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Política indígena Del reconocimiento de la diferencia al fin de la desigualdad Política indígena Del reconocimiento de la diferencia al fin de la desigualdad Legislando la agenda social

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Política indígena

Del reconocimiento de la diferencia

al fin de la desigualdad

Política indígena

Del reconocimiento de la diferencia

al fin de la desigualdad

Legislando la agenda social

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Política indígena

Del reconocimientode la diferencia al fin

de la desigualdad

Centro de Estudios Socialesy de Opinión Pública

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Colección Legislando la agenda social

Política indígena: del reconocimientode la diferencia al fin de la desigualdad

Primera edición: noviembre de 2006

D.R. © Centro de Estudios Sociales y de Opinión PúblicaCámara de Diputados / LIX Legislatura

Coordinación de la colecciónAdriana Borjas BenaventeMónica Bucio Escobedo

Cuidado de la ediciónAlejandro López Morcillo

Corrección de estiloFernando Cruz Benítez

Diseño y formaciónAlejandro López Morcillo

Asistencia editorialZuleima Durán ReyesDaniela López Peña

ISBN: 968-9097-13-X

Av. Congreso de la Unión 66Edificio G, Piso 3,Col. El Parque, México, D.F.Tel. 5628-1300, exts. 4490 y 1896Correo electrónico: [email protected]

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Índice

Presentación 7

Ciclo Legislando la agenda social 9

Introducción 15

Del reconocimiento de los valores de mi puebloal fin de la desigualdad 25

Juan Gardea

Justicia y seguridad comunitarias 41Cirino Plácido Valerio

Los cimientos pendientes 49Ricardo María Garibay Velasco

El aporte doctrinario de la antropología críticalatinoamericana y sus premisas socio-jurídicas 59

José Ordóñez Cifuentes

Estado de la regulación de los derechosindígenas en México 97

Francisco López Bárcenas

¿Adecuaciones o reformas del Estado? 109José del Val Blanco

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Los pueblos indios en México:una agenda pendiente 117

Bernardino Ramos

Régimen multimunicipal en México:una ruta posible hacia el ejerciciodel derecho al autogobierno indígena 127

Araceli Burguete Cal y Mayor

La presencia y participación de los indígenasen el Congreso de la Unión: una iniciativa 145

Marcelo Tecolapa Tixteco

Los mecanismos de consulta a los pueblosy comunidades indígenas 157

José de Jesús González Rodríguez

Consideraciones finales 173Jesús Porfirio González Schmal

Acerca de los autores 177

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Esta colección recoge las voces que desde distintasperspectivas se expresaron en el ciclo de foros Legis-lando la agenda social, organizado y convocado por elCentro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de laCámara de Diputados y celebrado con el respaldo dealgunas comisiones de la LIX Legislatura.

Diputados y senadores, representantes del sector so-cial, gubernamental y académico, convergieron y cons-truyeron un diálogo sobre los temas sociales másrelevantes, que configuran e inciden en la vida diariade los mexicanos y, por tanto, son parte sustancial delquehacer legislativo.

En los diecisiete foros que implicó el ciclo Legislan-do la agenda social, las voces provenientes de diver-sos ámbitos manifestaron ideas y propuestas, expusieronbalances y reflexiones, debatieron argumentos y apun-taron desafíos a enfrentar en torno a asuntos sociales,cuya importancia requiere tomar posición y asumir de-cisiones.

Presentación

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8 Legislando la agenda social

Dar espacio y resonancia a las palabras dichas portodas esas voces a través de esta colección, tiene elpropósito de aportar al lector elementos que enriquez-can el conocimiento y análisis de aquellos temas, cuyaimportancia radica en el carácter e impacto social querevisten.

Legislando la agenda social tiene también el propó-sito de contribuir a profesionalizar y a optimizar eldesempeño del Poder Legislativo, en la medida en quebrinda a quienes lo integran sus propias reflexiones enrelación con el trabajo que realizan y aquellas quedesde otros espacios se pronuncian y construyen laagenda social de México.

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9Introducción

Son –en verdad– amplios, importantes y ambiciososlos objetivos que con la realización del ciclo de forosLegislando la agenda social se pretenden alcanzar. Este esun esfuerzo de organización notable, que felicitamos.

A lo largo de casi dos meses y de los 17 encuentrosprogramados –con instituciones académicas, sociales ygubernamentales– diputadas y diputados desarrollamosun exhaustivo ejercicio de análisis y consulta popular,sobre temas de la mayor relevancia para el país. Esteejercicio democrático es útil para construir una agendalegislativa de consenso, que pueda constituirse en pla-taforma para la trasformación responsable de la nor-matividad de todas aquellas leyes que impactan en lostemas sociales.

El asunto de la agenda social es de tal relieve queincide ampliamente en la estructura de todo Estado.Sólo a través de una eficiente política social puedepreservarse la gobernabilidad y la paz interior de lospaíses. Por ello, es imperativo tener una mayor capa-cidad para generar bienestar y para mejorar la calidad

Ciclo Legislando la agenda social

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10 Legislando la agenda social

de vida de las personas y de sus familias. No hacerloconduciría al colapso social. Omitir la modernizaciónde cada uno de los instrumentos que propician el de-sarrollo humano sería muy grave.

El concepto de política social comprende aspectoscomo la salud, la educación, la cultura, la seguridadsocial, el trabajo, la vivienda, la migración o la pobre-za. En todos estos asuntos es claro que tenemos gran-des rezagos y debilidades.

En México se aprecia, hoy, una concentración desi-gual del ingreso, insuficiencia de la infraestructura, yasimetrías –que son ya intolerables– entre regionesdel país y grupos sociales. Estas deficiencias no debenseguirse combatiendo mediante políticas asistencialeso coyunturales, sino con un gran programa de desarro-llo social que estimule el desarrollo personal y colecti-vo, propicie participación social en la planeación deldesarrollo y facilite el acceso de la población en eldiseño y la ejecución de los programas sociales.

Aunque debemos reconocer que algunos programasgubernamentales, como Oportunidades, Seguro Popu-lar o créditos para la vivienda, han producido resulta-dos positivos, también debe admitirse que éstos sólo hanatemperado de manera mínima y parcial las serias ca-rencias que padece la mayoría de la población. Éstosno han sido suficientes para detener el crecimiento dela marginación ni para cerrar la brecha existente entrericos y pobres.

Debemos, entonces, acordes con las metas del mileniode Naciones Unidas, erradicar la pobreza extrema; lo-grar la enseñanza primaria universal; promover la igual-dad entre géneros; reducir la mortalidad infantil; mejorarla salud de las mujeres; fomentar el diseño de políticaspúblicas que atiendan la problemática que padece gran

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11Ciclo Legislando la agenda social

parte de la niñez; promover el deporte; mejorar lascondiciones de acceso a bienes de consumo duraderoy a la vivienda y estimular el ahorro y el acceso a unsistema de pensiones moderno; diseñar un programade atención a migrantes, sus familias y sus comunida-des, entre otras muchas acciones.

Requerimos, asimismo, fortalecer nuestro federalismoy alcanzar una auténtica equidad en la distribución delos recursos públicos hacia las entidades federativascon mayores necesidades y rezagos sociales. Es indis-pensable que la población de todos los estados de larepública tenga acceso integral y cierto a los benefi-cios de la nutrición, de la educación, de la salud, de lavivienda digna, del salario remunerador; en suma, ne-cesitamos muchas cosas para propiciar justicia social.

Requerimos de un nuevo marco de desarrollo, por-que es claro que sin justicia social el país estará con-denado al estancamiento y al conflicto permanente. Deallí la necesidad de estructurar una agenda social via-ble y participativa. De allí la importancia de este cicloorganizado por nuestro Centro de Estudios Sociales yde Opinión Pública, y de allí lo loable del interés denuestros compañeros diputados por impulsarlo.

Luego de 17 foros, en los que participaron alrededorde 1 400 ciudadanos a título personal o como repre-sentantes de instituciones académicas, sociales y gu-bernamentales, las diputadas y los diputados contamoscon una visión más amplia y con mejores herramientaspara diseñar una agenda legislativa que de pie, en elfuturo inmediato, a la transformación responsable de lanormatividad que regula los grandes temas sociales denuestro país.

Con acuciosidad y exhaustividad, han sido recogidaslas opiniones y propuestas de los expertos y se ha

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interactuado con los principales protagonistas de lossectores de la ciencia y tecnología, del deporte, de lasalud, de la educación, de la seguridad social, del coo-perativismo, del empleo, de la vivienda, del transpor-te, de la migración, de la seguridad nacional, que, entreotros, conforman los ámbitos de lo social, del desarro-llo humano y del federalismo mexicanos.

Asimismo, se han evaluado –con la participaciónciudadana abierta y plural– los avances, las insuficien-cias y los desafíos de las políticas públicas orientadasa la atención de los fenómenos de la marginación, dela pobreza extrema, de la equidad de género, de laproblemática de la juventud, del acceso a los sistemasde pensiones, de la gobernabilidad, de la reformamigratoria integral, entre otros temas.

Por eso, contamos ahora con mayor información alrespecto y hemos reafirmado nuestra convicción deque debemos conformar una agenda social estructuradade manera incluyente, con visión de futuro y regidapor ejes de acción en los cuales las premisas sean elcombate a la exclusión y la marginación; la mejoría dela calidad de vida de jóvenes, niños, mujeres, ancianose indígenas; así como el desarrollo equilibrado de to-dos los mexicanos.

En resumen, hemos confirmado nuestra convicciónde que desde la actividad legislativa estamos compro-metidos a impulsar la justicia social y el desarrollo re-gional, urbano y rural.

El ciclo Legislando la agenda social ha justificado suimplementación, ha demostrado su importancia y hadejado constancia de que su memoria y relatoría seránperdurables y útiles para la función legislativa. Conello, el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pú-blica cumple con sus funciones institucionales de in-

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13Ciclo Legislando la agenda social

vestigar y analizar los temas sociales y de apoyar lainformación que sobre el particular requerimos los in-tegrantes de esta Cámara.

Diputado Heliodoro Díaz EscárragaVicepresidente de la Mesa Directiva

LIX Legislatura

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Introducción

Entre los valores de la modernidad occidental, pro-ducto de la Ilustración, el más importante quizás, es elde la igualdad. La concepción de igualdad parte delsupuesto de la intrínseca dignidad de la condición hu-mana, y por ende, implica la necesidad de reformar lassociedades para lograr que las personas ejerzan suspotencialidades creativas en libertad. Las reformas so-ciales de los últimos doscientos años han intentadoconformar un entorno suficientemente seguro, tanto enlo político como en lo económico, para realizar talesvalores. En este contexto, cuando las personas son partede grupos definidos por características culturales quemarcan su idea de vida, las sociedades que incorporana una diversidad de grupos, deben promover un res-peto irrestricto a sus formas de actuar, siempre y cuan-do estas no restrinjan la libertad de sus integrantes.

En México, la modernidad ha conformado un Estadoque aún aspira a lograr los ideales de la Ilustración.Entre sus grandes deudas se encuentran los pueblosindígenas. Estos pueblos han sido relegados y segre-

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gados en la práctica, aunque no en la mitología nacio-nal. Prueba de lo anterior es que la mayoría de losindicadores sociales muestran que estos grupos sonlos que se encuentran en peores circunstancias.

En Política indígena: del reconocimiento de la dife-rencia al fin de la desigualdad 1 se describen y analizanlas demandas de los pueblos indígenas. Los autorescoinciden en la urgencia del pleno reconocimiento delos derechos de estos pueblos para alcanzar mejoresrespuestas a los problemas concretos que enfrentan.Asimismo, convergen en la opinión de que las últimasreformas a las leyes solamente han pospuesto las solu-ciones a los problemas reales de representación eimplementación de acuerdos y no contribuyen a lograrlas aspiraciones de justicia y libertad para los pueblosindígenas de México.

Como lo indica el título de su texto “Del reconoci-miento de los valores de mi pueblo al fin de la desi-gualdad”, que transforma el título de este volumen,para adecuarlo a la perspectiva indígena rarámuri, JuanGardea hace énfasis en los valores y la herencia de supueblo, al tiempo que subraya la necesidad de termi-nar con la desigualdad, mas no con las diferencias. Porel contrario, destaca la importancia de que los pueblosindígenas sean reconocidos “como iguales en digni-dad, pero diferentes culturalmente”, siendo los valoreslos que hacen diferentes a las culturas.

En primer lugar, y como una de las fortalezas de sucultura, el representante rarámuri señala el lugar que

1 Este libro integra los textos de los expositores que participaronen el foro que, con el mismo nombre, se realizó el 25 de abril de2006 dentro del ciclo Legislando la Agenda Social, convocado porel Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (CESOP), con elrespaldo de la Comisión de Asuntos Indígenas de la LIX Legislatura,y cuya organización estuvo a cargo de Patricia Legarreta Haynes.

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17Introducción

ocupan los ancianos y en la importancia de respetarlosy de seguir su testimonio, pues en ellos recae la ense-ñanza fundamental para la vida: sus valores y la rique-za de su cultura. La relación con la naturaleza, la reso-lución de los problemas en la comunidad y el valor deésta, el respeto al ser humano, el cuidado de uno mis-mo, el inconmensurable valor de la verdad, son algu-nas de las enseñanzas que se transmiten de generaciónen generación. Gardea no pretende poner en la balan-za los valores de su pueblo frente a otros, hacerloimplicaría “dar por terminado el esfuerzo por respetar-nos o aceptarnos”, sino que propone reconocer la dife-rencia, señala, como condición para poder “establecernuevos puentes de relación”. Así, eleva una sola exi-gencia: respeto, “queremos ser nosotros sin ser des-preciados”.

Frente al racismo, la discriminación y el “objetivo dedar migajas a los pobres indígenas” prevalecientes enMéxico, Cirino Plácido Valerio presenta una de las ini-ciativas de los propios indígenas para “poner en prác-tica el legítimo derecho de construir un espacio dondese pueda vivir”. Así, el líder indígena describe la crea-ción de instituciones propias, en este caso, la Coordi-nadora Regional de Autoridades Comunitarias y la Poli-cía Comunitaria, cuyo propósito ha sido impulsar un“proyecto de desarrollo integral regional que contem-ple las aspiraciones de una vida digna y el respeto denuestras costumbres, así como un sistema de imparticiónde justicia y seguridad comunitaria”. Fundador y miem-bro de ambas instituciones, Plácido describe su estruc-tura y funcionamiento, así como los retos a los que seenfrentan y las respuestas que han implementado.

A partir de la reflexión sobre el tema de medioambiente y recursos naturales, Ricardo María Garibay

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Velasco resalta la necesidad impostergable de abrirespacios de participación social efectiva y, en coinci-dencia con otras voces aquí recogidas, de reconocerlos derechos de los pueblos indígenas, así como delcumplimiento efectivo de una política de Estado ver-daderamente transversal y equitativa respecto de estetema. Garibay recoge y critica visiones y opiniones dequienes siendo responsables de la aplicación de la nor-matividad ambiental y de proyectos en territorios indí-genas, al considerar que han incurrido en errores graves,y contrapone éstas actitudes con la reacción y concien-cia de los propios pueblos indios respecto a sus recur-sos naturales.

José Ordóñez Cifuentes hace un recorrido a travésde las reuniones y declaraciones que han contribuido alas premisas socio-jurídicas que sustentan las reivindi-caciones autonómicas de los pueblos indígenas. El au-tor recoge los principales planteamientos surgidos desdelas reuniones de Barbados en la década de 1970 hastala Declaración Universal de los Derechos de los Pue-blos Indios, haciendo énfasis, a partir de los plantea-mientos de autores como Rodolfo Stavenhagen y PabloGonzález Casanova, en las “relaciones étnicas asimé-tricas” entre los “Estados etnocráticos en Latinoaméricay sus poblaciones indígenas”.

Al analizar la legislación indígena vigente, FranciscoLópez Bárcenas observa que ésta sigue “la lógica denegar los derechos políticos y económicos, que sonlos fundamentales para la existencia de los pueblosindígenas”. Negarles el reconocimiento como sujetosde derecho público y el derecho al territorio, no sólono satisfizo las demandas de los pueblos indios, sinoque contravino convenios internacionales firmados pornuestro país, además, las reformas aprobadas apunta-

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19Introducción

ron a “abrir paso a una política de privatización de losrecursos naturales”.

López Bárcenas presenta la cuestión indígena desdeuna perspectiva histórica, en la que las luchas indíge-nas se manifiestan como parte del largo proceso deconformación del Estado mexicano y su inserción enla “globalizacióin neoliberal”. La problemática, desde laperspectiva del especialista, ha estado continuamentepresente en los sucesos y debates nacionales, y estospueblos han estado, a su vez, defendiendo y reivindi-cando sus derechos frente a un Estado que “siempre habuscado escamotear(los)”. Esta capacidad de resisten-cia, subraya López Bárcenas, “representa una esperan-za de que no serán derrotados”.

José del Val Blanco expone la manera que la refor-ma indígena de 2001 exhibió las limitaciones que to-maría la discusión entre los poderes Ejecutivo y Legis-lativo durante toda la administración del presidenteFox. Afirma que en este proceso se perdió “la capaci-dad de respuesta a los compromisos que se tenían conla sociedad y que se habían signado formalmente eneste sentido”.

En la discusión de la Ley de los Pueblos Indígenas,argumenta del Val, estaba en juego la transformaciónjurídica del Estado mexicano respecto al reconocimientode la dimensión cultural de la ciudadanía. Sin embar-go, los pueblos indígenas no fueron reconocidos comosujetos políticos plenos y les fue negado el derecho ala autodeterminación y el ejercicio de la autonomía ycontrol de sus territorios y recursos. Así, el enorme apa-rato jurídico se convirtió sólo en un mecanismo desimulación y no en una palanca de transformación. Laestructura institucional creada finalmente articuló “elconfinamiento de los pueblos indígenas al discurso

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20 Legislando la agenda social

de la ‘pobretología’”. De ahí parte el autor para haceruna aguda crítica a las políticas que han orientado eltratamiento del tema indígena, sean estas educativas,lingüísticas, de seguridad social, culturales, y pone enel centro la necesidad de construcción de un discursode desarrollo integral con base en el reconocimientode los sujetos, su territorio y sus recursos.

Por su parte, Bernardino Ramos insiste en la impor-tancia del tema indígena en tanto que “no puede en-tenderse la reforma del Estado sin transformar la relaciónEstado-pueblos indígenas”. Al respecto, y partiendode que el reconocimiento pleno de los derechos indí-genas sigue siendo la demanda central, subraya la ne-cesidad de voluntad por parte de las fuerzas políticaspara incluir el tema en la agenda de discusión legislati-va. Asimismo, el ex diputado federal hace un breverecorrido por distintos momentos de la construcción dela agenda indígena, destacando en ella la participacióndel movimiento indígena.

Ante un escenario incierto para el avance del reco-nocimiento de la autonomía indígena en el marco deuna reforma del Estado, Araceli Burguete Cal y Mayorpropone un “avance legislativo gradualista” desde elterreno local, es decir, propuestas legislativas de me-nor alcance, colocadas en una estrategia de largo plazoen la que se avance progresivamente. En este sentido,la autora propone una reforma al artículo 115 constitu-cional que quite los candados, haciendo posible el de-recho al autogobierno indígena en la escala municipal-comunitaria.

El municipio libre, en su diseño actual, señala Bur-guete, no considera la diversidad de formas de organi-zación sociopolítica, obstaculizando, entre otras cosas,el derecho al autogobierno indígena. De hecho, el re-

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21Introducción

conocimiento de la diversidad institucional municipales uno de los temas pendientes de la agenda federalis-ta.2 Formula estos planteamientos desde una perspec-tiva amplia que apunta a la gobernanza local a partirde la coexistencia de distintos tipos de municipios bajoun nuevo régimen multimunicipal que reconozca ladiversidad “como un valor polisémico y no sólo étni-co”. La reforma propuesta comprendería modificar elrégimen del municipio libre y establecer, en sustitu-ción, uno que considere la posibilidad de coexistenciaen el país de distintos tipos de municipios y de diver-sas formas de integración de la autoridad local, comolos municipios indígenas y los municipios pluriétnicos,pero también los municipios fronterizos o los metropo-litanos.

Marcelo Tecolapa Tixteco aborda la iniciativa legis-lativa presentada ante el Pleno de la Cámara de Dipu-tados en diciembre de 2005 con el fin de que lospueblos indígenas cuenten con una representaciónequitativa y efectiva en el Congreso de la Unión através de los principios de mayoría relativa y repre-sentación proporcional. Frente al papel secundario alque se ha relegado el tema indígena, el ex diputadofederal argumenta la necesidad de que este sector seconstituya como una fuerza política. En este sentido,el fin de esta iniciativa sería establecer condicionesreales para su representación y participación políticas.

José de Jesús González Rodríguez expone los mar-cos internacionales, nacionales y las propuestas legis-lativas sobre los mecanismos de consulta a los pueblosy comunidades indígenas, partiendo del derecho de

2 Alejandro Navarro, “La reforma federalista: los temas pendien-tes”, Socioscopio, nueva época, núm. 10, septiembre de 2006, pp.4-11.

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estos pueblos a “decidir sus prioridades en el procesode desarrollo, en la medida en que éste (les) afecte”.

González Rodríguez, al analizar la minuta de la Cá-mara de Senadores por medio de la cual se expediríala Ley de Consulta Pueblos y Comunidades Indígenaspresentada en la LIX Legislatura, expone la experien-cia derivada de diversos ejercicios de esta naturalezallevados a cabo en nuestro país y presenta algunasopiniones sobre su perfil y las expectativas que eltema ha generado. Los principales cuestionamientos serefieren a la exclusión de los pueblos y comunidadesen el diseño y la organización de las preguntas, asícomo la falta de coordinación entre poderes y órdenesde gobierno en estos procesos. Finalmente el que laspropuestas derivadas de las consultas no tengan carác-ter vinculatorio resta trascendencia a un mecanismo degran importancia para asegurar la participación de lospueblos y las comunidades indígenas en el desarrollonacional.

Las consideraciones finales derivadas de la presen-tación de este conjunto de trabajos están a cargo del exdiputado federal Jesús Porfirio González Schmal, quiendestaca que la reforma del Estado debe tener por obje-tivo la inclusión de todos los mexicanos, partiendo pre-cisamente del “reconocimiento de la diferencia paradar fin a la desigualdad”. Asimismo, rescata el términoamerígenas, que acentúa el carácter originario de “nues-tras comunidades autóctonas”; y propone, partir de esereconocimiento para construir el México que quere-mos “ciertamente justo, con todos los mexicanos sinexcepción”.

A todas luces, el tema indígena es central en laagenda nacional en tanto que supone soluciones efec-tivas a las demandas apremiantes del sector más rele-

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23Introducción

gado de aquellos que constituyen nuestro país; e im-plica la transformación del Estado y el reconocimientoreal de la diversidad que conforma a la nación mexica-na. En este proceso no puede relegarse a los actorescentrales, los pueblos y las comunidades indígenas yla reivindicación del reconocimiento de sus derechoscolectivos, so pena de seguir posponiendo la posibili-dad de construir una nación en la que todos aquellosque la conforman puedan alcanzar la libertad, igualdady justicia tan largamente añoradas.

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Aunque el título de este libro, Política indigena: delreconocimiento de la diferencia al fin de la desigual-dad, es muy sugerente y reconozco que una políticade este tamaño es indispensable en el siglo XXI, hepreferido dar este nombre a mi ponencia y rehaceraquel nombre desde mi perspectiva de indígenararámuri, orgulloso de mi sangre y de mi historia.

Es verdad, hay que terminar con la desigualdad a laque durante muchos siglos se nos ha sometido y humi-llado, y reforzar la necesidad de mantener nuestrasdiferencias con el mundo no indígena mexicano y sub-rayar la de ser reconocidos como iguales en dignidad,pero diferentes culturalmente. Y cuando digo “cultural-mente”, deseo encerrar en esta expresión toda la ri-queza de mi ser indígena rarámuri, nuestra forma deentender el mundo, nuestra forma de relacionarnos connuestra madre tierra, nuestra peculiar manera de crearcomunidad entre nosotros y con los mestizos, nuestraexperiencia llena de riqueza de entablar relación connuestro Dios Padre-Madre, etcétera. En fin, hablo de

Del reconocimientode los valores de mi puebloal fin de la desigualdad

Juan Gardea

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26 Juan Gardea

cultura rarámuri como la expresión de la riqueza quenos han heredado nuestros antepasados y que nuestrosancianos y nuestras autoridades responsablemente hansostenido de manera incansable.

Por eso, con el permiso de mis ancianos y de misautoridades, expongo a ustedes mis puntos de vistasobre esta perspectiva de terminar con lo que nos hu-milla y reconocer nuestra riqueza distinta de la de us-tedes no indígenas. Quiero presentar lo que consideropuede ser el verdadero y más sólido fundamento de loque en este libro se expone: NUESTROS VALORES, esos quenos hacen diferentes a otras culturas y que al mismotiempo nos deberían posicionar frente a esas mismasculturas diferentes.

Me voy a centrar en la exposición de lo que noso-tros los rarámuri consideramos nuestras fortalezas cul-turales, sin que esto que comparto niegue que tambiéntenemos debilidades, errores y desaciertos.

En primer lugar, deseo compartirles nuestra expe-riencia sobre el lugar que ocupan nuestros “ancianos”.Ellos son los que fortalecen nuestra identidad, los quenos recuerdan los caminos que debemos recorrer paraseguir siendo rarámuri. La acción más grave entre no-sotros es faltarle al respeto a uno de nuestros ancianos,sea hombre o mujer. Ésta es la mayor falta que un rará-muri podría cometer. Y esta enseñanza la traemos enla sangre, pues nuestros padres desde que somos muypequeños nos inculcan el respeto por nuestros adultosmayores, como dicen ustedes.

En ellos radica la enseñanza fundamental para lavida. Ellos a su vez han recibido de sus antepasados elmismo legado que ahora nos comunican a nosotros losque no hemos llegado a esa edad y que necesitamosaprender en la vida y de sus vidas. En esto radica la

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27Del reconocimiento de los valores de mi pueblo

importancia de respetar a nuestros mayores, en quenos están enseñando a vivir pero no solamente a basede consejos buenos o recomendaciones atinadas; sinonos están enseñando con sus vidas, con su testimonio,con su ejemplo.

De aquí se derivan todos los valores en los quecreemos y por los que queremos luchar, aquí radicanuestra riqueza, ésta que nos hace diferentes a ustedesy que al mismo tiempo nos ofrece la oportunidad deexigir respeto, ya que en esto somos iguales. De aquíse derivan las múltiples enseñanzas por el cuidado dela naturaleza, de nuestra madre tierra. Pido una discul-pa por narrar mi experiencia, pero es que a nosotrosnos cuesta trabajo hablar en conceptos, en abstractos,y preferimos ser muy concretos. Y esto de conceptos yabstractos lo aprendí en la escuela chabochi, porqueen la escuela de la vida esto no existe. Espero mebrinden su comprensión, y continúo.

Ellos, nuestros ancianos, me enseñaron a seleccio-nar la mejor semilla de mi parcela, no sólo para sem-brarla en el siguiente ciclo agrícola, sino para ofrecerlaa Nuestro Dios Padre-Madre en señal de gratitud porla cosecha recibida. Y esta semilla es aquella que notuvo contaminación con fertilizantes y herbicidas quí-micos, que si bien ayudan a las plantas, van matandopoco a poco a nuestra madre tierra.

Ellos me han enseñado a no cortar ni una ramita queno sea indispensable para la vida; porque los pinos ylos encinos y los fresnos y los madroños y los cedrosno son para hacer negocio y venderlos, como lo hacenlos chabochis (así calificamos a los hombres barbadosque tanto daño nos han hecho). No, los bosques sonpara llamar al agua, para evitar la erosión. La maderade nuestros bosques nos da oportunidad de calentar-

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nos y de preparar nuestros alimentos, de construir lostechos de nuestras viviendas, de elaborar utensilios decocina e instrumentos musicales; pero la mano ambi-ciosa de muchos blancos ha ido rapando nuestros bos-ques con todas las consecuencias para nuestra madretierra; y para nuestro propio estilo de vida.

Mis ancianos me han enseñado que los problemasse han de resolver en el interior de la comunidad, a laluz de los consejos y juicios que en comunidad realiza-mos al frente de los cuales siempre están nuestrosmayores. La justicia y la equidad se construyen en lacomunidad y no fuera de ella; las leyes están escritasen sus corazones y no en grandes libros con letra pe-queñita muy difícil de leer y muy fácil de manipular.Nuestras leyes están inscritas en nuestro interior, y ahísabemos que debemos dar su lugar a las viudas y aproteger a los huérfanos; las voces que se levantandesde el corazón de cada uno de nosotros nos anun-cian que tenemos que compartir con el que menostiene y no hacer daño al hermano, que hemos de cui-dar al débil y respetar la propiedad de los demás.

Mis ancianos me han inculcado la necesidad de apren-der a trabajar la tierra, a cuidarla; me han enseñado aluchar por conservar nuestra lengua, nuestras tradicio-nes religiosas, nuestros bailes y nuestra forma de ves-tir. Desde muy chiquito aprendí que tengo un pastorque me inició en la vida de mi comunidad y que mecuidará durante toda la vida, que me protegerá en lasenfermedades y me sabrá orientar si me desvío delcamino que los rarámuri tenemos que seguir. Desdemis primeros años aprendí que uno de los aspectosmás importantes en la vida es el valor de la comuni-dad, por el que tenemos que dar la vida, porque alperderse éste, terminaría nuestro paso por esta tierra.

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29Del reconocimiento de los valores de mi pueblo

Es la comunidad la que me fortalece, la que me daidentidad, la que me recuerda lo que tengo que reali-zar para ser verdadero rarámuri. En la comunidad cre-cemos, en la comunidad nos realizamos, en la comunidadnos perpetuamos como cultura.

De mis ancianos he aprendido que el rarámuri au-téntico no sabe mentir. Es una cualidad de la cultura elhecho de que el rarámuri ha de hablar siempre con laverdad. Es triste contemplar que desde que empeza-mos a tener roce con el conquistador occidental apren-dimos el uso y el alcance de la mentira. Habría muchosejemplos de esta tragedia. Por ejemplo, aprendimosque la palabra y el escrito de los blancos no tienenvalor cuando han violado los acuerdos de paz, queentre paréntesis el occidental siempre ha violado.Aprendimos que una cosa es la dotación de tierrasejidales y otra la realidad que manejan en las juntas ydejan constancia en sus actas. Hemos aprendido triste-mente la manera de tomar ventaja de una manera anti-humana. En nuestra opinión, ésta fue la razón por lacual el rarámuri tuvo que aprender a mentir; pero paranosotros esto es solamente como necesidad de super-vivencia ante un mundo mentiroso. A raíz de estassituaciones nuestros ancianos nos han enseñado quesólo en especiales circunstancias el rarámuri hablará odará un informe verídico cuando es consultado porgente extraña a la de su comunidad, sabe que en elmentir puede estar la seguridad de los suyos y la de sucomunidad.

Y al mismo tiempo los ancianos nos recalcan que noha de suceder lo mismo entre nosotros, en nuestrascomunidades; ahí tenemos la obligación moral de con-ducirnos siempre con la verdad y así lo hemos hecho.A los niños siempre se les exhorta a hablar con la

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verdad, tanto con sus compañeros como con su familiay sus mayores y ancianos.

Reprobamos la mentira, y el mentiroso es amonesta-do muy duramente. Pero al mismo tiempo fuera denuestras comunidades y con gente que no es de nues-tra raza y de nuestra confianza, en forma especial anteel mestizo, nos manejamos de manera distinta.

Los ancianos nos han enseñado que para negociartierras y animales con los mestizos, y muchas vecescontra nuestra voluntad, se hace necesaria la mentira,que es sólo una estrategia para salvaguardar la vida,nuestros bienes y la seguridad de todos los nuestros.

Nuestros ancianos nos han enseñado que entrerarámuri los tratos de negocios siempre se construyenen la verdad. Para nosotros es un honor ser reconoci-dos como hombres de palabra y por eso la necesidadde seguir conservando ese prestigio ganado y mante-ner nuestra dignidad en la verdad.

Nuestros antepasados nos legaron la enseñanza deque cuando se ha empeñado la palabra y medianteésta se establece un compromiso, lo tenemos que cum-plir rigurosamente. En los tratos comerciales entre no-sotros existe la entera confianza de que serán legales,sin ventajas para nadie.

Por eso no sentimos antes la necesidad de aprendera escribir porque aquí es cuando la palabra vale másque un convenio escrito y sellado. Por esta razón elrarámuri suele decir que los escritos son para cuandono se sabe sostener la palabra. Hoy en día los compro-misos tienen que estar sellados y hasta notariados paratener validez legal, lo que choca con la concepción delos que nunca aprendieron a escribirlos, porque paraellos la palabra encerraba toda la fuerza de un compro-miso de vida.

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31Del reconocimiento de los valores de mi pueblo

Me voy a permitir compartirles en este momento lasabiduría que un anciano me regaló un día y que con-servo como un tesoro porque es una especie de testa-mento que ha quedado grabado en mi corazón.

soy rarámuri –me dijo–, y al mismo tiempo soy un pastor, es

decir, tengo la responsabilidad de acompañar, guiar y ayudar

a los rarámuri, por eso siempre que puedo les doy consejos,y les comunico las enseñanzas que yo también recibí de mi

pastor, de mi guía y mi acompañante en la vida. Él ya es

viejo y por eso es sabio y siempre me repite que tengo queenseñarles a mis gentes lo que yo he aprendido de él y de la

vida toda. Por eso estoy en constante comunicación con mi

Creador, con la Madre Tierra, con la Naturaleza, con los seressobrenaturales que pueden causar enfermedades espiritua-

les. Vivo muy cerca de mi pueblo, de mis hermanos rarámuri.

Procuro ser una persona recta, que genere confianza en mispastoreados. Pastoreo a muchos niños y tengo que velar por

su bienestar, por su salud. Yo los inicié en la vida, yo los hice

ciudadanos del mundo, de la naturaleza y me comprometí aque siempre estaría al pendiente de sus vidas.

Como tengo la obligación de cuidar por la salud espiri-

tual y corporal de los míos, les tengo que repetir muchasveces estas enseñanzas que hoy me voy a permitir compar-

tirles todas juntas y sólo por esta ocasión.

Para comportarnos como verdaderos rarámuri “pagótuame”les recomiendo que tengamos respeto por todo ser humano,

ya que ellos son nuestros semejantes. No reparemos en su

condición física, su sexo y menos aún en su situación econó-mica. Por el anciano siempre deberemos tener un respeto

especial porque su sabiduría y sus conocimientos son la guía

para recorrer la vida toda. Por la mujer tendremos un cuidadoespecial, con un respeto cariñoso, porque mujer es nuestra

madre, mujer es nuestra compañera y mujeres serán nuestras

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hijas. Y ustedes mujeres deberán cuidarse, respetarse a uste-

des mismas y darse a respetar por todos nosotros. Nosotroslas sabremos respetar si ustedes se respetan primero a uste-

des mismas. Deberemos tener un respeto cuidadoso por

la Naturaleza, porque el Creador nos puso en medio de ellapara que vivamos con ella y de ella y no para destruirla.

Para el fortalecimiento cultural les señalo que debemos

respetar y amar nuestras tradiciones, nuestras danzas y can-tos religiosos que son una manera privilegiada para comu-

nicarnos con nuestro Creador. La mejor manera para comuni-

carnos entre nosotros es la palabra rarámuri. Nunca dejemosde lado nuestra lengua, nuestra ropa tradicional que es muy

bonita. Conservémosla limpia, decorada para que siempre

sea atractiva a la vista de los demás. Practiquemos nuestrosdeportes tradicionales con cariño, y que no se nos olvide

que el ejercicio es parte de lo que mantiene nuestros cuer-

pos fuertes y sanos. Convivamos siempre con los hermanosrarámuri y compartamos lo que el Creador nos ha dado a

cada uno. En la medida en que compartamos con los herma-

nos y hasta con los extraños nos ganaremos su cariño y admi-ración.

En lo que toca a la vida del alma, tengamos cuidado es-

pecial por mantener una comunicación constante con nues-tro Creador pues todo lo que podemos ver, Él lo ha creado.

Toda la creación hace posible que el sol salga cada día y se

oculte cada tarde, y de la misma manera las estrellas y laluna. Cuidemos juntos la creación, la naturaleza, a nuestra

Madre Tierra.

Deberemos cuidar nuestra alma, nuestro aliento vital. Estealiento vital es el compañero inseparable de nuestro cuerpo.

Nuestra alma siempre estará con nosotros, hasta que aban-

done nuestro cuerpo. A cada uno de nosotros nos dieron unPastor para que fuera nuestro guía, para que nos ayudara a

conservar nuestro espíritu alegre.

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33Del reconocimiento de los valores de mi pueblo

Con tu alma, honra a nuestra cruz que es el símbolo de la

vida y la representación del ser humano. Recordemos siem-pre que los cuatro puntos cardinales son los cuatro pilares de

nuestro mundo y que tenemos que darles vida y fuerza con

nuestras danzas. Tengamos presente que debemos ofrendartodo al Creador ya que todos los bienes que hemos recibido

de nuestra Madre Tierra nos han sido entregados por Él.

Para cuidar de la Naturaleza tenemos que ser muy obser-vadores porque en ella podemos encontrar los remedios para

todos nuestros males corporales. Por eso debemos observar

las plantas, los árboles, las cortezas, las variedades de tierra,los animales que curan nuestro cuerpo pero que también

pueden causarnos daño. Si no usamos con medida de lo que

nos da el Creador a través de la Naturaleza, la misma Natura-leza nos puede ocasionar daños al cuerpo y al alma, hasta la

misma muerte del cuerpo, porque el alma no muere.

En la medida en que aprendamos a cuidar nuestro cuerpo,nuestros sentimientos y nuestras experiencias, estaremos en

posibilidades de cuidar nuestro espíritu. Cuidemos nuestro

cuerpo, fortalezcámoslo para que el espíritu no lo abandone.El alma abandona más fácilmente a un cuerpo débil, flaco y

enfermo. Debemos aprender a manejarnos frente a las difi-

cultades de la vida, las emociones, los sustos, los seres sobre-naturales que pueden causar daño al cuerpo y al alma, ya

que en la medida en que aprendamos a permanecer fuertes,

estas fuerzas pueden verse derrotadas. Si somos débiles, es-tos seres pueden vagar en lo desconocido y causarnos daños

irreparables.

Recuerden que el Sukiki o Ru´síwari son piedras que tie-nen vida, que vuelan a las órdenes de los hechiceros para

enfermar y matar a quien los mismos hechiceros ordenan y

que sólo el waníame o pastor puede curarnos porque lossaca del cuerpo y del alma. Estas piedras vivas son parásitas

que se alimentan de los cuerpos y los espíritus de los rará-

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muri; y para que no nos hagan daño, debemos mantener

cercanía con nuestros pastores, debemos escucharlos, tomarsus consejos y enseñanzas.

El Jíkuri y el Bakánowa son plantas pero no como todas,

porque éstas tienen una vida especial, con grandes poderessobrenaturales. Nunca tengas contacto con ellas si no es a

través de sus sacerdotes que saben manejarlas y que pue-

den enseñarte a tenerlas, alimentarlas y cuidarlas. Ellos tepodrán enseñar a tratarlas, a relacionarte con ellas y por favor

cumple siempre de manera exacta y con gusto lo que los

sacerdotes del Jíkuri y del Bakánowa te enseñan para tratar-las. Si así lo hacemos estas plantas serán siempre nuestras

protectoras y nunca nuestros verdugos.

Yo me voy a ir un día, por eso aprendan estos consejos;no los olviden para que cuando yo me vaya y no te pueda

proteger, seas tú mismo quien te guíes y protejas y hagas lo

mismo con los tuyos.

Hasta aquí las palabras de este sabio. Les he com-partido todo esto porque considero que la mejor ma-nera de terminar con las discriminaciones y las desi-gualdades de los no indígenas hacia nosotros es elreconocimiento de nuestros valores, que son diferen-tes a los valores que ustedes proclaman y enseñan. Noes el momento de poner en un platillo de la balanzasus valores y en el otro los nuestros. Si así lo hiciéra-mos automáticamente daríamos por terminado el es-fuerzo por respetarnos y aceptarnos. No se trata decalificar como verdaderos valores los nuestros y desca-lificar los suyos; o al revés si se quiere. Se trata deseñalar que somos diferentes; que valoramos a la natu-raleza de manera diferente. Que en la medida en quenos permitan ser nosotros, podremos establecer nue-vos puentes de relación. Jamás los hemos dañado a

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ustedes y jamás los dañaremos; pero también podría-mos solicitar que nos respeten y nos dejen ser rarámuri.

No somos seres humanos extraños; somos personasdistintas. No somos indios ignorantes; somos personas,que nos llamamos a nosotros mismos rarámuri, con ca-pacidades como el mejor de ustedes. No somos borra-chos ni sucios, aunque como a todos los humanos, nosgusta beber y también el polvo y la tierra nos ensucian.

Sí, somos diferentes, y si no nos bañamos todos losdías es porque en invierno nosotros tenemos que rom-per el hielo para llevar agua para beber y ustedes sólomueven una llave de metal y obtienen agua calientepara lavarse; sí, somos diferentes porque en veranonuestras mujeres trabajan al aire libre con el torso des-nudo, y ustedes mueven un botón para obtener airefrío en sus cocinas con gas. Sí, somos diferentes, perono inferiores, porque la grandeza no se mide por elpago del recibo de la electricidad, o el estado de cuen-tas del banco con muchos números antes del puntodecimal. Somos iguales en dignidad, somos iguales comopersonas, somos iguales como mexicanos; aunque nosobra decir que somos mexicanos antes que ustedes yesto nos da un derecho de antigüedad sobre ustedes,que no queremos usarlo a no ser que sea un argumen-to que los convenza para la terminación de la discrimi-nación.

Y esta igualdad, y estas diferencias sólo serán váli-das si nos conducen al respeto que hoy podemos exi-gir con todo derecho. Respeto por nuestras tradicionesy costumbres; respeto por nuestras maneras de impar-tir justicia; respeto por nuestras leyes inscritas en nues-tros corazones; respeto por nuestra lengua y nuestrascelebraciones religiosas. Nos negamos a ser considera-dos como personajes de un documental interesante;

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nos negamos a ser atendidos como los rezagados deldesarrollo nacional. Exigimos el mismo trato de respe-to que ustedes dan a los que traen corbata y hablanidiomas extranjeros; exigimos el mismo trato que uste-des dan al que viene del extranjero a gozar las belle-zas de nuestro México; exigimos el mismo respeto queustedes ofrecen al que antes de su nombre se dicedoctor. Y exigimos todo esto porque México es nues-tro, es de ustedes y es de nosotros; o de nosotros y deustedes. Y nos sentimos con derecho de exigirlo por-que o nos arriesgamos hoy a reconstruir juntos nuestroMéxico en solidaridad y respeto a nuestras diferencias,o bien, al ser nosotros la minoría más débil, nos lleva-rán a la muerte como mexicanos, como rarámuri, ha-ciendo triunfar lo que hoy, aquí y ahora, se quieredefender: la riqueza de nuestras diferencias y la termi-nación de la discriminación y la descalificación.

¿Sería muy costoso para ustedes el pedirles que nosdieran oportunidad de seguir siendo rarámuri? Muchoshermanos como yo hemos ido a la escuela, muchasmujeres indígenas asisten a la Universidad Autónomade Chihuahua y se preparan como profesionistas; mu-chos rarámuri son maestros de escuelas bilingües; ytodos, universitarias, maestros, gobernadores tradicio-nales y ancianos, niñas y jóvenes queremos ser pro-fundamente rarámuri, y crecer en la posibilidad dedialogar con todos desde nuestras raíces, desde nues-tra originalidad y nuestra identidad de indígenas.

¿Qué quiero proponer el día de hoy? Quiero propo-nerles que antes de destruirnos nos conozcan; que an-tes de terminar con nosotros y de exterminarnos, nosden la oportunidad de demostrarles que podemos serbuenos mexicanos, que podemos ser constructores conustedes de valores, y si me permiten una exageración,

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que no una mentira, que nos permitan demostrarlesque en nuestras comunidades vivimos mucho más cer-ca de la justicia, del respeto, de la verdad, de la solida-ridad, de la sana convivencia comunitaria que muchosde ustedes no indígenas. Nosotros en nuestras comuni-dades vivimos en la honestidad, en la lealtad, en lamisericordia y la bondad, y lo testimoniamos muchomás que ustedes en sus ciudades, pueblos y comuni-dades. Dentro de la petición que les hago, y exageran-do un poco, me permito expresar que en muchasocasiones me ha tocado constatar que entre ustedespuede más la injusticia que la justicia, que en muchasocasiones triunfa el dinero sobre la verdad. Me ha to-cado constatar que la cárcel es para el inocente y queel verdadero enemigo de la humanidad está exonera-do de cargos y acusaciones porque tuvo un abogadocualificado al que le pagó mucho dinero. Me ha tocadoconstatar que mis autoridades no se detienen en elcastigo para el culpable y entre ustedes el culpableanda suelto y el inocente purga una condena injusta.

Por eso les propongo que nos dejen ser huicholes,pimas, tzeltales, ch´oles, zapotecos, mexicas, coras,yaquis, warojíos, purépechas, amuzgos, tojolabales,tlaxcaltecas o rarámuri, que sabremos estar abiertos alas riquezas por las que ustedes luchan y mantener lasriquezas que nos heredaron nuestros antepasados. Lespropongo que nos dejen ser indígenas en el siglo XXI,es decir, hijos de nuestro pasado y hermanos de uste-des. Queremos ser nosotros sin ser despreciados. Que-remos ser indígenas y mexicanos aunque no sepamoscómo llegar a la luna o cómo pilotear un avión deguerra o cómo aplicar la quimioterapia.

Termino con una consideración que creo puede serde utilidad para todo aquel que se arriesgue a abrir su

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corazón y su mente hacia los indígenas de nuestroMéxico. Ustedes como mexicanos occidentales buscanesencialmente resultados. Lo que cuenta para sus ne-gocios es la eficiencia, la productividad, el logro. Loúnico que importa, a fin de cuentas, es el resultadofinal, y por muchos esfuerzos que se hayan hecho,todos serán inútiles si al final es la competencia la quese lleve el contrato o el contrincante quien obtiene elempleo. En los negocios, lo que se mira es la cifrafinal, la ganancia neta, la gráfica en ascenso. Hay queobtener resultados, hay que demostrar éxitos. Ése es elúnico método para abrirse camino en la sociedad com-petitiva de hoy, de labrarse una carrera, de llegar a lacumbre. Nosotros no vemos así el mundo, nosotrossomos contemplativos y en este espíritu de admiracióndescartamos las referencias a los frutos del mañana.Entre nosotros los indígenas valoramos las actividadessin ansiedades, es decir, queremos vivir el presente yhacer a un lado la ansiedad que es el peso del futurosobre la debilidad del presente, ya que observo quecuantos más objetivos buscan ustedes, mayor ansiedadsufren.

A nosotros hacer las cosas sin ansiedad nos lleva a lapaz interior. Realizamos nuestras tareas, con valor, congenerosidad y al mismo tiempo con desprendimientototal del resultado a que den lugar nuestros esfuerzos.Para que nos entiendan un poquito. Si logramos algo,no nos llenamos de orgullo, y si fallamos no nos inun-da la desilusión. Hacemos lo que tenemos que hacer alobedecer a nuestros mayores y luego dejamos el resul-tado en manos de nuestro Dios que es Padre y Madre,sin perder la paz profunda. Creemos que la acciónhumana sólo es beneficiosa cuando el hombre estásinceramente desprendido del fruto de su acción. Sólo

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entonces podremos mantenernos en tranquilidad enmedio de una actividad agotadora.

Hoy puede nuestra milpa amanecer barrida por lacreciente del arroyo, y dejarnos sin alimento para lossiguientes meses; mañana uno de nuestros hijos puedeenfermar y partir hacia el cielo si no se cura; hoypuede caer una helada y acabar con las flores que sehubieran convertido en manzanas y duraznos; mañaname pueden avisar que mi hija falleció en el parto. Noquiero afirmar que nos quedamos cruzados de brazos;no, lo que quiero afirmar es que dentro de éstas y otrasdesgracias que vivimos como pueblo indígena, no per-demos la paz, no perdemos el sentido de la vida; y aldía siguiente reemprendemos el caminar y nuestro es-fuerzo, lleno el corazón de la tranquilidad que sólo sepuede tener si se es indígena, si nos entregamos a laacción con todas nuestras fuerzas sabiendo queOnorúame-Eyerúame (Dios Padre-Madre) están connosotros.

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En México, en el México profundo, en la otra reali-dad, pasan muchas cosas, y aunque muchos no se dancuenta, de hecho, se están haciendo trabajos respectoa recuperar los derechos de los indígenas y a poner enpráctica lo que es el legítimo derecho de construir unespacio donde se pueda vivir algo que no existe eneste país, pues en él no hay libertad, seguridad, nijusticia.

El mensaje está claro por parte del Estado mexicano:hay racismo, hay discriminación, hay todo un objetivode dar migajas a los pobres indígenas de México.

Yo soy mixteco, fundador de la Policía Comunitariay fui hasta el año 2005 comisario de la CoordinadoraRegional de Autoridades Comunitarias (CRAC).

Después de ser comisario, automáticamente se pasaa ser consejero. Pero no soy el único, somos 60 comi-sarios cada año, todos tenemos que prestar servicio.

Muchos nos conocen con el nombre de Policía Co-munitaria, a la que en los últimos años hemos actuali-zado y mejorado. Nosotros hemos creado nuestras

Cirino Plácido Valerio

Justicia y seguridadcomunitarias

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propias instituciones sociales, como la CoordinadoraRegional de Autoridades Comunitarias y la Policía Co-munitaria; dos instituciones encargadas de la seguridadcomunitaria y de impartir justicia.

La Coordinadora Regional de Autoridades Comunita-rias se origina por el clima social de alta inseguridaden la región, donde los delitos más frecuentes son elasalto a mano armada, el secuestro, la violación, el nar-cotráfico y la impunidad, y donde la justicia se compra-ba y la respuesta oficial era reprimir a la población.

Ante esto la población de cinco municipios, que hoyactualmente son seis, decidimos organizarnos. El 15 deoctubre de 1995, en Santa Cruz del Rincón, municipiode Malinaltepec, se tomó la decisión en la asamblearegional de crear el grupo de seguridad comunitariapara vigilar 16 comunidades.

Las comunidades hicieron una priorización proble-mática y decidieron crear la Coordinadora Regional deAutoridades Comunitarias el 22 de febrero de 1998, enPotrerillo Cuapinole, municipio de San Luis Acatlán.

La Coordinadora Regional de Autoridades Comunita-rias tiene como propósito un proyecto de desarrollointegral regional que contemple las aspiraciones deuna vida digna y el respeto a nuestras costumbres, asícomo un sistema de impartición de justicia y seguridadcomunitaria, bajo los principios de investigar antes deproceder, conciliar antes de dictar sentencia, reeducarantes de castigar, y no hacer distinción de edad, sexo,color, religión o grupo social; y donde la justicia seapronta y expedita.

Dentro de la estructura regional se encuentran en unprimer nivel 60 pueblos o 60 comunidades, mixtecos,tlapanecos y mestizos, es decir, es un mundo, tres cul-turas juntas con un objetivo: garantizar la justicia y la

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seguridad de la región. En un segundo nivel está laasamblea regional que se celebra cada dos meses. Eltercer nivel lo constituye la Coordinadora Regional deAutoridades Comunitarias. Después sigue el Comité Eje-cutivo de la Policía Comunitaria, que está bajo el man-do de la coordinadora. Y hay grupos de cada pueblo.

Estructura y funcionamiento de los tres niveles

Primer nivel: las 60 comunidades son la máxima auto-ridad de la organización e integran la CoordinadoraRegional de Autoridades Comunitarias.

Cada comunidad elige a sus autoridades municipal yagraria de manera libre, sin intervención de los parti-dos políticos o credos religiosos. Nombra cada tresaños a los grupos de policías comunitarios, vigilan a lapolicía comunitaria y tienen la facultad de evaluar sucomportamiento, exigirle rendición de cuentas, y tieneautoridad para destituirlos, si así procede a través desus representantes, participa en asamblea regional.

Segundo nivel: la Asamblea Regional está constitui-da por las autoridades, comisarios, comisaría ejidal ocomunal en 60 comunidades pertenecientes a seis mu-nicipios.

La asamblea revisa los problemas sociales, políticos,económicos, culturales que afectan a la región; revisala problemática de la seguridad comunitaria e imparticiónde justicia, recibe y hace observaciones pertinentes alos informes bimestrales de la CRAC, analiza, discute ytoma decisiones en política para beneficio de la re-gión. Ésa es la función de la Asamblea Regional.

Tercer nivel: la Coordinadora Regional de AutoridadesComunitarias se integra por seis comisarios que son

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electos cada año en asamblea regional. La Coordinado-ra imparte justicia, elabora citatorios, realiza careos,reconcilia a las partes en caso de delitos menores, fijasanciones, gira órdenes de aprehensión u ordena cateos.

En el tercer nivel también se ubica el Comité Ejecu-tivo de la Policía Comunitaria, integrado por seis co-mandantes que son electos cada año en asamblearegional. Este Comité realiza detenciones y ejecuta lasdecisiones de la Coordinadora Regional de Autorida-des Comunitarias; actúa en caso de delito in fraganti,realiza operativos, efectúa acciones preventivas me-diante rondines de vigilancia y la preservación del or-den en las fiestas de las comunidades, traslada a losdetenidos a las comunidades y los que deben cumplirsu periodo de reeducación, ordena a los 60 grupos depolicía comunitaria.

La Policía Comunitaria realiza acciones preventivasy de seguridad en el ámbito regional.

¿Cómo imparte justicia la CRAC? Los delitos más fre-cuente son amenazas, homicidio, violaciones,narcotráfico, lesiones, recuperación de deuda (cuandoson mayores a diez mil pesos, pero no se permite quealguien cobre intereses por el dinero que prestó, sinoque solamente se recupera lo que es el capital, porquesi la CRAC permite que se paguen, nosotros estaremossiendo un instrumento para permitir la explotación).

El origen de los delitos se atribuye a la pobreza,alcoholismo, chismes, problemas por tierra.

La CRAC no interviene en problemas menores, comopleitos entre borrachos, robos menores de animales,escándalo en la vía pública.

La atención a la ciudadanía es gratuita. No se acep-tan defensorías de oficio, o sea, abogados. La defensoríapuede ser realizada por familiares, o sea que se puede

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elegir a la gente de total confianza, pero no se aceptanabogados, porque los abogados son para cobrar, nopara prestar servicios.

Las sanciones se establecen a través de un procesode reeducación en el cual el inculpado debe someter-se a trabajos para el pueblo sin percibir sueldo, sólorecibiendo alimento.

En cuanto a los delitos mayores, el culpable perma-nece trabajando 15 días en cada uno de los 60 pue-blos, y los sábados y domingos recibe pláticas dereflexión por parte de las autoridades o principalescon el objeto de garantizar su plena reeducación eintegración a la comunidad; en los casos de reinciden-cia, se duplica el tiempo de la sentencia.

Las personas agraviadas tienen la libertad de presen-tar su denuncia ante el Ministerio Público o en la CRAC.Los familiares tienen derecho a inconformarse por unasentencia o a presentar su desacuerdo ante la asam-blea regional. Al cumplir el infractor su sanción, la CRAC

lo entrega a sus familiares, teniendo como testigo a lasautoridades locales y a la comunidad. Ningún miembrode los tres niveles del sistema de justicia y seguridadcomunitaria cobra honorarios.

En cuanto a la formalización de la CRAC y el tema delas relaciones con el gobierno, recibe el aval del presi-dente municipal a través de acta de acuerdo, firma decredenciales, y el registro ante la Secretaría de la De-fensa Nacional de las armas que utiliza la organización.La organización ha recibido capacitación por parte delejército, incluida la presencia del procurador de Justi-cia en los actos de celebración del octavo aniversariode la organización; así como la solicitud oficial porparte de la Procuraduría Agraria e instancias regionalesde justicia para que la CRAC haga revisión de los casos.

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46 Cirino Plácido Valerio

La CRAC y las instancias oficiales

En 1996 el gobernador interino Ángel Aguirre entregó22 escopetas a la organización para las tareas de segu-ridad comunitaria. En el año 2000 la CRAC se reunió conautoridades del gobierno para hacer entrega de un plie-go petitorio que contemplaba la formación de la CRAC,no se obtuvo ningún resultado satisfactorio.

En el año 2003 el gobierno del estado determinóque la CRAC ha actuado fuera de la ley y concedía 30días para que desapareciera o se integrara la estructuramunicipal o del estado.

En el año 2004 el gobierno del estado solicitó lamediación del obispo Alejo Zavala Castro para dialogarcon la CRAC y hacerle la siguiente propuesta: municipa-lizar la Policía Comunitaria. El alcalde debería de asig-nar a un abogado de su confianza ante el MinisterioPúblico, la CRAC debería de fungir como auxiliar de laProcuraduría de Justicia y sus elementos recibirían unsalario.

Después de consultar a la base, o sea a los pueblosy las comunidades, esta propuesta fue rechazada porel 80% de las comunidades.

En abril de 2005, se giraron órdenes de aprehensióncontra seis comisarios de la CRAC por privación de lalibertad.

Ahora nuestra posición es que nosotros no estamospidiendo reconocimiento, porque ese reconocimientoya lo tenemos por parte de nuestros pueblos, y tam-bién por parte del gobierno.

El hecho de que el gobierno se haya dedicado apelear, y que nos acuse de ilegales, detenga o gireórdenes de aprehensión es un reconocimiento porqueellos no pueden estar peleando con un fantasma.

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47Justicia y seguridad comunitarias

Incluso a la oficina de la CRAC han llegado amparosde la Federación, y simplemente se le contesta quenosotros lo único que sabemos es que ese señor come-tió un delito y se lo podemos probar, aquí está y con-testamos. Y ningún amparo funciona ya. Funcionarápara otro lado, pero para nosotros no, porque hemostenido debates sobre problemas de justicia y nosotrosvemos que la justicia y la seguridad funcionan como ungran negocio. Nosotros nos dimos cuenta que hay mu-cho dinero, porque cualquier persona que comete undelito todo lo arregla con dinero, pero nosotros hemosconcluido que para que la justicia alcance para todos,debe de ser gratuita, para que rico o pobre, o quiencometa delito, responda; porque solamente así apren-deremos a respetar los acuerdos.

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Estas reflexiones giran en torno al tema del medioambiente y los recursos naturales a partir de mi expe-riencia como director de la oficina de Atención a Pue-blos Indígenas de la Secretaría de Medio Ambiente yRecursos Naturales (Semarnat) y desde la CoordinaciónOperativa del Programa de Desarrollo Forestal Comu-nitario (Procymaf) de la Comisión Nacional Forestal(Conafor).

No se trata de analizar qué le faltó a la Comisión deDesarrollo Indígena (CDI) o en qué falló. Si bien es lainstancia del Estado para la atención a los pueblos in-dígenas, no debe concebirse como la única responsa-ble de lo indígena, porque regresaríamos a la vieja con-cepción de lo que era el Instituto Nacional Indigenistaal interior del aparato gubernamental y para la opiniónpública, pues al ser la institución encargada del “pro-blema indígena” era también responsable de la per-manencia del indígena concebido como “problema”.

En el caso de la CDI se planteó desde su inicio quesería una instancia coordinadora que promovería la

Los cimientos pendientes

Ricardo María Garibay Velasco

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transversalidad del tema indígena para que todas lasdependencias gubernamentales tuvieran un área quedesde su ámbito de competencia atendieran los rezagosque padecen los indígenas.

En la medida en que la atención a los indígenas nose estableció como una política de Estado, como fuesolicitada en algún momento, la presión para que cadadependencia atendiera a los indígenas dependió delcriterio o “sensibilidad” de cada secretario de Estado,de la fuerza de las movilizaciones indígenas o de lacapacidad de gestión o de presión de la Ing. XóchitlGálvez; incluso la decisión presidencial de tener unaoficina en los Pinos para atender a los indígenas influ-yó para que se asumiera que por esa vía se le daríacauce a todo lo relacionado con los indígenas.

Podríamos ya en este momento evaluar cuántas áreasde la administración pública federal cumplieron conesa transversalidad, cuántas tienen una ventanilla deatención a pueblos indígenas, y aun teniéndola, habríaque evaluar cuál es el nivel que se les asignó en laestructura burocrática, la composición y el perfil desus integrantes, así como el presupuesto del que dis-pusieron al inicio del sexenio y del que disponen eneste último año.

Los programas y presupuestos debieron ser equitati-vos, ¿lo fueron?, la rendición de cuentas debió ser másoficial y transparente, ¿la hubo?, ¿ante quién rindió cuen-tas cada una de las secretarías?

¿Cambió la percepción del ciudadano común sobrelos problemas de los indígenas?, ¿cambió la actitud de losservidores públicos respecto a su responsabilidad conel sector indígena de la población?

En la Dirección de Atención a Pueblos Indígenas dela Semarnat el trabajo más difícil se dio al interior de la

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secretaría; las mayores dificultades se dieron con losmismos funcionarios o servidores públicos por el re-conocimiento de los derechos indígenas respecto almanejo de los recursos naturales; la asignación de pre-supuesto, siempre inequitativo, estuvo sujeta a la eva-luación política del tema o a la cercanía o presión quepudo ejercer la titular de la CDI con el secretario enturno; las reducciones de personal, categoría y presu-puesto a casi una tercera parte del presupuesto origi-nal se hicieron sin explicación ni argumento alguno,con la única intención de orientar esos recursos a te-mas más lucidores en términos políticos. La oposiciónabierta a las propuestas de apoyo a los pueblos indí-genas fue una constante desde otras áreas de la secre-taría, como la Procuraduría Federal de Protección alAmbiente (Profepa). La información proporcionada porla Semarnat a la CDI era incompleta por la incapacidady el desinterés por desagregar la información.

La sensación de estar desempeñando el papel deagente encubierto al interior del propio centro de tra-bajo fue una constante; la necesidad de realizar tallerespara explicar a los servidores públicos el tratamientoespecífico y los derechos de los pueblos indígenas fueimportante no sólo para capacitar sobre el tema, sinopor la necesidad de contar con aliados en un trabajo acontracorriente.

El tema indígena se presta a que todos se sientanexpertos, y se vierten opiniones, se dicta cátedra o segeneran políticas públicas a partir de lugares comunesque se escuchan con frecuencia y que en muchas oca-siones se expresan con la mejor intención sin repararen el trasfondo o en sus implicaciones ideológicas. Confrecuencia se confunden términos y conceptos, comocultura con folclor, equidad con igualdad, participa-

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ción social con información, respeto con tolerancia,derechos con privilegios, entre muchos otros.

Las opiniones que se presentan a continuación hansido expresadas por funcionarios del más alto niveltanto en la Semarnat como en la Conafor; son literales,las he consignado por su valor testimonial.

1. “Hay que establecer una relación de igualdadcon los indígenas”. Igualdad no es lo mismo queequidad. No somos iguales en ciertos aspectos,tenemos culturas diferentes, derechos diferentesen ciertas cosas. El reconocimiento a lo indígenano significa tratarlos igual que a los demás, sinoun trato diferenciado debido a las diferencias cul-turales y a una historia de exclusión, por lo quese deben establecer ahora condiciones de equi-dad, no de igualdad.

2. “¿Y ahora por qué un trato privilegiado a losindígenas?” No se trata de conceder privilegios,ni el otorgamiento de derechos por encima de laley, ni la cesión de soberanía, ni de reconocerderechos a los indios a costa de los nuestros, ninada por el estilo, es un trato específico, que sedebe a la deuda histórica que se tiene con ungrupo social al que se ha mantenido en una si-tuación de despojo, subordinación y discrimina-ción durante varios siglos y que para revertiresta situación se deben establecer mecanismospara que puedan participar en condiciones deequidad en la construcción de una nación multi-étnica y multicultural.

3. “Hay que ser tolerantes con los indígenas”. Nose trata de tolerancia. La persona que tolera per-cibe al “tolerado” como alguien que no tiene el

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color apropiado de piel, el dios adecuado, el com-portamiento correcto, pero que posee la gene-rosidad suficiente para tolerarlo, para sufrirlo conpaciencia y condescendencia. La tolerancia, diceGoethe, aunque más gentil y discreta es sola-mente una forma diferente de intolerancia. Latolerancia debe en realidad ser una actitud tran-sitoria, debe conducir al reconocimiento. Tolerares insultante, porque es mostrarse condescen-diente desde una posición de supuesta superio-ridad.

4. “Hay que otorgar derechos a los indígenas”. Otor-gar no es lo mismo que reconocer; otorgar esconceder haciendo uso de una posición de su-perioridad y de autoridad; conceder no es lo mis-mo que reconocer; conceder es dar permiso. Esdiferente sentir que se otorgan ciertos derechosa los indígenas, a saber que los indígenas tienenacceso a ciertas cosas por derecho propio, másallá de que los no indígenas los autoricemos.

5. “Por qué tanto apoyo a los indígenas si hay gen-te más pobre”. En efecto las hay, pero no setrata de ver quién es más pobre, se trata delreconocimiento de los derechos específicos otor-gados por la Constitución y acuerdos internacio-nales a grupos sociales que tienen culturas dife-rentes. La ley indígena se creó por su condiciónétnica, no por su condición de pobreza. Si que-remos aplicar la ley, estamos obligados a respe-tar los derechos humanos de los pueblos indíge-nas, y para esto no hay que esperar a que esténen la miseria.

6. “Los indígenas deterioran los recursos naturales”.En efecto, al igual que los desarrolladores turísti-

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cos de Cancún, de Huatulco y de Cabo San Lucas,al igual que las granjas camaronícolas en la costadel Pacífico y que Pemex en pantanos de Centla,en muchos casos también los indios deterioranel ambiente, sólo que en este caso la causa deldeterioro que provocan se debe a la pobreza, noa su condición étnica, por lo tanto habría quecombatir a la pobreza y no al indígena por suscaracterísticas culturales.

7. “Algunos abusan de su condición de indio”. Enefecto, no hay que caer en el populismo ni en elindigenismo que otorga la razón al indígena porel simple hecho de serlo, y por encima de todalegalidad. Los indios, que cumplan con la nor-matividad (en este caso ambiental), y los servi-dores públicos que conozcan y respeten losderechos de los pueblos indios. Ya no se trata detener conciencia social, o “sensibilidad” al temaindígena, se trata de cumplir con las leyes paraambas partes.

8. “Yo no hago diferencia entre indios y no indios,para mí todos son mexicanos”. Esta opinión pre-tendidamente democrática, lo único que denotaes ignorancia. Las sociedades democráticas entodo el mundo han logrado con mucho esfuerzoel reconocimiento de los derechos específicosde las minorías, entre las que se encuentran lospueblos indígenas. En efecto todos somos mexi-canos, pero si reconocemos hasta en nuestraConstitución el carácter multiétnico y multicultu-ral de México, esto se debe traducir en trata-mientos específicos a grupos sociales específi-cos. Desconocer esta diferencia es producto delautoritarismo y, repito, de la ignorancia.

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9. “Lo indígena vende”. En efecto los indígenas sonmuy útiles como estrategia de mercadotecnia ypara lavar la mala conciencia de ciertos sectoressociales. En el mejor de los casos, este comenta-rio puede ser útil para obtener recursos y finan-ciamientos para programas y proyectos, siemprey cuando estén manejados por los mismos indí-genas, de lo contrario lo único que denota es unprofundo desprecio y desconocimiento de la im-portancia de más de 60 culturas. El comentariose traduce en programas asistencialistas que nopretenden resolver problemas sino perpetuarlospara tener a quién redimir a cambio de la fotodel indio agradecido.

10. “Los indígenas viven en armonía con la natura-leza porque mantienen con ella una relaciónmágica y mística”. Posiciones idílicas como éstahacen tanto daño como las posturas racistas, yaque lo único que logran es polarizar las opinio-nes. Con esta concepción desde lo mágico y mís-tico se les niega a los indígenas toda capacidadde raciocinio, la organización social y política, loscargos y jerarquías, las estrategias productivas ylos sistemas normativos; el conocimiento sobreel manejo de los ecosistemas no es un asunto demagia, es producto de sociedades que han sabi-do convivir y adaptarse a la naturaleza y a lasactuales condiciones aun bajo las peores circuns-tancias, a pesar de lo cual están siendo conside-radas como paradigmas y modelos civilizatoriosalternativos a lo que la moderna cultura urbanaoccidental ha hecho con la naturaleza.

11. La última de estas opiniones podría estar referi-da al título mismo de este volumen: “Del reco-

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nocimiento de la diferencia al fin de la desigual-dad”; parecería que se pretende terminar conlas desigualdades. Los reclamos para el recono-cimiento de los derechos de las minorías étnicasparten de la reivindicación de las diferencias,del reconocimiento y respeto de los derechosde los otros, de los que son diferentes a las ma-yorías; para el caso del sector indígena, del re-conocimiento jurídico de sus derechos colectivosy como individuos, de la dignificación de susformas diferentes de ser para dejar de verlo comoinferior por ser diferente; si la meta es la desapa-rición de las diferencias, luego entonces ya nohay necesidad de crear leyes específicas parasectores de la población diferentes. Si la meta esla desaparición de las diferencias, vamos por elcamino de la desaparición de los indios.

Las opiniones anteriores denotan (quisiera creer) enel mejor de los casos ignorancia. Una de los temas pen-dientes por tanto, y para retomar el título de este libro,es la reeducación del sector no indígena de la pobla-ción mexicana en donde deberán intervenir varias se-cretarías de Estado para evitar desde la ridiculizacióndel indio en programas de televisión, hasta los comenta-rios que hemos enumerado y que están absolutamenteinteriorizados en el inconsciente del mexicano mestizo.

Las opiniones anteriores son graves en boca del ciu-dadano común, pero son aún mas graves en boca y enel pensamiento de quienes tienen en sus manos lacapacidad de decidir sobre la aplicación de la nor-matividad ambiental, de quienes deciden sobre quié-nes tienen o no derechos y acceso a los recursos natu-rales, de quienes definen las formas de participación

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social de los indígenas en programas, proyectos y po-líticas públicas, de quienes autorizan proyectos conta-minantes en territorios indígenas, de quienes impidenla subsistencia de un pueblo indígena por una inter-pretación de la legislación permeada de las opinionesanteriores.

En suma, es muy grave en quienes tienen perfecta-mente claro en su interior que el reconocer derechosespecíficos a los indígenas implica el riesgo de otorgarderechos especiales, de conceder privilegios, en pro-vocar diferencias cuando todos somos iguales ante laley, de quienes asumen como una obligación y potes-tad del Estado el cuidado de los indígenas por su aúnincapacidad para ser considerados sujetos de derecho.

Los conflictos, llamémosles socio ambientales, quese han suscitado en los últimos años entre comunida-des indígenas e instancias gubernamentales se han des-atado por la torpeza en la aplicación de la normatividadambiental, o por la negativa a reconocer los derechosde los pueblos indios, o bien por la connivencia entreservidores públicos y representantes del sector priva-do para el usufructo privado de recursos comunitarios.

Esta torpeza, corrupción o sesgo en la aplicación dela ley ha generado el reforzamiento de la cohesióngrupal y ha sido catalizador de una toma de concienciade los derechos colectivos y comunitarios respecto alterritorio y a los recursos naturales que en ellos seencuentran. Baste mencionar a los campesinos ecolo-gistas de Guerrero, a Isidro Baldenegro en Chihuahua,a las mujeres mazahuas del Estado de México, a loscucapás de Baja California, a los pueblos “irregulares”en la reserva de Montes Azules en Chiapas, a los opo-nentes al aeropuerto de Atenco, a los tepoztecos deMorelos, por citar sólo a algunos.

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Ya no se trata de ser más o menos conscientes o“sensibles” a los problemas de los pueblos indígenas,se trata de aplicar las leyes, de abrir espacios de parti-cipación social efectiva, de reconocer los derechos delos pueblos indígenas. En un sistema presidencialistano es posible desde una oficina pública llevar a caboestos principios, sólo el Congreso puede representarlos intereses de grupos diferentes a los del partido enel poder, sólo el Congreso puede servir de contrapesoa decisiones partidistas unilaterales.

La Cámara de Diputados podría ser la instancia quevigilara el cumplimiento efectivo, no sólo en el papel,de una política de Estado respecto al tema indígena,para que fuera realmente transversal y equitativa. ¿Quiénsi no el Congreso puede solicitar rendición de cuentasa un secretario de Estado? ¿Quién más que el Congresopuede pedir congruencia entre las metas planteadasen el Plan Nacional de Desarrollo y las acciones deuna secretaría que tuvo tres diferentes titulares? ¿Quiénmás que el Congreso puede pedir una explicación altitular de una secretaría de Estado sobre las razones porla cuales a la oficina para atender los asuntos indígenasse le disminuye de categoría, de personal y de presu-puesto a un tercio del original? ¿Quién si no la Cámarade Diputados puede ejercer presión para que un con-junto de secretarías se coordinen para reeducar a lasociedad mexicana respecto a su acendrado racismo?

Efectivamente hay temas pendientes, y aunque seha avanzado mucho, también hay cimientos qué levan-tar antes de colar el techo.

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59Los cimientos pendientes

El desarrollo de un pensamiento crítico en la antropo-logía de América Latina tiene dos antecedentes impor-tantes: los pronunciamientos de Barbados y la Reuniónde UNESCO sobre etnodesarrollo y etnocidio, que conta-ron por primera vez con la participación del movi-miento indígena continental.

Barbados I y II y la Declaración UNESCO de San José

Del 25 al 30 de enero de 1971 se celebró Barbados I,que reunió a un grupo de antropólogos para discutirlos problemas derivados de las “fricciones interétnicas”en América. Con base en el análisis de un conjunto deinformes sobre situaciones de varias regiones del área,elaboraron un documento, “la Carta de Barbados”, des-tinado al esclarecimiento del problema y a promoverla solidaridad con las luchas de liberación indígena. Lasegunda reunión se celebró del 18 al 28 de julio de1976, en esta ocasión con la presencia de organizacio-

El aporte doctrinariode la antropología críticalatinoamericana y suspremisas socio-jurídicas

José Ordóñez Cifuentes

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nes indias de 11 países. Ahora ya no se trataba de des-pertar conciencia sobre la situación indígena, sino deanalizar el proceso seguido durante seis años por losmovimientos indígenas de liberación y sus estrategiasy definir las acciones futuras. Este encuentro, comoreconocieron sus organizadores, fue más allá del diag-nóstico de la problemática de los indígenas, pues seintercambiaron experiencias y se discutieron estrate-gias orientadas hacia la coordinación del movimientoindio cuya presencia resultaba ya inocultable en todoel continente. La Declaración manifestó que los indiosde América estaban sujetos a una dominación de doscaras: la dominación física y la dominación cultural.

Conforme a la declaración final, la dominación físicase expresa, en primer término, en el despojo de latierra. Este despojo se inicia desde el momento mismode la invasión europea y continúa hasta hoy.

La dominación física es considerada como una domi-nación económica. Se les explota cuando trabajan parael no indio, también a través del comercio porque seles compra barato lo que producen (las cosechas, lasartesanías) y se les vende caro lo que consumen. Esti-maron que la dominación no es sólo local o nacional,sino internacional. Las grandes empresas transnacionalesbuscan la tierra, los recursos, la fuerza de trabajo y losproductos y se apoyan en los grupos poderosos y pri-vilegiados de la sociedad no india. La dominación físi-ca se apoya en la fuerza y la violencia.

En cuanto a la dominación cultural, no permite laexpresión de las culturas o desinterpreta y deforma susmanifestaciones, y se realiza por medio de:

a) La política indigenista, en la que se incluyenprocesos de integración o aculturación a través

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de diversas instituciones nacionales o internacio-nales, misiones religiosas, etcétera.

b) El sistema educativo formal, que básicamenteenseña la superioridad del blanco y la pretendi-da inferioridad de los indios.

c) Los medios de comunicación masiva, que sirvencomo instrumentos para la difusión de las másimportantes formas de desinterpretar la resisten-cia que oponen los puebles indios a la domina-ción cultural.

Como resultado de esa dominación cultural los pue-bles indios viven en tres situaciones diferentes:

1. Grupos que han permanecido relativamente ais-lados y que conservan sus propios esquemasculturales.

2. Grupos que conservan gran parte de su cultura,pero que están directamente dominados por elsistema capitalista.

3. Un sector de la población que ha sido desindia-nizado por las fuerzas integracionistas y ha per-dido sus esquemas culturales a cambio de ventajaseconómicas limitadas.

Para los primeros, el problema inmediato es sobre-vivir como grupos; para ello, es necesario que tengangarantizados sus territorios.

El segundo grupo está dominado física y económi-camente; necesita, en primer lugar, recuperar el con-trol de sus recursos.

El último grupo tiene como problema inmediato li-berarse de la dominación cultural a que está sometidoy recuperar su propio ser, su propia cultura.

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Entre las conclusiones se estimó:

1. Una situación de dominación cultural y física cu-yas formas de ser van desde el sojuzgamientopor una minoría blanca o criolla (colonialismointerno) hasta el peligro de extinción en los paí-ses en que los pueblos indios constituyen unbajo porcentaje de población.

2. Que la división de los pueblos indios se debe alas políticas de integración, educativas, de desa-rrollo, de los sistemas religiosos occidentales, lascategorías económicas y las fronteras de los es-tados nacionales.

Como consecuencia de la situación de los pueblosindígenas y con el objeto de trazar una primera líneade orientación para la lucha de liberación, se planteóel siguiente gran objetivo:

Conseguir la unidad de la población india, consi-derando que para alcanzar esta unidad el ele-mento básico es la ubicación histórica y territorial,en relación con las estructuras sociales y el régi-men de los estados nacionales, en tanto se estáparticipando total o parcialmente en estas es-tructuras. A través de esta unidad, retomar elproceso histórico y tratar de dar culminación alcapítulo de colonización.

Para alcanzar el objetivo anterior se plantearon lassiguientes estrategias:

1. Una organización política propia y auténtica quese dé a propósito del movimiento de liberación.

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2. Una ideología consistente y clara que pueda serde dominio de toda la población.

3. Un método de trabajo que pueda utilizarse paramovilizar a una mayor cantidad de población.

4. Es necesario un elemento aglutinador que per-sista desde el inicio hasta el final del movimien-to de liberación.

5. Conservar y reforzar las formas de comunicacióninterna, los idiomas propios, y crear a la vez unmedio de información entre los pueblos de dife-rente idioma, así como mantener los esquemasculturales básicos especialmente relacionadoscon la educación propia del grupo.

6. Considerar y definir a nivel interno las formas deapoyo que puedan darse a nivel internacional.

Se propuso que los instrumentos para realizar las es-trategias mencionadas sean, entre otros, los siguientes:

a) Para la organización política puede partirse tan-to de las organizaciones tradicionales como denuevas organizaciones de tipo moderno.

b) La ideología debe formularse a partir del análisishistórico.

c) El método de trabajo inicial puede ser el estu-dio de la historia para ubicar y explicar la situa-ción de dominación.

d) El elemento aglutinador debe ser la cultura pro-pia, fundamentalmente para crear conciencia depertenecer al grupo étnico y al pueblo indoa-mericano.

En la segunda reunión de Barbados se propuso comotarea principal arribar a una “conciencia estratégica uni-

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64 José Ordóñez Cifuentes

ficada”, y de ella emanaron aparte de la declaracióngeneral, tres declaraciones colaterales sobre la inva-sión racista en América del Sur (proyecto del gobiernode Banzer para la colonización de diversas regiones deBolivia por parte de africanos blancos); sobre el papelde algunas instituciones como el Instituto Lingüístico deVerano y los Cuerpos de Paz en la penetración políticay económica de los países latinoamericanos y, final-mente, una tercera sobre la problemática de la mujerindígena sometida a un doble colonialismo por su ca-rácter de mujer e indígena.1

En la reunión de la Facultad Latinoamericana de Cien-cias Sociales (FLACSO) y de la Organización de las Na-ciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura(UNESCO, por sus siglas en inglés) sobre etnodesarrollo yetnocidio, celebrada en San José Costa Rica del 7 al 11de diciembre de 1981 y que congregó a dirigentes deorganizaciones indígenas, académicos y funcionariosinternacionales preocupados por la situación, se pre-sentaron 11 trabajos escritos e intervinieron cinco re-presentantes de organizaciones indias de Costa Rica, laCoordinadora Regional de Pueblos Indios de AméricaCentral, el Consejo Indio de Sudamérica, el ConsejoMundial de Pueblos Indígenas y la Unión de NacionesIndígenas de Brasil.

La reunión adoptó una serie de recomendaciones yresoluciones contenidas en la “Declaración de San Josésobre Etnodesarrollo y Etnocidio”.

Como resultado de estas reflexiones, los participan-tes hicieron un llamado a las Naciones Unidas, la UNESCO,Organización Internacional del Trabajo (OIT), Organiza-ción Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las

1 Barbados (grupo), Indianidad y descolonización en AméricaLatina, Nueva Imagen, México, 1979.

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Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación(FAO, por sus siglas en inglés), así como a la Organiza-ción de los Estados Americanos (OEA) y al InstitutoIndigenista Interamericano, para que se tomaran lasmedidas necesarias para la plena vigencia de los prin-cipios declarados.

Se planteó que todo proyecto étnico tenga un carác-ter integral y se conciba el desarrollo a través de unaquíntuple recuperación cultural:

a) Recuperación de la palabra (el lenguaje), comoinstrumento de transformación: desarrollo de al-fabetos para pasar de idiomas orales a idiomasescritos, de la literatura oral a la escrita. Estoimplica el desarrollo del bilingüismo con el idio-ma español y, por lo tanto, de la capacidad parala comunicación.

b) Recuperación de la memoria (la conciencia his-tórica): se trata de un problema de reconstruc-ción histórica, visión precisa del pasado étnico,comprensión del presente y proyección del fu-turo. Se refiere, por lo tanto, a la recuperacióndel tiempo mítico, de tradición oral, o histórico.

c) Recuperación del conocimiento (el saber): pre-servar y sistematizar su saber sobre las relacio-nes del hombre y del grupo con la naturaleza, yde las relaciones entre los hombres, realizadas através de una educación propia.

d) Recuperación del espacio (territorio). Es decir,de su capacidad de permanecer en un territorioy de defender todo lo allí existente: la tierra, elagua, y todos sus frutos y el subsuelo.

e) Recuperación de la identidad cultural (las posi-bilidades de desarrollar un proyecto cultural, so-

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cial y político): se trata de recuperar un espaciosocial, es decir, de la capacidad de desarrollarun proyecto cultural, social y político, inscritosdentro del gran proyecto nacional.

Estos presupuestos fueron planteados por el antro-pólogo Leonel Durán, de México, y hechos suyos porel colectivo de participantes.

De esa reunión resulta muy importante recoger losconceptos planteados por Guillermo Bonfil Batalla so-bre el control cultural, que remite necesariamente alcampo de lo político. Por control cultural entiende lacapacidad social de decisión sobre los recursos cultu-rales, es decir, sobre todos aquellos componentes deuna cultura que deben ponerse en juego para identifi-car las necesidades, los problemas y las aspiracionesde la propia sociedad, e intentar satisfacerlas, resolver-las y cumplirlas.

Al introducir la noción de control cultural intentaestablecer una diferenciación en el seno de la totalidadcultural. Pero no una clasificación que se base en crite-rios descriptivos (vida material más vida espiritual; or-ganización social más cultura) ni en categorías cerra-das cuyos contenidos están preestablecidos (relacionesde producción más superestructura), sino a partir deuna dimensión política (capacidad de decisión) querefiere a relaciones dinámicas y admite contenidos di-versos, no predeterminados, que sólo es posible sus-tanciar en cada situación concreta.

Con el uso de la noción de control cultural distingue,inicialmente, cuatro sectores del conjunto total de unacultura, tal como se muestra en el Cuadro 1.

Para mayor precisión conviene aclarar el sentido quese da a algunos de los términos del esquema.

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67El aporte doctrinario de la antropología crítica

Recursos son todos los elementos de una cultura queresulta necesario poner en juego para formular y reali-zar un propósito social.

Los recursos pueden ser a su vez:

a) materiales, que incluyen los naturales y los trans-formados;

b) de organización, como capacidad para lograr laparticipación social y vencer las resistencias;

c) intelectuales, que son los conocimientos formali-zados o no y las experiencias; y

d) simbólicos y emotivos: la subjetividad como re-curso indispensable.

Decisión, se entiende como autonomía, es decir,como la capacidad libre de un grupo social para optarentre diversas alternativas. Por supuesto que relativizael término libertad, que no debe entenderse en térmi-nos absolutos y que merece discusión aparte.

Los aspectos que caen en los rubros de cultura autó-noma y cultura apropiada conforman un ámbito cualita-tivamente diferente del que corresponde a la culturaenajenada y a la cultura impuesta. La diferencia radicaen que los primeros quedan bajo control cultural de lasociedad, si bien en uno de ellos (la cultura apropiada)se utilizan recursos ajenos. Cultura autónoma y culturaapropiada integran lo que llama “cultura propia”.

(Cuatro sectores Recursos Decisionesculturales) propios ajenas

Propios Cultura autónoma Cultura enajenadaAjenos Cultura apropiada Cultura impuesta

Cuadro 1Sectores culturales

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Así planteado en el nivel político, crear el etnode-sarollo implica fortalecer y ampliar la capacidad autó-noma de decisión.

Para Bonfil resulta claro que cualquier proyecto deetnodesarrollo consistirá en una ampliación y consoli-dación de los ámbitos de la cultura propia, es decir, enel incremento de la capacidad de decisión del propiogrupo social, tanto sobre sus recursos como sobre re-cursos ajenos de los que pueda apropiarse. Y, conse-cuentemente, el etnodesarrollo se traducirá en la re-ducción de los componentes enajenados e impuestosdentro de la totalidad cultural.

De lo anterior se desprenden dos grandes líneas deacción: aumentar la capacidad de decisión, recuperan-do recursos hoy enajenados (la tierra, el conocimientode la historia, las tecnologías desplazadas) y fortalecerlas formas de organización que permiten el ejercicio delcontrol cultural que incide en un enriquecimiento de lacultura autónoma. En la segunda línea de acción, elobjetivo sería aumentar la disponibilidad de recursosajenos susceptibles de quedar bajo control social delgrupo: nuevas tecnologías, habilidades y conocimien-tos, formas de organización para la producción y laadministración, etcétera; se trata entonces de ampliarel sector de la cultura apropiada.

En este último proceso resulta indispensable alcan-zar una adecuación real entre los contenidos de la cul-tura autónoma y los nuevos recursos que se proponenpara enriquecer la cultura apropiada, porque sólo de esamanera se puede garantizar el efectivo control de és-tos por el grupo social.

El control puede ser total o parcial, directo o indi-recto, absoluto o relativo, en referencia a cualquieracción cultural.

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Lo que importa es recalcar que las relaciones entreestos ámbitos de la cultura son, en última instancia,relaciones sociales; no cualquier tipo de relaciones so-ciales, sino específicamente relaciones de poder. Enese sentido, para Bonfil el etnodesarrollo consiste enun cambio de la correlación de las fuerzas sociales, uncambio político que incline la balanza –hoy favorablea los intereses que impulsan los procesos de imposi-ción y enajenación cultural– a favor de los grupos so-ciales que pugnan por el desarrollo de su cultura propia(etnias, regiones, localidades). La inversión del actualproceso cultural culminará con la inversión, o al menosel equilibrio, de las fuerzas políticas que están en opo-sición: por una parte, los grupos con su cultura propia;por la otra, los que tienden a enajenar esa cultura y aimponer una diferente. En ese sentido nuevamente seplantea la cuestión del etnocidio.2

A propósito de las propuestas en torno al “indi-genismo y el etnodesarrollo”, Enrique Valencia estimaque la problemática se inserta en la

recuperación de los bienes por el proceso social a las comu-

nidades (tierras, aguas, creencias, costumbre, tecnologías, et-cétera); el fortalecimiento o creación de formas organizativas

que posibiliten el control cultural y permitan el ejercicio de

su soberanía; por el enriquecimiento de una cultura autóno-ma. La provisión y aumento de recursos ajenos que puedan

incorporarse al control social del grupo y tiendan a ampliar la

2 FLACSO/UNESCO, América Latina: etnodesarrollo y etnocidio, SanJosé, Costa Rica, 1982. Para determinar los aportes bonfilianos ade-más de la obra ut supra, puede consultarse: “El concepto de indioen América: una categoría colonial”, Anales de Antropología, Méxi-co, vol. IX, 1971; Utopía y revolución, Nueva Imagen, México, 1981;México profundo, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Méxi-co, 1989.

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cultura propia (habilidades, tecnologías, conocimientos, et-

cétera, vigentes en la cultura nacional y universal).La capacitación del núcleo dirigente, tanto en el terreno

político como en el cultural y económico. La reivindicación

de la lengua autóctona como medio de comunicación legíti-mo y la posibilidad de su utilización y su ejercicio real en

situaciones interétnicas. La recuperación y preservación de la

memoria histórica étnica y la reconstitución del grupo étnico,superando la fragmentación política-administrativa dedicada

a la dominación social.3

Las propuestas autonómicas

Más allá de las propuestas de la Reunión de FLACSO/UNESCO, Héctor Díaz Polanco, al abordar la cuestiónétnica nacional, plantea la cuestión de la autonomía delos pueblos indios como una demanda “madre”, cuyospostulados en breve síntesis son: que el régimen deautonomía no es una fórmula mágica ni una promesade privilegio para unos en perjuicio de otros, es tansólo una solución que una sociedad puede adoptar enun momento de su desarrollo concreto para resolver elconflicto étnico-nacional. La autonomía en sí misma serefiere a un régimen especial, que configura un go-bierno propio (autogobierno) para ciertas comunida-des integrantes, las cuales escogen así autoridades queson parte de la colectividad, ejercen competencias le-galmente atribuidas y tienen facultades mínimas paralegislar acerca de su vida interna y para la administra-ción de sus asuntos. La autonomía sintetiza y articulapolíticamente el conjunto de reivindicaciones que plan-

3 Enrique Valencia, “Indigenismo y etnodesarrollo”, Anuario,Instituto Indigenista Interamericano, México, 1984, p. 41.

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tean los grupos étnicos. En tal virtud, puede decirseque la autonomía es la demanda madre de esos con-glomerados. Sus rasgos específicos estarán determina-dos, de una parte, por la naturaleza histórica de lacolectividad que la ejercerá, en tanto que ésta será elsujeto social; y de otra, por el carácter sociopolíticodel régimen estatal nacional en que cobrará existenciainstitucional y práctica, en suma, el grado de auto-gobierno reconocido en su despliegue concreto, quedependerá en gran medida de la orientación política yel sistema democrático vigentes.

En resumen, la autonomía es un régimen sociopolíticoque será efectivo en tanto se desarrolle como un me-dio político democrático. La autonomía para DíazPolanco es la expresión de la democracia en lo que serefiere a grupos socioculturales particulares; en conse-cuencia, no es en sí misma una solución, ni puededesarrollarse en el marco de una sociedad nacional endonde no tiene efecto la vida democrática. De hecho,la autonomía es una respuesta particular en el marcodel proceso democrático, sólo en las sociedades endonde ha surgido y se ha desarrollado un proceso de-mocrático; las regiones autonómicas han funcionado, yallí en donde la sociedad nacional ha experimentadoun proceso antidemocrático o de reversión democráti-ca, el régimen autonómico se ha malogrado o no hafuncionado. El caso más evidente es el de la CostaAtlántica de Nicaragua, donde el régimen de autono-mía que significaba grandes promesas, prácticamentese ha estancado.

Díaz Polanco apunta que en la actualidad en el senodel movimiento indígena se pueden advertir dos ten-dencias. La primera es que se vea a la autonomía comoun sistema de ensimismamiento; es decir, la idea de

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que la autonomía implica una especie de ir hacia den-tro y de cortar las relaciones con la sociedad, acompa-ñada de una visión en que la autonomía es sólo uncomponente de una larga lista de reivindicacionesglobales y manejo propio del asunto. Desde esta pers-pectiva la autonomía tiene un significado y un conteni-do ligados y, paradójicamente, es al mismo tiempodemasiado particular, en la medida en que sólo se tomacomo una demanda más en el listado de demandas. Lasegunda perspectiva plantea que la autonomía no esuna demanda más, sino que es la demanda madre, queda articulación, significado y sentido a todas las demásdemandas.

Esta perspectiva resulta más política y en ella elrégimen de autonomía aparece como un régimen glo-bal, que se expresa como autogobierno, lo cual impli-ca cierta reestructuración de la sociedad nacional, lareorganización del Estado y una revisión del plantea-miento de las relaciones entre sociedad nacional y losgrupos étnicos. Lamentablemente, asegura Díaz Polan-co, la dominante es la primera tendencia y los resulta-dos de la realización de los procesos autonómicos va adepender de la continuidad del proceso de fortaleci-miento del movimiento indio frente a los proyectosneoliberales.4

4 Los planteamientos de Díaz Polanco fueron recogidos conbase en entrevistas. Véase Carlos Ordóñez Mazariegos, “La cuestiónétnico-nacional en la propuesta de Héctor Díaz Polanco”. Dossierque contiene las memorias del XII Congreso Mundial de Sociología,Bielefeld, Alemania, del 18 al 23 de julio de 1994, Revista del Institutode Investigaciones Jurídicas de la Facultad de Derecho de la Universi-dad Autónoma del Estado de México, México, junio de 1994, pp. 227-237; “Entrevista a Héctor Díaz Polanco y Gilberto López y Rivas.Nicaragua: el problema étnico-nacional”, Pensamiento Propio, Ma-nagua, Nicaragua, 21 de marzo de 1985.

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En conclusión, el proceso autonómico para Díaz Po-lanco tiene tres puntos básicos:

1. Resulta de un pacto entre la sociedad nacional(cuya representación asume el Estado-nación) ylos grupos socioculturales (nacionalidades, pue-blos, regiones, comunidades) que reclaman el re-conocimiento de sus particulares derechos histó-ricos. Pero la autonomía no es el fruto, por decirloasí, del proceso que permite a las partes definirlos principios básicos o requisitos que sustentan yacotan el régimen de autonomía, haciéndolo com-patible con la organización sociopolítica del país.

2. El proceso autonómico tiene lugar durante un lapsorelativamente prolongado, que por lo común abra-za varios años. Desde luego este periodo varíade un país a otro, de acuerdo con sus tradicionespolíticas y democráticas, las características de lapoblación étnico-nacional a la que se busca reco-nocer el derecho de autonomía, la diversidad deintereses nacionales a considerar y la compleji-dad de los problemas técnicos y prácticas quedeben resolverse. En rigor, el proceso autonómi-co no concluye con el establecimiento legal delos gobiernos autónomos, sino que se prolongadurante su fase de consolidación y ajuste en elmarco de la estructura política administrativa.

Sobre la propuesta autonómica de Díaz Polanco, puedeconsultarse: Autonomía regional. La autodeterminación de los pue-blos indios, México, Siglo XXI, 1991; La cuestión étnico-nacional,Fontamara, México, 1988; “Autonomía y autodeterminación”, Revis-ta del Instituto de Relaciones Internacionales y de Investigacionespara la Paz, Guatemala, año 2, enero-junio de 1991; “Derechosindígenas y autonomía”, Crítica Jurídica, núm 11, Instituto de In-vestigaciones Jurídicas, UNAM, México, 1992.

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3. Se requiere cubrir ciertos requisitos que resultanpasos previos a la aprobación del régimen deautonomía por los órganos legislativos de los res-pectivos países. Con ello se logra que las pobla-ciones se identifiquen con su correspondiente sis-tema de autonomía, considerándolo no una meraconcesión sino una conquista. Esto es, el fruto deun tratado entre partes iguales y libres. Éste es unpunto fundamental: la autonomía no puede ser elproducto de una decisión unilateral o de una im-posición, especialmente por parte de los gobier-nos. En la comunidad internacional, los arreglosautonómicos quedan dentro de lo que se ha dadoen llamar “acuerdos constructivos” entre los Esta-dos y los grupos étnicos nacionales. La participa-ción activa y decisoria de los pueblos en estoscasos, como parte libre en los pactos que resul-tan, es primordial. Díaz Polanco informa que elrelator especial nombrado en 1989 por el Conse-jo Económico y Social de la ONU para realizar unestudio sobre estos temas, incluye dentro de losacuerdos constructivos las

disposiciones legislativas específicas que regulen aspec-

tos más generales de la vida de los indígenas, tales como

el establecimiento de instituciones con contenido degobierno propio o autónomo, a condición de que haya

habido una participación significativa de la parte indí-

gena en el proceso legislativo y una aceptación explíci-ta tanto del proceso conducente al arreglo como de sus

resultados.5

5 Héctor Díaz Polanco, “La experiencia autonómica: problemasy perspectivas”, ponencia presentada en el Seminario sobre “Auto-nomía”, coordinado por Rodolfo Stavenhagen, Colmex, México, 1994,

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Luis Villoro, al referirse al tema de la autonomía,parte de la premisa de que el Estado moderno nacecon una tensión interna entre el poder central, el cualintenta imponer la unidad, y los pueblos diversos quecomponen una realidad social heterogénea y que elpoder estatal ha tratado de eliminar de manera más omenos radical, pero siempre violentas desde la exter-minación, “reservaciones” o “guetos” (los judíos enEuropa, los zulúes en Sudáfrica), o las deportacionesmasivas (como en la Rusia de Stalin), hasta formas deviolencia disfrazadas, como las políticas de integraciónforzada a la cultura nacional hegemónica, tal como suelepracticarse en los países de América Latina. Para elcaso guatemalteco agregaríamos la implementación víael proyecto militar de las denominadas “aldeas mode-los” y el sistema de control paramilitar a cargo de lasdenominadas “patrullas de autodefensa civil”.

Para Villoro, el Estado moderno nace a la vez delreconocimiento de la autonomía de los individuos y dela represión de las comunidades o etnias a los que losindividuos pertenecen.

Para el caso de los pueblos indios y tomando el casomexicano, que ofrece diferencias con el guatemalteco,ve dos extremos: el primero, el reconocimiento de lasoberanía política de los pueblos indios, lo que supo-ne la disolución del Estado nacional; el segundo, laintegración forzada de las culturas minoritarias a la cul-tura nacional hegemónica. Aunque parezcan opuestas,ambas soluciones tienden al mismo resultado: la des-trucción de las culturas minoritarias, la primera para

mimeo. Véase Miguel Alfonso Martínez (relator especial de la ONU),“Estudio sobre los tratados, convenios y otros acuerdos constructi-vos entre los Estados y las poblaciones indígenas”, Primer InformeECOSOC, E/CN.4/Sub.2/1992/32. ONU, 25 de agosto de 1992, párr. 340.

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dejarlas aisladas y sin defensa y la segunda para desin-tegrarlas. La solución a su juicio no puede estar enninguno de los dos extremos. La aceptación de la mul-tiplicidad de los pueblos sin un núcleo de unidad im-plica la destrucción del Estado; la imposición de launidad sin respeto a la diversidad conduce a un Estadoopresivo. La solución sólo puede darse en una forma:la de síntesis entre unidad y diversidad. Entre la ruptu-ra de la asociación política existente y su manteni-miento por coacción, cabe una tercera vía: la trans-formación de la asociación política, de ser obra de laimposición de una de las partes a ser resultado de unconsenso entre sujetos autónomos.

Villoro propone que cualquier asociación, si es li-bremente concertada, supone el reconocimiento de losotros como sujetos, lo cual incluye: a) respeto a la vidadel otro; b) la aceptación de su autonomía, en el doblesentido de capacidad de elección; conforme a sus pro-pios valores y facultad de ejercer esa elección; c) laaceptación de una igualdad de condiciones en el diálo-go que conduzca al convenio, lo cual incluye el reco-nocimiento por cada quien de que los otros puedenguiar sus decisiones por los fines y valores que les sonpropios; d) por último, para que se den esas circuns-tancias, es necesario la ausencia de toda coacción en-tre las partes.6

Como señalamos, el debate sobre estas cuestionesse inició en las reuniones de Barbados y de UNESCO enSan José, Costa Rica, siendo uno de sus ideólogos másimportantes Rodolfo Stavenhagen, quien participó enlas discusiones de la OIT en Ginebra. Allí propuso suaporte teórico sobre el etnodesarrollo como un modelo

6 Luis, Villoro, “Los pueblos indios y el derecho a la autonomía”,Nexos, México, núm. 197, mayo, 1994, pp. 41-48.

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posible de desarrollo alternativo, el cual surge de unacrítica a las teorías del desarrollo económico práctica-mente hegemónicas en el mundo moderno, profun-damente perversas cuando son aplicables en determi-nadas situaciones del tercer mundo, sobre todo enaquellas en las que se involucran los pueblos indíge-nas, como anota Roberto Cardoso de Oliveira.

Por lo tanto, si por estas situaciones no se aplican lasteorías desarrollistas disponibles, se imponen modelosalternativos y, entre ellos, surge el etnodesarrollo comoaquel capaz de atender la especificidad de las situacio-nes interétnicas. Es de notarse que esas reaccionesestán marcadas por una evidente asimetría entre lasetnias y la sociedad global envolvente, que mantienecon esas etnias relaciones de explotación económica yde dominación política.7

Por otro lado, el modelo del Estado-nación, hereda-do de los revolucionarios franceses, ha entrado en unaprofunda e irreversible crisis y ha dejado de servircomo desiderátum de una organización política acordecon los tiempos que vivimos. De esa suerte, admitidala crisis del Estado-nación como modelo histórico deorganización, los procesos autonómicos pueden ser unasalida. Recordemos que los constituyentes italianos, altérmino de la Segunda Guerra Mundial, se inclinaronpor la fórmula de las autonomías regionales o Estadosregionales; recientemente en Bélgica y Portugal se haplanteado la cuestión a nivel constitucional y se vienedesarrollado en otros países como España y Dinamar-ca. En América contamos con la experiencia fallida deNicaragua y la débil experiencia panameña de los in-

7 Roberto Cardoso de Oliveira, “Prácticas interétnicas y morali-dad. Por un indigenismo autocrítico”, América Indígena, México,vol. L, núm. 4, octubre-diciembre de 1990, pp. 12-16.

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dios kunas. Sin embargo, para el caso de América ha-brá que atender las particularidades nacionales y fun-damentalmente partir de una propuesta desde abajo, osea, de los propios pueblos indios.8

A partir de la regulación constitucional de los derechos de los

pueblos indios en Colombia, podemos extraer por ejemplo

los planteamientos de los indígenas emberás, paez y kunas.Para los primeros “esto [a autonomía] tiene que ver con la

democracia, tiene que ver con el derecho de una etnia, de

un pueblo, a decidir sobre su futuro, de acuerdo con susideas y necesidades… [la cultura nacional] es un concepto

político para imponernos un proyecto de vida; modo de vida

de ellos, que tiende a acabar con las diferencias culturales”.Para los segundos, “cuando nuestros cabildos exigen la auto-

nomía están manifestando su deseo de no seguir siendo ob-

jetos, sino sujetos del proceso de transformación de su realidad.Y esto es así, porque quieren estar comprometidos con esos

cambios y están dispuestos a correr con los riesgos que esto

les depare. Sin que los cabildos sean autónomos, no pode-mos participar como sujetos en los procesos de cambio so-

cial pues corremos el peligro de ser usados con otros fines”.

Para los terceros, “…precisamente los indígenas que hemossufrido más por la falta de democracia, somos los que más

sentimos y reinvindicamos…En las comunidades indígenas

encontrarán verdaderos ejemplos de igualdad y democracia”.

Resulta importante insistir nuevamente en la cons-trucción de conceptos, como el de autodeterminación,territorialidad y tolerancia internas, y regular su confi-guración, tomando como base el marco del derecho

8 “Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y Gobiernode Colombia”, Cuadernos sobre Derechos Humanos. Reflexión y Ac-ción, Bogotá, núm. 3, 1991, pp. 14 y 15.

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internacional público moderno y llevándolo al derechointerno, es decir, al derecho constitucional y al dere-cho administrativo, que aún no tienen respuestas.

Conforme a las recomendaciones de las NacionesUnidas, encontramos las de Nuuk, Groenlandia, en 1991,las cuales reconocen que los pueblos indígenas histó-ricamente se han autogobernado con sus propios len-guajes, tradiciones y culturas y que por tanto constituyenpueblos y sociedades diferentes con el derecho a laautodeterminación, lo cual incluye los derechos a laautonomía, al autogobierno y a la identidad propia;ahora bien, los expertos reconocieron que los gravesproblemas que enfrentan los pueblos indígenas sonespecíficos y de homogénea solución. Por lo tanto, entérminos generales, las recomendaciones, de acuerdocon el derecho internacional, se dieron sin menoscabode los estándares mínimos establecidos por los instru-mentos internacionales sobre derechos humanos.

La cita de la reunión celebrada en Groenlandia nosobliga a recordar que en la conferencia internacional deOrganizaciones No Gubernamentales sobre la Discri-minación de los Pueblos Indígenas de las Américas,celebrada en Ginebra en 1977, los participantes indí-genas de Argentina, Bolivia, Canadá, Chile, Costa Rica,Guatemala, Ecuador, México, Nicaragua, Panamá, Para-guay, Perú, Surinam, Estados Unidos y Venezuela, emi-tieron la Declaración de Principios por la Defensa delas Naciones y Pueblos Indígenas del Hemisferio Occi-dental, misma que fue adoptada por la conferencia.

Lo importante de esta Declaración es que por pri-mera vez el escenario de las Naciones Unidas fue tes-tigo de los balbuceos de una demanda que a partir deese momento empezaría a tomar cuerpo hasta conver-tirse en la principal reinvindicación del movimiento

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indígena contemporáneo: el derecho a la libre determi-nación. Con esta conferencia se inaugura el arribo delas voces indias a la ONU, que desde esa oportunidadno se definen más como “minorías étnicas”, ni plantea-ron sus problemas desde la perspectiva del racismo yde la discriminación. Se llamaron a sí mismos pueblosy naciones invadidas y colonizadas y reclamaron antela comunidad internacional la devolución de la libertadperdida, por lo que solicitaron ser atendidos por elComité Especial de Naciones Unidas sobre Descoloni-zación.

De esa suerte se inicia la gestión, aún no definidaexactamente, de autodeterminación y reconocimientode los pueblos indios como “Pueblos” en los términosdel primer y segundo artículos del Pacto Internacionalde los Derechos Económicos, Sociales y Culturales,que apenas un año atrás, el 3 de enero de 1976, habíaentrado en vigor.

El movimiento indio continental ha celebrado unaserie de reuniones muy importantes en donde se hatratado la cuestión autonómica por ejemplo, en octubrede 1974 se realizó el Primer Parlamento Indio de Amé-rica del Sur, en Asunción, Paraguay. En enero de 1977se celebró el Primer Congreso Internacional Indíge-na de América Central. Del 27 de febrero al 3 de marzode 1980 se realizó el Primer Congreso de los Movi-mientos Indios de América del Sur. En septiembre de1988 se llevó a cabo, en Santo Domingo, RepúblicaDominicana, el Primer Encuentro del Caribe America-no; en marzo de 1989, en Panamá, se realizó la Prime-ra Asamblea del Congreso de Organizaciones Indígenasde Centroamérica, México y Panamá. Recientementelas Cumbres Indígenas de Chimaltenango, Guatemala,y Oaxtepec, México, convocadas por la Premio Nobel,

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Rigoberta Menchú Tum, han sido muy importantes; lomismo puede decirse de las reuniones del ParlamentoIndígena (senadores y diputados) de América Latina,que congrega a parlamentarios indígenas en los Esta-dos-nacionales, desde Estados Unidos a la Argentina.Todas estas reuniones han sido muy importantes y handesembocado en la propuesta de la Declaración Uni-versal de los Derechos de los Pueblos Indios.

En cuanto a la autodeterminación y la autonomía,la Declaración Conic-Temoaya, fruto del II EncuentroContinental de Naciones, Pueblos y OrganizacionesIndígenas del Continente, celebrada en el Centro Ce-remonial Otomí del Pueblo Ñahñu, Temoaya, Estadode México, en 1993, recoge el pensamiento del movi-miento indio continental, cuando en sus resolutivosconsideró:

Ratificamos el Acuerdo de Quito [se refiere a la Declaración

de Quito, con ocasión de los 500 años de resistencia indíge-

na, negra y popular] de que nuestro principal objetivo delucha es lograr la libre determinación de nuestros pueblos.

Ratificamos asimismo, asumirnos como Pueblos, como pue-

blos originarios, como primeros pobladores de este Conti-nente. Reinvindicamos nuestros derechos a ser reconocidos

como pueblos por la comunidad internacional y en especial

por la Organización de las Naciones Unidas […] Este impor-tante derecho ha tenido una interpretación limitada, tanto en

el Convenio 169 de la OIT, así como también en el tratado

internacional del Fondo para el Desarrollo de los PueblosIndígenas de América Latina y el Caribe.

La oposición de los Estados nacionales al reconocimiento

de nuestros derechos tiene su origen principal en la propiaconformación de los Estados Nación, por la naturaleza exclu-

yente de nuestros pueblos. Es por eso que la lucha de los

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pueblos originarios de Abya Yala exige que canalicemos nues-

tra lucha para modificar las bases de los Estados. La historiareciente nos ha enseñado que no basta que éstos se declaren

“pluriculturales” o “pluriétnicos”, porque esta declaratoria no

modifica en nada. Es necesario acumular fuerza política ytrabajar en alianzas con algunos sectores mestizos para lograr

modificar el origen del Estado, refundarlo otra vez; construir

Estados multinacionales que reconozcan la coexistencia demultiples pueblos bajo un mismo Estado. Este Estado deberá

de estar, entonces estructurado en consecuencia.

Trabajar hacia la construcción de Estados multinacionaleses uno de los objetivos de largo plazo a los que el CONIC se

compromete. Para poder lograrlo es necesario desde ahora

erradicar, minar las bases colonialistas de los Estados naciona-les. Un objetivo a corto plazo es la cancelación definitiva de

todo indigenismo. De los indigenismos de los Estados, de las

Iglesias, de los partidos, de los organismos no gubernamenta-les (ONG), de la sociedad no indígena. La cancelación de todo

indigenismo es la primera condición de aceptación del dere-

cho de autodeterminación de nuestros pueblos, significa elreconocimiento de nuestras autonomías y el ejercicio del

autogobierno de nuestras regiones.

Las propuestas de la Declaración de Temoaya soncongruentes con la Declaración de Quito; recordemosque en aquella ocasión se planteó:

La autodeterminación es un derecho inalienable e impres-

criptible de los pueblos indígenas. Los pueblos indios y/oindígenas luchamos por el logro de nuestra plena autonomía

en los marcos nacionales. La autonomía implica el derecho

que tenemos los pueblos indios al control de nuestros res-pectivos territorios, incluyendo el manejo de todos los recur-

sos naturales del suelo, subsuelo y espacio aéreo.

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Asimismo la autonomía (o soberanía para el caso de los

indios de Norteamérica) implica la defensa y conservaciónde la naturaleza, la Pachamama, de la Abya Yala, del equili-

brio del ecosistema y la conservación de la vida.

Por otra parte, autonomía significa que los pueblos indiosmanejaremos nuestros propios asuntos, para lo cual consti-

tuiremos democráticamente nuestros propios gobiernos (auto-

gobiernos).

En la propuesta de la Declaración Universal de losDerechos de los Pueblos Indígenas también se planteala cuestión de la autonomía.

En torno a la propuesta de la declaración convienerecordar que durante el periodo de sesiones corres-pondiente al año de 1981, la Subcomisión para la Pre-vención de la Discriminación y Protección de Minoríasde la Comisión de Derechos Humanos, dependientedel Consejo Económico y Social de las Naciones Uni-das (Ecosoc), tomó la resolución de crear un Grupo deTrabajo sobre Poblaciones Indígenas, a partir del 7 demayo de 1982, en virtud de la resolución 1982/34. ElGrupo de Trabajo se reúne anualmente para velar porla promoción y protección de los derechos humanosy de las libertades fundamentales de los pueblos indí-genas.

Su preocupación central fue preparar la DeclaraciónUniversal y durante los tres primeros años el gruporecabó información relativa a:

1. El derecho de las poblaciones indígenas a lavida, a la integración física y a la seguridad.

2. El derecho a la libre determinación, a desarrollarla cultura, las tradiciones, el idioma y el modode vida propios.

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3. El derecho a la libertad de religión y de prácti-cas religiosas tradicionales.

4. El derecho a la tierra y a los recursos naturales.5. Los derechos civiles y políticos.6. El derecho a la educación.7. Otros derechos.

Desde 1988 los relatores especiales del Grupo deTrabajo han estudiado exhaustivamente, a lo largode las diferentes revisiones que ha tenido el proyecto,temas que tienen que ver con los derechos colectivosétnicos y culturales, el derecho a la tierra y los recur-sos; los derechos económicos y sociales, incluido elmantenimiento de sus estructuras económicas y modode vida tradicional; los derechos civiles y políticos,entre ellos el respeto a las leyes y costumbres indíge-nas, la participación en la toma de decisiones en todoslos asuntos que afecten a su vida y su futuro y elderecho al uso y aplicación de su medicina tradicional.También se han analizado reclamos que tienen quever con la creación de mecanismos políticos y jurídicosque garanticen los derechos intelectuales de los indí-genas, la protección de sus tierras, de la explotaciónecológica irracional de las mismas por parte de la so-ciedad no indígena y la resolución de los conflictosocasionados por disputas entre los Estados y los pue-blos indígenas.

La Declaración se ha integrado con 19 parágrafospreambulares y 45 artículos de la parte dispositiva.

El derecho a la libre determinación se anuncia en elartículo 3o de la primera parte. De la lectura se des-prende que debe entenderse como libre determina-ción el derecho que tienen los indígenas para determi-nar libremente sus condiciones políticas, de desarrollo

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económico y cultural que más convengan a sus inte-reses.

Ahora bien, como forma concreta del ejercicio delderecho a la libre determinación, el proyecto estable-ce, en su parte VII, que los pueblos indígenas tienenderecho a la autonomía o el autogobierno, pero encuestiones relacionadas con sus asuntos internos y lo-cales, en particular la cultura, la religión, la educación,la información, los medios de comunicación, la salud, lavivienda, el empleo, el bienestar social, las activida-des económicas, la gestión de tierras y recursos, elmedio ambiente y el ingreso de personas que no sonmiembros, así como los medios de financiar estas fun-ciones autónomas (artículo 31).

En ese sentido, y de acuerdo con el espíritu conte-nido en el artículo anterior, los pueblos indígenas tie-nen el derecho colectivo e individual de mantener ydesarrollar sus propias características e identidades, detal manera que les permita identificarse como indíge-nas y ser reconocidos por el resto de la sociedad comotales. Esto incluye el derecho a ejercer como asuntointerno y local la práctica y revitalización de sus tradi-ciones y costumbres culturales; el derecho a mantener,proteger y desarrollar las manifestaciones pasadas, pre-sentes y futuras de sus culturas; a manifestar, practicar,desarrollar y enseñar sus tradiciones, costumbres y ce-remonias espirituales y religiosas; a utilizar, revitalizar,desarrollar y transmitir a las generaciones futuras sushistorias, idiomas, tradiciones orales, filosofías, siste-mas de escritura y literatura (artículos 12, 13 y 14).

En el artículo 4o se establece que aunque los pue-blos indígenas tienen el derecho a conservar y reforzarsus propias características políticas, económicas, so-ciales y culturales, esto no impide que puedan, si así

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lo desean, participar plenamente en la vida política,económica, social y cultural del Estado donde habiten.

En el artículo 5 se establece el derecho que tienetoda persona indígena a una nacionalidad.

La parte II de la Declaración (artículos 6 al 11) abundasobre los derechos colectivos e individuales y la pro-tección de los pueblos indios frente al genocidio y eletnocidio.

Los artículos 19 y 20 son importantes en la medidaen que regulan el derecho de los indígenas a partici-par plenamente en todos los niveles de gobierno, me-diante representantes elegidos por ellos mismos, deconformidad con sus propios procedimientos. Tambiénreconocen el derecho de participar en la elaboraciónde medidas legislativas y administrativas que afectensus derechos, vidas y destinos.

La autonomía y el autogobierno como formas con-cretas de ejercicio del derecho de libre determinación,establecidos en la última versión del proyecto, no sig-nifica de ninguna manera que se proponga la creaciónde reservaciones para “asegurar” a los pueblos indíge-nas; tampoco plantea la creación de Estados propios oel establecimiento de un régimen racista; no establecela fragmentación indígena o nacional ni propicia elseparatismo o la desintegración de los Estados nacio-nales.

Plantea una nueva visión del Estado contemporáneoque armoniza los diferentes aspectos y sectores de unaverdadera sociedad pluricultural y pluriétnica, dondela unidad está basada en la diversidad cultural y no es laintegración y asimilación de los diferentes sectores dela sociedad que la forman.

En este sentido, se establece que los pueblos indí-genas tienen el derecho a conservar y reforzar sus

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propias características políticas, económicas, socialesy culturales del Estado (artículo 4°).

La Declaración considera como asunto autonómicointerno el derecho que tienen los pueblos indígenas aestablecer sus propios medios de información en suspropios idiomas, sin que esto menoscabe el derechoque tienen para acceder a todos los demás medios deinformación no indígena (artículo 17).

La autonomía y el gobierno interno no menoscabanel derecho de disfrutar de la nacionalidad del país enque viven, de igual forma, la ciudadanía indígena in-terna no menoscaba el derecho que tienen para obte-ner la ciudadanía del Estado donde habitan (artículos 5y 32). Tampoco les impide y les limita el derecho adisfrutar plenamente de todos los derechos estableci-dos en la legislación nacional; ni les niega el derechode acceso, sin discriminación alguna, a todas las insti-tuciones de sanidad y los servicios médicos que pro-porciona el Estado (artículos 18 y 24).

Se regula expresamente el ejercicio a la autonomíainterna y el autogobierno, que no coartan la libre parti-cipación en la construcción del Estado nacional pluri-cultural y pluriétnico. Por el contrario, la refuerzan algarantizar el uso de sus propios procedimientos e ins-tituciones de adopción de decisiones, lo cual les per-mite elegir a sus propios representantes para ejercerel derecho de participación plena en todos los asuntosadministrativos y legislativos que les afecten (artículos19 y 20). Además establece la obligación que tiene elEstado para garantizar su participación en la elabora-ción de programas que mejoren sus condiciones eco-nómicas y sociales, incluido empleo, capacitación yperfeccionamiento profesional, vivienda, salud y segu-ridad social (artículos 22 y 23).

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La última versión del texto en sus artículos 25, 26,27, 28 29 y 30 del apartado IV, recoge los principiosya aceptados internacionalmente en el Convenio nú-mero 169 de la OIT.

Los artículos analizados son los que tienen relacióncon el tema de la autonomía y el autogobierno.

Lo importante de la Declaración es que ha sido ela-borada por los propios pueblos indígenas y constituyeun aporte considerable a la temática, y es fácil advertirque por ahora el mundo académico en nuestras facul-tades de derecho y ciencias sociales y políticas perma-nece ajeno y desconocedor del desarrollo sociopolíticoy jurídico que los propios pueblos indios vienen cons-truyendo. Quizás en ese sentido las únicas excepcio-nes son las acciones de algunos antropólogos, que seinauguraron justamente con el Grupo Barbados y quefueron rechazadas prejuiciosamente en el mundo aca-démico, debido a los planteamientos de un reduccio-nismo economicista, culturalista y etnicista, fruto denuestra mentalidad colonizadora.

La idea de los pueblos indios de autonomías y auto-gobiernos internos constituye una respuesta seria, sipretendemos construir un nuevo modelo de Estado afinales del siglo XX. Las experiencias actuales consti-tuyen un signo. Quizás esto nos permita entender aChiapas, Guatemala, y la guerra de Perú y Ecuador en1994 y 1995, respectivamente.9

9 Para un estudio de la Declaración véase: Araceli Burguette Caly Mayor y Margarito Ruiz, “Hacia una carta universal de derechosde los pueblos indios”, José Ordóñez Cifuentes (coord.), Derechosindígenas en la actualidad, IIJ-UNAM, 1994, pp. 117-160; Guillermo F.Margadant, “En camino hacia la declaración universal de los dere-chos indígenas”, Crítica Jurídica, núm. 11, IIJ-UNAM; Mónica Rocha,The Energent Status of Indigenous Peoples Ander Internacional Law,tesis de maestría, University of Essex, Gran Bretaña, 1994; RodleyNigel, “Conceptual Problems in the Protection of Minorities”, Inter-

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La relación etnia-clase y la cuestión étnico-nacional

Esteva Fabregat señala que etnia

es una distinción por medio de la cual se clasifican entidadesdiferentes de la realidad social y de las relaciones sociales. En

estos términos, las sociedades complejas reúnen en una mis-

ma entidad étnica a diferentes clases sociales, mientras queen una misma clase social reúnen a diferentes entidades

étnicas. El fenómeno de la etnicidad es así independiente

del otro. Pero en una sociedad compleja ambos son aspectosde una misma realidad total [y agrega que] en ese marco la

etnicidad propia se ve obligada a actuar intencionalmente

frente al otro, exhibiendo símbolos étnicos reconocidos, comopueden serlo el lenguaje, una costumbre folklórica que dife-

rencia de manera ostensible el ego frente a su interlocutor

étnico, o cualquier expresión políticamente militante. Elhistoricismo producirá una imagen del yo propio en términos

de una etnovisión que supone, por inferencia, determinadas

relaciones con el otro. De esta manera, la imagen que cadagrupo étnico tiene del otro es una clase de información que

sirve para orientar la información entre ambos.10

Nuevamente Héctor Díaz Polanco advierte cuatroposturas en el contexto actual de América Latina sobrela relación etnia, clase y cuestión nacional:

nacional Legal Developments. Human Rights, University of Essex;Diego Iturralde, “Los pueblos indígenas y sus derechos en AméricaLatina”, Revista del Instituto Interamericano de Derechos Humanos,San José, Costa Rica, vol. 15, 1992; Hannun Hurst, “New Developmentsin Indigenous Rights”, Virginia Journal of Internacional Law, vol.28, 1988, p. 585.

10 Claudio Esteva Fabregar, “El indigenismo en la política hispa-noamericana”, Revista de Política Internacional, núms. 62-63, julio-octubre, 1962, pp. 88 y 44 respectivamente.

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1. La que se niega a reconocer lo étnico como unfenómeno relevante. Sea porque se consideraun asunto de poca importancia desde el puntode vista social o político; sea porque se conside-ra un asunto de poca importancia (secundario y/o transitorio); sea porque se sostiene que lo ét-nico sencillamente no opera como una fuerzasociopolítica que deba ser tomada en cuenta,proponiéndose el análisis y la acción basadosexclusivamente en la perspectiva de las clasessociales. En esta postura, con independencia dela mayor o menor rigidez de las proposiciones ode los argumentos que se esgrimen, el resultadoes una “substitución” de la etnia por la clase.

2. El enfoque que en más de un sentido invierte lapropuesta anterior. Se sostiene que el fenómenoétnico no sólo es irreductible a la problemáticaclasista, sino además que el análisis de las claseses irrelevante e inoperante para el entendimien-to del primero. Tal punto de vista se sustenta enla tesis de que el fenómeno étnico es, en esen-cia, independiente de la estructura de clases dela sociedad. Regularmente detrás de esta posi-ción está la idea de que lo étnico corresponde auna esfera específica y particular, que no esimpactada por la dinámica estructural (clasista)de la sociedad. A favor de tal punto de vista seargumenta con frecuencia que lo “étnico” es in-cluso “anterior” a la aparición de clases.

3. El tercer enfoque no reduce la clase a la etnia (niviceversa), pero tampoco busca vincularlas enun análisis estructural y totalizador, en el quequeden precisados los niveles de relación y es-pecificidad de ambos fenómenos. Se postula

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que se trata de un fenómeno de naturaleza dis-tinta, pero que, al atravesar por procesos ade-cuados, uno tiende a convertirse en el otro, atransformarse evolutivamente. En este sentido,lo “étnico” debe evolucionar hacia lo “clasista”,y lo clasista prefigura aquello en que deberáconvertirse lo étnico. En términos generales esteenfoque corresponde a la visión burguesa, queobserva el fenómeno étnico como una fase (re-gularmente identificada con la noción de etapade “atraso”) que en el curso del desarrollo capi-talista será finalmente superada. En versiones la-tinoamericanas más recientes y más elaboradasde este enfoque, al proceso de conversión indi-cado se le denomina “integración”.

4. La cuarta posición puede ser considerada, porsus efectos o conclusiones finales, como una va-riante de la clasificada aquí en segundo lugar.Sin embargo reviste la mayor importancia, pues-to que su itinerario es diferente y más elaborado.Se comienza postulando que etnia y clase “noson del mismo orden” (en lo que coincide apa-rentemente la tercera posición); justamente portratarse de fenómenos de “orden” diferente, nosólo no puede reducirse lo étnico a lo clasistasino que, además, no se debe esperar (comoplantea el indigenismo, por ejemplo) que de lacondición étnica se pasará simplemente a la declase, puesto que lo étnico no es más que unaetapa provisional. Este planteamiento, al decirde Díaz Polanco, constituye sin duda un aprecia-ble avance para el análisis.11

11 Díaz Polanco, La cuestión étnico-nacional, op. cit., pp. 16-19.

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Rodolfo Stavenhagen, a propósito de los términosde la discusión “etnia-clase”, hace observaciones quenos parecen objetivas. Veamos:

1. Que las culturas humanas tienen una dinámicapropia que rebasa ampliamente las estructuraseconómicas con las cuales pueden estar asocia-das en distintas épocas de evolución. La cultura,en sentido lato, proporciona identidad y distin-ción a un grupo humano y fortalece los lazos so-ciales. La cultura se aprende en el regazo mater-no (no por casualidad se habla de lengua materna),y se trasmite de generación en generación enlos primeros años de la vida del individuo (mu-cho antes de que el niño ingrese a la escuela).Desde luego es necesario reconocer que hayelementos culturales vinculados a la posiciónde clase del trabajador y de su familia (se habla decultura campesina o cultura obrera con trazosuniversales), pero también hay elementos cultu-rales que rebasan cualquier posición de clase.Éste es el caso de las culturas étnicas y de lasculturas nacionales.

2. Que es cierto que muchos de estos elementosculturales han estado asociados con la estructuraeconómica del modo de producción precapitalistay al colonialismo interno, pero no necesariamenteestán determinados por éstas.

3. Que enfatizar la clase y descuidar la cultura estan unilateral como enfatizar la cultura y descui-dar la clase. La toma de conciencia clasista y latoma de conciencia étnica son dos procesos pa-ralelos y ligados entre sí dialécticamente; es de-cir, se influyen recíprocamente. Ilustra con el

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caso de México, país subdesarrollado y depen-diente, donde la penetración plena de las rela-ciones capitalistas de producción en las comu-nidades indígenas y la virtual descomposiciónde éstas como tales no ha acelerado el proceso deproletarización sino más bien el de lumpenpro-letarización y marginalización de las masas indí-genas. Si a ello se agrega la desculturización (esdecir, la progresiva desaparición de las culturasindígenas), México tendrá en pocos años unamasa de población sin raíces de clase, sin raícescomunitarias y sin raíces culturales de ningunaespecie. Una situación de este tipo sólo benefi-ciará a las fuerzas más retrógradas y antina-cionales. Las observaciones de Stavenhagen enlo general son también válidas para la sociedadguatemalteca.12

4. Stavenhagen, insiste en que la forma en que lassociedades pluriétnicas o multinacionales se en-frentan a la cuestión del pluralismo étnico se hanconvertido en uno de los asuntos políticos másimportantes en numerosos Estados modernos enla actualidad.

Todo Estado pluriétnico o multinacional es el resultado de

procesos históricos y estructuras económicas y políticas es-pecíficas; por lo tanto, resulta difícil generalizar sobre estos

fenómenos. Pero, justamente debido a los procesos históri-

cos y a la política y la lucha por el poder, las distintas etnias onaciones que conviven dentro de una estructura estatal de-

terminada suelen estar colocadas en un sistema jerárquico de

estratificación. En otras palabras, los grupos étnicos se rela-

12 Rodolfo Stavenhagen, “Comunidades étnicas y Estados mo-dernos”, América Indígena, vol. XLIX, México, 1989, pp. 100-101.

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cionan entre sí en forma asimétrica, de acuerdo a su magni-

tud de riqueza, poder o estatus; y es un hecho que en lamayoría de los países las comunidades étnicas pueden

clasificarse de acuerdo con una serie de índices posibles y,

especialmente, de acuerdo con su relación con el Estado.13

Esa relación con el Estado va a denominarla etno-crática, en la medida en que es una situación comúndentro de los Estados pluriétnicos, en los que un grupoétnico dominante (ya sea como mayoría o como mino-ría numérica) concentra el poder y, con frecuencia,también la riqueza de los recursos para su exclusivobeneficio, al tiempo que procura –y muchas veces con-sigue– mantener a los otros grupos étnicos en unasituación marginal o subordinada. La etnia dominantetiene y conserva privilegios particulares, mientras quelas etnias subordinadas se ajustan al modelo o lo desa-fían a través de una serie de estrategias posibles. Estassociedades podrían denominarse “Estados etnocráticos”.14

Seguramente se dudará, en el ámbito de la cienciapolítica, la caracterización de “Estados etnocráticos” for-mulada por Stavenhagen y parecerá para algunos du-dosa. Sin embargo, y no obstante que nos adscribimosa la visión leninista, en la clasificación de tipo y formadel Estado que Michele Mialle esquematiza, creemosque ella es razonable si advertimos que para el casode México y Guatemala un análisis a nivel de modo deproducción y formación económico-social no puede ca-racterizar plenamente a sus sociedades sin tomar enconsideración la presencia pluriétnica.

Por otro lado, es válido, según nuestra opinión,pensar que la relación entre los Estados etnocráticos

13 Ibid., p. II.14 Ibid., p. 12.

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en Latinoamérica y sus poblaciones indígenas puedeentenderse en términos del colonialismo interno acep-tando las proposiciones que González Casanova y Staven-hagen anunciaran desde 1964.15 También se ha utiliza-do el concepto para caracterizar la opresión de negrose hispanos en Estados Unidos y hasta la llamada franjacéltica en Gran Bretaña.

Coincidimos asimismo que este concepto constituyeuna herramienta útil para el análisis de las relacionesétnicas asimétricas en una serie de estados poscolonia-les del Tercer Mundo, en los que la explotación étnica,regional y de clase está muy estrechamente ligada dentrode un modelo persistente.

15 Pablo González Casanova, Colonialismo interno y desarrollonacional, Río de Janeiro, 1964; Rodolfo Stavenhagen, “Clases, colo-nialismo y aculturación”, América Latina, Río de Janeiro, 1964.

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La lucha de los indígenas de México por sus derechoses un asunto bastante añejo. Viene aparejada con lasluchas independentistas de la población de la NuevaEspaña por separrse de la Corona española y formarun nuevo Estado; pasando por los “periodos de anar-quía” y la consolidación del “nuevo orden” (la Revolu-ción de 1917), así como diversas rebeliones que nocesan hasta el día de hoy, expresadas en el EjércitoZapatista de Liberación Nacional (EZLN), sin que tal re-clamo encuentre una respuesta satisfactoria, porque elEstado siempre ha buscado escamotear estos derechos.

La exclusión de los derechos

La primera referencia a los derechos indígenas des-de el nacimiento del Estado mexicano se encuentra enel Acta Constitucional de la República Mexicana de1824 donde se estableció como facultad del Congresode la Unión arreglar el comercio con las naciones ex-

Estado de la regulaciónde los derechos indígenasen México

Francisco López Bárcenas

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tranjeras, entre los diferentes estados de la federacióny tribus de indios, disposición que se reiteró en el ar-tículo 49, fracción XI, de la primera Constitución Fede-ral de México como país independiente, promulgadael 4 de octubre de 1824.1

Los estados de la república también expidieron, a sumanera, diversas leyes en la materia, sobre todo parafraccionar las tierras comunales y desconcer los go-biernos propios de los pueblos. Así sucedió en Oaxa-ca, en el Estado libre y Soberano de Occidente –com-puesto por lo que hoy son los estados de Sonora ySinaloa–, Chihuahua, Veracruz, Zacatecas, Jalisco, Chia-pas, Guanajuato, Tabasco, Coahuila y Texas, Nuevo León,entre los más conocidos. La abundante legislación indí-gena de esa época no fue para reconocer derechossino para negarlos.2

Para mediados del siglo XIX, cuando se discutió laConstitución Federal de 1857, se volvió a debatir sobreel tema, pero a pesar de las múltiples intervencionespara que se legislara reconociendo algunos derechos,fundamentalmente la tierra, se impuso la visión liberalde esa época y el asunto se dejó para tiempos mejo-res. De esa manera los derechos de los pueblos indígnasfueron borrados de la Carta Magna y se necesitaría elpaso de varias décadas para que volvieran a ingresar aella, con la lucha de los pueblos indígenas, no porvoluntad de la clase gobernante.

Éstas fueron algunas de las razones para que en1910, cuando estalló la Revolución en contra de ladictadura porfirista, los indígenas se fueran a la guerra

1 Jorge Sayeg Helú, El nacimiento de la República Federal Mexica-na, SEP-Setentas, México, 1974, pp. 115-123.

2 Francisco López Bárcenas, Legislación y derechos indígenas,Centro de Estudios para el Desarrollo Rural y la Soberanía Alimentaria-Cámara de Diputados, México, 2006, pp. 27-42.

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esperanzados en recuperar su patrimonio. Pero las pro-mesas no cumplieron las expectativas de los pueblosindígenas: el derecho de restitución de la tierra de lacual fueron despojados, lo plasmó el Congreso Consti-tuyente en el artículo 27 de la norma suprema elabora-da en Querétaro el año de 1917,3 mas no con sus carac-terísticas de territorialidad sino en calidad de ejido ocomunidad agraria. Además de esto, en el mencionadoartículo se reservó para la nación la propiedad origina-ria de las tierras y aguas, con lo cual mantuvo el prin-cipio del derecho de conquista, esgrimido por la Coro-na española en el siglo XVI para justificar la usurpaciónde las tierras indígenas.

Pero si en aquel tiempo tal principio se justificóporque quienes detentaban el poder fueron unos inva-sores que se impusieron por la fuerza, ahora no sejustificaba que los indígenas habían participado en laguerra para recuperar sus tierras, y el Congreso debióatenerse al principio de los derechos adquiridos, porhaber ocupado los indígenas estas tierras antes queotros que reclamaran igual derecho, es decir, antes deque se formara el Estado que ahora desconocía susderechos. Pero no lo hizo.

Asimismo, el ejercicio del poder local se concentróen el municipio, declarándolo base de la organizaciónpolítica del país, prohibiendo cualquier forma de orga-nización local diversa, lo mismo que la existencia deun poder intermedio entre el poder municipal y losgobiernos estatales o federales.4 Cierto es que con esta

3 “El Artículo 27 de la Constitución de 1917”, Los derechos delpueblo mexicano: México a través de sus Constituciones, 2a. ed., t. IV,Manuel Porrúa, México, 1978, pp. 640-702.

4 “El Artículo 115 de la Constitución de 1917”, op. cit., t. VIII, pp.293-425.

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medida se buscaba terminar con las nefastas jefaturasdel porfiriato que restringieron los derechos políticosde los mexicanos, pero lo correcto hubiera sido distin-guir entre éstas y los gobiernos propios de los pueblosindígenas para no dejarlos en la ilegalidad, condena-dos a desaparecer.

Las anteriores soluciones no atendían a las necesida-des de los pueblos indígenas y por lo mismo no resol-vían sus problemas. En primer lugar, la vía legal paraque los pueblos indígenas tuvieran acceso a la tierraera la comunidad agraria o el ejido, pero ni todas lascomunidades agrarias que se constituyeron fueron in-dígenas ni todas las comunidades indígenas eran agra-rias; al lado de ellas también existieron y existencomunidades agrarias formadas por mestizos, lo mismose encuentran pueblos indígenas que por una u otrarazón quedaron dentro del régimen agrario ejidal o dela pequeña propiedad.

Por otro lado, el municipio se constituyó tomandoen cuenta las relaciones que los grupos de poder loca-les establecieron con el poder regional, del estado yaun el nacional, pero nunca atendiendo a las condicio-nes de los pueblos indígenas. Todavía más, al consti-tuirse los municipios se les despojó prácticamente detodos los poderes que antes habían ejercido, reserván-doles sólo los servicios públicos. Por eso hoy en díatodavía los pueblos y las comunidades indígenas re-claman la devolución de sus tierras y el reconocimien-to de sus territorios; al mismo tiempo que luchan porespacios de poder en donde desarrollarse como pue-blos, como sujetos de derechos colectivos. En conclu-sión, la Constitución de la República emanada de laRevolución de 1917, aun cuando ha sido calificada demuy avanzada en derechos sociales, siguió ignorando

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nuestra existencia en el país y sólo legisló sobre nues-tro derecho de acceso a la tierra.

Terminada la Revolución mexicana, el nuevo Estadoimplementó una serie de instituciones y políticas queen lugar de reconocer los derechos de los pueblosindígenas buscaban desaparecerlos para integrarlos ala nación. La más importante fue el Instituto NacionalIndigenista (INI), creado en el año de 1938 para diseñare instrumentar la política gubernamental hacia los pue-blos indígenas. Con el paso del tiempo las diversas de-pendencias del gobierno federal descargaron en él lasresponsabilidades que les correspondían a ellas, al gra-do de que en lugar de integrar en la práctica genera-ron una política de exclusión de los pueblos indígenasde la vida nacional.

La simulación de los derechos

Fue hasta el año de 1992 cuando el gobierno federal–aprovechando la cercanía de los 500 años de la inva-sión española al continente americano– promovió unaadición al artículo cuarto de la Constitución Federalpara reconocer la existencia de pueblos indígenas ensu seno y garantizar sus derechos. Eso fue lo que senos dijo, pero en el decreto del 28 de enero de 1992lo que se publicó fue una norma declarativa de la pluri-culturalidad de la nación mexicana, misma que obteníasu sustento en la presencia originaria de los pueblosindígenas. El reconocimiento que se hacía en esa nor-ma era como componente de la pluralidad cultural dela nación, y sólo de manera indirecta se podía estable-cer la consideración de los pueblos indígenas comosujetos de derecho. Es más, la propia norma jurídico-

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constitucional restringía los derechos que se les pudie-ran reconocer a los pueblos indígenas a los de caráctercultural y sólo aquellos que la ley secundaria eventual-mente llegara a establecer. Se seguía en la lógica denegar los derechos políticos y económicos, que sonlos fundamentales para la existencia de los pueblosindígenas, el respeto y la seguridad de su existencia ydesarrollo futuro.

En el plano internacional había algunos avances enlas normas jurídicas sobre el tema, algunas no directa-mente referidas a los derechos colectivos de los pue-blos indígenas sino a minorías étnicas o quienes lasintegraban, pero que a falta de mejor instrumento in-tentaban cubrir esa carencia. Nueve años antes de lareforma de 1992, el gobierno mexicano había suscritolos Pactos de Derechos Económicos y Sociales y el deDerechos Civiles y Políticos. En 1990 suscribió el Con-venio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales de laOrganización Internacional del Trabajo, documentodonde jurídicamente se reconocen los derechos de lospueblos indígenas. De igual manera, en el año de 1993suscribió el Convenio sobre Diversidad Biológica, don-de se establecen algunos lineamientos para proteger labiodiversidad y los conocimientos de los pueblos indí-genas sobre ella.5

Producto de la reforma constitucional y del mencio-nado tratado internacional, el Estado mexicano comen-zó a introducir reformas en diversas leyes federales yestatales hasta conformar un abundante cuerpo legisla-tivo sobre la materia. Más lo abundante de dicha legis-lación no le quita su pecado de origen: reconocederechos individuales y no colectivos, como es la na-turaleza de los derechos indígenas, o reconoce éstos

5 López Bárcenas, Legislación y derechos..., op. cit.

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pero no las condiciones ni los mecanismos para hacer-los valer.

La más reciente reforma a la Constitución Federal serealizó el día 14 de agosto del 2001. En su origen lareforma tenía como finalidad incorporar a la Constitu-ción Federal el contenido de los Acuerdos sobre Dere-chos y Cultura Indígena, más conocidos como Acuerdosde San Andrés, firmados entre el Ejército Zapatista deLiberación Nacional y el gobierno federal, para poderarribar a una paz justa y digna en Chiapas. Ese propó-sito no se logró porque el Estado mexicano, a travésde los poderes federales, se negó a cumplir esos acuer-dos y en su lugar promovió una reforma que ni reco-noció los derechos indígenas ni contribuyó a lograr lapaz buscada.

La sumisión de los derechos al capital

De esta reforma lo que más se cuestionó fueron dosaspectos que afectaban al sujeto titular de los derechosy el derecho al territorio, ambos muy importantes parala existencia de los pueblos indígenas pero tambiénpara la vigencia de los derechos. En el primer caso elcuestionamiento venía del hecho de que no se recono-ciera a los pueblos indígenas como sujetos de derechopúblico, es decir, como parte de los órganos de go-bierno del Estado mexicano, sino como sujetos de inte-rés. Del segundo se impugnó el hecho de que no sereconociera expresamente el derecho al territorio, sinola posibilidad de acceder, de manera preferente, a losrecursos existentes en los lugares que ocupan o habi-tan de alguna manera.6 No está de más decir que el

6 López Bárcenas, Legislación y derechos..., op. cit., pp. 53-79.

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contenido de la reforma impugnada, además de nosatisfacer las demandas de los pueblos indígenas, con-travenía los artículos primeros de los Pactos de Dere-chos Civiles y Políticos y Económicos, Sociales y Cul-turales, de la Organización de Naciones Unidas, asícomo los artículos 1, 13, 14 y 15 del Convenio 169sobre Pueblos Indígenas y Tribales de la OrganizaciónInternacional del Trabajo.

Después de la firma y ratificación del Convenio 169sobre Pueblos Indígenas y Tribales de la OrganizaciónInternacional del Trabajo, así como la reforma cons-titucional de 1992 y luego la del 2001, se han venidointroduciendo en la legislación federal, igual que enlas de las entidades federativas, una serie de modifica-ciones con la idea de reglamentar los derechos indíge-nas, lo que ha dado lugar a una abundante legislaciónsobre la materia.

Sólo para efectos explicativos, las leyes federales sepueden agrupar en materias tales como el derecho aldesarrollo, derechos sobre las tierras y recursos natura-les, derechos culturales, acceso a la justicia ante losórganos del Estado y la institucionalidad estatal. Entrelas primeras se encuentra la Ley General de DesarrolloSocial y la Ley de Desarrollo Rural Sustentable. En elsegundo grupo se incluyen la Ley Agraria, la Ley Ge-neral de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambien-te, la Ley de Desarrollo Forestal Sustentable y la LeyMinera. Dentro del grupo de derechos culturales seubican la Ley General de Educación y la Ley Federalde Derechos de Autor y la Ley de Derechos Lingüísticosde los Pueblos Indígenas. En el grupo de derechos deacceso a la justicia, se incorporan el Código de Proce-dimientos Civiles, el Código Federal de Procedimien-tos Penales y el Código Penal Federal.

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Un grupo aparte se integra por las leyes que regu-lan el funcionamiento de las instituciones indigenistasentre las cuales se encuentra la Ley de la ComisiónNacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas,la Ley de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indíge-nas, el Reglamento Interior de la Secretaría de Educa-ción Pública, el Reglamento Interior de los TribunalesAgrarios, el Reglamento Interior de la Procuraduría Agra-ria, la Ley Orgánica de la Procuraduría General de laRepública y el Acuerdo que crea la Fiscalía para Asun-tos Indígenas.

Un bloque diferente lo constituyen las leyes de losestados de la república. En él se incluyen 18 textosconstitucionales, cinco leyes reglamentarias y en va-rios estados diversas disposiciones que contienen dis-posiciones sobre derechos indígenas.7

Mas lo abundante de las disposiciones jurídicas nodebe llevarnos a la conclusión de que se reconocengran parte de los derechos indígenas porque no es así.Una de las razones para que esto sea así es que si bienla Constitución Federal reconoce la existencia de lospueblos indígenas y algunos de sus derechos, como yadijimos, deja afuera los principales, como el carácterde sujetos de derecho público de los pueblos indíge-nas y el control de sus territorios y los recursos natura-les en ellos existentes. Derivado de lo anterior quedanfuera del reconocimiento constitucional los gobiernosindígenas y las facultades que éstos tendrían para mar-car los alcances y límites de sus actuaciones. Ademásde esto la misma Constitución Federal remite a las le-gislaturas estatales la facultad de reconocer los alcan-ces de los derechos enunciados en ella.

7 López Bárcenas, Legislación y derechos..., op. cit.

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Otra razón para que no sea un legislación aceptablees que la mayoría de la legislación federal y estatal fueaprobada antes de la reforma del 14 de agosto del2001 y como tal su contenido se ajusta a los contenidosde las disposiciones constitucionales de 1992, de corteculturalista. Vaya un ejemplo para ilustrar lo anterior:de los 18 textos constitucionales estatales, 14 fueronaprobados antes de la reforma del 2001 y sólo cuatrodespués de ella, y lo que hicieron éstos en la mayoríade los casos fue copiar las disposiciones de aquélla.Así, de los 32 estados de la república sólo cuatro tienenactualizados sus textos a lo que dispone la ConstituciónFederal y en muchos casos sus disposiciones son nulasde pleno derecho por tratarse de materias reservadaspara su aprobación por el Congreso de la Unión y nopor los estados de la república.

Pero existe otro problema mayor. La legislación fe-deral aprobada con posterioridad a la reforma constitu-cional demuestra que la negación del Estado para re-conocer la personalidad jurídica de derecho público ylos derechos territoriales de los pueblos indígenas nofue un problema de desconocimiento del tema sino laposibilidad de abrir paso a una política estratégica deprivatización de los recursos naturales, específicamentelas tierras, las minas, los recursos forestales, el agua,los recursos genéticos y el conocimiento tradicionalasociado a él. Así lo demuestran las reformas que sehan realizado a las leyes que regulan esas materias, lasque invariablemente desregulan la materia, de tal ma-nera que las transnacionales puedan intervenir libre-mente. En este aspecto, no se puede afirmar que estasleyes cumplan con la normativa internacional que elEstado mexicano se ha obligado a respetar; por el con-trario, representa una violación por los menos de la II

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Parte del Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas yTribales en Países Independientes, de la OrganizaciónInternacional del Trabajo (OIT), el artículo 8j del Conve-nio sobre Diversidad Biológica y el artículo 27.b.3 delAcuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Pro-piedad Intelectual relacionados con el Comercio, másconocidos como TRIPs, por sus siglas en inglés. Paracompletar el cuadro están pendientes de aprobarseuna Iniciativa de Ley Federal de Acceso y Aprovecha-miento de los Recursos Genéticos, una reforma a laLey de Propiedad Industrial, ambas para permitir lapatentabilidad de los recursos genéticos y el conoci-miento tradicional asociado a ellos; dos iniciativas so-bre conocimiento tradicional indígena y dos más sobreconsulta y participación indígena, que además de apar-tarse de lo establecido por el artículo 6 del Convenio169, imposibilita la representación directa de los pue-blos indígenas.

Conclusiones

Lo que se puede concluir de todo lo expuesto es quela apertura del Estado mexicano para reconocer dere-chos indígenas, iniciada en la década de los noventa,producto de los reclamos del movimiento indígena yde la necesidad del Estado para emprender reformasestructurales que afectaban sus derechos sociales, co-mienza a cerrarse para dar paso al saqueo de los recur-sos naturales por parte del capital, mayoritariamentetransnacional.

Así, conceptos como pueblo indígena, autonomía,derecho al territorio y recursos naturales, tan debati-dos y en muchas ocasiones celebrados en declaracio-

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nes y tratados internacionales, en la legislación y lapráctica política interna del Estado mexicano se vuel-ven frases huecas, pues se les usa pero de tal maneraque no representan ningún derecho y si llegaran arepresentar alguno se cuida bien que no pueda ejer-cerse.

Los derechos son sometidos por el capital. Con locual queda claro que los derechos indígenas son unobstáculo para la globalización neoliberal, y como tal,para que sean una realidad, los pueblos indígenas tie-nen que luchar contra ella. No es un asunto menor,ciertamente, pero la experiencia de los pueblos indí-genas en su milenaria resistencia, así como las múlti-ples formas de lucha que han desarrollado a partir desu propia cultura, representa una esperanza de que nosean derrotados.

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109Régimen multimunicipal en México

Este artículo concentra algunas reflexiones en torno ala situación que enfrentan los pueblos indígenas enMéxico.

Consideramos que es necesario hacer una evalua-ción de lo que ha sucedido durante este régimen res-pecto a la problemática de los pueblos indígenas y lasociedad mexicana.

Esto es significativo porque la de los indígenas fuela primera prueba a la que se enfrentó el régimen de latransición en la recomposición de la sociedad mexica-na. Así, la primera ley que aparece, es decir, que entraa las cámaras, es la iniciativa de la Comisión de Con-cordia y Pacificación (Cocopa). La forma en que entróesta ley, la forma en que se cabildeó, exhibió un pocolas limitaciones y el sentido que tomaría la discusiónentre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo durantetoda la administración.

Lo que vimos aquí fue que se perdió la capacidadde respuesta a los compromisos que se tenían con lasociedad y que se habían signado formalmente en este

¿Adecuaciones o reformasdel Estado?

José del Val Blanco

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sentido. Se mostró una especie como de abandono enla capacidad de negociación política entre las fuerzasdel aparato de Estado y la sociedad para garantizar eldesarrollo de estrategias jurídicas que dieran satisfac-ción a la problemática y evolución en este sentido.

Pero lo peor de todo es que se empezaron a justifi-car este mal resultado de la negociación y este malresultado de la ley como el natural ejercicio de la demo-cracia.

No llegar a acuerdos concretos, no generar legisla-ción para un desarrollo efectivo, se asimiló como unresultado natural del ejercicio democrático. En ese mo-mento, y desde el primer momento, se empezó a esfu-mar la idea de una nación que tenía que haber articuladotodo el proceso.

¿Qué estaba en juego en la discusión de la Ley delos Pueblos Indígenas? Dos posibilidades esenciales:por un lado, la transformación jurídica del Estado mexi-cano, es decir, que se reconociera la dimensión cultu-ral de la ciudadanía; ése es un hecho significativo, esun hecho de enorme envergadura pues implicaba alconjunto de los mexicanos; por otro, que fue por elque se optó, se definía a la cultura como el atributode uno de los sectores de la sociedad mexicana: elreconocimiento de los pueblos indígenas.

El problema es que nunca fuimos congruentes y res-ponsables con la elección que hicimos en el sentidojurídico de los términos, o sea, el reconocimiento delos pueblos indígenas como sujetos políticos plenos;su derecho a la autodeterminación y el ejercicio de laautonomía y el control de sus territorios y recursos sontodos temas ausentes en nuestra estructura jurídica.

Tenemos un enorme aparato jurídico que supuesta-mente reconoce a los pueblos; que supuestamente les

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da la libertad de la autodeterminación y el ejercicio dela autonomía y el control de su territorio. Pero en lapráctica sabemos que eso no es así efectivamente. En-tonces entramos en un mecanismo de simulación jurí-dica, que es lo que tenemos y es lo que desgasta a lasociedad, cuando un proceso de transformación legis-lativa produce un resultado que no se convierte en unapalanca de transformación y una palanca de uso de losgrupos sociales en este sentido.

Así, tenemos dos efectos: uno jurídico, que es estalegislación con la que contamos, totalmente insuficien-te y que está sujeta a la reforma de la reforma perma-nentemente. Cada sexenio hacemos una reforma de lareforma a la reforma, para nunca llegar a ningún sitiofinalmente en ese sentido.

Por otro lado, está la construcción de una estructurainstitucional que supuestamente superaba al indige-nismo de Estado y que iba a dar respuesta a esta pro-blemática. ¿Y qué resultó de esto? Por un lado, la im-plantación de una retórica de reconocimiento de lospueblos indígenas, sus derechos, etcétera; y por elotro, un ejercicio institucional muy claro.

Al no reconocer realmente los derechos de los pue-blos, su acceso como sujetos políticos y su control delterritorio, evidentemente lo que estábamos haciendoera generar un mecanismo de confrontación enorme.Entonces, la estructura institucional que creamos, quesupuestamente era por encima de todo el indigenismo,lo que articuló fue el confinamiento de los pueblosindígenas al discurso de la “pobretología”.

Los pueblos indígenas son pobres y lo que hay quehacer es “medirle el agua a los camotes” de la pobreza–permítanme que lo diga así– y dedicarnos a ver cuánpobres son en cada una de las regiones.

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Pero este discurso de la “pobretología”, que pareceun discurso asistencial, positivo, ¿qué es lo que signifi-ca? Significa el despojo completo de los recursos de lospueblos indígenas y la negación del proyecto de desa-rrollo integral de los pueblos. Simple y sencillamenteson muy pobres, no tienen nada, y entonces tenemosque ver cómo les ayudamos: con paquetes alimenti-cios, con paquetes de no sé qué, y vamos a medirtodos los años a ver si dejaron de ser pobres indigentespara ser pobres no indigentes o qué tan indigentes sonlos pobres indigentes.

Este discurso “pobretológico”, que debería avergon-zar a la sociedad mexicana, es la acción de las institu-ciones, y más cuando vemos que los recursos que sehan implicado, por más que hayan crecido en los últi-mos años, son espejitos y cuentitas entregadas a lospueblos indios por la imposibilidad del usufructo desus recursos en sus territorios.

Lo que estamos completando es legislativa e insti-tucionalmente un nuevo despojo que queremos sea eldefinitivo; es decir, que la gente se dé cuenta de queya no hay más y se dedique a otras cuestiones.

¿Por qué es un despojo estadístico? Porque la mayo-ría de los bosques de este país están en manos de lospueblos; una enorme cantidad de la propiedad de estepaís es propiedad comunal, o sea, tienen responsabili-dad sobre el desarrollo genético, sobre el desarrollomédico, y si lo analizamos y convertimos esto en me-didas económicas cuantitativas del mundo contempo-ráneo, resulta que son los más ricos del mundo, puesestán controlando la ecología, en este momento, detodas las regiones.

Pero eso, que es su derecho, que es su ejercicio, noes reconocido por la sociedad ni por la Constitución

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ni por las leyes mexicanas. Entonces nos encontra-mos con ricos despojados a los que se les trata comopobres.

Así, cada vez que queremos establecer una nego-ciación con los pueblos indígenas, a nadie se le ocurreestablecer un mecanismo de sociedad. Si queremosdesarrollar un desarrollo específico, sólo decimos:“¿Quién está ahí? Quítenlo”. Me lo quitan por favor yme lo indemnizan y vámonos con nuestros proyectosefectivamente”.

Y dónde está nuestra responsabilidad, si los señoresson los dueños del territorio; nuestro reconocimiento,estableciendo proyectos en sociedad. Ni siquiera esta-mos planteando la revolución, sino simplemente undesarrollo capitalista normal donde los que tienen re-cursos y territorio tengan derecho a establecer una ne-gociación en nivel de igualdad, no como mecanismode despojo.

Siempre decimos: “Voy a hacer una presa, váyansede aquí”, y a nadie se le ocurre decir qué ventajasreales van a tener de los usufructos y de las gananciasde la presa los señores que están siendo despojados desus territorios. Sino, “¿Cuánto vale tu tierra? ¿20 pesos?Vete de aquí, vámonos, voy a hacer una presa”.

Este supuesto reconocimiento jurídico está en nues-tra Constitución, y este despojo sistemático, que tam-bién está en nuestra Constitución, se practica de maneracotidiana, y luego además se nos dice: “Bueno, es queel rezago es tan grande que necesitamos seis sexeniospara acabar”. Bueno, digo, Porfirio Díaz también nece-sitó muchos sexenios para acabar un problema quefinalmente nunca acabó.

No es así como se deben enfrentar los grandes pro-blemas nacionales, no es así como, limitando, haré un

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poquito y que cada quien haga un poquito y al final aver qué pasó. Eso es una falacia.

Entonces, les digo, ¿dónde está el desarrollo integralde los pueblos? No existe, sino sólo proyectos asis-tenciales, y luego, además, se dice: “Se ha superado elindigenismo completamente, esa estructura indigenistaha sido superada”. Ahora resulta que con un programade infraestructura social básica de carreteras y electri-cidad, hemos superado el indigenismo. ¡Pero si eso lohacía Miguel Alemán antes del indigenismo!

El indigenismo es otra cosa muy diferente; la cons-trucción de un discurso de desarrollo integral, ésa es ladisputa, con base en el reconocimiento de los sujetos,su territorio y sus recursos, lo cual es peligroso, además.

El mecanismo de consulta instaurado todos sabemosque es ineficiente. ¿Dónde está la consulta que se hizoa los pueblos de México sobre el Plan Puebla-Panamá?¿Dónde está su consulta informada y deliberativa? ¿Dón-de está la consulta que se va a hacer a los pueblos deMéxico para el corredor transísmico? ¿Dónde está esaconsulta? ¿Dónde está su participación en los benefi-cios de esas negociaciones? ¿Qué va a significar? Sim-ple y sencillamente te consulto de lo que te voy ahacer, te informo de lo que te voy a hacer, hazme lalista de tus demandas y quítate porque voy a entrar.

Ése es el mecanismo sistemático que estamos ha-ciendo, pero todo amparado en una estructura jurídicade reconocimiento, donde además está la preocupa-ción mediática ejemplar, espectacular, del régimen:“Todo se hace por los indios, y vamos a este pueblo, yahora a éste…”.

Y la realidad de los pueblos, cuando uno analiza lascifras de pobreza, las cifras que el mismo Banco Mun-dial y el Banco Interamericano de Desarrollo nos dan,

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nos dicen que no hay modificaciones sustantivas en lascondiciones de los pueblos indígenas. Así, este discur-so de simulación crece.

¿Qué ha pasado? La educación básica, la educaciónbilingüe intercultural, está colapsada y no ha habidoningún proyecto de transformación significativo. Sinembargo, se nos ocurren y brotan como hongos por elpaís “universidades interculturales”. ¿Pero qué es eso?¿Con qué sustento, conceptual, presupuestal, organi-zativo, se plantean?

No hacemos nada por la educación básica pero sínos lanzamos a hacer universidades interculturales comosi fuera una cuestión de simplemente nombrarlas: cua-tro pesos y una casita y ahí que se resuelva el asunto.Es generar falsas alternativas, y éste sí es el peor indi-genismo que se puede hacer, el neoindigenismo.

Se crea el Instituto Nacional de Lenguas Indígenascomo si fuera una novedad, cuando es un proyectoque tiene 30 años gestándose en México, y ¿y cuál essu efecto? ¿Dónde están las generaciones de traducto-res que debe de producir este instituto? ¿Dónde estátoda la discusión nacional sobre el problema de laslenguas indígenas? Es necesario empezar a discutir enMéxico que el sujeto de la lengua no son las personassino los territorios, y que si hay un territorio mayori-tariamente bilingüe, todas las escuelas de ese territoriotienen que ser bilingües.

¿Cuándo vamos a empezar a hacer estas discusiones,si la ley no lo permite? Se niega la seguridad social yse les ofrece a los pueblos indígenas el Seguro Popu-lar; ya van a tener el Seguro Popular un año de éstos,igual, con la misma técnica: “si no se puede ahora, noimporta, mi régimen va a durar 30 años, entonces yaveremos si al final alcanza”.

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Hoy, en la mayoría de las comunidades indígenasque tienen más de 40% de habitantes en lenguas indí-genas, sólo 4.1% tiene acceso al Seguro Popular. ¿Dequé estamos hablando cuando hablamos de Seguro Po-pular para los pueblos indígenas? ¿Y qué ha pasadocon el sistema de radiodifusión indigenista? Ni una solaradio se ha instalado en este régimen, ni una sola; separó el importante proceso de instalación de radios, yactualmente no hay una sola radio nueva. Y en cuantoa la ley, es mejor no entrar a discutir esa que está porahí circulando un poco, que habrá que deshacer y de-sarmar porque, evidentemente, no sirve para nada.

¿Pero dónde están las radios indígenas? ¿Dónde estáel apoyo sistemático a la comunicación de los pueblosindígenas? ¿Dónde están los informes de evaluaciónde la acción del Estado de todos los años, que reque-rimos, que requiere la Cámara para discutir si la ley ylas instituciones están construyendo algo?

Y al final, y lo digo con enorme preocupación, meirrita y me avergüenza de sobremanera la frivolidaddeclarativa con que los funcionarios de las institucio-nes indigenistas se refieren a los derechos de los mexi-canos. Jugar apuestas con el puente de un pueblo meparece indigno, no sujeto de risa, sino sujeto de ver-güenza y de rechazo.

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Hablar hoy del tema indígena, al concluir la LIX Le-gislatura, resulta a todas luces un ejercicio importante.

En primer lugar, deberíamos reconocer que un tematan polémico, plagado de numerosas aristas, requie-re, tan sólo para incluirlo en la agenda de discusión,de voluntad de las fuerzas políticas, condición que noha existido, y por tanto a lo largo de la presente legis-latura estuvo ausente.

Para algunos sectores, sobre todo indígenas, la agendabásica en esta materia es clara. Es necesario retomar eldocumento denominado Acuerdos de San Andrés y larespectiva propuesta legislativa patrocinada por la Co-misión de Concordia y Pacificación (Cocopa) en 1996.

Para otros sectores, los Acuerdos de San Andrés y lainiciativa derivada están superados con la reforma cons-titucional de 2001, el camino es la adecuación de lasleyes secundarias y listo. Para ellos, el conflicto chiapa-neco, en particular, es cosa del pasado.

Sin embargo, la reforma constitucional no consiguiódar por terminado el conflicto existente, ni dio paso al

Los pueblos indios en México:una agenda pendiente

Bernardino Ramos

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establecimiento de las bases de una nueva relaciónEstado-indígenas. Por el contrario, se profundizó la vi-sión asistencialista/integracionista dirigida hacia lospueblos y comunidades indígenas; en ella se recrea laidea de que son incapaces de aprovechar su presentey planear su futuro y por tanto las instituciones debenhacer el papel paternalista; no vaya a ser la de malas ylos indios balcanicen al país, al demandar autonomíasatentatorias del pacto federal.

Si la reforma constitucional no frenó el conflicto niha permitido superar los altos niveles de marginaciónque se registran en el seno de los pueblos y comuni-dades indígenas, es preciso preguntarnos hacia dóndevamos, qué requerimos hacer para crear una legisla-ción adecuada y los instrumentos idóneos para debili-tar la acción paternalista del Estado mexicano y poneren manos indígenas las tareas de su desarrollo.

Un botón de muestra acerca del fracaso de las polí-ticas gubernamentales hacia los indígenas tiene quever con la aplicación de cuantiosos recursos presu-puestales sin efectos visibles en el mejoramiento de lacalidad de vida de los destinatarios.

Nos referimos al programa de atención a los munici-pios indígenas más pobres, anunciado a fines de agos-to del año pasado, como una estrategia emergente paraabatir el rezago en 50 municipios indígenas, calificadosen el Informe sobre el Desarrollo Humano del Progra-ma de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) comolos de menor Índice de Desarrollo Humano (IDH). Di-cha estrategia emergente muestra también que si lacaracterística principal de los programas y las accionesdel gobierno federal era su incapacidad para abarcar ala totalidad de la población indígena, ahora con eseprograma emergente la atención se centraría en un

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119Los pueblos indios en México

universo que no supera los 600 mil indígenas. Recuér-dese que la población indígena asciende a poco másde 12 millones.

Lo curioso de ese programa es que precisamente enesos municipios se habría aplicado tan sólo durante2004 más de 1 800 millones de pesos mediante 52programas de 10 dependencias federales y de la Co-misión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos In-dígenas; es decir, ese y otros gastos no tuvieron unimpacto social perceptible, y dichos municipios son yserán pobres con o sin la acción gubernamental.

Por ello, estamos convencidos de que los pueblosindios deben tomar en sus manos su destino. Se debereconocer que los pueblos y comunidades indígenas tie-nen derecho a concebir un desarrollo integral propio,congruente con sus aspiraciones y acorde con su cultu-ra, tal y como se señala en el texto del quinto informedel gobierno federal.

Pero esto no basta, pues una nueva relación con lospueblos indios pasa necesariamente por el reconoci-miento del derecho a la autonomía y libre determina-ción para los pueblos indígenas como una demandacentral. En plasmar en la Constitución Política su reco-nocimiento como sujetos de derecho público.

Por tanto, las reformas al orden jurídico vigente –leyessecundarias– para ponerlas a tono con la reforma cons-titucional 2001, no representan más que avalarla y re-forzarla, haciendo oídos sordos al amplísimo cuestio-namiento social que tuvo.

En ese orden, la propia creación de la CDI, sus atri-buciones y operación –con todo y el consejo consulti-vo– es otra prueba palpable de que las acciones deatención a los pueblos indígenas se deciden desdearriba, con una visión fragmentada y en el mejor de los

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casos pidiendo sólo la opinión de los afectados. De esamanera, los pueblos y las comunidades indígenas si-guen siendo materia de trabajo de las autoridades fe-derales por no tener el reconocimiento de sujetos dederecho público que les permita desplegar sus conoci-mientos, sus potencialidades, su capacidad de organi-zación para trazar su desarrollo social.

Esa visión torcida del trato hacia los pueblos indiosda como resultado la ausencia notoria de una políticasocial integral, esto es, un conjunto de instrumentosjurídicos y presupuestales junto con el entramado insti-tucional correspondiente, en su beneficio.

A la par de lo antes expuesto, tampoco el Estadomexicano ha sido observante ni de los convenios inter-nacionales ratificados por el Senado ni de las recomen-daciones emitidas por organismos internacionales.

Al respecto, tanto el Relator Especial para los Pue-blos Indígenas como el Alto Comisionado para los De-rechos Humanos de la ONU en México señalaron –en2003– la necesidad de que

el Congreso de la Unión reabra el debate sobre la reforma

constitucional en materia indígena, con el objeto de estable-cer claramente los derechos fundamentales de los pueblos

indígenas de acuerdo a la legislación internacional vigente y

con apego a los principios firmados en los Acuerdos de SanAndrés1

En tanto que sobre el Convenio 169 de la OIT, expre-saron:

1 Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para losDerechos Humanos, Diagnóstico sobre la situación de los derechoshumanos en México, México, 2003.

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121Los pueblos indios en México

El Convenio 169, siendo el único instrumento internacional

vinculante que reconoce los derechos de los pueblos indíge-nas y que ha sido ratificado por México, deberá ser aplicado

en toda legislación e instancia que tenga relación con los

derechos de los pueblos indígenas.2

Por lo anterior, estamos seguros de que debemosenmarcar el debate en el contexto de la construcciónde los Estados nacionales, en cuyo diseño no se hatomado en cuenta la presencia y la importancia de lospueblos indios.

En ese sentido, la demanda de reconocimiento delos derechos indígenas parte del reconocimiento de laautonomía. Ésta puede ser entendida como un sistemapor el cual los pueblos indígenas ejercen el derechoa una expresión de la libre determinación, reconocidapor el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políti-cos y el Pacto de Derechos Económicos, Sociales yCulturales. Con el reconocimiento de la autonomía,el Estado aceptaría determinadas facultades, como elautogobierno, pero sin acceder a la independenciaestatal.

En esta autonomía los pueblos indígenas podrándesarrollar sus formas de gobierno, elección de autori-dades y sistemas jurídicos en el marco del Estado-na-ción, que reconoce la autonomía y de la que es parteconstitutiva, sin riesgo a separatismo como refierenquienes se oponen a este reconocimiento.

El ejercicio de la autonomía requiere para su desa-rrollo de una base territorial, es decir, de un espacioen donde los pueblos indígenas han desarrollado his-tóricamente su vida, social, ritual, política, el territorio.Por esta razón el reconocimiento de los territorios que

2 Idem.

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ocupan los pueblos indígenas son fundamentales parael desarrollo de la autonomía; estos dos aspectos, auto-nomía y territorio, se han vuelto en nuestros días pie-zas centrales de la discusión en torno al reconocimientode los derechos indígenas.

Por ello la demanda central es el reconocimiento deestos derechos que transformarían la forma actual delEstado nacional. Así, el movimiento indígena hace laconsideración de que las actuales instituciones y leyesno son apropiadas a las circunstancias propias de lospueblos indígenas.

La construcción de la agenda indígena ha sido larga,se fortalece el año de 1992, con la conmemoración delos 500 años del descubrimiento de América, en lasjornadas denominadas “500 años de resistencia indíge-na, negra y popular” que culminaron el 12 de octubrede ese año con una gran marcha indígena por la ciu-dad de México.

Con el alzamiento zapatista en 1994, las demandasindígenas de libre determinación y autonomía cobranuna presencia nacional, convirtiéndose en parte de laagenda nacional. Si bien en la Primera Declaración dela Selva Lacandona no aparecen las demandas de auto-nomía, con el tiempo el Ejército Zapatista de Libera-ción Nacional (EZLN) tiene el acierto de incorporarlas asu agenda. Con la instalación de la primera mesa dediálogo, denominada “Derechos y Cultura indígena” (oc-tubre de 1995-febrero de 1996), y la participación deun número importante de dirigentes y representantesindígenas se crearon las bases de lo que serían los“Acuerdos de San Andrés Larráinzar”, firmados entre elEjecutivo federal y el EZLN en febrero de 1996, docu-mento que constituye los derechos mínimos que elmovimiento indígena reclama.

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123Los pueblos indios en México

A partir de este documento, la Comisión de Concor-dia y Pacificación elaboró una propuesta de reformaconstitucional –la iniciativa de Ley Cocopa– para darcumplimiento a los Acuerdos de San Andrés, docu-mento que sería presentado al Ejecutivo federal y alEZLN en 1996, haciéndolo suyo el EZLN.

En el año de 2001, después de la marcha del EZLN

conocida como “El color de la Tierra”, de Chiapas a laciudad de México, el Congreso de la Unión apruebauna ley en materia indígena sin reconocer los dere-chos indígenas reclamados. Lo que provoca una im-portante movilización indígena rechazando esta ley enlas diferentes legislaturas de los estados en donde seestuvo dictaminando. Paralelamente, se presentaron enla Suprema Corte de Justicia de la Nación más de 300controversias constitucionales que serían dictaminadasnegativamente, sin entrar al fondo de la discusión.

Frente a esta situación, una parte del movimientoindígena decide replegarse y desarrollar lo que ha lla-mado la construcción de las autonomías de hecho eimpulsar la reconstitución de los pueblos indígenas,iniciativa que consiste en fortalecer las institucionesindígenas como un paso previo para un segundo mo-mento de confrontación política. Uno de estos resulta-dos es lo que hoy se conoce como los “Caracoles yJuntas de Buen Gobierno” creadas por el EZLN.

En la LIX Legislatura, en la que tuve la responsabili-dad de participar en calidad de legislador, como inte-grante de las Comisión de Asuntos Indígenas y laComisión de Concordia y Pacificación, propuse impul-sar el debate y posicionamiento del tema indígena.Para tal fin, planteé los siguientes puntos:

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124 Bernardino Ramos

• Una firme posición de respaldo al reconocimientode los derechos indígenas contenidos en la ini-ciativa de la Cocopa.

• Tejer puentes con partidos y organizaciones in-dígenas para avanzar en acuerdos mínimos quedestrabaran las posiciones encontradas.

• Crear un espacio permanente de discusión y aná-lisis con académicos y representantes indígenas,para examinar el tema y sus circunstancias encada uno de sus ángulos, como parte de unaestrategia política que coloque el tema indíge-na en la mesa de la discusión nacional comoparte de la reforma política del Estado.

• Un tema presente en la agenda indígena es elque se refiere al Plan Puebla-Panamá, que hasuscitado un importante rechazo por parte deorganizaciones indígenas por el impacto que ten-dría en las comunidades donde se implementaría.

• Analizar lo que se ha denominado “reconstitu-ción de los pueblos indígenas”, particularmente laimplementación de las Juntas de Gobierno enlas zonas controladas por el EZLN, lo que permiti-rá conocer sus alcances y limitaciones.

• Un tema de urgente revisión es el que se refierea la consulta de los pueblos indígenas. El princi-pio de la consulta, establecido por el Convenio169, ha originado un debate en el medio indíge-na pues de acuerdo a este instrumento es obli-gación del gobierno consultar a los pueblos indí-genas en todas aquellas medidas que los afecten.

Sin embargo, la negativa de los sectores conserva-dores que ven con desconfianza el reconocimiento delos derechos colectivos de los pueblos indígenas, pen-

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sando equivocadamente que con ello se desataría unabalcanización de la república mexicana, han impedidoque se abra de nueva cuenta la discusión y la posibili-dad de profundizar en una legislación que considerelos términos de la iniciativa de la Cocopa. Se argumen-ta que este reconocimiento ya se ha dado, que sólo escuestión de tiempo para mirar los avances de la refor-ma del 2001 y, en tanto, profundizarla a partir de re-formar las leyes secundarias.

Por las consideraciones antes anotadas, la inclusiónde los derechos indígenas en nuestra Carta Magna aúntiene un largo camino por recorrer.

Para el Partido de la Revolución Democrática (PRD),la iniciativa Cocopa es el piso de una serie de reformasnecesarias; entre ellas:

• Debe incluirse el tema del reconocimiento delos territorios y tierras indígenas en el artículo27 constitucional; asimismo, para su protección,debe asentarse su carácter inalienable, inem-bargable e imprescriptible. Tengamos presenteque la nueva Ley Federal Agraria –sin aprobarseaún en la Cámara de Diputados– prevé el reco-nocimiento y la declaratoria de tierras indígenasbajo la égida de un procedimiento administrativoy en concordancia con las modalidades de pro-piedad establecidas en la Constitución política.

• El reconocimiento de otro nivel de gobierno enterritorios indígenas (que se ejerce de hecho conlas Juntas de Buen Gobierno).

• Establecer el carácter vinculatorio de la consultaa pueblos y comunidades indígenas.

• Establecer que las instituciones creadas para ga-rantizar la vigencia de los derechos de los pue-

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blos indígenas y su desarrollo integral habrán deser conducidas por los propios indígenas.

Por último, en la nueva etapa que vive la democra-cia mexicana no puede entenderse la reforma del Esta-do sin transformar la relación Estado-pueblos indígenas.

De persistir la negación al reconocimiento pleno desus derechos, de mantenerse el actual estatus de su-bordinados o tutelados por el sistema político, el sigloXXI se convertirá en uno más de discriminación, racis-mo y desprecio para más de 12 millones de mexicanos.

En suma, podemos decir que no tenemos ni legisla-ción ni presupuesto, ni instituciones, y mucho menospolíticas de Estado acordes a las necesidades reales.

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127Los cimientos pendientes

En un contubernio antiautonómico que involucró a lospoderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de nuestro país,los “derechos autonómicos” reconocidos a los pueblosindígenas en San Andrés Larráinzar quedaron diluidosen el camino, como parte de una estrategia construidadesde el gobierno federal y del estado de Chiapas, queapostaron a la inutilidad de los acuerdos y de las nor-mas de allí emanadas, al cansancio y desgaste de losactores sociales y políticos indígenas y a la colocaciónde una banda de negociación alterna, centrada en laaplicación de políticas de atención a la pobreza. Unode los muchos resultados de esa estrategia es la desar-ticulación de la lucha autonómica.

El balance de lo logrado en la década 1996-2006 enla agenda autonómica indígena, es por lo menos frus-trante. En febrero de 2006 se cumplió la primera déca-da de la firma de los Acuerdos de San Andrés, fechaque pese a su importancia pasó desapercibida por losactores interesados, al parecer como resultado de unapercepción común de desaliento y de la certeza de

Régimen multimunicipalen México: una ruta posiblehacia el ejercicio del derechoal autogobierno indígena

Araceli Burguete Cal y Mayor

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128 Araceli Burguete Cal y Mayor

que de sus resultados casi nada hay por conmemorar.Tampoco había nada qué celebrar en el pasado mesde abril. Ignorada pasó la efemérides del 26 de abril de2006, fecha en que se cumplió el primer lustro de lareforma constitucional en materia de derechos y cultu-ra indígena, aprobada en el 2001. Esta reforma se ins-cribe también en el contubernio antiautonómico men-cionado arriba, cuyo proceso de construcción de lareforma unificó a la clase (etno) política mexicana, mis-ma que sin distinción de colores partidarios bloqueó elavance de los derechos autonómicos develando el pro-yecto integracionista de nación que primó en la con-cepción de la reforma.

Los eventos de 2006 hacen el camino incierto. Lacoyuntura electoral que condujo a la renovación de lospoderes Ejecutivo y Legislativo, el cambio de estrate-gia del EZLN al promover la Sexta Campaña alejando laposibilidad de continuar los Diálogos por la Paz, asícomo el clima de confrontación entre los partidos polí-ticos, que nulifica la capacidad de acuerdo para discu-tir los grandes problemas nacionales, dejan en situaciónde indefensión el cumplimiento de la agenda indígenaplanteada en San Andrés.

De manera adicional, el sujeto histórico está enfer-mo. Como se sabe, el movimiento indígena se ha debi-litado y se encuentra profundamente fragmentado, conpocas posibilidades de cohesión, de forma tal que puedaacumular fuerza política para dar un golpe de timónque modifique el estado de las cosas. Es cierto que untriunfo de Andrés Manuel López Obrador pudo haberestablecido un escenario más favorable para lograr elcumplimiento de los Acuerdos de San Andrés, como secomprometió en su propuesta de gobierno.1 Pero aun

1 En la oferta política del candidato este punto se encontraba

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así, el desenlace es dudoso, toda vez que el futuro decualquier reforma legislativa dependerá de los equili-brios políticos en la integración del Congreso. Ade-más, nada garantiza que los diputados del Partido de laRevolución Democrática comprendan y hagan suyaslas propuestas autonómicas (independientemente dela presencia, o no, de diputados indígenas en el Con-greso) y renuncien a defender proyectos integracionis-tas. Las lecciones del comportamiento del PRD en lareforma del 2001 así lo indican.

De esta forma, en un escenario incierto para el avancedel reconocimiento de la autonomía indígena en elmarco de una reforma del Estado, conviene reflexionarsobre las propuestas legislativas de menor alcance,colocadas en una estrategia de largo plazo, en la quese avance de manera gradual, acumulativa y escalona-da. Pensar en reformas que pese a su modestia po-drían contribuir a vigorizar procesos locales que abonena favor de la reconstitución de las instituciones de go-bierno local de los pueblos indígenas, fortaleciendoprocesos de configuración de sujetos autonómicos terri-torializados.

Es decir, mientras este largo impasse del conflictoarmado no se resuelva y en el contexto nacional nohaya condiciones para avanzar hacia reformas de largoaliento (como la instauración de un régimen autonómi-co), conviene trabajar en una estrategia de avance le-

ubicado en el primer lugar. Se lee: “1. Empezaremos a pagar ladeuda histórica que tenemos con las comunidades indígenas. Secombatirá la discriminación y la pobreza. Reconoceremos los dere-chos de los pueblos indígenas y se cumplirán los acuerdos de SanAndrés Larráinzar”, en 50 compromisos para recuperar el orgullonacional, consultado en la página oficial del candidato el 15 deabril de 2006. http://www.lopezobrador.org.mx/50compromisos/50compromisos.doc

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130 Araceli Burguete Cal y Mayor

gislativo gradualista, que permita abonar poco a pocoa los espacios autonómicos, desde el terreno en dondedichos sujetos se encuentran arraigados: lo local.

En esta colaboración argumento que la reforma delartículo 2o en materia de derechos y cultura indígenarealizada en el 2001 tiene dificultades para su realiza-ción porque, entre otras cosas, tiene candados legisla-tivos que impiden su aplicación. Propongo aquí unareforma al artículo 115 constitucional que quite los can-dados puestos por los legisladores haciendo posible elderecho al autogobierno indígena en la escala munici-pal-comunitaria. Sugiero que dicha reforma debería estarorientada a modificar el régimen del municipio libreque en la actualidad es una forma de gobierno localuniversal para todos los municipios del país y estable-cer, en sustitución, un régimen multimunicipal queconsidere la posibilidad de coexistencia de distintostipos de municipios y de formas de integración de laautoridad local, como los municipios indígenas y losmunicipios pluriétnicos, entre otros.

Esta reforma permitiría que en contextos indígenasel ayuntamiento se integre de acuerdo con las caracte-rísticas sociopolíticas del municipio, y no con la obli-gatoriedad de que necesariamente se integre por pre-sidente, síndico y regidores, como actualmente sucede.El paso siguiente sería la reforma electoral (nacional yen los estados) que permita que la renovación del ayun-tamiento pueda realizarse mediante mecanismos alternosa la de los partidos políticos, como ya sucede en Oaxa-ca, al reconocer el sistema electoral de “usos y costum-bres” para los municipios que así lo decidan. Estas dosreformas serían un piso básico para que la institucio-nalidad indígena sea el marco desde donde se realizael autogobierno, como una dimensión de la autonomía.

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131Régimen multimunicipal en México

Municipio libre: en el centro del debatede los derechos indígenas

En primer lugar es importante dejar sentada la cen-tralidad que el municipio libre adquirió en la reformaconstitucional en materia de derechos y cultura indíge-na de abril de 2001. Como se recuerda, el núcleo durodel reconocimiento de derechos a los pueblos indíge-nas se concentra en el apartado “A” del artículo 2°reformado que enumera los derechos reconocidos, altiempo que establece la obligatoriedad de que talesderechos se concreten en el marco municipal.

Ante tal mandato conviene interrogarse sobre la per-tinencia de tal decisión e indagar sobre los alcancesque la institución del municipio libre ofrece hoy en díapara ser el ámbito adecuado para que los derechos delibre determinación y autonomía indígena, que se pre-sumía eran los propósitos de la reforma, puedan verseallí realizados. Para efectuar tal acercamiento, veamosqué dice al respecto la reforma: “A. Esta Constituciónreconoce y garantiza el derecho de los pueblos y lascomunidades indígenas a la libre determinación y, enconsecuencia, a la autonomía para:...”

A partir de aquí se enumeran siete fracciones quedefinen los derechos específicos que tendrían todoslos pueblos indígenas de México en el ejercicio desus derechos de libre determinación y autonomía; di-chos derechos son:

I) Decidir sus formas internas de convivencia y organización

social, económica, política y cultural […]; II) Aplicar sus pro-

pios sistemas normativos en la regularización de sus conflic-tos internos […]; III) Elegir de conformidad con sus normas y

procedimientos tradicionales a las autoridades y represen-

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tantes para el ejercicio de sus formas de gobierno interno

[…]; IV) Preservar y enriquecer sus lenguas, conocimientosy demás elementos que constituyan su cultura e identidad;

V) Conservar y mejorar su hábitat […] VI) Acceder, con res-

peto a las formas y modalidades de propiedad y tenencia dela tierra establecidas en esta Constitución y a las leyes de la

materia, al uso y disfrute preferente de los recursos naturales

de los lugares que habitan y ocupan las comunidades [….]; yVII) Elegir, en los municipios con población indígena, repre-

sentantes ante los ayuntamientos.2

Pero el siguiente párrafo, después de enunciar losderechos, de inmediato los acota señalando que sólopodrán ser reconocidos y legislados en las entidadesfederativas y realizados en el ámbito municipal: “Lasconstituciones y leyes de las entidades federativas re-conocerán y regularán estos derechos en los munici-pios, con el propósito de fortalecer la participación yrepresentación política de conformidad con sus tradi-ciones y normas internas”.

Desafortunadamente, las reformas legislativas no con-tinuaron con el paso siguiente, que era reformar elartículo 115 constitucional como una medida que abrierala puerta para realizar los derechos reconocidos. Yaquí es donde está el núcleo duro de la propuesta dereforma legislativa que propongo.

Para situar el tema que me ocupa (identificar losalcances de la institución del municipio libre en su

2 Decreto sin número, publicado en el Diario Oficial de la Fede-ración el 14 de agosto de 2001, que adiciona un segundo y tercerpárrafos al artículo 1°, reforma del artículo 2°, deroga al párrafoprimero del artículo 4°; y adiciona un sexto párrafo al artículo 18, yen un último párrafo a la fracción tercera del artículo 115, todos dela Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. http://cdi.gob.mx (Consulta 12 de mayo de 2002).

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relación con el ejercicio de los derechos autonómicosindígenas), me acercaré a buscar una breve respuestaa la siguiente pregunta: ¿permite la institución del mu-nicipio libre en México que los pueblos indígenas pue-dan, en el ejercicio de sus derechos autonómicos, decidirsus formas internas de convivencia y organización so-cial, económica y política y elegir de conformidad consus normas y procedimientos tradicionales a las autori-dades y representantes para el ejercicio de sus formasde gobierno interno?

Para aproximarnos, veamos cuáles son los alcancesque los propios legisladores marcaron a los derechosautonómicos reconocidos en la reforma de abril de 2001.Estos alcances pueden verse claramente delimitadosen el dictamen que antecedió al decreto. En un frag-mento del mismo se lee:

[...] Las variedades sociales [de los pueblos indígenas] son

complejas y varían según la cultura y la región.

Por ello son las Constituciones y las leyes de los estadoslas que, en forma natural, deben hacer el reconocimiento de

unos y otros de acuerdo con sus circunstancias particulares.

Tal reconocimiento sólo puede darse dentro del ordenestablecido por la Constitución, con respecto a las formas

políticas vigentes, en especial el Municipio libre.

El Municipio libre es una institución flexible cuya orga-

nización permite una amplia gama de variantes. La expre-

sión política natural de las comunidades se da en los

municipios. Los Ayuntamientos están al alcance de las pobla-

ciones indígenas para ser integrados con su representa-

ción. En ellos pueden aquellas actuar de acuerdo con sus

usos y costumbres que adquieren pleno reconocimientoconstitucional y legal [...] La obligación básica es sujetarse y

atenerse al marco constitucional [...]

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Ahora recordemos qué es lo que dice dicho marcoconstitucional:

Artículo 115. Los Estados adoptarán, para su régimen interior,

la forma de gobierno republicano, representativo, popular,teniendo como base de su división territorial y de su organi-

zación política y administrativa, el municipio libre, conforme

a las bases siguientes:I.- Cada Municipio será gobernando por un Ayuntamiento

de elección popular directa, integrado por Presidente Muni-

cipal y el número de regidores y síndicos que la ley determi-ne. La competencia que esta Constitución otorga al gobierno

municipal se ejercerá por el ayuntamiento de manera ex-

clusiva y no habrá autoridad intermedia alguna entre éste

y el Gobierno del Estado [….]3

Hasta aquí el texto constitucional. De la lectura de lospárrafos constitucionales, cuatro asuntos llaman de in-mediato la atención: 1. Que la única forma de organi-zación social, política y cultural que el artículo 2°reformado permite a los pueblos indígenas es la delmunicipio libre; 2. Que la única forma de gobiernolocal que la Constitución reconoce para todos los pue-blos indígenas del país es la del ayuntamiento munici-pal; 3. Que las únicas autoridades que la Constituciónreconoce son: presidente municipal, regidores y síndi-cos; y 4. Que la única forma de elección de la autori-dad local es mediante el mecanismo de las contiendaspartidarias, con voto libre y secreto.

Ante tales acotamientos, se intentó dar respuesta a lapregunta formulada respecto a qué tanto la institucióndel municipio libre en México permite que los pue-

3 Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. A me-nos que diga lo contrario, todas las cursivas son mías.

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blos indígenas puedan efectivamente realizar su de-recho a decidir (que finalmente es éste el principalderecho autonómico) sobre sus formas de gobierno,organización social y representación, entre otros, queel artículo 2° constitucional les reconoce. La respuestaes que la institución del municipio libre, en su diseñoactual, no permite la realización de los derechos auto-nómicos indígenas, en virtud de que ignora la diver-sidad de las formas de organización sociopolítica, obs-taculizando, entre otras cosas, el derecho al autogobiernoindígena, al condicionarlos a una única forma de gobier-no local, que es la forma de organización del gobiernolocal a nivel nacional.

De esta forma, al acotar la vigencia de los derechosreconocidos por la vía de la institución del municipiolibre, los legisladores ignoraron la complejidad de ladiversidad cultural que caracteriza las formas de go-bierno indígena y la diversidad de posibilidades quetiene la integración del ayuntamiento en esas socieda-des. Con el requisito de realizar los derechos reconoci-dos por el vehículo del municipio libre, resulta obvioque los derechos autonómicos indígenas nacieron muer-tos, ya que el diseño del Estado mexicano, en tantoEstado-nación –y dentro de éste, la institución del mu-nicipio libre–, no está diseñado para dar cabida a ladiversidad del gobierno local, a la multietnicidad y enconsecuencia a admitir la legalidad de otras formas deorganización, integración y nombramiento de la autori-dad, así como de la estructura del ayuntamiento en lorelativo a la relación comunidad-cabecera municipal,entre otras limitaciones del mismo signo.

Al acotar los derechos de libre determinación y au-tonomía y subordinarlos al corsé del municipio libre, elestado de cosas quedó igual que antes: las prácticas de

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organización social, gobierno y justicia indígenas quelos pueblos indígenas practican, quedaron de nuevacuenta fuera de la Constitución, porque ésta en reali-dad no se modificó. Así, cuando los indígenas intentenrealizar, sobre la base de sus propias prácticas socio-culturales, algunos de sus presuntos “derechos autonó-micos” reconocidos en el artículo 2o constitucional,estarán actuando fuera de la Constitución, en virtud deque ésta no sufrió, simultáneamente, otras reformas(como la del artículo 115) que modificaran al Estado-nación y dieran cabida a la diversidad.

Por un régimen multimunicipal

¿Cómo dar pasos adelante en un escenario incierto, endonde el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrésy en específico el reconocimiento de los derechos delibre determinación y autonomía allí plasmados handejado de estar en los intereses de los principales ac-tores y en la agenda nacional?

En un ánimo gradualista, un camino viable es quitarlos candados que los legisladores pusieron a la reformadel artículo 2o. Lo más urgente y posible es una refor-ma al artículo 115 constitucional, que modifique elrégimen monomunicipal del municipio libre, institu-yéndose un régimen municipal que reconozca que dis-tintas formas de ayuntamientos son posibles y que elpaís no se descompone y tampoco la gobernalidadnacional se pone en riesgo (por el contrario, haría po-sible la gobernanza local) si coexisten distintos tiposde municipios bajo un nuevo régimen multimunicipal.

Estos cambios podrían colocar en otra dimensión ala reforma en materia de derechos y cultura indígena,

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137Régimen multimunicipal en México

ya que al establecerse un régimen multimunicipal seabrirían nuevos caminos para la constitucionalizaciónde las formas de organización sociopolítica, de auto-gobierno y de renovación de la autoridad local, abrien-do puertas al círculo vicioso en el que se ha entrampadola interpretación de los acuerdos y la inviabilidad de lareforma de 2001.4

Además, un régimen multimunicipal beneficiaría atodos los indígenas de México y no sólo a aquellosque viven en los “municipios indígenas”, en zonas cul-turalmente compactas. En la actualidad miles de indí-genas en el país no habitan en territorios en dondeellos son mayoría, sino en espacios territoriales mul-tiétnicos. En un régimen multimunicipal los indígenas

4 Al realizar una revisión de los distintos tipos de organizaciónmunicipal en América, he identificado elementos que me alumbra-ron para la elaboración de esta propuesta. En el año 2001, el Con-greso de Venezuela discutía sobre reformas a la Constitución enmateria municipal y la ley que lo reglamenta. De la propuesta –quefue publicada internet– nos interesa destacar el capítulo V que reza:“Capítulo V. DE LA DIVERSIDAD DE REGÍMENES Y MUNICIPIOSINDÍGENAS. Los artículos 46, 49 y 50 proponían entonces: Artículo46.- La legislación municipal que desarrollen los Consejos Legislati-vos y los Concejos Municipales, deberá establecer diferentes regí-menes para la organización, gobierno y administración de losmunicipios, incluso en lo que respecta a la determinación de suscompetencias y recursos, atendiendo a las condiciones de pobla-ción, desarrollo económico, capacidad para generar ingresos fisca-les propios, situación geográfica, elementos históricos y culturales yotros factores relevantes; así como las opciones para la organiza-ción del régimen de gobierno y administración democrática quecorresponda a los municipios indígenas y a los municipios conpoblación indígena, de acuerdo a la naturaleza del gobierno local ylas características de la entidad federal respectiva. Artículo 49.- ElMunicipio Indígena es la organización del régimen de gobierno yadministración local, mediante la cual los pueblos y comunidadesindígenas definen, ejecutan, controlan y evalúan la gestión públicade acuerdo a los planes previstos en su jurisdicción territorial, to-

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que viven en esa situación podrían crear nuevos tiposde municipios como por ejemplo el “municipio pluri-étnico”. Un régimen multimunicipal alentaría la creati-vidad indígena para la innovación en las institucionesy formas de gobierno local democráticas en cuantoabriría posibilidades a distintas formas de organización,sin que haya un solo diseño o patrón de lo que debaentenderse por “municipio indígena”.

El modelo del régimen multimunicipal supone quehabría un “tipo” de ayuntamiento indígena estándar alque deban de someterse todos o de aplicar de maneraúnica. De lo que se trata es de reconocer al gobiernolocal existente como base (al ayuntamiento constitucio-nal más otros cargos, como las autoridades tradicionales,que en su conjunto integran un “ayuntamiento amplia-do”) y sobre esa base reconstituir y reinventar su go-bierno local. Es decir, construir lo posible y lo deseable.En todo caso serán los propios actores de los municipioslos que definirán el diseño de sus instituciones a partirde sus negociaciones y acuerdos que hagan posible la

mando en cuenta la organización social, política y económica, cul-tural, usos y costumbres, idiomas y religiones, a fin de estableceruna administración municipal que garantice la participaciónprotagónica en el marco de su desarrollo socio cultural. La organi-zación municipal de los municipios indígenas será democrática yresponderá a la naturaleza propia del gobierno local. Artículo 50.-.Los pueblos y comunidades indígenas deberán tener participaciónpolítica en los municipios en cuya jurisdicción esté asentada sucomunidad y en tal sentido, debe garantizarse la representaciónindígena en el Concejo Municipal y en las Juntas Parroquiales. Enlos municipios indígenas los aspirantes al cargo de elección popu-lar de Alcalde o Alcaldesa, de Concejales o Concejalas se elegiránde conformidad con los usos y costumbres de cada pueblo y co-munidad indígena, atendiendo a lo establecido en la Constituciónen concordancia con las leyes que regulan la materia electoral indí-gena”. http://www.asambleanacional.gov.ve (Fecha de consulta: 20de agosto de 2004).

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reinvención de sus gobiernos locales, en una suma com-pleja de tejer lo viejo con lo nuevo. Lo relevante es queel diseño de cada ayuntamiento pueda ser culturalmenteadecuado a sus propias realidades.

Un régimen multimunicipal contendría, adicional-mente, un plus democrático para todo el país, ya quecon él no serían beneficiados sólo los indígenas, sinotodos los municipios mexicanos. Con un régimen multi-municipal no se intentaría reconocer solamente la di-versidad de las formas de gobierno local indígena, sinola de todos los municipios de México. En efecto, ladiversidad cultural no es patrimonio exclusivo de lospueblos indios; ellos tienen el mérito de insistir en elreclamo, pero sus beneficios pueden irradiar a todoslos municipios del territorio nacional.

Considero que un régimen multimunicipal haría po-sible que el municipio en México fuera una instituciónculturalmente adecuada para todas y todos los mexica-nos; indígenas y no indígenas. Un régimen multimu-nicipal reconocería la diversidad como un valor poli-sémico y no sólo étnico. Por ejemplo, podrían crearselos municipios fronterizos u otros que la propia reali-dad cultural exija. El régimen multimunicipal recono-cería además a los municipios metropolitanos urbanosy rurales que están reclamando municipalistas mexica-nos, sin excluir, por supuesto, que muchos otros muni-cipios del país refrendarán su preferencia por el munici-pio libre como la institución municipal adecuada a suspropias realidades.

En la actualidad la institución del municipio libre,como única opción de gobierno local en el país, esuna imposición de un Estado centralista que no reco-noce la diversidad municipal que de facto existe en elpaís, por lo que la legislación no da respuestas dife-

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renciadas para las diversas problemáticas locales.5 Elmunicipio libre ahora existente, ahoga la diversidadcultural de todas las regiones de México, portadorasde su propia especificidad sociopolítica. El municipiolibre es hoy un residuo del México integracionista. Eldiseño de municipio libre como única opción es mono-cultural por definición y concentra los resabios del cen-tralismo del México homogeneizador. Este diseño deuna sola forma de organización del gobierno local enMéxico está agotado, como lo está el modelo de Esta-do-nación del que forma parte: es tiempo de dar paso alMéxico pluricultural, al México multimunicipal.

La creación de un régimen multimunicipal no supo-ne una renuncia al reclamo del movimiento indígena ydel EZLN de lograr “la reforma de la reforma” y tampocoplantea agotar en el autogobierno el catálogo de dere-chos autonómicos reconocidos en los Acuerdos de SanAndrés. Ciertamente éstos continúan siendo una cuen-ta pendiente y hay una obligación legal y moral de los

5 Post data. Un día después de haber presentado esta propuestaen un salón ubicado en la parte superior del salón de sesiones delCongreso de la Unión, la H. Cámara de Diputados aprobó el 26 deabril, el último día de sesiones de la LIX Legislatura, el dictamenpresentado por las Comisiones Unidas de Fortalecimiento delFederalismo y Constitucionales, por el cual se reformaron los artícu-los 36, 76, 105, 115 y 116 de la Constitución Política de los EstadosUnidos Mexicanos. Las reformas se centraron en los siguientes pun-tos: 1. Servicio profesional de carrera, transparencia y rendición decuentas; 2. Derechos de alumbrado público; 3. Indicadores de des-empeño y planeación a mediano y largo plazo; 4. Incentivos positi-vos en la distribución de participaciones federales; 5. Bases decoordinación con las entidades federativas; 6. Órganos de fiscaliza-ción autónomos. Como puede verse, todas esas reformas son sinduda importantes para la vida de distintos municipios del país; susbeneficios, sin embargo, están lejos de los asuntos más relevantesque importan a los municipios indígenas. Véase Boletín Extraordi-nario 2006-1, abril 27. Red IGLOM.

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poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de cumplir lopactado en San Andrés. Estoy consciente de que estapropuesta se sitúa en el terreno del gradualismo y deque su alcance es limitado en relación con la cirugíamayor que se requiere de lograr un régimen de auto-nomías en México (con escalas comunitaria, municipaly regional) y la refundación del Estado.

Pese a estos límites, un régimen multimunicipal ha-ría posible avanzar en algunos puntos centrales, comoel autogobierno indígena, lo que podría abrir una luzde esperanza para que las autonomías indígenas pue-dan tener una base legal en el proceso de construccióndel sujeto autonómico y de la reconstitución de lospueblos. Esto es así porque al crearse nuevos tipos demunicipios, como el municipio indígena o el munici-pio pluriétnico, éste tendría, entonces, posibilidadesde ampliar sus competencias, asumiéndose como elvehículo para la realización de los “derechos autonó-micos” reconocidos en el articulado del artículo 2o.

Es decir, el cambio que aquí propongo no es sólo dediseño, sino de reconocimiento a la institucionalidadindígena en las formas de integración del gobiernolocal; en las formas de renovación de la autoridad (elec-ción, nombramiento); en las formas de integración terri-torial cabecera-municipios y en las competencias, quetendrían que ser, por supuesto, autonómicas, en tantoque esta reforma formaría parte del reconocimiento delos derechos reconocidos en 2001.

En resumen. En esta colaboración he reflexionadoalrededor de la necesidad de la reforma del munici-pio en México como una posibilidad (viable, por cierto)de encontrar cauces a los derechos indígenas recono-cidos en el 2001. Forma parte de una estrategia de cons-trucción de la autonomía, como un proyecto de largo

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plazo que se realizaría de manera acumulativa y esca-lonada, hacia el fortalecimiento de los sujetos autonó-micos indígenas y de la reconstitución de los pueblos.

Por último, un recordatorio para que no se olvide.Ésta, como cualquier otra propuesta legislativa sobrereconocimiento de derechos indígenas, debe pasar poruna consulta previamente informada y de carácterdeliberativo, entre organizaciones, pueblos y actoresindígenas, tal y como lo ordena el Convenio 169 de laOrganización Internacional del Trabajo, por lo que seráresponsabilidad del Congreso proceder en este senti-do. Mientras tanto conviene, desde los espacios de lasociedad civil, pensar en propuestas alternativas.

Las ideas aquí esbozadas se orientan a una reformadel artículo 115 como un paso posible. Sin embargo,no necesariamente se limitaría a ella. Lo aquí expuestopuede ser una pieza de una reforma mayor (como “lareforma de la reforma”) o como parte del piso comuni-tario-municipal de la propuesta del régimen autonó-mico. En todo caso, el gobierno local indígena es elprimer nivel del autogobierno, por lo que su abordajees imprescindible en cualquier propuesta autonómica.De aquí la utilidad de reflexionar en torno a ella; éstees el propósito de este ejercicio.

Régimen multimunicipal: ruta críticahacia la reforma del artículo 115

Una eventual reforma en este sentido podría seguir lasiguiente ruta crítica:

1. Una nueva formulación al artículo 115 en el quede manera breve y concisa se mandate constitu-

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cionalmente que siendo México un país diversoy multicultural, para reconocer esa diversidad seestablece un régimen multimunicipal.

2. Se elaboraría una ley reglamentaria que a nivelnacional regulara dicho régimen, de forma talque no queden puertas abiertas o resquicios pararetrocesos en los derechos ciudadanos y de ve-cindad en los municipios a una interpretaciónlimitada en los congresos legislativos de los es-tados, que puedan conducir a retrocesos de lasconquistas del municipalismo, al realizar tipo-logías de creación de municipios de primera,segunda y tercera categoría, cercenando las his-tóricas conquistas de los gobiernos locales, entreotros riesgos que esta propuesta podría tener sino se tienen las precauciones necesarias.

3. Cada entidad federativa se encargaría de realizarsu propia tipología sobre su diversidad munici-pal, misma que sería regulada por la Ley Orgá-nica Municipal de cada estado.

En conclusión, como chiapaneca deseo ferviente-mente que las esperanzas no se queden aprisionadaspor los candados legislativos. Creo que aquí podríahaber una de esas llaves que harían posible que lossueños y la creatividad renazcan. Y en este sentido,quizá sí es posible pensar que el reconocimiento de ladiferencia en las formas de gobierno indígena puedellevar “al fin de la desigualdad”.

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En este escrito se abordará la iniciativa de reformas yadiciones a la Constitución Política de los Estados Uni-dos Mexicanos en sus artículos 52, 53, 54 y 55, y a losartículos 8 y 11 del Código Federal de Instituciones yProcedimientos Electorales, que con objeto de que losindígenas cuenten con representación en el Congresode la Unión presenté ante el Pleno de la Cámara endiciembre de 2005.

Esta iniciativa propone las bases legales para quelos indígenas contemos con fuerza política significativapara proponer, debatir e impulsar desde la más altatribuna de la nación las soluciones a la marginación y ala exclusión que hoy nos siguen caracterizando y, conello, compartir la corresponsabilidad con otros repre-sentantes populares de incidir en el futuro de México.

También queremos dar un paso significativo a laconstrucción del Estado Pluricultural de Derecho que seesboza en el artículo segundo constitucional e insertaren definitiva el tema y la presencia indígena en lareforma del Estado.

La presencia y participaciónde los indígenasen el Congreso de la Unión:una iniciativa

Marcelo Tecolapa Tixteco

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Hoy, como en el pasado, nuestro futuro está condi-cionado a la buena voluntad de algunos funcionariospúblicos, de pocos legisladores que se identifican conla causa, de académicos, de ciertos organismos inter-nacionales y de muy pocos indígenas que hemos lo-grado sortear obstáculos y tener alguna influencia enlas decisiones.

Pero esta buena voluntad nunca ha sido suficiente, yel tema indígena sigue siendo secundario en lo socialy en lo político.

Sólo con la amenaza del Ejército Zapatista de Libera-ción Nacional (EZLN) de tomar las armas, el Estado ybuena parte de la sociedad tomaron relativa concienciade la existencia de nuestros pueblos y de sus proble-mas. Sólo así hubo un poco de diálogo, pero en lasdefiniciones políticas los indígenas quedamos al mar-gen. Por eso hoy se sigue debatiendo si la reformaindígena responde o no a los intereses y las aspiracio-nes de los indígenas. Por eso hoy el movimiento zapa-tista, con otra estrategia, sigue vigente.

Luego entonces, la tesis que impulsa esta iniciativaes que mientras los indígenas no constituyamos unafuerza política, presente en los espacios donde se de-baten y toman las grandes decisiones nacionales, lasacciones del Estado mexicano no pasarán de la buenavoluntad y seguirá manifestándose la ineficacia parahacer de México un país democrático y justo; es porello que se requiere la presencia y la participación delos indígenas en los diversos espacios donde se desa-rrolla la acción del Estado y se dan las definiciones delas formas y los contenidos de la convivencia y eldesarrollo del país.

El problema de la discriminación y la exclusión ha-cia los indígenas tiene un origen político, por ello su

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solución debe plantearse y superarse en los espaciospolíticos, como el Congreso de la Unión.

Por ello, con la confianza e investidura que me die-ron los ciudadanos que representé como diputado, lamayoría de ellos indígenas, intenté con este trabajotransformar una demanda reiterada en una propuestaque pueda ser debatida y enriquecida, para que losindígenas tengan voz y fuerza política en el Congresode la Unión.

En el diseño de la iniciativa se considera que:

• El Congreso de la Unión es un espacio de repre-sentación de los diversos sectores de la sociedady sus intereses, por tanto, bajo los criterios de suactual integración, más del 10% de la sociedadmexicana que somos indígenas no tenemos unarepresentación efectiva, que por su número ycapacidad otorgue peso político significativo alas reivindicaciones que desde hace mucho tiem-po venimos impulsando.

• México se ha reconocido ya, con la reforma delartículo segundo constitucional, como una na-ción pluricultural, sustentada originalmente ensus pueblos indígenas, y reafirmar esa convic-ción requiere adecuar las instituciones naciona-les para orientar la vida nacional por la vía de laconvivencia intercultural. Luego entonces, de loque se trata es de hacer congruente la integra-ción del Congreso de la Unión a la realidad so-cial que ya se reconoce en la Constitución.

• El sistema de partidos es el vehículo para laintegración de la representación popular, es miconvicción que éste debe fortalecerse y adecuarsepara que través de él se canalice la participación

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política de los indígenas y así contribuir a sentarlas bases de la convivencia intercultural y portanto a perfeccionar la democracia mexicana.

• Mi partido, el Revolucionario Institucional, en suPrograma de Acción, reivindica la demanda deque los pueblos indígenas cuenten con una re-presentación equitativa en el Congreso de laUnión.

A partir de las consideraciones anteriores, se estimainsuficiente para impulsar la participación de los indí-genas en la vida política del país lo que establece elartículo tercero transitorio del decreto, que pone envigor la llamada reforma indígena del 2001 y que ex-presa: “Para establecer la demarcación territorial de losdistritos uninominales deberá tomarse en considera-ción, cuando sea factible, la ubicación de los pueblos ycomunidades indígenas, a fin de propiciar su participa-ción política”.

Al tratar de cumplir este mandato, y como resultadode la nueva redistritación electoral, el Instituto FederalElectoral y el gobierno federal anuncian que se hanconformado 28 “distritos Indígenas”, dando ese nom-bre a las demarcaciones electorales donde el 40% omás de su población es hablante de lengua indígena, yen una lógica simplista, se concluye que esa nuevareordenación propicia condiciones para que los indí-genas puedan tener representación en los órganos delpoder público.

Pero en la realidad de nuestro sistema político esmuy remota la probabilidad de que en estos distritossurjan representantes indígenas. Los usos y las costum-bres de los partidos para la postulación de sus candida-tos, así como los mecanismos de control de los grupos

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de poder político y los altos costos de las campañaselectorales, principalmente, impiden que los indíge-nas sean ya no digamos electos, sino ni siquiera postu-lados como candidatos por los partidos políticos.

Además, suponiendo que en esos distritos, en unacontienda electoral, todos los candidatos triunfadoresfueran indígenas, por el criterio seguido para la inte-gración de las demarcaciones electorales, solamenteestarían representado al 47% del total de la poblaciónindígena del país.

En consecuencia, a juicio de muchos analistas y or-ganizaciones indígenas, mismo que comparto, no pue-de afirmarse que existan condiciones verdaderas paraque los indígenas tengan una adecuada representaciónen los órganos del poder político del país.

Es necesario que el Estado mexicano avance en laatención puntual del Convenio 169 de la OrganizaciónInternacional del Trabajo (OIT), que es norma nacio-nal, al ser ratificado por el Senado, particularmente elartículo 5° inciso b, que lo obliga a “establecer losmedios a través de los cuales los pueblos interesadospuedan participar libremente, por lo menos en la mis-ma medida que otros sectores de la población, y atodos los niveles en la adopción de decisiones en ins-tituciones electivas y organismos administrativos y deotra índole responsables de políticas y programas queles conciernan”.

Recordemos también que ha quedado pendiente aten-der la parte de los Acuerdos de San Andrés Larráinzardonde el gobierno federal se compromete, entre otrosaspectos, a formular iniciativas que “aseguren una re-presentación política adecuada de las comunidades ypueblos indígenas en el Congreso de la Unión y en loscongresos locales”.

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Es convicción de los indígenas que el país no se vaa dividir porque participamos en la vida política, porel contrario, como hemos concluido, desde el PRI y endiversos foros plurales, líderes y organizaciones indí-genas así como estudiosos del tema, la presencia indíge-na en el Congreso de la Unión contribuiría a:

• Dotar a los pueblos indígenas de una parte sig-nificativa de capacidad política para que puedaninfluir en los cambios que requieren las leyes ylas políticas públicas para el diseño y la cons-trucción del México democrático, justo y equita-tivo al que aspiramos la gran mayoría de losmexicanos.

• Dar congruencia a la integración del Congresocon la realidad pluricultural de la sociedad.

• Fortalecer la unidad nacional a partir de la parti-cipación y la expresión de su pluralidad ya re-conocida.

• Avanzar en la construcción de un Estado Pluri-cultural de Derecho, que hoy está tímidamenteesbozado en la Constitución.

• Establecer bases reales para promover la equi-dad como vía para la eliminación definitiva de laexclusión y la discriminación, así como la supe-ración de los rezagas sociales, que caracterizan alos pueblos indígenas.

• Fortalecer los tejidos sociales y las estructuraspolíticas de los pueblos indígenas.

No obstante que la opinión de algunos líderes deorganizaciones indígenas sobre que los partidos políti-cos no responden ni tienen la voluntad de promoverlas reivindicaciones de los pueblos indígenas, conside-

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ro que el vehículo para que los indígenas cuenten conrepresentantes en el Congreso de la Unión tiene queser el sistema de partidos. Lo que se requiere es hacercumplir plenamente la Constitución, pues ésta, en suartículo 41, en su fracción primera, segundo párrafo,establece como fin de los partidos políticos “promoverla participación del pueblo en la vida democrática,contribuir a la integración de la representación nacio-nal y como organizaciones de ciudadanos, hacer posi-ble el acceso de éstos al ejercicio del poder público”;además, los propios avances de los movimientos indí-genas y el aprecio de diversos sectores de la comuni-dad académica y de la sociedad hacia sus causas hacenviable, mediante las reformas y adiciones que pro-pongo, que los partidos políticos contribuyan a que lademocracia que se construye incluya a los pueblos in-dígenas.

Específicamente, la iniciativa se orienta a:

• Que en de la Cámara de Diputados, la represen-tación indígena se promueva por los dos princi-pios reconocidos: mayoría relativa y representa-ción proporcional.

• Para integrar la representación indígena por elprincipio de mayoría relativa, se adicionan unpárrafo, que será el segundo, al artículo 53 de laConstitución y también un párrafo al numeral unodel artículo 11 del Código Federal de Institucio-nes y Procedimientos Electorales (Cofipe) paraordenar que “en los distritos electorales dondese asiente 40 por ciento y más de población in-dígena, los partidos deberán postular en cadauna de las fórmulas, por lo menos, un candidatoindígena”.

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Complementariamente, en el artículo segundotransitorio del Proyecto de Decreto, se ordena que“el Instituto Federal Electoral incluirá en la con-vocatoria para la realización de los procesos elec-torales las listas de los distritos electorales con 40por ciento y más de población indígena”.

Con lo anterior se garantiza que los partidos políti-cos incluyan en las contiendas electorales, ya sea comopropietarios o suplentes, a candidatos indígenas en losdistritos que la autoridad electoral identifica como indí-genas, dando, ahora sí, un contenido político al manda-to del artículo tercero transitorio del Decreto del 14 deagosto de 2001, que reformó, principalmente, el artícu-lo segundo constitucional.

• Para integrar la representación proporcional in-dígena, la iniciativa que propongo modifica ladefinición y delimitación de las circunscripcio-nes; el propósito es concebir una circunscrip-ción nacional indígena, de tal manera que laelección de los 200 diputados por ese principio,se haga a través de cuatro circunscripciones re-gionales y una indígena.

• Para tener la seguridad de que los candidatossean indígenas, se adiciona un párrafo al artículo55 de la Constitución solicitando que “para figu-rar en la lista de candidatos a la circunscripciónnacional indígena se requiere ser originario oautoadscrito de alguno de los pueblos indígenasdel país”.

De entrar en vigor estas reformas, se garantizaríaque los pueblos indígenas tengan 40 representantes

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en la Cámara de Diputados, lo que equivale a un 8%del total de diputados, y al no modificar los criterios dedistribución de curules, se garantiza que esos 40 dipu-tados serán de diferentes partidos políticos. El carácternacional de la circunscripción indígena ofrece la pro-babilidad de que integren esa representación, según elcriterio de los partidos, los mejores cuadros indígenas,además posibilita la presencia de la mayoría de lospueblos que componen la diversidad cultural de lanación.

• En la iniciativa que comentamos se concibe quemediante el principio de representación propor-cional los indígenas consigan presencia en elSenado. Para ello se proponen modificaciones alos artículos 56 Constitucional, en su segundopárrafo, y 11 del Cofipe en su numeral 2 paraordenar a los partidos políticos que en sus listasde 32 senadores a integrar la representación pro-porcional de ese órgano legislativo, 16 de susfórmulas estén integradas por candidatos indíge-nas, y que para esas 16 fórmulas en el registrose deberá expresar el pueblo indígena al quepertenece o se autoadscribe el candidato res-pectivo.

Como podrán ustedes apreciar, se garantiza que, porlo menos, 84 fórmulas de candidatos indígenas partici-pen en procesos para contender por escaños en el Con-greso de la Unión, así como 68 diputados y 16 senado-res, que equivalen al 13.3% del total de legisladores.

Reitero que aunque se establecen normas que pro-pician la participación de 68 indígenas en los procesoselectorales para diputados, solamente se asegura la

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presencia de 40 diputados plurinominles, que equiva-le al 8% del total de los integrantes de la Cámara deDiputados; los 28 espacios correspondientes a los dis-tritos indígenas, aunque se asegura la postulación decandidatos, la probabilidad de que lleguen a ser repre-sentantes populares depende de la colocación que lesden los partidos políticos en las listas –propietario osuplente– y, obviamente, del resultado de la elección.

Es preciso hacer notar que esta iniciativa no regalani concede nada a los indígenas, sólo abre mayoresoportunidades para tener acceso plenamente a su de-recho de espacios, presencia y participación en la ins-titución que representa la soberanía del pueblo, paraque ésta tenga un carácter auténticamente democráti-co, se escuche la voz de los indígenas, se debatan suspropuestas al más alto nivel político y que el Méxicodel futuro incluya a sus pueblos originarios.

Considero que la iniciativa que presenté y que aquícomento atiende a la demanda de los pueblos indíge-nas al establecer condiciones reales para la represen-tación y la participación política.

Es necesario que el Estado mexicano y los políticosdejen de tener miedo a la presencia y participaciónpolítica de los indígenas.

Si bien es cierto que México como país no fue cons-truido pensando en los indígenas y que ése es el ori-gen de la discriminación y la desigualdad, hoy sonotros tiempos, son tiempos de pluralidad en todos losórdenes. Lo que queremos los indígenas es que no sesiga dilapidando la riqueza del país, que el progresono sea a expensas del despojo de nuestras tierras yrecursos; queremos ser mexicanos sin dejar de ser in-dígenas. Queremos ser corresponsables y beneficia-rios del futuro del país.

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Por ello reitero mi convicción de que el Congreso esun espacio de representación de los sectores de lasociedad nacional y de sus intereses y que en él hacefalta la representación de los indígenas y la expresiónde sus demandas y aspiraciones.

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El presente documento aborda los mecanismos de con-sulta hacia los pueblos y las comunidades indígenas.

Como marco de referencia, comentaré el fundamen-to normativo que regula el tema de los sistemas deconsulta a las comunidades y los pueblos indígenas ennuestro país haciendo mención, así sea brevemente,del sustento que este punto tiene en nuestra Constitu-ción Federal y las referencias que sobre el tema exis-ten en los instrumentos internacionales vigentes en elpaís.

La reforma constitucional de agosto de 2001 en laque se modificaron los artículos 1, 2, 4, 18 y 115 delpacto federal relativos a los derechos y culturas de lospueblos indígenas, es parte del marco jurídico que esaplicable al tema que nos ocupa. La naturaleza y losalcances de las consultas a los pueblos y las comunida-des indígenas tienen sustento en el apartado B delartículo 2 de la Constitución general. En dicho precep-to, además de establecerse que la Federación, los esta-dos y los municipios deben de promover la igualdad

Los mecanismos de consultaa los pueblos y comunidadesindígenas

José de Jesús González Rodríguez

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de oportunidades para los indígenas y eliminar las prác-ticas discriminatorias en perjuicio de éstos, se fija laobligación para las autoridades, en sus distintos nive-les, de consultar a los pueblos indígenas en la elabora-ción del Plan Nacional de Desarrollo y de los estatalesy municipales y, en su caso, incorporar las recomenda-ciones y propuestas que realicen.

Respecto a los instrumentos internacionales que tie-nen vigencia en nuestro país sobre el tema, se en-cuentra el Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas yTribales adoptado por la Organización Internacionaldel Trabajo (OIT). Como sabemos, el convenio –ratifica-do por el Senado de la República en 1990 y puesto envigor en enero de 1991–, establece, entre otras cosas,la obligatoriedad de los gobiernos que lo han suscritode consultar a los pueblos indígenas cada vez que seprevean medidas legislativas o administrativas suscep-tibles de afectarles directamente.

Este convenio ha sido, a partir de su vigencia, unareferencia obligada en nuestro país en la medida enque prevé, entre otras cosas, que los pueblos indíge-nas deben tener el derecho de decidir sus prioridadesen el proceso de desarrollo, en la medida en que ésteafecte a sus vidas, creencias, instituciones y bienestarespiritual y a las tierras que ocupan o utilizan de algu-na manera. Además, menciona que dichos pueblos de-ben participar en la formulación, aplicación y evaluaciónde los planes y programas de desarrollo nacional yregional susceptibles de afectarles directamente.

Por su parte, los Acuerdos de San Andrés firmadosen 1996 entre el gobierno federal y el Ejército Zapatistade Liberación Nacional (EZLN) establecen, entre otrascosas, que todas las acciones de gobierno que tenganrelación con los pueblos indígenas serán consultadas

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con éstos y deberá garantizarse su participación entodas las fases de la acción pública –concepción,planeación y evaluación de todos los actos de gobier-no– que tengan relación con los grupos étnicos nacio-nales.

La Consulta Nacional sobre Derechos y ParticipaciónIndígena, realizada entre noviembre de 1995 y marzode 1996, con el objeto de solicitar la opinión de lospueblos indígenas sobre los Acuerdos de San AndrésLarráinzar, constituyó uno de los primeros ensayos anivel nacional para la aplicación de mecanismos deconsulta por parte del Estado mexicano a los pueblosy comunidades indígenas. La convocatoria a dicha con-sulta fue signada conjuntamente por las secretarías deGobernación, de Desarrollo Social y la Reforma Agra-ria, en coordinación con el Congreso de la Unión, através de las Comisiones de Asuntos Indígenas del Se-nado y de la Cámara de Diputados.

Posterior a la realización del mecanismo consultivoen referencia, se implementaron otros ejercicios análo-gos, entre los que destacó la consulta que llevó a cabo,en 2002, el entonces Instituto Nacional Indigenista (INI),la cual abordó el tema de las reformas a la ley que creóa la actual Comisión Nacional para el Desarrollo de losPueblos Indígenas.

Otro de los ejercicios significativos fue la consulta alos pueblos indígenas sobre sus formas y aspiracionesde desarrollo, misma que fue implementada por la men-cionada Comisión Nacional para el Desarrollo de losPueblos Indígenas y a la cual nos referiremos más ade-lante.

Las consultas son procedimientos técnicos que bus-can conocer las posiciones de los órganos representa-tivos de las comunidades sobre propuestas legislativas

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o sobre actos de gobierno que pretenda llevar a caboel Estado en regiones con asentamientos indígenas yen las áreas de atracción de migrantes indígenas, a finde tratar de alcanzar acuerdos o buscar el consenti-miento de estos grupos con relación a dichas políticas.

Si bien es cierto que existen disposiciones constitu-cionales y legales que establecen el marco en quedebe inscribirse el sistema de consultas a las comuni-dades y pueblos indígenas, también lo es que las dis-posiciones normativas que deben regular el texto cons-titucional no han sido expedidas aún, lo cual motiva elempleo de criterios heterogéneos en el diseño y laaplicación de las consultas a los pueblos y comunida-des indígenas.

Las implicaciones de ello son sin duda relevantes,puesto que la carencia de un instrumento jurídico quefije, entre otras cosas, los criterios técnicos para la im-plementación de las consultas, la periodicidad de lasmismas, su tamaño, el diseño de la preguntas a plan-tearse o la sistematización e interpretación de los re-sultados de éstas, generan inconsistencias que motivanel recelo tanto de las comunidades y pueblos indíge-nas como de académicos y sectores sociales a avalarplenamente tales ejercicios consultivos.

De las 19 iniciativas que fueron turnadas a la Comi-sión de Asuntos Indígenas de la Cámara de Diputadosen la LIX Legislatura, al menos dos de ellas plantean laexpedición de una Ley de Consulta a los Pueblos yComunidades Indígenas: una fue propuesta de el dipu-tado Ángel Paulino Canul Pacab del Grupo Parlamenta-rio del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y laotra es una minuta de la Cámara de Senadores pormedio de la que se expide la Ley de Consulta a Pue-blos y Comunidades Indígenas y se adiciona un título

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sexto a la Ley Orgánica del Congreso General de losEstados Unidos Mexicanos.

Esta minuta es un documento que comprende 27artículos ordinarios y tres artículos transitorios. El pro-yecto consta de tres Títulos diferentes: el primero abordalas definiciones y las disposiciones generales del tema;el título segundo establece la existencia de una comi-sión bicamaral y de un comité técnico en donde sefijan sus atribuciones y competencias; el título terceroestablece aspectos genéricos sobre los tipos de con-sulta a efectuarse, sobre los convenios y acuerdos decoordinación y los mecanismos de difusión a emplear-se. Del título primero se desprenden, entre otras co-sas, la naturaleza y los objetivos de la ley en referencia,en torno de los cuales es conveniente efectuar algunasobservaciones.

El objetivo de la minuta es establecer criterios paraconsultar a pueblos y comunidades indígenas, y para talefecto bien valdría tener en cuenta algunos argumentossobre la cuantificación de la población indígena en Méxi-co. Sobre el particular, la Comisión Nacional para el De-sarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) ha señalado que

existen diversos criterios para cuantificar la población indíge-

na de México. La Comisión para el Desarrollo de los Pueblos

Indígenas –antes Instituto Nacional Indigenista (INI)– consi-dero que la estimación elaborada por el Consejo Nacional de

Población (Conapo), a partir de los datos censales recabados

por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informá-tica (INEGI), ha sido adecuada para disponer de una cota máxi-

ma del tamaño de la población indígena del país. De confor-

midad con tal estimación, la población indígena de Méxicoes de 12.7 millones de personas, lo que representa el 13%

de la población nacional.

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Lo anterior se hace relevante en la medida en que elobjeto del dictamen aprobado por el Senado de la Repú-blica es “establecer criterios para consultar a pueblos ycomunidades indígenas”, de forma que es indispensablepartir de las cifras oficiales disponibles para opinarrespecto a la realización de consultas en las comunida-des indígenas.

Partiendo de las cifras oficiales de personas indíge-nas en nuestro país, y teniendo en cuenta los aspectosde carácter metodológico inherentes a los levantamien-tos muestrales o a las consultas, existen otros factores(por ejemplo la dispersión geográfica de las comunida-des indígenas) que son elementos importantes en larealización de una consulta estadísticamente confiable.

Por ello, una consulta que pretenda efectuarse entrelos integrantes de los pueblos indígenas de nuestropaís constituye, por sí misma, un ejercicio especialdentro de los estudios de opinión pública, esto en vir-tud de que las comunidades indígenas son un conjuntodiverso y heterogéneo en donde no existe un agenteúnico de interlocución ni una representación unificadapor pueblos, o conjuntos de pueblos indígenas.

Otro aspecto que es necesario considerar en la rea-lización de una consulta en las zonas indígenas delpaís es que, por razones de infraestructura en comuni-caciones, no podría implementarse un levantamientopor medio de encuestas telefónicas, por consiguienteesta situación implica un incremento considerable enel costo de las consultas, mismas que tendrían que serde las llamadas entrevistas “cara a cara”.

A este respecto, son importantes los antecedentesde la Consulta a los pueblos indígenas sobre sus for-mas y aspiraciones de desarrollo, efectuada entre no-viembre de 2003 y abril de 2004 bajo la coordinación

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163Los mecanismos de consulta a los pueblos y comunidades

de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pue-blos Indígenas.

Esta consulta contó con recursos y apoyo de losentidades federativas, de la Secretaría de RelacionesExteriores (SRE) y de organismos internacionales comoel Programa para las Naciones Unidas para el Desarro-llo (PNUD) y el Banco Mundial (BM).

El estudio incluyó la realización de 96 foros y even-tos de diversa índole en un periodo de seis meses, conla participación de 4 269 integrantes de 59 pueblosindígenas de 28 entidades federativas.

Para la realización del trabajo se determinó la regio-nalización del territorio nacional en cuatro sectores,con los siguientes factores: hablantes de legua indíge-na; estimación de población indígena; grupos etnolin-güísticos por entidad federativa; estructura y coberturaterritorial de la Comisión Nacional para el Desarrollode los Pueblos Indígenas; y la existencia de instanciasestatales de atención a pueblos indígenas.

La CDI diseñó tres modalidades para la realización dela consulta: talleres, foros y solicitudes de opinión.

Como resultado de lo anterior se generaron 19 852registros que incluían opiniones y planteamientos in-corporados a una base de datos de la CDI.

A los eventos de consulta acudieron integrantes delos siguientes pueblos indígenas: amuzgo, cakchiquel,chatino, chichimeca, chinanteco, cochimí, chocholte-co, chol, chontal de tabasco, chontal de oaxaca, chuj,cora, cuicateco, cucapá, guarijío, huasteco, huave,huichol, ixcateco, jacalteco, kekchí, kanjobal, kiliwa,kikapú, kmiai, lacandón, mam, matlazinca, maya, mayo,mazahua, mazateco, mixe, mixteco, mochó, náhuatl,otomí, paipai, pame, pápago, pima, popoloca, popo-luca, purépecha, quiché, seri, tarahumara, tepehua,

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tepehuano, tlahuica, tlapaneco, tojolabal, totonaco, triqui,tzeltal, tzotzil, yaqui, zapoteco y zoque. También par-ticiparon integrantes del grupo afromestizo de Oaxaca.En total participaron 4 269 integrantes de 59 pueblosindígenas. No participaron las etnias aguacateca, ixil ytacuate. La consulta se realizó en todos los estados dela república, excepto Nuevo León y Durango.

En el ejercicio de consulta efectuado por la CDI seregistró la presencia de los siguientes actores partici-pantes: representantes constitucionales, agrarios y tra-dicionales, autoridades municipales, integrantes deetnias sin cargo específico, organizaciones vinculadascon los pueblos indígenas, productivas, políticas, cam-pesinas y culturales, consejos indígenas, consejos su-premos, sociedades de producción rural, de solidaridadsocial, uniones de ejidos, cooperativas, fondos regio-nales, unidades agrícolas industriales de mujeres y or-ganizaciones de mujeres sin figura asociativa, comitésde salud, de festejos, médicos tradicionales, gestores ypromotores comunitarios, entre otros.

Otros factores en el levantamiento de estudios decampo en zonas predominantemente indígenas, ade-más de los señalados en el estudio efectuado por laComisión Nacional para el Desarrollo de los PueblosIndígenas, son los aspectos de tipo metodológico eincluso de carácter subjetivo que se reflejarán necesa-riamente en una consulta de este tipo, motivando quelos resultados de ésta puedan estar sesgados.

Respecto a este punto, el estudio Indicadores socio-económicos de los pueblos indígenas de México, 2002,elaborado por la Comisión Nacional para el Desarrollode los Pueblos Indígenas, señala:

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165Los mecanismos de consulta a los pueblos y comunidades

Entre los sesgos que afectan la captación de la población que

habla lengua indígena se destacan tres aspectos principales:

a) La inhibición de los informantes para declarar el habla de

lengua indígena, sobre todo en ámbitos no indígenas, don-de el serlo puede considerarse un estigma debido a los

graves problemas de discriminación que prevalecen en el

país.b) La “iniciativa” de los entrevistadores para no preguntar

sobre el habla de lengua indígena, cuando a su juicio no

se imaginan que en la localidad o la vivienda censada puedaresidir un indígena, o que la persona entrevistada no tiene

“aspecto indígena”, situaciones que se presentan sobre

todo en ámbitos urbanos.c) Adicionalmente, la pregunta no capta las sutilezas entre

hablar, dominar o solamente entender una lengua. Esto

podría conducir a una subestimación de la población indí-gena reconstruida por medio de la lengua, ya que entre

las generaciones más recientes hay una continua pérdida

de la misma aun cuando es muy probable que entiendanmuchas de las palabras y, sobre todo, la red de significa-

ciones que constituye su cultura.

A estos sesgos hay que añadir la omisión y no inclusión

de muchas localidades indígenas, debidas a los problemas de

accesibilidad. Como sabemos, existe una enorme dispersiónde localidades y población indígenas, por lo que una buena

proporción de ellas carece de caminos, puentes y carreteras,

amén de escuelas, clínicas y otros servicios. También hayque tomar en cuenta las omisiones debido al momento del

año en que se realiza el levantamiento censal. Muchos indí-

genas migran periódicamente en busca de trabajo a las ciu-dades, a los campos agrícolas e incluso a Estados Unidos de

América y Canadá. Además algunos grupos, sobre todo los

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del norte del país, mantienen una condición binacional, por

lo que es muy probable que estén del otro lado de la fronteraen la época en que se levanta el censo. A pesar de estos

inconvenientes es importante reconocer que la información

arrojada por los censos es un reflejo bastante cercano a larealidad en términos macro, así como que se requiere impul-

sar un mayor y mejor uso de sus resultados y, en general, del

desarrollo de una verdadera cultura de la información.1

Otro aspecto importante es el relativo a los sujetos aquienes se aplicarían las consultas previstas en la mi-nuta aprobada por el Senado. En el artículo 5 de éstase establece que serán sujetos a consulta:

a) Los pueblos y comunidades indígenas a travésde sus instituciones representativas.

b) Las comunidades indígenas migrantes a travésde sus instituciones representativas.

c) Los indígenas en lo individual.

Sobre este punto surgen tres planteamientos inicia-les: uno sobre la representatividad de las comunidadesy pueblos indígenas, otro respecto a la ubicación físicade los mismos y un tercero sobre los indígenas en loindividual. Por lo que se refiere al primer planteamien-to, se carece de disposiciones reglamentarias de carác-ter federal en donde bajo las reglas del derecho positivomexicano se reconozca la validez plena de los órganosdeliberativos comunitarios como instituciones represen-tativas equivalentes a las que prevalecen en nuestrosistema de gobierno. Tal cosa sólo está regulada, perobajo ciertas salvedades legales, en la legislación de

1 cdi.gob.mx

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carácter local en algunos estados de la República comoChiapas, Oaxaca y Michoacán.

La minuta aprobada por el Senado de la República,en los términos en los que fue redactada, excluiríacomo sujetos de la consulta a la totalidad de las organi-zaciones sociales y asociaciones civiles de carácterindigenista, agrupaciones que tienen sin duda una re-levancia y una presencia significativa en la vida políti-ca nacional y en los medios masivos de comunicaciónde nuestro país y del extranjero. A tales organizacio-nes sólo se les permitiría participar en los foros regio-nales de participación abierta contemplados en los ar-tículos 18 al 21 de la minuta que se comenta.

Por lo que se refiere al segundo planteamiento, so-bre el tema de la ubicación física de los indígenas aquienes se pretende consultar, el mismo artículo 5 dela minuta contempla la realización de consultas en zo-nas urbanas o rurales diferentes a las comunidades delas que son originarios los sujetos de la consulta.

En este aspecto, considerando la importante canti-dad de mexicanos de ascendencia indígena que resi-den en Estados Unidos, es conveniente prever unaeventual consulta de los connacionales indígenas resi-dentes en aquel país.

Esto se plantea atendiendo a varios factores; uno deellos es la relevancia económica de las remesas de losmigrantes mexicanos a sus lugares de origen; otro ar-gumento es el referente a la vinculación que los migran-tes indígenas mexicanos guardan respecto a sus comu-nidades, pues estas personas, pese a residir permanenteo transitoriamente en el extranjero, participan de ma-nera activa en la elección de sus autoridades, contribu-yen a los gastos comunitarios, colaboran económica-mente en la realización de obra pública municipal e

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incluso se involucran en las fiestas patronales de suslugares de origen. Tales acciones denotan el arraigoque tienen a sus lugares de origen, y por tanto lainterrogante sería: ¿debe plantearse una eventual reali-zación de consultas a los mexicanos indígenas residen-tes en otras naciones?

El tercer planteamiento derivado del análisis de la mi-nuta en referencia, es la controversia que surgirá cuan-do se pretenda establecer la clasificación o la divisiónentre mexicanos indígenas y mexicanos no indígenas.Independientemente de los aspectos antropológicos,lingüísticos o sociológicos que puedan determinar lapertenencia o no de una persona a una etnia, y sobretodo la aceptación voluntaria de un individuo en loparticular al respecto, es interesante examinar la percep-ción de la ciudadanía acerca del tema de los derechoshumanos y la discriminación hacia indígenas y gruposvulnerables.

Al respecto localizamos tres trabajos, dos de la empre-sa Mitofsky. En el primero de ellos, denominado “Tratoa grupos vulnerables en el Distrito Federal”, entre otraspreguntas la empresa aludida planteaba a los ciudada-nos consultados lo siguiente: “En México muchas per-sonas son tratadas mal o discriminadas por distintosmotivos, en su opinión ¿existe o no existe discriminaciónen nuestro país hacia los indígenas?” Frente a ello, 91.2%de las personas entrevistadas respondió que sí existediscriminación hacia los indígenas, 7.8% expresó que noy 1.0% señaló que no sabe o no contestó.

Otro estudio sobre el tema efectuado por la mismaempresa es la Encuesta Nacional sobre Discriminación,cuyos resultados se dieron a conocer en mayo de 2005.La encuesta fue patrocinada por la Secretaría de Desa-rrollo Social y por el Consejo Nacional para Prevenir la

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Discriminación. En este ejercicio se concluyó, entre otrascosas, que 34% de los mexicanos opina que lo únicoque tienen que hacer los indígenas para salir de lapobreza es “no comportarse como indígenas”, y 40%de los encuestados estaría dispuesto a organizarse conotras personas para solicitar que no permitan a un gru-po de indígenas establecerse cerca de su comunidad.

Otro trabajo interesante sobre el mismo tópico es elefectuado por la empresa Ipsos-Bimsa en noviembrede 2004, dentro de la Encuesta Nacional Trimestral deOpinión Pública, el cual concluyó que sólo 34% de losmexicanos entrevistados cree que se respetan los de-rechos humanos de los indígenas, estando este por-centaje por debajo de la percepción sobre el respetode los derechos humanos de los pobres, de los ancia-nos, de los discapacitados y de los delincuentes.

Las encuestas anteriores permiten inferir que los re-sultados de un ejercicio de consulta hacia personasindígenas en lo individual pueden tener un sesgo o unmargen de error importante, derivado de la percep-ción de quienes no deseen considerarse a sí mismoscomo indígenas, y por ello es posible que las muestrasestadísticas de una consulta a indígenas en lo indivi-dual serían poco confiables.

Otro aspecto es el referente al carácter que tendríauna consulta con las características de la que se plan-tea en la minuta aprobada por el Senado de la Repúbli-ca. Al respecto, los mecanismos de intervención de lasociedad organizada a través de las figuras jurídicasestablecidas en los ordenamientos sobre democraciaparticipativa (plebiscito, referéndum, revocación demandato) permiten el concurso de la ciudadanía en losactos de gobierno por medio de diversos instrumentosde participación ciudadana.

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Los puntos de vista diferenciales sobre el particu-lar serían, sin duda, los referentes a la naturaleza yal carácter que debe tener la consulta implementadapor el Legislativo a los pueblos y comunidades indí-genas.

La minuta sólo señala que los resultados de la con-sulta se divulgarán por diferentes medios, pero omiteexpresar si puede esperarse que en el futuro, o enalgunos casos o materias específicas, la consulta po-dría tener algún carácter vinculatorio, lo cual deberíaser uno de los aspectos de mayor importancia en estetipo de ejercicios.

Por último, respecto a los diferentes mecanismosde consulta realizados por el Estado, éste ha sidocuestionado por distintos sectores sociales y por lospropios pueblos indígenas debido a los criterios téc-nico-metodológicos empleados en los procesos de con-sulta.

Si se efectúa un seguimiento de las opiniones de losactores vinculados a temas indígenas en el país, sepodrán identificar diferentes tipos de cuestionamientossobre el perfil de las consultas llevadas a cabo por elEstado recientemente y acerca de las expectativas queel tema tiene en la agenda nacional. Algunos de lospuntos que han generado controversia sobre este temase refieren a que:

a) Los representantes de los pueblos y comunida-des indígenas se han visto excluidos de la orga-nización de las consultas.

b) En el diseño de las consultas no se consideranlas circunstancias propias de cada comunidad,además de que se invita a participar a personasque no son miembros de estas comunidades,

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171Los mecanismos de consulta a los pueblos y comunidades

y que se les plantean preguntas sesgadas quepretenden inducir las respuestas.

c) No se alienta la presencia de observadores de lasociedad civil, notarios públicos o medios de co-municación.

d) Prevalece la falta de coordinación entre los trespoderes de la Federación y los tres órdenes degobierno en su organización.

e) Las propuestas derivadas de las consultas no tie-nen carácter vinculatorio para las institucionespúblicas que las organizan y son manipuladaslas cifras y propuestas presentadas.

En gran medida los cuestionamientos anteriores pue-den desprenderse de los vacíos jurídicos en la materia,pero es innegable que de ahora en adelante los meca-nismos de consulta a las comunidades indígenas entranen un proceso en el que seguramente prevaleceránformas más avanzadas para la inserción de los plan-teamientos de los pueblos indígenas en las políticaspúblicas; así mismo el hecho de que las propuestasderivadas de tales consultas carezcan de un caráctervinculatorio, reduce las expectativas y el interés quetales ejercicios pudieran tener en los ciudadanos o co-munidades consultados.

Finalmente, es importante reflexionar acerca de losprincipios establecidos en los tratados internacionalesy en las disposiciones constitucionales que garantizanla participación de los pueblos y las comunidades indí-genas en el desarrollo nacional.

En ese contexto, las referidas disposiciones identifi-can a éstos como actores indispensables en la vidapública de nuestro país, cuya función e importancia nodebe ser soslayada. De ahí que esperar que para una

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adecuada participación de tales actores se logren imple-mentar mecanismos que aseguren que los principiosconstitucionales y los establecidos en los tratados in-ternacionales garanticen cabalmente la participación delos pueblos y comunidades indígenas en el desarrollonacional, con el objeto de que estos instrumentos no sevean reducidos a ejercicios de carácter meramente con-sultivo.

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Estuve en la apertura del foro “Del reconocimiento dela diferencia al final de la desigualdad”, y me estimulóel pensamiento las palabras que expresara José del Valen el sentido de que la reforma del Estado –si es querealmente se puede denominar reformar lo que es perse, y que él con más propiedad señaló como una ac-tualización, una adecuación del Estado– debe tener porobjetivo la inclusión de todos los mexicanos. Ése sería,en realidad, el Estado, que en su concepción teórica esjustamente la asociación, la convergencia del gobiernoy los gobernados, de las autoridades y de los ciudada-nos. Estaremos entonces frente a la expectativa de unareforma del Estado sólo cuando esos ciudadanos seanconsiderados parte del Estado, es decir, cuando no hayaninguna exclusión, ninguna omisión, ningún retraso orezago respecto del universo de ciudadanos.

En este sentido, tuve una experiencia muy positivaque comento ahora. En la Comisión de Concordia yPacificación (Cocopa) se realizó un estudio de campoen relación con la incidencia del gasto público en es-

Consideraciones finales

Jesús Porfirio González Schmal

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tos últimos 10 años en el estado de Chiapas para deter-minar si habían mejorado verdaderamente las condicio-nes sociales de la comunidad indígena en el estado.

Encontramos que somos poco eficientes en el ejerci-cio del gasto público, pues no ha habido un resultadodirecto positivo de una mayor derrama de gasto públi-co, de una mayor inversión en el estado de Chiapas,no se ha dado un mejoramiento real de las condicionesde los chiapanecos, en donde las comunidades indíge-nas tienen una importancia fundamental desde el pun-to de vista numérico y desde luego desde la perspectivanacional y regional.

Y de ahí llegamos a otro estudio que realizaron pa-santes de la carrera de Trabajo Social de la UniversidadNacional Autónoma de México para hacer in situ elestudio de las condiciones reales en que viven lascomunidades indígenas. La conclusión es, también, queen estos 10 años no se ha visto la mejoría real, lainserción de los indígenas en el curso y la dinámicadel desarrollo. En este sentido, la reforma del Estadosería precisamente el reconocimiento de la diferenciapara dar fin a la desigualdad.

Esto sí sería un verdadero Estado, porque habría dosentidades perfectamente definidas: la autoridad del go-bierno que deriva del pueblo, y el pueblo, que estodo, sin distinciones. Es un todo homogéneo en elsentido jurídico y sociológico de que todos somos mexi-canos, que tenemos los mismos derechos a pesar de lacondición de rezago y de atraso en la justicia socialque padecen las comunidades en los pueblos indíge-nas, que requiere de un apoyo subsidiario de un Estadodinámico, verdaderamente nacionalista y de avanzada.

La experiencia del foro organizado por el CESOP, ycuyas memorias se recogen en este volumen, tendrá

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175Consideraciones finales

que traducirse en acciones tanto legislativas como deconciencia y voluntad de cambio para que no haya niun paso atrás a lo que se haya avanzada a la fecha.

Finalmente, antes de llamar indígenas o indios a nues-tras comunidades autóctonas, yo volvería a adoptar eltérmino que a mí me parece mejor expresado en tér-minos de la verdadera comprensión de lo que sonnuestras raíces primigenias, es decir, el de amerígenas,o sea, originarias de América, tal cual son nuestrasculturas ancestrales.

Los amerígenas, es decir las comunidades indíge-nas, son originarios de esta América. El amerígena esel que nace en América, son las culturas propias denuestra génesis, de nuestro origen, de nuestra raíz yde ahí debemos partir adicionando todo lo que poda-mos adquirir proveniente del viejo mundo y del con-tacto con nuestra propia idiosincrasia, pero siempre apartir de esa base, de ese sustento, de ese cimiento,reconocernos amerígenas y de ahí construir lo que eseste México, que lo queremos ciertamente justo, contodos los mexicanos sin excepción.

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Juan Gardea. Ha sido maestro voluntario de lasescuelas radiofónicas de la Misión Tarahumara.Fue presidente seccional y comisario ejidal deNorogachi. Se ha desempeñado en diversos car-gos como promotor de derechos humanos y cul-tura en Tucson, Arizona, Quito, Ecuador, y SanCristóbal de las Casas, Chiapas. Desde 2001 formaparte de un grupo de asesores indígenas de laComisión Nacional para el Desarrollo de los Pue-blos Indígenas. También se desempeña como ase-sor indígena en la Coordinación Estatal de laTarahumara del gobierno del estado de Chihuahua.

Cirino Plácido Valerio. Dirigente de la organiza-ción Consejo Guerrerense, 500 Años de Resisten-cia Indígena y miembro fundador del CongresoNacional Indígena. Fue precursor de la PolicíaComunitaria constituida en 1995, en Guerrero. Hasido comisario y consejero del Consejo Regionalde Autoridades Comunitarias de la Montaña, CostaChica de Guerrero.

Acerca de los autores

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Ricardo María Garibay Velasco. Maestro en Desa-rrollo Rural por la Universidad Autónoma Metro-politana-Unidad Xochimilco. Tiene experienciacomo investigador en el Colegio de Posgraduadosde Chapingo y en la Universidad Autónoma Me-tropolitana-Iztapalapa. Se ha desempeñado comodirector de Culturas Populares del estado de So-nora, coordinador del área socioeconómica del Pro-grama Integral de Recursos Naturales de la Facultadde Ciencias de la Universidad Nacional Autónomade México, director de Integración Regional delInstituto Nacional de Ecología (INE), y director deAtención a Pueblos Indígenas de la Secretaría deMedio Ambiente y Recursos Naturales. Actualmen-te es consultor de The Nature Conservancy.

José Ordóñez Cifuentes. Doctor en Sociología porla Facultad de Ciencias Políticas de la UniversidadNacional Autónoma de México. Ha sido profesorvisitante en varias universidades de México,Centroamérica, Colombia, Austria, Holanda, Espa-ña y Estados Unidos. Es fundador y coordinadorde las Jornadas Lascasianas sobre derechos de lospueblos indígenas. Es especialista en derecho con-suetudinario indígena y derechos de los pueblosindígenas. Actualmente es investigador de tiem-po completo en el Instituto de InvestigacionesJurídicas de la UNAM.

Francisco López Bárcenas. Cuenta con estudiosde posgrado en Derecho y Desarrollo rural. Fueasesor del Ejército Zapatista de Liberación Nacio-nal durante los diálogos de paz en Chiapas. Hasido profesor, investigador y funcionario público.

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179Acerca de los autores

Es miembro de la Asociación Mexicana para Na-ciones Unidas y de la Academia Mexicana de Dere-chos Humanos. Ha publicado diversos libros so-bre problemas agrarios, identidad, autonomías,legislación y derechos indígenas. Actualmente essubdirector de Estudios Históricos del Centro deEstudios para el Desarrollo Rural Sustentable y laSoberanía Alimentaria en la Cámara de Diputados.

José del Val Blanco. Cuenta con estudios de docto-rado en Antropología Social por la Escuela Nacio-nal de Antropología e Historia. Fue Director Ge-neral del Instituto Indigenista Interamericano y delMuseo Nacional de las Culturas. Ha impartido cur-sos en distintas universidades y cuenta con másde 50 publicaciones en libros científicos y revis-tas especializadas nacionales y extranjeras. Ac-tualmente es director del Programa México: Na-ción Multicultural de la Universidad NacionalAutónoma de México.

Bernardino Ramos. Estudió en el Colegio Nacio-nal de Educación Profesional Técnica, en el áreade construcción urbana. Es fundador de la Unión deColonias Populares. Ha desarrollado diversas acti-vidades de organización popular. Fue diputadolocal en la Asamblea del Distrito Federal y diputa-do federal en la LIX Legislatura por el Partido dela Revolución Democrática.

Araceli Burguete Cal y Mayor. Maestra en Cienciasdel Desarrollo Rural Regional por la UniversidadAutónoma de Chapingo. Entre sus principales in-vestigaciones se encuentran: “Observación elec-

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toral indígena en Chiapas. Jornadas electorales2000-2001”, “Los nuevos municipios en Chiapas.Un análisis de coyuntura”, “El Estado y la partici-pación política del indio en México” y “Gobier-nos indígenas, gobiernos paralelos y autonomíaen los Altos de Chipas”. Actualmente es profesorae investigadora del Centro de Investigación y Es-tudios Superiores en Antropología Social, en lasede de San Cristóbal de las Casas.

Marcelo Tecolapa Tixteco. Licenciado en Derechopor la Universidad Autónoma de Guerrero y pro-fesor de educación primaria. Ha sido director ydocente en diversas escuelas. Se ha desempeña-do como juez menor propietario y como presi-dente municipal en el municipio de Zitlala, Gue-rrero. Ha participado en diversas actividadespolítico-partidistas relacionadas con la poblaciónindígena y campesina. Fue diputado federal en laLIX Legislatura por el Partido Revolucionario Insti-tucional.

José de Jesús González Rodríguez. Licenciado enEconomía y en Derecho por la Universidad Autó-noma de San Luis Potosí. Cuenta con diplomadosen Análisis Político Estratégico por el Centro deInvestigación y Docencia Económicas y en Aten-ción Gubernamental a Víctimas de Violencia Intra-familiar por la Universidad José Vasconcelos deOaxaca. Ha sido asesor del área de Consejerosdel Instituto Federal Electoral, en la Cámara deDiputados del Congreso de la Unión, el Congresodel Estado de Oaxaca y la Asamblea de Repre-sentantes del Distrito Federal. Actualmente es in-

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181Acerca de los autores

vestigador del Centro de Estudios Sociales y deOpinión Pública, responsable de los temas de tra-bajo y transportes.

Jesús Porfirio González Schmal. Licenciado en De-recho por la Universidad Nacional Autónoma deMéxico y en Relaciones Industriales por la Uni-versidad Iberoamericana. Se ha desempeñado comoOficial Mayor del gobierno del Distrito Federal. Fuediputado federal de la LIX Legislatura (2003-2006)por el estado de Coahuila e integrante de la Co-misión de Concordia y Pacificación por Conver-gencia.

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Política indígena: del reconocimientode la diferencia al fin de la desigualdad

se terminó de imprimir en la Cámarade Diputados en noviembre de 2006.

El tiraje consta de mil ejemplares.

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