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Chomsky, Noam (1988) El lenguaje y los problemas del conocimiento. Conferencias de Managua 1. Madrid, Visor CONFERENCIA 1 Marco de discusión Loi temas que voy a tratar en estas cinco conferencias sobre el lenguaje y los problemas del concocimiento son enrevesados y complejos, a la vez que de gran alcance. Intentaré esbozar algunas ule.is sobre los mismos de manera que no se necesite ningún conocimiento especial para entenderlos. Al mismo tiempo, me gustaría por lo menos dar una idea de algunos de los problemas técnicos con que se enfrenta la investigación hoy día y de la clase de respuestas que se les puede dar en estos momentos, e indicar también por qué creo que estas cuestiones más bien técnicas importan ile cara a cuestiones de considerable interés general y planteadas desde antiguo. No voy a intentar hacer un análisis del estado actual de la investigación del lenguaje; semejante tarea requeriría mucho más tiempo del que dispongo. Voy a tratar de presentar y aclarar más bien el tipo de preguntas con las que tiene que ver este estudio —o, por lo menos, una buena parte de él—, situándolas en un contexto más general. Hay dos aspectos a distinguir en este contexto: 1, la tradición de la filosofía y psicología occidentales, dedicadas a estudiar la naturaleza esencial de los seres humanos; 2, el intento dentro de la ciencia contemporánea de enfocar las preguntas tradicionales a la luz de lo que ahora sabemos o tenemos esperanza de saber sobre los organismos y sobre el cerebro. De hecho, el estudio del lenguaje es central para ambas clases de investigación: para la filosofía y la psicología tradicionales, las cuales constituyen una parte significativa de la historia del pensa- miento occidental, y para la investigación científica contemporánea de la naturaleza humana. Existen varias razones por las cuales el lenguaje ha sido y continúa siendo de particular importancia para el estudio de la naturaleza humana. Una de ellas es que el lenguaje parece ser una verdadera .propiedad, de la .especie, exclusiva, de la 11

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Chomsky, Noam (1988)

El lenguaje y los problemas del conocimiento. Conferencias de Managua 1.

Madrid, Visor

CONFERENCIA 1

Marco de discusión

L o i temas que voy a tratar en estas cinco conferencias sobre el lenguaje y los problemas del concocimiento son enrevesados y complejos, a la vez que de gran alcance. I n t e n t a r é esbozar algunas ule.is sobre los mismos de manera que no se necesite n i n g ú n conocimiento especial para entenderlos. A l mismo t iempo, me gus ta r í a por lo menos dar una idea de algunos de los problemas t écn i cos con que se enfrenta la inves t igac ión hoy día y de la clase de respuestas que se les puede dar en estos momentos , e indicar t a m b i é n por q u é creo que estas cuestiones má s bien técn icas impor tan ile cara a cuestiones de considerable in t e r é s general y planteadas desde antiguo.

N o voy a intentar hacer un anális is del estado actual de la inves t igac ión del lenguaje; semejante tarea r eque r i r í a mucho má s t iempo del que dispongo. V o y a tratar de presentar y aclarar má s bien el t i p o de preguntas con las que tiene que ver este estudio — o , por lo menos, una buena parte de é l — , s i t u á n d o l a s en u n con tex to má s general. H a y dos aspectos a d is t ingui r en este con tex to : 1, la t r a d i c i ó n de la filosofía y ps ico log ía occidentales, dedicadas a estudiar la naturaleza esencial de los seres humanos; 2, el in ten to dent ro de la ciencia c o n t e m p o r á n e a de enfocar las preguntas tradicionales a la luz de lo que ahora sabemos o tenemos esperanza de saber sobre los organismos y sobre el cerebro.

De hecho, el estudio del lenguaje es central para ambas clases de i nves t i gac ión : para la filosofía y la ps i co log ía tradicionales, las cuales const i tuyen una parte significativa de la his tor ia del pensa­mien to occidental , y para la inves t igac ión cient íf ica c o n t e m p o r á n e a de la naturaleza humana. Exis ten varias razones por las cuales el lenguaje ha sido y c o n t i n ú a siendo de part icular importancia para el estudio de la naturaleza humana. U n a de ellas es que el lenguaje parece ser una verdadera .propiedad, de la .especie, exclusiva, de la

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especie humana en lo esencial y parte c o m ú n de la herencia b i o l ó g i c a que compar t imos , con muy poca var iac ión entre los humanos, a menos que intervengan trastornos p a t o l ó g i c o s m á s b ien serios. A d e m á s , el lenguaje tiene que ver de una manera crucial con el pensamiento, la acc ión y las relaciones sociales. Finalmente, el lenguaje es relativamente accesible al estudio. En lo que hace a esto, el tema es bastante d i s t i n t o de otros que q u i s i é r a m o s poder abordar: la capacidad de resolver problemas, la creat ividad a r t í s t i c a y o t ros varios aspectos de la vida y la act ividad humanas.

A l t ra tar de la t r a d i c i ó n intelectual en la que creo que encaja sin dif icul tad el trabajo c o n t e m p o r á n e o , no establezco una d i s t inc ión marcada entre fi losofía y ciencia. Dicha d i s t i n c i ó n , justificable o no , es de c u ñ o muy reciente. Los pensadores tradicionales, cuando trataban los temas que a q u í nos conciernen, no se consideraban a sí mismos «fi lósofos», p o r c o n t r a p o s i c i ó n a «cient í f icos». Descartes, p o r ejemplo, fue uno de los c ien t í f icos m á s destacados de su t i empo . L o que llamamos sus « t raba jos f i losóficos» no pueden separarse de su « t raba jo c ient í f ico», sino que forman un componente de é s t e que se ocupa de las bases conceptuales de la ciencia, de las fronteras de la e specu lac ión y ( según él) de las inferencias científ icas. Dav id H u m e , en sus investigaciones acerca del pensamiento humano, consideraba que su proyec to era semejante al de N e w t o n : aspiraba a descubrir los elementos de la naturaleza humana y los pr incipios que rigen nuestra vida mental . E l t é r m i n o «filosofía» se u t i l i z ó para abarcar lo que nosotros l l a m a r í a m o s «ciencia», de manera que la física se llamaba «filosofía n a t u r a l » y la e x p r e s i ó n « g r a m á t i c a filosófica» q u e r í a decir « g r a m á t i c a cient í f ica». Destacadas figuras del estudio del lenguaje y del pensamiento c o n c e b í a n la g r a m á t i c a fi losófica (o g r a m á t i c a general, o g r a m á t i c a universal) como una ciencia deductiva que se ocupaba de «los pr incipios inmutables y generales del lenguaje hablado o esc r i to» , pr incipios que fo rman parte de la naturaleza humana c o m ú n y que «son iguales a los que di r igen el raciocinio en sus operaciones in t e l ec tua le s» (Beauzée ) . C o n bastante frecuencia, como en este caso, el estudio del lenguaje y del pensamiento se t e n í a n po r investigaciones estrechamente vinculadas, cuando no como una inves t igac ión ún ica . Esta part icular c o n c l u s i ó n , m u y di fundida entre tradiciones por lo d e m á s confl ic-tivas, me parece bastante dudosa, por razones que e x p o n d r é en m i ú l t i m a conferencia; pero la c o n c e p c i ó n general de la naturaleza de la i nves t igac ión me parece correcta, y me voy a ceñ i r a ella.

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U n a persona que habla una lengua ha desarrollado c ier to sistema d é conoc imien to , representado de alguna manera en la mente, y en ú l t i m a estancia en el cerebro en alguna suerte de conf igu rac ión , física. A l investigar estos temas, nos e n f r e n t a m o s " £ una serie de preguntas, entre ellas las siguientes:

¿Cu á l es este sistema de conocimiento? ¿ Q u é hay en la mente/cerebro del hablante del inglés , e s p a ñ o l o j aponés? ¿ C ó m o surge este sistema de conocimiento en la men­te/cerebro?

¿ C ó m o se u t i l i za este conocimiento en el habla (o en sistemas secundarios tales como la escritura)? ¿Cuá les son los mecanismos físicos que sirven de base a este sistema de conocimiento y el uso de este conoci­miento?

Estas son preguntas clásicas, por má s que tradicionalmente no se encuentren formuladas en los t é r m i n o s que voy a adoptar aqu í . La pr imera de estas preguntas c o n s t i t u y ó el tema pr incipal de inves t igac ión de la g r a m á t i c a filosófica de los siglos x v n y x v m . La segunda es un caso especial e impor tan te de lo que p o d r í a m o s llamar « e l ^ p r o b l e m a de P l a t ó n » . T a l como lo plantea Ber t rand Russell en los trabajos d é su ú l t i m a é p o c a , el problema consiste b á s i c a m e n t e en esto: ¿ C ó m o es que los seres humanos, cuyos contactos con el m u n d o son breves, personales y l imitados , son capaces de saber tanto? P l a t ó n i l u s t r ó el problema en el p r imer exper imento p s i c o l ó g i c o (por lo menos, « e x p e r i m e n t o m e n t a l » ) del que hay constancia. En el Menón, S ó c r a t e s demuestra que un muchacho esclavo sin f o r m a c i ó n escolar conoce los pr incipios de la g e o m e t r í a , cuando, a t r avés de una serie de preguntas, le guía a descubrir los teoremas de esta disciplina. Este exper imento suscita un problema que t o d a v í a tenemos nosotros planteado: ¿ C ó m o es que el esclavo es capaz de descubrir las verdades de la g e o m e t r í a sin i n s t r u c c i ó n o i n fo rmac ión?

P l a t ó n , por supuesto, propuso una respuesta a este problema: el conocimiento , ob ten ido en una existencia previa, era simplemente evocado y surg ía en la mente del muchacho esclavo por medio de las preguntas que S ó c r a t e s le hacía . Siglos d e s p u é s , Le ibn iz sostuvo que la respuesta de P l a t ó n era esencialmente correcta, pero que ten ía que ser « p u r g a d a del e r ror de la p r eex i s t enc i a» . ¿ C ó m o

(1) (0

(ü)

(1.1)

(iv)

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podemos interpretar esta propuesta en t é r m i n o s modernos? U n a variante actual de hoy cons i s t i r í a en decir que ciertos aspectos de nuestro conocimiento y c o m p r e n s i ó n son innatos, parte de nuestra h e j ^ n c i a _ b j c ^ i c a , genéticamente^^ igual que los elementos de nuestra naturaleza c o m ú n que hace que nos crezcan brazos y piernas en vez de alas. Esta ve r s i ón de la doctr ina clásica es, creo, esencialmente correcta. Se aleja bastante de los plantea­mientos empiricistas que han dominado gran parte del pensamiento occidental en los ú l t i m o s siglos, pese a- que no haya sido totalmente ajena a las concepciones de importantes pensadores empiricistas como H u m e , que h a b l ó de esas partes del conocimiento que derivan «de la mano p r i m o r d i a l de la n a t u r a l e z a » y que son « u n a especie de i n s t i n t o » .

E l problema de P l a t ó n surge de manera l lamativa en el estudio del lenguaje y algo parecido a la respuesta que acabo de sugerir parece ser lo correcto. M e exp l i ca ré más a medida que avancemos.

La tercera pregunta de la serie catalogada en (1) se divide en dos aspectos: el problema de la p e r c e p c i ó n y el problema de la p r o d u c c i ó n . E l p r imero tiene que ver con la forma en que interpretamos lo que o í m o s (o leemos; dejaré de lado este asunto obviamente secundario). E l problema de la p r o d u c c i ó n , que es considerablemente más confuso, tiene que ver con lo que decimos yj con el por q u é lo decimos. P o d r í a m o s llamar a este ú l t i m o problema «el problema de D e s c a r t e s » . A q u í reside precisamente la d i f icu l tad de dar cuenta de lo que p o d r í a m o s llamar «el aspecto creativo del uso del lenguaje». Descartes y sus d i sc ípu los observaron

I que el uso normal del lenguaje es constantemente innovador , I i l i m i t a d o , l ibre, al parecer, del c o n t r o l de e s t í m u l o s externos o

estados de á n i m o internos, coherente y apropiado a las situaciones; evoca pensamientos en el oyente que él o ella p o d r í a n haber

| expresado de manera parecida en las mismas situaciones. As!, en el i habla normal , uno no repite meramente lo que ha o í d o , sino que \ produce formas l ingüís t icas nuevas —a menudo nuevas en la i experiencia de uno o incluso en la his tor ia de la lengua— y no hay

l ími tes para dicha i n n o v a c i ó n . A d e m á s , ta l discurso no const i tuye una serie de balbuceos al azar, sino que se a d e c ú a a la s i t uac ión que lo evoca, si bien no lo causa, d i s t i n c i ó n crucial aunque oscura. _El uso normal , de la lengua es po r t an to l ibre e indeterminado, pero no obstante, apropiado a las situaciones; y así lo reconocen los otros~pamapantes en ¡a s i t u a c i ó n del discurso, que pudieron haber reaccionado de maneras similares y cuyos pensamientos, suscitados

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por el discurso, corresponden a los del orador. Para los cartesianos, el aspecto creativo del uso del lenguaje suministraba la mejor prueba de que cualquier o t ro organismo que se parezca a nosotros tiene una mente como la nuestra.

E l aspecto creativo del uso del lenguaje t a m b i é n fue usado como un argumento central para establecer la c o n c l u s i ó n , central al pensamiento cartesiano, de que los humanos son fundamentalmente diferentes de cualquier otra cosa del m u n d o físico. Los d e m á s organismos son m á q u i n a s . Cuando se ordenan sus partes en una cierta c o n f i g u r a c i ó n , y se las coloca en un cier to medio externo, lo que hacen e s t á to ta lmente determinado (o, q u i z á s , es aleatorio). Pero los seres humanos en estas condiciones no es t án «ob l igados» a actuar de determinada manera sino solamente « inc i t ados e incl inados» a hacerlo, tal como se dice en una destacada p re sen t ac ión del pensamiento cartesiano. Su comportamiento puede ser predecible, en el sentido de que se inc l inar ían a hacer aquello a lo cual se sintieran incitados e inclinados, pero ser ían sin embargo libres, y de esta forma ú n i c o s en el mundo físico, en cuanto que no necesitan hacer lo que e s t án incitados e inclinados a hacer. Si, po r ejemplo, sacara yo una ametralladora, les apuntara con aire amenazador y les mandara gr i tar « H e i l H i t l e r » , ta l vez todos aqu í me siguieran si tuvieran razones para pensar que yo era un m a n i á t i c o homicida, pero t e n d r í a n la o p c i ó n de no hacerlo, incluso si no ejercieran ta l o p c i ó n . La s i t u a c i ó n no es tá lejos de darse en la realidad; bajo la o c u p a c i ó n nazi, por ejemplo, hubo mucha gente —en algunos países, la gran m a y o r í a — que l legó a colaborar activa o pasivamente, pero hubo algunos que se resistieron a hacerlo. Una m á q u i n a , por el cont ra r io , funciona de acuerdo con la con f igu rac ión interna que tiene y el medio ambiente externo, sin ninguna o p c i ó n . E l aspecto | creativo del uso del lenguaje a menudo se presentaba como el / ejemplo más notable de este aspecto fundamental de la naturaleza / humana.

La cuarta pregunta de (1) es relativamente nueva, en realidad, es tá t o d a v í a en el hor izonte . Las preguntas ( i ) , ( i i ) y ( i i i ) caben en el d o m i n i o j e la l ingüís t i ca y la ps ico log ía , dos campos que prefer i r ía nó~ d is t ingui r , considerando T~7a l ingüís t i ca " (o , m á s exactamente, a las á reas de la l ingüís t i ca de las que aqu í me o c u p a r é ) só lo como a esa parte de la ps ico log ía que trata de los ' aspectos particulares de la disciplina esbozados en (1). D é j e n m e t a m b i é n subrayar de nuevo que yo inc lu i r ía amplias áreas de la filosofía bajo el mismo epígrafe , siguiendo la p r á c t i c a t radicional , y

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no la moderna. En la medida en que el l ingüis ta puede proporcionar respuestas a las preguntas ( i ) - ( i i i ) de (1), el c ient í f ico del cerebro puede empezar a explorar los mecanismos físicos que muestran las propiedades puestas de manifiesto en la teor ía abstracta del l ingüis ta . Pero, si no hay respuestas a las preguntas (i)-(iü), los c ient í f icos del cerebro no saben lo que e s t á n buscando; su inves t igac ión es, en ese aspecto, ciega.

Esto es sabido de sobra en las ciencias físicas. As í , la q u í m i c a del siglo x i x se ocupaba de las propiedades de los elementos q u í m i c o s y proporcionaba modelos de compuestos (por ejemplo, el ani l lo del benceno). D e s a r r o l l ó nociones como las de valencia y m o l é c u l a y el sistema p e r i ó d i c o de los elementos. T o d o ello t en í a lugar a un nivel que era sumamente abstracto. N o se sabía c ó m o p o d í a relacionarse con mecanismos físicos m á s fundamentales, y hubo, de hecho, muchos debates sobre si esas nociones t e n í a n alguna «real idad física» o eran tan só lo mi tos ú t i les elaborados para ayudar a organizar la experiencia. Esta inves t igac ión abstracta le planteaba los problemas al físico: se trataba de descubrir mecanismos físicos que mostraran dichas propiedades. E l enorme é x i t o de la física del siglo x x ha dado a esos problemas soluciones cada vez m á s elaboradas y convincentes, en una b ú s q u e d a que, para algunos, puede estar a c e r c á n d o s e a una especie de « r e spues t a completa y ú l t i m a » .

|Se puede concebir el estudio de la mente/cerebro hoy en día en casi los mismos t é r m i n o s . Cuando hablamos de la mente, hablamos, a c ier to nivel de a b s t r a c c i ó n , de mecanismos físicos del cerebro a ú n desconocidos; de igual manera que los que hablaban de la valencia del o x í g e n o o del anil lo de benceno estaban hablando, a c ier to nivel de a b s t r a c c i ó n , de mecanismos físicos entonces desconocidos. De la misma manera en que los descubrimientos del q u í m i c o preparan la escena para una inves t igac ión de los mecanismos de trasfondo más profunda, ahora los descubrimientos del l ingü i s ta -p s i c ó l o g o preparan la escena para una inves t igac ión de los mecanis­mos del cerebro más amplia, i nves t i gac ión forzada a proseguir a ciegas, sin saber q u é es lo que se busca, mientras falten los conocimientos precisos expresados a un nivel abstracto.

Podemos preguntarnos si las construcciones del l ingü is ta son correctas, o si deben ser modificadas o remplazadas. Pero tiene poco sentido preguntarse _ rwr_Ja_ í i r ^ l | dad» de esas construcciones -^su «real idad ps ico lóg ica» , por emplear eT~termino corriente, aunque es sumamente e n g a ñ o s o — , como t a m b i é n lo tiene pregun-

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tarse por la «rea l idad física» de las construcciones del q u í m i c o , aunque siempre se puede poner en duda su exac t i tud . A cada paso de la inves t igac ión tratamos de construir t e o r í a s que nos permi ten penetrar m á s en la naturaleza del mundo , fijando la a t e n c i ó n en los f e n ó m e n o s del g lobo que proporc ionan evidencia esclarecedora de cara a estos esfuerzos teór icos . En el estudio del lenguaje procedemos en abstracto, al nivel de la mente, y t a m b i é n esperamos ganar terreno en la c o m p r e n s i ó n de c ó m o las entidades construidas a este nivel de a b s t r a c c i ó n , sus propiedades y los pr incipios que las gobiernan, pueden explicarse en t é r m i n o s de propiedades del cerebro. Si las ciencias del cerebro logran descubrir estas propiedades, nosotros no dejaremos de hablar del lenguaje en t é r m i n o s de palabras, frases, nombres y verbos, y otros conceptos abstractos de la l ingüís t ica , de manera paralela a como el q u í m i c o ahora no se abstiene de hablar de valencias, elementos, anillos de benceno y cosas parecidas. Estos pueden muy bien cont inuar siendo los conceptos apropiados para la exp l i cac ión y p r e d i c c i ó n , reforzados ahora por un entendimiento de la re lac ión que existe entre és tas y entidades más fundamentales a no ser que la inves t igac ión u l t e r io r .indique que deben sustituirse por otras concepciones abstractas, conceptos más adecuados a la tarea de exp l i cac ión y p r e d i c c i ó n .

O b s é r v e s e que no hay nada m í s t i c o en el estudio de la mente, tomado como estudio de las propiedades abstractas de los mecanis­mos cerebrales. E l mental ismo contemporáaeQ^asL^Qncgbido^ es un paso hacia la a s imi lac ión de la p s i co log í a y la l ingü í s t i ca a las ciencias_físicas._ Q u i e r o luego volver a este tema, que, pienso, a menudo no se entiende bien desde las ciencias sociales y la filosofía, incluyendo t a m b i é n a las de t r a d i c i ó n marxista.

Las preguntas de (1) suminis t ran el marco esencial que nos p e r m i t i r á una inves t igac ión más amplia. N o t e n d r é nada que decir acerca de ( iv) , ya que se sabe m u y poco al respecto. A d e m á s me referiré a la pregunta ( i i i ) s ó l o en parte; en su aspecto de p r o d u c c i ó n , por lo menos, esta pregunta ( i i i ) parece suscitar problemas relativamente sui generis, a los que m á s tarde vo lve ré , pero sin proponer nada de sustancia. C o n respecto a las preguntas (i) y ( i i ) , y a l__aspe^ to_de_f^c_epaó j i_de_ la_ ( i i j i , _hay mucho que decir. A h í sí ha habido avances de c o n s i d e r a c i ó n .

A menudo se identif ican las preguntas (i) y ( i i i ) — q u é es lo que const i tuye el conocimiento del lenguaje y c ó m o se emplea este conocimiento—. As í , se sostiene con frecuencia que hablar y entender una lengua es tener una destreza p rác t i ca , como la de

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manejar una bicicleta o jugar al ajedrez. T o d a v í a m á s , tener conocimiento , según este pun to de vista, consiste en tener ciertas destrezas y pericias. A menudo se alega que las destrezas y las

) pericias se reducen a h á b i t o s y disposiciones, de manera que la i lengua es un sistema de h á b i t o s , o un sistema de disposiciones para \e de cierta manera bajo ciertas condiciones. El problema f del aspecto creativo del uso del lenguaje, si es que se observa en < absoluto (lo cual rara vez ha ocur r ido hasta hace muy poco, desde

( hace más de un siglo), se explica en t é r m i n o s de «analogías»: los \s producen formas nuevas «por analogía» con las que han J escuchado, y comprenden nuevas formas de la misma manera. \o esta línea de pensamiento, evitamos el miedo al « m e n t a -

( l i smo», a algo ocu l to . Exorcizamos, se alega, el « fan tasma de la i m á q u i n a » cartesiano.

Estos e s c r ú p u l o s son e r r ó n e o s , como ya he mencionado, y a d e m á s reflejan, según creo, un serio malentendido acerca del mental ismo t radicional , asunto al que voy a volver en m i ú l t i m a conferencia. Pero la idea de que el conocimiento es una destreza tampoco se puede sostener. C o n simples consideraciones podemos demostrar que este concepto no puede ser correcto.

Tomemos dos individuos que tengan exactamente el mismo conocimiento del e s p a ñ o l : la p r o n u n c i a c i ó n , c ó m o entienden el significado de las palabras, la c o m p r e n s i ó n de la estructura de la o r a c i ó n , etc., t o d o es i d é n t i c o . Sin embargo, estos dos individuos pueden diferir —y c a r a c t e r í s t i c a m e n t e di fer i rán mucho— en su capacidad de usar la lengua. El uno puede que sea un gran poeta, y el segundo puede usar una lengua perfectamente pedestre y expresarse en clisés. Por sus ca rac te r í s t i cas , dos individuos que

¡ comparten el mismo conocimiento de un mismo idioma se incl inarán | a decir cosas muy diferentes en ocasiones dadas. De aqu í que sea I difícil comprender c ó m o se puede identificar el conocimiento con I la destreza y a ú n menos con la d i spos i c ión al compor tamien to , r A d e m á s , la destreza puede..mejorar sin que se altere el conoci­

miento . Una persona puede tomar un curso de oratoria , o de c o m p o s i c i ó n , y mejorar su habil idad en el uso de la lengua, pero sin ganar n i n g ú n conocimiento nuevo sobre és ta : la persona tiene el mismo conocimiento de las palabras, de las construcciones, de las reglas, etc., que antes. La capacidad de usar el lenguaje de este ind iv iduo ha mejorado, pero no su conocimiento . As imismo la destreza puede quedar d a ñ a d a o incluso desaparecer, sin p é r d i d a del conocimiento . Supongamos que Juan, un hispanohablante.

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sufre de afasia d e s p u é s de una grave herida en la cabeza, y pierde toda la capacidad de hablar y entender. ¿ H a perdido Juan su conoc imien to del español? N o necesariamente, tal como podemos descubrir si Juan recupera la capacidad de hablar y entender a medida que los efectos del d a ñ o retrocedan. Por supuesto, Juan recupera la capacidad de hablar y entender español, no j a p o n é s , y lo hace incluso sin tener i n s t r u c c i ó n ni experiencia específica de su lengua. Si su lengua nativa hubiese sido, el j aponés , habr ía recobrado la habil idad de hablar y entender japonés y no e spaño l , igualmente sin i n s t r u c c i ó n n i experiencia. Si Juan hubiese perdido el conoci­mien to del e spaño l cuando p e r d i ó la capacidad de hablar y entender e s p a ñ o l , la r e c u p e r a c i ó n de é s t a hab r í a sido un milagro. ¿Por q u é l legó Juan a hablar e spaño l y no japonés? ¿ C ó m o desa r ro l ló esta capacidad sin i n s t r u c c i ó n n i experiencia, cosa que n i n g ú n n i ñ o puede hacer? Obviamente algo quedaba en él en el t i empo en que p e r d i ó la capacidad de hablar y entender. L o que q u e d ó en él no fue la capacidad, porque eso sí se p e r d i ó . L o que q u e d ó fue un sistema de conocimiento , un sistema cognitivo de la mente/cerebro. Evidentemente, la p o s e s i ó n a l e este conocimiento no j^deJHgntT-ficarse con la capacidad ^e"h~ablar~y entender, o con un sistema de disposicionesTpericías o h á b i t o s . N o podemos exorcizar el «fantasma en la m á q u i n a » l imi tando el conocimiento a capacidad, conducta y disposiciones.

Consideraciones similares nos indican que no podemos l imi t a r el conoc imien to de saber manejar una bicicleta o jugar al ajedrez, etc., a sistemas de capacidades y disposiciones. Supongamos que Juan sabe manejar una bicicleta, entonces se d a ñ a el cerebro y esto le causa la p é r d i d a to ta l de dicha destreza (en tanto que sus otras capacidades físicas quedan to ta lmente intactas), y d e s p u é s recobra esta habil idad a medida que retroceden los efectos del d a ñ o . De nuevo, algo p e r m a n e c i ó que no fue afectado por el d a ñ o que le o c a s i o n ó una p é r d i d a temporal de la capacidad. L o que p e r m a n e c i ó in tacto fue el sistema cogni t ivo que const i tuye el saber manejar una bicicleta; esto no es solamente un asunto de capacidad, d i s p o s i c i ó n , h á b i t o o pericia.

Para evitar estas conclusiones, los f i lósofos que se e m p e ñ a n en identif icar el conoc imien to y la destreza se han vis to obligados a concluir que Juan, quien p e r d i ó la capacidad de hablar y entender el e spaño l d e s p u é s de daña r se el cerebro, en realidad la retuvo aunque p e r d i ó la capacidad de ejercerla (el f i lósofo A n t h o n y Kenny, de O x f o r d , por ejemplo). Tenemos ahora dos conceptos de

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Si capacidad, uno que alude a la que se re tuvo y el o t r o a la que se I p e r d i ó . A m b o s conceptos, sin embargo, son bastante d is t in tos . Es

el segundo el que corresponde a la capacidad en el sentido del uso normal , mientras que el p r ime ro es só lo un concepto rec ién inventado, concebido para abarcar todas las propiedades del cono­c imien to . Nada tiene de sorprendente que podamos ahora concluir que el conoc imien to es capacidad, en este nuevo sentido inventado de «capac idad» , que no tiene mucha re l ac ión con su sentido normal . Evidentemente nada se logra con estas maniobras verbales. M á s bien debemos conc lu i r que la i n t e n c i ó n de explicar el conoci­mien to en t é r m i n o s de capacidad ( d i s p o s i c i ó n , destreza, etc.) es e r r ó n e o de ra íz . Este es uno de los muchos aspectos en que el planteamiento de la c o n c e p c i ó n del conoc imien to que gran parte de la filosofía c o n t e m p o r á n e a ha desarrollado, me parece bastante e r r ó n e o .

Otras consideraciones llevan a la misma c o n c l u s i ó n . As í , Juan sabe que el sintagma el libro se refiere a un l i b r o , y no a una mesa. Esto no es un fallo de capacidad po r su parte. N o es porque sea demasiado débi l o porque le falte destreza por lo que el libro no

T se refiere a mesas para Juan. Se trata más bien de que esta es una ( propiedad de cier to sistema de conoc imien to que él posee. Hab la r ( y entender el e s p a ñ o l es poseer dicho conocimiento .

Vayamos ahora a ejemplos m á s interesantes y difíciles que i lus t ran los mismos puntos y que nos l levarán a una c o m p r e n s i ó n m á s clara del problema de P l a t ó n y de la d i f icu l tad que conlleva. Examinemos las oraciones (2) y (3):

(2) Juan arregla el carro (3) Juan afeita a Pedro

Estas oraciones i lus t ran c ier to rasgo del e s p a ñ o l no compar t ido por lenguas parecidas como, por ejemplo, el i tal iano: en e s p a ñ o l , pero no en i ta l iano, cuando el objeto del verbo es animado, como en (3), el objeto ( aqu í , Pedro) debe i r precedido de la preposi­c i ó n a.

Examinemos ahora o t ra c o n s t r u c c i ó n del e s p a ñ o l en la que pueden aparecer verbos tales como arreglar y afeitar, la c o n s t r u c c i ó n causativa, como en (4) y (5):

(4) Juan h izo [arreglar el carro] (5) Juan h izo [afeitar a Pedro]

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Los corchetes [,] separan un elemento de la c láusu la que es el complemento del verbo hacer: significa que Juan ha hecho que ocurra cierto acontecimiento, el cual queda expresado po r la p r o p o s i c i ó n de dentro de los corchetes, s e ñ a l a d a m e n t e , que alguien arregle el carro (en (4)), o que alguien afeite a Pedro (en (5)). E n (5) , el objeto animado, Pedro, de nuevo requiere la p r e p o s i c i ó n a.

En estos ejemplos, el sujeto de la c láusu la complemento no es tá expresado y, por tan to , se interpreta como alguien no especificado. Pero puede estar expresado e x p l í c i t a m e n t e , como en (6):

(6) Juan h izo [arreglar el carro a Mar í a ]

Supongamos ahora que intentamos const ru i r una c o n s t r u c c i ó n aná loga a la (6) pero usando el sintagma afeitar a Pedro en vez de arreglar el carro. Tenemos así la forma (7):

(7) Juan hizo [afeitar a Pedro a M a r í a ]

La o r a c i ó n (7), en cambio, no es tan aceptable como la correspondiente en i tal iano lo es. Esto es porque el e s p a ñ o l y otras lenguas similares se resisten a que haya dos Sintagmas Nominales precedidos de a en la misma o r a c i ó n . De hecho, la s i t u a c i ó n es un poco más complicada. En realidad, cuando uno de los sintagmas precedidos de a es un Sintagma Preposicional verdadero, la cons­t r u c c i ó n entonces es aceptable, como en Juan tiró a su amigo al agua. Pero cuando la dos a e s t á n ahí por razones s in tác t i cas y no tienen signif icación por sí mismas, la c o n s t r u c c i ó n no es perfecta. Pues bien, el objeto de «afei tar» en italiano no requiere la p r e p o s i c i ó n a, de manera que la o r a c i ó n correspondiente a (7) en i tal iano es aceptable.

En estas oraciones, encontramos ejemplificadas _reglas del lenguaje que var ían _en_grajido__de _ g e n e j a ü d a d . A l nivel más general, en i tal iano y en e s p a ñ o l se pueden formar construcciones causativas incrustando una c láusu la como complemento del verbo causativo; de hecho, és ta es una propiedad muy general del lenguaje, aunque la rea l izac ión exacta de tales formas abstractas varía de lengua a lengua. A nivel más concreto, el e s p a ñ o l se diferencia del i tal iano en que un objeto animado ha de ir precedido de la p r e p o s i c i ó n a, aunque ambas comparten el p r inc ip io más general que excluye las a sucesivas, p r inc ip io que tiene como consecuencia que (7) sea poco aceptable en e s p a ñ o l .

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