Comunismo y Nazismo (Alain de Benoist)

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    ALAIN DE BENOIST

    COMUNISMO Y NAZISMO

    25 reflexiones sobre el totalitarismo en el siglo XX (1917-1989)Traduccin de Jos Javier Esparza y Javier Ruiz Portella

    Fecha de Edicin - Buenos Aires 2006

    A MODO DE INTRODUCCIN

    ENTREVISTA A ALAIN DE BENOIST

    Se le considera como el fundador de la Nueva Derecha. Cmo "resumir" sta?Es una escuela poltica en el mismo sentido que la Action Franaise, una filosofa,o solo un mtodo de pensamiento?

    Es difcil "resumir" una trayectoria de 35aos! Lo que los medios de comunicacin apartir de 1979 llamaron la "Nueva Derecha"es una escuela de pensamiento, fundada aprincipios de 1968, que se proponareconsiderar la filosofa poltica y trabajar,ms generalmente, en el mbito de las ideas.Al principio, era un grupo de estudiantes. Enprincipio, algunos millares de pginas delibros, revistas, actos de coloquios,

    conferencias, etc y una etiqueta que no handejado de clavarme en la piel, como unatnica de Nessus, pero que siempre he

    encontrado inadecuada, ya que es ambigua. Daba en efecto una resonancia poltica auna esfera de influencia esencialmente intelectual y cultural, y la encerraba en unapolaridad derecha- izquierda que la clase mediatica-politica tiene todo el inters enintentar hacer persistir, pero que no se corresponde ya en nada a la problemtica denuestro tiempo.

    Cuando esta corriente de pensamiento aparece, yo esperaba hacer a la vez unequivalente de la Escuela de Frankfort y del CNRS. Se es idealista cuando se tienen

    veinte aos (y lo peor es que nunca he dejado de serlo). Sigue siendo una multitud detrabajos que ejercieron y todavia ejercen una determinada influencia. Para el futuro, se

    http://c/Documents%20and%20Settings/Adm/Mis%20documentos/LIBROS/E-BOOKS/Comunismo_y_Nazismo.htmhttp://c/Documents%20and%20Settings/Adm/Mis%20documentos/LIBROS/E-BOOKS/Comunismo_y_Nazismo.htmhttp://www.laeditorialvirtual.com.ar/Index.asp
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    ver bien: cuando se lanzan botellas al mar, no se prejuzga de las islas a donde llegarn.Pero no es erroneo hablar de mtodo de pensamiento. El mtodo nunca consisti entener los resultados de estos trabajos para acervos definitivos. La Nueva Derechaevolucion, no dej de precisar y hacer avanzar su discurso. Comprendo que eso hayapodido desviar a algunos agitados y a los aficionados de excursiones, los que esperan

    pequeos catecismos y no gustan or sino lo que ya saben. Nunca he pretendido seragradable Por esto quizas nunca podria haber sido un buen politico!

    Su pensamiento ha sido relacionado desde hace tiempo, errneamente o con razn,con el antiamericanismo, lo que ha sido una especie de revolucin copernicana enlas derechas francesas de los aos setenta. Su posicin evolucion despus?

    Revolucin copernicana? Pero si las derechas francesas nunca han sido proamericanas. A excepcin de su componente liberal, que incluso solo lo fue raramente.Releed a Maurras, a Barrs, a Bonald o a Joseph de Maistre, o al El cncer americano,de Arnaud Dandieu y Robert Aron. La derecha francesa desde sus inicios denunci a

    Amrica como la primera civilizacin exclusivamente comercial de la historia, comouna nacin basada en los principios de las Luces, cuya breve historia se confunde con lade la modernidad: individualismo, materialismo prctico, culto del performance y larentabilidad. Es cierto que en cambio, en la poca de la guerra fra, mucha gente dederechas pudo creer, por anticomunismo, que los Estados Unidos defendan al "mundolibre". Ese no fue mi caso. Ahora que el sistema sovitico ha desaparecido, se ve porotra parte claramente que el "mundo libre" no es ms que el lugar de un tipo diferentede enajenacin generalizada.

    Sobre los Estados Unidos, mi posicin no cambi, pero se precis y matiz. No soyamricanofobo. En primer lugar porque tengo horror a las fobias y no destesto a ningnpueblo; a continuacin porque en Amrica como en cualquier otra parte, hay porsupuesto cosas de mi agrado. Sin embargo el basamento histrico del americanismoreside en una ideologia providencialista de origen puritano que, desde el tiempo de losPadres fundadores, asigna una misin universal a los Estados Unidos (el ManifestDestiny), en este caso la transformacin del planeta en un extenso mercado homogneoexclusivamente regulado por los valores del liberalismo y basado en el modeloantropolgico normativo de un individuo dedicado unicamente buscar permanentementesu mejor inters, ste se confunde en general con una cantidad cada vez mayor deobjetos consumidos. Centro del "turbocapitalismo", Amrica sigue siendo por otra parteel principal beneficiario y el principal enlace, y tambin la principal herramienta, de la

    Forma-Capital. Pienso que el americanismo cultural es la principal amenaza hoy quepesa sobre las culturas y los estilos de vida diferenciados, y que la poltica exterioramericana es el factor principal de brutalizacin de las relaciones internacionales.Amenaza que se trasluce en el unilateralismo y el aventurerismo militar del equipoactualmente en poder en Washington.

    A juzgar por los acontecimientos iraques, cree que ocurra un prximo choque decivilizaciones?

    Los Estados Unidos, que pretenden combatir un islamismo que no dejaron de fomentardurante dcadas, eligieron hacer la guerra al nico pas laico de Oriente Medio. Los

    resultados confirmaron las peores predicciones de los adversarios de esta guerra ilegal eilegtima, fundada por aadidura sobre una abominable mentira de Estado (las

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    pretendidas "armas de destruccin masiva"): un caos generalizado que amenaza ahoracon extenderse a los pases vecinos y dar nuevas razones y motivos a los gruposterroristas para actuar. Es la vieja historia del bombero pirmano.

    El tema del "choque de las civilizaciones", teorizado por Samuel Huntington, es una

    frmula fcil que sacude inmediatamente a los espritus perezosos, cada vez msllevados a repetir lemas que les satisfacen que a las exigencias del anlisis y lareflexin. Ms all de las fricciones culturales que se producen necesariamente en unmundo globalizado, pienso que esta frmula no corresponde prcticamente a nada. Las"civilizaciones" no son bloques homogneos, y no se ve com podran transformarse enprotagonistas de las relaciones internacionales. La tesis de Huntington aparece encambio en el momento justo para favorecer la confusin entre las patologas socialesnacidas de la inmigracin y el islam, el islam y el islamismo, el islamismo y elterrorismo global. Por ahora, legitima la islamofobia que los Estados Unidos y susaliados, que estaban en busca de un enemigo absoluto sustituto desde la desaparicin dela Unin Sovitica, emplean e instrumentalizan muy inteligentemente. George W. Bush

    llama exactamente a la "cruzada" de la misma forma en que Bin Laden apela a la"guerra santa" -- fundamentalismo musulman contra monotesmo del mercado, mientrasque en Francia aquellos mismos que, en la poca de Sos-Racisme, denunciaban laestigmatizacin xenfoba de los inmigrantes no dudan ya en denostarlos desde quedescubrieron que este grupo de poblacin profesa sobre el Oriente Medio puntos devistas polticamente incorrectos. Curiosa inversin.

    No es un secreto para nadie que Ud. no est realmente en el mismo campo polticoque Jean-Marie Le Pen. Qu es lo que le separa y qu es lo que podraeventualmente acercarle?

    No tengo ninguna enemistad personal hacia Jean-Marie Le Pen. Es un hombreindiscutiblemente valiente, y seguramente uno de los pocos verdaderos hombrespolticos de nuestro tiempo. Adems, y sobre todo, no soy uno de esos que grita queviene el lobo. Cuando he tenido que criticar al Front National, no lo he hecho paracontribuir a su demonizacin (ya que por otra parte nunca he credo por un momentoque el FN representaba una "amenaza para la Repblica"). Pero puesto que me pidesresumir esta crtica, quiero responder francamente. El Front National registr resultadoselectorales importantes, pero no pienso que haya hecho reaparecer a la derecha en laesfera poltica en una forma que haya sido favorable. Centrar su discurso en lainmigracin, como ha ocurrido durante mucho tiempo, inmediatamente lo present (a

    pesar de todas las precauciones de lenguaje empleadas) como un partidoantiinmigrantes, por lo tanto como el partido de la xenofobia y la exclusin. Eraseguramente electoralmente rentable, pero tambin era dar a creer que todos losproblemas a los cuales se enfrenta a nuestro pas se resumen a la cuestin de lainmigracin, lo que yo no he creido en ningn momento. La consecuencia fue elrenacimiento inmediato de un "antifascismo" -- tan anticuado como el fascismo -- quesolidific el debate en trminos anacrnicos. As, la inmigracin se convirti en unproblema silenciado, del cual ya no fue posible hablar normalmente. Y por supuesto, loscuatro millones de votos del FN no hicieron disminuir el nmero de los inmigrantes nien un dcimo.

    Su tendencia a inclinarse a la derecha tampoco me agrada, sobre todo en un tiempo en elque, como ya lo dije, la separacin izquierda-derecha ya no significa nada. Era

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    condenarse por adelantado a un guetto con toda clase de agraviados, perdedoresperpetuos, de vejestorios, con sus nostalgias, sus ideas fijas, sus crispaciones y suslemas. Un movimiento poltico es siempre ms o menos prisionero de su pblico.No es a ese publico al que uno pueda transmitirle algo diferente de las trivialidadescomo propuestas sobre qu hacer frente a temas tan importantes como la

    desestructuracin del vnculo social y la desintegracin de la comunidad, lacolonizacin del imaginario simblico por los valores del mercado, la entrada en eluniverso postmoderno de las comunidades y redes, las perspectivas abiertas por lasbiotecnologas, etc.

    Permtame aadir que el partido politico me parece por otra parte una forma pasada deacceder al poder. Fue la forma de accin poltica privilegiada en la poca de lamodernidad: se creaba un partido, se intentaba obtener la mayor cantidad de votosposibles y un buen da, con un poco de oportunidad, se acceda al poder y se aplicaba unprograma. En la actualidad, los que acceden al poder constatan que su margen demaniobra es exiguo y que, siempre que tengan un programa, deben sacrificarlo porque

    las influencias los sobrepasan. La poltica dej sus instancias tradicionales, y losmercados financieros tienen ms poder que la mayora de los Estados y Gobiernos. Lascosas quedan an ms claras en el caso de un movimiento protestatario, que no es msque una adicin de descontentos. Tal movimiento no tiene ninguna oportunidad dellegar al poder en un sistema donde las posiciones de poder estan predeterminadas de talforma que slo gobernarn aquellos que por adelantado prometan que no cambiarnbsicamente nada. No le queda mas posibilidad que convertirse en un partido como losdems, pero en este caso significara la prdida de su razn de ser. Yo pienso que sepierde el tiempo al intentar una va intermedia que permita mantener una alternativa.

    Escribo eso sabiendo que la crtica es fcil. Y sobre todo sabiendo que la relacin entrelos hombres polticos y los intelectuales siempre ha sido difcil (sobre todo en laderecha, dnde las reacciones emocionales dominan siempre frente a la reflexin). Losintelectuales de los partidos son siempre desesperados -- y as se vuelven tan rpidocomo pretendan hablar en nombre de un "nosotros". En cuanto a los hombres polticos,observan inevitablemente a los intelectuales como complicados, cuyos puntos de vistadividen al electorado que pretenden reunir. Mejor es dejar a los nuestros observarsedesde sus respectivos planetas.

    En resumen, todo lo que, en Francia, no es de izquierdas es demonizado despues deMayo del 68. Ud. no es en realidad "de derechas", pero esta demonizacin tambin

    le afecta. Por qu? Desde cundo? Cmo?La demonizacin es, en mi opinin, un fenmeno ms reciente. En los aos sesenta, y,en particular, inmediatamente despus de Mayo del 68, exista una hegemonaintelectual de la izquierda y la extrema-izquierda, que se manifestaba, entre otras cosas,en el poder del marxismo en la Universidad. Esta hegemona no era verdaderamentesinnima de demonizacin. Se ejerca a partir de cenculos ideolgicamente bienestructurados, alrededor de algunas figuras emblemticas, como Jean-Paul Sartre, y enun clima de politizacin relativamente intenso. Eso no impeda a los autores "dederechas" publicar (en los aos setenta y a principios de los aos ochenta, yo mismotengo libros publicados en los editores mas grandes: Albin Michel, Robert Laffont,

    Plon, etc., lo que no sera ya posible hoy). La demonizacin apareci en torno a 1985-87, al mismo tiempo que las escuelas de pensamiento de izquierdas y extrema izquierda

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    ampliamente se haban debilitado, cuando el marxismo y el freudianismo haban pasadode moda, y las experiencias histricas a las cuales muchos se haban referido(comunismo sovitico, castrismo, "modelo yugoslavo", "Revolucin cultural" china,etc.) se haban caracterizado por ser fracasos evidentes, mientras que la despolitizacinse extenda poco a poco por todas partes, comenzando por el mundo estudiantil.

    Analizo esta demonizacin como un resultado de la conjuncin de dos factoresprincipales. Por una parte el resurgimiento de ese "antifascismo" anticuado, vinculado alavance del Front National, del que ya habl, que sirvi de identidad poltica sustituta auna gran cantidad de hombres de izquierdas que por otra parte habian abandonado susantiguas convicciones polticas: decirse "antifascistas" pese que se haban sumido alestado sin alma del reformismo y de la sociedad de mercado les permita mantener lailusin de una identidad. Este "antifascismo" sin riesgos (a diferencia del antifascismohistrico), es eminentemente rentable, ya que es consonante con el espiritu del tiempo,tom la forma de un psicodrama, que se tradujo en la instauracin de "Comits deVigilancia", de prcticas inquisitoriales generalizadas, de escndalos a grandes

    espectculos, de recitacin ritual de mantras sobre la "memoria historica", depurificaciones retrospectivas, etc. El segundo factor fue la instauracin de lo que sellama el "pensamiento nico", fenmeno que es necesario interpretar de una manerasistmica ms que ideolgica. El fracaso de las grandes experiencias alternativas delsiglo XX generaliz la idea que vivimos bajo el horizonte del "nico" modelo desociedad posible. Es la idea que no dejan de repetir implcitamente los medios decomunicacin, y que Fukuyama teoriz en su libro sobre el "fin de la historia". Sedesprendi la ilusin que no existe ms que una nica solucin a los problemas polticosy sociales, solucin tcnica y no ideolgica, que la gestin pblica es un asuntoesencialmente tecnocrtico, y que todo lo que se diferencie de este "crculo de razn"debe descartarse despiadadamente. Los partidos polticos ya no tienen diferenciasideolgicas importantes sino tan solo una imagen meditica, mientras tanto hanconstituido un gran bloque central, un "extremismo de centro", cuya caractersticaprincipal es que es intercambiable y homogneo.

    Sobre la base de esa doble vulgata mnima, se estableci de manera acelerada unproceso de exclusin-demonizacin. Se ampli progresivamente en crculosconcntricos, en relacin inicialmente contra gente muy conocida de "extrema derecha",pero extendindose muy rpidamente contra todas las voces discordantes cualquiera quefuera la procedencia (incluidas las voces discordantes de izquierdas). En resumen, todoslos espritus libres vieron como poco a poco se les cortaba el altavoz. Para dar ejemplos,

    sera necesario llenar decenas de pginas. Solo dar uno, totalmente personal, pero queda una idea del camino recorrido: en 1981, Le Monde todava poda publicar un textomo que cubra dos plenas pginas de este diario, mientras que hoy no podra yapublicar ni una sola linea de mi autora. En 1977, ms de 300 artculos haban saludadola publicacin de mi libro titulado Vu de Droite, que luego fue premiado con el GranPremio para Ensayo de la Academia Francesa. En la actualidad, he renunciadosimplemente hacer servicios de prensa. Queda claro que al hacer un trabajo de ordenintelectual, es decir, intervenir en un campo terico que algunos han querido silenciar,no he tenido otra opcin, en un entorno as, que ser enviado al ostracismo. Como nuncame he retractado de ninguna lnea de lo que he escrito, se me enva al silencio, mtodomuy eficaz en la poca en que todo depende de los medios de comunicacin e

    informacin. Al hacer silencio se ahorran el tener que refutarme, que es ms difcil. Esono me impide que duerma. El ostracismo, hoy, es el otro nombre de la libertad.

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    Basta con viajar un poco por Europa, o a otra parte, para darse cuenta de que lereconocen ms en Italia o en los EE.UU que en Francia. Cmo explicar tal estadode hecho?

    En efecto todos los meses viajo a Italia, donde se publicaron varios libros y donde mis

    propias obras han sido agregadas al programa de varios ciclos de estudios universitarios.Regularmente soy invitado all a discutir, en coloquios o en la televisin, con autores opersonalidades de todas las opiniones polticas. Despus de haber conocido el tristeperodo de los "aos de plomo", Italia es un pas con ms libertad, o ms bien, con unalibertad intelectual normal. Cuando se invita a alguien para discutir, se preocupa engeneral de una cosa: que tenga algo que decir. Es decir que la "vigilancia" y los"cordones sanitarios" a la francesa, las contorsiones dialcticas sobre los riesgos de"contaminacin", los clculos sobre la necesidad de "no legitimar", la presuntaimportancia de "no hacer el juego", son un objeto de estupor para la mayora de losintelectuales italianos que, por lo dems, se preguntan por qu el medio intelectualfrancs se ha agotado. Aado que la ausencia de centralizacin jacobina favorece en

    Italia el pluralismo editorial y cultural, contrariamente a lo que se ve en Francia, dondeun cuarto de pequeos marqueses rigen el mundo de las letras e ideas desde dos o tresdistritos de la capital. Por eso tengo seguramente hoy ms lectores en Italia que enFrancia. Como ya fue en otro tiempo el caso de Georges Sorel.

    Fuerte es la impresin de que en Francia, todo est paralizado. Tanto en trminosde reformas, de instituciones nacionales como europeas e incluso de debateintelectual. Esta situacin le parece definitiva o se encuentra condenada aevolucionar?

    Francia es en efecto hoy un pas completamente bloqueado. Mientras que hace quinceaos, hombres tan diferentes como Jos Maria Aznar, Berlusconi, Gerhard Schrder oTony Blair eran an prcticamente desconocidos, nuestra clase poltica data de la eraBrezhnev. A nivel econmico e industrial, la actitud ms corriente, ante la problemticaplanetaria actual, es la del repliegue sobre un capullo protector que debe desaparecer.En cuanto al debate intelectual, reducido a un dilogo incestuoso entre los que piensanla misma cosa, desapareci completamente. Los grandes autores, de izquierdas comoderechas, murieron sin haber sido sustituidos, y no se traducen ya ninguno de los librosque suscitan en el extranjero los debates ms estimulantes (con la consecuencia queresulta completamente imposible estar al corriente de la evolucin de algunasdisciplinas si no se lee al menos el ingls, el alemn y el italiano). Saldremos un da de

    esta situacin? Por supuesto. En los asuntos humanos, nada es definitivo. Toda lacuestin consiste en saber en qu estado se saldr. Mi conviccin personal es que lascosas comenzarn a evolucionar cuando nuevas separaciones, producidas por laactualidad, se impongan a los que siguen hoy razonando en categoras anacrnicas.

    Hace algunos aos, Alain Madelin garantizaba que estbamos en un perodoasimilable al de 1789, con lites tecncratas en lugar de nobles cuyos privilegios nocorrespondan ya de ningn modo a los servicios al mismo tiempo prestados a lanacin. Este paralelo le parece pertinente?

    Yo desconfo siempre un poco de los paralelos histricos; como deca Lnin, la historia

    no reconstruye los platos rotos. Alain Madelin, por otra parte un agradable muchacho,pero que pertenece tambin a la Nueva Clase dirigente, crea seguramente, haciendo

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    esta comparacin, que la hora del liberalismo llegaba a su fin. Sin tener por supuesto lamenor simpata por las lites tecncratas, yo creo al contrario que es al fracasogeneralizado de las prcticas liberales hacia donde nos diriguimos. Desde los tiempos deRonald Reagan y de Margaret Thatcher, el poder mundial del neoliberalismo salvaje haimplicado por todas partes la agravacin de desigualdades (entre pases como dentro de

    cada pas), ha causado la aparicin de una "nueva cuestin social", dnde la exclusinde los "intiles" tiende a sustituir a la simple explotacin en el trabajo por la lgica delbeneficio, y ha empeorado de manera dramtica la desintegracin del lazo social. Y slomenciono de memoria las deslocalizaciones, la erradicacin de las culturas y lascatstrofes ecolgicas. La globalizacin neoliberal, al mismo tiempo que intensifica lasrivalidades y vuelve cada vez ms divergentes los intereses europeos y los interesesamericanos, cre un mundo fluido, sin fronteras, donde la instantaneidad de los flujossuprime el espacio y el tiempo permitiendo al mismo tiempo a las crisis localesextenderse de manera viral a escala planetaria. El sistema financiero internacional,donde la burbuja especulativa no deja de extenderse en detrimento de la produccinreal, se debilita tanto, mientras que se resume en una crisis generalizada de los

    suministros energticos, comenzando por el petrleo. La "megamquina" occidental,llevada por la fuga hacia adelante del productivismo, se asemeja ms que nunca a unblido desprovisto de frenos. En absoluto estamos sobre un volcn, pero dudo muchoque un nuevo "despus de 1789" se asemeje a lo que espera el simptico Madelin.

    "Le Figaro" recientemente pregunt a numerosos escritores y intelectuales sobreeste tema: Que es lo que significa ser Francs? Cmo respondera a estapregunta?

    La buena pregunta es en efecto: Qu es lo que significa ser francs?, y no: Quin esfrancs? Difcil responder en una epoca en la que el mantenimiento de las fronteras yano garantiza nada, y sobre todo ni la identidad del pueblo o la especificidad de lasculturas. Es difcil responder cuando la lgica de la ideologia de lo Mismo no deja deextenderse, y cuando el estilo de vida de los franceses no se distingue yafundamentalemente del de sus vecinos (o del de pases del mismo nivel de consumo).La primera respuesta que viene al espritu: "ser francs consiste en practicar, o msexactamente a vivir la lengua francesa, en lo que tiene de irreducible a cualquier otra",no es obviamente falsa, sino slo es medianamente satisfactoria. Al menos la preguntatiene el mrito de decir que no son los inmigrantes que hicieron desaparecer nuestraidentidad, sino que tendemos ms bien a rechazar las suyas porque ya perdimos lanuestra.

    En realidad, tal pregunta invita a meditar sobre el concepto de identidad, y a hacerlo sinsucumbir a las definiciones simplistas, ingenuas o convulsivas, que se dan aqu o all.En la poca postmoderna, incluso las identidades heredadas slo se vuelven activassiempre que se quieran, se elijan y se reconozcan. La identidad no es una esencia, undepsito intangible, unas simples herencias del pasado que se remiten a algunos grandesmitos fundadores. La identidad es una sustancia, un relato sustancial, un procesonarrativo, dialctico, donde se combinan permanentemente una parte objetiva y unaparte subjetiva, y donde el intercambio con el otro forma tambin parte de laconstruccin del s mismo. La identidad no es lo que no cambia nunca, sino lo quedefine nuestra manera especfica de enfrentar el cambio. No reside ni anteriormente ni

    en la tradicin, sino en la clara conciencia que nos corresponde proseguir una narracin

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    que excede ampliamente a nuestra persona. Es esta clara conciencia que me parece quefalta hoy.

    Sus escritos demuestran que promueve una Europa federal, pero no se priva decriticar agudamente la actual construccin europea, sin embargo considerada

    como federalista. Por qu razones?

    Pienso, en efecto, que el sistema federalista es el nico que esta en condiciones dereconciliar los imperativos aparentemente contradictorios de la unidad, que es necesariapara la decisin, y de la libertad, que es necesaria para el mantenimiento de ladiversidad y para el pleno ejercicio de la responsabilidad. Los que califican la Europaactual de Europa federal ponen de manifiesto por all que no tienen ni la menor idea delo que es el federalismo. El federalismo se basa en el principio de subsidiariedad,competencia suficiente y soberana compartida. Una sociedad federal se organiza, no apartir de arriba, sino a partir de la base, recurriendo a todos los recursos de lademocracia participativa. La idea general es que los problemas estn regulados al nivel

    mas local posible, es decir, que los ciudadanos tengan la posibilidad de decidirconcretamente sobre lo que les concierne, solo remontando a un nivel superior lasdecisiones que interesan a colectividades ms extensas o que los niveles inferiores notienen la posibilidad material de tomar. Un Estado federal es, pues, lo contrario de unEstado jacobino: lejos de pretenderse omnicompetente y querer regular lo que pasa atodos los niveles, se define solamente como el nivel de competencia ms general, elnivel donde se trata exclusivamente lo que no puede tratarse en otra parte. Al quererinmiscuirse en todo (desde el dimetro de los quesos italianos, a la caza, a las avesmigratorias en el Suroeste de Francia), al querer, no aadir, sino substituir a lasautoridades pblicas de las naciones y las regiones, las actuales instituciones europeas,esencialmente burocrticas, se conducen, no como un poder federal, sino como un poder

    jacobino. Son, por aadidura, tan "ilegibles" para el ciudadano medio, que eligierondeliberadamente dar la prioridad a la ampliacin de sus estructuras de competencia y noa la profundizacin de sus estructuras institucionales, que pretenden hoy dotarse conuna Constitucin sin haber creado un poder constituyente, y finalmente que los que laspersonifican no estn obviamente de acuerdo ni sobre los lmites geogrficos de Europani sobre las finalidades de la construccin europea (extensa zona de libre comercio opotencia independiente, espacio transatlntico o proyecto de civilizacin), esdesgraciadamente bien comprensible que muchos de nuestros conciudadanos observancomo un problema suplementario lo que habra debido normalmente ser una solucin.

    Ud. piensa que lo peor siempre est cerca o que al contrario, el futuro puedesiempre comenzar maana?

    Si el futuro comienza siempre maana, el pasado se termina siempre ayer, lo que noshace apenas salir de las trivialidades! La historia, en realidad, est siempre abierta, y poreso optimismo y pesimismo son inadecuados igualmente para enfrentarla. Los hombresno saben la historia que hacen, no ms de lo que saben acerca de la naturaleza de lahistoria que los hace. Al menos podran intentar tomar conciencia del momentohistrico en el cual se encuentran. Desgraciadamente lo hacen raramente, en tanto quees potente la tendencia del espritu a examinar la novedad con herramientasconceptuales errneas. La ruptura histrica de los aos 1989-91 nos hizo salir a la vez

    del siglo XX y del extenso ciclo de la modernidad, para hacernos volver a entrar en unaera radicalmente nueva. Incluso si est bien claro que el Muro de Berln no cay todava

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    en todas las cabezas, sera hora de analizar las seales de forma diferente que mirandopor el retrovisor. "Todo lo que llega es adorable", deca Lon Bloy.

    COMUNISMO Y NAZISMO

    INTRODUCCIN

    Antao ciego ante el totalitarismo, el pensamiento es ahora cegado por l, escribacon razn Alain Finkielkraut en 1983 {[1]}.El debate inaugurado en Francia por lapublicacin delLibro negro del comunismo constituye un buen ejemplo de esta ceguera.

    Otros acontecimientos que, regularmente, obligan a nuestros contemporneos aenfrentarse con la historia reciente, tambin ilustran la dificultad de determinarse enrelacin con el pasado. Esta dificultad se ve hoy acentuada por la confrontacin entre unenfoque histrico y una memoria celosa de sus prerrogativas, la cual tiende en losucesivo a afirmarse como valor intrnseco (habra un deber de memoria), en moralsustitutiva, o incluso en nueva religiosidad. Ahora bien, la historia y la memoria notienen la misma naturaleza. Desde diversos puntos de vista, incluso se oponenradicalmente .

    La memoria dispone, por supuesto, de su legitimidad propia, en la medida en que aspiraesencialmente a fundar la identidad o a garantizar la sobrevivencia de los individuos ylos grupos. Modo de relacin afectiva y a menudo dolorosa con el pasado, no deja deser ante todo narcstica. Implica un culto del recuerdo y obsesiva remanencia del pasado.

    Cuando se basa en el recuerdo de las pruebas sufridas, estimula a quienes se reclamande las mismas a sentirse titulares de la mxima pena y sufrimientos, por la sencillarazn de que siempre se siente con mayor dolor el sufrimiento experimentado por unomismo .

    (Mi sufrimiento y el de mis allegados es, por definicin, mayor que el de los dems,puesto que es el nico que he podido sentir.) Se corre entonces un gran riesgo de asistira una especie de competencia entre las memorias, dando a su vez lugar a unacompetencia entre las vctimas .

    La memoria es, adems, intrnsecamente belgena. Necesariamente selectiva, puesto quese basa en una puesta en intriga del pasado (Paul Ricoeur) que implicanecesariamente una eleccinpor lo cual el olvido es necesariamente constitutivo desu formacin, imposibilita cualquier reconciliacin, manteniendo de tal forma el odioy perpetuando los conflictos. Al abolir la distancia, la contextualizacin, es decir, la

    historizacin, elimina los matices e institucionaliza los estereotipos. Tiende arepresentar el encadenamiento de los siglos como una guerra de los mismos contra los

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    mismos, esencializando de tal modo a los actores histricos y sociales y cultivando elanacronismo .

    Como lo han sealado certeramente Tzvetan Todorov y Henry Rousso, {[2]}memoria ehistoria representan en realidad dos formas antagnicas de relacionarse con el pasado .

    Cuando esta relacin con el pasado avanza por el camino de la memoria, nada leimporta la verdad histrica. Le basta con decir: Acurdate! La memoria empuja detal modo a replegarse identitariamente en unos sufrimientos singulares que se juzganincomparables por el solo hecho de identificarse con quienes han sido sus vctimas,mientras que el historiador tiene, por el contrario, que romper en toda la medida de loposible con cualquier forma de subjetividad .

    La memoria se mantiene mediante conmemoraciones; la investigacin histrica,mediante trabajos. La primera est al abrigo de dudas y revisiones. La segunda, encambio, admite por principio la posibilidad de ser cuestionada, en la medida en que

    aspira a establecer hechos, aunque estn olvidados o resulten chocantes para lamemoria, y a situarlos en su contexto con objeto de evitar el anacronismo. El enfoquehistrico, para ser considerado como tal, tiene, con otras palabras, que emanciparse dela ideologa y del juicio moral. Ah donde la memoria exige adhesin, la historiarequiere distanciacin .

    Es por todas estas razones, como lo explicaba Paul Ricoeur en el coloquio Memoria ehistoria. organizado el 25 y 26 de marzo de 1998 por la Academia Universal deCulturas de la Unesco, por lo que la memoria no puede sustituir a la historia. En unEstado de derecho y en una nacin democrtica, lo que forma al ciudadano es el deberde historia y no el deber de memoria. escribe por su parte Philippe Joutard.{[3]} Lamemoria, por ltimo, se hace exorbitante cuando pretende anexionarse la justicia. sta,en efecto, no tiene como finalidad atenuar el dolor de las vctimas u ofrecerles algoequivalente al dolor que han sufrido. Tiene por finalidad castigar a los criminales enrelacin con la importancia objetiva de sus crmenes, y habida cuenta de lascircunstancias en las que han sido cometidos. Anexionada por la memoria, la justicia seconvierte inevitablemente en venganza, cuando es precisamente para abolir la venganzapor lo que fue creada .

    Despus de la publicacin delLibro negro, hay quienes han reclamado un Nurembergdel comunismo. Esta idea, presentada por primera vez por el disidente ruso Vladimir

    Bukovski,{[4]}y generalmente recuperada con fines puramente polmicos, es comomnimo dudosa. Para qu juzgar a quienes la historia ya ha condenado? Por supuestoque los antiguos pases comunistas, si as lo desean, pueden perfectamente hacercomparecer a sus antiguos dirigentes ante sus tribunales, pues la justicia de un pasdeterminado garantiza el orden interno de este pas. No ocurre lo mismo con una justiciainternacional, de la que se ha demostrado con creces que se basa en una concepcinirenista y adormecida de la funcin jurdica, y ms concretamente en la idea de que sepuede desvincular el acto judicial de su contexto particular. Ms profundamente,tambin se puede pensar que la funcin de los tribunales consiste en juzgar a hombres yno a ideologas o a regmenes. Pretender juzgar un rgimendeca Hannah Arendt

    es pretender juzgar la naturaleza humana. Hace cuatro siglos, el edicto de Nantes ya

    proclamaba en su artculo primero la necesidad de acallar la memoria para restaurar unapaz civil descompuesta por las guerras de religin: Que la memoria de cuantas cosas

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    acaecieron por un lado y por el otro, desde el comienzo del mes de marzo de 1585 hastael advenimiento de la corona, y durante las algaradas anteriores y con ocasin deaquestas, mantendrse apagada y adormecida, como cosa que acontecido no hubiere; yni derecho ni potestad tendrn nuestros fiscales generales, ni otras cualesquierapersonas, en momento alguno o por la razn que fuere, de efectuar mencin, acusacin

    o proceso ante la audiencia o la jurisdiccin que fuere .

    El pasado ha de pasar, no para caer en el olvido, sino para hallar su lugar en el nicocontexto que le conviene: la historia. Slo un pasado historizado puede, en efecto,informar vlidamente al presente, mientras que un pasado mantenido permanentementeactual no puede sino ser fuente de polmicas partidarias y de ambigedades .

    I

    La publicacin, con ocasin del 80. aniversario de la Revolucin de Octubre, de unLibro negro del comunismo redactado por un grupo de historiadores bajo la direccin de

    Stphane Courtois, ha desencadenado un debate de gran amplitud primero en Francia ydespus en el extranjero.{[5]}La obra, que tena que haber sido prologada por FranoisFuret, fallecido algunos meses antes, se esfuerza por dibujar, a la luz de lasinformaciones de que hoy disponemos, un balance preciso y documentado del costehumano del comunismo. Este balance se cifra en cien millones de muertos, o sea, cuatroveces ms que el nmero de muertos que esos mismos autores atribuyen alnacionalsocialismo .

    En rigor, tales cifras no constituyen una revelacin. Numerosos autores, desde BorisSouvarin hasta Robert Conquest y Soljenitsin, se haban interesado ya en el sistemaconcentracionario sovitico (Gulag); en las hambrunas deliberadamente mantenidassi no provocadaspor el Kremlin en Ucrania, que en 1921-22 y 1932-33 causaroncinco y seis millones de muertos respectivamente; en las deportaciones de que fueronvctimas siete millones de personas en la URSS (kulaks, alemanes del Volga,chechenos, inguches y otros pueblos del Cucaso) entre 1930 y 1953; en los millones demuertos provocados por la revolucin cultural china, etc. Respecto a esos trabajosanteriores, el balance que propone elLibro Negro parece incluso calculado a la baja: nohan faltado estimaciones mucho ms altas. {[6]}

    El inters del libro reside ms bien en que se apoya en una documentacin rigurosaprocedente en parte de los archivos de Mosc, hoy abiertos a los investigadores. sa es

    la razn de que las cifras que en l se reflejan no hayan sido apenas impugnadas, y laconclusin de un cierto nmero de observadores es que el balance del comunismoconstituye el caso de carnicera poltica ms colosal de la historia {[7]} o que ya se hahecho la verdad sobre el mayor, el ms sanguinario sistema criminal de la historia.{[8]}

    As las cosas, lo que ha despertado el debate no son tanto los propios hechos como suinterpretacin. Sea cual fuere su latitudobserva Stphane Courtois, todos losregmenes comunistas han erigido el crimen de masas en verdadero sistema degobierno .

    Puede deducirse de ah que el comunismo no ha matado en contradiccin con susprincipios, sino en conformidad con ellosen otros trminos, que el sistema

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    comunista no ha sido slo un sistema que ha cometido crmenes, sino un sistema cuyaesencia misma era criminal. Nadie msescribe Tony Judtpodr desde ahoraponer en duda la naturaleza criminal del comunismo.{[9]}A ello se aade el hecho deque el comunismo ha matado ms que el nazismo, que ha matado durante ms tiempoque l y que ha comenzado a matar antes que l. Los mtodos instituidos por Lenin y

    sistematizados por Stalin y sus mulosescribe Courtoisno slo recuerdan a losmtodos nazis, sino que con mucha frecuencia les son anteriores. Y aade: Este merohecho incita a una reflexin comparativa sobre la similitud entre el rgimen que a partirde 1945 fue considerado como el ms criminal del siglo y un rgimen comunista quehasta 1991 ha conservado toda su legitimidad internacional y que, hasta hoy, est en elpoder en varios pases y mantiene adeptos en el mundo entero .

    El debate ha ido a anudarse en torno a estas dos ltimas cuestiones. La idea de que elcomunismo pueda ser considerado como intrnsecamente crimingeno y virtualmenteexterminacionista contina, en efecto, prestndose a las ms vivas resistencias. Lomismo ocurre con el postulado de comparabilidad entre comunismo y nazismo. Por

    haber abordado ambos puntos, Courtois se ha visto atacado con inusitada violencia porautores que no han dudado en calificar su libro corno una impostura intelectual, unaoperacin de propaganda(Gilles Perrault), una amalgama (Jean-Marie Colombani),un regalo al Frente Nacional en el momento del proceso Papon (Lilly Marcou), unamacabra contabilidad de mayorista (Daniel Bensad), un panfleto ideolgico (Jean-Jacques Marie), una estafa (Maurice Nadeau), una negacin de la historia (AlainBlum) e incluso como negacionismo (Adam Rayski). Muy revelador, a este respecto,es el hecho de que se haya podido reprochar a Stphane Courtois el haber escrito quela muerte por inanicin del hijo de un kulak ucraniano deliberadamente condenado alhambre por el rgimen estalinista vale lo mismo que la muerte por inanicin del hijode un judo del gueto de Varsovia condenado al hambre por el rgimen nazi. Loverdaderamente escandaloso no es esta frase, sino el propio hecho de que alguien puedadiscutirla. Philippe Petit ha llegado incluso a escribir que todos los muertos no valen lomismo, {[10]}aunque no ha precisado los criterios de apreciacin que permitirandistinguir entre vctimas de primer y de segundo rango. Que hoy en da sea precisoargumentar para considerar que un crimen es un crimen, o para demostrar que todas lasvctimas valen lo mismo, es algo que dice mucho sobre el espritu de nuestro tiempo .

    II

    La idea de que se pueda comparar a los regmenes comunista y nazi ha sido siemprerechazada con indignacin por los comunistas .

    Generalmente se olvida que los nazis la habran rechazado con igual indignacin. Sinembargo, tal comparacin ha sido establecida desde hace mucho tiempo por autores tandiferentes como Waldemar Gurian, Elle Halvy, George Orwell, Victor Serge, AndrGide, Simone Weil, Marcel Mauss o Bernard Shaw .

    Quienes tuvieron el triste privilegio de ser sucesivamente internados en los camposcomunistas y en los nazis, pudieron hacer dicha comparacin sobre el terreno. Liberada

    en 1945 del campo de Ravensbrck, despus de haber formado parte de un grupo decomunistas alemanes que el NKVD haba hecho pasar sin transicin de los campos de la

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    muerte en Siberia a las mazmorras de la Gestapo, Margarete Buber-Neumann habadeclarado en su da: No creo que haya habido o que persista an una diferencia degrado a favor de los campos soviticos. Su voz fue inmediatamente ahogada .

    La misma comparacin ha servido despus de fundamento al estudio del totalitarismo,

    concepto teorizado especialmente por Hannah Arendt. Igualmente, Allan Bullock haredactado una biografa paralela de Hitler y Stalin. Franois Furet, ms recientemente,se ha preguntado en profundidad por los motivos de fondo que mueven a quienes seniegan a comparar ambos sistemas. Esta prohibicinescribe Furet, interiorizadapor los inconsolables como una verdad casi religiosa, no permite pensar el comunismoen su realidad ms profunda, que es totalitaria.{[11]} Nazismo y comunismo han sidodescritos tambin por Pierre Chaunu como gemelos dicigticos, falsosgemelos.{[12]} Alain Besanon, en la comunicacin presentada a la sesin pblicaanual de reapertura del Instituto de Francia, los ha presentado como sistemasigualmente criminales.{[13]}La comparacin entre comunismo y nazismo es, dehecho, no slo legtima, sino indispensable, porque sin ella ambos fenmenos resultan

    ininteligibles. La nica manera de comprenderlosy de comprender la historia de laprimera parte de este sigloes tomarlos juntos (Furet), estudiarlos en su poca(Nolte), es decir, en el momento histrico que les es comn .

    Una de las razones en las que se basa esta posicin es la existencia de lo que Ernst Nolteha llamado un nexo causal (kausaler Nexus) entre el comunismo y el nazismo. Enefecto, el nazismo aparece, en muchos aspectos, como una reaccin simtrica alcomunismo. Ya Mussolini, en 1922, cuando la marcha sobre Roma, pretenda hacerfrente a la amenaza roja. El ao siguiente, cuando la marcha de la Feldherrnhalle, elnazismo naciente halla eco en el recuerdo de la Comuna bvara y de las insurreccionesespartaquistas. Frente a unos regmenes parlamentarios a los que se perciba comodbiles e inadaptados, el golpe de Estado revolucionario nacional aparece como unarespuesta lgica al golpe de Estado bolchevique, al mismo tiempo que introduce en lavida civil mtodos de accin extrados de la experiencia de las trincheras. El nazismopuede, pues, definirse como un anticomunismo que ha tomado de su adversario lasformas y los mtodos, empezando por los mtodos del terror. Esta tesis, sostenida desde1942 por Sigmund Neuman, {[14]}ha sido sistematizada por Nolte en su interpretacinhistrico-gentica del fenmeno totalitario, y obliga a interrogarse sobre lasrelaciones de mutuo engendramiento y reciprocidad o interdependencia entre los dossistemas. Es verdad que tal tesis, llevada al extremo, puede tambin conducir a desdearsus races ideolgicas, que son anteriores a la Gran Guerra, pero no cabe duda de que

    contiene, cuando menos, una parte de verdad. Podemos expresarlo de otro modopreguntndonos si el nazismo habra tenido las formas que lo han caracterizado en casode que el comunismo no hubiera existido. La respuesta, muy probablemente, es negativa.

    Otro motivo que justifica la comparacin entre ambos sistemas es la estrechaimbricacin dialctica de sus respectivas historias. Del mismo modo que el sistemasovitico ha despertado una poderosa movilizacin en nombre del antifascismo, elsistema nazi no ces de movilizar en nombre del anticomunismo. El segundo vea en lasdemocracias liberales regmenes dbiles, susceptibles de desembocar en el comunismo,mientras que el primero, en el mismo momento, las denunciaba como susceptibles de

    limpiar el camino al fascismo. El comunismo, siendo antinazi, intentaba demostrarque todo antinazismo consecuente llevaba al comunismo. El nazismo, siendo

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    anticomunista, intentaba instrumentalizar el anticomunismo de forma similar, es decir,legitimndose frente a un enemigo presuntamente comn. Ambas estrategias dieron susfrutos. En los aos treinta, como ha subrayado George Orwell, muchos se hicieron nazispor un motivado horror al comunismo, mientras que muchos se hicieron comunistas porun motivado horror al nazismo. El miedo justificado al comunismo empuj a sostener a

    Hitler en su cruzada contra el bolchevismo, y el miedo justificado al nazismo llev aver en la Unin Sovitica la ltima esperanza de la humanidad .

    Compararevidentemente, no quiere decir asimilar: unos regmenes comparables no sonnecesariamente idnticos. Comparar significaponer juntas, para pensarlas juntas bajoun cierto nmero de relaciones, dos especies distintas de un mismo gnero, dosfenmenos singulares en el interior de una misma categora. Comparar tampoco esbanalizar o relativizar. Las vctimas del comunismo no borran a las del nazismo, delmismo modo que las vctimas del nazismo no borran a las del comunismo. No esposible, pues, apoyarse en los crmenes de un rgimen para justificar o atenuar laimportancia de los cometidos por el otro: los muertos no se anulan, sino que se suman

    Que el comunismo haya sido ms destructor an que el nazismo no puede hacer que elsegundo sea preferible al primero, porque la decisin jams se ha reducido a unaalternativa entre uno u otro .

    III

    El comunismo ha destruido ms vidas humanas an que el nazismo, y sin embargocontina prevaleciendo la opinin de que el nazismo ha sido, de cualquier forma, algomucho peor que el comunismo. Cmo es esto posible? Ante dos sistemas igualmentedestructores, cmo puede juzgarse menos horrible al que ha destruido ms? Cmo esposible seguir rechazando la idea de que ambos sistemas pueden ser comparados?Evidentemente, para sostener semejante punto de vista hay que apartarse del balancerespectivo de cada uno de ellos, pues la comparacin no ira en el sentido de lo que sepretende demostrar .

    El argumento alegado con ms frecuencia reside en la diferencia de inspiracionesiniciales: el nazismo habra sido una doctrina del odio, mientras que el comunismohabra sido una doctrina de la liberacin. El comunismo habra sido impulsado por elamor a la humanidad (la comunin. dice Robert Hue), y el nazismo por el rechazo de

    la nocin misma de humanidad. As, Jean-Jacques Becker afirma que hay unhumanismo en el origen del comunismo, y el nazismo es lo contrario. {[15]}Elcomunismoaade Roger Martellise inscribe en una concepcin humanista,racionalista, de igualdad entre los hombres. En el origen del nazismodice RolandLeroyest el odio a los hombres. En el origen del comunismo est el amor a loshombres. Guy Konopnicki: Uno se haca nazi por odio al gnero humano. Uno sehaca comunista por razones rigurosamente inversas {[16]}. El argumento equivale adecir que no es que el justifique los medios, sino que los medios no pueden hacerolvidar el fin, y que sobre todo no lo desacreditan. Se abre entonces el debate de saber siun fin sublime no hace, sin embargo, que ciertos medios de lograrlo resulten msaceptables De ah se concluye que los crmenes del nazismo eran previsibles,

    mientras que los del comunismo no lo eran. Los crmenes de Stalin procederan de unaperversin del comunismo, que era en s mismo un ideal de liberacin humana,

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    {[17]} mientras que los de Hitler se derivaran directamente de su ideologa,abiertamente odiosa y destructora. El nazismo sera comparable a un asesino en serie,mientras que el comunismo sera como un altruista desdichado que mata a quienespretenda socorrer. Al destruir vidas humanas, el nazismo, criminal por vocacin, habracumplido sus promesas y aplicado su programa. El comunismo, criminal por error,

    habra traicionado a los suyos. Las prcticas nazis procederan directamente de sudoctrina, mientras que las del comunismo sovitico constituiran, por as decirlo, laaplicacin errnea de una ideologa sana.{[18]} De manera que el comunismo slohabra sido destructor por accidente, por descuido o por error. Dado que sus crmenesproceden de una interpretacin equivocada o de un error de aplicacin, el terrorcomunista sera comparable a un avatar desdichado, a un accidente, de algn modo,meteorolgico (Alain Besanon). En definitiva, el comunismo, pese a sus cien millonesde muertos, podra describirse como un pensamiento del amor fraternal que ha cado enel odio sin haberlo queridoun proyecto honorable que ha terminado mal .

    As las cosas, el coste humano del comunismo habra de achacarse a una desviacin

    que, como tal, no tendra nada que ensearnos acerca de la naturaleza misma delsistema. Es lo que afirmaba todava Claude Lefort en 1956. Veinte aos despus,reaccionando ante la publicacin de El archipilago del Gulag, Jean Elleinsteindescriba igualmente el estalinismo como un simple accidente.{[19]}El terrorsovitico, explica actualmente Jean-Jacques Becker, resulta ante todo de la incapacidadde sus dirigentes para hacer triunfar por otros medios un ideal que, no obstante, siguebasado en la justicia social y la alegra de vivir.{[20]}Los militantes comunistas,proclama Gilles Perrault, se adheran a un proyecto de ambicin universal y liberadora.Que este ideal se haya desviado no empobrece sus motivaciones. Decir que elcomunismo es igual al nazismoaade Madeleine Rebrioux, presidenta de honor dela Liga de los Derechos Humanoses tanto como olvidar [] que la URSS nuncaorganiz la exclusin de un grupo humano de la ley comn (!). {[21]}Los crmenescomunistas, a fin de cuentas, iban en el sentido del progreso .

    Esta argumentacin merece ser examinada ms detenidamente .

    IV

    Tenemos derecho a preguntarnosescribe Stphane Courtoispor qu el hecho de

    matar en nombre de la esperanza en alegres amaneceres es ms excusable que elasesinato vinculado a una doctrina racista.

    En qu la ilusino la hipocresaconstituyen circunstancias atenuantes del crimende masas.{[22]} En efecto, no termina de verse por qu habra de ser menos grave, omenos condenable, matar a aquellos a quienes se les ha prometido la felicidad que matara quienes no se les ha prometido tal cosa. Hacer el mal en nombre del bien no es mejorque hacer el mal en nombre del mal. Destruir la libertad en nombre de la libertad no esmejor que destruirla en nombre de la necesidad de suprimirla. Desde muchos puntos devista hasta es peor. El vicio es an menos excusable cuando lo practican los profesoresde la virtud, porque stos estn ms obligados que nadie a respetar sus principios. Cabe

    pensar tambin que los criminales son tanto ms peligrosos cuanto que se presentancomo bienhechores de la humanidad. El comunismo es ms perverso que el nazismo

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    escribe, por ello, Alain Besanonporque se sirve del espritu de justicia y debondad para expandir el mal {[23]}Hay, pues, una cierta lgica a la hora de juzgar msseveramente a un sistema cuyas intenciones son buenas, pero que, en la prctica, alldonde se ha impuesto por la violencia, ha provocado un nmero gigantesco de vctimas,que a un partido cuyas intenciones pueden calificarse de antemano como malas.

    {[24]}En otros trminos, las circunstancias agravantes no estn en el lado que parece .

    Inmediatamente se plantea la cuestin de saber si debe juzgarse a los regmenespolticos por sus intenciones o por sus actos .

    Hay que decir que Marx es el primero en recusar la moral de la intencin: la historia,segn l, procede ante todo de lapraxis .

    Cuando un idealista perpetra crmenes desde hace ochenta aos y se niega a que lellamen criminal a causa de su intencin primeraobserva Chantal Delsol, podrapensarse que tal intencin tiene las espaldas demasiado anchas.{[25]}Ver a los

    ltimos marxistas de este pas refugiarse en una moral de la intencin aade JacquesJulliardva a ser, para quienes gusten de rer, uno de los grandes chistes de este fin desiglo.{[26]}Afirmar que el ideal queda a salvo si la intencin es buena, es tanto comodecir que la verdad de una doctrina se confunde con la sinceridad de quien lareivindica.{[27]} Esta actitud se halla hoy muy extendida, y va de par con unaperspectiva a la vez subjetiva y moral de la historia de las ideas. Mejor que distinguirentre ideas acertadas e ideas falsas, se prefiere distinguir entre ideas buenas e ideasmalas, sin precisar, por otro lado, respecto de qu habran de ser consideradas comotales .

    (sta es una de las razones por las que nadie se molesta en refutar las ideas falsas.) Pero,en realidad, con calificar al ideal comunista como ideal generoso no hemosadelantado nada .

    En efecto, enseguida surgen dos preguntas. La primera es: generoso, segn qucriterios? Y la segunda: una idea generosa, es necesariamente una idea acertada? Elcomunismo y el nazismo son sistemas polticos que reposan sobre ideas falsas. Anteesta constatacin, su generosidad respectiva, supuesta o real, no tiene ningunaimportancia .

    Y aadamos que, si en nombre de una idea generosa puede asesinarse al cudruple de

    gente que en nombre de una doctrina de odio, quiz vaya siendo hora de empezar adesconfiar de la generosidad .

    Hay que subrayar, en fin, que esta casustica de la desgracia humana (todas esasobjeciones sobre el ideal liberador y dems) se coloca deliberadamente en el lado de losverdugos, no en el de las vctimas. Ahora bien, ser vctima de una idea hermosa,ulteriormente desviada, no hace que uno deje de ser vctima: dnde est la diferenciapara quien recibe una bala en la nuca? Cuando la Inquisicin enviaba gente a lahoguera, a las vctimas no les consolaba el hecho de que estuvieran siendo quemadospor su propio bien. Cuando los medios empleados son los mismos, la diferencia entrelos fines se desvanece .

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    V

    No basta con decir que el comunismo es una buena idea que ha terminado mal. Hay queexplicar adems cmo ha podido terminar mal; es decir, hay que preguntarse cmo unabuena idea, lejos de inmunizar contra el horror, no le impide realizarse menos que una

    mala idea .

    Cmo ha sido posible perseguir en nombre del bien, abrir campos de concentracinpara liberar al hombre e instaurar el terror en nombre del progreso? Cmo la esperanzaha podido virar hacia la pesadilla? He aqu una verdadera cuestin filosfica .

    Desgraciadamente, la respuesta que nos proponen no tiene nada de filosfico, sino quese limita a alegar las circunstancias. La violencia leninista habra sido heredera de laviolencia zarista. Se habra alimentado de la violencia de la guerra de 1914-1918, o dela violencia de las relaciones capitalistas, por entonces en pleno desarrollo en Rusia.Habra resultado de la necesidad bolchevique de hacer frente a la oposicin violenta de

    los ejrcitos blancos durante la guerra civil. Llegados al poder en un pas sin tradicindemocrtica, los bolcheviques, en defensa propia, habran sido arrastrados a un ciclode violencia que no pudieron detener (Michel Dreyfus). Pero incluso esta violencia sehabra mantenido dentro de ciertos lmites. Por el contrario, el terror estalinistarepresentara una corrupcin o una desviacin del comunismo ruso: la violencia habracambiado de naturaleza, no de grado .

    Pero es precisamente esta explicacin la que ya no se tiene en pie despus de lapublicacin delLibro negro, que refuta la fbula del Lenin bueno y el Stalin malo,demostrando que el sistema de terror se instala en la Unin Sovitica desde la llegada deLenin al poder. {[28]}ste haba escrito ya en 1914: La esencia entera de nuestrotrabajo [] es aspirar a que la guerra se transforme en guerra civil. la cual no es sinola continuacin, el desarrollo y la agudizacin natural de la guerra de clases. LaCheka se funda en diciembre de 1917. Trotski declara: En menos de un mes, el terrorva a tomar formas muy violentas, a semejanza de lo que pas cuando la GranRevolucin Francesa. Entre 1825 y 1917, el rgimen zarista haba promulgado 6.321condenas a muerte, buena parte de ellas conmutadas por penas de trabajos forzados;{[29]} en marzo de 1918, el rgimen de Lenin, con slo cinco meses en el poder, yahaba hecho matar a 18.000 personas. El 26 de junio de 1918, Lenin escribe a Zinoviev:No hay que vacilar en golpear con el terror de masas a los diputados de los soviets,cuando se trata de pasar a los actos. El 31 de agosto de 1918, el jefe de la Cheka,

    Djerzinski, ordena que se deporte a campos de concentracin a todo individuo que osehacer la menor propaganda contra el rgimen sovitico. El decreto por el que se creancampos de concentracin es publicado en elIzvestia el 10 de septiembre .

    Trotski precisa que la cuestin de saber a quin pertenecer el poder [] no seresolver por referencias a los artculos de la Constitucin, sino por el recurso a todaslas formas de violencia. En 1921 se cuentan ya siete campos de concentracin cuyosinternos son mayoritariamente mujeres y ancianos .

    Sern ya sesenta y cinco en 1923, en cuya fecha un milln ochocientos mil oponentesya habrn sido pasados por las armas .

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    De modo que el terror comunista no puede interpretarse simplemente como unaprolongacin de la cultura poltica prerrevolucionaria, como tampoco es el reflejo deuna violencia venida del pueblo o de una tradicin del presidio ruso. Tampocopuede, por ltimo, ser reconducida a una simple respuesta al terror blanco. Alcontrario, la represin cobra toda su amplitud cuando la guerra civil termina .

    El argumento de las circunstancias invita a contextualizar los crmenes comunistas,levantando acta del encadenamiento histrico de las causas y efectos; por ejemplo, de lanecesidad de defenderse frente al enemigo .

    Esta postura rara vez se adopta en lo que concierne a los crmenes nazis. Sin embargo, sihemos de creer que no hay nada especficamente comunista en el terror comunista, sepodra igualmente sostener que no hay nada especficamente nazi en el terror nazi. Endetrimento de su pretensin de universalidad, el comunismo sera de algn modosoluble en la geografa. Sin embargo, el hecho de que se haya manifestado como unafuerza destructora en todas partes donde ha llegado al poder, obliga a ser escptico

    sobre la supuesta influencia del contexto. Se alega el peso de las circunstancias, perohabra que preguntarse cmo es posible que tales circunstancias se hayan reproducidoen todas partes. Por otro lado, es difcil ver el terror como una desviacin, cuandoste aparece desde los inicios del sistema. Y si Stalin se ha limitado a sistematizar elaparato de terror fundado por Lenin, se hace igualmente difcil oponer el idealcomunista a sus aplicaciones concretas. Por supuesto, siempre podr sostenerse que elsistema sovitico nunca ha tenido nada que ver con el comunismo. Pero si Lenin no eracomunista, quin lo era?

    VI

    Pregunta Jacques Julliard: Por qu los criminales que dicen estar del lado del bien sonmenos condenables que los criminales que dicen estar del lado del mal?. {[30]}Lapregunta es pertinente, pero est mal formulada. En efecto, el nazismo, como elcomunismo, jams ha dicho estar del lado del mal. Han dicho estar del lado de ideasque podemos juzgar, y con razn, como falsas, y por tanto malas, lo cual es muydiferente. Pero no podemos actuar como si el juicio que el nazismo formulaba sobre smismo correspondiera al juicio que nosotros formulamos sobre l. De lo contrario,tambin podramos decir que el comunismo no estaba del lado del bien, sino del lado

    del mal, en proporcin con el horror que sus ideas puedan inspirarnos .En este sentido, el razonamiento que opone la doctrina de odio del nazismo al idealde emancipacin humana del comunismo resulta perfectamente sesgado. Es tantocomo oponer una definicin del comunismo proporcionada por sus partidarios a unadefinicin del nazismo proporcionada por sus adversarios. En tales condiciones, no esdifcil hacer que el primero aparezca como un mal menor. De una asimetra fctica seextrae una conclusin no menos artificial: non sequitur .

    En realidad, el nazismo no pretenda menos que el comunismo conseguir la felicidadde aquellos a quienes se diriga. Ni tampoco dejaba de prometer perspectivas

    radiantes a sus partidarios. Sostener lo contrariocomo Daniel Lindenberg cuando

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    escribe que los nazis obtuvieron numerosas adhesiones sobre la base de su elogio de lamatanza, {[31]}conduce a hacer inexplicable el apoyo que encontr en las masas .

    Plantear que un sistema poltico puede suscitar el entusiasmo presentndoseabiertamente como portador de una doctrina de odio implica considerar a sus

    partidarios como locos, criminales, enfermos o pervertidos. Y entonces habra queexplicar cmo es posible que un pueblo entero se vuelva loco. Si lo es por naturaleza,qu idea tendramos que hacernos de la naturaleza humana? Si lo es por accidente,cmo se ha vuelto locoo cundo deja de estarlo? Nazismo y comunismo hanseducido a las masas mediante ideales diferentes, pero que podan parecer igualmenteatractivos. Todo el problema viene de lo que la realizacin de tales ideales implicaba; asaber: en ambos casos, la erradicacin de una parte de la humanidad .

    Desde este punto de vista, resulta muy dudosa la distincin entre el exterminio comomedio de realizar un objetivo poltico y el exterminio como fin en s: ningn rgimen haconsiderado jams como un fin en s las matanzas a las que haya podido entregarse.

    Stphane Courtois caracteriza el genocidio de raza y el genocidio de clase cornodos subcategoras del crimen contra la humanidad. El punto de partida, en todo caso,es el mismo. La utopa de la sociedad sin clases y la utopa de la raza pura exigen porigual la eliminacin de los individuos sospechosos de obstaculizar la realizacin de unproyecto grandioso; a saber, el advenimiento de una sociedad radicalmente mejor. Enambos casos, la ideologa (lucha de razas o lucha de clases) conduce a la exclusin deun principio malfico, representado por categoras (razas inferiores o clasesnocivas) compuestas por individuos cuyo nico crimen es pertenecer a esascategoras; es decir, existir. En ambos casos se designa un enemigo absoluto con el cuales impensable transigir. En ambos casos, de ah resulta un terror planificado de maneramuy similar. Odio de clase u odio de raza, profilaxis social o racial, todo es lo mismo .

    A este respecto, la clase no es una categora ms flexible ni menos indeleble que laraza .

    Una y otra fueron esencializadas de manera semejante. El 1. de noviembre de 1918,Martyn Latsis, uno de los primeros jefes de la Cheka, declara: Nosotros no hacemos laguerra contra las personas en particular. Nosotros exterminamos a la burguesa comoclase. El 24 de enero de 1919, el Comit Central del PCUS ordena que los cosacossean exterminados y fsicamente liquidados hasta el ltimo. Los kulaks no son sereshumanos, dir Stalin. En 1932, Mximo Gorki aadir: El odio de clase debe ser

    cultivado como una repulsin orgnica respecto al enemigo en cuanto ser inferior. Miconviccin ntima es que el enemigo es realmente un ser inferior, un degenerado en elplano fsico, pero tambin en el moral. En 1940, al llegar el Ejrcito Rojo a los pasesblticos, hizo saber que las poblaciones conquistadas seran juzgadas por su pasado ypor las acciones de las generaciones anteriores .

    En la ptica de un Lyssenko, que sostena la hereditabilidad de los caracteresadquiridos, las taras sociales podan tambin ser consideradas como genticamentetransmisibles

    VII

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    Franois Furel ha escrito que el nazismo y el comunismo se oponen como lo particulara lo universal. (Hubiera podido sealar que esta oposicin ha revestido un ciertocarcter dialctico: del internacionalismo al socialismo en un solo pas en el caso deStalin; del nacionalismo alemn al racismo universal en el caso de Hitler.) Otrosotorgan al comunismo el crdito de haberse movido, al menos, por una preocupacin

    universalista .

    Pero este razonamiento tambin es un tanto sesgado. Que el nazismo haya pretendidohacer la felicidad de tan slo una fraccin de la humanidad el pueblo alemn,mientras que el comunismo ha pretendido conseguir la dicha de la humanidad entera, nodice nada en favor de este ltimo. Cuando se combate en nombre de una nacin, slo desta se puede excluir a quien se combate. El imperativo de purificar la raza limita almenos los costes a esa raza. Pero purificar la humanidad? Sobre la base de suspresupuestos, el nazismo describi como infrahombres a algunos de sus adversarios.El comunismo, sobre la base de los suyos, tena que extender la exclusin a toda lahumanidad. En efecto, la sed de regenerar la humanidad entera, pretendiendo

    identificarse con sus intereses objetivos, conduce inevitablemente a situar fuera de lahumanidad a aquellos a quienes se ha designado como obstculos para tal regeneracin .

    Cuando se lucha por la humanidadescribe Claude Polin, se lucha contra losenemigos de la humanidades decir, contra seres que no forman parte de lamisma.{[32]}En 1927, el propagandista sovitico A. Arosev lleg a escribir: Esenemigo quienquiera d la impresin, por signos fsicos, psquicos, sociales, morales uotros, de estar en desacuerdo con el ideal de la felicidad humana (sic). {[33]}Consemejantes definiciones, todo el mundo puede con razn ser perseguido. Eluniversalismo agrava el totalitarismo, no slo porque hace del mundo entero su campode batalla, sino tambin porque generaliza por ello mismo la lucha de todos contratodos. Ms explcitamente an que el nazismosubraya tambin Claude Polin,el despotismo comunista se entronca en el pequeo tirano que existe en cada hombre,pero de tal modo alza a todos los hombres contra todos: el enemigo ya no es el otro,sino el semejante, y precisamente por ser un semejante.{[34]}Precisamente porque elcomunismo ha querido desde su inicio luchar en nombre de la humanidad, su carcterdestructor se ha extendido a toda la humanidad. Lejos de ser circunstancias atenuantes,sus pretensiones universalistas son, al contrario, las que explican su carcteruniversalmente mortfero .

    As pues, el anhelo de emancipar la tierra entera no supone un obstculo para el terror,

    sino que, al contrario, le confiere una legitimacin superior. Defender un ideal absolutojustifica, igualmente, el recurso a medios absolutos. En Krasnyi Metch (La daga roja),rgano de la Cheka de Kiev, poda leerse en agosto de 1919: Nuestra moralidad notiene precedente, nuestra humanidad es absoluta, porque descansa sobre un nuevo ideal:destruir cualquier forma de opresin y violencia. Para nosotros todo est permitido,pues somos los primeros que en el mundo han levantado la espada no para oprimir yesclavizar, sino para liberar a la humanidad de sus cadenas [] La sangre? Que lasangre corra a mares! .

    VIII

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    Hostiles a cualquier comparacin entre nazismo y comunismo, algunos autores hanquerido, ms all de la supuesta diferencia de inspiracin, buscar otra en lasmotivaciones o en los comportamientos. As, Jean Daniel escribe: Un joven que vahacia el comunismo se halla al menos impulsado por un deseo de comunin. Un jovenfascista slo se ve fascinado por la dominacin. Eso marca una diferencia

    esencial.{[35]} Siempre habr una diferenciaaade Jean-Marie Colombanientre quienes se comprometen creyendo en un ideal unido, por la reflexin, a laesperanza democrtica [sic], y quienes se ven atrados por un sistema que reposa sobrela exclusin y que apela a las pulsiones ms peligrosas del individuo. {[36]}Dentro deun espritu prximo, Jean-Jacques Becker ha podido glosar la faz clara del sistemasovitico: La faz clara del comunismo ha existido, existe en los millones y millones decomunistas simples militantes que han sido capaces de hacer todos los sacrificios poruna cuasa en la que crean [] . Este por esta faz clara, entre otras razones, por lo que elcomunismo no puede confundirse en modo alguno con el nazismo {[37]}

    Se trata de apreciaciones completamente subjetivas. En realidad, como bien ha

    subrayado Alain Besanon, tanto el nazismo como el comunismo han propuesto porigual ideales elevados capaces de suscitar la entrega entusiasta y los actos heroicos.Uno y otro han seducido por igual a grandes nombres y a intelectuales de alto nivel.Uno y otro han despertado actos desinteresados y han movido a los hombres alsacrificio de s hasta proporciones rara vez vistas. El pueblo alemn sostuvo a su Fhrerhasta el fin, a pesar de las ruinas y de los muertos, mientras que el poder sovitico, en elmomento de su desplome, haba disipado todo el crdito que posea entre su poblacin.Pero el comunismo tambin ha representado una inmensa esperanza para millones dehombres y de mujeres; ha inspirado luchas que con frecuencia eran justas y necesarias.Decir, como Jean-Jacques Becker, que el nazismo o el fascismo nunca provocaron elmismo impulso que el comunismo {[38]}significa olvidar que hubo 368.000voluntarios extranjeros en las Waffen- SS, mientras que en las Brigadas Internacionalesno hubo ms que 35.000 .

    Es verdad que los propios sistemas totalitarios organizaron la movilizacin de lasmasas, pero no es menos cierto que tambin se beneficiaron, al menos durante algntiempo, de una adhesin masiva, y que esta adhesin pudo traducirse encomportamientos dignos de suscitar admiracin. Mejor que negar o ignorar esto, habrams bien que preguntarse cmo es posible que unos sistemas polticos que handemostrado ser los ms destructivos de la historia pudieran suscitar tambin tantadevocin, tanto herosmo, tanto espritu de sacrificio y de entrega de s. En una primera

    aproximacin, la respuesta podra ser que, en la medida en que ambos aspiraban a loabsoluto, as ambos impulsaron comportamientos absolutos, en lo mejor y en lo peor.Que un mismo sistema pueda ser a la vez criminal y capaz de inspirar conductasadmirables slo puede turbar a los ingenuos o a los sectarios, ya porque deduzcan(errneamente) que tal sistema no era tan criminal, ya porque crean (tambinerrneamente) que tales conductas no eran tan admirables. El hecho de que lospartidarios de los sistemas totalitarios hayan podido mostrar una conducta heroica nohace mejor la causa que defendan, pero, inversamente, la naturaleza de esa causa noresta nada a su herosmo. La virtud de los hombres no hace virtuosas a las doctrinas quedefienden. Pascal se equivoca cuando dice que slo hay que creer los testimonios dequienes son capaces de dejarse matar por ellos: eso atestigua la fuerza de sus

    convicciones, pero no su justeza .

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    IX

    Roger Martelli se apoya de forma extravagante en el hecho de que Stalin niultiplicara

    las purgas dentro de su propio partido para escribir: Hubo anliestalinistas comunistas,pero nunca hubo antihitlerianos nazis.{[39]}El argumento lo retoma Nicolas Werthcuando afirma que nunca se ha visto a militantes nazis criticar el hitlerismo o intentarreformar el sistema desde el interior .

    La existencia de comunistas que han sido vctimas del sistema estaliniano o que se hanlevantado contra la desfiguracin de sus ideas por el rgimen sovitico daratestimonio de la traicin del ideal comunista por parte del comunismo oficial .

    Este argumento es mediocre. Robespierre fue vctima del Terror, pero ello no le exonerade responsabilidades en su instauracin. Es propio de todo sistema poltico el suscitar en

    su seno todo gnero de disidencias; ello no implica que los disidentes tenganautomticamente razn contra sus antiguos compaeros. En cuanto a la idea de que

    jams hubo antihitlerianos nazis, simplemente es falsa. Al margen del caso de todosaquellos que en 1933 aspiraban a una revolucin nacional en Alemania y que fueronno slo decepcionados, sino tambin frecuentemente perseguidos por el III Reich,podra citarse el ejemplo de los hermanos Otto y Gregor Strasser, o el de las vctimas dela purga de junio de 1934. Tambin podra citarse a Hermann Rauschning, cuya

    Revolucin del nihilismo, publicada en vsperas de la guerra, es comparable al Stalin deBoris Souvarin .

    Podrase, por ltimo, recordar los ncleos de oposicin, hoy en da bien identificados,que durante la guerra se constituyeron en el seno de las SS o del SD. Si el III Reichhubiera durado ms que los doce aos durante los que ocup el poder, es probable quetales disidencias se hubieran ahondado y multiplicado, sin que se tenga por supuesto laposibilidad de saber en qu direccin .

    Lo que s puede decirse, en cambio, es que el nazismo, efectivamente, mat menos nazisque comunistas mat el comunismo. Pero habla esto en favor del segundo? Una de lasparticularidades del sistema sovitico, por oposicin al sistema nazi, es que los adeptosal rgimen no eran menos sospechosos ni se vean menos amenazados que susadversarios .

    En el sistema sovitico, el imaginario del complot se hallaba completamenteinteriorizado, y los propios partidarios eran considerados corno traidores en potencia.Por eso, la vigilancia de la poblacin fue an ms intensa, y las llamadas a la delacinan ms sistemticas: en 1939, la Gestapo empleaba a 6.900 personas; el NKVD, a350.000. En 1939, en el 18. Congreso del PCUS, slo estaban presentes treinta y cincodelegados de base del congreso anterior (de un total de 1.966): 1.108 de ellos habansido detenidos mientras tanto por crmenes contrarrevolucionarios. Dos aos antes,cuando estall el caso Tukhachevsky, la depuracin del Ejrcito Rojo se haba saldadocon la ejecucin de 30.000 oficiales.

    Mientras tanto, en Pars,LHumanit se congratulaba por esta purga de traidores alservicio del espionaje hitleriano! Otro rasgo especfico del terror comunista, bien

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    evidenciado por los procesos de Mosc, era la voluntad de hacer confesar a losdisidentes crmenes que no haban cometido; es decir, empujarlos a renegar de smismos .

    Las tiranas clsicas se limitan a amordazar a la oposicin; los regmenes totalitarios

    quieren, adems, suscitar la adhesin y controlar no slo los actos sino tambin lospensamientos .

    Y el comunismo sovitico, ms lejos an, quera controlar tambin las reservasmentales de los individuos. Lenin y Stalin ordenaron matar en gran nmero a suspropios compaeros de armas (lo que no hizo Hitler, a excepcin de la purga de junio de1934). Se comprende que la cosa les haya chocado a los supervivientes. Pero resultaextrao apoyarse en esteplus de inhumanidad para concluir que el comunismo era mshumano .

    Tambin hay que constatar que el nazismo, en conjunto, trat a los alemanes de forma

    muy diferente que a las poblaciones de los pases ocupados, mientras que Stalin no trata la poblacin rusa de forma menos brutal que a la de los pases que conquist. En loscampos de concentracin nazis, slo una pequea minora era alemana, mientras que,entre 1934 y 1947, quince millones de rusos fueron enviados al Gulag. Que el rgimennazi se haya ensaado sobre lodo con las poblaciones extranjeras, mientras que losregmenes comunistas exterminaban prioritariamente a sus poblaciones propias tampocoes algo que hable en favor de los segundos. En derecho penal suele considerarse que elhecho de matar a la propia familia es un delito particularmente grave .

    X

    En un editorial digno de figurar en una antologa de la literatura bajo influencia, Jean-Marie Colombani afirmaba que el contenido delLibro negro corre el riesgo de hacer el

    juego a la extrema derecha. Es un argumento de tipo estratgico. Hablando de tomade partido ideolgica, de simplificacin y amalgama, Colombani escribe que elverdadero peligro estriba en servir de coartada a quienes quieren probar que, dado queun crimen equivale a otro, las ltimas barreras que nos preservan de la legitimacin dela extrema derecha estn caducas. {[40]}De ah se deduce que el nico medio parailegitimar a la extrema derecha sera sostener que no todos los crmenes valen lo

    mismo; es decir, que hay crmenes que son menos graves que otros. Pero segn qucriterio?

    El argumento segn el cual la denuncia de los crmenes del comunismo hara el juego ala extrema derecha retoma de forma integral la retrica estaliniana de movilizacincontra un tercero presentado como enemigo comn. Esta retrica descansa en unsilogismo muy simple: dado que algunos anticomunistas son impresentables, es precisono criticar al comunismo para no ofrecerles argumentos que pudieran luego explotar.Nadamos en pleno utilitarismo teleolgico: hay verdades que son indeseables porque noson rentables, y hay mentiras que son necesarias. La cuestin que se plantea entonces esde dnde viene el valor de la veracidad: proviene de que manifiesta la verdad o de que

    en determinadas circunstancias puede proporcionar un beneficio? Si la verdad no valepor s misma, sino solamente en tanto que puede ser puesta al servicio de una causa o de

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  • 7/29/2019 Comunismo y Nazismo (Alain de Benoist)

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    una creencia determinada, entonces ya no hay verdad que valga. Adems, si laoportunidad de decir la verdad depende del uso que se pueda hacer de ella, nada nospermitir decir que una doctrina es ms verdadera que otra. Precisamente por eso elvalor de verdad de las ideas ya no es hoy tenido en cuenta. Hoy ya no se juzga loverdadero o lo falso, el bien y el malun bien puramente instrumental, sin

    ninguna relacin ya con lo verdadero.

    Si seguimos a Colombani, es evidente que habra que prohibir toda investigacinhistrica que amenazara con alimentar malos pensamientos. Seguimos as los pasos deJean- Paul Sartre cuando pretenda que haba que guardar silencio sobre los campossoviticos para no desesperar a Billancourt. {[41]} Estas gentesobserva Courtois

    todava no han roto con esa cultura de comisario poltico que emponzoa el mundoeditorial.{[42]}

    XI

    Tambin se ha querido, en fin, negar el que se pudiera comparar los regmenescomunista y nazi arguyendo la horrible persecucin organizada por el III Reich contralos judos .

    Tal persecucin, declarada nica, sera por naturaleza inconmensurable y, por tanto,indecible; un acontecimiento sin parangn con ningn otro del pasado, presente ofuturo .

    La palabra genocidio no tendra plural y el nazismo sera el astro negro cuya sombraluz hara palidecer a todos los dems. Discutir esta unicidad (Einzigartigkeit)equivaldra a trivializar el nazismo. Reconocerla obligara a ver en l un mal absoluto;es decir, un mal incomparable a cualquier otro .

    Desde el punto de vista del historiador, est claro, sin embargo, que declarar nico elfenmeno nazi no es algo que permita compr