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Historia de Matamoros 16

Capítulo 2 Antecedentes Históricos

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ANTECEDENTES HISTORICOS

Para hablar de lo que hoy es Ciudad de Matamoros, Tamaulipas, (incluyendo el Municipio) debemos remontarnos al año de 1686, cuando el 12 de julio hiciera su arribo a este lugar, el entonces famoso Capitán y explorador español D. Alonso de León, apodado “El Mozo”, quien llegara por primera vez a lo que más tarde fueran los Ejidos “La Gloria” y “El Moquetito” para, finalmente, sentar sus reales en las márgenes de un recodo del Río Bravo, donde se localiza actualmente el Ejido “Lucio Blanco”.

Debe mencionarse que el famoso Capitán de León, que poseía un audaz espíritu aventurero, al pisar por primera vez tierras del hoy Matamoros, procedía del Estado de Nuevo León, llamado en ese entonces Reino de León, y era acompañado por una nutrida comitiva de soldados y aventureros ávidos de descubrir lugares y rumbos nuevos.

Ninguno de los historiadores ha relatado con amplitud la vida que tuvieron Don Alonso y sus acompañantes durante su permanencia en estas tierras y lo más que se ha logrado averiguar fue que, habiendo encontrado que el Río Bravo del Norte era navegable en todo tiempo, don Alonso realizó correos a la Nueva España comunicando sus descubrimientos y relatando la necesidad de crear un Puerto Marítimo que revestiría sin igual importancia y que permitiría comunicaciones cómodas y más rápidas.

Debe aclararse que para 1749, se habían establecido en las márgenes de la derecha del Río Bravo del Norte unas pequeñas rancherías donde ganaderos de Reynosa y de Camargo enviaban sus ganados para utilizar los pastizales que había, aprovechando además el agua de los esteros.

Sin embargo fue hasta 1774 cuando trece colonos neoloneses, vecinos de Reynosa y Camargo, decidieron comprar 113 sitios de ganado mayor para fundar un pequeño poblado, siendo jefaturados por el Capitán Don Ignacio Anastacio de Ayala (padre de don Calixto Ayala) quien estuvo de acuerdo en ceder parte de sus tierras de pastoreo para que en ellas se levantaran las construcciones de lo que sería el poblado, al que pusieron el nombre de “San Juan de los Esteros Hermosos”.

Dada la cercanía del poblado con el vecino País del Norte, de quien dividía solo el Río Bravo, los habitantes de San Juan de los Esteros Hermosos se veían constantemente atacados en sus vías y haciendas por filibusteros rapaces, teniendo también que defenderse de los indios salvajes que infestaban la región y que eran atraídos por la ganadería que robaban para alimento y vestido.

Pero los fundadores del poblado no solamente luchaban contra filibusteros y salvajes, sino que enfrentaban una lucha más tenaz contra la propia tierra, para lograr hacerla producir el sustento de sus familias.

Así llegó el año de 1793, cuando hicieron su arribo al poblado un grupo de misioneros del Colegio Apostólico de Zacatecas, quienes convencieron a los vecinos de que el nombre de aquel pueblo debía ser cambiado por el de “Congregación de Nuestra Señora del Refugio de los Esteros” por ser éste, cristiano.

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José Raúl Canseco Botello 17


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Sin lugar a dudas que los misioneros del Colegio Apostólico de Zacatecas durante su permanencia en la flamante Congregación, se dedicaron a cuidar, no solamente de sus tareas espirituales sino de enseñar las primeras letras a los infantes nacidos en ese lugar.

Para 1796, o sea tres años después, aún permanecían los misioneros en la Congregación, de acuerdo con los escritos que enviaban a su Colegio en Zacatecas.

Otra de las reformas que deben atribuírse a los misioneros, fué la forma de gobierno de la Congregación, dado que por primera vez fue electo como Alcalde Don Ignacio Anastacio de Ayala quien fungió en ese cargo los años de 1797 a 1799, habiendo entregado en 1800 el puesto de Alcalde a Don Cayetano Girón, un vecino prominente de ese lugar.

A partir de entonces, se acordó que cada año se designara un nuevo Alcalde, así como que se cambiaran los miembros del Ayuntamiento de esa Congregación y de esta suerte, ocuparon cronológicamente el cargo los siguientes vecinos:

En 1801 D. José Goseascorchea; en 1802, el Cura Párroco D. Juan José Ballí; en 1803, D. Vicente López Herrera; en 1804, D. José Ma. Ballí; de 1805 a 1807, D. Vicente López Herrera.

Precisamente siendo alcalde D. Vicente López Herrera, en el año de 1805 fue creado en la entonces Congregación de Nuestra Señora del Refugio de los Esteros, el Juzgado Mixto de Primera Instanc ia que, en esa fecha, era el tercero que se creaba en el Estado de Tamaulipas.

Sin embargo se tiene conocimiento, según los viejos archivos que se conservan hasta la fecha en la Capital del Estado, que la primera causa instaurada en ese Juzgado y que corresponde al orden de lo criminal, fue en contra del indio Ignacio Garza que, en 1805 fue acusado del delito de injurias. Este hombre debe haber sido un poco revoltoso porque la segunda causa criminal que recibió dicho Juzgado, fue contra él mismo por los delitos de escándalo. Posteriormente, en el año de 1822, se registró la primer causa criminal en contra de un americano de apellido Michell, por el delito de homicidio.

Entre los delitos más comunes que resaltan a la vista en los archivos de ese Juzgado Mixto de Primera Instancia sobresalen como hoy en día, las riñas, homicidios, adulterios, robos e injurias, por lo que se deduce que en el ramo de la justicia, la cosa no ha cambiado mucho a través de los años.

En ese Juzgado se encuentran también gran cantidad de expedientes del orden civil, la mayor parte relativas a cuestiones sobre la propiedad como ocurre en la actualidad. Como cosa curiosa debe hacerse notar que una gran parte de los nombres de las gentes que aparecen en esas causas eran extranjeros y entre ellos, los apellidos más comunes eran de origen francés, lo que da una idea de la cantidad de personas que vinieron de Louissiana a este lugar.

En una reseña que un señor apellidado Landreu hizo en el año de 1811, se mencionan como los enseres característicos de los alcaldes de justicia, los antiguos relojes de arena, los tinteros de formas hiperbólicas que daban respetabilidad al recinto judicial,

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así como las antiguas armas que se convertían en cuerpos del delito y que figuraron dentro de los procesos, tales como navajas sevillanas, arcaicos trabucos y espadas cuyo uso era muy común entre la población civil.

Resulta interesante observar que en el Juzgado de Primera Instancia de Matamoros se conservaba hasta 1948 uno de los archivos más antiguos del Estado de Tamaulipas, riqueza que se derrama por igual en los planos histórico, político y social y aún sobre cuestiones relativas a la propiedad.

Cabe hacer notar que, por lo que hace el aspecto social, quizás el más entrañable y respetable para todos los habitantes de esta Congregación, es que se conservan expedientes de testamentaría e intestamentaría de casi todas las familias avecindadas en el lugar y de sus folios respetables puede deducirse el entroncamiento y parentesco de las gentes y, como es lógico pensar, puede reconstruírse el árbol genealógico de todas ellas; la forma como llegó a sus manos la propiedad, desde los inicios de la población en que el Alcalde repartía los solares, hasta la historia de compras, permutas, etc. de predios urbanos y rústicos. En este especto, puede asegurarse que capítulos enteros sobre la propiedad de la Congregación podrían hacerse fácilmente.

A través de esos folios podemos darnos cuenta de como fueron las posesiones, las primitivas reparticiones ordenadas por el alcalde del valle dependiendo de las autoridades virreinales, puesto que en los casos judiciales se dan a conocer las formalidades con que actuaban los escribanos de la época al entregar las tierras y aguas, entre las gentes que después venían a alojarse en las viejas casonas construídas de ladrillos amarillentos con sus amplios corredores en aquel San Juan de los Esteros Hermosos donde vieron transcurrir sus vidas muchos abuelos en medio del romántico ambiente del Siglo XIX.

Muchas de esas personas actuaron rigiendo los destinos de la Congregación y figuraron prominentemente en su tiempo, constituyendo el primitivo antecedente de lo que actualmente es Matamoros.

Igualmente en los expedientes del Juzgado Mixto a primera vista se antoja que hay dos personajes en la historia de los que es hoy Matamoros.

Son dos perfiles que deben estudiarse: el uno, es extranjero pero ligado al destino de la Congregación y el otro, un mexicano que transitoriamente residió en este lugar.

Del primero, el ilustre caballero apellidado Brown, era un oficial segundón del General Zacarías Taylor al mando de las fuerzas que invadieron a México durante la guerra con Estados Unidos y que cuando dicho general avanzó hasta La Angostura, Brown se quedó al frente de una fracción de soldados americanos en el Fuerte bajo su mando. Este hombre, probablemente rudo pero dinámico, organizó la vida civil en forma tal que los viajantes de comercio visitaban el fuerte y negociaban ampliamente con los habitantes del lugar.

Este personaje debe ser querido porque fue el fundador de Brownsville, ya que su apellido Brown se le agregó, por la fuerza de la costumbre, primeramente la “s” del

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posesivo y posteriormente la designación del “ville”, palabra de origen galo aplicada al nombre de muchas ciudades americanas.

El otro personaje que encontramos en los honorables documentos del Juzgado, es al ilustre potosino Don Mariano Arista, General de División y después, Presidente de la República.

Recordamos su heroica defensa de Matamoros, su repliegue después de haber sido vencido por los americanos.

En 1808 fungió como Alcalde D. José Antonio Guerra; en 1809, D. José de Jesús Solís, de quienes no se conocen hechos dignos de relatar; en 1810, D. Matías Morales; en 1811, nuevamente D. José de Jesús Solís que repitió en 812; en 1813, D. José Marcelino Longoria y en 1814, D. Felipe Roque de la Portilla, en cuya administración se fundó la escuela de primeras letras.

Debe aclararse que pese a que la Nueva España estaba viviendo la lucha de Independencia iniciada en Dolores Hidalgo el 15 de septiembre de 1810 por el Cura D. Miguel Hidalgo y Costilla y proseguida más tarde, por el también Cura D. José Ma. Morelos y Pavón y que con cierta frecuencia llegaban noticias de todos y cada uno de los acontecimientos registrados, la Congregación continuaba siendo fiel a la Corona Española.

De los años de 1815 a 1820, ocuparon la alcaldía de la Congregación los señores: D. José Ma. de la Garza; D. José Domingo de la Garza; D. Matías Morales; D. Ramón García; D. José Ma. Girón y D. Juan José de Chapa.

Precisamente fungía como alcalde D. Juan José de Chapa cuando el 9 de noviembre de 1820, se recibió un correo especial que traía Reales Ordenes expedidas por la Corona Española, en las que se autorizaba la apertura del Puerto del Refugio en la desembocadura del Río Bravo del Norte.

Otro acontecimiento especial de ese año, fue el hecho de que por encargo del alcalde, el Cura D. José Juan Nicolás Ballí procedió al levantamiento de un censo general que arrojó los siguientes datos:

La Congregación tenía 2320 habitantes, de los cuales 1489 eran españoles 52 indios, 33 mestizos y 746 castas.

Hasta el año de 1821 la Congregación permanecía fiel a España pero ese mismo año, el alcalde D. Pedro José García recibió un correo especial en el que se le ordenaba que realizara la ceremonia solemne de Jura de la Independencia conforme a lo acordado en el “Plan de Iguala”, acto que fue cumplido el 22 de noviembre de ese año, en una ceremonia especial a la que asistieron todas las familias que integraban la Congregación.

Al año siguiente, siendo alcalde D. Domingo de la Garza, dió lectura al bando Solemne de la Congregación de D. Agustín de Iturbide como Emperador de México, jurando el Ayuntamiento fidelidad y obediencia al nuevo gobernante.

Para el mes de diciembre de 1823 se efectuaron las elecciones del Ayuntamiento resultando electo como alcalde D. Andrés Saldaña, quien tomó posesión de su cargo el día primero de Enero de 1824 y quien posteriormente, el 23 de ese mismo mes, recibía por

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correo especial una orden del Emperador Iturbide para que “procediera a la reapertura del Puerto del Refugio, por ser indispensable para una mejor comunicación y un mejor comercio”.

En ese mismo año, el Ayuntamiento procedió a levantar el plano de la Congregación del Refugio, primero que se hacía, ya que el segundo plano sería levantado entre los años de 1873 a 1874, según consta en la obra “Historia, Geografía y Estadística del Estado de Tamaulipas”.

Para 1825, estando como alcalde D. Juan Bautista García, se inició una colecta popular para la edificación de una iglesia católica pero aún cuando se reunieron diversas cantidades, la obra material tuvo que iniciarse siendo jefe de la comuna D. José Ma. Girón en cuyo período, en el mes de marzo, se inició la construcción de la parroquia católica de Nuestra Señora del Refugio, situada al oriente de la Plaza Principal misma que sería terminada hasta el mes de julio del año 1831, conforme se verá más adelante.

Debe mencionarse por lo tanto que la construcción material de lo que es hoy la Catedral de Nuestra Señora del Refugio se inició en 1825 y tuvo una duración de seis años,

considerándose que le llevó mas tiempo porque toda la obra se hizo mediante colecta pública de los habitantes de la Congregación.

Las propias autoridades colaboraron en lo económico para la construcción de este templo católico.

En noviembre de 1825, la Aduana Marítima del Refugio daba cuenta al Secretario Universal de Hacienda, de la forma exacta como se cobraban los derechos, afirmando que para los efectos de importación se fijaba una tasa del 25%, aclarándose que dicha importación era marítima, y un 35% sobre el valor de los vinos, así como un 40% sobre el aguardiente de uva, en virtud de una orden circulada en las Aduanas Marítimas en el año de 1822.

Se comunicaba así mismo que en los efectos de internación se exigía un 15% con el aumento de la cuarta sobre su valor, según lo establecido en el Decreto del día 4 de agosto de 1824 el Supremo Congreso General Constituyente, añadiendo a este cobro el 2% de avería, con arreglo a una orden del Supremo Gobierno, girada el 4 de noviembre de 1824 así Iglesia Catedral de Nuestra Señora

del Refugio en el año de 1832, uno después de terminada su construcción.

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como a los de importación marítima se les añadía el 11.5% por cuenta del enunciado Supremo Congreso de 2 de febrero de ese año.

Se explicaba también que el derecho de anclaje que era de 20 reales por cada

tonelada, estaba cumpliéndose en Puerto del Refugio y que en los efectos de importación se exigía a los comerciantes una obligación de entrenar sus respectivos derechos en los 90 días que les franquea la Ley del Artículo 29, capítulo 5o. del susodicho Reglamento y que la internación se ha acostumbrado en el Refugio por un juicio prudente del Administrador, al conceder el plazo de 40 días por la falta de concurrencia de consumidores a aquel suelo, en cuya virtud los mismos comerciantes se ven en la dura precisión de internar personalmente sus efectos. Dios y Libertad. 4 de noviembre de 1825. Joaquín Quijano Rúbrica.

El 28 de enero de 1826, siendo Gobernador del Estado D. Lucas Fernández, el Tercer Congreso de la Entidad emitió el Decreto No. 12 en el cual se designaba a la Congregación del Refugio con el nombre del insigne Insurgente Don Mariano

Aduana Fronteriza de Matamoros como aparecía en 1908. En el año de 1825, todavía era Aduana Marítima y Fronteriza del Refugio.

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Matamoros Guridi; Decreto que iba firmado por Don José Miguel de la Garza García, Diputado Presidente; Juan Nepomuceno de la Barrera, Diputado Secretario; Lucas Fernández, Gobernador y José Rafael Benavides, Secretario.

El Decreto fué enviado a D. José María Villarreal, Alcalde de Matamoros.

Los años de 1827 y 28, ocuparon la Alcaldía: D. Andrés Saldaña y D. Matías García, respectivamente, quienes continuaron cooperando para la construcción de la Iglesia Católica.

Ese mismo año de 1828 D. Matías García Alcalde de Matamoros, recibió un Oficio firmado por el Presidente D. Guadalupe Victoria, en el cual se le daba a conocer el siguiente Decreto:

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Aspecto del interior de la Catedral en el año 1904. Aún no existía la electricidad, por lo que cuelgan candelabros para la

Dos fotos nocturnas. Así se vió la Iglesia Catedral de Nuestra Señora del Refugio, iluminada para los Festejos del Centenario de Fundación de Matamoros del 27 al 31 de enero de 1926.

iluminación. del templo.

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“El Excelentísimo Señor Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, se ha servido dirigirme el Decreto que sigue: El Presidente de los Estados Unidos Mexicanos a los habitantes de la República, sabed: se establecerá un Correo que saliendo del Refugio para Pueblo Viejo y tocando en Soto la Marina, conduzca semanariamente la correspondencia a esta Capital”. Firmado Carlos García, Presidente de la Cámara de Diputados; Tomás Vargas, Presidente del Senado; Vicente Guido Guido, Diputado Secretario; José Antonio Quintero, Senador Secretario. Por tanto, mando se imprima, publique, circule y se le de el debido cumplimiento. Palacio del Gobierno Federal en México, a 22 de mayo de 1828. Guadalupe Victoria. Rúbrica.

El 7 de marzo de 1829, arribó a esta población el sabio Insurgente General Don Manuel de Mier y Terán, acompañandolo en su comitiva, entre otros muchos, el Coronel Constantino de Tárnava, que posteriormente en el año de 1844, instalara uno de los primeros despepitadores de algodón en la región. Igualmente acompañaba al Insurgente, el sabio naturalista D. Juan Ruiz Berlandier, siendo todos ellos recibidos ese 7 de marzo por la población de la flamante Villa de Matamoros, encabezada por su Alcalde D. Domingo de la Garza. El General Mier y Terán, estuvo en Matamoros cerca de 5 meses y posteriormente salió a Tampico, a donde arribó el 15 de agosto de ese mismo año para combatir al lado del General Santa Anna a la expedición invasora del General Isidro Barradas. El año de 1830, resultó electo para Alcalde D. Manuel Galán, quien a causa de una enfermedad, tuvo que pedir ser

relevado de ese cargo antes de que finalizara su período, siendo sustituído por D. José Ma. Villarreal Farías, quien terminó los meses que aún faltaban a su antecesor, siendo después electo para el siguiente año de 1831. Para entonces Matamoros había registrado un aumento notable de población y su comercio también se había incrementado, tanto con el extranjero como con los Estados de Nuevo León, Coahuila y San Luis Potosí.

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El 1o. de Enero de 1832, fue fundado un panteón que quedaba ubicado al poniente de la ciudad en lo que hoy son las calles de Independencia 13 y 14, y que pasado el tiempo ha sido conocido como Panteón Viejo. Entre los distinguidos personajes que recibieron una cobija de tierra dentro de los límites materiales de ese panteón, se encuentran: D. Servando T. Canales; D. Manuel

Junco de la Vega (padre del ilustre escritor Celedonio Junco de la Vega); Josefina Menchaca; el Maestro y Poeta, D. José Arrese; el Lic. Cristóbal Montiel, que fuera el Primer Cónsul de Cuba en Matamoros; Ricardo Everett, irlandés que recorrió los mares actuando como pirata; Eduardo Seuzenen, de origen francés quien construyera el Mercado Juárez; D. Leocadio Muñoz, cuyo monumento, piedra por piedra, fue traído de Europa a través de Puerto Bagdad; Profra. Esther González Salinas, fundadora del Colegio México; Don Juan Mainero (padre del Lic. Crispín Mainero), y otros muchos más como la familia

Panteón Viejo de Matamoros, ubicado al poniente de la ciudad y las calles Independencia y Victoria entre la 13 y 14.

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Tumba de Don Leocadio Muñoz que fué construída con piedras traídas de Europa.

Tumba del Maestro y poeta José Arrese, fallecido en 1917.

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Tumba de Don Amado Gómez. Réplica de la tumba de Napoleón Bonaparte.

Tumba del Ingeniero Leopoldo Palacios en 1868.

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De la Garza Falcón y García a quienes el Rey de España les concedió la posesión de lo que hoy es el Condado de Cameron Texas y que se apropió el Gobierno Norteamericano. Entre las tumbas que existen, hay una que es réplica exacta de la del “Gran Corzo” Napoleón Bonaparte. Debe hacerse constar que en el año de 1833 se desató en Matamoros una terrible epidemia de Cólera Morbus que, posiblemente, algún extranjero trajo a esta ciudad, enfermedad ésta que enlutó a cientos de hogares matamorenses, muchos de cuyos finados recibieron cristiana sepultura en este Panteón que solo es visitado por la mayor parte de quienes tienen seres queridos en él, el día 2 de noviembre decada año. Sin embargo, el solo recorrer con la mirada cada una de las tumbas ahí construidas y los nombres de quienes ahí reposan, representa ya para el visitante, adentrarse en muchas páginas de la historia, algunas llenas de nobleza, de valor, de cultura, de arte y otras

Tumba de D. Manuel F. Fernández. Natural de Basina, Provincia de Santander, España. Data de 1866.

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solamente de sentimientos humanitarios, frutos todos ellos de ese espíritu que alienta y da vida al ser humano.

Y en este Panteón Viejo, encontramos desde la humilde lápida hasta el más adornado mausoleo.

Tumba de don Sinforiano de León García.

Tumba de la Familia Laurents, de abril de 1893.

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El día 29 de junio y sin que se disparara un solo tiro, tomó Matamoros el Coronel José Antonio Mejía secundando al General Santa Anna en una de sus innumerables cuarteladas. Pero ante la inminente llegada de las fuerzas mexicanas que se aprestaban a combatirlo, decidió huir de la ciudad, no sin antes haber saqueado el comercio de Matamoros de donde se calcula que se llevó más de 200 mil pesos.

En su huída, el Coronel Mejía se apoderó de los líderes texanos Esteban F. Austin y el Coronel Masson, que se encontraban en la ciudad y que fueron capturados por las fuerzas de Mejía.

A partir de ese año, el Ayuntamiento de D. José Ma. Girón, en Sesión Solemne, acordó que en las elecciones siguientes fueran electos dos Alcaldes que se dividirían las funciones, a quienes se les designaría por el orden de Alcalde Primero y Alcalde Segundo, y que en caso de que alguno de ellos tuviese algún impedimento para cumplir con su función, pudiera ser sustituído por el otro.

Por ello, a partir de 1833 fue electo como Alcalde Primero D. Espiridión de Soto; y Segundo, D. José Antonio Chapa.

Tocó a esas autoridades una tarea en verdad difícil porque, en ese año, como ya se dijo anteriormente, durante el mes de mayo se desató la terrible epidemia de Cólera Morbus que diezmó materialmente la población civil y militar al grado que los camposanteros no se daban abasto en abrir las tumbas necesarias para enterrar a las personas que caían víctimas del terrible mal.

Las autoridades militares tuvieron que cooperar con las civiles y poner a sus soldados a abrir fosas comunales para enterrar en ellas a las víctimas. Hubo familias enteras que perecieron a causa de la enfermedad para la que no había medicamento.

Año trágico para la Villa de Matamoros que llenó de luto y de dolor a la población y donde perecieron destacadas personas de la vida civil y militar.

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