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LAS REGLAS DEL MÉTODO SOCIOLÓGICO EMILE DURKHEIM Ediciones elaleph.com

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R E G L A S D E L M T O D O S O C I O L G I C O D U R K H E I M

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LAS REGLAS DEL MTODO SOCIOLGICO

ADVERTENCIA En la historia de la sociologa - ciencia surgida como tal a mediados del siglo pasado- pocas figuras quiz tengan una mayor importancia y una pareja significacin que la de mile Durkheim (I5 de abril de 1858 - 15 de noviembre de 1917). Su influencia se dej sentir en todos los mbitos de esta disciplina; en torno de l se agrup un brillante nmero de estudiosos al que se. conoce como la Escuela Sociolgica Francesa (Davy, Lvy-Bruhl, Mauss, Hubert, Bougl, Halbwachs, Fauconnet, etctera); dirigi una de las publicaciones ms importantes de la especialidad: L'Ann Sociologique, donde aparecieron monografas de valor y serios anlisis bibliogrficos de indudable fuerza orientadora.

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Por otra parte, su gravitacin sobre los socilogos de nuestro continente es innegable; muchas ctedras surgieron amparadas por sus ideas y su prestigio, y numerosos profesores an siguen enseando dentro de su mbito de ideas. De entre su rica produccin hemos estimado que LAS REGLAS DEL METODO Sociolgico es quiz la ms significativa, pues aqu prueba la especificidad del hecho social, irreductible a hechos de otras especies, y se, dan los fundamentos de una metodologa acorde con esas caractersticas. Dada la importancia del texto ofrecido, la versin realizada sobre la base de la de Antonio Ferrer y Robert, fue cuidadosamente cotejada con el texto de la 10 edicin francesa, LES REGLES DE LA A7THODE SOGIOLQGIQUE (Pres Universitaires de France; Pars, 1947). BIBLIOGRAFA FUNDAMENTAL: De la Division du travail social (1893); hay versin castellana. Le suicide (tude de Sociologie) (1897); hay versin castellana.

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Les formes lmentaires de la vie religieuse (Le Systme totmique en Australie) (1912). Adems, tambin aparecieron vertidos a nuestro idioma, entre otros: La Educacin Moral; Sociologa y Filosofa; etctera. Es innumerable la cantidad de datos y referencias que, acerca de Durkheim, pueden encontrarse en libros, ensayos, diccionarios, y repertorios de la especialidad. En el volumen de H. ALPERT, Durkheim (Ed. Fondo de Cultura Econmica; Mxico, 1945, traduccin de Jos Medina Echavarra) adems de un circunstanciado estudio de la vida y obra de este pensador, encontrar el lector interesado dos apndices; uno, "Bibliografa de Durkheim" (probablemente la ms extensa y cuidada que haya aparecido a la fecha); el otro, "Bibliografa escogida de obras sobre Durkheim y su sociologa", donde se recogen los ms significativos, trabajos l referidos. PEDRO DANIEL MENDOZA

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PREFACIO Se est tan poco acostumbrado a tratar cientficamente los hechos sociales, que alunas de las proposiciones contenidas en este libro quiz sorprendern al lector. Y, sin embargo, si existe una ciencia de las sociedades, hay derecho a esperar que sea algo ms que una simple parfrasis de los prejuicios tradicionales, a que nos haga ver las cosas de una manera diferente de como se manifiestan al vulgo; pues el objeto de toda ciencia es realizar descubrimientos, y todo descubrimiento desconcierta ms o menos las opiniones recibidas. A menos, pues, de otorgar, en sociologa, al sentido comn una autoridad, que hace tiempo ha perdido en las dems ciencias - y no se comprende de dnde podra provenir tal autoridad -, es preciso que el estudioso se resuelva a no dejarse intimidar por el6

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resultado de sus investigaciones, si stas son hechas metdicamente. Si el buscar la paradoja es propio del sofista, el evitarla, cuando la imponen los hechos, es de espritus sin coraje o sin fe en la ciencia. Por desgracia, es ms fcil admitir esta regla en principio y tericamente, que el aplicarla con perseverancia. Estamos todava demasiado acostumbrados a resolver todas estas cuestiones segn las sugestiones del sentido comn, para que podamos tenerlo a distancia en las discusiones sociolgicas. En el preciso momento en que nos creemos liberados de su influencia, nos impone su juicio sin que nos demos cuenta de ello. Slo una larga y especial prctica, puede evitar tales debilidades. Esto es lo que deseamos que el lector no pierda de vista. Que no olvide nunca que las maneras de pensar a las cuales est ms habituado, son Mas G bien contrarias que favorables al estudio cientfico de los fenmenos sociales, y, por consiguiente, hemos de recomendarle que se ponga en guardia contra sus primeras impresiones. Si se abandona a ellas sin resistencia, se expone a juzgarnos sin comprendernos. De esta manera, podra suceder que nos acusara de dejar sin castigo el crimen, con el pretexto de que hacemos de que hacemos de l un fenmeno de7ESTE LIBRO FUE AUTORIZADO POR ELALEPH.COM PARA EL USO EXCLUSIVO DE PRISCILA HEREDIA ([email protected])

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sociologa normal. La objecin sera, sin embargo, pueril; pues si es normal quo- en toda sociedad se cometan crmenes, no lo es menos que sean castigados. La institucin de un sistema represivo no es un hecho menos universal que la existencia de una criminalidad, ni menos indispensable a la salud colectiva. Para que no hubiese crmenes sera preciso un nivelamiento de las conciencias individuales que, por razones que daremos ms adelante, no es posible ni deseable; pero para que no hubiese represin seria necesario una ausencia de homogeneidad moral. inconciliable con la existencia de una sociedad. Slo que, partiendo del hecho de que el crimen es detestado y detestable, el sentido comn deduce equivocadamente, que nunca. desaparecer demasiado. Con su simplicismo ordinario, no concibe que una cosa que repugna pueda tener alguna razn de ser til, y, sin embargo, no hay en todo esto ninguna contradiccin. No existen en el organismo funciones repugnantes cuyo funcionamiento regular es necesario a La salud individual? Acaso no detestamos el sufrimiento? Y, sin embargo, el ser que no lo conociera sera un monstruo. El carcter normal de una cosa y los sentimientos de repugnancia que inspira, hasta pue8

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den llegar a ser solidarios. Si el dolor es un hecho normal, es a condicin de no ser amado; si el crimen es normal, es a condicin de ser odiado. Nuestro mtodo no tiene, pues, nada de revolucionario. En cierto sentido, es hasta esencialmente conservador, pues considera los hechos sociales como cosa, cuya naturaleza, por flexible, y maleable que sea, no es, sin embargo, modificable a voluntad. Cunto ms peligrosa es la doctrina que no ve en los hechos sociales sino el producto de combinaciones mentales, que un sencillo artificio dialctico puede en un momento trastornar completamente! Adems, como se est habituado a representarse la vida social como el desarrollo lgico de conceptos ideales, se juzgar, quiz, grosero un mtodo que hace depender la evolucin colectiva de condiciones objetivas definidas en el espacio, no siendo tampoco imposible que se nos Tache de materialistas. Sin embargo, podramos reivindicar ms justamente la calificacin contraria. Pues acaso no est contenida la esencia del espiritualismo, en la idea de que los fenmenos psquicos no pueden derivarse inmediatamente de los fenmenos orgnicos? Ahora bien; nuestro mtodo no es, en parte, ms que una aplicacin de este principio a los hechos socia9

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les. As como los espiritualistas separan el reino psicolgico del biolgico, nosotros establecemos tambin la necesaria separacin entre el primero y el social; como ellos, no queremos explicar lo ms complejo por lo ms simple. Sin embargo, hablando con precisin, no nos conviene exactamente ninguno de los calificativos; el nico que aceptamos es el de racionalista, En efecto; nuestro objetivo principal es extender el racionalismo cientfico a la conducta humana, haciendo ver que considerada en el pasado, es reductible a relaciones de causa y efecto, que una operacin no menos racional puede transformar ms tarde en reglas de accin para el porvenir. Lo que se llam nuestro positivismo, es una consecuencia de ste racionalismo. Para comprender y dirigir el curo de los hechos, slo se puede prescindir de ellos en la medida en que se los considere irracionales. Si son por completo inteligibles, bastan a la ciencia y a la prctica; a la ciencia, porque entonces no existe ningn motivo motivo para buscar fuera de ellos su razn de ser; a la prctica, porque su valor til es una de estas razones. Creemos, pues, que especialmente en nuestro tiempo de renaciente misticismo, semejante empresa puede y debe ser acogida sin inquietud y hasta con simpata por todos10

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aquellos que, aunque no estn conformes con todos nuestros puntos de vista, comparten nuestra `fe en el porvenir de la razn.

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PREFACIO DE LA SEGUNDA EDICIN La primera edicin de este libro, promovi controversias bastante vivas. Como desconcertadas, las ideas corrientes resistieron en un principio de una manera tan enrgica, que casi nos fue imposible hacernos entender. Sobre aquellos mismos puntos en que nos habamos explicado de la manera ms explcita, se nos achac gratuitamente opiniones que nada tenan de comn. con las nuestras, y se crey refutarnos al refutarlas. Aun cuando afirmbamos varias veces que la conciencia, tanto individual como social, no era para nosotros nada sustancial, sino nicamente un conjunto, ms o ,menos sistematizado, de fenmenos sui gneris, tachsenos de realismo, y de ontologismo. Cuando sostuvimos expresamente y repetido de todas las maneras que la vida social est completamente constituida por re12

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presentaciones, se nos acus de eliminar de la sociologa el elemento mental. Se lleg hasta el extremo de restaurar, en contra nuestra, procedimientos de discusin que se podan creer definitivamente desaparecidos. Se nos imput, en efecto, ciertas opiniones por nosotros nunca sostenidas, con el pretexto de que estaban "conformes con nuestros principios". La experiencia, sin embargo, haba evidenciado todos los peligros de aquel mtodo que, permitiendo construir arbitrariamente los sistemas que se discuten, permite tambin triunfar de ellos sin mucha pena. No creemos pecar de exagerados si afirmamos que las resistencias disminuyeron progresivamente. Sin duda, no se admiten an todas nuestras proposiciones. Pero no nos admiramos ni quejamos de estas saludables disputas; es evidente, en efecto, que nuestras frmulas estn destinadas a ser reforzadas en el porvenir. Resumen de una prctica personal forzosamente limitada, debern evolucionar necesariamente a medida que se vaya adquiriendo una experiencia ms extensa y profunda de la realidad social. Adems, el mtodo slo puede ser provisional, pues los mtodos cambian a medida que la ciencia adelanta.13

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Es evidente que en estos ltimos aos, a pesar de la oposicin encontrada, la causa de la sociologa objetiva, especfica y metdica, ha ido ganando terreno sin interrupcin. La fundacin de L'Anne Sociologique contribuy en mucho a este resultado. Por abrazar todo e dominio de la ciencia, L'Anne, mejor que ninguna obra especial, pudo dar una idea de lo que la sociologa debe y puede devenir. De esta manera se ha podido ver que la sociologa no estaba condenada a ser una rama de la filosofa general, y que. de otra parte, poda entrar en contacto con el detalle de los hechos sin degenerar en pura erudicin. Aprovechemos esta ocasin para rendir nuestro homenaje - homenaje siempre plido- a la actividad y desinters de nuestros colaboradores; gracias a ellos se pudo intentar y continuar esta demostracin por el hecho. Sin embargo, por reales que sean estos progresos, es indiscutible que los errores y confusiones pasados, no desaparecieron por completo. Por esto queremos aprovechar esta segunda edicin para aadir algunas explicaciones a las ya dadas, responder a ciertas crticas y aportar algunas precisiones sobre algunos puntos.

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I Nuestra afirmacin de que los hechos sociales deben ser tratados como cosas - afirmacin que constituye la base de nuestro mtodo -, es, quiz, la que encontr entre todas, la mayor oposicin. Se ha considerado paradjico e indigno que asimilramos las realidades del mundo social a las realidades del mundo exterior. Y, sin embargo, todo esto era un simple equvoco sobre el sentido y alcance de esta asimilacin, cuyo objeto no es rebajar las formas superiores del ser a las formas inferiores, sino por el contrario, reivindicar para las primeras un grado de realidad por lo menos igual a aquel que todo el mundo reconoce a las segundas. Nosotros no decimos, en efecto, que los hechos sociales son cosas materiales, sino cosas con el mismo derecho que las cosas materiales, aunque de otra manera. Qu es una cosa? La cosa se opone a la idea, como lo que s conoce exteriormente de lo que se conoce interiormente. Es cosa todo obeso de conocimiento que no es naturalmente comprensible a la inteligencia; todo aquello de lo cual no podemos tener una nocin adecuada por un simple procedi15

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miento de anlisis mental; todo aquello que el espritu slo puede llegar a comprender a condicin de salir de s mismo por va de observaciones v de experimentaciones, pasando progresivamente de los caracteres ms exteriores y ms inmediatamente accesibles a los menos visibles y ms profundos. Tratar hechos de un cierto orden como cosas, no es, pues, clasificarlos en tal o cual categora de lo real, es observar con ellos una determinada actitud mental. Es abordar su estudio, partiendo del principio de que se ignorara de manera absoluta lo que son, y que sus propiedades caractersticas, al igual que las causas desconocidas de que dependen. no pueden ser descubiertas ni siquiera por la introspeccin ms atenta. Definidos los trminos de esta manera, lejos de ser nuestra proposicin una paradoja, podra casi pasar por una verdadera perogrullada si no fuera todava tan olvidada por las ciencias que tratan del hombro, y especialmente por la sociologa. En efecto: en este sentido puede afirmarse que todo objeto de ciencia es una cosa. con excepcin. quiz. de los objetos matemticos; pues por a lo que a estos se refiere, como somos nosotros mismos quienes los construyen, desde los ms sencillos a los16

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ms complejos, para saber lo que son, basta meternos en nuestro yo v analizar interiormente el proceso mental de donde provienen. Pero desde el momento en que se trata de hechos propiamente dichos, cuando tratamos de hacer con ellos ciencia, son necesariamente para nosotros. incgnitas, cosas ignoradas, pues la representacin que se haya podido tener de ellas en la vida, como se formaron sin mtodo ni crtica, carecen de todo valor cientfico y deben ser descartadas. Los mismos hechos de la psicologa individual presentan este carcter y deben considerarse desde el mismo punto de vista. En efecto; aunque sean interiores por definicin, la conciencia que de ellos tenemos no nos revela su naturaleza interna ni su gnesis. La conciencia nos los hace conocer hasta un cierto punto, pero de la misma manera que las sensaciones nos revelan el color o la luz, el sonido o la electricidad; recibimos impresiones confusas, pasajeras, subjetivas, pero no nociones claras y distintas, conceptos explicativos. Precisamente por esta razn se ha fundado en el siglo XIX una psicologa objetiva, cuya regla fundamental es estudiar los hechos mentales exteriormente, es decir, como cosas. Con mayor razn debe suceder lo mismo con los hechos sociales, pues la17ESTE LIBRO FUE AUTORIZADO POR ELALEPH.COM PARA EL USO EXCLUSIVO DE PRISCILA HEREDIA ([email protected])

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conciencia no puede tener ms competencia para conocer estos hechos que para conocer su vida propia. Se nos objetar que siendo obra nuestra, bastar con tener conciencia de nosotros mismos para saber qu son y cmo estn formados. Pero, en primer lugar, observaremos que la mayor parte de las instituciones sociales provienen, completamente formadas, de las generaciones anteriores; nosotros no tuvimos la menor parte en su formacin, y, por consiguiente, no es interrogndonos como podremos descubrir las causas que las engendraron. Adems, aun cuando hayamos colaborado en su gnesis, apenas entrevemos - y todava esto de una manera confusa y casi siempre inexacta- las verdaderas razones que nos impulsaron a obrar y la naturaleza de nuestra accin. Hasta cuando se trata de nuestra conducta privada, conocemos muy imperfectamente los mviles relativamente simples que nos guan; nos creemos desinteresados, cuando obramos como egostas; creemos obedecer al odio, cuando cedemos al amor, a la razn, cuando somos esclavos de prejuicios irracionales, etctera. Cmo podramos, pues, tener la facultad de discernir con mayor claridad las causas ms complejas de que procede la manera de obrar colectiva? En lo colecti18

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vo, cada hombre slo interviene en una nfima parte; cada uno de nosotros tiene una multitud de colaboradores, y lo que pasa en los dems nos es desconocido. Nuestra regla no implica, pues, ninguna concepcin metafsica, ninguna especulacin sobre el fondo de los seres. Lo que s exige es que el socilogo ponga su espritu al nivel del fsico, del qumico, del fisilogo, cuando se aventuran en una regin, todava inexplorada, de su dominio cientfico. Es preciso que al penetrar en el mundo social se haga cargo de que penetra en lo desconocido; es necesario que se sienta frente a hechos cavas leyes, son tan poco sospechadas como podan serlo las de la vida, cuando la biologa an no estaba constituda; es preciso que se prepare a hacer descubrimientos que le sorprendern y le desconcertarn. Y es necesario que la sociologa alcance este grado de madurez intelectual. Mientras que el sabio que estudia la naturaleza fsica tiene idea de la resistencia que sta le opone y se hace cargo de lo que le costar el triunfo, parece que el socilogo se moviese en medio de cosas inmediatamente transparentes para el espritu; a esta conclusin llegamos despus de observar la facilidad con que resuelve las cuestiones19

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ms oscuras. En el estado actual de la ciencia. ni siquiera sabemos qu son, realmente, las principales instituciones sociales, como el Estado, la familia, el derecho de propiedad, el contrato, la pena, la responsabilidad, cte; ignoramos casi completamente las causas de que dependen. las funciones que cumplen, las leves de su evolucin; apenas si cobre determinadas materias comenzamos a vislumbrar algunos puntos luminosos. Y, sin embargo. basta echar una ojeada sobre las obras de sociologa, para ver lo rara que es la idea de esta ignorancia y de estas dificultades. No solamente el socilogo se considera como obligado a dogmatizar a la vez sobre todos los problemas, sino que con algunas pginas o con algunas frases, cree haber penetrado en la esencia misma de los fenmenos ms complejos. La consecuencia es que tales teoras no expresan los hechos, imposibles de agotar con tanta rapidez, sino. la prevencin que de ellos tena el autor antes de comenzar la investigacin. Sin duda, la idea que nos forjamos de las prcticas colectivas, de lo que son o de lo que deben ser, es un factor de su desarrollo. Pero esta idea misma es un hecho que para ser convenientemente determinado debe tambin ser estudiado objetivamente. Y esto porque lo que importa conocer no es20

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la manera como tal o cual pensador se representa individualmente una institucin, sino la concepcin que de ella se form el grupo; esta concepcin es la, nica socialmente eficaz. Ahora bien, dicha concepcin no puede conocerse por la simple observacin interior, pues no se encuentra toda entera en ninguno de nosotros; es necesario, por tanto, buscar algunos signos exteriores que la hagan sensible. Adems, es evidente que no se ha engendrado de la nada, sino que es un efecto de causas externas que es preciso conocer para poder apreciar su papel en el porvenir. Hgase lo que se haga, hay que volver siempre al mismo mtodo. II Otra proposicin no menos vivamente discutida que la precedente, es la que presenta los fenmenos sociales como exteriores a los individuos. Se nos admite hoy da - y esto todava casi por la fuerza que los hechos de la vida colectiva y de la vida individual son, en cierta manera. heterogneos: y hasta podemos afirmar que sobre este punto, las opiniones estn en camino de armonizarse, si no de una manera unnime, por lo menos, en su mayor parte.21

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Casi ningn socilogo niega a la sociologa una total especificidad. Pero el hecho de estar integrada la sociedad solamente por individuos, deduce el sentido comn que la vida social no puede tener otro sustracto que la conciencia individual; de otra manera le parece que flota en el vaco. Sin embargo, lo que se cree fcilmente inadmisible cuando se trata de los hechos sociales, est generalmente admitido en los dems reinos de la Naturaleza. Siempre que al combinarse distintos elementos, originan por su misma combinacin fenmenos nuevos, hay que reconocer que estos fenmenos no provienen de los elementos, sino del todo formado por su unin. La clula viva. slo contiene partculas minerales, de la misma manera que la sociedad slo contiene in individuos: y, sin embargo, es evidente mente imposible que los fenmenos caractersticos de la vida residan en los tomos de hidrgeno, oxgeno, carbono y nitrgeno. Cmo podran producirse los movimientos vitales, en el seno de elementos no vivientes? Adems, cmo se repartiran entre ellos las propiedades biolgicas? Estas propiedades no podran encontrarse igualmente en todos, pues no son de la misma naturaleza; el carbono, no es el nitrgeno, y,22

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por consiguiente, no puede tener las mismas propiedades, ni desempear el mismo papel. No es menos inadmisible que cada aspecto de la vida, cada uno de sus principales caracteres, se encarnara en un grupo diferente de tomos. La vida no puede descomponerse de esta manera; la vida es una, y, por consiguiente, slo puede tener por asiento la substancia viviente en su totalidad. La vida est en el todo, no en las partes. No son las partculas no vivientes de la clula; las que se nutren, se reproducen, en una palabra. las que viven; es la clula misma y slo ella. Y lo que decimos de la vida, podramos repetirlo de todas las sntesis posibles. La dureza del bronce no reside en el cobre, ni en el estao, ni en el plomo que sirvieron para formarlo y que son en s mismos cuerpos blandos y flexibles. sino en su mezcla. La fluidez del agua, sus propiedades alimenticias y las dems que posee, no residen en los dos gases que la integran, sino en la substancia compleja que forman al asociarse. Apliquemos este principio a la sociologa. Si, como se admite esta sntesis sui gneris, que constituye toda sociedad, produce fenmenos nuevos, diferentes de los engendrados en las conciencias individuales, hay que admitir que estos hechos espe23

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cficos residen en la misma sociedad que los produce y no en sus partes. es decir, en sus miembros. En este sentido son, pues, exteriores a las conciencias individuales consideradas como tales, de la misma manera que los caracteres distintivos de la vida son exteriores a las substancias minerales que componen el ser vivo. No se los puede reducir a los elementos sin contradecirse, pues, por definicin, suponen algo diferente de lo que contienen dichos elementos. De esta manera, y por una razn nueva, queda justificada la separacin que establecimos antes entre la psicologa propiamente dicha, o ciencia del individuo mental y la sociologa. Los hechos sociales y los psquicos no difieren solamente en calidad, sino que tienen, otro sustracto, no evolucionan en el mismo medio, no dependen de las mismas condiciones. Esto no quiere decir que en cierto sentido no sean psquicos, pues todos consisten en maneras de pensar o de obrar. Pero los estados de 1a conciencia colectiva no son de igual naturaleza que los estados de la conciencia individual; son representaciones de otra clase. La mentalidad de los grupos no es la de los particulares, sino que tiene sus leyes propias. Ambas ciencias son, pues, tan netamente distintas como pueden serlo24

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dos ciencias, sean cuales fueren, de otra parte. las relaciones que pueden sostener entre s. Sobre este punto, es preciso hacer una distincin que contribuir, quiz, a ilustrar esta controversia. Que la materia, de la vida social no pueda explicarse por factores puramente psicolgicos, es decir, por estados de la conciencia individual, es para nosotros completamente evidente. En efecto las representaciones colectivas manifiestan cmo se piensa el grupo en sus relaciones con los objetos que lo afectan. Ahora bien. el grupo est constituido de manera distinta que el individuo, las cosas que lo afectan son de otra naturaleza. Representaciones une no expresan los mismos sujetos. ni los mismos objetos. no pueden depender de las mismas causas. Para comprender cmo la sociedad se representa a s misma v al mundo que la rodea, es preciso considerar la naturaleza de esta sociedad. no la de los particulares. Los smbolos bajo los cuales se piensa a s misma cambian de acuerdo a lo que es. Por ejemplo, si se considera como engendrada por un animal epnimo, e: seal de que integra uno de esos grupos especiales que se llaman clanes. Donde el animal es reemplazado por un antepasado humano,25

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pero igualmente mstico, es que el clan ha cambiado de naturaleza. Si por encima de las divinidades locales o familiares, imagina otras de las cuales cree depender, es que los grupos locales y familiares de que est compuesta. tienden a concentrare y a unificarse; y el grado de unidad que presenta un panten religioso. corresponde al grado de unidad que en ese momento tiene la sociedad. Si condena determinadas formas de conducta, es que hieren algunos de sus sentimientos, fundamentales; y estos sentimientos dependen de su constitucin. de la misma manera que los del individuo de su temperamento fsico v de su organizacin mental. Y de esta manera, aunque la psicologa individual no tuviera secretos para nosotros. no podra darnos la solucin de ninguno de estos problemas, pues se refieren a rdenes de hechos que ignora. Pero una vez reconocida esta heterogeneidad, cabe preguntarse si las representaciones individuales y las representaciones colectivas no se asemejan, sin embargo, por el hecho d, ser unas y otras igualmente representaciones; y si, a consecuencia de esta,: semejanzas. no tendrn ambos reinos alunas leyes abstractas comunes. Los mitos, las leyendas populares, las concepciones religiosa; de toda clase,26

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las creencias morales, cte., expresan una realidad distinta de la individual; pero podra suceder que la manera ele atraerse o de repelerse. de agregarse o separarse, fuera independiente de su contenido, Y se basara nicamente en su cualidad general de representaciones. Y estando en todo constituidas de una manera diferente, en sus relaciones mutuas se comportaran como las sensaciones, las imgenes o las ideas en el individuo. No podra ser, en efecto, que la contigidad y la semejanza, los contrastes y los antagonismos lgicos obraran de la misma manera, fueren cuales fueren las cosas representabas? De esta manera, se llega a concebir la posibilidad de una psicologa completamente formal. que sera algo as como un terreno comn de la psicologa individual y de la sociologa, y en esto estriba, quiz, la cansa del escrpulo que sienten algunos espritus para distinguir con mucha nitidez ambas ciencias. Hablando con rigor, en el estado actual de nuestros conocimientos. planteada la cuestin de esta manera, es imposible resolvera categricamente. En efecto, de una parte, cuanto sabemos acerca de la manera de combinarse las ideas individuales se reduce a algunas proposiciones, muy generales y vagas. que se llaman habitualmente leves de27ESTE LIBRO FUE AUTORIZADO POR ELALEPH.COM PARA EL USO EXCLUSIVO DE PRISCILA HEREDIA ([email protected])

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la asociacin de ideas. Todava conocemos menos las leve, relativas a la ideacin colectiva. La psicologa social, que debera tener por misin determinarlas, casi no es ms que una palabra que designa toda suerte de generalidades, variadas e imprecisas, y sin objeto definido. Lo oportuno sera investigar, mediante la comprobacin de los mitos, de las leyendas y de las tradiciones populares, de las lenguas, la manera cmo las representaciones sociales se atraen y se excluyen, se fusionan o distinguen, entre s, cte. Si el problema es digno de tentar la curiosidad de los estudiosos, pudese afirmar que casi no fue abordado; y en tanto no se hayan encontrado algunas de estas leyes, ser evidentemente imposible saber con certeza si repiten o no las de la psicologa individual. Sin embargo, a falta de una certeza absoluta, es por lo menos probable que, si existen semejanzas entre estas dos clases de leves, sus diferencias no deben ser menos pronunciadas. Parece, en efecto, inadmisible que la materia integrante de las representaciones no obre sobre sus maneras de combinarse. Es verdad que los psiclogos hablan muchas veces de las leyes de la asociacin de ideas, como si fueran las mismas para todas las especies de repre28

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sentaciones individuales. Pero esto no puede admitirse; las imgenes no se combinan entre s en la misma forma que las sensaciones, ni los conceptos como las imgenes. Si la psicologa estuviera ms adelantada, comprobara, sin duda alguna, que cada categora de estados mentales tiene sus leves formales propias. Esto supuesto, a fortiori debe suponerse que las leyes del pensamiento social sean tan especficas como las del pensamiento mismo. Y en efecto. por poco habituado que estemos en el sentido de este orden de hechos, es difcil no advertir la idea de esta especificidad. No es acaso esta especificidad la causa de que nos parezca tan extraa la manera especial cmo las concepciones religiosas (que son ante todo colectivas), se mezclan o se separan, se transforman unas en otras, originando compuestos contradictorios, que contrastan con los productos ordinarios de nuestro pensamiento privado? Del hecho de que sea probable que algunas leyes de la mentalidad social recuerden, efectivamente, otras establecidas por los psiclogos. no debe deducirse que las primeras sean un simple caso particular de las segundas, sino que entre unas y otras, al lado de diferencias ciertamente importantes, existen semejanzas que la abstraccin podr29

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poner en claro, aunque hoy da sean desconocidas. Es decir, que en ningn caso, la sociologa, podr tomar pura y simplemente, de la psicologa, ninguna de sus proposiciones, para aplicarla sin modificaciones a los hechos sociales, sino que todo el pensamiento colectivo, tanto en su forma como en su materia, debe ser estudiado en s mismo, por s mismo, con la idea de lo que tiene de especial, dejando para el porvenir el dilucidar la medida en que se asemeje al pensamiento de los particulares. Este problema pertenece ms bien a la filosofa general y a la lgica abstracta, que al estudio cientfico de los hechos sociales. III Rstanos decir algunas palabras sobre la definicin, que dimos de los hechos sociales, en el primer captulo de esta obra. Afirmamos que son maneras de hacer o de pensar, reconocibles por la particularidad de que son susceptibles de ejercer una influencia coercitiva sobre las conciencias particulares. Sobre este punto se ha producido una confusin, que es preciso hacer resaltar.

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Se est de tal manera acostumbrado a aplicar a las cosas sociolgicas las formas del pensamiento filosfico, que no pocas veces se vio en esta definicin preliminar una especie de filosofa del hecho social. Se ha dicho que explicbamos los fenmenos sociales por la coaccin, de la misma manera que Tarde los explica por la imitacin. Nunca tuvimos tal ambicin, ni soamos jams con que nadie podra algn da atriburnosla; tan contrario es a todo mtodo! Lo que nos propusimos no fue anticipar filosficamente las conclusiones de la ciencia, sino indicar simplemente con qu signos exteriores es posible reconocer los hechos que debe tratar, a fin de que el estudioso pueda conocerlos donde se encuentren y no los confunda con otros. Trataba de delimitar lo mejor posible el campo de investigacin, no de abarcarlo en una especie de intuicin exhaustiva. De otra parte, aceptamos gustosos el reproche que se nos hizo de no expresar en nuestra definicin todos los caracteres del hecho social, y, por consiguiente, de no ser la nica posible. Ido consideramos inconcebible que pueda ser caracterizado de distintas maneras, pues no existe razn alguna para que slo posea una propiedad distintiva a. Lo que importa es escoger lo que parezca mejor,31

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para el fin propuesto. Hasta es muy posible emplear al propio tiempo muchos criterios, segn las circunstancias. Esto es lo que en distintas ocasiones hemos reconocido ser necesario para la sociologa, pues en algunos casos, cl carcter coactivo no es fcilmente perceptible (vase pg. 40). Como se trata de una definicin inicial. hay, que procurar que las caractersticas a emplear, sean inmediatamente discernibles, y puedan ser fijadas antes de la investigacin. Y esta condicin no la llenan las definiciones que algunos han opuesto a la nuestra. Se dijo. por ejemplo, que hecho social es "todo lo que se produce en y por la sociedad", o todava "lo que de alguna manera interesa y afecta al grupo". Pero con todo esto, slo cuando la ciencia est bastante adelantada se puede llegar a saber si la sociedad es o no la causa de un hecho, o si este hecho produce efectos sociales. Con tales definiciones no ser posible determinar el objeto de la investigacin que comienza. Para que puedan utilizarse, es necesaria que el estudio de los hechos sociales est bastante adelantado y por consiguiente, arte se Nava descubierto ante un medio para reconocerlos all donde se encuentren.

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Mientras unos encontraron nuestra definicin demasiado estrecha, otros la han tildado excesivamente amplia, pues en su opinin, comprende casi todo lo real. En efecto, se ha dicho, todo medio fsico ejerce una coaccin sobre los seres que sufren su accin, pues en cierta medida estn obligados a adaptarse a l. Pero entre estas dos formas de coaccin, existe la misma diferencia que separa un medio fsico de un medio moral. La presin ejercida por uno o ms cuerpos sobre otros o hasta sobre voluntades, no pueda confundirse con la que ejerce la conciencia de un grupo sobre la conciencia de sus miembros. Lo especial de la coaccin social, consiste en no deberse a determinadas combinaciones moleculares, sino al prestigio de que estn investidas ciertas representaciones. Es verdad que las costumbres, individuales o hereditarias, presentan desde ciertos puntos de vista esta misma propiedad. Estas costumbres nos dominan y nos imponen creencias o prcticas Solamente que nos dominan por dentro, pues estn enteras en cada ano de nosotros. Por el contrario, las creencias y las prcticas sociales obran sobre nosotros desde el exterior; como se ve, la influencia ejercida por unas y otras es. en el fondo, muy diferente.33

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De otra parte, no hay para qu admirarse que los fenmenos de los otros reinos de la naturaleza, presenten, bajo otras formas. el mismo carcter que nos sirvi para definir los fenmenos sociales. Esta similitud proviene sencillamente de que anos y otros son cosas reales. Y esto porque todo lo real tiene una naturaleza definida que se impone, con la cual es preciso contar. v que, aun cuando se la llegue a neutralizar, nunca queda completamente vencida. Y, en el fondo, ceta es una de las notas esenciales que presenta la nocin de coaccin social. Puse todo lo que implica. estriba en que las maneras colectivas de obrar o de pensar tienen una realidad independiente de la de los individuos, la cual se conforma a aqulla en todos los momentos. Son cosas que tienen su existencia propia. El individuo las encuentra completamente formadas. y no puedo hacer que no sean o que sean de otra manera de lo que son; est, pues, obligado a tenerlas en cuenta, y le es tanto ms difcil (no decimos imposible) modificarlas. por cuanto, en Prados diversos. participan de la supremaca material v moral que la sociedad tiene sobre sus miembros. Claro est, que el individuo interviene en su gnesis, pero para que exista un hecho social, es preciso que machos individuos hayan combinado34

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por lo menos, su accin, y que esta combinacin engendre algn producto nuevo. Y como esta sntesis se realiza fuera de nosotros (pues entran en ella una pluralidad de conciencias), tiene necesariamente por efecto fijar, instituir fuera de nosotros, determinadas maneras de obrar y determinados juicios, que no dependen de cada voluntad particular tomada separadamente. Como se ha hecho notar, existe una palabra, que amplificando un poco su sentido ordinario, expresa bastante bien esta manera de ser muy especial; nos referimos a la palabra institucin. Sin desnaturalizar el sentido de esta expresin, se puede, en efecto, llamar institucin, a todas las creencias y a todas las formas de conducta institudas por la colectividad; la sociologa podra, por tanto, definirse como la ciencia de las instituciones, de su gnesis y de su funcionamiento. Respecto a las otras controversias que suscit esta obra, nos parece intil decir algo sobre ellas, pues no hacen referencia a nada esencial. La orientacin general del mtodo no depende de los procedimientos que se prefieran emplear, ya para clasificar los tipos sociales, ya para distinguir lo normal de lo patolgico. Adems, estas discusiones se originan casi siempre por admitir, o admitir con35

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reservas, nuestro principio fundamental, la realidad objetiva de los hechos sociales. Es, pues, sobre este principio donde todo se fundamenta y reduce. Por esto nos ha parecido conveniente subrayarlo una vez ms, separndolo de toda cuestin secundaria. Estamos seguros de que atribuyndole esta preponderancia nos mantenemos fieles a la tradicin sociolgica; pues en el fondo, la sociologa ha surgido toda entera de esta concepcin. En efecto, esta ciencia slo poda nacer el da en que se presinti que los fenmenos sociales, aun sin ser materiales, no dejan por eso de ser cosas reales que permiten su estudio. Para poder llegar a pensar que era posible investigar lo que son, era preciso haber comprendido que eran de una manera definida, que tenan una manera de ser constante, una naturaleza que no depende del arbitrio individual y de la cual derivan las relaciones necesarias. Tambin la historia de la sociologa no es sino un largo esfuerzo para precisar esta idea, profundizarla y desarrollar todas las consecuencias que implica. Pero a pesar de los grandes progresos realizados en este sentido, en el curso de este libro se ver que quedan todava numerosas supervivencias del postulado antropocntrico, que aqu, como en otras partes, dificulta el camino de la36

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ciencia. El hombre no puede conformarse con renunciar a aquel poder ilimitado que desde hace tanto tiempo se atribuy sobre el orden social, y, de otra parte, le parece que, si existen verdaderamente fuerzas colectivas, est necesariamente condenado a sufrirlas, sin poderlas modificar. Por esto se inclina a negarlas. Es intil que repetidas experiencias le hayan enseado que esta omnipotencia, en cuya ilusin vive complacido, fue para l una causa de debilidad; que su imperio sobre las cosas, slo ha comenzado realmente a partir del momento en que reconoci que tienen una naturaleza propia y se resign a buscar en ellas lo que son. Desterrado de las dems ciencias, este lamentable prejuicio se sostiene obstinadamente en la sociologa. No hay, pues, tarea ms urgente que tratar de eliminarlo definitivamente de nuestra ciencia, tal es el objeto principal de nuestros esfuerzos.

37ESTE LIBRO FUE AUTORIZADO POR ELALEPH.COM PARA EL USO EXCLUSIVO DE PRISCILA HEREDIA ([email protected])

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INTRODUCCIN Hasta el presente, los socilogos se han preocupado muy poco de caracterizar y definir el mtodo que aplican al estudi de los hechos sociales. En las obras sociolgicas de Spencer, el problema metodolgica es desconocido; la Introduccin, a la ciencia social, cuyo ttulo hace concebir algunas ilusiones, est consagrada a demostrar las dificultades y la posibilidad de la sociologa, no a la exposicin de los procedimientos que debe emplear. Es verdad que Mil se preocup mucho de esta cuestin, pero se limita a criticar lo dicho por Comte, sin aadir nada personal. Un captulo del Cours de philosophie positive, es casi el nico estudio original e importante que tenemos sobre esta materia. Este descuido aparente, no tiene, por otra parte, nada de sorprendente. En efecto, los grandes so38

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cilogos cuyos nombres acabamos de recordar, apenas si hicieron algo ms que escribir generalidades sobre la naturaleza de las sociedades. las relaciones entre los reinos social y biolgico, sobre la marcha general del progreso; hasta la voluminosa sociologa de Spencer apenas si tiene otro objeto que el mostrar cmo la ley de la evolucin universal se aplica a las sociedades. Y para tratar estas cuestiones filosficas, no son necesarios procedimientos especiales y complejos. Se crea, pues, suficiente, pesar los mritos comparados de la deduccin y de la induccin y hacer una encuesta sumaria sobre los recursos ms generales de que dispone la investigacin sociolgica. Pero las precauciones que se tomarn en la observacin de los hechos, la manera de plantear los principales problemas, el sentido en que deben orientare las investigaciones, las prcticas especiales cuyo empleo le permitirn llegar hasta el fin, las reglas que deben presidir la administracin de la prueba, todo esto quedaba indeterminado. Un feliz concurso de circunstancias, en cuyo primer trmino es justo colocar la iniciativa que ha creado en mi favor, en la Facultad ele Letras de Burdeos, un curso regular de sociologa, me permiti consagrarme al estudio de la ciencia social, y39

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hasta hacer de ella el objeto de mis preocupaciones profesionales, haciendo posible que pudiramos abandonar estas cuestiones demasiado generales y abordar un cierto nmero de problemas particulares. Por la fuerza misma de las cosas, pues, hemos sido llevados a constituirnos un mtodo ms definido - por lo menos as lo creemos -, ms exactamente adaptado a la naturaleza particular de los fenmenos sociales. En este momento pretendemos exponer en su conjunto, y someter a discusin, los resultados de la aplicacin de nuestras reglas e principios. Sin duda, estn contenidos implcitamente en nuestro libro sobre La division du travail social. Pero nos pareci que tendra algn inters el separarlos y formularlos aparte, acompaados de sus pruebas e ilustrarlos con ejemplos sacados- ya de esta obra, ya de trabajos inditos. De esta manera se podr juzgar mejor sobre la orientacin que quisiramos imprimir a los estudios sociolgicos.

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CAPITULO PRIMERO QU ES HECHO SOCIAL? Antes de indagar el mtodo que conviene al estudio de los hechos sociales, es preciso saber a qu hechos se da este nombre. La cuestin es tanto ms necesaria cuanto que se emplea aquel calificativo sin mucha precisin; se le emplea corrientemente para designar a casi todos los fenmenos que ocurren en el interior de la sociedad, por poco que presenten. junto a una cierta generalidad. algn inters social. Pero, partiendo de esta base, apenas si podramos encontrar ningn hecho humano que no pudiera ser calificado de social. Todo individuo bebe. duerme, come, razona, y la sociedad tiene un gran inters en que estas funciones se cumplan regularmente. Si estos hechos41

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fueran, pues, sociales; la sociologa no tendra objeto propio, v su dominio se confundira con el de la biologa y el de la psicologa. Pero, en realidad, en toda sociedad existe un grupo determinado de fenmeno que se distinguen por caracteres bien definidos de los que estudian las dems ci1encias de la naturaleza. Cuando yo cumplo mi deber de hermano, de esposo o de ciudadano, cuando ejecuto las obligaciones a que me compromet, cumplo deberes definidos, con independencia de m mismo .y de mis actos, en el derecho y en las costumbres. Aun en los casos en que estn acordes con mis sentimientos propios, y sienta finte. interiormente su realidad, sta no deja de ser objetiva, pues no soy yo quien los ha inventado, sino que los recib a travs de la educacin. Cuntas veces ocurre que ignoramos el detalle de las obligaciones que nos incumben, y para conocerlas tenemos necesidad de consultar el cdigo y sus intrpretes autorizados! De la misma manera, al nacer el creyente ha encontrado completamente formadas sus creencias y prcticas; si existan antes que l, es que tienen vida independiente. El sistema de signos de que me sirvo para expresar mi pensamiento, el sistema monetario que42

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uso para pagar mis deudas, loe instrumentos de crdito que utilizo en mis relaciones comerciales, las prcticas seguidas en mi profesin, etc., funcionan con independencia del empleo que hago de ellos. Tmense uno tras otro los miembros que integran la sociedad, y lo que precede podr afirmarse de todos ellos. He aqu, pues, maneras de obrar, de pensar y de sentir, que presentan la importante propiedad de existir con independencia de las conciencias individuales. Y estos tipos de conducta o de pensamiento no slo son exteriores al individuo, sino que estn dotados de una fuerza imperativa y coercitiva, por la erial se le imponen, quiera o no. Sin duda, cuando me conformo con ellos de buen grado. como esta coaccin no existe o pesa poro. es intil; pero no por esto deja de constituir un carcter intrnseco de estos hechos. y la prueba la tenemos en que se afirma. a partir del momento en que intentamos resistir. Si yo trato de violar las reglas del derecho, reaccionan contra m, para impedir mi acto si todava hay tiempo, o para anidarlo y restablecerlo en su forma normal si se ha realizado y es reparable, o para hacrmelo expiar si no puede ser reparado de otra manera. Se trata de mximas Puramente morales?43

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La conciencia publica impide todo acto que la ofenda, por la vigilancia que ejerce sobre la conducta de los ciudadanos y las penas especiales de que dispone. En otros casos la coaccin es menos violenta, pero existe. Si yo no me someto a las convenciones del mundo, si al vestirme no tengo en cuenta las costumbres se seguidas en mi pas y en mi , clase, la risa que provoco, el aislamiento en que se me tiene, producen, aunque de una manera ms atenuada, los mismos efectos que una pena propiamente dicha. Adems, no por ser la coaccin indirecta, es menos eficaz. Yo no tengo obligacin de hablar en francs con mis compatriotas, ni de emplear las monedas legales; pero me es imposible hacer otra cosa. Si intentara escapar a esta necesidad, mi tentativa fracasara miserablemente. Industrial, nada me impide trabajar con procedimientos y mtodo del siglo pasado; pero si lo hago me arruinar irremediablemente. Aun cuando pueda liberarme de estas reglas y violarlas con xito, no lo har sin lucha. Aun cuando pueda vencerlas definitivamente, siempre hacen sentir lo suficiente su fuerza coactiva por la resistencia que oponen. Ningn innovador, por feliz que44

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haya sido en su empresa, puede vanagloriarse de no haber encontrado obstculos de este gnero. He aqu, pues, un orden de hechos que presentan caracteres muy- especiales; consisten en maneras de obrar, de pensar y de sentir, exteriores al individuo, y estn dotadas de un poder coactivo, por el cual se le imponen. Por consiguiente, no pueden confundirse con los fenmenos orgnicos, pues consisten en representaciones y en acciones; ni con los fenmenos psquicos, que slo tienen vida en la conciencia individual y por ella. Constituyen, pues, una especie nueva, a que se ha de dar y reservar la calificacin de sociales. Esta calificacin les conviene, pues no teniendo por sustracto al individuo, es evidente que no pueden tener otro que la sociedad, sea la sociedad poltica en su totalidad, sea algunos de los grupos parciales que contiene, confesiones religiosas, escuelas polticas, literarias, corporaciones profesionales, etc. Adems, podemos afirmar que slo conviene a ellos, pues la palabra social, slo tiene un sentido definido a condicin de designar nicamente fenmenos que corresponden a ninguna de las categoras de hechos constitudos y calificados. Constituyen, pues, el dominio propio de la sociologa. Es verdad que la palabra coaccin. con45

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la cual los definimos, corre el riesgo de asustar a los partidarios entusiastas de un individualismo absoluto. Como stos creen que el individuo es perfectamente autnomo, consideran que se disminuye su valor, cuando se intenta hacerlo depender de algo que no sea l mismo. Mas siendo hoy ya indudable que la mayora de nuestras ideas y tendencias no son elaboradas por nosotros, sino que provienen del exterior, es evidente que slo pueden penetrar en nosotros, por medio de la imposicin: esto es cuanto significa nuestra definicin. Adems, es cosa sabida que toda coaccin social no es necesariamente exclusiva de la personalidad individual. Sin embargo, como los ejemplos que acabamos de citar (reglas jurdicas, morales, dogmas religiosos, sistemas financieros, cte.), consisten todos en creencias y en prcticas constituidas, de lo que antecede podra deducirse que el hecho social debe ir forzosamente acompaado de una organizacin definida. Pero existen otros hechos que, sin presentar estas formas cristalizadas, tienen las misma objetividad y el mismo ascendiente sobre el individuo. Nos referimos a lo que se ha llamado corrientes sociales. Por ejemplo, en una asamblea. los grandes movimientos de entusiasmo., de indigna46

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cin, de piedad, que se producen, no se originan en ninguna conciencia particular. Vienen a cada uno de nosotros de afuera, y son capaces de arrastrarnos aun contra nuestro deseo. Sin duda, puede suceder que si me abandono a ellos sin reserva, no sienta la presin que ejercen sobre m. Pero aparece desde el momento en que intente resistirlos. Trate un individuo de oponerse a una de estas manifestaciones colectivas, y los sentimientos que niega se vuelven en su contra. Ahora bien, si est fuerza de coercin externa se afirma con tal claridad en los casos de resistencia, es que existe, aunque inconsciente, en los casos contrarios. Entonces somos vctimas de una ilusin que nos hace creer que hemos elaborado por nosotros mismos lo que se nos impone desde afuera. Pero si la complacencia con que creemos esto desfigura el impulso sufrido; no lo suprime. El aire tampoco deja de ser pesado, porque no sintamos su peso. Aun cuando, por nuestra parte, hayamos colaborado a la emocin comn., la impresin que sentimos es muy diferente de la que hubiramos experimentado de estar solos. Una vez terminada la reunin, y cesado de obrar sobre nosotros aquellas influencias sociales, al encontraron solos con nosotros mismos, los sentimientos porque hemos pasa47ESTE LIBRO FUE AUTORIZADO POR ELALEPH.COM PARA EL USO EXCLUSIVO DE PRISCILA HEREDIA ([email protected])

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do nos hacen el efecto de algo extrao en los cuales no nos reconocemos. Entonces comprendemos que los hemos sufrido mucho ms de lo que en ellos hemos colaborado. Hasta pueden inspirarnos horror, por lo contrarios que son a nuestra naturaleza. Y de esta manera, individuos generalmente inofensivos, reunidos ea manada, pueden dejarse arrastrar por actos de verdadera atrocidad. Ahora bien; cuanto hemos dicho de estas explosiones pasajeras, se aplica igualmente a esos movimientos de opinin, ms duraderos. que se producen sin cesar a nuestro alrededor, ya en el conjunto de la sociedad, ya en crculos ms limitados, referidos a materias religiosas, polticas, literarias, artsticas, etctera. De otra parte, para confirmar con una experiencia caracterstica esta definicin del hecho social, basta observar cmo son educados los nios. Cuando se miran los hechos tales como son y como siempre han sido, salta a los ojos que toda educacin consiste en un esfuerzo continuo para imponer a los nios maneras de ver, ele sentir y de obrar, a las cuales no habran llegado espontneamente. Desde los primeros momentos de su vida les obligamos a comer, a beber, a dormir con regularidad, a la limpieza, al sosiego, a la obediencia; ms tarde les48

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forzamos para que tengan en cuenta a los dems, para que respeten los usos, conveniencias; les coaccionamos para que trabajen, etc., etc. Si con el tiempo dejan de sentir esta coaccin, es que poco a poco origina hbitos y tendencias internas que la hacen intil, pero que slo la reemplazan porque derivan de ella. Es verdad quo, segn Spencer, una educacin racional debera reprobar tales procedimientos y dejar en completa libertad al nio; pero como esta teora pedaggica no fue practicada por ningn pueblo conocido, slo constituye un desidertum personal, no un hecho que pueda oponerse a los hechos precedentes. Lo que hace a estos ltimos particularmente instructivos, es el hecho de tener la educacin precisamente por objeto el constituir al ser social; en ella se puede ver, como en resumen, la manera como en la historia se constituy este ser. Esta presin de todos los momentos que sufre el nio es la presin misma del medio social que tiende a modelarlo a su imagen. y del cual los padres y los maestros no son sino los representantes y los intermediarios. No es su generalidad lo que puede servirnos para caracterizar los fenmenos sociales. Un pensamiento que se encuentre en todas las conciencias49

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particulares, un movimiento que repitan todos los individuos, no son, por esto, hechos sociales. Si para definirlos se contenta el socilogo con este carcter, es que, equivocadamente, los confunde con lo que podramos llamar sus encarnaciones individuales. Lo que los constituye son las creencias, las tendencias, las prcticas del grupo tomado colectivamente; en cuanto a las formas que revisten los estados colectivos al refractares en los individuos, son cosas de otra ndole. Lo que demuestra categricamente esta dualidad de naturaleza es que estos dos rdenes de hechos se presentan muchas veces disociados. En efecto, algunas de estas maneras de obrar y de pensar adquieren, por su repeticin, una especie de consistencia que. por decirlo as, los precipita y los asla de los hechos particulares que los reflejan. De esta manera afectan un cuerpo y una forma sensible que les es propio, y constituyen una realidad sui gneris muy distinta de los hechos individuales que las manifiestan. El hbito colectivo no existe slo en estado de inmanencia en los actos sucesivos que determina, sino que por un privilegio sin par en el reino biolgico. se expresa una vez para siempre en una frmula que se repite de boca en boca, se transmite por la educacin y hasta se fija50

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por escrito. Tal es el origen de las reglas jurdica, morales. de los aforismos y dichos populares, de los artculos de fe, en donde las sectas religiosas y polticas condensan sus creencias, de los clicos del gusto que erigen las escuelas literarias, cte. Ninguna de ellas se encuentra por completo en las aplicaciones que hacen las particulares, pues hasta pueden existir sin ser actualmente aplicadas. Sin duda, esta disociacin no se presenta siempre con la mima claridad. Pero hasta con que exista de una manera indiscutible en los importantes y numerosos casos que acabamos de recordar, para demostrar que el hecho social es distinto de sus repercusiones individuales. Adems, aun criando no se presente inmediatamente a la observacin, pudese sta realizar mediante ciertos artificios de mtodo; hasta es necesario proceder a esta operacin si se quiere separar el hecho social de toda mescolanza. para observarlo en estado de pureza. Y de esta manera, existen ciertas corrientes de opinin que nos empujan con una desigual intensidad, segn los tiempos y los pases, una, por ejemplo, hacia el matrimonio, otra, al suicidio o a una natalidad ms o menos fuerte. Y todo esto son evidentemente hechos sociales. A la primera impresin parecen inse51

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parables de las formas que adquieren en los casos particulares; pero la estadstica nos proporciona medios para aislarlos. En efecto; no sin exactitud estn expresados por el tanto por ciento de nacimientos, de matrimonios, de suicidios, es decir, por el nmero que se obtiene dividiendo el total medio anual de los matrimonios, de los nacimientos, de las muertes voluntarias por los hombres en edad de casarse, de procrear, de suicidarse Y esto porque como cada una de estas cifras comprende todos los casos particulares indistintamente, las circunstancias individuales que pueden tener cierta influencia en la produccin del fenmeno, se neutralizan mutuamente y, por consiguiente, no contribuyen a su determinacin. Expresan un determinado estado del alma colectiva. He aqu lo que son los fenmenos sociales una vez que se los ha desembarazado de todo elemento extrao. En cuanto a sus manifestaciones privadas, podemos afirmar que tiene algo de social, pues reproducen en parte un modelo colectivo; pero cada una de ellas depende tambin- y en mucho, de la constitucin orgnico-psquica del individuo, de las circunstancias particulares a que est sometido. Estas manifestaciones no son, pues, fenmenos pro52

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piamente sociolgicos. Pertenecen a la vez a dos reinos, se las podra llamar socio-psquicas. Interesan al socilogo. sin constituir la materia inmediata de la sociologa. Dentro del organismo se encuentran tambin fenmenos de naturaleza mixta que estudian las ciencias mixtas, como la qumica biolgica. Pero, se dir, un fenmeno slo puede ser colectivo siempre que sea comn a todos los miembros de la sociedad o, por lo menos a la mayora de ellos, y, por consiguiente, si es general. Sin duda, pero si es general se debe a que es colectivo (es decir, ms o menos obligatorio), bien lejos de ser colectivo porque es general. Es un estado del grupo cine se repite en les individuos porque se les impone. Existe en cada parte porque est en el todo, lejos de que est en el todo porque est en las partes. Esto es especialmente evidente de esas creencias y de esas prcticas que las generaciones anteriores nos transmitieron completamente formadas; las recibimos y las adoptamos, porque siendo a la vez una obra colectiva y una obra secular. estn investidas de una autoridad particular que la educacin nos ense a reconocer y a respetar. Ahora bien; hay que notar que la inmensa mayora de los fenmenos53

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sociales nos llegan por este camino. Aun cuando el hecho social sea debido en parte a nuestra colaboracin directa. no por esto cambia de naturaleza. Un sentimiento colectivo que se manifiesta en una asamblea, no expresa solamente lo que haba de comn entre todos los sentimientos individuales, sino que representa algo completamente distinto. como ya hemos demostrado. Es una resultante de la vida comn, un producto de las acciones y reacciones que se desarrollaban entre las conciencias individuales; si resuena en cada una de ellas, es en virtud de la energa especial que debe precisamente a su origen colectivo. Si todos los corazones vibran al unsono, no es a consecuencia de una concordancia espontnea y preestablecida. sino porque una misma fuerza los mueve en el mismo sentido. Cada uno es arrastrado por todos. Llegamos, pues, a representarnos de una manera precisa el dominio de la sociologa. Este dominio comprende solamente un grupo determinado de fenmenos. Un hecho social se reconoce en el poder de coercin externa que ejerce o es susceptible de ejercer sobre los individuos; y la presencia de este poder se reconoce a su vez, ya por la existencia de alguna sancin determinada, ya por la resistencia54

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que el hecho opone a toda empresa individual que tienda a hacerla violenta. Sin embargo, tambin se le puede definir por la difusin que presenta dentro del grupo con tal que, teniendo en cuenta las precedentes observaciones, se tenga cuidado de aadir, como segunda y esencial caracterstica, que exista con independencia de las formas individuales que toman al difundirse. En algunos casos, este ltimo criterio hasta es de una aplicacin ms sencilla que el anterior. En efecto; la coaccin es fcil de comprobar cuando se traduce al exterior por alguna reaccin directa de la sociedad, como sucede, por ejemplo, con el derecho, con la moral, con las creencias, con los usos y hasta con las modas. Pero cuando esta coaccin es indirecta, como, por ejemplo, la que ejerce una organizacin econmica, no se percibe siempre con la necesaria claridad. La generalidad, combinada con la objetividad, pueden entonces ser ms fciles de establecer. Pe otra parte, esta secunde definicin no es ms que la primera bajo una forma distinta; pires si una manera de obrar, que tiene vida fuera de las conciencias individuales se generaliza, slo puede hacerlo imponindose.

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Sin embargo, se nos podra preguntar si es completa esta definicin. En efecto; los hechos que nos han servido de base son todos maneras de hacer; son de orden fisiolgico. Ahora bien, existen tambin maneras de ser colectivas; es decir, hechos sociales de orden anatmico o morfolgico. La sociologa no puede desinteresarse de lo que concierne al sustracto de la vida colectiva. Y sin embargo, el nmero y naturaleza de las partes elementales de que est compuesta la sociedad, la manera de estar dispuestas, el grado de coalescencia que alcanzaron, la distribucin de la poblacin por el territorio, el nmero y naturaleza de las vas de comunicacin, la forma de las habitaciones, etctera, no parecen, al primer examen, poder reducirse a maneras de obrar, de sentir o de pensar. Pero estos diversos fenmenos presentan, desde luego, la misma caracterstica que nos sirvi paar definir a los dems. Estas mineras de ser se imponen al individuo de la misma suerte que las maneras de hacer de que hablamos. En efecto, cuando se quiere conocer cmo una sociedad est dividida polticamente, cmo estn combinadas estas divisiones, la fusin ms o menos completa que existe entre ellas, no se puede obtener ningn resultado56

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mediante una inspeccin material o por inspecciones geogrficas; y esto porque aquellas divisiones son morales, aun cuando tengan cierta base en la naturaleza fsica. Esta organizacin solamente puede estudiarse con el auxilio del derecho pblico, pues es este derecho el que la determina, de la misma manera que determina nuestras relaciones domsticas y cvicas. Ella es, pues, igualmente obligatoria. Si la poblacin se aglomera en nuestras ciudades en lugar de distribuirse por el campo, es seal de que existe una corriente de opinin, un impulso colectivo, que impone a los individuos esta concentracin. La libertad que tenemos para elegir nuestros vestidos, no es superior a la que tenemos para escoger la forma de nuestras casas; tan obligatoria es una cosa como la otra. Las vas de comunicacin determinan de una manera imperiosa el sentido de las migraciones interiores y de los cambios, y hasta la intensidad de estos cambios y migraciones, etc., etc. Por consiguiente, a la lista de los fenmenos que hemos enumerado, como presentando el signo distintivo del hecho social, cuando mucho podramos aadir otra categora; pero como esta enumeracin no podra ser rigurosamente exhaustiva, la adicin no ser indispensable.57ESTE LIBRO FUE AUTORIZADO POR ELALEPH.COM PARA EL USO EXCLUSIVO DE PRISCILA HEREDIA ([email protected])

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Y ni siquiera sera til, pues estas maneras de ser no son ms que maneras de hacer consolidadas. La estructura de una sociedad no es ms que la manera como los distintos sectores que la componen han tomado la costumbre de vivir entre s. Si sus relaciones son tradicionalmente estrechas, los sectores tienden a confundirse; en el caso contrario, a distinguirse. El tipo de habitacin que se nos impone, no es sino el resultado de cmo se han acostumbrado a construir las casas, quienes viven a nuestro alrededor, y. en parte, las generaciones anteriores. Las vas de comunicacin no son ms que el cauce que se ha abierto a s misma - al marchar en el mismo sentidola corriente regular de los cambios y de las migraciones, etc. Sin duda, si los fenmenos de orden morfolgico fueran los nicos que presentasen esta fijeza, se podra creer que constituyen una especie aparte. Pero una regla jurdica es una coordinacin tan permanente como un tipo de arquitectura, y, sin embargo, es un hecho fisiolgico. Una simple mxima moral es, a buen seguro, ms maleable, pero presenta formas ms rgidas que una sencilla costumbre profesional o que una moda. Existe, pues, toda una gama de matices que, sin solucin de continuidad, enlaza los hechos de estructura ms ca58

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racterizada con estas corrientes libres de la vida social que todava no se moldearon definitivamente. Entre ellas no existen ms que diferencias en el grado de consolidacin que presentan. Linos y otras no son otra cosa que la vida ms o menos cristalizada. Sin duda, puede haber algn inters en reservar el nombre de morfolgicos a los hechos sociales que se refieran al sustracto social, pero en este caso no se ha de perder de vista que son de la misma naturaleza que los dems. Nuestra definicin entonces comprender todo lo definido, si decimos: Hecho social es toda manera de hacer, fijada o no, susceptible de ejercer sobre el individuo una coaccin exterior; o bien: Que es general en el conjunto de una sociedad, conservando una existencia propia, independiente de sus manifestaciones individuales.

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CAPITULO II REGLAS RELATIVAS A LA OBSERVACIN DE LOS HECHOS SOCIALES La primera regla y la ms fundamental es considerar los hechos sociales como cosas.

I Cuando un nuevo orden de fenmenos se hace objeto de una ciencia, se encuentran ya representados en el espritu, no slo por imgenes sensibles, sino tambin por conceptos groseramente formados. Antes de los primeros rudimientos de fsica y qumica, los hombres tenan ya, sobre los fenmenos fsico-qumicos, noticias que iban ms all de la60

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pura percepcin; tales son, por ejemplo. las que encontramos mezcladas en todas las religiones. Y es que, en efecto, la reflexin es anterior a la ciencia, que no hace sino servirse de ella como un mtodo mejor. El hombre no puede vivir en medio de las cosas sin formular sus ideas sobre ellas y de acuerdo a las cuales arregla su conducta. Pero como estas nociones estn ms cerca v ms a nuestro alcance que las realidades a que corresponden, tendemos naturalmente a sustituiras a estas ltimas y a hacer de ellas la materia prima de nuestras especulaciones. En lugar de observar las cosas., describirlas y compararlas, nos contentamos entonces con tener conciencia de nuestras ideas, con analizarlas y combinarlas. En lugar de una ciencia de realidades, no hacemos ms que un anlisis ideolgico. Sin duda alguna, este anlisis no excluye necesariamente toda observacin, pues se puede apelar a los hechos para confirmar estas nociones o las conclusiones que de ellas se sacan. Pero entonces los hechos slo intervienen de una manera secundaria, como ejemplos o pruebas confirmatorias; no son objeto de la ciencia. sta va de las ideas a las cosas, no de las cosas a las ideas.

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Claro es que este mtodo no puede producir resultados objetivos. Estas nociones, conceptos o como se les quiera llamar, no son sustitutos legtimos de las cosas. Productos de la experiencia vulgar, ante todo tienen por objeto el poner nuestras acciones en armona con el mundo que nos rodea; son formadas para la prctica y con ella. Ahora bien, una representacin puede estar en condiciones de desempear tilmente ese papel y ser, .sin embargo, falsa. Despus de muchos siglos, Coprnico disip las ilusiones de nuestros sentidos respecto al movimiento de los astros, y sin embargo, es por estas ilusiones por lo que arreglamos generalmente la distribucin de nuestro tiempo. Para que una idea suscite con exactitud los movimientos que reclama la naturaleza de una cosa, no es necesario que exprese fielmente esta naturaleza, sino que basta con que nos haga sentir lo que la cosa encierra de til o de desventajosa, aquello en que nos puede servir y en que nos puede perjudicar. Y an las nociones as formadas slo presentan esta exactitud prctica, de una manera aproximada y nicamente en la generalidad de los casos. Cuntas veces son tan peligrosas como inadecuadas! No es, pues, elaborndolas, sea cual fuere la manera de proceder, como se llegarn a62

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descubrir las leyes de la realidad. Estas nociones son, por el contrario, algo as como un velo que se interpone entre las cosas y nosotros, y nos las disfrazan cuando nos las figuramos ms transparentes. Una ciencia de esta naturaleza, no slo sera incompleta, sino que le faltara materia de qu alimentarse. Apenas existe, cuando, por decirlo as, desaparece y se transforma en arte. En efecto. se considera que estas nociones contienen todo cuanto hay de esencial en lo real, pues se las confunde con lo real mismo. A partir de este momento, parecen contener cuanto es necesario para ponernos en condiciones; no slo de comprender lo que es, sino de prescribir lo que debe ser y los medios de llevarlo a la prctica. Pues lo bueno es lo que est conforme con la naturaleza de las cosas, y lo malo lo que la contrara; y los medios de alcanzar uno y huir del otro derivan de esta misma naturaleza. Por consiguiente, si la poseyramos sin esfuerzo, el estudio de la realidad presente no tendra para nosotros ningn inters prctico, y como es precisamente este inters lo que justifica dicho estudio, ste carecera en lo sucesivo de objeto. De esta manera, la reflexin se siente incitada a desviarse de lo que constituye el objeto mismo de la ciencia, a saber el presente y el63

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pasado, para lanzarse de un solo salto hacia el porvenir. En lugar de tratar de comprender los hechos adquiridos y realizados, trata de realizar otros nuevos, ms conforme con los fines perseguidos por los hombres. Cuando cree saber en qu consiste la esencia de la materia, emprende, acto continuo, la bsqueda de la piedra filosofal. Esta usurpacin del arte sobre la ciencia, que impide el desarrollo de sta, se ve por otra parte favorecida por las mismas circunstancias que determinan el despertar de la reflexin cientfica. Pues como su nacimiento se debe nica y exclusivamente a la satisfaccin de necesidades vitales, se encuentra naturalmente orientada hacia la prctica. Las necesidades Ve est destinada a satisfacer son siempre apremiantes, y, por consiguiente, ha de apresurarse a obtener su fin; estas necesidades no reclaman explicaciones, sino remedios. Esta manera de proceder es tan conforme con la inclinacin natural de nuestro espritu, que se la encuentra en el mismo origen de las ciencias fsicas. Es la que diferencia la alquimia de la qumica y la astrologa de la astronoma. Es por ella que caracteriza Bacon el mtodo que seguan los sabios de su tiempo, y que l combate. Las nociones de que aca64

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bamos de hablar son las nociones vulgares o praenotiones que Bacon seala como la base de todas las ciencias y en las cuales substituyen los hechos. Son las idola, especie de fantasmas que desfiguran el verdadero aspecto de las cosas, y que tomamos, sin embarro, por las cosas mismas. Y como este medio imaginario no ofrece al espritu resistencia alguna, no sintindose ste contenido por nada, se abandona a ambiciones sin lmites y cree posible. construir, o mejor reconstruir el mundo con sus solas fuerzas y a la medida de sus deseos. Si esto sucedi en las ciencias naturales. nada tiene de extrao que pasara lo mismo con la sociologa. Los hombres no han esperado a la ciencia social para forjar sus ideas respecto del derecho, de la moral, de la familia. del Estado y de la misma sociedad, pues estos hombres las necesitaban para poder vivir. Ahora bien, es precisamente en sociologa donde estas prenociones, para usar otra vez la expresin de Bacon. estn en condiciones de dominar a los espritus y de sustituirse a las cosas. En efecto; las cosas sociales slo se realizan por los hombres; son un producto de la actividad humana. Estas cosa no parecen tener otra misin que la de poner en prctica determinadas ideas, innatas o no, que lle65

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vamos en nosotros. su aplicacin a las diversas circunstancias que acompaan a las relaciones de los hombres entre s. La organizacin de la familia. del contrato, de la represin, del Estado, de la sociedad. aparecen de esta manera como un simple desarrollo de las ideas que tenemos sobre la sociedad. el Estado, la justicia, etctera. Por consiguiente, estos hechos y sus anlogos, parecen no tener ms realidad que en y para las ideas cuyo germen son, y que a partir de aquel momento, se convierten en la materia propia de la sociologa. Lo que termina por justificar este punto de vista, es que no pudiendo abarcar la conciencia todos los detalles de la vida social, no puede tener en ella una percepcin lo suficientemente intensa para sentir la realidad. No ligndose a nosotros con ataduras bastante slidas ni prximas, se nos aparece fcilmente como algo flotante en el vaco, como una materia semi-irreal e indefinidamente plstica. He aqu la causa de cine tantos pensadores no hayan visto en las coordinaciones sociales ms que combinaciones artificiales ms o menos arbitrarias. Pero si el detalle, si las formas concretas y particulares se nos escapan, nos representarnos por lo menos los aspectos ms generales de la existencia colectiva en66

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su conjunto y de una manera aproximada. y estas representaciones esquemticas y sumarias son las que constituyen aquellas prenociones que nos sirven para los usos corrientes de la vida No podemos ni soar en ponerlas en duda, pues las percibimos al propio tiempo que la nuestra. No solamente estn en nosotros, sino que como son un producto de experiencias repetidas, a consecuencia de la repeticin y del hbito que es su consecuencia, tienen una especie de ascendiente y de autoridad. Cuando queremos librarnos de ellas, sentimos su resistencia. Ahora bien, no podemos considerar como algo real lo que se opone a nosotros. 'lodo contribuye, pues, a hacernos ver en ellas la verdadera realidad social. Y en efecto, hasta el presente, la sociologa ha tratado de una manera ms o meses exclusiva, no de cocas, sino de conceptos. Es verdad que Comte proclam que los fenmenos sociales son hechos naturales, sometidos a las leyes naturales. Comte reconoci, pues, y de una manera implcita su carcter de cosas, pues slo hay cosas en la naturaleza. Pero cuando abandonando estas generalidades filosficas, intenta aplicar su principio y hacer emerger de l la ciencia que contiene, toma a las ideas como objetos de estudio. En efecto, lo que constituye la67ESTE LIBRO FUE AUTORIZADO POR ELALEPH.COM PARA EL USO EXCLUSIVO DE PRISCILA HEREDIA ([email protected])

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principal materia de su sociologa, es el progreso de la humanidad en el tiempo. Comte larte de la idea de que la evolucin del gnero humano es continua, y consiste en una realizacin siempre ms completa de la naturaleza humana; el problema que le preocupa es el, de volver a encontrar el orden de esta evolucin. Ahora bien, suponiendo que exista esta evolucin, slo puede establecerse su realidad una vez; constituda la ciencia; no se puede, pues, hacer de ella el objeto mismo de la investigacin, sino considerndola como una concepcin del espritu, ira como una cosa. Y en efecto, tratse de una concepcin completamente subjetiva, pues en realidad este . progreso de la humanidad no existe. Lo que existe, lo nico al alcance de la observacin, son las sociedades particulares. que macen, se desarrollan y desaparecen independientemente unas de las otras. Si las ms recientes continuasen a las que han precedido, cada tipo superior podra ser considerado como la simple repeticin del tipo inmediatamente inferior, con algo aadido; se podra colocarlas. pues, por decirlo as, unas tras otra, confundiendo a cuantas se encuentran en el mismo grado de desarrollo, y la serie que de esta manera se formase podra considerarse como una representacin de la68

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humanidad. Pero los hechos no se presentan con esta extrema simplicidad. Un pueblo que reemplaza a otro no es una nueva prolongacin de este ltimo con aleo adicionado, sino que es otro pueblo, con determinadas propiedades en ms y otra., en menos; constituye una individualidad, nueva, y como todas estas individualidades son heterogneas, no pueden refundirse en una misma serie continua, ni mucho menos en una serie nica. La sucesin de sociedades, no puede representarse como una lnea geomtrica, sino que se asemeja mejor a un rbol, cuyas ramas se dirigen en sentidos divergentes. En resumen, Comte ha tomado por desarrollo histrico la nocin que tena de l, y que no difiere mucho de la concepcin vulgar. En realidad, vista de lejos, la historia toma este aspecto serio y simple. Slo se ven individuos que se suceden unos a otros y marchan en la misma direccin, porque tienen todos la misma naturaleza. De otra parte, como no se concibe que la evolucin humana pueda ser otra cosa que el desarrollo de alguna idea humana. parece completamente natural definirla por la idea que de ella tienen los hombres. Procediendo as, no slo quedamos en la ideologa, sino que se da como objeto

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en la sociologa un concepto que no tiene nada de propiamente sociolgico. Spencer rechaza tal concepcin, pero es para reemplazarla con otra que ha formado de la misma manera. Este autor hace a las sociedades y no a la humanidad, el objeto de la ciencia; pero acto continuo define a las primeras de una manera tal, que hace evaporar la cosa de que habla, para poner en su lugar la prenocin que de ella se ha forjado. Da, en efecto. como una proposicin evidente, el que "una sociedad slo existe cuando a la yuxtaposicin se une la cooperacin", y que slo por sta, la unin de individuos deviene una sociedad propiamente dicha. Partiendo despus del principio de que la cooperacin es la esencia de la vida social, distingue las sociedades en dos clases, segn la naturaleza de la cooperacin que en ellas domina. "Existe, dice, una cooperacin espontnea que se realiza sin premeditacin durante la persecucin de fines de un carcter privado. Existe, tambin, una cooperacin conscientemente constituda. que supone fines de inters pblico claramente reconocido". A las primeras las llama sociedades industriales; a las segundas militares, y de esta distincin puede afirmarse que es la idea madre de su sociologa.70

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Pero esta definicin inicial enuncia como una cosa lo que no es ms que un piloto de vista del espritu. Ella se presenta, en efecto, como la expresin de un hecho inmediatamente visible y que basta la observacin para constatarlo, pues es formulado como un axioma en los umbrales de la ciencia. Y sin embargo, por una simple inspeccin, es imposible llegar a saber si realmente la cooperacin es todo en la vida social. Tal afirmacin slo es cientficamente legtima caundo se han Pasado en revista todas las manifestaciones de la existencia colectiva y se ha de. mostrado que todas ellas con formas diversas de cooperacin. Es, pues, una nueva manera de concebir la realidad social, que se sustituve a esta realidad. Lo que se define no es la sociedad, sino la idea que de ella tiene Spencer. Y si este autor no tiene ningn escrpulo en proceder de esta manera, es que para l la sociedad no es ni puede ser otra cosa que la realizacin de Una idea. a saber, de aquella misma idea de cooperacin por la cual la ha definido. Sera coca fcil demostrar. unte en cada lino de los problemas que aborda. el mtodo contina siendo el mismo. Adems, aunque este autor pretenda proceder empricamente, como los hechos acumulados en su sociologa son empleados para ilustrar anlisis de71

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nociones. ms que para describir v explicar cosas. parecen estar all, slo para aparentar argumentos. En realidad, todo lo esencial de su doctrina puede deducirse, inmediatamente de su definicin de la sociedad y de las distintas formas de cooperacin tirnica impuesta y una cooperacin libre y espontnea, es evidente que esta ltima es el ideal al cual tiende y ha de tender la humanidad. Y no solamente se encuentran tales nociones vulgares en la base de la ciencia, sino tambin, y a cada momento, en la trama de los razonamientos. En el estado actual de nuestros conocimientos, no sabemos con certidumbre qu es el Estado, la soberana, la libertad poltica, la democracia, el socialismo, el comunismo, cte.; el mtodo exigira, por tanto, no emplear estos conceptos mientras no estuviesen cientficamente constitudos. Y sin embargo, las palabras que los expresan aparecen continuamente en las discusiones sociolgicas. Se las emplea corrientemente y con seguridad, como si correspondiesen a cosas bien conocidas y definidas, cuando no despiertan en nosotros ms que nociones confusas, mescolanzas indistintas de impresiones vagas, de prejuicio y de pasiones. Todava nos remos de los extravagantes razonamientos que em72

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pleaban los mdicos de la Edad Media, para poneen claro las nociones del calor, fro, humedad, sequedad. cte., y no advertimos de que seguimos el mismo procedimiento relativamente a aquellos fenmenos que, por su extrema complejidad, menos lo permiten. Todava es ms acusado este carcter ideolgico en las ramas especiales de la sociologa. Este es especialmente el caso de la moral. Puede afirmarse, en efecto, que no hay en moral un solo sistema, en el cual no se la considere como el simple desarrollo de una idea inicial que en potencia lo contendra toda entera. Algunos creen que esta idea la encuentra el hombre en su yo completamente formada; otros, por el contrario, afirman que se forma en el curso de la historia de una manera ms o menos lenta. Pero tanto para unos como para otros, para los empricos como para los racionalistas, esta idea es lo nico verdaderamente real. Para cuando se refiere al detalle de las reglas jurdicas y morales, se afirma que no tienen, por decirlo as, existencia propia, sino que no son sino esta nocin fundamental aplicada a las circunstancias particulares de la vida y diversificada segn los casos. A partir de este momento, el objeto de la moral no puede73

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ser este sistema de preceptos sin realidad, sino la idea de que derivan y de la cual no son sino aplicaciones variadas. De la misma manera. todas las cuestiones que de ordinario plantea la tica no se refieren a cosas sino a ideas; lo que se trata de saber es en qu consiste la idea del derecho, la idea de la moral, no la naturaleza de la moral y del derecho tomados en s mismos. Los moralistas no han llegado todava a aquella concepcin simplsima que, como nuestra representacin de las cosas sensibles, procede de estas cosas mismas y las expresa ms o menos exactamente; nuestra representacin de la moral proviene del mismo espectculo de las reglas que funcionan a nuestra vista y las figuras esquemticamente; y, por consiguiente, son estas reglas y no la visin sumaria que tenemos, lo que hace la materia de la ciencia, de la misma manera que la fsica tiene por objeto los cuerpos tales como existen y no la idea que de ellos se forma el vulgo. De todo ello resulta, que se toma como base de la moral lo que slo es su remate, la manera como se propaga en las conciencias individuales y obra en ellas. Y este mtodo no slo es seguido en los problemas ms generales de la ciencia, sino que se mantiene asimismo en las cuestiones especiales. De las ideas esenciales74

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que estudia al principio, pasa el moralista a las ideas secundarias de familia, patria, responsabilidad, caridad, justicia, etc.; pero siempre su reflexin se aplica a las ideas. Igual sucede con la economa poltica. Segn Stuart Mil, tiene por objeto los hechos sociales que se producen principal o exclusivamente en la adquisicin de las riquezas. Pero para que los hechos as definidos puedan, como cosas, ser asignados a la observacin del sabio, sera preciso, por lo menos, que se pudiese indicar la manera de reconocer las que satisfacen aquella condicin. Ahora bien, en los comienzos de una ciencia ni siquiera se puede afirmar su existencia, y mucho menos sealar cules son; pues en cualquier campo de investigacin, slo cuando se ha avanzado mucho en la explicacin de los hechos, es llegado el momento de establecer que tiene un fin y determinar cul es. No hay, quiz, problema ms complicado y menos susceptible de ser resuelto por el momento. Nada, pues, nos asegura por adelantado que pueda haber una esfera de la actividad social donde el deseo de la riqueza desempee realmente este papel preponderante. Por consiguiente, comprendida de esta manera la materia de la economa poltica, est integrada, no por75

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realidades que puedan sealarse, por decirlo as, con el dedo, sino por simples posibilidades, por meras concepciones del espritu; es decir, por hechos que el economista concibe como refirindose al fin considerado, y tales como los concibe. ,Quiere estudiar, por ejemplo, lo que llaman produccin? Pues sin ninguna investigacin, cree poder enumerar y estudiar los principales medios con cuyo auxilio se realiza. No ha reconocido su existencia, observando de qu condiciones dependa la cosa que estudia, pues entonces hubiera comenzado por exponer las experiencias de donde ha sacado esta conclusin. Si desde los comienzos de la investigacin, y en pocas palabras, procede a esta clasificacin, es que la obtuvo por un simple anlisis lgico. El economista parte de la idea de produccin, v, al descomponerla, encuentra que implica lgicamente la de fuerzas naturales, trabajo, instrumento o capital, y acto continuo trata de la misma manera estas ideas derivadas. La ms fundamental de las teoras econmicas, la del valor, est construda, sin contradiccin alguna. segn este mismo mtodo. Si el valor fuera estudiado como debe serlo una realidad. el economista debera indicar ante todo. cmo miele76

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reconocerse la cosa llamada con este nombre, despus de clasificar las especies, buscar por induccin metdica en funcin de qu causas varan y comparar finalmente estos resultados diversos para deducir una frmula general. La teora, por tanto, slo podra aparecer cuando la ciencia estuviera bastante adelantada; en lugar de esto. se la encuentra desde los primeros momentos. Y es que para construirla, el economista se limita con encerrarse en s mismo, con tener conciencia de la idea que se forja del valor, es decir, de no objeto susceptible de cambio; el economista encuentra que esta idea implica la de utilidad, la de rareza, etc., y con. estos productos de su anlisis construye su definicin. Desde luego, la confirma con algunos ejemplos; pero cuando se piensa el sinfn de hechos que esta teora debe justificar, cmo conceder el menor valor demostrativo a los hechos necesariamente muy raros, que se han citado al azar de la sugestin? Tanto en economa poltica como en moral, la parte correspondiente a la investigacin cientfica es, pues, muy limitada, siendo preponderante la del arte. En moral. la parte terica queda reducida a algunas discusiones sobre la idea del deber, del bien y del derecho. Hablando con exactitud, estas espe77ESTE LIBRO FUE AUTORIZADO POR ELALEPH.COM PARA EL USO EXCLUSIVO DE PRISCILA HEREDIA ([email protected])

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culaciones no constituyen siquiera una ciencia, pues su objeto no es el determinar lo que es, en realidad, la regla suprema de la moralidad, sino lo que debe ser. Igual podemos decir de la economa poltica; lo que ocupa ms tiempo en las investigaciones de los economistas, es la cuestin de saber, por ejemplo, si la sociedad ha de organizarse de acuerdo a las concepciones individualistas, o socialistas; si es mejor que el Estado intervenga en las relaciones industriales o comerciales, o ha de abandonarlas totalmente a la iniciativa privada; si el sistema monetario debe ser el monometalismo o el bimetalismo, eta., eta. Las leyes propiamente dichas que se encuentran all son poco numerosas, y aun aquellas que se ha acostumbrado darles este nombre no merecen generalmente tal calificativo- pues no son ms que mximas para la accin, preceptos prcticos disfraz