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Comentarios sobre detalles del arte nazarí en la Alhambra de Granada
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UNIVERSIDAD DEL SALVADOR
Escuela de Estudios Orientales Rev. Padre Ismael Quiles S. J.
“ARTE EN LOS PALACIOS NAZARIES
DE LA ALHAMBRA”.
Tesina de Licenciatura
Alumno: Jorge Alberto Santucho.
Directora de Tesina: Profesora Luisa Rosa Rosell.
Buenos Aires, marzo de 2005.
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En nombre de Allah, El Clemente, El Misericordioso.
3
Lema de la dinastía nazarí: Sólo Allah es vencedor.
4
Palabras Preliminares.
Mucho se ha escrito sobre la Alhambra pero, exceptuando algunos cuantos autores y
poetas que se han dejado emocionar por su belleza, creemos que la gran mayoría la ha
descrito sólo arqueológica y eruditamente. Será nuestra misión encontrar un punto
intermedio entre ambos para innovar y, de esta manera, lograr un trabajo novedoso,
más atractivo y más agradable que permita al lector sentir que está recorriendo junto
con nosotros este maravilloso palacio que, además, es la construcción civil musulmana
más visitada del mundo.
Estas palabras que acaban de leer, fueron el último párrafo del trabajo que
realicé para el Seminario de Investigación correspondiente al cuarto año de la carrera,
en el que resumí los datos que había investigado hasta ese momento.
La tesina con la que hoy ustedes se encuentran, es el resultado de las posteriores
investigaciones, de la posibilidad de apreciar in situ todo lo que había leído en libros, y
es la conclusión de un ciclo que, en realidad, espero recién comience, ya que es mi
deseo hacer una posterior especialización sobre el tema.
Uno de los profesores que estará a cargo de la evaluación, me sugirió que si
elegía este tema debería buscar algo nuevo, algo que no fuese más de lo mismo, porque
sobre la Alhambra ya se ha escrito demasiado. Estas palabras, que me fueron dirigidas
un día de Julio del 2004, al final de un examen, quedaron vibrantes y me hicieron
pensar acerca de la manera de lograr tal innovación.
Tras el viaje que realicé a Granada, únicamente para conocer este sugerente y
magnífico palacio, se me ocurrió realizar la tesina describiendo y analizando las
distintas instalaciones de la Alhambra como si estuviese allí. Fui al despacho de la
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directora de la escuela, Profesora Luisa Rosa Rosell, quien es la directora del presente
trabajo, a solicitarle el permiso correspondiente ya que consideraba que mi idea no
estaba dentro de los cánones de formalidad que una tesina requiere. Al comentarle cómo
deseaba realizarlo, se mostró muy sorprendida y alegre, y me otorgó el permiso.
El problema surgió cuando llegué a tipear más de la mitad del texto y me di
cuenta de que me estaba saliendo como un diario de viaje. Volví al despacho de la
directora a comentarle esto mismo, y me dijo que era normal, que la idea de escribirlo
como se me había ocurrido, no podía tener otro formato.
Con este segundo permiso otorgado solté riendas a mi imaginación: inventé un
par de personajes, agregué días extras a mi permanencia en la ciudad, diagramé una
forma más didáctica de recorrer los recintos y hasta incluí a dos amigos que
verdaderamente me acompañaron en aquel viaje.
Intenté redactar la obra con las cinco premisas que también se propuso Ricardo
Villa-Real al hacer su libro Historia de Granada: integridad, objetividad, veracidad,
amenidad y que sea accesible para todos.
Debo aclarar que la tesina apunta principalmente a la descripción y análisis de
los elementos arquitectónicos y decorativos de los palacios nazaríes. Pero, por el
concepto de Integridad, y por recomendación de la directora de la tesina, incluí la
descripción de las estancias más importantes de la Alhambra, para una posterior y
mayor comprensión de los elementos que se encuentran en esas otras partes. También se
incluyen datos de la historia nazarí, la literatura y la religión de los mismos.
La Objetividad y la Veracidad intenté seguirlas a la hora de describir los
distintos motivos decorativos y alzados de los recintos. Para confirmar tal existencia
intercalé fotos de las partes más importantes descritas.
Con respecto al concepto Para Todos, decidí utilizar un lenguaje que fuese el
indicado para una tesina, sin caer en la aridez y pesadez del uso de palabras extrañas
que sólo los eruditos manejan y conocen. En el caso de tener que utilizarlas por fuerza
mayor, incluiré el significado de las mismas.
En lo que hace a la idea de Amenidad, transcribo las palabras que el autor antes
mencionado escribió en la presentación de su obra, con las que me sentí identificado no
bien leída mi propia tesina: “Amenidad, esto es, el don de recrear apacible. Ya sé que
este objetivo es difícil, muy difícil de lograr. Y ello en cualquier materia, o dentro de
cualquier temática o actividad, intelectual sobre todo. Porque, avizorante, acechante, se
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halla la aridez, la pedantería, el fárrago, la obnubilación expresiva, la torpeza en el
decir, la plúmbea pesadez. Ese es nuestro peligro y nuestro solapado enemigo, que se
opone a lo placentero, a lo que respira encanto y sencillez, a lo que, dentro de su
variedad, ofrece sus gráciles y deliciosos perfiles de gracia y de atractivo… Te confieso,
lector amigo, que yo la he buscado –la amenidad-…, con tozudez y con ahínco. Que lo
haya logrado o no, es harina de otro costal”1.
Desde el 14 de enero del corriente año, día en que comencé el tipeo, hasta hoy,
15 de Marzo, en el que escribo estas palabras para darles una explicación previa de lo
que sigue y el por qué de la redacción no tradicional, he trabajado incansablemente para
desarrollar esta tesina donde considero que abarqué, en gran medida, todos los
conceptos antes mencionados y que cierra, como dije antes, un ciclo que espero que
recién comience.
Por otra parte, he utilizado, para citar algunos de los poemas que se encuentran
en las estancias palaciegas, el libro de Emilio Lafuente Alcántara titulado Inscripciones
árabes de Granada, el cual es considerado aún hoy, de capital importancia para el
estudio de las mismas. El ejemplar del cual me he servido, es una edición facsímil del
publicado en 1859; por lo tanto, utiliza un castellano antiguo que no quise modificar a
pesar de los cambios que se han producido en nuestra lengua.
Con respecto al resto de la bibliografía, usé tanto libros modernos como
antiguos. De entre los primeros, rescaté aquellos de gran valor, por ejemplo la obra de
Olef Grabar (La Alhambra: Iconografía, formas y valores), las de Ricardo Villa Real
(Historia de Granada y La Alhambra y el Generalife) y la de Rachel Arié (El reino
nasrí de Granada). De entre los segundos, evité los que poseen viejas, erradas, confusas
e incompletas conclusiones, por ejemplo la Historia del arte hispánico del Marqués de
Lozoya, quien ni siquiera se atrevió a explicar las distintas estancias: “No es posible una
descripción de las salas que rodean al patio y es preciso dejar a las fotografías la misión
de dar alguna idea de esta arquitectura escenográfica”2.
Sin más que decir y sin más que aclarar, los dejo en compañía de los lluviosos,
cálidos y hermosos días del otoño granadino del año 2004, en los que conocí, junto a un
par de amigos, aquel fascinante Castillo Rojo ubicado en al-Andalus. En otras palabras,
trataré de transportarlos a tan increíble y maravillosa construcción; esa que antiguos
1 VILLA-REAL, Ricardo, Historia de Granada, pp. 8-9. 2 MARQUES DE LOZOYA, Historia del arte hispánico, T. II, p. 422.
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hombres musulmanes, habitantes de las granadinas tierras, lograron construir inspirados
por la gracia y los designios de Allah.
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Llegada a Granada.
“Hizo Dios a la Alhambra y a Granada, por si le cansa un día su morada”3.
A las seis de la mañana estaba ya instalado en el desayunador del tren. Los dos
amigos que me acompañaban en esta aventura dormían.
Miraba por las ventanas de uno y otro lado para ver si en algún momento
aparecía ante mí el palacio encantado de la Alhambra, pero nada se divisaba.
Recién amanecía; faltaba media hora para arribar a la ciudad. Mi ansiedad me
desbordaba tanto que se hizo evidente para quienes me rodeaban, al punto de que el
encargado del vagón en el que me encontraba gritó:
-¡Ahí está la Alhambra, señores!-, señalando el lado opuesto al cual yo estaba.
Corrí hacia allí, pero nada logre ver. Todos los presentes sonreían. El gracioso me miró
y me pidió que me acercara; una vez a su lado me dijo:
-Ve a dormir; durante el resto del viaje no podrás apreciar ni a Granada ni a su
Castillo Rojo-. A pesar del consejo, decidí quedarme allí un rato más y luego fui a
despertar a mis compañeros.
-¡Casi llegamos, despiértense! –les dije-. Nada contentos, accedieron a entreabrir
los ojos una vez más, pues ya había amenazado varias veces con la supuesta llegada.
Mirando sus relojes, se dieron cuenta de que esta vez no mentía.
Caras con sueño, pero alegres, vieron el fin del viaje. Quince horas, más o
menos, tardamos en llegar desde Barcelona hasta la ciudad de Granada (o Medina
Garnata), a la que los árabes llamaron también la Damasco de al-Andalus, y fue la
capital de la provincia de Elvira (o Cora Ilvira, en árabe). 3 Versos de Alejandro Dumas, citado por CORTES, Narciso, Zorrilla, T. III, p. 216.
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A medida que el sol iba asomando, se perfilaba un día hermoso. Pero por su
parte, la ciudad nos ocultaba su belleza. Eran ciertas las palabras del encargado del
desayunador: la última media hora del viaje no dejó apreciar absolutamente nada de
aquello que habíamos conocido por medio de fotos, libros y revistas… Era cuestión de
seguir esperando, porque el paisaje desde la estación tampoco nos pareció ninguna
maravilla.
Tomamos un taxi para dirigirnos al hotel. El conductor, un hombre muy gentil y
de aspecto moro, se presentó amablemente bajo el nombre de Abdullah.
Durante el recorrido comenzamos a observar una ciudad realmente bella pero
completamente dormida.
-¡Son las siete de la mañana! ¿Nadie sale a trabajar a esta hora? –le pregunté al
taxista.
-Muy pocos… la actividad comienza en un par de horas. Entonces sí, casi toda la
gente de Granada estará en la calle –me respondió.
Aproveché la ocasión para hacerle otra pregunta:
-¿Dónde está la Alhambra?
Me miró y me dijo sonriendo:
-Desde esta parte de la ciudad no se ve; deben ir al Albaicín, que queda hacia el
otro lado, para apreciarla completamente.
Fuimos pasando por distintos lugares que conocíamos a través de guías
turísticas: la Catedral, el Corral del Carbón, plazas, edificios residenciales y algunos
monumentos, a cual más hermoso. Era imposible no recordar en ese instante los versos
de Francisco Icaza: “Dale Limosna, mujer, que no hay en la vida nada, como la pena de
ser ciego en Granada”4.
Llegamos al hotel. Mientras nos registrábamos, noté en mis compañeros unas
caras que evidenciaban pocas ganas de salir luego de conquistar la habitación.
-¿No se te habrá ocurrido empezar a correr desde temprano? –me preguntó uno
de mis amigos, Enrique, con cara de desorbitado.
-La verdad quería, pero… podemos descansar un rato si lo prefieren –respondí.
Héctor, mi otro amigo, que realmente no había podido dormir muy bien, agregó:
-¿Un rato? ¡Yo hasta después del mediodía no pienso poner un pie en la calle!
4 Estos versos se encuentran en una de las paredes del Jardín de Adarves, en la Alhambra.
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¡Obviamente no había quórum! Ellos representaban las dos terceras partes en la
toma de decisiones. Así que me fui a mi habitación con un poco de enojo, pero, debo
reconocer que también estaba exhausto.
Mientras descansaba con los ojos muy abiertos, ya que me era imposible
conciliar el sueño, pensé en los motivos que me habían traído hasta aquí: Tengo que
hacer mi tesina. Tema: Arte en los palacios nazaríes de la Alhambra… Necesito ver
todo, absolutamente todo. Pero… ¿sólo arte? ¿No quedará incompleta?... ¿Debo escribir
sobre la historia de la Alhambra y su origen, y sobre la historia del reino nazarí? ¿Y qué
de sus poetas?... Alguna mención religiosa del Islam de aquellos tiempos debe tener. ¿Y
que importancia daré a cada una de las instalaciones?
Decidido, tema central: Arte. Puntos importantes que no deben faltar: un
recorrido a vuelo de pájaro por todo el recinto y datos fundamentales sobre la historia,
la literatura y la religión de la dinastía nazarí. Después de todo, el tema que elegí fue,
en gran medida, producto del amor que despertaron en mí las clases de las profesoras
del área islámica del tercer año de la carrera, que se completó con las dadas por la
profesora de la cátedra de Introducción al Arte Oriental, quien es, además, la directora
de mi tesina.
Conclusión: además de lo que pueda obtener de los libros, debo buscar algún
granadino que conozca muy bien la Alhambra, su historia, sus leyendas y que,
fundamentalmente, vea a ese monumento como uno de los palacios encantados de las
Mil y una Noches; es decir, alguien serio, erudito y confiable, pero que también esté
dispuesto a poner sus pies en una alfombra mágica en cualquier momento, para
diferenciarse de aquellos estudiosos que nos abruman con términos y medidas.
También decidí que desde hoy en adelante, todo lo que me ocurra durante el día
(todos los que pase en esta ciudad) lo escribiré por la noche; ya que estaré más
tranquilo, y a la vez podré rendir un homenaje a esas maravillosas colecciones de
historias que les eran contadas tanto a los famosos sultanes de Oriente como a los de al-
Andalus.
11
Primera noche.
En busca de un guía.
Naturalmente, no sería tarea fácil encontrar a alguien con semejantes valores.
Todo lo que últimamente leí sobre el tema marcaba dos tendencias: o era en extremo
árido o demasiado fantástico.
Parece que los autores no pueden hacer una fusión de ambos o, quizás, no
quieren. Según mi parecer no creo que sea tan complicado. Después de todo si el siglo
XIX y principios del XX fue la etapa de aquellos autores que escribían de acuerdo con
lo que recibían de la tradición popular y comenzaban sus investigaciones en las distintas
fuentes, tanto cristianas como musulmanas; y si el resto del siglo XX lo fue de los que
preferían extenderse en citas bibliográficas para demostrar cuánto habían leído, no veo
por qué el siglo XXI, no pueda significar la fusión de ambas corrientes, de un equilibrio
entre una y otra. No sé si estoy equivocado o no… no lo creo.
Fuimos a la parada del ómnibus 32, el que lleva a la Alhambra. Una vez allí, más
precisamente en su recepción, preguntaríamos por un guía con tales características.
¡Estábamos emocionados, pero con mucho calor! Eran las dos de la tarde, y el
sol de Granada no es muy amigable con aquellos que quieren pasear a esas horas.
Había muy poca gente en las plazas y avenidas; según nos había contado el
taxista que nos llevó al hotel, Abdullah, la gran mayoría de la gente que no necesita salir
durante el día, recién vuelve a manifestarse en las calles de la ciudad después de las
siete de la tarde.
La verdad es que los tres ya queríamos volver al hotel pero ninguno se atrevía a
proponerlo. Además, justo que estábamos a punto de claudicar, vimos acercarse un
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pequeño ómnibus, de apariencia muy simpática, de color rojo (el color oficial de los
nazaríes), con el número indicado y con una inmensa virtud: aire acondicionado.
Inmediatamente subimos arreados por los rayos solares. Con arena y unas
palmeras el vehículo se hubiese transformado en un verdadero oasis con ruedas, el
sueño de todo habitante del desierto.
El rodado comenzó su recorrido de forma accidentada, ya que la ciudad era
cabal ejemplo de completo embotellamiento. De repente, encontró un lugar por donde
esquivar a unos autos y salió de una manera un tanto abrupta.
Mientras nos sosteníamos con todas nuestras fuerzas, el ómnibus salió de la
avenida principal para tomar hacia la izquierda; recorrió unas cuadras y giró a la
derecha para subir por una calle empinada, que no pude ver muy bien. Por deducción
comprendí que era la Cuesta de Gomérez, el camino que lleva directamente a la
Alhambra. Poco más adelante atravesamos una puerta renacentista que tampoco pude
observar con detenimiento, aunque logré entrever el escudo aquilino de Carlos V.
-¿Va muy rápido o me parece a mi?- pregunté. Las caras de mis amigos
respondían por sí solas; también lo hacían sus manos firmemente sostenidas de
cualquier lugar aferrable.
Vi parte de las murallas por encima del bosque que íbamos transitando, pero
todo pasaba a tal velocidad que no pude distinguir con precisión qué era lo que estaba
viendo.
¡Llegamos!... Al bajar del ómnibus, casualidad o no, vimos a nuestro ya
conocido taxista, Abdullah, quien nos saludó cordialmente a la vez que nos dijo:
-Veo que vienen a visitar la Alhambra.
Le respondí que se equivocaba. En realidad, primero queríamos contratar un
guía especializado para que nos orientase de la mejor manera para no perder ningún
detalle ya que debía realizar la tesina final de mi carrera.
-¡No se hable más! ¡Conozco la persona indicada para lo que tú buscas; además
es mi amigo! –exclamó.
-¡Tu necesitas los servicios de Raschid!
-Perdón, ¿cómo dijo que se llama su amigo? –pregunté.
-Raschid… lindo nombre ¿no? –respondió.
-¡No puede ser mejor! ¡Un guía con ese nombre es más de lo que jamás hubiese
imaginado! –exclamé.
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-¿Dónde lo podemos encontrar? –preguntó Héctor.
-Tienen suerte, suele venir por aquí todos los días alrededor de las tres de la
tarde y ya es casi esa hora –nos respondió.
Pasados unos minutos, vimos llegar a un señor al que todos los que estaban en el
lugar saludaban con mucho cariño y respeto. A decir verdad, sólo le faltaba un turbante
blanco, unas babuchas y una túnica, para ser un sultán nazarí. El taxista se le acercó y,
tras hablar con él por unos minutos, como intentando convencerlo, lo trajo luego hasta
nosotros.
-Raschid, ellos son los caballeros de los que acabo de hablarte.
Nos presentamos amistosamente; y después de haberle contado con mayor
detenimiento el motivo de nuestra visita al palacio aceptó de manera cordial ser nuestro
guía.
Desbordaba de felicidad; tenía contratado mi propio cicerone, al igual que
Washington Irving en su visita de 1829. Pero el mío era superior: un descendiente puro
de los moros. Al menos sabía que no era un motivo de festejo para él, a diferencia del
de Irving, Mateo Jiménez, el día 2 de Enero, la fecha en la que se festeja la Toma de
Granada por Fernando e Isabel.
Quedamos en encontrarnos al día siguiente para comenzar nuestra visita al
recinto. Aprovechamos el resto de la jornada para visitar ciertos lugares tradicionales: el
zoco, los restos de la madrasa yúsufiyya fundada en 1349, la Catedral y la Capilla Real,
donde se encuentran los restos de los Reyes Católicos y de Juana la Loca y Felipe el
Hermoso. Por último, compramos unos libros de gran interés para mi investigación.
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Segunda noche.
La historia del reino nazarí de Granada y de la Alhambra.
Debido a unas obligaciones que, según nos dijo, ya había contraído, Raschid
recién pudo encontrarse con nosotros a las dos de la tarde. El lugar de la cita era una
confitería que estaba en la plaza de Bib-Rambla, muy cercana al zoco y en pleno centro
de la ciudad. Desde allí partiríamos hacia la Alhambra, suposición que no llegó a
concretarse; otras fueron sus intenciones: quería que empezáramos a ver, saber y
conocer sobre la Alhambra y su historia, pero no desde su interior.
Echando por tierra nuestras intenciones, nos llevó al famoso barrio del Albaicín,
el lugar desde donde -según nos había comentado Abdullah- se apreciaba una excelente
vista del monumento. Ya sabíamos que allí había un mirador, el de San de Nicolás,
porque las imágenes panorámicas más conocidas que se publican en los libros y
revistas, o son tomadas desde ese lugar o vistas aéreas.
Mientras subíamos, pudimos ver distintas partes de las murallas del complejo
alhambrino. Si bien ya conocíamos algunos sectores por las imágenes publicadas, en
ningún momento nos imaginamos que eran tan toscas.
Sorpresivamente para mí y para mis compañeros, no fuimos al mirador; nos
detuvimos en una especie de bar, para hablar de la historia de los nazaríes y de la
Alhambra.
Como sabía que el más interesado era yo, Raschid me preguntó si había leído
algún libro sobre la fundación del reino nazarí. Le contesté que varios. Entre ellos, la
clarísima Historia de Granada de Ricardo Villa-Real y las Inscripciones árabes de
Granada de Emilio Lafuente Alcántara. En el último hay un resumen introductorio
sobre la llegada al poder de los reyes de la dinastía nazarí, otro sobre la obra de cada
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gobernante y la traducción de las escrituras epigráficas de la Alhambra y de Granada,
tema principal del libro.
Creí ver en su cara deseos de que le contara algo sobre mis lecturas. Comencé
diciéndole que el reino nazarí de Granada fue el último de los musulmanes en España.
Gobernaron desde 1238 hasta 1492. Su primer sultán fue Muhammad I, más conocido
como Ibn al-Ahmar (epíteto que significa el rojo) y el último, el llamado Boabdil por
los españoles, fue Abu Abdillah Muhammad XI, de quien los Reyes Católicos tomaron
las llaves de la ciudad en aquel famoso 2 de enero, día en que “la cruz de Cristo y el
pendón de Santiago ondearon en la más alta de las torres del último bastión de la
España mora”5.
También le comenté que las palabras nazarí, nasrí y nazarita, provienen del
nombre del antepasado de esta familia conocido como Nasr que -según dicen los
distintos cronistas árabes- descendía “por línea directa de Sad ibn Obada, compañero y
amigo del profeta Mahoma”6, y que provenía de la ciudad de Arjona.
Su historia se remonta a un miembro de esta familia, Jahíe ibn Nasr, quien no
admitiendo el poder de Ibn Hud, un líder que se había independizado de los almohades
y que había enarbolado un “15 de junio de 1228, el estandarte negro de los califas
abbasies de Bagdad”7, se declaró independiente.
Por lo tanto, este reino, “como se ve, nacido a consecuencia de una guerra
civil,… comprendió, hasta su desaparición en 1492, las actuales completas provincias
de Granada, Málaga y Almería, y parte de las de Jaén, Córdoba, Sevilla y Cádiz; desde
Gibraltar hasta cerca de Aguilas (Murcia)”8.
A continuación me pidió si podía comentarles a mis compañeros de viaje algo
sobre los reyes que gobernaron Granada por aquellas épocas.
Comencé explicando que Jahíe ibn Nasr, quien no había admitido su vasallaje
ante el poder de Ibn Hud declarándose independiente, tenía un sobrino que le secundaba
llamado Muhammad, un “joven de extraordinarias cualidades de valor y discreción”9.
Ambos conquistaron Jaén; pero, en plena guerra Jahíe murió, aunque ya había declarado
a su sobrino como heredero legítimo al trono. 5 SANCHEZ ALBORNOZ, Claudio, La España musulmana, T. II, p. 501. 6 VILLA-REAL, Ricardo, Historia de Granada, p. 50. 7 ARIE, Rachel, El reino nasrí de Granada, p. 19. 8 VILLA-REAL, Ricardo, Op. Cit., p. 50. 9 VILLA-REAL, Ricardo, Op. Cit., p. 50.
16
Por otra parte, Ibn Hud, que había logrado conquistar Granada, pero que luego
decidió abandonarla, hizo que Muhammad -quien se consideraba el único heredero a la
corona de los territorios musulmanes de toda España- comenzase a reorganizar sus
dominios a fin de hacerle frente en las próximas guerras. La tarea se le complicaba ya
que tenía en contra al pueblo granadino, el cual recién comenzó a apoyarlo y a
reconocerlo como rey cuando Ibn Hud perdió la ciudad de Córdoba en 1236 -que pasó a
poder de Castilla-, y tras el asesinato de éste a manos de Ibn al-Ramimi, un antiguo
aliado suyo. Estos acontecimientos hicieron que las puertas de Granada le fueran
ampliamente abiertas a Muhammad, quien hizo “su entrada triunfal en la gran ciudad en
el mes santo del ramadán del año 1238… Esta fecha, a efectos cronológicos, es la que…
[se considera] como el inicio del reino nasrí”10. En otras palabras, Muhammad I contó
entre sus tantos logros, el haber vencido a Ibn Hud, quien tras dos años de lucha había
logrado coronarse jefe de los musulmanes españoles, pero tras sufrir sucesivas derrotas
ante los ejércitos de Castilla su poder se debilitó.
Bajo el mandato de este primer rey nazarí, comenzaron a llegar a la ciudad las
familias musulmanas expulsadas de los territorios conquistados por los castellanos.
Estos nuevos inmigrantes convirtieron a Granada “en centro de la riqueza, del saber y
de la civilización morisca”11. Fue un gran gobernante y aseguró la paz mediante el
refuerzo de las fronteras con nuevas fortalezas y muros.
Cuando subió al poder, y en relación con la historia de la Alhambra, ya existían
unos torreones y muros que mandó a reforzar y unir en parte. También comenzó la
construcción de su fortaleza, en la que se instaló una vez que fueron concluidas las
habitaciones más indispensables. Murió en camino hacia una guerra en defensa de sus
territorios.
Bajo el siguiente rey, Muhammad II, se consolidaron las fronteras del reino y se
completó la construcción de la Alcazaba en la Alhambra. Fue un rey que protegió a los
intelectuales, filósofos y poetas.
Durante el gobierno de Muhammad III, se dieron una serie de intrigas palaciegas
que hicieron que el rey tuviese que abdicar y retirarse a la ciudad de Almuñecar, donde
10 VILLA-REAL, Ricardo, Op. Cit., p. 53. 11 LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Inscripciones árabes de Granada, p. 23.
17
luego murió asesinado. Por primera vez, la Alcazaba fue invadida. Fue el promotor,
entre otras edificaciones, de la Mezquita Mayor de la Alhambra.
Nasr, el cuarto, era un legítimo heredero de la corona, pero igual había
participado en la rebelión contra Muhammad III. Nunca se ocupó de gobernar
directamente, sino que dejó el mando en manos de aquellos que eran sus más allegados.
El pueblo, sabedor de esto y furibundo, comenzó a hacer audible el nombre de un
príncipe malagueño llamado Abul Walid Ismail. Este último combatió con Nasr
obligándolo “á encerrarse en la Alhambra, y á capitular después”12.
Ismail I, el quinto rey, peleó incansablemente contra los castellanos, pero varias
conspiraciones terminaron finalmente con su vida. Fue asesinado en alguno de los
recintos de la Alhambra.
Muhammad IV, sexto monarca e hijo del anterior, fue proclamado rey a los 10
años de edad. La regencia estuvo en manos de algunos wacires o visires. A su mayoría
de edad, tomó el poder y destituyó a quienes no habían desempeñado correctamente sus
funciones. Pero, como su padre y otros que vendrían después, murió asesinado al
intentar firmar un pacto con los Beni-Merines de Africa.
Yúsuf I, el séptimo, era hermano del anterior. Su gobierno fue próspero y en
gran medida pacífico. Mejoró la administración, elaboró nuevas leyes y propició el
desarrollo de la literatura y de las artes.
Para hacerles la guerra a los castellanos, le pidió ayuda a Abul-Hásan Aly, rey
de los Beni-Merines, pero en batalla a orillas del río Salado, el 30 de Octubre de 1340,
fueron destruidos completamente por Don Alfonso XI, coaligado con el rey de Portugal.
Firmaron una tregua por un tiempo, aunque cuando los enfrentamientos se reiniciaron
debieron volver a suspenderse una vez más, por la muerte del rey castellano a causa de
la Peste Negra13.
La historia recuerda a Yúsuf I como un gran rey que sentó las bases para el
desarrollo posterior de Granada. Su nombre aparece en no pocos poemas murales de los
12 LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Op. Cit., p. 32. 13 Cfr. ARIE, Rachel, El reino nasrí de Granada, p. 42.
18
palacios alhambrinos y en la Torre de la Cautiva. Mientras oraba en la mezquita, en el
día que se festejaba la Fiesta de Ruptura del Ayuno14, fue brutalmente asesinado por el
puñal de un demente, quien luego fue masacrado por el pueblo, en su desconsuelo por la
muerte del rey.
Muhammad V, el octavo, fue llamado “Alganí bil-lah (el contento con Dios)”15.
Era el primogénito de Yúsuf. Tanto él como su padre fueron los más importantes para el
desarrollo de la Alhambra.
“De natural modesto, Muhammad acostumbraba a ir a caballo sin séquito alguno
por las calles de su capital. Así pues, sus virtudes fueron apreciadas por el pueblo de
Granada”16. Su figura nos recuerda al Harun de las Mil y una Noches, también muy
afecto a escapar de su palacio, junto con su visir, para recorrer las calles y mezclarse
con sus súbditos. Reinó dos veces. Su primer gobierno fue pacífico ya que había paz y
amistad con el rey Don Pedro I de Castilla; pero, intrigas internas hicieron que a los
cinco años de su próspero gobierno debiera huir disfrazado con ropas de una esclava a
la ciudad de Guadix. Se dirigió al Africa donde fue muy bien recibido por el rey de
Marruecos. Viajó acompañado, entre otros, por su visir Ibn al-Jatíb y su entonces
secretario de cancillería, Ibn Zamrak17. Será durante su segundo gobierno que realizará
los edificios más bellos de la Alhambra.
Ismail II, el noveno, hermanastro del anterior y miembro de la conspiración, fue
colocado en el trono. Era un rey débil, “sin personalidad… incapaz… afeminado [que]
formaba con sus cabellos unas trenzas entre las que intercalaba hilos de seda que le
llegaban hasta la cintura”18. Pronto fue asesinado junto con su hermano Cais, por su
primo Abu Abdil-lah Muhammad, otro de los principales conspiradores contra
Muhammad V. Luego de los asesinatos logró hacerse con el poder.
Muhammad VI, el décimo rey, nunca estuvo seguro en su puesto. No sólo sabía
de la amistad que existía entre Don Pedro de Castilla y el ex rey granadino Muhammad
V, sino también que el primero llegó a prestarle al segundo sus escuadrones para 14 Cfr. ARIE, Rachel, Op. Cit., p. 42. 15 LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Op. Cit., p. 37. 16 ARIE, Rachel, Op. Cit., pp. 43-44. 17 Cfr. ARIE, Rachel, Op. Cit., p. 46. 18 ARIE, Rachel, Op. Cit., p. 46.
19
batallar contra el usurpador de su trono. Cuando Muhammad V llegó a la vega de
Granada y vio los “estragos que la guerra causaba en sus propios estados, renunció a la
empresa, y prefirió vivir modestamente en Ronda, adonde se trasladó acompañado de su
secretario Ebnul-Jathib”19. Finalmente, Muhammad VI se entregó al rey de Castilla,
quien lo hizo asesinar. Tras ello, envió “su cabeza ensangrentada á Muhammad, su
aliado”20.
Volvió al poder entonces Muhammad V. Como primera medida, reafirmó la paz
con Castilla; luego, hizo mejoras en la administración e innumerables construcciones en
la Alhambra, entre ellas el Patio de los Leones y sus dependencias; también restauró
muchísimas de las instalaciones ya existentes.
Con el tiempo se volvió muy desconfiado. Mandó decapitar a muchos de sus
colaboradores por este motivo e incluso llegó a acusar de traidor a su secretario Ibn al-
Jatib (o Ebnul-Jatib) quien debió huir al Africa donde finalmente fue asesinado. El
cargo lo ocupó su discípulo y famoso poeta Ibn Zamrak, quien aparentemente tuvo
mucho que ver con la muerte de su predecesor. Muhammad V –también por
desconfianza- mandó arrestar a su hijo y heredero al trono, Yúsuf, quien recuperó su
libertad una vez probada su inocencia. Este monarca murió el 16 de enero de 1391.
Yúsuf II, el undécimo, además de la corona, heredó de su padre los delirios de
persecución; tanto, que hizo encarcelar a sus tres hermanos por este motivo. Según
parece, no estaba tan equivocado: luego de solo dos años de gobierno murió,
aparentemente, envenenado.
Muhammad VII, el duodécimo, usurpó el poder que le correspondía a su
hermano y primogénito Yúsuf. Para solucionar con rapidez las cosas, el último fue
encarcelado. En el transcurso de su gobierno se puede decir que tuvo varios
enfrentamientos con los castellanos; aunque no se registran hechos de importancia. A su
muerte, el encarcelado Yúsuf fue liberado y pudo ocupar su merecido trono.
19 LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Inscripciones árabes de Granada, p. 38. 20 LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Op. Cit., p. 39.
20
Yúsuf III, el décimo tercero, quiso firmar la paz con los castellanos. Don
Fernando la rehusó en un primer momento aunque, más tarde, accedió al pedido del
nazarí. Un acuerdo semejante fue firmado con los Beni Merines. Otorgó a su pueblo
días de paz y armonía hasta su fallecimiento, ocurrido el 9 de noviembre de 1417.
Le aclaré a mis amigos, que desde aquí en adelante el orden de los sucesivos
monarcas se volvía un tanto difícil de precisar ya que, en algunos casos, llegó a haber
más de un rey gobernando al mismo tiempo.
Bajo el reinado de Muhammad VIII comenzó el gran declive de la dinastía. Se lo
conoció como al-Saguer, el chico, el pequeño. A partir de su gobierno “la historia de
Granada se reduce á una série no interrumpida de motines, asesinatos, rebeldías,
venganzas parciales y rencores de partidos; causas todas suficientes para desconcertar,
no ya un débil y apocado reino, sino aun el mas floreciente, poderoso y bien organizado
imperio”21. Durante su gobierno aparecen en escena la tribu de los Banu Sarray, más
conocidos como los Abencerrajes, quienes “precipitaron con sus rencillas la ruina de
aquel Estado”22.
Incapaz de resolver todas las escaramuzas existentes, dejó el gobierno en manos
de Yúsuf, jefe de los Banu Sarray, hecho que le costó la sublevación de aquellos que
estaban en contra. Finalmente un golpe de Estado de los abencerrajes lo hizo abdicar,
aunque no de manera definitiva pues volvió a ocupar el trono dos veces más.
Muhammad IX era tío del anterior monarca. Lo llamaban al-Iasar, el Izquierdo.
“Pocos reinados habrá en la historia tan complicados como el de este monarca
granadino-nasrí del siglo XV, llamado por sus contemporáneos El Izquierdo (o porque
era zurdo en verdad, o porque todo le salía al revés o porque todo lo complicaba con
sus intervenciones… Arrojado del trono en varias ocasiones, otras tantas lo
recuperaría”23. Los distintos vacíos de poder fueron llenados por Yúsuf IV, Yúsuf V e
Ismail III.
21 LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Op. Cit., pp. 42-43. 22 LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Op. Cit., p. 43. 23 VILLA-REAL, Ricardo, Historia de Granada, p. 82.
21
Muhammad X, era enemigo acérrimo de los Abencerrajes; éstos debieron huir a
la ciudad de Montefrio donde nombraron un nuevo rey llamado Abun-nasr Saád.
Muhammad, a quien le llamaban al-Ahnaf (el cojo), era bastante violento e
inestable. No podía soportar las derrotas de sus ejércitos a favor de los abencerrajes. Por
tal motivo, decidió abdicar y huir de Granada en 1453, aunque luego se arrepintió e
intentó sacarle el poder al nuevo rey, Saád; pero no fue más que un intento fallido que
terminó con su muerte.
Saád fue un rey pacífico y bondadoso. Su gobierno fue relativamente tranquilo
debido a que su principal rival, Castilla, tenía por rey a un hombre débil (Enrique II de
Trastámara) y, por tanto, manejable. Se empeñó en mejorar la administración. Cuando
los cristianos comenzaron con las ofensivas y sucesivas victorias, entregó el solio a su
hijo. Durante su gobierno se dio el interregno de Ismael IV.
Abul Hásan Aly, hijo del anterior, fue un rey que peleó contra los castellanos
incansablemente tratando de que éstos dejasen de reducir el tamaño del Reino de
Granada. Todo empeoró cuando en 1474 Isabel subió al trono de Castilla, y, a
posteriori, cuando Fernando heredó las tierras de Aragón. De ahí en adelante, juntos
comenzaron su campaña de exterminio contra los árabes en España.
Casado con la cristiana Isabel de Solís (Zoraya), comenzó a escribir el último
acto del drama granadino. El desprecio de la esposa repudiada, Aysha, encendió las
rivalidades y las ambiciones en el pequeño reino. Las dos familias más influyentes de la
corte, Zegríes y Abencerrajes, fueron sus principales actores. Este rey finalmente
abdicó. Mejor dicho, fue obligado a abdicar en favor de su hijo Abu Abdil-lah
Muhammad, por ambición de su madre secundada por los Abencerrajes.
Abu Abdil-lah Muhammad XI fue el famoso Boabdil. Subió al poder en 1482.
Pero tuvo tanta mala suerte que, al año siguiente, en su primera campaña contra los
castellanos (más precisamente en la Batalla de Lucena) fue derrotado y encarcelado.
Ante el hecho, volvió a ocupar el trono de Granada su padre Abul Hásan Aly; aunque
sólo lo hizo entre los años 1483 y 1485 debido a que su hermano, otro señor también
llamado Abu Abdil-lah Muhammad, le arrebató el poder. Entonces Aly fue confinado
en Salobreña donde murió.
22
Los partidarios de Boabdil pactaron con los Reyes Católicos el vasallaje a
cambio de la libertad del soberano; pagaron además un enorme tributo y entregaron, en
calidad de rehenes, a varios miembros de la aristocracia nazarí, entre ellos, al hijo del
rey, Ahmad24.
Abu Abdil-lah Muhammad XII recibió el epíteto de al- Zagal, que significa
valiente. Mientras este monarca se trasladó a Vélez-Málaga (en 1487) para oponer
alguna resistencia a los ataques de las tropas castellanas, el ya liberado Abu Abdil-lah
Muhammad XI o Boabdil, entró en Granada haciéndose con el trono por segunda vez.
El Zagal se refugió en Almería.
De nuevo en el poder, Boabdil pactó con los Reyes Católicos “entregarles
Granada en circunstancias propicias; en contrapartida, los Reyes le reconocían la
posesión de un principado… [donde él y los suyos] conservarían sus mezquitas y
gozarían de una dispensa de impuestos durante diez años”25. Pero no cumpliendo con lo
pactado, la guerra se reanudó en 1490. En inferioridad de condiciones, los árabes –ya
debilitados- fueron destruidos por completo cuando los alimentos escasearon por causa
de las intensas nevadas que impidieron las comunicaciones hacia finales de 149126.
Boabdil y los Reyes Católicos firmaron secretamente un Acta de Capitulación el día 25
de noviembre. Uno de los dieciséis ítems con los que contó, estipulaba que el primero
debía entregarle a los segundos sus tierras, la Alhambra y otros palacios dentro de los
siguientes 65 días27.
Demás está decir que la historia finaliza, como ya es sabido, con la posesión
total de los Reyes Católicos de todo el territorio. A Boabdil sólo le quedaban como
últimas propiedades hipotecadas la ciudad de Granada y el Palacio de la Alhambra, las
cuales pasaron a manos cristianas el 2 de enero de 1492. A cambio, se lo indemnizó con
algunas tierras dentro los límites de sus antiguos dominios y una considerable suma de
dinero28.
24 Cfr. ARIE, Rachel, El reino nasrí de Granada, p. 88. 25 ARIE, Rachel, Op. Cit., p. 95. 26 Cfr. ARIE, Rachel, Op. Cit., p. 103. 27 Cfr. SANCHEZ ALBORNOZ, Claudio, La España musulmana, T. II, p. 501. 28 Cfr. SANCHEZ ALBORNOZ, Claudio, Op. Cit., T. II, pp. 502-503.
23
Raschid se mostró muy sorprendido por el relato. Para mí, fue como si hubiese
pasado el examen de admisión para que él accediera a revelar algunos de sus
conocimientos sobre aquel enigmático y bello castillo.
-Bueno –me dijo-, veo que sabes bastante de la historia de Granada. Ahora
pasaré a detallarte qué sultanes, de todos esos que nombraste, promovieron la creación
de las partes más importantes de la Alhambra: a Muhammad I, se le debe la
construcción de la Alcazaba, de algunas murallas y de la Acequia Real; a Muhammad
II, el Generalife, la Puerta del Arrabal, el Palacio del Partal alto, el de los Abencerrajes
y de otro más que luego se transformó en el ex convento de San Francisco, hoy Parador
Nacional de Turismo. A Muhammad III, debe atribuírsele el Palacio del Partal, la
Mezquita mayor, los baños de ésta y la fachada oeste de la Puerta del Vino; a Nasr, la
Torre del Peinador de la Reina; a Ismael I, la Rawda o cementerio; a Yúsuf I, el Palacio
de Comares, el oratorio del Partal, La Puerta de La Justicia y la de los Siete Suelos; a
Muhammad V, el Patio de los Leones, la fachada de Comares y la del lado este de la
Puerta del Vino, el Cuarto y Patio Dorado y la ampliación y remodelación del Mexuar;
a Muhammad VII, la Torre de la Cautiva, y a Yúsuf III, la reforma del Palacio del Partal
alto29.
Como se estaba haciendo de noche, debimos bajar nuevamente a la ciudad sin
haber llegado nunca al mirador y, como consecuencia, sin haber tenido una vista
panorámica de nuestro objeto de estudio.
Nos prohibió volver solos al Albaicín, con la inocente excusa de considerarlo
peligroso. Era obvio que estaba queriendo crear en nosotros una sensación de inquietud,
de incertidumbre y de ansiedad; algo así como el mecanismo de transición utilizado en
las Mil y una Noches, donde el sultán Schahriar arde en deseos de volver a escuchar a
Scherezad. Poco a poco iba siendo atrapado en la trama que tejía nuestro guía, quien
hasta ahora sólo nos había arrojado unas migajas de su tan mentado saber; pero no era
para menos, estábamos en período de prueba y recién superaba mi primer examen.
Quedamos en encontrarnos en el mismo lugar que hoy y a la misma hora, para
luego iniciar el recorrido. No se por qué, pero algo me decía que mañana tampoco
29 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales (ANA BLASCO), Areas temáticas, Naturaleza, Paisajes.
24
veríamos la Alhambra, al menos por dentro. Y además, creo que hay un serio problema
con las mañanas granadinas… ¡nada significativo ocurre durante ellas!
25
Tercera noche.
La Alhambra desde el Mirador de San Nicolás.
“Detente en la explanada de la Sabika y mira a tu alrededor. La ciudad es una dama cuyo marido es el monte.
Está ceñida por el cinturón del río, y las flores sonríen como alhajas en su garganta…
La Sabika es una corona sobre la frente de Granada, en la que querían incrustarse los astros.
Y la Alhambra -¡Dios vele por ella!- es un rubí en lo alto de esa corona”30.
A las dos de la tarde en punto llegamos al lugar indicado; Raschid ya estaba allí.
¡Dicho y hecho! Rumbeamos otra vez para el lado contrario de la Alhambra; es decir,
hacia el Albaicín. Para sorpresa de todos, no nos detuvimos en el bar de mi examen sino
que seguimos hasta mucho más arriba. Sí; íbamos al mirador… Pero antes nos
detuvimos en otro bar, ahora por deseo de mis amigos quienes estaban agotados y
sedientos. Aunque parezca mentira, fue una muy buena idea, ¡que calor hacía! El sol
castigaba a todos los transeúntes sin piedad alguna.
Mientras tomábamos algo, Raschid aprovechó para prevenirnos:
-Lo que van a ver en unos minutos es la ciudad palaciega más bella y mejor
conservada de toda la época medieval islámica31; es el monumento más hermoso de
España y uno de los más visitados32; es el lugar que Dios elegiría si desease morar en la
tierra. Sin duda es un palacio encantado, ya que en esta zona los movimientos sísmicos
castigan las edificaciones, llegando incluso a hacer desistir al propio Carlos V en la
30 Versos de Ibn Zamrak citados por VILLA-REAL, Ricardo, La Alhambra y el Generalife, p. 3. 31 Cfr. GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, p. 20. 32 Es el segundo monumento más visitado. El primero es la Sagrada Familia de Gaudí, en Barcelona.
26
culminación de su palacio33; y a la Alhambra no le ha hecho absolutamente nada grave,
sólo el agrietamiento de algunos de sus cimientos. Es sin duda una maravilla del mundo
islámico.
-¿Vamos? –preguntó mientras se ponía en pie
-¡Sí, adelante! -gritaron Enrique y Héctor.
Por mi parte no podía casi ni hablar, incluso ni moverme. Cuando íbamos
llegando la vi… estaba allí frente a nosotros: brillante, fantástica, increíble. La
sensación de no saber hacia dónde mirar primero se adueñó de mí; entonces opté por
mirar en todas direcciones: a la derecha estaba Granada; a la izquierda, y a lo lejos, se
veía el Generalife; abajo, el barranco por donde corre el río Darro; y adelante, de belleza
imponente, la Alhambra, la joya buscada por mí desde antes de llegar a la ciudad.
Traté de evitar el centro del complejo. Allí estaba, muy a nuestro pesar,
rompiendo lo armónico del resto de las construcciones, el frío símbolo de la dominación
cristiana sobre la musulmana: el inconcluso Palacio de Carlos V. Es de lamentar que, se
mire desde donde se mire, se ve su silueta discordante. “Ese babilónico picadero, que no
ha servido más que para circo de ratas”34, realmente parece una extraña y mal ubicada
plaza de toros. Pero no importa, no me iba a amargar; lo importante es que sabía, al
igual que el resto de las personas que visitan el palacio, qué es lo que quería ver allí: una
ciudad palaciega perteneciente al viejo reino nazarí de Granada. Nadie viaja para
conocer específicamente ese Palacio, salvo algún estudioso de la arquitectura
renacentista. Por lo leído y visto en libros y fotos, es imposible obviarlo una vez dentro
del recinto alhambrino ya que está en la ruta obligada hacia los palacios nazaríes. Los
que ingresan en él lo hacen generalmente porque allí funciona el Museo de Arte
Hispano-Musulmán y el Provincial de Bellas Artes; y de paso ven el patio circular para
luego retirarse. Algo semejante ocurre en la ciudad de Córdoba: nadie va a conocer la
Catedral sino la Gran Mezquita de Abdelrahmán y sus sucesores. Esto significa un
triunfo definitivo de los moros: ni palacio renacentista ni estatuas de santos podrán
erradicar ese arabismo que lo inunda todo y se opone a cualquier conversión edilicia.
Pasada la primera emoción y el primer enojo, lo miré a Raschid y allí estaba…
contemplando enamorado el palacio que en tiempos lejanos había sido de sus
antepasados. Estaba totalmente compenetrado con aquella maravilla arquitectónica de la
33 Cfr. IRVING, Washington, Cuentos de la Alhambra, p. 31. 34 ZORILLA, José, Los Gnomos de la Alhambra, Obras Completas, T. II, p. 378.
27
que se sentía un poco dueño; y seguramente también un poco triste porque nadie vive
hoy allí; sólo hay turistas… y de paso.
Tras habernos tomado el tiempo necesario para dispersarnos por el mirador y
apreciar lo que más nos atraía, volvimos a reunirnos los cuatro. Observando hacia un
lateral del mirador, divisamos un bar muy tranquilo con una vista que difícilmente se
repita en algún otro del lugar. Decidimos ir a sentarnos para tomar algo en una de sus
mesas con sombrillas.
Fue allí donde Raschid comenzó con su primera exposición:
-Lo que ven delante es el complejo de la Alhambra; debemos considerarlo una
ciudad, una fortaleza y un conjunto de palacios. La palabra Alhambra es una abreviatura
del árabe Qalat al-Hamra, cuya traducción puede ser castillo rojo o fortaleza roja, entre
otras tantas. Esa colina sobre la que está emplazada recibe el nombre de Sabika; es la
más alta de todas y, como consecuencia, su defensa más natural, ya que la altura del
barranco hace aún más inaccesible el ataque de enemigos. Para completar la ayuda, el
río Darro, un afluente del Genil, la rodea por completo.
La construcción de la Alhambra –continuó- comenzó bajó el primer sultán de la
dinastía nazarí, Muhammad I. Una vez conquistada la ciudad, visitó este lugar y decidió
establecer su residencia sobre los restos de una fortaleza que ya existía desde el siglo
XI, y que había pertenecido a un judío llamado Samuel Ibn Nagrela; su nombre
proviene del árabe Nagid, el príncipe. Fue visir de dos reyes ziríes de Granada, Habus
Ibn Maksan y Badis Ibn Habus35. No hay que confundirlo con su hijo José o Yúsuf,
quien lo sucedió en el cargo. El mismo que según la tradición, al ser crucificado por el
pueblo ante su palacio, maldijo a los musulmanes. Su espíritu no descansaría, hasta
tanto quedara un árabe en Granada. Supuestamente, para liberarse de la maldición, los
nazaríes incluyeron entre las epigrafías de la Sala del Trono una sura protectora.
Tras esta introducción, Raschid comenzó a señalarnos las distintas
construcciones que desde el mirador podían apreciarse:
-La parte más vieja de toda la Alhambra es la Alcazaba. Aquel recinto que se
encuentra a la derecha, en el sector más occidental del complejo. Alcazaba viene del
árabe al-Qasba cuya traducción más exacta es fortaleza. Su construcción fue iniciada
por Muhammad I y completada por su hijo, Muhammad II. Tiene cuatro grandes torres,
la primera que sobresale, por ser más ancha y estar al frente, se llama Torre de la Vela. 35 Cfr. VILLA-REAL, Ricardo, Historia de Granada, p. 35.
28
Imagen 1. Alcazaba desde Mirador.
Ya fuera de la Alcazaba, si siguen el recorrido de la muralla hacia la izquierda, pasando
la primera torre almenada que aparece y la posterior parte de la muralla, que también
posee almenas, verán unas instalaciones de techos bajos que reciben el nombre de
Galería de Machuca. A continuación, unas construcciones de paredes más altas,
corresponden a las dependencias conocidas como el Mexuar y el Cuarto Dorado.
Si miran un poco más al centro –continuó explicando- podrán observar una torre
muy ancha rematada por almenas: es la de Comares, el lugar donde se encontraba el
Salón del Trono o la Sala de los Embajadores. Siguiendo un poco más a la izquierda,
casi llegando al final de estas construcciones, pasando esa galería abierta de dos pisos
con techo de tejas, se ve otra torre de tamaño bastante más chico: es la del Peinador de
la Reina. Aún más a la izquierda, aunque un poco cubierta por la vegetación, se deja
entrever parte de la Torre de las Damas.
Avanzando hacia atrás, hay otras torres, cada una con su propio nombre. En total
son veintidós, “espaciadas de manera bastante irregular pero que se adaptan a las
necesidades y requisitos del terreno”36.
Como pueden observar, todo el recinto está cerrado por murallas; éstas,
“extraordinariamente gruesas, son de mampostería recubierta con albañilería de piedra y
ladrillo y una capa fina de enlucido”37.
36 GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, pp. 41-42. 37 GRABAR, Olef, Op. Cit., p. 41.
29
Imagen 2. Vista Palacios desde Mirador.
Con respecto al tema de murallas y torres concluyó explicándonos que “pueden
interpretarse como creación defensiva y de protección, como medio para separar
diferentes modos de vida, como reflejo de una planificación interior o como
combinación de estas finalidades”38.
Particularmente, pude notar que, sacando los elementos defensivos anteriores,
las construcciones techadas son todas de tejas de diversas formas, y que todas las
dependencias poseen ventanas que permiten la iluminación y ventilación. Además,
percibí que no todas las torres ni todas las murallas están rematadas por almenas, lo cual
pone en evidencia la falta de uniformidad.
-Noten lo irregular de la planta –seguía explicando. Es casi imposible describirla
porque la Alhambra es “un monumento por adición en el espacio… cada una de las
unidades que hemos descrito es una entidad propia y separada que puede verse y
examinarse independientemente”39. “La Alhambra es finalmente el resultado de una
serie de construcciones no concebidas como una unidad. De ahí deriva parte de su
carácter”40. Sólo se puede decir que tiene una planta rectangular, de setecientos cuarenta
por doscientos veinte metros.
38 GRABAR, Olef, Op. Cit., p. 42. 39 GRABAR, Olef, Op. Cit., p. 97. 40 MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte hispanomusulmán, p. 144.
30
Imagen 3. Plano general de Alhambra y el Generalife.
Frunciendo el ceño y con voz un poco más seria, agregó:
-Si volvemos la vista al centro, por detrás de las instalaciones árabes, verán un
edificio cuadrado de muy poca gracia, es el Palacio de Carlos V. Por detrás del mismo,
se ve un techo de tejas al que le sigue un gran campanario: es la Iglesia de Santa María
de la Alhambra. Dos edificaciones que se construyeron demoliendo previamente
algunas de las dependencias árabes más importantes, que luego les contaré cuáles eran.
Si las obviamos –continuó-, notaremos que el conjunto de palacios de la Alhambra “es
un perfecto ejemplo de los conceptos que caracterizan a la arquitectura civil islámica e
hispanomusulmana… Edificios para deslumbrar y seducir al extraño y para complacer a
sus habitantes. Espacios donde exteriores e interiores se suceden, se yuxtaponen sin
solución de continuidad, haciendo que los límites entre adentros y afueras, entre
estancias, patios y jardines se desdibujen”41.
Bien lejos, y a la izquierda, fuera del recinto amurallado, hay unas
construcciones de paredes blancas: es el Generalife. En árabe se lo llamó Jennat Alarif,
cuya traducción más exacta es Jardín del arquitecto, ya que la palabra que se usa para
41 MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte hispanomusulmán, pp. 144-145.
31
arquitecto o maestro mayor de obras en árabe es alarife42, tal como pasó al castellano
corriente. Consta de una serie de restos de palacios y jardines entremezclados y era la
residencia de verano de los sultanes.
Obviamente la primera lección de Raschid fue informarnos sobre el origen de la
Alhambra, el reconocimiento de todas las construcciones que desde el mirador pueden
apreciarse y de las características principales de sus murallas y torres. Estaba muy claro
que lo mejor estaba dentro de dichos muros, pero había que aguardar…
Se fue haciendo de noche y Raschid debía irse. Otra vez nos citó en la misma
confitería del centro de Granada, a la misma hora; es decir, a las dos de la tarde.
¡Sigo sin entender que es lo que ocurre con las mañanas! Aunque después de
bajar y subir dos días seguidos al Albaicín, estamos agradecidos de tener más tiempo
para el descanso. No importa si es de mañana o de tarde el encuentro, creo que ya no le
quedan más excusas para llevarnos a la Alhambra ¿o me equivoco? Mañana sí o sí
deberíamos ir. Es su obligación moral llevarnos; más tiempo sería someternos a una
tortura inexplicable.
42 Cfr. VILLA-REAL, Ricardo, La Alhambra y el Generalife, p. 49
32
Cuarta noche.
La Puerta de la Justicia y otros accesos a la Alhambra.
Estaba equivocado a medias. Nos dirigimos a la Alhambra, pero no entramos. En
esta oportunidad, nos llevaría a los distintos accesos de ésta que se utilizaban en tiempos
árabes. Ni siquiera fuimos a la entrada principal por la que ingresan los visitantes de
hoy; a esa que quisimos llegar el primer día en búsqueda de nuestro posible cicerone, y
que no alcanzamos nunca debido a que Abdullah nos detuvo primero para dar solución
a nuestro problema.
Como era de esperar, el trayecto comenzó y terminó a pie. Tomamos por las
calles del centro de la ciudad -por esas mismas que los primeros días nos mareaban por
el desconocimiento y por el tránsito- como si las hubiésemos recorrido desde la
infancia. Llegamos hasta la esquina en la que aquel ómnibus (el pequeño, simpático y
con aire acondicionado) había girado para tomar por la calle empinada que llevaba a la
Alhambra. Allí realmente comenzó nuestro primer acercamiento al recinto.
Todavía no sabíamos que no íbamos a ingresar, de modo que empezamos a
preparar nuestras cámaras digitales para inmortalizar todos los momentos allí vividos,
cuando Raschid dijo:
-Ah, me olvidé de decirles algo. No conseguí entradas para hoy, estaban
agotadas.
¡Para qué! Las caras de dicha suprema se transformaron en desconcierto total.
No entendíamos nada.
-¿Nadie revende sus entradas aquí? –preguntó Enrique.
-A veces sí, pero igual prefiero que vayamos primero a conocer algo que les va a
llamar mucho la atención: La Puerta de la Justicia.
33
-¿Más que los palacios? –preguntó Héctor.
-Obviamente no; pero es importante que veamos esa puerta primero –contestó
con amabilidad nuestro guía.
-¿Por qué? ¡Yo leí que se puede salir por ella luego de la visita general! –
agregué.
-¡Bueno, basta de cuestionamientos! ¡Ya les dije que no había entradas! Aparte
sé muy bien por qué lo hago –replicó Raschid medio enojado.
Entonces, callados comenzamos a subir la Cuesta de Gomérez, nombre que
recibía la calle empinada; quizás arriba podríamos persuadirlo de conseguir entradas e
ingresar. Un poco más tranquilo, comenzó por explicarnos por qué esa calle recibía tal
nombre:
-Esta calle se llama así debido a que existió una familia de ese apellido, de
origen africano, que era muy influyente y muy conocida por “sus crónicas y cantares”43.
A los pocos metros de subida, nos topamos con la puerta renacentista que no
había podido observar bien el otro día cuando íbamos en el pequeño rodado. Raschid
continuó con otra explicación:
-Esta es la Puerta de las Granadas; Carlos V fue su promotor. Desde aquí en
adelante ingresaremos en el llamado bosque de la Alhambra, cuyo origen se remonta a
los siglos XVIII y XIX 44.
Ni se detuvo, ni se explayó demasiado en explicaciones sobre esta construcción
de piedra; sabía que el motivo principal de nuestra visita era ver y conocer la Alhambra
árabe y no la cristiana.
Una vez en el bosque, tomamos un camino que se bifurca hacia la izquierda y
que lleva directamente a la Puerta de la Justicia. Por lo que había leído, era el portal de
ingreso oficial a la Alhambra en tiempos musulmanes. Al final de la bifurcación, y
girando a la izquierda, estaba la puerta. Para suerte y sorpresa nuestra no había casi
nadie; sólo unas gitanas que querían vendernos unos ramitos de un yuyo que, según
decían, servía para atraer la buena suerte. Avisados previamente por Raschid, no les
prestamos atención pues eran un poco molestas. ¡Aunque podríamos haberles comprado
algunos para ver si conseguíamos entradas!
Tras habernos dejado unos minutos para que la observáramos, Raschid preguntó:
43 IRVING, Washington, Cuentos de la Alhambra, p. 33. 44 Cfr. VILLA-REAL, Ricardo, La Alhambra y el Generalife, p. 8.
34
-¿Les gusta?
-Mucho mucho, es muy sólida. Semejante pórtico debe haber infundido un
respeto singular –acotó Héctor.
-Así es – dijo nuestro guía.
-Además debió de haber sido infranqueable –intervino Enrique.
-Jamás pudo ser violada. Nunca –volvió a contestar.
Yo seguía mirando todo cuando Raschid comenzó una nueva lección:
-Les voy a explicar por qué los traje hasta aquí primero… Este portal era el
acceso principal a la Alhambra en el tiempo de los moros. Su nombre en árabe es Bab
al-Sharia, cuya traducciones posibles pueden ser Puerta de la Justicia o Puerta
Judiciaria, aunque la más acertada es Puerta de la Ley. En total había cuatro grandes
puertas de acceso: ésta, la del Hierro, la de los Siete Suelos y la de las Armas.
Volviendo a la que ahora nos atañe, podemos decir que su nombre se debe a que en ella,
según algunos estudiosos, se llevaban a cabo los juicios de menor importancia 45. Para
otros, entre ellos Leví-Provenzal, “designa una zona reservada para importantes fiestas
religiosas, un tipo de zona que en otras partes del mundo musulmán recibe
generalmente el nombre de musallas. Poner nombre a una puerta de acuerdo con lo que
queda fuera es práctica bastante común, y existen pruebas suficientes de que la justicia
se administraba a veces cerca de las musallas… El hecho de que el Islam occidental
haya, al parecer, atribuido a la divina Justicia… un emplazamiento físico, es una
ilustración del formalismo ortodoxo que caracteriza una gran parte de la cultura
musulmana en el Magrib. Su aparición en el monumento más importante de la España
nazarí demuestra el apego de la dinastía a las conservadoras doctrinas sunnies, al menos
en las apariencias externas”46.
Por mis lecturas preliminares, sabía que aún era motivo de conflicto el por qué
del nombre, ya que no se escribieron o sobrevivieron textos árabes referentes al tema.
-Vamos ahora a analizar el edificio –continuó-. Como ven, es una torre de planta
cuadrada, cuya fachada posee un enorme arco de herradura. Este, como es de lo más
común en el mundo musulmán, está enmarcado o cerrado por un alfiz; arriba, a los
costados de la parte superior del mismo, hay dos ventanitas también en forma de arco de
45 Cfr. IRVING, Washington, Op. Cit., p. 34 46 Citado por GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, p. 134.
35
herradura. Volviendo al arco mayor, si miran la parte de arriba, en la dovela central,
verán que hay esculpida una mano abierta. Para la gran mayoría de los estudiosos
representa los cinco pilares del Islam.
Imagen 4. Puerta de la Justicia.
Percibí que no tenía ningún elemento ornamental que se destacara. Luego
recordé que eso era bastante común ya que, como nos había explicado Raschid, los
materiales que se utilizaron para murallas, torres y puertas exteriores no eran de la
mejor calidad. Además “muchos monumentos, especialmente los palacios, se construían
rápidamente, ya fuera porque la inseguridad del poder hacía difícil que llegaran a
terminarse… o porque los proyectos tendían a ser personales más que dinásticos y no se
pensaba ni se esperaba que sobrevivieran a su inspirador. No es necesario atribuir
36
profundos significados filosóficos o religiosos a esta preferencia por las paredes
construidas con materiales baratos y profusamente decorados”47.
Nunca más acertadas las palabras de Irving con respecto a la apariencia externa
de la Alhambra: “Exteriormente es un tosco conjunto de torres y almenas, sin
regularidad en su planta ni gracia en su arquitectura… apenas da idea de la gracia y
belleza que reina en su interior”48. La puerta está constituida por madera maciza, chapas
y cerrojos de metal49.
-Ingresemos –fue la invitación de Raschid. Como pueden observar tiene en
realidad una doble fachada, la que recién estuvimos analizando y esta otra interior; la
cual también posee un arco de herradura de menor tamaño, aunque un poco mejor
decorado y sostenido por columnas. Verán que al igual que en el arco exterior tiene algo
esculpido en su dovela central: en este caso, una llave. Según dicen, es un símbolo de
fuerza.
-Una llave y una mano esculpidas deben tener algún otro significado ¿no? –
preguntó Enrique.
-Sí; la tradición popular conserva una explicación fantástica: dicen que ambas,
mano y llave, eran talismanes de los que dependía “la suerte de la Alhambra”; también
dicen que el rey creador de esta puerta fue un mago que hizo un encantamiento para que
todo el recinto sobreviviera a los embates del clima. No debió andar muy errado porque,
según, les dije, de todos los monumentos reales moros, es el único que se mantiene en
pié. Los sostenedores de esta tradición, aseguran también que este hechizo continuará
siendo eficiente “hasta que la mano del arco exterior se alargase hacia abajo y cogiese la
llave; en cuyo instante todo el edificio se desplomaría en pedazos, y todos los tesoros en
él encerrados por los moros quedarían al descubierto”50.
Héctor, que también lo observaba todo, miró hacia arriba y notó algo que le
llamó la atención:
-¿El techo que está abierto entre las dos fachadas servía, al igual que en otros
castillos medievales, para tirar piedras desde lo alto en aquellas ocasiones en las que los
enemigos querían ingresar?
-Exactamente igual –le respondió Raschid. 47 GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, p. 169. 48 IRVING, Washington, Cuentos de la Alhambra, p. 31. 49 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Estructura Militar, Puertas. 50 IRVING, Washington, Op. Cit., p. 35.
37
De pronto comenzamos a ver salir personas; todas muy contentas por la visita
que habían realizado. Nosotros, que ni siquiera habíamos puesto un pie adentro,
sentimos ganas de ingresar pero ya estaba oscureciendo y era mejor no irritar más a
Raschid con ese tema. Además, me sentía satisfecho porque su clase resultó muy
interesante y por estar parado en el lugar por el que varias veces habían entrado y salido
mis sultanes favoritos: Yúsuf I y Muhammad V.
Con respecto a las otras tres puertas, estaba enterado de que no se conservaban
en buen estado, y sabía perfectamente que no iríamos porque no eran imprescindibles
para nuestro propósito. Tampoco me interesaba conocer una de ellas: la de los Siete
Suelos. Primero, porque fue destruida casi completamente por los franceses en su
retirada, conservándose en parte sólo el arco de la fachada; y segundo, porque fue por
ella por la que debió salir Boabdil cuando entregó la Alhambra51.
¡Oscurecía y las gitanas seguían insistiendo en vendernos sus ramitos! En
silencio comenzamos nuestra retirada. Nos despedimos de Raschid hasta el día
siguiente. No hacia faltar fijar hora ni lugar, era un dato obvio: a las dos de la tarde en la
dichosa confitería.
Ya no sólo me preocupaba por las mañanas de nuestro guía. Noté que de noche
tampoco quería encontrarse con nosotros.
51 Cfr. IRVING, Washington, Op. Cit., p. 106.
38
Quinta noche.
El Generalife.
Esta vez, como sabíamos que no le quedaban excusas a nuestro buen amigo para
llevarnos a la Alhambra, nos munimos de nuestras cámaras fotográficas para registrar
todo, no estábamos dispuestos a guardar nuestras vivencias valiéndonos únicamente de
lo mirado y visto.
Las dos en punto.
-¡Ahí viene! –dijo Enrique.
-Hola ¿Cómo están ustedes? –saludo Raschid.
-¡Genial!, dispuestos a recorrer la Alhambra, aunque sea bajo este sol. Trajimos
todo –le respondí- ¿Cómo estás vos?
-Más que bien, los que no creo que sigan tan contentos son ustedes. No lo
podrán creer, sólo había entradas para recorrer los jardines del Generalife.
-Perdón, ¿estás bromeando? – pregunté con bastante ironía.
-No, es cierto. En estos días es un infierno conseguirlas, la gente las compra por
anticipado en el banco –respondió con una sonrisa que se le escapaba.
Sabía perfectamente que sólo un treinta por ciento de las entradas se vendía de
esa manera pero no quise discutir ya que quizás podrían haberse agotado durante la
mañana en las boleterías. Además íbamos a ingresar de todos modos, lo cual era un
avance significativo; recorrer los jardines del Generalife no era poca cosa. Dicen los
granadinos que son los más bellos del mundo. Veremos…
Por fin conocimos la bendita puerta de acceso actual. Es linda y moderna; se
destaca un mural con el nombre de la Alhambra en árabe y en español y, por debajo, un
39
plano general de las instalaciones. Algo más alejado, puede verse otro muro donde se
transcriben unos versos de Borges sobre la Alhambra.
¡Ingresamos! El camino hasta el Generalife es largo. Durante el recorrido
encontramos una alameda, jardines, restos de construcciones árabes, edificios cristianos,
un hotel, oficinas administrativas, tiendas de recuerdos y, entre otros, un negocio muy
simpático decorado como palacio alhambrino, donde ingresamos a sacarnos una foto
vestidos a la usanza árabe.
-Pasen a buscarla dentro de tres horas –nos dijo la fotógrafa.
Cuando salimos del lugar, la mayoría de los que ingresaban seguían por el
camino que lleva a los palacios nazaríes; un cartel chiquito, al ras del suelo, con una
flecha, así lo indicaba; nosotros debimos doblar a la derecha guiados por otro cartelito
con la consabida flecha que indicaba nuestro destino: el Generalife, lugar donde “antaño
hubo allí una almunia (huerta) real, acomodada como casa de recreo de los emires
nasríes… [Y hoy es]… una mezcla de huerta, de geométricos y perfilados jardines y de
miradores y galerías”52.
Raschid ya nos había contado que la palabra Generalife provenía del árabe
Jennat Alarif, cuya traducción más correcta era Jardín del arquitecto. Nombre que se
debía a que, supuestamente, en una parte de las instalaciones vivía un arquitecto cuyas
propiedades fueron adquiridas por Ismail I, quien transformó el lugar en un palacio real
para que sirviera como una residencia de carácter más privado donde pudiese estar
alejado de sus funciones oficiales.
Fue aquí, en el Generalife, donde se encontraba Muhammad V cuando se gestó
la conspiración que finalmente lo hizo huir. Me venía el recuerdo del texto que había
leído con referencia a este tema: “Aquel día -10 de agosto de 1359-, el sultán
Muhammad estaba con un hijo suyo en el Jennat Alarif, sitio delicioso por sus
arboledas, por la sanidad del aire y refrescado continuamente por corrientes de agua. El
sultán fue despertado por el chasquido de los aceros, los gritos de los conspiradores y el
ruido de los atabales. Desconociendo la causa del tumulto, Muhammad marchó hacia la
Alhambra; pero, enterado de lo que ocurría, retrocedió rápidamente, y Alá dispuso lo
posible para su salvación. Encontró rápido corcel, ya ensillado; galopó hacia Guadix,
donde llegó el mismo día, y se presentó al gobernador del castillo, que le recibió sin
sospechar lo que estaba ocurriendo en Granada. Muhamad recibió el homenaje de los 52 VILLA-REAL, Ricardo, La Alhambra y el Generalife, p. 49.
40
habitantes de Guadix y se mantuvo allí como soberano hasta 1362, que pudo regresar a
Granada, donde permaneció ya sin competidor hasta el año 1391, en que falleció”53.
Al Generalife se llega atravesando “una cancela de hierro, [de la que] se abre un
camino umbroso, bordeado por elevados cipreses, llamado Paseo de los Cipreses, el
cual se continúa con el de las Adelfas, con bóveda floreada… [Luego de éste] se llega al
Patio de la Acequia, que ofrece edificaciones árabes”54.
Todos los jardines que vimos hasta llegar al Patio de la Acequia eran muy
lindos, pero no árabes sino modernos. Los únicos jardines árabes son, en el Generalife,
los de este patio y los que lindan con la Escalera del Agua; y en la Alhambra, el del
Palacio de Comares y el del Patio de los Leones. El jardín de Adarves (del siglo XVII),
El Jardín de Lindaraja o Daraxa y el Patio del Ciprés del Generalife son renacentistas.
El Paseo de los Cipreses (de mediados del siglo XIX) es romántico. Los jardines del
Partal, diseñados por el arquitecto Torres Balbás y los Jardines Bajos del Generalife son
del siglo XX. Pero el sistema de regadío de todos ellos sigue siendo el mismo que
utilizaron los nazaríes setecientos años atrás; es decir, el agua llega a las diversas
huertas por medio de norias y pequeños canales. Aún hoy, en el Generalife se siguen
cultivando las mismas hortalizas y frutas55.
Ingresamos al magnifico Patio de la Acequia desde el lado sur.
Las construcciones árabes se encuentran de este lado y del lado norte, aunque
todo el largo del patio, que es rectangular, está dominado, en su lado oeste, por una
galería techada, también de origen árabe, que posee dieciocho arcos apuntados desde
donde se puede apreciar, hacia adentro, todo el patio; y hacia fuera, una magnífica vista
de la Alhambra y de la ciudad. Completan la decoración del patio, setos de mirtos,
rosales, naranjos, etc.
Raschid comenzó con su plática:
-Como pueden observar, nos encontramos en el famoso Patio de la Acequia. Su
nombre, viene del árabe al-saqiya, cuya traducción es canal, y hace alusión a este
estanque o acequia que lo recorre de un extremo al otro. La planta es rectangular, siendo
un clásico patio musulmán de crucero. Ya vieron que tiene dos pabellones, y se supone
53 PIJOAN, José, Summa Artis, T. XII, p. 539. 54 VILLA-REAL, Ricardo, Op. Cit., p. 49. 55 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Naturaleza, Jardines. Areas temáticas, Naturaleza, Uso Agrícola.
41
Imagen 5. Patio de la Acequia.
que había otras construcciones por los restos encontrados, pero nada se ha podido
reconstruir56. De estos dos que quedan, el mayor en importancia es éste que está al
norte. Su nombre es Mirador del Generalife. Algunos sostienen que era el lugar
destinado a hospedar al sultán57. Entre otros tantos detalles, sobresale por la belleza de
su pórtico; el cual está formado por cinco arcos de medio punto muy esbeltos, de los
cuales el central es más alto y más grande. El material del que están hechos es yeso o
estuco; sus ajimeces tienen rombos calados con decoración vegetal o de ataurique. 56 Cfr. PIJOAN, José, Op. Cit., T. XII, p. 540. 57 Cfr. MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte Hispanomusulmán, p. 173.
42
Están sostenidos por finas columnas de mármol con capiteles de la misma decoración
que los ajimeces.
Cuando nos acercamos, vimos que el pórtico descrito da acceso a una galería
posterior que tiene otro portal un tanto más pequeño, pero no menos bello. Esta
conformado por tres arcos más chicos que los anteriores, del mismo tipo, decoración y
también sostenidos por columnas del mismo material. El alfiz que cierra esta arquería
revela la fecha de construcción y el nombre de su promotor: 1319, Abul Walid Ismail.
Por encima del mismo, se recortan cinco ventanas cerradas por celosías de escayola o
yeso.
Esta segunda puerta da ingreso a una sala en la que se puede contemplar una
panorámica y exquisita vista de la Alhambra, del Sacromonte y del Albaicín, barrio al
que ya fuimos varias veces.
Imagen 6. Pórtico del Pabellón Norte del Generalife.
También notamos que este pabellón tiene pisos superiores a los que no pudimos
acceder. Raschid me confirmó que no se destacaban por su decoración; y debía ser
verdad ya que los diversos libros que conocíamos no detallan ni muestran su contenido.
También nos explicó que la gran mayoría de los palacios de la Alhambra contaban con
43
un piso superior. Esto era debido a que en las épocas calurosas los nazaríes utilizaban la
planta baja ya que, por una parte, los techos altos permitían que el calor subiese y
saliera por ventanas más elevadas; y, por otra, porque los pisos de mármol, cerámicas de
las paredes (o alicatados) y estanque del patio, en caso de haberlos, refrescaban las
estancias inferiores. En los rigurosos inviernos, se valían de la planta alta debido a que
en la parte baja se concentraba mucho más el frío que ingresaba por las grandes
ventanas. En las dependencias de arriba, sólo las había pequeñas y cerradas por celosías
que impedían el ingreso del viento frío. Además de este método de defensa utilizaban
braseros y era común que todas las puertas tuviesen un pequeño postigo de acceso, para
no tener que abrir por completo el portal58.
Desde este pórtico pasamos al Patio de los Cipreses, el cual también recibe el
nombre de Patio de la Sultana. Fue aquí, según cuenta la tradición, donde
aparentemente, uno de los sultanes encontró in fraganti a su esposa con un miembro de
la familia abencerraje y fue por tal motivo que el sultán ordenó la matanza de todos los
caballeros de ese linaje.
Subiendo por una escalinata de piedra llegamos a unos jardines que conducen a
un sitio que quería conocer: la Escalera del Agua. Es una escalinata muy simpática que
tiene en sus pasamanos acequias de piedra por donde corre el agua. En los descansos, se
ubican algunas fuentes bajas. Conduce a los restos de un edificio que, según se piensa,
era un oratorio. Por tal motivo, los investigadores suponen que el agua servía para las
abluciones previas a la oración59.
Imagen 7 y 8. Escalera del Agua.
58 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Arquitectura, Climatización. 59 Cfr. MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., Op. Cit., p. 175.
44
Mucho más arriba vimos unas ruinas y le preguntamos a Raschid sobre ellas:
-Es la Silla del Moro. Está en el llamado cerro del Sol o colina de Santa Elena.
Recibe ese nombre porque Boabdil fue allí a sentarse a mirar y a esperar que pasase una
rebelión que se había suscitado en la ciudad60 –respondió.
No fuimos a visitar el lugar porque ya era muy tarde y seguía haciendo mucho
calor, pero Raschid nos contó que posee una maravillosa vista.
Paseamos por otros jardines hasta llegar al camino por el que habíamos venido.
Mientras hacíamos dicho recorrido notamos que estaban construyendo un anfiteatro
para espectáculos al aire libre. Raschid no estaba muy contento con el nuevo edificio,
pero a mi la idea no me desagradó.
Casi sin fuerzas fuimos a buscar la foto y salimos del complejo. Nos despedimos
de Raschid, le agradecimos de corazón el habernos llevado, casi de la mano, por el
Generalife y quedamos que mañana nos encontraríamos donde siempre y, para no
variar, a la misma hora.
-O se acuesta muy tarde o no le gusta salir de mañana –dije a mis compañeros
mientras lo veía irse.
-Vaya a saber –dijo Enrique- quizás se trae alguna sorpresa escondida.
Con lo que hoy habíamos caminado, nadie le cuestionó absolutamente nada. Es
más, si nos hubiese propuesto algo distinto para la mañana siguiente no nos hubiera
caído nada bien.
A decir verdad, y como conclusión final sobre los jardines del Generalife, debo
decir que no me parecieron tan maravillosos como se los describe. Según Héctor –que
conoce mucho de jardines, plantas y flores- no estaban en todo su esplendor porque
recién había terminado el verano y éstos no llegan a soportar estoicamente las
temperaturas de dicha época. ¡Tendremos que volver en primavera!
60 Cfr. IRVING, Washington, Cuentos de la Alhambra, p. 74.
45
Sexta noche.
La Alcazaba, la Puerta del Vino y el Palacio del Partal.
“…ruda fortaleza por fuera, voluptuoso palacio por dentro;
guerra amenazando desde sus almenas pero respirando poesía
por toda la encantada arquitectura de sus salones”61. Estábamos emocionados todavía por nuestra visita de ayer al Generalife. Fue la
primera vez que vimos, in situ, los famosos arcos de yeso, las columnas de mármol y los
miradores con vistas increíbles de los nazaríes. Todo eso lo volveríamos a ver
nuevamente hoy, pero exaltado, ya que la decoración de los palacios es mucho más rica
y más compleja.
Como esta vez necesitábamos de todas nuestras fuerzas para la visita, decidimos
llamar a Abdullah para que nos llevase en su taxi hasta la entrada a la Alhambra. Nos
negábamos rotundamente a subir a pie una vez más.
-¡Ahí viene Raschid! -indicó Héctor.
-Hola -nos saludó en un tono muy apagado.
-Hola -le respondimos.
-¿Pasó algo? -pregunté.
-A decir verdad, sí... De nuevo no había entradas.
-¡No, otra vez no! -exclamé.
-Quédate tranquilo…, igual iremos. Tengo un amigo en el Patronato de la
Alhambra que me facilitó un permiso para ingresar.
-¡Buenísimo! ¡Vamos! -grité.
61 IRVING, Washington, Cuentos de la Alhambra, p. 292.
46
-El único problema es que el permiso sirve para visitar varias de las
instalaciones, pero entre ellas no están incluidos los palacios nazaríes –me contestó con
la sonrisa de siempre.
A esta altura comprendimos bien su propósito: crear en nosotros un
conocimiento previo de todo aquello que compone el complejo alhambrino para luego
disfrutar con mayor intensidad de los palacios. En su defecto, existía otra explicación:
disfrutaba viendo nuestras caras de disgusto y sufrimiento, cosa que no quise creer.
-¿Qué podemos ver con ese permisito? –pregunté despectivamente.
-La Alcazaba, la Puerta del Vino y el Palacio del Partal, entre otros -me contestó.
Mientras Raschid respondía, el taxi de Abdullah se acercaba. Para llamar nuestra
atención y pregonar su llegada inundó de bocinazos la plaza. Al mismo tiempo preguntó
con su alegría habitual:
-¿Y… salimos o no salimos?
Inmediatamente nos paramos y subimos. Por lo menos no íbamos a pie. Una vez
dentro de su auto, me miró y me dijo:
-¡Por fin llegó el día! ¿No?
Le respondí con una cara que contestaba por sí sola. Por el espejo retrovisor lo
miró a Raschid, quien estaba muy contento por el logro de su permiso. Durante el resto
del trayecto no hubo más preguntas por parte de Abdullah.
Mientras viajábamos a la Alhambra, completé el entramado de las verdaderas
intenciones y metodología de Raschid: quería que conociésemos primero las
construcciones más antiguas, para finalmente llevarnos a los palacios, los edificios más
modernos del período musulmán.
Habiéndome dado cuenta de sus ideas y pareciéndome muy acertadas por cierto,
me tranquilicé y me dispuse a observar el paisaje.
-¡Adiós, que disfruten el paseo! –nos saludó Abdullah una vez que estuvimos
fuera del coche.
-¡Gracias! nos vemos a la salida –le contesté. Obviamente, no pensábamos
volver a pie.
Nos dejó cerca de la Puerta de la Justicia, y hacia ella nos encaminamos.
Muy buena la idea de Raschid de ingresar por aquella puerta que se utilizaba en
tiempos moros. Observamos una vez más sus misteriosas y toscas fachadas, la interior y
la exterior. Ingresamos por un pasillo que dobla hacia la derecha y luego hacia la
47
izquierda; los dos en pendiente hacia arriba. Según nos explicó Raschid, servía para
dificultarle el acceso a aquellos que quisieran ingresar en caso de ataques62.
Una vez fuera del pasillo, llegamos a una calle que sigue cuesta arriba y
desemboca en una plaza llamada de los Aljibes, nombre que recibía por los depósitos de
agua que tiene por debajo63. Ese lugar nos sirvió como punto de distribución para la
visita. A la izquierda, estaba la Alcazaba; a la derecha, la Puerta del Vino y, atravesando
la misma, la calle principal de la Alhambra, llamada Real Alta. Tras cruzarla, se llega al
Palacio de Carlos V.
Demás está decir que fuimos primero a la Alcazaba, la construcción más antigua
de todas; aquella que se debe a Muhammad I, y que comenzó a edificar sobre los restos
del palacio de aquel visir judío. Se ingresa a la misma por una escalinata que antecede a
una puerta. Ya dentro, debimos mostrar el permiso.
Luego de subir otras escaleras que llevan a un lugar desde donde se puede tener
una vista general de las instalaciones, Raschid comenzó diciendo:
-Esta es la Alcazaba o fortaleza. Está situada en la parte más occidental de todo
el complejo. “Servía de cuartel, de almacén militar y, muy probablemente, como cárcel
de la Alhambra en el siglo XIV”64, manteniendo tal función hasta el XIX.
Está compuesta por cuatro torres principales. Las tres que están aquí atrás
reciben el nombre de Torre del Homenaje, de la Quebrada y la de las Armas. Son de
planta cuadrada y en su parte superior están rematadas por almenas.
Como pueden observar, entre estas tres y la del frente, llamada de la Vela -que
es la más ancha y alta- aparecen los restos de unas viviendas, las cuales también forman
parte del complejo. Recuerden que la Alhambra no era sólo un palacio, sino una ciudad
palatina que para principios del siglo XIV se autoabastecía independientemente de la
ciudad de Granada65, con sus propios talleres, mezquitas y demás necesidades básicas.
Mientras caminábamos por los restos de esa ciudad, en árabe medina,
dirigiéndonos hacia la torre principal del recinto, iba observando las murallas que
cierran el complejo, esta vez por dentro. Desde fuera las había visto en la primera visita
que hicimos al mirador del Albaicín. Entonces me di cuenta de que “las primeras 62 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Estructura Militar, Puertas. 63 Cfr. IRVING, Washington, Cuentos de la Alhambra, p. 35. 64 GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, p. 48. 65 Cfr. BARRUCAND, Marianne y BEDNORZ, Achim, Arquitectura Islámica en Andalucía, p. 189.
48
construcciones acometidas por Muhammad I se atuvieron a la lógica intención de
adaptar el lugar a las necesidades básicas de un recinto residencial y defensivo… [que]
Imagen 9. Medina de la Alcazaba.
las gruesas murallas… [eran] de mampostería y de tapial, recubiertas en ciertas zonas
por ladrillo o piedra y ocasionalmente enlucidas… [y que] ese recinto fortificado inicial,
defendido por torreones, fue enriqueciéndose a lo largo del tiempo con reformas y la
incorporación de nuevas puertas y torres”66. Por otra parte, también percibí que todo el
complejo de la Alcazaba está exento de escrituras epigráficas67.
Al llegar a la Torre de la Vela Raschid dijo:
-¡Subamos!-. Salvo Enrique, que veía escalones y le agarraba fobia, decidimos
seguirlo.
66 MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte Hispanomusulmán, p. 151. 67 Cfr. GRABAR, Olef, Op. Cit., p. 48.
49
Tuvimos que subir por una escalera muy empinada y de escalones bastante altos,
mientras que, a la vez, esquivábamos a aquellos que bajaban casi sin aliento. Con el
mismo cansancio, llegamos nosotros.
Al igual que las otras tres, ésta también es de planta cuadrada, pero tiene de
diferente el no estar rematada por almenas, sino por un campanario de la época
cristiana. Desde la parte superior se puede contemplar una vista espectacular de la
ciudad de Granada, donde sobresale entre sus más importantes monumentos, la
Catedral; y además se puede reconocer que la Alcazaba no tiene uno, sino un doble
recinto de murallas.
Como estábamos un poco cansados, antes de bajar, Raschid nos contó algo más
sobre el constructor de este monumento: Muhammad I.
-Se lo conocía como al-Ahmar –comenzó-, que como ya sabemos significa rojo
o bermejo; aparentemente, este calificativo lo recibió por la coloración de la piel. Su
poder creció cuando, en 1238, Ibn Hud murió. Dicha muerte provocó que todos los
pueblos que a éste último obedecían se convirtieran en sus vasallos. “No contento con
las disposiciones de la ley musulmana, que convierte en soldado a todo hombre, reclutó
un ejercito regular… concediendo a cada soldado destacado en la frontera una porción
de tierra… interesándole de este modo en la defensa del terreno en que poseía una
propiedad”68. Al ver la superioridad de Castilla en la guerra por la reconquista de
Valencia y Jaén, se declaró vasallo del Rey Fernando III el Santo, e incluso le ofreció
todas sus riquezas y dominios, llegando a arrodillarse y besarle la mano como prueba de
su fidelidad, pero el Rey Fernando “alzó del suelo a su antiguo enemigo, le abrazó como
amigo y, rechazando las riquezas que le ofrecía, le dejó como soberano de sus dominios,
bajo la posesión feudal de un tributo anual, asistencia a las Cortes como uno de los
nobles del imperio y servicio en la guerra con cierto número de jinetes”69. Aprovechó
esta relación amistosa con Castilla para reforzar las fronteras y para reabastecerse de
armamento militar. Y tanta fue su lealtad a Don Fernando que cuando éste murió, envió
una embajada de “cien caballeros moriscos de distinguido rango, que habían de
acompañar al féretro real durante las ceremonias fúnebres llevando cada uno de ellos un
cirio encendido”70. Además, con motivo del aniversario de la muerte de dicho rey, envió
cada año la misma embajada hasta que en 1272, a los 79 años, murió de una grave 68 IRVING, Washington, Op. Cit., p. 58. 69 IRVING, Washington, Op. Cit., p. 58. 70 IRVING, Washington, Op. Cit., p. 61.
50
enfermedad mientras se dirigía a una campaña; los médicos lo llevaron de nuevo a
Granada pero murió en el camino “a las pocas horas, vomitando sangre y con violentas
convulsiones… Su cadáver fue embalsamado, metido en un ataúd de plata y enterrado
en la Alhambra”71.
-Lamentablemente –agregó un entristecido Raschid-, en la primera batalla en
que debió asistir a Castilla fue en una contra sus hermanos de religión de Sevilla,
vencida finalmente en 1248. Luego de dicha guerra, el sultán, de regreso en Granada,
recibió los gritos de la multitud: ¡El Ghalig! (el vencedor), a lo que Muhammad I se
limitó a responder: ¡Wa le ghalig ile Alah! (Sólo Dios es vencedor). Fue así que esta
última frase quedó entonces instituida como lema de la dinastía nazarí y es la
inscripción epigráfica que más se repite en toda la Alhambra.
En lo que respecta a la construcción de esta Alcazaba –prosiguió evidentemente
emocionado-, gustaba de mezclarse entre los constructores y artistas para supervisar y
dirigir él mismo los trabajos72.
Sabía que este rey era conocido por sus costumbres sencillas y que sus ropas no
se distinguían de las de sus súbditos. También se dice que en su Harén no había muchas
mujeres, y que, incluso, las visitaba muy pocas veces. Accedía fácilmente a recibir a
aquellas personas que así lo requerían. Además, construyó cantidad de edificios
públicos para el bienestar del pueblo: baños, fuentes, acueductos, canales, escuelas y
hospitales a los que visitaba sin previo aviso para observar el correcto mantenimiento de
los mismos.
Fue el primero en acuñar sus propias monedas de oro y plata, las cuales llevaban
su nombre. Se dice que pasaba gran parte del tiempo en los jardines de la Alhambra y
gustaba que durante su estancia en éstos, le sean contadas historias una y otra vez73, ya
que éstas nunca lograban cansarlo y agotar su pasión por ellas. Igual que el Harun de las
Mil y una Noches.
Ya más recuperados y enriquecidos por la disertación de Raschid, decidimos
bajar. Si bien se podía salir por el mismo lado que habíamos entrado, preferimos tomar
un camino-jardín lateral llamado de los Adarves, que posee a un lado de su puerta de
ingreso, los versos de Francisco Icaza en los que se alaba la belleza de Granada y la
pena de no poder verla. 71 IRVING, Washington, Op. Cit., p. 61. 72 Cfr. IRVING, Washington, Op. Cit., p. 60. 73 Cfr. IRVING, Washington, Op. Cit., pp. 60-61.
51
Imagen 10. Versos de Francisco Icaza, ubicados en el Jardín de Adarves.
Otra vez en la Plaza de los Aljibes, nos detuvimos a observar y analizar la Puerta
del Vino, una de las más importantes del interior de la Alhambra. Fue promotor del
edificio Muhammad III, pero, la fachada interior fue remodelada por Muhammad V. Su
nombre, nos mostró Raschid, se encuentra en las inscripciones epigráficas del edificio.
En su disertación correspondiente, Raschid nos explicó que era un edificio de
planta cuadrada que posee dos fachadas: una exterior, que mira a la Alcazaba, y otra
interior, que se puede apreciar desde el camino que lleva a los palacios nazaríes y al de
Carlos V. Vimos que de ambos lados tiene arcos de herradura; en el de la fachada
exterior, aparece nuevamente la llave “o talismán, indicadora de que esa puerta, ahora
aislada, comunicaba antaño con la medina o ciudad”74. En general, es una construcción
de ladrillo, de dos plantas, cerrada -como es común- con techo de tejas. De ambos lados,
por encima del alfiz que cierra los arcos, hay frisos en cuyo centro puede verse un arco
doble o biforio, cerrado por celosías de escayola. Particularmente noté que dentro de los
elementos decorativos había “ladrillos, estucos pintados y loza fina azul y blanca”75.
Habiendo visto la puerta del Vino de ambos lados partimos rumbo al Palacio del
Partal, “el más antiguo de cuantos se han conservado en la Alhambra”76. Por las fotos,
sabíamos que era muy bello. También fue construido por Muhammad III.
74 VILLA-REAL, Ricardo, La Alhambra y el Generalife, p. 14. 75 BARRUCAND, Marianne y BEDNORZ, Achim, Arquitectura Islámica en Andalucía, p. 191. 76 BARRUCAND, Marianne y BEDNORZ, Achim, Op. Cit., p. 189.
52
Imagen 11. Puerta del Vino.
Partal es una palabra árabe cuya traducción más exacta es pórtico. “Consiste hoy
en un reducido pabellón palatino del que forma parte la torre de las Damas, que está
conectado con un oratorio y unas viviendas posteriores. Debía ser parte de un complejo
más amplio del que sólo quedan restos de cimientos hacia el sur, posiblemente con una
significación y unas funciones más importantes que las que en sus límites actuales
pueden atribuírsele…”77.
Este pórtico o Partal es una construcción alargada de ladrillos. En su frente
posee cinco arcos de medio punto, destacándose el del centro, más grande y alto. A
77 MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte hispanomusulmán, pp. 168-169.
53
diferencia de los vistos en el Generalife, sólo los ajimeces son de estuco. Los lados
exteriores de los arcos más laterales no están sostenidos por columnas como aquéllos,
sino por los muros del edificio. El material de las columnas, es el mismo que habíamos
visto en aquel otro complejo: mármol. La diferencia radica en los capiteles: los dos que
sostienen el arco central son de mocárabes y los otros dos están decorados con motivos
vegetales.
Tras el pórtico se abre una galería que tiene a sus lados dos miradores formados
por triforios. En el centro, otro pórtico más pequeño, también formado por un arco de
medio punto, da ingreso a la torre de las Damas, en cuyo interior también hay miradores
que, como todos, dan al Albaicín. La totalidad del conjunto está cerrado por techos de
tejas.
Imagen 12. Palacio del Partal.
Precediendo y engrandeciendo la belleza del Partal, hay un estanque cuadrado, a
cuyos lados crecen ligustros y palmeras que vivifican aún más el lugar. En las esquinas
de su parte anterior se colocaron dos leones, que al parecer integraban la decoración del
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demolido Maristán u hospital que había mandado construir Muhammad V78. Este
estanque, como todos los que se encuentran precediendo los distintos recintos reales,
cumple la función de refrescar el lugar; es decir, humedece el aire extremadamente seco
de Granada y, a la vez, el reflejo del sol sobre el mismo, permitía que la luz ingresase a
las estancias interiores a través de las puertas y de las celosías de las ventanas
superiores79. Por las noches los nazaríes solían iluminar los recintos con candelabros de
cobre o plata80.
Completa las instalaciones de este sector un oratorio, de una nave perpendicular
al muro qibla, al que se accede por una escalinata. Aunque hoy no se puede ingresar,
notamos desde afuera, que su mihrab está finamente decorado.
El sol de Granada se iba desvaneciendo cuando iniciamos la partida. Nuestros
ojos, extasiados de placer por los monumentos vistos, se rebelaban contra el
agotamiento corporal. Rogábamos que Abdullah no se hubiese cansado de esperarnos,
pues era mucho más tarde que lo previsto.
Al vernos, protestando nos dijo:
-¡En buena hora!… ¡Ya casi me iba!
Una vez dentro, no sólo se calmó, sino que también se alegró ya que le habíamos
comprado un presente clásico que la gente lleva de la Alhambra: un adorno rectangular
de yeso que tiene escrito en su centro la profesión de fe musulmana.
Ya en la puerta del hotel pregunté:
-A la misma hora y lugar, ¿no?
-¡Pues claro! –me respondió Raschid desde el taxi- Hasta mañana.
-¡Chau, suerte! –los saludamos a medida que se alejaban.
Cuando bajamos del taxi notamos que unas nubes amenazadoras se acercaban a
gran velocidad a la ciudad, pero no nos preocupamos demasiado. Supuestamente, por
estar en la tierra del sol, con la misma rapidez con que venían se irían…
78 Cfr. BARRUCAND, Marianne y BEDNORZ, Achim, Op. Cit., p. 189. 79 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Arquitectura, Iluminación. 80 Cfr. ARIE, Rachel, El reino nasrí de Granada, p. 252.
55
Séptima noche.
Presencia y función del agua en la Alhambra.
Cuando amaneció llovía bastante; durante la mañana el aguacero se intensificó
aún más y a la hora de salir casi necesitamos la ayuda del arca del primer profeta, Noé.
En su lugar, fue Abdullah quien nos vino a buscar al hotel. Luego de saludarnos y
conversar sobre cualquier cosa nos dijo:
-No quiero amargarlos, pero salvo que haya ido muy temprano, me parece que
Raschid no fue a buscar las entradas. Todas las veces que pasé con el taxi durante la
mañana lo vi sentado en la confitería leyendo unos libros. Además, y no es para
defenderlo, yo también considero, por comentarios que me han hecho, que no es buena
idea visitar los palacios en día de lluvia. Si llegaran a ir, es muy posible que disfruten a
medias, ya que los pisos se ensucian, se pueden resbalar, no van a ver como la luz del
sol ingresa por las celosías, va a estar todo oscuro y quizás ni siquiera puedan ingresar
al museo de la Alhambra.
Dicho y escuchado todo esto, esperábamos que no se le hubiese ocurrido a
Raschid comprar los tickets.
Al llegar a la confitería Abdullah volvió a decir:
-Ahí está, sentado en la misma mesita de esta mañana. Es seguro que no fue. No
se enojen con él; lo conozco desde hace muchísimo; algo ingenioso les tendrá reservado
para hoy.
-Quedate tranquilo –le contesté. Después de todo lo que dijiste, me quitaste
completamente las ganas de ir… Todos esperamos que no los haya comprado… Adiós,
que tengas buen día.
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Desde adentro, Raschid nos saludaba con su infaltable sonrisa y con signos de
que ingresáramos pronto.
-¡Hola! –nos saludó contentísimo.
-¡Hola! –le respondimos a coro.
-Se imaginarán que con este día no vamos a ir a ninguna parte.
-Obvio… Jamás se nos habría ocurrido semejante cosa –le respondió Enrique,
más aliviado.
-¿Y qué vamos a hacer? –preguntó Héctor.
-¡Tuve una idea espectacular! Qué les parece si nos quedamos aquí el resto de la
tarde y aprovechamos, a modo de homenaje a la lluvia, para conversar sobre la
presencia y función del agua en la Alhambra.
Risas y más risas respondieron a su propuesta, aceptándola sin dudar. Era
increíble, sólo a él se le podría haber ocurrido una salida tan perfecta y un tema tan
acorde con las circunstancias.
Raschid sin preámbulos comenzó su nueva lección:
-Primero que nada, si la Alhambra existe, es por la creación de la llamada
Acequia Real. Las aguas que por ella corren todo el año provienen del río Darro; pero,
para prevenir cualquier sequía, los nazaríes construyeron albercones “a… los cuales se
subía el agua mediante norias movidas por tracción animal. En otros casos se utilizaban
aljibes subterráneos cubiertos por bóvedas de ladrillo que garantizaban el suministro a
los baños y a la población”81.
Tan interesante era el tema que le fuimos haciendo diversas preguntas entre
todos:
-¿Cuál es el recorrido general que realiza esta acequia?
-Primero, desde el Darro llega al Generalife; recorre todos sus jardines
fertilizando sus tierras. Luego, para alcanzar la Alhambra debe atravesar un barranco;
por tal motivo, se necesitó construir un acueducto que llegase hasta la llamada Torre del
agua. Desde allí, por debajo, recorre toda la Calle Real finalizando su trayecto en la
Alcazaba.
-Específicamente, ¿cuales eran los principales usos que se le daba al Agua?
81 La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, El agua, Sistema hidráulico.
57
-En primer lugar servía para las necesidades básicas: higiene, riego y,
obviamente, como bebida. En segundo, y tanto o más importante que lo anterior, se
utilizaba para las abluciones previas a la oración; por lo mismo, debía haber agua en
todos los lugares próximos a las mezquitas y oratorios.
-¿Y dónde la almacenaban?
-En tinajas o en vasijas, lejos de la luz solar. Cuando visitemos los palacios,
podrán observar que en las jambas de las puertas hay Tacas o nichos cuya función era la
de albergar jarras con agua fresca.
-¿Todas las casas tenían agua?
-Sí, hasta las más pequeñas contaban con agua corriente y sistemas de desagüe.
En las más humildes estaba el llamado Cuarto del Agua o bayt al-ma, donde se
encontraba la letrina, conectada con el sistema hidráulico general. Sólo en las casas de
los más adinerados había baños.
-¿Cómo encontramos el agua y cuál es su función en la Alhambra?
-Partiendo de lo básico, el agua siempre está presente en las construcciones
islámicas de este tipo. Por otra parte, no está de más recordar que es el elemento natural
más valorado por los musulmanes y, como consecuencia, su presencia es obligatoria en
los palacios. Si nos remitimos a nuestro objeto de estudio, el agua tiene varias
funciones, iguales en importancia. En el caso de los estanques, el objetivo principal era
refrescar el lugar reduciendo las altas temperaturas. También, cuando el sol refleja sobre
ellos, permite que su luz ingrese en los salones, obteniendo sorprendentes efectos de
claroscuros que los embellecen aún más. Por lo tanto, sus fines son tanto funcionales
como estéticos.
-¿Y ediliciamente en qué influye y qué modifica?
-Por ejemplo, la Alberca del Patio de Comares, al ser rectangular, produce un
efecto de alargamiento del mismo, a la vez que permite que se reflejen los edificios,
creando una sensación de mayor belleza. Este efecto de espejo también existe en el
estanque que precede al palacio del Partal.
-En los patios que no hay estanques ¿cuál es el elemento que hace posible la
presencia del agua?
-Las fuentes. Ellas permiten un efecto completamente distinto a los estanques.
En los patios que hay albercas o estanques, el agua se encuentra en una actitud estática,
produciendo los efectos que ya les he mencionado. En el caso de las fuentes, su actitud
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es dinámica, interrelacionando todos los sectores por los que circula, tanto los abiertos
como los cerrados; es decir, hace posible el concepto islámico de indelimitación del
espacio. “El suave murmullo del agua brotando en fuentes y surtidores o corriendo por
canalillos era el sonido más delicado para los habitantes de la ciudad palatina”82.
-¿Cuántos tipos de fuentes hay?
-Se las puede dividir en dos grupos: las bajas, que se encuentran a nivel del
suelo, y las elevadas sobre un pie. En el complejo del Patio de los Leones encontramos
de los dos tipos.
-¿Hay más de una fuente en dicho lugar?
-Sí, hay once en total. La fuente central que tiene a los doce leones que dan
nombre al patio y otras diez a nivel del suelo.
-¿Y desde dónde sale el agua y hacia dónde va?
-“Dos ejes de agua surgen en habitaciones adyacentes y se mueven hacia el
centro del patio para volver a la fuente y derramarse a través de las fauces de los
leones”83.
-¿Cómo están distribuidas las fuentes alrededor del complejo palaciego de los
leones?
-En el centro mismo del patio está la principal, es decir, la única elevada
sostenida por un pie. Luego hay diez fuentes bajas que se encuentran: dos dentro de las
salas de las Dos Hermanas y de los Abencerrajes, dos en los quioscos que avanzan
sobre las galerías de los lados más pequeños del patio, y seis en dichas galerías.
-¿Cuál es el material empleado en las fuentes?
-Generalmente son de mármol.
-¿Hay muchas variantes de tazas?
-Algunas. Las variantes de las de las fuentes elevadas no están clasificadas,
mientras que las bajas si lo están: “pueden ser de taza gallonada, de gárgola o
esquemática”84.
82 La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, El agua. 83 GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, pp. 117-118. 84 La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, El agua, Fuentes.
59
Imagen 13. Plano del Patio de los Leones (Ubicación de las fuentes).
Durante todo el santo día permaneció lloviendo. Igual quedamos en encontrarnos
al día donde siempre y a las dos.
De vernos por la mañana, ni la más mínima insinuación por parte de Raschid; de
noche, mucho menos… De nuestra visita a los palacios al día siguiente si dijo algo:
-Si mañana llueve tanto como hoy tampoco podremos ir, ¿Vale?
-Sí, sí, claro… Esperemos que no llueva hasta el 13 de octubre inclusive –le dije.
-¿Por qué? -preguntó
-Es la fecha en que debemos regresar a Buenos Aires –le contesté.
-Bueno hombre, no seas tan pesimista. Aquí, por estas fechas, a lo sumo llueve
tres días seguidos… y esto como mucho –me dijo-. Hasta mañana, que disfruten el resto
del día.
-¡Vos también… Adiós! –le respondimos.
60
Octava Noche.
La Literatura y la Religión en tiempos de la Alhambra.
“No son las formas mismas [de los recintos] las que expresan el significado
sino las palabras escritas sobre ellas. Un poema proporciona especificidad iconográfica
a un motivo bastante simple y tradicional”85.
Era mediodía y se iba cumpliendo notoriamente la profecía de Raschid: llueve
por segundo día consecutivo; tanto o más que ayer. Seguros de que no iríamos a la
Alhambra, nos adelantamos y preparamos una serie de preguntas para nuestra tarde en
la confitería sobre la literatura y la religión en tiempos de la Alhambra árabe. Abdullah,
como ya se había hecho costumbre, nos pasó a buscar para llevarnos hasta el centro. Se
mostró sorprendido al ver que no estábamos tristes y tras saludarnos preguntó:
-¿Están bien?
- Sí… ¿Por qué? –respondió Héctor.
-Es que no los veo angustiados por el temporal, ni porque seguramente pasarán
la tarde en la misma mesita de ayer.
-A decir verdad, hubiera sido preferible que no lloviese. Pensamos aprovechar
este acuoso día para hacerle algunas preguntas a Raschid que complementarán y
completarán aún más el trabajo que debo realizar –le dije.
-Bienvenida la tormenta entonces –acotó.
Al llegar a la confitería comprobamos que Raschid ya ocupaba su lugar. Nos
despedimos de Abdullah para invadir el local y salvarnos de la mojadura.
-Salud a todos –dijo al mismo tiempo que se ponía de pie. 85 GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, p. 127.
61
-Hola, ¿Todo bien? –contestamos.
-Sí… salvo la lluvia –irónicamente respondió.
-No te preocupes… aquí y en esta fecha suele llover dos o tres días como mucho
¿no? –le dije en un tono amigable.
-Claro, claro –contestó sonriendo.
-¿Qué quieren que hagamos entonces? –preguntó Raschid.
-Mirá… para un paseo guiado por la ciudad no está muy lindo; y además ya lo
hicimos… Así que si no tenés otra idea mejor, podríamos quedarnos aquí charlando
sobre algo interesante ¿no te parece? –acotó Enrique.
-¡Pues claro, como no! –respondió Raschid muy admirado por nuestro buen
sentido del humor- ¿Y de qué quieren que hablemos?
-Empecemos por literatura –le dije-. Sabemos que los palacios de la Alhambra
están cubiertos de inscripciones epigráficas, especialmente de poemas, debido a la
prohibición de todo arte figurativo. Nos gustaría saber quiénes fueron los poetas de la
Alhambra; qué función cumplen los poemas; qué tipos de caligrafía usaron y dónde se
encuentran los textos más sobresalientes.
Tras la pregunta, Raschid comenzó a satisfacer nuestras inquietudes una vez
más:
-Bueno… para comenzar, es importante saber que por sus escrituras la Alhambra
llegó a ser calificada como “la edición más lujosa del mundo”86, frase felicísima de
Emilio García Gómez.
Hoy –siguió- se sabe que fueron tres los poetas que decoraron las paredes de la
Alhambra: Ibn al-Yayyab, Ibn al-Jatib e Ibn Zamrak. En principio, se creía que el
último era el responsable de todos los versos; estudios recientes a cargo de la Lic. María
Jesús Rubiera Mata, sacaron a la luz que también los otros dos tienen poemas de su
autoría en las paredes. La idea de que sólo Ibn Zamrak fue el único, surgió de un poema
descubierto por García Gómez en el que el poeta dice:
“Le serví [a Muhammad V] treinta y siete años: tres en el Magrib y el resto en al-
Andalus. En ellos compuse para él sesenta y seis qasídas, destinadas a otras tantas
fiestas. Todos los versos admirables y las peregrinas alabanzas que hay en sus felices
mansiones –tanto en los alcázares y en los jardines [de la Alhambra] como en los 86 Citado por GRABAR, Olef, Op. Cit., p. 98.
62
Alixares y la Sabíka, lo mismo en cúpulas que en táqas, turuz y otros sitios- son obra
mía…”87.
Como es fácil de notar –continuó Raschid-, Ibn Zamrak mintió. No contó con los
descubrimientos filológicos posteriores que otorgaron a cada poeta su lugar y sus obras,
aunque es importante reconocer que los versos de éste decoran, entre otras, la parte más
bella de la Alhambra, el Patio de los Leones.
En conclusión, los poetas de la Alhambra fueron tres y no uno: Ibn al-Yayyab
(1274-1349), Ibn al-Jatib (1313-1375) e Ibn Zamrak (1333-1391). El primero fue
maestro del segundo, y el segundo del tercero. Los tres fueron Kuttáb o funcionarios del
Diwán al-Insa, es decir, de la Oficina de Redacción Real. También ocuparon el cargo de
arraez o jefe, el cual “tenía rango de ministro y estaba encargado de redactar, en prosa
rimada, la correspondencia real y los panegíricos”88.
Por otra parte, Ibn al-Jatib fue el historiador oficial por excelencia de la dinastía
nazarí. Muchos de los datos que sabemos sobre ella, se deben a su famoso Lamha al-
badriyya fi l-dawla al-nasriyya, el cual es del año 1364. Incluye nombres de reyes,
secretarios, visires, jueces, etc. Además redactó otros libros de gran valor. Muy
importante también fue el trabajo de Ibn al-Jaldún, quien dedicó parte de su Kitab al-
‘Ibar a la historia de los nazaríes89.
Durante el segundo reinado de Muhammad V –agregó-, más precisamente en
1371, Ibn al-Jatib debió huir a Marruecos donde finalmente murió estrangulado. Su
cargo lo ocupó Ibn Zamrak, quien gozó de gran prosperidad durante el resto del
gobierno de este monarca. Luego, bajo Yúsuf II, fue encarcelado y enviado a la
fortaleza de Almería para ser liberado, al año siguiente, tras la muerte del rey. Su
sucesor, Muhammad VII, lo hizo destituir y asesinar irritado por la arrogancia de
Zamrak y por su inclinación a las conspiraciones90.
Con respecto a las otras preguntas que le hice, nos dijo que las poesías destacan
la belleza y las virtudes del lugar en el que se encuentran y, por otra parte, elogian al
sultán que mandó construir dicho recinto. Generalmente están escritos en caligrafía
Nasji. 87 GARCIA GOMEZ, EMILIO, Cinco poetas musulmanes, p. 170. 88 RUBIERA MATA, María Jesús, Estudio preliminar a LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Inscripciones árabes de Granada, p. 27. 89 Cfr. ARIE, Rachel, El reino nasrí de Granada, p. 12. 90 Cfr. ARIE, Rachel, Op. Cit., pp. 52-55.
63
Concluyó explicándonos que estas inscripciones se encuentran tanto en las
cerámicas (o alicatados) como en las yeserías interiores y exteriores, en las lápidas de
mármol y en algunas tazas de las fuentes91.
Subrayó que los poemas escritos en las yeserías internas, es decir, dentro de las
habitaciones, se encuentran generalmente justo por encima de los alicatados; más
precisamente a la altura de los ojos, para que todos puedan verlos y leerlos92.
-Además de poemas, ¿hay otros tipos de inscripciones? Y en caso de haberlos
¿cómo se los puede clasificar? –le pregunté.
-Sí, hay más de uno. Se puede hacer una clasificación dividiéndolos en tres
categorías. Las primeras son las informativas, que brindan las fechas de construcción
del edificio y el nombre de su promotor. También están las llamadas reiterativas, debido
a que se encuentran repetidas muchas veces y en todos los recintos. Los ejemplos más
evidentes son: Poderoso es nuestro señor Abu Abdallah y No hay más vencedor que
Dios. Por último, están las iconográficas, cuya fuente es el Corán, aunque los poemas
suelen considerarse parte de éstas ya que, por lo general, no son simples versos
incrustados en las paredes sino que cada uno de ellos fue compuesto específicamente
para el lugar en que se encuentra y guarda una relación muy íntima con el edificio. Los
versos se refieren a cada una de sus partes y no a un sentido general únicamente93.
Por otra parte –continuó- deben saber que las suras coránicas están escritas en
caligrafía Qúfica. Aunque suelen aparecer en el estilo Nasji y en el mixto, es decir,
mezclando la primera con la segunda.
La mejor obra para estudiar las inscripciones, no sólo de la Alhambra sino de
todas las que se encuentran en otros monumentos de la Granada musulmana, es la del
orientalista y africanista Emilio Lafuente Alcántara (1830-1868), publicada en 1859, la
cual “no ha sido superada, en su totalidad, en el siglo XX… [El] transcribe todos los
textos árabes que se encontraban en su tiempo en los edificios y monumentos nazaríes
de Granada… Sólo quedaron fuera algunos pequeños fragmentos que no vio o que no
pudo ver en su época como… [por ejemplo algunos versos] de la Torre de la Machuca,
el Salón del Partal, Torre de las Infantas o las hornacinas del Generalife… La honradez
de Lafuente Alcántara en su lectura de las inscripciones le lleva a dejar en blanco
91 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Epigrafía árabe, Tipos de inscripciones. 92 Cfr. GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, p. 101. 93 Cfr. GRABAR, Olef, Op. Cit., pp. 100-101.
64
aquellos versos o palabras que no logra descifrar”94. Pocas fueron las críticas a su
trabajo, sólo recibió las de Eguilaz, Simonete y Almagro Cárdenas.
También Raschid nos dio los nombres de estudiosos previos y posteriores a él.
Dentro de los anteriores encontramos al morisco Alonso del Castillo, intérprete arabista
de Felipe II, quien, al parecer, hizo una obra bastante incompleta debido a una doble
intención: evitar el traducir algunas inscripciones -como por ejemplo el lema de los
nazaríes y otros textos en los que se nombra a Allah y/o a Muhammad- para salvarlas de
las atrocidades de la Santa Inquisición. El padre Juan Velázquez de Echevarría, Manuel
Casiri, Pablo Lozano y John Shakespeare son otros de los mencionados. También está la
obra de Girault de Prangey, la cual se publicó con un apéndice de Joseph Dernburg, el
primero en realizar un trabajo filológico de las inscripciones. Lafuente Alcántara se
sirvió del trabajo de Dernburg, al cual consideraba de gran valor. Por último, debemos
recordar la obra de Pascual de Gayangos.
Posteriores a él, y también pertenecientes al siglo XIX, encontramos a Leví-
Provenzal, Almagro Cárdenas, Rodrigo Amador de los Rios, Rafael Contreras y a los
hermanos José y Manuel Oliver Hurtado.
En el siglo XX las inscripciones fueron estudiadas por A. R. Nykl, Mariano
Gaspar Ramiro, O. J. Tallgren, Darío Cabanelas, Antonio Fernández-Puertas y Emilio
García Gómez.
El último gran aporte del siglo que recién comienza, es la obra del doctor Saláh
Yarrár llamada Díwán al Hamrá o Diván de la Alhambra95.
-¿Tienen alguna pregunta más? –cuestionó Raschid.
-No, no… quedó todo muy claro ¿Hay algo importante que no te hayamos
preguntado? –acotó Enrique.
-Por ahora creo que saben todo lo necesario referente a la literatura de la
Alhambra –le respondió.
¿Qué te parece si pasamos al ámbito religioso? –pregunté.
-Sí, claro –fue su respuesta.
-Contanos algo del Islam de aquellos tiempos –le dije.
94 RUBIERA MATA, María Jesús, Estudio preliminar a LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Op. Cit., pp. 11-22. 95 Cfr. RUBIERA MATA, María Jesús, Estudio preliminar a LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Op. Cit., pp. 17-22.
65
-El Islam de la dinastía nazarí experimentó variaciones a través de los siglos. Al
principio fue muy riguroso, pero con el tiempo se volvió más flexible y permisivo,
probablemente por la influencia cristiana. Esto se puede comprobar analizando las
distintas construcciones alhambrinas. Las más antiguas están exentas de decoración
suntuosa y hasta de epigrafías; claro ejemplo de esto es la Alcazaba. En cambio, las
últimas, más precisamente las correspondientes al Patio de los Leones, están ricamente
decoradas. Esto hace alusión a su tendencia de vivir cómodamente y de entregarse a los
grandes placeres de la vida material. Por otra parte, y mucho más importante que lo
anterior, es que en la Sala de los Reyes, más precisamente en las cúpulas de las alcobas
principales, hay representados distintos motivos de arte figurativo, que, como sabemos,
está terminantemente prohibido dentro del Islam. Este ejemplo no es el único, también
hay, entre otros, un jarrón que se encuentra expuesto en el Museo de la Alhambra que
posee el mismo tipo de arte.
Muhammad I, el fundador de la dinastía, no reconoció por mucho tiempo la
sumisión al califa de Bagdad, Al-Mustansir. Luego de unos años de gobierno se alejó de
aquel para alinearse con los distintos reyes del Magrib. Con el correr del tiempo, esta
alianza con los sultanes de Túnez y Fez se rompió. Durante el gobierno de Muhammad
V, el acercamiento a Castilla fue muy grande. Hacia el final del período, debido a los
problemas que tenían tanto los gobernantes orientales como los del Magrib, se
encontraron completamente aislados. Por tal motivo, fueron derrotados.
“El rojo fue desde temprano el color de los estandartes nasríes. Se ha pretendido
ver en él un rechazo a la soberanía de los abbasíes de Bagdad que habían escogido el
pendón negro como emblema de su dinastía”96. Es decir, tampoco se alinearon bajo los
antiguos Omeyas cuyo color fue el blanco.
Como todos los sultanes occidentales, los nazaríes continuaron la tradición de
llamarse amir al-muslimín o Príncipe de los musulmanes. Como tales, presidían las
oraciones del día viernes en la Mezquita y las celebraciones más importantes,
ubicándose en un recinto de madera, cercano al mihrab.
En lo que hace al Derecho, siguieron los lineamientos de la escuela Malikí97.
96 ARIE, Rachel, El reino nasrí de Granada, p. 200. 97 Cfr. ARIE, Rachel, Op. Cit., pp. 195-220.
66
Además de la fiesta del Rompimiento del ayuno y la del Sacrificio, celebraban
dos más: la de la Ashura, que consistía en ayunar dos días y hacer regalos a los
maestros, y la de Mawlid, en la que se festeja la fecha del nacimiento del Profeta98.
-¿Qué minorías religiosas existían en los territorios nazaríes y cuál era su
situación social?
-Había cristianos y judíos, también llamados Gentes del Libro. Los primeros,
considerados inferiores, trabajaban la tierra y pagaban grandes tributos. Con lo
recaudado los nazaríes financiaron, en gran medida, la Mezquita Mayor de la Alhambra.
Los apresados solían ser pastores, cazadores, jardineros, muleteros y labradores
capturados en las fronteras. “Estaban sometidos a trabajos duros, mal alimentados y con
frecuencia azotados”99. En la Alhambra se los solía encarcelar en la Alcazaba, más
precisamente en la Torre de la Vela y en la del Homenaje. Muchos terminaban
convirtiéndose por su propia voluntad; incluso, llegaron a formar parte de la guardia
personal de los diversos sultanes. Otros tantos eran obligados a convertirse; pero, en
1431, se firmó el Tratado de Ardales entre Juan II de Castilla y Yúsuf IV, donde una de
sus cláusulas estipulaba la prohibición, por parte de los sultanes posteriores a éste, de
forzar a los cautivos a convertirse. Si éstos deseaban recuperar la libertad, debían pagar
por ella. Por otra parte, había colonias de cristianos comerciantes que no eran
encarcelados, ya que se habían firmado pactos previos entre Castilla y Granada. Los
comerciantes que gozaban del mayor favor de la realeza nazarí fueron los provenientes
de Italia, más precisamente de Génova.
Hubo algo que los nazaríes no toleraron: la presencia de misioneros cristianos;
todos los que fueron, murieron asesinados.
Con respecto a los judíos –continuó- se puede decir que en Granada, antes de la
llegada al poder de los nazaríes, eran numerosísimos y gozaban de grandes beneficios.
Pero, con el arribo de éstos, se vieron obligados a utilizar ciertas ropas que los
distinguían y a pagar impuestos. A partir del siglo XIII se les prohibió usar turbante y,
en su reemplazo, debieron utilizar gorros amarillos. También existieron aquellos que se
dedicaron al comercio y a la medicina; llegando estos últimos a ocupar el cargo de
médico personal del sultán. Tras la derrota de los nazaríes, su situación empeoró con la
reconquista del territorio por los Reyes Católicos en 1492. El 31 de marzo de ese año se 98 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, La vida en la Alhambra, Vida cotidiana. 99 ARIE, Rachel, Op. Cit., pp. 134-135.
67
firmó el edicto en el que se fijó su expulsión o, en su defecto, la conversión. Para esa
fecha sólo quedaban unos mil quinientos distribuidos por todo lo que había sido parte
del territorio del antiguo sultanato100.
Luego de conversar por unas horas sobre estos temas, y notando que Raschid
necesitaba irse –pues lo había visto mirar su reloj varias veces- le dije:
-Bueno, por ahora no tenemos más preguntas. ¿Te parece bien si seguimos
conversando mañana?
-Por supuesto… Esperemos que sin lluvia.
-No te preocupes más por eso… Al final de cuentas, como dice el refrán:
siempre que llovió paró… Quiero suponer que ésta no será la excepción –contesté
sonriendo.
-Espero… Adiós –saludó.
-Adiós –le respondimos.
El cielo celeste de Granada que habíamos conocido los primeros días no daba el
más mínimo indicio de querer regresar. Por otra parte, tras haber escuchado la
descripción de Abdullah sobre las condiciones de los palacios en estos días grises,
estábamos dispuestos a esperar el tiempo que fuese necesario para conocerlos en todo su
esplendor.
100 Cfr. ARIE, Rachel, El reino nasrí de Granada, pp. 132-151.
68
Novena noche.
La Alhambra cristiana y el Museo de la Alhambra.
Según había presagiado nuestro querido y admirado Raschid, en Granada no hay
dos sin tres; o para mejor decir, no hay dos días de lluvia sin un tercero. Demás está
decir que no fuimos a los palacios nazaríes. Pero como no llovía tanto y todavía
conservaba el permisito que nos autorizaba el ingreso a algunos recintos, decidió
llevarnos.
Sin esperar que bajáramos del taxi de Abdullah, salió de la confitería y nos dijo:
-Buenas tardes; pónganse contentos, vamos a la Alhambra.
-¿Adónde? –le pregunté.
-Has escuchado bien: ¡a la Alhambra!
-¿A qué? ¿Con esta lluvia? ¿Y si Allah se enoja? – le cuestioné.
-Pues no hombre, no se va a enojar… sólo iremos al Palacio de Carlos V, a
conocer el Museo y, si el tiempo lo permite, veremos otros monumentos cristianos.
Una vez que Raschid estuvo sentado dentro del coche, Abdullah se dirigió con
rapidez hacia el destino señalado.
-No sea cosa que cambie de parecer y los deje otra vez allí –comentó con gracia.
Como el paseo podía ser muy corto, o quizás por miedo a que el clima
empeorara y debiéramos regresar, Raschid comenzó su nueva clase dentro del coche:
-A las construcciones correspondientes a la época cristiana se las denomina
Ciudad Real Nueva; como contrapartida, a los palacios nazaríes hoy se los llama Ciudad
Real Vieja101. Entre las muchas instalaciones, la Nueva, incluye al Palacio de Carlos V.
101 Cfr. MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte Hispanomusulmán, p. 155.
69
Su construcción fue iniciada en 1527 por el arquitecto Pedro Machuca. “El Palacio es
un edificio de planta cuadrada, constituido por dos cuerpos, el primero de estilo toscano,
y el segundo con pilastras de orden jónico, con un gran patio circular y una bóveda
como anillo”102.
Según algunos estudiosos –continuó- y aunque me cueste admitirlo, el palacio de
Carlos V “además de convertirse en el símbolo del poder cristiano sobre el musulmán,
hay que entenderlo como el palacio propio añadido por el nuevo sultán de Granada…
Los orígenes del proyecto y la actitud de Carlos V así lo sugieren”103. Pero, como Allah
es justo, el sultán cristiano nunca llegó a terminar su palacio; más aún, ni siquiera lo
habitó jamás. No conformándose con eso, El Clemente y Misericordioso logró que sus
instalaciones se utilizasen como sede del Museo Nacional de Arte Hispano-Musulmán y
del Provincial de Bellas Artes.
Una vez dentro de la Alhambra, recorrimos la Calle Real Alta para llegar al
palacio de este señor –así se refería Raschid al emperador- y recorrer el museo.
En él se conservan, entre otros objetos, la Puerta de la Sala de las Dos
Hermanas, un enorme jarrón que tiene representada la imagen de dos gacelas
enfrentadas, columnas, restos de estucos con sus colores originales (rojos, amarillos,
azules y verdes) y la piedra fundacional del Maristán u hospital construido por
Muhammad V en 1365.
También hay varias lápidas funerarias. Entre ellas, la de Yúsuf I, el sultán que
fue asesinado en 1354 mientras oraba. Su epitafio dice en parte lo siguiente: “Aquí yace
un rey y mártir, de ilustre linaje, noble, sabio y virtuoso; famoso por los dones de su
persona y por su carácter; cuya clemencia, piedad y benevolencia enaltecieron todo el
reino de Granada. Fue un gran príncipe, un capitán ilustre, una afilada espada de los
musulmanes, un valiente portaestandarte entre los más poderosos monarcas…”104.
Después de recorrer el museo, imitando a todo el mundo, visitamos el patio
circular y nos fuimos.
A un costado del palacio hay un templo católico.
-Esta es la Iglesia Santa María de la Alhambra –indicó Raschid-, está ubicada en
el lugar en que se encontraba la Mezquita Aljama, construida en 1308 y demolida en el
siglo XVI. No era muy grande: según los textos, constaba de tres naves perpendiculares 102 VILLA-REAL, Ricardo, La Alhambra y el Generalife, p. 47. 103 MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., Op. Cit., p. 144. 104 Citado por IRVING, Washington, Cuentos de la Alhambra, p. 65.
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al muro qibla y es posible que haya tenido un minarete105. Según excavaciones
realizadas, la planta era rectangular, de trece por dieciséis metros. Se sabe que su
promotor fue Muhammad III ya que “su nombre puede leerse en el lampadario que se
conserva en el Museo Arqueológico de Madrid”106. Por otra parte, “su púlpito estaba
hecho con ébano incrustado de marfil… [y] el mihrab… adornado con arabescos de oro
y plata, incrustados con jacintos”107. La mezquita fue una de esas dos construcciones
que les mencioné en el Albaicín, aquellas que fueron destruidas para construir estos dos
soberbios y fríos monumentos. Gracias a Allah, no destruyeron los baños que se
encuentran cerca de aquí.
La lluvia cada vez más intensa, secundada ahora por el viento, nos obligó a
emprender la retirada. Mientras íbamos rumbo a la salida, también nos contó que dentro
de las otras construcciones de la época cristiana debían señalarse “los jardines de los
mártires, donde hubo un convento de carmelitas descalzas del que fue prior San Juan de
la Cruz… [y] el convento de San Francisco (hoy Parador Nacional de Turismo),
levantado sobre un palacio árabe, con el interés sentimental de haber sido sepultura
transitoria de los Reyes Católicos hasta su traslado a la Capilla Real de Granada”108.
Aunque suene muy raro y cueste decirlo por temor a la incredulidad, una vez que
estuvimos dentro del coche de Abdullah, misteriosamente paró de llover. Incluso se
veían muchas partes celestes en el cielo. Fue justo en ese momento cuando Raschid me
dio un sobre y nos dijo:
-Habrán notado que nunca nos hemos encontrado por las mañanas. Fue porque
viéndonos por la tarde, jamás nos hubiera dado el tiempo para visitar plena, cómoda y
placenteramente los palacios más suntuosos de la Alhambra. Primero quería que
conociesen todos aquellos elementos artísticos que hay en los distintos sectores, y
también que se fueran enamorando de a poco de esta maravillosa construcción árabe.
Por otra parte, también estaba esperando un día ideal, y según confirmó el pronóstico
local, mañana será una de esas jornadas de clima agradable, con sol y sin el agobiante
calor de los anteriores. Es por tal motivo, y porque considero que ya están preparados,
que en ese sobre tienen un ticket que les permitirá el ingreso a ustedes tres. Deberán
acostarse temprano, pues son para el primer turno de la mañana.
105 Cfr. MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., Op. Cit., p. 171. 106 PIJOAN, José, Summa Artis, T. XII, p. 536. 107 ARIE, Rachel, El reino nasrí de Granada, pp. 274-275. 108 VILLA-REAL, Ricardo, Op. Cit., pp. 46-47.
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-Genial… Pero… ¿Y tu ticket… no vas a venir con nosotros? –le pregunté.
-¡Sí, claro que iré con ustedes! Pero yo no necesito entradas. Ese permiso que
supuestamente había conseguido, era la hoja de un trámite que había hecho, allá lejos y
hace tiempo, cuando quise preparar mi tesina para graduarme en la Universidad de
Granada, y que desde entonces me permite el ingreso siempre que quiera.
-¿Vos también hiciste una tesina sobre la Alhambra? –le pregunté.
-Sí. Por eso cuando Abdullah me contó el motivo de tu visita a Granada,
inmediatamente acepté ser tu guía. Hacía años que no ejercía esa profesión. Me había
hartado de guiar a turistas pesados que nada entienden ni quieren entender. Tú y tus
compañeros son los primeros a quienes acompaño a la Alhambra en años.
-Te agradezco infinitamente… Espero devolverte el favor escribiendo lo mejor
que de mí pueda salir –le dije muy emocionado y abrazándolo.
-¿Y… cuál fue tu tema? –le volví a preguntar.
-El mismo que el tuyo: una descripción general de toda la Alhambra, enfatizando
los detalles artísticos que se encuentran en los palacios, principalmente, en el de los
Leones.
Considero –siguió diciendo- que después de haber visto, reconocido y evaluado
todo, a partir de mañana podremos conocer las zonas vedadas hasta hoy; ¿te parece
bien?
-Me parece genial –le conteste.
A medida que la conversación se desenvolvía, Abdullah parecía estar tan
contento como nosotros. Y no era para menos: por un lado, se sentía dichoso por
haberle devuelto la alegría a Raschid; por otro, porque sabía que, gracias a él, habíamos
hallado a nuestro guía perfecto.
Héctor le preguntó: ¿nos vas a venir a buscar, no?
-¡Sí, claro! –aceptó rápidamente.
Enrique, observando el ticket, confirmó que la hora de ingreso a los palacios era
entre las ocho y media y las nueve de la mañana, y le preguntó:
-¿Te esperamos alrededor de las ocho más o menos?
-¡No! Sería muy tarde; pasaré a las siete de la mañana. De esa manera podrán ser
los primeros en la fila y en ingresar.
-¡Que excelente idea! ¡Me encantaría estar sólo en el Patio de los Leones! –dije.
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-Bueno, si eso es lo que quieres… ve a dormir temprano que mañana será un día
largo y fascinante –agregó Raschid, al mismo tiempo que Abdullah estacionaba el coche
en la puerta de nuestro hotel. Mientras nos saludábamos volvió a decir:
-Jorge, no olvides traer el libro de Lafuente Alcántara. Nos será muy útil para
identificar algunas inscripciones epigráficas.
-Sí, por supuesto que lo llevaré.
-Adiós –saludamos los tres.
-Adiós –respondieron Raschid y Abdullah.
Ya tengo esclarecido el tema de las mañanas. Me queda por saber qué es lo que
le ocurre por las noches o qué nos tendrá reservado para una de ellas. Habrá que esperar.
Imagen 14. Jarrón con arte figurativo.
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Imagen 15. Piedra fundacional del Maristán.
Imagen 16. Restos de Estuco con colores originales.
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Imagen 17. Columnas.
Imagen 18. Puerta de la Sala de las Dos Hermanas.
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Décima noche.
Los Palacios Nazaríes.
“¡Desgraciado el hombre que perdió todo esto!”109.
¡Por fin llegó el gran día! El sol amaneció junto con nosotros. No hizo falta
preparar nada; todo estaba listo desde el primer día. Fue sólo cuestión de levantarnos,
bañarnos rápido, ponernos ropa cómoda, desayunar, y munirnos de las mochilas
correspondientes (la mía con el libro de Alcántara y otros), y esperar a que Raschid y
Abdullah pasasen a buscarnos, tal como habíamos quedado. A las siete en punto
arribaron. Pusimos los bolsos en el baúl y ocupamos nuestros estrechos lugares.
-¡Buen día, buen día! –saludamos muy contentos.
-¡Buen día! –saludaron también.
-¿Trajiste todo? –me preguntó Raschid.
-Sí. Ticket, libro y cámara están en la mochila… sin que falten algunos
bocadillos para comer mientras esperamos que abran –contesté.
-Vamos entonces –dijo Abdullah.
Una vez más partimos hacia la Alhambra. Esta vez para conocer el corazón del
lugar: el Patio de los Leones y sus dependencias. También veríamos, antes de llegar a
él, una serie de estancias previas que son parte de los palacios nazaríes; entre ellas: el
mexuar, el Cuarto y el Patio Dorado y el Palacio de Comares.
Raschid tomó la palabra en el auto:
109 Fue la exclamación de Carlos V cuando ingresó en el recinto de Comares y vio la magnifica vista que éste ofrecía. IRVING, Washington, Cuentos de la Alhambra, p. 52.
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-Les tengo que anticipar algo: lamentablemente, hay unas dependencias que no
podremos conocer porque están cerradas al público: la Galería y Patio de Machuca y el
Hamman o Baño del Palacio; tampoco veremos las pinturas del techo de la Sala de los
Reyes porque las están restaurando. Les diré unas palabras sobre ellas cuando estemos
dentro del recinto.
-El resto, ¿se puede ver sin restricciones? –preguntó Héctor.
-Casi todo. Lo más importante es visitable. Hay otros lugares vedados, pero no
afectan en nada nuestra visita.
¡Llegamos! Para nuestra desgracia, ya se había formado una pequeña fila.
Abdullah nos miró y dijo:
-No se preocupen por la gente que se les adelantó. Una vez que presenten el
ticket, deberán tomar por la Alameda que recorrieron el día que fueron al Generalife;
seguir la calle Real Alta, para llegar, al final del camino, al Palacio de Carlos V. Van a
tener que rodearlo para llegar a la entrada a los palacios. Durante ese trayecto, lo único
que tienen que hacer para llegar primeros, es caminar directo hacia allí. Los que están
ahora en la fila, al entrar, deberán conocer esos sectores que ustedes ya tienen visto.
-Gracias por el consejo amigo. Te aseguro que, aunque no se detengan a mirar
nada, echo a correr y llego igual primero –le dije.
Nos despedimos de Abdullah y nos fuimos los cuatro a la fila. Abrieron las
puertas a las ocho en punto. ¡A esa hora la cola era larguísima! Menos mal que llegamos
bien temprano. Sólo teníamos alrededor de veinte personas adelante y creo que
fácilmente había más de trescientas detrás. Ni hablar de la fila de aquellos que no
habían comprado el ticket por anticipado: ¡era interminable!
Mientras la cola avanzaba, Raschid nos dijo:
-Una vez dentro, tengo que hacer un pequeño trámite en la recepción. No me
demoraré más de cinco minutos. Sigan el camino que yo los alcanzo en la entrada de los
palacios.
-Bueno, pero no tardes –le contesté con un dejo de preocupación.
Presentado el ticket y ya en el camino, fuimos acelerando el paso; cada vez un
poco más; cada vez más y más rápido. Seguimos el itinerario que Abdullah nos había
indicado, aunque igual era imposible perderse, ya que los cartelitos con las flechas,
viejos conocidos para nosotros, nos guiaban.
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A las ocho y diez, como era de esperarse, llegamos primeros a la entrada del
sector palaciego. Una señorita, que aparentemente se encargaba de la seguridad, nos
informó:
-Hasta las ocho y media no abrimos. Pueden ir a dar una vuelta por los jardines
si así lo desean.
-No, no queremos. Gracias –le contestamos los tres a coro-. En verdad, sí
queríamos, ya que en el último tramo del recorrido, habíamos visto la Galería y el Patio
de Machuca, a los que, como ya sabíamos, no se podía ingresar, pero nada impedía
hurgar desde fuera.
A los cinco minutos llegó Raschid. Todavía no había llegado nadie. Cuando la
señorita lo vio, lo saludó muy gentil y amablemente. Tras intercambiar algunas palabras
con él, y como a la orden de Abrete Sésamo, la mujer franqueó las puertas y nos invitó a
pasar antes de la hora estipulada. No bien ingresamos, y como respondiendo a un
Ciérrate Sésamo, cerró el acceso evitando que nadie supiese lo que allí había ocurrido.
¡Estábamos dentro de los palacios! ¡Los cuatro solos! ¡Grandioso!
Atravesando un pequeño pasillo descubierto, ante nosotros apareció el Mexuar,
la primera de las tantas estancias que veríamos en nuestro recorrido.
Su promotor inicial fue el Sultán Ismail I; posteriormente Muhammad V lo
remodeló y redecoró. Los cristianos hicieron nuevos cambios y utilizaron el lugar como
capilla. En el siglo XVII se construyó un coro del cual sólo quedan los restos de su
baranda de madera110.
Raschid nos explicó que la palabra Mexuar, proviene del árabe maswar, que
hace referencia al Tribunal Real. Es por tal motivo que muchos de los estudiosos, entre
ellos Torres Balbás, consideran que aquí se alojaba tal tribunal. Otros, basándose en un
poema de Ibn Zamrak, sostienen que esta sala servía para tareas administrativas, aunque
dicho texto justificativo, no se encuentra en esta dependencia o no sobrevivió a las
distintas remodelaciones efectuadas. Pero, si bien estos son los puntos de vista de
muchos investigadores, no se puede asegurar absolutamente nada; es decir, su función
aún continua siendo una incógnita111.
110 Cfr. MOMPLE MIGUEZ, Antonio E., El arte hispanomusulmán, pp. 156-157. 111 Cfr. GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, pp. 53-54.
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Desde la entrada pude observar que el Mexuar es una sala de planta rectangular.
Su piso es de ladrillos; las paredes están revestidas, desde el suelo hasta la altura de un
metro y medio, más o menos, con cerámicas o alicatados y los techos son de madera.
Aún se conservan algunas columnas de mármol; dos de ellas sostienen la baranda de
madera del antiguo coro.
Imagen 19. Mexuar.
Hacia la izquierda, cuatro ventanas dan al Jardín o Patio de Machuca, de planta
cuadrada (22,50 metros de lado). Este constituía “la primitiva entrada para los que
venían del barrio de la Almanzora y del Albaicín, a través de los puentes del río
Darro”112. Antes del patio en cuestión hay otro más pequeño (14,60 metros de lado) en
el que se conservan los restos de una mezquita y un edificio de planta cuadrada que
pudo haber sido su minarete, ambos en pésimo estado de conservación113.
Por detrás del patio de Machuca, es decir, en el lado norte, está la Galería de
Machuca, la cual posee como pórtico una arquería con nueve arcos de medio punto. El
112 VILLA-REAL, Ricardo, La Alhambra y el Generalife, p. 20. 113 Cfr. GRABAR, Olef, Op. Cit., p. 51.
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nombre de estas dependencias se debe a que, durante el siglo XVI, se instaló en ellas
Pedro de Machuca, arquitecto del Palacio de Carlos V.
Imagen 20. Patio y Galería de Machuca.
Siempre observándolo desde la entrada, el Mexuar posee, detrás de su pared
posterior, un oratorio de planta rectangular, con la particularidad de estar abierto hacia
el exterior por una arquería formada por seis arcos de medio punto. Al él también se
puede acceder desde la Galería de Machuca. Una de las posibles hipótesis que se
sostienen con respecto a su ubicación, es la de no alejarse demasiado del recinto para
cumplir con las oraciones; otra, la de servir para reuniones muy privadas del sultán, ya
que en oriente era común usar estos lugares de oración en horas no canónicas para tales
fines114. Una de las inscripciones de este oratorio dice: “No seas de los negligentes, ven
a orar”115.
114 Cfr. PIJOAN, José, Summa Artis, T. XII, p. 518. 115 VILLA-REAL, Ricardo, Op. Cit., p. 20.
80
Tras observar dichos lugares, salimos por una pequeña puerta que se encuentra
en la parte final de la sala, casi pegada a la de ingreso al oratorio, que nos condujo a una
galería que separa al Cuarto del Patio Dorado. Al ingresar me pareció que no llegaba a
ningún lugar significativo hasta que volví la mirada hacia el Patio, o mejor dicho, a la
fachada que posee el patio. El resto, aunque no pierde todo su valor, pasa bastante
desapercibido.
Tras bajar los dos escalones de una gradería que nos dejaba instalados en el
patio, Raschid explicó lo siguiente:
-Este es el Patio del Cuarto Dorado. Como pueden observar, es de planta
cuadrada, sus pisos son de mármol y tiene una fuente baja gallonada. Hacia el lado
norte, por donde entramos, hay un pórtico formado por tres arcos de yeso de medio
punto; el central sostenido por columnas de mármol con capiteles de mocárabes. Dicho
portal da acceso a la galería que tuvimos que descender. Tras ella, tres puertas; dos
pequeñas a los laterales y una grande central, todas enmarcadas por alfices de yeso, dan
acceso al Cuarto Dorado. Por encima de la puerta central, hay dos arcos cerrados por
celosías de escayola.
El cuarto tiene planta rectangular y, como detalle destacable, varias ventanas
desde las que se puede apreciar una hermosa vista del Albaicín. “Originalmente… se
destinaba a albergar la espera de aquellos que iban a ser recibidos en audiencia ante la
fachada… [obra de] Muhammad V en conmemoración de su victoria en la batalla de
Algeciras”116. Allí el sultán, dos veces por semana, ejercía la función de administrar
justicia y la de escuchar los problemas de sus súbditos.
Desde este otro lado del patio –continuó Raschid- se puede observar la
magnífica Fachada de Comares, nombre que recibe por dar acceso al complejo
palaciego del mismo nombre, al que se ingresa por una de esas dos puertas enmarcadas
con azulejos o alicatados. Tres escalones de mármol la elevan del nivel del patio.
Las paredes tienen alicatados hasta la altura de un metro, después yeserías con motivos
vegetales, geométricos y epigráficos. Presenta dos arcos dobles laterales y uno simple
central. Todos de medio punto y cerrados por celosías. En la parte más alta, puede verse
un friso de mocárabes, también de yeso. Del techo sobresale un gran alero de madera.
Si prestan atención a la composición de los distintos elementos decorativos de la 116 MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte hispanomusulmán, p. 157.
81
fachada, observarán que la unidad básica y fundamental de los alicatados y de las
yeserías es el panel rectangular117.
Imagen 21. Patio del Cuarto Dorado y Fachada de Comares.
117 Cfr. GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, p. 188.
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Lo que acabo de explicarles se va a repetir en todos los recintos más importantes
de los palacios. Es decir, el alzado de esta fachada comprende todos los elementos que
los nazaríes utilizaron para la decoración: mármol en los pisos, cerámica o alicatado
para las partes más bajas de las paredes, yeso o estuco hasta la altura del techo y madera
como cerramiento para sostener los tejados. El mármol, el material más caro, lo extraían
dentro de su propio territorio, en la Sierra de los Filabres118.
De las dos puertas de la fachada, la de la derecha lleva a los patios delanteros,
mientras que sólo la izquierda conduce al Palacio de Comares. Por esta última
ingresamos; y, tras atravesar un pasillo, llegamos al Patio de la Alberca, o de Comares,
o de los Arrayanes. El primer nombre se debe a la alberca o estanque que lo recorre en
toda su extensión; el segundo, por el complejo palaciego en que se encuentra, y el
tercero, por los dos setos de mirtos o arrayanes que posee a sus lados.
Raschid tomó nuevamente la palabra:
-Este es el espectacular Patio de la Alberca; su nombre proviene del árabe al-
birka; su planta es rectangular (36,60 por 23,50 metros). El estanque que lo recorre
también lo es (34,70 por 7,15 metros). En su lado norte se puede observar la torre de
Comares; la más alta de toda la Alhambra, pues alcanza los cuarenta y cinco metros.
Allí es donde se encuentran la Sala de la Barca y la del Trono. Del lado sur, sólo se
conserva esa fachada en forma de pórtico de lo que habrían sido las habitaciones
reservadas para vivienda del futuro monarca119 o la residencia de invierno del sultán120.
Estas fueron las otras estancias demolidas para construir el palacio de Carlos V, que les
había mencionado en nuestra visita al Albaicín. Además, “es aquí donde podría haberse
situado la supuesta entrada principal al Palacio de Comares desde la Calle Real”121. Por
otra parte, la gran mayoría de los estudiosos, cree que las dependencias que se
encuentran en los lados más largos del patio, cuatro en total, servían para alojar a las
esposas reales antes de construirse el Patio de los Leones. Llegan a tal conclusión,
debido a que el número de instalaciones coincide con la cantidad de esposas permitidas
por el Corán.
118 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Arquitectura, Elementos arquitectónicos. 119 Cfr. MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., Op. Cit., p. 160. 120 Cfr. IRVING, Washington, Cuentos de la Alhambra, p. 36. 121 MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., Op. Cit., p. 160.
83
Imagen 22. Patio de la Alberca y Torre de Comares.
Al analizar las fachadas, distinguimos que la del lado sur, la contraria a la Torre
de Comares, tiene en su nivel inferior una arquería formada por siete arcos de yeso -el
central mucho más alto que los otros- sostenidos por columnas de mármol. Los
capiteles, salvo los de las centrales que son de mocárabes, ostentan motivos vegetales.
Estos arcos dan acceso a una galería que posee una gran puerta central. Por encima de
ella, se encuentra el primer nivel, cerrado por ventanas con forma de arcos -seis simples
y uno doble central- protegidas por celosías. El segundo nivel presenta un pórtico que
consta de siete arcos de medio punto, todos de igual tamaño, que da acceso a una galería
que tiene una puerta en el centro.
Había notado que las paredes de ambas galerías, la sur y la norte, tienen en sus
partes más bajas alicatados; luego un friso de yeso; después una gran franja de simple
mampostería, la cual antiguamente debió haber sido de yeso también, y por último,
nuevamente estucados o yeserías hasta la altura del techo. Las puertas centrales de
ambas, tienen en su parte superior tres ventanitas en forma de arcos de medio punto
cerradas por celosías de yeso.
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Imagen 23. Patio de la Alberca y Fachada sur del Patio de Comares.
-Vamos a la fachada de la Torre de Comares, para conocerla y analizarla –dijo
Raschid-. El pórtico está formado por una arquería de yeso. Son siete arcos en total,
todos de medio punto; el central es más elevado como casi siempre sucede. Tras él, una
galería, con un arco doble, mezcla de apuntado y peraltado, en su parte central, de yeso
85
con decoración de mocárabes, da acceso al interior de la torre. En las jambas de este
arco, como en los de otros tantos, hay nichos o tacas -en este caso de mármol- que
servían para colocar las vasijas o tinajas con agua o flores122.
-Entremos –dijo nuestro guía-. Esta primera habitación de planta rectangular, es
la Sala de la Barca. Su nombre tiene dos orígenes posibles; el primero, por el techo de
madera, reconstruido luego de un incendio que se produjo en 1890, que semeja la quilla
de un barco; el segundo, porque en las inscripciones epigráficas de este sector se repite
muchas veces la palabra baraka, cuya traducción es salutación o bendición.
Desde la Sala de la Barca ingresamos, a través de un portal formado por un gran
arco de medio punto, a la Sala del Trono. Es de planta cuadrada (11,30 metros de lado)
y tiene una altura de 18,20 metros. Era el lugar donde se llevaban a cabo las más
importantes reuniones de estado; el recinto donde el sultán se reunía con su consejo de
visires para la toma de decisiones cruciales. “Fue concebido como el gran lugar de
recepciones y salón del trono de Yúsuf I… [y] constituye el ejemplo más grandioso de
los espacios representativos de poder de la Alhambra”123.
-Este es el Salón del Trono o de los Embajadores de la Torre de Comares –
comenzó Raschid-. “El nombre Comares, según Mármol, provendría de una labor de
decoración… llamada comaraxia, que se supone [haya sido] una técnica de vidrios para
el exterior y el techo. Actualmente éste [el techo] es un rico entramado de madera…”124.
El antiguo era de estuco con estalactitas (es decir, una cúpula de mocárabes), pero un
terremoto hizo que cayera junto con un gran arco que cruzaba el salón. A raíz del
accidente se construyó el actual techo o cúpula de madera de cedro, formado por más de
ocho mil tablillas poliédricas. Principalmente, es una cúpula que, a simple vista, semeja
el cielo estrellado; en realidad hace “alusión a los siete cielos superpuestos, descritos en
la literatura escatológica islámica”125. La técnica utilizada para su construcción fue el
artesonado, la cual consiste en unir entre sí pequeñas piezas de madera de distintos
tamaños, formas y colores126.
También nos contó que tanto este tipo de cúpulas, a las que se denomina
armaduras, (como a los techos planos o alfarjes) se las suele dividir en dos categorías:
122 Cfr. VILLA-REAL, Ricardo, La Alhambra y el Generalife, pp. 20-21. 123 MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte hispanomusulmán, pp. 161-162. 124 PIJOAN, José, Summa Artis, T. XII, p. 517. 125 BARRUCAND, Marianne y BEDNORZ, Achim, Arquitectura Islámica en Andalucía, p. 194. 126 Cfr. GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, p. 175.
86
las llamadas Ataujeradas, como en esta sala y en la de la Barca, en las que sólo se ven
las tablillas decorativas; y las Apeinazadas, en las que es la estructura la que se ve,
acompañada o no de decoración. Es por encima de estas armaduras donde se coloca el
tejado127.
Pude notar que la luz del lugar era muy tenue; ingresaba por dieciocho ventanas
cerradas por celosías de yeso, que se encuentran en la parte alta de los muros, por otras
más en forma de arco de medio punto, ubicadas en las nueve alcobas que se encuentran
en las tres paredes que dan al barranco, y por unas más pequeñas situadas
inmediatamente arriba de las anteriores. Raschid nos contó que fue intención del
constructor que el lugar tuviese poca iluminación, ya que el efecto que producía la
escasa luz que entraba por las celosías envolvía el ambiente de un espíritu de
solemnidad, digno de la presencia del sultán.
En una de estas nueve alcobas, más precisamente en la que se encuentra opuesta
a la puerta de entrada al salón, se ubicaba el sultán para presidir las sesiones de sus
visires o para recibir a embajadores de otros sultanatos o reinos. Seguramente ocuparía
un magnífico trono, según lo explica la poesía que se encuentra en ese preciso lugar:
“Te saludan de mi parte por mañana y tarde
bocas de bendición, de prosperidad,
de felicidad y de amistad.
Esta es la cúpula excelsa, y nosotras [las alcobas]
somos sus hijas,
pero yo tengo mayor excelencia y gloria
que todas las de mi linaje.
Soy como el corazón entre los miembros,
pues estoy en medio de ellos,
y en el corazón reside la fuerza del
espíritu y alma.
Aunque mis compañeras sean
los signos del zodíaco de su cielo,
á mi sola pertenece, no á ellas,
la gloria de poseer un sol.
127 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Decoración, Carpintería.
87
Me vistió mi señor, el favorecido de Dios… [Yúsuf I]
E hizo de mí el trono de su imperio;
sea su alteza mantenida por el señor de la luz
y del asiento y trono divinal”128.
Salvo el piso que es de cerámica, la decoración presenta una riqueza
impresionante: las partes bajas de las paredes poseen diferentes tipos de alicatados, con
motivos que no se repiten en ninguna de las distintas salas de la Alhambra; en todas son
diferentes. Por encima de éstos, se suceden e intercalan espectaculares yeserías con
motivos geométricos, epigráficos y vegetales.
Imagen 24. Interior del Salón del Trono.
Raschid nos explicó cómo realizaban las yeserías:
-Para lograr este maravilloso estucado, los nazaríes primero extendían el yeso
sobre las paredes, lo alisaban y, utilizando plantillas o útiles de trabajo, superponían el
motivo que deseaban lograr, ya fuese vegetal, epigráfico o geométrico, para luego
128 LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Inscripciones árabes de Granada, p. 114.
88
tallarlo y, de esa manera, quedar listo. Este mismo trabajo podía realizarse sobre placas
que luego fijaban sobre las correspondientes superficies129.
Después de tomarnos el tiempo necesario para verlo todo, reverlo todo,
admirarlo y volverlo a admirar, salimos del recinto para ir en dirección al Patio de los
Leones y sus dependencias. Allí llegamos atravesando una pequeña puerta situada en el
lado oriental del Patio de Comares.
En cuanto lo vi, me fue imposible moverme; entonces, sin poder dar un paso, me
quedé contemplándolo. La primera sensación fue desbordante: los leones, la fuente, las
columnas, las galerías, los quioscos, los interminables arcos; todo parecía fantástico,
digno de las Mil y una Noches. Estoy seguro de que Muhammad V quiso copiar uno de
esos majestuosos palacios que aparecen en aquellos cuentos; quizás aquel que el genio
le edificó a Aladino.
-Bueno, al fin llegamos, ¿te gusta? –me preguntó Raschid.
-Muchísimo. Además me parece increíble estar aquí. ¡Y solos! –le contesté.
-¿Quieren que empiece a hablarles de sus características principales? –volvió a
preguntarme.
-Sí, claro –le respondimos.
Entonces comenzó una vez más:
-Como pueden observar es un patio de crucero. Su planta es rectangular (28,50
metros por 15,70 metros), de este a oeste. En el centro está la fuente con los leones que
da nombre al complejo. La taza, del siglo XIV, es de mármol; en el borde está el famoso
poema de Ibn Zamrak. Si bien tiene un pie, la fuente también descansa sobre los lomos
de los doce leones de piedra que forman un dodecágono. Estos, aparentemente,
pertenecían a la fortaleza-palacio del visir judío Yúsuf ibn Nagrela. Dicha interpretación
se debe a un poema de Ibn Gabirol (siglo XI) que describe una fuente igual a la que hoy
vemos aquí:
129 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Decoración, Yeserías.
89
Imagen 25. Patio de los Leones desde Sala de los Reyes.
90
“Hay un copioso estanque que semeja
al mar de Salomón,
pero no descansa sobre toros;
tal es el ademán de los leones,
que están sobre el brocal, cual si estuvieran
rugiendo los cachorros por la presa;
y como manantiales derraman sus entrañas
vertiendo por sus bocas caudales como ríos…”130.
Imagen 26. Fuente del Patio de los Leones.
El crucero –continuó- está formado por cuatro pequeñas acequias o canales que
hacen que el agua se disperse por todas las estancias, dando la sensación de un fluir
constante hacia adentro y hacia fuera; es decir, el agua se encuentra en actitud dinámica
tratando de interactuar con los espacios cerrados. Por un lado “el líquido asciende y se
130 Citado por GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, p. 127.
91
derrama desde la taza… a la boca de los leones, desde donde se distribuye por todo el
patio”131; por otro, sale de las fuentes que se encuentran en la Sala de las Dos Hermanas
y en la de los Abencerrajes para dirigirse al patio.
Si miran a su alrededor, verán que el patio se encuentra rodeado por una galería
porticada formada por una arquería de yeso. Todos son de medio punto; salvo los que se
encuentran en los quioscos o pabellones adelantados de los lados menores del patio, que
son una mezcla de apuntados y peraltados. En los ajimeces de la mayoría de los mismos
hay, como elemento decorativo, rombos calados, también llamados sebka. Todos están
sostenidos por esbeltas y bajas columnas de mármol, en total ciento veinticuatro, que
tienen en su parte superior una cantidad variable de anillas o collarines. Las columnas, a
veces agrupadas (de a dos o tres) y a veces en forma individual, representaban palmeras;
junto con el agua y el jardín que antes existía en los cuatros espacios formados por el
crucero, imitaban un oasis, objetivo a lograr en todas las construcciones residenciales
islámicas132. “Las columnas de Muhammad V no son de por sí nada nuevo, pero el tipo
de ordenamiento rítmico que se da alrededor del patio de los Leones no se había visto
antes… Hasta entonces sólo se habían antepuesto a determinadas fachadas, pero jamás
habían rodeado a un jardín o un patio”133.
Con respecto a las columnas del Patio de los Leones, más precisamente a sus
capiteles, Raschid nos explicó que estos se dividen en dos partes: la primera,
corresponde a la parte más alta del fuste “decorada con una greca o banda en bajo
relieve”134; y la segunda, ubicada inmediatamente por encima del mismo, está
compuesto por una yesería que puede tener decoración de mocárabes o de ataurique. Y
como con este agregado de yeso aún seguían siendo bajas, se vieron en la obligación de
crear un sistema de impostas para elevarlas mucho más.
131 VILLA-REAL, Ricardo, La Alhambra y el Generalife, p. 28. 132 Cfr. MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte hispanomusulmán, p. 145. 133 BARRUCAND, Marianne y BEDNORZ, Achim, Arquitectura Islámica en Andalucía, Op. Cit., pp. 196-211. 134 GRABAR, Olef, Op. Cit., p. 171.
92
Imagen 27. Detalle de los Capiteles de las columnas del Patio de los Leones.
Noté que las paredes de dicha galería no tienen en su parte baja los azulejos o
alicatados de costumbre; algunas presentan desde la altura de un metro y medio, más o
93
menos, una franja de yeso; seguida por otra de simple mampostería; tras esta,
nuevamente yeserías hasta alcanzar el techo, con inscripciones, motivos geométricos y
vegetales. Algunas paredes carecen de estucado. El piso es de mármol y el techo de
madera, en la clásica forma de alero. Por encima de todas las instalaciones, se ven
también los habituales techos de tejas.
No salía de mi asombro y emoción, cuando me di cuenta que estaba escuchando
el relato de Raschid dentro de la Sala de los Mocárabes.
Su nombre lo recibe, por su original cúpula con esa decoración, la cual hoy ya
no existe y en su reemplazo hay un techo renacentista que desentona de una manera
indescriptible. La planta es rectangular y su decoración se encuentra muy deteriorada.
Es la estancia más occidental del complejo de los leones. A decir verdad, la sala no dice
nada; es más, muchos estudiosos no la consideran como tal, sino como un simple
vestíbulo que daba paso al resto de las instalaciones, o quizás, el lugar usado para tareas
administrativas135.
Fue la segunda decepción del complejo. Para ser sincero debo reconocer que los
leones no me parecieron tan atrapantes como aparecen en los poemas y en las guías
turísticas. De acuerdo con mi gusto personal, su tosquedad desentona con lo exquisito
del lugar.
Tras analizar esta estancia, Raschid me miró y me preguntó:
-¿Cuál de las otras tres salas quieres conocer primero?
-La más hermosa –le contesté, esperando que tuviésemos el mismo gusto.
¡Hubo coincidencia! Sonriendo, Raschid tomó rumbo al lado norte del patio
donde se encuentra la más espléndida de todas.
Una vez en su puerta, formada por un arco de medio punto sostenido por
columnas, dijo:
-He aquí lo más bello de cuanto puede llegar a verse en la Alhambra: la Sala de
las Dos Hermanas. Subamos los dos escalones e ingresemos.
El nombre de esta sala –siguió- tiene dos posibles orígenes: el primero,
descriptivo, es por aquellas dos grandes lozas de mármol que se encuentran en el piso;
el segundo, de origen romántico, se basa en la historia de “dos hermanas cautivas de las 135 Cfr. MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., Op. Cit., p. 166.
94
que se dice que perecieron de amor a la vista de los encuentros amorosos que
presenciaban a un nivel inferior, pero en los que no podían participar”136.
Imagen 28. Sala de las Dos Hermanas.
Esta magnifica sala –continuó- a la que se denomina Qubba Mayor, tiene dos
alcobas o alhamias rectangulares en los laterales. Se denomina Qubba a todas las salas
que tienen planta cuadrada y techo no plano; en este caso se le aplica el calificativo
Mayor, por ser la más grande de este tipo en el sector. Los elementos decorativos son
los típicos de la dinastía nazarí: mármol en los pisos con una pequeña fuente baja en el
centro del mismo; resaltan en importancia los alicatados, por tener piezas muy pequeñas
y, por lo tanto, de una muy compleja labor de realización. Por encima de éstos, se
encuentra, en las yeserías más inmediatas, el famoso poema de Ibn Zamrak escrito en
dieciséis círculos (o medallones) y ocho cartelas (o tarjetones)137. En total tiene
veinticuatro versos. “Esta inscripción es la más larga y acaso la más bella de todos los
textos poéticos de la Alhambra, y, al mismo tiempo, la menos maltratada por el tiempo
136 GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, p. 85. 137 Cfr. RUBIERA MATA, María Jesús, Estudio preliminar a LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Inscripciones árabes de Granada, p. 21.
95
y los restauradores”138. Sólo su último verso se perdió; pero fue posible traducirlo
gracias a un manuscrito que copió Alonso del Castillo in situ, antes de que el de yeso de
la pared se destruyera.
Imagen 29. Detalle alicatados y yeserías de Sala de las Dos Hermanas.
Imagen 30. Medallón con escritura.
Imagen 31. Cartela con escritura.
138 GARCIA GOMEZ, Emilio, Cinco poetas musulmanes, p. 213.
96
Acto seguido leímos el hermoso poema:
“Yo soy el jardín que aparezco por la mañana ornado de belleza; contempla
atentamente mi hermosura, y hallarás explicada mi condición.
En esplendor compito, á causa de mi señor el príncipe Mohammad, con lo más noble de
todo pasado y venidero.
Pues por Dios que sus bellos edificios sobrepujan, por los venturosos presagios (bajo
que fueron fabricados), a todos los edificios.
¡Cuantos amenos lugares se ofrecen a los ojos! El espíritu de un hombre de dulce
condición verá en ellos realizadas sus ilusiones.
Aquí frecuentemente buscan su refugio de noche las cinco pléyades, y el aire nocivo
amanece suave y deleitoso.
Y hay una cúpula admirable, que tiene pocas semejantes. En ella hay hermosuras
ocultas y (hermosuras) manifiestas.
Extiende hacia ella su mano la constelación de los gemelos en signo de salutación, y se
le acerca la luna para conversar secretamente.
Y desearían las estrellas resplandecientes permanecer en ella, y no tener en la celeste
bóveda fijado su curso.
Y en sus dos galerías, á semejanza de las jóvenes esclavas, apresurarse á prestar el
mismo servicio con que ellas le complacen.
No fuera de admirar que los luceros abandonasen su altura, y traspasen el límite fijado.
Y permaneciesen á las órdenes de mi señor, por su mas alto servicio alcanzado mas
alta honra.
Hay aquí un pórtico, dotado con tal esplendor, que el alcázar aventaja en él aún a la
bóveda del cielo.
¡Con cuantas galas la has engrandecido (¡oh rey!) Entre sus colores hay colores que
hacen poner en olvido los de las preciadas vestiduras del Yémen.
¡Cuántos arcos se elevan en su bóveda sobre columnas, que aparecen bañadas por la
luz!
Creerás que son planetas, que ruedan en sus órbitas, y que oscurecen los claros
fulgores de la naciente aurora.
Las columnas poseen toda clase de maravillas. Vuela la fama de su belleza, que ha
venido a ser proverbial.
97
Y hay mármol luciente, que esparce su resplandor, y esclarece lo que se hallaba
envuelto en las tinieblas.
Cuando brilla herido por los rayos del sol, creerás que son perlas á pesar de su
magnitud.
Jamás hemos visto un alcázar de mas elevada apariencia, de mas claro horizonte, ni de
amplitud mas acomodada.
Ni hemos visto un jardín mas agradable por lo florido, de mas perfumado circuito, ni de
mas exquisitos frutos.
Paga doblemente y al contado la suma que el cadí de la belleza le ha señalado.
Pues está llena la mano del céfiro desde la mañana de dirhames de luz, que contienen
lo suficiente para el pago.
Y llenan el recinto del jardin en torno de sus ramas los adinares del sol, dejándole
engalanado…
[Entre la victoria y yo hay la mas noble semejanza; mas aun, porque la semejanza es
identidad]139.
Una vez leída la poesía, Raschid continuó con su disertación:
-Si miran el techo, observarán la famosa cúpula de mocárabes “de base
octogonal, con diseño estrellado y tambor con ventanas”140. Las distintas partes de esta
cúpula “fueron colgadas –como bóvedas ya terminadas- del entramado del tejado,
quedando sujetas a él mediante unos tirantes que no se aprecian desde abajo”141.
Nos explicó que estos mocárabes, creación exclusiva de la arquitectura islámica,
que en la Alhambra son generalmente de yeso, están compuestos de prismas de diversas
formas, con un corte curvo apuntado o no en su parte inferior, a los que se une de
manera tridimensional para semejar estalactitas o colgajos142. Son motivos decorativos
de alta complejidad que no cumplen función estructural alguna. En el caso de esta sala
la cúpula imita un panal de abejas.
139 LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Op. Cit., pp. 129-131. 140 MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte hispanomusulmán, p. 166. 141 BARRUCAND, Marianne y BEDNORZ, Achim, Arquitectura Islámica en Andalucía, p. 192. 142 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Decoración, Mocárabes.
98
Imagen 32. Cúpula de la Sala de las Dos Hermanas.
También nos dijo que estos mocárabes, junto con los techos de madera, con las
columnas y con los muros, son los elementos principales del alzado de la Alhambra.
Tanta belleza posee esta sala, que los Reyes Católicos y Carlos V se hospedaron
en ella durante sus estadías en la Alhambra143.
Por detrás de la misma, se dejaba ver el espectacular Mirador de Lindaraja o
Daraxa. El primer nombre es una deformación del segundo. Daraxa proviene del árabe
Dar Aixa o Dar Aysha, cuya traducción es Casa de Aysha, aludiendo al nombre de la
madre de Boabdil, el último sultán de la dinastía144.
Una vez allí, entre los tantos poemas epigráficos que hay, leímos el siguiente:
“Todas las artes han contribuido á embellecerme,
y me han dado su esplendor y sus perfecciones.
El que me vea, creerá que soy una esposa,
143 Cfr. MARQUES DE LOZOYA, Historia del arte hispánico, T. II, p. 423. 144 Cfr. PIJOAN José, Summa Artis, T. XII, p. 530.
99
que se dirije á este vaso, y le pide sus favores.
Cuando el que me mira
contempla con atención mi hermosura,
su misma vista desmentirá al pensamiento.
Y creerá, al ver los tibios rayos de mi esplendor,
que la luna llena tiene aquí fija su aureola,
abandonando sus mansiones
por las mías”145.
Este grandioso mirador, para mí, el más bello de cuantos había visto hasta ahora
en la Alhambra, es un pequeño recinto de planta cuadrada; sus tres paredes exteriores
tienen arcos dobles (o vanos geminados) que permiten la vista hacia el exterior.
“Extraordinario es el zócalo de azulejos, acaso el más complejo, rítmico y sutil
de toda la Alhambra, y desde luego el de piezas más diminutas. Las ventanas son bajas
porque así lo requiere la costumbre árabe de reclinarse sobre cojines y otomanas”146. En
tiempos islámicos, éstas le permitían tener al sultán y a quienes lo acompañaran, una
espectacular vista del barrio del Albaicín; pero luego, y obviamente bajo dominio
cristiano, se cerró mediante una muralla el jardín que se encuentra en un nivel inferior,
imposibilitando el disfrute del panorama. Se afirma que desde el piso superior de la Sala
de las Dos Hermanas, más específicamente desde una estancia privada que no se puede
visitar, aún se consigue una visualización semejante.
Para alcanzar el mirador de Daraxa hay que salir por la parte posterior de la Sala
de las Dos Hermanas. Un gran arco de medio punto da paso a una sala rectangular con
dos balcones en sus laterales, llamada de los Ajimeces. Desde ella, se accede al mirador
atravesando un arco de yeso, esta vez combinación de apuntado y peraltado, con
decoración de mocárabes.
Tanto deseábamos ver los diminutos alicatados de este mirador, y tanta era
nuestra intriga por saber cómo los habían hecho que Raschid nos explicó lo siguiente:
-Para realizar los alicatados, los nazaríes utilizaron baldosas cuadradas de
cerámica vidriada de diversos colores (azul, negro, blanco, verde, etc.), las que
dibujaban en su parte posterior y luego tallaban las distintas partes con martillos. Los
145 LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Inscripciones árabes de Granada, pp. 135-136. 146 VILLA-REAL, Ricardo, La Alhambra y el Generalife, p. 34.
100
Imagen 33. Mirador de Lindaraja.
101
paños formados se montaban en el taller para más tarde fijarlos a las paredes147. “Los
alicatados más complicados son los que combinan grandes ruedas de lazo y tienen
estrechas cintas blancas separando los otros colores diferentes. El remate habitual
superior de los zócalos consistía en una cenefa de almenillas escalonadas en color negro
o blanco”148.
Volvimos al Patio de los Leones para seguir nuestro recorrido. Esta vez fuimos a
la Sala de los Reyes, que “probablemente se utilizaba durante el buen tiempo para
reuniones y festines en torno al sultán, como lo sugieren su carácter abierto,
complejidad arquitectónica y parte de su decoración”149. Es la estancia ubicada en el
lado este del patio.
-Esta sala –comenzó nuestro guía- cuenta con varias dependencias. Como
pueden apreciar, en su parte anterior tiene un largo corredor o galería dividida por seis
arcos dobles, combinación de apuntados y peraltados, con decoración de mocárabes,
que dan origen a siete estancias, cuyos techos en forma de cúpula, repiten el decorado.
De forma alternada, cuatro de ellas tienen planta cuadrada; las otras tres, rectangular.
Detrás de cada una, también se alternan cuatro habitaciones menores con tres alcobas
principales, correspondiendo estas últimas a los sectores más importantes de esta Sala
de los Reyes.
Como Raschid ya nos había anticipado, no pudimos entrar en las alcobas
principales, pues estaban en vías de restauración. Lo más representativo y llamativo de
ellas, son las famosas pinturas figurativas, que ya conocíamos por las fotos que se han
publicado en todos los libros sobre el tema. Realizadas en cuero, se encuentran en los
techos, simulando ser sus bóvedas. Tienen, por lo tanto, forma curva y alargada.
De las tres pinturas, la más importante es la de la alcoba central; que además es
la causante del nombre de la sala. En la misma aparecen diez hombres vestidos a la
usanza árabe de aquel momento. Raschid nos contó que su significado exacto no ha sido
descubierto. Algunos piensan que es una representación de diez reyes de la dinastía
nazarí, mientras que otros opinan que es una representación de Muhammad V con su
corte, promotor de esta sala y de todo el complejo de los Leones. Aquí, en presencia de 147 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Decoración, Alicatados. 148 La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Decoración, Alicatados. 149 MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte hispanomusulmán, p. 167.
102
los Reyes Católicos, se realizó la primera misa tras la posesión, oficiada por el principal
cardenal español y otros importantes miembros de la iglesia150.
Imagen 34. Sala de los Reyes.
150 Cfr. IRVING, Washington, Cuentos de la Alhambra, p. 91.
103
Imagen 35. Pintura de la alcoba central de la Sala de los Reyes.
Seguimos el recorrido por la galería hasta llegar a la última de las cuatro salas
que nos quedaba por ver: la de los Abencerrajes, ubicada al sur del complejo. Su
nombre deriva de viejas tradiciones que aseguran que los miembros de esa familia
fueron asesinados, en este recinto, en los últimos años del período musulmán. No pocos
autores, desconociendo la literatura española, atribuyen a Chateaubriand el fondo de la
leyenda, concediéndole un origen puramente romántico151. Basta con leer a Mármol
Carbajal para echar por tierra juicio tan apresurado152. Basándose en estas muertes
Washington Irving escribió: “¡Cuán difícil es conciliar la antigua leyenda de violencia y
sangre con el suave y apacible lugar que me rodea! Todo aquí parece pensado para
inspirar gratos y dichosos sentimientos, pues todo es delicado y bello”153.
Los Abencerrajes eran miembros de la familia de los Banu Sarray (o Hijos del
Sillero), “una de las tribus que fueron Ansares o compañeros del profeta”154.
Al igual que en la Sala de las Dos Hermanas, debimos subir un par de escalones
y atravesar un gran arco de medio punto para ingresar. Pero, a diferencia de aquélla, esta
habitación posee la puerta que cierra el arco, mientras que la de la otra se encuentra
expuesta en el Museo de la Alhambra. La técnica utilizada en ambas puertas fue la de
151 Cfr. GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, p. 87. 152 Cfr. MARMOL CARBAJAL, Luís del, Historia de la rebelión de los moriscos del reino de Granada, p. 139. 153 IRVING, Washington, Op. Cit., p. 90. 154 IRVING, Washington, Op. Cit., p. 96.
104
Lazo Apeinazado, es decir, aquella en que la estructura queda a la vista, acompañada, en
estos casos, con decoración vegetal.
La planta de la sala es cuadrada; sus pisos de mármol, con una fuente baja en su
centro del mismo material. Dos alcobas rectangulares se abren en sus laterales.
Imagen 36. Sala de los Abencerrajes.
La luz ingresa por las ventanas que anteceden a la cúpula; ésta es de base
octogonal con decoración de mocárabes. Posee una habitación privada en un nivel
superior que no puede visitarse.
Para concretar, se puede decir que esta sala es casi igual a la de las Dos
Hermanas, aunque de menor tamaño; las dos son de excelente realización.
Personalmente, creo que le falta el encanto que le brinda a la otra estancia el Mirador de
Daraxa.
También aquí se encuentra la misma poesía de Ibn Zamrak, aunque no completa;
sólo están los versos 5, 8, 11, 15, 18 y 19, colocados, muy probablemente, tras la
105
restauración del siglo XVI, cuando la sala se hundió como consecuencia de una
explosión155.
La fuente posee unas manchas que, según la creencia popular son los restos de la
sangre de aquellos asesinatos. En realidad, son simples manchas de óxido del mármol.
Los mismos que sostienen esta fantástica tradición, también dicen que de noche se
escuchan los gritos de los muertos, pero en realidad son los ruidos del agua corriendo
por las acequias que se encuentran por debajo de la sala156.
Imagen 37. Fuente de la Sala de los Abencerrajes.
Lo que tiene de grandioso, aunque también ocurre en la sala de enfrente, es que
“la línea de ventanas de su tambor permite la entrada de una ancha faja de luz, que, a
ciertas horas de sol le confiere una cierta sensación de ingravidez, como si la bóveda no
estuviera realmente apoyada sino flotando sobre la sala”157.
155 Cfr. LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Inscripciones árabes de Granada, p. 126. 156 Cfr. IRVING, Washington, Op. Cit., p. 38. 157 MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte hispanomusulmán, p. 167.
106
Después de recorrerla, volvimos a dar una vuelta general por la galería para
deleitarnos con cada una de las magnificas vistas que posibilitan los distintos ángulos
del patio y, para leer, una vez más desde el libro de Alcántara, la poesía que se
encuentra en el borde de la fuente central:
“Bendito sea el que concedió al iman Mohammad
mansiones deleitosas, que son por su belleza la gala de las mansiones.
Sino, este es el jardin; en él hay obras tan peregrinas
que no ha permitido Dios haya otra hermosura
que pueda comparársele.
Y estas figuradas perlas de transparente claridad,
que engalanan los bordes con una orla de aljofar.
Líquida plata que corre entre las joyas,
y que no tiene semejante en belleza por su blancura
y transparencia.
Confúndese á la vista el agua y el mármol, y no sabemos
cual de los dos es el que se desliza.
¿No veis como el agua corre por los lados,
y sin embargo se oculta después en las cañerías?
A semejanza de un amante cuyos párpados
están henchidos de lágrimas, y que las oculta
por miedo de un delator.
¿Y qué es en verdad sino una nube que derrama
sobre los leones sus corrientes?
Asemeja á la mano del califa, cuando aparece por la mañana
derramando sus dones sobre los leones de la guerra.
¡Oh tú que miras estos leones, que acechan,
el respeto (al califa) les impide manifestar su enemistad!
¡Oh heredero de los Ansares, y no por línea trasversal;
herencia de grandeza, con la cual despreciarás
á los más encumbrados!
La paz de Dios sea contigo eternamente;
multiplíquense tus placeres,
107
y aflijas a tus enemigos”158.
Luego de leer el poema, volvimos a ingresar en la Sala de las Dos Hermanas
porque desde allí, una habitación lateral da paso a una galería que lleva hacia las
llamadas Habitaciones del Emperador. Entre ellas están las que Washington Irving
ocupó en su visita de 1829, y desde donde se accede a la Torre del Peinador (o Tocador)
de la Reina, lugar en el que se hospedó la emperatriz Isabel y, posteriormente, a
principios del siglo XVIII, Felipe V y su esposa, Isabel de Parma. Obviamente, no se
permitía ingresar a ninguno de esos recintos, pero me contenté con tocar la puerta de
madera y sacarle una foto. Aunque pueda parecer tonto, le pedí a Irving, como si fuese
un santo de las letras, que me iluminara durante la realización de mi tesina. A cambio le
prometí seguir estudiando su lengua.
Imagen 38. Puerta de una sala utilizada por Washington Irving.
158 LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Op. Cit., pp. 122-123.
108
Avanzando en nuestra visita, encontramos la galería abierta de dos pisos, con
techos de tejas, que habíamos visto desde el Albaicín. Es un magnifico lugar de
descanso que ofrece una excelente vista. Además, tiene la particularidad de que le hace
tomar conciencia al que allí se encuentra, de que si baja la escalera que sigue a la
misma, y cruza el Jardín de Daraxa, que está por debajo, sale del palacio sin posibilidad
de regreso. Cuando me percaté del peligro lo miré a Raschid y, sin que mediaran
palabras, volvimos sobre nuestros pasos. Disfrutamos de todas las instalaciones una vez
más, pero, ¡esta vez ya había gente… y mucha! Nos quedamos un buen rato admirando
el Mirador de Daraxa; para él también era la estancia más deliciosa y refinada de todas.
Pletóricos de emoción, volvimos a reunirnos con Enrique y Héctor.
Imagen 39. Galería abierta que conduce al Jardín de Daraxa.
Mentalmente esbocé una rápida conclusión: el Patio de los Leones y sus
dependencias es la construcción árabe más bella de toda la España musulmana y, quizá,
del mundo islámico. No hay otra que la iguale. Hubo palacios más grandes, pero no más
109
hermosos: la Medina Azahara de Abdelrahman, conocida en su tiempo como la Bagdad
de occidente, no está en condiciones de defender su primacía.
Cruzamos la Galería, bajamos la escalera e ingresamos en el Jardín de Daraxa.
Me pareció bello, pero no demasiado espectacular. Lo mejor que tiene es una fuente
árabe colocada en el centro. Es posible que lo hayamos mirado con un poco de
menosprecio, ya que Raschid nos había explicado que no era islámico sino renacentista.
En uno de sus lados están los subterráneos de los palacios y una estancia conocida como
Sala de los Secretos.
Imagen 40. Jardín de Daraxa.
Lo que sí tenía de magnífico, y que no pudimos comprobar con nuestros propios
ojos, es que otro de sus lados da ingreso a los baños reales o hamman. Para suplir dicha
imposibilidad, Raschid nos habló de la distribución de éstos:
110
-La primera sala es la del Reposo (o al-bayt al-maslaj), también llamada de las
Camas, servía como vestuario, como lugar de descanso y en ella terminaba el baño. El
mismo comenzaba en la sala de Inmersión, donde hay pilas de mármol para baños fríos
(o al-bayt al-barid) y calientes (o al-bayt al-wasta-ni). Otra sala era la de la Exudación
(o al-bay al-sajun). Tras haber pasado por ellas se llegaba nuevamente a la del Reposo.
“Esta última sala, restaurada, es encantadora, con sus cuatro columnas de mármol y sus
alicatados y los tres arcos gemelos de los lados. El piso superior tiene cuatro
galerías”159.
También nos explicó que la luz ingresaba a las distintas salas por lucernas
poligonales ubicadas en los techos, al igual que en los baños de la Mezquita Mayor.
Imagen 41. Interior de la Sala de las camas del Hamman.
159 VILLA-REAL, Ricardo, La Alhambra y el Generalife, p. 40.
111
Tras habernos deleitado con todas las instalaciones palaciegas, salimos por una
puerta que lleva directamente al jardín del Palacio del Partal, así que lo visitamos
nuevamente. Luego, yendo hacia la salida, volvimos a recorrer el Museo de la
Alhambra y por último, cruzamos la Puerta del Vino para ir en dirección a la Plaza de
los Aljibes, y de esa manera rumbear hacia nuestra salida preferida: La Puerta de la
Justicia; ese portal en que Boabdil dejó, aquel 2 de enero de 1492, a Yúsuf Ibn Kumása
(o Aben Comixa), su visir, para que recibiese a los miembros del ejército enemigo y les
entregase la Alhambra.
Difícil es imaginar, a pesar de haberse escrito tanto sobre el tema, la angustia
que debió haber sentido ese sultán de Granada, al perder este último bastión de los
musulmanes en la Península Ibérica.
Inexpresable debe haber sido el dolor que debió soportar al cruzar por última vez
la Puerta de los Siete Suelos para alejarse definitivamente de su palacio.
Una vez fuera de la Alhambra, Boabdil debió seguir por la colina de los Mártires
y luego descender por un barranco bastante intransitable. No quiso pasar por la ciudad
para no ser visto caído en semejante humillación; evitaba también cualquier tipo de
levantamiento popular. Pasó por la Puerta de los Molinos, que lleva al paseo del Prado,
para seguir el curso del Genil y llegar a lo que en su tiempo era una mezquita, donde
entregó las llaves de la Ciudad al Rey Fernando. En ese preciso momento, Boabdil le
dijo: “Toma, Señor, las llaves de tu ciudad, que yo, y los que estamos dentro somos
tuyos”160. Dichas llaves, tras pasar por las manos de los Reyes y del príncipe, fueron
tomadas por el Conde de Tendilla, quien junto con el Duque de Escalona y gran parte
del ejército castellano se dirigieron a la Alhambra para apoderarse de ella161.
A Boabdil, más adelante, lo esperaban sus familiares, entre ellos su madre y su
esposa. Siguieron viaje por las estribaciones de los montes de las Alpujarras. Una de sus
cumbres es llamada Cuesta de las Lágrimas y una roca recibe el nombre de El último
suspiro del Moro. Desde ella, Boabdil dirigió su postrera mirada a su antiguo reino para
luego dirigirse definitivamente al exilio. En el mismo lugar su comprensiva madre
pronunció aquella hiriente y malvada frase: “haces bien en llorar como mujer lo que no
160 Citado por SANCHEZ ALBORNOZ, Claudio, La España musulmana, T. II, p. 508. 161 Cfr. SANCHEZ ALBORNOZ, Claudio, Op. Cit., T. II, p. 508.
112
supiste defender como hombre”162; palabras soberbias de una madre orgullosa, ofendida
y resentida por semejante pérdida material.
Al retirarse los árabes, los Reyes Católicos y posteriormente su nieto Carlos V,
utilizaron las instalaciones del Palacio como vivienda real. Sus últimos moradores
coronados fueron, en el siglo XVIII, Felipe V e Isabel de Parma.
Durante el período de la ocupación francesa (1808-1812), el jefe militar
Sebastiani, algunas veces moró en sus instalaciones163. Según Washington Irving, fue el
siempre distinguido y refinado gusto francés lo que salvó a la Alhambra. Los invasores,
a pesar de haber destruido algunas instalaciones en su retirada (17 de septiembre) -por
ejemplo la Puerta de los Siete Suelos-, hicieron restaurar parte de los tejados,
fomentaron la protección de los recintos más finos y pusieron en funcionamiento
algunas de las fuentes. El mismo autor también dijo que España debe “agradecer a sus
invasores el haberle conservado el más bello e interesante de sus monumentos
históricos”164.
Fuera de la Alhambra, es decir, habiendo cruzado la Puerta de la Justicia,
encontramos a nuestro queridísimo Abdullah -con taxi incluido- quien nos condujo al
centro de la ciudad, donde festejamos la excelente visita.
En la ya habitual confitería Raschid me dijo:
-Misión cumplida: has visto todo lo que querías, comprado los libros más
eruditos sobre el tema y sacado fotos de todos los recintos para hacer tus propias
descripciones. En fin, tienes lo necesario para tu tesina.
-Es verdad. Creo que tengo casi todo –le contesté.
-¿Casi todo… Qué faltó? –preguntó desorientado.
-Enseguida te explico… Ya vuelvo.
Me levanté de la mesa y fui hasta la esquina, donde había una sede del banco
encargado de la venta de entradas anticipadas.
-Buenas tardes, ¿tiene ingresos para visitar la Alhambra de noche? –le pregunté
a la cajera.
162 IRVING, Washington, Cuentos de la Alhambra, p. 107. 163 Cfr. Enciclopedia Universal Ilustrada, Art. Alhambra, T. 4, p. 673. 164 IRVING, Washington, Op. Cit., p. 32.
113
-Recién para mañana –contestó.
-Perfecto, quiero cinco-. La quinta, por supuesto era para invitar a Abdullah.
-Hay un problema, sólo quedan dos.
-¡No puede ser! ¿Sólo dos… seguro?
-Sí, seguro.
-Bueno, los llevo –contesté angustiado; esperando que los demás me
comprendieran, solo invitaría a Raschid.
Hecha la transacción, volví a la confitería. Miré a mi guía y le dije:
-He aquí lo que faltaba.
Al ver el sobre supo enseguida de lo que se trataba. Lo abrió, sonrió y dijo:
-Yo tuve la misma idea; era la otra sorpresa que quería darles. Tengo un sobre
igualito en mi bolsillo, y es para tres personas.
-¡Perfecto, cinco en total, podemos ir todos! –exclamé dichoso.
Abdullah, que hacía tiempo que no ingresaba a los palacios, tan sorprendido
como emocionado dijo:
-No se imaginan la alegría que siento… ¡Hace años que no voy! ¡Y tenía tantas
ganas de volver con ustedes!
Terminados los largos festejos nos despedimos. Todos debíamos descansar. Tal
como Raschid nos había adelantado ayer: ha sido un día largo y fascinante.
Por otra parte, ya tenía mi segunda inquietud resuelta: Raschid me dijo que no
nos había invitado por las noches, pues supuso que durante esas horas yo podría ir
pensando, elaborando y anotando todo el material recogido. Es decir, este verdadero
Hijo de la Alhambra y heredero de los rapsodas árabes, adivinó mi primera intención de
escribir por las noches todo lo que me sucediese en Granada.
Si todo sale como espero, mañana, nuestro último día en esta cautivante ciudad,
será inolvidable. Para satisfacer sus posibles inquietudes en lo que hace a su desempeño,
mientras visitemos la Alhambra nocturna, trasmitiré a Raschid las conclusiones a las
que fui llegando tras sus enseñanzas.
114
Undécima noche.
Los Palacios Nazaríes de noche.
Para no romper la tradición a la que habíamos dado origen, los cinco nos
encontramos en la confitería de siempre. Nuestros sentimientos se entremezclaban de
alegría y tristeza, pues si bien estábamos juntos, sabíamos perfectamente que esta sería
nuestra última reunión. Por tal motivo, ocultamos de una forma muy sagaz nuestras
emociones hablando de cualquier cosa.
Como Raschid nos había contado que el cupo para la visita nocturna era muy
limitado, no fue necesario llegar temprano. Nueve y media en punto arribamos a la
puerta de acceso. La noche era ideal. Estaba completamente despejado y, para mejor,
había luna llena. Había llegado muy poca gente. Ni siquiera hizo falta formar una fila. A
la hora que abrieron, diez en punto, simplemente nos paramos e ingresamos. Esta vez,
sin proponérnoslo, también llegamos primeros al acceso a los palacios. Y eso que
fuimos muy lentamente observándolo todo, como queriendo retrasar el momento de
separarnos.
Una vez dentro, comenzamos nuestro recorrido. Abdullah, cautivado por las
últimas restauraciones efectuadas, y que por cierto no conocía, se iba maravillando con
cada uno de los sectores. Además, desbordaba de alegría pues era la primera vez que
visitaba, al igual que nosotros, la Alhambra de noche. Mis dos amigos rápidamente se
transformaron en guías suyos y le fueron detallando cada una de las maravillas que
habían conocido.
Mientras recorríamos los estancias del Palacio de Comares los perdimos de
vista; aproveché la ocasión para pedirle a Raschid que fuéramos hacia el Patio de los
Leones para conversar sobre las distintas conclusiones a las que había llegado, pedido al
115
que accedió muy gentilmente. Una vez allí, nos dirigimos a la Sala de las Dos
Hermanas, pues la iluminación del patio, a pesar de los reflectores y de la luna que
brillaba en todo su esplendor, era muy tenue. La sala, por su parte, estaba excelente y
exquisitamente iluminada. No podía ser de otra manera: la estancia más bella de todo el
complejo requería de una producción especial. Es más, creo que, gracias a tal
iluminación, se pueden apreciar mucho mejor todos los elementos decorativos.
Después de sentarnos en unas sillas, que en realidad correspondían al uso de los
guardias del lugar, le dije:
-Rassssh…, quiero confesarte que después de haber recorrido contigo los recintos de la
Alhambra a lo largo de estos increíbles días, y haber recibido tus precisas enseñanzas
sobre los mismos, interpreté lo siguiente:
Primero: nos encontramos ante un complejo urbanístico civil que no fue pensado
como una unidad, sino como adición de sucesivos edificios, creados con la mayor
armonía y calidad por los sultanes granadinos para que todos se integrasen
armoniosamente.
Es de lamentar que esa armonía se haya roto con la construcción del Palacio de
Carlos V que, sacando algunas murallas y torres es, muy a nuestro pesar, la
construcción que más se destaca desde la vista panorámica que ofrece el mirador del
Albaicín. Es evidente que, desde el aspecto visual cumplió con su función: demostrar la
supremacía cristiana sobre la musulmana.
Segundo: si bien es, como dije antes, una arquitectura pura y estrictamente civil,
hay que reconocer que en el ámbito musulmán, lo civil convive íntimamente ligado con
lo religioso. De hecho, el lema de los nazaríes Sólo Allah es vencedor, es la escritura
epigráfica que más se repite en todo el complejo. Además, certifican dicha convivencia
la presencia de mezquitas y oratorios en varios puntos de la ciudadela.
Por lo tanto es una construcción en la que la omnipresencia de Allah se respeta
estrictamente. Fue el Clemente y Misericordioso la fuente de inspiración para la
creación de la Alhambra, por lo cual debe considerarse como su casa.
Tercero: con respecto a las inscripciones epigráficas podemos decir que éstas
son las que le dan el significado a la habitación en la que se encuentran. Por ejemplo, si
bien no se puede decir que la Sala del Trono fue tal durante todo el período nazarí, al
116
menos sí lo podemos pensar de ese modo durante el reinado de Yúsuf I y de
Muhammad V. Dichas inscripciones mencionan a esos reyes y la función oficial que
estos ejercían en tal recinto.
Cuarto: con respecto a los materiales empleados en la Alhambra, se puede llegar
a la siguiente conclusión: no todos ellos son baratos o de mala calidad como dicen
varios autores. Creemos que los elementos utilizados son los que los sultanes querían
emplear; ya sea porque eran los más recomendables o porque se ajustaban a las
necesidades de aquella época. No incidía en la elección ni el dinero ni los medios para
conseguirlos. Es importante recordar que las partes más fastuosas de la Alhambra se
realizaron durante períodos pacíficos con Castilla y, a la vez, de excelentes relaciones
comerciales con otros países, por ejemplo Italia. Es decir, quizás la situación política,
internamente hablando, no era la mejor; pero, a nivel económico no existían mayores
preocupaciones. Por otra parte, el material más caro utilizado en las construcciones, el
mármol blanco, lo conseguían dentro de sus propios territorios.
En el caso de las yeserías, las más involucradas en este conflicto, al ser un tipo
de decoración rápida y económica y, como consecuencia, de poca vida, requería el tener
que cambiarlas o renovarlas periódicamente, lo cual hacía que la decoración de los
distintos recintos pudiese variar y no ser siempre la misma165.
Para finalizar, y aún más a favor de los constructores responsables, se puede
decir que si con esos elementos de escasa calidad lograron crear este palacio único,
mágico y enigmático, es difícil suponer lo que pudieran haber logrado con otros de
calidad y refinamiento superior.
Quinto: si bien no se puede determinar su función específica por falta de
información escrita, considero, como muchos autores, tanto antiguos como modernos
(Mármol, Marqués de Lozoya, Pijoan, Villa-Real, Momplet Míguez, etc.), que el Patio
de los Leones y sus dependencias correspondía a las habitaciones privadas del sultán y
de su familia; conclusión que podría confirmarse debido a que la única puerta de acceso
al mismo es muy pequeña.
165 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Decoración, Yeserías.
117
Su ubicación, decoración y delicadeza, dan lugar a pensar que era aquí donde la
familia real se reunía para pasar los momentos más íntimos. Aunque esto no impide que
haya habido recintos dedicados para grandes festividades y celebraciones oficiales. Es
decir, “un conjunto cuidadosamente compuesto y abundantemente decorado con salas
alrededor de un patio porticado [sin detenernos en su funcionalidad] no sugiere otras
funciones concretas que el placer sensual y el recreo de los ojos”166.
Después de detallarle mis conclusiones, le comenté que había llegado a ellas,
primero que nada gracias a sus valiosas enseñanzas y, en segundo lugar, por medio del
análisis de los textos modernos y antiguos que había leído. Raschid, que me había
escuchado con atención, me señaló que se sentía complacido por ellas, puesto que,
dejando de lado su contribución personal, estaban sustentadas por obras de gran valor.
Luego de esta charla, fuimos a buscar a nuestros compañeros. Los cinco juntos
recorrimos todo aquello que nos faltaba apreciar, y emprendimos nuestra retirada. No
sin agradecer previamente a los espíritus de Yúsuf I y a Muhammad V, la creación de
tan bello palacio. Demás esta decir que salimos por donde siempre: la Puerta de la
Justicia.
Para festejar esta visita nocturna fuimos al bar del Mirador del Albaicín, a aquél
en el que nos sentamos a reconocer por primera vez las diferentes partes de la
Alhambra; pero esta vez, a cambio de aquella, Abdullah participó de la reunión. Era a él
a quien, en primer lugar, le debíamos todo lo maravilloso que nos había ocurrido en esta
ciudad. Su actitud, su humildad, y por sobre todo su nombre, lo confirmaban como un
digno siervo de Allah; un musulmán ejemplar que había ayudado a un hermano de
religión, Raschid, a dignificar y enaltecer una vez más a ese milianuchesco palacio
creado por antiguos creyentes del Islam. Ese que hicieron tan digno, lujoso y misterioso,
para que sirviese, como dijo un poeta, como residencia de Allah cuando éste ya no
quiera vivir más en lo alto.
Y qué decir sobre Raschid… Mil y una hojas llenas de palabras serían pocas
para describirle y agradecerle. Para resumir, simplemente debo confesar que sin él
hubiese sido imposible llegar hasta aquí. Mi eterno agradecimiento por todo; desde la 166 GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, p. 90.
118
enseñanza del primer día hasta la de hoy inclusive. Sin la energía, entrega, dedicación y
conocimientos que me trasmitió, jamás hubiese podido realizar mi tesina. Por tal
motivo, se la dedicaré pura y exclusivamente a él.
Quisiera seguir escribiendo mucho más, pero los rayos solares del nuevo día
ingresan por la ventana de mi habitación, anunciándome no sólo que está
amaneciendo, sino que también debo prepararme para partir a Córdoba, donde me
esperan otros arcos, otras columnas, otros deslumbramientos…
Jorge Alberto Santucho.
119
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA Y
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La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, Escuela de Estudios árabes, Ana Blasco,
Dirección y coordinación: Patronato de la Alhambra y el Generalife,
http://www.arsvirtual.com/visitas/otros_monumentos/alhambra/alhambra.jsp,
[14/03/2005].
121
INDICE DE IMAGENES.
Imagen 1. Alcazaba desde Mirador.* Pág. 28
Imagen 2. Vista Palacios desde Mirador.* Pág. 29
Imagen 3. Plano general de Alhambra y el Generalife. Pág. 30
Imagen 4. Puerta de la Justicia. Pág. 35
Imagen 5. Patio de la Acequia. Pág. 41
Imagen 6. Pórtico del Pabellón Norte del Generalife. Pág. 42
Imagen 7. Escalera del Agua. Pág. 43
Imagen 8. Escalera del Agua. Pág. 43
Imagen 9. Medina de la Alcazaba.* Pág. 48
Imagen 10. Versos de Francisco Icaza, ubicados en el
Jardín de Adarves.* Pág. 51
Imagen 11. Puerta del Vino. Pág. 52
Imagen 12. Palacio del Partal.* Pág. 53
Imagen 13. Plano del Patio de los Leones
(Ubicación de las fuentes). Pág. 59
Imagen 14. Jarrón con arte figurativo. Pág. 72
Imagen 15. Piedra fundacional del Maristán.* Pág. 73
Imagen 16. Restos de Estuco con colores originales.* Pág. 73
Imagen 17. Columnas.* Pág. 74
Imagen 18. Puerta de la Sala de las Dos Hermanas.* Pág. 74
Imagen 19. Mexuar. Pág. 78
Imagen 20. Patio y Galería de Machuca.* Pág. 79
Imagen 21. Patio del Cuarto Dorado y Fachada de Comares. Pág. 81
122
Imagen 22. Patio de la Alberca y Torre de Comares. Pág. 83
Imagen 23. Patio de la Alberca y Fachada sur del
Patio de Comares.* Pág. 84
Imagen 24. Interior del Salón del Trono. Pág. 87
Imagen 25. Patio de los Leones desde Sala de los Reyes. Pág. 89
Imagen 26. Fuente del Patio de los Leones. * Pág. 90
Imagen 27. Detalle de los Capiteles de las columnas del
Patio de los Leones. Pág. 92
Imagen 28. Sala de las Dos Hermanas.* Pág. 94
Imagen 29. Detalle alicatados y yeserías de
Sala de las Dos Hermanas. Pág. 95
Imagen 30. Medallón con escritura. Pág. 95
Imagen 31. Cartela con escritura. Pág. 95
Imagen 32. Cúpula de la Sala de las Dos Hermanas. Pág. 98
Imagen 33. Mirador de Lindaraja. Pág. 100
Imagen 34. Sala de los Reyes. Pág. 102
Imagen 35. Pintura de la alcoba central de la
Sala de los Reyes. Pág. 103
Imagen 36. Sala de los Abencerrajes. * Pág. 104
Imagen 37. Fuente de la Sala de los Abencerrajes.* Pág. 105
Imagen 38. Puerta de una sala utilizada por
Washington Irving. * Pág. 107
Imagen 39. Galería abierta que conduce al Jardín de Daraxa. Pág. 108
Imagen 40. Jardín de Daraxa.* Pág. 109
Imagen 41. Interior de la Sala de las camas del Hamman. Pág. 110
Las imágenes marcadas con (*) son del autor. El resto se tomó de la bibliografía
consultada.
123
INDICE
Palabras preliminares Pág. 5
Llegada a Granada Pág. 8
Primera noche. En busca de un guía. Pág. 11
Segunda noche. La historia del reino nazarí de Granada
y de la Alhambra. Pág. 14
Tercera noche. La Alhambra desde el Mirador de
San Nicolás Pág. 25
Cuarta noche. La Puerta de la Justicia y otros accesos
a la Alhambra. Pág. 32
Quinta noche. El Generalife. Pág. 38
Sexta noche. La Alcazaba, la Puerta del Vino y
el Palacio del Partal. Pág. 45
Séptima noche. Presencia y función del agua en
la Alhambra. Pág. 55
Octava noche. La literatura y la Religión en tiempos
de la Alhambra. Pág. 60
Novena noche. La Alhambra cristiana y el Museo
de la Alhambra. Pág. 68
Décima noche. Los Palacios Nazaríes Pág. 75
Undécima Noche. Los Palacios Nazaríes de noche. Pág. 114
Bibliografía consultada y Recursos electrónicos Pág. 119
Indice de imágenes. Pág. 121