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DE ASENTAMIENTO MILITAR A CAPITAL DEL CONVENTUS ASTURUM Astorga, la antigua Asturica Augusta romana, está situada sobre un cerro en forma de espigón de 868 m. de elevación, en el interfluvio de los ríos Jerga y Tuerto. Su emplazamiento se buscó en el límite Noroccidental de la Meseta Norte, al pie de los Montes de León. Esta posición estratégica la convierte en una encrucijada natural en las comunicaciones entre la Meseta y Galicia. La ciudad de Asturica Augusta, capital del conventus Asturum, es mencionada por diversas fuentes clásicas, entre las que destacan Ptolomeo (Geog. II, 6, 35) y Plinio (NH III, 28), que la define como “magnifica urbe. El Itinerario de Antonino la menciona en repetidas ocasiones como mansio de varias vías –XVII, XVIII, XIX, XX, XXVI, XXVII, XXXII, XXXIV– que confluían en la ciudad desde las principales ciudades hispanorromanas para, desde allí, dirigirse a otros enclaves del noroeste de Hispania, como Lucus Augusti o Bracara Augusta (Roldán 1975: passim). Por su parte, el Ravennate alude a la ciudad en uno de sus itinerarios (Ravennate, IV, 45: 355-375). Aunque ya en 1925 M. Gómez-Moreno, partiendo del análisis de las evidencias epigráficas, apuntaba que el origen de la posterior ciudad de Asturica Augusta debió ser un campamento de la legio X gemina (1925: 8-22), la mayoría de investigadores posteriores ha considerado Astorga como una ciudad de origen indígena, (Luengo, 1956/61: 152-153; García y Bellido et alii, 1987: 39). No obstante, ya desde los años setenta, Mañanes aboga por un origen campamental (Mañanes, 1983: 12-13; 1983/84: 215). Asimismo, la mayoría de los historiadores que se han ocupado de las Guerras Cántabras sitúa en Astorga uno de los campamentos de la contienda (cf. Morillo, 1991: 163-164). El argumento fundamental de esta hipótesis es un pasaje de Floro citado de forma reiterada y casi automática al hablar del supuesto origen campamental de algunas ciudades del norte peninsular: “(Augusto)….quien recelando del amparo ofrecido por los montes en que se refugiaban (los indígenas), les ordenó habitar y establecerse en los campamentos situados en la llanura. Allí había el consejo del pueblo, y aquel poblado recibía los honores de capital”. (Epitome rei militari II, 33, 59-60). Debido a la posición concreta que ocupa este pasaje en la narración de Floro, inmediatamente después de la campaña contra los astures que culmina con la toma de Lancia, la investigación ha considerado que hace referencia a Asturica Augusta, más tarde principal ciudad astur y capital del convento jurídico (Schulten, 1943: 154; Mañanes, 1976: 77-78; Le Roux, 1982; 75). Ya hemos señalado recientemente (Fernández Ochoa & Morillo, 1999: 39-40) que existen serias dudas de que este pasaje deba aplicarse de forma específica a los astures y su nueva capital. La hipótesis sobre el origen militar de la ciudad de Asturica se fundamentaba asimismo en el hallazgo de varios epígrafes funerarios de soldados de la legio X gemina reutilizados en la obra de la muralla bajoimperial de la ciudad (Tranoy, 1981: 139-140), aunque no podíamos distinguir si estos testimonios funerarios pertenecen a soldados en activo o a veteranos (Morillo & García Marcos, 2000: 597). Pero hasta hace pocos años faltaban argumentos auténticamente arqueológicos que probaran el origen militar de Asturica Augusta. Durante los últimos quince años este panorama se ha visto alterado de forma radical. Las numerosas excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en esta localidad han puesto de manifiesto un horizonte arqueológico en los niveles inferiores del yacimiento muy semejante al de otros yacimientos como Herrera de Pisuerga y León, que podemos considerar como indudablemente militar, y que definiremos más adelante (Morillo & García Marcos, 2000: 598). Dicho registro arqueológico (v. Morillo, 1999: passim; Morillo & García Marcos, 2002b: e. p.). Corresponde a un estrato de relleno o aterrazamiento procedente de los antiguos vertederos campamentales, que se extiende por toda la superficie ocupada más tarde por la ciudad. Parece corresponder a una gran remodelación urbanística que, a nuestro juicio, se encuentra relacionada con la amortización de las estructuras campamentales iniciales, de las que apenas habrían quedado algunos restos en forma de estructuras constructivas negativas, practicadas sobre el nivel natural del terreno, a modo de trincheras o zanjas de cimentación, que responden a modelos propios de la arquitectura militar romana en madera (Morillo & García Marcos, 2000: 598). El sellado de dichas estructuras parece coincidir con la transformación del antiguo asentamiento castrense en el núcleo civil de Asturica Augusta (Morillo, 1999: 317; Morillo & García Marcos, 2001: 598-599). El reciente hallazgo de un doble foso del tipo fossae fastigatae, de sección en “V”, perteneciente sin lugar a duda al sistema defensivo del campamento, constituye un argumento decisivo respecto al carácter militar del primitivo asentamiento de Astorga (González Fernández, 1996: 85-90). Las características de los restos materiales adscribibles al asentamiento militar permiten remontar su fundación a un momento anterior al cambio de Era, en torno al 15/10 a. C., posterior en todo caso a las Guerras Cántabras (Morillo, 1996: 78; Morillo, 1999: 317-318 y 335; Morillo & García Marcos, 2000: 598). Un documento epigráfico que hemos dado a conocer recientemente apunta a la legio X gemina como la unidad alojada en este campamento (García Marcos & Vidal, 1995: 115; Morillo & García Marcos, 2000: 598-599). En las excavaciones realizadas en un solar cercano a la muralla bajoimperial se encontraron dos grandes bloques de granito desplazados de su posición original y reutilizados en una obra posterior. Su importancia radica en que ambos presentaban la inscripción L.X.G. grabada en grandes letras capitales cuadradas en una de sus caras mayores. La duración del recinto castrense establecido en Astorga parece ser corta. A juzgar por el registro arqueológico, hacia el 15/20 d. C., esto es, a comienzos del reinado de Tiberio, se acomete una gran remodelación en el asentamiento, coincidente con su transformación en ciudad y capital del conventus. Sin embargo, pensamos que dicha transformación no se lleva a cabo al mismo tiempo en todo el yacimiento. A nuestro juicio, ésta constituye la única Unidad y diversidad en el Arco Atántico en época romana II. PRODUCCIÓN, CIRCULACIÓN Y CONSUMO Gijón 2003, 121-143 ASTURICA AUGUSTA COMO CENTRO DE PRODUCCIÓN Y CONSUMO CERÁMICO ANGEL MORILLO CERDÁN / Mª TERESA AMARÉ TAFALLA Universidad de León U NIDAD Y DIVERSIDAD EN EL A RCO ATLÁNTICO EN ÉPOCA ROMANA 121

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DE ASENTAMIENTO MILITAR A CAPITAL DEL CONVENTUS ASTURUM

Astorga, la antigua Asturica Augusta romana, está situada sobre un cerroen forma de espigón de 868 m. de elevación, en el interfluvio de los ríos Jergay Tuerto. Su emplazamiento se buscó en el límite Noroccidental de la MesetaNorte, al pie de los Montes de León. Esta posición estratégica la convierte enuna encrucijada natural en las comunicaciones entre la Meseta y Galicia.

La ciudad de Asturica Augusta, capital del conventus Asturum, esmencionada por diversas fuentes clásicas, entre las que destacan Ptolomeo(Geog. II, 6, 35) y Plinio (NH III, 28), que la define como “magnifica urbe”.El Itinerario de Antonino la menciona en repetidas ocasiones como mansiode varias vías –XVII, XVIII, XIX, XX, XXVI, XXVII, XXXII, XXXIV– que confluíanen la ciudad desde las principales ciudades hispanorromanas para, desde allí,dirigirse a otros enclaves del noroeste de Hispania, como Lucus Augusti oBracara Augusta (Roldán 1975: passim). Por su parte, el Ravennate aludea la ciudad en uno de sus itinerarios (Ravennate, IV, 45: 355-375).

Aunque ya en 1925 M. Gómez-Moreno, partiendo del análisis de lasevidencias epigráficas, apuntaba que el origen de la posterior ciudad de AsturicaAugusta debió ser un campamento de la legio X gemina (1925: 8-22), lamayoría de investigadores posteriores ha considerado Astorga como una ciudadde origen indígena, (Luengo, 1956/61: 152-153; García y Bellido et alii, 1987:39). No obstante, ya desde los años setenta, Mañanes aboga por un origencampamental (Mañanes, 1983: 12-13; 1983/84: 215). Asimismo, la mayoríade los historiadores que se han ocupado de las Guerras Cántabras sitúa enAstorga uno de los campamentos de la contienda (cf. Morillo, 1991: 163-164).El argumento fundamental de esta hipótesis es un pasaje de Floro citado deforma reiterada y casi automática al hablar del supuesto origen campamentalde algunas ciudades del norte peninsular: “(Augusto)….quien recelando delamparo ofrecido por los montes en que se refugiaban (los indígenas), lesordenó habitar y establecerse en los campamentos situados en la llanura.Allí había el consejo del pueblo, y aquel poblado recibía los honores decapital”. (Epitome rei militari II, 33, 59-60). Debido a la posición concretaque ocupa este pasaje en la narración de Floro, inmediatamente después de lacampaña contra los astures que culmina con la toma de Lancia, lainvestigación ha considerado que hace referencia a Asturica Augusta, mástarde principal ciudad astur y capital del convento jurídico (Schulten, 1943:154; Mañanes, 1976: 77-78; Le Roux, 1982; 75). Ya hemos señaladorecientemente (Fernández Ochoa & Morillo, 1999: 39-40) que existen seriasdudas de que este pasaje deba aplicarse de forma específica a los astures y sunueva capital.

La hipótesis sobre el origen militar de la ciudad de Asturica sefundamentaba asimismo en el hallazgo de varios epígrafes funerarios desoldados de la legio X gemina reutilizados en la obra de la muralla bajoimperialde la ciudad (Tranoy, 1981: 139-140), aunque no podíamos distinguir si estostestimonios funerarios pertenecen a soldados en activo o a veteranos (Morillo

& García Marcos, 2000: 597). Pero hasta hace pocos años faltaban argumentosauténticamente arqueológicos que probaran el origen militar de AsturicaAugusta.

Durante los últimos quince años este panorama se ha visto alterado deforma radical. Las numerosas excavaciones arqueológicas llevadas a caboen esta localidad han puesto de manifiesto un horizonte arqueológico en losniveles inferiores del yacimiento muy semejante al de otros yacimientos comoHerrera de Pisuerga y León, que podemos considerar como indudablementemilitar, y que definiremos más adelante (Morillo & García Marcos, 2000: 598).Dicho registro arqueológico (v. Morillo, 1999: passim; Morillo & García Marcos,2002b: e. p.). Corresponde a un estrato de relleno o aterrazamiento procedentede los antiguos vertederos campamentales, que se extiende por toda la superficieocupada más tarde por la ciudad. Parece corresponder a una gran remodelaciónurbanística que, a nuestro juicio, se encuentra relacionada con la amortizaciónde las estructuras campamentales iniciales, de las que apenas habrían quedadoalgunos restos en forma de estructuras constructivas negativas, practicadassobre el nivel natural del terreno, a modo de trincheras o zanjas de cimentación,que responden a modelos propios de la arquitectura militar romana en madera(Morillo & García Marcos, 2000: 598). El sellado de dichas estructuras parececoincidir con la transformación del antiguo asentamiento castrense en el núcleocivil de Asturica Augusta (Morillo, 1999: 317; Morillo & García Marcos, 2001:598-599).

El reciente hallazgo de un doble foso del tipo fossae fastigatae, de secciónen “V”, perteneciente sin lugar a duda al sistema defensivo del campamento,constituye un argumento decisivo respecto al carácter militar del primitivoasentamiento de Astorga (González Fernández, 1996: 85-90).

Las características de los restos materiales adscribibles al asentamientomilitar permiten remontar su fundación a un momento anterior al cambio deEra, en torno al 15/10 a. C., posterior en todo caso a las Guerras Cántabras(Morillo, 1996: 78; Morillo, 1999: 317-318 y 335; Morillo & García Marcos,2000: 598).

Un documento epigráfico que hemos dado a conocer recientemente apuntaa la legio X gemina como la unidad alojada en este campamento (GarcíaMarcos & Vidal, 1995: 115; Morillo & García Marcos, 2000: 598-599). En lasexcavaciones realizadas en un solar cercano a la muralla bajoimperial seencontraron dos grandes bloques de granito desplazados de su posición originaly reutilizados en una obra posterior. Su importancia radica en que ambospresentaban la inscripción L.X.G. grabada en grandes letras capitales cuadradasen una de sus caras mayores.

La duración del recinto castrense establecido en Astorga parece ser corta.A juzgar por el registro arqueológico, hacia el 15/20 d. C., esto es, a comienzosdel reinado de Tiberio, se acomete una gran remodelación en el asentamiento,coincidente con su transformación en ciudad y capital del conventus. Sinembargo, pensamos que dicha transformación no se lleva a cabo al mismotiempo en todo el yacimiento. A nuestro juicio, ésta constituye la única

Unidad y diversidad en el Arco Atántico en época romanaII. PRODUCCIÓN, CIRCULACIÓN Y CONSUMO

Gijón 2003, 121-143

ASTURICA AUGUSTA COMO CENTRO DE PRODUCCIÓN Y CONSUMO CERÁMICO

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explicación convincente sobre la amortización de los fosos campamentalescon materiales de época claudia, tal y como se desprende de su análisisarqueológico (González Fernández, 1996: 86; Morillo, 1999: 335).

La razón de esta sustitución del elemento militar por el civil en Astorgaa nuestro juicio se encuentra relacionada principalmente con el inicio de lasexplotaciones auríferas en la región, que requieren la existencia de un centrocivil de organización y control (Morillo, 1999: 335), creado a partir de lareorganización demográfica y funcional de los asentamientos indígenas (Tranoy,1981: 125). Dentro de esta misma política se hacía necesaria una división defunciones y competencias entre la autoridad civil y militar, que se traslada aun lugar más próximo a los distritos mineros cuya explotación es más antigua.En el mismo momento de su fundación, o tal vez a los pocos años, la ciudadde Asturica debió adquirir el rango de municipio (García Marcos & Vidal,1995b: 374). En este sentido resulta muy llamativo el paralelismo cronológicoque se observa entre la transformación de Astorga en centro civil y administrativoy la creación de la ciudad romana de Clunia en una fecha comprendida entreel final del reinado de Augusto y comienzos del de Tiberio (Palol, 1994: 17).Podríamos por lo tanto suponer que la reorganización administrativa,apoyándose en la creación de ciudades de nueva planta, se hizo extensiva atodo el norte peninsular. Podemos incluso plantearnos, a manera de hipótesis,si la creación de los conventos jurídicos plinianos, cuyas sedes principales enel norte peninsular fueron respectivamente Asturica y Clunia, se hizo efectivaen este mismo momento (Morillo, 2001b: e. p.; Fernández Ochoa & Morillo,1999: 67).

Asturica Augusta, que desempeñó el papel de capital de los astures, tantode los que habitaban en la altiplanicie leonesa, como de los transmontanos,se convierte pronto en una de las principales ciudades romanas de la Meseta.La importancia y el desarrollo que alcanzó esta ciudad se debe principalmentea su estratégica posición geográfica, en el límite mismo entre la Meseta y Galicia,que la convierte en llave de las comunicaciones de todo el Noroeste peninsularcon los principales centros de la provincia Tarraconense, principalmente conla capital, Tarraco. Por otra parte, se ubica en las cercanías de los principalesdistritos auríferos del territorio astur. Concebida desde un primer momentocomo sede de la administración regional, se transforma en el centro de lamaquinaria estatal en la región, como capital del conuentus Asturum y,por lo tanto, residencia del legatus iuridicus, encargado de administrar justicia,y del procurator per Asturiam et Gallaeciam, cargo en estrecha relación conlas extracciones de oro, mineral que debía centralizarse en la ciudad hasta sutraslado por vía terrestre a Roma. A comienzos del siglo III se convierte encapital de la provincia Hispana Nova Citerior Antoniniana, de efímeraduración (Diego Santos, 1974). Los restos epigráficos dan buena cuenta delstatus político, religioso y económico de sus pobladores, así como de la variedad,complejidad y cosmopolitismo que alcanzó la sociedad asturicense (Mañanes,1982; Diego Santos, 1986), parangonable a cualquier centro urbanohispanorromano. Como centro administrativo, político y financiero, la ciudadrecibe de Plinio, que debió habitar posiblemente entre sus muros, el apelativode urbs magnifica (NH III, 28).

A partir del periodo flavio, como consecuencia del gran desarrollo de lasexplotaciones mineras, la ciudad conoce un significativo impulso urbanísticoque consolida estructuras ya iniciadas a mediados del siglo I d. C., introduciendoimportantes modificaciones tendentes a una mayor monumentalización. Eneste momento quedan ya definidos los rasgos principales de su tejido urbano,cuyo conocimiento ha progresado de forma espectacular en los últimos años(v. García Marcos & Vidal, 1996; Sevillano & Vidal, 2002). La ciudad se dotade un impresionante programa monumental, en el que destaca un amplísimoforo de más de 100 metros en sus lados mayores, en uno de los cuales se edifica

un aedes augusti. Ocupando una posición centrada en la plaza del foro seencuentra una galería abovedada, la llamada “ergastula”, que debía soportaruna superestructura de problemática interpretación, posiblemente de tiporeligioso.

También de mediados del siglo I d. C. parecen ser las principales termaspúblicas de la ciudad, las llamadas Termas Mayores o termas de la calle SantiagoCrespo (Vidal, 1986; Regueras, 1991: 133-136; Sevillano, 1998; Sevillano &Vidal, 2000), dotadas de un frigidario con piscina y un tepidario de grandesdimensiones. Este complejo debió alcanzar su estructura definitiva durante elperiodo flavio. Por el contrario, el bien conservado conjunto balnearioexhumado en la calle Padre Blanco (Termas Menores) se acomete a finalesdel siglo I d. C. (García Marcos, 1994; García Marcos & Burón, 2000). Sin dudaes el ámbito privado el que experimenta una renovación más sustancial duranteel periodo flavio. En las décadas finales del siglo I d. C. se remodelancompletamente grandes mansiones de época julio-claudia, como la Casa delpavimento del opus signinum (Burón, 1997), la Casa del gran peristilo, laCasa del mosaico oso y los pájaros y la Casa de las columnas pintadas. Estaactividad urbanística se refleja asimismo en otras viviendas más modestas, asícomo en instalaciones de carácter artesanal (García Marcos & Vidal, 1995b:passim; Morillo, 1999: passim). Asimismo se conocen varias necrópolisextramuros, aunque ninguna de ellas ha sido objeto de una excavaciónarqueológica.

La abundancia de restos materiales de todo tipo confirma la existencia deuna gran vitalidad económica entre el momento de su fundación y mediadosdel siglo III, correspondiente a una ciudad próspera y bien estructurada, quese configura como el gran centro redistribuidor de todo el comercio del Noroeste.

Tras el corto periodo de protagonismo histórico que supone la asunciónde la capitalidad de la provincia Hispania Nova Citerior Antoniniana, entecreado por Caracalla en relación probablemente con un intento de reactivaciónde las minas, Asturica sufre una honda crisis, coincidente con el fin de lasexplotaciones auríferas. Los hábitats mineros de los distritos astures occidentalesparecen abandonarse a lo largo del primer tercio del siglo III, en directa relacióncon el abandono de las explotaciones (Sánchez-Palencia, 1995: 148). Domerguese inclina por un momento algo más avanzado, que sitúa hacia mediadosde siglo (1990: 221-223). La pujanza económica de la ciudad de Astorga parecedetenerse bruscamente hacia mediados del III. A partir de este momento seinaugurará una nueva etapa que parece marcada por su paulatino declive, noatenuado por su carácter de sede episcopal, el cual se va a prolongar a lo largode los siglos IV y V d. C. Numerosos edificios públicos y privados, entre losque se encuentran las termas de Padre Blanco y las casas del Gran Peristilo yde la Muralla son abandonados en este momento, convirtiéndose en simplesvertederos (García Marcos et alii, 1997: 528). La ciudad sufre un decliveurbanístico del que no se recuperará nunca. La actividad constructiva se redujo,en muchos casos, a la simple ocupación o remodelación de construccionesmás antiguas, para lo cual se reaprovecharon numerosos materiales de épocasanteriores, procedentes del desuso o ruina de otras.

La superación de los peores momentos de la crisis a finales del siglo IIIviene acompañada por una profunda reorganización administrativa. Losterritorios adscritos a los antiguos conventos jurídicos del Noroeste peninsular:Bracarense, Lucense y Asturicense son desgajados de la antigua provinciaTarraconense, e integrados en la nueva provincia Gallaecia, cuya capitalidadse hizo recaer en la ciudad de Bracara Augusta. Tan sólo el abandono delas explotaciones auríferas y la pérdida del importante papel administrativoque había desempeñado Asturica Augusta puede explicar el traslado de lacapital de la nueva provincia a Bracara Augusta, núcleo de gran importanciaeconómica durante el Alto Imperio pero cuya función administrativa había

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estado eclipsada por Asturica en razón de la minería del oro. Posiblemente fueeste mayor peso económico del sector galaico lo que determinó que la provinciano se llamase Asturia, sino Gallaecia (Fernández Ochoa & Morillo, 1999: 103).

Este renovado interés del Estado romano por el Noroeste peninsular sehace patente en la edificación de una gran muralla, que va a proteger a lamayor parte de la ciudad, delimitando, con toda seguridad, un perímetroinferior al que ocupaba durante el Alto Imperio (García Marcos et alii, 1997).A este momento se atribuye la única puerta romana conocida en la murallaasturicense, abierta en su extremo nororiental (Mañanes & García Merino,1985: 181-219). La construcción de potentes sistemas defensivos a fines delsiglo III o comienzos del IV d. C., es un fenómeno perfectamente identificadodentro de Hispania, donde se dejó sentir especialmente en el cuadrante noroeste,allí donde se encontraba la principal concentración de tropas de la Península.Ciudades como Asturica, Lucus, Bracara o Gijón, además del campamentode la Legio VII en León, se dotan de este tipo de defensas, sobre cuya utilidady razón de ser ya nos hemos ocupado en otro lugar (Fernández Ochoa & Morillo,1992: 336 y ss.; 1997: 738-739; 1999: 108; Fernández Ochoa, 1997: 249-265).

Coincidiendo con la erección del recinto fortificado, amplias zonas de laciudad, en especial las más próximas a la muralla, sufrieron un proceso desobreelevación de la cota de circulación, que alcanza varios metros de alturaen algunos sectores (García Marcos et alii, 1997: 528). Desconocemos la causade esta labor de aterrazamiento, que tal vez debamos buscar en las propiasnecesidades de la obra defensiva. Los restos constructivos son muy escasos paralos siglos IV y V, limitándose a algunas construcciones domésticas, como la dela Casa del pavimento del opus signinum, y a remodelaciones de edificiosanteriores (García Marcos & Vidal, 1995b: 389-390). No obstante, la parquedadde estructuras habitacionales contrasta vivamente con la abundancia demateriales arqueológicos, especialmente los hallazgos numismáticos y losrecipientes de terra sigillata hispánica tardía (TSHT). La existencia denumerosos materiales tardorromanos también parece abogar por la presenciade un núcleo poblacional de cierta relevancia, aunque lejos ya muyprobablemente de los momentos en los que Asturica alcanzó su máximaexpansión. El periodo tardorromano se prolonga sin interrupción aparentehasta mediados del siglo V.

LOS ESTUDIOS CERÁMICOS EN LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA ASTURICENSE

El comienzo de las excavaciones sistemáticas en Astorga se retrasa hastamediados de los años ochenta, como consecuencia de la asunción decompetencias en materia de Patrimonio Cultural por parte de la ComunidadAutónoma de Castilla y León. A partir de este momento comienza unseguimiento intensivo de la arqueología local. Hasta la fecha, el numero desolares en los que se han realizado intervenciones de carácter arqueológicoalcanza casi el centenar, lo que nos proporciona un conocimiento bastanteamplio y completo de los rasgos principales de la estructura urbana delyacimiento. La protección arqueológica del mismo ha supuesto también laconservación de importantes conjuntos.

Esta actividad arqueológica ha generado una ingente cuantía deinformación arqueológica, que permite presentar una imagen absolutamentenovedosa de la Astorga romana, ya que, junto a diferentes trabajos de conjuntodonde se han dado a conocer sus principales rasgos urbanísticos yarquitectónicos1, se han emprendido estudios sobre diversos aspectos de lacultura material en relación con el aumento de información propiciado porlas numerosas excavaciones, entre los que destacan los estudios sobre recipientescerámicos2. Muchas de las publicaciones sobre materiales asturicenses se hanacometido dentro del marco del Proyecto: Inventario, estudio e investigaciónde materiales arqueológicos hallados en las excavaciones de Astorga (León),financiado conjuntamente por la Junta de Castilla y León y la Universidad deLeón a partir de 1995 y coordinado por uno de nosotros.

Sin embargo, la mayor parte de los estudios sobre cerámica romana deAsturica Augusta se encuentran en la actualidad en curso de preparación opublicación. Tan sólo se han dado a conocer estudios globales sobre las lucernasde dicho yacimiento (Morillo, 1999), así como un breve panorama sobre lasánforas (Carreras, 1996) y varios artículos sobre producciones concretas (Amareet alii, 1997; Burón et alii, 1999). Este hecho reduce significativamente nuestroconocimiento sobre los recipientes cerámicos asturicenses. Aún así, los datosconocidos permiten establecer la composición cerámica de los principaleshorizontes arqueológicos que se suceden a lo largo de la historia de la ciudadromana, especialmente el correspondiente a los niveles augusteos y julioclaudios.La problemática arqueológica que planteaba la fundación de la ciudad romanay la existencia de un primer asentamiento de carácter militar, que era precisodefinir y caracterizar, ha atraído la atención de los investigadores hacia estasfases cronológicas más que hacia momentos posteriores.

ASTURICA AUGUSTA COMO CENTRO DE PRODUCCIÓN Y CONSUMO: HACIAUNA DEFINICIÓN DIACRÓNICA DEL PATRÓN MATERIAL CERÁMICO

La penetración romana en tierras de los astures no afectó tan sólo a lasdimensiones y estructura del poblamiento regional. De todos es bien sabidoque uno de los intereses prioritarios de Roma en la región fue la explotaciónaurífera, que llevó aparejado un rápido desarrollo económico de Asturica y losvecinos distritos mineros. Pero los conquistadores debieron propiciar asimismoun mayor desarrollo agropecuario, introduciendo nuevas especies animales yvegetales, nuevas técnicas y útiles agrícolas y nuevas formas de propiedad paragarantizar el autoabastecimiento de la población astur e incluso la exportaciónde excedentes agropecuarios. La alusión de las fuentes a las razzias astures entierras de la Meseta con ocasión de las guerras de conquista avalaría la existenciade un déficit de productos agrícolas, carencia que se iría superando a medidaque se consolidaba la implantación romana. La articulación del mismo a travésde una serie de enclaves habitados de diferente entidad y de la creación de unared de comunicaciones avala la vitalidad económica de la región desde mediadosdel siglo I d. C., alcanzando un desarrollo sostenido a partir de las décadasfinales de esta centuria. Este desarrollo económico estimula la aparición deun floreciente comercio, canalizado a través de las nuevas rutas mercantiles

ASTURICA AUGUSTA COMO CENTRO DE PRODUCCIÓN Y CONSUMO CERÁMICO

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{1} Burón, 1997; Fernández Ochoa, 1993; 1995; Fernández Ochoa & Morillo, 1992 y 1999; García Marcos, 1993; 1994; 1996; García Marcos & Burón, 2000; García Marcos & Vidal,1990; 1993; 1995; 1995b; 1996; 1998; García Marcos et alii, 1997; González Fernández, 1996; 1999; Morillo, 1991: 163-164; 1993; 1996; 1999b; 2000: e. p.; 2002: e. p.; Morillo &García Marcos, 2000; 2000b: e. p.; 2002: e. p.; 2002b: e. p.; Regueras, 1996; Sevillano, 1998; Sevillano & Vidal, 2000 y 2002; Vidal, 1986; 1986b; 1993; 1996; 1999; Vidal et alii,1990.{2} Entre otros podemos mencionar: Amaré & García Marcos, 1994; Amaré et alii, 1997 y 2000/01; Astures, 1995; Burón, 1997; Burón et alii, 1999; Carreras, 1996; Carreras, 2002:e. p.; Carro Santiago, 1998 y 2002: e. p.; Escarpizo, 1986; Franco García, 1997 y 2002: e. p.; García Giménez et alii, 1999; Morillo, 1999 y 1999b; 2001; 2001b; 2002b: e. p.; Morillo& García Marcos, 2000; 2001; 2002: e. p.; 2002: e. p.

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que atraviesan el territorio siguiendo las principales vías, para enlazar suscentros urbanos con los puntos neurálgicos administrativos y comerciales dela Hispania romana (Fernández Ochoa & Morillo, 1999: 89-91). Asturica seva a configurar muy pronto como uno de los centros nodales del comerciohispano, puerta de entrada de mercancías de todo tipo hacia el cuadranteNoroeste.

No resulta fácil rastrear sobre el terreno los indicios de este comercio. Lamayor parte de las mercancías que debió circular, por tratarse de productos deprimera necesidad (trigo, vino, aceite), no han dejados evidencias materiales.Su presencia debe deducirse a través de testimonios indirectos como losrecipientes de dichas producciones. Sin duda, uno de los mejores indicadoresde la actividad comercial lo constituyen las cerámicas, envases de productosde primera necesidad o que los acompañan como cargamento secundario ocomplemento de valor añadido. No podemos descartar que, en ocasiones,determinados recipientes cerámicos se conviertan en un objeto preferencial delcomercio, debido a su calidad, elevado coste o popularidad. Su resistencia alpaso del tiempo, así como su constante evolución de acuerdo con gustos omodas, nos permite seguir el funcionamiento de las rutas de intercambio através del tiempo. Por esta razón, y tomando las debidas precaucionesmetodológicas, debemos tomar este elemento como índice del progresocomercial y, por extensión, parte integrante de la transformación de lasestructuras económicas y poblacionales del país astur, fenómeno inseparabledel proceso de implantación romana (Fernández Ochoa & Morillo, 1999:92-93).

Los recipientes cerámicos se convierten así en la base de la indagaciónarqueológica, no sólo como material-guía imprescindible desde el punto devista cronológico, sino también desde un punto de vista de la actividadeconómica y comercial. En realidad, la única solución para llegar aconclusiones realistas sobre la datación de los niveles arqueológicos es el estudiodel estrato en su conjunto, de las proporciones de cada material en dicho estratoy de la variación de dichas proporciones a lo largo del tiempo.

El estudio de los registros arqueológicos asturicenses ha proporcionadoabundante material cerámico, gracias al cual podemos apuntar las tendenciasgenerales en el consumo de recipientes cerámicos en la capital astur, laspreferencias y gustos de la población, la evolución del consumo, la procedenciade los recipientes importados y las vías de comercialización, así como los mediosde abastecimiento, además de las producciones destinadas al auto-abastecimiento. Ello permite elaborar un panorama diacrónico sobre elconsumo y la producción de recipientes cerámicos en la antigua Asturica,cuyos rasgos principales vamos a presentar a continuación.

La estratigrafía dentro de la que se enmarcan los hallazgos cerámicospermite distinguir varios horizontes culturales y cronológicos muy bien definidosa través de su patrón material, esto es, de los materiales documentados enposición primaria dentro de los niveles arqueológicos. Dichos horizontes, quese suceden diacrónicamente, están compuestos por una asociación de elementosarqueológicos determinados, composición que varía significativamente con elpaso del tiempo. Por lo tanto, un material aislado de determinado tipo tan sóloconstituye un indicativo cronológico aproximado, siendo la presencia conjuntade varios de ellos lo que permite establecer márgenes temporales más ajustados

y precisos. Esta metodología tiene un valor añadido para identificar la faciesmilitar fundacional en el caso concreto de Astorga y otros yacimientosseptentrionales, cuyos materiales no sólo constituirán un indicativo cronológico,sino también cultural.

Teniendo en cuenta el objetivo final de este estudio, presentaremos tansólo los recipientes cerámicos que definen dichos horizontes, especialmenteaquellas especies cerámicas y formas que permiten establecer una mayorprecisión cronológica, dejando en esta ocasión al margen el resto de losmateriales3.

1. Periodo augusteo pleno y tardoaugusteo(20/15 a. C.-10/15 d. C.)

A lo largo de este periodo, correspondiente al final de las Guerras Cántabrasy los años sucesivos de pacificación y consolidación romana en el territorioseptentrional de Hispania, se fundan escalonadamente las primeras baseslegionarias estables en la región: Herrera de Pisuerga, Astorga y León, centrosde ocupación y romanización de su hinterland (Morillo, 1996: 81).

A la vista de las dificultades de caracterización que presentan los recintosmilitares hispanos de este momento (Morillo, 2002: e. p.), su identificación seha hecho en muchas ocasiones tomando como base el análisis del registroarqueológico más antiguo de estos asentamientos, buscando elementosindiscutiblemente militares (TSI, Vogelkopflampen y lucernas de volutas delos tipos más antiguos, elementos metálicos típicos del ajuar militar, monedasde tipo militar como las emisiones con caetra, etc) (Morillo, 1996: 79-80). Enesta fase, la comparación con los materiales arqueológicos de los campamentosrenanos más antiguos (Haltern, Oberaden, Vetera, Novaesium, etc.) ha tenidouna importancia fundamental. El análisis de los materiales hallados en losniveles fundacionales militares del asentamiento romano de Astorga, dentrodel gran estrato de relleno o aterrazamiento realizado con tierra y materialesprocedentes de los vertederos campamentales, ha permitido fijar los márgenestemporales de los castra de la legio X gemina en este lugar entre el 15/10 a.C. y el 15/20 d. C. (Morillo, 1999: 317-318 y 335; Morillo & García Marcos,2000: 598).

Teniendo en cuenta la instalación ex novo de los campamentos hispanosen una región recién conquistada, carente hasta ese momento de asentamientoso restos materiales de tipología romana, la presencia de piezas cerámicasimportadas de Italia en estos contextos se interpreta como una indiscutibleevidencia militar.

El horizonte estratigráfico más antiguo del yacimiento muestra unaabrumadora presencia de materiales itálicos4. Son muy numerosos losrecipientes de terra sigillata itálica (TSI). Las variantes morfológicas de TSImás antiguas muestran que su llegada se produjo en el mismo momento opoco tiempo después de que legiones IIII, VI y X levantaran sus recintos castrenses.Esta afluencia a una zona recientemente conquistada se produce en unmomento en el que las vías de comunicación eran prácticamente inexistenteso se estaban dando los primeros pasos para su creación. De este modo, desdeel punto de vista estrictamente cuantitativo, las producciones itálicas del

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II. PRODUCCIÓN, CIRCULACIÓN Y CONSUMO124

{3} Para la elaboración de esta cronoestratigrafía se han empleado preferentemente materiales asturicenses. Buena parte de los dibujos han sido elaborados dentro del citado Proyecto:Inventario, estudio e investigación de materiales arqueológicos hallados en las excavaciones de Astorga (León). Se han empleado asimismo materiales dibujados por M. Burón,V. García Marcos, así como por los autores del presente trabajo. En algunos casos en los que la identificación visual a partir de los materiales de Astorga resultaba dificultosa, sehan empleado materiales-tipo, con dibujos que reproducen formas características. {4} La reconstrucción del registro cerámico del nivel militar fundacional de Astorga, así como del periodo julioclaudio ha sido posible gracias a los trabajos de García Marcos &Vidal, 1995; González Fernández, 1996; Burón, 1997 y Morillo, 1999.

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asentamiento militar de Astorga, al igual que las de otros yacimientos castrensescomo León y Herrera de Pisuerga, muestran un panorama muy similar aldetectado en otros núcleos hispanos más cercanos a los centros productivos ylas vías de comunicación.

Los recipientes recuperados son casi en su totalidad formas lisas, siendomuy escasa la presencia de vasos decorados a molde5. Copas y platos aparecenen proporciones muy semejantes. Los tipos más antiguos presentes en el registroarqueológico de Astorga están representados por los platos de la forma 1, quepodrían datarse entre el 20 y el 10 a. C., y por los perfiles más arcaicos delplato de la forma 12 y las copas del tipo 14 (Burón, 1997: 33-36 y 77-78).Su presencia en Haltern indica que su fabricación se prolongóaproximadamente hasta el 10 d. C (Ettlinger et alii, 1990: 72 y 76). A estemomento inicial han de corresponder las variantes más antiguas de la copade perfil troncocónico y labio vertical (forma 22), cuya fabricación se iniciaen la segunda década antes del cambio de Era, y del plato de la forma 18, cuyaintroducción en el mercado debió de ser ligeramente posterior (Ettlinger etalii, 1990: 48, 82 y 90). Esporádicamente representado aparece también elvaso híbrido de la forma 17.

A partir de los últimos años del siglo I a. C., fecha en la que las redes deabastecimiento se deben de encontrar ya plenamente definidas, crecen laslas importaciones de TSI. Uno de los rasgos más distintivos de este momentoes la creciente estandarización de las formas. El elenco formal se amplía conrespecto al momento anterior, aunque los platos de la forma 18 y, especialmente,las copas de la forma 22 representan el mayor volumen de hallazgos. Ambosmuestran frecuentemente decoración burilada en el borde. De forma másocasional se encuentran representados los platos de las formas 3, 4, 12 y 19,así como copas de la forma 24, cuya fabricación arranca en la etapamedioaugustea.

Alfareros como Perennius, Ateius, P. Cornelius, Memmius, Favor,Murranus o Verecundus se encuentran perfectamente constatados. El estudiode las marcas de alfarero que conservan muchos de los recipientes de sigillataitálica hallados en estos yacimientos, representa un capítulo esencial a la horade determinar los puntos de origen de estas manufacturas cerámicas, así comoestablecer los posibles circuitos comerciales que siguieron. Los ejemplaresprocedentes del centro productor de Arezzo constituyen la mayoría absoluta delos recipientes firmados, seguida a gran distancia por Pisa y otros centros comoPuzzoles, el Valle del Pó y Lyon.

Las necesidades de las tropas estacionadas en el norte de Hispania llevana la instalación de talleres militares destinados a la fabricación de imitacioneslocales de terra sigillata de tradición itálica tanto en Herrera de Pisuerga, acargo de la officina de L. Terentius, como en León, por parte de C. LiciniusMaximus (Morillo & García Marcos, 2001: 151-154). La datación de las formasconstatadas hasta la fecha y su posición estratigráfica coincide con el periodoaugusteo pleno y tardoaugusteo. Sorprendentemente, el campamento de lalegio X gemina en Astorga parece ser el único donde no se desarrolla unainfraestructura productiva de este tipo por motivos que no podemos precisar.Sin embargo, en los niveles militares del yacimiento se han documentado dosrecipientes con marca de L. Terentius, alfarero legionario que fabrica recipientespara la legio IIII Macedonica en Herrera de Pisuerga (Astures, 1995: 278).Estos restos constituyen una evidencia clara de las fluidas relaciones que seestablecerían entre los diferentes asentamientos militares del exercitushispanicus en época augustea (Morillo & García Marcos, 2001: 151).

Junto a la TSI de procedencia centroitálica forman parte del patrón materialde este horizonte militar pleno y tardoaugusteo lucernas de los tipos Dressel4 o Vogelkopflampe y Loeschcke IA. El primero de ellos se data entre el 20 a.C. y el 10 d. C. (Ricci, 1974: 205), mientras la primera variante de lucernas deLoeschcke surge en época de Augusto para irse rarificando durante el reinadode Tiberio (Loeschcke, 1919: 29-30; Morillo, 1999: 73). Los ejemplaresimportados de procedencia lacial o campana se documentan perfectamenteen los niveles más antiguos de Astorga, aunque también parecen llegarimitaciones del tipo Dressel 4 fabricadas en el taller militar herrerense (Morillo,1999: 65-66).

Asimismo se verifica la presencia de algunos ejemplares de lucernas deltipo Loeschcke III, forma que surge en plena época augustea para continuardurante toda la primera mitad del siglo I d. C. (Loeschcke, 1919: 35). Entrelos ejemplares de este último tipo se han recuperado dos fragmentos de lucernavidriada de color verde-azulado, cuya procedencia es probablemente lacial ocampana (Morillo, 1996b: passim; Morillo, 1999: 66-67).

Dentro de este horizonte inicial se encuentran también cerámicas itálicasde paredes finas. Destacan los cuencos hemiesféricos y cubiletes cilíndricos,que se caracterizan por la ausencia de engobe, anteriores al reinado de Tiberio.Otro indicativo cronológico es el predominio de los cubiletes, característicosdel periodo augusteo (formas Mayet II, III, V, Vb, XII, XVII, XIX y XX), frente alos cuencos, que comienzan a imponerse a comienzos del reinado de Tiberio(formas Mayet XXXIII, XXXIV y XXXV). Se constatan también las tazas de laforma Mayet XX.

Las formas de paredes finas más antiguas, como los vasos de la formaMayet IIIa, Vb, VI y Ricci 2, nos ofrecen un marco temporal centrado en elúltimo cuarto del siglo I a. C. (Mínguez, 1991: 161). Las piezas de cronologíamás avanzada son de las formas Mayet XXXIV y XXXV, cuya cronología estiberiano-neroniana, para la primera, y de finales del siglo I a. C. hasta épocajulio-claudia, en ejemplares sin engobe, para la segunda (Mayet, 1975: 69 y71; López Mullor, 1989: 163-164 y 169-170). En Astorga se documenta tambiénde forma minoritaria la forma Mayet XXXVIIa, datada a lo largo de la primeradécada del reinado de Tiberio en el vecino yacimiento de La Corona deQuintanilla (Domergue-Sillières, 1977: 128, fig. 37; 126, lám. 68, nº 23).

Al igual que en el resto de campamentos augusteos, en Astorga la formamayoritaria dentro de los recipientes de paredes finas parece ser el cuenco MayetXXXIII, documentándose todas sus variantes. La razón de esta abundanciadebemos buscarla en la existencia de producciones locales de la misma en elámbito militar. Dicha imitación local de recipientes de paredes finas de la formaMayet XXXIII está perfectamente documentada en el acantonamiento de lalegio IIII Macedonica en Herrera de Pisuerga (Pérez González et alii, 1991;Reinoso, 2002: e. p.). Tal vez las producciones de este alfar, al igual que en casode la TSI y las lucernas, alcancen asimismo el vecino campamento de Astorga(Burón, 1997: 34), o más bien nos encontramos ante manufacturas locales(Burón et alii, 1997: 325-326).

La posible área productora de los recipientes de paredes finas itálicosencontrados en los campamentos del norte de Hispania habría que situarla enEtruria, Lacio, Campania y en el área padana, como demuestra la presenciade algunos fragmentos de vasos firmados por Aco y Sarius. Aparecen tambiénalgunas paredes finas gálicas, como los cuencos del tipo Mayet X asignables alos talleres lyoneses de Loyasse y La Muette (Burón, 1997: 29 y 34, fig. 142-154;21, 146-147).

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UNIDAD Y DIVERSIDAD EN EL ARCO ATLÁNTICO EN ÉPOCA ROMANA 125

{5} Entre todos los recintos militares de época augustea, solamente Herrera de Pisuerga muestra una inusual concentración de recipientes de TSI decorada (v. Pérez González, 1989),fenómeno que se ha puesto en relación con la presencia del propio M. Agripa y su estado mayor en la fase final de la campaña contra los cántabros.

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También las cerámicas comunes de este periodo muestran una granvariedad tipológica: ollas de perfil globular y de borde vuelto, tapaderas, platoscon y sin engobe interior rojo (asimilables a las formas Vegas 15, 15a y 15c)y cuencos de borde horizontal. Las jarras predominantes son Vegas 37, Vegas38 y Vegas 44. La procedencia de la inmensa mayoría de recipientes parececlaramente itálica, aunque no podemos descartar las imitaciones locales.Aparecen asimismo algunos morteros (mortaria) de las primeras variantestipológicas imperiales (Dramont 1, Dramont 2, morteros de labio vertical),fabricados en los talleres que comienzan a surgir en época tardoaugustea enel Lacio y la Campania6.

Por lo que respecta a las ánforas, junto a ejemplares de procedencia béticapara salazones (Dressel 7-11) se han constatado ánforas vinarias de origenitálico como la Dressel 2-4 campana (Carreras, 1996: 206). También aparecenHaltern 70, destinadas al transporte de olivas preservadas en vino cocido.

Los recipientes cerámicos de procedencia itálica constituyen una mayoríaabrumadora dentro de los niveles fundacionales del campamento de Astorga.Resulta sorprendente su calidad técnica e iconográfica –en el caso de laslucernas– de algunos ejemplares, sólo comprable a la de otros establecimientosdel limes germánico o a las grandes ciudades mediterráneas como Cartago ola misma Roma. Cierto número de ejemplares, hallados en el nivel más antiguode los asentamientos, debieron llegar entre la impedimenta original de laslegiones al asentarse en suelo hispano (Morillo, 1992: 168). Sin embargo, muypronto es necesario arbitrar otras soluciones para abastecer a las tropas.

En efecto, un ejército de varios miles de hombres, distribuidos en variosestablecimientos repartidos por una amplia franja, requiere para su correctofuncionamiento numerosos bienes de primera necesidad, como vino, trigo yaceite, así como productos manufacturados como vestidos, calzados, tiendas,armas, recipientes metálicos y cerámicos de todo tipo, sin contar con los caballosy bestias de carga. La intendencia militar debió ocuparse en un principio delaprovisionamiento de los centros militares establecidos en la vertiente meridionalde la Cordillera Cantábrica, entre los que se encuentra Astorga, muy alejadosde las grandes rutas de comunicación costeras, fluviales o terrestres. Laadministración militar organizó una amplia red de suministros, que abarcabatanto productos de primera necesidad como objetos manufacturados. Entreestos productos manufacturados debían encontrarse sin duda los recipientescerámicos, uno de los escasos testimonios que han llegado hasta nosotros.La importación desde la zona costera de la Tarraconense oriental, siguiendoel Valle del Ebro, y de los centros béticos, a través de la capital lusitana, debieronconvertirse en las principales vías de aprovisionamiento (Fernández Ochoa &Morillo, 1999: 45).

Además, las dificultades y los elevados costes del transporte terrestre deobjetos delicados impulsa el desarrollo de un complejo sistema artesanal dentrodel ámbito de algunos campamentos, destinado a cubrir sus necesidadescerámicas básicas (platos, fuentes, boles, vasos, jarras, lucernas, etc.) y disminuirsu dependencia de las importaciones itálicas. Entre estas producciones cerámicasse encuentra la cerámica fina de mesa, la conocida como terra sigillata, lacerámica común y de paredes finas o las lucernas. No obstante, en elcampamento de Astorga no se ha constatado producciones militares por elmomento, por lo que la importación se convierte prácticamente en su únicafuente de aprovisionamiento.

Dentro de este ámbito militarizado poco a poco debieron irse introduciendolos negotiatores privados. El tráfico de suministros para el ejército desde el estey mediodía peninsulares debió constituir un importante estímulo para el

desarrollo de un incipiente comercio hacia las regiones periféricas del nortepeninsular, tal y como demuestran testimonios arqueológicos como las lucernas(Morillo, 1999: 324-325).

2. Periodo tardoaugusteo y tiberiano (10/15-37 d. C.)

Algunos de los recipientes constatados en el momento anterior continúanapareciendo junto a otras formas nuevas. Esta fase se caracteriza desde el puntode vista de la procedencia de los materiales por el incremento paulatino de lasproducciones de origen galo, que a comienzos del reinado de Claudio handesplazado casi por completo a las importaciones itálicas. Un fenómenosorprendente, que no podemos dejar de señalar, es que las incipientesproducciones de terra sigillata local de tradición itálica surgidas al calor delos establecimientos militares de Herrera y León cesan bruscamente a comienzosdel reinado de Tiberio, cierre que parece debido a una decisión de laadministración militar en este sentido, por razones que por el momento nopodemos comprender. Por otra parte, el cese de la actividad de las officinaecerámicas militares no es completo y parece afectar sólo a la fabricación deterra sigillata local de tradición itálica, mientras otras producciones como laslucernas, se mantienen (Pérez González, 1989: 214; Morillo, 1999: 63-66 y323-324.; Morillo-García Marcos, 2001: 155).

Posiblemente este suceso se encuentre relacionado con las modificacionesde la estrategia militar aplicada por el Estado romano en la península ibéricaen un momento tardoaugusteo-tiberiano temprano. Dichas transformacionesse manifiestan en la profunda remodelación sufrida en este momento porlos campamentos de la legio IIII Macedonica en Herrera (Pérez González,1996: 91) y de la legio VI victrix en León (García Marcos, 2002: e. p.). Tantoen uno como en otro caso, se observa la sustitución de estructuras constructivasmás frágiles y perecederas por otras más sólidas, hecho que debemos interpretarcomo un interés por consolidar dichos recintos militares, fenómeno que coincidecronológicamente con la estabilización de la frontera septentrional y laconfiguración definitiva del limes renano-danubiano (Morillo, 2002: e. p.).Pero no sólo los campamentos de León y Herrera se verán afectados. Una delas consecuencias más visibles de los cambios en la política militar hispana esel abandono del acantonamiento de Astorga por parte de la legio X gemina,que se traslada a un nuevo emplazamiento en Rosinos de Vidriales en tornoal 15/20 d. C. (Morillo, 1999: 335). Sobre el lugar de su antiguo campamentose fundará la ciudad de Asturica Augusta, capital del conventus Asturum,primer núcleo civil de importancia en la región septentrional de Hispania, ycentro rector de la minera del oro regional.

El horizonte cerámico de la capital astur durante este periodo presentarasgos bastante distintos a los otros tres campamentos, en los que el papeldel ejército sigue siendo preponderante. Durante los años finales del reinadode Augusto y a lo largo del de su sucesor Tiberio, las manufacturas itálicassiguen monopolizando las importaciones, siendo durante la etapa claudiacuando definitivamente se verán desplazadas por las producciones del sur dela Galia. Por lo que se refiere a la TSI, esta fase, caracterizada por el desarrollode las decoraciones aplicadas además de por la aparición de las marcas inplanta pedis, esta definida por la presencia de los últimos estadios morfológicosde ciertos vasos como la copa de forma 22, que dará paso a la 23, ya plenamentetiberiana, y el plato de la forma 18, que paulatinamente derivará en la forma20. El primero centra su producción entre los años finales de Augusto y el 30

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II. PRODUCCIÓN, CIRCULACIÓN Y CONSUMO126

{6} Sobre los morteros hispanos con marca de ceramista v. Pérez González y C. Fernández Ibáñez, 1989 y Alcorta, 1995 y 2001).

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d. C., mientras que el segundo se generaliza en los años centrales del siglo I,llegando alcanzar incluso sus postrimerías (Ettlinger et alii, 1990: 86) Tambiénse atestiguan platos de la forma 217.

Los fragmentos de plato de la forma 4 recuperados muestran ya perfilespropios del periodo tardoaugusteo –variante 4.5– y, sobre todo, de épocatiberiana –variantes 4.6 y 4.7–. Un fenómeno similar se detecta en el caso dela forma 31, que frecuentemente presenta decoración burilada en el cuarto decírculo superior, producida en Pisa y los talleres campanos (Ettlinger, 1990:106). Los recipientes de las formas 32.1, 32.4, 34.1, 36.3 y 37.1,cuantitativamente menos abundantes, no ofrecen tampoco problemas para sudatación en época tiberiana.

Las marcas de ceramistas indican que Arezzo sigue siendo el centroproductor mejor representado, junto a porcentajes menores de otrasprocedencias.

Asistimos durante este momento a la llegada de los primeros recipientesde terra sigillata gálica, tanto formas lisas como decoradas, concretamentesus variantes más antiguas como las formas Drag. 18/31, Drag. 24/25 o Drag29, que comienzan a popularizarse a partir del 20 d. C. (Oswald & Pryce, 1966:passim). Asimismo encontramos algunos recipientes más tardíos, como laforma Drag. 27, datada entre los reinados de Claudio y Nerón (Oswald & Pryce,1966: 186-187). La mayoría de las piezas de vajilla de origen gálico halladasen Asturica proceden de los alfares de La Graufesenque, constatándoseproducciones de alfareros que trabajan en este periodo como Iucundus.

Las presencia de lucernas en el registro arqueológico de este periodomanifiesta también notables cambios respecto a las décadas anteriores.Continúan apareciendo lucernas de las variedades morfológicas Loeshcke Iay Loeschcke III. Pero junto a ellos aparece también la Loeschcke Ib, surgidaen época tiberiana, posiblemente en los años centrales del reinado de esteemperador, prolongándose su uso a lo largo del gobierno de Claudio (Loeschcke,1919: 26-27; Morillo, 1999: 76-77). La procedencia de estos ejemplares siguesiendo itálica en su mayor parte.

Sin embargo, uno de los aspectos más llamativos desde el punto de vistalucernario es, junto a las importaciones itálicas, la presencia de lucernasderivadas del tipo Dressel 3 o “tipo Andújar”. La fabricación de este tipo arrancaprecisamente del reinado de Tiberio, prolongándose durante el gobierno deClaudio (López Rodríguez, 1982: 382; Roca, 1980: 239; Roca, 1990: 394;Morillo, 1999: 100). Desde el punto de vista cronológico, la llegada de laslucernas derivadas de Dressel 3, también conocidas como “tipo Andújar”, aeste territorio coincide asimismo con el momento en que deben cesar lasimportaciones de aceite itálico y aparecen los escasos restos de ánforas béticasdel tipo Dressel 20.

La dispersión de las lucernas derivadas de Dressel 3 confirma la localizaciónde sus centros productivos en el área meridional hispana, concentrándoseprincipalmente en el valle del Guadalquivir y sus afluentes (López Rodríguez,1982: 379-390; Moreno Jiménez, 1991: tipos 40-44). Sotomayor identificó untaller de lucernas de este tipo en Andújar (Sotomayor et alii, 1976: 111-147;Sotomayor et alii,1981: 307-316), taller al que se han añadido en época recienteotros en Córdoba (Amaré, 1988/89: 103-115; Bernal, 1993: 207-220) y Mérida(Rodríguez Martín, 1996: 143-144). Sin embargo, uno de los aspectos másllamativos de este tipo de lucernas es su significativa presencia al norte de SierraMorena, en contraposición a los recipientes de terra sigillata fabricadosasimismo en los alfares meridionales, que no traspasan este accidente geográfico.En la región septentrional de la Península las lucernas de tipo Andújar se

concentran en las ciudades y campamentos más importantes, principalmenteAstorga y León, o aparecen aisladas en lugares ubicados junto a las principalesvías de comunicación norte-sur, principalmente la llamada vía de la Plata,que enlaza Emerita Augusta con Asturica, penetrando incluso hasta la AsturiaTransmontana (Morillo, 1999: 100-104). A nuestro juicio, esta peculiar difusiónde los ejemplares “tipo Andújar” obedece a un comercio sui generis, en el cualla lucerna no constituye el objeto primordial, sino una mercancía secundariaque acompaña a los cargamentos de aceite bético hacia los principalesasentamientos del norte peninsular, localizados principalmente en el conventusAsturum. Los elevados costes del transporte de lucernas por vía terrestre severían de esta manera enjugados dentro de la distribución olearia. Laproximidad de buena parte de los hallazgos a la Vía de la Plata podrían apuntarhacia este camino natural como la principal ruta de comercialización de ambosproductos (Morillo, 1999: 325; Morillo, 2001: 630-631).

Dichas lucernas deben encontrarse indefectiblemente unidas al comerciode aceite bético, que traslada dicha sustancia desde la Bética o desde algúnpunto intermedio hasta la región septentrional de la Península. Este lugarintermedio bien pudo ser Emerita Augusta, capital de la Lusitania y centrode redistribución y comercialización regional de bienes de consumo y productosmanufacturados. Los negotiatores o mercatores, bien por propia iniciativapara vender su producción en Asturica, bien encargados por los responsablesdel avituallamiento de las tropas militares aún estacionadas en la región,pudieron acudir a Emerita para surtir a los consumidores septentrionales deaceite bético, sin tener que recurrir directamente a las regiones productoras.Las lucernas derivadas del tipo Dressel 3 pudieron constituir un complementode valor añadido bastante rentable al comercio de aceite hacia el norte (Morillo,2001: 630-631). Posiblemente los ejemplares hallados en los yacimientosseptentrionales fueron fabricados también en la propia capital lusitana, tal ycomo apuntan los análisis arqueométricos practicados sobre las piezas de León,Astorga y Herrera de Pisuerga (García Giménez et alii, 1999: passim). Laslucernas “tipo Andújar” dominan casi por completo los mercadosseptentrionales hasta época de Vespasiano.

La cerámica de paredes finas está representada en este horizonteprincipalmente por cuencos hemiesféricos de la forma Mayet XXXV. Estosrecipientes van desplazando paulatinamente a los ejemplares de la forma MayetXXXIII. Se siguen documentando ejemplares de tipos como el Mayet Vb, IX,XIV y XXXIII, que ya existían en la fase anterior, junto con otros nuevos comola Marabini XLIV y LVIII.

La multiplicidad de centros productores de recipientes de paredes finas apartir de este momento (Italia, sur de la Galia, sur de España) hace muy difícilpronunciarse sobre la procedencia concreta de los ejemplares, pero no cabeduda de que algunos vasos siguen llegando de los centros productores centroy norte itálicos. Otros, como los de la forma Mayet Vb, proceden posiblementedel taller de Lyon, cuyas producciones se han identificado recientemente (Desbatet alii, 1996). Por otra parte, hacia el final de este periodo deben comenzar allegar los primeros recipientes béticos de la forma Mayet XXXIV y tal vez vasosde alfares del Valle del Ebro como el de La Maja, tal y como sucede en el vecinoasentamiento de Herrera de Pisuerga (Reinoso, 2002: e. p.).

La cerámica común presenta un repertorio formal muy variado. Uno delos grupos más numerosos de este momento es el de las jarras, que presentanuna enorme variedad tipológica. Se documentan tanto las de boca trilobuladacomo las de asa y boca estrecha. Aparecen numerosos platos de engobe interiorrojo pompeyano, algunos de ellos sin duda importados de Italia. Al igual que

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UNIDAD Y DIVERSIDAD EN EL ARCO ATLÁNTICO EN ÉPOCA ROMANA 127

{7} v. el trabajo de V. García Marcos en este mismo volumen.

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aquellos, los morteros también parecen ser de origen itálico (Dramont 1 y2), si bien comenzamos a conocer algunas imitaciones locales de muy bajacalidad. Las ollas se encuentran también muy bien representadas, al igual quelas tapaderas y los morteros. No obstante, la descentralización productivacreciente hace que, salvo en casos concretos como los que hemos señalado, seamuy difícil determinar el alfar o la zona de procedencia de los recipientes.

Por lo que se refiere a las ánforas, siguen apareciendo algunos envasesvinarios itálicos (tipo Dressel 2-4) pero, junto a ellos, comienzan a introducirserecipientes para caldos de la costa catalana (Pascual 1), la Bética, elMediterráneo Oriental, Rodas y la Galia. Contamos también con contadosejemplares de envases olearios de la forma Dressel 20 y algunas ánforas desalazones de procedencia bética (Dressel 7-11, Beltrán IIa), además de ánforaspara olivas (Haltern 70)8. Resulta digno de mención el hallazgo en Astorga deun ánfora de la forma Richborough 527, fabricada con toda seguridad enlas islas Lípari (Italia), que se ha identificado recientemente con un contenedorde alum (alumbre), sustancia empleada para fijar tintes (Carreras, 1996: 207).

Desde el punto de vista de la procedencia de los recipientes cerámicos, elperiodo iniciado a finales del reinado de Augusto y que se prolonga a lo largodel de su sucesor, coincidente con la fundación de la ciudad de Asturica, se vaa caracterizar por el mantenimiento de las importaciones itálicas, que llegana tanto a través de la red de suministros militares creada en el periodo anterior,como a través de las redes de comercio surgidas al calor del avance del procesode implantación romana en los territorios septentrionales, dentro de las cualesAsturica se va a convertir rápidamente en un centro regional para laredistribución de productos. Junto a las producciones itálicas se van abriendocamino desde mediados del reinado de Tiberio fabricaciones de origen galo(TSG) o hispano (ánforas, lucernas), que en un primer momento parecenllegar acompañando artículos de primera necesidad como vino o aceite. Juntoa la ruta procedente de los puertos mediterráneos a través del valle del Ebro,va tomando cada vez más entidad la ruta que asciende hacia el norte procedentede Emerita, siguiendo el trazado de la llamada vía de la Plata (Amaré, 1992:102-103), o las rutas más antiguas que penetraban en la Lusitania septentrional.

3. Periodo claudio y neroniano temprano (37-60 d. C.)

No resulta fácil establecer el momento de arranque de este tercer horizontejulio-claudio, ya que corresponde a la consolidación de tendencias de épocaanterior. Se caracteriza principalmente por la práctica desaparición de lasimportaciones itálicas, desbancadas por completo dentro de los circuitoscomerciales hispanos por las manufacturas gálicas de terra sigillata, y por lasprimeras producciones hispanas precoces de terra sigillata, así como lucernas,paredes finas y cerámica común de talleres locales o regionales. La liberalizaciónde los talleres en época de Tiberio-Claudio va a llevar a la proliferación depequeños talleres locales y a la consiguiente descentralización productivaregional para abaratar costes de producción y transporte.

En los horizontes arqueológicos de este periodo, los recipientes de terrasigillata sudgálica sustituyen completamente a las importaciones de TSI.Formas lisas y decoradas a molde (Drag. 15/17, 18/31, Drag. 24/25, Drag. 27o Drag 29), firmadas por alfareros como Iucundus, Secundus, Castus,

Surdinus, Crestius o Vitalis, abundan en las estratigrafías correspondientes alas décadas centrales del siglo I d. C. (Astures, 1995: 278-279). Los rasgosmorfológicos y ornamentales de dichas piezas permiten encuadrarlos dentrodel denominado por Hermet “Periodo de esplendor”, que corresponde en elcentro productor de La Graufesenque a los reinados de Claudio y Nerón (Hermet,1934: 184). Junto a las piezas de vajilla, también aparecen otros recipientes deuso cotidiano, como los tinteros (Hermet 8/Ritt. 13). Entre los vasos de TSGdestaca la llamada marmorata, documentándose formas Drag. 27, Drag.18 y Drag. 29. Junto a las importaciones procedentes del centro ruteno de LaGraufesenque, llegadas a través de los puertos mediterráneos, aparecen lasprimeras producciones de Montans. La abundancia de recipientes de este alfaral norte de la Cordillera, que corresponde a su difusión eminentementecantábrica (Fernández Ochoa & Morillo, 1994: 184-185), nos lleva a plantearnosla posibilidades de que por primera vez alcancen la capital astur recipientesprocedentes de los territorios transmontanos.

Durante este periodo se documentan asimismo las primeras produccionesde terra sigillata hispánica del valle del Ebro, concretamente las de los llamadosalfareros precoces como M.C.R, Asiaticus, Maternus y Ullo, que trabajan sobreformas tomadas del repertorio formal de la TSG.

Por lo que respecta a los recipientes para iluminación, las décadas centralesdel siglo I d. C. están presididas por las formas Loeschcke Ib, Loeschcke III yLoeschcke IV, así como las derivadas de Dressel 3. Si, como ya hemos apuntado,este último tipo es de fabricación hispana, resulta más difícil pronunciarsesobre la procedencia de las lucernas de otros tipos, entre las que se encuentranejemplares itálicos de gran calidad.

Durante este periodo cesan casi por completo las importaciones derecipientes itálicos de paredes finas. Sin embargo se siguen documentando lostipos Mayet VIIIc, XII y XXXV, y Marabini XLIV, algunos de ellos sin dudafabricados en talleres itálicos. Pero en las décadas centrales de este siglo lasproducciones hispánicas se imponen claramente respecto a las itálicas. Sedocumentan de forma esporádica los tipos Mayet XVIII o López Mullor LIV,fabricados en la costa catalana. Sin embargo, los ejemplares más numerosospertenecen a los tipos Mayet XXXIV y XXXV. Los recipientes de estas formaspresentan decoración arenosa en la pared exterior o bien tanto en el exteriorcomo en el interior. En ambos casos su procedencia parece ser bética. Mayetestableció la hipótesis de un origen en la costa gaditana para la forma MayetXXXIV o “cáscara de huevo” y el valle del Guadalquivir para las formas XXXV-XLI a partir de los mapas de difusión de ejemplares (Mayet, 1975: 148-150).

Al igual que la cerámica de paredes finas, la cerámica común manifiestauna marcada tendencia hacia la regionalización productiva y comercial. Tansólo algunos platos con engobe interior rojo pompeyano de excepcional calidad,permiten hablar de importaciones itálicas.

Los materiales anfóricos hallados en las excavaciones de los contextosmilitares de León y Rosinos de Vidriales, tampoco permiten constatarimportaciones itálicas en este momento. Se han identificado ejemplares dela forma Dressel 2-4 del Mediterráneo Oriental, y Haltern 70 y Dressel 20 béticas,además de algunos envases fabricados en la costa catalana (Dressel 2-4 yPascual 1).

Asturica se configura a partir de este momento como el gran centrocomercial del Noroeste peninsular, a partir de la consolidación de rutas ya

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II. PRODUCCIÓN, CIRCULACIÓN Y CONSUMO128

{8} En otros trabajos ya nos hemos ocupado de la problemática que presenta la ausencia de ánforas olearias en los yacimientos militares y civiles del norte de la Península, dondepor otra parte abundan los recipientes lucernarios, hecho que confirma el empleo de aceite. La única explicación posible se encuentra, a nuestro juicio, en el empleo de recipientesalternativos de carácter perecedero, más adecuados para el transporte de aceite por vía terrestre. Nos referimos, claro está, a los odres o pellejos (cullae). V. Morillo, 1999: 326 yMorillo, 2001: passim).

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abiertas por el ejército, rutas que confluyen en la capital del conventus yque se convierten en los ejes fundamentales de vertebración del territorio. Esteproceso cristaliza definitivamente durante la época flavia. La descentralizaciónproductiva y el desarrollo de la red de comunicaciones regionales multiplicalos testimonios cerámicos de todo tipo y procedencia.

4. Periodo neroniano tardío y flavio (60/98 d. C.)

A diferencia de los horizontes arqueológicos correspondientes al periodoaugusteo y julioclaudio, el panorama estratigráfico que se extiende entre losúltimos años del reinado de Nerón y las décadas centrales del siglo III d. C.resulta mucho más confuso. Por una parte, los niveles arqueológicoscorrespondientes a dicho periodo, coincidentes con los momentos másflorecientes de vida de la ciudad, han sido sistemáticamente desmontadosdurante la el periodo romano tardío, de tal manera que los materiales son muyabundantes pero proceden en su mayor parte de escombreras. Apenas se handocumentado materiales en su correcta posición estratigráfica. Por otra parte,el estado actual del conocimiento científico sobre los materiales cerámicos delos siglos II y III, especialmente de la terra sigillata hispánica (TSH), nopermite establecer márgenes temporales ajustados. Además, los materialesasturicenses de este periodo, a excepción de las lucernas, se encuentran todavíaen proceso de estudio.

Sin embargo, a pesar de estas limitaciones, es posible definir algunos rasgosbásicos de los horizontes arqueológicos asturicenses de este periodo, quepresentan una gran identidad con los de otros asentamientos romanosregionales, como Rosinos de Vidriales (Romero & Carretero, 1997; Carretero,2000: passim), o Huerña (Domergue & Martín, 1977).

El periodo neroniano tardío y flavio se caracteriza, desde el punto de vistadel patrón material cerámico, por la presencia mayoritaria de TSH. Lasproducciones hispánicas, que irrumpen con fuerza durante el reinado de Nerón,compiten favorablemente con los recipientes de TSG, que entra en franca recesión.En este sentido Asturica reproduce la evolución constatada en otros yacimientos.Ya en este periodo se verifica la presencia de una elevada cantidad de formasde TSH, tanto lisas como decoradas. De las primeras se encuentran presentestodas aquellas que marcan el comienzo de la producción, directamente inspiradasen el repertorio de la TSG (Ritt. 8, Hisp. 15/17, Hisp. 27, Hisp. 24/25) además dealgunas más avanzadas, propias de la época flavia (Hisp. 35 y 36, Hisp. 2, Hisp.4 e Hisp. 7) (v. Burón, 1997: 68-69). Por lo que se refiere a las decoradas, destacala Hisp. 29, Hisp. 30 y comienza a aparecer la Hisp. 37. En el terreno ornamentallos temas de imitación van siendo sustituidos por los estilos metopados, a vecescon grandes punzones9. Se documentan asimismo la cantimplora de la formaHisp. 13. Los alfares riojanos parecen ser los abastecedores casi en exclusiva dela capital astur. Los talleres de Tritium Magallum (Tricio, Arenzana, Bezares oLa Cereceda) ejercen casi un monopolio comercial.

Junto a los recipientes de TSH, siguen apareciendo algunas produccionesde TSG de la Graufesenque y Montans, de formas Drag. 37 o Dechélette 67, quevan rarificándose hasta desaparecer por completo durante la época flavia.

El predominio de la TSH se ve acompañado por la práctica desapariciónde las producciones cerámicas extrapeninsulares en estos contextosarqueológicos.

Las lucernas se encuentran caracterizadas por ejemplares de volutas deltipo Loeschcke IV, que constituyen una mayoría abrumadora en los horizontes

correspondientes a la segunda mitad del siglo I d. C. (Morillo, 1999: 87-92).Junto a este tipo contamos con porcentajes menores de las formas LoeschckeIc, Dressel 18, Dressel 19, Dressel 20, así como el primer tipo de lucernas decanal, Loeschcke IX (Morillo, 1999: passim). Es difícil pronunciarse sobre laprocedencia de estas piezas, entre las que encontramos ejemplares itálicos,béticos, lusitanos, y tal vez, de producción local o regional.

La cerámica de paredes finas está representada exclusivamente por lasproducciones del alfar zamorano de Melgar de Tera, situado en las cercaníasdel campamento de Rosinos de Vidriales, cuya producción arranca de los últimosaños del reinado de Nerón y los comienzos del período flavio (Gimeno, 1990Lion, 1997; Carretero, 2000). Dichos recientes, que adoptan casi siempre lasformas Gimeno I y Gimeno II, y que presentan una característica decoraciónburilada y a la barbotina, monopolizan el mercado regional a partir del reinadode Vespasiano, haciendo desaparecer prácticamente las importaciones foráneas.Junto a las producciones de Melgar se documentan otros talleres del valle delEbro y posiblemente producciones emeritenses.

La cerámica común ofrece perfiles variados: morteros, ánforas, ollas,tapaderas, jarras y platos. Ignoramos de que centro o centros productoresproceden los recipientes. Algunos de ellos pudieron ser fabricados en el alfarde Melgar de Tera, pero posiblemente existen recipientes fabricados en otrostalleres locales o regionales, sin que por el momento sea posible establecer laprocedencia de cada uno debido a la intensa descentralización productiva.Resulta muy probable la existencia de producciones de cerámica común en lapropia Asturica (Burón et alii, 1997: 326-327). En un taller regional, tal vezubicado en capital astur, se fabrican varias piezas de pasta blanca y decoracióna molde recientemente descrita, que se difunde a lo largo de la vía de la Plata(Amaré et alii, 1997: passim). Algunos ejemplares, como los morteros, puedenproceder de Italia.

Por lo que se refiere al material anfórico de este periodo, se detecta unagran variedad de formas y procedencias. Nos encontramos algunos ejemplaresde ánforas béticas para aceite (Dressel 20), envases para salazones también deprocedencia hispana meridional (Dressel 7-11, Beltrán II) y ánforas vinariasdel tipo Dressel 2-4 llegadas del Mediterráneo Oriental o la costa catalana(Carreras, 2002: e. p.).

Desde mediados del siglo I d. C., Astorga se configura como el gran centroredistribuidor de todo el comercio del Noroeste. En la capital astur confluyendos de las principales rutas de la Hispania romana. Una de ellas procede deTarraco y, pasando por la importante ciudad de Caesaraugusta y remontandoel Ebro, corre a través de La Rioja y atraviesa la Meseta Norte al pie de laCordillera Cantábrica; la otra comienza en la capital de la Lusitania, cruzandode sur a norte el occidente de la Meseta, la llamada vía de la Plata. Además,Asturica constituye el punto de partida y de llegada de las rutas que atraviesanlos puertos cantábricos en dirección al sector central de la costa asturiana, asícomo de las tres vías que interrelacionan las tierras galaicas con la Meseta. Através de este complejo entramado viario alcanzan la capital astur productosde todo tipo y procedencia: ánforas, destinadas al transporte de vino, aceite ysalazones, cerámicas finas, como la TSG del centro alfarero de La Graufesenque,TSH (terra sigillata hispánica) fabricada en los alfares riojanos, cerámica deparedes finas emeritenses y del alfar astur de Melgar de Tera (Zamora), lucernasitálicas, norteafricanas e hispanas, vidrio, etc. (Fernández Ochoa & Morillo,1999: 95-96).

Desde Astorga estos productos se difunden por el territorio astur, tantoal norte como al sur de la Cordillera. Durante la segunda mitad del siglo I

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UNIDAD Y DIVERSIDAD EN EL ARCO ATLÁNTICO EN ÉPOCA ROMANA 129

{9} Sobre la cronología de las formas de TSH, el trabajo más completo, cuya referencia sigue siendo imprescindible es Romero Carnicero, 1985.

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d. C. asistimos a una multiplicación de hallazgos de carácter material,presidida por la TSH como material-guía, que definen los horizontes deocupación de la mayoría de los núcleos semiurbanos y rurales de estemomento. Recientemente hemos denominado a este proceso histórico la“homogeneización del registro arqueológico regional” (Fernández Ochoa &Morillo, 1994: 186), que pone de manifiesto la entrada definitiva del territorioastur, tanto de la Meseta como de la franja cantábrica, dentro de los parámetroscomerciales propios del mundo romano.

5. Siglo II y primera mitad del siglo III

Este periodo, que corresponde al momento más próspero para la capitaldel conventus Asturum, supone la continuación de las tendencias ya apuntadasdurante el periodo tardoneroniano-flavio. La koine comercial de aquellafase se mantiene, en términos generales, durante el siglo II y las primerasdécadas de la tercera centuria. Sin embargo, a medida que avanzamos en eltiempo, se observa como, junto a las producciones cerámicas importadas desdeotras regiones del Imperio o, principalmente, desde la misma Hispania, sedesarrollan producciones locales. Este fenómeno de imitación no se verificaen el caso de la terra sigillata hispánica. Los recipientes fabricados en losalfares riojanos siguen copando el mercado regional de cerámicas finas. Perola tendencia al autoabastecimiento y a la descentralización productiva deespecies cerámicas queda perfectamente ejemplificada con el desarrollo de unaalfarería destinada a elaborar cerámica de paredes finas en Melgar de Tera(Zamora) o las imitaciones lucernarias surgidas en Astorga (Amaré & GarcíaMarcos, 1994; Morillo, 1999: 138-139 y 325-326). El deseo de abaratar costes,así como cubrir las necesidades de una demanda creciente justifican estecomportamiento, por otra parte común a todas las regiones del Imperio, quesupone sacrificar la calidad de muchas producciones a cambio de una mayordifusión y popularidad.

El horizonte arqueológico de este largo periodo sigue presidido, desdeun punto de vista cerámico, por las importaciones de TSH de los alfares riojanos.Se introducen en el repertorio formas nuevas como la Hisp. 44 lisa y alcanzansu pleno desarrollo otras que ya habían surgido en la etapa anterior dentro delrepertorio hispánico como la Hisp. 46 lisa o la Hisp. 39, Hisp. 49, Ritt. 8, Hisp.15/17, Hisp. 27, Hisp. 33, Hisp. 10 y, sobre todo, la Hisp. 37, con su característicadecoración a molde. Durante algún tiempo aún perduran los estilos metopados,pero van siendo paulatinamente sustituidos por los de círculos. Hacia mediadosdel siglo II d. C. nos encontramos ante una producción estancada, que va arepetir de forma reiterativa modelos anteriores, en medio de un deterioro técnicoy decorativo y el práctico monopolio de la forma Hisp. 37 (Romero, 1998: 26).

Las formas lucernarias más habituales durante este periodo son la Dressel20, Loeschcke X, Dressel 28 y las lucernas derivadas de disco, junto a las queconviven otros tipos minoritarios. A medida que avanza el siglo II, observamoscomo las piezas importadas del norte de Italia, el Africa Proconsular e inclusola Mauritania Tingitana, que puntualmente adoptan una excepcional calidad,van siendo sustituidas por producciones locales o regionales de tipos idénticos.Del valle del Ebro proceden contados ejemplares de lucernas de canal deltipo Loeschcke X fabricadas en terra sigillata hispánica altoimperial. Elconuentus Bracarensis, posiblemente la propia capital, proporciona algunaspiezas pertenecientes a las variantes de canal y de disco, entre las que destacanlas producciones de L. Munatius Threptus y Lucretius (Morillo, 1999: passim).

La demanda generada por la ciudad, así como el menor coste que implicala fabricación in situ incentivan el surgimiento de producciones lucernariaslocales. El hallazgo de un excepcional conjunto de moldes y de varias piezasfabricadas mediante dichos moldes ha permitido identificar sin ninguna dudala existencia de un pequeño taller local dedicado a la elaboración de piezas dela forma Loeschcke X durante el siglo II d. C. (Amaré & García Marcos, 1994;Morillo, 1999: 138 y 596-597). El nombre de su propietario o gestor, Virillivs,se conoce gracias a las firmas que aparecen en la base de las lucernas. Losobjetivos de dicho taller debieron centrarse en el autoabastecimiento local,aunque sus producciones alcanzan Rosinos de Vidriales (Romero Carnicero& Carretero, 1997: 60) y, tal vez, León (Morillo, 1999: 138).

Más problemática resulta la existencia de producciones locales de lucernasderivadas de disco en la capital asturicense. Sin embargo, aunque en este casono hemos hallado resto alguno de la infraestructura productiva, la abundanciade lucernas de este tipo y su baja calidad parecen descartar una importaciónde dichas piezas desde algún taller lejano, avalando su elaboración local(Morillo, 1999: 125-127).

El mismo proceso de descentralización productiva que registran lasproducciones lucernarias afecta asimismo a otro tipo de recipientes cerámicos,tales como la cerámica de paredes finas y la cerámica común. Por lo que serefiere a la primera de ellas, los vasos fabricados en el alfar de Melgar de Terasiguen dominando el mercado regional. Dichas producciones se difundenpreferentemente hacia asentamientos del conventus Asturum (Carretero,2000: fig. 277), aunque también alcanzan asentamientos galaicos como laLucus Augusti (Alcorta, 1994: 208-212 y 218-220) o el Chao Samartín(Fernández Ochoa, 1983: 222), e incluso se documentan en Conimbriga(Alarc„o, 1975: 80-92, lám. 23-29). Como es bien sabido, dentro de losrecipientes cerámicos fabricados en dicho taller son muy características lasrepresentaciones aplicadas de rostros humanos barbados más o menosestilizados y realizadas a la barbotina. Braithwaite ha señalado recientementela estrecha asociación de las representaciones iconográficas de este tipo conlas áreas militarizadas del norte europeo (Braithwaite, 1984: 99-100), aspectoque se verifica asimismo para el caso de Melgar, situado a escasa distancia delcampamento del ala II Flavia en Rosinos de Vidriales (Carretero, 2000: 536-540). Su difusión hacia un ámbito militarizado, nos lleva a plantearnos si laexpansión de recipientes del taller de Melgar obedece a un gusto militarespecífico por este tipo de representaciones o tan sólo a las circunstancias deltráfico comercial regional que cristaliza desde mediados del siglo I d. C., dentrodel cual los recipientes del alfar de Melgar buscarían aquellos mercados másatrayentes situados a una distancia razonable para rentabilizar la inversiónproductiva. De cualquier manera, teniendo en cuenta la extraordinariaabundancia de este tipo de vasos en los yacimientos de Legio y Asturica10 nodebemos descartar que dichos centros hayan desarrollado produccionescerámicas del mismo tipo que las de Melgar, si bien por el momento carecemosde evidencias sobre esta posibilidad (Amaré et alii, 2000/01: 165).

Por lo que se refiere a las cerámicas comunes, encontramos un repertorioformal amplio y variado, donde se encuentran presentes recipientes de todotipo y finalidad. Al igual que en Lucus (Alcorta, 2001: passim), el mercado seencuentra dominado por las producciones locales, que están en fase deidentificación (Burón et alii, 1997).

Las ánforas muestran la misma variedad que durante el periodo anterior,lo que avala un tráfico intenso de productos de primera necesidad, demandaque, a juzgar por la calidad de algunos productos, en ocasiones es muy exigente.

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II. PRODUCCIÓN, CIRCULACIÓN Y CONSUMO130

{10} Aunque el estudio sobre la cerámica de paredes finas de Astorga todavía está en fase de elaboración, se han dado a conocer algunas producciones de Melgar (v. Burón, 1997:68-69, fig. 38, nº 287 y 289; Suárez Vega, 1995: 280)

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Las ánforas vinarias hispanas (Dressel 2-4), campanas (ánfora “a bastone”),rodias y orientales (Agora G-199, Dresel 2-4) constituyen la inmensa mayoría.Junto a ellas destacan las salazones béticas (Dressel 7-11, Beltrán IIa y IIb)(Carreras, 2002: e. p.). Las ánforas aceiteras siguen siendo muy escasas, sinduda porque su papel lo suplen los odres para el transporte interior (Morillo,2001: 628-629).

6. Segunda mitad del siglo III y comienzos del IV d. C.

El panorama de la ciudad va a cambiar significativamente a partir delsiglo III. La región septentrional de la península ibérica se va a verprofundamente afectada por la crisis económica generalizada, que lleva consigoprofundas transformaciones. La drástica reducción de la documentaciónarqueológica durante este periodo ha sido interpretada como un colapso casitotal del tráfico comercial (Fernández Ochoa-Morillo, 1994: 188). Sin embargo,la dificultad de individualizar correctamente los registros estratigráficos delsiglo III, cuyo patrón material no se ha definido aún correctamente, complicasobremanera la interpretación de este periodo crítico. A excepción de lanumismática, que presenta el problema de sus largas perduraciones, losmateriales-guía imprescindibles para la reconstrucción histórica del siglo IIIaún están por definir. En concreto, a pesar de algunos meritorios intentos (PazPeralta, 1991; Tovar, 2000) todavía están en proceso de elaboración lassecuencias temporales de la producción de terra sigillata hispánica de esteperiodo.

Siempre partiendo del análisis del registro material, particular repercusiónparece tener en la región astur el cierre de las explotaciones auríferas estatales(Sánchez-Palencia, 1995: 148; Domergue, 1990: 221-223). Astorga sufre unahonda crisis, coincidente con el fin de las explotaciones auríferas. La vitalidadeconómica de la ciudad se detiene bruscamente hacia mediados del III, tal ycomo evidencia la brusca contracción del registro arqueológico. No obstante,en plena época tetrárquica se detecta un renovado interés por la ciudad, queculmina en la construcción de la muralla bajoimperial y una granremodelación urbanística (Fernández Ochoa & Morillo, 1999: 102-109).

El patrón material cerámico de este horizonte está compuestoprincipalmente por las producciones de terra sigillata hispánica, las llamadas“avanzadas”, “transicionales” o “intermedias” (Romero Carnicero, 1998:207), que también pueden denominarse simplemente “sigillata del siglo III”como ha propuesto recientemente Juan Tovar (Juan Tovar, 2000: 47). Sonformas en su mayoría lisas, platos (Hisp. 15/17, Hisp. 36, Hisp. 77), vasos (Hisp.46 e Hisp. 49), tapaderas (Hisp. 7) y jarras (Hisp. 12 e Hisp. 22). Se constatantambién algunas formas decoradas a molde como el cuenco Hisp. 37 (GarcíaMarcos et alii, 1997: 520). Dichos recipientes son importados de los talleresriojanos y de los nuevos centros de fabricación que empiezan a surgir al estede la Submeseta norte.

Los recipientes de sigillata están acompañados en los mismos niveles porlucernas derivadas de disco y de la forma Loeschcke X, fabricadas posiblementeen Astorga, cuya cronología se extiende entre el siglo II y los primeros añosdel IV (Morillo, 1999: 125-127 y 132-134), así como algunos ejemplares dela nueva forma Dressel-Lamboglia 30b, posiblemente importados de la Béticay documentados en niveles de la segunda mitad del siglo III (Morillo, 1999:123-125).

Mucho más difícil es establecer el resto de producciones cerámicas de estafase, que aún se encuentran en proceso de definición.

Aunque el autoabastecimiento parece ser la tónica general en este momentode recesión económica, la presencia de recipientes cerámicos procedentes de

la Bética y el área riojana-burgalesa confirma que las rutas comerciales delperiodo anterior, tanto la del valle del Ebro como vía de la Plata, siguen estandooperativas, si bien la cantidad de productos transportados parece ser muchomás reducida.

7. Siglo IV y primera mitad del V (320-459 d. C.)

El horizonte arqueológico correspondiente al periodo comprendido entreel 320 y los años centrales de la siguiente centuria esta definido por la presenciade recipientes de terra sigillata hispánica tardía (TSHT). El estudio de estematerial, actualmente en curso, es probable que pueda permitir en un futurodistinguir varias subfases dentro de este periodo, atendiendo a la evolucióndecorativa de la sigillata.

Entre las producciones lisas destaca la presencia de las formas lisas 8 (Palol10), 5 (Palol 8), 71 (Palol 2), Palol 3, 74 (Palol 4), 56 (Palol 14)correspondientes a platos, cuencos y jarras. Entre los recipientes decorados amolde sobresale la forma 37 tardía (García Marcos et alii, 1997: 520-524).Entre las producciones de TSHT ampliamente representadas destacan laslucernas (TSHT 50), primera producción lucernaria de gran entidad fabricadaen la región septentrional de la Península (López Rodríguez, 1982: 385),que acompaña a los recipientes anteriores en su traslado hacia Asturica. Sedocumenta asimismo la presencia de cerámica hispánica tardía gris y naranja(Paz Peralta, 2003: e. p.).

Este panorama nos permite apuntar que la mayor parte de los recipientescerámicos que circulan a través de las redes comerciales de distribución endirección a Astorga son de origen peninsular, procedentes de los alfares situadosen la zona burgalesa o riojana, donde se documentan los centros productores(López Rodríguez, 1985: 246; Paz Peralta, 1991: 47-50; Juan Tovar, 1997:550-553).

No obstante, el monopolio de las producciones hispánicas no evita lallegada de algún recipiente de procedencia africana o gálica. Entre las primerasse encuentran algunos ejemplares aislados de terra sigillata africana, entrelos que se encuentran lucernas de los tipos Hayes Ib y Hayes IIa (Morillo, 1999:148-152) entre otros recipientes como platos y fuentes de las formas Hayes 9a,59a, 99a o 103a, entre otras (Paz Peralta, 2003b: e. p.), presentes en toda laorla costera atlántica (Alonso & Fernández Ochoa, 1988: 369, fig. 14). Asimismoalcanzan la capital astur algunos ejemplares de terra sigillata gálica tardíadel círculo atlántico, muy abundante en la costa cantábrica pero ausente deGalicia (Uscatescu et alii, 1994: 224). Se ha documentado al menos la formaRigoir 1. Esta producción será objeto de imitación por parte de algunos tallereshispanos, todavía por identificar, cuyas producciones se evidencian tambiénen las estratigrafías asturicenses.

Posiblemente los recipientes norteafricanos importados lleguen a Astorgaa través de los puertos de escala enclavados en las costas gallegas o asturianas,desde donde se difunden hacia la Meseta. La presencia de algunas ánforasaceiteras béticas del tipo Dressel 23, así como un ánfora oriental del tipo LateRoman 1, confirma la vigencia de las rutas marítimas cantábricas.

Entre la cerámica común destacan los platos de imitación rojo pompeyano,jarras, cuencos, vasijas de almacenamiento, etc. La mayor parte de los recipientesparece ser de producción local a juzgar por sus características. Al igual quela terra sigillata de este momento, las cerámicas comunes se encuentran enestudio, lo que nos impide llegar a conclusiones más ajustadas como se hahecho en yacimientos próximos como Gijón (Fernández Ochoa, 1997: passim;Fernández Ochoa, 1997b: 451, nota 2). Entre las producciones de este periodomejor definidas recientemente se encuentran las llamadas ollas de borde plano

ASTURICA AUGUSTA COMO CENTRO DE PRODUCCIÓN Y CONSUMO CERÁMICO

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horizontal, destinadas al transporte de miel o salazones, cuya dispersión secentra en el valle del Ebro y costa cantábrica, a través de la cual pueden haberalcanzado la capital astur (Fernández Ochoa & Zarzalejos, 1999).

Los testimonios cerámicos documentados en las estratigrafías de Astorgaconfirman que durante el Bajo Imperio se mantiene en activo la amplia redviaria creada durante el Principado en el Noroeste peninsular, dentro de lacual el antiguo conventus Asturum estuvo perfectamente comunicado conel resto de Hispania. La actuación estatal se limito a potenciar algunoscaminos de particular interés dentro de la nueva estrategia imperial, endetrimento de otros. Resulta significativo que por primera vez las fuentesitinerarias integran la Asturia Transmontana dentro de las principales rutasde comunicación regionales. El Ravennate recoge la conexión entre AsturicaAugusta y Lucus Augusti a través de Lucus Asturum, este último en territoriotransmontano. Asimismo, menciona una ruta intitulada Augusta Bracaria-Ossaron, que bordearía el litoral atlántico y cantábrico hasta Ossaron (Irún)en el límite con la Aquitania. Ambas rutas citadas en el Anónimo de Ravennaconfirman el renovado valor rutero que adquiere el territorio transmontanode los astures y sus conexiones con la Meseta a través de Asturica, así comocon Bracara, la nueva capital provincial, posiblemente por razones deestrategia político-económica (Fernández Ochoa & Morillo, 1999: 104-108y 113).

A comienzos del siglo IV d. C. se aprecia un resurgimiento de la actividadcomercial, evidenciada principalmente por la ingente cantidad de TSHT quealcanza los núcleos urbanos y los establecimientos rurales regionales, entrelos que destaca Asturica. La mayor parte de los recipientes cerámicos quecirculan por las redes comerciales de distribución son de origen peninsular,fabricados en los alfares que proliferan en Los recipientes de TSHT llegan atodos los rincones del país astur, alcanzando en grandes cantidades las riberasdel Cantábrico.

Junto al tráfico comercial eminentemente terrestre, responsable de lallegada de una ingente cantidad de recipientes de TSHT desde la cuenca altadel Duero y en el valle del Ebro, debe mantenerse la ruta marítima delCantábrico, apoyada en la costa asturiana por el puerto romano de Gijón. Esteenclave ofrece la comunicación más directa con legio VII gemina y Asturica,núcleo este último que debía funcionar como importante centro de

redistribución y consumo. Dicha ruta no se abandona ni siquiera tras lasconvulsiones políticas provocadas por la ruptura de la frontera renana en el409. Los hallazgos arqueológicos confirman su vitalidad al menos hasta elsiglo VI (Fernández Ochoa & Morillo, 1994: 190).

Ambos ámbitos, el cantábrico y el meseteño, se encuentran perfectamenteinterconectados desde el punto de vista comercial a juzgar por los materialesevidenciados. Y precisamente es Asturica, la antigua capital astur, el centronodal de este esquema comercial, que debe mantenerse en pie incluso tras elhundimiento de la frontera septentrional del Imperio, perdurando al menoshasta mediados del siglo V d. C.

Tras un periodo inicial, correspondiente al establecimiento de uncampamento militar en el solar de Astorga, cuyas necesidades van a ser cubiertasgracias a la administración militar mediante importaciones itálicas, lafundación de la ciudad de Asturica Augusta, va a traer como consecuencia lacreación de un centro urbano de gran relevancia, auténtica capital regional.En pocas décadas se convierte en uno de los centros económicos más importantesdel noroeste hispano, polo comercial de redistribución de mercancías de muydiversas procedencias. Su destacado papel se basa, además del rango decapitalidad, que le dota de una población creciente y de una clientela foráneaque demanda productos de elevada calidad, en su posición geográfica, justoal borde de la Meseta y controlando las vías de comunicación hacia Galicia.En efecto, se convierte en el centro nodal de la red de comunicaciones del nortey noroeste de la Península, interconectando la vía de la Plata con la vía que,procedente del valle del Ebro, atraviesa la Meseta norte al pie de la CordilleraCantábrica. En Asturica confluyen además las rutas procedentes de Galicia yla Asturia Transmontana. Su importancia como centro comercial se verárefrendado por la presencia de productos de orígenes diversos, tanto hispanoscomo extrapeninsulares. El avance y consolidación del proceso de implantaciónromana en la región, convierte la capital astur en centro de redistribución yfabricación de recipientes cerámicos de todo tipo, demandados por unapoblación que ya ha asumido como propios los patrones culturales del mundomediterráneo. La pérdida de su importancia administrativa a partir del sigloIII no va a afectar este papel de cara al comercio regional, papel que seguirádesempeñando durante el periodo tardorromano.

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II. PRODUCCIÓN, CIRCULACIÓN Y CONSUMO132

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1. Planta hipotética de Asturica Augusta en la que se reflejan las construcciones más relevantes halladas hasta el momento(según V. García Marcos, J. M. Vidal y M. A. Sevillano)

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II. PRODUCCIÓN, CIRCULACIÓN Y CONSUMO134

2. Contexto arqueológico de carácter cerámico del periodo augusteo pleno y tardoaugusteo (20/15 a. C.-10/15 d. C.)

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3. Contexto arqueológico de carácter cerámico del periodo tardoaugusteo y tiberiano (10/15-37 d. C.)

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II. PRODUCCIÓN, CIRCULACIÓN Y CONSUMO136

4. Contexto arqueológico de carácter cerámico del periodo claudio y neroniano temprano (37-60 d. C.)

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5. Contexto arqueológico de carácter cerámico del periodo neroniano tardía y flavio (60-98 d. C.)

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II. PRODUCCIÓN, CIRCULACIÓN Y CONSUMO138

6. Contexto arqueológico de carácter cerámico del siglo II y la primera mitad del III d. C.

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UNIDAD Y DIVERSIDAD EN EL ARCO ATLÁNTICO EN ÉPOCA ROMANA 139

7. Contexto arqueológico de carácter cerámico de la segunda mitad del siglo III y comienzos del IV d. C.

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II. PRODUCCIÓN, CIRCULACIÓN Y CONSUMO140

8. Contexto arqueológico de carácter cerámico del siglo IV y la primera mitad del V (320-459 d. C.)

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ASTURICA AUGUSTA COMO CENTRO DE PRODUCCIÓN Y CONSUMO CERÁMICO

UNIDAD Y DIVERSIDAD EN EL ARCO ATLÁNTICO EN ÉPOCA ROMANA 143

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