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55 DOSSIER El poder español en América se desmoronó como un castillo de naipes en apenas quince años. La emancipación de un continente que se había transformado radicalmente desde los tiempos de la conquista, tres siglos antes, fue producto tanto de la crisis que vivió la Metrópoli tras la invasión francesa como de su propia evolución. Nueve especialistas trazan un retrato de la transformación de la sociedad colonial AMÉRICA en vísperas de la Independencia Indios de Acapulco, en una obra anónima de principios del XIX (Madrid, Biblioteca Real, Patrimonio Nacional). pág. 56 Mayoría de edad para un Nuevo Mundo pág. 58 Un continente maduro para la independencia Manuel Lucena pág. 64 Indios, mestizos y negros. El crisol Pedro Tomé pág. 67 Criollos, lo mejor de ambos mundos Marina Alfonso Mola pág. 76 El orgullo de las Luces Carlos Martínez Shaw pág. 70 Patria y libertad de comercio Pedro Pérez Herrero pág. 82 El rapto de América José Luis Peset pág. 86 Cenit del Barroco Antonio Bonet Correa pág. 90 Inevitable ruptura Manuel Chust pág. 96 Ciudades recuperadas Pilar Ortega Bargueño

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DOSSIER

El poder español en América se desmoronócomo un castillo de naipes en apenas quinceaños. La emancipación de un continente que se había transformado radicalmente desde lostiempos de la conquista, tres siglos antes, fueproducto tanto de la crisis que vivió laMetrópoli tras la invasión francesa como de su propia evolución. Nueve especialistas trazan un retrato de la transformación de lasociedad colonial

AMÉRICAen vísperas de la Independencia

Indios de Acapulco, en una obra anónima de principios del XIX (Madrid, Biblioteca Real, Patrimonio Nacional).

pág. 56

Mayoría de edad paraun Nuevo Mundo

pág. 58

Un continente maduropara la independencia Manuel Lucena

pág. 64

Indios, mestizos ynegros. El crisol Pedro Tomé

pág. 67

Criollos, lo mejorde ambos mundos Marina Alfonso Mola

pág. 76

El orgullo de las LucesCarlos Martínez Shaw

pág. 70

Patria y libertadde comercio Pedro Pérez Herrero

pág. 82

El rapto de AméricaJosé Luis Peset

pág. 86

Cenit del Barroco Antonio Bonet Correa

pág. 90

Inevitable ruptura Manuel Chust

pág. 96

Ciudades recuperadasPilar Ortega Bargueño

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Cortes de Cádiz fueron el caldo de cul-tivo ideal para que se produjera unaseparación, previsible en todo casodesde que Estados Unidos hubiera he-cho lo propio en el Norte, en 1776.

Las caras de un continenteLa Aventura de la Historia ha queri-do dedicar el dossier de su quinto ani-versario a esta nueva América que ha-ce dos siglos se aprestaba a iniciar suandadura en solitario. Para ello conta-mos con la colaboración de nueveacreditados especialistas que desplega-rán ante el lector la realidad polifacéti-ca del mundo hispoanoamericano.

Manuel Lucena Salmoral plantea elasombroso proceso de emancipacióndel continente en apenas década y me-dia, que explica por la maduración delas sociedades coloniales y la quiebradel poderío, y del prestigio, de la Co-rona española.

Pedro Tomé disecciona la complejarealidad de una sociedad multiétnica,en la que el color era la primera tarjetade presentación y por tanto definía, yencorsetaba, las clases sociales. Aun-que los matices fueran infinitos y la va-riación regional tan grande que hacía

Hay acontecimientos históri-cos que tienen una fechaconcreta, fácil de recordary conmemorar. Otros, por

el contrario, son resultado de un pro-ceso evolutivo que se gesta duranteaños o décadas. Si en el primer casopuede mencionarse el levantamientopopular en España contra la invasiónfrancesa, en 1808, o la Constitución de1812, elaborada por las Cortes de Cá-diz, la independencia de las posesionesespañolas en América, aun vinculada aestos sucesos, entra de lleno en el se-gundo. Es consecuencia de la evolu-ción social y económica de un conti-nente, que fue tomando lentamenteconciencia de su especificidad y quehace dos siglos comenzó sus primerosbalbuceos emancipadores, aunque aúntardaría dos décadas en recorrer el ca-mino que conducía desde la coloniahasta una independencia fragmentadae incompleta, pues Cuba y Puerto Ri-co tardaron casi un siglo más en rom-per sus lazos con la metrópoli.

La llegada de los españoles a Améri-ca a finales del siglo XV supuso una re-volución histórica sin precedentes. Suconsecuencia más evidente fue la mun-

dialización de la economía, ya que si-multáneamente se adjudicó a África elpapel de proveedor de mano de obra, yla extensión hasta el Pacífico de la cul-tura europea. Aunque inicialmente estose hizo a costa del colapso de las civili-zaciones americanas, éstas impregna-ron lentamente a los colonizadores,que comenzaron a bucear en el pasadoprehispánico, en busca de unas señasde identidad que los ayudaran a defi-nirse frente a una metrópoli con cuyosintereses ya no se sentían identificados.

Así, durante el siglo XVIII se fue in-cubando lentamente el germen de unnacionalismo cuyos protagonistas fue-ron los criollos y cuyo acicate lo cons-tituyeron las reformas centralistas delos Borbones, que iban en contra delos interses económicos de esta nuevacapa dominante.

Los criollos se sentían descendientesde españoles y, en algunos casos, delas élites indias locales, pero se veían así mismos como un grupo con perso-nalidad propia, muy diferente de la dis-tante España. La crisis que vivió la Pe-nínsula con la invasión francesa, elhundimiento de la autoridad real y losaires de modernidad aportados por las

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Tipos populares de México en 1827,anónimo francés (Biblioteca Real,

Patrimonio Nacional).

Nueve especialistas nos aproximan a la realidadplural de Hispanoamérica cuando, hace dos siglos,

se disponía a tomar las riendas de su propia Historia

Mayoría de edad para un

NUEVOMUNDO

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imposible aplicar los mismos criteriosen todos los rincones del inmenso es-pacio americano, a cuya élite criollanos aproxima el estudio que le dedicaMarina Alfonso Mola.

Cuando en el siglo XVIII los refor-madores borbónicos introdujeron me-didas que modificaron el funciona-miento de la economía en la colonia,aceleraron sin advertirlo el proceso de

toma de concienia de las élites locales,que acabarían apoyando la indepen-dencia. El fenómeno lo explica PedroPérez Herrero.

La difusión de las Luces estuvoacompañada por la toma de concienciade la propia identidad. Carlos Martí-nez Shaw muestra cómo la literaturarefleja el descubrimiento de su realidadmientras el culto a la belleza del paisa-je, alentado por la proliferación de ex-ploraciones científicas, es trasunto delnacimiento del orgullo patrio, que dará

cobertura ideológica a los sentimientosindependentistas.

José Luis Peset sigue los pasos deestas expediciones, que revolucionaronla geografía, la botánica la biología y lamedicina y fueron decisivas para que elmundo, incluidos los propios america-nos, conociera mejor los inmensos es-pacios y recursos del continente.

El arte colonial del siglo XVIII refle-

jaba la inclusión de materiales, formasy funciones autóctonas en el diseño yconstrucción de iglesias, palacios y es-pacios urbanos. Antonio Bonet Co-rrea selecciona para nuestros lectoreslos mejores monumentos de la arqui-tectura barroca hispanoamericana.

Desencuentro paraleloManuel Chust sitúa en paralelo losacontecimientos políticos, a menudotraumáticos, que vivió la Península enlas dos primeras décadas del siglo XIX

con la cadena de hechos que acabaronconduciendo a la ruptura de lazos entreEspaña y sus posesiones americanas.

Para que la Historia no se pierda esnecesario recordarla. Esto no se hacesólo en las Universidades y los cenácu-los intelectuales, sino también median-te la conservación de las obras de arte,los monumentos y los entornos urba-nos que mantienen vivo el aliento detiempos pasados. En este sentido, nose puede ignorar la labor de conserva-ción y restauración que lleva, a cabo laAgencia Española de Cooperación In-ternacional. Pilar Ortega Bargueñoreseña su labor en más de un centenarde intervenciones en Hispanoamérica.

Completamos este conjunto de mira-das con una colección de exquisitasacuarelas de estilo naïf, obra de un ar-tista francés anónimo que retrató per-sonajes y acontecimientos de Méxicodurante las dos primeras décadas delXIX y que pasaron a formar parte de laBiblioteca Real que atesora el Palaciode Oriente y custodia Patrimonio Na-cional. Nuestros lectores son los prime-ros en contemplar estas piezas, hasta lafecha practicamente desconocidas yabsolutamente inéditas. ■

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AMÉRICA, EN VÍSPERAS DE LA INDEPENDENCIA

La invasión francesa, las Cortes de Cádizy la independencia de EE UU fueron elcaldo de cultivo para la emancipación

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rito. Tampoco es verdad que España(ni Portugal) careciera totalmente dearmada. Son conocidos los esfuerzosde Campillo, Ensenada, etc. (comotambien los de Pombal) por recons-truirla y España llegó a contar con unaapreciable, aunque peor que la inglesa,la francesa, la holandesa y quizá hastala rusa, a la que le fueron dando zar-pazos hasta Trafalgar, pero hay queaceptar que era incapaz de defendersus enormes dominios ultramarinos delAtlántico y del Pacífico. Para semejanteempresa habría hecho falta no una ar-mada, sino varias, como las que teníanlos británicos y los franceses.

El cómo consiguió España preservarun siglo su complejo colonial sin flotaes uno de los grandes misterios de laHistoria. Desde luego no fue por haber

El hecho de que la América es-pañola, casi un continente, lo-grara su independencia (a ex-cepción de Cuba y Puerto Ri-

co) en apenas los tres lustros transcu-rridos entre 1810 y 1825 demostró queestaba preparada para ello. Jamás has-ta entonces se había visto un fenómenohistórico semejante y hubo que esperarmás de un siglo para presenciar otroparecido en el continente africano. Al-gunos historiadores apegados a deter-minadas tesis españolistas han afirma-do que tal proceso fue precipitado yque trajo graves consecuencias socia-les, políticas y económicas para lospaíses hispánicos durante el siglo XIX.Incluso se han permitido el lujo de bus-car causas para tal independencia y cla-sificarlas en internas y externas, un ver-dadero divertimento heurístico.

La verdad es que la independencia notiene nada o poco que ver con el usoque se haga de ella, ni existen causaspara ser libres (sí para lo contrario). Laindependencia hispanoamericana se hi-zo en el momento oportuno, que fuecuando la metrópoli se encontraba in-mersa en defender su propio territorio,invadido por los franceses, lo que evitóque los revolucionarios tuvieran que lu-char contra más invasores procedentesde la Península. Bastó hacerlo con lasfuerzas militares que defendían a las co-lonias contra los hipotéticos ataques ex-tranjeros. No fueron muchas, pero sufi-cientes para sostener una guerra inde-pendentista de quince años, y eso gra-cias a la ayuda circunstancial del Ejérci-to de Morillo. Esto ha motivado que sesobrevalore la capacidad militar espa-ñola en América, suponiendo que fue

capaz de sostener las colonias frente alos ataques extranjeros durante todo elsiglo XVIII, cuando la realidad es quese defendieron por su misma capacidadde indefensión. La planta militar espa-ñola fue pequeña y tardía.

Un imperio ultramarino sin flotaRealmente fue un caso insólito. Nos re-ferimos a la posibilidad de que existie-ra un Imperio ultramarino sin flota pa-ra defenderlo. Hubo otro caso similar,que fue el portugués, pero los lusitanostuvieron el cuidado de plegarse siem-pre a los intereses de la primera poten-cia marítima mundial, que era Inglate-rra, por lo que no les fue mal del todo.España, en cambio, lo hizo al revés; sepasó casi todo el siglo XVIII frente aInglaterra, lo que tiene un enorme mé-

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MANUEL LUCENA SALMORAL es catedrático de Historia de América de la Universidadde Alcalá de Henares.

Que un continente lograra su independencia entres lustros fue un hecho insólito, que se debe,sostiene Manuel Lucena, a que se llevó a caboen el momento oportuno, cuando la Metrópoliestaba luchando por defender su propioterritorio, invadido por los franceses

Agricultores peruanos, en una ilustración delTrujillo del Perú, compilado, en el siglo XVIII,por orden del obispo Martínez Compañón

Firma del Acta de Independencia deEcuador, en 1822 (Quito, ColecciónBonilla Cortés).

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practicado una política de neutralidad,contra todo lo que pudiera pensarse,ya que estuvo presente en todos losgrandes conflictos internacionales delSiglo de las Luces, desde el inicial de laGuerra de Sucesión, en la que intervi-nieron casi todas las naciones de la Eu-ropa occidental, hasta el final de lasguerras napoleónicas, que afectó ya ala totalidad del continente. Esto obligóa sus colonias a participar en el papelde sostenedoras del statu quo mundial.

España intervino en siete grandesguerras: la de Sucesión, la de la Orejade Jenkins, la de los Siete Años, la deEmancipación de las colonias inglesas,la de la Convención francesa, y las doscontra Inglaterra de 1797 y 1804. En laprimera no sufrió pérdidas territorialesen América (sí en Europa), salvo la rati-

ficación legal de las anteriormente ocu-padas. En la segunda tampoco, logran-do además liquidar el asiento inglés. Enla tercera perdió la Florida, cedida a losingleses, y tuvo que ratificar la ocupa-ción legal de Belice, pero se le regaló laLuisiana, que aparentemente la com-pensó de todo. En la norteamericana re-cobró la Florida. En la de la Conven-ción, perdió la parte española de SantoDomingo, que pasó a ser francesa, y enlas dos últimas contra Inglaterra, sólo laisla de Trinidad. Mantuvo así casi intac-to su complejo colonial pese a haber es-tado del lado de los perdedores.

Comida del perro del hortelanoEl problema resulta aún más incom-prensible, si tenemos en cuenta quedos de las guerras citadas fueron de

grandes reajustes territoriales, como lade Sucesión y la de los Siete Años. Encualquiera de ellas debía haber perdi-do todo o parte de sus dominios ame-ricanos y hasta quizá euroafricanos, co-mo las islas Baleares y las Canarias. Elhecho de que no ocurriera así hay queatribuirlo quizá a la diplomacia espa-ñola, pero más aún al hecho de que elcomplejo ultramarino español se habíaconvertido en la comida del perro delhortelano. Ni debía comerse, ni permi-tir que otro la comiera.

En la de Sucesión los ingleses se opu-sieron en redondo a la posibilidad deque el pretendiente francés Felipe deAnjou fuese rey de Francia y España,con un Imperio colonial americano queasfixiaría sus colonias en América. En elTratado de Utrecht se habló por prime-

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AMÉRICA, EN VÍSPERAS DE LA INDEPENDENCIA

Un continente maduro para la

INDEPENDENCIA

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dos– se apoderó el 14 de julio de 1762de La Habana, la mayor plaza fuerte delCaribe. La mandada por el general debrigada William Draper –con 13 buquesy 3.000 marinos, más 1.500 soldados eu-ropeos y 2.200 sepoys de la India– tomóManila el 5 de octubre del mismo año.Fue una premonición de las claves don-de moriría el colonialismo español unsiglo y cuarto más tarde. El ridículo deCarlos III fue enorme. Se había embar-cado en aquella aventura bélica del la-do de Francia, pensando que le serviríapara recobrar Gibraltar, y no sólo fraca-só en dicho objetivo, sino que ademásestuvo a punto de crear dos nuevos gi-braltares en La Habana y Manila.

La Paz de París de 1763 puso fin a laguerra y pudo representar el comienzodel reparto colonial español, como lohizo con el francés. Recordemos queFrancia perdió toda la América conti-nental (Canadá y todos sus territorioscontinentales de Norteamérica, así co-mo sus enclaves comerciales en Sene-gal y los territorios de la India, a ex-cepción de Pondichery, Chandernagory otras tres plazas en las que, además,no podría tener tropas). Francia fuedesmantelada colonialmente, porquerepresentaba un peligro para el ordenmundial, pero no así su aliada España,que era un gigante de pies de barro.Perdió solamente la Florida, Panzacolay los territorios orientales del Mississip-pi; ratificó su cesión de Belice y devol-vió a los portugueses, aliados de los in-gleses, la Colonia del Sacramento quehabía conquistado fugazmente. Prácti-camente nada, pues incluso recobrógraciosamente las dos plazas estelaresde La Habana y Manila (también Me-norca). Más sorprendente fue que In-glaterra no objetara la cesión de la Lui-siana a francesa a España, cosa en laque sin duda no vio ningún gran peli-gro para el equilibrio mundial.

Carlos III aprendió la lección de laPaz de París y emprendió una campañade salvamento colonial, con objeto deque los territorios ultramarinos fuerancapaces de defenderse por si mismos,ya que no podían esperar una granayuda de su metrópoli, salvo algún en-vío extemporáneo y extraordinario defuerzas militares o marítimas. Esa políti-ca carolina se encuadró en el llamadoReformismo, que dejó configuradaAmérica administrativa, económica y

militarmente tal como la vemos en1810, cuando se inició la independen-cia. Empezó inmediatamente con el en-vío del visitador don José de Gálvez aMéxico y acabó en el reinado de CarlosIV. En su primera etapa llegó hasta1789, un año después del fallecimientode Carlos III. Fue la más interesante porsus logros y porque además dejó evi-denciada la deserción criolla del bandorealista frente a la inminente emancipa-ción colonial, problema gravísimo yaque era el único grupo poblador queseguía sosteniendo al monarca español.

Los centros de poderNo vamos a ocuparnos aquí del refor-mismo carolino en detalle, tema sobreel que se ha escrito mucho y a vecescon demasiado triunfalismo por partede los historiadores hispanistas. En lí-neas generales, tendió a fortalecer cua-tro grandes centros de poder político,militar y económico, que fueron los vi-rreinatos de México, Nuevo Reino deGranada, Perú y Río de la Plata, desdelos cuales se haría una acción repobla-dora y defensiva en las tierras de fron-tera (norte de México desde Californiaa Florida y con el añadido de la Luisia-na), en algunos núcleos insumisos enCentroamérica y del istmo (entendidohasta el río Atrato), en la banda orientalvenezolana de la Guayana, en la Ama-zonía y en el indómito Cono Sur (Pata-gonia, Malvinas y costa sur chilena).

El reformismo se realizó principal-

ra vez del balance of power mundial yse estableció la imposibilidad de queningún rey poseyera simultáneamentelas colonias españolas y francesas. Lasolución fue aceptar al candidato Bor-bón al trono español, pero siempre ycuando renunciara a sus derechos al deFrancia. España perdió sus posesionesen Europa (restos de su hegemonía enla época de los Austrias), pero no se to-caron sus colonias, porque no represen-taban ningún peligro en manos de unanación que había perdido su hegemo-nía militar y marítima. Habrían supuestoun grave peligro en las de Inglaterra oFrancia, pero no en las de España. Re-sulta paradójico pensar que el hecho deque España careciera de gran potencialnaval y militar fue precisamente lo quepreservó sus colonias ultramarinas.

La Guerra de los Siete Años Todo el andamiaje colonial español es-tuvo a punto de venirse abajo en laGuerra de los Siete Años, al término dela cual pudo haberse iniciado la inde-pendencia de la América española, enparalelo con la de los EE UU. Carlos IIIintervino en dicho conflicto sin conocerrealmente el potencial ofensivo español,ya que acababa de llegar al trono. Afor-tunadamente entró tarde en la guerra,aunque con tiempo suficiente para com-probar la eficiencia de las armadas bri-tánicas frente a la española.

La mandada por sir George Pococ y elconde de Albermale –con 200 embarca-ciones, 8.226 marinos y 12.041 solda-

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De mulato y española nace morisco. Una delas castas americanas, en Trajes de España,de Cruz Cano y Olmedilla (Madrid, Bib. Nac.).

Carlos III reformó los sistemas defensivos delos territorios ultramarinos españoles (Trujillodel Perú, Madrid, Biblioteca Real).

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mente en los ámbitos fiscal, militar, ju-rídico, comercial y minero, aunque seproyectó también a los ganadero, agrí-cola e industrial. El más importante fueel primero, que llevó aparejado el esta-blecimiento de nuevas rentas estanca-das, la subida general de los impuestosy la creación de aduanas y algunas di-recciones generales de rentas. Logró suobjetivo de aumentar los ingresos rea-les al doble, pero trajo una contraparti-da que fueron protestas, motines ygrandes levantamientos revoluciona-rios en toda América, entre los quedestacaron los de Túpac Amaru y susseguidores y el de los Comuneros.

Participaron en ellos los indios, ex-torsionados por la política de encua-drarlos en la economía de mercado,pero también los mestizos y mulatos,afectados por la subida del costo de vi-da, como consecuencia de los nuevosimpuestos (alcabala, guías y torna-guías, etc.). Con todo, los más afecta-dos fueron los criollos, que eran losque más tenían, y los que más tuvieronque pagar, por lo que iniciaron su se-paración de la monarquía. Tales con-flictos fueron la piedra de toque de lanueva organización militar española,que se había realizado creando guarni-ciones veteranas en las capitales virrei-nales (antes sólo existían en las plazasdefensivas portuarias), organizandograndes cuerpos de milicias volunta-rias, creando las intendencias de Ejérci-to y Real Hacienda (su plan general sepublicó en 1786 y su cuarto cometido

era la guerra, añadido a la Justicia, Po-licía y Hacienda) y estructurando lascapitanías generales, dentro de las cua-les se ubicaron algunas comandancias.Este potencial militar actuó esporádica-mente durante las rebeliones, pero fueel que se opuso a la emancipación delas colonias a partir de 1810.

El mapa preindependentistaEl nuevo mapa político-militar de las In-dias surgido tras la Paz de París com-prendió el afianzamiento de los tres vi-rreinatos existentes, a los que se añadióun cuarto y último, el del Río de la Pla-ta, y el establecimiento y consolidación

de cuatro capitanías generales. Al nortede las mismas cabe citar otro territorioque no fue ninguna de las dos cosas, si-no simplemente Comandancia, aunqueGodoy tuvo la pretensión frustrada deerigirlo en virreinato. Nos referimos a laComandancia de las Provincias Internas,creada en 1776 al norte de México, conobjeto de evitar la posible penetraciónextranjera. Estaba formada por las pro-vincias de Sonora, Sinaloa, California,Nuevo México, Coahuila y Texas.

1. Virreinato de la Nueva España.Fue el más rico y poblado de las colo-nias españolas. Su minería argentífera

le permitió desarrollar otros sectoreseconómicos, como la agricultura, la ga-nadería y el comercio que, a fines de lacolonia, equivalían en valor a las ex-tracciones mineras. En cuanto a su po-blación, era de 6.122.354 habitantes en1810. México fue sometido a una granreforma fiscal, de manos del propioGálvez, que elaboró también su plande intendencias, once, que fueron: Du-rango, Sonora, San Luis de Potosí, Za-catecas, Guadalajara, Guanajuato, Va-lladolid, México, Veracruz, Puebla, Oa-xaca y Mérida. Tuvo tres ciudades demás de 50.000 habitantes (México, Pue-bla y Guanajuato) y cuatro que supera-

ban los 20.000 (Oaxaca, Guadalajara,Valladolid y Zacatecas).

México afrontó varias rebeliones indí-genas y continuas amenazas de ataquesextranjeros. Se fortificaron sus puertosde Veracruz y Acapulco y se construyóel castillo de Perote en el camino de lacosta atlántica a la capital. Sus fuerzasregulares ascendían a 6.000 hombres ylas milicianas, a 20.000. De la eficaciadel reformismo da prueba el hecho deque se incrementaran sus ingresos enlos últimos cuarenta años de la colonia,cuando pasaron de seis a 22 millones depesos. Como contrapartida tenía que

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Sonora, Sinaloa, California, Coahuila,Nuevo México y Texas formaban una zonatapón en el confín norte del Imperio

Campesinos y ganaderos chilenos, en una litografía popular del siglo XIX. A finales del XVIII, Chile había sido elevado al rango de Capitanía General.

UN CONTINENTE MADUROAMÉRICA, EN VÍSPERAS DE LA INDEPENDENCIA

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enviar el situado para la defensa del Ca-ribe (Cuba, Puerto Rico, Campeche, Flo-rida, Filipinas y Trinidad), que ascendíaa unos cuatro millones y medio de pe-sos anuales. México fue el gran produc-tor de plata de Norteamérica. Su Casade la Moneda llegó a acuñar 13 millonesde pesos anuales en 1795 y unos 25 mi-llones a fines de la colonia.

2. Capitanía General de Guatema-la. Fundada en 1568, estaba formadapor las provincias de Chiapas (con So-conusco), Guatemala (con Sonsonate yEl Salvador), Honduras, Nicaragua yCosta Rica y era un territorio poblado en1810 por cerca de un millón de habitan-tes. Se le añadió la comandancia deHonduras. Sus intendencias se crearonen 1785 y fueron las de Chiapas, Guate-mala, San Salvador, León y Comayagua.Exportaba cacao, colorantes y ganado.

3. Capitanía General de Cuba. Estaisla estaba gobernada por Capitanes Ge-nerales autoritarios, militares de oficioen su mayoría, y fue reestructurada mi-litarmente tras la evacuación de La Ha-bana por los ingleses. El conde de Riclaemprendió grandes mejoras en las forti-ficaciones en El Morro, La Cabaña, Ata-rés y El Príncipe, aumentó las tropas ve-teranas y estableció las milicias. En Cu-ba se ensayaron las grandes reformascarolinas antes de implantarlas en otrosterritorios hispanoamericanos. En 1764se creó la Intendencia –primera deAmérica– y al año siguiente se le otorgó

el privilegio de poder exportar desdesus puertos de Santiago, Trinidad y Ba-tabanó a nueve puertos españoles. Tu-vo tres intendencias, las de La Habana,Puerto Príncipe y Santiago.

En 1789, se autorizó la libre intro-ducción de esclavos. Cuba siguió sien-do una gran clave defensiva, pero seconvirtió además en una próspera co-lonia productora de azúcar, tabaco ycafé –sobre todo, tras la crisis revolu-cionaria haitiana–, así como del comer-cio con los Estados Unidos. La Isla lle-gó a tener 170.000 habitantes en 1774 y270.000 en 1786.

4. Virreinato Neogranadino. Se ha-bía creado en 1717 y refundado en 1740con las gobernaciones pertenecientes alas audiencias de Bogotá, Quito y Pana-má, más la gobernación de Caracas. Tu-vo tres comandancias que fueron Vene-zuela, Cartagena y Panamá, pero laGuerra de la Oreja demostró su inefica-cia militar, por lo que se reestructuró elvirreinato en 1742, segregándole Vene-zuela. Integraron entonces el virreinatolas gobernaciones del Nuevo Reino(Santafé, Cartagena, Santa Marta, Mara-caibo, Antioquía, Popayán y Guayana),

Quito (gobernaciones de Quito, Quijos,Macas, Esmeraldas y algunos corregi-mientos) y Panamá (gobernaciones dePanamá y Veraguas). La Guayana, Mar-garita, Mérida y Maracaibo quedaronprovisionalmente incluidas en el mismo,pero fueron pasando a Venezuela. Gua-yana se convirtió en Comandancia elaño 1762 y se añadió a las dos citadasde Cartagena y Panamá. En 1764, secreó la Gobernación militar de Guaya-quil. El Virreinato tenía 1.260.281 habi-tantes en 1789 y fue sacudido por nu-merosas revoluciones, entre las quedestacaron la de los Barrios de Quito en1765, la de los Comuneros en 1780 (porla que se desaconsejó la implantaciónde sus Intendencias) y la de Quito de1809). Contaba para su defensa de fuer-zas regulares en Cartagena, Santafé yGuayaquil (unos 3.000 hombres), asícomo numerosas milicias (15.000), prin-cipalmente en la región quiteña. Teníados audiencias y era el primer produc-tor de oro de Hispanoamérica. Exporta-ba cacao, algodón, harina, tejidos bur-dos y quina.

5. Capitanía General de Venezue-la. Se configuró como territorio autó-nomo con el Reformismo, desvinculán-dose del Nuevo Reino de Granada. SuGobernación inicial fueron los territo-rios de Caracas, Margarita y Nueva An-dalucía o Cumaná, a los que se suma-ron Mérida, Maracaibo y Trinidad de laGuayana. En 1776 se creó la Intenden-cia de Venezuela con jurisdicción sobreCaracas, Maracaibo, Cumaná, Trinidad,

Margarita y Guayana, y al año siguien-te (1777) se fundó la Capitanía Generalde Venezuela con los mismos territo-rios. El tercer paso para su integraciónse dio en 1786, con la fundación de laReal Audiencia de Caracas. Posterior-mente se establecieron el Consulado(1793) y el arzobispado de Caracas(1803). Venezuela tenía unos 900.000habitantes y exportaba cacao, añil, ta-baco, café, algodón y cueros al pelo.Fue un territorio muy afectado por lasrevoluciones (Andresote, León, Güal yEspaña y finalmente por la de Miranda

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Partida de la expedición libertadora del Perú, al mando de Simón Bolívar, en 1820 (por AntonioAbel, Buenos Aires, Instituto San Martiniano).

En la víspera de la independencia, lacolonia estaba dividida en cuatrovirreinatos y cuatro capitanías generales

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en 1806). No tuvo apenas fuerzas regu-lares, salvo en la franja portuaria (Puer-to Cabello, La Guaira y Cumaná), perosi gran cantidad de milicias.

6. Virreinato del Perú. Decayó mu-cho durante el Reformismo, pues perdiósu papel de primer productor de plata(que fue México) y de eje del comerciode Suramérica, tras la destrucción dePortobelo y la supresión del régimen deflotas. Sufrió además grandes pérdidasterritoriales con las creaciones de losdos virreinatos neogranadino y riopla-tense. El último de ellos se llevó la re-

gión de Charcas, con las minas del Po-tosí, con lo que cayó en picado su pro-ducción de plata. Su población era de1.070.677 habitantes para 1792, con pre-ponderancia indígena (57%), y afrontógrandes rebeliones a partir del levanta-miento de Túpac Amaru en 1780. Sustropas regulares eran escasas; unos1.500 hombres, más 40.000 milicianos ysu territorio fue dividido en las inten-dencias de Tarma, Trujillo, Lima, Hua-manga, Huancavélica, Cuzco, Puno yArequipa. Era un gran productor de tri-go, vid, arroz y azúcar, junto con tabaco

y algodón y quina o cascarilla, así comode ganado (ovino y caprino), lana dellama y de alpaca.

7. Virreinato del Río de la Plata. Sefundó en 1776, integrando política yadministrativamente Buenos Aires, Pa-raguay, Tucumán, Potosí, Santa Cruzde la Sierra, Charcas y Cuyo, con obje-to de aliviar la presión brasileña sobreel Paraguay y la inglesa sobre las Mal-vinas. El nuevo Virreinato unió así losespacios dependientes de la produc-ción argentífera altoperuana con losagropecuarios que la sustentaban, y leañadió el comercio bonaerense. En1778 se instalaron las aduanas en la bo-ca del Río de la Plata. La organizaciónmilitar se emprendió en 1782 con lacreación de las Intendencias de BuenosAires, Córdoba, Salta, Paraguay, Potosí,Cochabamba, Chuquisaca y La Paz ylos cuatro gobiernos militares, subordi-nados a Buenos Aires, de Montevideo,Misiones, Moxos y Chiquitos. Su inde-pendencia territorial se completó conla creación de la Audiencia en 1783 ydel Consulado en 1794. Buenos Airestuvo un desarrollo vertiginoso en losúltimos años del siglo XVIII, exportan-do carne salada (tasajos y cecinas) aCuba y Brasil y cueros al pelo a la Pe-nínsula. A esto se añadió la hierba ma-te paraguaya. La capital virreinal setransformó en un importante foco inte-lectual y periodístico. A comienzos delsiglo XIX sus grandes puertos fueronasaltados por los ingleses (Buenos Ai-res en 1806 y Montevideo en 1807), pe-ro fueron expulsados por las tropascriollas dirigidas por Santiago Liniers.

8. Capitanía General de Chile. Zo-na de guerra permanente contra los in-dios araucanos, fue elevada a CapitaníaGeneral en 1778 y en 1786 se fundaronsus dos intendencias de Santiago y Con-cepción. En 1798 adquirió completa au-tonomía de Perú. Sus capitanes genera-les pudieron centrarse en mejorar lasfortificaciones de Santiago y Valparaísofrente a corsarios y contrabandistas. Elterritorio contaba con medio millón dehabitantes y una sólida economía agrí-cola (trigo y vino), ganadera (cueros, se-bo y matanza), minera (oro, plata, cobrey azogue) y comercial.

Hubo también intendencia en PuertoRico (1784) y en Luisiana. A esto habríaque añadir la capitanía general de Fili-pinas, fuera del ámbito americano . ■

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UN CONTINENTE MADUROAMÉRICA, EN VÍSPERAS DE LA INDEPENDENCIA

1.- Virreinato de la Nueva España. Población: 6.122.354 en 1810. Once intendencias, tres ciudades de más de 50.000 habitantes. Sus fuerzas regulares ascendían a 6.000 hombres y las milicianas a 20.000. México fue el gran productor de plata de Norteamérica. Al norte estaba la Comandancia de las Provincias Internas, creada en 1776, con objeto de evitar la penetración extranjera. Estaba formado por las provincias de Sonora, Sinaloa, California, Nuevo México, Coahuila y Texas.

2.- Capitanía General de Guatemala. Población en 1810: un millón de habitantes. Se le añadió la Comandancia de Honduras. Exportaba cacao, colorantes y ganado.

3.- Capitanía General de Cuba. En 1789 se autorizó la libre introducción de esclavos. Se convirtió además en una próspera colonia productora de azúcar, tabaco y café,sobre todo tras la crisis haitiana. Llegó a tener 270.000 habitantes en 1786.

4.- Virreinato Neogranadino. Tenía 1.260.281 habitantes en 1789. Era el primer productor de oro de Hispanoamérica. Exportaba cacao, algodón, harina, tejidos burdos y quina.

5.- Capitanía General de Venezuela. Venezuela tenía unos 900.000 habitantes y exportaba cacao, añil, tabaco, café, algodón y cueros al pelo. No tuvo apenas fuerzas regulares, salvo en la franja portuaria (Puerto Cabello, La Guaira y Cumaná), pero sí gran cantidad de milicias.

6.- Virreinato del Perú. Población: 1.070.677 habitantes para 1792, con preponderancia indígena (57%). Era un gran productor de trigo, vid, arroz y azúcar, junto con tabaco y algodón y quina o cascarilla, así como ganado.

7.- Virreinato del Río de la Plata. Buenos Aires tuvo un desarrollo vertiginoso en los últimos años del siglo XVIII, exportando carne salada (tasajos y cecinas) a Cuba y Brasil y cueros al pelo a la Península. A esto se añadió la hierba mate paraguaya.

8.- Capitanía General de Chile. Población: medio millón de habitantes y una sólida economía agrícola (exportaba trigo y vino), ganadera (exportaba cueros, sebo y matanza), minera (oro, plata, cobre y azogue) y comercial.

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ORGANIZACIÓN DELTERRITORIO, SIGLO XVIII

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descendientes de africanos mestizadosen diverso grado y viviendo en libertaden el continente receptor, lo hacían yainsostenible.

Mientras los caminos hacia las distin-tas independencias se preparaban, in-cluyendo en su bandera la abolición dela esclavitud que en España se mantuvohasta el XIX, la colonial sociedad de cas-

La Compañía Francesa del Golfode Guinea recibió de Felipe V,al arrancar el siglo XVIII, laconcesión del monopolio de la

trata de negros en las colonias de la co-rona. Una vez expirada ésta un deceniodespués, el “asiento de negros”, tras elTratado de Utrecht, pasó a control de laSouth Sea Company. Durante cincuentaaños, esta compañía inglesa, conve-nientemente vigilada a distancia por elbeneficiario máximo de su comercio, la

Corona española, desarrolló una febrilactividad. En 1785, la reforma del Có-digo Carolino introdujo la liberaliza-ción de la trata y estableció la prohibi-ción del carimbo –el hierro con el quese marcaba a los esclavos-. Aunque noha faltado quien haya visto en esta li-beralización del comercio de personasel inicio de su fin, lo cierto es quecuando el siglo XVIII finaliza muchas yvariadas razones, entre las que no sepuede obviar la existencia de miles de

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PEDRO TOMÉ es profesor de Antropología,Universidad de Salamanca.

La sociedad colonial abolió la esclavitud, pero creó un sistema de castasque identificaba prestigio racial con poder económico, aunque lasfronteras fueron imprecisas y muy cambiantes, señala Pedro Tomé

EL CRISOLIndios, mestizos y negros

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tas identificaba cada vez más el prejui-cio racial con el económico como ins-trumento básico de atribución del pres-tigio social. No significa esto, sin embar-go, que con el siglo finalizaran la pig-mentocracia o las discriminaciones étni-cas. Más bien, en relación con el mesti-zaje de los habitantes de Iberoamérica,hubo un simultáneo desarrollo de dosprocesos sociales de tendencia contrariay complementaria. Por una parte, unalenta pero incesante criollización de lasélites económicas que hizo que el tér-mino “español” pasara a denotar, dejan-do de lado la referencia al origen me-tropolitano, cualquier persona con uncierto poder económico, aún cuando ensu ascendencia inmediata hubiere variosmestizajes. Por otra, el proceso inverso

de indigenización de los mestizos. Co-mo consecuencia del mismo, el término“mestizo” evoluciona hacia una inexora-ble condición peyorativa que lo acercaal elemento indígena y, por ende, a lasposiciones socioeconómicas más débi-les. Es decir, aunque siga utilizando ta-les denominaciones, la diferencia entrecriollo y mestizo tenía a fines del XVIIImás que ver con la situación económicaque con el origen étnico.

Paradojas de la clasificaciónPor lo mismo, resultaba totalmente fac-tible que dos personas con el mismogrado de mestizaje fueran socialmentecatalogados en estratos antagónicos,produciéndose la aparente paradoja deque hubiera criollos de presencia más“africana” que algunos mestizos o quemuchos de éstos fueran indisociablesexternamente de los indígenas.

Las numerosas estadísticas que tene-mos del periodo final del XVIII mues-tran la tendencia a sintetizar las castasmediante la difuminación de la hetero-geneidad. Cierto que las mismas pue-den ser sólo relativamente fiables cuan-do vienen referidas a grupos margina-les, muchos de los cuales resultan invi-sibles para el funcionario que las poneen práctica. No extraña, por tanto, queen un mismo lugar aparezcan datos di-sonantes en periodos relativamente cor-tos de tiempo o inconsistencias entrecensos y registros parroquiales de ma-trimonios mixtos –al margen de la deli-berada tendencia a blanquear la feligre-sía, de la que algunos sacerdotes hicie-ron gala–. Si el surgimiento de las cas-tas, con la utilización de términos clasi-ficatorios denigrantes, había servido pa-ra diferenciar internamente a los no es-pañoles, el afortunado desarrollo delmestizaje hacía inviable el manteni-miento del sistema dispuesto. Así, comoindican Chance y Tylor para el caso dela ciudad mexicana de Oaxaca, perso-nas que en determinados censos eranincluidas en las categorías de mestizos,castizos o mulatos, fueron consideradosen censos sucesivos como criollos. Larápida mudanza de los criterios catego-rizadores es puesta igualmente de ma-nifiesto por Marín Bosch, al señalar que,en el censo de 1777, se utilizaron enPuebla siete categorías de definición ra-cial, en tanto que en el de 1793 sólo ha-bía cinco. En definitiva, aunque los da-

tos muestren la existencia de drásticoscambios en la composición racial de nu-merosos lugares en periodos relativa-mente cortos, en realidad lo que se alte-ró fueron las condiciones socioeconó-micas de sus habitantes. Como conse-cuencia de este proceso, con la excep-ción del término “peninsular”, utilizadopara referirse a cualquier europeo, fue-re cual fuere su nacionalidad, pertene-ciente a la endogámica élite colonial, seprodujo una síntesis nominal de las cas-tas que fue transformando la sociedadpigmentocrática en una multiétnica, porlo demás fuertemente jerarquizada,compuesta por seis “calidades” básicas:peninsulares o europeos, criollos o es-pañoles, mestizos, mulatos, negros, in-

dios. Necesario es, no obstante, recor-dar que el término “indio”, como cate-goría colonial, agrupa bajo un mismonombre a “culturas” que, a su vez, pue-den no tener nada en común entre sí.

Los prejuicios del púlpitoEn todo caso, la práctica social del mes-tizaje se convirtió en un uso normaliza-do que habitualmente fue muy por de-lante de la norma y las recomendacio-nes de la autoridad. De hecho, todavíaa finales del XVIII, a pesar de que en1750 se había otorgado protección legala los esclavos que huyeran de coloniasinglesas u holandesas para abrazar la re-ligión católica, numerosos sacerdotesseguían aconsejando a los indígenasque no maridaran con negros, pues es-

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AMÉRICA, EN VÍSPERAS DE LA INDEPENDENCIA

Grupo de negros peruanos bailando y tocandola marimba, en una ilustración de Trujillo delPerú (Madrid, Biblioteca Real, P. Nacional)

Indias mexicanas lavándose en la fuente.Acuarela anónima de principios del siglo XIX (Madrid, Biblioteca Real,

Patrimonio Nacional).

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las proximidades de las zonas mineras alas que se trasladaban elevados contin-gentes de población, especialmente es-clavos e indígenas, tanto para asegurarla producción minera como para garan-tizar el mantenimiento de la infraestruc-tura que ésta comporta. La migracióncontinua de indígenas, forzada o indu-cida, desde los pueblos de indios hastadichas explotaciones o en busca de tra-bajo en las haciendas, supuso la desa-parición de muchos de aquéllos y laconversión de algunas de estas propie-dades en nuevos pueblos o ciudades. Nique decir tiene que en estas áreas, no-torio ejemplo es la gobernación de Po-payán, en la actual Colombia, aunque

indígenas, forasteros, mestizos y “gentesde todos los colores” ocupaban lospuestos de cebadores que afianzaban elabasto, el crecimiento de mulatos fue fa-vorecido por la compra de esclavos porunas élites económicas deseosas de ex-hibir su estatus y posición en la cúspidede un circuito económico hacienda-mi-na-hacienda. Es más, gran parte de losesfuerzos de criollos y peninsulares sedestinó en todo el continente a integrarlos usos indígenas dentro de la econo-mía colonial, lo que se tradujo en un in-mediato debilitamiento del control queéstos tenían sobre sus propios recursos.

El siglo XVIII supuso igualmente la

inserción de cambios en las prestacio-nes obligatorias de los mitayos potosi-nos. Como se recordará, en 1574 losconquistadores subvirtieron el carácterredistribuidor de la mita incaica esta-bleciendo su obligación entendida co-mo contribución mediante el trabajo.

Indios mingadosComo consecuencia de la misma, milesde indígenas fueron obligados a prestarla mita en las minas durante un ciertotiempo, alterándose durante el XVIII laprestación, al ser sustituida la cantidadde tiempo de trabajo por la extracciónde una determinada cantidad prefijadade mineral. A su vez, esto generalizó eluso de “indios mingados”, voluntaria-mente contratados por otros económi-camente más poderosos para hacerfrente a la mita. Por la misma razón, eltrabajo doméstico de los indígenas cre-ció exorbitantemente, al estar quienesocuparan tales trabajos exentos de mita.

Más al sur, el proceso de ocupaciónde las tierras indígenas argentinas si-guió desarrollándose con gran virulen-cia durante todo el XVIII, lo que provo-có sucesivas revueltas –especialmentede los pehuenches y otros grupos arau-canizados–. Como consecuencia de es-te proceso, auspiciado supuestamentepara controlar territorios “desérticos”que por su ausencia de “civilización”podían ser usados por enemigos exter-nos –Inglaterra, principalmente– para

invadir Argentina, grupos minoritariosde indígenas fueron integrados forzosa-mente en estancias, en tanto otros eranexpulsados de sus tierras, momento apartir del cual tuvieron que sobrevivircon el pillaje. La integración forzosa delos indígenas en la vida económica co-lonial supuso, igualmente, la desapari-ción definitiva de otros grupos, comolos lacandones de la frontera guatemal-teco-mexicana: un informe trasladadoen 1769 por un contador, que investi-gaba un fraude en relación con las per-cepciones de un curato, señalaba quesólo quedaban tres lacandones, muyviejos y sin descendencia. ■

tos sólo acarreaban vicios. Con todo, laexogamia practicada por africanos quesupuso que a finales del XVIII aproxi-madamente el diez por ciento de la po-blación de Nueva España fuera de mu-latos, el establecimiento de “cimarrones”–denominación despectiva utilizada pa-ra referirse a los esclavos fugitivos– enlocalidades mayoritariamente indígenas,así como la aparición de “palenques”,pequeñas comunidades asentadas enáreas relativamente aisladas y compues-tas básicamente por africanos huidos delas cárceles y la esclavitud, contribuyó agenerar puentes e intermediaciones im-pensables al comienzo del siglo entremundos separados como eran el de losindígenas y el de los españoles y las di-ferentes castas. Más aún cuando tantopalenques como poblaciones en quemestizos y mulatos se convertían en ma-yoría reproducían la cultura dominante.Así lo traslada en una Relación el sub-delegado de una población de la huas-teca hidalguense, quien informaba en1794 que los indígenas vivían en los ba-rrios, en tanto la mayoritaria poblaciónmestiza y mulata lo hacía en la cabece-ra, donde “sólo reside gente de razón”.Aún así, los descendientes de los africa-nos fueron convertidos numerosas ve-ces en chivo expiatorio de todos los ma-les imaginados, como cuando la Inqui-sición juzgó en 1774 en Acatic, Jalisco, aun mulato de nombre José Sebastián,acusado de haber establecido un pactocon Satán, por el que éste le garantiza-ba la doma de potros y toros.

El mestizaje entre indígenas y afroa-mericanos fue especialmente notorio en

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El mestizaje entre indígenas yafroamericanos fue notorio en lasproximidades de las zonas mineras

Jíbaro y esclava negra dePuerto Rico. Lasilustraciones pertenecenal repertorio de Trajes deEspaña, de Cruz Cano yOlmedilla, publicado enel último tercio del sigloXVIII (Madrid, BibliotecaNacional).

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La sociedad americana del sigloXVIII estaba polarizada en tor-no a los grupos de poder loca-les (criollos), que querían se-

guir detentando su cuota de autono-mía, en oposición a los peninsulares(altos cargos de la administración), en-cargados de llevar a la práctica la nue-va política recentralizadora borbónica,que necesitaba consolidar el poder po-lítico del monarca y extraer más bene-ficios de las Indias. El asentamiento enAmérica de más de doscientos mil emi-grantes españoles a lo largo del XVI ge-neró la aparición de un grupo de po-blación formado por las generacionesde los que ya habían nacido en el Nue-vo Mundo, hijos de europeos (y tam-bién mestizos), que empezaron a ser co-nocidos como españoles-americanos,indianos o simplemente americanos ocriollos. Aunque esta caracterizaciónpueda parecer clara y contundente, larealidad distaba mucho de ser diáfana,debido a la diversidad regional.

El nacimiento del término está vincu-lado con las revueltas que bastantes deesos encomenderos organizaron en lasdécadas finiseculares contra la decisiónde la Corona de suprimir las concesio-nes perpetuas de tributos y mano deobra indígena, otorgadas a sus padres ypodría verse en su actitud el orgullo dequienes aunaban en su sangre lo mejorde ambos mundos, como descendientesde las estirpes autóctonas y foráneasmás destacadas (hijos de las princesasincas y aztecas y de los conquistadores

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AMÉRICA, EN VÍSPERAS DE LA INDEPENDENCIA

La pérdida de privilegios y el desdén con que eran tratados losdescendientes de españoles en América por los recién llegados reforzó laidentidad de la nueva élite. MARINA ALFONSO MOLA describe su evolución

Lo mejor de ambos mundos

CRIOLLOS

El retrato de MaríaIsabel Gerónima

Gutiérrez refleja bien laimagen que la mujer

criolla daba de símisma (por Ignacio

Ayala, 1803, México,Museo Franz Mayer).

MARINA ALFONSO MOLA, UNED, Madrid.

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de mayor graduación), lo cierto es queen su propio origen los criollos ya os-tentaban el doble estigma de la ile-gitimidad y el mestizaje. La decla-ración del conde de Miranda enuna de las reuniones del Consejode Estado (1603), para deliberarsobre la perpetuidad de las enco-miendas, no deja lugar a dudas:“Se debe considerar que la gentede que están pobladas las Indiasson descendientes de conquis-tadores que, por haber naci-do allá y ser hijos de indias,han declinado mucho el va-lor de sus pasados”.

La patria chicaCon el paso del tiempo, el términocriollo solía ir unido en la documen-tación a localizaciones geográficasconcretas (“criollo de Lima”, por ejem-plo), lo que sería equivalente a “natu-ral de ...”, y por extensión a natural deAmérica. Una expresión portadora deunas connotaciones de lugar, que per-dió, precisamente, a partir del sigloXVIII. De este modo, el patriotismo delos criollos se orientó primero haciauna región o ciudad concreta: su “pa-tria chica”. La lealtad era decididamen-te local. No obstante, esta connotaciónlocalista sufrió una evolución hacia unpatriotismo de más anchos horizontes.

Esta nueva clase de los criollos inicióya a fines del Quinientos un procesode diferenciación con respecto a los es-pañoles venidos de la Metrópoli, queempezaron a ser llamados peyorativa-mente gachupines en Nueva España ychapetones en el virreinato de Perú.

Si en puridad los criollos eran blancosde “puro” origen europeo, hijos de es-pañoles nacidos en el Nuevo Mundo,casi desde el comienzo de la colonia sedenomina criollos a unos mestizos decalidad, que están muy por encima delas castas. Ítem más, en el amplio terri-torio americano compuesto por áreascentrales y periféricas, la adscripción algrupo de los criollos es aún más ambi-gua en los confines del Imperio, dondeapenas había peninsulares. De ahí queestas élites locales periféricas fuesen detez más oscura de lo habitual.

Los criollos, excluidos de los altos car-gos de la administración por el pactocolonial, consiguieron controlar espa-cios de poder desde el feudo de los ca-

bildos, donde hacían valer su posicióneconómica y su dominio de las relacio-nes sociales en sus lugares de naci-miento. Al mismo tiempo, generaronsus propios intelectuales orgánicos apartir de los principales centros de en-señanza, singularmente las universida-des de México y de San Marcos de Lima,así como colegios y seminarios, de mo-do que el control sobre la educación su-perior se convirtió en un vehículo de le-gitimación socio-política, al estar exclui-das de esta formación las castas y los in-dios. De esta forma, ya en el siglo XVIIse constituyeron como el grupo más di-námico de la sociedad colonial, ani-mando las cortes virreinales, constru-yendo palacios, consiguiendo los servi-cios de los artistas, dando nuevo lustrea las ciudades, imponiendo nuevas cos-tumbres que denotaban la recién adqui-rida distinción: el paseo a pie o a caba-llo, las fiestas y saraos, las veladas musi-cales o las representaciones teatrales.

Esto vino unido al hecho de que enla segunda mitad del Seiscientos, las re-laciones entre la Metrópoli y las colo-nias se iban debilitando. Las autorida-des metropolitanas fueron perdiendocuotas de control político y vieron có-mo disminuían los beneficios fiscales yse ralentizaban los intercambios comer-ciales por la interrupción de la cadencia

anual de los galeones y flotas. La con-secuencia fue una mayor autonomía delos reinos de Indias, que se tradujo enun mayor protagonismo de los ele-mentos articuladores de la sociedaden cada ámbito: la familia, el cabildoy la comunidad. Justamente allí

donde era más visible la presen-cia de los criollos.

Campaña de descréditoDesde la Corona se percibió el

peligro y se trató de impulsar una cam-paña para desacreditar el naciente crio-llismo, basada en principios de inferio-ridad física e intelectual. Esto fue el re-vulsivo para que los grupos de poderlocales afianzaran aún más las formasculturales criollas. Todos los especialis-tas admiten que el siglo XVII significa laconstitución de una conciencia criolla apartir de una serie de elementos quepueden reducirse, a efectos expositivos,a los siguientes: la asunción (e idealiza-ción) del pasado prehispánico (identifi-cable a traves de los cronistas), la cre-encia en una revelación específicamen-te americana (quedando como vestigiolas cruces de Carabuco y Huatulco), ladifusión de un particular aparicionismomariano (cuyas imágenes no podían serreproducidas más que por artistas naci-dos en el Nuevo Mundo), que se enri-queció con la devoción a los primerossantos criollos (Santa Rosa de Lima y el

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El ORIGEN DELTÉRMINO “CRIOLLO”

No está muy claro en qué momen-to empezó a emplearse la pala-

bra “criollo” para denominar a losblancos naturales de las Indias, térmi-no que además haría fortuna en otraslenguas en otros territorios ultramari-nos (créole, creole, criolo). El primertestimonio data de 1567, cuando LopeGarcía de Castro, presidente de la Au-diencia de Lima y gobernador del Pe-rú, al referirse a los rebeldes empleó lapalabra en cuestión: “Esta tierra estállena de criollos que son éstos que acáhan nacido, que nunca han conocido alrey ni esperan conocerlo”, sentencia la-pidaria, que define admirablemente eltérmino, al tiempo que señala su con-notación desdeñosa.

Pareja de criollos de Perú a finales del sigloXVIII, según ilustraciones de la obra Trujillo

del Perú (Madrid, Biblioteca Real,Patrimonio Nacional).

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protomártir Felipe de Jesús, uno de losfranciscanos crucificados en Nagasakipor orden de Toyotomi Hideyoshi), yla exaltación del orgullo criollomediante la proclamación de la“grandeza americana” y del refi-namiento cultural alcanzado enlas grandes urbes. El últimoingrediente del criollismoemergente fue la de-fensa de la obra re-alizada en Américapor los propiosamericanos. Este orgullo secentra en el esplendor adqui-rido por las capitales virrei-nales y por las ciudades engeneral. Además, los trata-distas extienden sus elogios ala naturaleza, resaltando la varie-dad climática, la impresionanteorografía, la majestuosidad de las co-rrientes fluviales plagadas de cataratasy la fertilidad de las tierras americanasen todo tipo de animales, peces, aves,frutos y flores (por lo que no dudan ensituar el Edén en este continente) e in-corporando ya en el siglo XVIII la ad-miración por los volcanes, inserta en lacorriente general de los intereses ilus-trados.

Los criollos admiraban a Europa, peroeran víctima de un profundo resenti-miento hacia ella, por el desprecio quemanifestaba para con los nacidos en elNuevo Mundo. En segundo lugar, si losintelectuales europeos propugnaban elrescate de ilustres y variopintos pasadoshistóricos para incorporarlos al acervocultural, los criollos harían lo mismocon el pasado prehispánico, con el ob-jeto de poder exhibir ante los peninsu-lares unas señas de identidad específi-cas. No obstante, está claro que esas se-ñas no pertenecían al criollo, sino al in-dio y las castas derivadas de él, profun-damente despreciadas por los propioscriollos. Esta contradicción ha sido ex-puesta magistralmente por Octavio Paz(Sor Juana Inés de la Cruz o las trampasde la fe): “(...) Confusamente, el criollose sentía heredero de dos Imperios: elespañol y el indio. Con el mismo fervorcontradictorio con que exaltaba al Im-perio hispánico y aborrecía a los espa-ñoles, glorificaba el pasado indio y des-preciaba a los indios”.

Con el cambio de siglo, se produjoun relevo dinástico que llevó aparejada

una variación en las directrices políti-cas de la Monarquía con respecto a losterritorios ultramarinos. El sistema degobierno borbónico pretende aumen-tar el poder político del monarca, porlo que intenta desmantelar el viejo pac-to de gobernabilidad entre la Corona,la Iglesia y los grupos de poder localescriollos, los cuales reaccionarían paradefender sus intereses de las apeten-cias centralizadoras de la Monarquía.

Lucha por el poderLos efectos desequilibradores se acen-tuaron en la segunda mitad de la centu-ria, cuando la emigración procedente dela Metrópoli aumentó, creció el númerode los nuevos funcionarios de la admi-nistración peninsulares y surgieron nue-vas familias, cuyo poder radicaba en lacercanía a los grupos de poder en tor-no al monarca y no en las redes cliente-lares locales.

Así, los términos de “criollo” y “crio-llismo” se emplearon con más profusióna finales del siglo XVIII que en el mo-mento de la intensificación del ideariocriollo, a mediados del XVII. La nove-dad del XVIII sería el arraigo de las mi-tologías nacionalistas (fraguadas en elsiglo anterior) al hilo de las reformasborbónicas, que generaron un senti-miento de agravio comparativo entre los

españoles-americanos, los criollos,que, en medio de una época de

bonanza económica, se sintierondiscriminados frente a los gachupi-nes y chapetones. Si la recién crea-

da burocracia fiscal, las inten-dencias, el ejército permanente

y las Audiencias queda-ron encabezados por pe-

ninsulares, que sustituye-ron a los criollos que habí-

an integrado mayoritariamenteeste grupo de élite de poderdurante generaciones, tam-bién la Iglesia, que tambiénhabía sido esfera, en todoslos niveles, reservada a loscriollos, se vio invadida porsacerdotes europeos.

Las respuestas políticas antela creciente marginación de los

españoles-americanos se dejan sentir enlos escritos enviados al propio rey. Así,se explicita en la Representación Humil-de que hace la Imperial Nobilísima ymuy Leal Ciudad de México en favor desus naturales a su amado Soberano elSeñor Carlos III (1771), al que adviertenque tal actitud discriminatoria puede“encaminar no sólo a la pérdida de estaAmérica, sino a la ruina del Estado”, es-grimiendo como argumentos, por un la-do, “el amor que tienen los hombres aaquel suelo en que nacieron” y el afec-to que manifiestan los que son naturalesde aquellas tierras, y, por otro, la fideli-dad de los criollos a la Corona, por laque siempre han estado dispuestos a lu-char, como demuestra el hecho de quelas sublevaciones y motines indígenashayan sido siempre sofocados merced ala intervención de los más destacadosnaturales de aquellos reinos.

Si el nacimiento de los mitos de laconciencia criolla tuvo lugar en el XVII,la cultura criolla tardaría más de un sigloen manifestar su incompatibilidad conla cultura española elaborada en la Me-trópoli y transferida a América. La ideo-logía independentista sólo surgirá abier-tamente cuando se produzca la crisis dela Ilustración, cuando el espacio conce-bido como “España” cambie radical-mente de significado en la percepciónde los que hasta entonces se considera-ban, sin perder sus señas de identidad(de las que se sentían profundamenteorgullosos), como los hijos más fieles dela Monarquía Hispánica. ■

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LO MEJOR DE AMBOS MUNDOS, CRIOLLOSAMÉRICA, EN VÍSPERAS DE LA INDEPENDENCIA

Las reformas borbónicas fomentaron eldesdén de los criollos frente a los gachupines

o chapetones, términos despectivos paradesignar a los españoles.

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Telar de mediados del siglo XVIII en Nueva España, representado en un exvoto de San Miguel (Carlos López, 1746).

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Durante décadas, se pensóque el crecimiento econó-mico que se había produci-do en los territorios india-

nos desde fines del XVIII fue causadopor la introducción de las medidas re-formistas borbónicas. Sin embargo, des-de hace unos años se ha comenzado adesmontar esta tesis, al demostrarse quelos reformistas borbónicos, para probarlos resultados de sus planes innovado-res, “maquillaron” las cifras a su favor, alcomparar el crecimiento entre la prime-ra y la segunda mitades del siglo.

Paralelamente, se ha comprobadoque los indicadores de la actividad eco-nómica de la segunda mitad –basadosen cifras fiscales oficiales– reflejaban nosólo mejoras en la administración y ges-tión de la Real Hacienda, sino tambiénuna reducción de los sectores de auto-consumo, un aumento de los circuitosmonetizados y un mejor control de lasactividades establecidas en lo que hoyllamaríamos sector informal.

Para comprobar los efectos benéficosde las medidas reformistas, los historia-dores manejaron solamente las cifrasdel comercio realizado entre los dife-rentes puertos de las Indias y la Metró-poli. Era una forma fácil y rápida depresentar las consecuencias benéficasdel reformismo. Estas cifras son mayo-res para la segunda mitad del siglo

XVIII que para la primera. El antiguosistema de flotas se dio por terminado,y el pago de impuestos se racionalizópara lograr una mayor agilización. En1796 se dio permiso a todos los comer-ciantes americanos para enviar sus bar-cos a los puertos de la Metrópoli. Enteoría, el eje Sevilla-Cádiz-La Habana-Veracruz quedó quebrado. Las cifrasmuestran de forma clara que el sistemade comercio libre en 1765-1778-1789supuso una vigorización del tráfico.Entre 1765 y 1795, el número de barcosque cruzaron el Atlántico procedentesde todos los puertos coloniales se mul-tiplicó por nueve –en el quinquenio de1760-1765, surcaron sus aguas 185 bar-cos, mientras que en el de 1790-1795 lohicieron 1.643–.

Sin embargo, es necesario corregir algu-nas de las interpretaciones globales ori-ginales. No se pueden ofrecer cifras to-tales del comercio, sino que hay que de-sagregar los grandes números, ya quelas regiones periféricas incorporadas alsistema imperial por las medidas refor-mistas tuvieron un comportamiento di-ferente de las de antigua colonización.Las primeras tuvieron un crecimiento ensus exportaciones, ya que en épocasprevias estuvieron poco integradas enlos circuitos internacionales.

Barcos más veloces y contrabandoEn segundo lugar, hay que trabajar convolúmenes de carga, en vez de con nú-meros de barcos, pues éstos se reduje-ron de tamaño para alcanzar una mayorrapidez, tanto en la contratación de suscargas como en la realización de susviajes. Además, las excelentes obras desíntesis que estudiaron hace años las di-námicas del comercio indiano lo hicie-ron desde el lado de las llegadas de lasmercancías totales a los puertos de laPenínsula. Por ello, parece apropiadorealizar análisis desagregados de las ci-fras totales desde el punto de vista delorigen de las exportaciones, diferen-ciando las dinámicas de los distintospuertos indianos y estudiando la com-posición de las cargas. Hay que recor-dar que los totales de las exportacionesmanejados por la mayoría de los histo-riadores –cifras del comercio oficial lle-gado a Cádiz-Sevilla– deben ser corregi-dos por los volúmenes de contrabando.

71

PEDRO PÉREZ HERRERO, U. Complutense,Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset.

y libertad de comercio

AMÉRICA, EN VÍSPERAS DE LA INDEPENDENCIA

El crecimiento económico en las Indias en el siglo XVIII fue desigual.PEDRO PÉREZ HERRERO explica cómo reaccionaron las diversas regionesante las reformas borbónicas y las razones de las élites para apoyar losmovimientos de independencia

PATRIA

Prensa, en una ilustración de Trujillo delPerú, una obra enciclopédica que refleja lavida en aquella diócesis a finales del XVIII.

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mica de los reinados de Carlos III y Car-los IV supusieron un crecimiento es-pectacular en los ingresos de la Coronay por ende del poder del monarca. Sinembargo, se está constatando que losgastos administrativos se fueron elevan-do con más rapidez que los ingresosbrutos, por lo que los beneficios netosfueron mermando. El rey cada día co-braba más, pero a la vez una cantidadimportante de sus rentas se quedaba enIndias para pagar sus nuevas obligacio-nes –nueva administración, ejércitos, in-fraestructuras–. No puede establecerseuna relación mecánica entre el creci-miento en los ingresos fiscales y el au-mento del poder del Monarca, sino quehay que comprender el juego de rela-ciones propio de una realidad colonialde Antiguo Régimen. Los grupos de po-der indianos no fueron barridos, sinoque utilizaron diferentes mecanismospara reacomodar su papel en el nuevoescenario. Cuando la Corona decidió acomienzos del siglo XIX bombear re-cursos de forma masiva a la Metrópolipara sufragar los gastos bélicos, los no-tables indianos dejaron de seguir cre-yendo en el pacto establecido entreellos, la Iglesia y la Corona a comienzosdel siglo XVI. La independencia co-menzó a ser vista como la salvación.

Las recientes investigaciones estándemostrando que la maquinaria de Re-al Hacienda remozada cosechó másrentas, pero que los gastos reales reali-zados en los territorios americanos su-peraron a veces, ante la mirada atónitadel rey, a los ingresos. Los ingresos ne-tos se vieron además mermados por lainflación creciente de la segunda mitaddel siglo XVIII. El rey cobró más, perosu poder no aumentó en la misma pro-

porción. En las regiones de antigua co-lonización (zonas centrales de los vi-rreinatos de Perú y Nueva España) losmercados internos crecieron durante elXVIII como resultado de varios proce-sos concatenados: el aumento de la po-blación y de la urbanización, la espe-cialización en la producción, la eleva-ción en la producción de los metalespreciosos y la gradual monetización delos circuitos mercantiles.

Más plata en circulaciónEn los virreinatos del Perú y de la Nue-va España la producción de metalespreciosos impulsó la especialización enla producción y la monetización de loscircuitos mercantiles. Los mercados in-ternos se fueron integrando, generán-dose los consecuentes eslabonamientos.La producción argentífera de la NuevaEspaña creció de forma constante a lolargo de todo el siglo XVIII. Para el ca-so del Perú, la producción de plata au-mentó a partir de la década de 1730; en-tre 1770 y 1780, se dio una rápida ace-leración; en la década de 1780, hubouna parcial recesión; entre 1785 y 1795,la producción creció de nuevo; entre1795 y 1805, aparecieron fuertes oscila-ciones aunque la media se mantuvo al-ta, y entre 1805 y 1815, surgió una brus-ca caída. Por su parte, la producción deoro chilena creció de forma continua alo largo del XVIII. No obstante, hay querecordar que, según los cálculos realiza-dos en los últimos años, la productivi-dad fue decreciendo a lo largo del siglo.

Por su parte, las regiones de recientecolonización, no productoras de meta-les preciosos, con una población origi-naria escasa, sin grupos de poder con-solidados y con una sociedad no exce-

Una vez establecidas las correccio-nes, se ha confirmado que el creci-miento económico se inició antes quela implementación de la política borbó-nica en las regiones de antigua coloni-zación y que estuvo impulsado tantopor una expansión de la demanda ex-terna –derivada de una ampliación delos mercados– como interna –conse-cuencia de una expansión demográficaincuestionable–. Esta interpretación nose puede extender a las denominadasregiones “periféricas” –virreinatos denueva creación en el siglo XVIII, comoel del Río de la Plata y el de Nueva Gra-nada; audiencias y capitanías como lasde Chile o las de Santo Domingo; y te-rritorios como la Comandancia Generalde las Provincias del Norte de la NuevaEspaña–, ya que dichas áreas intensifi-caron sus niveles de actividad econó-mica, al incorporarse al sistema impe-rial a lo largo del XVIII. Lo que los Bor-bones trataron de hacer fue canalizar elcrecimiento de unas y otras regionespor circuitos oficiales a fin de reducir elcontrabando y la evasión fiscal. Pareceapropiado sostener que el reformismoborbónico de la segunda mitad delXVIII impulsó el cambio económico enunas regiones y se aprovechó de las di-námicas generadas durante la primeramitad del siglo en otras.

Se ha interpretado que el orden ad-ministrativo y la desregulación econó-

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Trabajo en una mina en Perú. La producciónde plata en el virreinato aumentó a partir dela década de 1730 (Trujillo del Perú).

Plaza principal de Buenos Aires, con el obelisco que conmemora la independencia, llamado elAltar de la Libertad, en una litografía de principios del siglo XIX.

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sivamente compleja, vieron cómo la ac-tividad de sus economías se acelerabacomo consecuencia de la conexión queestableció el reformismo borbónicocon los mercados internacionales. Eneste caso, la expansión de estas regio-nes se debió a la entrada en vigor delas mediadas ilustradas, ya que el creci-miento demográfico no fue en casi nin-gún caso anterior, sino posterior a la in-troducción de tales medidas, que laampliación de los mercados internosno fue tan vigorosa como la de los ex-ternos, y que la conexión con la de-manda internacional no fue directa sinoque estuvo mediatizada por los circui-tos oficiales creados por el reformismo.

La agilización y abaratamiento deltransporte, la remodelación del sistemaimperial, la rebaja en los derechos aran-celarios y el apoyo que recibieron loscomerciantes locales y peninsulares pa-ra conectar dichas regiones con la Pe-nínsula dieron un impulso al comercioexterno, acompañado de una reducciónde los circuitos de contrabando, lo cual

devino en un crecimiento de la produc-ción orientada hacia el exterior.

En estas regiones “periféricas”, la ge-ografía de la producción varió a lo lar-go del siglo. La región del Río de laPlata se conectó directamente de for-ma oficial con el exterior a partir de1776 –creación del virreinato del Ríode la Plata–, por lo que todos los cir-

cuitos internos del virreinato del Perúse modificaron. La plata de Potosí, queantes se comercializaba por la vía Ca-llao-Lima y era controlada por los co-merciantes peruanos, comenzó a dis-currir por la nueva vía bonaerense y aser comercializada por los miembrosdel también recién creado Consuladode Buenos Aires. Con ello, el antiguoeje comercial que pasaba por La Haba-

na-Panamá-Callao (sistema de galeo-nes) se desestructuró. Este cambio tu-vo efectos colaterales importantes, yaque la salida de metales preciosos (al-to valor y reducido volumen) por elpuerto de Buenos Aires, impulsó la ex-portación de cueros que de otra mane-ra hubiera sido incosteable, no obstan-te su elevada demanda en Europa.

La consecuencia inmediata sobre elsuelo americano y en particular sobre eljoven virreinato del Río de la Plata fueque la ganadería inundó las tierras depastos –pampas de los actuales Argenti-na, Uruguay y sur del Brasil–. El antiguopresidio y pequeño puerto de BuenosAires se convirtió en un importante en-clave comercial por el que discurrían laplata potosina, los esclavos africanos, el

PATRIA Y LIBERTAD DE COMERCIOAMÉRICA, EN VÍSPERAS DE LA INDEPENDENCIA

La plata de Potosí, que antes pasaba porla vía Callao-Lima, comenzó a salir por elpuerto emergente de Buenos Aires

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mate paraguayo, los cueros y cerealespamperos y el azúcar brasileño.

A su vez, las masivas exportacionesde cacao y las inversiones que realizó laCompañía Guipuzcoana de Caracas enla capitanía de Venezuela convirtieron aésta en una próspera ciudad y en unpuerto exportador con efectos de arras-tre importantes en las áreas vecinas. Lacreación de la Capitanía General (1777),la instalación de la Audiencia en Cara-cas (1786) y la constitución del Consu-lado de Caracas (1793) muestran cómoel ritmo del crecimiento económico sefue institucionalizando y ello contribuyóa cambiar la imagen de Venezuela. A di-ferencia de las zonas de antigua coloni-zación (virreinatos de México y Perú),tanto en el Río de la Plata como en la re-gión de Venezuela, la población indíge-na era minoritaria (10%), frente a la deorigen africano (24%) y europeo (66%).

Cuba se convirtió en la perla de lasAntillas durante el siglo XVIII. En un co-mienzo, el principal producto de expor-tación fue el tabaco, pero desde 1760comenzó a diversificarse la producción,entrando en escena el café. Una vez quela revolución atacó la rica colonia fran-cesa de Haití en la década de 1790, Cu-ba pasó a ser la isla con más capacidadexportadora de azúcar de las Antillas,debido a sus condiciones geográficas ya su situación en las rutas comerciales.

Los intercambios con la Península cre-cieron de forma notable, ya que se par-tía de unos flujos de intercambio míni-mos (a veces inexistentes) a comienzosdel XVIII. La tensión entre los grupos lo-cales indianos y los metropolitanos nose dio, o fue mínima comparada con lasregiones “centrales” del continente, de-bido a que el reformismo apoyó la crea-ción ex nihilo de estos grupos o gravitósobre los existentes. El hecho de que losnuevos círculos de poder creados a lasombra de las medidas reformistas notuvieran que luchar contra notables lo-

cales indianos facilitó su expansión yenraizamiento. Como la Corona estabainteresada en apoyar a estos grupos depoder emergentes, para potenciar la ac-tividad de las regiones “periféricas”,bombeó masivamente recursos moneta-rios procedentes de los viejos virreina-tos en forma de situados a los virreina-tos de Nueva Granada, Río de la Plata,colonias antillanas y Filipinas e invirtiósumas cuantiosas en la creación de sis-temas defensivos. Como las regiones deantigua colonización fueron obligadas aapoyar el crecimiento de las nuevas, nofue casual que surgieran fricciones. Delo que no cabe duda es de que el com-portamiento económico que las distintasregiones no fue homogéneo.

Más exportaciónLas dinámicas económicas de las regio-nes indianas durante el siglo XVIII hancomenzado a ser reinterpretadas por lanueva historiografía. No existen sufi-cientes fuentes cuantitativas de calidadpara demostrar con nitidez cómo afectóla revitalización del comercio externoen las economías y las sociedades loca-les indianas, pero al haberse depuradolos datos existentes, se han mejoradobastante las interpretaciones tradiciona-les. Los flujos de exportación de las co-lonias hacia la Metrópoli crecieron másdurante la segunda mitad del XVIII que

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Borrachos en una pulquería en México. Las desigualdades aumentaron antes de la independencia (anónimo, Biblioteca Real, Patrimonio Nacional).

Escena del mercado indio de Buenos Aires.La ganadería inundó las pampas y la ciudadse convirtió en un próspero puerto comercial.

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durante la primera. Pero este crecimien-to fue más traumático: acabó con unacrisis y con las guerras de independen-cia. Ello, unido a que el crecimientoeconómico de la primera mitad se ca-racterizó por tener eslabonamientos in-ternos más acusados que en la segunda,permite interpretar que durante la se-gunda mitad del XVIII se dio un creci-miento menos integral y equilibrado. Laprueba es que los circuitos interregiona-les e intrarregionales tuvieron un repun-te importante durante la primera mitady decrecieron durante la segunda. Losresultados no dejan lugar a dudas. Lasegunda mitad acabó en una revoluciónde independencia y en una crisis gene-ralizada, mientras que la primera culmi-nó en una expansión.

Que hubo crecimiento durante el re-formismo borbónico no puede dudar-se, pero es más complicado demostrarque se dio paso a un desarrollo inte-grado autosostenido. Las desigualdadessociales aumentaron y el nuevo sistemapolítico no tuvo la capacidad para so-

lucionar los conflictos. La desafeccióny las frustraciones se elevaron peligro-samente. La apertura no generó un de-sarrollo económico armónico, lo cualno debe sorprender, ya que las refor-mas económicas no estuvieron encami-nadas a provocar un cambio en la es-tructura productiva, sino a bombearmás recursos a la Metrópoli. Los cam-bios acabaron así potenciando las es-

tructuras de Antiguo Régimen y gene-rando peligrosas tensiones, al desesta-bilizar los equilibrios existentes.

El reformismo borbónico se aprove-chó de las dinámicas de crecimientoque había en las regiones de antiguacolonización. En estas áreas, las medi-das reformistas fueron a remolque delos procesos de cambio interno. Com-

parativamente, las regiones de recientecolonización crecieron de forma espec-tacular durante la segunda mitad delXVIII como resultado de las medidasilustradas. Si se opusieron a comienzosdel siglo XIX a la Península y sus nota-bles se inclinaron por apoyar los movi-mientos de independencia no fue, co-mo en el caso de las regiones de anti-gua colonización, con la intención de

recuperar sus viejos privilegios, sinopara seguir expandiendo sus negociosy consolidando su autonomía, trascomprobar que la Monarquía no ofre-cía las suficientes vías de crecimientoesperadas y que el naciente liberalismopeninsular se mostraba claramente co-lonialista con respecto a las regionesindianas. ■

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Alianza Editorial

A l i a n z a E d i t o r i a l

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La Monarquía no ofrecía a las nuevasélites las vías de crecimiento esperadas yel liberalismo peninsular era colonialista

PATRIA Y LIBERTAD DE COMERCIOAMÉRICA, EN VÍSPERAS DE LA INDEPENDENCIA

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ción misma del carácter colonial de los“reinos de América”. El paso del refor-mismo ilustrado a la opción liberal aca-bó significando una apuesta por la in-dependencia de las Indias.

La implantación y el progreso de lacultura ilustrada en la América españolano se comprenden sin la intervenciónde las autoridades metropolitanas y vi-rreinales. Como en la España peninsu-lar, pero con distinto peso relativo, la di-fusión de las Luces se encomendó a lasAcademias, las Universidades, las Socie-dades Económicas de Amigos del País,los Consulados y otras institucioneseducativas y científicas, como los Cole-gios Carolinos, los Colegios de Cirugía,los Jardines Botánicos y los Observato-rios Astronómicos.

La Ilustración oficialLas Academias indianas tuvieron me-nor presencia y menor influencia en eldespliegue de la cultura ilustrada. Sucreación fue muy tardía y su actividad,generalmente limitada. La más impor-tante fue la Academia de San Carlos deMéxico, que desempeñó tareas educa-tivas, al tiempo que respondía a su ge-nuina función de institución para nor-mativizar las Bellas Artes, como dis-pensadora de la nueva preceptiva delneoclasicismo, bajo la dirección del ar-quitecto Manuel Tolsá.

En el XVIII, a las universidades yafundadas, se unieron las de San Jeróni-mo de La Habana (1721-1728), SantaRosa de Caracas (1721-1725), San Feli-pe de Santiago de Chile (1738), Asun-

La Ilustración indiana presentacaracterísticas que la convier-ten en buena medida en unaversión provincial de la metro-

politana. Las similitudes se observan enlas fuentes, en los contenidos, en elprograma de modernización, en las ins-tituciones que promueven las Luces:poco las Universidades; algo más lasSociedades Económicas de Amigos dePaís o los Consulados; mucho más loscentros educativos de nueva planta, co-mo los Colegios Carolinos y los Jardi-nes Botánicos.

En todo caso, puede discutirse si la in-fluencia europea alcanza las regionesamericanas por vía directa o a través dela mediación metropolitana, es decir, enqué manera se articula la misma doblevía que seguía el tráfico comercial. Tam-bién puede discutirse hasta qué puntose produce una “refracción de ideas” enel contraste de los conceptos recibidoscon la diferente realidad observada enlas Indias. Finalmente, se puede enfati-zar como factor positivo la mayor facili-dad de acceso a las fuentes –menor es-pesor del pensamiento tradicional, con-tacto directo con la publicística europea,menor operatividad de la censura inqui-sitorial, etc.– o se puede subrayar comofactor negativo el alejamiento de los lu-gares donde brillaban con más intensi-dad las Luces.

Sin embargo, sin minusvalorar estosrasgos propios, tal vez el gran factor de

diferenciación es el criollismo. Si unade las mayores conquistas del movi-miento intelectual ilustrado en la Me-trópoli fue el “descubrimiento de Espa-ña”, la difusión de las Luces en las In-dias contribuyó al despertar de la con-ciencia de América. El fenómeno noera nuevo, pues el siglo XVI había da-do cuenta de la diferencia de la natura-leza americana –como se ve, por ejem-plo, en la obra del padre José de Acos-ta– mientras el XVII ya había alumbra-do el orgullo de la excelencia america-na, como se comprueba por ejemploen la obra de Carlos de Sigüenza.

La novedad de la Ilustración fue laplasmación de esta diferencia y de esteorgullo en un pensamiento político. Si,en España, las Luces terminaron porponer en entredicho las bases del Anti-guo Régimen, en América permitieronformular una alternativa a la considera-

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CARLOS MARTÍNEZ SHAW es catedrático deHistoria Moderna, UNED.

La difusión de la Ilustración en las Indias españolas contribuyó al despertarde la conciencia de América. Carlos Martínez Shaw pasa revista a lacultura colonial en vísperas de la Independencia

El orgullo de

LAS LUCES

Observatorio Astronómico de Bogotá,construido en 1802 por Fray Domingo de Petrez.

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ción (1779), Guadalajara (1791), Méridade Venezuela (1806) y León de Nicara-gua (1806). Sin embargo, tanto unascomo otras fueron más bien una rémo-ra que un acicate para el progreso de laIlustración. El ejemplo más significativolo proporciona la batalla perdida porlos ilustrados en la reforma de los pla-nes de estudios de la Universidad deSan Marcos de Lima, pero lo mismopuede decirse de la Universidad Ponti-ficia de México y de la Universidad Pú-blica de Santa Fe de Bogotá.

Las Sociedades Económicas de Ami-gos del País revistieron en América elmismo carácter que tuvieron en la Me-trópoli, de organismos mixtos surgidosde las iniciativas locales, pero apoyadospor las autoridades. El movimiento seinició en 1781 con la fundación en Fili-pinas de la Sociedad de Manila, a la quesiguieron la neogranadina de Mompox

(1784), la Sociedad de Amantes del Paísde Lima (1787) y la de Santiago de Cu-ba (1787). En las décadas siguientes secrearían algunas otras, como la de Qui-to (1791), la Sociedad Patriótica de LaHabana (1792), la de Guatemala (1795),la de Santa Fe de Bogotá (1802), la dePuerto Rico (1813) y la novohispana deChiapas (1819). Rasgos comunes fueronel respaldo de las autoridades, la similarcomposición –funcionarios, clérigos,profesionales– y la distribución de suscomisiones: agricultura, industria y co-mercio, más ciencias, artes y letras.

Consulados y escuelasCon anterioridad al XVIII, solamente sehabían establecido en América los Con-sulados de Comercio de México (1594)y Lima (1618). Sin embargo, el Regla-mento de Libre Comercio de 1778 per-mitió la aparición de toda otra serie de

estas instituciones, principal pero noexclusivamente en los puertos habilita-dos. Así, la década de los noventa asis-tió a la fundación de los Consulados deCaracas y Guatemala (1793), Buenos Ai-res y La Habana (1794), Cartagena deIndias, Santiago de Chile, Guadalajara yVeracruz (1795), que se convirtieron nosólo en instituciones dedicadas a la de-fensa de los intereses corporativos y alfomento general de la producción en suárea de influencia, sino también en cen-tros de producción de literatura econó-mica y en centros de enseñanza técnicaa partir de la creación de numerosas es-cuelas de matemáticas, dibujo y náutica,entre las especialidades más frecuentes.

El vacío creado por la resistencia delas universidades a la reforma y por laexpulsión de los jesuitas –que dejarondesamparados numerosos centros deenseñanza, entre ellos las universida-

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Los géiseres de Turbaco, enColombia, ilustración de losviajes de Humboldt. Muchasfiguras de la cienciailustrada americana dieronsus primeros pasos en losorganismos herederos de lasexpediciones científicas.

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ría (1783), el Seminario contó un so-bresaliente cuadro de profesores, don-de destacaron los españoles FaustoDelhuyar y Andrés Manuel del Río, asícomo algún docente invitado de ex-cepción como Alejandro de Humboldt.Si las Españas conocieron diversas va-riantes regionales de las Luces, este fe-

nómeno debía producirse con muchomayor motivo en las Américas. Aquí,las enormes distancias existentes habí-an ya propiciado un fenómeno de dife-renciación regional que alcanzaría sucenit a lo largo del XVIII. De este mo-do, los grandes centros de produccióncultural se aglutinaron en torno a lascapitales de los virreinatos de mayorantigüedad (México y Perú), mientrasdesempeñaban un papel secundariolas de los virreinatos dieciochescos(Nueva Granada y Río de la Plata), asícomo en muchas otras ciudades en te-rritorios dentro o al margen de los vi-rreinatos: presidencias de Quito y deCharcas, capitanías generales de Cuba,Guatemala, Venezuela y Chile.

El amor de la patriaEl sentimiento de orgullo americanomanifestado ya en la literatura criolla delsiglo XVII, se convirtió en el XVIII enuna apasionada captación de la natura-

leza y de la Historia del Nuevo Mundo,protagonizada por escritores tanto pe-ninsulares como americanos. Este es elsentido de las obras de José Gumilla (ElOrinoco Ilustrado y Defendido), JoséSánchez Labrador (Paraguay Ilustrado,natural, cultivado y católico), AntonioCaulín (Historia corográfica y evangéli-ca de la Nueva Andalucía), Íñigo Abad(Historia geográfica, civil y política de laIsla de San Juan Bautista de Puerto Ri-co) o Juan de la Concepción (HistoriaGeneral de Filipinas), a las que habríaque sumar los escritos de los jesuitas ex-pulsos en favor de la tierra americana olas obras geográficas de Unanue y deCaldas, quien confiesa que la redacciónde su geografía le había sido dictadapor “el amor de la patria”.

A éstas deben añadirse las numero-sas encuestas que, en su conjunto, per-mitieron conocer mejor la realidadamericana. Entre ellas hay que contarlos censos de población o los estadosgenerales de las diversas provincias or-denados por las autoridades corres-pondientes, y los mapas y planos le-vantados con ocasión de las campañasde exploración o reconocimiento. En-tre las más conocidas puede destacarsela magna encuesta del obispo BaltasarJaime Martínez Compañón, que dio co-mo fruto ese incomparable documentoconstituido por las láminas de Trujillodel Perú, en el siglo XVIII.

Aunque quizás la obra paradigmá-tica en este terreno sea la del militarecuatoriano Antonio Alcedo, autor delfamoso Diccionario geográfico históri-

des de Buenos Aires, Popayán, Panamáy Concepción de Chile– movieron a lasautoridades borbónicas a utilizar losviejos edificios de la Compañía para al-bergar nuevas instituciones que permi-tiesen la modernización de la enseñan-za superior. El caso más sobresalientefue el de los Colegios de San Carlos ylos Convictorios Carolinos fundados enLima y Buenos Aies.

Las enseñanzas de Medicina se abrie-ron camino lentamente en el mundouniversitario hispanoamericano. La cá-tedra de Medicina de Bogotá fue resta-blecida en el Colegio del Rosario en1805, por obra de Mutis, después de lasuspensión de la disciplina en 1774. Enla Universidad de Caracas, los estudiosmédicos fueron los últimos en introdu-cirse y todavía dentro de la tradicióngalénica, de la mano del mallorquínLorenzo Campins (1763).

La Universidad de Guatemala cono-ció su momento de esplendor a finesde siglo con las figuras del médicochiapaneco José Felipe Flores y su dis-cípulo Narciso Esparragosa. Ésta fueuna de las razones que llevaron a la

fundación de centros de enseñanza deMedicina al margen de la Universidad,como fueron la Escuela de Cirugía deMéxico (1768), la Cátedra de MedicinaClínica creada por Tomás Romay en elHospital Militar de San Ambrosio en LaHabana (1797-1806) y, sobre todo, loscentros impulsados por Hipólito deUnanue en Lima, el Anfiteatro Anató-mico (1792) y el Colegio de Medicinade San Fernando (1808).

Finalmente, la Escuela o Seminariode Minería de México fue un organis-mo singular, creado para responder ala necesidad de formar técnicos en unode los más importantes ramos de laeconomía novohispana. Precedido deuna serie de importantes polémicas so-bre los métodos de extracción de laplata en los años sesenta y setenta, asícomo también de otras actuacionescon incidencia en el ramo, como fue-ron la implantación del Tribunal de Mi-nería (1777) y las Ordenanzas de Mine-

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El sentimiento de orgullo americano seconvirtió en una apasionada loa de lanaturaleza e Historia del Nuevo Mundo

Amputación de una extremidad. La enseñanza de la Medicina se abrió camino lentamente enlas Universidades hispanoamericanas (Bogotá, Biblioteca Nacional).

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co de las Indias, editado en cinco volú-menes en Madrid, entre 1786 y 1789. Asu lado, hay que señalar el Teatro Ame-ricano de José Antonio de Villaseñor(1746) y la creación por Juan José deEguiara de la editorial para publicar laBibliotheca Mexicana, que debía cata-logar la obra de todos los escritoresmexicanos (1755). Este capítulo nopuede cerrarse sin una mención expre-sa a la decisiva labor de divulgación (yde crítica) de la prensa periódica, quefloreció en los principales núcleos depoblación de la geografía indiana.

Ilustración cristianaLa Iglesia americana vivió las corrientesde fondo que agitaron las aguas del ca-tolicismo europeo durante la Ilustración.También aquí las posiciones ideológicasmantenidas por eclesiásticos y seglaresfueron de una extremada complejidad,ya que si el pensamiento más progresis-ta (el llamado jansenista en la Metrópo-li) coincidía en la aceptación del rega-lismo, en la necesidad del reformismo,en la exigencia de depuración de lapráctica religiosa y en la obligación de

perfeccionar la obra de la Iglesia a tra-vés de la predicación, la enseñanza y laasistencia, muchos obispos fueron celo-sos defensores de sus prerrogativas ensus diócesis frente a las ingerencias deotros poderes y manifestaron su espíritude independencia frente a algunas ini-ciativas oficiales, por ejemplo en los

concilios convocados tras la expulsiónde los jesuitas, cuyas conclusiones nosiempre fueron aprobadas por el go-bierno metropolitano.

Éste fue precisamente uno de los he-chos centrales de la historia de la Igle-sia americana de la centuria, ya que lasalida de los miembros de la Compañíaabrió un profundo foso en terrenos tansensibles como la enseñanza –con lapérdida de dos mil quinientos educa-dores en colegios y universidades– o laevangelización, especialmente en lasfamosas misiones del Paraguay, sin du-da uno de los episodios más sobresa-lientes de toda la historia de la coloni-zación española en el Nuevo Mundo.

La ciencia indianaEn Indias, los proyectos científicos par-tieron de la iniciativa oficial y su insti-tucionalización dependió de las autori-dades virreinales, pero los ilustradoscriollos desarrollaron propuestas de in-vestigación que permitirían poner lasbases de una ciencia independiente alservicio de las nuevas nacionalidadesalumbradas por la emancipación.

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La música hispanoamericana del siglo xviii

Durante el siglo XVIII la música barro-ca se desarrolló en la América españo-

la a partir sobre todo de las capillas de lascatedrales, aunque sus maestros titularestambién, llegada la ocasión, fueran capacesde componer música profana. La hegemoníamusical de Lima se manifiesta en la sucesiónde tres grandes compositores: el español To-más Torrejón y Velasco (1644-1728), el ita-liano Roque Ceruti (1686-1760) y el perua-no José de Orejón y Aparicio (1706-1765).El primero, que llega al virreinato de la ma-no del conde de Lemos, es el autor de la pri-mera ópera hispanoamericana, La púrpura dela rosa, con libreto de Calderón, representa-da en la capital peruana en 1701. El mila-nés, que llega acompañando al marqués deCastelldosrius, se distingue componiendo lamúsica para la “comedia armónica" del pro-pio virrey, titulada El mejor escudo de Perseo.El último fue el autor de la admirable can-tata Ya que el sol misterioso y del bello duetoA del día, a de la fiesta, escrito en honor de laVirgen de Copacabana.

Sin embargo, todas las regiones puedenpresentar sus creaciones musicales. En

Nueva España la figura más prominente esel mexicano Manuel de Zumaya (h. 1680-1755), compositor de numerosas obras sa-cras y de la primera ópera del Norte ame-ricano, La Parténope, sobre libreto del ita-liano Silvio Stampiglia, representada en elpalacio virreinal en 1711. En Guatemala

destacó Manuel de Quiroz; en Nueva Gra-nada debe singularizarse a Juan de Herreray en Cuba, a Esteban Salas y Castro, maes-tro de capilla de la catedral de Santiago,todos ellos autores de muchas y valiosasobras religiosas.

El grupo más numeroso es el de Vene-zuela, agrupado en torno al filipense PedroRamón Palacios, dirigido por Juan ManuelOlivares e integrado además por sus ochoalumnos mulatos, entre los que resulta di-fícil entresacar los nombres de Juan Anto-nio Caro, muerto por la causa de la inde-pendencia, y de Lino Gallardo, presumibleautor del himno venezolano y al que llegóa aludirse como “el Haydn de Caracas”.

Un caso aparte es el de la música de losestablecimientos jesuíticos, un legado re-cientemente reivindicado gracias a los ha-llazgos en las misiones de Chiquitos. Men-ción especial merece en este contexto la fi-gura del italiano Domenico Zipoli (1688-1726), “el Orfeo de los indios”, que com-puso la mayor parte de su obra mientrasdesempeñaba sus funciones como misione-ro en la región del Río de la Plata.

Grupo de músicos peruanos en el siglo XVIII.Lima tuvo la hegemonía en la creaciónmusical en la época (Trujillo del Perú).

Extracción de una muela, en una lámina deTrujillo del Perú, una de las encuestas másconocidas del siglo XVIII.

EL ORGULLO DE LAS LUCESAMÉRICA, EN VÍSPERAS DE LA INDEPENDENCIA

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Un papel fundamental en el desarro-llo de una ciencia americana fue de-sempeñado por las expediciones cien-tíficas promovidas por la Corona. Susresultados fueron remitidos a los cen-tros metropolitanos, pero su consolida-ción institucional permitió la continui-dad de una labor que por lo generalquedó en manos de los discípulos crio-llos. Por este camino, muchas de lasgrandes figuras de la ciencia ilustradaamericana desenvolvieron sus primerasactividades en los organismos herede-ros de las expediciones científicas.

No todos los científicos estuvieron co-nectados, sin embargo, con las expedi-ciones de la segunda mitad del siglo. Al-gunos, porque desarrollaron su activi-dad en los años centrales de la centuriay otros, porque ejercieron su labor den-tro de otras instituciones, como algunasde las más sobresalientes sociedadespatrióticas o algunos de los más impor-

tantes centros de enseñanza. En cual-quier caso, el censo debe incluir a nom-bres como los del mexicano José Anto-nio Alzate, el ecuatoriano Eugenio Es-pejo o el peruano Hipólito Unanue.

Reportaje, poesía y picarescaEn el terreno de la literatura, el XVIIIno se distinguió en las Indias ni por laabundancia de la producción ni por labrillantez creativa, pero sí por la apari-ción de un nuevo espíritu. La obra queabre la literatura ilustrada es el texto deConcolorcorvo (seudónimo de AlonsoCarrió de la Vandera) El lazarillo deciegos caminantes (estampado en Li-ma, 1776), un escrito misceláneo que,bajo la forma del relato de viaje –em-prendido éste de Buenos Aires a Limapara establecer el correo real–, denotauna intención testimonial, al desarrollarideas propias del momento al hilo desu reportaje sobre las tierras, las gen-

tes, las costumbres, los alimentos o lacultura en el virreinato de Perú.

La poesía presenta como mayor no-vedad la exaltación del paisaje ameri-cano que tiñe de criollismo las mejorescreaciones, como el famoso poema delrioplatense José Manuel de Lavardén(Oda al majestuoso río Paraná) o laobra en lengua latina del jesuita guate-malteco Rafael Landívar, la RusticatioMexicana, una de las mayores rarezasde la publicística ilustrada.

Quizás la figura más sobresalientede la literatura ilustrada americana seael mexicano José Joaquín Fernándezde Lizardi, cuya obra más famosa, Elperiquillo sarniento, es deudora de lapicaresca tardía (en el surco de TorresVillarroel) y de la publicística polémicaque, bajo la forma novelística desplie-ga un nítido discurso progresista y an-ticlerical.

Al igual que ocurriera en la Metrópo-li, las Luces no alcanzaron a todos. Porun lado, la cultura ilustrada hubo deenfrentarse a los partidarios de la tradi-ción y fue una cultura minoritaria, quese difundió entre los reducidos círculosde intelectuales peninsulares y criollos.Por otra parte, fue una cultura elitista,al servicio de las clases dominantes yde la que quedaban excluidas por defi-nición las subalternas, que en la Amé-rica española incluían a los indios,mestizos, mulatos y negros. Finalmen-te, el proyecto ilustrado acabó siendoinsuficiente para algunos de los inte-lectuales americanos, que teorizaronuna alternativa liberal que conducía ala independencia.

El pensamiento ilustrado, patrimoniode la minoría progresista, se mantuvodentro de la ciudadela del reformismoa todo lo largo del XVIII. Sin embargo,como ocurriera en la Metrópoli, la crí-tica empezó a incorporar elementosinasimilables por el sistema. Los ejem-plos de las revoluciones de EE UU yFrancia sirvieron de catalizadores a laaparición de una ideología situada yaextramuros del Antiguo Régimen. Fi-nalmente, la crisis metropolitana de1808 sería la señal para la insurgencia:la mayor parte de los componentes dela última generación ilustrada se pasócon armas y bagajes al campo de laemancipación. De este modo, se unie-ron con los hombres de la generaciónsiguiente, la de Simón Bolívar. ■

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San José y la Virgen como mediadores (por José Alcibar, 1792, Madrid, Museo de América). Laexpulsión de los jesuitas afectó profundamente a la Historia de la Iglesia americana en el XVIII.

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los esfuerzos imperiales o se encuentrala más auténtica identidad nacional.

Sin duda alguna, los intercambios ylas novedades fueron muchos: mejorade la enseñanza y de la investigación,encuentro de minerales y logros enminería y metalurgia, hallazgos en his-toria natural, en especial en botánica,nuevas instituciones y progreso de lasviejas, así sociedades y tertulias, jardi-nes y museos, universidades o proto-

El descubrimiento de Américasupuso una de las novedadesmás importantes del mundomoderno. La ampliación de los

horizontes conocidos llevó a notablescambios sociales, económicos, sanita-rios, científicos y políticos. Desde la lle-gada, se exploró el Nuevo Mundo por el

asombro y la curiosidad, pero tambiénpor la fe y la ciencia, la ambición y laavaricia, el hambre y el miedo. Muchosojos apasionados escudriñaron los másalejados rincones del mundo encontra-do. Se ha discutido por siglos si la gestaamericana enriqueció o empobreció aEspaña. En la línea de discusiones deAmérico Castro o Pedro Laín sobre elser de España, se ha opinado, de formacontrapuesta, que en América se agotan

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JOSÉ LUIS PESET es investigador deHistoria, C.S.I.C.

En los siglos XVIII y XIX, América fue meta de numerosas expediciones,cuyos resultados revolucionaron la botánica, la medicina, la minería y lageografía. Jose Luis Peset presenta a los científicos que las impulsaron

Las expediciones científicas

EL RAPTODE AMÉRICA

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medicatos. La medicina y la higienecon la vacuna progresan; la navega-ción, la astronomía y la cartografíacambian con pasos de gigante. Tam-bién hay enriquecimiento de España,en jardines y museos, libros y manus-critos, oro y plata, floras y colecciones.Se aprendió mucho en ingeniería y ar-quitectura, alimentación y artesaníatextil, en medicina y farmacia. El oro yla plata pasaron, pero quedaron en for-ma de arte y saber, libros, edificios,cuadros, relatos... Zurbarán es en bue-na parte pagado con plata americana,sus cuadros y sus discípulos se inmor-talizaron más allá del Atlántico.

La exploración científica del NuevoMundo se inicia con Francisco Hernán-

dez y las relaciones topográficas, mu-chos clérigos, oficiales y sabios siguie-ron los dictados de López de Velasco yde su señor Felipe II. En el siglo XVIII,recordando aquellos esfuerzos, muchospersonajes quieren que se incremente laintervención de la Corona en apoyo dela ciencia. Científicos tan diferentes co-mo José Celestino Mutis y José Antoniode Alzate propugnan estas iniciativas,de las que surgen las expediciones cien-tíficas, con variado objetivo, según laépoca, el destino y las instrucciones. Pe-ro en todas ellas –van en barcos milita-res, alguna vez en comerciales– hay undoble interés político y administrativo,cultural y científico. Deben así tambiénser recordadas las que quieren mejorarla administración, las defensas, la ha-cienda, o bien la delimitación de fronte-ras. Sabios militares o civiles, inclusonobles, clérigos y oficiales, se interesanen estas novedades.

La forma de la TierraSe inician las expediciones ilustradascon la de La Condamine, destinada amedir el grado de meridiano y averi-guar la forma de la Tierra, pues se dis-cutía si era achatada por los polos o porel Ecuador, una vez que la forma esfé-rica perfecta de los clásicos había sidoabandonada. La Academia de Cienciasde París organizó dos expediciones,una a Laponia con Maupertuis y lamencionada a Perú. Obtenido el permi-so de España, se pone como condiciónque Jorge Juan y Antonio de Ulloa, dosjóvenes marinos, acompañen a los fran-ceses. La formación de estos jóvenesmilitares permitió que la ciencia mo-derna se incorporase de forma oficial ala cultura española, con la publicaciónen 1748 de Observaciones astronómi-cas, y phisicas. Su saber va desde la de-fensa de Newton hasta brillantes pro-puestas sobre cómo mejorar la adminis-tración y la explotación de las colonias.Supieron ver con inteligencia y genero-sidad tanto las maravillosas ventajas delas Indias, como las crueldades de losespañoles o la mala administración po-lítica y económica. Fueron hábiles en fí-sica, náutica y cartografía, pero tambiénocuparon puestos de relevancia cientí-fica y administrativa.

Otra gran expedición de la marina es-pañola, la del italiano Alejandro Malas-pina, al fin del reinado de Carlos III,

partió también con grandes objetivoscientíficos, además de misiones políti-cas, administrativas y económicas. Sustesoros de manuscritos, pinturas y co-lecciones procedentes de este viajeconstituyen una de las más grandesaportaciones a la cultura ilustrada. Pordesgracia, la vuelta en el reinado deCarlos IV y el enfrentamiento de Godoy,impidió sacar los resultados que hubie-sen sido esperables de una expediciónmagníficamente organizada con exce-lentes navíos, sabios estudiosos, inteli-gentes marinos y buen instrumental.

Mutis, médico y botánicoTambién merece ser destacada la de Jo-sé Celestino Mutis, con amplios objeti-vos científicos, económicos y adminis-trativos. El sabio gaditano, buen cono-cedor de la medicina y la cirugía de laépoca, llegó a América como médicodel virrey. Se ocupó de mil tareas, me-joró la enseñanza de la ciencia y la me-dicina, construyendo un jardín y un ob-servatorio, todavía en pie. Estudió lahistoria natural de Nueva Granada, for-mando un herbario y una colección deláminas de extraordinaria belleza. Fuetambién minero, comerciante, clérigo,escritor, consejero y fundador de insti-tuciones. Junto a ésta, hay que señalarla de Ruiz y Pavón a Perú y la de Sesséy Moziño a México. El interés de éstases tanto teórico como práctico. Así Vi-cente Cervantes introduce la botánicade Linneo en la Universidad y en el Jar-dín de México, mejorando la enseñanza

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AMÉRICA, EN VÍSPERAS DE LA INDEPENDENCIA

Gynoxys. La representación de la floraamericana fue uno de los fines de la expediciónde Celestino Mutis (Madrid, Jardín Botánico).

Humboldt y Bonpland en la selva delOrinoco, según E. Ender (Berlín,

Deutsche Akademie der Wissenschaften).

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gios que sabían de ciencia, escuelas denáutica y minería, hospitales y jardinesbotánicos, sociedades económicas deamigos del país, revistas científicastambién. No es extraño que cuando lle-gue la Malaspina a México se entusias-me Alzate, redactor de Gazetas de Lite-ratura. Ni que Humbolt vaya a Bogotáa entrevistarse con Mutis –a quien Lin-neo también ansiaba conocer–, o queel alemán colaborara con el Colegio deMinería de México. Los expediciona-rios se encuentran allí un mundo muyrico, que con Perú y los redactores delMercurio peruano iban a la cabeza dela renovación cultural de los virreina-

tos. Había buenos conocedores de laciencia y la medicina, de la agriculturay la minería. La llegada de Fausto deElhuyar como director del Colegio deMinería supo aprovechar una tradiciónminera de primera importancia.

Riquezas bajo tierraLa herencia de Bartolomé de Medina yÁlvaro Alonso Barba, que habían pro-pagado el sistema de amalgamación delos minerales de plata con mercurio, eradiscutida en la época. Se intentaba me-jorar la obtención de metales preciosos,o bien pasar al método de fundición.Los dos Elhuyar –y las expediciones dealemanes– concluyeron que dada la ma-no de obra barata y la calidad de las ve-tas mexicanas, el sistema tradicional era

el mejor. La tarea de los mexicanos Ve-lázquez de León y de Alzate se ve asíproseguida. La presencia de Andrés delRío en el Colegio supuso, junto con lade Elhuyar y otros profesores, la intro-ducción de una enseñanza moderna. Seemplearon libros científicos al día, se hi-cieron prácticas, se trabajó en minas, seaprendieron idiomas. Los hallazgos fue-ron importantes en geología y minería yla publicación por Andrés del Río de laOritognosia supuso un extraordinarioadelanto minero y geológico. A su vuel-ta a España, Fausto de Elhuyar introdu-jo las novedades que en minería habíanaparecido en Nueva España.

Pero las producciones americanasdieron también lugar al Gabinete deHistoria Natural y al Real Jardín Botáni-co, como más tarde al Museo de Amé-rica y al de Etnología. Las riquísimascolecciones de productos naturales,elementos etnográficos, manuscritos, li-bros, mapas... enriquecieron sus ana-queles, almacenes y cajones. Algunasjoyas fueron olvidadas, como las lámi-nas de Mutis que, presentadas al dés-pota Fernando, tardaron más de un si-glo en ser publicadas. Otras muchas to-davía no lo están. En la época algunasse aprovecharon, como las edicionesincompletas de Ruiz y Pavón, o bienlos estudios que Cavanilles hiciera so-bre algunos productos ultramarinos. ElMuseo Naval también se enriqueceráde mapas y tesoros americanos. Las ex-pediciones encontraron un mundo quedespertaba, a una nueva ciencia y auna nueva política, ellas mismas fueronactivas representantes de las mejoresideas de la Europa del momento, queraptaron tras de sí a América. ■

de la medicina, mientras Mutis y Ruiz yPavón se interesan por encontrar quina,estudiarla, mejorar su cultivo y comer-cializarla. Era importante, porque eramuy eficaz en las terribles fiebres –enespecial, el paludismo– que devastabanAmérica y España. Estudian la historianatural, en especial los productos quepueden ser útiles, como los metales pa-ra la industria, la moneda, el comercio,la guerra, la construcción... o bien losproductos vegetales para la alimenta-ción, el textil, la farmacia y la medicina.

Otras expediciones se interesan porla minería, otras por la geología, algunapor la medicina. Es raro que tengan una

única misión, como las de los minerosalemanes a México y Perú, la de losHeuland a Perú y Chile, la de Balmis ySalvany a México, Ecuador y Filipinaspara llevar la vacuna de Jenner. Estemédico había descubierto que de la en-fermedad vacuna se podía obtener unaprevención eficaz de la viruela humana.Llevada más allá del Atlántico por me-dio de niños vacunados, se empezó laeficaz erradicación de una de las máspeligrosas enfermedades de la historiade la patología humana. Hace pocosaños, la OMS declaraba erradicada la vi-ruela como patología humana, quedan-do tan solo algunos virus controladosen laboratorios de seguridad.

Pero allí se encontraron con un mun-do que resurgía, universidades y cole-

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Las producciones americanas llenaron elBotánico, el Gabinete de Historia Naturaly los Museos de América y de Etnología

Jorge Juan, Ulloa, Malaspina y Mutis (de izquierda a derecha) protagonizaron las exploraciones científicas españolas del XVIII. Los dos primerosdestacaron en la expedición de La Condamine. El italiano Malaspina viajó comisionado por Carlos III. El gaditano Mutis se ocupó de mil tareas.

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El impulso de la Corona y la vitalidad hispanoamericana dieron lugar, en elsiglo XVIII, a una fiebre arquitectónica que pobló el continente dedeslumbrantes conjuntos. Antonio Bonet Correa selecciona los mejores

BARROCOCenit del

La Capilla delRosario de laIglesia de SantoDomingo dePuebla inauguró,en 1690, unmodelo que sedifundió en todoel siglo XVIII.

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Alo largo del siglo XVIII, His-panoamérica alcanzó el pun-to culminante de su culturavirreinal. La toma de con-

ciencia de su identidad, junto con laprosperidad económica, fueron el frutode una centuria en la cual el espírituemprendedor e ilustrado resultó deter-minante. Durante los siglos XVI y XVII,para los occidentales América era toda-vía el “Nuevo Mundo”. En el XVIII elnuevo continente pasó a tener valorespropios, de singulares y peculiares ca-racterísticas. Desde México hasta el Co-no Sur se produjeron movimientos inte-lectuales y políticos que cada vez másreivindicaban su americanismo, la afir-mación de su indiscutible e inconfundi-ble personalidad autóctona.

Las manifestaciones artísticas duranteel siglo XVIII en Hispanoamérica corrie-ron paralelas a las reformas políticas yeconómicas propugnadas por la nuevadinastía de los Borbones. El impulso vi-tal y el desarrollo de las posesiones dela Corona española fueron enormes,dando su fruto en el vasto territorioamericano, desde sus grandes ciudadesmetropolitanas hasta los más apartadoslugares en las sierras, los altiplanos y lasinmensas llanuras de los trópicos. Enor-mes y monumentales edificios, dotadosde un completo ajuar, fueron levantadoscon gran derroche de medios y gastomonetario. En Hispanoamérica, tantolos edificios religiosos como los civilesdel barroco forman conjuntos en losque la magnificencia de la arquitecturaal igual que la de los retablos, las pintu-ras y las esculturas, el mobiliario y losobjetos preciosos resultan deslumbran-tes. A ello hay que añadir el gasto quese invertía en la arquitectura y las artesefímeras y que todavía se sigue dedi-cando a las ceremonias y las fiestas, tan-to cultas como populares.

Fiebre constructivaLa actividad constructiva en Hispanoa-mérica fue intensísima durante el sigloXVIII. Tanto en el ámbito religioso co-mo en el civil, se levantaron numerosose importantes edificios. La magnificen-cia y el esplendor de sus obras tienendifícil parangón. Como muy acertada-mente afirmó el gran historiador del Ar-

te don Diego Ángulo, el punto de gra-vedad del Barroco hispano del sigloXVIII se encuentra en América. Induda-blemente el Barroco, que fue el primerestilo moderno que por su universali-dad se manifestó a escala mundial,abarcando Europa, América, Asia y Fili-pinas, alcanzó su cenit creador en His-panoamérica. Al igual que el Barrocobávaro, el siciliano, el andaluz, el galle-go o el de los Sitios Reales en torno aMadrid tienen una categoría especial, elmexicano, el guatemalteco, el quiteño oel peruano del siglo XVIII son dignostodos ellos de ser considerados comoverdaderas cumbres de los presupues-tos estéticos de un estilo, en el cual ladiversidad formal no impide, sino másbien acentúa, la unidad de los valoresde los denominadores comunes que lodefinen. La variedad existente en Amé-rica, en donde no es igual el Barrocodel Bajío al de Oaxaca, el de Guatema-la al de Colombia, el de Quito al de Li-ma, Cajamarca, Ayacucho, Cuzco, Are-quipa o del Collao en Bolivia, no esóbice de la unidad que, a nivel mun-dial, tiene el estilo.

La monumentalidad y alta calidad delBarroco hispanoamericano del sigloXVIII son fruto de la acumulación y latransformación artística de las dos cen-turias anteriores. También de la asimi-lación de las nuevas tendencias artísti-

cas del Barroco culto y cosmopolita delSiglo de las Luces, en el cual supo con-jugar las delicadas y elegantes formasdel Rococó con la pervivencia del le-gado castizo y popular, siempre latenteen el mundo hispano. En América, lapresencia imperiosa de lo telúrico y delo indígena fue decisiva tanto en lo es-tructural –piénsese en la arquitecturaantisísmica– o en lo formal, tanto enmotivos decorativos de la flora y faunaautóctona como en el ritmo y trata-miento de motivos clásicos, que enAmérica adquieren un aire peculiar-mente aborigen.

La impronta indígenaEn la arquitectura es muy visible lo queafirmamos, de igual manera que lo esen la pintura, en la cual los modeloseuropeos adquieren insospechados as-pectos iconográficos y una sorpren-dente y deslumbrante vistosidad, a cau-sa del abusivo uso de dorados al fuego,policromadas incrustaciones o recama-das superficies. Otro tanto sucede enlas imágenes escultóricas de ricos esto-fados y acentuado y dramático expre-sionismo. En la arquitectura barrocadel siglo XVIII, como paradigma denuestro aserto, nos referiremos sola-mente a un caso. El gran arquitectomexicano Francisco Guerrero y Torres,hombre muy experto en el arte de edi-

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ANTONIO BONET CORREA es académico de Bellas Artes de San Fernando.

AMÉRICA, EN VÍSPERAS DE LA INDEPENDENCIA

La fachada de la Catedral de La Habana, comenzada en 1742 y terminada en 1767, despliegaunas trazas curvas y mixtilíneas de gran elegancia.

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el monumento. De estas fachadas-reta-blos citemos solamente unos cuantosejemplos cardinales.

En Nueva España, la fachada pétreadel Sagrario de la Catedral de México,obra de Lorenzo Rodríguez, en 1740,de la que se deriva toda una serie deobras de primer orden; la del Santua-rio de Oclotán en Tlaxcala, de 1740,por el indio Miguel, con sus estilizadasyeserías y manejo del ladrillo; la deSanta Prisca en el Real Minero de Tax-co (de 1751-1758), de una altura extra-ordinaria; la de la Catedral de Zacate-cas, terminada en 1760; la de la iglesiade La Valenciana, en una boca minade Guanajuato, construida de 1765 a1788 y la del colegio jesuita de SanMartín de Tepotzotlán, obra de 1760.

En La Habana, citemos la fachada dela actual Catedral, antiguo templo de laCompañía de Jesús, comenzada en1742 y concluida en 1767, con su des-pliegue de una cornisa curva y mixtilí-nea de gran elegancia. En Guatemalapodemos señalar las innumerables igle-sias en ruinas de Antigua, ciudad que,al ser destruida por el terremoto deSanta Marta, en 1773, es hoy la “Pom-peya barroca americana”, Patrimoniode la Humanidad.

En América del Sur, señalemos, entreotras, la fachada del Monasterio de SanAgustín, en Lima, de 1720; la fachada dela Catedral de Cajamarca, de 1762; la

Iglesia de Pomata y la de Sicasica, en elCallao, esta última obra mestiza de losmaestros Diego Choque y Marcos Maita,en 1725 y la portada de la Iglesia de SanLorenzo en Potosí (Bolivia), en la que elhorror vacui se conjuga con las sirenasque tocan el charango o los ángeles confaldellín, entremezclados con ornamen-tos de profusa talla plana.

Exuberante decoración interiorEn los interiores, la arquitectura hispa-noamericana del siglo XVIII busca losespacios cueviformes, cuajados de or-namentos que recubren las cubiertas yparamentos sin dejar un milímetro va-cío. Son cavernas sacras, de mágicoambiente y densa atmósfera emocio-nal. A veces , como en Santa María To-nantzintla (Puebla), con una fachadarecubierta de pequeños azulejos de co-lores u “holambrillas” sesgadas, está asu vez recubierta interiormente por ye-serías policromadas de variados moti-vos ornamentales que, junto con los re-tablos, hacen que su conjunto tenga launidad de una pieza de cerámica sali-da del horno. Otras veces, se trata de una capilla que,como la del Rosario de la Iglesia deSanto Domingo de Puebla, con su pro-grama iconológico, su retablo balda-quino, naves y cúpulas de proteica yproliferante ornamentación, sea unpasmoso lugar de maravillas. Con ellase inaugura, en 1690, un tipo que ten-drá gran éxito para capillas, camarinesy sancta santorum durante el sigloXVIII. En Quito, en la Capilla del Rosa-rio, de la Iglesia de Santo Domingo, de1733, tendremos la versión ecuatorianade estos espacios devocionales en loscuales la luz y el color desempeñan unpapel primordial junto al exceso deco-rativo y ornamental.

Respecto a interiores de iglesias to-talmente decoradas en el Barroco delsiglo XVIII, tenemos que mencionar lasnaves de las de los conventos femeni-nos, cuyo papel fue esencial en la vidaurbana de las ciudades, como focos derefinamiento y cortesanía. En la barro-ca ciudad de Querétaro (México) haydos grandes ejemplos en los monaste-rios de Santa Clara y Santa Rosa de Vi-terbo. Ambos son de mediados del si-glo XVIII y además de sus magníficosretablos tienen sendos coros de mon-jas, de los cuales son bellísimas sus re-

ficar y profesional culto que manejabatratados de arquitectura, al construir elfamoso Pocito del Santuario de Guada-lupe, de 1771 a 1791, utilizó como pun-to de partida para el santo edículo laplanta del Templo de Baco, en las afue-ras de Roma, que figura en uno de loslibros de Arquitectura de SebastianoSerlio, boloñés. Hoy nos maravilla queuna obra tan radicalmente mexicanacomo el pequeño edificio exento quees el Pocito, con sus muros de tezontlerojo y con su airosa y movida cúpulade claraboyas y cubierta de azulejoscoloreados y blancas molduras mixtilí-neas, proceda de una fuente manieris-ta y que en muchas de sus formas sedetecten las influencias del barroco ita-liano Guarino Guarini.

Fachadas-retabloUno de los rasgos diferenciales del Ba-rroco hispanoamericano del Setecien-tos es la proliferación ornamental lle-vada a veces hasta el colmo o saciedaddecorativa. Incluso llega a ser insoste-nible, tanto en el exterior como en elinterior de los edificios. En las fachadaso imafrontes de los templos se acumu-lan, entre las dos torres que las encua-dran, las columnas salomónicas y losestípites, los nichos, las estatuas y losornamentos tallados en piedra o mode-lados en mezcla o yeso, según la cate-goría o la región en que se encuentre

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En primer plano, el Sagrario de la Catedral de México, obra de Lorenzo Rodríguez, de 1740,que fue fuente de inspiración de una larga serie de obras de primer orden.

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jas de hierro y madera, que soportanespejos, cuadros y esculturas y que serematan en lo alto hasta las bóvedas demedio punto con sus correspondientesy calados abanicos. La transparencia yel delicado encaje de blonda de su tra-cería hacen que sean como el paradig-ma del “eterno femenino”, sublimadopor la oración y los cánticos de las es-posas de Cristo, tal como lo concebíael Barroco.

Esplendor de la arquitectura civilLas ciudades hispanoamericanas en elsiglo XVIII habían llegado a colmatar to-das las cuadras de su traza en damero.Las iglesias con sus fachadas, torres ycúpulas rompían la rigidez de la cuadrí-cula. Sus atrios y compases eran un áreade descanso en la apretada trama urba-na. A ello hay que agregar la vistosidadde las fachadas de los palacios que, enlas plazas y calles de la ciudad, dabanmagnificencia a las poblaciones impor-tantes. En el siglo XVIII las obras civilesadquirieron una importancia acorde conla prosperidad económica de los noblesy ricos hacendados, mineros y comer-ciantes, en una sociedad estamental yde rígida jerarquización.

Las magnificentes mansiones, en Mé-xico, D.F., de los condes de San Mateode Valparaíso (1769-1772), del mar-qués de Jaral de Berrio (1779), de loscondes de Santiago de Calimaya, entre

otras, todas ellas obras de los mejoresarquitectos de la época, hicieron queHumboldt calificase a México como la“ciudad de los palacios”. En Puebla delos Ángeles encontramos los palaciosrecubiertos de azulejos, como la Casade Alfeñique, que con sus blancas y si-nuosas molduras es algo así como unmerengue comestible. En Querétarolos patios de las casas merecen ser re-cordados por sus recortadas y polilo-buladas arquerías. En Lima la Casa de

los marqueses de Torre-Tagle, de 1733,hoy Ministerio de Asuntos Exteriores,es el mejor ejemplo de residencia se-ñorial urbana, mientras la Quinta de laPresa, entonces en las afueras de Lima,lo es del palacete campestre diecio-chesco, a la manera que en México loes la llamada Casa de los Mascarones,obra coetánea suya y del mismo géne-ro en América Central. En Bolivia haytambién ejemplos del mismo tipo, co-mo la Casa de los marqueses de Villa-verde en La Paz.

Resulta difícil resumir la actividadconstructiva de tipo civil, ya que en elsiglo XVIII se construyen en toda His-

panoamérica innumerables edificios ad-ministrativos, cuarteles, hospitales, uni-versidades, colegios, almacenes y gal-pones para las industrias. También selleva a cabo gran número de modernasfortificaciones, obra de ingenieros mili-tares formados en las más modernasteorías y práctica de la defensa bélica. Elpapel de estos profesionales tuvo granrepercusión en la calidad de la arquitec-tura frente a las tradicionales edificacio-nes de los maestros de obras locales. Aellos también se les encomendó el tra-zado de las nuevas poblaciones, comoel de la ciudad de Montevideo en 1726o el de la Nueva Guatemala, en 1776, alabandonarse la Antigua, destruida tresaños antes, como ya se dijo, por el terri-ble seísmo de Santa Marta.

Los nuevos conceptos urbanísticoshicieron que en la segunda mitad delsiglo XVIII las ciudades renovasen suequipamiento urbano. Nuevas traídasde aguas, plantaciones de árboles yconstrucción de jardines y ampliasavenidas dieron a las poblaciones es-pacios más amenos para el esparci-miento y disfrute de los alrededores dela antigua traza. Proyectos como el Pa-seo Nuevo en el Campo de Santa Claraen Huamanga (Perú) son la muestra delos espacios que a manera de un "sa-lón" al aire libre se realizan en grannúmero de ciudades, incluidas las máspequeñas. A este propósito citemossolamente los que durante la larga go-

bernación del virrey Amat, de 1761 a1776, hicieron de Lima una ciudad mo-derna, elegante y cortesana. Nos refe-rimos a la Alameda de los Descalzos yal Paseo de Aguas, que junto con laPlaza de Toros del Acho, ordenaroncon gran amplitud los espacios aleda-ños al antiguo puente sobre el río Ri-mac. Estas obras, al igual que la coetá-nea iglesia rococó de Los Nazarenos,son el canto del cisne de una época vi-rreinal que marcó el ocaso del AntiguoRégimen. A principios del siglo XIX,con el Neoclasicismo y la Independen-cia se inició una nueva etapa de la His-toria de Hispanoamérica. ■

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En el XVIII, las obras civiles cobraron unaimportancia acorde con la prosperidadde los nobles y los ricos hacendados

CENIT DEL BARROCOAMÉRICA, EN VÍSPERAS DE LA INDEPENDENCIA

Portada del Cristo, en la fachada norte de laCatedral de Zacatecas, que fue terminada deconstruir en 1760.

Patio de la Casa de los marqueses de Torre-Tagle, en Lima. Construida en 1733, hoy essede del Ministerio peruano de Exteriores.

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anteriores propuestas, todas monárqui-cas –absolutista, afrancesada y consti-tucional– para plantear Estados repu-blicanos, liberales e independientes.

La revolución liberal hispanaEl 27 de octubre de 1807 se firmó elTratado de Fontainebleau entre la Fran-cia napoleónica y la Monarquía espa-ñola. El acuerdo estableció ocupar y di-vidir Portugal en tres partes: el nortepara el rey de Etruria; el sur para Ma-nuel Godoy, primer ministro de CarlosIV; y el centro se adjudicaría a la con-clusión de la contienda. No obstante, elTratado incluía dos importantes cláusu-las más. La primera reconocía a CarlosIV como emperador de las Américas yla segunda, la entrada y acantonamien-to de tropas francesas en España con elfin de ocupar Portugal.

En escasas semanas, el general fran-cés Junot entró Lisboa. Ello provocóque el príncipe regente Juan de Bra-ganza huyera a Brasil para establecersu corte en territorio americano. En elínterin, la Monarquía española eviden-ció síntomas de descomposición trasdos motines: el de El Escorial y el deAranjuez. Crisis aristocrática esta últimaque se resolvió el 19 de marzo de 1808,con la destitución de Manuel Godoy yla renuncia de Carlos IV a favor delpríncipe Fernando.

Napoleón no desaprovechó esta co-yuntura. El 23 de marzo, las tropasfrancesas entraban en Madrid. Si la par-

Los acontecimientos del 2 deMayo precipitaron la crisis de laMonarquía absoluta. En elmundo hispano de 1808, inter-

pretada la Monarquía en términos pe-ninsulares, americanos y asiáticos, con-fluyeron cuatro proyectos políticos yeconómicos que representan paralela ytransversalmente la persistencia absolu-tista y colonial, la reforma ilustrada, larevolución burguesa y la independen-cia americana.

En primer lugar, la tenaz resistenciadel Estado absolutista a ser superadopor la revolución, sostenido por el de-recho divino, la potencialidad del privi-legio nobiliario y señorial y las institu-ciones cívico-militares de la Monarquía.En segundo lugar, el proyecto napoleó-nico, sustentado en una traslación de lalegitimidad monárquica borbónica a lafigura de José I, en una propuesta polí-tico reformista de las Cortes y la Cartade Bayona, en su poderío militar y enel apoyo de diversos sectores intelec-tuales y políticos españoles, los afran-cesados. En tercer lugar eclosiona, enambos hemisferios, la propuesta junte-ra, canalizada primero en la Junta Cen-tral y después en el Consejo de Regen-cia, que darán paso a la convocatoriade Cortes reunidas en Cádiz. Propuestaparlamentaria singular, revolucionaria e

hispana –había representantes de todoslos territorios de la Monarquía– queculminará en un proyecto constitucio-nal en 1812. Constitución doceañistaque tendrá también características his-panas, al contemplar la unión de todoslos territorios de la Monarquía en igual-dad de derechos civiles y políticos, locual devino en una opción no sólo li-beral sino también autonomista para elcriollismo americano.

Y, en cuarto lugar, las estrategias delos movimientos insurgentes en todaAmérica que, desde distintas tácticas,criollas y populares, cuestionaron las

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MANUEL CHUST es profesor titular de Historia Contemporánea, Universitat Jaume I, Castellón.

Las Cortes de Cádiz trataron de mantener los lazos con la colonia, medianteuna autonomía que resultó insuficiente y tardía. Con el regreso alabsolutismo se consumó la ruptura. Manuel Chust explica la secuenciade acontecimientos que condujeron a ella

Inevitable

RUPTURA

Simón Bolívar fue elegido presidente de unEstado que reunía Nueva Granada, Venezuela yQuito. Estatua erigida en Cartagena de Indias.

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te militar de la estrategia napoleónica,la ocupación de Portugal y de toda laPenínsula, parecía cumplida y desen-trañada, la política quedaba por resol-verse aunque podía intuirse. Napoleóniba a utilizar aquí la misma táctica em-pleada en Europa: creación de nuevosEstados, división de antiguos y mante-nimiento de otros, sustitución de di-nastías absolutistas y su reemplazo porla napoleónica.

La Monarquía española no sería unaexcepción. En primer lugar, Napoleónbloqueó cualquier intento de exilio dela familia real a sus posesiones en Amé-rica, tal y como fallidamente había in-tentado con la corte portuguesa en suhuida a Brasil. Fernando llegó a Bayo-na el 20 de abril; Carlos IV, el 30. El res-to de la familia real salía de Madrid el 2de mayo. Una vez en Bayona, se de-sencadenó la espiral de abdicaciones:Fernando VII retrotrae a Carlos IV laCorona, quien a su vez cede a las pre-siones napoleónicas en favor de su her-

mano Luis, si bien, finalmente se la en-tregará, tras su renuncia, a José.

Ello comportaba que la nueva legiti-midad francesa, de triunfar, conllevaríala incorporación de todo el Imperio alnuevo Estado josefino. Ahí radica latrascendental estrategia político-militarnapoleónica respecto a la Monarquía.De ahí la insistencia de abortar cual-quier salida hacia a América de la fa-milia real, de ahí el beneplácito francéspara que Carlos IV asumiera el título deEmperador de las Américas en el Trata-do de Fontainebleau. De ahí también,como veremos, la incorporación al sis-tema representativo y normativo en laCarta de Bayona de los territorios y dela población criolla americana.

Napoleón y AméricaEl 4 de junio de 1808, un decreto na-poleónico nombraba a José BonaparteRey de España... y de las Indias. En na-da gratuito. Tras convertirse en rey Jo-sé I, la nueva dinastía francesa desple-

gó todo un discurso ilustrado, pragmá-tico y reformista, para atraerse, con lamenor confrontación posible, a la clasedirigente nobiliaria y a la burguesía dela Monarquía española. Sin embargo, larebelión popular que acontecerá tras el2 de Mayo provocará el enfrentamien-to armado, xenófobo, clerical y popu-lar, contra los franceses, que serán con-siderados, desde el púlpito y desde labarricada, como enemigos de la Patria,de la Religión y de Dios.

La monarquía de José I tuvo muy pre-sentes los intereses americanos en laconstrucción normativa y representati-va. Las Cortes josefinas reunidas en Ba-yona convocaron a representantes ame-ricanos para presenciar la sanción deuna Carta Otorgada que diera entidadnormativa al nuevo Estado napoleóni-co. La Carta de Bayona se compuso de146 artículos que articulaban una mo-narquía con capacidad ejecutiva, quesancionaba la igualdad de derechos en-tre las provincias españolas y america-

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AMÉRICA, EN VÍSPERAS DE LA INDEPENDENCIA

Patriotas independentistas mexicanos hacia 1810. Acuarela de autor anónimo (Madrid, Biblioteca Real, Patrimonio Nacional).

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nocieran a sus juntas como las herede-ras de la legitimidad real. Pero el juntis-mo no fue sólo peninsular. Los territo-rios americanos también se erizaron dejuntas. Diversas, heterogéneas, fidelistase insurgentes coincidieron en rechazarunilateralmente la legitimidad francesa,la cual calificaron por convencimiento ypor interés de atea y anticatólica. Elproyecto autonomista napoleónico co-menzaba a fracasar allende los maresantes de que lo hiciera en la Península.

Tras la derrota del ejército españolen Ocaña, la Junta Central se trasladó aSevilla y después a Cádiz. El 1 de ene-ro de 1810 se convocaron Cortes. Esemismo mes, el día 30, la Junta Central

se disolvió y dio paso a una Regenciacompuesta por cinco miembros. La de-sastrosa marcha de la contienda y algu-nas disensiones internas hicieron quesu desprestigio aumentara hasta límitesinsostenibles.

El 30 de enero se constituyó la Regen-cia. En ella se encontraba un americano:el novohispano Miguel de Lardizábal yUribe. La estrategia peninsular prose-guía: integrar representantes americanosen las nuevas instituciones legitimadorasen ausencia del monarca. La primeramedida que cursó la Regencia fue man-tener el envío de los caudales america-nos, indispensables para pagar el costedel ejército, la compra de armamento yla colaboración del estado británico enla guerra. Y el primer decreto, sintomá-ticamente, fue Instrucciones para la con-vocatoria de elecciones de América yAsia, de 14 de febrero de 1810. Ésteasignaba un diputado por cada capitalcabeza de partido y mantenía la repre-sentatividad de las capitanías generales yde los virreinatos. Sin embargo, cuandoestos decretos autonomistas llegaron aAmérica, otra estrategia nacional se ha-bía puesto en marcha. La propuesta in-surgente prendió en muchos territorios.El 22 de mayo de 1810, en Buenos Aires,de parecidas características en Caracas;el 25 de ese mismo mes se levantaba elAlto Perú, especialmente Quito. El 20 dejulio lo hacía Nueva Granada. El 16 deseptiembre comenzaba la insurgenciapopular de Miguel Hidalgo en Nueva Es-paña y dos días después en Chile. Enoctubre, Quito lo volvía a intentar porsegunda vez, en esta ocasión con éxito.

nas (art. 87), la libertad de cultivo, in-dustria y comercio (art. 88 y art. 89), laprohibición de concesiones de privile-gios y monopolios comerciales y esta-bleció el derecho de representación.

No obstante, el gobierno josefino seencontró con una tenaz resistencia po-pular, tanto en la Península como enAmérica, que provocó la subordinaciónde la estrategia civil a la militar. Lo cualno impidió, más bien al contrario, quela táctica americanista de José I afecta-ra sobremanera a las medidas, decretosy estrategia de los poderes revolucio-narios españoles.

La estrategia junteraDespués de mayo de 1808, el movi-miento insurreccional se tradujo en laformación de Juntas locales y provin-ciales, que asumieron plenos poderesal intitularse Soberanas y Gubernativas.Hasta 18 Juntas Provinciales se crearonen el verano de 1808.

Pero la guerra no se podía ganar des-de la dispersión juntera. Ése fue el prin-cipal motivo por el que las juntas pro-vinciales acordaron mandar cada unados delegados para formar, el 25 deseptiembre de 1808, la Junta Central. Elsegundo motivo era la creación de unpoder estatal que asumiera una legitimi-dad mientras el Monarca estaba “ausen-te”. Legitimismo capaz de servir comoreferente de soberanía a todos los terri-torios de la monarquía, en especial losamericanos. Es de constatar que diver-sas juntas, como las de Sevilla, Granaday Oviedo, habían enviado ya delegadospara que los poderes virreinales reco-

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Simón BolívarCaracas, 1783-Santa Marta, 1830Nacido en el seno de una familia de origen vasco, en 1797 ingre-só en el Ejército. En 1799, viajó a España. En un segundo viaje aEuropa, en 1803, pasó tiempo en París, donde conoció a Hum-boldt, con quien dos años después efec-tuó una ascensión al Vesubio. En 1807,estaba de vuelta en Venezuela, dondetrabajó a favor de la independencia, queel congreso de Caracas proclamó en1811. Regresó al ejército liderando ful-gurantes campañas militares. En 1813se le concedió el título de Libertador. En1819 proclamó la República de Colom-bia (Colombia, Ecuador, Panamá y Vene-zuela) y, a partir de 1825, tras la fasemilitar de la emancipación luchó, infruc-tuosamente, para frenar las tendenciasdisgregadoras y crear una América unida.

LOS LIBERTADORES

José Francisco San MartínCorrientes, 1778-Boulogne-sur-Mer, 1850Aprendió sus primeras letras en Buenos Aires y en 1784 viajó a Es-paña, donde entró en el Ejército en 1789. Tuvo su bautismo desangre en el sitio de Orán, en 1791. Participó en la Batalla de Bai-lén frente a los invasores franceses, de laque salió nombrado teniente coronel.Cuando las provincias americanas se deci-dieron por la independencia, decidió regre-sar para ponerse de su parte. Tras la decla-ración de independencia de las ProvinciasUnidas de Tucumán, en 1816, fue a Chilepara apoyar a O’Higgins. En 1821, entróen Lima, donde recibió el título de Protec-tor del Perú. Desencantado progresivamen-te del rumbo de los acontecimientos, seretiró a Francia, de donde volvió, breve-mente, a Argentina en 1827, antes de es-tablecerse definitivamente en Europa.

Francia reconoció a Carlos IV en 1807 comoEmperador de las Américas, para que dejarapasar a los soldados de Napoleón.

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Muchas de las Juntas americanas seintitularon “Defensoras de los Dere-chos de Fernando VII”, al tiempo queno reconocieron ni en la Regencia nien las futuras Cortes un poder legítimo.Desde la teoría del neoescolasticismosuareciano, los intelectuales orgánicosamericanos planteaban la tesis del pac-to traslatii, por el cual se justificaba elderecho de un pueblo a ser soberanocuando la autoridad del monarca hu-biera desaparecido temporalmente.

La alternativa constitucionalLas Cortes abrieron sus puertas el 24 deseptiembre de 1810 en el teatro de laIsla de San Fernando para, posterior-mente, trasladarse a la Iglesia de SanFelipe Neri en la ciudad de Cádiz. Deinmediato, el 15 de octubre de 1810, seestableció la igualdad de representa-ción y de derechos entre los america-nos y los peninsulares, así como unaamnistía a los encausados por partici-par en la insurgencia.

Era el principio de una serie de de-cretos encaminados a transformar larealidad colonial americana en una cla-ra apuesta por conseguir una autonomíade las provincias americanas dentro dela Monarquía española. De esta formase aprobó la abolición del tributo indí-gena, de la encomienda, del reparto, dela mita y de la matrícula de mar. Por loque respecta a las libertades económi-cas, se aprobaron la libertad de cultivo,de comercio, de pesca, de industria, etc.

Cádiz estuvo presente en la mayorparte de los territorios americanos. Losdecretos gaditanos y la Constitución fue-

ron sancionados y puestos en vigor, conmayor o menor extensión, en su mo-mento pero, sin lugar a dudas, tuvieronuna amplísima repercusión y trascen-dencia durante las décadas posteriores,tanto en la Península como en América.

Por lo que respecta a la Constitución,fue jurada y puesta en vigor en la Pe-nínsula y en América y es notorio su le-gado en la mayor parte de las repúblicasindependientes de los años veinte ytreinta. Y no sólo porque les sirvió a losamericanos como modelo constitucionalsino porque, insistamos, la Constitucióndoceañista estaba pensada, ideada, re-dactada y defendida por representantesamericanos en una Cámara con un pro-

yecto global, hispano y revolucionario.Es decir, muchos de los decretos queafectaban a la transformación de ambasrealidades se proyectaron desde la pers-pectiva hispana, pensando en ambosmundos, en sus repercusiones y ponien-do en relieve las contradicciones que enuno y otro hemisferio iban a suscitar. Enespecial por tener estructuras adminis-trativas similares pero con condicionan-tes históricos, geográficos, demográfi-cos, étnicos, raciales y sociales distintos.

Por ello, en los años veinte, muchosde los constitucionalistas americanosen Cádiz serán verdaderos “Padres dela Patria” en sus respectivas repúblicasy la experiencia constitucional gaditana

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INEVITABLE RUPTURAAMÉRICA, EN VÍSPERAS DE LA INDEPENDENCIA

Bernardo O’HigginsChillán, 1778-Lima, 1842Estudió en Londres, donde entró en contacto con jóvenes inde-pendentistas. En 1801 regresó a Chile donde, en 1813, se con-virtó en jefe del Ejército. A partir de1817 declaró abolida la nobleza desangre y creó la Legión del Mérito. En1818 hizo adoptar a Chile una Cons-titución dictatorial. Su declive políti-co comenzó tras ordenar el fusila-miento de su opositor, José MiguelCarrera. El descontento popular esta-lló en una serie de sublevaciones ca-llejeras y en 1823 dimitió, exiliándo-se en Lima. En 1839, fue rehabilita-do, pero murió cuando se disponía aregresar a Santiago.

Miguel Hidalgo (El cura Hidalgo)Pénjamo, 1753-Chichuahua, 1811De familia criolla, se ordenó sacerdote en 1788. Influido por laIlustración, se dedicó al fomento de la agricultura para mejorar elnivel de vida de los indios. En 1810,se alzó contra el virrey Venegas, aun-que respetando la figura de FernandoVII. Sin embargo, la promesa revolu-cionaria de reparto de tierras entre losindios atrajo grandes masas a su movi-miento, que pronto colocó a la inde-pendencia entre sus metas. Decretó laabolicion de la esclavitud y los tributosque pesaban sobre los indios y se ena-jenó el apoyo de la aristocracia criolla.Sus tropas fueron finalmente derrota-das ante Guadalajara y fue condenadoa muerte y fusilado.

Las Cortes de Cádiz quisieron convocar elecciones en América, para que cada capital cabeza departido tuviera un representante (óleo de Casado del Alisal, Madrid, Congreso de los Diputados).

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se incorporó en sus primeras constitu-ciones y orígenes parlamentarios.

Pero en esta relación dialéctica no só-lo hubo una interacción entre el autono-mismo en América y las propuestas delos diputados americanos en Cádiz. Lainsurgencia también se vio implicada enla revolución hispana que se proponíadesde Cádiz, al tener que superar con-quistas democráticas, tanto políticas co-mo sociales, que los parlamentarios ga-ditanos habían aprobado. Y viceversa.Los diputados incorporaron conquistas ypropuestas de los insurgentes. Los ejem-plos son notorios: el sufragio universalque implicó el derecho al voto de la po-blación india, la abolición de las formasde trabajo colonial, como la encomien-da, la mita, el tributo indio, el reparto,etc., la declaración de libertades políti-cas y económicas como las de imprenta,cultivo, comercio, industria, etcétera.

Retorno del absolutismoPor el Tratado de Valençay, el 11 de di-ciembre de 1813, Napoleón reconoció aFernando VII como Rey de las Españas.Lejos de jurar la Constitución, Fernandotras el golpe de Estado de mayo de 1814se opuso a los decretos y a la Constitu-ción de las Cortes de Cádiz. Obviamen-te, porque significaba el paso de un es-tado absoluto a uno constitucional. Pe-ro también, subrayémoslo, porque losdecretos y la Constitución comportabanla pérdida para la Corona de los territo-rios americanos, que jurídicamente eranpatrimonio del Rey y sus habitanteseran jurídicamente sus súbditos. La opo-sición de Fernando VII a Cádiz, a su sig-nificación hispana, será manifiesta.

No era la única confrontación de so-beranías. La conformación de la repre-sentación y de derechos de los ameri-canos en el nuevo Estado nacional conparámetros hispanos, americanos y es-pañoles, se tradujo en una reivindica-ción de varias soberanías –nacional,provincial y municipal– que entró encontradicción con la nacional, al estarconcebida ésta por los liberales penin-sulares como única, central y exclusiva.Los representantes americanos trasla-daron a las Cortes reivindicaciones se-culares del criollismo autonomista, co-mo eran la división de representación,traducida en una división de soberaníaen tres niveles: la nacional, la provin-cial y la municipal.

Con esta división de soberanías, elautonomismo americano estaba plan-teando un Estado nacional con caracte-res hispanos y concepciones federales.Lo cual provocó un doble rechazo delMonarca del autonomismo americanoque suponía un Estado constitucionalorganizado federalmente.

Los seis años de régimen absolutistafernandino, de 1814 a 1820, frustraronla propuesta gaditana. Fernando VIIderogó decretos, abolió la Constitu-ción, reprimió con la cárcel y el exilioa los liberales, tanto americanos comopeninsulares, y prosiguió la reconquis-ta armada de los territorios independi-zados, dado que la recuperación eco-

nómica pasaba por el mantenimientodel Iimperio americano. Había territo-rios que en 1817 estaban ganados porla insurgencia en Nueva Granada y nose habían recuperado en Río de la Pla-ta, a excepción de la Banda Oriental. Yeso a pesar de las continuas expedicio-nes que, fundamentalmente desde1814 habían partido a América. Es más,el Congreso de Tucumán, en julio de1816, había proclamado la indepen-dencia de la futura Argentina.

Ese mismo año, el Estado absolutocomenzó a reclutar una fuerza expedi-cionaria con el objetivo de reconquistarel Río de la Plata. El ejército se acanto-nó en diversas poblaciones andaluzas.Al malestar de la tropa, reclutada for-zosamente, mal pagada y peor alimen-tada, se unió el de la oficialidad, refle-jando la problemática que escondía elEjército real, que no había sido capazde depurar a los oficiales procedentesde la guerra contra los franceses y queno tenían sangre noble.

Estrategia antiliberalLa estrategia del monarca pasaba pordestinar a estos oficiales a las campa-ñas americanas. La finalidad era alejar-los de las pretensiones conspirativas li-berales en la Península, al tiempo queenfrentarlos en el campo de batallacontra los también liberales americanosde los movimientos insurgentes.

Mientras en América, sin capacidadde negociación política de la Monar-quía, otra oleada insurgente irrumpíacon tremenda y casi definitiva fuerza in-dependentista. Entre 1817 y 1818, elejército liderado por San Martín cruzabalos Andes y se unía a la resistencia delos patriotas chilenos de O´Higgins, de-rrotando a las fuerzas españolas en Cha-cabuco y Maipú. El 12 de febrero de1818, Chile proclamaba su independen-cia. El 15 de febrero de 1819, se consti-tuyó el Congreso de Angostura, queaprobó en diciembre la ley fundamentalde la República de Colombia, por lacual se eligió a Simón Bolívar presiden-te de un gran Estado que reunía a Nue-

va Granada, Venezuela y Quito. La in-dependencia ganaba terreno, adeptos yfundaba naciones ante la incapacidadde la Monarquía absoluta española.

El pronunciamiento de Riego, el 1 deenero de 1820 en Cabezas de San Juan,triunfó finalmente por el apoyo de ciu-dades como La Coruña, Oviedo, Zara-goza, Murcia, Valencia, Barcelona y Ta-rragona, que proclamaron la Constitu-ción de 1812, lo cual obligó al monarcaa jurarla el 7 de marzo. Se inauguraba

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El 4 de junio de 1808, Napoleón nombró asu hermano José Rey de España y de lasIndias (Madrid, Calcografía Nacional).

La Batalla de Ayacucho, en 1824, y latoma del Callao y Chiloé, en 1826,culminaron la independencia continental

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un nuevo periodo constitucional. De in-mediato se decretó una amnistía paralos liberales encarcelados, la proclama-ción de los decretos de las anteriores le-gislaturas, la restitución de los ayunta-mientos constitucionales, de las diputa-ciones provinciales y la formación deuna Junta Provisional consultiva. Éstaconvocó elecciones, reunió a las Cortes,suprimió la Inquisición y restableció losJefes políticos y la libertad de imprenta.Y, de nuevo, se produjo la integraciónconstitucional de los territorios america-nos que no estaban bajo el poder de lainsurgencia.

No obstante, las circunstancias de losaños veinte habían variado con respec-to al anterior periodo constitucional.Los seis años de represión absolutistafueron casi decisivos para frustrar la víaautonomista americana al cercenar condureza cualquier propuesta liberal, tan-to peninsular como americana. Es más,la reacción absolutista condujo a las fi-las de los insurgentes a muchos criollos“equilibristas”, que veían en el autono-mismo gaditano una vía evolucionistapara transformar el régimen colonial,sin que fuese necesario armar a las cla-ses populares.

El 4 de junio de 1821 llegaron las no-ticias del Plan de Iguala a las Cortes.México se desmarcaba de cualquierproyecto hispano constitucional. La “jo-ya de la Corona” iba por caminos inde-pendientes. Un golpe casi definitivo a

la vía gaditana autonomista. Aun así,los diputados americanos que seguíanen las Cortes de Madrid realizaron unaúltima propuesta.

Tres secciones de las CortesReclamaron la creación de tres seccio-nes de las Cortes en América: una enNueva España, incluidas las provinciasinternas y Guatemala; la segunda en elreino de Nueva Granada y las provin-cias de Tierra-Firme; y la tercera en Pe-rú, Buenos Aires y Chile. Las capitalesdonde se reunirían serían México, SantaFé y Lima, tendrían las mismas compe-tencias que las Cortes generales y susdiputados las mismas facultades que lasgenerales en su territorio, a excepciónde la política exterior. Además, se esta-blecería un ejecutivo designado por elRey de entre sus familiares, cuatro mi-nisterios –Gobernación, Hacienda, Gra-cia y Justicia, Guerra y Marina– un tri-bunal supremo de Justicia y un Consejode Estado en cada una de las secciones.Reclamaban también libertad de comer-cio entre la Península y América, igual-dad de derechos entre americanos y pe-ninsulares para ocupar los cargos públi-cos y se comprometían a la entrega de200 millones de reales en seis años pa-ra pagar la deuda exterior, de 40 millo-nes de reales anuales para los gastos dela Marina y al pago de toda la deuda pú-blica contraída en su territorio.

Los americanos estaban proponiendo

una Commonwealth para todos los te-rritorios hispanos. El plan de los repre-sentantes americanos no fue aceptadopor las Cortes. El 30 de junio se cerra-ron las sesiones de la legislatura. Enagosto se firmaron los Tratados de Cór-doba en México. El 21 de septiembrese promulgó la Declaración de Inde-pendencia mexicana. Aquí finalizaba latrayectoria autonomista en las Cortesde Madrid. Otro proyecto empezaba atriunfar. Un proyecto conocido y dirigi-do por los diputados mexicanos, anti-guos autonomistas, un proyecto nacio-nal mexicano sustentado en las basesdel primer federalismo de México.

Las reiteradas demandas de Fernan-do VII para que el legitimismo impe-rante tras el Congreso de Viena intervi-niera, fueron atendidas por la SantaAlianza. Tras el Congreso de Verona,en noviembre de 1822, un ejército fran-cés, compuesto por 100.000 hombres ybajo el mando del duque de Angulema,inició la invasión de la Península enabril de 1823.

El 13 de noviembre de 1823, Fernan-do VII entraba en Madrid. Previamentese había puesto en marcha un porme-norizado aparato de depuraciones delliberalismo, con la creación y actuaciónde las Juntas de Purificación y las Jun-tas de Fe. América prosiguió un cami-no independiente. Batallas decisivascomo Ayacucho en 1824 y la toma finalde Callao y Chiloé en 1826 culminaronla independencia continental. Restabanlas Antillas y Filipinas como coloniasde la Monarquía. ■

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INEVITABLE RUPTURAAMÉRICA, EN VÍSPERAS DE LA INDEPENDENCIA

De 1814 a 1820, Fernando VII trató dereconquistar los territorios independizados(Madrid, Biblioteca Nacional).

El pronunciamiento de Riego inauguró unperiodo constitucional que llegó tarde pararetener las Indias como territorios autónomos.

BETHELL, L. (Ed.), Historia de América Latina,Vols. II y III, Barcelona, Crítica, 1990.

BRADING, D. A., Orbe indiano. De la monarquía ca-tólica a la república criolla, 1492-1867, México,FCE, 1991.LAFAYE, J., Quetzalcoatl y Guadalupe. La formaciónde la conciencia nacional en México, México, FCE,1983.MARTÍNEZ-SHAW, C., Cataluña en la carrera deIndias, Barcelona, 1981. MÉNDEZ, C., Incas sí, Indios no: apuntes para el es-tudio del nacionalismo criollo en el Perú, 1680-1809, Lima, Instituto de Estudios Peruanos,2000.PÉREZ HERRERO, P., “Los beneficiarios del reformis-mo borbónico: metrópoli versus élites novohispa-nas”, en Historia Mexicana, XLI:2 (1991).PÉREZ HERRERO, P., “El reformismo borbónico y elcrecimiento económico en la Nueva España”, enGUIMERÁ, A. (ed.), El reformismo borbónico, Ma-drid, Alianza, CSIC, Mapfre América,1996.

PARA SABER MÁS

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Estos cuatro destinos son sólo unabuena muestra de lo que a escala in-ternacional se ha realizado. Jesús Sil-va, director general de Relaciones Cul-turales y Científicas del Ministerio deAsuntos Exteriores, explica que el pro-grama tiene tres grandes líneas de ac-tuación: la revitalización de centroshistóricos, la restauración de monu-mentos, la creación de escuelas-tallery el proyecto de incorporar un nuevopilar relacionado con la documenta-ción y los archivos.

El arquitecto valenciano José Mercélleva, desde 1993, las riendas del pro-grama que desarrolla la AECI en Ecua-dor. “Pensaba que iba a estar pocotiempo, pero luego esto te absorbe.Las dificultades son grandes y las ne-cesidades, complejas y no se resuel-ven las cosas fácilmente. Como megusta ver terminado el proceso y su-perar las etapas de la cooperación, mehe ido quedando y ya voy a cumpliraquí diez años”, comenta Mercé, altiempo que enumera todos los pro-yectos en los que España ha interveni-do y describe las maravillas artísticas ybibliográficas que encierran los con-ventos de San Francisco en Quito o laantigua catedral de Cuenca y que aho-ra están restauradas y a salvo. Conmedios materiales que siempre son es-casos, reconoce que cuenta con bue-nos profesionales que en su día fue-ron alumnos de las escuelas-taller ycon el apoyo, cada vez mayor, de lasinstituciones públicas locales. “Las au-

Recuperar el patrimonio cultu-ral es resucitar la Historia. És-te es uno de los fines del Pro-grama de Patrimonio Cultural

de la Cooperación Española en el Ex-terior, con el que ya se han restauradounos 100 monumentos y 81 centroshistóricos en todo el mundo. En Bue-nos Aires, se ha revitalizado la míticaAvenida de Mayo, en el corazón de lacapital argentina; se han recuperadotemplos y museos de Potosí, la ciudadboliviana de cuyo Cerro Rico salieronmiles de toneladas de plata con destinoa España; en Joao Pessoa, Brasil, se hasalvado de una muerte anunciada elantiguo Hotel Globo, de estilo art nou-veau, desde cuyos jardines se dominael estuario del río Sanhauá. También sehan recuperado los centros históricosde Cartagena de Indias, La Habana,Guatemala, Potosí, Comayagua (Hon-duras), Veracruz y Tlacotalpán (Méxi-co), Granada y León (Nicaragua)... To-do gracias al Programa de PatrimonioCultural de la Cooperación Españolaen el Exterior, que persigue asegurar ellegado que los siglos han dejado y queel paso del tiempo ha ido deteriorando.

A la recuperación de los monumen-tos públicos y bienes históricos tangi-bles, hay que añadir el rescate de nu-merosos oficios en fase de extincióncon la puesta en marcha de 35 escue-las-taller, distribuidas especialmentepor Iberoamérica, todo lo cual ha ser-

vido también para crear empleo y cen-tros de cultura y salud, formar profe-sionales, fomentar el turismo, crear pe-queñas empresas... Un programa queahora pretende extender su tradicionalradio de acción en América Latina has-ta otras areas de Asia y África.

Cuatro estrellasHasta la fecha, 33 países se han bene-ficiado de la cooperación española, sibien hay cuatro destinos que, por susnecesidades y su importante patrimo-nio monumental, han sido, hasta aho-ra, las estrellas del programa. Se tratade Ecuador, Perú, Bolivia y Colombia.En todos ellos trabaja un coordinadorgeneral que administra la oficina téc-nica de cooperación y que a su vezdepende de la embajada española encada país.

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PILAR ORTEGA BARGUEÑO es periodista.

La Cooperación Española lleva 18 años invirtiendo en las culturas delpasado. Las actuaciones más destacadas se han realizado en Colombia,Ecuador, Bolivia y Perú. Ahora, la AECI tiene planes para hacer losmismo en Asia y África. PILAR ORTEGA BARGUEÑO lo explica

CiudadesRECUPERADAS

Lienzo de la muralla de Cartagena de Indias eIglesia de San Pedro Claver. Colombia es unode los cuatro proyectos estrella de la AECI.

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toridades son muy conscientes del pa-trimonio que tienen en sus centroshistóricos. El de Quito es uno de losmás grandes de Iberoamérica y todaayuda es bienvenida”, explica este ar-quitecto, bajo cuya responsabilidad seha llevado a cabo la restauración inte-gral de la antigua catedral de Cuenca–ciudad que, como Quito, es Patrimo-nio de la Humanidad– y se ha abiertoel Museo de Arte Religioso del con-vento de San Francisco en la capital.

El sistema de financiación es flexiblepero, como indica Silva, “no es unsistema de subvención, es un sis-tema de cooperación, por loque cada proyecto quedadefinido en un convenioentre la AECI y la insti-tución contraparte. Esen esos acuerdosdonde se estableceel modus operandipara su ejecución”.

En Bolivia, elcoordinador delPrograma es elarquitecto Santia-go Moreno. Trasdos años y medio,se muestra satisfe-cho del trabajo rea-lizado tanto en Po-tosí, el que fuera ma-yor centro minero dela América hispana, co-mo en Sucre y en las Mi-siones Jesuíticas de Chiqui-tos. “La acogida de nuestro tra-bajo es excepcional, aumentaprogresivamente el interés de las ins-tituciones de Bolivia y surgen nuevosproyectos vinculados al turismo o alpatrimonio”, afirma, al tiempo quedestaca las restauraciones realizadasen el Monasterio de Carmelitas Des-calzas y en el Ingenio San Marcos dePotosí, en el antiguo Palacio Arzobis-pal de Sucre y en la Misión Jesuíticade Santa Ana de Velasco.

Partituras en quechuaLas empresas privadas también cobranmayor protagonismo en el rescate delpatrimonio. Unas veces en solitario yotras con algún organismo internacio-nal, se suman a proyectos relacionadoscon la salvaguarda de la historia y elarte. Repsol YPF puso en marcha, en

siglo XVI, que han sido grabadas poruno de los grupos más acreditados deAmérica Latina: el Coro de CámaraExaudi de La Habana.

Complejo rescate documentalAlejandro Massó, director general delPrograma Repsol YPF para la Música deLatinoamérica, muestra su agrado antela labor realizada: “Hemos encontrandoverdaderos tesoros musicales, por loque continuaremos con el programadurante muchos años más.

Se han encontrado partituras y do-cumentos, arrumbados en alma-

cenes, desvanes, casas rurales,cajones de parroquias, mer-

cadillos, municipios reti-rados... en sitios inespe-

rados y alejados de suprimitivo origen, yno sólo eso, porquedespués los insec-tos y roedores, lamiseria y el climahan contribuidolo suyo a hacermás difícil aún es-ta tarea de rescatedocumental”.

Jesús Silva lo tie-ne claro: “El Pro-

grama de Patrimo-nio Cultural, en el

que se han invertidomás de 100 millones de

euros, es la historia de unéxito, porque pocas iniciati-

vas han tenido una eficacia tanevidente y completa. Tiene un

componente de recuperación de lamemoria histórica, de formación a tra-vés de las escuelas-taller, de promociónsocial, de rentabilidad económica, depromoción turística, de creación de pe-queñas industrias... y todo esto ha teni-do un impacto enorme en la concienciaciudadana por el respeto y cuidado delpatrimonio histórico”.

La institución que dirige pretendeahora ampliar estas intervenciones a,entre otros lugares, Egipto, Marruecos,Túnez, Filipinas y los territorios pales-tinos, donde se planea poner en mar-cha una escuela-taller y recuperar elinventario de los Santos Lugares, yaque allí existe un legado histórico,prácticamente desconocido, de la Co-rona española. ■

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AMÉRICA, EN VÍSPERAS DE LA INDEPENDENCIA

colaboración con la Unesco, un ambi-cioso programa de recuperación de lamúsica antigua de Latinoamérica queha dado resultados espectaculares.Además de rescatar, conservar y prote-ger innumerables instrumentos musi-cales históricos, de los que la zona esun gran depósito, el programa tieneotros campos relacionados con latranscripción de textos inéditos, cata-logación de partituras, grabación de

obras en una colección de discos com-pactos, etcétera.

Así, se han descubierto unos 200 ins-trumentos históricos, entre ellos el ar-pa, la viola, la vihuela y los órganosmás antiguos de América, y una impor-tante cantidad de clavicordios y clave-cines, en muchos casos llevados desdeEspaña en los siglos XVII y XVIII yotros construidos en los propios países.También se han sacado a la luz, entreotras, miles de partituras, composicio-nes en lengua quechua de finales del

Vista panorámica de Quito, una de lasciudades con mayor patrimonio histórico de

Iberoamérica (Christoph Hirtz).