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4. Historiadores Novohispanosfinal

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Colección LINTERNA MÁGICA

1. Laurel. Antología de la poesía moderna en lengua española.Segunda edición.

Prólogo de Xavier Villaurrutia. Epílogo de Octavio Paz2. Francisco Cervantes de Salazar. México en 1554.

Presentación de Margarita Peña3. Terra ignota. La geografía de América Latina a través de cronistas de los

siglos XVI y XVII.

Presentación y selección de textos de Josefina Oliva de ColI4. Safo. Poemas. Introducción, traducción directa del griego y notas de

Carlos Montemayor5. Paul Gendrop. Compendio de arte prehispánico6. Gustave Flaubert. La educación sentimental.

Presentación de Margo Glantz7. Gabriel Miró. Nuestro padre San Daniel-El obispo leproso.

Presentación de Paciencia Ontañón

8. Mateo Bandello. Novelas escogidas.Presentación de Othón Arróniz

9. Michel de Montaigne. Ensayos escogidos.Selección y prólogo de Angelina Martín del Campo

10. Aurelio de los Reyes. Medio siglo de cine mexicano (1896-1947)11. Honoré de Balzac. Esplendores y miserias de las cortesanas.

Presentación de Roberto Páramo

12. Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca. Teatro indianode los Siglos de Oro. Introducción de Arturo Souto Alabarce

13. El simbolismo esotérico en la literatura medieval española. Estudio,selección y notas de Enrique de Rivas

14. Gustavo Vargas Martínez. Fusang. Chinos en América antes de Colón15. Katherine Mandsfield. En una pensión alemana.

Presentación de Beatriz Espejo

16. Antología de la Antología griega. Presentación, selección y versióndirecta del griego de Luis Alfonso Maruri

17. Literatura rusa del absurdo. Selección y versión directa del ruso deRosa María Phillips. Presentación de Armando Partida

18. Leopoldo Lugones. Las fuerzas extrañas-Cuentos fatales.Presentación de Noé Jitrik

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HistoriadoresNovohispanos1492-1793

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BAJO LA DIRECCIÓN DE MANUEL DE ESCURDIACON LA COLABORACIÓN DE TERESA SILVA TENA y

CARLOS TRILLAS SALAZAR

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HistoriadoresNovohispanos1492-1793

Selección, presentacióny notas de"

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EDITORIAL ~~~TRILLAS ~~México, Argentina, EspañaColombia, Puerto Rico, Venezuela ®

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Catalogación en la fuente

Flores Torres, Óscar

Historiadores novohispanos, 1492-1793. -- México:Trillas, 2002.

485 p. ; 23 cm. -- (Linterna mágica: 31)ISBN 968-24-6390-4

l. México - Historia - Hasta 1517.2. Aztecas ­

Historia - Fuentes. 3. México - Dominación española,1517-1821. l. t.Il. Ser.

D- 972.02'F623n LC- F1231'F5.5

La presentación y disposición en conjunto deHISTORIADORES NOVOHISPANOS, 1492-1793son propiedad del editor. Ninguna parte de esta obrapuede ser reproducida o trasmitida, mediante ningún sistemao método, electrónico o mecánico (incluyendo el fotocopiado,la grabación o cualquier sistema de recuperación y almacenamientode información), sin consentimiento por escrito del editor

Derechos reservados

© 2002, Editorial Trillas, S. A. de C v.,Av. Río Churubusco 385, Col. Pedro María Anaya,CP. 03340, México, D. F.TeZ.568842 33, FAX 5604 13 64

División Comercial, Calzo de la Viga 1132, CP. 09439México, D. F., TeZ.5633 0995, FAX 56 33 08 70

Miembro de la Cámara Nacional de la

Industria Editorial, Reg. núm. 158

Primera edición, julio 2002ISBN 968-24-6390-4

Impreso en MéxicoPrinted in Mexico

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Proemium••••.•• c ~ .;L••. 1.. •••

l. NORMAS QUE RIGEN LA PRESENTE EDICIÓN

Agustín Yánez escribió en alguna ocasión que "la historia de Méxicono está por escribirse, sino por estudiarse". Creo que tenía una gran razónpara decir esto: nuestra riqueza en documentos de variada índole -ya nodigamos de tradición oral- sigue siendo sobresaliente. He ahí la primerajustificación de esta obra, la cual representa una selección de textoshistóricos, de testimonios directos del pasado mexicano de quienes fue­ran actores del mismo. Este volumen va dirigido a los lectores de obrashistóricas, los cuales son numerosos y constituyen, por otra parte, unpúblico inteligente y ávido al que el escritor debe, por obligación, cuidar.

Las lecturas, como sucede con toda obra antológica, responden aun criterio subjetivo, que a continuación explicaré.

Normas de selección

De la inmensidad de testimonios de la vida mexicana que se conser­va en archivos y bibliotecas, tanto nacionales como del extranjero, se­leccioné algunos de los más importantes y característicos de la etapa queva del descubrimiento europeo de América, hasta fines del siglo XVIII.

Los documentos abarcan todas las facetas de la cultura de la época:política, economía, instituciones sociales, religión, filosofía, ciencia, artey letras. Todos ellos testimonios a partir de los cuales se pueden recons­truir las "mentalidades" de esa época, y de dar una idea de lo que erala vida de entonces. Los trozos selectos son, por lo general, contemporá-

s

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6 Proemium

neo s de los sucesos que atestiguan. Sus autores, en la gran mayoría delos casos, hicieron, vieron, padecieron o anhelaron lo que refieren. Comoes de suponerse, redactaron estos documentos personas de la espumasocial. Las voces anónimas de la gran masa del pueblo analfabeto,trasmitidas de boca a oído, son por lo general escasas y anecdóticas. Lostextos aquí contenidos representan el mayor número posible de frag­mentos de diversas formas documentales: historias, crónicas, memorias,cartas, textos jurídicos, actas e informes de gobierno, noticias y comen­tarios, obras filosóficas, religiosas, científicas y literarias. Es decir, ejem­plos de toda clase de huellas escritas que difieren entre sí por su origen,su contenido, su finalidad y su forma y concuerdan en ser fundamentalespara el conocimiento de la historia de México.

Normas de presentación

El material está estructurado bajo una presentación cronológica.Al tema del descubrimiento le seguirán los referentes a la conquista,la colonia y la ilustración. Cada lectura va acompañada de una breveexplicación de la obra, con la información biográfica más sucinta, afin de que el lector tenga noticia de la cantera de que se tomó el trozodocumental, del autor o autores del mismo y de su valor testimonial.Algunos documentos, por ser breves y de gran valor en todas suspartes, se presentan íntegramente, como son el caso de las cartas deCristóbal Colón y América Vespucio. El resto sólo se da a conocerfragmentariamente. En este caso, se espigan sus mejores párrafos,nunca se resume el contenido del texto original. Es de aclarar que enel caso de estos documentos, las modificaciones ortográficas impues­tas a los escritos antiguos (cambio de letras, desatamiento de abre­viaturas, sustitución de algunas mayúsculas por minúsculas, repartomoderno de comas y puntos) tienden a facilitar la comprensión de lostextos sin quitarles su sabor ni falsear su sentido. Finalmente, de losfragmentos redactados originalmente en otra lengua que no sea lacastellana (como es el caso del latín, náhuatl, inglés e italiano), seofrece aquí la mejor versión española de que se tuvo noticia.

Antecedentes y valor de las lecturas históricas

En México, hay valiosos antecedentes de este tipo de obras de la épo­ca colonial que me han servido de inspiración y ejemplo. Sobresalen sin

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l. Normas que rigen la presente edición 7

duda -a mi parecer, y sin menospreciar a muchos más1- dos grandesproyectos: uno de ellos es el iniciado en la década de los cuarenta deno­minado Biblioteca del Estudiante Universitario, editado originalmente porla Imprenta Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México(UNAM) y que en numerosos tomos nos presenta una selección de frag­mentos de las principales obras de los autores coloniales en México. El otroproyecto es el intitulado Lecturas históricas mexicanas, con selección, pre­facio, notas y tablas cronológicas de Ernesto de la Torre Villar, editadas encinco voluminosos tomos (aunque he de aclarar que sólo el tomo 1 estádedicado a los textos coloniales) por Empresas Editoriales en 1966, y conuna nueva impresión, en esta ocasión, primera edición de la UNAM en1994. En ambas colecciones existen reimpresiones recientes, sin embargo,actualmente éstas presentan diversos volúmenes agotados; si a esto leañadimos su ineficiente distribución fuera de la Ciudad de México, lasobras se vuelven indudablemente de difícil acceso. He ahí una razón más

para aportar con este modesto esfuerzo, nuevas ediciones sobre nuestrosdocumentos históricos.

Agustín Yáñez, en 1944, al presentar al público una selección de laobra de Juan Suárez de Peralta, subrayó el valor e importancia de las lec­turas históricas en un trozo que no tiene desperdicio y que no me resis­to a repetir:

Por la conjugada idiosincrasia española e indígena, el mexicanopro pende a fijar los acontecimientos que lo conmueven, por vulgareso mínimos que sean, para escaparlos del olvido; rasgo de carácter enel que desahogan peculiarísimas aptitudes de observación realista-minuciosa en los detalles-, conceptual y crítica -frecuentementesarcástica-, de introspección, de sobrevigilancia moral y jurídica, desentimiento poético y, sobre todo, de plasticidad. Recuérdese no más,el insigne antecedente de los códices y en general de las artes aboríge­nes. Apuntes privados y familiares, diarios, cartas, corridos, pasquines,anecdotarios, memoriales, memorias, discursos y versos de circuns­tancia, crónicas, leyendas e historias locales, a lo que han de añadirsecolecciones fotográficas y cuanto produce la institución del papeleo en

'Existen otros más, entre ellos está la Historia Documental de México, de Miguel León­Portilla, Alfredo Barrera Vásquez, Luis González, Ernesto de la Torre y María del CarmenVelázquez, México, UNAM-IIH, 1974. Una obra general que recorre y analiza la vastedad de laliteratura mexicana es el libro clásico de Carlos González Peña, Historia de la Literatura

Mexicana. Desde los orígenes hasta nuestros días. Editada originalmente en 1928, actualmentees puesta al día con un apéndice elaborado por el Centro de Estudios Literarios de la UniversidadNacional Autónoma de México, México, Editorial Porrúa ("Sepan cuantos ... ", núm. 44), 16a.ed., 1990.

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el arreglo de los asuntos públicos y privados, constituyen otros tantosafluentes de nuestra riqueza documental. Cierta es la parcialidad quesuelen tener esta clase de testimonios; pero ¿por qué hay quien seobceca en desconocer la virtud vital e histórica de la pasión? ¿Puedehaber auténtica historia que no sea parcial? Es tiempo de arrostrar yahuyentar al fariseísmo de una mala entendida objetividad, cuyoaséptico rigor -elevado a criterio exclusivo- dificulta el exacto, elamplio conocimiento de lo que fue, mata valiosos gérmenes de la rea­lidad transcurrida y viene a ser nuevo y más peligroso género de par­cialidad. Esto no significa que se abogue por la mentira histórica o porla historia errónea; cuando hablamos de parcialidad entendemos elpulso del interés personal, el ángulo de la visión subjetiva, las inter­pretaciones y los relieves encontrados, apasionados, enconados, y aunlos olvidos, aun el silencio, aun los rasgos vistos de más, cuando nosean productos de mala fe, sino de actitud sincera, que respondan alcarácter afectivo, a las condiciones psicológicas y a las circunstanciasen que se halló colocado el autor, sin propósitos de falsificación.Puede alegarse que a esto equivalen aquellas maneras de ver loshechos y que tal es el cargo enderezado a la historia de México, pro­ducto de fobias y filias personales y de partido, cuya sinceridad espatente o difícil de discernir. Mas el genuino saber histórico es unsaber de confrontación que liquida los contrarios en la verdaderaobjetividad, a la que no puede llegarse ni por la perezosa línea delmenor esfuerzo, ni por el pusilánime aferrarse a sólo un término conmiedo de ser convencido por el adverso; la presunción de falsedad, eldiscernimiento de pasiones y prejuicios, las múltiples versionesencontradas, constituyen el crisol de aquel saber. Y esto es lo que faltaen México: forjar el criterio histórico que utilice con desembarazo yvalentía nuestra riqueza documental; que sepa leer la verdad a travésde filias y fobias; que no desdeñe la abundancia del testimonio pro­saico, en el cual -corno en la constancia- estriba lo mejor de nues­tra historia. Los apuntes de oscuro menestral poseen con frecuenciamayor virtud reconstructiva que la docta memoria de un profesional.Cuando ignoramos o menospreciamos esto y el carácter popular del acer­vo legado desde la Colonia, es cuando se piensa que la historia de Méxicoestá por escribirse.2

Quiero agregar, estimado lector(a), que tienes en tus manos unaselección de autores sobresalientes de nuestra historia mexicana y con­densados en una serie de obras de difícil acceso. No pretende ser una his-

'Juan Suárez de Peralta, La conjuración de Martín Cortés y otros temas, Selección y prólo­go de Agustín Yáñez, México, UNAM (Biblioteca del Estudiante Universitario, núm. 53), 1994:VI-VIl.

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11.El Descubrimiento 9

toriografía mexicana exhaustiva sobre el dilatado periodo que va de1492 a fines del siglo XVIII, sino todo lo contrario. Yalo he confesado ensus inicios, soy de la idea de que cada lector disfrute por sí mismo lostextos seleccionados, y a través de la presentación del autor y sus obras,profundice -eso sí- en la obra de cada autor, si el lector así lo estimaconveniente.

El marco histórico-historiográfico, que expongo a continuación,pretende ser sencillo y de fácil entendimiento, por esto, la bibliografíasecundaria no es extensa. Ello se debe a que estuve interesado en leerprincipalmente a los propios protagonistas de ese pasado, que leer lasinnumerables publicaciones especializadas.

11. EL DESCUBRIMIENTO

Nuevo Mundo y el espacio imaginario

En sí mismos, los viajes no condicionaban el sentido del espacioen la mentalidad europea del siglo xv. Éste dependía de las reaccionesdel individuo ante los lugares que iba conociendo. Es por eso que lamayor parte de los eruditos humanistas de la Europa occidental esta­ba más interesada en el redes cubrimiento del mundo antiguo -me­diante las palabras y el estudio de los textos- que en prestar atenciónal descubrimiento del nuevo mundo, lo cual exigía una nueva imagengráfica del espacio descubierto. No es de sorprendemos que CristóbalColón encontrara una severa resistencia a su teoría geográfica cuandola llegó a discutir en la Universidad de Salamanca. Uno de los historia­dores oficiales del rey Fernando de Aragón, y profesor de esa univer­sidad, el siciliano Lucio Marineo Sículo (1460-1533), sólo hace unapequeña mención del Nuevo Mundo entre sus numerosos escritos. Enefecto, al mencionar la presunta moneda romana encontrada enCentroamérica, Sículo manifiesta: "Esto arrebata la gloria a nuestrossoldados, quienes alardeaban de su navegación, dado que la monedaes una prueba de que los romanos habían navegado hacia las Indiasmucho tiempo antes."3 Este humanista y fiel representante del Renaci­miento se mantuvo incólume observando con su mente hacia el pasa­do. Para la mayoría de los hombres ilustrados, el porvenir venía del

'Citado por J. R. Hale en La Europa del Renacimiento. 1480-1520, Madrid, Siglo XXI Edi­tores, 1986.

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tiempo y no del espacio. Era precisamente el espacio, el cual Colón ylos navegantes portugueses ampliaron tan repentinamente, que nopudo ser captado de inmediato por la mentalidad renacentista.

Hacia 1480, el libro de cabecera de los geógrafos europeos occi­dentales era la Geographia de Ptolomeo (l00-168) y los mapasmedievales del mundo que se basaban en este texto. Por ello, noes extraño que la mentalidad, predominante por más de 1 200 años,del espacio fuera hecha trizas por el solo viaje realizado en 1492 porColón. El mapamundi de Ptolomeo mostraba el mundo conocidopor los eruditos que vivían en el imperio romano del siglo n. Éste con­sistía en un bosquejo más o menos exacto de Europa, de la costa nortede África y de Arabia. Hacia el Este se mostraba el océano Índico(derivado por los contactos de los griegos con la India, por el comer­cio y una buena dosis de rumores), el cual era representado como unmar interior que bañaba en sus riberas sureñas a la gran masa imagi­naria denominada por Ptolomeo como Terra Incognita.4

Junto a Ptolomeo se estudiaba al geógrafo griego Estrabón (¿58a. C.-25 d. C.?) Y a Cayo Julio Solinus. Este último vivió en laprimera mitad del siglo III y compiló un trabajo titulado CollectaneaRerum Memorabilium. Ambos alimentaron la idea de la posibilidadde circunnavegar África, muy difundida en los europeos cultos delsiglo xv.

Sin embargo, únicamente una minúscula fracción de la poblacióneuropea había visto alguna vez un mapa. La mayor parte de lapoblación europea encontró una dificultad insalvable de relacionarla información escrita y oral con un concepto gráfico del espacio. Esprincipalmente por esto que la gran cantidad de información que lle­gaba de las nuevas tierras y los nuevos pueblos no se podía com­prender porque la imaginación se encontraba retenida y anquilosadaen Europa. E incluso, la mentalidad de los descubridores sólo seproyectaba sobre el mundo conocido, e intentaban ajustar la inter­pretación de las nuevas tierras a los viejos y estrechos esquemas men­tales sobre el espacio conocido. Colón escribió el 15 de febrero de1493 en las islas de Canaria los nombres que otorgó a las islas reciéndescubiertas sin relacionar en ellos su exuberancia y novedadesvisuales:

4Ptolomeo, Geographia, 1482 (reedición de la obra escrita en el año ISO después de Cristo).En ella se encuentra un mapa elaborado por los estudiantes de esa época. Actualmente esta edi­ción se encuentra en The British Library, Londres.

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11.El Descubrimiento I I

A la primera que yo hallé puse nombre San Salvador, a conmemo­ración de su alta Majestad, el cual maravillosamente todo esto ha dado;los indios la llaman la Guanahani. A la segunda puse nombre la isla deSanta María de Concepción, a la tercera Fernandina, a la cuarta la Isabel,a la quinta isla Juana, seguí la costa della a poniente, y la hallé tangrande que pensé que sería tierra firme de la provincia de Catayo.

A esta última la asociaba con China. Por su parte, América Vespuciorelata su viaje en su carta a Lorenzo de Médicis en julio de 1500 que:

Después de haber navegado al pie de 400 leguas continuamente porla costa, llegamos a la conclusión que esta es tierra firme, como yo digo,y los confines del Asia por la parte de oriente, y el principio por la partede occidente; porque muchas veces nos sucedió observar diversos ani­males, como leones, ciervos, cabras, puercos salvajes, conejos y otrosanimales terrestres, que no se hallan en islas sino en tierra firme.

La imaginación y el simbolismo medieval no dejaron de estar pre­sentes en la afanosa explicación que hacían los primeros navegantesde las tierras recién descubiertas. A pesar de que lo que sus ojos veíaneran todas las características de un mundo nuevo, los ojos de su menteestaban anclados en Europa. Aun cuando la primera carta de Colón sepublicó en 1493 en Roma, los relatos de viajes no encontraron ungrupo importante de lectores hasta mediados del siglo XVI.

La naturaleza americana es descrita también con asombro por

Colón y por Vespucio, quien escribió: "sus árboles son de tantabelleza y de tanta melodía que nos ocurrió muchas veces quedamossuspensos por su dulzura". Por su parte, Oviedo, en su HistoriaGeneral y Natural de las Indias, publicada en parte en 1535, describecon minucia "los animales terrestres y de las aves y de los ríos yfuentes y mares y pescados, y de las plantas y yerbas y cosas queproduce la tierra".

Esto contrasta con la inexistencia de la idea en Europa de una se­rena contemplación no sólo de la naturaleza sino de los accidentesnaturales por sí mismos. El mar era peligroso y poco atractivo; lasmontañas constituían zonas inexploradas; las selvas (que cubríangran parte de Europa) eran terroríficas e impenetrables. El imaginariosobre la oscuridad limitaba la contemplación del entorno: el miedo ala noche es generalizado; nadie salía o entraba de las aldeas o pue­blos, y los pobladores atrancaban sus puertas. Los animales salvajesnocturnos desconocían los límites entre zonas urbanas y rurales

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traspasándolas en busca de alimento. La noche favorecía el imaginario~popular que narraba pesadillas sobre licántropos, brujas y seres dia-bólicos.s

El imaginario europeo fungió como un prisma para interpretar nosólo la descripción de los habitantes del nuevo mundo sino de susmanifestaciones culturales. El mundo americano es visto con asombro

no por su particularidad sobre la base de un desarrollo histórico com­plejo y organizado, sino por ser ajeno a las mundanas apetencias y alos mezquinos intereses europeos.6 Los seres humanos están exentosde la normatividad europea: falta de malicia, sencillos, limpios ypuros, presentando una tierra donde se abre la posibilidad de la cons­trucción de un mundo perfecto, justo y armonioso, tal y como existíaen el imaginario "cristianismo primitivo". Lo que no pudo edificarEuropa, o sea, un reinado de Cristo en el que predominara la uniónde fieles hermanados por la caridad y el espíritu evangélico, se inten-

'Existe una numerosa producción historio gráfica europea que explota un sector de las men­talidades colectivas medievales y que está ocupada por la imaginación en cuanto capacidadmental que interviene en los procesos de conocimiento que estimula la acción humana. Loimaginario es entendido como el conjunto de las representaciones mentales -ante todo repro­ducciones gráficas: imágenes- por medio de las cuales los hombres reconstruyen un mundointerior distanciado de la realidad. O sea, es una realidad inventada.Véase entre otros, a A.Arranz, "La reflexión sobre la muerte en el medievo hispánico. ¿Continuidad o ruptura?, LaEspaña Medieval, vol. 1, 1986; G. Gasparri, "Violencia i marginació en la societat medieval",Revista d Historia Medieval, núm. 1, 1990; B. Gemerek, La piedad y la horca: historia de la mi­

seria y la caridad en Europa, Madrid, 1989; C. Ginzburg, El queso y los gusanos. El cosmos, segúnun molinero del siglo XVI, Barcelona, Muchnik Editores, 1982; Philipe, Joutard (dir.J, "L'historiedans límaginaire colectif", CArc, núm. 72, 1978; Jacques Le Goff, El nacimiento del purgatorio,Madrid, 1985; del mismo autor, Cimaginaire médiéval. Essais, París, 1985; L. Lorenzo Pinar,Actitudes religiosas ante la muerte en Zamora en el siglo XVI: un estudio de mentalidades,Zamora, 1989; F. Martínez Gil, "Muerte y sociedad en la España de los Austrias", tesis doctoral,Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 1990; E. Mitre Fernández, La muerte vencida:imágenes e historia en el Occidente medieval (1200-1348), Madrid, 1988; S. Moreta, Malechoresfeudales. Violencia, antagonismos y alianzas de clases en Castilla, siglos XIII-XIV,Madrid, 1978;

Robert Muchembled, La violence au village. Sociabilité et comportement populaires en Artois duxve au XVlIIe siecle, Bélgica, 1989; O. Rey Castelao, "El clero urbano compostelano a fines delsiglo XVI!: mentalidades y hábitos culturales", La historia social de Galicia en sus fuentes de pro­tocolos, Santiago de Compostela, 1981; A. Rucquoi, "Le corps et la mort en Castille aux XIV e etxve siecle", Razo, núm. 2, 1981; G. Ruguiero, Patrici e malfattori. La violenza a Venezia del primoRinascimiento, Bolonia, 1982; Teófilo Ruiz, "Une royauté sans sacré: la monarchie castillane duBas Moyen Age", Annales. Economies Sociétés Civilisations, núm. 3, París, 1984; Jean-ClaudeSchmitt, "Introducció a una história de nmaginari medieval", El mon imaginari i el mon me­ravellós a IEdat Mitjana, Barcelona, 1986; K. Thomas, Religion and the declive of magic,Londres, 1971; B. Vicquers (comp.), Mentalidades ocultas y científicas en el Renacimiento,Madrid, 1990; y Michel Vovelle, La mort et 1'Occident de 1300 a nos jous, París, 1982.

'Sobre este punto, tanto en los escritos de Colón como en Vespucio, la admiración al paisajetropical americano degeneraba rápidamente en el más llano utilitarismo europeo de la época.Colón escribió: "La Española es maravilla; las sierras y las montañas y las vegas y las campiñas,

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11.El descubrimiento I 3

tó edificar en este nuevo mundo. Esta idea la encontramos en Saha­

gún, Mendieta, Durán, Motolinía y en Las Casas, el cual dijo que son"limpios, y desocupados, y vivos entendimientos, muy capaces ydóciles para toda buena doctrina; aptísimos para recibir nuestra santafe católica y ser dotados de virtuosas costumbres y las que menosimpedimentos tienen para esto, que Dios crió en el mundo". El mismoColón pretendió edificar la "ciudad ideal" sobre la base de un planodiseñado por Leonardo Da Vinci, en las Antillas, durante su adminis­tración americana.

Esta utopía religiosa entroncó en América con la utopía surgidade las inspiraciones renacentistas: las ideas de Tomás Moro,7 LuisVivesBy el peripatético Erasmo de Rotterdam9 aparecen en los frailesy sacerdotes católicos que emigraron al Nuevo Mundo. Si bien nologró materializarse (con excepción de algunos proyectos aisladosy sin permanencia), la idea continuó con fuerza durante todo elsiglo XVI.

y las tierras tan fermosas y gruesas para plantar y sembrar, para criar ganados de todas suertes,para edificios de villas y lugares." Vespucio, por su parte relató: "En la tierra vimos muchos ani­males salvajes y varias clases de pájaros, y de árboles muchísima copia y todos aromáticos: tra­jimos perlas, y oro nativo en grano: trajimos dos piedras, una de color de esmeralda y la otra deamatista, durísimas, de una media cuarta de largo y gruesas como tres dedos. Estos Reyes lastienen en gran estima, y las han guardado entre sus joyas. Trajimos un gran trozo de cristal, quealgunos joyeros afirman es berilo, y según nos decían los indios, tenían gran copia de ello.Trajimos 14 perlas encarnadas, que contentaron mucho a la Reina, y muchas otras cosas de pe­drería, que nos parecieron bellas; y de todas estas cosas no trajimos cantidades porque noparábamos en ningún lugar, sino navegando continuamente. Cuando llegamos a Cádiz, vendimosmuchos esclavos, de los cuales teníamos 200 porque los restantes hasta 232 habían muerto en elgolfo; y después de pagar los gastos de la navegación, nos quedaron obra de 500 ducados querepartimos en 55 partes siendo así poco lo que nos tocó a cada uno, con todo quedamos muysatisfechos con haber salvado la vida y dimos gracias a Dios porque durante el viaje, de 57 hom­bres cristianos que éramos, murieron únicamente dos que mataron los indios."

'Tomás Moro publicó su libro Utopía en 1516, en casa de Thierry Martens, impresor de laUniversidad de Lovaina. El plan fundamental del libro se debe sin duda a los escritos deVespucio. La trama se sustenta a través del imaginario viajero Rafael Hitlodeo, el cual es uncompañero inseparable de América Vespucio (en tres de sus cuatro viajes), y en el curso de éstosdescubre y visita la isla de Utopía. Véase Tomas Moro, Utopía, México, Editorial Porrúa ("Sepancuantos ....., núm. 282), 1998.

'Entre los escritos de este autor, que presentan el más puro estilo renacen tista en cuanto al an­helo de un mundo libre de impurezas, está Concordia y discordia en el linaje humano, publicado en1529.También véase de Luis Vives Del socorro de los pobres (1525) y De las disciplinas de 153!.

'Véase de Erasmo el libro Querella de la paz, escrito en 1529.

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Esta idea iba de la mano con la defensa del mundo nativo para queno se contagiara de las impurezas y mezquindades del viejo mundo.La defensa del indígena, que encuentra a su más alto exponente en LasCasas, también se halla en Sahagún, Landa y Mendieta, entre muchosotros. Incluso, existieron religiosos que al pisar el Nuevo Mundo loconsideraron corno el inicio de una nueva vida espiritual donde sedespojaban de la contaminación europea; el caso de fray Toribio deBenavente es ilustrativo. Benavente adoptó corno sobrenombre elvocablo náhuatl de Motolinía, el cual significa "pobre o humillado".

111. LA CONQUISTA

En 1519, el personaje central de la gesta conquistadora del NuevoMundo, el astuto e inteligente corno cruel y ambicioso Hernán Cortés,describía (en su segunda carta-relación dirigida al césar Carlos V) conlujo de detalle la imponente ciudad de Tenochtitlan y su estructura orga­nizativa. Fundada en medio de un enorme sistema lacustre, donde pre­dominaba el agua salada, consistía en un asentamiento humano "tangrande corno Sevilla y Córdoba", al que se podía acceder por tierra através de cuatro grandes calzadas. "Son las calles de ella -escribeCortés-, digo las principales, muy anchas y muy derechas, y algunas deéstas y todas las demás son la mitad de tierra y por la otra mitad es agua,por la cual andan en sus canoas, y todas las calles de trecho a trechoestán abiertas por donde atraviesa el agua de las unas a las otras, y entodas esas aberturas, que algunas son muy anchas, hay sus puentes demuy anchas y muy grandes vigas, juntas y recias y bien labradas ... " Larefinación también se presentaba en los atuendos y maneras: "la gentede esta ciudad -continuaba Cortés- es de más manera y primor en suvestir y servicio que no la otra de estas otras provincias y ciudades".

Las primeras noticias llegadas de América sobre esta civilización,encontraron en el milanés Pedro Mártir de Anglería -a diferencia deLucio Marineo Sículo-, un historiador sistemático que resaltó loexótico y lo pintoresco. De Anglería, cronista de Indias desde 1510, ymiembro de la corte de los Reyes Católicos y posteriormente del empe­rador Carlos V, trató personalmente a los primeros navegantes y con­quistadores.1O En su obra publicada en latín en 1530 bajo el título De

IOLoseruditos italianos que se incorporaron a la corte de Fernando e Isabel (y posterior­mente con Carlos V) dejaron una honda y permanente huella en la cultura española. La cortese encargó de extender esta influencia al incorporarlos en su organización. Ésta incluía tutorespara los príncipes y una escuela para los jóvenes aristócratas que estaban bajo la protección de

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Nava Orbe Decadas, describió con lujo de detalle el atuendo y las cos­tumbres -y principalmente la educación y las artes mexicas. "Estagente posee libros", manifestó azorado, y "en lo que ellos escribenson unas hojas de cierta delgada corteza interior de los árboles quese cría debajo de la corteza superior". La imagen que Anglería des­cribe, son sencillamente los sentimientos que inspiró a la vista de unhumanista europeo, la intensidad del nivel de cultura alcanzado porlos mexicas. "No solamente encuadernan los libros -decía- ... queparece que han salido de manos de hábil encuadernador," sino quepresentaban "dos caras escritas; aparecen dos páginas, y se ocultanbajo ellas otras dos como no se extienda a lo largo, pues debajo deun folio hay otros muchos folios". Paralelamente, los artículos elabo­rados por los artesanos de Indias maravillan a De Anglería: "fue unahermosura ver la variedad de joyas y anillos, no hay cuadrúpedo, niave ni pez que una vez hayan visto sus artífices, que no saquen alvivo la imagen ... en el cual el trabajo aventajaba en mucho a la mate­ria". De Anglería nunca pisó el Nuevo Mundo, por lo que otras mani­festaciones que fueron percibidas a través del olfato y la músicaquedaron fuera de su descripción.

los monarcas. Si a esto le adicionamos que la corte española practicaba el nomadismo, los usosy costumbres de la corte acabaron influyendo en el modo de vivir y en las ideas de la nobleza detoda España. Recordemos que la corte española era tan múltiple y compleja en su composición,con tropas, músicos, cocineros, talabarteros, sastres, cirujanos, empleados, profesores, científicos,tan brillante y tan grande que constituía una virtual capital andante. Los casos de Mártir y Sículoson elocuentes de las diversas vías por las que se presentaba la movilidad social en esta época. Enel caso del ilustrado Pedro Mártir, a éste le hicieron jefe de la pequeña escuela de palacio, dondese educaba al príncipe de Castilla, Juan, junto con un grupo cuidadosamente seleccionado denobles jóvenes. En el caso del siciliano Marineo Sículo, éste llegó a ser profesor de poesía y ora­toria en la Universidad de Salamanca en 1484. Nacido en el pueblecito de Vizzini y analfabetohasta los veinticinco años, aprendió a leer y escribir gracias a un sobrino, hijo de una hermana,que tuvo mejor suerte. Con gran aplicación y disciplina, Sículo progresó y llegó a recibir un puestode preceptor en Palermo. Gracias a su reputación en él, fue invitado a Salamanca. España no pre­senta un caso aislado de influencia erudita y humanista italiana. La Universidad de Cracovia intro­dujo a fines del siglo xv y principios del siglo XVI el Derecho Romano y el estudio del griego y latína través de los humanistas italianos contratados para tal efecto. También trabajaron en la cons­trucción de la catedral en esta ciudad y en el palacio de la colina Wawel. En Moscú, el zar lvánIII contrató a varios italianos en las obras finales del Kremlin, así como al famoso diseñadorAristóteles Fioraventi, quién terminó en 1479 el Uspensky Sobar. En Rusia igualmente, AntonioSolari, respetado autor de los frescos sobre la vida de San Benito en Nápoles, diseñó audazmenteen forma de prisma el palacio Granovitaia, el cual terminó en 1491. A Francia se incorporaronnumerosos artífices italianos, particularmente los que venían a añadirse a Leonardo Da Vinci(quien murió ahí en 1519) ya los arquitectos Francesco Laurana, Fra Giocondo, Giuliano da SanGalloy Doménico da Cortona. Véase a B. Vicquers (comp.), Mentalidades ocultas y científicas enel Renacimiento, Madrid, 1990 y a J. R. Hale, op. cit.

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Uno de los capitanes de Cortés, Andrés de Tapia, nos describe elentorno que rodeaba a una comida del emperador azteca Moctezuma:"a él le vienen a servir sus criados, e le traen cada vez que come másque cuatro cientos platos de vianda en que había frutas e yerbas econejos e venados e codornices e gallinas e muchos géneros de pes­cados guisados de diversas maneras, e debajo de cada plato de los quea sus servidores les parecía que él comiere, venía un braserico conlumbre". A través de su relato, así como el de Cortés y Bernal Díaz,sabemos que Moctezuma "jamás comía en cada plato más de unavez", ni se ponía dos veces la misma ropa y además lavaba su cuer­po dos veces al día.

Sobre la religión mexica, Cortés y sus capitanes entraron a uno delos templos de Tenochtitlán y quedaron admirados y perplejos por lacompleja arquitectura monumental y su base cosmogónica. Obser­varon en esta torre, dos ídolos de la altura de un ser humano y degordor de un buey cada uno, hechos de "piedra de grano bruñida" ycubiertos de nácar "pegado con betún, a manera de engrudo". Lasjoyas de oro que los adornaban así como "hombres e culebras e avese historias hechas de lugares pequeños e grandes, e esmeraldas ede amatistas". Andrés de Tapia prosigue su relato al reseñar la ve­neración de uno de los ídolos identificado como Huitzilopochtli:"más de cinco mil hombres" estaban al servicio de este ídolo, "unos máspreeminentes que otros", así "en oficios como en vestiduras". Moc­tezuma y sus ministros se levantaban a las doce de la noche enpunto, y se dirigían a él a fin de ofrecer su sangre: "el sacrificio eraverter sangre de la lengua y de los brazos e de los muslos, unas vecesde una parte y otras de otra, e mojar pajas en la sangre, e la sangree las pajas ofrecían ante un muy gran fuego de leña de roble, e luegosalían a echar incienso a la torre del ídolo". Al salir de la torre

entraron a una plaza amplísima que los impactó llena de postes enlos cuales estaban ensartadas las cabezas de los enemigos sacrifica­dos por los aztecas: "Estaba de un cabo e de otro de estas vigas dostorres hechas de cal e de cabezas de muertos, sin otra alguna piedra,e los dientes hacia afuera", y "desde lo alto de ellas hasta abajopuestos palos cuan espesos cabían, e en cada palo cinco cabezasde muerto ensartadas por las sienes en el dicho palo". Tanto Andrésde Tapia como Gonzalo de Umbría contaron los palos que tenían antesus ojos "e multiplicando a cinco cabezas cada palo de lo que entreviga y viga estaban, como dicho he, hallamos haber ciento treinta yseis mil cabezas, sin las de las torres".

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Es de notar que los europeos, condicionados a ver y pensar en tér­minos de cristianismo,ll la escena mostraba el reinado de seres diabóli­cos, a los cuales había que someter. Al mostrar poco interés por com­prender las creencias de estos pueblos, los europeos consideraron queno había más que marcar con hierro las bases elementales delcristia­nismo. La llegada de los doce frailes franciscanos a Veracruz en 1524,dio por iniciada oficialmente la conquista espiritual. Uno de ellos,Motolinía, no pudo más que asegurar que Dios había herido y castiga­do a esta tierra "así naturales como extranjeros", con diez plagas, todopor estar entregados a los dominios del príncipe de las tinieblas.

Tanto los primeros navegantes como los conquistadores españolesprovenían de una civilización en la que no sólo la devoción, sino todala calidad de la vida secular estaba permeada por la observancia cris­tiana. Incluso Erasmo aceptaba que era ideal que los papas fueran lossupremos árbitros diplomáticos entre las pugnas de las naciones euro­peas. "Es función propia -escribía en 1514- del romano Pontífice, delos cardenales, obispos y abades, conciliar las querellas de los princi­pales cristianos, ejercer su autoridad en este dominio y demostrar enqué medida prevalece el respeto por su oficio. "12

Sobre este marco de referencia, el control de la Corona sobre laIglesia en España se fue incrementando a partir de 1480. La Inqui-

llParaentonces los europeos tenían ya noticias de los templos hindúes y de los guardianes delculto de Siva (con la sutra, la triple hebra que señalaba su casta), con sus columnas fálicas. Enefecto, en 1498 llegó a Calicut la primer expedición que se hacía a vela desde Europa a la India,bajo el mando de Vasco de Gama. La narración que hace uno de los tripulantes al ingresar a estetemplo es digna de compararse con las descripciones cristianas de Cortés, Tapia y Bernal Díaz delos templos aztecas. El relator del viaje de Vasco de Gama dice de este encuentro: "Cuando lle­gamos, nos llevaron a una gran iglesia, y esto es lo que vimos. El cuerpo de la iglesia es tan grandecomo un monasterio, todo cubierto de piedra labrada y de azulejos. En la entrada principal se ele­vaba un pilar de bronce, tan alto como un mástil, en cuya punta había un pájaro, aparentementeun gallo. Además de éste, había otro pilar tan alto como un hombre y muy sólido. En el centro delcuerpo de la iglesia se levantaba una capilla, toda ella construida de piedra labrada ... , dentro decuyo santuario había una pequeña imagen que ellos decían que representaba a Nuestra Señora ...En esta iglesia dijo sus oraciones el capitán en jefe y nosotros con él. No entramos en la capilla,porque es costumbre que ciertos sirvientes de la iglesia, llamados quafis, pueden entrar. Los quafisllevan algunas hebras que les pasaban por encima del hombro izquierdo y por debajo del brazoderecho, del mismo modo como nuestros diáconos llevan la estola. Nos asperjaron con agua ben­dita y nos dieron de una tierra blanca, con la que los cristianos de este país tienen la costumbrede untarse en las frentes, pechos, alrededor del cuello y en los antebrazos. Asperjaron con aguabendita al capitán en jefe... Había muchos otros santos, que llevaban coronas, pintados en las pare­des de la iglesia. Estaban pintados de modo vario, con dientes que sobresalían una pulgada de laboca y con cuatro o cinco brazos." Esta descripción es una muestra elocuente del grado de con­fusión al que llegaron los portugueses, basándose en sus esquemas mentales, al equiparar un san­tuario hindú con una iglesia cristiana. Citado por J. R. Hale, op. cit: 253-254.

"P. S. Allen, The Age of Erasmus, Oxford U. P., 1914.

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sición, arma política valiosa, se organizó por completo bajo el mandode Torquemada en 1483.13 Tres años después, el rey Fernando logró queel papa Inocencio VIII (papa de 1484 a 1492) le otorgara una bula con­cediéndole el patronato sobre todas las iglesias que se levantaran en elrecién conquistado reino de Granada. Para 1508, los Reyes Católicosobtuvieron del Vaticano el derecho de nombramiento de todos los

beneficios en sus posesiones de ultramar.14 Y si a eso se añade la bulaInter caetera y el título de "Reyes Católicos" que les concedió a Fernan­do e Isabel el papa Alejandro VI en 1493,15 nos encontramos que elapoyo diplomático del papado a los reyes de Castilla y Aragón fuenotable. Sin embargo, los acontecimientos futuros demostraron que lospapas a través de estas concesiones sirvieron más eficazmente a su fe;y que la incorporación al cristianismo romano de todas las posesionesespañolas en América y las islas del Pacífico, así como las frecuentesmisiones de las órdenes monásticas a los países asiáticos que partieronde América, dieron un nuevo impulso a una institución severamentegolpeada por el movimiento europeo conocido como La Reforma.

La historia militar de la conquista de Tenochtitlan está divulgadaampliamente por los escritos tanto de los conquistadores que dejaron susimpresiones (Cortés, Bernal Díaz, Andrés de Tapia, Oviedo, entre otros),como las narraciones que los militares mexicas hicieron a los frailes des­pués de los electrizantes hechos épicos de 1519 a 1521. Los frailes se per­cataron pronto que era necesario estudiar las creencias rivales a fin deatacarlas en las raíces. Esta aportación de los hombres cristianos al pen­samiento universal fue una evolución de la mentalidad europea que coin­cidía con la reorientación de la Reforma, al cambiar ésta el centro deinterés de la moral a la fe.

A la introducción del control de la Iglesia católica romana sobre lasintimidades de la vida doméstica y cotidiana en los pobladores nativos dela Nueva España,16le siguió un segundo aspecto, que fue la difusión de laidea basada en que la violación de la leyera una desobediencia a Dios. Aéste se le agregaba un tercer aspecto que afectaba al modo como los

1'Henry Kamen, The Spanish 1nquisition, 1965.1'Véase R. Aubenas y Richard, LEglise et la Renaissance, 1449-1517, París, 1951.¡SAlejandro Borgia nació en Játiva, España, en 1431 y su pontificado se extendió de 1492 a

1503. Véase a M. E. Mallet, The Borgias, 1969.16Véaselas publicaciones del Seminario de Historia de las Mentalidades, formado por inves­

tigadores de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología eHistoria, el cual dedica sus esfuerzos a estudiar aspectos de las mentalidades de la NuevaEspaña. Véase entre otros el de Sergio Ortega, ed. De la Santidad a la perversión. O por qué nose cumplía la ley de Dios en la sociedad novohispana, México, Enlace-Grijalbo, 1986; y Familiay sexualidad en Nueva España, México, Sepj80-FCE, 1982.

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hombres consideraban la religión: la particular relación entre la Iglesiade Castilla y el Papado, el cual no era similar al de otros paíseseuropeos, por lo explicado en párrafos anteriores. Sobre este principiose desarrolló una evangelización que vino después de la tormenta mi­litar que desató pasiones, odios, temores, esperanzas, pero sobre todolas fuerhs materiales y espirituales que la hicieron posible.

Los misioneros penetraron en el complejo mundo de la "mentalidad"nativa a fin "de conocer las idolatrías de los indios para poder extirpar­las", en palabras del fraile Sahagún. Indudablemente, Bernardino deSahagún logra el cuadro de costumbres, creencias y artes de los antiguosmexicanos más logrado, perfecto y monumental que se haya escrito. Susbases se encuentran con sus predecesores y/o contemporáneos Olmos,Motolinía, Mendieta y Durán. Esfuerzo parcialmente infructuoso al iniciopor su poca difusión debido a la requisa que sufrió su manuscrito pormás de dos siglos (de 1577 a 1779) por órdenes primigenias del rey FelipeII. Sin embargo, su obra logró sobrevivir a las decisiones reales y es laque goza de mayor autoridad en cuanto a la cultura del México pre­cartesiano. Las imágenes vivas que emergen de este documentoson en parte por las características culturales de la lengua náhuatl enla que originalmente fue escrita. La descripción del impacto en lamentalidad indígena de la llegada de Cortés y su armada a Tenochtitlannos transporta a un mundo desconocido a través de sus informantesnáhuatls. Cortés y sus hombres ingresan a Tenochtitlan por la calzadasur como emergiendo de una horrible pesadilla: "Van siguiendo las calles-dice su informante-; van examinando con detención las casas; venconstantemente arriba a las azoteas. Igualmente también los perros, losperros de ellos, van por delante: van olfateando por todas partes en posde las huellas, andan jadeantes, jadean sin cesar." Después del comen­tario sobre los mastines viene la descripción dantesca de los caballos:

En segundo lugar, como segundo cuerpo, vienen los caballos quetraen en sus lomos a los hombres. Con sus cotas de algodón, con susescudos de cuero, con sus lanzas de hierro. En cuanto a sus espadas,penden del cuello de sus caballos. Éstos tienen cascabeles, están encas­cabelados, vienen trayendo cascabeles. Hacen estrépito los cascabeles,repercuten los cascabeles. Esos "caballos", esos "ciervos", bufan, relin­chan; sudan a mares: como agua de ellos destila el sudor. Y la espumade sus hocicos cae al suelo goteando: es como agua enjabonada conamole: gotas gordas se derraman. Cuando corren hay estruendo; hacenestrépito, se siente el ruido como si en el suelo cayeran piedras. Luego latierra se agujera, luego la tierra se hace hoyos en donde ellos pusieron supata. Por sí sola se desgarra donde pusieron mano o pata.

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El impacto simbólico de esta narración estremece la concepciónideal mexica del justo medio, el equilibrio que busca una liberacióncalculada de energías vitales que proceden del tonalli y del ihiyohi, dedonde nace la unidad entre el cuerpo y la tierra o el entorno que larodea. A la narración de Sahagún, se incorporan otras obras que talvez no poseen igual valor. Estos escritos difieren, entre otras razones,por las concepciones históricas de sus autores debido a su extracciónsocial y cultural, al tiempo en que las escribieron y en las fuentes enque se basaron. Sin embargo, todas apuntan hacia la formación de unenorme mosaico que representaban las diversas naciones indígenas.De difícil integración, desde los relatos de Landa en Yucatán y delnáufrago Cabeza de Vaca -el cual vaga por ocho años entre la Floriday la California-, el cuadro presupone un mundo nuevo que se incor­pora en toda su dimensión en el estrecho marco mental no sóloeuropeo, sino mundial.

A este mural de enormes dimensiones, quisieron darle un trato sis­temático de la información los historiadores y cronistas imperiales,empezando por Pedro Mártir de Anglería con su De Novo Orbe Decadas,hasta la Historia General de los hechos de los castellanos en las islas y

tierra firme del mar océano de Antonio de Herrera y Tordesillas, pasan­do por Francisco López de Cómara y su Hispania Victrix.

IV. EL SIGLO XVII

El siglo XVII en la Nueva España amanece con la publicación en 1606de la obra de Enrico Martínez titulada Reportorio de los Tiempos eHistoria Natural de la Nueva España; seguidor de Acosta, el cosmógrafodel rey y natural de Hamburgo, nos presenta en este escrito valiosasobservaciones astronómicas y físicas de relieve para la geografía y lahistoria natural del virreinato español. Enrico Martínez intenta disec­cionar el carácter de la población nacida y/o criada en este rincón delmundo. Los alimentos, dice, "en esta Nueva España, que como ahon­dan poco las raíces de las plantas y mieses de esta tierra, participan losfrutos y bastimentos menos de la sustancia terrestre". De ahí viene, noscomenta Martínez, que "la calidad de los nuevos alimentos crían nuevasangre y la nueva sangre produce nuevo humor, y el nuevo humornueva habilidad y condición". Martínez, hispano-alemán ilustrado,enriquece el vocabulario olfativo que le permite transcribir las observa­ciones acerca de la olfacción. Basado en el libro de las Propiedades de

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IV El siglo XVII 2 I

los Elementos de Alberto Magno,17nos habla de la composición del aire cau­sado por las "aguas represadas, el hedor de animales y sabandijas muertas,los vapores de ciénagas, muladares y lugares hediondos; todo lo cual esdañosísimo a la salud, porque así como el aire mezclado con oloresaromáticos y salutíferos recrea los espíritus y conforta el cerebro, asíestando inficionado le ofende y debilita." En este sentido, la Ciudad deMéxico favorece las condiciones -para este investigador neo-hipocrático­para que reine la putrefacción. La abundancia de inmundicias y animalesmuertos que son echados a las acequias, el crecimiento de la laguna -entiempos de lluvia- y su mengua que conlleva a dejar lama en la orilla deésta, y su combinación con los rayos solares y la vaporización "engendranmuchos gusanos y sabandijas que después mueren, y de ellas y de lamisma lama sale mal olor que, hallando el aire algo dispuesto a ello, lecorrompe". En Martínez encontramos más la traducción de la vigilanciaolfativa al lenguaje científico. Vigilancia que en él y en otros autores tienenen lo sucesivo por múltiples objetos detectar los gases y sobre todo el "airecorrupto", a fin de localizar, mediante el olfato, miasmas y venenos hastaentonces inasibles. Comentarios basados en un error que permanecerá asíhasta el triunfo en el siglo XIX de las teorías de Luis Pasteur.

Descripción igualmente de la Ciudad de México y sus alrededores laencontramos en Grandeza Mexicana de Bernardo de Balbuena. A diferen­

cia de Martínez, Balbuena refleja la suntuosidad de la ciudad recién erigi­da sobre los escombros y ruinas mexicas. Para Balbuena, los cimientos deuna nueva ciudad son la contraposición a la destrucción de la insólita yexuberante ciudad indígena descrita por Cortés y Bernal Díaz del Castillo.Sobre las descripciones en este siglo de la Ciudad de México, destaca lamaliciosa18 narración hecha y divulgada por vez primera por un cronista

l7Filósofo escolástico cristiano nacido en 1200 y probablemente muerto en 1280, fue profe­sor de las Universidades de París, Padua, Colonia y Estrasburgo.

l'De este personaje, Francisco Javier Clavijero lo descalificó por sus imprecisiones y por suexcesiva popularidad en el extranjero, diciendo: "Entre los historiadores extranjeros de México,ninguno es más célebre que el inglés Tomás Gage, al cual citan como oráculo, aunque no hayescritor de América que mienta con más descaro. Algunos se inclinan a esparcir fábulas, movi­dos por alguna pasión, como odio, amor o vanidad; pero Gage miente sólo por mentir. ¡Quéinterés pudo inducirlo a decir que los capuchinos tenían un hermoso convento en Tacubaya; queen su tiempo se erigió en Jalapa un obispado con diez mil ducados de renta; que de Jalapa fuea la Rinconada y de allí a Tepeaca en un día; que en esta ciudad hay una grande abundancia deananas y chicozapotes; que esta fruta tiene un hueso más grande que una pera; que el Desiertode los carmelitas está al noroeste de la capital; que los españoles quemaron la ciudad de Tinguezen la Quivira, y que después la reedificaron y la habitaron; que los jesuitas tenían allí su cole­gio, y otras mil mentiras groseras que en cada página se encuentran y excitan en los lectoresprácticos de aquel país, o la risa o la cólera?" F. J. Clavijero, Historia Antigua de México, México,Editorial Porrúa ("Sepan cuantos ... ", núm. 29), 1987: XXXIII.

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