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N.º 80 • ENERO/ABRIL 2007 PARROQUIA SANTA MARÍA. XÀTIVA CAMINEM JUNTS 1
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CAMINEM JUNTS 1
N.º 80 • ENERO/ABRIL 2007 PARROQUIA SANTA MARÍA. XÀTIVA
Cristo: Lux Mundi
CAMINEM JUNTS 2
S U M A R I OPág. 3El AbadPág. 4Panorama parroquialPág. 11Calendario litúrgico de Semana Santa y PascuaPág. 18Algunos feligreses escriben sobre la Pasión del SeñorPág. 28Fe, arte y culturaPág. 37¡Jesucristo, el Señor, ha resucitado!Pág. 43La restauración de la Colegiata fi nalizaPág. 53Cáritas La Seu
C A M I N E M J U N T SE D I T A
Consejo Parroquialde Pastoral de la Seu
Calixto III, 6- 46800 Xàtiva
Portada: El Descendimiento. Caravaggio (1571-1610) Museo Vaticano.
Contraportada: El Salvador. Antonio de Pereda
(1611-1678) Convento de Capuchinas. Alcobendas - Madrid.
FOTOS:Levante-EMV, Archivo Colegial,
A. Climent, Rafa Gil (E. Fotográfi co Federico).
Vida Parroquial
I M P R I M EMATÉU impresores, s.l.- XÀTIVAE J E M P L A R E S
2.000D E P Ó S I T O L E G A LV - 3 0 7 2 - 1 9 9 2
SEMANA SANTA Y PASCUADomingo de Ramos en la Pasión del Señor
10,30 h. Bendición de los Ramos
y Misa Conventual.
12 h. Procesión con la imagen de
Jesús en su Entrada en Jerusalén
20 h Misa vespertina con la lec-
tura de la Pasión según san Lu-
cas.
Jueves Santo18 h. Misa de la Cena del Señor.
23 h. Solemne Hora Santa.
24 h. Cerramos la iglesia.
Viernes SantoDÍA DE AYUNO Y DE ABSTINENCIA
10 h. Rezo de Laudes.11 h. VIa Crucis por el interior de
la iglesia de sant Francesc.
16,30 h. Celebración de la Pasión
del Señor.
18,30 h. Procesión del Santo En-
tierro.
Pascua23 h. Solemne Vigilia Pascual.
Domingo de ResurrecciónHorario normal de domingo.
Lunes, martes y miércoles de Pascua
10 h. Misa Conventual. No ha-
brá Misa por la tarde.
CELEBRACIONES HABITUALES EN LA IGLESIA DE SANT FRANCESCMISAS
Laborables. Mañana 10 h. Misa
Conventual.
Tarde: lunes a viernes 19,30 h.
Sábados y víspera de fi esta 20 h.
Domingos y festivos. Mañana
10,30 h. Misa Conventual.
13 h. En valenciano.
Tarde: 20 h.
OFICIO DIVINO
Laudes. Laborables. 9,50 h.
Domingos y festivos. 10,05 h.
Vísperas: Domingos y festivos.
19,30 h.
ADORACIÓN EUCARÍSTICA
Lunes a viernes 19 h.
REZO DEL SANTO ROSARIO
Todos los días excepto jue-
ves, domingos y festivos 19 h.
CONFESIONES
Todos los días de 10,30 a 11 h.
y 19 a 19,30 h.
CELEBRACIÓN BAUTISMAL
Primer domingo 12 h.
Tercer domingo 18,30 h.
OFICINAS PARROQUIALES
Martes y miércoles de 20 a 21 h.
LA FRASECarta a los Hebreos
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lagrimas, presentó oraciones y
súplicas al que podía salvarlo de la muerte cuando en su angustía fue escuchado.
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EL ABAD
¿Cómo puede Jesús sufrir tanto por la Humanidad? El Evangelio de san Juan no tiene reparos en afi rmar que Cristo, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo. Y así fue.
Son muchos los santos que, al identifi carse con Cristo, han vivido la Pasión en su propia carne, han sufrido con él, han ofrecido ese mismo sufrimiento junto con el de Jesucristo por la salvación del mundo, por el perdón de los pecados.
Ésa fue la fi nalidad del Varón de Dolores. Toda su vida, sus acciones, su ejemplo y sobre todo su Pasión y Muerte estuvo motivada por amor. El ejemplo más grande de amor hacia los hombres fue la Redención de Cristo en el Calvario de Jerusa-lén.
Y eso es lo que celebramos estos días santos.Por eso todo es poco para preparar nuestro interior a los misterios de Cristo que
culminarán con la Pascua.Nuestra Revista quiere aportar ayuda a todos los que, con limpieza de corazón,
se acerquen a su lectura y se dejen empapar de su mensaje: quiere ayudar, acompa-ñar y guiar en el itinerario espiritual de estos días.
Meditar en la Pasión del Señor siempre resulta escalofriante
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PROGRAMA PASTORAL
LA SEU
Objetivos principales:
• Recuperar el coraje de la fe
• Adquirir una formación sólida
• Vivir íntimamente unidos a Cristo
• Ser Iglesia y hacer Iglesia
Panorama parroquial
Tercer trimestre Curso 2006-2007
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VENTA Y REPARACIONDE TVC - VIDEOSHIFI - LAVADORAS
FRIGORIFICOSANTENAS INDIVIDUALES
COLECTIVAS YPARABOLICAS
ELECTRODOMESTICOS
ARTICULOS DE REGALOY HOGAR - LISTAS BODA
VIDEO CLUB
SOCIEDAD ANONIMA
Plaça de la Bassa, 3446800 XÀTIVA
Tel. 962 27 36 19Fax 962 27 06 21
INSTITUTO DE CIENCIAS RELIGIOSAS ARZOBISPADO DE VALENCIA. SEDE EN XÀTIVA
SEGUNDO CURSO
Son cincuenta alumnos ma-triculados con clase semanal.
El temario ha sido:• La verdad de la Religión.• Creemos en Jesucristo.• La Iglesia.• Los Sacramentos.
CONGRESO DE VIDA PARROQUIALDe noviembre de 2006 a mayo de 2007.
Para un tiempo difícil: Congreso de Vida Parroquial
Si sientes inquietudes cristianas, si quieres comprometerte con tu fe, si amas a la Iglesia, si quieres dar testimonio de Cristo… entonces, lo tienes claro: participa en este Congreso de la Seu de Xàtiva. ¡Atrévete a ser cristiano! Ése es el lema que guía el Congreso.
¡Atrévete a ser cristiano!LAS PONENCIAS Y LOS PONENTES
D. Antonio Corbí,secretario particular del Sr. Arzobispo
D. Antonio Díaz Tortajada,sacerdote y periodista
D. Vicente Pons,sacerdote y profesor de la Universitat
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LOS CONGRESISTAS
Colaboración de una familia
¡Salve, Oh, Cruz, esperanza única!
Panorama parroquial
D. Gil Herrero,Párroco del Remedio, de Valencia
Dª María Albert,Directora Instituto Lumen Christi
D. Lisardo Castelló,Párroco de la Font de la Figuera
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gen y la puso en el altar mayor, donde perma-necerá hasta que se coloque en la exposición. Al fi nal de la Misa, el Sr. Abad leyó una fervo-rosa plegaria al Santísimo Cristo.
FIESTA DE NUESTROS MÁRTIRES Y DÍA DE LA PARROQUIA
Este año, en sant Francesc, también hemos celebrado la fiesta de nuestros Mártires el Abad Francisco de Paula y Gonzalo Viñes. En el altar se colocaron los dos grandes lienzos y luego los hemos pasado a una capilla lateral.
LA FIESTA DEL PERDÓN PARA LOS NIÑOS DE PRIMERA COMUNIÓN
El jueves 1 de marzo celebramos la Fiesta del Perdón con los niños de Primera Comunión. Se les impuso una pequeña Cruz y dentro de la celebración recibieron por primera vez el sacramento de la Confesión.
ENTRADA DEL SANTÍSIMO CRISTO DEL CARMEN EN SANT FRANCESC
Antes de exponer en la gran exposición la Llum de les Imatges la imagen restaurada del Santísimo Cristo del Carmen, el Sr. Abad entró en la iglesia de sant Francesc la venerada Ima-
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BENDICIÓN DE LA NUEVA IMAGEN DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA VIDA
El domingo día 25, pri-mer domingo de Cuaresma, el Sr. Abad bendijo la nue-va imagen del Santísimo Cristo de la Vida, para la iglesia de sant Francesc. Al fi nalizar la Misa, muchísi-mos fi eles acudieron a be-sar la imagen; luego fue llevada a la capilla donde permanecerá a la venera-ción de los fi eles.
Panorama parroquial
FLORISTES
C/ Pi, 496 228 72 63
XàtivaC/. Argentería, 105 • 46800 XÀTIVATeléfono 96 227 08 97 • Fax 96 227 67 12
ALMACÉN DE PAPEL - PAPELERÍAARTÍCULOS DE REGALO
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BENDICIÓN E INAUGURACIÓN DE LA CASA RURAL Y DE RETIRO SANT JOSEP Y EL REFECTORIO DE LA ERMITA
El día 9 de marzo, el Sr. Abad bendijo la Casa Rural y de Retiro y la restauración del Re-fectorio de la ermita de sant Josep. Al acto asis-tió el Presidente de la Diputación, don Fernan-do Giner, acompañado de varios diputados; todo el Consejo de Pas-toral y de Economía de la Parroquia estaba pre-sente..
El acto resultó entra-ñable. Muchísimos fi eles de la Colegiata subie-ron a la ermita y arro-paron el acto. Dentro de la ermita, se descu-brió una placa de már-mol agradeciendo las distintas ayudas que la Diputación ha concedi-do durante ocho años para la restauración de la ermita.
También se pudieron contemplar las imáge-nes de piedra de sant Josep y santa Bárbara totalmente restauradas. Recuerden que fueron apedreadas por el “Vandalismo, la mala educación”, el año pa-sado.
J. Juan Decoración
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Tels. 962 27 47 11 - 962 28 13 62 • Fax 962 27 48 51 • Trobat, 23 • XÀTIVA
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TEMA CENTRAL.Cristo: Lux Mundi
Éste es el tema de nuestra Revista, aprovechando la
Cuaresma, la Semana Santa y la Pascua; y como te-
lón de fondo, la gran exposición de la Llum de les
Imatges que propaga este mismo lema: LUX MUNDI.
La Crucifi xión. Retablo principal, Torreciudad.
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DOMIGO 1 DE ABRIL: DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN
DEL SEÑOR
Con el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, la Iglesia entra
en el misterio de su Señor crucifi cado, sepultado y resucitado, el
cual, entrando en Jerusalén, dio un anuncio profético de su poder.
Los católicos llevamos ramos de olivo y palmas en las manos como
signo de que Cristo, el Señor, ha triunfado y la Cruz se convierte
en signo de salvación.
Calendario litúrgico de Semana Santa y Pascua
Colaboración empresa
Por nuestro amor murió el Señor, en la cruz murió el Señor.
Entrada de Jesús en Jerusalén. Conjunto escultórico de Lourdes.
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Calendario Litúrgico
JUEVES SANTO, 5 DE ABRIL
Con la Eucaristía de la Cena del Señor, en la tarde del Jueves San-
to, comienza el Triduo Pascual, que tiene su primer día en el Vier-
nes Santo de la Pasión del Señor; continúa el Sábado Santo de la
Sepultura del Señor, que es su segundo día del Triduo; y llega su
culminación en la Vigilia Pascual, que se prolonga a lo largo de
todo el Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor.
Hoy, toda la atención se centra en la Eucaristía, tanto en la Misa
como en la Adoración prolongada del Santísimo Sacramento co-
locado en el Monumento.
C/. Académico Maravall, 9 • Teléfono 962 27 52 03XÀTIVA
Santa Cena. Beato Angélico. Florencia.
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VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR, 6 DE ABRIL
Es sagrado el ayuno pascual de este día de la Muerte redentora del
Señor. Es un día de oración y recogimiento. Hay que hacer todo
lo posible para participar en la celebración de la Pasión del Señor
en la tarde del Viernes Santo.
La Cruz ocupa el centro de este día.
SÁBADO SANTO DE LA SEPULTURA DEL SEÑOR, 7 DE ABRIL
Durante el Sábado Santo, la Iglesia permanece junto al Sepulcro
del Señor, meditando su Pasión y Muerte, su descenso al lugar de
los muertos, y se abstiene absolutamente del sacrifi cio de la Misa.
Nº1 EN SERVICIOS ÓPTICOS
Pza. Españoleto, 2Tel. 962 276 96446800 XÀTIVA
Baixada de l’Estació, 6Tel. 962 277 72946800 XÀTIVA
C/ Correos, 6Tel. 962 415 16346600 ALZIRA
Pont del Riu, 7Tel. 962 243 86146650 CANALS
Cristo yacente. Francisco Camilo. Monasterio del Corpus, Madrid.
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Calendario Litúrgico
Es un día muy apro-
piado para visitar el
Cementerio y orar
por todos los difun-
tos.
Ese dí,a acompaña-
mos en la oración la
Soledad de la Santísi-
ma Virgen María.
DOMINGO DE
RESURRECCIÓN DEL
SEÑOR, 8 DE ABRIL
Según una antiquísi-
ma tradición, ésta es
una Noche de vela en
honor del Señor. Se
celebra la Vigilia en-
trada ya la noche cer-
ca del Domingo. La
FORN DE PLÁPANADERIABOLLERIA
PASTELERIA
Noguera, 11 - Tel. 96 227 63 70
XÀTIVA
La Resurrección. El Greco. Museo del Prado, Madrid.
CAMINEM JUNTS 15
Vigilia Pascual se ha considerado desde la Primera Comunidad
Cristiana como la madre de todas las santas Vigilias.
La Luz de Cristo resucitado llena la Iglesia. El Aleluya Pascual
brilla con todo su esplendor: ¡Cristo ha resucitado!
Esta Noche santa renovaremos nuestro Bautismo.
Con la Misa solemne de Pascua termina el Triduo Pascual.
El cirio pascual arderá en las celebraciones litúrgicas hasta la so-
lemnidad de Pentecostés.
TIEMPO PASCUAL
Durante cincuenta días, la Iglesia celebrará la Pascua. A este tiem-
po se le llama la Cincuentena Pascual. A la primera semana se le
llama Octava de Pascua.
DOMINGO SEGUNDO DE PASCUA, 15 DE ABRIL. DOMINGO
DE LA DIVINA MISERICORDIA
Cristo resucitado se hace presente en medio de los suyos, los envía
y les concede su Espíritu que vence el mal.
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DOMINGO CUARTO DE PASCUA, 29 DE ABRIL. DOMINGO
DEL BUEN PASTOR.
DOMINGO 20 DE MAYO. SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN
DEL SEÑOR
DOMINGO 26 DE
MAYO.
SOLEMNIDAD DE
PENTECOSTÉS
Con esta fi esta concluye
la Pascua. Recibiremos
el Don del Espíritu San-
to y celebraremos el ini-
cio de la Iglesia de Cris-
to.
Pentecostés. Juan de Juanes. Parroquia Natividad de Nuestra Señora, La Font de la Figuera.
Calendario Litúrgico
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Dibujo original de San Juan de la Cruz.
A L T A C O S T U R A
Portal del Lleó, 6 - 1ºTeléfono (96) 227 70 46
46800 XATIVA (Valencia)
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Algunos feligresesescriben sobre la Pasión
del Señor
MARÍA AL PIE DE LA CRUZ, SIEMPRE MADRE • Tere Pérez y Mari Nieves Richart
Pablo VI, en su Exhortación Apostólica Ma-rialis Cultis, haciéndose eco de la relación de María con Cristo doliente recuerda “la memoria de la Virgen Dolorosa […] como ocasión propi-cia para revivir un momento decisivo de la histo-ria de la salvación, y para venerar, junto con su Hijo exaltado en la Cruz, a la madre que com-parte su dolor”.
María, al aceptar con plena disponibilidad las palabras del Ángel Gabriel, que le anunciaba que sería la madre del Mesías, comenzó a tomar par-te en el drama de la Redención. Su participación en el sacrifi cio de su Hijo, revelado por Simeón durante la presentación en el templo, “Una espa-da de dolor traspasará tu alma”, según Pablo VI expresan ante todo la íntima relación de ese acontecimiento histórico con el misterio de la Crucifi xión y la muerte de Jesús en la Cruz.
Varios fi eles de la Comunidad parroquial han refl exionado sobre temas que nos pueden ayudar a vivir con profundidad estos días santos. Hemos elegidos los personajes más
signifi cativos relacionados con la Pasión del Señor. Estamos convencidos del bien que pueden hacer a quienes, con sinceridad de corazón, se acerquen a su lectura.
La Junta deAlets de la Mare de Déu
de la Seucolabora en la publicación del
CAMINEM JUNTS
Madonna. Basílica de San Clemente, Roma.
Sant Francesc, 13Tels. 96 227 34 91 - 96 228 35 62
46800 XÀTIVA
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Al meditar en la pasión de Jesús y particular-mente en las escenas del Calvario, uno quisiera que los Evangelios le contasen más sobre la San-tísima Virgen y queda casi como decepcionado al constatar que nada le dicen del encuentro con su Hijo en su camino al Calvario ni de lo mucho que lloró, junto con Juan, José de Arimatea, Ni-codemo y las santas mujeres, cuando se lo baja-ron de la Cruz; ni siquiera de cuando, lleno de llagas y cubierto de sangre, se lo pusieron en sus brazos y sobre sus rodillas, y eso que tuvo que ser sumamente conmovedor. De María en toda la pasión de Jesús, lo único que dicen los evangelios es esto:
Junto a la Cruz de Jesús estaba su madre... Al ver a su madre y a su lado al discípulo predilecto, dijo Jesús:
-“Mujer, ése es tu Hijo”Y luego al discípulo:
-“Ésa es tu madre”.Desde entonces, el discípulo la tuvo en su casa
(Jn. 19, 25-27).
Pero, ¿por qué y cómo nos lo habrían de de-cir? ¿Hay algo más natural que dar a una madre el consuelo de abrazar por última vez a su hijo muerto y llorar sobre Él? ¿Quién sería capaz de encontrar palabras para describir la escena?
Nosotros estamos tan habituados a ver imáge-nes de María con Jesús muerto, en su regazo que ya no nos impresiona. A quien viene de otras reli-giones y no conoce lo ocurrido, cuando contempla una de esas imágenes, le impresiona, que no pue-de menos de preguntar: ¿Quién es esa mujer? ¿Quién es ese hombre muerto en sus brazos? ¿Por qué le han matado así, abriéndole tantas llagas por todo su cuerpo? Y cuando se le explica, no puede menos de emocionarse profundamente.
Bona Pàsqua
La Cofradía de la Mare de Déu
colabora en esta revista
Calvario. Conjunto escultórico. Lourdes.
Algunos feligreses escriben sobre la Pasión del Señor
TINTORERIA ALBIÑANATeléfono 96 227 54 74
Sant Francesc, 25 • XÀTIVA
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¡Jesús muerto... y en la Cruz... ahora en bra-zos de su Madre, María!
Para Jesús tuvo que ser un consuelo sentirse acompañado de María y ver tangiblemente en ella el primer fruto de su obra redentora. Pero también fue de enorme dolor.
La Virgen María se asoció al dolor de su Hijo, padeció con Él, se ofreció a si misma con Él al Padre. Allí se mantuvo fi rme en su fe y en una actitud de amor ardiente y de entrega al Señor “sufriendo con su unigénito Hijo y asociándose con entrañas de Madre a su sacrifi cio, consin-tiendo amorosamente en la inmolación de la víc-tima que había engendrado” (LG, 58)… padeció con su Hijo cuando moría en la Cruz, cooperó de forma singular a la obra del Salvador, con la
obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente cari-dad, con el fi n de restaurar la vida sobrenatural de la almas” (LG, 21).
La Virgen Dolorosa evoca la presencia de Ma-ría al pie de Cruz y su ofrecimiento al Padre de su sacrifi cio espiritual, juntamente con su Hijo para la redención de género humano.
Desde aquel Viernes Santo, María está siem-pre cerca de todas las cruces y de todos los cruci-fi cados. Lo que pasa es que no dirigimos a ella nuestra mirada. Por eso, a veces, sufrimos deses-perados y sin consuelo. Junto a Jesús, junto a María “erguida” al pie de la Cruz recuerda su inquebrantable fi rmeza y su extraordinaria va-lentía para afrontar los padecimientos.
El dolor que expresa la imagen de la Soledad nos muestra el dolor de su alma, aunque se vis-lumbra la dulzura del corazón de María y su es-peranza en la resurrección.
María, madre de Jesús y madre mía, por tu inmenso dolor al tener a tu Hijo muerto en tus brazos, consuela y ayuda a tantas madres que llo-ran a sus hijos que van por malos caminos, que están enfermos, que han muerto, a veces tan trá-gicamente, acompáñalas en su dolor y soledad.
El valor salvífi co del dolor de la Virgen Madre y de su actitud oferente: fi rme en la fe y en la esperanza, animada de un amor ardiente a Dios y a los hombres, y fi el en la aceptación y en el cumplimiento de la voluntad del Padre.
Juan Pablo II, en el rezo del Ángelus del 1 de Abril de 1988, decía que “el sufrimiento de Ma-ría, nueva Eva, al lado del nuevo Adán, Cristo, fue y sigue siendo el camino real de la reconcilia-ción del mundo.
La esperanza de María al pie de la Cruz encie-rra una luz más fuerte que la oscuridad que reina en muchos corazones: ante el sacrifi cio redentor, nace en María la esperanza de la Iglesia y de la humanidad”.
Ctra. de Simat,s/n. Polígono D (antigua Fábrica Lois) 46800 XÀTIVATeléfono 962 27 07 89 – Fax 962 27 70 61 (Valencia)
La Soledad. Colegiata de Xàtiva.
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Una vida apasionante? Sin duda la de un enamorado!
Y no con un amor pasajero, caprichoso, frívolo; sino la de un amor para toda la vida. Por los datos que tenemos, San Juan fue fi el a su llamada más que unas bodas de oro, durante unos ochenta años!
No tendría aun los veinte cuando siguió a Jesús y murió en Éfeso (hoy Turquía) casi a los cien (fue el único apóstol que no murió mártir).
Juan mismo nos cuenta aquel momento como sabo-reándolo, en las primeras pági-nas de su evangelio. Ssiendo seguidor de Juan el Bautista como muchos buenos israelitas, le preguntaron a Jesús: “¿Dón-de vives?”; a lo que Jesús res-pondió: “Venid y veréis” y pa-saron el día con Él. “ERA CASI LA HORA DÉCIMA” (al cambio serían como las cua-tro de la tarde). ¡Cuántos ena-morados recuerdan el día, la hora, el lugar… con sabor de íntimo tesoro! y ¡cuántos cris-tianos celebran con fruición el día de su conversión!
En sus últimos años de vida, los cristianos se reunían y le lle-vaban para oír directamente de labios del último que quedaba de los que habían tratado direc-
JUAN, EL APÓSTOL QUE AMA ERA CASI LA HORA DÉCIMA
• Eduardo
Reina, 21, 1.º - Fax 962 27 31 61 - 46800 XÀTIVA
ECONOMISTA 962 28 31 30
LABORAL 962 27 32 50
ABOGADO 962 28 32 94
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SEGUROS 962 27 32 50
Santa Cena. Giotto. Pádua.
Algunos feligreses escriben sobre la Pasión del Señor
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tamente al Señor (todo un lujo, muy de agrade-cer) y nos cuentan que repetía su lección mejor aprendida: “Hijitos, amaos los unos a los otros”.
Para aclarar su insistencia decía: “Es el manda-miento del Señor y, si se cumple, él solo basta”.
Para subrayar que sobresalía en su amor a Jesús, nos bastará recordar cómo Jesús captaba su afecto,
correspondiéndole como “el apóstol al que Jesús amaba” con detalles como el reclinar en su pecho la cabeza y el confi arle sólo a él quién iba a ser el traidor, durante aquella Cena Santa inolvidable.
Los apóstoles siguieron a Jesús “dejándolo todo” y quien más dejaba fue sin duda Juan (sus barcas, su familia, sus proyectos personales, su juventud).
San Juan. Rafael. Museo Vaticano.
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Debía tener Juan, junto a su hermano Santia-go (el que fue luego patrón de España), buen genio; Jesús les llamó hijos del trueno. Su madre Salomé debió inculcarle generosidad y magnani-midad. También ella seguía a Jesús y le ayudaba con sus bienes materiales.
¿Qué cabría destacar de su vida sin fantasear lo más mínimo? Nos limitaremos a lo más nota-ble, relatado por él mismo en sus escritos.
Fue uno de los tres que presenció la transfi gu-ración del Señor en el monte Tabor, preparándo-le así para todos los sufrimientos que iban a pre-senciar en su Pasión y Muerte. Y por lo que vere-mos fue quien mejor lo aprovechó. También uno de los tres que Jesús se llevó a Getsemaní a acom-pañarle en momentos de angustia y traición. Y la perla de su vida: siendo el único varón que estu-vo con Jesús en su crucifi xión (los demás huye-ron despavoridos, acobardados), allí recibió el encargo de hacerse cargo de la Virgen María, re-presentándonos a todos nosotros en el momento impagable de pasar a ser hijos también de Ella.
Pasar de largo de un momento así, me sabría a ingratitud, a frivolidad. No sería perdonable. Es para mi el momento de dirigirme con grati-tud a San Juan (que por la comunión de los san-tos sé que está conmigo) para decirle:
Gracias por haber estado a la altura! Gra-cias por acoger a nuestra Madre como yo qui-siera haberlo hecho!
No sabemos cuántos años viviría la Virgen después de morir el Señor, pero no nos hace falta imaginar mucho, para estar seguros del fervor con que celebraría la Santa Misa San Juan (qui-zás muchas veces en la propia casa de la Virgen) y la devoción con que María recibiría la comu-nión de manos de nuestro hermano Juan.
Gracias!, mil veces gracias! Tenerlo pre-sente me ayuda en mi oración.
Y fi nalmente, no quisiera pasar de largo por un detalle que fortalece nuestra Fe. Hilemos fi no en el relato de las primeras horas del día de la Resurrección. Alertado por otra experta en amor, María Magdalena (Dios perdone a los que últi-mamente han enredado tanto su historia) corrió junto a Pedro al sepulcro vacío, pero Juan más joven y enamorado “corrió más”; pero llegado al lugar se esperó para dejar pasar primero a Pe-dro:
Gracias de nuevo, Juan, por enseñarme a tener muy en cuenta a Pedro. Mi amor al Papa sea quien sea, te lo debo en parte también a ti (y lo tengo como un gran regalo).
Y vamos al grano: cuando Juan entró en el sepulcro y “vió los lienzos plegados, y el sudario que había sido puesto en su cabeza” junto a otros detalles de orden que él nos describe, dice senci-lla pero rotundamente que “VIÓ Y CREYÓ!”. Con un lenguaje un tanto periodístico, podría-mos califi car a Juan del primer cristiano (ya que Jesús necesitó varias apariciones para fortalecer la Fe de los otros). Juan cogió coraje sufi ciente en ese momento para el resto de su larga vida. Lo que vemos claro una vez, debe servirnos para siempre, la Fe, la vocación, el amor no se mano-sean.
Saben a regalo fi nal los últimos versículos de su evangelio: “Éste es el discípulo que da testi-monio de estas cosas”. Suena a acta notarial, tan necesitada por las generaciones de los que le se-guiremos. Gracias a sus relatos nuestra Fe es más fácil incluso de lo que fue para ellos. Juan en las cosas del amor a Dios voló tan alto, tan alto que a la caza dio alcance. Fue el águila de Patmos.
Gracias, Juan. Eternamente joven, con la juventud que da el amor.
Su próxima celebración
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De tantas razones que tengo para creer en Je-sucristo, como Dios y hombre verdadero, quizá la más singular y contradictoria es el hecho pro-digioso de que Jesús, después de tres años de en-señanza, predicación y milagros maravillosos, después de tantos quilómetros andados afi rman-do que sólo Él es “el camino, la verdad y la vida”, después de anunciar que será apresado, torturado y crucifi cado, después de advertir a sus discípulos que sufrirán persecución por su causa, y aún co-nociendo todas sus limitaciones, es capaz de de-positar toda la confi anza de su doctrina en unos
hombres humildes, ignorantes, sin ninguna rele-vancia social o cultural, ajenos al poder de su época, unos hombres de los que cualquier perso-na con sentido común profetizaría que el traje que van a heredar les viene grande, excesivamen-te grande. Nadie hubiera apostado porque el per-sonaje más relevante de la Historia confi aría su proyecto a unos hombres tan insignifi cantes.
En cambio Jesús no tiene dudas, sabe lo que se hace, porque ¿qué hombre que no fuera al mismo tiempo Dios es capaz de dejarse matar y, después de resucitar y subir a los Cielos, delegar
PEDRO, EL APÓSTOL QUE NIEGA
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San Pedro. Rafael. Museo Vaticano.
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la tarea de edifi car su Iglesia sobre los hombros de Pedro, un modesto pescador de Galilea, que apenas sabe expresarse, que jamás ha salido de su entorno, y al que el mismo Jesús siempre está corrigiendo la visión mundana que tiene de su misión divina? Y ello será posible porque más tarde, a partir de Pentecostés, Pedro y los demás Apóstoles descubrirán que no están solos, que la fuerza del Espíritu Santo les acompañará siempre y que la gracia recibida será imprescindible para acometer tan ardua empresa.
Los Evangelios retratan a Pedro como un hombre apasionado y enamorado de la fi gura de su Maestro pero al mismo tiempo no dudan en describir todas sus carencias y limitaciones. He ahí una de las grandezas del Nuevo Testamento y que lo hacen verosímil: contrasta con la litera-tura apologética de todos los tiempos, porque ¿qué religión, partido político u organización so-cial, haría de dominio público y sin censura las debilidades de su líder como ocurre con las de Pedro? Y más aún si hablamos de una Iglesia in-cipiente, que nadie conoce, y cuyo trabajo está todo por hacer.
La primacía de Pedro se comprende, no solo porque Jesús lo nombrara la piedra sobre la que edifi caría su Iglesia, sino también cuando lo ve-mos aparecer en los Evangelios como el único interlocutor de los Apóstoles ante Jesús. De su boca salen siempre las palabras que, se supone, refl ejan el sentir del grupo: por ejemplo, cuando asombrado al ver a Jesús andar sobre las aguas le pide: “Señor, si eres tú, ordena que yo vaya hasta ti”; o cuando siendo testigo en el monte Tabor de la Transfi guración expresa su deseo de montar tres tiendas exclamando “Señor, qué bien se está aquí”; o cuando sólo él es capaz de acertar a la pregunta de Jesús “Y vosotros ¿quién decís que soy yo?” con un rotundo “Tú eres Cristo, el Hijo de Dios vivo”; o cuando reprende a Jesús por anunciar su Pasión y debe escuchar de su Maes-
tro un severo “apártate de mi Satanás”; o cuando no aceptando que Jesús se humille para lavarle los pies, al escuchar la advertencia de su Maes-tro: “Si no te lavo no tienes parte conmigo”, res-ponde con su habitual vehemencia “Entonces, Señor, no sólo los pies sino también las manos y la cabeza”...
Pero en Semana Santa recordamos sobretodo la escena posterior a la Última Cena cuando pre-sumiendo de su lealtad a Jesús afi rma: “aunque todos se escandalizaran, yo no me escandalizaré, aunque fuera preciso morir contigo, jamás te ne-garé”. Y Pedro, que piensa, actúa y se expresa como hombre debe escuchar de su Maestro la más contundente de las descalifi caciones: “En verdad te digo que antes de que el gallo cante dos veces tú me habrás negado tres”. No le dice vagamente “algún día me negarás”, no. Le dice ¡hoy!, ¡esta noche!, ¡en pocas horas!. Y, encima, para que se dé cuenta de su traición, pone el can-to de un gallo como trompeta, y ésta trompeta sonará.
Pedro, que ha visto a su Maestro curar lepro-sos y paralíticos, expulsar demonios, resucitar a Lázaro, adivinar las intenciones de sus enemigos o contestar a sus malos propósitos con las más sabias palabras, que lo ha visto entrar en Jerusa-lén entre vítores y palmas, que vive en una nube de felicidad por haber sido elegido por el Mesías, no puede entender que, llegado el momento, Je-sús no haga uso de su sabiduría divina y venza la amenaza. Quizá por ello, o porque se lo ha escu-chado decir tantas veces, no da importancia al anuncio de su Pasión y es capaz de dormirse en el huerto de Getsemaní mientras su Maestro suda sangre.
Eso sí, llegada la hora del prendimiento, Pe-dro reacciona de acuerdo a su carácter y saca una espada para defender a su Señor, pero nuevamen-te la amonestación de Jesús, “guárdala porque el que a hierro mata a hierro muere”, acaba por des-
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Algunos feligreses escriben sobre la Pasión del Señor
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concertarlo. A partir de ese mo-mento la soledad de Jesús es irreversible y la ausencia de sus discípulos descorazonadora.
Una muestra más de la vera-cidad de los Evangelios es que éstos no retratan a su líder ne-gando a Jesús ante Poncio Pila-tos, Herodes, el Sumo Sacerdo-te o el Sanedrín, ante el poder de los cuales uno siempre po-dría alegar un miedo justifi ca-do, no. Pedro niega a Jesús ante la acusación de una simple cria-da. Qué poco heroico... Desde luego, si tu intención es captar adeptos no es ésta la mejor ima-gen que puedes ofrecer de ti mismo. Otras organizaciones hubieran cubierto un tupido velo sobre las carencias de su jefe en los momentos decisivos o, lo que es peor, hubieran inventado acciones he-roicas. Pero no. El mismo Pedro debió estar in-teresado en purgar sus penas públicamente y propagar su cobardía a los cuatro vientos porque los cuatro evangelistas narran las negaciones de un hombre aterrado. Y es que Pedro habría visto muchas veces a lo largo de su vida la crueldad de las fl agelaciones y las crucifi xiones romanas.
Qué escalofrío debió recorrer el cuerpo de Pe-dro cuando Jesús, con cariño y sin reproche, le miró a los ojos una vez el gallo terminó su can-to... Quizá ningún hombre ha experimentado jamás un dolor y una angustia semejantes. Negar a Dios ante sus mismos ojos al tiempo que reci-bes de ellos una mirada de amor y de ternura debió ser desesperante.
Pero Pedro no fue el único. Todos los Apósto-les se escondieron. Ni siquiera lanzaron un grito de protesta, ni clamaron justicia, ni imploraron
perdón, ni negociaron la libertad de Jesús. No. Se bebieron sus propias lágrimas refl ejadas en las lágrimas de Pedro y rumiaron su cobardía y su vergüenza en secreto.
Y, hoy en día, Pedro sigue sin ser el único, porque ¿cuántos de nosotros seguimos negando a Jesús? El problema es que a nosotros no parece afectarnos porque no mostramos ningún remor-dimiento. Cristianos del canto del gallo nos de-fi nió alguien con acierto. Un gallo que no está afónico a pesar de que sigue cantándonos a dia-rio. Somos nosotros los que no lo escuchamos. Padecemos una sordera voluntaria porque hemos puesto a todo volumen el ruido de la indiferen-cia, el estruendo de una vida acomodada y hedo-nista, alejada del diálogo silencioso con Dios, una sordera que precisa del audífono de la Ora-ción, porque como dijo claramente Pedro “Señor, sólo Tú tienes palabras de vida eterna…”.
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San Pedro. Maqueta de Bernini. Museo Vaticano.
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Es el acontecimiento en la vida de María Magdalena que más atrae la atención.
Por una parte, por el breve diálogo que se pro-duce entre ella y Jesús; por otra, por el protago-
nismo relevante que adquiere la fi gura de esta mujer en una sociedad concreta hace más de dos mil años. Su trayectoria de vida fue siempre la búsqueda de la verdad, de un amor sincero que
MARÍA MAGDALENA: MUJER CONVERTIDA Y APÓSTOL DE CRISTO
• Maribel Quilis
“... Le dice Jesús: Mujer, ¿por qué lloras?¿A quién buscas? Ella, pensando que erael encargado del huerto, le dice: “Señor, sitú te lo has llevado, dime dónde le haspuesto, y yo me lo llevaré.” Jesús le dice:María”. Ella le reconoce y le dice enhebreo: “Rabbuni” (Jn 20, 15-16)
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Algunos feligreses escriben sobre la Pasión del Señor
cont. pág. 30
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EL DESCENDIMIENTO. PREDELA DEL RETABLO DE SANT FELIU. S. XVI. MESTRE DE XÀTIVA.
Muerto Jesús, y ante la fi esta de Pascua que se acercaba, desclaban el cuerpo de Cristo de la Cruz y es depositado en los brazos de su Madre, Mater Dolorosa: la Piedad. La iconografía se multiplica representando este hecho. Junto a la Madre está san Juan, el
CAMINEM JUNTS 29CAMINEM JUNTS • Fe, Arte y Cultura • 31
Apóstol más joven de los Doce, María Magdalena, las otras Marías, Nicodemo, José de Arimatea. Todos veneran el cuerpo sin vida del Señor antes de llevarlo al sepulcro. El Viernes Santo es el día del dolor. Se oyen las palabras de la Escritura: “Vosotros, que pasáis por delante, ved si hay dolor semejante a mi dolor”.
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diera plenitud y sentido a su existencia. Búsqueda que cul-minará con el encuentro con Jesús, del que nada nos cuentan los Evangelios y por tanto, nada sabemos de la vida de María Magdalena anterior a éste.
Lucas nos dice de ella que formaba parte del grupo de mujeres que acompañaban a Je-sús y, sin insistir en ello, añade: “María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demo-nios” (Lc 8, 2).
Nada más sabemos de su pa-sado y, tal vez, nada más intere-se saber para hacernos una idea del cambio radical que esta mu-jer da a su vida después del en-cuentro con Jesús. Encuentro del que no sabemos ni cuándo, ni dónde se produjo; lo que sí sabemos es que fue defi nitivo para la vida de María. Desde ese momento ya no se separará de él. Le seguirá hasta el pie de la cruz; contemplará su agonía y agonizará con él; formará parte del grupo reducido de in-condicionales que no les impor-ta que les reconozcan como se-guidores del crucifi cado. Estará presente en el descendimiento de la cruz del cuerpo, ya sin vida, de Cristo. Será de las pri-meras en acudir al sepulcro y la primera que co-rre a anunciar que Cristo ha resucitado.
Quizás, hay que ver a María Magdalena como una privilegiada en el grupo de los seguidores de Jesús. Su encuentro personal con el Resucitado no sucede por casualidad. Es fruto de su fi delidad al
camino de conversión escogido. María responde generosamente a la gracia recibida. En ella pode-mos ver un prototipo de conversa radical.
Su corazón no está maniatado por el pecado, no lo corroe la hipocresía, no le llena los placeres de su sociedad, no le ciega la soberbia. Es un
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corazón inquieto, insatisfecho por cuanto le ro-dea, abatido por la soledad interior, que busca y no encuentra, un corazón en camino…; y es des-de esa actitud, desde donde se produce el en-cuentro que la lleva a vaciarse de todo aquello que constituye un obstáculo para su nueva vida. ¡Qué limpio quedó el corazón de María! ¡Con cuánta ternura la miró Dios!
Ahora ya está claro: su camino es seguir al Maestro; llenarse de sus enseñanzas y hacerlas realidad en su propia vida. Su corazón desborda de alegría, de gozo, de júbilo; ve en Jesús el ideal de su vida, es más, ve el sentido último de su vida.
Pero el gozo y la alegría de María se verían también zarandeados por el anuncio de la muer-te de la que les hablaba el Maestro. ¿Cómo iba a ser posible ese fi nal para alguien que había dedi-cado su vida a hacer el bien?
María contemplaría a su Maestro cargar con el desprecio y la humillación de la humanidad entera. Lo anunciado se volvía realidad. ¿Cómo encajar una muerte tan cruenta? ¿A quién acu-dir? Al igual que el resto de los apóstoles, María sentiría la confusión hacer mella en su corazón. ¿Qué hacer? Ahora sólo quedaba cumplir con las tradiciones y dar al Maestro la sepultura que se merecía.
Y la misma fuerza que la empujaba a seguirle en vida, le empujó a buscarle después de muer-to.
Aquel primer día de la semana, a la madruga-da, al despuntar el día, María se acerca al sepul-cro. Todo está en calma. Todo es nuevo. La na-turaleza se estrena para recibir al Resucitado. A los ojos de cualquiera no sucede nada extraño; es un día como otro cualquiera. Y en esta atmósfera de paz Jesús ve a María. Se produce el encuentro. Jesús se dirige a ella como una desconocida; la llama simplemente “mujer”, la envuelve en el anonimato. Sin embargo, muestra interés por lo
que le sucede: “¿por qué lloras?”. No le son indi-ferentes sus lágrimas. Es conocedor de la causa de su afl icción, y entra en diálogo con ella a par-tir de lo que a ésta le preocupa: “¿A quién bus-cas?”. La preocupación de María es palpable, quiere recuperar el cuerpo de su Maestro; no da opción a una negativa. Pero María no reconoce a aquel con el que habla. ¿Quizás por falta de luz todavía?, ¿quizás porque la última imagen que retiene en su mente era la de un ser totalmente desfi gurado? Por el motivo que fuera, no le reco-noce. Pero ella tiene claro lo que quiere: que le devuelvan el cuerpo de su Señor. Estamos ante el corazón de una mujer que sufre y sabe que aquel profeta, que ha visto morir en la cruz, le cambió un día radicalmente su vida; no le importó su pasado. La miró al corazón. Un corazón que cla-maba ser liberado y que, hasta el encuentro con su Señor, nadie había sabido entender y mucho menos liberar. ¿Qué podía hacer un corazón que, sin ser juzgado, siente que lo recomponen pieza a pieza? Simplemente amar.
El encuentro nos hace postrarnos ante el Re-sucitado y contemplar la escena desde el mismo silencio que guarda la Naturaleza entera.
María reconoce a su Señor, sólo cuando éste la llama por su nombre y la saca del anonimato. Ya no es sólo un miembro más del grupo. Es “María”, María Magdalena, como será conocida hasta en nuestros días. La mujer valiente que permanece fi el hasta en la incomprensión, hasta donde la inteligencia humana no puede llegar.
Ante lo que presencian sus ojos, su corazón da un vuelco; quiere abrazar a su Señor, pero éste no le da tregua; hay que correr, hay que dar la noticia al resto de los apóstoles. Ella no repara en su condición de mujer, la alegría le puede más que todos los condicionantes sociales. María no duda en realizar el encargo recibido, no se plan-tea nada, hay que cumplirlo y así se convierte en la primera apóstol del Resucitado.
Bona Pàsqua
Las Camareras de la Virgen
colaboran en esta revista
Algunos feligreses escriben sobre la Pasión del Señor
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La historia le ha atribuido a Judas la imagen del traidor por excelencia. De entre los enemi-gos, el traidor es de lo peor que existe. Juega dos cartas y nunca sabemos a qué es fi el. Se convier-te en un mentiroso nato. Juega el papel de la fa-miliaridad y el de la enemistad. Es el hipócrita por excelencia. Los enemigos y los amigos puros son fi eles a sus principios y se puede prever sus movimientos, pero no así el del traidor. Quien traiciona ha traspasado la línea que separa la co-herencia del que es fi el a su conciencia. Ya no es una persona de fi ar.
La última cena es una revelación continua del amor que arde en el corazón de Cristo (“ardiente-mente he deseado que llegara este momento”, dice Jesús). Es un amor que comprendía a los discípu-los allí presentes y a todos los que habían de creer a través de los siglos. Ni el mismo Judas estaba excluido de él. El traidor es una de las preocupa-ciones que inquietan al Maestro en aquella hora solemne. Le habla, le mira y multiplica las llama-das para apartarle del abismo en el que se encuen-tra. El amor hace esfuerzos desesperados por sal-var a aquel hijo de perdición; Jesús quiere dar a conocer la emboscada pero también quiere atraer-se al traidor dándole a conocer que acepta el des-tino que le ha preparado. Tanto le repugna el cri-men (que no el pecador) que S. Juan dice que se turbó en su espíritu y su rostro se desfi guró por el dolor interior que le embargaba. Es, entonces, cuando pronunció aquellas palabras que turbaron a sus discípulos: “En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará”. Los relatos evangélicos nos permiten conjeturar la posición de los discípulos. Cerca de Jesús se habrían colocado Pedro, Juan y Judas Iscariote. Como los comensa-les estaban tendidos en sus divanes y apoyados en
el lado izquierdo, Jesús debía de tener detrás de Él a Pedro, que ocupaba, por tanto, el segundo pues-to, y al otro Juan, que, de esta manera, pudo muy bien recostar la cabeza sobre el pecho de Jesús; junto a Juan se había tendido Judas, a quién el Señor pudo dar un bocado con solo extender el brazo. A la pregunta de los discípulos, Jesús con-testa: “El que mete conmigo la mano en el plato, ése es el que me entregará. El Hijo del hombre va, ciertamente, a seguir su camino, como está escrito de Él; pero hay de aquel por quien es entregado el Hijo del Hombre! Más le valiera no haber naci-
JUDAS, EL APÓSTOL QUE TRAICIONA
• Gustavo Mollá
Judas. Fotograma de la película “Jesús de Nazareth”, de Franco Zeffi relli.
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do”. Todos los comensales alargaban su mano para mojar el pan y las hierbas amargas en la salsa pascual, el “karoset”, y cada plato podía servir para tres personas, de suerte que un mismo plato sería, pro-bablemente, para Jesús, para Juan y para Judas.
Este episodio es uno de los más dra-máticos del Evangelio. Se adivina la emoción de los comensales; confi eren entre sí quién podía ser entre ellos capaz de perpetrar el crimen; Judas no quiere que se le delate por su silencio, e interro-ga a los demás; Pedro ya no puede con-tenerse, y pide a Juan que pregunte al Maestro, para salir al fi n de aquella zo-zobra. Juan reproduce la escena con un realismo maravilloso. ¿Cómo podrá olvi-dar aquel instante? Juan estaba recostado sobre su regazo. Simón Pedro le hizo se-ñas y le dijo: “Pregúntale de quien ha-bla”. Y Juan, dejándose caer sobre el pe-cho de Jesús, le dijo: “Señor ¿quien es?” Respondió Jesús: Aquel a quien yo dé un bocado de pan mojado. Y mojándolo, se lo dio a Judas”. La escena es muy senci-lla, dada la posición de los actores. Pe-dro, colocado a la espalda de Jesús, debió levantar el busto y hacer a Juan una seña con la cabeza. Juan comprendió inme-diatamente, y, girando sobre su cuerpo, se recostó del lado derecho, quedando tan unido a Jesús que pudo recostar la cabeza sobre su pecho, y, confi ado como un niño, preguntarle a la vez con la boca y con los ojos ¿quién es?
Jesús contesta al discípulo amado, pero de una manera que implica el secre-to. El traidor es aquel a quien entregue un bocado de pan. No pronuncia nin-gún nombre y Juan sufre y calla. Simón El beso de Judas. Catedral de Monreal.
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Pedro hubiera sido capaz de caer sobre Judas con todo el ardor de su sangre. La señal que da Jesús era una nueva demostración de amistad. Entre los beduinos del desierto, el anfi trión o “scheriff” hace todavía lo mismo cuando quiere honrar a su huésped y darle una muestra de amor. Noso-tros tenemos el brindis, ellos tienen el bocado
escogido y entregado por la mano del que invita. En el ce-náculo, el que invitaba era Je-sús; el honrado, Judas. Pero Ju-das resiste porque está ciego. No rechaza el bocado, pero desprecia el amor que se le ofre-ce, y en aquel instante queda decidida su suerte. «Tras el bo-cado entró en él Satanás, y fue entonces cuando, con una hi-pocresía refi nada, hizo la pre-gunta que habían hecho los de-más: «¿Soy yo por ventura?» «Tú lo has dicho», respondió Jesús, y, transido de ese horror que se apodera de un corazón leal ante un hombre completa-mente depravado, añadió: «Lo que has de hacer, hazlo pronto.» Judas no pudo resistir más. Como impulsado por una po-tencia diabólica, se levantó de su lecho y salió. Estaba descu-bierto. No tenía más remedio que confesar su delito o mar-char a ejecutarle. Los Apóstoles consideraron su salida como una cosa natural. Habían oído las últimas palabras del Señor; pero, fuera de Juan, ninguno las había entendido. Como te-nía la bolsa, creyeron que Jesús le había mandado dar una li-
mosna a los pobres o comprar alguna cosa nece-saria para la fi esta. «Y era de noche», dice San Juan, como si con esta última pincelada hubiera querido indicar todo el horror de los poderes in-fernales, toda la angustia que oprimía los corazo-nes, toda la tenebrosa trama, que iba a terminar con el más horrendo de los acontecimientos. No-
Muerte de Judas. Fotograma de la película “Jesús de Nazareth”, de Franco Zeffi relli.
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che de plenilunio y de primavera, clara, perfu-mada, tibia y vaporosa, y noche, a la vez, de es-pantos, de tinieblas, temible, odiosa, execrable.
A Judas se le tacha de traidor y olvidamos que S. Pedro también traicionó a Jesús y tres veces (y llegó a ser Santo). ¿Qué pasó con Judas? Se dice que el demonio se apoderó de él, pero también lo hizo de María Magdalena y de muchos más a los que liberó Jesús. ¿Qué fue diferente en Judas?
Todos los discípulos vieron durante los tres años de vida pública de Jesús cómo iba perdo-nando los pecados, curando a los enfermos, ex-plicando las escrituras. Sin embargo, ninguno de los discípulos entendían todavía. No entendían que Cristo había venido a buscar la oveja perdi-da. No entendían que Él era el padre que salía todos los días a buscar a aquel hijo extraviado. No entendían, pues, el misterio del sacramento de la reconciliación. Dios no busca echar en cara el pecado al pecador, sino que antes le intentará lavar y vestir con las mejores prendas si el peca-dor se deja y acude a Él humildemente con el dolor de sus pecados. Judas no vio que su pecado pudiera perdonarse, no entendió que era irreme-diable la muerte de Jesús pues tenían que cum-plirse las Sagradas Escrituras. Ojalá hubiera es-perado Judas unos días y allí en el cenáculo ha-ber oído aquellas palabras de Jesús instaurando el sacramento de la reconciliación. Habría oído del mismo Jesús el remedio al dolor de su alma.
De este escenario lo que me llama la atención es la delicadeza con la que Jesús trata al pecador. El pecador espera una reacción distinta. Casi se podría decir que Judas se hubiera complacido si Jesús se hubiera enfadado con él al descubrir sus planes. Cuántas veces contestamos con palabras hirientes ante una ofensa que nos hacen. Cuán-tas veces murmuramos. Cuántas veces damos la espalda al que nos ofende. Sin embargo, la lógica que ha traído Cristo a este mundo es otra. Él intentará salvar al que le hace mal. Sin embargo,
Cristo no claudica ante la visión revolucionaria que tiene Judas del Mesías. Cristo anima, tiende la mano pero no abarata su Amor. Este nuevo mandamiento ha de llegar a todos y no a unos pocos. Y al mismo tiempo, viendo la debilidad del ser humano nos dejará el Sacramento de la Penitencia. Cristo está dispuesto a perdonar siempre (“hasta 70 veces 7”, nos dirá) pero nece-sita de la colaboración del pecador. Éste ha de reconocer humildemente su culpa y, por tanto, ser consciente de ella. Ha de sentirlo y no nece-sariamente en el sentido estricto humano.
Judas se erigió en juez universal de sí mismo, cuando ése es un papel reservado sólo a Dios, y buscó vanamente su propia penitencia sin conse-guir la paz que había perdido, llegando a concluir que su pecado era grande e imperdonable. Pero, ¿no traicionó tres veces Pedro a Jesús? Judas sintió su pecado de una manera distinta a la de Pedro. El de Judas fue un dolor fruto de la soberbia de querer empequeñecer el Reino de Dios, de tratar de combinar el pecado con el amor. El de Pedro fue un dolor de amor, de haber traicionado a un amigo al que amaba por encima de todo.
Hoy le seguimos traicionando cada vez que no abrazamos la cruz de cada día. Le traiciona-mos cuando no aceptamos su perdón por ver-güenza, por soberbia y lo dejamos para otra oca-sión. Pecadores nacimos y Cristo está esperando cada día que vayamos a pedirle perdón para po-der liberarnos de ese peso y así amarle más y me-jor. Pero no olvidemos que Él nos llama a amar como Él nos amó y cuantos menos obstáculos y distracciones tengamos, más ágiles nos encontra-remos para amar Cristo y a los demás.
Hoy, el trozo de pan que Jesús ofreció a Judas en la cena, te lo sigue ofreciendo. De tí depende. Cristo mismo, a través del sacerdote, nos sigue ofreciendo su perdón. No es el sacerdote quien perdona sino el mismo Cristo. No tengamos, pues, reparos en acudir a la confesión.
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La fe en la resurrección está en el corazón del Cristianismo. Esa fe nos da la respuesta a los problemas últimos de la condición humana. Esa fe, a la vez, representa el aspecto más escandalo-so para la razón humana.
La resurrección de Cristo es el principio de toda resurrección. Esto es verdad también, ha-blando de la resurrección de nuestros cuerpos, que es el objeto de nuestra esperanza.
EL SEPULCRO VACÍO
El hecho histórico de la resurrección es atesti-guado de tres maneras. Hemos de someter las tres a un examen riguroso.
En primer lugar, nos encontramos con el tes-timonio del Sepulcro vacío en la mañana del Pri-mer Día de la semana. Es un testimonio negativo pero esencial. Hay una revelación presentada de diversos modos y que da la signifi cación positiva del hecho del Sepulcro vacío.
Desde el principio, la cuestión del Sepulcro vacío suscitó vacilaciones.
Nos planteamos dos cuestiones:La primera es la historicidad del episodio.La segunda, la de las explicaciones que po-
drían darse de él. Esto nos lleva a examinar tres órdenes de testimonios: las mujeres, los Apósto-les y los guardias.
El testimonio esencial es el de las santas mu-jeres.
Los cuatro Evangelistas están de acuerdo para atestiguar que pasado el sábado, al amanecer del Primer Día de la semana, al salir el sol, fueron al Sepulcro donde había sido depositado el cuerpo del Señor la tarde del Viernes Santo. Lo que iban a hacer estas mujeres no lo pudieron hacer el sá-bado porque aquel sábado era especial, por eso fueron pasado el sábado. Ellas no pensaban en la resurrección prometida por Jesús. Eso es un dato histórico.
Pero también debemos observar que, si bien los Evangelistas están de acuerdo en cuanto al hecho, no nos dan los mismos nombres.
Mateo habla de María Magdalena y la otra María.
Marcos habla de María Magdalena, María, madre de Santiago y Salomé. María, madre de Santiago, parece corresponder a “la otra María” mencionada por Mateo.
Lucas menciona a María de Magdala, a Juana y María, madre de Santiago.
Juan no nombra más que a María Magdalena.Los otros Evangelistas nombran al Grupo de
mujeres y señalan el nombre de algunas. Todos están de acuerdo en dar un lugar destacado a María Magdalena.
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El Evangelio nos da a cono-cer que las mujeres, que habían seguido a Jesús desde Galilea, fueron las principales testigos del Sepulcro vacío.
Este testimonio es digno de fe.
Hay, pues, continuidad en-tre los dos momentos de la vida de Cristo, el momento prepas-cual y el momento postpas-cual.
Pero hay que llevar más lejos el análisis. Las mujeres pertene-cen a dos grupos distintos. Unas se relacionan con la fami-lia de Jesús. Es el grupo que acentúan especialmente Marcos y Mateo. Son: María, madre de Santiago el Menor y de José; la hermana de la Madre de Jesús, mencionada por Juan; María, mujer de Cleofás, hermano de José; quizás Salomé, la madre de los hijos de Zebedeo: Juan y Santiago el Mayor. A propósito de este primer grupo, hay que recordar el lugar considerable que la familia de Jesús debía de ocupar en la Comunidad ju-deo-cristiana primitiva. Santia-go el Menor será el primer obis-po de Jerusalén. Su sucesor será Simeón, hijo de Cleofás. Esta-mos, pues, en presencia de una transmisión de datos históricos a través de un medio familiar que representa una garantía excepcional de his-toricidad.
El otro grupo es el de las que fueron objeto de un milagro y de las convertidas de que habla san Lucas: en primer lugar, María, la Magdalena.
Observemos que en todas las listas va a la cabe-za, salvo en la lista de Juan que comienza por las mujeres emparentadas con Jesús.
Es digno de tener en cuenta que, en estos re-latos acerca del Sepulcro vacío, se nombra siem-pre a una mujer que representa a uno de los gru-pos y a otra mujer que representa al otro. El gru-
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Jesús. Fotograma de la película “Jesús de Nazareth”, de Franco Zeffi relli.
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po familiar está representado por María, herma-na de la Madre de Jesús, madre de Santiago y de José; y María Magdalena, que representa al otro grupo.
LA RESURRECCIÓN COMO REVELACIÓN
Cristo pertenece a dos universos. Es, a la vez Dios y hombre, persona divina y naturaleza hu-mana, acción divina que salva al hombre y hom-bre salvado por la acción divina. A estos dos as-pectos de Cristo se llega por caminos distintos que corresponden a dos dimensiones de la histo-ria. En su realidad humana, Cristo se inscribe en el mundo de la historia ordinaria al cual nos da acceso el método histórico. En su realidad divi-na, Cristo pertenece a la Historia Sagrada a la que sólo se puede llegar por la Revelación. Así que los acontecimientos de la vida de Cristo tie-nen una doble dimensión: divina y humana.
Así sucede con la resurrección. Ya vimos que la historia llegaba a un dato cierto: el Sepulcro vacío.
La parte divina goza de la presencia de la Re-velación. Por una parte los Ángeles en el santo Sepulcro anunciando la Resurrección de Jesús. Por otra el mismo Jesús ante los discípulos de Emaús en la tarde de Pascua.
La Revelación de cara a la Resurrección está confi rmada por los cuatro Evangelios.
Lo esencial aquí es la afi rmación de la Resu-rrección de Jesucristo, el Señor: Anastasis.
La fe en la Resurrección está fundada en pri-mer lugar, en la Palabra de Dios. Esta Palabra fue dirigida a las mujeres. Lo mismo sucede con la Encarnación donde la Palabra de Dios reveló a José que “lo concebido en Ella es obra del Espí-ritu Santo”.
La Resurrección había sido anunciada por el mismo Jesús. Sobre esta afi rmación se vuelve una y otra vez en los Evangelios. Esto señala clara-
mente que la Resurrección aparece como el obje-to mismo de la acción divina inaugurada por la Encarnación.
LOS ÁNGELES
Es preciso ahora recurrir a los intermediarios por los que se dio la Revelación de la Resurrec-ción del Señor: los Ángeles. Estamos ante un dato común a los cuatro Evangelios. Cada Evan-gelista los presenta de una manera un poco dis-tinta. Marcos nos habla de un joven sentado a la derecha vestido con una túnica blanca (Mc 16, 5). Lucas habla de sus hombres que aparecieron vestidos con ropas deslumbrantes (Lc 24, 4), pero más tarde habla de Ángeles. Mateo dice que un Ángel del Señor bajó del cielo, se acercó, rodó la piedra del Sepulcro y se sentó en ella. Su as-pecto era como un relámpago y su vestido blan-co como la nieve (Mt 28, 2-3). Finalmente Juan habla de dos Ángeles con vestiduras blancas sen-tados, uno a la cabecera y otro a los pies (Jn 20, 12).
Todos coinciden de un modo impresionante en la afi rmación fundamental de una aparición de Ángeles.
La misión de los Ángeles es anunciar la Resu-rrección.
LAS APARICIONES
La parte de la vida de Jesús que constituye los cuarenta días en los que, después de su resurrec-ción, se manifi esta “durante muchos días” (Act 13, 31), plantea un problema especial distinto del de los relatos del Evangelio de la Infancia y de la Vida Pública. No puede pues sorprender-nos el lugar extraordinario que ocupa en los cua-tro Evangelios. Más aún: aparece como uno de los elementos esenciales del Kerygma.
San Pablo, resumiendo la tradición que recibió de los Apóstoles y que transmite a su vez, mencio-na, después de la Pasión y Muerte, del Entierro y
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Icono de Emaús. Convento carmelita de Jerusalén.
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de la Resurrección, una serie de Apariciones. Éstas forman par-te, por tanto, de lo que los Após-toles testimoniaron al día si-guiente de Pentecostés. Su certi-dumbre acerca de la Resurrec-ción se funda en esta familiari-dad que tuvieron con Cristo re-sucitado, no como una experien-cia subjetiva, sino como una comprobación de hecho.
Los cuatro Evangelistas co-nocen apariciones a las mujeres ignoradas por Pablo. Inversa-mente, éste menciona varias apariciones desconocidas por los Evangelistas. Estos datos no se oponen unos a otros, sino que, por el contrario, nos dan la impresión de una especie de presencia continua de Cristo resucitado entre los suyos.
Si seguimos el orden crono-lógico, la primera aparición de Jesús es aquella en que se mani-fi esta a las mujeres. Pero ya aquí notamos diferencias. Mateo ha-bla de una aparición a María Magdalena y a María, madre de Santiago (Mt 28, 9-10). Ya vimos que éstas se encontraban respectivamente a la cabeza de los dos grupos de mujeres de que se trata en la vida de Jesús. Juan habla larga-mente de la aparición a María Magdalena sola.
Un segundo grupo está formado por las apa-riciones a los Apóstoles. Éstas son las más impor-tantes. Porque el testimonio de la fe estribará precisamente en el testimonio de los Apóstoles. Es lo que Pedro proclama desde el día de Pente-costés (Act 2, 32): “Nosotros somos testigos”.
Pablo menciona de manera general que Cristo se apareció a los Once. Lucas habla de la apari-ción en Emaús y también la noche de Pascua en Jerusalén. Juan relata también esta aparición y la del domingo siguiente (Jn 20, 19-29). Mateo nos ofrece apariciones en Galilea.
Aparte de las apariciones colectivas, volvemos a encontrar otras particulares a los Apóstoles.
Resurrección. Juan de Juanes. Parroquia Natividad de Nuestra Señora, La Font de la Figuera.
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En primer lugar hay una a Pedro, que solamente es mencionada por Pablo (1Cor 15, 5) y también Lucas lo cuenta. Juan habla de una manifesta-ción a Pedro en Galilea a la orilla del Lago. Este texto de Juan pone de relieve el papel del Prima-
do de Pedro. También resalta la aparición a los ocho días y dirigi-da casi especialmente a Tomás, el mellizo.
Luego nos encon-tramos apariciones a los “hermanos”, a los “discípulos”, de una manera general, a los que habían seguido a Jesús en su vida públi-ca. A Santiago en par-ticular, primo de Jesús y primer obispo de Je-rusalén. A todos los Apóstoles.
La fi nalidad de las Apariciones es muy clara: mostrar la reali-dad de la Resurrección de Cristo: ¡está vivo!
Sólo nos queda res-ponder a esta pregun-ta:
¿Por qué las dife-rencias que encontra-mos entre los diversos relatos dados de este periodo de la vida de Jesús que comprende desde la Resurrección hasta la Ascensión?
Está claro que pro-vienen de que cada Evangelista, entre toda
la riqueza de testimonios que conocen recogen lo que corresponde más al fi n propio que se propo-ne cada uno.
Pero todos reafi rman el dato histórico: ¡Cris-to, el Señor, ha resucitado!
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Cristo resucitado. Miguel Ángel. Iglesia Santa María Sopra Minerva, Roma.
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Los distintos equipos encargados de la restau-ración de la Colegiata de Santa María se encuen-tran en la fase fi nal de las tareas encomendadas por la Luz de las Imágenes.
En estos últimos meses los distintos trabajos se han centrado básicamente en los acabados fi -nales como es el caso de la portada Este, en la que se ha realizado el estucado con el mismo co-lor que aparecía en las distintas catas realizadas. En el interior de esta puerta se ha construido un cortaviento donde se situarán las puertas anti-guas. En cuanto a las fachadas de los contrafuer-tes de la girola se han limpiado, eliminando la costra de contaminación que existía y se han consolidado e hidrofugado. Se ha procedido al retejado de toda la cubierta y al refuerzo de la chimenea del archivo que se encontraba muy de-gradada.
En la Fachada Norte se ha procedido a la lim-pieza general de la piedra y al retejado de todas las cubiertas, eliminando mucha vegetación que se encontraba muy adherida a las distintas partes de la fachada. Se han completado las dos últimas gárgolas de los contrafuertes de forma que evite una proyección del agua de lluvia directa sobre la fábrica de piedra. También se han restaurado las
vidrieras de todos los tramos y se han colocado placas de alabastro en las ventanas recayentes a la Nave Central.
En la Fachada Oeste se han limpiado los res-tos de contaminación y se han reconstruido el arranque del segundo campanario con la puerta de acceso. En el campanario los trabajos más la-boriosos se han centrado en la Veleta, para de-volverle el giro completo, mejorar el deslizamien-to y pasivar las distintas zonas metálicas. En el interior de la escalera del campanario se ha cam-biado la instalación eléctrica y se ha mejorado el pavimento del cuerpo de campanas. También se han cambiado los vidrios de las esferas del reloj que se encontraban rotos y se ha procedido al repintado de los números.
En el Interior de la Basílica han sido muchos y diversos los trabajos realizados, siendo la lim-pieza y patinado los que han llevado más tiempo. Se ha instalado una nueva iluminación que nos permita apreciar el nivel arquitectónico y se han centralizado las distintas instalaciones para opti-mizar el paso de instalaciones. En la primera ca-pilla se ha mejorado el acceso a la tienda y se han construido una zona de almacenes y aseos para uso público. En la zona del altar se ha marcado
La restauración de la Colegiata fi naliza
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Antes y después de los trabajos de restauración de la portada Este (to-davía pendientes de fi nalizar).
un fingido que reproduce las trazas de las ventanas que co-municaban con la girola y que fueron eliminadas. El pavimen-to de mármol se ha cambiado en aquellas zonas que presenta-ba defi ciencias o difi cultad para el tránsito y se han documenta-do las criptas y restos arqueoló-gicos que han ido apareciendo.
En el exterior se están lle-vando a cabo los trabajos de encintado con una acera que permita el paso de todos los peatones y separe al monumen-to de la calzada impidiendo el aparcamiento contra los muros y escaleras.
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Refuerzo de la chimenea del ar-chivo y retejado de la zona de las cubiertas.
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Retejado de las cubiertas y cambio de la piedra de las basas de las peanas.
Revestimiento con mortero de cal de las paredes del tambor de la cúpu-la.
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Instalación de la iluminación ar-quitectónica y de las instalaciones de megafonía.
Reposición del pav imen to en aquellas zonas de-gradadas.
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Acceso a la tienda y a la zona de aseos públicos.
Pasillo de comunicación de zona de los aseos.
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Detalle de los fi ngidos de las trazas realiza-das en las ventanas del altar con la girola.
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Detalle de las ventanas de la nave central con el alabastro y las nuevas gárgolas de eva-cuación de agua.
Mejora de los peldaños en la puerta norte.
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Cáritas
Bonita frase... ¡y menudo compromiso!Compromiso que quisimos contraer en el
transcurso del año 2006 desde Cáritas La Seo plasmando con obras concretas, todo el espíritu que nos impulsó durante el año.
Con motivo de la planifi cación de las Cam-pañas nos dimos cuenta la función importante que ocupa “el otro” en nuestras vidas, sin el otro no tendríamos razón de existir como Institución y con este punto de inicio planteamos nuestras Campañas de fi n de año. Tuvimos que refl exio-nar sobre quién era “el otro” para nosotros y lle-gamos a la conclusión que “el otro” es todo, por-que a través de él se da amor, Dios también se hizo otro.
Pero este pensamiento no tendría sentido si no creyéramos que la relación con el otro genera responsabilidad. Situarnos ante el otro, ante su rostro concreto, sus manos abiertas, nos coloca en la situación de tener que responder, y eso mis-mo signifi ca la palabra responsabilidad, dar un “responsum”, una respuesta.
Surgió así otro tema que debíamos defi nir, qué darle al otro y desde qué lugar.
Frente nuestro teníamos gente de la tercera edad, discapacitados psíquicos de diferentes eda-des, familias de inmigrantes, niños de familias carenciadas. Parte de nuestra responsabilidad
consistió en conocer a cada una de las personas, su realidad y sus necesidades, generándonos un compromiso personal. Tenían rostro, nombre; cada regalo que entregásemos debía ser pensado para la persona que lo recibiera y, contrariamente a lo que uno piensa, termina recibiendo más, el que da, ¿curioso, verdad? Y no pudimos evitar que resuenen en nuestra mente frases contun-dentes de nuestro legado cristiano: “Haz justicia al huérfano y a la viuda”, “Amad también al ex-tranjero pues fuisteis también extranjero en Egipto”, traducidos a nuestro tiempo serían valo-res sumados de hospitalidad, de acogida incondi-cional del otro como otro.
El otro posee una función muy importante, nos permite crear “el nosotros” que genera el espa-cio de la CONVIVENCIA y la COMUNIÓN tan necesarios en esta época.
• CAMPAÑA DE ALIMENTOSNos hemos sentado con los voluntarios de
ACOGIDA y del ECONOMATO a hablar sobre cada una de las familias en particular, porque uno de los objetivos más importantes, en cuanto a de-fi nición de las campañas, era el de dar como cris-tianos, no como un mero acto sino con plena con-ciencia y conocimiento sobre cada una de las rea-lidades de estas familias. Hemos compartido un
HAZ DEL EXTRAÑO UN PRÓXIMO… Y DEL PRÓXIMO UN HERMANO
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piscolabis al que asistieron numerosos voluntarios de Cáritas, así como las familias que recibirían los alimentos; hemos confraternizado y, por supuesto, ¡lo hemos pasado muy bien!
Hemos contado con la ayuda del Colegio Nuestra Señora de la Seo, socios, padres y profe-sores. Y una gran labor llevada a cabo por las Catequistas, a las cuales les estamos muy agrade-cidos; así como a las familias de Catequesis que nos han enviado alimentos.
¡Gracias a todos y esperamos seguir contando con su ayuda para el año próximo!
• CAMPAÑA DE REYES. LOS REYES MAGOS… AYER Y HOY
Siguiendo con los lineamientos de las Campa-ñas, rememoramos, como todos los años, a los tres sabios de Oriente que se pusieron en camino si-guiendo una Estrella, para adorar al Hijo de Dios. Llevamos a cabo esta Campaña de Reyes pensan-do en esa Estrella, que produjo ayer, como produ-ce hoy, sentimientos de alegría y de integración y con la fi rme convicción que habrá siempre una Estrella en el camino de quien busca, de quien se arriesga a seguirla y donde lo más importante sea buscar con la mente abierta a las señales, como lo hicieron estas Majestades, sin tener en cuenta raza, color, capacidad psíquica, edad. Y con ese espíritu hemos llevado a los Reyes Magos y pajes a la resi-dencia de Discapacitados Psíquicos de La Caixa Ontinyent; 40 personas han recibido regalos de manos de los reyes, fuimos esperados con mucha expectativa porque la mayoría de ellos era la pri-mera vez que recibía la visita de sus Majestades.
La entrega de regalos fue muy emotiva, las muestras de cariño y alegría fueron explosivas, sobre todo al sentirse llamados por sus nombres y al recibir como presentes regalos pensados para cada uno de ellos en particular, especiales para su grado de discapacidad. También hemos entre-gado juegos de mesa y juegos didácticos.
Antes de marcharnos fuimos homenajeados con villancicos que nos cantaron todos a coro, ¡una experiencia inolvidable!
En este caso “el otro” era diferente…Estuvimos festejando reyes con los abuelos del
Hogar San José, regido por la hermana Sor Reme-dios. Los Pajes de los Reyes han obsequiado radios para cada uno de ellos y muchos juegos de mesa que fueron recibidos con gran alegría, sobre todo porque podrían escuchar el Rosario todos los días.
Nos hemos reunido con los padres de familias a los que ayudamos todo el año desde Cáritas, para saber qué regalos habían pedido sus hijos a los Re-yes. En el caso de familias de inmigrantes tuvimos que explicarles en qué consistía el festejo para no-sotros como cristianos. A todos ellos les entregamos los regalos para que los Reyes llegaran a sus casas, como es tradición en todos los hogares españoles.
• CONCURSOTambién queremos agradecer a los niños que
han presentado sus dibujos y cuentos para el concurso que todos los años organizamos, este año bajo el lema “JESÚS NACE PARA TO-DOS”. Hemos tenido en cuenta no sólo la cali-dad de los dibujos sino también la representación de lo que este lema signifi caba para ellos y el re-sultado nos ha sorprendido gratamente.
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C O N C E S I O N A R I O
Los ganadores en las diferentes categorías de Dibujo han sido:
• 6-7 años1º Premio: Nicolás García Chamón Segarra2º Premio: Dein Natural Campos3º Premio: Carla Escribano Sinisterra
• 8-9 años1º Premio: Raquel Sarrión Requena2º Premio: María del Carmen Montel Mira3º Premio: Alexia Úbeda Martínez
• 10-11 años1º Premio: Pablo García Chamóm Segarra2º Premio: Natalia3º Premio: Esther Sanchís Vallín
• 12 años en adelante1 Premio: Eva Vidal Martí
Ganadora del Concurso de Cuentos: Eva Vidal Martí
Los premios fueron entregados luego de la Misa de Reyes.
Contamos con la presencia del Señor Abad y de los numerosos padres, abuelos y amigos de los niños galardonados. ¡A todos ellos muchas gra-cias por hacer que este concurso sea un éxito y felicitaciones a padres y niños!
Hemos terminado las Campañas con mucha ale-gría y entusiasmo y pensando en el trabajo que nos espera para el año que se inicia. Seguiremos refl exio-nando sobre “el cómo” y “el por qué” de cada una de las Campañas que llevaremos a cabo; esto nos ayudará a tener un mayor grado de conciencia de lo que signifi ca ser Cristianos en los tiempos que nos tocan vivir. Desde Cáritas hemos trabajado incansa-blemente, conociendo a cada una de las personas y niños que iban a formar parte de las Campañas, eli-
giendo regalos, hablando sobre la situación personal de cada una de ellas en largas reuniones, recibiendo comida, clasifi cándola, armando las cajas de alimen-tos, envolviendo regalos, preparando los premios del concurso de cuentos y dibujos, hablando con los pa-dres de los niños ganadores, etc. Todos los equipos hemos trabajado unidos: la dirección, ropero, econo-mato, acogida, animación.
Queremos agradecer profundamente a toda la gente de la comunidad que nos ha prestado su apoyo incondicional, las Catequistas, los padres de catequesis, las Dominicas y profesores del Co-legio Nuestra Señora de La Seo.
Esperamos contar con ellos para el año si-guiente.
¡¡Todos nosotros damos gracias a Dios por ha-bernos llamado a construir un mundo mejor!!
Y A MODO DE REFLEXIÓN FINAL:Demos gracias a Dios por habernos llamado a
trabajar en favor de construir un mundo mejor, Más justo,
Más verdadero,Más fraternal,
Porque somos Cristianos para servir,Para ayudar,
Para anunciar el Evangelio.
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