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nerudiana Las últimas plumas de Altazor: del antipoema al guatapique L a antipoesía —que Altazor percibió en la distancia, y profetizó, pero también puso en evidencia en sus largas letanías de palabras in- ventadas hasta llegar a su alarido final y escape de aire sollozando en el silencio— viene a ser una especie de reflejo borgeano de la identidad ameri- cana buscada desde el mismo origen de nuestro sincretismo, cuando el Almirante del Mar Océano vio un ramo de fuego cayendo sobre el todavía in- nominado Triángulo de las Bermudas 1 y los que escribieron sus crónicas y visiones trataron de des- cribir el Nuevo Mundo con palabras adecuadas, que se les escaparon puntualmente durante cinco siglos. Antipoetas: Huidobro, Neruda, Parra HERNÁN CASTELLANO GIRÓN Cal Poly, San Luis Obispo (CA), USA escriben Marco Antonio Campos Hernán Castellano Girón Jaime Concha Jaime González Colville Gabriela Mistral Fernando Moreno Turner Abraham Quezada Vergara Claudio Rojas Alain Sicard Manuel Toledo sigue en p. 8 Fundación Pablo Neruda Santiago Chile Nº 1- Agosto – 2006 Director Hernán Loyola

Antipoetas: Huidobro, Neruda, Parra

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Page 1: Antipoetas: Huidobro, Neruda, Parra

nerudiana

Las últimas plumas de Altazor:del antipoema al guatapique

La antipoesía —que Altazor percibió enla distancia, y profetizó, pero también puso

en evidencia en sus largas letanías de palabras in-ventadas hasta llegar a su alarido final y escape deaire sollozando en el silencio— viene a ser unaespecie de reflejo borgeano de la identidad ameri-cana buscada desde el mismo origen de nuestrosincretismo, cuando el Almirante del Mar Océanovio un ramo de fuego cayendo sobre el todavía in-nominado Triángulo de las Bermudas 1 y los queescribieron sus crónicas y visiones trataron de des-cribir el Nuevo Mundo con palabras adecuadas, quese les escaparon puntualmente durante cinco siglos.

Antipoetas: Huidobro, Neruda, ParraHERNÁN CASTELLANO GIRÓNCal Poly, San Luis Obispo (CA), USA

escriben

Marco Antonio Campos

Hernán Castellano Girón

Jaime Concha

Jaime González Colville

Gabriela Mistral

Fernando Moreno Turner

Abraham Quezada Vergara

Claudio Rojas

Alain Sicard

Manuel Toledo

sigue en p. 8

Fundación Pablo Neruda Santiago Chile Nº 1- Agosto – 2006 Director Hernán Loyola

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[ 2 ] NERUDIANA – Nº 1 – 2006

Sumario

Antipoetas:Huidobro, Neruda, Parra 1HERNÁN CASTELLANO GIRÓN

Tiempo y recuerdo enResidencia en la tierra 2JAIME CONCHA

Cinco desenterradosy un sobreviviente 11o los embajadores de la profundidadALAIN SICARD

Armando Ulloa,la voz perdida del Maule 15JAIME GONZÁLEZ COLVILLE

Recado sobre Pablo Neruda 19GABRIELA MISTRAL

Partida de bautismode la madre de Neruda 21Transcrita y anotada por

JAIME GONZÁLEZ COLVILLE

Conversaciónimaginaria con Pablo Neruda 22MARCO ANTONIO CAMPOS

Neruda en la UNESCO 23ABRAHAM QUEZADA VERGARA

Adioses 27MANUEL TOLEDO

ALAIN SICARD

FERNANDO MORENO

Gradus ad Parnasum 29MIGUEL D’ORS

Publicaciones 30CLAUDIO ROJAS

Isla Negra 32HERNÁN CASTELLANO GIRÓN

nerudianaNº 1 agosto 2006

director Hernán Loyola

editorMario Valdovinos

diseño y diagramaciónJuan Alberto Campos

secretaría de ediciónAdriana Valenzuela

FUNDACIÓN PABLO NERUDA

Fernando Márquez de la Plata 0192

Providencia.

Santiago Chile

Texto inédito, leído en el CRLA,Université de Poitiers, 2004

Supongo que leer esta ponencia aquíno es una pura casualidad. “Aquí”significa, desde luego, Poitiers, la

Universidad de Poitiers y, sobre todo, elalero institucional del Centre desRecherches Latino-Américaines (CRLA).Durante los años que tuve la suerte de en-señar en Clermont Ferrand, a mediadosde los setenta, ya este Centro se veía comouna empresa renovadora en el campo delos estudios latinoamericanos, no muy de-sarrollados todavía en Francia en ese en-tonces, a pesar de las grandes contribu-ciones de hispanistas en particular(Bataillon, Salomon, Sicard, etc.), másbien centradas en el período colonial o enel siglo XIX. A más de treinta años dedistancia y con la perspectiva que ellossuministran, el Centro de Poitiers ha po-dido ser objeto de un reciente reconoci-miento por parte de Giuseppe Bellini,quien, meses atrás en Madrid, refirién-dose a una obra en curso sobre el desarro-llo del hispanismo internacional, subra-yaba la importancia que le ha cabido a estacasa de investigaciones literarias. A mí,eso me parece indudable. Por los congre-sos que ha organizado en número signifi-cativo y con periodicidad regular; por lascolecciones de ensayos y colaboracionespublicadas sobre escritores y obras lati-noamericanos; por destacar a autores queno eran demasiado conocidos (Droguett),que yacían más bien olvidados (FelisbertoHernández) o que no contaban aún conuna reputación consolidada (Roa Bastos),la actividad de este centro, presidida porAlain Sicard, acompañado por FernandoMoreno Turner y un equipo de colegas,tiene ya un puesto importante en la histo-ria del hispanismo francés y de los estu-

dios latinoamericanos en Europa. Lo quefue un impulso en esos años iniciales esya, a comienzos de este nuevo siglo, ad-quisición sólida e incuestionable.

Tampoco resulta ser mera coinciden-cia, creo, el tema de mi trabajo, relacio-nado con el tiempo y el recuerdo en unade las obras centrales dentro del ampliolegado nerudiano. Alain Sicard, uno de losinvestigadores que más ha aportado al es-tudio de Neruda en general y de Residen-cia en la tierra en particular, ha tratadocon gran sensibilidad dialéctica la cues-tión de la temporalidad en esta poesía, pri-mero en su disertación doctoral, prontotraducida por Gredos, luego en varios ar-tículos breves y mayores específicamentededicados al tema y, hace muy poco, enuna excelente presentación sintética de lacolección Folio. Todas estas contribucio-nes son indispensables para abordar eltema actual y me parece innecesario re-calcar cuán presentes estuvieron en la ela-boración de este trabajo.

1Antes de entrar en el tema propiamentetal, quisiera formular dos observacionesde tipo metodológico, ambas relacionadasdirectamente con el asunto que voy a ex-poner.

En una concisa monografía sobre laconcepción del lenguaje en la filosofía deHusserl, Félix Martínez Bonati reflexio-na sobre las conexiones —cercanía y di-ferencias— del lenguaje usual, el del ha-bla corriente, con el lenguaje técnico dela filosofía. Distanciándose de la tenden-cia a una formalización extrema de la len-gua filosófica, muestra allí como enHusserl la exposición filosófica parte delhabla común para acuñar en seguida, amedida que se desarrollan las precisio-nes y definiciones conceptuales, nociones

Tiempo y recuerdo en Residencia en la tierraJAIME CONCHA

La Jolla, University of California (San Diego)

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de perfil técnico más riguroso. Es en esevaivén constante entre el lenguaje cotidia-no y los instrumentos conceptuales pro-pios de la reflexión filosófica donde resi-de la purificación de uno y el enriqueci-miento de los otros.1

Esto, que es válido sin duda paraHusserl, lo es también para toda filosofíagenuina, desde Platón hasta Bergson. EnAristóteles, por ejemplo, el término de po-tencia (dynamis), que aún en los diálogosplatónicos conservaba su asociación usualcon capacidad, habilidad, fuerza o poder,adquirirá, tanto en la Física como en laMetafísica, una distintiva significacióncorrelacionada con acto, hasta el grado dehacer la delicia, mucho tiempo después yen pleno siglo XX, de Stephen Dedalus,cuando el personaje de Joyce admire yrememore la notable definición aristo-télica del movimiento: “El acto de la po-tencia en cuanto potencia”. Más claro,echarle agua. La ganga connotativa des-aparece, sin perderse del todo, y el con-cepto alcanza una agudeza de significadoy denotación por el contexto, a través delas interrelaciones en que entra durante elcurso de la argumentación especulativa.

El fenómeno es distinto en las cien-cias. Sin entrar en el campo de las cien-cias matemáticas y altamente formaliza-das, que escapan a mi competencia, cual-quier lego o hijo de vecino puede com-prender que, cuando en física newtonianase habla de masa o de fuerza, ello no tie-ne nada que ver con nuestro uso corrientede esos términos, o que cuando se men-ciona núcleo en física cuántica o encitología, el término significa en cada unade esas especialidades cosas completa-mente diferentes. Ya Lavoisier, a fines delsiglo XVIII, luchando por hacer ingresarla química en una esfera propiamentecientífica, abogaba —apoyado en Con-dillac y en una de las mejores prosas fran-cesas de ese siglo ya excepcional en lamateria— que la química debería partirde, y tener como primer requisito, “unelangue bien faite”.2 Y en la primera mi-tad del siglo XX, en un plano más bienepistemológico, Bachelard nos hará com-prender los distintos umbrales de decan-

EDITORIAL

Neruda vive

Esta revista va dirigida a quienes interese conocer,explorar y profundizar más el inagotable universo nerudiano.Y a quienes lo estén descubriendo.

Quiere ser un espacio de encuentro para la investi-gación interdisciplinaria (literaria, lingüística, histórico-cul-tural, psicológica, filosófica, científica en sentido amplio) quetiene como núcleo vivificante la figura y la poesía de PabloNeruda. De ahí que este número inaugural incluye trabajosde dos nerudistas mayores, como son Jaime Concha y AlainSicard, y de ese artista múltiple, Hernán Castellano Girón,poeta-pintor-cineasta y también investigador literario (ver sulibro sobre Rosamel del Valle). De ahí el rescate de ArmandoUlloa, olvidado miembro de la bohemia nerudiana, por suconterráneo del Maule, Jaime González Colville, y de un as-pecto del embajador Neruda descrito por Abraham QuezadaVergara, diplomático de carrera.

Pero nerudiana quiere sobre todo ser un espacio deencuentro para los lectores del poeta. Para ellos cada númeroentregará información, comentarios sobre lo que se publicaen el mundo, reseñas, noticias, indicaciones, orientación va-ria. La revista rescatará documentos o textos de particularinterés, comenzando ahora mismo con el visionario “Reca-do” de Gabriela Mistral que inaugura nuestro Dossier 1936.

Invito a esos lectores a escribirnos sugerencias, ob-servaciones, comentarios, y también requerimientos o pre-guntas o curiosidades conexas a Neruda, a su vida, a su obra,a su mundo. Invito en especial a quienes residan en el extran-jero a comunicarnos toda información sobre actividades ypublicaciones vinculadas a nuestro poeta. Dentro de lo posi-ble, y de los evidentes límites de espacio, la revista quiere serel producto de un esfuerzo y de un amor colectivos.

— El Director [email protected]

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tación del lenguaje científico (purificaciónde la ganga empírica, abstracción,cuantificación y mensurabilidad, etc.).

En esta tripartición obviamente es-quemática, ¿representa el lenguaje poéti-co un caso opuesto al científico, situán-dose del lado del habla y de la memorialingüística del hablante, como si allí resi-diera el polo de su esfuerzo y el centro desu máxima riqueza? Este parece ser hoydía el punto de vista preponderante, peroveremos que el asunto es quizás más com-plejo y no es tan diverso a lo que MartínezBonati nos ha hecho ver con respecto allenguaje de Husserl y de la filosofía engeneral.

Ya el mismo autor observa con ra-zón que un término tan extendido y cen-tral como acto en Husserl (el Husserl delas Investigaciones lógicas y también elde las Ideas) no excluye necesariamente,ni mucho menos, “vivencias pasivas”; ala vez, la noción clave de “intenciona-lidad” está muy lejos de toda intenciónconcebida como algo voluntario o volitivo—aspecto que es sin duda la base de ladesignación escolástica. Esta observa-ción viene como anillo al dedo para lo queentreveo y quisiera conceptualizar en re-lación con las Residencias.

Dos ejemplos, ligados a nuestrotema, me sirven especialmente. En “Se-renata”, uno de los primeros poemas enel orden de redacción de Residencia, elpoeta dialoga con la Noche, le pide a éstainspiración, templando su instrumentoante su poder soberano. En actitud deci-didamente interrogativa, el poeta pregun-ta constantemente a la Noche y se definecomo “el joven sin recuerdos”. Estaautoimagen es el polo subjetivo en una re-lación en que el otro polo es justamentela magnitud cósmica nocturna. Ahorabien, en el centro del poema, contra todalógica aparente, el poeta nos dice: “O re-cuerdo el día primero de la sed…”, etc.¿Significan lo mismo los recuerdos quese niegan como inexistentes en el primercaso y la acción de recordar, claramenteafirmada, en el segundo? El plural en uncaso, acentuado por la “olvidada volun-tad” que se atribuye al mismo poeta, pa-

dependiente universal (derivada de todaslas derivadas, como sugería el soviéticoBoris Kuznetsov), el tiempo es insosla-yable y lo es aún más cuando se trata dela plasmación poética. En las páginassiguientes, que intentan explorar el tema,lo trato de abordar de una doble manera,como evidencia textual tematizada ycomo proceso poético que ocurre y tienelugar en el tiempo. Es decir, me apoyaréespecialmente en aquellos poemas que,además de que parecen hablar explícita-mente del tiempo, nos hacen sensible elproceso de temporalización en que con-siste el poema, ya sea por su forma rít-mica, sus contrastes de tempo o susdisonancias de velocidad. Se trata enton-ces, no de agarrar el tiempo por la cola(empresa imposible por excelencia, se-gún el Sartre de La náusea), sino del en-garce del tiempo poético con lo proto-temporal —entendiendo por prototem-poralidad el tiempo que nos precede, eltiempo en que estamos insertos, el ríoheracliteano que agobia y acongoja alpoeta y en que el poema se hace carne.Es decir, dado el tiempo objeto (el tiem-po cósico, de que habla Husserl, o eltiempo exterior de las mediciones natu-rales o artificiales: invierno, horas...),¿cómo se trasmuta en tiempo poético yactiva el sentido del recuerdo ante losojos, oídos y mente del lector? 3

2Empezaré con “Galope muerto”, centrán-dome bastante en él, no por mera arbitra-riedad o por la ventaja fácil de tratarse delprimer poema del libro, sino porque, justa-mente por ser el poema que abre las Re-sidencias, nos suministra una visión in-augural de nuestro tema, lo suficiente-mente explícita como para marcar y arti-cular la experiencia que la obra va a des-envolver.

En sus Dilucidaciones sobre la poe-sía de Hölderlin (Dilucidaciones o Acla-raciones: Erläuterungen, las llama el fi-lósofo alemán), Heidegger señala, casi sequeja, de que no existan hasta la fecha ca-tegorías adecuadas para referirse a loshimnos, elegías o lo que sea del gran poe-

rece decirnos otra cosa que la acción ver-bal posterior, en que se recuerda una ex-periencia vinculada con la sexualidad, latierra, la infancia y los orígenes. Reten-gamos, por el momento, que en medio delámbito de la noche, irrumpe el recuerdodel día, conectado talvez con “el insensi-ble joven diurno” de que se nos hablaráen otro poema.

Lo mismo ocurre en el caso del pe-núltimo poema del libro, “No hay olvido(sonata)”, donde olvido parece represen-tar una situación imposible ante la percep-ción ubicua y omnipresente de la muerte(la necesidad de olvidar representaría unimperativo de salvación) y, luego, olvidoen sentido negativo, como pérdida del re-cuerdo y de la voluntad de recordar. Ob-viamente, si atendemos con cuidado a es-tos casos y evidencias, es claro que el poe-ta se ha preocupado de deslindar sentidos,establecer diferencias, acuñar sus propiossignificados en el proceso mismo de con-figuración del poema , fijando los contex-tos en que los términos funcionan. En elprimer caso, tenemos un joven sin recuer-dos que recuerda profundamente; en el se-gundo, un olvido que es imposible y ne-cesario a la vez para la generación y ope-raciones del recuerdo.

La segunda observación tiene que vercon la cuestión formidable del tiempo. Escasi un cliché partir del célebre apotegmaagustiniano en que el autor de las Confe-siones formula la paradoja fundamentalde toda reflexión sobre la temporalidad:Si nemo..., etc. (Libro XI, xiv, 17). Es uncliché, pero no por nada, porque de él par-tirán, estimulados para reactivar la re-flexión y seguir manteniéndola “en vilo”(sic), Bergson, Husserl y Heidegger, en-tre otros pensadores de no menor enver-gadura. En nuestro caso, que no buscavolar tan alto, es una alusión que me sirvesimplemente para mostrar las dificultadesprácticas de tener que hablar del tiempo,no sólo en un marco de tiempo, sino so-bre todo con la complejidad sutil del tiem-po en la poesía y en la lírica.

Forma de la sensibilidad e intuicióna priori de toda nuestra experiencia real yposible, como quiere Kant, o variable in-

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ta romántico. “Hasta la hora actual no sa-bemos en verdad qué son los poemas deHölderlin, a pesar de nombres como Ele-gía o Himno”.4

Mutatis mutandis, tampoco sabemoslo que son, desde un punto de vista histó-rico-formal-tipológico, poemas como“Galope muerto” o los “Tres cantos ma-teriales”, éstos de la Residencia II. “Unode los más extraños poemas”, calificaAlonso al poema inicial, pero en el exten-so comentario que le dedica, lleno deaperçus y de valiosas indicaciones, no sepreocupa en ningún momento por ceñirconceptualmente la forma o tipo a quepertenece. En el caso de los “Tres cantosmateriales”, ya el mismo poeta da una pis-ta al titularlos así, destacando su impor-tancia, pues la sección en que ellos figu-ran, la IV, es la única de todo el libro queva encabezada por subtítulo propio. Posi-blemente, siguiendo esa huella, el inte-lectual venezolano Mariano Picón Salassorprendía, en vena nietzscheana, un ‘en-cantamiento y embriaguez dionisíaca’ en“Entrada a la madera”, lo cual tiene sinduda un efecto perturbador, por el extre-mo anacronismo que implica. Si bienodas, himnos, incluso elegías cruzan si-glos, eras y tiempos sin que su aplicaciónnos desconcierte, lo dionisíaco nos cho-ca. No hay duda que hay en ellos, sobretodo en “Entrada a la madera” y en “Esta-tuto del vino” una actitud reverencial,sacrificial, que es posible asociar con eldramatismo del ditirambo. Es decir, quehay una base para la intuición de PicónSalas, sin que la solución de ver en elloseste aspecto dionisíaco sea totalmente sa-tisfactoria. Por otra parte, la mismaMistral, en el gran “Recado” que dedicóa las Residencias, captó con hondura quela grandeza de esos poemas respondía auna condición singular, a una forma suigeneris creada por el poeta. No le dio nom-bre, sin embargo.

Algo semejante ocurre con “Galopemuerto”. El poema es eminentemente des-criptivo; sería casi épico, si el involucra-miento emocional del poeta no fuera tanpotente y decisivo. Por decirlo paradó-jicamente, el poeta narra y canta con toda

objetividad desde dentro, desde el interiordel caos cuyo espectáculo nos sensibilizavívida y mortalmente como realidad enconstante catástrofe. Descriptivo, épico,el poema es máximamente elegíaco, noen un sentido individual, como los poe-mas funerales que pueblan intermitenteslas páginas del libro (“Ausencia de Joa-quín”, “Alberto Rojas Giménez viene vo-lando...”), sino como elegía colectiva, cós-mica, cósica o cosal. Pero dejemos ya estoque es arduo y probablemente insoluble.

El poema es un oleaje que avanza encuatro o cinco grandes oleadas, de dura-ción muy semejante, casi igual: 10 ver-sos, 11 versos, 10 versos de nuevo, unavez más 11 versos. Cuatro movimientos,por lo tanto, con el último dividido endos fases, de 6 y 5 versos sucesivamente.Esta última zona del poema queda prácti-camente aislada, replegándose sobre símisma. El poema tiene una increíble soli-dez física, una arquitectura presciente yeficaz, que nos hace admirar, por otra par-te, cuán clásico es el verso libre nerudiano,cuánto descansa en simetrías estróficas há-bilmente trabajadas.

Alonso sitúa el gozne divisorio delpoema en “Por eso”, porque su criteriodepende de una visión conceptual delpoema, escindido entre el sinsentido delo real y la operación de cantar, que élconsidera en términos demasiado opti-mistas y hasta triunfales, a mi ver. En suopinión, “el único sentido valedero de lavida y del mundo es el poético” (p. 81).Sea lo que fuere, tiendo a considerar elpoema como una sucesión de tres movi-mientos muy similares, que se quiebranluego y se biparten mediante un expresi-vo prosismo (“ahora bien”) para dar pasoa un último movimiento, escindido a suvez en dos fases: una fuertementecuestionante e interrogativa, ampliamen-te descriptiva, que luego se aquieta, searremansa de hecho en un círculo a rasdel suelo, en contacto con las fuerzas enplenitud de la vida y de la materia. Cae-mos, pues, en el poema, para crecer denuevo, para estar a la espera del crecerque ya se fragua y que escuchamos en elinterior de las plantas en que reposa y se

apacigua el poema. Este caer y crecerserá el ritmo más percutiente de todo ellibro, una dualidad de fuerzas antitéticasque lo articulan, dándole una consisten-cia casi real.5

Los desenlaces respectivos de cadauno de estos movimientos tienen unaorientación cadente, hacia abajo, hacia elplano de la tierra. El primer movimientofinaliza con las ciruelas “que se pudrenen el tiempo, infinitamente verdes”; elsegundo se cierra con la violencia de lamuerte animal: “o la llegada de la muertea la lengua del buey / que cae a tumbos,guardabajo....” ; y el tercero se centra yconcentra en la figura del poeta: “para mí,que entro cantando / como con una espa-da entre indefensos”, donde el poeta semueve entre cuerpos inermes, invadiendoun espacio que parece estar sembrado decadáveres.

La secuencia posee, entonces, una ló-gica particular, no difícil de sorprender: fru-ta o frutos sometidos a la ley de gravedad,que se transforman en tiempo materializa-do, incorporándose a la duración terrestre;bestia que cae en forma coral, en mediode hombres que gritan y dan muerte al ani-mal; sujeto que recibe casi en forma dativa(“para mí”) este don o donación terrible quele brindan el tiempo y la muerte como raízde su canto. Desde las fuerzas materialesde la tierra —planeta y elemento a la vez—hemos ido entrando en el corazón del poe-ta (“lo que mi corazón pálido no puedeabarcar”) por un proceso de intususcepciónque interioriza y encarna, sin antropo-morfizarla, la experiencia del cosmos y losdiversos elementos de la naturaleza.

3Ahora bien —y el ahora bien viene per-fectamente a cuento aquí, pues es casi uneco de lo que Neruda pronuncia— es eneste momento donde el poeta logra for-mular una pregunta totalmente articulada.Antes había vacilado, balbuceado, tarta-mudeado casi: “Es que de dónde, por dón-de, en qué orilla?” Alonso, que en su no-table análisis comenta este verso calificán-dolo de “erupción emocional” y que cap-ta bien el matiz de rebeldía contenido en

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[ 6 ] NERUDIANA – Nº 1 – 2006

su arranque, no repara sin embargo en unacosa fundamental: ésta es la única vezque se menciona el verbo ser a través deuna de sus formas más egregias. “Esque...” Gran parte de la extrañeza de estepoema, a la cual fue sensible el crítico(supra), proviene de que “Galope muer-to” prescinde absolutamente de toda for-ma del verbo ser, ya se trate de sus for-mas impersonales o del conjunto de susvariaciones formales. Hazaña gramati-cal, sin duda, que contrasta hondamente—para aludir a una conexión histórico-li-teraria llena de sentido— con la radicalexploración del ser a que se entrega Daríoen el poema final de Cantos de vida y es-peranza. Si “Lo fatal” es, y lo es en pro-fundidad, una de las más prodigiosasdesgramaticalizaciones del verbo ser enla lengua española, “Galope muerto” re-presenta su exclusión absoluta. Distanciaepocal, ciertamente, y hasta cierto puntotambién nexo de articulación histórica.“Es que...”, al comienzo de Residencia enla tierra, es el magro residuo del ser, unasílaba mínima, insignificante y vacía; unaastilla, apenas una partícula exclamativa.“Galope muerto” es eso, como título ycomo experiencia que el poema transmi-te: evacuación del ser, la perfecta ecua-ción de su oquedad. Para contrapesar esto—y de un modo sintomático— se men-cionan otros vocablos de gran peso espe-cífico: “existiendo”, “está hecho” y “hay”,que surgen en el centro y en el ápice delgran movimiento cuestionante e interro-gativo al que aludía. Este movimiento,que parte del balbuceo rebelde ya men-cionado, se alza finalmente a un plano re-flexivo en estos versos:

Ahora bien, de qué está hecho ese surgir de palomasque hay entre la noche y el tiempo,como una barranca húmeda?

Es la única vez que en este poemaveremos el gesto del vuelo, el movimien-to antitético a las leyes de la gravedad; esuna de las pocas veces que veremos algoparecido en el libro. (La otra, en genialinversión, será el poema dedicado a “Al-

berto Rojas Giménez viene volando”). Yes que se trata de algo genésico, el puntode partida de la prototemporalidad comoel verso indica claramente.

Esta dimensión temporal, que cruzay cubre todo el poema a través de un hiloacústico, empezando por las campanadasque abren el poema y el silencioso escu-char de las plantas a flor de tierra, pasan-do por toda la magna eclosión del sonidoen “ese sonido ya tan largo” en el centrodel poema, se explicita conceptualmenteen la primera estrofa del poema en la con-tigüidad, casi adyacencia, de los temasacoplados del tiempo y del recuerdo. Todolo que se destruye y desintegra en la rea-lidad tiene lugar

en el mismo molino de las formas demasiado lejoso recordadas o no vistas

La disyunción, expresada con fuer-za, a la par que acentúa una forma deestructuración muy característica deNeruda en este poema (hay por lo menostres menciones de una “o” muy eficaz)abunda en todo el libro, y es parte delbalbuceo de su voz, del temblor que re-corre al sujeto, para quien lo real se pre-senta como algo disperso y centrífugo.Pero, aquí, en la primera estrofa del poe-ma y del libro, adquiere máxima signi-ficación por el doble hecho de distribuirel mundo de las “formas demasiado le-jos”, coordinándolas y haciéndolas prác-ticamente equivalentes en las seccionesde lo “recordado” y de lo “no visto”. Esun momento crucial del poeta acuñandosu vocabulario. Lo que se presenta casicomo una clasificación distributiva, creasentido y simboliza a la vez por el sim-ple contacto y contigüidad de los térmi-nos. Muchas interpretaciones son posi-bles, pero nos quedaremos con la máselemental: en el vector universal del tiem-po, hay dos orbes de realidad desde elángulo del sujeto, la experiencia que miraal pasado y lo que aún no es parte (y a lomejor nunca será parte) de la experien-cia. Énfasis y acentuación del pasado,desconocimiento o negación del futuro,

se muestran correlativos en este versocapital. De esto resulta un corolarioimportante: en la triplicidad de los éxta-sis temporales reconocibles, la primacíacorresponde en Neruda al recuerdo,que nosotros sólo por abstracción(recuérdense las discusiones fenome-nológicas del tiempo en Husserl yHeidegger) vinculamos al pasado. Fije-mos un poco las ideas: lo recordado per-tenece a las formas demasiado lejos, esdistinto y similar (por su lejanía) a lo novisto, a una condición fragmentaria, in-sular, borrosa, que sitúa el recuerdo alborde de lo inexistente. No es tanto sufalta de identidad en sentido psicológi-co, en relación con una dificultad parapercibir el curso y la continuidad de laexistencia, sino un déficit de cohesión in-terna, minusvalía en la fidelidad a sí mis-mo. Impotencia de ser, en suma. El “entesin recuerdos” de que hablaba en Tenta-tiva del hombre infinito, el “joven sin re-cuerdos” de “Serenata”, “el insensiblejoven diurno” de “Fantasma”, todos pa-recen coincidir en esta lejanía excesiva yexagerada del recuerdo y del recordar. Ladesontologización que caracteriza al poe-ma en el plano léxico y semántico no essino el reverso o la contrapartida de estaeclosión de lo temporal con su desga-rrada afirmación y desvanecimiento delrecuerdo.

4Un mapa exhaustivo del tema del tiem-po y del recuerdo en Residencia atrave-saría de hecho todo el libro, tal es la im-portancia y la ramificación que adquierea lo largo de la obra. El resultado seríaun homeomorfismo impráctico y disfun-cional para el análisis. Vale más, por lotanto, señalar algunos núcleos relevan-tes y comentar los que encajan mejor conmi objeto.

Además de “Galope muerto”, cuyaobertura impone el esquema amplio dela visión, habría que señalar los tres gran-des poemitas que comenté en otra opor-tunidad 6 —“Madrigal escrito en invier-no”, “Fantasma” y “ Lamento lento”—,que constituyen de hecho un doloroso

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divertimento autobiográfico sobre el mis-mo tema, y el breve par compuesto por“Cantares” y “Trabajo frío”, donde seexplicita en forma excepcionalmente grá-fica el poder del tiempo sobre el sujetohumano y el yo del poeta en singular. Fi-nalmente, desembocamos en una tétradapoderosa, una tetralogía que es una granvariación sobre el tiempo tocada en el do-ble teclado del recuerdo y del olvido: “Elreloj caído en el mar”, vasta fantasma-goría de un tiempo inmóvil y paraliza-do, pero al que en el fondo recorren “co-rrientes centrales” (su estructuración essemejante, aunque inversa, a la descritaen “Galope muerto”); “Vuelve el otoño”,que retoma directamente, reelaborán-dolas, imágenes introducidas en el pri-mer poema, como si al fin de su libroquisiera profundizar por última vez lo co-menzado y entrevisto con anterioridad;“No hay olvido (sonata)”, sonata deltiempo destructor por antonomasia; y, enel desenlace del texto, desembocando yaen el extremo de la prototemporalidad,la gran canción final de “Josie Bliss”.Cuatro movimientos, una vez más, en queel libro va entrando en aguas que lo des-bordan, en el mundo que trató de conju-rar. Diremos unas cuantas cosas sobrecada uno de ellos, para tratar de definirsu función en el delta del libro.

Poema chocante “El reloj caído enel mar”, por lo menos que siempre meha chocado; chocante en sentido literal,en la medida que se basa en la unión dedos planos heterogéneos, el técnico y ar-tificial del reloj, y otro natural, incon-mensurable, el del mar. En esto, resaltasu diferencia con uno de sus congéne-res, “El sur del océano”, pues aquí lacatástrofe es natural, es un vasto nau-fragio colectivo, cuyas dimensiones his-tóricas no pueden escapar al lector. Acá,en cambio, es el puro caer del tiempo,el puro crecer del tiempo, en el plexometálico y mecánico del reloj. ¿Influjode Dalí, inspiración del pintor tan cer-cano a la generación del 27? Afinidaden todo caso, porque así como en algu-nos cuadros de esa época hallamos enel español objetos-recuerdos como res-

tos sobre la playa y las orillas del mar,en Neruda tenemos objetos-tiempo, unaobjetividad potentemente y patética-mente temporalizada. Superficie plásti-ca y cromática, en uno; materialidadverbal y rítmica en otro.

“Vuelve el otoño” —el poema quesigue— retoma imágenes y núcleos yamuy presentes en “Galope muerto”, comosi el poeta, cerca del fin de su gran viajeresidenciario, quisiera ampliar y profun-dizar la visión inicial: galope, caballo, fru-tas hundidas en la tierra, etc., que virtual-mente entretejen una relacion intertextualcon el primer poema, el que deviene ex-plícitamente su correlato imaginario. “Nohay olvido (sonata)”, lo dice todo desdesu mismo título y se abre con la fórmulamás abarcadora de la metafísica del tiem-po de las Residencias, el “Sucede” con quese había iniciado también “Walkingaround”: “Sucede que me canso de serhombre”, decía aquí; acá, “Si me pregun-táis en dónde he estado / debo decir ‘Su-cede’”. Metafísica del tiempo y antropo-logía residenciarias coinciden en el plexode la sucesividad. Por último, “JosieBliss”, reactivando el impulso autobio-gráfico anterior, pero superándolo en de-finitiva, cierra el libro con la eclosión delrecuerdo, más allá de las fuerzas del olvi-do y de la espada mortal de lo sucesivo.

“Josie Bliss” arranca también de latecnología del recuerdo, del “color azulde exterminadas fotografías”. En un es-fuerzo de intenso mimetismo, el poemada fluidez a los recuerdos, “echa a andarel tiempo” allí paralizado. Contraste, en-tonces, con “Un reloj caído en el mar”; ycontraste también, y sobre todo, con “Nohay olvido...”, en la medida en que la granimagen fluvial, negativa en este caso (“elrío que durando se destruye”), se invierteahora, dando paso al “color que el río cavagolpeándose en la arena”, donde su senti-do creador, fundante, se empieza a aso-ciar con el doble principio del agua y dela tierra y con el color del cielo.7 Lo deci-sivo, sin embargo, es esto: el anhelo delrecuerdo está ligado a la memoria fun-damental de la tierra, al renacer de la pri-mavera, con las mismas imágenes arcai-

cas y medievales y de toda edad: “Quévestido, qué primavera cruza...?” Conello, la temporalidad deja de situar el re-cuerdo en un pasado personal y lo vin-cula al diálogo y pareja de la tierra conel sol. Es decir, el eje capital de nuestra“residencia en la tierra”.

No es la menor paradoja de este li-bro impar que, alimentado de miseriassingulares (ausencias, exilio, incomuni-cación, miseria a secas) elabore unamáxima desantropomorfización del re-cuerdo, lo erradique de la intimidad delser humano —de una vida privada... devida— y lo implante en la más abiertaexterioridad, la de la tierra en su viajesolar y nocturno.♦

NOTAS

1 Cf. Félix Martínez Bonati, La concepción del len-

guaje en la filosofía de Husserl. Santiago, Edi-

ciones de los AUCH, 1960.2 Lavoisier, Traité élémentaire de chimie, en Oeuvres,

I (París, Imprimerie Impériale), p. 1 del “Discours

préliminaire”. (La frase es de Condillac.)3 Spitzer anota bien que tanto en San Agustín como

en Bergson la referencia al poema está entre las

imágenes preferidas para sensibilizar el tiempo

o la durée (ver Lingüística e historia literaria,

Madrid, Gredos, 2ª ed., 1961, p. 15). Creo que

en Bergson abunda más el recurso a la melodía,

sin embargo.4 Heidegger, Erläuterungen zu Hölderlins Dichtung.

Frankfurt, Klostermann,1981, pp. 7 y 194.5 El contraste entre caer y crecer se reitera significa-

tivamente a través de toda Residencia y se da en

poemas clave de la obra.

6 Ponencia de Madrid (abril 2004), leída con el título

provisional de “El Neruda de las Residencias:

un aspecto particular”.

7 La imagen está muy lejos, por cierto, de la apertu-

ra fluvial del Canto general, pero tiene ya, con

todas sus diferencias, un aire de familia.

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Antipoetas...La antipoesía tiene que ver íntima-

mente con la teoría nerudiana de las pala-bras ásperas2 , que la configuran y a la vezconfiguran nuestra identidad y que a su vezson un enunciado diferente y posterior desu teoría de la “poesía sin pureza”, hechapública en Caballo verde para la poesíaen 1935. Neruda es un antipoeta más vie-jo que Parra, como Huidobro lo fue res-pecto de Neruda. Trazando el perfil ideo-lógico y literario de la poética de las pala-bras ásperas o de la poesía impura,develamos otra faceta más (como si lashubiera pocas) del multiforme rostronerudiano, que lo revela sorprendente-mente como uno de los “antipoetas” cen-trales de la vanguardia y de la poesía engeneral del siglo XX.

La progresión deconstructiva y funda-dora de Vicente Huidobro, Pablo Neruda yNicanor Parra se desarrolla en unos sesen-ta o talvez setenta años de historia litera-ria, donde hemos nacido, crecido y madu-rado muchos de los poetas y narradores demi promoción de escritores.3

Nacimos a la vida cuando la vanguar-dia estaba ya iniciando su descenso histó-rico, pero a la vez comenzaba otro renaci-miento suyo, mediante la continuación deesa tendencia de ruptura / fundación enotras voces y otros experimentos.

Nos ha tocado, además, ser protagonis-tas de gestas tanto o más dolorosas que lasdel pasado, incluyendo la diáspora de losaños 70 y la confrontación con el “otro Chi-le”, aquél de la democracia “protegida”neoliberal. Podemos comprobar que el vi-gor y la permanencia del mensaje vanguar-dista continúa siendo tan fuerte como cuan-do Altazor lanzó su primer / último gritoen 1919.

La posición de Nicanor Parra respectode la poesía y la génesis de su teoríaantipoética está bien expresada en las en-trevistas filmadas4 donde el anti/poeta serefiere a lo que llama “método histórico crí-tico” respecto del análisis del fenómeno ydel lenguaje poético, que él centra en una

dimensión histórico-social enmarcada en lasdiversas clases sociales y su propia y sin-gular expresión. Parra afirma que la poesíaemanada del Renacimiento sería una poe-sía elitista, de minorías (inmensas o no)mientras que aquella medieval sería la au-téntica poesía popular, como si esta condi-ción, tan volátil como difusa, constituyeraun valor en sí. El hablante poético parrianose precia de ser la voz más genuina del pue-blo mientras que el hablante poético tradi-cional sería la expresión de una clase socialdominante que tampoco se especifica. Unaexplicación tan esquemática realmente noresiste un análisis más profundo, pero arro-ja al menos una explicación de por qué elantipoeta prefiere situarse en una perspec-tiva de hablante neutro, sin transparentar es-pecial devoción hacia la musa subjetiva o lahistórica 5 , invistiéndose a sí mismo comoun poeta “desmusificado” (el que ha bajadodel Olimpo).

El poeta sería básicamente un testigolingüístico-social cuya última misión se-ría la de rescatar un cierto pathos del len-guaje, una mirada teñida de la procacidadde la inocencia,6 buscando la complicidady la participación de cuerpo presente dellector (sea ésta positiva o negativa) en unaoperación que tiene su claro origen en laexplosión vanguardista/dadaísta.

Sin embargo, nadie es tan americanocomo el antipoeta y su lector/espectador/copartícipe.

Si Dadá y el surrealismo fueron pro-ductos culturales de una forma de deca-dencia social europea (y la consecuente yviolenta reacción del artista a ella) eldadaísta/surrealista latinoamericano perpe-tra o celebra su discurso sacándolo nadamenos que de sus entrañas más puras,como también de su piel, tatuada de sig-nos tan antiguos como pueden serlo laspirámides mayas o los petroglifos de Perúy de Chile, traducidos al presente.

Neruda muy sabiamente acogió losantipoemas con todo su despliegue meta-fórico y desacralizador, lo que en él signi-ficaba aprobación. En el prólogo de Poe-mas y antipoemas, de Nicanor Parra,Neruda expresa que la poesía de Parra es“una delicia de oro matutino o un frutoconsumado en las tinieblas” (1954). Ba-

sándonos en esta cronología, tan ampliacomo rigurosa, creemos que la antipoesíaes una forma epocal, una proyecciónposvanguardista nacida del calderón ideo-lógico/político/cultural de la posguerra,paraíso e infierno blakeano donde el “em-butido de ángel y de bestia” parriano 7 lo-gra una gran eficacia como expresión pro-pia del paradójico mundo literario del con-tinente cultural americano.

Así, con Estravagario (1958) el pro-pio Neruda entra de lleno a esta “onda”,término sudamericano y universal paradesignar momentos epocales y de estadosde la mente, una desviación iconoclastapara muchos, y para muchos otros una ne-cesidad indispensable del logos poético,una etapa ineludible que se veía venir, hastaque llegó en plenitud.

Por otra parte, Parra ya había estadoexperimentando desde hacía tiempo con lasdimensiones límites del lenguaje, no sóloen los textos recogidos después en la parte“antipoética” del libro de 1954, sino quetambién en otras dimensiones del lengua-je escrito y visivo. El diario mural El que-brantahuesos8, que se exhibía en calle Ahu-mada en los primeros años 50 en el localdel viejo bar lácteo El Naturista, formabaun discurso textual / visivo donde palabrasy frases extraídas de recortes de diario–en el mejor estilo dadá/surrealista– hacíansuya por la forma más extrema del lengua-je de las palabras ásperas: el chiste surreal,la paradoja extrema y de grueso calibre.

Nicanor exploró posteriormente esta di-mensión con gran acierto, en los llamadosArtefactos (1970) como también en losGuatapiques (1984) y otros objetos que apa-recen en los videos referidos (Cachureo yotras entrevistas de televisión), como la“Mamadera de veneno” y tablas o listonesrecortados, con figuras eróticas y religiosasmezcladas (variaciones de cuerpos desnu-dos de mujeres con las piernas abiertas, cu-yos pechos son cúpulas de iglesia) simboli-zando lo que al parecer ha sido una formade conflicto irresoluto en el mismo poeta.

La teoría parriana, pese a tener una re-sonancia universalmente aceptada, ha teni-do momentos de ácida polémica con res-pecto de los otros poetas fundadores de lamisma concepción antipoética. En “Mani-

viene de p. 1

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fiesto” de Nicanor Parra (1963), recogidoen Otros poemas (1950-1968), el hablantecontinúa con una angulación programática,el mismo discurso de la “guerrilla litera-ria” 9 , con los miembros de la tríada quere-llante, dentro de la poesía a repudiar:

Nosotros condenamos [¿y quiénes somos nosotros?]

—Y esto sí lo digo con respeto—La poesía de pequeño dios [Huidobro]La poesía de vaca sagrada [Neruda]La poesía de toro furioso [Pablo de Rokha] 10

poniéndolos al mismo nivel de poetas ypoetastros anónimos, por generalización (elpoeta Ratón de Biblioteca) y otros que real-mente han existido como el poeta Barata,personaje pintoresco de la bohemia de esetiempo.

Junto con ellos, el antipoeta repudia“La poesía de gafas obscuras [¿BraulioArenas?] / La poesía de capa y espada /La poesía de sombrero alón” [¿CarlosPréndez Saldías?] refiriéndolos sin nom-brarlos, como arquetipos o entidades sincuerpo.

El antipoeta opone una cierta “poesíade la tierra firme” contra la “poesía de lasnubes”, la “poesía de la naturaleza” contrala “poesía de café”, y la “poesía de la pla-za pública y de la protesta social” contrala “poesía de salón”. Como el universo dela poesía es por excelencia el universo dela cosmovisión, de lo sincrónico y diacró-nico, y de la metáfora totalizadora, estasvisiones maniqueas difícilmente tienenasidero. En polémica algo tardía con cier-tas atmósferas del modernismo dariano (ysus proyecciones contemporáneas), ade-más de proclamar el acto de ruptura en elcual los poetas descienden del Olimpo,declara que los antipoetas

No creemos en ninfas ni tritones.La poesía tiene que ser esto:Una muchacha rodeada de espigasO no ser absolutamente nada.

No hay literatura sin polémica y, por lomismo, son más de lamentar que aplaudirlos tiempos donde esa guerrilla literaria se

ha apaciguado a tal extremo que ya difícil-mente los egos se ventilan en el ágora,como no sea para pavonearse en la pasare-la equívoca del marketing, en la literaturaentendida y promovida por la industriaeditorial como otro producto de consumomás de la sociedad neoliberal.

La antipoesía nerudiana

La irrupción nerudiana en el momentoepocal naciente, pero ya bien consolidadode la antipoesía11 , se daría con Estravagario.Sin embargo, hay muchos precedentes deesa actitud suya o visión “antipoética” delmundo, reflejada en las palabras, las im-puras y también las otras.

Desde “Walking Around” con susestrofas enigmáticas y surreales, hasta “Ex-plico algunas cosas” y los poemas de Es-paña en el corazón como “El general Fran-cisco Franco en los infiernos” (ni la tortu-ga pútrida que ladrando y llorando con vozde mujer muerta te escarbe la barriga) ylas invectivas de Canto general, por ejem-plo a González Videla y otros tiranos ytiranuelos (miserable mezcla de mono y derata, cuyo rabo peinan en Wall Street conpomada de oro) encontramos un uso dis-perso pero constante del adjetivo inusual oatípico, de la palabra dura o desclasada,en una propuesta poética que se identificaplenamente con su “poesía sin pureza”.

Sin embargo, en Estravagario hay otradimensión, igualmente importante: el tonogeneral del libro está dado por esta “acti-tud antipoética” y el poeta no sólo hace usode la ironía y hasta de palabras más o me-nos prohibidas entonces (culo, puta) sinoque pareciera abrirse por completo, im-pregnarse de ese tono del antipoema comouna propuesta abierta, fecundada por eltono de su tiempo.

Hay que hacer notar, en todo caso, queesta búsqueda dentro de la realidad palpa-ble y visible (que enmascara por lo demás,y apenas cubre la otra, impalpable e invi-sible) comienza como proyecto global conlas Odas elementales (y sus diversas con-tinuaciones) desde 1954 en adelante, pre-cisamente el año de aparición de los Poe-mas y antipoemas parrianos. Esto refuerzael concepto de “poesía epocal” al que nos

referíamos, y en el caso de Neruda, seríael año de su cincuentenario y el año en que,con la primera de sus odas, se convierte enel hombre invisible, esto es, el que hablapor todos.12

Hay una diferencia de tono, sin embar-go, entre las Odas elementales y Estrava-gario, y si se analiza con cuidado la se-cuencia y el enfoque vital y anímico delpoeta, podemos advertir que Estravagarioes un texto donde la presencia de la muer-te irrumpe en el discurso en tonos inquie-tantes que el poeta exorciza con el humory la ironía, incluso con el sarcasmo.Estravagario se abre con un caligrama–herencia y signo vanguardista13– en el queel poeta nos indica cómo subir al cielousando los materiales puros y sencillos delas odas: alas, violines, pero también ne-cesitando “certificados de ojo largo y len-to” (refiguración macabra de los deses-pedientes residenciarios), pero ya en el pri-mer poema, “Pido silencio”, la presenciay hasta la necesidad de la muerte se impo-ne y el poeta anuncia que “[Va] a cerrarlos ojos” disponiéndose a dictar su testa-mento de otoño, que no es otra cosa queun nuevo nacimiento, la resurrección(“pido permiso para nacer”).

Es entonces Estravagario un libro-pro-puesta donde el poeta debate su posiciónante la vida que se escurre y se adelgaza.No sólo la muerte personal o individualteme el poeta de Estravagario, exorcizán-dola con su canto. Sobre todo, como sepuede fácilmente deducir, al asumir él lavoz colectiva del nuevo mundo, denunciatambién el genocidio: “Los que preparanguerras verdes, /guerras de gas, guerras defuego, /victorias sin sobrevivientes, /sepondrían un traje puro /y andarían con sushermanos /por la sombra, sin hacer nada.”(“A callarse”). Sobre todo el poeta, que es“profesor de la vida”, exorciza la muertecon el arma suprema de la modernidad: laironía: “De cuando en cuando y a lo lejos/hay que darse un baño de tumba”, y valo-riza, en contraste, las virtudes de la auten-ticidad, la amistad, el amor, dentro de lavieja comedia humana: “Conocí a un hom-bre amarillo /que se creía anaranjado /y aun negro vestido de rubio” (“No tan alto”).La muerte, por último, se combate con el

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[ 10 ] NERUDIANA – Nº 1 – 2006

sarcasmo: “y si digo como la gallina /quemuero porque no muero /denme un punta-pié en el culo /como castigo a un mentiro-so” (“Laringe”, talvez el poema más sar-cástico y violentamente “antipoético” dellibro, y por lo mismo uno de los más efica-ces en crear esta “nueva escritura” suya,que en la práctica abarcaría toda su últimaproducción).

Se diría que Estravagario prepara losgrandes libros de recuento, de semisumapersonal como Memorial de Isla Negra, ylas parábolas o utopías literarias conteni-das en sus últimos libros. Al mismo tiem-po prepara –en una operación revitaliza-dora del propio lenguaje– su voz para lostiempos que vendrían, donde el antipoemanerudiano y parriano podrían dialogar y ac-tuar con toda propiedad en un mundo do-minado por el cambio general en el modusvivendi, que se desarrollaría a partir de losaños cincuenta y en los diez años siguien-tes (la llamada beat generation y la revo-lución de la cultura de masas, la músicarock en Estados Unidos, y el SwingingLondon de los Beatles y de Mary Quant),un mundo cambiado cuyas bases cultura-les, ya que no políticas, son las mismas queperduran hasta hoy.

El poeta usa su voz más áspera, aque-lla mejor extraída y destilada de la poesíasin pureza, para afirmar su actitud ante lavida que se escurre, pero que él a su vezrecupera en su obra y en una especie dereencarnación dentro de esta misma vida:“Entonces cambiamos de piel, /de uñas,de sangre, de mirada, /y tú me besas y yosalgo /a vender luz por los caminos”(“Cuánto pasa en un día”).

En medio de hallazgos de sabor casidadaísta como “tengo cucharas para el infi-nito” (“Aquí vivimos”) el poeta, más que re-gocijarse en las palabras o palabrotas–que sí usa, sabiamente dosificadas– asumeuna actitud antipoética, una actitud de am-bigüedad o polidimensionalidad constantedel discurso, que lleva al lector a cuestionarsu lectura a cada paso. En Estravagario, éstase convierte en un proceso bastante diferen-te al que ocurre con los otros libros, aun cuan-do sus raíces claramente se remontan a lateoría de la poesía impura, que tiene ya másde veinte años en su obra, acaso treinta.

Así el curador de la edición italiana deEstravagario, Giuseppe Bellini, en su in-troducción apunta a la relación estrecha en-tre el mundo “residenciario” y el “estrava-gárico”. El signo de esta relación es el sig-no de la muerte, en un camino paralelo alde Quevedo, en quien se manifiesta una“advertencia que nos da la muerte respectode la fragilidad, la vanidad de las cosas hu-manas, y a la pequeñez humana, [que] tieneun eco claro en Neruda.”14 Pero tambiénhay una diferencia —acaso aquélla señala-da en modo indeleble en el decurso de laobra del poeta, durante la escritura del tex-to crucial de “Explico algunas cosas”— yella significa que, como dice Bellini, Nerudatrata de escapar al vacío de una vida quese concluye en la muerte, mediante la bús-queda de nuevas [formas de] comunica-ción, un más amplio coloquio con la natu-raleza, con las cosas, con los animales, in-cluso los más humildes, la araña, las “dul-ces, sonoras, roncas ranas”, el gato, el co-nejo, el mismo cerdo en el cual ve fundar-se la aurora [“Bestiario”]. Desde el puntode vista artístico, la recurrencia de una es-pecie de sub-vida, indica un cambio esen-cial de actitud: lo que en las Residenciasserviría para denotar un inframundosombrío, cargado de horribles posibilida-des, ahora se ennoblece hasta volverse elvehículo para alcanzar una comunión másíntima con la creación. 15

O con el cosmos, el universo, agrega-ríamos nosotros. Demás está recalcar la im-portancia anticipadora que tiene esta acti-tud de comunión total con los seres en dife-rentes estados de vida del universo, esto es,todo lo que lo integra, ya que las recientesinvestigaciones de los llamados fenómenosparanormales indican que todo está vivo eneste universo, hasta las piedras y los crista-les, como expresión de energía organizada.Así esta ciencia —aunque sea una cienciavanguardista, alternativa y realmente expe-rimental— no hace sino confirmar las ideasmás profundas de poetas y visionarios detodas las épocas, desde Anaxímenes aGiordano Bruno, que han revitalizado elideario gnóstico y pitagórico de la comu-nión, por ejemplo, del macro con elmicrocosmos. La voz nerudiana conecta asíel pasado más remoto con el futuro del

milenio que entonces estaba a más de cua-renta años de distancia.

Acaso la parábola total de Estravagarioestá mejor expresada en el poema polifóni-co “Testamento de otoño”, donde en diver-sos segmentos o sintagmas de un cuerpomayor, acompañados de títulos al margen(como en España en el corazón o Cantogeneral) el poeta afirma su amor por la viday su repudio a la muerte, en una actitudfáustica que cobra completo sentido en eltexto escrito, la Obra, el testamento final ydefinitivo que trasciende el tiempo precisa-mente porque fue escrito con sus palabrasmás ásperas y en su tono más irreverente.♦

NOTAS1 Colón. 1982:212 Neruda: “Verbo”, en Fin de mundo (1969).3 Nos referimos a los que empezamos a publicar libros

a mediados de los años sesenta, en Chile, con

todas las diferencias que nos marcan. No hay

generaciones, sino conciencias individuales

marcadas por su signo epocal que se proyectan

en líneas “genealógicas”. Así, por ejemplo, el

autor de estas líneas se siente, como narrador,

mucho más cerca de Juan Emar y de Rosamel

del Valle, que de coevos suyos como Antonio

Skármeta, Luis Domínguez o Ariel Dorfman.4 Cachureo, video, Cahn, 1993.5 Según la nomenclatura sugerida por José Martí.6 Un importante poeta chileno, en conversación con el

autor hace unos años, calificó a los anti-poemas

parrianos como “partes de carabinero escritos en

una casa de putas”, definición que realmente

no sería tan peyorativa como parece.7 “Epitafio”, Parra, 1969: 29.8 El diario mural era confeccionado por Nicanor Parra

en colaboración con Alejandro Jodorowsky,

Enrique Lihn y Jorge Sanhueza, entre otros.9 Para un detallado recuento y análisis de la larga

enemistad entre estos tres poetas fundacionales

chilenos, consultar Zerán, 1992.10 Nuestros comentarios sobre “Manifiesto”, están en

paréntesis cuadrado.11 Fuera de los Poemas y antipoemas, Nicanor Parra

publicó La cueca larga, en 1958, libro de síntesis

de la poesía popular con el antipoema, el mismo

año de Estravagario. Con estos dos libros, el

postulado antipoético parriano había logrado un

reconocimiento general, aun cuando el Premio

Nacional de Literatura le sería concedido diez años

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más tarde (1968 ) después de publicar Versos de

salón (1962) y Canciones rusas (1967) y sólo tres

años después que a Pablo de Rokha (1965),

demostrando que el reconocimiento oficial con-

sensual puede ser también veleidoso.

Ni Huidobro ni Rosamel del Valle, como tampoco

destacados prosistas y poetas como Juan Emar,

María Luisa Bombal, Enrique Lihn o Jorge Teillier,

obtuvieron nunca el reconocimiento del Premio

Nacional deLiteratura.12 Neruda, 1997: 219, en nota.13 Además, Neruda usa en este libro una sorprendente

asociación de signo surrealista –que después, por

ejemplo, Julio Cortázar usaría con frecuencia–

con materiales gráficos, en especial viejos

grabados, que evidentemente desea incorporar a

la lectura global del texto.14 Neruda, 1963: 17 (traducción nuestra del italiano).15 Neruda, 1963: 18-19 (traducción nuestra).

BIBLIOGRAFÍA CITADA

Cahn, Guillermo, Cachureo, video VHS b/n.

Santiago: Laboratorios Filmocentro, 1993.

Colón, Cristóbal, Textos y documentos completos.

Relaciones de viajes, cartas y memoriales.

Madrid: Alianza Editorial, 1982. Edición de Con-

suelo Varela.

Neruda, Pablo, Stravagario, traducción y prólogo

de Giuseppe Bellini. Milano: Edizioni

Accademia, 1963.

Neruda, Pablo, Antología poética, selección y notas

de Hernán Loyola, volúmenes I y II. Madrid:

Alianza Editorial, 2000.

Parra, Nicanor, Obra gruesa. Santiago: Editorial

Universitaria, 1969.

Zerán, Faride, La guerrilla literaria: Huidobro, de

Rokha, Neruda. Santiago: Ediciones Bat, 1992.

Cinco desenterrados y un sobrevivienteo los embajadores de la profundidad

ALAIN SICARDUniversité de Poitiers, CRLA

1

Lo primero que se impone, a lalectura del texto de la segundaResidencia, es esta vehemencia

casi frenética, conjugada en primerapersona. Nada de ángeles ni de trompetas:solamente el Verbo, movilizado, protagoni-zado para una resurrección:

Quiero una oreja, un ojo,un corazón herido dando tumbos,un hueco de puñal hace tiempo hundidoen un cuerpo hace tiempo hundido y solo,quiero unas manos, una ciencia de uñas,una boca de espanto y amapolas muriendo,quiero ver levantarse del polvo inútilun ronco árbol de venas sacudidas,yo quiero de la tierra más amarga,entre azufre y turquesa y olas rojasy torbellinos de carbón callado,quiero una carne despertar sus huesosaullando llamas...

2Ese anhelo jadeante, como a ciegas... ¿Seráporque estas líneas que escribo estándestinadas a Alicante? Empujo la reja dehierro del cementerio. Estoy en Orihuela.En aquel mes de enero del 36, un grupo degente está reunido y escucha la voz de unjoven —casi un muchacho— que se elevaparece que desde la misma tumba:

Yo quiero ser llorando el hortelanode la tierra que ocupas y estercolas,compañero del alma, tan temprano..........................................................Quiero escarbar la tierra con los dientes,quiero apartar la tierra parte a partea dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrartey besar tu noble calaveray desamordazarte y regresarte.

Miguel Hernández llora a su amigoRamón Sijé “con quien tanto quería”. Ocon quien había querido tanto. Una sombraronda allí en torno: la del nuevo amigo,Pablo Neruda. En la desesperación delpoeta orador talvez un asomo de malaconciencia, como si la nueva amistad fuerauna traición y ésta fuera el precio con quehabía que pagar para enterrar a laTradición, nacer a la Poesía.

3Madrid, marzo 2004.

Todo molido entre las confusiones,todo sin esperanzas decaído,todo en la sima seca alimentadoentre los dientes de la tierra dura...

Aquello que vi en la Puerta del Sol.Atardecía. No era, no, un cementerio, nohabía poemas ni discursos. Al pie del muro,la ola silenciosa y petrificada del recuerdo:alumbrados por las velas, papeles, objetosde su pertenencia. Recordé un poema tardíodel chileno: “Ven acá sombrero caído,/zapato quemado, juguete, /o montónpóstumo de anteojos, /o bien, hombre,mujer, ciudad, /levántense de la ceniza/hasta esta página cansada, /destituida porel llanto”. Fin de mundo. Se llama Fin demundo el libro de Neruda de donde hastamí llegaron entonces estos versos aquellatarde, en Madrid. La misma sangre en lasmismas calles.En uno de los papeles, una mano habíaescrito: “...aquellos doscientos muertos quemurierón...”. “Viban los compañeros!”escribía en el aire, con su dedo grande,Pedro Rojas. Murieron: basta con un acentodesplazado por la emoción, para quedoscientos muertos sea uno solo, para queel cadáver se levante, se eche a andar...

19933 DIARIO NERUDIANO 19/8/08, 13:0611

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4Condes. El otro —quiero decir el deOrgaz, cuyo entierro inmortalizó ElGreco— no necesita, por famoso, ningúntipo de resurrección. El cuadro que eltoledano pinta en 1586 a pedido del curade Santo Tomé celebra el reconocimientooficial de un milagro ocurrido cuando elentierro del conde en 1323. Orgaz versusVillamediana. Cristiano ejemplar elprimero, gozando del favor de Dios y delrespeto de sus conciudadanos. Tahúr ypendenciero —poeta por añadidura— elsegundo, enamorado de la Reina. Cuestacreer que provocó un incendio paratenerla entre sus brazos. No murió, comoel primero entre suntuosas telas ybrocados, rodeado de aquellos adustosseñores toledanos en los que se esmeróel pincel del Greco, sino solo, en la calle,asesinado.

5El Greco pinta el misterio del paso delalma a la vida eterna. El espacio pictóricoestá dividido en dos: Tierra / Cielo,Cuerpo / Alma. En la parte superior lasformas se desvanecen, se disuelven. Ladisolución es, en el cuadro del artistatoledano, el punto de llegada. En el poemade Neruda, ella es el punto de partida. Elmás allá es un más acá, sin ningunasolución de continuidad con un aquídespojado de toda trascendencia. El conderegresa vestido de las insignias materialesde la profundidad. “Cuelgan de susrodillas y sus hombros / adherencias deolvido, hebras del suelo, / zonas de vidrioroto y aluminio, / cáscaras de cadáveresamargos....”.

6 Viajes a la profundidad: Quevedo. “Enel fondo del pozo de la historia, comoun agua más sonora y brillante, brillanlos ojos de los poetas muertos”. Asíempieza el “Viaje al corazón deQuevedo” (1942), y así continúa nuestroviaje. Quevedo: ¿otro desenterrado? ¿Oel mismo? La intertextualidad desentierracuerpos cuya identidad es no tenerla.

7Para empezar: ¿cuál Quevedo? Uno piensaen “El sueño del juicio final”. Pero elJuicio, determinante en la perspectivatotalmente cristiana y trascendente —apesar de su alcance satírico— de Quevedo,está ausente del poema de Neruda. ElConde no sale del sepulcro para oír unaverdad supra-terrestre. Él es el depositariode una verdad —de un “secreto”— queencontró debajo de la tierra. Y que blandecomo un mensaje. Como un poema.

8Si Neruda reconocía en Quevedo su “padremayor y visitador de España”, su inclina-ción íntima no iba hacia el autor satíricode los “Sueños” sino hacia el poeta de lossonetos a la muerte. Éstos –y no el “Sueñodel Juicio final”– son, más allá de lascoincidencias y de las desviaciones temá-ticas, el verdadero intertexto de homenajeresidenciario.

9Los sonetos sobre la muerte, o la lecturamaterialista que Neruda hace de ellos enel “Viaje al corazón de Quevedo”. En 1942,Neruda no usa este epíteto. Habla, apropósito de Quevedo, de una “metafísicainmensamente física”. Pero añade: “lo másmaterial de su enseñanza”.

10La lección que Neruda recibe de Quevedoes la inversa del Eclesiastés. En la muerte,el poeta descifra no la vanidad de las vidasterrestres sino su “rumorosa materia”, suinagotable riqueza: “Así tienen en él suexplicación la abeja, la construcción deltopo, los recónditos misterios florales”.Esta frase echa una luz sobre la prepon-derancia, en la intertextualidad nerudiana,de Quevedo sobre Góngora. El poeta delCanto general o de las Odas elementalespodrá dejarse seducir por la estructuracomplicada del caracol o el milagrotransparente de la cebolla, su pasión por loreal se sitúa más allá. La “explicación”. Elpoeta como “explorador del ser”. Cadaobjeto, cada flor es un enigma. PabloNeruda, Francisco de Quevedo: “caballe-ro(s) del conocimiento”.

11“La agricultura de la muerte”, estas palabrasde Don Francisco que tanto le gustaban aDon Pablo de Isla Negra. La misteriosacontinuidad de las vidas y de las muertes¿no será el secreto que el Conde nos entregadesde lo más hondo de la tierra?

12Una línea del “Viaje al corazón deQuevedo”: “Este es un viaje al fondoescondido que mañana se levantaráviviente. Es un viaje al polvo. Al polvoenamorado que mañana volverá a vivir”.Y un recuerdo. Una cena –¿en qué año?¿64? ¿65?– en mi casa de campo, cercade Poitiers. Éramos los tres: Pablo, AmédéeMas, especialista de la obra de Quevedo(que, por amistad había aceptado dirigir mitrabajo, bastante alejado de sus preocupa-ciones), y yo. Entre dos recetas de cocinay más de dos tragos de vino de borgoña,una discusión se había abierto sobre elúltimo verso del famoso soneto deQuevedo: “polvo serán, mas polvoenamorado”. Pablo defendía su tesis,hablaba de la “agricultura de la muerte”,del polvo que no es polvo, de la vida querenace de cada muerte, del amor vencedorde la ceniza. Mi buen Maestro Amédée loescuchaba, socarrón a la par de admirativo,y porfiaba, sonriente: “un simple cliché dela littérature précieuse!”: un tópicobarroco, simplemente.

13En su lecho de muerte, cuando utiliza susúltimas fuerzas para tirar contra losenemigos de la Revolución Chilena su“piedra araucana”, el chileno emprende suúltimo viaje al “sabio subterráneo”, al“padre profundo”: “Viviendo entre elocéano y Quevedo, / es decir entre gravesdesmesuras...”.

14Tan interminable como el viaje a la semillaquevediana es el viaje a la propia semilla, ala infancia.Entrada furtiva a otro cementerio, lejos deOrihuela, en Temuco. El año es 1938. Eldesenterrado se llama José del CarmenReyes Morales, a quien trasladan de su

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nicho para que descanse junto a su esposaque acaba de fallecer. En el gruposilencioso que rodea la tumba está su hijo,el mismo que casi 18 años atrás (octubre1920), en una casa de madera cerca de aquí,decidió cambiar de apellido para” tenertodos los nombres a la vez”. Pero ningunode los presentes lo llama aún PabloNeruda. La escena está narrada en unbreve texto, probablemente escrito en1938, titulado “La copa de sangre”, y quesu autor no incluyó en ninguno de suslibros: “demasiado personal”, contestó elpoeta a la pregunta que le hizo un díaHernán Loyola al respecto.

15 “Cuando remotamente regreso y en elextraordinario azar de los trenes, como losantepasados sobre las cabalgaduras, mequedo sobredormido y enredado en misexclusivas propiedades...” Una larga frasede veintiún líneas y manifiesto cuñoproustiano lleva al protagonista de “La copade sangre” hacia la provincia de la infancia.Viaje a la semilla, al inconsciente. Hacia elfondo. Búsqueda: “...como si aquella tierraboscosa y perpetuamente en lluvia tuvieraun secreto mío que no conozco, que noconozco y que debo saber, y que buscoperdidamente, ciegamente...”

16Desenterrar el secreto.

17Buscar en el padre muerto el secretoenterrado en el hijo. Ser su propiodesenterrado.

18“La copa de sangre” fascina por layuxtaposición de dos recuerdos aparente-mente inconexos: la copa de sangre queel niño bebe “pálido, indeciso, perdido enla desierta infancia”, y el desentierro delpadre en el cementerio de Temuco, añosdespués. Entre ambos episodios, ¿quévínculo misterioso une la sangre recogidaen la copa —acaban de matar a uncordero— y el agua acumulada por laslluvias dentro del ataúd? ¿Qué secreto?

19“Ahora bien, esta agua terrible, esta aguasalida de un imposible, insondable,extraordinario escondite, para mostrarmea mí su torrencial secreto, esta agua originaly temible me advertía otra vez con sumisterioso derrame mi conexión intermi-nable con una determinada vida, región ymuerte”. El secreto se entrega al niño yahecho padre, hecho aquel “centauro” queen sus tíos envidiaba. La revelación ha sidopagada por la sangre. ¿Redimir al cordero?

20“Macchu Picchu”. Una ascensión que esun hundimiento hacia “la profunda zonadel dolor diseminado”, hacia el esclavodesenterrado por la palabra. Un viaje haciael corazón de la historia. Hacia su secreto.

21La muerte grande se burla de los anacronis-mos. Todos los esclavos un esclavo. Todoslos desenterrados aquel “recién sin arañas”,aquel “conde dulce, en la niebla”.

22Desentierro textual. “Oh recién despertadode las minas!” Hernán Loyola lee, en esteverso de “El desenterrado”, una de lasmanifestaciones secretas del texto: “la deestablecer una conexión de sentido entrepoesía asesinada (Conde de Villamediana)y mineros asesinados, refiriéndose a losmuertos durante la represión militar enAsturias (octubre-noviembre de 1934)”.

23El esclavo de las minas asturianas.Asesinado. Como el Conde, asesinado.

24“Sube a nacer conmigo, hermano”. ¿Cuáles el desenterrador? ¿Cuál el desenterrado?El desentierro como metáfora de unnacimiento. A la propia geografía, a lapropia historia, al propio ser. Al poema.

25Regreso al Desenterrado de la segundaResidencia.

Todo molido entre las confusiones,todo sin esperanzas decaído...

Uno de los núcleos principales del libroes aquel lugar del texto donde se acumulalo que llamaría la totalidad negativa. Lasmuertes, las destrucciones se acumulan enun “todo” que las suma y les hace comouna corona fúnebre. Ejemplos: “La calledestruida”, o en la Tercera residencia,“Canto sobre unas ruinas”. Éste es el puntociego de las Residencias, de donde sacansu energía sombría. Allí se nutre eldinamismo paradójico del desenterrado.

26Dialéctica de la enumeración. Ella es lafigura de la dispersión —“caótica” lallamó, después de Spitzer, el gran AmadoAlonso—, pero también es lo que laestructura y la salva del caos. “AlbertoRojas Giménez viene volando” que dicela desintegración de la muerte, es uno delos poemas más estructurados deResidencia en la tierra. La enumeración,en “El desenterrado”, se invierte paraentonar, desde el “todo” informe de lamuerte, el himno de la forma y de larecomposición.

27La vehemencia de aquel ahínco de recompo-sición. Sobre todo: la implicación personaldel poeta, agravada por la sintaxis, el anhelode apropiación de un cuerpo como si fuerael propio: “Quiero una oreja, un ojo...”.

28¿Qué es lo que viene emergiendo de loinforme? ¿Qué es lo que está naciendo deeste terrible juego de tensiones sino elpoema? Y ¿quién es este recién nacido desus propias palabras sino el sujeto poético,protagonista del poema que lo engendra?

29El sujeto poético de la profundidad,desnudo, despojado de toda identidad, o sinotra identidad que ésta que le confiere “laentrada a la profundidad de las cosas en unacto de arrebatado amor”. Toda la poesíade Neruda repetirá este gesto, nacerá deaquel secreto desenterrado e impenetrable.

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30“Yo soy el sumergido de aquellas latitudes”(Cantos ceremoniales: “Cataclismo”).

31“Embajadores de la profundidad”: otrotítulo posible para esta galería dedesenterrados. En francés no funciona.Ambassadeurs du profond. Falta el semabajar contenido en “embajador”.

32“Entrada a la madera”, su secretoentroncamiento con “El desenterrado” queinvierte la verticalidad, dialectiza el caer.

33Entierro / desentierro, dos caras de lamisma moneda. El pozo, su imagencomplicada en los últimos versos de“Eternidad” (Canto general, VII, “Cantogeneral de Chile”, en OC, vol. I, 1999,p. 638): “Pero yo soy el nimbo metálico,la argolla / encadenada a espacio, a nubes,a terrenos / que toca despeñadas yenmudecidas aguas, / y vuelve a desafiarla intemperie infinita”.

34Enterrarse, viajar a lo inhabitado, y regresarlevantando en la mano “el secreto de laespuma”.La espuma: discreta referencia al océano,figura máxima de lo inhabitado. Abundan lasversiones acuáticas del Sumergido.Emblemática es, en el Tercer libro de lasodas, la “Oda al buzo”. El buzo brota del marcomo el desenterrado de la tierra. Es un seranfibio, “medio mar /y medio tierra”. Tuvoque aprender allí abajo –en “aquelloscementerios mojados”, dice el texto– a “tener/apenas /pensamientos de agua”. Habitar loinhabitado, y regresar “tambaleante /entre laoscuridad de dos abismos”.

35El pseudónimo, la identidad de quien la haperdido dentro de la profundidad. Losdesenterrados serán su máscara. O, alrevés: Pablo Neruda será un torpe disfrazpara viajar a su país profundo: para moriry resucitar en cada poema.

36“Cuelgan de sus rodillas y sus hombros/adherencias de olvido, hebras del suelo,/zonas de vidrio roto y aluminio, /cáscarasde cadáveres amargos, /bolsillos de aguaconvertida en hierro, /y reuniones deterribles bocas /derramadas y azules, /yramas de coral acongojado /hacen coronaa su cabeza verde, /y tristes vegetalesfallecidos /y maderas nocturnas lo rodean.”En el año 47 el poeta escocés GeorgeS. Frazer visita al poeta en Santiago. Loobserva y piensa “en un dios del mar,arrojado sobre la orilla, con algas y restosde naufragios que todavía le cuelgan...”.Aragon: “Il a l’air d’un poisson pour l’oeilet le silence” Parece un pez por el ojo y elsilencio. Celaya: “un poeta informe comosuelen serlo las criaturas nacidas entre elagua y el sueño”. ¿Es posible que el poetallegue a parecerse a su poesía? ¿Qué laencarne en su cuerpo, en sus modales? Ensu voz. Sólo puedo leer la poesía de Nerudarenunciando a mi propia voz, oyendo lagangosa voz de Pablo leyendo dentro demi silencio. La cuestión no es si lee bien omal. La cuestión es la poesía encarnada enuna voz, como Frazer, Celaya o Aragon lavieron encarnada en un cuerpo.

37El homenaje al Conde de Villamediana:retrato del poeta como desenterrado.¿O autorretrato?Abro la Geografía infructuosa. El últimopoema. Se titula “El sobreviviente saludaa los pájaros”. El convaleciente, en LaManquel, su casita de Normandía, da susprimeros pasos al aire libre. “Salí vestidode agua, me extendí como un río / hacia elhorizonte que los más antiguos geógrafos/tomaron como final del presupuestoterrestre: /yo fui entre las raíces, bañandocon palabras / las piedras, resonando, comoun metal del mar.”Es preciso fundar otra vez la morada, laresidencia en la tierra. Debajo de la tierra.Y otra vez desenterrarse. Renacer.

38Retrato del poeta como desenterrado ycomo sobreviviente. Morir es el gestopoético por excelencia. Una muerte a la queuno sobrevive, siempre que lo habite eseafán apasionado, siempre que no loabandone la palabra: “Yo quiero de la tierramás amarga, / entre azufre y turquesa y olasrojas / y torbellinos de carbón callado, /quiero una carne despertar sus huesos /aullando llamas.”

39¿Qué tierra para el desenterrado? ¿Quéresidencia en la tierra? En los últimosversos del poema, el sobreviviente pidedisculpas al lector por su consustancialderrelicción. Le ruega que respete su“remota soberanía”. Entonces la imagendel Conde asesinado y la del chilenoredivivo se confunden en la misma deldesenterrado, del torpe recién salido de latierra: “...déjame / titubeante, inseguro,salir de las regiones / perdidas, de la tierraque me enseñó a llover, / déjame sacudirel carbón, las arañas, / el silencio: y verásque soy tu hermano.”

40Coda o epílogo: otro cementerio. El último.En Santiago, un 25 de septiembre. No ungrupo de personas, sino todo un pueblorodea el sepulcro. Una voz, mil voces comolevantándose de la tumba: “CamaradaPablo Neruda: Presente!”.

“Abrazó al primer hombre; echóse aandar...”♦

* * *

ALAIN SICARD. Hispanista francés, fundador y

animador del celebérrimo Centre de Recherches

Latino-Américaines (CRLA) de l’Université de

Poitiers. Actualmente es profesor emérito de esa

universidad. Siendo uno de los máximos especialistas,

a nivel mundial, sobre Neruda ha publicado

numerosos ensayos y un libro indispensable: El

pensamiento poético de Pablo Neruda (Madrid,

Editorial Gredos, 1981).

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Armando Ulloa, la voz perdida del MauleJAIME GONZÁLEZ COLVILLE

Academia Chilena de la Historia

Escribe Teitelboim: “Tiempos de bo-hemia obligatoria, cuando se fuma-ba tabaco malo, se jugaba apasio-

nadamente al billar, se bebía “leche con pa-rafina” y se vivía a crédito, empeñandorelojes o prendas de vestir en La Tía Rica...” 1

La vida nocturna de esos días se tragóen su vorágine a muchos poetas y poetastros,pintores y escritorzuelos. Eran trasnocha-das agresivas de alcohol en oscuros baresde San Diego, Avenida Matta u otras callesdel añoso Santiago. La tuberculosis, la granplaga de esa época, acechaba a los más dé-biles. Muchos se fueron en el humo de esasorgías exacerbadas. El mismo Neruda lodice: “Yo tengo un sentido sureño de laamistad. Nunca he perdido amigos. Sólo lamuerte me los ha quitado”. 2

Algunos de estos muertos en tempranaedad son conocidos: Gómez Rojas o el le-gendario Romeo Murga. Otros se hundie-ron en el tiempo, como Eusebio Ibar (deConstitución) o Víctor Barberis (de Talca).“...Nuestra bohemia –recordaría más tar-de Pedro Olmos– se repartía por los bo-degones de San Pablo, Bandera yMapocho. Los bares alemanes, El Jote, ElHércules, La Trinchera, La Bahía... Mirola fotografía de una antigua comida quele dieron a Pablo. Ya son mayoría losmuertos... Algunos hicieron de su vida unaabsurda obra de arte, otros la dilapidaron...Muchos se agrandarán, otros serán som-bras olvidadas. Pero el conjunto tenía unagarra, una autenticidad, una potencia queno ha visto Chile. Uno se sacó todas lasloterías, este Pablo Neruda...” 3

Ulloa, la voz del Maule

Armando Ulloa Muñoz estaba lejos de lavida llena de urgencias de la mayoría de suscontemporáneos. No era un errabundo comoEchevarría Larrazábal ni sufrió los rigoresde la cárcel como Cifuentes Sepúlveda.

Tampoco debió vivir entre las pensionesmediocres del joven Neruda. Era de familiapudiente, de hacendados señoriales de lascercanías de Constitución, con casonas delargos corredores, propietarios de tierrasabundantes y de porvenir venturoso. Él ysus hermanos recibieron educación esme-rada, enmarcada en los valores del catoli-cismo más acendrado. Su devenir lógico erala alta judicatura (su hermano Emilio llega-ría a ser Ministro de la Corte Suprema), labanca o simplemente las labores agrícolas,miradas desde lo alto del caballo, mientrasdecenas de peones cavaban los surcos.

Pero Armando Ulloa rehusó ese destino.Sin soberbia, sin enfrentar las tradiciones fa-miliares, esquivó casi imperceptiblemente lasenda dorada que le indicaban sus progeni-tores. Fue poeta y vivió y murió como tal.

Nació en Huinganes, en la hacienda de

sus mayores, en la estación del ramal deTalca a Constitución, el 27 de abril de 1899.Es, en consecuencia, contemporáneo deCifuentes Sepúlveda. Estudió sus humani-dades en Constitución, Talca y Linares. Setrasladó luego a Santiago para rendir su ba-chillerato, matriculándose en la carrera dePedagogía en Francés, donde llegaban to-dos los aspirantes a poetas de esa época,Neftalí Reyes Basoalto incluido. Será éstesu primer gesto de mansa rebeldía.

Luis Enrique Délano, uno de los ami-gos permanentes de Neruda, recordará mástarde con admiración a la “nidada literariadel Pedagógico, donde se incubaban Ar-mando Ulloa, Rubén Azócar, Yolando PinoSaavedra [y] Pablo Neruda, cuyoCrepusculario me llenaba del más ardien-te entusiasmo” (“Romeo Murga y sus ami-gos”, en Portal, Santiago, diciembre 1965).

Armando Ulloa

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Pero la bohemia, eterna atrapadora de poe-tas, lo coge en sus redes. La vidasantiaguina, con sus luces y atracciones lehace olvidar su tranquilo rincón maulino.Su figura bien vestida, de bolsillos gene-rosamente provistos, no buscará las alfom-bras del Club de la Unión. Lo atrajo elmundo inédito, atrayente, sensual y suges-tivo de tabernas y las risas pintarrajeadasde muchachas fáciles. La juventud de en-tonces, de todos los pelajes y condicionessociales, formará una sola banda de impe-nitentes bohemios. Ulloa se inscribe en esafatal nómina y jamás dejará de faltar a unalista.

“Entonces amábamos fieramente la no-che –evocó medio siglo después Raúl Mo-rales Álvarez, “sobreviviente” de aquellageneración– tal como lo decíamos algunode nosotros:

Me quitaré sin penaLa mañana,El mediodía y el atardecer,Pero jamás me quitaré la nochePorque me queda bien.

“La noche nos quedaba bien a todos.La comenzábamos a corazón abierto en elboliche que llamábamos El Alemán de Es-meralda, un club germano de canto sobrela acera sur de Esmeralda al llegar a 21 deMayo, donde era dable darse una hecatom-be digestiva sólo por tres pesos, incluidosel vino y la propina. Luego pasábamos alfrente, al Casa Club, bajo cuyo alero vol-víamos a darnos un atracón bebestible ygastronómico sin gastar un peso. Sus due-ños nunca nos cobraron nada, pagándosecon la charla extravagante de los poetas,artistas y escritores que fuimos su cliente-la preferida”. 4

Las remoliendas

De Esmeralda a San Pablo y de aquí a SanDiego o Avenida Matta, en grupos o sepa-rados por pandillas de pintores, dramatur-gos, poetas o escritores, siguiendo a algún“maestro” como Mariano Latorre, a losanárquicos de la estirpe de Pablo de Rokha,ilusos como Rafael Frontaura o losavasalladores como Neruda que exigían un

séquito en su entorno. Noches de largosamaneceres, de interminables discusiones.

Para los provincianos, como lo fueronCifuentes Sepúlveda, Echevarría, Barberis,Meza Fuentes, Ulloa, incluso el propioNeruda, aquello era el deslumbramiento dela libertad, el placer y la sensualidad. Losrezos de novenas y las exhortaciones fa-miliares fueron echados en saco roto. Lasjuergas terminaban en casa de dudosa re-putación, donde a veces se dejaban cua-dros, poemas o libros en pago de los “ser-vicios”.

Jorge Délano (Coke) ha hecho una “cla-sificación” de esos lugares de un Santiagoya ido para siempre: “Había ‘casas’ de di-ferente rango, porque tan importante insti-tución nacional no podía escapar a la per-petua lucha de clases en que se debate elgénero humano. Las de primera categoríase denominaban casas de diversión, las desegunda casas de tolerancia, y las más in-feriores, lenocinios.” 5

Délano precisa la existencia de ciertaCasa de María Luisa, que congregaba a laspersonalidades más destacadas del arte, lasletras e incluso la política. Era elegantemen-te lujosa, con alfombras rojas, muebles fi-nos y grandes espejos. “Entre poncheras ycantores los poetas recitaban sus últimossonetos y los novelistas comentaban sus li-bros en preparación”. María Luisa, la due-ña del lugar –que enteraba con creces lossesenta años bien vividos– hacía su apari-ción alrededor de la medianoche. Vestida desedas y aderezada con el maquillaje de laépoca, pasaba a ocupar el lugar de honor dela fiesta. Destacaban su cultura literaria y elconocimiento de los escritores vigentes deese tiempo. Tenía para sí un álbum dondelos visitantes, en especial los hombres deletras, habían escrito un poema o una dedi-catoria. Délano recordaba versos de PezoaVéliz, Orrego Barros, Federico Gana, Ulloa,entre otros. El dormitorio de la dama osten-taba pinturas de Valenzuela Puelma y JuanFrancisco González.

Cuando doña María Luisa –o comose llamara– falleció, la noticia corrió rápi-damente entre los escritores. Délano noprecisa fecha, pero debió ser por los añosveinticinco. Todos los contertulios asistie-

ron al velorio. “Como la noche se hicieralarga alguien propuso la idea de abrir labodega. Cuando el sol estaba por salir,enormes cantidades de botellas vacías for-maban filas en los rincones de patios y sa-lones”. Para completar aquel cuadro, a lahora del amanecer, en que ella se retirabaa su dormitorio, uno de los concurrentesquiso que se bailara la cueca del adiós.Aceptada la idea, se formaron las parejasy alguien tamborileó la danza en el cajónde la difunta. El espectáculo final de estaanécdota fue el cortejo fúnebre de escrito-res, pintores y artistas en evidente ebrie-dad por las calles de Santiago y las “niñasde la noche”, cogidas de sus brazos.

La pregunta de Jorge Délano, es dón-de habrá quedado el precioso álbum quereunió, a lo largo de su disipada vida, esta“intelectualizada reina de la noche”. 5

Rafael Frontaura, autor teatral y tam-bién célebre bohemio, dedicó uno de suslibros, Trasnochadas, a rememorar la agi-tada existencia de los años veinte: “Reco-rro con la imaginación –dice– tantas no-ches inolvidables, alegres y tristes, bulli-ciosas y sosegadas, escandalosamenteeufóricas o de mansa melancolía. Nochesdistintas siempre; noches que parecían es-tar aguardándonos para entregarnos sumisterio, su encanto, la sorpresa que nostenía reservada. / El pensamiento salta des-de los ya lejanos días de las primeras fies-tas estudiantiles, trasnochadas de los vein-te años, [vida] llena de imprevistas aven-turas y envuelta en la fraterna cordialidadde mis camaradas. Desfilan cientos de ros-tros amigos, sitios predilectos, anécdotasde poesía y de ingenio, historias increíblesentre el crepúsculo y el amanecer.” 6

Esas trasnochadas se tragaron de un zar-pazo a algunos, como el joven y chispeanteautor teatral Hugo Donoso Gaete (autor dela legendaria obra Los payasos se van) cuyotaxi, en el que se dirigía a una Quinta deRecreo, en alegre caravana, fue destrozadopor un tranvía, la noche del 2 de septiembrede 1917, muriendo Donoso y dos chicas quelo acompañaban. Aquella tragedia impactóprofundamente a esa generación.

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La pálida presencia

Ulloa no logra despegarse de esta marañanocturna que le envuelve. Su sólida for-mación, proveniente de antiguas familiastradicionales del Maule, deviene tabla rasaen ese enjambre de los años veinte. Sólosu poesía brota incontaminada de los cam-pos, de las tardes quietas, del aire transpa-rente de una mañana. No hay relación apa-rente entre su agitada vida ciudadana y sutemática. Sus creaciones son delicadas yemotivas, con rasgos de coloridas pinturasde estampas campesinas: “Qué alegre estáel campo triste /con la primera nevada /lapradera perfumada /como una novia se vis-te/” (Paisaje nevado). O la presencia de suheredad, en esta Evocación: “Campos demi heredad dormidos junto al río /veloz,que copia el rostro de las altas montañas,/praderas, flores, vientos, bosques, valles,caminos... /luminosos crepúsculos, líricasalboradas.”

Nunca le preocupó publicar un libro.Esta característica es también la de muchoserrabundos escritores de esos años. Entresus estudios universitarios y su voráginevividora, sus pulmones anidaron la mortaltuberculosis. Su hermano Emilio Ulloa,más tarde Ministro de la Corte Suprema,nos narró, en algunas cartas que intercam-biamos, la despreocupación asombrosa deesa juventud por las consecuencias de taltorbellino. En más de una oportunidad secruzará con Neruda. Juntos acompañaránlos funerales de Murga, en San Bernardo,donde Ulloa reside un tiempo. Cada vezmás delgado, ya la negra sombra de lamuerte se ha parado a su costado. De esaépoca es uno de los escasos retratos queexisten de él.

Hacia 1922 su salud está ya muy debi-litada. Debe recluirse, como tantos, en elSanatorio de San José de Maipo. “Todoslos sábados –evocaría más tarde el poetaCarlos Acuña– como un culto, unos bra-zos amorosos de muchacha, descendían,cargados de flores, en la estación del pe-queño tren que culebrea por la montaña”. 7

Se recupera, pero con la recomendación es-tricta de cuidarse. No escuchará razones.Reincide en las trasnochadas en formairresponsable. Su amigo, el escritor y di-

plomático Juan Marín, lo vio una mañana,en el funeral de una joven prostituta, en uncortejo de ojerosas mujeres: “...Alto y pá-lido, cernidos los ojos de hondos círculosazules [...] con un enorme ramo de viole-tas en las manos”. 8

En julio de 1924, Raimundo Echevarríafallece en el Hospital San José de Maipo.Armando Ulloa, Neruda, Barberis, EusebioIbar (coincidentemente todos maulinos),más dos o tres familiares, forman el exi-guo cortejo que pasa por las calles de San-tiago, rumbo al Cementerio General, en undía de nieblas invernales.

Un año más tarde el macabro desfileserá en San Bernardo (donde, según ya se-ñalamos, casualmente reside Ulloa por esosdías) tras los restos de Romeo Murga, tam-bién arrancado de este mundo por la temi-da peste blanca.

Ulloa se traslada a Vicuña, en busca demejor aire. Una de las religiosas del esta-blecimiento escribe a la familia que, talvezes mejor que retorne a su tierra, por cuantosiente nostalgia del Maule. “Con el otoñoque llegó sangrando /pálido por las grisesavenidas, /mi pobre corazón desengañado/

sin esperanzas ni ilusión palpita” –escribepor esos días.

Así, inicia su último viaje a Huinganes,en el ramal ferroviario que bordea la mon-taña. González Bastías y Neruda lo despi-den en la estación de Santiago. Ya la suer-te está echada.

Quiero vivir la vida anónimo y serenohumilde y encantado en mi heredad

lejana,saturarme de sol sobre los campos buenosy beber el rocío fresco de las mañanas.Quiero en las noches blancas, bajo la

luna errante,copiar de las estrellas el temblor

emotivoy lleno de dulzura y de emoción fragante,tenderme sobre el césped y quedar

pensativo.Y ver caer las tardes y llegar los

crepúsculosencendido el espíritu, el corazón abierto, y pasar de la tierra –insensibles los

músculos–a la vida encantada en que viven los

muertos.

A la izquierda Emilio Ulloa Muñoz, más tarde Ministrode la Corte Suprema, a su lado Armando Ulloa,

Plaza San Bernardo, 1928.

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Allí, con el río Maule corriendo delan-te de él, atento a las cartas y libros que susamigos le envían en tren desde Santiago,ve transcurrir el tiempo inexorablemente:“La casa es una rústica casa antigua./Domina como un observatorio sobre unamedia falda /y tiene flores y agua y tieneuna avenida /por donde, en los crepúscu-los y en las noches tranquilas, /sale mi co-razón en busca de esperanza /y una visiónazul se prende en mis pupilas...”

El cortejo por el río Maule

En la mañana del 10 de enero de 1927, trasbalbucear: “Me muero”, deja de existir. Elsepelio tuvo visos de leyenda: una lanchallevó sus restos por el río hasta el Cemen-terio Católico de Constitución. “Una bar-ca silenciosa que ornaban unas flores yunos paños negros –escribió Carlos Acu-ña–. En ella iba el poeta dormido parasiempre... Entierro grato a la memoria deltierno bardo de sus valles nativos, este des-lizarse dulcemente, acunado sobre el aguaazul que había cantado tantas veces.” 9

La muerte de Armando Ulloa remece aalgunos de sus cófrades de festines: Car-los Acuña, el poeta cauquenino, creador delas bellas Baladas criollas, deja de apare-cer en las francachelas. González Bastías—de igual manera— retorna a su tierra,para vivir en Infiernillo hasta su muerte.Neruda cree que ha llegado el momentode alejarse: “Necesita irse de Chile paraabandonar ese género suicida de vida. Tie-ne conciencia de que sus amigos se estánmatando [...]. Él no dejaría que su existen-cia se consumiera así en vano. En mediodel hambre y del desorden de las noches,él aspiraba al orden creador.” 10

En 1968, cuando dictaba los primeroscapítulos de Confieso que he vivido, evocanuevamente aquella época sombría: “Cuan-do escribí en Ceilán en 1928 (en realidad,a fines de 1929, según nota de HernánLoyola) “Ausencia de Joaquín”, por lamuerte de mi compañero Joaquín CifuentesSepúlveda, y cuando más tarde escribí“Alberto Rojas Giménez viene volando”,en Barcelona en 1931 (en realidad: 1934)pensé que nadie más se me iba a morir. Seme murieron muchos.”

Carlos René Correa, prolijo biógrafo deGonzález Bastías, recogió entre sus pape-les el borrador de una carta que éste diri-gió a Neruda en marzo de 1929: “Le hu-biese gustado ver este funeral, mi queridoPablo, tan distinto y lírico, en una barcasobre el Maule, purificado por el agua,rumbo al mar con nuestro buen Armando”.

Carlos Acuña Núñez, deudo de Ulloa,recogió una selección de su obra en un li-bro editado por Nascimento en 1930 conel título Poemas de la tierra y otros poe-mas. Entre algunos artículos de interés apa-recidos en esa época, está el de RobertoMeza Fuentes, su compañero de bohemia,en El Mercurio del 20 de diciembre de1931.

Años después, en 1975, el autor de es-tas líneas intentó reconstruir la vida deeste oscuro poeta. Su hermano, don Emi-lio Ulloa Muñoz, a la sazón Ministro dela Corte Suprema (un hombre alto, queirradiaba bondad) nos hizo una apretadadescripción de su personalidad: “Su ins-piración proviene –nos dice en carta del9 de junio de 1975– a mi parecer de sucontacto desde muy temprano, en su ni-ñez, con la naturaleza, pintoresca y ex-cepcionalmente bella en los parajes de ElOlivar, el fundo de la familia que aún con-servamos en nuestra propiedad. Se aficio-nó desde temprano a la literatura y espe-cialmente a la poesía. Le publicaron ver-sos en las revistas Juventud y Zig-Zag deaquellos tiempos, y digo le publicaron,porque él fue siempre enemigo de exhi-birse, no tenía pretensiones poéticas y alparecer escribía para su propio solaz ysatisfacción de su espíritu. Por este moti-vo no tuvo nunca la pretensión de publi-car algún libro, por lo menos yo no le oíque pensara hacerlo…”

“Fue un hombre elegante –concluyedon Emilio– enamorado de la vida y delamor, inteligente y de muy grata conver-sación, lo que, agregado a su muy buenafigura, lo hizo tener muchas admiradorasy ardientes enamoradas que sin duda in-fluyeron en el debilitamiento de su orga-nismo.” 11♦

NOTAS

1 V. Teitelboim: Neruda, 1996, p. 52.

2 V. Teitelboim: Neruda, 1996, p. 63.

3 Pedro Olmos, “Viaje alrededor de Pablo Neruda”

en revista Áncora, 6 (1972), pp. 29–37.4 “¿Fue mejor cualquier tiempo pasado?”, en

Las Últimas Noticias, sección “Mundo del

Domingo”, del 24 de abril de 1983.5 Jorge Délano (Coke), Yo soy tú, 1956, pp.

118–121.6 Rafael Frontaura, Trasnochadas. Anecdotario del

teatro y la Noche Santiaguina, 1956.7 Carlos Acuña, prólogo a Armando Ulloa, Poemas

de la tierra y otros poemas, 1930, recopilación

póstuma.8 Juan Marín, prólogo a Poemas de la tierra y otros

poemas de A. Ulloa, p. 14.9 Carlos Acuña, prólogo (ver nota 7).

10 V. Teitelboim, Neruda, 1996, p. 117.

11 Carta del archivo González Colville.

Coda. Diversas antologías de la poesía chilena han reco-

gido la obra de Armando Ulloa. Por mi parte remito al

trabajo Neruda y el Maule, del que soy autor, publicado

en 10 suplementos del diario El Centro de Talca, entre

mayo y junio del 2004, y reproducido en el Boletín de la

Academia Chilena de la Historia, número 113, en el cual

examino minuciosamente la biografía y la obra de la ma-

yoría de los poetas malditos que integraron la banda

nerudiana en los años 20. – J. González Colville.

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Recado sobre Pablo NerudaGABRIELA MISTRAL

1

Pablo Neruda, a quien llamamos, enel escalafón consular de Chile,Ricardo Reyes, nos nació en la

tierra de Parral, a medio Llano Central, enel año 1904, al que siempre contaremoscomo de Natividades verídicas. La ciudadde Temuco le tiene por suyo y alega elderecho de haberle dado las infancias que“imprimen carácter” en la criatura poética.Estudió letras en nuestro Instituto Pedagó-gico de Santiago y no se convenció de lavocación docente, común en los chilenos.Algún Ministro que apenas sospechaba lacosa óptima que hacía, lo mandó en misiónconsular al Oriente a los veintitrés años,poniendo mucha confianza en esta bravamocedad. Vivió entre la India Holandesa yCeylán y en el Océano Índico, que es unazona muy especial de los Trópicos, tomócinco años de su juventud, trabajando susensibilidad como lo hubiesen hecho veinteaños. Posiblemente las influencias mayorescaídas sobre su temperamento sean esastierras oceánicas y supercálidas y laliteratura inglesa, que él conoce y traducecon capacidad prócer.

Antes de dejar Chile, su libroCrepusculario le había hecho cabeza de su

generación. A su llegada de provinciano ala capital, él encontró un grupo alerta,vuelto hacia la liberación de la poesía, porla reforma poética, de anchas consecuen-cias, de Vicente Huidobro, el inventor delCreacionismo.

La obra de los años siguientes deNeruda acaba de ser reunida con unprecioso esmero por la editorial españolaCruz y Raya, en dos muy dignos volúme-nes que se llaman Residencia en la tierra.La obra del capitán de los jóvenes ofrece,desde la cobertura, la gracia no pequeñade un título agudo.

Residencia en la Tierra dará todo gustoa los estudiosos, presentándoles unaligazón de documentos donde seguir, anillopor anillo, el desarrollo del formidablepoeta. Con una actitud de lealtad a símismo y de entrega entera a los extraños,él ofrece, en un orden escrupuloso, desdelos poemas —amorfos e iniciales— de susegunda manera hasta la pulpa madura delos temas de la Madera, el Vino y el Apio.Se llega por jalones lentos hasta las trespiezas andadamente magistrales del trío delas materias. Recompensa cumplida: lospoemas mencionados valen no sólo por una

obra individual; podrían también cumplirpor la poesía entera de un pueblo joven.

2Un espíritu de la más subida origina-

lidad hace su camino buscando eso quellamamos “la expresión”, y el logro de unalengua poética personal. Rehúsa laspróximas, es decir, las nacionales: PabloNeruda de esta obra no tiene relaciónalguna con la lírica chilena. Rehúsatambién la mayor parte de los comerciosextranjeros; algunos contactos con Blake,Whitman, Milosz, parecen coincidenciastemperamentales.

La originalidad del léxico en Neruda,su adopción del vocablo violento y crudo,corresponde en primer lugar a una natu-raleza que por ser rica es desbordante ydesnuda, y corresponde en segundo lugara cierta profesión de fe antipreciosista.Neruda suele asegurar que su generaciónde Chile se ha liberado gracias a él delneogongorismo del tiempo. No sé si ladefensa del contagio ha sido un bien o unmal; en todo caso la celebraremos porhabernos guardado el magnífico vigor delpropio Neruda.

Dossier 1936

1936 fue un año muy importante en la historia de la escritura poética de Neruda: su “Canto a las

madres de los milicianos muertos” abrió una nueva fase al aparecer anónimo en el periódico republicano

El Mono Azul, Madrid, núm. 5 del 24 de septiembre. Pero no menos importante fue ese año en la

historia de la recepción crítica de la obra nerudiana. Numerosos artículos se ocuparon de la publicación

de Residencia en la Tierra en Chile y en el extranjero, incluyendo los de Miguel Pérez Ferrero en

Madrid, Marcel Brion en París, Arturo Capdevilla en Buenos Aires, Norberto Pinilla en Santiago.

Queremos destacar tres de esos documentos de 70 años atrás por su excepcional importancia e interés:

(1) “Recado sobre Pablo Neruda”, de Gabriela Mistral; (2) el opúsculo El nuevo arte poético y Pablo

Neruda, de Arturo Aldunate Phillips, publicado por Nascimento; y (3) el ensayo “Pablo Neruda en su

extremo imperio”, de la académica portorriqueña Concha Meléndez, en Revista Hispánica Moderna,

año III, núm. 1, Nueva York, octubre 1936. El recado de Gabriela merece ser reproducido en este

número inaugural de Nerudiana. Comentaré los otros dos en el segundo número. – HL

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Imaginamos que el lenguaje poético deNeruda debe hacer el escándalo de quieneshacen poesía o crítica a lo “peluquero deseñora”.

La expresividad contumaz de Nerudaes una marca de idiosincrasia chilenagenuina. Nuestro pueblo está distante desu grandísimo poeta y, sin embargo, éltiene la misma repulsión de su artistarespecto a la lengua manida y barbilinda.Es preciso recordar el empalagosoalmacén lingüístico de “bulbules”,“cendales“, y “rosas” en que nos dejóatollados el modernismo segundón, paraentender esta ráfaga marina asalmueradacon que Pablo Neruda limpia su atmósferapropia y quiere despejar la general.

3Otro costado de la originalidad de

Neruda es la de los temas. Ha despedido lasempalagosas circunstancias poéticasnuestras: crepúsculos, estaciones, idilios debalcón o de jardín, etc. También eso era unatascamiento en la costumbre empederni-da, es decir, en la inercia, y su naturaleza decreador quema cuanto encuentra en estadode leño y cascarones. Sus asuntos debenparecer antipáticos a los trotadores desenderitos familiares: son las ciudadesmodernas en sus muecas de monstruosascriaturas; es la vida cotidiana en su grotescoo su mísero o su tierno de cosa parada o decosa usual; son unas elegías en que lamuerte, por novedosa, parece un hecho nopalpado antes; son las materias, tratadas porunos sentidos inéditos que sacan de ellasresultados asombrosos, y es el acabamiento,por putrefacción, de lo animado y de loinanimado. La muerte es referenciainsistente y casi obsesionante en la obra deNeruda, el cual nos descubre y nos entregalas formas más insospechadas de la ruina,la agonía y la corrupción.

Pocos sabores españoles se sacaránde la obra de Neruda, pero hay en ella estavena castellanísima de la obsesión morbosade la muerte. El lector atropellado llamaríaa Neruda un antimístico español. Tengamoscuidado con la palabra mística, quesobajeamos demasiado y que nos llevafrecuentemente a juicios primarios.Pudiese ser Neruda un místico de la

materia. Aunque se trata del poeta máscorporal que pueda darse (por algo eschileno), siguiéndole paso a paso, se sabede él esta novedad que alegraría a San Juande la Cruz: la materia en la que se sumergevoluntariamente, le repugna de pronto y deuna repugnancia que llega hasta la náusea.Neruda no es un adulador de la materia,aunque tanto se restriega en ella; de prontola puñetea, y la abre en res como paraodiarla mejor... Y aquí se desnuda ungermen eterno de Castilla.

Su aventura con las Materias me pareceun milagro puro. El monje hindú, lo mismoque M. Bergson, quieren que para conocerveamos por instalarnos realmente dentro delobjeto. Neruda, el hombre de operacionespoéticas inefables, ha logrado en el cantode la Madera este curioso extrañamiento enla región inhumana y secreta.

4El clima donde el poeta vive la mayor

parte del tiempo con sus fantasmas habráque llamarlo caliginoso y también pa-lúdico. El poeta, eterno ángel abortado,busca la fiebre para suplirse su elementooriginal. Ha de haber también unosespíritus angélicos de la profundidad, comoquien dice, unos ángeles de caverna o defondo marino, porque los planos de lafrecuentación de Neruda parecen ser mássubterráneos que atmosféricos, a pesar dela pasión oceánica del poeta.

Viva donde viva y lance de la maneraque sea su mensaje, el hecho de contemplary respetar en Pablo Neruda es el de lapersonalidad. Neruda significa un hombrenuevo en la América, una sensibilidad conla cual abre otro capítulo emocional ame-ricano. Su alta categoría arranca de surotunda diferenciación.

Varias imágenes me levanta la poesíade Neruda cuando dejo de leerla parasedimentarla en mí y verla tomar en elreposo una existencia casi orgánica. Éstaes una de esas imágenes: un árbol acosadode líneas y musgos, a la vez quieto ytrepidante de vitalidad, dentro de su forrode vidas adscriptas. Algunos poemas suyosme dan un estruendo tumultuoso y unpasmo de nirvana que sirve de extrañosostén a ese hervor.

Las facultades opuestas y los rumboscontrastados en la criatura americana seexplican siempre por el mestizaje; aquíanda como en cualquier cosa un hecho desangre. Neruda se estima blanco puro, aligual del mestizo común que, por su culturaeuropea, olvida fabulosamente su doblemanadero. Los amigos españoles deNeruda sonríen cariñosamente a suconvicción ingenua. Aunque su cuerpo nodijese lo suficiente el mestizaje, en ojo ymirada, en la languidez de la manera yespecialmente del habla, la poesía suya,llena de dejos orientales, confesaría elconflicto, esta vez bienaventurado, de lassangres. Porque el mestizaje, que tienevarios aspectos de tragedia pura, tal vezsólo en las artes entraña una ventaja y dauna seguridad de enriquecimiento. Lariqueza que forma el aluvión emotivo ylingüístico de Neruda, la confluencia de unsarcasmo un poco brutal con una gravedadcasi religiosa, y muchas cosas más, se lasmiramos como la consecuencia evidentede su trama de sangres española e indígena.En cualquier poeta el Oriente hubieseechado la garra, pero el Oriente ayuda sóloa medias y más desorienta que favorece aloccidental. La arcilla indígena de Nerudase puso a hervir al primer contacto con elAsia. Residencia en la Tierra cuentatácitamente este profundo encuentro. Yrevela también el secreto de que cuando elmestizo abre sin miedo su presa de aguasse produce un torrente de originalidadliberada. Nuestra imitación americana esdolorosa; nuestra devolución a nosotrosmismos es operación feliz.

5Ahora digamos la buena palabra

americanidad. Neruda recuerda constante-mente a Whitman mucho más que por suverso de vértebras desmedidas por unresuello largo y un desenfado de hombreamericano sin trabas ni atajos. La americani-dad se resuelve en esta obra en vigor suelto,en audacia dichosa y en ácida fertilidad.

La poesía última (ya no se puede decirni moderna ni ultraísta) de la América, debea Neruda cosa tan importante como unajustificación de sus hazañas parciales.Neruda viene, detrás de varios oleajes

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poéticos de ensayo, como una marejadamayor que arroja en la costa la entraña enteradel mar que las otras dieron en brazadapequeña o resaca incompleta.

Mi país le debe favor extraordinario:Chile ha sido país fermental y fuerte. Perosu literatura, muchos años regida por unaespecie de Senado remolón que fue clásicocon Bello y seudoclásico después, apenassi en uno u otro trozo ha dejado ver lasentrañas ígneas de la raza, por lo que lachilenidad aparece en las Antologías seca,lerda y pesada. Neruda hace estallar enResidencia unas tremendas levaduraschilenas que nos aseguran porvenir poéticomuy ancho y feraz.♦

* * *

NOTA BIBLIOGRÁFICA

El Recado fue escrito hacia los meses finales de 1935,

al poco tiempo de haberse publicado la edición

madrileña de Residencia en la tierra (Madrid, Cruz y

Raya, septiembre 1935). Apenas escrito, Gabriela

Mistral (que por entonces dejaba el consulado de

Chile en Madrid, trasladándose a Lisboa) lo envió a

diversos periódicos y revistas de América Latina en

los cuales colaboraba habitualmente.

Recado sobre Pablo Neruda se publica original-

mente en Repertorio Americano, tomo XXXI, San

José, Costa Rica (23.04.1936), pp. 278-279.

También en El Mercurio, Santiago de Chile

(26.04.1936), y con esta misma fecha en El Tiempo,

de Bogotá, Colombia.

Será recogido en Gabriela Mistral, Poesía y

Prosa. Selección, prólogo, cronología y bibliografía

de Jaime Quezada. Volumen 189 de Biblioteca

Ayacucho, Caracas (1993), pp. 410-414.

También en Gabriela Mistral, Pensando a Chile.

Prólogo, compilación y notas de Jaime Quezada.

Ediciones de la Comisión Bicentenario, Presidencia

de la República, Santiago de Chile (2004), pp.

185-188.

Y más recientemente en Gabriela Mistral, 50

prosas en El Mercurio 1920-1956. Selección, prólogo

y notas de Floridor Pérez. Santiago, Ediciones El

Mercurio-Aguilar, 2005, pp. 233-238.

Partida de bautismo dela madre de Neruda

Transcrita y anotada por

JAIME GONZÁLEZ COLVILLE

En la Parroquia San José de Parral a 18 díasdel mes de abril de mil ochocientos setentay cuatro bauticé y puse óleo y crisma a RosaNeptalí, de un día de edad, hija legítima deBuenaventura Basoalto 1 y de MaríaOpazo2, ambos de este curato.Fueron padrinos don Floridor Opazo yNeptalí3 BasoaltoDe que doy fe Fdo: Padre Sebastián Jara

Libro de Bautismos Nº 4 de la Parroquia San José de

Parral en muy malas condiciones, despaginado y con

fojas sin numerar. A ello debe agregarse la mala aten-

ción, pésima voluntad y descortesía del encargado del

archivo, no sabemos si por tratarse de Neruda o por

otras razones.– JGC.

NOTAS

1 El nombre completo era Buenaventura Basoalto

Opazo, nacido en Chillán2 El nombre completo es María Tomasa Opazo Jara,

también oriunda de Chillán. La coincidencia de los

segundos apellidos podría indicar algún parentesco (no

confirmado) entre ambos contrayentes.3 El nombre es NEPTALÍ, así escrito y corroborado

en la partida de nacimiento y defunción de doña Rosa.

Más tarde devino “NEFTALÍ” que el hijo heredó.

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Conversación imaginaria con Pablo NerudaMARCO ANTONIO CAMPOS

La Sombra: Volaban gaviotas en la playa.

PN: Eran tiempos verdes, cuando bebía en la copa del mar el vino azul del mar.

MAC: Yo supe por sus libros del sabor de la tierra, del estrépito del relámpago en el otoño salvaje, de la lluviaque parecía el follaje espeso en el húmedo bosque, del mar profundo y helado del sur de Chile.

PN: Aprendí en la década de los treinta que eran trampas la tristeza y la angustia. Me da risa que algún día mellamaran el Teócrito chileno. Mis manos son del tamaño de la tierra.

MAC: Creí de adolescente en el sueño y lo imposible. ¿En qué tiempo perdimos la Utopía?

PN: En el tiempo de los sentidos.

MAC: No sé, quizás... Amé con fervor los viajes y regresos. Me dejé una parte en aeropuertos y estacionesferroviarias. Eran el placer y la libertad grandes, y también la fuga. El corazón oscurece pero el cuerpo se hizoy se deshizo en el sur bajo el sol del mediodía de la estación que era de luz. ¿Dónde está julio en el veranoazul, tan vertical y azul que era el verano?

PN: Busqué el placer y la libertad grandes en las navegaciones y en los elementos. Conocí mujeres frescas,amistades magníficas, el verano en el mediodía más alto, el vino alegre, el pan al fuego en la leña crepitante. Amis ojos llega melodiosa y llega la palabra Samarkanda. Alzo la vista y miro el sol: mayo se anuncia si no miro.

MAC: Cierro los ojos y miro hacia mayo que es yo triste.

La Sombra: ¿Caen pétalos?

Caen

pétalos

caen

MAC: La vida hay que vivirla porque parece hermosa.

PN: La vida debe vivírsela porque es hermosa.

MAC: ¿Y si la muerte –¿tocan?– toca a la puerta?

PN: ¡Que sea una llama ardiente!

MAC: ¿Y....?

MARCO ANTONIO CAMPOS (México, D.F., 1949). Poeta, ensayista y traductor. Publica desde 1974. Entre sus obras: Poesía reunida

1970-1996; No pasará el invierno, cuentos, 1985; Las ciudades de los desdichados, ensayo, 2002; Literatura en alta voz, entrevistas, 1996.

Actualmente es investigador en el Centro de Estudios Literarios, UNAM. En 2004 vino a Santiago para recibir la Medalla Presidencial del

Centenario Pablo Neruda y para dictar memorables conferencias. Ha publicado “Pablo Neruda y Alfonso Reyes: una amistad desconocida”

en Confabulario (suplemento literario de El Universal), Nº 12, México, 2004.

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1A comienzos de los años 70, Chile ini-ciaba una experiencia política inéditaen el mundo occidental. SalvadorAllende asumía el poder respaldado porla Unidad Popular, coalición de parti-dos de izquierda que se comprometía,a través de la vía legal, a impulsar unprograma de cambios revolucionariospara alcanzar el socialismo. Todo ello,en un país abrumado por los problemasdel subdesarrollo.

Dicho proceso, aparte el necesarioapoyo interno, requería de un respaldoimportante en el ámbito externo, dadoque se trataba de difundir y proyectaruna experiencia no sólo novedosa, sinoque se había inclinado, democráticamen-te, por uno de los polos en que la Gue-rra Fría dividía al mundo de entonces.

A pesar del contexto global de la dis-tensión Este-Oeste, el triunfo de Allende“cayó como una bomba en la Casa Blan-ca” 1 . Ello, unido a un entorno vecinal yregional opuesto a la política exterior deChile, obligaron rápidamente al gobier-no y a su canciller, Clodomiro Almeyda,a promover la necesidad de una inserciónexterna, caracterizada por el pluralismoideológico, es decir, una estrategia pru-dente y equilibrada, en vez de la tesis delas fronteras ideológicas que “planteabanotros países imbuidos del maniqueísmopropio de la Guerra Fría”2 .

En otras palabras, el drásticorealineamiento que Chile emprendía,precisaba de una sumatoria de apoyosy esfuerzos y en ello, los mejores equi-pos y funcionarios del Servicio Exte-rior no podían estar ausentes. En esecontexto, Pablo Neruda acepta el desa-fío de representar como embajador algobierno de Salvador Allende en Fran-

Neruda en la Unesco

ABRAHAM QUEZADA VERGARAdel Servicio Exterior de Chile, New York

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[ 24 ] NERUDIANA – Nº 1 – 2006

cia, uno de los países claves en Europaoccidental a la hora de concitar apoyopara su proyecto político.

2El vate había sido funcionario consulardurante 14 años, entre 1927 y 1944 3 .Con destinaciones en el sur de Asia(Rangún, Ceilán, Singapur e Indonesia)y en las capitales del idioma (Argenti-na, España y México). Asimismo, porencargo del gobierno de Pedro AguirreCerda, había organizado en 1939 la traí-da del Winnipeg a Chile con más de2.300 refugiados españoles, gestión hu-manitaria que coronaba un momento es-telar en nuestra política exterior. Talvez,como sostiene un estudioso4 , ese con-junto de actitudes constituyen “el únicopapel relevante desempeñado en el si-glo pasado por nuestro país”. Ese con-junto de esfuerzos, en lo esencial, se de-sarrolló entre 1936 y 1939 e incluyó elasilo, la mediación y la recepción de re-fugiados provenientes de la Guerra Ci-vil Española. En ello, el cónsul Nerudaocupa, al menos, un papel destacado.

Del mismo modo, a contar de 1945,el poeta se incorpora al Partido Comu-nista de Chile, conglomerado fuertementeconectado a la Política Mundial y sus pro-blemas. A pesar de haberse desvincula-do formalmente del Ministerio de Rela-ciones Exteriores en 1944, continuabasiendo un observador atento al desarro-llo de los asuntos mundiales, dedicandomuchos de sus poemas, discursos, entre-vistas e intervenciones, a analizar y to-mar claras y activas posiciones confor-me evolucionaba la realidad internacio-nal. Periódicamente Neruda criticaba yrespaldaba, desde distintas tribunas, losllamados “ejes” de nuestra inserción ex-terna predominantes desde los años 40 alos 70, a saber: las relaciones con Esta-dos Unidos, la participación de Chile enel sistema interamericano, las relacionesvecinales y los problemas hemisféricos,sub-regionales y mundiales.

A modo de ejemplo, en enero de1947 publica en la prensa un texto titula-

do “La palabra del Canciller”5 , dondedestaca y apoya una intervención delMinistro de Relaciones Exteriores deentonces, Raúl Julliet, quien había efec-tuado una presentación en el Senado, enla que se había referido, entre otras co-sas, a nuestros derechos antárticos y ha-bía denunciado al régimen de Franco. Porotra parte, el autor de Residencia en latierra, en octubre de 1962, le envió al Pre-sidente Jorge Alessandri una larga cartapública6 en donde escrutaba la políticaexterior de aquel gobierno, analizando ycriticando cada uno de los pasos dadosen relación a la situación de Cuba en elhemisferio y las presiones que Washing-ton ejercía para la ruptura de relacionescon dicho país.

Así las cosas, el “Embajador reciéninventado”, como a Neruda le gustaba de-nominarse, al asumir su misión en París,llegaba respaldado por una vasta expe-riencia internacional, unida a una nota-ble reputación literaria, la cual, desdehacía más de una década, lo proyectabacomo uno de los más seguros candidatosal Premio Nobel de Literatura.

3A fines de marzo de 1971, presentó car-tas credenciales a Georges Pompidou,Presidente de Francia, quien, al igual quela intelectualidad francesa, lo recibió conagrado e interés, pues no sólo se tratabade una personalidad artística relevante,sino que además representaba a un go-bierno cuya experiencia política, en des-arrollo, era vista con suma atención ysimpatía en diversas partes del mundo,especialmente en Europa occidental7 .

Como el embajador Neruda esta-ba acreditado sólo ante el Quaid’Orsay8 , a comienzos de agosto de1971, el Ministerio de Relaciones Ex-teriores lo instruyó para que presenta-ra cartas credenciales ante el organis-mo máximo de Naciones Unidas parala Educación, la Ciencia y la Cultura,la UNESCO, entidad con sede en Pa-rís, para que, paralelamente a sus obli-gaciones diplomáticas, asumiera fun-

ciones como Delegado Permanente deChile ante el mencionado organismo.Ello se hizo efectivo el 28 de octubrede ese año.

Al ser recibido por su Director Ge-neral, René Maheu, “la principal agen-cia cultural de Naciones Unidas, lo reci-bió con entusiasmo [pues] llevaba una se-mana de haber sido galardonado con elPremio Nobel”9 . Para aprovechar la oca-sión, y junto con depositar oficialmentedos instrumentos (uno de aceptación deun acuerdo sobre FLACSO y otro de ra-tificación de Chile de la Convención Re-lativa a la “Lucha contra las Discrimina-ciones en la Esfera de la Enseñanza”),el embajador Neruda aprovechó la oca-sión para referirse en extenso al interésde Chile en determinados campos delquehacer de UNESCO y a las posiblesáreas de cooperación que se podíangenerar.

En noviembre de 1971, la entidadse aprestaba a cumplir 25 años desde sucreación y preparaba la reunión de su17ª Conferencia General. La UNESCOse esforzaba por atender equilibrada-mente ámbitos de gran amplitud temá-tica, como son la ciencia, la educacióny la cultura, vinculados estrechamentea problemas vitales para la mayoría delos países: el subdesarrollo, el analfa-betismo, el racismo y el apartheid, losderechos humanos, la eliminación delcolonialismo, la explotación racional delos recursos, la contaminaciónmedioambiental, etc.

A nivel regional, a comienzos delos años 70, Chile era uno de los paísesque mayor ayuda y asistencia recibía dela agencia cultural. Las prioridades de laCancillería chilena respecto de ese orga-nismo se orientaban, principalmente, ha-cia temas como la educación extraescolarde adultos, rural, y la llamada democra-tización de la enseñanza. El fomento dela cultura y la conservación del patrimo-nio artístico en países de la región eranotras áreas de interés para Chile, espe-cialmente para Isla de Pascua. Al mismotiempo, aspiraba a seguir manteniendo su

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presencia en todo lo relacionado con laintegración cultural de la sub-regiónandina, cuyas propuestas habían sido tra-tadas en las reuniones periódicas de Mi-nistros de Educación en el marco delConvenio Andrés Bello.

La UNESCO, por otra parte, cons-tituía para el gobierno de la Unidad Po-pular una entidad de significativo impac-to político a nivel mundial. Se tratabade un foro importante que no se debíadescuidar y en el cual se podía (y se te-nía) que hacer sentir la voz de Chile. Enel caso de la admisión de nuevos Esta-dos miembros, las instrucciones de laCancillería, por ejemplo, eran muy cla-ras. Se debían apoyar las solicitudes deadmisión de países como Bangladesh,la República Democrática Alemana, laRepública Democrática de Corea y la dela República Democrática de Vietnam,evitando impugnar las credenciales depaíses como Alemania Federal y la Re-pública de Corea, con los cuales se man-tenían relaciones diplomáticas. De estaforma, nuestra Cancillería promovía unconcepto inclusivo y de renombre uni-versal, matizado por una dosis de rea-lismo político.

La especial predilección por los te-mas de carácter cultural, uno de los trespilares del trabajo de UNESCO, teníaantigua data en el trabajo ministerial deNeruda. Durante su destinación consu-lar en Argentina en 1934, había realiza-do una serie de gestiones que conduje-ron a su jefe de entonces, el Cónsul Ge-neral Sócrates Aguirre, a evaluar de ma-nera muy destacada este aspecto de sulabor. Situación que se repitió en Ma-drid en 1936, talvez con menos brillo,dado el corto tiempo que le fue asigna-do para estas tareas y la precipitaciónde los acontecimientos a partir de juliode aquel año. En México, entre 1940 y1943, en su calidad de Cónsul General,desarrolló una gestión verdaderamenterelevante en este campo; destacándose,entre otras realizaciones, la apertura deuna biblioteca sobre temas chilenosanexa al Consulado General (17 de sep-

tiembre de 1940), la edición de la revis-ta Araucanía (15 de enero de 1941) y lapublicación periódica de un completoboletín informativo sobre la realidad deChile (21 de mayo de 1941).

De alguna manera, los espinososasuntos de la embajada en Francia, en-tre los que cabe considerar la renegocia-ción de la deuda externa y el embargo alas partidas de cobre solicitado por lasempresas norteamericanas afectadas porla nacionalización del metal, permitíanque el trabajo en la agencia de Nacio-nes Unidas constituyera para Neruda unescape, que al mismo tiempo le permi-tía promover los intereses de Chile enotras áreas. En ese sentido, entendió sumisión ante el organismo cultural.Talvez ello esté vinculado con su con-vencimiento, adquirido durante sus añosconsulares, de reconocer que la herra-mienta cultural era un elemento básicoen la gestión de la política exterior paracada uno de los países. Por ello, en susprimeras destinaciones, y más tarde du-rante su desempeño como embajador,estos temas serán recurrentes y predi-lectos.

Impulsado por estas preocupacio-nes, aunque fuera del ámbito de los tra-bajos de UNESCO, a comienzos de mayode 1972, el embajador Neruda firmó enParís el “Convenio Privado entre el Cen-tro de Perfeccionamiento del Magisteriode Lo Barnechea y el Centro Internacio-nal de Estudios Pedagógicos de Sèvres”.Mediante dicho instrumento, se facilita-ba la cooperación pedagógica, especial-mente el traspaso de experiencias educa-tivas y se promovían las pasantías docen-tes en ambos países.

Considerando el escaso tiempo quele dejaba su trabajo en la Embajadaparisina, Neruda trazó algunos objetivosrespecto de lo que sería su cometido enUNESCO. Así, consideró prioritariohacer realidad la creación de una Uni-versidad Araucana, lograr la apertura deun Museo del Océano Pacífico enValparaíso y, finalmente, lograr el apo-yo de la entidad para la protección y pro-

moción del patrimonio de Isla de Pas-cua. Sobre este último aspecto, se reunióen más de una oportunidad con la másalta autoridad de dicha organización,proponiéndole diversos cursos de ac-ción. A su vez, informaba a Santiagoestar “muy interesado en aprovechar elconcurso de UNESCO, dada [su] vin-culación actual a este organismo [y agre-gaba que todas] las ideas que puedanprovenir de ese Ministerio u otros orga-nismos nacionales [le serían] muy va-liosas”10 .

Al comenzar el año 1972, nuestra di-plomacia advirtió una coyuntura favora-ble y digna de aprovechar11 . Se daba lafeliz coincidencia que Neruda había al-canzado el Premio Nobel el año anteriory la reunión de la 17ª Conferencia Gene-ral de UNESCO, que se realizaría en oc-tubre de ese año, debía elegir tres cargospara su Consejo Ejecutivo, de entre losEstados partes del Grupo Electoral III,que reunía a los países de América Lati-na y el Caribe. En todo el sistema deUNESCO, después de la ConferenciaGeneral, el Consejo Ejecutivo era el ór-gano más importante.

Por su parte, la carta de UNESCOestablecía que, al proceder a la elecciónde los miembros de dicho Consejo, seprocuraría que figurasen entre ellos “per-sonas competentes en artes, letras, huma-nidades, ciencias, educación y difusióndel pensamiento”, condiciones queNeruda cumplía de sobremanera, masello no significaba que “la carrera estu-viese corrida”.

Como suele ocurrir en la diploma-cia multilateral, si bien se trataba de ele-gir miembros con determinadas cualida-des intelectuales y/o técnicas, había quetener presente un importante trasfondopolítico imposible de soslayar. Tanto esasí que, en un intento por conciliarregionalmente el número de candidatoscon las vacantes por llenar, nuestro paísquedó fuera, recibiendo sólo 12 votos derespaldo, detrás de las candidaturas deArgentina, Uruguay y Ecuador. Al ver lafalta de consenso, rápidamente la Con-

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ferencia General de UNESCO se pronun-ció, procediendo a realizar una elecciónde carácter universal y secreta para lle-nar dichos cargos.

Ello significó que Neruda obtuvierael primer lugar del Grupo Electoral III,con 86 votos a favor, resultando ademáselegidos los candidatos de Argentina con85 votos y el de Uruguay con 84 votos.El autor de Canto general contó con elapoyo destacado del Grupo Árabe, de lospaíses asiáticos y europeos y con el res-paldo unánime del llamado Grupo Elec-toral II, que incluía a la URSS y demáspaíses de Europa oriental. No es posibledesconocer que en circunstancias difíci-les y políticamente muy complejas, 86delegaciones del mundo habían entrega-do un importante respaldo a un represen-tante de Chile.

La eventual derrota de la candidatu-ra del poeta habría significado tambiénuna derrota para la UNESCO. La exclu-sión de un Premio Nobel de la máximainstancia de la cultura mundial era unriesgo que la Organización no podía co-rrer. Por ello, no se podía aceptar que por“sensibilidades y diferencias políticas”quedara fuera una figura intelectual de latalla de Neruda.

En el marco de su candidatura aUNESCO, el momento culminante ocu-rrió el 19 de octubre de 1972, ocasión enque hizo uso de la palabra

2 para referirse

a un conjunto de situaciones relaciona-das con los programas de nutrición delgobierno de Allende, la llamada “revolu-ción de la leche”. Denunció en esa oca-sión, por ejemplo, los negativos efectosdel embargo del cobre en dicho progra-ma y sobre la situación de los trabajado-res en Chile.

A fin de cuentas, todos esos es-fuerzos, felizmente coronados con suelección y del logro de la mayoría delos objetivos diplomáticos que se habíatrazado para su misión en París, trope-zaron con el “peso de la dura realidad”.A la carga de trabajo apabullante que so-portaba la embajada y las dificultadespolíticas que se vivían en Chile, se unía

la silenciosa, pero mortal enfermedadque padecía, situaciones que lo obliga-ron a pensar en un descanso, al menostemporal. A mediados de noviembre de1972, Neruda regresaba definitivamen-te a Chile.

Al recapitular su gestión en laUNESCO, destaca una curiosa coinci-dencia histórica, que misteriosamentevenía a cerrar el círculo abierto hacía másde tres décadas de haberse desempeñadocomo Cónsul de Chile. En la Conferen-cia General del organismo, realizada enoctubre de 1972, Neruda presentó un pro-yecto sobre la creación de un CentroAndino para la Preservación del Patrimo-nio Cultural, idea que había sido redac-tada y promovida con entusiasmo por unex pasajero del Winnipeg; el historiadorLeopoldo Castedo. Así, la gestión huma-nitaria que el poeta había realizado seunía a su trabajo en la Embajada en Fran-cia y en la UNESCO.

De esta forma, tal cual como habíaocurrido en 1939 y se volvía a repetir en1972, diplomacia y poesía se volvían a en-trelazar en la figura y accionar de PabloNeruda, quien, una vez más, había cumpli-do con creces su cometido poniendo al ser-vicio de Chile su alta categoría intelectualy su incondicional amor a la patria.♦

blo Neruda, ha publicado el libro Epistolario

Viajero, 1927-1973 (RIL Editores, 2004). Un

artículo, “Pablo Neruda en el Servicio Exte-

rior” (Revista Diplomacia Nº 98, abril-junio,

2004, pp.: 28-51) y un Estudio Preliminar so-

bre Neruda en el Senado para el libro Discur-

sos Parlamentarios de Pablo Neruda (1945-

1948), Editorial Antártica, 1996.

NOTAS1 Mundo y fin de mundo, Joaquín Fermandois, p. 331.2 La obra del gobierno de la Unidad Popular, Aníbal

Palma, p. 1. (en http:// www. salvador-allende.cl/

Testimonios/ Palma.pdf).3 Efectivamente, hubo algunos años en que Neruda

no estuvo trabajando como Cónsul,pero en ge-

neral, se encontraba a “disposición” para ser des-

tinado.4 Opinión atribuida a Joaquín Fermandois, contenida

en su libro Abismo y cimiento. Gustavo Ross y

las relaciones entre Chile y Estados Unidos

(1932-1938), citado por Cristián Garay en Rela-

ciones tempestuosas: Chile- España 1936-1940,

p. 11.5 El Siglo, 22 de enero de 1947, p. 3.6 Carta titulada ¿Por qué no consultó a Chile antes de

comprometer nuestro destino nacional? en

El Siglo, 28 de octubre de 1962, pp.: 12-13.7 El historiador inglés, Eric Hobsbawm, por ejemplo,

quien estuvo en Chile en esos momentos, recor-

daría posteriormente que el gobierno de Allende

generaba “natural simpatía” y que, por lo mismo,

le deseaban “ardoroso deseo de éxito”, sin que

ello los cegara “a las complejidades de su situa-

ción”. Opinión citada en “El Primer año de Allen-

de”, The New York Review of Books. Vol. 17, Nº 4,

23 de septiembre de 1971.8 Nombre dado comúnmente al Ministerio de Asun-

tos Externos de Francia.9 Pablo Neruda, Epistolario Viajero, 1927-973,

Abraham Quezada, p. 39 y ss.10 Telex Nº 35, 4 de octubre de 1972 de Delegación

de Chile ante UNESCO, en Archivo General del

Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile.11 Jorge Edwards en su excelente trabajo, Adiós, poe-

ta…, Tusquets Editores, 1990, p. 298, sostiene

que para que Neruda “no perdiera todo el con-

tacto con Francia y con el mundo internacional,

el gobierno promovió su candidatura al Consejo

ABRAHAM QUEZADA VERGARA

(1961): Profesor de Historia y Geografía, es-

critor y funcionario de Servicio Exterior. Mas-

ter en Relaciones Internacionales. Sobre Pa-

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Adioses

ADIOSES: un término que Neruda frecuentó en el otoño de supoesía para despedirse gradual y afectuosamente del mundo, de losseres y objetos que amaba, y en particular de los amigos que se le

iban muriendo. En su nombre, y en el nuestro, despediremos en estasección a los amigos y a los nerudistas fallecidos recientemente.

Robert Pring-Mill (1924-2005)

Gran estudioso y amigo cercano deNeruda, Robert Pring-Mill falleció el06.10.2005, a sus 81 años. Durante cuatrodécadas fue profesor de literaturahispanoamericana en Oxford, donde marcóa varias generaciones de estudiantes. Seretiró en 1988, pero regresaba con frecuenciaa dar charlas en su St. Catherines’s College,del que fue miembro desde 1965.

Había nacido el 11.09.1924 enStapleford Tawney (Essex). Gran parte desu infancia transcurrió en las Islas Baleares,porque su padre, gaseado en las trincherasdurante la Gran Guerra, debió mudarse aun lugar de clima más cálido. Durante laSegunda Guerra Mundial le tocó combatira Robert, quien pasó cinco años en Asiacon el regimiento escocés Black Watch,sección Inteligencia.

En 1948 ingresó a Oxford, dondeestudió castellano, catalán y francés.Cuatro años más tarde era ya docente enesa universidad. Como catalanista,devendrá autoridad mundial en la obra deRamón Llull. Como hispanista, sucontribución mayor se refiere a Calderónde la Barca. Pero a la literatura hispano-americana correspondió su máximo y fun-damental aporte. A fines de los 40, con ungrupo de estudiantes británicos habíaviajado a Argentina y Uruguay, y desde allíhizo un salto de una semana a Chile.Alguien le regaló los Veinte poemas y unfolleto clandestino con un capítulo delinminente Canto general. Neruda porentonces estaba en la clandestinidad.Algunos años más tarde, cuando en lasuniversidades británicas creció el interés

por la cultura hispanoamericana, Pring-Mill se batió por poner al día los programasde Oxford y sugirió inscribir a Neruda, enlugar de Rubén Darío, como autoropcional. Desde entonces el poeta chilenofue la figura central de sus esfuerzosacadémicos. La nerudología le debe indis-pensables estudios de filología textualsobre Canto general, Los Versos delCapitán y Odas elementales, aparte de laexcelente introducción a su Pablo Neruda– A Basic Anthology (1975).

– de un texto de Manuel Toledo,

BBC Mundo, Londres

* * *

“Cuando el amor gastó su materiaevidente...”.

A Roberto me lo había presentadoPablo, a comienzos de los años sesenta. Lofascinaba la hazaña de aquel inglés evadidode alguna novela de Graham Greene o deJohn Le Carré que, con su familia, habíarecorrido de norte a sur el continente,escribiendo su canto general de amor

Ejecutivo de UNESCO”. Sin embargo, el flujo

documental intercambiado por esa Delegación

Permanente con Santiago, ya en marzo de 1972

y sin que el poeta aún manifestara, al menos ex-

presamente, su deseo por regresar “definitivamen-

te” a Chile, tanto la Cancillería como la Misión

intercambian pareceres respecto de la convenien-

cia de presentar la candidatura de Neruda a dicho

Consejo. Al respecto, ver Oficio OIN Nº 44/19

de Delegación Permanente de Chile ante

UNESCO de 28/03/72, en Archivo General del

Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile.12

“Llegar a los rincones del olvido”. Discurso de

Neruda en la Unesco, 19 de octubre de 1972.

Ver Loyola, Hernán, Pablo Neruda Obras Com-

pletas. Barcelona; Galaxia Gutenberg-Círculo de

Lectores, 2001. Vol. V, pp.: 363-367.

Foto

Adr

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Val

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ela-

2000

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americano con las ruedas de un LandRover. Pero sobre todo: amaba sugenerosidad. Para aquel ateo empedernidoque era Neruda, Pring-Mill era el ejemplovivo de que el amor al prójimo ignora lasfronteras ideológicas. Un poema del Cantogeneral impresionaba particularmente aRoberto. Era “A mi Partido”. Lo leía consu corazón de cristiano. Lo partidario sevolvía universal. El compromiso deRoberto Pring-Mill —afable peroexigente— era el de un humanismo sinsectarismo.

Curiosamente este ser tan amplio, tanabarcador, era un investigador minucioso.Todos conocemos sus trabajos sobre losmanuscritos de las Odas elementales, encuya sencillez él encontraba –me imagino–algún reflejo de su alma franciscana.

La última frase será para recordar susonrisa. No es que sonriera siempre. Perosu sonrisa seguía iluminando su caraincluso cuando dejaba de sonreír. Susonrisa era la expresión de su ser.♦

— Alain Sicard, CRLA,

Université de Poitiers

* * *

Saúl Yurkievich (1931-2005)

Nacido en La Plata (Argentina) el27.11.1931, Saúl Yurkievich falleció el27.07.2005 cuando, por causas no bienestablecidas, su automóvil se estrelló con-tra un camión en la carretera que une aSaignon con Avignon (Francia).

Múltiple y discreto, lúcido y sensible,comprometido con la palabra de los poetasy con su propia palabra poética, SaúlYurkievich fue profesor de la Universidadde París-Vincennes desde su creación en1969, investigador del Centro de EstudiosLiterarios de la Universidad de Poitiers(CRLA-Archivos) y miembro de la CátedraJulio Cortázar de la Universidad deGuadalajara (México). Albacea deCortázar, al momento de morir trabajabaen la edición de sus Obras Completas para

Galaxia Gutenberg (Barcelona), cuyoprimer volumen apareció en 2003.

Yurkievich exploró con singularpertinencia, entre otros muchos autores, lasobras de Vicente Huidobro, César Vallejo,Octavio Paz, José Lezama Lima, Jorge LuisBorges y, evidentemente, la de Pablo Nerudaa través de sus ensayos “Residencia en latierra, paradigma de la primera vanguardia”,“La imaginación mitológica de PabloNeruda”, “Mito e historia: dos generadoresde Canto general” y “El génesis oceánico”.Con la perspicacia, la inteligencia y lasabiduría que lo caracterizaban, Yurkievichdestaca en esas reflexiones la presencia dedeterminados ejes en la poesía de Neruda–los movimientos imaginativos y los

(1984), Julio Cortázar: mundos y modos(1994), La movediza modernidad (1996) ySuma crítica (1998).

–de un texto de Fernando Moreno Turner,

CRLA, Université de Poitiers

* * *

Saúl, en el cementerio de Montparnasse,comparte su última morada con CésarVallejo y Julio Cortázar. Unos metrossolamente de tierra y de eternidad loseparan de sus dos amigos más queridos.“¡Qué ridícula es la muerte!” me dijocuando acabábamos de acompañar a Julio.

Y qué ridículas también las palabras quepretenderían evocar al amigo de tantos años.Mejor hablar del poeta: mi convicción es quelos años que vienen darán a Saúl Yurkievichel rango que le corresponde: uno de los másaltos dentro de la poesía latinoamericana dela segunda mitad del siglo XX. O hablar delinvestigador. La relación de Saúl con la poesíade Neruda era complicada. Por una parte, loasombraba que el vate chileno asumiera contanto descaro, en muchas partes de su obra,una instrumentalización de la palabra que elamante de Trilce o de Altazor no aceptaba.El Canto general lo impresionaba por sucapacidad de mitificación más que por suprodigioso derroche verbal. Además, lapalabra nerudiana, si bien le reconocía unasalubre capacidad de humor, carecía para élde esa dimensión lúdica en la que veía laforma poética del pudor. Pero ¡qué lector delas Residencias! Veía en ellas la obra maestrade una vanguardia, existencial, sombría,agresiva, eruptiva, radicalmente diferente dela huidobriana, europeizante, estetizante,intelectualizante. “Residencia en la tierra,paradigma de la primera vanguardia” se titulael texto que leyó en Sássari, en mayo de 1984,a invitación de nuestro querido HernánLoyola. Aquellas páginas quedarán en labibliografía nerudiana, a mi modo de ver,como una de las más brillantes y penetrantesintroducciones al universo residenciario quejamás se hayan escrito.♦

–Alain Sicard, CRLA,

Université de Poitiers

procesos metafóricos, la intercomunicaciónde los órdenes de la realidad y elprotagonismo de las sustancias terrestres, lacomunión con el universo y la intuiciónmítica– que resultan indispensables para sucomprensión coherente y adecuada. Eldiscurso crítico de Yurkievich, tambiéninventivo y lúdico, y caracterizado por unestilo singularísimo, resulta complementarioa su discurso poético. En ambos casos seevidencia el tratamiento creativo de y con lapalabra, ya sea en sus funciones deconceptualización y análisis como defiguración y metaforización. Entre susensayos críticos: Fundadores de la nuevapoesía latinoamericana (1971), Celebracióndel modernismo (1976), Confabulación conla palabra (1978), A través de la trama

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Son las cosas que pasan cuando uno es aún muy joveny cree en la luna y en la amistad y en Beethoven:uno pone, con voz trascendental y pura,mayúscula a la palabra literaturay versifica con gestos de sacerdocio,mojándose en las venas la pluma (mal negocio),y dice en sus poemas su intimidad desnuday resulta que ha dicho la de Alberti o Neruda.

Pero pasan las páginas y uno se va dejandola vida en los papeles, y de repente, cuandoaquel torrente ardiente de la sangre se callay el corazón se te va volviendo un canallay a la ilusión apenas le queda combustible,empiezas a sentir que quizá, que es posible…

Y acaban las sospechas y viene lo certero:que el Parnaso no dista mucho de un gallinero,que los astros del firmamento literariotienen caries y vicios y hasta dolor de ovario,que escribir, más que mística o magia o profecía,es agrupar palabras en paz y compañía.

Entonces te das cuenta de que has llegado al arte… y de que acaba de dejar de interesarte.

11-12/03/1983

Gradus ad ParnasumA Pondi Salinas y Pepe Sancho

MIGUEL D’ORS

Del libro Es cielo y es azul, 1984.

Miguel d’Ors nació en Santiago de Compostela el día deNavidad de 1946. Es hijo del jurista Álvaro d’Ors y nietode Eugenio d’Ors. Cursó estudios de bachillerato en San-tiago y Pamplona, y la carrera de Filosofía y Letras (Filolo-gía Románica) en la Universidad de Navarra, en la que fueprofesor desde 1969 hasta 1979. En esta fecha pasó a laUniversidad de Granada como profesor adjunto. Sus librosde poemas:

— Ciego en Granada, Burlada (Navarra), Gómez, 1975.— Codex 3, Ciudad Real, Museo de Ciudad Real, 1981.— Chronica, Granada, Diputación Provincial de Granada,1982.

— Es cielo y es azul, Granada, Col. Zumaya, 1984.— Curso Superior de Ignorancia, Murcia, Universidad deMurcia, 1987 (Premio Nacional de la Crítica).— Canciones, ovaciones, panfletos, impoemas, epigramasy ripios, o cajón de sastre donde se hallará todo cuantodeseare el lector amigo, y el no tanto sobradas razonespara seguir en sus trece, 1990 (edición no venal).— La música extremada, Sevilla, Renacimiento, 1991.— Punto y aparte (1966-1990), Granada, Comares, 1992,La Veleta. La imagen de su cara, Granada, Comares, 1994, LaVeleta.— Hacia otra luz más pura, Sevilla, Renacimiento, 1999.— Poesías escogidas, prólogo de Enrique García-Máiquez,Sevilla, Ediciones Altair, 2001.

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publicaciones

Durante los últimos años, y en particular desde el 2004 del Centenario hasta acá, se ha publicado en todo el mundouna notable cantidad de ensayos y libros en torno a Neruda. En este primer número incluimos una nota de ClaudioRojas, chileno que vive en Londres y trabaja en la BBC, sobre la reciente biografía escrita por Adam Feinstein. Ennuestras próximas entregas destacaremos y comentaremos otras publicaciones, entre ellas, las de DavidSCHIDLOWSKY, Las furias y las penas. Pablo Neruda y su tiempo; Manuel JOFRÉ, Pablo Neruda: de los mitosy el ser americano; José Miguel VARAS, Neruda clandestino; Edmundo OLIVARES, Los caminos del mundo.Tras las huellas del poeta itinerante, volumen III. Y de Neruda mismo: Yo respondo con mi obra, textos dispersos1932-1959, editados por Pedro Gutiérrez Revuelta y Manuel J. Gutiérrez, de la Universidad de Houston; Epistolarioviajero, cartas recogidas y anotadas por el diplomático Abraham Quezada.

Adam FEINSTEIN, Pablo Neruda / aPassion for Life. London, BloomsburyPublishing Plc, 2004. 497 pp.

El mercado editorial en Gran Bretaña veincrementada su oferta en unos doscien-tos setenta mil nuevos volúmenes cada año,los que ponen a disposición de los sesentamillones de británicos desde manuales defilatelia para principiantes al best seller quetodo el mundo leerá en el metro. Y comoel Reino Unido no lee, sino que devora bio-grafías, a nadie puede extrañar que PabloNeruda: a Passion for Life, de AdamFeinstein, navegue sin complejos entrevidas de multimillonarios futbolistas aco-sados por deudas de juego, actrices encaída libre por culpa de la cocaína y po-líticos que dieron por pasado su cuarto dehora y transan, por unos cuantos miles,sus diarios repletos de exquisitas intrigaspalaciegas.

Digo mal. Las quinientas páginas dela biografía de Neruda escrita por Feinstein(escritor, periodista y traductor inglés) sítienen algo de una anomalía porque, antesque a Inglaterra, los referentes culturalesdel poeta chileno lo ligan más bien a laFrancia de Baudelaire y Rimbaud, a la Es-paña herida de 1936 y a la Unión Soviéti-ca que resistió a Hitler y que era –por lomenos en el papel de esos años– la avan-zada de la construcción del socialismo enel mundo. Agréguese el hecho de que elidioma inglés –cuento con el testimoniosentido de dos o tres traductores– llega casial remordimiento cuando trata de acomo-dar su prosodia predominantemente

monosilábica el sensualismo del verbomanejado por Neruda. Por éstas y otrasrazones, el Premio Nobel chileno no de-bería presentar un interés tan voluminosoentre los espantosos ingleses que odio to-davía (“Tango del viudo”).

Ninguna biografía puede eludir el sinoque amenaza desde dentro su empresa im-posible: la reconstrucción verbal de unavida es fatalmente selectiva y no puede irmás allá de un modelo para armar. Escritodesde la más genuina admiración por el su-jeto investigado, el texto de Feinstein nose aparta un ápice del deber de una biogra-fía honesta: desadjetivar la andadura terre-nal del poeta y entregarle al lector la tareade componer su propio retrato (a lo cualeste último tiene más de un derecho des-pués de cancelar el equivalente a unos cua-renta dólares).

Feinstein trabajó largos cinco años enuna investigación que lo llevó a recorrertodos los lugares de Chile donde aún sesiente la presencia de Neruda, entró a sacoen correspondencia privada y entrevistó adecenas de parientes, amigos y, supone-mos, enemigos del poeta. Y aquí, quizás,es donde reside la mayor cualidad de estabiografía: Feinstein pudo perecer asfixia-do bajo el peso abrumador del material re-colectado; sin embargo, su celo encomia-ble, su búsqueda del detalle, no empanta-nan para nada la experiencia de la lectura.Lo apoya –no cabe la menor duda– el he-cho de que su biografiado haya vivido aescala planetaria, que haya sido un viajeroincesante, senador comunista y, entre otrasanécdotas no menos dignas de nota, per-

seguido político con una huida espectacu-lar a través de los Andes. La lista mismade amigos y conocidos del vate (GarcíaLorca, Diego Rivera, Picasso, ArthurMiller, Nazim Hikmet, entre otros) cubríael mundo entero.

Sin proponerse ninguna tesis que in-tente explicar por qué Neruda fue quienfue, Feinstein acoge las distintas biogra-fías escritas en vida del biografiado y, porcierto, las propias memorias de Nerudacompiladas después de su muerte, Confie-so que he vivido (esa lectura deliciosa contítulo de bolero). Sin embargo, el autor lashace suyas con beneficio de inventarioporque no ignora que todo viajero miente,y todo recuento de la propia singladura vi-tal resulta embellecido por acomodos yolvidos involuntarios y de los otros.

Neruda: a Passion for Life explotatres vetas en la vida del biografiado. Elquehacer poético –antes que nada– quedanítidamente delineado en su evolucióngracias a que Feinstein es un probado co-nocedor de la obra completa del vate.También su obsesión por las mujeres, esavulnerabilidad constante de Neruda a losdardos del amor y las fiestas de la carne.Sobre esto último, un articulista británi-co escribió un párrafo abierto a las inter-pretaciones: “Descrito por una de susamantes como un superdotado no sólocomo poeta, (Neruda) tenía la habilidadpara enamorarse simultáneamente de doso más mujeres”.

Naturalmente que el propósito testi-monial de Feinstein dista mucho de inten-tar moralizar. El autor, simplemente, está

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ahí para contar la historia: “Cuando comen-zaba 1930, con el silencio de las dos muje-res que amaba (Laura Arrué y AlbertinaAzócar), Neruda se sentía preso de la des-esperación y la ira” (p. 71). Un par de pá-ginas más adelante, Feinstein agrega: “Apesar de las cartas angustiadas a AlbertinaAzócar a Bruselas y a Laura Arrué a Chi-le, Neruda parece haberse procurado la sa-tisfacción sexual en Ceilán, tal como lohabía hecho en Birmania”.

La detallada historia de la infidelidadque atravesó los tres matrimonios deNeruda –con María Antonia Hagenaar,Delia del Carril y Matilde Urrutia– llenaal lector de sentimientos encontrados.Neruda aparece como aquel modelo quetodo hombre venera en algún rincón delinconsciente: como aquél que, contra todoobstáculo, se atreve siempre a amar una vezmás. Feinstein exhibe estos amores nece-sarios, y otros contingentes, como la prue-ba incontrastable del exceso vital que ani-maba a Neruda.

La veta de la defensa apasionada dela justicia social se teje al modo de unared plagada de contradicciones. El impul-so original para el poeta militante lo sitúaFeinstein en España en el corazón, el quellevaría a Neruda a la política activa enChile y a su ingreso al Partido Comunis-ta. Defensor de Stalin primero, desilusio-nado, como muchos, después, tras las re-velaciones del vigésimo congreso delPCUS en 1956, Neruda deja abiertas al-gunas interrogantes con la elocuencia desu silencio: silencio frente a la invasiónde Praga, en 1968, y silencio frente a losinexplicables ataques de que fue víctimapor parte de la Revolución Cubana, a laque había dedicado su libro Canción degesta (1960).

Neruda: a Passion for Life intenta de-jar todo claramente a la vista de todos, in-cluyendo el sufrimiento personal deNeruda en sus últimos días, tras la muertede la democracia en Chile el 11 de sep-tiembre de 1973. El poeta británico AndrewMotion resume así esta biografía destina-da al público británico: “Tras una exitosaasociación con Allende, Neruda murió enlos primeros días de la dictadura dePinochet, con su casa en Santiago destrui-

da y un velatorio entre las ruinas. Nadiepodrá leer estas páginas sin sentir una pro-funda simpatía. Todo lo que fue vano, tor-pe, codicioso y ciego en Neruda, pesa mu-chísimo menos que la humanidad de suobra y la nobleza esencial de su espíritu.”♦

— Claudio Rojas

BBC, Londres

19933 DIARIO NERUDIANO 19/8/08, 13:0631

Page 32: Antipoetas: Huidobro, Neruda, Parra

La sombra del poeta ilumina mis raícesUn vago destello de olas de hace cien añosNos lava la sal de las más viejas lágrimasDepositadas en el rostro mientras vivíamos otras vidas.

Se trata de llegar allá, a la Isla, llegar mientras se muereLa muerte ganada cortésmente en esta vidaY mientras los días hechos de ocasosJalonan bufos misterios arropados en las entrañas.

En esa casa de enfrente hay una habitación cerrada—Se decía—Morada de fantasmas que yo también creía visibles.En cambio no hay habitación ni fantasmasNi tampoco Siqueiros de seguro vivió ahí.Pero el tequila que Neruda y él se bebieronTodavía mancha el piso de la casa con trazos fosforescentesComo el de las huellas argentadas de los caracolesCongelados por el último inviernoO en la alfombra las trazas de orina de mi gato sacrificadoA nuestras muecas y palabras inútiles.

En la casa también hay un barquito pintado de azulejosQue nunca navegó, sólo en los sueñosY en la retina del que duerme frente a las olas.

Ahí deberemos abrazarnos el poeta y yoComo nunca ocurrió en vidaY bailar el Twist del EsqueletoQue se toca en la aurora mientras andamosEntre sueño y vigilia diseminando quimeras.

Ambos somos o éramos malos para bailar:El poeta sólo bailaba Sobre las olas y ahoraSon las olas las que bailan con su memoriaY con los trasgos que se esconden entre las docasDetrás de la casa, frente al mar y sobre todoCerca del horizonte.

En esa playa hay estrellas caídas por todas partes.

Llegar allá será muy difícil, habrá que cruzarUn océano gigante lleno de niebla impenetrableY de pulpos, y ese piélago cubre todo el planeta.Habrá que romper la barrera de cristal que nuestros rostrosAcumulan en los espejos, como rocasDe un tiempo maldito que se recrea al consumirse.

Allá el poeta nos esperaEn su jardín de invierno donde hay cabida para todosMenos para los Pericos que siguen escupiéndoloSin siquiera saber quién era, sin haberlo leídoNi menos entendido, porque su poesíaNo es información sino conocimiento:La luz de todas las estrellas juntas.

Hay una hora que no tiene tiempoDonde creeremos poder cumplir el sueñoLa meta ilusa de la felicidad humanaPero al menos podremos quedarnos en paz frente a las olasQue tampoco tienen tiempo, sólo el devenirQue las vuelve inaferrables como visiones de un ciegoRecobrando la vista en un relámpago venido de otro mundo.

Oh poeta, hemos llegado, somos tus hijos perdidosSomos la sombra que buscaban tus pasos de otroraSomos lo que no fuiste o alcanzaste a serEn ese tiempo en que también a nosotros nos asesinaban:La palabra, la palabra retenida por treinta años en la gargantaJuntando todos los poemas que se escriben o se vislumbranComo pájaros huyendo de la lluviaAntes de despertar.♦

Los Osos (CA), 01. 02. 2006

HERNÁN CASTELLANO GIRÓN (Coquimbo, 1937). Escritor, poeta, actor,cineasta y muy especialmente ilustrador o “traductor a imágenes” de textos litera-rios. Se considera como un poeta que escribe tanto con palabras como con imáge-nes. “En años pretéritos incursioné en la ciencia [se graduó en Farmacia], pero ellaterminó conmigo.” Doctor en Literatura Hispanoamericana por Wayne StateUniversity, Michigan, 1987, y actualmente profesor emérito de la Universidad delEstado de California (Cal Poly, San Luis Obispo). Entre sus libros de poesía desta-camos Teoría del circo pobre (Ottawa, 1978) y dos bilingües: El automóvil celes-

tial / L’automobile celestiale (Bari, 1977) y Los crepúsculos de Anthony WayneDrive / Twilights of Anthony Wayne Drive (Detroit, 1984). En el campo narrativo:Calducho, novela (Santiago, 1998); El huevo de Dios y otras historias, relatos(Santiago, 2002). Ensayo: Un Orfeo del Pacífico, sobre Rosamel del Valle, estudioy antología (Santiago, 2000).

En exilio desde 1973 (primero en Morlupo, cerca de Roma, y luego en LosOsos, cerca de San Luis Obispo, California), HCG quiere volver a Chile con sumujer, María Antonieta Olivares, y para ello acaba de comprar una casa en IslaNegra. Más allá de la operación inmobiliaria, el autor mismo nos confiesa el tras-fondo de este poema:

Creemos que residir en Isla Negra en la casa comprada por Antonieta y quetodavía no conozco, nos ayudará a vivir en paz, protegidos por las mejores fuerzas

del espíritu humano, ahora que la paz depende más que nunca de “el corazón re-suelto”, como lo definió Neruda en “Las furias y las penas”. Pero partir es difícil,llegar es difícil, en un mundo dominado por monstruos aterradores.— HCG.

Isla NegraHERNÁN CASTELLANO GIRÓN

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