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Mary Mary Nombre: america Clase: literatura Fecha: 15/03/08

America

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Mary

Mary Nombre: america

Clase: literatura

Fecha: 15/03/08Conoc a Mary casi por casualidad, all por los aos setenta, en Madrid, en la universidad, en uno de esos das grises y glidos de diciembre en los que las nubes amenazaban con descargar su agua, convertida en nieve, sin compasin sobre los infelices que, tiritando de fro, esperbamos pacientemente al autobs para llegar a la primera clase de la maana, cargados de libros pero desprovistos de paraguas.

Era alta, muy delgada y un poco desgarbada. Tendra aproximadamente unos veinte aos. Creo recordar que llevaba una trenca marrn un poco desgastada, una bufanda negra que apenas dejaba ver tras ella unos hermosos y vivaces ojos, aunque inquietantes, y una visera de las que hacan furor en aquellos aos. Pero, sobre todo, me llamaron la atencin sus altas y un poco estropeadas botas, distintas de todas cuantas haba visto hasta el momento, no solo por el material y la forma que tenan, sino por la marca grabada, un tanto enigmtica y extraa.

Apenas si cruc con ella unas pocas palabras, las suficientes como para comprobar que, aunque se expresaba con fluidez en castellano, este no deba ser su idioma materno.

Quise saber quin era y qu haba venido a hacer a nuestro pas. Era solo curiosidad o una incipiente atraccin hacia ella? Todava hoy no lo s. Solo puedo asegurar que tena la sensacin de que nos habamos conocido anteriormente..., algo as como si hubiramos sido amigos de toda la vida. Sin embargo, era evidente que nunca habamos podido coincidir en sitio alguno con anterioridad.

Aunque ciertos compaeros malintencionados quisieron relacionarme con ella y otros, no s si por envidia o malicia, aseguraron que nos haban visto salir juntos de mi casa en varias ocasiones, lo cierto es que no la llegu a ver ms all de dos o tres veces por los pasillos y algn que otro da en que coincidimos con amigos comunes en el bar. A decir verdad, tampoco me hubiera importado que lo que insinuaban hubiera sido realidad pues ciertamente me resultaba muy atractiva. Un ao despus desapareci sin dejar rastro; fue como si se la hubiera tragado la tierra y yo, entregado a mis estudios, no volv a recordarla.

Fue aproximadamente a los ocho meses de haber terminado la carrera cuando, un da, el cartero me entreg personalmente una extraa carta, sin matasellos ni remitente alguno. La abr extraado.

Me ofrecan la oportunidad de sumarme a un equipo de arquelogos e ir a trabajar a Escocia, cerca de un pueblo que se hallaba a varios kilmetros de la costa. Acompaaba a la misiva un reportaje que seguramente haba sido publicado en alguna revista, donde se daba cuenta del descubrimiento de unos restos arqueolgicos, aparentemente de gran valor, que un equipo de expertos llevaba ya meses intentando sacar a la luz, muy cerca de un castillo. Las fotografas que lo ilustraban, aunque poco ntidas, eran sugerentes y ejercan sobre m una fascinante e inexplicable atraccin. En caso de aceptar el empleo, me decan, deba ponerme en contacto telefnico con un tal seor Romn Belluz, que me facilitara los billetes y todo lo necesario para el viaje.

Me extra sobremanera aquella invitacin. Volv de nuevo a mirar el sobre. No haba duda, mi nombre apareca claramente escrito y la direccin era correcta. Pero, quin poda conocerme fuera de mi pas que reclamara mis servicios cuando me haba apenas licenciado y no precisamente con notas brillantes? Por qu sin experiencia alguna me invitaban a incorporarme a semejante empresa para la que, sin duda, habra tantsimos candidatos? Ciertamente no acertaba a comprenderlo.

Desconcertado, llam a mis antiguos compaeros y les pregunt si haban intervenido en lo que tena todos los visos de ser una pesada broma. Pero la respuesta fue siempre negativa; es ms, con indisimulada envidia, me aconsejaban que no desaprovechase una oportunidad que les pareca nica. Realmente, nunca pudieron sospechar cunto lo fue!

Dadas las circunstancias, la posibilidad que se me ofreca de poder practicar mi profesin y la atraccin que ejerca en m la aventura, no lo dud. Llam al seor Belluz, que me recibi con una sonrisa complaciente, quiz un poco burlona y que, efectivamente, me proporcion todo lo preciso.

Resolv algunos asuntos y, transcurridos diez das, met en una maleta algunas de mis pertenencias y me dispuse a ponerme en camino, no sin antes haberme despedido de mi madre, hermanos y amigos.

Tom el avin y, tras un accidentado viaje repleto de turbulencias, no s si preludio de lo que vendra despus, logramos aterrizar en el aeropuerto. Recog inmediatamente la maleta y me dirig a la estacin de ferrocarril que me haban indicado para subirme, de nuevo, a un viejo y destartalado tren, que pareca sacado de una fotografa del siglo XIX. Llegado el momento, fatigado por el largo y agotador viaje, descend del vagn y me encontr en un pequeo y solitario apeadero. All, segn habamos acordado, deba esperarme un chofer para llevarme hasta el lugar donde se encontraba mi futuro alojamiento.

Efectivamente, un individuo de mediana edad, bajito, regordete, medianamente calvo pero con aspecto bonachn se acerc a m. Calzaba zapatos negros de cuero atados con cordones. Vesta un ancho pantaln de pana gruesa, de un color verde oscuro y un jersey, haciendo juego con el pantaln, del que sobresala un impoluto cuello de camisa.

Con educados modales, que en aquel instante me parecieron casi excesivos, y con una voz ronca y potente me pregunt en un perfecto castellano:

Es usted don Elas? S, contest yo.

Tiene la amabilidad de acompaarme?Nos pusimos en camino. Frente a la estacin, en una pequea y abandonada plazoleta haba un coche aparcado. Era negro, de poca, como aquellos alemanes que vemos en las pelculas de la Segunda Guerra Mundial. Estaba muy cuidado y limpio pero, no s por qu sent al verlo un escalofro. Intent que no se me notara para lo que, con paso firme y decidido, me dirig hacia el auto. No era cuestin de arrepentirme ahora que no haba hecho ms que empezar mi vida laboral y, adems, tampoco tena dinero para regresar. Bien pensado, el frescor y el verde intenso del paisaje invitaban a relajarse. No haba ningn motivo de aparente de preocupacin, el recibimiento haba sido cordial e incluso me haban hablado en mi propia lengua. Por qu senta yo entonces aquella inquietud y aquella rara sensacin que no poda ni siquiera definir?Sir Thomas, que as se llamaba quien yo tom por chofer, pareci no haberse percatado de mi reaccin. Me cogi la maleta para introducirla con cuidado en el maletero y, abrindome la puerta del coche, con extremada cordialidad, me invit a subir a l. No obstante, casi todo el camino, lo recorrimos en silencio.

El sitio donde deba alojarme no era un hotel al uso. Se encontraba a dos leguas del ncleo urbano ms prximo y desde l se poda divisar una amplia extensin de terreno cubierta de centenarios rboles. Se trataba de un viejo castillo-fortaleza de altos muros de estilo gtico, que conservaba an casi intacta la mayor parte de sus torres y almenas. Estaba situado en lo alto de una colina rocosa de origen volcnico, rodeado de un bello y muy cuidado jardn que, sin duda, ocupaba el lugar que, en siglos anteriores, haba servido de separacin entre las murallas defensivas hoy ya inexistentes.

Nada ms traspasar el coche la puerta principal, que todava conservaba su viejo rastrillo de hierro con el que evitaban ataques enemigos, penetramos en un patio. Tras bajar el equipaje, nos adentramos en el interior del castillo, el cual estaba completamente reformado y no guardaba de su antiguo pasado ms que una vetusta capilla, la biblioteca, algunos vestigios ornamentales en puertas y ventanas y unos cuantos tapices que cubran las paredes de alguna estancia, como pude observar despus de haber ingerido una ligera colacin y haber descansado varias horas en el austero aposento que me haba sido asignado.

Fue el mismo sir Thomas que, como descubrira tiempo despus no era chfer quien, tras comprobar que todo estaba en orden, a mi gusto y que no faltaba nada de aquello que pudiera necesitar, me trajo a la habitacin varios libros relacionados con el castillo, su entorno y la historia del lugar. Adems, me sirvi de cicerone aquella misma noche, ensendome todos los recovecos y comentndome hasta los ms mnimos detalles e incluso leyendas que, sobre la fortaleza, se relataban en el lugar.

Y cosa extraa, aquellos sitios por los que bamos pasando me resultaban terriblemente familiares. Hubiera podido recorrerlos uno por uno sin necesidad de gua. Recordaba incluso el color de las cortinas y la imagen de los cuadros que estaban colgados en cada una de las paredes. Mas, para mi asombro, yo no poda haberlos visto nunca antes puesto que nunca haba abandonado mi pas. Por qu, entonces, tena esa sensacin?

Le hice numerosas preguntas y amablemente satisfizo toda mi curiosidad, mejor dicho, casi toda porque, cuando quise saber en qu consistira realmente mi trabajo y con quines deba colaborar, me respondi solo con evasivas, limitndose a decir que deba esperar al da siguiente. Solo me adelant que el equipo lo formbamos doce personas y que el lugar de excavacin estaba muy prximo al castillo donde nos encontrbamos, por lo cual se poda llegar a l incluso andando.

Cuando regres de nuevo a mi habitacin, me tumb encima de la cama y comenc a leer con avidez los libros, tanta que acab por perder la nocin del tiempo. De pronto, no s realmente cmo ocurri, me sent transportado a otro lugar, una estancia amplia y confortable en la cual un adolescente, o tal vez era yo, el adolescente?, se encontraba feliz, rodeado de juguetes, junto a una nia rubia de unos doce aos, bajo la mirada atenta de una bellsima mujer que meca una cuna. Y la nia... La nia tena la misma marca en las botas que Mary aquel da en que la conoc cuando iba a la facultad!

Un hombre robusto penetr en la habitacin sigilosamente. Tena un aspecto siniestro y la mirada enrojecida. Sin mediar apenas palabras, la dama, aterrorizada, se levant y se interpuso entre l y la cuna pero fue intil. El malvado individuo, de un empujn, la lanz al suelo y, cogiendo al pequeo, que lloraba tras haberse despertado por el ruido, sali del aposento para desaparecer definitivamente amparado por la oscuridad de la noche.

Recobr de nuevo la conciencia; comenc a palparme por ver si estaba viviendo un sueo o era una realidad. La visin haba desaparecido. No obstante, durante toda la noche sigui atormentndome esa escena.

A la maana siguiente me presentaron a mis compaeros y me explicaron el trabajo que debamos desempear. Se trataba de recuperar todo los aledaos del castillo y devolverles su estado original. Uno de los pasadizos secretos pareca indicar que este se comunicaba con lo que hoy no eran ms que unas semidesenterradas ruinas, pero cuya importancia debi haber sido vital para sus dueos. Fue as como comenc mi trabajo de arquelogo, cuya labor cotidiana no sera digna de resear si no fuera porque las tareas de excavacin avanzaban, inexplicablemente, muy deprisa, sobre todo a partir de las doce de la noche en que se turnaban varias cuadrillas de hombres para trabajar incansablemente, hacindonos ms liviano el arduo trabajo que debamos desarrollar durante el da. De dnde salan estos trabajadores? Por qu desaparecan inexplicablemente durante el da sin dejar ni rastro?

La escena de la primera noche sigui repitindose en las sucesivas, rodeada de una tenue neblina que daba la sensacin de que se poda casi, sin apenas dificultad, traspasar, aunque nunca lo logr. Solo variaban pequeos detalles que iba observando conforme se repetan y la mirada fija del adolescente que pareca reclamar mi atencin.

No quise comentarlo con nadie. Hubieran pensado que no estaba en mis cabales. Decid, por tanto, investigar por mi cuenta, acudiendo a la biblioteca a rastrear entre documentos y legajos cualquier dato que pudiera aportarme alguna luz, aprovechando que era all donde debamos acudir en busca de informacin para clasificar los objetos que bamos encontrando en la excavacin.

Fue entonces cuando, de nuevo, irrumpi Mary en mi vida. La encontr, por casualidad, un da mientras manoseaba uno de los manuscritos antiguos. Ayudaba en las labores administrativas a Thomas que, sin duda, la protega y trataba con gran cario. Tras la sorpresa por verla, sent una enorme alegra. El azar volva a cruzar nuestros caminos. Viva en los alrededores del castillo, en una humilde y solitaria mansin que, en su tiempo debi formar parte de un ncleo de viviendas destinadas a la servidumbre. Se mostr muy interesada en mi trabajo y se ofreci a ayudarme en lo que pudiera, algo que le agradec sinceramente.

Coincidimos algunas veces ms. Fue ella la que un da, como por descuido, dej sobre la mesa, mientras estaba en la biblioteca, un legajo de papeles amarillentos y medio destruidos por la polilla, que incitaron mi curiosidad. Los observ y, no s por qu extraa fascinacin comenc a leerlos. All se contaba una vieja historia en la que se entremezclaban el amor, la envidia y la lucha por el poder; algo casi tan viejo como la historia de Adn que, seguramente, no dejara de ser una invencin ms de las muchas que se haban escrito sobre el castillo. No le di mayor importancia y me dispuse a atarlo de nuevo cuando algo llam poderosamente mi atencin. Una imagen que coincida prcticamente con aquello que me atormentaba noche tras noche.

Deb palidecer, porque Mary, que me observaba con disimulo desde su puesto se acerc a m casi sin pestaear. Entonces comprend... No haba sido la casualidad la que nos haba unido; ella haba forzado al destino recomendndome para el trabajo. Por primera vez tuve la sensacin de que alguien, intencionadamente me poda estar manejando.

Por lo que me cont tiempo despus, tambin haba contemplado una visin similar, que le haba comenzado a obsesionar. Y en ella, al igual que me haba ocurrido a m, se haba credo reconocer.

La estancia era la misma, pero en sus visiones, la mujer que acunaba al recin nacido, mientras la nia corra y jugaba con un amigo que, identificaba conmigo, la llamaba por su nombre y la trataba como si fuese una hija. Un hombre joven y muy carioso acuda cada noche al recinto, le contaba cuentos y la colmaba de besos antes de dormirse. Eran felices. Pero senta su percepcin era difusa que, de repente, todo se haba truncado. Despus..., solo perciba vagamente, el clido contacto de la mano de una mujer con la que, al parecer, hua y se escondan. Al hombre nunca ms le volvi a ver salvo una noche, entre neblina, en que pareca venir a despedirse de ella y le daba el ltimo adis.

Sin quererlo nos veamos impelidos a investigar, aunque, en el fondo, los dos inconscientemente nos preguntbamos qu nos importaba algo que habra ocurrido cientos de aos antes y que, aparentemente, nada tena que ver con nosotros. Sin embargo, la marca de las botas por qu segua apareciendo en su ropa y an en su propio cuerpo? La misma Mary pareca desconocer su verdadero significado.

Las excavaciones siguieron su curso y cuatro aos despus se haba desenterrado y reconstruido la casi totalidad de lo que haba aflorado. Fue entonces cuando cedi de forma fortuita parte de un muro, quedando al descubierto unas escaleras que conducan a un pequeo pasadizo, similar a otros varios de los que conducan al castillo, muy oscuro y cubierto de telaraas.

No me pregunten qu ocurri. Me sent trasladado por una misteriosa fuerza hacia el fondo donde, ante mi asombro, como si las paredes se abrieran, me encontr en el mismo recinto de la visin, frente a la actual Mary y un raro personaje vestido con un estrafalario traje negro, que no tard en identificar con el hombre siniestro de mi visin, mientras, al fondo, se oa la enorme carcajada del seor Belluz, que no era otro que el propio diablo. Entonces comprend el significado de la sonrisa complaciente y burlona del da en que le conoc y la trampa en la que haba cado.

La historia contenida en los legajos que Mary haba puesto a mi alcance en la biblioteca no era ficcin. La dama que acunaba el nio era la verdadera esposa del prncipe Enrique, de cuyo matrimonio haban nacido Mary y su hermano, los legtimos herederos del trono. Un hijo bastardo del rey haba depuesto al monarca y haba usurpado el poder, obligando al heredero real a ocultarse para salvar la vida. Sin embargo ninguno de los dos pudo salvarla. Qu haba ocurrido despus? Fue la propia Mary la que me contest:

Mi madre y yo logramos huir con la ayuda de fieles amigos y los nobles no quisieron reconocer al usurpador mientras no mostrase en su cuello el amuleto que tradicionalmente portaba la familia real, que aseguraba la paz y el bienestar a todo el reino.

El usurpador, fuera de s, pact con el diablo entregarle su alma si lograba su objetivo, mas no cont con que, segn la tradicin, no lo podra conseguir mientras alguien de la familia real portara sobre su cuerpo o ropa la marca regia.

La marca de tus botas! exclam yo.

En efecto respondi Mary-. Mas para lograr su objetivo debe hacerme desaparecer al tiempo que logre el amuleto, que se halla en esta estancia. De ah la prisa de Belluz en desenterrar este recinto y el esfuerzo realizado por las cuadrillas de hombres que oas trabajar por la noche mientras todos dorman, porque el pacto que hizo con el diablo expira hoy a las seis. Si no logramos encontrar el amuleto a tiempo desapareceremos todos para siempre.

Mas, qu relacin tengo yo con esta historia? Por qu me habis hecho venir hasta aqu? demand yo.

Fue en ese preciso momento cuando apareci sir Thomas detrs de m.

El joven que viste en tus visiones era mi sobrino, el hijo de mi hermana, al que eduqu como propio tras la muerte de su madre. Yo era ntimo amigo del padre de Mary y jur por mi honor que mientras hubiera sangre en mis venas defendera con mi vida la de la heredera. Por eso, aunque mi sobrino y Mary eran muy amigos, para salvaguardarlo lo envi de nuevo a Espaa. Despus, siguiendo un viejo rito secreto hice un conjuro para neutralizar el poder del diablo y paralizar el tiempo, cuyo efecto, como Mary te ha dicho, finaliza hoy. Solo t, descendiente directo de mi sobrino, puedes lograrlo. Por eso Mary deba encontrarte y ambos debamos asegurarnos de tu verdadera identidad. Tu reaccin ante el legajo de papeles y la imagen lo confirm. El amuleto solo aparecer si los dos, unidos por vuestra vieja amistad, lo buscis al unsono. Vosotros, lo escondisteis en un lugar secreto durante uno de vuestros juegos. Debis reproducir la misma escena para lograr recordar el lugar exacto donde lo depositasteis.

Durante unos instantes dud si deba prestarme a semejante juego. Qu me importaba a mi si se consegua o no encontrar el amuleto? Al fin y al cabo, no formaban ya parte del pasado? Podra echarse atrs el tiempo? Qu ganaba yo? No era una nueva trampa que me tendan para no desaparecer en el olvido? Iba a huir cuando la mirada fija y amorosa de Mary me perdi. Olvid mi recelo, un mi mano a la suya y comenzamos la bsqueda.

Efectivamente dimos con el amuleto. Lo logr alcanzar al mismo tiempo en que finalizaba el efecto del conjuro. Pero ya era demasiado tarde! Todo a mi alrededor desapareci y yo me qued con l en la mano, convertido en uno de los cuadros que cada da admiran los cientos de turistas que visitan el recinto y ante el que se asombran de su realismo. Fin

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