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Carta de Jean Vanier - abril de 2012 1 Belén, abril de 2012 Queridos amigos, Estoy en el monasterio del Emmanuel – una pequeña comunidad de rito griego católico, donde hay sólo siete hermanas contemplavas, dos de las cuales han estado en El Arca. Este monasterio está adosado al muro que separa Israel y Palesna, muro de miedo, muro de odio, símbolo de todos los muros que hay alrededor de nuestros propios corazones. Yo, que ya no viajo, quise, sin embargo, hacer este viaje acompañado por Odile, por dos razones. Dar un pequeño rero a estas siete hermanas (y a las Hermanitas de Jesús en Palesna), al pie de este muro, porque ellas son un símbolo de esperanza en nuestro mundo en el que tan a menudo el odio prevalece sobre el amor, la desesperación sobre la esperanza, y del que está terriblemente ausente la acogida al que es diferente. Quería también visitar la pequeña comunidad que es un proyecto oficial de El Arca. Esta comunidad de Belén ha sido un sueño desde hace mucho empo, un sueño que comenzó a tomar forma en 1981 cuando el responsable de las instuciones de Israel vino a El Arca para preguntar si podríamos asumir una instución que iba a nacer en Caná de Galilea para 220 jóvenes de origen árabe. El representante de Israel aceptó nuestra negava a trabajar en una gran instución, debido a la importancia de lo pequeño para El Arca. No queremos trabajar por un gran número como una instución, sino con unos pocos y en hogares pequeños a escala humana. El promeó, no obstante, su apoyo, si comenzábamos en lo que se llamaba en esa época los territorios ocupados (Palesna). En octubre de 1976 Odile había visitado la Malja – una instución pequeña, un asilo cerca de Belén, donde había muchos jóvenes con grandes dificultades que anhelaban un lugar como El Arca. Es así como con Marie-Antoinee y Kathy, y luego Françoise y otros, el sueño se hizo realidad en Betania; una realidad muy frágil, en la que la vida ha sido probada por el cierre de la casa en 1991, durante la Guerra del Golfo. Sin embargo, los vínculos se mantuvieron con la presencia fiel de Kathy, mi primo Michel de Salaberry y otros. Finalmente la vida ha sido más fuerte, y acaba de iniciarse una nueva etapa aquí en Belén con Kathy y una mujer palesna, Mahera, quien ha aceptado la responsabilidad. Yo estaba feliz de visitar esta comunidad, de conocer a cada persona con discapacidad y a cada asistente. Una comunidad donde crisanos y musulmanes trabajan juntos, celebran la vida, comen juntos, se conocen en profundidad. Es una verdadera familia. Ellos no viven juntos como en un hogar, porque cada uno vive con su familia, pero ésta es una verdadera comunidad hecha de relaciones de amistad, de comunión y de trabajo. Vi su alegría de estar juntos y puedo dar tesmonio de la belleza de esta comunidad. Ellos hacen pesebres y otros objetos con la lana de las ovejas de Belén. 1 Jean, unos miembros de Ma’an lil-Hayat y amigos del Malja Carta de Jean Vanier

Carta de Jean Vanier - Fe y Luz · la Madre Teresa, Martin Luther King. Ellos son modelos que nos llaman a trabajar con más humildad y alegría por la unidad y la paz. Tengo la suerte

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Page 1: Carta de Jean Vanier - Fe y Luz · la Madre Teresa, Martin Luther King. Ellos son modelos que nos llaman a trabajar con más humildad y alegría por la unidad y la paz. Tengo la suerte

Carta de Jean Vanier - abril de 2012 1

Belén, abril de 2012

Queridos amigos,

Estoy en el monasterio del Emmanuel – una pequeña comunidad de rito griego católico, donde hay sólo siete hermanas contemplativas, dos de las cuales han estado en El Arca. Este monasterio está adosado al muro que separa Israel y Palestina, muro de miedo, muro de odio, símbolo de todos los muros que hay alrededor de nuestros propios corazones. Yo, que ya no viajo, quise, sin embargo, hacer este viaje acompañado por Odile, por dos razones. Dar un pequeño retiro a estas siete hermanas (y a las Hermanitas de Jesús en Palestina), al pie de este muro, porque ellas son un símbolo de esperanza en nuestro mundo en el que tan a menudo el odio prevalece sobre el amor, la desesperación sobre la esperanza, y del que está terriblemente ausente la acogida al que es diferente. Quería también visitar la pequeña comunidad que es un proyecto oficial de El

Arca. Esta comunidad de Belén ha sido un sueño desde hace mucho tiempo, un sueño que comenzó a tomar forma en 1981 cuando el responsable de las instituciones de Israel vino a El Arca para preguntar si podríamos asumir una institución que iba a nacer en Caná de Galilea para 220 jóvenes de origen árabe. El representante de Israel aceptó nuestra negativa a trabajar en una gran institución, debido a la importancia de lo pequeño para El Arca. No queremos trabajar por un gran número como una institución, sino con unos pocos y en hogares pequeños a escala humana. El prometió, no obstante, su apoyo, si comenzábamos en lo que se llamaba en esa época los territorios ocupados (Palestina). En octubre de 1976 Odile había visitado la Malja – una institución pequeña, un

asilo cerca de Belén, donde había muchos jóvenes con grandes dificultades que anhelaban un lugar como El Arca. Es así como con Marie-Antoinette y Kathy, y luego Françoise y otros, el sueño se hizo realidad en Betania; una realidad muy frágil, en la que la vida ha sido probada por el cierre de la casa en 1991, durante la Guerra del Golfo. Sin embargo, los vínculos se mantuvieron con la presencia fiel de Kathy, mi primo Michel de Salaberry y otros. Finalmente la vida ha sido más fuerte, y acaba de iniciarse una nueva etapa aquí en Belén con Kathy y una mujer palestina, Mahera, quien ha aceptado la responsabilidad. Yo estaba feliz de visitar esta comunidad, de conocer a cada persona con discapacidad y a cada asistente. Una comunidad donde cristianos y musulmanes trabajan juntos, celebran la vida, comen juntos, se conocen en profundidad. Es una verdadera familia. Ellos no viven juntos como en un hogar, porque cada uno vive con su familia, pero ésta es una verdadera comunidad hecha de relaciones de amistad, de comunión y de trabajo. Vi su alegría de estar juntos y puedo dar testimonio de la belleza de esta comunidad. Ellos hacen pesebres y otros objetos con la lana de las ovejas de Belén.

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Jean, unos miembros de Ma’an lil-Hayat

y amigos del Malja

Carta de Jean Vanier

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Tuve la oportunidad de anunciar en una conferencia pública en la ciudad, delante de 400 personas, la mayoría musulmanes, el mensaje de paz, de amistad y de acogida del que es diferente, que se vive en Ma’an lil-Hayat (el nombre de la comunidad). Antes de mi conferencia, hubo un pequeño « sketch – mímica » con todos los miembros de la comunidad: ¡si ustedes hubieran visto la felicidad de sus padres cuando tanta gente aplaudió a sus hijos! La paz y la ternura vividas en este monasterio y en nuestra pequeña comunidad de El Arca me dan esperanza. Hay tanta violencia en nuestro mundo. Jesús vino a transformar esa violencia en ternura. Pidamos al Espíritu Santo que transforme nuestras agresividades en esta ternura de la escucha y la presencia.

Aquí en Belén, me siento conmovido por la historia de Christian de Chergé, el monje del monasterio Trapense en Argelia, que fue asesinado junto con sus hermanos monjes en 1996. Christian, por supuesto, conocía el Islam radical y duro, pero conocía también y sobre todo el Islam de los vecinos de su monasterio, un Islam que inspiraba un abandono en Dios, una vida de profunda oración, una bondad respetuosa y una acogida a los otros, diferentes. Christian no era un ingenuo, era un hombre de Dios, que procuró entender teológicamente el Islam de sus vecinos. Conocía por experiencia su autenticidad y su verdad.

Él trató de comprender en la visión de Dios este Islam que había inspirado a Louis Massignon, el Islam de los sufíes con quienes Christian oraba. Éste es el Islam que conocemos a través de El Arca y de Fe y Luz. Es por eso que he disfrutado tanto el libro de Christian Salenson sobre la teología de Christian de Chergé – una teología de esperanza. En el monasterio he tenido la alegría de sentarme a la mesa con David Neuhaus, jesuita, Franc Bouwen, de los padres blancos, y Abuna Rafik, todos comprometidos en el diálogo ecuménico e interreligioso. Su presencia y su amistad son una inspiración para mí.

El Arca, aquí como en otros lugares, quiere ser la señal de un lugar de unidad y de paz con gentes de diferentes religiones, a partir de la presencia gozosa de las personas más débiles de nuestras sociedades. Son ellas quienes nos unen y nos llaman a apreciarnos mutuamente.

También me alegró mucho reunirme en Belén con los miembros de dos comunidades de Fe y Luz que hay en Galilea. Fe y Luz, primo hermano de El Arca, que tiene sus mismos objetivos, pero con otros medios, continúa creciendo maravillosamente en nuestro mundo, dando vida a tantas y tantas personas. Qué maravilla este Fe

y Luz nacido en Lourdes en 1971.

Mi casa, mi pequeña casa, es un lugar donde me siento muy bien. Varias personas me han preguntado si la mudanza de la vieja casa donde había vivido 36 años a la casa de Lázaro ha sido difícil. Yo estoy muy contento en esta nueva morada. Mi dormitorio tiene vista al jardín y veo salir el sol en las mañanas; mi oficina, con su gran ventanal, mira a la capilla y al pequeño « castillo » de los pájaros. Ellos se dejan domesticar poco a poco, y vienen a picotear las semillas que deposito en el castillo. Vivo en acción de gracias por poder envejecer así en medio de mi comunidad. Tomo

Mime antes de la conferencia pública

© M-A. Beaulieu/CTS

Una comida en Le Val Fleuri

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todas mis comidas (excepto el desayuno) en mi hogar de Val Fleuri, feliz de que todos me acepten como soy. Estar con Patrick, Laurent, Doudoule, Anisette, Stéphanie y los otros es un regalo para mí. Es un tiempo en el que juntos podemos reír y hablar tonterías. ¡Qué dulce es vivir juntos los hermanos y hermanas!

No voy a asistir al gran encuentro de El Arca en Atlanta para dar gracias por los 13 años de presencia de Jean-Christophe y Christine en el timón de El Arca y alegrarme por la presencia de Patrick y Eileen que los van a reemplazar. Ése va a ser un hermoso evento. Imaginen 500 personas de todas nuestras comunidades celebrando la vida, nuestra unidad y la gracia de El Arca, dando gracias juntas por nuestros 48 años de existencia, los 48 años de la protección de Dios. Estuve en la Asamblea General en Calcuta en 2008, donde hubo un adiós oficial de las comunidades de la Federación. Estaré en Atlanta de corazón, mediante la oración, y voy a seguir el encuentro lo mejor posible con los medios de que disponga.

Siento que la unidad entre nosotros es debida a la presencia de personas débiles que están en el corazón de nuestras comunidades. Muchas de ellos estarán en Atlanta. Ellas nos mantienen en la alegría, las risas y las celebraciones. Las tres asambleas - Asís, Calcuta, Atlanta – nos invitan a mirar al Poverollo, Mahatma Gandhi, la Madre Teresa, Martin Luther King. Ellos son modelos que nos llaman a trabajar con más humildad y alegría por la unidad y la paz.

Tengo la suerte de vivir cerca de la Ferme. Sigo dando retiros allí, algunos incluidos en el programa oficial, otros que no figuran ahí. Son para gente de la calle, para algunos que han sufrido mucho por la ruptura de su matrimonio, o para otros que se sienten excluidos. Y también estoy presente en ciertas formaciones de El Arca. Sigo dando sesiones sobre el Evangelio de Juan (en inglés y en francés). Gracias a estas sesiones continúo penetrando en el interior de este escrito inspirado, donde siempre encuentro nuevos tesoros que renuevan mi mirada sobre nuestro mundo sufriente y sobre nuestro Dios que nos llama a la esperanza y a trabajar por la paz – incluso cuando ésta parece imposible.

En este momento es primavera en el hemisferio norte, las flores comienzan a salir, brotes de colores llenan los árboles. La canción de amor de la Biblia dice: « Porque he aquí que pasó el invierno, las lluvias han terminado, se han ido. Sobre nuestra tierra, se dejan ver las flores. » (Cant 2, 11-12)

Etty Hillesum incluso en los momentos de horrible sufrimiento decía « la vida es bella ». Sí, a pesar de los horrores y los miedos, Dios está ahí, la creación vive, el sol brilla y hay tantos hombres y mujeres llenos de bondad y de compasión por quienes son diferentes y más débiles. Hay una esperanza.

Un abrazo,Jean

La Asamblea General en Calcuta