Anderson, Poul - La Decima Victima

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La dcima vctima

La dcima vctima

Poul Anderson

Ttulo original: The Tenth Victim.Portada: Perceval y Archivo VendrellTraduccin: Jos Ma Aroca 1966; Robert Sheckley 1982; Ediciones Acervo. Coleccin Gaudeamus n 17.ISBN 84-7002-242-3 Depsito Legal B. 7395-1978Edicin digital de Carlos Palazn. Revisado por Umbriel en Enero de 2003.

IPodra haber sido la perdicin de cualquier hombre: Caroline Meredith, una joven esbelta y flexible sentada pensativamente tras un alto mostrador de caoba, con sus bien formadas piernas provocativamente entrelazadas y su alargado y exquisitamente modelado rostro (que recordaba el jade antiguo, pero con delicados matices marfileos) asomado a las insondables profundidades de su Martini. Estatuaria, pero turbadoramente viva, vestida con las ms finas sedas, y con un abrigo de marta cebellina color azabache colgando descuidadamente sobre sus soberbios hombros, podra haber representado todo lo que era hermoso, bueno y deseable en la extraamente diversa ciudad de Nueva York.O, al menos, eso debi pensar el turista. Estaba extasiado, a unos tres metros del cristal del escaparate del bar en el cual la bella Caroline permaneca sentada contemplando las profundidades de su vaso. Era un chino: un vendedor de nidos de ave de Kweiping, a juzgar por su traje blanco de piel de tiburn, su corbata de seda cruda y sus zapatos brocados. De su cuello colgaba una gran cmara fotogrfica: una Bronica para todo el mundo, menos para los iniciados. Con deliberada indiferencia, el oriental levant su cmara y sac una foto de una acequia a su izquierda y de una excavacin a su derecha. Luego enfoc a Caroline.Realiz varias operaciones con el mecanismo de la cmara. Se produjeron chirridos y zumbidos, y un panel lateral se abri.En aquella abertura, con la rapidez de un prestidigitador, el inescrutable celeste desliz diestramente cinco proyectiles de punta roma, y cerr la abertura. As, tcnicamente, su cmara no era ya una simple cmara; pero tampoco era un simple revlver. Ahora era un revlver-cmara, o una cmara-revlver; o, para utilizar el adecuado (aunque recientemente acuado) trmino de argot, era un convertible; es decir, uno de esos objetos destinados a realizar dos funciones independientes entre s.As preparado, el Peligro Amarillo avanz hacia su blanco con pasos rpidos y ligeros. Slo una respiracin levemente asmoide podra haber traicionado su propsito a un observador casual.La encantadora Caroline no cambi de postura. Pero levant su vaso; dentro no haba ninguna sibila, pero s lo ms parecido a ella: un diminuto espejo. En l observ con inters los movimientos del Matador de Kwantung.El momento de la verdad se estaba acercando con rapidez. El chino apunt; y Caroline, con un impresionante despliegue de reflejos, lanz su vaso contra el escaparate unas dcimas de segundo antes de que el Hijo del Cielo apretara el gatillo.Oh! En el momento preciso! Oiga! exclam el chino. (Aunque haba nacido en la orilla izquierda del ro Hungshui, se haba educado en Harrods).Caroline no dijo una sola palabra. A un palmo por encima de su cabeza haba un orificio estrellado en el cristal del escaparate. Caroline se dej caer al suelo antes de que el individuo pudiera volver a disparar, y se precipit hacia la parte trasera como un murcilago escapado del infierno.El camarero, que haba estado contemplando la accin, agit la cabeza admirativo. Su verdadera aficin era el ftbol, pero le gustaba una buena Caza.Ese va por ti, muchacha! grit detrs de la apresurada Caroline.En aquel preciso instante el vendedor de nidos de ave irrumpi en el bar y corri hacia la parte posterior, persiguiendo a la bella joven.Bienvenido a Amrica grit el camarero detrs de l, y feliz Cacera.Disculpe, tengo mucha prisa respondi cortsmente el Diablo Amarillo, sin dejar de correr.Hay que descubrirse ante los japoneses observ el camarero, dirigindose a un cliente sentado al final del mostrador. Tienen modales.Otro Martini doble dijo el hombre sentado al final del mostrador. Pero esta vez pon la rodaja de limn a un lado del vaso. No resulta agradable ver flotar una fea rodaja de limn en la bebida de uno, como si fuera un Planter's Punch u otro brebaje por el estilo,S, seor, lo siento mucho, seor dijo el camarero amablemente. Mezcl la bebida con cuidado, pero no dejaba de interrogarse acerca de aquel Cazador Oriental y su Vctima Americana. Cul de los dos iba a imponerse? Cmo acabara la cosa?El hombre sentado al final del mostrador debi leer sus pensamientos.Te concedo tres a uno dijo.Sobre qu?A favor de la muchacha contra el chino. El camarero vacil, luego sonri, agit la cabeza y sirvi la bebida.Tendrn que ser cinco a uno dijo. Esa damita me ha dado la impresin de ser muy lista.Hecho dijo el hombre, que tambin era muy listo. Dej caer una gota de limn sobre la transparente superficie de su bebida.Moviendo con celeridad sus largas piernas, con el abrigo de marta cebellina bajo el brazo, Caroline corri ms all de los chillones esplendores de la Avenida Lexington y se abri paso a travs de una muchedumbre reunida para presenciar el empalamiento pblico de un delincuente en la gran estaca de granito en la confluencia de la Calle 69 y el Parque. Nadie prest una atencin especial a Caroline: todo el mundo estaba pendiente del despreciable criminal, un patn de Hoboken con un revelador envoltorio Hershey arrugado a sus pies y las manos manchadas de chocolate. Con rostros ptreos, escucharon sus torpes disculpas y sus patticas splicas; y vieron palidecer su rostro cuando los dos verdugos pblicos le agarraron por los brazos y las piernas y le sostuvieron en alto, preparados para dejarle caer sobre la Estaca del Malhechor. En aquellos momentos interesaba mucho la recin inaugurada poltica de las ejecuciones al aire libre ("De qu tenemos que avergonzarnos?"), mientras disminua el inters por las predecibles cabriolas asesinas de Cazadores y Vctimas.Caroline corri, con sus rubios cabellos ondeando detrs de ella como un brillante estandarte de incierto significado. A menos de quince metros detrs de ella, resoplando ligeramente y sudando un poco, avanzaba el Pagano chino, con su cmara-revolver en sus dos manos desprovistas de vello. Su marcha no pareca particularmente rpida; y sin embargo, poco a poco, con la inmemorial paciencia de los Hijos de Han, le estaba ganando terreno a la hermosa joven.No se arriesgaba an a disparar; hacerlo sin un blanco definido era visto con malos ojos, y matar o mutilar a un mirn, por accidentalmente que fuera, resultaba vergonzoso y constitua una torpeza imperdonable y una irrevocable prdida de prestigio.En consecuencia, se abstena de disparar, apretando contra su pecho aquel instrumento que era capaz, a travs del perverso ingenio del hombre, de crear una copia y destruir el original simultneamente. Un observador atento podra haber observado un premonitorio temblor digital, as como la leve y anormal rigidez que adquiran los msculos del cuello del hombre. Pero esto era de esperar, ya que John Chinaman slo haba tomado parte en dos Caceras, y en consecuencia era un principiante en el fenmeno social ms importante de la poca.Caroline lleg a la esquina d la Avenida Madison y la Calle 69, dirigi una rpida ojeada a su alrededor, pas por delante del Graven Chicken Delicatessen (donde podan comer hasta cincuenta personas; precios a voluntad), y sbitamente se par. Jadeando intensamente, vio una puerta abierta ms all del Graven Chicken. Penetr inmediatamente y subi la empinada escalera hasta el segundo piso, donde se encontr en un atestado rellano.Al final del rellano vio un letrero: Galera Amel: Objects de pop-op revisite. Y supo en seguida que se encontraba en una galera de arte: un lugar que haba planeado visitar algn da, aunque en circunstancias algo mejores.Sin embargo... uno mata donde puede y muere donde debe, como deca el antiguo refrn. En consecuencia, sin mirar hacia atrs, Carolina se abri paso hasta la puerta de la sala, ignorando los indignados murmullos de los que aguardaban turno, y mostr una tarjeta a un uniformado portero que estaba controlando y tranquilizando el trnsito humano.El portero examin la tarjeta, que se facilita a toda Vctima (as como a todo Cazador), concedindoles Derechos de Emergencia de Entrada y Salida mientras estn activa y legalmente dedicados a salvar sus propias vidas o a destruir la de otro. El portero asinti. Caroline recuper su tarjeta y entr en la galera.Se oblig a s misma a andar despacio, a tomar un catlogo y a tratar de controlar su respiracin. Se puso unas gafas, apret ms fuertemente su abrigo alrededor de sus torneados hombros, y avanz lentamente a travs de las diversas salas intercomunicadas de la galera.Sus gafas, ligeramente teidas, eran de un modelo recientemente salido al mercado, "Vea-a-su-alrededor", que proporcionaba al que las llevaba una aproximacin visual de 360 grados, con pequeos pero enojosos puntos ciegos a 42 y 83 grados, y con una zona de distorsin que se extenda en lnea recta desde 350 hasta 10 grados.Pero aunque las gafas resultaban molestas y capaces de producir graves cefalalgias, su utilidad era indiscutible. Ya que a travs de ellas Carolina localiz a su Cazador a unos diez metros detrs de ella.S, era l, su Plaga Asitica, con su traje blanco empapado en sudor y su corbata de seda cruda ligeramente torcida. Pero su cmara mortal segua fuertemente apretada contra su pecho, y avanzaba con la implacable determinacin de una fiera salvaje, con los ojos fruncidos y la lisa y alta frente arrugada a causa de la concentracin.Caroline avanz con casual apresuramiento, interponiendo una muchedumbre de visitantes entre ella y su Nmesis del Kwantung Septentrional.Pero John Chinaman la haba visto, y ahora avanz rectamente hacia la multitud tras la cual se haba refugiado Caroline. Sus labios estaban fuertemente apretados y sus ojos se haban fruncido todava ms, hasta el punto de que poda ver muy poco.Pero pudo ver que su Vctima no estaba entre la multitud. Le haba eludido, haba desaparecido. Ah, no tena importancia! Una sonrisa asom a las comisuras de su boca. Ms all de la multitud haba una sola puerta. Al verla, lleg a la solucin de su problema, en un sbito relmpago de intuicin, sin necesidad de las tediosas etapas intermedias de la lgica Occidental. Ella haba entrado all. Y as, torvamente, pero con un leve sentimiento de futura compasin, l tambin entr all.Se encontr contemplando una exposicin de figuras de cera: cera autntica, aparentemente, la misma sustancia que haba sido utilizada en la poca de los Antiguos. Contempl las figuras, distendiendo los msculos alrededor de sus ojos para mejorar su visin. Todas las figuras eran de mujeres, muy atractivas (desde el punto de vista occidental) y apenas vestidas (desde todos los puntos de vista). Parecan reproducir diversas posturas de un mismo tipo de danza. El letrero indicador proclamaba "Striptease. La Metamorfosis Bastarda. 1945: poca de Inocencia; 1965: Herrumbre y Polilla. 1970: Renacimiento de Cartilegio; 1890: Desafo Informal de la Formalidad..."Contempl aquella escena, apenas comprensible para unos ojos educados para extraer la belleza de bosques laqueados, abortos de ros en miniatura, grullas estilizadas... Pero all haba una cosa que reconoci.Uno de aquellos modelos, el tercero empezando por la izquierda, tena un largo mechn de cabellos rubios semiocultando su rostro; y a sus pies estaba el revelador abrigo de color azabache.El Celeste no vacil ms. Su cmara-revlver fue alzada y situada en posicin. Puls el botn-gatillo, y los tres proyectiles se incrustaron en el trax formando un tringulo de menos de cinco centmetros de lado: un trabajo excelente, desde el punto de vista de cualquiera.De modo que ya estaba hecho, haba llevado a cabo el asesinato, haba tenido xito, haba...Una de las figuras de cera situada al final de la hilera cobr vida sbita y sorprendentemente. La figura gir sobre s misma; era Caroline, semidesnuda, con la mitad superior de su atractivo cuerpo cubierto nicamente por un sujetador metlico de extraa forma que recordaba el que llevaba Wilma, la legendaria esposa de Buck Rogers.El de Caroline era una prenda ms prctica que aquel arquetpico sujetador de otros tiempos; ya que cuando se encar con el desconcertado cazador, cada una de sus copas efectu un solo disparo. Y el Cazador apenas tuvo tiempo de decir: "An as, uno empieza a comprender", antes de desplomarse, tan muerto como la caballa de ayer en la pescadera de hoy.La escena, desde luego, haba tenido algunos espectadores. Uno de ellos le coment a otro:Lo considero un asesinato vulgar.El otro replic:Ni hablar. Es un asesinato camp, si se me permite el arcasmo. Limpio pero chilln insisti el primero. Creo que podra llamrsele un asesinato fin de sicle. Eh?Probablemente replic el segundo espectador, si uno es aficionado a las analogas de pantalones bombachos.Apabullado, el primer espectador se alej altivamente y empez a examinar una exposicin retrospectiva de productos de la NASA.Caroline recuper su abrigo color azabache (que varias de las mujeres presentes haban reconocido como piel de rata almizclera teida), sopl el humo de los dos caones retrctiles de los revlveres de las copas de su sujetador, puso sus ropas en orden, se ech el abrigo sobre los hombros y sali de la sala de maniques.La multitud, en su mayor parte, haba ignorado todo el asunto; all estaban los autnticos amantes del arte que no permitan que sus contemplaciones estticas fueran perturbadas por sucesos externos.Un polica lleg con deliberada rapidez, se acerc a Caroline y le pregunt:Cazador o Vctima?Vctima dijo Caroline, y le entreg su tarjeta.El polica asinti, se inclin sobre el cadver del chino y extrajo su cartera de uno de sus bolsillos. Dentro de ella encontr una tarjeta similar. Traz una gran X sobre ella. En la tarjeta de Caroline, taladr un agujero en forma de estrella debajo de una hilera de agujeros similares y le devolvi el documento.Nueve Caceras, eh, seorita? dijo, en tono adulador.En efecto, oficial respondi Caroline seriamente. Bueno, ha sido un afortunado desenlace, y ha realizado usted un buen trabajo dijo el polica. Algunos individuos actan como carniceros. Personalmente, me gustan los trabajos bien acabados, lo mismo si se trata de un asesinato que de cocinar o de reparar zapatos o de cualquier otra cosa. Veamos, qu quiere usted hacer en lo que respecta al dinero del premio?Oh, dejar que el Ministerio lo ingrese en mi cuenta.Dar el oportuno informe dijo el polica. Nueve asesinatos! Slo le falta uno, eh?Caroline asinti. Una pequea multitud se haba reunido ahora a su alrededor, apartando al polica. Eran todas mujeres; una Cazadora femenina no era excepcional, aunque s lo bastante rara an como para llamar la atencin.Le manifestaron su admiracin, y Caroline acept sus elogios de buena gana durante varios minutos. Pero luego descubri que estaba muy cansada: ninguna persona normal permanece completamente insensible a la tensin emocional de un asesinato.Les agradezco mucho su simpata dijo, pero ahora tengo que regresar a casa y descansar. Seor polica, sera mucha extorsin para usted enviarme la corbata del Cazador? Me gustara conservarla como recuerdo.Sus deseos son rdenes para m se apresur a contestar el polica, y abri un camino para Carolina a travs de la enloquecida muchedumbre, que la sigui hasta el taxi ms prximo.Cinco minutos ms tarde un hombre barbudo que llevaba un traje de pana y mocasines franceses entr en la sala. Mir a su alrededor, asombrado al encontrar la galera vaca; no haban dicho que esta exposicin fuera una liquidacin. No importaba. Empez a examinar lo expuesto.El hombre asinti con aire de entendido mientras pasaba por delante de los diversos cuadros, estatuas y objetos de arte. Se detuvo al llegar junto al cadver del chino, tendido en el centro de una de las salas y todava sangrando ligeramente. Lo contempl prolongada y pensativamente, lo busc en su catlogo sin encontrarlo, y decidi que habra llegado demasiado tarde para ser incluido en la lista. Lo contempl ms de cerca, pens profundamente, y lleg a una conclusin.Simplemente arquitectnico afirm con aire de autoridad. Eficaz, quiz, pero demasiado sensiblero.Pas a la sala contigua.

IIHay algo tan bello como un da de junio? Hoy podemos contestar a esa pregunta cualitativa y definitivamente. Ms bello, con mucho, es un da en Roma a mediados de octubre, cuando Venus est en ascenso en la Casa de Marte, y los turistas, como otros tantos lemingos, han completado su misteriosa migracin anual y estn ahora (la mayora de ellos) de regreso en sus hogares, atados a las hmedas y tristes tierras que les vieron nacer.Algunos de esos buscadores de la luz del sol y la ilusin del calor se quedan, sin embargo. Todos dan sus pobres excusas: una obra teatral, una fiesta, un concierto que no deben perderse, una audiencia con ste a con aqul. Pero los verdaderos motivos son siempre los mismos. Roma tiene un ambiente, pueril pero inigualable. Roma sugiere la posibilidad de convertirse en el actor principal en el drama de la propia vida de uno. (La sugerencia es falsa, desde luego; pero las ms estlidas ciudades septentrionales ni siquiera poseen la sugerencia).El Barn Erich Siegfried von Richtoffen no pensaba en nada de eso. Sus facciones reflejaban pocas cosas exceptuando una irritacin habitual. Alemania le fastidiaba (flojera), Francia le disgustaba (suciedad), e Italia le fastidiaba y le disgustaba (flojera, suciedad, igualitarismo, decadencia). Vena a Italia cada ao; a pesar de sus irreparables defectos, era uno de los lugares menos repulsivos que conoca. Y, adems, tena el Concurso Hpico Internacional anual en la Piazza de Siena.El Barn era un soberbio jinete. (Acaso sus antepasados no haban aplastado a los campesinos en el barro bajo las pezuas forradas de hierro de sus corceles?). Ahora estaba en los establos, y poda or una banda de cornetas mientras los carabineros montados desfilaban a travs de la Piazza en sus resplandecientes uniformes.El Barn estaba sumamente irritado en aquel preciso instante, ya que se hallaba semidescalzo esperando a que uno de los lacayos (nunca poda encontrarse a aquellos individuos cuando eran necesarios) le devolviera sus botas. El maldito individuo se las haba llevado haca exactamente 18 minutos y 32 segundos, segn el Accutron que el Barn luca en su mueca; cunto se tardaba en lustrar un par de botas? En Alemania (o mejor dicho, en el pueblo de Richtoffenstein, que el Barn consideraba como el ltimo fragmento que quedaba de la verdadera Alemania), unas botas podan ser lustradas casi a la perfeccin en un tiempo-promedio de siete minutos y catorce segundos. Esta clase de demora haca que un hombre deseara sollozar de rabia, o intimidar a alguien, o hacer algo...Enrico! grit el Barn, con una voz que poda haber sido oda desde tan lejos como el Campo de Marte Enrico, maldita sea tu estampa! Dnde ests?Alguien llamando, ninguna respuesta... En la Piazza, un mejicano llamativamente vestido se estaba inclinando ante los jueces. A continuacin le tocaba actuar al Barn. Pero no tena botas, maldita sea, no tena botas!Enrico, presntate aqu inmediatamente o esta noche correr la sangre! grit el Barn. Era una frase muy larga para gritarla, y al final de ella el Barn se qued sin aliento. Escuch, esperando una respuesta.Y, dnde estaba el esquivo Enrico? Debajo de la tribuna, sacando el lustre final a un par de botas de montar tan bellas como para constituir el orgullo de cualquier jinete. Enrico era un viejo marchito, nacido en Emilia y trado a Roma por peticin popular. Todo el mundo estaba de acuerdo en que nadie conoca tanto el arte de lustrar (ni siquiera aquellos adeptos que seguan los principios del Zen sobre el Arte de Lustrar) como Enrico.Enrico trabajaba, concentrado ahora e las relucientes espuelas. Su frente estaba arrugada debido a aquella misma concentracin mientras frotaba suavemente el acero plateado con una substancia especial.No estaba solo. A su lado, contemplndole con visible inters, se encontraba un hombre que podra haber sido tomado por el hermano gemelo de Enrico. Los dos hombres iban vestidos exactamente iguales hasta en el menor de los detalles. Lo nico que les diferenciaba era el hecho de que el segundo Enrico estaba atado y amordazado.En el exterior, la multitud ruga aprobando la actuacin del mejicano. Por encima de aquel rugido poda orse la voz cada vez ms destemplada del Barn:Enrico!Ahora, apresuradamente, Enrico 1. se puso en pie, dio una ltima ojeada de inspeccin a las botas, palme a Enrico 2. en la frente, entre las cuerdas, y coje rpidamente a travs de la tribuna hacia su amo actual.Hah! dijo el Barn, y acompa aquella exclamacin de varias afirmaciones en un balbuceante alemn, incomprensible pero indudablemente despectivas para el humilde Enrico.Bueno, veamos dijo finalmente el Barn, dejando que su frenes se enfriara y quedara reducido a una clera normal. Inspeccion las botas y las encontr irreprochables. Sin embargo, las frot con un trapo de gamuza que siempre llevaba en el bolsillo como prevencin.Ahora ponme las botas, inmediatamente orden el Barn, proyectando hacia adelante un poderoso pie teutnico.La tarea qued completada tras muchos tirones y maldiciones. Y en el momento preciso, tambin, ya que el jinete mejicano (llevaba gomina en el pelo!) se estaba retirando entre estruendosos aplausos.Calzado al fin, con su monculo pegado al ojo, y con su mejor caballo (el famoso Carnvora III, descendiente de Astra y de spera) muy cerca de all, el Barn ech a andar para presentarse a los jueces.Parndose exactamente tres pasos delante de la tribuna, el Barn se cuadr, inclin su cabeza un par de centmetros, y entrechoc marcialmente sus tacones.Se produjo una gran explosin, y el Barn qued envuelto en una nube de humo gris.Cuando la humareda se despej, pudo verse al Barn cado boca abajo delante de la tribuna, tan muerto como la merluza de la semana anterior.La conmocin fue terrible entre los espectadores, posedos de una catarsis emocional, a excepcin de un ingls solitario, vestido de un modo estrafalario, que grit con voz firme:El caballo! Est bien el caballo?Despus de asegurarse de que el caballo del Barn estaba completamente ileso, el ingls volvi a dejarse caer en su asiento, murmurando que era absolutamente injusto para los caballos hacer estallar explosivos cerca de ellos, y que en algunos pases el autor de semejante atropello tendra que vrselas inmediatamente con la polica.En este pas en particular, el autor de aquel acto tuvo que vrselas tambin inmediatamente con la polica. El responsable apareci en seguida, saliendo del establo y despojndose de su disfraz.Antes haba sido Enrico 1; ahora se mostraba como Marcello Polletti, un hombre de cuarenta, o quiz treinta y nueve, aos, con un rostro atractivo y melanclico, una sonrisa tmida y una estatura algo superior a la mediana. Tena unos pmulos altos y salientes sugiriendo profundas reservas de pasin, un aire de escepticismo congnito, y unos ojos leonados que reflejaban cierta indolencia en el hombre. Aquellas caractersticas fueron inmediatamente aparentes para los varios millares de personas que se encontraban en las gradas y que las comentaron favorablemente.Polletti salud a la multitud que aplauda entusiasmada y mostr su Licencia de Cazador al agente de polica ms prximo.El polica examin la tarjeta, la taladr, y se la devolvi a Polletti.Todo en orden, seor. Y quiero ser el primero en felicitarle por un asesinato excitante y esttico al mismo tiempo.Es usted muy amable dijo Marcello. Ahora estaba rodeado por una multitud de reporteros, buscadores de emociones y admiradores de todos los tipos y pelajes. La polica alej a todo el mundo salvo a los autnticos periodistas, y Marcello contest a sus preguntas con tranquila dignidad.Por qu utiliz usted el sistema del alto explosivo en las espuelas del Barn? pregunt un reportero francs.Me pareci el ms adecuado respondi Polletti. El hombre llevaba una chaqueta a prueba de balas.El periodista asinti y garabate en su cuaderno de notas:"El entrechocar de tacones prusiano, que ha aterrorizado a tanta gente, pone una nota irnica en el desenlace de esta Caza. Morir al realizar un acto de simblica arrogancia un acto que presupone una vala superior, que a su vez presupone inmortalidad es algo que sin duda puede calificarse de muerte existencial. Al menos, eso es lo que nos sugieren las palabras del Cazador Marel Poeti..."Cmo cree usted que se desenvolver como Vctima en su prxima cacera? pregunt un periodista mejicano.No puedo saberlo respondi Polletti. Pero no cabe duda de que slo podr terminar de una u otra manera.El periodista asinti y escribi:"Mariello Polenzi mat con placidez, y contempla su propia ruina inminente con la misma ecuanimidad. En esto podemos ver la afirmacin universal del machismo, esa cualidad varonil que pone en juego la vida slo a travs de la aceptacin impasible de la muerte..."Es usted duro? pregunt una periodista norteamericana. Decididamente, no dijo Marcello.Ella escribi:"Una aversin a la jactancia unida a una suprema confianza en sus propias facultades convierten a Marcello Polletti en un hombre singularmente aceptable para las normas de conducta norteamericanas..."Teme usted que le maten? pregunt un reportero japons.Desde luego respondi Marcello."El Zen, al menos en uno de sus aspectos escribi el reportero, es el arte de ver las cosas tal como son; Marcello Polletti, al contemplar tranquilamente su propio miedo a la muerte, puede decirse que ha dominado su propio miedo a la muerte de un modo tpicamente japons. Aunque sigue en pie, inevitablemente, una pregunta: la admisin de Polletti de su miedo, es una conquista magnfica de lo inconquistable, o una simple admisin de lo inadmisible?"Polletti recibi una cantidad considerable de publicidad. No era cosa de todos los das la "voladura" de un hombre en el Concurso Hpico Internacional. Era un hecho que constitua noticia.Y ayudaba a ello, desde luego, el que Polletti fuera atractivo, modesto, despreocupado, viril y, por encima de todo, cotizable.

IIIUna gigantesca computadora chasqueaba y chirriaba, destellaba luces rojas y ondulaba luces azules, apagaba puntitos blancos y encenda puntitos verdes. Era la Computadora de los Juegos, la gran mquina que tena duplicados en todas las capitales del mundo civilizado y que arbitraba los destinos de todos los Cazadores y Vctimas. Seleccionaba y emparejaba al azar a los antagonistas individuales, registraba los resultados de sus enfrentamientos, otorgaba premios en metlico a los ganadores, transmita el psame a los familiares de los derrotados, y alternaba a los jugadores supervivientes corno Vctima o Cazador, ya que deban seguir jugando irrevocablemente hasta que uno de ellos haba alcanzado el lmite arbitrario de diez.Las normas eran simples: la Caza estaba abierta a todo el mundo, hombre o mujer, sin discriminacin de raza, religin ni nacionalidad, de edades comprendidas entre los dieciocho y los cincuenta aos. Los que entraban en el juego lo hacan por diez Caceras, sirviendo alternativamente cinco veces de Vctima y cinco de Cazador. Los Cazadores reciban el nombre, la direccin y la fotografa de su Vctima; las Vctimas eran informadas simplemente de que tenan a un Cazador detrs de ellas. Todos los asesinatos tenan que ser realizados personalmente, y se sancionaba severamente el asesinato, por error, de una persona que no fuera la Vctima. Los premios en metlico aumentaban su cuanta a medida que aumentaba el nmero de asesinatos. Un Ganador Absoluto diez asesinatos se aseguraba para siempre ilimitados privilegios civiles, financieros, polticos y morales.La cosa no poda resultar ms fcil. Tan fcil como caerse por un precipicio.Desde que se instauraron las Caceras no se haban producido guerras importantes; slo incontables millones de pequeas guerras, reducidas al menor nmero posible de contendientes: dos.La Caza era completamente voluntaria, y su objetivo estaba de acuerdo con la ms prctica y realista de las perspectivas. Si alguien deseaba matar a alguien, se argumentaba, por qu no dejar que lo intentara, en el supuesto de que pudiera encontrarse a otro alguien que tambin deseara matar a alguien? De esa manera podan asesinarse el uno al otro y dejar al resto de la humanidad en paz.A pesar de su aparente supermodernismo, el Juego de la Caza, en principio, distaba mucho de ser una absoluta novedad. Era una regresin cualitativa a una poca ms antigua y ms feliz, cuando mercenarios a sueldo se encargaban de combatir y los no combatientes permanecan al margen de la lucha, hablando de sus cosechas.La Historia es cclica. Una sobredosis de yin se transforma irrevocablemente en yang. La poca del ejrcito profesional (y con frecuencia no combatiente) qued atrs, y empez la poca del ejrcito en masa. Los agricultores ya no podan hablar de sus cosechas: tenan que luchar por ellas. Y aunque no tuvieran ninguna cosecha que defender, tenan que luchar. Los obreros de las fbricas se encontraban involucrados en intrigas bizantinas al otro lado del ocano, y los dependientes y oficinistas portaban armas en selvas exticas y a travs de cumbres heladas.Cmo lo aceptaban? En aquella poca todo haba parecido muy claro. Se haban esgrimido muchos motivos, y cada hombre adoptaba el ms adecuado a su propia emotividad personal. Pero lo que pareca obvio en un momento determinado fue perdiendo validez a medida que pasaron los aos. Profesores de historia, expertos en economa, psiclogos y antroplogos empezaron a argir, a objetar, a contraopinar y a establecer la necesidad de poner las cosas en claro.El granjero, el dependiente, el oficinista y el obrero de la fbrica esperaron pacientemente a que alguien les explicara por qu eran enviados en realidad a la muerte. Al no obtener ninguna respuesta convincente, empezaron a mostrarse irritados, resentidos e incluso colricos. Ocasionalmente, volvan sus armas contra sus propios gobernantes.Aquello, desde luego, no poda ser tolerado. Pero la creciente intransigencia de la gente, aadida a la posibilidad tecnolgica de acabar con todo y con todos, sobrecarg definitivamente el yang, haciendo aparecer el yin.Despus de cinco mil aos, aproximadamente, de historia registrada, la gente empez por fin a abrir los ojos. Incluso los gobernantes, que como es sabido son los hombres ms lentos en cambiar, se dieron cuenta de que haba que hacer algo.Las guerras no conducan a nadie a ninguna parte; pero segua existiendo el problema de la violencia individual, que innumerables aos de coercin religiosa y policaca no haban logrado extirpar.La respuesta, momentneamente, fue la Caza legalizada.Ese, naturalmente, es un punto de vista sobre el desarrollo de la institucin. Pero no sera justo omitir que no todo el mundo est de acuerdo con esta interpretacin. Como de costumbre, los profesores de historia, los expertos en economa, los psiclogos y los antroplogos continan arguyendo, objetando, contraopinando y hablando de la necesidad de poner las cosas en claro.De modo que, teniendo en cuenta sus objeciones, nos quedamos solamente con el hecho irreducible de la Caza en s; un hecho tan extrao como los ritos funerarios del antiguo Egipto, tan normal como las ceremonias de iniciacin de los Sioux, y tan increble como la Bolsa de Nueva York.En el anlisis final, la existencia de la Caza slo es explicable debido a su existencia: ya que, al menos segn una opinin eminente, nada justifica la existencia de algo.Destellaron luces, chasquearon circuitos, oscilaron rels, giraron ruedecillas. Revolotearon tarjetas perforadas como palomas blancas, y la Computadora de los Juegos uni dos vidas.Caza ACC1334BB: Cazador, Caroline Meredith. Vctima, Marcello Polletti.

IVCaroline dijo el seor Fortinbras, quiero felicitarla por su excelente asesinato.Muchas gracias, seor dijo Caroline.Es su noveno, creo?En efecto, seor.Slo le falta uno, eh?S, seor. Si tengo xito.Lo tendr le asegur Fortinbras. Lo tendr, porque yo, J. Walstod Fortinbras, digo que lo tendr.Caroline sonri modestamente. Fortinbras sonri inmoderadamente. Era el jefe de Caroline, director del UUU Teleplex Ampwork. Era un hombre bajito que trataba de encontrar grandeza en lo grandioso, y cuya aficin a lo vulgar slo era superada por el placer que le proporcionaba la ruindad. Se ech hacia atrs en su asiento, se frot la manga de su chaqueta (confeccionada con Fulani autntico), dio una chupada a un enorme cigarro, escupi sobre la alfombra de Bokhara de siete centmetros de espesor, se limpi los labios con un pauelo de encaje tejido por brahmanes indigentes a orillas del Ganges, y se rasc la frente con una bruida ua para dar a entender que estaba pensando.No estaba pensando, desde luego; estaba intentando, como haba estado intentado durante muchos aos, caracterizarse a s mismo. El hecho era que el seor Fortinbras no posea absolutamente ningn carcter. Profesionales de reconocido prestigio haban trabajado durante aos enteros para corregir aquel defecto, intilmente. Esta era la nica cruz que pesaba sobre los hombros del seor Fortinbras.La prxima vez ser usted una Cazadora, eh? le pregunt a Caroline.En efecto, seor.Le han notificado ya quin va a ser su prxima Vctima?S, seor Fortinbras. Se trata de un hombre llamado Marcello Polletti, que vive en Roma.Roma, Nueva York? pregunt Fortinbras.Roma, Italia rectific Caroline suavemente.Bueno, mucho mejor dijo Fortinbras. Probablemente ms pintoresco. Se me ha ocurrido una idea, y quiero que todos ustedes la estudien a fondo y me comuniquen su leal y sincera opinin. Dado que tenemos un potencial Ganador Absoluto aqu, en nuestra propia oficina, la idea es: por qu no rodamos un documental sobre su dcimo asesinato? Eh?Caroline asinti pensativamente. Adems de Fortinbras y ella, haba otros tres hombres en la oficina, todos ellos jvenes, atractivos, inteligentes y detestables.S, su grit Martin. En su calidad de ejecutivo de ms edad y Productor adjunto, era el nico (aparte del propio Fortinbras) al que le estaba permitido utilizar signos de exclamacin. Ha dado usted en el clavo, Jefe dijo Chet suavemente. (Si no recordaba mal, durante el ao anterior se haban rodado treinta y siete documentales sobre diversos aspectos de la Caza).Personalmente, no estoy tan seguro dijo Col. Era el ejecutivo ms joven y, como tal, corra a su cargo la desagradable tarea de mostrarse en desacuerdo con su jefe, dado que Fortinbras no tolerara verse rodeado de hombres-s-seor. Col odiaba el trabajo, dado que siempre tena la impresin de que Fortinbras estaba en lo cierto. Soaba en el da en que sera contratado un cuarto ejecutivo, y l podra decir s.Tres contra uno dijo Fortinbras, humedeciendo repulsivamente la punta de su cigarro. Creo que es usted minora, eh, Col?Eso parece dijo Col alegremente. Considero que es mi deber expresar mis opiniones, pero puedo asegurarle que no tengo la menor confianza en ellas.Eso es lo que me gusta de usted dijo Fortinbras. Honradez y rectitud de juicio son dos cualidades que pueden llevar a un hombre muy lejos, Col, no lo dude. Ahora, veamos... Supongamos que lo llamamos El Momento de la Verdad.Todo el mundo ocult sus parpadeos admirablemente.Eso, desde luego, es meramente aproximativo aadi Fortinbras. Hay otras muchas posibilidades... Por ejemplo, qu les parece El Instante de Candor?Me gusta mucho! se apresur a decir Martin. Resulta muy expresivo!Bueno, bueno, s, es realmente bueno dijo Chet, saboreando el horror del ttulo con los ojos semicerrados. Creo que le falta algo dijo Col angustiadamente.Qu es lo que le falta, concretamente? pregunt Fortinbras.A Col nunca le haban pedido que explicara por qu estaba en desacuerdo con algo. Ahora sinti formarse un nudo en su garganta y una helada opresin en la boca del estmago. Aquellos, lo saba muy bien, eran sntomas seguros de un ataque de desempleo.Martin, cuya bondad de corazn era proverbial tan al oeste de Nueva York como la Dcima Avenida, acudi en ayuda de su compaero.Creo dijo que lo que Col haba pensado era probablemente uno de esos ttulos detonantes pasados de moda. Como llamarlo simplemente DIEZ.O quiz no lo haba pensado dijo Chet, cubriendo rpidamente a Martin.Creo que haba pensado algo dijo Col, cubriendo apresuradamente a sus dos compaeros. Pero, desde luego, esos ttulos cortos y detonantes ya no se llevan...Se interrumpi. Fortinbras, con el dedo corazn de su mano derecha apoyado en una ceja, estaba meditando. Transcurrieron los segundos. Fortinbras cerr sus indescriptibles ojos, y luego volvi a abrirlos.Diez dijo, con voz apenas audible.Anticuado coment Martin. Pero, desde luego, las modas van y vienen y nunca se sabe...Diez dijo Fortinbras, saboreando la palabra como si fuera un pirul.Puede tener ciertas posibilidades admiti Chet; aunque, desde luego, debemos recordar siempre...diez! grit Fortinbras triunfalmente. S, s, diez! Me dice algo, caballeros, de veras que me dice algo. Hmmmm... Dio otra chupada a su horrible cigarro, expeli una bocanada de humo no menos horrible, y dijo: Ha habido otra mujer Ganadora Absoluta?No, que yo sepa respondi Martin. Al menos, no en los Estados Unidos.Bueno, eso es lo que nos interesa a nosotros dijo Fortinbras. Aunque hemos tenido unas cuantas finalistas, no es cierto?La seorita Amelia Brandome fue la ltima dijo Martin. Obtuvo su novena victoria hace ocho aos.Martin se haba pasado la noche anterior en vela, recopilando datos, intuyendo los acontecimientos del da siguiente. Gracias a ese tipo de intuiciones Martin era Productor Adjunto.Qu le ocurri? pregunt Fortinbras.Se descuid, debido a un exceso de confianza. Una vctima masculina acab con ella en su dcima tentativa. Utiliz un revlver cargado con esperma de ave.No parece que esa sea un arma particularmente mortfera coment Fortinbras.En este caso lo fue dijo Chet. El arma fue disparada desde una distancia de cinco centmetros, aproximadamente.No queremos que usted incurra en un exceso de confianza, Caroline dijo el seor Fortinbras, con una risita.No, seor. Yo tampoco quiero incurrir en l dijo Caroline.De otro modo, podra usted encontrarse sin empleo dijo Fortinbras, en una lamentable tentativa de hacerse el gracioso.Y podra encontrarme tambin sin vida replic Caroline. Todo el mundo acogi con grandes risas la ingeniosa salida de Caroline. Cuando las risas se apagaron, Fortinbras volvi al negocio.De acuerdo, muchachos dijo. Empiecen a prepararlo todo para el viaje, y no pierdan tiempo. Saldrn pasado maana, a las diez, y a las diez y media estarn en Roma. Y ya saben el tono que deseo: mortalmente serio, pero con una leve pincelada de humor. No se molesten en rodar secuencias de fondo, limtense a captar el asesinato de un modo impresionante y espectacular, pero tambin con humor y dignidad. Usted sabe lo que quiero decir, no es cierto, Martin?Creo que s, seor dijo Martin. Haba estado pensando por Fortinbras durante tres aos, desde que se haba convertido en Productor Adjunto. Al ao siguiente, imaginaba, estara en condiciones de ocupar el puesto de Fortinbras.No poda negarse que Fortinbras era estpido; pero no era absolutamente estpido. Estaba planeando despedir a Martin inmediatamente despus del rodaje de este documental. Pero ese era un secreto que Fortinbras no haba revelado a nadie, ni siquiera a su analista.

VEl Ministerio de la Caza, en Roma, era un enorme edificio moderno construido en un estilo pseudorromnico con incrustaciones gticas. Marcello Polletti, el que ayer terminara con el Barn von Richtoffen, suba ahora por la amplia escalinata principal del edificio. De pronto, varias figuras de aspecto siniestro vestidas enteramente de negro se despegaron de la balaustrada y se acercaron a l.Oiga, quiere comprar un detector de metales de bolsillo? inquiri con vehemencia uno de aquellos individuos.No sirve de nada contra un arma de plstico dijo Marcello.Da la casualidad dijo un segundo individuo de que tengo tambin un detector de plsticos.Polletti sonri desmayadamente, se encogi de hombros y agit la cabeza.Un tercer hombre dijo:Perdone, seor, pero parece usted un hombre que podra utilizar a un buen Localizador.Polletti continu subiendo por la escalera.Pero usted necesita un Localizador insisti el hombre. Cmo espera identificar a su Cazador si no es a travs de los servicios altamente especializados de un Localizador? Obtuve mi certificado primario en Palermo, y mi clasificacin de segunda categora en Bolonia, y tengo tambin cartas de recomendacin de numerosos clientes agradecidos.Agit un fajo de manoseados papeles ante el rostro de Polletti, el cual murmur que lo senta mucho y apresur el paso. Lleg ante las grandes puertas de bronce del Ministerio, y los hombres vestidos de negro regresaron resignadamente a sus apostaderos a lo largo de la balaustrada exterior.Polletti cruz vestbulos llenos de gente y dej atrs polvorientas vitrinas con armas de Caza, dej atrs mapas mundiales mostrando puntos de concentracin de Caza, dej atrs grupos de turistas y de escolares a los que unos guas mal afeitados y peor uniformados explicaban la historia de la Caza, Finalmente lleg a la oficina que deseaba.Como un proyectil dirigindose hacia su blanco, Polletti avanz en lnea recta, trayectoria plana y a considerable velocidad, hasta un escritorio con una placa de pagos. Detrs de l se sentaba el empleado encargado de los pagos, un hombre especialmente escogido para aquella funcin por su porte envarado, severo, inflexible, y tambin por sus hombros cados, su cuello flaco y huesudo y sus gafas con montura de acero.Vengo a por el dinero del premio dijo Polletti, entregndole al empleado su tarjeta de identidad. Tal vez haya odo hablar de cmo elimin al Barn Richtoffen en el Concurso Hpico. Viene en todos los peridicos.Nunca leo los peridicos afirm el empleado. Y tampoco escucho ni tomo parte en conversaciones sobre carreras ciclistas, partidos de ftbol o Cazas. Cmo ha dicho que se llama? Polletti dijo Polletti, con la cresta ligeramente cada. Deletre el apellido.El empleado se volvi hacia su archivo, que inclua a todos los Cazadores y Vctimas de la zona de Roma. Con dedos expertos movi rpidamente las tarjetas, y extrajo la de Marcello como una gallina cogiendo con el pico un grano de maz.S dijo finalmente el empleado, despus de comparar la fotografa de Polletti en la tarjeta del archivo con la fotografa de Polletti en la tarjeta de identidad de Polletti, y comparar luego las dos fotografas con el verdadero (o supuestamente verdadero) Polletti que tena en frente.Est todo en orden? pregunt Marcello.Completamente en orden dijo el empleado.Entonces, puedo cobrar mi premio?No. Ya ha sido reclamado.Por un instante, Polletti pareci un hombre al que acaba de morder una vbora. Pero recobr inmediatamente su compostura y pregunt:Quin lo ha reclamado?Su esposa, la signora Lidia Polletti. Es su esposa, no?Lo era dijo Marcello.Se han divorciado ustedes?Matrimonio anulado. Hace dos das.Los cambios de estado civil tardan una semana, y a veces diez das, en llegar a esta oficina. Podra presentar usted una reclamacin, desde luego.El empleado dej asomar a su rostro una sonrisita irnica para expresar lo que pensaba de las probabilidades que tendra Marcello de recuperar su dinero.No tiene importancia dijo Marcello, dando media vuelta y empezando a alejarse. No hay que rebajarse hasta el punto de manifestar lo que se siente delante de un empleado; pero uno necesita el dinero tanto como un empleado, y probablemente mucho ms. Aquella Lidia! Era capaz de moverse con la velocidad de un cohete cuando haba dinero a la vista.Saliendo del Ministerio, Marcello empez a cruzar la calle. Qued ms bien sorprendido cuando una hermosa rubia corri hacia l, le rode el cuello con sus brazos y le bes apasionadamente. No era una cosa que ocurriera todos los das; y, como de costumbre, cuando ocurra era en el momento menos propicio y cuando l no estaba de humor...Trat de librarse del abrazo, pero la muchacha se peg a l, suplicando:Oh, por favor, por favor, seor, cruce conmigo la calle hasta la entrada del Ministerio, y una vez all podr arreglrmelas sola.Marcello comprendi entonces lo que pasaba. Se desprendi suavemente de los brazos de la joven y se apart de ella.No puedo ayudarla le dijo. Va contra la ley. Ver, yo tambin estoy en la Caza.La hermosa rubia (no poda tener ms de diecinueve o veinte aos, o veintiocho como mximo) contempl a Marcello mientras ste se alejaba, y se dio cuenta de que estaba expuesta, absoluta y despiadadamente, en la ancha calle baada por el sol. De repente, dio media vuelta y ech a correr hacia el Ministerio.Un Maserati (aquel modelo particular era conocido popularmente como El Victimario) surgi de una calle lateral y se precipit directamente hacia ella. La muchacha hizo un regate con el cuerpo como un matador esquivando a un toro. Pero este toro en particular posea frenos de disco, que aplic con vehemencia, parando el coche en un semicrculo alrededor de la muchacha.El rostro de la muchacha se haba endurecido. Del bolso que colgaba de su hombro extrajo una abultada pistola automtica, quit el seguro y dispar una rfaga.Pero era tristemente obvio que no haba cargado su arma con proyectiles capaces de perforar un blindaje. Sus balas se estrellaron inofensivamente contra la resplandeciente coraza del Maserati, y el conductor, esperando su oportunidad, se ape por el lado contrario de su automvil y acribill a la muchacha con una metralleta anticuada.Cuando todo hubo terminado, un agente de polica sali del portal en el que se haba guarecido, salud cortsmente, revis la tarjeta de la Vctima y luego la del Cazador, que taladr.Felicidades, seor dijo el polica. Y tambin mis disculpas aadi, entregando un boleto al hombre.Qu es esto? pregunt el hombre.Una multa de trfico, seor dijo el polica. Seal al Maserati, cruzado a travs de la calle y bloqueando el trnsito.Pero, mi querido amigo dijo el hombre, no poda llevar a cabo el asesinato sin un frenazo de emergencia...Lo comprendo perfectamente respondi el polica, pero no podemos hacer excepciones, ni siquiera con los Cazadores.Absurdo dijo el hombre.La joven tambin ha violado la ley observ el polica, puesto que ha cruzado la calle con el disco rojo. Pero en su caso podemos condonarle la multa, dado que est muerta. Y si ella me hubiera matado a m? pregunt el hombre.En ese caso, la hubiera multado a ella dijo el polica, y habra hecho la vista gorda en lo que respecta a la infraccin cometida por usted.Polletti se alej. Las discusiones por asuntos de poca importancia le aburran casi tanto como las discusiones por asuntos importantes.Haba recorrido menos de una manzana cuando un descapotable color rojo sangre se detuvo junto a la acera, a su altura, con un impresionante chirrido de frenos. Polletti se agach instintivamente y mir a su alrededor en busca de un refugio. Como de costumbre, no haba ninguno. Tard unos instantes en darse cuenta de que la mujer que estaba detrs del volante era simplemente Olga.Era una joven delgada, morena, elegante, vestida exquisitamente aunque de un modo algo teatral. Sus ojos eran negros y grandes y muy brillantes, como los ojos de un lobo famlico. Era una mujer sumamente atractiva en su estilo, el cual podra ser descrito como paranoia esquizofrnica homicida con incrustaciones de espritu retozn.A los hombres les gusta jugar con el peligro, pero no todos los das. Polletti haba estado jugando con Olga durante la mayor parte de doce aos.Lo he visto dijo Olga en tono sombro. (Siempre hablaba en tono sombro, excepto cuando hablaba en tono histrico).Lo has visto? Qu es lo que has visto?Todo dijo Olga.Polletti intent sonrer.Bueno, si lo has visto todo, seguramente te habrs dado cuenta de que no haba nada que ver. Polletti alarg una mano para posarla en el hombro de Olga. Olga dio marcha atrs y retrocedi unos cuantos metros. Polletti dej caer su mano y retrocedi a su vez hasta el automvil.Querida empez de nuevo, si lo has visto todo, te habrs dado cuenta de que entre esa desdichada joven y yo no haba absolutamente nada.Desde luego que no dijo Olga. Ahora, no.Ni ahora ni en cualquier otro momento dijo Polletti. Tienes que creerme, Olga. No la haba visto nunca.Tienes carmn en los labios observ Olga en tono sombro, pero con un toque de histeria.Polletti se frot apresuradamente la boca con el dorso de la mano.Querida dijo, puedo asegurarte que entre esa desdichada nia y yo no...Siempre te han gustado muy jvenes, no es cierto? ..haba nada, absolutamente nada.Nada ms que sueos, eh, Marcello?Se miraron fijamente el uno al otro por espacio de unos segundos. Era evidente que Olga esperaba ms explicaciones, para refutarlas triunfalmente. Polletti no dijo nada. La expresin de su rostro haba cambiado de la splica ritual al fastidio de costumbre. Uno le deba algo a la mujer con la que haba vivido durante doce aos; algo, pero no esto.Bruscamente, se alej del automvil y empez a buscar un taxi. Olga avanz de nuevo y fren al lado de Polletti. Sin pronunciar una sola palabra, Marcello subi al automvil y se sent al lado de Olga.Olga dijo:Marcello, eres un embustero y un farsante.Marcello asinti, cerr los ojos y se reclin contra el acolchado respaldo. Si no te amara tanto, te matara.An ests a tiempo dijo Polletti, sin abrir los ojos.Es posible que lo haga dijo Olga. Pero antes quiero que me veas con mi vestido nuevo. Se ech a rer y apret el brazo de Polletti. Creo que voy a gustarte con l, Marcello. Lo creo de veras.Yo estoy seguro de ello dijo Polletti, con los ojos cerrados y la cabeza apoyada sobre el acolchado respaldo.Por qu son tan cerdos los hombres? le pregunt Olga al mundo en general. Al no obtener respuesta, apret el acelerador y el automvil sali disparado como un huracn perseguido por un tornado. Polletti mantuvo los ojos cerrados, dejando volar libremente su imaginacin hacia un mundo de descabelladas fantasas.

VIUn gran jet de pasajeros de alas triangulares vol en crculo a gran altura encima de Roma. Al recibir la seal, descendi hacia el Aeropuerto de Fiumicino. Varias banderolas se alzaron, otras descendieron; el jet toc la pista de hormign, los motores se apagaron, un pequeo paracadas de cola se abri y arrastr a un gran paracadas; de cola detrs de l. Los frenos entraron en accin, se musitaron unas plegarias en el compartimiento de los pilotos, y la impresionante aeronave se detuvo, como de mala gana.Se abrieron las puertas, vomitando una oleada de seres humanos. Entre ellos haba un pequeo grupo de tres hombres homogneos y una mujer espectacular. Una azafata especial acompa a aquellos cuatro pasajeros hasta un helicptero posado muy cerca, en tanto que el resto del rebao era transportado en autobs hasta la terminal del aeropuerto.Los cuatro subieron a bordo. El helicptero despeg verticalmente y no tard en volar sobre Roma. Caroline haba ocupado inmediatamente el asiento de honor al lado del piloto, mientras Martin, Chet y Col se apretujaban en el asiento posterior. Martin, que haba sido ascendido temporalmente a la elevada categora de Productor Jefe de Produccin (Ejecutivo), estaba garabateando en un cuaderno de notas. Chet, el segundo en graduacin, se morda el labio pensativamente. Col, en su calidad de miembro ms joven, no poda hacer nada ms que aparentar perspicacia y energa.Martin apart la vista del cuaderno de notas y mir hacia abajo a travs del suelo de plexigls.Hey, no es eso San Pedro?En efecto dijo Chet.Creis que nos lo alquilaran por un par de das? Un contraste irnico si el asesinato se llevara a cabo ah, eh?Yo podra disfrazarme de monja dijo Caroline en tono soador.Temo que San Pedro no est a nuestro alcance dijo Chet. En su calidad de Productor Adjunto temporal, y en consecuencia segundo Jefe, haba realizado una exhaustiva investigacin preliminar.No me refiero a la iglesia dijo Martin. Lo nico que necesitamos es la plaza, tal vez con unas cuantas instantneas de la iglesia como fondo.No nos permitirn hacerlo dijo Chet.Por qu no lo rodamos en un estudio? sugiri Col.Sus dos superiores le miraron.Olvida esa idea dijo Martin severamente. Y recuerda que esto es un documental, es decir, la cosa real.Lo siento dijo Col. Hey, qu es eso de ah?La Fontana de Trevi dijo Chet. Un bonito escenario.S dijo Martin, es un bonito escenario. Se volvi hacia Caroline. Qu opinas, nena? Le matas ah, rodamos una toma de arriba a abajo para mostrar el cadver de Polletti flotando en el agua, luego te enfocamos a ti, sonriendo triunfalmente pero con una leve pincelada de tristeza, arrojndole un par de monedas. Despus, un crescendo de los ruidos de la calle y t alejndote lentamente a lo largo de una calle empedrada con guijarros, y el fundido final.Chet dijo:No creo que ninguna de las calles alrededor de la Fontana de Trevi est empedrada con guijarros.Bien, construiremos una calle empedrada con guijarros dijo Martin impacientemente, y si no les gusta volveremos a dejarla como estaba, despus de rodar la secuencia.Una buena idea dijo Chet juiciosamente. Una idea realmente buena.Tiene clase dijo Col. Tiene realmente clase.Todos se volvieron hacia Caroline. Caroline dijo:No.Martin dijo:Escucha...Escchame t dijo Caroline. Este es mi asesinato, mi Dcimo asesinato, y quiero que sea algo grande. Sabes a lo que me refiero al decir grande? Me refiero a algo realmente grande.Grande repiti Martin. Chet se mordi el labio pensativamente. Col aparent perspicacia y energa.En efecto, grande afirm Caroline. En su voz haba una nota acerada que ninguno de ellos haba captado nunca. Martin encontr algo desalentadora la confianza en s misma de Caroline. No le gust: dadle a una mujer unos cuantos asesinatos, y se cree capaz de cualquier cosa.No hay tiempo para lo grande explic Martin. Tenemos que rodar esto maana por la maana.Eso es problema vuestro dijo Caroline.Martin busc debajo de sus gafas oscuras, encontr sus ojos y se los frot. Trabajar con mujeres era bastante duro; trabajar con mujeres asesinas era sencillamente para enloquecer.Chet dijo, en tono casual:Hmmm, se me ocurre una idea para un escenario. Qu os parece si utilizramos el Coliseo? Est ah, debajo de nosotros.El helicptero descendi, y todos estudiaron el impresionante valo medio en ruinas.No saba que era tan grande dijo Col.Me gusta dijo Caroline.Bueno, no est mal admiti Martin. Pero mira, nena, se tarda mucho en poder disponer de un lugar como se, y nosotros no disponemos de demasiado tiempo. No podras arreglarte con la Fontana de Trevi o los Jardines Borghese?Aqu es donde llevar a cabo mi asesinato dijo Caroline implacablemente.Pero los arreglos...Bueno, Martin le interrumpi Chet, da la casualidad de que pens que ese lugar podra convenirnos, de modo que me tom la libertad de negociar una opcin sobre l; por si las moscas...Lo hiciste?S, lo hice. La idea se me ocurri anoche, a ltima hora, y desde luego no deseaba hacerlo sin consultrtelo previamente, pero tampoco quera amargarte el sueo con lo que tal vez no era ms que una tontera. De modo que llam a Roma y arregl lo de la opcin, y te aseguro que en ningn momento he tenido la intencin de pisarte el terreno ni nada por el estilo... Olvdalo dijo Martin, palmeando afectuosamente el hombro de Chet. Hiciste lo que haba que hacer.De veras? pregunt Chet.Lo hiciste, y eso es un hecho. Caroline est satisfecha, el resto de nosotros est satisfecho, de modo que manos a la obra. Tenemos que emplazar nuestras cmaras, y decidir cmo utilizaremos a las Roy Bell Dancers, y otras muchas cosas.Caroline, sonriendo beatficamente, dijo:Voy a matar en el Coliseo! Es como una especie de descabellado sueo infantil convertido en realidad.Desde luego dijo Martin. Pero ahora tenemos que ponernos en movimiento, prepararlo todo, localizar a ese Polletti y hacerle acudir a la hora precisa...Yo me encargo de eso dijo Caroline.Estupendo dijo Martin. El resto de nosotros tendremos las manos muy ocupadas. Hey, piloto, dese prisa!El helicptero se zambull hacia la Via Vneto. Los cuatro pasajeros se reclinaron en sus asientos, sonrientes y relajados. Martin estaba pensando que haba llegado el momento de librarse de Chet, antes de que Chet se librara de l. Negociar la opcin sobre el Coliseo sin consultarle previamente haba sido una idea demasiado inteligente.

VII

Polletti se estaba moviendo en medio de una oscuridad absoluta, total. Aquello era bastante malo. Pero peor que la oscuridad era el absoluto y anormal silencio. Un silencio sepulcral. Sepulcral era una imagen muy natural para un hombre en su situacin. Se vea a s mismo en la desolacin y la quietud de la muerte incipiente, y estaba asustado, nervioso y aburrido al mismo tiempo. Masticaba un trozo de chicle y tambin su labio inferior, dado que nadie poda verle salvo a travs de un infrascopio. Tena los brazos arqueados con las manos colgando al nivel de las caderas, ligeramente separadas del cuerpo, de acuerdo con las normas. Avanzaba lentamente, tensndose para captar incluso la ms leve de las impresiones sensoriales.De pronto, percibi de un modo fugaz un movimiento detrs de l y a su izquierda: un duende acercndose a l desde la hora 7, una de las peores situaciones posibles para un hombre que utiliza la derecha.Polletti gir en sentido contrario a las saetas del reloj, dejndose caer al suelo y hacia un lado, fuera de la lnea de fuego anticipada. Esta era la Maniobra Defensiva Nmero Tres, Primera Parte. Al mismo tiempo su mano derecha golpe su bolsillo de pecho. Corno por arte de magia, su funda Quickie escupi un revlver en su mano. Ahora poda ver al duende: un hombre robusto y malcarado, que empuaba una Luger. Pero Polletti estaba tumbado boca arriba y empez a disparar, completando as la Segunda Parte de la Maniobra Defensiva Nmero Uno. Haba completado toda la secuencia en un espacio de tiempo increblemente corto. Experiment una profunda sensacin de jbilo, el placer de una tarea realizada a la perfeccin...El duende se desvaneci, se encendieron las luces. Polletti estaba tumbado boca arriba sobre el polvoriento suelo de un gimnasio. A unos tres metros delante de l haba un viejo que llevaba un sucio chndal gris y una expresin enfurruada. El viejo estaba sentado en un taburete al lado de un cuadro de distribucin y agitaba la cabeza con aire desaprobador.Y bien? inquiri Polletti, ponindose en pie y sacudindose el polvo. Cmo ha ido la cosa? Esta vez le he alcanzado, no es cierto?Su tiempo-de-reaccin dijo el viejo ha sido casi una dcima de segundo demasiado lenta.He sacrificado el tiempo-de-reaccin dijo Polletti cautamente en beneficio de la precisin y la exactitud.De veras? dijo el viejo.S dijo Polletti. Esas son mis aptitudes naturales, Profesor.Bueno, puede usted olvidarse de ellas dijo el Profesor Silvestre. Ha fallado al duende en 3.2 centmetros.Me he acercado mucho dijo Polletti.Pero no lo suficiente. Qu me dice de mi Maniobra Defensiva Nmero Tres? pregunt Polletti. Creo que me ha salido bastante bien.Muy bien dijo el Profesor, y absoluta y fatalmente predecible. Una vaca podra haberse revuelto con ms rapidez. El duende le mat a usted una vez mientras estaba girando, y otra vez cuando se dej caer al suelo. Si hubiese sido un verdadero Cazador, Marcello, en vez de una proyeccin tridimensional, estara usted muerto por partida doble.Est seguro de eso?Lea los diales usted mismo.Bueno dijo Polletti, una cosa es practicar, y otra enfrentarse al hecho real.Desde luego dijo el Profesor, en tono mordaz y con una inflexin de evidente irona en su voz. Uno tiende a ser ms lento cuando se enfrenta al hecho real. Recuerda cuantas veces dispar el duende?Dos veces respondi Polletti sin vacilar.Cinco veces le rectific el Profesor Silvestre.Est absolutamente seguro de eso?Lea los diales. Yo mismo establec la secuencia correspondiente.Fueron los ecos dijo Polletti con amargura. En una habitacin como esta no pueden distinguirse los disparos de los ecos.El Profesor Silvestre enarc su ceja derecha, alzndola hasta el lugar en el que habran empezado sus cabellos, si hubiese tenido cabellos. Se frot el mentn sin afeitar y se ape del taburete. Era una especie de enano feo, y ni siquiera su mejor amigo si hubiese tenido alguno le habra considerado enteramente humano. Numerosos Instructores del Juego llevaban las marcas de la enseanza en sus cuerpos; Silvestre llevaba ms que la mayora. Su mano derecha era de acero inoxidable, y su mejilla izquierda de plstico; tena tambin una lmina de plata en el crneo, una barbilla de duraluminio y una rtula de oro de catorce qutales. Se rumoreaba que ciertas partes de su cuerpo menos visibles eran igualmente artificiales.Hace muchsimo tiempo que los psiclogos saben que los hombres que han perdido porciones considerables de su anatoma tienden a convertirse en unos cnicos. Silvestre no era ninguna excepcin a esta regla.En cualquier caso dijo Polletti, tengo la impresin de que estoy mejorando. No lo cree usted as, Profesor?Silvestre trat de enarcar su ceja derecha, pero descubri que ya estaba enarcada a la mayor altura posible. En consecuencia, la desenarc y cerr su ojo izquierdo del todo. Pareci a punto de hablar, pero desisti de hacerlo, reservndose su opinin.Vamos dijo en tono animado, realizaremos la prueba siguiente.Puls un interruptor en su cuadro de distribucin. Se abri un panel, y un bar en miniatura surgi de la pared y se par de un modo tan brusco que media docena de copas de champaa fueron lanzadas al aire. Polletti parpade mientras las copas se estrellaban contra el suelo.Le dije al mecnico que arreglara el muelle de retroceso dijo el Profesor Silvestre. Vivimos en una poca de chapuceras... Vamos, Polletti, sigamos con la prueba.El Profesor mezcl diestramente en un vaso varias bebidas de unas botellas sin etiqueta, y se lo entreg a Polletti.Polletti olfate cautelosamente, medit unos instantes y dijo: Ginebra y angostura, con slo unas gotas de Tabasco.Sin pronunciar una sola palabra, el Profesor prepar otra mezcla y se la entreg a Polletti.Vodka, limn y leche declar Polletti, con unas gotas de vinagre de estragn.Est seguro? pregunt el Profesor.Completamente seguro dijo Polletti.Beba un poco, entonces.Polletti levant el vaso, mir a Silvestre, olfate, frunci el ceo, y deposit el vaso sobre el mueble bar.Creo que prefiero no beber dijo.Una juiciosa decisin dijo Silvestre. En esa mezcla no hay ni una sola gota del vinagre que usted oli, y s una notable cantidad de mortfero arsnico.Polletti sonri para disimular su turbacin y descubri que estaba restregando los pies contra el suelo como un colegial. Dej de restregar los pies y dijo:Estoy algo resfriado. En estas condiciones, cualquiera...Una mirada del Profesor le redujo al silencio. Silvestre puls otro interruptor. Un sof surgi de la pared, casi arrastrando la pared detrs de l al pararse de golpe. Los dos hombres se sentaron.Tras un corto pero embarazoso silencio, Silvestre dijo:Marcello, hasta ahora, la vida ha sido muy agradable para usted.No puede decirse lo mismo de todos los hombres? pregunt Polletti rpidamente. Quiero decir, considerando la fortuita e inexplicable naturaleza de la propia vida...El Profesor no pareci haberle escuchado. Inexorablemente, continu: La primera vez tuvo usted la suerte de ser escogido como Cazador, y emparejado con un ingls imbecil.No era un imbecil protest Polletti. Era ms bien listo, a su manera.Era una perita en dulce continu Silvestre, el sueo de un Cazador. A continuacin fue usted Vctima, pero el Cazador que le asignaron era un muchacho de diecinueve aos que acababa de sufrir un desengao amoroso. Eliminarle result asombrosamente fcil; en realidad, sospecho que el pobre muchacho buscaba simplemente una manera socialmente digna de suicidarse.Ni hablar dijo Polletti. Era un poco descuidado, sencillamente.Y la tercera vez fue usted Cazador, y le emparejaron con aquel ridculo Barn alemn incapaz de pensar en nada que no fueran caballos.S, el Barn result ms bien fcil admiti Polletti.Todos fueron fciles! exclam Silvestre. Pero, cunto cree que puede durar la buena racha? Ha tenido usted en cuenta el clculo de probabilidades? No ha tropezado usted an con un adversario competente! Cree que siempre va a ser igual? Cree sinceramente que podr salir adelante sin unos reflejos rpidos, una gran intuicin y un entrenamiento intensivo?Bueno dijo Polletti, no soy tan malo como todo eso. Hace casi veinticuatro horas que soy Vctima en mi cuarta Cacera, y no ha ocurrido absolutamente nada.Probablemente le estn acechando dijo Silvestre. Es indudable que su Cazador le est estudiando, estableciendo la pauta de sus movimientos, esperando descubrir el momento ms oportuno para atacarle. Y usted ni siquiera se ha dado cuenta de ello.Lo dudo mucho dijo Polletti, con tranquila dignidad.De veras? Veamos cmo anda de identificacin.El Profesor Silvestre puls un interruptor de su cuadro de distribucin. La habitacin qued a oscuras. Puls otro interruptor. Cinco figuras de tamao natural aparecieron en el otro extremo de la habitacin. Cuatro de las figuras de aquella prueba particular eran inofensivas; "ngeles", en la terminologa Cinegtica, que haba tomado prestadas muchas expresiones de la legendaria Segunda Guerra Mundial. Una de ellas era un duende. Polletti tena que identificar al asesino disfrazado.Polletti observ atentamente las figuras. Iban vestidas como un agente de polica, una azafata de la Swissair, un sacerdote jesuita, un portero de hotel y un rabe jordano. Avanzaron lentamente hacia el sof y desaparecieron.Silvestre encendi las luces.Bueno, cul de ellos era el Cazador?Puedo verlos otra vez? pregunt Polletti.Silvestre agit la cabeza.Le he concedido ya un segundo adicional.Marcello se rasc la barbilla, se pas una mano por la nuca y dijo:Ese rabe jordano tena un aspecto muy sospechoso...Errneo dijo Silvestre. Puls un interruptor, y el sacerdote jesuita apareci solo, algo fantasmal debido a que las luces de la habitacin estaban encendidas, pero claramente visible. Observe dijo Silvestre. El jesuita es un fraude inconfundible. Lleva la "J" de su orden en la parte derecha del pecho lo mismo que en la izquierda: un fallo evidente!Nunca he prestado demasiada atencin a los jesuitas dijo Polletti, ponindose en pie y haciendo sonar las monedas sueltas que tena en el bolsillo.Roma est llena de ellos! dijo Silvestre.Ese es el motivo de que nunca me haya fijado en ellos.Ese es el motivo por el que tena que haberse fijado en ellos! exclam Silvestre. El detalle fuera de lugar en lo ms corriente es la pista ms segura de todas. Agit tristemente la cabeza. Cuando yo estaba en la Caza, se prestaba verdadera atencin a esas cosas. Nada escap nunca a mi observacin.Nada, salvo aquel pltano explosivo dijo Polletti.Ciertamente admiti Silvestre. Aquel tipo nigeriano descubri mi debilidad por la fruta tropical.Y creo que existieron unos cuantos errores ms le record Polletti.Tengo consciencia de ello dijo Silvestre con dignidad. Nunca tuve la suerte de cara, y ahora trato de ensear a otros a evitar mis propios fallos. He conseguido algunos notables xitos. Pero no creo que pueda incluirle a usted entre ellos, Marcello.Es posible que no dijo Polletti en tono indiferente.Ha asistido usted a uno de mis cursillos, completo dijo Silvestre. Y no carece totalmente de capacidad congnita. Pero hay algo en usted... algn ncleo bsico de indiferencia, algo que le hace incapaz de dedicarse en cuerpo y alma a la ms noble de las ocupaciones: el asesinato!Supongo que es verdad dijo Polletti. Al parecer, no puedo permanecer interesado el tiempo suficiente.Temo que padece un grave defecto temperamental dijo el Profesor Silvestre gravemente. Muchacho, qu ser de usted?Supongo que morir dijo Marcello.Probablemente asinti Silvestre. Pero ms importante que eso es la cuestin de cmo morir. Va usted a morir esplndidamente, como un kamikaze, o miserablemente, como un pobre conejo acorralado?No veo que exista mucha diferencia dijo Polletti.Existe toda la diferencia del mundo! exclam el Profesor. Si no puede matar bien, debera al menos morir bien; en caso contrario, desprestigiar a su familia, a sus amigos, y a la Escuela de Tctica para Vctimas del Profesor Silvestre. Recuerde nuestro lema: "Muere tan Bien como Mataste."Procurar no olvidarlo dijo Polletti, ponindose en pie.Muchacho, muchacho dijo Silvestre, levantndose a su vez y apoyando su mano de acero inoxidable en el hombro de Polletti, su aparente indiferencia no es ms que una mscara para su masoquismo esencial. Debe tratar de combatir, no slo al mortfero Cazador de fuera, sino tambin al ms mortfero adversario dentro de su propia mente.Lo intentar dijo Polletti, reprimiendo un bostezo. Ahora, tengo una cita..Desde luego, desde luego dijo el Profesor. Pero antes podramos dejar zanjado el asunto de mis honorarios. Ascienden a 300.000 liras. Si pudiera usted...En este momento no puedo dijo Polletti, consciente de que la mano de acero inoxidable del Profesor estaba a un par de centmetros de distancia de su arteria cartida izquierda. Pero ser lo primero que har maana, en cuanto abran los bancos.Podra firmarme un cheque sugiri Silvestre.Por desgracia, no llevo ningn cheque encima.Afortunadamente dijo el Profesor, lo llevo yo.Lo siento dijo Polletti, pero no puedo firmar un cheque, porque mi dinero est en una caja de seguridad.Silvestre mir a su poco prometedor alumno con el ceo fruncido; luego se encogi de hombros y apart su mano de acero inoxidable del cuello de Polletti.Muy bien dijo. Maana. Palabra de honor?Palabra de honor dijo Polletti.Vamos a sellarlo con un apretn de manos dijo el Profesor, extendiendo su mano de acero.Preferira no hacerlo dijo Polletti.El Profesor sonri y ofreci su mano izquierda, sana. Polletti la estrech calurosamente. Silvestre ech su mano atrs convulsivamente, y contempl la palma. En el centro de ella haba una gotita de sangre.Se da cuenta? dijo Marcello, mostrando el resplandeciente y diminuto alfiler adosado a la palma de su mano. Como usted ha dicho, el detalle fuera de lugar en lo ms corriente. Si hubiera empapado ese alfiler en curare...Sonriendo agradablemente, ech a andar hacia la puerta.Silvestre se sent, frotndose la dolorida palma de la mano. Se senta desdichado: a pesar de sus frvolos trucos, Marcello Polletti estaba destinado con toda seguridad a una tumba. Pero luego se record a s mismo que todos los hombres estaban destinados a una tumba; en tanto que l, Profesor Silvestre, estaba destinado probablemente a una chatarrera.

VIIIEn el Saln de Baile Borgia del Roma Hilton, Caroline estaba ensayando su nmero de danza postasesinato con las Roy Bell Dancers. El silencio era absoluto, salvo alguna ocasional exclamacin, como: "Te he dicho el foco rosa, estpido e incompetente subnormal, no los blancos de arriba!"Martin, Chet y Col estaban sentados en la primera fila del pequeo teatro apresuradamente improvisado, pellizcndose los labios superiores juiciosamente. Podan ver que Caroline no era ninguna Pavlova; pero, bueno, Caroline no tena que ser una Pavlova. Compensaba su desconocimiento del arte de la danza (que era considerable) con su intenso magnetismo femenino (que era ms que considerable). Las Roy Bell Dancers reflejaban hbilmente los diversos aspectos de la Mujer; pero Caroline no tena necesidad de reflejar nada: ella era Mujer. A veces le haca pensar a uno en un vampiro, a veces en una valquiria. Su cuerpo alto y flexible pareca incapaz de un gesto desgarbado, y su larga cabellera rubia caa en cascada de sus hombros como una peligrosa y brillante bandera de promesas.Tiene muy poco de bailarina dijo Martin, sin dejar de pellizcarse el labio superior, pero es todo Mujer.Chet asinti.Es asombroso. A veces le hace pensar a uno en un vampiro, a veces en una valquiria.Eso es verdad dijo el joven Col, apartando sus dedos de su labio superior. Y habis observado cmo su cuerpo alto y flexible parece incapaz de un gesto desgarbado, y que su larga cabellera rubia cae en cascada de sus hombros como una peligrosa y brillante bandera de promesas?Cierra el pico dijo Martin, pellizcndose todava el labio superior. Haba estado a punto de decir aquello l mismo, y odiaba que sus subordinados le quitaran las palabras de la boca. Decidi despedir a Col al mismo tiempo que a Chet. Martin no soportaba a los individuos inteligentes.La danza termin. Jadeando leve pero deliciosamente, Caroline baj del escenario y se dej caer en un asiento al lado de Martin.Bueno pregunt, qu tal he estado?Los tres hombres emitieron sonidos de aprobacin, los ms ruidosos y concretos procedentes de Martin, debido a su veterana.Y est preparado todo en el Coliseo para maana por la maana? inquiri Caroline.Todo le asegur Martin. Luces, platos, micrfonos de control remoto, cinco cmaras activas y otras dos en reserva. Tenemos incluso un micrfono especial adaptable a un arma de fuego para poder captar el estertor de la Vctima al morir.Estupendo dijo Caroline. Medit unos instantes, y su rostro proteico, anteriormente de vampiro o valquiria, se transform en el de Diana, la implacable Doncella Cazadora. Ahora, veamos algunas fotografas de ese Polletti. Martin le entreg una serie de fotografas 8 x 10 de Polletti, tomadas a primera hora de aquel mismo da y reveladas, ampliadas y entregadas en un tiempo record gracias al milagro del dinero.Caroline estudi las fotografas en silencio. Bruscamente, pregunt:Qu edad tiene este individuo?Alrededor de cuarenta aos dijo Martin.Y bajo qu signo naci?Gminis se apresur a contestar Chet.Poco de fiar declar Caroline. Especialmente con esas arrugas alrededor de los ojos.Creo que estaba bizqueando cuando nuestro hombre tom las fotografas dijo Col tmidamente.Una arruga es una arruga declar Caroline. Pero me gustan sus manos. Lo habis observado? Tiene los dedos espatulados, a excepcin del anular izquierdo.Es cierto dijo Martin. No lo haba notado antes.Crees que podras conseguir un informe de un frenlogo acerca de l?No creo que dispongamos de tiempo dijo Col.Qu importa lo que ese tipo pueda tener en la cabeza? inquiri Martin. Lo nico que tienes que hacer es liquidarle, Caroline.Me gusta saber algo acerca de las personas que asesino dijo Caroline. Hace la cosa ms agradable.Martin agit la cabeza con exasperacin. A fin de cuentas, Caroline no era ms que una mujer: siempre pendiente del elemento personal. Decidi despedir a Caroline en cuanto terminara la tarea que le haba asignado Fortinbras; luego, con un leve sobresalto, record que despus de su dcimo asesinato Caroline se encontrara en inmejorables condiciones para lograr que le despidieran a l.S lo que quieres decir dijo Martin, transformando apresuradamente su exasperacin hacia Caroline en rabia hacia s mismo. 5 ms agradable, y si existe alguna posibilidad de conseguir el informe de un frenlogo sobre Polletti, seguro que Chet sabr encontrar la mejor manera de aprovecharla.Caroline pareci a punto de decir algo, probablemente custico a juzgar por la forma de su boca; pero fue interrumpida por una delgada voz procedente de un pequeo monitor que descansaba cmodamente a los pies de Chet.Atencin, atencin dijo la voz del monitor. Esta es la Cmara Mvil Tres, avanzando sur-sudoeste y un punto oeste, aproximadamente, a lo largo de la Via Giulia. Me oye, Puesto de Mando Central, me oye?S, le omos perfectamente dijo Martin. (Odiaba los formulismos exagerados casi tanto como le disgustaban las familiaridades igualitarias).Tengo el Blanco a la vista a una distancia aproximada de once metros y dieciocho centmetros. Desean que me acerque ms o debo abrir fuego a esta distancia, interrogativo.Abrir fuego? exclam Caroline. Qu clase de Caza piensa que es sta?No se refiere a disparar explic Martin. Slo quiere saber si tiene que televisar desde su distancia actual o acercarse ms al objetivo. No puedo soportar a esos ex capitanes de destructor, pero Fortinbras los contrata a puados... Puls un interruptor del monitor. Mantenga su posicin, Mvil Tres, y bajo ningn concepto, repito, bajo ningn concepto, debe acercarse ms. Denos lo que tenga.Afirmativo dijo la voz del monitor, con tanta vivacidad que uno casi poda ver las cerdas de su bigote de color rojizo.La cara gris del monitor se volvi blanca, y luego roja con lneas dentadas verdes y acarminadas. Al final el cuadro se aclar y mostr a una dama encantadora contemplando con ojos entristecidos a tres hombres bigotudos con los labios apretados. Una voz dijo en italiano: "Y hoy les ofrecemos otro emocionante episodio de las extraas y enmaraadas vidas de..."Chet grit:Hey, Mvil Tres, qu es lo que pasa?!Lo siento, seor respondi la Mvil Tres. Lo siento de veras. Una pequea interferencia en la antena omnidireccional.Es una excusa? pregunt Martin ominosamente.No, seor. Una simple explicacin. Solucionado, seor.La pantalla se apag y luego recobr vida. Marcello Polletti era claramente visible ahora, andando por una calle. Sus hombros hundidos ponan ms de relieve lo cansino de su paso.Todas las caractersticas de un depresivo crnico dijo Chet inmediatamente.Tal vez slo est fatigado sugiri Caroline, estudiando la imagen de Polletti con mucha atencin.Parece un tipo de vctima ideal dijo Col, con entusiasmo infantil.La nica vctima ideal es una Vctima muerta replic Caroline framente. Creo que es un perezoso. Es bueno eso? pregunt el joven Col en tono esperanzado.No, es malo le dijo Caroline. Nunca se puede saber lo que un perezoso es capaz de intentar. Estudi a Polletti durante unos cuantos segundos ms. Pero hay alguna otra cosa, algo ms que pereza, o depresin, o fatiga. No est ocultndose, ni huyendo, ni haciendo nada de lo que una Vctima se supone que har. Se limita a pasear por una calle pblica, un blanco perfecto.Todo esto parece bastante extrao admiti Martin.Estis seguros de que ha recibido la notificacin oficial?Lo comprobar dijo Martin en tono imperioso. Chasque sus dedos; Chet agit dos dedos impacientemente; Col corri hacia la retaguardia, encontr un telfono, y estableci una conexin.Martin marc el nmero del Ministerio de la Caza en Roma, trat de hacer entender su ingls a travs de un torrente de italiano, y se volvi hacia sus ayudantes con aire desalentado.Bueno, jefe dijo Chet. Se me ocurri tomar un curso hipnosmnico de una noche de italiano, por si las moscas. De modo que si quieres...Martin le pas el telfono. Hablando con un perfecto acento florentino, Chet averigu que B.27.38 Polletti, Marcello, haba recibido notificacin personal y oficial de su actual condicin de Vctima en una Caza.Muy raro coment Martin. Definitivamente raro. Dnde est ahora?Entrando en una casa dijo Caroline. Crees que se va a pasar el resto del da paseando por la calle en beneficio de tus cmaras mviles?Vieron a Polletti cruzando el umbral de una puerta. Despus, el monitor slo mostr una puerta cerrada.Martin puls uno de los interruptores del monitor.De acuerdo, Mvil Tres. El Blanco ya no est a la vista, de modo que podis cortar la conexin. Hay dificultades para que mantengis la casa del Blanco bajo vigilancia durante un par de horas sin despertar sospechas?Afirmativo respondi la voz del monitor. Estoy operando desde la parte posterior de un Volkswagen. Hasta ahora, que yo sepa, nadie se ha fijado en nosotros.Estupendo dijo Martin. Cul es la direccin de esa casa? S, ya la tengo. Os relevaremos dentro de una hora, dos como mximo. No salgis del automvil; si creis que despertis alguna sospecha, alejaos inmediatamente. De acuerdo?Okay dijo el cameraman.Os ver ms tarde.Terminado y corto respondi el cameraman.Martin puls de nuevo el interruptor y se volvi hacia Caroline.Bueno, nena, hemos localizado al individuo y sabemos tambin dnde vive. Ahora son las tres, treinta y cuatro minutos y dieciocho segundos de la tarde. Tienes que lograr que vaya al Coliseo maana por la maana. No es una tarea demasiado fcil. Crees que podrs salir adelante?Estoy segura dijo Caroline en tono placentero. Crees t que puedo hacerlo?Martin la mir y se pellizc defensivamente el labio superior.S dijo. Supongo que tal vez creo realmente que puedes hacerlo... Caroline, t has cambiado.Lo s dijo Caroline, tal vez es la influencia de Roma, o el hecho de que se trata de mi dcimo asesinato, o las dos cosas. O tal vez se trata de algo distinto. Estar en contacto con vosotros, muchachos.Caroline se alej, andando majestuosamente, y sali del Saln de Baile Borgia.

IX

El apartamento de Marcello Polletti tena un aspecto brillante, chic, impermanente, como el propio Polletti. El mobiliario era bajo, cmodo, armonioso y agradable a la vista... aunque, como su dueo, no perteneca a ningn perodo ni estilo particular, y su valor intrnseco era ms que dudoso. Haba tres escaleras interiores; una de ellas conduca a una terraza, otra a un dormitorio, y la tercera, no habiendo encontrado todava un destino, desembocaba en una pared blanca y desnuda. Esto, forzando una analoga exagerada ya, era igualmente simblico de Polletti.El propio Polletti estaba tumbado sobre un limpio sof carmes. Tena un pequeo mono de juguete, rojo y azul, sobre su pecho (transistorizado; batera recargable; cinco aos de garanta; completamente lavable; diversin para toda la familia...). Lo rasc con aire ausente detrs de la oreja, y el pseudosimio se retorci y chachare. Dej de hacerlo y empez a hacer ejercicios de respiracin profunda. Pero despus de tres ciclos de inhalacin-exhalacin renunci a continuar porque, como tantas otras cosas, aquello le inspiraba nuseas. Adems, saba que el simple hecho de respirar ya le era favorable. En sus circunstancias, respirar profundamente era presuntuoso, ya que se apoyaba en la ilusin de disponer de mucho tiempo para respirar.Polletti sonri levemente; haba hecho un aforismo, o posiblemente un apotegma.En la pared, frente a l, haba un aparato de televisin reposando sobre una repisa. A su lado haba una mesita de tresillo conteniendo seis libros, un peridico, quince tebeos, una botella de whisky, dos vasos sin lavar, y un Smith & Wesson con armazn de aluminio (Modelo XCB3, conocido como El Vengador), cargado a tope pero sin percutor (haba estado planeando hacerlo arreglar). La mesita contena tambin un pequeo derringer de un solo tiro con una longitud total de cinco centmetros, perfecto para llevarlo oculto y razonablemente preciso a distancias de hasta un metro. Al lado del derringer haba otras dos armas de fuego de dudoso linaje y dudosa utilidad. Envuelta en la esquina ms meridional de la mesa haba una chaqueta a prueba de balas, el ltimo modelo, confeccionada haca dos aos por Hightrie & Ouldie, Confeccionistas de Chaquetas a Prueba de Balas, Proveedores de Su Majestad la Reina. La chaqueta pesaba diez kilos y escupira cualquier proyectil, a excepcin del nuevo Super Penetrex Magnum de 9 mm desarrollado el ao anterior por Marshlands de Fiddler's Court, Fabricantes de Proyectiles, Proveedores de Su Majestad el Rey. El Super Penetrex era en la actualidad el proyectil utilizado por todos los Cazadores.Cerca de la chaqueta haba tres paquetes de cigarrillos vacos y arrugados y un paquete medio lleno de Regies. Y, finalmente, sobre la mesita haba una taza de caf a medio terminar.El aparato de televisin, automtico, se encendi por s mismo. Era la Hora Internacional de la Caza, un programa que haba que contemplar para saber quin estaba siendo asesinado por quin, y cmo.El programa de hoy estaba siendo retransmitido desde Dallas, Texas, una ciudad con ms Gallos de Pelea (como eran llamados afectuosamente) per cpita que cualquier otra metrpoli del mundo. Por este motivo Dallas era conocida como el Paraso del Homicidio, y era una especie de Meca para los aficionados a la violencia.El presentador era un norteamericano de modales suaves y aire amistoso, y hablaba con aquella mezcla de camaradera y familiaridad que resulta tan difcil de simular y tan fcil de aborrecer.Un saludo, amigos dijo, y un saludo muy especial para todos los jvenes agresivos de ambos sexos que han de ser los Cazadores y Vctimas del futuro. Tengo un mensaje especial para vosotros, muchachos, debido a una cuestin especial que ha sido sometida a mi atencin. De modo que sin moralizar, muchachos, slo quiero recordaros que es moralmente inaceptable asesinar a vuestros padres, aunque tengis en vuestra opinin un buen motivo para hacerlo; y adems est penado por la ley. De modo que os aconsejo muy seriamente que no lo hagis. Acudid a vuestros instructores del gimnasio y ellos podrn proporcionaros una lucha con alguien de vuestro peso y estatura, utilizando porra, cesto de pgil o maza, de acuerdo con vuestra edad y vuestra categora escolar. S muy bien que no es la cosa real; s muy bien que muchos de vosotros opinis que unos cuantos huesos rotos o una conmocin cerebral son cosa de poca monta. Pero, creedme, es un deporte sano y ayuda a formar cuerpos fuertes y a desarrollar reflejos rpidos. S que muchos de vosotros opinis que lo nico que realmente cuenta es un revlver o una granada; pero eso es debido a que no habis aprendido a manejar nada ms. Permitidme que os recuerde una cosa: los gladiadores de la antigua Roma utilizaban el cesto, y nadie deca de ellos que eran unos maricas; y los caballeros de la poca feudal esgriman una pesada maza, y nadie se rea de ellos. Qu os parece la idea, muchachos? No creis que vale la pena intentarlo?Polletti murmur para s mismo, en voz alta:Me gustara volver a ser un nio.Lo eres dijo una voz sepulcral desde lo alto de la segunda escalera. Polletti no alz la mirada; era simplemente Olga, saliendo silenciosamente del dormitorio....y aqu tenemos algunas otras noticias e imgenes del Mundo de la Caza estaba diciendo el presentador. En la India, el Departamento de Asuntos Exteriores de Nueva Delhi ha confirmado oficialmente el renacimiento de la antigua secta de los Thugs. Un portavoz del Gobierno ha declarado hoy...Marcello dijo Olga.Polletti agit una mano impacientemente. La pantalla del televisor estaba mostrando unos planos de Bombay....recordemos que los Thugs se dedicaban a estrangular por medio de una cuerda de seda o, en casos de extrema pobreza, por medio de una cuerda de algodn...Marcello repiti Olga. Lo siento. Haba descendido hasta la mitad de la escalera, y se apoyaba pesadamente contra la barandilla, como si no pudiera sostenerse en pie....esa antigua prctica es una de las pocas formas de asesinato al alcance de todo el mundo que no quebranta el mandamiento, explcitamente incluido en la mayora de las grandes religiones del mundo, contra el derramamiento de sangre. Varios grupos budistas de Birmania y Ceiln han expresado su inters en este concepto, que un portavoz del Kremlin calific, y cito sus palabras textuales, de "la ms pura casustica". Este punto de vista fue contradecido, sin embargo, por un portavoz del Gobierno de la China Popular, que segn la Agencia China de Noticias declar que la cuerda de los Thugs (o Bufanda de Tesingtao, como l la llam) era una verdadera Arma del Pueblo y en consecuencia...Marcello!Polletti volvi la cabeza de mala gana y vio que Olga haba terminado de bajar la escalera. Semejante a Medusa, su suelta cabellera negra caa hasta sus hombros en rizos serpentarios; su boca estaba pintada de carmes con las comisuras cuadradas, de acuerdo con la nueva moda "Pitonisa"; y sus grandes ojos negros de obelisco estaban desenfocados y opacos, como los ojos apagados de un lobo famlico abatido de un disparo.Marcello pregunt Olga, podrs perdonarme algn da?Desde luego se apresur a decir Polletti, y se volvi de nuevo hacia el televisor....entretanto, el Presidente Electo del Brasil, Gilberte, inaugur la Seccin Segunda de los Juegos Olmpicos con una solemne declaracin. Les dijo a los millones de personas apretujadas en el Estado Central de Ro que la primaria catarsis emocional, tal como estaba canalizada y dirigida en la Caza, no era an econmicamente posible; en tanto que los Juegos Gladiatoriales Olmpicos, que proporcionaban la forma ms agradable y ms intensa de catarsis emocional secundaria, estaban al alcance de todos los ciudadanos. Ms adelante afirm que la asistencia a los Juegos era el deber de todo ciudadano que deseara sinceramente la erradicacin de las matanzas en masa provocadas por las guerras en el pasado. Sus palabras fueron acogidas con respetuosos aplausos. El primer combate de hoy era entre Antonio Abbruzzi, triple campen de Europa de la especialidad Hacha de Combate estilo libre, contra el popular zurdo finlands Aesir Drngi, vencedor el pasado ao de las semifinales del Norte de Europa. Parece ser...Me vi empujada a ello dijo Olga. Sus rodillas empezaron a doblarse y su mano se solt de la barandilla. Lo siento, Marcello... lo siento mucho, muchsimo.Al tiempo que su mano derecha soltaba la barandilla, su mano izquierda se abri como por voluntad propia y de ella cay un ominoso frasquito de color oscuro y forma siniestra. Polletti lo reconoci inmediatamente: era el frasco en el cual Olga guardaba sus pldoras para dormir... o en el cual sola guardar sus pldoras para dormir, ya que el frasco de color oscuro no tena tapn y rod por el suelo, vaco.Era obvio para cualquiera que Morfeo haba establecido una alianza fatal con su hermano Tnatos.He tomado una sobredosis de pildoraza para dormir dijo Olga, por si la cosa no estaba clara para Marcello. Supongo... supongo... Le fall la voz, y la desdichada joven se desplom sobre la alfombra....mientras que en la especialidad de Machete, Nicholai Groupopolis, de Grecia, alcanz una fcil victoria sobre Edouard Comte-Couchet, de Francia, su apuesto pero indudablemente inferior rival, propinndole un machetazo de abajo a arriba, tras una finta sensacional, mortal de necesidad. En la especialidad de Estrangulamiento, Pesos Medios, surgi la sorpresa en forma de victoria de Kim Sil Kul, de la Repblica de Corea Central... Disclpame dijo Polletti, apartando su mirada de la pantalla con una expresin de culpabilidad en los ojos. Has dicho que tenas dificultades para dormir? ..en la Clase B de Doble Estilete Clsico, se declar un empate entre Juanito Rivera de Oaxaca, Mjico, y Giulio Carerri de Palermo, Sicilia, en tanto que...He dicho dijo Olga, con voz dbil pero muy clara que me he tomado una sobredosis de pldoras para dormir; de barbitricos, para ser ms exacta....en la Especialidad de Lanzamiento de Granadas, Peso Medio, Michael Bornstein, de Omaha, Nebraska, a pesar de una dislocacin del hombro, pulveriz a su adversario...Y adems dijo Olga, no me arrepiento, excepto por ti, Marcello, dado que eres t el que me ha conducido a esto con tu indiferencia en los ltimos doce aos, y eres t el que, si te queda un vestigio de