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 JENOFONTE Anábasis  Edición de Carlos Varias Traducción de Carlos Varias 

ANÁBASIS JENOFONTE

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    JENOFONTE

    Anbasis

    Edicin de Carlos Varias

    Traduccin de Carlos Varias

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    Ttulo original de la obra:

    Busto de Jenofonte.

    Anbasis en ingls: http://ancienthistory.about.com/library/bl/bl_text_xenophon_anabasis_1.htm

    Texto griego: http://www.perseus.tufts.edu/hopper/text.jsp?doc=Perseus:text:1999.01.0201

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    INTRODUCCIN

    I. VIDA Y OBRAS DE JENOFONTE

    1. Vida

    AS fuentes principales para conocer la vida de uno de los escritores griegos ms clebres de laantigedad, Jenofonte de Atenas, son una biografa de Digenes Laercio, autor del siglo III, que

    abarca los captulos 48-59 del libro II de su Coleccin de vidas y opiniones de filsofos, un artculodel lxico Suda, enciclopedia annima del siglo x, y, especialmente, los datos biogrficos queaparecen en la propia Anbasis. A partir del examen critico de estas fuentes y de otras referenciasmenores, se ha podido trazar el itinerario vital de Jenofonte, aun sin resolver ciertas lagunas, por lodems inevitables cuando nos enfrentamos a la biografa de cualquier escritor de la antigedad1.

    Jenofonte, hijo de Grilo y de Diadora, naci en el demo tico de Erqua, situado a unos 15 km aleste de Atenas. No hay ningn testimonio directo de que perteneciera a la clase de los caballeros, lasegunda de las clases censitarias de Atenas, pero diversas circunstancias de su vida 2dan a entenderque as era, y que su familia, adems de bastante dinero, deba de poseer una finca rstica. La fechaexacta del nacimiento de Jenofonte es desconocida, pero se sita sin duda entre 430 y 425 a.C.3, enlos primeros aos de la guerra del Peloponeso (431-404 a.C.), poca de crisis en toda Grecia y,sobre todo, en Atenas, que marcar su infancia y adolescencia y ser determinante para su

    pensamiento poltico y su actuacin posterior.La lectura de una de sus obras, Memorables o Recuerdos de Scrates, indica que Jenofonte se

    consideraba discpulo y amigo ntimo del gran filsofo. Ciertamente, en tomo a 404 a.C., Jenofonte,

    como otros muchos jvenes atenienses de buena posicin, entr en contacto con Scrates, pero noparece haber pertenecido a su crculo ms estrecho, en el que figuraban Platn, Crmides y Fedn,entre otros. No obstante, la influencia de Scrates en Jenofonte s fue importante en su formacin,

    1Ellibro fundamental para la biografa de Jenofonte sigue siendo el de E. Delebecque, Essai sur la vie de Xnophon,Pars, 1957. Para contrastar los datos del autor francs resultan muy tiles la obra de J. K. Anderson, Xenophon,Londres, 1974, y el artculo de H. R. Breitenbach en Pauly-Wisowa,Realenyclopedie, IX A, Stuttgart, 1967, cols. 1569-2052.2Y tambin sus obras, dos de ellas dedicadas al arte de la caballera (Sobre la equitacin eHiprquico), y con mltiplesalusiones en las dems a la actividad ecuestre (cfr. An. I 2, 7; I 5, 2-3, etc.), son muestra de la principal aficin deJenofonte.3 Todas las propuestas estn entre estos dos aos, y pueden verse resumidas en J. P. Stronk, The Ten Thousand inThrace. An Archaeologi cal and Historical Commentary on Xenophon's Anabasis, Books VIII-VI-VII,Amsterdam,1995, pgs. 3-4. El propio Stronk cree que la fecha ms probable es 428-427 a.C., ya que de An. III1, 25, se infiere queJenofonte era algo ms joven que Prxeno, quien tena unos treinta aos cuando muri, en 400 a.C. (cfr. II 6, 20),mientras que en otra de sus obras,Hel. I 2, 1, se sugiere que form parte del ejrcito ateniense en 409 a.C., por lo queentonces deba tener al menos dieciocho aos.

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    como lo prueba el hecho que nos nana en la Anbasis de haber ido a consultarle si deba o no

    participar en la expedicin de Ciro el Joven, aunque despus no hiciera caso de su respuesta4.

    Las vicisitudes de Atenas en la guerra del Peloponeso, cuyo sistema democrtico estaba

    dominado en la prctica por polticos demagogos como Clen, belicistas en exceso e incapaces de

    procurar algn beneficio a la ciudad, segn atestiguan las comedias de Aristfanes, as como su

    propio origen noble llevaron a Jenofonte a posiciones polticas conservadoras, partidarias deacordar la paz con Esparta. Despus de la derrota completa de Atenas en 404 a.C. y del

    establecimiento de la tirana de los Treinta en la ciudad con el apoyo de Esparta, Jenofonte se

    mostr como uno de sus leales partidarios. Cuando en 403 a.C. el rgimen de los Treinta Tiranos

    fue derrocado y se reestableci la democracia, es probable que Jenofonte decidiera abandonar

    Atenas, aunque legalmente no poda sufrir ningn dao por su apoyo a los Treinta5. Tal vez no

    fueron tanto las razones polticas como las econmicas las que indujeron al escritor a dejar una

    ciudad exhausta por las luchas intestinas y arruinada. As, la invitacin de Prxeno, un amigo

    tebano, a unirse a la expedicin de mercenarios griegos reclutados por un pretendiente al trono de

    Persia, Ciro el Joven, en 401 a.C., historia que relata laAnbasis, le lleg en las circunstancias ms

    propicias para aceptarla. Cuando el ejrcito griego regres, guiado por Jenofonte, desde Persia y

    Tracia en 399 a.C., los mercenarios, y con ellos Jenofonte, se unieron a Tibrn, el general espartanoque emprendi una campaa contra el strapa persa Tisafernes en Asia Menor6.

    Quiz el aspecto ms discutido de la vida de Jenofonte es la fecha y la causa del decreto de su

    exilio de Atenas, a la que tard ms de treinta aos en volver. Dos son las opiniones al respecto: una

    lo sita en 399 a.C., hacindolo coincidir con el ao de la condena a muerte de Scrates, y sostiene

    que Jenofonte fue acusado de pro-espartano por los demcratas atenienses al haber participado en la

    expedicin de Ciro, quien haba apoyado a Esparta en la guerra del Peloponeso7, contra el rey persa

    Artajerjes II, aliado de Atenas, y tambin al haber entregado el ejrcito expedicionario a Tibrn. La

    otra postura es la que lo data en 394 a.C., cuando Jenofonte particip en la batalla de Coronea a las

    rdenes de Agesilao, rey de Esparta, en la que ste venci a una coalicin de estados griegos, que

    inclua Atenas. Los testimonios antiguos parecen apuntar a la fecha de 399 a.C., pero un detallado

    estudio8ha puesto de manifiesto que Atenas mantuvo una poltica de buena vecindad con Espartadesde 403 hasta 395 a.C., ao de la batalla de Haliarto, que supuso un giro radical en la poltica

    ateniense hacia un manifiesto antilaconismo, por lo que es probable que la acusacin a Jenofonte de

    ser pro-espartano no fuera hecha antes de 394 a.C.

    En todo caso, desde 396 hasta 386 a.C., aproximadamente, Jenofonte estuvo al servicio del

    ejrcito espartano que diriga Agesilao, al que le uni una gran amistad y del que fue un profundo

    admirador, segn puede verse en la obra encomistica que le dedic a su muerte. Es muy posible

    que una de las principales tareas de Jenofonte fuera el desarrollo y entrenamiento de la nueva

    caballera que Agesilao necesitaba para sus campaas en Persia contra Tisafernes. Su ayuda a los

    espartanos durante todo ese tiempo fue premiada por Agesilao con la donacin de una hacienda en

    Escilunte, cerca de Olimpia, en la regin de la Elide, hacia 386 a.C. Despus de aos de continuo

    ajetreo, Jenofonte pudo por fin llevar una vida apacible y descansada, en compaa de su esposa

    Filesia, que era ciudadana ateniense, y de sus hijos gemelos Grilo y Diodoro, nacidos

    probablemente hacia 398-397 a.C., y dedicarse a sus actividades favoritas, la caza y la cra de

    caballos, as como a la escritura. Contaba el historiador con cuarenta y seis aos de edad, y fue aqu

    donde debi redactar gran parte de su produccin escrita. La vida feliz de propietario rural en su

    predio de Escilunte aparece bellamente descrita en el captulo 3 del libro V de laAnbasis.

    4Cfr.An. III 1, 4-7.

    5Lisias XVI 8 y el propio Jenofonte,Hell. II 4, 43 refieren el decreto de amnista aplicado a tal efecto, que inclua a los

    Treinta. La decisin de Jenofonte resulta evidente de los trminos de su consulta al orculo de Delfos (cfr. An. III 1, 6-

    7).6Cfr.An. VII 8, 24.7Cfr.An. III 1, 5 y tambin nota 2 de la traduccin del libro I.

    8Cfr. P. J. Rahn, The date of Xenophon's exile, en G. S. Shrimpton y D. J. McCargar (eds.), Classical contributions.

    Studies in honour of Malcolm Francis McGregor, Locust Valley (Nueva York), 1981, pgs. 103-119.

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    Pero todo lo bueno se acaba, y Jenofonte tuvo que dejar su finca de Escilunte cuando Esparta

    perdi la batalla de Leuctra ante los tebanos, en 371 a.C., y los eleos recuperaron los territorios de

    su regin que haban sido ocupados por los espartanos. Jenofonte march temporalmente a Corinto,

    y en el momento en que Atenas y Esparta acordaron una alianza para hacer frente a la hegemona

    tebana, en 368 a.C., Atenas le revoc el decreto de exilio y Jenofonte pudo as regresar a su ciudad

    natal. Sus hijos fueron alistados en la caballera ateniense, y el mayor, Grilo, muri combatiendo enla batalla de Mantinea, en 362 a.C., aquella que supuso el fin de la hegemona tebana9. Los ltimos

    aos de su vida los pas Jenofonte en Atenas, escribiendo profusamente. El ao de su muerte es,

    como el de su nacimiento, tambin desconocido, pero parece que vivi al menos hasta 356 a.C.,

    superando los setenta aos de edad10.

    2. Obras

    Jenofonte fue el primer autor polgrafo de la antigedad que abord diversos gneros: historia,

    ensayo, biografia, etc., y ello le ha supuesto una valoracin inferior de su calidad literaria respecto a

    otros escritores griegos de la poca clsica, como Herdoto, Tucdides o Platn. Entre trece ycatorce obras pueden atribuirse a Jenofonte, las cuales han sido clasificadas por Breitenbach11 en

    tres grandes grupos:

    1)Obras histricas:Helnicas, Anbasis yAgesilao.2)Obras didcticas: Ciropedia, Hiern, Constitucin de los lacedemonios, Ingresos oRecursos

    econmicos, Sobre la equitacin, Hiprquico y tal vez Cinegtico (cuya adscripcin a Jenofonte ha

    planteado numerosas dudas de autenticidad).

    3) Obras filosficas o socrticas: Econmico (que podra figurar en el apartado anterior porsu temtica, si no fuera porque Scrates es el protagonista), Memorables oRecuerdos de Scrates,

    Banquete yApologa de Scrates.

    Junto a estos escritos se atribuy falsamente a Jenofonte el interesante opsculo tituladoConstitucin de los atenienses, de un autor annimo conocido como el Viejo Oligarca. Se trata de

    un panfleto antidemocrtico que ataca el sistema poltico de Atenas, la democracia; su fecha de

    composicin est en torno a 415 a.C. La atribucin a Jenofonte de este libelo se explica, sin duda,

    por la clara tendencia conservadora del pensamiento del historiador, que era bien conocida por

    todos.

    He aqu el contenido resumido de esta produccin, excepto de laAnbasis.

    La obra ms extensa de Jenofonte son lasHelnicas, la nica propiamente historiogrfica. Como

    l mismo afirma, las Helnicas pretenden continuar la Historia de la guerra del Peloponeso de

    Tucdides all donde sta termin inconclusa, en 411 a.C., y siguen hasta la batalla de Mantinea en

    362 a.C., y los sucesos posteriores a ella. Su redaccin, por tanto, debi de ser completada y

    reelaborada despus de esta fecha, aunque la obra fue empezada bastante antes. En el relato

    histrico, Jenofonte se aparta voluntariamente del mtodo de Tucdides, su predecesor, basado en el

    rigor, acrbeia, de los sucesos narrados, para situarse ms cerca de los historiadores del siglo IV

    9Digenes Laercio II 55 cuenta la ancdota de que, cuando Jenofonte recibi la noticia de la muerte de su hijo, tan slo

    dijo, sin verter lgrimas: saba que lo engendr mortal. Seguramente, la ancdota es falsa, pero revela de modo

    significativo el carcter sereno e incluso fro del militar que fue Jenofonte. Sobre la heroica muerte de Grilo seescribieron diversos elogios fnebres.10

    Las noticias de Diognes Laercio II 56, en donde dice que Jenofonte muri en Corinto, y de Pausanias V 6, 6, quien

    afirma que pas sus ltimos aos en Escilunte de nuevo y fue enterrado all, no merecen ningn crdito.11H. R. Breitenbach, op. cit. La divisin en estos tres grupos debe entenderse de modo genrico y no absoluto. En la

    breve descripcin de las obras sigo el certero y detallado anlisis de J. Vela, Problemas y mtodos de anlisis de las

    obras de Jenofonte, Post H R. Breitenbach: tres dcadas de estudios sobre Jenofonte (1967-1997). Actualizacincientfica y bibliogrfica, Zaragoza, 1998, pgs. 9-81.

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    a.C., en los que destaca la importancia de los valores individuales y de lo valores morales de las

    personas y de las ciudades. Confiando ms en sus recuerdos y sin importarle la verdad exacta,

    Jenofonte escribe las Helnicas como una especie de memorias centradas en tomo a Agesilao, la

    figura dominante en la historia de Grecia del primer cuarto del siglo IV a.C.

    El Agesilao es un encomio destinado a realzar la gloria del rey espartano muerto en 360 a.C.,

    amigo del historiador. La obra, que debi componerla Jenofonte en sus ltimos aos en Atenas, seinspira en el Evgoras de Iscrates y tiene un carcter apologtico, ya que presenta a Agesilao

    como paradigma tico de la conducta humana. En consecuencia, el Agesilao no es tanto una obra

    histrica, pues es patente la deformacin o el silencio de ciertos hechos que aparecen en las

    Helnicas, como un escrito que sienta las bases del gnero biogrfico, de gran importancia en la

    literatura greco-latina posterior.

    La Ciropedia es, probablemente, la obra ms sugerente de la produccin de Jenofonte, y tambin

    la ms dificil de abordar para la crtica especializada, ya que no se deja encasillar en un solo gnero

    literario. El ttulo de la obra, que significa en griego educacin de Ciro, resulta engaoso, ya que

    no slo relata la infancia y adolescencia del futuro rey persa Ciro el Grande, sino tambin sus

    conquistas de Media y de Asiria, hasta la creacin del gran Imperio Persa. Pero la Ciropedia no

    tiene por objetivo una descripcin histrica del nacimiento del Imperio Persa, sino la presentacinde Ciro el Grande como modelo del gobernante ejemplar. En este sentido, como escribe la profesora

    Santiago12, la Ciropedia tiene unas connotaciones de tratado poltico muy claras. Podra decirse, en

    palabras del profesor Beltrn13, que es una novela-ensayo sobre el arte de gobernar, caracterizada

    por su dimensin didctica. Tanto el ambiente de la Ciropedia, el mundo persa, como la figura de

    Ciro el Grande guardan una estrecha relacin con la Anbasis y el personaje de Ciro el Joven

    (presentado con los rasgos de su antecesor)14.

    ElHiern es un dilogo ficticio entre Hiern, tirano de Siracusa entre 478 y 467 a.C., que fue un

    mecenas de las artes y de las letras griegas, y el poeta Simnides de Ceos, uno de los muchos

    artistas que el tirano acogi en su corte. Es evidente el paralelismo que ofrece con el conocido

    dilogo, tambin imaginario, de Soln y Creso, narrado por Herdoto I, 26-33, si bien su estructura

    es ya de corte socrtico. El Hiern es un debate sobre la mejor forma de gobierno a travs de lasvisiones contrapuestas de dos personajes, y una reflexin poltica sobre las nuevas formas de tirana,

    en una poca en que lapolis democrtica entr en crisis.

    La Constitucin de los lacedemonios refleja la admiracin que Jenofonte senta por el rgimen

    poltico de Esparta. Est de ms decir que los avatares de la vida de Jenofonte, contados ms arriba,

    explican la alabanza sentida del historiador ateniense. La obra, as pues, puede juntarse por su

    temtica con el Agesilao, y encuadrarse en la ideologa de los crculos filolaconios. Ms que una

    descripcin fiel de una constitucin, es un tratado idealizante de un sistema poltico.

    LosIngresos manifiestan el inters de Jenofonte por cuestiones de la vida poltica ateniense. La

    obra debi de ser escrita tras su regreso a Atenas despus del destierro, y ocupa un lugar pionero en

    la historia del pensamiento econmico. Jenofonte incorpora el ideario socrtico de autarqua y

    austeridad a la teora econmica, como har tambin en elEconmico.

    Dos obras tcnicas sobre la caballera, elHiprquico y Sobre la equitacin, debieron ser escritas

    tambin a su vuelta a Atenas. ElHiprquico, que en griego significa jefe de la caballera, trata de

    los deberes propios de esta persona, mientras que en Sobre la equitacin se dan los consejos

    convenientes para mejorar la caballera ateniense. En cuanto al Cinegtico, un tratado sobre el valor

    12R. A. Santiago (ed.), Jenofonte. Ciropedia, Madrid, 1992, pg. 14: A nuestro modo de ver, la Ciropedia es una

    parbola del poder poltico como sistema global, tanto por su estilo narrativo ingenuista, casi de saga o cuento popular,como por su desarrollo en forma de enseanza, demostracin o anlisis del problema geopoltico, tal como lo

    llamaramos en trminos actuales. La autora describe la obra como una especie de teora del despotismo ilustrado.13

    L. Beltrn, El debate sobre el gnero en la novela antigua, en C. Schrader, C. Jordn y J. A. Beltrn (eds.),

    Didaskalo. Estudios en homenaje al profesor Serafn Agud con motivo de su octogsimo aniversario, Zaragoza, 1998,

    pg. 272.14

    As queda patente especialmente en el captulo 9 del libro I, en el llamado retrato de Ciro (vase nota 139 de lapresente traduccin).

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    educativo del arte de la caza, es dudosa su adscripcin a Jenofonte, debida a Plutarco, escritor delsiglo HL En todo caso, la obra pertenece al siglo IV a.C.

    Finalmente, quedan las cuatro obras de Jenofonte que tienen a Scrates por protagonista. La mspeculiar de todas ellas es elEconmico, con forma de dilogo socrtico, en el que se ensalza la vidadel campo como utopa para todo hombre de bien; sin duda, las ideas expresadas por Scrates,

    como ocurre en la mayora de los dilogos platnicos, son del escritor, es decir, de Jenofonte. LasMemorables constituyen el proyecto ms acabado de biografia socrtica. Se trata del primerescrito de memorias conservado en la historia. A diferencia de Platn, Jenofonte intenta reflejarel Scrates humano, de la vida cotidiana, ms que el intelectual o filsofo terico. Del mismo modo,laApologa de Scrates difiere de la de Platn, aunque ninguna de las dos coincida con el autnticodiscurso de autodefensa que hizo Scrates en el juicio que le conden a muerte. La de Jenofonte se

    parece ms a lo que el propio discpulo hubiera dicho en defensa de su maestro que a lo que stedijo. Por ltimo, elBanquete de Jenofonte tambin recuerda el dilogo del mismo ttulo de Platn.El tema es el mismo en ambos: la teora del amor, pero no hay dependecia de uno a otro. El texto deJenofonte tiene, como en las obras precedentes, menos profundidad que el de Platn, y ofrece, encambio, un retrato completo de la figura de Scrates.

    II. LA ANBASIS

    1. Contexto histrico de la expedicin de los Diez Mil

    En 401 a.C. un prncipe persa llamado Ciro decidi sublevarse y destronar a su hermano,Artajerjes II, recin proclamado rey del Imperio Persa, y para ello form un gran ejrcito, en el quefiguraban diez mil mercenarios griegos. He aqu el tema de laAnbasis que escribi Jenofonte. Laaccin inicial, por tanto, se inscribe en la larga serie de disputas que la dinasta de los Aquemnidas

    haba experimentado casi desde su instalacin en el trono de Persia y, sobre todo, tras la creacindel Imperio por Ciro II el Grande (559-529 a.C.). La ltima de ellas haba tenido como protagonistaal propio padre de Ciro y Artajerjes, Daro II.

    En efecto, Daro era uno de los diecisiete hijos ilegtimos de Artajerjes I, que rein entre 465 y424 a.C. Casado con su hermanastra Parisatis, accedi al trono de Persia a finales de ese ao o a

    principios de 423 a.C. con el nombre de Daro II, despus de la muerte de su padre y de asesinar auno de sus hermanos (quien, a su vez, se haba deshecho del legtimo sucesor, Jerjes II, paraarrebatarle el poder). Segn Ctesias15, Daro y Parisatis tuvieron trece hijos, de los que slo cuatrosobrevivieron al padre: rsaces o Arsicas, que rein con el nombre de Artajerjes II entre 404 y 359a.C.; Ciro, el segundo, stanes y Oxatres.

    rsaces haba nacido antes de la entronizacin de Daro II, y, como hijo mayor, fue nombradosucesor por su padre antes de morir en Babilonia en el ao 404 a.C. Pero Ciro reclamaba el trono

    por ser el primer hijo nacido en la prpura, teniendo en cuenta el precedente de su tatarabueloDaro I (522-486 a.C.), quien no nombr sucesor a su hijo primognito Artobazanes, sino a su

    primer hijo nacido tras su entronizacin, el futuro Jerjes I (486-465 a.C.). Es posible tambin queCiro se sintiera agraviado comparativamente porque su pensin no le alcanzaba para susnecesidades diarias16.

    Adems de la Anbasis de Jenofonte, que es la principal fuente conservada para conocer estoshechos, la historia de la expedicin de Ciro fue abordada por otros cuatro autores griegos: el mdicoCtesias, mencionado antes, participante en la expedicin y de cuya obra slo quedan fragmentos; el

    15 Mdico griego de Artajerjes II y autor de una Historia de Persia, de la que slo se conservan fragmentos. Estareferencia es del fragmento 49. Cfr. tambin Plutarco,Artajerjes, 1.16Las fuentes antiguas persas recogen las diferencias considerables de salario que haba en la jerarqua gobernante delImperio (cfr. J. P. Stronk, op. cit.,pgs. 15 s.).

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    general arcadio de la expedicin Sofneto de Estinfalia, autor de otra Anbasis, probablementeanterior a la de Jenofonte, perdida casi por completo; el historiador del siglo i a.C. Diodoro deSicilia, autor de la nica historia universal escrita en griego que se nos ha conservado, titulada

    Biblioteca, cuyo relato de esta campaa, situado en el libro XIV, transmite el de foro, historiadorgriego del siglo iv a.C. del que se perdi su obra, y se basa en el de Jenofonte, aunque completado

    por el de Ctesias y el de Sofneto; finalmente, Plutarco, escritor de los siglos I-II de nuestra era,cuya Vida de Artajerjes recoge de forma mucho ms sucinta la sublevacin de Ciro.El reclutamiento de diez mil mercenarios griegos por parte de Ciro constituye el principio de una

    nueva poca en la historia militar de la antigedad: el de los ejrcitos profesionales. Hasta el sigloIV a.C., las pleis o ciudades-Estado griegas tenan ejrcitos de ciudadanos-soldados, que se

    procuraban su propio armamento, los hoplitas. La guerra del Peloponeso (431-404 a.C.), con sularga duracin y la complejidad de sus campaas militares, origin la primera demanda de soldadosespecializados, los epkouroi, que entrenaban a grupos de soldados aficionados. Eran los inicios deun cambio histrico, de consecuencias tambin polticas y sociales, que se aceler tras el final de laguerra y las crisis de las pleis en el siglo IV a.C., sin las cuales el soldado mercenario no hubieratenido el importante papel que desempe en ese siglo y en los reinos helensticos tras la muerte de

    Alejandro17

    .Ciertamente, ya antes de la expedicin de Ciro, los strapas o gobernadores de las provincias delImperio Persa haban utilizado mercenarios griegos en sus guarniciones, como se atestigua al

    principio de laAnbasis18. Incluso hay referencias a que algn strapa haba intentado una rebelincontra el Gran Rey persa sirvindose de dichos mercenarios19. Pero el intento de Ciro se distingua

    por la magnitud de las fuerzas que empleaba y por su ambicin. La mayora de los reclutados eranhoplitas: soldados de infantera pesada que constituan el grueso de los ejrcitos griegos, mientrasque las tropas nativas aportaban la infantera ligera, formada sobre todo por arqueros, y lacaballera, es decir, los cuerpos bsicos de cualquier ejrcito persa. En dos aspectos los Diez Mildiferan de todos sus predecesores: en primer lugar, Grecia no haba creado jams un cuerpo tannumeroso de tropas mercenarias; en segundo lugar, tras la muerte de su patrono, Ciro, y el asesinato

    de sus generales, se convirtieron en el primer ejrcito mercenario errante20. Adems, constituyen elnico ejrcito mercenario de cuyas aventuras queda un relato completo escrito por un testigo.

    Como se explica al principio de la Anbasis, el reclutamiento de las tropas se hizoseparadamente, ya que Ciro deba ocultar al mximo sus intenciones, para no prevenir al rey.Incluso dijo a los mercenarios griegos que la expedicin era contra un pueblo brbaro situado en lafrontera sur de su satrapa, los psidas, y no contra el rey. La mayor parte del contingente griegoestaba ya presente en la costa jonia de Asia Menor o en sus reas adyacentes; nicamente lasdivisiones de Prxeno, de Quirsofo y posiblemente tambin de Sofneto tenan que llegar deGrecia continental. Despus de la partida desde Sardes con parte de estas tropas, al cabo de sieteetapas Ciro pudo reunir en Celenas a casi todos los mercenarios griegos, que estaban distribuidosas:

    17La obra clsica sobre los mercenarios griegos es la de H. W. Parke, Greek mercenary soldiers from the earliest timesto the battle of Ipsus, Oxford, 1933 (reimpr. 1970), que dedica un captulo entero al episodio de los Diez Mil (pgs. 23-42). Un estudio actual sobre las estructuras de los ejrcitos en el siglo 1v a.C. lo ofrece el profesor Jos Vela en suintroduccin a Eneas el Tctico, Poliorctica: la estrategia militar griega en el siglo lV a. C., traduccin de J. Vela,Madrid, 1991, pgs. 35-44.18Cfr.An. I 1, 2; I 2, 1 y nota 3 del libro I.19Cfr. Ctesias, frag. 68 y 81, con mencin de Arsitas.20Escribe H. W. Parke, op. cit.,pg. 24: There were also two particulars in which the Ten Thousand differed from all

    predecessors. Firstly, Greece had never produced so large a body of mercenary troops. In numbers they must have beenaproximately equal to all the hoplites whom Athens had sent against Syracuse, but this force as large as the Sicilianexpedition had gone to serve as far from its home, but moved by no stimulus of national ambition. Moreover, the laterhistory of the `Cyreans' was to exhibit a second unique feature. For instead of serving till their objective was achieved,and then taking their discharge, they were thrown unexpectedly on their own resources, first by the loss of theiremployer and then by the assassination of their generals. Hence they were compelled to go through such hardships thata remainder of their number developed a corporate spirit and became in a curious way the first roving mercenary army.

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    Ejrcito expedicionario griego en la revista de Celenas (An. 1 2, 9):

    General Hoplitas Otras tropas

    Jenias (arcadio) 4.000

    Prxeno (beocio) 1.500 500 gimnetas (infantera ligera)

    Clearco (espartano) 1.000 800 peltastas tracios y 200 arqueros cretensesMenn (tesalio) 1.000 500 peltastas dlopes, enianos y olintios

    Sofneto (arcadio) 1.000

    Scrates (aqueo) 500

    Pasin (megarense) 300 300 peltastas

    Sosias (siracusano) 300

    TOTAL 9.600 2.300

    Este nmero no representaba la suma total de los mercenarios de Ciro, que haba dejado detrs

    guarniciones suficientes para mantener las ciudadelas de sus ciudades asiticas. Adems, ms tarde,

    en Iso, se uni a esta fuerza un grupo de 700 hoplitas lacedemonios bajo el mando de Quirsofo de

    Esparta, que probablemente era la contribucin ms o menos oficial espartana para su aliado Ciro21

    .All tambin se incorporaron a la expedicin 400 hoplitas griegos que eran mercenarios de

    Abrcomas, uno de los generales supremos del rey persa, de origen desconocido. En total, pues, el

    nmero de hoplitas ascendi a 10.700.

    La mitad de los peltastas no eran griegos, sino tracios, y de la otra mitad la mayora eran del

    noroeste de Grecia (dlopes, enianos y olintios). En cambio, ms de la mitad de los hoplitas

    procedan de Arcadia y de Acaya (contingentes de Jenias, de Sofneto y de Scrates), dos regiones

    de la pennsula del Peloponeso que ya en la guerra de 431-404 a.C. se haban destacado como

    grandes abastecedoras de hoplitas. Aunque los arcadios son mencionados en la Anbasis por su

    ciudad de nacimiento, a lo largo de la obra se percibe el sentimiento de una comunidad tnica

    arcadia tanto entre ellos mismos como entre los dems expedicionarios, hasta el punto de culminar

    este sentimiento en una secesin temporal de arcadios y aqueos22.La marcha de los hombres de Ciro puede dividirse en cuatro partes, tal como recoge la

    Anbasis de Jenofonte:

    1) el camino con Ciro hasta la batalla de Cunaxa, sirviendo como mercenarios (libro I);2) el camino desde Cunaxa hasta la colonia griega de Trapezunte, en el mar Negro, en el que

    forman un ejrcito independiente que debe luchar contra pueblos brbaros en su regreso a Grecia

    (libros II-IV);

    3) el camino desde Trapezunte hasta Bizancio, como ejrcito independiente que marcha por lascolonias griegas (libros V-VII 1);

    4) al servicio a Seutes, convertidos de nuevo en ejrcito mercenario, el primero griego de un

    prncipe tracio (libro VII 2-7).

    Sin saber que se dirigan contra el rey persa cuando partieron de Sardes, los Diez Mil hicieron la

    expedicin hacia el interior del Imperio Persa, hasta la batalla de Cunaxa, divididos en varios

    ejrcitos, cada uno de los cuales estaba comandado por su propio general, como se observa en el

    cuadro de la pg. 20. Cada ejrcito estaba subdividido en compaas, lojoi, bajo el mando de un

    capitn o lojags; estas compaas solan constar de cien hombres, pero el nmero poda variar23. A

    su vez, cada ljos estaba dividido en dos secciones de cincuenta soldados, llamadaspntkostys, y

    stas ltimas se dividan en grupos menores, cuyo nmero no aparece fijado, llamados

    enomontai24. Las tropas de infantera ligera estaban mandadas por los taxarjoz25.

    21Cfr.An. I 4, 3 y notas 63 y 64 del libro I, en combinacin con Jenofonte, Hel. III 1, 1, y, dicho de modo explcito,

    Diodoro XIV 19, 4-5.22Cfr.An. VI 2, 9-12. El intento de independencia acab en un fracaso absoluto, y el grupo se reintegr en el conjunto

    del ejrcito griego (An. VI 4, 10-11).23

    Cfr.An. I 2, 25 y nota 51 del libro I.24

    Cfr.An. III 4, 21-22.

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    Los combatientes griegos aparecen, as, organizados autnomamente, tanto en relacin a ellosmismos como en relacin a Ciro y a sus tropas nativas. El nico elemento que vincula a todo elejrcito expedicionario es, naturalmente, Ciro. As, cuando se produce un enfrentamiento fisicoentre dos generales griegos, Clearco y Menn, con sus respectivos soldados, al que se aade untercer grupo, el de Prxeno, ha de ser Ciro en persona quien ponga fin a la contienda 26. El suceso es

    ilustrativo de esta estructura completamente autnoma de los mercenarios griegos, con losproblemas de cohesin que conllevaba.Pero Ciro no tiene ningn mando sobre las tropas griegas: stas solamente reciben rdenes de sus

    generales, quienes transmiten las determinaciones del prncipe persa. Ciro, por tanto, nunca sedirige directamente a los soldados griegos, sino a sus generales y capitanes, en un tono ms de

    persuasin que de mandato. Es significativo al respecto que Jenofonte no utilice nunca un verbo deorden comoparanglo cuando Ciro se dirige a los generales griegos, sino siempre el verbo de ex-hortacin kluo, incluso en la disposicin del ejrcito para la batalla decisiva de Cunaxa27.

    Por su parte, los generales renen a los soldados en asamblea, que es la que, en ltima instancia,tiene el poder decisorio. Por ello, se ha dicho con frecuencia y muy atinadamente que los Diez Milconstituyen unapolis itinerante28. Oficiales y soldados se comportan como ciudadanos de una polis

    democrtica en igualdad de derechos, en la que los oficiales desempean el papel de rganoejecutor de las rdenes. As, por ejemplo, cuando los soldados se niegan a continuar la marcha,porque sospechan que van contra el rey, llegan a enfrentarse a uno de sus generales, Clearco, quienest a punto de morir lapidado29. La situacin de plante no es la ms comn, pero sirve pararecordar al lector que est ante un ejrcito cuyos miembros son autnomos, en tanto quemercenarios, que slo estn sometidos a su sueldo. De hecho, es el aumento de paga el que suele

    poner fin a tales tensiones. Esta relacin entre soldados y oficiales se mantiene constante durantetoda la expedicin de los Diez Mil, tanto en la ida como en el regreso, como prueban la negativa delos soldados a seguir la ruta por tierra, cuando se lo propone Jenofonte 30, o el episodio de laadopcin de Certadas de Tebas como nuevo general supremo del ejrcito31. Se explican, as, losdiscursos de autodefensa de Jenofonte ante la asamblea del ejrcito en los libros V y VII,

    impensables para un general en cualquier ejrcito brbaro, o bien en los ejrcitos de ciudadanos queGrecia haba tenido hasta entonces.

    El ejrcito expedicionario se enfrent al del rey persa en la clebre batalla de Cunaxa, en lascercanas de Babilonia, a principios de otoo de 401 a.C., y aunque el frente griego logr enapariencia vencer a sus oponentes, Ciro y su guardia personal cayeron muertos estrepitosamente a

    25Cfr.An. IV I, 28, aunque el trmino taxarjospuede referirse al comandante de cualquier cuerpo del ejrcito.2626Cfr.An. I 5, 16, en donde Ciro dice lo siguiente: Clearco y Prxeno, y los dems griegos presentes: no sabis loque hacis. Pues si trabis algn combate entre vosotros, pensad que en este da yo quedar hecho pedazos y vosotrosno mucho despus que yo, porque si lo nuestro marcha mal, todos esos brbaros que estis viendo sern para nosotrosmayores enemigos que los que estn junto al Rey.27Cfr.An.I 2, 15; 2, 17; 6, 4; 7, 1; en cambio, Ciro iba dando rdenes (parngelen) al dirigirse a todos los miembrosdel ejrcito, griegos y brbaros (I 8, 3).28 Cfr. el detallado anlisis de G. B. Nussbaum, The Ten Thousand. A study in social organization and action in

    Xenophons Anabasis, Leiden, 1967, y el resumen de J. P. Stronk, op. cit.,pgs. 34-36, que, entre otras cosas, afirma:The army of the "Ten Thousand", then, can be viewed as a polis. It was, however, apolis without its own territory. Asa mercenary army it was not hindered by any economic limitation on waging war and did not owe obedience to anyconstitution or any system of laws except that of its own military organization. On the other hand, it had a unifiedcommand, which made it easier to speed up decisions, and a set of necessary military regulations, maintained bydiscipline and, sometimes, compulsion (pg. 35).29Cfr.An. I 3, 1-2 y nota 55 del libro I. Clearco debe hacer uso de una argumentacin basada en recursos sofsticos paraconvencer a la tropa. Cfr. O. Lendle, Kommentar zu Xenophons Anabasis (Bcher 1-7), Darmstadt, 1995, pg. 31:Wenn die Soldaten nicht gehorchen wollten, konnten keine Befehle durchgesetzt werden.... Bei diesemVersammlungen kam es, wie im politischen Leben, nicht nur auf die tatschliche berzeugungskraft der Reden, son-dem auch auf die geschickte Manipulation der Masse in Richtung auf die eigenen Ziele an, etwa durch vorherabgesprochene Diskussionsbeitrge.30Cfr.An. V 1, 14.31Cfr.An. VII 1, 33-41 y nota 14 del libro VII.

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    manos de Artajerjes y sus tropas, por lo que el rey logr la victoria definitiva. De este modo, se

    inici la segunda parte de la marcha de los griegos, que sbitamente haban dejado de ser mercena-

    rios. El ejrcito griego, comandado ahora por una junta de generales que dominaba el espartano

    Clearco, rechaz ponerse a disposicin de Artajerjes y decidi regresar a Grecia, tras pactar con

    Tisafernes. Este era el strapa de Lidia anterior a Ciro que Jenofonte presenta como un traidor:

    primero, con Ciro, al acusarlo de conspirar contra su hermano, y luego con los griegos, puesdespus del pacto invit a la junta de generales griegos, cinco en total, a su tienda, en donde los

    apres para ejecutarlos en la corte del rey, matando tambin a veinte capitanes. Como es lgico

    pensar, Tisafernes no actuaba por su propia cuenta, segn da a entender el relato de Jenofonte, sino

    por cuenta de Artajerjes, quien deba recelar de un ejrcito tan numeroso que se haba puesto a

    disposicin de su hermano rebelde, que en el combate apenas haba sufrido prdidas, que no quera

    entregarle las armas y pretenda volver a Grecia indemne atravesando todo su territorio, y que, por

    ltimo, estaba dirigido por un lacedemonio, habiendo apoyado Esparta oficialmente el bando de

    Ciro. Se comprende, entonces, el plan de Artajerjes de descabezar el ejrcito, para que no pudiera

    infringir posibles daos a su Imperio, sobre todo despus de que las tropas nativas que haban

    luchado junto a Ciro se hubieran pasado ya al bando del rey, abandonando a los griegos.

    Los ex-mercenarios resolvieron reemplazar a los oficiales desaparecidos y seguir el camino devuelta hasta Grecia. Es entonces cuando Jenofonte y Quirsofo aparecen como verdaderos jefes del

    ejrcito (vase, no obstante, II.3 de esta introduccin), consiguiendo llevarlo, despus de

    continuos combates contra pueblos enemigos, hasta la colonia griega de Trapezunte, en el mar

    Negro. En este largo y duro recorrido la organizacin tuvo que ser rgida, y el control de la

    disciplina requera severidad, como demuestra la coaccin que Jenofonte lleg a ejercer varias

    veces, tanto con prisioneros de guerra32 como con sus propios soldados33. A Trapezunte llegaron

    alrededor de 8.000 hoplitas y 1.800 peltastas griegos34, lo que supone una prdida de unos 2.500

    hoplitas y 500 peltastas desde Cunaxa.

    En la tercera parte de la marcha, los soldados del ejrcito griego vuelven a mostrarse

    independientes como al principio de la expedicin. Al marchar la tropa por colonias griegas, que

    recelan en general de un contingente militar tan grande, y no encontrarse en territorio hostil, aflorade nuevo el carcter mercenario de cada combatiente, y son frecuentes las divisiones y discusiones.

    Jenofonte debe recurrir a todo tipo de argumentaciones para hacer valer sus puntos de vista, hasta

    que al final desiste de continuar al frente del ejrcito, probablemente por la desconfianza que ha

    generado su propuesta de fundar una colonia en el mar Negro. La situacin culmina, primero, con la

    divisin del ejrcito en tres secciones durante un tiempo35, y finalmente, con el saqueo de

    Bizancio36.

    Algunos autores interpretan este comportamiento lisa y llanamente como el de un ejrcito

    indisciplinado, carente de un liderazgo real37. En mi opinin, la descripcin no es tan sencilla, sino

    que cabe tener siempre presente las dos caractersticas esenciales del ejrcito de los Diez Mil que ya

    han sido mencionadas: el ser mercenarios y el ser heterogneos, es decir, el proceder de diversas

    regiones de Grecia. La guerra del Peloponeso estaba recin acabada, y era sta la primera vez desde

    entonces que se agrupaba un nmero tan grande de combatientes griegos de plis distintas. Desde

    este punto de vista, parece ms bien un xito que los expedicionarios permanecieran casi todos

    32Cfr.An. IV 1, 23, en donde se ejecuta a un prisionero carduco. Quirsofo acta de modo semejante IV 6, 2.

    33Cfr. IV 5, 21; V 8, 2.

    34Estas cifras se deducen del recuento que da Jenofonte antes del combate con los colcos (An. IV 8, 15), a dos jornadas

    de arribo a Trapezunte.35

    Vase supra, nota 22.36

    Cfr.An. VII 1, 15-24.37

    As escribe J. P. Stronk, op. cit.,pg. 29: The beginning of the third stage of the rnarch also marked a phase in which

    the physical and organic stability started to loosen and crurnble... The causes mentioned by Nussbaum are, amongst

    others, lack of discipline and inadequate leadership. We might say that the fourth type of leadership, the laissez-faire

    leadership had ernerged; pg. 30: Unrest and indiscipline may be eliminated temporatily, but they continue to exist

    subcutaneously... Parke called this, I think rightly, lack of discipline (Parke, 1933, pg. 30). Later again, eventsdescribed by Xenophon showed lack of discipline (V.vii.12-35).

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    unidos durante toda la marcha hasta el final, con los lgicos altibajos, dejando aparte el grado de

    veracidad del relato de Jenofonte.

    El ejrcito expedicionario, despus de salir de Bizancio, vuelve a actuar temporalmente como

    mercenario a las rdenes de Seutes, un prncipe tracio, que se muestra reacio a pagar lo convenido.

    Finalmente lo hace, antes de que Jenofonte lleve al ejrcito bajo el mando del general espartano

    Tibrn, para una nueva campaa militar, esta vez promovida por Esparta contra Tisafernes. Losefectivos que recibi Tibrn no pasaban de 5.300 hombres, prcticamente la mitad de los que

    haban ido con Ciro dos aos antes38.

    He ah el itinerario de este grupo de griegos que decidi alistarse como mercenarios de un

    prncipe persa. Conviene ahora indagar en los motivos que pudieron llevar a esta decisin a un

    nmero de personas tan grande y diverso. El propio Jenofonte puede servir de punto de partida, ya

    que en un conocido pasaje de la obra da su explicacin. Los mercenarios acaban de llegar al puerto

    de Calpe, ltima escala antes de alcanzar Bizancio, y acampan all:

    Dispusieron sus tiendas en la playa, junto al mar; no queran hacer campamento en donde stepodra haberse convertido en un pueblo, sino que les pareca incluso que el haber llegado a ese lugar

    se deba a una traicin, por querer algunos fundar una ciudad. Efectivamente, la mayora de lossoldados se haba hecho a la mar para este servicio mercenario no por falta de medios de vida, sinopor haber odo hablar de la excelencia de Ciro; unos, llevando hasta sus hombres; otros, incluso,gastando dinero suplementario, y otros distintos de stos, tras escaparse de casa de sus padres y susmadres; otros llegaron a abandonar a sus hijos a fin de regresar despus de haber adquirido dinero

    para aqullos, pues oan que los dems hombres que estaban con Ciro hacan muchos y buenosnegocios. Siendo tales los soldados, ansiaban llegar a Grecia sanos y salvos39.

    Las causas aducidas por Jenofonte son en parte ciertas, pero haba otras ms importantes. Se ha

    visto antes que el contingente espartano tena seguramente un carcter oficial, mientras que otras

    tropas se encontraban ya en las guarniciones persas de Asia Menor. En realidad, los motivos

    econmicos primaban sobre cualquier otro. La guerra del Peloponeso haba arruinado y llevado al

    destierro a muchos ciudadanos griegos, que, adems, haban estado combatiendo durante bastantes

    aos. No tenan, por tanto, otro medio de ganarse la vida que servir como soldados en donde

    fuera40. En el caso de los arcadios y de los aqueos, las tropas ms numerosas, procedentes de las

    regiones ms pobres de Grecia, no eran tanto las consecuencias de la guerra del Peloponeso, que all

    haba afectado bastante menos que en las pleis ricas, como la esperanza de vivir sin pasar

    estrecheces la razn principal de su alistamiento.

    En algn pasaje de la obra se observa que las palabras de Jenofonte no se corresponden con la

    realidad. Por ejemplo, los soldados del contingente de Clearco estaban por razones puramente

    materiales41. No hace falta recordar otra vez que los diversos plantes de los soldados se resuelven

    con la promesa de aumentar su paga, o que el botn es la prctica aceptada en cualquier

    enfrentamiento. Las causas esgrimidas por Jenofonte deban de ser vlidas sobre todo para elcontingente beocio de Prxeno, en el que estaba l mismo. En cualquier caso, todos los mercenarios

    sin excepcin buscaban volver ricos a Grecia.

    38Para un clculo de tales efectivos, cfr. J. P. Stronk, op. cit.,pgs. 19-23. Jenofonte da su ltimo recuento de soldados

    en Heraclea, en donde suman algo ms de 7.100 hoplitas, 1.000 peltastas y 40 jinetes (cfr. An. VI 2, 16). Desde all

    hasta entrar al servicio de Seutes los griegos tuvieron como mnimo 2.500 bajas.39An. VI 4, 7-8.40

    Cfr. C. Moss, Sur un passage de l Archidamos dIsocrate,REA 55 (1953), pg. 31; H. W. Parke, op. cit.,pgs.

    18-19; A. Aymard, Mercenariat et histoire grecque,Etudes dhistoire ancienne, Pars, 1967, pgs. 487-498.41

    Cfr.An. II 13-14.

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    Jenofonte Anbasis

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    2. Ttulo, estructura y fecha de la obra

    La tradicin manuscrita es unnime al dar el ttulo de la obra: ; que literalmentesignifica subida o marcha tierra adentro de Ciro. Este ttulo, por tanto, se refiere nicamente al

    camino de la expedicin desde Sardes, cerca de la costa del mar Egeo, hasta la batalla de Cunaxa,que es descrita en los siete primeros captulos del libro I. Lo ms probable es que ste fuera el ttulooriginal de Jenofonte cuando empez a escribir en su diario los acontecimientos del viaje, pensandoen el xito de la empresa de Ciro. Despus de la batalla, Jenofonte sigui contando la ruta de losexpedicionarios griegos sin cambiar el ttulo de la obra. sta comprende no slo la anbasis, sinotambin la katbasis o descenso de los expedicionarios griegos desde Cunaxa hasta el mar Negro(libros II-IV), seguida de la parbasi s o viaje siguiendo la costa del mar Negro hasta llegar aTracia (libros V-VII). Por esta razn, adems de Anbasis, la obra se conoce tambin con el ttulode Expedicin d los Diez Mil, ajustndose con mayor exactitud al contenido del relato. Laexpresin de los Diez Mil, empleada ya en el apartado anterior, tiene su origen en diversos

    pasajes de la obra en la que aparece el trmino myris: mirada, nmero de diez mil, que era la

    unidad de cuenta del ejrcito persa, y que Jenofonte emplea como sinnimo de myroi: diez milen el sentido de innumerables42. Como los expedicionarios sumaban al principio alrededor de12.000 hombres, algunos manuscritos deteriors (vase 11.5), sobre todo a partir de otro pasaje43,transmiten por primera vez esta expresin para designar a todos los mercenarios.

    La divisin de la obra en siete libros transmitida por los manuscritos, libros que los editoresmodernos han subdividido, a su vez, en captulos y pargrafos, es muy posterior a Jenofonte, puesno aparece mencionada en los autores de la antigedad hasta el siglo w de nuestra era. De igualmodo, los resmenes recapitulatorios que figuran al inicio de cada libro, excepto del VI, son muy

    posteriores al original.En el apartado anterior ya se han mencionado los otros autores antiguos que narraron la

    expedicin de Ciro. A ellos podra aadirse un tal Temistgenes de Siracusa, citado por Jenofonte44.

    Algunos autores modernos han pensado que podra tratarse de un seudnimo del historiador, lo queha abierto una discusin al respecto. La identificacin es dudosa, y, en cualquier caso, si existiTemistgenes y compuso un relato de la expedicin, no se ha conservado absolutamente nada del45.

    La fecha de composicin de laAnbasis es asimismo un asunto muy discutido46. Por referenciasinternas de la obra, es muy posible que sta, tal como ha llegado hasta nosotros, haya sido redactadaen dos fases. La primera abarcara hasta el captulo 3 del libro V, que parece destinado a ser el finaldel relato: en efecto, el captulo cuenta el regreso de Jenofonte a Grecia, su residencia en Esciluntey, como colofn, la inscripcin votiva a la diosa rtemis en un templete que le dedic en su predio,muestra de la religiosidad de Jenofonte, que gua todas sus acciones en la expedicin. Las palabrascon las que el escritor se refiere a su unin a la campaa de Agesilao contra Tebas 47sugieren queesta primera parte de la obra fue escrita a comienzos de su estancia en Escilunte, en tomo a 385 a.C.Quiz tambin la publicara entonces. Posteriormente, Jenofonte debi de completar la Anbasisdesde el captulo 4 del libro V hasta el final, reelaborando el texto anterior. El uso del imperfecto enel pasaje antes citado48indica que la redaccin de esta segunda fase no termin hasta despus de

    42Cfr.An. III 2, 18: pensad que diez mil jinetes no son nada rns que diez mil hombres; An. III 2, 31: pues en eseda vern diez mil Clearcos, en vez de uno solo, refirindose a todo el ejrcito griego.43Cfr. An. V 7, 9, en el discurso de autodefensa de Jenofonte ante la asamblea del ejrcito en Cotiora: ... y yo, elembaucador, ser uno solo, rnientras que los otros, los engaados, seris cerca de diez mil con armas.44Cfr.Hel.II1, 2.45Cfr. el examen de Masqueray en su edicin de la obra (vase Bibliografia), pgs. 3-5.46Un resurnen de las diversas posiciones al respecto puede verse en J. P. Stronk, op. cit.,pgs. 8-10, con la opinin finaldel autor, que es la que me parece ms vlida.47Cfr.An. V 3, 6.4848 Cfr.An. V 3, 9-10: Construy asimismo un altar y un templo con el dinero sagrado, y, en adelante,... ofreca unsacrificio a la diosa, y todos los ciudadanos y los hombres y las mujeres de los alrededores participaban en la fiesta.

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    haber dejado la finca de Escilunte, es decir, despus de 371 a.C. En esta segunda fase, Jenofonte

    debi de servirse, adems de su propio diario, de otras fuentes, como el relato de la expedicin que

    escribi Sofneto. Diversas alusiones a asuntos propios de Atenas49 hacen pensar que la edicin

    definitiva de la obra tuvo lugar nada ms llegar a esta ciudad, en tomo a 368 a.C.

    3.Actuacin de Jenofonte en la expedicin

    La narracin de la Anbasis muestra una rememoracin orgullosa de su autor, Jenofonte, como

    protagonista destacado de la expedicin, a partir del asesinato de los generales griegos. Desde ese

    momento, Jenofonte se presenta como lder del ejrcito griego, que ha sido llamado por la divinidad

    para ejercer como tal mediante un sueo:

    Puesto que era una situacin dificil, Jenofonte estaba apenado como los dems y no podadormir; pero tras echar una cabezadita, tuvo un sueo. Le pareci or un trueno y que un rayocaa en su casa paterna, y por esto brillaba toda entera. Lleno de espanto, se despert alinstante y, por una parte, juzgaba el sueo de buen augurio, porque estando entre fatigas y

    peligros le pareci haber visto una gran luz procedente de Zeus, pero, por otra, tambin tenamiedo de que, como el sueo le pareca venir de Zeus en tanto que Rey y le pareca que elfuego brillaba rodendole, no pudiera salir del territorio del Rey y estuviera cercado portodas partes por diversos obstculos. Qu significa realmente haber visto tal clase de sueoes posible aclararlo por lo sucedido despus

    50.

    Este sueo ser el estmulo que le lleve a asumir el mando de las tropas. Escribiendo en tercera

    persona, Jenofonte dar de este modo a la obra un marcado espritu personal en el que resalta una

    clara tendencia apologtica, hoy comnmente admitida, ante sus compatriotas atenienses y ante los

    griegos en general, por haberse embarcado en la aventura de un prncipe persa.

    En efecto, justo antes del relato de este sueo, Jenofonte nos explica el origen de su participacin

    en la expedicin51: su amigo Prxeno le incit a ello, hablndole muy bien de Ciro. Jenofonte se

    muestra dudoso y consulta a Scrates, aunque decide marchar. El escritor quiere dejar

    especialmente constancia de que march engaado completamente por Ciro, pues no saba que

    iba a luchar contra el rey persa, como tampoco Prxeno; luego, cuando lo supo, tuvo vergenza

    como los dems de volverse atrs, y sigui contra su voluntad. Ante esta explicacin de los

    hechos, cabra suponer que Jenofonte no dice toda la verdad, ya que parece muy verosmil que

    todos los generales griegos, incluido Prxeno, y no slo Clearco supieran el destino final de la

    expedicin52. Si Prxeno lo saba, no se lo dijo a su gran amigo, o bien lo enga tambin?

    Poco importa, de todas maneras, si Jenofonte saba o no el objetivo de Ciro cuando parti de

    Sardes, porque no era la amistad de Ciro, como l dice, el motivo ms importante de su

    incorporacin a la expedicin. Ya se ha visto en la biografia de Jenofonte que debieron de sercausas econmicas, junto con un cierta situacin incmoda en Atenas, las que llevaron al

    historiador, en plena juventud, a abandonar la ciudad y buscar fortuna lejos de ese ambiente. Prueba

    de ello es que se alist como simple paisano, no como miembro del ejrcito, ni siquiera como

    soldado, y que, en consecuencia, en los dos primeros libros de la obra apenas aparece. Hasta aqu la

    veracidad del relato autobiogrfico de Jenofonte es indudable.

    El problema se plantea cuando, repentinamente, y a consecuencia del sueo citado, en el libro III

    Proporcionaba la diosa a los celebrantes... En efecto, los hijos de Jenofonte y de los dems ciudadanos hacan unacacera para la fiesta, y los hombres que queran tambin se sumaban a ella. Unas piezas eran capturadas... y las otras

    procedan...49

    Cfr., por ejemplo,An. III 2, 11-13, en donde se alude a las gestas atenienses de la batalla de Maratn (vase nota 26

    del libro III).50

    An. III1, 11-13.51

    Cfr.An. III 1, 4-10.52

    Vase nota 10 del libro III.

    1414

    Jenofonte Anbasis

    14

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    Jenofonte asciende al generalato, y luego ocupa el mando de la retaguardia de todo el ejrcito

    compartido con Timasin de Drdano; al frente del ejrcito figura el espartano Quirsofo, pero es el

    ateniense quien lleva siempre la iniciativa durante todo el itinerario hasta Tracia. Desde el siglo

    pasado, se ha venido poniendo en duda la veracidad del liderazgo de Jenofonte, especialmente al

    tener en cuenta los testimonios de los autores antiguos: Sofneto de Estinfalia, en su Anbasis, no

    haca alusin a Jenofonte; el orador Iscrates, en sus referencias a la expedicin, tampoco nombra alateniense, y, sobre todo, Diodoro de Sicilia dice claramente que el mando supremo en el camino de

    regreso lo ostentaba Quirsofo, y no menciona a Jenofonte, aadiendo luego que ste accedi al

    mando de los mercenarios en Tracia53. Parece evidente, pues, que el historiador exagera su

    protagonismo en la retirada, al atribuirse casi todas las brillantes ideas tcticas de los

    enfrentamientos militares que se van sucediendo ininterrumpidamente hasta casi el final de la obra.

    El liderazgo de Jenofonte podra ser, por tanto, ms ficticio que real, pero tiene una segunda

    causa ms profunda que la meramente apologtica: se trata de ofrecer un modelo tico de conducta

    humana, a la par que un modelo social (vase 11.4). A lo largo de la obra Jenofonte aparece como

    el nico de los generales griegos que rene todas las cualidades humanas que debe tener un jefe:

    energa, capacidad de mando, rapidez de reflejos, bondad, justicia, piedad, compaerismo, buen

    carcter, etc., prcticamente un sustituto del Ciro muerto. En cambio, los otros siempre se muestranal menos con algn defecto importante. As Clearco, al que ms admira, era enrgico y con dotes de

    mando, pero excesivamente hurao y cruel, y tambin muy orgulloso. De Menn, a quien detesta,

    menciona todos los defectos posibles. De los que son buenas personas, como Agias y Scrates, no

    dice nada destacable. El propio Prxeno, amigo suyo, no tena suficiente carcter para hacerse

    respetar. Los sustitutos de estos generales son peores: Timasin lo calumnia y se enfrenta a l en

    repetidas ocasiones; de Janticles y de Filesio slo se hace mencin cuando deben pagar una multa

    por un dficit en las mercancas, igual que Sofneto, el autor de la otraAnbasis; el decano Cleanor

    es un bravo luchador, de la vieja escuela, pero no muy inteligente. El caso ms paradigmtico de

    todos es el de su compaero de mando y gran rival Quirisofo: apenas puede reprocharle algo de su

    personalidad, pero no le dedica ni una palabra de elogio a su muerte, de la que ni siquiera dice las

    circunstancias en las que se produjo54. Finalmente, el intento fallido de Certadas de Tebas viene aresaltar la tarea realizada por Jenofonte55. Y para remate, despus de la marcha de este ltimo y ya

    sin Jenofonte, el ejrcito no avanza ms de un da porque los generales no se ponen de acuerdo.

    Jenofonte da a entender implcitamente que todas estas virtudes que l posee y que a los dems

    les faltan, gracias a las cuales sus empresas resultan siempre exitosas, se deben a su conducta

    sumamente piadosa, de respeto a la voluntad divina. Antes de emprender cualquier accin no olvida

    nunca hacer un sacrificio a los dioses para pedirles ayuda, y luego un adivino examina las vctimas;

    si stas no son favorables, la accin queda postergada56. En este punto, Jenofonte se sita en la lnea

    tradicional del pensamiento griego, que subraya la importancia decisiva del elemento sobrenatural

    en todo quehacer humano, acercndose ms a Herdoto que a Tucdides. La religiosidad de

    Jenofonte aparece por doquier en laAnbasis, desde la consulta al orculo de Delfos antes de partir

    de Sardes, hasta el sacrificio debido a Zeus Expiatorio en Lmpsaco, casi al final de la expedicin 57,

    pasando por la mencin de su templo en Escilunte (vase 11.2).

    Sin embargo, la conducta de Jenofonte dista de ser lo ejemplar que l pretende hacer ver al

    lector. Los dos discursos de autodefensa ms largos de la obra dan la impresin de que Jenofonte

    intentaba a veces engaar al ejrcito. El primero58 tiene lugar poco despus de que un adivino

    revelara a los soldados que Jenofonte se propona fundar una colonia en el mar Negro, y retrasaba

    deliberadamente el regreso. El autor no oculta en su relato que sta era una intencin suya desde

    53Cfr. Diodoro XIV 19-31.

    54Cfr.An. VI 4, 11.

    55Cfr.An. VII 1, 33-41.

    56Cfr.An. III5, 18; IV 3, 13; 3, 18-19; 5, 4; 6, 27; 8, 16; 8, 25; VI 4, 9; 4, 13-22; 5, 2; etc..57

    Cfr.An. VII 7, 3-5.58

    Cfr.An. V 7, 5-33; el discurso va precedido de otro rns breve en el que Jenofonte aclara que su idea de fundar unacolonia en modo alguno era una decisin que ya hubiera tomado (An. V 6, 28-33).

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    Jenofonte Anbasis

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    casi el comienzo de la expedicin, pero lo presenta como una accin destinada a solucionar el

    destino de una tropa tan numerosa y a dar prestigio a Grecia, es decir, como una accin

    completamente altruista59. En realidad, las intenciones de Jenofonte de fundar una colonia en el mar

    Negro se originan en los motivos econmicos y polticos que le llevaron a unirse a la expedicin:

    Jenofonte busca el provecho personal, una vez fracasada la sublevacin de Ciro; por otra parte, su

    regreso a Atenas es casi imposible, como prueba el inminente decreto de destierro. Su largodiscurso exculpatorio, en el que hbilmente desva el tema inicial al de los desmanes de la tropa, no

    despeja las dudas sobre una cierta ambigedad en el comportamiento de Jenofonte en esta cuestin.

    El segundo discurso sucede cerca del final de la obra: Jenofonte se defiende ante los soldados de

    la acusacin de haberse quedado la paga que Seutes, el prncipe tracio, les tena que dar a ellos 60. La

    prolijidad del discurso y la complejidad de la argumentacin de Jenofonte hacen sospechar que,

    pese a sus protestas, algo de cierto deba de haber en ese rumor. Es del todo verosmil que

    Jenofonte, quien apenas posea nada cuando entr al servicio de Seutes61, intentara llevarse algn

    beneficio extra antes de dejar el ejrcito. En todo caso, su actitud era ya sospechosa para gran parte

    de la tropa desde haca tiempo, segn manifiestan las palabras que Seutes le dirige ms tarde62.

    Es una lstima que un caballero como Jenofonte, cuyas dotes de mando y capacidad de sacrificio

    no dejan lugar a dudas a lo largo de la narracin, empae al final su trayectoria con uncomportamiento que podra calificarse simplemente de ruin, si no fuera por la gravedad de los

    hechos. Me refiero al ataque que lidera contra Asidates, un noble persa, cerca de Prgamo, en la

    ltima accin de la Anbasis63. El nico objetivo de esta incursin, que se convierte en una gran

    batalla, es la obtencin de botn, pues el persa se hallaba tranquilamente en sus dominios sin

    molestar a los griegos. Jenofonte y el ejrcito logran el botn deseado, a costa de matar mucha gente

    y de quedar heridos la mitad de ellos mismos. A la postre, el afn de riquezas vuelve a revelarse

    como el principal leit-motiv de los griegos mercenarios, incluido Jenofonte.

    4.La Anbasis, relato histrico y relato didctico

    Por lo dicho hasta ahora podra pensarse que Jenofonte deforma intencionadamente la realidad

    de los hechos que narra. En absoluto es esto as. Es solamente en las referencias hacia su persona

    cuando Jenofonte puede haber tergiversado en mayor o menor grado los hechos, con vistas a de-

    fender y realzar su actuacin, pero en todo lo dems el historiador recoge fielmente lo sucedido

    durante el itinerario de los Diez Mil. En lo esencial, y tambin en el detalle, la Anbasis es un relato

    histrico, como muy bien lo ha expresado el profesor Vela64:

    No cabe duda de que la presencia de un componente apologtico puede comportar unadesviacin en el grado de objetividad que exige el mandato del historiador. Adems, yahemos hecho referencia en el apartado anterior a las lagunas de Jenofonte como historiador

    que la crtica ha detectado igualmente en laAnbasis: no resulta exhaustivo en la recogida dedatos; margina voluntariamente hechos de primera importancia en favor de otros de menor

    relevancia objetiva; la perspectiva personal marca la narracin de los acontecimientos; laimprovisacin, en definitiva, predomina por encima del examen crtico necesario. Pese a

    todos estos inconvenientes, empero, en la Anbasis late una verdadera intencin histrica:Jenofonte cuenta los acontecimientos tal como sucedieron aunque se presente a s mismo de

    59Cfr.An. V 6, 15-16 y nota 40 del libro V.

    60Cfr.An. VII 6, 11-38.

    61 Cfr. An. VII 3, 20, en donde se dice que haba cruzado desde Pario con nada ms que un muchacho y slo el

    vitico.62

    Cfr.An. VII7, 51: s que para ti, al menos, es incluso ms seguro permanecer a mi lado que partir.63Cfr.An. VII 8, 9-23.64

    J. Vela, op. cit.,pgs. 27 s. Tambin O. Lendle, op. cit.,pg. 5 subraya la pertenencia al gnero historiogrfico de la

    Anbasis: alles in allem scheint mir die Zuordnung der Anabasis zum literarischen Genos der Historiographie durchXenophon selbst auber Frage zu stehen.

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    Jenofonte Anbasis

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    manera favorable y, si bien es a veces parcial en sus simpatas, no parece un expositor

    tendencioso de los hechos. Pero, sobre todo, muestra su singular talento como reportero deguerra, ms incluso que como historiador. Por ello se percibe una mayor capacidad para elrelato de los hechos personalmente vividos que para el de las noticias recibidas de otrosinformadores. En este sentido, su estilo de pinceladas cortas transmite con gran eficacia lasimpresiones de momentos decisivos dotados de gran dramatismo, como la llegada al mar del

    contingente tras la azarosa expedicin (IV 7.21-25).

    Este estilo de reportero de guerra65 es tal vez el aspecto ms interesante y atractivo de la

    narracin, al dar al lector informaciones de todo tipo sobre costumbres, comidas, etc., de los pases

    por los que atraviesan los expedicionarios. Jenofonte se detiene a describir frutos que los griegos no

    conocen, como los dtiles causantes de dolores de cabeza66; a describir bebidas extraas para ellos

    como una cerveza espesa67; a hablar de una miel enloquecedora68; a mencionar, en fin, las

    costumbres salvajes de los mosinecos69. Por este motivo, la Anbasis se convirti tambin en un

    modelo de su gnero, que podra definirse como de historiografa autobiogrfica, seguido por

    autores como Csar, por citar el caso ms conocido.

    La mayor parte de laAnbasispasa en territorio persa, y luego en territorio tracio, es decir, entre

    pueblos que los griegos llamaban brbaros(= no griegos). Sobre la relacin entre Grecia y Persiaen los siglos y y IV a.C. ya se ha aludido en II.1 Para los historiadores griegos, ya antes de

    Herdoto, las relaciones con los persas constituyen un foco de inters permanente, en tanto en

    cuanto ponen a los griegos en estrecho contacto con un pueblo, por un lado, muy poderoso, pero por

    otro, con un modo de vida radicalmente diferente al de ellos, que consideran inferior. En este

    sentido, laAnbasis, al igual que la Ciropedia, se inserta en la larga tradicin historiogrfica griega

    que desde Herdoto, pasando por Tucdides, tiene una perspectiva de los acontecimientos que, en

    general, se sita en tomo a la dualidadgrigo / brbaro70. En laAnbasis, naturalmente, el trmino

    brbaro se aplica sin distincin a todos los persas, tanto a los aliados de los griegos que forman

    parte del ejrcito de Ciro71, como a los enemigos que forman el ejrcito del rey72. Y Jenofonte no

    deja de resaltar las diferencias que separan a los persas de los griegos: as en el discurso filohelnico

    de Ciro al dirigirse a los oficiales griegos antes de la batalla de Cunaxa, en el que alaba el sistema

    poltico-social de los griegos73, o bien al describir el trato que reciben los miembros del ejrcito

    persa74. En ambos casos, aparece la cualidad de sbditos del rey que tienen los persas en duro

    65El trmino reportero es utilizado por O. Lendle, op. cit.,pg. 3: Tagebuchschreibers Xenophon. El autor alernn

    explica que la narracin de Jenofonte, con su participacin personal en los acontecimientos, tiene un estilo

    autobiogrfico con pretensiones literarias, confiriendo a la obra una forma especial de historia contempornea (cfr. O.

    Lendle, op. cit.,pg. 4: Xenophon beschreibt die militrischen Aktionen nicht nur der Sache nach, sondern stellt auch

    ihre Anlsse dar und lbt nicht selten reine Leser an der Entwicklung neuer Konzepte dadurch direkt teilnehmen, dad er

    die darber gefhrten Diskussionen in wrtlicher Rede nachzeichnet. Hier sind Fragen der Glaubwrdigkeit, desapologetischen Hintergrundes, der Charakterisierung der Redner und berhaupt der rhetorischen Gestaltung

    aufzuwerfen. Die Anabasis erffnet als ein nach periegetischem Modell organisierter und zugleich literarisch

    anspmchsvoller autobiographischer Bericht ber ein weltgeschichtlich unbedeutendes, von den Teilnehmern jedoch alsunbeschreibliches Abenteuer erlebtes Ereignis eine Sonderform der zeitgeschichtlichen Historiographie.).66

    Cfr.An. II 3, 15-16 y nota 21 del libro II.67

    Cfr.An. IV 5, 22-27 y nota 33 del libro IV.68

    Cfr.An. IV 8, 20-21 y nota 56 del libro IV.69

    Cfr.An. V 4, 32-34 y nota 27 del libro V.70

    Un anlisis filolgico del trmino barbaroen griego y de su empleo por los autores griegos hasta Tucdides puede

    verse en R. A. Santiago, Griegos y brbaros: arqueologa de una alteridad, Faventi a 20:2 (1998), pgs. 3344. El

    estudio rns actualizado y cornpleto sobre el concepto de brbaro en Herdoto lo ofrece el profesor M. Balasch en la

    Introduccin a su edicin de la Historia de Herdoto en esta misma coleccin (cfr. M. Balasch (ed.), Herdoto.Historia, Madrid, Ctedra, 1999, pgs. 46-58).71

    Cfr.An. I 7, 1; 7 , 3; 8, 5.72

    Cfr.An. I8, 19; 10, 11.73Cfr. An. I 7 , 3: Griegos... considero que vosotros sois mejores y ms valientes que muchos brbaros... As pues,

    procurad ser hombres dignos de la libertad que tenis y por la cual yo os considero felices. Pues sabed bien que

    preferira la libertad a todas las cosas que tengo y a otras tantas ms.74

    Cfr. An. III 4, 25: entonces los asaltaron los brbaros [a los griegos] y, desde la altura en direccin cuesta abajo,

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    Jenofonte Anbasis

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    contraste con las libertades individuales de que gozan los griegos.

    Sin embargo, no es la contraposicin entre griegos y persas la idea que predomina en la

    narracin del historiador. Aunque los persas, en general, aparezcan como traidores frente a los

    griegos75, el dolo y el engao se dan igualmente en bastantes griegos en cuanto llegan a territorio

    heleno, el de las colonias del mar Negro, como Jenofonte muestra sin reservas en los tres ltimos

    libros de la obra. En realidad, en la Anbasis, al igual que en la Ciropedia (vase 1.2), hay unaintencin didctica bien determinada por parte del historiador que va ms all de los

    acontecimientos narrados, si bien se presenta en forma ms encubierta que en la Ciropedia. El

    objetivo de Jenofonte es mostrar al lector un ideal del gobernante en la figura de Ciro el Joven, y

    despus, en cierta manera tambin, en la suya propia.

    El llamado retrato de Ciro del captulo 9 del libro I representa la culminacin de las cualidades

    del prncipe fallecido que Jenofonte ha ido dejando ver en la narracin anterior. Desde el principio

    de la obra, cuando dice que Ciro tena ms amigos que su hermano76, el historiador va mostrando en

    las acciones y en las palabras de Ciro todos los rasgos necesarios de un jefe perfecto: energa y

    capacidad de mando77, diligencia78, capacidad de persuasin79, de impartir justicia80, generosidad81,

    magnanimidad82, aptitud para transmitir confianza, cuando se dirige a los griegos antes de la

    batalla83

    , en fin, arrojo y valenta en el combate, propios de una persona joven, cuando muere alenfrentarse a su hermano84. El retrato de Ciro coordina estas cualidades agrupndolas irrealmente

    en una sola persona, paradigma del gobernante, de modo exactamente igual a como har el escritor,

    aos despus, con Ciro el Grande en la Ciropedia. El propio Jenofonte parece advertir al lector de

    este paralelismo, cuando empieza su repaso a la vida de Ciro con estas palabras: As muri Ciro, el

    hombre mejor dotado para reinar y el ms digno de gobernar de los persas nacidos despus de Ciro

    el Viejo85.

    No parece que ste fuera el Ciro histrico que se enfrent con Artajerjes, pues otros testimonios

    ofrecen una imagen negativa del prncipe sublevado86. Los hechos mismos parecen desmentir a

    Jenofonte, ya que un buen estratega militar no tiene un fallo tan grave como el de Ciro en la

    colocacin de su ejrcito para la batalla, ni se arroja l mismo temerariamente al centro del

    combate, si sabe que su muerte conlleva la derrota de sus tropas. Por otro lado, cuando ms tardeJenofonte relata el origen de su participacin en la expedicin (vase 11.3), Ciro aparece como un

    mentiroso a los ojos de los griegos. Pero todo esto tiene poca importancia para Jenofonte a la hora

    de escribir el retrato de Ciro. Lo que interesa ms que nada es dar un modelo de conducta

    humana a la vez que del monarca perfecto, en la bsqueda de un sistema de gobierno capaz de

    procurar el bienestar a los ciudadanos. El noble Jenofonte lo encuentra en la monarqua persa, pero

    con el significativo matiz de que el rey se presenta con rasgos ms propios de los griegos que de los

    persas: se trata de un prncipe helenizado. De esta manera, Jenofonte, como en la Ciropdia, aunque

    ms breve e indirectamente, expone su teora poltica, especie de despotismo ilustrado, en la que

    arrojaban lanzas, proyectiles con hondas y flechas con arcos a golpes de ltigo.75Vase todo el relato del libro II al respecto y lo dicho en II.1 sobre Tisafernes.76

    Cfr. An. I 1, 5: y cualesquiera que llegaba a Ciro de parte del Rey, de tal modo los trataba a todos que, al

    despedirlos, quedaban ms amigos suyos que del Rey.77

    Cfr.An. I 5, 7-8: Y al parecerle que obraban con parsimonia, como en un arrebato de ira mand a los persas rnsnobles de su squito que se unieran a la tarea de sacar adelante los carros. Entonces fue posible contemplar una muestra

    de su disciplina.78

    Cfr.An. I 5, 9: era evidente que Ciro se daba prisa en todo el recorrido y no perda tiernpo.79

    Cfr.An. I 5, 16, con las palabras citadas en nota 26 de esta introduccin.80

    Cfr. el juicio de Orontas en el captulo 6 del libro I.81

    Cfr. I 2, 11: no era propio del carcter de Ciro tener y no pagar;An. I 3, 21, en donde eleva un 50 por 100 el sueldode los mercenarios;An. I 7, 8, en donde prornete grandes riquezas a los griegos si vencen al rey.82

    Cfr.An. I 4, 8, en donde manifiesta que no tomar ninguna represalia contra Jenias y Pasin por haberse fugado de la

    expedicin; tambin en el juicio de Orontas (vase nota 80).83Cfr.An. I 7, 3-4.84

    An. I 8, 26-27.85

    Cfr.An. I 9, 1.86

    Cfr., por ejemplo, Plutarco,Artajerjes, 2, con lo dicho en nota 141 del libro I.

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    Jenofonte Anbasis

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    intenta conjugar lo mejor de la educacin persa con lo mejor del modus vivendi griego87. La

    dimensin didctica de laAnbasis sale ya a relucir en ese captulo.

    M. Woronoff88 ha enumerado las caractersticas principales que debe tener un jefe militar o

    gobernante segn Jenofonte, a partir del anlisis de todas sus obras. Algunas de esas cualidades se

    acaban de ver en Ciro; Jenofonte recoger su testigo a partir del libro III de la obra, y aparecer

    como un jefe rayano en la perfeccin

    89

    . La autoridad personal se fundamenta en la obediencia de losgobernados, en la disciplina militar90. Cabe aqu sealar dos aspectos bsicos en la teora poltica

    del escritor. En primer lugar, para Jenofonte las cualidades del gobernante deben de ser las mismas

    que las del jefe militar, es decir, no hay distincin entre la autoridad civil y la militar91. En la

    Anbasis Jenofonte es slo lo segundo, pero Ciro era ambas cosas. En segundo lugar, la autoridad y

    el carisma del jefe slo pueden lograrse y mantenerse mediante el exemplum de su conducta. Esta es

    una idea capital de laAnbasis. El comportamiento del jefe ha de ser irreprochable, y, adems, tiene

    que dar ejemplo de ello en las situaciones ms apuradas: as Jenofonte no duda en bajar de su

    caballo y marchar a pie como un simple soldado animando a los dems a subir una montaa92, o es

    el primero en ponerse a partir lea de buena maana con el suelo nevado 93. El propio Jenofonte

    expone al prncipe tracio Seutes ese pensamiento: yo, Seutes, considero que para un hombre, sobre

    todo si es jefe, ninguna posesin es ms hermosa ni ms brillante que el valor, la justicia y lanobleza de espritu94. Y lo hace para indicarle que su conducta no es la de un buen jefe, si obra con

    engao.

    Puesto que, en ltima instancia, el exemplum del gobernante tiene por finalidad, como todo

    exemplum, que sea imitado por cualquier hombre de bien. Por ello, en la Anbasis se ensea

    tambin un modelo de conducta individual, basado en la sinceridad, que representa no slo

    Jenofonte, sino tambin otros oficiales griegos, en contraposicin a la mentira y al engao que

    aparecen en otros hombres95. Es la segunda cara del didactismo del historiador: si en la primera se

    ensea al gobernante ejemplar, en sta se muestra al hombre de bien.

    87Cfr. la opinin al respecto de D. Plcido, Economa y sociedad. Polis y basileia. Los fundamentos de la reflexin

    historiogrfica de Jenofonte, Habis 20 (1989), pgs. 145 s.: la obra general de Jenofonte ve precisamente en esemodelo, en el persa, aquello que se desea conquistar por los griegos; pg. 146: Jenofonte se mueve entre Persia y

    Esparta, en busca de un sistema capaz de satisfacer las exigencias de la oligarqua en la crisis del siglo iv; pg. 147:

    Tirana y realeza oriental son, cada una por su cuenta, objeto de rechazo. Sin embargo, ambas, con el debido

    distanciamiento temporal y geogrfico, Hiern y Ciro, Sicilia y Persia, se convierten en modelo de lo que puede

    realizarse en la ciudad griega para salvarla de la crisis; pg. 148: Basileia y aristocracia son los regmenes leales.88

    M. Woronoff, Lautorit personnelle selon Xnophon,Ktema 18 (1993), pgs. 41-48.89

    Cfr. D. Plcido, op. cit., pg. 145: En la Anbasis es el propio Jenofonte quien se define como posible jefe

    carismtico y salvador, conductor de tropas mercenarias y programtico fundador de colonias exteriores, propias para

    solucionar los problemas econmicos de las masas de las ciudades griegas, que son las mismas que proveen los ejrcitos

    mercenarios.90

    Cfr.An. III 1, 38: la disciplina, en efecto, tiene fama de traer la salvacin, mientras que la indisciplina ya ha causado

    la prdida de muchos hombres antes, dice Jenofonte a los oficiales del ejrcito, al hablar de la necesidad primordial de

    elegir nuevos generales.91

    Como explica M. Woronoff, op. cit., pg. 48, ce pouvoir est dorigine essentiellement militaire, ce qui explique

    pourquoi Xnophon ntablit pas de diffrence de nature entre lautorit du maitre dun domaine, celle dun officier ou

    celle dun mi. Ms adelante concluye que cette rflexion sur "lart royal de gouverner les hommes" qui court tout aulong de son oeuvre dbouchera terme sur la constitution de lidologie militaire o les premiers souverains

    hellnistiques puiseront leur lgitimit.92

    Cfr.An. III 4, 47-49.93

    Cfr.An. IV 4, 12.94

    Cfr.An. VII 7, 41.95

    Cfr. S. W. Hirsch, The Friendship of the Barbarians. Xenophon and the Persian Empire, Hanover-Londres, 1985,pgs. 14-38, en donde analiza la Anbasisbajo el enfoque del par de conceptos verdad-engao, y concluye: Contrary

    to the impression given by some previous discussions of the work, the Anabasis is not about Persian deceit, but about

    deceit in human affairs. All parties to the events narrated by Xenophon Greeks and Persians, friends as well as

    enemies practice deceit, with dire consequences for the Greek army. Xenophons profound awareness of the role of

    trust and deceit in human affairs was engendered on the Anabasis and fortified by his meditation on the events of his

    time. Strategically located in the finale of theAnabasis, his speech to Seuthes affirming the value of trust lays to rest thetopic of deceit and its terrible consequences (pgs. 37 s.).

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    5.El texto de la Anbasis

    El texto de la Anbasis se conserva en un nmero considerable de manuscritos medievales,

    aparte de una serie de papiros descubiertos a principios de siglo que contienen fragmentos de laobra96. Los manuscritos ms antiguos que llevan el texto de la obra son de los siglos XII al XV; unadescripcin detallada de ellos la ofrece la edicin de Masqueray97. Los manuscritos han sidoclasificados tradicionalmente en dos grandes familias: los codics meliores, encabezados por elmanuscrito C(=Parisinus 1640, copiado en el ao 1320), al que siguen los cdices B (= Parisinus1641, del siglo XV),A (= Vaticanus 987, de datacin incierta) yE (= Etonensis , del siglo XV), ylos codices detriores, encabezados por F (= Vaticanus 1335, del siglo xii en lo referido aJenofonte) yM (= Vntus Martianus 590, de los siglos XII-XIII), y en el que figuran, entre otroscdices, dos manuscritos importantes ms, D (= Bodleianus, de finales del siglo XIV o principiosdel XV) y V(= Vindobondensis 95, del siglo XV).

    Hasta el descubrimiento de los fragmentos papirceos, la actitud de los editores de Jenofonte en

    el siglo pasado era bastante simple: el manuscrito C serva de base para la edicin, que eracompletada en sus lagunas por el resto de los codices meliores, mientras que el uso de los codicsdteriors se limitaba a la correccin de los pasajes claramente aberrantes que ofrecan los meliores.El hallazgo de los papiros oblig a los fillogos a reexaminar por entero la clasificacin de losmanuscritos en meliores y deteriores, que se ha revelado un tanto artificial. Breitenbach98 haresumido los resultados de la investigacin filolgica al respecto, que demuestra que la mayora delos llamados codices meliores contienen un texto perfeccionado y parcialmente mejorado porfillogos bizantinos. En consecuencia, Breitenbach concluye que estos manuscritos no merecen ladenominacin de meliores. De hecho, las lecturas de los llamados codices deteriores son muy amenudo preferibles a las de los meliores. Por ello, los editores de este siglo consideran de igualvalor una u otra familia para el establecimiento del texto de sus ediciones99.

    6. Traducciones al castellano de la Anbasis

    Menndez y Pelayo100da la noticia de la primera traduccin directa de laAnbasis del griego alcastellano. Se trata de la realizada por Diego Gracin de Alderete bajo el ttulo: Las obras de

    Xenophon, trasladadas de Griego en castellano por el Scretario Diego Gracin, divididas en tres

    partes. Dirigidas al Serenssimo Prncip Don Philippe nuestro sor, que fue publicada enSalamanca en 1552. El libro comprenda otras obras de Jenofonte, aunque no todas. Su traductor esconocido por haber traducido tambin a Tucdides. Esta publicacin no volvi a reeditarse hasta

    pasados dos siglos, cuando en 1781 Casimiro Flrez Canseco la revis y la reimprimi.Habra que esperar hasta este siglo para que saliera a la luz la segunda traduccin en castellano

    de laAnbasis. Esta fue realizada por ngel Snchez Rivero y publicada en la conocida ColeccinAustral en Madrid, en el ao 1930, con el ttulo de La expedicin de Ciro. La traduccin deSnchez Rivero se basa en la primera edicin del texto de la Anbasis en la coleccin alemanaTeubner, hecha por Gemoll en Leipzig, en 1899. Su versin, lgicamente, difiere mucho de la

    96Cfr. A. Paap (ed.), The Xenophon papyri. Anabasis, Cyropaedia, Cynegeticus, De Vectigalibus, Leiden, 1970, pgs.1-12.97Cfr. P. Masqueray (ed.),Xnophon. Anabase. Texte tabli et traduit, Pars, 1930-1931, [col. Guillaume Bud] vol. I,

    pgs. 29-40.98Cfr. H. R. Breitenbach, op. cit., col. 1907.99Por ejemplo, la edicin de Masqueray (vase nota 97) pgs. 36 y 39, se sigue basando principalmente en C, peroconsiderando importante la familia de los deteriores, mientras que la edicin de Hude (vase Bibliografa) pg. ix, toma

    partido por los manuscritosF yM.100Cfr. M. Menndez y Pelayo,Biblioteca de traductores espaoles, Madrid 1952, t. II, pgs. 188-190.

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    publicada cuatro siglos antes; es ms fiel al texto original y ms gil, si bien no lleva comentarios.

    J. B. Xuriguera public en Barcelona, en 1965, una versin poco fiable de las obras histricas deJenofonte en dos tomos, con el ttulo: Jenofonte. Historia griega. Tampoco resulta mejor latraduccin de laAnbasis de F. P. Samaranch en el tomoHistoriadores griegos, Madrid, 1969, yaque, aunque el traductor afirma que se trata de una versin directa, en realidad est muy basada en

    la traduccin francesa de P. Masqueray para la coleccin Bud.Otras traducciones aparecidas en colecciones de bolsillo son las de F. L. Cardona y J. AlcinaRovira para la editorial Bruguera, en Barcelona, en 1971, y la de V. Lpez para la editorialJuventud (Barcelona, 1976). Por ltimo, cabe mencionar la versin aparecida en la conocidacoleccin Biblioteca Clsica Gredos, en Madrid, en 1991, debida a Ramn Bach Pellicer. Suestilo, en gil castellano, es quiz un poco ms sobrio de lo debido, y el texto tiene el inconvenientede estar poco y no muy bien anotado.

    Entre las versiones de laAnbasis a las otras lenguas hispnicas, merece destacarse la execelentetraduccin al cataln del profesor Francesc J. Cuartero en la prestigiosa coleccin Bemat Metge,que acompaa su edicin del texto griego (vase Bibliografa), con una buena introduccin yanotacin.

    ESTA EDICIN

    La presente traduccin est basada en el texto griego de la edicin de E. C. Marchant en laOxford Classical Texts. He utilizado asimismo las ediciones de P. Masqueray, en la coleccinBud, de C. Hude, en la coleccin Teubner, y de F. Cuartero en la coleccin Bemat Metgeen todos los pasajes dudosos o en los que el texto de Marchant presenta alguna dificultad. Enconcreto, en las siguientes lecturas he optado por la variante del texto de Hude:

    pasaje edicin de Marchant edicin de HudeIII 3, 10 VI 1, 32 VI 6, 28 VII 8, 1 En VII 8, 8 he preferido la conjetura de Hutchinson a la lectura de

    Marchant y a de Hude. En cuanto a los signos diacrticos de la edicin de Hude, heoptado por mantenerlos en la traduccin, aun a costa de afear la presentacin del texto, porconservar la fidelidad al original griego. La primera vez que aparecen estos signos son explicadosen notas a pie de pgina. Son cuatro: los corchetes cuadrados, [ ], que indican texto de dudosaautenticidad, los parntesis angulares < >, que indican texto reconstruido, las cruces, , queindican texto corrupto imposible de solucionar, y los puntos suspensivos,..., que indican laguna.

    La traduccin que presento pretende recoger lo ms fielmente posible el estilo de Jenofonte sintraicionar la prosa castellana. En numerosas ocasiones, esto representa un dificil equilibrio, ya queJenofonte tiende en los pasajes narrativos a un estilo suelto y vivaz, con uso abundante dehiprbatos y asndetos, que llega a veces al anacoluto sintctico. En general, se percibe en laredaccin de estos pasajes una falta de reelaboracin del texto, un cierto tono informal ms propiodel lenguaje hablado, en el que no faltan las repeticiones. En este sentido, se evitan las complejasestructuras sintcticas que se encuentran en otros escritores como Tucdides, y es por ello por lo que

    resulta un autor de lectura amena y natural, a pesar de las deficiencias sealadas. Mucho mslogrados estn los discursos, en los que Jenofonte hace gala de su formacin retrica y de sucapacidad psicolgica para penetrar en el pensamiento de cada orador y retratarlo con sus palabras.

    Para la traduccin he consultado las versiones francesa de Masqueray y catalana de Cuartero. Me

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    han resultado tambin tiles para la traduccin los dos extensos comentarios de la Anbasisaparecidos en los ltimos aos: me refiero a los libros de O. Lendle y de J. P. Stronk (vase

    Bibliografia). De ellos me he servido asimismo en las notas al texto101. Se aade tambin un mapa

    del itinerario de los Diez Mil.

    Toda la traduccin ha sido revisada y mejorada por Juan Varias Garca, profesor de lengua y

    literatura espaolas, y parcialmente tambin por Luisa Blecua, becaria de investigacin de laUniversidad Autnoma de Barcelona. A ambos les hago constar mi agradecimiento por su generosa

    y gran ayuda, dejando claro que la responsabilidad del texto que aqu se ofrece es exclusivamente

    ma. El mapa del itinerario de la expedicin griega y el esquema de la batalla de Cunaxa (figura 1)

    no hubieran aparecido sin las manos expertas de Agust Alemany, quien ha suplido con creces mi

    poca traza con los sistemas informticos; quede aqu mi agradecimiento hacia l tambin. En deuda

    de gratitud estoy igualmente con los profesores Antonio Lpez Eire y Manuel Balasch, maestros de

    la filologa griega, de quienes he aprendido mucho en el arte de la traduccin con la lectura de sus

    versiones de diversos autores griegos. Finalmente, , quiero agradecer ala profesora Rosa A. Santiago no slo su estmulo inicial y apoyo a esta edicin, sino sobre todo la

    enseanza, durante largos aos, de la dificil tarea de traducir los autores griegos a nuestras lenguas

    vernculas.

    101El libro de Lendle es abreviado en las referencias as: O. Lendle,Kommentar.

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    BIBLIOGRAFA

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