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OBESIDAD
Es la enfermedad crónica de origen multifactorial prevenible que se
caracteriza por acumulación excesiva de grasa o hipertrofia general del tejido
adiposo en el cuerpo; es decir, cuando la reserva natural de energía de los
humanos y otros mamíferos, almacenada en forma de grasa corporal, se
incrementa hasta un punto donde se asocia con numerosas complicaciones,
como ciertas condiciones de salud o enfermedades, y un incremento de la
mortalidad.
CLASIFICACIÓN
Según el origen de la obesidad, esta se clasifica en los siguientes tipos:
1. Obesidad exógena: La obesidad debida a un régimen alimenticio
inadecuado en conjunción con una escasa actividad física.
2. Obesidad endógena: La que tiene por causa alteraciones metabólicas.
Dentro de las causas endógenas, se habla de obesidad endocrina cuando
está provocada por disfunción de alguna glándula endocrina, como la tiroides
(obesidad hipotiroidea) o por deficiencia de hormonas sexuales como es el
caso de la obesidad gonadal.
OBESIDAD INFANTIL
Es un problema de salud caracterizado por el exceso de grasa corporal en
el cuerpo de los niños y niñas. Dicho nivel de adiposidad supone todo un
condicionante para su salud general y su bienestar, predisponiéndole a sufrir
otras patologías secundarias y asociadas.
CONSECUENCIAS
Los primeros cambios en ocurrir en los niños obesos son generalmente
emocionales o psicológicos. De todas maneras, la obesidad infantil también
puede conducir a síntomas más graves y que pueden amenazar la vida, tal
como diabetes, presión alta, enfermedades gastrovasculares problemas de
sueño, cáncer y otras aflicciones. Algunos de estos también incluyen
enfermedades del hígado, anorexia, infecciones en la piel, asma y otros
problemas respiratorios. Estudios han mostrado que los niños con sobrepeso
generalmente crecen y se convierten en adultos con sobrepeso. La obesidad
durante la adolescencia ha sido relacionada con elevados índices de
mortalidad durante la vida adulta.
Los niños obesos generalmente sufren burlas de sus compañeros.
Algunos son perseguidos o discriminados por su propia familia. Los
estereotipos abundan y pueden llevar a baja autoestima y depresión.
Exposiciones de los padres de un niño en una etapa maternal puede más
tarde impacto posibilidades del niño de ser obeso en el futuro cercano. Por
ejemplo, el estudio muestra que si bajo o sobre alimentación durante el
embarazo como una madre, que posiblemente puede causar el desarrollo de
la obesidad más adelante en la vida del niño.4
La incidencia de diabetes del tipo 2 es mucho mayor entre niños latinos
con sobrepeso que en el resto de la población infantil obesa, por cuestiones
genéticas (muchos latinos tienen una predisposición a padecer diabetes y
trastornos relacionados con el desarrollo de la diabetes, como la resistencia
a la insulina). Un niño tiene síndrome metabólico cuando ha desarrollado tres
o más de los siguientes problemas:
Obesidad abdominal: La grasa que se acumula en el abdomen crea más
problemas de salud que la que se acumula en otras partes del cuerpo.
Bajo colesterol HDL (colesterol de alta densidad): El HDL es el colesterol
que se considera ″bueno″ porque ayuda a eliminar el colesterol LDL
(colesterol de baja densidad) o ″malo″.
Triglicéridos elevados: Los triglicéridos son un tipo de grasa que circula
por la sangre. Cuando una persona está obesa, los niveles de triglicéridos se
elevan.
Alta presión sanguínea o hipertensión: Es la presión que la sangre ejerce
en las paredes de las venas y arterias cuando bombea el corazón. Cuanta
más presión hay, más tiene que trabajar el corazón para movilizar toda la
sangre.
Intolerancia a la glucosa: Esto significa que los niveles de azúcar en la
sangre se elevan después de las comidas, aunque no tanto como en la
diabetes. El incremento de los niveles de glucosa en la sangre hace que tu
cuerpo produzca más insulina, lo cual puede terminar provocando diabetes.
FACTORES DE RIESGO DE LA OBESIDAD INFANTIL
La obesidad infantil, aunque puede estar originada por una enfermedad
genética endocrina, en el 99% de los casos se produce como resultado de la
combinación de una serie de factores ambientales (una dieta inadecuada y
sedentarismo), genéticos (los niños cuyos padres son obesos tienen un
riesgo mayor de padecer el trastorno) y psicológicos (cuando se utiliza la
comida para compensar problemas emocionales, estrés o aburrimiento).
Factores ambientales: Una dieta hipercalórica, con abuso de alimentos
ricos en grasas y azúcares, y que suponga una ingesta energética superior a
las necesidades reales durante largos periodos de tiempo, tiene como
consecuencia un importante incremento de la grasa corporal. Ver la
televisión es un importante factor de riesgo para desarrollar obesidad porque,
además de tratarse de una actividad sedentaria que sustituye a otras en las
que sí se consume energía, facilita que se siga comiendo, e incluso se imite
a personajes con malos hábitos alimentarios (tan importante se considera la
influencia de la televisión sobre los más pequeños que, en Estados Unidos,
se modificó la dieta del Monstruo de las Galletas de Barrio Sésamo,
convirtiéndolo en un gran aficionado a las verduras).
Factores genéticos: El riesgo de que un niño sea obeso aumenta
considerablemente cuando sus padres lo son (tiene cuatro veces más
posibilidades de desarrollar obesidad si uno de sus padres es obeso, y ocho
veces más si ambos progenitores lo son). Sin embargo, en esta ecuación no
solo interviene la herencia genética (facilidad para aumentar de peso,
inadecuada distribución de la grasa corporal...), sino el estilo de vida de la
familia como la preferencia por determinados alimentos o formas de
cocinarlos que incrementen la ingesta calórica, así como un escaso gasto de
energía debido a poca o nula actividad física.
Factores Psicológicos: En ocasiones, tanto niños como adultos,
buscan en la comida una recompensa, una forma de mitigar sus carencias y
frustraciones. Pueden comer cuando se sienten tristes o inseguros, para
olvidar sus problemas, por estrés o por aburrimiento. Los alimentos elegidos
suelen aportar poco valor nutritivo y muchas calorías (dulces y chucherías,
aperitivos como patatas fritas industriales y similares...). En estos casos,
además, los niños pueden estar imitando las conductas que han observado
en sus mayores.
COMPLICACIONES DE LA OBESIDAD INFANTIL
La obesidad y el sobrepeso constituyen un grave problema de salud
pública, por su alta incidencia, y por ser factores de riesgo de enfermedades
cardiovasculares, diabetes, hipertensión arterial e hipercolesterolemia. Los
niños obesos tienen un riesgo considerablemente mayor de padecer estas
enfermedades y de desarrollar obesidad mórbida, la forma más grave del
trastorno, al llegar a la edad adulta.
El sobrepeso, además, puede tener consecuencias negativas sobre el
desarrollo emocional de niños y adolescentes. La obesidad, a pesar de su
prevalencia, no está bien vista socialmente y puede generar en las personas
que la padecen, y especialmente en aquellos cuya personalidad no está
formada, sentimientos de inferioridad y baja autoestima. Pueden sentirse
rechazados y aislarse, además de desarrollar actitudes antisociales y
depresión infantil. El aislamiento social lleva a mayor sedentarismo y a una
ingesta superior de calorías, lo que cronifica el problema.
Estas son otras complicaciones asociadas a la obesidad infantil:
Es importante recordar que muchos trastornos del comportamiento
alimentario, como la bulimia y la anorexia, también pueden estar
relacionados inicialmente con el sobrepeso.
Un escaso aporte de fibra, debido a una dieta inadecuada, y la escasez
de actividad física pueden originar estreñimiento infantil.
El exceso de peso supone una sobrecarga para los huesos y el aparato
locomotor, disminuye la tolerancia al ejercicio físico, y provoca problemas
respiratorios.
La obesidad también tiene consecuencias negativas para la piel, ya que
favorece el desarrollo de infecciones en los pliegues, y la aparición de
hematomas ante mínimos traumatismos.
PREVENIR LA OBESIDAD INFANTIL EN DIEZ PASOS
De igual forma que los padres siguen criterios concretos a la hora de
escoger un colegio o un colchón para su hijo, deberían tener presentes
ciertas recomendaciones para prevenir la obesidad. Aunque el papel de las
administraciones es tan o más importante que el de los individuos (tal y como
han confirmado en febrero de 2013 investigadores de la Universidad de
Zaragoza), a continuación se citan una serie de consejos para que padres o
cuidadores prevengan, en la medida de sus posibilidades, esta enfermedad.
Los pequeños cambios son poderosos, y sobre ellos inciden todas las
entidades implicadas en la salud infantil desde hace varios años. La siguiente
lista detalla los más relevantes. Se han adaptado a partir de
consideraciones de los Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades.
1. Servir raciones adecuadas para la edad del niño. Un estudio
reciente ha observado que el tamaño de la vajilla influye, como en el adulto,
en el volumen de comida ingerido por el menor.
2. Tener en el hogar una variedad de hortalizas, frutas y cereales
integrales (pan integral, pasta integral, arroz integral, etc).
3. Escoger leche y productos lácteos bajos en grasa o desnatados.
4. Limitar el consumo de carnes rojas o de derivados cárnicos.
5. Promover el consumo de legumbres y frutos secos.
6. Retirar de la vista del niño las tentaciones ricas en calorías (lo mejor
es no tenerlas en el hogar).
7. Fomentar la actividad física, sin olvidar que los niños imitan a los
adultos: si los padres hacen deporte, los hijos también lo harán. Para
prevenir la obesidad, el mínimo de tiempo diario que deberían dedicar los
niños a realizar actividades de intensidad de moderada a
vigorosa asciende a 60 minutos. Una revisión acaba de comprobar que el
sedentarismo en la adolescencia es la norma.
8. La bebida de elección para calmar la sed debe ser el agua. El
consumo habitual de zumos está desaconsejado.
9. Se debe limitar el consumo de azúcar, bollería y, sobre todo, bebidas
azucaradas ("refrescos"). Diversos expertos consideran que se debería
enviar "mensajes claros" a la población sobre los efectos negativos de dichas
bebidas.
10. Restringir a no más de 2 horas diarias el tiempo que los niños dedican
a ver televisión, jugar a videojuegos o a navegar por Internet (los menores de
2 años de edad no deberían ver la televisión). Un estudio aparecido en abril
de 2013 en BMJ Open señala que los hijos de padres que ven mucha
televisión suelen repetir su (mal) ejemplo.
LA DIETA DE UN NIÑO DEBE SEGUIR ESTAS PAUTAS:
1. Lo primero es hacerles entender que la restricción de ciertos alimentos
es para su bienestar y por eso debe aprender a comer de forma saludable.
2. El menú diario debe constar de tres comidas principales: desayuno,
comida y cena, y agregar dos meriendas, una de media mañana y otra de
media tarde.
3. Las meriendas deben estar constituidas por lácteos y frutas.
4. Evitar comprar y tener en casa aquellos alimentos que el niño no
puede consumir, como ser chocolates, golosinas, caramelos, bollería,
patatas fritas y snacks grasos.
5. Todos los miembros de la familia deben comer de forma sana y no
hacer un menú especial evitando así que el niño se sienta apartado y
obligado.
6. Usar métodos de cocción que no sean frituras, es decir, horno,
plancha, hervido, al vapor, parrilla y torrado.
7. Evitar los rebozados.
8. Aliñar (condimentar) con muy poco aceite.
9. Suprimir el azúcar, la miel, como así también los alimentos que las
contengan (galletas, refrescos azucarados, caramelos y golosinas)
10. Absolutamente prohibido consumir bollerías y amasados de
pastelería.
11. Evitar los embutidos y elegir solo aquellos bajos en grasas.
12. Las raciones de patata, pasta y arroz deben ser moderadas,
aproximadamente unos 150 gramos al día en peso cocido.
13. El pan debe consumirse también de forma controlada, unos 50
gramos diarios son suficientes.
14. Los lácteos deben consumirse en la forma semidesnatada, o
enriquecidos con omega 3. Un vaso de leche, más dos yogures, más 40
gramos de queso desnatado son las porciones adecuadas para un niño en
etapa de desarrollo.
15. Consumir legumbres dos a tres veces a la semana.
16. El consumo de alimentos frescos es primordial: frutas (2 unidades
diarias) y verduras.
17. Aumentar el consumo de pescado: una porción por día es lo ideal.
18. Las carnes rojas también son necesarias por su alto aporte de hierro.
Deben elegirse las magras y quitar toda grasa visible.
19. Los huevos deben consumirse en una frecuencia de tres a cuatro
unidades semanales.