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La ponencia cuestiona el imperativo del consenso y explora el diseño desituaciones para que, desde posturas diversas, las comunidades humanasinteractúen con la naturaleza en proyectos multitudinarios donde los conflictosarmonizados propicien diálogos entre intenciones cruzadas como fuente deinnovación. Las ‘raíces’ argumentales son tres: 1. La valoración del diseñoparticipativo como expresión comprensiva del hacer humano que fusionaprácticas prospectivas, materiales y sociales para involucrar activamente almayor número posible de personas en las decisiones configurativas de los artefactos y los sistemas de desarrollo tecnológicos; 2. La precaución fuertecomo estrategia anticipatoria para evitar que las decisiones ambientales seandespolitizadas o consignadas en exclusiva al campo científico (pues se atribuyea la ciencia una índole política inherente). 3. Un diseño de situaciones,sintético, alternativo al análisis basado en problemas, menos atento a lo que eldesarrollo “debería ser” en un momento histórico dado, y más presto a observar—para construir desde allí— cómo es asumido y vivido el desarrollo encircunstancias específicas desde la experiencia de quienes participan en ellas.Al final, esbozo un hipotético proyecto de desarrollo ambiental para la regiónamazónica de Tres Fronteras, que alberga las poblaciones limítrofes de Leticia(Colombia), Santa Rosa de Yavari (Perú) y Tabatinga (Brasil); en el cualcodiseñarían comunidades cuyos intereses disímiles (bien común, satisfacciónindividual, solución técnica, ecosistemas protegidos, lucro) propiciarían instauraruna ‘arena’ dialógica multidisciplinar e intercultural donde la pugna entreposiciones filosóficas de la tecnología devendría innovadoramente, en pautaséticas de acción ambiental pertinentes para la ocasión.
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Universidad Santo Tomás
Facultad de Filosofía y Letras Maestría en Filosofía Latinoamericana
Doctorado en Filosofía Departamento de Humanidades y Formación Integral
Vicerrectoría de Universidad Abierta y a Distancia, VUAD Universidad Santo Tomás Seccional Bucaramanga
Universidad Santo Tomás Seccional Tunja Universidad Santo Tomás Sede Medellín
Universidad Santo Tomás Sede Villavicencio
Con intenciones cruzadas: diseño situacional para interactuar
con la naturaleza.
(PONENCIA) Por: Alfredo Gutiérrez Borrero* Universidad Jorge Tadeo Lozano Facultad de Ciencias Humanas Arte y Diseño Programa de Diseño Industrial Correo electrónico: [email protected] Mesa de trabajo: Economía, teorías del desarrollo y naturaleza Subtema: Naturaleza, desarrollo y sostenibilidad Palabras clave: Intenciones cruzadas, diseño participativo, precaución fuerte, diseño de situaciones, desarrollo, filosofía de la tecnología, conflictos armonizados. Resumen: La ponencia cuestiona el imperativo del consenso y explora el diseño de situaciones para que, desde posturas diversas, las comunidades humanas interactúen con la naturaleza en proyectos multitudinarios donde los conflictos armonizados propicien diálogos entre intenciones cruzadas como fuente de innovación. Las ‘raíces’ argumentales son tres: 1. La valoración del diseño participativo como expresión comprensiva del hacer humano que fusiona prácticas prospectivas, materiales y sociales para involucrar activamente al mayor número posible de personas en las decisiones configurativas de los * Zootecnista de la Universidad de La Salle (1991), Especialista en Docencia Universitaria de la Universidad Militar Nueva Granada (2007), culminando estudios de Maestría en Estudios de Género, Mujer y Desarrollo en la facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia. 18 años de experiencia en el área de docencia en Diseño Industrial. Miembro permanente del Consejo Editorial y columnista de la revista proyectodiseño. Profesor Asociado Programa de Diseño Industrial, Facultad Ciencias Humanas Arte y Diseño. Universidad Jorge Tadeo Lozano.
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artefactos y los sistemas de desarrollo tecnológicos; 2. La precaución fuerte como estrategia anticipatoria para evitar que las decisiones ambientales sean despolitizadas o consignadas en exclusiva al campo científico (pues se atribuye a la ciencia una índole política inherente). 3. Un diseño de situaciones, sintético, alternativo al análisis basado en problemas, menos atento a lo que el desarrollo “debería ser” en un momento histórico dado, y más presto a observar —para construir desde allí— cómo es asumido y vivido el desarrollo en circunstancias específicas desde la experiencia de quienes participan en ellas. Al final, esbozo un hipotético proyecto de desarrollo ambiental para la región amazónica de Tres Fronteras, que alberga las poblaciones limítrofes de Leticia (Colombia), Santa Rosa de Yavari (Perú) y Tabatinga (Brasil); en el cual codiseñarían comunidades cuyos intereses disímiles (bien común, satisfacción individual, solución técnica, ecosistemas protegidos, lucro) propiciarían instaurar una ‘arena’ dialógica multidisciplinar e intercultural donde la pugna entre posiciones filosóficas de la tecnología devendría innovadoramente, en pautas éticas de acción ambiental pertinentes para la ocasión. _________________________________________ Keywords: Crossed intentions, participatory design, strong precaution, development, situation design, philosophy of technology, harmonized conflicts. Abstract: (250 words) This paper questions the consensus as an imperative condition and explores the design of situations so that, from diverse positions, human communities interact with each other and with nature in multitudinous projects where conflicts will be harmonized using crossed intentions as innovation drivers. There are three argumentative roots: 1. A participatory design approach as a comprehensive expression of human doing, which looks for merging material and social practices to actively involve as many people as possible in the constituent decisions about artifacts and technology development systems. 2. Strong Precaution (SP) as anticipatory strategy to prevent environmental decisions from being depoliticized or delivered exclusively to the science field (since science is valued here as politically oriented inherently). 3. A Situation Design approach, as a synthetic alternative to problem-based analysis, less aware of what development "should be" in a given historical moment, and more ready to see, trying to build from there, how development is assumed and lived amid circumstances as experienced by those who take part in them. Finally, I hereby outline a hypothetical environmental development project for the Amazon region of Tres Fronteras (Three Borders), home to the neighboring cities of Leticia (Colombia), Santa Rosa de Yavari (Peru) and Tabatinga (Brazil); in this project, communities with dissimilar interests (common good, individual satisfaction,
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technical fix, protected ecosystems, profit) would, by means of co-design, establish a dialogical multidisciplinary and intercultural arena where the struggle between philosophical positions about technology in an innovative way, might produce ethical environmental guidelines to cope properly with the challenge posed by the occasion.
“¿Hacia dónde vamos, toda vez que sabemos tan poco de dónde hemos
venido y sólo un poquito de lo que somos?” (Boff, 1996:47) Uno de los grandes propósitos de este XIV Congreso Internacional de Filosofía
Latinoamericana es que sus participantes enfaticemos, como imperativo y gran
requerimiento humano, la obligada construcción de una filosofía de la
naturaleza que suministre vías para pensar y formular modos inéditos de habitar
el planeta, encaminados mediante el compromiso hacia la absoluta valoración
de la vida y el respeto al medio ambiente. Para tal fin, considero crucial que
diseñemos comunidad, que tejamos humanidad. El diseño es una parte
omnipresente de la vida humana, desde las actividades mundanas del día a día
hasta las más sofisticadas preocupaciones de la sociedad (Eckert et al.
2010:27). Todas-Todos diseñamos, especialmente el hablar de diseño. Dudo,
cabe anotar, de los caminos únicos, y aspiro a que mi monólogo se vuelva
diálogo por las opiniones que en ustedes (oyentes o lectores) mi aproximación
generé, ciertamente lo primero que asumo aquí es que los asuntos “técnicos no
son nunca estrechamente técnicos, tal como los problemas sociales no son
estrechamente sociales” (Bijker y Law en Durbin 2007:264). No intento ni
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remotamente dominar rigurosamente los temas amplios que menciono
(sociedad, filosofía, tecnología, ecología, política, diseño, religión, ciencia), sino
rozarlos para fluir en esa unión diversa de preocupaciones que nos convoca.
Unión, no necesariamente unidad (cf. Lajo, sin fecha:1). Me presento como
neurona-persona de la gran mente-humanidad, intentando hacer sinapsis
poéticas con otras neuronas-personas, cual aprendiz que balbucea
impresiones; con anhelo de aportar a la vivencia conjunta, al diseño
participativo de situaciones asumamidas con precaución fuerte, como modo
político de polemizar armónicamente desde intenciones cruzadas nuestro papel
en el medio ambiente (más que nuestro ‘manejo’ del medio ambiente).
Conversemos, discordando, sin acuerdos obligados o impuestos por quienes se
arrogan el poder y el mando. Las conversaciones originan innovación y cambio.
Máxime cuando permitimos que nuestras intenciones cruzadas emerjan (y sean
aceptadas como tal) eso es un un logro en sí mismo. Algo perturbador pues
contradice la preconcepción de que las construcciones humanas sólo caminan
en el consenso. Conversemos, para que nuevos temas surjan (y se les permita
surgir) en el fluido interactuar entre intenciones cruzadas, o entrelazadas.
Sumerjámonos en cualquier dirección que la conversación tome, incluso
preocupémonos porque la ansiedad y el cambio están angostamente vinculados
entre sí (cf. Buur y Larsen, 2010:130). En especial preocupémonos por tantas
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veces que nos impedimos conversar, porque allí quizás comenzó la debacle de
la naturaleza. Cuando abanadonamos la participación para observar desde
nuestros recelos.
1. Diseño participativo
“…los filósofos sólo han interpretado el mundo…; el punto es cambiarlo”. Karl Marx, 1845* (en Krippendorff 2006, preámbulo).
En algún momento, gentes de siglos pasados, hicieron de la producción y el
crecimiento sus obsesiones colectivas y empezaron por todo el orbe a usar los
principios tecnológicos para dominar la naturaleza; algo que, comenta Leonardo
Boff, engendró una actitud instrumental que “rompió la inmediatez, el contacto
directo, con la experiencia, el contacto epidérmico en vínculo con la naturaleza.
Entre nosotros y la naturaleza se interpuso el instrumento” (cf. op. cit.:96) con
sus millones de formas de artefactos contaminantes, usurpadores y a menudo
devastadores del ambiente: son tantos los tecno-monstruos que se diseñan en
el mundo de comienzos del siglo XXI enfocados en proyectos y planificaciones
cuyos objetivos específicos buscan el desarrollo en sus múltiples versiones.
En este punto, ni quiero, ni puedo ser observador objetivo, soy sujeto
participante; por eso más que teorizar pregunto, opino, discurro sobre el
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problema ecológico, el cual, sólo cuando se ilustra en contextos puntuales, se
libera de las imprecisiones, las ausencias y los lugares comunes.
¿Cuándo empezó la naturaleza a padecer devastaciones? Hay quienes afirman
que las interpretaciones ortodoxas de la teología judeo-cristiana apoyaron los
idearios conquistadores en los cuales se ampararon quienes emplearon la
tecnología y la ciencia bajo una perspectiva según el cual, la razón exclusiva de
natura era servir absolutamente a los seres humanos, quienes conforme a su
saber y entender pasaron a explotarla inmisericordemente (cf. ibídem, 97) Por
supuesto hay más momentos, más motivos, y versiones discordantes. Sin tener
respuesta me pregunto cómo el crecimiento canceroso de las fábricas y el
desmedido apetito material de incontables generaciones de empresarios e
industriales originó inviernos abrumadores y sequías espantosas. ¿O acaso no?
La pregunta es ¿cómo actúo yo en la película de la vida?; allí irrumpe la
palabra que, para mí, abarca comprensiva el más amplio posible espectro del
hacer humano. Palabra que describe la intención generativa del proyectista, y
su versión del cambio, como individuo, como sociedad completa o como
comunidades dentro de ésta, la palabra que impulsa las intenciones, que anima
la determinación de las voluntades para alcanzar fines. ¿Hay alternativas de
desarrollo? dirán unos y yo pregunto ¿hay alternativas al desarrollo? ¿Pueden
nuestras humanas voluntades ir en pos de fines pacíficos e integradores, de
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comienzos que permitan contradicciones y disensos? En este punto la palabra
que engloba mis esperanzas es: diseño.
Diseño conversado, articulado en conversaciones: en filosofía del instante,
donde los conceptos nacen en la instantánea experiencia de quienes participan
del ecosistema mundo para generar innovación. A menudo un chiste, un error,
una crítica aporta una metáfora inédita y fecunda, a veces en lo improvisado, se
dan ideas que provocan respuestas espontáneas cuando aparecen; y una vez
incorporadas al lenguaje, animarán nuevas conversaciones, se “mantendrán
haciendo eco”, para usar otra metáfora (cf. Buur y Larsen, op. cit.:131).
Aquí viene entonces mi idilio con el diseño participativo (DP). Diseño vinculante,
multitudinario, dado cuanto todos toman parte, mutuamente responsables unos
ante otros. Fruto nacido en el campo abonado por el conflicto, o por los miles de
pugnas que asoman en ese cañón del colorado que media entre doxas y
epistemes, entre expertos y laicos; allí donde se supone que hay unos
entendidos en asuntos tecnológicos y otros ignorantea; participativo implica
dinámicas de diseño de arriba abajo y viceversa; y quienes intentamos
emplearlo, en lo macro concebimos la administración planetaria como un diseño
colectivo en el cual a cada uno le compete la seis mil millonésima parte, y en lo
micro como un proceso que fusiona prácticas materiales y sociales localizadas,
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comunitarias; en el mundo quienes integran el movimiento del diseño
participativo buscan involucrar activamente a todos los legos en el diseño de
artefactos tecnológicos y sistemas (cf. Howard 2004:41).
Fácil decir, difícil hacer. Requerimos precaución.
2. La hora de la Precaución Fuerte.
“¿Acaso olvidaste que la vida es una escuela perpetua?¿Que cada acto o intención es una siembra en tu jardín? ¿Que el chamanismo es un
reaprendizaje, pues todo ya lo sabías al ser parte de la condición natural? ¿Que quien aprendió a aprender nunca lo pasa mal?” (Espinoza 1991:103)
Al estudiar género facilita opinar en femenino, asumír esa objetividad feminista
que va aparejada con subjetividades contextuales. Aquí, para cuidar la
naturaleza, filosofo, habito, actúo, compongo territorios, apelo a ubicaciones
limitadas y conocimiento situados, abandonando la trascendente escisión entre
sujeto y objeto. Hablar de la naturaleza mundial, implica primero vivir la
cotidiana, el ave que escuchamos en la mañana, nuestro perro, el árbol del
jardín, la fruta del desayuno. De esta manera podemos, y creo que debemos
hacernos responsables por lo que aprendemos a ver (cf. Haraway, 1991:190).
Paradójicas son las conversaciones de diseño participativo que propongo
porque sugiero abandonarnos a ellas con precauciones; valorar a otros, permitir
que el eco de sus conceptos resuene en la experiencia de los nuestros;
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participar, va más allá de observar, teorizar la innovación no innova tanto como
participar innovando la teorización. Toda precaución fuerte procede de un
principio de precaución: requerimos cambios potencialmente fundamentales en
cómo el conocimiento científico y la investigación científica son empleados en la
política ambiental, y una vez los realicemos requeriremos muchos más, a decir
verdad menester es “suponer que la ciencia no siempre proporciona los
conocimientos necesarios para proteger efectivamente el medio ambiente y que
podrían aparecer efectos indeseados si las medidas son tomadas solo cuando
la ciencia no satisface tales perspectivas” (Howard op. cit.:47). A decir verdad la
ciencia nunca proporciona los conocimientos necesarios, son los científicos
quienes lo hacen, la ciencia es la suma de las tradiciones de quienes la
ejercieron y murieron, con las realidades de quienes la ejercen y la viven.
¿Qué tal favorecer enfoques tecnológicos lentos cuya adopción requiera incluso
de la opinión del más lejano parroquiano en la más remota vivienda del territorio
impactado por la ocasional implementación? Dichos enfoques, o mejor quienes
los implementen, han de soportar la carga de demostrar, hasta algún estándar
establecido, que la tecnología en cuestión sólo causará daños reversibles y
leves. Aconsejable es recordar aquí que cuando una actividad plantea
amenazas de daño para la salud humana o para el medio ambiente, ninguna
medida de precaución sobra, aun frente a las sospechas infundadas del posible
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peligro que comportan las más aparentemente inofensivas relaciones de causa
y efecto; cautela incluso ante aquellas condiciones que quienes tienen a su
cargo la ciencia declaran innocuas y serenas. (cf. ibídem:48).
Precaución fuerte, implica responsabilidad por una naturaleza que hacemos,
pensamos y sentimos, no externa a nosotros, sino envolviéndonos, y a la cual
pertenecemos. Aceptarlo es aprendizaje significativo para todos los implicados,
en unión intentando armonizar intenciones cruzadas que a veces resultan en
‘interacciones’ creativas allí donde se vinculan los procesos del aprendizaje
experiencial por un parte y los procesos del aprendizaje inspiracional por la otra;
la naturaleza artificializada o la artificialidad naturalizada son nombres válidos
para la misma aventura humana desde el mundo concreto de la experiencia y el
mundo espiritual de la visión interior (en inglés in-sight), o perspicacia; de esta
suerte el mundo abstracto de los conceptos, sobre la participación, el diseño o
la naturaleza, estaría dado en la interfaz entre lo espiritual y lo concreto. (cf.
Bawden 1999:73)
La vista interior, nos lleva a la comunidad interior, a lo que Leonardo Boff llama
la ecología mental. “Existe —dice Boff— una ecología interior lo mismo que una
ecología exterior, y se condicionan mutuamente” (op. cit. 19). Dentro de
nosotros mismos esa ecología interna abre nuevos panoramas en relación al
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mundo y a los demás, ¿acaso hemos interiorizado las industrias depredadoras?
Tal vez. Lo valioso es, para mí, que entre nosotros también hay intenciones
cruzadas, en el diálogo interior también se juega el destino de mundos. Ese
entrechocar entre lo espiritual (de la inspiración) y lo concreto (de la
experiencia), allí en cada poro de nuestra piel está el lugar de lo conceptual;
punto de contacto donde aparece el significado. El mismo Bawden (cf. op. cit:
73-74) afirma que este enfoque está próximo a lo que postuló desde su teoría
integral, el pensador estadounidense Kenneth Wilber, particularmente su obra
Eye to Eye: The Quest for the New Paradigm, 1990). Ya Wilber lo había leído
dentro de la teología escolástica medieval católica, tal cual lo planteó el
franciscano San Buenaventura: el Doctor Seráfico veía el mundo con y por tres
ojos, el de la contemplación, por “el cual nos elevamos al conocimiento de las
realidades trascendentes”; el ojo de la razón por “el cual obtenemos un
conocimiento de la filosofía, la lógica y la mente misma”; y el ojo de la carne
“por el cual nosotros percibimos el mundo externo del espacio, el tiempo y los
objetos”; a estos tres ojos, entre los cuales hay intenciones cruzadas, y miradas
desviadas que hacen el bizco; Wilber los llamó respectivamente transcendelia,
intelligibilia y sensibilia (cf. ibídem, 74). Curiosamente entre miradas, como bajo
nuestras pieles, se encuentran Europa África y América, cuyas miradas también
se cruzan; y las tradiciones de una parte del mundo tienen su reflejo en las del
otro porque los incas según describe Lajo (sin fecha:13) experimentaban en tres
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categorías ese tiempo-espacio oscilatorio o Pacha, el Uku Pacha o Munay
(mundo de abajo, del reptil, de la muerte y los instintos y el “sentir bien”); el Kay
Pacha o Ruay (de las acciones, el mundo del aquí y ahora, del “hacer bien”, el
mundo del puma y el encuentro, la interfaz entre los dos otros) y el Hanan
Pacha o Yachay (o mundo de arriba de las abstracciones y el “pensar bien”)
cuya combinación consigue el Sumac Kausay o esplendida existencia.
Podemos venir del cielo para adentrarnos en la tierra, y ver arriba el pasado y
abajo el futuro como forma de entender que el más pequeño de los círculos
concéntricos, puede ser aquel del que los otros brotan, o la luz al final del túnel,
aquel destino al que los otros apuntan. Todo depende de la situación.
3. Diseño de (las) situaciones.
“Etiquetar a las cosas como 'recursos' conduce a quitarles cualquier
identidad protectora que estás puedan tener y abrirlas a la intervención desde el exterior. Considerar el agua, los suelos, los animales, la gente
como recursos los convierte en objetos para la administración por parte de los planificadores, y para la tasación por parte de los economistas” (Sachs,
1988:4 en Cuello y Durbin, 1995: sin pagina). Los teóricos participantes (y los observantes también aunque crean que no),
integramos los procesos sociales, todos-todas narramos, sin importar el lugar-
minuto (del Pacha inca) de donde nuestros temas provengan. Diseñar
situaciones requiere renunciar a creer ver lo observado desde el ojo de Dios
(que está en todas partes y en ninguna) como asumen muchos teóricos
sociales, cuando desconfiando de sus ojos humanos, se declaran externos a los
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territorios-épocas que observan. Recupero la naturaleza cuando adopto una
perspectiva ecológica emancipadora permitiéndome escuchar la voz de las
multitudes, y enredarme en el proceso social donde narrando todos-todas los
participantes somos conceptualizadoras y personas competentes, “gestores de
nuestros mundos y épocas locales”. Sin explicar razones ajenas, en
conversación con cada quien sobre la explicación posicional que elige como
razón de sus acciones. (cf. Krippendorff, 2000:23). No hay así, ni significado
prefabricado, ni naturaleza contaminada, porque el significado vivo es una
condición emergente entre individuos y comunidades, dialogantes a través de
las interacciones entre diferentes “formas de conocimiento” encarnadas en las
personas que las producen y viven. (Bawden, op. cit.:63)
Diseñar nuestras situaciones nos faculta para apropiar espacios-instantes, para
ser actores-autores de mundos boscosos cuyos arbustos personales
entrelazados permiten situar el conocimiento de cada quien y aportan
herramientas para habitar mapas de la conciencia particular. Nos inscribimos en
las categorías de la marca y la frontera, de la raza y el sexo, de la clase y la
religiosidad silenciadas u homogenizadas en las historias clasista, ortodoxa,
machista, racista y colonialista de las dominaciones. Conocimientos situados
son siempre marcados, personalizados, posibilidades de reorientar y rehacer
los mapas, expresando un cuerpo heterogéneo mundial que se afirme ante el
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capitalismo, la institucionalidad y el colonialismo masculinistas (cf. Haraway, op.
cit.:111)
¡Cuán fascinante volver a la naturaleza que nuestra artificialidad construye a
vivir la paradoja de una planeación espontánea! En esa espontaneidad,
permitirnos imaginar funciones nuevas para nosotros mismos o para otros. En
esa interacción hay que dejarnos mover por otros, aún en direcciones
imprevisibles, y ver cómo, en esa dinámica, otros mutan también. Lo ecológico
se vive cuando la inseguridad está asegurada, cuando papeles y prerrogativas
interpersonales son cuestionados. (cf. Buur y Larsen, op. cit.:131). Ahora bien
¿podemos ser espontáneos y precavidos simultáneamente? Tal es la paradoja
que entraña la precaución fuerte: en tanto proceso democrático abierto que
abarca todas las persona interesadas. Rehabitar la tierra implica examinar
gamas completas de posible desarrollo social o tecnológico. La toma de
decisiones dialogada habría de ser el modo por defecto de cuanto proceso
tecnológico se implemente; aun la más fundamental tecnología existente ha de
ser reexaminada y reformada con cautela; hasta la macroescala. Revisar
grandes patrones generales de impacto en escenarios amplios,
ocasionalmente, revierte los daños que ignorar tal cosa causa en los detalles. Si
nos acomodamos y actúamos según las pautas generales de los procesos
naturales, las decisiones ambientales, aunque sean científicas, han de tener
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siempre sentido política, pues al participar en lugar de observar
coprotagonizamos una ciencia intrínsecamente política (cf. Howard 2004:48).
Las intenciones cruzadas coexisten en un mundo que aceptamos como
narrativa ecológica. Allí las especies de flora y fauna y, por supuesto, la
humanidad han de renunciar a la hegemonía. Gobierno, poder y rumbo están
repartidos. Los seres de cada especie habitan sus versiones del mundo, sus
mundos particulares, y ‘conversan’ a su manera. La ecología está soportada en
el entramado de variadísimos componentes cuyas interacciones (predación
simbiosis, foresia, parasitismo, comensalismo) instauran nichos para las
familias, culturas y especies. Cada quien en el ecomapa escenifica sus
particular entendimiento situado y posicional de sí mismos y de otros. Son
muuchos mundos en unión más que un mundo único. Esta ecología-mundo
desborda la agencia o posibildad de acción de cualquiera de sus integrantes.
Para el léon, es incomprensible la lógica del conejo y para el vigilante la del
gerente. Hay un todo inteorizable e incomprensible a cabalidad desde cualquier
situación dentro de dicha ecología, que no es plenamente aprovechable o
dominale por una especie o grupo sin importar las relaciones de poder que se
establezcan entre ellos (cf. Krippendorff, 2005:14). Quien ‘manda’, aún quien
manda más tiene solo un mando situado. Cada parte es una pieza articulable
con otros pero no todo el rompecabezas.
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4. Un proyecto hipotético.
“Hermano, no es suficiente declarar que defenderemos la naturaleza, escribir libros y dar conferencias en su defensa, precisamos volvernos
árboles, cóndores, alpacas, encarnando la libertad, la naturalidad, la inocencia, la voluntad, la paciencia, el entusiasmo, las ganas inaguantables
de vivir” (Espinoza, op. cit.:56). En esa horizontalidad, cabe recordar que desde el principio de precaución, y
particularmente desde la precaución fuerte, es aconsejable resistir “cualquier
decision jerárquica tomada por instituciones las cuales bajo la globalización
están cada vez menos y menos localmente arraigadas” (Howard op. cit.:49).
Voy a cerrar este fragmentario texto con una propuesta de diseño participativo
con intenciones cruzadas: aquí el punto es la experiencia de diseñar sin
importar la disciplina en la cual el diseñador trabaje, incluso sin trabajar como
diseñador en disciplina alguna, todo humano diseña cuando prepara un futuro
(cf. Eckert et al. op. cit.:27). En una narrativa ecológica un ecosistema es un
texto del cual cada especie hace lectura comprometida, producida, diseñada.
Los textos no se leen sólos, son leídos por alguien. Así las más vitales lecturas
de un texto dado son también argumentos situados en campos de significados y
energía. En la lectura natural se cruzan las intenciones, cada especie recorre
mapas posibles de conciencia, de coalición, y de acción. El recuento vital de un
autor es la ficción de otro, el heroismo autobiográfico de éste; la pesadilla de
aquel; la historia colectiva de tal grupo la historia silenciada de tal otro. La
armonía ecológica se da cuando valoramos cada efecto textual y aceptamos la
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identificación y la diferenciación, la comparación y el discurso moral —todas
dimensiones problemáticas e inescapables del discurso de las mujeres, los
nativos, los ignorados, los vencidos (cf. Haraway, op. cit.:114)
Vamos ahora a la especulación, a la inmersión en el ejemplo: supóngamos que
muchas personas ‘fuereños’ y ‘adentreños’ se congregan en un lugar,
pongamos por caso el Parque Santander (plaza central) de la ciudad de Leticia,
capital del departamento colombiano de Amazonas, en la ceremonia inaugural
de Amazonia Diseña para testimoniar el nacimiento de ¿una empresa? ¿una
neoaldea? ¿una industria? ¿un campo de armonización? ¿una reserva
ecológica? Llamémoslo una reconversora: Leticia-Tabatinga.
Reconversora de Basuras en Selva (luego de tantos años de volver basura la
selva) el modelo funcionará en Tres Fronteras Amazonas, desde allí beneficiará
poblaciones peruanas, brasileñas y colombianas (en un modelo que se espera
sea replicado en otras regiones de la cuenca). Inrebas (la Iniciativa
Reconversora de Basuras) surge de una dilatada conversación
(¿’reconversadora’ de basuras?) entre indígenas, mestizos, habitantes locales,
autoridades, diseñadores industriales y profesionales de diversos programas
universitarios (agronomía, ingeniería agroecológica y de alimentos, arquitectura
y urbanismo, biólogos, ecólogos, zoólogos, filósofos, zootecnistas y
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veterinarios) provenientes de las localidades de influencia desde aldeas
vecinas, hasta las ciudades de Villavicencio y Florencia (Colombia); Tingo
María, Pucallpa e Iquitos (Perú); Manaos, Santarém y Belem do Para (Brasil). El
evento incluiría participación de alcaldes y autoridades locales, municipales e
indígenes de diversas ciudades amazónicas y con apoyo de organizaciones no
gubernamentales y de protección ambiental. Tentativamente es el cierre de la
primera conversación hecha proyecto, sobre muy diversos intereses y con
varios matices como la educación ambiental indígena (en donde se privilegió el
saber tradicional y en lugar de escuela fueron proyectados unos jófomos, o
malocas infantiles intertribales); la de energía limpia (donde los intereses de
quienes abogan por industrias limpias prepararon unos árboles artificiales
generando bosques electro-solares); la de renaturalización de materias primas
en el cual desde la ecología radical se retornan al ambiente elementos que le
fueron extraidos, la de protección y potabilización natural de aguas (proyecto
piloto de filtros vegetales de barrera sin químicos de por medio); la de
zoocriaderos de especies silvestres (en fase 1, tortugarios de charapas y
piscifactorías integrales); la de agricultura de mínimo impacto (cuyo proyecto
germinal es el de bio-terrazas); y la de generación de infraestructura de turismo
ecológico (con los botehoteles ‘anakonda’). Podría tomar meses consolidar una
iniciativa sobre diseño participativo (en especial porque habría de contar con la
opinión de los habitantes del lugar sobre lo que es el diseño participativo); ¿qué
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versión del diseño tendrán colonos de múltiple procedencia; y comunidades
indígenas lugareñas? (huitotos, matapíes, tucanos muinanes, boras, yucunas,
cocamas y ticunas), ¿un diseño endógeno del trapecio amazónico? ¿Cómo
funcionaría? ¿Desde la Internet o desde una sede tribal o desde ambas partes?
¿Cómo se diseña con comunidades sin caer en el asistencialismo? ¿Etnografía
inversa y de investigación-acción-CONVERSACIÓN-participativa con los
actores implicados? El plan desde diversas cabezas podría derivar y la
coordinación de cada grupo ser matizadas por pugnas entre la dirigencia local y
los fuereños (¿cómo co-coordinarían los de dentro y los de fuera). Cada cierto
tiempo los grupos cruzarán información bajo parámetros discutidos, disputados
incluso, no consensuados (pero sí conversados). Un Núcleo Integrado de
Interlocución establecería líneas proyectuales con miras a la fundación oficial de
Inrebas tras un multitudinario encuentro hipotético llamado Amazonia Diseña.
¿Pueden entrar todas las coordenadas geográficas, todas las experiencias
humanas en un macro-procesos proyectivos? Más allá de razones y técnicas,
¿cómo incluir las motivaciones e imaginaciones de los lugareños? (sus
nociones de trabajo, ocio, turismo, salud y existencia en general). ¿Cabría en
justicia, y validando el enfoque complejo, un florecimiento del palpitar trinacional
del lugar? De seguro las historias de las naciones entremezcladas con las de
las tribus desdoblarían diversas narrativas humanas identitarias, y regionales; la
peruanidad de los nacidos en Santa Rosa de Yavarí, la colombianidad de los
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leticianos, la brasileñidad de los tabatinguenses; sus rasgos de sus colectivos
culturales (colonos y nativos, niños y ancianos, mujeres u hombres, blancos,
indios, mestizos, etc.). ¿Cuáles serían los conceptos de diseño? Dejo los
pormenores a cada imaginación lectora. Hasta ahí bosquejo un espejismo de lo
que sería el vivir la tierra ecosistémicamente; tal vez, de la bruma del porvenir
aparezcan novedades. De los tres tiempos, el rostro del venidero siempre es
esquivo. Sin embargo, creo y propongo la posibilidad de un diseño que
desborde fronteras; un esfuerzo concurrente de pareceres divergentes para
articular un multitudinario proyectos de rito, paso o iniciación. No una ceremonia
de grado, sino una ceremonia gradual… Acaso soy demasiado obvio
idealizando mi ejemplo en una zona trifronteriza, mil kilómetros al sur de
Bogotá, allí está el progreso chocando con el ecosistema y las fronteras
generalmente demarcan zonas de tensión entre poblados (Leticia, Tabatinga y
Santa Rosa); entre países Colombia, Brasil y Perú; entre portugués, español y
lenguas nativas, entre el río más grande del mundo y el más delicado
ecosistema de la mayor selva planetaria. Complejidad sociolingüística, vida de
frontera, drama ecológico, crisol de etnias, carencias materiales, la zona más
interior de Colombia (no geográfica, sino simbólicamente), lo más enclavado en
Sudamérica, lejos del ‘primer’ mundo. Tal vez sea el momento de conversar
esfuerzos y de permitir que todos los integrantes de una comunidad diseñen en
compañía, incluso en el desacuerdo, ¿pueden rediseñarse los ecosistemas? Yo
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espero que sí y lanzo la invitación al evento de los eventos. Un diseño del
terruño. Algo discutible en un brindis de valores mutuamente ofrecidos y
confrontados entre miles, o millones de personas, todas diseñando en la
encrucijada, con intenciones cruzadas (cf. Gutiérrez, 2011).
Aquí hablamos de diseño como preparación proyectiva del futuro, sin querer
como meta describir lo que ecología, o tecnología, o ciencia, o filosofía ‘son’ en
sentido definitivo o genérico; sin siquiera intentar establecer las formas en que
“deberían ser”, sólo abandonar el impersonal lugar de observar, y participar con
precaución, para comprender cómo se manifiesta la experiencia de diseñar
desde la vivencia de quienes intervienen en ella (Eckert et al. 2010:28).
Nosotros en la naturaleza, naturaleza en nosotros, tal es mi ejemplo, espero tu
versión del mío, o mejor, el tuyo, y el tuyo en una innumerable línea de tuyos,
en el siempre cambiante paisaje de la posibilidad. Deja de observar, participa.
Sólo es cuestión de personalizar lo impersonal, comencemos, o mejor,
conversemos.
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