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Introducción Las décadas comprendidas entre 1970 y 1990 marcaron un importante aumento de problemáti- cas sociales, tanto en los llamados países desarro- llados como en aquellos denominados en «vías de desarrollo». En el ámbito de las ciencias so- ciales estas problemáticas, asociadas a una im- portante crisis capitalista, interpelaron a los prin- cipales teóricos para elaborar explicaciones sobre lo que estaba sucediendo. Las respuestas prove- nientes de las distintas tendencias teóricas y polí- ticas, fueron dispares y a veces, antagónicas. Cuadernos de Trabajo Social ISSN: 0214-0314 Vol. 26-2 (2013) 421-430 http://dx.doi.org/10.5209/rev_CUTS.2013.v26.n2.39608 421 La «cuestión social» mistificada: límites y tensiones en la «crisis» de la sociedad salarial The social question mystified: Boundaries and tensions in the wage society “crisis” Manuel Waldemar MALLARDI Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires [email protected] Recibido: 18/09/2012 Revisado: 16/10/2012 Aceptado: 21/05/2013 Disponible on line: 20/12/2013 Resumen El presente texto pretende aportar a las discusiones contemporáneas acerca de las implicaciones de la categoría «cues- tión social». El carácter polisémico de la categoría exige fortalecer el debate en torno a su significado, confrontando perspectivas muchas veces antagónicas. El texto se centra en el análisis de los aportes de Castel y Rosanvallon, procu- rando exponer los límites que sus planteamientos presentan para aprehender los procesos sociales actuales. Aceptando las diferencias analíticas que los autores mencionados presentan, el trabajo pretende discutir sus fundamentos, princi- palmente a partir de las implicacones que la relación salarial tiene para ellos, y mostrar como la intencionalidad de re- cuperar las trayectorias individuales, como eje de los procesos sociales, representa una estrategia del pensamiento bur- gués que busca ocultar la perdurabilidad y cambios en los procesos de explotación capitalista. Palabras clave: Cuestión social, relación salarial, exclusión, trabajo Abstract The aim of this text is to contribute to the contemporary discussions about the implications of the «social question» category. The polysemous nature of this category demands the strengthening of the debate about its meaning, often bringing face to face antagonic perspectives. The text is focused on the analysis of Castel and Rosanvallon’s contributions to social studies, trying to expose the limitations showed in their reasoning in order to apprehend the current social processes. Accepting the analytical differences the above mentioned authors present, this work aims at discussing their basis, mainly from the implications that wage relations have for them, as well as to show how the intent to recover the individual paths as the core of the social processes represents a strategy of the bourgeois thinking, which seeks to hide the durability and changes within the processes of capitalist exploitation. Keywords: Social question, wage ratio, exclusion, work. Referencia normalizada: Mallardi, M. W. (2013): «La «cuestión social» mistificada: límites y tensiones en la «crisis» de la sociedad salarial». Cuadernos de Trabajo Social, 26(2): 421-430 Sumario: Introducción. 1. La crisis de la sociedad salarial y la «nueva» cuestión social. 2. La «nueva cuestión social» y la desafiliación del ciudadano. 3. La «nueva cuestión social» y el «nuevo» rol del Estado. 4. Breves con- sideraciones finales. 5. Referencias bibliográficas.

Cuestion Social Mistificada

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Análisis de los debates teóricos sobre la categoría cuestión social, principalmente a partir de la crítica a los aportes de Castels y Rosanvallón

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IntroducciónLas décadas comprendidas entre 1970 y 1990marcaron un importante aumento de problemáti-cas sociales, tanto en los llamados países desarro-llados como en aquellos denominados en «víasde desarrollo». En el ámbito de las ciencias so-

ciales estas problemáticas, asociadas a una im-portante crisis capitalista, interpelaron a los prin-cipales teóricos para elaborar explicaciones sobrelo que estaba sucediendo. Las respuestas prove-nientes de las distintas tendencias teóricas y polí-ticas, fueron dispares y a veces, antagónicas.

Cuadernos de Trabajo Social ISSN: 0214-0314Vol. 26-2 (2013) 421-430 http://dx.doi.org/10.5209/rev_CUTS.2013.v26.n2.39608

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La «cuestión social» mistificada: límites y tensiones en la «crisis» de la sociedad salarial

The social question mystified: Boundaries and tensions in the wage society “crisis”

Manuel Waldemar MALLARDIUniversidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires

[email protected]

Recibido: 18/09/2012Revisado: 16/10/2012Aceptado: 21/05/2013Disponible on line: 20/12/2013

ResumenEl presente texto pretende aportar a las discusiones contemporáneas acerca de las implicaciones de la categoría «cues-tión social». El carácter polisémico de la categoría exige fortalecer el debate en torno a su significado, confrontandoperspectivas muchas veces antagónicas. El texto se centra en el análisis de los aportes de Castel y Rosanvallon, procu-rando exponer los límites que sus planteamientos presentan para aprehender los procesos sociales actuales. Aceptandolas diferencias analíticas que los autores mencionados presentan, el trabajo pretende discutir sus fundamentos, princi-palmente a partir de las implicacones que la relación salarial tiene para ellos, y mostrar como la intencionalidad de re-cuperar las trayectorias individuales, como eje de los procesos sociales, representa una estrategia del pensamiento bur-gués que busca ocultar la perdurabilidad y cambios en los procesos de explotación capitalista.Palabras clave: Cuestión social, relación salarial, exclusión, trabajo

AbstractThe aim of this text is to contribute to the contemporary discussions about the implications of the «social question»category. The polysemous nature of this category demands the strengthening of the debate about its meaning, oftenbringing face to face antagonic perspectives. The text is focused on the analysis of Castel and Rosanvallon’scontributions to social studies, trying to expose the limitations showed in their reasoning in order to apprehend thecurrent social processes. Accepting the analytical differences the above mentioned authors present, this work aims atdiscussing their basis, mainly from the implications that wage relations have for them, as well as to show how the intentto recover the individual paths as the core of the social processes represents a strategy of the bourgeois thinking, whichseeks to hide the durability and changes within the processes of capitalist exploitation.Keywords: Social question, wage ratio, exclusion, work.

Referencia normalizada: Mallardi, M. W. (2013): «La «cuestión social» mistificada: límites y tensiones en la «crisis»de la sociedad salarial». Cuadernos de Trabajo Social, 26(2): 421-430

Sumario: Introducción. 1. La crisis de la sociedad salarial y la «nueva» cuestión social. 2. La «nueva cuestiónsocial» y la desafiliación del ciudadano. 3. La «nueva cuestión social» y el «nuevo» rol del Estado. 4. Breves con-sideraciones finales. 5. Referencias bibliográficas.

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En este marco, desde la sociología francesasurge la postura teórico-metodológica, sinteti-zada en los aportes de Castel y Rosanvallon,para explicar los procesos sociales contempo-ráneos a partir de la crisis de la relación sala-rial. Las obras principales de ambos, La meta-morfosis de la cuestión social de Castel y Lanueva cuestión social de Rosanvallon fueronpublicadas en Francia en el año 1995, presen-tando miradas coincidentes en varios aspectos,como también análisis que diferencian a losautores, principalmente en lo que respecta a laresponsabilidad del Estado frente a la «cues-tión social».

Sin bien han transcurrido diecisiete años dela primera edición de ambas publicaciones, lanecesidad de seguir debatiendo con sus su-puestos teóricos y propuestas políticas está da-da por la vigencia de sus posturas en las cien-cias sociales contemporáneas, como tambiénpor su incidencia en la definición y gestión depolíticas públicas en distintos países de Améri-ca Latina y Europa. Igualmente, asistimos auna continua reactualización de las crisis, pro-pias de la sociedad capitalista, que tienen comoconsecuencia la expulsión de amplios sectoresde la población del mercado formal de trabajo,por lo cual la discusión de estas categoríasguarda la relevancia que la propia dinámica so-cial le otorga.

1. La crisis de la sociedad salarial y la «nue-va» cuestión socialEn sus aportes para explicar los procesos so-ciales contemporáneos, Castel (1997) realizaun análisis que procura buscar los ejes que de-finen la «cuestión social» en distintos momen-tos históricos. Para el autor la «cuestión so-cial», surgida como categoría en 1830 para darcuenta del pauperismo vigente, constituye

Una aporía fundamental en la cual una so-ciedad experimenta el enigma de su cohesión ytrata de conjugar el riesgo de su fractura. Es undesafío que interroga, pone de nuevo en cues-tión la capacidad de una sociedad (lo que en tér-minos políticos se denomina nación) para exis-tir como un conjunto vinculado por relacionesde interdependencia (p. 20)1.

Lo social aparece como el nexo entre un sis-tema económico que genera miseria y un siste-ma político que se plantea retóricamente comogarante de los derechos del ciudadano. El mie-do a la fractura societal genera la necesidad deintervenciones para promover la integración deesta población en la sociedad, entendida comoun conjunto de elementos interdependientes.

Mediando el siglo XX, las nuevas relacio-nes sociales presentan un importante númerode población que no trabaja, teniendo la capa-cidad de hacerlo, lo cual interpela tanto el aná-lisis como las respuestas socio-asistenciales.Así, la «nueva cuestión social» sintetiza, de al-guna manera, el cuestionamiento a la funciónintegradora del trabajo en la sociedad (Castel,2007). Para Castel en toda sociedad existe unconjunto de población que se constituye en losusuarios potenciales de la Asistencia Social,incluyendo, por ejemplo, a niños y ancianos,enfermos, deficientes físicos o psíquicos, entreotros. En términos históricos y con sus respec-tivas variantes, las sociedades garantizan losrecursos mínimos para la reproducción cotidia-na de esta población. Sin embargo, cuando sepresentan personas adultas que no trabajan,aunque podrían hacerlo, las respuestas no hansido homogéneas y articulan, según los casoscoerción, encierro, represión y asistencia.

Es así como el trabajo, entendido como so-porte privilegiado de inscripción en la estruc-tura social, adquiere un lugar central en la ex-plicación de la «cuestión social» en la sociedadindustrial. En este contexto, la relación salarialque se constituye con el fordismo instala nue-vas relaciones sociales, asegurando distintasprestaciones asociadas mediante el acceso a laseguridad social y a la vida social a través delaumento sostenido de los niveles de consumo.Esta relación salarial supone:

Un modo de retribución de la fuerza del tra-bajo, el salario (el cual gobierna en gran medi-da el modo de consumo y de vida de los obrerosy sus familias), una forma de disciplina del tra-bajo que regula el ritmo de la producción, y elmarco legal que estructura la relación de traba-jo, es decir el contrato de trabajo y las disposi-ciones que lo rodean (Castel, 1997, p. 328).

1 En una obra publicada originalmente en francés en 2009, Castel reafirma esta postura sobre la «cues-tión social» planteando su mayor capacidad explicativa que las denominadas cuestión urbana y cuestión ét-nica. Al respecto véase Castel, 2010.

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Las bases o condiciones para esta nueva re-lación salarial se encuentran en la identifica-ción de la denominada población activa, es de-cir quienes se encuentran en condiciones detrabajar, la regulación de la conducta del obre-ro, mediante su fijación a su puesto de trabajoy la gestión del tiempo de trabajo precisa y re-glamentada. La instauración del salario posibi-lita al trabajador ser participe, además del pro-ceso de producción, del consumo de loproducido masivamente, del acceso a la pro-piedad y a los servicios públicos. Estos ele-mentos tienen como telón de fondo la instaura-ción del derecho al trabajo que reconoce altrabajador más allá de la relación individual, esdecir como miembro de un colectivo legitima-do (Neffa, Panigo y López, 2010).

Esta nueva situación, con el aumento del ni-vel de vida de los sectores asalariados, lleva alautor francés a sostener el reemplazo de la so-ciedad de clases por la sociedad salarial, entanto se habría producido la disolución de unaalternativa revolucionaria y una reconfigura-ción de la conflictividad social. Para Castel

La oscilación entre revolución y reforma,que nunca dejó de atravesar el movimientoobrero, fue fijándose cada vez con mayor insis-tencia en el segundo polo, y la división entre«ellos» y «nosotros» dejó de alimentar un ima-ginario de cambio radical (Castel, 1997, p. 363)

Para luego agregar, en oposición a la postu-ra marxista del trabajo alienado:

La lenta promoción de una clase asalariadaburguesa abrió el camino, y desembocó en unmodelo de sociedad ya no atravesada por unconflicto central entre asalariado y no-asalaria-do, es decir entre proletarios y burgueses, traba-jo y capital. La «nueva sociedad» […] no erahomogénea ni estaba pacificada, pero sus anta-gonismos tomaban la forma de luchas por lospuestos de trabajo y las categorías, y no ya de lalucha de clases (ídem).

Las relaciones de producción instaladas du-rante el siglo XX en el modo de producción ca-pitalista y las protecciones asociadas al salariollevan a sostener la materialización de la supe-ración de la «cuestión social» asociada a la ex-

plotación, lo cual se traduce a lo largo de lostextos en una sobrevaloración del capitalismobasado en la relación salarial, donde todas lasestrategias pensadas por los autores buscanaportar a su recuperación2.

Centrar el análisis en la relación salarial im-plica una abstracción de las relaciones de pro-ducción fundamentales, como también quedarentrampados en la mistificación que supone elsalario en el capitalismo, cuestión que no seencuentra en el propio Aglietta (1991), referen-te teórico de Castel al respecto. Es necesariorecordar que en el capitalismo el trabajo abs-tracto, alienado, requiere la existencia de unmecanismo que oculte la extracción de la plus-valía al trabajador, es decir que invisibilice eltrabajo excedente, no pagado. Ese mecanismofue y continua siendo el salario, retribución poruna jornada laboral determinada por la ventade la fuerza de trabajo.

El interrogante fundamental al respecto con-siste en pensar qué cambios ha habido en las re-laciones de producción si el fundamento siguesiendo la apropiación del trabajo excedente porparte de los empresarios. Así, lejos de visualizarlos cambios fundamentales, cobran evidencia yrelevancia las conquistas de los trabajadores demejores condiciones de trabajo y de vida y lasconcesiones de la burguesía que fueron am-pliando los márgenes de satisfacción del salariopara la vida cotidiana del trabajador y su entor-no, ya que, a pesar de todo, el trabajo sigue sien-do una mercancía (Topalov, 1979; Coutinho,1999, Vasconcelos, 1999; Antunes, 2003). Cla-ramente sigue vigente el análisis al respecto re-alizado por Marx en El Capital, cuando afirma-ba que la fuerza de trabajo se compra paraaumentar la valorización del capital.

La producción de plusvalor, el fabricar unexcedente, es la ley absoluta de este modo deproducción. Sólo es posible vender la fuerza detrabajo en tanto la misma conserva como capi-tal los medios de producción, reproduce comocapital su propio valor y proporciona, con el tra-bajo impago, una fuente de pluscapital (Marx,2009, pp. 766-767).

Entonces, considerando que la producciónde la ganancia, aun con predominio de la rela-

2 El pensamiento marxista sostiene, además, que la clase no debe identificarse ni con la fuente o nivelde ingreso ni con la posición funcional en la división del trabajo (Giddens, 1994).

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ción salarial, constituye el principio organiza-dor de la vida económica, las reglas básicas delmodo de producción capitalista siguen operan-do como fuerzas que definen invariablementeel desarrollo socio-histórico (Harvey, 2008).No hay alteración en la ley absoluta que el ca-pitalismo ha instalado, puesto que el ser socialdebe vender su fuerza de trabajo, es decir, de-be mercantilizarse para poder reproducirse y,en esa reproducción reproduce al capital.

Es interesante mencionar que Harvey ensus planteamientos parte, al igual que Castel,de los aportes de la escuela de la regulaciónpara explicar las transformaciones societales,aunque refuerza la necesidad de recuperar losaportes marxianos para comprender los proce-sos sociales contemporáneos. Para Harvey lasituación fiscal de Estados Unidos, los proce-sos inflacionarios y su pérdida de poder comoregulador del sistema financiero internacional,son elementos que a partir de 1960 se constitu-yen en indicios de la posterior crisis:

La aguda recesión de 1973, exacerbada porel shock del petróleo, evidentemente sacó almundo capitalista del letargo sofocante de la«estanflación» (estancamiento en la producciónde bienes y alta inflación de precios) y puso enmovimiento todo un conjunto de procesos quedeterioraron el compromiso fordista (Harvey,2008, p. 170).

Esta interpelación al fordismo conlleva, pa-ra el autor, un régimen de acumulación flexi-ble, en tanto promueve la flexibilidad de losprocesos laborales, de los mercados de manode obra, los productos y el consumo. El debili-tamiento del poder sindical y el amplio margende trabajadores excedentes se constituyen en elmejor clima favorable para la instauración delos procesos de flexibilización3. El resultado esel mismo que el visualizado por Castel: am-pliación del déficit de la cobertura de segurosy derechos de pensión, niveles más bajos en los

salarios y en la seguridad laboral, subcontrata-ción, trabajo temporal, etc. Sin embargo, másallá de la enumeración de indicios de la reali-dad, el desafío está en superar lo fenoménico eidentificar las tendencias que dan cuenta deuna esencia inmutable resultante de procesossocietales mayores regidos por la sociabilidadburguesa.

Nuevamente adquiere importancia el proce-so de producción y las características de la orga-nización del trabajo. Así, como mencionáramosen párrafos anteriores, cuando consideramosque el capitalismo se funda en el crecimiento, yla única forma de crecimiento depende del con-trol y la explotación de la fuerza de trabajo en laproducción, la relación contradictoria de claseentre capital y trabajo sigue vigente. No hay queconfundir estas cuestiones fundamentales con elcarácter dinámico del capitalismo en los nivelestecnológico y organizativo.

Se trata de la reactualización de los meca-nismos capitalistas para contrarrestar la caídade las tasas de ganancias, articulando la ten-dencia a obtener el dominio monopólico de losmercados, es decir, quitar las intervencionesestatales, con la reducción drástica de la canti-dad de trabajo socialmente necesario vivo, locual altera las condiciones laborales por do-quier (Dos Santos, 2010).

Asumir la relación salarial como un ele-mento que hace diferenciar la sociedad funda-da en la producción fordista con las relacionessociales capitalistas anteriores implica no su-perar el carácter fenoménico de los procesossociales, suponiendo una nueva sociabilidadbasada, en este caso, en el consenso y articula-ción social. A decir de Iamamoto (2007):

La relación salarial asume el espacio de lalucha de clases, que es formalizada y dislocadapara los mecanismos reguladores de un Estadosoberano, supraclasista, presentado como el Es-tado del conjunto de los trabajadores, y no delcapital: el Estado Social (p. 178).

3 Al respecto plantea Hobsbawm (1999) que «la tragedia histórica de las décadas de crisis consistió enque la producción prescindía de los seres humanos a una velocidad superior a aquella en que la economíade mercado creaba nuevos puestos de trabajo para ellos» Mientras que «el declive del sindicalismo, debili-tado tanto por la depresión económica como por la hostilidad de los gobiernos neoliberales, aceleró esteproceso, puesto que una de las funciones que más cuidaba era precisamente la protección del empleo. Laeconomía mundial estaba en expansión, pero el mecanismo automático mediante el cual esta expansión ge-neraba empleo para los hombres y mujeres que accedían al mercado de trabajo sin una formación especia-lizada se estaba desintegrando» (p. 414).

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Esta mistificación de la sociedad salariallleva a los autores a sostener el surgimiento denuevos actores, de nuevas prácticas y de nue-vos problemas. Ya no existen, sostienen, losproletarios de la sociedad industrial, sino tra-bajadores asalariados que por su posición en elconsumo se han aburguesado; por lo tanto, sinsujeto proletario el horizonte de los reclamoses reducido, y el reformismo que permita ma-niobrar dentro de la sociabilidad burguesa ad-quiere suma relevancia4. Esta es la base quepermite confrontar a la idea de «nueva cuestiónsocial» el surgimiento de nuevas manifestacio-nes de una única «cuestión social» propia de lasociedad capitalista, fundada en la contradic-ción capital/trabajo. Para esta perspectiva, la«nueva cuestión social» se asocia estrecha-mente con las transformaciones del empleo,principalmente por el aumento del desempleoy la precarización laboral, y, consecuentemen-te, en una sociedad basada en la relación sala-rial y un sistema de protección asociado, elaumento de población que no encuentra res-puesta en el Estado que también se muestra encrisis. Jóvenes, mujeres y personas adultas, ca-lificadas o no, que trabajaron y quedaron sinempleo, constituyen los sujetos involucradosen la «nueva cuestión social». Sostiene Castelal respecto:

El desempleo no es una burbuja que se haformado en las relaciones de trabajo y que po-dría reabsorberse. Empieza a estar claro que laprecarización del empleo y el desempleo se haninscrito en la dinámica actual de la moderniza-ción. Son las consecuencias necesarias de losnuevos modos de estructuración del empleo, lasombra de las reestructuraciones industriales yla lucha por la competitividad, que efectivamen-te convierten en sombra a gran parte del mundo.Lo que corre el riesgo de ser cuestionado total-mente es la estructura misma de la relación sa-larial (1997, p. 406).

Estas consecuencias necesarias constituyenla llamada «nueva cuestión social», cuya mag-nitud y centralidad es similar a la del pauperis-

mo de primera mitad del siglo XIX. Nueva-mente, en la explicación de Castel, los aspec-tos fenoménicos aparecen como la totalidad delos procesos sociales y se naturalizan de talmodo que se niega su procesualidad históricainherente al desarrollo capitalista.

Por su parte, para Rosanvallon (2004) la«nueva cuestión social» está caracterizada porla crisis de los principios organizadores de lasolidaridad y la concepción de derechos socia-les. El autor parte de la crisis de la sociedadsalarial que se vivencia en Europa, principal-mente en Francia, como también del agota-miento del denominado Estado providencia. Alrespecto plantea sintéticamente su postura ge-neral:

Los antiguos mecanismos productores desolidaridad, en primer lugar están desintegrán-dose de manera probablemente irreversible. Seasentaban en el sistema de los seguros sociales:la solidaridad se fundaba en la mutualizacióncreciente de los riesgos sociales, de modo que elEstado providencia se identificaba con una es-pecie de sociedad aseguradora (p. 10).

Para los autores, el problema ya no es la ex-plotación sino la existencia al margen de la so-ciedad de un conjunto de población que existesin existir, lo cual trastoca la concepción tradi-cional de los derechos sociales en tanto secomprueba ser inoperante para tratar el proble-ma mayor de la exclusión. Para esta interpreta-ción, este proceso donde los individuos tienenla doble particularidad —no ser útiles para lasociedad y además ser un problema que inter-pela la continuidad de la vida social— dacuenta de la esencia e implicancias de la llama-da «nueva cuestión social».

Esta situación lleva a Rosanvallon a soste-ner la necesidad de avanzar en la explicaciónde situaciones particulares, superando métodostradicionales, obsoletos de las ciencias socialesy de la gestión estatal. Buscando la explicaciónde los procesos sociales principalmente en lastrayectorias individuales, plantea que la com-prensión del significado de la desocupación de

4 La mistificación del salario lleva a sostener a Castel que «del lado el mundo del trabajo, la condiciónsalarial se ha consolidado y en adelante está rodeada y atravesada de protecciones. Hasta se podría decir queel asalariado ya no trabaja solamente para su empleador, puesto que una parte del fruto de su actividad (el«salario indirecto») vuelve a él para financiar su seguridad» (Castel, 2010. p. 21). Posiciones distintas alrespecto se encuentran en Iamamoto (1997) y Topalov (1979).

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larga duración debe buscarse en situaciones ytrayectorias individuales y no de grupos o po-blaciones. Al respecto afirma:

Para analizar lo social, hay que recurrir cadavez más a la historia individual antes que a lasociología (…). Son variables de comporta-miento, y en particular la actitud en relación conel trabajo, las que a fin de cuentas explican me-jor por qué las trayectorias de inserción son muyrápidas para algunos, muy entrecortadas condesempleo para otros, muy inestables para mu-chos (p. 192).

Las situaciones particulares, entonces,constituyen el horizonte histórico que define alos excluidos, donde debe primar la lógica delproceso que lleva a unos y otros a tales situa-ciones, como si tales procesos fueran, en últi-ma instancia, ajenos a una tendencia socio-his-tórica que establece las posibilidades concretasde expresarse. Para Rosanvallon, las trayecto-rias individuales corren de la escena tenden-cias societales, optando así por la singulariza-ción de los procesos sociales como mecanismode acceso a conocer lo social. Esta postura evi-dencia en varios pasajes el reforzamiento de la«nueva cuestión social» como una cuestión delethos individual donde, por ejemplo, la solu-ción, para el desempleo se encuentra en la pro-moción de políticas para favorecer la capacita-ción y empleabilidad de los sujetos.

La postura de Rosanvallon adscribe a latendencia histórica que refuerza el carácter pri-vado de los problemas sociales, interpelando lanoción de derechos sociales, buscando la ex-plicación causal en disfuncionalidades de laspersonas. Analizando esta tendencia, Netto(2002) plantea que el sustrato individualista dela tradición liberal supone necesariamente queel destino personal es función del individuo co-mo tal.

2. La «nueva cuestión social» y la desafilia-ción del ciudadanoLos planteamientos de Castel difieren en variosaspectos del diagnóstico de los procesos socia-les que atraviesa la sociedad francesa en esemomento. Básicamente, para el autor, lo que

caracteriza a la sociedad actual es la conjunciónde aspectos como la desestabilización de los es-tables, la instalación de la precariedad laboral yel surgimiento de un sector importante de la po-blación, que no encuentra su lugar en la estruc-tura social: los inútiles para el mundo, los su-pernumerarios. Quedar fuera del mercadolaboral implica quedar sin trabajo, pero tam-bién ser afectado, descalificado o desafiliadodiría Castel, en el plano cívico y político.

Aquí aparece un elemento central en la obradel autor, la diferencia entre desafiliación y ex-clusión, con una mayor valoración positiva so-bre el primero. Así, a diferencia de Rosanva-llon, Castel reniega del uso de la categoríaexclusión en tanto plantea que es una categoríaque designa un estado inmóvil, mientras que ladesafiliación implica analizar un recorrido en-tre un centro y una periférica, no desarticulan-do unos y otros sino pensando relacionalmen-te. Aclara el autor:

Hablar de exclusión conduce a autonomizarsituaciones límites que toman sentido única-mente si las reubicamos en un proceso. De he-cho, la exclusión se da como el estado de todoslos que se encuentran por fuera de los circuitosactivos de intercambios sociales. En última ins-tancia, esta señalización puede valer como unaprimera localización de los problemas que de-ben ser analizado, pero habría que agregar queestos «estados» no contienen su sentido en símismos. Son el resultado de diferentes trayecto-rias que los marcan (2004, 23)5.

Como consecuencia, Castel propone las de-nominadas zonas de cohesión social, asocian-do el trabajo y las relaciones sociales de los su-jetos. Mientras que en un extremo se encuentrala zona de integración caracterizada por la aso-ciación entre «trabajo estable/inserción rela-cional sólida», en el extremo inverso, encon-tramos la desafiliación, cuyo rasgo central loda la ausencia de participación en alguna acti-vidad productiva y el aislamiento relacional.La vulnerabilidad social aparece como una zo-na intermedia, inestable, que conjuga precarie-dad del trabajo y la fragilidad de los soportesde proximidad (Castel, 1997). Sobre las impli-

5 Para el autor la exclusión remite a procesos políticos de segregación de determinados sectores socia-les de una sociedad particular, como por ejemplo, el encierro de los locos, la expulsión de etnias de una co-munidad, entre otros. Dichas cuestiones son profundizadas en Castel, 2004 y 2010.

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caciones de la desafiliación aclara que «noequivale a una ausencia completa de vínculos,sino también a la ausencia de inscripción delsujeto en estructuras dadoras de sentidos. Sepostulan nuevas sociabilidades flotantes que yano se inscriben en apuestas colectivas, vaga-bundeos inmóviles» (p. 421).

Implica la imposibilidad de controlar el fu-turo, de reducir la incertidumbre, pues el pre-sente es inestable. Los efectos negativos de es-ta situación son devastadores: ausencia detrabajo estable, deterioro en las relaciones so-ciales, anomia y consolidación de un indivi-dualismo negativo. Anomia que suscita violen-cia, que se caracteriza por no tener proyecto,ser autodestructiva y devastadora, puesto quelos desafiliados, los anómicos en la situaciónactual no tendrían nada que negociar.

Se trata de una situación que afecta a laspersonas desempleadas, a los no asalariadosque encuentran serios inconvenientes para vol-ver a serlo, pues hay cambios tanto en la es-tructura productiva como en la relación salarialque lo impiden. La precarización, la flexibili-zación y la tercerización son procesos que sevinculan a la mundialización de la economía,la internacionalización del mercado, cuyo ejedirector es la minimización del precio de lafuerza de trabajo y la maximización de la efi-cacia productiva (Castel, 2007). Esta situación,tiene una importante profundización a partir dela hegemonía creciente del capital financiero,en tanto que en la búsqueda de la máxima ren-tabilidad, el trabajo sigue constituyendo laprincipal variable de ajuste (Castel, 2010).

Los procesos de intensificación del trabajoen la actualidad reemplazan la rigidez fordista-taylorista por trabajadores adaptados a los va-lores empresariales, implicado en lo cotidianolaboral, con capacidad de adaptarse a los cam-bios tecnológicos, es decir, con posibilidadesde ser competitivo. Cambios atravesados pormiedo al despido, al desempleo, factor clave enel disciplinamiento de los trabajadores.

Desempleo masivo y permanente asociadoa formas «atípicas» de contratación, como ta-reas temporeras o a tiempo parcial, constituyenel nuevo escenario que interpela la relación sa-larial y la socavada, sin destruirla ni reempla-zarla por otra —plantea Castel— sino transfor-mándola con menores protecciones socialesasociadas al salario. La crisis de la relación sa-

larial se asocia a la crisis del derecho al traba-jo y a todas las prerrogativas asociadas, el lla-mado estatuto del empleo, todo lo cual trasto-ca la estabilidad a la que se encontrabanacostumbrados los asalariados (Castel, 2010).

En términos generales, el énfasis otorgadoa la relación salarial se traduce en una visiónerrónea sobre la participación de los distintossectores sociales en la sociabilidad burguesa,en tanto que se les piensa como ajenos a las re-laciones de producción, sin significado sociale histórico. La utilización de esos supernume-rarios para el adoctrinamiento y el disciplina-miento de los integrados escapa a la visión deCastel de las relaciones sociales, pues implica-ría reconocer la debilidad argumentativa de larelación salarial como fundamento de una nue-va sociabilidad. Por otro lado, la asociación ca-si directa que se realiza entre los procesos dedesafiliación y la anomia supone despojar a lossujetos de las posibilidades de constituirse ensujetos políticos, en tanto que —se sostiene—no tienen nada que reclamar; no tienen objeti-vos sociales ni una identidad que les permitainterpelar al Estado en búsqueda de respuestasa sus demandas, sólo les queda la práctica anó-mica, peligrosa, violenta.

3. La «nueva cuestión social» y el «nuevo»rol del EstadoToda reconstrucción analítica de la realidadasociada a un proyecto político y ético particu-lar establece el horizonte y el límite para lasacciones que se consideran necesarias para en-frentar aquellas situaciones que se visualizancomo críticas. En este sentido, para los autoresconsiderados el surgimiento de la «nueva cues-tión social» supone una reconfiguración de lalógica y la estructura estatal.

En los argumentos propositivos de los auto-res aparecen las principales diferencias políti-cas, siendo los planteamientos de Rosanvallónun claro ejemplo de reafirmación de posturasque ratifican la responsabilidad de los indivi-duos en los procesos sociales que les involu-cran. Para el autor, la alternativa es la recupera-ción de trayectorias europeas y norteamericanasque incluyen estrategias para enfrentar el des-empleo y la exclusión mediante mayores condi-cionalidades a los sujetos involucrados. Tiene elautor una valoración positiva de las políticas degestión de comportamiento, políticas que impli-

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can orientaciones que incluyen desde la presióneducativa hasta la intervención sobre la formade la estructura familiar.

Frente a la tendencia a asalariar la exclu-sión, el anhelo es —para Rosanvallon— la ins-tauración de un Estado providencia activo, don-de la inserción por el trabajo debe ser el ejedirector. En este marco, políticas como la rentamínima de interción (RMI o Revenu Minimumd’Insertion) y los proyectos americanos vincu-lados al workfare constituyen la base a partir dela cual debería comenzar a pensarse la inter-vención estatal. Implican la exigencia de con-trapartidas, instalando una nueva relación dederecho/obligación; no se trata del merecimien-to de la asistencia, sino más bien de la necesi-dad de incidir en las conductas de las personaspues —como se ha dicho— muchas de las cau-sas de la «nueva cuestión social» se encuentranen las trayectorias individuales. Esta estrategiatiene como contrapartida la identificación delos trabajadores no ocupados como cuasi pa-rias, en tanto que su estado de desocupación sevincula con flaqueza o desmérito personal(Grassi, 2003). Subyace, entonces, la idea deque no trabaja quien no quiere o quien no tienelas competencias o habilidades para hacerlo.

Esta postura, que podemos caracterizar co-mo culturalista, siguiendo a Tenti Fanfani(1991), sostiene que los pobres se constituyencomo tales a partir de que poseen un conjuntode actitudes y valores comunes y particulares.La no valoración del presente, del trabajo, delsacrificio, de la autorrealización y del serviciode la familia, son algunos de los factores quese asocian para explicar la expulsión del mer-cado de trabajo de las personas.

Esta cuestión incluye, aunque trasciende, elanálisis de los cambios en la subjetividad quelas nuevas formas del trabajo arriba descritasexigen al trabajador. Cuestiones como la poli-valencia y la empleabilidad se constituyen enejes centrales de las consideraciones actualesen la forma de organización del trabajo, peroaparecen asociadas a una postura que explicaen última instancia la condición de trabajadorempleado o desempleado, a partir de atributospersonales vinculados a la dignidad, el esfuer-zo y la moral.

Al aproximarse a la vida cotidiana de losdesocupados, los análisis se limitan a conside-rar los procesos como cuestiones individuales,

lo cual provoca una deseconomización y des-politización del problema y se remite a aspec-tos como la disciplina, el coraje y la voluntad,es decir a cuestiones de las personas que llevana que se encuentren marginadas del mundo deltrabajo.

Esta estrategia adquiere particularidad deacuerdo a las necesidades socio-históricas delcapital, extendiendo el eje de la dignidad a ladisciplina y la habilidad y competencia perso-nal. La expresión y materialización históricamás acabada de esta postura se encuentra en eldenominado workfare, cuyo ejemplo funda-mental lo constituye la experiencia estadouni-dense, aunque muchos de sus elementos se en-cuentran en países europeos y del resto deAmérica. El welfare to work —o su contrac-ción workfare— supone que el bienestar se al-canza mediante la inserción laboral de las per-sonas, por lo cual la ciudadanía adquiere otrarelevancia y status; se destaca la obligatoriedadde obtener un empleo para poder percibir al-gún tipo de prestación social. Como conse-cuencia, adquiere un lugar central para larecepción de una prestación social el cumpli-miento de condicionalidades, pues la asisten-cia social deja de ser un derecho y queda a ex-pensas de las condiciones que establezcan losEstados (Moreno Márquez, 2008). La ciudada-nía es erosionada y deviene en contrato queexige el cumplimiento de obligaciones por par-te de los sujetos.

Esta postura se objetiva en criterios y pla-zos para su cumplimiento que suponen unacarga en la vida cotidiana y que aportan a la di-ferenciación entre «pobres merecedores» y«pobres no merecedores». Como muestra Han-dler (2003) el discurso conservador que sus-tenta al workfare insiste en la necesidad depromover cambios de conducta en los desocu-pados a fin de no erosionar la ética del trabajo.Como menciona este autor, esta propuesta sebasa en la estrategia de «trabajar es lo prime-ro», que supone: 1) la existencia de puestos detrabajo para el que quiera trabajar; 2) las per-sonas deben aceptar cualquier trabajo, con laposibilidad, siempre presente, de ascender enla escala laboral; 3) los beneficiarios de la asis-tencia social no tienen motivación o incentivopara abandonar el beneficio e insertarse en elmercado de trabajo; y 4) siempre es posible elpaso de los programas estatales al trabajo.

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Para finalizar, es importante mencionar lapostura de Castel acerca de la participación delEstado social en las relaciones sociales con-temporáneas. Aquí nuevamente el autor se di-ferencia de Rosanvallon, al presentar una pos-tura más asociada a la socialdemocraciatradicional, reivindicando la noción de dere-chos sociales.

Castel es un claro opositor a las posturas ne-oliberales que promueven la desvinculación delEstado de la «cuestión social», como así tam-bién un crítico con los cambios en las modali-dades de intervención del Estado Social. ParaCastel, el paso de las políticas de integración,asociadas a la búsqueda del equilibrio social, alas de inserción, que suponen la focalización desectores particulares afectados por la crisis dela relación salarial, no ha tenido un resultadopositivo, constituyendo mecanismos que sóloatienden superficialmente las situaciones sinlograr revertirlas. Se convierten en políticas de«gestión del no-empleo, a través de la creaciónde actividades que se inscriben en esa falta, tra-tando de hacerla olvidar» (1997, p. 433).

Sin embargo, a pesar de ser un crítico de lasacciones estatales que no logran revertir la si-tuación, Castel se constituye, como menciona-mos, en un claro defensor de la intervenciónestatal como de los derechos sociales. Frente alas posiciones que sostienen, por un lado, elcarácter burocrático del Estado social, y, comoconsecuencia, su incapacidad, para responder alas demandas de una sociedad cada vez más in-dividualizada, y, por el otro, la desmotivaciónde aquellos que pueden trabajar y no lo hacen,mediante la transferencia de prestaciones in-condicionales, el autor responde bajo el suges-tivo título ¿un Estado social activo?6, que nose deben avanzar a la responsabilización de lossujetos por las situaciones que atraviesan. Elautor sostiene que estas tentativas, si bien res-ponden a la necesidad de reorganizar la acciónpública teniendo en cuenta situaciones locales,corren el riesgo de que el Estado no cumplacon responsabilidades que le son propias (Cas-tel, 2010). Por ello se opone a la implementa-ción de contraprestaciones por parte de los in-dividuos que reciben asistencia pública:

La exigencia de la contraprestación funcionaentonces según una lógica mercantil del toma ydaca, aunque el beneficiario del servicio no ten-ga gran cosa para dar. Deberá entonces entre-garse en cuerpo y alma para establecer una seu-dorreciprocidad en una relación que es deentrada asimétrica […] Así, la voluntad de res-ponsabilizar al usuario a cualquier precio puedeconducir a considerarlo responsable de la situa-ción y a culpabilizarlo antes que ayudarlo a quesalga de apuros (pp. 168-169).

Castel se opone, de este modo, a la mercan-tilización de los Servicios Sociales y refuerzala incondicionalidad de los derechos sociales,en tanto el estatuto de ciudadano no se pierdepor estar imposibilitado de garantizar la repro-ducción cotidiana por los propios medios. Sevisualiza una posición opuesta a la sostenidapor el liberalismo de Rosanvallon, mediante lainstauración de contrapartidas y una redefini-ción de los derechos sociales, recuperando ex-periencias principalmente estadounidenses.

4. Breves consideraciones finalesLos elementos analíticos propuestos por losautores abordados se han constituido en funda-mento de investigaciones e intervenciones so-bre la «cuestión social» contemporánea. A lolargo del tiempo transcurrido en sus análisiscoyunturales, sus planteamientos atraviesan lalógica de las principales políticas sociales quese desarrollan en distintos países.

La realidad muestra además que la sociedadcapitalista reactualiza sus crisis y la necesidadde avanzar en explicaciones que permitancomprenderlas es un elemento clave en el des-arrollo de las ciencias sociales. La tendencia aretomar argumentaciones sin identificar su co-rrelato con la realidad aparece en muchas oca-siones como la primera opción, sin embargo lacontinuidad de la desigualdad social exige unacrítica a éstas.

Los procesos sociales brindan elementospara la discusión de estas posturas. Por un la-do, si bien las políticas de ajuste, que se estándesarrollando en distintos países, encuentranfundamento analítico en las proposiciones delos autores analizados, principalmente en Ro-

6 Si bien no lo explicita, los planteos de Castel incluidos bajo este título parecen una respuesta a los pos-tulados liberales de Rosanvallon, los cuales se sintetizan en la necesidad de instaurar un Estado Providen-cia activo.

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sanvallón, la continuidad de las crisis de losprincipales países económicos dan cuenta desu ineficacia. Por su parte, la movilización deamplios sectores de la sociedad afectados porel desempleo y la precarización laboral mues-tra que la relación directa, planteada básica-mente por Castel, entre estas situaciones y la

anomia y la desafiliación no es el único hori-zonte posible. Experiencias colectivas dancuenta de la construcción de un posiciona-miento político que interpela las relaciones so-ciales, políticas y económicas que provocan laexpulsión de amplios sectores del mercado detrabajo.

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