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http://www.mexicanosprimero.org/images/stories/Brechas_2010_-_Datos_de_impacto_-_noviembre2010.pdf
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Aún la mediocridad es privilegio: la primera brecha nos divide de trayectorias completas
y exitosas.
Seguimos contra la pared, porque sólo la mitad de los mexicanos puede aspirar a llegar al
bachillerato a los 15 años.
En cada generación de tercero de secundaria, más de la mitad no logran los aprendizajes
esperados.
El promedio nacional, siendo desastroso, no revela claramente que hay fallas aún más graves y
focalizadas.
Las brechas son diferencias que separan: la diversidad es hermosa, la inequidad es
ofensiva y detestable.
En México, la escuela no transforma a la sociedad, sino que reproduce la desigualdad del origen.
El peso del contexto prevalece sobre la intervención educativa.
Se desatiende o inhibe los factores que favorecen los resultados equivalentes.
La escuela no debe ser el reflejo, sino el proyecto.
La escuela no está transformando a la sociedad; son los niños los que llevan a las escuelas las
diferencias de capital cultural de sus hogares.
La escuela debe redistribuir las oportunidades vitales, pero muchos arreglos focalizados
consolidan las brechas en lugar de superarlas.
Se necesita de mejores soluciones técnicas, de decisiones políticas honestas y de sacudirnos la
complacencia.
Las brechas se cierran con una urgencia perseverante y un acento en los maestros.
No sólo hay una gran distancia en cuanto al aprovechamiento escolar que separa a México de
otros países del mundo. También hay una brecha en la visión, corresponsabilidad y sentido de
urgencia de nuestra nación para poner el tema educativo como prioridad.
Los maestros son el elemento crucial para cerrar las brechas, porque pueden ajustar la
intervención adecuada.
Necesitamos cerrar la brecha en los maestros: que su preparación, ingreso y condición laboral
sean equitativas y consoliden una profesión de alto reconocimiento.
El Índice de Desempeño Educativo Incluyente (IDEI) en los estados.
Ante las brechas, si no hay agentes de cambio entonces debe darse un cambio de agentes.
Reconocer el papel de la escuela no es buscar culpables sino empoderar agentes: a los maestros como a los
profesionales dignos y no como peones de apoyos políticos ni como operarios de programas centralistas y a las
familias en su adecuada corresponsabilidad.
Los actores tradicionales –políticos, funcionarios y líderes gremiales- no bastan para la transformación educativa;
es necesaria la activación de los actores emergentes: padres, maestros, organizaciones ciudadanas y los propios
alumnos.
¡Cerremos juntos las brechas! www.mexicanosprimero.org