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Antología del Modernismo y 98. Antología del Modernismo y 98. Antología del Modernismo y 98. Antología del Modernismo y 98. Ilustrada por los alumnos de 4º ESO del Ilustrada por los alumnos de 4º ESO del Ilustrada por los alumnos de 4º ESO del Ilustrada por los alumnos de 4º ESO del IES Vía de la Plata IES Vía de la Plata IES Vía de la Plata IES Vía de la Plata (Guijuelo) (Guijuelo) (Guijuelo) (Guijuelo)

Antología del Modernismo y 98

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Antología ilustrada por los alumnos de 4º ESO

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Page 1: Antología del Modernismo y 98

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Sonatina Sonatina Sonatina Sonatina Rubén DaríoRubén DaríoRubén DaríoRubén Darío

La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa? Los suspiros se escapan de su boca de fresa, que ha perdido la risa, que ha perdido el color. La princesa está pálida en su silla de oro, está mudo el teclado de su clave sonoro, y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor El jardín puebla el triunfo de los pavos reales. Parlanchina, la dueña dice cosas banales, y vestido de rojo piruetea el bufón. La princesa no ríe, la princesa no siente; la princesa persigue por el cielo de Oriente la libélula vaga de una vaga ilusión. ¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China, o en el que ha detenido su carroza argentina para ver de sus ojos la dulzura de luz? ¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes, o en el que es soberano de los claros diamantes, o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz? ¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa quiere ser golondrina, quiere ser mariposa, tener alas ligeras, bajo el cielo volar; ir al sol por la escala luminosa de un rayo, saludar a los lirios con los versos de mayo o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

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Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata, ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata, ni los cisnes unánimes en el lago de azur. Y están tristes las flores por la flor de la corte, los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte, de Occidente las dalias y las rosas del Sur. ¡Pobrecita princesa de los ojos azules! Está presa en sus oros, está presa en sus tules, en la jaula de mármol del palacio real; el palacio soberbio que vigilan los guardas, que custodian cien negros con sus cien alabardas, un lebrel que no duerme y un dragón colosal. ¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida! (La princesa está triste. La princesa está pálida.) ¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil! ¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe, (La princesa está pálida. La princesa está triste.) más brillante que el alba, más hermoso que abril! -«Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-; en caballo, con alas, hacia acá se encamina, en el cinto la espada y en la mano el azor, el feliz caballero que te adora sin verte, y que llega de lejos, vencedor de la Muerte, a encenderte los labios con un beso de amor».

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Juan Ramón Jiménez, Juan Ramón Jiménez, Juan Ramón Jiménez, Juan Ramón Jiménez, Espacio. Fragmento segundoEspacio. Fragmento segundoEspacio. Fragmento segundoEspacio. Fragmento segundo

"Y para recordar por qué he vivido", vengo a ti, río Hudson de mi mar. "Dulce como esta luz era el amor." "Y por debajo de Washington Bridge (el puente más con más de esta New York) pasa el campo amarillo de mi infancia". Infancia, niño vuelvo a ser y soy, perdido, tan mayor, en lo más grande. Leyenda inesperada: "dulce como la luz es el amor", y esta New York es igual que Moguer, es igual que Sevilla y que Madrid. Puede el viento, en la esquina de Broadway, como en la Esquina de las Pulmonías de mi calle Rascón, conmigo; y tengo abierta la puerta donde vivo, con sol dentro. "Dulce como este solo era el amor." Me encontré al instalado, le reí, y me subí al rincón provisional, otra vez, de mi soledad, y de mi silencio, tan igual en el piso 9 y sol, al cuarto bajo de mi calle y cielo. "Dulce como este sol es el amor." Me miraron ventanas conocidas con cuadros de Murillo. En el alambre de lo azul, el gorrión universal cantaba, el gorrión y yo cantábamos, hablábamos; y lo oía la de la mujer en el viento de mundo. ¡Qué rincón ya para suceder mi fantasía! El sol quemaba el sur del rincón mío, y en el lunar menguante de la estera, crecía dulcemente mi ilusión queriendo huir de la dorada mengua. "Y por debajo de Washington Bridge, el puente más amplio de New York. Corre el campo dorado de mi infancia."

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Antonio Machado Yo voy soñando caminos de la tarde. ¡Las colinas doradas, los verdes pinos, las polvorientas encinas!... ¿Adónde el camino irá? Yo voy cantando, viajero a lo largo del sendero... -La tarde cayendo está-. "En el corazón tenía la espina de una pasión; logré arrancármela un día; ya no siento el corazón." . Y todo el campo un momento se queda, mudo y sombrío, meditando. Suena el viento en los álamos del río. La tarde más se oscurece; y el camino que serpea y débilmente blanquea, se enturbia y desaparece. . Mi cantar vuelve a plañir; "Aguda espina dorada, quién te pudiera sentir en el corazón clavada.”

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PíoPíoPíoPío Baroja, Baroja, Baroja, Baroja,

El árbol de la ciencia.El árbol de la ciencia.El árbol de la ciencia.El árbol de la ciencia.

Era una política de caciquismo, una lucha

entre dos bandos contrarios, que se

llamaban el de los ratones y el de los mochuelos; los ratones eran liberales, y

los mochuelos, conservadores. En aquel momento dominaban los mochuelos. El mochuelo principal era el alcalde,

un hombre delgado, vestido d negro muy

clerical, cacique de formas suaves, que suavemente

iba llevándose todo lo que podía del municipio.

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J. Martínez Ruiz AzorínJ. Martínez Ruiz AzorínJ. Martínez Ruiz AzorínJ. Martínez Ruiz Azorín La VoluntadLa VoluntadLa VoluntadLa Voluntad

La ciudad despierta. Las desiguales líneas de las fachadas fronterizas a Oriente resaltan al sol en vívida blancura. Las voces de los gallos amenguan. Arriba, en el santuario, una campana tañe con dilatadas vibraciones. Abajo, en la ciudad, las notas argentinas de las campanas vuelan sobre el sordo murmullo de voces, golpazos, gritos de vendedores, ladridos, canciones, rebuznos, tintineos de fraguas, ruidos mil de la multitud que torna a la faena. El cielo se extiende en tersa bóveda de joyante seda azul. Radiante, limpio, preciso aparece el pueblo en la falda del monte. Aquí y allá, en el mar gris de los tejados uniformes, emergen las notas rojas, amarillas, azules, verdes, de pintorescas fachas.