todo lolargo y ancho del cuarto. Un súbito movimiento del hombre lahizo reaccionar. Él se había levantadode su sitio y buscaba algo en el suelo.

Ese movimiento repentino había causadoque ella perdiera el enfoque de laescena y su conexión de concienciacomenzaba a tornarse borrosa. Trató deenfocarlo pero su esfuerzo fue en vano,la silueta del hombre se disipó. Ahorasólo podía distinguir algunos sonidosprovenientes del cuarto al tiempo queuna oscuridad la iba tragando. Una voz proveniente del otro ladoresonó en toda la habitación. Sarah nocomprendió la lengua en que la voz sehabía dirigido al hombre. No seencontraba solo ahí. Hizo un últimoesfuerzo para tratar de mantener suatención en ese sitio, pero fue inútil. Unaoscuridad surgió en su interior paratransportarla de regreso hacia el lugar

de donde había venido.

Capítulo 4

La enorme pantalla de cristal líquidoiluminaba la sala del piso superior enaquella gran torre de la mayorcorporación petrolera del mundo. Allíse plasmaban escenas de uno de los díasmás significativos en la historia deEstados Unidos de América. Losfunerales del presidente fallecido unosdías atrás a causa de una misteriosaenfermedad provocaban el luto nacional

y más incertidumbre en un paísseveramente golpeado por una agudacrisis económica y climática. Largosdesfiles de personas en decenas deciudades acompañaban la pérdida de laesperanza, depositada en uno de loshombres más trascendentes de la eramoderna. Antes de su muerte, elpresidente había tratado por todos losmedios de redirigir el equivocadorumbo tomado por las industrias, haciauna forma de convivencia másresponsable entre las necesidades decrecimiento humano y los sistemasnaturales que nos proveían de la materiaprima para lograrlo. William Sherman se regocijaba alobservar la cobertura mediática del

trágico suceso. Los años deconfrontación entre su corporaciónpetrolera y la actual administración delpaís habían llegado a su fin. Elpresidente nunca había calculado elprecio que pagaría por su abiertoantagonismo contra él. Durante añoshabía luchado por frenar su expansión yhasta había pretendido instaurar leyesque redujeran drásticamente el uso delos combustibles fósiles, con miras a unfuturo fundamentado en el desarrollo delas energías limpias. Sentado en sulujoso escritorio, Sherman festejaba sutriunfo analizando cuidadosamente lossiguientes pasos a seguir en su estrategiapara realinear el orden económicomundial. La ascensión al poder de su

hombre en la Casa Blanca garantizaba,más allá de toda duda, su control sobrela economía y el ejército más poderosodel planeta. En un solo golpe habíaconseguido dominar a los dos poderesmás grandes que existían en el mundo.Sin embargo, sabía perfectamente queaún no había ganado la guerra comercialque se avecinaba y que ponía en riesgosu hegemonía mundial. Había llegado el momento de poner enmarcha la segunda y más arriesgadaparte del plan. Había citado al generalThompson justo después de los funeralesdel presidente, así que estaría en suoficina en un par de horas. Shermanapagó la pantalla y reflexionó por unosinstantes antes de tomar el

intercomunicador para llamar a susecretaria. Ahora era sin duda el hombrecon más poder e influencia en el mundo.Como accionista mayoritario de lacorporación petrolera dominante en elorbe, sostenía en sus manos el destinode la humanidad. Y éste sería moldeadode acuerdo con su visión imperialistapara formar un nuevo orden, donde él ysus aliados dictaran las leyes y la formade vida a seguir por millones depersonas. El intercomunicador emitió un llamadoy contestó una voz femenina. —Buenos días, señor Sherman. —¿El equipo de seguridad está listopara pasar? —preguntó Sherman. —Sí, señor, lo están esperando desde

hace media hora aquí en la sala. —Que suban de inmediato —ordenó. En cuestión de un minuto, el directorde seguridad de la corporación y dosasociados entraban a la oficina ytomaban asiento en la sala frente a suescritorio. Sherman se sentó frente aellos y preguntó directamente: —¿Tiene el informe de actividadesque solicité? —Sí, señor —respondió el directorsacando una memoria de información desu maletín para entregárselo—.Desafortunadamente, el operadorcometió un error y el sistema detectónuestra intrusión a la red. —Explíqueme bien lo que sucedió —ordenó Sherman—. ¿Tenemos los datos

que solicité? —Sí, señor, se obtuvieron todos losdatos de actualización. El informemuestra los estados financieros de losbancos centrales. Nuestro problemaconsiste en que no podremos volver atener acceso a su red como lo hemosestado haciendo. William Sherman introdujo la memoriade datos en su computadora y comenzó aanalizar la información contenida allí.Una leve sonrisa se dibujó en su rostro. —Con esto es suficiente para echar aandar nuestro plan. ¿Qué fue lo quesucedió con el programa? —El operador violó uno de losprotocolos de seguridad durante ladescarga y activó una alarma de

monitorización. El acceso no autorizadoa la red central fue descubierto por susistema de seguridad y el origen fuerastreado hasta nuestro servidor. —¿Quiere decir que pueden llegarhasta nosotros? —No, eso es imposible —respondióel director de seguridad—. Tanto elservidor como el programa de operaciónhan sido destruidos. No hay forma deque sepan quién lo hizo. —¿Qué hay del domicilio físico dondese llevó a cabo la operación? ¿Puedenrastrearlo? —Difícilmente. Pero aun así hemostomado nuestras precauciones. Elcontrato de renta aparece bajo unaidentidad falsa de una persona fallecida

hace años; nunca podrán saber de quiénse trata. Nuestro problema se centraahora en el diseño del programa quepudo burlar la seguridad de su red. Partede él fue copiado por su sistema deseguridad. Es lógico que los bancos seconcentren ahora en la búsqueda de losresponsables de la creación delprograma. Como usted sabe, existen muypocos programadores capaces de evadirla seguridad de su sistema. —¿Cuál es el riesgo? —preguntóSherman calculadoramente. —El programador fue contratado bajocompleto anonimato. Recibióinstrucciones claras de desaparecerdespués de entregar el programa y así lohizo. Difícilmente podrán encontrarlo y,

aunque así fuera, no podrán obtenerninguna información que noscomprometa. —Bien. Entonces el problema estásolucionado. Tenemos los datos quenecesitamos. Que nuestro contacto nosinforme si descubren al programador.Que lo siga de cerca y observecuidadosamente lo que hace. En caso depeligro, nos desharemos de él. Nodejaremos ningún cabo suelto. Ahoraquiero saber si lograron encontrar a loscientíficos rusos. Sherman se refería a los responsablesde la creación del agente gris, la temiblebacteria modificada genéticamente porel antiguo régimen soviético que habíautilizado en la ciudad de Los Ángeles en

forma de aerosol para infectar alpresidente y así acabar con su vida sindejar huella alguna de su intervención. —Encontramos a uno de ellos hacecuatro días. Tengo la grabación de todassus declaraciones, así como latraducción precisa de todo lo quereveló. Nadie ha tenido acceso a estainformación salvo las personas queestamos en esta sala. El director sacó una memoria con elarchivo de video de su maletín y se laentregó a William Sherman. —Y bien —agregó él tomando eldispositivo en su mano derecha—, ¿quéfue lo que averiguaron? —Según las declaraciones delcientífico, el profesor Mayer sabía

perfectamente que la vacunadesarrollada contra la bacteria norepresentaba ninguna defensa efectivauna vez que ésta fuera expuesta al medioambiente. También asegura que nadiemás que su colega y Mayer conocen laexistencia del agente gris. Los viejosgenerales soviéticos que estuvieron acargo del proyecto murieron hace años. —Eso confirma lo que yasospechábamos —respondió Sherman—. Mayer nos engañó desde elprincipio. —Así es —confirmó el director—. Lavacuna que posee la corporación nofunciona contra el agente. Sherman comenzó a respiraragitadamente mientras escuchaba a su

subordinado. —¿Y qué dijo sobre la posibilidad dedesarrollar una vacuna efectiva? —Dijo que era prácticamenteimposible. Que la bacteria muta a unavelocidad asombrosa, su capacidad deadaptación es insuperable. Jamásdebería ser usada en un ambiente nocontrolado, o podría acabar con lahumanidad misma. William Sherman se levantó de manerasúbita y comenzó a caminar de un lado aotro muy molesto por lo que acababa deescuchar. —¿Qué hay de su colega?, ¿pudieronencontrarlo? —No, señor, no ha sido posibleencontrarlo. De acuerdo con los

archivos de la policía rusa, desapareciómisteriosamente hace más de cincoaños. Lo más seguro es que haya sidoasesinado por el servicio secreto ruso,aunque nuestras fuentes todavía nopueden confirmarlo. —¡Maldición! —gritó Shermanapretando los puños—. Entonces sólocontamos con uno de ellos paradesarrollar un medio de proteccióncontra el agente. —Me temo que así es, señor Sherman —¿Y está dispuesto a cooperar connosotros? —Yo no contaría con eso, señor —respondió el director de seguridad—.Desde el principio se negó a cooperar.Negaba toda relación con la existencia

del agente gris. Tuvimos que torturarloseveramente para conseguir lainformación. Ahora se encuentra enrecuperación bajo vigilancia médica.Podemos capturar a su familia si lodesea. Va a ser la única forma deasegurar su colaboración en el proyecto. —¡Háganlo de inmediato! —ordenóSherman—. Asegúrense de que sepa loque pasará con ellos si mantiene sunegativa de colaborar. Cuando se hayarecuperado físicamente, llévenlo a loslaboratorios y que empiece a trabajarenseguida. ¿Qué noticias tiene sobre laepidemia en Los Ángeles? —El pentágono ha negado todo accesode información a los medios. Según losdatos que obtuvimos de una fuente

interna, la enfermedad se expandediariamente. Cada día aparecen nuevoscontagios y parece que no hay forma defrenarlos. La enfermedad esabsolutamente mortal, al menos no setiene registro de ningún enfermo quehaya sobrevivido hasta ahora. Elejército y la guardia nacional mantienenla ciudad bajo la más estricta cuarentenay hasta ahora no se han reportado casosen lugares remotos. Sin embargo, pareceser que la epidemia avanza hacia otraspoblaciones cercanas a la ciudad. Elejército piensa que el contagio ha sidocontenido dentro de los límites delestado de California, pero es muy prontopara asegurarlo. —¿Qué hay del personal del servicio

secreto que acompañaba al presidente?¿Alguien más resultó contagiado? —Todos ellos, al igual que él,fallecieron en cuestión de días. —Bien, entonces continúenobservando de cerca la actividad de losmilitares en la ciudad y manténganmeinformado por una línea segura —ordenó Sherman—. Eso es todo por elmomento, pueden retirarse. Los tres hombres abandonaron laoficina al tiempo que Sherman regresabaa su escritorio y tomaba el teléfono parallamar a su secretaria. —Necesito que localicen al profesorMayer lo antes posible. Llame a loslaboratorios para que se comunique deinmediato con nosotros —ordenó

Sherman. Colgó el teléfono y se encaminó por elpasillo que separaba su oficina de sushabitaciones. Fue directamente albotiquín de medicinas para tomar unapíldora, que tragó con desesperación.Luego se aflojó el nudo de la corbata ycomenzó a respirar profundamente. La noticia sobre la expansión de laenfermedad en la ciudad de Los Ángeleslo había sacado de quicio. WilliamSherman era el tipo de persona quegustaba de tener todas las situacionesbajo su estricto control. Ahora estabaenfrentando una circunstancia totalmenteinesperada debido al engaño delprofesor Mayer. Había utilizado elagente gris para acabar con la vida del

presidente, confiando en que contabacon una vacuna efectiva, que sería capazde contener una epidemia potencial.Pero ahora la situación era diferente. Elprecio para acabar con su peor enemigohabía resultado muy alto. Él, al igual quetoda la humanidad, se encontraba amerced de un enemigo invisible queavanzaba implacablemente contagiandode muerte a cientos de seres humanos.Sabía que no podía perder más tiempo.Tenía que desarrollar un medio efectivode protección antes de que fuerademasiado tarde. Además, eraimperativo que el general Thompsonsellara herméticamente la ciudad de losAngeles para evitar que el contagio seextendiera más allá de sus límites. De

ser necesario, tendría que ordenar elexterminio completo de la poblaciónsobreviviente para evitar que la cepaamenazara con acabar a la humanidadentera. Sus nervios iban en aumento y cerrabacon fuerza sus puños. Tenía queencontrar una solución inmediata alproblema. Soltó un grito dedesesperación y golpeó con ambospuños la superficie del lavabo. Despuésse fue a su recámara, necesitabadescansar un poco en completa soledadpara no perder el control. Se recostó enla cama y se puso a respirarprofundamente. Una pequeña luzintermitente que provenía del teléfono allado de su cama llamó su atención. Miró

fijamente la luz por espacio de unossegundos para darse cuenta de que no seapagaba. “Y ahora qué demonios pasa”,pensó. Tomó el teléfono y escuchó lavoz de su secretaria. —Señor Sherman, lamento molestarlopero el helicóptero del generalThompson acaba de pedir permiso paraaterrizar. Llega tres horas antes de loesperado. Pensé que necesitaba saberlo. —Lo veré ahora —respondió Sherman—. Hágalo pasar tan pronto comoaterrice. William Sherman se dirigió de nuevoal cuarto de baño y se acomodó lacorbata, se lavó la cara y se arregló elpelo. Trató de relajarse respirandoprofundamente y volvió a su oficina a

esperar la llegada de Thompson. Suanticipado arribo a la junta no leauguraba nada bueno. Tenía que guardarla calma. No podía permitir que elgeneral se diera cuenta de la ansiedadpor la que atravesaba. Se sirvió un tragode escocés con hielo y lo apurósintiendo su fuerte sabor en la garganta.Se sentó en su escritorio y espero conpaciencia a que el general llegara.

Capítulo 5

El grupo de manifestantes se dirigíahacia el perímetro exterior del complejodel templo para entrar por la fuerza.Anya y Oren sabían que no tenían tiempoque perder, debían impedirlo a todacosta. —¿Cuál es la situación allá afuera,capitán? —preguntó Anya para evaluarla situación. —Los manifestantes están a punto de

llegar al perímetro de seguridad. Seencuentran armados y exigen a gritos quelos prisioneros les sean entregados. Porotro lado, un grupo más reducido depersonas se dirige a enfrentarlos.Parecen ser los familiares de losprisioneros que han estado visitándolos.En cuestión de minutos estallará laviolencia justo a la entrada delcomplejo. —Alerte a toda la guardia del templopara que se prepare a enfrentarlos.Recuerden que no deben lastimar anadie, sólo impedirles el paso. Nopodemos permitir que estos dos gruposse enfrenten, ni que los manifestantes seintroduzcan al complejo. ¿Qué más sabeal respecto?

—Se ha corrido el rumor de que elsenado planea sentenciar a muerte a losprisioneros —respondió el capitán—.Los familiares están enloquecidos yvienen hacia acá para impedir que se loslleven. —Bien, no perdamos más el tiempo.Dé órdenes a toda la guardia paracontener a los invasores. Nos veremosafuera y dispersaremos a la multitud. El capitán se marchó a toda prisa pordonde había venido y Oren se dirigió aAnya. —Ésta es una nueva maniobra delsenado para atacar al Gran Concejo. Eslógico que ellos organizaron a estegrupo de personas que se acerca y nodudarán en descargar toda su furia

contra los guardias. Seguramente elenviado del senador Túreck les estádando indicaciones de atacar ahoramismo. La situación se tornaba más tensa acada momento y Anya no podía soportarmás la presión. Tenía que evadir a losmiembros del senado para salir enapoyo de la guardia del templo. Elsenador Túreck, que había estadoconversando con sus allegados, seacercó gritándole de maneraamenazante. —¡Los prisioneros se irán connosotros ahora mismo de una forma o deotra! Su desacato a las leyes la llevarána enfrentar un tribunal, eso se loaseguro. Es la última vez que se lo digo,

¡entréguenos a los prisioneros ahoramismo! Anya no sabía cómo reaccionar antetal amenaza. Sabía que el senadorTúreck había orquestado el siniestroplan de ataque. Sus manos comenzaron atemblar. La multitud se acercaba alcomplejo y no podía perder más tiempo.En unos minutos habría más víctimas.Entregar a los prisioneros no era unaopción, pero tenía que tomar unadecisión. Miró de frente al senadorTúreck, que seguía amenazándola, y unaincontenible furia comenzó a surgir desu interior, entonces desenvainó suespada con un ágil movimiento. —¡Guardias! —exclamó Anyaapuntando con su espada al senador

Túreck—. ¡Arresten a este hombre! Éles el responsable del ataque al templo. Oren enmudeció mientras veía cómotres de los guardias del templo selanzaban contra el senador Túreck y losometían por la fuerza. Los otrosmiembros del senado reaccionaronsorprendidos por el atrevimiento deAnya y comenzaron a gritar injurias ensu contra. Luego avanzaron para atacar alos guardias que sometían al senadorTúreck tratando de liberarlo. Anya selanzó en su ayuda de un salto. Uno de lossenadores la vio aproximarse y seavalanzó contra ella aventándole unlibro que cargaba en la mano. Anya seagachó ágilmente evadiendo latrayectoria del objeto para luego

propinarle un golpe con la empuñadurade la espada justo en la nariz, queestalló en sangre. El senador saliódespedido hacia atrás quejándose dedolor. Anya se paró frente de los demásblandiendo su espada y les gritó conautoridad: —¡Todos ustedes, salgan del temploahora mismo o haré que los guardias losarresten! Ninguno de los senadores se atrevió aenfrentarla después de ver el tremendogolpe que le había asestado a uno deellos. Anya pidió a uno de los guardiasque llevara al senador herido a laenfermería, pero éste se negó a irlanzando injurias y amenazas.

—¡Pagarás caro por esto! —le gritó aAnya—. ¡Golpear y arrestar a miembrosdel senado! ¡Veré que tu cabeza cuelguepor lo que has hecho! —¡Usted es quien pagará caro por loque está haciendo! —le respondió Anyaacercándose a él con la espada en lamano—. Usted organizó a ese grupo depersonas para que vinieran a atacar elcomplejo. Y diciendo esto le apuntó con la puntade la espada directo al pecho. Elsenador Túreck no dejaba de insultarla.Anya lo miraba con una furiaindescriptible, se le acercó y su visiónse hundió a través de sus ojosescudriñándolo por dentro. Susintenciones se hicieron claras: el

senador Túreck estaba planeando acabarcon el Gran Concejo, Anya podíapercibir el odio que sentía por ellos. Elintenso desprecio que Túreck sentía porella hacía que el cuerpo le temblara. Losconcejales tenían razón, estaba aliadocon fuerzas oscuras para establecer sudominio sobre la gente. Ella y losconcejales eran ahora su principalobjetivo a destruir para llevar a cabosus planes. Túreck estaba tendiéndolesuna trampa y Anya sintió el peligro demuerte cernirse sobre ella y suscompañeros. Su instinto desupervivencia le decía que debía acabarcon esa amenaza en ese instante, así quealzó su espada para descargar un golpe,parecía como si se dispusiera a acabar

con su vida cuando, en un movimientosúbito, Oren llegó desde atrás paratomarla por los hombros y retirarla delsenador. Anya reaccionó sorprendida.Oren le ordenó que se alejaran a unadistancia discreta mientras los guardiasvigilaban a los senadores. —¿Te has vuelto loca? —le dijo Orenal tiempo que la alejaba de los presentes—. ¿Qué estás haciendo? ¡Cómo se teocurre amenazar de esa forma a esehombre! ¡Es el líder del senado! Anya bajó su espada y miró a Orendirecto a los ojos. Estaba agitada por laimpresión de lo que acababa de percibiren Túreck. —¡No es momento para que me des laespalda! —le gritó—. ¿Qué no ves lo

que está sucediendo? Ese hombre quieredestruirnos. Sus seguidores están a puntode atacarnos. Oren la tomó por los hombros. —¡Comprendo la situación, pero nopuedes juzgar tú misma a este hombre!Pensé que te disponías a asesinarlofrente a toda esta gente. El senado nuncate perdonará lo que has hecho. ¡Vas acausar una guerra civil con tus acciones!Tenemos que dejarlo ir. En ese momento el capitán de laguardia entró por el acceso lateral y sedirigió a ellos gritando. —¡La multitud ha alcanzado elperímetro exterior del templo, estáamenazando con romper la primera líneade defensa por la fuerza! Los guardias la

están conteniendo, pero la gente se estátornando más agresiva. ¡Estápreparándose para atacarnos! Oren y el capitán salieron corriendo atoda prisa al tiempo que Anya dabaórdenes a los guardias. —¡Aseguren las puertas y no permitanque nadie traspase estos muros!¡Mantengan a estos hombres vigilados yque nadie salga! Anya abandonó la sala rumbo alperímetro de entrada al complejomientras las puertas eran aseguradasdesde adentro. Más de trescientosguardias con escudos formaban una líneade contención frente a las murallas delcomplejo y otros trescientos se habíanformado sobre el perímetro exterior de

entrada para evitar que los dos gruposopositores colisionaran justo frente aellos. Estos últimos habían contenido elavance del grupo de los familiares delos prisioneros y ahora se preparabanpara enfrentarse cuerpo a cuerpo con losseguidores de Túreck. Anya pudoreconocer la figura de Oren y delcapitán alejándose del perímetro interiorpara reunirse con ellos; desde esaposición se encontraban expuestos alataque de los manifestantes, que estabana escasos cuarenta metros de la línea decontención. Aceleró el paso y, sinpensarlo, atravesó la línea de soldadosque custodiaba el perímetro interior yfue directamente con ellos. Oren, quehabía desenvainado su espada, la vio

aproximarse y le dijo: —¿Qué demonios haces aquí? Regresacon los demás guardias a vigilar laentrada. Vamos a repeler a los agresorespara que se dispersen y no puedogarantizar tu seguridad en este sitio. —¡No voy a regresar! —le respondióAnya con firmeza—. Vamos a hacer estetrabajo juntos. —¡Regresa de inmediato! —le gritóOren—. Anya hizo caso omiso y comenzó a darinstrucciones a los guardias. —¡Cierren la línea de defensa! ¡Quenadie pase por aquí! Contengan suavance con los escudos y derríbenlos,así romperemos su formación ydispersaremos a los demás.

Los guardias obedecieron deinmediato cerrando su posición al ponersus escudos uno contra otro formandouna línea hermética. Oren y el capitán observabannerviosos al grupo de agresores quehabía iniciado el avance hacia la líneade defensa, al parecer no se sentíanintimidados en lo más mínimo. Orenintuyó que algo extraño sucedía en elinterior del grupo agresor. De pronto unsujeto dentro de la multitud llamó laatención de Anya: vestía un traje decombate negro y lanzaba instruccionespara que la multitud avanzara, seencontraba detrás de las primeras filas.Un impulso la hizo abandonar la línea dedefensa y salir a campo abierto en

dirección a los agresores. Oren, queestaba atento a las acciones de ella, lasiguió. —¡Regresa a la línea! ¡Se preparanpara atacar! —Lo sé —respondió Anya y se detuvoen seco—, la Orden de los Doce los estádirigiendo, acabo de ver a uno de susguerreros dando órdenes detrás de lasfilas. Oren escudriñó rápidamente a lamultitud que avanzaba hacia ellos. Derepente, dos figuras vestidas en traje decombate hicieron su aparición, miraronfijamente a Anya y a Oren y lanzaronórdenes de ataque contra ellos. En esemomento un grupo de diez agresores selanzó a toda carrera, armados con

espadas. Anya no retrocedió, en lugar deeso se separó de Oren para dividir a losatacantes. La línea de defensa de losguardias reaccionó de inmediato paraprotegerlos. Cuatro sujetos fueron contra ellablandiendo sus espadas a lo alto. Anyatomó la suya con ambas manos y caminólateralmente al tiempo que recibía laembestida del primer agresor. Éste atacóde frente con un golpe de espada queAnya desvió con facilidad y en unmovimiento relampagueante giró sobresu lugar para propinarle un tajo lateraljusto en la parte posterior del muslo. Laespada alcanzó uno de los tendones dela pierna del atacante y éste cayó deinmediato.

El segundo agresor había visto elimpresionante movimiento que Anyahabía ejecutado y se detuvo antes deatacar. Ordenó a los otros dos atacantesque la rodearan, pero Anya ya seencontraba encima de él arremetiéndolo.El sujeto apenas pudo reaccionar pararepeler el ataque. Chocó su espadacontra la de ella y retrocedió dos pasos.Anya aprovechó su ventaja y en unmovimiento excepcional de su espada lepropinó un golpe directo sobre elantebrazo, desarmándolo sin mayorproblema. El atacante se tiró al suelogimiendo de dolor con el brazoensangrentado. Anya enfrentó a los otros dosagresores, que retrocedían. Uno de ellos

huyó en dirección a la multitud, el otrola atacó lanzando tajos laterales con suespada. Anya observó su movimiento ytomó su espada con ambas manos;esquivó la espada de su agresor,esperando su movimiento de regreso yjusto en ese momento chocó su armaponiendo todo el peso de su cuerpohacia adelante. La espada con la que laamenazaban se inclinó hacia abajo yAnya aprovechó para derribar al hombrecon un golpe en la cabeza que lo dejóinconsciente. Oren, que había enfrentado a los otrosagresores con ayuda de los guardias,llegó a donde ella se encontraba. Habíavisto sus golpes y estaba sorprendidocon la habilidad de ella para el combate

cuerpo a cuerpo. —¡Regresemos a la línea de defensa!—dijo él, al tiempo que algunosguardias se acercaban para protegerlos. —¡Tenemos que arrestar a esossujetos! —le respondió Anyarefiriéndose a los miembros de la Ordende los Doce—. ¡Ellos están dirigiendoel ataque! ¡Hay que romper sus líneas ycapturarlos! —¡No! —respondió Oren tajantemente—. Solamente queremos detener a losagresores. Se dispersarán en el momentoen que se den cuenta de que no puedenentrar al complejo. Si los atacamoshabrá una masacre. ¡Regresa deinmediato a la línea de defensa! Anya no se movía de su lugar y de

pronto un leve y agudo sonido,inconfundible, comenzó a resonaralrededor del perímetro de vigilancia.Anya y Oren sabían de qué se trataba yvoltearon hacia el cielo. El agudozumbido de los reactoresantigravitatorios reveló la llegada de unenorme transporte intercontinental quevolaba casi encima de ellos a bajaaltura, en dirección a la zona deaterrizaje del templo. Anya sintió unaoleada de emoción. Miró hacia elenorme vehículo y supo que a bordo seencontraban Dina, Dandu y el concejalKelsus. Sabía que en unos cuantosminutos llegarían al perímetro paraapoyarlos. El paso del enorme vehículo

enardeció más los ánimos de losagresores, y de repente una lluvia depiedras comenzó a caer sobre el lugardonde se encontraban. Anya y Oren seacercaron a los guardias para protegersetras los escudos mientras retrocedíanhacia la línea de defensa. De prontodecenas de piedras volaron por encimade ellos y una fue a impactarse en elhombro del capitán de la guardia. Suarmadura de combate lo protegióapenas, pues el impacto lo derribódejándolo tendido en el suelo y el gritode dolor no se hizo esperar. Anya se diocuenta de que ni ella ni Oren traíanpuesta su armadura completa, el traje deentrenamiento no iba a protegerlos demanera adecuada contra semejante

agresión. La lluvia de piedras no cesaba decaerles encima. Los proyectiles seestrellaban contra los escudos de losguardias, que se agachaban y trataban deprotegerse. Anya volteó en dirección alos agresores y vio cómo la línea frontalde los guardias empezaba a retrocederfrente a la lluvia de piedras. Buscó aOren y lo vio a un par de metrosayudando al capitán a levantarse. Orenles ordenó a dos guardias que loprotegieran con sus escudos mientras lollevaban de regreso al perímetrointerior. La situación se iba tornando máspeligrosa. El grupo agresor comenzaba aavanzar apoyado por la lluvia de

piedras que surgía detrás de ellos. Losguardias del templo retrocedían en líneaa medida que los impactos de losproyectiles conseguían herir a algunos.Oren miró a Anya y le ordenó de nuevoque corriera hacia el perímetro interior,pero ella no obedeció. En lugar de eso,alzó su espada y se separó de losguardias que la protegían con susescudos al tiempo que les gritaba atodos que mantuvieran su posición ypreparan sus escudos para cargar contralos agresores. Un proyectil voló por los aires a granvelocidad. Anya miró hacia el cielo ydistinguió una pequeña sombra que seaproximaba velozmente en su dirección.Dio un paso hacia atrás sin tener tiempo

para reaccionar y observó con terrorcomo el proyectil se impactaba contra supecho. Su espada voló por los aires.Sintió un agudo y sofocante dolor que lenubló la vista mientras su cuerpo sedesplomaba sobre el suelo. Orenobservó el tremendo golpe que Anyahabía recibido. Dejó su posición y sedirigió a ella. Envainó su espada y tomóa su compañera entre sus brazos. Anyaestaba inconsciente, el impacto la habíanoqueado por completo. Oren la cargósobre su hombro. Sin perder el tiempo,emprendió la carrera de regreso alperímetro de seguridad. Las piedrasseguían surcando los aires y Oren teníaque abrirse paso entre los guardias queretrocedían protegiéndose con sus

escudos. El peso del cuerpo de Anyadificultaba aún más la maniobra deevadirlos. De pronto, un guardia sedetuvo justo frente a él impidiéndole elpaso, Oren, con Anya sobre su hombro,volvió unos pasos atrás y trató derodearlo. Entonces se percató de que lalínea de defensa se había roto porcompleto y una estampida de guardiashuían despavoridos a su alrededor.Chocaron contra él, lanzando a Anya porlos aires. Oren cayó al suelo arrolladopor el impacto y el peso de más de tresguardias encima de él. Comenzaba desesperadamente aquitárselos de encima cuando se diocuenta de que los proyectiles habíancesado. Lo que vio enseguida hizo que

se le congelara la sangre. Una horda dehombres armados con espadas y lanzasse aproximaba a toda prisa. No habíatiempo para retroceder. A excepción deunos cuantos guardias que se levantabandel suelo y recogían sus escudos paraprotegerse, se encontraba casi solo yexpuesto al ataque. Los enemigos losiban a hacer pedazos en cuanto losalcanzaran. Buscó a Anya mirando hacialos lados y la encontró a unos metros ala izquierda. Aún yacía inconscientesobre el suelo. Ordenó a los pocosguardias a su alrededor que formaran uncírculo para protegerla, luegodesenvainó su espada adoptando unapostura de combate y enfrentó ladirección en que se aproximaban los

agresores. La adrenalina comenzó acorrer a través de su organismo. Cientosde hombres armados enloquecidos deira estaban a punto de alcanzarlo. Sintióel ritmo de su corazón estallar, sabía queno había escapatoria alguna y se preparópara luchar por su vida. No teníaoportunidad alguna de sobrevivir contracientos de atacantes. Miró con horrorcómo el grupo avanzaba hasta donde élse encontraba y volteó para mirar porúltima vez a Anya, inconsciente. Nuncase imaginó que morirían de esa formatan espantosa.

Capítulo 6

Un intenso color verde que se extendíaa lo largo del horizonte cautivó laatención de Kiara. Aquella inmensaplanicie resplandecía con luz propia y leregalaba una sensación de paz yarmonía. La ansiedad y el sufrimientoque la atormentaban en el albergue sedesvanecían a medida que ibaexperimentando esa nueva realidad queinundaba su campo de visión. Ahora era

dueña de sí misma otra vez y admirabaemocionada ese extraño mundo que seexpandía a su alrededor. Su cuerpovibraba con la impresión de encontrarseen un lugar donde el tiempo carecía porcompleto de sentido. Alzó la vista haciael cielo y un momento de confusiónatravesó su mente. ¿Dónde estaba ahora?Una fuerza desconocida trajo un emotivorecuerdo a su pensamiento: se hallaba enel mundo intermedio, como en aquellaocasión en que se había extraviado en laprofundidad de la selva, no le cabía lamenor duda. Todo su ser recordabaaquella extraña experiencia acontecidadurante sus días en el campamentoarqueológico. Su padre la había invitadoa acompañarlo en su viaje de trabajo a

la península de Yucatán, donde habíacomenzado a despertar conciencia deesa nueva realidad a la que setransportaba durante sus sueños. Kiararecordó la aterradora tormenta surgidade la nada en la playa y cómo había sidollevada hasta una extraña galeríasubterránea por un misterioso brujoindio. Toda la perspectiva de su vidahabía cambiado a partir de ese día. Elpoder que emanaba ese extraño lugarhabía hecho que su concienciadescubriera por primera vez el sueñolúcido, y ahora, esta fascinanteexperiencia que disfrutaba la conducía através de mundos maravillosos dondelas cosas cobraban vida por sí solas y secomunicaban voluntariamente con ella.

La imagen del imponente jaguar quecustodiaba la galería atravesó susrecuerdos. El enorme felino la habíavisitado durante sus sueños y habíaincluso logrado fusionar parte de suconciencia con la suya propia paratransferirle conocimiento sobre suspropósitos de vida y los de su especie.Desde entonces, Kiara sentía como siparte de la esencia del animalpermaneciera viva y latente dentro deella. Estaba convencida de que despuésdel terremoto, la forma en que habíamovido su cuerpo para evitar caer enaquella profunda grieta había sidoproducto de la fusión que susconciencias habían experimentadodurante su encuentro. Ahora el poder del

jaguar en su interior se manifestaba cadavez que se sentía ante un peligroinminente. En definitiva, el mundo en elque ahora se encontraba guardaba máspoder y misterios de los que su mentepodía siquiera imaginar. Actuando siempre con cautela, Kiarahabía empezado a ganar confianzadurante sus viajes a esos extrañosparajes, ahora sentía más control sobresí misma, y su capacidad de enfoquesobre lo que observaba había mejoradode forma notable. Con el tiempo habíatransformado su nueva forma de soñaren una práctica que enriquecía suconocimiento sobre los misterios de laconciencia humana. Kiara no perdiótiempo al verse de nuevo en ese sitio y

enfocó toda su atención en el momento,no quería perder detalle alguno de loque sucediera. Seguramente algúnelemento de ese mundo la había atraídohasta ahí para comunicarse con ellapero, ¿de quién se podía tratar? Miró elfirmamento buscando a las nubes parahablar con ellas como había hecho antes,pero el cielo se mostraba despejado.Kiara se sintió confundida por uninstante, levantó las manos para mirarsea sí misma y vio con alivio que esta vezsu ser se había materializado muyrápido. Entonces comenzó a caminarcomo lo había hecho en aquella ocasión,y ahora su cuerpo percibió algo extrañoy sumamente inusual en su forma deandar, como si ésa no fuera la forma

adecuada de desplazarse en ese lugar. Se detuvo en seco: a lo lejos pudodistinguir una enorme construcción quese alzaba majestuosa sobre una colinacercana y reconoció de inmediato eledificio. Algo en su interior deseóaproximarse a ese lugar paracontemplarlo de cerca y en ese mismoinstante se encontró justo enfrente de él.Se maravilló de haber ejecutado esedesplazamiento con sólo desearlo, erasimplemente increíble. Ese lugar estabaregido por leyes muy diferentes a lasque estaba acostumbrada en el mundo detodos los días. Se dirigió a la entradadel edificio con curiosidad y alacercarse pudo constatar que se tratabadel mismo sitio que había visitado con

anterioridad. Lo extraño ahora era queni la fuente ni las personas queconversaban en derredor se encontrabanahí. Pensó que quizás el anciano brujoque la había transportado hasta allá porprimera vez se encontraba cerca, buscópor la puerta de entrada, pero noencontró a nadie. Luego se detuvo ameditar un momento sobre lo que estabapasando. En ese lugar las cosasaparecían y desaparecían a voluntad, eraasombroso y sumamente inusual, pero nole incomodaba en lo más mínimo. Laexperiencia del sueño consciente era enverdad gozosa y no tenía motivos parasentirse alterada. Miró la brillantez delpaisaje a su alrededor y se dispuso adisfrutar de su experiencia en ese sitio.

El edificio seguía a sus espaldas yKiara volteó una vez más para admirarlode cerca. Sus inmensas puertas seencontraban cerradas, así que se acercócon cautela para ver si podía abrirlas,empujó con fuerza una de ellas y sedeslizó sin resistencia. Titubeó por unmomento, tal vez no era una buena ideainternarse de nuevo en esos dominiosincomprensibles para ella. Su memoria,presta, le advirtió cómo había sidosuccionada anteriormente a través delespacio mientras avanzaba por elpasillo. La imagen de la enormeguerrera de otro tiempo que habíaconocido se apareció en sus recuerdos yla paralizó en su sitio. Estuvo a punto devolver atrás, hacia la planicie, pero su

curiosidad era intensa, una fuerzaincomprensible la impulsaba a cruzaresos linderos, además deseaba más quenada en ese momento averiguar quiénera ese personaje. Tomó valor y cruzó la puerta con lafija idea de no adentrarse demasiado. Lagran sala interior se encontrabaexactamente en las mismas condicionesque recordaba de su primera visita. Ellargo pasillo que conducía a los salonesinteriores se extendía hacia la oscuridady, esta vez, Kiara lo fue recorriendo conmucha cautela. Definitivamente legustaba explorar ese lugar pero nodejaba de pensar en la mujer que lahabía perseguido hasta ahí. ¿Habría sidoproducto de su imaginación o realmente

ella existía en algún otro lugar deluniverso? Kiara llegó finalmente hasta el sitiodonde había discutido con aquella mujery vio unos hermosos sillones que lainvitaban a sentarse; miró a su alrededory, como no percibió nada extraño, sesentó en uno de ellos. La relajación quesentía allí era envidiable. A diferenciadel mundo cotidiano, ese lugar leproporcionaba una sensación de poder yseguridad como nunca antes habíaexperimentado. Tocó la exquisita teladel sillón y le vino a la cabeza unpensamiento completamente irracional:¿qué tal si podía flotar arriba de él?Sonaba a locura pero decidió intentarlo.Se concentró en la acción de suspender

su cuerpo en el aire y de repente seelevó sobre el sillón sin ningúnesfuerzo. La sensación de poder en suinterior se multiplicó pues comprendióque ese mundo le permitía realizar cosasque eran imposibles en el mundoordinario. Por su mente pasó la idea deque podría quedarse ahí el resto de suexistencia, disfrutando de ese poderinterior. Bajó despacio para volver al sillón yluego recorrió con la mirada la salagigantesca buscando algo más con quéintentar. Alzó las manos y se concentróen uno de los grandes jarrones queadornaban el salón, dirigió su intentopara moverlo de su sitio y el jarrónreaccionó de inmediato tambaleándose

sobre su lugar. Kiara estaba sumamenteemocionada con su nuevodescubrimiento y se preguntó entoncescuán grande podría ser su poder en esemundo, cuál sería el límite. En ese momento recordó cómo lamujer guerrera había hecho uso de suenorme poder para inmovilizarla. Suimagen había quedado permanentementegrabada en sus recuerdos: el extrañotraje que vestía y la forma en que sehabía conducido hasta ese lugar paraatraparla le habían resultadosorprendentes. El tremendo miedo que leprovocó la había hecho huir de supresencia. Nunca en su vida habíaconocido a un personaje tan singular, dehecho su mente seguía cuestionándose si

se trataba de una persona real o si habíasido simplemente resultado de suimaginación. No deseaba arriesgarseesta vez, si es que aquella guerrera erareal y ese lugar formaba parte de susdominios. Kiara se había vuelto a meterahí furtivamente, sin contar con supermiso, de seguro se molestaría alverla y la interrogaría de nuevo. Selevantó del sillón de un brinco puesconsideró que quizás era mejorretirarse. Empezó a caminar de regresohacia el pasillo cuando un sonido ladistrajo: dos grandes puertas queconducían a un salón contiguo se estabanabriendo. Kiara no se atrevía a moverse ymantuvo la mirada fija en el hueco que

se iba abriendo en la puerta. Una figuraemergió con lentitud en el salón. Kiarase estremeció, sus peores temores sehabían hecho realidad. La mujerguerrera había entrado al salón y sehabía percatado de su presencia en uninstante. Ambas se miraron fijamente yKiara retrocedió buscando la salida.

Capítulo 7

El ritmo de los tambores transportó laconciencia de Sarah de regreso hacia elsitio de poder donde la ceremonia sellevaba a cabo. La impresión de volvera su cuerpo comenzó a invadir su serconsciente. Abrió poco a poco los ojosy un rayo de sol se estrelló sobre suspupilas, deslumbrándola. Sarah se diocuenta de que empezaba a amanecer. Sucuerpo yacía sobre la suave arena de la

playa y el constante rugido de las olasbañando la costa captó la atención desus oídos. Se fue incorporando despaciopara apreciar los primeros rayos del soliluminando el horizonte, revelando lamajestuosidad del océano. A unosmetros de ella, el fuego centralcomenzaba a perder su brillo, opacadocon la llegada del supremo astro central.Se encontraba de nuevo despierta y sumente gozaba de un estado de calma ysilencio como nunca antes lo habíaexperimentado. Sus sentidos seagudizaban a cada momento, percibíalas imágenes y sonidos en torno suyocon una intensidad particular. Desde superspectiva, el mundo se presentaba anteella como una visión del supremo poder

de la creación desfilando ante sussentidos. El movimiento de las olas, elviento agitando las palmeras y la músicade los pobladores eran la manifestaciónde un universo en constante movimientoy evolución. A donde quiera que mirarao escuchara, nuevas impresionesinundaban su ser consciente. En esemaravilloso momento que estabaviviendo, nada permanecía estático.Todo a su alrededor exaltaba el flujoenergético de la creación, manifiesto enla infinita diversidad de colores yformas. Sarah comprendió entonces queestaba observando el mundo naturaldesde un estado de concienciaexpandida. Miró directo hacia el Sol que bañaba

el horizonte y el calor de su luz divinaencendió su rostro. Un hormigueo en suvientre le produjo la maravillosacomprensión de su carácter sagrado y lainvitó a seguir mirando de lleno haciaesa dirección. El resplandor inundó susojos y sintió que en ese momento toda suvida quedaba atrás. Intensos años deestudio e investigación daban paso a unnuevo sentido de existencia en el quepor primera vez podía sentir la íntimaconexión con el mágico mundo que larodeaba. Era una fuerza que la hacíaestremecerse de pies a cabeza. Los piesde Sarah se aferraban a la arena y elviento cobraba fuerza. Entonces seagachó para tocar el inmenso mundosobre el que existía. Tomó un poco de la

blanca arena en su mano y dejó que sefuera resbalando poco a poco a travésde sus dedos. Reflexionó sobre el hechode que ella sólo era un pequeño granode esa arena dentro de la majestuosidadde la creación. Era una diminutapartícula consciente que experimentabala inmensidad en derredor y que luchabaen todo momento por comprender elpropósito de su existencia. Salió de su ensueño y miró a sualrededor, todos sus compañeros habíanformado un círculo más compactoalrededor del anciano brujo y de losindígenas, que continuaban tocando lostambores. Elena Sánchez le hizo unaseña para que se aproximara. —Los músicos dan la bienvenida al

Sol con el ritmo de los tambores —ledijo Elena—. ¿Cómo te sientes? Sarah no sabía qué responder. El viajedurante el sueño y el despertar haciaotro estado de conciencia eran unaexperiencia tan maravillosa quesimplemente no existían palabras paradescribirla. —Me siento como si hubiera vuelto anacer dentro de un mundocompletamente distinto a lo que habíaconocido hasta ahora —respondió Sarahtratando de expresar lo que sentía. Elena Sánchez la miró y supo que elcactus sagrado había abierto su corazónhacia la percepción del vínculo queconectaba al ser humano con toda lacreación. Sarah era libre de percibir

más allá del egocentrismo creado por lasociedad a la que pertenecía. —Ésta es la forma en que las antiguascivilizaciones percibían y veneraban elmundo natural —le explicó Elena, quecomenzaba a mover su cuerpo al ritmodel tambor—. Sus ceremonias exaltabanla libertad de existir y experimentarestos momentos en completa unión conlas fuerzas de la creación. Para ellos, laconciencia de ser era considerada el donmás sagrado que nos fuera otorgado porel supremo creador. Dentro de suconocimiento, el sentir intensamente lasfuerzas del mundo que nos rodea era elcamino hacia la comprensión de losgrandes misterios. Sarah no podía estar más de acuerdo

con lo que Elena le decía. La forma enque experimentaba su entorno en esosmomentos era la única manera decomprender el carácter sagrado de lacreación, plasmado en el legado de loshombres de la antigüedad. Rafael la vioy se aproximó. —Estuviste durmiendo durante toda lanoche —le dijo—. El anciano nos dijoque en cuanto despertaras, todo iba a serdiferente para ti. Que el bastón de poderte revelaría la ruta de tu destino y porqué te encuentras aquí ahora. Sarah le explicó a Rafael que duranteel sueño había viajado más allá delespacio y el tiempo hacia un lugarcompletamente diferente al mundo deahora. Ahí había visto al hombre que

portaba el bastón, pero aún nocomprendía cuál era su relación conella. Rafael la escuchó con atención y luegoagregó: —También nos dijo que pronto nosrevelaría la historia de los guardianesdel secreto de la pirámide de Etznab yde los hombres que la construyeron. Los tambores siguieron resonando y depronto el anciano brujo se levantó parapedir a todos los presentes que miraranhacia el Sol. Luego pronunció unaoración a nombre de toda la humanidad,para que el mundo continuara existiendoy el ser humano saliera de esa era deoscuridad. Manifestó al espíritu de laselva la voluntad de todos ellos de

protegerla y de velar por el bienestar detodos sus hijos. Se dirigió al mar yprometió a nombre de todos querespetaría la limpieza de sus aguas y lalibertad de todos los seres que lohabitan. Se volvió hacia el cielo y pidióal viento que trajera de nuevo a lasnubes para que colmaran de bendicionesel suelo y la vida volviera a recuperar elequilibrio dañado por el ser humano.Por último besó la tierra y agradeció laoportunidad de seguir existiendo sobreella en ese maravilloso tiempo. Chak interpretó las palabras delanciano para los presentes y todos sesintieron conmovidos. Luego les pidióque tomaran asiento alrededor del fuego.El anciano brujo se sentó mirando al

horizonte y comenzó su relato: —Fue en la época de las grandespirámides, miles y miles de años atrás,en el tercer tiempo de la creación.Cuando los hombres dioses caminabanaún entre los mortales. Las cuatrodirecciones de la Tierra se unieron paradescifrar el conocimiento del universo yotorgárselo a toda la humanidad.Cuentan las antiguas leyendas que,habiendo encontrado la ruta hasta elárbol de la vida, los grandes de esetiempo ascendieron por él hacia losreinos celestiales de Itzamná, lugardonde alcanzaron el poder que loscondujo hacia la inmortalidad. Entoncesuna maravillosa época de paz, armonía ygran conocimiento del universo floreció

entre la gente. Treinta largos siglosdisfrutó la humanidad de este grantiempo de gloria, pero el giro deluniverso cumplió su gran ciclo paratraer de vuelta a Ahaltocob, señor deXibalbá y tercer amo del inframundo.Nuestro planeta, a través de su infinitoviaje por el universo, llegó hasta lafrontera de sus dominios y entoncesAhaltocob eclipsó al Sol para reclamarel tiempo de su nuevo reinado y traerconsigo de nuevo trece mil años deoscuridad y sufrimiento para lahumanidad. Las fuerzas de la oscuridadse alzaron entonces por todo el planetapara apoderarse del conocimiento yconsolidar su reinado sobre todapersona. Formaron grandes ejércitos y

usaron su magia oscura para cegar laconciencia humana y ejercer su dominiosobre todos los pueblos. Los inmortalessupieron que había llegado el tiempo develar por la supervivencia del supremoconocimiento que conduce a laconciencia, al reino de Itzamná.Entonces, utilizaron su gran poder paraesconderlo más allá del tiempo, puessabían que éste era el único lugar dondepodían ocultar la verdad de las fuerzasdel mal. Luego reunieron sus ejércitospara luchar por la supervivencia de laraza humana durante la época deoscuridad. Llegaron hasta este mismositio junto al mar y se hundieron en lasentrañas de la tierra para ocultar laverdad dentro de la pirámide de Etznab.

Luego cerraron para siempre su puerta,con la seguridad de que sólo ellos, consu poder, serían capaces de abrirlacuando llegara el tiempo del nacimientodel Sexto Sol. ”Las fuerzas de la oscuridadrecorrieron el planeta librando grandesbatallas en busca del conocimiento paraapoderarse de él —continuó el anciano,mientras todos escuchaban con atencióny Chak seguía traduciendo—. Cientos demiles de personas, cegadas por suambición, murieron en esas batallas porel control de los templos y ciudadesdonde se encontraba el legado de losgrandes hombres. Pero jamás pudieronencontrar la forma de emplear ocomprender su ciencia. Fue entonces que

decidieron destruir todo vestigio delconocimiento de los inmortales parasometer a la humanidad a la completaesclavitud. Donde quiera queencontraran vestigios del conocimientoantiguo, debían destruirlo, así como aaquellos que lo poseyeran. La mayorparte del conocimiento se perdió y muypoco sobrevivió hasta nuestros días.Pero el secreto de la pirámide de Etznabfue protegido desde el principio de laera oscura —aclaró—. Cientos dehombres de conocimiento llegaron através de los siglos desde todos losrincones del mundo para vigilar lapreservación de su legado hasta que secumpliera la fecha. Ese tiempo hallegado y ustedes son quienes albergan

la esperanza para el surgimiento de unanueva humanidad. Pero antes de quenazca el nuevo Sol, el ser humanoenfrentará su hora más oscura. Lasfuerzas del mal lanzarán plagas y loshombres lucharán para destruirse entreellos mismos. Algunos llegarán hastaaquí para tratar de apoderarse delconocimiento oculto en la pirámide deEtznab y otros tratarán de destruirlo. Suambición crecerá aún más y querránseguir ejerciendo su maldad y dominiosobre toda la humanidad. El planeta loscastigará con severidad por el daño quehan hecho y a fin de cuentas lahumanidad despertará. Entonces reinaráuna nueva conciencia y los sereshumanos tendrán una nueva oportunidad,

podrán comenzar de nuevo reparando eldaño causado y buscando de nuevo elcamino para retomar la ruta hacia supropia evolución o se hundirán porcompleto en la no existencia. Todos los presentes mirabanatentamente a Chak, que había terminadode interpretar las palabras del anciano.Entonces, Elena le dijo que ninguno deellos comprendía el conocimiento queguardaba la pirámide de Etznab y quetampoco sabrían cómo protegerlo si elmal tratara de destruirlo. —El conocimiento se revelará anteustedes —respondió el anciano—. Talcomo fue escrito, el bien y el malllegarán hasta aquí al final del quintotiempo. El espíritu de la selva protegerá

a aquellos que honren el conocimientode los ancestros y castigará a aquellosque sólo lo busquen por ambición. Elpoder de la pirámide fue desarrolladopara ayudar a los que vendrán a corregirel rumbo de la humanidad. Sólo a travésde este conocimiento será posible salirde la era oscura. Elena y José se miraron el uno al otro.Ambos estaban conscientes de que lahumanidad efectivamente había erradosu camino y ahora estaba pagando lasconsecuencias de todo el daño causado. —Pero... ¿por qué los señores delinframundo condenaron a nuestro mundoa miles de años de oscuridad? —preguntó José. —Los primeros seres humanos se

ensoberbecieron de su poder cuando aúnhabitaban los reinos superiores deItzamná —respondió el anciano—. Serebelaron contra la creación y violaronlas leyes del Kin, cegados por su podery su ambición. Por eso fuimoscondenados a sufrir en el inframundo.Los señores de Xibalbá sólo cumplencon su misión de mostrar al ser humanolo que sucede cuando no obedecen lasleyes de la creación. Aquellos quepractican el mal son condenados paratoda la eternidad, pero los quecomprenden y respetan las leyes de lacreación superan su misión y atraviesanel inframundo para volver a los planossuperiores, como lo hicieron los sabiosde la antigüedad.

—¿Qué es el Kin? —preguntó Rafael. —El Kin es la luz divina de laconciencia suprema que es proyectadahasta nuestro mundo por el padre Sol —explicó Chak, traduciendo las palabrasdel anciano—. Es la luz responsable dela creación. El Kin siembra vida yestablece las leyes que rigen nuestraevolución a través de los diferentesreinos de conciencia. Habiendo entendido a lo que serefería, Rafael preguntó si los señoresdel inframundo eran reales o solamenteuna representación mitológica de lasantiguas civilizaciones. —¿Cómo puedes dudar de suexistencia si aparecen ante tus ojostodas las noches? —le respondió el

anciano. —No entiendo a qué se refiere —lerespondió Rafael a Chak. El ancianoapuntó hacia el firmamento buscando laluna, que estaba punto de ocultarse en laluz matinal, y dijo algo en su lengua queChak tradujo de inmediato: —Él dice que esa enorme esferaceleste que llamamos Luna es uno de loswayob de los señores de Xibalbá, y quelos otros planetas también son loswayob de los amos del inframundo. Poreso tienen los nombres de los diosesdesde la antigüedad. —¿Wayob? —interrumpió Rafael. —Es como nuestros ancestrosllamaban a la contraparte de todos losseres vivos que habitaba el plano de los

sueños. Rafael quedó confundido con lo que elanciano decía. Sin embargo, sabía quelos nombres de los planetasrepresentaban a los dioses romanos,Mercurio, Venus, Marte, Júpiter,etcétera, cuya mitología les había sidolegada por los antiguos griegos. Elmundo antiguo los había nombrado asíporque también los consideraba comodioses. —Los griegos y los romanosconsideraban a los astros como seressuperiores porque sabían muy poco deciencias —explicó Rafael—. Ahorasabemos que en realidad se trata deplanetas como la Tierra, que giranalrededor del Sol.

Chak tradujo las palabras de Rafael alanciano y luego éste se dirigió a él. —Tú los consideras como planetasporque eso es todo lo que la limitadavisión humana puede ver. Los hombresde conocimiento, en cambio, tienen elpoder de viajar a diferentes reinos deconciencia para observar la verdaderanaturaleza de las cosas —le contestó elanciano—. No podrás comprender elconocimiento sagrado mientras teempeñes en pensar que sólo lo que ventus ojos es lo que existe. De igual formapensaste que el códice de tu antepasadollegó por casualidad a tus manos, peroel mundo no funciona así. Existe unorden superior donde nosotros, los sereshumanos, somos tan insignificantes como

lo es para ti una partícula de polvo. Poreso no te diste cuenta de que te estabaentregando el bastón para que llegara ala persona elegida a través de ti. Rafael reflexionó sobre las palabrasdel anciano y de pronto se dirigió aChak diciendo: —Un momento, ¿quiere decir que élsabía que su bastón de mando acabaríaen manos de Sarah y aun así lointercambió conmigo por mi cuchillo decacería? —Por supuesto que lo sabía —respondió Chak mientras él y el ancianoreían—. Dice que tú posees muchodinero para comprar todos los quedesees. Sin embargo, como no quisisteregalárselo y él no tiene dinero alguno,

ésa era la única forma de obtenerlo. Sarah se rio de la habilidad delanciano para salirse con la suya. José ylos demás se burlaron de cómo Rafaelse había sentido triunfante con eltrueque. Ahora comprendían por qué elanciano había entregado su bastón depoder a un completo extraño. Rafael se quejó de que había sidoventajoso con el trueque y todos serieron aún más. El anciano le prometióque encontraría la forma decompensarlo. —El bastón de poder ha pertenecido amuchos hombres de conocimiento porgeneraciones —continuó Chak,interpretando al anciano—. Ese cetroperteneció a los antiguos Ah Kin, que

eran aquellos cuya conciencia habíasido iluminada por el Sol. Todos elloshan resguardado por siglos el secreto dela pirámide de Etznab y el poder quecontiene. Ahora es el turno de Sarah. —¿Por qué la llaman pirámide deEtznab? —preguntó Elena. —El universo está dividido en mundosque se encuentran reflejados el uno alotro como si fueran imágenes de unespejo —explicó el anciano poniendosus manos una frente a otra—. El serhumano, al igual que todo lo que existeen este mundo, refleja parte de suconciencia de ser en ese otro mundoparalelo. Nuestro cuerpo y esa partereflejada que los antiguos mayasllamaban el Wayob, representan la

totalidad de lo que somos. Nuestraconciencia se desplaza con libertadentre ambos reinos mientras dormimos yasí es como experimentamos la dualidaddel universo, a través de nuestro wayobmientras soñamos. Pero la fijación queel mundo material ejerce sobre nosotroses tan fuerte que olvidamos nuestra otraparte, la que habita en un reino superior.Los rituales sagrados sirven paradespertar esa parte de nuestraconciencia que se encuentra dormida. Lapirámide de Etznab tiene el poder detransportar de inmediato la concienciadel ser humano hacia ese mundoreflejado. De ese modo, nuestraconciencia empieza a experimentar ycomprender las leyes que rigen ese otro

reino de percepción. A través de esepoder fue que los antiguos hombresencontraron la ruta hacia los reinossuperiores de Itzamná y alcanzaron lainmortalidad. —¿Cómo fue que él llegó a serguardián del bastón de poder? —lepreguntó José a Chak. —Él me platicó que su espíritu jaguarllegó desde el día de su nacimiento paraavisar a sus padres que había sidoelegido para esa tarea —respondió Chak—. Sus padres no lo comprendieron yahuyentaron al jaguar, pero cuando élcreció abandonó su pueblo para ir en subusca. Dice que se aparecía en sussueños todas las noches y lo llevaba arecorrer la jungla junto a él y, cuando

finalmente creció, lo llevó a conocer lagalería subterránea de la pirámide. —Ésta si que es una historia fantástica—dijo Rafael. —¿Ese es el origen de su nombre? —le preguntó José. —Sí. Sus padres lo llamaron Macario,pero su verdadero nombre es TuwéTækarikû, que en nuestra lengua se diceBalam Acab y quiere decir “jaguar de lanoche”. Su espíritu aliado se lo reveló.Todos le llamamos simplemente Tuwé.Llegó a nuestra comunidad hace muchosaños y ahí recibió el bastón de poder, demanos de uno de los ancianos chamanesde nuestra tribu. Chak explicó a todos que TuwéTækarikû hablaría personalmente con

cada uno de ellos. Si deseabanpreguntarle algo en relación con supresencia en ese lugar, ése era elmomento. Todos se levantaron a estirarlas piernas y los primeros en hablar conél fueron Daniel y Elena. Después deexplicarle el desequilibrio que estabasufriendo el eje de rotación de la Tierray los terremotos que estaban ocurriendoalrededor del planeta, le preguntaron: —¿Qué va a suceder con nuestromundo? Chak interpretó al anciano: —Dice que la clave para conocer eldestino de la humanidad se encuentracifrada en el códice. El reinado deAhaltocob está por terminar y prontonacerá el nuevo Sol. El códice muestra

que nuestro tiempo se encuentra atadopor la voluntad de los dioses. Existe unconflicto entre las dos grandes fuerzasde la creación, y el mal deberá sererradicado para que una nueva épocasea posible. Pero la maldad no se irápor sí sola, seguirá existiendo en elcorazón de la gente si no es guiada haciala verdad. Los siguientes en preguntar fueronJosé y el doctor Jensen. —¿Qué hay de mi hija y la familia deJosé? ¿Cómo podemos traerlas a salvode regreso? —preguntó él. El anciano hizo una pequeña pausa yluego habló: —Tu hija fue traída hasta aquí para unpropósito superior. Cuando la encontré

en la playa, no podía entender qué era loque hacía ella aquí, en este sitio depoder. Percibí el brillo de su concienciapero no era ella a quien yo esperaba. Tuhija es muy joven todavía y suconciencia no ha despertado aún deltodo. No conoce los designios de sudestino, así que le dije que regresara alcampamento, pero mi presencia laasustó demasiado. No sabía cómovolver con ustedes y comenzó a correrhacia la selva sin rumbo alguno. Miespíritu protector tuvo que rescatarla.Tuve que llevarla hasta la pirámide paraescapar de la tormenta. Allí suconciencia despertó de inmediato yllegó hasta el mundo intermedio. Laseguí hasta allá y supe de quién se

trataba: ella porta la insignia de uno delos mensajeros del tiempo y fueseleccionada por el jaguar para cumplircon una misión. El espíritu de la junglaes su aliado al igual que todos losanimales que la habitan. Su poderpersonal la dirigió hasta aquí ese díapara conducirla hacia el despertar de suconciencia. —Yo traje a Kiara hasta este lugar esedía —exclamó José—. Ella solamentequería venir a nadar. Nunca pensé que leesperara un encuentro con el destino. —Las encrucijadas del destino llegansiempre de forma inesperada —respondió el anciano. —Disculpe, pero no entiendo quésucede —respondió el doctor Jensen

mientras José escuchaba sorprendido—.Tiene que haber un error. Mi hija no esquien usted cree. Ella es solamente unachica que pertenece a la ciudad. Desdela pérdida de su madre, todo lo que haconocido es el sufrimiento. ¿Cómopuede decir que el espíritu de la junglaes su aliado y que fue seleccionada parauna misión? —No hay ningún error —respondió elanciano—. Tú no conoces bien a tu hijaporque has vivido todo este tiempoencerrado en el dolor de haber perdidoa tu esposa. Ella es muy diferente a loque tú crees que es. Ella habla con lanaturaleza y sueña con las estrellas en lanoche. No le gusta vivir en la ciudadpero ése fue el lugar que tú escogiste

para ella. Su destino es grande einexplicable para ustedes, al igual que elde Sarah. Tu hija no llegó aquí porcausalidad, ella fue escogida paracompletar una misión superior dentro denuestro tiempo. La jungla es su dominio.Cuando ella despierte, comprenderá lamisión que le fue asignada y llevará elmensaje de los primeros padres a todala gente. Ellos serán los encargados deguiar a la humanidad lejos del dominioque ejercen los seres del mal. Estabaescrito que cuando ella llegara al mundofísico, sería sometida a las más duraspruebas de dolor y sufrimiento queexisten para demostrar que es capaz deportar esa insignia superior. Tu hijallegó a la aldea y durante la ceremonia

observó el destino de la humanidad. Ellasufrirá en carne propia este destino paracomprender el error en que lahumanidad ha caído. Entonces la Tierramisma hablará con ella para que sepaqué es lo que debe hacer. Nosotros nopodemos intervenir en su misiónpersonal. Sólo podemos ayudarla aenfrentar su camino con valor. El doctor Jensen no podía creer lo queestaba escuchando. En el fondo seguíapensando que el anciano habíamalinterpretado su encuentro con Kiara.Luego recordó el extraño sueño que suhija le había narrado, en el que ellaaseguraba haber viajado al mundointermedio. Ni siquiera le había hechocaso, pensó que se trataba de una simple

alucinación. Pero en una cosa el ancianotenía razón. Hacía años que vivía presadel dolor de haber perdido a María y nole prestaba atención a su hija. —¿Qué ha sucedido con mi esposa?—le preguntó él—. Hace años quedesapareció y la pirámide de Etznab mereveló que ella aún sigue con vida enalgún lugar. —Tu esposa fue hecha prisionera porseres de gran maldad en un mundo deoscuridad y dolor. Aquellos como tú queacompañan a los elegidos comparten eldolor al que ellos son sometidos. Si tuesposa no ha vuelto por sí misma, esporque se encuentra impedida dehacerlo. —¿Entonces qué sucederá con ella?

—preguntó el doctor Jensen—. Hacemás de seis años que desapareció y nosabemos dónde buscarla. —Si tu intención de encontrarla esfirme, ella aparecerá. Pídele al espíritude la jungla que te revele el lugar dondese encuentra y éste lo hará. Entoncesustedes tendrán que ayudarla. José y el doctor Jensen se retirarondespués de agradecerle al anciano suspalabras. Los siguientes en venir fueronel teniente Mills y sus dos soldados.Chak se sorprendió al verlos. Hastaahora se habían mantenido al margen detodas las conversaciones. —Nosotros todo lo que deseamossaber es de qué lado debemos estar —preguntó Mills—. Unos dicen que

debemos vivir en paz y los militaresdicen que debemos seguir luchando. Adonde quiera que vamos, los localesdicen una cosa y los militares otra. Elmundo que vivimos es así, toda la gentese la pasa discutiendo y peleando. Losunos siempre quieren dominar a losotros. Nadie está conforme con lasociedad. Llegamos a la conclusión deque realmente no sabemos quién tienerazón aquí. Nosotros somos soldados yno sabemos qué hacer. Chak le tradujo la pregunta a Tuwé yeste respondió de inmediato. —El anciano dice que ustedes son elbrazo fuerte de la justicia —les dijoChak—. Que pronto se verán obligadosa tomar difíciles decisiones sobre a

quién deben escuchar. Su labor será lade proteger el conocimiento que daráesperanza a una nueva humanidad.Simplemente escuchen la voz de suconciencia y cuando llegue la horasabrán que hacer. La última en llegar fue Sarah Hayes.Traía el bastón de mando en su manoderecha y su conciencia aún percibía elmundo de una forma verdaderamenteextraña para ella. El anciano le pidióque se sentara junto a él. —Llevar el bastón de poder en tusmanos representa una granresponsabilidad —le explicó el anciano—. Una responsabilidad que puedesaceptar o rechazar. Eso dependerácompletamente de ti. Es necesario que

conozcas los riesgos que esto representano sólo para ti, sino para toda la genteque te rodea. —No entiendo por qué llevar estebastón representa un riesgo paranosotros —respondió Sarah. El anciano la miró fijamente y le pidióque lo escuchara con atención. —A través de los siglos, fuerzasoscuras han luchado para apoderarse delconocimiento de los grandes sabios.Este conocimiento forma parte de unorden superior y muchos portadores delbastón murieron para evitar que el maltuviera acceso a ese gran poder. Lamuerte acecha en todo momento a loselegidos por razones que tú aún nopuedes comprender.

Sarah le pidió al anciano que leexplicara por qué le decía eso. Él lerespondió que no tenía caso hablar deeso porque ella no lo iba a creer detodas formas. Sarah insistió y el ancianole dijo que lo que estaba a punto derevelarle no debía alterar su juiciosobre la responsabilidad que le habíasido encomendada. Luego continuó: —Nuestro tiempo se encuentra atadoal conocimiento de los grandes hombresporque ellos desafiaron las leyes deluniverso con su ciencia. Las leyendasdicen que fue el último intento parasalvar a la humanidad de su completadestrucción y que su tiempo quedó atadoal nuestro por mandato de las fuerzassuperiores de la creación. Los amos del

inframundo se reunieron cuando vieronque las fuerzas de la oscuridad luchabanpor apoderarse del conocimientosuperior, y no podían permitirlo. Elhombre ya había sido condenado a losniveles inferiores del inframundo por susoberbia y ahora intentaba una vez másrebelarse ante la creación. Entoncesordenaron a Ahaltocob que antes de queesto sucediera, debía hundir parasiempre a la especie humana en elúltimo nivel del inframundo para evitarque hicieran uso de este gran poder. Elser humano sería condenado entonces adejar de existir luego de que cumplierasu condena en ese lugar. Pero la pérdidade la especie humana causaría un grandesequilibrio en nuestro mundo y al final

arrastraría incluso a la mismaconciencia de nuestro planeta hacia lano existencia. El espíritu de la madreTierra apeló esa decisión ante el padrecreador, Kinich Ahau, para no sufrir eldestino decretado por la desobedienciadel ser humano. Entonces los amos delinframundo tomaron posesión de loswayob de todos los planetas para hacervaler su juicio sobre el ser humano.Exigieron al padre creador que loscastigara definitivamente por su gransoberbia y su gran maldad en contra delos demás hijos de la creación. Pero elpadre creador vio cómo los grandeshombres de la antigüedad habían libradola ruta del inframundo y buscaban darleuna nueva oportunidad al ser humano,

así que decretó que su tiempo quedaríaatado a la llegada del amanecer estelar yentonces se decidiría el juicio de lahumanidad. ”El espíritu de la Tierra, al verserodeado por los amos del inframundo,pidió al padre creador que ayudara a losgrandes hombres a proteger suconocimiento de las fuerzas oscuras —prosiguió la explicación, que Sarahatendía con suma concentración—.Entonces el padre creador le pidió queescogiera entre sus hijos al indicado develar por la supervivencia de aquellosque mantendrían al conocimiento lejosde las fuerzas del mal. El espíritu de laTierra escogió de inmediato al jaguarporque el es el animal más poderoso de

la selva. El padre creador concedióentonces al jaguar el poder de portar unainsignia superior de conciencia en suwayob, la cual reflejaría la luz divina dela creación y tendría el poder de guiar alos seres humanos hacia la verdad. Eljaguar utilizaría entonces esa insigniapara elegir entre los hombres a aquellosque protegerían el conocimiento hasta eldía del juicio final. Sarah se encontraba impresionadaescuchando todo lo que el ancianodecía. Luego se dio cuenta de que habíatenido razón en un principio: ella nopodía creer que él estuviera hablando enserio sobre una antigua leyenda. Pero elanciano creía fielmente en la veracidadde la historia.

—Pero si el jaguar protege a loselegidos, entonces, ¿por qué debemostemer? —preguntó Sarah. —El poder de los amos delinframundo es infinitamente superior aldel jaguar —le respondió el anciano—.Ellos miraron a través del tiempo yemitieron su juicio sobre la humanidad.Ahora están esperando que se cumpla ypara ello han destruido a la mayor partede los elegidos para portar el bastón,incluso al jaguar. Por varios siglos losindígenas lo han tratado de protegercontra los hombres que vienen a cazarlosólo por el placer de matarlo. Ya quedanmuy pocos en esta selva. El anciano le platicó luego que elanterior guardián de la pirámide había

sido asesinado cobardemente y que loschamanes de la tribu habían depositadoel bastón en el interior de la pirámidepor muchos años hasta que él llegósiendo todavía muy joven. Entonces unode los chamanes le entregó el bastón y leexplicó la responsabilidad que habíaadquirido, pero él no le creyó en unprincipio. Desde ese momento su vidahabía sido en extremo difícil. Habíaestado huyendo la mayor parte deltiempo y cuando regresó a su comunidadse enteró de que sus padres habíanmuerto en un terrible accidente. Volvió ala selva varios años después y hastaentonces comenzó a aprender lasleyendas transmitidas por los ancianosde la tribu. Comprendió el peligro que

representaba su misión y decidióaceptarla. Su espíritu protector le dijoque si quería vivir para cumplir con sumisión, no debía volver a salir de laselva. Entonces el espíritu lo llevó haciala pirámide de Etznab, desde donde suconciencia empezó a viajar a través delos reinos superiores. Su conocimientocreció y pronto supo que la experienciaen el mundo físico era en verdad unsimple sueño para nuestra conciencia yque su ser inmortal habitaba en un planosuperior que era revelado a través delpoder de la pirámide. Comprendióentonces que el ser humano necesitabadespertar hacia esta realidad para darsecuenta del daño que estaba causando nosólo al planeta, sino a sí mismo y a

todas las criaturas existentes. Los añostranscurrieron y entre más viajaba por lajungla más se percataba de que elhombre seguía dañándola por suambición. Un día el jaguar le reveló que eltiempo se acercaba para que llegara elpróximo elegido, que en esta ocasiónsería una mujer. Esperó por años y añosa que llegara pero nunca apareció.Después pensó que las fuerzas de laoscuridad habían acabado con ella. Elnacimiento del Sexto Sol se acercaba yella no aparecía. El día de la tormentarecibió un augurio por parte de la junglay vino a buscarla hasta este sitio depoder. En su lugar encontró a Kiara.Algo estaba sucediendo y él no podía

entenderlo. Ya había perdido toda laesperanza cuando el jaguar le reveló queella por fin había llegado y que la habíavisto cara a cara en el interior de lagalería, pero que su conciencia seencontraba dormida. Necesitaba tenerconsigo el bastón para poder despertar. Sarah recordó cómo el jaguar se lehabía acercado dentro de la galería laprimera vez que todos estuvieron dentroy comenzaron a experimentar sueñoslúcidos y viajes de conciencia. —¿Fue por eso que el jaguar no mehizo daño dentro de la pirámide? —Mi espíritu aliado te reconoció deinmediato y vino a advertirme de tullegada —le respondió el anciano—. Tuconciencia porta la insignia de Balam

Quitzé, el tigre de la risa dulce, y lamisión de revelar al mundo el poder dela pirámide de Etznab formaba parte detu destino desde hace muchos siglos. A tite será revelado el poder que guarda lapirámide y que deberás emplear en biende toda la humanidad. Todo elconocimiento que has acumulado a lolargo de tu vida te fue otorgado para quellegaras a comprender los principiosfundamentales de la creación. Sisobrevivimos este tiempo, la humanidaddependerá de ese conocimiento paraseguir adelante. —Pero yo no comprendo las formasdel conocimiento de las antiguascivilizaciones —respondió Sarah—. Mimente tiene un razonamiento científico

muy diferente. Ni siquiera puedo creerque me encuentre ahora aquí,escuchando todo esto. —Yo me sentí de igual forma que túcuando abandoné mi pueblo siguiendo lasenda que el jaguar me había mostradohasta este lugar —le explicó el anciano—. Era más joven que tú y nocomprendía absolutamente nada. Todo loque sabía era que tenía que llegar a estelugar por algún propósito. Los chamanesde la aldea me encontraron y meexplicaron por qué había venido aquí,tal como yo te lo explico a ti ahora.Ellos me instruyeron en el conocimientoy las leyendas de los antiguos hombres.Me enseñaron a medir el movimiento delos astros y me guiaron hacia los reinos

superiores de Xibalbá. Ellos hanconservado su conocimiento luchandopor años contra la adversidad, lapobreza de su pueblo y todo tipo dehombres malvados que llegan a la selvacon el propósito de explotarla. Ellos terevelarán todos los secretos que poseendel antiguo conocimiento una vez quehayas aceptado tu misión. La decisión deaceptar el bastón de mando escompletamente tuya, nadie debe influirtepara que lo hagas. La hora más oscurade la humanidad se acerca y debemosproteger el sitio de la pirámide a todacosta, porque cuando el nuevo Solnazca, la humanidad necesitará de eseconocimiento para reparar todo elperjuicio que ha causado.

Sarah comprendió que el ancianoestaba hablando en serio, pero no sabíaqué responder. Después de que ensueños había experimentado el viaje deconciencia, ya no se sentía segura denada. Era necesario analizar con calmala situación. Por último, el anciano ledijo que, si aceptaba el bastón, loschamanes de la tribu hablarían con ella yla iniciarían en la práctica delconocimiento antiguo. Por ahora debíaconservarlo para que la guiara acomprender los designios de su destino. La ceremonia culminó y todos sedespidieron para volver al campamento.Chak le dijo que estarían en contactocon ella y que pronto la visitarían paraconocer su respuesta.

Capítulo 8

La puerta de la oficina de WilliamSherman se abrió para dar paso algeneral Thompson, cuyo duro semblantereflejaba una clara preocupación en surostro. Sherman lo observó aproximarsea su escritorio. Venía cargando unpesado maletín de metal en la manoderecha. Lo saludó con formalidad y deinmediato sintió su mirada inquisidoraal tiempo que le devolvía el saludo

escuetamente. —Llegas antes de lo previsto —ledijo Sherman—. ¿Algún problema enWashington? —Un serio problema —respondió elgeneral con tono seco mientras loobservaba fijamente—. No deberíasorprenderte. Ya sabes lo que sucede. —¿A qué te refieres? —preguntóSherman poniéndose a la defensiva. —¿A qué me refiero? —le respondióThompson con ironía—. La ciudad deLos Ángeles parece ser un campo deexterminio. La maldita enfermedad quesoltaste está acabando con la población.Ayer se registraron doscientos cuarentanuevos casos. Los campamentos derefugiados ya estallaron en violencia.

Los CDC en Atlanta no paran depresionar al pentágono, quieren saber dequé demonios se trata. Nunca antes sehabía registrado una epidemia tan mortalen el planeta y lo peor es que seencuentra en nuestro país. ¡Aquí mismo,maldita sea! Te advertí de que nopodíamos usar el agente gris paraliquidar al presidente. El asunto ya llegóal congreso y se están iniciando lasinvestigaciones. Tengo un citatorio parapresentarme mañana a rendirdeclaraciones, Washington quiere sabercómo vamos a detener esa amenaza. —Tienes que negar todo conocimientode la epidemia —exclamó Sherman—.Culparemos a un grupo terrorista.Elaboraremos un plan para sembrar

evidencia. Eso distraerá al congreso. —Ése no es el mayor problema queenfrentamos, y lo sabes perfectamente—respondió el general apuntándole conel dedo índice—. La enfermedad estáfuera de control. Se trata de un asunto devida o muerte en el que no hay espaciopara errores. Necesitamos que Mayercomience a aplicar la vacuna a todo elpersonal que se encuentre expuesto en laciudad y a los mismos refugiados. Deotra forma el contagio se puede extendera todo el país. —¿Y cómo piensas explicarles a lospolíticos que tenemos una vacunaespecialmente diseñada para ese agente?—preguntó Sherman—. ¡No seasestúpido! Se darían cuenta en el acto de

que nosotros liberamos esa bacteria.Además, hay algo que aún no sabes. —¿De qué se trata? —preguntóThompson con impaciencia. —Mayer nos traicionó. La vacuna queposeemos no funciona contra el agente. —¡Maldición! ¿Quién te dijo eso? ¿Yarealizaron las pruebas del laboratorio? —Mayer nos engañó desde elprincipio. Obtuvo la bacteria sabiendoque la vacuna no sería efectiva pormucho tiempo. Uno de los científicosrusos que la desarrolló se encuentra ennuestras manos y lo confirmó durante elinterrogatorio. El general Thompson miraba aSherman con una rabia indescriptible. —¡Te das cuenta de lo que has hecho!

—le gritó—. Estamos indefensos encontra de esa maldita bacteria. Teadvertí de lo que podía suceder si lautilizabas. ¿Qué demonios vamos ahacer ahora? William Sherman observaba al generaltaladrándolo con la mirada mientras éltrataba de contener sus emociones. —Tienes que sellar la ciudadherméticamente. Nada entra y nada salede ese lugar. Ése es el único medio dedefensa que tenemos por el momento. —¡Tenemos personal médico y de laguardia nacional asistiendo a losrefugiados mientras la enfermedadarrasa con la población! —gritóThompson—. ¿Cómo demonios les voya decir que ahora ellos tienen que

permanecer en ese lugar hasta quemueran? —¡Miente, maldita sea! —respondióSherman gritando—. La enfermedad va aacabar con todos en ese sitio. Van amorir y eso es precisamente lo quenecesitamos. Cuando el congreso se décuenta de que la epidemia está fuera decontrol, ellos mismos ordenarán alpresidente la destrucción completa de laciudad. Todo lo que debes hacer porahora es contener a los refugiados. Nopermitas que nadie salga de ahí y elasunto se arreglará por sí solo en un parde semanas. —El congreso nunca ordenará ladestrucción completa de la ciudad. ¿Tehas vuelto loco?

—¡Son condenados a muerte! —exclamó Sherman calculadoramente—.No pretendas fingir que te importa esagente. Ellos ya están muertos de todasformas. Tienes que recomendar alcongreso que extermine esa bacteriaantes de que el contagio se extiendafuera de la ciudad. Medidas extremaspara situaciones extremas. Así es comofuncionan las cosas en nuestro mundo.No existe otra solución. —¿Acaso has perdido el juicio porcompleto? No puedo hacer esarecomendación al congreso —respondióel general, claramente sorprendido conla propuesta—. Se trata de genocidio demiles de personas inocentes. Esimposible. Ésa no es la solución. El

congreso me tildaría de psicópata.Tenemos que seguir los protocolosinternacionales para aislar a losenfermos, como se hace para combatirtodas las pandemias. Los mantendremoscompletamente aislados. Ya hemosinstaurado leyes marciales en la ciudadpara asegurarnos de que así sea. —Tus medidas no servirán de nada —respondió Sherman agitando su manoderecha en un gesto de desprecio—.Sólo alargarán la agonía de esosdesgraciados. Pero ésa es tu decisión.Por lo pronto, forzaremos al científicoruso para que desarrolle un tratamientoeficaz contra esa amenaza. Prontotendremos una vacuna efectiva, ya loverás.

—Yo no estaría confiado en eso —repuso el general Thompson—. Lasituación es mucho más grave de lo quepiensas. Ese maldito agente es unaaberración genética y lo sabes de sobra.El profesor Mayer nos lo advirtió. —Ese maldito es el único culpable delo que sucede —se sulfuró Sherman—.Con una vacuna efectiva no estaríamosatravesando por esto. Va a pagar caropor su traición. —Tenemos que consultar con él laforma de acabar con el agente gris antesde que la situación se salga de nuestrasmanos. Mayer ha estado trabajando conesa cepa por años. Nadie la conocemejor que él. Tiene que existir un mediopara combatirla.

Sherman se levantó de su escritorio ycomenzó a caminar por toda la oficina.La situación era en verdad alarmante. Laepidemia podía salir de la ciudad deLos Ángeles si no adoptaban medidasextremas para combatirla. Ahora sepreguntaba cómo iba a lograr deteneresa amenaza y continuar con sus planes. El débil parpadeo del aparatocomunicador de Sherman interrumpió sureflexión. Sherman tomó el auricular. —Tengo al profesor Mayer en la líneasatelital —le dijo su secretaria. —Transmítame su llamada —leordenó Sherman—. Y pídale al profesorque utilice la videocámara. Quiero verlomientras conversamos. Sherman informó a Thompson que

Mayer había aparecido. Sus manosempezaron a sudar nerviosamentemientras esperaba que la conexiónestuviera lista. En unos momentosenfrentaría cara a cara al miserabletraidor. —No olvides que todavía necesitamosde su cooperación —le dijo el generalacercándose a él. El rostro de Mayer apareció en lapantalla y William Sherman le clavó lamirada. —Buenas tardes —saludó Mayertímidamente. —Nos encontramos ante una situacióntotalmente inesperada, profesor —loenfrentó Sherman sin devolver el saludo—. Los estudios de inmunología de la

vacuna revelaron serias deficiencias.¿Qué tiene que decir al respecto? Mayer empezó a sudar frío cuandoescuchó la voz de Sherman acusándolo.No necesitaba estar frente a él parasaber del peligro. Tomó fuerzas desde elinterior de sus entrañas y respondió contimidez. —El agente gris es un microorganismoimpredecible, como lo expliqué antes.Las pruebas anteriores habían reflejadouna buena eficacia contra la cepaoriginal si se administraba con tiemposuficiente antes del contagio. Pero suresistencia puede variar si la bacteria esexpuesta al medio ambiente. Todas estascaracterísticas estaban contempladas enlos informes.

—No pretenda jugar conmigo, Mayer—le respondió Sherman secamente—.Su maldita vacuna es inservible y jamásse le ocurrió advertirnos de eso. Ahoraque hemos hecho uso del agente, nosencontramos desprotegidos. Espero, porsu propio bien, que tenga una soluciónlista para enfrentar este asunto. Mayer escuchó la amenaza de Shermany sus manos comenzaron a temblar. Lasituación en la ciudad de Los Ángelesera la principal nota de prensa en el paísy él sabía de dónde había surgido lamisteriosa enfermedad. Se aclaró lagarganta y respondió: —El tratamiento con antibióticos deamplio espectro es nuestra única opciónviable en este momento. Las pruebas de

laboratorio demostraron una buenacapacidad de inhibir la multiplicaciónde la bacteria cuando fueronadministrados a tiempo. La bacteriasobrevivía y empezaba a mutar paraadaptarse, pero su velocidad decontagio se disminuyó drásticamente.Los antibióticos no logran erradicarlapero, al disminuir su capacidad demultiplicarse, tal vez podamos detenerla epidemia en unas cuantas semanas.Necesitamos administrarsistemáticamente diferentes tipos deantibióticos de cuarta y quintageneración a la población en riesgo. Conesta precaución, sumada a la cuarentenay a otras medidas antiepidémicas,podemos aminorar la velocidad del

contagio. —Todo el maldito país está en riesgo,¿cómo podríamos administrarantibióticos a toda la población? —preguntó el general. —No a toda la población —respondióMayer—. Solamente a la gente en laciudad de Los Ángeles y las áreascercanas. El agente gris es una bacteriay los antibióticos están diseñados parainhibir su crecimiento, de modo que elsistema inmunológico se recupere y lasdestruya. Es la única forma deprotección que podemos ofrecer a lapoblación de Los Ángeles. Una vez quetodos los enfermos sean aislados, elagente no tendrá oportunidad para seguirreproduciéndose. No podemos esperar

que los enfermos sobrevivan, pero asípodemos lograr que la bacteria se quedesin huéspedes para reproducirse. Si noatacamos a la bacteria de alguna forma,se adaptará a su medio ambiente y lavelocidad de contagio aumentará. Sherman y el general escuchabanatentamente a Mayer. —Explique bien su estrategia,profesor —le exigió Thompson—.Mañana tengo que presentar unasolución ante el congreso. ¿En quéconsiste esa terapia y qué resultadospodemos esperar? —La población en los campos derefugiados debe ser dividida en gruposde control a los que se les administrendiferentes tipos de antibióticos. De esta

manera podremos evaluar clínicamentecuáles están resultando más efectivos.Aquellos que generen mejor resistenciaal contagio serán escogidos como mediopreventivo que utilizará la poblacióngeneral en ciudades vecinas y dondecomiencen a aparecer casos aislados dela enfermedad. —Está hablando de convertir a laciudad de Los Ángeles en un laboratoriode experimentación biológica con sereshumanos. ¿Se ha vuelto loco, profesor? —¡Tú y tu maldita ética social sonnuestro peor enemigo! —gritó Shermanenfurecido, golpeando su escritorio conel puño. —¡No se trata de mi maldita ética! —se defendió Thompson—. Estoy

anticipando la respuesta del congresoante esa propuesta. ¿Cómo esperas quereaccionen cuando escuchen semejantelocura? —Es necesario que conozcan lagravedad de este asunto, general —intervino Mayer—. Si el agente gristraspasa el cerco sanitario establecidopor el ejército, no habrá forma dedetener la infección. La bacteria sefortalece día con día y no existe unamedicina efectiva para su tratamiento.Se lo digo en serio, general, o toma lasmedidas adecuadas para atacar almicroorganismo de inmediato, o élacabará con la humanidad entera antesde lo que piensa. Si no actuamos ahoramismo, la terapia de protección con

antibióticos ya no servirá de nada y elmundo entero se encontrará a merced delcontagio. La atmósfera en la sala se tornó aúnmás tensa tras escuchar la opinión deMayer sobre la epidemia. El generalThompson respiraba sin control y sucuerpo temblaba con nerviosismomientras William Sherman lo presionabacon la mirada. Sabía que la infección semultiplicaba rápidamente y sus opcioneseran escasas. Aun contra su voluntad,tenía que tomar una decisión inmediata. —Necesito comunicación por unalínea segura —le pidió a Sherman. Éste se levantó de su lugar, llamó a susecretaria y en unos segundos lacomunicación se había establecido.

Thompson marcó el número directo dela Casa Blanca y pidió hablar con elnuevo presidente en funciones. Explicóla situación y le pidió que emitiera laorden ejecutiva que autorizara eltratamiento forzado de la poblaciónrefugiada en la ciudad, incluyendo a laguardia nacional y al personal médico.La orden se enviaría de inmediato alcongreso y a los directores de todas lasagencias de salud pública del país,incluidos los CDC en Atlanta. Luegollamó a la junta de investigación médicay control de epidemias del pentágono yordenó que enviaran un arsenal de losmás potentes antibióticos a la ciudad deLos Ángeles sin más demora. Por últimollamó al coronel encargado del cerco

sanitario y le ordenó que dispusiera detodas las medidas necesarias para quelos médicos dividieran a los refugiadosen grupos de control y empezaranadministrar sistemáticamente eltratamiento.

Capítulo 9

23 de abril de 2012. Oaxaca, México. 243 días para el amanecer estelar.

La tormenta no cesaba de azotar losárboles y por el vidrio de la pequeñaventana era casi imposible ver hacia elexterior. Las gotas de lluvia resbalaban

a todo lo largo, mientras María Jensentrataba de observar el movimientoafuera de la casa que había sido suprisión durante los últimos tres años. Eltiempo que había pasado en cautiveriohabía reblandecido sus nervios y ahorasentía que ya no quedaba nada deaquella mujer que había sido alguna vez. Lentamente se alejó de la ventana y sesentó en la gran cama que reinaba en lahabitación de su perverso captor. Semiró en el espejo que sobresalía a unode los hermosos muebles de madera,traídos desde las lejanas costas deoriente gracias a las conexiones ynegocios que los narcotraficantesmexicanos tenían con sus iguales enaquellas tierras.

María Jensen estaba rodeada de lujo yopulencia, posibles por una extensa redde tráfico y corrupción política sinigual. Cada detalle fastuoso implicaba elcontrol que ejercían los traficantes sobrelos políticos por invertir grandes sumasde dinero en sus campañas, a cambio deprotección y libertad para conducir susnegocios en completa impunidad. No lecabía ninguna duda de por qué nadie lahabía liberado en todo ese tiempo. Loscapos de la droga pagaban bien a lasautoridades para encubrir susactividades ilícitas, mientras seentregaban a vivir una vida llena defrivolidades, maldad y crimen. Ni en la peor de sus pesadillas habríapodido figurarse la imagen que ahora

veía reflejada en el espejo. Simplementeya no se trataba de ella misma. Uncapricho del destino la había arrebatadode sus seres queridos, llevándose parasiempre su felicidad. Definitivamente,ya no quedaba nada de lo que había sidosu vida pasada. Los recuerdos de suesposo y de su pequeña hija Kiara sedesvanecían con el correr de los años yhacía mucho tiempo que había perdidola esperanza de volver a verlos. Miró fijamente su semblante en elespejo y pudo ver sus faccionesendurecidas en la lucha por sobrevivir.El dolor que experimentaba había yaopacado el brillo de sus hermosos ojosclaros. Bajó la mirada, observó sucuerpo ataviado en fina lencería

francesa, lo que le pareció fuera delugar. Se preguntó por qué seguíatolerando ese tormento. ¿Hasta cuándopodría resistir el ser vilmente usada porestos criminales para satisfacerse? Largos años habían pasado desde quefue capturada por el grupo guerrillero.Al principio pensó que quizás estaríalejos de su familia por espacio de unassemanas mientras se negociaba la sumade su rescate, pero una circunstanciafortuita cambió el curso de su destino. Su impresionante belleza habíallamado la atención del comandante delgrupo armado, que supo de inmediato loque podía conseguir a cambio de ella.Ningún antropólogo, por afamado quefuera, sería capaz de reunir la suma que

podría obtener por ella en el oscuromundo del crimen organizado y la tratade personas. Sus captores le habían prometido aMaría tratarla bien, la engañabandiciéndole que muy pronto volvería aver a su familia y que regresaría sana ysalva a casa. Pero después de tres mesesde espera, ella comprendió que ése noera su verdadero plan. Pensó en lasocasiones en que, mientras permanecíaencerrada en un refugio de seguridad, elcomandante guerrillero la visitaba confrecuencia, acompañado por otroshombres de vil aspecto, aludiendosiempre a su gran belleza. Tras atarcabos, angustiosamente, comprendió quesería vendida al mejor postor, lo cual

significaba la pérdida total de susesperanzas por reencontrarse con lossuyos. En alguna ocasión, María intentóescapar, para salvarse de tan terriblesuerte. Sedujo a uno de los guardias quela mantenían vigilada, para despuésaprovechar su descuido, tomar su arma yobligarlo a que la acompañara afueradel refugio. Su intento de escape fracasódesde un principio. Afuera del recinto seencontraban más de cinco hombresarmados que hicieron caso omiso de susamenazas y la desarmaron con facilidad. El comandante del grupo se enteró delincidente y asesinó a sangre fría alincompetente guardia justo frente a ella.A la mañana siguiente, María fue

trasladada a otro refugio, donde laanestesiaron con un poderoso narcóticopara luego amordazarla y ocultarla en unviejo camión de carga. Despertó muchas horas después en unlejano sitio en lo más profundo de laselva. Fue obligada a subir de nuevo alvehículo y recorrió angostas brechas ycaminos escarpados. Finalmente, trasvarios días de viaje, llegó a una enormemansión ubicada dentro de una fincaaislada de todo, custodiada día y nochepor guardias armados. Ahí encontróotras mujeres jóvenes de diferentesnacionalidades. Automóviles de lujoaparecían todos los días para llevarse aalgunas de ellas. No tenía la menor ideade dónde se encontraba.

Un individuo norteamericano hablócon ella inmediatamente después de suarribo y le explicó que si cooperabasería puesta en libertad muy pronto.María no creyó en lo que el hombre ledecía y se negó a colaborar desde unprincipio. Sus captores le administrabandiariamente fuertes dosis de drogas paraque no se resistiera a obedecer órdenes.Las sustancias trastornaban su cerebro algrado de que durante días enteros todolo que hacía era comer y dormir. Alpasar el tiempo, comenzó a percatarsede que su mente comenzaba a perder elsentido de la realidad. Las drogas lamantenían en un estado de ausenciamental, lentamente iba perdiendo lavoluntad y los recuerdos de su vida

comenzaban a desvanecerse poco apoco. Al poco tiempo se dispuso aobedecer órdenes sin saber por qué lohacía. Fue utilizada en un principiocomo sirvienta para atender a losvisitantes de la finca. Si de pronto senegaba a hacer algo, de inmediato leinyectaban dosis más fuertes denarcóticos. Los meses transcurrieron y,una vez que los brutales métodos de sussecuestradores habían conseguidodomesticarla, se convirtió en una más delas mujeres que habitaban la finca, alservicio de poderosos miembros de lamafia. En las pocas ocasiones que Maríarecuperaba la lucidez, volvía a crearconciencia sobre su situación pero no

sabía qué hacer. Trataba de pedir ayudaa los sujetos que visitaban la casa peroéstos simplemente se reían de ella sinhacer caso alguno de sus ruegos. Muy ensus adentros se aferraba a la idea de quealgún día recuperaría la libertad paravolver con sus seres queridos, pero nosabía cómo lograrlo. Vivía envuelta enuna pesadilla interminable. Luego de más de dos años decautiverio, sucedió algo completamenteinesperado. Conoció al jefe de unimportante cártel del narcotráfico quehabía visitado la casa en variasocasiones, solicitando su presencia,pues estaba fascinado por ella. María le contó la historia de lapérdida de su familia y él la escuchó

atentamente. Hasta parecía mostrarinterés en sus relatos, que se centrabanexclusivamente en su pasada vidafamiliar. Ella mencionaba a su hija todoel tiempo y en su confundida mente,había creado la fantasía de que algún díaella y su esposo llegarían hasta ese lugarpor ella. El sujeto siguió visitando lacasa periódicamente para encontrarsecon María. Algo en su persona le habíafascinado al grado que había dejado derelacionarse con las otras mujeres.María ni siquiera sabía que tipo dehombre era él o a qué se dedicaba. Él seportaba siempre reacio a hablar sobre suvida o cualquier cosa relacionada con supersona. Tiempo después se enteró deque el sujeto finalmente había decidido

comprarla. Su precio había sido fijadoen una suma considerable en dólares ypara su mala fortuna, desde ese momentose encontraría bajo el poder deldirigente de uno de los cárteles máscrueles y sanguinarios. Fue trasladadahacia otra finca, en la que también habíaotras mujeres. En su nueva prisión, María Jensenhabía presenciado cómo ladesobediencia era severamentecastigada. Las grandes mansiones dondese alojaba eran vigiladas a toda hora porguardias armados y cámaras de video.Su captor apareció días después,exigiendo absoluta obediencia de suparte; ella sabía que de no hacerloenfrentaría circunstancias peores que las

experimentadas poco tiempo atrás. María preguntó por qué la habíaescogido a ella. Él le reveló que amboscompartían la misma tragedia. Su captorle relató cómo había sido secuestradodesde muy joven para unirse a laguerrilla salvadoreña. El ejército sabíaque la insurgencia estaba reclutandojóvenes en su región y había atacado porsorpresa su pueblo. Toda su familiahabía muerto en el enfrentamiento. Talcomo le había sucedido a ella, él quedósolo en el mundo para enfrentar sudestino. Desde ese entonces comprendióque la supervivencia en su mundodependería de su audacia y capacidadpara matar a sus enemigos. Su vidacorría peligro en todo momento. Tenía

que moverse continuamente de un lado aotro para evitarlos. En ese momento seencontraba ahí con ella pero mañanabien podría no estarlo. Con frialdad, lerecomendó a María que aceptara sunueva vida pues también podría estarmuerta al día siguiente. Que disfrutarade su hospitalidad y fuera buena con él.Si obedecía sus órdenes, ganaríaprivilegios; si desobedecía, seríaseveramente castigada. María no respondió nada. Su mente,que en ese instante estaba libre de losnarcóticos que le eran administradosregularmente, se encontraba fija sólo enla idea de escapar y volver con lossuyos. Las mujeres que habitaban lafinca también le advirtieron lo que le

sucedería si se atrevía a intentarlo.Aquellas que se aventuraban a salir ocomunicarse al exterior eran marcadasen el cuello con ardientes hojas decuchillo que dejaban cicatricesgrotescas. Las que persistían en suintento, pese a todo, eran enterradasvivas en las fosas comunes donde lostraficantes depositaban los cuerposejecutados de sus enemigos. De ese sitiola única forma de salir era perdiendo lavida. Así de oscuro era el mundo en queMaría Jensen había sobrevivido losúltimos años, y cada vez era másinsoportable la idea de que su situaciónno iba a cambiar con el paso del tiempo. Cuando volvió a mirar su imagen en el

espejo, supo que sus fuerzas se habíanagotado, el fin estaba cerca. Un leve toquido en su puerta la hizoreaccionar y salir del ensueño.Rápidamente se acercó y puso la orejasobre la puerta. El suave golpe sonó otravez y María reaccionó de inmediato,poniéndose una bata y abriendo un pocola puerta. Se asomó con mucha cautela yvio un rostro conocido. Se trataba deClaudia, una mujer mexicana mucho másjoven que había corrido, por así decirlo,la misma suerte que ella. Claudia había obtenido un título en uncertamen de belleza estatal y a partir deentonces muchos hombres se habían

acercado a ella prometiéndole una vidallena de éxito si aceptaba su compañía.Para su infortunio, su enorme afición alos clubes nocturnos y a la vida galantehabía ocasionado que un cártel laidentificara y decidiera acercarla a susredes. Conoció a uno de loslugartenientes del capo mayor del cártele inició una relación, más quesentimental, basada en la fácil obtenciónde riqueza y una vida de adicción a losestimulantes y a la vida frívola. No había pasado mucho tiempo deesto cuando ella cometió un gran error.Comenzó una relación amorosa con otrohombre mientras gozaba de losbeneficios y la riqueza que ellugarteniente del cártel le proveía. Para

su desgracia, no pudo ocultar el asuntopor mucho tiempo. Antes de que loimaginara, el hombre que amaba habíaaparecido ejecutado en las afueras de laciudad. El mismo día, dos hombresllegaron a su casa para secuestrarla ygolpearla brutalmente. Claudia estabasegura de que iba a ser asesinada en esemismo instante, pero el narcotraficantehabía decidido que primero eranecesario humillarla, así como ella lohabía humillado a él. Desde entonces Claudia se habíaconvertido en prisionera del cártel y erausada a placer por cuanto hombre laquisiera en aquella casa de seguridad.Además de sufrir este denigrantecastigo, ella sabía que sus días estaban

contados. Cada mañana se preguntaba sivería ocultarse el sol por la tarde ysentía pánico cada vez que veía llegar ala casa los vehículos blindados de loscapos mayores. Claudia había conocido a MaríaJensen desde que la estadounidensellegó a la casa. Se veían en rarasocasiones pero habían tenido laoportunidad de hablar sobre la situaciónque vivían. —¿Cómo estás? —preguntó Claudia altiempo que veía el sombrío rostro deMaría asomarse por la puerta. —Mal —respondió María con vozapagada y haciéndole una seña para quebajara la voz—. Los días lluviosos meponen aun más deprimida de lo común.

Claudia reaccionó de inmediato.María le indicó a señas que no seencontraba sola en la habitación. Elcapo mayor se encontraba en el bañotomando una ducha. Claudia le pidió quesaliera al pasillo para hablar con ella. —Lamento oír eso —dijo Claudiamientras María cerraba la puerta de lahabitación silenciosamente—. Me temoque tengo otras malas noticias, pero nosé si quieras escucharlas. —Ya nada me puede afectar —respondió María—. Dime qué sucede. Claudia titubeó por unos segundos yenseguida miró directamente a los ojosde María. —En la mañana me enteré por lasnoticias que hace unos días tembló muy

fuerte en California. La ciudad de LosÁngeles está muy dañada. Los jefesconfirmaron que se murieron muchos desus contactos. Todo es un caos y todavíano restablecen las comunicaciones. María sintió un fuerte escalofríorecorriéndole el cuerpo. No esperabaescuchar algo así. Los Ángeles era suciudad natal, pero ahora no sabía si suesposo y Kiara seguían viviendo ahí. —¿Cómo que la ciudad estáincomunicada? —preguntó ella—. Esoes imposible. —No lo es —respondió Claudia, aquien María le había contado que antesvivía con su familia en aquella ciudad—. Desastres de este tipo estánsucediendo en todo el mundo. Siento

mucho informarte esto. La televisióndice que se trata de un fenómeno global. María se quedó muda y una profundaangustia se apoderó de ella. No podíasoportar la idea de que los seres queamaba hubieran muerto. Su corazónaceleró de inmediato el ritmo y sus ojosse humedecieron. Claudia tomó su manocon fuerza y comenzó a llorar. —Hay una noticia peor para mí —dijoClaudia sollozando—. Sé que planeanacabar conmigo muy pronto,probablemente este mismo fin desemana. María escuchaba a Claudia y lamiraba fijamente a los ojos mientras laangustia de ambas crecía. Sabía que sihabían decidido matarla, Claudia no

tenía oportunidad alguna. —¿Qué vas a hacer? —le preguntóMaría en voz baja y apretándolafuertemente. —¡Raúl me va a ayudar a escapar!Dice que va a iniciar su propiaorganización, está harto de los métodosdel cártel y sé que han tenido conflictosinternos. Se va a separar de ellos. —¡Los van a perseguir a donde quieraque vayan! —le respondió María—. ¡Esmuy arriesgado! —¡No tengo otra opción! —contestóClaudia con lágrimas en los ojos—. Tútienes que venir con nosotros. De otraforma nunca saldrás de aquí y, cuando secansen de tenerte prisionera, teasesinarán como lo han hecho con

muchas otras. María sabía que eso era cierto. Elcártel nunca la dejaría en libertad.Seguir allí significaba esperarlentamente la muerte a manos de ellos. —¿Cuándo piensan irse? —preguntóMaría. —Mañana mismo —respondióClaudia—. Debes estar lista. Raúl va atransportar mercancía y nos ocultarádentro del camión en un lugar seguro. María estaba convencida de que si losdescubrían, serían asesinados deinmediato. No sabía qué hacer. No lequedaban muchas opciones. Soltó aClaudia y volvió lentamente a lahabitación. —Estaré lista —respondió al tiempo

que cerraba la puerta despacio paraevitar que alguien pudiera verlashablando. Claudia asintió con la cabezay se retiró por el pasillo sigilosamente. Una vez que cerró la puerta, María serecargó de espaldas en ella. La noticiaque había recibido era terrible. ¿Dóndeestaban Kiara y su esposo? ¿Habríanperecido en la catástrofe? No sabíasiquiera si estaban en Los Ángeles.Meses atrás, María le había rogado a sucaptor que le proporcionara noticias desu familia y después de insistir mucho,él había accedido sólo para decirle queambos seguían con vida y su esposohabía vuelto a contraer matrimonio,formando otra familia con su hija y sunueva esposa. En lo que a ella

concernía, las autoridades la habíandeclarado muerta desde hacía más de unaño. Eso fue lo último que supo. Un agudo dolor en su pecho hizo queempezaran a brotar pequeñas lágrimasde sus ojos. María respiró profundamente y sedirigió a una mesa de noche dondeguardaba sus pocas pertenencias. Tomóun frasco de tranquilizantes, cuando sedisponía a meterse dos píldoras en laboca algo la hizo desistir. Solía recurrira ellas, era la única forma de soportar lavida por la que atravesaba. Guardó elfrasco y, de una pequeña bolsa, sacó unafotografía de una niña adolescente dedoce años. Era una foto de Kiara quehabía tomado en el aeropuerto en uno de

sus viajes de vacaciones. Esa imagenera el único recuerdo que conservaba desu feliz vida pasada. María comenzó a sollozar al tiempoque pensaba que quizás su hija y suesposo habían fallecido a causa delterremoto. De ser así, ya no había másmotivo para seguir existiendo. Estaba apunto de recostarse cuando una fuertevoz masculina la hizo reaccionar. —¡María! —sonó la áspera vozproveniente del baño—. ¡Pásame miteléfono celular! María se incorporó de inmediato ytomó el aparato, entró al cuarto de bañoy vio que arriba del lavabo seencontraba un pantalón de cuyo cinturóncolgaba una funda con una enorme

pistola negra 9 mm. Siguió de largo y leentregó el teléfono al hombre que, conuna actitud déspota, le hizo señas de quese retirara para que no escuchara laconversación. Al pasar de vuelta por el lavabo,María volvió a mirar la pistola. Unaloca idea atravesó su mente y deinmediato su cuerpo reaccionó. Unimpulso la hizo detenerse para luegotomar la funda de la pistola sacándolacon fuerza del cinturón. Se la llevó a lahabitación y quitó el seguro de la fundapara tomar el arma. Inmediatamente sucuerpo sintió una descarga deadrenalina. Observó el arma cuidadosamente y lalevantó con la mano derecha. Era muy

pesada para ella, su mano comenzó atemblar por el esfuerzo al pensar en loque vendría. Por un momento se acordó de todas lashumillaciones que había sufrido a manosde esos criminales y de cómo la habíanprivado de todo lo que ella valoraba enel mundo. Un sentimiento de profundoodio y frustración se apoderó de ellamientras sentía el peso del arma en sumano. Su corazón comenzó a latiraceleradamente. Cerró los ojos con fuerza y pensó porúltima vez en su hija y su esposo. Laidea de que hubiesen muerto durante elterremoto era algo que ya no podíasoportar. Su cuerpo se saturaba deadrenalina y la idea de acabar con su

propia vida serpeaba en su mente. Sumano derecha recrudecía su temblor amedida que iba levantando la pistolahasta apuntar a su sien. Su piel seenchinó al contacto con el frío cañón delarma. María respiraba agitadamente, sudedo sintió el gatillo del arma, estabareuniendo la fuerza para disparar. El cálido recuerdo de Kiara jugandoen el patio de su casa en uno de lossuburbios de Los Ángeles la hizotitubear momentáneamente para poderexpresarle todo su amor antes dereunirse con ella más allá de laeternidad. Pidió a Dios perdón ymisericordia por su alma mientras surespiración se agitaba cada vez más.Entonces empezó a presionar el gatillo

con su dedo índice para detonar el armacuando un grito la paralizó. —¡Qué demonios haces! —rugió lavoz del sujeto, parado justo en la puertadel baño. María bajó el arma y lo miró consorpresa desde el pie de la cama. Elsujeto intentó acercarse a ella peroMaría volvió a levantar el arma ahoraapuntando hacia él, que se detuvo deinmediato y comenzó a retroceder. —¡No seas estúpida! —le dijo elsujeto—. ¡Deja el arma en la cama! Nopuedes escapar de aquí. —¡No estoy planeando eso! —le gritóMaría mientras seguía apuntándole. —¡Dame la pistola! —le ordenó elsujeto—. ¡Si no lo haces te vas a

arrepentir! María pensó en su situación. Deseabaprofundamente acabar con la vida de sucaptor, pero ella no era una asesina.Miró con desprecio al culpable de queella estuviera prisionera por todos esosaños y supo que ya no podía dar marchaatrás. Lo estaba amenazando con supropia arma y si no le disparaba,entonces él sería quien finalmenteacabaría con ella. El sujeto comenzó a caminar hacia ellapara quitarle el arma mientras leordenaba que dejara de apuntarle. María lo vio aproximarse y supo quede nada serviría asesinarlo. No queríacargar con ese peso sobre su conciencia.Ella no era un criminal como ellos y

nunca lo sería. Había decidido acabarcon su vida y sólo con ella. Tomó elarma con las dos manos y la colocó pordebajo de su propia quijada apuntandoel cañón directo hacia su cabeza. Lasensación del frío metal contra la piel desu cuello la hizo tragar saliva. Cerró losojos y se concentró en lo que estabahaciendo. Contuvo la respiración y pidióperdón en su mente por lo que iba ahacer. Dos lágrimas corrieron por susmejillas al momento que soltaba unprofundo sollozo. Un instante después,jaló con fuerza del gatillo del arma,mientras exclamaba suavemente elnombre de su hija Kiara.

Capítulo 10

El grupo de cientos de hombresarmados iba directamente a aplastar aOren y todo aquel que se interpusiera ensu camino. El sonido de sus gritosllegaba hasta sus oídos y hacía que supiel se electrificara mientras esperaba elcombate cuerpo a cuerpo contra losagresores. Empuñó su espada con todassus fuerzas y comenzó a avanzar hacia elfrente. Los guardias a su alrededor

miraban aterrados cómo el grupo demanifestantes levantaba sus armas paraenfrentarlos. Algunos de ellos estaban apunto de salir corriendo cuando Orengritó: —¡No se muevan de su lugar! —lesordenó Oren. Los agresores llegaron corriendo aescasos diez metros de ellos. Oren alzósu espada a lo alto para cargar contra laprimera fila, sabía que sería su últimocombate y gritó con furia para luegolanzarse contra la horda enfurecida. Elprimero de ellos arremetió con una lanzacontra él y éste la desvió con facilidadpara luego darle un golpe mortal sobreel cuello, con el que su adversario cayófulminado. Un instante después, dos

hombres lo atacaron mientras la hordaseguía avanzando detrás. Oren desvió suataque y les propinó dos tajos certeros,a uno en el vientre y a otro en el hombro.Cuatro hombres más se lanzaron contraél, esta vez cargando con el peso detodo su cuerpo para derribarlo. Orenretrocedió moviendo su espada perofinalmente lo derribaron. Se aferró a suarma con fuerza y sintió cómo laspiernas de varios hombres pasaban porencima de él, arrollándolo. Endureciósus músculos para resistir los embatesde decenas de hombres que lo pisabansin piedad alguna cuando un mar degritos de dolor inundó el campo debatalla. Oren comenzaba a rodar por elsuelo tratando de salir de la zona de

combate cuando se percató de que unassombras en movimiento surcaban elcielo. Logró incorporarse para ver quésucedía y retrocedió mirando a sualrededor. La adrenalina fluía a travésde todo su cuerpo, exhalaba aire confuria. Cientos de lanzas y flechasvolaban por los aires haciendo pedazosa la multitud que lo había atacado. Orenno entendía bien lo que estabasucediendo. Volteó hacia atrás paramirar el lugar donde había dejado aAnya y vio que el círculo de guardiasque la protegía permanecía intacto,atacado solamente por un par deagresores inexpertos que estaban siendovencidos fácilmente. A veinte metros de

distancia detrás de ellos, dos líneas deguardias avanzaban a toda prisadescargando sus lanzas y flechas sobreel grupo de adversarios que se habíadetenido en seco al probar la fuerzamortal de la guardia del concejo. Orenretrocedió hasta el círculo que protegíaa Anya y miró una vez más hacia delantepara presenciar el ataque frontal de laguardia contra los agresores. Las lanzashabían acabado con decenas de ellos ylos demás se batían en retirada a todaprisa dejando atrás a sus heridos ymuertos. La batalla había resultado una masacrepara los seguidores del senador Túreck.Oren observaba el avance de la guardiapero no comprendía bien lo que estaba

pasando, todo había sucedidodemasiado rápido. El capitán que habíasido herido con el proyectil se acercó aél junto con cuatro guardias de laprimera fila. —¿Se encuentra usted bien, maestro?—preguntó el capitán. —Sí —respondió Oren, que todavíase hallaba exaltado y confundido con elfragor de la batalla. —Tuve que ordenar el ataque frontalde la guardia para proteger sus vidas —explicó el capitán disculpándose conOren por la masacre a su alrededor—.Los agresores hubieran acabado conustedes si no los hubiéramos atacado, notuve otra opción. —Admiro su decisión, capitán —le

respondió Oren—. No pensé quesobreviviríamos a esta batalla. Oren envainó su espada y fue en buscade Anya, se encontró con que ya habíarecuperado el conocimiento y tratabainútilmente de levantarse. —¡No te muevas! —le ordenó Orenacercándose a ella. Anya no obedeció ysiguió tratando de incorporarse. Oren la observó de cerca y se diocuenta de que respiraba con dificultad. —Fuiste alcanzada por un proyectil —le dijo—. No te muevas o puedesempeorar tu condición. Voy a traer unacamilla para llevarte al complejo. —¿Dónde está mi espada? —preguntóAnya con voz débil al tiempo que movíalas manos en su busca. Se le veía

completamente desorientada y jadeabacon pesantez. —Después buscaremos tu espada —lerespondió Oren y se incorporó para ir enbusca de ayuda. Un equipo médico se encontrabaatendiendo a un guardia herido cerca dela entrada al complejo. Oren pidió suauxilio y lo acompañaron paratransportar a Anya hacia la enfermería. Caminaron a toda prisa hacia elinterior del complejo y Oren pudo vercómo tres figuras familiares corrían endirección a ellos desde el interior deltemplo, eran el concejal Kelsus, Dina yDandu, que tardaron menos de un minutoen alcanzarlo. El concejal Kelsus seacercó a Anya, tendida en la camilla que

transportaban los médicos, y comenzó aexaminarla, respiraba irregularmente ysu cuerpo se contorsionaba de un lado aotro. —Está sangrando internamente —dijoel concejal—. Llévenla a la sala deemergencias. —¿Qué sucedió con ella? —lepreguntó Dandu a Oren acercándose. —Fue alcanzada por un proyectil.Tenemos mucha suerte de seguir convida. Oren les explicó durante el caminoque estuvieron a punto de seraniquilados si el capitán no hubieraordenado el ataque. El concejal Kelsusse acercó a él. —La situación ahora es mucho más

peligrosa. Hay decenas de muertos alláafuera. La reacción del senado ante esteincidente no se hará esperar. Oren le informó al concejal Kelsussobre el enfrentamiento de Anya y elsenador Túreck antes de la batalla y deque éste se encontraba bajo el arresto delos guardias por órdenes de ella. —Más tarde resolveremos esasituación —respondió el concejal—.Ahora lo más importante es conocer lacondición de Anya. Dandu se acercó a Oren y le explicósobre todo el trabajo que se estaballevando a cabo en Nueva Atlantis, elGran Concejo estaba acelerando eltraslado de toda la tecnología y textossagrados a la nueva sede. Dina, en

cambio, se mantenía al margen de lasituación, como si lo que estuvierasucediendo no le afectara en lo másmínimo. Parecía como si careciera porcompleto de emociones. Solamente sepaseaba de un lado a otro observando alos médicos y enfermeras que atendían adecenas de heridos. Oren miró a Danduy le preguntó: —¿Qué hay del estado de Dina? ¿Haspercibido algún cambio en sucomportamiento? —Hace dos días que empezó a hablarcon nosotros —respondió Dandu—,pero definitivamente no es la misma deantes. De repente permanece ausente porvarias horas. Mira cómo no expresaninguna emoción a pesar de lo que está

sucediendo. Por momentos la observo ypienso que está tratando de recordaralgo sin lograrlo. —Qué situación la nuestra —se quejóOren para darse cuenta de que ahora sepreocupaba también por la condición deAnya. Empezaba a pensar que la habíajuzgado demasiado duro ese día y que laenorme presión que había ejercido sobreella había precipitado su actitud suicidaen la batalla. Pasaron más de cuarenta minutos denerviosa espera hasta que uno de losmédicos salió de la sala. —La paciente sufrió de una doblefractura en tres de sus vertebras —explicó el médico—. Una de ellas seastilló y perforó parte del pulmón

izquierdo, que se colapsó, paralizandomomentáneamente su respiración.Además, produjo una pequeñahemorragia interna que ya hemoslogrado contener. Su vida está fuera depeligro pero va a necesitar por lo menosquince días de reposo absoluto pararestablecerse. —¿Podemos hablar con ella? —preguntó el concejal Kelsus. —No será posible —respondió elmédico—. Tuvimos que sedarla porcompleto. Cuando llegó aquí, aún seencontraba en estado de shock, su mentese hallaba desubicada, se negaba a serexaminada y quería volver al campo debatalla. Forcejeó con nosotros porvarios minutos. Finalmente, tuvimos que

sujetarla a la mesa para examinar sucondición. La costilla empezaba aperforar más su pulmón debido a susmovimientos bruscos y la hemorragiainterna aumentaba, entonces no tuvimosotra opción que ponerla a dormir encontra de su voluntad. Lo hicimos por supropia seguridad. Oren se estremeció al escuchar almédico, se sintió aun más culpable de loque había sucedido. La mente de Anyahabía sufrido un tremendo shock debidoa la tensión de la batalla. Ahora searrepentía de haberla presionado de esemodo en lugar de haberla apoyado ensus decisiones. Pero ya era demasiadotarde, las cosas habían sucedidodemasiado rápido.

—¿Cuándo recuperará elconocimiento? —preguntó el concejalKelsus. —No antes de veinticuatro horas —respondió el médico—. Créanme, esmejor dejarla descansar por ahora. Lacámara de regeneración aliviará lainflamación de sus tejidos y paramañana estará respirando de maneranormal. El descanso es por ahora sumejor aliado. —Tiene razón —dijo el concejal—.Muchas gracias por su atención, doctor. Oren sentía un odio descomunal encontra del líder del senado. Anya teníarazón, Túreck estaba resuelto a acabarcon el Gran Concejo. Sus seguidoreshabían estado a punto de matarlos,

quizás él debía haber dejado que Anyaaniquilara al senador. El médico se fue de regreso a la salade atención y el grupo emprendió lamarcha hacia el interior del complejo.Llegaron al salón donde se encontrabanlos miembros del senado y Oren siguióal concejal Kelsus hasta dondecustodiaban a Túreck. Allí, los demásmiembros seguían insistiendo a losguardias que lo dejaran marcharse conellos, pero éstos no cedían. El senadorse percató de la llegada del concejal ycon tono desafiante le ordenó: —¡Exijo ser liberado de inmediato!¡Cómo se atreven a mantenerme preso eneste lugar! —Está en libertad de marcharse —

respondió el concejal Kelsus haciendouna señal a los guardias para que lodejaran libre—. Pero primero debesaber que el Gran Concejo conoce susplanes para atemorizar a la población,sabemos lo que está haciendo. Susseguidores han sufrido una enormederrota allá afuera, hay decenas demuertos y el único responsable de esatragedia es usted. —Ustedes son los responsables deesta afrenta contra la autoridad delpueblo —respondió Túreck caminandocon actitud amenazante hacia Kelsus—.El senado tomará severas medidas paraproteger a la población de su tiranía.Éste es el fin de su dominio sobrenuestra nación.

Kelsus escuchó estas palabras y en unmovimiento veloz se aproximó alsenador tomándolo de la garganta con lamano. Parecía un niño en manos delimpresionante concejal, que empezó alevantarlo presionando su cuello. Otrosmiembros del senado comenzaron agritar lanzando injurias contra elconcejal, pero éste no soltaba alsenador. Oren no podía creer lo queestaba viendo, nunca antes habíaatestiguado que alguno de los concejalesatacara a otro ser humano, siempre loshabía visto resolver sus asuntos de unamanera sumamente tranquila, pero estavez era diferente. Se preguntaba si latensión política había afectado el juiciodel concejal, pero no se atrevió a decir

nada. La cara del senador Túreckempezaba a ponerse roja tratando derespirar y sus piernas se sacudían sobreel suelo. Los otros miembros del senadoseguían gritando que lo soltara, hastaque finalmente el concejal movió alsenador como a un muñeco de trapo y lolanzó al suelo justo a los pies de ellos. —¡Pagarás por todas y cada una de lasmuertes que has causado! —le gritóKelsus haciendo retumbar la sala. Luegodesenvainó su espada y la apuntó hacialos presentes. —Llévense a estos hombres de aquí,que abandonen el complejo del templode inmediato —ordenó a los guardias,que obedecieron, empujando al grupohacia la salida del templo.

Los senadores ayudaron a Túreck alevantarse, estaba pálido y aterrado demiedo, no dejaba de mirar al concejaltemiendo que cambiara de opinión yacabara con él en ese mismo instante. Semarcharon de inmediato, corriendocomo ratas, al tiempo que lanzabanamenazas. Oren, Dina y Dandu se habíanquedado anonadados con las accionesde Kelsus, ninguno se atrevía a abrir laboca. El concejal los miró y les dijotranquilamente: —Se acabó el tiempo de formalidadescon los miembros del senado. Seaproxima una guerra civil y debemosestar listos para evacuar a la población.El maestro Zing y la concejal Antheallegarán en un par de días.

Oren escuchó al concejal y lepreguntó: —Maestro, pensé que nuestropropósito era evitar la guerra a todacosta. —Bajo el mando de la Orden de losDoce la guerra es inevitable —respondió—. Hoy pudiste sentir elánimo de la gente que los atacó. Si elcapitán no hubiera dado la orden deataque en su contra, tú no estarías aquíen este momento, hubieran acabado contu vida sin piedad alguna. Oren tragó saliva cuando recordó elmomento que había vivido en el campode batalla. —El senador Túreck no es más que unsimple títere dentro de sus planes de

dominación —continuó el concejal—.Ahora que controla el sistema decomercio de la población, empezará aofrecer grandes sumas de dinero a todosaquellos que se unan a su campañamilitar. Todo lo que necesitaba era unpretexto para declarar la guerra al GranConcejo y la terrible masacre sufridapor sus seguidores se lo ha dado. Dentrode poco tiempo formará un ejército demiles de personas con el cual comenzaráa sembrar el miedo y esclavizar a lapoblación. —Pero, ¿cómo podremos defender elcomplejo si miles de soldados nosatacan? —preguntó Dandu, consternadocon las declaraciones del concejal—.Nuestra guardia suma a lo mucho

seiscientos hombres aquí. —Eso será imposible. El GranConcejo había previsto las acciones deTúreck y ha decidido abandonar ladefensa de la capital y concentrar todanuestra fuerza en Nueva Atlantis. Esoevitará miles de muertes innecesarias yle dará la falsa sensación de victoria alsenado. En Nueva Atlantis el senado noposee todavía la influencia necesariapara poner a la población en nuestracontra. Pasarán meses antes de quepuedan transportar un ejército paraatacarnos. —Entonces el complejo del templocaerá en manos de la Orden de los Doce—advirtió Dandu—. ¿Será sinresistencia alguna de nuestra parte?

—Todo esto es parte de una elaboradaestrategia para sacar a la orden de suescondite —respondió Kelsus—. Se hanescondido de nosotros por siglos yquerrán asegurar su victoria antes deexponerse, pero el gran complejo deltemplo ha existido por miles de años yrepresenta el poder gobernante deAtlantis, así que la tentación de ocuparloserá grande y tal vez caigan en ella. Séque les sorprendió la manera en quehumillé a Túreck ante los demásmiembros del senado, pero eraabsolutamente necesario. Ese golpe tantremendo a su ego está dirigido a alterarsu juicio para ver si comete un error quenos lleve a encontrar la ubicación de loslíderes de la orden. En estos momentos

hemos infiltrado a una espía dentro de sucírculo cercano de seguidores.Comprendan esto: para acabar con larebelión debemos destruir a losmiembros de la Orden de los Doce, no asus ejércitos, y para destruirlos primerotenemos que saber dónde se encuentran. Oren y Dandu estaban sorprendidosante el complejo juego que el GranConcejo había elaborado para enfrentarla rebelión del senado. El concejalmovía sus piezas de una forma meditada.Aun así, el riesgo que corrían eragrande. La guerra era siempreimpredecible y aún no conocían elpotencial del enemigo. Oren sabía queabandonar el complejo del templo seríainterpretado como una derrota del Gran

Concejo por parte del senado, que ahorase sentiría en libertad de gobernar a lapoblación de la forma en que quisiera.El destino de toda la nación quedaría enmanos de una mafia de ambiciosospolíticos que deseaban poder y riqueza acualquier precio. Esto representaba elfin de un sistema que había perduradopor miles de años. —¿Cómo piensa el Gran Concejohacerle frente a un ejército de miles desoldados? —preguntó Dandu. —Los concejos de las cuatro casas delconocimiento unirán su fuerza militarpara enfrentar la rebelión y nuestratáctica será únicamente defensiva.Tenemos noticias de que la orden haempezado a ejercer su influencia en

otros continentes. Están reclutando amercenarios alrededor de todo el globoy transportándolos en grandes navíos.Estos guerreros pondrán a sudisposición tanto sus hombres como susnavíos para el transporte de las tropas,pues la orden les ha ofrecido elgobierno de territorios autónomos ygrandes riquezas si se unen a sucampaña en contra nuestra. —Eso significa que debemos estarpreparados en todo momento paraenfrentarlos —comentó Dandu. —Así es —dijo Kelsus—, tanto laOrden de los Doce como el GranConcejo están acomodando sus piezasen el tablero antes de librar las grandesbatallas. Aquel que planee la mejor

estrategia y pueda anticipar los planesdel enemigo es quien saldrá triunfante. —Nuestros transportes son mucho másveloces que sus naves —añadió Oren—.Ahora veo por qué el senador Túreckquería apoderarse de la tecnología. Esavelocidad nos permite movilizarnuestras tropas mucho antes que ellos,tenemos una gran ventaja sobre suejército. —La Orden de los Doce es experta enel arte de la guerra —respondió Kelsus—, estoy seguro de que ya calcularonperfectamente cómo superar esadesventaja estratégica. Han ejecutadosus planes a la perfección y ahoraresulta inevitable que el Gran Concejose retire de Atlantis, es la única forma

de evitar una guerra civil. Oren y Dandu se miraron el uno alotro, ambos habían enfrentado alenemigo y sabían de lo que era capaz.Por otra parte, los ejércitos que la ordenreclutaría para pelear contra ellosestarían mucho mejor entrenados ymotivados con la idea de la obtenciónde riqueza rápida. El panorama eraoscuro. No tenían idea de la capacidadde fuerzas que lograrían reunir enconjunto con las demás casas delconocimiento. Lo que sí sabían a cienciacierta era que los tiempos de paz habíanterminado. El mundo que enfrentaríanahora sería completamente distinto alque estaban acostumbrados. Ya no habíatiempo para errores ni para lecciones de

combate, ahora tendrían que luchar deverdad. —Debemos ayudar a los guardias atransportar a los heridos —les dijo elconcejal Kelsus al tiempo que todossalían hacia el campo de batalla. Miembros de la guardia, enfermeras ymédicos asistían a los heridos y algunoscomenzaban a cubrir los cuerpos deaquellos que habían perdido la vida encombate. Oren volvió a contemplar las huellasde la masacre y no pudo sentir otra cosaque desolación ante decenas de cuerpostendidos en el suelo. Bandadas depájaros empezaban a remolinarse sobreellos, era sin duda un espectáculotenebroso. Miró a su alrededor y

agradeció una vez más el haber salidocon vida de tan sangrienta batalla. Pensóen las palabras de Anya antes de quefuera llevada a la enfermería y se dio ala tarea de empezar a buscar su espada.

Capítulo 11

Anonadada, Kiara vio surgir la figurade Anya a través de la puerta y secontuvo al otro lado del salón. Suintensa mirada se clavó sobre ella y lahizo reaccionar moviéndose hacia atrásen dirección a la puerta de salida.Quería huir del edificio cuanto antespara adentrarse en la planicie y alejarselo más posible. No quería volver aenfrentarla. Aceleró el paso en un

movimiento súbito de reflejo y perdió laperspectiva que le permitía observarla.Puso la mirada al frente y continuóavanzando con determinación. La puertadel salón se encontraba a tan sólo unosmetros pero su curiosidad la hizovoltear a ver si la estaba persiguiendo;quiso cerciorarse y se sorprendió de nover a nadie al otro lado del salón.¿Hacia dónde se había ido la mujer?Algo inesperado la hizo tambalearse demiedo: la materialización de la guerreraentre ella y la puerta de salida, al volverla vista al frente, la frenó de golpe, aescasos metros de distancia. —¿Por qué siempre estás huyendo demí? —le dijo la mujer acercándose aella.

Kiara se puso nerviosa por laproximidad de Anya, que vestíanuevamente su atuendo de combate llenode incrustaciones metálicas. Su enormeestatura la obligaba a echar la cabezahacia atrás para ver su rostro. Era unaimagen imponente de una guerrera deotro tiempo, Kiara se sentíaimpresionada de tenerla justo enfrente.No se atrevía a responder. Anya se detuvo a una distanciadiscreta para no intimidarla más. Laobservó de pies a cabeza y le dijo: —¿De dónde sacas esas extrañasropas que estás vistiendo? Nunca en mivida había visto un atuendo como eltuyo. ¿Lo hiciste tú misma? Kiara escuchó su pregunta y la miró

extrañada. —No sé a qué te refieres —respondiócon voz titubeante tratando de disimularel miedo que le tenía—. Es la típicaropa que usamos en la ciudad. Anya se acercó más a ella y comenzó aescudriñarla detenidamente. —Ahora respóndeme: ¿por quésiempre estás huyendo de mí? Ya te dijeque no tengo la menor intención dehacerte daño, sólo quiero saber quiéneres y qué haces aquí. Kiara se tranquilizó un poco alescuchar sus palabras. —Llegué a este sitio soñando —lerespondió Kiara—. Solamente soy unapersona como cualquier otra de laciudad. No tengo idea de por qué estoy

aquí, eso te lo puedo jurar. Es lasegunda vez que mi sueño me trae a estesitio y sigo sin entender. —O sea que vienes de una ciudad —exclamó Anya caminando en círculoalrededor de ella— y no sabes por quéestás aquí. Me parece muy extraño. Esteedificio fue creado con el intento delGran Concejo y su acceso es imposiblepara cualquier persona. ¿Cómo es quelograste entrar? —¿Gran Concejo? —preguntó Kiaraconfundida—. No entiendo. Tampoco sécómo es que llegué de nuevo a estesitio....Y no me gusta que meinterroguen. —Hay algo muy extraño en tu personay es algo que no puedo entender —le

respondió Anya, que seguíaescudriñándola con la mirada—. ¿Cuálme dijiste que era tu nombre? —Me llamo Kiara y soy una simpleestudiante. ¿Y tú? —Mi nombre es Anya y soy maestraguardiana de la cuarta escuela delconocimiento. Al escuchar esto Kiara se confundióaún más. Quizás sólo se trataba de unsueño muy lúcido creado por suspropios miedos. Los extraños términosque la mujer usaba para referirse a eselugar y a ella misma estaban lejos de sucomprensión. Miró con interés a lamujer que tenía enfrente y se cuestionósi el miedo que le tenía había hecho quese materializara frente a ella como un

elemento propio de una pesadilla.Meditó sobre el asunto y de pronto se leocurrió algo: sólo unos momentos anteshabía utilizado su poder para moverobjetos de lugar y, si todo esto erasolamente un sueño, podía tratar demodificarlo. Entonces se puso a hacermovimientos con las manos y a soplar endirección a Anya, se concentró en suintención de alejarla de ahí soplándolecada vez más fuerte. Anya sintió unafuerte corriente de aire que movía supelo de un lado a otro. —¿Qué demonios haces? —lepreguntó exaltada mientras Kiara seguíasoplando infructuosamente. —Quiero que salgas de mi sueño —lerespondió.

—¿Estás intentando que me vaya deaquí? —la cuestionó Anya. —Sí —afirmó Kiara—. En este sitiotengo poder, así que voy a utilizarlo paraque te desvanezcas y me dejes en paz. Kiara continuó soplándole con másfuerza al tiempo que hacía ademanes conambas manos intentado alejarla. Anya,que seguía recibiendo los soplidos en elrostro, aguantaba pacientemente. —Así que eres muy poderosa yquieres que me vaya, ¿eh? —le dijoburlándose—. Pues si tu poder no lologra, seguro que tú mal aliento lo hará. Anya soltó una carcajada queenfureció a Kiara. —¡Sal de mi sueño! —le gritó—.¡Eres sólo una pesadilla, no eres real!

—¡Ya basta! —le respondió Anya altiempo que la señalaba con la mano, ymediante su intento proyectó el cuerpode Kiara brutalmente hacia uno de lossillones de la sala. La muchacha sintiócomo si el peso de cien toneladas lahubieran impactado de lleno como a unmuñeco de trapo, estrellandoviolentamente su espalda contra elsillón. —¡Oye! ¿Estás loca o qué? —le gritóKiara mientras Anya se le acercaba—.¡Casi me rompes la espalda! Yo noestaba tratando de dañarte. —¡Ya cállate! Ya tuve suficiente de tusjuegos. ¡Ahora me vas a decir finalmentepor qué te encuentras aquí! —¡Ya te dije que no lo sé! —bramó

Kiara—. Además, creo que tú y yo nopertenecemos al mismo mundo. Nuncaen mi vida he escuchado hablar deningún concejo. Y ese mundo tuyo no separece nada al mío, créeme. —¿Cómo que provenimos de mundosdiferentes? —se rio Anya—. Estás másloca de lo que pensé. Me encontrabalibrando una terrible batalla cuandoperdí el conocimiento y una fuerzadesconocida dentro de mi sueño me hizovenir hasta aquí. Pensé que se trataba dealguno de los maestros del GranConcejo y para mi sorpresa meencuentro contigo. ¿Acaso estabasinvocando mi presencia en este lugar? Kiara estaba a punto de responder queno, pero cayó en cuenta: desde que había

entrado al edificio no había hecho otracosa que pensar en ella. —Estaba pensando en ti —respondióKiara—, pero no fue mi intención traerteacá. Te digo que no pertenecemos almismo lugar. Seguro que esto es puracasualidad. Yo llegué aquí soñando y tútambién, ahora nos conocemos y no pasanada. Como puedes ver, no hayproblema alguno. ¿Ya me puedo ir? Anya le puso encima una mirada queintimidaría a cualquiera. —Qué razonamiento más idiota el tuyo—se burló Anya, y Kiara se contuvo deresponderle molesta. —¿Cómo que no hay problema? Eneste lugar no existe la casualidad, noseas tonta —continuó Anya—. Te

encuentras en el mundo intermedio, en laantesala de acceso a los reinossuperiores de conciencia, cómo puedespensar semejante idiotez. Ésta es una delas salas del Gran Concejo, un sitio depoder y conocimiento creado por elintento de los grandes maestros. Tieneque haber una explicación de esto y lavoy averiguar. Ahora, acércate a mí, notengas miedo. Kiara titubeó por un instante y sequedó paralizada en su sitio, lapresencia de Anya era imponente y no seatrevía a moverse del sillón. Anya fuequien dio el primer paso, llegó hastaella y la tomó de la mano. Luego miróprofundamente sus ojos al tiempo que leordenaba sin palabras que le mostrara

cómo había llegado ahí por primera vez.Kiara sintió la fuerza de la mirada deAnya y de pronto escenas de la galeríasubterránea de la pirámide y del viejoanciano comenzaron a materializarseenfrente de ella, como si lo estuvieraviviendo de nuevo. Incluso recordó latormenta el día que se había extraviadoy luego el sueño que había tenido, eljaguar llevándola de nuevo a ese lugar.Anya estaba teniendo acceso a todas susmemorias y miraba sorprendida losrelieves de la galería que representabantextos en alfabeto sagrado. —¿Cómo hiciste eso? —le preguntóKiara maravillada de que Anya seinfiltrara hasta lo más profundo de susrecuerdos para ver su llegada a ese

mundo. —No tengo tiempo de explicártelo.Ahora dime: ¿cómo encontraron esapirámide subterránea que te trajo hastaaquí? —le preguntó Anya, que habíareconocido las inscripciones de lasparedes y el símbolo del supremocampo creador en su centro. —Te digo que no lo sé —le respondióKiara—. Yo me perdí en la selvadurante la tormenta y un jaguar casi mecome. Pero ese brujo me salvó y luegome llevó ahí. Todavía no entiendo quédemonios me está sucediendo ni por quéestoy aquí, a lo mejor tú puedesexplicármelo ahora. —Yo lo único que puedo explicarte esque esa pirámide subterránea es un

edificio que pertenece al Gran Concejo.No entiendo cómo ustedes pudieronllegar hasta ese lugar y tampoco por quélucía abandonado y sin custodia alguna. —Yo sólo quiero que me expliques loque me está pasando —le pidió Kiaracon un gesto de desesperación—. Minovio piensa que me estoy volviendoloca y estoy teniendo muchos problemasahora mismo. Mi ciudad natal fuedestruida por un terremoto y todo elmundo está sufriendo los desastresnaturales. En ese momento Kiara reflexionó algointeresante sobre el mundo cotidiano. Alestar en el mundo intermedio susemociones se tranquilizaban porcompleto y comenzaba a analizar las

cosas desde una perspectivacompletamente diferente. Ahora percibíatodo como si su vida diaria se tratara deuna simple pesadilla de la cual estabadespertando al fin. Anya observaba sureflexión y sencillamente no podíacomprender lo que estaba sucediendo.¿Quién era esa extraña chica y por quéhabía llegado hasta ahí? —Los recuerdos de tu mundo no sonun simple sueño, como estás pensandoahora —le dijo Anya con firmeza—.Son experiencias de tu conciencia y sontan reales como lo que estás viviendo eneste momento. No trates de huir de loque te sucede. Yo me encuentro en unasituación tan desastrosa como la tuya oquizás peor, nuestro mundo se hunde en

la oscuridad y la violencia ha surgidocomo nunca antes. Necesito saber ahorade dónde vienes para resolver estemisterio, muéstrame el lugar de dondehas venido. Anya volvió a mirar fijamente a Kiara,que se concentró en sus recuerdos delmundo cotidiano y luego alzó la vistapara mirarla también. Ella indagó entrelos recuerdos de Kiara y poco a poco lacomplejidad del mundo moderno se hizovisible ante sus ojos. Anya podía ver claramente laestructura del orden socialfundamentado en el desarrolloeconómico. Grandes industrias ymillones de autos aparecieronennegreciendo los cielos de los

inmensos centros urbanos. Pobreza ymiseria en enormes regiones del planetacontrastaban con la riqueza y opulenciade otras. Un sentimiento de ansiedad yestrés generalizado se respiraba en lapoblación mientras luchaban por susupervivencia en un mundocompletamente orientado a la posesiónde bienes materiales. Poblacionesenteras de millones de personasiniciaban sus labores diarias en lasgrandes ciudades con el único propósitode contribuir al crecimiento económicode aquellos que más poseían. Lasociedad estaba dividida en clasessociales de acuerdo con la capacidad deconsumo de cada individuo, y la gente sevaloraba a sí misma según las

posesiones que lograba acumular a lolargo de su vida. En esa civilización,ropa, víveres, medios de transporte,medicinas y servicios, absolutamentetodo estaba a la venta y era imposiblevivir sin contar con el dinero necesariopara adquirirlos. Era una sociedad dedicada porcompleto al consumo de miles y milesde productos que eran vendidosobsesivamente y sin descanso a lapoblación. El desequilibrio mental queesto producía se reflejaba en todos losaspectos de sus habitantes. Millones depersonas sufrían de enfermedadesdegenerativas que en su mundo eranprácticamente desconocidas. El estadoemocional de los individuos era de

simple conformidad con un sistema devida que ni siquiera cuestionaban. Todasu preocupación se centraba enconseguir el dinero necesario para elsustento de sus familias y ellos mismos.Los gobernantes en el poder montabanescenarios de gran hipocresía públicamientras se dedicaban de lleno aenriquecerse y exprimir el fruto detrabajo de toda la población. Aliadoscon los grandes poseedores del podereconómico, fomentaban guerras ycrueles matanzas de poblaciones enterassólo para poder asegurar el control delos recursos naturales del planeta. Al ver todo eso, Anya dio un pasohacia atrás y dejó escapar un extrañosollozo. La vista del mundo de Kiara

había socavado sus sentimientos. Jamáspudo imaginarse, ni en la más loca desus fantasías, que un mundo así pudieraexistir. El mundo al que ella pertenecíaera totalmente diferente en estructura ypropósitos, y jamás había consideradola idea de que el ser humano pudieravivir de una manera tan distinta yradical. Examinó a Kiara de pies acabeza y la tomó de los hombros. Lachica se preguntaba expectante qué lediría Anya, pero la guerrera se habíaquedado paralizada y no conseguíaarticular palabra, soltó a Kiara y diounos pasos hacia atrás. —Tenías razón, tú y yo nopertenecemos al mismo mundo. El lugardel que tú vienes es aterrador. La

población se encuentra dormida y todosactúan como si fueran autómatas, nisiquiera se preguntan cuál es elpropósito de su existencia, no percibenabsolutamente nada en su interior. Vicio,muerte y gran maldad se respira pordonde quiera que te encuentres. Handestruido casi por completo su entornonatural. No entiendo cómo puedensobrevivir en esas condiciones de vida.¿Qué demonios les sucedió? ¿Cómo esposible que llegaran a eso? Kiara miró a Anya con ansiedad. —Ése es el único mundo que heconocido. Aunque ahora me parececomo si se tratara solamente de unapesadilla. Cada vez que me interno eneste sitio, empiezo a sentir como si

perteneciera aquí. Ya no tengo deseos devolver a ese mundo que viste lleno demiseria y dolor, en ese lugar mi madrefue secuestrada hace muchos años y creoque nunca volveré a verla. Así es comofuncionan las cosas ahí, a nadie leimporta el sufrimiento de los demás.Cada uno vive para sí mismo mientrasotros mueren de hambre y enfermedaddiariamente. Kiara sintió una angustia espeluznantey no pudo decir más. Anya percibía elenorme dolor con el que Kiaraenfrentaba su destino en ese mundo y noencontraba palabras para expresarle elhorror que había sentido al verlo. Finalmente se acercó a ella y con ungesto de solidaridad en el rostro le dijo:

—Comprendo tu sufrimiento, pero noimporta cómo sea el mundo del que túvienes porque tu destino final te traeráhasta aquí cuando tu vida física hayaterminado. Tú ya has dado el primerpaso necesario para elevar tu concienciay llegar hasta este lugar. El mundointermedio es la ruta de la evoluciónhacia los reinos superiores, es el únicocamino que existe para escapar de esemundo de dolor al que fuimos enviados,ésa es la misión para todos los sereshumanos. Tienes que ser fuerte paraenfrentar tu destino con valor. Ya hasestado aquí dos veces, y muy pocos hanlogrado llegar. Más allá de este lugar seencuentran los reinos superiores deXibalbá. Ahí se expandirá tu

conocimiento de las leyes del universo yle darás a tu conciencia la posibilidadde experimentar una nueva existencia,distinta por completo al torturantemundo que conoces. Ese mundo es sólouna escala en el interminable viaje quedebes realizar con el fin de reunir laenergía necesaria para despertar haciala comprensión de las leyes de lacreación. Kiara se mostraba seria. Si lo que laguerrera decía era cierto, entonces esaescala por el mundo cotidiano a la quese refería estaba resultandoverdaderamente insoportable para ella.Había perdido a su madre y ahora estabaconsciente de todo el dolor por el queatravesaban millones de seres humanos

en esa sociedad tan cruel y despiadada.Sintió que ya no contaba con el valorsuficiente para darle la cara a sudesalentadora situación y exclamó contristeza: —Ya no quiero volver a ese mundo.Quiero permanecer en este lugar y viajara través de los reinos de conciencia delos que tú hablas. Quiero ser libre paraconocer una existencia diferente.Déjame aquí o llévame contigo aexperimentar el mundo en el que túvives. Anya había visto bien la situación enque se encontraba la chica en elalbergue y sabía lo grave de suscircunstancias, la gente muriendo de esaextraña enfermedad a su alrededor. Un

lazo de afecto comenzó a formarse entreellas dos, ambas estaban luchandocontra la adversidad en condicionescompletamente distintas pero susdestinos se habían entrelazado. Lo queno entendía era dónde se encontraba esaextraña civilización a la que ellapertenecía. ¿Por qué había llegado hastael mundo intermedio a través de unedificio del Gran Concejo? Anya sabía ala perfección que no podía ser productode una simple casualidad y sepreguntaba qué relación existía entreambas. —No puedo llevarte al mundo al quepertenezco, pero puedo mostrártelo sideseas verlo una vez más —le dijo Anya—. La existencia física no debe

convertirse en una pesadilla. Por elcontrario, puede convertirse en unaexperiencia maravillosa y enriquecedorasi comprendes el delicado equilibrioque te une con el mundo que te rodea yaprendes a valorarlo. Entonces Anya se acercó a Kiara, susojos se hundieron en los de ella y utilizósu intento para mostrarle los hermososrecuerdos que tenía sobre su juventud enla pacífica sociedad de su ciudad natal.Kiara observó a los habitantes de eselugar, no tenían la necesidad de competirunos contra otros, tampoco vivían con lapresión diaria de contar con dinero parael sustento de sus seres queridos. Susociedad había sido integrada de formaque cada uno de ellos buscaba la

realización personal de su espíritu en unmundo ordenado y pacífico. Laproducción de bienes materiales serealizaba sólo con el propósito de cubrirlas necesidades fundamentales de losindividuos, no existía el desperdicio ytoda la gente respetaba su entorno. Lanaturaleza no sufría explotación deninguna forma, sino que sólo se tomabade ella lo necesario, todas las especiesestaban protegidas pues se promovía undesarrollo equilibrado. La sociedad queestaba observando era un claro ejemplode que era posible existir en el planetasin guerras, crímenes, odio racial nipobreza. Kiara observó con tristeza quetodo el mal que ella estaba sufriendo ensu mundo había sido creado por su

propia sociedad. La violencia y ladesesperación por poseer riqueza eranproducto de las emociones más viles delser humano y todo eso estaba fomentadopor el sistema de vida que regía. Kiaracomprendió que el propósito de estesistema no era otro que ejercer eldominio sobre los más débiles mientrasse favorecía el odio, la envidia y lasegregación entre unos y otros. Anya interrumpió su conexión deconciencia pues estaba percibiendo queKiara se enfrascaba en una profundareflexión. Ambas provenían desociedades antagónicas y ella aún sepreguntaba de qué lugar se trataría. Depronto recordó algo que el maestro Zingle había explicado el día en que Dina

había sido herida por el brujo de laorden de los doce: el Gran Concejohabía descubierto la forma de viajar através del tiempo y las cuatro casas delconocimiento habían aprobado laconstrucción de esa tecnología a pesardel peligro que representaba. También lehabía revelado que la humanidadtrastornaría de forma drástica supropósito de vida, se dañaría a sí mismay a su entorno justo antes de la llegadadel amanecer estelar, miles de años enel futuro. Las visiones que acababa detener sobre el mundo de Kiara eranaterradoras y podían corresponder alescenario descrito por el maestro Zing. Anya deseó desde lo más hondo de suser que existiera otra explicación lógica

y que lo que había visto no fuera elfuturo distante de la humanidad. Nopodía concebir una humanidad tandestructiva y desorientada, pero laforma en que había visto la civilizacióndesde los ojos de Kiara, eracontundente, sin más. Si ella pertenecíaa este futuro distante, entonces elmaestro Zing se había quedado corto ensu descripción respecto a ese tiempo.De ser así, entonces el ser humano habíaperdido todo interés en su propiodesarrollo evolutivo y se dedicaba adepredar el planeta sin escrúpuloalguno. Anya abrazó a Kiara y la consolódándole palabras de aliento, pero ellaseguía inmersa en sus reflexiones y de

pronto comenzó a sacudirse de maneraextraña. Aunque sintiera el abrazo deAnya, iba perdiendo fuerza con cadasacudida de su cuerpo. La imagen delmundo intermedio comenzó adesvanecerse poco a poco hastadesaparecer por completo. El vacío se apoderaba de su mente almismo tiempo que sus sensacionesfísicas volvían a la normalidad. Kiarasentía su cuerpo de nuevo y algo ajeno aella la movía sin cesar. Abrió sus ojoslentamente, estaba tendida sobre lacolchoneta en su improvisado lecho, yShawn, inclinado sobre ella, la sacudíadel hombro tratando de hacerlareaccionar.

Capítulo 12

Con la sacudida que Shawn le daba enlos hombros para que se despertara,finalmente Kiara se movió y seincorporó con dificultad. —Pero qué sueño más pesado el tuyo—le dijo Shawn—. Llevo un ratotratando de despertarte. —¿Qué pasa? —le preguntó aúndesorientada debido al brusco cambioque acababa de experimentar en su

conciencia al volver del mundointermedio. —Los soldados están despertando atoda la gente en los dormitorios.Convocaron a una reunión allá afuera yestán exigiendo que estemos todos. Kiara fue levantando su cuerpo poco apoco y sintió lo que significaba volver asu ser físico. El sentimiento de angustiacon el que se había acostado la nocheanterior permanecía fijo en sus entrañas.Comenzó a sentir una intensa pesadez enla cabeza y recordó que había estadollorando por horas. Ahora sufría de unaterrible jaqueca. —Pero... ¿qué demonios quierenahora? —se quejó ella tomando suadolorida cabeza con ambas manos—.

Ni siquiera sé qué hora es, necesitodormir más tiempo. —Son cuarto para las siete de lamañana. El sol apenas está saliendo. —¿Apenas está amaneciendo? —vocifero Kiara, que empezaba arecobrar el pesado sentido de realidadde todos los días—. Primero nosobligan a quedarnos en este espantosolugar y ahora ni siquiera nos dejandormir. Verás que no se trata de nadaagradable, seguro nos van a volver aamenazar. —No sé —respondió Shawn, quemiraba hacia el pasillo—. Parece comosi estuvieran separando a la gente engrupos. Vamos a ver qué hacen. Kiara se levantó de mala gana y

apenas se arregló el cabello. Siguiendoa Shawn rumbo al acceso principal delos dormitorios, no dejaba recordar laexperiencia que acababa de tenerdurante el sueño y no sabía qué creer.No había tiempo para reflexiones nipara pensar en otra cosa que no fuerasobrevivir por ese día. Miró a sualrededor, todas las demás personas semovían como autómatas, simplementeobedecían las órdenes de los guardias. Dos soldados les ordenaron que seunieran al grupo que se estaba juntandoafuera. Los del ejército repartíancamisetas de color azul a toda la genteque integraba el grupo. —¿Ya ves?, eres muy desconfiada.Solo están repartiendo ropa a la gente

—le dijo Shawn, que había tomado doscamisetas para cada uno. Kiara se alejó un poco del grupo y viounos camiones que repartían ropa aotros grupos que se habían acomodadoafuera de los dormitorios; su concienciapudo alcanzar un notable estado deconcentración mientras miraba lo quesucedía. —Pues entonces explícame tú,sabelotodo, por qué nuestra ropa es decolor azul y aquel grupo está recibiendocamisetas de color naranja —lerespondió Kiara. Shawn volteó para mirar al otro grupoy quedó confundido. Un par de médicosvistiendo también camisetas de colorazul se acercó a ellos y les pidió que

extendieran su brazo para colocarles unbrazalete plástico del mismo color.Kiara desconfió de inmediato. Losestaban marcando como si se tratara deprisioneros. —¿Para qué se supone que es esto? —les preguntó Kiara. —En unos momentos todos recibiráninstrucciones —le respondió un guardiacon un tono frío. —Pónganse las camisetas y no semuevan de aquí —les ordenó uno de losmédicos y siguió el mismoprocedimiento con la demás gente. Kiara observaba que los guardiastrataban a las personas con totalindiferencia mientras los marcaban conlos brazaletes, ejecutaban sus órdenes

como si estuvieran tratando conanimales. La multitud se miraba entre síy ella percibía con claridad el desprecioque sentían los unos por los otros,cualquier pretexto sería suficiente paraque la violencia estallara de nuevo. Ellay Shawn estuvieron ahí esperando pormás de quince minutos hasta que losaltavoces del albergue empezaron aemitir instrucciones. Se les informa a todos que estecampamento ha sido identificado comozona de alto riesgo sanitario, por lotanto ahora se encuentra en sutotalidad bajo la jurisdicción delpersonal médico del ejército. Existe elpeligro inminente de contagio de unaenfermedad que no ha podido ser

identificada y es necesario tomarmedidas de control para evitar unaepidemia. Todas las personas aquíreunidas estarán sujetas a tratamientopreventivo y observación durante lossiguientes días. Se les requeriránpruebas de sangre regularmente paramonitorear los resultados deltratamiento. En breve les seránasignados nuevos lugares para dormir.La ley marcial se ejecutará con todorigor para aquel que se niegue acooperar. Se ha establecido unperímetro de vigilancia alrededor delalbergue y toda persona que seaproxime demasiado a la cercaperimetral será puesta bajo custodia.Cualquier intento de motín será

sancionado con la máxima severidad.El gobierno de Estados Unidos haautorizado el uso de fuerza letal contratodos aquellos que traspasen la cercade seguridad e intenten escapar. Nadieestá autorizado para abandonar elalbergue hasta nuevo aviso. Graciaspor su cooperación. Kiara y Shawn sintieron verdaderopánico al escuchar el anuncio. —Pero qué... ¿Qué es lo que piensanhacer con nosotros, Shawn? —lepreguntó Kiara. —Nos van a dar un tratamientopreventivo para combatir la enfermedad—le dijo Shawn nerviosamente. —Pero si acaban de decir que nisiquiera han identificado la enfermedad.

¿Cómo demonios van a saber quémedicina utilizar para combatirla? —exclamó Kiara cuyo ritmo cardiacoparecía desbocarse por la ansiedad. Un vehículo militar se acercó al grupodonde se encontraban y se bajaron dosmédicos. Les hicieron señas para que seacercaran, sacaron un frasco contabletas y una caja con botellas de agua;mientras preparaban las dosis, Kiara lesadvirtió: —Yo no voy a tomar eso. Ni siquierasé qué medicina es. —Es un antibiótico de amplioespectro —le respondió el médico—. Sino lo tomas, tendrás más riesgo decontagiarte y enfermar de gravedad.¿Eso quieres?

—Pero si ni siquiera conocen laenfermedad que padece la gente —sequejó Kiara haciendo un ademándespectivo—. ¿Cómo saben que esetratamiento que vamos a tomar realmentefunciona? Además, ¿por qué la genteestá vistiendo camisetas de diferentescolores? ¿Qué se proponen?, ¿estánexperimentando con nosotros o qué? Ambos médicos se miraron entre sí. —Estamos autorizados paraadministrarte este medicamento por lavía que sea necesaria —le respondióuno de ellos perdiendo la paciencia.Luego ordenó a su compañero que letrajera una ampolleta con una jeringahipodérmica. Kiara los mirósorprendida y supo que no se iba a

escapar de ésta tan fácilmente—. Puedollamar al personal militar para que teinmovilicen si es necesario —continuóel médico tomando la jeringa con actitudamenazante—. Las órdenes son quetodos debemos tomar el tratamiento yeso nos incluye también a nosotros. Noeres la única que se lamenta de estasituación. Kiara se acercó, cogió la tableta ytomó un gran sorbo de agua, luego abrióla boca exageradamente para mostrarlesque ya se había tragado la pastilla. Losmédicos pusieron una marca en subrazalete y le advirtieron que no se loquitara. El siguiente en la fila fueShawn, quien tomó el medicamento sinqueja alguna. Kiara en cambio

observaba con indignación lo que estabasucediendo. Recordó el día que llegaronal albergue después de habersobrevivido durante varias noches en eloscuro taller mecánico; pensaron que alfin se habían salvado, pero ahora susituación era mucho peor. Seencontraban prisioneros en lo queparecía ser un campo de concentraciónmientras la misteriosa enfermedad losacechaba. Uno a uno los demásrefugiados pasaban a tomar su dosis demedicamento cuando Kiara notó unacara conocida entre el grupo, una mujerlatina de unos treinta años de edad.Kiara trataba de reconocerla, pero norecordaba por qué su rostro le parecíatan familiar. La línea siguió avanzando y

entre la gente pudo ver la figura de unaniña de ocho años caminando detrás dela mujer. Esta imagen aclaró su mente,era la familia de José. Apenas unassemanas atrás las había visitado en sucasa, y les entrego una carta que él leshabía enviado desde Yucatán. Kiaraexclamó emocionada acercándose aellas: —¡Leticia! ¿Eres tú? La mujer la miró fijamente sinresponder nada. Kiara pudo notar ungesto de desconfianza en su rostro. Seacercó a ella y le dijo: —Soy Kiara, amiga de José, ¿no teacuerdas de mí? Leticia soltó a la niña y abrazó a Kiaraeufóricamente.

—Perdóname —le dijo—, no pudereconocerte, lucías tan distinta el díaque apareciste en mi casa. Cómo mealegra encontrarte. Hasta entonces Kiara no se habíapercatado de que su imagen habíacambiado drásticamente desde el día delterremoto. No se había peinado en días,no traía una gota de maquillaje y la ropaque vestía la hacía perder suacostumbrado look. Kiara mantuvo a Leticia abrazada porunos momentos y luego Aurora, la niña,se acercó a ellas. Kiara se agachó y latomó de las manos. —Y tú, pequeña, ¿cómo estás? —ledijo con una sonrisa. La niña no respondió y fue a refugiarse

detrás de su madre. Kiara les presentó aShawn y relató brevemente cómo habíansobrevivido al terremoto de ese día paraluego caminar diez millas hasta esealbergue. Leticia les explicó que su casase había derrumbado mientras ella yAurora estaban en el supermercado. Sumadre había perecido durante el sismo.Deambularon por dos días buscandoagua y dónde refugiarse hasta que fueronrescatadas por personal de la guardianacional. Luego habían permanecidovarios días en un albergue queclausuraron debido al alto número deenfermos que había presentado. A finalde cuentas, habían sido trasladadas ahíla noche anterior. Kiara esperó a que ambas tomaran su

medicamento para pedirles que sealejaran de los médicos. Entraron alcomedor comunitario y se sentaron enuna mesa alejada de los demásrefugiados. Leticia no tenía noticia sobrela causa de la enfermedad, pero leaseguró a Kiara que muchas personashabían muerto en el albergue de dondevenía y que el ejército no tenía controlalguno de la situación. Primero eransólo unas cuantas personas consíntomas, pero al pasar los días elnúmero de enfermos crecióexponencialmente. Más de la mitad delos refugiados había enfermado degravedad y los rumores aseguraban quetodos habían muerto unos días después.Shawn y Kiara se alteraron con la

terrible noticia de peligro, estabanatrapados en una zona de alto riesgo decontagio sin posibilidad de escape. Ladesesperación comenzaba a hacer presade ellos hasta que Shawn sugirió que seformaran para el desayuno. Una larga fila de gente con camisetasde distintos colores esperaba impacienteque empezaran a servir la comida.Shawn miró la fila con un gesto dedesagrado, cada día eran más losrefugiados que llegaban al albergue ypronto la fila sería tan larga que tendríanque esperar horas para poder conseguirsus alimentos. Una voz conocida quepronunciaba su nombre llamó suatención; Brian, el amigo de su padre,estaba formado varios metros atrás de

ellos y le hacía señas para que fuera averlo. Shawn fue con él y ambos sesepararon de la fila para conversar enprivado por espacio de diez minutos.Shawn regresó apresuradamente, lepidió a Leticia que conservara suslugares en la fila y tomó a Kiara delbrazo. —Ven, necesito hablar contigo, esimportante. —¿Más importante que desayunar? Meestoy muriendo de hambre, Shawn.Anoche no cené nada —se quejó Kiara,que no quería moverse de la fila portemor a quedarse sin comida. Shawn laarrastró casi a fuerzas hasta que sealejaron lo suficiente de los demás. —Brian está ideando la forma de salir

de aquí. —Creí que estábamos de acuerdo enque eso es imposible —respondióKiara. —Ya sé, pero resulta que no. Siemprehay una forma, acuérdate. —No entiendo qué quieres decir. —Brian fue socio de mi papá durantemucho tiempo, es un hombre muy exitosoen los negocios y te aseguro que no estáresignado a morir aquí sin hacer nada.Me dijo que ha estado trabando amistadcon varios de los guardias y que ellosestán igual de asustados que nosotros.La cuarentena también aplica para ellosy tampoco están autorizados para salirdel albergue. —¿O sea que también los miembros

de la guardia nacional están prisionerosaquí como nosotros? —Exactamente. El médico te lo dijo,pero con tu berrinche no le pusisteatención. Todo mundo está expuesto alcontagio. Brian me dijo que variosguardias han empezado a enfermarse yque algunos ya se murieron. Luego medijo algo tan terrible que no sé si debacontártelo. —¿Qué? Dime... —preguntó Kiaraasustada—. Quiero saber la verdad delo que está pasando. Shawn titubeó por un instante. —Está bien, de todas formas el rumorcorrerá más rápido que la pólvora ypronto todos lo sabrán. —¡Dime qué pasa! —le exigió Kiara.

—Dos de los guardias que conocióBrian están encargados de sacar labasura del albergue y son los únicos queestán autorizados para pasar a la zonarestringida. Ayer fueron ahí y entraron allaboratorio en el momento en que losmédicos se preparaban para transportarlos cuerpos de dos personas fallecidaspor la enfermedad. Vieron los cuerposdesnudos, y Brian asegura que susrostros reflejaban auténtico terror aldescribirle lo que vieron. Kiara sintió un tremendo agobiomientras lo escuchaba. —Los guardias juran que los cuerposeran irreconocibles —continuó Shawn—. La piel se les puso gris y parecíaque se les había deformado muchísimo

el esqueleto. El rostro de Kiara se veía mortificadopor el miedo, lleno de desesperación. —¡No podemos quedarnos aquí! —exclamó al fin. —Lo sé. Brian me dijo que la moralde los guardias está por los suelos,todos están tan asustados como tú y yo.Escucha bien esto: los de la guardianacional no son miembros activos delejército. Ellos viven en las ciudades ytienen trabajos regulares comocualquiera, sólo son reservistas quefueron separados de sus familias y ahoraestán prisioneros aquí, por eso nada másestán pensando en una forma de escapar,como nosotros. —¿Y que están esperando? —preguntó

Kiara—. Ellos tienen armas y vehículos. —No es tan sencillo como parece. Lossoldados custodian el perímetro delalbergue y patrullan las calles de laciudad, es imposible salir por tierra sinser detectado. —No te entiendo, Shawn. Acabas dedecir que siempre hay modo de hacer lascosas y ahora dices que es imposiblesalir sin que nos detecten. —Te lo voy a explicar. Brian estáplaneando que todos escapemos en unyate que tiene. La vigilancia por mar esmucho menor que en las calles, podemostener éxito, pero tendremos que escapardurante la noche. Sólo que hay una malanoticia. —¿Cuál?

—Él nada más nos mencionó anosotros dos. No sé si tenga espacio enel bote para la esposa de José y su hija. Kiara se llevó ambas manos a lacabeza en un gesto de desesperación. —No podemos dejarlas aquí, Shawn,eso lo sabes. Su hija tiene sólo ochoaños, no merece morir aquí de estaforma tan horrible. —Sí, pero Brian tuvo que sobornar aunos soldados para que nos ayuden allegar hasta los muelles. Me preguntó sicontábamos con algo de dinero, y túsabes bien que no... ¿Cómo vamos apedirle que lleve a dos pasajeros más?No tenemos nada que ofrecerle. —¿Y cómo piensa pagarles él a losguardias? —preguntó Kiara.

—Él logró recuperar una pequeña cajafuerte de los escombros de su casa.Cuenta con algo de efectivo pero no sécuánto están demandando los guardias. Kiara comprendió la situación, perovio la fila que esperaba el desayuno,donde estaban Leticia y la pequeñaAurora. —Tenemos que llevarlas, Shawn, nosoportaría la idea de dejarlas en estesitio.

Capítulo 13

El campamento de investigación seencontraba de nuevo bajo una granagitación. La NASA había notificadodesde tempranas horas de la mañana unsuceso astronómico sin precedentes.Sarah y Daniel se encontraban en elcentro de operaciones para revisar elinforme oficial. El retraso en la órbitade todos los satélites del planeta nodejaba duda alguna de que el Sol

continuaba presentando cambiosradicales en su comportamiento,inexplicables para los científicos. —La NASA sugiere que el Solincrementó súbitamente la fuerza delenlace magnético que sostiene a laTierra en órbita —le notificó Sarah aDaniel. —Sin embargo no se registró ningúncambio en su superficie —respondió él—. Las lecturas son normales. ¿Qué fuelo que sucedió? Sarah meditó por unos instantes sobreel asunto. —Si no hubo cambios en la superficiesolar, entonces el fenómeno tuvo quehaberse producido en el núcleo —afirmó Sarah.

—Entonces el fenómeno será aún másdifícil de comprender. Es muy poco loque sabemos sobre el comportamientodel núcleo solar. —Creo que quizás deberíamoscentrarnos en los efectos que elfenómeno tuvo aquí en el planeta —dijoSarah con un aire de frustración en elrostro. Daniel comenzó a seleccionar algunascarpetas que se encontraban sobre unade las mesas de trabajo. —Estos son los últimos reportes de laestación de investigación en la Antártida—comentó Daniel extendiéndole a Sarahuna gruesa carpeta que ella comenzó ahojear. La situación era la misma que la de los

días anteriores. Grandes inundacionesafectaban todo el globo y sismos dediferentes grados de intensidad seguíanazotando diferentes regiones del mundo.Nada parecía sugerir un cambio abruptoen el comportamiento del clima. Elescenario era bastante desalentador perocongruente. El doctor Resnick habíaincluido los pronósticos deldesplazamiento de la gran plataforma dehielo de la Antártida y Sarah miróaterrada la distancia que ya se habíamovido. No obstante, Resnick semostraba optimista acerca deldesplazamiento. Confiaba en que lasbajas temperaturas que se registrabancon la entrada del invierno antárticovolverían pronto a congelar parte de los

deshielos producidos por el verano. —Todo parece indicar que elfenómeno no tuvo efecto alguno sobrenuestro planeta —comentó Sarah—. ¿Note parece extraño? —Por supuesto que me parece muyextraño. El Sol tuvo que haber liberadouna enorme cantidad de energía paraalterar el desplazamiento orbital de latierra —respondió Daniel—. Nuestroplaneta incrementó su velocidad enmiles de metros por segundo, ¿cómo esposible que no hayamos sentido nada? Sarah y Daniel se miraron fijamente.Estaban completamente desorientados.Ninguno de los dos comprendía lo quehabía sucedido. En ese momento unsoldado entró a la carpa, traía un

mensaje que le entregó a Daniel y loleyó. —¿Qué sucede? —le preguntó Sarah. —El laboratorio de análisis químicosconcluyó el estudio de las muestras queles envié —respondió Daniel. —¿Las muestras del cuarzo queencontramos en la galería? Daniel asintió con la cabeza. —Parece ser que nos han enviado unacaja con el análisis de las muestras y losresultados. —¿Una caja? —Preguntó Sarahsorprendida—. Pensé que sólo setrataba de un análisis químicomolecular. Pudieron enviarlo por correoelectrónico. —Iré a ver de qué se trata —le dijo

Daniel dirigiéndose hacia la salida de lacarpa. Sarah tomó el mouse de sucomputadora y comenzó a analizar elinforme que mostraba el fenómenoorbital que había sufrido la Tierra.Cargó un programa especial para medirel desplazamiento y empezó a alimentardatos en él. Unas gráficas aparecieronen la pantalla y ella contabilizó losresultados y los comparó con el informe.Luego cargó otro programa y se puso acálcular la desviación de la trayectoria.Pasó más de una hora hasta que obtuvolos resultados. No existía ninguna duda.El planeta había modificado sudesplazamiento en respuesta alfenómeno registrado en el núcleo solar

y, como consecuencia, la forma de suórbita se había alterado. Sin embargo,tendría que esperar meses para tenernuevas perspectivas de observación desu desplazamiento para calcular elcambio y el incremento en su velocidad.Sarah comenzó a preparar un informecon los resultados y sólo hasta entoncesse dio cuenta de que Daniel no habíaregresado en todo ese tiempo. Fue a buscarlo al almacén de losmilitares, donde recibían todos lospaquetes que llegaban del exterior. Lossoldados le informaron que hacía muchotiempo que le habían entregado elpaquete. Sarah miró la bitácora yreconoció la firma de Daniel. ¿Dóndedemonios se encontraba? Pensó en ir a

buscarlo con los arqueólogos peromejor se fue al comedor, ya era hora deldesayuno y conocía bien a Daniel. Sarahcruzó la puerta de entrada y,efectivamente, él se encontraba sentadocerca de una de las ventanas. Sobre lamesa, un enorme plato lleno de comidasobresalía entre papeles, carpetas,muestras de vidrio y un extraño aparatoelectrónico. Daniel leía uno de losreportes. Se encontraba tan absorto en sulectura que ni siquiera notó la presenciade Sarah. Ella se sentó en la mesa justofrente a él. —Ni siquiera has tocado la comida —advirtió Sarah. Daniel dejó de leer el informe yobservó su plato con indiferencia. La

comida se había enfriado por completo. —No vas a creer lo que el laboratorioha descubierto. Sarah lo miraba aún sorprendida deque la lectura del informe hubieralogrado contener su voraz apetito. —¿De qué se trata? —le preguntó. —En el fondo sabía que la pirámidehabía sido construida por unainteligencia superior, pero mi mente senegaba a creerlo. Me aferraba a buscaralguna explicación lógica queconcordara con la primitiva idea quetenemos sobre las civilizacionesantiguas —afirmó Daniel—. Ahora nome queda la menor duda de que estamostratando con algo infinitamente superiora nuestro entendimiento.

—¿Y piensas decírmelo o tendré queleer yo misma los resultados? —preguntó Sarah con impaciencia. Daniel se aclaró la garganta. —El laboratorio analizó lacomposición molecular de las muestrasde cuarzo. A simple vista parece sercomún y corriente, pero el microscopioreveló que los enlaces químicos fueronrediseñados para cambiar la resonanciamolecular de todo el compuesto. —¿Rediseñados? ¿Qué significa eso?—preguntó Sarah. —Ni siquiera yo lo comprendo bien—respondió Daniel—. Pero según ellaboratorio, esto significa que elmaterial fue manipuladodeliberadamente a escala nanométrica,

para modificar su estructura molecular ycrear un nuevo compuesto conpropiedades completamente distintas alas del cuarzo común. —Pero, ¿con qué propósito? —preguntó Sarah. —Ahora te lo explicaré —continuóDaniel—. Como resultado del proceso,el cuarzo que se encuentra incrustado enlas paredes de la galería poseecaracterísticas de almacenamiento deinformación y amplificación de ondaselectromagnéticas y acústicas que sólopueden ser explicables mediante laaplicación de nanotecnología avanzadapara reestructurar las moléculas delmaterial. Y con esto te estoy hablandode una reprogramación química del

compuesto en el sentido atómico. Segúnlas pruebas que realizó el laboratorio,su estructura química fue modificadapara crear nanocajas de resonanciamolecular, que al unirse forman túnelesde conducción de energía capaces deamplificar billones de veces las ondaselectromagnéticas y producir un númeroinfinito de diferentes reacciones. Éstasvan desde la iluminación en diferentesgamas del espectro de luz, hasta elreconocimiento de sonidos para activarprotocolos prediseñados defuncionamiento de sistemas deinformación. —Un momento Daniel —interrumpióSarah—. Eso querría decir que lapirámide tiene la capacidad de

amplificar ondas electromagnéticas... —Es lo que dice el informe —respondió él—. Si están en lo correcto,entonces el edificio entero es como unaenorme bobina de amplificación deenergía que al parecer es activada pormedio de las incrustaciones de cuarzoque posee. —¿Entonces el cuarzo de la pirámidereconoce sonidos para activar susfunciones? —Exactamente. El cuarzo de losrelieves actúa como una memoriasensible de almacenamiento de datos.Estos datos fueron programadosminuciosamente y almacenados en elmaterial para activar las funciones de lapirámide.

—¿Y cuáles crees que sean esasfunciones? —No existe forma de saberlo porquela programación es sumamente compleja—respondió Daniel—. Sin embargo,podemos realizar pruebas que revelen elpropósito de estas funciones. Sarah Hayes se encontrabaenmudecida. Su mente no estabapreparada para escuchar tal revelación.Desde que llegó al campamento habíaenfrentado todo tipo de fenómenosinexplicables pero nada podría haberlapreparado para lo que estabaescuchando. Recordó su viaje deconciencia en el que aquel grupo deindígenas había entonado su canto parailuminar las paredes de la galería. El

cuarzo había reaccionado a las ondasacústicas y se había iluminado como porarte de magia. Daniel tenía razón, seencontraban frente a una tecnologíafundamentada en una ciencia queescondía un poder incomprensible paraellos. —¿Te das cuenta, Sarah? —continuóDaniel—. Estamos comenzando adescubrir la forma en que funciona estatecnología, que es infinitamente superiora la de nuestro tiempo. Las nanocajas deresonancia son dispositivos dealmacenamiento de información billonesde veces más rápidas y eficientes quenuestros lectores ópticos. Y no sóloalmacenan información, sino que laconvierten en energía que puede ser

amplificada incluso a velocidadesmayores a la de la luz. Las nanocajas delcristal crean túneles mediante lareacción de su estructura atómica y lostúneles succionan energía a escalacuántica, hasta que su amplificación estan grande que produce todo tipo defenómenos inexplicables, como ladistorsión del tiempo. Por eso dentro desu campo magnético el tiempo se alteray nuestro organismo desplaza suconciencia hacia otras realidades. Y hayotra cosa: no se trata sólo de generarenergía, sino que el laboratorio aseguraque el tipo de ondas de información queproduce en forma de energía es capaztambién de alterar la estructura de lasmoléculas orgánicas si son programadas

para esta función. Con esto se refieren aque esa forma de energía es capaz dereestructurar y hasta resecuenciar lasmoléculas de ADN en los seres vivos.¿Puedes creer eso? ”La pirámide posee la capacidad dealmacenar y procesar energía en formade datos sensoriales, como si fuera unser vivo —afirmaba Daniel,notablemente agitado—. Suprogramación es tan compleja que seescapa de nuestro entendimiento. Es casicomo si la galería de la pirámide setratara de un organismo inteligente y conpropósito. El cuarzo incrustado en susrelieves forma una especie de redneuronal de inteligencia artificial queactiva todos sus mecanismos. Es como

los circuitos integrados que la hacenfuncionar. Los tuvimos enfrente denosotros todo el tiempo y no fuimoscapaces de verlo. —¿Y cómo íbamos a imaginarsemejante cosa? —dijo Sarah finalmente—. Mi mente se niega aún a creerlo.¿Cómo es posible que desarrollaran estatecnología que es prácticamenteinvisible ante nuestros ojos? ¿Quédemonios se proponían lograr con ella? Daniel la miró con fijeza. —Piensalo bien, Sarah. Energía yprogramación compleja. Inteligenciaartificial y reestructuración de ADN. ¿Adónde nos lleva esto? Sarah observaba a Daniel sin decirpalabra alguna.

—Por eso los mitos y leyendas de losque habla el anciano brujo se refieren aellos como a los hombres dioses —agregó Daniel—. De qué otra formapodrías referirte a alguien que es capazde comprender las leyes del universo algrado de construir estructurasartificiales inteligentes que distorsionanla realidad y el espacio-tiempo. Lapirámide podría demostrarnos quetenían incluso el poder de resecuenciarnuestra estructura genética. Suconocimiento sobre la transmisión yalmacenamiento de la energía es tangrande que ahora creo que tal vez todolo que Tuwé dice acerca de esos seresancestrales es verdad. Para sertehonesto, ya no me sorprendería nada, ni

siquiera la afirmación de que alcanzaronla inmortalidad. El cuerpo de Sarah comenzaba atensarse mientras pensaba en lasimplicaciones de lo que habíandescubierto. Su respiración se agitaba yle era imposible concentrarse. Entoncesse paró de su silla bruscamente yempezó a caminar de un lado a otro. —Tú sabes bien que eso es imposible,Daniel —respondió ella—. Una cosa esla creación de tecnología y otra muydiferente es rebasar las leyes naturales.El ser humano nace y muere al igual quetodos los organismos de este planeta. Esuna ley natural inviolable que se cumpleen todas y cada una de las veces paracada ser vivo.

—Quizás estamos sujetos a esa ley denacimiento y muerte porque no hemoscomprendido todavía las fuerzas quegobiernan nuestra existencia como seresvivos —respondió Daniel—. Cuandollegamos al campamento a estudiar laradiación desconocida, te burlaste de laidea de que posiblemente habíamosdescubierto una apertura en el campounificado. Ahora estoy convencido deque así es. La energía que produce lapirámide sugiere la capacidad paraviajar a través del espacio-tiempo enforma de conciencia. Tú misma lodescribiste de esa forma, dijiste que lapirámide contemplaba al ser humanocomo un ser formado de energía y no demateria física. Elena también piensa que

eso somos en realidad: energía que viajaen todo momento, y me explicó que losantiguos mayas veían el cuerpo físicocomo una simple envoltura que los atabaa las leyes de la materia. Una envolturacontra la que luchaban afanosamentepara romperla y liberarse. —Elena es arqueóloga, Daniel.Nosotros somos científicos, estudiamoslas ciencias exactas. Es cierto quesomos energía, pero estamos sujetos aleyes que rigen nuestro comportamiento.Si esos sabios de la antigüedadrealmente lograron alcanzar lainmortalidad, como tú piensas, entoncestiene que haber una explicación lógicaque pueda dilucidarse mediante lasleyes conocidas.

—El poder de la pirámide contradicetodas nuestras leyes, Sarah. Eso se hahecho cada vez más evidente desde quellegamos a este sitio. Me atrevo a pensarque no es que las contradiga, sino queestá muy por encima de ellas. —El poder de la pirámide sobrepasaal de las leyes establecidas en nuestromundo... —mencionó Sarah en voz alta,hablando para sí, con la intención deasimilar la idea. —Exactamente. La energía quedesarrolla la pirámide es tan grande queforma un puente entre nuestro mundo yalgo desconocido que aún no logramosentender. En ese lugar, al otro lado, lasleyes no se comportan de la mismaforma que en el mundo cotidiano. El

espacio y el tiempo se superponen deuna forma incomprensible para nuestramente. Sarah trató de tranquilizarse y volvió asu silla frente a Daniel. —Tuwé también dijo que el tiempo delos inmortales se encuentra atado alnuestro. Eso resulta también imposiblede creer desde nuestra perspectiva, dadoque si realmente existieron fue en elpasado remoto de la humanidad miles ymiles de años atrás, en otro tiempo, asíque desde luego ya se extinguieron.Tuvieron que dejar de existir. No esposible que todavía exista algún tipo deinfluencia sobre nuestro tiempo. —Tal vez deberíamos empezar aaceptar la posibilidad de que existen

muchas cosas en este mundo que sonsimplemente inexplicables desde laperspectiva de las leyes naturales —insistió Daniel—. La existencia deniveles superiores de conciencia es unade esas cosas. Si estos niveles existen yestán regidos por leyes diferentes a lasnuestras, entonces debemos estarpreparados para enfrentar cualquier tipode acontecimiento, por inexplicable oimposible que parezca. Sarah lo miró con detenimiento. Si loque él sugería era posible, entonces elmisterio que guardaba la pirámide erade una escala mucho mayor de lo quehabía imaginado. —Tenemos que volver a la galería aefectuar más pruebas sobre las

incrustaciones de cuarzo. Ése es elprimer paso para llegar al fondo de estemisterio.

Capítulo 14

En los laboratorios de la corporación,ubicados al norte del estado de Illinois,todo parecía normal a simple vista. Noera así para el profesor Mayer, quien seencontraba sumamente nervioso, puesWilliam Sherman le había notificadosobre su visita y no tardaría muchotiempo en llegar. Al parecer, él y elgeneral Thompson se reunirían ahí paradiscutir la estrategia a seguir ante la

situación económica del país, que cadadía se volvía más extrema. Mayer estabaal tanto de todo lo que sucedía en el paísa través de las fuentes de información dela compañía y sabía que Sherman no sedemoraría en actuar. La situación erauna verdadera bomba de tiempo. Losdesastres climáticos, producidosprincipalmente por las inundaciones ydesbordamientos de los ríos,paralizaban el comercio mundial ysumían la economía de los paísesdesarrollados en la peor crisisfinanciera jamás vista. Millones depersonas estaban perdiendo supatrimonio de la noche a la mañana y elgobierno ya no contaba con los mediospara asistir a los damnificados. Un

colapso global se aproximaba ySherman le exigía que calculara lasproyecciones más precisas sobre lo quepodían esperar para los próximosmeses. Por si esto fuera poco, lo habíacitado ese mismo día para que leinformara sobre los avances en eldesarrollo de la vacuna contra el agentegris. Él sabía que la terapia conantibióticos era prácticamente inútil,pero necesitaba ganar tiempo. William Sherman esperaba en la salade juntas, impaciente por verlo cara acara. No recordaba a nadie que sehubiera atrevido a engañarlo y pudieravivir para contarlo. El profesor no iba aser la excepción. Mayer seguía demorándose pero el

que hizo su aparición de repente fue elgeneral Thompson. Traía un pesadoportafolio metálico. —Necesito que veas esto —le dijoThompson al abrir su enorme portafoliossobre la mesa de la sala. El generalextrajo unos archivos clasificados comoultrasecretos, y Sherman se acercó paraquejarse. —No tengo tiempo para tus juegosmilitares —exclamó Sherman—. Lacrisis climática en el país estáresquebrajando la economía muchoantes de lo que esperábamos. Tengo quereunir al grupo de los ocho lo antesposible para tomar medidas drásticas, oserá demasiado tarde. Necesito queestemos preparados para lo que se

avecina. —Lo sé. Pero esto es mucho másimportante. Ven a ver esto. Sherman se acercó a ver los archivos,eran fotografías satelitales de laatmósfera y cálculos matemáticosimposibles de comprender. —¿Qué demonios es eso? —Hace dos días por la nocheaconteció el suceso más extraño en todala historia de la era espacial —lerespondió el general—. Nuestrossatélites, así como todos los satélitesque orbitan en torno al globo terrestre,sufrieron un retraso de más de dos horasen su órbita programada. —¿A qué diablos te refieres? ¿Quésignifica eso? —Sherman mostraba su

impaciencia. —Significa que un acontecimientoastronómico tuvo lugar entre el Sol y laTierra que alteró la velocidad orbital ala que circulan los satélites. Éste es unhecho sin precedentes. En teoría, en elespacio no existen fuerzas que puedanalterar la velocidad orbital de lossatélites a esa magnitud. Su trayectoriaes cien por ciento predecible y sudesplazamiento es tan exacto que semide en décimas de segundo. —No comprendo qué tiene que vereso con nosotros y nuestros asuntos —respondió Sherman—. ¿Cuál es elpunto? —Es mucho más importante de lo quecrees. Al día siguiente de este

acontecimiento, recibí un comunicado decarácter clasificado desde elcampamento de investigación en laPenínsula de Yucatán. El equipocientífico liderado por Mayer reportóuna anomalía en el funcionamiento delgenerador magnético. De hecho,reportan el aparato como averiado porcompleto. Según su reporte, elgenerador inició por sí mismo unasecuencia de generación de corrienteeléctrica y la maquinaria estallósegundos después del suceso. Estabandesesperados por hablar con el profesorMayer. Tuve que localizarlo aquí en loslaboratorios y comunicarlo con elcampamento a través de una líneasegura. En unos momentos tendrá que

explicarnos exactamente lo que sucedióese día. —¡Sigo sin entender qué demoniosestás diciendo, maldita sea! —seexasperó Sherman. Thompson se movió de su lugar yenfrentó a Sherman cara a cara. —Lo que te estoy diciendo es que elgenerador empezó a producir energíaeléctrica por sí solo cuando el sucesoastronómico tuvo lugar. ¿No te dascuenta de las implicaciones de estehecho? Significa que sí es posiblegenerar energía a partir del fenómenoradiactivo que produce la galeríasubterránea. El generador produjo unacorriente de cientos de miles de voltioscuando explotó.

Sherman casi pierde el equilibrio alescuchar al general Thompson. Comenzóa respirar agitadamente mientras sumente reflexionaba. Si lo que decía elgeneral era cierto, la era del petróleopronto llegaría a su fin. La humanidadpodría contar con una fuente de energíalimpia y presumiblemente inagotablepara el resto de sus días. En otraspalabras, energía gratuita para el mundoentero en cuanto se desarrollaran losmedios tecnológicos para producirla. Nisiquiera en la peor de sus pesadillashabía llegado a imaginarse un escenariode este tipo. Todo el tiempo habíacalculado que la galería subterránearepresentaba un verdadero peligro parasu operación. Ahora estaba

completamente convencido. —Mayer se dirige hacia acá en estosmomentos. Veamos qué tiene que decirsobre este asunto —vociferó Shermancomo no dándole demasiadaimportancia. —Si lo que estoy pensando escorrecto —respondió Thompson—, estehallazgo podría revolucionarcompletamente la vida en el planeta. —La vida en el planeta no va acambiar —dijo Sherman fríamente ymirándolo a los ojos—. Los sueñosutópicos de la energía limpia comosalvadora de la humanidad fracasaráncuando el ser humano comience a pelearpor el control de esa energía. Sangre ymiseria correrán alrededor del globo a

manos de la ambición. Eso lo sabesbien, o ¿acaso dejarías que alguien másse apoderara de esa fuente infinita? —No estaba pensando en lahumanidad como beneficiaria de esafuente —respondió Thompson—. Másbien imaginaba el poderío militar queseríamos capaces de desarrollar sidejáramos de depender del petróleo.Imagina barcos, aviones, tanques yejércitos completos moviéndosecontinuamente con una reserva deenergía inagotable. El control sobre esafuente representaría el dominio absoluto. Un ruido proveniente del pasillointerrumpió la conversación. La puertade la sala se abrió y el profesor Mayerentró a la oficina. De inmediato sintió la

mirada de William Sherman pesandosobre él. El general Thompson observóque traía consigo el informe que habíasolicitado y que Mayer le entregó tanpronto lo hubo saludado. —¿Algo nuevo en este informe,profesor? —preguntó el generalmientras ojeaba las páginas. —Me temo que varias cosas —respondió Mayer. Thompson interrumpió la lectura ymiró fijamente al profesor. —¿Pudieron encontrar la causa delretraso en la velocidad orbital de lossatélites? —Así es. La órbita de los satélites sealteró debido a un incremento en lavelocidad de traslación de la Tierra

alrededor del Sol. Es un hecho sinprecedentes. Nunca antes en la historiase había registrado un fenómenosemejante. Esto fue confirmado ayer enEuropa por el Instituto de Astrofísica delas Islas Canarias, y la NASA está apunto de confirmarlo hoy mismo. Es unanoticia alarmante. —Explíquese bien, profesor —interrumpió Sherman, molesto por noentender a lo que Mayer se refería. —El planeta aceleró hace dos días lavelocidad a la que orbita alrededor delSol. Como consecuencia, el año sideraldejará de cumplirse en 365.2422 días,ahora será más corto. Todavía no se hacalculado cuánto disminuirá. Lossatélites se retrasaron debido a esta

fuerza de aceleración de la Tierra, comosucede cuando se acelera bruscamenteun automóvil: nuestro cuerpo reaccionamoviéndose hacia atrás y pegándose másal asiento debido a la inercia delmovimiento. Esto fue lo que alteró sudesplazamiento a pesar de que suvelocidad permaneciera constante, comomarcan los instrumentos. —¿Qué fue lo que sucedió con elgenerador en el campamento? —preguntó Thompson. —Eso es aún más inexplicable —respondió Mayer—. De acuerdo con losinformes del personal que se encontrabacustodiando el aparato, éste se encendiópor sí solo y se aceleró a una velocidadimpresionante que terminó por volar la

transmisión en unos pocos segundos. —Tengo entendido que, al encenderse,el generador empezó a producir energíaeléctrica, según muestran las mediciones—afirmó el general. —Efectivamente, el generador produjouna descarga de un voltaje tan alto queincineró los medidores e hizo que elmecanismo explotara. Pero eso no fue lomás extraño. —¿A qué se refiere? —preguntóThompson. —En el nuevo informe puede leer lasdeclaraciones de los dos técnicospresentes. Según ellos, el generadorempezó a experimentar levitaciónmagnética desde el momento en que seencendió la secuencia de producción de

energía. Aseguran que el generador seseparó del suelo casi un metro de alturay que produjo un campoelectromagnético autocontenido que lesprodujo severas quemaduras a ambos.Los médicos confirman las quemaduraspero las declaraciones fueron omitidasen el primer informe por considerarlasinverosímiles. Los médicos pensaronque ambos técnicos habían alucinadodebido al shock traumático causado porla explosión. William Sherman no podía dar créditoa lo que estaba escuchando. —A ver, profesor, explíquemelo otravez —pidió el general—. ¿Estásugiriendo que el generador creó uncampo antigravitatorio al momento de

encenderse y que empezó a flotar en elaire? —Ésas son las declaraciones de lostécnicos. Su salud mental está enperfectas condiciones y ambasdeclaraciones de lo que vieroncoinciden a la perfección. Hoy en lamañana hablé por teléfono con ellos,llevan años asistiéndome en misinvestigaciones, y le aseguro que noestán mintiendo. Thompson miró a Sherman sin poderocultar la ansiedad que estaba sintiendoal escuchar a Mayer. —Pero eso es simplemente imposible—repuso el general—. ¿Han logradoreproducir el fenómeno con elgenerador?

—El aparato quedó completamentedañado —respondió Mayer—. Resultaimposible reproducir el fenómeno porahora. —¿Y qué demonios esperan pararepararlo? Tenemos que iniciar laexperimentación de forma inmediata.¿No se da cuenta de lo que estedescubrimiento significa? —Sé perfectamente lo que significa.Sería el comienzo de una nueva cienciaque daría inicio a una nueva era en eltransporte, por ejemplo. Por desgracia,el generador no se puede repararfácilmente. Recuerde que se trata de unprototipo. No existen refacciones nicontamos con los planos completos delmecanismo. Además, es obvio que su

diseño no es el adecuado para manejarese campo de energía, por eso explotó latransmisión. Primero tenemos queentender el fenómeno que dio origen alcampo antigravitacional y despuéspodemos empezar a diseñar unmecanismo completamente nuevo quepueda soportar la creación del campo. William Sherman riocalculadoramente. —Eso puede tardar años, ¿no es así,profesor? —Varios años —respondió Mayer. —¿Pero el fenómeno puede serreproducido de nuevo? —preguntó elgeneral Thompson. —Efectivamente —dijo Mayer—.Siempre y cuando averigüemos las

condiciones que dieron origen alfenómeno. Pienso que la variabilidad enel comportamiento del Sol, aunada a laradiación de la galería, fue lo queprodujo el súbito cambio en laoperación del generador. —¿A qué variabilidad se refiere? —preguntó Thompson. —El Sol está variando constantementesu campo electromagnético y lairradiación de luz que produce sobrenuestro planeta. Pero yo no soy expertoen física de plasmas. Para comprenderlo que sucedió hace unos días,necesitamos a la doctora Hayes y suequipo. Sólo ellos comprenden bien elmecanismo solar que genera estoscambios en su comportamiento. Es

necesario hablar con la doctora paraconocer el origen de este fenómeno. El general Thompson miró a WilliamSherman. —Es necesario que regrese alcampamento y solicite su ayuda pararesolver el problema —le ordenóThompson a Mayer. —Antes de que se retire, quiero sabercuál ha sido su progreso en el desarrollode la vacuna, profesor —intervinoSherman. Mayer comenzó a sudarnerviosamente. —La alteración genética a la que fuesometido el agente gris lo vuelve inmunea todos nuestros métodos para produciranticuerpos.

—¿Quiere decir que no hay progresoalguno? —preguntó Sherman mostrandoclaramente su enojo. —No en la producción de la vacuna,pero hemos encontrado un antibióticoque ha dejado inerte a la bacteria porvarios días. Uno de los grupos decontrol que fue tratado en elcampamento de refugiados reaccionófavorablemente. Las muestras de sangreque nos enviaron demuestran que labacteria dejó de reproducirse al entraren contacto con el agente químico.Parece ser que detiene efectivamente sucapacidad de contagio. El general Thompson intervino. —¿Entonces usted cree que hemosencontrado la forma de detener la

epidemia? —Es muy pronto para asegurarlo —respondió Mayer—. El comportamientode la bacteria es impredecible. Hastaahora sabemos que el antibiótico inhibesu capacidad de reproducción pero labacteria todavía permanece alojada enel huésped. Sin embargo, la persona noenferma, la infección permanece en unestado latente pero inofensivo. Pareceque ha encontrado la forma de no serdetectada por el sistema inmune ysobrevive de forma inactiva. —¡Habla de ese malditomicroorganismo como siverdaderamente tuviera inteligencia! —vociferó Sherman—. Encuentre el mediopara destruirla y déjese de juegos.

—El laboratorio está trabajandoveinticuatro horas al día para lograrlo—respondió Mayer—. En unos díastendremos más resultados de laspruebas. —Entonces administraremos eseantibiótico a toda la población en riesgopara detener la epidemia —dijoThompson—. Es la mejor arma con laque contamos por ahora.

Capítulo 15

Un intenso dolor en el lado izquierdodel rostro hizo que María Jensenreaccionara y cobrara conciencia de loque estaba sucediendo. Había jalado elgatillo del arma con todas sus fuerzaspero no se había producido ningúndisparo. Después había visto a su captoravanzando hacia ella y propinándole unsevero golpe que la había tumbado ydejado completamente aturdida. María

tenía ambas manos sobre el ladoizquierdo de su rostro cuando el sujetose le volvió a acercar. Esta vez era élquien sostenía el arma en la mano. Ellasintió pánico al verlo acercarse. —¿Así que deseas morir de una vezpor todas? —le dijo en tono agresivo yMaría no respondió—. ¿No te gusta lavida de riqueza que te he dado, verdad?Y ahora crees que puedes librarte tanfácilmente —continuó el tipo con sucinismo—. Te voy a enseñar a usar unarma como ésta. Para dispararla primerotienes que cortar cartucho de esta forma—dijo el sujeto al tiempo que accionabahacia atrás el cañón del arma,introduciendo una bala en la recámara—. Luego apuntas con cuidado hacia

donde deseas dispararla —y diciendoesto le propinó otro golpe en la cara aMaría, luego se agachó sobre ella.Sujetó la pistola apuntando directamentea su sien izquierda y la presionó sobresu cabeza. María volvió a sentir el frío metal ensu piel y su respiración se agitó denuevo. Todo su cuerpo temblabaesperando lo inevitable. Habíaamenazado a su captor con esa arma ysabía que tal afrenta contra su autoridadera imperdonable. —Ahora solamente tienes que jalar elgatillo y listo. Tus deseos estáncumplidos —tomó una de las manos deMaría y empezó a poner sus dedos sobreel gatillo del arma para detonarla sobre

su cabeza. Ella se encontraba en shock yno hallaba cómo defenderse. Cualquierintento de moverse podría provocar quesu agresor le disparara. Ahora no sabíarealmente si deseaba morir a manos deél. Su mente se encontraba confundida.No podía pensar. Lentamente fueretirando su mano del gatillo de lapistola y comenzó a llorar en silenciopidiéndole que no la asesinara. El tipo hizo más presión con el armasobre la cabeza de María y le lastimó elrostro. Puso el dedo índice en el gatilloy con la mano izquierda sujetó su cuelloapretando con fuerza para asfixiarla.María reaccionó de inmediato agarrandocon las dos manos el brazo izquierdo desu agresor para que la soltara. Los

segundos transcurrían y él no dejaba deasfixiarla. Ella trataba inútilmente dedefenderse mientras percibía cómo sucuerpo se iba quedando sin aire.Observaba el rostro de su captor conuna oscura sensación de odio y crueldaden sus ojos. Sabía que no era la primeravez que este sujeto asesinara a unamujer. Trataba de hablar para pedirleque no la matara pero no lograbaarticular palabra alguna. Su mente sehallaba en un estado de shock; derepente él soltó el arma para atacarlacon ambas manos. El cuerpo de María se convulsionabay la visión de la cara de su agresorcomenzó a tornarse cada vez másoscura. Sus pulmones trataban de tomar

aire pero la presión se incrementabasobre su cuello. La fuerza en susmúsculos comenzó a decaer y sus brazosse desplomaron hacia el suelo. Sucuerpo ya no podía oponer resistenciaalguna. El oxígeno había dejado de fluirhacia su cerebro. Entonces, unsentimiento de completa resignación lainvadió y deseó ser liberada del mundomaterial. Un momento después, su ser se movíacon ligereza a través del firmamento,surcando los cielos en un sentimiento decompleta libertad y regocijo.Atravesaba las nubes volando ysintiendo su rocío de vida sobre elcuerpo. Abajo, un inmenso valleprovisto de grandes árboles albergaba a

miles de personas que se movíanlibremente regocijándose con la armoníaque inundaba ese lugar. Agua pura ycristalina fluía a través de una enormefuente en donde la gente se acercabapara pedir consejo. María se sentíaagradecida de haberse librado de lasataduras físicas. El sitio quecontemplaba ahora le transmitía esasensación de paz interna que tanto habíadeseado. Miraba de un lado a otroexplorando su entorno y ya nada podíaalterarla. Ahora podía volar hacia dondeella quisiera. Finalmente era libredespués de tanto tiempo de sufrimiento amanos de sus captores. Siguió viajando a través de ese mundoalucinante y observó la esplendorosa luz

del sol irradiando desde el horizonte.Una sensación de plenitud la invadió yse dirigió hacia aquella luz. Ya no teníapreocupación alguna, sólo deseos deconsumar la ansiada libertad que portanto tiempo le había sido negada. Llegó hasta el sol y se regocijó deestar en presencia de su luz divina. Susrayos atravesaban su cuerpo haciéndolasentir más viva de lo que jamás habíaestado. Una sensación de satisfacciónfluía a través de su ser consciente. Sedetuvo flotando frente al sol y abriendolos brazos le agradeció por ese momentotan especial que estaba viviendo. Pensóen su hija Kiara y deseó con toda sualma volver a verla algún día, cuando sutiempo en la tierra se hubiera cumplido.

Su intento de inmediato cobró vida enaquel lugar pues los recuerdos de lainfancia de su pequeña la invadieron yla hicieron estremecerse de emoción.Kiara estaba ahí de nuevo con ella.Podía sentir su amor fluyendo a travésdel sagrado vínculo que las unía. La conciencia de María se transportóde inmediato hacia esos bellosrecuerdos y le expresó a Kiara todo elamor que una madre podía sentir. Luegose preguntó qué habría sido de la vidade ella y su esposo durante los años queestuvieron separados. En una cascada deimágenes, María pudo ver ladesesperación de su esposo que poraños y años la estuvo buscandoinútilmente. Kiara se había sumido en su

mundo mientras su padre no pensaba enotra cosa que no fuera volver aencontrarla. Su vida se había tornadotriste y oscura. Ambos sufrían ensilencio el terrible destino de haberlaperdido. Ninguno de los dos se habíarecuperado de su pérdida. María contempló las escenas y deseómás que nada en el mundo poder estarcon ellos de nuevo. Pensó en Kiara ycuán grande había sido el sufrimiento dehaberse separado de ella. ¿Dónde seencontraría ella ahora? Nuevasimágenes se cruzaban en su visión altiempo que María invocaba la memoriade su hija. Un lugar desconocido paraella estaba lleno de personas vestidascon camisetas de distintos colores que

iban y venían sin sentido alguno.Guardias armados custodiaban el lugar,que parecía ser algún tipo de prisión.Una adolescente con el pelo largo ydesarreglado captaba la atención de susvisiones. La veía ir y venir por elcampamento con un sentimiento dedesesperación continuo. Una terribleenfermedad acechaba el lugar donde lagente enfermaba y moría a diario. Era unsitio lúgubre y triste. María observabacuidadosamente y de pronto comprendiólo que estaba viendo. Esa adolescenteera su hija. Había cambiado porcompleto a través de los años. Ahoraestaba entrando en la edad adulta y seencontraba atrapada en algún lugarluchando por su supervivencia. Un

muchacho joven la acompañaba y nuncase separaba de ella. María sintió ciertaansiedad ante la situación de su hija, quese encontraba en algún lugar del mundoluchando contra la adversidad, sin queella pudiera ayudarla desde ese sitio.¿Qué debía hacer ahora? Tras largosaños de sufrimiento y desesperación,finalmente recobraba la paz ytranquilidad que tanto añoraba. El sitiodonde se encontraba era el lugar idealpara un nuevo comienzo. Ahíreflexionaría sobre su vida y pediría unanueva oportunidad para empezar pero,¿cómo podía enfrentar el hecho de quesu hija se encontrara desamparada antetal situación?

La conciencia de María entró en unenorme dilema. Sabía lo que volver almundo de todos los días en manos de suscaptores significaba para ella, pero sudecisión fue firme. Enfrentó de nuevo laprodigiosa imagen del padre sol frente aella y pidió una oportunidad más devolver con su hija para ayudarla. Sucorazón había decidido dejar ese reinode paz y armonía para volver al mundomaterial a luchar por el bienestar de supequeña. La luz del sol se fue tornandomás brillante al tiempo que una fuerzaincomprensible la succionaba a travésde un vórtice. María no opusoresistencia alguna y se dejó llevar a toda

velocidad de vuelta hacia el lugar dedonde había venido. Sensaciones dedolor invadieron su ser en el momentoque volvió a estar consciente y abrió losojos. Su cuerpo se encontraba porcompleto entumecido y el dolor en surostro y cuello eran prácticamenteinsoportables.

Capítulo 16

La fría atmósfera de la sala derecuperación llamó la atención de Anyadesde el momento en que abrió sus ojos.Había despertado de un estado profundode sueño y su cuerpo se sentíaaletargado. Tomó aire y sintió un dolorexpansivo sobre su costado izquierdo.Alzó las manos en un movimiento reflejopara tocar su pecho y ver qué le sucedía,no podía entender bien de donde

provenía ese dolor tan profundo. Palpócon cuidado la parte superior de sucuerpo y descubrió un amplio vendajeque ceñía su torso. La vuelta de suconciencia al mundo de todos los días lahabía confundido por completo. Tan sólounos instantes atrás había estado en elmundo intermedio, donde había vuelto aencontrarse con esa joven de aspecto tanpeculiar. El encuentro con ella habíasido significativo en esta ocasión, pueslogró ver el lugar de donde provenía.Pero lo que seguía intrigándola era larelación que existía entre ellas. ¿Por quérazón esa joven había cruzado loslinderos para internarse dentro de losdominios del intento del Gran Consejo? Lentamente fue recordando las

intensas escenas que había visto graciasal regalo de poder que le había otorgadoel búho. El estado de cosas que habíapresenciado simplemente nocorrespondía en lo más mínimo a lascivilizaciones que conocía, y sabía quela única explicación lógica era que esaextraña joven proviniera de algún lugaren otro tiempo muy diferente. Reflexionósobre sus visiones y se dio cuenta deque ni siquiera en la peor de suspesadillas habría podido imaginarse unmundo así. Recordó las palabras del maestro Zingcuando le había hablado sobre el poderque ejercía el dinero sobre la mente delas personas. Él estaba en lo correcto, lohabía constatado por sí misma, los seres

humanos eran susceptibles a caer en lafascinación del consumo desmedido.Anya pensó en su civilización y en cómoTúreck había empezado a promover elcambio hacia ese estilo de vida. Lamagia del símbolo impreso en el dineroque repartía a la población no tardaríamucho tiempo en embrutecer sus mentes. Trató de incorporarse de la cama perovolvió a sentir el agudo dolor en supecho. La intensa molestia hizo quevolviera a recostarse y recordar la luchaque había sostenido con losmanifestantes fuera del complejo deltemplo. Aún ignoraba cómo habíallegado hasta esa habitación. Norecordaba haberse retirado del campode batalla. Su último recuerdo eran las

figuras de los dos guerreros de la Ordende los Doce dirigiendo a la multitud yvarios agresores que se habían lanzadocontra ella. No lograba recordar nadamás allá de eso. Entonces, ¿cómo habíallegado hasta esa cama y qué le habíasucedido durante la batalla? El dolor erauna muestra de que había sido herida,pero no sabía cómo ni cuándo. Nisiquiera llevaba puesto su traje decombate, vestía únicamente la ligeraropa de los pacientes de hospital. Mirócon curiosidad a su alrededor y trató detranquilizarse. A juzgar por el dolor quehabía sentido al moverse, iba apermanecer en ese sitio por muchos díasmás, así que se relajó y puso las manossobre su pecho palpando con delicadeza

en busca de alguna herida. Una enfermera entró a la habitación ysorprendió a Anya a mitad de suexploración, y le preguntó por su estado. —No me siento bien —respondióAnya—. Mi mente se encuentraconfundida, me duele la cabeza y tengonáuseas. Tampoco sé cómo llegué aquí. —Usted sufrió de una herida en elpecho durante el combate —explicó laenfermera—. Lo que ahora siente sonlos efectos secundarios de la anestesiaporque tuvo que ser intervenida. Tres desus costillas se fracturaron y una deellas le atravesó un pulmón. Fue traídade emergencia hace dos días, al igualque muchos otros heridos. La enfermera le revisó su pulso y le

preguntó si aún tenía dificultades pararespirar, a lo que Anya respondió queno. La enfermera salió de nuevo de lahabitación y en unos momentos un rostrofamiliar atravesó la puerta de entrada.Anya quedó sorprendida pues se tratabade Dina, con su traje de combate y unadiadema adornando su resplandecientecabello rubio. La presencia de Dina eramás imponente que antes y se acercabamirando a Anya directamente a los ojos.Sintió un incómodo silencio y justocuando se disponía a decir algo, escuchósu voz. —Hace tiempo que no hablamos tú yyo, Anya. ¿Cómo te sientes? —Siento un intenso dolor en el pecho

—respondió sorprendida de que Dina lallamara por su nombre. —Fuiste muy valiente al enfrentar aesa turba de hombres enfurecidos. Orennos platicó a detalle cómo fue queluchaste contra ellos. Anya no sabía qué responder. Lasmolestias en su cuerpo no cesaban ycomenzaba a setirse frustrada de nopoder levantarse. Miró a Dina y sintiócomo ella trataba de comportarsenormalmente, sin embargo, había algo ensu voz que la hacía aparecer aún ausentede la situación que estaba viviendo. —Por favor, acércate a mí —le pidióAnya. Dina la miró confundida, luego diodos pasos hasta quedar al lado de la

cama. Anya comenzó a mirar a través desus ojos mientras extrañas sensacionesinvadían su vientre. Escudriñó poco apoco las emociones de Dina paracomprender porqué estaba ausente. Suatención se sumergió en los profundosojos claros de su compañera y entoncescomprendió lo que le estaba sucediendo.Imágenes de la experiencia cercana a lamuerte que había sufrido semanas atrásse proyectaron dentro de su mente.Durante el evento, Dina había viajadomás allá del mundo físico hacia elúltimo reino superior de conciencia,donde había experimentado el sentido deunidad con el gran campo creador. Suconciencia había atravesado un océanode luz resplandeciente más allá de la

comprensión humana y, mientrasviajaba, se iba separando cada vez másde nuestra realidad para dar paso a unnivel de existencia diferente al deluniverso físico. Anya no llegaba nisiquiera a comprenderlo pero podíaobservar que Dina había traspasado elumbral de la muerte hacia una dimensiónsuperior donde las preocupacioneshumanas carecían por completo desentido. Libre de sus ataduras físicas, sehabía sumergido de lleno en la eternidady después había vuelto para tratar deadaptarse de nuevo a la intrincada ydolorosa realidad de la existenciahumana. Las implicaciones de estehecho eran incomprensibles para ella.Sólo Dina podía concebir lo que

significaba haber presenciado talmagnificencia y retornar de nuevo a laspreocupaciones del mundo cotidiano. Aldarse cuenta de su difícil situación,Anya empezó a sentir un profundorespeto por su compañera. —Comienzo a recordarlos a todosustedes y puedo ver la preocupación quehay en sus rostros —le dijo Dina,interrumpiendo su contemplación. —Nuestra situación empeora a cadamomento —se quejó Anyaenderezándose sobre el respaldo de lacama y haciendo un gesto de dolor—.Tengo la impresión de cada día son máslas personas que se unen a las filas delsenador Túreck, pronto serán tantos queno habrá forma de detenerlos.

—El Gran Concejo conoce los planesdel senador. Debes confiar plenamenteen ellos y en ti misma para seguiradelante. Anya miró de nuevo a Dina de pies acabeza y le preguntó: —Pensé que ya no te sentías a gustovistiendo el traje de combate. —El maestro Zing nos ordenó a todosque estuviéramos preparados para otraincursión. Los guerreros de la Orden delos Doce dirigen al grupo de agresoresque nos atacó hace unos días y puedenvolver en cualquier momento. Anya comprendió de inmediato lapreocupación del maestro Zing. Justo enese momento él entró silenciosamente ala habitación seguido por la concejal

Anthea y otra mujer del Gran Concejo, aquien Anya desconocía. El maestro Zingse acercó a ella y puso la mano en sufrente. —No tienes fiebre —le dijo—. Tucuerpo se restablece rápido, ésa es unabuena señal. Anya aún se sentía frustrada por habersalido herida durante la batalla, nisiquiera había podido presenciar sudesenlace. Deseaba levantarse de esacama más que cualquier otra cosa, peroel dolor no cesaba de torturarla. El maestro Zing percibió su ansiedad yle pidió que se tranquilizara, luego lerelató todo lo que había sucedidodespués de que ella cayera inconsciente.Anya sintió un escalofrío recorrer su

espalda, no imaginó lo cerca que habíaestado de perder la vida mientras seencontraba inconsciente. —El senado acaba de emitir uncomunicado a la población esta mañana—dijo el maestro Zing— acusando alGran Concejo de genocidio, y empieza aofrecer dinero a la población parareclutar más gente y formar un ejército. Anya preguntó al maestro Zing cómorespondería ante tal amenaza. Él hizouna pausa y luego le explicó la difícilsituación por la que atravesaban. Elconcejo se retiraría de la capital deAtlantis para evitar más hostilidades. —Nuestro problema ahora es muchomayor que una simple guerra civil —ledijo—. La transición del Sol hacia el

umbral de la órbita oscura ha traídoconsecuencias que no esperábamos enestos momentos. —¿A qué se refiere con eso, maestro?—preguntó Anya. —El temblor sucedido hace dos díasfue consecuencia de un realineamientoorbital que afectó el movimiento denuestro planeta —explicó el maestro—.Por razones que desconocemos, la lunatambién modificó su desplazamientoorbital y produjo una abrupta inclinaciónen el eje de rotación terrestre. Desdeentonces, todas las grandes corrientesmarinas de los océanos han comenzado aalterar su flujo. Como consecuencia, elclima de nuestro mundo sufrirá uncambio catastrófico que afectará la vida

en todos los continentes. —No entiendo bien lo que me estádiciendo —interrumpió Anya—. ¿Quépasará con nuestro planeta? —Parece ser que nuestro mundo sedirige irremediablemente hacia unanueva era glacial —intervino la concejalAnthea—. El desvío de las corrientescálidas producido por la inclinación deleje ocasionará que el clima polardescienda a latitudes que alcanzarángran parte de nuestro continente. La floray la fauna de esos lugares no tendrántiempo para adaptarse al clima gélido yperecerán sin remedio. Anya reflexionó sobre las palabras dela concejal Anthea. Parecía como si unapesadilla se cerniera sobre sus destinos.

—Pensé que estos cambios eran deesperarse tras la entrada del Sol a laórbita oscura —inquirió Anya. —Y lo son —respondió el maestroZing—, pero el súbito movimiento en laórbita lunar y el aumento de laexcentricidad en el movimientotraslacional de nuestro planeta no loeran. No existe una explicacióncientífica que aporte datos sobre estesúbito suceso, se trata de un cambio deproporciones impredecibles queafectará nuestro mundo de una formajamás vista. Tampoco contamos conregistros en nuestra biblioteca queexpliquen lo sucedido. Todo lo quepodemos hacer por ahora es seguirestudiando este suceso para comprender

a fondo las consecuencias que traeráconsigo. —Entonces ¿qué significa todo esto?—preguntó Anya—. ¿Qué pasará con lapoblación en nuestras ciudades? —Nuestro continente sufrió el embatede un fuerte maremoto el día del temblor—respondió Anthea, que se aproximó aella—. Miles de personas tuvieron queser evacuadas de emergencia. El niveldel mar parece estar aumentando desdeentonces y ahora será necesario moverpoblaciones enteras lejos de las zonascosteras. Nuestros científicos seencuentran trabajando día y noche paradesarrollar un pronóstico confiable loantes posible. Toda la población seencuentra a merced de las fuerzas de la

naturaleza. La órbita oscura constituyeun misterio para todos nosotros y nosabemos la magnitud de lasconsecuencias que enfrentaremos con sullegada. —Para saberlo será necesarioconsultar los registros arcaicos de losorígenes de la civilización, que datan dehace veintiséis mil años —intervino elmaestro Zing—, tiempo en que lahumanidad enfrentó por última vez laentrada al umbral de la órbita oscura.Los registros se encuentran guardados enla ciudad capital del continente oeste, adonde nos dirigiremos una vez quehayamos evacuado el complejo deltemplo. La concejal Kai ha supervisadoel resguardo de los antiguos textos y es

una de las pocas personas que existenque aún conoce el lenguaje para suinterpretación. En unos días partirás connosotros hacia la capital del continentepara asistir a la reunión de los cuatroconcejos de las casas del conocimiento. Anya miró a la concejal Kai, quepermanecía al lado del maestro sin decirpalabra alguna. A diferencia de laconcejal Anthea, tenía el pelo negro, eramás baja de estatura y parecía ser muchomás joven. Su piel era de color rojizo ysus profundos ojos negros revelaban unamirada muy cautivadora. Anya sabía queprovenía de otro continente. Su atuendoera diferente al de los dos concejales.Al igual que el concejal Kelsus, vestíatraje de combate y tenía un porte

sumamente atlético. Anya tenía lasensación de haberla visto de cercaantes, pero no podía recordar dónde.Aquella concejal la miraba con atenciónsin expresar emoción alguna. EntoncesDina interrumpió su contemplación parapreguntar cuándo sería evacuada lapoblación. —La población será advertida cuandollegue el momento —respondió elmaestro Zing—. Debemos estarcompletamente preparados para lo quese avecina. Éste es un momento decisivopara la continuidad de nuestracivilización, si fallamos en nuestroscálculos, será su fin. Anya y Dina miraron al maestro Zing.La situación era mucho más grave de lo

esperado, no sólo estaban enfrentando laamenaza del cambio de su orden social,sino la aniquilación completa de supueblo si no vigilaban de cerca elmovimiento de las fuerzas naturales delplaneta. Una profunda inquietud invadió aAnya y empezó entonces a relatar a losconcejales su viaje al mundo intermedioy cómo había encontrado de nuevo a laextraña joven llamada Kiara. Lesexplicó sobre las visiones aterradorasdel mundo del que ella provenía. Laconcejal Anthea miró al maestro Zing alescuchar a Anya, quien les preguntó siera posible que Kiara proviniera de unfuturo distante de la humanidad. Lasescenas que describía sobre este posible

futuro impresionaron a Dina, que seguíapaso a paso la conversación. Los concejales le respondieron quecuando estuviera recuperada hablaríanconcretamente sobre ese tema, aún noera el momento para preocuparse sobreese asunto. Por ahora debía relajarse yestar tranquila para restablecer su salud.Los concejales se retiraron y Dina sequedó acompañándola. El díatranscurrió sin novedad alguna. Dina yAnya compartieron alimentos en suhabitación, y al caer la tarde, Oren yDandu aparecieron. Ambos vestían ropade civil, lo cual los hacía versesumamente extraños, era la primera vezque Anya veía a sus compañeros sin suscaracterísticos trajes de combate.

Ambos la saludaron con afecto. Dandu se acercó a ella y le preguntó sihabía logrado ver bien a los dos sujetosque dirigían a la multitud que los habíaatacado. Anya respondió que sólo loshabía visto por unos instantes antes deque los agresores se lanzaran sobre ella. —Estamos seguros de que esos dossujetos se encuentran todavía en lacapital —dijo Dandu caminandointranquilo alrededor de la habitación.Oren lo seguía con la mirada y semostraba inquieto, traía una espada en lamano derecha. Anya la observó bien ysintió una fuerte emoción, era la suya. —Hemos estado siguiendo su pistadesde ayer, pero parece como si sehubieran esfumado —continuó Dandu.

—De seguro ahora visten ropa decivil, al igual que ustedes dos —interrumpió Dina y ambos voltearon averla sorprendidos. Ella se sintióincómoda y todos relajaron su posturadisimulando y volteando hacia otro lado. —Creo que voy a tener queacostumbrarme a que me miren de esaforma cada vez que diga algo —lesreclamó Dina cambiando su semblantepor uno mucho más serio. Dandu se disculpó con ella y leexplicó que dado que había guardadosilencio por tantas semanas, ellos sesorprendían cada vez que intervenía ensus conversaciones. Dina se paró de susilla y se acercó a Dandu con pasofirme. Su presencia había cambiado por

completo, ahora demostraba másseguridad en sí misma. Anya la mirabadesde su cama y Oren no sabía cómoreaccionar. —Los he estado observando todo estetiempo —exclamó Dina enfrentándolos atodos ellos—. Poco a poco los he idorecordando y he vuelto a sentir queformo parte de este grupo. Lo queustedes no comprenden es que el viajecercano a la muerte significó para mítoda una eternidad separada de estarealidad. El tiempo cesó de existir y detener sentido para mí. En esa eternidadhe visto y experimentado cosas que sonimposibles de describir desde esteplano de conocimiento, por eso mecuesta tanto acostumbrarme de nuevo a

este sitio con todos estos conflictos. Elpaso hacia la eternidad requiere que unoolvide la imagen de sí mismo ycomience a dilucidar la verdaderagrandeza del universo. Dina hizo una pausa para darlestiempo de reflexionar sobre suspalabras. —La realidad que percibimos aquí seconcreta a través del intento de millonesde seres vivos, y la Orden de los Docelo sabe bien —continuó ella—. Elcrepúsculo estelar se acerca y ahora lascartas juegan a su favor. Con el dinero yla avaricia pueden manipular el intentode millones de seres y cambiarradicalmente su forma de vida. Ellosplanearon este ataque desde hace mucho

tiempo, su juego fue perfectamenteconcebido paso por paso. Su intentoconsiste en pasar desapercibidosmientras manipulan a la población a suantojo. Es inútil buscarlos en esascircunstancias. Para dar con ellos hayque utilizar el intento con el fin deatraerlos, eso es lo que está haciendo elGran Concejo. Tenemos que dejar que laOrden de los Doce dé por consumada suvictoria para que salgan de su escondite. —Eso no va a ser difícil —dijo Oren—, ellos están ganando esta batalla sinlugar a dudas. Su alianza con el senadoles garantiza el control sobre nuestrogobierno y su nueva forma de vida. Laconcejal Anthea estima que más de lamitad de la población apoya ahora al

senado y que la gente está satisfecha conla idea de poseer riquezas. —Si desean encontrar a esos sujetos,deben tenderles una trampa —les dijoDina—. Ellos sólo se mostrarán cuandopiensen que somos vulnerables. Vistansus trajes de combate y serán ellosquienes los empezarán a seguir austedes, luego buscarán la forma deatacarlos. Dandu miró a Oren y éste asintió conla cabeza. Dina tenía razón, para dar conesos sujetos iba a ser necesario algomás que una simple búsqueda. Oren aprovechó la pausa paraentregarle su espada a Anya, quien latomó con sus dos manos y la desenvainóde inmediato. El arma se encontraba

completamente limpia y reluciente,aunque varios golpes habían mellado sufilo dejando marcas visibles a todo sulargo. Anya recordó el ataque de losagresores y cómo los había vencidohasta hacerlos huir de ella. —Tardé varias horas en encontrarla—le dijo Oren—. Peleastebrillantemente ese día, nunca pensé quefueras tan diestra durante un combatereal. —Mi actuación no fue tan brillante —se quejó Anya—. Mira dónde meencuentro ahora. —Tu destreza es impecable, Anya —le dijo acercándose a ella—. Lo que tetiene aquí es tu instinto suicida y tuincapacidad para obedecer órdenes.

Espero que hayas aprendido bien lalección. Dina se dirigió a Oren y le pidióamablemente que dejara de recriminar aAnya su actitud en combate. Reconociótambién haberse equivocado ysubestimado gravemente al enemigo. Entre sonrisas de satisfacción, Anyaescuchaba cómo el concejal Kelsushabía humillado en público al senadorTúreck. —Lo único que lamento de ese día esno haber estado ahí para observarlo —se rio Anya. Oren se despidió de ambas y le pidióa Dandu que lo acompañara. Dinapermaneció por unos momentos más yluego se retiró para reunirse con la

concejal Anthea. Anya no podía dejar de pensar en loocurrido. Oren tenía razón, había sidoherida por su torpeza de no protegersede los proyectiles que volaban sobreellos. Como consecuencia, ambos casihabrían perdido la vida si el capitán dela guardia no hubiera ordenado acabarcon los agresores. La masacre resultantede sus acciones había sido aprovechadapor el senado para declararle finalmentela guerra al Gran Concejo y ahora no lesquedaba más remedio que abandonar lacapital. Una intensa sensación deansiedad comenzó a apoderarse de ellaal darse cuenta de cómo sus constanteserrores repercutían severamente en lavida de sus compañeros. Ahora sabía

que necesitaba ayuda para superar eseestado de inseguridad que la hacíaequivocarse cada vez que necesitabatomar una decisión. Deseaba más quenada en el mundo hablar con la concejalAnthea al respecto y pedir su ayuda.Pero en este momento los concejales notenían tiempo para atender susproblemas personales. Sabía que nopodía equivocarse de nuevo o lasconsecuencias serían fatales para algunode ellos. Con este pensamiento deautorecriminación, Anya se entregó denuevo a dormir deseando que prontopudiera retomar su vida normal.

Capítulo 17

El Sol comenzaba a asomarse por elhorizonte en el campamento deinvestigación cuando Sarah Hayes selevantó para iniciar una nueva jornadade trabajo. Las circunstancias tanextrañas que enfrentaba comenzaban ahacer efecto sobre sus nervios, yadesgastados con tantas emociones desdesu llegada a ese lugar. El encuentro conRafael, las revelaciones del anciano

brujo, el inminente colapso climáticoque se avecinaba y ahora eldescubrimiento de las propiedades delcuarzo de la galería, sumado a losextraños fenómenos que sucedían enella, mantenían su mente en un estadoconstante de hiperactividad que no lepermitía un solo minuto de relajación.Ella y Daniel habían informado a losarqueólogos sobre el hallazgo y ahoratodos discutían sobre la forma deaprovechar el descubrimiento y resolverel misterio del funcionamiento de lapirámide. Todo el grupo permanecía inmerso enla idea de volver a la galería, aexcepción de José y el doctor Jensen,quienes seguían preocupados por el

destino de Kiara y su familia. Laincertidumbre que sufrían por no tenernoticias de ellas había empeoradocuando empezaron a escuchar rumoressobre una extraña epidemia que azotabala ciudad. Días después se confirmaronsus peores temores y Los Ángeles fuedeclarada zona de estricta cuarentena. El doctor Jensen se encontraba una vezmás bajo una intensa preocupación porla salud de Kiara. Para José era aúnpeor, los días transcurrían y no teníanoticia alguna de su esposa ni de su hija,y deambulaba por el campamento con unsemblante de desesperación eimpotencia. El coronel McClausky leshabía informado que Kiara habíaarribado al campamento sana y salva

como habían esperado.Desafortunadamente, el ejército habíarechazado su petición de traslado alcampamento de investigación porrazones clínicas. Sarah había platicadocon su padre por largas horas respectoal asunto. La ceremonia había logradocalmar un poco la ansiedad de todos ytambién había logrado fortalecer loslazos de amistad entre todos ellos. Era pasada la hora de mediodía ySarah esperaba con nerviosismo unavideoconferencia programada días atráscon el doctor Resnick, que se encontrabaen la estación de la Antártida. Uno delos científicos que manejaba el equipoelectrónico se dirigió a ella. —Doctora Hayes, está listo el enlace

con la estación McMurdo. Sarah le hizo una seña al operadorpara que lo pusiera en pantalla y saludócordialmente a Resnick. —Me alegra volver a verla, doctoraHayes —saludó Resnick—. Hemosestado monitoreando a fondo el efectodel fenómeno solar sobre el eje derotación, pero me temo que aún nohemos encontrado ningún efecto visiblesobre él. —La cantidad de energía liberada porel Sol fue descomunal —respondióSarah—. Nuestros cálculos estiman quela Tierra incrementó más de dos porciento su momento angular, lo quequiere decir que efectivamente absorbióesta energía para ganar impulso. Es

imposible que el eje de rotación no hayareaccionado ante ese efecto. —Los mecanismos que sostienen enequilibrio a nuestro planeta siguensiendo incomprensibles para nuestraciencia —dijo Resnick—. Aun asídebemos seguir monitoreando laestabilidad del eje. Hasta ahora todosnuestros pronósticos se han cumplido. Elplaneta no dará marcha atrás. El cambioclimático es una realidad que no puedeser ignorada por más tiempo. —Lo sé, doctor. Creo que si el eje derotación no se movió durante elfenómeno es porque existe una pieza delrompecabezas que aún no hemos podidoidentificar. Esa pieza es la clave paracomprender lo que sucederá con nuestro

mundo cuando la temperatura cambieglobalmente. —Estoy de acuerdo —afirmó Resnick—. Nuestro equipo se prepara ahorapara enfrentar el crudo invierno en estaslatitudes. Ya suspendimos nuestrosvuelos de reconocimiento y ahora nosconcentraremos en nuestrasupervivencia. Aun así, seguiremosestudiando los reportes satelitales y lamantendremos informada de cualquiercambio. Sarah agradeció al doctor Resnick suapoyo y se despidió deseándoles suertepara enfrentar las temperaturascongelantes de la Antártida. Luegovolteó hacia la salida de la carpa,Daniel y Elena Sánchez se encontraban

ahí, habían escuchado parte de laconversación y esperaban a que ella sedesocupara. Sarah se acercó y lespreguntó de dónde venían. —Acabamos de hacer unas pruebascon el aparato que nos envió ellaboratorio. Es capaz de reproducirmiles de sonidos en diferentesfrecuencias —le respondió Daniel—. Essimilar al que utilizó el laboratorio enHouston para estudiar los cristales decuarzo. Estoy seguro de que podremoscausar algunos efectos visibles si lointroducimos al interior de la galería. —Aunque eso puede resultarpeligroso —interrumpió Elenadirigiéndose a Sarah—. No sabemos quéefecto pueda causar sobre la estructura o

sobre nosotros mismos. Daniel afirmó que, aun así, eranecesario ejecutar las pruebas. Teníanque arriesgarse. El estudio de lasciencias siempre implicaba riesgos. Loscientíficos lo sabían y trataban siemprede tomar todas las precaucionesposibles. Encendió el aparato y comenzóa explicarles su funcionamiento. El planera introducirlo a la galería y probarvarias escalas de diferentes frecuenciaspara medir la reacción del cuarzo antelas ondas acústicas. Necesitarían unequipo profesional de audio y videopara documentar todo lo que sucedieradurante las pruebas. Elena seguía advirtiéndole que debíantomar precauciones y Sarah lo

escuchaba mientras miraba el aparato.Se disponía a comentar algo cuando unafigura conocida se introdujointempestivamente en la carpa. Era elprofesor Mayer, que había estadoausente por varios días. Se movíarápido, volteando de un lado a otro hastaque encontró a Sarah. Saludóformalmente a los presentes y le pidióque lo acompañara afuera para hablar.Daniel lo saludó con un gesto dedesagrado. Mayer ni siquiera miró elaparato. Sarah se percató de inmediatodel nerviosismo del profesor, susemblante parecía muy tenso. Sedirigieron al comedor y se sentaron en lamesa que él ocupaba habitualmente.Nadie más se encontraba presente, así

que el profesor fue directo al grano. —El equipo de excavación arribó ya,doctora Hayes. Acabo de estar en elsitio de la galería subterránea. Estánretirando las piedras de la entrada parainstalar una escalera que nos lleve másfácilmente hasta el corredor, noqueremos sufrir accidentes durante eldescenso. —No pensarán excavar profundo paradesenterrar el edificio... —preguntóSarah. —No por el momento, pero seguimosevaluando la posibilidad —respondióMayer—. ¿Algún nuevo avance en lainvestigación? —Ninguno —mintió Sarah, que noquería revelarle a Mayer sus

descubrimientos sobre el cuarzo. —Bueno, pues el trabajo avanza máslento de lo esperado. —¿Sólo deseaba saber si habíamoshecho algún avance en nuestrainvestigación? —preguntó Sarahintrigada—. Cuando entró de esa formaa la carpa, pensé que necesitabainformarme de algo más importante. —Así es —repuso Mayer—. Pero loque estoy a punto de revelarle esinformación altamente reservada, nisiquiera el coronel McClausky tieneacceso a ella. Es un asunto ultrasecreto,y no me haga repetirle lo que implica elcarácter confidencial de estainvestigación. Sarah escuchó las palabras de Mayer y

reaccionó enseguida, ya estaba harta deguardar secretos y añadirle mástensiones a su ya comprometidasituación. De algo estaba segura y era elno querer participar en los planes de losmilitares, cualesquiera que estos fueran.Se levantó de su lugar y le respondió: —Lo siento, profesor, pero va a tenerque encontrar a alguien más pararevelarle sus secretos. No me interesasaber lo que sea que venga ainformarme. Sabe lo que pienso acercade ustedes y la forma en que conducensus asuntos. —¡Qué le sucede! —dijo Mayer conla misma dureza—. Usted y su equipoforman parte de este proyecto deinvestigación, su negativa a cooperar

puede ser castigada con severidad.Pensé que había entendido lo quesignificaba este proyecto para elPentágono. Créame que no le queda otraalternativa que cooperar con ellos oatenerse a las consecuencias. Sarah Hayes comenzó a agitarse peromiró a Mayer sin titubeos. Sabía que losmilitares tenían control absoluto sobrela investigación y ella había sido yaadvertida de obedecer órdenes. —¿De qué se trata, profesor? ¿Qué estan importante que requieraespecíficamente de nuestracolaboración? —Escuche bien y no hable con nadieacerca de esto —dijo Mayer con tonograve al tiempo que la invitaba a

sentarse de nuevo—. Hace unos días seprodujo un accidente en el almacén desuministros aquí en el campamento.Estoy seguro de que escucharon laexplosión. —El equipo de investigación nosinformó. Daniel y yo no estábamospresentes ese día. El coronel McClauskyexplicó que el calor había encendidounas baterías de combustible sólido delos vehículos y que había dos heridos. —Ésa es la versión oficial —respondió Mayer—. Pero ponga muchaatención. Atrás del almacén desuministros existe un laboratorio. Lacorporación cuenta desde hace años conun generador experimental de energíamagnética diseñado por un físico inglés.

El aparato producía una cantidadconsiderable de energía a partir decorrientes magnéticas puras, con lallamada energía punto cero. Pero apesar de docenas de modificaciones ensu diseño, el generador no logró superarlas pruebas de control. Su rendimientoera demasiado débil y la corporaciónabandonó el proyecto. —¿Con qué propósito obtuvieron esetipo de generador? —preguntó Sarah—.Pensé que usted no creía que fueraposible la obtención de energía delvacío. Sin embargo, me doy cuenta deque han estado experimentando por añosen ese campo, seguramente conpropósitos bélicos. —Si ya terminó, voy a continuar —le

respondió Mayer ásperamente—. Porsupuesto que llevamos añosexperimentando con nuevas fuentes deenergía. Los militares necesitan demejores medios de propulsión en susvehículos, además, el generadormagnético es completamente silencioso,como un motor eléctrico. El petróleoempieza a escasear alrededor del globo.Saque sus propias conclusiones, doctoraHayes. Energía limpia y abundante a uncosto insignificante. Por un lado, ya nada le causabasorpresa a Sarah, sabía que los militaresse encontraban siempre un paso adelanteen el aprovechamiento de los recursosnaturales y científicos. Pero, por otrolado, estaba intrigada con las

declaraciones de Mayer, su curiosidadcientífica deseaba ahora ahondar en elasunto. —¿Qué es lo que va a revelarme,profesor? ¿Qué fue lo que causó elaccidente en el almacén? —preguntóSarah intrigada. —Desde que llegué al campamentoempezamos a efectuar pruebas con elgenerador. Pensamos que la intensaradiación que produce este lugar podríaafectar positivamente su funcionamientopero nada sucedió hasta hace unos días.Según los reportes de mis asistentes, eldía del accidente el generador seencendió por sí solo produciendo unacorriente eléctrica de decenas de milesde voltios. Esto sobrecargó sus bobinas

y generó una explosión magnética queprodujo severas quemaduras a ambosingenieros encargados del proyecto. —¿Quiere usted decir que elgenerador produjo energía por sí solo?—preguntó Sarah. —Eso es exactamente lo que le estoydiciendo, doctora Hayes, y en estaocasión no fueron unos cuantos voltios,sino que la cantidad de energía que seprodujo es comparable a la de unapequeña presa hidroeléctrica. —¡Eso quiere decir que la obtenciónde grandes cantidades de energía delvacío es posible! —gritó Sarahemocionada. —Baje la voz —le ordenó Mayermirando a su alrededor—. Por supuesto

que es posible. Es sólo que nocomprendemos el funcionamiento de lafuente que genera esta energía. Sinembargo, sabemos que la variabilidaddel campo magnético solar fue lo queprodujo el cambio de comportamientoen el generador. En el momento en queel Sol varió su radiación, la energía seamplificó permitiéndole al generadorcaptar esa nueva frecuencia deradiación, y su mecanismo degeneración de energía empezó a girar auna velocidad impresionante. Su diseñono es apto para trabajar a esos niveles,por eso explotó. Sarah Hayes analizó las palabras deMayer. Ahora que conocía el poder deamplificación de ondas

electromagnéticas de la pirámide,comenzaba a entender lo que habíasucedido con el generador. —Pero si el generador funciona ahora,¿para qué nos necesita a nosotros? —preguntó Sarah probando las intencionesdel profesor. —El generador funcionó solamentedurante la exposición a una frecuenciaespecífica de variación solar —respondió Mayer—; el pico de corrienteque generó es prácticamenteincontrolable. Uno de los científicosheridos es ingeniero mecánico y meadvirtió que las revoluciones podríanalcanzar ciclos de millones de vueltaspor segundo, ninguna transmisiónmecánica existente en nuestros días

soportaría el calentamiento que generaese tipo de movimiento. Además, aun sifuera posible lograrlo, el generador seencendería y apagaría sin control,produciendo picos de corrientesemejantes a explosiones eléctricasimposibles de conducir a las líneas detransmisión. Necesitamos un moduladorde variabilidad solar que sea capaz demantener el generador encendido entodo momento y que regule las descargasde energía. De otra forma es imposibledarle uso. —¿Modulador de variabilidad solar?—repuso Sarah—. Creo que podemosirnos despidiendo del mayor sueño de lahumanidad, profesor. —¿A qué se refiere? ¿Por qué dice

eso? —Lo que pide es imposible. Estamoshablando de física de plasmas. Demagnetohidrodinámica para ser exactos,una ciencia que se encuentra aún enestado embrionario. El Sol, las estrellasy la forma en que generan su energía sonel misterio más grande que existe en eluniverso. El Sol forma un campoautocontenido de liberación de energíaatómica que la ciencia no hacomprendido aún. Se cree que elmovimiento de giro del plasma es lo queevita que las reacciones nucleares quese generan en su núcleo hagan explotar ala estrella, pero nadie lo sabe a cienciacierta. La variabilidad del campomagnético solar involucra fuerzas

magnéticas que mantienen a nuestroplaneta y a los demás dentro de susórbitas estables. El mecanismo quegenera este tipo de fuerza variable estápor ahora más allá del entendimiento. —Todo eso lo sé, doctora, y no leestoy pidiendo que lo descifre... Dehecho, no necesitamos comprender porcompleto su funcionamiento —repusoMayer—. Basta con crear un modelo depredicción de variabilidad de cargas.Ustedes deben contar con algún tipo deinstrumento que mida la variación en lasradiaciones solares, ¿no es así? —Siento desilusionarlo, profesor,pero el problema es más grande de loque se imagina —respondió Sarah conun gesto de desesperanza en el rostro—.

Tenemos instrumentos que miden lavariación de radiación en la superficiesolar, pero la variabilidad que afectó algenerador y aceleró el movimiento detraslación del planeta se generó en elnúcleo. Todos los observatorios ysondas de investigación solar estudian laradiación de la superficie. Aquí estamoshablando de algo completamente nuevoe inexplicable, estamos hablando delnúcleo, que es donde se generanreacciones termonucleares. El tiróngravitacional que afectó al planetarepresentó un cambio radical en laconducta normal del gran astro y nosabemos ni siquiera por dónde empezara estudiarlo. —Tiene que haber una forma —

insistió Mayer—. El generador utiliza elmagnetismo presente en el ambiente paraconvertirlo después en corrienteeléctrica. Ese tirón gravitacional del quehabla no es otra cosa que un incrementode la energía magnética, ¿correcto? —Es correcto —respondió Sarah. —Podemos entonces pensar que el Solaumentó su energía magnética lograndoun enlace gravitacional más intenso queprodujo que el planeta acelerara suvelocidad y modificara su órbita. Sarah observó a Mayer y meditó sobresu razonamiento. Si él estaba en locorrecto, el Sol estaba entoncesintensificando su campo magnético comosi fuera algo voluntario. Recordóentonces los descubrimientos de la

misión Themis sobre los portalesmagnéticos que se creaban cada ochominutos entre la Tierra y el Sol. ¿Seríaposible que esta transferencia periódicade energía se estuviera generandodirectamente en el núcleo de amboscuerpos? —Veo a donde se dirige, profesor.Usted creé que el Sol ha aumentado sugeneración de energía magnética y queese nuevo aporte fue lo que hizoreaccionar de esa forma al generador. Eldispositivo se sobrecargó al igual quelas líneas de transmisión de electricidaddurante las tormentas solares. —Exacto —dijo Mayer con frialdad. —Entonces un modulador le podríadescribir la frecuencia de intensidad

magnética solar para hacer reaccionar algenerador en todo momento y asíproducir energía incesantemente duranteel día y la noche. —Piénselo bien, el generador es comoun modelo burdo y rústico de captaciónde energía magnética que necesitagrandes cantidades de magnetismo parafuncionar y produce poca corrienteeléctrica. Un modulador nos daría laclave para refinar el generador hacia undiseño más sensible a la variabilidad deeste flujo. Con ese nuevo diseñocrearíamos finalmente verdaderosgeneradores de conversión de energíamagnética en grandes cantidades decorriente eléctrica sin dañar elecosistema y prescindiendo por

completo de los combustibles fósilespara siempre. Sarah Hayes se relajó sobre suasiento. Una discreta sonrisa se dibujosobre su rostro. —Es un proyecto brillante, profesor.Primero necesitamos conocer a fondo eldiseño del generador para comprendercómo se logra este tipo de conversión.Ese sería el primer paso. —Sabía que iba a estar interesada enel proyecto —respondió Mayer—. Poreso me dirigí a usted de inmediato. Peroeso no es todo. Hay algo más que debesaber. —¿Algo más? —preguntó Sarah—.¿Más secretos corporativos? —Algo mucho más serio que

revolucionaría nuestro mundo más alláde lo que se imagina. Pero antes derevelarle esa información tengo que fijarmi postura ante este proyecto. Sarah miró a Mayer mientras él haciauna pausa y juntaba ambas manos sobrela mesa. —Sabemos que de tener éxito ennuestra empresa, el generador caería enmanos de los militares y las grandescorporaciones. Necesito que sepa queno tengo la más mínima intención de queeste tipo de tecnología caiga en susmanos y ahora sabrá por qué. Sarah reaccionó sorprendida alescucharlo. Mayer volvió a hacer unapausa y ella pudo darse cuenta de laenorme presión mental por la que el

profesor atravesaba en ese momento.Algo en su interior lo incomodabasobremanera y lo hacía dudar derevelarle esa nueva información. Sarahse aclaró la garganta y le dijo conserenidad: —No hay forma de que podamosevitar que esta tecnología caiga en susmanos. Enfréntelo, profesor, yo ya lohice, ellos son amos y señores del ordenmundial. Olvídese de los militares.Nuestro trabajo consiste en que estatecnología también beneficie a lahumanidad, pero sobre todo a nuestromaltratado planeta. —Usted no me entiende del todo, peropronto lo hará. El cambio climático estádesbalanceando nuestro mundo y los

grandes poderes militares y económicosestán al tanto de este hecho. Ellosacapararán los últimos recursos útilesdel planeta y esclavizarán todavía más ala población para que trabaje en subeneficio. —Maldita sea, profesor —se quejóSarah—. ¿Por qué me está diciendo todoesto? ¿Qué puedo hacer yo paraevitarlo? Todo lo que puedo pensar esque es necesario sobrevivir este tiempopara seguir intentado cambiar el ordensocial. Pero ellos son quienes ostentanel poder ahora y seguramente también enun futuro próximo. —Le prometí que le ayudaría aobtener la energía del vacío a cambio deque usted y sus colegas se la entregaran

a la humanidad. Ésta es nuestra granoportunidad y si sobrevivimos elcolapso necesito que me prometa quehará todo lo que esté en sus manos paraevitar que las corporaciones y losmilitares se apoderen de ella. —Le prometo que haré todo lo posiblepor que así sea —respondió Sarahfirmemente—. Pero, ¿por qué ese súbitomiedo a que ellos se apoderen de esatecnología? Mayer pensaba en lo que WilliamSherman acababa de hacer al liberar elagente gris en medio de una poblacióninocente que ahora estaba condenada amuerte. Pero ése era un asunto que nopodía discutir con Sarah. —El día del accidente, el generador

creó un enorme campo magnéticomientras convertía la energía encorriente eléctrica —comentó Mayertratando de guardar la compostura—.Eso es lógico y deducible, pero lo quenadie sabe es que este campo provocóque todos los objetos que se encontrabanen las cercanías del generadorexperimentaran levitaciónantigravitacional en ese mismo instante. Sarah miró a Mayer con ojosincrédulos. —Va a tener que repetirme eso,profesor. ¿El generador produjo uncampo antigravitacional alrededor delárea donde se encontraba durante elfenómeno? No puedo creerlo... —Eso es exactamente lo que le estoy

diciendo, doctora Hayes. El generadorse elevó del suelo debido a la fuerzamagnética que produjo, además de queafectó a los objetos a su alrededor. —Pero eso no es posible. ¿Cómo sabeque sucedió eso? Usted no se encontrabaahí. —Anoche revisé los videos defilmación de las cámaras de seguridaddel almacén. Quedaron severamentedañados y por eso nadie notó lo quesucedió. Pero en una toma de la puertade acceso al laboratorio se puedenapreciar los objetos elevándose en elaire por sí solos. Los científicospresenciaron sólo la elevación delgenerador porque tenían puestos los ojosen él cuando temblaba con furia. Uno de

ellos notó un objeto volando justo antesde la explosión. Ahora no sabe si setrató de una alucinación o que el objetohabía volado debido a la intensavibración. Pero a mí no me cabe lamenor duda, puedo mostrarle el video silo desea. Sarah le pidió a Mayer que se lomostrara y éste abrió su maletín parasacar su computadora portátil. Casitodos los videos se encontraban dañadosy no se podía percibir nada, pero derepente, en una de las tomas, se pudoapreciar con claridad a los doscientíficos de espaldas mirando cómo elgenerador empezaba a temblar. Y sólopor unos escasos segundos, todas lascosas alrededor de ellos se elevaron por

sí solas. Sarah miró una y otra vez elvideo hasta que quedó convencida.Mayer cerró su computadora y agregó: —Piense ahora en las implicacionesde este hecho: energía abundante ylevitación magnética. El generalThompson conoce el efecto de estefenómeno. ¿Tiene usted idea de la clasede armamento que podrían desarrollarlos militares con esta tecnología? Yo sí.He trabajado con ellos durante años. A Sarah le costaba trabajo creer loque acababa de presenciar. Mayer teníarazón en sentirse tan presionado. Eldominio de la levitación magnéticarevolucionaría por completo el mundoconocido. No habría necesidad deconstruir más carreteras dañando los

bosques y los ecosistemas. Los sistemasde transporte y manejo de mercancías serevolucionarían por completo, todos losvehículos de propulsión común sevolverían obsoletos de la noche a lamañana dando paso a una nuevageneración de transportes. El control dela gravedad sería el siguiente gran pasoen la evolución tecnológica de lahumanidad. —Creo que empiezo a entender supreocupación, profesor. Usted piensaque al generar este tipo de energía loscampos magnéticos resultantes podránpropulsar vehículos antigravitatorios sinesfuerzo alguno. Los militares harían usode esta tecnología inmediatamente, perotambién con esa tecnología podríamos

reparar por completo el daño queestamos haciendo a nuestro planeta. —¡O causar uno peor! —afirmóMayer, con pesimismo—. Ese tipo deenergía, como usted dijo, es lo quemantiene a nuestro planeta en su órbitaconstante alrededor del Sol. Ya vimoscómo reaccionó a una pequeña variaciónen su flujo. Imagine a las ambiciosascorporaciones y sus aliadosexperimentando con este tipo de fuerzas. —Lo sé —afirmó Sarah—. Seencargarían de hacer más daño alplaneta en lugar de reparar el que hemoshecho. —No lo dude ni por un instante —respondió Mayer—. Si con el uso de loscombustibles fósiles en sus manos

lograron desestabilizar el eje derotación del planeta y cambiar el climaglobal, con el manejo descontrolado deuna energía de este tipo podrían hastasacar al planeta de su órbita y aniquilarla vida para siempre. Sarah Hayes sintió un escalofríorecorrer su espalda, las afirmaciones deMayer eran correctas. Era un escenarioaterrador pero muy real. Lascorporaciones y sus aliados deseaban elpoder a toda costa; si esta tecnologíaterminaba en sus manos, el sueño de unahumanidad armónica y próspera seconvertiría en la ya conocida pesadilladel dominio, la esclavitud y ladestrucción. Por eso el universo norevelaba sus secretos tan fácil. El

poseerlos significaba contar con elpoder de crear o destruir a gran escala.Entonces recordó lo que Tuwé Tækarikûle había dicho sobre los señores delinframundo que habían emitido su juiciocontra la humanidad para evitar que eseconocimiento cayera en manos de lasfuerzas oscuras. No cabía la menor dudadel peligro que ese tipo de cienciarepresentaba. Miró a Mayer y pudocomprender la gran ansiedad por la queatravesaba. Él conocía bien los planesde las corporaciones y, al igual que ella,estaba siendo usado como marionetapara entregarles los grandes secretos deluniverso. Lo miró fijamente y le dijo: —¿Tiene usted algún plan para evitarque esta tecnología llegue a su manos?

Capítulo 18

Una ligera llovizna caía sobre elrefugio mientras Kiara y Leticia jugabana la pelota con la pequeña Aurora.Hacía días que pasaban la mayor partedel tiempo juntas tratando de pensarpositivamente y no rendirse ante ladifícil situación que vivían. Leticia lelanzó la pelota a Kiara pero ella, en vezde patearla, la dejó pasar de largo. Unintenso dolor en la boca del estómago la

doblegó y parecía que iba a vomitar.Leticia le preguntó si se sentía bien. —He tenido náuseas todo el día —respondió Kiara enderezándose contrabajo—. Ese medicamento que nosestán dando me ha estado causandomolestias. Creo que me voy a sentaraquí un rato. Leticia sugirió que mejor fueran aalgún lugar techado y la acompañó adescansar. El dolor empezaba a ceder,pero el malestar continuaba. Kiara serecostó sobre la espalda y comenzó arespirar profundamente. Al cabo de unosminutos apareció Shawn. —¿Qué te pasa? —le preguntó. —Me siento mal —respondió Kiara—. He tenido náuseas y dolor en el

estómago desde en la mañana. Shawn se agachó para tocar su frente. —No tienes fiebre —le dijo—. Peroserá mejor que te revisen los médicos. —¡No! —respondió Kiara haciendoun gesto de desagrado—. No quiero ir aese maldito lugar donde tienen a losenfermos. Además, supe que muchaspersonas se sienten mal por losmedicamentos que estamos tomando. —A lo mejor tienes razón —respondióShawn—, yo también estuve sintiendonáuseas desde ayer. ¡Pero por quédemonios nos tenía que suceder hoy!Maldita sea. —¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Kiara. —Acabo de hablar con Brian, estuve

con él y con dos miembros de la guardianacional la mayor parte de la mañana.Debemos estar preparados para escaparesta misma noche, iba a decírtelocuando te encontré aquí. —¿Esta noche? —exclamó Kiara—.¿Por qué hoy? —Escúchame bien —espetó Shawn—,en este asunto no podemos negociar. Sehará cuando ellos lo indiquen o se iránsin nosotros, es así de simple. Quizás note has dado cuenta, pero desde ayer elejército está racionando el combustibleque genera la energía eléctrica en elalbergue. El personal de la guardianacional nos informó que los tanques seencuentran casi vacíos y que elcombustible no alcanzará para alumbrar

el refugio esta noche, así que es elmomento perfecto para huir. El ejércitoplanea establecer un toque de queda tanpronto oscurezca. Kiara se tocaba el estómago, queproducía toda clase de ruidos mientrastrataba de escuchar a Shawn. —Está bien —respondió ellarespirando hondo—, sacaré fuerzas dedonde pueda, pero ¿cómo vamos a salirdel campamento? Leticia escuchaba atenta y se tronabalos dedos. Shawn le había pedido aBrian que ella y su pequeña losacompañaran, él había accedido con lacondición de que se sujetaran a susórdenes y no hablaran con nadie alrespecto. Finalmente había llegado la

hora, y esa misma noche todosarriesgarían sus vidas para poderescapar. —Brian logró sobornar a tresmiembros del ejército. Dejarán una zonade la reja perimetral sin custodiarexactamente a las ocho en punto. Todossaldremos por ahí en silencio ycaminaremos una milla hacia el oeste.Ahí nos darán un coche en el quellegaremos hasta los muelles. —Suena muy arriesgado —exclamóKiara—. Las calles están prácticamenteintransitables y el ejército vigila la zona,no vamos a llegar muy lejos. —¡Maldita sea, Kiara, deja de pensarde esa forma! Es nuestra únicaoportunidad y lo sabes bien.

A Kiara no le convencía el plan en lomás mínimo pero la idea de permaneceren ese sitio de muerte era aún peor.Shawn tenía razón, ésa era la únicaopción que tenían para escapar de tanhorrible lugar. —Ahora vamos a comer —les dijoShawn y todos se pararon de su lugar. En el comedor los esperaba la larga yacostumbrada fila. Shawn se ofreciópara formarse mientras ellas conseguíanuna mesa donde sentarse. El comedor seencontraba atestado de gente. Cada díaeran más las personas trasladadas desdeotros lugares y las porciones de comidaque recibían a diario se iban reduciendopoco a poco en calidad y en cantidad. —Creo que hoy no voy a comer nada

—dijo Kiara haciendo una mueca. —Tienes que comer algo —le dijoLeticia—, vamos a necesitar energíaesta noche. Si no comes nada, te vas asentir mucho peor. Kiara accedió pero de muy mala gana.Pasaron más de cuarenta minutos hastaque Shawn las llamó para querecogieran sus bandejas y se le unieranen la fila. Todos se sirvieron comida yvolvieron a la mesa. Kiara observabacon desagrado el humeante plato de sopacaliente mientras Shawn y Leticiadevoraban prácticamente todo sucontenido. Kiara se metió una cucharadaen la boca y de inmediato percibió unsabor metálico en la lengua. Soltó lacuchara y se quejó:

—La comida me sabe horrible. —Vas a comer aunque no quieras —leordenó Shawn—. No sabemos porcuántas horas vamos a estar allá afuera.¡Haz un esfuerzo, maldita sea! Kiara tomó de nuevo la cuchara yempezó a comerse la sopa sin detenersea sentir su sabor. Siguió con el puré depapa y un guiso a base de soya hasta queterminó. Su estómago no dejaba de hacerruidos y lo sentía muy inflamado. Loscuatro dejaron sus bandejas y sedirigieron a los dormitorios paradescansar. Leticia y Aurora se habíaninstalado justo al lado donde Kiara yShawn dormían, así podrían estar alpendiente los unos de los otros. Ya sehabían acostado cuando escucharon

afuera los típicos rayos y truenos queanunciaban la llegada de una tormenta.Al poco rato empezó a llover con fuerza. Kiara tenía la vista perdida en suspensamientos. Las molestias de suestómago empezaban a ceder pero lapreocupación no la dejaba descansar,así que trató de relajarse y empezó apensar en volver a ver a su padre paralevantarse el ánimo. Tan pronto comollegaran a alguna ciudad, le pediría aShawn que se marcharan al campamentoarqueológico junto con Leticia y Aurora.Los recuerdos de la tranquilidad de laselva y la intensa paz que había sentidoen la aldea de los indígenas lograronalentarla. Deseaba más que nada en elmundo volver a estar allá. Kiara pensó

en la tremenda cantidad de estrés,miseria y crímenes que abundaban en lasgrandes ciudades y se preguntó por quéel ser humano moderno había escogidovivir de esa forma tan acelerada.Recordó el mundo que Anya le habíamostrado con sus recuerdos y sepreguntó qué era lo que había salido malen nuestra sociedad. Pensó en el lugarque se encontraba ahora, sufriendo todotipo de carencias y con el miedoconstante de morir debido a la odiosaenfermedad. Ni siquiera sabía qué haceral respecto. Al igual que los cientos depersonas que se encontraban en elalbergue, todo lo que deseaba era poderescapar y volver a sentir la libertad.Sabía el riesgo que representaba el

tratar de escapar pero no tenían otraopción. En unas horas volvería aenfrentar su destino que, como ya lohabía comprobado varias veces,siempre era impredecible. El tiempo transcurrió hasta que Shawnse levantó para ver a Brian. Eran las7:30 pm. Todas las luces exteriores delalbergue se habían apagado y el toquede queda había comenzado una horaatrás. Kiara fue a buscar a Leticia yAurora, las dos estaban listasesperándola. Pasaron quince minutosmientras las tres esperaban intranquilasa que Shawn regresara con instruccionespero no aparecía y Kiara empezó aimpacientarse. Miró hacia el corredorque conducía a la salida de los

dormitorios y no vio a nadie, entoncesregresó con Leticia y Aurora, y las tresse sentaron nuevamente a esperarlo.Faltaban sólo cinco minutos para lasocho cuando Shawn llegó por fin. —Todos están listos y nos esperan enla zona de regaderas —les dijo tanpronto como entró—. Vengan detrás demí sin hacer ninguna clase de ruido. Las tres lo siguieron a través delpasillo hasta la desviación que conducíaa una salida lateral. Los baños y la zonade regaderas se encontraban a unoscincuenta metros. Caminaron con sigilohacia afuera y vieron a algunos guardiashaciendo rondas de vigilancia en plenaoscuridad. Kiara distinguió sus siluetasmoviéndose a la distancia y sobra decir

que su corazón latía aceleradamente.Todos avanzaron pegados a las paredesde la carpa rígida que cubría losdormitorios y luego cruzaron hacia lasregaderas. Brian, su esposa y un niño desiete años se encontraban junto a doshombres con uniformes del ejército. —¿Están listos? —les preguntó Brian,y Shawn asintió—. Pongámonos enmarcha entonces. El grupo atravesó la zona de lasregaderas y salió de los baños por lapuerta trasera. La oscuridad era casiimpenetrable, pero tenían que moverse atoda prisa. Al llegar a una de las cercasperimetrales, uno de los hombresregistró el suelo y levantó unas enormespinzas de corte que habían dejado

previamente en el lugar. Cortó la cercade metal y uno a uno fueronabandonando el sitio. Kiara se sentíacada vez más inquieta, la adrenalina nodejaba de fluir por su organismo y semovía ágilmente. Había dejado dellover pero en el ambiente aún se cerníala humedad. El suelo se hallabaempapado y el único ruido constanteeran las pisadas del grupo sobre loscharcos. Caminaron rápidamente por espaciode unos veinte minutos, cuando uno delos hombres que los acompañaba lesordenó que se detuvieran. Habíanllegado al sitio acordado donde lesproveerían del vehículo. —Maldición —dijo el hombre—, no

hay nadie aquí. Todos se miraron los unos a los otroscon zozobra. Pasaron un par de minutosque les parecieron interminables hastaque Shawn se acercó a Brian y le dijo: —Por qué no caminamos hasta losmuelles. A este paso podríamos llegaren unas seis horas, creo que podemoslograrlo antes de que amanezca. —Los niños no pueden mantener estepaso por mucho tiempo —respondióBrian—. Pronto sentirán fatiga y serámuy difícil cargarlos por más de diezmillas. El grupo empezó a discutir qué es loque debían hacer cuando de pronto elsonido de un vehículo interrumpió ladiscusión. Todos corrieron a esconderse

hacia la entrada de un pequeño edificioen ruinas. Kiara volteó hacia todoslados y no pudo percibir nada. Luegounas luces intermitentes se encendierona unos cien metros sólo durante unossegundos. —Ahí está nuestro transporte —dijoBrian y luego produjo un silbido muyagudo tres veces. El vehículo se aproximó a bajavelocidad hasta que se detuvo frente aellos. Brian extrajo un fajo de billetesde cien dólares de una mochila quevenía cargando y se lo dio al par demilitares, que le entregaron las llaves ysacaron un mapa para darlesinstrucciones de la ruta que debíantomar hasta los muelles, señalándoles

los lugares en donde se encontraban lospuestos de vigilancia. Después lemostraron a Brian dos contenedores enla parte posterior del vehículo concincuenta litros de gasolina cada uno.Los guardias dieron órdenes a todos deque subieran. Uno a uno fueron subiendoal vehículo hasta que a duras penastodos lograron acomodarse. Losmilitares se alejaron corriendo y Brianencendió el motor. El vehículo avanzaba muycautelosamente, evadiendo losescombros y autos inservibles que seencontraban en el camino. La condiciónde las calles era terrible tras elterremoto. Uno de los guardias iba en elasiento delantero haciendo de copiloto,

le daba instrucciones a Brian de rodearciertas calles y avanzar despacio porotras. Kiara miraba a través de laventana y se horrorizaba al ver la ciudaddestruida y abandonada. Habían pasadocerca de treinta minutos desde quehabían salido y todo parecía ir bien.Shawn calculaba haber avanzado unascuatro millas cuando la luz de unosrayos en el horizonte iluminó lasdesiertas calles de la ciudad derruida.Inmediatamente, el ruido ensordecedorde un trueno los sorprendió a todos. —Parece que se acerca una tormenta—dijo Kiara. Todos permanecieron calladosmientras el vehículo continuabaavanzando y más destellos iluminaban el

horizonte. El parabrisas del vehículocomenzó a llenarse de gotas de lluvia enaumento. Brian activó los limpiadores ydobló sobre una pequeña calle, pero unamontaña de escombros les cerró el paso,la calle se encontraba destruida. —¡Me lleva el diablo! —exclamó él—. Tenemos que seguir por otra ruta. —La única ruta alterna nos llevadirecto a un puesto de vigilancia —respondió el guardia. —¡Maldición! Vamos a tener quearriesgarnos. El guardia continuó leyendo el mapa yle indicó a Brian el camino. —Podemos tomar una desviación a uncuarto de milla antes del puesto pararodearlo, pero nos vamos a acercar

demasiado, a esa distancia podrán vercon facilidad el coche. Los nervios afligían a todos. Si elejército los localizaba, seguro losregresaría al albergue y todo el esfuerzode escapar habría sido en vano. Briancondujo despacio por la avenida. Lalluvia se intensificaba y sin luces lavisibilidad era prácticamente nula. Elvehículo se movía casi a vuelta de ruedacuando a una media milla de distanciapercibieron luz. —¡Es el puesto de vigilancia! —exclamó el guardia—. ¡Detén el coche! Brian se detuvo en seco.Permanecieron por unos minutosvigilando el puesto y después dijo: —No parece haber movimiento ahí.

Sigamos avanzando. El guardia asintió y el vehículocomenzó a moverse, muy lento, hasta lacalle indicada y viró hacia la derecha. —Ésta va ser la parte más difícil —dijo el guardia—. Tenemos que volver atomar la avenida para llegar a losmuelles y hay que pasar justo detrás delpuesto de vigilancia. El vehículo dobló a la izquierda en lasiguiente calle, moviéndose en direcciónparalela a la avenida. El puesto devigilancia se veía a un costado, tresvehículos se hallaban estacionados alfrente y una casa rodante con lucesrevelaba la presencia de miembrosactivos del ejército. Kiara y Shawnsudaron frío. La lluvia no cesaba y la

calle por la que circulaban terminaba aunos cincuenta metros para desviarse denuevo a la izquierda. El vehículo rodeópor completo el puesto de vigilancia yvolvió a tomar la avenida. La fuertelluvia había cubierto sus pasos y nohabían sido descubiertos. Todosrespiraron aliviados mientras Brianaceleraba el paso. —Faltan sólo dos millas —dijo elguardia—, ya casi lo logramos. Brian conducía con dificultad. Lalluvia que los había ayudado ahora sehabía tornado en un verdadero aguaceroy les impedía ver por dónde iban. —¿Qué demonios son esas luces? —preguntó Brian deteniendo la marcha. —No lo sé —respondió el guardia—.

El mapa no indica nada. Ésa es laentrada a los muelles, tenemos quecruzar por ahí para llegar al muelleprivado. Brian observó con cuidado las luceshasta que percibió el movimiento de unvehículo. —¡Maldición! —exclamó—. Es unmaldito puesto de vigilancia, nopodemos entrar con el coche. —Son casi dos millas de distancia —dijo Shawn—. Además hay que cargarlos tanques de gasolina. —No hay otro remedio —dijo elguardia—. Ese puesto de vigilancia nova a moverse, tendremos que seguir apie.

Capítulo 19

Los siguientes días de convalecenciaen el hospital transcurrieron sin novedadalguna. Su única sorpresa fue ver aldoctor Nefi, que había viajado desdeNueva Atlantis para conocer sucondición clínica. Anya había trabadoamistad con él desde el incidente conDina y, de alguna forma, Anya habíatratado de agradecer la preocupaciónque el doctor Nefi guardaba por ellas.

—Me dicen los médicos que eressumamente aguerrida, Anya —le dijo eldoctor mientras examinaba su pecho conun estetoscopio de cristal que transmitíaimágenes a una pantalla situada frente asu cama. Anya miraba curiosamente lasimágenes de sus entrañas—. Me gustaríaescuchar una promesa de que novolverás a arriesgarte de esa forma encombate. Toda la guardia habla sobre ti,te tienen mucho respeto, pero la próximavez tu audacia puede resultar fatal. Anya reflexionó sobre las palabras deldoctor Nefi. —Le prometo no volver a arriesgarmede esa forma. Mis compañeros ya meregañaron lo suficiente y voy a tenermucho más cuidado ahora. ¿Cómo

siguen mis costillas? —Las costillas fracturadas serecuperan rápido. En unos días estarásen condiciones de abandonar el hospital,pero nada de combates, ¿me escuchaste?—le dijo el doctor enérgicamenteapuntándole con el estetoscopio—. Tupulmón parece haber recobrado sufunción completa, pero seguirás bajoobservación por unos días. —Ya casi no siento molestias alrespirar —dijo Anya emocionada—.Quisiera poder levantarme de esta camay retomar mi vida cuanto antes. El doctor Nefi le permitió levantarseperiódicamente y empezar a caminar enlos pasillos. Dina la acompañaba adiario y Oren y Dandu la visitaban

cuando contaban con tiempo. Trascatorce días de convalecencia, Anya seencontraba recuperada y sólo esperabala autorización del doctor Nefi paraabandonar el hospital. Ese día vistió denuevo su traje de combate y a mediamañana sus tres compañeros se leunieron. Todos caminaron hacia losjardines centrales del templo y Orentomó la palabra: —No hemos encontrado ninguna pistasobre el paradero de los guerreros. Elconcejal Kelsus considera el plan deDina arriesgado y no nos permitióllevarlo a cabo. Dice que podríamoscaer en una emboscada fácilmente y queninguno de nosotros saldría con vida deahí.

Un grupo de guardias avanzó sobre losjardines y cruzó su camino con el de losmaestros guardianes. Era la primera vezque veían a Anya desde la batalla y elcapitán de la guardia hizo una señal paraque se detuvieran y desenvainaran susespadas blandiéndolas en lo alto comoseñal de respeto a ella. Anya agradecióel gesto y los saludó respetuosamente.Dina sonreía al verla, y Oren y Danduestaban sorprendidos al ver el respetoque le mostraban. —El complejo del templo seráevacuado el día de mañana —informóDina—. Todos partiremos de aquí enunas cuantas horas. Anya miró a su alrededor loshermosos jardines centrales del templo y

no pudo sentir sino una enorme tristezade abandonar el sitio que había sido suhogar por más de veinte años. Dinapercibió sus emociones y pasó su brazoizquierdo por encima de su hombro. —Otro hogar te está esperando enNueva Atlantis, Anya. Sé lo quesignifica para ti dejar este lugar. El grupo se dirigió de vuelta alhospital para acompañar a Anya y, parasu sorpresa, los cuatro concejales seencontraban en la sala de entradaesperándolos. La concejal Anthea seadelantó. —El doctor Nefi ha autorizado tusalida del hospital, pero antes deseasaber si te sientes capaz de cumplir contus obligaciones.

—Me siento perfectamente bien —dijo Anya mientras la concejal laescudriñaba con su penetrante mirada.Ella pudo darse cuenta de que laconcejal Anthea percibía su ansiedadinterna. —Más tarde hablaremos al respecto—le dijo la concejal—. Ahora escuchenbien al concejal Kelsus. Éste se acercó a ellos paraexplicarles. —La evacuación definitiva delcomplejo del templo se llevará a cabomañana. Sabemos que el ejército delsenador Túreck aún no se encuentra encondiciones de atacarnos, sin embargo,debemos concentrar la vigilancia sobrelos puertos de embarque. Hoy por la

noche comenzarán a llegar lostransportes de evacuación desde NuevaAtlantis. Los primeros en partir seránlos civiles. La guardia establecerá unperímetro de seguridad alrededor deellos. Oren y Dandu vigilarán de cercajunto conmigo y la concejal Kai. Juntosnos aseguraremos de que no corranningún peligro y puedan abandonar laciudad sin contratiempos. —¿Qué haremos nosotros? —preguntóAnya. —Tú y Dina acompañarán al maestroZing y a la concejal Anthea hacia elcomplejo de ciencias. Ahí aterrizará untransporte especial que evacuará a todoel equipo científico y a los médicos. Elsenado estará atento sobre la evacuación

de la población, así que ellos podránabandonar el templodesapercibidamente. —¿Cuándo partirán el concejo y laguardia? —preguntó Oren. —Nosotros seremos los últimos enabandonar el complejo del templo —respondió Kelsus—. Evacuaremos atoda la guardia y tomaremos el últimotransporte. —¿Hacia Nueva Atlantis? —preguntóDandu. El maestro Zing tomó la palabra: —La reunión de las cuatro grandescasas del conocimiento se llevará acabo ese mismo día. El transporte nosconducirá hasta el continente oeste,donde todos asistiremos a la cita. La

campaña contra el ataque de la Orden delos Doce se decidirá entonces. El concejal Kelsus indicó a Oren y aDandu que lo acompañaran mientras laconcejal Anthea llamaba a Anya y aDina. Las dos la siguieron hacia lasalida del hospital y pronto seencontraban en una de las salas dereunión del Gran Concejo. La concejalles pidió que tomarán asiento yescucharan con atención. —Tras un largo debate, el GranConcejo decidió que es necesario queustedes comiencen el camino en elaprendizaje de las antiguas formas decombate de la magia compleja. Ha sidouna decisión muy difícil, pero lascircunstancias actuales no permiten que

ustedes enfrenten a la Orden de los Docesin este tipo de conocimiento. Anya y Dina estaban sorprendidas conla declaración de la concejal Anthea.Ambas sabían que las antiguas artes decombate con la magia compleja habíansido dejadas de practicar desde haciasiglos. Anya ignoraba si los concejalestodavía eran capaces de dominar eseconocimiento. Por largos años sólohabía escuchado historias sobre el usodel intento para causar la muerte a losenemigos. El maestro Zing jamás leshabía hablado sobre este tipo de magiani había considerado siquiera la idea demencionarlo, era un tema casi veladodentro de su enseñanza. —El poder destructor de la magia

compleja es letal en todas sus formas —prosiguió la concejal Anthea—. Aquelque lo utiliza contra su enemigo debesaber que si éste no sabe defendersecontra él, caerá muerto de manerafulminante. Conforme más se estudia ypractica este poder, más aumenta sufuerza destructora, ése es el motivo depor qué el Gran Concejo dejó deutilizarlo desde hace siglos. Es muyfácil para un aprendiz caer presa delpoder de la antigua tradición de la magiacompleja. Este poder abarca elconocimiento del bien y del mal, de lasfuerzas que crean y las que destruyen, dela magia divina de la creación y de lamagia oscura de destrucción. Anya y Dina comenzaban a sentir un

desasociego sin igual y la concejal sepercataba de esto, de pronto interrumpiósu relato. Dina no se atrevía a decir unapalabra y Anya no soportaba elincómodo silencio. —¿Por qué ha tomado el concejo estadecisión si considera que aún noestamos preparados para estaenseñanza? —preguntó Anya, y laconcejal Anthea la miró con suspenetrantes ojos grises haciendo quesintiera un vuelco en el estómago. Dealguna forma, Anya sabía que Antheaestaba escudriñando en lo más profundode sus emociones y esto la incomodabasobremanera. —El poder de la magia compleja esmucho mayor de lo que ustedes se

imaginan. La única forma que tienenpara defenderse de ella es a través deldominio de su propia forma deconocimiento. Esto, por supuesto,implica el riesgo de que caigan en eljuego de muerte de la Orden de los Docey se transformen, como ellos lo hanhecho. Anya no podía creer lo que estabaescuchando. La crueldad y la malicia dela Orden de los Doce era simplementeimpensable para un ser racional. ¿Cómopodía la concejal considerar la idea deque ella y Dina se transformaran enseres endemoniados? —Lo siento, concejal Anthea, pero nopuedo creer lo que estoy escuchando —se quejó Anya.

—La naturaleza del poder es máscompleja de lo que tu mente puedeasimilar —le respondió la concejal—.El espíritu cambia de forma al adquirirel conocimiento de la magia compleja,eso ya te lo explicó el maestro Zing. Elpoder de dar muerte a un ser vivo pormedio de la magia oscura altera tu formade pensar y ver el mundo. Hace unosdías estuviste a punto de acabar con lavida del senador Túreck, lo observastede cerca y percibiste su maldad. En esemomento deseabas destruirlo paraacabar con su enfrentamiento contra elGran Concejo y si hubieras contado conel poder de la magia oscura, ni Oren ninadie hubiera podido detenerte, habríasacabado con su vida en un instante. Así

de poderoso y letal es ese tipo deconocimiento. Anya sintió vergüenza al escuchar a laconcejal. —Estaba bajo mucha presión ese día—dijo disculpándose—, mis nervios metraicionaron. Al mirar al senador Túreckpercibí su odio contra nosotros. Deseamás que nada destruirnos y alcanzar elpoder que tanto ambiciona. Por unmomento pensé que estaríamos mejor siacababa con él. —Acabar con su vida no sería lasolución al problema. Solamenteretrasaría los planes de la Orden de losDoce. La responsabilidad de contar conel poder de decidir entre la vida y lamuerte de los demás es tan grande que

puede consumir tu mente con facilidad.El brujo que las atacó en Nueva Atlantisno es más que un simple aprendiz de esamagia, sin embargo, en su mente estáconvencido de que debemos serdestruidos para liberar a la población denuestra influencia. Los brujos oscuroscreen en su superioridad sobre el serhumano común y desean un mundo queestablezca claramente esa diferencia.Desean dominar a aquellos queconsideran inferiores al tiempo que lesentregan libertad completa paraconsumir cuanto deseen en este mundo.Piensan que el libre albedrío de laconciencia incluye el hecho de poderdestruirse a sí mismo, a la naturaleza y alos demás si eso es lo que desean.

Dentro de su raciocinio, el GranConcejo es un enemigo que mantiene ala población sujeta a sus leyesrestrictivas, con las que muy pocostienen acceso al conocimiento de lamagia compleja y la peligrosatecnología de nuestro tiempo. Un mundoque no favorece sus ambiciones. —¿Cómo podremos vivir entonces conesa carga de conocimiento dentro denosotros? —preguntó Anya—. Suenacomo si el remedio contra la magiaoscura de la Orden de los Doce puederepresentar más un peligro que unasolución. —Tú eres quien más nos preocupa,Anya —le dijo la concejal directamente—, pero el maestro Zing confía en ti. Él

piensa que aprenderás a controlar tusimpulsos y decidir sabiamente cuándousar ese poder. Nos ha pedido a mí y ala concejal Kai que dirijamos tuentrenamiento. La concejal Kai conocemejor que nadie la magia oscura, ya quepertenece a la tradición de la antiguaescuela del conocimiento del continenteoeste. Fue ahí donde se desarrolló elpoder de esta magia y también donde seoriginó la orden. Juntas las guiaremoshacia las profundidades del manejo deesa fuerza destructiva. —¿Cuándo empezará nuestroentrenamiento? —preguntó Dina. —Tan pronto como la concejal Kaiesté preparada —respondió Anthea. —¿Qué hay de mi condición física? —

preguntó Anya. —No tendrás que preocuparte por eso—respondió la concejal parándose de susilla e invitándolas con un gesto aabandonar la sala detrás de ella. La concejal se despidió para reunirsede nuevo con el maestro Zing. Anya yDina se dirigieron a buscar a Oren yDandu para ir a comer todos juntos.Pasaron la mayor parte de la tardediscutiendo las implicaciones del tipode entrenamiento que iban a recibir y elpeligro que representaba. La noche extendió su manto sobre laciudad capital y Anya llegó a susaposentos. Se encontraba aliviada deregresar a su habitación después depasar dos semanas recuperándose, la

experiencia en el hospital no había sidode su agrado. Tomó un baño relajante yse acostó a dormir temprano,concentrada en las actividades que leesperaban al día siguiente. Cayó en unprofundo sueño y casi de inmediatosintió su conciencia viajar hacia un sitiomuy familiar. Se encontraba de nuevo en el enormeedificio del Gran Concejo situado en elmundo intermedio. Se preguntó si denuevo Kiara estaría por ahí curioseandoy empezó a caminar hacia las salascontiguas buscándola. Una puertasemiabierta llamó su atención, avanzócon rapidez para cruzarla y su sorpresafue inmediata: Anthea, Dina y lamisteriosa concejal Kai se encontraban

ahí esperándola.

Capítulo 20

Había pasado más de una semanadesde que el terremoto de la ciudad deLos Ángeles sembrara la incertidumbresobre el destino de Kiara y la familia deJosé. La espera de alguna noticiaparecía interminable, por lo que ElenaSánchez había exhortado a José y aldoctor Jensen a que trabajaran con ellaen las labores de desciframiento delcódice para aliviar su ansiedad. No

teniendo otra cosa en qué ocuparse, Joséhabía accedido y se había dedicado delleno a la tarea de tratar de comprenderlas complicadas imágenes delpergamino. Ese mismo día habíaacordado reunirse con ella y el doctorJensen para revisar los avances quehabían logrado. Elena apareció a la horaacordada y juntos caminaron hasta elremolque del padre de Kiara. José tocóla puerta del remolque pero nadierespondió. —Pensé que dijiste que él seencontraba trabajando en las tablasnuméricas —le preguntó José a Elena. —Eso fue lo que me dijo —respondióella—. Me aseguró que estaríaesperándonos aquí.

José volvió a tocar la puerta confuerza y nada. —¿A dónde pudo haber ido? —No hay muchos lugares a donde iren este sitio —comentó Elena Sánchez,que volteaba hacia todos lados. De pronto, unos ruidos atrás delremolque llamaron su atención. Ambosdieron vuelta para ver de qué se trataba.El doctor Jensen apareció caminandohacia ellos a través de una angostabrecha que llevaba directo a la jungla.Había seguido el consejo de Tuwé dellevar una ofrenda al espíritu de lajungla para que le revelara el sitiodonde se encontraba María. No deseabahablar con nadie respecto a ese asunto ysaludó a los dos como si nada sucediera.

Luego los invitó a pasar a su remolque.Elena y José pusieron sus notas y lasláminas del códice sobre la mesa. —Bien —dijo el doctor Jensenacomodándose en la mesa de trabajo—.Ayer terminé de hacer los cálculosmatemáticos sobre las fechas queaparecen en la parte superior de cadapágina. Tiene que existir algún error enlas anotaciones. —¿Un error? —le preguntó ElenaSánchez tomando asiento en una de laspequeñas sillas. —El códice parece estar dividido encuatro épocas principales —continuóJensen—. Pero lo sorprendente es quetres de estas épocas se refieren alpasado remoto de la humanidad, hace

miles y miles de años. La primera seremonta a casi trece mil años deantigüedad. ¿Qué interés podría teneresta cultura en un pasado tan remoto? —No sería la primera vez que losmayas dejaran vestigios sobre fechasarcaicas. Incluso su sistema calendáricotiene conjuntos, como el alautun, querepresentan decenas de miles de años.Existen también inscripciones en piedraque nombran fechas de hace millones deaños. —Sí, estoy de acuerdo, pero un códicees diferente a una inscripción en piedra.Los códices relatan generalmenteobservaciones astronómicas precisasllevadas a cabo en periodos cortos detiempo. Éste, en cambio, sugiere

acontecimientos que sucedieron a lolargo de miles de años. —Quizás este códice habla sobre losorígenes de su conocimiento —comentóJosé—. El anciano dijo que estabarelacionado con la pirámide y queademás contenía la clave para descifrarel destino de la humanidad. —¿Qué lograste obtener tú de lasilustraciones? —le preguntó Elena. —El códice relata dos historiasparalelas en el tiempo, divididas encuatro épocas —respondió José—.Tiene exactamente veintiséis páginasilustradas por ambos lados, lo cual haceun total de cincuenta y dos narracionesfechadas astronómicamente. Para tratarde comprenderlas empecé desde el

principio y ahí es donde se encuentra elprimer problema. —¿Qué problema? —preguntó eldoctor Jensen. —La primera y última época constande siete páginas cada una, mientras quelas épocas intermedias constan de seis.De acuerdo con la codificación que nosmostró el anciano en la aldea, cadapágina debe sobreponerse a la siguientepara obtener la imagen oculta. Esto norepresenta ningún problema con lasépocas de seis páginas porque formanexactamente tres pares, pero con las desiete hay una página que queda sin supar. Ayer por la noche fue que encontréla solución. El códice necesita sercerrado en círculo para que la primera y

la última lámina formen el par faltante. —Pero eso sugeriría que la primeraépoca del códice estaría íntimamenteligada a la última, que corresponde anuestros días —comentó Elena Sánchez. —Eso es imposible —dijo el doctorJensen—. ¿Qué tiene que ver nuestraépoca con algo que sucedió trece milaños atrás? —Lo más impresionante es que lasimágenes coinciden a la perfección —comentó José—. En la primera láminaaparece la figura de un guerreroportando un tocado con forma de búho olechuza y está mirando hacia atrás, nohacia el orden que lleva el códice. Susojos apuntan directamente hacia laúltima lámina cuando el códice se cierra

en círculo. Esto me desconcertó desde elprincipio, pero en la lámina final delcódice aparece la figura de una mujercon brazos abiertos, como si le estuvieramostrando algo al guerrero lechuza. José tomó el códice en forma deacordeón y creó un círculo con él, demodo que el final se juntaba con elprincipio. Elena y el doctor Jensen loobservaron sorprendidos, José estaba enlo correcto. Las dos figuras empatabanen la ilustración y sugerían, sin lugar adudas, algún tipo de comunicación. Erafascinante. Elena tomó el códice y miróbien la figura del guerrero. —Este guerrero no es un hombre, sinouna mujer —dijo de inmediato. José y eldoctor Jensen miraron el dibujo.

—Creo que te equivocas —le dijoJosé—. Su atuendo es característico deun traje de guerra. Las mujeres no usanese tipo de atuendo. —No las mujeres actuales, peroseguro que ésta sí. —¿Cómo lo sabes? —le preguntó él. —Existen sutiles diferencias entre unamujer y un hombre guerrero, pero elartista que elaboró este dibujo suporepresentarlas. Primero, mira la formaextendida de las caderas. Los rasgos dela cara son más finos, especialmente lanariz. Sus ojos son más brillantes yaparecen resaltados como si se tratarade un don especial. Pero lo que esinconfundible son las manos, son muchomás pequeñas que las de un hombre.

José y el doctor Jensen miraron conatención. —Tienes razón —comentó el doctorJensen—. Estas manos corresponden alas de una mujer. Pero por desgracia esono nos dice nada sobre el significado deeste cuadro y su relación con elcontenido del códice. —Sigamos analizando los siguientescuadros para ver qué encontramos —respondió Elena. —Hay algo que quiero mostrarlesantes —dijo José volteando el códice ymostrando la cara exterior. Imágenes deseres grotescos aparecieron a lo largode los cuadros. Elena los observó concuidado. —Si prestan bien atención, verán que

las imágenes de este lado nocorresponden en lo más mínimo a las dela cara interior del códice. Pienso queeso se debe a que un lado del códicerepresenta las fuerzas oscuras dedestrucción mientras que el otrorepresenta las fuerzas de la creación. —Interesante teoría —comentó eldoctor Jensen—. Eso explicaría elporqué de las diferencias tan radicales acada lado del códice. Pero una vez másvolvemos a la misma pregunta: ¿qué eslo que están relatando las imágenes? —El anciano nos dio la clave paracomprenderlo —dijo José—. En surelato él mencionó cómo la oscuridadenvolvió nuestro mundo durante elreinado de Ahaltocob.

—Aquél que labra miseria —interrumpió el doctor Jensenrefiriéndose al nombre del tercer amodel inframundo. —Un reinado que dura trece mil años—continuó José. Luego volvió a unir elcódice doblado en forma de acordeónpor ambos extremos, de modo queformara un círculo. La cara exteriorrepresentando las fuerzas de laoscuridad envolvía por completo a lacara interior como tendiendo un cercosobre ella—. El círculo está formadopor veintiséis caras. Dos veces trece. Siestoy en lo correcto, cada una de estascaras debe estar representando unperiodo de quinientos años. Si es así,las fechas astronómicas que se muestran

en la parte superior de las ilustracionesdeben estar comprendidas dentro deestos periodos. —Entiendo a lo que te refieres —comentó el doctor Jensen. Luego tomó sulibreta de apuntes para verificar elcálculo de las fechas. Trazó una tablacronológica dividida en estos periodos yfue vaciando las fechas una por una.Elena y José esperaban con ansiedad. Alcabo de un par de minutos, el doctorJensen miró complacido. —No cabe duda de que el códice fueordenado de esta forma. Todas lasfechas coinciden a la perfección. Tefelicito José, tu teoría es correcta. —Ahora que comprendemos el ordendel códice, debemos dividir el trabajo

de desciframiento para avanzar lo másrápido posible —comentó Elena. —Me parece bien —respondió eldoctor Jensen—. Tú te encargarás de lainterpretación de las ilustraciones en loscuadros interiores y José de losexteriores. Yo trazaré el mapaastronómico al que corresponden lasfechas y me ocuparé de la interpretaciónde los símbolos y las insignias. Los tres arqueólogos pusieron manos ala obra. Todos se encontraban ahoraabsortos en el estudio de las imágenes.La revelación que les había hecho elanciano sobre el destino de lahumanidad dotaba de mayor interés a suesfuerzo por revelar la informaciónoculta en sus ilustraciones.

El doctor Jensen tomó un enorme librode simbología prehispánica y comenzó adibujar diferentes glifos en su libreta. Enese momento Rafael tocó la puerta delremolque. José lo invitó a pasar y enunos momentos lo pusieron al tanto delos avances que habían logrado hastaese día. Rafael miraba fascinado lasláminas del códice. —¿Están sugiriendo que el códicerelata acontecimientos que sucedieronhace más de diez mil años? —preguntóRafael. —Todo parece indicar que así es —lerespondió Elena. —Quizás eso explique por qué recibíesta mañana un mensaje del señorPonce. Suena como si estuviera

desesperado por comunicarse conmigo. —¿Quién es el señor Ponce? —lepreguntó José. —Es el curador del Museo del Pradoen Madrid. Ellos tienen el códiceoriginal, me lo pidieron para efectuarlas pruebas de autenticidad y datación elmismo día que lo encontré. —Las pruebas de radiocarbono —comentó el doctor Jensen—. Nos seríanmuy útiles, especialmente ahora quenecesitamos establecer en qué época fueelaborado el códice. —Puedo tratar de localizarlo —respondió Rafael. —Aún nos falta mucho trabajo en eldesciframiento —respondió Jensen—.Cualquier día que puedas nos vendrá

bien. Rafael asintió y todos continuaron conel trabajo. Elena se acercó a José y lepreguntó sobre su avance. —Mira esto, en el primer cuadroaparece la insignia de doce señores quese sientan sobre un trono. Luego apareceun símbolo extraño en forma de 8, éstaes sin duda la insignia de este grupo depersonas. Abajo podemos ver a treshombres que representan a la población.Todos portan ofrendas, lo que sugiereque rinden tributo a los hombres de lainsignia. Luego, al juntar la ilustracióncon su par correspondiente del últimocuadro se forma la imagen de unmurciélago. —El señor de la oscuridad —comentó

Elena Sánchez—. Los hombres lesrinden tributo a los seres de laoscuridad. —Así es —respondió José—. Loscuadros sugieren que durante el iniciodel reinado de Ahaltocob los docehombres de la extraña insignia sesentaron en el poder y subyugaron a todala gente. En la parte superior se puedever el momento exacto del suceso. Lafigura del Sol aparece eclipsada con sucorrespondiente fecha astronómicaexacta. —¡Eso quiere decir que la historia querelata el códice sucedió realmente! —exclamó Elena Sánchez emocionada—.La fecha astronómica es pruebairrefutable de ello. Desde ese entonces

todas las culturas prehispánicas temíanla llegada de los eclipses. Eloscurecimiento de la luz era interpretadocomo la llegada de los seres deoscuridad, y nadie salía de sus casasmientras duraba el fenómeno. Elena tomó las ilustraciones de loscuadros interiores. —Mientras tanto, al otro lado delcódice, la imagen de la mujer búho seposa por debajo de nueve glifos querepresentan a nueve dioses o seresascendidos. En la mano derecha sostieneuna espada que apunta hacia lo alto,hacia los reinos superiores donde seencuentran estos nueve personajes. José miró la ilustración condetenimiento.

—Observa los colores de los glifos.Cada par representa uno de los coloresde la tierra, amarillo, rojo, negro y azul,todos ellos al lado del glifo central, quees blanco y representa al líder de estegrupo. —Los colores de la tierra indican suorigen —comentó Elena Sánchez—.Esto quiere decir que, durante estaépoca, las cuatro direcciones de la tierraestuvieron unidas mediante elconocimiento que poseían estos grandeshombres, tal como lo relató el ancianodurante la ceremonia. Los glifosrepresentan a los inmortales u hombresdioses, como les llamó él. —¡Tuwé Tækarikû interpretó elcódice desde el día que Rafael y yo

llegamos a la aldea! —exclamó José—.Por eso se sorprendió tanto cuando se lomostramos, hasta quiso conservar lascopias que llevábamos. Él ya conocía laleyenda. Te puedes imaginar su sorpresaal verla plasmada en imágenes que leeran traídas por dos completos extraños. —Por eso se apareció luego en tussueños y nos convocó a ir a laceremonia —respondió Elena—. Sabíaque ese códice no había llegado hastaaquí por casualidad. Nuestra presenciaen este sitio obedece a un complejodestino que estaba escrito desde hacemiles de años. —Él lo supo de inmediato. Por eso leentregó el bastón a Rafael y nos dijo esedía que el descubrimiento de la

pirámide y el códice no era producto dela casualidad. Nosotros no le hicimoscaso, pensamos que no queríarevelarnos la verdad y que todo lo queestaba sucediendo era una simplecoincidencia. —Tampoco pensamos que el viejo meiba a timar para quedarse con mi mejorcuchillo de cacería —se quejó Rafael ytodos comenzaron a reír. —Por eso también quería quedescifráramos el códice por nosotrosmismos —comentó Elena—. Nos dijo amí y a Daniel que la clave sobre eldestino de la humanidad se encontrabaescrita aquí. —Ahora lo comprendo —dijo José—.Nos indujo a descifrar el códice para

que comencemos a creer. Siempre quetrata con nosotros percibe la duda ennuestras mentes. El desciframiento delcódice es como despertar a lacomprensión de que nuestro mundo seencuentra regido por un orden superior. —Tienes razón. A Rafael le dijoclaramente que la realidad que élpercibía era tan sólo una visión aparentedel mundo. El códice muestra cómonuestra realidad puede estar entrelazadacon la realidad de otro tiempo. Tenemosque seguir adelante hasta dar con larespuesta. —Volviendo a los cuadros exteriores—continuó José—, el siguiente muestrala insignia de los doce señoresoscureciendo el mundo. Los tres

hombres con caras grotescas llevanpuesto un atuendo de guerra y todosellos sostienen la cabeza de un enemigosobre su mano. —Los colores de las cabezas sugierenque su dominio se extendió por elplaneta durante los siguientes quinientosaños —comentó Elena Sánchez. —Pero sostienen solamente trescabezas —dijo José—, esto indica queuna región del mundo se resistió a sudominio durante este tiempo. Elena volteó el códice para mirar lailustración interior. —En esta ilustración se muestra porprimera vez el perfil de la pirámide. Losnueve señores ya no aparecen. En sulugar hay cuatro nuevas insignias sobre

las que se sostiene el poder de lapirámide. El Sol se encuentra brillandoen la parte superior. Abajo, una enormeserpiente se introduce por la entrada. Alsobreponer la imagen con su parcorrespondiente se forma la cabeza deun jaguar. —El conocimiento de los nueveinmortales se extendió en el tiempo através de esos cuatro personajes —dijoJosé—. Tal como dijo Tuwé, elconocimiento fue depositado en laspirámides. Aquí está representado enforma de serpiente y el jaguar representael poder del Sol que lo resguarda. —Entonces los descubrimientos delcódice y de la pirámide tienen que estarvinculados de alguna forma —argumentó

Elena Sánchez—. Lo que no comprendoes la relación que guardan entre sí. Lapirámide es un dispositivo de altatecnología y en cambio el códice sugiereuna forma de conocimiento mucho másprimitiva. —Quizás los guardianes de lapirámide dibujaron el códice parapreservar en el pergamino el origen desus constructores —comentó Rafael. —Sí pero el códice no sólo habla deltiempo pasado, sino de lo que está porvenir —dijo Jensen—. Las tablasnuméricas advierten sobre fechas futurashasta el nacimiento del Sexto Sol. —Y parece que la mayor importanciase centra sobre esa fecha, justo comonos dijo Tuwé —advirtió José.

—El Sol ha estado sufriendo cambiosradicales en su comportamiento desdehace tiempo —comentó Elena—. Poreso Sarah y Daniel trajeron a su equipoa este lugar. Los cambios en sucomportamiento produjeron la extrañaradiación que produce la pirámide.Desde entonces, los relojes y nuestrociclo de sueño se han visto perturbados.Existe un gran misterio que englobatodos estos acontecimientos y nuestrarazón de encontrarnos en este sitio,como si las piezas de un rompecabezasse estuvieran armando para dar ocasióna un acontecimiento. Como si algo fueraa suceder muy pronto. —Sí, pero ese acontecimientocontinúa siendo un misterio —comentó

Jensen y todo el grupo asintió.

Capítulo 21

María Jensen luchaba contra el intensodolor mientras trataba de incorporarse.Su agresor la había dado por muerta y ladejó tirada en el suelo de la habitación.Se dirigió al lavabo y dejó correr elagua. Observó su inflamada cara en elespejo y notó que un enorme hematomaoscuro se empezaba a formar alrededorde su ojo. Se lavó la cara con agua fría yse cambió de ropa, un par de jeans y una

blusa, luego se recogió el pelo en unacoleta y abrió la puerta. El dolor en sucuello le dificultaba la respiración perosu voluntad de escapar de ese lugar ledaba fuerza para seguir adelante. Maríano sabía cuánto tiempo habíatranscurrido desde su enfrentamiento.Avanzó sobre el pasillo que conducíahacia las otras habitaciones mirando porlas ventanas y se dio cuenta de que habíaparado de llover. El sol comenzaba aocultarse y la oscuridad no tardaríamucho tiempo en envolver la finca. La habitación de Claudia no estabalejos. Se cercioró de que nadie estuvieracustodiando la entrada y avanzó conpasos adoloridos. Al llegar tocó lapuerta con suavidad. Escuchó a alguien

acercándose y luego la puerta se abrió.Claudia vio, con sorpresa, la cara deMaría tan lastimada, la hizo pasar a lahabitación y la abrazó afectuosamente. —Te golpeó ese maldito, ¿verdad? —le preguntó. —Fue algo mucho peor —respondióMaría y enseguida le contó a Claudia loque había sucedido. Ella la abrazó denuevo y le dijo: —Por ahora estás a salvo. Sé de buenafuente que no va a estar por aquí por lomenos dos semanas. Va a supervisarpersonalmente el envío de uncargamento muy importante en lapenínsula de Yucatán. Todo está listopara el escape de mañana. Tú vendrásconmigo. Ahora ya no tienes otra

elección. Nos ocultaremos en el camióny esperemos que todo salga bien. Claudia sacó de su buró un frasco conun líquido transparente, se lo mostro aMaría y ella lo tomó en sus manos. —Es cloroformo. Tendrás que actuarrápido: si uno de los guardias estácustodiando tu habitación mañana por lamañana, tendrás que fingir que te sientesmal para que se acerque y luego le tapasla nariz con un pañuelo empapado deesta solución. Eso lo dejará inconscientepor el tiempo necesario. Luego arrastrassu cuerpo adentro de la habitación paraque nadie lo vea. ¿Me entendiste? María asintió con la cabeza. —Es nuestra única oportunidad —continuó Claudia—. Esperemos que

nadie esté custodiando. El plan es éste:el camión partirá con la mercancía a lasocho de la mañana. Los paquetes iránocultos en barriles de plástico con fondofalso en donde supuestamentetransportarán fertilizantes y otrosproductos químicos. Media hora antes,nosotras debemos salir de la casa yocultarnos en dos barriles que Raúldejará listos en el patio trasero. Dos desus hombres nos ayudarán y luegosubirán los barriles al camión. Nadiepodrá saber que nos escondemos ahí. —¿Cómo vamos a respirar dentro delbarril? —preguntó María. —Los barriles tendrán varios hoyoscubiertos por etiquetas de papel. Encuanto estemos arriba del camión y no

corramos más peligro, los hombres deRaúl nos darán una señal y romperemosla etiqueta con los dedos para dejarpasar el aire. —Suena como un plan muy bienconcebido —exclamó María. —Lo es —respondió Claudia—.Además es nuestra única oportunidad deescapar con vida del cártel. A las 7:30de la mañana debes estar lista. Nolleves nada contigo, no hay espacio. Nosveremos aquí en el pasillo e iremosjuntas hacia el patio. María se despidió de Claudia y volviósigilosamente a su habitación. Tomó unatoalla y la remojó en el agua fría paraponérsela sobre el moretón de su rostro.Luego se acostó en la cama y volvió a

pensar en su familia. Recordó cómohabía conocido a su esposo durante unaexcavación arqueológica y cuandohabían decidido casarse para formar unafamilia. Kiara había nacido algúntiempo después y habían sido felices pormuchos años hasta ese fatídico día enque fue secuestrada. Probablemente élhabía iniciado una vida con alguien más,como le hicieron saber, pero elpensamiento de salir con vida y volver areunirse con Kiara la llenó de valor.Anochecía y ella no hacía otra cosa quecontemplar con esperanza su escape. Notenía hambre ni ganas de moverse.Aferraba el frasco con cloroformo queClaudia le había entregado mientras unaenergía oculta en su interior le daba

fuerzas para seguir adelante. Cerró losojos y rezó durante la mayor parte de lanoche para que el plan tuviera éxito. Pronto el reloj marcó las siete de lamañana y María se asomó a ver sialguien se encontraba cerca de la puertade su habitación. Miró con cautela y nopercibió movimiento alguno. El díaempezaba a clarear y a lo lejos seescuchaban los cantos de los gallos quesaludaban a la mañana día con día. Tomó el frasco de cloroformo. Depronto no supo qué hacer con él, peroinstintivamente se dirigió al baño paraempapar una pequeña toalla con lasolución. Despedía un olor terrible ypenetrante. Parte del líquido se derramósobre su mano. Pensó que esa toalla era

la única arma con la que contaba en casode que fuera sorprendida caminandosobre el pasillo. El reloj marcaba las7:15. El momento de huir se acercaba ysu corazón latía incontroladamente.Esperó unos minutos que le parecieroneternos hasta que el reloj marcó las7:20. Había llegado la hora deabandonar la habitación y buscar aClaudia. Con la mano derecha aferrada ala toalla, María salió de la habitacióncon sigilo y de pronto escuchó voces dehombres sobre el corredor. Se detuvo enseco y afinó el oído. Volvió a escucharlas voces y reconoció a uno de lossujetos que regularmente montabaguardia sobre el pasillo. Sintió deinmediato una intensa angustia en el

pecho. Estaba segura de que se tratabade dos hombres. Estaban avanzando porel pasillo hacia su habitación. No podíaenfrentarlos a los dos al mismo tiempo.Volvió con cuidado sobre sus pasos yentró en su habitación. Las voces de loshombres se escucharon más cerca.María brincó a su cama y se cubrió conel edredón como si estuviera durmiendo. La puerta de la habitación se abriórepentinamente. El olor a cloroformohabía quedado atrapado entre lassábanas. María lo percibía y unasensación de mareo y agitación invadíasu cuerpo. El sujeto se cercioró de queella se encontraba ahí y volvió a cerrarla puerta con fuerza. María observó elreloj, marcaba las 7:32 am. El tiempo

transcurría y su oportunidad de escaparempezaba a esfumarse. Las voces de lossujetos seguían escuchándose en elcorredor. María se encontrabapetrificada por la tensión. Esperó porunos minutos hasta que no escuchabanada más y se paró de la cama. Caminóhacia la puerta y la habitación pareciómoverse por una sensación de náusea ymareo que la inundaba. ¿Qué estabasucediendo? Llegó con gran trabajohasta la puerta y la abrió despacio. Nopodía pensar con claridad. Se dio cuentade que había olvidado la toalla sobre lacama. Luego se tocó el rostro y percibióde nuevo el fuerte olor del químico queestaba inundando su sistema. Su visiónse tornaba borrosa. Tenía dificultades

para enfocar bien. El pasillo se movíade un lado hacia otro mientras trataba deavanzar con dificultad a través de él.Las piernas comenzaban a fallarle ysentía que en cualquier momento sedesplomaría. Un segundo despuésperdió el equilibrio y se estrelló contrala pared. Su respiración se hacía cadavez más pesada y sus piernas ya no laobedecían. Se arrastró hasta la vueltadel pasillo y a lo lejos pudo ver lafigura de Claudia emergiendo por lapuerta. Vio su imagen acercándose a ellay sintió desplomarse de nuevo en elsuelo. Momentos después su visión sedesvaneció, se la tragaba una profundaoscuridad.

Capítulo 22

La lluvia caía otra vez con toda sufuerza. Kiara y su grupo bajaron delautomóvil y en cuestión de segundostodos se empaparon. Los guardiastomaron los tanques de gasolina y elgrupo comenzó a caminar evadiendo laentrada principal en dirección a la bardadel muelle. Anduvieron por más detreinta minutos bajo la intensa lluviahasta que encontraron otra entrada.

Brian comenzó a reconocer la zona y lesdio indicaciones para que lo siguieran.El lugar se veía en las peorescondiciones que uno pudiera imaginar,parecía una verdadera zona de desastre,escombros y pedazos de botesdestruidos bloqueaban el paso a lo largode toda la calle. Uno de los guardias sedetuvo pues el peso del tanque degasolina era demasiado para él. Shawntomó el tanque y Brian ayudó al otroguardia, el grupo reinició la marcha.Aurora y el hijo de Brian se quejaban dela lluvia y el frío. Leticia y la madre delniño los abrazaban y les pedían quesiguieran adelante. Pasaron más deveinte minutos y Brian trataba deorientarse.

—El oleaje destruyó todos losletreros. No puedo ubicar el muelle delyate. —Si es que todavía está ahí —dijouno de los guardias mirando a sualrededor decenas de botes destruidos. —El yate estaba bien asegurado sobreel muelle —dijo Brian. Esperemos quesiga en su lugar. Todos quédense en estelugar, Shawn y yo vamos a buscarlo. El tiempo transcurría y la lluvia nocesaba de azotar la ciudad. El grupo serefugió bajo un pequeño cobertizo y ladesesperación hizo presa de ellos. —Olvidemos su yate —dijo uno delos guardias—, hay que robar uno de losque están aquí. Los yates tenían cerraduras y seguros

de encendido, no iba a ser fácil. Losguardias comenzaron a discutir. Eran lasdiez de las noche, se habían tardado doshoras en llegar a la marina, pero Kiarales pidió que tuvieran paciencia. Auroray el niño pequeño lloraban y sequejaban de que tenían frío y sueño. Lasmadres trataban inútilmente deconsolarlos y darles calor a través de laropa empapada. De pronto, una figurairrumpió en el cobertizo, era Shawn quecorría emocionado porque finalmentehabían localizado el yate. Un gesto deesperanza se dibujó en el rostro de todosy de inmediato se pusieron en marchasiguiendo a Shawn. Los guardiastomaron los tanques de gasolina yavanzaron hasta llegar al muelle. El yate

estaba suspendido por unos amarres ados metros del agua. Una ola lo habíagolpeado y aparecía como volcadohacia uno de sus costados. Brian seencontraba arriba golpeando uncompartimiento con una llave de tuercas. —¿Qué está haciendo? —le preguntóKiara a Shawn. —Las llaves de emergencia del yateestán ahí dentro —indicó él. Uno de los guardias tomó una barra dehierro y saltó hacia la cubierta ycomenzó a golpear con fuerza el cerrojoayudando a Brian. A los pocos segundosel compartimiento se abrió y Brian tomólas llaves y una linternadesesperadamente. Pidió a los guardiasque le ayudaran a enderezar el yate

jalando las cuerdas que lo sostenían.Shawn se unió a la maniobra y en pocosminutos el yate quedó enderezado. Brianles indicó a los guardias cómo llenar eltanque de gasolina y se dirigió alencendido. Comprobó la carga de labatería y soltó un grito de júbilo, todoestaba en orden. Bajó de la cubierta ycomenzó a destrabar los amarres parabajar el bote. Los tres hombres lossujetaron fuertemente mientras Briansoltaba los seguros y accionaba la poleade descenso. El bote empezó adescender al agua. Leticia, Kiara y laesposa de Brian sonreían de felicidad. El grupo abordó el bote tan prontocomo Brian les dio la señal. Llevaron alos niños bajo la cubierta, les quitaron

la ropa empapada y los envolvieron enun par de mantas. Los dos niñostemblaban de frío. Kiara les dijo quemuy pronto se encontrarían lejos de esaciudad en ruinas y que los llevaría a laplaya a nadar. Brian accionó el botón deencendido y el motor del yate rugiópoderosamente. —Tenemos que irnos antes de que nosvean —le dijo Brian a Shawnaccionando la palanca de marcha haciaatrás. —Las luces están encendidas —exclamó Shawn—, nos pueden ver muyfácil. —Las luces se enciendenautomáticamente durante la nochemediante un sensor —respondió Brian

—. Quita la tapa del tablero de fusiblesy quita el de las luces. Shawn localizó el fusible y lo extrajosin problema, las luces del yate seapagaron de inmediato. —Ahora sí podemos irnos —exclamóBrian. —¿Cómo sabremos hacia dónde ir? —preguntó Kiara que se había acercado aellos. —Por eso no te preocupes —lerespondió Brian—, tengo más de diezaños de experiencia navegando esteyate, podría llevarlos hasta Japón siquisiéramos. Kiara se sintió aliviada de saber quese encontraba en buenas manos y sedirigió bajo la cubierta para secar un

poco su ropa. El yate dio marcha atrás chocando conalgunos escombros flotantes en el agua,luego dio una vuelta de ciento ochentagrados y emprendió la marcha maradentro. La lluvia torrencial nomenguaba y en el horizonte seobservaban rayos y relámpagos queasustaban a cualquiera. El oleajeaumentaba drásticamente conforme sealejaban de la bahía y el yate se movíacada vez con más violencia. —El oleaje se hace más fuerte segúnvamos avanzando —dijo Shawn queacompañaba a Brian y a los guardias enla cubierta. —La tormenta hará que las olas seintensifiquen más adelante —respondió

Brian—. Tomen los salvavidas delcompartimiento y pónganselos. Tambiéntraigan los binoculares, uno de nosotrosdebe subir a la cubierta superior yavisarnos si logra ver algunaembarcación. Uno de los guardias se ofreció para ir.Recogió los salvavidas y le entregó unoa cada uno, solamente había cuatro abordo de la nave. Shawn vio una cajacuadrada en la parte superior izquierdacon una cuerda y tiró de ella. —¡No tires de esa cuerda! —le gritóBrian—. Es un dispositivo deemergencia que emite una señalelectrónica. Si lo activas, los radares dela marina nos ubicarán fácilmente. —¿A dónde vamos? —preguntó

Shawn dejando en paz la cuerda yajustándose el chaleco. —Mar adentro, para alejarnos de lacosta —respondió Brian—. Despuésdebemos virar hacia el norte. Luego miró la brújula, se movía de unlado a otro apuntando en todasdirecciones. El viento rugía con ímpetuy prácticamente no dejaba oír nada. Elbote peleaba contra el furioso mar ytodos temían. —Es muy difícil navegar con esteoleaje tan intenso —dijo Brian gritando—. Estoy tratando de dirigir el yatehacia el norte. Debemos dejar atrásCalifornia y navegar hasta Oregón oWashington, si es posible. Ahídesembarcaremos y llamaremos a mi

hermano para que nos recoja en elpoblado más cercano. Un grito del guardia sonó desde elpiso superior. —Sostén el timón fijo en estadirección —le gritó Brian a Shawn—.Voy a subir a ver qué sucede. En ese momento Kiara subió de nuevoa la cubierta. El ruido de la tormenta erainsoportable y tuvo que gritarle a Shawnpara que la escuchara. El bote se mecíacon violencia de arriba a abajo y ellatenía que aferrarse a lo que encontrabapara no caerse. —¿A dónde estamos yendo? —preguntó Kiara gritando. Shawn le explicó el plan y le pidióque regresara a la parte de abajo, pero

Kiara no le hizo caso, no entendía porqué Shawn le pedía eso. —¡No puedes estar en la cubierta sinchaleco salvavidas! —le gritó él—.Busca uno allá abajo . —¡Maldición! —gritó Brianregresando al timón—. Una fragata de lamarina se encuentra exactamente delantede nosotros, debemos rodearla haciamar adentro o nos descubrirá. —¿Hacia dónde es mar adentro? —preguntó Kiara. Brian señaló ladirección y ella notó que era el lugardonde se distinguían los relámpagos—.Eso nos lleva directamente hacia latormenta —gritó ella. —Lo sé —respondió Brian—, pero nopodemos regresar, es la única ruta.

Luego le ordenó a Kiara que bajara yencendiera la radio. Debía sintonizar lafrecuencia de emergencia y escuchar losavisos de la capitanía de puerto y elservicio meteorológico nacional. Kiaraobedeció y encendió la radio deinmediato. La esposa de Brian la ayudóa sintonizar la frecuencia correcta y sedispusieron a escucharla. Brian tomó eltimón del bote y giró noventa grados ababor, dirigiéndose mar adentro. Elviento soplaba desde el norte y el fuerteoleaje empezó a impactar el yatelateralmente. Grandes cantidades deagua comenzaron a inundar la cubierta yllegaron hasta el piso de abajo. Leticia yKiara soltaron un grito de terror al verel agua abalanzándose sobre ellas. Kiara

le preguntó a la esposa de Brian sitenían más salvavidas allí abajo, pero yano quedaba ninguno. “Maldición —pensó Kiara—, tenemosque quedarnos aquí abajo.” El bote se sacudía cada vez másviolentamente y el agua seguíacolándose. Brian luchaba pormantenerlo a flote mientras Shawn y elguardia se aferraban con todas susfuerzas para no salir despedidos hacia elagua. La intensidad del viento seincrementaba a medida que seguíannavegando mar adentro y las enormesgotas de lluvia se impactaban de llenocontra sus rostros. Unas densas nubescomenzaban a extenderse sobre elloscuando una luz cegadora seguida del

ruido estremecedor de un trueno dio enel yate. Todos sintieron pánico alescuchar los gritos de las mujeres. Lastres escuchaban la radio con sumaatención, el servicio meteorológicoalertaba de vientos de más de noventakilómetros por hora soplando desde elnorte. La capitanía de puerto ordenaba atodas las embarcaciones alejarse de latormenta y llegar a tierra cuanto antes.Todos los puertos se encontrabancerrados a la navegación. Kiara volvió a subir a cubierta einformó a Shawn y a Brian lo que decíala radio. —Tenemos que volver —les dijoKiara con una expresión de terror. —¡Imposible! —gritó Brian—. La

patrulla de la marina nos identificará ynos llevarán arrestados. En eso, un ruido proveniente de lacubierta superior llamó su atención. Elguardia estaba bajando los escalones ydevolvía el estómago, justo enfrente deellos. Traía los binoculares colgandosobre el pecho. Kiara se movió de sulugar para dejarlo pasar. —Llévenlo abajo —les ordenó Brian. El otro guardia volteó a mirarlos. Seencontraba sentado sobre la cubierta y, ajuzgar por su expresión, sufría de mareoal igual que su compañero. Brian lepidió a Shawn y a Kiara que también lollevaran abajo antes de que empezara avomitar. Kiara lo ayudó a bajar y lepidió el chaleco salvavidas para subir a

la cubierta. Shawn bajó, tomó losbinoculares y fue enseguida a vigilar lacubierta superior. Brian le gritópreguntando si todavía distinguía lasluces de la fragata y, como le respondióque no, comenzó a girar el timón noventagrados, esta vez en dirección a estribor.El fuerte oleaje impactó la embarcaciónde lleno y elevó la proa por los aires.Shawn soltó un grito ahogado mientrasla nave se estremecía. Una masa de aguagolpeó de lleno a Brian aventándololejos del timón, su cabeza se estrellócontra un costado del bote. Kiara apenasse había puesto el chaleco salvavidascuando sintió el arrollador impactosobre la proa del bote y también saliódespedida, golpeándose de lleno contra

la pared. Todos los ocupantes cayeronencima de ella. Hubo un momento deconfusión y la nave se mecía de un ladoa otro. Poco a poco fueronincorporándose; Leticia levantó a losniños, que estaban llorando; Kiara y laesposa de Brian se levantaron ysubieron a la cubierta; ahí encontraron aBrian, tendido sobre el suelo con lacabeza sangrando. Su esposa soltó ungrito de horror. Como el bote se movíade un lado a otro sin control, le gritó aKiara que agarrara el timón mientrasella atendía a su esposo. Kiaraobedeció. El bote se mecía de lado alado violentamente y ella apenas podíamantener el equilibrio. —La tormenta viene del norte —gritó

la esposa de Brian—, tenemos quedirigirnos al sur antes de que el oleajenos hunda. —¿Y cómo demonios dirijo el botehacia el sur?— preguntó Kiara gritando. La esposa de Brian corrigió el rumbode la nave, entonces el bote empezó amoverse a mayor velocidad y dejó deestremecerse con tanta violencia. Ahorael oleaje impactaba al bote por la popay lo hacía ganar más impulso. Kiara semantenía aferrada al timón cuandoreaccionó: ¿Dónde estaba Shawn? ¿Porqué no había bajado a ayudarlas?Empezó a gritar su nombre con todas susfuerzas y no obtuvo ninguna respuesta.Uno de los guardias había subido a lacubierta y ayudaba a transportar a Brian

hacia el compartimiento inferior delbote. Kiara empezó a sentir una angustiaterrible al no ver a Shawn pero sabíaque no podía soltar el timón. Comenzó agritar histéricamente hasta que uno delos guardias llegó a la cubierta y tomó elcontrol del bote. Ella subió la escalerahacia la segunda cubierta y miróhorrorizada todo a su alrededor. Shawnno se encontraba por ningún lado. Elpánico le heló el pecho. Miró hacia elembravecido mar, pero no lograbadistinguir otra cosa que no fueraninmensas olas empujando al bote desdela parte trasera. Entonces empezó allorar como loca y le pidió al guardiaque diera vuelta para que regresaran. Elhombre no comprendía qué le estaba

pasando y luchaba para separarla deltimón. —¡Suelta el timón! ¿Qué estáshaciendo? ¡Nos vas a hundir! Kiara se dio cuenta de lo inútil de sulucha y bajó a la cubierta inferior. Miróa la esposa de Brian que habíaimprovisado un vendaje para su cabezay le gritó: —¡Shawn cayó al mar!¡Tenemos que volver por él! —¡El oleaje nos va a hundir siregresamos! —le respondió ellagritando—. ¡Si volvemos hacia allátodos vamos a morir! Kiara se puso histérica mientras elbote se sacudía de arriba a abajo.Leticia se levantó del suelo y la abrazófuertemente sollozando junto con ella.

Capítulo 23

Un ruido estrepitoso, seguido de unaserie de explosiones, interrumpió elsueño de los científicos en elcampamento de investigación. SarahHayes despertó sobresaltada. No teníaidea de qué hora era, hacía tiempo queno se utilizaban los relojes en elcampamento. Caminó hacia dondeguardaba su ropa y se vistió con unosshorts, blusa ligera y sus habituales

botas. Salió de su remolque paraaveriguar qué sucedía. Miró hacia elfirmamento y localizó la posición de laluna, que yacía inclinada apenas a unostreinta grados de la posición cenital,concluyó que debían seraproximadamente las tres de la mañana.De pronto oyó voces a su alrededor.Miembros del ejército se movían de unlugar a otro, algunos ye estabanencendiendo los jeeps. Sarah nocomprendía lo que estaba sucediendo.Una serie de explosiones, seguida deráfagas de ametralladoras de altocalibre, se escuchaba a lo lejos. Unafigura conocida entre los soldados llamósu atención, era el teniente Mills, que seacercaba para darles órdenes. Sarah se

aproximó a él. —Teniente, ¿qué es lo que estásucediendo? —le preguntó Sarah. —No lo sabemos del todo —respondió Mills—, tiene todos lossignos de una incursión militar. Que nole sorprenda, estas selvas se encuentransiempre llenas de grupos paramilitares. Sarah miró en dirección sur y pudonotar destellos de luz aproximadamentea diez kilómetros de distancia endirección a la pirámide de Etznab. —Esos ruidos provienen de un lugarcercano a la galería —exclamó Sarah. —Lo sabemos —dijo Mills—. Serámejor que vuelva a su remolque,doctora. El coronel McClausky estáinformando del incidente al pentágono.

Hemos establecido un perímetro deseguridad mientras esperamos órdenes. Sarah miró a su izquierda y pudo ver alos arqueólogos aproximarse encompañía de Daniel y Rafael. Mills seapresuró para cortarles el paso yordenarles que volvieran. José, Elena yel doctor Jensen empezaron a cuestionara Mills sobre lo que sucedía. Daniel yRafael hicieron caso omiso de él y sedirigieron a Sarah. —¿Qué demonios está sucediendo? —le preguntó Daniel a Sarah. —Parece que hay un enfrentamientoarmado a unos kilómetros de aquí —explicó Sarah—. El teniente Mills meestaba pidiendo que regresara a miremolque cuando ustedes llegaron.

—Esas explosiones están muy cercade la pirámide —dijo Rafael, que sehabía adelantado para ver a Sarah—.¿Qué piensan hacer los soldados? —No lo sé —respondió Sarah—.Parece que están esperando órdenes delPentágono. En ese momento, un grupo de soldadosllegó al lugar donde los arqueólogosdiscutían con el teniente Mills. Elcoronel McClausky se encontraba entreellos, llamó a Mills y empezó a extenderórdenes. En cuestión de segundos, Millssaludaba al coronel y salía corriendo areunir a sus soldados. El coronelMcClausky se dirigió a Sarah. —Doctora Hayes, es necesario quetodos regresen a sus remolques.

—Lo haremos, coronel, peronecesitamos que nos diga lo que estásucediendo, queremos saber si corremosalgún peligro aquí. El coronel McClausky los miró a lostres, mientras los arqueólogos seaproximaban a escuchar laconversación. —El ejército mexicano nos acaba deconfirmar un enfrentamiento contra ungrupo paramilitar a nueve kilómetros denuestra posición. Las explosiones queescucharon fueron de dos helicópterosque perdió el ejército, derribados poreste grupo. Hemos ofrecido nuestroapoyo para buscar sobrevivientes. Hanperdido contacto con su escuadrón deavanzada. El teniente Mills está

reuniendo a nuestros soldados para unamisión de reconocimiento. El resto haestablecido un perímetro de vigilanciaalrededor del campamento y la galeríasubterránea. Por favor, ordene a losmiembros de su equipo que vuelvan asus remolques. No sabemos aún sicorremos peligro en este lugar. Sarah comprendió la situación y lespidió a todos que se retiraran a susremolques. En la mañana tendrían unareunión y el coronel McClausky secomprometió a mantenerlos informadossobre la situación. El grupo acordó lahora de la mañana en que habrían dereunirse y luego regresaron a dormir.Daniel se despidió de Sarah y se enfilócon Elena Sánchez. Rafael había

quedado solo con Sarah y los dos semiraban fijamente. —¿Y ahora qué? —se quejó Rafael—.¿Cómo podríamos ir a dormir con todoesto? Sarah sonrió y le extendió su manopidiéndole que la acompañara. Los dosentraron a su remolque y ella cerró lapuerta con seguro. Desde hacía muchosdías que los dos se encontraban en elcampamento pero, debido a lascircunstancias, no habían podido pasaruna sola noche juntos. Sarah habíadecidido que durmieran en lugaresseparados. Sin embargo, en todomomento deseaba expresarle el amorque sentía por él. Su sola presenciahacía que todo su ser vibrara de

emoción. Rafael se recargó en una de lasparedes del remolque y la miróatentamente. Las hormonas de Sarah latraicionaban cuando estaba con él, surespiración se tornó arrítmica y supoque ya no le era posible resistir más latentación, entonces se acercó a él y sinmás preámbulo lo abrazó y comenzó abesarlo apasionadamente. Rafael la abrazó con fuerza y luego lalevantó para llevarla hacia la cama. Suscorazones latían a toda prisa y suscuerpos se unían en una cascada depasión. Sarah sentía una inmensaemoción en cada célula de su cuerpomientras Rafael la besaba, como si depronto algo que había añorado durantetoda su vida finalmente hubiera

regresado a ella. El correr de la pasiónalteraba su conciencia, haciéndola sentirmás viva de lo que jamás hubieraestado. Apenas conocía a Rafael y, sinembargo, sentía que lo amaba con todala pasión que un ser humano pudierasentir. Rafael se desprendió de su ropa yluego se deshizo de la de Sarah condesesperación. Ella lo besaba y surespiración se volvía frenética. Loabrazó con fuerza atrayéndolo hacia sucuerpo hasta que al fin pudieron amarseen toda plenitud. Sarah se sentía ahora la mujer másfeliz del planeta por haber encontrado alamor de su vida, finalmente tenía aalguien con quien buscaría compartir sucamino. Recordó los largos años que

había pasado sola, dedicada de lleno asu trabajo y cómo había perdido laesperanza de conocer el amorverdadero. Cuando viajó al campamentode investigación, jamás se imaginó queese lugar cambiaría su vida de maneratan radical. Ahora no tenía la menor ideade hacia donde la guiaría su destino,pero ya no le importaba. Sólo sabía queestar al lado de Rafael era lo que másdeseaba en el mundo. Sarah lo observómientras él se relajaba compartiendo supequeña cama. De pronto escucharon elsonido de varios soldados que alparecer abordaban un par de vehículos.El tono de sus voces sonaba bastanteestresado. Ambos reaccionaron deinmediato como temiendo que algo

sucediera. Rafael se volvió hacia Sarahpara preguntarle: —¿Crees en realidad que ese grupo deparamilitares se pueda acercar alcampamento? —El ejército no lo va a permitir —respondió Sarah, que sabíaperfectamente los intereses que el sitioguardaba para ellos—. Como teexpliqué, este sitio representa unaenorme oportunidad para el desarrollode nuevas fuentes de energía, no van aescatimar recursos en defenderlo. Peroes muy probable que nos evacuen si esegrupo armado se acerca. Sarah había hablado con todosrespecto a lo que Mayer le habíaconfiado sobre el generador

experimental. Rafael asintió enterado,sabía lo que representaba la tecnologíaque escondía la pirámide. Encontrarseen ese sitio era definitivamente la mayoraventura de su vida. Recordó cómo subúsqueda había empezado a partir deldescubrimiento del códice y ahora eratestigo de todo eso. Hacía casi un mesque había llegado a la península, y enotras circunstancias habría regresado aEspaña a continuar con su vida, pero suencuentro con Sarah había cambiado porcompleto la perspectiva de su futuro.Rafael la abrazó con fuerza acercándolaa él. La emoción que sentía era intensa yhabía perdido el sueño por completo. Sumente no dejaba de pensar en todas lasemociones nuevas que estaba viviendo.

Entonces recordó que tenía un asuntopendiente. —Necesito usar tu teléfono —le dijo aSarah intempestivamente. —¿A esta hora? —preguntó ella. Rafael le explicó que había prometidoa José y al doctor Jensen ayudarlos aesclarecer la procedencia del códice.Necesitaba hablar con el curador Poncey ése era el horario ideal para hacerlopues en el viejo continente era temprano.Sarah le señaló el lugar donde ponía acargar el teléfono satelital todas lasnoches. Rafael hurgó en los bolsillos desu pantalón y sacó una pequeña agendadonde guardaba sus númerostelefónicos. Tomó el aparato y marcó. Esperó un momento hasta que el

teléfono dio línea. La secretaria delcurador Ponce atendió la llamada. —Señor —le dijo—, el curador estáansioso de hablar con usted, lleva díastratando de localizarlo. Alberto Ponce tomó la llamada ysaludó con afecto a Rafael. —Rafael, qué suerte que llamas. Voy air directo al grano. Hace unos días querecibimos el informe definitivo de laspruebas de radiocarbono a las que fuesometido el códice. Los resultados sonsorprendentes y es preciso queinvestiguemos a fondo estedescubrimiento. Rafael reaccionó extrañado. —¿Investigar a fondo? —preguntó él—. Pensé que los primeros análisis

habían determinado que se trataba de undocumento antiguo original. ¿Qué máshay que investigar? —Me temo que es un asuntocomplicado —respondió el curador—.Los especialistas en el extranjeroconfirman los dibujos y la escrituracomo correspondientes a la notaciónnumérica utilizada por la cultura maya.Pero los laboratorios difieren de esedictamen. —No entiendo —comentó Rafael—.Alguno de los dos debe estarequivocado. —El problema radica en la datacióndel documento. Según los resultados delas pruebas de radiocarbono —continuóPonce—, el códice muestra partículas

de pigmentos que corresponden adiferentes fechas a lo largo del tiempo.Estas fechas abarcan miles y miles deaños. Los laboratorios de Madridrealizaron infinidad de pruebas yenviaron muestras a Londres y NuevaYork para cotejar los resultados. Noexiste ningún error, pero sí se hadesatado una enorme polémica en tornoa la autenticidad de este documento. Elimperio maya abarcó un periodo detiempo de tres mil años como máximo.El códice revela una procedencia demás de diez mil. No puede pertenecer asu época. —Sigo sin entender de qué se tratatodo esto —se quejó Rafael—. ¿Estásugiriendo que se trata de una

falsificación? El curador se aclaró la garganta. —Según los análisis microscópicos,el papel en que fue dibujado no pudohaber sido elaborado por los mayas pordos razones específicas. La primera esque las pruebas confirman que tiene másde diez mil años de antigüedad. Estafecha precede, por mucho, al periodopreclásico de los mayas. Segundo:porque la composición del papel, apesar de que se trata de la corteza delmismo árbol de amate que utilizaban losmayas, no pudo ser manufacturada conlos métodos de esa época. Con esto merefiero a que el análisis microscópicomuestra que la textura original del papelfue procesada sobreponiendo capas

ultradelgadas de papel amate que fueronunidas con un tipo de polímero adhesivodesconocido aún en nuestros días. Elresultado es un papel más resistente a lahumedad y al paso del tiempo que elpapel amate común que utilizaban losmayas. Nos preguntamos si tuvo algunaintervención posterior... —El códice fue descubierto en elescritorio de mi antepasado y les fueentregado exactamente en el mismoestado en que se encontraba oculto —aclaró Rafael—. Puedo asegurarle quese trata de un documento original de laépoca de la colonia y que no ha sufridoalteración alguna. Sarah Hayes escuchaba sincomprender una sola palabra de lo que

hablaban. Rafael se mostraba cada vezmás exaltado. —Te comprendo, Rafael, pero noexisten registros de civilizaciones en elcontinente americano en esas fechas.Este hallazgo, de resultar verídico,contradice por completo los registros dela historia. —¿Qué hay de la nota en castellanoantiguo encontrada entre las páginas delcódice? —preguntó Rafael. —La tinta corresponde a una fechacercana al año 1550 d.C., tiempo de lacolonización española en el nuevomundo y presumiblemente lugar deprocedencia del códice —respondió elcurador—. Pero como te expliqué, losdatos se contradicen... Parte de esta

información se filtró a los círculos deinvestigadores y de ahí a la prensa.Desde hace varios días que hancomenzado con sus indagatorias. Esteasunto ya se empieza a rumorar por elámbito científico de Europa. Ahoraestán acosándonos para quedeterminemos la autenticidad deldocumento. La reputación del museoestá en juego y el consejo deadministración me ha pedido quecorrobore su versión sobre laprocedencia del pergamino. —No entiendo a que se refieren —afirmó Rafael extrañado—. ¿Corroborarmi versión? ¿Acaso creen que estoymintiendo o que deseo jugarles unabroma pesada? Le recuerdo que mi

compañía diseñó los planos deremodelación del ala norte del museosin cobrar un centavo. Siempre hetratado de contribuir de alguna forma uotra con el museo. ¿Cómo se atreven ainsinuar semejante tontería? Es obvioque hay algo extraño aquí, pero no tienenada que ver conmigo. —A mí me parece muy extrañotambién —respondió Ponce—. Elproblema es que la prensa está encimade nosotros y el museo no se atreve ahacer declaración alguna. Estánexigiendo que mostremos el códice a losmedios y el consejo tiene miedo de quese trate de una falsificación. Ahora yoestoy entre dos fuegos, recibiendopresión por ambas partes. No tengo la

menor idea de qué hacer. —Lamento no poder ayudarlo más eneste asunto. Solo puedo asegurarle quela versión de los hechos es tal y como laconoce. El códice llegó a sus manos deforma inalterada. Tal y como fueencontrado en el escritorio. —Muy bien, entonces informaré alconsejo de administración para quepidamos la opinión de otros expertos enla materia antes de emitir un comunicadoa la prensa. Rafael se despidió del curador con unsemblante de consternación en el rostro.Sarah lo observaba detenidamentemientras volvía a la cama. —¿Qué fue todo eso? —preguntó ella,que seguía intrigada con el asunto.

—No vas a creerlo —le respondióRafael para luego revelarle el polémicodescubrimiento tras los análisis deldocumento. —Es un hecho verdaderamenteextraño —exclamó Sarah—. ¿Dices quelas pruebas aseguran que el códice tieneuna procedencia de más de diez milaños de antigüedad? —Es lo que afirma Ponce —respondióél—. Pero lo más extraño de este asuntoes que el doctor Jensen y su equipoaseguran también que las tablasnuméricas del códice se refieren a unperiodo similar. Sarah meditó unos instantes sobre elasunto y comentó: —Eso sugeriría que el códice pudo

haber sido elaborado en el pasadoremoto de la humanidad al igual que lapirámide. —¿De verás crees que eso es posible?—preguntó Rafael. Sarah le explicó que las pruebas deradiocarbono, aunque no eran cien porciento exactas, podían determinar conmucha precisión el periodo en que habíasido elaborado el pergamino. Esosresultados, sumados a los datoscontenidos en las tablas numéricas,sugerían firmemente esa posibilidad. —La ciencia basa sus conclusiones enel análisis del material recuperado —continuó Sarah—. En la astrofísica, unfragmento de meteorito nos aporta datosconcretos de los elementos que existen

en el espacio exterior. Es así de simple.Si los análisis químicos y arqueológicosdel códice apuntan a esa fecha, entoncesla conclusión lógica debe ser que fueelaborado en ese entonces. —Ponce me advirtió que dichaconclusión contradice todo lo que sepiensa sobre los orígenes del mundoantiguo —comentó Rafael. —Las conclusiones científicascambian a través del tiempo, conformemás datos se van aportando a lasinvestigaciones. Piénsalo bien, hastahace unos años Plutón era un planeta ySaturno contaba solamente con tresanillos. Ahora sabemos que Plutón essólo un planetoide y que Saturno cuentacon cientos de anillos.

Rafael reflexionó sobre el asunto.Sarah tenía razón. La ciencia actualizabatodo el tiempo sus estudios, lo cualgeneraba cambios drásticos enanteriores conclusiones que parecíanirrefutables en otras fechas. Una intensaemoción recorrió su ser al darse cuentade que poco a poco más datos se ibanaportando para la resolución delmisterio que los mantenía en ese lugar.Abrazó a Sarah y pronto los dos sesumergieron en un profundo sueño.

Capítulo 24

Aún sorprendida de encontrarse conDina y las dos concejales en el mundointermedio, Anya se les unió sabiendoque había llegado la hora de iniciar suentrenamiento en el aprendizaje de lasantiguas formas de la magia compleja.Las dos concejales la miraron y la jovenguerrera se detuvo a tan sólo unos pasosde ellas. Anthea tomó la palabra: —El ataque al que fueron expuestas

durante su enfrentamiento con el brujode la Orden de los Doce será la primeralección que aprenderán. Para concebircómo se logra manipular la energía deuna forma destructiva, primero debencomprender el flujo constante del Kin enel universo. Absolutamente todo lo quelogramos percibir a nuestro alrededorestá afectado a cada momento por elflujo de energía emanado por nuestroSol. Este flujo es como un vientoconstante que confiere forma a la matrizque nosotros percibimos como realidad.Por medio del uso del intento es posiblecrear un dique que interrumpa el flujoconstante, de manera que la energía sevaya acumulando en el sitio quedeseamos. La proyección visual que

genere será la sensación de unadistorsión en el espacio-tiempo que nosólo será percibida por nuestros ojos,sino por todos nuestros sentidos. En ese momento la concejal ejecutó unmovimiento con sus manos y comenzó aformar un pequeño vórtice justo entresus palmas. Anya miraba atenta, laimagen del espacio justo entre las manosde la concejal comenzaba adistorsionarse, y experimentaba unaextraña sensación de incomodidad en elvientre que le hizo recordar cuando viola figura del maestro Zing emerger de lanada dentro de la cámara deregeneración donde se encontraba heridaDina. —La distorsión en el espacio-tiempo

que estoy creando por medio del intentointerfiere con el flujo constante que creanuestra realidad y altera la percepciónen el espacio inmediato —explicó laconcejal—. Este bloqueo en el flujonatural de energía puede ser dirigido pormedio del intento a cualquier lugardentro de nuestro círculo de percepción.En el mundo físico, el efecto del choquede esta masa de energía acumulada seráexactamente el mismo que el de una olade agua impactándose sobre un cuerposólido. Sólo que a diferencia de una olacomún, la velocidad a la que estadistorsión puede proyectarse hacia unobjeto es mayor. El cuerpo que la recibano podrá asimilar tal cantidad deenergía, por lo tanto, el efecto de choque

le causará un daño irreparable. Si un servivo recibiera de lleno este tipo deimpacto, su muerte sería fulminante. Al decir esto, la concejal Kai empezóa formar entre sus manos una distorsiónidéntica a la de Anthea, luego pronuncióuna palabra dirigiendo la energíadirectamente hacia Anya. Ella no pudoreaccionar a tiempo y fue embestida poruna fuerza que la hizo volar variosmetros hacia atrás y estrellarse contrauna pared. Se levantó aturdida, habíasentido la fuerza del golpe tal como si lohubiera recibido en su cuerpo físico, laúnica diferencia es que no la habíadañado en lo absoluto. Se levantó de sulugar, miró a la concejal Kai en actitudretadora y le dijo:

—¿Acaso era necesario hacer eso? —Lo era —le respondió la concejal—. Un instante de distracción es todo loque necesitas para que estos brujosacaben con tu vida. Estoy segura de quela próxima vez estarás más atenta a miataque. —En el mundo intermedio, el flujo dela energía del Kin es infinitamentemayor que en el mundo físico —explicóAnthea a Anya, que se había puesto enguardia—. Nuestro cuerpo energético esmucho más poderoso y maleable. Unimpacto de este tipo sólo le causará unagran molestia, como lo acabas decomprobar. Y al decir esto comenzó a formar denuevo el vórtice con sus manos para

luego usar su voz y dirigirlo esta vezcontra Dina, que observaba con atencióntodo lo que la concejal hacía. La masade energía salió disparada en sudirección a una velocidad increíble,pero Dina voló hasta el otro lado delsalón evadiendo el ataque. La concejalKai observaba con atención. —Ésa es una forma de evitar el ataque—le dijo la concejal Kai—, pero en elmundo de todos los días tu cuerpo nopuede realizar ese tipo de acrobacias.Ahora aprenderán una forma másefectiva de repeler un ataque de estetipo. Kai le pidió a Dina que juntara susmanos y concentrara todo su intento endetener el flujo normal de energía del

Kin justo entre sus palmas. Dinacomenzó a concentrarse y poco a pocouna distorsión visual se fue formandoentre ellas. —Ahora utiliza tu voz para dirigir laenergía contra la concejal Anthea —leordenó. Dina titubeó por un instante y luegopronunció una palabra dirigiendo lamasa energética en contra de laconcejal. Ésta simplemente extendió sumano al frente pronunciando una palabraque hizo que la masa energética seimpactara en contra de la misma Dinahaciéndola volar por los aires. Anyaestaba sorprendida. La concejal parecíano haber hecho esfuerzo alguno paralograrlo.

—El intento para desviar este ataquefunciona al conocer las propiedades delgran campo supremo —explicó Kaicaminado hacia Dina y ayudándola aincorporarse—. Particularmente lo quellamamos entrelazamiento del universo.Esta propiedad del gran campo supremohace que en el momento de crear eldique en el flujo constante de la energía,todo el espacio alrededor de éste se veaafectado y luche por restablecer suequilibrio. —De la misma forma que sidesviáramos el cauce de un río —explicó Anthea—. El lecho habitual sesecaría y el nuevo rumbo de la corrientede agua destrozaría todo a su paso paracrear uno nuevo.

—Exactamente —comentó Kai—. Nose puede interrumpir el flujo constantede energía sin alterar el estado normaldel espacio inmediato a él. Es necesarioque comprendan esto antes de queintenten utilizar el poder de la magiacompleja. Anya y Dina miraban inquietas a lasdos concejales. Comprendíanperfectamente lo que decían, mas noalcanzaban a entender de qué medios sehabía valido Anthea para frustrar elataque de Dina. —Para detener el ataque de Dina todolo que hice fue liberar la energía queella estaba deteniendo con su intento —explicó la concejal Anthea—. Liberar elflujo normal de la energía es más fácil

que interrumpirlo y requiere de unintento simple. Solamente que parallegar a comprenderlo primero hay quedominar su lado opuesto, o sea, primerodeberán aprender a interrumpir el flujode energía para luego comprender cómoliberarlo. Anya y Dina estuvieron practicandodecenas de veces el intento parainterrumpir el flujo de energía y luegodirigirlo hacia blancos fijos y móviles.Poco a poco se fueron familiarizandocon la extraña sensación que producíaeste tipo de magia en sus cuerpos. Kailes explicó que esa sensación era laclave para entender cómo restaurar elflujo de energía normal. La sensaciónalertaba a sus cuerpos sobre un

desequilibrio en el espacio inmediato ya través de ella comprenderían el intentoque restablecería el orden natural. —La fuerza que restaura el flujoconstante de energía es mucho máspoderosa que aquella que lo altera —explicó la concejal Anthea—, puescuenta con el apoyo del orden naturaldel universo al igual que un río quebusca conducir su corriente por su caucenatural. Cuando su ser se familiarice conla sensación natural de orden en elespacio, encontrará la forma de invocarel intento para contrarrestar la magiaque lo altera. La concejal Kai les explicó que lalección que aprendían ahora constituíala práctica más simple de la antiguas

formas de la magia compleja. —El flujo de la energía no solamentees susceptible de cambiar su curso, sinoque con el conocimiento suficiente de lamagia compleja es posible alterar suforma. Y al decir esto comenzó a ejecutar unmovimiento con todo su cuerpo,extendiendo sus brazos para crear unainmensa llamarada de fuego a sualrededor. Anya y Dina escucharon elrugir del elemento y se alejaron, cuandola concejal se movió amenazante endirección a Anya para dirigir el fuego ensu contra. Anya sintió pánico al ver lallamarada acercándose y voló de unbrinco hasta el otro lado del salón. Elfuego era tan real como cualquier otro.

En una fracción de segundo habíapercibido su brillante luz y el intensocalor que despedía. —El brujo que las atacó no posee elconocimiento para alterar la forma delflujo de energía —continuó Kai—, deotra forma hubiera acabado con ustedesfácilmente. Se trataba de un simplediscípulo, pero les aseguro que losmaestros de la Orden de la Doceconocen a fondo la magia compleja yésta es sólo una muestra de lo grandeque es su poder. Anya se acercó de nuevo a la concejaly la miró con ojos de terror. Si lo quedecía era cierto, no veía la forma en quepudieran enfrentar con éxito a uno de losmaestros de la Orden de los Doce. Su

poder era tan grande como el de losmiembros del Gran Concejo. —Su poder no es tan grande como elnuestro, Anya —respondió la concejalAnthea, que podía escuchar suspensamientos—, pero sí es muy superioral que tienen ustedes ahora. Tarde otemprano se revelarán ante nosotros.Cuando llegue el momento, nosotras dosnos encargaremos de protegerlas austedes. La concejal volvió a poner a prueba suintento de contrarrestar la magia y, trasvarios intentos fallidos, Dina y Anyacomenzaron a comprender la forma delograrlo. Anthea observaba complacidala habilidad que ambas mostraban. Derepente Anya se detuvo para

preguntarle: —¿Cómo vamos a reproducir estaenseñanza en el mundo de todos losdías? Me parece que aquí en el mundointermedio es mucho más fácil lograrlo. —Así es —respondió Anthea—. Suéxito dependerá del poder de su intento.Para incrementar ese poder deberánpracticar esta técnica incesantementehasta que consigan dominarla. La concejal se acercó a ellas y les dijoque había llegado el tiempo de evacuara los refugiados. Anya comprendió queera momento de despertar y dirigió suconciencia hacia su habitación, empezóa recobrar el sentido de encontrarse enel mundo físico. Las luces de suhabitación estaban apagadas y a través

de la ventana pudo ver que seguíasiendo de noche. Salió hacia el balcón ycontempló el cielo estrellado sobre lahermosa capital de su nación. Al nortese podían apreciar los puertos deembarque de las navesintercontinentales. Decenas de ellas yase encontraban ahí, habían llegadosilenciosamente durante la noche. Anyalas observó atónita, nunca antes habíavisto tantas juntas. Miles de personasentraban al complejo para empezar a serevacuadas en ese preciso momento, nohabía tiempo que perder. Contempló denuevo la ciudad y supo que quizás nuncavolvería a verla de nuevo. Unsentimiento de nostalgia invadió sucorazón mientras regresaba a su

habitación a vestirse el traje decombate. A los pocos minutos tocó la puerta deDina, que la invitó a pasar pues no habíaterminado de verstirse y se encontrabaatando las correas de la armadura sobresu torso. Anya la ayudó y pronto bajaronhacia los jardines centrales, rumbo alcomplejo científico, como habíanacordado con el maestro Zing.Miembros de la guardia custodiaban lalarga fila de refugiados en su caminohacia los puertos de embarque. Oren yDandu se encontraban observando desdela entrada. Al parecer la evacuación seestaba llevando a cabo sincontratiempos. Sin perder el tiempollegaron al sitio, donde varios

transportes esperaban para evacuarlos.Una máquina trasladaba la pesada cargade tecnología al interior de las naves. Elmaestro Zing se encontraba hablandocon un grupo de científicos cuando ellasllegaron. —En un par de horas estaremos listospara partir —dijo el maestro Zingdirigiéndose a ellas—. Suban a lo altodel edificio para vigilar desde ahí. Anya y Dina obedecieron subiendo laslargas escaleras hasta llegar al techo deledificio. La vista desde ahí eramagnificente y permitía dominar todo elperímetro del complejo del templo. —No percibo nada sospechoso desdeaquí —comentó Anya. —Estoy segura de que el senado está

satisfecho con la partida del GranConcejo —respondió Dina—. No creoque tengan planeado atacarnos porquenuestra salida de Atlantis representa yauna victoria para ellos. Anya asintió con la cabeza.Seguramente ese mismo día el senadorTúreck tomaría posesión del complejodel templo y declararía su victoria frentea toda la población. Nunca pensó quellegaría el día en que el Gran Concejoabandonara el lugar que había sido sedede su conocimiento y de una forma devida por más de tres mil años. Sutristeza crecía a medida que observaba amiles de personas abordando lostransportes para escapar de la ciudad. ElSol comenzó a asomarse por el

horizonte y pronto las dos observaronlos navíos levantando el vuelo hacia eldía naciente. Era un espectáculoformidable. Anya observó cómo lasnaves empezaban a perderse en lalejanía y un par de lágrimas empezaron adescender sobre sus mejillas. Dina seacercó y contempló junto con ella lahermosa escena. Era un momento únicoque recordarían a lo largo de sus vidas. Mientras la luz solar bañaba todo elhorizonte, los últimos transportes sealejaron llevando con ellos a losmiembros de la guardia. Dina le dio unaindicación a Anya para que bajaran deltecho del edificio. Los cuatroconcejales, Oren, Dandu y un grupo desenadores se encontraban ya junto a los

dos últimos transportes, listos paraabandonar el complejo. El maestro Zingacompañó al grupo de senadores a sunave y ésta comenzó a elevarse. Laconcejal Anthea les pidió a todos que lasiguieran hacia el interior del transporteque los llevaría hasta el continenteoeste. El maestro Zing fue la últimapersona que abordó la plataforma deascenso tras asegurarse de que todas laspersonas habían abandonado elcomplejo. Lentamente la nave fueascendiendo y todos fueron a tomarasiento dentro de una sala reservadapara los miembros del concejo. Anya aún se sentía abatida por laretirada y las huellas de su tristeza sereflejaban en su rostro. Se sentó en uno

de los cómodos sillones y le preguntó aDandu si sabía cuánto duraría el viaje.El cual les llevaría un par de horas. Dina se acercó para sentarse junto aellos. Oren era el único que permanecíaen pie con un claro semblante depreocupación. Dina le pidió que sesentara con ellos, él titubeó por unosinstantes y finalmente fue a sentarse. —Jamás he estado en el continenteoeste —les dijo Anya—. Ni siquieratengo idea de lo que nos espera allá. —Es muy diferente a todo lo queconoces —le dijo Dandu—. En eselugar prevalecen las formas de lasantiguas escuelas del conocimiento. Alprincipio te parecerá como si estuvierasviajando al pasado de la humanidad. Al

menos ésa fue la impresión que yo tuvecuando fui por primera vez. Las palabras de Dandu intrigaron aúnmás a Anya. Ciertamente habíaescuchado historias sobre aquelcontinente pero nunca se había detenidoa analizarlas. La revelación que habíahecho la concejal Anthea sobre el origende la Orden de los Doce y la misteriosapersonalidad de la concejal Kai leconferían un carácter misterioso a eselugar. Anya estaba verdaderamenteimpaciente por llegar ahí. La presencia de Anthea en la salallamó la atención de todos ellos. Sedirigió a Anya y le pidió que laacompañara a donde se encontraba elmaestro Zing. Tras ella aparecieron los

concejales Kelsus y Kai, quienesllamaron a los otros tres aprendices.Anya siguió a Anthea preguntándose porqué la separaban de los demás. Elmaestro Zing estaba sentado en una salaprivada, esperándola. Le pidió quetomara asiento y Anthea le dijodirectamente: —Cuéntanos más acerca de esaextraña joven que has estado viendodurante tus viajes al mundo intermedio. —Es una persona que se encuentrasometida a un enorme grado desufrimiento —reveló Anya y les explicósobre la pérdida de su madre y lasituación que enfrentaba en elcampamento de refugiados, dondediariamente moría gente a causa de una

terrible enfermedad—. En realidad nopuedo comprender la forma en que llegóal edificio del Gran Concejo que latransportó hacia el mundo intermedio.Menos aún puedo comprender la razónde sus visitas. ¿Qué relación guarda connosotros? —Esa joven pertenece al futurodistante de la humanidad, tal como losospechaste —le dijo la concejal Anthea—. El maestro Zing ya te había habladosobre cómo las condiciones de vidacambiarán para la raza humana durantela órbita oscura. Ese mundoescalofriante que describes fue visto porel Gran Concejo desde siglos atrás.Todos hemos presenciado la realidad deese tiempo y puedes imaginarte lo que

sentimos al ver esa cantidad de miseriay sufrimiento multiplicada por millonesy millones de seres humanos. —No entiendo cómo el orden socialpudo llegar hasta esos límites —comentó Anya—. Pero lo más desoladores pensar que si ese futuro ya existe,entonces la humanidad fracasará sinduda alguna en lograr su salto evolutivocon el planeta. Y no sólo eso, sino quepareciera que se propone tambiéndestruirlo. —Aún existe esperanza para lahumanidad —explicó la concejal Anthea—, pero esa esperanza se encuentra aquíen nuestro tiempo. El conocimiento quehemos desarrollado representa la únicaesperanza con la que cuenta esa

humanidad que vive su momento másoscuro. Seguramente ahora que haspresenciado ese futuro comprenderás ladecisión del Gran Concejo paradesarrollar la tecnología capaz dealterar el orden evolutivo natural de laespecie. —Comprendo que tomaran esadecisión, pero no entiendo esta paradojadel tiempo presente y futuro. Si esefuturo ya fue establecido, entoncessignifica que nuestras acciones ya noimportan. Nos encontramos miles deaños antes de ese tiempo de destrucción.En ese tiempo nosotros dejamos deexistir, al igual que nuestras acciones. —Ese futuro que presenciaste empezóaquí, Anya —le dijo el maestro Zing—.

Con la entrada a la órbita oscura, laconciencia de la humanidad se contrajoy la consecuencia es que miles de añosdespués se creara un submundo de ordencontrario a la naturaleza. Ahí es dondeahora habitan esos millones de sereshumanos. —¿Un submundo? —preguntó Anya—.¿Se refiere a las inmensas ciudadesllenas de contaminación y ruido? —Exactamente a eso me refiero —respondió el maestro Zing—. Al destruirel ecosistema natural y crear esosgrandes centros urbanos de metal yconcreto, el ser humano no solamenteafectó los patrones climáticos delplaneta, sino el flujo natural de laenergía del Kin en esa línea del espacio-

tiempo. —Sinceramente no lo comprendo,maestro —se quejó Anya—. Estáhablando del futuro en tiempo pasado yademás no entiendo cómo el ser humanopuede alterar el flujo de la creación. Esetipo de cuestiones sobrepasan miinteligencia. —El intento sumado de millones depersonas es más poderoso de lo quepuedes imaginar. Anthea y Kai temostraron hace tan sólo unas horas cómoalterar el flujo de energía del Kin pormedio del intento, además te explicaronlo que sucede cuando destruyes unbosque o alteras el cauce de un río.Todo el flujo armónico de energía quedebería estar emanando a través de la

matriz del gran campo creador se veperturbado y lucha por retomar su curso.Al perturbar ese flujo de energía, el serhumano de ese tiempo, interrumpióinconscientemente el flujo natural de suevolución. Como consecuencia, al crearesos grandes centros urbanos comenzó amodificar la percepción de la realidaddentro su espacio-tiempo. El resultadode esa perturbación lo experimenta anivel de la conciencia colectiva de laespecie y ahora le resulta imposiblepercatarse de ello. El bloqueo que creóen el fluir armónico de la energía delKin altera la forma en que su concienciapercibe el mundo que lo rodea. Supercepción de la realidad no puede serla misma dentro de un sistema natural

que dentro de un sistema alterado, estoes tan simple como percibir la armonía yla desarmonía. Un cuerpo vivo o uncuerpo sin vida que se descompone sondos percepciones completamentedistintas de la realidad. ¿Lo comprendesahora? —Estoy tratando de comprenderlo —dijo Anya imaginándose un cuerpo endescomposición. Definitivamente quetransmitía una imagen muy diferente auno radiante y lleno de vida. —Los seres humanos de ese tiempoperciben una realidad distinta a la que túy yo percibimos. Ellos no se dan cuentade que la perturbación del flujo de laenergía del Kin que están creando losestá destruyendo desde el interior de su

conciencia. Este bloqueo les impidepercibir la luz divina de la concienciadepositada en cada uno de nosotros. Elflujo natural crea y sustenta vidaalrededor de nuestro planeta, pero eseflujo natural fue sustituido por ellos.Donde ahora se encuentran esos grandescentros urbanos hubo antes millones deseres vivos evolucionando por accióndel eterno giro del Kin. Anya se encontraba cada vez másconfundida con la explicación delmaestro Zing. Para ella era simplementeimpensable que esos seres humanospercibieran una realidad diferente a lasuya. —¿Cómo es que perciben ellos larealidad de forma tan distinta a

nosotros? —preguntó Anya. —La percepción de la realidad no essolamente nuestro campo visual, esto túlo sabes. La percepción siempre estáacompañada de sensaciones que nuestraconciencia identifica de inmediato. Lassensaciones provienen de lasemanaciones del Kin que nuestros ojosno pueden percibir, pero sentimos queestán ahí. La realidad que ellos percibenes como un mundo caótico endescomposición donde no puedenencontrar el sentido de su existencia.Entiéndelo de esta forma. Seríaimposible apreciar la grandeza de lavida si siempre estuvieras contemplandomateria muerta. ¿Cómo podrías valorarla existencia de millones de seres

conscientes en estado evolutivo sivivieras encerrado entre muros depiedra todo el tiempo? ”Para expandir tu conciencia debesdejarte llevar por el flujo natural de laenergía —continuó la explicación—.Este flujo representa la diversificaciónde millones de formas de vida enconstante evolución. Al alterar el flujonatural del Kin de esa forma tan radical,los centros urbanos se convierten enformas de prisión para la conciencia. Lamente del ser humano queda atrapadadentro de su propia creación de unsubmundo artificial que existe dentro deuno natural que está siendo destruido. —Las implicaciones de este hecho sonmucho mayores de lo que te imaginas,

pues la conciencia colectiva de laespecie se estanca en lugar de crecer. Elasombroso viaje de aprendizaje quellamamos vida se convierte en uno muydiferente de dolor y sufrimiento aconsecuencia de la apreciaciónconstante de esta perturbación. La concejal Anthea intervino en laconversación: —Los sabios de la antigüedadllamaban a este tipo de creaciones lascasas de tormento del reino de Xibalbá.No es la primera vez que la humanidadperturba el flujo de la creación. En estetipo de lugares los seres humanossufrían y eran atormentados aconsecuencia de la alteración del flujodel Kin. Ahí ellos se dañaban los unos a

los otros sin comprender siquiera porqué lo hacían. Vicio, crímenes y maldaderan cosa de todos los días. Estoslugares eran la fascinación creativa deseres de conciencia oscura como losmiembros de la Orden de los Doce.Representan reinos de dolor ysufrimiento donde ellos utilizan ytorturan a placer a otros seres másdébiles. Las casas de tormento eran taninmensamente grandes y complejas quealgunos suponían que eso era latotalidad del mundo para un ser humano.Aquel que experimentaba ese lugarquedaba atrapado inmediatamente por elfuncionamiento de ese submundo. Todasu realidad giraba alrededor de lasconcepciones de ese submundo y de lo

que sucedía adentro, jamás cuestionabapor qué las cosas eran así. Un serhumano atrapado en ese lugar olvidabasu función como ser consciente y sededicaba de lleno a ir y venir de un ladoa otro mientras era manipulado sinescrúpulos por el intento de estos seresoscuros. Esto fue lo que percibistecuando experimentaste la vida en eltiempo de esa joven. Dentro de sumundo, seres de conciencia oscurasometen a millones a través del poderdel dinero. Diariamente les hacen creerque el único sentido de su existencia esel de acumular riquezas. De esa formalos explotan a lo largo de sus vidas paraque trabajen en su beneficio sin queellos siquiera cuestionen el sistema en el

que viven. Anya se encontraba ahora horrorizadacon la explicación de la concejalAnthea. —¿Y eso es lo que sucederá con elfuturo de la raza humana? —preguntóAnya—. ¿La oscuridad envolveránuestro mundo? —Tú lo presenciaste —le respondióel maestro Zing—. No hace falta que tedigamos lo que significa existir de esaforma, lo has visto con tus propios ojos. —¿Y de qué forma representa nuestroconocimiento la esperanza para esahumanidad condenada? —preguntó Anya—. ¿Cómo puede influir sobre ellos? —El conocimiento de los medios deexpansión de la conciencia desarrollado

a través de milenios debe permanecerpresente y disponible para aquellosseres humanos que estén listos paraescapar de esos reinos de oscuridad. Sieste conocimiento no sobreviviera, susposibilidades durante la órbita oscura severían reducidas prácticamente a lanada. El encontrarte dentro de uno deestos reinos no significa estarcondenado irremediablemente a vivir enla oscuridad, sino enfrentar unacondición sumamente adversa que puedeser superada si se tiene la voluntad dehacerlo. De hecho, antes de la llegadadel amanecer estelar, millones depersonas buscarán nuestro conocimientopara salir de esa prisión a la que suconciencia está siendo sometida. La

joven que has estado viendo en el mundointermedio es uno de esos millones deseres que buscan desesperadamenteescapar de ese lugar. —¿Pero por qué llegó aquí hastanuestro tiempo? ¿Se trata de unaccidente del destino? —De ninguna forma se puede tratar deun accidente —explicó el maestro Zing—. Esta joven llegó hasta nuestro mundopor una razón específica. Su concienciaestá ligada a nosotros por razones queaún no podemos entender pero quepronto deberán serán reveladas. Cuandodos sucesos en tiempos distantes seentrelazan, la conciencia crea un vínculopor medio del cual es posible establecercomunicación entre esos dos momentos.

A aquellos que viajan a través delespacio-tiempo para generar lacomunicación se les conoce desde laantigüedad como los mensajeros deltiempo. Existen muy pocos mensajerosdel tiempo y su presencia no puede serignorada. Esa joven porta un mensajeimportante para nosotros. Pon muchaatención la próxima vez que aparezca yutiliza tu intento para llevarnos con ella.Sólo de esa forma conoceremos la razónde su conexión con nuestro tiempo. —Así lo haré —respondió Anya. —En unos momentos estaremosllegando a nuestro destino —le dijo laconcejal Anthea—. Tú y tus compañerosnos acompañarán a un lugar quenecesitamos que conozcan.

—Pensé que íbamos a volar directo ala ciudad capital. —Necesitamos hacer una escalaimportante antes de llegar allá —lecontestó la concejal—. La reunión delos cuatro concejos será hasta estanoche, tenemos tiempo de sobra paranuestra visita. —¿A dónde nos dirigimos? —preguntó Anya. —No seas ansiosa —le respondió laconcejal—, en breves momentos losabrás. Un anuncio del capitán de la naveadvertía que se estaban aproximando asu destino. Anya salió de la sala enbusca de sus compañeros. Todos seencontraban listos para desembarcar.

Oren y Dandu revisaban sus espadas yajustaban bien la armadura de su traje.Dina estaba a un lado de la concejalKai, mientras el concejal Kelsus sereunía con el maestro Zing y la concejalAnthea. La nave se detuvo de repente y todo elgrupo avanzó hacia la puerta dedesembarque. La ansiedad de Anya lahizo formarse en primera fila paradesembarcar, seguida de Dina, que no sele despegaba. Dandu se formó atrás deellas. La sorpresa de Anya fue enorme albajar por la plataforma del vehículopues no había nadie esperándolos, nisiquiera se veía alguna personaalrededor de donde desembarcaban. Unacálida brisa la recibió despeinándola. El

calor que hacía en el lugar era agobiantey una intensa humedad inundaba elambiente. Miró a su alrededor y seencontró con el más fabuloso paisajeque jamás hubiera visto, sobre una playade arenas blancas y aguas cristalinas decolor turquesa que hacían que el sitiocompitiera con los paraísos visitados enotros reinos de conciencia. Dina bajódetrás de ella y miró tambiénasombrada. —¿Crees que el Gran Concejo hayadecidido darnos unos días libres? —bromeó Dina. —No soporto las ganas de nadar enesas aguas —le respondió Anyasonriendo. Luego comenzó a caminarhacia la orilla del mar.

Oren, Dandu y los concejales bajarondetrás de ellas, todos se alejaron de lanave y miraron con asombro lascristalinas aguas del océano. Anyaescudriñó el perímetro del lugar y nopudo sentir presencia alguna. Sólo unasenormes rocas apiladas a lo largo de laplaya perturbaban su vista de aquelparaíso perdido. El maestro Zing les explicó que laconcejal Kai los guiaría. Para encontrarel sitio indicado caminarían por la selvaun rato. Todos sintieron que la humedaddel aire comenzaba a hacerlos sudar alseguir a la concejal Kai al interior de lajungla. Anya percibía la diversidad deformas de conciencia que habitaban esazona, diversos tipos de monos y pájaros

multicolores brincaban en las altascopas de los árboles produciendo todaclase de ruidos y chillidos. La fauna eramucho más diversa y compleja que la delos bosques cercanos a la capital dondeacostumbraba pasear. Los rayos del solse filtraban a través de los árbolescreando juegos de luz y sombrasfascinantes. Llevaban caminando cuarenta minutossin detenerse cuando Anya comenzó apercibir una presencia en las cercanías.Un ruido delató el movimiento de un servivo a pocos pasos de la vereda por laque caminaban. Dina desenvainó suespada y Anya hizo lo mismo. Oren,Dandu y los concejales siguieroncaminando sin inmutarse. Anya se

acercó a Anthea y ésta le dijo que nohabía nada de qué preocuparse, setrataba de un par de jaguares que sehabían acercado a curiosear. —Los felinos pueden percibir el brillode nuestra conciencia —le explicó laconcejal—. No tengas miedo, no seatreverían a dañarte. Estaban a punto de llegar al sitio quebuscaban cuando Kai se detuvo enmedio de la jungla y escudriñó el lugarexhaustivamente. Luego se dirigió unosmetros a su izquierda y continuócaminando por espacio de un minuto.Las voces de unos hombres seescucharon aproximándose. Anya y suscompañeros tomaron la empuñadura desus espadas. Dos hombres salieron de

pronto atravesando el follaje, ambosvestían uniformes de la guardia delconcejo, vieron a los concejales ysaludaron con respeto. —Los estábamos esperando —dijouno de ellos—. Es por aquí. Los guardias caminaron unos cienpasos a través de una pequeña veredahasta llegar a un sitio descubierto devegetación. Un enorme marcorectangular de piedra con relieves enalfabeto sagrado marcaba la entrada auna cámara subterránea. Anya sesorprendió de ver lo escondido que seencontraba ese lugar, estabaprácticamente en medio de la nada y sepreguntaba cómo la concejal Kai habíapodido orientarse en el camino. El

marco de piedra era inmensamentegrande e imponente, y Anya loobservaba con detenimientopreguntándose lo que significarían esasraras inscripciones. De pronto escuchóla voz del maestro Zing dentro de sumente: A través de la eternidad, el principioalcanzarás. Entra al portal y conoce laverdad. —¿Quién escribió eso? —le preguntóAnya mentalmente. —Yo lo hice —le respondió la voz dela concejal Anthea en su mente, y elmaestro Zing se sonrió. Anya se preguntó hacia dóndeconduciría el portal, pero esta vez nadiele respondió.

El maestro Zing pidió a los guardiasque vigilaran la entrada mientras ellosse introducían. Uno a uno fueroncruzando el portal y empezaron a bajarpor una escalera de piedra que se hundíahasta las entrañas de la tierra. Elhúmedo calor dejó de sentirse y unpeculiar olor a tierra inundó elambiente. Anya percibió un pasilloiluminado por una tenue luz azul unospasos debajo de donde se encontraban.Al llegar ahí se maravilló con el talladode los muros. Dina la seguía de cerca ytocaba las paredes con curiosidad. Elgrupo siguió avanzando hasta llegar a lagalería principal, donde el símbolo delsupremo campo creador resplandecíailuminado por una luz brillante. Anya se

aproximó a la concejal Anthea. —Este edificio fue el que transportó ala joven hasta nuestro mundo —le dijo—. Recuerdo perfectamente este relieve. —Bien, ahora no nos cabe ningunaduda —respondió la concejal—. En unmomento averiguaremos lo que estásucediendo. El maestro Zing les pidió a todos quele prestaran atención. En unos momentosentrarían a la pirámide y el intento seríatan intenso que forzaría a su concienciaa internarse en un estado expandido. —Mantengan la calma sin importar loque sientan —les pidió el maestro.

Capítulo 25

Tras lanzar un enorme bostezo, Danielestiró el cuerpo y miró afuera de suremolque los primeros signos delamanecer. Despertar tan temprano no eralo suyo, pero debía cumplir con uncompromiso. La noche anterior habíaacordado ir a visitar la pirámide deEtznab con los arqueólogos, sinembargo, con los sucesos de esamadrugada todo se volvía incierto y

había que esperar indicaciones delcoronel McClausky. Fue al comedor, sesirvió una taza de café y se sentó en unade las mesas a esperar. Soplaba sobre suhumeante taza para enfriar un poco elcafé cuando el ruido de un motor,seguido por unos gritos, llamó suatención. Un vehículo Humvee se habíaestacionado justo frente a la enfermería.El teniente Mills abrió la parte trasera ycon la ayuda de otro soldado sacaba atoda prisa a uno de sus compañeros, queal parecer se encontraba herido. Otrovehículo llegó derrapando al mismolugar y dos soldados bajaron con eluniforme manchado de sangre, teníanlesiones que les impedían caminar connormalidad. Era evidente que el

escuadrón había participado en uncombate. Otros miembros del ejército llegabanpara sacar más heridos del segundovehículo. El coronel McClausky habíasalido del centro de comando y dabainstrucciones a todo el personal. Danielse sintió ansioso al percatarse de lasituación. Había escuchado los ruidosde las explosiones que los habíanlevantado a la mitad de la noche, perono esperaba presenciar un conflictoarmado en ese lugar. Varios miembrosdel ejército corrían ahora en sudirección. A los pocos segundosentraron al comedor y tomaron variasbotellas de agua de los refrigeradores.Dos figuras conocidas hicieron su

aparición detrás de los soldados, eranElena Sánchez y José, que traían lasmanos llenas de notas de campo yalgunos libros. Al igual que Daniel,miraban sorprendidos a los soldados.Elena dejó su pesado paquete sobre unade las mesas y le preguntó: —¿Qué demonios sucede aquí? —Parece ser que el escuadrón delteniente Mills participó en un combate—respondió Daniel—. Hace unosminutos llevaron a varios heridos a laenfermería. Elena y José se aproximaron a laventana para observar el movimiento.Grupos de soldados corrían de un lado aotro mientras personal médico entraba ysalía de la enfermería a toda prisa.

—Esto no se ve nada bien —exclamóJosé. Luego los tres se sentaron en la mesa ycomenzaron a abrir los paquetes denotas de campo que habían traídoconsigo. Elena le explicó a Daniel quecorrespondían principalmente a lasinterpretaciones y creencias quediferentes etnias conservaban enrelación con la función del Sol y elHunab Ku. Abarcaban desde cuestionesmitológicas, leyendas e interpretacionesde los oráculos del calendario sagradohasta estudios formales de otrosinvestigadores sobre el significado delos glifos y la etimología de losnombres. Tras haber escuchado los avances de

los arqueólogos en el desciframiento dela leyenda que describía el códice,Daniel les había solicitado querecabaran toda la información posiblepara establecer si existía una relacióndirecta entre la leyenda y eldescubrimiento de la pirámide deEtznab. Entonces, José y Elena habíansugerido analizar a fondo la cosmologíade esta cultura para comprender a qué serefería la leyenda del códice con lallegada del Sexto Sol y de qué formapodía ayudarlos a desentrañar elmisterio. —Los antiguos mayas llamaban al SolKin’Ich Ah’au —comentó Elena—.Tradicionalmente su nombre se traducecomo “gran señor regidor” pero la

etimología de las palabras que locompone es así: Kin’Ich significa “elrostro del Kin” y Ah’au: “aquel queporta la cadena”. Y de acuerdo con lascostumbres mayas de hace siglos,aquellos que portaban la cadena en elcuello eran los miembros de la clasegobernante. —O sea que el nombre del Sol era: Elgran señor regidor del rostro del Kin—comentó José. —¿A qué se referían ellos con elrostro del Kin? —preguntó Daniel. Elena le explicó que el Kin era vistopor los mayas como la inconmensurableenergía de la creación, proyectada hastanuestro mundo a través del poder de laconciencia del Sol. Éste era considerado

como un ser de conciencia suprema, conun movimiento eterno que abría un tipode ventana por donde se proyectabahacia el mundo la energía divina delKin. Le aclaró que los humanosexperimentamos esta energía en formade luz, pero a diferencia de la cienciaactual, que solamente la considera comoun fenómeno electromagnético, losmayas consideraban que esta luz divinatenía la propiedad de engendrar la vidaen el universo. —Bueno es que esa apreciación escorrecta en términos científicos —comentó Daniel—. La ciencia de hoy endía está consciente de que la luz solar esla responsable de engendrar vida en eluniverso. Además, no sólo la engendra,

sino que la sustenta y la haceevolucionar. El proceso de creación dela vida empieza a través de laconversión de energía solar en nutrientesorgánicos que producen las plantas, loque se conoce como fotosíntesis. Esteproceso representa el principio de lacadena alimenticia, de la cual dependentodos los organismos vivientes. Es sóloque el campo de estudio de la físicainvolucra el movimiento de la luz y suscaracterísticas como un fenómenocompuesto de ondas electromagnéticas.La vida y su evolución están dentro delcampo de estudio de la biología y laquímica orgánica. —Creo que ése es precisamente elproblema de la ciencia de nuestros días

—respondió Elena—. En la naturaleza,los fenómenos que dan origen a la vidano están separados en campos deconocimiento, sino que involucran atodos ellos. Al separarlos en ramas deestudio se hace más difícil comprendersu significado real y su función dentrodel gran esquema. Para los mayas existíauna sola ciencia, relacionada siemprecon la observación de la vida y lasrazones de su existencia. La matemática,la astronomía, la física, la biología y elestudio de la conciencia eran todas partede esta ciencia cuya meta concreta eracomprender las misteriosas leyes deluniverso que rigen sobre los seresvivos. Daniel intentó poner en perspectiva

todo lo que le habían explicado e hizoun recuento en voz alta, afirmando quelos mayas veían al Sol como el supremoser que regía sobre sus vidas y destinosa través del flujo de la energía llamadaKin. —De acuerdo con sus creencias —completó José—, el Kin había sidoformado a través de la unión de las dosfuerzas mágicas de la creación,representadas por Itzamná e Ixchel,ambos hijos de Hunab Ku, el supremocreador. El Kin representaba el flujo delcual emanaba toda la creación, o sea, laenergía primordial, caracterizada comoel movimiento espiral eterno que seproducía mediante la colisión de estasdos fuerzas. A Itzamná lo representaban

como un ave postrada en lo alto delárbol de la vida, habitando eldecimotercer cielo, que era el máselevado reino de conciencia. En la partede abajo del árbol estaba el Sol, dandoorigen a los seres vivos, cuya funciónera ascender por el árbol sagrado desdeel inframundo hasta llegar al reino deItzamná. —De acuerdo con los antiguos mayas—José siguió su explicación con tonoentusiasta—, la divinidad femeninaIxchel gobernaba la fuerza que ellosllamaban Chu´lel, la matriz reproductorade la conciencia, mientras que Itzamnáera la divinidad masculina quegobernaba el Itz o la fuerza mágicaprocreadora, presente en las secreciones

de los seres vivos como el semen y lasangre. Estas dos fuerzas,indispensables para la creación,formaban un torbellino de luz divina queera transportado hasta este lugar delinframundo por la conciencia supremadel Sol.

Daniel intervino para aclarar que esetorbellino equivalía a lo que Sarahdescribía como vórtice de flujo. —Sí, ésa es la interpretacióncientífica que Sarah le da a esta fuerzacreadora —respondió Elena—. Pero,como te explicaba, para los mayas estaenergía resultante, el Kin, no erasolamente una fuerza electromagnéticaque transmitía calor o radiaciones departículas, sino que además poseíaconocimiento. Itzamná era consideradocomo el supremo sabio conocedor de laciencia matemática y la astronomía.Entonces el Itz, la energía que emanaba,poseía también la característica detransmitir conocimiento. Sé lo

complicado que es para ti contemplaresto desde tu perspectiva científica,pero te aseguro que es verdad. En todaslas ocasiones que me he sumergido enlos viajes de conciencia a través de losritos chamánicos, como hace unos días,he percibido grandes cantidades deconocimiento llegando a mi concienciade forma automática. Como si sólo senecesitara estar expuesta a ese estado deconciencia para entender cuestionescomplejas para nuestra mente. Por esolos practicantes de estas disciplinas dela antigüedad eran llamados hombres deconocimiento. Al conectarse con esafuerza creadora simplemente recibían lacomprensión de los misterios deluniverso en forma directa.

Daniel observó a Elena detenidamentey luego les sonrió. —Lo que tú dices no me resulta tansorprendente como te imaginas —respondió él—. Es sólo que desde laperspectiva científica existenexplicaciones lógicas para todas esascreencias. Para empezar, comprendo loque dices porque las ondaselectromagnéticas transmitenconocimiento como información que, afinal de cuentas, es energía en forma demovimiento ondulatorio. Tal es el casode las ondas de radio y televisión, esasondas son información transformada ensutiles movimientos súper rápidos parafacilitar y acelerar su transmisión. Deigual forma, la luz transporta enormes

cantidades de información oconocimiento, como en el caso de lamoderna fibra óptica. Cantidadesmasivas de información como internet,la televisión satelital o lascomunicaciones telefónicas viajan enforma de luz a través de estos delgadosfilamentos. Al escuchar esta explicación, Joséquiso confirmar si para la ciencia eraválido el hecho de que el conocimientopudiera ser transmitido en forma de luz. —Por supuesto —respondió Daniel—,se hace todo el tiempo. Sólo que latecnología es tan común en nuestros díasque ni siquiera nos preguntamos cómofunciona. Consideren esto: se necesitasólo una mínima cantidad de energía

para transmitir cantidades masivas deinformación en forma de luz a través deun delgado filamento de fibra óptica;estoy hablando de unos cuantos voltiosalmacenados en una simple batería.Imagínenlo, pero con la inmensa energíadel Sol. Ya saben ustedes que nuestraestrella produce en un segundo másenergía de lo que la humanidad entera haconsumido a lo largo de toda su historia.¿Tienen idea de la cantidad deinformación que el Sol puede transmitiren forma de luz? José y Elena se quedaron mudos. Nosabían qué responder. —La energía del Sol es tan grandeque, en términos claros, es suficientepara transmitir toda la información del

mundo que observamos a nuestroalrededor —explicó Daniel—. Me estoyrefiriendo al color y la forma de todoslos seres vivos y objetos inanimadosque percibimos, su codificación deADN, su movimiento, su propósito,absolutamente todo lo que podemos very comprender. Incluso todo aquello queno podemos concebir... La energía detransmisión de una fuente de esamagnitud es suficiente para crear cientosde mundos paralelos al nuestro e inclusocon mayores grados de complejidad. Silos mayas, o quienes hayan sido losdesarrolladores de la ciencia que ellosconocían, estaban al tanto de esto,entonces las descripciones de sus reinosfantásticos, el inframundo y demás

elementos mitológicos se estaríanrefiriendo a grupos inmensos deinformación impresos en el Sol ytransmitidos por su luz. En otraspalabras, si ellos habían comprobadoesta realidad, sabían entonces que elholograma que nosotros consideramoscomo el mundo real no era otra cosa queuno de estos paquetes de informaciónmasiva impresos en la luz solar.Entonces nuestra mente, conciencia ycuerpo físico estarían sintonizando esaproyección, que consideraríamos comoel mundo definitivo y concreto. Elena Sánchez hizo un movimiento consus manos y sacudió la cabeza de unlado a otro. —Un momento, Daniel, creo que me

perdí... ¿Eso quiere deicr que el mundosólido que percibimos todos los díascon sus billones de diferentescaracterísticas es sólo un hologramaproyectado por la luz solar? —No un simple holograma. Unholograma real en el que las cosasexisten verdaderamente y tienenconciencia propia, así como unpropósito específico para existir. —¿Un holograma real? —preguntóJosé—. Creo que la idea sería máscomprensible si el mundo quepercibimos careciera de solidez. Pero,tal como lo vemos, a mí no me parece unholograma compuesto de luz solar, sinoun mundo concreto que es iluminado porla acción de la luz.

—Por supuesto, es un mundoiluminado por la luz —admitió Daniel—, lo que quiero decir es que los físicossabemos que esta luz que incide sobrelas cosas es lo que les otorga suscaracterísticas visibles, como el color yla forma. En ausencia de luz, el colordesaparece y la forma no puede serdefinida. De hecho, en la ausencia totalde luz, el mundo ni siquiera podría serpercibido. Simplemente no existiría.Esto se debe a que en la oscuridad totalno se apreciaría ningún movimiento ypor consecuencia tampoco el tiempoexistiría. El tiempo es la apreciaciónque los seres vivos tenemos delmovimiento de los objetos y estaapreciación se transmite a nuestros

sentidos en forma de luz solar que seimpacta contra las retinas de nuestrosojos. Albert Einstein lo demostrómatemáticamente con su teoría de larelatividad. En ausencia de luz el tiempono existe, o sea, es igual a cero. Dondeel tiempo no existe, no existe nadaabsolutamente. Por el contrario, para unobjeto moviéndose a la velocidad de laluz el tiempo sería igual a infinito. Odicho de otra forma, su existencia seríainfinita. —Francamente no lo entiendo —sequejó José—. ¿Qué tienen que ver eltiempo y la luz con la solidez de losobjetos? —La solidez de los objetos es partede las características que otorga la luz

solar. Para entender esto, recuerda loque Sarah les explicó sobre los estadoscuánticos de las partículas. La cantidadde energía almacenada en una partículaes lo que define sus características. Ennuestro mundo, como ya saben, toda laenergía que sostiene la vida proviene denuestro Sol, entonces es lógico deducirque cada objeto esté almacenando ciertacantidad de energía de luz paraconformar sus características. Estaenergía contiene impresa informacióndetallada y masiva que crea la realidad,entonces lo único que nos falta dilucidarahora es mediante qué tipo de ley omecanismo se definen las característicasde cada objeto y ser vivo. —La ciencia de la creación —

comentó Elena Sánchez—. Para losmayas, las emanaciones del Kin eran lasresponsables de establecer el orden dela creación por medio de su intento. Laluz del Kin era conocimiento puro queviajaba a través de una onda radiante. Elintento de su conciencia suprema era loque definía sus características. Daniel observaba a Elena mientrastrataba de dilucidar las formas depensamiento de las antiguascivilizaciones. Al contrario de laciencia moderna, ellos consideraban queel fenómeno de la conciencia estabapresente en todas las fuerzas de lacreación e incluso en los seres vivos,planetas, estrellas y hasta en el mismocampo unificado. Al parecer existía una

gran diferencia entre la manera en queellos percibían el orden del universo encomparación a como se concibe hoy endía. En su cosmología, la intención y laconciencia se encontraban siemprepresentes como parte de un todoorganizado que evolucionaba creando ununiverso majestuoso y complejo. Encambio, en el pensamiento científicomoderno, los conceptos de orden yconciencia habían sido sacados delesquema para facilitar el estudio de losfenómenos visibles. De acuerdo con estavisión moderna, toda la creación eraproducto de un enorme caos sin controlo propósito alguno. Un tipo de explosióncósmica cuyo origen era inexplicable.La vida misma era considerada como un

accidente sin lugar ni sentido. Pero trasexperimentar los rituales de conciencia,Daniel pensaba ahora que la realidad noera tan simple. El orden del universo eratan complejo para la inteligencia humanaque, al no poder explicar las fuerzas quelo conformaban, la ciencia moderna sólose ocupaba de estudiar sus efectos parautilizarlos en su beneficio como en elcaso del magnetismo y la electricidad oel fenómeno de la luz misma. Al serhumano moderno sólo le importaba elempleo práctico de estos fenómenos.Jamás consideraba la existencia deinteligencias superiores que creaban yregían estos fenómenos, sino que semantenía en su postura de ente aisladoen el universo haciendo uso de estas

fuerzas para su beneficio inmediato.Debido a esto, la forma en que empleabala energía para transformar su entorno,no obedecía a un esquema de respeto yequilibrio con su medio ambiente, sino asu simple necesidad práctica. Producirenergía y productos para su consumo. En otras palabras, Daniel se dabacuenta en ese momento que estanegación de la existencia de concienciassuperiores era lo que causaba que el serhumano dañara al planeta, a las demásespecies y a sus semejantes. En elmundo antiguo, donde fuerzas deconciencia superior regían sobre elmundo que los rodeaba, las acciones delser humano repercutían directamentesobre su entorno y eran observadas de

cerca por otras formas de concienciainteligentes. En esta cosmovisión, elhombre no se encontraba aislado;formaba parte de un mundo vivo yconsciente en estado evolutivo. Unsentido de respeto y adaptación con elmundo natural era el resultado de estavisión. Daniel se preguntó entoncesporqué motivo el ser humano habíacambiado a través del tiempo suapreciación del mundo de forma tanradical. ¿Qué había sucedido con él? Estaba a punto de discutir este temacon los arqueólogos cuando dos figurasaparecieron entrando al comedor. EranSarah y Rafael que venían caminandojuntos con cara de niños malcriados,como si regresaran de hacer una

diablura. Todos se habían percatado deque Rafael había pasado la noche conella y los observaban con curiosidad.Elena les sonreía. Sarah observó a los tres y sintió elpeso de su mirada sobre ellos dos.Entonces para desviar su atención, lespreguntó si tenían noticias del coronelMcClausky, para ver si era posiblevisitar la pirámide esa mañana. Daniel tomó la palabra. Le explicó aSarah sobre los soldados que habíansido ingresados a la enfermería y queaun no tenían noticias de McClausky. Nosotros estamos hablando sobre laforma en que la antigua ciencia de losmayas comprendía el mundo que nosrodea —agregó Daniel mientras Sarah y

Rafael tomaban asiento en la mesa—. Laleyenda del códice se centra en elnacimiento del Sexto Sol, por lo tantoElena y José dicen que primero tenemosque comprender a fondo el papel quejuega el gran astro dentro de sucosmología. Daniel puso al tanto de laconversación a Sarah y a Rafael. Éstevolvió a mirarlos como un par de locoscuando se pusieron a discutir acerca dela relatividad del tiempo. —Lo que Daniel plantea escompletamente real y lógico —argumentó Sarah—. La luz solar escapaz de transmitir información tal comola luz amplificada de un láser transmiteinformación a través de los filamentos

de fibra óptica. De hecho, sería unaexplicación perfecta sobre cómo se creala realidad que percibimos. El vórticede flujo del Sol estaría emitiendo todoel tiempo el holograma de realidad quenuestra conciencia sintoniza. Los mayasse dieron cuenta de que al alterar nuestraconciencia con sus rituales deiniciación, la sintonía de este mundodesaparece dándole oportunidad anuestra conciencia de percibir una gamamás amplia de los paquetes deinformación contenidos en la luz solar.Esos paquetes son mundos paralelos depercepción regidos por leyes diferentes. —¿O sea que las leyes de nuestromundo vienen impresas también en esospaquetes de información de luz solar?

—preguntó José. —Definitivamente —respondió Sarahcon su habitual seguridad—. Las leyesestablecidas en nuestro mundo no sonotra cosa que comportamientosconcretos que se repiten. El poder de laenergía del Sol es tan grande que puedetransmitir tanto las características delmundo que proyecta como sus leyes. Dehecho estas leyes están implícitas en loscomportamientos y viceversa. —Así que el mundo que percibimos esasí debido a la sintonía de nuestraconciencia —exclamó Elena, admirada—. ¿Quiere decir que si lo sintonizamosde otra forma aparecería como algocompletamente distinto a nuestraapreciación actual?

—Así es —respondió Sarah—. Y esoes lo que sucede con nosotros al entrar ala pirámide de Etznab. Nuestra sintoníade realidad se altera, por increíble queles parezca a nuestros sentidos. Ésa esuna realidad sumamente compleja dedilucidar, pero en definitiva es así.Nuestros sentidos físicos perciben elmundo como algo real, sólido ydefinitivo porque fueron creados con esepropósito. Son un medio dereconocimiento y defensa parasobrevivir en el mundo que nos rodea.Sus características definen las leyes desu apreciación en patrones concretos, deotra forma no podríamos sobrevivir.Para que nuestros sentidos cumplan sufunción es necesario que su percepción

sea siempre concreta y definitiva. Losalado debe ser siempre salado, el colorrojo siempre debe ser rojo, lo fríosiempre frío. —Ahora empiezo a comprender unacuestión que intrigó a mi mente porvarios años —comentó Elena Sánchez. —¿De qué se trata? —le preguntóDaniel. —Los mayas creían que el reino deXibalbá estaba situado exactamente enel lugar que ocupa la Vía Láctea a lolargo de la cúpula celeste, atravesándolade este a oeste. Nunca le encontrésentido a eso porque, ¿cómo podíanconfundir el reino de Xibalbá con laenorme galaxia que contiene a nuestroplaneta? ¿Me entienden? ¿Estaban

completamente confundidos en suapreciación o qué era lo que trataban dedecirnos? Todo el tiempo eso mepareció una absurda confusión, al gradode que empezaba a pensar que todo suconocimiento no era otra cosa quesuposiciones erróneas y fantásticas delmundo que nos rodea. Pero ahoraempiezo a comprender que desde superspectiva de observación, empleandoel poder de su conciencia en lugar desus sentidos físicos, lograron apreciar eluniverso que nos rodea como algocompletamente distinto a lo que nosotrosconsideramos hoy en día. Nosotrosvemos una galaxia conformada pormillones de estrellas desde nuestroángulo de apreciación, pero ellos veían

algo más complejo. Quizás la afirmaciónde que la Vía Láctea era en realidad elreino de Xibalbá fue esclarecida porellos tras haber efectuado suobservación desde otro plano deconciencia, y fueron capaces deabsorber ese conocimiento que despuéslegaron a generaciones futuras, aunqueen forma de mitos y leyendas. —Eso que dices es verdaderamentesorprendente —dijo Sarah—. Y explicapor qué su conocimiento ha sidoprácticamente indescifrable por nuestraciencia. Einstein lo explicó de una formamuy concreta cuando estableció la teoríade la relatividad del tiempo. Unobservador ubicado en un referencialinercial distinto a otro tendrá una

apreciación completamente distinta alprimero. Es como observar una granpirámide desde el cielo o desde latierra. El observador situado por encimade ella no podrá apreciar su forma real,sino una simple forma cuadrada puestoque su visión se enfocará en la base dela pirámide. Mientras que el observadoren tierra verá una forma triangular yaque su visión se enfocará en el perfil dela pirámide. Esta apreciación será másparecida a su forma real, aunque nodescribirá su forma exactatridimensional. En el caso concreto de laenergía, que se encuentra en un estadode movimiento perpetuo, estaapreciación dependerá ciento por cientode la velocidad a la que el observador

se mueva y la dirección a donde vaya.Una conciencia moviéndose a unavelocidad distinta y proyectada haciaotra dirección apreciará un modelo derealidad completamente distinto a unaconciencia ubicada en el mundohabitual. Lo que para nosotros es unagalaxia puede ser algo completamentedistinto para un observador ubicado enun plano diferente de realidad. Cada vezcomprendo más que ése es el granmisterio del conocimiento de lasantiguas civilizaciones, ellos eranobservadores de conciencia situados enun plano de realidad completamentediferente al nuestro. —En la ceremonia —intervino José—el anciano chamán nos explicó que

durante el sueño uno es capaz depercibir una realidad más compleja querige sobre los diferentes reinos deconciencia, pero para poder controlaresa percepción uno debe ejercitarla a lolargo de toda su vida. El control de lapercepción lúcida durante el sueñoconduce a un nivel de concienciaexpandido en el que uno experimentamomentáneamente su propia existenciaen otro plano superior. Conforme nuestraconciencia va adquiriendo la habilidadde internarse en estos planos superioresde existencia, se va esclareciendo másconocimiento sobre el propósito de lavida en el universo. Estos viajesproporcionan las herramientas paradescifrar esos grandes misterios de los

que ellos hablaban en su cosmología.Este proceso de expansión de laconciencia, según el anciano brujo, erainterpretado por la antigua civilizaciónmaya como el ascenso a través del árbolsagrado hacia los reinos superiores deItzamná, donde el hombre eratransformado en un ser superior. —Entonces el propósito del sueñolúcido es el de adquirir experiencia enesos nuevos planos de realidad —concluyó Sarah. —Eso fue lo que nos explicó Tuwé —respondió José—. De acuerdo con suconocimiento, los mayas considerabanésa como la única forma de escapar deeste plano de dolor y sufrimiento paratrascender hacia una existencia superior.

—O sea que la realización de un serhumano se lograba mediante elaprendizaje de esta forma de percibir oenfocar diferentes realidades —comentóSarah—. Por eso la pirámide de Etznabproduce ese cambio de conciencia queconduce a la experiencia del sueñoconsciente. Entonces es muy probableque su tecnología haya sido desarrolladapara impulsar la expansión de laconciencia humana y así trascender laexistencia física. —Por eso la leyenda del códice serefiere a cómo los inmortalesescondieron el conocimiento dentro dela pirámide —comentó José—. Es unaforma metafórica de decir que esetemplo es un vehículo diseñado para la

expansión de la conciencia, que eraconsiderada por ellos como elconocimiento supremo. —Eso parece —intervino Rafael—. Yeso contesta definitivamente la preguntade Daniel sobre el propósito de estasconstrucciones. Pero aún no hemoscomprendido a través de qué mecanismose pueden controlar esos caóticos viajesde conciencia, y eso nos sigue situandoen la misma posición. Para poderutilizar ese poder de la pirámide deEtznab, sería necesario primero contarcon un manual de instrucciones o unaguía sobre cómo se debe emplear. —Quizás los jeroglíficos tallados ensus paredes sean como un panel deinstrucciones sobre su funcionamiento

—dijo Elena Sánchez—. Quizás esasincrustaciones de cuarzo contengan losarchivos de instrucciones sobre cómoemplear los sonidos para activar susfunciones. Incluso, quizás, nos lleven aesclarecer quiénes fueron susconstructores y hacia dónde sedirigieron después de haberdesarrollado esa increíble tecnología. —Las incrustaciones de cuarzo poseenla capacidad de amplificar diferentesformas de energía y transformarlas eninformación —dijo Daniel—. Pudieronser usadas, inclusive, para resecuenciarel ADN humano en busca de una formaevolutiva que se adaptara másfácilmente a esos viajes de conciencia yasí acelerar la comprensión de esas

otras realidades. La única forma deaveriguarlo es volviendo a la pirámidepara efectuar las pruebas, como yahabíamos pensado. Sarah se levantó de su lugar y se pusoa observar a través de la ventana. Elcoronel McClausky se encontraba afueradando instrucciones a una docena desoldados que cargaban todo tipo dearmamento, se les veía muy estresados. —Esperen aquí un momento —lespidió Sarah a sus compañeros y saliódel comedor en busca del coronel. Sarahcomenzó a sentir un nerviosismorecorrer todo su cuerpo, pues desde díasatrás evitaba encontrarse conMcClausky por miedo a que descubrieratodo lo que hacían a sus espaldas.

Daniel conservaba escondidos losarchivos de World Oil mientras queMayer trabajaba en su proyecto secretode obtención de energía sin que él losupiera. Además, contaban con datossobre las propiedades del cuarzo de lagalería que no habían revelado a nadie.Sarah sabía que el coronel también lesocultaba información a ellos, por lo quedentro del campamento se practicaba unsucio juego de intrigas y secretos en elque todos mentían, engañaban y nadieconfiaba en el otro. Sarah se acercó aMcClausky para conversar con él. Losdemás observaron por la ventana sucorta conversación, tras de la cual elcoronel subió a un vehículo y Sarahregresó al comedor.

—Me temo que tendremos quepermanecer en el campamento por ahora—dijo Sarah. —¿Qué está sucediendo? —preguntóDaniel. —El escuadrón del teniente Mills fueatacado por el grupo paramilitar. Elcoronel no quiso dar más detalles alrespecto pero me ordenó quepermaneciéramos dentro del perímetrodel campamento y estuviéramos listospara ser evacuados. Las visitas a lapirámide de Etznab están canceladashasta nuevo aviso.

Capítulo 26

El yate se mecía suavemente de unlado a otro, era arrastrado a la derivapor la fuerte corriente del océano. En lacubierta, los dos guardias aparecíandormidos en el suelo y el timón semovía solo, desorientado. El cielocomenzaba a clarear, los primeros rayosde sol se asomaban anunciando el pasode la tormenta y la llegada a aguas máscalmadas. Kiara había quedado

completamente exhausta y desconsoladacon la pérdida de Shawn. Abrió los ojospara darse cuenta de que todos seguíandormidos en el estrecho camarote.Despertó a la esposa de Brian y ambasse dirigieron a la cubierta, dondeencontraron a los guardias. El paso porla tormenta había sido extenuante y elsueño los había vencido después dehoras de luchar contra el intenso oleaje.Kiara miró alrededor pero no había másque olas. Sentía un profundo vacío pordentro y no tenía ánimos ni siquiera parapreguntar dónde se encontraban. Laesposa de Brian revisó los instrumentosy trató de calcular la posición del yate. —¡Maldición! —exclamó de repente—. Parece que la tormenta nos arrastró a

más de trescientas millas de aguasterritoriales norteamericanas. Estamosperdidos en altamar y los tanques decombustible están a menos de cincuentapor ciento de su capacidad. ¡No essuficiente para volver! Leticia subió a la cubierta sólo paraenterarse de la terrible noticia. —¿Qué vamos a hacer? —preguntóasustada—. Tenemos muy poca agua ycasi no trajimos provisiones para comer. —Guarda agua para los niños —ledijo Kiara y luego se dirigió a la esposade Brian—: Tenemos que pedir ayuda ovamos a morir de deshidratación. —Se suponía que sólo navegaríamospor algunas horas rumbo al norte —respondió la esposa encendiendo la

radio—. Brian se pondrá furioso, perono tenemos otra opción, si no nosencuentra alguna embarcación, prontoestaremos en serios problemas —luegotomó la bocina y comenzó a llamar. —May day, may day, ¿alguien nosescucha? —llamó por la radio y enrespuesta sólo se escuchaba la estáticade fondo. Volvió a llamar por la radio y semantuvo así por más de media hora. Nohubo respuesta alguna. —Tendremos que hacer turnos paraestar llamando constantemente —le dijoa Kiara—. Cada una de nosotras lo harápor lapsos de media hora hasta que losdemás despierten —luego se dirigió altablero del bote y encendió una señal

intermitente. —¿Qué es eso?— le preguntó Kiara. —Es un dispositivo que transmite unaseñal de radiofaro en una frecuencia deemergencia de la marina de EstadosUnidos. Cualquier buque que esténavegando por esta zona podrá captarlay vendrán a buscarnos. —Pero sabrán que escapamos de LosÁngeles y nos enviarán de regreso alcampamento —exclamó Kiara—.Prefiero morir aquí que regresar a esehorrible lugar. —No tenemos muchas opciones,Kiara. En unas horas empezaremos asentir los efectos de la deshidratación yno vamos a resistir... —Lo sé —dijo Kiara recordando los

días de refugio tras el terremoto en eloscuro taller—. Ya lo he sentido. Pasaron más de dos horas mientrasellas se iban turnando para pedir ayudapor la radio, pero nadie respondía. —Hay que encender el motor ynavegar hacia tierra firme —dijo uno delos guardias que había despertado ya. —Tenemos que guardar esecombustible para alguna emergencia o sialguna embarcación nos pide que nosacerquemos a ella —respondió laesposa de Brian. —¡Pero la corriente nos puede llevarhacia mar adentro hasta el fin delmundo! —gritó el otro. —Voy a revisar las lecturas delposicionador global —respondió ella.

Se dirigió al tablero y sacó unacarpeta para efectuar los cálculos.Después de un par de minutos cerró lacarpeta con fuerza y exclamó: —¡Maldita sea! La corriente nos estáempujando mar adentro hacia elsuroeste, rumbo a aguas más cálidas.Nos hemos alejado sesenta millas másde la posición que ocupábamos hace doshoras. A este ritmo al final del día nosencontraremos a ochocientas millasnáuticas de la costa más cercana. Leticia comenzó a llorar y Kiara sintióun escalofrío recorrer su espalda. —¡Encienda los malditos motoresantes de que sea demasiado tarde! —gritó uno de los guardias—. ¡Si usted nolo hace, lo haré yo!

—Acabo de calcular que elcombustible nos alcanza para un máximode doscientas millas navegando con lacorriente, en contra de ella quizásrecorramos ciento cincuenta millas omenos, entonces sí quedaremoscompletamente a la deriva sin laposibilidad de navegar en alguna otradirección. Tenemos que esperar a quealguien nos localice. Todos empezaron a discutir lasopciones cuando unos pasos seescucharon subiendo a la cubierta. Brianhabía recobrado el conocimiento yescuchaba atentamente la discusióndesde el camarote, traía la cabezaenvuelta en una camiseta y lucía terrible.Su esposa le explicó la situación y cómo

habían perdido a Shawn la nocheanterior cuando la tormenta por poco loshunde. Brian lucía igual dedesconsolado que todos los demás. —¿Activaste el radiofaro deemergencia? —le preguntó a su esposa. —Sí, aunque pensé que te pondríasfurioso —le dijo ella—. Si la marina ola guardia costera nos encuentra, nosenviarán de regreso a Los Ángeles. —Mientras haya vida hay esperanza—le respondió él—. Si nadie nosencuentra pronto, no vamos a vivir paracontarlo. —¡Encienda el maldito motor! —legritó uno de los guardias. —¡Ésa no es la solución! —lerespondió Brian gritando—. Mi esposa

tiene razón. Hemos navegado duranteaños y sabemos qué hacer en caso deemergencia. Todos manténganse enabsoluto reposo a excepción de lapersona que opere la radio. Tenemosque encender el motor del yate aintervalos periódicos para no quedarnossin baterías y seguir pidiendo ayuda porla radio. Si usamos el combustible, nosquedaremos a la deriva, las baterías sedescargarán muy pronto y estaremoscompletamente incomunicados en mediodel mar, ¿eso quieren? El guardia se llevó ambas manos alrostro y luego empezó a sollozar. —¡Estamos perdidos! —dijo—. Novolveré a ver a mi familia. —Llorando se va a deshidratar más

rápido —lo reprimió Brian—. Bajen alcamarote a juntar todas las reservas deagua con las que contemos.Empezaremos a racionarla de inmediato. Su esposa y Kiara bajaron al camarotea buscar el agua, Leticia se quedó arribacon los guardias llamandodesesperadamente por la radio mientrasBrian checaba el voltaje de las bateríasy encendía el motor durante unosminutos para recargarlas. Kiara y su esposa subieron con unosgalones del vital líquido. —Tenemos solamente tres galones ymedio de agua, algunas galletas y un parde frutas —le dijo su esposa a Brian. —Somos seis adultos y dos niños, esonos alcanza solamente para unas veinte

horas —respondió él—. Después deeso, que dios nos ayude. Todos se miraron entre sí, su situaciónera en verdad desesperada. Los dosguardias pedían a dios la oportunidad devolver a ver a sus familias. Leticiaabrazó a Aurora y unas lágrimas bajaronpor sus mejillas. —Pueden darles mi ración a los niños—les dijo Kiara, que miraba la realidaddesconsolada—. Si nuestra hora hallegado, voy a aceptarlo contranquilidad. Todos voltearon a ver cómo ella sealejaba rumbo al camarote. —¡Shawn puede estar vivo! —le gritóBrian—. ¡No pensamos dejar que temueras de deshidratación en este bote!

¡Vamos a salir de aquí de una forma o deotra! Kiara regresó a la cubierta con losojos llenos de lágrimas y un semblantede angustia y desesperación. —¡Shawn se cayó al mar en medio dela tormenta! —le gritó ella en plenahisteria—. ¡No es posible que hayasobrevivido en medio del océano! Todos bajaron la cabeza al ver la penade Kiara, pero Brian se aproximó a ellay le dijo: —Llevaba puesto un chalecosalvavidas con un dispositivoelectrónico que transmite una señal deemergencia por más de cuarenta y ochohoras. Tienes que pensar que en estosmomentos él se encuentra allá afuera

luchando por su vida al igual quenosotros. ¡No te puedes rendir ahora,maldita sea! Kiara lloraba a lágrima suelta y Brianle pidió que se controlara. En unosmomentos, todos comenzarían a tomarsus primeras raciones de agua. Todos acordaron irse a descansar alcamarote por turnos. Las horas pasabany ellos volvían a tomar sus racionespero nadie respondía por la radio. Elcalor se intensificaba conforme el botese internaba en aguas más cálidas, todossudaban copiosamente. Brian estudiabalas cartas de navegación de la zona parabuscar algún lugar a donde pudierandirigirse. Eran las seis de la tarde yllevaban ya más de nueve horas a la

expectativa. La desesperación loscercaba y la comida se había acabadoya. Sólo les quedaba ahora galón ymedio de agua. La situación eraaterradora. —Tenemos que buscar alguna ruta denavegación donde circulen buquesmercantes —le dijo Brian a su esposa—. Pronto empezará a oscurecer y elagua se agota. —Los niños se quejan de hambre ytienen mucha sed —le respondió suesposa—. El calor hace que sudendemasiado. —Voy a encender las luces denavegación —dijo Brian—, ustedessigan hablando por la radio. Si nadienos encuentra, en la mañana decidiremos

qué hacer.

Capítulo 27

La reunión con los generales delestado mayor conjunto en el Pentágonoacababa de concluir y el generalThompson se dirigía por todo lo largodel pasillo hacia su oficina privada. Lasnoticias alrededor del mundo eranalarmantes y por primera vez en más detres décadas amenazaban con terminarcon el delicado equilibrio mundial delpoder militar. Las condiciones

climáticas habían recrudecido elproblema de la escasez de losenergéticos y los grandes países estabanconscientes de que sin una garantía dereservas no serían capaces ni siquierade sobrevivir por otro invierno. Ese mismo día, Rusia había declaradosu soberanía sobre los yacimientos enaguas profundas que se encontraron bajoel círculo polar ártico, y al mismotiempo enviaba una fuerza de más dediez buques de guerra y seis submarinosnucleares que asistirían a por lo menosdiez mil efectivos del ejército paraformar una base militar en el PoloNorte. Canadá había respondido a laamenaza a su soberanía con el envío detodo el poderío militar con el que

contaba. Asimismo, había solicitado laintervención inmediata de las fuerzas dela OTAN para desalojar a los rusos delo que consideraba su territoriolegítimo. El general Thompson sabía queEstados Unidos tendría que fijar supostura respecto a esa confrontación.Mientras tanto, Rusia amenazaba aEuropa con volver a ocupar Ucrania ycortar su suministro de gas natural sidecidían tomar represalias en su contra.Además, les había advertido que si lasfuerzas de la OTAN intervenían en elPolo Norte, haría uso de todo su arsenalnuclear. Los gobiernos europeos habíanestallado en pánico ante tal amenaza yexigían que Estados Unidos pusiera fin a

la crisis. William Sherman conocía afondo el problema y ordenó alpresidente y al general Thompson quehablaran con los rusos; había llegado elmomento de establecer la alianza quenecesitaba para garantizar su dominiomundial. Pero sabía que los europeos noestarían contentos de que EstadosUnidos apoyara la decisión unilateral deRusia de ocupar territorios por la fuerza.Esta decisión ponía en riesgo laestabilidad de la alianza, pero no habíaotro remedio, era la única forma queexistía para ejecutar su plan de dominiomundial. El general llegó hasta su oficina,donde dos oficiales de la central deinteligencia lo esperaban.

—General —saludó uno de ellos, quellevaba un expediente en las manos—, elcoronel McClausky se ha estadocomunicando con nosotros desde estamadrugada, dice que es urgente que secomunique con él. Thompson no respondió nada, pero sugesto revelaba que la situación eragrave, y sólo caminó para abrir la puertade su oficina. Los miembros del comité se sentaronfrente a su escritorio. —Pensamos que se trata de unasituación grave, general, pero el coronelno quiso dar detalles de lo que estásucediendo en el campamento. Dijo queusted había clasificado el asunto comoconfidencial y solamente nos envió una

lista de equipo que solicita con carácterde urgente. El general tomó el expediente. —¿Qué demonios es esto? —preguntósorprendido—. ¡Cuatro helicópterosApache armados con misiles aire-tierra;cuatro cañones Gatling de cadenciacíclica con cincuenta cajas de municiónantiblindaje; sesenta efectivos más defuerzas especiales; seis vehículosHumvee con armamento antitanque!¿Qué se ha vuelto completamente locoMcClausky? ¿Qué planea hacer con todoeste equipo? ¿Acabar con todos losmalditos indígenas de la región? —Estamos igual de sorprendidos queusted, señor. El coronel McClausky dijoque usted entendería. Solicitó con

urgencia que le enviáramos hoy mismoel cargamento. El general Thompson escuchabaasombrado mientras miraba la lista, queincluía un barrido satelital por medio demicroondas para localizar estaciones deradar, así como baterías portátiles delanzamiento de misiles. Recordó que lehabía dado al coronel un códigoespecial para el envío de mensajes porlínea encriptada directo a sucomputadora. Se apresuró a teclear suclave de acceso. La pantalla mostró elmenú de opciones y abrió la bandeja deentrada de mensajes, el código deMcClausky aparecía bajo dos de ellos.Thompson abrió los archivos y esperócon impaciencia a que la computadora

los decodificara. El primer mensaje apareció en lapantalla: Inicia transmisión——————————— 0320 hrs.? CT — Puesto deobservación. Registra dos explosionesdirección sudsudoeste. Distancia: 6millas del campamento. A 3 millas de lagalería subterránea. 0330 hrs. CT — Estación de radar.Intercepta transmisión de radio.Ejército mexicano emite comunicado alcentro de inteligencia en México, DF.Confirma enfrentamiento con grupoparamilitar. Reporta dos helicópterosPavehawk derribados con misiles

antiaéreos. 8 bajas. Envía tropa dereconocimiento. Solicita refuerzos. 0355 hrs. CT — Centro de comando.Envía escuadrón de reconocimiento. 12efectivos. 3 vehículos. Objetivo: vigilaravance y capacidad táctica de fuerzashostiles. 0400 hrs. CT — Centro de comando.Esperando instrucciones. Fin de transmisión——————————— Tras leer con detenimiento un par deveces, el general abrió el segundomensaje.

Inicia transmisión———————————

0450 hrs.? CT — Estaciónde radar. Recibecomunicado. Escuadrón dereconocimiento localizafuerzas hostiles.Coordenadas: 323”6 norte754”2 este. Distancia: 3.2millas al sudsudoeste de lagalería subterránea.Armamento: artilleríapesada, 6 vehículosblindados, 2 helicópterosarmados con proyectilesaire-tierra. Maquinaria deconstrucción para pista deaterrizaje. Torres de radarantiaéreo. Baterías demisiles tierra-aire. 300

efectivos. Enemigo avanza endirección noroeste. Estableceperímetro de vigilancia. 0520 hrs.? CT — Estaciónde radar. Recibecomunicado. Escuadrón dereconocimiento enfrentafuerzas hostiles. 50 efectivos.Armamento: riflesautomáticos, granadas defragmentación, vehículosblindados, cañonesantitanque. 0520 hrs.? CT — Centro decomando. Emite comunicado.Escuadrón dereconocimiento: evadircombate, regresar a base de

operaciones. 0550 hrs.? CT — Centro decomando. Escuadrón dereconocimiento reporta 0bajas, 6 heridos, 1 vehículodestruido. Fuerzas hostiles a2.3 millas de galeríasubterránea. Avanzandohacia el perímetro. Centro de comando.Esperando instrucciones Fin de transmisión———————————

El general Thompson tomó su teléfonoy marcó el número de extensión delcentro de telecomunicaciones.

—Comuníquenme inmediatamente alcampamento de investigación en laPenínsula de Yucatán. Código alfa rojo—ordenó el general. El operador obedeció y en menos deun minuto la comunicación se establecióa través de una línea segura. El generalpidió que lo comunicaran de inmediatocon el coronel McClausky. —¿Cuál es la situación en elcampamento, coronel? —preguntódirectamente el general Thompson. —Un grupo paramilitar estáavanzando hacia el campamento,general. Hace veinte minutos uno de sushelicópteros sobrevoló el campamento.Se encuentran a menos de tres millas denuestra posición y no contamos con la

fuerza suficiente para detenerlo. —¿De quién demonios se trata?¿Quiénes son y qué es lo que estánhaciendo ahí? —Según nuestra información, se tratade una operación de narcotráfico.Cuentan con maquinaria pesada y estánconstruyendo una pista de aterrizaje.Acabaron con el grupo dereconocimiento del ejército mexicano.Es todo lo que sabemos. Se estánacercando a la galería. Todos misefectivos se encuentran resguardando ellugar. Pueden llegar en cualquiermomento. —¡Maldición! —gritó Thompson—.¿Porqué no detectaron su llegada a laselva, coronel?

—El satélite detectó el movimiento delas tropas, general, pero pensamos quese trataba del ejército mexicanorealizando maniobras. Sucediódemasiado rápido, en menos deveinticuatro horas comenzaron a avanzarhacia nuestra posición. —¿Con qué armamento cuenta paradefenderse, coronel? —Veintisiete efectivos con armasligeras y tres helicópteros dereconocimiento con ametralladoras demedio calibre. —¿Y el enemigo? —El grupo de avanzada cuenta conmás de cincuenta efectivos congranadas, armas ligeras, vehículosblindados, helicópteros con proyectiles

y cañones antitanque. —¡Maldita sea! —exclamó Thompson—. Tienen una fuerza muy superior a lasuya, coronel. —El ejército mexicano solicitórefuerzos; esperan que su fuerza aéreabombardeé el objetivo. —¿Con qué fuerza cuentan por elmomento? —Muy limitada, general. Sonsolamente catorce efectivos con armasligeras. El general pidió a McClausky queesperara en la línea y dejó el teléfonopara dirigirse a los oficiales deinteligencia. Tenía que actuar lo máspronto posible, el enemigo podría atraeral ejército mexicano hacia la galería y

todo el proyecto se vería comprometido.Tenía que salvaguardar el secreto a todacosta. —Coloquen un satélite de vigilanciasobre el campamento y que haga unbarrido de microondas. Quiero unaevaluación táctica de las fuerzasenemigas de inmediato. ¿Dónde seencuentra el portaaviones más cercanode la Península de Yucatán? Uno de los oficiales abandonó laoficina para seguir las órdenes deThompson. El otro abrió su computadoraportátil y empezó a teclear códigos. Elgeneral se impacientaba. —El USS Manhattan se encuentrarealizando operaciones en el Atlánticosur. Es el más cercano —respondió el

oficial. —¿Cuál sería su tiempo de llegada ala península? —No menos de cuarenta horas,general. —Maldita sea, no tenemos ese tiempo.Llame a la base aérea más cercana a lapenínsula. Que armen dos bombarderosStealth F-22 con misiles tácticos parabombardear el objetivo. Que esténpreparados para recibir órdenes. El oficial tomó su teléfono y llamó alcentro de operaciones para girar lasórdenes. El general Thompson volvió atomar el teléfono. —Coronel, estamos colocando unsatélite sobre su posición, en una horatendremos la evaluación táctica. No

permita que el enemigo siga avanzando. —Sí, señor. Acabamos de interceptaruna transmisión de radio en un canal debaja frecuencia. El enemigo estásolicitando refuerzos, se preparan paraatacar el campamento. Solicito supermiso para evacuar al personalcientífico lejos de aquí. —Negativo, coronel, se quedaría sinningún apoyo aéreo. Utilice loshelicópteros para defender el perímetro.Aleje a los científicos del campamentoen los vehículos, hasta donde seaposible. —Entendido, general. Envíenos elequipo que solicité y nos haremos cargodel problema —respondió McClausky. —No juegue al héroe, coronel, sólo

resista por el momento. Le enviaremosórdenes en unos minutos. Mantenga unalínea abierta con el centro deoperaciones tácticas. El general Thompson colgó elauricular y le indicó al oficial que loacompañara al centro de operacionestácticas. Un equipo de veinte personasesperaba en la sala, y todos selevantaron de su lugar al verlo. —Tendremos imagen satelital delcampamento en diez segundos, general—dijo uno de los oficiales y casi deinmediato la imagen de la Península deYucatán apareció en una enormepantalla. El zoom de la cámaraamplificó la imagen hasta mostrarclaramente la zona del campamento.

—Dirija la cámara del satélite cuatromillas en dirección sudsudoeste —ordenó el general, y la imagen fuemoviéndose hasta encontrar el objetivo. —Lo tenemos, general —dijo uno delos oficiales—. El enemigo ocupa dosposiciones cercanas al campamento. —Concentre la imagen en el grupo deavanzada —ordenó el general, y uno delos operadores técnicos amplió el zoomen la zona indicada—. Envíe la imagenal campamento para que McClauskyobserve las posiciones enemigas. Un grupo de más de cincuentapersonas armadas se encontraba ahí convarios vehículos blindados ycamionetas. —El grupo no parece estar avanzando

—dijo uno de los oficiales y todosmiraron detenidamente la imagen. Depronto, todo el grupo comenzó adispersarse y los vehículos iniciaron sumarcha hacia el sur. —Los vehículos están retrocediendo—dijo el general—. ¿Qué demoniossucede? El general ordenó al oficial queenfocara la imagen en el lugar dondeconstruían la pista de aterrizaje. Más detrescientas personas se movían de unlado a otro mientras tres helicópteroslevantaban el vuelo. —General —exclamó uno de losoficiales—, tenemos contacto en elradar. Dos cazas F-16 de la fuerza aéreamexicana se dirigen al objetivo, llegarán

en menos de cinco minutos. Tengo laimagen en pantalla. Todo el grupo volteó a mirar otrapantalla colocada junto a la pantallaprincipal. Las dos estelas de losreactores de los cazas se veíanperfectamente cruzando el cielo hacia elobjetivo. —General, múltiples contactos en elradar. Cuatro misiles tierra-aire en cursode intercepción de los cazas. —¿De dónde demonios salieron? —preguntó Thompson. —De algún lugar en la selva que nopodemos identificar, general. Los cazastoman acción evasiva. Están emitiendocontramedidas defensivas en el espectroinfrarrojo.

Todos observaron cómo los dos cazasdesviaban su trayectoria. Los misilesaparecieron en la pantalla, dos de ellosperseguían a cada F-16. Se acercabanpeligrosamente. Los aviones efectuabanmaniobras para burlarlos pero losmisiles ajustaban el curso. Uno de loscazas empezó a soltar bengalas pero losmisiles siguieron tras él. —¡General, los misiles van guiadospor radar! —exclamó uno de losoficiales—. ¡Las contramedidasdefensivas no funcionan! ¡Los cazasestán perdidos! Uno de los misiles se acercódemasiado a uno de los cazas mientraséste maniobraba para evadirlo. El aviónemitió una serie de bengalas pero el

misil siguió en curso de intercepción. Elcaza luchó por unos segundos más peroel misil finalmente dio en el blanco.Todos en la sala miraron al aviónpartiéndose en pedazos. El segundo cazaseguía evadiendo a los otros misiles quese acercaban a él. Era cuestión de unossegundos para que lo alcanzaran. Depronto, la cabina del avión explotó,lanzando al piloto fuera de la aeronave,que empezó a descender seguida por losmisiles. Éstos acabaron con el blancosegundos después. El general Thompsonmiraba atentamente el combate y sedirigió al oficial al mando. —Coronel, ¿ya identificaron el tipo demisiles que lanzó el enemigo? —Afirmativo, coronel. Son misiles

tierra-aire Shingung de fabricaciónsudcoreana. Son versiones de últimageneración lanzados desde plataformasmóviles y guiados por radar. Puedenderribar cualquier tipo de avión. Thompson preguntó al operador si losmisiles podían derribar tecnologíaStealth. —Es posible, general —respondió eloficial—. Si cuentan con un radar deonda larga, pueden derribar cualquierobjeto que vuele. —¿Desde dónde fueron lanzados? —preguntó el general —No lo hemos podido establecer,señor. Seguramente de alguna plataformamóvil oculta en la selva. El general Thompson se dirigió a

todos los oficiales. —¿De dónde diablos consiguen esetipo de tecnología? Necesitamosopciones para neutralizar al enemigo, ytiene que ser rápido. —Me parece que el plan defensivo delcoronel McClausky es nuestra mejoropción por ahora, general. —¿En cuánto tiempo podemos llegarcon el equipo al campamento? —Podemos estar ahí en dos horas,general. Desde esta mañana el equipoestá listo para partir. El general Thompson ordenó que loshelicópteros salieran enseguida rumboal campamento, mientras continuabaestudiando en el monitor la imagen delcampamento enemigo. Uno de los

oficiales en la sala se levantó. —General, el coronel McClausky nosinforma que han interceptado lascomunicaciones del enemigo. El general le hizo una seña para quereprodujera los mensajes. Unas voceshablaban por la radio. El ruido de laestática era terrible y casi no podíaentenderse nada. —¿Qué están diciendo? —preguntó elgeneral, y todos permanecieron calladosesperando a que el operador detelecomunicaciones fuera traduciendo laconversación. —Están informando al campamentoque lograron derribar los dos avionesque se aproximaban. Dicen que el plansigue en marcha y que el cargamento

llegará por la noche. El campamentopregunta por los refuerzos y pideinstrucciones para atacar la posición delcoronel. Les informan que sus refuerzosllegarán al atardecer para iniciar elataque tan pronto oscurezca. El general Thompson miró su reloj,eran las nueve treinta de la mañana.Tenía menos de nueve horas paradefender el campamento. No podíaarriesgarse a perder dos bombarderoscon lo que había visto. McClauskytendría que defenderse con sus escasosrecursos. Sabía que si el enemigobombardeaba sus posiciones, destruiríala galería subterránea.

Capítulo 28

Un intenso dolor de cabeza, sumado auna terrible sensación de náuseas,despertó a María Jensen justo antes deque cayera la noche. Se encontrabaacostada en su cama con la ropa todavíapuesta y no podía recordar cómo habíallegado de nuevo a su habitación.Recordó que había tratado de escapar através del pasillo durante la mañana y eldesmayo que había sufrido justo cuando

Claudia se acercaba a ella. ¿Qué habíasucedido entonces? ¿Por qué no la habíaayudado a escapar como habíanplaneado? Se levantó pesadamente de la cama yse lavó la cara con agua fría. Su manoderecha aún apestaba a cloroformo ycomprendió que su piel había idoabsorbiendo la sustancia lentamentehasta que llegó a su cerebro y le produjoun desmayo. Pero, ¿cómo podía habersido tan torpe? Ahora no sabía siquierasi iba a tener otra oportunidad deescapar. Se dirigió a la puerta de suhabitación para salir al pasillo y sehorrorizó al ver que estaba cerrada conllave. Se encontraba prisionera otra vez.Comenzó a golpear con desesperación la

puerta hasta que unos pasos seescucharon en el pasillo. El cerrojo dela puerta emitió un ruido, alguien estabaabriendo la puerta. Dio unos pasos haciaatrás y esperó. Uno de los guardiasasomó la cabeza y la miró directo a losojos. —¿Qué es todo ese escándalo? —lepreguntó—. ¿Qué quieres? —¿Cuánto tiempo llevo encerradaaquí? —preguntó María. El guardia entró en la habitacióncargando un rifle automático. Seaproximó a ella y la miró desafiante. —Tú no estás en posición de hacerpreguntas aquí —le dijo tajantemente—.De hecho, tienes suerte de estar todavíacon vida. El jefe sabe que trataste de

escapar esta mañana. María se estremeció al escuchar alguardia. Su intento de escape habíafracasado y ahora era seguro que lamantendrían encerrada. La impotenciaempezó a apoderarse de ella. —Sólo quiero saber qué pasó mientrasestuve desmayada —respondiótímidamente mientras el guardia laobservaba. —No finjas demencia. Sabemos bienquién planeó tu fuga, pero para que losepas de una vez, tus amigos no lograronllegar muy lejos. —¿A qué te refieres? —El camión en que escaparon fueinterceptado a unas horas de aquí. Todosmurieron cuando los alcanzó un

comando nuestro. El jefe está furioso. Seperdieron más de dos toneladas demercancía en el enfrentamiento. Elejército llegó al lugar y ahora vas apagar las consecuencias de tu traición. María le pidió al guardia que salierade la habitación y la dejara sola. Elhombre salió con un portazo y puso denuevo el cerrojo. María sollozaba. Suúnica oportunidad de escape habíafallado y se encontraba sin salida de eseterrible lugar. Sabía que su captorregresaría en un par de semanas yentonces su suerte estaría decidida.Pensó en su hija Kiara y la difícilsituación que atravesaba. Anhelaba másque nunca salir de ahí para ayudarlapero no tenía la menor idea de cómo iba

a lograrlo. Recordó la prodigiosaimagen del sol que había tenido durantesu sueño y se postró en el suelo parapedir una vez más que la ayudara aescapar. El llanto le brotaba a torrentesy al cabo de un rato no había máslágrimas que pudieran salir. Se levantódel suelo y volvió a acostarse en lacama, todo en lo que podía pensar era enel recuerdo de su hija perdida en algúnlugar del inmenso mundo.

Capítulo 29

El coronel McClausky salióapresuradamente del centro de comandorumbo al campamento en un vehículo.Personal del ejército mexicano habíallegado unos minutos antes y solicitabasu presencia. McClausky llegó al puestode control y observó a los sujetos:cuatro personas vestidas con uniformemilitar y un civil se encontraban paradosal lado de un jeep con matrícula del

ejército mexicano. —Soy el coronel McClausky. Uno de los militares se acercó a éljunto con el hombre que vestía de civil. —Soy el teniente Gutiérrez y éste es elcomandante Suárez de la policía federal. McClausky saludó de mano a amboshombres. —Solamente queremos informarle queel grupo paramilitar al que enfrentaronesta mañana representa un extremopeligro para su personal. Poseenarmamento de alta tecnología y estánasistidos por guerrilleros expertos en elcombate de estas zonas selváticas. Leshemos seguido la pista desde hacemeses y parece que se disponen arealizar una operación muy importante

en esta zona. Todo su personal científicoen el campamento se encuentra en gravepeligro. Sabemos de antemano queextenderán su perímetro de vigilancia yno dudarán en atacar su campamentopara llevar a cabo sus planes. Hablé conmis superiores esta mañana y es mideber pedirle que retire a todos sushombres de la zona antes de que seatarde. —Le agradezco su preocupación,teniente. Esta mañana recibimos uncomunicado por parte de sus fuerzasdiciendo que esperaban refuerzos paraenfrentarse al enemigo. ¿Quiénes sonesos hombres y que están haciendo aquí? —El grupo al que enfrentaron estamadrugada es el brazo armado del cártel

de droga más poderoso y sanguinario deeste país —intervino el comandanteSuárez—. Poseen la capacidad tácticapara hacerle frente a cualquier ejército,coronel McClausky. Hace unas horasdos cazas de nuestro ejército fueronderribados por misiles antiaéreos. Nopodemos garantizar su seguridad en estesitio. Son más de cuatrocientosmercenarios armados hasta los dientes.En cuanto localicen su campamento, losvan a atacar con todo el armamento queposeen, es preciso que se retiren loantes posible. McClausky miró fijamente a amboshombres. —Tengo órdenes específicas depermanecer en este lugar con mis

hombres. El comandante y el teniente Gutiérrezse miraron entre sí. —¿Está planeando hacerle frente aeste grupo? —le preguntó Gutiérrez aMcClausky directamente—. Eso es unalocura. Usted cuenta con unos pocoshombres y un par de helicópteros.Entiéndalo, coronel, no hay forma deque defienda su campamento contra estegrupo. McClausky sabía lo comprometido desu situación. Además, no tenía ningúncaso mentir, pues el ejército sabría quedefendería el campamento de todasformas. —El Pentágono conoce nuestrasituación —le respondió McClausky a

Gutiérrez—. En unas horas recibiremosrefuerzos para enfrentarlos. Gutiérrez le hizo una seña a Suárezpara que se alejaran a una distanciadiscreta. Conversaron por un par deminutos y luego se aproximó al coronel: —Este grupo ha asesinado a cientosde nuestros hombres, coronelMcClausky. Ha derribado decenas denuestras naves y bombardeado nuestrasposiciones en más de diez estados delpaís, créame que son un huesoverdaderamente duro de roer. Si estándecididos a enfrentarlos, podemosasistirlos, conocemos bien susoperaciones y sabemos cómo actúan.Llevan años ejecutando operacionesclandestinas en estas selvas, conocen el

terreno y están mejor equipados que sushombres. McClausky sabía perfectamente laventaja estratégica de adquiririnformación sobre los métodos deoperación del enemigo antes de labatalla, el problema era que no sabía sipodía confiar en estos sujetos. —¿De qué forma quiere asistirnos,teniente? —Tenemos información respecto a lasactividades de este grupo en esta zona.Hemos venido siguiéndolos desde elestado de Oaxaca. Sabemos que estánesperando un cargamento muyimportante y que construyen una pista deaterrizaje muy cerca de aquí. Nuestropersonal de inteligencia cree que se trata

de cuarenta toneladas de droga que serátransportada por mar hacia EstadosUnidos. Es un cargamento con un valorde seiscientos cincuenta millones dedólares. —Han tomado todas las medidas deseguridad para proteger ese cargamentocontra la intervención del ejército —Agregó el comandante Suárez—.Cuentan con muchos años de experienciay sus métodos son cada día mássofisticados. Desde hace días queinstalaron torres de un radar muy potenteque opera plataformas móviles demisiles, así fue como lograron derribarnuestros helicópteros y aviones. Ése essu modus operandi cuando desplazanestos grandes cargamentos de droga:

escogen un lugar en medio de la selvadonde realizan una operación relámpagode transporte; protegen el espacio aéreocon sus misiles, lo cual impide quecualquier avión pueda acercarse; luegoconstruyen una pista de aterrizaje enmenos de tres días, reciben sucargamento y lo transportan por marhacia su destino, al día siguientedesaparecen sin dejar rastro. Así escomo logran proteger su valiosamercancía y evadir a nuestro ejército. Laúnica forma de acercarnos a ellos es portierra, pero como usted sabe, nocontamos con la fuerza suficiente parahacerles frente. Para cuando logremosreunirla, ellos ya se habrán marchado. El coronel McClausky empezó a

comprender la gravedad de la situación.Si no conocía la posición del radarenemigo, sus helicópteros seríandestruidos fácilmente. Necesitaba todala información que pudiera obtener paraplanear una estrategia correcta y sólocontaba con siete horas para lograrlo.Abandonar el campamento eraimposible, así que, de fracasar en suplan, todos estarían muertos esa mismanoche. —¿Qué es lo que desean a cambio dela información? —les preguntóMcClausky directamente. —Sabemos que el Pentágono poseesatélites que pueden extender suvigilancia a cientos de kilómetros sobrelas posiciones enemigas —le dijo

Gutiérrez a McClausky—. Con sutecnología y capacidad táctica puedenaveriguar el momento justo del arribodel cargamento de droga. Le asistiremoscon información de inteligencia si nosda acceso a las imágenes del satélite ylogra intervenir las comunicaciones delenemigo, coronel. McClausky observaba a amboshombres con desconfianza. —Sólo mi personal tiene acceso a esetipo de información —respondióMcClausky—. ¿Cuál es la ventaja devigilar a este grupo? Acaban derevelarme que no poseen la capacidadpara detenerlos. —Cada cargamento de droga quelogran transportar enriquece su poder

militar y financiero. En esta ocasión setrata de un cargamento muy valioso,según nuestra información. Nuestroejército podría interceptar el envío siconoce su procedencia. Sus avionesvuelan a baja altura evadiendo losradares, pero no hay forma de queevadan a sus satélites. Con su ayudapodemos informar a nuestros superiorespara que intercepten el cargamento antesde que llegue a su destino final. McClausky comprendió de inmediato.Gutiérrez y Suárez trataban deaprovechar la situación para frustar losplanes del enemigo interceptando elavión en pleno vuelo y destruir sucargamento. De tener éxito podríanganarse un considerable ascenso dentro

de sus respectivas corporaciones. —Lo siento pero nuestra presencia eneste lugar no tiene nada que ver conoperaciones antidroga. No estoyautorizado para tomar ese tipo dedecisiones. Mis órdenes son solamentelas de defender nuestra posición.Necesito la información que me ofrecenpero tengo que pedir autorización antesde proporcionarles acceso a nuestratecnología. McClausky se alejó hacia el puesto devigilancia y pidió que establecierancomunicación con el Pentágono. Explicóla situación al general Thompson y ésteaccedió a cooperar con Gutiérrez. Éstos se dirigieron a sus vehículos.Recogieron un par de maletines y varias

cajas de archivo de la parte trasera.Después tomaron sus armas. Ordenarona los demás miembros que regresaran yambos se marcharon con McClausky. —Aquí tenemos copias de toda lainformación que hemos recabado sobrelas operaciones de este grupo, coronel,¿dónde podemos mostrársela? Todos subieron a los vehículos yMcClausky dirigió a sus nuevos aliadoshacia el centro de comando. Al llegar,Suárez y Gutiérrez no daban crédito a lasofisticación del equipo que estabanviendo. Observaron las imágenessatelitales de las dos posiciones delcampamento enemigo, desde esaperspectiva podían hasta contar elnúmero de efectivos con el que

contaban. Suárez se acercó a Gutiérrez ycomenzó a hablar en voz baja con él.Ambos se preguntaban por qué elejército de Estados Unidos habíainstalado un centro de operación militartan sofisticado en ese lugar y por qué senegaba a abandonarlo. —Hay que estar alertas a lo quesucede aquí —le dijo Suárez a Gutiérrez—. Es muy extraño que se nieguen aabandonar la jungla. McClausky y uno de sus hombresbajaron las cajas de archivo y laspusieron sobre una mesa. Empezaron asacar papeles, fotografías, planos dediferentes construcciones, decomisos dearmas y equipo electrónico. Todo estaba

en completo desorden. —Ésta es demasiada información —dijo McClausky—. No nos va a servirde nada con este desorden. —Lo siento, coronel —dijo Suárez—.Tuvimos que evacuar de emergencia elpuesto de vigilancia, guardamos todo loque pudimos. En ese momento Sarah Hayes y eldoctor Jensen entraron al centro decomando y miraron las caras de losnuevos personajes. Todos se veíansumamente estresados. —Estamos listos para la evacuación,coronel —dijo Sarah dirigiéndose aMcClausky—. ¿A dónde nos llevarán? —Doctora Hayes, doctor Jensen, no esel momento para presentaciones

formales pero él es el teniente Gutiérrezdel ejército mexicano y el comandanteSuárez de la policía federal, ambos nosasistirán con información para detener alenemigo. Tres vehículos se llevarán atodo su personal al pueblo o aldea máscercana. El campamento podría seratacado en unas horas. Daréinstrucciones a mis hombres para quelos trasladen de inmediato. Sarah Hayes percibía la enormepresión a la que el coronel estabasometido en esos momentos. Observó enlas pantallas el número de soldados delejército enemigo y comenzó a evaluar lasituación. —¿Es ése el ejército que va aenfrentar, coronel? —preguntó Sarah

apuntando en dirección a la pantalla. —Doctora Hayes, no tengo tiempopara esto. Reúna a su equipo y abandoneel campamento de inmediato. Es unaorden. —Son fuerzas muy superiores a lassuyas, coronel —intervino el doctorJensen—. ¿Cientos de hombres convehículos blindados contra treinta de sussoldados? ¿Ha perdido el juicio? —El Pentágono nos está enviandorefuerzos en este mismo momento —respondió McClausky—. En un par dehoras estarán aquí. Sarah y el doctor Jensen no se movíande su lugar. Observaron todas las cajascon información que estaban sobre lamesa cuando uno de los operadores de

telecomunicaciones se dirigió aMcClausky. —El general Thompson está en lalínea, señor. McClausky tomó el auricular yescuchó atentamente. Los helicópteros yel equipo que había solicitado seencontraban ya en camino. Llegarían enun cualquier momento. Luego detalló algeneral la información que los dosmexicanos habían traído consigo. —Estudie esa información, coronel —le ordenó Thompson—. Tenemos queacabar con el enemigo antes de que nosataque o destruirán la galería. Nopodemos permitirlo bajo ningunacircunstancia. Necesitamos esainformación sobre el radar que están

operando. —Lo siento, general. Son cientos dearchivos y todo mi personal se encuentraresguardando el perímetro de la galería.No tengo tiempo de analizar esainformación. —¡Utilice al personal científico,maldita sea! —le ordenó Thompson alescuchar su negativa—. Ordené alprofesor Mayer y a los demás científicosque le ayuden. Que averigüen de quémaldito tipo de radar se trata y dóndeestá ubicado. Los bombarderos estánlistos para acabar con su campamento.No puedo enviarlos sin conocer lascapacidades del radar enemigo. Y otracosa, coronel, deshágase de esos doshombres en cuanto hayan revelado la

información. McClausky colgó el auricular y lespidió al doctor Jensen y a Sarah que loacompañaran afuera del centro decomando para hablar en privado, ahí lesexplicó la situación. —El enemigo se prepara paraatacarnos en cuanto oscurezca. Podríanlanzar bombas para destruir elcampamento y nuestra posición sobre lagalería subterránea. Un escalofrío recorrió la espalda deSarah al escuchar al coronel. Se volvióhacia el doctor Jensen y ambos semiraron entre sí. Las bombas iban aacabar con la galería y con el sueño dela humanidad de obtener la energía delvacío. Ni siquiera habían tenido tiempo

de efectuar las pruebas sobre el cuarzo.La fascinante tecnología que escondía lapirámide se perdería para siempre si elcoronel no lograba detener a losagresores. Sarah y el doctor Jensentemblaban de nervios, pero Tuwé leshabía advertido que debían defender lapirámide a cualquier precio, así queSarah tragó saliva y preguntó: —¿Nos está pidiendo quepermanezcamos con usted en elcampamento sabiendo que este grupoplanea bombardearlo en un par dehoras? —Es necesario, doctora Hayes. Elprofesor Mayer y sus dos ingenierospermanecerán aquí. Nuestrosbombarderos pueden llegar hasta aquí

pronto y remediar la situación peronecesitamos conocer primero lascapacidades de operación del radar ytenemos menos de siete horas paralograrlo. Si no lo logramos, le prometoque evacuaré a su equipo antes delatardecer. —Cuente conmigo, coronel —respondió Sarah—. Iré a hablar con miequipo. El doctor Jensen decidió quedarse yfue a hablar con José y Elena Sánchez,Rafael estaba con ellos. En unos minutostodos se presentaron en el centro decomando y empezaron a dividir lainformación en grupos, con ayuda deSuárez y Gutiérrez. Sarah, Daniel y dosmiembros de su equipo llegaron

también, los demás habían decididodejar el campamento. En total eran trecepersonas las que estudiaban lainformación. Al cabo de treinta minutos,el profesor Mayer y el doctor Jensenclasificaban las fotografías de losdecomisos de equipo electrónico y lasescaneaban para que expertos delPentágono analizaran los componentes.Suárez trabajaba con ellos en la mesa ymiraba atentamente a Jensen, que lepreguntó para quién trabajaba este grupoy qué hacía en la selva. Luego de queSuárez les explicara brevemente, eldoctor Jensen le platicó que durante losaños que llevaba de practicar laantropología en México se había topadomuchas veces con grupos de guerrilleros

en el interior de las selvas. Casi todoseran simples bandidos que asaltaban atodo aquel que se internara en la selvasin protección. Suárez, que lo escuchabacon atención, de repente tomó un par defotografías para mostrárselas, eran fotosde una mujer mexicana herida. —¿Reconoce usted a esta mujer? —lepreguntó Suárez—. Su nombre esClaudia del Río. —No tengo idea de quién se trata —dijo él—. ¿Por qué me enseña estafotografía? —Discúlpeme, fue solamente unacorazonada. Nada importante. Estamujer sobrevivió a un comando delcártel que interceptó un vehículo quetransportaba droga. No sabemos por qué

fueron atacados por miembros de supropia organización. Ella fue la únicasobreviviente. —¿Qué tiene eso que ver conmigo? —preguntó el doctor Jensen mientrasseguía clasificando las fotografías. —Nada, por supuesto. Solamente queyo estuve presente durante lainvestigación y ella mencionó variasveces el apellido Jensen. Debe tratarsede una casualidad. La mujer se encuentrapresa en un hospital militar y sigue bajointerrogatorio. Sabemos que eracómplice de uno de los operadores delcártel, pero ella sostiene la versión deque se encontraba presa en una casa deseguridad junto con otras mujeres, unade ellas de origen norteamericano,

precisamente Jensen, María Jensen. El padre de Kiara casi se desmaya dela impresión cuando escuchó el nombrede su esposa. Comenzó a caminar haciaatrás sin poder respirar y el profesorMayer tuvo que tomarlo del brazo paraevitar que se desplomara. Elena Sánchez había estadoescuchando la conversación y se acercóa Suárez. —Esa mujer es su esposa, fuesecuestrada hace más de seis años ynunca pudieron encontrarla. El profesor Mayer depositó al doctorJensen en una silla. José fue a traerle unvaso con agua. Su semblante se habíapuesto pálido con la impresión yrespiraba con dificultad. Sarah, Daniel y

Rafael se acercaron. El comandanteSuárez vio a todos aproximarse y deinmediato se puso a la defensiva. —La mujer puede estar mintiendo —les dijo—. Es cómplice de un delitofederal que la llevará de por vida a lacárcel. Entiendan que ella diríacualquier cosa para salvarse, así que nose puede creer en su versión. —¿Dónde se encuentra ahora? —lepreguntó Elena Sánchez—. ¿Dóndemantienen presa a María? —La mujer nos dio indicaciones quecorresponden a una finca muy grande enel estado de Oaxaca. Pero tiene queestar mintiendo, la finca pertenece a unfamiliar de un ex gobernador del estado.Es un sujeto muy rico y poderoso.

—¿Investigaron ese lugar? —volvió apreguntar Elena—. ¿Revisaron si haymujeres presas ahí? —Por supuesto que no —contestófríamente el comandante Suárez. —¿Pero cómo es posible? —le gritóElena Sánchez—. ¡Tienen que ir ainvestigar! ¡Mi amiga lleva más de seisaños lejos de su familia! ¡Todospensamos que había muerto! El doctor Jensen escuchó a Elena ycomenzó a llorar mientras todostaladraban con la mirada a Suárez, quealzó las manos haciendo un ademán paraque todos se tranquilizaran. —Es imposible catear ese lugar.Compréndalo. No tenemos ninguna otraprueba que vincule al propietario con

las operaciones del cártel. Ningún juezaprobaría una orden de cateo contra unsujeto tan poderoso basado sólo en eltestimonio de una delincuente. Eso esimposible, ni siquiera consideramos esaposibilidad. Todo lo que hicimos fueobtener fotografías aéreas de la finca yno hay nada extraño ahí. —¡Maldito sistema de justicia! —exclamó José—. Por eso todos loscriminales andan sueltos matando gentea voluntad por todo el país. Mire lasituación en que estamos en estosmomentos. —Le exijo que nos deje hablar con esamujer que tienen detenida —le gritóElena Sánchez—. ¿En qué hospital seencuentra? Nosotros sabremos si está

mintiendo, pero si dice la verdad,entonces ella sabe perfectamente dóndese encuentra María. Suárez se puso a discutir con todo elgrupo. El doctor Jensen se habíalevantado y exigía el teléfono parallamar al hospital. El teniente Gutiérreztrataba de calmar los ánimos de todoslos presentes, sin conseguirlo, hasta queun grito resonó por toda la carpa. —¡Esos malditos mercenarios van aacabar con nosotros si no nosconcentramos en esta tarea! —intervinoMcClausky, y todos dejaron de discutir.Luego se dirigió al doctor Jensen y ledijo: —Lo siento mucho, doctor, pero ahoraes tiempo de concentrarnos en defender

el campamento. Estamos a sólo unashoras de ser atacados por una fuerzamuy superior. Si no encontramos laforma de neutralizar su radar, no vamosa vivir para contarlo. Le prometo que, sisalimos de ésta, yo mismo iré en buscade su esposa. Tiene mi palabra de queno escatimaré esfuerzos hastaencontrarla, y no pienso pedirle permisoa ningún juez para dar con ella. El doctor Jensen agradeció al coronelsu apoyo y todos se dieron a la tarea deseguir seleccionando la información. Enunas horas habían enviado más dedoscientas fotos y documentos alPentágono. De pronto, uno de losoperadores advirtió. —Coronel, tengo múltiples ecos en el

radar de onda larga. Ciento cincuenta ycinco millas en dirección nornoroeste.Rumbo: 9-2-0. Parece el eco de unanave Stealth. —Aumente la frecuencia del radar ypida al Pentágono que rastreé el origendel eco —ordenó McClausky. El operador ajustó la frecuencia en eltablero de instrumentos, luego tomó elteléfono y esperó en la línea. —Afirmativo, coronel, el radar los halocalizado. Dos naves se aproximanvolando a nuestra posición. Todos voltearon nerviosamente a ver aMcClausky cuando otro de losoperadores habló. —El Pentágono está en la línea,coronel.

McClausky tomó el auricular yescuchó con atención. Luego se dirigió atodos. —¡Son nuestros refuerzos! —exclamó—. Llegarán en diez minutos. Todos seguían gritando emocionadoscuando uno de los operadores volvió ahablar. —Coronel, el radar identifica a loscontactos. Son dos cazas Stealth RaptorF22 de velocidad supersónica, nopueden ser nuestros refuerzos. McClausky le pidió al operador quesiguiera atento al radar. La atmósfera del lugar empezó aponerse tensa, se miraban confundidosunos a otros. —Coronel, tengo dos contactos más en

el radar. Treinta millas en direcciónnoreste, justo hacia a los F22 —gritó eloperador observando la pantalla. Depronto volvió a gritar—. Otros doscontactos en el radar, señor. Rumbo: 3-1-7. Distancia: 26 millas dirección nortehacia el nornoreste. —¿El radar identifica los contactos?—preguntó McClausky. —Un momento, señor —pidió eloperador—. Contacto identificado,señor. Cuatro misiles antiaéreos encurso de intercepción. El coronel informó al Pentágono deinmediato. —Los F22 cambian de curso, señor,rumbo: 1-8-5. Ganan altura y aumentansu velocidad. Los misiles se dirigen

hacia ellos. Todos escuchaban nerviosos aloperador de radar. Daniel y Sarah seacercaron para mirar la pantallamientras el otro operador advertía: —Coronel, el Pentágono estátransmitiendo. Tenemos imagen enpantalla. Todo el grupo volteó en ese momentoa ver la pantalla digital, solamente sedistinguía la estela de humo que los doscazas iban dejando tras de sí. —Señor, los F22 aceleran a velocidadsupersónica. Todos se concentraron en una de laspantallas donde dos misiles perseguían alos dos cazas, que iban acelerando.Transcurrieron más de dos minutos de

intensa persecución. —Coronel, los misiles antiaéreospierden velocidad y altura —exclamó eloperador—. Los dos cazas se alejan. —¿Dónde están los otros dos misiles?—preguntó McClausky. —Siguen activos, coronel. Pero loscazas se encuentran ahora demasiadolejos de ellos —dijo el operador—.Ningún misil intercepta el objetivo. —Siga atento al radar —le ordenó aloperador. Todos vieron cómo los cazasse alejaban, y Sarah le dijo a Daniel. —Pensé que eran nuestros refuerzos,pero ¿dónde pensaban aterrizar? ¿Quéestá sucediendo? Sarah volteó a ver al coronelMcClausky, que seguía en la línea con el

Pentágono, asentía con la cabeza y semostraba optimista. —¿Por qué demonios parecetranquilo? —le preguntó Daniel a Sarah.Ésta se encogió de hombros moviendo lacabeza. De pronto la pantalla digital enfocóotra imagen, esta vez directo sobre laselva. Siete helicópteros avanzaban abaja altura, casi rozando las copas delos árboles. El coronel colgó el auricular y seconcentró en la pantalla. Luego lesexplicó a todos que los cazas habíansido un señuelo para cubrir la entrada delos helicópteros y probar la capacidadde los misiles enemigos. Los refuerzosllegarían en quince minutos. La mala

noticia era que habían comprobado queel radar enemigo contaba con capacidadStealth. Los bombarderos no podíanaproximarse al campamento.

Capítulo 30

La extraña atmósfera que reinabadentro de la singular cámara de lapirámide ponía sumamente nerviosos alos cuatro aprendices. El maestro Zingdio unos pasos hacia delante y se parójusto enfrente de la pared que mostrabaunas delgadas hendiduras que ibandesde el suelo hasta el techo. Anya supode inmediato que era una puerta ocultaque conducía al interior de la pirámide.

El maestro Zing pronunció entonces unaspalabras en el lenguaje sagrado y lapared empezó a hundirse lentamente enel suelo sin emitir el menor de losruidos. Una luz mucho más brillanteiluminó la galería principal y losconcejales fueron entrando uno a uno. Laconcejal Anthea permaneció junto a lapuerta esperando a los aprendices, éstostitubeaban y esperaban a que el primerode ellos se animara a entrar. Todosrecordaban las advertencias que leshabían hecho los concejales acerca deesos edificios. —¿Qué están esperando? —lespreguntó la concejal—. Entren ya. Oren dio un paso al frente y fue elprimero en introducirse, seguido por

Dandu, Dina y la última en entrar fueAnya, que al atravesar la gruesa puertade piedra de más de un metro de espesorempezó a mirar al interior de la cámara.Unos extraños rayos de luz provenientesde las cuatro direcciones formabanhaces que convergían en un solo punto alcentro de la cámara. El maestro Zingpronunció otras palabras y los hacesdesaparecieron mientras el suelo de lacámara se iluminaba para revelar unintrincado relieve consistente en trececírculos concéntricos que surgían desdeel centro del recinto. Dina se acercó a élpara mirar el suelo detenidamente. Elcírculo mayor contenía dos series deveinte signos que ella identificó deinmediato como los veinte senderos de

encarnación. Mientras que los círculosinteriores simulaban una extraña formaespiral de giro, donde series de trecenúmeros se intercalaban para formar undiseño fascinante.

Anya observaba todo con atenciónmientras un extraño sentimiento deausencia se apoderaba de ella.

Comenzaba a tener la sensación de quesu conciencia se apartaba de su cuerpopara percibir otro tipo de realidad. Lasensación le recordaba los momentos enque se acostaba en las noches yempezaba a sentir la transición hacia unsueño profundo, como si de repentedejara de sentir por medio de su cuerpofísico y apareciera una realidad distinta.Trató de poner más atención a lo queestaba sucediendo a su alrededor y sedio cuenta de que se encontraba en elcentro de la cámara mirando hacia eltecho del edificio que se uníaverticalmente en forma de V. Unsentimiento extraño la hizo reflexionar,no recordaba en qué momento habíacaminado desde la entrada hacia el

centro de la cámara, además habíaperdido de vista a sus compañeros y alos concejales también. La luzresplandeciente que emanaba del piso lenublaba la vista de forma que no podíadistinguir gran cosa a unos pocos metrosde distancia. Entonces empezó a caminaren dirección a la puerta de entrada y depronto un sentimiento de ansiedad seapoderó de ella. La forma en quepercibía en ese lugar la estaba haciendocaminar hacia el centro de la cámarainterior cuando lo que ella quería eravolver a la puerta. ¿Cómo era esoposible? ¿Cómo podía caminar hacia elcentro de la cámara si su cuerpo ya seencontraba ahí? Su ansiedad creció algrado de comenzar a caminar

compulsivamente hacia adelante paraaveriguar lo que sucedía. De pronto, unafigura emergió de la luz, y ella siguióaproximándose con curiosidad paraidentificar a la persona que seaproximaba a ella. Caminó unos pasosmás y la persona apareció justo enfrente.Un grito de terror invadió la cámara y sueco resonó al punto que produjo unruido ensordecedor que lastimó susoídos. La persona que se estabaaproximando era ella misma y laimpresión de verse de esa forma lahabía aterrado. No entendía lo quesucedía y se tiró al suelo gateando endirección contraria de donde habíavenido. Los pies de una figura conocidaaparecieron delante de ella seguidos de

los de otras tres personas. —El maestro Zing les pidió queguardaran la calma, Anya —le dijo laconcejal Anthea—. Es natural quesientas miedo, pero no es necesario quegrites, casi nos dejas sordos a todos contu alarido. Los demás concejales rieron en vozbaja al escuchar a Anthea. —Levántate, ya fue suficiente —continuó la concejal—. Te diremos quéhacer para que ajustes tu percepción aeste plano. Anya se levantó apoyándose en laspiernas de la concejal como si se tratarade una niña miedosa, ésta le tendió lamano y le ayudó a incorporarse. Sucorazón latía a mil por hora y aún tenía

la extraña sensación de que la concejal yella se encontraban en dos sitios almismo tiempo. —La pirámide ha abierto una aperturaen la matriz del campo supremo —leexplicó la concejal—. Hemosatravesado hacia un plano paralelo derealidad donde la totalidad de tuconciencia es percibida al mismotiempo. Para evitar percibir doblementetienes que poner tu cuerpo físico adescansar como lo hemos hechonosotros. Mira hacia allá. Anya volteó llena de incertidumbre ypudo percibir las figuras de los tresconcejales sentados en unas enormessillas de piedra que habían surgidosilenciosamente a través del piso.

—Te voy a llevar hasta allá —le dijola concejal—. Por favor no opongasresistencia. Anya volteó hacia el otro lado de lacámara y vio que sus compañeros ya seestaban acomodando en las enormessillas. Dejó que la concejal laacomodara en una de ellas y luegoescuchó con atención. —Cierra los ojos y respira hondo paraque tu cuerpo pueda relajarse. Anya hizo lo indicado y comenzó arespirar profundamente. La impresiónque había tenido de verse a sí mismacaminando en dirección contraria lahabía asustado. Después de ver a losconcejales riendo empezaba a pensarque la habían dejado sola a propósito

para asustarla. Su cuerpo comenzó arelajarse, la meditación era unadisciplina que había practicado pormucho tiempo, incluso había llegado adirigir las sesiones de los aprendicesmás jóvenes. En unos momentos seencontraba en total estado de relajacióny su corazón latía ahora de maneranormal. La voz de la concejal Antheainterrumpió su ensueño. —Ahora simplemente utiliza tu intentopara dejarte llevar hacia el centro de lacámara. Anya intentó hacerlo y de pronto seencontraba parada junto a los concejalesy sus compañeros en el centro de lacámara. Un movimiento reflejo la hizovoltear hacia la pared para buscarse a sí

misma. La brillante luz del suelo lenublaba la visión y a lo lejos apenaspodía percibir unas figuras sentadas enlas sillas de piedra. —Concéntrate en lo que vamos ahacer, Anya —le pidió el maestro Zing,que se encontraba enfrente de ella yvigilaba cada uno de sus movimientos.Ella volteó a verlo y escuchó—.Mantengan su atención fija en nuestraconciencia y por ningún motivo seseparen. Vamos a crear una apertura enel espacio-tiempo y nos trasladaremosmás allá de esta realidad para observarel futuro. Observen con atención y nopierdan ningún detalle de lo queveremos. Entonces, Zing pronunció unas

palabras que sonaron como un canto y laluz proveniente del suelo de la pirámidecomenzó a girar, incesante, con unafuerza vertiginosa formando un vórticede luz. Anya sintió cómo el vórtice lasuccionaba hacia abajo, como si hubierasido atrapada por un intenso torbellinoque la movía a su antojo, mientras unasensación de vértigo descomponía suestómago. En un instante dejó depercibir la cámara de la galería paraadentrarse en un remolino de lucesfulgurantes que culminó en un vacíooscuro. Su conciencia sintió un momentode confusión y emergió en el mismolugar de la cámara donde había iniciado.Todos se encontraban junto a ella perola luz había disminuido notablemente.

En el piso apenas podía distinguirse untenue resplandor azulado, al igual que enlas paredes. Anya miró a su alrededor,las sillas de piedra habíandesaparecido. El maestro pronunció unas palabras yla luz del suelo se apagó para dar paso ala aparición de otros cuatro haces queconvergían en el centro del círculo queformaban. Luego les pidió a todos queconcentraran su atención directamente enese punto, pronunció una palabra y Anyasintió cómo la totalidad de su concienciaera transportada en una fracción desegundo al interior de esa luz. Enseguidasintió que empezaba a ascender a granvelocidad y en unos segundos estabacontemplando un cielo azul despejado

sobre la espesura de la selva, tal comohiciera al llegar al sitio junto al mar. Depronto, algo la hizo reaccionar, observóla selva hacia abajo y notó la presenciade unas figuras humanas moviéndosealrededor de la entrada a la pirámide.Una voz proveniente de su interior le dioindicaciones de dejarse llevar yobservar con cuidado. Era la concejalAnthea, cuya conciencia se encontrabapresente de una forma que Anya nopodía asimilar aún. Siguió susindicaciones y su perspectiva se dirigióhacia aquellos hombres. Todos seencontraban vistiendo una especie deuniforme de tela camuflada con coloresde la selva. Llevaban colgando a susespaldas unos extraños artefactos de

metal negro de un diseño muy extraño yAnya se preguntó para qué les servirían.Parecía un grupo militar compuesto dehombres de diferentes razas. Todos seencontraban muy inquietos y mirabanhacia todos lados tomando sus extrañosartefactos de metal en las manos. Anyase preguntó si habían logrado percibirlamientras su conciencia observaba decerca sus movimientos. Siguiócontemplando los alrededores y mirócon sorpresa que la entrada a lapirámide había desaparecido, en sulugar se encontraba sólo un montón deenormes rocas apiladas que habían sidomovidas para dar acceso hacia laescalera subterránea. Su perspectiva se fue elevando de

nuevo para viajar rápidamente hacia elnorte y descubrir un complejo deextrañas construcciones de formasemicircular y color oscuro. El lugaraparecía seriamente dañado, conmanchas de quemaduras de fuego ygrandes hoyos en algunos lugares delsuelo. Líneas negras de un materialextraño corrían por el suelo, a manerade serpientes, dirigiéndose hacia tresenormes cajas cuadradas que producíanun sonido constante y emanaban gases deun olor pestilente. La visión de Anya seintrodujo a una de las construccionesdañadas y pudo ver adentro variasmesas cubiertas con unos monitorescuadrados donde aparecían imágenes.Solamente dos personas se encontraban

ahí dentro, una mujer de pelo oscuro yojos claros que vestía ropa corta y teníauna mirada muy profunda. Leía unosextraños símbolos dibujados en papelblanco a un hombre que se encontrabasentado y que portaba un armazón demetal con vidrio frente a sus ojos;ambos eran de piel blanca. Anya losmiró y la mujer de pronto comenzó amirar a su alrededor extrañada, como siestuviera buscando algo. Su movimientollamó la atención de Anya y se acercópara mirarla con cuidado; se colocójusto frente a su rostro y percibió suagitación y nerviosismo. La escudriñópara entender qué le sucedía pero sintióel movimiento de conciencia de losconcejales y la imagen comenzó a

desvanecerse. Se alejó de ese sitio para mirar haciaotro lado del campamento. Lo atravesó yen un lugar cercano pudo apreciar unosvehículos negros muy extraños. Una deestas naves se estaba moviendopropulsada por el giro de las enormesaspas. Anya pudo apreciar cómo el vehículoempezaba a elevarse para remontar elvuelo. Entre más observaba la forma enque los seres humanos habitaban en esetiempo, más extraña se sentía. Superspectiva de visión se elevó de nuevodejando atrás el campamento y viajóhacia el sur, donde encontró grupos dehombres operando esos extrañosvehículos y moviéndose de un lado a

otro. De pronto, la atrajo un lugar de lajungla, se encontraba prendido con fuegoy emanaba grandes columnas de humoblanco. Su visión fue aproximándose allugar y miró horrorizada algunoscadáveres tirados a lo largo de la selva,en un sitio que parecía haber sido uncampo de batalla. Su visión se fue elevando hacia eldespejado cielo y aceleró para mirar alo lejos uno de los grandes centrosurbanos en donde vivían las personas deese tiempo que estaba observando. Dosgrandes volcanes cubiertos de nievevigilaban majestuosamente el gran vallede donde surgía la ciudad más grande eimpresionante que pudiera imaginarse.Su extensión se perdía en el horizonte y

hacia donde quiera que miraba todo loque lograba percibir eran viviendas ycalles. Una densa nube de humo de colorrojizo en el cielo la cubría porcompleto. Anya calculó que una ciudadde esa magnitud estaría habitada pordecenas de millones de personas,aunque la cantidad de gente ahí reunidaera algo simplemente inconcebible parasu tiempo. Millones de vehículos semovían incesantemente a lo largo de susmiles de avenidas. Era escalofriante vercomo la mancha urbana devorabavorazmente el paisaje natural alterandoel equilibrio para todos los seres vivos. Anya pensó en los recuerdos de Kiaraa los que había tenido acceso. Lasimágenes que veía correspondían de

manera perfecta con el mundo en queella vivía. Su visión siguió recorriendola enorme ciudad para luego elevarse denuevo hacia el firmamento y ganaraltura. La ciudad fueempequeñeciéndose al tiempo que superspectiva se elevaba hasta ver laforma del continente y el azul del océanoque rodeaba toda la capa de tierra. Superspectiva empezó a moverse hacia eleste a través del inmenso océano hastallegar a la otra capa de tierra queempezaba a surgir en el horizonte.Entonces Anya tuvo una sensación deansiedad alrededor suyo, se preguntóqué estaba sucediendo. La concejalAnthea le transmitió la respuesta: elcontinente de Atlantis había

desaparecido. El agua del océano lohabía cubierto por completo. Su desazónfue mucha al darse cuenta de que en elfuturo distante todo lo que ella amaba yhabía conocido como su hogardesaparecería sin remedio. Entonces suvisión se extendió a lo largo de todo elplaneta para luego internarse fuera delmundo hacia el oscuro vacío delespacio. En ese momento, un vórticecomenzó a succionar su conciencia devuelta al lugar donde había empezado suviaje y en unos instantes se encontrabade regreso en la cámara interior de lapirámide junto a sus compañeros y a losconcejales. Anthea le indicó que transfiriera suconciencia de nuevo a su cuerpo físico.

Todos iban a salir de la cámara. Anya seconcentró en sentir de nuevo su cuerpo yde pronto abrió los ojos. Estaba sentadaen la silla pero al mismo tiempopercibía que se encontraba aún en elcentro de la cámara. La concejal la tomódel brazo y la condujo hasta la galeríaprincipal, donde la percepción doble sedesvaneció de inmediato y Anya volvióa ser ella misma. Los concejales les pidieron que lossiguieran de regreso hacia el transportey todo el grupo se internó de nuevo en laselva. Anya miraba el entorno y sesentía transportada a otro reino deconciencia, ya no podía distinguir entrela realidad de todos los días y lo quehabía visto durante su viaje. Su mente se

encontraba confundida al grado de queno podía pensar racionalmente, entoncesle explicó a Dina lo que le sucedía. —Sigue caminando y deja que tuconciencia se habitúe a esta realidadpoco a poco —le respondió Dina—, enunas horas te sentirás mejor. Anya fue hasta al transporte. Loscuatro concejales se acercaron al mar ycomenzaron a recitar palabras enlenguaje sagrado que nadie podíaentender. Anya se aproximó a Oren y lepreguntó qué era lo que hacían. —Yo mismo no lo entiendo totalmente,pero haré lo posible por aclararte lo quesé —luego se aclaró la garganta ycontinuó—. La conciencia de nuestromundo está integrada por la suma de

todos los seres que viven y evolucionandentro de él. Los concejales hanpercibido los grandes cambios que seaproximan y hablan con la concienciacolectiva del mar para conocer loslugares que serán afectados por esecambio. Anya escuchaba en silencio, admiradade que se comunicaran con el espíritudel océano, mientras Oren proseguía consu explicación. —La conciencia de todos los seresvivos se encuentra entrelazada ennuestro mundo, lo que afecta a unosrepercute en los otros. Los concejalesestán compartiendo información con unainteligencia superior a la vez que pidenconsejo. El espíritu del océano ha

existido por millones de años y conocelos cambios posibles cuando la órbitaoscura envuelva de nuevo a nuestromundo. No existe una fuente másconfiable de experiencia e información. Anya le dio las gracias por laexplicación y fue con Dina, quien le dijoque el camino del conocimiento eralargo y todo aquello que creían conocerera una pobre ilusión de los sentidos. —Lo he estado percibiendo desde elepisodio que tuve cercano a mi muerte—le aclaró—. Como te expliqué, paraustedes fueron unos cuantos días los quetranscurrieron, pero para mí fue toda unaeternidad. Luego mi conciencia senegaba a percibir el mundo de unamanera tan simple como lo hacemos

todos los días. Eso es algo que tú solairás aprendiendo a lo largo del tiempo,no hay forma de que lo comprendas porcompleto ahora. Los concejales se aproximaron desdeel mar y les dieron indicaciones a todosde que subieran al transporte. Anya leechó un último vistazo al maravillosolugar en que se encontraban y deseóvolver algún día bajo otrascircunstancias, cuando pudieradescansar y apreciar toda su belleza concalma. Subió al transporte siguiendo aDina y todos fueron a sentarse en la salaque ocupaba el Gran Concejo. El maestro Zing tomó la palabra: —El viaje que acaban de realizar haesclarecido algunas de nuestras dudas

acerca del futuro de la humanidad. ElGran Concejo había apreciado el tiempode la llegada del amanecer estelar, perohoy nos hemos dado cuenta de quenuestra influencia sobre ese futuropotencial ha causado una perturbaciónen él. Las personas que se encontrabanluchando por el control de la pirámideen la selva no deberían estar ahí, sinembargo, lo están, lo que significa queel futuro potencial ha estado fluctuando. —¿Qué significa eso para nosotros?—preguntó Oren. —Significa que la Orden de los Doceha extendido su dominio a través deltiempo y que busca destruir la esperanzade la humanidad de ese tiempo pararetomar el camino del conocimiento.

—Pensé que el dominio de la Ordende los Doce declinaría con la llegadadel amanecer estelar —exclamó Oren—.¿Significa esto que seguirán dominandoel planeta incluso después? —Eso dependerá de nuestras accionesen este tiempo, lo acabamos de percibirdurante este viaje. Anya escuchaba la conversación y noentendía la paradoja del futuro afectado. —No tengas miedo de dirigirte alGran Concejo, Anya —le dijo Anthea alpercibir su ansiedad—. ¿Qué es lo quete inquieta tanto? —Prefiero no decir nada y seguirescuchando —respondió ella. —Todos nosotros luchamos a lo largode nuestras vidas para comprender la

realidad que nos rige. Ninguno denosotros nació comprendiendo lo quenos rodea. No tengas miedo depreguntar, pues ésa es la única formaque tienes de aclarar tus dudas y seguiradelante con tu aprendizaje. —Lo que no comprendo es por qué noaveriguamos lo que sucederásimplemente viajando a la épocasiguiente a la llegada del amanecerestelar, en un futuro todavía másdistante, y así aclaramos esta dudaacerca del dominio de la Orden de losDoce. —Lo que dices suena muy lógicodesde la perspectiva de alguien queignora las complejas leyes de laconciencia y el campo supremo, Anya.

Desafortunadamente no es posible lograrlo que sugieres. —No lo comprendo —respondió Anya—, creí que la pirámide tenía el poderpara mostrarnos cualquier momento enel espacio-tiempo continuo de nuestromundo. —No es así —respondió el maestroZing—. En el universo físico existenmecanismos que restringen que el futuropueda ser manipulado a voluntad. Estolo comprobó el Gran Concejo despuésde la creación de la tecnología quepermite el viaje a través del espacio-tiempo. El momento que observaste hoyes el último que se ha creado a partir delas acciones que hemos venidoejecutando hasta el día de hoy. Para una

conciencia involucrada en lamodificación del futuro potencial esimposible ver más allá de ese momento. —El Gran Concejo le llama laparadoja temporal de conciencia —intervino de nuevo Anthea—. Ésta esuna forma que tiene el universo paraentrelazar el espacio-tiempo de dosmomentos paralelos que se afectanmutuamente, de modo que quedanligados, son intrínsecos hasta quealcancen el equilibrio. Durante laparadoja, ambos momentos en el tiempocontinúan intercambiando energía hastaalcanzar el equilibrio y establecer elrumbo de la nueva línea temporal quepermitirá el desenlace de ese futuropotencial.

Anya miró a la concejal Anthea concara de asombro y se arrepintió de haberformulado la pregunta. Ahoracomprendía aún menos que cuando habíapreguntado. Los concejales veían sureacción y esperaban a que comentaraalgo. —Sinceramente no lo comprendo —dijo ella—, es demasiado complejo. —Yo tampoco lo comprendo —dijoDandu solidarizándose. Anya lo mirósorprendida—. ¿No existe una formamás simple de explicarlo? El maestro Zing siguió adelante: —La paradoja temporal de concienciasignifica que el futuro potencial estáligado a nuestro presente y depende deél. Son dos sucesos en el tiempo

entrelazados creando un puente deinterferencia. Esto quiere decir quecualquier conciencia ubicada en nuestrotiempo no podrá percibir la siguientelínea de tiempo hasta que consume loshechos que están afectando ese futuropotencial, ésa es la forma más simple decomprenderlo. Pero también debensaber que las fuerzas involucradas en lacreación de una paradoja de este tiposon de un orden muy superior,incomprensibles para el ser humano. —¿Qué quiere decir con eso, maestro? —Solamente una conciencia de unorden muy superior puede crear unaparadoja temporal. Esto significa quelas fuerzas que se han desatado a travésde la creación de las pirámides no sólo

afectan a la raza humana. Esto hacausado que fuerzas superiores anosotros estén interviniendo en nuestrotiempo, ése fue uno de los riesgos quetomamos al desarrollar la tecnologíasecreta. Ahora nuestro destino estásiendo afectado por los designios de unorden de conciencia más elevado. —¿De quiénes se trata? —preguntóAnya, que comenzaba a sentir unaintranquilidad enorme al pensar que sufuturo estaba ahora en manos de fuerzasincomprensibles. —No lo sabemos aún —respondió elmaestro Zing—. Es algo que debemosaveriguar.

Capítulo 31

La noche había caído sobre lainmensidad del océano y la esperanza deser rescatados menguaba a medida quelas reservas de agua del botedisminuían. El camarote se encontraballeno y Kiara trataba inútilmente dedescansar mientras se aferraba a la ideade que Shawn se encontrara aún convida. Subió a la cubierta y se encontró aBrian tendido en el piso, se había

quedado dormido junto a la radioencendida. Luego se dirigió hasta lasegunda cubierta y miró hacia lavastedad del oscuro mar con laesperanza de ver alguna embarcaciónque los rescatara. Volteó a ver elfirmamento, se había despejado deltodo. Millones de estrellasresplandecían y la Vía Láctea, con todasu majestuosidad, surcaba la bóvedaceleste de este a oeste. La luna lucía sumedia cara y se alzaba imponente a tansolo unos grados por encima del oscurohorizonte. Mirando ese hermoso cielotapizado de estrellas, Kiara recordó eltiempo que había pasado en la jungla ylo mágico que era el universo cuando seencontraba alejada de las ciudades. Un

par de lágrimas recorrieron sus mejillasal recordar esos felices momentos y depensar en lo gustosa que hubiera estadode mostrarle a Shawn ese mundo mágicodel que él se burlaba. Alzó sus manos alcielo y pidió al gran espíritu del océanoque lo salvara donde quiera que seencontrara. No podía soportar la idea deperderlo de esa manera y pidió de nuevoal mar, desde lo más profundo de sucorazón, que lo mantuviera con vida. Un sentimiento de tranquilidad empezóa inundar su cuerpo a medida que Kiarase rendía a la voluntad de los espíritussuperiores que gobernaban los destinosde los hombres. Prometió que lucharíahasta su último aliento para encontrar aShawn y luego se acostó sobre la

cubierta. El cansancio físico y ladeshidratación comenzaron a vencerlamientras se entregaba de lleno a lacontemplación de ese magníficoespectáculo. Las horas pasaron bajo lagrandiosa cúpula estrellada y de prontose sintió viajando a través de ella haciael espacio infinito. Todas sussensaciones físicas cesaron al tiempoque su conciencia se percataba de que seencontraba lejos del mundo de todos losdías, en dirección hacia lo desconocido. De pronto la oscuridad por la que semovía se fue aclarando para depositarlaen un sitio familiar para ella, en la playaque había visitado con José, el ayudantede su padre y esposo de Leticia, cercadel campamento de investigación. El

agua cristalina del mar bañaba la arenay una refrescante brisa movíagrácilmente su cabello. Podía vertambién aquellas grandes rocas dondehabía divisado por primera vez alanciano brujo. Caminó por la playa aunos pasos del agua y vio la luz del solproduciendo múltiples destellos. Seacercó un poco más al agua, pues unreflejo le pareció particularmentellamativo, estaba viendo la imagen delas nubes que surcaban el firmamento. Kiara se volvió hacia ellas y leshabló. —¿Por qué mi conciencia me trajo devuelta a este lugar? —les preguntó—. Séque pueden escucharme, siento supresencia como en las otras ocasiones

en que he hablado con ustedes. La voz de las nubes se escuchórespondiendo a su pregunta. —Has atravesado de nuevo el portalque separa los dos mundos que abarcanla totalidad de tu conciencia. Aquí, eneste preciso lugar, es donde inició lamarcha de encuentro con tu destino yaquí será donde concluirá. Mejorpregúntate a ti misma por qué vinisteaquí, sólo de ese modo podrás recordar. —¿Por qué nunca puedo comprenderlo que me dices? —se quejó Kiara—.Yo no estoy en la búsqueda de ningúndestino y lo único que recuerdo es todoel sufrimiento por el que estoyatravesando. Kiara sintió la poderosa fuerza de las

nubes concentrarse sobre su persona. —Tu conciencia te trajo hasta aquí poruna razón que forma parte de tu destino.Pero mientras tu atención siga fija en elmundo físico, no podrás comprender tuverdadero propósito de existir. Kiara aceptó que cada vez querealizaba un viaje de ese tipo se sentíaconfundida y no se detenía a analizar porqué su conciencia la transportaba atodos esos lugares. Su mente siempreestaba atenta a lo que sucedía en elmundo de todos los días y su actuarestaba determinado por esasexperiencias. Al realizar sus viajes aesas realidades paralelas, la intensidadde lo que percibía bloqueaba porcompleto su razonamiento lógico. Lo

incomprensible de ese nuevo mundo alque viajaba la exasperaba al grado deque su mente no podía analizar por quéle estaba sucediendo. Unas vecesaparecía en el mundo intermedio y otrasen lugares cercanos a la galeríasubterránea, entonces les preguntó a lasnubes si ellas podían revelarle elsignificado de todo eso. —A cada uno de nosotros nos esencomendada una misión como seresconscientes —le explicó la voz—. Túeres una mensajera del tiempo cuyamisión es de suprema importancia parael bienestar de todos los seres humanosque luchan por escapar del sufrimientoal que están siendo sometidos. —Pero, entonces, ¿cuál es mi misión?

¿Por qué estoy aquí ahora? Eso es lo queno entiendo. —Te corresponde a ti encontrar larespuesta a esa pregunta —le contestó lavoz—. Como ya te has dado cuenta, tumisión está atada a seres de otro tiempoque has conocido a través de tus sueños.Por eso has llegado a todos estoslugares. Tu conciencia lo sabe y estáesperando a que aceptes laresponsabilidad que te fueencomendada. Kiara reflexionó sobre lo que acababade escuchar y se detuvo un momento apensar. —¿Eso quiere decir que también eraparte de mi destino encontrarme contigoen este mundo?

—Así es —le respondió la voz—. Tuintento te trajo aquí y ese mismo intentofue lo que hizo que te comunicarasconmigo. Ahora empiezas a comprenderlas leyes de este reino. Kiara meditó un momento sobre larevelación que acababa de escuchar. —Entonces si no puedes decirmequién soy yo, dime por lo menos quiéneres tú, así podré empezar a comprenderla razón de estar aquí. Las nubes comenzaron a moversedando lugar a una serie de formasindescriptibles que le transmitían todotipo de sensaciones de estar viva. Loextraño para ella era que estas formasrepresentaban la diversidad de millonesde seres vivos que ella podía percibir

gracias al vínculo que su concienciaformaba con ese extraño ser con el queconversaba. El movimiento de las nubescontinuó, y luego ella escuchó de nuevoaquella profunda voz vibrando en todosu ser consciente. —Soy la forma colectiva deconciencia que reúne a todas lasespecies que conoces en tu mundo —lerespondió la voz—. Tú formas parte demí al igual que todos los demás seres.Yo soy la matriz que da forma al mundoque tú habitas todos los días. Nuestraconciencia está entrelazada de una formaincomprensible para ti porque yo soy lafuente que alberga y sustenta la vidapara cientos de millones de seresconscientes, y que los transporta a través

del tiempo infinito hacia su propiaevolución. El ser energético de Kiara seestremeció al escuchar la insondablevoz. Había comprendido perfectamentelo que le decía, su intento se lo habíatransmitido a través de la comunicaciónque habían establecido, y se sintióintimidada por estar en la presencia deun ser de esa magnitud. Estaba hablandocon la conciencia viva del planeta y enel fondo entendía que éste constituía loque ella consideraba la totalidad delmundo físico. Comprendió entonces elporqué de la extraña conexión que sentíacon todo lo que la rodeaba. Laconciencia del planeta se lo habíarevelado, todos los seres vivos estaban

interconectados, y ella era parte de esaconciencia suprema que albergaba amillones de seres vivos. La voz habló de nuevo, interrumpiendosu reflexión. —Tú formas parte de mí al igual quetodos los seres conscientes. Juntos nosmovemos a través del tiempo paraexperimentar la luz creativa del Kin enla búsqueda de nuestra propiaevolución. Parte de nuestra concienciasigue atada a la materia densa y nuestropropósito es el de alcanzar un nuevoestado superior que nos lleve a habitarenteramente los reinos superiores. Loque te afecta a ti me afecta a mí tambiény lo que me afecta a mí te afecta a ti deigual manera. Somos un organismo

simbiótico. Dependemos el uno del otroal igual que todos los seres que habitancontigo. Tu especie ha tomado el caminode dañarse a sí misma y a todos nosotrosporque está cegada por su propiaoscuridad. De esa forma no podrá seguirexistiendo en el gran esquema de lacreación. Tu especie, que forma parte demí, está siendo condenada por susacciones a sufrir un destino terrible. Kiara sintió todo el peso de lasacciones de los seres humanos en supropia conciencia. El odio, la violencia,la devastación del medio ambiente y lacruel indiferencia ante todo esto. —Pero si los seres humanos hanescogido ese camino, ¿por qué hablasconmigo? ¿Qué puedo hacer yo para

cambiar la idea de millones de seres quesólo piensan en enriquecerse a costa delo que sea y depredar todo lo queencuentran a su paso? —Tu espíritu aceptó la misión deformar un puente entre aquellos quetratan de corregir el rumbo de lahumanidad y aquellos que estánsufriendo ahora. Tú llevas el mensaje aambos sobre el futuro que la humanidadha estado forjando con sus acciones. Elpasado y el presente se unen ahora através de ti para corregir el rumbo de lahumanidad. Acepta el reto de llevar estemensaje a los seres humanos o aceptalas consecuencias de todo el daño quehan causado. —Estoy consciente de lo que sucede

—respondió Kiara reflexionando—,pero también sé lo insignificante que soyentre miles de millones de personas, lamayoría de ellas no comparten mi sentir,pues el mundo que han creado es todo loque conocen. Podría llevarles estemensaje, pero quién creería que logrécomunicarme contigo, se burlarían de mícomo se han burlado de miles depersonas que tratan de hacer entrar enrazón a los demás. Honestamente nocreo que pueda lograr nada. —Los grandes cambios que seaproximan harán que los seres humanosempiecen a comprender su función comoparte del gran esquema de evolución;aquellos que no se adapten no podránseguir existiendo en este tiempo. Para

encontrar tu camino tendrás queatravesar por la oscura senda delsufrimiento en el mundo que ellos hancreado, sólo de esa forma comprenderásel equivocado proceder de tu especie.Llegará el momento en que ellos esténdispuestos a escuchar, pero antes de esotienes una misión que cumplir. Tuconciencia te guiará hacia el sitioindicado pero el resultado dependerá detus acciones. Recuerda bien lo que hedicho. —Así lo haré —respondió Kiaramientras veía que las nubes se alejabanpara proseguir su camino movidas por elviento. Miró el entorno de nuevo yrecordó que ése era el lugar donde todohabía iniciado. La respuesta a sus

preguntas sobre el propósito de sumisión se encontraban ahí, entoncestenía que volver a la galería subterráneay comprender la forma en que aquellosseres de la antigüedad habían logradovivir en paz y armonía con su entorno. Luego recordó lo que Anya le habíadicho acerca de su mundo: la oscuridadlo estaba envolviendo y seguramenteluchaba tan desesperadamente como ellapor sobrevivir. Tenía que encontrarla denuevo y explicarle todo lo que elespíritu de la Tierra le había revelado.Entonces deseó con todas sus fuerzasvolver a su mundo, y su conciencia setransportó de inmediato al mundo físico.Ella despertó sobre la cubierta superiordel bote; en la principal, la radio aún

estaba encendida y Brian seguíadesplomado de fatiga, las primerasseñales de deshidratación empezaban ahacerse evidentes. Kiara se sentía débilpor no haber ingerido nada durante eldía y la sed no dejaba de martirizarla.Bajó al camarote y encontró a todosdurmiendo apretujados. Los botes deagua estaban vacíos, no les quedaba unasola gota. —Maldición —pensó—. No nosqueda mucho tiempo bajo estascondiciones. Subió otra vez a la cubierta principal ypidió ayuda por radio nuevamente peronadie respondió. Miró la hora en el relojdel bote, eran las 2:20 de la mañana,habían pasado todo el día en altamar y

nadie los escuchaba. Sabía que nosobrevivirían mucho tiempo más si noencontraban ayuda, por eso volvió a laradio y empezó a llamar condesesperación. Transcurrieron dos horasmás y la fatiga y el sueño eraninsoportables, su cuerpo se desplomósobre la cubierta igual que Brian,dejando la radio encendida. Comenzó arespirar hondo al tiempo que sentíacómo su garganta se secaba al punto deque ya no podía ni siquiera pasar saliva.Cerró los ojos para entregarse aldescanso cuando una voz proveniente dela radio comenzó a sonar en el bote. —Atención, atención, ¿se encuentraalguien ahí? Kiara reaccionó pensando que se

trataba de una alucinación, pero elmensaje se repitió. Se levantó comopudo y tomó el micrófono. —May day, may day —dijo con vozquebradiza—. Estamos perdidos.Ayúdenos, por favor. —Identifíquese, por favor. ¿Cuál es suposición? Kiara comenzó a sacudir a Brian y élreaccionó al cabo de unos segundos. —¡La radio, la radio! —exclamóKiara—. ¡Alguien nos está llamando porla radio! Brian se incorporó de inmediato ytomó el micrófono. —Somos el yate Rosamar. Nosencontramos a la deriva, repito, nosencontramos a la deriva. Solicitamos

ayuda de emergencia. Cambio. —Entendido, Rosamar, aquí el buqueinsignia Papaloapan de la marinaarmada de México. ¿Cuál es susituación? Cambio. —Salimos de Oregon hace cuarenta yocho horas. Somos nueve tripulantes.Fuimos arrastrados por la tormenta,perdimos uno en altamar. No tenemosagua ni provisiones. La corriente nosarrastra 30 millas por hora hacia elsuroeste. Cambio. —Entendido, Rosamar, por favorindique su posición. Estamos recibiendodos señales de radiofaro a más dedoscientas millas de distancia. Brian miró en el tablero del yate elposicionador global y le dio las

coordenadas al buque. —Entendido, Rosamar, nosencontramos a doscientas cuarentamillas de su posición. Estamos enviandoun helicóptero de rescate. Mantenga lasluces de navegación encendidas. Cambiela frecuencia de su radio a 82.5megahertzios. Tiempo aproximado dellegada: una hora veinte minutos.Cambio. Brian suspiró aliviado al escuchar aloperador de radio. Kiara bajó alcamarote y despertó a los demás paradarles la noticia. Todos subieron a lacubierta y empezaron a abrazarse deemoción. Transcurrió más de una hora y al cabode unos minutos empezaron a escuchar

el poderoso ruido de unas turbinas.Brian abrió el compartimiento deemergencia del yate y sacó una pistolade bengalas. Disparó una al aire y encuestión de minutos un enormehelicóptero volaba sobre ellosalumbrándolos con una poderosalámpara. —¡Estamos salvados! —exclamóBrian.

Capítulo 32

Centro de comando, centro decomando, aquí Jelly Fish, ¿mecopian?... Cambio... —Jelly Fish, Jelly Fish, aquí centrode comando, lo copiamos fuerte yclaro... Cambio... —Centro de comando, nos acercamosa su posición. Enciendan el radiofarode aproximación... Cambio... —Entendido, Jelly Fish. Encendiendo

el radiofaro de aproximación...Cambio... El operador de radar tecleó uncomando en la computadora y una luzintermitente comenzó a brillar justo en elcentro de la pantalla del radar. SarahHayes y todo el grupo esperabanansiosamente la llegada de los refuerzosmientras el coronel McClauskyobservaba la imagen de los helicópterosaproximándose en la pantalla. —¿Qué está sucediendo? —lepreguntó Sarah a Daniel refiriéndose aloperador de radar. Rafael que había aprendido a pilotear,le explicó a Sarah que los helicópterosal aproximarse volando a baja altura, no

podían localizar el campamento, dadoque todo lo que pueden ver son lascopas de los árboles. Necesitaban laseñal que emite el radiofaro para sabera donde dirigirse. —Centro de comando, aquí JellyFish, escuchamos el radiofaro.Corrigiendo curso: 2-1-0. Tiempo dellegada: seis minutos... Cambio... —Van a ser los seis minutos máslargos de mi vida —dijo Sarah en vozbaja. De pronto, el teniente Mills, quevigilaba las posiciones enemigas en laspantallas, alzó la voz. —Coronel, tenemos movimiento en elgrupo principal. El enemigo interceptóla señal del radiofaro. Dos de sus

helicópteros se están elevando. —¡Se dirigen hacia el campamento,coronel! —gritó Mills—. ¡Vienen aatacarnos para desactivar la señal! El coronel McClausky tomó elmicrófono de la radio. —Jelly Fish, Jelly Fish, aquí centrode comando. Tenemos dos contactos enel radar aproximándose al campamentoen dirección sudsudoeste. Intercepte elobjetivo. Permiso para trabar combate,repito, permiso para trabar combate...Cambio... —Entendido, centro de comando.Jelly Fish en curso de intercepción,repito, Jelly Fish en curso deintercepción... Cambio... —¡Salgan todos de aquí! —les gritó el

coronel McClausky—. Se dirigen aatacarnos ahora mismo. Todos salieron del centro de comandoa toda prisa pero se dieron cuenta deque no sabían a donde ir. —¿Dónde demonios nos refugiamos?—gritó Daniel. El teniente Mills salió corriendo de lacarpa y miró a los científicos. —¡Muevan el trasero si quieren vivir!—les gritó mientras corría a toda prisahacia la salida del campamento. Todos corrieron a lo largo de mediokilómetro y luego empezaron ainternarse en la jungla. Buscaron el lugarmás frondoso para ocultarse y se tiraronal suelo. El profesor Mayer sostenía elpaso a duras penas y había quedado

rezagado. Sarah y Rafael regresaron aayudarlo. —Doctora Hayes —gritó Mayerexhalando aire mientras corría—, losplanos del generador se encuentran enmi computadora. Si destruyen elalmacén de suministros, perderemos elgenerador y los planos. —¡Demonios, profesor! ¿Por qué nolos copió? Ya es muy tarde pararegresar. —¡Alguien tiene que ir por ellos,Sarah! —gritó Daniel. Mills les ordenó a todos quepermanecieran en el suelo y no semovieran. De un segundo a otroempezaría un combate aéreo y ellosdeberían permanecer a salvo.

Sarah le preguntó si los helicópterosdestruirían el campamento. —Esos helicópteros sólo cuentan conmisiles pequeños —respondió Mills,pero los bombarderos que esperan estanoche vienen a acabar con todosnosotros. El coronel necesita ayuda. Nose muevan de aquí bajo ningunacircunstancia. Y diciendo esto, se paró de su lugar yregresó corriendo al centro de comando. Sarah sintió verdadero pánico alescucharlo. Nunca antes había estado enuna zona de combate y el sentimiento deangustia era terrible. Miró a sualrededor y pudo ver a José y a ElenaSánchez rezando; el doctor Jensen,Daniel y todos los demás se habían

tirado en el suelo y permanecían sinmoverse. De pronto se empezó aescuchar el potente sonido de lasturbinas de los helicópteros. Sarah nosabía si se trataba de los aliados o delos enemigos. El zumbido de uno deellos cruzando a toda velocidad hizo quetodos se estremecieran. Sarah abrazó aRafael, presa del pánico. Otro zumbidocruzó por el aire seguido de un silbidoespeluznante que culminó en unaexplosión cercana a donde ellos estaban.Las dos mujeres empezaron a gritar dehisteria. Los helicópteros enemigosabrían fuego con sus misiles. Mills entró corriendo al centro decomando y escuchó el sonido de laexplosión, que hizo que la carpa rígida

se cimbrara moviendo todo el equipoelectrónico. El coronel McClauskyhablaba con el Pentágono y casi pierdeel auricular de la mano con el impactode la explosión. Mills miró hacia lapantalla, el Pentágono estaba ajustandolas imágenes sobre el campamento paraobservar el combate. De pronto vio queuno de los helicópteros enemigos eraatacado por dos helicópteros Apache dela fuerza aérea norteamericana. Otrosdos helicópteros de combate ganabanaltura y se dirigían a atacar a otro queestaba situado justo encima delcampamento. En ese momento escuchó unas ráfagasde ametralladora seguidas por el sonidode un misil aproximándose.

—¡Al suelo, coronel! —alcanzó agritar al tiempo que una explosiónretumbaba fuera del centro de comandolanzando una lluvia de polvo yescombros sobre ellos. Mills se levantó completamenteaturdido, no podía ver nada a sualrededor y sentía que los oídos leestallaban. Comenzó a mover los brazospara disipar el polvo y vio al coronellevantándose del suelo. Se aproximó aayudarlo y confirmó que estuviera bien. El coronel McClausky vio en lapantalla cómo los helicópteros enemigoshuían a toda prisa perseguidos por losApaches de la fuerza aérea, que lesdisparaban sus misiles mientras elenemigo ejecutaba todo tipo de

maniobras para evadirlos. Los misilesfallaron y Mills escuchó que explotabanmuy cerca del campamento. Sarah y sus compañeros sintieron laexplosión casi encima de ellos. Todosgritaron de terror al tiempo que unalluvia de tierra y escombros caía sobreellos. Enseguida, Sarah escuchó unrugido unos metros atrás de donde seencontraban. Alzó la cabeza para mirary le preguntó a Rafael: —¿Escuchasteeso? Rafael se tocaba los oídos, que ledolían después de la explosión. —¿Que si escuché qué? —le preguntóa su vez a Sarah. Ella lo miró confundida. Su corazónlatía a mil por hora y ahora pensaba que

estaba alucinando. Sarah se incorporó de su sitio paramirar hacia atrás pero el denso follajede la selva no le permitía distinguirnada. Comenzó a internarse en direcciónal sonido y de pronto la figuraimponente de un jaguar la hizopetrificarse sobre sus pies. Daniel lahabía seguido y quedó igual deimpactado viendo al enorme felino quese encontraba tan sólo a unos cuantosmetros de ellos. Estaba a punto deestallar en pánico y salir corriendocuando tres figuras conocidas salieronde la espesura para encontrarlos. EranChak, Tuwé y otro indígena que losacompañaba. Todos mirabanimpresionados a Sarah y su grupo.

El jaguar lanzó otro rugido y se volviósobre sus pasos para acercarse a TuwéTækarikû. Sarah tomó confianza y seaproximó a ellos. —¿Qué están haciendo aquí? —lepreguntó a Chak—. ¿Qué no se dancuenta de lo que está sucediendo?Regresen a la aldea de inmediato. El anciano comenzó a hablar y Chakcomenzó a traducir de inmediato. —Dice que presintió el peligro desdeayer en la noche. Nos despertó para queviniéramos a advertirles pero llegamosmuy tarde. Llevamos más de diez horascaminando hasta aquí. Daniel, José, Elena y Rafael seacercaron a Sarah. Ella agradeció elgesto de haber ido a advertirles pero les

pidió nuevamente que se retiraran, elcampamento podía ser atacado de nuevoy alguien podía salir herido. —Iremos hacia la pirámide —le dijoChak, y Sarah les advirtió que no seacercaran ahí. —El enemigo se encuentra muy cercade la pirámide —les dijo—. No vayanhacia allá. El sitio está lleno desoldados con armas de fuego y órdenesde disparar a todo lo que se mueva. Chak advirtió a Tuwé y a sucompañero de lo que sucedía. —Sabremos cómo cuidarnos —le dijoChak al tiempo que los tres retrocedíanpara perderse en la espesura. El jaguarlos siguió y pronto desaparecieron sinhacer el menor ruido.

El ensordecedor sonido de varioshelicópteros volando sobre ellos hizoque todos se tiraran de nuevo al suelo.La persecución de un helicópteroenemigo seguía en curso. Éste ejecutó ungiro y aceleró en dirección a sucampamento. El coronel McClauskysabía que el enemigo contaba conmisiles antiaéreos. El helicóptero estabaguiando a los Apaches hacia una trampa. —Jelly Fish, Jelly Fish, aquí centrode comando, aborte el ataque, repito,aborte el ataque... Cambio... —Entendido, centro de comando,aquí Jelly Fish. Abortando ataque,repito, abortando ataque... Cambio... Uno de los Apaches alcanzó con unaráfaga al helicóptero enemigo, que se

precipitó dejando tras de sí una estelade humo. Luego la pantalla enfocó a lostres Apaches restantes virando rumbo alcampamento. El coronel salió a revisarel sitio. El humo negro de lasexplosiones no lo dejaba ver nada, peroal cabo de unos momentos notó quevarias carpas se estaban incendiando.Salió corriendo hacia el estacionamientoy en cuestión de unos minutos todos loshelicópteros habían aterrizado ahí. Másde sesenta efectivos formaban líneasfrente a tres oficiales. El teniente Mills ylos otros dos soldados los recibían. El coronel McClausky se aproximópara recibir a todos los efectivos reciénllegados mientras Mills avisaba a loscientíficos que el peligro había pasado y

podían regresar al campamento. Sarah ysu grupo salieron de su escondite paramirar horrorizados lo que habíasucedido. El centro de operaciones de laNASA había sido alcanzadoparcialmente por uno de los misilesenemigos. La carpa rígida estaba enllamas y se inclinaba hacia uno de lossoportes. Sarah y Daniel tomaron losextinguidores y rociaron la carpa hastaque las llamas cedieron. Luego entrarona revisar el equipo, una parte había sidodañada y grandes cantidades de polvo ytierra cubrían el resto. —Vamos a tardar varios días enordenar este desastre —exclamó Daniel. —Mejor no hacemos pronósticostodavía, esto aún no acaba —dijo Sarah.

—Todos nuestros archivos deinvestigación se encontraban aquí —ledijo Daniel—. Vamos a perder toda lainformación si no sacamos los discos dememoria. —Enciende una de las computadoras,a ver si podemos acceder. Daniel se sentó frente a uno de losmonitores y encendió el equipo, pero laelectricidad no funcionaba. Salió de lacarpa para accionar los interruptores ylas computadoras se encendieron porfin. —El sistema se reinició por completo—exclamó Daniel—. Necesito loscódigos de acceso. Sarah se dirigió al extremo de lacarpa, donde se encontraban los estantes

con las carpetas de información.Algunas habían sido alcanzadas por lasllamas y seguían sacando humo. Tomó lacarpeta de los códigos y la soltó alinstante pegando un grito, pues elplástico de la carpeta estaba ardiendo yse le había adherido quemándole la piel. Aún así se las ingenió para arrancarleunas hojas y empezó a leer los códigos.Daniel los iba tecleando para reiniciarel sistema. En eso, una extraña sensación empezóa incomodar a Sarah. Volteó para ver sialguien se aproximaba pero no pudo vera nadie, luego miró hacia el frente y tuvola clara impresión de que estaba siendoobservada. Una fuerza inexplicable sehabía colocado enfrente de ella y la

escudriñaba cuidadosamente. Sarah nopodía entender lo que estabasucediendo, se movió de su lugar ycomenzó a caminar ansiosa. —¿Qué sucede? —le preguntó Daniel—. Estoy esperando a que me dictes lossiguientes códigos. —¡Alguien nos está observando! —exclamó Sarah asustada. —¿El enemigo? —preguntó Danielbrincando de su silla y volteando haciatodos lados. —No lo sé —respondió Sarahmientras Daniel observaba conaprensión los alrededores. —¿Qué viste? ¿Dónde están? —lepreguntó él. —No vi a nadie, Daniel —respondió

Sarah confundida—. Sólo sentíclaramente que alguien nos observaba. Daniel salió de la carpa y comenzó amirar en todas direcciones. Nadiecirculaba por ahí en esos momentos. —¡Aquí no hay nadie, Sarah! ¡Casi mematas del susto! —le gritó Daniel—.Pensé que el enemigo podría estar cerca. —Juro que sentí algo. Tienes quecreerme —exclamó Sarah angustiada—.Algo invisible se aproximó a nosotros yme estuvo observando tal como teobservo yo a ti ahora. —¿Algo invisible se aproximó? —lepreguntó Daniel—. Qué locuras dices.Le pediré a Elena que me ayude areiniciar el sistema. Debemos llevarte ala enfermería.

—No, Daniel, mi mano está bien. Sólome duele un poco. —No me refería a tu mano. Estásalucinando debido al estréspostraumático que sufres por el ataqueal campamento. —¡No es ningún estrés postraumático!—le gritó Sarah—. Ve tú a laenfermería, si tanto quieres. ¿Cómopuedes pensar que estoy loca? —Acabas de decir que algo invisiblese te acercó. ¿Desde cuándo se teacercan entes invisibles? —Es cierto, maldita sea. ¿Por qué nome crees? Después de todo lo quehemos pasado en este sitio, no deberíasorprenderte. —Lo siento, Sarah. Me niego a creer

que este lugar esté embrujado como túdices. —¡Yo nunca dije que estabaembrujado! ¡Eso lo acabas de decir tú!¿Qué te propones ahora? Daniel se llevó las dos manos a lacabeza y respiró hondo. Luego soltó ungrito de desesperación. —Aaahhhgg. ¿Podemos continuar yacon lo estábamos haciendo? —Mejor vayamos a ver al profesorMayer. El generador es más importantepor ahora y quiero largarme de este sitioahora mismo. —Está bien. ¡Pero no vuelvas aasustarme de esa forma! Las paredes del almacén desuministros aparecían perforadas por

ráfagas de ametralladora, además, otromisil había hecho blanco cerca de ahí yhabía despedazado parte de la entrada.Sarah y Daniel vieron al profesor Mayerparado junto a los ingenieros al fondo dela carpa. —Los planos y las piezas delgenerador se encuentran intactos —dijoMayer al verlos—. Tuvimos muchasuerte, pero ahora tenemos que sacarlosde aquí, no nos podemos arriesgar a queregresen y los destruyan. —Vamos a necesitar de unmontacargas para moverlo de aquí —dijo uno de los ingenieros. Sarah y Daniel respiraron aliviados.La posibilidad de generar energía apartir del vacío seguía en pie. No

obstante, sabían que los enemigosestaban cerca. El peligro persistía. Lapirámide de Etznab seguía amenazada.Sarah le sugirió a Daniel que siguieranapoyando al coronel McClauskymientras Mayer se encargaba de poneren un lugar seguro el generador. Cuando llegaron al centro decomando, Mills había vuelto a operarlas telecomunicaciones. Las fuerzasrecién llegadas abastecían a loshelicópteros de combustible e instalabanbaterías de misiles antiaéreos en elcampamento. José y Rafael ayudaban alos soldados con las pesadas cajas demuniciones. Ahora Sarah sentía lo queera encontrarse en una zona de combate.La adrenalina no dejaba de correr por su

cuerpo y comenzó a pensar que quizás síhabía tenido una alucinación debido a laintensa emoción por la que estabapasando. De pronto, vio a Elena Sánchezy al doctor Jensen aproximarse. —¡Coronel —gritó de repente Mills—, estamos interceptando unatransmisión del enemigo. Están hablandoen español. ¡No puedo entender lo quedicen! —Póngalo en el altavoz —le gritóElena Sánchez y empezó a traducir laconversación. —Avisan que perdieron doshelicópteros y tres vehículos blindados.Derribaron un helicóptero. Enemigorecibe refuerzos... Ejército... Cuatrohelicópteros Apache armados con

misiles... Cuarenta efectivos conarmamento ligero... Enemigo concentratropas en posición de avanzada... Estánpidiendo ayuda. Todos los presentes callaron paradejar que Elena siguiera traduciendo. —Los bombarderos llegarán a las dosmil cien horas... Concentren todas lasfuerzas alrededor del perímetro...Defiendan la pista de aterrizaje hasta lallegada de los refuerzos. —¡Coronel! —exclamó Mills—. Elejército enemigo se repliega. Estánretrocediendo hacia la pista deaterrizaje. —Eso nos dará un respiro —respondió McClausky, quien se disponíaa dar órdenes a los presentes cuando el

operador advirtió que el generalThompson estaba en la línea. El coronel tomó de inmediato elauricular. —¿Cuál es la situación en elcampamento? —preguntó el general. —Tenemos varios incendios que yalogramos contener —respondióMcClausky—. La electricidad estáfallando pero nuestras comunicacionesno fueron afectadas. Interceptamos unatransmisión enemiga que confirma elataque a nuestro campamento a lasveintiún horas. —Escúcheme bien —respondió elgeneral—, una de las fotografías que nosenviaron muestra una estación convarias antenas satelitales nada comunes

que nuestro personal acaba deidentificar. Se trata de una central deoperación de un radar altamentesofisticado que controla los misilesenemigos, pero la fotografía no muestracoordenadas satelitales. Necesitamossaber dónde se encuentra para destruirlay solamente tenemos un par de horas.Deben pedir al ejército mexicano queidentifique de inmediato dónde fuerontomadas esas imágenes, no tenemostiempo que perder. —Entendido, general. Se lo haré saberen cuanto lo averigüemos —respondióMcClasuky y luego cortó lacomunicación. Se dirigió a la mesa y les explicó aSuárez y a Gutiérrez la situación.

Daniel, que estaba enviando lainformación al Pentágono, sacó unaimagen en la impresora y se aproximó aellos. —Ésta es la foto en cuestión —dijo él—. El Pentágono la envió hace unosminutos. Sarah y el comandante Suárez seacercaron para observarcuidadosamente la fotografía. —¡Maldita sea! Tenemos cientos defotografías aéreas de decenas delugares. No puedo recordar dóndetomamos esta imagen. —ExclamóSuarez. —¡Haga un esfuerzo, comandante! —le pidió Sarah—. Es nuestra únicaoportunidad de salvar el campamento.

—Lo siento mucho, no puedorecordarlo. Elena Sánchez se aproximó para mirarla fotografía. —Aquí abajo hay unos números,quizás la foto esté numerada. Daniel examinó los diminutos númerosque aparecían en la parte inferiorizquierda, se veían completamenteborrosos. Fue a buscar la foto original ydespués de unos minutos regresó conella. —Mala suerte, se trata de la fecha enque fue tomada. No tiene número deserie. —¡Espere! —exclamó Suárez—.¡Tiene fecha de apenas hace unos días!¡Las únicas fotos que hemos integrado a

la información recientemente son las dela finca en el estado de Oaxaca!Busquemos todas las fotos con esa fechapara estar seguros. Todos comenzaron a buscar entre loscientos de fotografías las quecorrespondían a esa fecha. Elcomandante Suárez se dedicó arevisarlas hasta que encontró otra tomaque mostraba más edificaciones de lafinca. —¡Por supuesto que es ahí! —exclamoconvencido—. Ahora lo recuerdo.Pensamos que las antenas eran detelecomunicación satelital y televisión.Todos estos sujetos millonarios tienenantenas similares en sus grandes fincas. —Tenemos que dar la ubicación de la

finca al Pentágono inmediatamente —ordenó McClausky. —No tenemos la ubicación exacta dellugar —dijo Gutiérrez—. Tenemos quellamar al centro de inteligencia parasolicitarla. —¿Cuánto tiempo tardarán en darnosla información? —preguntó el coronel. —No lo sé —respondió Suárez—. Lasfotografías son muy recientes y losarchivos de la investigación, muyextensos, puede tardar un par de horas. —No tenemos un par de horas —exclamó Sarah—. Tenemos que resolveresto de inmediato. —¿Conoce algún lugar cercano a estesitio? —le preguntó Daniel alcomandante Suárez, quien comenzó a

meditar sobre el asunto mientrascaminaba de un lado a otro. —Los nombres de las localidadescercanas a la finca se encuentran en losarchivos de las declaraciones de lamujer que sobrevivió al ataque —respondió Suárez poniéndose a buscarlos papeles. Pasaron dos minutos que atodos les parecieron eternos yfinalmente los encontró. Daniel se acercó a una de lascomputadoras y abrió el navegador deinternet. —¿Qué haces? —le preguntó Sarah. —Google Earth tiene archivos detodas nuestras fotografías satelitalesalrededor del planeta. Sólo necesito losnombres de las localidades cercanas y

el navegador nos dará automáticamentelas coordenadas satelitales del sitio. Mills y McClasuky se acercaron a élal escuchar eso. Suárez empezó a leer los nombresmientras Daniel se movía a todavelocidad tecleando y moviendo elmouse de la computadora. Las imágenessatelitales aparecieron enseguida. —Ahora tenemos que buscar en losalrededores —dijo Daniel y todos seacercaron a la pantalla—. Observen conatención hasta que reconozcan un lugarparecido al de las fotos. La imagen se movía lentamente haciaarriba y hacia la izquierda. Los minutostranscurrían y ninguno podía reconocerel entorno. Sarah sentía que el pecho le

iba a estallar de tanta presión hasta quede pronto Suárez vio algo en la pantalla. —¡Ahí está, ahí está! Reconozco esesitio, ésa es la entrada a la finca. Laestación de radar se encuentra unos doskilómetros al norte. Daniel comenzó a mover la imagenhacia el norte y en cuestión de segundosuna imagen idéntica a las fotografíasapareció en la pantalla. —¡Lo tenemos! —gritó Daniel. —¡Manda ya las coordenadas alPentágono! —gritó Sarah emocionada. Daniel copió las coordenadas y lasenvió de inmediato por correoelectrónico. El coronel McClauskyordenó al operador que les avisara queestaban enviando la información. El

Pentágono recibió el mensaje y luego elcoronel McClausky habló directamentecon el centro de operaciones tácticas. —Buen trabajo, doctora Hayes —ledijo el coronel—. El Pentágono va aconfirmar la frecuencia de transmisiónde la estación.

Capítulo 33

El reloj seguía corriendo en el centrode operaciones tácticas del Pentágono yel general Thompson aún no tenía unaestrategia planeada para proteger lagalería subterránea del inminente ataqueenemigo. Caminó a lo largo de la salaobservando las imágenes satelitales delrecién terminado combate que habíalibrado McClausky contra el enemigo.Se detuvo frente a uno de los oficiales y

le preguntó si habían confirmado lafrecuencia de la estación de radarenemiga. —Lo estamos haciendo, general —respondió—. La frecuencia coincide conla señal de rastreo de los misiles. Elsatélite se está tomando tiempo porqueestamos tratando de detectar la posiciónde todas las plataformas, y hasta ahorahemos encontrado sólo ocho. —¿Cuál es el pronóstico? ¿Cuándopodremos atacarla? —preguntó elgeneral Thompson. El oficial miraba el monitor de sucomputadora mientras íconos rojosempezaban a aparecer por todo un mapade la región. Los íconos indicaban laposición de las plataformas móviles de

lanzamiento de misiles antiaéreos. —La estación se encuentra protegidapor un perímetro de trescientas millas,general. El satélite acaba de localizarseis plataformas más. Están formando unescudo impenetrable para cualquiera denuestras naves. Thompson se acercó para mirar lapantalla. —¡Necesitamos opciones, caballeros!¡El tiempo se nos está acabando! —exclamó el general. —Señor —dijo uno de los oficiales—, necesitamos lanzar un ataque portierra para asegurarnos de destruir laestación de radar. Cualquier intento deentrar por aire sería detectadoinmediatamente por el enemigo.

—No contamos con tiempo suficientepara una operación terrestre. Debemosevitar el bombardeo del campamento atoda costa y la única forma de evitarloes tener nuestros cazas sobrevolando elespacio aéreo. —Señor —dijo otro oficial—, nuestraúnica opción es lanzar a los helicópterosen vuelo rasante hacia el objetivo, es laúnica forma de evadir el radar enemigo.Si ya logramos introducirlos en elcampamento, también podemosdirigirlos hasta la estación. —¿Qué distancia hay entre elcampamento y nuestro objetivo? —Alrededor de seiscientas millas,general. —¡Seiscientas millas a vuelo rasante!

Serían casi tres horas de vuelo. ¿Quétipo de defensas se encuentran en lafinca? —El satélite infrarrojo revela lapresencia de más de ciento cuarentaefectivos alrededor de un perímetro devigilancia de seis millas. Sabemos quecuentan con armamento ligero, vehículosblindados y lanzacohetes. —Acabarán con nuestros helicópterosantes de que se puedan aproximar alobjetivo. No podemos arriesgarnos. —Los helicópteros deben bajar unequipo a tierra fuera del perímetro paraque puedan introducirse sin ser vistos.Los podemos guiar por satélite a travésde la vigilancia enemiga. Todo lo quenecesitamos es un par de vehículos para

que se introduzcan al perímetro sin serdetectados y vuelen la estación de radarcon un proyectil teledirigido. —Comuníqueme con el coronelMcClausky de inmediato —ordenóThompson. Uno de los oficiales le pasó elteléfono y en menos de un minuto elcoronel estaba en la línea. —Coronel, quiero felicitarlo por suofensiva en contra del enemigo, peroaún no hemos terminado. Hemosverificado la frecuencia de transmisiónde la estación de radar, sabemos queopera desde ese sitio, pero nuestroscazas no pueden acercarse. Tendrán queaproximarse con los helicópterosvolando a baja altura para evadir el

radar. Hable con el coronel Gutiérrez ypídale que nos facilite cuatro vehículosblindados para introducirnos alperímetro de la finca. McClausky le preguntó a Gutiérrez sipodían facilitarles los vehículos. Elcoronel tomó el teléfono y llamó alcuartel de inteligencia mientras elgeneral Thompson esperaba impacienteen la línea. Los vehículos necesitabanmás de dos horas para estar en el sitioindicado y McClausky se lo informó. —Bien, haga que los envíen deinmediato y que permanezcan alejadosde la finca, no queremos despertarsospechas. En cuanto oscurezca losguiaremos hasta la posición adondellegarán los helicópteros. Informe al

coronel Gutiérrez que nuestros cazaspenetrarán en su espacio aéreo encuestión de horas. Cuando hayandestruido la estación, acabaremos con elenemigo de un solo golpe. —Entendido, general, se lo informaréde inmediato. Hay otro asunto sobre elque quiero hablarle. —¿De qué se trata, coronel? —El ejército mexicano posee datos deinteligencia que reportan la presencia deal menos un prisionero norteamericanoen el interior de esa finca. —¿Un prisionero nuestro en la finca?—se sorprendió Thompson—. ¿Militaro civil, coronel? —Un civil, general, se trata de unamujer de nombre María Jensen. Parece

ser que fue secuestrada hace más de seisaños. Solicito su permiso pararescatarla. —Negativo, coronel —respondió deinmediato el general—. Nuestraprioridad es la destrucción de laestación de radar enemiga. No tenemostiempo para planear una misión derescate. La finca será destruida tanpronto como deje de operar la estaciónde radar, ése es nuestro objetivo.Obedezca las órdenes y no perdamosmás tiempo. Prepare a sus hombres parasalir lo antes posible. El centro deoperaciones tácticas le transmitirá enbreve la estrategia de la misión. Nopuede fallar, coronel. No podemosperder esa galería.

—Entendido, general. El general ordenó a todo el personalque planearan la estrategia y la enviarande inmediato a McClausky. —Preparen los F22 para sobrevolar elárea circundante del escudo. En cuantoel coronel vuele la estación de radar,den la orden para acabar con todas lasposiciones enemigas en la Península deYucatán y en la finca. —Entendido, general —respondieronlos oficiales. Thompson salió del centro deoperaciones tácticas con rumbo a suoficina, tenía programada unavideoconferencia con William Shermanen un par de minutos. Tomó el pasilloque lo llevaba directo y, sin perder

tiempo, tomó el teléfono. La secretaria le informó que Shermanse encontraba ocupado, demoraríatreinta minutos en presentarse, entoncesThompson le preguntó sobre lasactividades más importantes de ese día. —La estación de satélites reportó lasalida de su órbita de una de nuestrasplataformas de telecomunicaciones;están analizando la avería. El gobiernode España solicitó dos aviones Hérculespara transportar maquinaria pesada yayudar a las víctimas del terremoto quesacudió su país hace unos días; yafueron enviados. El oficial médico quedirige el centro de cuarentena de LosÁngeles solicitó que usted le llamaracuando tuviera tiempo. Reportan una

baja en la tasa diaria de contagio. Semuestran optimistas sobre las medidasempleadas para combatir la epidemia,pero se quejan de que se están quedandosin comida y de que sus provisiones nollegan. El comando central delAtlántico... —Un momento —interrumpióThompson—, comuníqueme a LosÁngeles con el oficial a cargo. La secretaria obedeció y en unossegundos la comunicación estaba lista. —A sus órdenes, general. —¿Cuál es la situación en la ciudad?—le preguntó Thompson al oficial. —Evoluciona favorablemente,general, aunque todavía es muy prontopara presentar un pronóstico. Estamos

atacando a la bacteria con un poderosoarsenal de antibióticos y hemos reducidola tasa de contagio en cincuenta porciento. Esperamos que la epidemia seacontenida en el estado de California. —Muy bien —respondió el general—.Escuché que les estaban faltandoprovisiones. Comprenda que por elmomento el país le está haciendo frentea la situación de miles de personasdamnificadas por las inundaciones y elmal clima. Recorte un poco las racionesy yo me encargo de que le envíen másprovisiones lo antes posible. Recuerdeque nuestra prioridad es detener esaepidemia. El cerco sanitario debe serabsolutamente hermético. Concentre atodas sus fuerzas para evitar que alguien

salga de la ciudad. —Precisamente de eso tenía quehablarle, general. Tengo malas noticiasque darle. —Explíquese, oficial. —La moral de nuestros hombres estápor los suelos. Todos están temiendo porsus vidas y tenemos intentos dedeserción todos los días. El personal dela guardia nacional está amenazando conuna huelga si no mejoramos lascondiciones en las que se encuentran.Redujimos las raciones en elcampamento desde hace más de unasemana. La gente empieza a sufrirdesnutrición y el agua potable hacomenzado a escasear. Hace días que laelectricidad no funciona y los

generadores están operando al mínimode combustible. Los enfermos en elhospital mueren más rápidamente debidoa la falta de atención. —La electricidad tardará muchassemanas más en restablecerse —leinformó Thompson— porque elterremoto destruyó tanto las centralescomo las líneas de transmisión. Lo únicoque puedo hacer por usted es enviarleuna buena reserva de combustible. Elpersonal de la guardia nacionalobedecerá órdenes. Estamos enviandoun bono extra a sus familias paracompensar su ausencia. No existenhuelgas en el ejército, infórmeles quequien no obedezca sus órdenesenfrentará la corte marcial y será

encarcelado. —Entendido, general. Tengo otra malanoticia: al parecer nueve personasescaparon del campamento hace dosnoches. El general escuchó atentamente ycomenzó a evaluar la situación. —Deben encontrarse vagando por laciudad —respondió Thompson confrialdad—. Duplique los turnos depatrullaje para que los encuentren y losencierren de inmediato. —Es más complicado que eso,general. Ayer detuvimos a dos miembrosde la guardia nacional y a tres denuestros hombres, todos estáninvolucrados en la fuga de esta gente. Seestán negando a declarar y solicitan la

presencia de sus abogados. Raymond Thompson se enderezó sobresu silla. —¿Está sugiriendo que esta gentecontaba con un plan de escape? —Todo parece indicar que sí, general.Hemos redoblado los patrullajes en laciudad pero todavía no aparecen. —Tenemos que asegurarnos de que nosalgan de la ciudad —respondió elgeneral—. Movilice a todos losefectivos posibles, quiero que loscapturen de inmediato. ¿Tiene losnombres de los fugitivos? —Así es, señor. —Emita una alerta de alta prioridad alFBI y a todas las corporacionespoliciacas de la costa oeste por si

lograron escapar del cerco sanitario.

Capítulo 34

El buque Papaloapan de la marinaarmada de México surcaba lasembravecidas aguas del océanoPacífico. En la cubierta principal,parada frente al barandal sobresalía lafigura de la solitaria joven. Kiaraobservaba con atención el horizonte enbusca de algún indicio de Shawn. Elbuque los había rescatado casi alamanecer y todos sus compañeros de

viaje se encontraban en la enfermeríarecibiendo tratamiento para ladeshidratación. Ella había tomado sueropor vía oral y descansó por un par dehoras, luego había visitado el puente dela enorme nave, donde había recibidouna noticia inquietante. El capitán le había explicado que elbuque había recibido la señal de dosradiofaros satelitales operando a unafrecuencia de emergencia. Seencontraban en ruta de regreso hacia elpuerto de Mazatlán cuando habíancaptado la primera señal de auxilio ydado que todas las embarcacioneshabían evitado navegar esa noche, ellosse habían mantenido a distanciaconsiderable de la tormenta para

después iniciar la misión de búsqueda yrescate. Habían corrido con suerte, pues sinuna reserva de agua resulta imposiblesobrevivir en altamar, le explico elcapitán. Ahora se encontraban siguiendola segunda señal del radiofaro deemergencia que se debilitaba másconforme pasaban las horas. La torre deradar calculaba que se encontraban aunas ciento sesenta millas del origen dela señal, que se movía a una velocidadimportante debido a los fuertes vientosque soplaban en aguas cálidas delocéano. Kiara estaba segura de que Shawnhabía accionado la cuerda deemergencia para activar su transmisor.

El problema es que él llevaba ahora másde treinta y seis horas flotando a laderiva en altamar. El primer oficial dela nave le había explicado que eraabsolutamente crucial encontrarlo loantes posible pues las personas queflotaban a la deriva tendían a tragar aguasalada, lo cual les producía vómito yuna deshidratación severa. Se estabanacercando al punto límite donde lasposibilidades de encontrarlo con vida sereducían casi a cero. Kiara albergaba grandes esperanzasde que Shawn siguiera vivo. Sabía queno iba a rendirse fácilmente y quesoportaría hasta el último minuto antesde entregarse a la muerte. Caminó sobrela cubierta rumbo a la proa del buque

para mirar hacia otra dirección cuandocuatro tripulantes subieron a unhelicóptero de rescate y encendieron lospoderosos motores. Un torrente deadrenalina inundó su cuerpo, corrióhacia la plataforma del helicóptero y unmarino le impidió el paso. —¡Sólo quiero saber si encontraron ami novio! —le gritó Kiara angustiada. Uno de los oficiales bajó desde elpuente de la nave y le hizo una seña paraque lo siguiera. —Te tengo malas noticias —le dijo encuanto se acercó a él. —¿Qué pasa? —preguntó Kiaraangustiada. —La señal del transmisor se debilitamás a cada minuto, creemos que en unos

momentos dejará de transmitir. El asuntoes que nos encontramos todavía muylejos de la posición que indica y nopodremos llegar a tiempo. Nuestra únicaesperanza es que el helicóptero lleguehasta ahí antes de que la señal seapague. Es la única posibilidad quetenemos para encontrarlo en medio delocéano. Un escalofrío recorrió la espalda deKiara. Sabía que si la señal se apagaba,Shawn se quedaría perdido en altamar yno habría ninguna posibilidad delocalizarlo. Una figura se acercó a ellos, eraBrian, que se había recuperado y ahorasalía a cubierta a estirar las piernas.Kiara le explicó la situación.

—Pensé que esos chalecos transmitíanla señal por cuarenta y ocho horasseguidas —le dijo Kiara. —Es que se debe verificar la carga dela batería antes de zarpar —le respondióBrian— y por obvias razones nopudimos hacerlo. El helicóptero despegó y Kiara rezóuna oración al verlo alejarse por elhorizonte. Era la última oportunidad quetenía de volver a ver a Shawn. Brian lepidió que bajara con los demás paracomer algo, pero la impotencia ante lascircunstancias le había quitado elapetito. Brian la convenció de que losacompañara y juntos fueron a la sala deenfermería para llamar a los demás. Porfortuna, todos habían recibido una buena

hidratación y ahora se encontraban enmejores condiciones. Con la ayuda de unmarinero anduvieron a través de unlaberinto de pasadizos hasta quellegaron a la zona de comedores. Alpasar cerca de la cocina, Kiara pudoescuchar a los cocineros oyendo sumúsica mexicana a todo volumen,algunos cantaban alegremente mientraspreparaban la comida para latripulación; recordó entonces su trabajoen el restaurante de comida rápida ycómo el manager la obligaba siempre atrabajar de prisa. En el comedor había una amplia barrallena de diferentes contenedoresmetálicos donde varios cocinerosdepositaban la comida. Se sentaron en

una mesa y uno de los cocineros lesindicó dónde podían recoger suscharolas, el buffet estaría disponible enun par de minutos. Kiara seguíaconsternada debido a la desaparición deShawn, sin embargo, se sentía aliviadapor haber escapado finalmente de esealbergue de muerte. Miró a Leticia quele indicaba a Aurora cómo comportarseen la mesa y tomar los cubiertos y sealegró por las dos, pronto estarían devuelta con José en el campamentoarqueológico y la familia se reuniríadespués de muchos años de separación.Luego miró a la esposa de Brian y pudoconstatar que se sentía tranquila.Cualquier lugar en el planeta era mejorque esperar la muerte en aquel horrible

sitio. Solamente ella se sentía desolada porla pérdida de su novio. Recordó susconstantes pláticas sobre los interesesque Kiara tenía y cómo deseaba que élexperimentara la vida natural delcampamento y la aldea de los indígenas.Ella no dejaba de pensar en el agradabletiempo que había pasado en ese lugar ycómo su vida había cambiado porcompleto al experimentar el sueñolúcido. Ahora se comunicaba confuerzas que estaban más allá de suentendimiento e incluso había hecho elcompromiso de servir de mensajeraentre aquella extraña gente de otra épocay su tiempo presente. Todos fueron sirviéndose del buffet y

Brian forzó a Kiara a que se alimentara.La comida transcurrió con calma hastaque Brian rompió el silencio. —El capitán me informó esta mañanaque nos dirigiremos al puerto deMazatlán una vez que haya concluido labúsqueda de Shawn. Tardaremosaproximadamente dos días en llegarallá. —¿A dónde iremos después? —preguntó su esposa. —Aún no lo sé. El capitán mepreguntó por nuestro puerto de origen ydónde exactamente nos habíasorprendido la tormenta, y tuve quementirle, no podemos dejar que sepanque escapamos de Los Ángeles oestaremos en serios problemas.

—No me gusta nada esta situación —dijo su esposa—. Debemos llegar apuerto lo antes posible y cruzar lafrontera de regreso a Estados Unidos. —Ya veremos qué sucede —respondió Brian—. Lo importante es quelogramos sobrevivir contra todos lospronósticos. Kiara se levantó de la mesa y sedisculpó con todos, regresaría a lacubierta a ver si había noticias delrescate. Salió del comedor y pidióindicaciones para llegar a la cubiertaprincipal, un marinero la acompañó ypronto llegó a la proa. Tenía la idea deque podía encontrar a Shawn si vigilabaatentamente desde el frente del barco. Eltiempo pasaba y todo lo que podía hacer

ella era mirar el ancho mar y sentir lafuerza de la brisa alborotándole elcabello. El buque se movía a toda prisay de pronto percibió un extrañomovimiento en las olas al costadoizquierdo. Observó con detenimiento yse dio cuenta de que se trataba de algúnpez que salía y se sumergía nadando enla misma dirección del navío. Kiarapuso más atención en las olas cercanas yde pronto vio el rostro inconfundible dedos delfines que nadaban a toda prisa aunos veinte metros del costado izquierdodel buque. Sintió una enorme emoción alverlos. Pocas veces en su vida habíatenido la oportunidad de observarlos decerca y se regocijaba por aquelmomento. Otros tres delfines se unieron

a los dos primeros y comenzaron a saltarsobre las olas. Kiara sentía unosenormes deseos de nadar junto a ellos.Al observarlos podía percibir lalibertad de la que disfrutaban almoverse por ese inmenso océano.Concentró su mente y quiso enviarles unmensaje transmitiendo regocijo porverlos en su medio natural, pero todo loque podía expresar en esos momentosera la gran desesperación que sentía porencontrar a Shawn. Un profundosentimiento de valor por la vida seapoderó de ella mientras observaba elnado de los cetáceos. De pronto uno deellos empezó a emitir sonidos con suenorme trompa mientras brincaba. Todoslos demás comenzaron a imitarlo y de

pronto se encontró escuchando susagudos sonidos a coro desde la cubiertadel buque. Dos lágrimas comenzaron adeslizarse sobre sus mejillas mientrasescuchaba el extraño concierto yrecordó lo que el espíritu de la tierra lehabía dicho acerca de lainterdependencia de todas las formas devida en el planeta. Los delfines habíannotado su presencia y ahora secomunicaban con ella para transmitirlela suya. Todos los seres vivosreaccionaban ante la presencia de otro ytrataban de alguna forma de establecercomunicación y hacer notar suconciencia. Kiara comprendió que elmundo natural era como un inmensolaberinto lleno de todo tipo de

maravillas, en donde los seres vivosluchaban día con día para subsistirmientras buscaban el significado de suexistencia. Los delfines recorrían el inmenso maren compañía de los suyos paraexperimentar encuentros con otrosmillones de especies. Los siguióobservando maravillada de la velocidada la que se desplazaban hasta que elgrupo viró a la izquierda, alejándose delbuque. La embarcación siguió su curso ylas oscuras figuras de los delfines fuerontornándose más y más pequeñas hastaque se perdieron en la inmensidad.Kiara miró hacia el horizonte y sedespidió de ellos con un sentimiento deesperanza. Les deseó que el viaje de su

vida los condujera a la realización desus propósitos y que siempre nadarancon la misma libertad a través de losmares del mundo. Su mirada se perdióen la distancia hasta que de pronto unpequeño disturbio en el horizonte la hizoreaccionar: una pequeña mancha oscurase movía sobre las aguas y parecíacrecer a cada momento, era un objetoque volaba acercándose. Un grito sobrela cubierta distrajo su atención y volteóa ver: el primer oficial le hacía señasdesde la cubierta superior de la nave,pero ella no entendía nada. Volteó unavez más hacia el horizonte y observócon cuidado la nave que se acercaba,¡era el helicóptero de rescate! Corrió deinmediato en dirección al primer oficial

del barco y comenzó a subir lasescaleras desesperadamente, en menosde un minuto se encontraba sobre lacubierta superior. —El helicóptero encontró a tu novio—le dijo el primer oficial. Kiara estalló en llanto por tan intensaemoción. No podía creer lo que estabaescuchando, en unos minutos volvería aver a Shawn. —¿Cómo se encuentra? —preguntócon voz quebradiza. —Está en muy malas condiciones. Elpersonal médico del helicóptero estáluchando por estabilizarlo, pero tieneque ingresar al quirófano de inmediato. Y el primer oficial la abrazó paratratar de calmar a Kiara.

—Vamos a recibir el helicóptero —ledijo—. Están a punto de aterrizar. En la popa del buque el helicópteromaniobraba para aterrizar sobre lacubierta. Kiara quería salir corriendo arecibirlo, pero el primer oficial le pidióque no estorbara a los médicos. Lobajaron de la nave y lo pusieron en unacamilla con un respirador artificialsobre la cabeza y una botella de suero.Dos buzos empujaron la camilla hacia elárea de enfermería. Kiara lanzó unahogado sollozo al ver las condicionesen que se encontraba. El primer oficial le pidió que losiguiera. Luego se introdujeron a lasentrañas de la nave entre pasadizos yescaleras hasta que llegaron a la

enfermería. Shawn había sido ingresadoal área de terapia intensiva. Los buzosestaban ahí también y el primer oficialse acercó a conversar con ellos y llamóa Kiara. —Éstos son los hombres que lorescataron. Los dos buzos saludaron a Kiara demano y ella no sabía cómo agradecerlessu ayuda. Luego les preguntó temblandosobre su condición clínica. —Se encuentra en total estado dedeshidratación —le dijo uno de ellos—.Tuvimos que proporcionarle el sueromuy despacio para evitar que sufriera unshock y muriera. Su cuerpo tragódemasiada agua salada, parte de ella leprovocó severos vómitos y otra parte

sigue alojada en sus pulmones. Cuandolo encontramos casi no podía respirar ysu corazón se detuvo al cambiarlo deposición para subirlo al helicóptero.Reaccionó favorablemente a laresucitación cardiaca pero su cuerpoentró en coma casi enseguida. No puederespirar por sí mismo, por eso loscirujanos deben drenar sus pulmones.Tenemos que esperar un par de horashasta que salga del quirófano. Nosabemos si sobrevivirá. Kiara sintió un estallido de angustia yse desplomó sobre su lugar cuandoescuchó lo que sucedía. Su cuerpocomenzó a temblar y sollozaba ensilencio. Su respiración se tornabaarrítmica y los músculos de sus piernas

no le respondían, estaba entrando en unshock nervioso. Uno de los buzos lacargó y la llevó a recostar. Luego tomóuna jeringa hipodérmica y buscó entrelos frascos de un gabinete hasta que sacóuno. Introdujo la aguja con muchadestreza y llenó la jeringa con ellíquido, luego empapó en alcohol unatorunda de algodón y se acercó a lachica, que temblaba sobre la camatratando de respirar entre sollozos. Elbuzo le dijo que le inyectaría un sedantesuave. Tomó su brazo izquierdo eintrodujo la jeringa en la parte superior,casi a la altura del hombro. Ella sintió elfrío líquido y poco a poco su cuerpo sefue relajando hasta que dejó de temblar,su respiración dejó de agitarse y su

visión se iba nublando. Perdió la nocióndel tiempo y se sosegó. Ahora no sabíasi se encontraba dormida o despierta, sucuerpo se había relajado pero su menteseguía activa. En ese estado escuchó albuzo que le decía: —En un par de horas te sentirás mejor.

Capítulo 35

Tras haber soportado la tensión delataque que puso en peligro sus vidas,Sarah y Rafael entraron al comedor delcampamento para unirse con todo elequipo. El grupo había ocupado lasmesas más cercanas a las ventanas yesperaban ansiosamente la comida. Unode los cocineros salió para avisarlesque se retrasaría una media hora. Lahora del bombardeo planeado por el

enemigo se acercaba y Sarah comenzó adiscutir con ellos la idea de evacuar elcampamento esa misma tarde. Todostenían miedo de permanecer ahí peroalgo en su interior los impulsaba aquedarse. —Tenemos que tomar una decisión —les pidió Sarah—. El plan del coronelMcClausky puede fracasar y entoncesestaremos a merced del enemigo. En ese momento el teniente Millsatravesó la entrada del comedor y seacercó al doctor Jensen para pedirle quelo acompañara, el coronel McClauskysolicitaba su presencia. Jensen siguió aMills, y Elena Sánchez supo que setrataba de un asunto relacionado conMaría, entonces le pidió a Daniel y a los

demás que la disculparan, y siguió lospasos del doctor. El coronel McClausky se encontrabasolo en su remolque esperando sullegada. Hacía un par de horas que lehabía pedido autorización al generalThompson de rescatar a María y, ante sunegativa, su mente había entrado en elmás grande de los dilemas: decidir entrela vida o la muerte de un familiardirecto de una persona del grupo con elque se encontraba, y a quien le habíadado su palabra de ayudarlo a rescatar asu esposa. Al principio, McClausky se habíaresignado a la negativa de Thompson yestaba buscando las palabras másadecuadas para explicarle al doctor

Jensen que el rescate era imposible. ElPentágono no había aprobado la misióny no había nada que él pudiera hacer alrespecto. Sin embargo, conforme máspensaba en el asunto, más leincomodaba tener que comunicarle esadecisión. Horas atrás el comandanteSuárez, presionado por los arqueólogos,había logrado comunicarse con lasautoridades que custodiaban a la mujersobreviviente para corroborar suversión. Ésta había proporcionadoinformación clave como los nombres deKiara y Robert Jensen lo cualconfirmaba que en realidad había tenidocontacto con María. Con ese testimonio,existían ahora grandes posibilidades deque ella se encontrara en la finca.

De acuerdo con la mujer, María habíasobrevivido a largos años de cautiverioen los que había soportado los máscrueles ultrajes. Vivía amenazada demuerte y era golpeada regularmente porsu captor. Aún así, había tenido el valorpara tratar de escapar y reunirse denuevo con su familia. McClausky podíacomprender ahora que se trataba de unamujer que había luchado años y añoscontra la adversidad en una situación tandesquiciante que hubiera destruido lamente de cualquier ser humano. Su valory la lucha por su supervivencia eranincuestionables. La sola idea de llegarhasta ese sitio sin detenerse a buscarlalo inquietaba sobremanera. El Pentágonotenía planeado destruir la finca una vez

que hubieran neutralizado el radarenemigo y esto significaría su muerte sinlugar a dudas. Con largos años decarrera en las fuerzas armadas, elcoronel sabía que las operacionesmilitares siempre cobraban vidasajenas. La pérdida de civiles inocentesera siempre un hecho trágico queacompañaba estas campañas. No obstante, el dilema había torturadosu mente por las últimas horas y algo enlo profundo de su conciencia le indicabaque era necesario hacer algo al respecto.Tal vez en otro momento no dudaría encumplir las órdenes al pie de la letra,pero ahora era distinto, no dejaba depensar en todo esto. No podía enfrentaral doctor Jensen cara a cara para decirle

fríamente que su esposa no seríarescatada. No después de darle supalabra de que lo intentaría por todoslos medios. Además tampoco consentíala idea de abandonarla a una muertesegura cuando podía darle unaoportunidad de salir con vida de esesitio. Su cabeza seguía dándole vueltasal asunto hasta que entendió que debíatomar una decisión. El tiempo seguía sumarcha. Tenía que tener la mente clarapara ejecutar su misión y destruir laestación de radar, ésa era su prioridad ynada debía distraerlo de cumplir con sudeber. El futuro del campamentodependía de ello y sabía que no podíafallar. Por otro lado, lo que más leincomodaba de la situación era que él y

su equipo se disponían a llegar hasta elmismo lugar donde María se encontrabacautiva. No soportaba la idea de dejarlamorir encontrándose a tan sólo unospasos para rescatarla. Sabía que bajoninguna circunstancia podría vivir con elpeso sobre su conciencia de llegar hastaese sitio y abandonarla a su suerte. Talacto de cobardía no iba acorde a sudisciplina militar y mucho menos a suética personal. Decidió que debía intentar el rescate,a pesar de que esto significaradesobedecer una orden directa, lo cualpodría traer graves consecuencias paraél. El coronel conocía las implicacionesde este hecho, pero ahora el destino lohabía llevado hasta esa encrucijada:

obedecer las órdenes significabatraicionar su moral y su propia dignidadcomo miembro de las fuerzas armadas.Finalmente, antes de tomar una decisióndiscutiría el asunto con el teniente Mills.Necesitaría de su ayuda para rescatarlay escucharía su opinión a pesar de quesabía de antemano lo que diría. —Es una decisión difícil —respondióMills—. Esa mujer es una sobrevivientey merece una oportunidad. No puedenasesinarla de esa forma. Creo quedebemos intentar sacarla de ahí. —Pueden enviarnos a prisión pormuchos años —le advirtió McClausky. —Los oficiales del Pentágono no seatreverían —argumentó Mills—. Setrata de una prisionera norteamericana.

Si nos llevan a la corte marcial, haremospúblico este caso, la prensa los haríapedazos. Iremos hasta el congreso si esnecesario. El coronel accedió, no sin antesaceptar las consecuencias de sudecisión. No se trataba de una misiónsimple, muchas cosas podían salir mal yél sería el responsable de lo quesucediera. Sin embargo, conocía bien aMills y la experiencia de su equipo, erasu hombre de confianza y un líderexperto en la dirección de tropas deélite. Él mismo le había confiado supropia vida en repetidas ocasiones ysabía que no existía hombre másconfiable para esta misión. La decisiónestaba tomada. El tiempo transcurría y

ya no había marcha atrás. Habíanplaneado el rescate entre ambos y ahoraera momento de que el doctor Jensen losupiera. McClausky preparaba suequipo, en ese momento, el tenienteMills apareció frente a la puerta delremolque seguido por el doctor Jensen yElena Sánchez. —Hay una situación que necesitodiscutir con usted —le dijo el coronel alpadre de Kiara. —¿Qué pasa? —preguntó él. —El Pentágono rechazó nuestrapetición para rescatar a su esposa. Lafinca donde creemos que se encuentraserá bombardeada una vez que hayamosdestruido la estación de radar. Robert Jensen sintió que una amarga

angustia se apoderaba de su persona. —¿Qué es lo que está diciendo? —lepreguntó a McClausky con respiraciónagitada—. ¿Cómo pretendenbombardear la finca si saben que ahí seencuentra prisionera mi esposa? Elena miraba al coronel con ojos deincredulidad. El teniente Mills les pidió queescucharan con atención. McClauskypermanecía serio, observando fijamenteal padre de Kiara. —Hemos decidido que intentaremosrescatar a su esposa antes de que el sitiosea destruido —explicó McClausky—.En un par de horas el Pentágono habráposicionado uno de sus satélites devigilancia sobre el área de la finca y

hasta entonces no sabremos cuántoshombres se encuentran custodiando ellugar. Si las circunstancias lo permiten,el teniente Mills y dos de sus hombresse internarán dentro de la finca parabuscarla. —Pensé que el Pentágono habíarechazado su petición de rescate —interrumpió Elena. McClausky y Mills la mirarondirectamente a los ojos. —El Pentágono no sabe nada sobreeste asunto —respondió el coronel—.Nuestra misión oficial consisteúnicamente en destruir la estación deradar. El doctor Jensen y Elenacomprendieron inmediatamente. El

coronel iba a honrar su palabra derescatar a María inclusodesobedeciendo órdenes superiores.Ambos podían imaginar lasimplicaciones de este hecho, la carreradel coronel McClausky podría acabarseese mismo día. Desobedecer órdenesera un lujo que los altos mandos delejército simplemente no podían darse. —No tengo palabras paraagradecerles esto —les dijo el padre deKiara. —No nos agradezca nada todavía —respondió McClausky—. La misiónpuede fracasar o ser cancelada,dependiendo de lo que enfrentemos en elmomento. Es necesario que lo sepa yque no guarde falsas ilusiones. El

teniente Mills y tres de sus hombres sehan ofrecido voluntariamente para ir abuscarla. Sólo contarán con unos pocosminutos para dar con ella mientras miequipo destruye la estación. La finca esenorme y seguramente habrá decenas dehombres armados custodiándola, así quedebe comprender que será muy difícilencontrarla en tan poco tiempo. —Yo iré con ustedes —dijo el doctorJensen—. Recorreré cada rincón de esemaldito lugar hasta dar con ella. —Imposible —respondió el coroneltajantemente—. Usted no cuenta con elentrenamiento necesario para este tipode misiones. —Si la finca es tan grande comodicen, entonces no podrán encontrarla

—argumentó Jensen—. María no esperaser rescatada y ustedes no tienen formade identificarla. —Sabemos que será difícil dar conella —respondió Mills—. Pero es todolo que podemos planear por ahora.Evaluaremos mejor la situación cuandotengamos las imágenes del satélite. —El teniente Mills tiene razón —ordenó McClausky—. La estrategia derescate se evaluará en cuanto lleguemosa la finca. Usted se quedará aquí.Nosotros intentaremos traer de vuelta asu esposa. Robert Jensen se quejó inútilmente.Luego el coronel le preguntó si teníaalguna fotografía de ella. Él lerespondió que no, pues durante el cierre

del campamento arqueológico habíaenviado la mayor parte de sus efectospersonales de regreso a Los Ángeles.McClausky les pidió que salieran delremolque y se dirigió al centro decomando seguido por Mills, unescuadrón de fuerzas de élite ya losesperaba ahí. El coronel McClausky tomó lapalabra: —El helicóptero nos bajará a cincokilómetros del perímetro de seguridad.El ejército mexicano nos proveerá decuatro vehículos para introducirnos en lafinca. Nuestra misión es la de neutralizara las fuerzas enemigas y destruir laestación de radar. Luego el coronel explicó cómo se

llevaría a cabo la misión: la vigilanciainfrarroja del Pentágono les indicaría laposición de los guardias; dosfrancotiradores acabaríansilenciosamente con ellos para abrirpaso a los vehículos, y entonces, elequipo del coronel se acercaría a laestación de radar para volarla enpedazos. Los helicópteros se encontrabanarmados y reabastecidos decombustible. Mills y los soldados sedirigieron al almacén para proveerse dechalecos antibalas, rifles automáticos yradiotransmisores. La hora de partidallegó y todos comenzaron a subir a loshelicópteros. Mills se situó en la puertade uno de ellos esperando a que todos

abordaran. El doctor Jensen se acercócorriendo hacia él y le entregó algo en lamano. Mills observó una fotografíadonde aparecían el doctor y su esposa.Éste le pidió que por favor laencontrara. Los helicópteros generaronuna enorme nube de polvo al emprenderel vuelo, luego rodearon el campamentoenemigo para evitar un ataque y seenfilaron rumbo a su destino. Sarah, Elena y Daniel observaron lapartida de los helicópteros junto con eldoctor Jensen. Éste temblaba deansiedad y nerviosismo mientras lasenormes máquinas se perdían en elhorizonte. Sabía que esos hombresrepresentaban su única esperanza devolver a ver a María con vida. Elena

percibió su ansiedad y le ofreció quefueran a tomar algo que lo relajara.Sarah y Daniel se dirigieron al centro decomando para seguir paso a paso laoperación. El equipo del coronelMcClausky tardaría tres horas en llegaral sitio y gracias a la cobertura satelitaldel Pentágono podrían observar decerca el transcurso de la misión. Todostenían la esperanza de que McClauskytuviera éxito y en unas horas se decidiríael futuro de todos ellos. El profesorMayer apareció de repente y Sarah leexplicó la situación: el Pentágono lesadvertiría en caso de que tuvieran queevacuar el campamento si las cosassalían mal, para eso habían dejado tresvehículos afuera del centro de comando

listos para huir. Mills y los soldados trataban decontrolar su nerviosismo mientras loshelicópteros avanzaban a vuelo rasante,casi tocando las copas de los árboles.Hacía más de dos horas que habíanpartido y sabían perfectamente lo queles esperaba allá afuera. El tenienteMills tomó su radio y llamó al coronel.Faltaba poco tiempo para llegar al puntode reunión con el ejército mexicano y latensión en la cabina del helicóptero sehacía más evidente conforme seacercaban a su objetivo. Los minutostranscurrían y Mills no dejaba de ver sureloj. —Cinco minutos para el objetivo. Mills les dio indicaciones a todos de

revisar los cargadores de los rifles.Estaban a punto de llegar. Loshelicópteros redujeron su velocidad ycomenzaron a descender lentamentehasta tocar suelo. El teniente Mills abrióla puerta y los soldados fueron saliendouno por uno. El Sol estaba a punto deocultarse en el horizonte cuando elcoronel McClausky se encontraba ya entierra acompañado por dos oficiales delejército mexicano. Mills dio órdenes atodo el equipo para que bajaran de lanave. Tres hombres del coronel McClauskybajaban el equipo electrónico queserviría para ejecutar la misión. Uno deellos se aproximó y tomó una de lascomputadoras portátiles, insertó un

dispositivo de conexión satelital yencendió el equipo. Esperó un minuto yluego el coronel le entregó un papel conlos códigos de acceso a la red satelitaldel Pentágono. Pasó un par de minutoshasta que la conexión estaba lista, variasimágenes satelitales de la fincaaparecieron en la pantalla. —Estamos en línea con el Pentágono—dijo el operador. Otro soldado puso una caja metálicasobre el cofre de uno de los vehículos.Sacó cuatro dispositivos de rastreosatelital, los colocó en el interior decada uno de los vehículos blindados ylos activó rápidamente. —La conexión está lista —le dijo aMcClausky—. El Pentágono puede

vernos ahora. McClausky llamó a Mills y ambosanalizaron las imágenes en pantalla. ElSol se ocultó por completo y laoscuridad comenzó a invadir losalrededores de la finca. Las imágenesinfrarrojas mostraban decenas de figurashumanas repartidas a todo lo ancho delterritorio, así como varios vehículos quecustodiaban el perímetro de lapropiedad. —El Pentágono está enfocando lascámaras directamente sobre la estaciónde radar —dijo el operador. El coronel McClausky observócuidadosamente las imágenes. —La estación se encuentra vigiladapor varios vehículos. Nos acercaremos

al perímetro y los atacaremos por ellado este. Luego le pidió al operador queenfocara la imagen satelital directosobre la finca. El soldado movió elzoom de la cámara y la imagen fuetornándose borrosa. —Ésa es la mejor resolución quepuedo obtener. Se distinguían varias siluetas humanasdentro de la enorme mansión y afuerados vehículos con varias personasmontaban guardia sobre el perímetro.Las difusas imágenes no permitían vercon definición el movimiento de laspersonas, sino que solamente alertabande su presencia. —Maldición —exclamó Mills—, hay

demasiada gente alrededor de la casa. —No será fácil dar con ella —comentó McClausky—. Contamos conescasos minutos para realizar estaoperación; es su decisión, teniente. Mills evaluó la situación por unosinstantes: primero sería necesarioneutralizar a los guardias exteriores.Esto podrían lograrlo sigilosamente conlos francotiradores, pero dentro de lacasa comenzaba el problema. No podíasaber cuántos guardias custodiaban elinterior. Debía eliminarlos en completosilencio y eso le quitaba el tiempo quenecesitaba para identificar a María. Eraabsolutamente necesario encontrarlapronto para salir con vida de la fincamientras el coronel volaba la estación.

—Llevaré a mis hombres hasta lasafueras del perímetro para neutralizar lavigilancia —respondió Mills—. Luegoentraremos a la casa y la recorreremosrápidamente a ver si logramos dar conella.

Capítulo 36

La presión sobre el general Thompsonse iba intensificando conforme el díaavanzaba. Sentado en su escritorio,aguardaba a que William Shermanatendiera la videoconferenciaprogramada. Los minutos transcurrían ypara aliviar la ansiedad, se sirvió unvaso de bourbon con hielo. Después sesirvió un vaso con agua helada ycomenzó a tomársela despacio. El

sonido de su teléfono privado lo hizoreaccionar. —El señor Sherman se encuentra listopara la videoconferencia —le informósu secretaria. —Thompson encendió el enormetelevisor de plasma de su oficina y elrostro de William Sherman apareció.Saludó escuetamente al general y fuedirecto al grano. —La situación en todo el malditoplaneta es más grave de lo quepensamos. La economía del país se estáresquebrajando a un ritmo jamáspensado. Las guerras corporativas hancomenzado ya. La población no cumplecon sus obligaciones crediticias y laeconomía está a punto de paralizarse.

Escucha bien esto, es de sumaimportancia para nuestros planes: acabode corroborar con una de mis másconfiables fuentes de información que elsistema bancario internacional seencuentra en completa bancarrota. Eldéficit de deuda de los paísesindustrializados, incluyendo el nuestro,ascendió a su máximo histórico el día deayer. El sistema bancario mundial sedirige irremediablemente al colapsototal. Los bancos centrales estánemitiendo papel moneda sin respaldocrediticio de los gobiernos en un intentopara reactivar la economía, pero lasenormes pérdidas generadas por losdesastres naturales encarecerán losproductos a precios jamás antes vistos.

Bajo este escenario, la economíamundial se dirige en picada hacia lapeor recesión que el mundo hayasufrido. —Comprendo la situación —respondió Thompson. Días antes el presidente le habíainformado del escenario al que seenfrentaban. El congreso planeabareducir más de treinta por ciento el gastomilitar programado para los siguientesaños. La inflación estaba acabando conel poder adquisitivo de la gente mientrasmiles de cosechas se perdían con lasinundaciones. Millones de cabezas deganado estaban muriendo por falta deforraje para alimentarlas. Los precios dela carne y los granos habían subido

desproporcionadamente. El desempleoestaba creciendo día a día a medida quelas pequeñas empresas empezaban adeclararse en quiebra. El pronóstico deMayer había sido correcto, el mundoestaba experimentando una crisis sinigual. —La demanda de petróleo ha crecidoexorbitantemente —agregó el general—.Los países piensan que el uso delenergético es la única forma de reactivarsu industria. —Y tienen razón —afirmó Sherman—.No existe otra forma para arar sustierras y transportar sus alimentos. Sinpetróleo la economía de cualquier paísestá condenada. —Los canadienses lo saben y han

estado maniobrando para forzar nuestraintervención en contra de los rusos. —Era de esperarse —respondióSherman—. Sin embargo, nuestraalianza con los rusos quedaráconsolidada en cuanto se resuelva estasituación. ¿Has hablado con ellosrespecto a la alianza? —Tuve una reunión privada hace dosdías con uno de los generales de másinfluencia en su gobierno. Sabe que,bajo la crisis económica que seaproxima, el régimen político de sunación se derrumbará muy pronto. Leaseguré que nuestro país reconocerá lalegitimidad de su gobierno cuando hayantomado el poder. Escuchó laproposición y se limitó a preguntar que

si garantizaríamos el flujo de petróleo asu país una vez que hubiéramosperforado los yacimientos en aguasprofundas. Le dije que el flujo estabagarantizado, así que el plan continúa enmarcha. —Bien, entonces todo está listo paranuestro siguiente paso. Ahora, escuchabien lo que vamos a hacer: sabíamosque el cambio climático precipitaríaesta situación y ahora contamos con elescenario perfecto para dar marcha a lasegunda fase de nuestro plan, no tienecaso esperar más tiempo. En unos díascomenzaremos a ejecutar el planpreparativo para ordenar el recorte decincuenta por ciento en la disponibilidadde crudo en el mercado internacional.

—¡Es imposible hacer eso ahora! —exclamó el general—. Habíamosestimado un mínimo de dos años paratomar esa medida. La economía mundialsufrirá un colapso aun peor si recortas ladisponibilidad del petróleo ahora.¿Cómo planeas justificar esa acción tanradical? Tenemos que consultar antes algrupo de los ocho. Las repercusiones enel mundo serían catastróficas. —¡No tengo que consultar nada conesos cobardes! —respondió Shermancon dureza—. Simplemente lesinformaremos para que cooperen connosotros o enfrenten las consecuenciasde su traición. Yo poseo ahora el poderenergético y militar del mundo, notenemos que esperar más tiempo.

Nuestra infraestructura de perforación yrefinamiento ha sufrido graves dañosdebido a las inundaciones y al malclima. Más de treinta por ciento denuestros pozos están paralizados, ésa esla justificación perfecta para nuestroplan. Un pequeño trabajo de sabotaje enlas refinerías hará el resto. El mundo sequedará sin la mitad de su petróleo enunos días y con esa acción voy a acabarcon mis enemigos de una vez y parasiempre. Durante décadas, losconsorcios bancarios dominaron laeconomía mundial sometiéndome a susórdenes. Han controlado y especuladocon los precios del petróleo dominandoel mundo a su antojo, pero finalmenteeso cambiará. Su lucrativo juego de

oferta y demanda está por acabarse. El general Thompson conocía a laperfección la estrategia de Sherman. Elsistema bancario controlado porparticulares había sido siempre sumayor enemigo y ni siquiera habíatenido oportunidad de luchar contra supoderío financiero. Pero todo cambiócuando los efectos del cambio climáticose hicieron presentes en el planeta. Elcrecimiento desmedido de las industriasfinanciadas por los bancos creaba lascondiciones perfectas para un colapsodel sistema y estaba acabando con elmedio ambiente, al igual que la excesivaquema de hidrocarburos. Sherman habíaprevisto desde muchos años atrás elsobreendeudamiento del sistema. Todo

lo que necesitaba hacer era seguirproveyendo a la industria concombustible barato para que el sistemacontinuara creciendo mientrasacumulaba más deuda. Ahora, con elretiro de la disponibilidad de crudo enlos mercados internacionales, su preciose dispararía hasta las nubes, dejandoprácticamente sin valor alguno a lasmonedas dominantes del mercadocambiario como el dólar y el euro. Laemisión de estas monedas era lo quemantenía a los consorcios bancarios enel poder. Todos los bienes y serviciosdel planeta eran intercambiados porestas monedas. El control de ellasrepresentaba el control sobre los bienesy el producto del trabajo de millones de

personas. Sherman sabía que, a pesar deposeer una enorme fortuna, su petróleose intercambiaba diariamente por papelmoneda emitido por los poseedores delos grandes bancos centrales. En otraspalabras, todo el fruto del trabajo delargos y largos años de la corporaciónpodía ser manipulado fácilmente por losespeculadores de los mercadosfinancieros. En el sistema actual, ellosdictaban las leyes y él las obedecía. Sugran fortuna estaba calculada en valoresque los bancos establecían. No poseíacontrol sobre las reglas del mercadofinanciero y si había algo que WilliamSherman realmente aborreciera era quealguien más tuviera el control sobre suvida y su enorme imperio.

La emisión de billetes por parte de losbancos privados era un negocio queexistía desde principios del siglo XIX.Todas las naciones industrializadashabían necesitado de financiamientodurante su etapa de crecimiento y losgrandes banqueros habían hecho uso desus enormes fortunas para pactar con losgobiernos el financiamiento continuo delpaís a cambio del control de la emisiónde moneda con su respectivo cobro deintereses. Esto significaba para ellosgenerar papel moneda como instrumentode cambio universal, lo cual lesgarantizaba el control sobre la economíay el fruto del trabajo de toda lapoblación. El gobierno por su parte,recibía también parte de ese fruto de

trabajo a manera de impuestos que todociudadano tenía que pagar sinexcepción. Era un jugoso negocio paraambas partes. La población desarrollabael crecimiento de la economía con suarduo trabajo mientras los bancoscobraban intereses por el dineroprestado y los gobiernos a su vezcobraban una tasa de impuestos. Vistodesde esa perspectiva, toda la poblaciónera empleada en la ganancia de losbancos y los gobiernos. Tanto el bancocentral europeo como el banco de lareserva federal estadounidense seencontraban en manos de particulares yprestaban dinero a los países pobres, asícomo a las grandes corporaciones, através de instituciones de crédito como

el Fondo Monetario Internacional y elBanco Mundial para disfrazar susoperaciones privadas. Estos préstamosno significaban otra cosa que el controlde la vida y economía de todos. El retiro de la disponibilidad depetróleo del mercado internacionalrepresentaba la quiebra absoluta deambas monedas como instrumento decambio. La inflación que dispararía laescasez de petróleo haría que lasmonedas perdieran por completo supoder adquisitivo. Esto significaba uncolapso total del sistema bancario y elquebranto de todos los ahorros yoperaciones basados en estas monedas. Thompson sabía que el plan queproponía Sherman era completamente

imposible bajo el esquema de unaeconomía funcional en la que el petróleorepresentara un recurso disponible, perobajo las condiciones existentes en laactualidad, en que la World OilCorporation controlaba más de setentapor ciento de la producción ydistribución del combustible el plan erasimplemente perfecto. No obstante, dicha acción no podríaser llevada a cabo sin antes obtener elcontrol de la fuerza militar necesariapara proteger las reservas einfraestructura de la corporación. Anteun escenario de radical escasez delenergético, cualquier país que vieraamenazada su economía respondería deinmediato con un ataque militar para

garantizar el control de un recurso tanvital para la vida del país. Sherman losabía y había esperado largos años paracompletar todas las piezas del tableroque necesitaba para dar el golpe final asus enemigos. El general Thompsonmeditaba en silencio sobre cómoSherman le había expuesto su plan dereordenamiento global durante variosaños de reuniones privadas. Ahorafinalmente veía que esa realidad sematerializaba ante sus ojos. WilliamSherman se disponía a dar el paso másarriesgado del plan y aunque tenía quereconocer que había jugado sus cartasde manera brillante, el general no estabaconvencido de si había llegado elmomento adecuado para ejecutarlo.

—¿Qué sucede, Raymond? —lepreguntó Sherman. —Tu plan es demasiado arriesgadopara ejecutarse en este momento —respondió el general. —¿Qué dices? —objetó Sherman—.No existe mejor momento que éste paradarles la estocada final a mis enemigos.Su fin está cerca, te lo aseguro. Lasgrandes nevadas e inundaciones estánreduciendo su sistema económico,haciéndolo añicos. Tanto la poblacióncomo las medianas empresas ycorporaciones sólo piensan en la formade salvar su pellejo. Tu obtusa mente desoldado no te deja ver más allá de loque tienes enfrente. No tienes lacapacidad para concebir un plan de esta

magnitud. —Tus competidores árabes puedenabastecer la demanda —repusoThompson—. Al precio que llegaría elpetróleo, harían grandes fortunas. —Qué ingenuo eres, Raymond —respondió Sherman fríamente—. Noentiendes nada de economía. Sidecidieran hacer eso, sus grandesreservas de crudo se agotarían en un parde años, y yo quedaría como el dueñoabsoluto del petróleo mundial en unfuturo cercano. El comercio no es otracosa que el intercambio de bienes. Miscompetidores sabrán de inmediato queel objetivo del plan es precisamente elquebranto de las monedas dominantesdel mercado financiero. ¿Crees que

estarían dispuestos a cambiar supreciado petróleo por papel moneda quea corto plazo sufriría una tremendadevaluación y resultará inservible? ¿Deverdad crees que serían tan estúpidospara hacer eso? El general Thompson reflexionó sobrelas palabras de Sherman.Definitivamente conocía mejor que éllas reglas de la economía de mercado. —Estoy de acuerdo. Pero esa medidasólo nos garantizaría el control de laeconomía norteamericana en unprincipio —repuso Thompson—. Y esono sería suficiente. Los europeos jamáspermitirán que te quedes con el controlde la economía de sus países. Eso losabes bien. Al controlar el

abastecimiento de petróleounilateralmente, lo único que vas acausar es una guerra mundial por elcontrol de este recurso. Simplemente nocomprendes que, con el pánico mundialque piensas crear, los gobiernosresponderán con la fuerza militar paradetenerte. Por eso te digo que aún no esel momento para actuar. Debemosestudiar a fondo las repercusiones. —Los malditos europeos y sueconomía privada son el blancoprincipal de esta maniobra —respondióSherman con tono beligerante—. ¿Creesque no he estudiado cuidadosamentetodas las repercusiones del plan? Porsupuesto que sus gobiernos estallarán enpánico y te amenazarán con romper sus

alianzas militares con la OTAN. Pero loque no entiendes es que el nuevoesquema mundial estará gobernado porla fuerza militar y las corporaciones. Ala iniciativa privada le importan unbledo los políticos y la democracia.Bajo el nuevo orden mundial, estosconceptos serán tan inútiles comoobsoletos. Las grandes mafias políticasdejarán de existir cuando su sistemaeconómico se colapse bajo sus propiospies. —El plan inicial era esperar a que laseconomías de estos países sederrumbaran, de modo que la poblaciónperdiera la confianza en los políticospara gobernarlos. ¿Por qué este cambiotan abrupto en los planes? —preguntó el

general Thompson. —El cambio climático ha provocadoeste derrumbamiento. ¿Qué me estabasdiciendo sobre la economía hace unosminutos? La población ha perdido porcompleto la confianza en los gobiernos—respondió Sherman—. Entiende esto:el sistema se está colapsando por supropio peso. El gobierno no puede crearmás empleos y los alimentos comienzana escasear debido a la destrucción delas cosechas. Actualmente el poder delmundo está dividido entre losconsorcios bancarios y los políticoscorruptos que perpetúan su sistemacambiario beneficiándose del trabajo dela población. La población común y losmilitares como tú son simples

empleados que obedecen las órdenes deestos grupos de poder. El nuevoesquema rescatará a la población de esalarga tiranía que los ha llevado a laquiebra económica y a la pobrezapatrimonial. Cuando las economías delos países europeos quiebren y sumoneda no valga un centavo, losmilitares europeos no tendrán muchasopciones. Ningún país europeo tiene unejército capaz de hacerle frente anuestro arsenal atómico, y los rusosestarán de nuestro lado. Su única otraopción viable será la de negociar untratado con nosotros. En el nuevo ordenmundial, los banqueros y políticospagarán con su cabeza el quebrantoeconómico de millones de personas.

Ellos serán los chivos expiatorios. Sucorrupción y las grandes fortunas quehan acumulado bajo el fracasado sistemaserán expuestas públicamente a unapoblación desamparada y muerta dehambre. La corporación posee cientosde estaciones de televisión y radio portodo el mundo. Su estilo de vida deabuso y despilfarro se le presentarámasivamente a la población. Suscabezas rodarán a manos de su propiopueblo, te lo aseguro. Después, nosotrosofreceremos a los militares europeos elcontrol de sus propios gobiernos ygarantizaremos el abastecimiento depetróleo y gas natural a sus países.Serán vistos como héroes por lapoblación al evitar la guerra y garantizar

los recursos energéticos. ¿Cómo podránnegarse ante esta situación de tomar elcontrol de sus gobiernos? Raymond Thompson escuchaba consuma atención el razonamiento deSherman. Odiaba aceptarlo pero en elfondo sabía que la situación mundialhabía llegado a un punto crítico. Laviolencia de la población estabaestallando en distintas partes del mundoy los gobiernos no hacían otra cosa quereprimirla. Era sólo una cuestión detiempo para que los pueblos selevantaran en armas contra los ricos yprivilegiados del sistema que losgobernaba. Él tenía razón, sería el golpemortal que acabará finalmente con elavaricioso sistema bancario de deuda.

Frente a esa situación, los militareseuropeos buscarían una salida pacíficaal problema y ellos saldrían doblementebeneficiados. Aun así, le inquietaba laforma de proceder de Sherman. Suobsesión por controlar la economía delmundo lo volvía un sujeto peligroso. —He convocado una reunión con elgrupo de los ocho esta misma noche —continuó Sherman—. Necesito que estéspresente para que respaldes la segundafase del plan.

Capítulo 37

Todavía bajo los efectos del sedante,Kiara estaba tendida en una de lascamas de la enfermería. Se ibarecuperando de la impresión de ver aShawn en ese crítico estado de salud. Sudescontrol había requerido untranquilizante y ahora todo lo quepensaba era que por el momento lomejor era descansar. Brian y los demás pasajeros del yate

habían llegado para ver a Kiara, queyacía inconsciente sobre la cama.Preguntaron sobre la condición deShawn y el buzo les informó a detalle.Todos permanecieron afuera de laenfermería hasta que Kiara fuerecuperando el conocimiento. Comenzóa enfocar una figura familiar sentada allado de su cama, era Leticia, que sehabía quedado a su lado esperando quedespertara. —¿Cómo está Shawn? —le preguntóKiara con voz vacilante. —Aún no tenemos noticias. ¿Ya tesientes mejor? Kiara asintió con la cabeza. —¿Cuánto tiempo estuve dormida? —Varias horas —le dijo Leticia, y en

esos momentos el personal médicoempezó a salir del quirófano. Uno de losmédicos comenzó a hablar con Brian yLeticia le dijo que iría a averiguar elestado de Shawn. Después de diezminutos Brian y Leticia se acercaron asu cama. —Shawn se encuentra estable —ledijo Brian—. Sin embargo, lomantendrán en terapia intensiva hastaque haya salido del coma. Hace unosminutos comenzó a respirar por símismo, pero tendremos que esperar unpar de horas para poder visitarlo. Kiara agradeció a Brian la noticia ypor fin pudo liberar la ansiedad que laacometía desde aquella noche en queShawn había caído por la borda. Se alzó

sobre la cama y le pidió a Leticia que laayudara a incorporarse, tocó el suelo dela cubierta con los pies y comenzó arecobrar la sensación de equilibrio.Leticia la acompañó hacia la cubiertaprincipal del buque para tomar un pocode aire fresco, el sol seguía brillando enel despejado cielo y el viento habíaamainado un poco. Kiara le dijo aLeticia que trataría de comunicarse conJosé y su padre al campamento, y Leticiasonrió de oreja a oreja al escuchar eso.Subieron hacia el puente del buque ypreguntaron por el primer oficial, que alverla se alegró de que estaba yatranquila. Luego les facilitó un teléfonosatelital para que llamaran alcampamento. Kiara sacó su pequeña

cartera de la bolsa de sus jeans y marcóel número. La comunicación tardó másde un minuto en establecerse y derepente el teléfono comenzó a emitir eltono de llamada. Kiara estaba ansiosapor regresar a la selva y volver a ver asu padre, también aquel hermoso lugarjunto al mar donde la había llevado aJosé, y le prometió a Leticia que prontoirían juntas a nadar con la pequeñaAurora. El tono de llamada del teléfonoseguía sonando y nadie respondía,entonces el operador satelital cortó lacomunicación y envió un mensaje derespuesta negativa. Kiara se extrañó, ¿por qué nadierespondía? Tomó de nuevo el número yse aseguró de marcarlo correctamente.

Una voz conocida respondió esta vez. —Hola —era Sarah Hayes en elauricular. —Hola. Soy Kiara, la hija del doctorJensen. Sarah titubeó por unos instantes yluego respondió: —¡Kiara! Soy la doctora Hayes.¿Cómo estás? ¿Dónde te encuentras? Tupadre está muy preocupado por ti.Tratamos de ubicarte en el albergue,para intentar sacarte de ahí, pero elejército no lo permitió. ¿Cómo estás? —Estoy con la esposa de José, haceunos días nos escapamos del albergue,tuvimos que hacerlo, cientos depersonas se estaban muriendo por unaenfermedad muy extraña. Estoy a bordo

de un buque de la armada de México,vamos con rumbo a Mazatlán yllegaremos allá en un par de días. —Voy a buscar a tu padre ahoramismo, no vayas a colgar. Kiara esperó impacientemente hastaque su padre tomó el teléfono. —¡Hola! ¡Hola! —sonó la vozdesesperada del doctor Jensen en elauricular. —¡Papá! —¿Dónde estás? La doctora Hayesdice que te encuentras a bordo de unbuque y que escapaste de la ciudad. Kiara platicó a su padre brevementesu odisea y la de sus compañeros parasalir del refugio. —Escúchame bien. Necesito que me

informes de inmediato en cuanto lleguesa puerto. Entonces pediré al coronelMcClausky que seas transportada hastanuestro campamento. —Está bien, papá. Por favor avísale aJosé que Leticia y su hija se encuentranconmigo. Kiara le pasó el teléfono a Leticia yella habló unos momentos con el doctorJensen. Luego pidió hablar con José, quetardó un par de minutos en llegar, hablócon su esposa y después Leticia puso aAurora en el teléfono. Finalmente sedespidió de José y acordaron volver ahablar pronto. Ambas regresaron a la zona deenfermería. Shawn seguía estable yBrian y su esposa habían salido por unos

minutos. Las dos se acomodaron conAurora en unos pequeños bancos cercade la sala de terapia intensiva. Kiara semostraba relajada tras haber habladocon su padre. Todo lo que deseaba esque Shawn se recuperara pronto y quejuntos viajaran hasta el campamento. Leticia y Kiara permanecieron atentasa la condición de Shawn hasta que Briany su esposa aparecieron. Kiara los pusoal tanto de su conversación con supadre, les mencionó sus planes y lespreguntó qué harían ellos al llegar apuerto. Brian le dijo que regresarían aEstados Unidos para reunirse con susfamiliares. Su esposa se mostrópreocupada al respecto pues, como otrosmiles de personas, habían perdido su

casa y todos sus bienes materiales,incluyendo su empresa, que era su mediode sustento económico. Ahora seencontraban solamente con los pocosahorros que tenían en medio de la peorcrisis financiera del país, en esascondiciones iba a ser muy difícilcomenzar de nuevo. La ciudad de LosÁngeles era el único hogar que habíanconocido y ahora se encontraba enruinas. Su futuro era incierto pero Brianse mostraba optimista. La hora de la cena llegó y todos sefueron al comedor. Uno de los médicosdel buque se encontraba en el pasillo y yles dijo que el chico evolucionabafavorablemente, su respiración se habíaestabilizado y sus pulmones recobraban

la fuerza con rapidez. —Estamos esperando que salga delcoma en cualquier momento —le dijo elmédico—. En cuanto lo haga, lollevaremos a la sala de recuperación,donde podrán hablar con él. Kiara sonrió satisfecha y siguió algrupo hacia el comedor. Sentados a lamesa, comenzaron a disfrutar de su cena,se sentían alegres de nuevo por haberrecuperado a Shawn, y Brian hizoalgunas bromas. Todos se relajaron unpoco y permanecieron sentados porlargo tiempo hasta que un grupo deoficiales entró al comedor. Kiarareconoció al primer oficial del buqueaproximándose con una hoja de papel enla mano, se acercó a la mesa y se dirigió

a Brian directamente. —El centro de telecomunicaciones dela armada nos acaba de enviar uninforme —dijo el primer oficial y todoscomenzaron a temblar de miedo,seguramente la marina de EstadosUnidos los estaba alertando sobre suescape. Brian no sabía qué decir, Kiaray los demás tripulantes enmudecierontambién y esperaron lo peor. —El personal del consuladoestadounidense ha sido informado de surescate y les prestará toda la ayuda quenecesiten para contactar a susfamiliares. Llegaremos a puerto mañanapor la noche.

Capítulo 38

El equipo del coronel McClauskyhabía alcanzado el perímetro de la fincay se disponía a entrar. Las imágenesinfrarrojas del satélite alertaban sobre lapresencia de vehículos y guardiascercanos a su posición. A seiscientasmillas de distancia, Sarah Hayes y suequipo observaban con la esperanza enun hilo: en un momento los vehículoscruzarían la cerca y ya no habría vuelta

atrás. El doctor Jensen respirabanerviosamente mientras observabaatento la operación. Dos hombres bajaron a cortar la cercametálica y los vehículos se movierondespacio hacia el interior, avanzaron porunos segundos hacia su objetivo y, depronto, uno de los vehículos se separóde la formación, viró noventa grados yse encaminó a la casa. Los operadoresdel Pentágono comenzaron a emitirórdenes para que volviera a laformación, pero el vehículo hizo casoomiso. —¿Qué demonios sucede? —preguntóuno de los operadores. Elena se acercó a Sarah y la miró a losojos. El coronel había decidido ejecutar

el plan de rescate y el centro deoperaciones tácticas podía observarlo.Un incómodo silencio invadió la radio.El vehículo siguió su rumbo hastaaproximarse a la finca y se detuvo, habíallegado al sitio indicado. Mills bajóseguido por dos de sus hombres. Uno delos soldados, que sostenía un largo riflecon una enorme mira telescópica, sacóunos binoculares y se los colgó en elcuello, siguió al teniente y le entregó elrifle. Mills abrió los visores de la miratelescópica, miró a través de ella ycomprobó la presencia de tres guardiasvigilando la entrada. Luego regresó alvehículo para dirigirse al conductor, queoperaba una computadora portátil conlas imágenes satelitales del sitio.

—Nos acercaremos sigilosamente a lacasa de seguridad —le dijo—.Mantendremos comunicación por radioen todo momento. Conforme avancemos,nos darás la posición de los guardiaspara irlos eliminando uno por uno. El conductor asintió y el grupo se pusoen marcha. Mientras tanto, el coronel McClauskyy su equipo habían bajado de losvehículos y se dirigían sigilosamentehacia su objetivo. Había acordado conMills que esperaría hasta que elloshubieran encontrado a María antes devolar la estación. Cada minuto de laoperación era absolutamente crucial.Mills debía comunicarse con él al entrara la casa y, en ese momento, McClausky

y su equipo debían ya encontrarse en laposición de disparo con los misiles. Laexplosión provocaría una distracciónque Mills debía aprovechar para salirde la casa de forma inadvertida. Los dos grupos avanzaban hacia suobjetivo y hasta ahora no habían sidodetectados. —Atención: veo a dos sujetos dentrode un vehículo a quinientos metros desu posición —sonó la voz del conductorque guiaba al equipo rumbo a la finca.El vehículo había aparecido de repentey se había detenido a trescientos metrosde la entrada. Los dos sujetospermanecían dentro del auto. —Entendido —respondió Mills. El grupo avanzó unos metros hasta que

Mills alzó su puño izquierdo, era laorden para detenerse. Uno de lossoldados tomó los binoculares y setendió sobre el suelo. Mills colocó elsoporte del rifle de precisión y comenzóa calcular el disparo. —Dos objetivos —dijo el soldado—.Distancia: ciento cincuenta metros.Viento moderado soplando del noroeste. Mills ajustó la mira telescópica delrifle para calibrar la distancia y luegovio de nuevo a través de ella. Respiróhondo y fijó el primer objetivo. Colocósu dedo suavemente en el gatillo ycontuvo la respiración. Un sonidoahogado por acción del enormesilenciador del rifle surcó el aire ydesapareció de inmediato.

—Objetivo derribado —dijo elsoldado que observaba con losbinoculares—. El segundo objetivo semueve. Mills trataba de fijar el disparo contrael segundo hombre mientras ésteobservaba a su compañero abatido conun certero disparo en la cabeza. Lapuerta del vehículo bloqueaba su visióny Mills esperaba pacientemente a que elsujeto se descubriera. De pronto, el tipoabrió la puerta del vehículo y se tiró alsuelo, luego sacó un arma de su cinturóny volteaba hacia los lados. Millspermanecía quieto observandoatentamente el movimiento del segundosujeto. Éste se arrastró rápidamente paraesconderse debajo del vehículo.

—¡Dispara! —exclamó el soldado. Mills respiró hondo de nuevo y jalósuavemente el gatillo. El disparo zumbóen el aire y se impactó en una pierna delsujeto, que comenzó a retorcerse sobreel suelo. Mills disparó de nuevo y elsujeto dejó de moverse. —Objetivo derribado —dijo elsoldado guardando los binoculares. Mills se secó el sudor de la frente ycolgó el rifle de precisión sobre suespalda. Luego habló con el conductorpor la radio. —Listos para continuar. —Avancen seiscientos metros hacialas diez en punto. Veo tres sujetos en unvehículo custodiando la puerta deentrada.

—Entendido —respondió Mills. El grupo avanzó en la direcciónindicada sin hacer el menor ruido.Tardaron un par de minutos en alcanzarla posición entre algunos árbolescercanos a la casa. Los tres sujetos seencontraban charlando justo frente a laentrada. Se movían de un lado a otroaventando monedas al suelo. Mills y sushombres se acomodaron nuevamente enposición de disparo. Miró la casacustodiada por los sujetos y comenzó arespirar agitadamente. Se encontraba atan sólo unos pasos de averiguar si laprisionera estaba ahí dentro y laadrenalina corría por todo su cuerpomientras esperaba, impaciente, elmomento de entrar.

—Distancia: trescientos veinte metros—susurró el soldado—. Tres objetivos.Viento moderado soplando del noroeste. Mills apuntaba el rifle hacia lossujetos, que seguían jugando con lasmonedas, moviéndose de un lado a otro.El sudor en la frente le bajaba hasta lacara y hacía que perdiera laconcentración. Los segundostranscurrían y no accionaba el gatillo. —No puedo fijar el blanco —exclamóMills de repente—. Se mueven mucho. —Espera a que uno se detenga —ledijo uno de los soldados. El teniente permaneció con la vistafija en la mira hasta que uno de lossujetos se recargó sobre un poste de laentrada. Mills accionó el gatillo pero el

hombre se agachó inesperadamente arecoger una moneda. El disparo hizoimpacto sobre uno de los cristales de lapuerta de entrada y el sonido del vidriocrujiendo paralizó a los tres sujetos ensu sitio. Mills volvió a accionar elgatillo y esta vez uno de los sujetos cayófulminado. Los otros dos sujetoscomprendieron que un francotirador lesestaba disparando y de inmediatobuscaron refugio. —¡Los objetivos escapan! —exclamóel soldado mientras Mills movía el riflepara fijar un blanco. Uno de los sujetos corría a todavelocidad lejos de la casa mientras elotro se escondía detrás de un vehículo.Mills enfocó rápidamente la mira sobre

el sujeto que corría y disparó. El sujetocayó abatido. —¡Detrás del vehículo! —señaló elsoldado mientras Mills volvía a fijar elblanco. El sujeto se había percatado de ladirección de los disparos y se manteníaa cubierto detrás de una de las ruedas.Mills y su grupo esperabanpacientemente a que se moviera pero nolo hizo, los segundos transcurrían y ladesesperación comenzaba a apoderarsede ellos. —Conoce nuestra posición —dijoMills levantando el rifle—. No semoverá de ahí. Luego hizo una señal a todos para quelo siguieran y comenzó a avanzar por

detrás de los árboles, rodeando la casa.Avanzaron más de cincuenta metros ypoco a poco la silueta del sujetocomenzó a aparecer detrás del vehículo.El grupo siguió avanzando y de pronto elsoldado exclamó sorprendido: —¡Maldición! ¡Está hablando porradio! Mills tomó el rifle con ambas manosrecargándose sobre un árbol. Apuntó porunos segundos y luego disparódirectamente sobre el pecho del sujeto:el radio salió volando de su manomientras el hombre caía sobre la ruedadel vehículo. Mills llamó al conductor yle preguntó si veía movimientoalrededor de la casa. —No veo a nadie acercándose —

respondió él. Mills se volteó para encarar a sushombres. Ambos respirabannerviosamente. El sujeto había utilizadola radio antes de caer abatido. Mills ledio el rifle de precisión a uno de ellos ytomó su rifle automático. —No tenemos tiempo que perder. Elsujeto ya alertó a los demás sobrenuestra presencia aquí. Luego se dirigió al soldado que habíatomado el rifle. —Tú vigilarás la entrada desde estaposición. Nosotros vamos a entrar a lacasa. Mantente listo para disparar contralo que se mueva —y diciendo esto, quitóel seguro del rifle automático y avanzóhacia la propiedad, seguido por el otro

soldado. El grupo avanzó hacia la entrada de lacasa cubriendo sus pasos con elvehículo donde se encontraba derribadoel tercer sujeto. La radio se encontrabasobre el piso y se escuchaba a unasvoces hablando. —Nos descubrieron —exclamó elsoldado. Sarah y su grupo observaban laoperación desde la pantalla en el centrode comando. El doctor Jensen no podíaocultar su nerviosismo mientras seguíala operación paso a paso. La ansiedadse apoderó de todos ellos cuando Millsy su grupo estaban a punto de entrar a lacasa. En la otra pantalla, el escuadróndel coronel McClausky había eliminado

silenciosamente a cuatro guardias quepatrullaban la zona en dos vehículos y seacercaba sigilosamente hacia laposición de disparo contra la estación. Mills y su grupo llegaron hasta laentrada. El teniente se acercóagachándose y tomó con cuidado laperilla, comenzó a girarla y se percatóde que la puerta estaba abierta, así quela empujó despacio y luego se introdujoa la casa. Sabía que el sujeto habíaalertado del ataque a sus compañeros,por lo tanto era seguro que encontraríanresistencia. La iluminación interior eratenue pero había suficiente visibilidad.Hizo una seña a su compañero y éste losiguió hacia el interior. Ambos hombrescaminaban sobre el pasillo principal

cuando se escuchó el ruido de una puertaabriéndose violentamente. Los dos secongelaron en su sitio. Un momentodespués una ráfaga de ametralladorarompió el silencio. Alguien habíaabierto fuego dentro de la casa. Ahorasabían que hombres armados seencontraban ahí dentro. El soldadoapuntó su arma hacia el frente y Millsles hizo señas de que avanzaran. Al finaldel pasillo un sujeto tumbó una puerta deuna patada para luego abrir fuego conuna ametralladora. Mills dio la vueltasobre el pasillo corriendo sin avisar, yel soldado se adelantó para ver lo quesucedía: Mills se encontraba en posiciónde disparo, esperando. Un sujeto salióde la habitación y Mills lo liquidó de un

certero disparo en la cabeza. Luego seintrodujo en la habitación e hizo unaseña al soldado para que se detuviera ylo esperara. El cadáver de una mujer se encontrabatendido en el suelo boca abajo. Millsrespiraba agitadamente mientras secersioraba que nadie se acercara lahabitación sigilosamente para atacarlo.Una voz en la radio lo interrumpió,mientras permanecía apuntando a lapuerta de entrada con su rifle. —Hay movimiento alrededor de todala finca. Veo varios vehículosacercándose a la casa —advirtió elconductor con voz nerviosa—. Llegaránen un par de minutos. Mills tomó a la mujer por los hombros

y la volteó para ver su rostro. Durante elviaje en el helicóptero había observadodetenidamente el rostro de MaríaJensen. Las facciones de esta mujer nocorrespondían con las de ella. Sucompañero le advirtió por radio quepodía escuchar el sonido de losvehículos fuera de la casa. Mills salióde la habitación y se dirigió a lasiguiente. Allí otra mujer yacíaasesinada sobre la cama. Era una mujerblanca de la misma estatura de MaríaJensen. Mills revisó el cuerpo y pudonotar de inmediato que no se trataba deella. Se apresuró de salir y fue areunirse con el soldado que seguíavigilando desde el pasillo. La radio del teniente volvió a sonar,

esta vez era el coronel McClausky. —Estamos en posición. ¿Tienen elpaquete? —Negativo —respondió Mills—. Notenemos el paquete. —Quedan sólo unos minutos —dijoel coronel—. Háganlo rápido. Remontaron el pasillo principal ytomaron una desviación a través de unaenorme sala, en completo silencio hastaque encontraron otro pasillo conhabitaciones. Entonces el conductor leshabló por la radio. —Tienen que salir de ahí. Cuatrovehículos se aproximan a su posición. —Entendido —respondió Mills.Luego se volvió hacia su compañero y ledijo:

—Se nos acaba el tiempo. El enemigose dirige hacia nosotros. El soldado iba a decir algo cuandounos pesados pasos al final del pasillollamaron su atención. Ambos sereplegaron contra la pared.Inmediatamente después escucharongolpes en una de las puertas. —Es otro guardia —susurró Millsadelantándose para observar por elrecodo. Un sujeto de rifle automáticopateaba con violencia la puerta de laúltima habitación. Dio dos patadas másy finalmente la puerta le cedió el paso.El soldado se colocó detrás de Mills yvio cómo el sujeto desaparecía tras lapuerta, entonces hizo una seña paradirigirse a emboscarlo pero Mills lo

detuvo y avanzó en su lugar paraenfrentarlo.

Capítulo 39

Sigilosa, junto a la ventana, MaríaJensen había esperado a que oscurecierapara que nadie se percatara de ella. Conun pequeño cuchillo de cocina trataba deseparar el marco que sostenía losvidrios. Hacía dos días que seencontraba encerrada en la habitaciónsin hacer otra cosa que figurarse laforma de escapar. Llegó a la conclusiónde que su única posibilidad sería forzar

el marco de la ventana para salir durantela noche y perderse en la oscuridad delbosque. Sabía perfectamente lo que significabaese intento, pero estaba dispuesta aapostar su vida en una sola jugada. Si ladescubrían fuera de la habitación, seríaejecutada en ese mismo instante. Porhoras había tratado de quitar uno de losvidrios pero el marco no cedía. Debíahacerlo con cuidado para que nadienotara el desperfecto al día siguiente. Elsonido de unas voces afuera de la casallamó su atención. Dejó lo que estabahaciendo y afinó el oído para escucharcon claridad. Eran los guardias que patrullabandiariamente la entrada de la casa. Se

habían detenido justo en la puertaprincipal, entregados a uno de susestúpidos juegos. María se alejó de laventana para que no la vieran. Se sentóen la cama y esperó pacientemente a quese fueran. La casa se encontraba encompleto silencio, por lo que podíaescuchar con claridad sus voces.Encendió una de las lámparas en sumesa de noche y observó la fotografíade Kiara que se había quedado ahídesde esa mañana. Se disponía atomarla cuando un repentino zumbidohizo crujir uno de los vidrios de laentrada para luego producir un impactosobre la pared del corredor queconducía a su habitación. María reaccionó sorprendida. Por un

momento pensó que de seguro a uno delos guardias se le había escapado undisparo. Inmediatamente despuésescuchó el movimiento de los hombres.Uno de ellos lanzó un grito. María seacercó a su ventana tratando de observarlo que sucedía afuera y vio a uno de losguardias corriendo a toda velocidadjusto frente a ella. Un segundo despuéscaía abatido por un silencioso disparo.María comprendió que alguien estabaatacando la finca. Corrió hacia la puertade su habitación y tomó la perilla, perocomprobó que seguía bajo llave. Ahorano sabía qué hacer. Se acercó de nuevoa la ventana y puso la oreja directamentesobre el vidrio para tratar de escucharalgo. A lo lejos percibió el sonido de

unas voces a través de la radio de unode los guardias. María cayó en cuenta de que debíaalejarse de la ventana y agacharse, opodría recibir algún disparo. Aguzó másel oído y se concentró para escuchar loque sucedía. Su cuerpo de nuevoexperimentó una aguda tensión y depronto escuchó que derribaban una delas puertas de las habitaciones al otrolado de la casa. Al momento siguienteuna ráfaga de ametralladora la hizoestremecerse de miedo. ¿Qué demoniosestaba sucediendo? Trataba de pensarrápidamente sobre la situación cuandoescuchó de nuevo el sonido de otrapuerta derribada seguido por una nuevadescarga de un arma automática.

María entró en pánico al instante. Loslatidos de su corazón se aceleraron alpunto de sentir su pecho estallar. Ahorasabía lo que estaba sucediendo. Claudiale había platicado que los guardias delcártel tenían órdenes de ejecutar a todoslos rehenes en caso de ser atacados. Notardarían mucho tiempo en llegar a ella yacabar con su vida. Tenía que moversede inmediato. No contaba con armaalguna para defenderse. Corrió al lujosovestidor, movió unas maletas para poderquitar una pieza de madera de la pared yse introdujo en un espacio muy reducido.Su captor usaba ese pequeñocompartimento secreto para esconderjoyas y otras cosas de valor dentro de lahabitación. María casi no podía

acomodar su cuerpo dentro del espaciomínimo pero sabía que ésa era su únicaoportunidad de salir con vida esa noche. Trató de calmar su respiración y al finpudo colocar la falsa pared paraocultarse. La oscuridad la invadiómientras luchaba por mantener la calma.Unos pasos sobre el pasillo la volcaronal terror. Luego oyó a alguien golpeandosu puerta. Su corazón latía a un ritmofrenético y notó que la puerta habíacedido a los golpes. Un pesado andaratravesó el vestidor hacia el cuarto debaño. María ya no podía respirar. Sabíaque el guardia no tardaría mucho tiempoen encontrar su escondite.

Capítulo 40

La tarde caía en la ciudad de Houstoncuando la reunión con el grupo de losocho estaba por comenzar. El generalThompson iba escoltado por personal deseguridad de la corporación para llegaral último piso del edificio y WilliamSherman se encontraba soloesperándolo. Los dos se saludaron demano y el general se dirigió a éldirectamente.

—He venido para advertirte lasconsecuencias de lo que planeas hacer.Esta vez tendrás que escuchar si deseasseguir contando con mi apoyo. William Sherman se puso a ladefensiva de inmediato. —¿A qué demonios te refieres? Elplan fue concebido hace varios años.Sabías que llegaría el momento deejecutarlo y ahora no puede habermarcha atrás. El grupo de los ochollegará en menos de treinta minutos.Tenemos que estar de acuerdo para nodespertar más desconfianza. El general Thompson miró a Shermanfijamente. —Durante el vuelo recibí un informeclasificado por parte de los CDC en

Atlanta. Nuestros peores temores sehicieron realidad. Los centros confirmanla aparición de brotes epidémicos envarios países de Europa yLatinoamérica. ¿Te das cuenta delpeligro en que nos encontramos frente aesa amenaza? Los países han comenzadoa aislar por completo a los enfermos, yahora no podemos saber cuánta gente seencuentra infectada por el agente. —¿De qué hablas? —preguntóSherman—. Si la zona de contagio sedio en California. ¿Dé que forma pudollegar la enfermedad hasta Europa? —Después del terremoto, equiposinternacionales de rescatistas llegaron aLos Ángeles. Seguramente algunos deellos resultaron infectados y por

desgracia abandonaron la ciudad díasantes que se decretara la cuarentena. Sherman retrocedió un par de pasos yluego añadió: —Nuestra estrategia en el campamentode refugiados está teniendo resultados.Dijiste que la tasa de contagio estabadisminuyendo drásticamente. Diles a losCDC que todos estos países tienen queadoptar esas mismas medidas. En unospocos días los brotes estaráncontrolados. —Ya lo hice —respondió el generalfríamente—. Pero el plan no tendrá elmismo resultado que en la ciudad de LosÁngeles. En estos países la gente vive ycircula libremente. Una personainfectada puede viajar y transportar el

agente a cientos de kilómetros. Esimposible establecer un cerco sanitarioen las grandes ciudades. Tenemos queempezar a planear otra estrategia. —Los laboratorios de la corporacióntrabajan día y noche a marchas forzadaspara desarrollar la vacuna. Prontotendremos un medio efectivo paraprotegernos. El general Thompson daba vueltas deun lado a otro observando a Sherman. —Veo que ni siquiera estás conscientedel mal que has desatado —le reclamóThompson—. Tu falsa sensación deseguridad desaparecerá muy pronto,cuando empieces a ver lasconsecuencias reales de todo esto. —¿A qué te refieres? —inquirió

Sherman. —Hace unas horas hablé con elprofesor Mayer. Los intentos paradesarrollar la vacuna fracasaron porqueel agente gris se comporta de maneraimpredecible. Las muestras de sangre delas víctimas del campamento muestranque la bacteria comienza a variar suestructura genética. Al desarrollarse endiferentes regiones del mundo, existe laposibilidad que mute en diferentes cepaso que desarrolle los mecanismos paracontagiarse por vía aérea. ¿Te dascuenta? Si esto sucede, millones depersonas se contagiarán de laenfermedad. Los gobiernos de los paísesinfectados ya fueron advertidos. Losenfermos han sido aislados en lugares

remotos y toda la gente con que tuvieroncontacto está tomando la terapia deantibióticos. Pero mientras esto sucede,más y más brotes aparecen diariamenteen diferentes lugares del mundo. Losgobiernos y la organización mundial dela salud han estado minimizando lagravedad del asunto pero pronto nohabrá forma de ocultar la verdad. Sherman miró con detenimiento algeneral. —Debes tomar medidas drásticasantes de que eso suceda —le ordenó—.La humanidad se ha defendidoexitosamente de todas las epidemias quehemos enfrentado. Ésta no será laexcepción. Haremos lo que seanecesario para evitar que la enfermedad

se extienda. El general se acercó a Shermanapuntándole con su dedo índice. —Se acabó el tiempo de actuarunilateralmente —dijo desafiandodirectamente su autoridad—. No voy apermitir que cometas otra locura deestas dimensiones. Tu plan parareordenar la economía mundial deberáser analizado y aprobado por el grupode los ocho antes de ponerlo en marcha. William Sherman resopló connerviosismo observando que el generalThompson se rebelaba abiertamente ensu contra. Por años había confiado en sulealtad pero ahora se daba cuenta de quese encontraba prácticamente solo paraejecutar su plan. Una enorme rabia se

apoderó de él pero sabía que no eramomento de pelear. Necesitaba el apoyodel ejército para consolidar su dominio,no podía darse el lujo de perder a esealiado, no en este momento. Tratar deintimidarlo no serviría de nada, puesRaymond Thompson se encontraba ahoraal mando del país más poderoso delmundo. Tenía que utilizar otra estrategia. —Comprendo que el uso del agentegris para liquidar al presidente fue ungran error de mi parte —dijo Sherman, yel general Thompson lo mirósorprendido, era la primera vez que loescuchaba aceptando haberseequivocado—. La medida fue tomadabajo mucha presión —continuó Shermanfingiendo arrepentimiento—. Sabes que

el presidente estaba decidido a acabarcon la corporación. Además, ambosfuimos engañados por el maldito Mayer.Nos hizo creer que contábamos con unavacuna efectiva contra el agente. Dehaber conocido la verdad, hubieraescogido otro método. —De nada sirve lamentarse una vezque el daño está hecho —le respondióThompson—. Pusiste en peligro a lahumanidad entera porque actuasteunilateralmente. Ahora te proponeshacer lo mismo con el sistema bancario. William Sherman comprendió deinmediato que tras el uso del agente gris,el general Thompson le estaba retirandosu apoyo. Si el grupo de los ocho sepercataba de esto, su plan podría

desplomarse de un día para otro. Unintenso nerviosismo comenzó a hacerpresa de él. Necesitaba obligar aThompson a obedecerlo pero éste nocedería fácilmente. Además sabía que elgrupo actuaría guiado por sus propiosintereses personales y que no dudaríanen traicionarlo si el plan no lesconvencía. Necesitaba usar su astuciapara convencerlos. —La medida que estamos tomando esla única solución que existe a la quiebraglobal de los mercados —exclamóSherman con voz tajante—. Piensa bienen lo que está por suceder. En lo únicoque piensan los banqueros es enmantener su dominio. La economía novolverá a recuperarse, sino que sufrirá

una gran contracción. En ese escenario,millones de personas lo perderán todo.El sistema de deuda ha llegado a su fin.Los gobiernos no podrán contener la irade millones de familias desesperadas.Los banqueros pretenden ofrecerle a lagente una alternativa de nuevoendeudamiento que nadie aceptará. Bajolas condiciones que nos encontramos, nohabrá suficientes empleos para la gente.El precio de los combustibles llegaráhasta las nubes y el sistema se colapsarápor sí solo, dejará al mundo bajo uncaos incontrolable. El general Thompson sabía bien queSherman no estaba mintiendo. Éste habíaestudiado las repercusiones del vorazsistema bancario de endeudamiento y

había predicho su colapso. Frente a eseescenario, los mercados globalesdesaparecerían y darían lugar al regresode las economías locales eindependientes. Esto era equivalente aretroceder un siglo en la vida económicade los países, como si el sistema seresquebrajara en mil pedazosindependientes. La recesión resultantede este colapso sumiría al mundo en lapeor depresión económica de suhistoria. —Explícame exactamente lo que tepropones hacer —le pidió el general. —Eso ya te lo expliqué. Necesitamosprecipitar la quiebra del sistema parainstaurar el nuevo orden mundial. —¿Y cómo sabremos que esa medida

no resultará en un colapso peor? Sherman miró fijamente al generalThompson. Odiaba ser cuestionado poralguien que consideraba como uno desus subordinados. —Te voy a explicar lo que sucederácon el viejo sistema. Escucha bien esto.Cuando el dólar y el euro quiebren, lasgrandes fortunas de los particularestambién lo harán. La industria y elcomercio se paralizarán temporalmente,al igual que los mercados cambiarios.Esto ya ha sucedido anteriormente,durante la época de las guerrasmundiales. Habrá una gran confusión ymiles de particulares aprovecharán paraempezar a acaparar la producción dealimentos y productos básicos. Eso no

podemos permitirlo. Los militaresdeberán tomar el control y garantizar elabasto seguro a la población. Elresultado es idéntico a un escenario deguerra, así que la transición deberá serpactada con las fuerzas militares antesde que eso suceda, y tú serás elencargado de hacerlo. Formarás unaalianza con los europeos y los rusos. Lapoblación estallará en pánico cuando elpapel moneda pierda su valor. Ningúnpaís puede sobrevivir, ni siquiera porunos días, bajo esas condiciones. Latransición hacia el nuevo sistema debeser cuidadosamente planificada. William Sherman se movió de su lugary pidió al general que lo siguiera.Avanzó por un largo pasillo hasta llegar

a un cuarto hermético con una enormepuerta blindada. Registró una contraseñade diez números en el tablero digital ypuso su ojo en un lector de retina; lapuerta blindada tardó más de treintasegundos en abrirse. Sherman seintrodujo a la cámara seguido por elgeneral. Se dirigió a uno de los estantesprincipales y tomó un maletín negro muyvoluminoso. Luego ambos salieron de labóveda y un momento despuésregresaban a su oficina, donde Shermantecleó una combinación en el mecanismodigital para abrir el maletín. —Raymond —dijo Shermanorgullosamente—, te presento la nuevamoneda que regirá el futuro de lahumanidad. Conoce al petro.

El general Thompson miró el interiordel enorme maletín que Sherman habíapuesto sobre el escritorio. Se acercó ysacó un juego de billetes dedenominación de 100 petros y observósu diseño. De frente mostraban elemblema clásico del águila calvaposada sobre la imagen de un grupo dehombres trabajando alrededor de unatorre de extracción de petróleo. Volteóel billete y en la parte de atrás pudoobservar la leyenda que decía: “Energíapara el progreso”, justo por encima dela imagen de una planta industrial.Parecía un billete común y corriente conel típico diseño de todos los billetes delmundo, a excepción de un pequeñosímbolo en la esquina superior derecha

que aparecía a ambos lados: “8”. —¿Y bien? —preguntó Sherman—,¿qué te parece? Raymond Thompson continuó mirandoel contenido del maletín consistente entres tipos de tamaño de monedas deplata con diferente diseño ydenominaciones. En todas las monedas ybilletes aparecía el extraño símbolo. —¡Monedas de plata! —exclamó elgeneral tomando una de ellas. —Así es —afirmó—. El metalprecioso dará certidumbre a lapoblación sobre el valor de la nuevamoneda. De esa forma se desharán másrápidamente de las viejas monedas demetal inservible. —Eso suena lógico. ¿Qué es esta

extraña marca aquí? —preguntó elgeneral señalando el símbolo grabadoen el reverso. —Es un símbolo con el que he soñadodesde que era un niño —respondió él—.Algo en mi inconsciente me ha dichosiempre que representa el poderío sobrela gente. —El dinero representa el dominiosobre la humanidad, no este extrañosímbolo —respondió Thompson. —La emisión de dinero me pertenecede ahora en adelante y puedo grabar enél lo que se me antoje —dijo Sherman. El general Thompson recordó quesiempre le había llamado la atención elsímbolo del ojo y la pirámide en elreverso del billete de un dólar.

Definitivamente, Sherman tenía razón,los poseedores del poder económicogrababan lo que se les antojaba en supropia moneda. —¿Cómo lograremos ejecutar latransición a la nueva moneda sin quehaya un caos alrededor del mundo? —preguntó Thompson con desconfianza. —Primero tendremos que eliminarsistemáticamente los círculos de poderque gobiernan el viejo sistema. Nopodemos dejarlos con vida o usarán suinfluencia para acabar con nuestro plan. —Tienen poderosos aliados en elcongreso y el senado. No va a ser fácileliminarlos. —Para que su sistema desaparezca,debemos acabar con todo aquel que lo

apoye. Tú te encargarás de arrestarlos,deben ser ejecutados. El presidenteemitirá una orden ejecutiva para sucaptura acusándolos de traición yfraude. Después, el gobierno tomará elcontrol del banco de la reserva federal.Nuestros aliados europeos asegurarán elbanco central e iniciaremos la impresiónde la nueva moneda. —El gobierno es un mecanismo muycomplejo —respondió Thompson—.Habrá serias repercusiones. No sepuede acabar con los políticos de lanoche a la mañana. —No será necesario acabar con todosellos —dijo Sherman—. Una vez que elnuevo sistema entre en vigor, nosotroscontrolaremos por completo el sistema

bancario. Los políticos que apoyen elnuevo sistema podrán conservar susfortunas. Aquellos que no, se quedaránen la miseria. La mayoría de elloscooperará, créeme. Ninguno searriesgará a perderlo todo por defenderlos intereses de los banqueros. —¿Qué sucederá con la deuda que aúntienen millones de personas con el viejosistema? —El endeudamiento no es otra cosaque el control sobre el producto de sutrabajo, es un medio empleado por losbancos para explotar a la población. Ladeuda seguirá en vigor porque de esemodo continuaremos ejerciendo presiónsobre ellos. Reduciremos un poco lastasas de interés para incentivarlos a

seguir pagando. El comunicador de Sherman comenzóa parpadear y el general le hizo una señapara que atendiera el teléfono. El grupode los ocho esperaba abajo para entrar ala sala de reunión. Sherman indicó a susecretaria que los hiciera pasar. Todosfueron tomando asiento alrededor de lamesa. La atmósfera se sentía más tensaque nunca. William Sherman saludó atodos y les pidió que se relajaran yescucharan con atención. Entoncescomenzó a explicar a fondo el plan paraprecipitar el colapso del sistemabancario. Uno de los miembrosreaccionó de inmediato. —La quiebra del sistema representa lapérdida completa de nuestras fortunas.

Con la caída de los mercados bursátilesya hemos sufrido pérdidas millonarias.No podemos presionar a los consorciosde esa forma, nos han asegurado quenuestras fortunas se recuperarán pronto. Sherman se dio cuenta de inmediatoque los miembros del grupo venderíansu lealtad al mejor postor siempre ycuando se les garantizará la continuidadde su riqueza. —El sistema se dirige en picada haciasu quiebra total, al igual que sus fortunas—exclamó Sherman para inquietarlos—.Puedo demostrárselo ahora mismo. La sala se inundó de voces y consignasen contra de lo que Sherman decía. Dosde los miembros amenazaron con dejarla reunión. Éste trataba de contener la

intensa ansiedad que sufría. Poco a pocodejaba de ver al grupo como un aliado ycomenzaba a desconfiar de susverdaderas intenciones. —El colapso del sistema es inminente—exclamó Sherman mientras el generalThompson trataba de calmar el ánimo delos presentes y les pedía que pusieranatención. Sherman tomó un control remoto yencendió una gran pantalla paraproyectar los datos que había obtenidoal intervenir la red central de losconsorcios. El análisis estabasintetizado y mostraba sin lugar a dudasun déficit incontrolable en sus cuentas.Todos los presentes miraban atentamentemientras Sherman explicaba cómo el

sistema se iba desmoronando por elpeso de una inmensa deuda queresultaba impagable. —Aquí está la prueba de lo que seavecina —dijo Sherman fríamenteapuntando a la pantalla—. Sus fortunasdejarán de existir en cuanto se colapseel sistema. Intensas voces de preocupaciónempezaron a escucharse por toda la sala.Uno de los miembros del grupo tomó lapalabra. —¿Por qué no habíamos sidoinformados de esta situación? —preguntó un hombre claramente exaltado—. Estabas al tanto de lo que sucedía ydecidiste callar sabiendo del riesgo quecorrían nuestras corporaciones. ¿Qué

demonios te propones? Dos miembros del grupo comenzaron agritar cuestionando a Sherman sobre lainformación. Éste los miraba con unodio indescriptible. —¡Los consorcios han venidoocultando la quiebra en sus finanzas poraños! —respondió finalmente—. Asíque la información tuvo que ser obtenidade su propia red central, hace tan solounos días que logramos hacerlo.Pensamos que el sistema se sostendríadurante algunos años, pero los datosrevelan que muy pronto ejecutarán unarevaluación completa de la moneda paracubrir su déficit. Con esta revaluación,nuestras empresas y la población seránlos principales perjudicados.

—¿Cómo van a lograr hacer esto? —De la misma forma que lo han hechosiempre —respondió Sherman—. Losconsorcios cuentan con el apoyo de losgobiernos dirigidos por políticoscorruptos. Son ellos quienes dictan lasleyes por ahora. Pero con nuestro planlos militares tomarán el poder. —¿Y cuál será nuestro beneficio porrespaldar este plan? —El beneficio será inmediato, puesconservarán su capital intacto. En elnuevo orden, sus fortunas se cotizarán enpetros y estarán garantizadas por elenergético. El comercio global sufriráun colapso, pero la influencia denuestras grandes empresas seguirá enpie. El petróleo continuará siendo el

motor de una nueva economía basada noen la especulación de capitales, sino enel control de los recursos. El general Thompson se levantó de susilla y sugirió un receso para analizar lainiciativa de Sherman. Los miembroscomenzaron a discutir sobre lasopciones. Uno de ellos se acercó algeneral Thompson, aprovechando queSherman conversaba con los demástratando de convencerlos de que loapoyaran. —Necesitamos una reunión con usteden privado —le dijo el hombre. —Tendrán que ir a Washington —lerespondió el general. —¿Se da cuenta del poder queconseguirá William Sherman si el grupo

apoya la iniciativa? —le preguntó. —Me doy cuenta —respondió elgeneral. —El sistema económico mundial nopuede estar en manos de un soloindividuo. Tiene que existir uncontrapeso. —Si el grupo no apoya la iniciativa,se desatarán guerras civiles alrededorde todo el globo —comentó el general—, el caos será aún mayor. Por ahoraésta es nuestra única opción. Además yaes tiempo de que los políticos dejen elpoder. —En eso estoy de acuerdo —dijo elhombre y regresó a la mesa. El general Thompson pidió a lospresentes que alzaran la mano quienes

votaran a favor de la iniciativa. WilliamSherman sería excluido de la votaciónpor razones obvias. Cuatro personasalzaron la mano y Sherman sonriócomplacido. —¿Cuándo daremos marcha al plan?—preguntó uno de los miembros. —En unos días estará todo preparado—respondió Sherman—. Ejecutaremosun plan coordinado para dejar que losconsorcios anuncien sus medidas derevaluación y reposición de bienesadeudados para fortalecer las monedasdominantes. Ése será el momentoindicado para actuar. Los políticos ybanqueros que anuncien las medidasserán encarcelados bajo cargos detraición y fraude. Entonces

implantaremos el nuevo sistema paracalmar a la población. La reunión terminó y Sherman gozabaen silencio de su triunfo. En unos días,su sueño de dominación comenzaría atomar forma. El general Thompson seveía preocupado, se disculpó conSherman y salió de la sala. En elrecibidor activó su teléfono y llamó alpentágono. La operación para defenderla galería subterránea se hallaba enmarcha. —Los helicópteros llegaron al sitio dereunión y los vehículos entraron alperímetro —dijo la voz de un oficial enel teléfono—. El equipo del coronelMcClausky se separó al entrar a la fincapor motivos que desconocemos, señor.

—Envíen la imagen del satélite alhelicóptero —ordenó el generalThompson y se encaminó hacia elascensor que conducía al techo deledificio. William Sherman salió de la sala dereuniones y vio al general esperando elelevador. —Te marchas sin despedirte —lereclamó. —Tengo que atender una situaciónurgente —se disculpó Thompson. —¿De qué se trata? —PreguntóSherman—. ¿Más juegos de guerra? —Un grupo paramilitar atacó elcampamento de investigación en laPenínsula de Yucatán esta mañana.Tenemos que detenerlos antes de que

lleguen a la galería. Sherman lo miró con un gesto dedesconfianza. Comenzaba a sospecharde él y sus verdaderas intenciones. En elfondo sabía que había apoyado suiniciativa sólo porqué no contaba conuna mejor alternativa. De haber sido así,Sherman estaba seguro de que lo habríatraicionado. El elevador se abrió y elgeneral entró, seguido por él. Llegaronal techo donde el helicóptero del generalesperaba instrucciones. Un equipo deseguridad rodeó de inmediato aSherman. Thompson lo miró comoesperando a que se despidiera, peroaquél insistió en acompañarlo. Queríaestar al tanto de lo que sucedía en elcampamento. Los dos se metieron al

helicóptero. La pantalla estabaencendida y la imagen infrarroja delsatélite mostraba los vehículos y elequipo de McClausky avanzando haciala estación de radar. —¿Tenemos comunicación con elcoronel? —preguntó Thompson. —Sólo a través del Pentágono —respondió uno de sus oficiales—.Estamos utilizando una señal de radio dealta frecuencia. —¿Dónde se separó el grupo? El oficial tomó un control remoto yajustó la imagen satelital moviendo elzoom para que abarcara más terreno.Otro vehículo avanzaba en dirección ala casa principal de la finca. —¿A dónde demonios se dirigen? —

preguntó el general. —No lo sabemos —respondió eloficial—. El coronel no responde. Sólonos dijo que usted entendería. —¿Qué es lo que sucede? —preguntóSherman—. ¿Quiénes son estos tipos? El general le explicó que un grupo denarcotraficantes estaba atacando elcampamento de investigación pararealizar una operación clandestina en lajungla. —Un grupo de narcotraficanteshaciéndole frente a tu ejército —sonrióSherman irónicamente—. Eso sí que esdigno de verse. El general observó con cuidado cómoel grupo iba despejando el camino deenemigos, sigilosamente, hasta

aproximarse a la estación de radar. Enun par de minutos el coronel seencontraba en posición de destruir elobjetivo pero no disparaba contra laestación. —¿Qué diablos espera McClausky?—exclamó el general. Luego tomó suteléfono de nuevo, la comunicación conel Pentágono seguía activa. Lossegundos transcurrían y el coronel nohabría fuego contra la estación. —¡Ordene al coronel que destruya elobjetivo de inmediato! —gritó elgeneral.

Capítulo 41

La alerta sobre el ataque a la fincahabía causado la movilización completade los guardias. Dos vehículos seaproximaban hacia la entrada de la casay otros trataban de alumbrar todo elperímetro en busca de los intrusos, notardarían mucho tiempo en encontrar alcoronel. —No podemos seguir esperando —ledijo McClausky a uno de sus soldados

—, preparen las armas para abrir fuego.Avise al Pentágono que volaremos laestación en un par de minutos. El coronel yacía boca abajo en elsuelo mirando a través de unosbinoculares de visión nocturna. Laestación de radar se podía observar conclaridad, custodiada por un grupo deindividuos en dos autos blindados. Elcoronel dio la orden a dos de sussoldados para que se prepararan adisparar los lanzacohetes directamentesobre el objetivo. Dos soldados máspermanecían detrás de ellos listos pararecargar las armas. —Coronel —dijo uno de los soldados—, el Pentágono acaba de repetir laorden de disparo. El general Thompson

está dirigiendo el ataque. —Entendido, sargento. El coronel tomó su radio comunicadory llamó a Mills. —Se acabó el tiempo. Prepárensepara salir de la casa. Y diciendo esto, hizo una seña a losdos soldados para disparar sobre elobjetivo. —No dejen de disparar hasta que laestación caiga por completo —ordenóMcClausky. —Coronel —interrumpió el sargento—, varios vehículos se dirigen a nuestraposición. —Preparen los cañones Gatling. Nodisparen hasta que se aproximen. Lossorprenderemos por completo.

—Entendido, coronel. El sargento se alejó hacia losvehículos. Armaron los tres cañones yesperaron a que los autos enemigos seaproximaran. El coronel enfocó denuevo la estación de radar con losbinoculares. —¡Listos para disparar! —¡Listos, coronel! —¡Fuego! —ordenó McClauskysilenciosamente. Dos proyectiles teledirigidos volaronhacia la estación a una velocidadvertiginosa y en menos de dos segundoshicieron blanco sobre el objetivoproduciendo una impresionanteexplosión que pudo escucharse a varioskilómetros de distancia. Los sujetos que

custodiaban el edificio salieron volandopor la fuerza del impacto. Los soldadosrecargaron las armas. Ambos disparoshabían dado en el blanco pero algunasantenas aun se mantenían en pie. Elcoronel dio la orden de abrir fuego denuevo. Dos nuevos cohetes salierondisparados hacia el objetivo y loimpactaron de lleno. Otra estruendosaexplosión invadió los cielos y esta veztodas las antenas fueron derribadas porcompleto. Mills se encontraba siguiendo alsegundo guardia hacia el interior de lahabitación cuando escuchó laadvertencia del coronel para quesalieran de la casa. Segundos despuésentraba sigilosamente a la habitación en

busca del sujeto. La luz se encontrabaapagada en la recámara a excepción deuna lámpara en una de las pequeñasmesas de noche. Mills miró hacia todoslados y no pudo localizar a nadie,entonces se dio cuenta de que al fondode la habitación había una puerta queconducía hacia otro lado. Iba concautela en esa dirección cuando depronto una gran explosión hizo estallarlos vidrios de las ventanas. Mills se tiróal suelo protegiendo su rostro conambos brazos y permaneció tendido porun momento hasta que comprendió queel coronel había volado la estación.Comenzó a incorporarse, todavíaaturdido por el sonido, y escuchó unospasos aproximándose velozmente.

La puerta al final de la habitación seabrió de golpe y apareció el sujeto delrifle automático. Ambos se miraron porun segundo. Mills apuntó su arma paradisparar pero el sujeto accionó primeroel gatillo para soltar una descarga quepasó justo encima de su cabeza. Pudoescuchar claramente el silbido de lasbalas rozándole los oídos. Por unmomento pensó que el sujeto había dadoen el blanco, pero un movimiento reflejolo hizo tirar del gatillo de su rifle y unaráfaga dio directamente sobre el pechodel sujeto, que cayó hacia atrásfulminado por los disparos. Mills nopodía creer que había salvado la vidapor unos centímetros. Se incorporó paramirar al sujeto y en ese momento el

sonido de otras dos explosiones hizoque la habitación se cimbrara de nuevo.Luego de unos segundos su compañeroentró de súbito a la habitación. Mills le pidió que se detuviera yavanzó con cautela hacia el extremo dela habitación. Cruzó la puerta queconducía al cuarto de baño pasando delargo por el vestidor. —No hay nadie en la habitación —ledijo al soldado en voz baja—. El tiempose acabó. El coronel destruyó laestación y ha ordenado que salgamoscuanto antes. Mills comenzó a avanzar con unsentimiento de frustración, al parecer labúsqueda de María había sido en vano.Una voz en la radio interrumpió sus

pensamientos. —Atención. Dos vehículos sedetuvieron enfrente de la casa. Ochohombres armados se dirigen al interior—dijo el conductor con voz nerviosa. —¡Maldición! —exclamó Mills. El soldado se adelantó y miró de reojohacia afuera. No conseguía ver a nadiepero escuchó unos pasos de genteintroduciéndose a la casa. Entonces losdos hombres se aproximaron a la puerta,tenían que escapar lo antes posible oestarían perdidos. Mills le indicó alsoldado que saliera de la habitacióndespués de él y que lo siguiera de cerca.Los dos se prepararon para salir alpasillo pero la voz del conductor losparó en seco.

—Atención —sonó su voz en la radio—. Tres vehículos más acaban dellegar. Diez hombres armadoscomienzan a rodear la casa. —Maldita sea —exclamó Mills,respirando con mayor agitación a cadainstante—, estamos atrapados aquí. —No podremos salir sin ayuda —murmuró el soldado—. Nos tienenrodeados. En ese momento se escucharon pasosrumbo al pasillo que conducía a lahabitación. El soldado miró de reojo,Mills permanecía agachado cerca de lapuerta. El soldado alzó la mano derechacon tres dedos mientras seguíaobservando a través del corredor, luegotomó de su cinturón una granada de

fragmentación. El sargento quitórápidamente el seguro de la granada y laaventó con fuerza hasta el final delpasillo donde estaban los tres hombres,que no tuvieron tiempo para reaccionar,cuando la granada estalló justo a suspies provocando una tremendaexplosión. María Jensen permanecía oculta atrásdel vestidor, escuchando todos losruidos de afuera. Su pecho retumbabadespués de escuchar las tremendasexplosiones en el exterior de la finca ylas ráfagas de ametralladora justo dentrode su habitación. Ahora estaba segura deque el cártel estaba siendo atacado porel ejército. Su improvisado escondite norepresentaba ninguna seguridad por lo

que sabía que sería descubierta deinmediato. Por fortuna, el sujeto quehabía entrado a la habitación no habíatenido tiempo de registrarla a fondo.María empezaba a pensar positivamentesobre la oportunidad que tenía desobrevivir cuando el sonido de unasvoces dentro de la habitación lainquietaron de nuevo, pero no pudoescuchar lo que decían por más que seesforzaba, era como si los hombresestuvieran murmurando. Tenía quetratarse de hombres del cártel queseguramente se estaban refugiando en lahabitación. Sabía que si notaban supresencia, sería ejecutada de inmediato.Tenía que permanecer absolutamentequieta y en silencio para no delatarse.

Trataba de contener la respiración lomás posible cuando escuchó un sonidoparecido a una piedra rodar justo sobresu espalda. Unos segundos después unatremenda explosión hizo que la paredcompleta se cimbrara. María estalló enpánico y lanzó un sollozo ahogado deterror. La falsa pared de madera quecubría su escondite había volado a unmetro sobre el vestidor, ahora seencontraba completamente desprotegida.Rápidamente estiró su mano derechapara jalar la pared falsa de nuevo a susitio. La tomó torpemente con tres dedosy comenzó a atraerla hacia sí, pero se leresbaló de entre los dedos y produjo unruido que pudo escucharse hasta lahabitación contigua.

Mills y su compañero se habíantendido sobre el suelo, oyeron el sonidode la explosión de la granada y uninstante después le había parecidoescuchar otro ruido, proveniente delcuarto de baño. El soldado pensó que setrataba de algún mueble que habíavolado con la explosión, entonces seconcentró de nuevo en la situación deasalto y se aproximó al teniente Millspara preguntarle lo qué debían hacer. Elteniente sabía que en unos momentos elenemigo entraría en la casa y se veríancompletamente rodeados, la explosióndentro de la casa los había delatado. Siel enemigo identificaba la habitación enla que se encontraban, todo terminaríaahí. Tenían que ser muy ágiles. Presionó

el dispositivo en su cuello para hablarpor la radio y se dirigió al conductor. —Atención. Estamos atrapados.Lleven el cañón Gatling hasta laposición de salida y abran fuego sobreel enemigo. —Por favor, repita —respondió elconductor. Mills repitió la orden. El conductorescuchó bien esta vez, miró las imágenesen pantalla y concluyó que avanzar conel vehículo era la única forma de llegarhasta ellos a tiempo. Encendió el motory avanzó, ayudado por unos anteojosinfrarrojos de visión nocturna. La siluetade su compañero se hizo visible unosmetros adelante, había escuchado elmensaje de Mills y lo esperaba ya listo.

El conductor detuvo el vehículo detrásde unos árboles y se bajó para tomar elenorme cañón-ametralladora delcompartimento trasero. —Yo llevaré las municiones —le dijosu compañero al aproximarse. Ambos emprendieron el camino y enmenos de un minuto habían llegado a unaposición desde la que podían apreciartodo el movimiento al frente de la casa.Seis sujetos permanecían agachadosdetrás de los vehículos esperando abrirfuego contra quien saliera de la casa, elteniente estaba atrapado. El soldadocomenzó a armar la torreta giratoria desoporte para el cañón mientras elconductor abría las cajas de municiones. —Estamos en posición— alertó uno

de los soldados por la radio. —Fuego a discreción —ordenó Mills. El cañón de veinte milímetros abriófuego instantáneamente sobre losvehículos enemigos. El metal y losvidrios estallaban con furia mientras laametralladora seguía barriendo elterreno. Los sujetos huyerondespavoridos al sentir la potencia defuego, soltaron sus armas y corrieron atoda prisa a refugiarse. Mills y su grupo escucharon lasráfagas de la ametralladora y setendieron al suelo. Inmediatamentedespués oyeron gritos de gentecorriendo fuera y dentro de la casa.Mills se arrastró hacia la puerta paravigilar el pasillo, pero escuchó unos

pasos y se volvió hacia su compañero. —¡Apaga la luz! —le dijo en voz bajaal tiempo que señalaba la pequeñalámpara al lado de la cama. El sargento se arrastró hasta la cama ycon un agil movimiento oprimió elinterruptor de la lámpara, la habitaciónquedó completamente a oscuras. Elsoldado se tendió sobre el suelo ycontuvo la respiración por unosinstantes. No lograba ver nada. Lossegundos transcurrían mientras lasráfagas de la ametralladora de altocalibre seguían haciendo pedazos losvehículos enemigos. Sus pupilas fueronacostumbrándose poco a poco a la faltade luz y pronto vio la figura de Millshaciendo señas para que acercara. Éste

serpenteó hacia la puerta de entrada. —Tenemos que salir de aquí —lesusurró Mills al verlo acercarse. Luegole hizo señas de que caminara agachadosiguiéndolo. Tenían que abandonar lacasa lo antes posible si querían salir convida de ahí. El teniente Mills se incorporó y salióal pasillo, despacio, con su armaapuntando al frente y su compañerodetrás. La luz era tenue pero delatabasus siluetas. Mills avanzó dos pasos y sedetuvo en seco, pues cuatro sujetos conrifles automáticos custodiaban la puertade entrada desde la enorme sala y otrosdos miraban a través de la ventana,tratando de identificar la posición de laametralladora que había dejado de

disparar. Apuntó con su rifle a uno deellos pero supo que era inútil trabarcombate dentro de la casa, lossuperaban en número y estabanfuertemente armados, de modo queretrocedió sobre sus pasos y siguióobservando con extremo sigilo. Lossujetos se movían de un lado a otro, unode ellos volteó hacia el pasillo y Millsse ocultó de inmediato. Sintió unaoleada de adrenalina y nerviosismocorrer por todo su cuerpo. Sucompañero seguía agachado, recargandosu hombro derecho sobre una de lasparedes del pasillo. Era imposible salirpor la entrada principal. Trató decalmarse un poco respirando hondo ycomenzó a analizar la situación.

Los dos se movieron en silencio,regresando a la habitación y el tenientele ordenó que se alejara de la puerta deentrada. El sargento se movió hasta elextremo de la habitación mientras Millsvigilaba el pasillo. —Seguimos atrapados —dijo Millsen voz baja presionando elintercomunicador de la radio—. Abranfuego sobre la ventana oeste de la casa.Apunten alto. Repito, abran fuego sobrela ventana oeste de la casa y apuntenalto. Los dos soldados se habían tendidosobre el suelo después de destruir porcompleto los vehículos del enemigo.Escucharon el mensaje por la radio y selevantaron despacio. Uno de ellos tomó

la ametralladora mientras el otrosostenía los carretes de munición conambas manos para evitar que elmecanismo se atascara. A lo lejos seescuchaban ráfagas intermitentes de altocalibre seguidas por algunasexplosiones, el escuadrón del coronelMcClausky también estaba en combate.El soldado giró la enorme ametralladoradiez grados a su izquierda y se preparópara abrir fuego sobre el lado oeste dela casa. María Jensen volvió a escuchar ruidode pasos entrando a la habitación. Habíaquedado completamente al descubiertodespués de la última explosión, habíatomado cuanta ropa podía para ocultarsecon ella pues no se atrevía a tomar la

pared falsa de nuevo por miedo a que elruido la delatara. El sonido de una vozque hablaba a muy bajo volumen llamósu atención, parecía como si alguien seestuviera comunicando en la habitación.Lo extraño es que no parecía hablar enespañol y María pensó que ahora estabaalucinando debido a tan intenso estrés.Sus piernas se hallaban completamenteacalambradas por la incómoda posiciónen que se encontraba, la sangre dejabade circular a través de ellas y lasensación de entumecimiento erainsoportable. Comenzó a estirarlaslentamente y una sensación de alivioseguida por un agudo dolor invadió sucuerpo. Respiró profundamentesoportando el dolor, y de pronto un

escalofriante sonido de disparos lavolvió a hundir en el pánico. Todoestallaba a su alrededor volando enpedazos. La pared de ladrillo delvestidor se desmoronaba prácticamenteencima de ella, llenándola de polvo yescombros. María respirabafrenéticamente y una bocanada de polvose le metió a la garganta. Sintió que seahogaba y no podía respirar, no pudosoportar el terror de quedarse sin aire ycomenzó a toser al tiempo que todo sucuerpo se estremecía. La ráfaga del cañón ametralladora dealto calibre había perforado los murosde la casa como si se tratara de una hojade papel. Las enormes balas habíanpasado zumbando los oídos de los

hombres que se encontraban tendidossobre el suelo de la habitación. Los doshabían soltado gritos de terror al sentirel vuelo de los proyectiles a unos pocoscentímetros de sus cabezas. Los pocossegundos que había durado el ataque leshabían parecido interminables. —Cese el fuego. Cese el fuego —repetía Mills por la radio. Mientras, unalluvia de escombros y polvo caía sobreellos. Los soldados dejaron de disparar, sequitaron los tapones de protección paralos oídos y miraron con atención. A lacasa le salía polvo por todos lados y losagujeros de la ráfaga de disparos sobrela pared eran visibles incluso a esadistancia.

—¡Mierda! ¡La pared se va aderrumbar! —exclamó uno de ellos. —¡Maldición! —dijo el soldado yluego presionó el intercomunicador desu radio—. Teniente. Teniente. ¿Seencuentran bien? —Imbécil. Casi nos matas a todos,maldito estúpido —le respondió Millsen voz baja—. Te dije que apuntarasalto, maldita sea. ¿Qué no escuchaste? La radio permaneció en silenciomientras el teniente Mills seincorporaba, se sacudió los escombrosde la ropa y se dirigió hacia la puerta deentrada. En ese momento un ligerotosido se escuchó dentro del cuarto debaño. Los dos hombres lo oyeronperfectamente y Mills reaccionó de

inmediato acercándose en cuclillashacia la puerta de acceso al vestidor.Luego hizo una seña al sargento para quevigilara la puerta de entrada mientras élinspeccionaba el sitio. La habitación seencontraba en completa oscuridad, aligual que el cuarto de baño, no podíaver nada. Tomó una pequeña lámparasujeta a su chaleco antibalas y laencendió. Se arrastró hacia el interiordel vestidor apuntando con su rifle alfrente, dispuesto a disparar a cualquiercosa que se moviera. Movió el hazluminoso de la lámpara hacia amboslados, sólo que la nube de polvo eraimpenetrable y no pudo distinguirabsolutamente nada. María había tosido involuntariamente

debido al polvo, se delató y lo sabía.Escuchó que alguien encendía una luz ycomenzaba a arrastrarse hacia dentro delvestidor. La angustia ya eraincontrolable. La luz se movió de unlado a otro y María se paralizó en susitio, rogando a Dios que no laencontraran. El polvo nublaba porcompleto su visión y todo lo quepercibía era el ruido del hombrereptando tan sólo a unos metros de ella.La luz volvió a moverse y esta vez diode lleno en sus ojos. El hombre seestaba aproximando a ella. Maríacomenzó a sollozar de terror. Su cabezatemblaba igual que todo su cuerpo. Elhombre no apartaba la luz y ella ya nopodía soportar más. De pronto sintió una

mano agarrándole uno de los tobillos.Luego, en un movimiento súbito sintióque todo su cuerpo era jaladobruscamente fuera de su escondite. Elpánico se apoderó de ella y estaba apunto de gritar cuando sintió una manosujetando con fuerza desmedida su boca. María jadeaba con desesperaciónmientras trataba inútilmente de librarsedel hombre que la sujetaba cada vez conmás fuerza. De repente éste comenzó asusurrarle algo en el oído. Su sorpresafue enorme cuando escuchó la vozmasculina hablandole en inglés. —¡Soy el teniente Mills de las fuerzasespeciales norteamericanas —susurró elsujeto que la mantenía apresada—. Voya soltar tu boca para que me digas tu

nombre. Te advierto que si gritasdelatarás nuestra posición y todosmoriremos. María, presa del pánico, intentabacalmarse. ¿Cómo era posible quepersonal estadounidense se encontraraahí? —Mi nombre es María —susurró ellatan pronto sintió como Mills retiraba lamano de su boca—. María Jensen. Soynorteamericana y llevo años prisioneraen este sitio. —Te sacaremos de aquí pero tendrásque obedecer órdenes. Nos moveremosdespacio hasta la habitación contigua. María, que aun seguía en shock,contuvo su miedo y siguió a Mills através de la oscuridad. El sargento

percibió las dos figuras entrando a lahabitación. Mills le hizo una seña y éstecomprendió que habían dado con laprisionera. El enorme peligro por el queatravesaban no había sido en vano. Elteniente Mills recorrió la habitacióncaminando en el más absoluto sigilo y seaproximó a una de las ventanas. Losvidrios se habían hecho añicos y prontose puso a analizar el terreno exteriorcomo posible ruta de escape. —Atención, atención —comenzó ahablar por la radio—. Estamos en elcostado este de la casa. Podemosescapar por una de las ventanas.¿Cuántos hombres se encuentranafuera? —No tenemos visibilidad del lado

este de la casa. Tenemos que movernuestra posición. —Háganlo de inmediato —ordenóMills. Luego salió al pasillo y echó unamirada a la sala, varios hombres seguíanahí, observando a través de la entradaprincipal, era imposible salir de la casapor el frente. La voz del coronelMcClausky interrumpió su vigilancia yMills se agachó retrocediendo dos pasospara que no lo escucharan. —Teniente, salgan de ahí. Los cazasllegarán en catorce minutos. —Entendido, coronel. Tenemos elpaquete. Repito. Tenemos el paquete. Mills escuchó el movimiento de losenemigos que empezaban a inspeccionar

la casa. Uno de ellos se aproximaba yMills retrocedió hasta la puerta de lahabitación. Los sujetos no se atrevían asalir por el frente de la casa y ahora sedirigían hacia las habitaciones. Millstomó una granada. El grupo de enemigosavanzó hasta llegar al borde de la sala.sin sospechar que Mills escogía elmomento justo para lanzárselas. Seadentraron cautelosamente en el pasilloen el momento en que Mills quitó elseguro y se escuchó el claro sonido delarma explosiva rebotando por el suelo. —¡Granada! —gritó uno de ellos ytodos corrieron hacia la sala a cubrirse. La granada estalló en mil fragmentosalcanzando de lleno a dos de ellos. Losdemás se levantaron del suelo y

dispararon con todo lo que tenían haciael interior del pasillo. Mills se habíalanzado pecho tierra adentro de lahabitación, cientos de disparos seimpactaban contra la puerta y paredes, yen un par de minutos no habría forma dedetener a los sujetos. Ordenó al soldadoque vigilara la puerta de entrada y semovió rápidamente hacia la ventanapara observar el exterior. Maríapermanecía impávida observando alteniente y su compañero. —Vamos a salir por la ventana dellado este. Cubran nuestra salida —lesordenó a los soldados. —Negativo. Aún no tenemosvisibilidad de tiro —dijo uno de lossoldados, que sostenía la ametralladora

Gatling y corría a toda prisa hacia lanueva posición. —Tenemos que salir o moriremosaquí —exclamó Mills—. Muevan eltrasero. Mills volteó su cabeza hacia lahabitación y con señas le indicó alsoldado que soltara otra granada contralos agresores. Los dos soldados habíanllegado a su posición cuando escucharonel sonido de una explosión en el interiorde la casa. Unos instantes después, Millsy su grupo comenzaban a salir uno a unopor la ventana de una habitación paratirarse al suelo de inmediato. —Podemos verlo, teniente. Estamos aochenta metros a sus dos en punto —alertó uno de los soldados por la radio

mientras el otro utilizaba unosbinoculares nocturnos para revisar elterreno. —¿Cuántos enemigos a la vista? —preguntó Mills. —No lo sabemos todavía. Estamosvigilando el terreno. —Vamos hacia ustedes. ¡Cúbranos!—ordenó Mills. Mills ordenó a María y al sargento quecorrieran a toda prisa detrás de él. Unode los soldados seguía sondeando elterreno, el haz infrarrojo de su lente lepermitía ver con absoluta claridad todoel entorno. Barrió el terreno al surestede la propiedad y de pronto distinguiólas figuras de dos hombres armadosescondidos entre los árboles, se estaban

preparando para abrir fuego en contradel teniente Mills. Ambos alzaron susrifles mientras el grupo corría directohacia el bosque. Una ráfaga de disparoslos sorprendió a medio trayecto, los dossujetos descargaban sus armas sobreellos. —¡No se detengan! —gritó Mills altiempo que él y el soldado alzaban susrifles para abrir fuego en la direcciónpor donde venían los disparos. El grupologró cruzar hasta refugiarse atrás de unpar de árboles. María se tendió en elsuelo aterrada por los disparos que nodejaban de zumbar por encima de ellos. Los soldados vieron el fuego enemigoy comprendieron que los sujetos iban aacabar con el grupo en cuanto se

levantaran. La adrenalina los acometiófuriosamente mientras preparaban laametralladora para disparar. —Teniente... Permanezcan en elsuelo, repito, permanezcan en el suelo. Los agresores se habían agachado pararecargar sus rifles a toda prisa. Uno delos soldados observó atentamente sumovimiento e hizo una seña al otro paraque apuntara con precisión. Los sujetosse levantaron disponiéndose a dispararde nuevo pero el soldado dio la ordende fuego y una descarga de cientos deproyectiles salió de la ametralladora,aniquilándolos en el acto. —Objetivos derribados, repito,objetivos derribados. —Entendido —se escuchó la voz del

teniente Mills en la radio. El soldado que acompañaba alteniente se paró de su lugarcautelosamente y vio que Mills seguíaen el suelo. Se aproximó a él y notó queestaba sosteniéndose el muslo derechocon ambas manos. Un disparo le habíaprovocado una hemorragia. —Estoy bien —dijo Mills apretandolos dientes con fuerza—. La bala no tocóel hueso. El soldado abrió una de las bolsas desu pantalón y extrajo una venda conrapidez, tomó el muslo del teniente y lovendó con una destreza impresionante. —Lleva a la mujer al vehículo —leordenó Mills. —Negativo, teniente. Tengo que

sacarlo a usted de aquí. El soldado se puso el rifle en laespalda y ayudó a Mills a levantarse.Los dos comenzaron a caminar rumbo alvehículo seguidos de María. Elconductor y el otro soldado dejaron laametralladora y llegaron hasta elvehículo para escapar. En ese momentola voz del coronel McClausky advirtióen la radio. —Teniente, los cazas se aproximan.Tenemos tres minutos para abandonarel perímetro. ¡Salgan ahora mismo deahí! El vehículo alcanzó al grupo y lossoldados ayudaron a María y al tenienteMills a subir a bordo. La puerta delvehículo se cerró y arrancaron a toda

velocidad hacia la salida del perímetro.El conductor atravesó la cerca deseguridad y comenzaron a avanzarrumbo al sitio de reunión con loshelicópteros. María comenzaba asentirse segura cuando el potente rugidode los reactores de un cazabombarderose escuchó justo encima de ellos. Dossegundos después una tremendaexplosión cimbró al vehículo,moviéndolo de un lado a otro haciendoque el conductor perdiera el controlmomentáneamente. —¡El Pentágono acaba de volar lafinca! —exclamó uno de los soldados. María se sentía de nuevo aterrada.Unos minutos después, el vehículo sedetuvo y un soldado le ordenó que

bajara. Tres enormes helicópteros seencontraban con los motoresencendidos. El soldado la guió hasta unode ellos y le ordenó que subiera. Maríaentró en la cabina seguida por los demássoldados que traían al teniente Mills enuna camilla. El helicóptero despegó deinmediato. María seguía en shock. Un soldado sele acercó y le ofreció una botella deagua. María la tomó y comenzó a beberdesesperadamente. —En un par de horas se encontrará enun sitio seguro —dijo el soldadosonriéndole. El helicóptero cubrió la distanciahacia el campamento y el piloto pidió atodos los tripulantes que se sujetaran

para aterrizar. María ni siquiera sabía adonde habían llegado. Por el tiempo devuelo calculó que quizás se encontrabade vuelta en su país en alguna base delejército. Bajó del helicóptero y deinmediato sintió el calor de la brisatropical. Uno de los soldados le indicóque se dirigiera a una de las carpasmientras ellos bajaban a los heridos. Elcampamento se encontraba casi aoscuras y ella caminó lentamente. Depronto, notó que un grupo de gentecorría dirigiéndose a su posición. Unhombre encabezaba al grupo. Ella seguíadesorientada cuando vio la cara delhombre que se aproximaba. Un torrentede adrenalina invadió su cuerpo alreconocer el rostro de su esposo

corriendo hacia ella. Aceleró al paso endirección a él mientras éste gritabaeufórico. Sintió su corazón estallarcuando la abrazó con todas sus fuerzas.Los ojos de Robert habían estallado enlágrimas. Su mente no podía dar créditoa lo que estaba pasando. Sus largos añosde cautiverio por fin habían terminado.Miró la cara de su esposo y éste le dijoentre lágrimas y sollozos que nuncahabía perdido la esperanza de verla denuevo. María no pudo contener más laemoción y se entregó al llanto. Unaintensa emoción la asfixiaba por dentro.Al fin había vuelto a casa.

Capítulo 42

26 de abril de 2012. Estación deinvestigación McMurdo. Círculo polarAntártico. 240 días para el amanecerestelar.

Las puertas blindadas de la estacióninternacional de la investigación en laAntártida se cerraron, dejando entrar laúltima corriente de viento gélido dentro

del complejo. Era el fin del veranoaustral y muy pronto las temperaturasalcanzarían niveles de menos de setentay dos grados centígrados, haciendoimposible la supervivencia fuera de labase. El doctor Resnick contemplabadesde el laboratorio la intensa ventiscaque se estaba generando y disfrutaba delos últimos días con claridad de luzsolar. La entrada al invierno traeríaconsigo seis meses de completaoscuridad y encierro en el complejodiseñado especialmente para esasnecesidades en climas extremos. Una asistente entró súbitamente einterrumpió su contemplación. —Doctor, el centro Marshall de laNASA acaba de enviarnos el último

reporte de actividad solar. Lasexplosiones de masa coronaria hanestado aumentando drásticamente en lasúltimas horas. Se están formando dosmanchas inmensas justo debajo delecuador solar. Es posible que se desateuna tormenta magnética en los próximosdías. —¿Cómo ha reaccionado el clima enlas últimas horas? —preguntó Resnick. —Hasta ahora no ha aparecido ningúnfenómeno inusual. Sin embargo, el climasigue causando estragos alrededor delglobo. Durante más de tres meses se hanreportado situaciones extremas denevadas e inundaciones. Los dañosmateriales son incuantificables. —Si la actividad solar aumenta,

pronto se sentirán los efectos sobre elplaneta. Comunícame con la doctoraHayes al campamento de investigaciónen la Península de Yucatán. —No hemos podido establecercomunicación con ellos desde el día deayer —respondió la asistente—. LaNASA confirmó esta mañana que elcampamento se encuentra incomunicado.Pidieron que volviéramos a intentarlomás tarde. —¿Problemas con el clima? —preguntó Resnick. —No lo creo doctor. El cielo en laPenínsula de Yucatán se encuentracompletamente despejado. —Qué extraño. Debe tratarse de unproblema técnico. La doctora Hayes

había prometido enviarnos el reportesobre la variabilidad magnética delnúcleo solar. —Los datos preliminares no indicanque haya tenido un efecto visible sobreel eje de rotación. Sin embargo debe veresto... —La asistente abrió una carpeta ymostró un estudio de desplazamiento demasa de las capas tectónicas delAtlántico norte. —¿Cuándo se generó estedesplazamiento? —preguntó Resnick alver el reporte. —No lo sabemos con exactitud perotuvo que haber sucedido dentro de lasúltimas cuarenta y ocho horas. Desdeentonces la actividad telúrica en elhemisferio norte ha estado aumentando

drásticamente. —La placa continental del Atlánticoestá ejerciendo presión sobre la placadel Caribe. En cualquier momento sepuede suscitar un gran sismo. ¿Quéopina el centro de observacióngeológica? —Opinan que el desplazamiento no escomún, pero es muy pronto para emitiruna hipótesis. Piensan que elmovimiento puede equilibrarse por símismo sin causar mayor desastre. —Ése es un pronóstico muy optimista.Llámeles de inmediato por teléfono ypídales que consideren la posibilidad deemitir una alerta de seguridad a todaslas ciudades costeras del Atlánticonorte.

La asistente salió de la oficina yregresó en seguida con una agendatelefónica. Marcó el número del centrode observación geológica y pidió hablarcon el director. El doctor Resnick seguíaestudiando el reporte y hacíaanotaciones en una libreta. Su asistentecomenzó a hablar con el director delcentro. Le mencionó las lecturas deldesplazamiento de la placa y sugirió queemitieran una alerta de aviso. Luegoestuvo escuchando en la línea por másde dos minutos. —Una alerta de ese tipo paralizaría laactividad comercial en toda la zona —comentó la asistente—. Las pérdidaseconómicas serían millonarias. Tienenórdenes estrictas de no emitir ningún

comunicado que afecte la economía amenos que el peligro sea inminente. —¡El peligro es inminente! —exclamóel doctor Resnick. —El director lo sabe pero las órdenesdel gobierno son solamente depermanecer alerta y emitir elcomunicado cuando las evaluacionesindiquen con absoluta seguridad que seproducirá otro desastre natural. —Es imposible predecir con absolutaseguridad este tipo de movimientos.¿Qué demonios está pensando elgobierno? Los Estados Unidos sería elpaís más afectado si se produce unmaremoto. —Ellos son los que pagan doctor. Elcentro no va a emitir ninguna alerta por

el momento. Eso es seguro. —Puede que ahora tengamos un mejormétodo para protegernos de estosdesastres... —¿En que está pensando doctor? —He estado estudiandocuidadosamente los efectos de lostemblores sobre el eje de rotaciónterrestre. Hasta ahora hemosconsiderado que estos temblores hanestado produciendo estos pequeñosdesplazamientos erráticos del eje peroel problema podría haberse generadomucho antes. —¿El desbalance en el eje de rotaciónno es consecuencia del movimientosísmico? —No. No es eso exactamente lo que

digo. El equilibrio del eje de rotaciónreacciona desfavorablemente enrespuesta a los movimientos sísmicos.Pero ésta no es la causa principal de sumovimiento errático. Se trata de unsistema más complejo. Nuestro mundose mueve gracias al equilibrio demúltiples sistemas interconectados entresí. Al igual que el cuerpo humano o queun complejo industrial, todas susfunciones se encuentran fluyendo demanera equilibrada. Pero si bloqueasuna válvula, un sistema cercanoreacciona de inmediato produciendo unaavería. La asistente meditó sobre el asunto yagregó: —Entonces usted cree que el

monitoreo de los demás sistemasinvolucrados nos puede alertar conseguridad si se producirá un incidente... —Exactamente —respondió Resnick. —Pero... ¿por dónde podemosempezar? La variabilidad de lossistemas que determinan el movimientodel planeta es sumamente compleja einvolucra ciencias que estánenormemente separadas la una de laotra, como la geología y la física solar. —Lo sé. Pero en este caso todo lo quetenemos que hacer es encontrar laválvula que ha sido averiada para seguirel rastro del problema y ver a dónde nosconduce. Así podemos demostrar que elmovimiento brusco de las placas esproducto de otro desequilibrio que

podría traer como consecuencia undesastre mayor. ”Aquí la válvula averiada que sosteníael equilibrio en nuestro mundo es latemperatura atmosférica cuyacomposición ha sido alterada por ladesmedida quema de hidrocarburos —continuó su explicación—. Eso produceun incremento en la temperatura queprovoca el derretimiento de losglaciares y los casquetes polares.Sabemos que el agua liberada comienzaa viajar de los polos al ecuador porefecto del movimiento de rotación delplaneta. Miles de toneladas de peso sedesplazan de un lado a otro del sistema.Esto produce un desbalance en el eje derotación. Las placas continentales no se

encuentran fijas sobre el planeta, sinoflotando en el manto ígneo muy debajode la corteza. Reaccionan de inmediatoal desequilibrio de peso y comienzan amoverse para equilibrar el sistema. Alhacerlo chocan entre sí y producentemblores de diferente intensidad. El ejede rotación reacciona y se muevediminutamente para ocupar una nuevaposición de equilibrio y mantener laestabilidad de giro. Entonces, si elanálisis es correcto, ¿qué nos estáindicando el movimiento abrupto de unaplaca continental? Hubo un silencio de todos, tratando dedescifrar el punto. —Todo este tiempo pensé que el ejede rotación se movía antes que las

placas tectónicas. —No, no puede ser así —aclaróResnick—. El eje de rotación es elelemento más estable del sistema. Ambos se quedaron meditando porunos segundos tratando de encontrar larespuesta al problema. —Entonces es claro que las placasflotan en el manto terrestre y tienen lacapacidad de moverse para equilibrar lamasa del planeta. De esta formamantienen el eje de rotación estable —exclamó el doctor Resnick—. Por eso laTierra registra cientos de pequeñostemblores todo el tiempo. Nuestroplaneta se mueve como un giroscopioque mantiene todos sus elementos enconstante movimiento para mantener

alineado su eje de rotación ... Elmovimiento de la gran placa continentalnos está avisando que hay una fuerzadesequilibrante actuando sobre nuestroplaneta. —¡Es el agua del hielo que se haestado derritiendo durante el verano! —exclamó la asistente. —No lo creo —respondió Resnick—.Los tsunamis que se produjeron hacesemanas debieron equilibrar esemovimiento. Para mover la gran placacontinental del Atlántico hacia el sur senecesita una fuerza mucho mayor. —¿Mayor que el peso de billones detoneladas de agua? —Así es. Y la única fuerza mayor aesa que existe en nuestro sistema es la

atracción gravitacional que ejerce el Solsobre nuestro planeta. —¿Entonces el Sol está produciendoel movimiento de la gran placacontinental? —No hay otra explicación —respondió Resnick—. Pero antes deplantear una hipótesis necesitamos quela NASA analice bien estos datos. Ellosson los mayores expertos en física solar. —Si lo que pensamos es correcto, enel momento en que las placascontinentales se encuentren se produciráde nuevo un sismo de consecuenciascatastróficas. —Lo sé. La NASA reportó hace unosdías que el Sol había ejercido un tiróngravitacional alterando la órbita del

planeta. Al parecer, no hubo efectosinmediatos sobre este cambio, pero talvez desde entonces la placa continentalcomenzó a moverse abruptamente haciael sur. —¿Quiere decir que los efectos deeste fenómeno se sentirán varios díasdespués, cuando la placas comiencen achocar? —Ésa es la posibilidad. Necesitamoshablar de inmediato con la doctoraHayes para comprender lasconsecuencias de este nuevoalineamiento orbital. La asistente volvió a marcar el númerode la NASA. Explicó que eraindispensable contactar a la doctoraHayes, a quien habían buscado. Sólo

después de escuchar su alarma, losresponsables le informaron que la únicacomunicación con el campamento era através del Pentágono. —Pídeles que retransmitan un mensajeal campamento para que la doctoraHayes se comunique con nosotros. La asistente del doctor les indicó queen unos minutos les enviarían unmensaje para que lo reenviaran alcampamento y luego cortó lacomunicación. —Ahora tenemos que analizar losotros sistemas involucrados —dijoResnick—. ¿Qué hay de la actividadvolcánica en el hemisferio norte? La asistente se sentó en una de lascomputadoras y comenzó a descargar la

información. —Ha estado aumentando los últimosdías. Ayer se registraron dos erupcionesen el planeta. —Ahora no cabe la menor duda. Elmovimiento de las placas comienza aejercer presión sobre el manto ígneo.Tal y como lo sospechamos, se estágenerando una bomba de tiempo...

Capítulo 43

En la capital del continente oeste, laCasa Real de Aztlán se erguíamajestuosa sobre el despejado vallecentral. Anya lo contempló desde el airey se maravilló de la elegancia de susenormes canales de agua a lo largo delas principales avenidas. El trazo delcanal principal, rodeado por un sinfín deconstrucciones piramidales alineadasgeométricamente, le recordó a las

estrellas formando hermosasconstelaciones. La nave descendió en el puerto y unacomitiva de cientos de personas losesperaba. Los cuatro concejales fueronlos primeros en desembarcar. Un grupode personas se acercó a ellos y les diola bienvenida en su lengua, todos teníanel cabello muy oscuro y la pielbronceada de un tono rojizo. Eran muchomás bajos de estatura que los atlantes yno disimulaban su asombro al verlos.Vestían trajes blancos adornados concuentas de hueso y collares de las másvariadas piedras. Lucían discosdecorados en el interior de los lóbulosde las orejas y algunos hasta estabanpintados con extraños dibujos en el

rostro. Las mujeres eran de estaturasimilar a la de la concejal Kai,delgadas, vestían sólo faldas muy cortasy un sostén entallado que cubría su bustodejando libre su hermosa y delgadacintura. Todos calzaban sandaliasligeras con collares de plata alrededorde los tobillos. Anya se sintió de nuevoextraña y fuera de lugar vistiendo sutraje de combate. La gente del grupo quelos estaba recibiendo los miraba de piesa cabeza. Ninguno de ellos se atrevía aacercarse y permanecían a una distanciadiscreta. Anya pudo sentir que supresencia les resultaba intimidante. Dinase aproximó a la gente y comenzó a ahablarles en su propia lengua, ante lasorpresa de Anya.

—Nos están dando la bienvenida a suciudad —les dijo Dina—. Dicen quesomos los últimos invitados en llegar ala reunión y que en un momento nospondremos en marcha. El grupo avanzó a través de losjardines centrales y luego dieron vueltasobre uno de los canales que conducía auna avenida. Cientos de personas iban yvenían de un lado a otro a lo largo delos extensos jardines, y entre la multitudse destacaban diferentes grupos depersonas con vestimentas distintas a lasde la gente del lugar. Eran losrepresentantes de las otras casas delconocimiento. El grupo de Anya llegó a uno de losedificios cercanos al puerto. Un largo

pasillo con vista al jardín llevaba hastaun área con varias habitaciones. El líderdel grupo le indicó a Dina que esashabitaciones serían sus aposentos y lepreguntó si deseaban descansar hasta lahora de la reunión o si querían conocerlos alrededores. Dina preguntó a suscompañeros y todos estuvieron deacuerdo en que no necesitabandescansar. Dejaron sus armaduras y supequeño equipaje. Dina y Anyacambiaron sus trajes por unos vestidos yluego se dieron el gusto de pasear porlos jardines. Oren y Dandu habíanestado antes en el continente ydecidieron salir a pasear a la ciudad.Anya y Dina prefirieron visitar primerolos grandes edificios que componían el

complejo de la Casa Real, llegaron auno de los templos mayoresacompañadas por dos de sus anfitrionesy subieron las escaleras para cruzar lasenormes puertas hacia el interior delrecinto. El templo se encontraba vacío, aexcepción de un par de personas quehacían labores de limpieza. Laatmósfera del lugar era más oscura ylúgubre de lo que ellas estabanacostumbradas. Dina observó conatención los tallados de seres humanossentados mirando en diferentesdirecciones, con enormes y singularestocados animales sobre sus cabezas, yen cuyas manos sostenían cetros dediversas formas. Anya examinó concuriosidad las miles de imágenes en alto

relieve que cubrían las paredes, nuncaen su vida había visto cosa igual. Eltallado era verdaderamente minucioso.Representaciones de extrañas aves yserpientes con cabezas humanas lucían alo ancho de los imponentes muros. Todala decoración parecía evocar un mundomuy antiguo y salvaje, habitado por otraestirpe de seres humanos. Pensó que enel recinto parecía estar grabada lahistoria de una humanidad muy antigua,en la que los relieves representaban losprimeros encuentros del ser humano conlos reinos superiores de conciencia. —Eso es precisamente lo querepresentan esas imágenes —sonó la vozde la concejal Kai, que había aparecidode la nada, junto con Anthea.

Dina estaba intrigada con los extrañostocados que portaban las imágeneshumanas. Cada uno era verdaderamentesingular y parecía representar la figurade un animal muy complejo. La concejalKai se acercó a ella. —Cuando los primeros maestrosencontraron el fruto de los dioses, susviajes de conciencia los llevarondirectamente hacia los reinos máselevados de Xibalbá, donde sus wayobtomaron la forma de sus espíritusaliados. El tocado que porta cadaimagen representa a su dobledimensional ejerciendo el poder de suintento sobre este plano. —¿El fruto de los dioses? —preguntóDina.

—Ésa fue la forma en que ellosdenominaron a las plantas sagradas quelos condujeron a los primeros trancesprofundos de conciencia, con los queempezaron a vislumbrar la complejidaddel mundo que nos rodea. Aquí laspuedes ver representadas entre lasimágenes marcando los límites entre elmundo material y los reinos superiores. Dina observó la separación entre dosimágenes formada por representacionesgeométricas de diversas plantaselevándose hacia el cielo. —El maestro Zing me reveló que losprimeros maestros se habían sometido aestos profundos estados de trance paradilucidar la verdad del universo —dijoAnya—. Pero nunca me explicó cómo lo

habían hecho. La concejal Anthea se aproximó a lapared y dijo: —Los primeros maestros intuyeronque los medios para comprender eluniverso se encontraban ocultos en elvasto jardín de la naturaleza. Cuandodescubrieron las plantas sagradas sedieron cuenta de que nuestra concienciapodía acceder a otros planos de realidadpor medio de su uso. El poder inmersoen su interior obligaba a su conciencia aalterar su forma normal de percepción yconocieron la naturaleza dual ysimétrica del orden natural. Después decientos de años comenzaron acomprender a fondo la naturaleza de supropio ser físico y supieron que las

sustancias contenidas en las plantas depoder inducían el despertar de una desus glándulas cerebrales, una glándulamuy especial cuyo desarrollo evolutivohabía quedado rezagado entre las arenasdel tiempo. Esta glándula fue llamadapor ellos el tercer ojo, o el ojo que todolo ve. Pero lo más importante es quepudieron darse cuenta de que sudesarrollo permitía al ser humanoliberarse de su condición de prisioneroen el mundo físico y despertar a larealidad de sus wayob en los planossuperiores de Xibalbá. Anya y Dina escuchaban atentamente ala concejal Anthea. —Éste fue sólo el principio deldesarrollo de una forma de

conocimiento que culminaría en laascensión de su conciencia hacia losreinos superiores de existencia. Así, lossabios de la antigüedad desarrollaronlas técnicas del movimiento de energía através de nuestro cuerpo físico paracompletar la expansión evolutiva de estaglándula y crear una nueva estirpesuperior de humanos. Una vezestablecido el método para alcanzartales estados de expansión, el usocontinuo de las plantas sagradas ya nofue necesario. Su uso fue reservadoúnicamente para los ritos ceremonialesde los grandes maestros. Como se daráncuenta, si ellos no se hubieran atrevido adar esos primeros pasos, nuestroconocimiento quizás nunca habría

existido. Anya y Dina miraban fascinadas losrelieves de los primeros encuentros delser humano con la complejidad delmundo mágico que las rodeaba. Jamásimaginaron la osadía de estos hombrespara emprender la lucha por su propiaevolución como propósito de vida.Todos sus actos habían sido dirigidos aese propósito y ahora contemplabanmaravilladas el principio de estasingular batalla por la ascensión de suespíritu. —Entonces nosotros pertenecemos aesa nueva estirpe de humanos surgida através del conocimiento legado por lossabios de la antigüedad —afirmó Dina. —Así es —afirmó la concejal Anthea

—. Y el método para lograr la expansiónde su conciencia y visualizar el carácterdual del universo fue tallado en estasparedes en forma de leyendas yrepresentaciones míticas para queperdurara a través del tiempo y nuncafuera olvidado. De esta forma ha sidoconservado por miles de años y nosotrossomos la prueba viviente del poderejercido por el conocimiento supremode la conciencia. —¿Significa que nosotros somosdiferentes a los demás? —preguntóAnya. —Todos los seres humanos nacemosen igual condición pero las decisionesque tomamos a lo largo de nuestra vidanos transforman. Ustedes han seguido la

intrincada senda del conocimiento quelas ha llevado a la transformación de suconciencia y muy pronto a latransformación completa de su ser. Asíes como lograrán activar secuenciasgenéticas en su ser físico que las harádiferentes de otros seres humanos. Suintento de evolución tendrá comoconsecuencia un cambio radical en supersona, un cambio hacia nuevasposibilidades de existencia que lossabios de la antigüedad llamaron el gransalto hacia lo desconocido. La concejal Kai quiso mostrarles otrade las grandes paredes del templo. Seveía un árbol con extensas ramas encuya cúspide se situaba una enorme aveobservando hacia abajo.

—Esta imagen simboliza el principiode la creación a manos del primerpadre, señor gobernante de los cielos —les explicó la concejal Kai—. En unprincipio, la luz divina del Kin asentó laconciencia del ser humano en ese reinopara que contemplara la magia de lacreación, pero éste se ensoberbeció alverse dotado del enorme poder parahabitar los reinos gobernantes de lacreación. Entonces el primer padresentenció al hombre a pasar por las másduras pruebas en uno de los nivelesinferiores del reino de Xibalbá paraganarse su sitio entre los inmortales. Enese reino conocería la diferencia entrela luz y la oscuridad; entre la vida y lamuerte; entre el gran poder de la

creación y su contraparte. El hombreahora tendría que luchar por volver aascender hacia los reinos superiores, ypara eso debía aprender antes a obrar deacuerdo con las leyes de la creación, deotra forma permanecería prisionerohasta la eternidad. La concejal Kai miró con atención elrelieve y luego continuó: —El primer padre nombró entonces alos señores del inframundo para vigilarel paso del ser humano por cada nivelde conciencia. Su misión sería la dedificultar el camino del hombre hastaque éste desarrollara los medios paravencer los obstáculos y ascender poco apoco. El árbol de la vida le mostraría laforma de alcanzar el conocimiento

necesario para burlar a los señores delinframundo. El tronco y las ramas delárbol representan la matriz sobre la quese sostienen los reinos de conciencia,son la base que crea la forma de todo loque logramos percibir. La savia quebrota de él es el poder de la magia de lacreación, la energía del flujo del Kinque otorga vida y movimiento a todoslos seres animados. —¿Cómo empezaron los primeroshombres a dilucidar la magia oculta enlos reinos de conciencia? —quiso saberDina. —Las antiguas leyendas dicen quecuando el ser humano fue condenado ahabitar el reino inferior desconocía porcompleto las leyes que regían este

plano, no sabía cómo alimentarse nicómo protegerse del mundo hostil al quehabía sido enviado. Entonces tuvo quebuscar ayuda para abrirse paso en sucamino de regreso a los reinossuperiores. La serpiente fue su primerguía; el hombre aprendió de ella quedebía emplear la inteligencia y no lafuerza para sobrevivir. Entonces se dio ala tarea de explorar sigilosamente todolo que salía a su paso, así comprendióque el vasto y maravilloso jardín de lanaturaleza que ahora tenía a su alcanceera la fuente que proveía absolutamentede todo lo que necesitaba para alcanzarsu meta. Entonces conoció el maíz y sealimentó de él; luego siguió a losanimales y le mostraron los ríos para

beber agua; continuó caminando yencontró las cuevas para protegersedurante la noche; después conoció elfuego para alumbrarse y calentarsedurante el frío. Comprendió entoncesque todas las cosas en este reinoguardaban un conocimiento sagrado,cada ser y cada cosa tenían un propósitoespecífico para existir. En ese enormelaberinto mágico de diversidad tendríaque encontrar los dones necesarios paravolver, así lo había dispuesto el primerpadre. Después, su inteligencia lo llevóa observar con cuidado la naturaleza delas cosas y la verdad se fue haciendoevidente. Habitaba ahora un mundo enconstante movimiento, el día cambiaba ala noche y la luz a la oscuridad, todo a

su alrededor cambiaba sin cesar. Sumisma conciencia viajaba de un reino aotro mientras dormía, pasaba del sueñoa la vigilia. Y comprendió que existía unorden complejo dentro de la creación,ese orden era el responsable de otorgarvida y movimiento a las cosas. Nadapermanecía estable, todo fluía sintérmino y ésta era la forma en la que elmundo se transformaba. La magia de lacreación estaba inmersa dentro de todolo que percibía. —Pero, ¿cuál fue el primer paso delhombre hacia la comprensión de lamagia compleja de la creación? —lepreguntó Anya a la concejal—. ¿Cómofue que despertó a esta realidad? —Cuando el ser humano se dio cuenta

de que el mundo que percibía estaba enconstante cambio, se percató también deque la voluntad de cada ser vivo semanifestaba en sus acciones. Entoncessupo que la conciencia de ser era laresponsable de dirigir la voluntad quepermitía que cada ser vivo se expresarae intercambiara energía y conocimientocon los otros. Volvió con la serpientepara poner a prueba su sabiduría y lepreguntó cuál era la verdaderanaturaleza de la conciencia de ser quegobernaba las acciones de todos losseres. Anya y Dina estaban fascinadasescuchando las leyendas de aquellaantigua civilización. —La serpiente le respondió al hombre

que para comprender eso, todo lo quetenía que hacer era observarcuidadosamente el mundo que lorodeaba —continuó la concejal—, y laserpiente comenzó a deslizarse sobre elsuelo, su movimiento continuo en formaondulatoria era hipnotizante. Su cuerpodejaba una clara huella que el hombreiba siguiendo para alcanzarla ycomprendió entonces que la serpiente leestaba mostrando la forma en que elflujo de energía del Kin se movíaagitando la matriz de la creación ydejando su huella en ella. La verdaderanaturaleza de la conciencia era elmovimiento eterno que producía elintercambio de energía en todo sualrededor. Después el ser humano

observó que la serpiente llegaba hastaun río y deslizaba su cuerpo para nadarsobre su superficie, entonces entendióque su conciencia podía enlazar lascorrientes de energía del universo paraviajar hasta otros lugares. Desde eseentonces, la serpiente ha sidoconsiderada como el animal sagrado querepresenta el flujo de la energíacreadora. En otra zona del templo observaron lafigura de la cabeza de un ser humanoemergiendo a través de las faucesabiertas de una serpiente. —Ahora creo comprenderlo —dijoDina—. La luz de conciencia del serhumano surge a través de la verdaderanaturaleza dual de la energía creadora

representada por el cuerpo ondulado dela serpiente.

La concejal Kai asintió y continuó lareflexión. —Dentro de las antiguas leyendas, elser humano, tras haber comprendido lanaturaleza de la creación, montó en laserpiente para ascender por el árbol dela vida hasta los reinos superiores. Ahíel primer padre otorgó a la serpiente unacorona de plumas que representan losrayos de luz de la creación. Entonces seveneró a la serpiente emplumada comoel ser sagrado de conciencia ascendida,por eso la podrán ver por todos lostemplos en forma de estatuas y relieves. Anthea miraba complacida cómo Anyay Dina vislumbraban el nacimiento de lacompleja ciencia dominada por los

miembros de concejo. Pasearon un ratomás por el templo y luego llegó la horade continuar con su misión. Las cuatromujeres abandonaron la sala y sedirigieron con los demás concejales. Elmaestro Zing los había convocado paraque hablaran entre ellos antes de entrar ala reunión. —Tenemos noticias de nuestrocontinente —empezó el maestro Zing—:el senador Túreck ha tomado posesióndel complejo del templo y ha declaradosu victoria sobre el Gran Concejo.Además, ha anunciado a toda lapoblación el establecimiento delcomercio alrededor del mundo entero.Pronto la población será dividida enclases sociales.

Anya escuchó al maestro y comenzó asentir una enorme tensión en el cuerpo. —Sabemos que Túreck ha desplegadoa cientos de guardias alrededor de lasciudades para ejercer su soberaníasobre nuestra nación. Pero sus planes nose detendrán ahí. Se nos ha informadoque decenas de navíos provenientes detodo el orbe se encuentran en ruta haciaeste continente. Algunos han comenzadoya a desembarcar. La Orden de los Doceestá reuniendo miles de guerreros paraatacar esta ciudad. Los cuatro aprendices reaccionaron deinmediato a la noticia del maestro Zing.Una oleada de adrenalina empezaba acircular por sus cuerpos al tiempo quecomprendían que muy pronto tendrían

que enfrentarse cara a cara con losejércitos de la orden. —La Orden de los Doce estará listapara atacar una vez que haya reunido asu ejército —dijo el concejal Kelsus—.Ahora que han tomado el control denuestro continente, el senador Túreck sesiente confiado para continuar con suplan de dominación en otros territorios. Los miembros del concejo seguíananalizando la situación cuando laconcejal Kai se paró de su asiento y sedirigió hacia la puerta de la sala. Anyapudo escuchar unos pasosaproximándose y una mujer apareció enla puerta; la concejal había advertido supresencia desde antes y salió pararecibirla. La mujer comenzó a hablar

con ella en su propia lengua y su tono devoz sonaba muy agitado. Después laconcejal pronunció unas palabras y lamujer se retiró silenciosamente. —La Orden de los Doce hacomenzado su campaña de terror en estecontinente —dijo en un tono muysolemne—. Hoy encontraron los restosde diez personas en las afueras de lasaldeas vecinas, fueron degollados y suscabezas empaladas cerca de sus propiascasas. Casi todos eran líderes de esasaldeas. Anya y Dina escucharon horrorizadasuna vez más la manera de proceder de laorden. —La noticia ha corrido con rapidez yahora toda la gente se encuentra presa

del temor. La casa real ha desplegadocientos de soldados para proteger a lapoblación. —La orden sabe que estamos aquí —dijo Kelsus—. Esos asesinatos son unaadvertencia de lo que se avecina. Si lagente cae presa del terror, entonces notendrá valor para defenderse. —La orden se siente confiada despuésde su triunfo en nuestro continente —dijo el maestro Zing—. Este crimen nosindica que se encuentra muy cerca,pronto cometerá un error y estaremos enposición de encontrar a sus líderes.Debemos preparar a la población paraenfrentar esta amenaza. La únicaesperanza para salvar la ciudad esformar un ejército tan numeroso que

disuada a la Orden de los Doce depelear, y para lograr eso necesitamosque toda la población se una paraenfrentarlos. La hora de la reunión de los cuatroconcejos llegó y el grupo comenzó acaminar a lo largo de un corredor quelos condujo hacia una sala privada deforma circular. Ordenadas a unadistancia exacta del centro del salón yformando un círculo perfecto, se veíanúnicamente veinte sillas de piedra muyparecidas a las que el concejo habíautilizado en el interior de la pirámidesubterránea. Anya notó que ninguno delos miembros iba acompañado por algúntipo de escolta. Todos los presentestomaron asiento y Anya escuchó la voz

de Anthea en su mente, le estabapidiendo que estuviera sumamente atentaa lo que iban a discutir en la sala.Cuatro personas aparecieron cargandoun enorme cofre de metal con figurastalladas incomprensibles para ella, sedirigieron al centro de la sala y lodepositaron de manera silenciosa sobreel suelo. Luego una mujer hizo suaparición cargando un delgado pedestalmetálico que colocó justo al lado delcofre. El maestro Zing se dirigió entonces atodos los presentes para explicarles quelos científicos de Atlantis habíancalculado la desviación sufrida por laórbita lunar. En unos días el cambio detrayectoria produciría un gran eclipse de

Sol como resultado de su movimiento, loque marcaría la entrada del mundo alumbral de la órbita oscura. Lasupervivencia de sus grandescivilizaciones dependería de lasdecisiones que tomaran para enfrentarlos cambios que traería consigo elcambio de era. La concejal Kai se dirigió al cofreante la mirada curiosa de las jóvenesguerreras. Pronunció unas palabras enlenguaje sagrado y el cofre abrió sussellos herméticos. Anya y Dina noentendían lo que sucedía, pero Antheales indicó mentalmente que la concejalKai se disponía a dar lectura a losregistros arcaicos de la antiguascivilizaciones.

Tras abrir el cofre y extraer un pesadolibro con incrustaciones de metalsimilares a las del cofre, Kai comenzó. LIBRO SEGUNDO VOLUMEN ··ll ΅΅ Fecha estelar: ΅Nueve Baktún ̆,΅Doce Katún ̆, ΅Seis Tun ̆, ΅Cinco Uinal̆, ΅Ocho Kin ̆ en la tercera edad del Sol ΅΅΅ Lectura de los acontecimientosdel final de la era de Luz ΅΅΅ ΅ El comienzo ΅ Ésta es la llegada de un nuevo ocasoestelar. Nos encontramos a mitad de lostiempos del tercer Sol. Hemosatravesado el umbral de la nuevaórbita que conduce a la oscuridad del

vacío. El giro del Kin ha completado suciclo y nos deslizamos dentro de sureflejo hacia los dominios del primeramo del inframundo, Vucub Kamé. Todala creación se estremece con la llegadadel supremo señor de la oscuridad.Nuestro padre Sol palidece en surostro. El gran cambio se hace presenteen todo lugar. Un nuevo orden rigeahora sobre nuestra conciencia. Nosinternamos hacia lo desconocido sinsaber lo que sucederá. La Tierra ha comenzado a temblar ylas aves navegan sin sentido por elfirmamento. El mar se agita día ynoche, mientras grandes mareasinundan nuestras costas. Los cálidosvientos atraen poderosas tormentas que

destruyen todo a su paso. El cielo se haennegrecido con la furia de losvolcanes y nuestras ciudades sonarrasadas por el agua de los ríos.Miles han perecido y muchos másperecerán. Una nueva era hacomenzado ya. El rostro del Sol proyecta sudivinidad pero ya no es observado más.La atención de nuestras mentes hasufrido un desvío. Nuestroconocimiento se desvanece mientrasnuestra conciencia se hunde en laoscuridad. Los vientos de cambio nosarrastran sin piedad alguna. La luzdivina del Kin se ha alejado de nuestracomprensión. Trece mil años de doloresperan a la humanidad. Es un nuevo

tiempo en que hemos de separarnos delconocimiento. La noche trae ahoraconsigo sueños de confusión, porque elvínculo sagrado de nuestra dobleatención se ha roto. Nuestras mentesson ahora presas de un miedoaterrador. El mundo ha escondido sumagia de nuestros sentidos y apareceahora como un lugar inhóspito.Nuestros ojos no perciben ya la imagende su majestuosidad pues hemosperdido la habilidad de despertar y lavisión del sufrimiento es ahora nuestrarealidad. El ejército no logra contener a lapoblación. Las cosechas están perdidasy el hambre azota a los pueblos pordoquier. El pueblo ha caído en la

desesperanza. Nuestro orden milenariocae desde sus cimientos y ahora nosenfrentamos a nuestra propiadestrucción. Miles han abandonado yalas ciudades en busca de alimento, laprimitiva supervivencia será sudestino. Los bandidos han saqueado lostemplos sagrados. El conocimiento amanos de la violencia fue destruido. Esel fin del camino de la ascensión. Perolos rituales sagrados sobrevivirán estetiempo y la voluntad de los hombres deconocimiento prevalecerá. A través dela penumbra, el fruto de los diosesguiará nuestro camino. Nuestra huellaestá plasmada y a través del tiemporenacerá...

La concejal Kai hizo una pausa en sulectura mientras todos reflexionabansobre las antiguas palabras. Eraverdaderamente inquietante escuchar losregistros del colapso de una civilizacióntan antigua. Todos los concejales sabíanque ahora enfrentaban las mismascircunstancias de sus lejanos ancestros yun silencio sepulcral inundó la sala.Dina y Anya habían quedado sumamenteconmovidas con la lectura, ladesesperación y el dolor plasmado en eltexto socavaban sus sentimientos. ¿Quéiba a suceder con millones de personasque enfrentarían ahorainconscientemente un cambio tan abruptoen la percepción de su mundo? Sólo eltiempo tendría la respuesta.

La concejal Kai miró al maestro Zingy éste le transmitió mentalmente sudeseo de analizar la situación en lugarde proseguir con la lectura. —El clima de la tierra sufrió uncambio drástico al atravesar el umbral,pero no parece haber mención algunaque sugiera un desequilibrio orbital —exclamó la concejal Anthea. —El vuelo errático de las avessignifica que el polo magnético sufrióuna fluctuación —explicó el maestroZing—. Todo el planeta se vio afectadoen sus patrones climáticos, como sucedeahora. El mundo antiguo colapsódespués del diluvio universal, eso losabemos. Sin embargo, es posible que laTierra haya modificado su órbita y que

nuestros antepasados no hayan notado elcambio hasta mucho tiempo después,con la variación de las estaciones. Peroun movimiento súbito en eldesplazamiento de la luna hubieramovido el eje de rotación terrestrecausando grandes temblores, como enesta ocasión. Nuestros ancestros erangrandes observadores de losmovimientos de los cuerpos celestes; dehaber sucedido en ese tiempo, seríaimposible que no lo notasen. —Eso sugiere que dicho movimientono se dio en su tiempo —exclamó unode los miembros de la casa oeste—. Sinembargo, su conciencia sufrió unatransformación de fondo. Los sabios dela antigüedad percibieron de inmediato

el cambio que produjo en el ser humanola órbita oscura. El texto habla sobre unterrible efecto en el orden socialgenerado por la escisión de concienciaen la población, el ser humano perdiópor completo el sentido de su dobleexistencia y de esa forma es imposiblediscernir el orden del universo. Lapoblación entera regresó a un estado desupervivencia primitiva basado en laviolencia y los instintos más inmediatos.Eso constituye un desastre de enormesproporciones para el ser humano. —Ahora la Orden de los Doce seprepara para aprovechar el abruptocambio de conciencia que enfrentaremos—intervino un miembro de la casa este—, saben perfectamente que el ser

humano será ahora mucho mássusceptible al miedo y a la violencia;ahora es lo único que necesitan paradominar a cientos de miles de personas. —Nuestro ejército se encuentra listopara enfrentarlos —respondió elrepresentante de la casa real—.Nuestras principales ciudades seencuentran vigiladas, pero seráimposible controlar el miedo quesembrarán en la población. Ya hemosvisto lo que pretenden, sus ataquesestarán dirigidos a acabar con el ordenpacífico de nuestra sociedad al igual quelo hicieron en Atlantis. Debemosencontrar a los líderes de inmediatopara evitar que eso suceda. —La lucha contra los ejércitos de la

Orden de los Doce es inevitable —explicó Kelsus—. Aún encontrando asus líderes, éstos no se rendirán sinpresentar batalla. La población debeestar preparada para lo que se avecina.Todo aquel capaz de empuñar unaespada debe estar listo para defendersecuando llegue el momento. —Las minas de argento representan supoder económico para manipular a lospobladores —intervino uno de losmiembros de la casa del sur—.Debemos detener su producción demanera contundente y el uso de sumoneda debe ser erradicado deinmediato. —La orden tiene previsto queataquemos sus minas y eso es

precisamente lo que desean que hagamos—afirmó el maestro Zing—. La magiade dominación del símbolo no puede serrevertida y ellos lo saben, así que laprimitiva mente del ser humano tendráque valerse ahora del comercio paracubrir sus necesidades. Al detener laproducción de las minas todo lo quelograremos es que su poder aumente y laposesión del dinero existente hará que lapoblación se divida en dos clasessociales. Los poseedores de esterecurso, que serán la minoría, utilizaránsu dinero para subyugar a los demás, yentre más escaso sea, más grande será suvalor. Así es como opera la magiaoscura del símbolo. Unos pocosacaparan grandes cantidades mientras

que todos los demás deben peleararduamente por él. Ellos mismosdetendrán la producción de las minascuando el poder de la magia se hayaasentado en la conciencia humana. Todos los presentes callaron. Lasituación que enfrentaban no dabaoportunidad alguna para cometer unerror. —La oscura magia del símbolo hacomenzado a expandirse sobre todos loscontinentes —continuó el maestro Zing— y al igual que sucedió en el pasadoremoto de nuestra historia, no hay formade que podamos evitarlo. El paso por laórbita oscura centrará la conciencia delser humano exclusivamente en susupervivencia física. La Orden de los

Doce sabe que las guerras y la violenciasurgirán por todo el planeta. Pero nisiquiera ellos serán capaces de gobernara la población sin el poder de su magia,por eso nuestra misión consistirá ahoraen evitar que la raza humana seautodestruya durante el paso de la órbitaoscura. Para lograrlo, se debe proteger atoda costa el conocimiento que conducea los estados superiores de conciencia.La supervivencia de la raza humanadepende del equilibrio que losposeedores del conocimiento puedanejercer durante la época de oscuridad; siel conocimiento es destruido, la razahumana lo será también. —¿Pero qué hay sobre el abruptomovimiento en la órbita lunar? —

preguntó uno de los miembros de la casadel este—. ¿De dónde surgió y cuál es elpeligro que representa? —Solamente una conciencia muysuperior pudo haber intervenido en elorden sincrónico de nuestro sistemasolar —afirmó la concejal Kai—. Losamos del inframundo tienen potestadsobre nuestro planeta, son losguardianes de su destino, pero nuncaantes habían intervenido directamentepara alterar el orden de nuestro mundo.La pregunta ahora es por qué lohicieron. —El nuevo desequilibrio en la órbitalunar provocó un movimiento errático denuestro eje de rotación —explicó elmaestro Zing—. Como consecuencia,

nuestro continente se dirige ahorairremediablemente hacia su destrucción;sabemos que el movimiento de lasplacas continentales hará que nuestroterritorio se hunda lentamente. Laconciencia superior que ejecutó esemovimiento pudo prever estaconsecuencia. Eso nos indica que esefue su propósito o por lo menos parte deél. —Si esa maniobra estuvo dirigida aacabar con nuestra civilización,significa que nuestra presencia en estetiempo amenazó la continuidad deldestino de nuestro mundo —afirmó laconcejal Anthea—. No puede existirotro motivo para su intervención. —La tecnología secreta desarrollada

por los atlantes fue una afrenta contra lasleyes del universo —dijo elrepresentante de la casa real—. Cuandodecidimos aprobar su construcción,sabíamos que era la única oportunidadque tenía la humanidad para nodestruirse, pero nadie pudo calcular susconsecuencias. Ahora su continente estácondenado a la extinción, Atlantispagará la afrenta a las leyes del universocon su propia aniquilación. Dina y Anya se estremecieron alescuchar esto. El precio por laconstrucción de la tecnología secretahabía resultado devastador para supueblo. La reunión de los cuatro concejosterminó y todos se retiraron a sus

habitaciones. Anya se recostóreflexionando sobre la situación queestaba viviendo, se preguntaba si antelos hechos contaría con el valorsuficiente para enfrentar su destino.Sabía que el enemigo saldría muy prontode su escondite y que debía estarpreparada para luchar contra ellos. Kailes había pedido que descansaran esanoche y se reunieran temprano por lamañana para conversar con losgenerales del ejército de la Casa Realde Aztlán, las batallas que habíanlibrado en Atlantis les habían dotado dela experiencia que necesitarían parapreparar a sus aliados. El gran eclipsesucedería en pocos días y todos sepreguntaban si ése sería el momento

escogido por la orden para atacarlos.Anya salió de su habitación paracontemplar la inmensa bóveda celestecolmada de estrellas y se estremeciódirigiendo sus rezos a los grandespoderes de la creación para que lacondujeran con valor mientrasenfrentaba su destino.

Capítulo 44

William Sherman y el generalThompson observaban atentamente cómolos bombarderos del Pentágonocumplían con su objetivo de volar lafinca en pedazos. —Confirme que la torre ha dejado detransmitir —ordenó el generalThompson por teléfono al oficial a cargode la operación. —La señal de radar ha cesado por

completo, general —confirmó el oficial—. Nuestros cazas pueden atravesar elespacio aéreo. —¿En cuánto tiempo podrán estarsobre el campamento? —En treinta minutos volando avelocidad normal. —¡Que aceleren! —ordenó Thompson—. ¿Dónde se encuentra el cazaenemigo? —Aún se dirige al objetivo, señor.Creemos que escolta al avión de cargahacia la pista clandestina. A lavelocidad que se mueve, llegará enveinticinco minutos. —Escuche bien. Quiero que transmitala posición de los aviones enemigos alejército mexicano. Ordene a nuestros

cazas que intercepten a esos aviones siel ejército mexicano falla en detenerlos.Defender la galería es nuestra prioridadprincipal. —El oficial del pentágono giró laorden para que los cazas aceleraran avelocidad supersónica. —Los F22 llegarán al campamento enquince minutos general. Desde esaposición podrán interceptar a losaviones antes de que se acerquen a lagalería —le aseguró el oficial. William Sherman observaba el estréspor el que Thompson atravesaba. El general miraba las imágenes de lafinca: el escuadrón del coronelMcClausky subía a los helicópteros pararegresar al campamento. La misión

había concluido con éxito. El general Thompson bajó delhelicóptero para hablar con Sherman enprivado; ambos permanecieron en eltecho del enorme rascacielos. —Tengo asuntos pendientes enWashington —le dijo el general—.Tengo que partir en este momento. —Entonces hablaremos mañana. El general Thompson subió alhelicóptero y dio la orden paradespegar. Sherman entró a su oficina ycomenzó a meditar sobre todo lo quehabía sucedido ese día. Sabíaclaramente que la mitad del grupo noapoyaba su plan. Habían sido aliados delos consorcios bancarios por décadas yestos habían conservado intactas sus

fortunas. De ahí su renuencia a apoyarlo.Cada vez sospechaba más que podíantraicionarlo en cualquier momento. Elgeneral Thompson controlaba al ejércitoy era la carta que utilizaba paraintimidarlos y evitar que se rebelaran ensu contra. Por años había contado con suapoyo incondicional pero ahora lasituación había dado un giro. Sherman había visto a un miembro delgrupo aproximarse para hablar con elgeneral y éste no le había hecho ningúncomentario al respecto. Pensó que talvez Thompson estaba planeandoreunirse en privado con sus opositorespara pactar un nuevo arreglo si las cosassalían mal con el plan establecido. Unarreglo que no lo incluiría a él como

mandatario del nuevo orden mundial. Sherman se sulfuró de inmediatomientras analizaba el asunto. El generalThompson le estaba retirando su apoyo yempezaba a obsesionarse con la idea deobtener energía gratis para acabar con ladependencia del petróleo. Lo habíaobservado cuidadosamente mientras seencontraban a bordo del helicóptero.Todo lo que le importaba era salvar lamaldita galería subterránea para cumplircon su objetivo. Si tenía éxito, elpetróleo perdería su valor y todo su planse resquebrajaría de inmediato.Entonces Thompson tendría laoportunidad de manejar una nueva fuentede energía inagotable para comandar alejército más poderoso del mundo. La

sola idea de que su plan se viniera abajopor un error de cálculo lo exasperaba atal grado que su ansiedad crecía minutoa minuto. En el fondo, Sherman no creía queMayer y sus científicos fueran capacesde crear un medio de aprovechamientode esa fuente pero... ¿qué pasaría si lolograban? El sitio estaba bajo el control absolutodel general Thompson, y en lascircunstancias que estaba viviendo ya nolo podía considerar como un aliadoincondicional. El general estabaacumulando demasiado poder. Si Mayersalía avante en su proyecto y seadjudicaba un medio para producirenergía a partir del vacío, el petróleo se

volvería completamente obsoleto en unpar de años. No podía permitir eso. Supoder y fortuna dependían de que lasociedad continuara viviendo de lamisma forma en que lo había venidohaciendo por más de un siglo. Tenía queplanear bien los siguientes pasos aejecutar antes de que la situación se lesaliera de las manos. Todas las cartasdebían estar bajo su control y la galeríaera una de ellas. La solución era sin duda alguna tomarel control completo de la galería y latecnología que Mayer desarrollaríatarde o temprano. Ese maldito lugarhabía nublado el juicio de Thompson yél necesitaba de su apoyo paraconsolidar su dominio. Con el control de

esa fuente, sería mucho más fácilmanejarlo como lo había venidohaciendo durante años. Pero ¿cómopodría apoderarse de ese lugar si seencontraba custodiado día y noche porsoldados expertos? Quizás fueranecesario destruirlo, aunque la idea decontar con esa fuente infinita de energíaera mucho más atractiva. WilliamSherman consideraba profundamentecómo llevar a cabo su plan y la tensióncomenzaba a acumularse en su cabeza,entonces se sirvió un vaso de escocéscon hielo. Lo apuró rápidamente y sesentó en uno de sus sillones. El licor semezcló con su sangre y empezó a relajarla tensión. Sólo existían dos formas para tomar el

control de ese sitio. La primera eracontratar a un grupo de mercenariosexpertos para que llegaran sigilosamenteal lugar y lo tomaran por la fuerza. Laotra, que era la que más le atraía, erasobornar al mismo personal quecustodiaba el sitio para que obedecieransus órdenes mientras engañaban algeneral haciéndole creer que tenía elcontrol del lugar. Sherman se recostó enel sillón mientras urdía los pasos aseguir. Decidió no inclinarse por una uotra opción; para estar completamenteseguro de que su plan tendría éxito,ejecutaría ambas. Sobornaría alpersonal del coronel McClausky paraque ellos mismos le dieran acceso alequipo, del que tomaría el control en el

momento preciso. Una vez controlada lagalería, iba a obligar a Mayer y a loscientíficos a entregarle la nuevatecnología. El general no tendría otraopción que obedecerlo y seguirapoyando sus planes. Él era el poseedorabsoluto del petróleo del mundo y seríael responsable de decidir el rumbo delas cosas. La energía de la galeríasubterránea quedaría por completo bajosu dominio y solo él se beneficiaría desu uso. Todo debía ejecutarse con lamayor de las reservas, comprendía queese no era el momento de hacerlo puesseguramente el general reforzaría lavigilancia de la galería después de loocurrido. Tenía que actuar con cautela yesperar pacientemente hasta que pudiera

sorprenderlo con la guardia baja. Por elmomento acababa de ganar la votaciónpara ejecutar su plan maestro ydeshacerse de sus enemigos, ése era suprincipal objetivo por ahora. Una vezliquidado el asunto, aumentaríadescomunalmente su influencia sobre elmundo y podría asegurarse de que nadiemás que él tuviera acceso a esa fuentede energía. La luz intermitente de su teléfonocomenzó a parpadear interrumpiendo sureflexión. Sherman tomó el teléfono. Susecretaria puso al director de seguridaden la línea. —Señor, hemos corroborado toda lainformación que el pentágono poseesobre los nuevos brotes epidémicos.

—¿Cuál es la situación? —Catorce países han confirmado lapresencia del agente gris en su territorio.Más de trescientas muertes seregistraron en los últimos días. Escuestión de unas horas para que laorganización mundial de la salud decreteel estado de pandemia alrededor delmundo. Las manos de Sherman comenzaron atemblar mientras escuchaba atentamente. —¿Qué demonios sucede con lavacuna? —gritó colérico—. ¿Porqué nohe visto un solo avance? ¡Necesitamosun medio de protección inmediatamente! —Los laboratorios trabajanveinticuatro horas al día para lograrlo,señor, pero el equipo piensa que la

bacteria podría estar mutando paraadaptarse mejor a su nuevo ambiente.Necesitamos que el Pentágono consigamuestras de sangre de todas las víctimaspara que nos las envíe. De otra forma,todos los esfuerzos serán inútiles. William Sherman apretó el teléfonocon todas sus fuerzas. Sabía que habíallegado el momento de tomar medidasdrásticas para evitar que el contagio sepropagara por todo el planeta.

Capítulo 45

La brisa del mar agitaba suavementelas palmeras del largo malecón deMazatlán. Kiara observaba el paisajedesde lo alto del cuarto piso delhospital. El buque había llegado a lamedianoche y ella había arribado con unnuevo sentimiento de esperanzaencendido en su conciencia. Duranteesos largos días habían escapado delalbergue, sobrevivido a la tormenta en

altamar, rescatado a Shawn de unamuerte segura y ahora su padre sabíadonde se encontraba y pronto se reuniríacon él en el campamento. Eran sin dudalos días y las emociones más intensasque había vivido y se sentía agradecidade haber logrado sobrevivir. Shawn seencontraba estable y respiraba por símismo, había sido ingresado al hospitalde la marina para completar surestablecimiento. Horas atrás salió delcoma pero se sentía tan débil que apenashabía conversado unas cuantas palabrascon ella. Los médicos le aseguraban quesu condición clínica mejoraba a cadamomento, pronto estaría en posición deabandonar el hospital y completar surecuperación en otro lugar.

Leticia se encontraba también en lahabitación y le sugirió a Kiara ir acaminar un poco a lo largo del malecónmientras Shawn dormía. Salieron delhospital con Aurora y comenzaron adisfrutar la hermosa vista del mar queahora lucía mucho más calmado. —Voy a localizar a mis familiarespara que nos den algo de dinero ypodamos comprar el pasaje hacia lapenínsula de Yucatán —le dijo Leticia aKiara. —¿Qué tan lejos estamos de ahí? —Muy lejos. Van a ser más de dosdías de camino en autobús. —He estado llamando a mi padre alcampamento y nadie contesta el teléfono,me parece extraño —dijo Kiara.

Las tres siguieron caminando algunosminutos más y después regresaron alhospital. Habían acordado reunirse conBrian y su esposa al mediodía. Los dosmiembros de la guardia nacional que loshabían acompañado durante el escapehabían desembarcado junto con ellos yhabían decidido tomar su propiocamino. El personal del consulado lesfacilitaría los medios para localizar asus familiares y regresar lo antesposible a Estados Unidos. Brian ya lasesperaba ahí cuando llegaron. —Localicé a mi hermano y me va aenviar dinero esta misma tarde para quepodamos volver. Kiara y Leticia se alegraron por labuena noticia.

—Nosotras hemos decidido dirigirnoshacia el campamento para reunirnos conmi padre —respondió Kiara. —¿Cómo sigue Shawn? —Ya está mucho mejor, según dicenlos médicos. Su respiración es normal ypronto podrá abandonar el hospital. —¿Por qué no subimos a verlo? —sugirió Brian y todos tomaron elelevador para subir al cuarto piso. Para su sorpresa, Shawn se encontrabadespierto cuando llegaron. Unaenfermera le estaba revisando la presiónarterial y la otra le retiraba la aguja quelo conectaba al suero. —Debe empezar a comer y a tomaragua por sí mismo —les dijo mientrastodos observaban el procedimiento—.

Su presión arterial es casi normal. Encuanto comience a recibir alimento, seregularizará por completo. Un médico entró en ese momento a lahabitación y les pidió a las enfermeraslas lecturas de presión. Las anotó en sulibreta y luego sacó de un enorme sobredos radiografías que mostraban lospulmones de Shawn. Las colocó sobreun estante iluminado para que todos lasvieran. —Sus pulmones no sufrieron dañoalguno. Se drenó el agua exitosamentecon un pequeño catéter y la herida estásanando. No se produjo ningunainfección, por lo que ya debe empezar acaminar y alimentarse de maneranormal. Muy pronto se sentirá bien.

Kiara sonreía de oreja a oreja alescuchar al doctor. Shawn los miraba atodos con curiosidad, su mente seencontraba aún confundida. —¿Podría alguien decirme dóndeestamos? —dijo finalmente. Brian se acercó a él y le respondió: —Hijo, no sabes lo cerca queestuvimos de perderte. Flotaste enaltamar casi dos días. Kiara se acercó a la cama y lo abrazó. —Ahora lo que importa es que teencuentras bien y muy prontolocalizaremos a tus padres. Te podrásimaginar lo que sentirán cuando sepanque estás vivo. Shawn sonrió mientras rodeaba aKiara con uno de sus brazos. Una de las

enfermeras trajo su comida en unacharola y les pidió a todos que lepermitieran comer. Todos se hicieron aun lado y Shawn se enderezó sobre elrespaldo, Kiara ajustó la manivela de sucama y él comenzó a comer con buenapetito. Brian se disculpó para regresar con sufamilia. Kiara y Leticia permanecieroncon Shawn hasta que terminó de comer,luego le hablaron sobre sus planes. —Nos iremos en cuanto tenga fuerzaspara caminar —dijo Shawn. Kiara y Leticia pasaron la mayor partede la tarde con él, que se mostraba cadavez más lúcido y fuerte. Kiara loacompañó a caminar por el pasillo yluego bajaron a los jardines del hospital.

Leticia se retiró al hotel y ellos sequedaron a esperar el crepúsculo, sesentaron en una banca y Shawn miró endirección al sol, que estaba porocultarse. Kiara se detuvo un momento apensar sobre la intensa aventura queestaban viviendo y le dijo: —Nuestra existencia es un verdaderomisterio. Tal vez ahora comprendas todode lo que te he hablado. El mundo es unlugar inexplicable, como nuestra propiavida, luchamos por sobrevivir todos losdías y jamás comprendemos hacia dóndenos lleva el destino. Cuando me dicuenta de que te había perdido, no tuvemás ganas de seguir viviendo, nohubiera seguido adelante si Brian no mehubiera dado la esperanza de encontrarte

con vida. Shawn asintió con la cabeza ypermaneció callado mirando cómo el solse ocultaba por completo bajo elhorizonte. Ambos regresaron a la habitación ypronto se prepararon para dormir, lasenfermeras le acondicionaron una camaal lado de Shawn y ella se acostó adescansar. Pensó que la vida le estabadando una nueva oportunidad paraencontrar su felicidad al lado de susseres queridos. Recordó lo que elespíritu de la tierra le había dicho sobreel comportamiento del ser humano y sedetuvo un instante a reflexionar. Kiara no comprendía por qué la gentedel mundo se comportaba de esa

manera, lastimando al medio ambiente ya los demás. ¿Por qué los seres humanosse causaban tanto dolor los unos a losotros? La única forma de lograr unasociedad semejante a la que Anya lehabía mostrado era hacerse conscientede la necesidad de todos de contar conafecto y comprensión. En un mundogobernado por la ambición y elconsumo, el resultado erairremediablemente la muerte y elsufrimiento de millones de personas.Kiara no soportaba más la ansiedad dellegar al campamento y volver al sitiode la galería subterránea para conocerlos designios de su destino. Empezó a caer en un profundo sueñomientras su cuerpo iba deshaciéndose

poco a poco de la ansiedad. Untorbellino de luces apareció en su visióny Kiara se dejó llevar por ellas. Sintiócómo era absorbida por esa extrañafuerza fulgurante y de pronto apareció enun lugar extraño; era de noche y apenaspodía distinguir a su alrededor. Cientosde árboles y pequeñas plantas se mecíana merced de la suave brisa que soplaba.Unas luces tenues se veían a la distanciay Kiara caminó hacia ellas tratando dereconocer el sitio. Algo en su interior lehizo saber que se encontraba de vueltaen la jungla, cerca del sitio de lapirámide. Un suave rugido se escuchó a suizquierda y Kiara volteó de inmediato:una esbelta silueta comenzó a moverse

por entre los árboles y una marea deemoción recorrió todo su ser energético.Era el jaguar que la estaba llamandohacia él. Caminó en su dirección y elfelino se sentó pacientemente aesperarla. Al llegar hasta él, le acaricióla cabeza y el animal comenzó aronronear, con su mirada le transmitía laemoción por volver a encontrarla; soltóde nuevo un rugido y comenzó a andarde prisa hacia la entrada de la pirámide. Kiara se regocijó una vez más de suencuentro con el hermoso animal depoder, aceleró el paso y vio que el ágilfelino entraba de un brinco al túnel queconducía a la galería. Ella se arrastróhacia dentro sin perder el tiempo, bajópor la escalera de un salto y comenzó a

seguir sus pasos. La azulada luz delcorredor la envolvió y en unos minutosse encontró justo fuera de la galería. Eljaguar entró primero y ella detrás. Lafigura de un hombre parado justo alcentro de la sala la sorprendió; era elanciano brujo de la playa, quien le pidióde inmediato que no tuviera miedo.Kiara se hallaba sorprendida al verlo denuevo, pero su ser no sintió ansiedadalguna y se acercó al él con cautela. —Mi nombre es Tuwé Tækarikû y tehe llamado hasta este lugar porque estiempo de que comprendas quién eres ypor qué te traje hasta la pirámide el díaque nos conocimos —le dijo el anciano—. Tu conciencia viajó al mundointermedio porque era tiempo de que

enfrentaras tu destino. —Este lugar me llevó hasta un sitioincomprensible donde habitan unaspersonas que pertenecen a otro tiempo—le respondió ella—. Aún me cuestatrabajo entender lo que me está pasando. —Todo lo que te sucede fue escrito através del tiempo y ha llegado la hora deque conozcas la responsabilidad que tefue encomendada. Kiara lo miró con curiosidad. —Sé que debo portar un mensaje desuprema importancia para los sereshumanos, pero no sé ni qué es ni cómohacerlo. —Tu misión abarca el contacto conesos seres de otro tiempo que luchan porimpulsar a la raza humana fuera de la

oscuridad que la envuelve. Ellos formanparte de una de las estirpes más antiguasde la humanidad, la estirpe de losinmortales que nos legaron elconocimiento de los primeros padres dela creación a través de miles de años.Pero la fuerza del mal atrapó a lahumanidad y ahora nuestros destinos seencuentran atados. —Pero lo que usted dice essimplemente imposible —le dijo Kiaraanalizando sus palabras con su menteracional—. Si ellos vivieron hace milesde años, entonces sus destinos secumplieron y ahora nosotrosenfrentamos las consecuencias de susactos. Ellos forjaron nuestro futuropotencial, lo sé porque el mismo espíritu

de la Tierra me lo explicó. No entiendode qué forma ellos podrían influir sobrelo que nos sucede ahora. Creo que mimisión es advertir a la gente de nuestrotiempo sobre el futuro que están creandocon sus acciones. —¿Entonces tú todavía crees que elcontacto con esos seres de otro tiempono repercute sobre la realidad que estásviviendo? —la cuestionó Tuwé—.¿Crees que fuiste transportada a esetiempo sin motivo alguno? Kiara lo miró confundida. Luego lereveló a Tuwé todo lo que la Tierra lehabía explicado sobre su misión y sobrela lucha que sostenía con la concienciade la humanidad para que éstadespertara y dejara de autodestruirse.

—Los señores del inframundoemitieron su juicio en contra de lahumanidad al ver cómo planeabanapoderarse del conocimiento de losinmortales para consumar sudestrucción. La humanidad fuecondenada por sus acciones y ahora losinmortales deben saberlo. Debes saberque su tiempo aún no se ha consumido,su destino está atado al nuestro aunquetu mente te diga lo contrario. Tuwé explicó a Kiara cómo losinmortales habían logrado esconder elconocimiento de las fuerzas del mal alllegar el reinado de Ahaltocob y cómoéstas seguían tratando de destruirlo. —¿Quién es Ahaltocob? —preguntóella. El anciano la miró fijamente y

comenzó su explicación. —Nuestro mundo se encuentra bajo lapotestad de seres de conciencia superiorque rigen sobre los destinos evolutivosde las especies. Ellos son losencargados de resguardar la ruta hacialos reinos celestiales de conciencia.Ahaltocob es el señor del inframundoque ha regido nuestros destinos durantelos últimos trece mil años. Seríaimposible que comprendieras sunaturaleza por ahora. Un ser deconciencia superior no razona ni actúa asu propia conveniencia igual que un serhumano. Como guardines de laevolución, su misión es mantener elequilibrio de las especies en los mundosde desarrollo evolutivo. El ser humano

está destruyendo ese equilibrio y susoberbia lo ciega ante esta realidad. Losseñores del inframundo sólo protegen anuestro mundo del daño que estamoscausando. —¿Y por eso nos condenaron? —preguntó Kiara. —No debe verse como una simplecondena o castigo —respondió él—. Unorganismo que no sabe convivir deacuerdo con las leyes del universo nopuede existir dentro de los reinoscelestiales de conciencia. Éstaevoluciona para expandir su podercreativo y no para destruir como estásucediendo ahora. Kiara recordó entonces el poder delque ella gozaba al encontrarse en el

mundo intermedio. Su conexión deconciencia con ese plano le hacía saberque ningún ser humano con deseos dedestrucción era aceptado en ese lugar.Tuwé tenía razón, el intento destructivoconducía irremediablemente a laconciencia hacia su propia aniquilación. —Pero ¿qué fue lo que hizo cambiar ala humanidad? —quiso saber Kiara—.Si el mundo de los inmortales eraordenado y pacífico, ¿qué fue lo quesucedió con nosotros? Tuwé explicó a Kiara cómo el giro delKin afectaba de manera diversa laevolución de los seres humanos. Elconocimiento de esos ciclos deevolución era estudiado afanosamentepor los antiguos mayas. Luego le explicó

que ellos fueron quienes habían legadoese conocimiento a través de los siglospor medio de la tradición chamánica a lacual él pertenecía. —El nuevo tiempo que se acercarepresenta una oportunidad de retomarel camino de evolución en armonía contodas las demás especies del planeta —siguió explicándole—. Pero el mal aúnse cierne sobre nosotros. La humanidadno sobrevivirá este tiempo sin la ayudade los inmortales. Ellos lo saben ydesarrollaron su conocimiento paraprotegernos de nuestra propiadestrucción. A Kiara le costaba trabajo creer loque estaba escuchando. Tuwé le aseguróque el capítulo final de la humanidad se

escribiría pronto. Como una mensajeradel tiempo, debía advertirles del peligroque se avecinaba. Entonces ellos sabríancómo actuar. Kiara lo miró con fijeza. Su menteracional se interponía entre sus sueños yla realidad cotidiana, se resistía a creerlo que le estaba sucediendo y mil dudassurgían en su pensamiento. Tuwépercibió su ansiedad de inmediato. —Entiendo por lo que estás pasando—le dijo—, pero tienes que comprenderque el peligro que enfrentamos es real.Conozco a tu padre y sé que tu madre fueseparada de ti hace muchos años peroahora ella se encuentra bien. Ella y tupadre se han reunido de nuevo y teesperan aquí, debes confiar en mí y

volver cuanto antes para advertir a losantiguos sabios sobre el peligro que secierne sobre la pirámide. Kiara escuchó a Tuwé y sintió unamarea de emoción que la desbordaba.No podía creer lo que acababa derevelarle. Era simplemente imposible.El anciano aseguraba que su madreestaba viva y a salvo. Una excitaciónextrema comenzó a inundar su serconsciente mientras la escena dentro dela galería comenzaba a desvanecerse. Kiara se resistía a perder la visión delsueño pero una fuerza la alejaba cadavez más del lugar, comenzó a correr condesesperación hasta que sintió que sucuerpo se movía sin control. Sussensaciones físicas estaban regresando y

sentía sus piernas patalear de un lado aotro, abrió los ojos y miró a sualrededor. Había amanecido y la luz delsol se filtraba a través de la ventana.Shawn la observaba sorprendido desdesu cama. —Acabas de tener una pesadilla,¿verdad? Kiara aún sentía el brusco cambio deconciencia y no lograba adecuarse a larealidad del mundo cotidiano. Seenderezó sobre la cama y se tocó lacabeza. —Tuve un sueño muy intenso —ledijo. Luego se metió a la ducha. El calorera verdaderamente fuerte y se bañó conagua templada para despertarse. Sentíael agua correr sobre su cuerpo y pensaba

en lo que debía hacer: necesitabaconseguir dinero para viajar hacia elcampamento lo antes posible. Si sumadre se encontraba ahí, eso sería unaprueba más de que sus experiencias desueño eran reales y repercutían en suvida diaria. Pensó en lo que el ancianole había dicho sobre advertir a esamujer de otro tiempo del peligro que secernía sobre la galería. Al parecer todoconcordaba con sus visiones, pero eldesafío de soportar lo que le estabasucediendo era muy grande para ella. Cuando salió de la ducha, la enfermerahabía traído el desayuno de Shawn y élcomía con tranquilidad. Kiara se sentó asu lado inmersa en sus pensamientos,mientras él la observaba.

—¿Te pasa algo? —quiso saber. —Nada —dijo Kiara, que no deseabapreocuparlo con sus conflictos internos—. Sólo estoy un poco cansada y conhambre. Brian apareció y cruzó un par depalabras con Shawn, luego le dijo aKiara que bajaran a desayunar, ambosabandonaron la habitación y fueronhacia el elevador. —Tengo malas noticias para nosotros—le dijo Brian. —¿Qué sucede? —preguntó Kiara. —El FBI visitó la casa de mi hermanoayer por la tarde, nos están buscando. Elconsulado no tardará mucho tiempo enenterarse de nuestra orden de captura,entonces pedirá a las autoridades

mexicanas que nos arresten. —¿Qué podemos hacer? —preguntóKiara—. Shawn todavía está débil,¿cómo lo sacaremos de aquí? —Tendremos que sacarlo sin quenadie se dé cuenta. No podemos perdertiempo o seremos enviados de regreso alalbergue. Mi familia nos espera afueracon Leticia y su hija, desayunaremos yluego sacaremos a Shawn del hospital. El grupo se reunió en un parquecercano al hospital, se fueron adesayunar y comenzaron a elaborar elplan para sacar a Shawn del hospital.Primero tendrían que comprarle algo deropa, Kiara subiría a la habitación aayudarlo a vestirse mientras Brianvigilaría el pasillo.

—Mi hermano me giró dinero estamañana —le dijo Brian—, les darésuficiente para que puedan llegar con tupadre. El sentimiento de calmaexperimentado el día de ayer ahora sehabía transformado en uno nuevo depersecución. Kiara y Leticia mirabanhacia todos lados mientras caminaban,consiguieron la ropa y regresaron alhospital. Kiara y Brian subieron a lahabitación, entraron con cuidado ycerraron la puerta. Kiara puso la ropasobre la cama y Shawn los observabaestupefacto. —¿Y ahora qué pasa? —les preguntó. —El FBI nos está buscando. Tenemosque sacarte del hospital —le dijo Brian.

Shawn se incorporó y Kiara le entrególa ropa. Brian salió al pasillo, variosdoctores y enfermeras circulaban porahí, los minutos transcurrían ycomenzaba a desesperarse. —Debemos salir con toda naturalidad—le dijo a Shawn—, no queremos quenadie nos cuestione por qué te sacamosde aquí. Shawn asintió con la cabeza. Kiara observó por la puerta y esperóque Brian diera la señal, luego los dossalieron caminando de la habitacióndirecto al elevador. Las enfermerasestaban ocupadas en su estación y no lesprestaron atención. Descendieron hastael primer piso y caminaron connaturalidad hacia la salida cuando un

grupo de oficiales de la marina entró yse dirigió justo a ellos. Kiara sintió unvuelco en el estómago. ¿Vendrían adetenerlos? Los oficiales saludaron amablemente ysiguieron de largo. Kiara respiró hondoy por fin llegaron al parque, dondeLeticia y la esposa de Brian losesperaban con los niños. Brian sacódinero de su bolsa y se lo entregó aKiara. Luego le dio un abrazo a Shawn yle deseó que se recuperara pronto.Había llegado el momento de ladespedida. Ellos tratarían de regresar aEstados Unidos. Su futuro era incierto,permanecerían escondidos hasta quetuvieran la oportunidad de volver a suantigua vida. Los ojos de Brian se

humedecieron y Kiara soltó un par delágrimas que aún le quedaban, mientrasreflexionaba que gracias a él salierondel albergue, los había salvado de unamuerte segura. Ahora se iba y ellos notenían la mínima oportunidad deayudarlos. No sabía cómo agradecerle.Todos se abrazaron y Brian tomó a suesposa y su hijo, comenzaron a caminarrumbo a la ciudad hasta que seperdieron en la multitud. Kiara abrazó a Shawn y le preguntó sise sentía bien. —No quisiera estar en la calle pormucho tiempo —respondió él—. Vamosa la central de autobuses de una vez. Leticia pidió indicaciones para llegarhasta la estación de autobuses y llegaron

en pocos minutos. Brian les habíaadvertido que no tomaran ningún mediode transporte que exigiera documentosde identidad, pues la policía podíaemitir una orden de captura y losarrestarían. Kiara y Shawn se sentaronen unas bancas mientras Leticiaconseguía los boletos. El calor erainsoportable y ambos sudabancopiosamente. Pasaron más de veinteminutos de nerviosismo y Leticiafinalmente regresó con los boletos. Entreinta minutos partirían hacia la Ciudadde México, donde tendrían que abordarotro transporte hacia el sureste. El grupo se dirigió hacia los andenes.Pasaron los controles de seguridad ycomenzaron a buscar el autobús. Leticia,

que llevaba los boletos, se detuvo frentea un enorme autobús de lujo. El letreroMÉXICO, D.F. se leía en la partesuperior del parabrisas. —Me parece que es éste —dijo ella—. Aún faltan quince minutos para lasalida. Kiara y Shawn miraron el autobús yrespiraron aliviados. Viajaríancómodamente hasta su destino y serelajarían en el trayecto. Los demáspasajeros fueron llegando poco a poco ypronto formaron una fila para abordar.El grupo se acomodó entre ellos y elchofer del autobús llegó para recogerlos boletos mientras los pasajerosabordaban. Leticia se los entregó y envez de dejarla pasar la detuvo.

—Estos boletos son para la ruta delpescado —le explicó—, tienen quebajar hasta el último andén, ahí seestacionan esos autobuses. Kiara lo escuchó y miró a Leticiaextrañada. Todos se dirigieron hacia elúltimo andén y miraron horrorizados unacolumna de gente cargando cubetas conhielo y pescado en cajas de madera,algunos llevaban incluso en hombros lapesca del día. Frente a ellos se veía elautobús más viejo y ruinoso que jamáspudieron imaginar. El chofer ya estabasentado frente al volante y ellos fueroncasi los últimos en subir. La pestilenciaque emanaba el vehículo era tan fuerteque Kiara estuvo a punto de bajarcorriendo. Se detuvo en el pasillo para

esperar que Leticia encontrara losasientos y un hombre con un enormepedazo de tiburón en el hombro seadelantó y le pidió a Kiara que semoviera para pasar, al pasar a su lado lepropinó un coletazo justo en la cara y sumejilla derecha quedó húmeda yapestosa. —¿Estás segura de que éste es elautobús correcto? —le preguntó aLeticia con la esperanza de abordar otrotransporte. —Era el único que no exigíaidentificación —le respondió ella. Shawn y Kiara se resignaron yescucharon al chofer encendiendo elmotor para dar inicio a su larga travesía.Ella abrió la ventana y sacó la cabeza

para respirar aire fresco. El autobús fuedejando atrás la ciudad y se enfiló haciasu destino.

Capítulo 46

La calma que poco a poco se sentía enel campamento de investigación despuésdel frustrado intento del enemigo pordestruirlo invitó a Sarah Hayes areflexionar sobre todo lo sucedido.Sentada a un lado de Rafael en elcomedor, se sentía agradecida porquetodos hubieran salido con vida delaterrador episodio. El campamento había quedado

completamente dañado y las labores delimpieza resultaban extenuantes paratodo el equipo. Sarah miraba a Rafaeldisfrutando de un café espresso, cuandoDaniel y Elena entraron súbitamente. —Hemos restablecido el enlacesatelital con Houston —le dijo Daniel—. Escucha bien, la NASA nos haestado llamando desesperadamentedesde ayer. —¿Pues qué pasa? —le preguntóSarah. —Te lo explicaré mientrasdesayunamos —respondió Daniel. El doctor Jensen y María veníanentrando al comedor. Todos seaproximaron a saludarlos. María lucíaun semblante completamente diferente al

del día anterior cuando llegara alcampamento, se le notaba más relajada.Sin embargo, su preocupación por Kiarano menguaba. Quería localizarla lo antesposible para volver con ella. RobertJensen no podía ocultar la inmensafelicidad que sentía por haber recobradoa su esposa y ahora su mente seconcentraba en encontrar a su hijaextraviada. Todos en el campamentohabían decidido dejarlos solos por untiempo. María los invitó a sentarse yagradeció personalmente a todos porhaber apoyado a su esposo durante esetiempo. El grupo le aseguró queseguramente Kiara encontraría pronto laforma de comunicarse con ellos. El grupo desayunó alegremente y luego

Daniel y Sarah se retiraron. El centro deinvestigación todavía mostraba lashuellas de la batalla, pero ahora todoslos instrumentos estaban funcionando. —El doctor Resnick estuvo tratandode comunicarse con nosotros desde hacedías —explicó Daniel—. Mira elinforme que acabamos de recibir. Y diciendo esto le extendió a Sarah unarchivo proveniente de la estación deinvestigación McMurdo en la Antártida,luego se sentó en una de lascomputadoras y comenzó a correr unprograma de simulación, esperando aque Sarah terminara de revisar elexpediente. Transcurrieron variosminutos hasta que ella exclamó: —El doctor Resnick piensa que la

aceleración que sufrió el movimiento dela Tierra alrededor del Sol estáprovocando un movimiento abrupto enlas placas continentales. Quiere quecalculemos la cantidad de energía quefue absorbida por el planeta durante elfenómeno, pero aún nos faltan datos. —Lo sé —dijo Daniel—. Pero aun asísabemos que el nuevo alineamientoorbital no tuvo un efecto visible en eleje de rotación, permaneció estable, loque indica que la Tierra se valió de otrosistema para absorber esa energía. —El doctor Resnick afirma que elmovimiento de las placas continentalessobre el manto terrestre se incrementómás de cuatrocientos por ciento durantelos días posteriores al evento. Es

completamente lógico desde laperspectiva física. El planeta absorbióla energía y comenzó a distribuirla enforma de movimiento alrededor delglobo. Tuvo que tratarse de una inmensacantidad de energía para mover lasplacas continentales, una energía quesolamente el Sol es capaz de generar. —Entonces el alineamiento orbital síafectó seriamente el equilibrio delplaneta —afirmó Daniel—. Es sólo queaún no hemos sentido los efectos, peropronto lo haremos. Mira lo que NASAnos envió desde ayer. Daniel transmitió la imagen de sucomputadora hacia una enorme pantallade plasma. Sarah observó la simulacióndel movimiento de las placas

continentales alrededor del globoterráqueo. —Si la inercia del movimientoterrestre produjo este cambio en elcomportamiento normal de las placas,una vez que la energía sea absorbida porel planeta, el movimiento disminuirá y... —¡Las placas colisionarán! —exclamó Daniel—. Según las lecturasque recibimos de la NASA, elmovimiento ha estado perdiendo fuerzadesde hace dos días. Los últimos datosrevelan que las placas se acercan cadavez más unas a otras. Sarah Hayes miraba pasmada lapantalla. —El doctor Resnick tiene razón. Lasplacas continentales equilibran la

energía de la tierra para mantener el ejede rotación estable. Pero en el momentoque las placas colisionen, todo elsistema temblará, incluyendo al eje derotación. —Según su informe, la placa delAtlántico se está desplazando hacia elsur. La placa del Caribe también sedesplaza en esa dirección debido a laenergía liberada por el nuevoalineamiento orbital. —Pide a la NASA que nos envíe lasúltimas lecturas del desplazamiento deambas placas —le ordenó Sarah aDaniel, quien tomó el teléfono y secomunicó a Houston, discutió unmomento con sus colegas y esperó en lalínea.

—Las lecturas más actualizadas sondel día de ayer —le dijo Daniel—.Apenas se disponen a alimentar elsimulador con los datos y me estánpidiendo que esperemos hasta estanoche. —No podemos esperar —exclamóSarah—. Si la teoría del doctor Resnickes correcta, tenemos que alertar a todaslas ciudades de la costa este antes deque sea demasiado tarde. Daniel esperó por más de diez minutosen la línea mientras Sarah leía a fondo elinforme de Resnick, y finalmente laNASA tuvo la información, la estabanenviando por vía satélite. Danielestableció el enlace y descargó lainformación. Sarah comenzó a analizar

las lecturas mientras Daniel vaciaba losdatos en el simulador. —La placa del Caribe redujo sudesplazamiento en doscientos veinte porciento en las últimas horas —exclamóSarah. Daniel terminó de alimentar los datosy esperó a que el simulador mostrara lapredicción del movimiento. —El desplazamiento se reduce del sural norte del Ecuador —exclamó—. Laplaca del Atlántico sigue desplazándosehacia el sur. El simulador muestra lacolisión de ambas en un periodo muycorto de tiempo. —¿Cuánto tiempo? —preguntó Sarah. —A esta velocidad, en un par de díaso quizás en menos tiempo.

—¿Cuál es la situación en el Atlánticonorte? —preguntó Sarah—. Si las placasse están acercando, tiene que haberalguna repercusión ahora mismo. —Necesito acceder a la red del centrometeorológico para averiguar —repusoDaniel. Un ícono apareció en la pantalla deDaniel, que movió el mouse paraactivarlo. —El doctor Resnick nos está llamando—dijo Daniel—. Lo pondré en lapantalla. —Doctora Hayes, doctor Roth —saludó Resnick—. Espero que hayantenido tiempo de leer el informe que lesenvié. —Lo hicimos —respondió Sarah—.

Desafortunadamente todavía nopodemos calcular la cantidad de energíaabsorbida por la Tierra durante elalineamiento orbital. Aun así, creemosque su teoría es correcta. Esa energíatuvo que ir hacia algún lado, no pudodesaparecer sin causar un efecto en elplaneta. —El movimiento de las placascomenzó a disminuir drásticamentedesde hace unos días —respondióResnick—. El Atlántico norte comienzaa sufrir una serie de movimientossísmicos desde hace algunas horas ycreemos que las placas estáncolisionando. Nuestras simulaciones dehoy demuestran que el cese completo deldesplazamiento podría suceder en menos

de veintiocho horas, y en ese momentoel choque de las placas producirá unenorme temblor en el lecho marino. —Debemos alertar al SistemaNacional de Emergencias —exclamóSarah. —Ya lo hicimos —respondió Resnick—, pero nadie quiere escuchar a unahumilde estación de investigación. LaNASA tiene que advertir al gobiernofederal para que inicie las medidas deevacuación a lo largo de la costa este. Sarah le pidió a Daniel que secomunicara con el director Graham,quien era el vocero de la agencia frentea los medios. —El director Graham no se encuentraen su oficina —aclaró Daniel—. Van a

localizarlo en su celular para que secomunique con nosotros. —Entonces llama al Pentágono —lepidió Sarah—. Alguien tiene queadvertir a la Casa Blanca. —El coronel McClausky tiene líneadirecta con el Pentágono, será muchomás fácil que él nos comunique. Sarah y el doctor Resnick continuarondiscutiendo sobre las lecturas delsimulador mientras Daniel recorríarápidamente el camino hacia el centrode comando militar. Dos guardias seencontraban custodiando la entradacuando llegó y le informaron que elcoronel McClausky se encontraba en unaconferencia privada con el generalThompson. Daniel les explicó la

situación pero ambos hicieron casoomiso y le pidieron que esperara hastaque el coronel saliera, le aseguraron quesería cuestión de unos minutos. El asunto a tratar era de carácterconfidencial, por lo que el coronel habíapedido a todo el personal que se retirarahasta que hubiese concluido. McClauskyse encontraba de pie ante la pantalla,saludó y esperó pacientemente a que elgeneral Thompson, que iba llegando a suescritorio, se dirigiera a él. Sabíaperfectamente lo que le esperaba. —Antes que nada quiero reconocerle,coronel, por su heroica acción en ladefensa del campamento —le dijoThompson—. Cumplió con su misión alpie de la letra y me aseguraré de que sea

recompensado por su valor. —Gracias, general —respondióMcClausky. —Desafortunadamente, a pesar de suestupenda disciplina y su impecablecarrera en las fuerzas armadas, usteddesobedeció una orden directa al enviaral escuadrón del teniente Mills arescatar a la prisionera norteamericana.Eso constituye un serio desacato a lacadena de mando y, como comprenderá,ahora tendrá que enfrentar lasconsecuencias de su iniciativa. —Lo comprendo, general, y estoy listopara enfrentar las consecuencias. Thompson lo miró detenidamente porunos segundos y luego agregó. —A un hombre como usted no se le

promueve un juicio en la corte delejército, McClausky. Usted fue uno demis mejores hombres, por eso lo escogípara esta misión, y le advertí que nojugara al héroe. Todavía no comprendopor qué demonios arruinó su brillantecarrera para cumplir con su capricho.Estoy dispuesto a abogar por ustedfrente a la junta disciplinaria para que sudesacato quede borrado de su historial.Aun así, le advierto que, a menos querenuncie, el comité lo va a hundir en unescritorio del rincón más apartado delPentágono hasta su retiro. Nunca másvolverá a comandar a las fuerzasespeciales. En breve será remplazado desu posición como comandante en jefedel campamento de investigación.

Además es necesario que sepa que, sidecide renunciar, aun en el retiro seguirásujeto a la jurisdicción del ejército, ycualquier divulgación sobre laexistencia de la galería subterránea serápenalizada severamente frente a la cortemarcial. ¿Comprende bien lo que leestoy diciendo, coronel? —Lo comprendo perfectamente,general. Y no pienso renunciar a micarrera. —Entonces prepárese para serrelevado de su cargo en cuanto le dé lasindicaciones. En ese momento uno de los guardiasintrodujo una nota de papel por debajode la puerta. El coronel McClausky seagachó para recogerla.

—¿Qué sucede? —le preguntóThompson. —La doctora Hayes está pidiendocomunicarse con usted, dice que se tratade un asunto de carácter urgente. —Hágala venir al centro de comando—ordenó el general. El coronel saludó de nuevo y salió dela carpa en dirección a donde seencontraban los científicos. Daniel loabordó para explicarle la situación y enmenos de dos minutos ambos cruzabanla puerta para hablar con Sarah. —Doctora Hayes —dijo McClausky—, el general Thompson la espera.Necesito que me acompañe al centro decomando. Sarah le pidió al coronel que la

transmisión con el doctor Resnick fueradesviada al centro de comando para queambos hablaran con el generalThompson. Llegaron a la carpa yesperaron unos minutos a que seestableciera la comunicación. El doctorResnick apareció en la pantalla al igualque el general. —Doctora Hayes, doctor Resnick —saludó el general. —Lamentamos interrumpirlo, general,pero tenemos información que sugierealtas probabilidades de que se genere unmaremoto en el Atlántico norte. —¿De dónde proviene su información,doctora Hayes? —preguntó el generalserenamente. —La información proviene de una

teoría que hemos estado desarrollandoen la estación de investigación —interrumpió el doctor Resnick. —¿Una teoría? —repuso el general. Sarah explicó a detalle el efectoretardado del alineamiento orbital de laTierra, poniéndo énfasis en el hecho deque en pocas horas la Tierra liberaría laenergía mediante un terremotosubmarino. El general Thompson meditó unossegundos y luego respondió: —Si su teoría falla, el pánico quecausará será más desastroso que elposible efecto del maremoto, doctoraHayes. No podemos tomar accionesbasados en una simple deduccióncientífica, necesitamos pruebas.

—General —exclamó Sarah—, no esuna simple teoría. La energía absorbidapor el planeta se liberará en unascuantas horas y las consecuencias seránterribles. El doctor Resnick tiene razóny no podemos permitirnos perdertiempo. Tiene que llamar al presidente ydar la orden para que toda la navegaciónpor el Atlántico norte sea suspendida ala brevedad. Tenemos que alertar a lasautoridades internacionales. Lapoblación en la costa este no tendráoportunidad alguna si no actuamosahora. El tsunami los sorprenderá porcompleto como sucedió hace unos mesesen Japón y China. —Nuestra flota se encuentranavegando cerca de esas aguas en estos

momentos —respondió el general—. Lapoblación del país está sufriendo losefectos de la mayor crisis económica deque se tenga memoria. ¿A dóndedemonios piensa que podemos evacuar ala gente? Se trata de millones depersonas. —¡Millones de personas que moriránsi no son advertidas! —exclamó Sarah. —General —intervino el doctorResnick—, el Centro GeológicoNacional ha estado emitiendo alertasdesde esta mañana. Pida a su personalque le informe sobre el estado delAtlántico norte. El general pidió a uno de sussubordinados que corroborara lainformación y que lo comunicara con la

flota del Atlántico. Se levantó de suescritorio y les pidió a Sarah y aResnick que esperaran. El tiempotranscurría y la tensión seguía creciendo.El teléfono satelital de Sarah comenzó asonar, era el director Graham. Sarah leexplicó la situación y éste le pidió unosminutos para evaluar las circunstancias.Daniel no sabía qué hacer y el coronelMcClausky le preguntó si corríanpeligro en el campamento. —El Centro Geológico Nacionalconfirma sus sospechas, doctora Hayes—dijo el general—, el lecho marino enel océano Atlántico no ha dejado detemblar desde hace horas. Espero, por elbien de todos, que estén equivocados.Aun así, hemos advertido a la Casa

Blanca. La navegación en el Atlánticonorte será suspendida por completo,nuestra flota comienza a navegar ahoramismo hacia aguas más seguras. Pero loque resulta imposible es la evacuaciónordenada de millones de personas. Laguardia nacional y el ejército haremostodo lo que esté en nuestras manos paraayudar a la gente a salir de las ciudadesy el presidente emitirá un mensaje dealerta en treinta minutos. ¿Cuáles son susrecomendaciones en este caso? ¿Quétipo de daño podemos esperar? —Los daños serán catastróficos ydependerán del tamaño de las olas quese generen —respondió Sarah—. Lapoblación deberá alejarse a un mínimode cincuenta millas de la costa.

—¿Cuánto tiempo nos queda? —preguntó el general. —Pensamos que menos deveinticuatro horas —dijo Resnick. —No hay forma de evacuar a lapoblación en ese plazo. Tenemos quepensar en otra alternativa. —No existe otra alternativa —respondió Sarah—. Las personas que noconsigan alejarse de la costa deberánsubir a los edificios más altos y rezarpara que el agua no los destruya.Permanecer al nivel de las callessignifica una muerte segura. Al general Thompson casi se ledestiemplan los nervios luego de hablarcon los científicos. La situación eradesesperada y sabía que no lograrían

evacuar a la población a tiempo. —Mantenga este enlace abierto con elPentágono, doctora Hayes, y sigainformándonos sobre sus avances en lainvestigación. Ahora tengo una junta queatender.

Capítulo 47

Los cuatro aprendices habían sidocitados en la mañana por la concejal Kaipara instruir al ejército de la casa realen los aspectos más importantes delcombate contra la Orden de los Doce.Dina se había levantado temprano esedía y caminaba a lo largo de los jardinesque componían el patio central deledificio donde se encontraban alojados.Ese día darían una demostración de

combate con espada a todos losoficiales del ejército y Dina habíaestado practicando constantemente peronotaba que, desde aquel día en que habíasido lastimada, su mente y su cuerpo nose encontraban del todo sincronizados.La intensa experiencia que había vividoen su viaje a través de los reinossuperiores de conciencia hacía que sudiscernimiento del mundo que larodeaba fuera mucho más rápido de loque su cuerpo podía asimilar. Esto lehacía sentir que la ejecución y sudominio del arte de la espada era lento ytorpe. Ahora no se sentía segura depoder enfrentar al enemigo con esa grandesventaja en su mente. Dina había observado a Anya

entrenando y se maravillaba de sudestreza y habilidad para ejecutar cadamovimiento. Parecía que era capaz deadivinar los movimientos de sucontrincante antes de que éste losrealizara. Dina admiraba esa habilidad yle había pedido que esa mañana le dieraalgunas lecciones que la ayudaran amejorar su capacidad combativa. Anya apareció sobre uno de losbalcones y miró a Dina caminar por losjardines, aunque le hubiera externado sutemor de no sentirse ya preparada parael combate cuerpo a cuerpo con laespada, estaba segura de que prontorecuperaría la forma. Caminó paraencontrarse con ella y la saludó conafecto.

—Disculpa mi demora —se disculpóAnya—. He tenido problemas paraconciliar el sueño y he dormido hastamás tarde esta mañana. Dina la observó con atención ypercibió su estrés. —No te preocupes —le respondió—,yo también me encuentro muy nerviosa. Ambas sabían que la Orden de losDoce estaba reuniendo un gran ejército ymuy pronto podría atacar la ciudad.Desde hacía días que esperaban con unamezcla de temor e impaciencia a que suejército finalmente apareciera. —Vamos a la sala de entrenamiento —sugirió Anya. Caminaron por unos minutos yllegaron al sitio, se encontraron con que

algunos de los capitanes de la guardiareal se encontraban ya ahí. Todos seasombraron ante la presencia de las dosenormes y bellas guerreras. Ambassaludaron formalmente y tomaronespacio alejadas de ellos. —Al enfrentarme, recuerda lo que elmaestro Zing nos ha dicho siempre —repuso Anya—. Deja que la espada seconvierta en una extensión de ti misma. Anya desenvainó su espada y todos lamiraron. Dina hizo lo mismo ycomenzaron a repasar los movimientosbásicos de ataque y defensa. Mientraspracticaban, Anya daba indicaciones aDina de cómo acomodar el cuerpo antesde ejecutar cada movimiento. Dina lohacía a la perfección y todos los

presentes se asombraban de la destrezade movimiento de las dos mujeres. Anyaaceleró el ritmo de combate y Dina fuesiguiéndola lo mejor que podía. Lasespadas se movían a toda velocidadchocando hasta que dejó de parecer unejercicio y se convirtió en un nutridocombate de rapidez y destreza. Anya se lanzaba sobre Dina y éstadesviaba cada ataque moviéndose de unlado a otro, flexionando su cuerpo conprecisión para evitar que Anya tocara suarmadura. Ambas comenzaban atranspirar debido al intenso esfuerzo.Anya ejecutaba cada vez movimientosmás complejos exigiendo que Dinaaumentara la velocidad de sus reflejos.Ella se mantenía a la defensiva hasta que

empezó a notar que la destreza de Anyaen el movimiento provenía directamentede la fuerza de su carácter, el intento quele proporcionaba su aguerridotemperamento la volvía más decidida ensu forma de ataque. Dina comprendióque ella se mantenía siempre a ladefensiva debido a su visión máscontemplativa de las cosas; sin embargo,a la velocidad que Anya la atacaba leera cada vez más difícil mantener suactitud pasiva. El combate la estaballevando a su límite y, de pronto, unintento de fuerza y ataque rugió en suinterior, su cuerpo se tensó al máximo ycomenzó a manejar la espada con másvelocidad. Dejó su posición defensiva yatacó a Anya a una velocidad

impresionante, ésta reaccionó desviandoel golpe y contraatacando en un instante.Los capitanes presentes mirabanimpresionados la demostración. Loscuerpos de ambas se movían a unavelocidad inusitada y costaba trabajocreer que estaban peleando con espadasreales. En esos momentos, Oren y Danduentraron a la sala para encontrarse conel espectáculo, los dos observaron sindecir una sola palabra. Dina se lanzaba sobre Anya a unavelocidad cada vez más intensa,combinando más de dos golpes porsegundo pero Anya se defendía a laperfección. Permanecieron peleando aese ritmo hasta que Dina dio un saltohacia atrás y Anya bajó su espada para

saludarla; ninguna de las dos habíalogrado vencer. Los capitanes de laguardia comenzaron a aplaudirvigorosamente. —Impresionante —exclamó Oren. Dandu se acercó a Dina y le dijo: —Nunca te había visto pelear a esavelocidad —luego se volvió a Anya y lafelicitó. —De ti ya nada me impresiona —ledijo. Los capitanes de la guardia se lesacercaron para pedirles que losacompañaran a los jardines centrales,donde se llevaría a cabo la sesiónmasiva de entrenamiento para levantarlos ánimos de todos los soldados. Másde dos mil guardias se habían dado cita

en los jardines centrales para lapráctica. Los capitanes hicieron unaseñal para comenzar los ensayos y lostambores de guerra empezaron aretumbar. Los miembros del concejo dela casa real observaban el ejercicio. Seformaron filas para ejecutarmovimientos de combate con lanzas yespadas, era un espectáculo formidable.Anya y Dina observaban desde lo altode la entrada de uno de los templos lacoreografía de miles de personassincronizadas de modo impecable. Sinduda alguna formaban un potente ydisciplinado ejército y los ánimos deambas comenzaron a subir al presenciartal muestra de poderío. Oren les hizouna seña apuntando al lugar donde se

encontraba el concejo de la casa real, elmaestro Zing y Anthea acababan dellegar y tomaban asiento junto a ellos.Los tambores siguieron sonando poralgunos minutos hasta que losparticipantes se separaron en orden ydejaron libre un espacio entre ellos,donde se harían las demostraciones deformas, de espada y los combates. Varios capitanes de la guardia entrarona esa arena y ejecutaron una formacoordinada de ataque y defensa conlanzas. Luego vino el turno de varioscombatientes ejecutando combates deespada. Finalmente llegó el turno deOren y Dandu, ambos ejecutarían uncombate de espada cuerpo a cuerpo. Lamultitud enmudeció al verlos entrar a la

arena. Ambos saludaron al concejo ycomenzaron a ejecutar los movimientos,su agilidad y destreza era impecable. Elcombate duró cuatro minutos y ambossaludaron, recibiendo una ovación de lamultitud. Las siguientes en pasar eranAnya y Dina, que comenzaba a ponersenerviosa pues nunca había presentado uncombate ante tanta gente. Siguió a Anyahasta la arena y ésta le susurró: —Sólo repite lo que acabamos dehacer en la sala. Dina asintió y ambas saludaron a lospresentes. Luego, en un movimientorelampagueante, ambas desenvainaronsus espadas. Anya comenzó a marcar elritmo de la pelea y Dina la seguíaatentamente, loa dos aceleraron el

combate y la multitud comenzó aovacionarlas. Gritos y aplausos surgíancada vez que alguna ejecutaba unmovimiento complejo. Dina sintió denuevo la furia surgir dentro de ella ycomenzó a atacar a Anya con furia. Éstadesvió todos sus ataques presentandouna defensa activa de contraataque. Lasdos continuaron luchandoimpecablemente hasta que su corazóncasi saltaba fuera. La multitud volvió aovacionarlas y las dos se retiraronsatisfechas de su presentación. Loscapitanes de la guardia real les pidieronque dieran lecciones a todos sussoldados y ellas aceptaron. La gentecontinuaba ejecutando prácticas cuandola concejal Anthea apareció caminando

hacia donde se encontraban los cuatro,indicándoles que había noticiasimportantes. El maestro Zing las esperaba dentro deuno de los salones. —Nuestros espías han seguido alsenador Túreck hasta el continente —lesreveló—. Se detuvo por un día en lasminas de argento para inspeccionar laproducción. Y esta mañana realizó unviaje totalmente inesperado. Todos escuchaban al maestro conmucha atención. —Se dirigió a un sitio alejado de lamina, parece que se trata de unas ruinassubterráneas. El senador no tenía unmotivo específico para ir a ese lugar porlo que creemos que el plan del concejal

Kelsus dio resultado y el senador harevelado la ubicación de los líderes dela orden. El ánimo de todos los presentes sealteró al escuchar esa revelación. —¿Cuándo iremos hacia allá? —preguntó Oren. —De inmediato —respondió elmaestro Zing—, no debemos dejar pasarmás tiempo. Kelsus y Kai partierondesde hace unas horas. Tenemos quesaber con qué tipo de fuerzas cuenta laOrden de los Doce en ese lugar. Ahoramismo el concejo de la casa real estáreuniendo a sus mejores guerreros paraque nos acompañen. La concejal Anthea les pidió que sedirigieran lo más pronto al puerto de

embarque, el transporte estaba listo parallevarlos. Durante el trayecto, Dina yAnya comenzaron a sentir un flujo deadrenalina. Los cuatro aprendices fueron losprimeros en llegar y esperaronpacientemente por unos minutos hastaque el maestro Zing y la concejal Antheaaparecieron en el puerto sin armaalguna, sólo portaban un pequeño bastónque Anya nunca antes les había visto.Dina observó por una ventana cómo otrotransporte cargado con soldados de lacasa real seguía su ruta. El vuelotranscurría sin novedad alguna y todospermanecían callados, nerviosos. Elmaestro Zing se había retirado a una salaprivada y la concejal Anthea los

observaba a ellos con atención. Anya se paró de su lugar y le preguntósi habían establecido contacto con elconcejal Kelsus. —El maestro Zing se está ocupando deeso —le respondió—. Cuandodesembarquemos, cada uno de ustedesirá acompañado por uno de nosotros. LaOrden de los Doce puede sentir nuestrapresencia y seguro estará planeando unaemboscada. Dina se removió en sus asiento alescuchar a la concejal, pues su mente setransportó al momento en que había sidoherida, así que optó por respirar hondopara relajarse. Era cuestión de unosminutos para que llegaran a su destino. El maestro Zing apareció de repente

por uno de los corredores y se dirigió atodos. —El concejal Kelsus ha localizado laguarida de una de las tropas de élite dela Orden de los Doce —les dijo— yestamos seguros de que uno de suslíderes se encuentra ahí con ellos, éstaes nuestra oportunidad para atraparlo.Aterrizaremos lejos del lugar para luegoacercarnos sigilosamente. El transporte llegó hasta el sitioacordado y el concejal Kelsus y laconcejal Kai esperaban ahí junto conuna escolta de siete guardias. Todosbajaron del transporte y comenzaron acaminar por un tupido bosque, seguidospor los soldados de la guardia real. Alcabo de unos minutos, Dina comenzó a

escuchar ruidos extraños provenientesde lo que parecía ser un valle situadofrente a unos pequeños cerros. Anya laseguía de cerca, su nerviosismo crecía amedida que se acercaban. El concejalKelsus les reiteró que avanzaran enabsoluto silencio. Luego la vegetacióncomenzó a escasear y a lo lejosadvirtieron la presencia de varioshombres armados. Aquellos ruidosindistinguibles se hacían más intensosconforme se acercaban y de pronto elenemigo estuvo a la vista. Dina y Anyamiraron sorprendidas un espectáculo sinigual: los soldados enemigos azuzaban aunas bestias enormes de largoscolmillos para que entraran a lo queparecía ser una enorme cueva. Enormes

mamuts eran utilizados por los soldadospara mover gigantescas catapultas. Sucorazón comenzó a latir con rapidezmientras los soldados enemigosretiraban a los animales hacia el interiorde la caverna. —Saben que estamos aquí —dijo elconcejal Kelsus—. Se estánescondiendo dentro de las cuevas paraemboscarnos cuando entremos. —Usaremos el intento para entrar sinser vistos —dijo el maestro Zing—.Tendremos que separarnos en parejas. Sisu líder se encuentra dentro de lacaverna, no habrá forma de que escape. Anya y Oren siguieron al maestro Zingy Anthea hacia la caverna, ningúnsoldado enemigo se encontraba en la

entrada. Dina y Dandu permanecieronafuera con Kelsus y Kai. —Nosotros iremos hacia el sur —lesdijo Kelsus—. Existe otra entrada máspequeña hacia el interior de las cuevas. En un par de minutos atravesaban unapequeña entrada. El sitio eraespeluznante, casi no había iluminaciónsalvo por unas pocas antorchas que sólolograban alumbrar debilmente. Unextraño olor a quemado inundaba ellugar y Dina no podía reconocer suorigen. Los concejales avanzaban conrapidez a través de un verdaderolaberinto. Dina se sintió desorientada ymiró a Dandu con nerviosismo, pero sucompañero no se separaba de losconcejales y también manifestaba

agitación mientras avanzaban a través dela penumbra. A cientos de metros de ellos, en elinterior de las cuevas, el maestro Zing ysu grupo avanzaba con cautela por unpasillo labrado hacia el interior de loque parecía ser una enorme galería. Elpasillo terminó en una intersección quepermitía ver hacia abajo un complejo defundición de metal con decenas deobreros y animales de carga trabajandoal lado de unos enormes hornos, cuyaschimeneas perforaban el techo de lacaverna y se perdían en la oscuridad.Todos miraban detenidamente hacia lagran galería cuando Anya se percató deque el suelo donde estaban situados seencontraba repleto de pequeñas rocas

que despedían destellos cuando eranalcanzadas por la luz de las antorchasdel lugar. Una pieza en el suelo llamó suatención y extendió su mano pararecogerla. Estaba rota por la mitad peroaún podía distinguirse su trabajoartesanal, era de metal y revelaba unaparte del extraño símbolo (8) queaparecía labrado en las monedas. Anyaquiso determinar de qué tipo de metal setrataba, definitivamente no podíatratarse de plata pues su color era muydiferente. Se acercó a la concejalAnthea, que observaba el movimiento delos obreros a decenas de metros abajo, yle hizo una seña para entregarle laextraña pieza. La concejal la tomó y se

volvió hacia el maestro Zing. —Un sello de oricalco —exclamó ellaextendiéndole la pieza al maestro. Anya y Oren se miraron entre sí. Elmaestro Zing les pidió a todos que seapartaran a un sitio donde no pudieranser vistos y Anya le preguntó qué tipo demetal era ése. —El oricalco es una aleación de metalcompuesta principalmente por plata ycobre —explicó el maestro Zing—. Laaleación crea un metal de súperconductividad magnética utilizado paratransmitir y amplificar campos deenergía. Es el componente principal dela tecnología antigravitatoria. La Ordende los Doce está produciendo estaaleación de metal en su intento por

comprender el funcionamiento de latecnología secreta. —El oricalco es el único metal quepermite el aislamiento magnético delcampo gravitatorio terrestre —agregó laconcejal Anthea— y sus propiedadeshacen posible que nuestra tecnologíafuncione. La Orden de los Doce no pudodescubrir esto por sí misma. El senadorTúreck debió haber robado estainformación para proporcionársela. —¿Quiere esto decir que la Orden delos Doce puede ahora desarrollar latecnología secreta? —preguntó Oren. —Es imposible que lo logren de lanoche a la mañana —respondió elmaestro Zing—, pero es claro que yacuentan con los principios

fundamentales para comenzar laexperimentación. Si persisten, podríanlograrlo con el tiempo. Anya le pidió la pieza del extrañometal al maestro Zing y la guardó entresus ropas. Los dos concejales analizaronla situación en la que se encontraban: elcamino que conducía a la enorme galeríainferior se bifurcaba en dos direccionesopuestas, así que el grupo tendría quesepararse para seguir buscando a loslíderes. Oren y el maestro Zing tomaronel camino a la izquierda mientras Anyaseguía a Anthea hacia la derecha; prontose perdieron en la oscuridad de lainmensa caverna. El grupo de Kelsus iba por unlaberinto interminable de túneles, en

cuyas paredes aparecían extrañasmarcas de vez en cuando. Dina intuyóque se trataba de un sistema de guía paramoverse por los túneles,desafortunadamente ninguno de ellospodía leer los extraños signos. Elsilencio era absoluto y mientras másavanzaban, el aire se iba enrareciendohasta dificultar la respiración. —Nos estamos internando a un nivelmayor de profundidad —les dijo Kelsus—. Tiene que existir un túnel queconduzca el oxígeno hasta este nivel,usen el intento para localizarlo porqueel aire fresco nos llevará directo a suguarida. El grupo se concentró en buscar lacorriente de aire fresco que los llevaría

hacia las galerías principales. Laconcejal Kai avanzaba a toda prisa porlos túneles y los demás iban tras ella.Ahora, conforme avanzaban, el airemejoraba en calidad. Dina comenzó asentirse más despierta y miraba a sualrededor tratando de encontrar la rutamás directa. Los túneles comenzaron aensancharse y de pronto el lugar setransformó por completo. Enormesparedes y pisos de piedracuidadosamente labrada revelaron laexistencia de un complejo de edificiossubterráneos muy antiguos, columnas depiedra se alzaban imponentes dentro delo que parecía ser un inmenso pasilloque conducía al interior del complejo. —Prepárense —les ordenó el concejal

Kelsus—. Puedo sentir la presencia delenemigo en este sitio, no tardará muchotiempo en revelarse.

Capítulo 48

El intenso ajetreo en la central deautobuses de la Ciudad de Méxicomantenía a Kiara y a Leticia luchandopara abrirse paso entre la multitud.Shawn las seguía de cerca llevando dela mano a la pequeña Aurora. Estaba apunto de oscurecer cuando atravesaronla enorme terminal de pasajeros ytomaron asiento en una cafetería. —La espalda me está matando —se

quejó Kiara, que no había podidoconciliar el sueño durante el viaje demás de veinticuatro horas. El calor delas zonas costeras del Pacífico habíasido insoportable. Todos se encontrabanbañados en sudor y con profundasojeras. Estaban exhaustos y todo lo quequerían era llegar finalmente a sudestino para descansar. —Aún nos falta mucho para llegar a laPenínsula de Yucatán —le dijo Leticia—. Comamos algo y luego iré a buscarun transporte que nos lleve hasta allá. Shawn se había sentado al lado deellas y miraba con atención una pantallade televisión ubicada en una de lasparedes. Varias personas estabanparadas frente al televisor y miraban

hipnotizadas las imágenes de un canal denoticias. —¿Qué demonios está sucediendo? —preguntó Shawn sin dejar de ver eltelevisor—. No entiendo nada de lo quedicen. Leticia y Kiara escucharon conatención y de pronto las imágenesrevelaron una autopista abarrotada deautomóviles que se movían lentamentealejándose de una ciudad. —La población está siendo evacuadade las ciudades —exclamó Kiara—.Parece que se trata de algún lugar enEstados Unidos. —¿Por qué? —preguntó Shawn—.¿Qué sucede? Kiara no respondió, en lugar de eso

permaneció atenta a la voz del reporteroen el canal de noticias. Inmediatamentedespués, la imagen cambió para mostraral nuevo presidente de Estados Unidosemitiendo un mensaje a todos loshabitantes de la costa este. El mensajeestaba siendo transmitido en inglés yesta vez Shawn comprendióperfectamente lo que estaba pasando. Kiara se levantó de su silla como si noquisiera creer lo que sucedía. Millonesde personas huían despavoridas dejandosus hogares atrás ante la amenaza deltsunami que había sido pronosticado porlos científicos. Los reporteroscomenzaron a hablar de nuevoinformando que todos los hoteles,hospitales, cines, teatros y todo edificio

que fuera capaz de albergar gente habíasido tomado por la Agencia Federal deManejo de Emergencias, FEMA, paratratar de dar refugio a millones depersonas. A tan sólo unas horas delanuncio, toda la actividad comercial enlas ciudades cercanas a la costa estehabía cesado por completo. Cientos deaviones habían abandonado losaeropuertos y los trenes salían a todaprisa cargados de personas a más decien por ciento de su capacidad. Unsinnúmero de albergues temporaleshabía sido improvisado en grandesestadios mientras el presidente emitíauna orden ejecutiva a todos losrestaurantes de la zona afectada paraservir comida gratuitamente a todas las

personas que lo necesitaran. Incluso con esas medidas extremas, seestimaba que más de la mitad de lapoblación se encontraba aún atrapadasin poder salir. Grandes ciudades comoBoston, Nueva York, Washington,Filadelfia, Jacksonville y Miami seencontraban paralizadas frente alterrible anuncio. Kiara y su grupoestaban impresionados observando lasconmovedoras escenas de cientos demiles de personas huyendo para salvarsus vidas, nadie se atrevía a decir unasola palabra. De pronto, el televisorenlazó una imagen en vivo del directorGraham de la NASA anunciando que,según las últimas predicciones, eltemblor en el océano Atlántico podría

producirse en un plazo menor deveinticuatro horas. Kiara sabía que el plazo no erasuficiente para evacuar por completo lasciudades, millones de personasquedarían atrapadas a merced de lasmortíferas olas, entonces abrazó aShawn y juntos siguieron escuchando alfuncionario del gobierno. Los reporterospreguntaban si el maremoto seríacomparable al que había azotado lascostas del lejano oriente. El funcionariorespondió que incluso podría ser mayor.Una atmósfera de tensión ydesesperación se hacía evidentealrededor de los que cubrían la noticia.Nunca antes el país había enfrentado unpronóstico de desastre natural de esas

proporciones. Desde los helicópteros delos canales de noticias se transmitíanimágenes de miles de personasdesesperadas huyendo. La guardianacional estaba patrullando las ciudadespara obligar a todos a tomar una ruta deescape, la gente tenía que abandonartodo su patrimonio y huir para salvarse.Mientras tanto, la policía estatal tratabadesesperadamente de desahogar elintenso tráfico que se generaba en lascarreteras. Todos los programas detelevisión y radio de la nación habíansido interrumpidos para dar espacio alas indicaciones del gobierno sobrecómo actuar frente al fenómeno que seaproximaba. Leticia miró a Kiara y le preguntó qué

debían hacer. —Debemos continuar con nuestroviaje —le respondió ella. Leticia fue rumbo a los mostradorespara conseguir los nuevos boletos.Pasaron más de veinte minutos hasta queal fin volvió. —Tuve que sobornar a un empleadopara que me expidiera los boletos sinidentificación —le dijo Leticia—.Solamente podremos llegar hastaMérida. Cancún y las zonas costerasestán siendo evacuadas también. Kiara pensó en su padre y el riesgoque corrían en el campamento, que seencontraba solamente a diez millas delocéano. Ahora se preguntaba si tambiénellos serían evacuados.

—Tengo que llamar por teléfono a mipadre —les dijo Kiara levantándose desu silla. Se dirigió hacia un teléfono público ycomenzó a teclear los números delteléfono satelital, la operadorainternacional no respondió y luego sonóel tono de línea ocupada. Kiara siguióintentando varias veces hasta que se diocuenta de que era inútil, así que tuvo queregresar a la cafetería sin habersecomunicado y se sentó de nuevo al ladode Shawn. —La operadora internacional noresponde, no me puedo comunicar conmi papá. —Las líneas deben estar saturadas porla alerta de tsunami —le respondió

Shawn. —Nuestro autobús sale en unosminutos —les dijo Leticia—,necesitamos abordarlo ya. El grupo se dirigió de inmediato alandén. Kiara y Shawn miraban condesconfianza los enormes autobusesestacionados. Leticia se paró frente auno de ellos, era un autobús de primeraclase con baño y asientos de lujo. —¿Estás segura de que es éste? —lepreguntó Kiara que sonreía al ver elvehículo. —Estoy segura —contestó ella. —Eso espero —les dijo Shawn, quevenía atrás de ellas. El chofer del autobús abrió la puertapara que todos entraran. Kiara se tumbó

sobre su asiento, Shawn al lado de ella,Leticia y Aurora se sentaron atrás. Elautobús se puso en marcha y comenzó arecorrer las largas avenidas de laCiudad de México para tomar rumbohacia el sureste. El sol se ocultó porcompleto y el cansancio fue haciendopresa de todos ellos, que cayeron en unprofundo sueño. Kiara no podía quitarse de la mentelas terribles escenas que había visto portelevisión, había sido víctima de undesastre natural en su ciudad natal ysabía lo que eso significaba. Mientras suconciencia se desvanecía para entrar enel sueño, pidió por todas las personasque enfrentaban esa situación; ése fue elúltimo pensamiento consciente que tuvo

antes de que su mente comenzara acontemplar un enorme vacío que se latragaba sin que ella pudiera oponerresistencia alguna. Apareció en una larga playa repleta debasura y piedras, se encontraba vacía, ymuy cerca de ahí podía ver calles yedificios típicos de una ciudadnorteamericana; Kiara supo que estabasoñando. Miró a su alrededor tratandode reconocer el entorno, pero la playano se parecía en nada a las de LosÁngeles, por eso consideró que seencontraba en algún lugar de la costaeste, donde la arena era mucho másoscura y a lo lejos se podían distinguircientos de edificios alineados uno frentea otro, como en las grandes metrópolis,

incluso pensó que podría tratarse de laciudad de Nueva York. Un fuerte vientoproveniente del océano chocó contra sucara revolviéndole el pelo. Se volvió hacia el océano y de prontovio que el agua comenzaba a retirarsemar adentro, como succionada por unaaspiradora gigante. Kiara no comprendíalo que estaba sucediendo. Caminó maradentro para cerciorarse de que el aguase había ido cuando un estrepitosorugido llamó su atención. Levantó lavista al mar y percibió a lo lejos que laoscuridad del horizonte se alzaba haciael cielo oscureciendo el lugar donde ellase encontraba. El suelo comenzó atemblar y poco a poco su mente fueadvirtiendo lo que sucedía. Frente a

ella, a cientos de metros de distancia,una ola de decenas de metros de alturase dirigía a toda velocidad para chocarcontra la costa. La mente de Kiara entróen pánico. Comenzó a correrdesesperadamente en dirección contrariaal mar pero todo fue inútil. En menos dedos segundos el rugido del mar estallósobre sus oídos, una ola descomunalbarrió absolutamente todo lo queencontraba a su paso. Kiara sintió unenorme peso que la aplastaba, como siella fuera un pequeño insecto, y gritócon todas sus fuerzas mientras su visiónse nublaba por completo.

Capítulo 49

Dina reaccionó a la advertencia delconcejal Kelsus desenvainando suespada mientras Dandu hacía lo mismo.El aire en la galería se tornaba másfresco, la escasa iluminación hacía queel lugar fuera aún más tenebroso. Lasenormes columnas se multiplicaban a lolargo de la galería en el majestuosodiseño de esa construcción tan antigua.El grupo avanzaba a paso firme mientras

Dina se preguntaba quién habríaedificado tan misterioso recinto. Kai lesordenó mentalmente que no sedistrajeran, seguía al frente del grupo yde repente se detuvo en seco. Comenzó amirar a su alrededor y de pronto Dinasintió una extraña presenciaaproximarse, giró a la derechaesperando ver a alguien pero no habíanada en su campo visual. No obstante,sentía que algo se aproximaba a ellos. Una súbita angustia hizo que su piel secrispara al tiempo que sentía que algorozaba su cuerpo. Movió su espada condesesperación y comenzó a girar sobresu sitio, había algo ahí que no podía verpero que la acechaba. La sensación serecrudeció en su vientre. Dina soltó un

grito, la concejal Kai saltó hacia dondeella se encontraba e hizo un movimientocon sus manos, Dina sintió una especiede corriente energética atravesándola yla sensación de dolor y angustiadesapareció de inmediato. El concejalKelsus se aproximó a ella. —¿Estás bien? —le preguntó. Dina asintió con la cabeza. —¿Qué era eso? —preguntó. Acabas de sentir la presencia de unespíritu esclavo de un brujo de la Ordende los Doce. Nos han estado acechandodesde que entramos a la galería. —Su presencia es aterradora —respondió ella con nerviosismo. —Tenemos que seguir avanzando o loslíderes escaparán —le dijo el concejal

—. No se aparten de nosotros. El grupo siguió avanzando de prisa através de la galería hasta que larecorrieron por completo. Un pequeñotúnel apareció delante de ellos,desembocaba en una sala más iluminada.Era completamente redonda y parecíacontar con más túneles en toda sucircunferencia. Parecía un punto dereunión dentro del complejo, por dondese podía acceder a todas lasdirecciones. Los dos concejalesavanzaron rumbo al centro del salón. Seescucharon extraños sonidosprovenientes de los túneles y la concejalKai llamó a Dina y a Dandu para que seaproximaran, les ordenó con elpensamiento que se prepararan. Los

ruidos se volvieron más intensos hastaque unas figuras comenzaron a emerger através de los túneles. Varios individuosen traje de combate portando espadas,ballestas y máscaras grotescascomenzaron a rodear el lugar. Dina lossiguió con la mirada al tiempo que sucorazón se ponía alerta. Al fin elenemigo se hacía visible. Trató decalcular cuántos eran, pero cada vezsurgían más entre los túneles. En menosde un minuto más de treinta enemigos lostenían rodeados. Un individuo alto depelo largo y tez rojiza oscura emergiópor último y contempló a los dosconcejales. Su presencia era imponente,al igual que su profunda mirada.Emanaba oscuridad y generaba un

intenso temor. Vestía un traje negro ylevantaba los brazos para dirigirse a losdemás guerreros por medio de señas. Laconcejal Kai le indicó a Dina quepermaneciera junto a ella todo eltiempo, por ningún motivo debíaapartarse de su lado. Ella estabatemblando de miedo al ver cómo elenemigo los había rodeado con esafacilidad. Dandu permanecía alerta a losmovimientos de sus adversarios, queavanzaban de un lado a otro esperandoel momento de atacarlos. Varios de ellosapuntaron al grupo con sus ballestas. El oscuro hombre que comandaba alos guerreros los miró con desprecio. Los dos concejales observaban alenemigo sin sentir emoción alguna. La

voz de Kai volvió a escucharse en lamente de Dina: “Él es uno de los líderesde la orden”, le dijo, “su nombre esRasanzul, hijo del sol negro”. Dina se encontraba cada vez másnerviosa sosteniendo su espada en lamano. Con tantos enemigosenfrentándolos, no sabía de qué formaiban a salir vivos de ahí. El sujeto al frente de ellos comenzó asonreír perturbadoramente al tiempo quehacía una seña a los hombres que losrodeaban. Varios de ellos comenzaron amoverse y de pronto sacaron unospequeños frascos de cristal con unasolución en su interior que lanzaron alsuelo a tan sólo unos pasos de donde seencontraban ellos. Los frascos estallaron

y la solución derramada sobre el pisocomenzó a hacer efervescencia creandoun gas de color verdoso que empezó apropagarse en el aire. —¡Contengan la respiración! —ordenó Kai a Dina y a Dandu. Ambosobedecieron de inmediato al ver cómoel gas se acercaba a ellos. La concejal comenzó a mover susbrazos de forma circular y de pronto unapoderosa corriente de aire alejó el gashacia los enemigos, que se movieron deinmediato y comenzaron a disparar consus ballestas. Dina y Dandu se tiraron alsuelo evadiendo las flechas mientras losdos concejales se movían a unavelocidad impresionante. Kai les dijoque se taparan los oídos con fuerza. Un

segundo después veían que el concejalKelsus proyectaba sus brazos haciaarriba y daba una palmada con ambasmanos. Una explosión de sonido inundó lasala y Dina soltó un agudo grito dedolor. La potente onda había golpeadoen un instante las paredes de la sala y eleco era insoportable. Incluso con lasmanos sobre los oídos, el poderososonido provocado por la magia delconcejal la había dejado completamenteaturdida, su cuerpo entero se doblegabaante la vibración producida en sucabeza. Pasaron varios segundos y susoídos seguían escuchando un continuotono agudo que hacía que su cabezaquisiera estallar. Se incorporó aún

adolorida y pudo ver que la mitad de susagresores se hallaba tendida en el suelo.Algunos se encontraban desmayados yotros soltaban agudos alaridos de dolormientras se revolcaban en el suelososteniendo su cabeza con ambas manos.Dandu se incorporó lentamente del sueloy ella le preguntó si se encontraba bien,él asintió, luego miró a su alrededor ynotó que Rasanzul y los demás agresoreshabían desaparecido. —Permanezcan alertas —les ordenóel concejal Kelsus con firmeza. Dina recogió su espada del suelo, elagudo tintineo en sus oídos comenzaba adesvanecerse cuando hubo otro ruido enuno de los túneles. De pronto unartefacto explosivo surgió volando hacia

ellos con la mecha encendida. Laconcejal Kai hizo un movimiento con susbrazos y de una forma impresionantedesvió la trayectoria del artefacto, queexplotó unos metros más adelante. Dinasintió el golpe de la pequeña explosióny miró hacia el túnel por donde habíasurgido. Un segundo después una lluviade flechas proveniente de diferentesdirecciones caía sobre ellos. Dina yDandu se movieron para evadir lasveloces flechas mientras los concejalesutilizaban su magia para desviarlas.Estaban siendo atacados desde todas lasdirecciones. Dandu soltó un grito dedolor, una flecha había alcanzado suhombro izquierdo. Su armadura habíadetenido el proyectil, pero su afilada

punta había traspasado su pielprovocándole una herida superficial. Élse sacó la flecha y la aventó al suelo. Depronto, varios frascos estallaron denuevo en el piso y crearon una nube degas alrededor. La concejal Kai volvió ausar su magia para dispersar el gas,inmediatamente después les ordenó quela siguieran. Ella y el concejal Kelsusretrocedían hacia el túnel por dondehabían entrado. Dina y Dandu seprotegían permaneciendo detrás. Eladversario no daba tregua alguna.Continuaban saliendo de los túnelesarmados con ballestas y explosivos. El maestro Zing y Oren avanzaban a

toda prisa a través del laberinto detúneles tratando de encontrar la ruta máscorta hacia el lugar donde estabansiendo atacados sus compañeros; elconcejal Kelsus se había comunicadocon él por medio de su intento pararevelarle su situación. Las vidas de Dinay Dandu corrían grave peligro. Elenemigo había urdido un plan paraemboscarlos y el maestro Zing tratabade descifrar el camino dentro de lostúneles para llegar lo antes posible en suayuda, pero pronto se dio cuenta de queno llegarían a tiempo. —El concejal Kelsus necesita apoyocon urgencia —le dijo a Oren—. Elenemigo los tiene rodeados y ellos nopueden enfrentarlos de lleno sin dejar a

Dina y a Dandu desprotegidos. Tengoque ir en su ayuda de inmediato. Oren comprendió que el maestro Zingiba a ejecutar una maniobra paradesplazar su cuerpo físico hacia el lugardonde estaban siendo atacados. Éltendría que arreglárselas solo paraencontrar el camino. —Anya y la concejal Anthea sereunirán contigo pronto. Si encuentras alenemigo, no trabes combate con ellos,debes huir lo más rápido posible. Oren asintió con la cabeza y en esemismo instante el maestro Zing moviólos brazos para crear una distorsión enel espacio. Oren sintió un vuelco en elestómago y un instante después elmaestro Zing había desaparecido.

Anya y la concejal Anthea seencontraban en uno de los niveles másprofundos de la caverna cuando laconcejal titubeó por un momento. —El concejal Kelsus y su grupo estánsiendo atacados por el enemigo. Elmaestro Zing ha tenido que ir en suayuda y Oren se encuentra ahora solodentro de este laberinto de túneles,tenemos que encontrarlo de prisa. La ansiedad de Anya se disparó alsaber que sus compañeros estabansiendo atacados. La concejal le pidióque utilizara su don para encontrar elcamino que las llevara con Oren. Anyase concentró y su conciencia comenzó a

viajar por el laberinto hasta quefinalmente lo divisó. —Puedo ver a Oren —respondió Anya—, pero mi conciencia viaja demasiadorápido y no puedo memorizar el caminopara llegar hasta él. —Tienes que hacerlo —le dijo laconcejal Anthea—. Concéntrate paso apaso en el camino. Anya volvió a concentrarse hasta quedilucidó la primera parte del trayecto.Le indicó a la concejal la dirección yambas emprendieron el camino a todaprisa. Dina, Dandu y los dos concejalesretrocedían hacia la entrada del túnel

cuando dos enemigos surgieron desdeatrás para saltar sobre ellos blandiendosus espadas. Dina se movió de prisapara evitarlos y con un movimientorelampagueante movió su espada paraasestarle un golpe directo en la cabeza auno de ellos. Su máscara salió volandoal tiempo que la sangre comenzaba abrotar de su rostro. Dina sentía todo sucuerpo al tope de adrenalina mientrasobservaba cómo Dandu vencía al otroatacante propinándole un fuerte golpesobre el costado. En ese momento, unasombra detrás de ella corrió a todavelocidad dejando caer un frasco sobreel suelo y una nube de gas explotó justofrente de sus pies. Dina contuvo larespiración pero el gas se introdujo en

sus ojos y la cegó por completo, se tiróal suelo y abrió la boca en unmovimiento de reflejo. Parte del gas seencontraba todavía ahí y pudo sentir suamargo sabor metálico. Abrió los ojospero no lograba enfocar nada. Entoncessintió una mano sobre su hombro yescuchó la voz de la concejal Kai en sumente pidiéndole que no se moviera,luego percibió cómo el gas se disipaba.Los ojos le ardían y comenzó a llorar. El ruido del combate se escuchabamuy cerca, decenas de enemigos surgíana través de los túneles y atacaban sincesar a los concejales. Dina recobrabala visión lentamente pero una sensaciónde mareo la estaba acometiendo. Pensóen el gas que se había introducido en su

boca y temió que se tratara de un agentevenenoso. Trató de incorporarse perosus piernas no lograban sostenerla y suansiedad la dominó al verse porcompleto cegada y desprotegida en elsuelo. —No te muevas de ahí —le repitió laconcejal Kai y Dina obedeció. Varios enemigos se lanzaron contraellos con sus espadas en lo alto. Kelsuslos esperó adoptando una postura decombate y de pronto utilizó sus manospara manipular energía creando una olaexpansiva que explotó sobre susoponentes. Éstos salieron despedidosvarios metros atrás, los demás atacantesobservaron la maniobra del concejal ysoltaron sus espadas. La atmósfera de la

sala comenzó a tornarse densa de unaforma que Dina no podía comprender.Sus ojos comenzaron a recobrar lavisión, cuando un instante de silencioinvadió el lugar y ella pudo percibir ensu vientre el intento de sus enemigos.Aquellos hombres adoptaron diversasposturas de combate y comenzaron apronunciar palabras en un lenguajeextraño, haciendo movimientos con lasmanos. Iban a atacarlos ahora con sumagia al ver que era inútil tratar devencerlos con medios convencionales.El intento sumado de tantos brujos en lasala hacía que la realidad ordinariacomenzara a cambiar. Dina notaba cómosu percepción iba distorsionándose amedida que la magia compleja

comenzaba a acumularse dentro delrecinto. La concejal Kai se colocóenfrente de ella y dio indicaciones aDandu de que permaneciera detrás deKelsus. Uno de los atacantes produjo unestallido con sus manos y una masa deenergía se proyectó directamente a ella.La concejal alzó las manos a la altura desu pecho y detuvo el ataque por mediode su intento. Inmediatamente despuésmovió los brazos para producir unallamarada de fuego que dirigió contrasus atacantes, que comenzaron a arder enllamas soltando gritos de dolor. Dinasentía como si estuviera soñando en elmundo intermedio, donde todo esto queveía ahora era posible. Los otros

enemigos observaron a la concejal ycomenzaron entonces a descargar sumagia sobre ellos. El concejal Kelsusdetenía sus ataques pero cada vez másenemigos se incorporaban, parecía comosi estuvieran peleando contra cientos deellos. En ese momento, a un costado dela sala, el espacio comenzó atransfigurarse creando una apertura quebloqueó completamente la visión delextremo oeste de la sala. Una sensaciónextraña atravesó por su vientre y depronto la figura del maestro Zingemergió a través de la apertura y secolocó frente a sus enemigos, ejecutó unmovimiento con el bastón que portaba enlas manos y varios de los atacantessalieron despedidos como si la fuerza de

un huracán los hubiera golpeado.Entonces los concejales Kai y Kelsusgeneraron una magia mayor contra susadversarios, que volaban alrededor dela sala sin oponer resistencia. Agudosgritos de dolor hicieron eco en lasparedes de la sala. Por fin la situacióncomenzaba a invertirse y los concejalescomenzaban a tomar el control. La batalla continuó por unos segundoshasta que Dina escuchó un rugido justodetrás de ella: la imponente figura deRasanzul se alzaba en la entrada deltúnel por el que ellos habían accedido ala sala. Un sentimiento de terror invadiósu ser al tiempo que una figura oscuracomenzaba a emerger a través delsiniestro brujo transformando sus

facciones. Su percepción de la realidadse alteró súbitamente comprimiendo suabdomen al tiempo que presenciaba algoasombroso. Los brazos de Rasanzul seapoyaron sobre el suelo mientras larealidad se distorsionaba a su alrededory aquella sombra negra se apoderaba desu cuerpo. Un instante después la figurade un inmenso lobo negro se abalanzabasobre ella con las fauces abiertas y lasafiladas garras extendiéndose al frente.Dina soltó un grito de terror y cruzó losbrazos sobre su rostro para defenderse.El lobo ejecutó un salto de variosmetros para caer encima de ella y lafigura de una gigantesca serpiente brincóencima de él, justo cuando iba amorderla, derribándolo hacia un lado.

Al saberse librada, Dina abrió losbrazos para observar la lucha. Noentendía bien lo que estaba sucediendo,pero las dos bestias libraban una batallaa muerte justo frente a ella. Miró a laserpiente enroscada en torno a la oscurafiera y su intento le hizo saber que setrataba de la concejal Kai, que habíatomado la forma de su espíritu aliado.Dina no daba crédito a lo que veían susojos. El enorme lobo negro trataba delibrarse del abrazo de la serpiente quelo tenía sujeto y se enroscaba cada vezmás fuerte alrededor de su cuerpo. Laoscura bestia luchaba con sus garras ytrataba de morder la cabeza de laserpiente, pero ésta era más rápida y losujetaba con fuerza. Dina comprendió lo

que sucedía: aquellos animales eran loswayob de Rasanzul y de Kai, quien lahabía salvado de una muerte segura alenfrentar al poderoso animal. Lo queDina no podía concebir era cómo habíansufrido esa transformación de forma tanrepentina, nunca antes había presenciadotal muestra de poder. Permaneció en elsuelo petrificada por la impresión delcombate mientras observaba todo consigilo, desde su lugar. Al mirar de cercaa ambos animales advirtió que noestaban formados por materia ordinariacomo un animal común, ambos cuerposdespedían una luz tenue y daban laimpresión de estar formados en sutotalidad por ese elemento. Una vez mástuvo la clara sensación de que se

encontraba soñando y no en el mundoordinario. Sus características físicaseran casi las de un animal común, perosus movimientos eran muy diferentes. Laserpiente de la concejal Kai podíasostenerse en el aire sujetando confuerza al wayob de Rasanzul y ésteseguía luchando y rugiendo mientras laserpiente comprimía su cuerpo,triturándolo. El lobo no pudo soltarse yla serpiente de pronto lo mordió en elcuello. El lobo soltó un último aullido yluego se desvaneció en el aire. Sóloentonces la serpiente se deslizó hasta elsuelo y se enroscó sobre sí misma paratomar la forma del cuerpo de la concejalKai. Dina estaba impresionada con loque veía. Volteó hacia su izquierda y

percibió la figura de Rasanzul, quetomaba su cuello con ambas manos,doliéndose. Luego los miró y saliócorriendo hacia uno de los túneles paraescapar. La concejal Kai lo vio y creóuna gran llamarada de fuego que dirigiócontra él, entonces el mago alzó losbrazos y recitó algo que creó una fuerzapara contener las llamas pero parte deellas lo alcanzaron. Su cabeza y parte desu cuerpo comenzaron a arder. Rasanzul giró su cuerpo y huyócorriendo a toda velocidad, perseguidopor los concejales. Entraron al túnelpersiguiéndolo cuando se escuchó unapoderosa explosión, una nube de gas ypolvo salió del sitio. El maestro Zing seacercó a ella y a Dandu, y permaneció

vigilando los alrededores. Los enemigosque se habían mantenido en pie habíanescapado a través de los túneles. Anya y la concejal Anthea escucharonel poderoso sonido de la explosión ysintieron que el suelo temblaba bajo suspies. —¿Qué fue eso? —preguntó Anya. —El maestro Zing y los concejalesestán venciendo a la Orden de los Doce—respondió la concejal Anthea—, van adestruir este lugar antes de rendirse.Tenemos que apresuranos. Anya siguió adelante a toda prisa.Continuaron ascendiendo por un ampliotúnel hasta que llegaron a una

intersección. —Oren se está moviendo hacia unaenorme galería —dijo Anya, que seguíacompletamente concentrada en seguir surastro—. Tenemos que ir hacia laizquierda y luego ascender por el túnelprincipal. Las dos aceleraron y en unos pocosminutos llegaron al camino que lasconduciría al túnel principal, peroAnthea se detuvo. —Percibo movimiento alrededor —ledijo—. Avanza con cautela. Anya desenvainó su espada y siguióadelante, ahora a paso más cauteloso. Sumente se encontraba totalmente enfocadaa encontrar a Oren y de pronto unaimagen la hizo estremecerse: unas

sombras oscuras lo estaban atacando.Oren se defendía con su espada pero unamultitud de atacantes lo rodeabadisparándole sus flechas. —¡Oren está en peligro! —exclamóAnya. La concejal Anthea concentró suvisión y pudo ver lo que sucedía. —¡Corre hacia allá! —le ordenó aAnya y ésta emprendió la carrera a todavelocidad en dirección a la galería. La concejal le seguía el paso a todavelocidad y ambas jadeaban. El túnelprincipal surgió frente a ellas y Anyaaceleró el paso ahora que podía pisarsobre piedra perfectamente nivelada. Laentrada a la galería donde se encontrabaOren luchando apareció a unos cuantos

metros y Anya se lanzó con furia, perouna fuerza surgió de la nada y la moviócomo marioneta hacia una de lasparedes. Anya sólo pudo quejarse. La fuerza lamantenía inmóvil contra la pared y ellaluchaba inútilmente por liberarse. —¡Permanece alerta detrás de mí! —le ordenó la concejal Anthea mientras seadelantaba y liberaba a Anya de lafuerza que la contenía. Anya no entendía nada, se suponía quedebían salvar a Oren lo antes posible.Anthea atravesó la entrada a la galería yvarias flechas aparecieron silbandohacia ellas. La concejal usó su intentopara desviarlas. Anya comprendió quede haber cruzado la entrada ella

primero, las flechas hubieran acabadocon su vida. Anthea siguió avanzando ydos sombras salieron de la oscuridadportando espadas. La concejal alzó sumano derecha y ambos salierondespedidos rodando por el suelo. —Avanza con cuidado —le ordenó aAnya. Las dos siguieron de frente y a lo lejospercibieron a varios sujetos rodeando auna figura que se encontraba inerte sobreel suelo. Anya concentró su visión ymiró a Oren tirado sobre el piso, variasflechas habían atravesado su cuerpo. Alver esto, el miedo y la impotencia seapoderaron de ella. Los sujetos estabanhaciendo algo sobre el cuerpo de Oren.La preocupación creció dentro de ella y

quiso salir corriendo a enfrentarlos perola concejal Anthea le ordenó con elpensamiento que se calmara. Unosobjetos volaron hacia ellas y seestrellaron en el suelo. Un nuevo gascomenzó a rodearlas y la concejal latomó del brazo para salir corriendohacia su izquierda. —No te acerques ahí, es gas venenoso—le dijo apuntando hacia la nube—.Aprovecharemos la nube para ocultarnuestros pasos. Anya no comprendía por qué laconcejal no se acercaba a atacar a lossujetos que rodeaban a Oren, que sedebatía con vida aún. —Nos están tendiendo una trampa —le dijo la concejal, que podía escuchar

sus pensamientos—. Piensan que nosvamos a acercar a salvar a Oren. Lamayoría de ellos se encuentra ocultaesperando que nos acerquemos. Relajatu mente y permanece alerta. La concejal se movió detrás de la nubede niebla. Se dirigieron hacia el extremode la galería, donde se alzaban lasenormes columnas, y continuaron sutrayecto rodeando el terreno en lugar dedirigirse directamente a ayudar a sucompañero. Dejaron atrás la nube de gasy continuaron avanzando sigilosamente.Más adversarios aparecieron al frente,detectaron de inmediato su presencia yavanzaron hacia ellas. —Van a tratar de rodearnos —leadvirtió la concejal mientras ella

comenzaba a escuchar voces que seaproximaban. En ese momento la concejal comenzó aagitar sus manos con movimientosascendentes y una corriente de aire fríose empezó a formar alrededor de ellas,al igual que una niebla espesa quepronto comenzó a extenderse por toda lagalería. La niebla descendió sobre lagran sala y ahora era imposible ver másallá de su nariz. En ese momento, la vozde la concejal Anthea apareció en sumente indicándole que usara su don paraver a través de la espesura y de prontoel espacio frente a ella apareció como silo viera a través de un filtro de luzazulada que revelaba la presencia de losobjetos sólidos.

En silencio, surgieron las figuras devarios guerreros de la Orden de losDoce a tan sólo unos metros de ellas. Laconcejal avanzó y los dejó fuera decombate usando su magia. Todos caíanfulminados en un instante sin siquierasaber qué los estaba atacando. Anyacomprendió la estrategia: la concejalhabía hecho que se aproximaran a ellashaciéndolos pensar que las podíanemboscar fácilmente, sin embargo, ellalos había sosprendido a todos. Avanzaron ágilmente a donde seencontraba Oren y Anya escuchó unasvoces para luego notar a lo lejos quevarios sujetos huían desesperadamentechocando entre sí. La concejal se detuvoy comenzó a escudriñar el entorno en

busca de más enemigos pero Anyacontinuó veloz hasta el lugar quebuscaban. El cuerpo de Oren yacía inerte sobreel oscuro suelo de la galería cuandoellas llegaron. Tres flechas habíanatravesado su torso y su piernaizquierda. Anya se agachó junto a él,miró horrorizada su cuerpo y sintió unvacío en el estómago: había sidodespojado de su armadura y tenía varioscortes de navaja sobre el pecho. Susojos se encontraban abiertos y no se leescuchaba respiración alguna, así queAnya bajó la mano para buscar surespiración bajo su nariz pero no sintióabsolutamente nada. La angustia leatenazó el pecho. Estaba contemplando

un cuerpo inerte y no tenía valor paratocarlo. Dio un paso hacia atrás y sesentó en el suelo mientras comenzaba asollozar lentamente. De sus ojosbrotaban abundantes lágrimas mientrasmiraba a su alrededor: siete sujetos seencontraban tirados sobre el suelo cercade donde ella se encontraba. Anya losobservó detenidamente tratando decontrolar su angustia. Todos yacíanmuertos sobre abundantes charcos desangre, terribles heridas sobresalíansobre su cuello y costados. Anya supoque Oren había acabado con ellos,peleando valerosamente antes desucumbir contra sus numerososenemigos. Se llevó ambas manos al rostro y se

dejó llevar por el llanto. La concejalAnthea llegó al sitio y se aproximó alcuerpo. Tomó la cabeza de Oren y mirósus ojos. Luego lo examinó de pies acabeza pasando sus manos a escasoscentímetros de su cuerpo, que produjounos pequeños espasmos musculares.Colocó sus manos sobre su cabeza yexploró sus ondas cerebrales. Luego laacomodó con suma delicadeza sobre elsuelo y tomó una de las flechas quepermanecía clavada a su torso, examinóla herida y retiró la saeta con unmovimiento preciso; enseguida revisólas otras flechas y efectuó la mismaoperación con todas. Puso sus manossobre las heridas y comenzó a recitaralgo en una lengua ininteligible. Anya la

observaba sin comprender lo que estabahaciendo y por su mente pasó la idea deque estaba preparando el cadáver paratransportarlo. La concejal rasgó parte desu túnica y comenzó a vendar las heridassobre su torso. Anya se sorprendió. —¿Qué es lo que sucede? —lepreguntó. —Oren no está muerto —le respondió—. Pero lo estará pronto si no actuamosrápido. Anya no concebía lo que estabaescuchando. —¡Pero si no está respirando! —exclamó—. ¿Cómo puede encontrarsecon vida? —Tengo que avisarle al maestro Zing—dijo la concejal, que permaneció

concentrada y luego encaró a Anya—.Debemos salir de aquí. —No comprendo —le dijo Anya. —Las flechas están envenenadas conun compuesto que deja inerte al cuerpofísico —le explicó la concejal—, laOrden de los Doce planeaba atraparnosvivos. Lo mismo sucede con el gas queutilizaron, es un tipo de veneno que matamuy lentamente. Una dosis pequeñapuede demorar varios días en acabarcon un ser humano. Dina y Dandutambién fueron expuestos, pero aúnpueden moverse. Oren recibió una dosismuy fuerte. Su pulso es casiimperceptible y su respiración es tandébil que no puede percibirse. Se oyeron unos pasos a lo lejos y la

niebla comenzaba a disiparse, Anyapercibió el movimiento de losconcejales. El maestro Zing veníadelante de ellos. Dina se acercó y miró horrorizada elcuerpo de Oren, su semblante reflejabaaún la angustia por la que había pasadodurante la batalla. Se recargó sobreAnya y comenzó a sollozar. —¿Qué te sucede? —le preguntó Anya—. ¿Te encuentras bien? —Aspiré un poco de gas y ahora mesiento entumecida. No sé por cuántotiempo podré caminar. El maestro Zing se agachó paraexaminar a Oren y luego usó sus manospara transmitir energía a su cuerpo, quecomenzó a convulsionarse con pequeños

espasmos musculares hasta que sus ojosse cerraron. —Su conciencia no responde —lesdijo el maestro Zing—. La conexión consu cuerpo se desvanece cuando deberíaestar luchando por su vida. La orden loha tomado como prisionero. Todos escucharon al maestro Zinghorrorizados. ¿Qué planeaban hacer consu conciencia? El concejal Kelsus tomósu cuerpo con su tremenda fuerza y se lopuso sobre el hombro como si fuera unmuñeco ligero. Por su parte, Danduapenas podía sostenerse sobre suspiernas. —Hay que salir de aquí de inmediato—les ordenó el maestro Zing—.Debemos administrar un antídoto a Oren

o morirá en unas cuantas horas. El grupo avanzó hasta la entrada de lascavernas y el concejal Kelsus llamó alos soldados de la guardia para que losasistieran. El vuelo de regreso a la casareal tomó un par de horas y Anyaluchaba intensamente para contener susemociones. Dina y Dandu estaban siendoatendidos por el personal médicomientras los cuatro concejales seguíanvigilando la condición de Oren. El transporte aterrizó y todos fuerondirigidos a las salas de emergencia.Anya prefirió permanecer sentada en lasala de espera mientras sus compañeroseran atendidos. La figura del maestroZing apareció unos minutos despuésbuscándola. Ella se aproximó a él

enseguida. —El cuerpo de Oren recibió elantídoto pero aun está inerte —explicóel maestro—. No sabemos por cuántotiempo podrá resistir esa condición. Suconciencia fue transportada más allá delos límites de nuestra realidad hacia lomás profundo del inframundo. —¿Qué significa eso? —preguntóAnya que se ponía cada vez másnerviosa. —Significa que no sabemos sipodremos traerlo de vuelta —dijo elmaestro Zing mirándola a los ojos—. Elacceso a ese nivel de existencia es unaruta de un solo sentido. Al llegar ahí setermina toda posibilidad de continuar laexistencia, hasta donde entendemos, es

imposible regresar. Anya comenzó a respirar con agitaciónmientras su corazón aceleraba su ritmo.El maestro le pidió que se sentara ytratara de calmar sus emociones. Ellaobedeció, pero de inmediato una intensapreocupación la hizo presa. La órbitaoscura pronto envolvería su tiempo y laviolencia se recrudecería a lo largo detodo el planeta. Su continente sesumergería en el océano aniquilando supueblo sin que ellos pudieran hacer algoal respecto. La Orden de los Doce sefortalecería más mientras el comercioganaba popularidad entre lospobladores. Ahora, ellos habíanabandonado la ciudad capital y vivíanprácticamente en el exilio. Parecía como

si el universo entero jugara en su contray tratara de destruir miles y miles deaños de prosperidad y conocimiento. —Nuestro destino no está escrito aún—dijo el maestro Zing que podíaescuchar sus pensamientos—. El tiempode los inmortales ha llegado a su fin,pero nuestro legado prevalecerá.Tendrás que ser fuerte para enfrentar loque nos espera. Pues miles de añosdelante de nuestro tiempo, la humanidadalberga aun la esperanza de salir de laera de oscuridad. Y la única esperanzacon la que cuentan, somos nosotros. Anya miró al maestro Zing mientrasuna angustia incontrolable presionaba supecho. Ya no podía soportar más laresponsabilidad que se cernía sobre

ella. El maestro percibió su ansiedad yle pidió que lo observara con atención.Entonces él utilizó su intento parafusionar su conciencia con la de ella ymostrarle el estado de paz y serenidaden el que se encontraba a pesar de lascircunstancias que enfrentaban. Anyacomprendió que él era uno con lasfuerzas de la creación y que aceptabaserenamente los designios del universo.Su larga e intensa vida de aprendizaje lohabía conducido a la realización de suspropósitos, y pronto proyectaría suconciencia hacia los niveles superioresde existencia donde el sufrimiento y eldolor no existirían más. Un par delágrimas surgieron de sus ojos cuandocomprendió que a ella aun le faltaba un

largo camino por recorrer en la extensaruta de la búsqueda de su propiaevolución.

Capítulo 50

El profesor Mayer entró al centro deoperaciones, donde Sarah y Danielpermanecían monitorizando los últimosreportes del Centro Geológico Nacional.Los movimientos sísmicos en elAtlántico norte se habían incrementadoen las últimas horas y todos sabían queen cualquier momento se produciría eltemible maremoto. Sarah saludó a Mayer.

—Doctora Hayes —él devolvió elsaludo—, tengo unos planos que deseomostrarles. El profesor Mayer extendió un paquetede planos sobre una amplia mesa.Daniel y Sarah comenzaron a mirar lostrazos de ingeniería con decenas decálculos matemáticos alrededor. —¿Qué es esto, profesor? —Se trata del prototipo de la nuevatransmisión que estamos diseñando parael generador —respondió Mayermirándola fijamente—. Sé que no esbuen momento para pedirle esto pero miequipo y yo necesitamos urgentementeuna escala de variabilidad de energíapara continuar con el diseño. Hemosllegado al punto en que resulta

imposible continuar sin esos datos. Sarah Hayes observó cuidadosamenteel diseño. —Pensé que le tomaría más tiemporesolver el problema del calentamientopor la tremenda velocidad de rotaciónque alcanza la transmisión. —No sabemos si el problema estáresuelto —explicó Mayer—. Éste essólo un modelo experimental que cumplecon los requisitos en las pruebas delsimulador. —¿Cómo lo lograron? —preguntóDaniel. —El prototipo permanece suspendidopor acción de un campo magnético, deeste modo evitamos que exista fricciónentre las superficies de giro. Es la única

forma de que la transmisión soporte esavelocidad de giro. —Asombroso —exclamó Sarah. —Asombroso pero inservible sin elmodulador de variabilidad de cargas —comentó Mayer. Sarah Hayes se apartó un momento dela mesa para revisar datos en sucomputadora. Daniel, que trataba delimar asperezas con el profesor porconsejo de Sarah, le ofreció una taza decafé pero Mayer la rechazó. —Esto es todo lo que tenemos hastaahora sobre la conducta variable delmagnetismo solar —le dijo Sarah.Mayer observó la pantalla de lacomputadora y dijo: —Espero que nos sea útil.

Sarah imprimió el documento y Mayerlo puso sobre los planos. La atmósferatensa no se relajaba a pesar de que todostrataban de distraerse. —¿Qué noticias hay sobre lostemblores? —preguntó Mayer. —Siguen aumentando —respondióSarah. —Entonces no hay duda de que algosucederá —afirmó Mayer—. ¿Qué hayde la gente? Sarah Hayes explicó al profesorMayer que la guardia nacional y elejército habían estado emitiendomensajes por todas las cadenas de radioy televisión durante todo el día y lanoche. Aún así estimaban que menos dela mitad de la población había podido

ponerse a salvo. —Espero que aún quede tiempo paralos demás —respondió Mayer. En ese momento Daniel miró uno delos reportes en su computadora. —Sarah, profesor, vengan aquí. ElCentro Geológico acaba de registrarhace sólo unos minutos un granmovimiento sísmico —explicó Daniel—. La NASA nos está llamando. Daniel encendió la conexión satelitalque les permitía comunicarse conHouston y en unos segundos un técnicode la agencia apareció en pantalla. —Doctora Hayes, doctor Roth —saludó el técnico—. La espera terminó.El temblor submarino es una realidad,sucedió hace algunos minutos. El Centro

Geológico Nacional ya emitió la alertade tsunami. El terremoto submarino fueregistrado por sus instrumentos ysobrepasa los nueve grados en la escalade Richter. El director Graham me pidióque les informara y en estos momentosse dispone a hablar en red nacional. Sarah, Daniel y el profesor Mayerpermanecieron inertes en su sitio,aunque un torrente de ansiedad y miedolos atravesaba, todos sabían lo que esanoticia significaba. Sarah agradeció al técnico por suinforme y en ese momento ElenaSánchez entró a la carpa. —El coronel McClausky acaba deinformarnos sobre el terremoto —exclamó ella exaltada.

Daniel se levantó de su silla y sedirigió hacia los controles de las antenassatelitales para sintonizar los canales denoticias. En un instante las pantallas delcentro de investigación se encendieronpara transmitir las imágenes del suceso.Varios agentes reportaban la noticiadesde vehículos ubicados en los centrosde refugiados, mientras otros canales lohacían desde helicópteros sobrevolandolas grandes ciudades aún repletas degente. La guardia nacional acaba de emitireste comunicado, sonaba la voz delreportero, Las olas se dirigen anuestras playas y se estima que lleguenen menos de quince minutos. Todos loshabitantes deben subir a los edificios

más altos que encuentren paraprotegerse del torrente marino. Nadiedebe permanecer a nivel del suelo. Elejército es claro en su comunicado:permanecer a nivel del suelo significala muerte. Elena se llevó ambas manos al rostrode la impresión. —¡Todavía quedan miles de personasen las ciudades! ¡No podrán salvarse! Daniel la abrazó y continuaron viendolas noticias. La gente corría desesperadabuscando un lugar donde refugiarse. Lasautopistas mostraban miles de vehículosatorados en el tráfico en lasinmediaciones de las grandes ciudades.Era un espectáculo aterrador ver a todaesa gente desprotegida contra lo que se

avecinaba. —¿Qué hay de nosotros? —preguntóel doctor Jensen, que acababa de llegarcon su esposa—. ¿Tenemos que evacuarel campamento? —No va a ser necesario —respondióDaniel. Luego señaló en un mapa de lapared la posición de la península deYucatán. —Cuba y la península de Florida nosprotegen del impacto de las primerasolas, que serán las más devastadoras —explicó Daniel—. Nosotros nosencontramos detrás de estas dos grandesmasas de tierra, y los efectos en estasplayas seguramente serán parecidos alos de un fuerte oleaje, pero nada más. María Jensen escuchó a Daniel e hizo

una seña a su esposo para que lasiguiera fuera de la carpa. —Estoy preocupada por Kiara —ledijo—. ¿Cómo sabemos si ella seencuentra a salvo? —Me dijo que estaba en Mazatlán laúltima vez que se comunicó —respondióRobert—. No entiendo porqué no havuelto a llamar. A mi también mepreocupa. Ayer no pude dormir. Estuvepensando en ella toda la noche. María abrazó a Robert y un par delágrimas descendieron por sus mejillas. —Pronto la encontraremos —le dijoél. A varios kilómetros del campamento,

Kiara y su grupo viajaban apretujadospor una autopista. Habían llegado a laciudad de Mérida esa mañana y habíancontratado los servicios de un viejo ypequeño taxi para que los llevara hastael campamento. Se habían quedado yasin un solo centavo, por lo queesperaban llegar cuanto antes a sudestino. La autopista se encontrabacompletamente vacía durante sutrayecto, en contraste con los carrilescontrarios, que cada vez se veían másabarrotados de automóviles. Kiaraobservaba el tráfico en direccióncontraria hasta que después de unosminutos se volvió tan intenso que losautos dejaron de avanzar. Una larga filade decenas de kilómetros se prolongaba

hacia el horizonte. —Qué bueno que no vamos hacia allá—exclamó Shawn. —¿Qué es lo que pasa? —le preguntóLeticia al chofer del destartalado taxi. —Todos están huyendo del maremoto.Vienen de Cancún y de la Riviera Maya. —¿El maremoto golpeará este lugar?—preguntó Kiara. —El gobierno dice que no —respondió el chofer—, pero porsupuesto que nadie les cree. Estuvieronemitiendo comunicados día y noche paraevitar que los turistas huyeran pero,como dicen por acá, el miedo no anda enburro. Kiara y Leticia se rieron con elcomentario del chofer. Luego Kiara le

pidió que encendiera la radio paraescuchar las noticias. El chofer sintonizóuna estación y el locutor sonaba bastanteexaltado, estaba leyendo los últimosreportes sobre la intensidad de las olas.Se estaban acercando a una velocidadimpresionante a las costas de EstadosUnidos. Al otro lado del mundo, enEuropa, todas las ciudades costeraslucían desiertas ante la espera deldesastre. —El tsunami se dirige ya hacia lacosta —exclamó Kiara para que Shawnla escuchara—. Va a golpearlos encualquier momento. Shawn no supo qué responder ypermaneció callado. De pronto el chofercomenzó a reducir la velocidad pues un

letrero apareció frente a ellos. ZONA ARQUEOLÓGICA DECHICHEN ITZÁ 14 KM PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD. —¿Es ésta la desviación? —lepreguntó el chofer a Kiara. —Debe ser —respondió ella—,recuerdo haber pasado por estas ruinasantes de tomar la autopista cuando salídel campamento. —Ahí vamos entonces —respondió elchofer. El vehículo salió de la autopista paratomar aquella carretera, más angosta,hacia el interior de la selva. Kiara sabíaque se encontraban a menos de dos

horas de llegar a su destino y unaextraña ansiedad empezó a apoderarsede ella. En el centro de investigaciones, todosobservaban atentamente las pantallas detelevisión. La imagen se centró sobre laciudad de Nueva York y poco a poco elzoom de la cámara enfocó inquietantesimágenes en las zonas de playa. Eldevastador tsunami se encontraba yamuy cerca de la ciudad. Hubo unacercamiento sobre la arena de la playay de pronto el agua fue retirándose agran velocidad hacia mar adentro. Todosse estremecieron con a la aterradoraescena. El mar desaparecía de la playa,

se alejaba de la ciudad, pero en realidadla poderosa ola se aproximaba cada vezcon más fuerza y velocidad. El noticieroanunció que la ola estaba alcanzandomás de cuarenta metros de altura, elchoque era inminente. El grupocontempló con horror cómo la olaalcanzó la playa e impactó con toda sufuerza la zona costera. —¡Dios santo! —exclamó ElenaSánchez al ver la intensidad del choque. Cientos de edificios se cimbraronhasta sus cimientos ante el peso demillones de toneladas de agua. Instantesdespués, más de la mitad de ellos cedíanante la magnitud del golpe. La ola seabrió paso entre las calles de la ciudadhasta que alcanzó las zonas habitadas.

Miles de personas refugiadas en lo altode los edificios miraban aterradas cómoel agua impactaba contra los edificios.Era un escenario de destruccióninstantánea como nadie lo habíaimaginado. Los embates de laspoderosas olas amenazaban conderrumbar los edificios que seguían enpie pero que comenzaban aresquebrajarse. Miles de vehículosflotaban sobre las turbulentas aguas quedestruían todo a su paso. La mareaalcanzó el aeropuerto y lo hizo pedazosen cuestión de segundos. No había formade describir lo que Sarah y su grupoestaban viendo. Los enormes rascacielosdel centro de la ciudad se doblaban yvenían abajo con el peso de tan

tremenda cantidad de agua. La fuerza dela naturaleza no respetaba construcciónalguna y barría con todo lo queencontraba. El agua siguió su curso hasta rebasarla isla de Manhattan y hundirla porcompleto. Miles y miles de personas nohabían encontrado refugio y eranarrastradas ya sin vida por el rápidotorrente. El helicóptero siguiómostrando las escenas del paso del aguahasta que ésta redujo su velocidadvarios minutos después de su primerimpacto. La ciudad de Nueva Yorkestaba sumergida en más de diez metrosde agua. Mucha gente había salvado lavida al alcanzar los pisos altos de losedificios pero ahora todos se

encontraban incomunicados y sincomida. Su evacuación constituiría unverdadero reto para los cuerpos derescate. La magnitud del desastre notenía precedente alguno. Los noticieros comenzaron a mostrarescenas de otras ciudades en la costaeste de Norteamérica, todas lucían igualde devastadas. La fuerza del océanohabía sido extrema. Las casas pequeñashabían sido arrancadas con todo y suscimientos. Millones de toneladas deescombros flotaban a lo largo de unanueva línea costera que había crecidomás de un kilómetro tierra adentro, losdaños eran incontables. Millones defamilias habían perdido absolutamentetodo su patrimonio en cuestión de

segundos, y el trabajo de decenas deaños flotaba ahora en las embravecidasaguas del océano que se movían sincesar. El presidente de Estados Unidosapareció por televisión y pidió ayudaurgente a todos los países del mundo.Los damnificados por el desastresumaban millones y no había forma deayudar a todos a tiempo. Pidiósolidaridad en esos momentos yprometió que todas las ciudades seríanreconstruidas. El país saldría adelantecon la ayuda y el trabajo de todos. Sarah y su grupo miraban conimpotencia las terribles escenas demuerte y destrucción a una escala jamásimaginada. El ser humano y su orgullosacivilización parecían ahora simples

marionetas ante las poderosas fuerzas dela naturaleza. Un suceso como ése jamáspodría olvidarse, pues la humanidadestaba siendo puesta a prueba comonunca antes. Los conflictos raciales yeconómicos carecían por completo desentido ahora, la naturaleza no reconocíadistinciones. Ante este nuevo escenario,el ser humano tendría que enfrentar ladura realidad de la supervivencia física.El maremoto había destruido todo porigual. Todos los sobrevivientes, antesricos o pobres, necesitarían un nuevocomienzo. —¿Será éste el fin de la humanidad?—se preguntó Daniel conmovido por ladestrucción a esa escala. Todos permanecieron callados hasta

que Sarah exclamó: —Éste es sin duda el fin de nuestracivilización como la conocemos.Nuestra forma de vida tendrá quecambiar o no sobreviviremos. Todo el grupo comprendió en esemomento que la humanidad habíasubestimado y hasta ignorado porcompleto el equilibrio natural delplaneta. Habían afectado por decenas deaños la composición de su atmósfera ysu suelo, ahora las consecuencias erancatastróficas y cada vez se hacía másevidente que si el planeta sufría uncambio, la humanidad lo pagaría muycaro. Ya nadie soportaba seguir viendo lasimágenes de devastación y todos fueron

abandonando poco a poco el centro deinvestigación con un sentimiento deimpotencia en su corazón. La humanidadhabía recibido un tremendo golpe quehabía costado la vida a millones depersonas, y ellos no podían hacer otracosa que contemplar los daños. Daniel yElena contemplaron el cielo. El Solbrillaba con todo su esplendor y elviento comenzaba a soplar con másfuerza, parecía un día como cualquierotro, pero en otros lugares del planetasería un día que resultaría inolvidable. Sarah se dirigió hacia su remolque conRafael para recuperarse de lo quesucedía. En unos cuantos minutos, lasolas comenzarían a estrellarse contra lascostas de España y otros países

europeos. Rafael se llevó ambas manosal rostro y negó con la cabeza, larealidad era verdaderamente difícil deaceptar. Ahora enfrentaban un escenariodonde la humanidad entera corríapeligro de desaparecer a pesar de que elmodo de vida establecido, transmitíauna sensación de continuidad que eraprácticamente incuestionable. El tsunami que golpeaba Norteaméricaera como la primera ficha de dominóque provocaba la caída de todas lasfichas subsecuentes. Era el principio deuna cadena de desastres que marcaría eldestino de la civilización. Todo iba acambiar a partir de esa fecha. El ánimo del campamento se habíaensombrecido, y todos los presentes se

retiraban a sus remolques para pedir porel destino de la humanidad. Las horastranscurrieron y la noticia del desastrellegó hasta el último rincón del globoterráqueo. Los soldados del coronelMcClausky pedían desesperados losteléfonos satelitales para tratar decomunicarse con sus familiares.Norteamérica estaba sumida en el peorcaos de su historia. Las compañíastelefónicas habían suspendido la mitadde sus servicios de cobertura debido ala sobresaturación de sus líneas, losaeropuertos habían cancelado gran partede sus operaciones y el país seencontraba casi paralizado. Parecía serel día más negro... Un timbre en el centro de comando

espabiló a uno de los operadores. —Coronel, nos llaman del puesto derevisión en la entrada. Unas personasestán pidiendo su acceso alcampamento. El coronel McClausky frunció el ceñoy tomó el auricular, uno de los soldadosal otro lado de la línea le explicó lasituación. —Déjenlos pasar —ordenó el coronel—. Que un vehículo los traigadirectamente hasta el centro decomando. Luego pidió a uno de los soldados quellevara al doctor Jensen y su esposa almismo lugar. También debíannotificarles que su hija había llegado yen unos momentos se reuniría con él. El

vehículo entró al campamento y tomórumbo hacia el centro de comando. Eltrayecto duró un par de minutos que lesparecieron eternos a Kiara y su grupo.Finalmente el vehículo llegó a sudestino. Una persona se encontraba justoenfrente de la carpa, Kiara lo reconocióde inmediato, era su padre que labuscaba con la mirada. Intensas lágrimasde emoción comenzaron a deslizarse porsu rostro. El vehículo se detuvo y ellabrincó afuera para abrazarlo, su padre latomó entre sus brazos. La noticia de sullegada había corrido como la pólvora ytodos se aproximaban pues queríanvolver a ver a Kiara sana y salva. —Tu madre se encuentra aquí conmigo—le informó de inmediato su padre.

Kiara reaccionó de inmediato a tantremenda noticia y su cuerpo comenzó atemblar de nerviosismo. Lo que habíadicho Tuwé era cierto. Kiara preguntó dónde se encontrabaella, no podía esperar por más tiempo,quería verla de inmediato. En eso, lafigura de María Jensen apareciócaminando en su dirección acompañadapor Elena Sánchez. Miró a Kiara, queaún abrazaba a su padre, y se estremecióde la emoción de ver otra vez a su hija.Su padre le hizo una seña para quevolteara y Kiara la vio aproximarse. Elrostro de su madre seguía siendo comoella lo recordaba. No podía creer lo queestaba sucediendo. La emoción era tangrande que se congeló por un instante,

pero no pudo contenerla y sus ojos serindieron a lágrima suelta. Corrió hastaalcanzarla y se aferró a ella con todassus fuerzas. Ambas se abrazaron y Maríano pudo contener más el llanto, laemoción la desgarraba por dentro. Todosu ser se desmoronaba frente a estanueva realidad; el destino la habíasometido a la más dura prueba quepudiera soportar pero ahora todo loanterior se eclipsaba. Miró fijamente alos ojos de su hija, su imagen, ahora tancercana, encendía su corazón, al finhabía conseguido volver con ella. Todosu sufrimiento llegaba a su fin ese día.La incertidumbre de saberla apartada desu lado se había acabado. Se sorprendióde cómo había cambiado su rostro, era

impresionante la forma en que habíacrecido en sólo seis años. La niña queella recordaba había desaparecido yahora estaba contemplando a una mujeren plena adolescencia. Robert se acercóy se aferró a ellas. Era un nuevocomienzo para los tres, un comienzo queninguno había podido ni siquieraimaginar. El tiempo se detuvo para ellosy los invadió un sentimiento de gratitudhacia la vida. El coronel McClausky mirabaconmovido el suceso que marcaba el finde su carrera en las fuerzas armadas. Nose trataba de una gloriosa victoria sobreel enemigo, sino de un gesto dehumanidad en favor del bienestar de losmás débiles. Un sentimiento de

satisfacción por todos sus largos añosde servicio lo inundó en ese momento.El teniente Mills también observaba laescena y no encontraba palabras paradescribir el júbilo que sentía al ver lafelicidad de esa familia que se reunía denuevo; miró su pierna herida y exclamósuavemente: —Creo que la bala valió la pena. El coronel lo escuchó y sonrió consatisfacción, luego los dos seencaminaron a la enfermería y aparecióla figura de José, que no podía creer loque estaba viendo. Leticia y su pequeñahija se encontraban de pie junto alvehículo viendo a la familia de Kiara.José corrió hacia ellas, llamándolaspara que advirtieran su presencia. Al

volver la cara, Leticia se sintió feliz dereconocer a su esposo. José se abalanzósobre ellas y la pequeña Aurora noentendía nada de nada, no sabía quiénera ese hombre que las abrazaba pues lafigura de su padre no se encontrabadentro de su joven memoria. La vilezade la segregación promovida por lasleyes migratorias lo había arrancado desu vida y ahora comenzaría un nuevoproceso para ella. Sarah, Rafael, Daniel y Elena veíanentusiasmados cómo ambos grupos sejuntaban de nuevo tras largos años deseparación. Kiara presentaba a Shawncon sus padres al tiempo que Josérecuperaba a su familia. Luego todos sedirigieron hacia el comedor para cenar

juntos. Daniel y Elena los siguieron puesquerían experimentar el júbilo de verlosa todos reunidos. Sarah y Rafaelcaminaban detrás, pero una extrañasensación perturbó a Sarah, algo extrañola estaba llamando hacia la jungla.Quiso ignorar ese llamado pero le fueimposible, se disculpó con Rafael y leaseguró que se reuniría con ellos enunos minutos. Entonces comenzó acaminar detrás de las carpas hacia laselva hasta que oyó unos sonidosextraños que la atemorizaron, y estaba apunto de dar media vuelta para regresar,cuando una silueta surgió a través de laespesura, era Chak que veníaacompañado de uno de los pobladores. Sarah lo saludó y él hizo un

movimiento con la cabeza, luego leexplicó que Tuwé había tenido unapremonición al acercarse a la pirámidetres días atrás. Sarah no entendía de quése trataba y Chak le pidió que lossiguiera. Empezaron a internarse en lajungla hasta que encontraron unapequeña planicie donde Tuwé estabasentado con su inseparable aliado. Eljaguar observó a Sarah y lanzó un rugidoahogado; Sarah aún no se acostumbrabaa su presencia. Tuwé se levantó de sulugar y se le acercó, le preguntó si lahija del doctor Jensen había llegadosana y salva al campamento. Sarah sesorprendió con la pregunta. ¿Cómopodría saber él que Kiara había vueltohacía tan sólo unos minutos?

Respondió que Kiara se encontrababien, en compañía de sus padres. —La madre Tierra mostró su furia conlos seres humanos este día —le dijo él—. El océano está muy inquieto. Ahoranos dirigimos a depositar una ofrendajusto a la caída del sol, para que laTierra sea benevolente con lahumanidad. El gran cambio hacomenzado ya, un nuevo tiempo seacerca. Sarah les explicó con mucho mayordetenimiento que un enorme maremotohabía golpeado las costas deNorteamérica, dejando a millones depersonas desamparadas. También lesadvirtió que era mejor no acercarse alocéano pues en cualquier momento

fuertes marejadas comenzarían aimpactar sobre esas costas. Losindígenas la miraron y ella se dio cuentaque nada de lo que ella dijera los iba ahacer desistir de su empresa. EntoncesChak respondió: —Los seres humanos ignoraron pormucho tiempo los designios de la madreTierra, ahora tendrán que volver a ellapara sembrar y recoger frutos paraalimentarse, al fin se darán cuenta deque es necesario cuidarla para que ellatambién los cuide. Tuwé se acercó a Sarah y le hablódirectamente; Chak tradujo sus palabras: —El momento más difícil para lahumanidad ha comenzado. Nuestrodestino es incierto aún. La humanidad no

se preparó para este gran momento yahora sufrirá las consecuencias de supropia indiferencia. Sarah le preguntó a qué se refería coneso. —Nuestro padre Sol se prepara paraentrar a una nueva etapa de evolución —respondió Tuwé—. Un gran despertar seaproxima. Pero sólo aquellos que locomprendan podrán experimentar estecambio en sus mentes y verán un mundodiferente a su alrededor, un mundo quese comunicará con ellos para que logrencontemplar la grandeza de su creación.En esta nueva visión no habrá espaciopara el abuso y la depredación que dañea las especies. Sarah escuchaba atentamente cómo

Chak traducía las palabras del anciano. —El carácter mágico de nuestromundo volverá a resurgir y con ello unrespeto por todas las formas de vida sealzará de nuevo —continuó Tuwé—. Elser humano deberá corregir el caminopara adaptarse a una nueva forma devida, o estaremos condenados a nuestrapropia destrucción. Sarah reflexionó sobre las palabras deTuwé. Tenía razón sin duda alguna. Elser humano debía aprender otra formade convivio con la madre naturaleza oésta misma acabaría con la civilización. —Hemos logrado un descubrimientoque quizás nos ayude a comprender elpoder de la pirámide. Le dijo Sarah aTuwé y éste la miró fijamente.

—Todos los guardianes de la pirámidede Etznab, dedicaron sus vidas paraproteger el conocimiento que alberga.Pero el poder que guarda la pirámideaun es incomprensible para todosnosotros. Sarah se acercó a él y le prometió queharía todo lo que estuviera en sus manospara lograr descifrar el conocimientoque albergaba la pirámide. Luegoobservó de cerca al jaguar que laescudriñaba atentamente con su profundamirada. Entonces Tuwé le preguntó sihabía tomado su decisión en cuanto arecibir el bastón de poder. Sarah titubeópor unos segundos para luegoresponderle. —He decidido aceptarlo por que sé

que la humanidad necesita no sólo de micontribución, sino de la de cada uno denosotros para seguir adelante. Chak sonrió al escucharla y entoncesTuwé se levantó de su sitio parapostrarse justo frente a ella. —Entonces comunicaré tu decisión alos otros chamanes de la aldea. Ellos tellevarán hacia el pasado, a través de lacuenta de los tiempos, para mostrartecómo empezó todo. Así comprenderás elorden que rige sobre los destinos de loshombres. Entonces te convertirás en unade nosotros. Serás el Ah Kin del nuevoSol y comenzarás a comprender que estamisión te había sido destinada desdemucho tiempo atrás. Sarah lo miró confundida al escuchar

su aseveración. Luego le preguntó porqué siempre consideraba que el tiempopasado estaba influyendo directamentesobre sus vidas. Tuwé la miró y en lugar deresponderle le preguntó a su vez si elbastón ya le había revelado losdesignios de su destino. Sarah nocomprendió la pregunta y respondió quedurante la ceremonia había visto a unantiguo portador del bastón, pero queella no comprendía qué relaciónguardaba con ella. Tuwé le aseguró quepronto el poder del bastón la llevaría acomprender todo. Luego se volvió paramirar hacia el horizonte. Los últimos rayos de Sol iluminabanel majestuoso paisaje natural de la

selva. Había llegado el tiempo dedirigirse hacia el océano a depositar laofrenda. El jaguar se levantó y caminórodeando a Sarah en un ágil movimiento.Ella lo siguió con la mirada aunnerviosa por su presencia. Chak sedespidió y le aseguró que prontoregresarían a verla. El grupo comenzó acaminar seguido por el enorme felino.La brisa fresca sopló con más fuerzaanunciando la caída del atardecermientras ellos se alejaban. El Solmostró su último destello mientras letenue luz de una estrella comenzaba aasomarse por el horizonte. Sarah la miróy un sentimiento de esperanza invadió sucorazón. Sabía que pronto oscurecería yel cielo se tapizaría con un manto de

millones de estrellas. Y tal vez en algúnotro lugar del mundo, algún hombrealzaría la vista hasta el firmamento paraobservarlas y darse cuenta del largocamino que recorría su luz paraalumbrar en el supremo vacío de lacreación. Sarah dio media vuelta ycomenzó a andar de regreso alcampamento mientras las figuras de lostres hombres se perdían a través de laespesura. Ahí, en ese apartado sitio junto almar, el espíritu de la selva sintió lafuria del océano y observó cómo el máspoderoso de sus hijos acompañaba alhombre a pedir clemencia frente al

juicio que se consolidaba en contra deél. Entonces pidió al océano quecalmara sus aguas y dejara que eljaguar condujera a la conciencia delser humano directamente hacia la luzdivina del Sol, para que el hombrecomenzara a comprender el delicadoequilibrio que regía sobre nuestrarealidad. Un equilibrio que sostenía elritmo de la danza de poder entre lasfuerzas de la creación y millones deespecies que luchan por su evolución,danzando en un eterno concierto demagia y transformación, que hacía quenuestra presencia se sintiera a travésdel gran universo en expansión, y quemanifiestaba a todos los poderes delcielo y de la Tierra nuestro derecho a

existir dentro de este largo viaje dereflexión, que conocemos simplementecomo vida. Fin del segundo libro.

Agradecimientos En esta ocasión quisiera expresar mimás sincero agradecimiento a todos loslectores del primer libro de El Sexto Solpor su entusiasmo y sus belloscomentarios respecto a la obra y cómoha influido ésta en su vida personal.Espero que el despertar a una nuevaconciencia favorezca el destino de todosnosotros y nos guíe a una mejorcomprensión del mundo que nos rodea.Asimismo, agradezco a mi editor JorgeSolís Arenazas por su continuo empeñoy su esmerada dedicación en mejorar laobra para que proyecte una idea másconcreta de la situación que vivimos hoy

en día. Por último, un agradecimientoespecial a mi querida amiga VivianaIbieta por apoyarnos con su hermosaimagen en la portada. Que el Sol los bendiga a todos. J.L. MURRA © José Luis Murra, 2012 © De esta edición: SantillanaEdiciones Generales, S. A. Diseño de cubierta: Alejandro Colucci Diseño de interiores: Joel DehesaGuaraieb ISBN: 978-607-11-1830-1