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46 | CULTURA Lecturas Críticas del movimiento feminista] que se hizo de masas a fines de los 1960’s, para Marx lo político subsume todas las relaciones de poder (privadas y públicas), que no se re- duce a la política profesional burguesa, ni a la competi- ción electoral” 2 . Este puñado de historias, un pequeño recorte de las relaciones personales, se suma a la desesperación de no poder siquiera ser explotado, como el obrero que se suicida para no ser una carga para su esposa e hijas. Para una profunda denuncia de las injusticias sociales bastan los archivos del propio Peuchet, que ve la urgencia de impulsar reformas para “remediar las injusticias”, en sus palabras. Será a través de la lectura de Marx que quedará planteada la necesidad de una transformación radical: “…fuera de una refor- ma total del orden social actual, todos los intentos de cambio serán inútiles” (pág. 71). Superan esta reseña otras reflexiones surgidas de los escritos, tanto de las anotaciones de Marx como de Peuchet. El suicido, tal como lo muestran los archi- vos utilizados, es un fenómeno que trasvasa las divi- siones de clase, sin embargo es innegable (en el siglo XVIII y en el XXI) que golpea más duramente a los desposeídos, aquella “cantidad inaudita de clases de- jadas por doquier en la miseria; y los parias sociales, golpeados por un brutal desprecio…”, como los llama Peuchet (pág. 69). La sociedad actual continúa signada por ese “bru- tal desprecio”, plagada hoy de viejos y nuevos pro- blemas. Textos como Acerca del suicidio cobran en este marco de decadencia social una vigencia incon- testable. Acaso podríamos hacernos la misma pre- gunta que se hizo Marx en 1846, en la Foxconn de la esclavitud moderna china o la Telecom francesa, em- presas insignia del suicidio como escape de la deses- peración obrera; ni hablar de los suicidios de quien lo pierde todo a manos de los bancos, una postal aterra- doramente actual de la crisis económica: “¿Qué clase de sociedad es ésta, en la que se encuentra en el se- no de millones de almas, la más profunda soledad; en la que uno puede tener el deseo inexorable de matar- se, sin que nadie pueda presentirlo? Esta sociedad no es una sociedad; como dice Rousseau, es un desier- to, poblado por fieras salvajes” (pág. 70). 1 En francés en el original y aclaración correspondiente a la presente edición. 2 Entrevista disponible en www.lahaine.org. En 2012 se publicó por primera vez en Argentina Acerca del suicidio, de Karl Marx, editado en castella- no por primera vez en España el mismo año. Esta edi- ción incluye además de “Acerca del Suicidio” otros dos escritos: “El encarcelamiento de Lady Bulwer- Lytton” y “El aumento de la demencia en Inglaterra”. Cuenta además, con un estudio introductorio de Ri- cardo Abduca que, como la edición española (de El Viejo Topo) a cargo de González Varela, propone al- gunos elementos para la lectura. El texto principal aborda el suicidio, en discusión con la visión del siglo XVIII que analizaba esta conducta como problema moral. Elaborado durante su exilio en Bélgica entre 1845 y 1847, fue publicado en la revista comunista alemana Gesellschaftsspiegel (Espejo de la Sociedad), dirigida por Friedrich Engels y Moses Hess. Marx fundamenta su análisis del suicidio como proble- ma social con los registros de un archivista policial. De hecho el texto es una traducción, no literal, con comen- tarios del propio Marx sobre el trabajo de Jacques Peu- chet. Peuchet, encargado del archivo policial de París, es además un político de la Restauración y testigo de la Revolución Francesa de 1789. Muchos de sus pasa- jes sobre la sociedad capitalista alimentaron otra de las grandes “fuentes de información” sobre los sufrimien- tos de las clases desposeídas, las novelas y misterios policiales de la época, como el Conde de Montecristo, originado en un episodio narrado por el mismo Peuchet (“Le diamant et le vegeance”). Esa sociedad moderna, inundada de seres anónimos, arrojados a la miseria, se- rá el escenario de las primeras observaciones sobre el suicidio como problemática social. No solo Marx sino el mismo Peuchet señalan el pro- blema de la opresión de género, en tiempos de una sociedad marcada por el retroceso de la Restaura- ción (esa “vuelta al orden” que ensayó la burguesía en el poder, luego de la revolución), donde se multiplica la opresión, convirtiendo la familia y especialmente el matrimonio en verdaderas prisiones para las mujeres de todas las clases. Aunque ambos destacan las penurias de las clases desposeídas, Marx subraya (sobre todo en “El encarce- lamiento de Lady Bulwer-Lytton”) los prejuicios de los que son víctimas las mujeres de las clases altas, lejos del reduccionismo económico del que es acusada con frecuencia la visión marxista sobre la opresión de las mujeres (acusación que cabría a varios “marxistas” pe- ro que de ningún modo alcanza para rebatir la superio- ridad del marxismo como método y teoría para pensar y cuestionar el patriarcado, caro socio del capitalismo). Privadas de los derechos más elementales, las mu- jeres son las mayores perdedoras en la sociedad del desempleo, las workhouses y el disciplinamien- to social. La asfixia que transmiten las historias de- ja entrever también el yugo que representa la moral burguesa para las mujeres. Alcanza con leer el rela- to de la joven que, ante la deshonra y la ignominia del sexo prematrimonial, prefiere matarse. La historia de la señora de M., que incluso al momento de quitar- se la vida sopesa el problema de la honra y se ata el vestido a los tobillos. O la joven que acude a un mé- dico para practicarse un aborto (ilegal), y le pide que él elija su vida o su muerte porque ella no puede to- mar esa decisión. Marx describe claramente el rol de la familia en la nueva sociedad capitalista: “La revolución no ha he- cho caer a todas las tiranías; los disgustos que se han reprochado a los poderes arbitrarios subsisten en las familias…” (pág. 71). Y aunque no retomará la temáti- ca, salvo de forma tangencial, la tradición marxista se ocupará del problema de la familia, empezando por trabajos como El origen de la familia, la propiedad y el Estado de Engels, que hasta hoy sigue siendo un pun- to de referencia para marxistas y no marxistas. En esta lectura de Marx, se expresa claramente la identidad entre matrimonio y propiedad, con el lugar de sumisión reservado para las mujeres, que aparece- rán como una posesión más: “La desgraciada esposa fue así condenada a la esclavitud más intolerable, con- trolada por el señor de M con la ayuda del Code Civil [Código Civil] 1 y el derecho de propiedad. Base de las diferencias sociales que vuelven al amor independien- te de los libres sentimientos de los amantes y permitía al marido celoso encerrar a su esposa con los mis- mos cerrojos con los que el avaro cierra los baúles de su cofre. La mujer es parte del inventario” (pág. 83). En el sentido de esta correspondencia, es interesante la reflexión de González Varela, a cargo de la edición es- pañola: “Un anticipo sorprendente de la consigna ‘The Personal is Political’ [lo personal es político, consigna ACERCA DEL SUICIDIO, de Karl Marx Buenos Aires, Las Cuarenta, 2012. Celeste Murillo

Acerca Del Suicidio, Celeste Murillo

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Un artículo de la revista ideas de izquierda sobre el sucidio según la óptica marxista

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  • 46 | CULTURALecturas Crticas

    del movimiento feminista] que se hizo de masas a fines de los 1960s, para Marx lo poltico subsume todas las relaciones de poder (privadas y pblicas), que no se re-duce a la poltica profesional burguesa, ni a la competi-cin electoral2.

    Este puado de historias, un pequeo recorte de las relaciones personales, se suma a la desesperacin de no poder siquiera ser explotado, como el obrero que se suicida para no ser una carga para su esposa e hijas. Para una profunda denuncia de las injusticias sociales bastan los archivos del propio Peuchet, que ve la urgencia de impulsar reformas para remediar las injusticias, en sus palabras. Ser a travs de la lectura de Marx que quedar planteada la necesidad de una transformacin radical: fuera de una refor-ma total del orden social actual, todos los intentos de cambio sern intiles (pg. 71).

    Superan esta resea otras reflexiones surgidas de los escritos, tanto de las anotaciones de Marx como de Peuchet. El suicido, tal como lo muestran los archi-vos utilizados, es un fenmeno que trasvasa las divi-siones de clase, sin embargo es innegable (en el siglo XVIII y en el XXI) que golpea ms duramente a los desposedos, aquella cantidad inaudita de clases de-jadas por doquier en la miseria; y los parias sociales, golpeados por un brutal desprecio, como los llama Peuchet (pg. 69).

    La sociedad actual contina signada por ese bru-tal desprecio, plagada hoy de viejos y nuevos pro-blemas. Textos como Acerca del suicidio cobran en este marco de decadencia social una vigencia incon-testable. Acaso podramos hacernos la misma pre-gunta que se hizo Marx en 1846, en la Foxconn de la esclavitud moderna china o la Telecom francesa, em-presas insignia del suicidio como escape de la deses-peracin obrera; ni hablar de los suicidios de quien lo pierde todo a manos de los bancos, una postal aterra-doramente actual de la crisis econmica: Qu clase de sociedad es sta, en la que se encuentra en el se-no de millones de almas, la ms profunda soledad; en la que uno puede tener el deseo inexorable de matar-se, sin que nadie pueda presentirlo? Esta sociedad no es una sociedad; como dice Rousseau, es un desier-to, poblado por fieras salvajes (pg. 70).

    1 En francs en el original y aclaracin correspondiente a la presente edicin.2 Entrevista disponible en www.lahaine.org.

    En 2012 se public por primera vez en Argentina Acerca del suicidio, de Karl Marx, editado en castella-no por primera vez en Espaa el mismo ao. Esta edi-cin incluye adems de Acerca del Suicidio otros dos escritos: El encarcelamiento de Lady Bulwer-Lytton y El aumento de la demencia en Inglaterra. Cuenta adems, con un estudio introductorio de Ri-cardo Abduca que, como la edicin espaola (de El Viejo Topo) a cargo de Gonzlez Varela, propone al-gunos elementos para la lectura.

    El texto principal aborda el suicidio, en discusin con la visin del siglo XVIII que analizaba esta conducta como problema moral. Elaborado durante su exilio en Blgica entre 1845 y 1847, fue publicado en la revista comunista alemana Gesellschaftsspiegel (Espejo de la Sociedad), dirigida por Friedrich Engels y Moses Hess.

    Marx fundamenta su anlisis del suicidio como proble-ma social con los registros de un archivista policial. De hecho el texto es una traduccin, no literal, con comen-tarios del propio Marx sobre el trabajo de Jacques Peu-chet. Peuchet, encargado del archivo policial de Pars, es adems un poltico de la Restauracin y testigo de la Revolucin Francesa de 1789. Muchos de sus pasa-jes sobre la sociedad capitalista alimentaron otra de las grandes fuentes de informacin sobre los sufrimien-tos de las clases desposedas, las novelas y misterios policiales de la poca, como el Conde de Montecristo, originado en un episodio narrado por el mismo Peuchet (Le diamant et le vegeance). Esa sociedad moderna, inundada de seres annimos, arrojados a la miseria, se-r el escenario de las primeras observaciones sobre el suicidio como problemtica social.

    No solo Marx sino el mismo Peuchet sealan el pro-blema de la opresin de gnero, en tiempos de una sociedad marcada por el retroceso de la Restaura-cin (esa vuelta al orden que ensay la burguesa en el poder, luego de la revolucin), donde se multiplica la opresin, convirtiendo la familia y especialmente el matrimonio en verdaderas prisiones para las mujeres de todas las clases.

    Aunque ambos destacan las penurias de las clases desposedas, Marx subraya (sobre todo en El encarce-lamiento de Lady Bulwer-Lytton) los prejuicios de los que son vctimas las mujeres de las clases altas, lejos del reduccionismo econmico del que es acusada con frecuencia la visin marxista sobre la opresin de las mujeres (acusacin que cabra a varios marxistas pe-ro que de ningn modo alcanza para rebatir la superio-ridad del marxismo como mtodo y teora para pensar y cuestionar el patriarcado, caro socio del capitalismo).

    Privadas de los derechos ms elementales, las mu-jeres son las mayores perdedoras en la sociedad del desempleo, las workhouses y el disciplinamien-to social. La asfixia que transmiten las historias de-ja entrever tambin el yugo que representa la moral burguesa para las mujeres. Alcanza con leer el rela-to de la joven que, ante la deshonra y la ignominia del sexo prematrimonial, prefiere matarse. La historia de la seora de M., que incluso al momento de quitar-se la vida sopesa el problema de la honra y se ata el vestido a los tobillos. O la joven que acude a un m-dico para practicarse un aborto (ilegal), y le pide que l elija su vida o su muerte porque ella no puede to-mar esa decisin.

    Marx describe claramente el rol de la familia en la nueva sociedad capitalista: La revolucin no ha he-cho caer a todas las tiranas; los disgustos que se han reprochado a los poderes arbitrarios subsisten en las familias (pg. 71). Y aunque no retomar la temti-ca, salvo de forma tangencial, la tradicin marxista se ocupar del problema de la familia, empezando por trabajos como El origen de la familia, la propiedad y el Estado de Engels, que hasta hoy sigue siendo un pun-to de referencia para marxistas y no marxistas.

    En esta lectura de Marx, se expresa claramente la identidad entre matrimonio y propiedad, con el lugar de sumisin reservado para las mujeres, que aparece-rn como una posesin ms: La desgraciada esposa fue as condenada a la esclavitud ms intolerable, con-trolada por el seor de M con la ayuda del Code Civil [Cdigo Civil]1 y el derecho de propiedad. Base de las diferencias sociales que vuelven al amor independien-te de los libres sentimientos de los amantes y permita al marido celoso encerrar a su esposa con los mis-mos cerrojos con los que el avaro cierra los bales de su cofre. La mujer es parte del inventario (pg. 83).

    En el sentido de esta correspondencia, es interesante la reflexin de Gonzlez Varela, a cargo de la edicin es-paola: Un anticipo sorprendente de la consigna The Personal is Political [lo personal es poltico, consigna

    ACERCA DEL SUICIDIO,de Karl Marx

    Buenos Aires, Las Cuarenta, 2012.

    Celeste Murillo