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 Capítulo Uno: Territorios en construcción. La Puna jujeña en sus distintas representaciones Introducción El objetivo de este apartado es discutir y reflexionar respecto a las propuestas teóricas más adecuadas para comprender el espacio en el cual se despliegan, reproducen y transforman las relaciones sociales de los grupos domésticos y las economías mineras. Una de las discusiones teóricas del presente trabajo de investigación, lo constituyó la necesidad del recorte espacio- temporal para delimitar el estudio de caso, lo que significó una importante revisión debido a su amplitud, la diversidad de posturas teóricas- metodológicas, los distintos niveles de análisis y la necesidad de incorporar las percepciones y representaciones de los agentes sociales in volucrados. En el presente caso, se discuten las categorías espaciales de territorio y frontera y se propone analizar tres momentos espacio-temporales, como parte de una totalidad histórica(A. Benedetti), que sirvan como un instrumento que nos permitaindagar y problematizar respecto a los usos, apropiaciones y representaciones hegemónicas del espacio, pero además introducir las producciones y representaciones de los agentes locales. Como lo señalara D. Harvey (1990) no hay un sentido único y objetivo del tiempo y del espacio, sino que justamente son construcciones a través de prácticas y procesos materiales para reproducir la vida social de los distintos grupos humanos. Orientados por estos postulados abordamos distintos niveles de análisis: en primer lugar interesa deconstruirlas representaciones que se generaron de este territorio como espacio de paso en el circuito económico-minerocon centro en el Alto Perú y Potosí durante la época colonial y posteriormente su invención en el proceso de construcción del Estado nación; frente a estos usos y representaciones se irrumpe con la introducción de las percepciones y producciones del espacio de sus propios protagonistas: los actores locales.

Capitulo Territorio Actualziado Tres (2)

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Captulo Uno: Territorios en construccin

Captulo Uno: Territorios en construccin. La Puna jujea en sus distintas representaciones

IntroduccinEl objetivo de este apartado es discutir y reflexionar respecto a las propuestas tericas ms adecuadas para comprender el espacio en el cual se despliegan, reproducen y transforman las relaciones sociales de los grupos domsticos y las economas mineras.Una de las discusiones tericas del presente trabajo de investigacin, lo constituy la necesidad del recorte espacio- temporal para delimitar el estudio de caso, lo que signific una importante revisin debido a su amplitud, la diversidad de posturas tericas-metodolgicas, los distintos niveles de anlisis y la necesidad de incorporar las percepciones y representaciones de los agentes sociales involucrados.En el presente caso, se discuten las categoras espaciales de territorio y frontera y se propone analizar tres momentos espacio-temporales, como parte de una totalidad histrica(A. Benedetti), que sirvan como un instrumento que nos permitaindagar y problematizar respecto a los usos, apropiaciones y representaciones hegemnicas del espacio, pero adems introducir las producciones y representaciones de los agentes locales.Como lo sealara D. Harvey (1990) no hay un sentido nico y objetivo del tiempo y del espacio, sino que justamente son construcciones a travs de prcticas y procesos materiales para reproducir la vida social de los distintos grupos humanos. Orientados por estos postulados abordamos distintos niveles de anlisis: en primer lugar interesa deconstruirlas representaciones que se generaron de este territorio como espacio de paso en el circuito econmico-minerocon centro en el Alto Per y Potos durante la poca colonial y posteriormente su invencin en el proceso de construccin del Estado nacin; frente a estos usos y representaciones se irrumpe con la introduccin de las percepciones y producciones del espacio de sus propios protagonistas: los actores locales.

La objetividad del tiempo y del espacio est dada, en cada caso, por las prcticas materiales de la reproduccin social y, si tenemos en cuenta que stas ltimas varan geogrfica e histricamente, sabremos que el tiempo social y el espacio social estn construidos de manera diferencial. En suma, cada modo de produccin o formacin econmica particular encarnar un conjunto de prcticas y conceptos del tiempo y del espacio (D. Harvey, pp. 228)

Si bien se discutir respecto a la pertinencia o no del concepto de modo de produccin o formacin econmica social, lo que nos interesa es insistir en las distintas construcciones y percepciones diferenciales de este espacio, comprendiendo que l mismo es producido y disputado. Estas denominaciones y las entidades espaciales que designan, forman parte del proceso de construccin espacial estudiado y tanto su significado como su delimitacin se trasmutan a lo largo de ese proceso, as como tambin varan los sujetos-agentes que operan en su denominacin, delimitacin y/o control. Estas cambiantes formas de experimentar, percibir e imaginar el espacio varan en la medida en que estn ntimamente implicadas en el proceso de reproduccin y transformacin de las relaciones sociales, por ello la necesidad de describir esto procesos y sus usos, ya que la historia del cambio social esta capturada por la historia de las concepciones del espacio y del tiempo (D. Harvey pp 243).Estas propuestas se correlacionan con el enfoque conceptual y metodolgico propuesto, ya que remiten a la reflexividad y reinvencin de categoras durante el trabajo de campo y la importancia de los conocimientos y posicionamientos de los actores locales.

El Espacio como produccin social. Las ideas propuestas por H. Lefebvre respecto al espacio constituyen una referencia obligada para nuestro trabajo. Este autor problematiz sobre la construccin social del espacio en sus diferentes dimensiones, aportando material terico-metodolgico de alta importancia. Lefebvre postula que el espacio es a la vez real y mental, abierto a tres dimensiones: la prctica espacial, las representaciones del espacio y los espacios de representacin, dimensiones que se relacionan dialctica y conflictivamente y que nos servirn en el posterior anlisis de la problemtica. Con estas reflexiones afirma que el espacio se produce, el espacio no es algo vaco o simplemente fsico, sino que el espacio se recrea a partir de prcticas, acciones y representaciones (lo experimentado, lo percibido y lo imaginado) de los sujetos, que de esta manera le otorgan significado. Pero adems sostiene que el dominio sobre el espacio constituye una fuente fundamental y omnipresente del poder social sobre la vida cotidiana (en Harvey, poner pg).A la vez el espacio esthistorizado, en l se despliegan relaciones de produccin y reproduccin social, por ello est cargado de tensiones y conflictos. Las relaciones entre sujetos y espacios (mediante sus dimensiones) producen procesos productivos que se construyen y transforman, de tal manera que al evolucionar y cambiar producen nuevas formas de relaciones; espacio y tiempo se juntan en su construccin en un proceso productivo que lo refiere a la historia. Sin embargo este autor propone que no existe un solo espacio social, sino una multiplicidad de espacios sociales que se sobreponen y suponen segn jerarquas, por ello ninguno desaparece en el curso de crecimiento y desarrollo: lo mundial no elimina lo local (citado en Ramrez Velzquez, pp71). Segn la reinterpretacin de la investigadora Ramrez Velzquez, debido a la complejidad y a la multiplicidad de las relaciones que se producen en el espacio social, stos se interpenetran y superimponen Lo local no desaparece ante lo global, sino que se encuentra simultneamente con l a partir de vnculos que suponen puntos fijos, redes, olas y movimientos, algunos interconectados otros en conflicto (Ramrez Velzquez, pp. 71)Por un lado nos interesa la idea de la trada de dimensiones, ya que ofrece una interesante herramienta de investigacin para interpretar las distintas formar de abordar la concepcin del espacio y nos permite teorizar respecto a las diferentes niveles y posiciones de anlisis en su historizacin, en sus relaciones de produccin y reproduccin social.D. Harvey parte de estas ideas bsicas de H. Lefebvre y sostiene que las dimensiones de espacio y tiempo son categoras centrales y constantes en todo el proceso humano. El espacio y el tiempo son categoras bsicas de la existencia humana (pp 225). El tiempo y el espacio no pueden comprenderse independientemente de una accin social y de las relaciones de poder que stas generan, sino que se debe profundizar los sentidos que se esconden atrs, al igual que el fetichismo de las mercancas, es necesario analizar el carcter fantasmagrico que permean ese producto (espacio).Cada modelizacin del espacio debe ser analizada y desnaturalizada:el espacio es tratado como un hecho de la naturaleza, pero naturalizado a travs de la atribucin de significados cotidianos de sentido comn (D. Harvey, pp. 227).A travs de las categoras o representaciones de espacio y tiempo se interpreta y se acta en el mundo social, conducen a desenvolvernos en la vida cotidiana, considerando los nexos materiales y los procesos econmico-polticos y los culturales (pp 225). Al igual que Lefebvre, este autor seala que las prcticas espaciales y temporales en cualquier sociedad abundan en sutilezas y complejidades, debido a que estn ntimamente implicadas en los procesos de reproduccin y transformacin de las relaciones sociales. Las prcticas humanas le asignan mltiples cualidades objetivas y de significados, que no son independientes de los procesos materiales, por ello el dominio sobre el espacio y el tiempo es fundamental para el poder social, que necesita de una hegemona ideolgica y poltica: Aquellos que definen las prcticas materiales, las formas y significados del dinero, del tiempo o el espacio establecen ciertas reglas bsicas del juego social. Sin embargo es evidente que la hegemona ideolgica y poltica en cualquier sociedad depende de la capacidad de controlar el contexto material de la experiencia social e individual(D. Harvey, pp 252).Retoma las dimensiones de Lefebvre y la importancia del poder no slo en la produccin del espacio, sino tambin en las influencias sobre las formas de representar el espacio y sobre los espacios de representacin (pp. 259). Pero debido a la dinmica de la accin social y de las luchas sociales, stas prcticas y discursos espaciales y temporales establecidos se agotan y alteran.En su inters por analizar estas formas cambiantes del espacio propone una grilla en la que cruza las dimensiones sealadas por H. Lefebvre con los tpicos de accesibilidad y distanciamiento, apropiacin/uso, control y produccin del espacio.Estas herramientas son las que utilizaremos para comprender las producciones de espacios, sus usos y apropiaciones, su controles y disputas, pero adems considerando su condicin de espacio fronterizo. Para el investigador A. Benedetti (2005), las investigaciones y trabajos tericos referentes al territorio y frontera son de larga data y actualmente hay una emergencia de un rea de estudios sobre fronteras(ao, pp. 53). Este autor menciona la importancia de los estudios sobre la dinmica de las relaciones sociales en las fronteras, tomando a la sociedad de frontera como un grupo diferenciado y, probablemente, subordinado y perifrico en el contexto de la sociedad nacional (Pp. 55), por lo que lo considera comouna condicin bsica para la existencia del Estado-Nacin como sujeto de derechointernacional y de entidad geohistrica y en el cual las fronteras controlan las relaciones con otras territorialidades.Para Benedetti los frentes de expansin amplan un territorio existente ydesestructuraotros y probablemente las fronteras cambian su sentido pero nosu razn de existencia: impedir o afectar el ingreso/egreso de personas, objetos eideas al territorio en cuestin.

La formacin de un territorio supone la identificacin, apropiacin y delimitacin, ms omenos precisa, de un mbito en la superficie terrestre (Benedetti A., pp. 103, 2005)

En nuestro trabajo de investigacin nos interesa en tanto espacio en el cual se despliegan relaciones de produccin y reproduccin heterogneas en un espacio liminal que intenta ser colonizado, por ello apelamos a las postulados propuestos por el investigador Hugo Trinchero cuando propone la categora analtica de formacin social de fronteras, a travs de las cuales:

se intenta indicar tanto este proceso conectivo de espacios heterogneos en el cual se despliegan especficas relaciones de produccin capitalista, como as tambin la particular forma en que se vinculan dichas relaciones de produccin en cada momento histrico del proceso de construccin de Estado Nacin. (H. Trinchero, 2000. Pp. 234)

Estas construcciones de fronteras se constituyen en el discurso y en la prctica hegemnica y en ellas se disputa la posibilidad y necesidad de control de la misma, desde el proceso de formacin del Estado hasta la actualidad, proceso que se condiciona con la expansin de un economa capitalista (H. Trinchero, pp. 241). Estas prcticas espaciales de dominacin y control del espacio se expresan a travs de distintos dispositivos civilizatorios:la introduccin de una economa capitalista minera, la delimitacin de la propiedad privada, la instauracin de divisiones estatales, administrativas-polticas, una presencia militarizada, etc.El autor realiza la distincin entre border line para indicar los lmites polticos entre dos Estados-nacin y la de frontiercomo indicador de frentes expansivos y la necesidad de integrar ambas de una manera dialctica para comprender los procesos colonizadores (Trinchero, H., pp. 156, 2007).Propone la nocin de frontera en tanto mbito de expansin de determinadas relaciones de produccin, que mas que un lmite supone un proceso de conexin (valorizacin) conflictiva de formas y procesos de relacionamiento entre capital y trabajo, entre espacios caracterizados por dinmicas productivas y reproductivas heterogneas (2000, Pp 234). De all la hegemona del capital sobre los procesos de trabajo y reproduccin de la vida preexistente, intentando refuncionalizarlas parcialmente hacia formas particulares de transferencia de valor:

Una formacin social de fronteras en la que el modo capitalista de produccin fue sucesivamente subsumiendo procesos de trabajo y relaciones de intercambio preexistiendo intentando refuncionalizarlas hacia los movimientos de valorizacin de las fracciones hegemnicas del capital, aunque generando nuevas y renovadas crisis de reproduccin en la poblacin. (Pp. 244, 2000)

A la par de esta frontera expansiva (econmica), se tendi a formular un discurso estigmatizado sobre el espacio que es preciso colonizar: espacio vaco o espacio incivilizado, en el caso de la Puna espacio desolado y hostil, por lo que tambin se hace necesario la construccin de fronteras al interior del Estado nacin: la fronteras con el indio.Es interesante la propuesta de anlisis del autor respecto a la posibilidad de reconstruir (dialcticamente) una genealoga crtica histrica y antropolgica del movimiento en la frontera y hacia la frontera, en tanto existe un orden preexistente que es considerado como un desorden civilizatorioy a que a travs de una ocupacin (invasin) este nuevo orden intenta desestructurar esas otras fronteras (H. Trinchero, pp. 168, 2007):

La frontera fue constantemente narrada por el proyecto de las modernidad nativa como espacio de la ambigedad a superar, de lo no-civilizado es decir como espacio a ocupar por el proyecto civilizatorio. Movimiento discursivo, institucional, rentstico y colonizante del centro a la periferia, tendiente a desestructurar las relaciones transfronterizas preexistentes mediante polticas regulatorias de las fronteras. (H.Trinchero, pp. 243, 2000)

Interesa comprender este espacio fronterizo como una construccin social dinmica, que si bien se intenta definir tcitamente en la construccin del Estado nacin, las relaciones,prcticas y representaciones sociales que se generan y reproducen en l, escapan y traspasan esos lmites. Resulta un espacio conflictivo, no slo por la necesidad de control e intervencin estatal, sino tambin por las complejas relaciones de produccin que se superponen (subsuncin?) al ser un territorio minero con presencia de economas domsticas preexistentes.Esta presencia de economas domsticas que producen prcticas, representaciones y espacios de representacin configuran otrosespacios, lo cargan y/o recrean de distintas formas: espacios comunitarios, espacios transitados, espacios prohibidos, espacios compartidos, espacios sagrados, modelizaciones que parten de los conocimientos, experiencias y usos de sus pobladores-hacedores. Estas interpretaciones se corresponden con los postulados tericos que reconocen la diversidad de concepciones espacio-temporales y consideran relevante la perspectiva de las poblaciones locales, quedando refutado el supuesto de la universalidad del espacio y del tiempo. En este proceso de colonialidad y avance de las fronteras expansivas es preciso visibilizar ese salvaje e indisciplinadoactuar, concebir y percibir de los malones indios. Arturo Escobar afirma que es necesario concebir esos otros espaciospara la produccin de conocimientos y proponer otras formas de hablar sobre mundos y conocimientos otros y de esta manera construir un pensamiento otro (A. Escobar, en Mundos conocimientos de otro modo, pp.ao) que nos permita comprender y/o reflexionar respecto a las realidades culturales y polticas locales latinoamericanas y as reescribir parte de la historia nacional (H. Trinchero), partiendo del conocimiento subalternizado de los grupos oprimidos. Estas herramientas nos sirven para problematizar respecto a los procesos de colonialidad moderna europea, como modelo que las clases hegemnicas intentaron (e intentan) imponer a los pueblos indios y denunciar/evidenciar el proceso de violencia y represin (fsica y social) a travs del cual intentaron anular y extirpar las expresiones y conocimientos culturales diferentes.Arturo Escobar propone construir narrativas desde la perspectiva modernidad-colonialidad con una lgica diferente. Este proyecto se refiere a la rearticulacin de los designios globales y las historias locales, a los conocimientos subalternos y hegemnicos, desde la perspectiva de lo subalterno. Su concepto de mundializacin implica el reconocimiento de la multiplicidad de historias locales, lo que nos evidencia la heterogeneidad cultural. Esta articulacin de historias locales y designios globales nos permite comprender la dinmica de las relaciones (sociales, polticas y culturales) que se recrean entre vecinos, parientes, autoridades locales, sumergidas en redes de poder (historias locales), pero adems posibilita comprender los procesos de articulacin-subsuncin-colonizacin de estas economas domsticas a una estructura-dimensin de mayor escala, de tipo capitalista minera y/o nacional (designio global).De esta manera podramos comprender analticamente tanto las prcticas cotidianas de los individuos/agentes (subalternos principalmente), pero tambin las posiciones y relaciones que se re-construyen en estructuras e instituciones que contextualizan y dan cuenta de la dinmica en el territorio.

PARTE IQue es la Puna?Para la mayora de los argentinos y tambin de los extranjeros- hay una palabra que moviliza la imaginacin, evocando al mismo tiempo desierto, fro, aridez, soledad y lejana: Puna. Parte de todo esto es real, pero otro tanto es falso (C. Reboratti, pp. 11, 1994)

La Puna la mayora de las veces es planteada como una regin aislada y perdidaen el pas con un clima extremo y adverso, por lo tanto con una escasa y pobre fauna, flora e inclusive poblacin.En este trabajo se intenta aportar a la visibilizacin y problematizacin de esa otra partea la que hace referencia C. Reboratti.

La Puna como espacio econmico-minero durante la poca colonialEste espacio fue apropiado y construido desde una lgica de los sectores hegemnicos durante el perodo colonial, debido a su importancia comercial y minera y posteriormente re- delineado por los intereses de las nacientes elites-burguesaslocales,sostenidos por esos capitales comerciales y mineros.En esta produccin del espacio aparecen formas reales e imaginarias del uso del territorio, el cual es organizado por las redes comunicacionales en virtud de los intereses de la economa colonial y la explotacin minera, que generaron un dominio sobre el espacio y la vida cotidiana de las comunidades preexistentes (Lefebvre, 251).Segn Madrazo, una pieza fundamental de la economa colonial se deba a la gravitacin delsector minero, que tena a Lima y Potos como los dos polos de crecimiento y quearticulaban a regiones de Lpez, de lastierras altas del norte y noroeste de la provincia de Jujuy, la alta cuenca del ro Loa, la cuencadel Salar de Atacama y de los valles prximos a Tarija a travs de una malla de sendas y caminos:

El NOa fue tambin un rea proveedora del alto y bajo Per () el rubro principal de la economa rural era la actividad ganadera y el comercio de animales y sobre todo de mulas y burros en relacin con el transporte lo que, a pesar de sus altibajos, no tuvo rivales hasta la llegada del ferrocarril, al terminar el siglo XIX (Madrazo, pp 134, a6)

La mayora de los historiadores que trabajan el tema (Madrazo, Palomenque, Gil Montero, Conti, Mata, Rutledge, etc.) afirman que este territorio pareciera haber sido poblado debido al inters en los recursos mineros.

(Este territorio) naci de la actividad minera, ya que algunos espaoles se radicaron en ese lugar desde la propia fundacin de la capital, atrados por la riqueza aurfera de la zona (Palomenque, pp2., ao)

El control y conocimiento de la regin estuvo ligado probablemente ms a la riqueza en oro de de la zona, que hizo que la presencia all de espaoles fuera anterior que a la fundacin de San Salvador (Gil Montero, pp. 49)ao

La extensa bibliografa respecto a este tema (con sus acuerdos y desacuerdos) documentan respecto a la importancia de este espacio econmico-social en la poca colonial, debido a la riqueza minera del territorio y por su ubicacin como paso obligado hacia los centros mineros ms importantes de la poca: Potos, Lpez, el Alto Per. El sur de la actual Bolivia tambin se caracterizaba por un alto movimiento comercial basado en la minera y al cual llegaban las caravanas y tropas de mulas y llamas como animales de carga venidas desde Santiago del Estero.La historiadora S.Palomenque lo define como un espacio especializado en la actividad ganadera y de transporte, con su centro de actividad mercantil en Rinconada y vinculado principalmente al Alto Per, pero tambin con el puerto de Buenos Aires y zonas vecinas.

a Partir del siglo XVII la puna fue por su posicin geogrfica elescenario del paso de un intenso trfico que una al Alto Per (altiplano norte) con las regiones del sur: Salta, Tucumn y las pampas. El elemento ms importante de este trnsito era sin duda las mulas (C. Reboratti, pp 62, 1995)

La historia respecto a la importancia econmica-social de este espacio en los primeros aos coloniales ya fue abundantemente estudiada por los historiadores mencionados anteriormente, lo que nos interesa subrayar es la construccin de este espacio desde una lgica comercial-econmica fornea y forzada, que signific un ordenamiento y control territorial nuevo apoyado en una infraestructura de trasporte y caminos en los cuales circula flujo de bienes, moneda, fuerza de trabajo.Las localidades de Santa Catalina y Rinconada se consolidan en tantoespacio de paso y de descanso hacia estos centros mencionados, pero a la vez se comienza a condensar en tanto tierras que tambin generan expectativas mineras, debido a la presencia de vetas aurferas que emocionaron a varios empresarios y/o exploradores. Bajo estos intereses se comienzan a asentar familias criollas y espaolas con capitales medianos para invertir en la bsqueda y extraccin del oro y/o con capital monetario interesado en especular con el movimiento comercial desprendido de aquel; pero as tambin se concentran familias locales que se enmaraan en este juego[footnoteRef:2]. Segn investigacin en trabajo de campo se pudo constatar la presencia de casonas antiguas que datan del ao 1760 en Santa Catalina (Flia. Farfn) frente a la plaza central, al igual que la antigedad de la Iglesia (1650), edificios que datan la antigedad de estos pueblos: [2: Esta complejidad del campo social es analizada en captulos posteriores.]

este pueblo fue muy rico en esa poca (1850 en adelante) debido a que estaba en el camino al Alto Per donde era elcentrocomercial y porque est inserto en una zona minera muy rica, no slo Santa Catalina sino todo el sur de Bolivia, lo que generaba un dinmico movimiento en la zona, mucha movilidad y comercio sobre todo de animales de carga, mulas y llamas y uno de los principales personajes que inspeccionaron en el comercio y abrieron camino es Laureano Saravia (Entrev. 28)

Claro! Si es un pueblo minero! De toda la parte de Cusi Cusi se fabricaba a lomo i burro a troche y moche porque eran las patrullas, de todas las minas cargaban minerales en los animales y llevaban hasta la de San Pablo de Lpez que est arriba y de ah a Antofagasta a fundir y llevaba cientos y cientos de toneladas de mineral. Sabes en que la llevaban? En llama, en burros, en mulas(Entrev. 1)

Todos. Todas pasando por Bolivia miles de minas, hay muchas, muchas minas! Por eso ha sido un pueblo grandsimo San Pablo de Lpez fue una ciudad (Entrev. 1)

y claro como el comercio antes que est La Quiaca, antes que est La Quiaca, todo el comercio vena por ac, este era el camino para ir al camino real, era la posta de descanso de la red en ese tiempo! (Entrev. 12)Los propietarios de estas tierras, adquiridas travs de mercedes reales, residan en Talina, pueblo de Bolivia, sin embargo este territorio estaba poblado por familias que se reconocen pertenecientes a las comunidades coyas y aymaras, que se asentaban al interior de esos centros, en pequeos asentamientos comunitarios.

La familias, los dueos de todas estas fincas era los Aramayo que eran de Bolivia, vivan en Talina. Cuando muri el padre entonces de ah deben haber tenido algn problema en la familia y le han ido dando porciones a diferentes hijos y han entrado a vender! (Entrev. 24)

La autora Gil Montero (ni indios) afirma que mas all de las descripciones de la puna como zona inhspita, fra y desolada aportadas por los viajeros y cronistas (que se analizarn posteriormente)tena tres importantes riquezas (al menos en el siglo XIX): la poblacin, el ganado y las pequeas minas. Con respecto a la poblacin afirma que hacia fines del siglo XVIII este territorio concentraba ms de la mitad de la poblacin de la actual Jujuy, as cita a Larroyquien afirma que en 1778 la poblacin en la Puna representaba el 64.13% del total de Jujuy (Gil montero, pp. 164).Segn el primer censo nacional (1869) la poblacin del departamento de Santa Catalina era de 2.640 personas y el 91% se asentaba en la zona rural de manera dispersa y la poblacin de Rinconada era de 3.455 y tambin el 91,7% se asentaba en la zona rural. La mayor concentracin poblacional era la ciudad de Jujuy con 7.629 habitantes.Estas representaciones de crecimiento e importancia del espacio todava se pueden relevar en los discursos espaciales de algunos descendientes y habitantes de all, algunos sostenidos en la memoriade la historia familiar:

mi abuelo era ms del campo an, el tena un comercio que traa a Puesto Grande, traa mulas, no haba ferrocarriles en ese tiempo y entonces el traa cincuenta mulas que el traa de La Rioja, Santiago, por ah por esas partes se iba a comprar,a buscar las mulas y las mulas potrancas todas llegaban a Puesto Grande y ah las haca domar, el tena todo el equipo ya montado, tenia domadores, cuidadores, en fin toda la peonada como decimos nosotros y haba cuatro, seis montas y ya las enviaba para Bolivia, para las minas (Entrev. 12)

mi bisabuelo era un tipo comerciante que sala compraba mucho,sala mucho a comprar y llevaba a vender a Bolivia y arriaba sobre todo mulas,las mulas todava las usaban mucho en Bolivia porlas minas y el bisabuelo era vendedor ()Edora: de donde las traa?Me parece andaba portodos lados pero donde me parece que tena clientes ms fijos en La Rioja y Catamarca, de ah las traan las traan arriando y las engordaban en Puesto Grande en esa zona que haba buenos pastos (Entrev. 24)

y por ac dicen que haba mucho movimiento, mucho movimiento, pasaban en burros entraban por la frontera de ac, que no era frontera (Entrev. 11)

Segn la historiadora Viviana Conti, en la segunda mitad del siglo XIX la ruta de las caravanas de animales de carga era la siguiente: San Juan, La Rioja, Catamarca, Salta y la Puna de Jujuy se transportan por la ruta de los valles Calchaques hasta Cerrillos y de ah toman la quebrada del Toro, pasando por Chorrillos, la Puerta de Tastil, trepando a la Puna por la orilla oriental de la laguna de Guayatayoc hasta aguas calientes y Queta, desde donde se alcanzaba San Jos de la Rinconada, donde la ruta se bifurcaba hacia Cieneguillas o hacia Santa Catalina. Este camino de herradura .tambin transportaban mulares y ovinos los ovinos de la regin .. su conduccin se realiz por las rutas puneas.. se calcula una exportacin de 12.000 ovejas .. La aduana de Cieneguillas fue siempre la salida natural de la produccin de la zona punea (Viviana Conti en Silvia Palomenque, pp. 17, ao)

Esta actividad econmica minera en Santa Catalina y Rinconada tambin se deja entrever en el material relevado en nuestro trabajo de investigacin en los archivos de Direccin de Minera de la Nacin y de la provincia (que analizamos en otro captulo) y adems se triangulacon los relatos orales. Segn estosrelatos y algunos escritos de historiadores aficionados del pueblo, ya a partir del 1800 el pueblo de Santa Catalina gozaba de una importancia comercial de mayores dimensiones:

Santa Catalina, en la poca de la Batalla de Quera y en esa poca debe haber sido un pueblo importante dentro de la provincia porque tributaba mucho, haba mucho comercio con Bolivia y todo pasaba por ah lo que es hoy La Quiaca debe haber sido en ese momento Santa Catalina (Entrev. 24)

En esta casa (Museo Epifanio Saravia) funcion el gran negocio dela familia Saravia, que transform al pueblo de Santa Catalina en un verdadero emporio comercial cuya influencia abarc todo el Noa, gran parte de la repblica de Bolivia y amplia zona de Atacama en Chile. Lleg a constituir la tercer capital comercial ms importante de la provincia de Jujuy (Fortunato Farfn.Revista Sol y luna)

y si antes haba muchas cosas, muchos negocios, ahora no hay nada, nada de plata, nada de metal porque antes estaban los lavadores y parte tambin los que se iba para las minas, que eran pocos nomas tambin, pero despus cuando salieron de las minas se quedaron ac (Santa Catalina) (Entrev. 10)

antes haba muchos negocios, muchos negocios por todos lados, en el filo de la frontera haba negocios, porque haba ms gente toda esta calle era negocios nomas, toda esta calle, todos negocios, incluso vinieron los extranjeros (Entrev. 11)

es que aqu haba un comercio grande, todos lo que estaban alrededor de la plaza, ahora lastimosamente qued estas casa que se vienen abajo, pero se haba negocios y bastantes grande () ahora hay comercio pero hay que ir hasta La Quiaca y de ah pasar a Villazn, pero antes era directamente ac con Casira, con Talina (Entrev. 12)

Cieneguillas se conforma en 1870 por la creacin de la Aduana () la aduana, porque ese camino que vena desde Cerrillos y pasaba a Bolivia, no solamente de Cerrillos vena, vena del sur, de Crdoba a Jujuy y pasaba por Bolivia a Talino, entonces haba muchos trnsito comercial todo el trnsito comercial se haca a lomo de mulas o en carretas y haba un camino de carretas, de por ejemplo se una con Talino y pasaba por Cieneguillas. Tambin por ese camino pasaban los troperos con cientos de caballos y mulas para vender a las minas por Bolivia, que traan desde Catamarca, de Crdoba, de Salta (Entrev. 1)

Con la (re)creacin de Yoscaba en 1886 () adems a travs de la fundacin de la iglesia se haba congregado mas gentes, mas habitantes de la zona rural y haba otra poca. Los misioneros quellegaban a evangelizar y se hizo un lindo pueblo porque haba muchsimos habitantes, haba escuela, haba registro civil, haba comisaria con comisarios y con varios efectivos policiales, haba centro vecinal, haba estafeta de correo, haba comisionado rural, juez de paz (Entrev. 1)

Llegaban al altiplano maz de los valles templados, frutas de las yungas, mulas de la pampas, miel de Santiago del Estero, aguardiente y vino de Chile, telas de Europa y todo cruzaba por el altiplano, uno de los nudos de comunicaciones ms importantes del momento (C. Reboratti, pp. 16, 1994)

Este crecimiento comercial y la circulacin de moneday/u oro se reflejaba en la circulacin de bienes mobiliarios, bienes de lujo y vestimenta importados de Europa por las nacientes burguesas locales: pianos, roperos, vajilla, vestidos, sombreros, zapatos, perfumes, armas, son algunos objetos que recuerdan los descendientes y slo algunos de ellos forman parte del Museo del pueblo.

Encontrabas muebles, ropas, todas esas cosas de Europa, claro! las seoritas, las hijas de don Nelson (minero) se hacan traer sus cosas, sus ropas y toda su indumentaria de Inglaterra, muchas de cosas venan, ollas a presin lindo era, lmparas, muchas otras cosas (Entrev. 12)

en este museo Epifanio Saravia hay armas de guerra de la independencia, revlveres con cabo de marfil, trajes y vestimentas tradas de Europa, fotografas del 1800 reveladas en Alemania, etc (Entrev. 28)

Estas importaciones tambin fueron registradas por los historiadores S. Palomenque y G. Madrazo:

El gran centro mercantil de la Puna es Rinconada, lugar hacia donde van la mayora de las importaciones, seguida por Santa Catalina, mostrando ambas una imagen mercantil muy distinta a la de Yavi donde los productos que circulan son muy escasos (S.Palomenque, Andes N 6. Pp 19)

la mayor afluencia de productos europeos puede haber producido cambios y haber incitado a los comerciantes de mayor peso que traficaban en la frontera norte, especialmente los miembros de la nueva burguesa comercial(G. Madrazo, pp 134, ao)

Este movimiento comercial tambin involucraba y someta a formas econmicas preexistentes como el intercambio indgena:

y si, vena la gente de ac y se llevaba tambin las cosas que ellos (los pobladores al interior) necesitaban y claro ellos traan la lana , as que traan la lana y tambin los cueros y se llevaban la mercadera, era la gente de ms arriba, viva ms lejos (Entrev. 11)

por ejemplo a nosotros nos traan en bruto los cueros de cabra, la lana de ovejay la lana de llama entonces hacan y se llevaban la cantidad de mercadera, a veces tambin traan tambin a veces traan las pepitas (Entrev. 11)

si, claro vendamos (lana) y enparte ese tiempo como haba mucho oroEdora: ah! Habams oroS: s,llova ms y se poda buscar ms, en cambio ahora llueve menos hay menosEdora: y ese oro que buscaban, donde lo cambiaban?S: lo vendamos en Santa Catalina, ah era la mayora de los comercios, los negocios eran grandes, en cambio ya no antes eran grandes y ah se poda comprar la mercadera y todo o lo cambibamos por productos (Entrev. 26)

C. Reborattiadems menciona la importancia del trfico de vacunos destinados al consumo de la poblacin concentrada en las salitreras (extraccin de nitratos del desierto) al norte de Chile (Calama e Iquique) de 1880 a 1930 aproximadamente, desde el Chaco salteo, por la Poma, la Cuesta del Acay, el Valle de Lerma, la Quebrada del Toro para desembocar en Pastos Grandes, ltimo lugar de pastos y agua. De all se cruzaba por la Cordillera hacia Catua, por Huaytiquina hacia el salar de Atacama (1994) estas tropas eran trasportadas por arrieros, gauchos en su mayora segn el autor.

En este anlisis del uso del espacio se puede compartir la postura de D. Harvey al plantear la necesidad de dominar simultneamente el tiempo y el espacio para alcanzar el poder social y organizar estratgicamente el espacio para irrumpir en la experiencia social e individual de los preexistentes e imponer una lgica hegemnica (pp 252).el dominio sobre el espacio constituye una fuente fundamental y omnipresente del poder social sobre la vida cotidiana.(pp 251- D. Harvey)

Este espacio es apropiado y ocupado por grupos hegemnicos a travs de las prcticas de explotacin y extraccin de recursos, mano de obra y medios de transporte y por ello es organizado segn las trazas y puntos de inters, delineando mapas mentales del espacio ocupado que intenta imponerse en las representaciones del espacio de las comunidades preexistentes; sin embargo son por esas mismas mallas de sendas y caminosque enunciara G. Madrazo que este espacio tambin es producido, imaginado y disputado por los habitantes nativos del lugar y as producen esos otros espacios.

Conocer para dominar. Constitucin del Estado argentino en la PunaEl proceso de constitucin del Estado nacional argentino (1880-1930) intenta modelarsea partir delaconcepcineuropeadeestado moderno, liberal y racional occidental, por lo que toda presencia de poblacin no occidental es negada, ocultada y eliminada, lo que W. Mignolo explica cmo la colonialidad construye ese espacio de enunciacin que niega y borra todo aquello que la modernidad no necesitaba en su proyecto.Para H. Trinchero el proceso formativo del estado-nacin supone dispositivos civilizatorios que intentan controlar las fronteras externas, pero internas tambin: la frontera contra los indios, como construccin legitimadora de la expansin capitalista (agraria para el Chaco, minera para la Puna)(pp 168, 2007).la frontera con el indio fue la primera cuestin de frontera que encar el burgus criollo como proyecto modernizador y a la vez centralizador del Estado (H.Trinchero, Pp 163, 2000).D. Harvey sostiene que del proyecto de la Ilustracin se erige el pensamiento modernista, que retoma la idea de dominio de la naturaleza, por lo tanto del espacio, como condicin para la emancipacin humana, por lo tanto es primordial la conquista y el ordenamiento racional del espacio.Para sostener y controlar la constitucin del Estado-nacin se torna altamente necesario explorar y controlar los territorios desconocidos que van a formar parte del mismo, necesidad acorde a un modelomodernoque implicaba la sumisin del espacio a propsitos humanos, a un ordenamiento y control racional:

Como arte de una cultura moderna, fundada en la racionalidad y la tcnica, la supresin de las barreras espaciales y de la diferencia, deban fundirse con algn tipo de proyecto histrico (Harvey pp. 309): la creacin de la nacin.

Quisiera mostrar que cuando hablamos de la modernidad como "proyecto" nos estamos refiriendo tambin, y principalmente, a la existencia de una instancia central a partir de la cual son dispensados y coordinados los mecanismos de control sobre el mundo natural y social. Esa instancia central es el Estado, garante de la organizacin racional de la vida humana. (Castro-Gmez, Santiago, pp. 246,2000).

Uno de los bastiones del paradigma de la modernidad sostiene la premisa de conocer para dominar, acciones que aspiran a gobernar a travs de la planificacin racional y lainstitucionalizacin de sistemas racionales de regulacin y control social (Harvey, pp 276), por ello la urgencia de datos, de informacin cuantificada y cualificada para comenzar a dividir y someter: derechos de propiedad, impuestos, tributos, fronteras territoriales, los dominios de la administracin y del control social, las rutas de comunicacin, etc., procesos que impactan en las representaciones y usos del espacio de las comunidades locales. Segn la investigadora G. Karasik (2003) a fines del siglo XIX la mayor parte del territorio argentino estaba organizado bajo la forma de gobernaciones o territorios nacionales y en 1900 se realiza la ltima gran incorporacin: el Territorio de los Andes[footnoteRef:3], una gran fraccin desconocida, supuestamente marginal y desolada, por lo tanto era necesaria su intervencin. [3: Para mayor anlisis del Territorio de los Andes y su incorporacin y configuracin en el estado nacin , ver tesis Doctoral A. Benedetti (2005), Karasik (2003), Delgao y Gbel (1995).]

Lo que es hoy la Puna Argentina fue hasta bien entrado el siglo XIX un territorio inhspito al que se conoca como el Despoblado (R. Alonso, pp. 193, 2010)

Con estos objetivos el naciente gobierno argentino enva expediciones encabezadas por cientficos europeos, en su gran mayora, para conocer, observar y contabilizar sus habitantes, registrar y analizar la flora, la fauna, relevar las condiciones climticas y geogrficas y principalmente analizar la disposicin de recursos minerales y naturales para su posible explotacin. Este ltimo relevamiento interesa en tanto es necesario medir las posibilidades de produccin y aportealcrecimiento y desarrollo econmico del naciente pas[footnoteRef:4] segn los discursos de la naciente burguesa. [4: Si bien el eje del mismo estaba girando hacia el centro en la pampa hmeda.]

Segn A. Benedetti (2005) los primeros departamentos que organizaron y auspiciaron los viajes fueron la Academia de Ciencias Naturales de Crdoba, el Ministerio de Agricultura, desde su departamento o Direccin de Minas (segn el ao), el Ejrcito Argentino y el gobierno de Salta. Posteriormente lo har el Instituto Geogrfico Argentino (IGA 1905) y la Direccin de Minas (1907), quienes apuntaron ms bien al relevamiento de informacin respecto a los recursos disponibles. Tambin interviene el Ministerio de Agricultura (1898) que tena por objetivo estudiar, medir y aprovechar las posibilidades de produccin de los territorios nuevos y el potencial de sus recursos, para planificar bajo una racionalidad capitalista con el fin de aportar a la prosperidad y desarrollo de la sociedad moderna.(Benedetti, pp. 309)Durante el proceso de investigacin de la presente tesis, se relev una cantidad considerable de material referido a la minera en la puna jujeadurante los aos 1880-1930[footnoteRef:5], informes presentados por gelogos y tcnicos mineros ante el Estado (provincial o nacional) informando respecto a los recursos minerales y sus posibilidades de explotacin. El contenido de los mismos describe los tipos de minerales, cantidad, calidad, posibilidades de exploracin, explotacin y extraccin, bajo una lgica de extraccin capitalista. [5: Direccin Provincial de Minera y Recursos Energticos de Jujuy, Direccin Provincial de Minera de Salta, Secretara Nacional de Minera y Direccin General de Fabricaciones Militares.]

A. Benedetti sostiene que estas actividades eran de tipo secundaria (la minera, la pesca y la cra de animales autctonos), ya que las actividades que se intentaban fomentar eran la ganadera (vacuna y lanar) y la agricultura intensiva o monocultivos; pero que el inters dependa segn las potencialidades de cada regin:

buscaban estimar cules eran las potencialidades productivas de la regin y las posibilidades que estas tendran para encajar en el modelo econmico diseado bsicamente desde Buenos Aires. Prontamente se realizaron recuentos y descripciones de recursos y personas que fueron publicados en diferentes instrumentos de divulgacin de este tipo de informacin. (A. Benedetti, Pp 34)

Los organismos creados como el IGA (Instituto Geogrfico Argentino 1871-1930) y la Sociedad Geogrfica Argentina (1881-1890), eran instituciones dependientes del Ejrcito Militar, acordes alparadigma moderno-racional y cuyos representantes lograron el monopolio de la autoridadcientficaen el campo de las ciencias naturales e inclusive sociales(P. Bourdieu), por lo tanto eranreconocidos como los productores legtimos de conocimiento y verdad.A la vez esta construccin de sabereslegitimados acadmicamente fueron difundidos y circulados, imponiendo determinadas representacionesdel espacio y espacios de representacin.Estos procesos de colonialidad del saber son compartidos con otras organizaciones pblicasdominantes como el Crculo del Ejrcito, la Secretara de Agricultura, de Minera, etc, rganos que tambin se encargaron de las tareas de observacin y relevamiento en el territorio de la Patagonia y del Chaco, produciendo saberes y verdades que avalaron el proceso de violencia y genocidio hacia los pueblos originarios en las llamadas Campaas del Desierto.La construccin del Estado como proyecto de la modernidad necesit de las ciencias en general, sobre todo de las ciencias sociales que fueron constitutivas de ese proceso, ya que se demandaba una representacin cientficamente avalada sobre el nuevo modo de organizacin social, poltico y econmico que legitimara las polticas controladoras, regulativas y represivas del mismo (I. Wallerstein Castro Gmez, 2000). En esta instancia es pertinente sealar una de las contribuciones de las teoras poscoloniales que es exponer el vnculo directo entre modernidad y colonialismo, como dos caras de una misma moneda,lo que W. Mignolo ha llamado sistema-mundo moderno/colonial(Castro Gmez, pp. 152, 2000). De esta manera en esta configuracin de macro estructura de larga duracin de perspectiva geopoltica, se puederazonar la genealoga del saber -poder de M. Foucault, el poder disciplinario caracterstico de las instituciones modernasy la invencin del otro, ofreciendo una mayor amplitud (Castro Gmez): la colonialidad del poder, la colonialidad del saber (A. Quijano) y la colonialidaddel ser (Maldonado Torres).Si la colonialidad del poder se refiere a la interrelacin entre formas modernas de explotacin y dominacin, y la colonialidad del saber tiene que ver con el rol de la epistemologa y las tareas generales de la produccin de conocimiento en la reproduccin de regmenes de pensamiento coloniales, la colonialidad del ser se refiere, entonces, a la experiencia vivida de la colonizacin y de su impacto en el lenguaje (Maldonado-Torres citado en Quintana, Mara Marta. pp. 11).

Las primeras invenciones de la Puna (jujea)Bajo estas premisas modernas se organizan los viajes de exploracin al desierto de la puna a cargo de cientficos e investigadores europeos(Europa centrada en los pases dominantes Inglaterra, Alemania, Italia, etc.),quienesconstruyen a la misma como un espacio particular.

Lo que hoy fue la puna Argentina fue hasta bien entrado elsiglo XIX un territorio inhspito al que se conoca como El Despoblado (R. Alonso, pp. 193, 2010)

De los trabajos relevados, son numerosos los investigadores que trabajaron sobre los yacimientos aurferos en la puna jujea: Hoskold (1889), Hnicken y Av-Lallemant (1894), Jenks (1914), Stappenbeck (1918), Hermitte (1914) y Beder (1921) y Kilt (1930)[footnoteRef:6], todos ellos de origen europeo, alemanes principalmente. Otros autores y exploradores que revisamos en la bibliografa fueron Brackebush (1883), Rohdemer (), Eric Boman (1901), Dolfus, todos ellos tambin exploradores forneos. [6: Como mencionramos anteriormente estos Informes pertenecen al rea estatal, sin embargo hay constancias que se realizaron otros trabajos de campo por parte de empresas privadas a los cuales no pudimos acceder.]

Alejandro Benedetti (2005) trabaj con los escritos de los exploradores y/o cientficos que investigaron la Puna de Atacama (territorio que le interesa investigar en su tesis doctoral) desde mediados del siglo XIX hasta las primeras dcadas del siglo XX. Segn el autor, de las veintisis (26) obras escritas entre 1853 y 1927, once (11) son investigadores de origen europeo, seis (6) argentinos, tres (3) chilenos, un (1)ee.uu. y los dems de origen desconocido.El gelogo R. Alonso (2010) tambin recuenta los exploradores que salieron a recorrer la puna argentina con la intencin de indagar la importancia minera: elminero alemn Antn Zacharas Helms (1751-1801) encomendado porelrey de Espaa, entre 1825-26 tienen lugar numerosas misiones mineras de compaas inglesas: Joseph Andrews, Edmund Temple, J. Von Tschudi (1858), Martn de Moussy (1860), Oscar Doering (1900), Eduardo Hulmberg, Henri Buttgenbach (1901), E. Von Rosen (1901), E. Nordenskiold (1901), Fritz Reichert (1907), Bertrand (1885), San Romn, Sundt (1909)[footnoteRef:7], stos tres ltimos enviados desde Chile, todos ellos de origen europeo: alemanes, ingleses, suecos y belgas. [7: Algunos de ellos son citados por A. Benedetti]

Durante la segunda presidencia de Julio Roca fue invitado (F. Reichert) por el gelogo alemn Rodolfo Hauthal y contratado por el entonces Ministro de Agricultura Wenceslao Escalante a incorporarse a la actividad cientfica del pas (R. Alonso, pp 205).

Los investigadores que representaban la autoridad cientficaeranhombres,racionales, blancos y europeos, los legtimos productores de las categoras para individualizar a la Puna, para inventar y producirimgenes y descripciones particulares de ese territorio, segn los intereses del paradigma dominante, cristalizando la colonialidad del saber.

A lo largo de los siglos recibi la visita de numerosos conquistadores, exploradores, estudioso, .cientficos, cateadores mineros o simplemente viajeros, que plasmaron sus impresiones para la posteridad. Los jefes incas, el conquistador Diego de Almagro, los jesuitas, mineros alemanes e ingleses, numerosos sabios europeos, gegrafos chilenos, fueron algunos de los que hoyaron un desolado territorio (R. Alonso, 193, 2010)

Pertenece (JC Turner) a esa elite de espritus selectos que la historia va incorporando paulatinamente (R. Alonso, pp. 285, 2010)

Segn el anlisis que realiza A. Benedetti (2005) la geografa de toda la Puna, vale decir lo que hoy se conoce como Puna de Atacama y Puna Jujea se asoci al paisaje lunar:

La impresin que produce la Puna en el viajero es tan extraa que no se la creera real. Uno se siente alejado de la tierra; casi parece que se atraviesa un pas lunar. Eric Boman, Antiquits de la regin Andine de la RpubliqueArgentine et du Dsert D A tacam a, Paris, 1908. (citado en A. Benedetti, pp 295)

Durante la noche desciende la temperatura hasta 15 grados bajo cero y entonces el paisaje adquiere su mximo parecido con el de la Luna (Reichert citado en R. Alonso, pp 209, 2010)

Esta imagen de pas lunar se relaciona a la descripcin donde se exalta su gran altitud y temperatura, con un clima fro y seco; se asentuaba la rudeza del clima y la excepcionalidad de los fenmenos atmosfricos, la pobreza de la flora y de la fauna, el aislamiento y la marginalidad (Gbel 2002, citado en Benedetti 2005).

profundamente original de los Andes tropicales al sur del Ecuador, por su continuidad y extensin simultnea, por las topografas planas u onduladas en su mayora. Las punas, a ms de 3.800 msnm en el norte y a 3.500 en el sur, estn cubiertas por estepas y praderas...(Dollfus 199, pp. 66, citado en Benedetti, pp)

En 1884 A. Bertrand diferencia la Puna de Atacama y la Puna jujea, cada una con su cuenca hidrogrfica, definida por altitudes y temperaturas extremas, presencia de salares y salinas y ausencia de agua. La mayora de los exploradores describa a la Puna como unregin natural, ya que era interpretada como sinnimo de un paisaje naturaldeextensa superficie tipo desrtico y con sobredeterminadas variables extremas (clima y altura).Los tcnicos y exploradores de fines de 1800 que investigaron respecto a la minera en los actuales departamentos de Rinconada y Santa Catalina tambin definieron a la puna jujea como una regin natural.Este concepto es propuesto en primera instancia por los naturalistas,que explican al espacio como principalmente natural, es decir definido a partir de sus caractersticas climatolgicas evidentes. La concepcin de regin natural de la Escuela francesa (1900) afirmaba que los elementos naturales y fisiogrficos contribuan a un equilibrio de la naturaleza, cada regin era una sntesis de esa combinacin, por lo que el paisaje al interior es homogneo y uniforme; la presencia e intervencin humana era secundaria. Brackebusch describe a la puna como una gran meseta cuya altura puede calcularse de 3.000 a 3.500 msnm (1883, pp 15) o como una gran planicie de 3.500 msnm (Por los caminos del Norte, pp 49); analiza los cuadros topogrficos, el carcter general de su naturaleza, describe fauna, flora y la geologa, pero principalmente se interesa por relevar los recursos minerales. Se refiere a la poblacin de una manera secundaria como los indios coyaso comenta sobre algunas costumbres, considerando las mismas como detalles pero dejemos la descripcin de estos detalles..., pueblitos indios que describir ms adelante, ... los coyas, cuyas costumbres tendremos, durante mi disertacin, ocasin de informarnos ms extensamente (1883, pp 11). La nocin de regin natural supona una regionalizacin operada dentro de los lmites del territorio estatal, de forma tal que ste quedara dividido en mosaicos con lmites precisos. Segn A. Benedetti en las narraciones de estos exploradores priman las descripciones climatolgicas y geogrficas, como la gran altitud, un clima fro y seco, la gran amplitud trmica e inclusive el efecto fisiolgico producido en las personas como consecuencia de la altura: puna o Soroche. A estos elementos fisiogrficos se agregaban algunos elementos humanos: una poblacin escasa, dispersa y mvil, que basaba su subsistencia en el pastoreo.Otras interpretaciones de la poca respecto a la Puna se pueden alinear bajo los presupuestos de la regin geogrfica que incorpora el aspecto humanocomo criterio de regionalizacin. En este caso se buscaba la individualidad o excepcionalidad- de cada una de las unidades simbiticas entre ambiente e individuos, con el objetivo de fijar lmites, que ya estn inscriptos en la realidad, definidasa partir de la mirada del gegrafo. Ambas propuestas (regin natural y regin geogrfica) coincidan en tomar como totalidad al territorio estatal y operar sobre este una divisin exhaustiva, para construir un mosaico regional, que normalmente se expresaba en una imagen cartogrfica(A. Benedetti, .pp 82).G. Rohmeder(ao?) define a la Puna como una regin caracterizadasegn el clima, los sistemas fluviales, la vegetacin, su geomorfologa y marca las diferencias que la separan de otra regin y se interesa por la presencia de los recursos minerales (al igual que Brackebusch). Sostiene que la composicin tnica y social cambian con las condiciones que se derivan de los hechos fsicos y al revs el factor humano influye en el carcter florstico del paisaje(El paisaje entre Jujuy y La Quiaca, pp 96). En estas concepciones se define a este espacio segn sus caractersticas geogrficas y climatolgicas visibles y palpables, se registran sus componentes que en su combinacin otorgan una particularidad a la misma y la diferencian de otras. El componente social no es importante, se mencionan algunos rasgos o detalles de la poblacin local o su influencia con el medio.Estas nociones se corresponden con las del determinismo ambiental que domin gran parte de la historia de la antropologa ecolgica, la idea de que la sociedad humana y la cultura pueden explicarse en funcin de su medio ambiente; la antropogeografa fue su versin ms cruda y posteriormente el posibilismo ambiental, que si bien no supona una determinacin unidireccional, hipotetizaba que el medio ambiente marcaba las fronteras de las posibilidades deldesarrollo cultural.Segn los anlisis realizados por los investigadores G. Karasik y A. Benedetti, las descripciones de los primeros exploradores (1900) suponan un espacio desrtico, hostil y adverso, lejano y distante como la lunaentre la desilusin y el espanto y se presentaba como un paisaje absolutamente desalentador:

es un pas salvaje como conejera, donde abundan los guanacos y las vicuas (Andrews en R. Alonso, pp. 196, 2010)

no puedo decir que el paisaje fuera muy animado, siendo todos los alrededores una confusin de colinas desnudas y speras montaas (Temple citado en R. Alonso, pp, 197, 2010)

Los investigadores E. Boman (antroplogo sueco) y Von Rosen (explorador sueco) marcaron fuertes diferencias entre territorio puneo y la quebrada de Humahuaca, no slo en la descripcin del ecosistema sino en los sentimientos antagnicos que generaban cada tipo: alegra-tristeza, desierto-paraso, sombras-hermosura y debido a estas caractersticas hostiles, suponan una poblacin acorde a las mismas. Asi tambin lo expresaron distintos exploradores:

todos los viajeros que pasaron por la puna en el siglo XIX y a lo largo del XX entre ellos Brackebusch, Becerra, Hunicken, Doering, Holmberg, Cerri, Buttgenbach, Bomen, Von Rosen, Nordeskiold, Reichert y otros enfatizaron en si riqueza minera pero apuntaron sobre lo desolado del territorio, la falta de infraestructura, la severidad del clima, la lejana, delos centros poblados y de los puertos marinos, entre muchos otros aspectos negativos (R. Alonso, pp220, 2010)

En esta meseta desolada todo se presentaba de colores claro y plidos () Este conjunto envuelto en una atmosfera difana, produca una sensacin de tristeza y opresin inexplicables (Juan Ambrosetti Viaje a la Puna de Atacama citado en C. Reboratti, pp. 33, 1994)

Estas descripciones e interpretaciones, avaladas en un pensamiento social determinista y unilineal posibilitaron la construccin de una colonialidad del saber y tambin del ser, en tanto se presuponen y asocian paisajes y climas a caracteres propios de los pobladores, asociaciones naturales y visibles que eran descubiertas y afirmadas por el cuerpocientfico, pero adems evidenciaban la situacin de inferioridad y/o la condicin deincivilizacin:

La civilizacin en estas gente es nula y si algunos son clasificados de cristianos es puramente en el nombre, estos son unos tipos de egosmo, y la nica religin de ellos es tener miedo las almas, y no omiten llenar la bolsa del cura con tal que este les asegure que apaciguar las exigencias de estos espritus que segn ellos pasan silbando por todos los campos que rodean sus habitaciones ( Becerra 1887 citado en A. Benedetti, pp 326, 2005)

En cuanto a su carcter, los indios de la Puna de Jujuy se parecen a todos los otros indios del altiplano: son huraos, reservados, falsos, astutos, perezosos, tmidos, pusilnimes, sometidos al que manda (E. Bomancitado en A. Benedetti, pp 326, 2005)

los indios atacameos poseen la pasividad en mayor grado que quichus y aymaras, pero una pasividad siempre negativa, pues su primer movimiento i con frecuencia el ultimo es no hacer lo que seles pide, sin entrar a considerar si es o no de su conveniencia (Bertrand 276-277 citado en G. Karasik, pp 248, 2003)

todas estas regiones estn habitadas por indios quichuas que son cristianos pero viven todava en un estado completamente primitivo (Brackebusch citado en R. Alonso, pp 220, 2010)

La mayora de los viajeros producan descripciones altamente despreciativas y estigmatizantes de la poblacin: primitiva y marginal, sin sentido patrio ni de civilizacin, caractersticas propias de un ambiente desrtico y estril. Estos atributos negativos se correlacionan con las supuestas hostilidades del medio que delimitaba la subsistencia humana de un modo casi insuperable para la existencia social Son espacios que lindan con la no-humanidad, no apta para el desarrollo y la civilizacin. (G. Karasik, pp. 245, 2003).

Como lo afirmara G. Karasik (2003) as como el territorio habasido valorado negativamente, tambin su poblacinlo era. A travs de estos relatos cientficos se comienza a forjar la imagen del indio en general, proceso altamente estudiado, revisado y discutido (poner autores estigmatizacin trinchero), pero necesario de sealar para este espacio liminal de la Argentina.Esta invencin del otro (Castro Gmez) es asociado a las condiciones pobres, desrticas y estriles de su medio ambiente, como una condicin o extensin del mismo. Para el investigador Anbal Quijano esta invencin del otrolegitima los procesos de violencia y expropiacin hacia los pueblos originarios, a travs de un imaginario que establece diferencias inconmensurables entre el colonizador y el colonizado y donde las nociones de raza y cultura operan con un dispositivo taxonmico que genera identidades opuestas (Castro Gmez, pp. 153, 2000). A travs de estas imgenes se justifica el poder disciplinario, la colonialidad del poder:

la maldad, la barbarie y la incontinencia son marcas identitarias del colonizado, mientras que la bondad, la civilizacin y la racionalidad son propias del colonizador (Castro Gmez, pp 153)

Segn A. Quijano en esta construccin de modernidad, dos procesos histricos convergieron en la produccin del espacio y tiempo de Amrica: la codificacin de diferencias, expresadas en los conceptos de raza y la articulacin de formas de control de trabajo, recursos, productos en torno al capital y del mercado mundial (A. Quijano, 2000). Este trmino de razanos permite analizar los discursos espaciales de las autoridades acadmicas legtimas que estn al servicio de los sectores hegemnicos y velan por alcanzar ese poder social acudiendo a supuestas codificaciones de diferencias biolgicasque ubica a unos en estado natural de inferioridad respecto a otros, con el inters de legitimar las relaciones de dominacin y expropiacin impuestas por la conquista y posteriormente por los estados burgueses.Tal como lo propusiera S. Castro Gmezrespecto a las construcciones de estos primeros exploradores:

Las sociedades indgenas americanas tal como fueron descritas por viajeros, cronistas y navegantes europeos, resultaron elreferente emprico para describir el estadio del salvajismo y barbarie, propio de una escala de evolucin humana donde el ultimo estadio es el alcanzado por las sociedades europeas (Castro Gmez, pp 154.)

Los indios de la Puna y del altiplano en general pueden asimilarse a la civilizacin europea? Pueden aprender el mtodo de trabajo de los europeos, pueden ser absorbidos en la masa de la poblacin de un estado civilizado? En general, creo que no (Boman citado en A. Benedetti, pp. 326, 2005)

Estas descripciones son adecuadas a las polticas discursivas y de intervencin de la generacin del 80 -barbarie vs civilizacin- que justifica su accionar genocida. Las prcticas y conocimientos de las comunidades indgenas y campesinas no eran apropiadas para el crecimiento econmico y social de la nacin, por ello era altamente necesario negar y extirpar la otredad y a la vez desposeerla del total de su territorio (de sus tierras, de sus recursos, de sus conocimientos). Esta nueva identidad racial (colonial y negativa) justifica el despojo de sus propias y singulares identidades histricas y de su lugar en la historia de la produccin cultural de la humanidad:ahora son el pasado, este patrn cognitivo, es decir una nueva perspectiva de conocimiento dentro del cual lo no-europeo era el pasado y de ese modo inferior, siempre primitivo (Quijano, pp. 221)

Una vez construida la invencin del otro y aprobada por las autoridades correspondientes se procede a la institucionalizacin de la misma.Esta informacin se comienza a reproducir en los organismos estatales y otros documentos oficiales, para ser divulgada a travs de obras y encuentros cientficos-acadmicos y luego inserta en la enseanza escolar. La investigadora S. Quinteros (2002) y L. Romero (2004) analizan los materiales bibliogrficos escolares de esa poca de las ciencias geogrficas, la historia y el civismo para evidenciar el discurso naturalizado que impone el sector hegemnico, avalado por el grupo cientfico dominante.Esta afirmacin tambin es sostenida por otros autores (Escolar, Reboratti, Benedetti), quienes adems subrayan el refuerzo de estas construcciones en la dimensin subjetiva para inquirir la representacin simblica del espacio:

la representacin subjetiva, de reconocimiento y diseo cartogrfico, que inventan los contenidos de territorio natural del Estado, constituyendo un discurso legtimo sobre la soberana nacional (Escolar, Quinteros, Reboratti, 1994, pp. 2).

Segn Anderson (2007) son tres las instituciones del poder que contribuyen a afianzar esta comunidad imaginada: el mapa, el censo y el museo, que moldearon el modo en que los estados coloniales imaginaron sus dominios: la naturaleza de los seres humanos que gobernaba, la geografa de su dominios y la legitimidad de su linaje (Anderson, pp228).La elaboracin del mapa supone y atraviesa varias dimensiones, en tanto instrumento que moldea subjetivamente a travs de la cartografa las representaciones simblicas y adems territorialmente, ya que contribuye a afianzar el proceso de reconocimiento y apropiacin de territorio. Como ya lo expresara D. Harveyel trazado de mapas no es neutral, sino que escuando se comienzan a insinuar las formas de apropiacin del espacio para usos privados(pp. 253).A la vez estas nuevas representaciones del espacio van airrumpir en las percepciones y experienciasde los agentes locales, intentando transformar sus perspectivas y vivencias y de este modo activando una vez ms la colonialidad del ser.Sobre estos procesos de colonialidad se proyecta la invencin de la nacin y su demarcacin territorial, avalada por las comunidades cientficas (referido de una manera irnica) del paradigma dominante que fortalecen los discursos sobre la misma. Estas formas de ocupacin territorial manifiestan la importancia del control del espacio para ejercer el poder social y as desarrollar relaciones de produccin distintas a las locales, fundamentado en el desorden civilizatorio.

La invencin de la Puna en la contemporaneidad la Puna, nuestra gran cenicienta

Todava en la dcada del 60, el gegrafo Alfredo Bolsipropone seguir estudiando a la Puna como un ambiente natural muy particular, en el cual se asienta una sociedad simple; le interesa indagar sobre las tcnicas de adaptacin al medio, la evolucin histrica-geogrfica de las condiciones naturales, en funcin de las modificaciones o cambio de los grupos humanos y distingue sus puntos de investigacin en unidad fisiogrfica, hbitat, suelo y poblacin (1968). Estos paradigmas, con algunas variaciones y modificaciones, seguan sostenindose en las ciencias geogrficas hasta 1980, algunos relacionados a los estudios del determinismo y posibilismo ambiental.La mayora de los investigadores contemporneos siguen definiendo a la Puna como una regin geogrfica ouna regin humana, en tanto explican la variacin de paisajes y organizaciones humanas (actividades productivas y reproductivas, las tcnicas y formas de organizacin social) debido a la combinacin de ambos en un determinado espacio, lo que les otorga cierta particularidad (Romero, 2004, pp 87).A travs de las diferencias y asimetras naturales que presentan cada regin se construye un esquema cannico de interpretacin del territorio (Quinteros, 2002, pp 1). Lo ms interesante de analizar es como an en la actualidadvan a seguir primando descripciones yestudios sobre este territorio considerando representaciones de la primera invencin de este territorio: una franja desolada, marginal y pobre que no se puede anexar al Estado nacional, debido a sus condiciones desfavorables:

La Puna Argentina es una regin nica en el mundo. Desde el punto de vista fisiogrfico es alta y ancha, con poco agua y con escasa vegetacin y constituye una barrera no solopara los seres humanos sino tambin para la atmosfera, la fauna y la flora (T. Jordan en R. Alonso, pp11, 2010)

Las caractersticas apuntadas en un capitulo anterior sobre la presin atmosfrica y el enrarecimiento del aire dan lugar a un desequilibrio fisiolgico conocido como soroche o mal de puna, que ha provocado la muerte de numerosas personas no aclimatadas. A esto se suma el malestar general y la depresin psicolgica producida ante la visin del desierto apagado, montono y gris (R. Alonso, pp113, 2010)

Quien haya vivido en aquella regin del Oeste de las provincias de Jujuy, Salta y Catamarca sabe por experiencia propia hasta que grado las inclemencias afectan a los habitantes. Una intensa radiacin solar, extrema sequedad, temperaturas invernales de hasta 30 bajo 0, vientos que a veces superan los 100 kms. Por hora, nevadas copiosas, electricidad en el aire enrarecimiento de la atmosfera, fuertes amplitudes trmicas tormentas de arena, constituyen una apretada sntesis de los parmetros en los que se desarrolla la vida. El viento Blanco de Juan Carlos Dvalos (R.Alonso, pp. 159, 2010) bello y a la vez despiadado paisaje puneo

las crnicas de los primeros viajeros que atravesaron la desolada regin hasta los trabajos de una dcada atrs, todos y sin excepcin han soado con ideas que cambien por un vergel el gris y silencioso panorama de grandiosa soledad que se observa en la altiplanicie andina. Es que la Puna es nuestra gran cenicienta (R. Alonso, pp. 296, 2010)

No solo las condiciones fisiogrficas y climticas de este territorio son desalentadoras, sino que es condicionante de su poblacin:

Nos acercamos y encontramos a un hombre de baja estatura, nativo, vestido, con ropas de lana de llama y ojotas que hablaba quechua y estaba pastoreando las llamas del tal Acho. No era Coquena, pero se le pareca bastante (R. Alonso, pp. 308, 2010)

Cuando vimos su choza no podamos creer que pudieran vivir en un alero depiedra, que haba pircado a la vuelta y dejado una pequeaentrada que cerraba con unasmaderas de cardones atadas con lienzos de cuero. Adentro, el mobiliario consista en un rectngulo de piedras volcnicas chatas elevado a unos 30 cm del piso y que estaba cubierto por cuero de animales que hacan las veces de colchn y cobijas. En frente del camastro seamontonaban unas bolsas con granos de maz amarillo y en el piso haba una cabeza de llama sin piel, descarnada, con los ojos muertos que nos miraban fijamente. Tambin haba algunas vasijas de barro cocido y recipientes, a la manera de platos y tazas de rustica factura cermica. Nada diferente a un hombre del neoltico (R. Alonso, pp 308, 2010)

Viajar por la Puna en esos tiempos era bastante diferente a lo que es hoy no haba caminos ni ferrocarriles, no haba comercios adonde comprar, no haba hoteles ni alojamientos y el puneo era casi siempre desconfiado y poco amigable con los extraos (C. Reboratti, pp 73, 1994)

Pero adems an se reconoce el trabajo slido y pertinente de estos primeros explorados-cientficos europeos, revalorizando esa colonialidad del saber:

Brackebush un ingeniero alemn que exploraba las posibilidades mineras de la Puna, con eficiencia germana recorri la Puna de arriba para abajo (C. Reboratti, pp. 73, 1994)

solo en los aos 1900 y 1901 tenemos siete viajeros con formacin intelectual adecuada para describir el territorio, contra los muy escasos que lo haban visitado (R. Alonso, pp. 203, 2010)

Para que estos pueblos puedan ser parte de la nacin de una manera ms homognea o efectiva es necesario continuar el proyecto de colonialidaddesplegado hace tiempo atrs (escuelas, administraciones, persecuciones, discriminacin, racialidad, iglesia, infraestructura, planes de trabajo, organizacin externa, etc.)

La poblacin punea se caracteriza porel bajo nivel de cobertura de sus necesidades bsicas. Esta situacin podra ser superada mediante la promocin de nuevas actividades o mejorando las actuales. Pero para que estas dejen de ser exclusivamente de subsistencia y logren promover un desarrollo sustentable, se necesita acceder a fuentes eficientes de energa (Grupo de energa no convencionales del Instituto de geografa UBA citado en C. Reboratti, pp. 27, 1994)

Sino tambin la otra posibilidad para su insercin (y utilidad) en el Estado nacin puede ser su explotacin turstica, justamente mercantilizar esa imagen lunar:

Uno de los aspectos ms interesantes de esta remota regin es la cultura de sus habitantes, quienes desde tiempos prehispnicos, lograron adaptarse a las duras condiciones climticas. Localidades como San Antonio de los Cobres y Tolar Grande conservan costumbres ancestrales que se reflejan en manifestaciones culturales como la Pachamama, los misachicos y la apacheta, entre otras. Personas de rostros enigmticos en inmensos salares, volcanes, estepas arbustivas, cielo lmpido, sol penetrante y lagunas azules, son slo algunas de las maravillas que la Puna ofrece para lograr fotografas de gran impacto. (Sitio Web Oficial delMinisterio de Cultura y Turismo de la Provincia de Salta)

La Puna Las principales actividades econmicas, son la ganadera y la agricultura de subsistencia, y la minera. En los ltimos aos, el turismo ha comenzado a convertirse en una alternativa de desarrollo ofreciendo una interesante variedad de actividades para los visitantes, como el montaismo, la observacin de flora y fauna, la participacin en eventos y festividades locales (http://www.turismo.jujuy.gov.ar/region/puna/Secretara de Turismo de la Provincia de Jujuy)

La Puna Jujea se caracteriza por sus llanuras de altura, la tranquilidad de sus habitantes, el silencio de la inmensidad y encantadores pueblos de altura.La Puna, una de las regiones geogrficas ms amplias del Norte Argentino, cubre la mitad del territorio de la Provincia de Jujuy, convirtindose as en dominante natural de paisajes nicos e indescriptibles.( http://www.jujuy.com/circuitos-la-puna)

La Puna jujea. Casi nadie conoce las lagunas altiplnicas de Pululos y Vilama. Ni siquiera los habitantes de la Puna que las tienen al lado. Para aproximarnos a ellas hilvanamos rutas y caminos del oeste de Jujuy, rastreando pueblos donde escasea la gente, pero sobran los paisajes coloridos, signados por la riqueza mineral de esta tierra mgica, hermtica y profunda (http://www.lugaresdeviaje.com/nota/la-puna-jujena)

La Puna argentina es un mundo aparte, una regin remota e ignorada del pas que no haba sido mostrada hasta hoy en imgenes() Bonifacio del Carril ha recorrido y fotografiado ese paisaje natural, desolado e imponente: salares, nieves eternas, conos de lava, desiertos lunares, lagunas lechosas pobladas de flamencos y pramos inmensos donde pastan las elegantes vicuas. A pesar del fro y el viento persistente, la intensa radiacin solar y el aire enrarecido por la altura, la Puna ha sido habitada por el hombre desde hace milenios y alberga ruinas aborgenes, iglesias coloniales y pueblos mineros fantasmales. Es una suerte de Tibet argentino. (Presentacin del Libro La Puna argentina Fotografas y texto: Del Carril, Bonifacio, ISBN: 978-987-9395-38-7)

Extendindose sobre todo el tacn del zapato dibujado por el territorio de Jujuy, la Puna ostenta sus desolados, espectaculares, y sobre todo diferenciales paisajes: inmaculadas salinas, estepas, planicies altiplnicas, lagunas rodeadas por montaas, y hasta oasis que matizan con su diversidad biolgica la monotona del paisaje de este desierto de altura.El circuito de la Puna se compone de numerosos parajes rsticos y casi despoblados, cuya belleza reside en la simplicidad, el respeto por el pasado y la tranquilidad. (http://www.argentinaturismo.com.ar/jujuy/circuitopuna.php)

Calles empedradas, casas de adobe y techos de paja dibujan la postal representativa del somnoliento y perdido pueblito de Rinconada, en algn tiempo transitado paraje jujeo por su riqueza en metal dorado. Silencio y soledad es lo que develan hoy sus calles, y por all, un inslito baln permite fugarse al pasado descubriendo bajo el pueblo los socavones de las viejas minas.Casi ignorando su presente desolado, frente a la plaza, Rinconada conserva en sus rasgos altivo al antiguo cabildo, as como conserva el nombre de Confn Aurfero de la Patria, aunque todo ello haya quedado en el olvido.Cobre de Virtudes y Tradiciones, Santa Catalina transfiere la atencin del paisaje recio y silencioso, al particular encanto de su antigua iglesia, la cual guarda el arte de la imaginera colonial. (http://www.argentinaturismo.com.ar/jujuy/circuitopuna.php

Las polticas pblicas y capitalistas tienen un nuevo plan de explotacin econmica para este territorio, se troca la explotacin minera por una explotacin turstica en funcin de las particularidades extraas, desoladas, tranquilas, antiguas, perdidas por lo tanto pintorescas de sus pobladores y comunidades.De esta manera se vuelve a otorgar una presencia indgena (anteriormente negada), pero con los fines de mercantilizarla, es decir ofrecer, exponer y vender sus silencios, sus olvidos, su soledad, su somnolencia, su tranquilidad, situacin que nos retrotrae a las colonialidad del ser, de esa no tica basada en la racializacin, como diferenciacin subontolgica legitimadora del abuso y explotacin de la singularidad de estas comunidades, debido adems a la destruccin de sus subjetividades.

los catala, los catala le decamos me acuerdo pasaban por Yoscaba arriando las llamas cargadas y le decamos un ojotita del pueblo de llamas. Y nos reamos y nos burlbamos. Que malos! (Entrev.1, 2008)

Saberes que destruyen subjetividades, violencia de la representacin y de la nominacin que se ejerce sobre el otro colonial-diferente. (Quintana, M.)

PARTE IIConstrucciones de Espacios Otros Frente a los relatos e imaginarios impuestos por los sectores hegemnicos, se pueden contraponer otras historias, otras percepciones y vivencias de ese mismo espacio y comprender como estas construcciones suponen conflictos por el uso y control del mismo que se despliegan histricamente y oponen a los grupos sociales con intereses diferentes, pero fundamentalmente como componen el espacio social. Como se mencionara anteriormente son por esas mismas mallas de sendas y caminosque enunciara Madrazo que este espacio tambin es producido, imaginado y disputado por los habitantes nativos del lugar y as producen esos otros espacios.En este punto de discusin nos interesa aportar desde la particularidadpara considerar estas realidades y su lgica potencial... Pensar desde la diferencia, para la comprensin de mundos locales (Escobar).Nos interesa partir de esos conocimientos otros, de las construcciones locales, de sus producciones materiales y simblicas. Para E. Dussel (pp. 201) la transmodernidadun ms all trascendente a la modernidad occidental significa un momento multicultural, con sus propias pinceladas y particularidades, lo que evidencia que la supuesta hegemona moderna-europea, si bien influy en algn grado, no logr anular los conocimientos y prcticas de las culturas preexistentes. A esta interpretacin se puede apelar cuando se analiza la construccin del territorio a travs de las miradas y prcticas particulares-locales y poner en cuestin las representaciones del espacio otorgado a la Puna en la construccin del Estado nacin, y que en la actualidad determinadas caractersticas an se reproducen discursivamente.Estos otros modos de construirelespacio reflejan las prcticas que nunca estuvieron incorporados a esa modernidad (proyectada de Europa)(E. Dussel), pero que existen y se manifiestan en sus distintas modalidades y transformaciones. A la vez estas otras lgicas nos permiten reflexionar sobre la afirmacin de H. Lefebvre, La lucha de clases se inscribe en el espacio. Slo esa lucha puede evitar que el espacio abstracto asuma el control de todo el planeta y cubra todas las diferencias. Solo la lucha de clases tiene la capacidad para diferenciar, generar diferencias que no son intrnsecas al crecimiento econmico (citado en Harvey, pp. 264),si bien para nuestro trabajo de investigacin no es adecuado el concepto de clase, resulta primordial rebatir la concepcin universal abstracta del espacio y visibilizar esas otras formas de producir, imaginar, percibir y poblar el espacio.

Los Movimientos poblacionalesLos actuales pobladores del departamento de Santa Catalina muchas veces nos preguntamos: cuales fueron nuestros orgenes? Cuales fueron nuestros antepasados? Porque el color de nuestra piel es cobriza? Porque cantamos coplas? Porque cada 1 de Agosto ofrendamos a la madre tierra pachamama? Porque siempre se est pensando en el regreso a la tierra donde nacimos? (Jacinto Navarro, Revista Sol y Luna)

Segn los relatos de los pobladores, una de las prcticas ancestrales que re-construyen este espacio son los movimientos poblacionales, como una prctica propia, que a pesar de los procesos de colonialidad, se repiten y reconfiguran. En el norte de la Argentina han representado prcticas sociales recurrentes, que contribuyeron a configurar y reconfigurar el espacio social; constituyen prcticas complejas que componen intensamente el proceso histrico de construccin de los pueblos. Las distintas experiencias y trayectorias enunciadas por los actores evidencian esta densa red de relaciones sociales, polticas y econmicas que dinamizan el territorio.Eduardo Miguez nos seala la necesidad de captar la experiencia concreta de los agentes sociales, rescatar la propia visin de los actores del procesoms que continuar en el anlisis delos impactos de las migraciones masivas en la estructura social y los procesos de modernizacin (propios de los estudios de las sociedades modernas). Nos interesa comprender los movimientos en su especificidad histrica y no realizar una tipificacin extensa de su complejidad, porque no sera til para los fines de nuestra investigacin.Dentro de este espacio, fronterizo por cierto, los movimientos poblacionales son constantes y relacionan a los grupos domsticos asentados en el actual norte de Argentina,en Jujuy las localidades y parajes de Santa Catalina, El Angosto, Oratorio, San Juan y Oros, Cieneguillas, Piscuno, Casira, Puesto, Pea Colorada, Cabreras, etc. y en el sur de Bolivia, de Potos y Villazn las localidades y parajes de Tupiza, Talina, Lpez,Estarca, Pastos Grandes, Esmoca, Sarcar,etc. y el norte de Chile (aunque de ste ltimo no hemos podido registrar relato, slo informacin bibliogrfica). Estos movimientos se cristalizan en los relatos orales de los vecinos, apelando a la memoria colectiva, relatos que enuncian las percepciones de los actores con respecto a las relaciones que sus ancestros re-creaban con otros vecinos:

Mira, nosotros desde que estamos ac, limitamos con Bolivia y lo que estamos tambin limitamos con Cabrera y tenemos cerca el tema de Bolivia, nosotros tenemos ac en este momento la gente de Bolivia, estn ac. Hace mucho tiempo cuando se buscaban las parejas., muchas veces antes se venan muchachos que vena a verla a las ..a ellas (Entrev. 5)

Antes la gente de antes iba y vena (Argentina-Bolivia) no todo el tiempo, pero era de siempre ir hasta all, hasta los parientes () mi padre lfue a pelear a la guerra del Chaco, porque l era de all de Bolivia y de ah de Talina y de San Carmen toda la gente se ha ido a la guerrahace mucho tiempo, me contaron mis abuelos, mi abuelo se llamaba Emiliano Puca, de los Puca de Bolivia (Relato de vida EP 18)

Estos movimientos pueden ser comprendidos como estrategias elaboradas socialmente bajo una lgica prctica (P. Bourdieu) que le permiten a las agentes sociales producir y reproducir sus modos y formas de compartir, de conocerse, de relacionarse, de promover sus trueques, participar en las fiestas, las ceremonias con comunidades vecinas. Del anlisis de los relatos orales se interpreta estas estrategias en distintos sentidos, una de ellas en tanto grupo que extiende y afianza sus relaciones parentales.Estasestrategias[footnoteRef:8] (p. Bourdieu) que se relacionan estrechamente con el habitus lo social inscrito en el cuerpo-, si bien estn imbricadas en principios individual/personales, parten de un mundo de experiencias y significados sociales como las experiencias ancestrales. [8: Estrategias:..no la persecucin intencional y planificada de antemano de metas calculadas, sino al despliegue activo de lneas de accin objetivamente orientadas que obedecen a regularidades y forman configuraciones coherentes y socialmente inteligibles, aunque no se apeguen a ninguna regla consciente o no busquen objetivos premeditados planteados como tales como un estratega P. Bourdieu, ao, pp