Code Lyoko - El Castillo Subterraneo

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Este es el primer libro de Code lyoko.

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  • CDIGO LYOKO 4EVER (http://codigolyoko4ever.blogspot.com/)

    El Castillo Subterrneo

    Jeremy Belpois

    PRLOGO

    Esta noche se cumplen diez aos exactos desde la primera vez que la vi, y he decidido que ha llegado el momento de contarlo, de revelar los increbles acontecimientos de los que fumos testigos Yumi Ishiyama, Ulrich Stern, Odd Della Robbia y yo, Jeremy Belpois. Y Aelita, naturalmente. No pasa un solo da que no piense en Aelita. Esta historia es para todos ellos, mis amigos. Pero sobre todo es para ti. Quin sabe si an ests a la escucha... Jeremy

    Una mariposa en el fondo del mar [Mar del Japn. 21 de diciembre] Suele decirse que si una mariposa aletea en Pekn, llover en Nueva York. Tal vez tambin fue exactamente as como sucedi en aquella ocasin, pero es difcil de decir: por mucho que todos se den cuenta cuando llueve, para entonces ya nadie es capaz de localizar a la mariposa responsable de ello... El martes 21 de diciembre, a las 14 horas y 36 minutos, el barco KNT-17 ech el ancla en medio de las aguas profundas del mar del Japn, y un oficial le comunico a la base de tierra En la base de tierra, Yukiko Itou, una hermosa muchacha japonesa de veintitrs aos, estaba a las escucha. Desde su trasquilo escritorio, Yukiko cheque las pantallas que la rodeaban, se colocel micrfono delante de la boca y dijo El KNT-17 era un barco cablegrfico: su cometido era el de revisar los cables de telecomunicaciones que conectaba Japn con los Estados Unidos. Slo haba un problema: los cables de telecomunicaciones se encontraban a ms de mil metros de profundidad bajo la superficie del mar. Y ah esra justo donde entraba en juego Rovvy, como lo llamaban cariosamente los tcnicos. Pese a su ridculo mote, se trataba de un robot muy sofisticado, un ROV: Remotely Operated Vehicle. El nico capaz de trabajar con toda tranquilidad

  • bajo las inimaginables presiones de los abismos ocenicos. Desde el monitor de su escritorio Yukiko tena unas vistas dobles: una del robot (una especie de lata amarilla que una gra estaba descargando entre las olas) y otra del oficial de abordo, que estaba en cuebierta. -Qu tal ests, delicada criaturilla?- grazn su voz a travs del radiotransmisor. -Hablas conmigo?- le dijo Yukiko entre risas. -Qu va, qu te has credo! Estaba hablando con Rovvy! Otra risotada. -Concentrate en el trabajo, o terminaremos dejando a todo Japn sin internet! Haba pasado seis horas desde el momento en que el cable submarino empez a griparse, y la cosa era muy preocupante. A travs de ese cable pasaba la mayor parte de las llamadas telefnicas y los e-mails que los japoneses mandaban a Amrica, y viceversa. Haba que actuar deprisa y con precisin. Silbando como un torpedo a gran velocidad a sus potentes propulsores a hlice, en poco tiempo Rovvy descendi hasta alcanzar el cable, una gruesa serpiente negra que se extenda hasta el infinito en ambas direcciones por todo el fondo arenoso. A su alrededor el ocano estaba sumido en un silencio y una oscuridad absolutos. A esta profundidad ya ni siquiera haba peces. Sien el haz de luz de la cmara de vdeo subacutica, la pantalla que Yukiko tena delante habra parecido apagada por completo. Pasaron diez minutos. Despus, la voz del oficial de abordo rompi el silencio sepulcral que rezumaban sus auriculares. -Creo que he encontrado la avera. No tiene pinta de ser nada grave. De un compartimento interno de Rovvy sali un brazo mecnico que se alarg hasta rozar el revestimiento del cable. En este instante, los instrumentos electrnicos que estaban junto a Yikiko parecieron volverse locos. -Espera! Para! -grit ella instintivamente. -Qu pasa? -Ha habido... una oscilacin de corriente, creo. No te lo s explicar, pero... ere como una especie de obstruccin... -Yukiko? Te importara repetrmelo?

  • -Lo has entendido de sobra: En cuanto has tocado ese cable se ha producido un atasco de corriente! -Pero si no he hecho ms que rozarlo! Y adems, no me cuadra que un cable de fibra ptica se pueda . La muchacha hizo caso omiso de aquel comentario y ech un vistazo rpido a los monitores. -Sea como sea, parece que ahora todo est de nuevo en su sitio. Las comunicaciones vuelven a funcionar perfectamente. -Quieres que sigamos de todas formas con la reparacin? -No, no, no hace ninguna falta. Se suspende la misin. Saca de ah a Rovvy y vulvete a casa. -Perfecto. As esta noche podremos salir juntos. Yukiko sonri y se coloc un mechn detrs de la oreja. -Por qu no? Mientras en Japn internet volva a funcionar, en Francia una chiquilla de trece aos estaba tomndose el desayuno en el comedor de la academia Kadic. Se llamaba Aelita Stones, pero a lo largo se su breve vida haba usado muchos nombres distintos. No era alta para su edad, y tena una naricilla pequea y respingona, unos ojos grandes y una melenita de un rojo vivo cortada a la garon. Iba vestida con un peto de aspecto cmodo, y tena una mirada ms bien seria que desentonaba con la alegra del resto de los estudiantes. En el comedor se respiraba un aire festivo: eres el penltimo da de clase antes de las vacaciones de Navidad, y el curso no volvera a empezar hasta enero, casi veinte das ms tarde. Un montn de tiempo a su disposicin para pasarlo en su casa con mam y pap. Pero los planes de Aelita eran bien distintos, no tan placenteros. De hecho, ya no tena padres. Aelita senta como si hubieran pasado siglos desde que se quedara definitivamente sola en el mundo. Desde aquel horrible da en que su padre... -Va todo bien? -le pregunt de sopetn Jeremy haciendo que se sobresaltase. Jeremy Belpois tena trece aos, como ella, el pelo rubio y algo largo y unas gafas redondas sobre la nariz. Para ella, Jeremy era una persona importante, porque aquel terrible da en que su padre... -Aelita? cruasn a medio camino entre el plato y la boca entreabierta y la mirada perdida en el vaco.

  • -Le ha dado un aire de la emocin -coment el tercer amigo. Era Odd Della Robbia, tan sonriente como siempre, con el pelo de punta por encima de la cabeza y su tpico look de roquero-. Entonces, Jeremy, est listo nuestro diablico plan? -pregunt Odd volvindose hacia su amigo. -Hasta el ms mnimo detalle -asinti Jeremy-. Aelita y yo iremos a casa de mis padres a pasar las vacaciones. Mi madre est encantada de tener a una chica a la que mimar. -Y t no? -Djalo, Odd. -Nuestro informtico romanticn... Jeremy se ruboriz, pero sigui hablando como si tal cosa, con la mirada fija en el plato. -Volveremos a la academia el domingo 9. Un da antes de que empiecen las clases. -Perfecto! Qu le has contado a tus viejos? .Que voy a dormir en casa de Ulrich. -Yo tambin! Total, no se les ocurrira comprobarlo ni en un milln de aos. Y los dems? Los has llamado? -No, pero ya est todo hablado. No creo que vaya a haber problemas. -Oye, Aelita! Ests aqu? -le pregunt Odd a la muchacha despus de darse cuenta de que en todo ese rato no haba movido ni un solo msculo. El cruasn estaba todava quieto delante de su nariz. -Aelita, si es algn tipo de broma, no es divertida -dijo Jeremy con aire preocupado. La muchacha lo mir fijamente, casi sin parpadear. -T te llamas Jeremy, verdad? l la mir, incrdulo, y luego ri, algo cohibido. Odd fingi que le segua la corriente. -S. l es Jeremy, y yo soy Odd. Somos tus mejores amigos. Te acuerdas? Pretenda ser un chiste, pero Aelita no se ri. -No -le espet como nica respuesta.

    La casa vaca

  • [Francia. Cuidad de la Torre de Hierro. 9 de enero] El nuevo ao salud al mundo con un fro fuera de lo comn. Por la maana del domingo 9 de enero el tren lleg a la estacin con una hora de retraso. Las vas eran dos franjas negras que destacaban entre la uniforme blancura. Haba nevado durante toda la noche, y an iba a volver a nevar. Cuando las puertas del tren se abrieron con un resoplido, Jeremy ayud a Aelita a bajar las maletas. -Bienvenidos! -los salud una voz desde la acera-. Hace ya un buen rato que os esperaba. Aquella voz era la de Ulrich Stern, un muchacho alto y enjuto embutido en un plumas rojo. Llevaba un gorro de lana gruesa para protegerse del viento, pero del doblez inferior sobresala un mechn oscuro y rebelde que le caa sobre la frente. Aelita y Jeremy estaban contentsimos de volver a verlo. -Qu pasa, Ulrich! Qu tal te han ido las ? Su amigo se encogi de hombros, y Jeremy no le hizo ms preguntas. Saba que estaba pasando por una mala poca en la que no estaba muy en sintona con sus padres. Ulrich levant sin esfuerzo una de las maletas, y se dirigi a la chica con una mirada interrogativa. -Aelita, t qu tal ests? Te ha ido bien en casa de los Belpois? Aelita sonri. -Los padres de Jeremy han sido amabilsimos. Y su madre es una cocinera fantstica! -Genial -murmur Ulrich. Luego los mir en silencio, sin tener muy claro como afrontar la cuestin por la que haba ido a recogerlos a la estacin. Al final se decidi por la forma ms directa, que siempre haba sido su favorita-. Y ahora... va un poco mejor esa memoria? Aelita se ci el abrigo. El aliento le sala de la boca formando ligeras nubecillas. -Digamos que va yendo. Me acuerdo de quin eres, que ya es algo! Ulrich sonri. Se encaminaron por las calles de la ciudad, heladas y resbaladizas. La nieve le daba a todo un aspecto inslito, casi irreal: las aceras se confundan con el asfalto y la hierba con los parques, como una nica alfombra blanca.

  • -Hace fresquete, eh? Tengo miedo de que en esa casa tan vaca nos vayamos a helar... -mascull Jeremy en medio de una tiritera. -No te preocupes -lo tranquiliz Ulrich-. Ayer Yumi se col dentro para encender la calefaccin. Vamos a estar de miedo. -Odd est ya en la ciudad? -se inform Jeremy antes de echarse aliento en las manos heladas. -Ha vuelto esta maana. Est ayudando a Yumi a arreglar la casa. -fantstico. -Ya -convino Ulrich-. Nuestro , como lo llama Odd, funciona a la perfeccin. La idea de encontrarse un da antes del comienzo de las calases a espaldas de sus padres se le haba ocurrido a Jeremy. El objetivo era pasar un domingo juntos sin que nadie interfiriese en sus asuntos. Odd y l haban dicho que iban a dormir en casa de Ulrich; Ulrich, que iba a estar en casa de Jeremy; y Yumi, en casa de Aelita. Para no correr riesgos, Jeremy incluso haba utilizado un programa de voz de su ordenador y haba llamado por telfono a todas sus familias, hacindose pasar cada vez por un padre distinto para confirmar la excusa. Un diablico plan, efectvamente. Gracias al cual iban a tener todo el tiempo y la calma necesarios para resolver cierta cuestin. Alguien haba limpiado la nieve de la plaquita de madera de la verja, y ahora la inscripcin LA ERMITA era bien legible. Al otro lado de la cerca, el jardn tena el mismo aspecto lunar que el resto de la ciudad. Una doble hilera de huellas surcaba la nieve y llegaba hasta los escalones del soportal de delante de la entrada. La Ermita era un chal alto y estrecho, de tres pisos ms un semistano, con el tejado a dos aguas y un garaje bajo que se apoyaba contra la casa como si tratase de sostenerla. A su alrededor haba abetos cubiertos de nieve, que eran ms numerosos por detrs del edificio, donde tan slo una cerca baja separaba el jardn del parque de la academia Kadic. Aelita se par a observar las ventanas oscuras, las columnitas blancas del soportal, los rboles. -Te acuerdas de esta casa? -le pregunt Jeremy.

  • -Vagamente. Pero ms que un recuerdo es como... una sensacin. Siento que es un sitio al que le tengo mucho cario. Jeremy asinti con la cabeza. -Yo dira que, como punto de partida, promete! Pero por ahora, entremos antes de que se nos congelen las ideas. Dentro, Odd estaba colgando del techo una cadeneta de colores. En cuanto los oy abrir la puerta salt de la escalera al suelo con la agilidad de un gato. Le dio una energtica palmada en la espalda a Ulrich y corri a abrazar a Aelita mientras Jeremy le lanzaba una mirada de celos. -Hola, chicos! -los salud Yumi, que sala corriendo de la cocina con un intenso brillo en sus ojos rasgados y su habitual sonrisa enigmtica y sutil. Yumi Ishiyama era la ltima de su grupo de amigos, la de ms edad y, en teora, la ms responsable. Alta y delgada, le encantaba vestir de negro, el mismo color de su brillante cabello corvino. Sus padres eran japoneses, y se haban mudado a Francia cuando ella acababa de nacer. -Y tus ? -le pregunt Jeremy. -Pasables, hasta he conseguido esquiar. Y las vuestras? La conversacin se vio bruscamente interrumpida por un estrpito como de cosas que salan volando por los aires. Acto seguido apareci Kiwi, el perrillo ladrador y poco mordedor de Odd, que empez a cotorrear loco de alegra por entre los muchachos, meneando sin parar su rabo cortado. Los amigos intercambiaron los relatos de sus vacaciones con avidez, como si fuesen caramelos, entre bromas y abrazos. Despus decidieron que haba llegado el momento de ponerse manos a la obra. Ulrich se encaram a la escalera para terminar de colocar la cadeneta, mientras que Odd y Jeremy, los chefs del grupo, pasaron a la cocina. La madre de Yumi haba preparado una bandeja de pasta al horno, y adems la muchacha haba hecho una compra de palomitas, refrescos, un asado precocinado y un asado de patatas. -Mira a ver si consigues no cortarte un dedo -le advirti Jeremy a Odd mientras ste se acuclillaba sobre una silla con el pelapatatas en la mano. Su amigo hizo caso omiso de la broma. -Bueno, cuntame qu tal est Aelita -le pidi de golpe y porrazo, como si fuese lo que ms lo apremiaba. -Bien -le respondi Jeremy, encogindose de hombros-. La memoria ya le ha vuelto casi del todo. Se acuerda de nosotros y de bastantes acontecimientos de

  • los ltimos aos... -reflexion durante unos instantes antes de aadir-: Excepto de Lyoko. -Qu quieres decir eso de ? Jeremy suspir antes de responder. -Pues eso quiere decir que tiene totalmente borrado de su memoria todo lo relacionado con Lyoko. -X.A.N.A? - De X.A.N.A tampoco se acuerda. Odd termin de pelar una patata y agarr otra. -Me refera a que si crees que esta amnesia es culpa de X.A.N.A. -Imposible -le replic Jeremy con una cara muy seria-. X.A.N.A est muerto. -Fua, menuda comilona! -exclam Ulrich, mientras se dejaba resbalar sobre la silla. -Pues adivina a quin le toca fregar los platos! -le dijo Odd, guiando un ojo. -Oye, oye, ni hablar! Eso es un trabajo de mujeres! -Yumi le arre un codazo en el estmago. Aelita y yo pensamos ayudarte -le dijo con una sonrisa maliciosa mientras l recobraba el aliento-, pero ya que, como t dices, , vamos a dejarte a ti el honor de hacerlo. Ulrich resopl mientras los dems se rean con ganas. De repente, Jeremy se levant de la mesa, desapareci durante un instante en una habitacin contigua y volvi sosteniendo un bolsito. -Los platos pueden esperar, chicos. Qu os parece si vamos a dar una vuelta? -propuso con entusiasmo. A Odd no le hizo mucha gracia la idea. -Pero, t has visto el tiempo que hace, Einstein? -protest sealando la ventana-. Estaremos por lo menos a mil bajo cero. Y me apuesto lo que quieras a que hasta vuelve a nevar. -No nieva a mil grados bajo cero -puntializ mientras Odd resoplaba, alzando los ojos al cielo-. Y de todas formas, no tenemos que ir muy lejos. Slo hasta el parque de la academia. Yumi mir fijamente a Yeremi, con un gesto serio. -Qu tienes en mente? -le pregunt Jeremy abri el bolsito que haba cogido y sac de l una pequea cmara de vdeo digital.

  • -Me gustara hacer un vdeodiario -explic- He pensado que sera divertido contar ante la cmara lo que nos ha estado pasando. Y tal vez el da de maana podra resultarnos til. -Gran idea -asinti, convencida Yumi. -Yo, por el contrario, estoy de acuerdo con Odd -coment Ulrich-. No entiendo por qu tendramos que tomarnos tanto trabajo... Yumi le solt un segundo codazo, esta vez ms preciso y ms fuerte. -Ay! -Bueno, nos ponemos en marcha? -los exhort Jeremy, sin encontrar ms objeciones Se pusieron los abrigos y las bufandas, y se aventuraron a salir al aire libre. El cielo tena un tono gris claro que tiraba hacia el morado: tiempo de nevada. Jeremy se abri paso hacia la parte trasera de la casa, con Odd y Aelita siguindolo a rebufo. Ulrich se qued en la retaguardia y se arrim a Yumi. -Lo de los codazos no ha sido muy majo por tu parte -murmur con resentimiento. -Pero, t no eras el campen de artes marciales? -le tom el pelo ella-. Y adems, no me digas que nos has entendido por que Jeremy ha propuesto lo de la camara. -Mmmm... Pues ms bien no. -Pues para Aelita, no lo ves? Si hablamos de Lyoko desde el principio, es posible que le vuelva la memoria. Ulrich se cal el gorro de lana en la frente, no muy convencido. Los muchachos salieron por la cancilla trasera de La Ermita y se encaminaron a travs del parque. All la nieve estaba tan alta que les llegaba casi hasta las rodillas, y todo estaba sumido en un mullido silencio. Kiwi avanzaba a brincos, desapareciendo de cuando en cuando bajo el manto blanco. Siguieron caminando hasta que empezaron a entrever las oscuras siluetas de los edificios de la academia Kadic, con sus tejados de varias aguas casi negros contra el plido teln de fondo del cielo invernal. El pequeo grupo se detuvo en un claro del parque: Jeremy y Odd comenzaron a escabar en la nieve con las manos. -Fjate bien -le susurr Ulrich a Yumi-. Odd no va a resistir ms de cinco segundos. Cuantro... tres...

  • Acababa de llegar a cuando Odd recogi un poco de nieve fresca eb el hueco de las manos, la prens para hacer una bola bien gorda y la tir con todas sus fuerzas contra ellos. Ulrich se agach, y bola le dio a Yumi en plena cara. -Ja, ja! -se ri Ulrich dndole una palmada en la espalda-. Qu te haba dicho? -sta me la pagas, Odd! -grito Yumi, hundiendo las manos en la nieve. Un instante despus estall la batalla. -Basta, basta! Me rindo! -jade Aelita unos minutos ms tarde. Luego se dej caer al lado de Jeremy, que haba tirado la toalla haca ya un rato. A base de hacer bolas de nieve haban despejado un buen trozo del claro, hasta dejar a la vista un montn de monojos de hierba verde y el disco de hierro de una gran boca de alcantarilla. A pesar de que la alcantarilla en s no tena nada de raro (se trataba de una ordinarasima placa metlica circular), los indiscutiblemente inslito era que no se encontraba en medio de una calle, sino en pleno centro de un parque, entre la hierba y los rboles. -Ulrich! -lo llam Jeremy al tiempo que preparaba la cmara de vdeo-. Venga, empieza a contarlo t. -Yo? -se sobresalt Ulrich. -Bueno, en el fondo t fuiste el primero que baj conmigo... -Venga. No te hagas de rogra, Ulrich. -insisti Yumi-. Si empizas t, te prometo que te ayudar con los platos sucios. Trato hecho? -Bueno, en ese caso... -cedi su amigo antes de aclararse la garganta. Aunque no haban hablado de ello, todos saban perfectamente el motivo por el que Jeremy se haba parado junto a aquella boca de alcantarilla. Ah era justo donde todo haba empezado... Para Ulrich nunca haba sido nada ms que el empolln de clase. Desde que se haban inscrito en la academia Kadic, los dos haban intercambiado como mucho algn que otro mascullado a toda prisa. A Ulrich, Jeremy no le haba llamadola atencin hasta mucho, mucho tiempo despus. Vista desde arriba, la academia pareca un enorme tenedor. Desde la verja de entraba en un extenso parque atravesado por dos anchos viales que llevaban a la entrada del edificio de administracin. A partir de all los edificios

  • formaban una serie de herraduras que trazaban tres amplios patios: el interno, que se encontraba entre las aulas; el central, que albergaba los dos pabellones bajos de los comedores de la escuela; y, finalmente, el patio ms amplio, donde estaba el campo de deportes. Aquel da Ulrich estaba junto a una de las mquinas de caf diseminadas en torno al campo. Con l estaba Odd, su nuevo compaero de cuarto, que no paraba de hablar y gesticular ni un solo segundo mientras l se beba, con lentos sorbos, una lata de refresco. En cierto momento, Jeremy se haba acercado a la mquina, haba echado una moneda y haba apretado un botn. El calambrazo haba sido de tal calibre que le haba hecho caer al suelo como un saco de patatas. Tras un instante de indecisin, Ulrich se haba apresurado a ayudarlo, y lo haba acompaado a la emfermera. Por suerte, el empolln no se haba hecho nada grave. Ulrich se haba despedido de l antes de alejarse, pensativo. Unos das despus, Ulrich haba odo unos gritos que venan de la habitacin de Jeremy. Haba entrado corriendo y se haba encontrado a su compaero de clase enzarzado en una lucha contra una especie de caja con ruedas: era evidente que algo no haba ido bien con el experimento de ciencias... -chame una mano! Apgalo! Ulrich haba tirado del enchufe del robot y plop!, todo haba vuelto a la normalidad. -Gracias. -No hay de qu. Ya le estoy pillando el gusto a esto de salvarte el pellejo. Jeremy Belpois lo haba mirado con serenidad desde detrs de sus gafas empaadas, y tras un momento de silencio le haba hecho una declaracin. -Hay algo ms. -Qu quieres decir? -No puedo explicrtelo aqu. -Y entonces, dnde? -Fuera. En el parque. Pero no ahora: maana. Ulrich haba clavado sus ojos en l, incrdulo, durante un par de segundos. Al final haba asentido con la cabeza. El sol centelleaba entre las hojas, proyectando por todas partes la luz verde y fresca. La sombra de la fronda le ofreca algo de alivio a aquel caluroso da de

  • primavera. Ulrich observ perplejo cmo su nuevo amigo saltaba de un arbusto a otro igual que un conejo. -Ests seguro de que ste es el sitio? Jeremy lo mir de mala manera y torci el gesto. -Mira que nadie te ha obligado a venir. -lo estoy haciendo por ti. No me fo de dejarte solo, visto tu extraordinario talento para meterte en los... En realidad, aquel ridculo chaval con gafas, siempre tan misterioso y solitario, haba despertado su curiosidad. -Ya estamos! .exclam finalmente Jeremy-. La he encontrado! Aquella boca de alcantarilla que se recortaba entre la hierba causaba una extraa sensacin. Estaba a todas luces fuera de lugar, como un pollo cruzando por un paso de cebra en medio de la ciudad o un hombre en traje de bao en plena fiesta de etiqueta, rodeado de esmquines. -chame una mano -dijo Jeremy. Entre los dos muchachos consiguieron levantar la pesada plancha de hierro. Una serie de asideros herrumbrosos descenda por un conducto vertical, sumindose en la oscuridad. El olor que suba desde el fondo no era nada agradable. -Y se supone que nosotros vamos a tener que ir ah abajo?! -Venga, nada de remilgos! -lo cort Jeremy, y se meti el primero en el agujero. Ulrich permaneci durante un moemto sin saber qu hacer, pero al final lo sigui, y empez a descender a ciegas, ms y ms abajo. De repente su e no encontr un nuevo escaln, sino slo el vaco. El muchacho vacil, y a punto estuvo de perder asidero. Luego se qued inmovil, colgando como un jamn. A continuacin oy la voz de Jeremy retumbando desde abajo. -Qu haces ah arriba? La escalera se ha terminado. Salta. -Perdona? Cmo que ?? -chale valor. Como mucho ser un metro y medio, no ms. Constreido en aquel tubo de cemento, Ulrich empez a preguntarse quin le mandaba a l meterse en esa situacin. Jeremy le haba parecido un chico tranquilo... pero estaba claro que no tena la cabeza muy en su sitio. Como todos los genios, l tambin deba de tener algn tornillo mal apretado. -Ulrich, ponte las pilas!

  • Ulrich salt. Cay rodando y volvi a levantarse inmediatamente, sorprendido de seguir an de una pieza. Mir a su alrededor y vio que se encontraban en un tnel amplio y mal iluminado que desde arriba no haba conseguido ni siquiera vislumbrar. Tambin se dio cuenta de que tena los pantalones mojados. Por el fondo del tnel flua una especie de riachuelo gris y... Puaj, nunca haba olido un tufo como se! El hedor que impregnaba el aire era casi slido. -Aqu no hay quien respire -boque. -Son aguas negras -le explic Jeremy con toda tranquilidad-. Estamos en las cloacas, amigo mo. -El sitio ideal para una buena excursin! -nimo, entonces. Cuanto antes sigamos, antes saldremos de qu. Ulrich no se lo hizo repetir dos veces. Los dos muchachos se pusieron en marcha a lo largo de una especie de acera que bordeaba el agua mugrienta de los desages. Sus sombras se largaban por las paredes curvas del tnel, dibujando figuras monstruosas mientras a su alrededor el silencio se vea interrumpido nicamente por sus pasos y algn que otro chillido asustado. -Ratas? -pregunt Ulrich. -Oye, qu parte de no te ha quedado clara? Por supuesto que son ratas. Y si quieres ms detalles, esas cosas negras que flotan ah abajo son... -Vale, vale! Ya lo pillo! -lo interrumpi Ulrich con un gesto de impaciencia. Unos cuantos pasos ms all, el tnel se interrumpia de golpe: una reja que iba de lado a lado impeda el paso, haciendo que fuese imposible seguir adelante. Una nueva hilera de asideros incrustados en la pared despareca hacia arriba. -Volvemos a la superficie. Ulrih suspir. Estaba seguro de que aquel olor a cloaca se le iba a quedar pegado a la ropa para siempre. Al final se la escalado los esperada una segunda trampilla de metal. Cuando la apartaron a un lado quedaron casi cegados por la luz del sol. Ulrich trep afuera. Y se qued sin aliento. Haban aparecido en medio del puente de la vieja fbrica, un gigantesco casern que llenaba por completo un islote solitario inundado de sol. A su alrededor las aguas del ro que pasaba a poca distancia de la academia gorgoteaban con toda tranquilidad. Detrs de Ulrich, una enorme verja

  • coronada de alambre de espino bloqueaba la carretera que en otra poca haba permitido a los camiones atravesar la zona industrial de la ciudad y llegar a la fbrica. Ahora el asfalto estaba lleno de grietas, y algunos manojos de hierbajos verdes perforaban la calzada aqu y all. Tampoco el puente pareca estar en buenas condiciones: las arcadas metlicas estaban cubiertas de herrumbre, y tenan un aspecto definitivamente poco slido. Pero el paisaje era sin lugar a dudas nico: desde el puente se disfrutaba de unas vistas espectaculares del ro y, a lo lejos, ms all de las naves abandonadas, se asomaban las copas de los rboles y la majestuosa silueta de los edificios de la academia Kadic. -Bonito, eh? -sonri Jeremy. -Si. Pero quin sabe por qu ya no hay nadie por aqu. -Lo he investigado un poco, y... no he sacado nada en claro. La fbrica quebr cuando nosotros an ramos pequeos. En lugar de venderla, por algn motivo los propietarios prefirieron dejarla aqu, criando polvo. Despus naci la nueva zona industrial a las afueras de la ciudad, y este barrio fue decayendo. Jeremy hizo una pausa y abarc con la mirada toda la isla. -Antes o despus alguien la comprar y construir aparcamientos. O edificios. O a lo mejor un hotel enorme -concluy. La fbrica, con las chimeneas apagadas, mostraba un aspecto melanclico. Ulrich tena una idea muy clara de cmo aprovechar todo este espacio: gimnasios, pistas y rampas para monopatines, locales... un parque de atracciones para quedarse sin aliento. -Vamos -lo despabil Jeremy, echando a andar por el puente. -Adnde? -No es obvio? Adentro de la fbrica. Eric McKinsky [Estados Unidos. California. 9 de enero] -Te apuntas al partido de bisbol de esta tarde? -Si... Osea, no lo s... A lo mejor estoy liado. -An andas a vueltas con este conjunto de msica? -No es un . Es el grupo del siglo. -Si t lo dices...

  • El primero de los dos chiquillos que charlaban sentados al borde del campo se llamaba Mark Holeman, un larguirucho de once aos que llevaban una gorra y una bufanda de los Massachusetts Rippety Indians, el equipo de bisbol de la escuela. El segundo se llamaba Erik McKinsty, tena la misma edad y llevaba un plumas fosforito de los Ceb Digital: el , precisamente. En la espalda del anorak destacaba una foto en la que Gardenia, la cantante de la banda, saltaba a horcajadas de una guitarra igual que una bruja en su escoba. Ante los muchachos se abra el claro ventoso del campo de juego de los Rippety Indians. Tras ellos se alzaba, amenazador, el edificio moderno y algo triste de la Rippety Indians: una especie de gran cubo rosa con amplias ventanas de cristal que brotaban al tun-tn en medio de la fachada. Mark arranc del suelo un manojo de csped amarillento y suspir. -Mira. Los Ceb Digital son totales, y Gardenia es estupenda, pero... -Totales? Estupenda? Ella es absolutamente genial! Y esta tarde tenemos el gran concierto... -Pero, t te ests oyendo, Erik? Te has vuelto incapaz de pensar en otra cosa. Te encierras en tu habitacin te pones sus ceds. Luego te enchufas a internet y te lees su web de cabo a rabo. Luego te sientas delante de la tele a ver su ltimo vdeo... -Y? -respondi Erik, fastidiado, tratando de que no se notase cmo se sacaba el auricular de la oreja. Iban unas trece veces seguidas que escuchaba Luv Luv Punka, el ltimo single del grupo. Eran la caa. -Demonios! Que los Ceb Digital no son lo nico que hay en la vida! -Ah, bueno, est claro que es mejor quedarse aqu, mirando cmo los Indians se dejan hacer trizas en el campo por... por no s qu equipo. Si por lo menos te dejasen jugar... se haba sido un golpe bajo, y Erik se arrepinti inmediatamente. Jugar en el equipo de la escuela era el gran sueo de Mark. Haca ya dos aos que su amigo no se perda un solo entrenamiento, y trataba por todos los medios de convencer al entrenador de que le dejara entrar en la alineacin. Pero por ms que se empease, nunca vea premiados sus esfuerzos: Mark era una autntico negado para el bisbol. -Yo por lo menos estoy al aire libre! -Pero si estamos en invierno! Y hace un fro que pela, para ms inri. Era verdad. Se levantaron y corrieron a recoger las bicis que haban dejado tiradas al lado de la alambrada del campo.

  • Erik derrap en el camino helado, y fren la bicicleta contra un buzn torcido en el que estaba escrito McKinsky. -Mam, ya estoy en casa! -chill mientras abra la puerta de par en par. Luego dej caer la mochila y se sac el plumas. Entrevi a su madre por el rabillo del ojo. Estaba en el saln, echada e un esterilla azul. -Hola...teso...rn! -jade la mujer-. Estoy...haciendo...mis...ejercicios! La madre de Erik era una entusiasta del aerbic, y se pasaba todas las maanas haciendo los , como los llamaba ella, y por las tardes se iba al gimnasio. -Me subo a mi cuarto! -En cuen...to a...cabe...los...esti...ramientos...voy a...darte un...beso! En la pantalla del ordenador parpade un texto que deca MUSIC-OH. Y a continuacin, ESTS CONECTADO. Los altavoces emitan a todo volumen Luv Luv Punka, y los ojos violceos de Gardenia parecan espiar a Erik desde su fondo de escritorio. Tena veintids e-mails no ledos. El boletn oficial de los Ceb Digital, un to que quera comprar las entradas del concierto y estaba dispuesto a pagar y los nuevos mensajes del foro Music-Oh. El muchacho se dedic a estos ltimos, con calma. Una tal Lisette93 deca: olaaa erik!!!! toy suprmegacontnta d q ayas resp n el foro asi ahora yo tmbien soy 1 verdra fan!!!!!! Erik estaba a punto de borrar el mensaje, pero las frases siguienes le llamaron la atencin. pa dart ls grcias kiero nseart 1 cosa siprmgasecreta: 2 foto de gardnia d cuand trabajaba d kamarera ants d q su stupenda voz la cnviertiera n 1 autntik estrella!!! pro no m prgunts como e encntrado sta joyita... Un escalofro sacudi a Erik. Todos los autnticos admiradores de los Ceb Digital saban que Gardenia, antes de montar el grupo con el gitarrista, Freno, haba trabajado como camarera en el restaurante Skate Willy de Boston. Y todos saban que el representante del grupo haba hecho desaparecer cada foto,

  • cada servilleta de papel firmada y cada camiseta usado por Gardenia en aquella poca en cuanto la banda alcanz el xito. No exista ni una sola imagen de Gardenia con el uniforme de ,y si hubiese habido alguna, pues... habra tenido un valor incalculable. El e-mail de Lisette93 no tena adjuntos, sino tan slo un enlace. Erikclic en l con la mano temblorosa. .Aqu estoy, pichurrn! -gorje su madre, entrando en la habitacin en ese preciso instante rodeada de una nube de perfume de melocotn-. Anda, baja, que te he preparado un tentempi. Erik todava estaba mirando la pantalla sin parpadear, embobado. -Ahora voy. Un momentito. Su madre le revolvi efectuosamente el pelo. -Tsch, siempre delante del dichoso ordenador! Eso no es nada sano. Vamos abajo, que ya son las diez y an no te has metido nada entre pecho y espalda. Su tono no admita discusin. Erik entendi que iba a tener que posponer su cita con Gardenia. En ese instante, dentro del ordenador del muchacho otro ser tambin se resign a esperar. La criatura digital flotaba sin nombre ni recuerdos en una nada infinita. Se haba quedado mucho tiempo esperando bajo las aguas del mar, como una larva encerrada en su crislida que aguardase nicamente el instante adecuado para abrirse y volverse adulta. Despus una cuchilla de luz haba rajado la oscuridad. Una pinza mecnica se le haba acercado lentamente, bajo la presin de miles de metros cbicos de agua. Y la haba rozado. As se haba despertado. Pero no saba por qu. Ni tampoco qu tena que hacer. Tan solo senta el urgente deseos de recuperar sus recuerdos. Estaba segura de que an existan en algn lugar, perodnde? Deba encontrarlos: le permitiran entender qu hacer. La agazapada en el ordenador de Erik saba que aquella memoria la estaba esperando, guardada en una invisible caja fuerte. Necesitaba una llave para abrirla. Necesitaba un rgano con el que mirar por el ojo de la cerradura. Oh, s. Un ojo. Eso era justo lo que necesitaba encontrar: su propio ojo. El ojo de X.A.N.A.

  • Erik no tuvo ms remedio que engullir un batido de zanahorias asqueroso y tragarse, adems, el clsico sermn de su madre. -Te has pasado todas las vacaciones encerrado en tu cuarto, escuchando msica! Por lo menos podras salir un poco con ese amigo tuyo, Mark, o hacer un poco de deporte... Mientras finga que la estaba escuchando, Erik sinti crecer dentro de s ese gusanillo de los nervios: no lograba sacarse de la cabeza aquel e-mail. Tan pronto como su madre volvi a dedicarse a sus ejercicios, el muchacho subi corriendo a su habitacin y cerr la puerta con llave para asegurarse de que no lo volviese a molestar. pro no m prgunts como e encntrado sta joyita... Erik contuvo la respiracin, emocionado. Despus esa emocin se transform en miedo. Esta vez los Ceb Digital no tenan nada que ver con ello. Era un miedo sutil, la sensacin que uno siente cuando piensa que hay algo que no est nada bien al otro lado de la puerta cerrada que tiene delante. La mano posado sobre el ratn titube. Clic. En la pantalla no apreci la Gardenia de grandes ojos violceos. En realidad, ni siquiera haba una foto. Lo que si haba era un dibujo. Tena un crculo en el medio, y otros dos crculos concntricos a su alrededor. El tercer crculo, el ms alejado del centro, estaba interrumpido por una rayita vertical en la parte de arriba y tres rayitas gruesas, una vertical y dos diagonales, en la parte inferior. -El timo de siempre... -gru Erik, desilusionado. Pero luego se qued mirando el dibujo. Qu era exactamente esa movida? Una diana? Algn logotipo? Erik no lograba despegar los ojos de la pantalla. No saba muy bien por qu, pero ese dibujo le traa a la cabeza algo muy concreto. Un ojo. Hizo clic en l El Castillo Subterrneo

  • [Francia. Ciudad de la Torre de Hierro. Hace algn tiempo]

    En realidad todo comenz un poco antes de que Ulrich bajase a las alcantarilla con Jeremy. En el momento autntico principio, Jeremy estaba solo. Cada semestre la profesora Hertz convocaba un concurso en clase para crear el experimento de ciencias ms original, y Jeremy siempre haba quedado primero. Esta vez haba decidido disear un robot en miniatura, pero le faltaban algunas piezas para acabar el prototipo, y en la academia no haba encontrado nada que le viniese bien. Despus se haba acordado de la vieja fbrica abandonada, que no quedaba lejos, y haba pensado que a lo mejor all consegua dar con algo til. Adems, tiempo atrs haba hecho un descubrimiento interesante: un pasadizo secreto que llevaba desde el parque de la academia Kadic justo hasta la vieja fbrica... Por fuera, el disco de hierro de la alcantarilla era completamente annimo. Pero despus de levantarlo haba revelado un extrao smbolo con una inscripcin an ms misteriosa: Green Phoenix. . Y ese mismo smbolo estaba grabado a los pies de los asideros de hierro que bajaban hasta las cloacas. Y en los propios conductos, como indicando qu camino seguir. Y luego, en la entrada de la vieja fbrica abandonada en medio del ro, estaba otra vez aquel smbolo, grabado y borrado con el tiempo. l fnix verde. Aparte del puente inundado de sol, la fbrica abandonada era fresca y polvorienta. Desde el portn principal se entraba en una galera suspendida a varios metros del suelo. Se trataba de un lugar inmenso, altsimo y desolado. Las paredes estaban surcadas por pasarelas y balcones corridos, y haba vigas de acero que sostenan gras y otras maquinarias en desuso. Las ventanas eran grandes vidrieras enrejadas que daba al ro. Muchos cristales estaban rotos, y los que quedaban sin romper se haban vuelto opacos a causa del polvo. Haca ya aos que nadie haba puesto un pie dentro. Jeremy decidi explorar la planta baja. Los ltimos obreros haban amontonado all un poco de todo a la buena de Dios: tubos y neumticos de camin, aparatos electrnicos, vigas, restos de partes mecnicas. Era una autntica mina de oro para su robot. La pena era que la escalerilla que antao

  • permita descender a la planta baja se haba derrumbado con el paso de los aos, y ya no quedaban de ella ms que unos cuantos escalones de hierro que se balanceaban sobre el vaco. Jeremy advirti dos cables robustos que colgaban del techo. Los cables pasaban a poca distancia del corredor flotante y llegaban hasta el suelo, donde se enrollaban formando amplios anillos serpentinos. Agarr uno y tir de l con todas sus fuerzas. Nada de ruidos sospechosos. Pareca solido. -Banzaaaaaaaai! -grit, colgndose con ambas manos del cable y dejndose resbalar hacia el vaco. Pocos instantes despus rodaba por el suelo polvoriento, con las palmas de las manos ardindole debido al roce. Pero lo haba conseguido. Empez a dar vueltas por la nave abandonada, en busca de algo interesante. Luego, casi por casualidad, se percat del ascensor. Era un sencillo contenedor metlico que funcionaba con un dispositivo que oscila ligeramente, colgando de un cable que lo conecta a la caja de mandos. Tena un solo botn, rojo, para bajar. , se pregunt Jeremy, y prob a apretar el botn rojo. En realidad no pensaba que el ascensor fuera a accionarse de verdad. Sin embargo, la rejilla de seguridad baj delante de l, y un viejo motor se puso en funcionamiento. Jeremy empez a pensar que haba cometido un error. Tras casi un minuto de descenso en medio de la oscuridad, el ascensor se detuvo, y la rejilla se levant. Una clula fotoelctrica hizo que se activase el mecanismo de una puerta automtica, que se abri con un suave sonido silbante. Las paredes de la enorme sala a la que haba llegado emanaban una luz elctrica fra y verdosa. Colgando del techo haba una imponente maquinaria hecha de tubos y cables elctricos que terminaba en un gran crculo suspendido en medio, como una enorme lmpara del techo. Justo debajo, otro crculo que sobresala del suelo le recordaba la plataforma de teletransporte de una pelcula de ciencia ficcin, o las compuertas de las que salen los misiles en los dibujos animados. Slo que aquello no era un dibujo animado. Era real.

  • Y lo tena delante. Jeremy no poda creer lo que vean sus ojos. Un brazo mecnico bajaba del techo, sosteniendo varios monitores apagados y un teclado. Delante de las pantallas haba un cmodo silln con una serie de botones sobre los brazos. Un puesto de mando. La consola de pilotaje de una nave espacial. Jeremy se olvid al instante tanto del motivo por el que estaba all como de su experimento de ciencias. Tena el cerebro en ebullicin, con mil nuevas preguntas que suban a la superficie y estallaban como burbujas de aire. Quin haba construido una cosa as en el stano de una vieja fbrica? Seres humanos? Aliengenas? Y adems, por qu, para qu? Se acerc al puesto de mando y le bast echarle un rpido vistazo para despejar la ltima duda: ante las pantallas haba un teclado normal de tipo americano, el que ms usaban los programadores. Por consiguiente, ese sitio haba sido construido por humanos. Era poco probable que los aliengenas conociesen el alfabeto terrestre. Pero, pero adnde haba ido a parar exactamente? Estaba en una base militar? En el plat abandonado de una pelcula de ciencia ficcin? De golpe, Jeremy se acord del alambre de espino que cerraba la entrada del puente y los carteles amenazadores repartidos por todo el permetro de la vieja fbrica: PELIGRO, PROPIEDAD PRIVADA, ALTA TENSIN... Alguien iba a raptarlo y hacerle desparecer para siempre. Pero, por mucho que se esforzaba, no lograba adivinar quin. -Si me queda poco tiempo -se dijo en voz alta para infundirse valor-, al menos quiero emplearlo para tratar de entender de qu va todo esto. Lo nico que tena que hacer era sentarse en el silln. Asi lo hizo... ... y descubri que no serva de nada: los mandos estaban apagados, al igual que los monitores y el teclado. Por lo tanto, el problema era localizar el interruptor general. jeremy explor con atencin toda la sala: el gran ordenador que colgaba del techo, las paredes, las luces... Registr cada palmo por activa y por pasiva, pero no obtuvo ningn resultado. Se mont de nuevo en el ascensor-contenedor en el que haba llegado, con sus paredes de hierro forjado y su mando de un solo botn.

  • Slo por comprobar su teora, apret en gran botn rojo, y poco despus se encontr en la planta baja de la fbrica. Lo puls de nuevo, y baj otra vez a la sala del ordenador. Haba perdido cinco minutos, pero estaba poniendo en prctica una de las mximas de la profesora Hertz:el camino de la ciencia est hecho de experimentos; nunca debe darse nada por descontado. Se par un momento a reflexionar.Si la nica salida era el ascensor, entonces el interruptor general tena que estar a la fuerza dentro de esa misma sala. Pero, por ms que lo haba buscado, no haba sido capaz de encontrarlo. Sin contar con que, por lo comn,esta clase de cosas siempre estaban bastante a la vista. Por consiguiente, en algn lado tena que haber una salida. Oculta. Jeremy se sent en el silln del ordenador, se relaj y cerr los ojos. Era como un examen. Empez a dar vueltas sobre el eje giratorio del silln, abriendo los prpados de golpe y volviendo a cerrarlos inmediatamente despus para imprimirse en la mente varias instantneas de la habitacin desde distintos ngulos. Las pantallas apagadas sobre la consola y el teclado. La gran estructura mecnica colgada del techo. Una pared verde. La puerta del ascensor. Jeremy se detuvo. Abri los ojos y volvi a mirar hacia la puerta: era definitivamente demasiado moderna en comparacin con el desvencijado ascensor de chapa que haba tras ella. En la sala del ordenador todo estaba apagado. Y sin embargo la puerta se abra y se cerraba sin problema. Y el ascensor suba y bajaba. . Jeremy se acerc, tratando de evitar que se activara el mecanismo de la clula fotoelctrica. La superficie de la puerta era lisa, y tena un aspecto resistente. Despus, el muchacho se percat de algo que todava no haba notado: una placa metlica a la derecha de la puerta, del mismo color, pero de un material distinto. Jeremy apoy la mano en ella. No pas nada. Evidentemente, aparte del dispositivo automtico de apertura y cierre, todas sus otras funciones estaban desactivadas. Vale, haba seguido una pista falsa, pero no haba por qu desanimarse.

  • Estaba seguro de que por algn lado haba otra habitacin. Y tena que existir alguna forma de llegar a ella. Empez a inspeccionar las paredes, dando golpecitos en el muro a distintas alturas. Paso a paso. Una vez hubo recorrido todo el permetro de la habitacin sin ningn resultado, se arrodill y se puso a inspeccionar el suelo con los nudillos, que ya empezaban a dolerle. Toc, toc, toc. No iba a encontrar nada de esa manera, y ya se estaba haciendo tarde. Toc, toc. Ya casi era hora de volver, antes de que alguien se diese cuenta de su ausencia. Toc, toc. Estaba terminantemente prohibido alejarse ms all de los lmites de la escuela, y... Toc, toc, clonc, toc. Jeremy se detuvo. Se arrastr hacia atrs, an de rodillas. Toc, clonc. Ah estaba. Clonc. Busc con los dedos el borde, casi invisible, de la placa metlica, hasta que sus uas encontraron un saliente. Se sac de bolsillo su pequea navaja suiza y meti la punta dentro de la delgada hendidura. Trat de hacer palanca. La placa se movi. Hinc ms a fondo la hoja de la navaja y volvi a intentarlo. Meti los dedos en el delgado hueco que haba aparecido. Tir con fuerza con ambas manos. Y levant la placa. Debajo haba un pasadizo, un oscuro agujero que se peda en un fondo indistinguible. Y asideros de hierro para permitir el descenso. A travs del pasadizo, Jeremy lleg a una habitacin circular con las paredes pintadas de un color clido, entre amarillo y naranja. La observ un buen rato. No tena ni idea de qu podan ser esos extraos instrumentos que la llenaban, pero estaba claro que el interruptor tampoco estaba en aquella habitacin. Ante l, dispuestas de tal modo que formaban un tringulo equiltero, se alzaban en tres altas columnas conectadas al techo mediante cables, tubos y unos extraos mecanismos. En cada columna se abra una puerta corredera orientada de tal manera que miraba hacia el centro de la habitacin. Y todas

  • las puertas estaban selladas. A Jeremy de inmediato le result evidente que las misteriosas columnas estaban controladas de alguna forma por el ordenador central, y tal vez por el puesto de mando del piso de arriba. Pero... para qu servan? Eran rampas de lanzamiento? Para lanzar qu? Ms que nada parecan cabinas de ducha ultramodernas. Jeremy decidi concentrarse otra vez en la bsqueda del interruptor general. Lo nico que poda hacer era volver a intentar descender. Suspir y se meti de nuevo en el estrecho pasadizo, con las suelas de sus deportivas resbalando sobre los asideros, y volvi a bajar. Empezaba a faltarle el aliento. Finalmente sus pies tocaron fondo. Estaba a oscuras. Se sac el mvil del bolsillo y us la pantalla para iluminar un poco a su alrededor. Y all, a unos pocos pasos, vislumbr una pequea puerta. Era cuadrada y resistente y estaba montada sobre bisagras dobles que habran condenado al fracaso cualquier intento de forzarla, incluso usando una palanqueta. Jeremy golpe su superficie con el puo, y el sonido sordo que le respondi le sugiri que incluso un soplete oxhdrico habra surtido muy poco efecto. A la derecha de la puertecilla haba un cajetn de plstico blanco con una pantalla de un solo rengln y un pequeo teclado alfanumrico justo debajo. El display resultaba ilegible a causa del polvo, y Jeremy lo frot con un dedo para limpiarlo un poco. Luego apret una tecla al azar. D3L3ND4, le respondi la pantalla. Jeremy se sent en el suelo, respirando hondo aquel aire seco subterrneo. A lo mejor ese extrao cdigo tena algo que ver con el alfabeto militar que empleaba el ejrcito norteamericano. Alfa, Bravo, Charlie, Delta... Pero, qu tenan que ver los nemeros con eso? O bien poda tratarse de una especia de ecuacin que haba de resolver, y la contrasea era el resultado. Puls otra tecla al azar, y en la pantalla apreci el texto ERROR!!!, y luego otra vez D3L3ND4. De pura frustracin, el muchacho solt un puetazo contra la pared de cemento. Despus prob con otra combinacin. ERROR!!!

  • D3L3ND4 Jeremy trat de concentrarse. El texto misterioso era de siete caracteres, pero el mensaje de error tena de hecho ocho. Por consiguiente, la contrasea poda tener una longitus de hasta ocho caracteres. Se puso en pie, desanimado: eso queri decir que haba ms de dos billones de combinaciones posibles! Poda construr un aparato para craquearlo, un programa capaz de probar todas las combinaciones, una tras otra, hasta encontrar la adecuada. Pero, dnde lo iba a enchufar?. En ese cajetn no se vea ningn enchufe, ni agujeros de otro tipo en los que conectar cable alguno. Y por encima de todo, era probable que aquella pequea puerta tuviese alguna proteccin contra intentos de intrusin de ese tipo. Pareca una empresa sin esperanzas. Jeremy abandon la fbrica poco antes de que oscureciera. Volvi a la academia y empez a pensar en aquel texto. Busc en Google y se ley algunos libros sobre criptografa avanzada, matemticas puras y teora de los mensajes secretos. Busc el nombre de en todos los sitios web imaginables del planeta. O por lo menos tena la sensacin de haberlo hecho. Prob desordenando los caracteres, ordenndolos en columnas, sumndolos y restndolos... Nada de nada. Trat de encontrar algo de informacin acerca de la fbrica, sus antiguos propietarios, por qu haban cerrado todo aquello... pero ni por sas fue capaz de sacar nada en claro. Pas un da entero. Pas otro. Y otro ms. Y al final la solucin lleg caminando por su propio pie. Jeremy estaba corriendo hacia el despacho de la profesora Hertz para pedirle que le prestase unos libros cuando vio al director Delmas saliendo del suyo con un tipo de cierta edad, alto y delgado, con una melena canosa y desgreada y una barba espesa: una especie de cruce entre un neardental y Pap Noel. -Gracias, Paul -dijo el director-. Llevaba semanas volvindome loco con esa adivinanza! -En efecto, era dificililla -se escud su interlocutor-. He tenido suerte, simplemente.

  • -Qu bobada! -insisti el director-. No hay adivinanza que tu no puedas resolver. No por nada eres el presidente de nuestro club de enigmstica. En el cerebro de Jeremy se encendi una lucecita: a lo mejor ese extrao personaje podra ser la persona adecuada para ayudarlo... Se peg a una columna, dej que el director y el individuo misterioso pasaran ms adelante y se puso a seguirlos. En la puerta del edificio el director Delmas se despidi de su amigo, que sigui caminando solo, atravesando el parque. Era la ocasin adecuada. Jeremy cubri en un momento la distancia que lo separaba de aquel hombre, y lo abord. -Disculpe... -dijo timidamente. -S, jovencito? Tena una voz profunda y unos ojos tan claros que parecan transparentes. -Bueno, ver, yo... Qu poda decirle? Que haba escuchado a escondidas su conversacin con el director? Que haba encontrado por una casualidad un superordenador militar y para hacer que funcionase tena que conseguir abrir una pequea puerta secreta que haba en los stanos de una fbrica abandonada? -Dime, muchachito... -Tengo una adivinanza que no consigo resolver. El hombre se rasc la barbilla, pensativo. -Y quieres que te eche una mano? -murmur, casi para s-. En realidad la cosa no funciona as. Lo importante no es la solucin, sino cmo se llega a ella. Si te la resuelvo yo, te perders toda la diversin. -Bueno, el director Delmas tambin, pero... -empez Jeremy, e inmediatamente se mordi la lengua. Su interlocutor solt una sonora carcajada. -Nos has odo, eh? Bueno, vale. Busqumonos un banco en el que ponernos cmodos y razonar con calma sobre tu enigma. En cuanto estuvieron sentados, Jeremy garabate rpidamente D3L3ND4 en una hoja de papel, y se la pas a Paul, que la observ con atencin. -Ocho letras -murmur el hombre pocos segundos despus. -S! -exclam sin dar crdito Jeremy, pensando de nuevo en la pantalla de la fbrica-. Cmo lo sabe?

  • -Puede que seas algo joven para estas cosas... Pero, por otro lado, los chavales de ahora sois incomparablemente mejores con los ordenadores que los vejestorios como yo. Has odo habar alguna vez del ? Jeremy asinti. Para ser exactos, el leet no era un autntico lenguaje, sino un truco de los programadores para acordarse hasta de las contraseas ms complicadas: consista en sustituir algunas letras con nmeros u otros smbolos que se les pareciesen. As, por ejemplo, AMOR se converta en 4M0R, y VICTORIA se transformaba en 1
  • Cuando el ascensor de la vieja fbrica lo dej en el primer piso subterrneo se qued un momento en silencio, observando el puesto de mando que haba delante de las pantallas apagadas. -Dentro de poco sabr si la solucin es correcta -dijo en voz alta. Luego descendi por el conducto con la linterna encendida y atada al cuello con un corodoncito. Cuando lleg al fondo estaba tan sudado que sus dedos ya no conseguan aferrarse a los asideros de hierro. Jeremy se sec la frente con el jersey y dirigi el delgado haz de luz de la linterna hacia la pequea puerta. En el display del mecanismo de apertura todava parpadeaba el mismo texto. D3L3ND4 El muchacho inspir profundamente, y luego empez a teclear la solucin. Tan pronto como apret el cero de
  • En los monitores comenzaron a alinearse hileras de caracteres de un lenguaje de programacin que Jeremy no haba visto jams. Fascinado, empez a explorar aquel fantstico ordenador y, mientras sus dedos corran por el teclado, el haz del proyector dibuj una esfera que flotaba en el aire: una especie de gran mapamundi subdividido en cuatro gajos. En su centro translcido brillaba un ncleo de un intenso color blanco. -Un mapa -susurr el muchacho, emocionado. Un mapa dividido en cuatro sectores. Jeremy ya estaba seguro de que se encontraba dentro de una base militar. Slo que aquella esfera flotante no pareca la Tierra: no reconoca ninguno de sus continentes. Traste un poco con las teclas, hasta que de alguna forma consigui hacer que aparecieran en los cuatros sectores una serie de nombres. LYOKO BOSQUE LYOKO HIELO LYOKO DESIERTO LYOKO MONTAAS ? Jeremy increment el zoom, y la imagen se descompuso en fragmentos separados, cuatro gigantescas rajas de sanda conectadas entre ellas por un ncleo central sin nombre. El ncleo era blanco. Los cuatro sectores tenan distintos nombres. BOSQUE HIELO DESIERTO MONTAAS Jeremy estaba sudando. Las gafas se le resbalaban hasta la punta de la nariz, y los cristales empezaban a empaarse. Los dedos le temblaban mientras tecleaba, ms y ms emocionado por momentos, comandos que ni siquiera lograba comprender a fondo. ZOOM. ENTRAR. NCLEO. ENTRAR. INTRODUCIR CDIGO. ACCESO DENEGADO. No haba manera. No pasaba de ah, de aquella extraa representacin de continentes fantsticos. Cuatro sectores y un ncleo blanco que pareca inaccesible, sin ninguna indicacin ms. INTRODUCIR CDIGO. ACCESO DENEGADO. .

  • ZOOM. ATRS. ATRS. LYOKO BOSQUE. ENTRAR. INTRODUCIR CDIGO. ACCESO DENEGADO. ENGANCHE NECESARIO. -? -coment Jeremy con los dientes apretados-. A qu te tienes que enganchar? Ms textos vertiginosos pasando por la pantalla. ESCANEO ACTIVO. BSQUEDA DE AGENTES HUMANOS EN CURSO... BSUQUEDA FINALIZADA. AGENTE HUMANO LOCALIZADO. TORRE 3. LYOKO BOSQUE. ENGANCHAR? Jeremy no entenda nada. Ahora el proyector mostraba slo el gajo de lo que deba ser el sector del bosque. Una bolita roja parpadeaba en un rincn del gajo... ENGANCHAR? Pero, qu demonios significaba? La bolita roja era el agente humano? -, se dijo Jeremy, obligndose a respirar. Aquel gigantesco superordenador, oculto en el corazn de una fbrica abandonada, le pareca ahora una especie de complejsismo videojuego. Uno de esos videojuegos en los que otras personas pueden conectarse y jugar desde lugares de todo el mundo. Puede que se fuera precisamente el significado: haba otro jugador... un ... en el sector del bosque. En la Torre 3. En Lyoko. Fuera lo que fuese lo que eso quera decir. Jeremy permaneci inmvil. Si de verdad lo que haba reactivado era una especie de videojuego, entonces por qu haba estado apagado? Y por qu se encontraba en semejante lugar? Una vieja fbrica. Mucho ms vieja que la tecnologa que esconda en sus entraas... Empez a tener miedo. Haba sido facilsimo entrar. Como si alguien hubiese querido que l entrara. Pero quin? -Esto no es un juego -susurr, apretando los dientes. Realidad virtual, a lo mejor. Pero no para jugar. En ese caso, entonces, la bolita roja, el , habra podido ser cualquier cosa. Incluso una cosa peligrosa. Tal vez lo mejor que poda hacer era apagarlo todo de nuevo. Irse. Olvidarlo. Y terminar su trabajo de ciencias.

  • Pero Jeremy senta que no poda. Estaba all sentado, ante un ordenador imposible. Y tena que descubrir para qu serva. Tena que saber algo ms. PULSA S PARA ENGANCHAR AL AGENTE. -De acuerdo -dijo Jeremy en voz alta para infundirse valor-. Enganchmoslo, pues. Su dedo ndice apret la tecla S. La pantalla se ennegreci de golpe. Despus algo se movi. Jeremy cerr los ojos por un instante, asustado. Cuando volvi a abrirlos, vio delante de l el rostro de una chiquilla. Su pelo, cortado a la garon, era de un extrao color rosa intenso, y sobre la frente le caa un largo flequillo interrumpido, a ambos lados de la cara, por dos extravagantes orejas puntiagudas, similares a las de un elfo. Sus delicados rasgos estaban acentuados por un maquillaje extico: dos franjas verticales, del mismo color que el cabello, que seguan las suaves curvas de las mejillas. De su boca entreabierta pareca salir el sonido de la respiracin tranquila de quien ests profundamente dormido. -Es... guapsima -dijo Jeremy en voz baja, para sus adentros. Al instante, la joven elfa abri los ojos, que resultaron ser grandes y brillantes,del color de las frondas de la espesura de un bosque. Mir a su alrededor, desorientada. Detrs de ella haba una pared negra por la que fluan nmeros y smbolos sin sentido, como hojas llevadas por el viento. -Dnde... estoy? -pregunt pasados unos momentos. Luego pareci como si mirase directamente a Jeremy-. Y t... quin eres? Jeremy dio un respingo sobre el silln. -Hablas conmigo? Pero t... me ves? Aunque Jeremy no lo haba notado, por algn lado de su puesto de mando deba de haber una webcam, un micrfono y unos altavoces. Pero, qu estaba pasando? Por ms que se esforzaba, no consegua pensar con lucidez. -T no tendras que... O sea, bueno... En fin... quin eres? -No s quin soy. Y t... quin eres? -repiti la elfa. -Yo soy... un chico. -Bueno, entonces yo soy una chica. Creo. Jeremy todava no lograba dar crdito a lo que vean sus ojos. -Podras decirme cmo he llegado... aqu?

  • Jeremy no saba qu responderle. -T no... te acuerdas de nada ms? La muchacha se refreg los ojos y volvi a mirar a su alrededor. Pareca asustada. Sacudi la cabeza, desolada. -Qu estabas haciendo ante de esto? -trat de insistir Jeremy. -Estaba durmiendo. -Estabas durmiendo? Y desde hace cunto? -No sabra decrtelo -respondi la muchacha, cada vez ms confusa. Tras un silencio incmodo, Jeremy decidi presentarse. -Yo me llamo Je-Jeremy. -Jeremy es un nombre bonito. Me gusta -por primera vez la muchacha esboz una sonrisa. Luego volvi a ensombrecerse-. Yo ni siquiera recuerdo si tengo nombre. -Vamos a hacer una cosa -propuso Jeremy despus de reflexionar un momento-. Si no sabes cmo te llamas, lo decid yo por ti. Qu te parece... Maya? La muchacha gui los ojos de una manera que a Jeremy le pareci absolutamente irresistible. -Maya... -repiti a continuacin ella-. Me gusta! Maya y Jeremy. Ahora somos amigos? Jeremy pens que todo aquello era terriblemente raro. -Claro que somos amigos -respondi sin dudarlo un segundo. La pesadilla de Maya Cuando Jeremy condujo a Ulrich adentro de la fbrica, le hizo bajar hasta la sala de las columnas, en el segundo nivel subterrneo. -Y estas movidas qu se supone que son? -pregunt Ulrich. -No tengo ni idea. Se aproximaron a la primera puerta metlica, que se desliz hacia un lado con un zumbido. Dentro haba una cabina luminosa. Ulrich meti dentro la cabeza para curiosear. -No entres! -le advirti Jeremy desde atrs. -Por qu? Jeremy suspir. -Me temo que podra ser peligroso. He hablado de ello con Maya.

  • -Esa amiga tuya que juega a la bella durmiente del ordenata? Desde dnde se conecta ella? -se es el tema. Que no lo s. Y parece ser que ella tampoco lo sabe. Ulrich se rasc la cabeza. -Me has dicho que la viste en medio de un bosque, correcto? -Si. Es un sector de un mundo totalmente, virtual que parece diseado con todo lujo de detalles. -Y ella, en cambio, cmo te ve? -Me ve aqu, en la fbrica. -Ella ve el mundo real, y t ves el mundo virtual. -Exacto. -Y cmo consegus oros? -Su voz sale de los altavoces. Y la ma, no lo s, Ella dice que la oye resonar por todas partes, a su alrededor. -Uau, cmo mola! -Ya. Es como si desde aqu de controlase ese gran mundo virtual, dentro del cual tambin est ella. -As que tu amiga... forma parte del mundo virtual? -No estoy muy convencido de ello. -Por qu? Jeremy tard un poco en responder. -Es difcil de explicar... -dijo por fin-. La primera vez que habl con ella pens de inmediato que me encontraba ante una criatura virtual, una especie de avanzadsima inteligencia virtual. No era capaz de responder a preguntas elementales sobre nuestro mundo, como si no supiese nada de l. Ni siquiera saba cul era su propio nombre. Pero a pesar de eso haba algo en su forma de comportarse, en su voz... algo indefinible y terriblemente... humano. As que empec a convencerme de que se trataba de una chica de verdad. En carne y hueso. -Qu pena que est enlatada en un ordenata lleno de cosas virtuales, Jeremy! Venga ya, no puede ser... ! Cmo ha podido ocurrir algo as? -La he sometido a la prueba de Turing. Ulrich puso los ojos en blanco. -La has sometido a qu? Jeremy suspir con resignacin ante tamaa ignorancia.

  • -Turing era un matemtico- empez a explicarle-. Uno de los inventores de la informtica. Entre otras cosas invent un test para establecer si un agente que parece humano lo es de verdad, o tan slo una mquina. -Mmm. Me parece que he visto una movida por el estilo en una peli antigua en la que sala Harrison Ford. Estaba el robot este, que no saba que era un robot... -coment Ulrich mientras se rascaba la cabeza. Jeremy lo interrumpi inmediatamente. -En fin, que la he sometido a esa prueba. Y la prueba ha dado un resultado positivo. Por consiguiente, lo que yo me pregunto es: si Maya es una persona real que se encuentra dentro de un superordenador... cmo narices ha entrado ah? Mientras pronunciaba la ltima frase se apoy en una de las puertas correderas y luminosas, que se abri con un susurro. -Espera un segundo! - exclam Ulrich al ver esa escena-. Algo me dice que ya sabes la respuesta. -Bueno, quiz estas columnas podran tener algo que ver. La puerta de la cabina volvi a cerrarse. Ahora las tres columnas haban adquirido un aspecto nuevo, inquietante. Jeremy le seal a su amigo los cables y mecanismos que salan de lo alto de aquellas extraas estructuras y se perdan en el techo. -Se que suena absurdo, Ulrich... pero creo que son una especie de escneres. Algo as como . -Interesante -coment con irona Ulrich-. Pero, te importara tratar de explicarlo con palabras que los simples mortales podamos comprender? -Prcticamente -respondi, paciente, Jeremy-, estas tres columnas sirven para teletransportarse al mundo virtual en el que vive Maya. -Ciencia ficcin -se ri Ulrich. -Yo tambin lo he pensado. -Me quieres decir que crees que ella entr aqu y se plant... en el otro lado? -Exacto -asinti Jeremy, totalmente serio. -Y... se puede saber cmo has entendido eso? -En realidad no he entendido nada. Pero aqu abajo, lo ves?, en la base de la columna, est escrito... -Escner. Cmara de virtualizacin. Peligro. Uau. -No me parece que ah ponga tambin . -Lo s, slo estaba... Bah, djame en paz!

  • -Ulrich... El test de Turing no es infalible al cien por cien, y Maya podra ser un programa de inteligencia artificial tan avanzado como para simular en todo y por todo una personalidad humana. Pero si no es as, tenemos que encontrar una manera de sacarla de ah... -Le has preguntado si recuerda algo de estas... ? -No se acuerda de nada de los escners, si sabe desde hace cuanto tiempo se encuentra ah dentro. Dice que ha estado durmiendo. De repente Ulrich sinti fro. Explorar la fbrica junto a su nuevo amigo haba sido divertido. Pero ahora una alarma dentro de su cabeza le adverta que se estaba metiendo en algo peligroso. -Y bien? Qu es lo que quieres hacer? -pregunt finalmente. Jeremy se coloc bien las gafas sobre la nariz. - Me parece evidente. Quiero ver si mi teora es correcta, y si estos chismes funcionan de veras como yo creo. Yas, hemos llegado al motivo de tu presencia aqu. -Necesitas un conejillo de Indias. -Elemental, querido Watson. Ulrich sonri al tiempo que cierta idea iba tomando forma lentamente en su cabeza. -Y me lo dices sin inmutarte... Pero yo no tengo la menor intencin de meterme ah dentro, querido doctor Frankestein! Aunque la idea del conejillo de Indias me gusta.. -Ulrich clav sus ojos en los del otro muchacho con una extraa sonrisa-. Conoces a un tal Odd Della Robbia? -Tu compaero de cuarto? El que siempre se hace el caballero con las chicas? -El mismo que viste y calza. Qu te parece? -En fin. Me parece un tipo raro. -Pues deberas ver a su perro. Cerca de la entrada de la residencia de estudiantes de la academia Kadic haba colgada una larga lista de reglas que los estudiantes estaban obligados a respetar. Cosas del tipo: . O bien: . Ms o menos por la mitad del folio,

  • escrito en rojo y con caracteres el doble de grandes que el resto, para que fuese ms visible, poda leerse tambin: . Ulrich no tena ningn animal. Odd Della Robbia, s. Se haba instalado en su cuarto trayendo consigo a Kiwi, un horrible perrillo sin pelo, con las orejas puntiagudas y un morro que era todo boca y dientes. Para mantenerlo oculto Odd usaba las tcnicas ms absurdas: lo meta debajo de la cama, en el armario, en la mochila (para llevrselo fuera a que hiciese sus necesidades). Tras los dos primeros das de convivencia, Ulrich haba decidido que Kiwi era el chucho ms odioso y cascarrabias con el que se haba topado en todo su vida: si de noche se senta solo, gimoteaba; si haba luna, ladraba bajito; y durante el da le encantaba esconderse en los cajones, mordisqueando y babeando la ropa. Ulrich se haba encontrado su quimono de taekwondo hecho jirones, y sus zapatillas de deporte favoritas, literalmente devoradas. Cuando se las haba enseado a Odd, el muchacho se haba limitado a encoger los hombros y decir: . Esa noche, al volver de la vieja fbrica, Ulrich entr en su cuarto como si no hubiese pasado nada. Esperara hasta altas horas de la noche, y entonces... le conseguira a Jeremy la cobaya que necesitaba! Se meti en la cama completamente vestido y se hizo el dormido hasta que oy cmo en la cama de al lado la respiracin de Odd se volva profunda y regular. Kiwi se haba enroscado encima de los zapatos de su joven amo, y aullaba muy bajito. Ulrich mir su reloj: las doce y pico. Jeremy y l haban quedado en encontrarse donde la boca de alcantarilla a eso de la una. La hora a la que incluso Jim Morales, el profesor de gimnasia que se haba adjudicado el papel de guardin de los estudiantes, sola empezar a roncar a todo trapo. Esper todava unos segundos ms, y luego... va libre! Tratando de no hacer ruido, el muchacho apart las sbanas.

  • -sta es la nuestra, bichejo! -susurr. Agarr a Kiwi y lo apret contra su pecho para que no ladrase. Se escabull fuera de la habitacin. El haz de luz que dej pasar la puerta al abrirse. El clac de la puerta al volverse a cerrar. Odd Della Robbia abri los ojos con la desagradable sensacin de que algo no iba como era debido. Un momento... Ah, pues claro. Los habituales riudillos de Kiwi haban cesado. Od, preocupado, se incorpor hasta quedarse sentado. La cama de Ulrich estaba vaca. Y Kiwi no apareca por ningn lado. -Bonito, bonito... -lo llam. Nada. Lo intent con un silbido. Nada de nada. En dos nanosegundos Odd se puso una chaqueta encima del pijama y sali disparado de la habitacin. Oy un ruido de pasos lejanos que provena de las escaleras. Y ese sonido... eran los ladridos de Kiwi! -Ey! Pero qu...? La puerta principal de la residencia estaba abierta, y Odd pas por ella sin dejar de correr. Sinti la bofetada del aire fresco de la noche. Vio cmo la silueta de Ulrich despareca entre los rboles del parque. Por qu haba cogido Ulrich a su perro? Empez a pasarle por la cabeza toda una serie de hiptesis de lo ms inquietantes, pero las rechaz: su nuevo compaero de cuarto era taciturno, de acuerdo, pero en el fondo pareca un tipo legal. Seguro que no poda hacerle dao a Kiwi. Aunque se haba mosqueado bastante por lo de las zapatillas devoradas a traicin! Odd se detuvo en medio de los rboles para recuperar el aliento. El torno a l la hierba ondeaba lentamente, acariciada por las sombras de la noche. Mir a su alrededor en busca de su compaero de habitacin, que pareca haberse esfumado sin dejar rastro. Luego se dio cuenta de que en el suelo haba una alcantarilla medio abierta. Se acerc a ella y la apart del todo: un oscuro pozo descenda bien hondo. El muchacho met dentro la cabeza, pero volvi a sacarla inmediatamente, asqueado por el hedor que sala de aquel conducto. Pero... haba odo con toda nitidez el chapoteo de unos pasos en el fondo. As que Ulrich haba bajado ah abajo. Y si Ulrich lo haba hecho, l tambin poda conseguirlo. Tapndose la nariz, claro.

  • -Qu mono! -exclam Maya desde dentro del ordenador mientras Ulrich sostena en alto a Kiwi delante de ella. -Pero t... cmo consigues vernos exactamente? -le pregunt lleno de curiosidad el muchacho. La chica sonri. -Delante de m ha aparecido una ventana que flota en medio del aire. Y vosotros estis ah dentro. -Uau... Cmo mola! -exclam Ulrich mientras la miraba en la pantalla de la sala de control-. Es como una especie de videoconferencia. -Yo dira ms bien -lo corrigi Jeremy con un tono profesional- que se trata de un sofisticado sistema de interfaz de usuario para un mundo de realidad virtual que empleaba webcams, micrfonos y quin sabe cuntas cosas ms. De todas formas... Maya, dentro de poco podrs conocer a Kiwi en persona. En el ordenador he encontrado un programa de virtualizacin que debera resultarnos til. Estoy seguro al noventa y ocho por ciento de que todo va a salir estupendamente. Primero te mandaremos al perro, luego intentaremos traerlo de vuelta y, una vez que hayamos comprobado que est sano y salvo... podremos tratar de entrar tambin nosotros... o hacer que salgas t... -No te comprometas demasiado -le susurr Ulrich-. Cada cosa a su tiempo. Empecemos por hacer desaparecer a este animalucho. Los ojos de la muchacha se iluminaron con un extrao brillo. -Ests seguro de que sabes lo que haces, Jeremy? -S. O sea, no... pero... t no tienes de qu preocuparte -trat de tranquilizarla Jeremy-. Slo es una prueba inicial, y a lo mejor har falta un poco de tiempo: este superordenador es condenadamente complicado. -Y a lo peor, por desgracia, en el experimento perderemos para siempre a Kiwi... -dijo en plan sarcstico Ulrich, que estaba junto a l. Jeremy le lanz una mirada asesina. -T vete abajo. Mete a Kiwi dentro de uno de los escneres, cierra la puerta y vuelve aqu. Te espero para iniciar la cuenta atrs. Mientras Ulrich bajaba por el conducto, el perrillo le lami la cara, ms contento que unas castauelas. -Puaj! No sabes lo mucho que siento tener que desembarazarme de ti, bichejo... Cinco minutos despus Ulrich ya estaba de vuelta. -Ya est todo hecho.

  • -Vale -asinti Jeremy-. Maya, preprate. Tienes que decirnos exactamente qu pasa en tu mundo. Iniciando cuenta atrs: cincuenta... cuarenta y nueve... -Qu a sido eso? -pregunt de repente Ulrich. -El qu? -He odo un ruido. Como si alguien estuviese usando el ascensor. -Ve a echar un vistazo. Ulrich mir la cuenta atrs, que prosegua implacablemente. -Luego voy -murmur. Cuando Odd entr en la habitacin de los escneres, ya se haba convencido de que estaba dentro de una especie de sueo. O de una pesadilla. En definitiva, en alguna parte que no era la realidad. Lo de las cloacas y el puente de hierro tena un pase, y tambin lo de la fbrica abandonada y el ascensor trastabillante. Pero la habitacin en la que se encontraba ahora, con esa especie de duchas megatecnolgicas y todas aquellas luces, era de verdad algo increble. -Que pasada... -murmur, abriendo los ojos de par en par. En respuesta se oy un dbil gaido. Tenue, como sofocado. -Kiwi! -grit entonces Odd-. Se puede saber dnde te has metido? Ven aqu, bonito. El perrillo empez a ladrar frenticamente, araando la pared de una de aquellas columnas tan raras. Odd lleg hasta ella a la carrera y toc su superficie, que se abri deslizndose hacia un lado. -Tres... dos... Kiwi salt afuera como una bale, le dio a Odd en pleno estmago y a punto estuvo de hacerle perder el equilibrio. -Ey, chiquitn... -murmur l, apoyndose contra la puerta de la cabina para no caerse. Craso error. Kiwi se precipit entre sus piernas, ponindole la zancadilla, la pared se movi de nuevo y en ese momento, agitando los brazos en busca de un asidero que no exista, Odd se desplom dentro de la columna mientras la puerta se cerraba tras l con un chasquido. -Uno... cero! Virtualizacin!

  • La luz del interior se convirti de golpe en un resplandor deslumbrante. Odd sinti cmo su cuerpo se elevaba, impulsado por fuertes chorros de aire que le levantaron el pelo sobre la cabeza. Cerr los ojos. La piel le picaba, los pelos de los brazos se le haban puesto de punta y... ...cay al suelo como un gato, usando los pies y las manos como si fueran muelles para amortiguar el golpe. Alucinante. Y ahora, adnde haba ido a parar? Las imgenes que sus ojos perciban tenan los colores y las formas irreales de los grficos en tres de, de los videojuegos. Haba rboles tan altos que sus copas se perdan en el cielo. Haba luz, aunque no se vea ni rastro del sol. Y el terreno estaba cubierto de tramas de colores que iban desde el marrn oscuro hasta un amarillo arenoso. Pareca como si no hubiera horizonte, y el paisaje que tena a su alrededor se perda en la lejana, asptico y desierto. Odd trag saliva. Caramba! Era como haber cado dentro de un videojuego. Las sensaciones visuales eran tan extraas y fuertes al mismo tiempo que Odd se cubri instintivamente los ojos con las manos. Unos instantes despus las alej, asustado. sas no eran sus manos! Se examin a s mismo con ms atencin. Ya no estaba vestido con el pijama y la chaqueta, sino que llevaba una especie de mono morado. Sus manos estaban envueltas en unos guantes cuyos dedos terminaban en garras. Tampoco su cuerpo era ya , y al final de la columna le haba salido una cola que ondeaba de un lado a otro. Y lo ms increble era que l poda sentirla: perciba como el viento acariciaba su suave pelaje. Se palp la cara, perplejo. Segua siendo la suya, pero su pelo estaba de punta como el de un punki, y por encima de la frente haban aparecido dos protuberancias blandas semejantes a orejas peludas. -Ey, pero si me he convertido en una especie de... supergato! -Odd? -lo sobresalt una voz. El muchacho se gir, tratando de entender quin haba hablado, pero no vio a nadie. Pareca como si la voz procediese directamente de dentro de sus orejas, como si alguien les hubiese metido unos auriculares. -Oh, demonios, no! -exclam la voz, contrariada-. Se puede saber que haces ah dentro, Odd?

  • Con cierta sorpresa, Odd reconoci la voz de Jeremy Belpua, el megaempolln de la clase. -Jeremy? Eres t? -S, soy yo! -Dnde... cmo puedes orme? -Ni idea! Pero te recibo alto y claro, y a travs de mis monitores puedo incluso verte. -Odd? -se entrometi una segunda voz, algo ms familiar. -Ulrich! Se puede saber en que leches de movidn me has metido? -A m me gustara saber qu narices haces ah t en vez de tu chucho pulgoso -retumb, incrdula, la voz de Ulrich. -Ey, chavales, me he perdido algo? Quiere alguien explicarme qu clase de sitio es ste? Porque me da un poquito en la nariz que no se trata de un sitio... . Silencio. -En efecto, as es, Odd. Te encuentras en un mundo virtual controlado por un superordenador... ejem... cuntico -confirm despus la voz de Jeremy. -Un qu? Ya lo pillo: es una broma, verdad? Puedo saber dnde est el truco? -La cabina en la que has entrado, (y en la que en realidad debera haber estado Kiwi), es un escner de virtualizacin biotri... -Para, para, para! -porrumpi Od, que estaba empezando a perder la paciencia-. Perdona si te interrumpo, colega, pero sabras explicarme por qu tengo aqu... esto? -Uau! -intervino Ulrich, entusiasmado-. Pero si eso es una cola! -Ejem... vers... -balbuce Jeremy-. Probablemente la imagen se materializa en el mundo digital no corresponde a la real, sino que est mezclada con una proyeccin tuya y... Aj, demonios, y yo qu s! -termin por refunfuar-. Puede que sencillamente quieras ser un gato, y el ordenador ha hecho que aparezcas con esa pinta. -Un gato... -repiti Odd, pensativo, mientras miraba a su alrededor-. Y ahora, dnde estoy? -Ests en Lyoko. -Lyoko? -En Lyoko Desierto... para ser ms precisos. -Y no hay nadie ms aparte de m en este sitio de mala muerte? -Hay una chica. Maya.

  • -Guapa? -No es tu tipo. Tiene orejas de elfa. -Y a parte de esa chica elfa y yo, no habr tambin por casualidad unos monstrutos raros que parecen setas blindadas y se mueven en manada...? -Eeeh... no, me parece que no. -Entonces debe ser que ellos tambin andan por aqu por casualidad, porque los tengo justo delante de mis narices! En la fbrica, Jeremy aporre furiosamente las teclas, cambiando el encuadre con el que haba estado siguiendo los movimientos de Od. -Ah estn! -exclam Ulrich, ms fascinado que asustado. Se movan por el bosque en un grupo compacto, dando saltitos sobre unas horribles patitas de insecto. Parecan enormes escarabajos granujientos. En el mismo instante en que se dieron cuenta de la presencia de Od, empezaron a disparar largos rayos lser contra l. Por un instante el muchacho se qued paralizado por el terror. Luego le vino el impulso de huir, y salt hacia atrs. Y menudo salto! Sali disparado por el aire como una flecha e hizo una cabriola en pleno vuelo. Aterriz sobre la rama de un rbol, y desde ella salt hacia delante. Odd no se haba sentido nunca as de gil, y en aquella extraa atmsfera se mova sin esfuerzo alguno. -Habis visto qu movida? Soy un autntico rayo! -se maravill-. Ey!, an estis ah fuera? -S! -le respondi la voz de Jeremy. -Cmo has conseguido dar ese salto? -le pregunt Ulrich con incredulidad y una pizca de envidia. -Es fcil. Mira! -Odd dio otro brinco. Pero mientras estaba en el aire algo lo golpe en un hombro-. Ay! Qu ha sido eso? -Un lser? Puede que fuese un videojuego, pero el dolor era muy real. Y quemaba. Quemaba de verdad. -Odd! -lo avis Jeremy-, te han dado! -Vaya, gracias por la advertencia! Duele de narices! -En el monitor acaba de aparecer un texto. El ordenador me est diciendo que has perdido treinta... treinta no s qu. -Algo as como treinta puntos de vida -aadi Ulrich.

  • -Pero entonces, estoy de verdad dentro de un videojuego, colegas! Y cuntos de esos puntos de vida tengo? -Te quedan otros setenta, y luego. -Luego? -Game over. -O sea? Qu me va a pasar? -No tengo ni idea. Instintivamente, Odd empez a correr ms rpido. -Ah, pues qu guay! Estupendo de la muerte! Bueno, y entonces, qu hago ahora? -grit mientras saltaba de rbol en rbol. La voz de Jeremy no se hizo esperar. -Delante de ti debera de ver una especie de torre blanca. -La veo! -Bien. sa es la torre 3. Est justo en la frontera con el sector del desierto. -Y entonces? -Pues que es el lugar donde se encuentra Maya. Renete con ella y estars a salvo. Odd se gir, alarmado: detrs de l los escarabajos se estaban acercando. El bosque daba paso poco a poco a una extensin de arbustos movidos por un viento virtual. -No te metas por ah! -lo avis de repente una voz desconocida por delante de l-. La torre ya no es segura! Blam! Un disparo lser. Odd lo esquiv y se detuvo un instante para mirar a su alrededor. A pocos pasos de l vio a una muchacha no muy alta con las orejas puntiagudas y el pelo cortada a la garon y de un divertido color rosa. Estaba agazapada entre los matorrales. -Maya? -S. Ven conmigo, vamos! Odd desvi su carrera y la sigui sin hacer preguntas. El ensimo disparo lser pas silbando a poca distancia, depedezando una roca en mil fragmentos. -Jeremy! stos van en serio! No te habr venido a la cabeza mientras tanto una idea genial para sacarnos de aqu? -berre Od. -No! Lo que estoy viendo en mi pantalla es totalmente incomprensible! Pero hay otra torre, no muy lejos de vosotros. -Por dnde?

  • -Seguid as, recto! -respondi Jeremy-. Yo os aviso de cundo hay que girar. Ahora el ordenador, me est enseando un mapa del sector en el que os encontris. -Aaaaarrj! Me han dado! -se lament Odd, rodando por el suelo en medio de una nube de polvo-. Qu dao! Maya lo ayud a levantarse. -Hacia dnde vamos, Jeremy? -pregunt con angustia. -Recto! La torre ha empezado a parpadear! Es un parpadeo azul -De acuerdo, vamos! -sise Odd mientras agitaba su cola gatuna. Luego oy resonar la voz de Ulrich. -Jeremy, yo no me puedo quedar aqu mirando. Bajo a los escneres. Ulrich lleg a la sala de las columnas con el corazn latiendo a mil por hora. Miedo y remordimientos. Odd se encontraba en esa situacin tan chunga por su culpa, y l tena que hacer algo lo antes posible. Y adems, Ulrich practicaba las artes marciales desde que tena cinco aos, as que enfrentarse a esa especie de escarabajos asquerosos no lo asustaban lo ms mnimo. -Qutate de en medio, bichejo! -sise mientras esquivaba a Kiwi, que estaba corriendo por toda la habitacin sin dejar de ladrar. El escner en el que haba entrado Odd no se abra, as que Ulrich se meti en el interior del segundo escner. Esper. Apret algunos botones que haba all dentro. -Me oyes, Jeremy? -pregunt. -Alto y claro -confirm su amigo a travs de un altavoz. -Yo estoy listo. -Entonces, agrrate fuerte... virtualizacin! Una luz fortsima rode a Ulrich, que se sinti aspirado hacia arriba, como si estuviese dentro de un tornado... En cuestin de segundos aterriz en el otro lado. Dentro de Lyoko. Estar all era muy distinto a contemplar el espectculo en la pantalla de la sala de control. A sus ojos les costaba trabajo adaptarse a ese mundo digital tan plano y abstracto. Las hojas de los rboles bailaban al son de un viento invisible, pero lo hacan todas juntas, de una forma casi mecnica. La hierba se aplastaba bajo sus pies con una fraccin de segundo de retraso. No era de verdad. No lo era en absoluto.

  • Ulrich se qued inmvil durante unos instantes, desorientado. Lo perciba todo de un modo distinto, aunque no habra sabido explicar exactamente en qu sentido. Era un poco como estar debajo del agua, o envuelto en una fina pelcula que retrasaba los movimientos. l tambin haba cambiado de ropa: llevaba un quimono de samuri y calzaba unas sandalias de esparto con unos calcetines altos y blancos que separaban el dedo gordo del resto. Teni una catana, la clsica espada japonesa, colgada de la cintura. -Fantstico! -exclam, tanteando su filo. -Ulrich? -Tu teora es acertada, Jeremy! Quien es transportado aqu asume un aspecto que refleja su verdadera naturaleza. Y la de Ulrich, al parecer, era la de un samuri. Trat de orientarse entre la densa vegetacin de quellos rboles altsimos. -Dnde estn los dems? Pero no le hizo falta esperar a or la respuesta: un grito agudo desgarr el aire a su izquierda. -Maya! -lo sigui como un eco la voz de Jeremy, fuerte y clara en los odos de todos-. Le han dado a Maya! Slo que... el ordenador no registra ninguna prdida de puntos de vida! No s qu significa eso, pero tened cuidado! , pens Ulrich. Aunque no lo dijo. Lleg hasta ellos con un par de saltos. La chica elfa corra a toda velocidad, mientras que Odd iba saltando de rama en rama y trataba de atraer el fuego enemigo. Ulrich, por su parte, hizo todo lo contrario: desenvain la espada y se lanz contra el primer escarabajo. Esquiv un rayo lser y golpe al robot insectoide, haciendo que su catana vibrase contra su coraza. Fue como golpear un yunke. Ulrich rod por el suelo, volvi a pornerse en pie y comprob que no haba roto la espada. Luego la hizo oscilar delante de sus ojos, encarndose con su enemigo. -Vamos, acrcate... El monstruo no tena ni boca ni ojos. Era todo coraza y tentculos oscuros. Ulrich rechaz la estocada de uno de los tentculos. Su catana despidi una cascada de chispas.

  • Saltar y moverse en aquel mundo virtual le produca una extraa sensacin. Era todo tan... irreal! No se senta para nada cmodo, pero no tena tiempo para pensar. Se dio cuenta de que en el centro exacto de la coraza los escarabajos tenan un curioso doble crculo negro. Como una especie de diana. O un ojo. Sin pararse a reflexionar, Ulrich peg un salto, aterriz dando una voltereta sobre el mosntruo e hinc la catana en el mismsimo centro de aquel smbolo desconocido. El escarabajo explot en una lluvia de fragmentos luminosos. -S, seor! Uno menos! -Grit Ulrich, exultante. -Ey, eso no es justo! -protest Odd desde una rama, justo encima de l-. Por qu t tienes una espada y yo solamente una estupida cola? Mientras gesticulaba ech sin darse cuenta un barzo hacia atrs, y de su mueca sali una flecha que se clav en un tronco, a pocos metros de distancia. -Qu pasada! Pero si eso son flechas lser! -grit Odd-. Mis manos disparan flechas lser! Despus salt al suelo, al lado de su amigo. Los escarabajos formaron un estrecho crculo alrededor de los dos muchachos, que se encontraron espalda con espalda, dos contra ocho. -Ves esa especie de mancha que tienen en la coraza? -pregunt Ulrich. -La veo. -Si les arreas ah, se desintegran. -Y si en cambio nos desintegramos nosotros? Los dos comaeros de cuarto se miraron. La situacin era hasta tal punto disparatada que no conseguan sentir miedo de verdad. -Mira, Odd, te quiero pedir perdn por haber raptado a Kiwi... -Y por haberme metido en un mundo virtual donde yo parezco un gato, t el camarero de un restaurante japons y hay unos escarabajos enormes que tratan de matarnos antes que consigamos escondernos en una torre intermitente? -Bueno, s, tambin por eso. -No te hace ninguna falta -replic Odd con una sonrisa sincera-. Me lo estoy pasando pipa! Despus salt, abalanzndose contra el monstruo ms cercano. Le apunt con el brazo. -Flecha lser! -grit.

  • Maya corra a ms no poder, con los ojos clavados en la torre blanca que la esperaba algo ms adelante, medio oculta por los rboles. El edificio pareca una vela gigantesca, lisa y uniforme, pero despeda un halo de luz azulada y amenazadora. Cuanto ms se acercaba, ms le daba la impresin de que la energa negativa se propagaba por el aire. No era la primera vez que notaba aquella extraa presencia. Un fragmento de su memoria volvi a la superficie. Era una especie de reclamo para los monstruos. Una cancin de alarma. Maya lo saba. Y tambin saba que en ese reclamo haba algo terrible. Mientras corra, de forma inesperada empez a recordar. A recordar por qu. Y quin. -Jeremy! -grit-. Me ha venido a la cabeza algo importante! -Cuntame. -Es l el que ha llamado a los monstruos! -l? Quin? -X.A.N.A.! -X.A.N.A? -Es el nombre del amo de este mundo. Es sana quin controla Lyoko! l me odia. Nos odia a todos! -Nos odia? Y por qu? -No me acuerdo, slo s que est loco! Y los monstruos son sus esbirros. Oyes ese sonido? -Qu sonido? -Es el reclamo! Sale de la torre. La torre parpadea porque... porque ests infectada! Es X.A.N.A.. quien la ha infectado! -Igual que un virus -pens Jeremy, y sinti un escalofro. -Y por qu nos est atacando? -Menuda pregunta! Por qu un misil destruye todo aquello con lo que se topa? -otro fragmento de su memoria volvia su sitio-. No quiere que yo entre en la torre. -Por qu? -volvi a preguntar Jeremy. -Porque yo -respondi Maya casi como si estuviese en trance-. Yo puedo hacer que se vaya. Puedo curar la infeccin. Jeremy no dijo nada, impactado por aquella revelacin.

  • -Debera haber un smbolo -prosigui Maya tras un instante de silencio-. Un ojo. S! El ojo de X.A.N.A.! -Tienes que decirles a los chicos que los golpeen ah! Es su firma en los mosntruos, pero tambin su punto dbil Jeremy sonri. -No te preocupes: ya lo han encontrado ellos solitos. En cuanto lleg a la base de la torre parpadeante, Maya oy un zumbido y se qued agarrotada. Justo delante de ella se recortaba la silueta un enorme congrejo, de por lo menos dos metros de altura, con unas patas repugantes y una cabeza hinchada y oscura. La muchacha se ech a tierra mientras un rayo que haba brotado de una de sus pinzas trazaba una cicatriz negra en un tronco que haba detrs de ella. Luego volvi a ponerse en pie, y volvi a echar a correr con el corazn salindosele por la boca. Estaba mortalmente asustada. -Me est persiguiendo, Jeremy! -grit, desesperada. l cheque una de sus monitores. Tres, cuatro, cinco puntitos aparecieron de pronto en el mapa. -Hay ms de sos, y los tienes en los talones. Ni se te ocurra pararte! . Otro terrible zumbido. La tierra se levant bajo los pies de Maya, y ella sali rodando hacia un lado. Luego volvi a ponerse en movimiento, aunque demasiado lentamente. Ya tena encima al cangrejo gigante. Luego not otros movimientos, y dos figuras aterrizaron detrs de ella. Odd y Ulrich. -Corre! -le grit Ulrich. -Por qu no te las ves conmigo, centollo supervitaminado? -berre Od. El cangrejo se lo tom al pie de la letra. Blam! Odd recibi el disparo de lleno, y se esfum en el aire, como si nunca hubiese existido. Al ver esta escena, Ulrich cay de rodillas, conmocionado. -Jeremy... est muerto? Silencio sepulcral. Luego, la voz de Jeremy volvi a retumbar alto y claro. -Me parece que no! Acaba de salir de la columna de la sala de los ecneres. No tiene pinta de estar en su mejor momento, pero... estar, est vivo! -As que nada de Game Over.

  • El cangre