Brasil y America Del Sur Miradas Cruzadas

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BRASIL Y AMRICA DEL SUR: MIRADAS CRUZADAS

Coleccin: El Estado de la Democracia en Amrica Latina Dirigida por Bernardo Sorj (Centro Edelstein de Pesquisas Sociais) y Sergio Fausto (Instituto Fernando Henrique Cardoso). Agradecemos el apoyo de la Fundacin Konrad Adenauer y el IDRC a la realizacin del proyecto de investigacin y publicacin del libro.

BERNARDO SORJ SERGIO FAUSTO(Compiladores)

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EL PAPEL DE BRASIL EN AMRICA DEL SUR: ESTRATEGIAS Y PERCEPCIONES MUTUASTodos los derechos reservados. Prohibida la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier procedimiento (ya sea grfico, electrnico, ptico, qumico, mecnico, fotocopia, etc.) y el almacenamiento o transmisin de sus contenidos en soportes magnticos, sonoros, visuales o de cualquier otro tipo sin permiso expreso del editor.

Bernardo Sorj y Sergio Fausto

Primera edicin argentina, 2011 Bernardo Sorj y Sergio Fausto (compiladores) Centro Edelstein de Pesquisas Sociais/Instituto Fernando Henrique Cardoso CATLOGOS S.R.L.Av. Independencia 1860 1225 Ciudad Autnoma de Buenos Aires, Argentina Telefax: 4381-5708 / 5878

IntroduccinEn este trabajo damos continuidad a un texto anterior sobre el impacto de las transformaciones geopolticas globales en Amrica del Sur, en el cual se argumentaba que la disminucin del peso relativo de los Estados Unidos en la regin y la ascensin de la importancia de los flujos comerciales y de inversiones con Asia en general y China en particular, estara redefiniendo el lugar y la visin estratgica de cada pas. En este documento avanzamos sobre el tema, focalizando el papel del Brasil en Amrica del Sur, un pas llamado, por su creciente peso econmico en la regin y en el mundo

Diseo de tapa: Alejandra Cortez Diagramacin: Mari Surez Queda hecho el depsito que marca la ley 11.723 Impreso en Argentina / Printed in Argentina

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y el vaco relativo dejado por la prdida de peso relativo de los Estados Unidos, a ejercer un papel de creciente liderazgo. Para comprender el lugar del Brasil en Amrica del Sur consideramos que era fundamental llevar en consideracin las percepciones y expectativas mutuas. Al igual que en el documento anterior, este texto sintetiza un conjunto de documentos producidos por especialistas1 discutidos en una reunin con un grupo de trabajo de intelectuales pblicos de la regin2. Muchos de los comentarios recibidos fueron integrados directamente en el texto y otros se encuentan encuadrados en el documento.3

El impulso integracionistaEn los ltimos diez aos, las relaciones de Brasil con los otros pases de Amrica del Sur han presentado dos caractersticas. Por un lado, se observa la atribucin de una impor-

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Los textos de los especialistas se encuentran disponibles en www.plataformademocratica.org. Fernando Henique Cardoso, ex-presidente del Brasil; Carlos de Mesa Gisbert, ex-presidente de Bolivia; Constanza Moreira, senadora de la Repblica Oriental del Uruguay; Edgardo Rivero Marn, ex-vice ministro de la Secretara General de Gobiernos de Chile; Fausto Alvarado, exministro de Justicia de Per; Ignacio Walker Prieto, senador y ex-ministro de Relaciones Internacionales de Chile; Jos Botafogo Gonalves, exministro de Industria, Comercio y Turismo del Brasil. Obviamente el contenido de este texto es responsabilidad nica de los autores.

tancia creciente a la regin en el discurso oficial y un conjunto de numerosas iniciativas puntuales del gobierno, algunas de gran expresin poltica, como la creacin de la Unin de las Naciones Sudamericanas. Por otro lado, se identifica un aumento de la presencia de empresas brasileas en los pases vecinos, junto con la intensificacin de los flujos comerciales (aunque en trminos relativos, se haya observado estabilidad). Tan destacada como esas dos caractersticas es la ausencia de una estrategia ms clara y ambiciosa de Brasil en relacin a su entorno geogrfico inmediato. La atribucin de un lugar central a la regin en la poltica externa brasilea es un fenmeno reciente. Spektor la ubica al final de los aos 90. El fenmeno tiene una marca de origen. Vale citar el autor: el concepto de Amrica del Sur tiene que ver menos con las ideas sobre gobernanza colectiva o sobre una supuesta identidad regional comn que con un clculo instrumental basado en consideraciones de autonoma y poder. En aquel momento, desde la ptica brasilea, la valorizacin de Amrica del Sur (como rea explcitamente diferenciada del resto de Amrica Latina, excluyendo Amrica Central y Mxico) contribua, principalmente, al objetivo de fortalecer la posicin del pas en el proceso de negociacin del rea de Libre Comercio de las Amricas (ALCA), en medio de dificultades crecientes de integracin en el mbito del Mercosur. Exista all la percepcin de que la integracin regional sera funcional para el desempeo de Brasil como player global y el pronstico de una cierta divisin de influencia del espacio geopoltico y econmico con Estados Unidos.

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Cabe recordar que, entonces, Estados Unidos estaba empeado en forjar el ALCA en el mismo modelo del NAFTA, acuerdo que a los ojos de Brasil redujo a Mxico a la condicin de apndice de la economa norteamericana. Bajo tal amenaza, el gobierno brasileo perciba en la integracin regional, y particularmente en el Mercosur, un sistema de proteccin y una plataforma para asegurar condiciones que le permitiesen a Brasil realizar sus potencialidades de global player. A partir de 2001, con el comienzo de la Ronda de Doha de la OMC, el proceso negociador del ALCA pas a transcurrir simultneamente con negociaciones multilaterales. En ese tablero, considerado ms favorable por la diplomacia brasilea para extraer mayores concesiones de los pases desarrollados en general y de Estados Unidos en particular, Brasil jugaba tambin con la pieza del liderazgo regional, aunque no exclusivamente. En relacin al ALCA, la estrategia elegida no fue la de negarse a la negociacin y denunciar los intentos supuestamente imperialistas por detrs de la iniciativa. Brasil se involucr en la negociacin y, al mismo tiempo, busc valerse de ella para movilizar a los pases de la regin en torno a los intereses brasileos. stos consistan, esencialmente, en la preservacin de dos activos percibidos como cruciales: la diversidad estructural de la economa brasilea y el espacio para el ejercicio de polticas de desarrollo (espacio que ya se encontraba limitado por los acuerdos de la Ronda Uruguay del GATT, recibidos por la OMC, pero que sera an ms restricto en el modelo del ALCA, si ste reflejase el modelo impreso por Estados Unidos al NAFTA).

De lo que fue dicho arriba, importa retener los siguientes puntos, relativos al cambio del rol atribuido a Amrica del Sur por la poltica externa brasilea al final de los 90. En primer lugar, el cambio sucedi, como percibe acertadamente Spektor, desde la evaluacin de que la integracin regional debera servir al objetivo prioritario de asegurar aumentos de poder y autonoma a Brasil en su estrategia ms amplia de insercin en la economa global y proyeccin en el sistema internacional. Por definicin, la estrategia de poder regional no podra, por lo tanto, implicar acuerdos que comprometiesen severamente el grado de autonoma deseado por la estrategia de poder global. En segundo lugar, ntese que la motivacin principal para el cambio fue de naturaleza econmica y tuvo un origen externo al espacio sudamericano. Fue el proceso extra-regional del ALCA, una iniciativa de Estados Unidos, que proporcion el surgimiento de la idea de Amrica del Sur en sustitucin de Amrica Latina como un principio orientador de la poltica externa brasilea. En tercer lugar, obsrvese que la estrategia se organizaba en funcin de las negociaciones simultneas en los tableros regional, hemisfrico y global. La existencia de procesos negociadores en curso en esos tres tableros obligaba a Brasil a definir una estrategia. Es claro que consideraciones de naturaleza poltica y dinmicas endgenas a la regin tambin estuvieron presentes en la valorizacin de Amrica del Sur. Pero no cabe ninguna duda que el vector principal del cambio fue de naturaleza econmica, y que ste fue generado de fuera para dentro y orientado para ms all del espacio sudamericano. Desde la pers-

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pectiva brasilea, importaba fortalecerse para que el Pas enfrentase con mayores chances de xito los procesos de integracin en el plano hemisfrico (ALCA) y global (en el mbito de OMC), que aparecan como ineludibles y exigentes.

El panorama actual: regionalismo pos-liberal y fragmentacin de las estrategias nacionalesQu cambi desde entonces? Desde luego que hubo un cambio en las coordenadas generales de los procesos de integracin/globalizacin. En el plano global, la Ronda de Doha de la OMC se paraliz, en medio del recrudecimiento de los sentimientos y, en cierta medida, de las polticas proteccionistas en varios pases. El surgimiento de China como gran potencia exportadora de manufacturas modific profundamente la percepcin de las ventajas del libre-comercio, en especial en Estados Unidos. Adems, otra cara de la misma moneda, la gran demanda china de materias-primas redujo la importancia de la apertura de los mercados de los pases desarrollados, en especial Europa, a las exportaciones de productos agropecuarios, principal punto de la agenda ofensiva de Brasil desde el trmino de la Ronda Uruguay en la OMC. El Pas vio que sus exportaciones de agronegocio se multiplicaron en los ltimos diez aos, sin que ningn avance real se haya obtenido en las negociaciones multilaterales de comercio. Al mismo tiempo, la creciente penetracin de las exportaciones de manufacturados chinos en el mercado domstico aument la presin a favor de que el sector industrial

se protegiera y cre resistencias adicionales, en Brasil, a cualquier trueque con Europa y Estados Unidos en el sentido de cambiar un mayor acceso a los respectivos mercados de consumo de productos agropecuarios por apertura adicional del sector de servicios y de la industria brasilea. En sntesis, frente a la nueva realidad, marcada por el surgimiento de China, simultneamente como gran exportadora de manufacturas e importadora de materias-primas, las negociaciones multilaterales de comercio pasaron a tener menor importancia. Ese panorama se acentu durante la guerra cambiaria posterior a la crisis financiera de 2007/2008. En el mbito hemisfrico, el ALCA fue definitivamente sepultado en la Cumbre de las Amricas en Mar del Plata, en 2005, dando lugar a acuerdos bilaterales de Estados Unidos con los pases centro-americanos y la Repblica Dominicana (CAFTA-DR) y pases sudamericanos, como Chile, Per y Colombia, ste an pendiente de aprobacin por el Congreso norteamericano. Al mismo tiempo, y a despecho de los acuerdos bilaterales, la participacin de China en el comercio externo de la regin creci en detrimento de los flujos con Estados Unidos (como lo muestra el trabajo reciente de la Cepal United States, Latin American and Caribean: Highlights of Economy and Trade, March, 2011). A nivel regional, hubo fragmentacin y polarizacin de las estrategias de insercin internacional de los pases sudamericanos, lo que habra sustrado sustancia al proceso de integracin regional, a despecho del activismo poltico y de la retrica integracionista de los jefes de Estado en los ltimos diez aos. Esta es la visin de varios analistas, expresada

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con claridad en el texto de Pedro da Motta Veiga y Sandra Rios, teniendo en mente que estamos diferenciando entre integracin en el sentido lato, de crecimiento de flujos comerciales, econmicos, culturales y humanos, de integracin formal, de creacin de reglas y normas compartidas por un conjunto de pases a partir de una decisin poltica comn. En verdad los temas estn entrelazados, pues la integracin formal en parte refleja y refuerza dinmicas ya existentes de flujos, producto de la expansin comercial y por los procesos de internacionalizacin de las empresas, pero los coloca en un marco legal. Uno de los objetivos de la integracin es permitir que la expansin creada por la dinmica econmica sea encausada dentro de un proyecto poltico comn, que refuerce las dimensiones virtuosas y de cooperacin, disminuyendo eventuales tensiones asociadas a la presencia creciente de actores externos en las economas nacionales. En el origen del proceso de fragmentacin se encuentra la ascensin al poder, en varios pases de la regin, comenzando por Venezuela, en 1998, de gobiernos nacionalistas de base popular cuya propia identidad est ligada a la crtica frontal al modelo de apertura a los mercados globales y a la dinmica de integracin regional que se afianz en los aos 90. Se abri as un clivaje entre los pases que se mantuvieron alineados a la orientacin de apertura a la economa global y aquellos que buscaron rever o incluso romper con el paradigma anterior. Ese clivaje mayor, sin embargo, no resume las divisiones relevantes en la regin. A pesar de una cierta retrica comn, el bloque bolivariano refleja realidades nacionales muy diferentes. A su vez, en diferentes grados, los

pases ms asociados a una visin ms liberal tampoco renunciaron a la proteccin de sectores econmicos locales y a la bsqueda de mayor autonoma en sus estrategias de insercin internacional. Por eso tiene sentido hablar de fragmentacin de las estrategias nacionales de insercin de los pases sudamericanos. La dificultad para generar consensos abarcadores no sera circunstancial, sino intrnseca al regionalismo pos-liberal dominante en la regin en los ltimos diez aos:La hiptesis bsica del regionalismo pos-liberal es que la liberalizacin de los flujos de comercio y de inversiones y su consolidacin en acuerdos comerciales no slo no son capaces de generar endgenamente beneficios para el desarrollo, sino que pueden reducir sustancialmente el espacio para la implementacin de polticas nacionales de desarrollo y para la adopcin de una agenda de integracin preocupada con temas de desarrollo y equidad. (...) En el caso de la integracin sudamericana, el efecto de esa postura de preservacin de policy space es la resistencia a compartir soberana econmica en reas donde ese compartir sera necesario para hacer avanzar los objetivos integracionistas (Motta Veiga y Rios).

Las transformaciones globales a que hicimos referencia arriba refuerzan las tendencias centrfugas presentes en Amrica del Sur. Para la mayora de los pases, la regin pierde importancia relativa en medio del crecimiento exponencial de los flujos comerciales con Asia. A esos flujos se asocian inversiones directas y disponibilidad de financiamiento, ambos vinculados a la garanta de aprovisionamiento de materia

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prima en especial a China. Para los pases sudamericanos integrados al ALBA tambin se abren canales de acceso a crdito, tecnologa y armamento junto a otros polos emergentes, como Rusia e Irn.

Brasil en el panorama actualLa fragmentacin tiene origen en los procesos sociopolticos de cada pas, pero es reforzada por las alternativas de alianza que se abren en el mundo multipolar en formacin. Como argumentamos en un trabajo anterior: Las dinmicas polticas de los pases de Amrica Latina no son, y nunca fueron, un simple subproducto de las transformaciones del sistema mundial y/o de la voluntad y de los intereses de potencias de fuera de la regin. (...) Los posibles modelos alternativos de insercin econmica y geopoltica en el sistema internacional deben ser entendidos como recursos que son apropiados creativamente por los actores sociales y polticos nacionales, y traducidos en propuestas de gobierno que trasuntan intereses e ideologas de grupos especficos, segn caractersticas propias de pases o grupos de pases de la regin (Transformaciones Geopolticas Globales y el Futuro de la Democracia en Amrica Latina, proyecto Plataforma Democrtica, 2010). En la nueva configuracin poltica que se disea en Amrica del Sur en los ltimos diez aos, Brasil ocupa un lugar singular. Volvamos al comienzo del perodo. Por un lado, el Pas representaba un caso exitoso de reformas estructurales e

integracin global, con respaldo en la sociedad, si no generalizado, al menos suficientemente slido para impedir un cambio fundamental en el camino seguido a partir del comienzo de los aos 90. Por otro, pasaba a ser gobernado por un gobierno cuyo partido mayoritario, al que perteneca el presidente de la Repblica, se haba colocado, cuando estaba en la oposicin, en un antagonismo frontal a las reformas estructurales y a la estrategia de insercin global del gobierno anterior. Si el primer factor lo aproximaba a los pases de la regin adherentes, en grandes lneas, a modelos de desarrollo e insercin externa basados en economas de mercado y regmenes democrticos representativos, el segundo lo acercaba a gobiernos, partidos y movimientos sociales que buscaban romper con ese modelo en otros pases de la regin. El gobierno Lula busc situarse en una franja propia. Mantuvo las lneas generales de la orientacin del gobierno anterior en especial en la gestin de la poltica macroeconmica y no asumi una postura de antagonismo en relacin a Estados Unidos. Sin embargo, mostr simpata por gobiernos y liderazgos polticos contrarios a la integracin neoliberal. En ms de una ocasin, la simpata se tradujo en manifestacin pblica de preferencia del gobierno y del presidente brasileo por uno de los candidatos en los procesos electorales en pases vecinos. Adems, el gobierno Lula reforz el peso de las empresas estatales y de algunos grupos nacionales privados en las polticas de desarrollo e insercin externa. En la regin, esos dos actores responden por gran parte de la expansin de las inversiones directas brasileas. Tal expansin cont con apoyo financiero del BNDES.

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De ese modo, cuando se habla que la dimensin poltica pas a tener precedencia sobre la dimensin econmica en las relaciones de Brasil con la regin, en el perodo ms reciente, se alude a dos procesos que no son necesariamente convergentes: por un lado, se tiene la manifestacin explcita de preferencias y simpatas polticas por candidatos, partidos y gobiernos de izquierda; por otro, se verifica la promocin directa o indirecta del aumento de la presencia de empresas brasileas en los pases vecinos no por asociacin, sino por adquisicin de empresas locales y/o el aprovechamiento de oportunidades de explotacin de recursos naturales, en este caso en sectores, digamos as, intensivos en gobierno, o sea, empresas pblicas o privadas que cuentan con apoyo estatal, tanto poltico como de recursos financieros. Se trata de un movimiento de desborde de la economa brasilea, impulsado por la dinmica global de valoracin de los commodities y respaldado por el apoyo del Estado nacional. La valorizacin de los commodities al mismo tiempo impulsa la internacionalizacin de las empresas brasileas en sectores intensivos en recuros naturales y presiona otras empresas industriales del Pas a buscar ambientes de menor costo para sortear desafos de competitividad agudizados por la apreciacin del tipo de cambio. Movimiento similar en busca de nuevos mercados se advierte tambin en el sector financiero con la creciente internacionalizacin de los bancos brasileos, tanto de los privados como del estatal Banco do Brasil. Si el desborde es bien real, la simpata poltica por gobiernos vecinos no se traduce en un compromiso efectivo de fi-

nanciamiento de proyectos orientados por una visin integrada del desarrollo de la regin. Son ilustrativos de esa afirmacin la proporcin nfima de recursos asignados por Brasil al Fondo de Convergencia Estructural del Mercosur (Focem) y las restricciones impuestas en los financiamientos del BNDES, en obras realizadas fuera del Pas, a la contratacin de proveedores locales. No han faltado, sin embargo, gestos de generosidad frente a situaciones adversas. Cierta o equivocadamente, as fue interpretada, en Brasil, la reaccin comprensiva del gobierno Lula a la ocupacin de las refineras de Petrobras en Bolivia y a la renegociacin, bajo intensa escenificacin nacionalista, de los contratos de explotacin de petrleo y gas en aquel pas. La misma actitud e interpretaciones prevalecieron en ocasin de las concesiones hechas al gobierno de Paraguay, cuando ste, tambin en nombre del rescate de la soberana y del desarrollo nacional, presion por la renegociacin de los trminos del Tratado de Itaip. Es posible identificar, pues, cuatro componentes que marcan la poltica externa brasilea para la regin, en el perodo ms reciente: la simpata poltica manifestada por gobiernos y liderazgos polticos de izquierda; la generosidad puntual en reaccin a situaciones adversas y presiones hechas en nombre de la soberana y del derecho al desarrollo nacional de los pases ms pobres; el bajo compromiso de recursos financieros e institucionales en mecanismos y proyectos supranacionales; y la promocin de la inversin brasilea directa en sectores polticamente sensibles a los sentimientos nacionalistas locales.

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La combinacin de esos cuatro componentes no parece constituir una estrategia de largo alcance. Ella no se muestra capaz de obtener suficiente respaldo en la sociedad brasilea ni la aquiescencia de los pases vecinos. An en la hiptesis, aparentemente probable en el gobierno de Dilma Roussef, de la reduccin de las manifestaciones de simpata a gobiernos y preferencia por liderazgos polticos en los pases vecinos, resta el problema de que los actos espordicos de generosidad hacia pases ms pobres, como Bolivia y Paraguay, son percibidos como concesiones desnecesarias en Brasil, en tanto que en los pases supuesta o efectivamente beneficiados son tenidos como insuficientes. Guardadas las diferencias, lo mismo se aplica a la actitud de paciencia estratgica, tal como se caracteriza la postura brasilea en relacin a los problemas en las relaciones comerciales con Argentina. A medida que se expandan las inversiones brasileas directas en la regin, tendencia que parece natural, el riesgo de tensiones polticas tiende a crecer y no a disminuir. Adems, estas tensiones resultantes no parecen encontrar en las instituciones supranacionales forjadas en el perodo, los mecanismos adecuados para su resolucin. La Unasur no tiene las atribuciones ni dispone de los instrumentos formales para definir reglas de juego estables para los flujos de comercio e inversin intra-regionales. Ms aptos, a esos efectos, seran el Mercosur y la Comunidad Andina. Estos, sin embargo, perdieron fuerza en el mismo proceso que llev a la creacin de la Unasur.

AsimetrasLos participantes enfatizaron el problema de las asimetras entre los diversos pases de la regin, sea en trminos de dimensiones de los mercados nacionales, del nivel de desarrollo econmico o de las capacidades estatales de apoyar el sector privado. Particularmente en pases menores sobre todo en aquellos que adems de menores, se sienten histricamente perdedores en relacin al Brasil (especialmente Bolivia, pero tambin Paraguay) esas asimetras generan, naturalmente, tendencias a interpretar como imperialista la expansin econmica brasileira en la regin. Del lado brasileo, en contraste, hay actores sociales que consideran la actitud de parte del gobierno del Brasil, como complaciente frente a agresiones de algunos vecinos a las reglas establecidas para el comercio y las inversiones, sea en el mbito del Mercosur, sea en lo que se refiere a contratos con empresas brasileas operando en esos pases. En este ambiente, se advierte un proceso de prdida de confianza de los agentes econmicos en los marcos legales de algunos pases de la regin, lo que fortalece la tendencia de algunas empresas a utilizar la mediacin y el apoyo poltico ad hoc para viabilizar o expandir sus negocios en la regin.

Perspectivas de la Integracin Sudamericana: dos hiptesis irrealesLa organizacin del espacio sudamericano con bases institucionales y econmicas ms slidas pasa fundamentalmente

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por Brasil. En tesis, hay dos hiptesis extremas para que se concrete un proceso de esa naturaleza. Una de ellas es la de que el creciente poder de atraccin poder hard, por el dinamismo de su economa, y poder soft, por la estabilidad y xito, en trminos comparativos, de sus instituciones y polticas de confirmarse, llevara al Pas a tornarse el principal referente econmico y poltico de los pases de la regin. Spektor sugiere esta hiptesis: Durante generaciones, los principales estrategas (de la poltica externa brasilea) crean que el mecanismo de poder dominante en Amrica del Sur era el equilibrio de poder. O sea, frente a un Brasil asertivo, se esperaba que los vecinos buscasen formar una coalicin anti-hegemnica. (...). La idea de que el peso relativo de Brasil atrae (no aleja) a los vecinos es relativamente nueva y revela una interpretacin sobre el funcionamiento del poder en la regin que valoriza una dinmica que la literatura especializada denomina bandwagoning. La otra hiptesis es la de que Brasil asumiese, mutatis mutandis, un rol semejante al de Alemania en el proceso de integracin de Europa, liderando un efectivo proceso integracionista. Se observan en la regin, seales que parecen apuntar en la direccin de una dinmica de tipo bandwagoning. Es significativo, a propsito, el siguiente tramo extrado del texto de Juan Tokantlian y Roberto Russell para este proyecto: Este proceso ha llevado a la conformacin de una percepcin generalizada en la Argentina que define a Brasil como pas inevitable, con un sesgo negativo y por lo general pesimista, o como pas indispensable, con una visin positiva y esperanzada en un proyecto comn. Esta percepcin, en sus dos ver-

tientes, es relativamente independiente de la marcha del Mercosur, que sigue contando con un gran apoyo retrico por parte del gobierno y de una visin favorable en la poblacin en general. La idea de Brasil como pas necesario puede aceptarse con resignacin, disgusto o alegra, como una oportunidad o una condena, pero no tiene mayores fisuras. An a favor de la hiptesis en cuestin se puede mencionar la intensa y positiva utilizacin del modelo brasileo, en general, y del gobierno Lula, en particular, como referencia poltica en las recientes elecciones presidenciales en Per. No obstante, el escenario de avances de la integracin sudamericana por la fuerza de arrastre y atraccin de Brasil parece remoto. La hiptesis subyacente no tiene en cuenta elementos fundamentales de la realidad: el peso de la historia; el enraizamiento profundo de las soberanas y de las identidades nacionales en la regin; las tensiones inherentes a la integracin entre pases con poderes estatales y econmicos tan asimtricos. Los mismos autores citados en el pargrafo anterior advierten inmediatamente: (la) expansin brasilea en la actividad productiva y comercial argentina genera como en los dos casos citados, percepciones variadas y una inquietud comn que renueva percepciones ya vigentes en la dcada de 1960 sobre el peligro de la excesiva dependencia Argentina de Brasil. En los pases menos desarrollados de la regin, tpicamente Bolivia y Paraguay, la reaccin al peligro de una dependencia econmica percibida como excesiva en relacin a Brasil se convierte en temor y resistencia al subimperialismo brasileo. En su texto, Carlos Mesa seala que, desde el acuerdo que llev a la incorporacin de Acre al terri-

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torio brasileo, la tesis del sub-imperialismo brasileo qued fuertemente anclada en la interpretacin boliviana de nuestras relaciones con el vecino del este. La preocupacin con la excesiva dependencia de Brasil es, hasta hoy, un tema central para los representantes de la izquierda y del nacionalismo en Bolivia, seala el ex-presidente de aquel pas. Los vecinos se perciben a s mismos enfrentados no slo con empresas brasileas, sino tambin con el Estado brasileo, o mejor, con una poderosa alianza entre aqullas y ste. La percepcin tiene fundamento en la realidad: tanto o ms asimtricas que las economas son las capacidades estatales de apoyo a la actividad empresarial presentes en Brasil y en los pases de la regin. Las iniciativas puntuales del gobierno brasileo en el sentido de mostrar solidaridad con los anhelos de desarrollo de los pases vecinos se han revelado insuficientes para disolver los temores en relacin a las pretensiones subimperialistas de Brasil. En entrevista reciente al peridico brasileo Valor Econmico, edicin del 14 de junio de 2011, el presidente de la Unin Industrial Argentina, Jos Ignacio de Mendiguren, cuando le preguntaron si no haba exceso de proteccin a la industria argentina, se declar as: El BNDES presta para las empresas brasileas el equivalente a todo el crdito disponible en la economa argentina. (...) Imagine el da en que el industrial argentino pueda salir del Banco de la Nacin con financiamiento para abrir una fbrica en Brasil. Cuando llegue ese da, podremos bajar la guardia. Vale resaltar otro elemento presente en la percepcin de los vecinos, sobre todo en los pases del Mercosur. En la mis-

ma entrevista, nuevamente indagado sobre el exceso de proteccin a la industria argentina, Mendiguren hace referencia a una serie de medidas discrecionales adoptadas por Brasil para impedir el ingreso de productos importados de Argentina. Se suman, por lo tanto, dos elementos negativos en la percepcin en relacin a Brasil: el recelo de la conquista econmica, por la va de las exportaciones y de la inversin directa, recelo que en el caso de los pases ms pobres moviliza sentimientos anti-imperialistas, aumentado por el resentimiento en relacin a la discrecionalidad en el tratamiento de las importaciones. Importa notar que esos elementos estn virtualmente ausentes de la percepcin media de las lites brasileas en lo que refiere a las relaciones del Pas con la regin. Al contrario, tiende a prevalecer la percepcin justamente opuesta. O sea, la de que Brasil, el gobierno brasileo, es excesivamente concesivo y tontamente generoso con los vecinos. Significativo, en relacin a eso, es el hecho de que la idea de hacer al Mercosur retroceder a la condicin de rea de libre comercio, encuentre resonancia y an apoyo en una parte importante del empresariado industrial brasileo. A la luz de lo que fue dicho en los pargrafos anteriores, es claro por qu es remoto, tambin, para decir lo mnimo, el escenario en que Brasil asumira, en la regin, un papel semejante al que Alemania asumi en el proceso de construccin de la Unin Europea. La falta de apoyo interno para eso se agrava por la dificultad de varios pases de la regin en comprometerse en estrategias cooperativas que suponen cierta previsibilidad en la conduccin de las polticas pblicas y/o el sacrificio de sectores econmicos.

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Finalmente, cabe volver un paso atrs para agregar todava un punto al argumento sobre el irrealismo de que la integracin regional se pueda hacer en la estela de un proceso casi natural de gravitacin creciente de los pases vecinos en torno de Brasil. La verdad es que el gigante sudamericano no es central, de la misma forma, para todos los pases de la regin. l lo es, de hecho, para los pases atlnticos del Cono Sur, incluidos Bolivia y Paraguay4. Pero no lo es para los pases de la costa pacfica del continente. Ricardo Gamboa, en su texto para este proyecto, es definitivo en ese aspecto: Chile no variar sustantivamente su estrategia de poltica exterior, lo que significa que no adoptar una posicin que implique un acoplamiento incondicional a Brasil en su nuevo (pretendido) rol de lder regional y de global player. Eduardo Pastrana, en el texto que trata de la percepcin sobre Brasil en Colombia, aunque resalte la mayor aproximacin sealizada por Juan Manuel Santos, muestra la preocupacin del pas vecino en proteger sectores econmicos y construir alternativas al liderazgo brasileo en la regin: La ruta TLC con EE.UU. y con la UE empez a demarcar una nueva apuesta de integracin triangular por fuera de los bloques regionales, entre Colombia, Chile y Per, en el llamado Arco Pacfico Latinoamericano, al que se podra sumar a4

Mxico como socio comn. Dicho proyecto, prev tambin la integracin de sus bolsas de valores en el sistema de informacin MILA (Mercados Integrados Latinoamericanos), como alternativa colectiva al liderazgo econmico brasilero. La ltima etapa de dicho proceso ha sido la firma del Acuerdo Pacfico, celebrado entre Colombia, Chile, Per y Mxico en Lima el 28 de abril de 2011. De la lectura del texto de Edmundo Gonzlez Urrutia, se concluye, en la misma lnea, que Venezuela no ve en Brasil un liderazgo regional inevitable. Eso es bien claro en el proyecto del gobierno Chvez. Pero tampoco deja de estar presente en los sectores de la oposicin, que critican al actual presidente venezolano por concesiones excesivas a Brasil desde luego que el empresariado de aquel pas, o lo que rest del mismo, no ve con entusiasmo la incorporacin en el Mercosur y anhelan por relaciones mejores y ms intensas con Estados Unidos.Como ven al Brasil los otros pasesLos participantes recordaron la dificultad de los pases vecinos de comprender la poltica brasilera hacia la regin. En este sentido se record que si bien el peso econmico del Brasil es incuestionable, por otro lado el pas posee un ingreso per capita que no es el ms alto de Amrica del Sur y que enfrenta enormes desafos sociales internos que limitan polticamente sus posibilidades de apoyo a los vecinos. Igualmente, se mencion la opacidad que tiene para los vecinos

Aunque no sean pases atlnticos, en sentido estricto, Paraguay, histricamente, y Bolivia, a partir del desarrollo de sus tierras bajas, en especial de Santa Cruz de la Sierra, en la segunda mitad del Siglo XX, han orientado sus economas hacia el Atlntico.

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la poltica exterior brasilea, en especial en el mbito econmico, si bien tambin se mencion el resurgimiento de un cierto grado de desconfianza en Argentina en relacin a los propsitos del programa nuclear brasileo, en particular relacionados al acercamiento de Brasil a Irn y las seales de una alianza militar estratgica entre Brasil y Francia. Del lado brasileo se indic que esta opacidad, por lo menos en relacin a temas como el apoyo con recursos pblicos a la actuacin de las grandes empresas brasileas en el exterior, tambin es opaca para los brasileos, y que lo que parece como una poltica de ambigedad, en realidad refleja las dificultades internas de definir claramente el nuevo papel del Brasil en la regin y en el mundo.

La integracin posible y el rol de BrasilEn Brasil falta un consenso que respalde una poltica ms articulada para la regin. Eso, a despecho de que estudios recientes revelaron que Amrica del Sur figura en ms de la mitad de las cuestiones consideradas prioritarias para Brasil entre miembros de la llamada comunidad de la poltica externa (Amaury de Souza, 2009). Existe, s, un consenso mnimo, cuya piedra angular es la estabilidad poltica de la regin. En torno de ese objetivo, Spektor apunta la disposicin creciente de Brasil para invertir en la institucionalizacin de reglas de juego y mecanismos institucionales de naturaleza regional. Por detrs de esa dis-

posicin creciente, seala, habra una preocupacin con un protagonismo norteamericano indeseable en la eventual resolucin de conflictos que pusiesen en riesgo la estabilidad de la regin. Es un factor de orden extra-regional que impulsara al gobierno brasileo a una inversin institucional mayor en mecanismos supranacionales en la regin, aunque estn tambin presentes otras consideraciones importantes, como la necesidad de mayor control de las fronteras frente al desarrollo de redes criminales. Sea como sea, cabe aclarar que, an en el rea de la seguridad y de la resolucin de conflictos polticos, Brasil ha asumido un papel menos destacado del que sugerira su peso econmico en la regin. Tambin en esa rea, adems de dificultades operacionales, se identifican controversias internas no resueltas. Bastan dos ejemplos para ilustrar ese punto. Dentro de la nueva agenda de temas de seguridad, resta definir la poltica de Brasil en relacin al impacto del trfico de drogas originado por la produccin de cocana en pases vecinos. En el mbito poltico, est lejos de haber consenso en torno a la importancia prctica que el tema de la democracia debe tener en las relaciones entre los Estados de la regin. De hecho, de modo general, se puede decir que entre los actores que tienen influencia en la poltica externa brasilea, en lugar de mayor convergencia, se ha observado mayor divergencia en relacin a cul deba ser la poltica externa brasilea para la regin. Crece entre sectores del empresariado no-industrial y de la opinin pblica informada, la percepcin de que la inte-

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gracin regional pueda ser innecesaria, en la mejor de las hiptesis, para la realizacin de las ambiciones globales del Pas y, en la peor, perjudicial, si implicara concesiones excesivas a los vecinos. Motta Veiga y Rios observan que la prioridad atribuida por Brasil a la regin no gener los resultados esperados por la diplomacia brasilea en trminos de apoyo inmediato y automtico al liderazgo de Brasil en asuntos globales. De hecho, en los ltimos diez aos, son varios los ejemplos de pases sudamericanos que no respaldaron candidaturas brasileas a puestos de comando en instituciones internacionales, se resistieron al liderazgo de Brasil en foros multilaterales de negociacin y/o criticaron iniciativas evaluadas, por el gobierno brasileo, como importantes para la proyeccin de Brasil en el sistema internacional. Motta Veiga y Sandra Rios perciben con preocupacin la tendencia a ver la integracin regional como un elemento accesorio de la poltica externa brasilea, a la luz de los intereses crecientemente diversificados del pas, en trminos geogrficos. A nuestro modo de ver estn acertados al apuntar la miopa presente en esa visin. Vale la pena citarlos por extenso:El problema es que esta visin que se apoya en evoluciones estructurales incuestionables puede llevar a una postura de relativa indiferencia de Brasil frente a la evolucin de la regin. Si tal cosa ocurriera, de cierta forma convergira con la posicin de paciencia estratgica y de complacencia frente a la parlisis de la agenda econmica de cooperacin e integracin que caracteriza al gobierno Lula. De ambas posturas tiende a surgir una estrategia reac-

tiva en que Brasil responde con mayor o menor complacencia, segn la posicin a acciones e iniciativas de otros pases de la regin. Ciertamente el ambiente poltico de la regin y la diversificacin geogrfica de los intereses de Brasil no estimulan la concesin de prioridad a la regin en el mbito de la poltica econmica externa del pas. Se puede cuestionar legtimamente, sin embargo, si polticas reactivas y posturas de indiferencia son sustentables y/o deseables, desde el punto de vista de los intereses econmicos brasileos. Este argumento se sustenta en dos constataciones. La primera se refiere a la densificacin de las relaciones econmicas de Brasil con su regin de entorno, observada en las dos ltimas dcadas. Los intereses brasileos en Amrica del Sur son hoy variados y crecientes, involucrando intereses y actores diversificados: la regin absorbe cerca del 20% de las exportaciones brasileas y es un destino importante para las manufacturas; las inversiones de empresas brasileas han aumentado de forma expresiva en los ltimos aos, expandindose los flujos migratorios intra-regionales que tienen Brasil como origen y como destino. Adems, existe un potencial importante de cooperacin e integracin en temas como energa, infra-estructura, en tanto la cuestin ambiental y climtica, el papel de la Amazonia y la expansin del ilcito transaccional, constituyen temas de inters compartido entre Brasil y varios de sus vecinos.

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La segunda se refiere a los cambios en la geografa econmica mundial con el surgimiento de China y a sus impactos sobre los sectores productivos de los pases sudamericanos, que agregan complejidad a la agenda brasilea en la regin. Los productos industriales brasileos vienen perdiendo espacio en relacin a los competidores asiticos en los pases de Amrica del Sur. Ese riesgo es agravado por la negociacin de acuerdos comerciales entre algunos pases de la regin con pases asiticos.

Como Brasil prioriza proyectos de cooperacin de carcter poltico, en el plano regional, y su agenda econmica tiende a diversificarse geogrficamente fuera de la regin, la perspectiva de una evolucin inercial que lleve a la reduccin gradual del peso de Amrica del Sur en la agenda de poltica externa del pas parece hoy bastante realista.

Argentina, que pudiera servir de contrapeso al liderazgo brasileo, y con la prdida de influyencia de Estados Unidos en la regin. La imagen de un participante fue la de un gigante que se despert y sus movimientos podrn lastimar a los vecinos, provocando resentimiento, caso no sepa generar una dinmica de suma positiva en la regin. De Brasil se espera un papel de liderazgo a nivel internacional y regional que, sin dejar de lado los intereses legtimos del pas, tambin represente los intereses del conjunto de los pases de la regin. Hasta el momento, prevalece la percepcin de que Brasil no consulta los otros pases de la regin en sus movimientos globales. A nivel regional, se espera del Brasil que contribuya con polticas que indiquen un mayor compromiso con los pases vecinos, no solamente en lo que se refiere a temas econmicos (comercio e inversiones) sino que tambin en temas como el de la absorcin de imigrantes. De modo general, hay un expectativa de que Brasil acte de modo a inducir la creacin de reglas estables en la regin, sentimiento particularmente fuerte en Chile.

Mirando hacia el futuroMs all de los problemas especficos a ser superados, el problema principal de la regin es que se instal una crisis de confianza sobre el proceso de integracin, y que la tarea inmediata es reconstruir esta confianza a travs de medidas menos ambiciosas y por lo tanto realizables. Los participantes insistieron en que el liderazgo de Brasil no es una cuestin de eleccin. Por el tamao de su territorio y de su economa, Brasil est condenado a tener un papel de liderazgo. Esta tendencia se acenta con el declinio relativo de

ConclusionesPara concluir, cabe preguntar qu factores podran cambiar la tendencia identificada por los autores. Una posibilidad es que la prdida, ya en curso, de porciones de los mercados sudamericanos de manufacturados frente a China, al acentuarse cree incentivos suficientemente fuertes para que Brasil destine mayores recursos diplomticos y financieros con

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el objetivo de preservar esos mercados esenciales para la sobrevivencia de su industria. Esa estrategia implicara, desde luego, mayores esfuerzos en el sentido de complementacin productiva, desde una ptica regional. Sucede que el avance chino en el mercado de manufacturados de la regin, contracara de la importacin creciente de materias-primas, no es percibida de igual modo en los pases de la regin. Con excepcin parcial de Argentina, no existe sector industrial significativo a preservar. Adems, para nuestros vecinos las inversiones de los pases asiticos representan una forma de diversificacin, reduciendo la dependencia en relacin a Brasil. Por lo tanto, es restringida la capacidad brasilea de desarrollar estrategias regionales para enfrentar la influencia de China. Otra posibilidad descansa en las potencialidades de cooperacin en el rea de la produccin y exportacin de alimentos y desarrollo tecnolgico asociado a esa rea y tambin en el caso de la produccin de energa. Hay que reconocer, sin embargo, que, si es verdad que esas potencialidades existen, los procesos reales, fuertemente determinados por situaciones polticas y econmicas domsticas, no apuntan en esa direccin. Al mismo tiempo Amrica del Sur es central para el Brasil pues el principal espacio de sus intereses soberanos, no slo por razones econmicas, pero tambin geopolticas, en las cuales cuenta una frontera con la casi totalidad de los pases de la regin (excluidos Chile y Ecuador) y varios recursos naturales compartidos. En este contexto, tal vez sea ms realista adoptar una postura ms sobria sugerida por Rubens

Ricupero en texto publicado en 2009 (La Siempre Anunciada y Cada Vez Ms Improbable Integracin, 2009). l argumenta que son de larga duracin los procesos sociopolticos que estn en la base de los impases verificados en la integracin sudamericana. Frente a ese panorama, propone analizar alternativas de una integracin ms limitada, compatibles con el proceso de divisin y divergencia que caracteriza hoy a la regin. Frente a la falta de convergencia de valores, fines y medios entre los pases, es mejor renunciar a la integracin ambiciosa, aunque inalcanzable, y contentarnos con una integracin viable, a pesar de ser modesta. Quizs la realidad de hoy autorice a una apuesta un poco ms optimista que la sugerida por Ricupero. Creemos que la integracin regional sustentada en slidas bases institucionales comunes no debera ser abandonada como aspiracin. Aunque represente una ambicin posiblemente irrealizable en el futuro previsible, ella propicia una narrativa regional en torno a la cual los lderes sudamericanos pueden coordinar esfuerzos que resulten en avances parciales del proceso de integracin, principal, pero no exclusivamente, en reas crticas como la infraestructura, la seguridad contra las varias formas de ilcito y la gestin del medio ambiente, adems de evitar retrocesos en la apertura comercial entre los pases de la regin y arbitrariedades contra la inversin extranjera inter-regional. La construccin de esa narrativa regional, de ese imaginario comn, que es ms un horizonte, siempre huidizo, que un punto de partida, no puede desistir de la afirmacin de valores e intereses comunes y rechazar la vieja

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retrica de que la regin es vctima de la Historia en general, y de Estados Unidos, en particular; o de que su redencin supone la retomada del proyecto de la Patria Grande de Simn Bolvar, mito que desde luego excluye a Brasil y no considera las diversas historias nacionales de la antigua Amrica hispnica. Desde ese punto de vista, Brasil tiene una gran contribucin para hacer al proceso de integracin en sentido lato, no slo por los mayores recursos financieros e institucionales de que dispone, sino tambin por el poder suave que consigui, dentro y fuera de la regin. Ese poder proviene del hecho que el Pas se ha mostrado capaz, internamente, de hacer de la democracia y de la reduccin de la pobreza y de la desigualdad, dos procesos que se refuerzan mutuamente y, externamente, de moderar conflictos y liderar iniciativas de cooperacin entre Estados.

BOLIVIA Y BRASIL: LOS MEANDROS DEL CAMINOCarlos D. Mesa Gisbert

Vocacin al Pacfico y vocacin al AtlnticoBolivia, por su particular ubicacin en Amrica del Sur, tiene dos grandes fuerzas que la condicionan, la de su vocacin por el Pacfico y la de su vocacin por el Atlntico. Histricamente el Pacfico ha dominado su destino, en la medida en que las principales culturas prehispnicas que la constituyeron como nacin se desarrollaron en las alturas de su rea occidental, entre dos ramales de la cordillera de Los Andes. Baste mencionar a Tiahuanacu y a los Incas, cuyas vinculaciones polticas y econmicas se volcaron a la cuenca del Pacfico de la que llegaron varios de sus propios habitantes. Esa misma lgica se sigui en el periodo colonial con la creacin

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de la Audiencia de Charcas, cuya capital fue la ciudad de La Plata (hoy Sucre) y su faro econmico, Potos. La plata potosina sali durante tres siglos hacia Espaa por puertos del Pacfico, particularmente Arica. Sobre ese escenario se cre la Repblica que construy su infraestructura de transportes, precaria por cierto, y especialmente sus primeros ferrocarriles mirando al Pacfico como natural zona de exportacin de sus principales productos (un 80% minera). Pero por otro lado, hay factores que marcaron una creciente tendencia boliviana hacia el Atlntico, primero por la existencia de culturas de los llanos (sobre todo amaznicas) que, hoy se sabe, tenan elementos muy importantes de desarrollo, luego por el gran experimento de las Misiones de Mojos y Chiquitos llevado a cabo por los jesuitas, que estructur un espacio y un hinterland de gran importancia en la regin, que logr afirmar la soberana boliviana sobre esa regin a la que el rea andina le dio la espalda por mucho tiempo. La prdida de la salida al Ocano Pacfico como resultado de la guerra con Chile en 1879 y finalmente, el desarrollo espectacular del oriente boliviano, particularmente Santa Cruz, en la segunda mitad del siglo XX, fueron factores determinantes para este giro de la natural vocacin al Pacfico que haba tenido Bolivia durante tantos siglos. Como consecuencia de esos cambios, la produccin agroindustrial crucea, sumada a la importancia decisiva del gas, volcaron a una parte muy significativa del pas hacia el Atlntico y la Cuenca del Plata. La bsqueda boliviana de una

salida al Atlntico por el ro Paraguay fue por eso crucial, lo que tambin explica en parte la Guerra del Chaco que sostuvo con el Paraguay (1932-1935).

Bolivia y Brasil: Las turbulencias del pasadoPara entender las actuales relaciones entre Bolivia y Brasil es imprescindible referir someramente los antecedentes histricos que han vinculado o separado, respectivamente a ambos pases. El primer hecho del periodo posterior a la independencia de Bolivia se produjo en el mismo ao del nacimiento de la Repblica; 1825, cuando se produjo una invasin brasilea a la provincia de Chiquitos a nombre de la mxima autoridad de Matto Grosso. Tropas brasileas comandadas por Manuel Jos de Araujo e Silva ocuparon un amplio espacio de un territorio que pretenda la anexin de esa provincia al imperio del Brasil. El amago dur pocos meses y culmin con la retirada de las tropas de Araujo ante la amenaza del Mariscal Sucre de actuar militarmente contra los invasores. Este hecho puso en evidencia un conflicto referido a la delimitacin de fronteras de la nueva nacin con el Brasil. La tesis boliviana se apoyaba en el tratado de 1777 firmado entre Portugal y Espaa como referente para resolver los problemas de lmites entre ambos pases. Brasil en cambio, defenda el valor del Uti Possidetis como marco de referencia. Sobra decir que ambas posiciones reivindicaban

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territorios mayores para cada nacin, segn el principio invocado. La situacin de indefinicin se mantuvo inalterable con varias misiones bilaterales que no lograron un acuerdo hasta 1867. En ese ao, siendo presidente de Bolivia Mariano Melgarejo y emperador del Brasil Pedro II, se firm un tratado de lmites entre ambos Estados. El acuerdo que se firm sobre las premisas brasileas y no sobre el Tratado de 1777, signific una cesin boliviana de un territorio de ms de 100.000 km2 en la regin del ro Madera. Esta percepcin fue incluso reflejada en las intervenciones de parlamentarios en el Congreso brasileo que ratific el acuerdo que celebraron un documento que superaba sus expectativas ms optimistas. A cambio, Bolivia recibi la concesin de libre navegabilidad por los ros brasileos por seis aos! La ratificacin del tratado por el Congreso boliviano conllev el exilio de muchos parlamentarios y la presin directa del Poder Ejecutivo sobre el Congreso. A partir de este hecho histrico, importantes sectores intelectuales y polticos bolivianos consideraron que el tratado era el producto de una poltica imperialista brasilea, lo que dej siempre una gran susceptibilidad en una relacin bilateral que se complic mucho ms con la guerra del Acre. En 1899 se produjo un levantamiento aparentemente secesionista en Puerto Acre, ms de doscientos kilmetros al norte del actual lmite fronterizo entre el estado Acre del Brasil y el departamento de Pando de Bolivia. La motivacin era muy evidente, el auge de la explotacin de la goma en la re-

gin. Primero fue el espaol Lus Glvez (1899) y luego Plcido de Castro (1902). Ambos declararon un estado independiente denominado Acre. El conflicto se prolong hasta 1903 y muy pronto el Brasil puso en evidencia su inters real en tan vasta extensin, respaldando a los secesionistas. Brasil apoy a de Castro abiertamente y sus tropas tomaron Puerto Acre alegando que un consorcio internacional al que Bolivia le haba concedido derechos de explotacin de su territorio, violaba las reglas de soberana sudamericanas. Se produjeron varias batallas a lo largo de ese tiempo, lo que incluy la presencia del presidente boliviano Jos Manuel Pando en el campo de batalla. Cuando la situacin blica estaba en un relativo status quo, Brasil expres su decisin de una intervencin militar total. La amenaza provoc la firma del Tratado de Petrpolis en 1903, en el que Bolivia ceda prcticamente la totalidad del territorio del Acre. La compensacin fue un resarcimiento pecuniario y el compromiso de la construccin de un ferrocarril que permitiera superar la barrera de las cachuelas en el acceso al principal afluente del Amazonas en la regin, el ro Madera. Este hecho ratific que el poder objetivo del Brasil fue utilizado en contra de Bolivia y le cercen un espacio geogrfico gigantesco, primero ms de 100.000 km2 (1867), luego como resultado de la guerra, 190.000 km2 ms, el equivalente a ms del 25% del total del actual territorio boliviano. La tesis del subimperialismo brasileo qued fuertemente anclada en la lectura boliviana de nuestras relaciones con el vecino del este.

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En el otro lado de la medalla, se hicieron esfuerzos por una relacin fluida y positiva entre ambos. El ferrocarril comprometido en el tratado de 1903 no se culmin, pero por una serie de acuerdos posteriores que incluyeron una referencia a los compromisos brasileos pendientes derivados de Petrpolis, se construy el ferrocarril Corumb-Santa Cruz (ms de 500 kms.) que fue inaugurado en 1958. En su momento fue la obra de integracin ms importante emprendida por ambas naciones. En la segunda mitad del siglo XX, una de las obsesiones bolivianas fue la exportacin de gas al Brasil en virtud del xito econmico de la venta de gas a la Argentina (iniciado en 1972) y dada la voracidad del mercado de consumo paulista, que permitira importantes ingresos a Bolivia. Efectivizar el proyecto fue arduo, largo y complejo, se inici en 1974 con la primera carta de intenciones entre los presidentes militares Banzer y Geisel. Durante mucho tiempo representantes de la izquierda y el nacionalismo boliviano se opusieron radicalmente a ese acuerdo, considerando que era una forma de atar a Bolivia y hacerla demasiado dependiente del Brasil. Pero el descubrimiento de importantes reservas gasferas en el periodo 1996-2000 permiti finalmente hacer realidad el proyecto que se concret en 1999 con la inauguracin del gasoducto Bolivia-Brasil, la inversin ms grande de todo el siglo XX en un solo proyecto por parte de Bolivia. En 2010 las exportaciones de gas a Brasil representaron 2.300 millones de dlares, alrededor del 35% del total de las exportaciones bolivianas.

Las relaciones comerciales hoyLula da Silva lleg a la presidencia en enero de 2003 coincidiendo con una profunda crisis poltica boliviana que devino en la presidencia de Evo Morales en 2006. Su llegada al mando se produjo cuando entre ambas naciones haba surgido una nueva relacin a partir de la construccin del gasoducto binacional y la muy significativa presencia de Petrobras en Bolivia, que tuvo dos momentos fundamentales, el primero coincidente con el proceso de capitalizacin (1996) que le permiti a Petrobras entrar en el proceso de los hidrocarburos bolivianos y controlar el 14% del total de las reservas bolivianas de gas, el segundo en el gobierno de Hugo Banzer (1997-2001) en el que compr las refineras de petrleo y logr as una participacin en el proceso completo del gas, desde su extraccin incluyendo los ductos hasta su llegada a San Pablo. En 2008 Bolivia recompr las citadas refineras. Si cupiera alguna duda de que las relaciones econmicas entre ambos pases estn gasificadas, baste decir que en 2010 el total de las exportaciones bolivianas a Brasil ascendi a 2.400 millones de dlares, de los que 2.300 fueron gas y slo 100 millones otros productos, que en un 90% fueron materias primas sin valor agregado. Brasil, por su parte, export 1.000 millones de dlares a Bolivia equivalentes al 0,5% del total de sus exportaciones, de las cuales los dos rubros ms importantes fueron productos industriales (50%) y bienes de capital (20%). En suma, para Bolivia las exportaciones a Brasil (el gas) representan ms de un tercio del total de sus exportacio-

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nes, para Brasil ese porcentaje no llega al 1% de sus ventas al exterior. La influencia del Brasil sobre Bolivia ha ido creciendo de manera sostenida en las ltimas dcadas. En la medida en que el oriente boliviano se ha desarrollado y Santa Cruz se ha convertido en una ciudad fundamental en la realidad demogrfica, poltica, econmica y social del pas, la mirada de la regin se ha volcado crecientemente al Brasil. San Pablo, a su vez, es una ciudad de referencia para muchas cosas, como el aeropuerto sudamericano ms importante de contacto directo con Santa Cruz, como ciudad destino para hacer estudios universitarios, como punto alternativo de inversin inmobilaria de las lites y como puerta de acceso a todo Brasil, y sobre todo por el fenmeno de migracin creciente.

Los migrantesLas condiciones econmicas de Bolivia y sus elevados indicadores de pobreza (53% de acuerdo a las cifras de 2008), han hecho del pas un expulsor neto de poblacin. Se trata de una situacin histrica que considerando slo la segunda mitad del siglo XX y la primera dcada de este siglo, marca cifras que establecen claramente el que muchos bolivianos, ante la falta de horizontes y oportunidades en el propio pas han optado por dejarlo. Segn cifras extraoficiales ms de un 15% de la poblacin total del pas (diez millones de habitantes) est fuera de sus fronteras. Los principales receptores de migracin boliviana en Amrica Latina son Argentina y Brasil.

Se estima en una poblacin cercana al milln de habitantes la que radica en Argentina. En Amrica del Norte el principal receptor es Estados Unidos, a partir de la dcada de los ochenta del siglo pasado se han instalado en ese pas cerca de doscientos mil bolivianos. En el caso europeo lo son Espaa, con mucha ventaja, e Italia en menor medida. Slo entre 2006 y 2007 casi trescientos mil bolivianos se radicaron en Espaa, que oficialmente report 380.000 en el ao 2010. En el caso de Brasil el gran receptor de migracin boliviana es San Pablo. Fenmeno que comenz a fines de los aos setenta del siglo XX. No hay cifras oficiales, la estimacin de cerca de cien mil parece algo exagerada, pero es un referente. El tipo de migrante es parecido al que se ha instalado en otros pases; escasa formacin acadmica, mano de obra barata, niveles de calificacin tcnica reducida, gran capacidad de trabajo. Sus actividades fundamentales, en el caso de Brasil, estn sobre todo en talleres textiles, tambin en albailera y de modo creciente en el servicio domstico. En general se trata de una presencia que busca ingresos rpidos que le permitan al migrante volver a Bolivia lo antes posible. Muchos de ellos tienen permanencias de entre uno y tres aos y vuelven, otros muchos, sin embargo, terminan por quedarse y formar familias permanentes en Brasil. Est claro que hay tambin otro tipo de presencia boliviana, muchsimos estudiantes universitarios y tambin empresarios y profesionales liberales altamente calificados, pero son minora. Los problemas a enfrentar son muy evidentes. Presencia ilegal, niveles de sobreexplotacin, salarios por debajo del

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mnimo nacional, carencia de seguridad mdica y respeto de horarios, abusos de las autoridades locales. Finalmente hay que considerar la constitucin de guetos de explotacin que, a veces, hacen los propios bolivianos que traen a sus compatriotas y los usan y mantienen en condiciones inhumanas.

LulaRpidamente el presidente Lula se posicion como un amigo de Bolivia no exento de un cierto tono paternal interesado en la estabilidad poltica del pas y claramente favorable a la posibilidad de que Morales llegara a la presidencia por la va democrtica. Cuando esto ocurri el presidente brasileo mostr un particular inters en intensificar las relaciones entre ambos pases. Lula fue un fenmeno mundial y muy especialmente latinoamericano. Combin muy bien la expectativa de un presidente surgido de la pobreza, del sindicalismo y de un partido de izquierda, y actu en consecuencia. Muy pronto se posicion como el referente de un camino de izquierda responsable, lo que entre otras cosas quera decir que la macroeconoma no se toca, que la inversin nacional e internacional es bienvenida y que el empresariado local goza de seguridades. Sin embargo, busc diferenciarse de su antecesor con una intensa poltica de inversin social y con ambiciosos proyectos de reduccin de la pobreza y el hambre (irnicamente, ms de uno de ellos inspirados en los modelos creados inteligentemente por Fernando Henrique Cardoso).

Pero probablemente su mayor xito a efectos de este anlisis, fue su espectacular imagen internacional. Cabe subrayar que la marca Lula fue tan o ms importante que la marca Brasil, lo que puede parecer un exceso, pero que se evidencia por comparacin en la presidencia de Dilma Rousseff en la que la marca Brasil est por encima de la gobernante. Desarroll una poltica de ambicin global y una presencia de liderazgo latinoamericano, pero muy especialmente sudamericano en un contexto difcil, dado que en el tiempo de sus dos presidencias tuvo que competir con Hugo Chvez y su agresiva poltica del denominado socialismo del siglo XXI. Lula opt por una cohabitacin pacfica con su homlogo venezolano quien propici un avance de posiciones ms bien radicales en el periodo 2003-2007. Esa concesin a Chvez trajo consecuencias negativas para el equilibrio poltico sudamericano. En su segunda presidencia consolid un liderazgo que iba acompaado de un lugar internacional para Brasil como una de las potencias emergentes ms significativas del planeta, a la vez que comenzaba a declinar la estrella internacional de Chvez por sus crecientes dificultades econmicas y polticas internas. Para esa tarea el gobierno de Lula despleg una especie de doble cancillera, con Celso Amorim a la cabeza de las relaciones mundiales del Brasil y Marco Aurelio Garca como un canciller ad hoc para Amrica Latina y especialmente para Amrica del Sur. Eso reflej con claridad el inters particular del gobierno de Lula en la relacin con la regin. Marco Aurelio tena como especial responsabilidad su vinculacin con los pases del ALBA y con Bolivia en especial.

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La combinacin presidente-pas fue extraordinaria sobre la base de una permanente buena imagen. An en actitudes como las de su relacin privilegiada con Irn, o alguna de sus visitas polmicas a Cuba en medio de un episodio de crisis, por la evidente vulneracin de los derechos humanos, no perdi su halo de credibilidad. Este efecto tuvo en Bolivia una repercusin idntica. El pueblo boliviano increment su aprecio por Brasil, su muy positiva opinin de Lula y su convencimiento de que el presidente brasileo era un amigo leal de Bolivia. Esta percepcin sin embargo, deber matizarse con los episodios polticos ms complejos de la relacin bilateral, cuyo punto ms difcil fue la nacionalizacin de los hidrocarburos realizada por Morales.

Lula y Bolivia IPara apreciar en su exacta dimensin el manejo de las relaciones con Bolivia, debe recordarse que Lula mantuvo una actitud correcta con el gobierno de Snchez de Lozada (20022003). Pero en el momento dramtico de la crisis de octubre de 2003, plante claramente su peso-pas enviando a Garca, junto a un representante del gobierno argentino, para intentar una mediacin en el conflicto, aunque su esfuerzo lleg justo el da en que el presidente boliviano decidi renunciar. El hecho marcaba ya el rol protagnico que Brasil pretenda jugar en el escenario regional bajo su directa influencia e intereses. Tuvo despus una vinculacin muy estrecha con el gobierno de Mesa Gisbert (2003-2005) al que apoy en un pe-

riodo muy complejo de transicin histrica. Sin dejar de afirmar que apoyaba a Morales, le pidi explcitamente a ste que optara por la ruta democrtica y no por la de la desestabilizacin para buscar su acceso al poder. Queda claro que Morales atendi ms los consejos de Chvez que los de Lula. En los das en que a su vez Mesa Gisbert opt por renunciar al cargo en medio de una nueva y compleja crisis, Lula repiti la frmula de la mediacin de Garca y un representante argentino con parecidos resultados al 2003. Aunque es verdad que simboliz con claridad la postura internacional de que cualquier salida a la crisis deba hacerse en estricta sujecin a la democracia, como de hecho ocurri. Esta posicin mostr un compromiso explcito de Lula con la democracia boliviana, ms all de quien fuese el presidente, aunque no haba duda de que la opcin preferente de Lula fue siempre Morales por lo que en su origen era una sintona ideolgica, no slo entre ambos mandatarios, sino tambin entre el PT de Lula y el Movimiento al Socialismo (MAS).

Nacionalizacin, Imperialismo y una crisisA pesar de la proximidad entre ambas fuerzas polticas, un sector del MAS, el que representaba al nacionalismo ms radical del gobierno de Morales, siempre consider a Petrobras y a Brasil como parte de una estrategia de control del sector hidrocarburfero boliviano, la punta de un iceberg cuya base era buscar el dominio sobre Bolivia.

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Esta actitud se revel ms de una vez, la primera cuando Morales era diputado y present una proposicin acusatoria ante la Fiscala General para iniciar un juicio a cuatro gobiernos bolivianos por la firma de contratos petroleros con empresas transnacionales. Entre los acusados estaban dos altos ejecutivos de Petrobras en Bolivia y por supuesto entre los contratos cuestionados, estaban varios de los que la empresa estatal brasilea firm en Bolivia. Esa proposicin presentada por el propio Morales sigue abierta y hay un juicio pendiente como producto de ella. La segunda, a poco de iniciado su gobierno. Morales revoc una concesin de tierras en la regin de la mayor reserva de hierro de Bolivia, el Mutn, en la que haba hecho una inversin inicial el empresario brasileo Eike Batista y su empresa EBX, que pretenda llevar adelante la explotacin del hierro boliviano1. Pero sin duda el momento de mayor tensin entre ambos presidentes y ambas naciones se dio el 1 de mayo de 2006 cuando Morales, que un par de semana antes le haba dado seguridad en privado a Lula de que no tena de que preocu1

EBX tena una importante concesin de tierras en la zona del Mutn. El 27 de abril de 2007, el gobierno de Bolivia oficializ que expulsaba a EBX de Bolivia y la vetaba para participar en la licitacin internacional del yacimiento del Mutn. Los argumentos del gobierno de Morales: Violacin del art. 25 de la Constitucin que prohibe la instalacin de empresas extranjeras en los 50km. lindantes con las fronteras del pas, uso de carbn vegetal para reduccin del mineral contraviniendo normas ambientales, inicio de construccin de obras sin autorizacin del gobierno y vulneracin de normas del contrato suscrito entre EBX y el Estado.

parse en torno al tema de una posible nacionalizacin, aprob un decreto de supuesta nacionalizacin del gas y el petrleo en un acto que tuvo un gran sentido de espectculo meditico, al leer el decreto delante de una planta de gas precisamente manejada por Petrobras, a la que puso un gran cartel con el rtulo nacionalizada y a la que rode de centenares de soldados bolivianos fuertemente armados. La representacin surti efecto y plante una grave crisis en la relacin bilateral. Lula perdi confianza en Morales, un enfriamiento que tard ms de un ao en despejarse, pero actu con prudencia y mesura a pesar de la presin de los medios y de sectores empresariales y de la oposicin que le pedan una respuesta contundente y de quiebre con Bolivia, no tom represalias y prefiri mantener un perfil relativamente bajo. Fue una decisin acertada. La mentada nacionalizacin de los hidrocarburos no se llev a efecto en el sentido esencial de lo que significa conceptualmente. Esto es, la reversin al Estado de todas las propiedades de las empresas extranjeras que operan en Bolivia. El decreto de Morales de 1 de mayo de 2006, ms all de su retrica revolucionaria, slo estableci el pago de un porcentaje mayor de impuestos de las empresas al Estado boliviano. El verdadero proceso de transformacin de la poltica de hidrocarburos de Bolivia se concret en 2004 en el gobierno de Mesa Gisbert (dos aos antes de la llegada de Morales al poder) con un Referendo nacional cuyo resultado anul la liberal ley de hidrocarburos vigente hasta entonces, estableci la propiedad de los hidrocarburos en manos del Estado, tom el control de los contratos internacionales de exportacin, comercializacin y fijacin de precios in-

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ternos, refund la empresa estatal del petrleo e increment los impuestos a las petroleras, de un promedio de 27% a 30% a otro de entre 50% a 53%. Todos estos cambios, aprobados en la consulta popular, se tradujeron en una nueva ley aprobada en 2005 (un ao antes de la llegada de Morales al gobierno). El decreto del gobierno de Morales no toc un solo campo, ni propiedad alguna de ninguna de las empresas que operaban entonces en Bolivia como producto de contratos firmados en la dcada de los aos noventa (Petrobras, Repsol, Total, British Gas, British Petroleum, Maxus, Prez Companc, Plus Petrol, YPF, entre las ms importantes). Pero no slo eso, las empresas petroleras que llegaron como producto de esos contratos, sin excepcin alguna, estn operando hoy en Bolivia y todas operan en los mismos campos que les fueron otorgados en el pasado, especialmente por la capitalizacin realizada en el gobierno de Snchez de Lozada (1996). El gobierno de Morales ha ratificado todos los contratos en varias leyes promulgadas el 23 de abril de 2007, mantenindoles a todas las mismas parcelas, los mismos campos y los mismos pozos, y por si hubiera dudas, computando el tiempo de esos contratos desde el momento en que se firmaron por primera vez, lo que ratifica que son los mismos contratos con la sola modificacin del canon impositivo, que subi de un promedio de 50% a 53% a otro de entre 60% y 65%. La provisin de gas al Brasil, igual que la presencia de Petrobras en Bolivia, no sufrieron cambios con relacin a la normativa del supuesto decreto de nacionalizacin. Quien haba impulsado en el fondo y sobre todo en la forma, el mensaje con referencia a Brasil el 1 de mayo de 2006, fue el ministro de Hidrocarburos de entonces, Andrs Soliz Rada,

periodista que desde los aos setenta se opuso a la venta de gas al Brasil y uno de los ms fuertes propulsores de la idea de que el imperialismo brasileo es uno de los mayores peligros para la soberana boliviana. No es ningn secreto el hecho ms que probable de que la salida de Soliz del ministerio, poco despus de la nacionalizacin, fuera una de las condiciones de Brasil para la recomposicin de la relacin entre ambos pases. Las consecuencias de la cacareada e inexistente nacionalizacin, sin embargo, dejaron una secuela de ms largo aliento que no favorece a Bolivia. Si bien en los hechos nada de lo esencial se toc, la impresin internacional fue que el gobierno de Morales violaba la seguridad jurdica y daba una muy mala seal a los inversionistas internacionales en ese y otros rubros de inters, vinculados a los importantes recursos del pas. Brasil comprob que el gas boliviano fue un arma poltica para condicionar determinados aspectos de la relacin bilateral. San Pablo tuvo conciencia de que la provisin de gas boliviano podra sufrir alteraciones y en caso extremo, aun interrupciones imposibles de absorber por la industria paulista. Eso llev a Petrobras a intensificar sus exploraciones de gas en territorio brasileo con resultados exitosos, lo que ha cambiado la ecuacin de modo dramtico. Probablemente ms all de 2015, Brasil podr abastecer con comodidad la demanda de su propio mercado, lo que colocar a Bolivia en una situacin distinta, la compra de gas por parte de Brasil no crecer, por el contrario, podr reducirse (el contrato de veinte aos, lleva ya una dcada de ejecucin), pero lo que es evidente es que el mango poltico de su continuidad lo tendr muy pronto Brasil.

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A esto se suma un giro negativo en varios aspectos. La cuantificacin de reservas de gas boliviano sufri un cambio dramtico. A comienzos de 2011 la empresa que mide esas reservas ha oficializado que el pas no tiene 24 trillones de pies cbicos como se certific en 2002, sino solamente 10 que un reciente descubrimiento podra subir a 13, pero ciertamente el panorama dista mucho de ser color de rosa. El gas se ha convertido en un commodity, perdiendo preeminencia el transporte por ductos. Las nuevas tecnologas de explotacin permiten extraer gas en zonas no tradicionales lo que ha reducido los mercados potenciales de Bolivia en Amrica del Norte y Amrica del Sur. Todo esto ha desplazado a Bolivia como el pas articulador de la distribucin de gas en el Cono Sur. La nacionalizacin ha dejado una secuela que parece ser el reverso de lo que Bolivia esperaba.

Lula y Bolivia II. A la hora de los resultadosA partir del episodio del gas, Brasil y Bolivia intentaron desarrollar una relacin ms fluida y menos condicionada por lo energtico, pero objetivamente la presidencia de Lula termin sin lograr concretar del todo los objetivos econmicos que busc intensamente a lo largo de los cinco aos que comparti mandato con Morales. Varias y frondosas delegaciones de empresarios brasileos con el aval poltico del presidente y la conduccin directa de Marco Aurelio Garca, volvieron a Brasil con las manos vacas. Ningn emprendimiento importante que pudiera considerarse como surgido de la gestin Lula culmin a pesar

de haber varias proyectos referidos a la industrializacin del gas boliviano en proyectos de energa binacionales, proyectos de integracin de infraestructuras de transporte y comunicaciones, que no fuera la conclusin de obras previamente iniciadas como la carretera Santa Cruz-Puerto Surez. Uno de los fracasos ms evidentes de esta saga fue la carretera Potos-Tarija que haba sido adjudicada a la empresa Queiroz Galvao en 2004. El gobierno de Morales expuls a Queiroz acusndola de irregularidades diversas y de mala ejecucin de obra. Tras largas y difciles negociaciones se acord otorgarle la obra a la brasilea OAS, pero los trabajos avanzan lentamente y el resultado ser cuando mucho, salvar el desastre. La constante del discurso privado y a veces pblico brasileo sobre la actitud de ese pas ante Bolivia, es que Bolivia tiene para el Brasil un valor estratgico fundamental. La razn es ms que evidente, el pas est en el centro del sudcontinente, tiene frontera con cinco naciones y la frontera binacional ms larga es precisamente con Brasil. La crisis de 2003 dej en evidencia que Brasil no poda darse el lujo de enfrentar una situacin de confrontacin que pudiera desestabilizar de modo crnico a Bolivia y poner en riesgo de contagio a otros pases de la zona. La estabilidad poltica boliviana es la primera prioridad brasilea. Mientras Morales la garantice, ser un socio de privilegio, pero las autoridades brasileas tienen claro que esa es una situacin que puede cambiar en un proceso electoral, lo que no debe alterar las buenas relaciones entre ambos. La lgica de Brasilia es que el mejor modo de garantizar esa estabilidad poltica es con la prosperidad econmica y ese

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es el mensaje que enva permanentemente a La Paz con la idea de alentar la recepcin de inversin brasilea. Lo que no est claro es si esa intencin no conlleva un inters de mantener una influencia decisiva sobre sectores claves de la economa boliviana, como la que ha logrado Petrobras en el rubro de la energa. En la contraparte, Brasil no encuentra interlocutores eficientes desde el punto de vista de la gestin en el gobierno de Morales, y los empresarios privados no encuentran reglas ni condiciones adecuadas que incentiven emprendimientos en Bolivia que se pueden hacer con mucha ms seguridad y retorno en naciones como Argentina, Chile y Per. Ms all de la llegada de Morales al gobierno, por todo lo anotado, Brasil es un referente inexcusable para Bolivia, pero la llegada de ste al gobierno coincidi con el posicionamiento especialmente significativo de Brasil en el escenario sudamericano. Qued claro en los ltimos cinco aos que la importancia brasilea es tal, que ha desplazado buena parte de la influencia de los Estados Unidos en la regin. No era posible encarar un proyecto poltico y econmico de integracin sin contar con el visto bueno del Brasil. La propuesta del IIRSA planteada por Fernando Henrique Cardoso en 2000, fue en realidad el motor de un proceso iniciado bajo el liderazgo de Brasil que se tradujo en la creacin de la Comunidad Sudamericana de Naciones en 2004 y finalmente en UNASUR (2008), que tuvo en Lula un pilar fundamental. Para Bolivia, Brasil fue el principal socio comercial en la ltima dcada, no slo por la cuestin evidente del gas, sino por-

que el eje Santa Cruz tiene mayor proximidad de vinculacin con el Brasil. Est a punto de terminarse la mencionada carretera Santa Cruz Puerto Surez que cerrar uno de los corredores interocenicos ms importantes del cono sur, al ligar por asfalto el Atlntico con el Pacfico. La relacin binacional es clave en el manejo de la zona de exportacin atlntica de Bolivia. Puerto Aguirre que conecta con el ro Paraguay, lnea fronteriza con el Brasil, de hecho representa ya el punto de salida del 38% del total de las exportaciones bolivianas, fundamentalmente granos que se ampliar prximamente con la exportacin de hierro a partir de la produccin de el Mutn en manos de una empresa hind, Jindal Steel and Co., que no hay que olvidarlo, marca una frustracin para Brasil que, como vimos, tena inters en llevar adelante esa iniciativa con inversiones privadas propias. La produccin soyera y ganadera del oriente boliviano tienen que ver con Brasil. En la soya hay importantes inversiones de empresarios brasileos que manejan ms del 15% de la produccin total, y en ganadera y granos la importacin de avances genticos y produccin transgnica, han mejorado la calidad del ganado y el rendimiento de cultivos. Est claro que, a pesar de la fuerte relacin ideolgica entre Morales y Hugo Chvez, la gravitacin brasilea sobre la economa boliviana y su natural influencia fronteriza, haca imposible un desplazamiento de los intereses estratgicos reales del Brasil a favor de la influencia venezolana. Esta percepcin fue progresiva en el gobierno de Morales, que intent un cierto equilibrio entre Caracas y Brasilia, que el peso de los hechos balancearon hacia Brasilia, ms an con su distanciamiento radical de los Estados Unidos.

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Para la oposicin no ha sido fcil un acomodo a la realidad de la desaparicin casi total del viejo sistema de partidos, sustituido por la hegemona del MAS como nico actor realmente organizado del escenario poltico boliviano. En el pasado el sistema poltico que se desplom en 2003, contaba con estructuras organizadas, cuadros con experiencia de gestin y con un importante trnsito en la poltica exterior del pas, lo que permiti el diseo de estrategias y programas concretos en la comprensin de los partidos de la realidad internacional y la insercin de Bolivia en el contexto sudamericano. Hoy, por el contrario, lo que hay es una gran interrogante en torno a las lneas maestras de la poltica internacional boliviana desde la accin de la oposicin, salvo quizs en el sensible caso de la reivindicacin martima con Chile. Quienes critican no sin fundamento la carencia de una poltica exterior consistente, parecen haber olvidado su propio pasado, su tradicin y marca gentica, para ahogarse en la inconsistencia, la carencia de cuadros y sobre todo la falta de visin en un tema de tan alta sensibilidad.

Chvez-Morales: De la luna de miel a un matrimonio entre igualesEs evidente que el giro de ciento ochenta grados en la poltica exterior boliviana se produjo en su vinculacin con Venezuela, a partir de la accin clara de Chvez de apoyar moral y materialmente la candidatura de Evo Morales en 2005.

Las relaciones Bolivia-Venezuela tuvieron dos fases casi coincidentes con los dos mandatos de Morales. En un primer momento la total inexperiencia de Morales hizo que Bolivia optar por un seguidismo de la poltica exterior venezolana que devino en un congelamientos de las relaciones con Estados Unidos, un momento de friccin significativo con Brasil, un casi congelamiento de relaciones con Per y un acercamiento a posturas contestatarias en el contexto regional, como el estrechamiento de relaciones con Irn. Chvez articul este escenario con la creacin del ALBA, que ms que un proyecto de integracin econmica lo que ha sido es un instrumento poltico que defini lneas de accin comunes en el contexto de la OEA y Unasur, y eventualmente en el proceso subregional andino. Morales asumi en los tres primeros aos de su gobierno una adscripcin casi de reconocimiento del padrinazgo poltico de Chvez y por extensin ms simblico que efectivo de Fidel Castro. Cmo se tradujo sto en la poltica interna boliviana? Morales acept que los temas de seguridad e inteligencia tuvieran una fuerte y directa influencia de expertos y funcionarios cubanos y venezolanos, incluida su propia seguridad personal. Hay que subrayar que el embajador de Cuba ejerce una influencia muy significativa en el entorno ms prximo del presidente, mucho mayor que la de los embajadores venezolanos, puramente operativos ante una relacin personal directa entre los presidentes. Morales desarroll un programa con el nombre de Evo cumple que estuvo apoyado directamente por dinero ve-

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nezolano, un promedio de entre 30 y 45 millones de dlares por ao de libre disponibilidad del presidente sin pasar por la aprobacin del Congreso Nacional ni estar inscritos en el presupuesto general de Bolivia, como corresponde en el caso de cualquier donacin internacional. Adicionalmente, es muy probable que el gobierno boliviano haya recibido apoyos directos de otra naturaleza cuya cuantificacin es imposible de hacer. En cambio, los grandilocuentes proyectos de industrializacin e inversin en el mbito energtico, en el de la produccin de alimentos y en obras de infraestructura, casi no han tenido resultado. El efecto de esta relacin tan estrecha se not muy pronto. Las frecuentes visitas de Chvez a Bolivia, incluso las actitudes paternales expresadas en actos pblicos, llevaron a la opinin pblica a un vuelco crtico sobre el mandatario venezolano. Morales, poltico de gran instinto, se dio cuenta del efecto contraproducente y baj los decibeles del vnculo. Si bien ambos presidentes comulgan la misma ideologa y siguen respaldando la vigencia del ALBA, adems de ratificar acuerdos bilaterales llenos de documentos especficos que pocas veces se llevan a efecto, est claro que la influencia directa de Chvez sobre su homlogo ha disminuido significativamente. No se puede dejar de lado sin embargo, que las relaciones comerciales entre Bolivia y Venezuela se incrementaron significativamente en el periodo 2006-2011, aunque se trata de un volumen que no es an significativo para la economa boliviana. En 2005 Bolivia exportaba 170 millones de dlares a Venezuela e importaba 40 millones. En 2011 las exportacio-

nes subieron a 339 millones (fundamentalmente granos y textiles) y las importaciones fueron 300 millones. Las exportaciones se duplicaron y las importaciones se multiplicaron casi ocho veces, la razn, el diesel del que Bolivia es cada vez ms deficitaria. Las exportaciones a Venezuela representan el 5% del total, mientras que las exportaciones a Bolivia representan para Venezuela el 0,4% del total. La diferencia con el Brasil es ms que elocuente. Pero no slo fue una cuestin de cambio formal, a medida que se afianzaba en la presidencia, el mandatario boliviano comenz a desarrollar su propia agenda internacional basada en dos pilares, el ms importante su condicin de primer presidente indgena de Bolivia y la repercusin internacional de este hecho. En pocos aos el gobierno boliviano percibi que poda generar un liderazgo regional sobre los pueblos indgenas de Per, Ecuador, Guatemala, Mxico y tambin Chile. Morales no necesitaba un padrino para esto y comenz a desarrollar una lnea internacional propia para afianzar la reivindicacin y la consolidacin de poder indgena ms all de Bolivia. El segundo tema en el que se empe es la defensa de la Madre Tierra (Pachamama, tanto en quechua como en aymara). El ministro de Relaciones Exteriores David Choquehuanca, la figura indgena ms relevante en el Poder Ejecutivo, impuso la idea de que hay que contrastar la filosofa del vivir bien andino (suma qamaa), frente a la del vivir mejor occidental, como una respuesta desde la cosmogona andina que considera como falaz el ansia del progreso, que se expres en la complementariedad y la armona hombre-naturaleza. Bolivia intent colocar esta idea

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en el concierto internacional, lo hizo en Naciones Unidas, pero sobre todo en las cumbres sobre el cambio climtico. La posicin ms radical se expres en la cumbre de Cancn, donde Bolivia fue el nico pas del mundo que no firm el documento final de la reunin.

La siempre conflictiva relacin con Estados UnidosLa influencia de los Estados Unidos en Bolivia, est dems decirlo, ha sido realmente muy grande. En ms de una ocasin se puede afirmar sin lugar a duda alguna se han producido actos de injerencia norteamericana en asuntos internos del pas. Esta influencia comenz durante la segunda guerra mundial pero se hizo muy evidente a partir de la revolucin de 1952 que, paradjicamente asfixiada por una crisis econmica y el bloqueo de sus exportaciones, apel a la ayuda estadounidense. En pocos aos la dependencia del presupuesto boliviano de esa ayuda era muy fuerte y con ella vino la dependencia poltica. EEUU respald a la revolucin (1952-1964) hasta el comienzo de la doctrina de seguridad nacional. Dado ese cambio provocado por la revolucin cubana, con igual entusiasmo respald un golpe de estado militar (1964) que inaugur un periodo de 17 aos de dictadura militar. Con la reinstauracin de la democracia (1982), las relaciones entre ambos pases se vieron fuertemente contaminadas por el tema de la coca, cuya produccin haba experimentado un crecimiento geomtrico en el periodo 1977-1982.

El punto de inflexin en la narcotizacin de las relaciones se dio en 1988, cuando se aprob una ley antinarcticos inspirada por EE.UU. que estableca una poltica muy dura de erradicacin de hoja de coca excedentaria, represin y castigo al narcotrfico. A partir de ese momento la presencia de la DEA en el pas fue determinante, supervisando la poltica antidrogas, cubriendo el presupuesto sobre el tema, pagando sobresueldos a los funcionarios policiales bolivianos especializados y generando una presin permanente sobre los diversos gobiernos para a