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Ciudad de México. Acuitardo superficial y contaminación acuífera Jaime Durazo Universidad Nacional Autónoma de México La ciudad de México se asienta sobre un acuitardo arcilloso y un acuífero que la abastecen. El espesor del acuitardo es de alrededor de m; el acuífero alcanza profundidades mayores a m; los pozos se desarrollan entre y m. Este fue un estudio de revisión realizado desde una perspectiva global de cuenca. Se sabe que el sistema de flujo subterráneo de agua y subs- tancias asociadas es cerrado con descarga en los pozos. La extracción del acuífero indujo una nueva recarga desde el acuitardo, las fracturas y otros factores agilizan el flujo. Desde hace unas y (una generación: y = años) los Contaminantespueden infiltrarse. En un sitio, el tiempo de tránsito superficie-acuífero es y; pero, en general, este tiempo se supuso del orden de y. En caso de que los contaminantes lleguen al acuífero, la dilución dificulta su detección y pueden pa- sar inadvertidos. Se ratificó una tesis de vulnerabilidadhidráulica generalizada del acuífero expre- sada por estudios anteriores. Dado que la protección del acuífero ante la contaminación antro- pogénica ha sido confiada parcialmente al acuitardo, se propuso una nueva actitud que incluye los límites y las posibilidades del acuitardo. Palabras clave: ciudad de México, cuenca de México, hidrogeología, arcillas, piezometría, vul- nerabilidad acuífera, contaminación antropogénica. Introducción La ciudad de México (la Ciudad) es una megalópolis que depende fundamentalmente de su acuífero: del agua suministrada, el corresponde al aporte de sus pozos. Las razones para tratar de mantenerlos con agua potable son obvias. Como acción consecuente, este estudio incidirá en una característica cualitativa del acuífero que, se considera, merece discusión: Su vulnerabilidad ante la contaminación antropogé- nica La Ciudad y el acuífero están separados, en su ma- yor parte, por un acuitardo arcilloso. Como raras veces se detectan en pozos a los contaminantes generados en superficie, la protección del acuífero se ha confiado en gran medida a la cuasimpermeabilidad de las arci- llas. Este trabajo impugnará tal protección, basándose principalmente en un estudio (único en su tipo) reali- zado en la Secretaría de Agricultura y Recursos Hi- dráulicos, SARH, (SARH, y en tres estudios coordinados posteriores (Durazo y Farvolden, 1989; Rudolph et al., y Pitre, que resultaron con- gruentes con el primero. Los dos últimos presentan la evaluación cuantitativa del flujo y el transporte, basa- dos en mediciones hechas en arcillas de diferentes sitios. La Ciudad ocupa el de la superficie de la cuen- ca endorreica de México (la Cuenca). La portada de este número presenta una elocuente ilustración. La re- lación Ciudad-Cuenca se mostrará sensible. La circula- ción de las aguas subterráneas en la Cuenca será iden- tificada con un sistema de flujo (Domenico y Schwartz, 1990) en plena transformación; se considerarán al acuí- fero y al acuitardo elementos de ese sistema. Como unidad de tiempo para los fenómenos de interés, resul- tará apropiada la generación: años. El acui- tardo se consolida y desagua al acuífero; las fracturas parecen gobernar el flujo. El sistema admite infiltración al acuitardo desde hace aproximadamente y. En un sitio, el tiempo de tránsito superficie-acuífero fue de y (Pitre, 1994); en otros, parece ser del orden de y. Esas aportaciones se diluyen en un acuífero vasto.

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Page 1: Ciudad de México. Acuitardo superficial y contaminación

Ciudad de México. Acuitardo superficial y contaminación acuífera

Jaime Durazo

Universidad Nacional Autónoma de México

La ciudad de México se asienta sobre un acuitardo arcilloso y un acuífero que la abastecen. El espesor del acuitardo es de alrededor de m; el acuífero alcanza profundidades mayores a m; los pozos se desarrollan entre y m. Este fue un estudio de revisión realizado desde una perspectiva global de cuenca. Se sabe que el sistema de flujo subterráneo de agua y subs- tancias asociadas es cerrado con descarga en los pozos. La extracción del acuífero indujo una nueva recarga desde el acuitardo, las fracturas y otros factores agilizan el flujo. Desde hace unas

y (una generación: y = años) los Contaminantes pueden infiltrarse. En un sitio, el tiempo de tránsito superficie-acuífero es y; pero, en general, este tiempo se supuso del orden de y. En caso de que los contaminantes lleguen al acuífero, la dilución dificulta su detección y pueden pa- sar inadvertidos. Se ratificó una tesis de vulnerabilidad hidráulica generalizada del acuífero expre- sada por estudios anteriores. Dado que la protección del acuífero ante la contaminación antro- pogénica ha sido confiada parcialmente al acuitardo, se propuso una nueva actitud que incluye los límites y las posibilidades del acuitardo.

Palabras clave: ciudad de México, cuenca de México, hidrogeología, arcillas, piezometría, vul- nerabilidad acuífera, contaminación antropogénica.

Introducción

La ciudad de México (la Ciudad) es una megalópolis que depende fundamentalmente de su acuífero: del agua suministrada, el corresponde al aporte de sus pozos. Las razones para tratar de mantenerlos con agua potable son obvias. Como acción consecuente, este estudio incidirá en una característica cualitativa del acuífero que, se considera, merece discusión:

Su vulnerabilidad ante la contaminación antropogé- nica

La Ciudad y el acuífero están separados, en su ma- yor parte, por un acuitardo arcilloso. Como raras veces se detectan en pozos a los contaminantes generados en superficie, la protección del acuífero se ha confiado en gran medida a la cuasimpermeabilidad de las arci- llas. Este trabajo impugnará tal protección, basándose principalmente en un estudio (único en su tipo) reali- zado en la Secretaría de Agricultura y Recursos Hi- dráulicos, SARH, (SARH, y en tres estudios

coordinados posteriores (Durazo y Farvolden, 1989; Rudolph et al., y Pitre, que resultaron con- gruentes con el primero. Los dos últimos presentan la evaluación cuantitativa del flujo y el transporte, basa- dos en mediciones hechas en arcillas de diferentes sitios.

La Ciudad ocupa el de la superficie de la cuen- ca endorreica de México (la Cuenca). La portada de este número presenta una elocuente ilustración. La re- lación Ciudad-Cuenca se mostrará sensible. La circula- ción de las aguas subterráneas en la Cuenca será iden- tificada con un sistema de flujo (Domenico y Schwartz, 1990) en plena transformación; se considerarán al acuí- fero y al acuitardo elementos de ese sistema. Como unidad de tiempo para los fenómenos de interés, resul- tará apropiada la generación: años. El acui- tardo se consolida y desagua al acuífero; las fracturas parecen gobernar el flujo. El sistema admite infiltración al acuitardo desde hace aproximadamente y. En un sitio, el tiempo de tránsito superficie-acuífero fue de y (Pitre, 1994); en otros, parece ser del orden de y. Esas aportaciones se diluyen en un acuífero vasto.

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No se sostendrá la hipótesis de la cuasimpermeabi- lidad de las arcillas. Otros estudios y un caso de con- taminación tecnogénica en pozos, sugerirán que el acuífero está en el estado de vulnerabilidad hidráulica generalizada adelantado por la SARH (1988). Se pre- sentarán algunos límites y posibilidades del acuitardo como protección acuífera.

La Ciudad en su Cuenca

En la Ciudad tenía un total de millones de habitantes: ocho en México, D.F., más siete en su área metropolitana conurbada (SPP, 1991). Mientras tanto, para aumentó su población en más de dos millo- nes. La mancha urbana, de unos km2, se extien- de en su mayor parte en el fondo de la Cuenca (7 km2), originalmente sin salida (ilustración 1). Como há- bitat de la Ciudad, la Cuenca es pequeña.

El fondo de la Cuenca es una planicie lacustre de km2, a una altitud de entre y msnm,

que se mantiene seca artificialmente. Esta planicie co- rresponde a un antiguo conjunto de ciénagas y lagos muy someros que drenaban al lago terminal de Texco- co. El parteaguas de la Cuenca se extiende por la zona montañosa circundante, la que frecuentemente se eleva por sobre los msnm. Una cuenca veci- na del noroeste (Apam), de km2, fue comunicada a la Cuenca en el decenio de En el exterior de la Cuenca el drenaje pluvial vierte tanto hacia el océano Pacífico como hacia el golfo de México. La Cuenca fue abierta hacia el Golfo en

El crecimiento e industrialización de la Ciudad son notables desde finales del siglo pasado. En relación a varios de los subproductos indeseables de este creci- miento, en su oportunidad serán expuestas algunas características muy generales. Sin embargo (Durazo et al., 1986) el autor desconoce los esfuerzos hechos por cuantificar los atributos que distinguen a las fuentes potenciales de contaminación, como son los tipos de contaminantes, la historia de su disposición y el deta- lle de sus formas de localización. Tal información, se- guramente debe estar generándose, pues el interés y la preocupación social en este rubro han ido en au- mento durante los últimos años.

Sin embargo, los desechos deben ser muchos y muy distintos. Hace diez años existían unas fá- bricas que generaban el de la producción indus- trial nacional (McDowell, 1984) la generación actual de residuos sólidos urbanos es cercana a kg por perso- na. Los dos ejercicios virtuales siguientes dan cuenta de la magnitud de la potencialidad de contaminación acuífera:

Si se considera a la Cuenca como país, este tendría una población cercana a la de Canadá y sería uno de los países latinoamericanos más industrializados Si se pavimentara la zona lacustre con los residuos sólidos urbanos que se generaran como hoy, se for- maría un estrato que incrementaría su espesor apro- ximadamente cm y.

Escasez y exceso de agua simultáneos caracterizan a la Ciudad. Para abastecerse (cuadro 1) extrae agua de su acuífero y también la importa de la vertiente del Pacífico; para no inundarse y eliminar sus aguas resi- duales, las exporta a la vertiente del Golfo. Son conse- cuentes grandes obras hidráulicas. Los aportes co- rrespondientes a la Ciudad, aunados a otros aportes

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para su hábitat -agricultura y otras actividades- (cua- dro indican una influencia antropogénica funda- mental en el balance hidrológico general de la Cuen- ca. En este contexto, la Cuenca también es pequeña en relación a su Ciudad y, más importante, es sensible a la actividad e inactividad antropogénica.

El sistema de flujo de las aguas Subterráneas

Tradicionalmente, acuitardo y acuífero fueron objetivos profesionales diferentes. El acuitardo, exclusivo de la mecánica de los suelos; el acuífero, de la ingeniería hi- dráulica. El enfoque unificador del sistema de flujo de las aguas subterráneas de la Cuenca fue introducido por la hidrogeología reciente.

A Acuitardo

La acumulación de sedimentos lacustres arcillosos conforma el acuitardo superficial (ilustración 2) que se extiende, presumiblemente, en toda la planicie lacus- tre (el norte de la Cuenca no está documentado). Con esta limitación se hablará de un acuitardo regional. Dentro del acuitardo son notables dos estratos de ex- tensión regional, llamados capas duras, con un espe- sor típico de alrededor de m y una profundidad apro- ximada de entre y m. El nivel freático se mantie- ne casi superficial. Por debajo, hay zonas donde el acuitardo está colgado del acuífero subyacente. La evidencia(SARH, 1988; Rudolph etal., 1991; Ortega et al., 1993; Pitre, 1994) indica que las aguas de poro del acuitardo son, en general, más mineralizadas que las del acuífero.

Las arcillas y las capas duras tienen un comporta- miento hidráulico distinto. La permeabilidad de las pri- meras, medida tanto en laboratorios (Marsal y Mazari, 1969) como en piezómetros puntuales por pruebas de

Abastecimiento de agua a la ciudad de México

Agua potable: Pozos de abastecimiento urbano e industrial Manantiales Presas Importación

Reúso: Aguas restituidas Aguas residuales para riego

(Fuente: CNA, 1991)

Hvorslev (Rudolph et al., 1989; Pitre, es muy baja, casi impermeable: K La permeabilidad de las capas duras, estimada por pruebas de bombeo, es mucho mayor, acuífera: K (Rudolph et al., 1989).

Sin embargo, el acuitardo ni es una aglutinación de muestras de laboratorio ni es un arreglo de capas du- ras. La representatividad de valores expuestos es muy específica, y de ninguna manera se pueden generali- zar a otras escalas (Zijl, 1993). Para escalas más gran- des, habría que tomar en cuenta a las fracturas invisi- bles (Rudolph et al., 1991; Pitre, 1994) y a las visibles (Lugo et al., 1991); también, hay cientos de pozos fue- ra de operación. Otras fracturas pueden generarse (Juárez y Figueroa, 1984; Durazo, 1994). El problema general de las permeabilidades del acuitardo aún se encuentra abierto. Intentar una estimación de sus per- meabilidades representativas resultaría ahora tan in- cierto como caracterizarlas con medidas representati- vas de otras escalas.

A Acuífero

El acuífero que subyace al acuitardo es aluvial, con derrames Iávicos hacia el pie de monte de la Cuenca. Este acuífero es vasto; la profundidad llega a más de

m, donde recientemente se ha documentado otro acuitardo arcilloso regional (Mooser y Molina, 1993) y otro acuífero más profundo que llega hasta una base caliza a nivel del mar. Las permeabilidades del acuífe- ro superior son del orden m/s (Vázquez y Jaimes, 1989).

Los pozos de abastecimiento se desarrollan exclusi- vamente en el acuífero superior a profundidades de entre y m. La capacidad de extracción por pozo frecuentemente sobrepasa los I/s. Los pozos son utilizados en la Ciudad desde 1854; el abasteci- miento urbano pasó a depender totalmente de ellos en

La concentración más frecuente del cloruro en el agua de los pozos es de mg/l (SARH, 1988).

Sistema de flujo

El sistema de flujo de las aguas subterráneas se cierra dentro de la Cuenca, esto es, todas las zonas de recar- ga y descarga son internas. Se investigan posibles li- mitantes (Durazo et al., 1994). Según Ortega y Farvol- den las líneas de flujo profundo pueden llegar a la base caliza.

Originalmente, el sistema descargaba en los ma- nantiales del pie de monte y directamente en el fondo

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medidas piezómétricas mensuales, los sitios vecinos donde las estaciones de piezómetros indican gradien- tes claramente descendentes en toda la columna del acuitardo, es decir, donde el flujo superficie-acuífero es dominante. El esquema vertical de los flujos en el acuitardo que presenta Carrillo (por publicarse), es congruente. Caso especial es el extremo sureste de la zona lacustre. Allí, la extracción acuífera parece no haber tenido tiempo suficiente para afectar a las pre- siones de los estratos más someros y, todavía, hay al- gunos piezómetros someros que brotan (Ortega et al., 1993). Sin embargo, es claro que las zonas donde el flujo es indudablemente vertical, desde la superficie hasta el acuífero, ocupan la mayor parte de la zona Iacustre.

Como consecuencia, se induce la infiltración en el acuitardo. En dos sitios documentados en el lago de Texcoco, el tritio termonuclear, trazador de la precipi- tación a partir del decenio (Domenico y Schwartz, ha avanzado hacia el acuífero entre

y m (Rudolph et al., 1991; y Pitre, 1994). El tiem- po de tránsito del flujo superficie-acuífero un sitio fue estimado por modelación en y (Pitre, 1994). El autor desconoce otras estimaciones (Durazo et al., y actualización) pero, en general, este tiempo debe ser variable. La ocurrencia de tritio en el agua de los pozos del acuífero, aunque infrecuente (SARH, 1988; Ryan,

pudiera estar relacionada con infiltración a tra- vés del acuitardo. AI parecer, la unidad apropiada para expresar los tiempos de tránsito también es y.

Como lo muestran los dos estudios que cito más adelante (únicos disponibles para la zona lacustre) el ambiente geoquímico del acuitardo es reactivo. En su sitio, Pitre concluyó que los cationes tienden a inter- cambiarse con la matriz arcillosa, los metales pesados tienden a retardarse y los sulfatos se oxidan en los pri- meros estratos. Estos resultados son indicios de una cierta capacidad de depuración de contaminantes. Sin embargo, algunos compuestos orgánicos tecnogéni- cos se encontraron allí mismo, hasta m de profundi- dad (Mazari, 1992). La capacidad de depuración del acuitardo, la cual merece comenzar a ser considerada objeto de estudio, es limitada y no se puede generali- zar al acuitardo como barrera geoquímica.

La extracción de agua ha transformado al sistema de flujo. El sistema, que antes descargaba en superfi- cie por manantiales y a través del acuitardo, ahora descarga en los pozos. Con la excepción del sureste, la inversión general de gradientes piezométricos en el acuitardo terminó hace aproximadamente y, según la evidencia histórica (SARH, 1988; y Rudolph et al., 1991) y la inferencia por modelación matemática (Pitre, 1994; Rivera et al., 1991).

de los lagos, a través del acuitardo (SARH, 1988; Orte- ga y Farvolden, 1989; Durazo y Farvolden, 1989). AI no contar con una salida superficial los lagos y acuitardo acumularon substancias no evaporables. En una zona del lago terminal, la salinidad del agua de poro de las arcillas es mayor que la del mar (Rudolph etal., 1991). El régimen original de descarga en zona lacustre mini- mizó el transporte de solutos de la superficie al acuífe- ro y éste se protegió de las aguas evaporadas super- ficiales (SARH, 1988).

La extracción de agua del acuífero secó los manan- tiales del pie de monte, con una excepción notable (cuadro e indujo consolidación-desagüe en las arci- llas. La relación consolidación-desagüe-balance se discute ampliamente a nivel regional en Rivera et al., (1991). Como se sabe (Domenico y Schwartz, la consolidación comienza en los estratos en contacto con el acuífero despresurizado y avanza paulatina- mente hacia los estratos superficiales; los aportes del desagüe fluyen hacia el acuífero. La consolidación hunde al terreno lacustre. Promedio reciente: (CNA, 1991). El aporte actual de agua del acuitardo es significativo, contribuyendo al balance hidrogeológico de la Cuenca con un equivalente entre el y el del volumen extraído por los pozos de la Ciudad (cuadro 2). El aporte químico asociado es desconocido.

El desagüe se manifiesta en los gradientes piezo- métricos descendentes. En la ilustración se zonifi- can, con base en un resumen de treinta años o más de

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Así, enfatizando las zonas de piezometría claramen- te descendente, las ilustraciones y documentan un nuevo estado hidráulico del sistema, donde las aguas de la superficie lacustre urbanizada, posiblemente alte- radas por la acción antropogénica, pueden conducir- se al acuífero a través del acuitardo. En este sentido, el acuífero de la Ciudad es vulnerable desde hace y.

Vulnerabilidad acuífera

El Diario Oficial de la Federación en su edición del de marzo de define, grosso modo, como conta- minante a toda materia o sustancia que al incorporar- se al agua puede alterar sus características naturales o las del ambiente y como contaminación a la presen- cia en el medio ambiente de uno o más contaminantes que perjudiquen el bienestar humano o degraden la calidad del agua.

Lo anterior significa que, como en todo el mundo, la Ciudad se preocupa seriamente, desde hace más de

años, de la contingencia de la contaminación acuí- fera, no obstante el comportamiento no siempre ha sido acorde a esta situación. El campus de la Univer- sidad Nacional Autónoma de México se abastece par- cialmente de un pozo a m de una estación de gaso- lina (ahora se sabe que las fugas de los depósitos de gasolina fueron frecuentes en la Ciudad (Lesser, 1995); también, parte de sus aguas residuales van a las fracturas de su pedregal vía fosas sépticas (ahora se sabe que la capacidad descontaminadora de las fosas es específica y limitada). Las restantes, se tratan y se riegan. En la zona lacustre, el acuífero se ha ope- rado de facto con la confianza de que lo infrecuente de los casos de contaminación se debe a la casi imper- meabilidad de las arcillas superficiales.

Con ese concepto de barrera hidráulica contra la contaminación superficial, fue justificable perforar pozos con gran independencia de las fuentes de contaminantes, y viceversa. Ejemplos (ilustración 3): campos de pozos sobre la vera de canales de aguas residuales y dentro de distritos agrícolas regados, tam- bién, con aguas residuales crudas. Las aguas restitui- das siguen llenando los lagos ecológicos y recreacio- nales y, a escala piloto, se inyectan aguas restituidas al acuífero. Está (¿estuvo?) en marcha la iniciativa de abrir un nuevo distrito de riego intensivo con aguas pluviales y residuales mezcladas, al norte de la zona lacustre.

Como concepto, la casi impermeabilidad es una síntesis de gran cantidad de estudios de primera cali- dad, pero analizados con los paradigmas de su épo- ca. Algunas críticas sobre la limitada representatividad de la evidencia en que se funda ese concepto se pre-

sentaron en la sección anterior. AI respecto, es ilustra- tivo un estudio que revisa la experiencia hidrogeológi- ca reciente en los depósitos arcillosos de los Estados Unidos de América (Cherry, 1989); allí se discuten al- gunas concepciones erróneas todavía vigentes, espe- cíficamente el asunto de las impermeabilidades. Tam- bién hay avances conceptuales (Zijl, 1993).

Es necesario actualizar aquellos paradigmas. El mismo concepto de acuitardo debe revisarse con base en la dinámica mostrada claramente por la escala de las y. Esta no es una escala tradicional en la hidráulica de pozos, pero es útil para esclarecer a los procesos a mediano plazo que se relacionan con el acuitardo de la Ciudad, mismos que definen la naturaleza del pro- blema de protección. En la nueva escala de tiempo, la Cuenca no tiene sitio seguro donde abandonar resi- duos. El riesgo esencial está en el sistema de flujo de las aguas subterráneas:

El sistema es relativamente pequeño y sensible, considerando a la Ciudad simultáneamente como su motor y su fuente potencial de contaminación Como el sistema es cerrado, el destino de cualquier substancia que se agregue al agua subterránea es transformarse en el camino o eventualmente salir a través de un pozo

El agua abastecida a la mitad de la Ciudad es certi- ficada de potabilidad por la Secretaría de Salud (AIC, 1995). Otros organismos encargados del suministro vi- gilan la calidad del agua de sus pozos, enfocándose principalmente a los parámetros microbiológicos y a los organolépticos como turbiedad (transparencia), cloruro y sodio (salinidad), sulfatos (olor fétido), nitra- tos (amargor), fierro más manganeso (agarrante) y du- reza (capacidad de disolución).

Los casos de contaminación en pozos aparentan ser excepcionales de acuerdo con la SARH (1988) y con la opinión profesional general, raras veces ex- puesta en publicaciones. Como caso indudable de contaminación tecnógena el autor sólo conoce uno (Gutiérrez et al., 1986) puesto al descubierto por lo amarillento del agua de los pozos vecinos a un basu- rero industrial de cromo. Sin embargo, es lógico que la ausencia de evidencia no implica evidencia de ausen- cia. La contaminación, como fenómeno y como defini- ción legal, puede pasar inadvertida por al menos dos razones:

El tiempo de tránsito superficie-acuífero (vía el acui- tardo) puede ser mayor que y. Toda infiltración que se haya iniciado posterior al establecimiento del es- tado de vulnerabilidad, aún no llega al acuífero. Tal

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es el caso del sitio estudiado por Pitre (1 994) y Ma- zari 992) Aún cuando el frente contaminante alcanzara al acuífero, éste es vasto, con lo que la carga química añadida se diluiría. Aunada a esta circunstancia, los trazadores idóneos de la contaminación originada en superficie, es decir, los preocupantes contami- nantes tecnogénicos, se presentan generalmente en concentraciones muy bajas, órdenes de magni- tud menor que las de los solutos naturales. Enton- ces, la contaminación será detectable principalmen- te por análisis químicos muy especializados, costo- sos y escasos. AI conocimiento del autor, excepto el estudio de Mazari esos análisis se realizan sólo para México, D. F., y la circulación de esta infor- mación está controlada.

El caso mencionado de contaminación por cromo corresponde al norte de la Ciudad, zona lacustre, don- de el acuífero es vulnerable. Con metodologías dife- rentes a las revisadas en este trabajo, otros estudios han definido o implicado vulnerabilidad acuífera en el sur de la zona lacustre (DDF, 1984; y Bellia et al., 1992); bajo México, D. F. (Lesser etal., 1986); en toda la zona lacustre (Ryan, 1989); en toda la Cuenca (SARH, 1980; SARH, Mazari, Mazari y Mackay, AIC, 1995). El consenso favorece un estado generalizado de vulnerabilidad en la escala de tiempo de las generaciones, explícito en la definición hidráulica propuesta al final de la sección anterior.

Así, la hipótesis de arcillas protectoras no se sostie- ne. Incluso, ni como justificación práctica ante las apremiantes necesidades de suministro de agua y dis- posición de residuos de la Ciudad. Lo excepcional hoy en día en cuanto a la contaminación en pozos, puede dejar de serlo a mediano plazo aunque esto no sea deseable ya que el problema no es netamente legal ni netamente político. Uno de los complementos a la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Am- biente (Diario Oficial de la Federación. I I de enero de 1982) y a s u Reglamento (Diario Oficial de la Federa- ción. de noviembre, es la investigación cien- tífico-técnica. Ésta, a veces onerosa y lenta, con sus métodos de prueba y error, colaboración internacional, discusión, crítica y publicación, que a menudo inco- modan al establishment.

Entre otras cosas (NRC, se deberán investi- gar los indicios presentados en la sección anterior, tanto el acuitardo como el acuífero:

En el acuitardo su estado de flujo y su capacidad de depuración geoquímica En el acuífero su capacidad de dilución.

Cabe mencionar también a la flotación en el nivel freático del acuitardo de gasolinas (Lesser, 1995) y Ií- quidos ligeros (LNAPL'S: light non-aqueous liquid pha- ses), y una nueva e interesante posibilidad de contro- lar la contaminación, que ahora se propone para su discusión: interceptar las recargas indeseables, indu- ciendo el drenaje en las capas duras. En último se tiene experiencia de treinta años, realizada con otros propósitos en el lago de Texcoco (Rudolph et al., 1989). Por si acaso, habrá que aprender a desconta- minar (en: NGWA-UNAM, 1995).

El Acuífero ha sido proveedor secular de agua salu- dable y barata para la Ciudad. Todos queremos con- servarlo. Dado el carácter patrimonial del recurso, la contingencia del fenómeno de contaminación y el mo- mento actual de sospecha razonable, una de nuestras preguntas básicas es parecida a la que se hizo en

la Real Comisión de Contaminación Ambiental de la Gran Bretaña (Mc Dowall, 1987): Sea X una sustan- cia transportable en el acuitardo; X ha sido abandona- da ¿Se deberá juzgar a X como no contaminante del acuífero, mientras se demuestra Io contrario?

Conclusiones

El estado hidráulico del acuitardo arcilloso superficial de la ciudad de México está controlado por gradientes piezométricos descendentes, inducidos por la extrac- ción acuífera. El flujo se puede agilizar por fracturas naturales, cada vez más documentadas; se descono- ce la influencia de los pozos abandonados.

En el primer caso, los tiempos de tránsito superficie- acuitardo-acuífero se muestran expresables en forma natural en unidades de generaciones (1 generación =

años). Esta unidad, poco común como escala de tiempo, también resulta apropiada a la fenomenología hidráulica en el acuitardo y tiende a precisar a la Ila- mada cuasimpermeabilidad de las arcillas.

Así, no se sostiene la antigua hipótesis de protec- ción acuífera total por barrera arcillosa. En la mayor parte de su extensión, el acuífero de la Ciudad resulta hidráulicamente vulnerable a la contaminación antro- pogénica. Esta situación en desarrollo se induce hace unas dos generaciones.

El criterio hidráulico del estudio es insuficiente para caracterizar totalmente la vulnerabilidad general a la contaminación. Omisión importante son los factores que adsorben, retardan o transforman las sustancias transportadas por el agua, pero en este rubro sólo se perciben indicios. Una generalización del concepto de vulnerabilidad será posible sólo con estudios más detallados que los actuales.

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En situación de sospecha razonable, se presenta a discusión una actitud que consiste en considerar con- taminante de acuífero a toda sustancia indeseable que: sea transportable en el acuitardo y haya sido abandonada, hasta que se demuestre Io contrario.

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Aprobado: enero,

Reconocimientos

Este trabajo se realizó motivado por la participación del autor en el estudio SARH (1 988) y en el Programa Aquifer/Development-México. El último fue una colaboración entre la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, y la Universidad de Waterloo, Canadá, con patrocinio del Centro lnternacional de Investigación y Desarro- llo, Ottawa, Canadá. El ingeniero Apolonio Hernández, de la Comi- sión Nacional del Agua, contribuyó en la idea de minimizar la conta- minación acuífera por drenaje de las capas duras y el ingeniero Rodrigo Medina, del Instituto de Geofísica de la UNAM, colaboró en la elaboración y revisión del cuadro La Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos y el Departamento del Distrito Federal autori- zaron el uso de sus estudios referidos.. Las tesis aquí expuestas son responsabilidad del autor.

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Abstract

Durazo, J., “Mexico City Superficial Aquitard and Aquifer Pollution Hydraulic Engineering in Mexico (in Spanish). Vol XI. Num. pages May-August,

Mexico City is located over a clay aquitard and the aquifer that drains it. The thickness of the aquitard is approximately the aquifer can reach depths greater than m. Wells to the aquifer are from to m in depth. This study was carried out from the perspective of the whole basin. It has been established that the underground flow and the related compounds are in a closed system, with a discharge from the wells. Extraction from the aquifer induced a new recharge from the aquitard. Fractures and other factors improved flow. For the last two generations generation y years) pollutants have filtered through. At one point, the surface-aquifer transit time is y. However, in general this time is supposed to be on the order of y. Dilution makes the identification of those pollutants that reach the aquifer difficult and in some cases impossible. The previously presented thesis of general hydraulic vulnerability of the aquifer was ratified. Because the aquitard has traditionally been considered to partially protect the aquifer from anthropogenic pollution, a new approach is proposed that considers the limits and possibilities of the aquitard.

Key words: Mexico City, Mexico basin, hydrogeology, clays, piezometry, vulnerability aquifer, anthropogenic pollution, Mexico City, Mexico basin.