Alejandro Korn La Libertad Creadora

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  • 5/24/2018 Alejandro Korn La Libertad Creadora

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    Ale jandro Korn

    OBRAS COMPLETASPresentadas por

    FRANCISCO ROMERO

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    rV: 1. .r5- 1'1F1.70h

    1 1 : 2 1 1 : 1 1 : 1 1 1 1 1 1 M i g 1 IEste libro deber ser devuelto a mstardar en la feche de vencimiento indi-cada a continuacin YJ

    1V3fil , I . . , .;ovr N y Lt11-.-11 _BUENOS AIRES II

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    212 LEJANDRO KORNa de su destino. No somos la gota de agua obediente a la ley del de-clive, sino la ; energa, la voluntad soberana que rige al torrente. Si, 'queremos un mundo mejor, lo crearemos. La sistematizacin, no fcil, de este pensamiento, es la tareaistematizacin, eli.' naciente siglo:, Ruskin y Tolstey han sido los precursores; Croce,Cohen y Bergsonn los obreros de la nora presente. No han de dar,nos una regresin ino , una progresin. Y a la par de ellos los poetas. De nuevo .ha...,ren ciclo la poesa lrica, pero con una intuicin mshonda del alma humana, con mayor sugestin emotiva, en formas ms exquisitas. .Qii trayecto n media de Zola a Maeterlinck Y eri las'. ciencias sedales ha terminado e l dominio exclusivo del factor econ- :mico y vuelve a apreciarse el valor de los 'factores Morales. El mismosocialismo "ya;::..ms que el socorrido teorema de Marx, invoca la soli-claridad, es, decir, un sentimiento tico.Cuando la serenidad de la paz retorne a los espritus , quizs flo-rezca la mente genial cuya pa labra ha de apaciguar tambin las an-gustias de la ,humanidad atribulada.Entretanto, nuestra misin no es adaptarnos al medio fsico y so-cial como lo quiere la frmula spenceriana, sino, a la inversa; adaptarel ambiente ai nuestros anhelos de justicia y de belleza. No esclavos, seores somos de la naturaleza. 1918.

    LA LIBERTAD CREADORA

    No escribo para quienes an padecen e realismo ingenuo. Di-fcil es emanciparse de ese error. congnito, tan:arraigado como lo fuel error geocntrico o la concepcin antropomorfa de la divinidad ylo son an innumerables prejuicios de los cuales ni siquiera nos da-mos cuenta,_por ser elementos sareenteridides'de nuestro raciocinio.Ni le duda metdica,de Descartes; ni el repudio de los dolos de Ba -con ni por fin el criticismo de Kant, legraron disipar: todos lbs pre-concentos. En los grandes sistemas filosficos se halla siempre el ras-tro de las convicciones..ingenual de la peca, y, si una . depuracin :logira los elimina , en:Segida vuelven como impulsos instintivos, comoexpresin de ... SernMentes latentes, ,cmo apreciaciones :clogmdtficas.Imagnese el asombro-de un contemporneo . de . Coprnico al anun-'ciarle que el planeta, como un trompo, 'gira sobre su propio eje y,en extensa rbita, en torno del sol. Hoy esta enseanza la recoge elnio en las bancas de su primer, escuell -y las gentes la aceptan sinvacilar. Pero qu esferzo secUlar, penose y lento, ha sido necesario.para transirmar la paradoja.en una verdad trivial La,. obra de Co-prnico se public en el ao 1543; el tormento se le aplic a Galileoen 1633; el padre Feijoo, en 1750, conas cautelas del caso, se atrevea divulgar en Espaa la novedosa teora, y no antes - de 1855 se borradel Index el libro. Asimismo; todava' n un espritu tan- alto como' elde Hegel descbrense resabios de la concepcin geocntrica.Cpn cunta mayor tenacidad n o haba de impone rse el realismoingenuo, cuyo valor - pragmtico se comprueba en cada instante de lavida. Ya loaElatas lo condenaron , todo ,criterio medianamente ilus-trado lo rechaza, y, sin embargo; no se 'concluye por extirparlo. D s-vaecerlo es, empero, la condicin previa de toda filosofa. 72, c,14. kg'?

    Y esto, apatntemente, no s dificil; Pocas reflexiones bastan pa-ra advertir que este universo visible y tangible; que se ex - tiend en i v.zLaUel espacio y s desarrolla en el tiempo, nolo conocemos sino como un 1fenmeno mental. Cuntos, sin embargo, despus Ci concedernos e ehecho, luego pre scinden de l, lo apartan como algo molesto y discorren sin tomarlo en cuenta. Este reproche n se dirige al vulgo sinnoticias de la primera de las nociones filosficas; espritus cultos hayque, si bien lo saben, no consiguen realizar el empeo ntimo que 'esmenester para substraerse a la sugestin del hbito. Ms an,' haymentalidades refrectarias, incapaces de despojarse de Su ingenuidad.Con espritus as dispuestos no debe hablarse de filosofa, corno al

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    21.4 LEJANDRO KORNsordo no se le habla de msica. Aunque por otra parte sean buenasgentes, dignas de aprecio y respeto , no desp rovistas de sentido co-mn, carecen de sentido filosfico.Debernos tener presente, pues, que, el mundo externo no es unarealidad conocida, sino un problema; que, por de pionto, cuanto existe,7 solamente existe en una conciencia.

    No basta emanciparse del realismo ingenuo hasta el punto decomprender el conjunto de las cosas como un fenmeno mental. Estaes la parte ms burda de la iniciacin. Al realismo ingenuo es menes-ter perseguirlo en todas sus guaridas, sobre todo all donde se ocultaen formas larvadas. _ _ _Tambin ,-1 -espacio y el tiempo; las dos magnitudes en que seencuadra el proceso csmico, slo .se ; conocen comoelemeritos_deconciencia,_ y su existencia real fuera de ella no es un hecho com-probado.Entretanto, el hbito de contemplar la realidad en relaciones es-paciales o temporales nos perturba aun ms que la supuesta exteriori-dad de las cosas. A stas siquiera podemos Suprimirlas in mente mien-tras que no nos es posible desalojar de nuestra representacin el es-pacio y el tiempo. Semejante disposicin psicolgica encuentra su na-tural 'apoyo en el lengtiaje construido sobre -el molde del realismo in-genuo, hasta poner expresiones espaciales y aun temporales all dondeslo tienen un valor figurado. Fuerza es superar estas sugestiones paradarnos cuenta de que, a la par del mundo corpreo, tambin la existen-cia del tiempo y del espacio no la conocemos sino como un hecho deconciencia.III

    No satisfechos en poblar el mundo exterior con las imgenes sen-sibles, an les agregamos las creaciones de nuestro . raciocinio. Por unconocido proceso psicolgico abstraemos 'Conceptos) generales que, alprincipio, casi concretos, se amplan y superponen - y acaban por reves-tir excepcional sutileza. A estos hijos lgicos de la conciencia los ex-pulsamos luego, para ubicarlos en el espacio o, s acaso, ms all. Empe_zamos por bautizarlos, por darles un nombre y; acto continuo, se con- .vierten en espectros escapados, como si hubieran olvidado su gnesis.El concePto de lo extenso es la materia, el del vehculo el ter,el de la accin la energa, la causa, etlfei-a. Y esta prole de entes derazn se posa corno un enjambre sobre las cosas o se les incorpora y nossirve para construir nuestra concepcin csmica.Les damos la misin de ordenar, distribuir y concretar las cosasy de establecer un nexo entre los hechos sucesivos. En realidad, su

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    Pero si el orden sensible y el inteligible no existen sino en la;.conciencia , e252._urii=so, pese a su aparente solidez, no es ms que-una ficcin? No hay tal. Consideremos al cosmos como un proceso ma-terial o ideal, en uno y otro caso ser real. Solamente la interpreta-.cin habr variado.Por haber dado en el sistema planetario otra posicin al sol, nole hemos quitado sus funciones. Alumbra hoy, como antes de Coprni-co, a realistas e idealistas y no hemos modificado ni s iquiera las locu-ciones vulgares con que nos referirnos a su salida o a su ocaso.Po-cir ,demos de o diurno es un engajo;....pero,por,_cler: _to, no delsol, sino de nuestra manera e vello.As, la rea lidad tampoco se conmueve porque 14 veamos, como . undesarrollo material, energtico o psquico. Preferimos lo ltimo por ser.,l nica manera de conocerla. Las otras son hipotticas.

    Que cuant es slo existe en una conciencia, no implica de por s quela realidad mism sea nicamente un fenmeno mental.: Quiere decirtan slo, que en esta forma se nos - PrternaTrilirguna otra. Sineriranj,-51 .17-Pudiera nueiffcrTiii5Erf~"i17 - eT relfejodlra r ea-lidad distinta. Podemos en abstracto disticy; iir el modus cogno scendi.411mpclus.essencli; afirmar la identidad de ambos importa identificarel ser con el pensar.Esta posicin es la del idealismo absoluto y se le opone el realismo

    hogar es la conciencia y no han pensado abandonarlo, pues ah ejercensu o icio. 6 VVeamos si cabe siquiera la posibilidad de concebir algo fuera dela conciencia. Y de ah que al decir concebir, ya a hemos puesto en

    movimiento, ya prevemos que el resultado de nue ra tenta tiva volver-a ser una concepcin.Llevemos el pensamiento a la iniciacin ms remota de los tiem-pos, lancmoslo a espacios insondables ms all de la va lctea, diva- de las fronteras de la conciencia; la imaginacidi rairrharvai7117---No obstante, queremos que haya algo ajeno al proceso consciente,que sea su negacin, y lo llamaremos lo inconsciente. Y bien, hemosvuelto a realizar una concepcin. Lo inconsciente mismo no existe sinoen cuanto lo pensamos, y, en el acto de pensarlo, ha dejado de ser in-consciente. V

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    216 LEJANDRO KORNextremo, que considera a la conciencia como un epifenmeno de acti-vidades extraas. En el primer caso la conciencia sera el centro deirradiacin del proceso csmico, sera una po tencia creadora de su pro-pia concepcin mundial; en el otro sera una eflorescencia accidental,cuya presencia o ausencia no modifica ni altera el desarrollo del meca-nismo universal. En e l primer caso la conciencia sera, no slo activa,sino-la nica actividad existente; en el o tro sera, no solamente recepti-va, sino completamente pasiva.Entre estos dos extremos es natural que quepan todos los maticesintermedios: los compromisos dualistas, las conciliaciones eclcticas, elrealismo transfigurado, el idealismo mitigado y el anlisis crtico; en-sayos mltiples e ingeniosos para deslindar el dominio de la concienciay 91 de las cosas.

    Intentemos, a nuestra vez, tomar una posicin. Si exploramos eIcontenido de la conciencia, descubriremos el concepto de una entictatque, a diferencia de todas las otras, no trat amos de expulsar. Al con-trario, tratamos de recluirla en lo ntimo y propio, la desvinculamos has-ta del organjsmo fsico, la oponemos al proceso mental mismo, y en elafn de abstraerla de todo y por todo, la alojaramos,-'$i-,acaso, en elhueco de un punto matemtico. Es el concepto del Yo.Es la unidad persistente y estable qe poltulamos y a la cual re-ferirnos los momentos sucesivos del cambiante proceso psquico. Fuerade toda duda, no existe sino en la conciencia. Y junto con el yo, unaserie de hechos que le atribumos: los estados - afectivos, las voliciones ylos lniclos.- -k- Pero en- manera alguna le a tribuimos todo el contenido de la con-tienda, pues ella comprende tambin la representacin de un mundoque el yo concepta extrao v separa como lo externo de lo interno.Sin ernbargo, si ste mundo est fuera del yo, no est fuera de la con-.ciecia. Las sensaciones, que son sus elementos constitutivos, son he-cho psquicos,y otra noticia no tenemos de su existencia.Segn el realismo, de acuerdo con la opinin comn, para la por-cin 'de conciencia opuesta al yo existe un duplicado de otro orden o,mejor dicho, un original cuya reproduccin, ms o menos fiel, es lonico cognoscible.La comprobacin de ese mundo problemtico es ardua. De laconciencia no podemos salir y todo esfuerzo en tal sentido es vano.No queda otro recurso que acudir a la argumentacin ._y sta se reducea considerar el contenido de la conciencia como un efecto que ha detener su causa fuera de 'ella, sin fijarse en que semejante causa esdeseo nocida, inaccesible, un numeno puro. Y no preguntamos porahora con qu derecho se emplea el concepto de causa, que no es msque un elemento de nuestro raciocinio.

    OBRAS COMPLETAS 17La existencia de este mundo hipottico, situado fuera del horizon-te que abarca nuestro conocimiento, no tiene, en el sentido literal dela palabra, razn de ser. La afirmacin de su realidad es tan slo unacto de fe, residuo irracional del realismo ingenuo.

    VIIIEmpero, contribuyen a mantener la ficcin de un mundo externolos adversarios del realismo al querer convertir la realidad objetivauna manifestacin del yo, que, como hemos visto, no es la concienciasino un integrante de ella. Este error egocntrico caracteriza al idealis-mo subjetivo y, en rigor, lleva al solipsismo.Si el realismo acaba por calificar el yo como un engendro del mun_do fsico, el idealismo subjetivo invierte este orden y supone al mundouna creacin. del yo. En esto, el subjetivista se equivoca ms o menos Icorno el gallo de Rostand al creer que si l no cantara el sol no saldra. ; .vNinguna argucia puede suprimir la distincin fundamental entre el riyo y el no-yo, entre el orden subjetivo y el objetivo. Jams a los grie-gos .se les ocurri tamao absurdo, y eso que agotaron casi todas las

    posiciones filosficas posibles. Fu Descartes quien, al identificar elpensar con el yo, inocul a la filosofa moderna es te germen pernicio-so que luego prosper de manera monstruosa en los sistemas idealis-tas alemanes. Confunden la conciencia con mi conciencia, toman laParte por el todo, y, de esta manera, puede llegarse a la conclusinde que la : yidwessueo, que el mundo no es sino el . velo de la Mayao la cinta cinematogrfica que pasa por nuestra conciencia.realistas haberse opuesto a esta con-cepcin falaz. Al demostrar la independencia del objeto y del sujeto ce- ---lebran su mejor triunfo, porque se apoyan en un hecho indiscutible dela conciencia. Desgraciadamente, se apresuran a desvirtuarlo al querersometer el sujeto a un mundo noumenal. El mundo objetivo est, porcierto, fuera del yo, pero no fuera de la conciencia. Al calificar algode externo, nos referimos al yo y no a una realidad incognoscible. Porqu hemos de sustituir la realidad conocida por otra imaginaria?En verdad, la conciencia se desdobla en un orden objetivo y enotro subjetivo.INo podemos decir ms de lo que sabemos, pero estolo sabemos de una manera inmediata y definitiva...1

    IXno se mantiene frente al mundo en actitud contempla-

    tiva;''j res manera alguna un espectador desinteresado. . La con-ciencia 'el61 teatro de ls conflictos y armonas en tre e l sujetoqe-siente, juzga-y'quiere-y-91. objeto -que-se-amolda-o- resiste'.Las relaciones' nuttis se entablen -P .6r- rriedio -dl-formas menta-

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    218 LEJANDRO KORN BRAS COMPLETAS 19les que constituyen una zona intermedia entre la realidad interna y laexterna.Las sensaciones, daran lugar a un caos si no se las coordinara yconcretara en un objeto determinado. s necesario unir a unas y sepa-rar a otras; sealarles, ante todo, su puesto respectivo en el espacio yen el tiempo, para constituir unidades que luego hay que relacionarentre s. Lo mismo ha de hacerse tambin con las mltiples - _ _taciones de la actividad subjetiva. Al efecto, el sinnmero de los hechosaislados ha de clasificarse y vincularse.Esta tarea se realiza por medio de los conceptos abstrados delorden subjetivo y del objetivo y, aunque securiderivdos de.hechos intuidos, son tan neCesarios'coin O - stoS para construir nuestraconcepcin csmica. X

    El destino de los conceptos suele variar. Mientras unos conser-van siempre el sello de su origen y no se alejan de sus fuentes, otrosse independizan y adquieren fueros propios, sobre todo si se les desig-na con un sustantivo que casi los cristaliza. Los ms slo comprenden undominio particular, ms o menos limitado; otros son tan amplios quecomprenden todo el orden subjetivo y el objetivo y en ocasiones am-bos con un valor universal. Los hay que siempre llevan consigo ciertocontenido concreto, en tanto que otros,, completamente abstractos, ca-recen de toda representacin posible.Por fin, los conceptos nacen o mueren cuando han llenado su co-metido. Su vida, a veces efmera, responde a una necesidad pasajera yapenas si dejan la huella de un vocablo en el. lxico. Muchos perdu-ran instrumentos modestos de la labor diaria y algunos sobresalendominantes y se emancipan. A fuer de esclavos rebeldes, en lugar deobedecer, pretenden gobernar la conciencia y resisten tenaces a sudesplazamiento. La historia de la filosofa es la historia de estos con-ceptos sublevados y la conciencia humana se ha doblegado por siglosante los dolos incubados en su seno, como el salvaje ante el fetiche fa-bricado por sus manos. , XI

    -tiempo y el mismo proceso de la conciencia se detiene y extingue. Esque son conceptos universales, aplicables no solamente a un grupo mso menos amplio o restringido de hechos, sino a todos sin excepcin.Sirven especialmente para coordinar los hechos y establecer un nexoentre ellos; estn como inmanentes en cada caso singular; la validezde los conceptos particulares o generales depende de ellos. Por eso seles ha calificado de neces4rios.La necesidad prcticd de su empleo como formos_del_conAcimien,,to se impone , pero no , llega hstO el punto de hacerlos irreemplazables.Respetmosles sin exagerar nuestra devOcin. Ys algunos miembros dnuestra oligarqua experimentaron una capitis diminu fa As, el con-cepto de substancio estable, con toda su secuela de cuerpos y almas, sehalla en Plena decadencia. Nada menos qu al viejo concepto de causacasi intangible se p retende sustituirlo-por el de funcin. E -ral-z-cio y el tiempo, en un lenguaje ms abstracto, como o es el matem-tico, quizs tambin sufran algn desmedro. Y aun las mltiples ca-tegoras, sobre cuyo nmero nunca llegaron a ponerse de acuerdo losfilsofos, pueden reducirse a una sola, la relacin que expresa la rela-tividad y dependencia recproca de tod os los elementos que constitu-yen un , estado de conciencia.Por ser estos conceptos elementos constantes en el proceso lgico

    y su desarrollo dialctico un reflejo abstracto de los hechos, se les em-plea para sistematizar los datos de la experiencia. No obstante, comotodos los dems conceptos, son vacos sin el contenido intuitivo a quese ap lican. Operar con los conceptos en lugar de las intuicioneses invertir las jerarquas y. supeditar lo primario a lo secundario.Es el ro, la fuerza activa, la que cava el cauce; no el cauce el queengendra al ro, aunque lo contenga, cuando no se desborda. El pen-sar supone el intuir, como - lo dice - Crode: Pressupposto dell'attivit -logica sono le rappresentazioni o intuizioni.Sin duda, no podemos pensar sino en conceptos; pero no tomemoslos andamios lgicos p or lo esencial. No imitemos el ejemplo de lasciencias naturales, que encuadran los hechos en esquemas y luego con-t\_; .funden stos con la realidad. Las ideas generales, como los esquemas,son imprescindibles; pero mantengmonos en guardia, porque el concep-tualismo es el primer paso hacia el verbalismo.Hay sin embargo conceptos cuya tirana es difcil eludir. Formanun grupo selecto, una especie de aristocracia y PrCeri tan imprescindibles, que se les ha atribudo un origen distinto del vulgo de los con-ceptos empricos, simples plebeyos a los que alguna vez se denigra conel mote de pseudo-conceptos. Se les ha llamado ideas innatas, formasa priori, categoras; o se les ha reconocido, por ltrialiol," - tiii -obolengoremoto. Por Cierto que desempean una misin importante.Suprimamos conceptos como el espacio, la causa, la energa, y to-do el cosmos se derrumba y desvanece. Suprimamos el concepto de

    XII.Punto de partida del conocer es el intuir: Entiendo en todo casoporintui -Cin, el hecho evidente, el coriocimien espontneo e inmedia-to const ituido en unidad por la apercepain,sintetica. No agrego: sinelementos discursivos pues esta condicin ideal jams se realiza: laintuicin_ pura no existe. El anlisis siempre descubre su complejidad,pero -no puede llevarse la crtica al extremo de negar la base intuitiva

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    XIII 5e1En lrconcienciarno existen sino hechos, conceptos palabras; in-

    tuino,Prilmor'YdeCiliinnnsainos, es decir, establecemos relacio-:-nes en conceptOs, corno nos expresamos en palabras. Pero no por ex-presernos en palabras hemos de ser verbalistas, y no por emplear con- .ceptos hemos de objetivarlos.Alguna vez se ha a tribudo a las palabras al verbo una rea-lidad y una accin propia. Las frmulas mgicas, de las cuales mu-chas persisten en los ritos religiosos y en las supersticiones populareS, .rsuponan un poder mstico en las palabras. Otro tanto ha ocurrido conel nmero en las doctrinas cabalsticas y tiende a insinuarse, aunqueen forma algebraica, en la logstica contempornea, ltimo retoo delpitagorismo. Bien; hemos debido convencernos que la expresin oral noquita ni pone rey, que el nmero es una mera abstraccin que el instetrumnto del pensar, el concepto, tampoco es una entidad como lo hncredo los sistemas racionalistas? El viejo Kant lo vi, al afirmar qutodo:concepto sin intuicin es vaco. No por eso dejaremos de hablar,de calcular y de pensar.Aun una filosofa basada en la intuicin no puede desarrollarse enproyecciones luminosas y por fuerza ha de usar palabras y conceptos.Pero como un valor entendido. Seguirnos diciendo que el sol sale yse pone sin engaarnos sobre el hecho real, y as emplearemos los con-ceptos sin concederles otro carcter que el de una abstraccin simbli-ca, desprovista de realidad propia.Basta, por otra parte, una leve reflexin, para convencerse de que-todo concepto universal hipostasiado resulta en s mismo contradicto-rio y absurdo, v. gr.: el tiempo, el e spacio, la causa primera, e tctera. : ,Los conceptos, como las palabras, son smbolos. La accin que sopor-,

    s 7 '.tamos rb ejercemos sa ya no es un irribol, es un hecho. El Logos,. e l'.principio inmanente, ha tiempo dej de ser palabra: no se persista en considerarlo concepto racional, porque en realidad es accin eficiente,voluntad y energa.

    XIVExtraa hasta cierto punto es la relacin entre los conceptos opues-tos, que la lgica formal, segn el principio de identidad, considera con-tradictorios, sin admitir que aquel principio slo rige para las cosas.Este martillo no es aquella tenaza, ciertamente; pero ambas herrarnien.

    tas las empleo segn el caso sin que se excluyan. Ambas me son ti-les y el uso de una no envuelve la prohibicin de emplear la otra. Laeleccin depende de las circunstancias y de mis propsitos; su eficacia,del resultado prctico. As, tambin, el empleo de los conceptos queson meros instrumentos del trabajo lgico.La afirmacin y la negacin, no por ser conceptos opuestos soncontradictorios ni estn ligados entre s por algn vnculo mstico quelas funda en una coincidencia oppositorum. Afirmo esto y niego aque-llo; afirmo hoy lo que he negado ayer, segn el caso concreto que apre-c i o . Y la buena ocasin de emplear ambas abstracciones la presenta elrpido y fugitivo proceso en el cual la vida lleva en su seno la muerte,el perecer es condicin del nacer y tendencias contrarias ahora diver-,gen y luego concuerdan. En el conflicto vivo de la conciencia no serealiza un juego de plidas abstracciones, sino el choque de fuerzas an-tagnicas que experimentamos y no soamos. La sntesis de los con-trarios se efecta en el acto concreto, singular y determinado.XV

    Cuando los conceptos opuestos han sido abstrados ambos de he-chos reales, conservan uno y otro un valor intrnseco. Pero si uno delos trminos es tan slo una construccin especulativa o gramatical, ca-rece de todo 'contenido posible y viene a ser de una vacuidad irreme-diable.La posibilidad verbal de poder oponer a todo concepto positivoun complemento negativo nos induce a crear fantasmas irreales, que conrespecto a los verdaderos conceptos se hallan en una relacin semejantea la del centauro con el caballo.As la negacin del lmite no constituye un hecho nuevo. Es tanslo "lasustraccin mental de un atributo inherente a las cosas. No co-nocemos ms que objetos limitados, finitos; el infinito es creacin po-tica. Un infinito realizado es un absurdo.En cambio, la aplicabilidad de los conceptos es ilimitada, pues pue-den volver a emplearse en cada caso concreto. Si hemos de apurar elsmil de la herramienta sin olvidar que, como todos sus congneres, clau-dica, diramos: en efecto, este martillo no es infinito pero infinita la se-rie de golpes que puede dar. Es un empeo estril pretender, con unconcepto como el de causa, llegar al origen de las cosas, pues, por lejosque llevemos la regresin mental o la investigacin emprica, siempre

    del conocimiento, sin caer en el nihilismo y suicidarse por el absurdo.Pero precisamente, aunque se trata de la experiencia, esquivo el trmi-no emprico, porque este concepto sensualista supone una simplicidadque no resiste al examen ms somero y tiende a convertir el acto del co-nocimiento en un hecho pasivo.Asimismo, a objeto de ahorrar equvocos, excluyo de mi conceptode la intuicin al fenmeno psicolgico llamado intuicin intelectual,para; el cual reservo, en un sentido figurado, el nombre tambin hist-rico de visin.

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    222 LEJANDRO KORNvolver a ser aplicable. Una primera causa es inconcebible, porque lacausa no es una cosa.A la luz de estas consideraciones podr aplicarse. la doctrina deEinstein; es decir, que todo espacio es finito, aunque .ilimitado; es decir,que todo espacio objeto de nuestro estudio es mensurable, pero que ja-ms faltar lespacio para ubicar un hecho. Por vas muy distintas de lasde la reflexin filosfica, como un postulado de las ciencias exactas, nosofrece aqu Einstein una conclusin anloga, pues el elpacio es un con-cepto y no una realidad.

    XVI

    ) - - -iJOBRAS COMPLETAS

    Aparentemente la capacidad cognoscitiva debiera. preceder al co-nocimiento, pero de hecho, ste tampoco se concibe' sin lo cognoscible.El conocimiento consiste precisamente en el acto de conocer y no pue--'de precederse a s mismo. El sujeto o el objeto aislado son abstracio-'nes, no existe el uno sin ef 'Otro. Al polarizarse l itiVidad conscientePon al uno 'frente al Otio,.Sin'renunciar a conservarlos unidos por re-laciones mutuas, que por fuerza participan del carcter subjetivo y delobjetivo. No hay aqu un a priori ni un a posteriorhay una influ .ii-:cia y una concordancia, una accin comn simultnea que no podrapuntualizar la abstraccin ms sutil.Por eso el raciocinio, con argumentos igualmente valederos, puedadeducir los conceptos necesarios del orden subjetivo:como del objetivo.Perturba aqu, como siempre, el error egocntrico : nue considera al co-nocimiento como funcin del yo en vez de advertir qUe el conocimientoequivale al contenido de la conciencia en su totalidad. Deah lea dis ..;laS del idealismo subjetivo. Tanente - tomo qu'e -el ser es idntico al pensar, lo es tambin que el pen-sar no es exclusivamente subjetivo.El deslinde exacto entre ambos rdenes, el - subjetivo y el objeti-:vo, es un interesante tema psicolgico; su solucin' satisfactoria muyproblemtica. Sabemos bien lo que cae grosso mod9 de un lado o deotro: las sensaciones por una parte; los afects, las voliciones y los jui--cios por otra. Distinguir, empero, en el conociniiento, la materia y laforma y atr ibuir sta al sujeto, es aventurado. La: forma es 'parte tannecesaria de l objeto como su materia. En el iionia de Kant, y con-tradicindole, diramos: la materia nos es dada y la forma tambin.El sujeto distingue lo suyo de lo extrao y' ri : se atribuye la fun-cin de dar forma al conocimiento, como se atribUye, por ejemplo, la .atencin. No se trata de una impresin ingenua nii podra corregirse,porque jams adquirimos la conciencia inmediata de semejante capaci-dad. Parceme que la materia del conocimiento no es ms que una som-bra de la materia material del dualismo realista:sensaciones puras noexisten.El viejo distingo escolstico entre los elerrientos materiales y, for-

    223males del conocer se reduce a abstraer los elementos primitivos de lossecundarios; pero unos y otros, unidos, constituyen el orden objetivoopuesto al yo. El proceso psquico se desenvuelve en sus formas, nopor intervencin del sujeto sino forzosamente; si acaso, a pesar de l.Caracteriza al orden objetivo y lo distingue del sujeto la espacialidad.

    XVIIOperamos hasta aqu con un concepto equivocado y conviene yaabandonarlo. El trmino realidad proviene del latn res cosa y en-vuelve la idea de estabilidad. Pero es que no hay nada es table. En laconciencia slo observamos un proceso, una - accin, un devenir, unfluir y confluir continuo. A no tener presente este hecho, corremos elriesgo de postular otra vez cosas y entidades donde solamente hay actos.El sujeto y el objeto no son s ino operaciones sintticas, en las cualesse unifica el complejo estados de nimo o el haz de sensaciones.En cuanto al substraturn que les suponemos materia o espritu noes ms que un concepto y no una cosa .En lugar"de una realidad _tenemos,_ pues, una actualidad y sta 'esla palabi=a 'correcta que nos ense Aristteles. Los hechos se actuali-zan, no se realizan. La misma conciencia 'no es una entidad, sino ac-

    -cin, y ni siquiera accin abstracta sino concreta. Una conciencia purasera una 'conciencia sin contenido, es -decir, una accin sin atividad,ejemplo acabado de un absurdo. De todo realismo, no solamente delrealismo ingenuo, debemos de curarnos.Realidad, en filosofa, es un concepto fsil, es decir, una supersti-cin. Reserveinos la palabra con un. valor convenido, sobre todo paradistinguir el hecho cierto del hecho imaginado o deseado. Un tratadode filosofa, para ser ltigic, debiera escribirse con 'verbos' 'sin emplear.un solo sustantivo.La rigidez de los nombres, demasiado slida y maciza, no se pres-ta para trasmitir la nocin de un proceso dinmico que es movimiento,vibracin, desarrollo de energas y de ritmos. En torno de los dos polosde la conciencia, inestables y movibles tambin ellOs, giran y bullen co-rrientes encontradas o paralelas, se concilian o se resisten y en cada, ins-

    tante crean un hecho nuevo que nunca fu antes y que no velver a re-petirse. La necesidad de sistematizar el cmulo de los hechos obliga aaislarlos, a abstraerls, a encasillarlos, y con -ellos se despoja al pro-ceso psquico, precisamente, de su vida sinttica, en la cual cada elemen-to es funcin de los dems. La intuicin del lector debe mantener dacontinuo la unidad y correlacin que el relato de struye porque el an-lisis, por fuerza, convierte la unidad activa de lo pensante, en 'la seriedisgregada de lo pensado y a la realidad viviente sustituye fantasmaspretritos.

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    224 LEJANDRO KORNXVIII

    Si entre la, actividad objetiva y la subjetiva no hubiera ms dife-rencia que la espacialidad, aunque con grandes dificultades, podra su-bordinarse la una a la otra, como se ha intentado con tanta perseveran-cia en los sistemas monistas. En realidad, hay entre estas dos corrien-tes opuestas de la actividad consciente una diferencia mucho ms vi-elemental.El mundo objetivo obedece a normas pecesaries.a,leyes. El mun-do slIjitiVOTcareeedeiV^;"elibi :e. En el primero se desarrolrmr"nriiVirlliniiWarirde'lie'llirk vi;aos que pueden preverse. En el.'segUndo acta una voluntad., que quiere lo que se le antoja y cuyas re-solciones no pueden preverse. Aqul obedece a causas perdidas en .nishio fsico se yerge-el yo iutnomo. Disclpese la redundancia: utosno4ignifica sino el yo mismo; la autonoma del yo es la autonoma por'excelencia.En tanto el orden fsico se actualiza, encadena inexorablemente unefecto a su causa, sin propsito, sin finalidad, amoral e impasible. Elsujeto, en. tanto, se siente estremecido por dolores o dichas, afirma oniega, forma propsitos, forja ideales, estatuye valores y subordina suconducta a los fines que persigue.Pero su libertad es de , querk no de hacer. La libre expansinde la volunta75us6 linsiTrcede Y sta no consientearbitrariedad alguna. El sujeto es autnomo pero no soberano; su po-der,no equivale a su querer y por eso tiende, sin cesar, a acrecentarlo.La:' ::aspiracin a actualizar toda su libertad no abandona al e terno re-beld.e. La naturaleza ha de someterse al amo y el instrumento de estaliberacines la ciencia yla tcnica: La libertad no ha de pavonearse en el vaco. La paloma de Kantse imaginaba que sin la resistencia del aire volara an con mayor al-tura. Se desplomara, como as nuestra libertad, si no se apoyara enla resistencia que se le opone. Esta es la condicin del esfuerzo subjeti-vo y la libertad no pretende aniquilarla; pretende, nicamente, sus-traerse a la coercin para alcanzar sus propios fines. El dominio sobreel orden objetivo emancipa de la servidumbre material y constituye lalibertad econmica, en el sentido ms amplio del trmino. Inici suconquista el primero que quebr con una piedra la recalcitrante nuezle coco e invent el martillo.Pero el sujeto se siente cohibido no solamente por el mundo ob-jetivo, sino tambin por sus prop ias condiciones. Su accin la pe rtur-tban impulsos, afectos y yerros. De ellos tambin quiere emanciparse.Al dominio sobre la naturaleza debe desde luego agregar -el dominio so-bre s mismo. Solamente la autarqua que encuadra la voluntad en undisc plina, fijada por ella misma, nos da la libertad tica.

    RA.....CtiMPLETAS

    As se establece al lado de la finalidad econmica, una finalidadmoral, a la cual, sin mengua de la autodeterminacin, se ha de someter"conducta. Se simboliza en un concepto de contenido y nombre va-riable, que por ahora llamaremos el concepto tico. Viene a ser la ex--presin ms acabada de la personalidad, el ltimo objeto de la accinlitire, empeada en someter el orden natural a un orden moral. Si biendentro de una metafsica inaceptable, nadie ha descrito mejor la liber-;tad tica que Spinoza en el cuarto y quinto libro de Tuo5 i7Iiida-11rirrir711375.ivamente, de la servidumbre y de ly libertad.Qu diferencia separa, empero, la frffrrdeTlYfillal Es-tala soportamos aqulla la dictamos; sta es expresin de un orden ne-: celario aqulla un postulado de nuestra libre voluntad. No podemosimaginar que la ley de la gravedad falle una sola vez; al elevarnos enel espacio y contrariarla al parecer, la obedecemos. No as la ley moralque infringimos, porque conservamos la capacidad monstruosa de des-obedecerla.En efecto, libertad y tica son complementos correlativos. La con-z . cpcin mecanicista, al extender la determinacin fsica, al sujeto, learrebata los fueros de la personalidad. Sustituye la autonoma por elautomatismo y no hay alarde dialctico que, sobre esta base, puedaconstruir una tica.

    La libertad econmica dominio sobre el mundo objetivo, .y la li-bertad tica, dominio de s mismo, constituyen, unidas, la libertad hu-,Mana, que lejos de ser trascendente se actualiza en la, medida de nues- 'tro saber y poder. Se compenetran y se presuponen, no puede existir11 una sin la otra, porque ambas son bases del desarrollo de la perso-validad. No es la lucha por la existencia el principio inmanente, sinofa lucha por la libertad; a cada paso, por sta se sacrifica aqulla. Lalibertad deviene. Del fondo de la conciencia emerge e l yo como uncorso: libre la frente, libres los brazos, resuelto a libertar el resto.XIX

    En la tercera antinomia de Kant se enuncia, en trminos escuetos,problema filosfico por excelencia: la afirmacin conjunta de laI liecesided y de la. libertad. Es la conclusin final e ineludible de unaisquisicin lgica y toda tentativa de superar o suprimir la antinomia,.de conciliar en una sntesis la tesis y la anttesis, es estril, ya se optepor una solu.cin unilateral o por apelar a factores trascendentes.Se explica. La antinomia, a pesar de, su estructura escolstica, esexpresin del conflicto que se actualiza en la conciencia. Ninguna so-,lucion especulativa puede eliminar el hecho, que es raz precisamente'del proceso psquico, Negar, ya sea la necesidad o la libertad, es unafalacia desmentida por cada instante de la vida real. Querer conci-

    i liar el determinismo fenomenal con una libertad noumenal, por mu-

    ;1.1 \.,-().Z1 O-ti 1/4) exr>lf,-(-)k rbt ,L L ( . 1 1:4. C.4/7. MI11

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    226 LEJANDRO KORNcho ingenio que se haya gastado en este empeo, es ofrecernos una so-lucin ficticia, pues. el numeno y menos aun lo noumenal no sonobjeto del conocimiento, no pueden invocarse para explicar ningn he-cho efectivo, no tienen existencia en la conciencia sino a ttulo de con-cepto vacuo.Es la tercera antinomia la resultante leal y concluyente de la cr-tica de la capacidad cognoscitiva y no cabe ni interesa eludirla. Nose altera un pice la realidad con una solucin verbalista. Al tropezarcon la antinomia, la teora ha cumplido su misin; nos da la clave delo existente, pero no puede anticipar la resultante de un proceso deproyeccin infinita.No queda sino un problema prctico: ocupar una posicin. Si nosplace una posicin negativa, nos resignaremos en el renunciamientoasctico; si preferimos una posicin afirmativa, incorporaremos nuestraesfuerzo personal a las energas que realizan la tarea sin fin de la accincreadora.Una y otra posicin es legtima; por una y otra intentamos actua-lizar la libertad del 'yo. Dueos so mos de elegir el desprendimientodel mundo o empearnos en sojuzgarlo. No podemos generalizar lapropia posicin, tan luego en nombre de la libertad, prescribindole enqu sentido se ha de decidir. Francisco de Ass y Leonardo de Vincirepresentan dos tipos, humanos, ambos igualmente grandes y bellos.Slo el instinto 'rebaego reclama una misma va para todos, unanorma dogmtica para todos; el hombre libre no sin Peligro busca-r la propia. Para ello se arma de saber y de fortaleza interior. Peroel riesgo es inseparable de la libertad.

    OBRAS COMPLETAS 27aquello que cont ribuye a su libertad econmica. Bueno lo que afirmasu libertad tica. Estos dos conceptos poseen, pues, un contenido efec-tivo y no son abstracciones, pero solamente con relacin a los intere-ses y a la voluntad del sujeto. Los hechos objetivos en s no son ti-les o nocivos, son simplemente necesarios. Los actos tampoco son bue-nos o malos en s, sino la voluntad a que obedec .Si no cabe duda sobre el significado concret de lo til y de lobueno, sin embargo, es menester estimar cada caso o cada serie de ca-sos. Y aqu, con acierto o sin l, el sujeto fija_valores, expuesto a negar-los o a trasmutarlos cuando hayatrainiPlido su misin -o -demostrado ti.eficacia. - ^ - - -Con frecuencia lo que ayer se consideraba til hoy quizs se juz-gue perjudicial, y, en el orden Moral, valores que han regido durantesiglos acaban por ser .reemplazados. Imaginar que los valores creadosen la lucha por la libertad sean perdurables y objetivos es ignorar sucarcter transitorio;' son medios pa ra realizar un fin y as se emiten co-mo se desmonetizan.Asimismo, los conceptos de lo til y de lo bueno radican en la na-turaleza -misma de la conciencia y de su conflicto fundamental; no cam-bian por ms que cambie la apreciacin, del caso particular. Es el im-perativo categrico de la accin espontnea, que se refleja en el senti-

    miento de la obligacin, del deber y de la responsabilidad. La sancinmoral es la actualizacin de la libertad o su privacin, la servidumbreimpuesta por la ignorancia y los vicios.XXI

    Tan fundamental res la libertad econmica como -la- tica . pero no--por eso pueden confundirse los conceptos correspondientes. No siem-pre lo til es bueno, ni lo bueno es til. U n trmino se refiere al ob)etoy 'el otro al sujeto.Tomar lo til por lo bueno es el pecado de toda moral utilitaria y elerror propio de los sistemas que tienden a negar la personalidad autno-ma.,Insistir solamente en el concepto tico es desconocer que la plenaexpansin de la personalidad slo es posible en un mundo sometido.--La falta de la libertad econmica conduce a enajenar 1 libertadtica por el plato de lentejas, y la ausencia de la libertad tica nos en-trega al dominio de los instintos y de los dogmas. La falta de ambas nossomete a poderes extraos, aniquila nuestra personalidad, nos impidevivir la vida propia.La estrecha correlacin en tre la libertad econmica y la tica serefleja en el idioma. Todas las palabras que expresan una servidumbretienen al mismo tiempo una acepcin moral despectiva: esclavo, villano,lacayo, etctera. Barrer con toda sujecin econmica es, pues, la con-dicin previa de la liberacin humana. Pero no la nica.

    XXDice el Rey Sabio: Aman e cobdician naturalmente todas lascriaturas del mundo la libertad ; quanto ms los ornes, que han enten-dimiento sobre todas las otras, e mayormente en aquellos que son denoble coragn.La libertad es, pues, el rasgo intrnseco del sujeto; afirmarla es laexpresin ms genuina de su ser; personalidad y libertad son dos nom-bres pa ra e l mismo hecho.En la lucha trabada por la conquista de la libertad , el sujeto dis-tingue las circunstancias que favorecen o se oponen a esta su aspira-cin esencial y las juzga y aprecia desde este punto de vista. A los.hechos objetivos los califica de tiles o nocivos; a los actos propios,de buenos o de malos. Lo primero es un juicio pragmtico, lo segundo,.un juicio tico.Naturalmente, sin excepcin posible porque esto fluye de su n-tima condicin quiere lo til y lo bueno, y de los casos singulares seeleva a la generalizacin y forja los dos conceptos adecuados. Util es

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    El deseo de hallar eI fundamento de nuestra conducta y distin-guir lo lcito de lo ilcito ha obsesionado la mente humana desde susalbores. Tambin en este caso, como en todos los otros, la solucin re-ligiosa fu la primera. Las normas de la conducta se pusieron al am-paro de la autoridad divina. Es un resabio de esta primitiva posicinla tentativa, continuamente renovada, de resolver e l grave problemapor la intervencin de factores trascendentes. Sin duda, una tica supo-ne como elementos imprescindibles un sujeto libre y responsable y unasancin. Si falta el primero tendramos tan solamente el desarrollo eun proceso de terminado de antemano, del cual seramos testigos inti-les;,:y si faltara la segunda sera indiferente decidirnos por el bien opor_ el mal. Pero, qu hemos de hacer con una libertad metafsica nicol una sancin pstuma, despus de desvanecida la existencia indivi-dual? El postulado grotesco de una inmortalidad del individuo fu unacoriecuencia forzosa de la interpretacin trascendente.Las escuelas anti-metafsicas, a su vez, al sealar la vacuidad deestas ficciones, intentaron la construccin de una tica puramente hu-mana, pero cayeron en el hedonismo o en el utilitarismo, y el desen-- volvimiento lgico de sus principios deterministas les condujo a unamoral sin libertad; sin responsabilidad .y sin sancin; es decir, aunqueno lo confiesen, a la negacin de la tica. Sobre semejantes bases puedeescribirse un manual de buena conducta o de reglas para lograr elmayor xito en los negocios, pero no se despeja el problema secularque hostiga al alma humana.Demostrar que nuestros conceptos ticos actuales son el resultadod una evoluCin bilgica o social es del mayor inters, pero no haceal. caso: No es el hecho histrico de la- evolucin 'sino la razn de" laevolucin la que investigamos, el principio que la gua e- informa. Todosestos sistemas positivistas estn al margen de la cuestin.La sistematizacin biolgica, al recordar que derivamos del animal, .debiera decirnos por qu lo hemos superado y tendemos a despojarnosdel residuo bestial. O cree, por suerte, que conviene retornar a nues-tros orgenes?La obra del instinto gregario, las consecuencias de la convivenciasocial, son dignas de ser examinadas; pero fundar en ellas una tica,es olvidar que la organizacin social es tan fuerte, en lo moral comoen lo inmoral. Esta pequea verdad se oculta a los moralistas socio-,logos y les convendra releer de vez en cuando la paradoja de Rousseau.El materialismo histrico es, fuera de duda, la doctrina ms cohe-rente - y Srii- delliipoca positivista, como que todava llega haSta . ellatle - Hegel. - Per'6e siiiilfaffal; no encara sino la mitad del pro-blema y no se percata de que su aplicacin dogmtica nos arrebatar ala libertad espiritual.Ni el determinismo del mundo objetivo ni el imperio del egosmoutilitario pueden negarse. Pero tampoco puede suprimirse la conciencia

    OBRAS COMPLETAS 2 9de nuestra libertad y de nuestra responjbilidad. Querer suprimir estadualidad es un empeo vano, es desconocer:el conflicto psquico en quese debate la personalidad humana en defensa de su dignidad y en pro-ctira de su liberacin cada vez ms ampliaServirnos del determinismoobjetivo es tan slo un medio pragmticOiara realizar nuestra libertadmaterial. Pero limitarnos a estepropsitozes convertirnos en esclavos 1del Evangelio: De qu nos serviran t:".idas las riquezas si pervertimosnuestra alma?

    Una tica sin sancin es una concepcin ridcula. Es suponer actosdesprovistos de finalidad. Aun una moral. Utilitaria ha de suponer queun acto acarrea consecuencias tiles o nocivas. Ahora, el bien o el malhan de ser indiferentes? Nadie pope en duda los efectos pragmticos del error o del acierto,de la ignorancia o del saber. Nuestros Ject's5s, de consiguiente, resultaneficaces o perjudiciales y en ello llevan lin/sancin bien explcita.En cuanto al acto tico, como tkj nn puede ten er una sancinque tampoco es 'objetivamente til. qUeramos por eso renunciar aser buenos o hemos de despreciar la belje4? En estos casos la sancinse circunscribe al dominio de lo subjet0o3Y no por eso es menos im-portante, pues afecta el rollo de ta Siida, tan luego en su esferams ntima. Si la idad etic es realizIr la libertad, la sancin delacto inmoral es precisamente la privaci..n?. 1 .....e lare a, la degradacinde la libertad humana. A su vez, el acto= lleno tiene su recompensa ens mismo, es decir, en la conciencia de..141iPertad actualizada .Recordemos a Spinoza: Liaino servidumbre a la impotencia delhombre para gobernar y refrenar sus afectls, pues, arrastrado por ellos,no es dueo de s mismo'; sujeto al aca0Orega a hacer lo peor, aunqueconozca lo mejor.Si lo til recibe su sancin econniia y lo tico su sancin subje-tiva, no debemos olvidar, empero, que la,::vida no la constituyen estasabstracciones, sino la serie de los actos concretos que en proporcionesvariables son a la vez tiles y ticos. >TI hemos de desconocer hastaqu punto el carcter tico de la persoillead influye sobre la solucinde losproblemas prcticos. Al travsycl0 esta influencia directriz, laactitud tica tiene tambin su parte en la: incin moral que acompaa1 1 - 4a toda vida humana.El instinto intuitivo del pueblo minca ha dejado de creer que enla culpa va el castigo, que quien la hizo la . paga, que quien a hierro mataaheromuee -4-Cuando, con larga experiencia, se Contempla desde cierta altura lavida en su conjunto, sobreviene la sensacin de una justicia inmanente,

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    2 3 0 LEJANDRO KORNcasi inexorable, y el saldo de la existencia aparece como la diferenciaentre nuestros mritos y nuestras faltas.Esto no implica incurrir en un optimismo de pacotilla, ni creerque los premios a la virtud o las penas de las faltas se distribuyen decontinuo, con arreglo a la casustica de un cdigo burgus. No se tratade una relacin aritmtica, ni de nada que sea mensurable, sino de un lzclizbtimo-dej.moacj~e nos permite comprobar cmo, en elconflicto de la vida, no es tarea vil fortalecer el nimo y conquistar lalibertad de espritu. Aun ante el acontecimiento for tuito nos arma deentereza viril, como al esto ico lo inevitable.Si relacionramos el dolor de la existencia con las culpas de ella,hallaramos quizs una compensacin, que por cierto no hemos de en-contrar justa en nuestro caso particular, pero a menudo en el caso delos otros, Cuntas quejas no formulamos que, ante un sincero examende conciencia, se convierten en reproches a nuestra flaqueza.Una estrecha relacin se mantiene entre el desarrollo tico de lavida y los males que la afligen. En la profunda teora del Karma, elmundo es en todo momento la expresin de su valor tico. As lopueden afirmar los hindes, porque para ellos el yo individual y el uni-versal son idnticos. Nosotros tendramos que traducir este pensamientoa un lenguaje menos mstico y diramos: la vida es en todo momentola expresin de su valor tico. Segn la_supersticin vulgar de la trans-migracin, cada uno vive el Karma de una existencia anterior; en rea-lidad, cada uno vive su propio Karma, o sea, dicho sin trminos exticos,en romance paladino, cada uno es hijo de sus obras.

    XXIIIMucho antes de que Darwin sealara la lucha por la existenciacomo la razn del devenir biolgico, ya Schopenhauer crey haber en-contrado el principio noumenal del universo en la voluntad de vivir.Sin duda acert al considerar a la voluntad como la expresin msacabada del yo. Pero no al identificarla con la energa csmica, porqueel sujeto y el objeto, que son opuestos, no pueden reducirse a un soloprincipio, sino a condicin de aniquilar uno de los dos.En efecto, la voluntad que es un agente teleolgico no puedeconfundirse con la energa sometida a la categora de la causalidad.Luego, Schopenhauer, al igual que otros romnticos por l tan deni-grados, se enreda en la dificultad de combinar la necesidad del pro-ceso fenomenal con una supuesta libertad trascendente.La voluntad, casi sinnimo del yo, pertenece por entero al dominiode lo subjetivo, afirma o niega. Pero no puede aceptarse que en su ma-nifestacin ms alta sea, nicamente, voluntad de vivir, mera afirma-cin de la existencia. Si no predominara, por temor de caer en el viejo

    error antropocntrico, una excesiva tendencia a equiparar al hombre con

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    Este es un hecho histrico y de diaria observacin. La posibilidadmisma del suicidio, que slo se observa en la especie humana,prt ---rld- : 95que sta puede llegar hasta la negacin, no solamente terica, del su-puesto principio fundamental. El hombre, como individuo o como colec-tividad, arriesga continuamente la existencia por motivos serios o ftiles,pero en realidad innecesarios. Y aun el apego exagerado a la vida, la,-cobarda, merece en el consenso universal una apreciacin despectiva.Para la organizacin mental evolucionada, la vida ha dejado deser un fin y se reduce a un medio para realizar propsitos sin los cualescarece de estimacin. Ya lo saban los estoicos; lo ignoran nuestros con-temporneos liberales positivistas.

    No es un fatuo alarde, si el hombre se ha considerado siempredistinto del animal o si, por lo menos, aspira a ser distinto. Es la con-ciencia de su' libertad la que se revela en esa vieja presuncin y lo habi-lita para morir por sus ideales o por sus supersticiones.Nietzsche vi claro en este punto y quiso sustituir la libertad devivir por la voluntad de poder, condicin de desarrollo de un tipohumano superior. Este concepto, empero, se presta a una interpretacintorpe, que jamS estuvo en la mente del autor, a pesar de su afectadoinmoralismo. La voluntad de poder no es otra que la de actualizarla libertad' en toda su plenitud, porque, en el hombre, la voluntad devivir se ha elevado a la voluntad de vivir libre.

    XXIVEl psiclogo. La libertad que usted se atribuye es una ficcin,un engreimiento infundado. Usted no puede realizar un solo acto queno sea forzoso, determinado por motivos de los cuales no es dueo..El sujeto. ---Estoy ligado a la naturaleza y; en cuanto no la do-mino, me someto. Mis actos solamente son de una libertad relativa,pero en ellos interviene un factor- completamente libre que es mivoluntad.El psiclogo. Tampoco su voluntad es libre; la volicin no esel punto de partida de sus actos, sino un asentimiento obligado a los

    movimientos reflejos, que, por vas estudiadas y cono cidas por nos-otros, corresponden exactamente a la excitacin recibida.El sujeto. Sin 'embargo, distingo entre los actos propios y losimpuestos. El psiclogo. Esa es una opinin subjetiva. Es un detalle insig-nificante; en un caso sus actos le agradan y en el otro no.El sujeto. -7- Eso ya prueba que soy yo quien los aprecia. Ade-ms tengo propsitos y proyectos que quiero realizar.El psiclogo. Deseos y quimeras que usted forja al margen de

    el animal, la ms sencilla reflexin recordara cmo, a cada instante, lavida se sacrifica a un valor ms alto.

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    232 LEJANDRO KORNlos hechos. No determinan sus actos sino que son sugeridos por ellos.

    El sujeto. Entonces yo no intervengo en mis propios actos.El psiclogo. Usted debe deshabituarse de hablar de mis actos.Eso es una fatuidad. Usted quiere y hace lo que no puede dejar dehacer y querer,El sujeto. De manera que no soy responsable de mis actos?El psiclogo. La responsabilidad es otra triquiuela, como lalibertad. Se la han imbu do sus semejantes 'para tener un pretexto deenjaularlo cuando usted Ios moleste.El sujeto. Admirable triquiuela. No le parece que es toyde Ms?T-E1 psiclogo. Mucha falta no hace. Solamente sirve para per-turhr la exactitud objetiva de la experimentacin cientfica.

    sujeto. Admirable ciencia Pero si renuncio a mi libertad,de que vivo tan convencido, qu me queda?El psiclogo. Nada.El sujeto. Usted es muy amable.El psiclogo En realidad usted no es nadie, ni siquiera unahiptesis. Usted es una resultante fugaz de energas disipadas, unadorno churrigueresco que la naturaleza ha agregado a su obra, sin lacual y sus necias pretensiones puede pasarse perfectamente.El sujeto. --- Cmo Si la naturaleza no existe sin m.El psiclogo.Qu error Vea usted cmo los vegetales realizantodas sus funciones biolgicas sin necesidad de una autoconciencia. Lanaturaleza no lo necesita a usted y nosotros lo eliminaremos.El sujeto. Mal hecho, porque se acabaran los psiclogos. Mien-trastanto, el mundo objetivo no existe sino en relacin con un sujeto.El _argumento vegetal prueba que tengo otras funciones que las pura-mente biolgicas. Usted me quiere convertir en un objeto e imponermeel yugo de la necesidad; pero yo no soy objeto, sino lo opuesto, es decir,sujeto; y aunque usted me niegue me tomo la libertad de existir.

    El psiclogo. Pero, cmo quiere usted escapar al orden naturaly a sus leyes?El sujeto. De hecho. Dispone usted de alguna ley que me rija?.E1 psiclogo. La hallaremos pot - medio de la induccin, y, alefecto, hemos ya reunido numerosos datos. Poseemos tambin normasgenerales, aunque no son aplicables al caso individual.El sujeto. Pero ese detalle no invalida las normas.El psiclogo. Felizmente. Las normas existen aunque no secumplan.El sujeto. Entonces, como ocurre en las ciencias fsicas, ustedpodr prever lo que har maana?El psiclogo. Se puede, pero es difcil.El sujeto. -- Nada s difcil para un sabio; usted resolvera hastala cuadratura del crculo.

    OBRAS COMPLETAS 33El psiclogo. Cosa sencilla si no mediara una magnitud irra-cional.El sujeto. Ah Hay magnitudes irracionales? Pero, segura-mente, no en la psicologa humana.El psiclogo. Yo podra explicarle todo cuanto usted ha he-cho ayer.El sujeto. Valiente, eso es historia; despus de ocurridos loshechos forjamos la explicacin pstuma. Usted hallar fcilmente lasrazones aparentes de mis actos, pero siempre quedar un remanenteirreductible, un factor desconocido que perturba sus investigaciones.En psicologa, como en la historia o . en la sociologa, le falla,_el torni-quefe- de la causalidad, de la 'conexin necesaria, y por eso usted nopitede"pidcir que har en el da de maana, en el cual el solsaldr a la hora que le ha sealado el clculo astronmico.El psiclogo. La salida del sol puedo calcularla porque tengotodoslos datos necesarios; si los tuviera en el caso de usted, calcularamatemticamente sus actos.El sujeto. Le dar el catlogo de mis obligaciones, de misgustos y de mis hbitos y agregar mi rbol genealgico. Usted midami crneo, observe mi ecuacin individual y pronostique.El psiclogo. No es suficiente, y adems, usted, por desmentirmi propsito, es capaz de hacer lo contrario.El sujeto. No le parece que eso podra llamarse autodeter-minacin?El psiclogo. De ninguna manera; eso obedecera tambin a unmotivo, aunque malicioso.El sujeto. As es; el sujeto suele ser malicioso, y en eso se dis-tingue de los objetos y algunas veces de los psiclogos, que siempre soningenuos.El psiclogo. Celebro tanta suficiencia. De manera que usted. es un ser abstracto, independiente de la naturaleza?El sujeto. No tanto. Abstractos somos ambos; la naturaleza yyo ocupamos el mismo hogar, si bien un poco desunidos porque micompaera suele tiranizarme y hasta aprovechar mis debilidades. Peropoco a poco consigo domesticarla e imponerle mi voluntad. No pre-

    tendo deshacerme de ella, porque mi existencia est ligada a la suyay adems no carece de atractivos. Deseo slo someterla y obligarla ami servicio para gozar de paz y de mi plena libertad. Lo he de con-seguir con el esfuerzo propio y con el auxilio de la ciencia.El psiclogo. ues bien, a esa tarea precisamente contribuyo.El sujeto. Muy de acuerdo, pero respete mis fueros. Yo nosoy un mueco, soy el sujeto libre.

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    Al comprobar en la actividad consciente dos tendencias contrarias,fundamentalmente distintas, no. quisiramos llevar este dualismo hastael extremo de olvidar la unidad de la conciencia. A pesar de sus diver-gencias, el sujeto y el objeto, integrantes de un mismo proceso psquico,son inseparables y no se modifica el uno sin afectar al otro.El choque de corrientes opuestas ya lo seal Herclito. La duali-zacin es una condicin necesaria para comprender la actividad csmica.En el tomo nfimo, sin perjuicio de su unidad, suponemos fuerzasde atraccin y de epulsin; la clula orgnica es Un campo de batallaentre la asimilacin y la disgregacin; la reproduccin de la especieexige la dualidad sexual; la gravitacin planetaria no se explica sin ten-dencias centrpetas y centrfugas; el proceso dialctico se desenvuelvepor la coincidencia de la tesis y de la anttesis. Donde quiera que sebusque una unidad se halla el conflicto de dos principios contrarios:la potencia es funcin, de la resistencia. No es de extraar, pues, si laconciencia, madre comn de lo existente, nos ofrece el mismo espec-tculo. Y aunque fuera extrao, es, un hecho y no una invencin.Las dificultades para conciliar la unidad con la multiplicidad noslas han sugerido los monistas y los pluralistas en su afn po r impo-nernos su interpretacin unilateral. Los conceptos de cantidad uni-dad., pluralidad, totalidad, nmero, medida, magnitud se utilizansegn el caso, sin excluirse ni contradecirse. Examinemos el conceptode unidad y sirva ello como ejemplo del uso de los conceptos en general.No existe ninguna unidad comprobada. La hemos buscado, lahemos afirmado; pero, de hecho, jams la hemos encontrado. La unidadfsica, el tomo, est descalificada a pe sar de no haber sido nunca unhecho emprico, sino una hiptesis. Pero ni a ese ttulo puede ya sub..sistir. La unidad orgnica, la clula, ha resultado ser un organismo decomplejidad infinita. La unidad ps quica, la sensacin, nunca es simple;menos an lo son los estados de nimo. Ni en el dominio de lo objetivo,ni en el de lo subjetivo, podemos fijar una unidad. Tampoco lo es elyo, ni lo es el objeto intuido.Todas las unidades reales que postulamos son metaempricas. Nohay sino unidades concebidas. Puedo llamar, a mi antojo, unidad al

    cuerpo humano, a un libro, a un batalln, a un pueblo, y en seguidalos descompongo en la multiplicidad de sus partes integrantes y loscalifico como una pluralidad. Nada me impide tampoco concebir latotalidad de las formas existentes como una unidad y llamarla universo.La unidad de la conciencia es ideal y si la afirmamos es slo paranegar la existencia de dos sustancias distintas o la posibilidad de unfraccionamiento efectivo. As nos ahorramos todos los devaneos delocasionalisrrio, d la armona preestablecida, del paralelismo y de lasdoctrinas dualistas en general.

    OBR SCOMPLET SPor unidad de la conciencia hemos de entender que, tantosus manifestaciones objetivas como subjetivas, es accin conscientnada ms.Estamos en nuestro perfecto derecho si, de acuerdo con ladencia, consideramos a la conciencia ya como una, ya como compy la intetpretamns como fa unidad. que se despliega o como, la 'In'que surge. (1 1VIerec recordarse el percance ocurrido al ms genial de losnistas, a Spinoza. Su Deus sive natura se le desdobla repentinamen natura naturans y en natura naba-ata.El insidioso dualismo lo a:cuando menos sospecha, pues todo su sistema es . una tentativtsuperar e l dualismo de la materia y del espritu. Es de lamentarla crueldad de los hechos perturbe la paz de la especulacin racionaAl fin la d istincin en tre lo sensible y lo inteligible, entre el feniy el numeno, no es tambin un dualismo vergonzante?Nosotros no necesitamos engolfamos en semejantes disquisicipues tanto la materia como el espritu son conceptos tiles algunasy molestos cuando se desconoce su origen.La conciencia, as, es una como mltiple; pero es nica, pulexiste nada fuera de e lla.

    XXVINada hay fuera de la conciencia. Selese un hecho qisea pensadoLa conciencia se desdobla en sujeto y objeto. Suprimasde los dos trminos.

    1 3. La conciencia engendra conceptos abstrados del sujetoobjet. Intntese pensar sin conceptos.Latonciencia es accin. Descbrase en ella un elemento eEl orden objetivo se impone con necesidad. Crese o anicun hecho objetivo.'4,J Elsujeto es libre. Trcese un lmite a su voluntad.7.: La accin objetiva cohibe la subjetiva. Afrmese que elrealiza su albedro..13. La conciencia es una. Fraccinesela.La . conciencia es compleja. Afrmese su simplicidad.1 0. La ley fsica es ineludible. Realcese un milagro.1 1 . La ley moral es precaria. Vvase sin infringirla.12.. La intuicin es la nica fuente de nuestro conocimientccbrase un hecho por induccin o deduccin pura.Los axiomas expuestos no pueden ni den-lostrarse ni refutanlas expresiones de la evidencia inmediata, no son las conclusicuna argumentacin dialctica. Son una enumeracin de hectcada uno puede verificar. En todo momento se hallan presenteintuicin y cons tituyen la experiencia ms directa que cabe imag

    Son;que..n law

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    236 LEJANDRO KORNNo se les puede ni definir. Toda definicin es una relacin: laexplicacin de un trmino por otro conocido. Los hechos primarios nopodemos referirlos a otro s; solamente podemos intuirlos. Los vemos ono los vemos, los sabemos o los ignoramos, pero no hay medio de tras-mitirlos, ni las palabras pueden suplirlos.No faltar quien nos exija la definicin de los trminos empleados,por ejemplo, el de la libertad. Quien quiera que formule este reparoser, sin embargo, incapaz de definir siquiera lb- amargo o lo dulce."He aqu la definicin de Cohen, que no es de las p eores y estpica: La libertad es la energa de la voluntad. Dgase, con. since-ridad, si alguien sabra con esto lo que es libertad, si no la experimenta.llodra, a mi vez, definir la libertad. Es la ausencia de coercin,conin:. sta es la ansencia de libertad. Nada adelantamos con seme- -

    cienlia lo que es libertad, renuncie a entenderme, como yo renunciocon sentimiento a su valioso concurso. Y lo dicho de la libertadse aplica a todos los otros trminos que expresan un conocimiento in-mediato.No hay tampoco lugar a una refutacin; slo cabe un desmentido.:Los hechos no se clfscuten(Se afirriin d se iiiegen,"Per no es lcito reem-plazarlos con las abstracciones verbales de la jerga escolstica. Aquno se trata de oponer un raciocinio a otro.

    XXVIIall de los hechos conocidos por intuicin y de los cualestenerno s conocimiento inmediato, no . PodeMos pasar. No es posiblelunler un conocimiento cierto en otras bases. La funcin lgica delra-

    ciocinio se limita a establecer relaciones entre los hechos, sin poderjams, por s, afirmar la existencia de uno solo.Era una regla de la Escolstica, muy citada aunque poco obser-vada, no crear entes de razn sin necesidad. Reclama mayor rigor esteprecepto y conviene decir llanamente que no puede .crearse jams unente de razn, porque todos, sin excepcin, son meros conceptos.. Enbuena hora extindanse las operaciones mentales hasta agotar su fuerzalgica, siempre que la confirmacin pragmtica las sancione. Si noresisten esta piedra de toque, son un juego de palabras, por ms co-rrectos que sean los silogismos acumulados. No es posible la investi-gacin cientfica sin el empleo de conceptos apropiados, en calidad dehiptesis de trabajo; pero . solamente la intuicin puede despojarlos desu carcter precario.He ah el ter, el vehculo intramundial e intramolecular, materiaimponderable, inmvil y elstica, tenue como un gas, rgida como elacero, que no opone, sin embargo, la ms leve resistencia al paso delos cuerpos. Concedamos que este absurdo inconcebible sea por ahora

    OBRAS COMPLETAS 37una hiptesis viable; de ah a la comprobacin de su existencia mediauna largo trecho. Se necesita carecer, como Haeckel, de todo sentidofilosfico, para admitir como un hecho estas supersticiones cient f icas .La prueba emprica falta y no puede suplirse.

    Si esto ocurre en el terreno relativamente firme de ciencias queaspiran a ser exactas, qu diremos de una especulacin filosfica, enla cual, a fuerza de conjugar abstracciones de una vacuidad creciente,se pretende descubrir la verdad verdadera Esto es sacar a la raznde su quicio, de su labor honesta, para obligarla a dar saltos mortalesy, por fin, descalabrarse. De acuerdo con la doctrina socrtica, segnla cual la verdad est en los conceptos, Platn construy el arquetipode los sistemas dialcticos, y todos los sucesores han explotado la he-rencia sin mejorarla. Hasta la fecha, con relacin a la conciencia, nadieha probado, digamos, la extraterritorialidad de un concepto.No menos vana es la pretensin del empirimo cientificista, deemplear como elemento nico del conocimiento la sensacin y referirlaa un agente externo. Es ingenuo invocar de continuo la experiencia eignorar. quenoes unfieChdEsai s m aingenuidad impide distinguir las ms aventuradas creaciones' metaemp-ricas de los hechos observables. Prescindamos del materialismo burdo,que como doctrina filosfica no cuenta, y atengmonos a los represen-tantes ms honestos de la escuela.Llevan, sin duda, la ventaja de apoyarse en hechos efectivos quela ciencia sistematiza con auxilio de los conceptos. Pero cuando ahondanla investigacin, llegan a conclusiones imprevistas. Le materia se di-suelve, sus atributos resultan subjetivos, el espacio es extensin, eltiempo sucesin y, por ltimo, no quedan sino distintas actividades,que la tendencia maniste intenta reducir a una sola energa csmica,sujeta a - leyes Interprtese luego esta energa como fsica o comoorgnica, nunca es ms que accin. Y hasta aqu vamos bien. Sola-mente que la accin fuera de la conciencia es un esperpento inexpe-riencial. Para llegar a semejante resultado, los cientificistas, olvidadosdel rigor del mtodo, ms all de toda induccin posible, sobreponen una hiptesis a la otra, con la misma gravedad con que los escolsticoshilvanan la serie de sus silogismos, hasta dar con un entecillo de razn,

    - como -por ejemplo aquel flogisto (q. e. p. d.). De paso, empero, la per-sonalidad humana, todo el mundo subjetivo, ha quedado aprisionadopara siempre en las mallas de un determinismo implacable.No puede prohibirse a la razn humana que trascienda los lmites delo conocido; sta es una de sus altas funciones. Precisamente, para queesta labor sea fecunda, tanto en la ciencia como en la filosofa, es nece-sario deslindar con exactitud lo que se sabe de lo que se desea saber yno confundir lo positivo con lo hipottico, lo real con lo fantstico. Seha de mantener; sobre todo, la apreciacin clara del instrumento meto-dolgico que se maneja y no emplearlo donde no es aplicable.

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    238 LEJANDRO KORNLa ciencia no ha de hacer bancarrota ; pero s aquellos que pre-tenden emplearla como un arma amoral en la empresa de degradar lapersonalidad humana. La ciencia . construye, y ciertamente con pro-vecho, el nexo causal del universo. Ah se agota su misin; y falta aella - si invade . el dominio de lq filosofa, que, estatuye los valores finales..D tal maridaje nacen engendros, que ni son ciencia ni filosofa. -La posicin terica de las escuelas positivistas fu aparentemente

    m s slida, pues implicaba la renuncia al conocimiento de las primerascausas y de los ltimos p rincipios. Aspiraban, nicamente, a dar lasntesis de lo cientficamente cognoscible. Silenciamos que esto no esposible, pues ni la sistematizacin de las ciencias especiales puede ha-cerse sin ingredientes metafsicos y, mucho menos, la sistematizacindel conjunto. Pero en su manifestacin histrica, el positivismo se hadesarrollado en sistemas realistas, supeditados a una supuesta unidado jerarqua de las ciencias; de donde el hecho moral o social estaratan sujeto a leyes como el hecho fsico o qumico. Es decir, ha cadoen el mecanicismo, que comporta la anulacin del sujeto. De ah laserie de las pseudo-ciencias que, como la sociologa y la psicologa ex-perimental, todava peregrinan en busca .de las leyes exactas que con.tanto nfasis nos anunciaron en su primera hora.XXVIII

    Y bien: sintetizados en co_nclusiones generales los datos de la ex-periencia inmediata, quedamos salde -cho? Ha sido desvelado lltimo secreto; disipado todo misterio? Sin duda que no.Podemos, sobre esta base, edificar una concepcin` mundial queresponda a_todas nuestras necesidades prcticas y tericas, mas siem-pre donde se resuelve un problema se plantea otro.Nuevas dudas, nuevas preguntas surgen del fondo mismo de laconciencia y reclaman contestacin. No basta esquivarlas o desauto-rizarlas por improcedentes . Aun la pregunta ms pueril merece su.respuesta.Cmo hemos de concebir una accin sin agente?No es ms difcil concebir la accin que la sustancia a que pre-tende atribursele; no se resuelve un enigma agregndole otro. Sobretodo, la accin existe en un desarrollo de actos, la sustancia es un con-cepto. La dificultad quizs sea exclusivamente gramatical. No emplea-mos un verbo sin referirlo a un sustantivo o a un pronombre que hagasus veces. Esta modalidad del idioma, sugerida por la estabilidad rela-tiva de las cosas, deriva del realismo ingenuo y nos induce en error.El proceso consciente ha tenido un principio con el cual hainiciado su evolucin? La idea de tiempo se aplica y se aplica con.necesidad a cada hecho aislado en su relacin con los que le precedeno le siguen. Pero a qu antecedente hemos de referir la conciencia,.

    OBRAS COMPLETAS 39vsi es la fuente de todas las ideas, inclusive la de tiempo, que es su.creacin y no ha podido precederla?El proceso psquico, entonces, se ha engendrado a s mismo odepende de otro principio? Podemos imaginar una potencia creadoraque, al dar a luz el mundo, pari mellizos indisolubles; pero este crea-dor es creado por la misma conciencia, es un numeno, un ente derazn. Ninguna intuicin abona su existencia. En cuanto a engendrarseal s mismo, 'es tan inconcebible como preexistir a s mismo. Nada ade-lantamos con soluciones verbales, como la causa sui de Spinoza. Ocurreque, al hablar de proceso, evolucin, accin, involucramos las nocionesde antes y despus, es decir, la idea de tiempo, categora cuyo valorrelativo no se nos oculta, sin poder, asimismo, prescindir de emplearla.Por eso Bergson se empea tanto en distinguir los conceptos de dura-cin pura y de tiempo, pero apela para ello a una visin que, porcierto, no es la intuicin inmediata.Pero, al fin, algo ha de existir por s. Existir es estar en . la con-ciencia y en la conciencia no existe ningn hecho que no tenga su razn.en otro. Y la conciencia misma? La conciencia es un proceso, es elconjunto de su contenido actual, siempre e s conciencia de algo, nuncaconciencia Pura. No podemos, de consiguiente, aspirar ms que a unaciencia de lo relativo y jams habr una ciencia de lo absoluto. Ni elempirismo ni el racionalismo pueden lograrla.

    Luego, subsiste un gran enigma? Por lo menos una finalidad noactualizada en la conciencia humana, aunque esa lejana finalidad go-bierne la hora presente.No me basta eso de finalidad. Yo forzosamente necesito creeren un SerUsted es dueo, pero eso es un acto de fe.- Racionalistas y empiristas, durante siglos, en p resencia de estemuird-o-dill5tterio7 - se -afanaron'en concebir una metafsica para explicarlo conocido por lo desconocido. No construyeron sino sistemas de con-ceptos sin contenido representable. Si a nuestra vez abrigramos eldeseo de imitarlos, ya n o nos bastara una metafsica, necesitaramosuna metapsquica para penetra r en lo superconsciente. Enunciarlo esevidenciar su imposibilidad. Por lo dems, el intento no sera ni siquieraoriginal: ya lo pens&tnlotinp,Intentemos, pues, sin salir de la con ciencia, abordar el ltimo yel ms pavoroso de los problemas.

    XXIX- La accin consciente es el alfa y el omega, el principio y el fin,.la energa creadora de lo existente. Ella desarrolla el panorama csmico ,

    de las emociones ntimas. No se concibe un ms all. Es, desde luego,lo absoluto, lo eterno.

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    240 LEJANDRO KORNSin embargo, nosotros no conocemos sino el inextenso instanteentre el pasado y el futuro; presente perpetuo y fugitivo. No cono-cemos sino el paso incesante de hechos particulares y relativos. Ni loeterno ni lo absoluto estn en nuestra intuicin.Si conociramos con certeza lo absoluto, si el nexo esencial de loshechos fuera ms que un concepto, debiera invadirnos el sosiego inte-lectual, callara la ltima duda y el Ser dejara de ser un ?problema.Somos testigos de ha accin actuante en la conciencia, per en s nola, conocernos; intuimos nicamente, Proceso de sus manifestaciones;Menos an: la serie que se desarrolla.,en la conciencia individual. He-./mis de tomar ese fragmento por el universo?-Ninguna egolatra ha llegado a es te extremo. Nos hostiga con de-msiada viveza la evidencia de nuestra relatividad y la aspiracin haciaI:absoluto surge imperiosa, como una exigencia lgica, como un anhelodel Sentimiento, como una finalidad querida; nunca como un hecho ac-tualizado. Ninguna intuicin, ningn dato emprico, ningn raciocinionos esclarece el concepto de lo absoluto, aunque sea el complementoineludible de lo relativo.Acorralado Descartes por la duda metdica en e l solipsismo de laposicin egocntrica, apela a la conciencia de nuestra relatividad parareferirla a lo absoluto. Lo dice en el idioma de su tiempo y de sus

    prejuicios y es posible que, despojado de tales contingencias, este argu-mntosea convncente para muchos. No tropezamos nosotros con el escollo del solipsismo, inevitablepara el idealismo subjetivo, pues no hemos identificado al yo con latotalidad de lo existente. No obstante, la dificultad subsiste, porque anafirmada y creda la existencia de lo absoluto, slo tenemos su conceptoabstracto, completamente vaco si lo ubicamos fuera de la conciencia.Cien nombres d iversos se le han dada, prueba Contluyente de- que-ignoramos el verdaderoEn la conciencia e presenta como aspiracin, comotendencia hacia una finali a que velramos como la suprema y ltima,t'orno superaCin de La dualidad sujeto-objeto. En ese sentido-podemosfridarnos en la 'naturaleza misma del proceso consciente para deter-minarla. Sabemos que este proceso es un conflicto, una lucha sin treguapor la libertad y la necesidad. Actualizar la libertad absoluta por la

    conquista del dominio econmico sobre la naturaleza y del autodominiotico, someter la necesidad a la libertad, alcanzar el pleno desarrollode la propia personalidad: he ah la meta no impuesta - por poderesextraos, no inventada por la fantasa, como que es la raz misma deldevenir.Por nuestra libertad luchamos desde que nos desprendimos de lapenumbra de la animalidad; por ella continuamos en la demanda.Cuando la conquista finalice, la necesidad y la libertad se habrn con-ciliado. La conciencia descansar en la paz de si misma, la ltima duda

    OBRAS COMPLETAScallar. Entretanto no; la filosofa no tiene la ltima palabra, porquela vida es accin, tarea perpetua y no un teorema. Cosa tette capo ha ILa teora marcha claudicante det rs de los hechos. Pero el principioque los mueve lo dejamos sealado: llammosle la libertad cre -adora. I

    XXXEl problema de .lo absoluto tiene an otra faz. Al sealar la fina-lidad absoluta como un hecho de conciencia, orillamos el asunto msescabroso. Acaso esta finalidad se realiza en la conciencia individualo cada uno de nosotros es tan slo un caso dentro de un procesouniversal?La certeza de procesos histricos supra-individuales no permitesuponer que en el individuo se agote la existencia. Por otra parte, a louniversal, como existencia, no lo conocemos. Cmo acallar la relacinde lo particular con lo universal, de lo efmero con lo eterno, de laexistencia con el Ser?De tres mediosdispone .l hombre para. contestar a la interrogacinms Veliriiente de su espritu: lametafsica,el arte y la religin. Nin-guno*cli -estria indioi - exciuye los otros; por el contrario, se apoyan mu-tuamente, y as como responden al mismo" propsito, tambin parten deun hecho psquico anlogo.La metafsica ofrece sistemas que ya no son la expresin de locomprobado, sino construcciones hipotticas de la imaginacin crea-dora. Son, pese al material con que se elaboran, obras de artktoemasdialcticos, simbolismos- ideales: . Abrigan, s, la pretensin de ser con- ,cepciones lgicas; pero esta es la parte formal. No nacen-, del raciocinio.Por un proceso psicolgico muy complicado al cual no es ajena la voli-cin, ante el problema obsesionante, arraigan en la mente conviccionesque aparecen, unas veces, como el resultado de una incubacin lenta,otras como una inspiracin espontnea. Son una especie de visin inte-lectual que se apodera del espritu del autor y constituye la medulade su obra.La argumentacin que la sustenta viene despus. La razn, quejams ha negado sus favores a nadie, desempea sus funciones lgicas,dispuesta a demostrar cuanto se quiera, sea una concepcin genial, seauna patraa inverosmil. No hay absurdo que no se haya defendido enun alegato.Los sistemas, entre s, se distinguen por su enlace lgico, su valortico, su poder persuasivo; no por su mayor o menor veracidad ma-terial. Mitos racionales, intentan en una metfora : feliz expresar loinefable.En el fondo son tan slo una manera de vivir individual; pero elgenio, continuador de la labor sedular, posee el privilegio d expresar,con el suyo, el pensamiento de un pueblo o de -una poca. Por eso los

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    242 LEJ NDROKORN_grandes sistemas metafsicos, a pesar de ser hijos de su tiempo y defactores tnicos y personales, perduran como las obras imperecederasdel arte y son siempre una fuente de intensa emocin intelectual. Luego,cada generacin vuelve a t entar la expresin propia de su pensar y desu sentir en nuevas formas filosficas.Si, sobre la base del conocimiento intuitivo, se fundara la con-cepcin de un proceso universal que, sin perder su unidad, se indivi-dualizare en mnadas autnomas, actualizando el eterno devenir en unalucha por la libertad creadora, el, valor de semejante sistema depen-dera del vigor intelectual de su autor. Podra tambin el ideal de lalibertad creadora sintetizarse en una accin nica, que _se revela en laconciencia, y nos expondramos al irnico reproche de haber incurridoe nuevo en un viejo antropomorfismo.dA pesar de todo, el hombre persiste en salvar las ltimas antino-mias y acallar el conflicto t rabado en la conciencia; ninguna crticaextingue la necesidad metafsica.A su vez, el arte la satisface al conciliar en la emocin esttica laoposicin del niiindo'subjetivo y del objetivo. La pioesa, y sobre todola msica, que dispone de un material de expresin ms abstracto, sti-mergen el accidente aislado en el regazo de lo universal y contemplanen lo concreto lo eterno. Tambin la obra de arte tiene su gnesis enuna visin ntima, que luego el artista actualiza en los lmites de sucapacidad creadora.La creacin potica o artstica no por ser libre es arbitraria, niest reida con la verdad. Precisamente ocurre lo contrario. Los per-sonajes de Shakespeare poseen ms vida que los fragmentos humanosde nuestro trato diario, y el O tele v. gr., ha podido p restarse a un an-lisis psicolgico de los celos, con mayor eficacia que un caso clnico.vulgar.Es esta verdad ideal, creada por la visin esttica, anloga a laque puede alcanzar la visin metafsica.Por ltimo existe la solucin religiosa. Ella inspira la conviccinvehemente que llamamos fe. Su fullemento no es, como suele pre-tenderse, la revelacin sobrenatural, sino un estado emotivo que puede.11egar hasta el xtasis y da - lugar a la visin mstica. Este es el fen-meno religioso por excelencia. El mito del caso, el dogma y el ritual, son elementos accesorios yalgunas veces postizos. Pueden suprimirse estas formas externas sinamenguar la intensidad del sentimiento religioso.La experiencia religiosa, en todos los pases y en todos los tiempos,contiene siempre el mismo hecho: la coincidentia oppositorum la supe-racin del dualismo de la conciencia en la plenitud del arrobamiento,la unin mstica en la identificacin del individuo y del Ser eterno.La visin ntima intelectual, esttica o mstica no es la intui-cin inmediata que nos da la evidencia comn. Es un fenmeno com-

    OBR SCOMPLET Splejo que, si bien sugiere convicciones profundas, no puede darles msque un valor subjetivo.

    XXXIUn siglo despus de la Crtica de la razn pura no debiera sernecesario demostrar la imposibilidad de la metafsica como ciencia. Lastentativas post-kantianas, por atrevidas y geniales que hayan sido al-

    gunas, no han desmentido ni superado la obra fundamental de la filo-sofa contempornea.Un siglo despus de la crtica de la razn, tampoco debiera sernecesario demostrar, a escpticos y positivistas, que no podemos pensarni vivir sin Metafsica.La aparente antinomia se resuelve en esta sencilla verdad: tene-mos que hacer matafisica,pero_no como ciencia. Y luego: tenemos quefieCerl; -poniendo en ella toda la s inceridad de nuestrasconvicciones,sin a tribuirles un valor dogmtico. jPara una y otra cosa es menester alcanzar . una nocin clara denuestra capacidad cognoscitiva, a fin de emanciparnos del realismoemprico y no caer con ingenuidad en la divagacin trascendente.Porque la peor de las metafsicas se hace-sin sospecharlo. Estametafsica abunda en las obras de todos cuantos la niegan y, sin em-bargo, a cada paso nos dan noticias pasmosas o convierten sus pobresconceptos en una hipstasis mitolgica.En cambio, hemos de hacer metafsica a sabiendas. Nuestra con-cepcin mundial quedara trunca, si all donde nos abandona el conoci-miento cierto, no la coronramos con la creacin simblica adecuada anuestro saber y a nuestro querer.A pesar .de todo, hemos de hacer metafsica. El estremecimientoinstintivo de los trogloditas ante los poderes, adversos o propicios, que,ocultos, siente girar en torno suyo, se trasmuta en la visin del sabio,cuando, en el vaivn de los fenmenos, columbra la armona de fuerzasuniversales, expresin quizs de una sola y eterna energa csmica.Al embate de los agentes extraos, el poeta opone, con lricoanhelo, las tribulaciones propias: su queja, su jbilo y su rebelda.En la mente del filsofo surge luego, con lgico apremio, el hondoproblema que reclama la sntesis paradjica del hecho necesario y delacto libre; y la conciencia del dolor humano, en la emocin mstica del 'apstol, sugiere la certeza de la redencin final.

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