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Introducción a la Cultura de Paz

Cultura de PAZ - 10

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Introducción a laCultura

de Paz

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Ministerio de la Mujer y Desarrollo SocialDirección General de Desplazados y Cultura de Paz

Ministra de la Mujer y Desarrollo SocialNidia Vilchez Yucra

Viceministra de la MujerNorma Vidalina Añaños Castilla

Director General de Desplazados y Cultura de PazRaúl Varillas Castillo

Director de Promoción de Cultura de PazJorge Samanez Bendezú

Elaboración:Carlos Portugal Mendoza. Especialista de la Dirección de Promoción de Cultura de Paz

Hecho el Depósito Legal Nº 2009-16707Biblioteca Nacional del Perú

Imprenta : Editorial Trama de Rubelionil Ramirez Ramos Jr. Huancavelica 681 - Mezzanine Lima 1 T : 424 4612

Tiraje : 2,000 ejemplares

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Índice

Presentación ........................................................................................................................07

Introducción ........................................................................................................................09

Primera Parte: Un poco de teoría ........................................................................................13.

I. PazII. Conflicto y ViolenciaIII. Historia del Concepto de Cultura de PazIV. Construyendo Culturas de Paz

Segunda Parte: La cultura de paz en acción ........................................................................59

1. Desarrollo de capacidades para la convivencia, la ética y la ciudadanía democrática.

2. La promoción y vivencia de los derechos humanos.

3. La promoción de la igualdad entre varones y mujeres y la equidad de género.

4. L a promoción de actitudes y capacidades para el diálogo y el manejo constructivo de los conflictos.

5. La promoción y vivencia del respeto, solidaridad, tolerancia y la no discriminación.

6. La promoción del desarrollo humano, inclusivo y sustentable.

Tercera Parte: Documentos para una cultura de paz ...........................................................91

?Decenio internacional de una cultura de paz y no violencia para los niños del mundo 2001-2010. (1998)

? Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz (1999). Bibliografía.........................................................................................................................107

05Cultura de Paz

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Hace ya diez años, en setiembre de 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas, recordando que “si la guerra, empieza en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben levantarse los baluartes de la paz”, aprobó la “Declaración y Programa sobre una Cultura de Paz”, llamando a todos los Estados a promover valores, actitudes y comportamientos que, basados en la justicia, solidaridad, la libertad y la solución no violenta de los conflictos, contribuyan a lograr la paz.

Nuestro país viene acogiendo crecientemente ese llamado, incorporando la promoción de la cultura de paz en las Políticas de Estado del Acuerdo Nacional, la Ley Orgánica de los Gobiernos Regionales, las Políticas Nacionales de Cumplimiento Obligatorio y en las normas y acciones que, en especial, los sectores Educación, Justicia, Interior, Salud, Mujer y Desarrollo Social y los gobiernos regionales y locales están desarrollando.

La promoción de una Cultura Paz es una tarea que atraviesa al conjunto de los sectores del Gobierno nacional y los tres niveles del Estado, pues lograr los objetivos de bienestar y seguridad a su cargo requiere tanto realizaciones materiales como transformaciones culturales que en conjunto significan un auténtico desarrollo humano.

La experiencia internacional enseña que el crecimiento y el desarrollo económico requieren fortalecer el capital social de un país, tanto como las otras formas de capital. Capital social en cuyo centro se encuentran precisamente los valores, el civismo, la confianza y la cooperación que forman parte de una Cultura de Paz.

Asimismo, la seguridad y la paz, son inalcanzables sin cambios significativos con relación a la discriminación, la exclusión y la violencia, cambios que demandan transformaciones en la mentalidad y la cultura de la sociedad en todos sus niveles, a fin de favorecer una mayor equidad y mejorar la convivencia social. Debemos recordar que el largo período de violencia y autoritarismo han afectado el tejido social, la confianza, los valores cívicos y el sano optimismo, siendo necesario reaprender todos y todas a ejercer debidamente nuestra ciudadanía y las libertades y derechos que nos ofrece la democracia.

Presentación

07Cultura de Paz06 Cultura de Paz

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Introducción

Pocas ideas como la paz y la Cultura de Paz convocan tanto la adhesión de las personas; todos aspiramos a que se hagan realidad y reclamamos por su llegada lo más pronto posible. Sin embargo, las terribles expresiones cotidianas de violencia, injusticia y la crisis de valores que vivimos parecerían decirnos que ellas son un imposible.

¿Por qué si todas, o al menos la gran mayoría de las personas, no sólo en nuestro país sino en todo el mundo, queremos vivir en paz, no podemos hacerla realidad? Las respuestas a esta interrogante pueden ser sorprendentemente obvias.

En primer lugar, hay que recordar que, como señalaba el filósofo Ortega y Gasset, la paz es una obra humana, algo que hay que producir con un esfuerzo todavía mayor a esas otras obras que son la guerra o la violencia sistemática. Y lo que dice Ortega y Gasset vale no sólo con relación a la guerra entre Estados, sino también para la violencia al interior de los Estados, de las sociedades, las comunidades y nuestras familias.

Un país como el nuestro que ha sufrido la violencia interna del período 1980-2000, que costó la vida de miles de personas, no puede sólo esperar que no vuelva a presentarse. Tenemos que ser conscientes de que si no afirmamos la paz, la justicia y no trabajamos por la reconciliación, ese terrible período de nuestra historia puede repetirse.

Tampoco podemos esperar que la violencia familiar, la violencia social, la discriminación y la violencia que significa la pobreza desparezcan por si solas. Tenemos que reemplazarlas por otras obras humanas como son familias armoniosas, comunidades constructivas y en desarrollo y una sociedad democrática con cada vez mayor equidad.

Una segunda razón por la que no alcanzamos la paz a la que aspiramos la mayoría es que en el fondo nos parece un imposible; algo bueno y deseable, pero difícil de lograr. Pensamos que es

“El enorme esfuerzo que es la guerra sólo puede evitarse si se entiende por paz un esfuerzo todavía mayor… Lo otro es puro error. Lo otro es interpretar la paz como el simple hueco que la guerra dejaría si desapareciese…si la guerra es una cosa que se hace, también la paz es una cosa que hay que hacer, que hay que fabricar, poniendo a la faena todas las potencias humanas”.

Ortega y Gasset (1938)

En lo que corresponde al MIMDES el fomento de una Cultura de Paz es un componente fundamental para lograr avances profundos y sostenibles en los objetivos del sector con relación a la equidad de género, el fortalecimiento de las familias, la protección y promoción de los derechos de las personas, en particular de niños y niñas; la lucha contra la pobreza y la búsqueda del desarrollo social.

Por todo ello, y en el marco de la competencia del sector en la materia, el MIMDES ha considerado importante contribuir a una mayor difusión de la Cultura de Paz, siguiendo la perspectiva propuesta por las Naciones Unidas en la “Declaración y Programa sobre una Cultura de Paz”.

Finalmente y en ese sentido, este libro tiene el propósito de alcanzar a todos aquellos que, desde el Estado y la sociedad civil, trabajan en el fomento de una Cultura de Paz, un conjunto de ideas e información que alimente sus conocimientos, pero, sobre todo, su compromiso con la construcción de la Paz en el Perú.

09Cultura de Paz08 Cultura de Paz

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Introducción

Pocas ideas como la paz y la Cultura de Paz convocan tanto la adhesión de las personas; todos aspiramos a que se hagan realidad y reclamamos por su llegada lo más pronto posible. Sin embargo, las terribles expresiones cotidianas de violencia, injusticia y la crisis de valores que vivimos parecerían decirnos que ellas son un imposible.

¿Por qué si todas, o al menos la gran mayoría de las personas, no sólo en nuestro país sino en todo el mundo, queremos vivir en paz, no podemos hacerla realidad? Las respuestas a esta interrogante pueden ser sorprendentemente obvias.

En primer lugar, hay que recordar que, como señalaba el filósofo Ortega y Gasset, la paz es una obra humana, algo que hay que producir con un esfuerzo todavía mayor a esas otras obras que son la guerra o la violencia sistemática. Y lo que dice Ortega y Gasset vale no sólo con relación a la guerra entre Estados, sino también para la violencia al interior de los Estados, de las sociedades, las comunidades y nuestras familias.

Un país como el nuestro que ha sufrido la violencia interna del período 1980-2000, que costó la vida de miles de personas, no puede sólo esperar que no vuelva a presentarse. Tenemos que ser conscientes de que si no afirmamos la paz, la justicia y no trabajamos por la reconciliación, ese terrible período de nuestra historia puede repetirse.

Tampoco podemos esperar que la violencia familiar, la violencia social, la discriminación y la violencia que significa la pobreza desparezcan por si solas. Tenemos que reemplazarlas por otras obras humanas como son familias armoniosas, comunidades constructivas y en desarrollo y una sociedad democrática con cada vez mayor equidad.

Una segunda razón por la que no alcanzamos la paz a la que aspiramos la mayoría es que en el fondo nos parece un imposible; algo bueno y deseable, pero difícil de lograr. Pensamos que es

“El enorme esfuerzo que es la guerra sólo puede evitarse si se entiende por paz un esfuerzo todavía mayor… Lo otro es puro error. Lo otro es interpretar la paz como el simple hueco que la guerra dejaría si desapareciese…si la guerra es una cosa que se hace, también la paz es una cosa que hay que hacer, que hay que fabricar, poniendo a la faena todas las potencias humanas”.

Ortega y Gasset (1938)

En lo que corresponde al MIMDES el fomento de una Cultura de Paz es un componente fundamental para lograr avances profundos y sostenibles en los objetivos del sector con relación a la equidad de género, el fortalecimiento de las familias, la protección y promoción de los derechos de las personas, en particular de niños y niñas; la lucha contra la pobreza y la búsqueda del desarrollo social.

Por todo ello, y en el marco de la competencia del sector en la materia, el MIMDES ha considerado importante contribuir a una mayor difusión de la Cultura de Paz, siguiendo la perspectiva propuesta por las Naciones Unidas en la “Declaración y Programa sobre una Cultura de Paz”.

Finalmente y en ese sentido, este libro tiene el propósito de alcanzar a todos aquellos que, desde el Estado y la sociedad civil, trabajan en el fomento de una Cultura de Paz, un conjunto de ideas e información que alimente sus conocimientos, pero, sobre todo, su compromiso con la construcción de la Paz en el Perú.

09Cultura de Paz08 Cultura de Paz

Page 7: Cultura de PAZ - 10

algo muy grande que requiere un cambio en las personas y estructuras sociales que difícilmente se producirá. Sin embargo, a pesar del esfuerzo que puede representar la construcción de la paz, es una propuesta más viable de lo que suponemos.

Debemos empezar por considerar a la paz no como algo absoluto y total. Ciertamente una paz así es una utopía, pero la paz a la que aspiramos el común de los mortales es una situación en la cual, como decía el pacifista americano Adam Curle (1971), se maximice la justicia y se minimice la violencia. En todo momento y lugar podemos trabajar por avanzar hacia una mayor justicia y una menor violencia e ir así construyendo la paz.

Por otro lado, los cambios en las personas y las sociedades no son la excepción, sino una constante en la vida de los seres humanos. Cambios drásticos en la forma de pensar y actuar se han producido a lo largo de la historia de la humanidad. El sistema esclavista que muchos filósofos creían eterno, ya ha sido superado. El racismo y la discriminación de la mujer, también han empezado a quedar de lado, de modo que situaciones impensables como mujeres o afrodescendientes en el poder han empezado a producirse en nuestro continente.

Una tercera respuesta a la interrogante de por qué no hay paz, es que su construcción involucra un compromiso personal que generalmente no estamos dispuesto a realizar. Con seguridad, quienes leen este libro son personas que tratan de tener vidas y hogares pacíficos, todo lo cual es muy importante, pero el compromiso con la construcción de la paz nos demanda tratar de influir en otras situaciones y personas para mejorar, desde nuestra vida cotidiana, la convivencia en nuestro entorno y favorecer la paz en y desde los diferentes espacios de trabajo y participación que tenemos en la sociedad.

En gran parte, la falta de compromiso con la paz se nutre del desconocimiento de lo que tenemos que hacer y ser para construirla. Esto no nos debe sorprender, pues hasta hace poco aún la paz permanente entre los países era impensable, hasta que en 1945, con la fundación de las Naciones Unidas, por primera vez en su historia la humanidad se propuso seriamente “librar a las futuras generaciones del flagelo de la guerra”.

Para alcanzar la paz, necesitamos conocimientos, valores e ideas que nos orienten en su construcción. Necesitamos, en suma, desarrollar una Cultura de Paz que guíe la acción por un mundo donde se “maximice la justicia y se minimice la violencia”.

Este libro se propone, contribuir a ello facilitando una introducción en los temas de la paz y de la Cultura de Paz, estimulando la reflexión y compromiso con ellas, así como ofreciendo un conjunto de orientaciones para su promoción en nuestra sociedad y en particular en el sector mujer y desarrollo social.

El libro consta de tres partes. En la primera se presenta en cuatro capítulos los conceptos de paz, conflictos, violencia y Cultura de Paz. El capítulo I “Paz” repasa la evolución del concepto hasta su definición moderna y positiva, pues significa no sólo ausencia de violencia, sino también la presencia de justicia. El capítulo II “Conflictos y Violencia” remarca la diferencia entre ambos conceptos y la necesidad de un manejo pacifico y cooperativo de los conflictos para evitar la violencia. El capítulo III “Cultura de Paz” expone el surgimiento del término en el seno de las Naciones Unidas y su significado como concepto normativo. El capítulo IV “Construyendo Culturas de Paz” presenta el referente concreto de la Cultura de Paz; la convivencia social, así como las orientaciones generales para pasar de la teoría a la acción, concretando el concepto normativo de la Cultura de Paz en ejes de acción y medios para promoverla en la sociedad.

La segunda parte del libro comprende seis capítulos cortos, uno para cada uno de los ejes de acción para construir una Cultura de Paz, siguiendo y adaptando los temas considerados en la “Declaración y Programa sobre una Cultura de Paz de las Naciones Unidas”.

Estos ejes de acción son:

1.2. La promoción y vivencia de los derechos humanos.3. La promoción de la igualdad entre varones y mujeres y la equidad de género.4. La promoción de actitudes y capacidades constructivas para el diálogo y el manejo de

los conflictos.5. Promoción y vivencia del respeto, solidaridad, tolerancia y la no discriminación.6. La promoción del desarrollo humano, inclusivo y sustentable.

Esta segunda parte tiene como propósito exponer en qué consiste cada eje y cómo puede ser desarrollado para promover en concreto una cultura de paz.

Finalmente, la tercera parte consigna normas internacionales que constituyen documentos básicos de referencia para la promoción de la Cultura de Paz, y que son incluidos en este texto para facilitar su acceso y uso.

Desarrollo de capacidades para la convivencia, la ética y la ciudadanía democrática.

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algo muy grande que requiere un cambio en las personas y estructuras sociales que difícilmente se producirá. Sin embargo, a pesar del esfuerzo que puede representar la construcción de la paz, es una propuesta más viable de lo que suponemos.

Debemos empezar por considerar a la paz no como algo absoluto y total. Ciertamente una paz así es una utopía, pero la paz a la que aspiramos el común de los mortales es una situación en la cual, como decía el pacifista americano Adam Curle (1971), se maximice la justicia y se minimice la violencia. En todo momento y lugar podemos trabajar por avanzar hacia una mayor justicia y una menor violencia e ir así construyendo la paz.

Por otro lado, los cambios en las personas y las sociedades no son la excepción, sino una constante en la vida de los seres humanos. Cambios drásticos en la forma de pensar y actuar se han producido a lo largo de la historia de la humanidad. El sistema esclavista que muchos filósofos creían eterno, ya ha sido superado. El racismo y la discriminación de la mujer, también han empezado a quedar de lado, de modo que situaciones impensables como mujeres o afrodescendientes en el poder han empezado a producirse en nuestro continente.

Una tercera respuesta a la interrogante de por qué no hay paz, es que su construcción involucra un compromiso personal que generalmente no estamos dispuesto a realizar. Con seguridad, quienes leen este libro son personas que tratan de tener vidas y hogares pacíficos, todo lo cual es muy importante, pero el compromiso con la construcción de la paz nos demanda tratar de influir en otras situaciones y personas para mejorar, desde nuestra vida cotidiana, la convivencia en nuestro entorno y favorecer la paz en y desde los diferentes espacios de trabajo y participación que tenemos en la sociedad.

En gran parte, la falta de compromiso con la paz se nutre del desconocimiento de lo que tenemos que hacer y ser para construirla. Esto no nos debe sorprender, pues hasta hace poco aún la paz permanente entre los países era impensable, hasta que en 1945, con la fundación de las Naciones Unidas, por primera vez en su historia la humanidad se propuso seriamente “librar a las futuras generaciones del flagelo de la guerra”.

Para alcanzar la paz, necesitamos conocimientos, valores e ideas que nos orienten en su construcción. Necesitamos, en suma, desarrollar una Cultura de Paz que guíe la acción por un mundo donde se “maximice la justicia y se minimice la violencia”.

Este libro se propone, contribuir a ello facilitando una introducción en los temas de la paz y de la Cultura de Paz, estimulando la reflexión y compromiso con ellas, así como ofreciendo un conjunto de orientaciones para su promoción en nuestra sociedad y en particular en el sector mujer y desarrollo social.

El libro consta de tres partes. En la primera se presenta en cuatro capítulos los conceptos de paz, conflictos, violencia y Cultura de Paz. El capítulo I “Paz” repasa la evolución del concepto hasta su definición moderna y positiva, pues significa no sólo ausencia de violencia, sino también la presencia de justicia. El capítulo II “Conflictos y Violencia” remarca la diferencia entre ambos conceptos y la necesidad de un manejo pacifico y cooperativo de los conflictos para evitar la violencia. El capítulo III “Cultura de Paz” expone el surgimiento del término en el seno de las Naciones Unidas y su significado como concepto normativo. El capítulo IV “Construyendo Culturas de Paz” presenta el referente concreto de la Cultura de Paz; la convivencia social, así como las orientaciones generales para pasar de la teoría a la acción, concretando el concepto normativo de la Cultura de Paz en ejes de acción y medios para promoverla en la sociedad.

La segunda parte del libro comprende seis capítulos cortos, uno para cada uno de los ejes de acción para construir una Cultura de Paz, siguiendo y adaptando los temas considerados en la “Declaración y Programa sobre una Cultura de Paz de las Naciones Unidas”.

Estos ejes de acción son:

1.2. La promoción y vivencia de los derechos humanos.3. La promoción de la igualdad entre varones y mujeres y la equidad de género.4. La promoción de actitudes y capacidades constructivas para el diálogo y el manejo de

los conflictos.5. Promoción y vivencia del respeto, solidaridad, tolerancia y la no discriminación.6. La promoción del desarrollo humano, inclusivo y sustentable.

Esta segunda parte tiene como propósito exponer en qué consiste cada eje y cómo puede ser desarrollado para promover en concreto una cultura de paz.

Finalmente, la tercera parte consigna normas internacionales que constituyen documentos básicos de referencia para la promoción de la Cultura de Paz, y que son incluidos en este texto para facilitar su acceso y uso.

Desarrollo de capacidades para la convivencia, la ética y la ciudadanía democrática.

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PRIMERA PARTE

UN POCO DE TEORÍA

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Capítulo I

Paz

15 Cultura de Paz

guerra, aún siendo tan deseada, sea sinónimo de una paz duradera. No hay verdadera paz si no viene acompañada de equidad, verdad, justicia y solidaridad. Está condenado al fracaso cualquier proyecto que mantenga separados dos derechos indivisibles e interdependientes: el de la paz y el de un desarrollo integral y solidario”.

Juan Pablo II (2000)

“Que nadie se haga ilusiones de que la simple ausencia de

Pocos conceptos tienen un significado tan amplio y diverso como la paz. La paz nos habla de relaciones armoniosas entre países, grupos sociales y personas y entre éstas y la naturaleza y Dios. Pero también se refiere a un estado interior de las personas, a una vivencia y una emoción especial que la hace ser deseada intensamente.

Pero las ideas sobre las paz no han sido siempre las mismas, ellas han evolucionado a lo largo de la historia hasta adoptar los significados que hoy le atribuimos. Por ello, para elaborar una definición para lo que es la paz es útil recorrer, auque de manera simplificada, algunos de los hitos más importantes en la evolución de la idea de paz. Cabe aclarar que se trata de un recorrido desde la perspectiva occidental en la cual predomina una visión “externa” de la paz, al contrario de lo ocurre en las culturas orientales donde, desde hace milenios, la vivencia interior constituye el centro de la paz, o en las culturas indígenas, donde la paz está íntimamente vinculada al equilibrio entre el ser humano y la naturaleza.

Los diversos autores que tratan el tema de la paz empiezan señalando que el término proviene de

Recorrido Histórico de la Idea de Paz

Pax

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17Cultura de Paz16 Cultura de Paz

la palabra latina “pax” y que en su origen se encontraba asociada a la llamada “pax romana” que significaba dominación y ausencia de rebeliones en tiempos del imperio romano.

Es en el marco de esta concepción que se entiende el famoso precepto “si quieres la paz, prepara la guerra”, porque la paz requería la dominación del contrario. Asimismo, se encontraba asociada exclusivamente a la relación entre los Reinos y Estados y no a las relaciones entre las personas o de éstas con el Estado.

Si bien el significado de la “pax romana” fue en su momento el más difundido, existieron al mismo tiempo otras ideas de paz, como la de los cristianos que representa la paz con Dios y el amor al prójimo.

La paz como idea que refleja la ausencia de guerra es la definición que por más tiempo ha predominado en la historia. Los múltiples y frecuentes conflictos violentos entre Reinos primero y, luego, entre Estados, hicieron que la paz fuera sinónimo de los breves momentos en que no había guerra o se terminaba con ella a través de los llamados “acuerdos de paz”.

La guerra era vista como una situación inevitable y natural, por lo cual pensar o definir la paz no era importante. No es sino hasta la obra “La paz Perpetua” (1795) del filósofo alemán Inmanuel Kant que se cuestiona consistentemente la inevitabilidad de la guerra, señalando que sus “raíces naturales” no hacen imposible instaurar la paz a través de la razón, facultad humana llamada precisamente a modificar el estado natural del hombre.

Para lograr la “paz perpetua”, Kant consideraba necesaria la creación de una federación de Estados independientes que, reconociendo a sus súbditos igualdad y vigencia del Estado de Derecho, se encargaría de evitar las guerras.

Las ideas sobre la paz tuvieron que esperar hasta después de la Primera Guerra Mundial (1917) para emerger nuevamente, dando origen a lo que hoy se llama estudios sobre la paz, que constituyen toda una disciplina dirigida a pensar como evitar las guerras.

Una perspectiva muy difundida en dichos estudios es la que asocia la paz con un equilibro dinámico de los factores políticos, sociales, culturales y tecnológicos entre los países, de modo que cuando dicho equilibrio se rompe, se produce la guerra. En este enfoque, lo realista es mantener o recuperar el balance de los factores, antes que pretender desterrar los conflictos bélicos, pues la tendencia de la sociedad sería más bien hacia la guerra.

Paz como Ausencia de Guerra

Paz como Equilibrio de Fuerzas en el Sistema Internacional.

No es sino hasta la fundación de las Naciones Unidas (1945), luego de dos conflictos mundiales que costaron la vida de cerca de cien millones de personas, que por primera vez en su historia la humanidad se plantea la tarea de desterrar la guerra, resurgiendo entonces la idea de la paz como algo que es necesario construir.

En ese sentido, para “preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra”, la Carta Fundacional de las Naciones Unidas declara como su primer propósito:

“Mantener la paz y la seguridad internacional, y con tal fin: tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir o quebrantamientos de la paz”. (Naciones Unidas, 1945)

En las ideas implícitas en la constitución de las Naciones Unidas, la paz significaba principalmente la ausencia de guerras entre Estados. Pero las ideas sobre la violencia, de la cual la guerra es sólo una forma particular, evolucionaron al punto de hacer insatisfactorio hablar de la paz sólo como ausencia de guerra, de modo que el término paz fue abarcando también la ausencia de otras formas de violencia y, en especial, la presencia de valores y situaciones positivas en la relación entre las personas.

Así, por ejemplo la Encíclica “Paz en la Tierra” (1963) del Papa Juan XXIII, señala que la paz entre todos, los pueblos se funda sobre la verdad, la justicia, el amor y la libertad, aspectos que en muchos sentidos empezaron a nutrir también los puntos de vista de los estudios laicos sobre la paz.

En 1969, Johan Galtung introdujo una idea fundamental para el concepto moderno de lo que es la paz, afirmando que no sólo es lo opuesto a la guerra, sino lo opuesto a toda forma de violencia, identificando tres tipos de violencia: La “violencia directa”, referida a la agresión directa, a la cual pertenece la guerra, la “violencia estructural”, asociada a la injusticia en la sociedad y entre los países; y la “violencia cultural”, es decir, las ideas que legitiman todas las formas de violencia (Ver Capitulo II).

De este modo, la paz es ausencia o reducción de todo tipo de violencia, directa, estructural y cultural. La paz involucra, entonces, la paz directa, la paz estructural y la paz cultural.

Los estudios de Galtung lo llevaron a identificar dos maneras de hablar de la paz. Una en forma de negación de las violencias y otra en forma afirmativa de lo que significa la paz. En la primera forma, conocida como paz negativa, la paz directa sería simplemente la ausencia de agresiones y

Paz Negativa y Paz Positiva

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la palabra latina “pax” y que en su origen se encontraba asociada a la llamada “pax romana” que significaba dominación y ausencia de rebeliones en tiempos del imperio romano.

Es en el marco de esta concepción que se entiende el famoso precepto “si quieres la paz, prepara la guerra”, porque la paz requería la dominación del contrario. Asimismo, se encontraba asociada exclusivamente a la relación entre los Reinos y Estados y no a las relaciones entre las personas o de éstas con el Estado.

Si bien el significado de la “pax romana” fue en su momento el más difundido, existieron al mismo tiempo otras ideas de paz, como la de los cristianos que representa la paz con Dios y el amor al prójimo.

La paz como idea que refleja la ausencia de guerra es la definición que por más tiempo ha predominado en la historia. Los múltiples y frecuentes conflictos violentos entre Reinos primero y, luego, entre Estados, hicieron que la paz fuera sinónimo de los breves momentos en que no había guerra o se terminaba con ella a través de los llamados “acuerdos de paz”.

La guerra era vista como una situación inevitable y natural, por lo cual pensar o definir la paz no era importante. No es sino hasta la obra “La paz Perpetua” (1795) del filósofo alemán Inmanuel Kant que se cuestiona consistentemente la inevitabilidad de la guerra, señalando que sus “raíces naturales” no hacen imposible instaurar la paz a través de la razón, facultad humana llamada precisamente a modificar el estado natural del hombre.

Para lograr la “paz perpetua”, Kant consideraba necesaria la creación de una federación de Estados independientes que, reconociendo a sus súbditos igualdad y vigencia del Estado de Derecho, se encargaría de evitar las guerras.

Las ideas sobre la paz tuvieron que esperar hasta después de la Primera Guerra Mundial (1917) para emerger nuevamente, dando origen a lo que hoy se llama estudios sobre la paz, que constituyen toda una disciplina dirigida a pensar como evitar las guerras.

Una perspectiva muy difundida en dichos estudios es la que asocia la paz con un equilibro dinámico de los factores políticos, sociales, culturales y tecnológicos entre los países, de modo que cuando dicho equilibrio se rompe, se produce la guerra. En este enfoque, lo realista es mantener o recuperar el balance de los factores, antes que pretender desterrar los conflictos bélicos, pues la tendencia de la sociedad sería más bien hacia la guerra.

Paz como Ausencia de Guerra

Paz como Equilibrio de Fuerzas en el Sistema Internacional.

No es sino hasta la fundación de las Naciones Unidas (1945), luego de dos conflictos mundiales que costaron la vida de cerca de cien millones de personas, que por primera vez en su historia la humanidad se plantea la tarea de desterrar la guerra, resurgiendo entonces la idea de la paz como algo que es necesario construir.

En ese sentido, para “preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra”, la Carta Fundacional de las Naciones Unidas declara como su primer propósito:

“Mantener la paz y la seguridad internacional, y con tal fin: tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir o quebrantamientos de la paz”. (Naciones Unidas, 1945)

En las ideas implícitas en la constitución de las Naciones Unidas, la paz significaba principalmente la ausencia de guerras entre Estados. Pero las ideas sobre la violencia, de la cual la guerra es sólo una forma particular, evolucionaron al punto de hacer insatisfactorio hablar de la paz sólo como ausencia de guerra, de modo que el término paz fue abarcando también la ausencia de otras formas de violencia y, en especial, la presencia de valores y situaciones positivas en la relación entre las personas.

Así, por ejemplo la Encíclica “Paz en la Tierra” (1963) del Papa Juan XXIII, señala que la paz entre todos, los pueblos se funda sobre la verdad, la justicia, el amor y la libertad, aspectos que en muchos sentidos empezaron a nutrir también los puntos de vista de los estudios laicos sobre la paz.

En 1969, Johan Galtung introdujo una idea fundamental para el concepto moderno de lo que es la paz, afirmando que no sólo es lo opuesto a la guerra, sino lo opuesto a toda forma de violencia, identificando tres tipos de violencia: La “violencia directa”, referida a la agresión directa, a la cual pertenece la guerra, la “violencia estructural”, asociada a la injusticia en la sociedad y entre los países; y la “violencia cultural”, es decir, las ideas que legitiman todas las formas de violencia (Ver Capitulo II).

De este modo, la paz es ausencia o reducción de todo tipo de violencia, directa, estructural y cultural. La paz involucra, entonces, la paz directa, la paz estructural y la paz cultural.

Los estudios de Galtung lo llevaron a identificar dos maneras de hablar de la paz. Una en forma de negación de las violencias y otra en forma afirmativa de lo que significa la paz. En la primera forma, conocida como paz negativa, la paz directa sería simplemente la ausencia de agresiones y

Paz Negativa y Paz Positiva

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asesinatos entres las personas, la paz estructural, la ausencia de explotación, y la paz cultural, de ideas discriminadoras o incitadoras a toda forma de violencia.

En cambio en la forma afirmativa, llamada paz positiva, se habla de las interrelaciones positivas presentes en la relación entre las personas, en las estructuras sociales y en la cultura. Con el tiempo, Galtung incluyó también como sujeto de paz a la naturaleza, de modo que su definición de paz positiva la incluye en el siguiente texto.

“La Paz natural es cooperación entre especies… La Paz positiva directa consistiría en la bondad verbal y física, el bien para el cuerpo, la mente y el espíritu… dirigida a todas las necesidades básicas… el amor es el compendio de todo ello… La Paz positiva estructural sustituiría represión por libertad, equidad por explotación y los reforzaría con diálogo, integración, solidaridad y participación… La Paz positiva cultural sustituiría la legitimación de la violencia por la legitimación de la Paz” (Galtung, 2003) De esta manera,

“Los aspectos positivos de la Paz nos conducirían a considerar no solo la ausencia de violencia estructural sino la presencia de un tipo de cooperación no violenta, igualitaria, no explotadora, no represiva entre unidades, naciones y personas”(Galtung, 2003).

Otros investigadores han fortalecido esta visión de la paz positiva, sobre todo enfatizando la presencia de la justicia. Adam Curle, resume entonces la paz como una “situación caracterizada por un nivel reducido de violencia y un nivel alto de justicia” (1974), a la vez que Betty Reardon señala que “La paz es un orden social o un conjunto de relaciones humanas en el cual la justicia puede proseguirse sin violencia… la paz nutre la vida, dignifica y cataliza las energía humanas para la autorrealización” (1997).

La paz positiva define la paz como la acción necesaria para que se presenten un conjunto de características positivas como la cooperación, la confianza o la justicia entre las personas, sociedades y países. Enfatiza que la paz como un proceso antes que un punto de llegada. Esta idea es remarcada por Galtung al señalar que la paz es, en un sentido dinámico, también la capacidad de resolver los conflictos de manera creativa y sin violencia (2003).

En los años 70 y 80 una nueva perspectiva fue aportada a la idea de paz desde el movimiento feminista, señalando que la violencia había sido vista sólo desde una mirada “macro”, la guerra entre países, y que era necesaria también una mirada “micro” de la violencia, en particular la violencia contra las mujeres y los niños en los momentos en que no había guerra.

Un contribución importante del feminismo fue la identificación de la relación entre varones y violencia, al punto de señalar, por ejemplo, que la guerra es una forma masculina de afrontar los conflictos, mientras que existen otras formas, desarrolladas especialmente por la mujeres en el espacio privado de la familia, para manejar los conflictos mediante la negociación, la persuasión y la reciprocidad.

El feminismo y los estudios de género han incorporado temas cruciales para la actual concepción de la paz, como son la erradicación de la violencia de género, la necesidad de transformar las relaciones entre varones y mujeres hacia una mayor igualdad, y el enriquecimiento de la paz con los aspectos generalmente asignados a lo femenino como son la importancia de las emociones y el cuidado de las personas.

Como señala Irene Comins, el aporte feminista consistió principalmente en dos elementos:

“En primer lugar, el descubrimiento y crítica de las dominaciones y subordinaciones… En este sentido se ha ampliado la clasificación de la violencia distinguiendo entre violencia organizada y violencia no organizada, aportando así el análisis del micronivel de la violencia: la violencia doméstica, a la infancia, etc. En segundo lugar, el descubrimiento y reconstrucción de valores y actitudes positivos para todos y que por determinadas razones han estado relegados a la mujer: la ternura, el cuidado… la categoría de género se hace imprescindible (para) reconstruir nuevas formas de ser femeninos y masculinos, más flexibles y menos violentas” (Comins, 2004).

En los años 80 y 90 emerge un enfoque de paz que valora altamente la relación de los humanos con el sistema bioambiental, concibiendo a la especie humana como una unidad dentro de una unidad mayor que es la naturaleza, la cual debe ser respetada y cuidada.

Esta visión se ha reflejado, posteriormente, en la Carta de la Tierra, documento elaborado por líderes y científicos del mundo en un diálogo intercultural.

Paz Feminista: Macro y Micro Niveles de la Paz

Holística Paz-Gaia: Paz con el Ambiente

ViolenciaDirecta

ViolenciaEstructural

PazEstructural

PazCultural

PazDirecta

ViolenciaCultural

Invisible

Violencias y Paz

Visible...............

19Cultura de Paz18 Cultura de Paz

Page 14: Cultura de PAZ - 10

asesinatos entres las personas, la paz estructural, la ausencia de explotación, y la paz cultural, de ideas discriminadoras o incitadoras a toda forma de violencia.

En cambio en la forma afirmativa, llamada paz positiva, se habla de las interrelaciones positivas presentes en la relación entre las personas, en las estructuras sociales y en la cultura. Con el tiempo, Galtung incluyó también como sujeto de paz a la naturaleza, de modo que su definición de paz positiva la incluye en el siguiente texto.

“La Paz natural es cooperación entre especies… La Paz positiva directa consistiría en la bondad verbal y física, el bien para el cuerpo, la mente y el espíritu… dirigida a todas las necesidades básicas… el amor es el compendio de todo ello… La Paz positiva estructural sustituiría represión por libertad, equidad por explotación y los reforzaría con diálogo, integración, solidaridad y participación… La Paz positiva cultural sustituiría la legitimación de la violencia por la legitimación de la Paz” (Galtung, 2003) De esta manera,

“Los aspectos positivos de la Paz nos conducirían a considerar no solo la ausencia de violencia estructural sino la presencia de un tipo de cooperación no violenta, igualitaria, no explotadora, no represiva entre unidades, naciones y personas”(Galtung, 2003).

Otros investigadores han fortalecido esta visión de la paz positiva, sobre todo enfatizando la presencia de la justicia. Adam Curle, resume entonces la paz como una “situación caracterizada por un nivel reducido de violencia y un nivel alto de justicia” (1974), a la vez que Betty Reardon señala que “La paz es un orden social o un conjunto de relaciones humanas en el cual la justicia puede proseguirse sin violencia… la paz nutre la vida, dignifica y cataliza las energía humanas para la autorrealización” (1997).

La paz positiva define la paz como la acción necesaria para que se presenten un conjunto de características positivas como la cooperación, la confianza o la justicia entre las personas, sociedades y países. Enfatiza que la paz como un proceso antes que un punto de llegada. Esta idea es remarcada por Galtung al señalar que la paz es, en un sentido dinámico, también la capacidad de resolver los conflictos de manera creativa y sin violencia (2003).

En los años 70 y 80 una nueva perspectiva fue aportada a la idea de paz desde el movimiento feminista, señalando que la violencia había sido vista sólo desde una mirada “macro”, la guerra entre países, y que era necesaria también una mirada “micro” de la violencia, en particular la violencia contra las mujeres y los niños en los momentos en que no había guerra.

Un contribución importante del feminismo fue la identificación de la relación entre varones y violencia, al punto de señalar, por ejemplo, que la guerra es una forma masculina de afrontar los conflictos, mientras que existen otras formas, desarrolladas especialmente por la mujeres en el espacio privado de la familia, para manejar los conflictos mediante la negociación, la persuasión y la reciprocidad.

El feminismo y los estudios de género han incorporado temas cruciales para la actual concepción de la paz, como son la erradicación de la violencia de género, la necesidad de transformar las relaciones entre varones y mujeres hacia una mayor igualdad, y el enriquecimiento de la paz con los aspectos generalmente asignados a lo femenino como son la importancia de las emociones y el cuidado de las personas.

Como señala Irene Comins, el aporte feminista consistió principalmente en dos elementos:

“En primer lugar, el descubrimiento y crítica de las dominaciones y subordinaciones… En este sentido se ha ampliado la clasificación de la violencia distinguiendo entre violencia organizada y violencia no organizada, aportando así el análisis del micronivel de la violencia: la violencia doméstica, a la infancia, etc. En segundo lugar, el descubrimiento y reconstrucción de valores y actitudes positivos para todos y que por determinadas razones han estado relegados a la mujer: la ternura, el cuidado… la categoría de género se hace imprescindible (para) reconstruir nuevas formas de ser femeninos y masculinos, más flexibles y menos violentas” (Comins, 2004).

En los años 80 y 90 emerge un enfoque de paz que valora altamente la relación de los humanos con el sistema bioambiental, concibiendo a la especie humana como una unidad dentro de una unidad mayor que es la naturaleza, la cual debe ser respetada y cuidada.

Esta visión se ha reflejado, posteriormente, en la Carta de la Tierra, documento elaborado por líderes y científicos del mundo en un diálogo intercultural.

Paz Feminista: Macro y Micro Niveles de la Paz

Holística Paz-Gaia: Paz con el Ambiente

ViolenciaDirecta

ViolenciaEstructural

PazEstructural

PazCultural

PazDirecta

ViolenciaCultural

Invisible

Violencias y Paz

Visible...............

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Page 15: Cultura de PAZ - 10

“La humanidad es parte de un vasto universo evolutivo. La Tierra, nuestro hogar, está viva con una comunidad singular de vida… La capacidad de recuperación de la comunidad de vida y el bienestar de la humanidad dependen de la preservación de una biosfera saludable, con todos sus sistemas ecológicos, una rica variedad de plantas y animales, tierras fértiles, aguas puras y aire limpio. El medio ambiente global, con sus recursos finitos, es una preocupación común para todos los pueblos. La protección de la vitalidad, la diversidad y la belleza de la Tierra es un deber sagrado” (Carta de la Tierra, 2000).

Asociada a esta visión surgen las ideas sobre el ecodesarrollo y el desarrollo sostenible, concebido éste como el desarrollo que asegura las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para enfrentarse sus propias necesidades.

De esta manera la relación del ser humano con la naturaleza, tan presente en culturas indígenas, se introduce en el pensamiento occidental acerca de la paz.

Aunque tradicionalmente en Occidente se ha dado poca importancia a los aspectos subjetivos, en las últimas décadas se ha incrementado la atención respecto a la interrelación entre el mundo interior de las personas y los fenómenos externos, sociales, políticos, económicos y ecológicos, así como sobre la importancia de la autorrealización y la trascendencia de los seres humanos.

En ese marco se ha puesto de manifiesto la relación entre la vida interna de las personas (mente y espíritu) y la paz externa, que no vendrían a ser sino dos aspectos de un mismo fenómeno.

“La paz empieza dentro de cada uno de nosotros. Cuando tenemos paz interior, podemos estar en paz con los de alrededor. Cuando nuestra comunidad está en un estado de paz, puede compartir esa paz con las comunidades vecinas, y así en estructuras cada vez más amplias. Cuando sentimos amor y ternura hacia otros, no sólo hace que otros se sientan queridos y cuidados, sino que también nos ayuda a desarrollar paz interior y felicidad…” (Dalai Lama, al recibir el premio Nóbel).

Esta visión, cuya riqueza no podemos referir en estas pocas líneas constituye una importante contribución para involucrar en la construcción de la paz a todas las personas, no sólo a los líderes y autoridades, y para prestar mayor atención a los aspectos espirituales involucrados en dicha tarea.

El Concepto Moderno de Paz

Las diferentes ideas que han ido surgiendo a lo largo de la historia respecto a lo que es la paz, antes que sustituir una a la otra, se han sumado y complementado hasta formar lo que hoy, por lo general, se entiende por paz. En ese sentido, podemos afirmar que una definición completa debe incluir lo siguiente:

- La paz significa ausencia de toda forma de violencia, incluyendo la violencia directa, estructural y cultural. No sólo se refiere a la guerra.

- La paz, exige simultáneamente a la ausencia de violencias, la presencia de condiciones y aspectos deseadas (paz positiva) como la cooperación, la igualdad, la justicia y la solidaridad y, ciertamente, el cumplimiento de los derechos humanos.

- La paz involucra, en especial, una transformación igualitaria de las relaciones entre varones y mujeres, así como la erradicación de cualquier tipo de discriminación.

- La paz es también una forma de relación fructífera y respetuosa de los seres humanos con la naturaleza y el ambiente.

- La paz tanto una dimensión externa (social) como interna (mental y espiritual) y representa una íntima relación entre ambas dimensiones.

Paz Interna y Externa

Para el hombre andino el mundo es una totalidad viva, integrada y sagrada. No se comprende a las partes separadas del todo, cualquier evento se entiende inmerso dentro de los demás y donde cada parte refleja el todo. Esa totalidad natural es la Pacha que comprende todas las cosas vivas, incluyendo los cerros, las estrellas y los muertos. Cuando el mundo está tranquilo, cuando nadie trasgrede esa tranquilidad de la Pacha, es tiempo de paz.

En la concepción andina existe una suerte de solidaridad entre hombres, animales y naturaleza. Por eso la introducción de un desorden social no es percibida solamente como un peligro para el orden social sino para la naturaleza misma: puede traer enfermedades o sufrimientos no tolerables (granizadas, heladas, terremotos). De ese modo la violencia introducida en la sociedad tiene que ser expulsada mediante un combate que punta a la destrucción de quienes se han puesto fuera de la sociedad. Si el primer tipo de violencia es percibida como ilegitima y peligrosa, el segundo no solo es legítimo sino necesario. (Ansion, 1985).

Existen formas de ritualizar el desorden, las discusiones o diferencias que se presentan en las comunidades y restablecer la tranquilidad. Es el caso del Tinkuy, donde grupos opuestos se enfrentan hasta pagar con sangre a la ofensa a la Pacha y restablecer así la unidad y equilibrio.

Qasi kausay (Vivir tranquilo): La Paz de los Runas

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“La humanidad es parte de un vasto universo evolutivo. La Tierra, nuestro hogar, está viva con una comunidad singular de vida… La capacidad de recuperación de la comunidad de vida y el bienestar de la humanidad dependen de la preservación de una biosfera saludable, con todos sus sistemas ecológicos, una rica variedad de plantas y animales, tierras fértiles, aguas puras y aire limpio. El medio ambiente global, con sus recursos finitos, es una preocupación común para todos los pueblos. La protección de la vitalidad, la diversidad y la belleza de la Tierra es un deber sagrado” (Carta de la Tierra, 2000).

Asociada a esta visión surgen las ideas sobre el ecodesarrollo y el desarrollo sostenible, concebido éste como el desarrollo que asegura las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para enfrentarse sus propias necesidades.

De esta manera la relación del ser humano con la naturaleza, tan presente en culturas indígenas, se introduce en el pensamiento occidental acerca de la paz.

Aunque tradicionalmente en Occidente se ha dado poca importancia a los aspectos subjetivos, en las últimas décadas se ha incrementado la atención respecto a la interrelación entre el mundo interior de las personas y los fenómenos externos, sociales, políticos, económicos y ecológicos, así como sobre la importancia de la autorrealización y la trascendencia de los seres humanos.

En ese marco se ha puesto de manifiesto la relación entre la vida interna de las personas (mente y espíritu) y la paz externa, que no vendrían a ser sino dos aspectos de un mismo fenómeno.

“La paz empieza dentro de cada uno de nosotros. Cuando tenemos paz interior, podemos estar en paz con los de alrededor. Cuando nuestra comunidad está en un estado de paz, puede compartir esa paz con las comunidades vecinas, y así en estructuras cada vez más amplias. Cuando sentimos amor y ternura hacia otros, no sólo hace que otros se sientan queridos y cuidados, sino que también nos ayuda a desarrollar paz interior y felicidad…” (Dalai Lama, al recibir el premio Nóbel).

Esta visión, cuya riqueza no podemos referir en estas pocas líneas constituye una importante contribución para involucrar en la construcción de la paz a todas las personas, no sólo a los líderes y autoridades, y para prestar mayor atención a los aspectos espirituales involucrados en dicha tarea.

El Concepto Moderno de Paz

Las diferentes ideas que han ido surgiendo a lo largo de la historia respecto a lo que es la paz, antes que sustituir una a la otra, se han sumado y complementado hasta formar lo que hoy, por lo general, se entiende por paz. En ese sentido, podemos afirmar que una definición completa debe incluir lo siguiente:

- La paz significa ausencia de toda forma de violencia, incluyendo la violencia directa, estructural y cultural. No sólo se refiere a la guerra.

- La paz, exige simultáneamente a la ausencia de violencias, la presencia de condiciones y aspectos deseadas (paz positiva) como la cooperación, la igualdad, la justicia y la solidaridad y, ciertamente, el cumplimiento de los derechos humanos.

- La paz involucra, en especial, una transformación igualitaria de las relaciones entre varones y mujeres, así como la erradicación de cualquier tipo de discriminación.

- La paz es también una forma de relación fructífera y respetuosa de los seres humanos con la naturaleza y el ambiente.

- La paz tanto una dimensión externa (social) como interna (mental y espiritual) y representa una íntima relación entre ambas dimensiones.

Paz Interna y Externa

Para el hombre andino el mundo es una totalidad viva, integrada y sagrada. No se comprende a las partes separadas del todo, cualquier evento se entiende inmerso dentro de los demás y donde cada parte refleja el todo. Esa totalidad natural es la Pacha que comprende todas las cosas vivas, incluyendo los cerros, las estrellas y los muertos. Cuando el mundo está tranquilo, cuando nadie trasgrede esa tranquilidad de la Pacha, es tiempo de paz.

En la concepción andina existe una suerte de solidaridad entre hombres, animales y naturaleza. Por eso la introducción de un desorden social no es percibida solamente como un peligro para el orden social sino para la naturaleza misma: puede traer enfermedades o sufrimientos no tolerables (granizadas, heladas, terremotos). De ese modo la violencia introducida en la sociedad tiene que ser expulsada mediante un combate que punta a la destrucción de quienes se han puesto fuera de la sociedad. Si el primer tipo de violencia es percibida como ilegitima y peligrosa, el segundo no solo es legítimo sino necesario. (Ansion, 1985).

Existen formas de ritualizar el desorden, las discusiones o diferencias que se presentan en las comunidades y restablecer la tranquilidad. Es el caso del Tinkuy, donde grupos opuestos se enfrentan hasta pagar con sangre a la ofensa a la Pacha y restablecer así la unidad y equilibrio.

Qasi kausay (Vivir tranquilo): La Paz de los Runas

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- La paz, a la vez que representa un objetivo, es también un proceso en el cual crecientemente estamos involucrados todos y todas, no sólo los lideres y gobiernos.

- La paz es un proyecto posible, al punto que las naciones del mundo se han unido tras ese propósito, aunque no siempre de manera consecuente,

Como hemos dicho, la idea de paz que estamos presentando, corresponde básicamente al punto de vista de la cultura occidental, punto de vista que sin duda debe ser enriquecido con los conceptos de otras culturas, en un necesario diálogo intercultural para un tema como la paz que involucra a todos los seres humanos. Los seres humanos siempre le estamos pidiendo más a la idea de paz, abarcando cada vez más nuevos y más transcendentes conceptos. Por ello, no tenemos porque pensar que la idea de paz no siga ampliándose en el futuro.

Paz en Positivo

Como mencionamos en el recorrido histórico de las ideas sobre la paz, uno de sus significados más duraderos ha sido simplemente la ausencia de guerra del cual, con el tiempo, se fue alejando para representar lo opuesto a todo tipo de violencia y no sólo a la guerra, adoptando luego un sentido más afirmativo con la paz positiva de Galtung. Este sentido afirmativo lleva a la paz y su construcción más allá del rechazo a la violencia y la sitúa primordialmente en la adhesión y promoción del amor, la confianza, la solidaridad, la cooperación y la justicia.

Galtung (2003) emplea una valiosa metáfora para explicar ese sentido afirmativo, comparando a la paz con la salud y a la violencia con la enfermedad. Ciertamente, cuando se tiene salud, no hay enfermedad, pero la salud es mucho más que simplemente no estar enfermo. Significa estar en condiciones para un buen funcionamiento y contar con las defensas necesarias para evitar la enfermedad o superarla sin sufrir un daño permanente.

Bajo esta metáfora la paz debe permitir un funcionamiento saludable de la sociedad basado en los elementos que nutren la vida en ella, como son el amor, la confianza, la solidaridad, la cooperación y la justicia. Bajo la paz, la violencia directa, estructural y cultural no tienen cabida (o son reducidas) y los inevitables conflictos que se presentan en la vida social puedan ser superados sin violencia.

La paz como la salud, entonces, no se logran sólo reprimiendo o evitando la enfermedad/violencia, sino sobre todo fortaleciendo nuestra capacidad para una buena convivencia social. Ello requiere fortalecer las relaciones entre las personas a través del afecto, la empatía y la preocupación por el bienestar y la dignidad de las otras personas, como también crear las estructuras sociales fundadas en el desarrollo humano, equitativo y sostenible, en el respeto a los derechos humanos y en la democracia.

En relación a la violencia, la metáfora de paz como salud nos llama a actuar no sólo sobre las consecuencias de la violencia o sobre el riesgo de que se produzca, sino especialmente sobre los aspectos que desde el interior de los individuos los protegen de ejercer o sufrir la violencia. Por ejemplo, es importante sancionar a los autores de la violencia contra la mujer y atender a las víctimas, así como neutralizar los factores de riesgo, pero también es importante fortalecer relaciones armoniosas entre las parejas y en las familias.

La Paz Imperfecta

A diferencia de lo que ocurría antes, la paz es crecientemente vista como un proceso presente y no como un estado futuro e ideal. En ese sentido podemos decir que la paz existe en el presente

El Derecho Humano a la Paz

La Declaración Universal de los Derechos Humanos y los pactos de derechos humanos no incluyeron a la paz como derecho, aún cuando en el Preámbulo de la Declaración se considera que “la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”.

En 1984, las Naciones Unidas, respondiendo al contexto de amenaza de las armas nucleares en esos años, aprobó la Declaración sobre el Derecho de los Pueblos a la Paz, señalando que:

“La Asamblea General

1. Proclama solemnemente que los pueblos de nuestro planeta tienen derecho sagrado a la paz;

2. Declara solemnemente que proteger el derecho de los pueblos a la Paz y fomentar su realización es una obligación fundamental de todo Estado” (Naciones Unidas, 1984).

Sin embargo, no ha sido posible hasta la actualidad establecer un tratado internacional que otorgue valor jurídico vinculante a esta declaración del derecho humano a la paz, es decir que haga obligatorio su cumplimiento como si ocurre con los otros derechos humanos reconocidos que cuentan con pactos o tratados.

Ello no hace menos cierto lo que dice Bobbio: “La paz es la condición sine qua non para proteger eficazmente los derechos humanos y la protección de los derechos humanos favorece la paz” (1992).

23Cultura de Paz22 Cultura de Paz

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- La paz, a la vez que representa un objetivo, es también un proceso en el cual crecientemente estamos involucrados todos y todas, no sólo los lideres y gobiernos.

- La paz es un proyecto posible, al punto que las naciones del mundo se han unido tras ese propósito, aunque no siempre de manera consecuente,

Como hemos dicho, la idea de paz que estamos presentando, corresponde básicamente al punto de vista de la cultura occidental, punto de vista que sin duda debe ser enriquecido con los conceptos de otras culturas, en un necesario diálogo intercultural para un tema como la paz que involucra a todos los seres humanos. Los seres humanos siempre le estamos pidiendo más a la idea de paz, abarcando cada vez más nuevos y más transcendentes conceptos. Por ello, no tenemos porque pensar que la idea de paz no siga ampliándose en el futuro.

Paz en Positivo

Como mencionamos en el recorrido histórico de las ideas sobre la paz, uno de sus significados más duraderos ha sido simplemente la ausencia de guerra del cual, con el tiempo, se fue alejando para representar lo opuesto a todo tipo de violencia y no sólo a la guerra, adoptando luego un sentido más afirmativo con la paz positiva de Galtung. Este sentido afirmativo lleva a la paz y su construcción más allá del rechazo a la violencia y la sitúa primordialmente en la adhesión y promoción del amor, la confianza, la solidaridad, la cooperación y la justicia.

Galtung (2003) emplea una valiosa metáfora para explicar ese sentido afirmativo, comparando a la paz con la salud y a la violencia con la enfermedad. Ciertamente, cuando se tiene salud, no hay enfermedad, pero la salud es mucho más que simplemente no estar enfermo. Significa estar en condiciones para un buen funcionamiento y contar con las defensas necesarias para evitar la enfermedad o superarla sin sufrir un daño permanente.

Bajo esta metáfora la paz debe permitir un funcionamiento saludable de la sociedad basado en los elementos que nutren la vida en ella, como son el amor, la confianza, la solidaridad, la cooperación y la justicia. Bajo la paz, la violencia directa, estructural y cultural no tienen cabida (o son reducidas) y los inevitables conflictos que se presentan en la vida social puedan ser superados sin violencia.

La paz como la salud, entonces, no se logran sólo reprimiendo o evitando la enfermedad/violencia, sino sobre todo fortaleciendo nuestra capacidad para una buena convivencia social. Ello requiere fortalecer las relaciones entre las personas a través del afecto, la empatía y la preocupación por el bienestar y la dignidad de las otras personas, como también crear las estructuras sociales fundadas en el desarrollo humano, equitativo y sostenible, en el respeto a los derechos humanos y en la democracia.

En relación a la violencia, la metáfora de paz como salud nos llama a actuar no sólo sobre las consecuencias de la violencia o sobre el riesgo de que se produzca, sino especialmente sobre los aspectos que desde el interior de los individuos los protegen de ejercer o sufrir la violencia. Por ejemplo, es importante sancionar a los autores de la violencia contra la mujer y atender a las víctimas, así como neutralizar los factores de riesgo, pero también es importante fortalecer relaciones armoniosas entre las parejas y en las familias.

La Paz Imperfecta

A diferencia de lo que ocurría antes, la paz es crecientemente vista como un proceso presente y no como un estado futuro e ideal. En ese sentido podemos decir que la paz existe en el presente

El Derecho Humano a la Paz

La Declaración Universal de los Derechos Humanos y los pactos de derechos humanos no incluyeron a la paz como derecho, aún cuando en el Preámbulo de la Declaración se considera que “la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”.

En 1984, las Naciones Unidas, respondiendo al contexto de amenaza de las armas nucleares en esos años, aprobó la Declaración sobre el Derecho de los Pueblos a la Paz, señalando que:

“La Asamblea General

1. Proclama solemnemente que los pueblos de nuestro planeta tienen derecho sagrado a la paz;

2. Declara solemnemente que proteger el derecho de los pueblos a la Paz y fomentar su realización es una obligación fundamental de todo Estado” (Naciones Unidas, 1984).

Sin embargo, no ha sido posible hasta la actualidad establecer un tratado internacional que otorgue valor jurídico vinculante a esta declaración del derecho humano a la paz, es decir que haga obligatorio su cumplimiento como si ocurre con los otros derechos humanos reconocidos que cuentan con pactos o tratados.

Ello no hace menos cierto lo que dice Bobbio: “La paz es la condición sine qua non para proteger eficazmente los derechos humanos y la protección de los derechos humanos favorece la paz” (1992).

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de una manera imperfecta. No es la “paz perpetua” de los filósofos, sino una construcción en progreso, una vivencia humana diferenciada de la guerra y la violencia que se produce incluso en medio de ellas como “un signo de bienestar, felicidad y armonía que nos une a los demás, también a la naturaleza y al universo en su conjunto” (Muñoz, 2004).

La historia se ha escrito generalmente siguiendo el hilo de las guerras, pero no desde el hilo de cómo se vive y se construye la paz, la cual ha quedado así invisibilizada. El enfoque de la paz imperfecta nos recuerda que simultáneamente con la historia de las guerras y la violencia hay también una historia de paz, pues los seres humanos estamos tratando siempre de vivir en paz.

“Si el concepto de paz positiva marcó una ruptura con la noción tradicional estableciendo la relación de paz no con la guerra sino con la violencia; la paz imperfecta señala un avance por cuanto si bien reconoce la imperfección de la condición humana, también percibe que nuestras relaciones están caracterizadas por decisiones y acciones guiadas, la mayoría de las veces, por la regulación pacífica o no violenta de los conflictos, lo que permite que los seres humanos en nuestras continuas tentativas, procesos y ensayos tengamos cotidianamente más momentos de paz que de violencia o de guerra” (Tuvilla, 2004).

Paz y Guerra a Principios del Nuevo Siglo

Como nos lo recuerdan algunos historiadores como Hobsbawm, el siglo XX ha sido el más sangriento en la historia de la humanidad.

“La cifra total de muertos provocados directa e indirectamente por las guerras se eleva a unos 187 millones de personas… Si tomamos el año 1914 como punto de partida, el siglo XX ha sido un siglo de guerras ininterrumpidas, a excepciones de algunos breves períodos sin conflictos armados organizados en todo el planeta” (Hobsbawm, 2007).

Sin embargo, ha sido también el siglo en el cual las naciones del mundo han empezado a buscar caminos para alcanzar la paz, especialmente desde que en 1945 surgen las Naciones Unidas para “librar a los pueblos del flagelo de la guerra”. Desde entonces diversos acuerdos internacionales han evidenciado un mayor compromiso con la paz, incluso entendida ésta en su versión más integral y completa.

Así, se produjeron la histórica Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), el reconocimiento del Derecho a la Paz (1984), la Declaración y Programa para una Cultura de Paz (1999) y los múltiples acuerdos internacionales que, sobre los problemas de la paz, el desarrollo, la democracia, los derechos humanos y el ambiente, se celebraron a lo largo de la década de los noventa y culminaron con la Cumbre del Milenio (2000), de la cual emanaron los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en la cual las naciones del mundo se comprometieron, una vez más, con “establecer una paz justa y duradera en todo el mundo” y “el respeto de la igualdad de derechos

de todos, sin distinciones por motivo de raza, sexo, idioma o religión, y la cooperación internacional para resolver los problemas internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario” (Naciones Unidas, 2000).

¿Un Nuevo Siglo de Guerras?

Lamentablemente, la convulsión de la primera década del nuevo siglo, con los atentados del 11 de setiembre y las “guerras preventivas” e invasión en Afganistan e Irak parecen alejar la promesa de construir un mundo más pacífico en el siglo XXI.

Ademas, a las guerras entre países se suman crecientemente los conflictos armados al interior de los países. Si en la Primera Guerra Mundial, sólo el 5% de las víctimas eran civiles, en la Segunda el porcentaje se elevo al 66% y en la actualidad la proporción de victimas civiles en cualquier guerra se sitúa por encima del 70 u 80%, sobre todo en los conflictos armados internos, como el que padeció nuestro país entre los años 1980 y 2000, donde del total de víctimas mortales el 70% fueron civiles (CVR, 2004).

Tras repasar las condiciones de la guerra y la paz para el siglo XXI, Hobsbawm considera que si bien las guerras no serán tan sangrientas como en el siglo XX, la paz parecería estar todavía lejana. Ello hace más urgente actuar para revertir esos pronósticos, como nos lo recordaba la Carta de la Tierra, suscrita en el año 2000 por un conjunto de líderes del mundo, al señalar que:

“Estamos en un momento crítico de la historia de la Tierra, en el cual la humanidad debe elegir su futuro. A medida que el mundo se vuelve cada vez más interdependiente y frágil, el futuro depara, a la vez, grandes riesgos y grandes promesas. Debemos unirnos para crear una sociedad global sostenible fundada en el respeto hacia la naturaleza, los derechos humanos universales, la justicia económica y una cultura de paz. En torno a este fin, es imperativo que nosotros, los pueblos de la Tierra, declaremos nuestra responsabilidad unos hacia otros, hacia la gran comunidad de la vida y hacia las generaciones futuras” (Carta de la Tierra, 2000).

Lograr ello requiere superar el fatalismo, alimentado por una dieta de noticias sobre violencia y guerras, y recordar que a pesar de todo los seres humanos también logramos coexistir pacíficamente. No se trata de subestimar la guerra y la violencia, sino de recordar la preponderancia de la capacidad de los seres humanos también de hacer paz y de cambiar.

En ese sentido es útil tener presente lo que afirma William Ury, creador junto Irving Fisher del conocido método de negociación basado en principios o método de Harvard: “En el lapso de un siglo la humanidad ha logrado irrupciones tecnológicas de importancia evolutiva. Hemos puesto a toda la humanidad en contacto reciproco por medio de la comunicación instantánea, hemos fisionado el átomo y llegado a la Luna. El desafío consiste ahora en aprender a realizar avances sociales de proporciones análogas… En el nuevo milenio muchas cosas serán posibles ¿Por qué no el antiquísimo sueño de la paz?” (Ury. 2000).

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de una manera imperfecta. No es la “paz perpetua” de los filósofos, sino una construcción en progreso, una vivencia humana diferenciada de la guerra y la violencia que se produce incluso en medio de ellas como “un signo de bienestar, felicidad y armonía que nos une a los demás, también a la naturaleza y al universo en su conjunto” (Muñoz, 2004).

La historia se ha escrito generalmente siguiendo el hilo de las guerras, pero no desde el hilo de cómo se vive y se construye la paz, la cual ha quedado así invisibilizada. El enfoque de la paz imperfecta nos recuerda que simultáneamente con la historia de las guerras y la violencia hay también una historia de paz, pues los seres humanos estamos tratando siempre de vivir en paz.

“Si el concepto de paz positiva marcó una ruptura con la noción tradicional estableciendo la relación de paz no con la guerra sino con la violencia; la paz imperfecta señala un avance por cuanto si bien reconoce la imperfección de la condición humana, también percibe que nuestras relaciones están caracterizadas por decisiones y acciones guiadas, la mayoría de las veces, por la regulación pacífica o no violenta de los conflictos, lo que permite que los seres humanos en nuestras continuas tentativas, procesos y ensayos tengamos cotidianamente más momentos de paz que de violencia o de guerra” (Tuvilla, 2004).

Paz y Guerra a Principios del Nuevo Siglo

Como nos lo recuerdan algunos historiadores como Hobsbawm, el siglo XX ha sido el más sangriento en la historia de la humanidad.

“La cifra total de muertos provocados directa e indirectamente por las guerras se eleva a unos 187 millones de personas… Si tomamos el año 1914 como punto de partida, el siglo XX ha sido un siglo de guerras ininterrumpidas, a excepciones de algunos breves períodos sin conflictos armados organizados en todo el planeta” (Hobsbawm, 2007).

Sin embargo, ha sido también el siglo en el cual las naciones del mundo han empezado a buscar caminos para alcanzar la paz, especialmente desde que en 1945 surgen las Naciones Unidas para “librar a los pueblos del flagelo de la guerra”. Desde entonces diversos acuerdos internacionales han evidenciado un mayor compromiso con la paz, incluso entendida ésta en su versión más integral y completa.

Así, se produjeron la histórica Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), el reconocimiento del Derecho a la Paz (1984), la Declaración y Programa para una Cultura de Paz (1999) y los múltiples acuerdos internacionales que, sobre los problemas de la paz, el desarrollo, la democracia, los derechos humanos y el ambiente, se celebraron a lo largo de la década de los noventa y culminaron con la Cumbre del Milenio (2000), de la cual emanaron los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en la cual las naciones del mundo se comprometieron, una vez más, con “establecer una paz justa y duradera en todo el mundo” y “el respeto de la igualdad de derechos

de todos, sin distinciones por motivo de raza, sexo, idioma o religión, y la cooperación internacional para resolver los problemas internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario” (Naciones Unidas, 2000).

¿Un Nuevo Siglo de Guerras?

Lamentablemente, la convulsión de la primera década del nuevo siglo, con los atentados del 11 de setiembre y las “guerras preventivas” e invasión en Afganistan e Irak parecen alejar la promesa de construir un mundo más pacífico en el siglo XXI.

Ademas, a las guerras entre países se suman crecientemente los conflictos armados al interior de los países. Si en la Primera Guerra Mundial, sólo el 5% de las víctimas eran civiles, en la Segunda el porcentaje se elevo al 66% y en la actualidad la proporción de victimas civiles en cualquier guerra se sitúa por encima del 70 u 80%, sobre todo en los conflictos armados internos, como el que padeció nuestro país entre los años 1980 y 2000, donde del total de víctimas mortales el 70% fueron civiles (CVR, 2004).

Tras repasar las condiciones de la guerra y la paz para el siglo XXI, Hobsbawm considera que si bien las guerras no serán tan sangrientas como en el siglo XX, la paz parecería estar todavía lejana. Ello hace más urgente actuar para revertir esos pronósticos, como nos lo recordaba la Carta de la Tierra, suscrita en el año 2000 por un conjunto de líderes del mundo, al señalar que:

“Estamos en un momento crítico de la historia de la Tierra, en el cual la humanidad debe elegir su futuro. A medida que el mundo se vuelve cada vez más interdependiente y frágil, el futuro depara, a la vez, grandes riesgos y grandes promesas. Debemos unirnos para crear una sociedad global sostenible fundada en el respeto hacia la naturaleza, los derechos humanos universales, la justicia económica y una cultura de paz. En torno a este fin, es imperativo que nosotros, los pueblos de la Tierra, declaremos nuestra responsabilidad unos hacia otros, hacia la gran comunidad de la vida y hacia las generaciones futuras” (Carta de la Tierra, 2000).

Lograr ello requiere superar el fatalismo, alimentado por una dieta de noticias sobre violencia y guerras, y recordar que a pesar de todo los seres humanos también logramos coexistir pacíficamente. No se trata de subestimar la guerra y la violencia, sino de recordar la preponderancia de la capacidad de los seres humanos también de hacer paz y de cambiar.

En ese sentido es útil tener presente lo que afirma William Ury, creador junto Irving Fisher del conocido método de negociación basado en principios o método de Harvard: “En el lapso de un siglo la humanidad ha logrado irrupciones tecnológicas de importancia evolutiva. Hemos puesto a toda la humanidad en contacto reciproco por medio de la comunicación instantánea, hemos fisionado el átomo y llegado a la Luna. El desafío consiste ahora en aprender a realizar avances sociales de proporciones análogas… En el nuevo milenio muchas cosas serán posibles ¿Por qué no el antiquísimo sueño de la paz?” (Ury. 2000).

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¿Y en el Perú?

La violencia a escala de conflicto armado interno ha sido felizmente superada en nuestro país, pero necesitamos asegurar que ese peligro no se vuelva a presentar y acabar con todas las formas de violencia directa, estructural y cultural que subsisten.

Y esa es una tarea que no puede ser dejada exclusivamente en manos del Estado y la clase política, pues como lo ha venido comprendiendo el mundo, la paz es necesariamente tarea también de los ciudadanos, sobre todo cuando por paz entendemos no sólo el callar de las armas, sino también una sociedad más unida, justa y solidaria.

Capítulo II

Conflicto y Violencia

“El hombre nació en la barbarie, cuando matar a su semejante era una condición normal de la existencia. Se le otorgó una conciencia. Y ahora ha llegado el día en que la violencia hacia otro ser humano debe volverse tan aborrecible como comer la carne de otros.” Martin Luther King

Conflicto y violencia son dos términos estrechamente relacionados a lo largo de la historia y con frecuencia se les toma como sinónimos. Sin embargo, como veremos en este capítulo, se trata de dos conductas o comportamientos humanos muy diferentes, que se debe aprender a entender y manejar adecuadamente para que haya paz.

En todas las sociedades se producen conflictos, es decir, discrepancias activas, pues las personas y grupos sociales tenemos diferentes maneras de pensar e intereses propios y diferenciados, de modo que es totalmente comprensible que existan desacuerdos. En ese sentido se puede afirmar que el conflicto es algo normal. En cambio, la violencia no tiene porque ser lo normal, pues los conflictos no necesariamente tienen que derivar en confrontaciones violentas, aunque en muchos casos sea la forma a través de la cual se pretende “resolver” el conflicto.

Los Conflictos y la Paz

¿Qué es un conflicto? Lederach (2000) nos dice que la mejor definición que ha encontrado es que se trata de una “lucha expresada entre, al menos, dos personas o grupos interdependientes, que perciben objetivos incompatibles, recompensas escasas e interferencias del otro para realizar sus metas”.

En esta definición se destaca que el conflicto tiene un importante componente subjetivo, pues para que exista el conflicto se requiere que las partes perciban, es decir, sientan y crean que existen esas incompatibilidades e interferencias para alcanzar sus metas.

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¿Y en el Perú?

La violencia a escala de conflicto armado interno ha sido felizmente superada en nuestro país, pero necesitamos asegurar que ese peligro no se vuelva a presentar y acabar con todas las formas de violencia directa, estructural y cultural que subsisten.

Y esa es una tarea que no puede ser dejada exclusivamente en manos del Estado y la clase política, pues como lo ha venido comprendiendo el mundo, la paz es necesariamente tarea también de los ciudadanos, sobre todo cuando por paz entendemos no sólo el callar de las armas, sino también una sociedad más unida, justa y solidaria.

Capítulo II

Conflicto y Violencia

“El hombre nació en la barbarie, cuando matar a su semejante era una condición normal de la existencia. Se le otorgó una conciencia. Y ahora ha llegado el día en que la violencia hacia otro ser humano debe volverse tan aborrecible como comer la carne de otros.” Martin Luther King

Conflicto y violencia son dos términos estrechamente relacionados a lo largo de la historia y con frecuencia se les toma como sinónimos. Sin embargo, como veremos en este capítulo, se trata de dos conductas o comportamientos humanos muy diferentes, que se debe aprender a entender y manejar adecuadamente para que haya paz.

En todas las sociedades se producen conflictos, es decir, discrepancias activas, pues las personas y grupos sociales tenemos diferentes maneras de pensar e intereses propios y diferenciados, de modo que es totalmente comprensible que existan desacuerdos. En ese sentido se puede afirmar que el conflicto es algo normal. En cambio, la violencia no tiene porque ser lo normal, pues los conflictos no necesariamente tienen que derivar en confrontaciones violentas, aunque en muchos casos sea la forma a través de la cual se pretende “resolver” el conflicto.

Los Conflictos y la Paz

¿Qué es un conflicto? Lederach (2000) nos dice que la mejor definición que ha encontrado es que se trata de una “lucha expresada entre, al menos, dos personas o grupos interdependientes, que perciben objetivos incompatibles, recompensas escasas e interferencias del otro para realizar sus metas”.

En esta definición se destaca que el conflicto tiene un importante componente subjetivo, pues para que exista el conflicto se requiere que las partes perciban, es decir, sientan y crean que existen esas incompatibilidades e interferencias para alcanzar sus metas.

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Conflictos y Violencia

Los especialistas en conflictos nos dicen que siendo los conflictos normales en la vida humana, ellos no son, necesariamente, positivos o negativos, si no que esto depende de cómo se resuelvan y qué resultados produzcan. Como señala Fisas:

“(El conflicto es) una construcción social, una creación humana diferenciada de la violencia (puede haber conflictos sin violencia, aunque no violencia sin conflicto) que puede ser positivo o negativo según como se aborde y termine, con posibilidades de ser conducido, transformado y superado (puede convertirse en paz)” (Fisas, 1998).

Sin embargo, los conflictos tradicionalmente tienen una connotación negativa en tanto se consideraba que alteraban el equilibrio social y resultaban disfuncionales para el sistema social. Progresivamente se ha relevado su valor en la vida social, considerándolos como necesarios para el acomodo de los grupos sociales en medio de las comprensibles incompatibilidades que surgen, siendo, además, un importante motor para el cambio social (MIMDES, 2008 c).

Una razón por la que se percibe el conflicto como algo negativo es porque se le confunde con la violencia. Como el conflicto es abstracto y requiere entender los problemas que lo originan, sólo cuando empiezan los actos violentos se percibe su existencia y la necesidad de intervenir. Así, se piensa equivocadamente que si no hay violencia, no hay conflicto.

Al asociarse automáticamente “conflicto” y “violencia” se esconden los múltiples conflictos pacíficos y constructivos que, cotidianamente y sin percibirlos claramente, procesan las personas y grupos sociales para resolver sus diferencias.

“Regulamos cotidianamente muchos conflictos sin apenas gastar energía en su gestión. Efectivamente, hay muchísimos ejemplos de conflictos regulados “sin ruido” a través de mutua confianza, orientaciones amigables, interese positivos hacia el bienestar de los demás, comunicación honesta, etc., sólo reconocemos por conflictos aquellas situaciones en las que nuestra conciencia tiene que actuar para regularlos, aunque de hecho estemos inmersos en muchos más...” (Muñoz, et al., 2004).

La violencia no es, entonces, la única respuesta al conflicto; por el contrario, las respuestas pueden ser múltiples y van desde la integración, la cooperación, la adaptación mutua, la negociación, la mediación, el arbitraje, la disuasión, antes de llegar a la violencia.

El manejo adecuado del conflicto consiste, en limitar las respuestas al conflicto a aquellas que no incluyan la violencia. Cambiar la forma en que los humanos intentamos resolver los conflictos, descartando la violencia, representa un cambio cultural trascendental, tal vez la transformación “más radical y enriquecedora que ninguna otra en la historia de la humanidad” (Adams, 2000).

Aspectos Positivos de los Conflictos

Modernamente, el conflicto es percibido como una interrelación humana presente en todos los grupos humanos y sociedades e incluso necesaria para la construcción y reconstrucción de la realidad social.

“Los conflictos nos han acompañado como especie desde el inicio hasta nuestros días, como un ámbito de cambio, variación y elección entre diversas posibilidades. Y el éxito de la especie ha dependido de la capacidad de socializar estas divergencias y convertirlas en energía creativa. Dicho de otra forma: la vida sin conflictos sería muy aburrida, probablemente no sería ni vida” (Muñoz, 2004).

Desprovisto de su asociación con la violencia, el conflicto ofrece varios aspectos positivos. En primer lugar, los conflictos suelen llamar la atención sobre situaciones de inequidad en que puede encontrarse un grupo social, sirviendo así de alerta temprana frente a problemas que, de pasar desapercibidos y no ser atendidos, pueden generar violencia (Buckles, 2000). Cuando los conflictos se originan en necesidades básicas de un grupo social, alertan sobre potenciales perdidas o impactos inaceptables que hacen necesario afirmar derechos, intereses y prioridades.

Por otro lado, los conflictos pueden cumplir una función integradora para cada una de las partes enfrentadas, aumentando la solidaridad interna, manteniendo la disciplina y contribuyendo a precisar e identificar los intereses y demandas de cada una de ellas.

El conflicto al relacionar a dos o más partes, obliga a cada una de ellas a interesarse en la organización e intereses de la otra parte, visibilizando y ofreciendo así nuevas fuentes para una posible colaboración. De hecho, conflicto y cooperación son dos caras de una misma moneda, en toda situación conflictiva existe cierta cooperación, pues a pesar de que cada parte actúa siguiendo sus intereses, surge una reciprocidad, interacción y racionalidad común que pueden servir de base para la cooperación (Rapoport, 1992, citado por París, 2005).

Es importante también el aporte del conflicto a la innovación y la creatividad en la sociedad. En realidad, desechada la violencia, la salida al conflicto demanda una gran dosis de creatividad para compatibilizar los diferentes intereses y alcanzar acuerdos y consensos que satisfagan a todas la partes.

Conflictos y Paz

Teniendo en cuenta los aspectos positivos del conflicto, Galtung, complementa su definición de la paz con una versión más dinámica, señalando en buena cuenta que la Paz consiste en saber resolver los conflictos sin violencia, procesándolos con empatía y creatividad (Galtung, 1998). Empatía no es sino compartir, sentir y entender las posiciones del contrincante, sin necesariamente estar de acuerdo con el; creatividad es la capacidad de ir más allá de las estructuras mentales de las partes en conflicto, abriendo nuevos caminos para su relación.

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Conflictos y Violencia

Los especialistas en conflictos nos dicen que siendo los conflictos normales en la vida humana, ellos no son, necesariamente, positivos o negativos, si no que esto depende de cómo se resuelvan y qué resultados produzcan. Como señala Fisas:

“(El conflicto es) una construcción social, una creación humana diferenciada de la violencia (puede haber conflictos sin violencia, aunque no violencia sin conflicto) que puede ser positivo o negativo según como se aborde y termine, con posibilidades de ser conducido, transformado y superado (puede convertirse en paz)” (Fisas, 1998).

Sin embargo, los conflictos tradicionalmente tienen una connotación negativa en tanto se consideraba que alteraban el equilibrio social y resultaban disfuncionales para el sistema social. Progresivamente se ha relevado su valor en la vida social, considerándolos como necesarios para el acomodo de los grupos sociales en medio de las comprensibles incompatibilidades que surgen, siendo, además, un importante motor para el cambio social (MIMDES, 2008 c).

Una razón por la que se percibe el conflicto como algo negativo es porque se le confunde con la violencia. Como el conflicto es abstracto y requiere entender los problemas que lo originan, sólo cuando empiezan los actos violentos se percibe su existencia y la necesidad de intervenir. Así, se piensa equivocadamente que si no hay violencia, no hay conflicto.

Al asociarse automáticamente “conflicto” y “violencia” se esconden los múltiples conflictos pacíficos y constructivos que, cotidianamente y sin percibirlos claramente, procesan las personas y grupos sociales para resolver sus diferencias.

“Regulamos cotidianamente muchos conflictos sin apenas gastar energía en su gestión. Efectivamente, hay muchísimos ejemplos de conflictos regulados “sin ruido” a través de mutua confianza, orientaciones amigables, interese positivos hacia el bienestar de los demás, comunicación honesta, etc., sólo reconocemos por conflictos aquellas situaciones en las que nuestra conciencia tiene que actuar para regularlos, aunque de hecho estemos inmersos en muchos más...” (Muñoz, et al., 2004).

La violencia no es, entonces, la única respuesta al conflicto; por el contrario, las respuestas pueden ser múltiples y van desde la integración, la cooperación, la adaptación mutua, la negociación, la mediación, el arbitraje, la disuasión, antes de llegar a la violencia.

El manejo adecuado del conflicto consiste, en limitar las respuestas al conflicto a aquellas que no incluyan la violencia. Cambiar la forma en que los humanos intentamos resolver los conflictos, descartando la violencia, representa un cambio cultural trascendental, tal vez la transformación “más radical y enriquecedora que ninguna otra en la historia de la humanidad” (Adams, 2000).

Aspectos Positivos de los Conflictos

Modernamente, el conflicto es percibido como una interrelación humana presente en todos los grupos humanos y sociedades e incluso necesaria para la construcción y reconstrucción de la realidad social.

“Los conflictos nos han acompañado como especie desde el inicio hasta nuestros días, como un ámbito de cambio, variación y elección entre diversas posibilidades. Y el éxito de la especie ha dependido de la capacidad de socializar estas divergencias y convertirlas en energía creativa. Dicho de otra forma: la vida sin conflictos sería muy aburrida, probablemente no sería ni vida” (Muñoz, 2004).

Desprovisto de su asociación con la violencia, el conflicto ofrece varios aspectos positivos. En primer lugar, los conflictos suelen llamar la atención sobre situaciones de inequidad en que puede encontrarse un grupo social, sirviendo así de alerta temprana frente a problemas que, de pasar desapercibidos y no ser atendidos, pueden generar violencia (Buckles, 2000). Cuando los conflictos se originan en necesidades básicas de un grupo social, alertan sobre potenciales perdidas o impactos inaceptables que hacen necesario afirmar derechos, intereses y prioridades.

Por otro lado, los conflictos pueden cumplir una función integradora para cada una de las partes enfrentadas, aumentando la solidaridad interna, manteniendo la disciplina y contribuyendo a precisar e identificar los intereses y demandas de cada una de ellas.

El conflicto al relacionar a dos o más partes, obliga a cada una de ellas a interesarse en la organización e intereses de la otra parte, visibilizando y ofreciendo así nuevas fuentes para una posible colaboración. De hecho, conflicto y cooperación son dos caras de una misma moneda, en toda situación conflictiva existe cierta cooperación, pues a pesar de que cada parte actúa siguiendo sus intereses, surge una reciprocidad, interacción y racionalidad común que pueden servir de base para la cooperación (Rapoport, 1992, citado por París, 2005).

Es importante también el aporte del conflicto a la innovación y la creatividad en la sociedad. En realidad, desechada la violencia, la salida al conflicto demanda una gran dosis de creatividad para compatibilizar los diferentes intereses y alcanzar acuerdos y consensos que satisfagan a todas la partes.

Conflictos y Paz

Teniendo en cuenta los aspectos positivos del conflicto, Galtung, complementa su definición de la paz con una versión más dinámica, señalando en buena cuenta que la Paz consiste en saber resolver los conflictos sin violencia, procesándolos con empatía y creatividad (Galtung, 1998). Empatía no es sino compartir, sentir y entender las posiciones del contrincante, sin necesariamente estar de acuerdo con el; creatividad es la capacidad de ir más allá de las estructuras mentales de las partes en conflicto, abriendo nuevos caminos para su relación.

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Descartada la violencia, los conflictos son, entonces, relaciones humanas importantes para construir la paz y una Cultura de Paz, visibilizando los problemas sociales, ajustando la cohesión social, abriendo nuevas perspectivas para la cooperación y confianza entre las partes y sirviendo de campo de desarrollo para la empatía, la creatividad y la solución de las contradicciones sin violencia.

Pero, los aspectos positivos no deben impedirnos ver también los aspectos negativos del conflicto, como, por ejemplo, la energía que consumen, las tensiones sociales que crean y, muy especialmente, el riesgo que eventualmente representan para generar situaciones de violencia.

Las Violencias

Existen diversas definiciones de lo que es la violencia y, además, cada uno de nosotros tiene un concepto intuitivo y personal respecto a ella.

La Organización Mundial de la Salud define la violencia como:

“El uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones” (OMS, 2003).

Por su parte, Fisas nos dice:

“Por violencia podemos entender el uso o amenaza de la fuerza o potencia, abierta u oculta, con la finalidad de obtener de uno o varios individuos algo que no consienten libremente o de hacerles algún tipo de mal físico, psíquico o moral” (Fisas, 1998).

La intencionalidad es un aspecto clave para que un acto sea considerado como violencia. Así, un accidente automovilístico con víctimas no es propiamente violencia, pues no hubo intención. La intención de hacer daño, sin embargo, es algo que esta sujeto a interpretación y ésta depende de la cultura de cada grupo. Hasta hace unos años, aplicar un “jalón de orejas” aun niño no era considerado violencia, sino una forma de disciplina o “educación”. Hoy, ese mismo acto es tomado como un hecho violento, pues se conoce que tendrá consecuencias negativas para el niño y viola sus derechos.

La violencia es, entonces, un hecho social y cultural y no un hecho puramente mecánico. Por ello, en la actualidad al evolucionar las formas de pensar, muchos hechos antes no considerados como violencia si lo son hoy en día. Ofender verbalmente a la mujer, castigar físicamente a un niño o niña, obligar a un anciano a hacer algo, apartarse o rechazar a alguien por su lugar de origen, etnia, discapacidad o su preferencia sexual, son ahora consideradas formas de violencia, algo que no ocurría antes.

Pareciera que cada día los seres humanos nos hacemos más sensibles a las violencias, “descubrimos” nuevas formas de violencia y las condenamos; paradójicamente cada vez más las diversas violencias se manifiestan con mayor fuerza. Y es que los seres humanos tenemos una relación ambigua con la violencia, pues a la vez que la rechazamos, a veces, las justificamos o, al menos, nos parecen comprensibles y las relativizamos según las circunstancias o las motivaciones. La violencia también nos atrae, llama nuestra atención y suscita incluso, en muchos casos, emociones confusas. De ahí, por ejemplo, el éxito de las series de televisión o películas con altos contenidos de violencia y el atractivo de las noticias sangrientas.

Violencia Directa, Estructural y Cultural

La violencia no es solamente un acto físico, no se refiere sólo a una forma de “hacer” sino también de “no dejar hacer”, de impedir una determinada potencialidad. Fue John Galtung quien, en los años sesenta, introdujo una definición de violencia que va más allá de la violencia directa, física o psicológica.

“La violencia hace acto de presencia cuando los seres humanos son influidos en tal forma que sus actos somáticos y mentales se encuentran por debajo de sus realizaciones potenciales… por tanto la violencia es la causa de la diferencia entre lo potencial y lo actual” (Galtung, 1972).

A partir de ésta idea, surge lo que se conoce como “violencia estructural”.

“Si una persona mata a otra y mas particularmente si un grupo de personas ataca a otro, éstos son claros ejemplos de violencia directa. Pero, qué pasa si la estructura social, dentro y entre naciones esta hecha de tal forma que algunas personas pueden vivir una vida completa, llena, larga y creativa, con nivel elevado de autorrealización mientras que otras mueren lentamente debido a la mala nutrición, deficiencia en las proteínas, a la falta de cuidados médicos a la privación de todo tipo de estímulos mentales, etc., este tipo de reflexión condujo a la distinción entre violencia directa y la estructural: la distinción entre violencia que esta causada por personas concretas cometiendo actos de destrucción contra otras personas y la violencia que forma parte de la misma estructura social”(Galtung, 1974).

La noción de violencia estructural, junto a la violencia directa y la violencia cultural conforman el conocido triángulo de las violencias formulado por Galtung, violencias que se retroalimentan entre ellas.

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Descartada la violencia, los conflictos son, entonces, relaciones humanas importantes para construir la paz y una Cultura de Paz, visibilizando los problemas sociales, ajustando la cohesión social, abriendo nuevas perspectivas para la cooperación y confianza entre las partes y sirviendo de campo de desarrollo para la empatía, la creatividad y la solución de las contradicciones sin violencia.

Pero, los aspectos positivos no deben impedirnos ver también los aspectos negativos del conflicto, como, por ejemplo, la energía que consumen, las tensiones sociales que crean y, muy especialmente, el riesgo que eventualmente representan para generar situaciones de violencia.

Las Violencias

Existen diversas definiciones de lo que es la violencia y, además, cada uno de nosotros tiene un concepto intuitivo y personal respecto a ella.

La Organización Mundial de la Salud define la violencia como:

“El uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones” (OMS, 2003).

Por su parte, Fisas nos dice:

“Por violencia podemos entender el uso o amenaza de la fuerza o potencia, abierta u oculta, con la finalidad de obtener de uno o varios individuos algo que no consienten libremente o de hacerles algún tipo de mal físico, psíquico o moral” (Fisas, 1998).

La intencionalidad es un aspecto clave para que un acto sea considerado como violencia. Así, un accidente automovilístico con víctimas no es propiamente violencia, pues no hubo intención. La intención de hacer daño, sin embargo, es algo que esta sujeto a interpretación y ésta depende de la cultura de cada grupo. Hasta hace unos años, aplicar un “jalón de orejas” aun niño no era considerado violencia, sino una forma de disciplina o “educación”. Hoy, ese mismo acto es tomado como un hecho violento, pues se conoce que tendrá consecuencias negativas para el niño y viola sus derechos.

La violencia es, entonces, un hecho social y cultural y no un hecho puramente mecánico. Por ello, en la actualidad al evolucionar las formas de pensar, muchos hechos antes no considerados como violencia si lo son hoy en día. Ofender verbalmente a la mujer, castigar físicamente a un niño o niña, obligar a un anciano a hacer algo, apartarse o rechazar a alguien por su lugar de origen, etnia, discapacidad o su preferencia sexual, son ahora consideradas formas de violencia, algo que no ocurría antes.

Pareciera que cada día los seres humanos nos hacemos más sensibles a las violencias, “descubrimos” nuevas formas de violencia y las condenamos; paradójicamente cada vez más las diversas violencias se manifiestan con mayor fuerza. Y es que los seres humanos tenemos una relación ambigua con la violencia, pues a la vez que la rechazamos, a veces, las justificamos o, al menos, nos parecen comprensibles y las relativizamos según las circunstancias o las motivaciones. La violencia también nos atrae, llama nuestra atención y suscita incluso, en muchos casos, emociones confusas. De ahí, por ejemplo, el éxito de las series de televisión o películas con altos contenidos de violencia y el atractivo de las noticias sangrientas.

Violencia Directa, Estructural y Cultural

La violencia no es solamente un acto físico, no se refiere sólo a una forma de “hacer” sino también de “no dejar hacer”, de impedir una determinada potencialidad. Fue John Galtung quien, en los años sesenta, introdujo una definición de violencia que va más allá de la violencia directa, física o psicológica.

“La violencia hace acto de presencia cuando los seres humanos son influidos en tal forma que sus actos somáticos y mentales se encuentran por debajo de sus realizaciones potenciales… por tanto la violencia es la causa de la diferencia entre lo potencial y lo actual” (Galtung, 1972).

A partir de ésta idea, surge lo que se conoce como “violencia estructural”.

“Si una persona mata a otra y mas particularmente si un grupo de personas ataca a otro, éstos son claros ejemplos de violencia directa. Pero, qué pasa si la estructura social, dentro y entre naciones esta hecha de tal forma que algunas personas pueden vivir una vida completa, llena, larga y creativa, con nivel elevado de autorrealización mientras que otras mueren lentamente debido a la mala nutrición, deficiencia en las proteínas, a la falta de cuidados médicos a la privación de todo tipo de estímulos mentales, etc., este tipo de reflexión condujo a la distinción entre violencia directa y la estructural: la distinción entre violencia que esta causada por personas concretas cometiendo actos de destrucción contra otras personas y la violencia que forma parte de la misma estructura social”(Galtung, 1974).

La noción de violencia estructural, junto a la violencia directa y la violencia cultural conforman el conocido triángulo de las violencias formulado por Galtung, violencias que se retroalimentan entre ellas.

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Page 27: Cultura de PAZ - 10

Los efectos de la violencia directa son evidentes: los muertos, los heridos, los desplazados, los daños materiales. La violencia estructural es menos visible, pues no se identifica al agente que lo comete, pero sus efectos son igualmente visibles: pobreza, vulneración de derechos, injusticia.

No se trata sólo de causar directamente un daño, sino también de permitir privaciones que pueden ser atendidas en las condiciones actuales. Como dice Galtung “si la gente pasa hambre, cuando el hambre es objetivamente evitable, se comete violencia, sin importar que haya o no una relación clara entre sujeto - acción - objeto como sucede en las relaciones económicas mundiales tal como están organizadas” (Galtung, 1985).

La violencia cultural, por otra parte, no es sino el conjunto de ideas, creencias y actitudes que pretenden justificar las violencias directa y estructural, haciéndolas aparecer como razonables o menos malas, cambiando su “color moral”, pasando lo incorrecto a correcto o aceptable, haciendo opaca la realidad de manera que determinados actos no se vean como violentos.

¿Por qué Existe La Violencia?

La violencia se encuentra actualmente tan unida a la vida de los seres humanos que pareciera que siempre nos ha acompañado. Sin embargo, los registros arqueológicos no encuentran violencia humana generalizada durante el primer noventa y nueve por ciento de la evolución de nuestra especie, sólo en los últimos 10,000 años hay pruebas abundantes y claras de violencia organizada (Ury, 2000)

Por el contrario, la clave para la supervivencia humana ha sido la capacidad de cooperar en metas comunes, como la protección y la comida. “Por cierto, nuestros cerebros, y el lenguaje mismo, habrían evolucionado como herramientas para manejar la cooperación cada vez más compleja que estaba en el núcleo de la economía de caza y recolección” (Ury, 2000).

Sería luego con el surgimiento de la agricultura y los Estados que la violencia entre grupos se fue desarrollando hasta llegar a los niveles sofisticados de organización y tecnología que hoy en día tiene la guerra.

A pesar de todo, hay quienes sostienen que la violencia tiene un origen biológico que, de cualquier manera, existe en los seres humanos una predisposición inevitable hacia la violencia. Este argumento tuvo una severa negación científica con el Manifiesto de Sevilla, elaborado por un conjunto de científicos con motivo del año Internacional de la Paz, 1986, y que ha sido recogido y difundido por la UNESCO.

Violencia Estructural Violencia Cultural

Violencia Directa

33Cultura de Paz32 Cultura de Paz

1. “Científicamente es incorrecto decir que hemos heredado de nuestros antepasados los animales una propensión a hacer la guerra... La guerra es un fenómeno específicamente humano que no se encuentra en los demás animales.

2. Científicamente es incorrecto decir que la guerra o cualquier otra forma de comportamiento violento está genéticamente programada en la naturaleza humana... Aunque los genes estén implicados en nuestro comportamiento, ellos solos no pueden determinarlo totalmente.

3. Científicamente es incorrecto decir que a lo largo de la evolución humana se haya

operado una selección en favor del comportamiento agresivo sobre otros tipos... La violencia no se inscribe ni en nuestra herencia evolutiva ni en nuestros genes.

4. Científicamente es incorrecto decir que los hombres tienen "un cerebro violento"... No hay nada en la fisiología neurológica que nos obligue a reaccionar violentamente.

5. Científicamente es incorrecto decir que la guerra es un fenómeno instintivo o que responde a un único móvil... Las tecnologías de la guerra moderna han acentuado considerablemente el fenómeno de la violencia, sea a nivel de la formación de los combatientes o en la preparación psicológica para la guerra en la población. Debido a esta ampliación, se tiende a confundir las causas y las consecuencias.

Como conclusión proclamamos que la biología no condena a la humanidad a la guerra... Así como las guerras empiezan en el alma de los hombres, la paz también encuentra su origen en nuestra alma. La misma especie que ha inventado la guerra también es capaz de inventar la paz. La responsabilidad incumbe a cada uno de nosotros”.

El Manifiesto de Sevilla

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Los efectos de la violencia directa son evidentes: los muertos, los heridos, los desplazados, los daños materiales. La violencia estructural es menos visible, pues no se identifica al agente que lo comete, pero sus efectos son igualmente visibles: pobreza, vulneración de derechos, injusticia.

No se trata sólo de causar directamente un daño, sino también de permitir privaciones que pueden ser atendidas en las condiciones actuales. Como dice Galtung “si la gente pasa hambre, cuando el hambre es objetivamente evitable, se comete violencia, sin importar que haya o no una relación clara entre sujeto - acción - objeto como sucede en las relaciones económicas mundiales tal como están organizadas” (Galtung, 1985).

La violencia cultural, por otra parte, no es sino el conjunto de ideas, creencias y actitudes que pretenden justificar las violencias directa y estructural, haciéndolas aparecer como razonables o menos malas, cambiando su “color moral”, pasando lo incorrecto a correcto o aceptable, haciendo opaca la realidad de manera que determinados actos no se vean como violentos.

¿Por qué Existe La Violencia?

La violencia se encuentra actualmente tan unida a la vida de los seres humanos que pareciera que siempre nos ha acompañado. Sin embargo, los registros arqueológicos no encuentran violencia humana generalizada durante el primer noventa y nueve por ciento de la evolución de nuestra especie, sólo en los últimos 10,000 años hay pruebas abundantes y claras de violencia organizada (Ury, 2000)

Por el contrario, la clave para la supervivencia humana ha sido la capacidad de cooperar en metas comunes, como la protección y la comida. “Por cierto, nuestros cerebros, y el lenguaje mismo, habrían evolucionado como herramientas para manejar la cooperación cada vez más compleja que estaba en el núcleo de la economía de caza y recolección” (Ury, 2000).

Sería luego con el surgimiento de la agricultura y los Estados que la violencia entre grupos se fue desarrollando hasta llegar a los niveles sofisticados de organización y tecnología que hoy en día tiene la guerra.

A pesar de todo, hay quienes sostienen que la violencia tiene un origen biológico que, de cualquier manera, existe en los seres humanos una predisposición inevitable hacia la violencia. Este argumento tuvo una severa negación científica con el Manifiesto de Sevilla, elaborado por un conjunto de científicos con motivo del año Internacional de la Paz, 1986, y que ha sido recogido y difundido por la UNESCO.

Violencia Estructural Violencia Cultural

Violencia Directa

33Cultura de Paz32 Cultura de Paz

1. “Científicamente es incorrecto decir que hemos heredado de nuestros antepasados los animales una propensión a hacer la guerra... La guerra es un fenómeno específicamente humano que no se encuentra en los demás animales.

2. Científicamente es incorrecto decir que la guerra o cualquier otra forma de comportamiento violento está genéticamente programada en la naturaleza humana... Aunque los genes estén implicados en nuestro comportamiento, ellos solos no pueden determinarlo totalmente.

3. Científicamente es incorrecto decir que a lo largo de la evolución humana se haya

operado una selección en favor del comportamiento agresivo sobre otros tipos... La violencia no se inscribe ni en nuestra herencia evolutiva ni en nuestros genes.

4. Científicamente es incorrecto decir que los hombres tienen "un cerebro violento"... No hay nada en la fisiología neurológica que nos obligue a reaccionar violentamente.

5. Científicamente es incorrecto decir que la guerra es un fenómeno instintivo o que responde a un único móvil... Las tecnologías de la guerra moderna han acentuado considerablemente el fenómeno de la violencia, sea a nivel de la formación de los combatientes o en la preparación psicológica para la guerra en la población. Debido a esta ampliación, se tiende a confundir las causas y las consecuencias.

Como conclusión proclamamos que la biología no condena a la humanidad a la guerra... Así como las guerras empiezan en el alma de los hombres, la paz también encuentra su origen en nuestra alma. La misma especie que ha inventado la guerra también es capaz de inventar la paz. La responsabilidad incumbe a cada uno de nosotros”.

El Manifiesto de Sevilla

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Por su parte, el médico siquiatra Luis Rojas nos recuerda que:

“Hoy tenemos a nuestra disposición cientos de estudios científicos que demuestran que la violencia no es instintiva, sino que se aprende. Los seres humanos heredamos rasgos genético que influyen en nuestra forma de ser. Pero los comportamientos más complejos, desde el sadismo hasta el altruismo, están condicionados por nuestra personalidad y valores culturales que moldean y regulan nuestras actitudes y decisiones... Recordemos que las personas discriminan y deshumanizan a sus semejantes por prejuicios, torturan por odio, matan por venganza y violan por dominio, no por instinto” (Rojas, 2005).

Violencia y Género

La base fundamental de la cultura es el proceso de socialización de las personas, el cual se produce de manera diferente en varones y mujeres dando origen a las diferencias de género. Como sabemos, el género se refiere a las diferencias entre varones y mujeres que, siendo culturales, se presentan como naturales (biológicas) y que han servido de base a la subordinación de la mujer.

Así, por ejemplo, tradicionalmente se relaciona a la mujer exclusivamente con la atención del hogar y a los varones con el trabajo fuera de casa. No es que no haya mujeres que trabajen fuera de hogar, sino que nos hemos acostumbrado a verlas en su rol doméstico y ellas mismas, en cierto sentido, siguen viéndose así. De esta manera parece “natural” que las mujeres se dediquen a la atención del hogar y al cuidado de las personas; y los varones al mundo laboral y público.

Estas maneras diferentes de ver a varones y mujeres, pueden parecer poco importantes. Sin embargo, llegan a ser la base de terribles discriminaciones contra las mujeres como cuando se prefiere la educación de los hijos en detrimento de las hijas.

Esas diferencias también se dan respecto al ejercicio de la fuerza y la violencia, que se encuentran asociadas sobre todo a los varones y no a las mujeres, las cuales por su maternidad y dedicación a la crianza desarrollan mas bien un rechazo a las expresiones de violencia. Los varones, en cambio, desde pequeños son “educados” para aceptar los actos violento al punto que hoy en día la capacidad de hacer daño a otro se encuentra asociada, en diferente grado, a la identidad masculina.

Las diferencias de género con relación a la violencia, pueden evidenciarse a través de un dato concreto: el 85% de todos los homicidios los cometen los varones.

Otro rasgo de la socialización de los varones es la identificación de la virilidad con el poder del hombre sobre la mujer, lo que en el lenguaje popular se conoce como “machismo”. Este “poder” malentendido y la capacidad de ejercer violencia por parte de los varones son la base de la extendida violencia contra la mujer en nuestras sociedades.

En cambio, la socialización de la mujer, relacionada principalmente a su rol en la reproducción, la ha llevado a adoptar la función del cuidado de las personas y a prestar más atención a las emociones, la empatía y las relaciones interpersonales, así como a manejar los conflictos por medios diferentes a la fuerza y la violencia. Estas características constituyen, sin duda, aspectos valiosos para construir una Cultura de Paz.

Como también son valiosas otras características desarrolladas especialmente por los varones, como el predominio de la razón (racionalismo), la búsqueda de ser el mejor (competencia) o el sentido del deber (seguir las reglas). De lo que se trata para construir una Cultura de Paz es de integrar los aspectos más positivos de lo que es ser varones y mujeres y reconvertirlos en una mejor manera de ser seres humanos.

Violencia y Crianza

En el proceso de socialización la crianza es un aspecto fundamental, por lo cual es importante evitar que en la familia se reproduzcan patrones que sustenten la violencia y la dominación.

“Las semillas de la violencia se siembran en los primeros años de la vida se cultivan y desarrollan durante la infancia y comienzan a dar sus frutos malignos en la adolescencia. Esta simiente se nutre y crecen impulsada por los mensajes y agresiones crueles del entorno social hasta llegar a formar parte inseparable del carácter del adulto... Las criaturas maltratadas tienen más probabilidades de volverse emocionalmente insensibles a los horrores de la crueldad que quienes crecen en ambientes seguros y acogedores. Y lo que es peor, una vez mayores tienen más probabilidades de comenzar un nuevo ciclo de violencia maltratando a sus propios hijos y haciendo de ellos futuros verdugos” (Rojas, 2005).

En nuestro país el maltrato a los niños es un mal extendido. Estudios del MIMDES encontraron que en promedio 8 de cada 10 niños han sufrido violencia en su hogar, tanto por parte de los padres como de las madres (MIMDES, 2008b). Y no sólo los niños son maltratados en la familia, lo son también los adultos mayores, de modo que 4 de cada 100 denuncias en los Centros de Emergencia Mujer del MIMDES provienen de ellos.

La importancia de la crianza en relación a la prevención de la violencia, asigna a la familia, padres y madres una gran responsabilidad en el combate de la violencia. Como señala Rojas, “un axioma básico sobre el desarrollo de la personalidad es que el amor engendra más amor y la violencia engendra más violencia”.

No es una tarea fácil, pues ciertamente un carácter equilibrado y proclive a la paz demanda no sólo amor, requiere también la satisfacción de necesidades esenciales, como el alimento, la seguridad, protección además del afecto y el estímulo. Requiere de adultos que proporcionen ejemplos, apoyo, comprensión y que enseñen a actuar éticamente.

35Cultura de Paz34 Cultura de Paz

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Por su parte, el médico siquiatra Luis Rojas nos recuerda que:

“Hoy tenemos a nuestra disposición cientos de estudios científicos que demuestran que la violencia no es instintiva, sino que se aprende. Los seres humanos heredamos rasgos genético que influyen en nuestra forma de ser. Pero los comportamientos más complejos, desde el sadismo hasta el altruismo, están condicionados por nuestra personalidad y valores culturales que moldean y regulan nuestras actitudes y decisiones... Recordemos que las personas discriminan y deshumanizan a sus semejantes por prejuicios, torturan por odio, matan por venganza y violan por dominio, no por instinto” (Rojas, 2005).

Violencia y Género

La base fundamental de la cultura es el proceso de socialización de las personas, el cual se produce de manera diferente en varones y mujeres dando origen a las diferencias de género. Como sabemos, el género se refiere a las diferencias entre varones y mujeres que, siendo culturales, se presentan como naturales (biológicas) y que han servido de base a la subordinación de la mujer.

Así, por ejemplo, tradicionalmente se relaciona a la mujer exclusivamente con la atención del hogar y a los varones con el trabajo fuera de casa. No es que no haya mujeres que trabajen fuera de hogar, sino que nos hemos acostumbrado a verlas en su rol doméstico y ellas mismas, en cierto sentido, siguen viéndose así. De esta manera parece “natural” que las mujeres se dediquen a la atención del hogar y al cuidado de las personas; y los varones al mundo laboral y público.

Estas maneras diferentes de ver a varones y mujeres, pueden parecer poco importantes. Sin embargo, llegan a ser la base de terribles discriminaciones contra las mujeres como cuando se prefiere la educación de los hijos en detrimento de las hijas.

Esas diferencias también se dan respecto al ejercicio de la fuerza y la violencia, que se encuentran asociadas sobre todo a los varones y no a las mujeres, las cuales por su maternidad y dedicación a la crianza desarrollan mas bien un rechazo a las expresiones de violencia. Los varones, en cambio, desde pequeños son “educados” para aceptar los actos violento al punto que hoy en día la capacidad de hacer daño a otro se encuentra asociada, en diferente grado, a la identidad masculina.

Las diferencias de género con relación a la violencia, pueden evidenciarse a través de un dato concreto: el 85% de todos los homicidios los cometen los varones.

Otro rasgo de la socialización de los varones es la identificación de la virilidad con el poder del hombre sobre la mujer, lo que en el lenguaje popular se conoce como “machismo”. Este “poder” malentendido y la capacidad de ejercer violencia por parte de los varones son la base de la extendida violencia contra la mujer en nuestras sociedades.

En cambio, la socialización de la mujer, relacionada principalmente a su rol en la reproducción, la ha llevado a adoptar la función del cuidado de las personas y a prestar más atención a las emociones, la empatía y las relaciones interpersonales, así como a manejar los conflictos por medios diferentes a la fuerza y la violencia. Estas características constituyen, sin duda, aspectos valiosos para construir una Cultura de Paz.

Como también son valiosas otras características desarrolladas especialmente por los varones, como el predominio de la razón (racionalismo), la búsqueda de ser el mejor (competencia) o el sentido del deber (seguir las reglas). De lo que se trata para construir una Cultura de Paz es de integrar los aspectos más positivos de lo que es ser varones y mujeres y reconvertirlos en una mejor manera de ser seres humanos.

Violencia y Crianza

En el proceso de socialización la crianza es un aspecto fundamental, por lo cual es importante evitar que en la familia se reproduzcan patrones que sustenten la violencia y la dominación.

“Las semillas de la violencia se siembran en los primeros años de la vida se cultivan y desarrollan durante la infancia y comienzan a dar sus frutos malignos en la adolescencia. Esta simiente se nutre y crecen impulsada por los mensajes y agresiones crueles del entorno social hasta llegar a formar parte inseparable del carácter del adulto... Las criaturas maltratadas tienen más probabilidades de volverse emocionalmente insensibles a los horrores de la crueldad que quienes crecen en ambientes seguros y acogedores. Y lo que es peor, una vez mayores tienen más probabilidades de comenzar un nuevo ciclo de violencia maltratando a sus propios hijos y haciendo de ellos futuros verdugos” (Rojas, 2005).

En nuestro país el maltrato a los niños es un mal extendido. Estudios del MIMDES encontraron que en promedio 8 de cada 10 niños han sufrido violencia en su hogar, tanto por parte de los padres como de las madres (MIMDES, 2008b). Y no sólo los niños son maltratados en la familia, lo son también los adultos mayores, de modo que 4 de cada 100 denuncias en los Centros de Emergencia Mujer del MIMDES provienen de ellos.

La importancia de la crianza en relación a la prevención de la violencia, asigna a la familia, padres y madres una gran responsabilidad en el combate de la violencia. Como señala Rojas, “un axioma básico sobre el desarrollo de la personalidad es que el amor engendra más amor y la violencia engendra más violencia”.

No es una tarea fácil, pues ciertamente un carácter equilibrado y proclive a la paz demanda no sólo amor, requiere también la satisfacción de necesidades esenciales, como el alimento, la seguridad, protección además del afecto y el estímulo. Requiere de adultos que proporcionen ejemplos, apoyo, comprensión y que enseñen a actuar éticamente.

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Desde luego, la escuela, la comunidad, los medios de comunicación y el propio Estado tienen también una gran responsabilidad en la prevención de la violencia, pero sin duda la familia, sigue siendo el pilar fundamental para esta tarea, y para esto necesitan todo el apoyo posible.

¿Es Inevitable la Violencia?

Hemos visto que la violencia es fundamentalmente un hecho cultural, y que, por lo tanto, así como ha sido aprendida puede dejar de aprenderse y ser reemplazada. Como lo recuerda el Manifiesto de Sevilla, “la misma especie que ha inventado la guerra también es capaz de inventar la paz”. No es, desde luego, fácil, pues requiere cambiar los patrones culturales, encontrando nuevas formas para tratar sin violencia los problemas y diferencias que surgen en la vida socia y nuevas y mejoras formas de ejercer el poder, cuyo mal uso es, con frecuencia, fuente de violencia, especialmente estructural. Si existe desigualdades sociales y pobreza, es sin duda porque los poderes político, económico y social no están funcionando adecuadamente.

Por otro lado, generalmente se percibe el poder como la capacidad de imponer una voluntad, pero, es necesario recordar que, en su sentido básico, el poder no es sino la capacidad de “hacer cosas con los demás”, es decir, de actuar conjuntamente. La imposición es sólo una manera de “hacer cosas con los demás”, existen otras formas que pueden y deben ser preferidas culturalmente.

La relación entre padres e hijos puede servir de ejemplo de esas otras formas de poder que los seres humanos podemos construir. Por siglos, el poder de los padres sobre los hijos tuvo como medio privilegiado el miedo o el castigo, hoy en día, existe consenso en que es preferible emplear la autoridad del ejemplo, usar la persuasión o el diálogo abierto.

Los seres humanos necesitamos, entonces, ampliar nuestros repertorios de actuación entre nosotros, crear nuevas formas e incluso instituciones que nos permitan superar nuestros problemas y nuestras diferencias sin apelar a la fuerza y la violencia.

Así como hemos sido capaces de llegar a crear armas nucleares para la guerra, ahora debemos ser capaces de cambiar de rumbo y poner el mayor esfuerzo posible para desarrollar poderosas formas pacíficas de relación. No podemos seguir siendo, como dijo autocríticamente un general norteamericano, “gigantes nucleares y enanos morales” que no sabemos convivir en paz.

Pero, ocurre que el poder suele convertirse en un fin en sí mismo, en un premio que alimenta el ego de personas, grupos y sociedades, que buscan imponer por cualquier medio su “verdad” y voluntad prefiriendo el uso de la violencia.

Irracionalidad e Ineficacia de la Violencia

Ciertamente, la complejidad de la vida social, los intereses diferentes que tienen las personas y grupos sociales, la violencia estructural y cultural presentes, hacen difícil el acuerdo y el consenso. Pero la violencia es un criterio absurdo de resolución de conflictos, pues no hay ninguna relación entre tener más fuerza y tener más razón. Es decir, en la búsqueda de una solución óptima, la violencia no garantiza la mejor solución al conflicto; en cambio, la vía del diálogo, aunque demore y cueste trabajo, permite afinar una propuesta mejor y satisfactoria para las partes.

Por otro lado, bien visto, la violencia es ineficaz, no resuelve los conflictos, sólo los cubre. No debe confundirse victoria con solución, pues lo impuesto por la fuerza sólo puede mantenerse con la fuerza. Como nos lo muestra la historia, cuando la relación de fuerza cambia, el conflicto resurge con mayo virulencia y resentimiento.

Los seres humanos hemos gastado ingentes recursos económicos para ejercer la violencia, hacer la guerra, o incluso sólo para usar las armas como medio disuasivo. ¿Cuánto hemos invertido para construir paz?.

El gasto militar mundial en “seguridad” es del orden del billón de dólares al año. Con un 2% de esta cantidad sería posible eliminar el hambre en todo el mundo. Erradicar las condiciones que se encuentran en la base de los conflictos violentos, como el hambre, los desequilibrios económicos, el subdesarrollo o la desigualdad de oportunidades, entre otros, es mucho más barato y crea más seguridad.

Pero siempre habrá quienes mantienen la vieja manera de pensar. Hoy, por ejemplo, se dice que “las próximas guerras serán por el acceso al agua”, ¿no es mejor pensar en como unir las capacidades y conocimientos de todos para conservar el agua, antes que empezar nuevas guerras?

¿Violencia Justa?

Podemos estar de acuerdo en que rechazar la violencia es lo mejor, pero ¿podemos decir que este rechazo es siempre valido?. Quienes discuten estos temas, se dividen en dos grupos, unos absolutizan el rechazo a toda forma de violencia, y otros, en cambio, consideran que en determinadas circunstancias, la violencia puede justificarse.

La idea de que la violencia es válida está presente, por ejemplo, en la legítima defensa reconocida por el Código Penal e incluso en el Catecismo de la Iglesia católica. Esta última señala que “una vez agotados todos los medios de acuerdo pacífico entre países, no se podrá negar a los gobiernos el derecho a la legítima defensa”, siempre y cuando se cumplan ciertas condiciones.

37Cultura de Paz36 Cultura de Paz

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Desde luego, la escuela, la comunidad, los medios de comunicación y el propio Estado tienen también una gran responsabilidad en la prevención de la violencia, pero sin duda la familia, sigue siendo el pilar fundamental para esta tarea, y para esto necesitan todo el apoyo posible.

¿Es Inevitable la Violencia?

Hemos visto que la violencia es fundamentalmente un hecho cultural, y que, por lo tanto, así como ha sido aprendida puede dejar de aprenderse y ser reemplazada. Como lo recuerda el Manifiesto de Sevilla, “la misma especie que ha inventado la guerra también es capaz de inventar la paz”. No es, desde luego, fácil, pues requiere cambiar los patrones culturales, encontrando nuevas formas para tratar sin violencia los problemas y diferencias que surgen en la vida socia y nuevas y mejoras formas de ejercer el poder, cuyo mal uso es, con frecuencia, fuente de violencia, especialmente estructural. Si existe desigualdades sociales y pobreza, es sin duda porque los poderes político, económico y social no están funcionando adecuadamente.

Por otro lado, generalmente se percibe el poder como la capacidad de imponer una voluntad, pero, es necesario recordar que, en su sentido básico, el poder no es sino la capacidad de “hacer cosas con los demás”, es decir, de actuar conjuntamente. La imposición es sólo una manera de “hacer cosas con los demás”, existen otras formas que pueden y deben ser preferidas culturalmente.

La relación entre padres e hijos puede servir de ejemplo de esas otras formas de poder que los seres humanos podemos construir. Por siglos, el poder de los padres sobre los hijos tuvo como medio privilegiado el miedo o el castigo, hoy en día, existe consenso en que es preferible emplear la autoridad del ejemplo, usar la persuasión o el diálogo abierto.

Los seres humanos necesitamos, entonces, ampliar nuestros repertorios de actuación entre nosotros, crear nuevas formas e incluso instituciones que nos permitan superar nuestros problemas y nuestras diferencias sin apelar a la fuerza y la violencia.

Así como hemos sido capaces de llegar a crear armas nucleares para la guerra, ahora debemos ser capaces de cambiar de rumbo y poner el mayor esfuerzo posible para desarrollar poderosas formas pacíficas de relación. No podemos seguir siendo, como dijo autocríticamente un general norteamericano, “gigantes nucleares y enanos morales” que no sabemos convivir en paz.

Pero, ocurre que el poder suele convertirse en un fin en sí mismo, en un premio que alimenta el ego de personas, grupos y sociedades, que buscan imponer por cualquier medio su “verdad” y voluntad prefiriendo el uso de la violencia.

Irracionalidad e Ineficacia de la Violencia

Ciertamente, la complejidad de la vida social, los intereses diferentes que tienen las personas y grupos sociales, la violencia estructural y cultural presentes, hacen difícil el acuerdo y el consenso. Pero la violencia es un criterio absurdo de resolución de conflictos, pues no hay ninguna relación entre tener más fuerza y tener más razón. Es decir, en la búsqueda de una solución óptima, la violencia no garantiza la mejor solución al conflicto; en cambio, la vía del diálogo, aunque demore y cueste trabajo, permite afinar una propuesta mejor y satisfactoria para las partes.

Por otro lado, bien visto, la violencia es ineficaz, no resuelve los conflictos, sólo los cubre. No debe confundirse victoria con solución, pues lo impuesto por la fuerza sólo puede mantenerse con la fuerza. Como nos lo muestra la historia, cuando la relación de fuerza cambia, el conflicto resurge con mayo virulencia y resentimiento.

Los seres humanos hemos gastado ingentes recursos económicos para ejercer la violencia, hacer la guerra, o incluso sólo para usar las armas como medio disuasivo. ¿Cuánto hemos invertido para construir paz?.

El gasto militar mundial en “seguridad” es del orden del billón de dólares al año. Con un 2% de esta cantidad sería posible eliminar el hambre en todo el mundo. Erradicar las condiciones que se encuentran en la base de los conflictos violentos, como el hambre, los desequilibrios económicos, el subdesarrollo o la desigualdad de oportunidades, entre otros, es mucho más barato y crea más seguridad.

Pero siempre habrá quienes mantienen la vieja manera de pensar. Hoy, por ejemplo, se dice que “las próximas guerras serán por el acceso al agua”, ¿no es mejor pensar en como unir las capacidades y conocimientos de todos para conservar el agua, antes que empezar nuevas guerras?

¿Violencia Justa?

Podemos estar de acuerdo en que rechazar la violencia es lo mejor, pero ¿podemos decir que este rechazo es siempre valido?. Quienes discuten estos temas, se dividen en dos grupos, unos absolutizan el rechazo a toda forma de violencia, y otros, en cambio, consideran que en determinadas circunstancias, la violencia puede justificarse.

La idea de que la violencia es válida está presente, por ejemplo, en la legítima defensa reconocida por el Código Penal e incluso en el Catecismo de la Iglesia católica. Esta última señala que “una vez agotados todos los medios de acuerdo pacífico entre países, no se podrá negar a los gobiernos el derecho a la legítima defensa”, siempre y cuando se cumplan ciertas condiciones.

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Page 33: Cultura de PAZ - 10

Como por ejemplo, que la acción sea emprendida por una autoridad legítima, que el daño causado por el agresor sea duradero, grave y cierto, o que el empleo de las armas no signifique males más graves que los que se pretende evitar con la legitima defensa.

Discutir si es válido apelar en ciertos casos a la violencia, no es un ejercicio puramente académico, sobre todo en un país como el nuestro, donde el terrorismo pretendió justificarse con una supuesta búsqueda de justicia. Los problemas sociales que subsisten en nuestro país pueden ser también ahora un argumento falaz para el empleo de la violencia.

La filosofa Arendt nos previene frente a esto recordandonos que “la violencia puede ser justificable, pero nunca será legítima. Su justificación pierde plausibilidad (ser recomendable) cuanto más se aleja en el futuro del fin propuesto. Nadie discute el uso de la violencia en defensa propia porque el peligro no solo resulta claro, sino que es actual y el fin que justifica los medios es inmediato” (Arendt, 2005).

En el uso de la violencia para alcanzar una determinada agenda política no se encuentra esa relación directa entre acción violenta y una justicia futura, pues nada garantiza que a través de ella se la vaya a alcanzar. Todo lo contrario, el empleo mismo de acciones violentas como medio sistemático de acción niega la dignidad humana, base de toda justicia.

“La paz, la justicia, y la cooperación, son el objetivo, a la vez que los valores que queremos alcanzar y desarrollar. Hemos de reconocer que la violencia, por altas que sean sus miras y razonamientos, es anti ética a esos valores y eso debe hacernos preguntar si es posible lograrlo mediante la opción violenta” (Lederach, 2000).

Como señala Gandhi: “No hay caminos para la Paz, la Paz es el camino”.

Si los argumentos señalados parecieran insuficientes para rechazar el empleo de la violencia como medio político, cabe preguntarse, tras las miles de victimas del conflicto armado interno en nuestro país si tiene algún sentido que se repitan hechos que sólo trajeron destrucción y dolor a todos.

Antecedentes

El concepto de Cultura de Paz surge en el marco de la profunda reflexión que, luego de la Segunda Guerra Mundial, se desarrolló a nivel internacional en torno a la construcción de la paz; una tarea que devino en impostergable luego que las dos guerras mundiales costaron la vida de más de 100 millones de personas y que la humanidad adquirió, con la bomba atómica, la capacidad de auto aniquilarse.

En 1945 se fundan las Naciones Unidas con el objetivo de “salvar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra” y ese mismo año, se crea la UNESCO para promover la cooperación en educación, ciencia y cultura para alcanzar los objetivos de la paz. En su Acta de Constitución, de la UNESCO inscribió la famosa frase que introduce la cultura como factor importante tras la violencia: “Que, puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la Paz” (UNESCO, 2004).

La reflexión entorno a ese cambio profundo en la “mente de los hombres” y cómo lograr una mayor “solidaridad intelectual y moral” fue enriqueciéndose a lo largo del trabajo de la UNESCO hasta que en 1986 la declaración de ese año como “Año Internacional de la Paz” por las Naciones Unidas, ofreció la oportunidad de decantar y clarificar las ideas en torno a la paz y los caminos para alcanzarla.

Capítulo III

Historia del Concepto de Cultura de Paz

“Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz... Una paz fundada exclusivamente en acuerdos políticos y económicos entre gobiernos no podría obtener el apoyo unánime, sincero y perdurable de los pueblos, y que, por consiguiente, esa paz debe basarse en la solidaridad intelectual y moral de la humanidad”.

UNESCO, 1945

39Cultura de Paz38 Cultura de Paz

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Como por ejemplo, que la acción sea emprendida por una autoridad legítima, que el daño causado por el agresor sea duradero, grave y cierto, o que el empleo de las armas no signifique males más graves que los que se pretende evitar con la legitima defensa.

Discutir si es válido apelar en ciertos casos a la violencia, no es un ejercicio puramente académico, sobre todo en un país como el nuestro, donde el terrorismo pretendió justificarse con una supuesta búsqueda de justicia. Los problemas sociales que subsisten en nuestro país pueden ser también ahora un argumento falaz para el empleo de la violencia.

La filosofa Arendt nos previene frente a esto recordandonos que “la violencia puede ser justificable, pero nunca será legítima. Su justificación pierde plausibilidad (ser recomendable) cuanto más se aleja en el futuro del fin propuesto. Nadie discute el uso de la violencia en defensa propia porque el peligro no solo resulta claro, sino que es actual y el fin que justifica los medios es inmediato” (Arendt, 2005).

En el uso de la violencia para alcanzar una determinada agenda política no se encuentra esa relación directa entre acción violenta y una justicia futura, pues nada garantiza que a través de ella se la vaya a alcanzar. Todo lo contrario, el empleo mismo de acciones violentas como medio sistemático de acción niega la dignidad humana, base de toda justicia.

“La paz, la justicia, y la cooperación, son el objetivo, a la vez que los valores que queremos alcanzar y desarrollar. Hemos de reconocer que la violencia, por altas que sean sus miras y razonamientos, es anti ética a esos valores y eso debe hacernos preguntar si es posible lograrlo mediante la opción violenta” (Lederach, 2000).

Como señala Gandhi: “No hay caminos para la Paz, la Paz es el camino”.

Si los argumentos señalados parecieran insuficientes para rechazar el empleo de la violencia como medio político, cabe preguntarse, tras las miles de victimas del conflicto armado interno en nuestro país si tiene algún sentido que se repitan hechos que sólo trajeron destrucción y dolor a todos.

Antecedentes

El concepto de Cultura de Paz surge en el marco de la profunda reflexión que, luego de la Segunda Guerra Mundial, se desarrolló a nivel internacional en torno a la construcción de la paz; una tarea que devino en impostergable luego que las dos guerras mundiales costaron la vida de más de 100 millones de personas y que la humanidad adquirió, con la bomba atómica, la capacidad de auto aniquilarse.

En 1945 se fundan las Naciones Unidas con el objetivo de “salvar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra” y ese mismo año, se crea la UNESCO para promover la cooperación en educación, ciencia y cultura para alcanzar los objetivos de la paz. En su Acta de Constitución, de la UNESCO inscribió la famosa frase que introduce la cultura como factor importante tras la violencia: “Que, puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la Paz” (UNESCO, 2004).

La reflexión entorno a ese cambio profundo en la “mente de los hombres” y cómo lograr una mayor “solidaridad intelectual y moral” fue enriqueciéndose a lo largo del trabajo de la UNESCO hasta que en 1986 la declaración de ese año como “Año Internacional de la Paz” por las Naciones Unidas, ofreció la oportunidad de decantar y clarificar las ideas en torno a la paz y los caminos para alcanzarla.

Capítulo III

Historia del Concepto de Cultura de Paz

“Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz... Una paz fundada exclusivamente en acuerdos políticos y económicos entre gobiernos no podría obtener el apoyo unánime, sincero y perdurable de los pueblos, y que, por consiguiente, esa paz debe basarse en la solidaridad intelectual y moral de la humanidad”.

UNESCO, 1945

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41Cultura de Paz

En el marco de la conmemoración de ese año, un grupo de 20 connotados científicos de todo el mundo, especialistas en psicología, sociología, neurología, etología, genética, antropología y de otras ramas de la ciencia, redacto el Manifiesto de Sevilla, el cual afirma fehacientemente que no existe ningún obstáculo de naturaleza biológica para la abolición de la guerra.

En 1989 el Manifiesto fue adoptado y difundido mundialmente por la UNESCO que ese mismo año realizó el “Congreso Internacional Paz en la Mente de los Hombres”, en Yamoussoukro (Costa de Marfil, Africa), cuya declaración final llama a construir “una nueva visión de una cultura de Paz basada en los valores universales de respeto por la vida, la libertad, justicia, solidaridad, tolerancia, derechos humanos e igualdad entre mujeres y hombres”.

El Aporte del Padre Felipe Mac Gregor

El término “Cultura de Paz”, empleado en la declaración del Congreso de Yamoussoukro, fue aportada por el sacerdote peruano Felipe Mac Gregor (UNESCO, 2005) quien conducía en el Perú la Comisión Nacional Permanente de Educación para la Paz, adscrita al Ministerio de Educación.

Así lo recuerda también, David Adams, Director del Año Internacional de la Paz, por la UNESCO. “Fue en las reuniones preparatorias para la Conferencia (Yamoussoukro) de la UNESCO que la frase y definición de la Cultura de Paz fue traída por el Padre Felipe Mac Gregor. Mac Gregor había encabezado el equipo que previamente publicó un libro preciosamente ilustrado de educación para la paz, en 1986, en el Perú, llamado "Cultura de Paz", con descripciones completas de conflicto, violencia y paz. Tuve el privilegio de trabajar con el padre Mac Gregor en esas reuniones”. (Adams, 2003).

El libro “Cultura de Paz” si bien no presenta explícitamente una definición de lo que es una cultura de paz, contiene sus elementos centrales, sobre todo al referir como bases de la paz el desarrollo moral de las personas, la solución no violenta de los conflictos y el fin de la violencia estructural y cultural.

Haciéndose eco de la discusión internacional de entonces, el libro identifica la violencia estructural, la injusticia, como una forma de violencia que se produce “cuando la estructura social quita o dificulta la realización de las posibilidades corporales e intelectuales, morales y religiosas de la persona o del grupo de personas” (Mac Gregor, 1989).

Las referencias a la violencia estructural y la necesidad de superarla a través de la justicia fue motivo de enconada controversia en momentos en que el país sufría el conflicto armado. Por un lado, ciertos sectores consideraban que la Cultura de Paz no era sino una forma de “sosegar al pueblo”, mientras que otros consideraban que la denuncia en el libro de la violencia estructural le hacía el juego al terrorismo. Esto a pesar del claro repudio que el padre Mac Gregor hacía de Sendero Luminoso y la revolución violenta.

“En 1986, Año Internacional de la Paz, irónicamente año en que la violencia de Sendero Luminoso se hacía presente en la vida peruana, el Ministro de Educación del Perú nombró una Comisión Nacional Permanente de Educación para la Paz, de la que fui nombrado presidente. Éramos dieciseis profesores, trabajadores en educación primaria, secundaria, técnico-profesional o universitaria.

Antes de proponer una educación para la paz decidimos escribir cada uno nuestra concepción de Paz y exponerla. Fue una de las más ricas experiencias de mi vida. En las exposiciones, "violencia", "conflicto", "solución de conflictos", aparecían frecuentemente; encontrábamos casi habitual la solución violenta de los conflictos.

Lentamente nuestras discusiones se fueron iluminando con un principio de realidad, la guerra no es el enemigo de la Paz, el enemigo de la Paz es la violencia. Nos preguntábamos hasta dónde puede resistir la moral autónoma a una moral heterónoma que, por ejemplo, obliga por la costumbre a resolver un conflicto por la vía violenta. El resultado de la búsqueda fue que debíamos empeñarnos en construir en nosotros, en nuestros alumnos, en nuestros conciudadanos, una nueva cultura a la que llamamos "Cultura de Paz" porque transforma el imperativo moral de una persona, sus valores y sus decisiones hasta convertirlos en una única decisión: nunca usar la violencia para resolver un conflicto.

Dos directores de la UNESCO, A. M. Bow y Federico Mayor, se convirtieron en impulsores de "Cultura de Paz". El actual director general propuso, como tema central de su segundo mandato, impulsar la "Cultura de Paz" y, elegido, estableció el Programa de Acción "Cultura de Paz".

Lo demás es parte de una historia conocida por ustedes y en la que los actores no son sólo un grupo de maestros peruanos, sino maestros de América, de Europa y de África, bajo la firme conducción de la UNESCO”.

Felipe Mac Gregor (1997).

41Cultura de Paz40 Cultura de Paz

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41Cultura de Paz

En el marco de la conmemoración de ese año, un grupo de 20 connotados científicos de todo el mundo, especialistas en psicología, sociología, neurología, etología, genética, antropología y de otras ramas de la ciencia, redacto el Manifiesto de Sevilla, el cual afirma fehacientemente que no existe ningún obstáculo de naturaleza biológica para la abolición de la guerra.

En 1989 el Manifiesto fue adoptado y difundido mundialmente por la UNESCO que ese mismo año realizó el “Congreso Internacional Paz en la Mente de los Hombres”, en Yamoussoukro (Costa de Marfil, Africa), cuya declaración final llama a construir “una nueva visión de una cultura de Paz basada en los valores universales de respeto por la vida, la libertad, justicia, solidaridad, tolerancia, derechos humanos e igualdad entre mujeres y hombres”.

El Aporte del Padre Felipe Mac Gregor

El término “Cultura de Paz”, empleado en la declaración del Congreso de Yamoussoukro, fue aportada por el sacerdote peruano Felipe Mac Gregor (UNESCO, 2005) quien conducía en el Perú la Comisión Nacional Permanente de Educación para la Paz, adscrita al Ministerio de Educación.

Así lo recuerda también, David Adams, Director del Año Internacional de la Paz, por la UNESCO. “Fue en las reuniones preparatorias para la Conferencia (Yamoussoukro) de la UNESCO que la frase y definición de la Cultura de Paz fue traída por el Padre Felipe Mac Gregor. Mac Gregor había encabezado el equipo que previamente publicó un libro preciosamente ilustrado de educación para la paz, en 1986, en el Perú, llamado "Cultura de Paz", con descripciones completas de conflicto, violencia y paz. Tuve el privilegio de trabajar con el padre Mac Gregor en esas reuniones”. (Adams, 2003).

El libro “Cultura de Paz” si bien no presenta explícitamente una definición de lo que es una cultura de paz, contiene sus elementos centrales, sobre todo al referir como bases de la paz el desarrollo moral de las personas, la solución no violenta de los conflictos y el fin de la violencia estructural y cultural.

Haciéndose eco de la discusión internacional de entonces, el libro identifica la violencia estructural, la injusticia, como una forma de violencia que se produce “cuando la estructura social quita o dificulta la realización de las posibilidades corporales e intelectuales, morales y religiosas de la persona o del grupo de personas” (Mac Gregor, 1989).

Las referencias a la violencia estructural y la necesidad de superarla a través de la justicia fue motivo de enconada controversia en momentos en que el país sufría el conflicto armado. Por un lado, ciertos sectores consideraban que la Cultura de Paz no era sino una forma de “sosegar al pueblo”, mientras que otros consideraban que la denuncia en el libro de la violencia estructural le hacía el juego al terrorismo. Esto a pesar del claro repudio que el padre Mac Gregor hacía de Sendero Luminoso y la revolución violenta.

“En 1986, Año Internacional de la Paz, irónicamente año en que la violencia de Sendero Luminoso se hacía presente en la vida peruana, el Ministro de Educación del Perú nombró una Comisión Nacional Permanente de Educación para la Paz, de la que fui nombrado presidente. Éramos dieciseis profesores, trabajadores en educación primaria, secundaria, técnico-profesional o universitaria.

Antes de proponer una educación para la paz decidimos escribir cada uno nuestra concepción de Paz y exponerla. Fue una de las más ricas experiencias de mi vida. En las exposiciones, "violencia", "conflicto", "solución de conflictos", aparecían frecuentemente; encontrábamos casi habitual la solución violenta de los conflictos.

Lentamente nuestras discusiones se fueron iluminando con un principio de realidad, la guerra no es el enemigo de la Paz, el enemigo de la Paz es la violencia. Nos preguntábamos hasta dónde puede resistir la moral autónoma a una moral heterónoma que, por ejemplo, obliga por la costumbre a resolver un conflicto por la vía violenta. El resultado de la búsqueda fue que debíamos empeñarnos en construir en nosotros, en nuestros alumnos, en nuestros conciudadanos, una nueva cultura a la que llamamos "Cultura de Paz" porque transforma el imperativo moral de una persona, sus valores y sus decisiones hasta convertirlos en una única decisión: nunca usar la violencia para resolver un conflicto.

Dos directores de la UNESCO, A. M. Bow y Federico Mayor, se convirtieron en impulsores de "Cultura de Paz". El actual director general propuso, como tema central de su segundo mandato, impulsar la "Cultura de Paz" y, elegido, estableció el Programa de Acción "Cultura de Paz".

Lo demás es parte de una historia conocida por ustedes y en la que los actores no son sólo un grupo de maestros peruanos, sino maestros de América, de Europa y de África, bajo la firme conducción de la UNESCO”.

Felipe Mac Gregor (1997).

41Cultura de Paz40 Cultura de Paz

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El Programa de Acción de Cultura de Paz de la Unesco

En la década de los noventa la UNESCO lleva a la práctica el concepto de Cultura de Paz, estableciendo en 1992 un “Programa de Acción en Cultura de Paz” y proyectos nacionales de Cultura de Paz en Centroamérica y África para contribuir a la vigilancia y construcción de la paz.

En 1994 la UNESCO realiza en el Salvador el “I Foro Internacional de Cultura de Paz”, y ese mismo año se celebra la 40 Conferencia de Educación que encara el tema de la educación para la Paz. En 1995 la Conferencia General de la UNESCO introduce el concepto de Cultura de Paz en su Estrategia de Medio Término 1996-2001. En ella la Cultura de Paz emerge como una respuesta a la Cultura de Guerra y hace una definición más completa del concepto:

“En la cultura de la guerra los conflictos se resuelven por la violencia, física o simbólica. En cambio, la Cultura de la Paz es inseparable del recurso del diálogo, la mediación y el reconocimiento del otro como igual en derecho y dignidad... Así, la cultura de paz podría definirse como el conjunto de valores, actitudes y comportamientos, modos de vida y acción que, inspirándose en ella, reflejan el respeto de la vida, de la persona humana, de su dignidad y sus derechos, el rechazo de la violencia, comprendidas todas las formas de terrorismo, y la adhesión a los principios de libertad, justicia, solidaridad, tolerancia y entendimiento, tanto entre los pueblos como entre los grupos y las personas” (UNESCO, 1996).

En los siguientes años, la UNESCO realizó una serie de iniciativas en torno a la promoción de la Cultura de Paz, las mismas que pueden verse en la cronología que se encuentra en la página 45.

La Declaración y Programa de Cultura de Paz de las Naciones Unidas

En la década de los noventa, las acciones de la UNESCO para promover la Cultura de Paz, impulsadas por su Director Federico Mayor Zaragoza, permitieron que el concepto fuera introducido crecientemente en las Declaraciones oficiales de las Naciones Unidas y sus organismos, lo cual coincidió con el papel de mayor protagonismo del sistema de naciones unidas bajo un enfoque más preventivo de las guerras y de mayor apoyo a la reconstrucción pacífica luego de los conflictos armados.

“Una verdadera Cultura de Paz, basada en respeto mutuo y el intercambio creativos... es el corazón de la gran empresa histórica que significan las Naciones Unidas” sostenía Boutros Gali, Secretario de las Naciones Unidas, en la Conferencia sobre la Diversidad Global celebrada en 1995 en Australia.

En los siguientes años fue creciente el compromiso de las Naciones Unidas con la promoción de la Cultura de Paz. En 1997, la Asamblea General declaro el 2000 como “Año Internacional

de la Cultura de Paz” y, en 1998, la “Década Internacional 2001-2010 para una Cultura de Paz y no Violencia para los Niños del Mundo”, reconociendo los enormes daños y padecimientos causados a los niños y niñas por las diversas formas de violencia en el mundo entero.

En 1999, la 53 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante la Resolución A/53/243, aprobó la “Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz” definiendo ocho áreas de acción vinculadas a través de un concepto coherente de Cultura de Paz y no violencia.

La Cultura de Paz de acuerdo a la Declaración y Programa

“Una Cultura de Paz es un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida basados en: a) El respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y la práctica de la no violencia por medio de la educación, el diálogo y la cooperación; b) El respeto pleno de los principios de soberanía, integridad territorial e independencia política de los Estados y de no injerencia en los asuntos que son esencialmente jurisdicción interna de los Estados, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional; c) El respeto pleno y la promoción de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales; d) El compromiso con el arreglo pacífico de los conflictos; e) Los esfuerzos para satisfacer las necesidades de desarrollo y protección del medio ambiente de las generaciones presente y futuras; f) El respeto y la promoción del derecho al desarrollo; g) El respeto y el fomento de la igualdad de derechos y oportunidades de mujeres y hombres; h) El respeto y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad de expresión, opinión e información; i) La adhesión a los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las naciones; y animados por un entorno nacional e internacional que favorezca a la paz.” (Naciones Unidas, 1999).

La Declaración señala que “el progreso hacia el pleno desarrollo de una cultura de paz se logra por medio de valores, actitudes, comportamientos y estilos de vida propicios para el fomento de la paz entre las personas, los grupos y las naciones” (Naciones Unidas, 1999).

En ese sentido enfatiza que la educación en todos los niveles es uno de los medios fundamentales para edificar una Cultura de Paz, en particular la educación en la esfera de los derechos humanos. Asimismo, señala que los gobiernos tienen una función primordial en la promoción y el fortalecimiento de una cultura de paz y que la sociedad civil debe comprometerse plenamente en el desarrollo total de una Cultura de Paz, a lo que contribuye también el papel informativo y educativo de los medios de difusión.

43Cultura de Paz42 Cultura de Paz

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El Programa de Acción de Cultura de Paz de la Unesco

En la década de los noventa la UNESCO lleva a la práctica el concepto de Cultura de Paz, estableciendo en 1992 un “Programa de Acción en Cultura de Paz” y proyectos nacionales de Cultura de Paz en Centroamérica y África para contribuir a la vigilancia y construcción de la paz.

En 1994 la UNESCO realiza en el Salvador el “I Foro Internacional de Cultura de Paz”, y ese mismo año se celebra la 40 Conferencia de Educación que encara el tema de la educación para la Paz. En 1995 la Conferencia General de la UNESCO introduce el concepto de Cultura de Paz en su Estrategia de Medio Término 1996-2001. En ella la Cultura de Paz emerge como una respuesta a la Cultura de Guerra y hace una definición más completa del concepto:

“En la cultura de la guerra los conflictos se resuelven por la violencia, física o simbólica. En cambio, la Cultura de la Paz es inseparable del recurso del diálogo, la mediación y el reconocimiento del otro como igual en derecho y dignidad... Así, la cultura de paz podría definirse como el conjunto de valores, actitudes y comportamientos, modos de vida y acción que, inspirándose en ella, reflejan el respeto de la vida, de la persona humana, de su dignidad y sus derechos, el rechazo de la violencia, comprendidas todas las formas de terrorismo, y la adhesión a los principios de libertad, justicia, solidaridad, tolerancia y entendimiento, tanto entre los pueblos como entre los grupos y las personas” (UNESCO, 1996).

En los siguientes años, la UNESCO realizó una serie de iniciativas en torno a la promoción de la Cultura de Paz, las mismas que pueden verse en la cronología que se encuentra en la página 45.

La Declaración y Programa de Cultura de Paz de las Naciones Unidas

En la década de los noventa, las acciones de la UNESCO para promover la Cultura de Paz, impulsadas por su Director Federico Mayor Zaragoza, permitieron que el concepto fuera introducido crecientemente en las Declaraciones oficiales de las Naciones Unidas y sus organismos, lo cual coincidió con el papel de mayor protagonismo del sistema de naciones unidas bajo un enfoque más preventivo de las guerras y de mayor apoyo a la reconstrucción pacífica luego de los conflictos armados.

“Una verdadera Cultura de Paz, basada en respeto mutuo y el intercambio creativos... es el corazón de la gran empresa histórica que significan las Naciones Unidas” sostenía Boutros Gali, Secretario de las Naciones Unidas, en la Conferencia sobre la Diversidad Global celebrada en 1995 en Australia.

En los siguientes años fue creciente el compromiso de las Naciones Unidas con la promoción de la Cultura de Paz. En 1997, la Asamblea General declaro el 2000 como “Año Internacional

de la Cultura de Paz” y, en 1998, la “Década Internacional 2001-2010 para una Cultura de Paz y no Violencia para los Niños del Mundo”, reconociendo los enormes daños y padecimientos causados a los niños y niñas por las diversas formas de violencia en el mundo entero.

En 1999, la 53 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante la Resolución A/53/243, aprobó la “Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz” definiendo ocho áreas de acción vinculadas a través de un concepto coherente de Cultura de Paz y no violencia.

La Cultura de Paz de acuerdo a la Declaración y Programa

“Una Cultura de Paz es un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida basados en: a) El respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y la práctica de la no violencia por medio de la educación, el diálogo y la cooperación; b) El respeto pleno de los principios de soberanía, integridad territorial e independencia política de los Estados y de no injerencia en los asuntos que son esencialmente jurisdicción interna de los Estados, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional; c) El respeto pleno y la promoción de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales; d) El compromiso con el arreglo pacífico de los conflictos; e) Los esfuerzos para satisfacer las necesidades de desarrollo y protección del medio ambiente de las generaciones presente y futuras; f) El respeto y la promoción del derecho al desarrollo; g) El respeto y el fomento de la igualdad de derechos y oportunidades de mujeres y hombres; h) El respeto y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad de expresión, opinión e información; i) La adhesión a los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las naciones; y animados por un entorno nacional e internacional que favorezca a la paz.” (Naciones Unidas, 1999).

La Declaración señala que “el progreso hacia el pleno desarrollo de una cultura de paz se logra por medio de valores, actitudes, comportamientos y estilos de vida propicios para el fomento de la paz entre las personas, los grupos y las naciones” (Naciones Unidas, 1999).

En ese sentido enfatiza que la educación en todos los niveles es uno de los medios fundamentales para edificar una Cultura de Paz, en particular la educación en la esfera de los derechos humanos. Asimismo, señala que los gobiernos tienen una función primordial en la promoción y el fortalecimiento de una cultura de paz y que la sociedad civil debe comprometerse plenamente en el desarrollo total de una Cultura de Paz, a lo que contribuye también el papel informativo y educativo de los medios de difusión.

43Cultura de Paz42 Cultura de Paz

Page 39: Cultura de PAZ - 10

La Declaración establece ocho áreas de acción que deben ser abordadas a través de un conjunto de medidas para:

?Promover una Cultura de Paz por medio de la educación.

?Promover el desarrollo económico y social sostenible.

?Promover el respeto de todos los derechos humanos.

?Garantizar la igualdad entre mujeres y hombres.

?Promover la participación democrática.

?Promover la comprensión, la tolerancia y la solidaridad.

?Apoyar la comunicación participativa y la libre circulación de información y conocimientos.

?Promover la paz y la seguridad internacional.

El surgimiento del concepto de Cultura de Paz no podría ser entendido sin observar los cambios que se produjeron a fines del siglo XX en el sistema internacional respecto a la situación de la Paz y a la ampliación del concepto de paz.

La situación fue bien descrita por el entonces Director de la UNESCO, Federico Mayor:

“Al prepararnos para ingresar al siglo XXI, la humanidad encara amenazas sin precedentes para su misma existencia. La confrontación nuclear de la Guerra Fría nos ha hecho ver el peligro. Hoy día comprobamos que las amenazas se amplían. Incluyen también la degradación del ambiente así como la pobreza, la sobrepoblación, migraciones masivas, intolerancia y mala distribución de los recursos en el mundo, todo lo cual esta vinculado a la violencia y la guerra. La Paz, entonces, alguna vez definida como ausencia de guerra, esta viniendo a ser algo más amplio, un proceso dinámico. Incluye no solo relaciones no violentas únicamente entre Estados, sino también entre individuos, entre grupos sociales, entre Estados y sus ciudadanos y entre los humanos y el planeta” (UNESCO, 1995).

Esta concepción más amplia de la paz y el surgimiento de la Cultura de Paz, como señala Adams (2003), no habría sido posible en el sistema internacional sin la convergencia desde fines de los 80 de tendencias históricas como los procesos de liberación nacional, que transformaron la membresía de organizaciones de las Naciones Unidas como la UNESCO, el desarrollo de un análisis científico sobre la guerra y la paz con la Declaración de Sevilla sobre la Violencia (1986) y en especial el término de la Guerra Fría (1992) que hizo posible la acción unánime del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para incluir en las operaciones de mantención de la paz una agenda concreta por consolidar la paz .

45Cultura de Paz44 Cultura de Paz

1994 Se realiza en el Salvador el Primer “Foro sobre la Cultura de Paz”.

1995 La 28 Conferencia General de la UNESCO introduce el concepto de Cultura de Paz en su estrategia de medio término 1996 -2001.

1996-2001

La UNESCO implementa el proyecto transdisciplinario “Hacia una Cultura de Paz”

1992La UNESCO establece un programa específico para promover una Cultura de Paz como una contribución a los esfuerzos de vigilancia de la Paz de las Naciones Unidas. Se crean Programas nacionales en países de Centroamérica y África.

Cronología del Desarrollo del Concepto de Cultura de Paz por las Naciones Unidas

1986En el marco del año Internacional de la Paz declarado por las Naciones Unidas, se publica en el Perú el libro “Cultura de Paz” preparado por un grupo de profesores presidido por el padre Felipe Mac Gregor.

1989 “El Congreso Internacional sobre la Paz en la Mente de los Hombres” (Yamoussoukro-Africa), adopta el concepto y recomienda que la UNESCO “ayude a construir una nueva visión de la paz por el desarrollo de una Cultura de Paz basada en los valores universales de respeto a la vida, libertad, justicia, solidaridad, tolerancia, derechos humanos e igualdad entre hombres y mujeres”.

1997 La 52 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante la Resolución A/52/15 del 20 de noviembre de 1997, declara el 2000 como Año Internacional de la Cultura de Paz.

1998 La 53 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante Resolución A/53/25, del 10 de noviembre de 1998,, declara al período 2001-2010 “Década Internacional para una Cultura de Paz y no Violencia para los Niños del Mundo”.

1999 La 53 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas aprueba mediante Resolución A/53/243, del 6 de octubre de 1999, la “Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz”.

2000 En el marco del “Año Internacional de la Cultura de Paz” se realiza la campaña internacional “Manifiesto 2000” documento elaborado por varios Premios Nobel y suscrito por 75 millones de personas.

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La Declaración establece ocho áreas de acción que deben ser abordadas a través de un conjunto de medidas para:

?Promover una Cultura de Paz por medio de la educación.

?Promover el desarrollo económico y social sostenible.

?Promover el respeto de todos los derechos humanos.

?Garantizar la igualdad entre mujeres y hombres.

?Promover la participación democrática.

?Promover la comprensión, la tolerancia y la solidaridad.

?Apoyar la comunicación participativa y la libre circulación de información y conocimientos.

?Promover la paz y la seguridad internacional.

El surgimiento del concepto de Cultura de Paz no podría ser entendido sin observar los cambios que se produjeron a fines del siglo XX en el sistema internacional respecto a la situación de la Paz y a la ampliación del concepto de paz.

La situación fue bien descrita por el entonces Director de la UNESCO, Federico Mayor:

“Al prepararnos para ingresar al siglo XXI, la humanidad encara amenazas sin precedentes para su misma existencia. La confrontación nuclear de la Guerra Fría nos ha hecho ver el peligro. Hoy día comprobamos que las amenazas se amplían. Incluyen también la degradación del ambiente así como la pobreza, la sobrepoblación, migraciones masivas, intolerancia y mala distribución de los recursos en el mundo, todo lo cual esta vinculado a la violencia y la guerra. La Paz, entonces, alguna vez definida como ausencia de guerra, esta viniendo a ser algo más amplio, un proceso dinámico. Incluye no solo relaciones no violentas únicamente entre Estados, sino también entre individuos, entre grupos sociales, entre Estados y sus ciudadanos y entre los humanos y el planeta” (UNESCO, 1995).

Esta concepción más amplia de la paz y el surgimiento de la Cultura de Paz, como señala Adams (2003), no habría sido posible en el sistema internacional sin la convergencia desde fines de los 80 de tendencias históricas como los procesos de liberación nacional, que transformaron la membresía de organizaciones de las Naciones Unidas como la UNESCO, el desarrollo de un análisis científico sobre la guerra y la paz con la Declaración de Sevilla sobre la Violencia (1986) y en especial el término de la Guerra Fría (1992) que hizo posible la acción unánime del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para incluir en las operaciones de mantención de la paz una agenda concreta por consolidar la paz .

45Cultura de Paz44 Cultura de Paz

1994 Se realiza en el Salvador el Primer “Foro sobre la Cultura de Paz”.

1995 La 28 Conferencia General de la UNESCO introduce el concepto de Cultura de Paz en su estrategia de medio término 1996 -2001.

1996-2001

La UNESCO implementa el proyecto transdisciplinario “Hacia una Cultura de Paz”

1992La UNESCO establece un programa específico para promover una Cultura de Paz como una contribución a los esfuerzos de vigilancia de la Paz de las Naciones Unidas. Se crean Programas nacionales en países de Centroamérica y África.

Cronología del Desarrollo del Concepto de Cultura de Paz por las Naciones Unidas

1986En el marco del año Internacional de la Paz declarado por las Naciones Unidas, se publica en el Perú el libro “Cultura de Paz” preparado por un grupo de profesores presidido por el padre Felipe Mac Gregor.

1989 “El Congreso Internacional sobre la Paz en la Mente de los Hombres” (Yamoussoukro-Africa), adopta el concepto y recomienda que la UNESCO “ayude a construir una nueva visión de la paz por el desarrollo de una Cultura de Paz basada en los valores universales de respeto a la vida, libertad, justicia, solidaridad, tolerancia, derechos humanos e igualdad entre hombres y mujeres”.

1997 La 52 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante la Resolución A/52/15 del 20 de noviembre de 1997, declara el 2000 como Año Internacional de la Cultura de Paz.

1998 La 53 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante Resolución A/53/25, del 10 de noviembre de 1998,, declara al período 2001-2010 “Década Internacional para una Cultura de Paz y no Violencia para los Niños del Mundo”.

1999 La 53 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas aprueba mediante Resolución A/53/243, del 6 de octubre de 1999, la “Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz”.

2000 En el marco del “Año Internacional de la Cultura de Paz” se realiza la campaña internacional “Manifiesto 2000” documento elaborado por varios Premios Nobel y suscrito por 75 millones de personas.

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Del Manifiesto del Año 2000 al Presente

La Declaración y Programa sobre una Cultura de Paz fue el documento base para la declaración del “Decenio de una Cultura de Paz para los Niños del Mundo” y el “Año Internacional de la Cultura de Paz”, el año 2000. Con motivo de este año se lanzó el “Manifiesto 2000”, elaborado por un grupo de premios Nobel, entre ellos el Dalai Lama y los latinoamericanos Adolfo Pérez Esquivel, Rigoberta Menchú y Óscar Arias.

Al año siguiente, con la Resolución 55/282 de diciembre del 2001, la Asamblea General decidió que a partir de 2002 se celebre el “Día Internacional de la Paz” el 21 de septiembre de cada año, llamando a observar una jornada de cesación del fuego y de no violencia a nivel mundial.

Manifiesto 2000

Reconociendo mi parte de responsabilidad ante el futuro de la humanidad, especialmente para los niños de hoy y de mañana, me comprometo en mi vida diaria, en mi familia, mi trabajo, mi comunidad, mi país y mi región a:

?Respetar la vida y la dignidad de cada persona, sin discriminación ni prejuicios.

?Practicar la no violencia activa, rechazando la violencia en todas sus formas: física, sexual, sicológica, económica y social, en particular hacia los más débiles y vulnerables, como los niños y los adolescentes.

?Compartir mi tiempo y mis recursos materiales cultivando la generosidad a fin de terminar con la exclusión, la injusticia y la opresión política y económica.

?Defender la libertad de expresión y la diversidad cultural, privilegiando siempre la escucha y el diálogo, sin ceder al fanatismo, ni a la maledicencia y el rechazo del prójimo.

?Promover un consumo responsable y un modo de desarrollo que tenga en cuenta la importancia de todas las formas de vida y el equilibrio de los recursos naturales del planeta.

?Contribuir al desarrollo de mi comunidad, propiciando la plena participación de las mujeres y el respeto de los principios democráticos, con el fin de crear juntos nuevas formas de solidaridad.

En los siguientes años, la Asamblea General mantuvo en su agenda el tema de Cultura de Paz, en el marco del “Decenio Internacional de una Cultura de Paz para los Niños del Mundo”. Asimismo, la UNESCO continuó su labor de difusión, especialmente en el ámbito de la educación, y desarrolló una iniciativa para el encuentro y comprensión entre religiones. Al respecto, la Asamblea General decidió celebrar en el 2007 un “Diálogo de Alto Nivel” sobre la cooperación entre religiones y culturas para promover la tolerancia, la comprensión y el respeto universal en cuestiones de libertad de religión o creencias y de diversidad cultural.

Ese mismo año, la Asamblea General de las Naciones Unidas, acuerda, a través de la Resolución A/RES/61/271, establecer el 2 de octubre de cada año como el Día Internacional de la No Violencia, siendo una ocasión para "diseminar el mensaje de la no violencia, incluso a través de la educación y la conciencia pública". La Resolución reafirma "la relevancia universal del principio de la no violencia" y el deseo de "conseguir una Cultura de Paz, tolerancia, comprensión y no violencia” (Naciones Unidas, 2007).

El recrudecimiento de la guerra en el mundo, con el derribamiento de las torres gemelas en Nueva York en el año 2001 y la invasión a Irak sin autorización de las Naciones Unidas, no ofrece el mejor contexto para la construcción de un mundo más pacífico y el desarrollo de una Cultura de Paz. A pesar de todo, el desarrollo de una Cultura de Paz, de la mano con el reconocimiento de los derechos humanos, forma parte ya del sistema internacional.

La No Violencia

La No Violencia es un llamado radical a buscar la justicia empleando medios pacíficos. Gandhi identicaba la no violencia como el ahimsa (no matar, no causar daño o sufrimiento), pero también, en un sentido positivo, con la inocencia y la llamó también satyagraha, o fuerza de la verdad y de la justicia.

De una manera sintética la no violencia es el deber y la acción por la justicia respetando la vida y la integridad de los adversarios en esa lucha (López, 2004).

"La resistencia no violenta no es un método para los cobardes. Es una verdadera resistencia. Por ello Gandhi decía tan a menudo que si la cobardía es la única alternativa de la violencia, es preferible luchar... Si bien es cierto que el resistente no violento es pasivo en el sentido de que no es físicamente agresivo hacia su adversario, su mente y sus emociones no son menos activas, procura constantemente convencer a su adversario de su error. No es una no resistencia pasiva al mal, sino una resistencia no violenta activa al mal". (Martin Luther King).

47Cultura de Paz46 Cultura de Paz

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Del Manifiesto del Año 2000 al Presente

La Declaración y Programa sobre una Cultura de Paz fue el documento base para la declaración del “Decenio de una Cultura de Paz para los Niños del Mundo” y el “Año Internacional de la Cultura de Paz”, el año 2000. Con motivo de este año se lanzó el “Manifiesto 2000”, elaborado por un grupo de premios Nobel, entre ellos el Dalai Lama y los latinoamericanos Adolfo Pérez Esquivel, Rigoberta Menchú y Óscar Arias.

Al año siguiente, con la Resolución 55/282 de diciembre del 2001, la Asamblea General decidió que a partir de 2002 se celebre el “Día Internacional de la Paz” el 21 de septiembre de cada año, llamando a observar una jornada de cesación del fuego y de no violencia a nivel mundial.

Manifiesto 2000

Reconociendo mi parte de responsabilidad ante el futuro de la humanidad, especialmente para los niños de hoy y de mañana, me comprometo en mi vida diaria, en mi familia, mi trabajo, mi comunidad, mi país y mi región a:

?Respetar la vida y la dignidad de cada persona, sin discriminación ni prejuicios.

?Practicar la no violencia activa, rechazando la violencia en todas sus formas: física, sexual, sicológica, económica y social, en particular hacia los más débiles y vulnerables, como los niños y los adolescentes.

?Compartir mi tiempo y mis recursos materiales cultivando la generosidad a fin de terminar con la exclusión, la injusticia y la opresión política y económica.

?Defender la libertad de expresión y la diversidad cultural, privilegiando siempre la escucha y el diálogo, sin ceder al fanatismo, ni a la maledicencia y el rechazo del prójimo.

?Promover un consumo responsable y un modo de desarrollo que tenga en cuenta la importancia de todas las formas de vida y el equilibrio de los recursos naturales del planeta.

?Contribuir al desarrollo de mi comunidad, propiciando la plena participación de las mujeres y el respeto de los principios democráticos, con el fin de crear juntos nuevas formas de solidaridad.

En los siguientes años, la Asamblea General mantuvo en su agenda el tema de Cultura de Paz, en el marco del “Decenio Internacional de una Cultura de Paz para los Niños del Mundo”. Asimismo, la UNESCO continuó su labor de difusión, especialmente en el ámbito de la educación, y desarrolló una iniciativa para el encuentro y comprensión entre religiones. Al respecto, la Asamblea General decidió celebrar en el 2007 un “Diálogo de Alto Nivel” sobre la cooperación entre religiones y culturas para promover la tolerancia, la comprensión y el respeto universal en cuestiones de libertad de religión o creencias y de diversidad cultural.

Ese mismo año, la Asamblea General de las Naciones Unidas, acuerda, a través de la Resolución A/RES/61/271, establecer el 2 de octubre de cada año como el Día Internacional de la No Violencia, siendo una ocasión para "diseminar el mensaje de la no violencia, incluso a través de la educación y la conciencia pública". La Resolución reafirma "la relevancia universal del principio de la no violencia" y el deseo de "conseguir una Cultura de Paz, tolerancia, comprensión y no violencia” (Naciones Unidas, 2007).

El recrudecimiento de la guerra en el mundo, con el derribamiento de las torres gemelas en Nueva York en el año 2001 y la invasión a Irak sin autorización de las Naciones Unidas, no ofrece el mejor contexto para la construcción de un mundo más pacífico y el desarrollo de una Cultura de Paz. A pesar de todo, el desarrollo de una Cultura de Paz, de la mano con el reconocimiento de los derechos humanos, forma parte ya del sistema internacional.

La No Violencia

La No Violencia es un llamado radical a buscar la justicia empleando medios pacíficos. Gandhi identicaba la no violencia como el ahimsa (no matar, no causar daño o sufrimiento), pero también, en un sentido positivo, con la inocencia y la llamó también satyagraha, o fuerza de la verdad y de la justicia.

De una manera sintética la no violencia es el deber y la acción por la justicia respetando la vida y la integridad de los adversarios en esa lucha (López, 2004).

"La resistencia no violenta no es un método para los cobardes. Es una verdadera resistencia. Por ello Gandhi decía tan a menudo que si la cobardía es la única alternativa de la violencia, es preferible luchar... Si bien es cierto que el resistente no violento es pasivo en el sentido de que no es físicamente agresivo hacia su adversario, su mente y sus emociones no son menos activas, procura constantemente convencer a su adversario de su error. No es una no resistencia pasiva al mal, sino una resistencia no violenta activa al mal". (Martin Luther King).

47Cultura de Paz46 Cultura de Paz

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Por ello, el director general de la UNESCO, Koichiro Matsuura, con ocasión del Día Internacional de la Paz 2008, nos recuerda la necesidad de:

“Constituir una coalición amplia que trabaje para intensificar y fortalecer los esfuerzos mundiales encaminados a velar por que cada hombre, mujer o niño puedan disfrutar de los derechos y las libertades fundamentales consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Todos juntos, debemos esforzarnos en poner fin a las flagrantes violaciones de los derechos humanos que se cometen en el mundo de hoy, a fin de crear las condiciones necesarias para construir una Cultura de Paz, uno de los máximos desafíos para la humanidad” (UNESCO, 2008).

49Cultura de Paz48 Cultura de Paz

Capítulo IV

Construyendo Culturas de Paz “La Cultura de Paz es una cultura que promueve la pacificación, una cultura que incluya estilos de vida, patrones de creencias, valores y comportamientos que favorezcan la construcción de la paz y acompañen los cambios institucionales que promueven el bienestar, la igualdad, la administración equitativa de los recursos, la seguridad para los individuos, las familias, la identidad de los grupos o las naciones, sin necesidad de recurrir a la violencia”

Elise Boulding

La propuesta de las Naciones Unidas de trabajar por una Cultura de Paz constituye un llamado trascendental para promover un cambio cultural que favorezca la construcción de la paz en el mundo. Es en ese sentido, una propuesta para modificar y mejorar desde la política, en este caso internacional, la convivencia de los seres humanos en un momento crítico para superar las amenazas a la sobrevivencia de la humanidad.

En ese marco, la “Cultura de Paz” es un concepto normativo, es decir un “deber ser”, que sólo puede ser alcanzado trabajando desde la realidad de las múltiples culturas que existen en el mundo.

En el presente capítulo presentamos algunas ideas básicas en torno a lo que significa trabajar por una Cultura de Paz desde nuestras culturas, para lo cual empezaremos repasando algunas nociones sobre cultura, cambio cultural y convivencia social.

Culturas de Paz

La cultura, como lo dice la UNESCO en una definición sintética, “son las maneras de vivir juntos” (UNESCO, 1995), o como lo señala de manera más amplia Federico Mayor, “es el conjunto de elementos simbólicos, estéticos y significativos que forman la urdiembre de nuestras vidas y le confieren unidad de sentido y propósito de la cuna a la tumba” (Mayor, 1994).

En buena cuenta, la cultura abarca toda realización humana diferenciada de la naturaleza. Por lo mismo, la cultura de los seres humanos no es algo predeterminado, sino que es resultado de la

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Por ello, el director general de la UNESCO, Koichiro Matsuura, con ocasión del Día Internacional de la Paz 2008, nos recuerda la necesidad de:

“Constituir una coalición amplia que trabaje para intensificar y fortalecer los esfuerzos mundiales encaminados a velar por que cada hombre, mujer o niño puedan disfrutar de los derechos y las libertades fundamentales consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Todos juntos, debemos esforzarnos en poner fin a las flagrantes violaciones de los derechos humanos que se cometen en el mundo de hoy, a fin de crear las condiciones necesarias para construir una Cultura de Paz, uno de los máximos desafíos para la humanidad” (UNESCO, 2008).

49Cultura de Paz48 Cultura de Paz

Capítulo IV

Construyendo Culturas de Paz “La Cultura de Paz es una cultura que promueve la pacificación, una cultura que incluya estilos de vida, patrones de creencias, valores y comportamientos que favorezcan la construcción de la paz y acompañen los cambios institucionales que promueven el bienestar, la igualdad, la administración equitativa de los recursos, la seguridad para los individuos, las familias, la identidad de los grupos o las naciones, sin necesidad de recurrir a la violencia”

Elise Boulding

La propuesta de las Naciones Unidas de trabajar por una Cultura de Paz constituye un llamado trascendental para promover un cambio cultural que favorezca la construcción de la paz en el mundo. Es en ese sentido, una propuesta para modificar y mejorar desde la política, en este caso internacional, la convivencia de los seres humanos en un momento crítico para superar las amenazas a la sobrevivencia de la humanidad.

En ese marco, la “Cultura de Paz” es un concepto normativo, es decir un “deber ser”, que sólo puede ser alcanzado trabajando desde la realidad de las múltiples culturas que existen en el mundo.

En el presente capítulo presentamos algunas ideas básicas en torno a lo que significa trabajar por una Cultura de Paz desde nuestras culturas, para lo cual empezaremos repasando algunas nociones sobre cultura, cambio cultural y convivencia social.

Culturas de Paz

La cultura, como lo dice la UNESCO en una definición sintética, “son las maneras de vivir juntos” (UNESCO, 1995), o como lo señala de manera más amplia Federico Mayor, “es el conjunto de elementos simbólicos, estéticos y significativos que forman la urdiembre de nuestras vidas y le confieren unidad de sentido y propósito de la cuna a la tumba” (Mayor, 1994).

En buena cuenta, la cultura abarca toda realización humana diferenciada de la naturaleza. Por lo mismo, la cultura de los seres humanos no es algo predeterminado, sino que es resultado de la

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interacción entre ellos y con la naturaleza. Es, entonces, dinámica y cambiante, aunque en el corto plazo pueda parecer inmutable. Así, por ejemplo, hasta hace unas decenas de años, los valores e ideas predominantes no favorecían para nada la educación superior de las mujeres o la obligación de los Estados de atender las necesidades básicas de los ciudadanos. Hoy eso está cambiando.

La cultura, por otro lado, no se limita al lenguaje, las creencias o las prácticas entre las personas, sino también a las instituciones y sistemas que organizan la sociedad. La cultura involucra, entonces, la manera en que se crea y distribuye la riqueza, se gobierna el bienestar y la seguridad, se manejan las relaciones con el ambiente y se ejerce justicia, entre otros aspectos.

Cultura y Sistemas de Paz

Si bien los valores, ideas, creencias o comportamientos de las personas tienen un peso considerable en la manera en que se organiza la sociedad, cambios en dicha organización influyen también en los valores, ideas, creencias y comportamientos. La paz, desde luego, necesita de cambios tanto en éstos como en las maneras de organizar la sociedad. Como dice Galtung, se requieren no sólo transformar la cultura, sino también crear instituciones y formas de organizar la sociedad que sustenten la paz.

Ambos procesos se producen muy interrelacionados. Un ejemplo es el caso de la “esclavitud”. Ciertamente antes que se eliminara, no necesariamente la mayoría de las personas que no eran víctimas de éste aborrecible sistema, pensaban que era negativo. Su eliminación legal y la propia experiencia social han hecho que hoy en día, las ideas y valores comunes sean contrarios a la esclavitud.

Cultura y Balance entre Paz y Violencia

Es fácil advertir que no existe una única cultura humana, sino que más bien existen muchas culturas. Diversos estudios identifican más de 10,000 grupos culturales en el mundo. En todos ellos, en mayor o menor grado, encontramos valores, ideas, actitudes y comportamientos favorables a la paz, como también otros favorables al uso de la fuerza y la violencia.

Como señala Boulding, en su libro “Culturas de Paz”:

“En general, las sociedades tienden a ser una mezcla de temas de una cultura pacífica y de una de guerra, el balance entre esos temas varia de sociedad a sociedad y de momento histórico a momento histórico. En nuestro tiempo, las tensiones ente los dos temas ha devenido en una pesada carga social por un sistema mundial militar vinculado a modos de industrialización y urbanización destructivos del planeta que afectan la capacidad humana para el cambio creativo y pacífico” (Boulding, 2000) .

(La Cultura de Paz) consiste en la creación de nuevas formas de cultivar las relaciones entre los seres humanos mismos y entre estos y la naturaleza para incrementar las posibilidades humanas de vivir en paz... Por una parte, se trata de reconstruir los momentos, actitudes, instituciones, etc., que a lo largo de la historia han servido para organizarnos pacíficamente, como indicadores de las capacidades o competencias humanas para hacer las paces. Por otra, expresa el compromiso con la transformación de las culturas y las sociedades con miras al incremento de las formas pacíficas de convivencia y la remisión o disminución de las capacidades humanas para ejercer los diferentes tipos de violencia. Es un compromiso con el presente que recupera las maneras imperfectas de hacer las paces en el pasado para la construcción progresiva de múltiples maneras de hacer las paces de acuerdo con el reconocimiento de la interculturalidad” .

Guzmán, 2004

51Cultura de Paz50 Cultura de Paz

Así, en los diferentes “modos de vivir juntos” de todos los pueblos del mundo existe esa mezcla de aspectos pacíficos y de violencia. Reconocer esto es importante porque nos recuerda, en primer lugar, que la capacidad para hacer la paz se encuentra en todas las culturas y, en segundo lugar porque hace evidente que hay diversas formas de construir la Paz y esa diversidad también es importante para enriquecernos mutuamente.

Por ello, algunos autores, reconociendo la importancia normativa del concepto “Cultura de Paz” de las Naciones Unidas, prefieren hablar de construir “Culturas de Paz” para referirse al trabajo concreto para desarrollar los aspectos pacíficos de nuestras diversas culturas.

No se trata entonces de reemplazar nuestras múltiples culturas por una única Cultura de Paz, sino de desarrollar nuestras formas de hacer la paz teniendo como referencia enriquecedora lo que nos ofrece el concepto normativo formulado por las Naciones Unidas, concepto que es fundamental pues resume el consenso mundial más avanzado de lo que debemos entender por paz y por una Cultura para la Paz.

Como vimos en el recorrido histórico de la idea de la paz, hasta hace pocas décadas la igualdad de varones y mujeres no aparecía como un componente indispensable para hablar de paz. De hecho todavía muchas culturas no consideran importante ese aspecto, aunque mantengan sus propias formas de respeto a las mujeres. Pero, desde que los Estados del mundo promulgaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la plena igualdad entre hombres y mujeres se ha convertido en uno de los pilares indispensables para hablar de paz y de una Cultura de Paz.

Cultura de Paz

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interacción entre ellos y con la naturaleza. Es, entonces, dinámica y cambiante, aunque en el corto plazo pueda parecer inmutable. Así, por ejemplo, hasta hace unas decenas de años, los valores e ideas predominantes no favorecían para nada la educación superior de las mujeres o la obligación de los Estados de atender las necesidades básicas de los ciudadanos. Hoy eso está cambiando.

La cultura, por otro lado, no se limita al lenguaje, las creencias o las prácticas entre las personas, sino también a las instituciones y sistemas que organizan la sociedad. La cultura involucra, entonces, la manera en que se crea y distribuye la riqueza, se gobierna el bienestar y la seguridad, se manejan las relaciones con el ambiente y se ejerce justicia, entre otros aspectos.

Cultura y Sistemas de Paz

Si bien los valores, ideas, creencias o comportamientos de las personas tienen un peso considerable en la manera en que se organiza la sociedad, cambios en dicha organización influyen también en los valores, ideas, creencias y comportamientos. La paz, desde luego, necesita de cambios tanto en éstos como en las maneras de organizar la sociedad. Como dice Galtung, se requieren no sólo transformar la cultura, sino también crear instituciones y formas de organizar la sociedad que sustenten la paz.

Ambos procesos se producen muy interrelacionados. Un ejemplo es el caso de la “esclavitud”. Ciertamente antes que se eliminara, no necesariamente la mayoría de las personas que no eran víctimas de éste aborrecible sistema, pensaban que era negativo. Su eliminación legal y la propia experiencia social han hecho que hoy en día, las ideas y valores comunes sean contrarios a la esclavitud.

Cultura y Balance entre Paz y Violencia

Es fácil advertir que no existe una única cultura humana, sino que más bien existen muchas culturas. Diversos estudios identifican más de 10,000 grupos culturales en el mundo. En todos ellos, en mayor o menor grado, encontramos valores, ideas, actitudes y comportamientos favorables a la paz, como también otros favorables al uso de la fuerza y la violencia.

Como señala Boulding, en su libro “Culturas de Paz”:

“En general, las sociedades tienden a ser una mezcla de temas de una cultura pacífica y de una de guerra, el balance entre esos temas varia de sociedad a sociedad y de momento histórico a momento histórico. En nuestro tiempo, las tensiones ente los dos temas ha devenido en una pesada carga social por un sistema mundial militar vinculado a modos de industrialización y urbanización destructivos del planeta que afectan la capacidad humana para el cambio creativo y pacífico” (Boulding, 2000) .

(La Cultura de Paz) consiste en la creación de nuevas formas de cultivar las relaciones entre los seres humanos mismos y entre estos y la naturaleza para incrementar las posibilidades humanas de vivir en paz... Por una parte, se trata de reconstruir los momentos, actitudes, instituciones, etc., que a lo largo de la historia han servido para organizarnos pacíficamente, como indicadores de las capacidades o competencias humanas para hacer las paces. Por otra, expresa el compromiso con la transformación de las culturas y las sociedades con miras al incremento de las formas pacíficas de convivencia y la remisión o disminución de las capacidades humanas para ejercer los diferentes tipos de violencia. Es un compromiso con el presente que recupera las maneras imperfectas de hacer las paces en el pasado para la construcción progresiva de múltiples maneras de hacer las paces de acuerdo con el reconocimiento de la interculturalidad” .

Guzmán, 2004

51Cultura de Paz50 Cultura de Paz

Así, en los diferentes “modos de vivir juntos” de todos los pueblos del mundo existe esa mezcla de aspectos pacíficos y de violencia. Reconocer esto es importante porque nos recuerda, en primer lugar, que la capacidad para hacer la paz se encuentra en todas las culturas y, en segundo lugar porque hace evidente que hay diversas formas de construir la Paz y esa diversidad también es importante para enriquecernos mutuamente.

Por ello, algunos autores, reconociendo la importancia normativa del concepto “Cultura de Paz” de las Naciones Unidas, prefieren hablar de construir “Culturas de Paz” para referirse al trabajo concreto para desarrollar los aspectos pacíficos de nuestras diversas culturas.

No se trata entonces de reemplazar nuestras múltiples culturas por una única Cultura de Paz, sino de desarrollar nuestras formas de hacer la paz teniendo como referencia enriquecedora lo que nos ofrece el concepto normativo formulado por las Naciones Unidas, concepto que es fundamental pues resume el consenso mundial más avanzado de lo que debemos entender por paz y por una Cultura para la Paz.

Como vimos en el recorrido histórico de la idea de la paz, hasta hace pocas décadas la igualdad de varones y mujeres no aparecía como un componente indispensable para hablar de paz. De hecho todavía muchas culturas no consideran importante ese aspecto, aunque mantengan sus propias formas de respeto a las mujeres. Pero, desde que los Estados del mundo promulgaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la plena igualdad entre hombres y mujeres se ha convertido en uno de los pilares indispensables para hablar de paz y de una Cultura de Paz.

Cultura de Paz

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Convivencia y Cultura de Paz

Siendo la cultura “las maneras de vivir juntos”, trabajar por una Cultura de Paz significa, entonces, laborar por orientar la convivencia hacia la paz. Para ello, necesitamos entender mejor lo que es la convivencia humana, allí descubriremos hasta que punto los seres humanos estamos preparados para la paz.

Como sabemos el ser humano es un ser social, que si bien tiene una individualidad, no puede sino vivir desde su nacimiento en estrecha relación con los otros seres humanos, no se trata de una mera coexistencia, sino de un vivir juntos reconociendo y participando de los sentimientos del otro, aunque no necesariamente sin conflicto.

“Convivir, significa vivir unos con otros, basándose en unas determinadas relaciones sociales y en unos códigos valorativos forzosamente subjetivos, en el marco de un contexto social determinado. Esos polos que marcan el tipo de convivencia están potencialmente cruzados por relaciones de conflicto, pero en modo alguno ello amenaza la convivencia. Conflicto y convivencia son dos realidades inherentes a toda forma de vida en sociedad” (Jares, 2006).

En realidad, el ser humano se “hace humano” en esta convivencia conjugando lo biológico con lo cultural. Y lo biológicamente básico, en ese constituirse en ser humano a lo largo del crecimiento de cada persona, es el amor, esto es el reconocimiento en el otro de alguien con quien convivir. Lo culturalmente básico es más bien el lenguaje, que es la capacidad de simbolizar y de comunicarnos entre humanos (Maturana, 1984).

Es fácil percibir esto en la crianza, que es el primer momento en que empezamos a hacernos humanos. Todos empezamos a incorporarnos a la comunidad de humanos a través del amor, de la madre, del padre y la familia en general. Ese amor es el que sustenta la satisfacción de las otras necesidades biológicas. El biólogo Fernando Maturana sustenta esta idea:

“Todo sistema social humano se funda en el amor, en cualquiera de sus formas, que une a sus miembros, y el amor es la apertura de un espacio de existencia para el otro ser humano junto a uno. Si no hay amor, no hay socialización genuina y los seres humanos se separan. Una sociedad en la que se acaba el amor entre sus miembros se desintegra. Sólo la coerción de uno y otro tipo, es decir, el riesgo de perder la vida, puede obligar a un ser humano, que no es un parásito, a la hipocresía de conducirse como miembro de un sistema social sin amor. Ser social involucra siempre ir con otro, y se va libremente sólo con el que se ama” (Maturana, 1984)

Preparados para la Paz

Si los humanos no pudiéramos establecer relaciones de amor, no podríamos convivir ni siquiera

53Cultura de Paz52 Cultura de Paz

“Nuestras creencias fatalistas nutridas por una dieta de noticias sobre peleas, violencia y guerra, pasan por alto un punto fundamental: la mayor parte del tiempo, la mayoría de las personas logra coexistir pacíficamente… A pesar de la diferencia de temperamento, costumbres o estilos de comunicación, la mayoría de esposos, esposas hijos e hijas logra vivir juntos. Aunque puedan estar en desacuerdo acerca de los valores básicos, la mayoría de los vecinos viven lado a lado. A pesar de sus intereses opuestos, los obreros y gerentes trabajan juntos. Incluso con todas sus disputas, la mayor parte de los países están en paz entre si... Por lo tanto, ya es tiempo de dejar de pensar en la coexistencia como una visión irreal. Es la norma. No se trata de subestimar la existencia o importancia de la pelea, la violencia y la guerra. Se trata sólo de recordarnos la absoluta preponderancia de la paz” (Ury, 2000).

entre padres e hijos; si no pudiéramos comunicarnos, nuestra convivencia sería tan cercana a la de los animales que no conviviriamos humanamente.

Lo central de la convivencia, y esto es más evidente a nivel familiar, es sin duda el reconocimiento incondicional del otro como alguien con quien vivir. El desarrollo de la empatía, la solidaridad y el altruismo dentro de esa convivencia, son características que fortalecen la cooperación y la cohesión de los grupos humanos y son, por ello, indispensables para la sobrevivencia.

Se forman en los procesos de socialización más básicos, (familia, tribu y otros), después en los grupos de iguales y comunidades hasta que a nivel de las sociedades se diluyen algo en las relaciones institucionales, pero en éstas también existen.

Sin embargo, convivir, no significa estar de acuerdo en todo, sino la posibilidad de disentir, debatir y regular las discrepancias y conflictos sin que ello suponga necesariamente una ruptura, una desintegración o la pérdida de cohesión social.

Junto a la empatía, la solidaridad y el altruismo, también se forman potencialmente sus opuestos, los cuales, sin ser indispensables para la sobrevivencia, también existen por ahora en el ser humano. Como señala el Doctor Rojas:

“Todos los seres humanos nacemos con la propensión natural hacia la bondad, la racionalidad, la tolerancia, la compasión y la generosidad. La razón es que estas cualidades forman parte del instinto de conservación porque nos ayudan a sobrevivir y a propagar la especie. Pero también es

Preponderancia de la Convivencia Pacífica

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Convivencia y Cultura de Paz

Siendo la cultura “las maneras de vivir juntos”, trabajar por una Cultura de Paz significa, entonces, laborar por orientar la convivencia hacia la paz. Para ello, necesitamos entender mejor lo que es la convivencia humana, allí descubriremos hasta que punto los seres humanos estamos preparados para la paz.

Como sabemos el ser humano es un ser social, que si bien tiene una individualidad, no puede sino vivir desde su nacimiento en estrecha relación con los otros seres humanos, no se trata de una mera coexistencia, sino de un vivir juntos reconociendo y participando de los sentimientos del otro, aunque no necesariamente sin conflicto.

“Convivir, significa vivir unos con otros, basándose en unas determinadas relaciones sociales y en unos códigos valorativos forzosamente subjetivos, en el marco de un contexto social determinado. Esos polos que marcan el tipo de convivencia están potencialmente cruzados por relaciones de conflicto, pero en modo alguno ello amenaza la convivencia. Conflicto y convivencia son dos realidades inherentes a toda forma de vida en sociedad” (Jares, 2006).

En realidad, el ser humano se “hace humano” en esta convivencia conjugando lo biológico con lo cultural. Y lo biológicamente básico, en ese constituirse en ser humano a lo largo del crecimiento de cada persona, es el amor, esto es el reconocimiento en el otro de alguien con quien convivir. Lo culturalmente básico es más bien el lenguaje, que es la capacidad de simbolizar y de comunicarnos entre humanos (Maturana, 1984).

Es fácil percibir esto en la crianza, que es el primer momento en que empezamos a hacernos humanos. Todos empezamos a incorporarnos a la comunidad de humanos a través del amor, de la madre, del padre y la familia en general. Ese amor es el que sustenta la satisfacción de las otras necesidades biológicas. El biólogo Fernando Maturana sustenta esta idea:

“Todo sistema social humano se funda en el amor, en cualquiera de sus formas, que une a sus miembros, y el amor es la apertura de un espacio de existencia para el otro ser humano junto a uno. Si no hay amor, no hay socialización genuina y los seres humanos se separan. Una sociedad en la que se acaba el amor entre sus miembros se desintegra. Sólo la coerción de uno y otro tipo, es decir, el riesgo de perder la vida, puede obligar a un ser humano, que no es un parásito, a la hipocresía de conducirse como miembro de un sistema social sin amor. Ser social involucra siempre ir con otro, y se va libremente sólo con el que se ama” (Maturana, 1984)

Preparados para la Paz

Si los humanos no pudiéramos establecer relaciones de amor, no podríamos convivir ni siquiera

53Cultura de Paz52 Cultura de Paz

“Nuestras creencias fatalistas nutridas por una dieta de noticias sobre peleas, violencia y guerra, pasan por alto un punto fundamental: la mayor parte del tiempo, la mayoría de las personas logra coexistir pacíficamente… A pesar de la diferencia de temperamento, costumbres o estilos de comunicación, la mayoría de esposos, esposas hijos e hijas logra vivir juntos. Aunque puedan estar en desacuerdo acerca de los valores básicos, la mayoría de los vecinos viven lado a lado. A pesar de sus intereses opuestos, los obreros y gerentes trabajan juntos. Incluso con todas sus disputas, la mayor parte de los países están en paz entre si... Por lo tanto, ya es tiempo de dejar de pensar en la coexistencia como una visión irreal. Es la norma. No se trata de subestimar la existencia o importancia de la pelea, la violencia y la guerra. Se trata sólo de recordarnos la absoluta preponderancia de la paz” (Ury, 2000).

entre padres e hijos; si no pudiéramos comunicarnos, nuestra convivencia sería tan cercana a la de los animales que no conviviriamos humanamente.

Lo central de la convivencia, y esto es más evidente a nivel familiar, es sin duda el reconocimiento incondicional del otro como alguien con quien vivir. El desarrollo de la empatía, la solidaridad y el altruismo dentro de esa convivencia, son características que fortalecen la cooperación y la cohesión de los grupos humanos y son, por ello, indispensables para la sobrevivencia.

Se forman en los procesos de socialización más básicos, (familia, tribu y otros), después en los grupos de iguales y comunidades hasta que a nivel de las sociedades se diluyen algo en las relaciones institucionales, pero en éstas también existen.

Sin embargo, convivir, no significa estar de acuerdo en todo, sino la posibilidad de disentir, debatir y regular las discrepancias y conflictos sin que ello suponga necesariamente una ruptura, una desintegración o la pérdida de cohesión social.

Junto a la empatía, la solidaridad y el altruismo, también se forman potencialmente sus opuestos, los cuales, sin ser indispensables para la sobrevivencia, también existen por ahora en el ser humano. Como señala el Doctor Rojas:

“Todos los seres humanos nacemos con la propensión natural hacia la bondad, la racionalidad, la tolerancia, la compasión y la generosidad. La razón es que estas cualidades forman parte del instinto de conservación porque nos ayudan a sobrevivir y a propagar la especie. Pero también es

Preponderancia de la Convivencia Pacífica

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cierto que todos venimos al mundo con el potencial para el disparate, el odio y la crueldad. Un axioma básico en el desarrollo de la personalidad es que el amor engendra más amor y la violencia engendra más violencia” (Rojas, 2005).

La Violencia: Ruptura de la Convivencia

Todo lo señalado evidencia que los seres humanos tenemos una gran capacidad para construir relaciones pacíficas o, más bien, para desarrollar las bases pacíficas que ya existen en nuestra cultura. Siendo así, parecería lógico que tras miles de años los seres humanos hayamos consolidado nuestra convivencia pacífica. Sin embargo, como es fácil constatar, nuestras sociedades se encuentran marcadas por numerosas formas de violencia, directa, estructural y cultural.

Y es que al desarrollarse la humanidad, al pasar de los núcleos familiares a las comunidades básicas y de ellas a las sociedades y a las naciones y países, las relaciones se han hecho más complejas y no se ha podido, o querido, que ellas evolucionen de tal manera que prime la cooperación y no la competencia, la solidaridad y no el egoísmo, el acuerdo pacífico y no la confrontación violenta.

“La condición humana hace que a partir de un determinado momento frente a las propuestas pacíficas (para resolver los conflictos), aparecieran otras tendencias destructivas, a las que llamamos violencia. Es decir, frente a algunos conflictos, en vez de optar por una gestión altruista y cooperativa, para favorecer al máximo posible al conjunto del grupo, se opta por soluciones egoístas o que favorecen asimétricamente a una parte. Se originan en el seno de personas o grupos humanos que eligen vías de distribución desigual de los recursos u optar por soluciones degradantes o destructivas” (Muñoz, 2004).

El llamado a construir una Cultura de Paz nos propone el reto de afirmar las potencialidades pacíficas de nuestra convivencia humana. No podemos retroceder y volver a ser una sola familia o grupos y comunidades, o desandar el camino de una historia de guerra y paz que nos ha traído hasta aquí. Pero podemos recrear nuestras relaciones recordando que la convivencia humana es básicamente pacífica y que los conflictos deben ser resueltos y la violencia rechazada con las dos cosas que nos hacen realmente humanos, la razón, pero también el amor expresado en empatía y el altruismo.

Ejes de Acción para Construir Culturas de Paz

Construir una Cultura de Paz consiste, entonces, en afirmar en nuestras culturas todos aquellos valores, actitudes y comportamientos que favorecen la convivencia y que permite resolver a favor de la paz las tensiones que enfrenta esta convivencia y que se señalan en las siguientes columnas.

55Cultura de Paz54 Cultura de Paz

COMPETENCIA COOPERACIÓN

DIFERENCIA IGUALDAD

INTERÉS INDIVIDUAL COLECTIVO

INEQUIDAD EQUIDAD

DOMINACIÓN AUTONOMÍA

El predominio de los factores de la izquierda con frecuencia llevan a la violencia, esto es a romper la convivencia, y los de la derecha a la paz. Pero como dice Boulding, las sociedades son, más bien, una mezcla intermedia de ambos.

Todas las sociedades se encuentran preparadas para regular las tensiones señaladas, pero en ciertos momentos ellas llevan la convivencia social a una situación crítica, como la que vivimos hoy en día en el mundo en que se multiplican las violencias hasta amenazar la propia sobrevivencia de la humanidad.

Los factores de competencia, egoísmo y dominación han tenido un desarrollo constante, mientras que los de cooperación, solidaridad y autonomía parecen haberse atrofiado, favoreciendo el riesgo de ruptura de la convivencia y violencia. Es fácil ver este enorme desbalance, por ejemplo, en la propia crisis económica que sacude hoy al mundo, en los problemas del cambio climático y el incesante “progreso” de los medios de guerra, en contraste con los más bien modestos avances de la responsabilidad empresarial, las políticas de combate a la pobreza, el cuidado del ambiente o las técnicas de negociación cooperativa. Mientras los medios para comunicar a las personas se han incrementado con el uso de la Internet o los teléfonos móviles, la comunicación interpersonal, por ejemplo, entre padres e hijos, sigue siendo limitada y apenas asoman descubrimientos como el uso de la inteligencia emocional.

En este contexto, la propuesta de trabajar por una Cultura de Paz constituye una poderosa herramienta para corregir esos desbalances y contribuir así a una convivencia fuertemente orientada a la construcción de la paz.

Para ello, necesitamos identificar lo más precisamente posible cuales son las cosas que tenemos que hacer para fortalecer en nuestras culturas los aspectos más favorables para la paz. La Declaración y Programa de Cultura de Paz de las Naciones Unidas, nos orienta en ese sentido.

Ejes de Acción para su Construcción

Tomando como base la definición de la “Declaración y Programa de las Naciones Unidas”, podemos decir que:

Page 50: Cultura de PAZ - 10

cierto que todos venimos al mundo con el potencial para el disparate, el odio y la crueldad. Un axioma básico en el desarrollo de la personalidad es que el amor engendra más amor y la violencia engendra más violencia” (Rojas, 2005).

La Violencia: Ruptura de la Convivencia

Todo lo señalado evidencia que los seres humanos tenemos una gran capacidad para construir relaciones pacíficas o, más bien, para desarrollar las bases pacíficas que ya existen en nuestra cultura. Siendo así, parecería lógico que tras miles de años los seres humanos hayamos consolidado nuestra convivencia pacífica. Sin embargo, como es fácil constatar, nuestras sociedades se encuentran marcadas por numerosas formas de violencia, directa, estructural y cultural.

Y es que al desarrollarse la humanidad, al pasar de los núcleos familiares a las comunidades básicas y de ellas a las sociedades y a las naciones y países, las relaciones se han hecho más complejas y no se ha podido, o querido, que ellas evolucionen de tal manera que prime la cooperación y no la competencia, la solidaridad y no el egoísmo, el acuerdo pacífico y no la confrontación violenta.

“La condición humana hace que a partir de un determinado momento frente a las propuestas pacíficas (para resolver los conflictos), aparecieran otras tendencias destructivas, a las que llamamos violencia. Es decir, frente a algunos conflictos, en vez de optar por una gestión altruista y cooperativa, para favorecer al máximo posible al conjunto del grupo, se opta por soluciones egoístas o que favorecen asimétricamente a una parte. Se originan en el seno de personas o grupos humanos que eligen vías de distribución desigual de los recursos u optar por soluciones degradantes o destructivas” (Muñoz, 2004).

El llamado a construir una Cultura de Paz nos propone el reto de afirmar las potencialidades pacíficas de nuestra convivencia humana. No podemos retroceder y volver a ser una sola familia o grupos y comunidades, o desandar el camino de una historia de guerra y paz que nos ha traído hasta aquí. Pero podemos recrear nuestras relaciones recordando que la convivencia humana es básicamente pacífica y que los conflictos deben ser resueltos y la violencia rechazada con las dos cosas que nos hacen realmente humanos, la razón, pero también el amor expresado en empatía y el altruismo.

Ejes de Acción para Construir Culturas de Paz

Construir una Cultura de Paz consiste, entonces, en afirmar en nuestras culturas todos aquellos valores, actitudes y comportamientos que favorecen la convivencia y que permite resolver a favor de la paz las tensiones que enfrenta esta convivencia y que se señalan en las siguientes columnas.

55Cultura de Paz54 Cultura de Paz

COMPETENCIA COOPERACIÓN

DIFERENCIA IGUALDAD

INTERÉS INDIVIDUAL COLECTIVO

INEQUIDAD EQUIDAD

DOMINACIÓN AUTONOMÍA

El predominio de los factores de la izquierda con frecuencia llevan a la violencia, esto es a romper la convivencia, y los de la derecha a la paz. Pero como dice Boulding, las sociedades son, más bien, una mezcla intermedia de ambos.

Todas las sociedades se encuentran preparadas para regular las tensiones señaladas, pero en ciertos momentos ellas llevan la convivencia social a una situación crítica, como la que vivimos hoy en día en el mundo en que se multiplican las violencias hasta amenazar la propia sobrevivencia de la humanidad.

Los factores de competencia, egoísmo y dominación han tenido un desarrollo constante, mientras que los de cooperación, solidaridad y autonomía parecen haberse atrofiado, favoreciendo el riesgo de ruptura de la convivencia y violencia. Es fácil ver este enorme desbalance, por ejemplo, en la propia crisis económica que sacude hoy al mundo, en los problemas del cambio climático y el incesante “progreso” de los medios de guerra, en contraste con los más bien modestos avances de la responsabilidad empresarial, las políticas de combate a la pobreza, el cuidado del ambiente o las técnicas de negociación cooperativa. Mientras los medios para comunicar a las personas se han incrementado con el uso de la Internet o los teléfonos móviles, la comunicación interpersonal, por ejemplo, entre padres e hijos, sigue siendo limitada y apenas asoman descubrimientos como el uso de la inteligencia emocional.

En este contexto, la propuesta de trabajar por una Cultura de Paz constituye una poderosa herramienta para corregir esos desbalances y contribuir así a una convivencia fuertemente orientada a la construcción de la paz.

Para ello, necesitamos identificar lo más precisamente posible cuales son las cosas que tenemos que hacer para fortalecer en nuestras culturas los aspectos más favorables para la paz. La Declaración y Programa de Cultura de Paz de las Naciones Unidas, nos orienta en ese sentido.

Ejes de Acción para su Construcción

Tomando como base la definición de la “Declaración y Programa de las Naciones Unidas”, podemos decir que:

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“La Cultura de Paz es un conjunto de valores, actitudes y comportamientos que reflejan el respeto a la vida, a la dignidad del ser humano y a la naturaleza, y que ponen en primer plano los derechos humanos, la igualdad entre hombres y mujeres, el rechazo a la violencia en todas sus formas y la adhesión a la democracia y a los principios de libertad, justicia, respeto, solidaridad y tolerancia”.

Esta formulación parafrasea la definición de la Declaración y Programa, añadiendo dos elementos: el respeto a la naturaleza y la mención explícita a la democracia. Ambos son hoy en día indispensables para una definición completa de la Paz.

La Declaración y Programa de las Naciones Unidas y otros documentos de las Naciones nos permiten elaborar una lista ampliada de los temas relacionados a la Cultura de Paz: - La convivencia humana y la formación ética.

- La práctica de la democracia y de una ciudadanía democrática.

- El respeto pleno de los derechos humanos y las libertades fundamentales.

- La igualdad de derechos y oportunidades entre varones y mujeres.

- El fortalecimiento del respeto, solidaridad, tolerancia y la no discriminación.

- El manejo cooperativo y pacífico de los conflictos y la construcción de consensos.

- El respeto y la promoción del derecho al desarrollo.

- El respeto a la naturaleza y el compromiso con un desarrollo sustentable.

- El respeto pleno de los principios de soberanía, integridad territorial e independencia política de los Estados.

- El respeto y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad de expresión, opinión e información.

- La adhesión a los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, coopera- ción, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las naciones.

- La construcción de un entorno nacional e internacional que favorezca a la Paz.

Tomando en cuenta este conjunto de asuntos y desde un enfoque de desarrollo social, podemos establecer los siguientes como principales ejes de acción, las “cosas que tenemos que hacer”, para construir Cultura de Paz y fortalecer una convivencia más pacífica:

1. El desarrollo de capacidades para la convivencia, la ética y la ciudadanía democrática, eje que aborda lo central de la Cultura de Paz como una cultura de convivencia orientada a la construcción de la paz.

2. La promoción y vivencia de los derechos y deberes humanos, eje que abarca los derechos humanos como el marco regulador mínimo e indispensable de la convivencia humana.

57Cultura de Paz56 Cultura de Paz

3. La promoción y práctica de la igualdad entre varones y mujeres, que aborda nada menos que la convivencia de las dos mitades de la humanidad y sustenta la noción más básica de la igualdad de los seres humanos.

4. La promoción de actitudes y capacidades para el diálogo y el manejo de conflictos a nivel personal, familiares, comunal y social, eje de acción dedicado al aprendizaje de nuevas y mejores formas de tratar los conflictos renunciando a la violencia.

5. La promoción y vivencia del respeto, solidaridad, tolerancia y la no discriminación, pilares de la convivencia humana y que constituyen la sustancia de una Cultura de Paz que busca terminar con todas las formas de violencia.

6. La promoción de un desarrollo humano sustentable e inclusivo, eje que aborda el quehacer humano hacia un mayor crecimiento económico compatible con la sustentación de la naturaleza y que represente a la vez una acción colectiva para mejorar las condiciones de existencia de todas las personas y superar la violencia estructural.

Estos ejes de acción han sido establecidos en los “Lineamientos de política sectorial para la promoción de una Cultura de Paz” del MIMDES (Resolución Ministerial 376-2007 MIMDES). Son una guía para desarrollar una Cultura de Paz desde nuestras diferentes culturas y en todos los espacios de la vida social, no son los únicos, pero constituyen el núcleo fundamental para dicho proceso. Los ejes de acción no pueden realizarse de manera aislada, pues se relacionan y complementan mutuamente, de modo que no podemos pensar en practicar unos y desatender otros. De poco valdría, por ejemplo, desarrollar nuestras capacidades, sino las ponemos en práctica a través de, por ejemplo, promover y vivir los derechos humanos o el desarrollo sustentable e inclusivo.

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“La Cultura de Paz es un conjunto de valores, actitudes y comportamientos que reflejan el respeto a la vida, a la dignidad del ser humano y a la naturaleza, y que ponen en primer plano los derechos humanos, la igualdad entre hombres y mujeres, el rechazo a la violencia en todas sus formas y la adhesión a la democracia y a los principios de libertad, justicia, respeto, solidaridad y tolerancia”.

Esta formulación parafrasea la definición de la Declaración y Programa, añadiendo dos elementos: el respeto a la naturaleza y la mención explícita a la democracia. Ambos son hoy en día indispensables para una definición completa de la Paz.

La Declaración y Programa de las Naciones Unidas y otros documentos de las Naciones nos permiten elaborar una lista ampliada de los temas relacionados a la Cultura de Paz: - La convivencia humana y la formación ética.

- La práctica de la democracia y de una ciudadanía democrática.

- El respeto pleno de los derechos humanos y las libertades fundamentales.

- La igualdad de derechos y oportunidades entre varones y mujeres.

- El fortalecimiento del respeto, solidaridad, tolerancia y la no discriminación.

- El manejo cooperativo y pacífico de los conflictos y la construcción de consensos.

- El respeto y la promoción del derecho al desarrollo.

- El respeto a la naturaleza y el compromiso con un desarrollo sustentable.

- El respeto pleno de los principios de soberanía, integridad territorial e independencia política de los Estados.

- El respeto y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad de expresión, opinión e información.

- La adhesión a los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, coopera- ción, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las naciones.

- La construcción de un entorno nacional e internacional que favorezca a la Paz.

Tomando en cuenta este conjunto de asuntos y desde un enfoque de desarrollo social, podemos establecer los siguientes como principales ejes de acción, las “cosas que tenemos que hacer”, para construir Cultura de Paz y fortalecer una convivencia más pacífica:

1. El desarrollo de capacidades para la convivencia, la ética y la ciudadanía democrática, eje que aborda lo central de la Cultura de Paz como una cultura de convivencia orientada a la construcción de la paz.

2. La promoción y vivencia de los derechos y deberes humanos, eje que abarca los derechos humanos como el marco regulador mínimo e indispensable de la convivencia humana.

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3. La promoción y práctica de la igualdad entre varones y mujeres, que aborda nada menos que la convivencia de las dos mitades de la humanidad y sustenta la noción más básica de la igualdad de los seres humanos.

4. La promoción de actitudes y capacidades para el diálogo y el manejo de conflictos a nivel personal, familiares, comunal y social, eje de acción dedicado al aprendizaje de nuevas y mejores formas de tratar los conflictos renunciando a la violencia.

5. La promoción y vivencia del respeto, solidaridad, tolerancia y la no discriminación, pilares de la convivencia humana y que constituyen la sustancia de una Cultura de Paz que busca terminar con todas las formas de violencia.

6. La promoción de un desarrollo humano sustentable e inclusivo, eje que aborda el quehacer humano hacia un mayor crecimiento económico compatible con la sustentación de la naturaleza y que represente a la vez una acción colectiva para mejorar las condiciones de existencia de todas las personas y superar la violencia estructural.

Estos ejes de acción han sido establecidos en los “Lineamientos de política sectorial para la promoción de una Cultura de Paz” del MIMDES (Resolución Ministerial 376-2007 MIMDES). Son una guía para desarrollar una Cultura de Paz desde nuestras diferentes culturas y en todos los espacios de la vida social, no son los únicos, pero constituyen el núcleo fundamental para dicho proceso. Los ejes de acción no pueden realizarse de manera aislada, pues se relacionan y complementan mutuamente, de modo que no podemos pensar en practicar unos y desatender otros. De poco valdría, por ejemplo, desarrollar nuestras capacidades, sino las ponemos en práctica a través de, por ejemplo, promover y vivir los derechos humanos o el desarrollo sustentable e inclusivo.

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SEGUNDA PARTE

LA CULTURA DE PAZ EN ACCIÓN

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61Cultura de Paz

Cultura de Paz

La Cultura de Paz es la propuesta que las Naciones Unidas hace a las naciones y pueblos del mundo para afirmar y desarrollar en sus propias culturas aquellos valores, actitudes y comportamientos que favorecen a la paz entre los seres humanos y con la naturaleza.

En ese sentido, tomando como base la Declaración y Programa de las Naciones Unidas sobre Cultura de Paz, podemos decir que:

Objetivos de la Promoción de una Cultura de Paz

La promoción de una Cultura de Paz es fundamental para construir la paz en nuestro país, una paz que, como señalaba el padre Mac Gregor, significa fundamentalmente justicia y libertad: “No hay paz cuando en la vida social hay injusticia y ausencia de libertad. Para que exista equilibrio, el dinamismo de la vida debe estar fundado en la justicia y la libertad” (Mac Gregor, 1989).

La Paz significa entonces un desarrollo integral y sustentable para todos y todas, pero también mayor cohesión social y democracia, y desde luego la erradicación de las diversas formas de violencia.

1. Contribuir al Desarrollo Integral y Sostenible

La Cultura de Paz, como conjunto de valores, actitudes y conductas favorables a la paz, contribuye a establecer relaciones constructivas, no violentas y lo más armoniosas posibles entre las personas y grupos sociales, fomentando así aspectos claves para el desarrollo social. Como señalan las teorías modernas, el desarrollo no tienen su base fundamental en los recursos naturales ni en la tecnología, sino principalmente en las personas, habiendo consenso en que el progreso de las sociedades se basa en el capital social; esto es, en las relaciones de confianza,

“Una Cultura de Paz es un conjunto de valores, actitudes y comportamientos que reflejan el respeto a la vida, a la dignidad del ser humano y a la naturaleza, y que ponen en primer plano los derechos humanos, la igualdad entre hombres y mujeres, el rechazo a la violencia en todas sus formas y la adhesión a la democracia y a los principios de libertad, justicia, respeto, solidaridad y tolerancia”.

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las capacidades de asociatividad y la práctica del civismo, y en la construcción de sentidos de inclusión e identidades colectivas fuertes.

El fomento de una Cultura de Paz resulta entonces clave para el desarrollo, pues desde la formación y práctica de capacidades para la convivencia, la ética y la ciudadanía y desde el respeto, la tolerancia, la no discriminación y la solidaridad, se contribuye a formar y aumentar el capital social de nuestra sociedad y generar el compromiso con el bien común y la integración social.

La Cultura de Paz a través de la promoción y práctica de los derechos humanos ofrece, a su vez, un marco de consenso para entender y orientar correctamente el desarrollo, entendido no sólo como crecimiento económico, sino fundamentalmente como ejercicio de derechos y capacidades que incrementa la libertad de las personas. La atención a los derechos de las personas convierte el proceso de crecimiento en un desarrollo inclusivo, es decir, un desarrollo que incorpora, sin discriminación, a todas las personas, en particular a los más desfavorecidos, al disfrute de los bienes y servicios que genera la sociedad.

La Cultura de Paz, como expresión de una cultura de manejo pacífico y constructivo de las diferencias, posibilita que los conflictos, normales y particularmente inevitables en los procesos de desarrollo, sean abordados de manera adecuada evitando su escalamiento hacia la violencia y transformándolos en oportunidades para el cambio y la generación de soluciones favorables para todos.

Un aspecto particularmente importante en la relación Desarrollo y Cultura de Paz, es la ética. Las formas de crecimiento económico, las decisiones sobre prioridades económicas, así como el funcionamiento de los agentes económicos demandan una sólida orientación ética que, entre otras cosas, prevenga uno de los peores males para el desarrollo, como es la corrupción.

Por otro lado, la convicción respecto a la necesidad de un desarrollo sostenible, esto es que no afecte las posibilidades de las futuras generaciones, requiere un compromiso con la conservación de los recursos naturales y el ambiente, amenazados por el crecimiento económico descontrolado. Una cultura de respeto a la naturaleza es indispensable para el desarrollo de prácticas cada vez más sustentables en la producción y en el consumo.

Finalmente, es necesario recordar que la Cultura de Paz, a la vez que constituye un medio importante para promover el desarrollo, es en si mismo un fin del desarrollo, pues sin duda éste no puede ser integral si no incluye la presencia de una sólida Cultura dePaz.

2. Fortalecer la Cohesión Social y la Democracia.

En nuestro país como en todo el mundo, el vínculo social se encuentra amenazado y afectado por las múltiples formas de violencia directa, estructural y cultural que debilitan la cohesión social, es

63Cultura de Paz62 Cultura de Paz

decir, la integración de las personas y grupos en base a mecanismos instituidos y reconocidos de inclusión y de sentidos de pertenencia a una sociedad.

El mantenimiento de estructuras y prácticas discriminatorias, que limitan el ejercicio de derechos y acceso a las oportunidades a amplios sectores de la población, afectan sustantivamente la integración social. Ellas, se sostienen sobre prejuicios, ideas y actitudes negativas que deben ser confrontadas y modificadas para superar la violencia estructural y fortalecer la cohesión social en nuestra sociedad. La Cultura de Paz, al promover los valores básicos de la convivencia, la tolerancia, la solidaridad y el respeto a los derechos humanos contribuye de manera importante a ello.

Un elemento clave para la integración social es la conformación de ciudadanos, es decir, de personas reconocidas como iguales y con iguales derechos frente al Estado que arreglan sus relaciones bajo reglas democráticas. Los ciudadanos no surgen espontáneamente, requieren ser formados, formación a la cual contribuye sustantivamente la Cultura de Paz, tanto con valores y actitudes como con capacidades para el manejo de las diferencias renunciando a la violencia y afirmando las vías del diálogo, la negociación y la concertación, típicas de la democracia.

Ser ciudadanos democráticos en tiempos de cambios e incertidumbre como el que vivimos, nos obliga a redefinir y acomodar una y otra vez nuestros intereses y diferencias para vivir y prosperar con los demás. Para ello, la moral familiar, lo aprendido en la escuela o la regla de la ley, siendo tan importantes, pueden no ser suficientes frente a la diversidad de situaciones que se presentan, por lo cual se requiere un marco más amplio de capacidades sociales y éticas como el que ofrece la Cultura de Paz.

3. Contribuir a la Erradicación de la Violencia y a la Contribución Humana.

El concepto moderno de seguridad involucra no sólo las relaciones entre Estados, sino también al interior de los Estados y se refiere centralmente a la seguridad de las personas. La seguridad humana es entonces, la protección de esencia vital de las personas de forma que se realce las libertades humanas y la plena realización del ser humano (Comisión, 2003).

Tradicionalmente se pensaba que los derechos y medios para proteger a los ciudadanos eran monopolio del Estado, hoy en día existen consenso en que es fundamental la participación de los ciudadanos, tanto para definir qué se va a proteger y cómo se debe proteger como en la implementación de las formas de protección.

En ese marco la Cultura de Paz, como proveedora de valores, actitudes y comportamientos favorables a una convivencia pacífica resulta fundamental, pues constituye la fuente de un sólido compromiso con la seguridad de las personas. Seguridad frente a la violencia familiar y la

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las capacidades de asociatividad y la práctica del civismo, y en la construcción de sentidos de inclusión e identidades colectivas fuertes.

El fomento de una Cultura de Paz resulta entonces clave para el desarrollo, pues desde la formación y práctica de capacidades para la convivencia, la ética y la ciudadanía y desde el respeto, la tolerancia, la no discriminación y la solidaridad, se contribuye a formar y aumentar el capital social de nuestra sociedad y generar el compromiso con el bien común y la integración social.

La Cultura de Paz a través de la promoción y práctica de los derechos humanos ofrece, a su vez, un marco de consenso para entender y orientar correctamente el desarrollo, entendido no sólo como crecimiento económico, sino fundamentalmente como ejercicio de derechos y capacidades que incrementa la libertad de las personas. La atención a los derechos de las personas convierte el proceso de crecimiento en un desarrollo inclusivo, es decir, un desarrollo que incorpora, sin discriminación, a todas las personas, en particular a los más desfavorecidos, al disfrute de los bienes y servicios que genera la sociedad.

La Cultura de Paz, como expresión de una cultura de manejo pacífico y constructivo de las diferencias, posibilita que los conflictos, normales y particularmente inevitables en los procesos de desarrollo, sean abordados de manera adecuada evitando su escalamiento hacia la violencia y transformándolos en oportunidades para el cambio y la generación de soluciones favorables para todos.

Un aspecto particularmente importante en la relación Desarrollo y Cultura de Paz, es la ética. Las formas de crecimiento económico, las decisiones sobre prioridades económicas, así como el funcionamiento de los agentes económicos demandan una sólida orientación ética que, entre otras cosas, prevenga uno de los peores males para el desarrollo, como es la corrupción.

Por otro lado, la convicción respecto a la necesidad de un desarrollo sostenible, esto es que no afecte las posibilidades de las futuras generaciones, requiere un compromiso con la conservación de los recursos naturales y el ambiente, amenazados por el crecimiento económico descontrolado. Una cultura de respeto a la naturaleza es indispensable para el desarrollo de prácticas cada vez más sustentables en la producción y en el consumo.

Finalmente, es necesario recordar que la Cultura de Paz, a la vez que constituye un medio importante para promover el desarrollo, es en si mismo un fin del desarrollo, pues sin duda éste no puede ser integral si no incluye la presencia de una sólida Cultura dePaz.

2. Fortalecer la Cohesión Social y la Democracia.

En nuestro país como en todo el mundo, el vínculo social se encuentra amenazado y afectado por las múltiples formas de violencia directa, estructural y cultural que debilitan la cohesión social, es

63Cultura de Paz62 Cultura de Paz

decir, la integración de las personas y grupos en base a mecanismos instituidos y reconocidos de inclusión y de sentidos de pertenencia a una sociedad.

El mantenimiento de estructuras y prácticas discriminatorias, que limitan el ejercicio de derechos y acceso a las oportunidades a amplios sectores de la población, afectan sustantivamente la integración social. Ellas, se sostienen sobre prejuicios, ideas y actitudes negativas que deben ser confrontadas y modificadas para superar la violencia estructural y fortalecer la cohesión social en nuestra sociedad. La Cultura de Paz, al promover los valores básicos de la convivencia, la tolerancia, la solidaridad y el respeto a los derechos humanos contribuye de manera importante a ello.

Un elemento clave para la integración social es la conformación de ciudadanos, es decir, de personas reconocidas como iguales y con iguales derechos frente al Estado que arreglan sus relaciones bajo reglas democráticas. Los ciudadanos no surgen espontáneamente, requieren ser formados, formación a la cual contribuye sustantivamente la Cultura de Paz, tanto con valores y actitudes como con capacidades para el manejo de las diferencias renunciando a la violencia y afirmando las vías del diálogo, la negociación y la concertación, típicas de la democracia.

Ser ciudadanos democráticos en tiempos de cambios e incertidumbre como el que vivimos, nos obliga a redefinir y acomodar una y otra vez nuestros intereses y diferencias para vivir y prosperar con los demás. Para ello, la moral familiar, lo aprendido en la escuela o la regla de la ley, siendo tan importantes, pueden no ser suficientes frente a la diversidad de situaciones que se presentan, por lo cual se requiere un marco más amplio de capacidades sociales y éticas como el que ofrece la Cultura de Paz.

3. Contribuir a la Erradicación de la Violencia y a la Contribución Humana.

El concepto moderno de seguridad involucra no sólo las relaciones entre Estados, sino también al interior de los Estados y se refiere centralmente a la seguridad de las personas. La seguridad humana es entonces, la protección de esencia vital de las personas de forma que se realce las libertades humanas y la plena realización del ser humano (Comisión, 2003).

Tradicionalmente se pensaba que los derechos y medios para proteger a los ciudadanos eran monopolio del Estado, hoy en día existen consenso en que es fundamental la participación de los ciudadanos, tanto para definir qué se va a proteger y cómo se debe proteger como en la implementación de las formas de protección.

En ese marco la Cultura de Paz, como proveedora de valores, actitudes y comportamientos favorables a una convivencia pacífica resulta fundamental, pues constituye la fuente de un sólido compromiso con la seguridad de las personas. Seguridad frente a la violencia familiar y la

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delincuencia, seguridad frente a la violencia social y política, seguridad frente a las catástrofes, seguridad frente a las guerras con otros Estados, pero seguridad que involucra el respeto de la vida y dignidad de las personas y sus derechos humanos, lo que lleva a enfatizar los aspectos preventivos y propositivos antes que los represivos, pero sin excluirlos.

Por otro lado, una Cultura de Paz involucra el desarrollo de capacidades de las personas para prevenir y manejar adecuadamente los conflictos en los niveles personal, familiar, comunal y social contribuyendo así a disminuir los factores de riesgo para la seguridad en todos esos niveles. La Cultura de Paz aporta también a la seguridad y la tranquilidad pública, favoreciendo lo que se conoce como una cultura de respeto a la ley, que no es otra cosa que el respeto a todos los que conformamos la comunidad y sociedad que compartimos un conjunto de reglas que garantizan la convivencia pacífica.

El objetivo de reducir las expresiones de violencia en la sociedad demanda el desarrollo de una Cultura de Paz, que, como se ha dicho, construya en la mente de los hombres los baluartes de la paz, pues el rechazo a las diversas formas de violencia y el manejo adecuado de los factores de riego de violencia requieren el compromiso de todas las personas.

En el Perú, luego del período de violencia 1980-2000, la afirmación de una Cultura de Paz es indispensable para evitar la repetición de los dolorosos hechos de esa época, los que tuvieron en su origen no solo las brechas sociales sino, principalmente, ideas y creencias que legitimaban el uso de la violencia y que términaron sosteniendo los peores crímenes.

Para que no se repitan esos dolorosos hechos, se necesita desde luego enfrentar los problemas sociales, pero también construir una Cultura de Paz, cultura de la cual forma parte el compromiso con la verdad, la justicia y la reparación de la población afectada.

Herramientas para la Construcción de la Cultura de Paz

La “Declaración y Programa sobre Cultura de Paz” nos dice que “la educación a todos los niveles es uno de los medios fundamentales para edificar una Cultura de Paz. Ciertamente, la educación entendida como el aprender a saber hacer, saber conocer, saber ser (Delors, 1997) constituye un medio fundamental para afirmar una Cultura de Paz. Pero la educación abarca no sólo las instituciones educativas tradicionales, sino todos los ámbitos donde se aprende en la sociedad, como son la familia, los espacios públicos, el mundo del trabajo, los medios de comunicación, entre otros. Ese sentido amplio de educación no se limita a los niños y adolescentes, pues el aprender a ser y a convivir son aprendizajes que acompañan a los seres humanos a lo largo de toda la vida.

El Informe Delors (1997) destaca la necesidad de la educación a lo largo de la vida y la importancia de los espacios no institucionales para adquirir los cuatro saberes mencionados. “El concepto de educación a lo largo de la vida es la llave para entrar en el siglo XXI. Ese concepto va más allá de la distinción tradicional entre educación primaria y educación permanente y coincide con otra noción formulada a menudo: la de una sociedad educativa en la que todo puede ser ocasión para aprender y desarrollar las capacidades del individuo”.

La cultura no es un hecho estático, con valores y normas que heredamos, sino una permanente construcción de significados, normas y valores que las personas producen activamente desde sus experiencias y relaciones sociales. Por ello, construir una Cultura de Paz requiere aplicar sus normas, valores, actitudes y comportamientos en nuestras propias experiencias; por ejemplo, empleando en los conflictos una perspectiva y metodología cooperativa y afirmando valores de equidad y respeto.

Por otro lado, para construir una Cultura de Paz debemos generar experiencias significativas en la vida diaria que la afirmen; por ejemplo, promoviendo acciones colectivas de ejercicio de la solidaridad o de celebración y estimulo a prácticas y experiencias de fomento de la Paz y de relaciones pacíficas.

Construir una Cultura de Paz desde la experiencia cotidiana ofrece, sin duda, un gran potencial que recién empieza a ser explorado por nuestras sociedades. Dicho esto, presentamos a continuación algunas ideas sobre los principales medios y agentes para construir una Cultura de Paz.

La Educación

No hay institución a la que se le exija más para mejorar la convivencia pacífica que a la educación formal. Ciertamente la educación es un medio poderoso para el cambio cultural hacia la paz.

65Cultura de Paz64 Cultura de Paz

Capital Social

Cohesión Social

Reducción de la violencia

Desarrollo

Democracia

Seguridad

PAZ

Cultura de PazValores, actitudes, comportamientos

1. Capacidad para la convivencia, ética y ciudadanía democrática.

2. Derechos y deberes humanos.

3. Igualdad de derechos entre varones y mujeres y equidad de género.

4. Diálogo y manejo constructivo de los conflictos.

5. Respeto, solidaridad, tolerancia y la no discriminación.

6. Fomento de un desarrollo humano inclusivo y sustentable.

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delincuencia, seguridad frente a la violencia social y política, seguridad frente a las catástrofes, seguridad frente a las guerras con otros Estados, pero seguridad que involucra el respeto de la vida y dignidad de las personas y sus derechos humanos, lo que lleva a enfatizar los aspectos preventivos y propositivos antes que los represivos, pero sin excluirlos.

Por otro lado, una Cultura de Paz involucra el desarrollo de capacidades de las personas para prevenir y manejar adecuadamente los conflictos en los niveles personal, familiar, comunal y social contribuyendo así a disminuir los factores de riesgo para la seguridad en todos esos niveles. La Cultura de Paz aporta también a la seguridad y la tranquilidad pública, favoreciendo lo que se conoce como una cultura de respeto a la ley, que no es otra cosa que el respeto a todos los que conformamos la comunidad y sociedad que compartimos un conjunto de reglas que garantizan la convivencia pacífica.

El objetivo de reducir las expresiones de violencia en la sociedad demanda el desarrollo de una Cultura de Paz, que, como se ha dicho, construya en la mente de los hombres los baluartes de la paz, pues el rechazo a las diversas formas de violencia y el manejo adecuado de los factores de riego de violencia requieren el compromiso de todas las personas.

En el Perú, luego del período de violencia 1980-2000, la afirmación de una Cultura de Paz es indispensable para evitar la repetición de los dolorosos hechos de esa época, los que tuvieron en su origen no solo las brechas sociales sino, principalmente, ideas y creencias que legitimaban el uso de la violencia y que términaron sosteniendo los peores crímenes.

Para que no se repitan esos dolorosos hechos, se necesita desde luego enfrentar los problemas sociales, pero también construir una Cultura de Paz, cultura de la cual forma parte el compromiso con la verdad, la justicia y la reparación de la población afectada.

Herramientas para la Construcción de la Cultura de Paz

La “Declaración y Programa sobre Cultura de Paz” nos dice que “la educación a todos los niveles es uno de los medios fundamentales para edificar una Cultura de Paz. Ciertamente, la educación entendida como el aprender a saber hacer, saber conocer, saber ser (Delors, 1997) constituye un medio fundamental para afirmar una Cultura de Paz. Pero la educación abarca no sólo las instituciones educativas tradicionales, sino todos los ámbitos donde se aprende en la sociedad, como son la familia, los espacios públicos, el mundo del trabajo, los medios de comunicación, entre otros. Ese sentido amplio de educación no se limita a los niños y adolescentes, pues el aprender a ser y a convivir son aprendizajes que acompañan a los seres humanos a lo largo de toda la vida.

El Informe Delors (1997) destaca la necesidad de la educación a lo largo de la vida y la importancia de los espacios no institucionales para adquirir los cuatro saberes mencionados. “El concepto de educación a lo largo de la vida es la llave para entrar en el siglo XXI. Ese concepto va más allá de la distinción tradicional entre educación primaria y educación permanente y coincide con otra noción formulada a menudo: la de una sociedad educativa en la que todo puede ser ocasión para aprender y desarrollar las capacidades del individuo”.

La cultura no es un hecho estático, con valores y normas que heredamos, sino una permanente construcción de significados, normas y valores que las personas producen activamente desde sus experiencias y relaciones sociales. Por ello, construir una Cultura de Paz requiere aplicar sus normas, valores, actitudes y comportamientos en nuestras propias experiencias; por ejemplo, empleando en los conflictos una perspectiva y metodología cooperativa y afirmando valores de equidad y respeto.

Por otro lado, para construir una Cultura de Paz debemos generar experiencias significativas en la vida diaria que la afirmen; por ejemplo, promoviendo acciones colectivas de ejercicio de la solidaridad o de celebración y estimulo a prácticas y experiencias de fomento de la Paz y de relaciones pacíficas.

Construir una Cultura de Paz desde la experiencia cotidiana ofrece, sin duda, un gran potencial que recién empieza a ser explorado por nuestras sociedades. Dicho esto, presentamos a continuación algunas ideas sobre los principales medios y agentes para construir una Cultura de Paz.

La Educación

No hay institución a la que se le exija más para mejorar la convivencia pacífica que a la educación formal. Ciertamente la educación es un medio poderoso para el cambio cultural hacia la paz.

65Cultura de Paz64 Cultura de Paz

Capital Social

Cohesión Social

Reducción de la violencia

Desarrollo

Democracia

Seguridad

PAZ

Cultura de PazValores, actitudes, comportamientos

1. Capacidad para la convivencia, ética y ciudadanía democrática.

2. Derechos y deberes humanos.

3. Igualdad de derechos entre varones y mujeres y equidad de género.

4. Diálogo y manejo constructivo de los conflictos.

5. Respeto, solidaridad, tolerancia y la no discriminación.

6. Fomento de un desarrollo humano inclusivo y sustentable.

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Como señala Tuvilla:

“La educación constituye sin lugar a dudas el instrumento más valioso para construir la Cultura de Paz, pero a su vez, los valores que ésta inspira deben constituir los fines y los contenidos básicos de tal educación… Cultura de Paz y educación mantienen así una interacción constante, porque si la primera es la que nutre, orienta, guía, marca metas y horizontes educativos, la segunda es la que posibilita -desde su perspectiva ética- la construcción de modelos y significados culturales nuevos” (Tuvilla, 2004).

La educación no se produce en el vació sino en un determinado contexto social y cultural, por lo cual no es automática la incorporación de la formación en Cultura de Paz en los programas educativos, ni se encuentran exentas las comunidades educativas de las tensiones y conflictos sociales e incluso de lo que se conoce como violencia en el medio educativo.

Por otro lado, la creciente influencia de otros medios y espacios en la socialización de las personas, hace necesario que la función educadora de la escuela sea reforzada y complementada. De esta manera, para que la educación pueda aportar con mayor eficacia a la construcción de una Cultura de Paz se requiere simultáneamente un esfuerzo consciente y sistemático de la escuela para hacer educación para la paz y convertirse en un espacio vivo de paz, y que los otros espacios de la vida social que incidan en la socialización, complementen y amplíen la labor formadora de la escuela.

Políticas de Promoción de Cultura de Paz

Una herramienta muy importante para construir una Cultura de Paz es la acción del Estado. Desde su función normativa, el Estado puede introducir estímulos y controles para que crecientemente se afirme en la sociedad una Cultura de Paz. El fomento de equidad de género es un buen ejemplo de este tipo de políticas que, si bien pueden parecer sólo declarativas, van introduciendo en el imaginario social nuevas percepciones sobre la mujer y sus derechos, y nuevos comportamientos respecto a ella. Si bien las normas no pueden regular los valores y actitudes, inciden a la larga sobre ellos al modificar comportamientos; por ejemplo, a través de la ley de cuotas para las mujeres en los comicios electorales.

El Estado también puede promover una cultura de paz proveyendo a la sociedad de servicios de educación formal e informal en Cultura de Paz e incorporando en sus programas regulares, objetivos también de promoción de Cultura de Paz. Un buen ejemplo son las acciones dirigidas a la seguridad ciudadana, que crecientemente incorporan acciones formativas en Cultura de Paz, o la creación de sistemas de mediación prejudicial que a la vez que proveen justicia educan en el diálogo y la solución cooperativa de los conflictos.

Por otro lado, la necesidad de incorporar la promoción de la Cultura de Paz, se hace presente en una serie de campos de las acción del Estado, para proveer seguridad y bienestar a la población, pues ofrece valores, actitudes, comportamientos y habilidades que fortalecen la convivencia

67Cultura de Paz66 Cultura de Paz

social y ciudadana indispensables para el cumplimiento y la sostenibilidad de las políticas y servicios del Estado.

Los Medios de Comunicación

Existe consenso en que los medios de comunicación han adquirido igual o mayor importancia que la familia y la propia escuela en el proceso de socialización. Lo mismo se puede decir con relación a los procesos culturales, donde los medios, principalmente la televisión, juegan un rol importante.

Si bien se critica con razón las influencias negativas de los medios, es evidente que ellos ofrecen también un importante potencial para el fomento de una Cultura de Paz. La televisión y el cine, y cada vez en mayor medida, la Internet, llegan con una eficacia audiovisual a la población que podría ser empleada para la formación y difusión de valores y mensajes de Cultura de Paz. Encontrar los mecanismos que, respetando la libertad de prensa y empresa, permitan lograr esto, constituye un esfuerzo de la mayor importancia.

La Familia

No es posible terminar este repaso a algunos medios para la construcción de una Cultura de Paz sin mencionar la importancia fundamental de las familias, la sociedad civil y las instituciones religiosas en esta tarea.

Como nos recuerda la Madre Teresa de Calcuta: “La paz y la guerra empiezan en el hogar. Si de verdad queremos que haya paz en el mundo, empecemos por amarnos unos a otros en el seno de nuestras propias familias”. Aún cuando la vida de la familia se encuentra tensionada por las dificultades y es escenario de conflictos, sin duda las más importantes batallas por la paz se libran en su seno, por lo que requiere el mayor de los apoyos para cumplir su función protectora y educadora y ser, como lo señala el “Plan Nacional de Apoyo a la Familia”, artífice de una Cultura de Paz y de la prevención de la violencia.

La Sociedad Civil

La sociedad civil, esto es los ciudadanos organizados, ya sea en organizaciones de base u ONG, es también muy importante para la construcción de la Cultura de Paz. Las organizaciones dirigidas a defender derechos o atender problemas sociales constituyen un amplio campo de acción desde donde se trabajan aspectos centrales de una Cultura de Paz, como la solidaridad, la defensa de derechos humanos o el manejo de conflictos. Ampliar el sentido educativo de su trabajo y fomentar su capacidad para evitar la violencia son aspectos necesarios para integrarlos plenamente a la construcción de una Cultura de Paz.

Las organizaciones sin fines de lucro, son también agentes importantes de una Cultura de Paz. En particular, las ONG vienen trabajando desde hace muchos años en ese sentido y han desarrollado importantes experiencias que pueden servir de base a políticas públicas. Las

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Como señala Tuvilla:

“La educación constituye sin lugar a dudas el instrumento más valioso para construir la Cultura de Paz, pero a su vez, los valores que ésta inspira deben constituir los fines y los contenidos básicos de tal educación… Cultura de Paz y educación mantienen así una interacción constante, porque si la primera es la que nutre, orienta, guía, marca metas y horizontes educativos, la segunda es la que posibilita -desde su perspectiva ética- la construcción de modelos y significados culturales nuevos” (Tuvilla, 2004).

La educación no se produce en el vació sino en un determinado contexto social y cultural, por lo cual no es automática la incorporación de la formación en Cultura de Paz en los programas educativos, ni se encuentran exentas las comunidades educativas de las tensiones y conflictos sociales e incluso de lo que se conoce como violencia en el medio educativo.

Por otro lado, la creciente influencia de otros medios y espacios en la socialización de las personas, hace necesario que la función educadora de la escuela sea reforzada y complementada. De esta manera, para que la educación pueda aportar con mayor eficacia a la construcción de una Cultura de Paz se requiere simultáneamente un esfuerzo consciente y sistemático de la escuela para hacer educación para la paz y convertirse en un espacio vivo de paz, y que los otros espacios de la vida social que incidan en la socialización, complementen y amplíen la labor formadora de la escuela.

Políticas de Promoción de Cultura de Paz

Una herramienta muy importante para construir una Cultura de Paz es la acción del Estado. Desde su función normativa, el Estado puede introducir estímulos y controles para que crecientemente se afirme en la sociedad una Cultura de Paz. El fomento de equidad de género es un buen ejemplo de este tipo de políticas que, si bien pueden parecer sólo declarativas, van introduciendo en el imaginario social nuevas percepciones sobre la mujer y sus derechos, y nuevos comportamientos respecto a ella. Si bien las normas no pueden regular los valores y actitudes, inciden a la larga sobre ellos al modificar comportamientos; por ejemplo, a través de la ley de cuotas para las mujeres en los comicios electorales.

El Estado también puede promover una cultura de paz proveyendo a la sociedad de servicios de educación formal e informal en Cultura de Paz e incorporando en sus programas regulares, objetivos también de promoción de Cultura de Paz. Un buen ejemplo son las acciones dirigidas a la seguridad ciudadana, que crecientemente incorporan acciones formativas en Cultura de Paz, o la creación de sistemas de mediación prejudicial que a la vez que proveen justicia educan en el diálogo y la solución cooperativa de los conflictos.

Por otro lado, la necesidad de incorporar la promoción de la Cultura de Paz, se hace presente en una serie de campos de las acción del Estado, para proveer seguridad y bienestar a la población, pues ofrece valores, actitudes, comportamientos y habilidades que fortalecen la convivencia

67Cultura de Paz66 Cultura de Paz

social y ciudadana indispensables para el cumplimiento y la sostenibilidad de las políticas y servicios del Estado.

Los Medios de Comunicación

Existe consenso en que los medios de comunicación han adquirido igual o mayor importancia que la familia y la propia escuela en el proceso de socialización. Lo mismo se puede decir con relación a los procesos culturales, donde los medios, principalmente la televisión, juegan un rol importante.

Si bien se critica con razón las influencias negativas de los medios, es evidente que ellos ofrecen también un importante potencial para el fomento de una Cultura de Paz. La televisión y el cine, y cada vez en mayor medida, la Internet, llegan con una eficacia audiovisual a la población que podría ser empleada para la formación y difusión de valores y mensajes de Cultura de Paz. Encontrar los mecanismos que, respetando la libertad de prensa y empresa, permitan lograr esto, constituye un esfuerzo de la mayor importancia.

La Familia

No es posible terminar este repaso a algunos medios para la construcción de una Cultura de Paz sin mencionar la importancia fundamental de las familias, la sociedad civil y las instituciones religiosas en esta tarea.

Como nos recuerda la Madre Teresa de Calcuta: “La paz y la guerra empiezan en el hogar. Si de verdad queremos que haya paz en el mundo, empecemos por amarnos unos a otros en el seno de nuestras propias familias”. Aún cuando la vida de la familia se encuentra tensionada por las dificultades y es escenario de conflictos, sin duda las más importantes batallas por la paz se libran en su seno, por lo que requiere el mayor de los apoyos para cumplir su función protectora y educadora y ser, como lo señala el “Plan Nacional de Apoyo a la Familia”, artífice de una Cultura de Paz y de la prevención de la violencia.

La Sociedad Civil

La sociedad civil, esto es los ciudadanos organizados, ya sea en organizaciones de base u ONG, es también muy importante para la construcción de la Cultura de Paz. Las organizaciones dirigidas a defender derechos o atender problemas sociales constituyen un amplio campo de acción desde donde se trabajan aspectos centrales de una Cultura de Paz, como la solidaridad, la defensa de derechos humanos o el manejo de conflictos. Ampliar el sentido educativo de su trabajo y fomentar su capacidad para evitar la violencia son aspectos necesarios para integrarlos plenamente a la construcción de una Cultura de Paz.

Las organizaciones sin fines de lucro, son también agentes importantes de una Cultura de Paz. En particular, las ONG vienen trabajando desde hace muchos años en ese sentido y han desarrollado importantes experiencias que pueden servir de base a políticas públicas. Las

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instituciones de voluntarios constituyen, a su vez, silenciosos ejércitos de paz que trabajan en el seno de la sociedad sin tener todavía el reconocimiento que se merecen.

Las Iglesias

El rol de las instituciones religiosas en la promoción de la paz y de una Cultura de Paz ha sido reconocido internacionalmente. El mensaje de paz de la iglesia católica, evangélica y otras congregaciones en nuestro país es acompañado de una amplia acción educativa y social. Es, además, conocido su compromiso con la paz en las etapas más difíciles de la violencia que atravesó nuestro país. La acción ecuménica de las religiones es un poderoso mensaje de unión y paz.

Las Empresas y el Estado

El sector empresarial privado, desde la filantropía y la responsabilidad social, viene involucrándose crecientemente en la promoción de la Cultura de Paz, recordando que la empresa privada prospera donde la sociedad prospera y que ello, además de crecimiento económico, supone fortalecer la cohesión social y el respeto de los derechos humanos.

A los agentes mencionados debemos sumar al propio Estado en sus tres niveles, nacional, regional y local, que vienen desarrollando diversas acciones de promoción de Cultura de Paz, cumpliendo las políticas del Acuerdo Nacional, cuya Décimo Sexta Política señala que :

“(El Estado) desarrollará una Cultura de Paz, de valores democráticos y de transparencia, que acoja los reclamos genuinos y pacíficos de los distintos sectores de la sociedad; promoverá una cultura de respeto a la ley, de solidaridad y de anticorrupción...” (Acuerdo Nacional, 2002).

69Cultura de Paz68 Cultura de Paz

Ejes de Acción para Promover una Cultura de Paz

Desarrollar nuestra cultura como una Cultura de Paz demanda desde la acción social abordar un conjunto de tareas que podemos organizar en seis ejes de acción que, además de reflejar lo sustancial de la Cultura de Paz, permitan ir haciéndola realidad.

1. Desarrollo de capacidades para la convivencia, la ética y la ciudadanía democrática.

2. La promoción y vivencia de los derechos humanos.

3. La promoción de la igualdad entre varones y mujeres y la equidad de género.

4. La promoción de actitudes y capacidades para el diálogo y el manejo constructivo de los conflictos.

5. La promoción y vivencia del respeto, solidaridad, tolerancia y la no discriminación.

6. La promoción del desarrollo humano, inclusivo y sustentable.

En las siguientes páginas presentamos cada uno de estos ejes de acción.

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instituciones de voluntarios constituyen, a su vez, silenciosos ejércitos de paz que trabajan en el seno de la sociedad sin tener todavía el reconocimiento que se merecen.

Las Iglesias

El rol de las instituciones religiosas en la promoción de la paz y de una Cultura de Paz ha sido reconocido internacionalmente. El mensaje de paz de la iglesia católica, evangélica y otras congregaciones en nuestro país es acompañado de una amplia acción educativa y social. Es, además, conocido su compromiso con la paz en las etapas más difíciles de la violencia que atravesó nuestro país. La acción ecuménica de las religiones es un poderoso mensaje de unión y paz.

Las Empresas y el Estado

El sector empresarial privado, desde la filantropía y la responsabilidad social, viene involucrándose crecientemente en la promoción de la Cultura de Paz, recordando que la empresa privada prospera donde la sociedad prospera y que ello, además de crecimiento económico, supone fortalecer la cohesión social y el respeto de los derechos humanos.

A los agentes mencionados debemos sumar al propio Estado en sus tres niveles, nacional, regional y local, que vienen desarrollando diversas acciones de promoción de Cultura de Paz, cumpliendo las políticas del Acuerdo Nacional, cuya Décimo Sexta Política señala que :

“(El Estado) desarrollará una Cultura de Paz, de valores democráticos y de transparencia, que acoja los reclamos genuinos y pacíficos de los distintos sectores de la sociedad; promoverá una cultura de respeto a la ley, de solidaridad y de anticorrupción...” (Acuerdo Nacional, 2002).

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Ejes de Acción para Promover una Cultura de Paz

Desarrollar nuestra cultura como una Cultura de Paz demanda desde la acción social abordar un conjunto de tareas que podemos organizar en seis ejes de acción que, además de reflejar lo sustancial de la Cultura de Paz, permitan ir haciéndola realidad.

1. Desarrollo de capacidades para la convivencia, la ética y la ciudadanía democrática.

2. La promoción y vivencia de los derechos humanos.

3. La promoción de la igualdad entre varones y mujeres y la equidad de género.

4. La promoción de actitudes y capacidades para el diálogo y el manejo constructivo de los conflictos.

5. La promoción y vivencia del respeto, solidaridad, tolerancia y la no discriminación.

6. La promoción del desarrollo humano, inclusivo y sustentable.

En las siguientes páginas presentamos cada uno de estos ejes de acción.

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1. Desarrollo de Capacidades para la Convivencia, la Ética y la Ciudadanía Democrática.

La Cultura de Paz no es otra cosa que una cultura de convivencia que nutre y sustenta la paz. Por más que los seres humanos nos encontremos preparados para la convivencia, ella necesita en un mundo cada vez más complejo, el desarrollo de nuestras capacidades para vivir juntos, capacidades que implican:

1. Que cada persona se forme una imagen ajustada de sí mismo, de sus características y posibilidades, de su autonomía y capacidad para superar las dificultades.

2. Saber relacionarse con otras personas y participar en actividades de grupo con actitudes cooperativas y tolerantes, libre de inhibiciones y prejuicios debidos a raza, sexo, clase social, creencias y otras características individuales y sociales.

3. Asimismo, saber analizar los mecanismos y valores que rigen el funcionamiento social, en particular los relativos a los derechos y deberes ciudadanos, así como elaborar juicios y criterios personales y actuar con autonomía e iniciativa en la vida activa.

La convivencia demanda capacidades tanto emocionales, de actitud, como de juicio y razón. “El desarrollo de la empatía, la ternura, son tan importantes como el desarrollo del juicio ético, pues

la racionalidad no niega la emotividad, y viceversa. Actuamos y pensamos globalmente como seres racionales y afectivos” (Jares, 2006).

La formación de las capacidades para la convivencia, si bien se da fundamentalmente en la infancia, está lejos de acabar con ella, y completarla resulta cada vez mas importante para el funcionamiento social. Como nos dice la teoría de la inteligencia emocional, la capacidad para reconocer sentimientos y gerenciarlos para trabajar positivamente con otros, es fundamental hoy en día en el ámbito no solo familiar y social, sino también laboral y ciudadano.

Valores

Justicia: Disposición de dar a cada quien lo que le corresponde. Implica el concepto de igualdad y de equidad, según corresponda, dar a todos por igual, dar más al que se lo merece o dar más al que necesita.

Libertad: Capacidad individual que permite discernir, decidir y optar por algo sin pretensiones ni coacciones para desarrollarse como ser humano en todo su potencial, sin afectar la propia dignidad ni la de los demás.

Respeto: Reconocimiento de la dignidad de todo ser humano. Esto permite a la persona interactuar con los demás en un clima de equidad con interés por conocer al otro y apertura al enriquecimiento mutuo.

Solidaridad: Decisión libre y responsable de dar de uno mismo a otras personas, para su bien, sin esperar recompensa. Implica la noción de comunidad y el saberse y sentirse miembro de ella.

(MINEDU, 2005)

No Violencia: Supone una estricta coherencia entre los fines que se persiguen y los medios para alcanzarlos. La no violencia se plantea como la forma de luchar contra la injusticia, sin que esa lucha implique daño a la persona o grupo que respalda esa injusticia.

Jares, 2006

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1. Desarrollo de Capacidades para la Convivencia, la Ética y la Ciudadanía Democrática.

La Cultura de Paz no es otra cosa que una cultura de convivencia que nutre y sustenta la paz. Por más que los seres humanos nos encontremos preparados para la convivencia, ella necesita en un mundo cada vez más complejo, el desarrollo de nuestras capacidades para vivir juntos, capacidades que implican:

1. Que cada persona se forme una imagen ajustada de sí mismo, de sus características y posibilidades, de su autonomía y capacidad para superar las dificultades.

2. Saber relacionarse con otras personas y participar en actividades de grupo con actitudes cooperativas y tolerantes, libre de inhibiciones y prejuicios debidos a raza, sexo, clase social, creencias y otras características individuales y sociales.

3. Asimismo, saber analizar los mecanismos y valores que rigen el funcionamiento social, en particular los relativos a los derechos y deberes ciudadanos, así como elaborar juicios y criterios personales y actuar con autonomía e iniciativa en la vida activa.

La convivencia demanda capacidades tanto emocionales, de actitud, como de juicio y razón. “El desarrollo de la empatía, la ternura, son tan importantes como el desarrollo del juicio ético, pues

la racionalidad no niega la emotividad, y viceversa. Actuamos y pensamos globalmente como seres racionales y afectivos” (Jares, 2006).

La formación de las capacidades para la convivencia, si bien se da fundamentalmente en la infancia, está lejos de acabar con ella, y completarla resulta cada vez mas importante para el funcionamiento social. Como nos dice la teoría de la inteligencia emocional, la capacidad para reconocer sentimientos y gerenciarlos para trabajar positivamente con otros, es fundamental hoy en día en el ámbito no solo familiar y social, sino también laboral y ciudadano.

Valores

Justicia: Disposición de dar a cada quien lo que le corresponde. Implica el concepto de igualdad y de equidad, según corresponda, dar a todos por igual, dar más al que se lo merece o dar más al que necesita.

Libertad: Capacidad individual que permite discernir, decidir y optar por algo sin pretensiones ni coacciones para desarrollarse como ser humano en todo su potencial, sin afectar la propia dignidad ni la de los demás.

Respeto: Reconocimiento de la dignidad de todo ser humano. Esto permite a la persona interactuar con los demás en un clima de equidad con interés por conocer al otro y apertura al enriquecimiento mutuo.

Solidaridad: Decisión libre y responsable de dar de uno mismo a otras personas, para su bien, sin esperar recompensa. Implica la noción de comunidad y el saberse y sentirse miembro de ella.

(MINEDU, 2005)

No Violencia: Supone una estricta coherencia entre los fines que se persiguen y los medios para alcanzarlos. La no violencia se plantea como la forma de luchar contra la injusticia, sin que esa lucha implique daño a la persona o grupo que respalda esa injusticia.

Jares, 2006

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Formación Ética y Moral.

Un aspecto clave para el desarrollo de las capacidades de convivencia pacífica es el desarrollo de criterios para comprender las relaciones que se establecen entre las personas y los valores y las normas que se desarrollan en la vida social, lo cual refiere una formación ética.

“La formación ética es la preparación y ejercicio de una reflexión crítica y la deliberación acerca tanto del sentido de la vida como de las reglas y normas que regulan la convivencia entre las personas... esta reflexión se expresa en la capacidad de optar y tomar decisiones, así como de evaluar los actos y reorientarlos hacia fines y valores comunes” (Ministerio de Educación, 2005).Es fácil percibir que este tipo de formación no puede agotarse en la edad temprana y que es más bien en la edad adulta que los dilemas éticos y morales demandan una continuo fortalecimiento de la ética y los valores de las personas.

Sin desmedro de otros, los valores sociales que se rescatan como prioritarios para la Cultura de Paz son los valores de Justicia, Equidad, Respeto, Solidaridad y No violencia. En particular el valor de la No Violencia afirma el rechazo a la violencia para resolver conflictos o diferencias entre las personas, afirmando el valor de la integridad y dignidad de toda persona.

Ciudadanía Democrática

La formación ética busca en el plano colectivo formar ciudadanos que vivan en un clima de respeto de derechos, cumplimiento de deberes, acatamiento de la ley y activa de participación en las decisiones que les incumbe individual y colectivamente, apelando cuando es necesario a un manejo constructivo y pacífico de las diferencias.

Pero no hay democracia sin ciudadanos, es decir, sin sujetos que ejercen o buscan ejercer sus derechos frente al Estado y que están dispuestos a cumplir sus deberes. Esos ciudadanos de carne y hueso requieren capacidades sociales generales y capacidades de ejercicio de la ciudadanía democrática. La capacidad de comunicarse, de dialogo y de asumir los intereses propios es fundamental para la vida ciudadana, como lo es también la capacidad para manejar las discrepancias que surgen en la vida democrática y de hacerlo sin caer en la tentación de la violencia.

La participación democrática requieren de habilidades y disposiciones que permitan pensar por cuenta propia y en forma crítica, comunicarse adecuadamente, poder conocer diversos temas, aprender continuamente, trabajar con los demás, comprender la importancia y los mecanismos de dicha participación, y entender y valorar las diferencias entre una dictadura y la democracia.

¿Cómo desarrollar capacidades para la convivencia, la ética y la ciudadanía democrática?

La formación familiar, la educación de los niños, adolescentes y jóvenes, son sin duda los ámbitos privilegiados para el desarrollo de capacidades para una Cultura de paz, pero no son los únicos.

Para los jóvenes y adultos, los espacios del trabajo y la recreación son también claves para esos aprendizajes que, dada la complejidad y el mayor dinamismo de nuestra sociedad requieren ser permanentes y abarcar nuevos campos.

El reto es convertir los espacios de la vida diaria en espacios que fortalezcan las capacidades para la convivencia y que permitan ejercer y enriquecer esas capacidades.

Algunos ejemplos en ese sentido son:

?La formación en liderazgo, inteligencia emocional y en ética y transparencia.?Las prácticas reglamentadas y estímulos al buen trato y atención a las personas en los

servicios públicos y privados.?Los reconocimientos a instituciones, personas y practicas que promueven o son

ejemplo para la convivencia social y la ciudadanía democrática. ?Las campañas y programas de información, sensibilización y formación de capacidades

sociales para la convivencia y la Cultura de Paz.?Las campañas de información y formación en derechos y deberes ciudadanos y

participación política.

73Cultura de Paz72 Cultura de Paz

Como en otros distritos, por diversas circunstancias algunos jóvenes de asentamientos humanos del Callao se convierten en pandilleros. En base a un trabajo sostenido de la Policía Nacional del Perú, grupos de estos jóvenes ad- quieren nuevas capacidades y cambian su comportamiento, dejando el pandi- llaje y convirtiéndose en gestores de mi- croempresas.

Esta experiencia, que enfatiza la transformación en vez de sólo la repre- sión, fue reconocida por el MIMDES en- tregando el Premio por la Paz 2007 a su promotor el suboficial PNP Carlos Mendoza Jiménez.

Capacidades Sociales para la Convivencia: De Pandilleros a Gestores de Microempresas

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Formación Ética y Moral.

Un aspecto clave para el desarrollo de las capacidades de convivencia pacífica es el desarrollo de criterios para comprender las relaciones que se establecen entre las personas y los valores y las normas que se desarrollan en la vida social, lo cual refiere una formación ética.

“La formación ética es la preparación y ejercicio de una reflexión crítica y la deliberación acerca tanto del sentido de la vida como de las reglas y normas que regulan la convivencia entre las personas... esta reflexión se expresa en la capacidad de optar y tomar decisiones, así como de evaluar los actos y reorientarlos hacia fines y valores comunes” (Ministerio de Educación, 2005).Es fácil percibir que este tipo de formación no puede agotarse en la edad temprana y que es más bien en la edad adulta que los dilemas éticos y morales demandan una continuo fortalecimiento de la ética y los valores de las personas.

Sin desmedro de otros, los valores sociales que se rescatan como prioritarios para la Cultura de Paz son los valores de Justicia, Equidad, Respeto, Solidaridad y No violencia. En particular el valor de la No Violencia afirma el rechazo a la violencia para resolver conflictos o diferencias entre las personas, afirmando el valor de la integridad y dignidad de toda persona.

Ciudadanía Democrática

La formación ética busca en el plano colectivo formar ciudadanos que vivan en un clima de respeto de derechos, cumplimiento de deberes, acatamiento de la ley y activa de participación en las decisiones que les incumbe individual y colectivamente, apelando cuando es necesario a un manejo constructivo y pacífico de las diferencias.

Pero no hay democracia sin ciudadanos, es decir, sin sujetos que ejercen o buscan ejercer sus derechos frente al Estado y que están dispuestos a cumplir sus deberes. Esos ciudadanos de carne y hueso requieren capacidades sociales generales y capacidades de ejercicio de la ciudadanía democrática. La capacidad de comunicarse, de dialogo y de asumir los intereses propios es fundamental para la vida ciudadana, como lo es también la capacidad para manejar las discrepancias que surgen en la vida democrática y de hacerlo sin caer en la tentación de la violencia.

La participación democrática requieren de habilidades y disposiciones que permitan pensar por cuenta propia y en forma crítica, comunicarse adecuadamente, poder conocer diversos temas, aprender continuamente, trabajar con los demás, comprender la importancia y los mecanismos de dicha participación, y entender y valorar las diferencias entre una dictadura y la democracia.

¿Cómo desarrollar capacidades para la convivencia, la ética y la ciudadanía democrática?

La formación familiar, la educación de los niños, adolescentes y jóvenes, son sin duda los ámbitos privilegiados para el desarrollo de capacidades para una Cultura de paz, pero no son los únicos.

Para los jóvenes y adultos, los espacios del trabajo y la recreación son también claves para esos aprendizajes que, dada la complejidad y el mayor dinamismo de nuestra sociedad requieren ser permanentes y abarcar nuevos campos.

El reto es convertir los espacios de la vida diaria en espacios que fortalezcan las capacidades para la convivencia y que permitan ejercer y enriquecer esas capacidades.

Algunos ejemplos en ese sentido son:

?La formación en liderazgo, inteligencia emocional y en ética y transparencia.?Las prácticas reglamentadas y estímulos al buen trato y atención a las personas en los

servicios públicos y privados.?Los reconocimientos a instituciones, personas y practicas que promueven o son

ejemplo para la convivencia social y la ciudadanía democrática. ?Las campañas y programas de información, sensibilización y formación de capacidades

sociales para la convivencia y la Cultura de Paz.?Las campañas de información y formación en derechos y deberes ciudadanos y

participación política.

73Cultura de Paz72 Cultura de Paz

Como en otros distritos, por diversas circunstancias algunos jóvenes de asentamientos humanos del Callao se convierten en pandilleros. En base a un trabajo sostenido de la Policía Nacional del Perú, grupos de estos jóvenes ad- quieren nuevas capacidades y cambian su comportamiento, dejando el pandi- llaje y convirtiéndose en gestores de mi- croempresas.

Esta experiencia, que enfatiza la transformación en vez de sólo la repre- sión, fue reconocida por el MIMDES en- tregando el Premio por la Paz 2007 a su promotor el suboficial PNP Carlos Mendoza Jiménez.

Capacidades Sociales para la Convivencia: De Pandilleros a Gestores de Microempresas

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2. La Promoción y Vivencia de Los Derechos y Deberes Humanos.

Los derechos humanos se encuentran sin duda en el corazón de la Cultura de Paz, pues ellos comprenden lo sustancial de lo que una Cultura de Paz se propone: afirmar la dignidad de las personas a través del cumplimiento de valores básicos de justicia, libertad, solidaridad y de la erradicación de todas las formas de violencia.

Los derechos humanos proclamados, por las Naciones Unidas en 1948 constituyen el reconocimiento fundamental de la dignidad del ser humano, el respeto a su valor como un ser único y fin en si mismo. Su promoción en la sociedad es indispensable para la Paz desde que ésta representa una convivencia basada en el respeto de esa dignidad. La violencia, cualquier violencia, atenta contra esa dignidad, cualquier acto que atente contra los derechos humanos constituye una violación de esa dignidad.

La Declaración de los Derechos Humanos

Como sabemos, la Declaración de los Derechos Humanos fue establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, recogiendo los derechos considerados básicos. La Declaración ha servido de base para la creación de las dos convenciones de las Naciones Unidas: el “Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales”, convenciones a las que se obligan los Estados que las suscriben. La Declaración y los Pactos forman lo que se llama la Carta Internacional de los Derechos Humanos.

Al amparo de la Carta de los Derechos Humanos las Naciones Unidas han ido ampliando la legislación internacional para afirmar la dignidad, la igualdad y la seguridad de las personas en particular con normas concretas sobre la mujer, la infancia, las personas con discapacidad, las minorías, los trabajadores migrantes y otros grupos vulnerables, que ahora son titulares de derechos que los protegen de practicas discriminatorias.

Los derechos humanos buscan asegurar la dignidad, la igualdad y la seguridad de todos los seres humanos, aspecto que se encuentran íntimamente relacionados. La dignidad, que refleja tanto libertad y responsabilidad, se ocupa del individuo. La igualdad es la piedra angular de las relaciones armoniosas que sostiene los sistemas comunes de ética y derechos en el mundo, tanto en relación con la igualdad ante la ley o la equidad en que los Estados y los sistemas internacionales se conducen. Ni la dignidad ni la igualdad pueden darse sin una seguridad básica para las personas, que comprenda el acceso a las condiciones básicas de vida como la protección del ambiente y los derechos culturales de cada pueblo.

Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los mismos derechos humanos, sin discriminación alguna.

75Cultura de Paz74 Cultura de Paz

La Familia Humana

“Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana…

Artículo 1. Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.

Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Las evidencias apoyan el origen común de la "raza humana" desde un pequeño grupo de seres humanos que hace unos 60.000 años, irradió todos sus genes por el planeta. Las diferencias entre las llamadas razas, son básicamente rasgos superficiales consecuencia de las diferencias climáticas encontradas por los humanos desde que se dispersaron sobre la Tierra. “Antropológicamente hablando, la única raza es la raza humana”.

(Stringer, Christopher)

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2. La Promoción y Vivencia de Los Derechos y Deberes Humanos.

Los derechos humanos se encuentran sin duda en el corazón de la Cultura de Paz, pues ellos comprenden lo sustancial de lo que una Cultura de Paz se propone: afirmar la dignidad de las personas a través del cumplimiento de valores básicos de justicia, libertad, solidaridad y de la erradicación de todas las formas de violencia.

Los derechos humanos proclamados, por las Naciones Unidas en 1948 constituyen el reconocimiento fundamental de la dignidad del ser humano, el respeto a su valor como un ser único y fin en si mismo. Su promoción en la sociedad es indispensable para la Paz desde que ésta representa una convivencia basada en el respeto de esa dignidad. La violencia, cualquier violencia, atenta contra esa dignidad, cualquier acto que atente contra los derechos humanos constituye una violación de esa dignidad.

La Declaración de los Derechos Humanos

Como sabemos, la Declaración de los Derechos Humanos fue establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, recogiendo los derechos considerados básicos. La Declaración ha servido de base para la creación de las dos convenciones de las Naciones Unidas: el “Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales”, convenciones a las que se obligan los Estados que las suscriben. La Declaración y los Pactos forman lo que se llama la Carta Internacional de los Derechos Humanos.

Al amparo de la Carta de los Derechos Humanos las Naciones Unidas han ido ampliando la legislación internacional para afirmar la dignidad, la igualdad y la seguridad de las personas en particular con normas concretas sobre la mujer, la infancia, las personas con discapacidad, las minorías, los trabajadores migrantes y otros grupos vulnerables, que ahora son titulares de derechos que los protegen de practicas discriminatorias.

Los derechos humanos buscan asegurar la dignidad, la igualdad y la seguridad de todos los seres humanos, aspecto que se encuentran íntimamente relacionados. La dignidad, que refleja tanto libertad y responsabilidad, se ocupa del individuo. La igualdad es la piedra angular de las relaciones armoniosas que sostiene los sistemas comunes de ética y derechos en el mundo, tanto en relación con la igualdad ante la ley o la equidad en que los Estados y los sistemas internacionales se conducen. Ni la dignidad ni la igualdad pueden darse sin una seguridad básica para las personas, que comprenda el acceso a las condiciones básicas de vida como la protección del ambiente y los derechos culturales de cada pueblo.

Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los mismos derechos humanos, sin discriminación alguna.

75Cultura de Paz74 Cultura de Paz

La Familia Humana

“Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana…

Artículo 1. Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.

Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Las evidencias apoyan el origen común de la "raza humana" desde un pequeño grupo de seres humanos que hace unos 60.000 años, irradió todos sus genes por el planeta. Las diferencias entre las llamadas razas, son básicamente rasgos superficiales consecuencia de las diferencias climáticas encontradas por los humanos desde que se dispersaron sobre la Tierra. “Antropológicamente hablando, la única raza es la raza humana”.

(Stringer, Christopher)

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Todos los derechos humanos, sean éstos los derechos civiles y políticos, como el derecho a la vida, la igualdad ante la ley y la libertad de expresión; los derechos económicos, sociales y culturales, como el derecho al trabajo, la seguridad social y la educación; o los derechos colectivos, como los derechos al desarrollo y la libre determinación, todos son derechos indivisibles, interrelacionados e interdependientes. El avance de uno facilita el avance de los demás. De la misma manera, la privación de un derecho afecta negativamente a los demás.

Derechos y Deberes Humanos

El reconocimiento de los derechos humanos es sin duda un gran avance para la humanidad y sirve de fundamento para una gran cantidad de conquistas sociales y beneficios para las personas, por cuanto conllevan la obligación de los Estados a cumplir, en lo posible, con esos derechos. La atención de la salud, la educación por parte del Estado, la libertad de expresión y la vigencia de normas laborales, son, entre otras, consecuencia de la adhesión de los países a los documentos internacionales relativos a los derechos humanos.

Pero, sin duda, estamos lejos de su pleno cumplimiento. Como señala Savater: “La gran revolución política del siglo XXI será, sin ninguna duda, el proyecto de extender de forma efectiva los derechos humanos a todas las personas... si fracasamos, lo que nos espera no es una civilización diferente, sino una barbarie tecnificada, consumista…” (Savater, 1998).

Parte de vivir la dignidad que reconocen los derechos humanos, es promoverlos, hacerlos respetar y sobre todo cultivarlos. Si bien los derechos humanos se encuentran formulados en el sentido de “algo que nos pertenece”, cada uno de ellos implica un deber que cumplir para con nuestros semejantes. De ahí que requerimos una doble lectura de los derechos humanos, como derechos en sí y como deberes, algo que esta presente en el artículo 29 de la Declaración de los Derechos Humanos, que nos habla de la responsabilidad: “Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad”.

Derechos Humanos de las Mujeres y Grupos Particulares de Personas

Los derechos de la mujer están teórica y formalmente recogidos en el concepto general de Derechos Humanos, sin embargo, en muchos países las cuestiones relacionadas con las mujeres reciben una consideración distinta y en la práctica un tratamiento inferior y marginal. Al punto, que se hizo necesaria una declaración especial de las Naciones Unidas, que señaló, en Viena en 1993, que “los derechos humanos de la mujer y de la niña son parte inalienable, integrante e indivisible de los Derechos Humanos universales”.

La precisión sobre los derechos de las mujeres, se ha hecho extensivo tanto a nivel internacional como nacional, a grupos particulares de personas, como es el caso de la Declaración de los Derechos del Niño (Naciones Unidas, 1959), los adultos mayores (Ley 28803), las personas con

discapacidad (Naciones Unidas, 1975) para citar algunos grupos sociales cuyos derechos se encuentran bajo tutela del MIMDES.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos reconoce también que “La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección del Estado” y que es derecho de hombres y mujeres constituir libremente una familia.

Asimismo, para los pueblos indígenas se ha hecho una Declaración Especial (Naciones Unidas, 2007) que establece su derecho, ya sea como pueblos o como personas, al disfrute pleno de todos los derechos humanos y a las libertades fundamentales reconocidas.

Reparación de la Violación de los Derechos Humanos

La década de la violencia 1980-2000 significó en nuestro país la violación masiva de los derechos humanos de miles de peruanos y peruanas, la gran mayoría de ellos de las zonas rurales y quechuahablantes. El esclarecimiento de estos hechos y la sanción de los responsables en el marco de la ley, son indispensables para que no se vuelvan a cometer, así como también restituir los derechos de las víctimas y familiares de las víctimas a través de la política de reparación contenidas en la Ley 28512 Plan Integral de Reparaciones.

77Cultura de Paz76 Cultura de Paz

La educación en la esfera de los derechos humanos es el conjunto de actividades de capacitación, difusión e in- formación orientadas a crear una cultura universal en la esfera de los derechos hu- ma- nos, actividades que se rea l i zan t ransmi t iendo conocimientos y moldeando actitudes.

El año 2009 fue declarado por las Naciones Unidas como “Año Internacional sobre el Aprendizaje sobre Derechos Humanos”.

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Todos los derechos humanos, sean éstos los derechos civiles y políticos, como el derecho a la vida, la igualdad ante la ley y la libertad de expresión; los derechos económicos, sociales y culturales, como el derecho al trabajo, la seguridad social y la educación; o los derechos colectivos, como los derechos al desarrollo y la libre determinación, todos son derechos indivisibles, interrelacionados e interdependientes. El avance de uno facilita el avance de los demás. De la misma manera, la privación de un derecho afecta negativamente a los demás.

Derechos y Deberes Humanos

El reconocimiento de los derechos humanos es sin duda un gran avance para la humanidad y sirve de fundamento para una gran cantidad de conquistas sociales y beneficios para las personas, por cuanto conllevan la obligación de los Estados a cumplir, en lo posible, con esos derechos. La atención de la salud, la educación por parte del Estado, la libertad de expresión y la vigencia de normas laborales, son, entre otras, consecuencia de la adhesión de los países a los documentos internacionales relativos a los derechos humanos.

Pero, sin duda, estamos lejos de su pleno cumplimiento. Como señala Savater: “La gran revolución política del siglo XXI será, sin ninguna duda, el proyecto de extender de forma efectiva los derechos humanos a todas las personas... si fracasamos, lo que nos espera no es una civilización diferente, sino una barbarie tecnificada, consumista…” (Savater, 1998).

Parte de vivir la dignidad que reconocen los derechos humanos, es promoverlos, hacerlos respetar y sobre todo cultivarlos. Si bien los derechos humanos se encuentran formulados en el sentido de “algo que nos pertenece”, cada uno de ellos implica un deber que cumplir para con nuestros semejantes. De ahí que requerimos una doble lectura de los derechos humanos, como derechos en sí y como deberes, algo que esta presente en el artículo 29 de la Declaración de los Derechos Humanos, que nos habla de la responsabilidad: “Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad”.

Derechos Humanos de las Mujeres y Grupos Particulares de Personas

Los derechos de la mujer están teórica y formalmente recogidos en el concepto general de Derechos Humanos, sin embargo, en muchos países las cuestiones relacionadas con las mujeres reciben una consideración distinta y en la práctica un tratamiento inferior y marginal. Al punto, que se hizo necesaria una declaración especial de las Naciones Unidas, que señaló, en Viena en 1993, que “los derechos humanos de la mujer y de la niña son parte inalienable, integrante e indivisible de los Derechos Humanos universales”.

La precisión sobre los derechos de las mujeres, se ha hecho extensivo tanto a nivel internacional como nacional, a grupos particulares de personas, como es el caso de la Declaración de los Derechos del Niño (Naciones Unidas, 1959), los adultos mayores (Ley 28803), las personas con

discapacidad (Naciones Unidas, 1975) para citar algunos grupos sociales cuyos derechos se encuentran bajo tutela del MIMDES.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos reconoce también que “La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección del Estado” y que es derecho de hombres y mujeres constituir libremente una familia.

Asimismo, para los pueblos indígenas se ha hecho una Declaración Especial (Naciones Unidas, 2007) que establece su derecho, ya sea como pueblos o como personas, al disfrute pleno de todos los derechos humanos y a las libertades fundamentales reconocidas.

Reparación de la Violación de los Derechos Humanos

La década de la violencia 1980-2000 significó en nuestro país la violación masiva de los derechos humanos de miles de peruanos y peruanas, la gran mayoría de ellos de las zonas rurales y quechuahablantes. El esclarecimiento de estos hechos y la sanción de los responsables en el marco de la ley, son indispensables para que no se vuelvan a cometer, así como también restituir los derechos de las víctimas y familiares de las víctimas a través de la política de reparación contenidas en la Ley 28512 Plan Integral de Reparaciones.

77Cultura de Paz76 Cultura de Paz

La educación en la esfera de los derechos humanos es el conjunto de actividades de capacitación, difusión e in- formación orientadas a crear una cultura universal en la esfera de los derechos hu- ma- nos, actividades que se rea l i zan t ransmi t iendo conocimientos y moldeando actitudes.

El año 2009 fue declarado por las Naciones Unidas como “Año Internacional sobre el Aprendizaje sobre Derechos Humanos”.

Page 71: Cultura de PAZ - 10

3. La Promoción de la Igualdad entre Varones y Mujeres y la Equidad de Género.

Para una Cultura de Paz, la igualdad entre varones y mujeres constituye un aspecto fundamental, pues la Paz requiere un cambio profundo en las relaciones entre varones y mujeres, relaciones que históricamente han estado caracterizadas por la subordinación, la discriminación y las expresiones de violencia contra las mujeres.

Las transformacion de dichas relaciones beneficiará a las mujeres que accederán a un trato más equitativo y mayor seguridad y bienestar. Pero también a los varones, quienes por la asignación diferenciada de roles de género, generalmente han sido excluidos de espacios vitales enriquecedores como la crianza o el cuidado de las personas y han sido asociados más al ejercicio de la fuerza y la violencia, al punto que la gran mayoría de victimas de hechos de violencia, desde la delincuencia hasta la guerra, son varones.

Dicha transformación requiere tanto mayor equidad de género, como también construir mejores y más completas formas de ser varones y ser mujeres, recuperando los aspectos más positivos que cada género pueda aportar. Discriminación y Violencia contra la Mujer

La discriminación de la mujer se encuentra en la base de las expresiones de violencia de género, tanto a nivel estructural, como por ejemplo con la “feminización” de la pobreza, como de la violencia directa que cuesta tantas vidas y lesiones a las mujeres en todo el mundo.

79Cultura de Paz78 Cultura de Paz

Por ello, resulta tan importante combatir las múltiples formas de discriminación a las mujeres, incluso aquellas formas que puedan parecer intranscendentes. Así, por ejemplo, se empieza dedicando exclusivamente a las niñas a las tareas del hogar, se sigue con dar menos importancia a su educación, luego con menos educación se les margina del mundo del trabajo y se desvaloriza su aporte social para terminar todo ello “justificando” la violencia física y sicológica contra la mujer.

Mujeres, Género y Paz

La acción de las mujeres por sus derechos ha tenido una sustancial contribución a nuestra idea moderna de la paz, enfocándola desde las relaciones humanas en los espacios más cotidianos, en la pareja, la familia y la comunidad.

Los valores y prácticas asociadas generalmente al género femenino, como el cuidado de las personas, la cercanía a los afectos y emociones y el rechazo a la fuerza y violencia, constituyen un importante aporte a la construcción de una Cultura de Paz que involucra nuevas y mejores formas de ser varones y mujeres, de modo que ambos recojamos las prácticas pacíficas asociadas a las mujeres y superemos la distancia de las emociones, la competencia destructiva y el uso de la violencia comúnmente asociados con el ser varón.

Cambiar los comportamientos discriminadores, desde las normas y leyes, pero sobre todo desde las costumbres y la vida diaria, constituye un medio fundamental para avanzar hacia un cambio de actitudes y valores no discriminadores, a una mayor igualdad de derechos y oportunidades, y a

Promoviendo la Igualdad de Varones y Mujeres

“La equidad de género parte de la constatación de desigualdades entre varones y mujeres y plantea modificar las relaciones de poder que afectan a las mujeres, erradicar toda forma de violencia basada en género, asegurar su acceso a recursos, servicios de salud y educación, acciones positivas para fortalecer su participación política y en la toma de decisiones. El cambio de las inequidades de género y de otras inequidades tendrán como resultado el mejoramiento de la calidad de vida para mujeres y varones, el fortalecimiento de la democracia, y el desarrollo del país”.

MIMDES “Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Varones 2006 - 2010”

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3. La Promoción de la Igualdad entre Varones y Mujeres y la Equidad de Género.

Para una Cultura de Paz, la igualdad entre varones y mujeres constituye un aspecto fundamental, pues la Paz requiere un cambio profundo en las relaciones entre varones y mujeres, relaciones que históricamente han estado caracterizadas por la subordinación, la discriminación y las expresiones de violencia contra las mujeres.

Las transformacion de dichas relaciones beneficiará a las mujeres que accederán a un trato más equitativo y mayor seguridad y bienestar. Pero también a los varones, quienes por la asignación diferenciada de roles de género, generalmente han sido excluidos de espacios vitales enriquecedores como la crianza o el cuidado de las personas y han sido asociados más al ejercicio de la fuerza y la violencia, al punto que la gran mayoría de victimas de hechos de violencia, desde la delincuencia hasta la guerra, son varones.

Dicha transformación requiere tanto mayor equidad de género, como también construir mejores y más completas formas de ser varones y ser mujeres, recuperando los aspectos más positivos que cada género pueda aportar. Discriminación y Violencia contra la Mujer

La discriminación de la mujer se encuentra en la base de las expresiones de violencia de género, tanto a nivel estructural, como por ejemplo con la “feminización” de la pobreza, como de la violencia directa que cuesta tantas vidas y lesiones a las mujeres en todo el mundo.

79Cultura de Paz78 Cultura de Paz

Por ello, resulta tan importante combatir las múltiples formas de discriminación a las mujeres, incluso aquellas formas que puedan parecer intranscendentes. Así, por ejemplo, se empieza dedicando exclusivamente a las niñas a las tareas del hogar, se sigue con dar menos importancia a su educación, luego con menos educación se les margina del mundo del trabajo y se desvaloriza su aporte social para terminar todo ello “justificando” la violencia física y sicológica contra la mujer.

Mujeres, Género y Paz

La acción de las mujeres por sus derechos ha tenido una sustancial contribución a nuestra idea moderna de la paz, enfocándola desde las relaciones humanas en los espacios más cotidianos, en la pareja, la familia y la comunidad.

Los valores y prácticas asociadas generalmente al género femenino, como el cuidado de las personas, la cercanía a los afectos y emociones y el rechazo a la fuerza y violencia, constituyen un importante aporte a la construcción de una Cultura de Paz que involucra nuevas y mejores formas de ser varones y mujeres, de modo que ambos recojamos las prácticas pacíficas asociadas a las mujeres y superemos la distancia de las emociones, la competencia destructiva y el uso de la violencia comúnmente asociados con el ser varón.

Cambiar los comportamientos discriminadores, desde las normas y leyes, pero sobre todo desde las costumbres y la vida diaria, constituye un medio fundamental para avanzar hacia un cambio de actitudes y valores no discriminadores, a una mayor igualdad de derechos y oportunidades, y a

Promoviendo la Igualdad de Varones y Mujeres

“La equidad de género parte de la constatación de desigualdades entre varones y mujeres y plantea modificar las relaciones de poder que afectan a las mujeres, erradicar toda forma de violencia basada en género, asegurar su acceso a recursos, servicios de salud y educación, acciones positivas para fortalecer su participación política y en la toma de decisiones. El cambio de las inequidades de género y de otras inequidades tendrán como resultado el mejoramiento de la calidad de vida para mujeres y varones, el fortalecimiento de la democracia, y el desarrollo del país”.

MIMDES “Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Varones 2006 - 2010”

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relaciones pacíficas, esto es justo y mutuamente enriquecedores, entre varones y mujeres. Como lo reconoce el Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Varones 2006-2010 (MIMDES, 2006) en nuestro país el avance normativo con relación a la promoción de la igualdad viene siendo mayor que los cambios en los patrones socioculturales de género en las familias peruanas, patrones que convertidos en creencias, mitos y prejuicios continúan influyendo en la construcción de roles diferenciados arbitrarios y estatus desiguales entre ambos géneros, constituyéndose en obstáculos para la relación equitativa al interior de las familias y en la sociedad en general.

Por ello mismo, el Plan, al que se sumo en el 2007 la Ley de Igualdad de Oportunidades de Hombres y Mujeres (MIMDES, 2007), propone como lineamiento “Promover en la sociedad la adopción de valores, prácticas, actitudes y comportamientos equitativos entre mujeres y varones, para garantizar el derecho a la no discriminación hacia las mujeres”. Se plantea así un amplio trabajo en los medios de comunicación, en las familias, en la escuela y en el ámbito local, especialmente promoviendo mensajes de equidad de género, modelos de paternidad y maternidad responsables y con decisiones compartidas, previniendo la violencia de género y mejorar las relaciones entre mujeres y varones en el marco de una Cultura de Paz y una vida libre de violencia.

4. La Promoción de Actitudes y Capacidades para el Diálogo y el Manejo Constructivo de los Conflictos

Las ideas modernas sobre la paz y los conflictos nos dicen que ambos no son contradictorios y que, más bien, los conflictos, una vez descartado el uso de la violencia como medio para resolverlos, pueden favorecer la paz; por ejemplo, poniendo en evidencia las injusticias u obligando tratar problemas poco o mal atendidos.

La presencia de conflictos es normal en toda sociedad, por lo cual, como señala Boulding (1998), “el manejo creativo de las diferencias es la esencia de la Cultura de Paz; en otras palabras, la Cultura de Paz no es una cultura sin conflictos”. Lo que no es normal ni inevitable es que el conflicto devenga en violencia.

En ese sentido desde la Cultura de Paz, el aprendizaje de nuevas y mejores formas para tratar los conflictos que surgen en la vida social constituye un aspecto central para construir formas pacíficas de relación entre las personas, en las familias, comunidades y la sociedad. Necesitamos, entonces, fortalecer valores, actitudes, comportamientos y desarrollar habilidades que faciliten y promuevan el diálogo, la negociación, la construcción de consensos y la cooperación, para beneficio de todas las partes y la sociedad.

81Cultura de Paz80 Cultura de Paz

La mayor participación de la mujer en el trabajo remunerado y su revalorización en la sociedad han llevado a que varones y mujeres compartan crecientemente las labores del hogar y la crianza. Si ello es bien l levado, se enriquece la parternidad, la cooperación en la pareja y se acerca más a los varones al mundo del cuidado y los afectos y se modifica su relación con el uso de la fuerza.

Una Revolución Silenciosa

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relaciones pacíficas, esto es justo y mutuamente enriquecedores, entre varones y mujeres. Como lo reconoce el Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Varones 2006-2010 (MIMDES, 2006) en nuestro país el avance normativo con relación a la promoción de la igualdad viene siendo mayor que los cambios en los patrones socioculturales de género en las familias peruanas, patrones que convertidos en creencias, mitos y prejuicios continúan influyendo en la construcción de roles diferenciados arbitrarios y estatus desiguales entre ambos géneros, constituyéndose en obstáculos para la relación equitativa al interior de las familias y en la sociedad en general.

Por ello mismo, el Plan, al que se sumo en el 2007 la Ley de Igualdad de Oportunidades de Hombres y Mujeres (MIMDES, 2007), propone como lineamiento “Promover en la sociedad la adopción de valores, prácticas, actitudes y comportamientos equitativos entre mujeres y varones, para garantizar el derecho a la no discriminación hacia las mujeres”. Se plantea así un amplio trabajo en los medios de comunicación, en las familias, en la escuela y en el ámbito local, especialmente promoviendo mensajes de equidad de género, modelos de paternidad y maternidad responsables y con decisiones compartidas, previniendo la violencia de género y mejorar las relaciones entre mujeres y varones en el marco de una Cultura de Paz y una vida libre de violencia.

4. La Promoción de Actitudes y Capacidades para el Diálogo y el Manejo Constructivo de los Conflictos

Las ideas modernas sobre la paz y los conflictos nos dicen que ambos no son contradictorios y que, más bien, los conflictos, una vez descartado el uso de la violencia como medio para resolverlos, pueden favorecer la paz; por ejemplo, poniendo en evidencia las injusticias u obligando tratar problemas poco o mal atendidos.

La presencia de conflictos es normal en toda sociedad, por lo cual, como señala Boulding (1998), “el manejo creativo de las diferencias es la esencia de la Cultura de Paz; en otras palabras, la Cultura de Paz no es una cultura sin conflictos”. Lo que no es normal ni inevitable es que el conflicto devenga en violencia.

En ese sentido desde la Cultura de Paz, el aprendizaje de nuevas y mejores formas para tratar los conflictos que surgen en la vida social constituye un aspecto central para construir formas pacíficas de relación entre las personas, en las familias, comunidades y la sociedad. Necesitamos, entonces, fortalecer valores, actitudes, comportamientos y desarrollar habilidades que faciliten y promuevan el diálogo, la negociación, la construcción de consensos y la cooperación, para beneficio de todas las partes y la sociedad.

81Cultura de Paz80 Cultura de Paz

La mayor participación de la mujer en el trabajo remunerado y su revalorización en la sociedad han llevado a que varones y mujeres compartan crecientemente las labores del hogar y la crianza. Si ello es bien l levado, se enriquece la parternidad, la cooperación en la pareja y se acerca más a los varones al mundo del cuidado y los afectos y se modifica su relación con el uso de la fuerza.

Una Revolución Silenciosa

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Dicho fortalecimiento debe, desde luego, producirse especialmente en la familia y la escuela, a través por ejemplo de la mediación escolar, pero también en los mismos espacios de la vida social donde surgen y se producen los conflictos. Ello es particularmente importante, pues es en la experiencia y las tensiones que crean los conflictos que se producen importantes transformaciones en los actores involucrados, en su manera de ver el problema y de verse ellos mismos, posibilitando nuevas y más cooperativas relaciones entre ellos.

Paz y Conflictos

Como señala el estudioso de los conflictos, Johan Galtung, en un sentido dinámico la “paz es la capacidad de manejar los conflictos con empatía, no violencia y creatividad”. La empatía se entiende como el acto de compartir cognitiva y emocionalmente, sentir y entender las pasiones y razones del otro sin estar necesariamente de acuerdo. No violencia, es el rechazo al uso de la fuerza para dirimir el conflicto, el cual debe ser manejado creativamente, es decir, yendo más allá de las estructuras mentales de las partes en conflicto y abriendo nuevos caminos para su relación social.

El manejo constructivo y no violento forman parte central de una cultura en la cual el sentido común no sea el uso de la fuerza y la violencia como medio de resolución de los conflictos, sino el apelar al entendimiento creativo y a las soluciones equitativas que, ajustadas a la ley, contribuyan a consolidar la convivencia pacífica y el desarrollo.

Métodos Alternativos de Solución de Conflictos

Un avance importante en el manejo pacífico de los conflictos es el creciente desarrollo de métodos alternativos al proceso judicial para resolver disputas, como son el arbitraje, la negociación, la mediación, la conciliación prejudicial y los procesos de construcción de consensos. Su conocimiento y práctica a todo nivel es muy importante para lograr soluciones más cercanas a los intereses de las partes, y evitar el uso de la fuerza y la violencia.

En especial la “Negociación Principista”, también conocida como el método de la universidad de Harvard, constituye una metodología valiosa para resolver los conflictos construyendo soluciones a partir de compatibilizar los intereses de las partes, intereses que se encuentran detrás de posiciones aparentemente irreconciliables.

La “Negociación Principista” es una forma de negociación donde la cooperación no obliga a renunciar a los intereses propios y forma parte de un conjunto de metodologías, muchas de ellas todavía en construcción, que enfrentan los problemas y conflictos no desde la confrontación, sino desde el mutuo beneficio, en un mundo donde las capacidades de entendimiento humano y las oportunidades tecnológicas deberían ofrecer mayores posibilidades para acuerdos que beneficien a todos.

Entre esas metodologías tenemos también al diálogo, que es una forma profunda de comunicación entre las partes para conocer y entender los puntos de vista de cada uno para pensar en nuevas opciones frente al problema o conflicto. El objetivo del diálogo es la transformación de las relaciones humanas, en base a empatía y confianza, y es por ello una etapa muy conveniente antes de la negociación y otras formas de resolución de conflictos.

Por su parte, la construcción de consensos es un proceso en el que, primando la voluntad de las partes para llegar a un acuerdo que beneficie al máximo a todos, se analiza y resuelve conjuntamente el problema o conflicto y se adoptan decisiones que no necesariamente satisfacen a todos por igual, pero que todos aceptan.

Para que los métodos alternativos contribuyan eficazmente a la paz y a una Cultura de Paz, es necesario que las partes tengan cierto nivel de equilibrio de poder, pues de otra manera cualquier método puede devenir en un mecanismo de dominio de la parte más poderosa.

83Cultura de Paz82 Cultura de Paz

La respuesta puede estar en seguir los siguientes principios en nuestras intervenciones en dichos conflictos:

a) Orientar el conflicto hacia una cooperación auténtica.b) Promover la participación de todos los involucrados, en particular de

las mujeres, el respeto a los derechos humanos y el diálogo intercultural.

c) Asegurar en todo el proceso del conflicto la equidad social y de género.

d) Asegurar la sostenibilidad de los acuerdos.

“Guía para el manejo constructivo de los conflictos” MIMDES, 2009.

¿Cómo Lograr que el Conflicto Contribuya a Construir Paz y Cultura de Paz?

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Dicho fortalecimiento debe, desde luego, producirse especialmente en la familia y la escuela, a través por ejemplo de la mediación escolar, pero también en los mismos espacios de la vida social donde surgen y se producen los conflictos. Ello es particularmente importante, pues es en la experiencia y las tensiones que crean los conflictos que se producen importantes transformaciones en los actores involucrados, en su manera de ver el problema y de verse ellos mismos, posibilitando nuevas y más cooperativas relaciones entre ellos.

Paz y Conflictos

Como señala el estudioso de los conflictos, Johan Galtung, en un sentido dinámico la “paz es la capacidad de manejar los conflictos con empatía, no violencia y creatividad”. La empatía se entiende como el acto de compartir cognitiva y emocionalmente, sentir y entender las pasiones y razones del otro sin estar necesariamente de acuerdo. No violencia, es el rechazo al uso de la fuerza para dirimir el conflicto, el cual debe ser manejado creativamente, es decir, yendo más allá de las estructuras mentales de las partes en conflicto y abriendo nuevos caminos para su relación social.

El manejo constructivo y no violento forman parte central de una cultura en la cual el sentido común no sea el uso de la fuerza y la violencia como medio de resolución de los conflictos, sino el apelar al entendimiento creativo y a las soluciones equitativas que, ajustadas a la ley, contribuyan a consolidar la convivencia pacífica y el desarrollo.

Métodos Alternativos de Solución de Conflictos

Un avance importante en el manejo pacífico de los conflictos es el creciente desarrollo de métodos alternativos al proceso judicial para resolver disputas, como son el arbitraje, la negociación, la mediación, la conciliación prejudicial y los procesos de construcción de consensos. Su conocimiento y práctica a todo nivel es muy importante para lograr soluciones más cercanas a los intereses de las partes, y evitar el uso de la fuerza y la violencia.

En especial la “Negociación Principista”, también conocida como el método de la universidad de Harvard, constituye una metodología valiosa para resolver los conflictos construyendo soluciones a partir de compatibilizar los intereses de las partes, intereses que se encuentran detrás de posiciones aparentemente irreconciliables.

La “Negociación Principista” es una forma de negociación donde la cooperación no obliga a renunciar a los intereses propios y forma parte de un conjunto de metodologías, muchas de ellas todavía en construcción, que enfrentan los problemas y conflictos no desde la confrontación, sino desde el mutuo beneficio, en un mundo donde las capacidades de entendimiento humano y las oportunidades tecnológicas deberían ofrecer mayores posibilidades para acuerdos que beneficien a todos.

Entre esas metodologías tenemos también al diálogo, que es una forma profunda de comunicación entre las partes para conocer y entender los puntos de vista de cada uno para pensar en nuevas opciones frente al problema o conflicto. El objetivo del diálogo es la transformación de las relaciones humanas, en base a empatía y confianza, y es por ello una etapa muy conveniente antes de la negociación y otras formas de resolución de conflictos.

Por su parte, la construcción de consensos es un proceso en el que, primando la voluntad de las partes para llegar a un acuerdo que beneficie al máximo a todos, se analiza y resuelve conjuntamente el problema o conflicto y se adoptan decisiones que no necesariamente satisfacen a todos por igual, pero que todos aceptan.

Para que los métodos alternativos contribuyan eficazmente a la paz y a una Cultura de Paz, es necesario que las partes tengan cierto nivel de equilibrio de poder, pues de otra manera cualquier método puede devenir en un mecanismo de dominio de la parte más poderosa.

83Cultura de Paz82 Cultura de Paz

La respuesta puede estar en seguir los siguientes principios en nuestras intervenciones en dichos conflictos:

a) Orientar el conflicto hacia una cooperación auténtica.b) Promover la participación de todos los involucrados, en particular de

las mujeres, el respeto a los derechos humanos y el diálogo intercultural.

c) Asegurar en todo el proceso del conflicto la equidad social y de género.

d) Asegurar la sostenibilidad de los acuerdos.

“Guía para el manejo constructivo de los conflictos” MIMDES, 2009.

¿Cómo Lograr que el Conflicto Contribuya a Construir Paz y Cultura de Paz?

Page 77: Cultura de PAZ - 10

5. La Promoción y Vivencia del Respeto, Solidaridad, Tolerancia y la No Discriminación.

85Cultura de Paz84 Cultura de Paz

Un ejemplo clásico de la negociación principista es el de dos niñas que disputan una naranja. El conflicto, puede derivar en violencia de modo que alguna de las dos niñas se quede con la naranja o incluso que esta se pierda por efecto de la pelea. Una alternativa es la negociación que podría llevar a que cada niña se lleve la mitad de la naranja. Sin embargo, hay otras alternativas que pueden ser generadas si dejamos de limitarnos a escuchar lo que quieren las niñas (posición: “quiero la naranja”) y más bien averiguamos para qué quiere cada niña la naranja, es decir, sus intereses.

Posiciones, Intereses y Cultura de Paz

Así, siguiendo el ejemplo, podríamos saber que el interés de una es emplear la naranja para hacer un jugo, mientras que la otra quiere la fruta para hacer con la cáscara un queque de naranja. Identificados estos dos intereses, podemos descubrir que puede haber una solución más beneficiosa para cada niña: una se lleva todo el jugo y la otra toda la pulpa y la cáscara.

¿Hay otras soluciones más favorables para ambas niñas? Con un mayor diálogo y capacidad de entendimiento, ambas niñas podrían unirse para vender jugo y el queque, o podrían cultivar juntas las semillas, generando así mayor valor para ellas, pero también para la sociedad. La Cultura de Paz entra en acción al favorecer valores y aptitudes para el diálogo y la cooperación, resulta así más beneficiosa para los intereses de las partes en conflicto, como también para la sociedad en su conjunto.

El respeto, la solidaridad, la tolerancia y la no discriminación son valores y prácticas que dan forma a la convivencia humana, por lo cual son fundamentales para una Cultura de Paz.

El Respeto

El respeto no es otra cosa que el reconocimiento del valor de las personas; es decir, de su dignidad. El respeto comienza en la propia persona, en reconocerse como una entidad única y valiosa, lo que lleva a respetar a los demás en tanto seres igualmente únicos y valiosos y con los mismos derechos.

El respeto a las personas es una aceptación y valoración positiva del “otro” por ser persona, aceptación incondicional y sincera de sus cualidades, actitudes y opiniones, y una comprensión de sus defectos. El respeto a las personas implica no considerarse superior a nadie.

Un aspecto clave del respeto es la responsabilidad, no podemos respetarnos o respetar a otros sin hacernos cargo, responsables, por hacer valer esa dignidad que reconocemos. Por ello, el respeto auténtico es la base del compromiso y la solidaridad.

Page 78: Cultura de PAZ - 10

5. La Promoción y Vivencia del Respeto, Solidaridad, Tolerancia y la No Discriminación.

85Cultura de Paz84 Cultura de Paz

Un ejemplo clásico de la negociación principista es el de dos niñas que disputan una naranja. El conflicto, puede derivar en violencia de modo que alguna de las dos niñas se quede con la naranja o incluso que esta se pierda por efecto de la pelea. Una alternativa es la negociación que podría llevar a que cada niña se lleve la mitad de la naranja. Sin embargo, hay otras alternativas que pueden ser generadas si dejamos de limitarnos a escuchar lo que quieren las niñas (posición: “quiero la naranja”) y más bien averiguamos para qué quiere cada niña la naranja, es decir, sus intereses.

Posiciones, Intereses y Cultura de Paz

Así, siguiendo el ejemplo, podríamos saber que el interés de una es emplear la naranja para hacer un jugo, mientras que la otra quiere la fruta para hacer con la cáscara un queque de naranja. Identificados estos dos intereses, podemos descubrir que puede haber una solución más beneficiosa para cada niña: una se lleva todo el jugo y la otra toda la pulpa y la cáscara.

¿Hay otras soluciones más favorables para ambas niñas? Con un mayor diálogo y capacidad de entendimiento, ambas niñas podrían unirse para vender jugo y el queque, o podrían cultivar juntas las semillas, generando así mayor valor para ellas, pero también para la sociedad. La Cultura de Paz entra en acción al favorecer valores y aptitudes para el diálogo y la cooperación, resulta así más beneficiosa para los intereses de las partes en conflicto, como también para la sociedad en su conjunto.

El respeto, la solidaridad, la tolerancia y la no discriminación son valores y prácticas que dan forma a la convivencia humana, por lo cual son fundamentales para una Cultura de Paz.

El Respeto

El respeto no es otra cosa que el reconocimiento del valor de las personas; es decir, de su dignidad. El respeto comienza en la propia persona, en reconocerse como una entidad única y valiosa, lo que lleva a respetar a los demás en tanto seres igualmente únicos y valiosos y con los mismos derechos.

El respeto a las personas es una aceptación y valoración positiva del “otro” por ser persona, aceptación incondicional y sincera de sus cualidades, actitudes y opiniones, y una comprensión de sus defectos. El respeto a las personas implica no considerarse superior a nadie.

Un aspecto clave del respeto es la responsabilidad, no podemos respetarnos o respetar a otros sin hacernos cargo, responsables, por hacer valer esa dignidad que reconocemos. Por ello, el respeto auténtico es la base del compromiso y la solidaridad.

Page 79: Cultura de PAZ - 10

Existen múltiples formas y tipos de discriminación, desde la discriminación racial, hasta la que sufren las personas con opciones sexuales diferentes, las mujeres, los discapacitados, las personas adultas mayores, entre otras.

Las prácticas discriminatorias agreden la dignidad del ser humanos y son un obstáculo para la integración, la cohesión social y son el sustento de la exclusión de amplios sectores de la sociedad.

El principio de no discriminación se sustenta en la igualdad de todas las personas.

Promoviendo el Respeto, la Solidaridad y la Tolerancia

Una conocida frase del filosofó Aristóteles nos recuerda que el aprendizaje moral es fruto del comportamiento: "La excelencia moral es resultado del hábito. Nos volvemos justos realizando actos de justicia; templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de valentía”. Para promover el respeto, la solidaridad, la tolerancia, y la no descriminación se requiere, entonces, fomentar actos que los afirme en todos los ámbitos de la sociedad, en los cuales mediante normas, costumbres e iniciativas podemos ponerlos en práctica.

87Cultura de Paz86 Cultura de Paz

Pero el respeto no se agota en las relaciones entre personas, también se proyecta al entorno que proporciona el hábitat de vida, pues la naturaleza tiene su propio valor independientemente del beneficio que nos pueda proporcionar.

La Solidaridad

La solidaridad es el reconocimiento práctico de la obligación que poseen los individuos y los grupos humanos de contribuir al bienestar de quienes tienen que ver con ellos, especialmente de aquellos que tienen más necesidad.

La solidaridad no es simplemente un sentimiento de compasión para quienes sufren, es más bien el compromiso con el bien común de todos y de cada uno, en base al convencimiento de que todos somos responsables de todos. Como dice Camps (1994), la solidaridad es “un sentimiento de comunidad, de afecto hacia el necesitado, de obligaciones compartidas, de necesidades comunes. Todo lo cual lleva a la participación activa en el reconocimiento de ayuda al otro”.

Generalmente pensamos que la solidaridad es una actitud que debemos asumir en emergencias y desastres; sin embargo, ella es una característica de la sociabilidad que inclina al ser humano a sentirse unido a sus semejantes y a cooperar con ellos, procurando el bienestar de todos.

La Tolerancia

Como señala la Declaración de las Naciones Unidas sobre la tolerancia (1995), ésta consiste en el “respeto, la aceptación y el aprecio a la diversidad de las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión y medios de ser humanos... La tolerancia consiste en la armonía en la diferencia. No sólo es un deber moral, sino además una exigencia política y jurídica. La tolerancia, la virtud que hace posible la paz, contribuye a sustituir la cultura de guerra por la Cultura de Paz”.

Como vemos, esta definición de tolerancia se aleja del significado común que suele atribuírsele como soportar o aguantar. En ese sentido, hay quien más bien prefiere hablar de respeto activo, esto es no sólo tolerar, por ejemplo, que otros piensen de forma distinta, sino tener el interés positivo por comprender esas ideas, por hacer que se expresen libremente aún cuando no sean las nuestras.

No Discriminación

Discriminar significa diferenciar, separar una cosa de otra. La discriminación es una situación en la que una persona o grupo es tratada sistemáticamente de forma desfavorable, privándole de los mismos derechos que disfrutan otros grupos sociales.

Aprecio por la Diversidad

Los medios de comunicación pueden ser un medio poderoso para cambiar imágenes simplificadas y discriminatorias respecto a las mujeres, las personas de origen andino, afroperuano o asiático, los adultos mayores o los discapacitados.

Convertir la desconfianza y el prejuicio hacia los otros por un auténtico aprecio de la diversidad es combatir la discriminación.

"... la diversidad cultural es tan necesaria para el género humano como la diversidad biológica para los organismos vivos... Es una de las raíces del desarrollo entendido no sólo en términos de crecimiento económico, sino también como un medio para lograr un balance más satisfactorio intelectual, afectivo, moral y espiritual" (Declaración Universal de la Diversidad Cultural, 2001).

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Existen múltiples formas y tipos de discriminación, desde la discriminación racial, hasta la que sufren las personas con opciones sexuales diferentes, las mujeres, los discapacitados, las personas adultas mayores, entre otras.

Las prácticas discriminatorias agreden la dignidad del ser humanos y son un obstáculo para la integración, la cohesión social y son el sustento de la exclusión de amplios sectores de la sociedad.

El principio de no discriminación se sustenta en la igualdad de todas las personas.

Promoviendo el Respeto, la Solidaridad y la Tolerancia

Una conocida frase del filosofó Aristóteles nos recuerda que el aprendizaje moral es fruto del comportamiento: "La excelencia moral es resultado del hábito. Nos volvemos justos realizando actos de justicia; templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de valentía”. Para promover el respeto, la solidaridad, la tolerancia, y la no descriminación se requiere, entonces, fomentar actos que los afirme en todos los ámbitos de la sociedad, en los cuales mediante normas, costumbres e iniciativas podemos ponerlos en práctica.

87Cultura de Paz86 Cultura de Paz

Pero el respeto no se agota en las relaciones entre personas, también se proyecta al entorno que proporciona el hábitat de vida, pues la naturaleza tiene su propio valor independientemente del beneficio que nos pueda proporcionar.

La Solidaridad

La solidaridad es el reconocimiento práctico de la obligación que poseen los individuos y los grupos humanos de contribuir al bienestar de quienes tienen que ver con ellos, especialmente de aquellos que tienen más necesidad.

La solidaridad no es simplemente un sentimiento de compasión para quienes sufren, es más bien el compromiso con el bien común de todos y de cada uno, en base al convencimiento de que todos somos responsables de todos. Como dice Camps (1994), la solidaridad es “un sentimiento de comunidad, de afecto hacia el necesitado, de obligaciones compartidas, de necesidades comunes. Todo lo cual lleva a la participación activa en el reconocimiento de ayuda al otro”.

Generalmente pensamos que la solidaridad es una actitud que debemos asumir en emergencias y desastres; sin embargo, ella es una característica de la sociabilidad que inclina al ser humano a sentirse unido a sus semejantes y a cooperar con ellos, procurando el bienestar de todos.

La Tolerancia

Como señala la Declaración de las Naciones Unidas sobre la tolerancia (1995), ésta consiste en el “respeto, la aceptación y el aprecio a la diversidad de las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión y medios de ser humanos... La tolerancia consiste en la armonía en la diferencia. No sólo es un deber moral, sino además una exigencia política y jurídica. La tolerancia, la virtud que hace posible la paz, contribuye a sustituir la cultura de guerra por la Cultura de Paz”.

Como vemos, esta definición de tolerancia se aleja del significado común que suele atribuírsele como soportar o aguantar. En ese sentido, hay quien más bien prefiere hablar de respeto activo, esto es no sólo tolerar, por ejemplo, que otros piensen de forma distinta, sino tener el interés positivo por comprender esas ideas, por hacer que se expresen libremente aún cuando no sean las nuestras.

No Discriminación

Discriminar significa diferenciar, separar una cosa de otra. La discriminación es una situación en la que una persona o grupo es tratada sistemáticamente de forma desfavorable, privándole de los mismos derechos que disfrutan otros grupos sociales.

Aprecio por la Diversidad

Los medios de comunicación pueden ser un medio poderoso para cambiar imágenes simplificadas y discriminatorias respecto a las mujeres, las personas de origen andino, afroperuano o asiático, los adultos mayores o los discapacitados.

Convertir la desconfianza y el prejuicio hacia los otros por un auténtico aprecio de la diversidad es combatir la discriminación.

"... la diversidad cultural es tan necesaria para el género humano como la diversidad biológica para los organismos vivos... Es una de las raíces del desarrollo entendido no sólo en términos de crecimiento económico, sino también como un medio para lograr un balance más satisfactorio intelectual, afectivo, moral y espiritual" (Declaración Universal de la Diversidad Cultural, 2001).

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6. La Promoción de un Desarrollo Humano Inclusivo y Sustentable

89Cultura de Paz88 Cultura de Paz

personas y a la vez constituyen una amenaza para la sostenibilidad ambiental y social.

Sin embargo, persiste en nuestras sociedades una visión sesgada del desarrollo fruto del predominio del mercado y la competencia incesante. La grave crisis económica que hoy atraviesa el mundo y la situación ambiental del planeta, evidencian los riesgos de esa visión, donde la economía y la tecnología se convierte en fines en sí mismos, cuando son medios que deben ser guiados por principios éticos.

Se necesita, entonces, reorientar la economía y la tecnología hacia el bienestar integral del conjunto de las personas y la sostenibilidad ambiental; hacia un desarrollo con equidad que incluya a todas las personas, independientemente de su status social, su género, edad, condición física o mental, raza, religión, opción sexual, en equilibrio con el ambiente. A ese proceso de construir una economía y un desarrollo, centrado en las personas y respetuoso del ambiente, contribuye de manera importante una Cultura de Paz, que nos recuerda las bases éticas de la vida social y nos provee de valores, actitudes y comportamientos necesarios para una convivencia superior centrada en las personas y en relaciones de cooperación, solidaridad y equidad.

Desarrollo Humano Inclusivo

Para enfatizar, la necesidad que el desarrollo incluya a todas las personas se habla de un “desarrollo inclusivo”. El desarrollo inclusivo procura, potencia y aprovecha la ampliación de los derechos y capacidades de las personas (económica, social, política, cultural) y su diversidad. Se basa en la búsqueda y garantía de acceso universal a la igualdad de oportunidades, a la equidad y a la justicia. Valora la contribución de cada ser humano al proceso de desarrollo y genera las condiciones necesarias para ese aporte. Desarrollo inclusivo significa desarrollo humano sostenible para todos y con todos.

El desarrollo humano inclusivo pone especial énfasis en que los beneficios de las políticas, programas o proyectos de desarrollo alcancen de manera preferente a los sectores a los cuales

“Los progresos tecnológicos del planeta han sido excepcionales en el último siglo. Tenemos hoy la capacidad para alimentar al doble de la población mundial. Sin embargo, más de ochocientos millones de personas padecen hambre. También hay reservas de agua para todos y más. Aun así, mil doscientos millones no tienen acceso a agua limpia y casi dos millones mueren anualmente por falta de ella. Falta de dinero no es. Con el presupuesto militar mundial de cinco días, el déficit de agua y saneamiento podría reducirse a la mitad” . (Sen; Kliksberg, 2008).

Primero la Gente

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6. La Promoción de un Desarrollo Humano Inclusivo y Sustentable

89Cultura de Paz88 Cultura de Paz

personas y a la vez constituyen una amenaza para la sostenibilidad ambiental y social.

Sin embargo, persiste en nuestras sociedades una visión sesgada del desarrollo fruto del predominio del mercado y la competencia incesante. La grave crisis económica que hoy atraviesa el mundo y la situación ambiental del planeta, evidencian los riesgos de esa visión, donde la economía y la tecnología se convierte en fines en sí mismos, cuando son medios que deben ser guiados por principios éticos.

Se necesita, entonces, reorientar la economía y la tecnología hacia el bienestar integral del conjunto de las personas y la sostenibilidad ambiental; hacia un desarrollo con equidad que incluya a todas las personas, independientemente de su status social, su género, edad, condición física o mental, raza, religión, opción sexual, en equilibrio con el ambiente. A ese proceso de construir una economía y un desarrollo, centrado en las personas y respetuoso del ambiente, contribuye de manera importante una Cultura de Paz, que nos recuerda las bases éticas de la vida social y nos provee de valores, actitudes y comportamientos necesarios para una convivencia superior centrada en las personas y en relaciones de cooperación, solidaridad y equidad.

Desarrollo Humano Inclusivo

Para enfatizar, la necesidad que el desarrollo incluya a todas las personas se habla de un “desarrollo inclusivo”. El desarrollo inclusivo procura, potencia y aprovecha la ampliación de los derechos y capacidades de las personas (económica, social, política, cultural) y su diversidad. Se basa en la búsqueda y garantía de acceso universal a la igualdad de oportunidades, a la equidad y a la justicia. Valora la contribución de cada ser humano al proceso de desarrollo y genera las condiciones necesarias para ese aporte. Desarrollo inclusivo significa desarrollo humano sostenible para todos y con todos.

El desarrollo humano inclusivo pone especial énfasis en que los beneficios de las políticas, programas o proyectos de desarrollo alcancen de manera preferente a los sectores a los cuales

“Los progresos tecnológicos del planeta han sido excepcionales en el último siglo. Tenemos hoy la capacidad para alimentar al doble de la población mundial. Sin embargo, más de ochocientos millones de personas padecen hambre. También hay reservas de agua para todos y más. Aun así, mil doscientos millones no tienen acceso a agua limpia y casi dos millones mueren anualmente por falta de ella. Falta de dinero no es. Con el presupuesto militar mundial de cinco días, el déficit de agua y saneamiento podría reducirse a la mitad” . (Sen; Kliksberg, 2008).

Primero la Gente

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91Cultura de Paz90 Cultura de Paz

TERCERA PARTE

DOCUMENTOS PARA UNA CULTURA DE PAZ

Es una visión de los negocios que integra a la gestión de la empresa u organización, el respeto por los valores y principios éticos, los trabajadores, la comunidad y el medio ambiente. Es un interés propio e inteligente de la empresa u organización por producir beneficios propios y para la comunidad.

La Responsabilidad Social, una Forma de Incluir a la Comunidad en el Progreso de la Empresa

normalmente no llegan. Estos grupos de población son aquellos que por lo general resultan ser los más pobres y vulnerables de todos, o aquellos que presentan una situación de mayor exclusión como las personas con alguna discapacidad, las poblaciones indígenas, las personas de la tercera edad, los pobres extremos, entre otros.

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91Cultura de Paz90 Cultura de Paz

TERCERA PARTE

DOCUMENTOS PARA UNA CULTURA DE PAZ

Es una visión de los negocios que integra a la gestión de la empresa u organización, el respeto por los valores y principios éticos, los trabajadores, la comunidad y el medio ambiente. Es un interés propio e inteligente de la empresa u organización por producir beneficios propios y para la comunidad.

La Responsabilidad Social, una Forma de Incluir a la Comunidad en el Progreso de la Empresa

normalmente no llegan. Estos grupos de población son aquellos que por lo general resultan ser los más pobres y vulnerables de todos, o aquellos que presentan una situación de mayor exclusión como las personas con alguna discapacidad, las poblaciones indígenas, las personas de la tercera edad, los pobres extremos, entre otros.

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93Cultura de Paz92 Cultura de Paz

Resolución aprobada por la Asamblea General57/6. Decenio Internacional de una cultura de paz y no violencia para los niños del mundo, 2001-2010

La Asamblea General,

Teniendo presente la Carta de las Naciones Unidas, sobre todo los propósitos y principios que figuran en ella, y especialmente el empeño en preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra,

Recordando la Constitución de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en la que se declara que “puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz”,

Recordando también sus anteriores resoluciones sobre una cultura de paz, en particular la resolución 52/15, de 20 de noviembre de 1997, en la que se proclamó el año 2000 Año Internacional de la Cultura de la Paz, la resolución 53/25, de 10 de noviembre de 1998, en la que se proclamó el período 2001-2010 Decenio Internacional de una cultura de paz y no violencia para los niños del mundo, y la resolución 56/5, de 5 de noviembre de 2001,

Reafirmando la Declaración y el Programa de Acción sobre una Cultura de Paz, reconociendo que sirven, entre otras cosas, de base para la celebración del Decenio, y convencida de que la celebración efectiva y fructífera del Decenio en todo el mundo promoverá una cultura de paz y no violencia que beneficiará a la humanidad, en particular a las generaciones futuras,

Recordando la Declaración del Milenio, en la que se pide que se promueva activamente una cultura de paz, tomando nota de la resolución 2000/66 de la Comisión de Derechos Humanos, de 26 de abril de 2000, titulada “Hacia una cultura de paz”,

Tomando nota también del informe del Secretario General sobre el Decenio Internacional de una cultura de paz y no violencia para los niños del mundo, especialmente su párrafo 28, en el que se indica que para cada uno de los diez años del Decenio se adoptará un tema prioritario diferente relacionado con el Programa de Acción,

I. Decenio Internacional de una Cultura de Paz y No Violencia para los Niños del Mundo 2001-2010.(1998)

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Señalando la importancia particular que tienen la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, que se celebró en Johannesburgo (Sudáfrica) del 26 de agosto al 4 de septiembre de 2002, la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, que se celebró en Monterrey (México) del 18 al 22 de marzo de 2002, el período extraordinario de sesiones de la Asamblea General sobre la infancia, que se celebró en Nueva York del 8 al 10 de mayo de 2002, la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, que se celebró en Durban (Sudáfrica) del 31 de agosto al 7 de septiembre de 2001, y el Decenio de las Naciones Unidas para la educación en la esfera de los derechos humanos, 1995–2004, para el Decenio Internacional de una cultura de paz y no violencia para los niños del mundo, 2001-2010, así como la necesidad de aplicar, cuando corresponda, las decisiones pertinentes acordadas en dichas oportunidades,

Reconociendo que todas las actividades del sistema de las Naciones Unidas en general y de la comunidad internacional en su conjunto en pro del mantenimiento de la paz, la consolidación de la paz, la prevención de los conflictos, el desarme, el desarrollo sostenible, la promoción de la dignidad humana y de los derechos humanos, la democracia, el imperio de la ley y el buen gobierno a nivel nacional e internacional contribuyen significativamente a la cultura de paz,

Teniendo en cuenta la iniciativa “Manifiesto 2000” de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en la que se promueve una cultura de paz y que, hasta la fecha, ha recibido más de setenta y cinco millones De firmas de apoyo de todo el mundo,

Tomando nota con reconocimiento del informe del Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura sobre la aplicación de la resolución 56/5 de la Asamblea General,

1. Reitera que el objetivo del Decenio Internacional de una cultura de paz y no violencia para los niños del mundo, 2001-2010, es fortalecer aún más el movimiento mundial en pro de una cultura de paz tras la celebración del Año Internacional de la Cultura de la Paz en el 2000;

2. Invita a los Estados Miembros a que sigan haciendo más hincapié en sus actividades de promoción de una cultura de paz y no violencia y a que las amplíen, en particular durante el Decenio, en los planos nacional, regional e internacional, y a que velen por que se promuevan la paz y la no violencia a todos los niveles;

3. Encomia a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura por el reconocimiento de la promoción de una cultura de paz como expresión de su mandato fundamental, y la alienta a que, como organismo coordinador de las actividades del Decenio, siga fortaleciendo las actividades que ha emprendido para promover una cultura de paz, en particular mediante la difusión de la Declaración y el Programa de Acción sobre una Cultura de Paz y de material conexo en diversos idiomas en todo el mundo;

95Cultura de Paz94 Cultura de Paz

4. Encomia también a los órganos competentes de las Naciones Unidas, sobre todo e Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer y la Universidad para la Paz, por sus actividades

encaminadas a seguir promoviendo una cultura de paz y no violencia, incluida la promoción de la educación para la paz y las actividades relacionadas con distintos ámbitos definidos en el Programa de Acción sobre una Cultura de Paz, y los alienta a que prosigan esas actividades y las fortalezcan y amplíen aún más;

5. Alienta a las autoridades competentes a que en las escuelas impartan una educación

que incluya el fomento de la comprensión mutua, la tolerancia, la formación cívica, los derechos humanos y la promoción de una cultura de paz;

6. Alienta a la sociedad civil, incluidas las organizaciones no gubernamentales, a que fortalezca sus actividades para promover los objetivos del Decenio, entre otras cosas aprobando un programa de actividades propio que complemente las iniciativas de los Estados Miembros, las organizaciones del sistema de las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales y regionales;

7. Alienta la participación de los medios de comunicación en la educación para una cultura de paz y no violencia, prestando especial atención a los niños y los jóvenes, incluso mediante la ampliación prevista de la Red de Noticias para una Cultura de Paz como red mundial de sitios en la Internet en muchos idiomas;

8. Acoge con satisfacción las iniciativas de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura para mantener el mecanismo de comunicación y establecimiento de redes creado durante el Año Internacional a fin de que la información sobre los acontecimientos relativos a la celebración del Decenio esté siempre actualizada;

9. Invita a los Estados Miembros a que observen el Día Internacional de la Paz el 21 de septiembre de cada año, como un día de cesación del fuego y de no violencia a nivel mundial, de conformidad con lo dispuesto en la resolución 55/282 de la Asamblea General, de 7 de septiembre de 2001;

10. Invita también a los Estados Miembros y a la sociedad civil, incluidas las organizaciones no gubernamentales, a que proporcionen al Secretario General información sobre la celebración del Decenio y sobre las actividades realizadas para promover una cultura de paz y no violencia;

11. Destaca la importancia de las sesiones plenarias sobre el tema programadas para su sexagésimo período de sesiones, a este respecto, alienta la participación a un alto nivel, y decide considerar, en el momento oportuno, la posibilidad de celebrar esas sesiones en la fecha más próxima posible al debate general;

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Señalando la importancia particular que tienen la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, que se celebró en Johannesburgo (Sudáfrica) del 26 de agosto al 4 de septiembre de 2002, la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, que se celebró en Monterrey (México) del 18 al 22 de marzo de 2002, el período extraordinario de sesiones de la Asamblea General sobre la infancia, que se celebró en Nueva York del 8 al 10 de mayo de 2002, la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, que se celebró en Durban (Sudáfrica) del 31 de agosto al 7 de septiembre de 2001, y el Decenio de las Naciones Unidas para la educación en la esfera de los derechos humanos, 1995–2004, para el Decenio Internacional de una cultura de paz y no violencia para los niños del mundo, 2001-2010, así como la necesidad de aplicar, cuando corresponda, las decisiones pertinentes acordadas en dichas oportunidades,

Reconociendo que todas las actividades del sistema de las Naciones Unidas en general y de la comunidad internacional en su conjunto en pro del mantenimiento de la paz, la consolidación de la paz, la prevención de los conflictos, el desarme, el desarrollo sostenible, la promoción de la dignidad humana y de los derechos humanos, la democracia, el imperio de la ley y el buen gobierno a nivel nacional e internacional contribuyen significativamente a la cultura de paz,

Teniendo en cuenta la iniciativa “Manifiesto 2000” de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en la que se promueve una cultura de paz y que, hasta la fecha, ha recibido más de setenta y cinco millones De firmas de apoyo de todo el mundo,

Tomando nota con reconocimiento del informe del Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura sobre la aplicación de la resolución 56/5 de la Asamblea General,

1. Reitera que el objetivo del Decenio Internacional de una cultura de paz y no violencia para los niños del mundo, 2001-2010, es fortalecer aún más el movimiento mundial en pro de una cultura de paz tras la celebración del Año Internacional de la Cultura de la Paz en el 2000;

2. Invita a los Estados Miembros a que sigan haciendo más hincapié en sus actividades de promoción de una cultura de paz y no violencia y a que las amplíen, en particular durante el Decenio, en los planos nacional, regional e internacional, y a que velen por que se promuevan la paz y la no violencia a todos los niveles;

3. Encomia a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura por el reconocimiento de la promoción de una cultura de paz como expresión de su mandato fundamental, y la alienta a que, como organismo coordinador de las actividades del Decenio, siga fortaleciendo las actividades que ha emprendido para promover una cultura de paz, en particular mediante la difusión de la Declaración y el Programa de Acción sobre una Cultura de Paz y de material conexo en diversos idiomas en todo el mundo;

95Cultura de Paz94 Cultura de Paz

4. Encomia también a los órganos competentes de las Naciones Unidas, sobre todo e Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer y la Universidad para la Paz, por sus actividades

encaminadas a seguir promoviendo una cultura de paz y no violencia, incluida la promoción de la educación para la paz y las actividades relacionadas con distintos ámbitos definidos en el Programa de Acción sobre una Cultura de Paz, y los alienta a que prosigan esas actividades y las fortalezcan y amplíen aún más;

5. Alienta a las autoridades competentes a que en las escuelas impartan una educación

que incluya el fomento de la comprensión mutua, la tolerancia, la formación cívica, los derechos humanos y la promoción de una cultura de paz;

6. Alienta a la sociedad civil, incluidas las organizaciones no gubernamentales, a que fortalezca sus actividades para promover los objetivos del Decenio, entre otras cosas aprobando un programa de actividades propio que complemente las iniciativas de los Estados Miembros, las organizaciones del sistema de las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales y regionales;

7. Alienta la participación de los medios de comunicación en la educación para una cultura de paz y no violencia, prestando especial atención a los niños y los jóvenes, incluso mediante la ampliación prevista de la Red de Noticias para una Cultura de Paz como red mundial de sitios en la Internet en muchos idiomas;

8. Acoge con satisfacción las iniciativas de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura para mantener el mecanismo de comunicación y establecimiento de redes creado durante el Año Internacional a fin de que la información sobre los acontecimientos relativos a la celebración del Decenio esté siempre actualizada;

9. Invita a los Estados Miembros a que observen el Día Internacional de la Paz el 21 de septiembre de cada año, como un día de cesación del fuego y de no violencia a nivel mundial, de conformidad con lo dispuesto en la resolución 55/282 de la Asamblea General, de 7 de septiembre de 2001;

10. Invita también a los Estados Miembros y a la sociedad civil, incluidas las organizaciones no gubernamentales, a que proporcionen al Secretario General información sobre la celebración del Decenio y sobre las actividades realizadas para promover una cultura de paz y no violencia;

11. Destaca la importancia de las sesiones plenarias sobre el tema programadas para su sexagésimo período de sesiones, a este respecto, alienta la participación a un alto nivel, y decide considerar, en el momento oportuno, la posibilidad de celebrar esas sesiones en la fecha más próxima posible al debate general;

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97Cultura de Paz96 Cultura de Paz

12. Pide al Secretario General que le presente en su quincuagésimo octavo período de sesiones un informe sobre la aplicación de la presente resolución.

Resoluciones Aprobadas por La Asamblea General53/243. Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz

A

Declaración sobre Una Cultura de PazLa Asamblea General,

Reconociendo la necesidad de eliminar todas las formas de discriminación e intolerancia, incluidas las basadas en la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen nacional, étnico o social, la propiedad, las discapacidades, el nacimiento u otra condición,

Recordando su resolución 52/15, de 20 de noviembre de 1997, en que proclamó el año 2000 “Año Internacional de la Cultura de la Paz”, y su resolución 53/25, de 10 de noviembre de 1998, en que

Recordando la Carta de las Naciones Unidas, incluidos los propósitos y principios enunciados en ella,

Recordando también que en la Constitución de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura se declara que “puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz”,

Recordando además la Declaración Universal de Derechos Humanos y otros instrumentos internacionales pertinentes del sistema de las Naciones Unidas,

Reconociendo que la paz no sólo es la ausencia de conflictos, sino que también requiere un proceso positivo, dinámico y participativo en que se promueva el diálogo y se solucionen los conflictos en un espíritu de entendimiento y cooperación mutuos,

Reconociendo también que el final de la guerra fría ha ampliado las posibilidades de reforzar una cultura de paz,

Expresando profunda preocupación por la persistencia y la proliferación de la violencia y los conflictos en diversas partes del mundo,

II. Declaración y Programa de Acciónsobre una Cultura de Paz (1999)

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97Cultura de Paz96 Cultura de Paz

12. Pide al Secretario General que le presente en su quincuagésimo octavo período de sesiones un informe sobre la aplicación de la presente resolución.

Resoluciones Aprobadas por La Asamblea General53/243. Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz

A

Declaración sobre Una Cultura de PazLa Asamblea General,

Reconociendo la necesidad de eliminar todas las formas de discriminación e intolerancia, incluidas las basadas en la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen nacional, étnico o social, la propiedad, las discapacidades, el nacimiento u otra condición,

Recordando su resolución 52/15, de 20 de noviembre de 1997, en que proclamó el año 2000 “Año Internacional de la Cultura de la Paz”, y su resolución 53/25, de 10 de noviembre de 1998, en que

Recordando la Carta de las Naciones Unidas, incluidos los propósitos y principios enunciados en ella,

Recordando también que en la Constitución de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura se declara que “puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz”,

Recordando además la Declaración Universal de Derechos Humanos y otros instrumentos internacionales pertinentes del sistema de las Naciones Unidas,

Reconociendo que la paz no sólo es la ausencia de conflictos, sino que también requiere un proceso positivo, dinámico y participativo en que se promueva el diálogo y se solucionen los conflictos en un espíritu de entendimiento y cooperación mutuos,

Reconociendo también que el final de la guerra fría ha ampliado las posibilidades de reforzar una cultura de paz,

Expresando profunda preocupación por la persistencia y la proliferación de la violencia y los conflictos en diversas partes del mundo,

II. Declaración y Programa de Acciónsobre una Cultura de Paz (1999)

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proclamó el período 2001-2010 “Decenio Internacional de una cultura de paz y no violencia para los niños del mundo”,

Reconociendo la importante función que sigue desempeñando la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura en la promoción de una cultura de paz,

Proclama solemnemente la presente Declaración sobre una Cultura de Paz con el fin de que los Gobiernos, las organizaciones internacionales y la sociedad civil puedan orientar sus actividades por sus disposiciones a fin de promover y fortalecer una cultura de paz en el nuevo milenio:

Artículo 1

Una cultura de paz es un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida basados en:

a) El respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y la práctica de la no violencia por medio de la educación, el diálogo y la cooperación;

b) El respeto pleno de los principios de soberanía, integridad territorial e independencia política de los Estados y de no injerencia en los asuntos que son esencialmente jurisdicción interna de los Estados, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional;

c) El respeto pleno y la promoción de todos los derechos humanos y las libertades

fundamentales;

d) El compromiso con el arreglo pacífico de los conflictos;

e) Los esfuerzos para satisfacer las necesidades de desarrollo y protección del medio ambiente de las generaciones presente y futuras;

f) El respeto y la promoción del derecho al desarrollo;

g) El respeto y el fomento de la igualdad de derechos y oportunidades de mujeres y hombres;

h) El respeto y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad de expresión, opinión e información;

i) La adhesión a los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las naciones; y animados por un entorno nacional e internacional que favorezca a la paz.

Artículo 2

El progreso hacia el pleno desarrollo de una cultura de paz se logra por medio de valores, actitudes, comportamientos y estilos de vida propicios para el fomento de la paz entre las personas, los grupos y las naciones.

99Cultura de Paz98 Cultura de Paz

Artículo 3

El desarrollo pleno de una cultura de paz está integralmente vinculado a:

a) La promoción del arreglo pacífico de los conflictos, el respeto y el entendimiento mutuos y la cooperación internacional;

b) El cumplimiento de las obligaciones internacionales contraídas en virtud de la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional;

c) La promoción de la democracia, el desarrollo de los derechos humanos y las libertades fundamentales y el respeto y cumplimiento universales de éstos;

d) La posibilidad de que todas las personas a todos los niveles desarrollen aptitudes para el diálogo, la negociación, la formación de consenso y la solución pacífica de controversias;

e) El fortalecimiento de las instituciones democráticas y la garantía de la participación plena en el proceso del desarrollo;

f) La erradicación de la pobreza y el analfabetismo y la reducción de las desigualdades entre las naciones y dentro de ellas;

g) La promoción del desarrollo económico y social sostenible;

h) La eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer promoviendo su autonomía y una representación equitativa en todos los niveles de la adopción de decisiones;

i) El respeto, la promoción y la protección de los derechos del niño;

j) La garantía de la libre circulación de información en todos los niveles y la promoción del acceso a ella;

k) El aumento de la transparencia y la rendición de cuentas en la gestión de los asuntos públicos;

l) La eliminación de todas las formas de racismo, discriminación racial, xenofobia e intolerancia conexas;

m) La promoción de la comprensión, la tolerancia y la solidaridad entre todas las civilizaciones, los pueblos y las culturas, incluso hacia las minorías étnicas, religiosas y lingüísticas;

n) El respeto pleno del derecho a la libre determinación de todos los pueblos, incluidos los que viven bajo dominación colonial u otras formas de dominación u ocupación extranjera, como está consagrado en la Carta de las Naciones Unidas y expresado en los Pactos internacionales de derechos humanos, así como en la Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales contenida en la resolución 1514 (XV) de la Asamblea General, de 14 de diciembre de 1960.

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proclamó el período 2001-2010 “Decenio Internacional de una cultura de paz y no violencia para los niños del mundo”,

Reconociendo la importante función que sigue desempeñando la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura en la promoción de una cultura de paz,

Proclama solemnemente la presente Declaración sobre una Cultura de Paz con el fin de que los Gobiernos, las organizaciones internacionales y la sociedad civil puedan orientar sus actividades por sus disposiciones a fin de promover y fortalecer una cultura de paz en el nuevo milenio:

Artículo 1

Una cultura de paz es un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida basados en:

a) El respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y la práctica de la no violencia por medio de la educación, el diálogo y la cooperación;

b) El respeto pleno de los principios de soberanía, integridad territorial e independencia política de los Estados y de no injerencia en los asuntos que son esencialmente jurisdicción interna de los Estados, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional;

c) El respeto pleno y la promoción de todos los derechos humanos y las libertades

fundamentales;

d) El compromiso con el arreglo pacífico de los conflictos;

e) Los esfuerzos para satisfacer las necesidades de desarrollo y protección del medio ambiente de las generaciones presente y futuras;

f) El respeto y la promoción del derecho al desarrollo;

g) El respeto y el fomento de la igualdad de derechos y oportunidades de mujeres y hombres;

h) El respeto y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad de expresión, opinión e información;

i) La adhesión a los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las naciones; y animados por un entorno nacional e internacional que favorezca a la paz.

Artículo 2

El progreso hacia el pleno desarrollo de una cultura de paz se logra por medio de valores, actitudes, comportamientos y estilos de vida propicios para el fomento de la paz entre las personas, los grupos y las naciones.

99Cultura de Paz98 Cultura de Paz

Artículo 3

El desarrollo pleno de una cultura de paz está integralmente vinculado a:

a) La promoción del arreglo pacífico de los conflictos, el respeto y el entendimiento mutuos y la cooperación internacional;

b) El cumplimiento de las obligaciones internacionales contraídas en virtud de la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional;

c) La promoción de la democracia, el desarrollo de los derechos humanos y las libertades fundamentales y el respeto y cumplimiento universales de éstos;

d) La posibilidad de que todas las personas a todos los niveles desarrollen aptitudes para el diálogo, la negociación, la formación de consenso y la solución pacífica de controversias;

e) El fortalecimiento de las instituciones democráticas y la garantía de la participación plena en el proceso del desarrollo;

f) La erradicación de la pobreza y el analfabetismo y la reducción de las desigualdades entre las naciones y dentro de ellas;

g) La promoción del desarrollo económico y social sostenible;

h) La eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer promoviendo su autonomía y una representación equitativa en todos los niveles de la adopción de decisiones;

i) El respeto, la promoción y la protección de los derechos del niño;

j) La garantía de la libre circulación de información en todos los niveles y la promoción del acceso a ella;

k) El aumento de la transparencia y la rendición de cuentas en la gestión de los asuntos públicos;

l) La eliminación de todas las formas de racismo, discriminación racial, xenofobia e intolerancia conexas;

m) La promoción de la comprensión, la tolerancia y la solidaridad entre todas las civilizaciones, los pueblos y las culturas, incluso hacia las minorías étnicas, religiosas y lingüísticas;

n) El respeto pleno del derecho a la libre determinación de todos los pueblos, incluidos los que viven bajo dominación colonial u otras formas de dominación u ocupación extranjera, como está consagrado en la Carta de las Naciones Unidas y expresado en los Pactos internacionales de derechos humanos, así como en la Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales contenida en la resolución 1514 (XV) de la Asamblea General, de 14 de diciembre de 1960.

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Artículo 4

La educación a todos los niveles es uno de los medios fundamentales para edificar una cultura de paz. En ese contexto, es de particular importancia la educación en la esfera de los derechos humanos,

Artículo 5

Los gobiernos tienen una función primordial en la promoción y el fortalecimiento de una cultura de paz,

Artículo 6

La sociedad civil ha de comprometerse plenamente en el desarrollo total de una cultura de paz,

Artículo 7

El papel informativo y educativo de los medios de difusión contribuye a promover una cultura de paz,

Artículo 8

Desempeñan una función clave en la promoción de una cultura de paz los padres, los maestros, los políticos, los periodistas, los órganos y grupos religiosos, los intelectuales, quienes realizan actividades científicas, filosóficas, creativas y artísticas, los trabajadores sanitarios y de actividades humanitarias, los trabajadores sociales, quienes ejercen funciones directivas en diversos niveles, así como las organizaciones no gubernamentales,

Artículo 9

Las Naciones Unidas deberían seguir desempeñando una función crítica en la promoción y el fortalecimiento de una cultura de paz en todo el mundo,

B

Programa de Acción sobre Una Cultura de Paz

La Asamblea General,Teniendo en cuenta la Declaración sobre una Cultura de Paz aprobada el 13 de septiembre de 1999,

Recordando su resolución 52/15, de 20 de noviembre de 1997, en que proclamó el año 2000,

“Año Internacional de la Cultura de la Paz” y su resolución 53/25, de 10 de noviembre de 1998, en que proclamó el período 2001-2010 “Decenio Internacional de una cultura de paz y no violencia para los niños del mundo”,

101Cultura de Paz100 Cultura de Paz

Aprueba el siguiente Programa de Acción sobre una Cultura de Paz:

A. Objetivos, estrategias y agentes principales

1. del Decenio Internacional de una cultura de paz y no violencia para los niños del mundo.

2. Se alienta a los Estados Miembros a que adopten medidas para promover una cultura de paz en el plano nacional, así como en los planos regional e internacional.

3. La sociedad civil debería participar en los planos local, regional y nacional a fin de ampliar el ámbito de las actividades relativas a una cultura de paz.

4. El sistema de las Naciones Unidas debería reforzar las actividades que realiza en pro de una cultura de paz.

5. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura debería mantener su función esencial en la promoción de una cultura de paz y contribuir a ello de forma significativa.

6. Deberían fomentarse y afianzarse las asociaciones entre los diversos agentes que se indican en la Declaración para un movimiento mundial en favor de una cultura de paz.

7. Una cultura de paz se promovería mediante el intercambio de información entre los agentes sobre sus iniciativas a este respecto.

8. La ejecución eficaz del Programa de Acción exige la movilización de recursos, incluidos recursos financieros, por parte de los gobiernos, las organizaciones y los particulares interesados.

B. Consolidación de las medidas que adopten todos los agentes pertinentes en los planos nacional, regional e internacional

9. Medidas para promover una cultura de paz por medio de la educación:

a) Revitalizar las actividades nacionales y la cooperación internacional destinadas a promover los objetivos de la educación para todos con miras a lograr el desarrollo humano, social y económico y promover una cultura de paz;

b) Velar por que los niños, desde la primera infancia, reciban instrucción sobre valores, actitudes, comportamientos y estilos de vida que les permitan resolver conflictos por medios pacíficos y en un espíritu de respeto por la dignidad humana y de tolerancia y no discriminación;

c) Hacer que los niños participen en actividades en que se les inculquen los valores y los objetivos de una cultura de paz;

El Programa de Acción constituiría la base del Año Internacional de la Cultura de la Paz y

Page 93: Cultura de PAZ - 10

Artículo 4

La educación a todos los niveles es uno de los medios fundamentales para edificar una cultura de paz. En ese contexto, es de particular importancia la educación en la esfera de los derechos humanos,

Artículo 5

Los gobiernos tienen una función primordial en la promoción y el fortalecimiento de una cultura de paz,

Artículo 6

La sociedad civil ha de comprometerse plenamente en el desarrollo total de una cultura de paz,

Artículo 7

El papel informativo y educativo de los medios de difusión contribuye a promover una cultura de paz,

Artículo 8

Desempeñan una función clave en la promoción de una cultura de paz los padres, los maestros, los políticos, los periodistas, los órganos y grupos religiosos, los intelectuales, quienes realizan actividades científicas, filosóficas, creativas y artísticas, los trabajadores sanitarios y de actividades humanitarias, los trabajadores sociales, quienes ejercen funciones directivas en diversos niveles, así como las organizaciones no gubernamentales,

Artículo 9

Las Naciones Unidas deberían seguir desempeñando una función crítica en la promoción y el fortalecimiento de una cultura de paz en todo el mundo,

B

Programa de Acción sobre Una Cultura de Paz

La Asamblea General,Teniendo en cuenta la Declaración sobre una Cultura de Paz aprobada el 13 de septiembre de 1999,

Recordando su resolución 52/15, de 20 de noviembre de 1997, en que proclamó el año 2000,

“Año Internacional de la Cultura de la Paz” y su resolución 53/25, de 10 de noviembre de 1998, en que proclamó el período 2001-2010 “Decenio Internacional de una cultura de paz y no violencia para los niños del mundo”,

101Cultura de Paz100 Cultura de Paz

Aprueba el siguiente Programa de Acción sobre una Cultura de Paz:

A. Objetivos, estrategias y agentes principales

1. del Decenio Internacional de una cultura de paz y no violencia para los niños del mundo.

2. Se alienta a los Estados Miembros a que adopten medidas para promover una cultura de paz en el plano nacional, así como en los planos regional e internacional.

3. La sociedad civil debería participar en los planos local, regional y nacional a fin de ampliar el ámbito de las actividades relativas a una cultura de paz.

4. El sistema de las Naciones Unidas debería reforzar las actividades que realiza en pro de una cultura de paz.

5. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura debería mantener su función esencial en la promoción de una cultura de paz y contribuir a ello de forma significativa.

6. Deberían fomentarse y afianzarse las asociaciones entre los diversos agentes que se indican en la Declaración para un movimiento mundial en favor de una cultura de paz.

7. Una cultura de paz se promovería mediante el intercambio de información entre los agentes sobre sus iniciativas a este respecto.

8. La ejecución eficaz del Programa de Acción exige la movilización de recursos, incluidos recursos financieros, por parte de los gobiernos, las organizaciones y los particulares interesados.

B. Consolidación de las medidas que adopten todos los agentes pertinentes en los planos nacional, regional e internacional

9. Medidas para promover una cultura de paz por medio de la educación:

a) Revitalizar las actividades nacionales y la cooperación internacional destinadas a promover los objetivos de la educación para todos con miras a lograr el desarrollo humano, social y económico y promover una cultura de paz;

b) Velar por que los niños, desde la primera infancia, reciban instrucción sobre valores, actitudes, comportamientos y estilos de vida que les permitan resolver conflictos por medios pacíficos y en un espíritu de respeto por la dignidad humana y de tolerancia y no discriminación;

c) Hacer que los niños participen en actividades en que se les inculquen los valores y los objetivos de una cultura de paz;

El Programa de Acción constituiría la base del Año Internacional de la Cultura de la Paz y

Page 94: Cultura de PAZ - 10

d) Velar por que haya igualdad de acceso de las mujeres, especialmente de las niñas, a la educación;

e) Promover la revisión de los planes de estudio, incluidos los libros de texto, teniendo en cuenta la Declaración y el Plan de Acción Integrado sobre la Educación para la Paz, los Derechos Humanos y la Democracia de 1995, para lo cual la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura prestaría cooperación técnica si así se le solicitara;

f) Promover y reforzar las actividades de los agentes que se indican en la Declaración, en particular la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, destinadas a desarrollar valores y aptitudes que favorezcan una cultura de paz, incluidas la educación y la capacitación en la promoción del diálogo y el consenso;

g) Reforzar las actividades en marcha de las entidades pertinentes del sistema de las Naciones Unidas destinadas a impartir capacitación y educación, cuando corresponda, en las esferas de la prevención de los conflictos y la gestión de las crisis, el arreglo pacífico de las controversias y la consolidación de la paz después de los conflictos;

h) Ampliar las iniciativas en favor de una cultura de paz emprendidas por instituciones de enseñanza superior de diversas partes del mundo, incluidas la Universidad de las Naciones Unidas, la Universidad para la Paz y el proyecto relativo al Programa de universidades gemelas y de Cátedras de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

10. Medidas para promover el desarrollo económico y social sostenible:

a) Tomar medidas amplias basándose en estrategias adecuadas y objetivos convenidos a fin de erradicar la pobreza mediante actividades nacionales e internacionales, incluso mediante la cooperación internacional;

b) Reforzar la capacidad nacional para aplicar políticas y programas destinados a reducir las desigualdades económicas y sociales dentro de las naciones, por medio, entre otras cosas, de la cooperación internacional;

c) Promover soluciones efectivas, equitativas, duraderas y orientadas al desarrollo para los problemas de la deuda externa y el servicio de la deuda de los países en desarrollo, por medio, entre otras cosas, del alivio de la carga de la deuda;

d) Reforzar las medidas que se adopten a todos los niveles para aplicar estrategias nacionales en pro de la seguridad alimentaria sostenible, incluida la formulación de medidas para movilizar y aprovechar al máximo la asignación y utilización de recursos obtenidos de todas las fuentes, incluso gracias a la cooperación internacional, como los recursos procedentes del alivio de la carga de la deuda;

e) Adoptar más medidas para velar por que el proceso de desarrollo sea participativo y por que los proyectos de desarrollo cuenten con la plena participación de todos;

103Cultura de Paz102 Cultura de Paz

f) Incluir una perspectiva de género y el fomento de la autonomía de mujeres y niñas como parte integrante del proceso de desarrollo;

g) Incluir en las estrategias de desarrollo medidas especiales en que se atiendan las necesidades de mujeres y niños, así como de grupos con necesidades especiales;

h) Reforzar mediante la asistencia al desarrollo después de los conflictos los procesos de rehabilitación, reintegración y reconciliación de todos los involucrados en el conflicto;

i) Incluir medidas de creación de capacidad en las estrategias y proyectos de desarrollo dedicados a la sostenibilidad del medio ambiente, incluidas la conservación y la regeneración de la base de recursos naturales;

j) Eliminar obstáculos que impidan la realización del derecho de los pueblos a la libre determinación, en particular de los pueblos que viven bajo dominación colonial u otras formas de dominación u ocupación extranjera, que afectan negativamente a su desarrollo social y económico.

11. Medidas para promover el respeto de todos los derechos humanos:

a) Aplicar cabalmente la Declaración y Programa de Acción de Viena;

b) Alentar la formulación de planes de acción nacionales para promover y proteger todos los derechos humanos;

c) Fortalecer las instituciones y capacidades nacionales en la esfera de los derechos humanos, incluso por medio de instituciones nacionales de derechos humanos;

d) Realizar y aplicar el derecho al desarrollo establecido en la Declaración sobre el derecho al desarrollo y la Declaración y Programa de Acción de Viena;

e) Lograr los objetivos del Decenio de las Naciones Unidas para la educación en la esfera de los derechos humanos, 1995-2004;

f) Difundir y promover la Declaración Universal de Derechos Humanos a todos los niveles;

g) Prestar más apoyo a las actividades que realiza la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en el desempeño de su mandato establecido en la resolución 48/141 de la Asamblea General, de 20 de diciembre de 1993, así como las responsabilidades establecidas en resoluciones y decisiones subsiguientes.

12. Medidas para garantizar la igualdad entre mujeres y hombres:

a) Integrar la perspectiva de género en la aplicación de todos los instrumentos internacionales pertinentes;

b) Intensificar la aplicación de los instrumentos internacionales en que se promueve la igualdad entre mujeres y hombres;

Page 95: Cultura de PAZ - 10

d) Velar por que haya igualdad de acceso de las mujeres, especialmente de las niñas, a la educación;

e) Promover la revisión de los planes de estudio, incluidos los libros de texto, teniendo en cuenta la Declaración y el Plan de Acción Integrado sobre la Educación para la Paz, los Derechos Humanos y la Democracia de 1995, para lo cual la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura prestaría cooperación técnica si así se le solicitara;

f) Promover y reforzar las actividades de los agentes que se indican en la Declaración, en particular la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, destinadas a desarrollar valores y aptitudes que favorezcan una cultura de paz, incluidas la educación y la capacitación en la promoción del diálogo y el consenso;

g) Reforzar las actividades en marcha de las entidades pertinentes del sistema de las Naciones Unidas destinadas a impartir capacitación y educación, cuando corresponda, en las esferas de la prevención de los conflictos y la gestión de las crisis, el arreglo pacífico de las controversias y la consolidación de la paz después de los conflictos;

h) Ampliar las iniciativas en favor de una cultura de paz emprendidas por instituciones de enseñanza superior de diversas partes del mundo, incluidas la Universidad de las Naciones Unidas, la Universidad para la Paz y el proyecto relativo al Programa de universidades gemelas y de Cátedras de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

10. Medidas para promover el desarrollo económico y social sostenible:

a) Tomar medidas amplias basándose en estrategias adecuadas y objetivos convenidos a fin de erradicar la pobreza mediante actividades nacionales e internacionales, incluso mediante la cooperación internacional;

b) Reforzar la capacidad nacional para aplicar políticas y programas destinados a reducir las desigualdades económicas y sociales dentro de las naciones, por medio, entre otras cosas, de la cooperación internacional;

c) Promover soluciones efectivas, equitativas, duraderas y orientadas al desarrollo para los problemas de la deuda externa y el servicio de la deuda de los países en desarrollo, por medio, entre otras cosas, del alivio de la carga de la deuda;

d) Reforzar las medidas que se adopten a todos los niveles para aplicar estrategias nacionales en pro de la seguridad alimentaria sostenible, incluida la formulación de medidas para movilizar y aprovechar al máximo la asignación y utilización de recursos obtenidos de todas las fuentes, incluso gracias a la cooperación internacional, como los recursos procedentes del alivio de la carga de la deuda;

e) Adoptar más medidas para velar por que el proceso de desarrollo sea participativo y por que los proyectos de desarrollo cuenten con la plena participación de todos;

103Cultura de Paz102 Cultura de Paz

f) Incluir una perspectiva de género y el fomento de la autonomía de mujeres y niñas como parte integrante del proceso de desarrollo;

g) Incluir en las estrategias de desarrollo medidas especiales en que se atiendan las necesidades de mujeres y niños, así como de grupos con necesidades especiales;

h) Reforzar mediante la asistencia al desarrollo después de los conflictos los procesos de rehabilitación, reintegración y reconciliación de todos los involucrados en el conflicto;

i) Incluir medidas de creación de capacidad en las estrategias y proyectos de desarrollo dedicados a la sostenibilidad del medio ambiente, incluidas la conservación y la regeneración de la base de recursos naturales;

j) Eliminar obstáculos que impidan la realización del derecho de los pueblos a la libre determinación, en particular de los pueblos que viven bajo dominación colonial u otras formas de dominación u ocupación extranjera, que afectan negativamente a su desarrollo social y económico.

11. Medidas para promover el respeto de todos los derechos humanos:

a) Aplicar cabalmente la Declaración y Programa de Acción de Viena;

b) Alentar la formulación de planes de acción nacionales para promover y proteger todos los derechos humanos;

c) Fortalecer las instituciones y capacidades nacionales en la esfera de los derechos humanos, incluso por medio de instituciones nacionales de derechos humanos;

d) Realizar y aplicar el derecho al desarrollo establecido en la Declaración sobre el derecho al desarrollo y la Declaración y Programa de Acción de Viena;

e) Lograr los objetivos del Decenio de las Naciones Unidas para la educación en la esfera de los derechos humanos, 1995-2004;

f) Difundir y promover la Declaración Universal de Derechos Humanos a todos los niveles;

g) Prestar más apoyo a las actividades que realiza la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en el desempeño de su mandato establecido en la resolución 48/141 de la Asamblea General, de 20 de diciembre de 1993, así como las responsabilidades establecidas en resoluciones y decisiones subsiguientes.

12. Medidas para garantizar la igualdad entre mujeres y hombres:

a) Integrar la perspectiva de género en la aplicación de todos los instrumentos internacionales pertinentes;

b) Intensificar la aplicación de los instrumentos internacionales en que se promueve la igualdad entre mujeres y hombres;

Page 96: Cultura de PAZ - 10

c) sobre la Mujer con los recursos y la voluntad política que sean necesarios y por medio, entre otras cosas, de la elaboración, la aplicación y el seguimiento de los planes de acción nacionales;

d) Promover la igualdad entre mujeres y hombres en la adopción de decisiones económicas, sociales y políticas;

e) Seguir fortaleciendo las actividades de las entidades pertinentes del sistema de las Naciones Unidas destinadas a eliminar todas las formas de discriminación y violencia contra la mujer;

f) Prestar apoyo y asistencia a las mujeres que han sido víctimas de cualquier forma de violencia, incluso en el hogar, el lugar de trabajo y durante los conflictos armados.

13. Medidas para promover la participación democrática:

a) Consolidar todas las actividades destinadas a promover principios y prácticas democráticos;

b) Hacer especial hincapié en los principios y prácticas democráticos en todos los niveles de la enseñanza escolar, extraescolar y no escolar;

c) Establecer y fortalecer instituciones y procesos nacionales en que se promueva y se apoye la democracia por medio, entre otras cosas, de la formación de funcionarios públicos y la creación de capacidad en ese sector;

d) Fortalecer la participación democrática por medio, entre otras cosas, de la prestación de asistencia electoral a petición de los Estados interesados y de conformidad con las directrices pertinentes de las Naciones Unidas;

e) Luchar contra el terrorismo, la delincuencia organizada, la corrupción, así como la producción, el tráfico y el consumo de drogas ilícitas y el blanqueo de dinero, por su capacidad de socavar la democracia e impedir el pleno desarrollo de una cultura de paz.

14. Medidas encaminadas a promover la comprensión, la tolerancia y la solidaridad:

a) Aplicar la Declaración de Principios sobre la Tolerancia y el Plan de Acción de Seguimiento del Año de las Naciones Unidas para la Tolerancia8 (1995);

b) Apoyar las actividades que se realicen en el contexto del Año de las Naciones Unidas del Diálogo entre Civilizaciones, que se celebrará en 2001;

c) Estudiar más a fondo las prácticas y tradiciones locales o autóctonas de solución de controversias y promoción de la tolerancia con el objetivo de aprender de ellas;

d) Apoyar las medidas en que se promueva la comprensión, la tolerancia y la solidaridad en toda la sociedad, en particular con los grupos vulnerables;

Aplicar la Plataforma de Acción de Beijing aprobada en la Cuarta Conferencia Mundial

105Cultura de Paz104 Cultura de Paz

e) Indígenas del Mundo;

f) Apoyar las medidas en que se promueva la tolerancia y la solidaridad con los refugiados y las personas desplazadas, teniendo en cuenta el objetivo de facilitar su regreso voluntario y su integración social;

g) Apoyar las medidas en que se promueva la tolerancia y la solidaridad con los migrantes;

h) Promover una mayor comprensión, tolerancia y cooperación entre todos los pueblos, por medio, entre otras cosas, de la utilización adecuada de nuevas tecnologías y la difusión de información;

i) Apoyar las medidas en que se promueva la comprensión, la tolerancia, la solidaridad y la cooperación entre los pueblos y entre las naciones y dentro de ellas.

15. Medidas destinadas a apoyar la comunicación participativa y la libre circulación de información y conocimientos:

a) Apoyar la importante función que desempeñan los medios de difusión en la promoción de una cultura de paz;

b) Velar por la libertad de prensa y la libertad de información y comunicación;

c) Hacer uso eficaz de los medios de comunicación en la promoción y difusión de la información sobre una cultura de paz contando con la participación, como corresponda, de las Naciones Unidas y de los mecanismos regionales, nacionales y locales pertinentes;

d) Promover la comunicación social a fin de que las comunidades puedan expresar sus necesidades y participar en la adopción de decisiones;

e) Adoptar medidas acerca del problema de la violencia en los medios de información, incluidas las nuevas tecnologías de comunicación, entre otras, la Internet;

f) IIncrementar las medidas destinadas a promover el intercambio de información sobre las nuevas tecnologías de la información, incluida la Internet.

16. Medidas para promover la paz y la seguridad internacionales:

a) Promover el desarme general y completo bajo control internacional estricto y efectivo, teniendo en cuenta las prioridades establecidas por las Naciones Unidas en la esfera del desarme;

b) Inspirarse, cuando proceda, en las experiencias favorables a una cultura de paz obtenidas de las actividades de “conversión militar” realizadas en algunos países del mundo;

Seguir apoyando el logro de los objetivos del Decenio Internacional de las Poblaciones

Page 97: Cultura de PAZ - 10

c) sobre la Mujer con los recursos y la voluntad política que sean necesarios y por medio, entre otras cosas, de la elaboración, la aplicación y el seguimiento de los planes de acción nacionales;

d) Promover la igualdad entre mujeres y hombres en la adopción de decisiones económicas, sociales y políticas;

e) Seguir fortaleciendo las actividades de las entidades pertinentes del sistema de las Naciones Unidas destinadas a eliminar todas las formas de discriminación y violencia contra la mujer;

f) Prestar apoyo y asistencia a las mujeres que han sido víctimas de cualquier forma de violencia, incluso en el hogar, el lugar de trabajo y durante los conflictos armados.

13. Medidas para promover la participación democrática:

a) Consolidar todas las actividades destinadas a promover principios y prácticas democráticos;

b) Hacer especial hincapié en los principios y prácticas democráticos en todos los niveles de la enseñanza escolar, extraescolar y no escolar;

c) Establecer y fortalecer instituciones y procesos nacionales en que se promueva y se apoye la democracia por medio, entre otras cosas, de la formación de funcionarios públicos y la creación de capacidad en ese sector;

d) Fortalecer la participación democrática por medio, entre otras cosas, de la prestación de asistencia electoral a petición de los Estados interesados y de conformidad con las directrices pertinentes de las Naciones Unidas;

e) Luchar contra el terrorismo, la delincuencia organizada, la corrupción, así como la producción, el tráfico y el consumo de drogas ilícitas y el blanqueo de dinero, por su capacidad de socavar la democracia e impedir el pleno desarrollo de una cultura de paz.

14. Medidas encaminadas a promover la comprensión, la tolerancia y la solidaridad:

a) Aplicar la Declaración de Principios sobre la Tolerancia y el Plan de Acción de Seguimiento del Año de las Naciones Unidas para la Tolerancia8 (1995);

b) Apoyar las actividades que se realicen en el contexto del Año de las Naciones Unidas del Diálogo entre Civilizaciones, que se celebrará en 2001;

c) Estudiar más a fondo las prácticas y tradiciones locales o autóctonas de solución de controversias y promoción de la tolerancia con el objetivo de aprender de ellas;

d) Apoyar las medidas en que se promueva la comprensión, la tolerancia y la solidaridad en toda la sociedad, en particular con los grupos vulnerables;

Aplicar la Plataforma de Acción de Beijing aprobada en la Cuarta Conferencia Mundial

105Cultura de Paz104 Cultura de Paz

e) Indígenas del Mundo;

f) Apoyar las medidas en que se promueva la tolerancia y la solidaridad con los refugiados y las personas desplazadas, teniendo en cuenta el objetivo de facilitar su regreso voluntario y su integración social;

g) Apoyar las medidas en que se promueva la tolerancia y la solidaridad con los migrantes;

h) Promover una mayor comprensión, tolerancia y cooperación entre todos los pueblos, por medio, entre otras cosas, de la utilización adecuada de nuevas tecnologías y la difusión de información;

i) Apoyar las medidas en que se promueva la comprensión, la tolerancia, la solidaridad y la cooperación entre los pueblos y entre las naciones y dentro de ellas.

15. Medidas destinadas a apoyar la comunicación participativa y la libre circulación de información y conocimientos:

a) Apoyar la importante función que desempeñan los medios de difusión en la promoción de una cultura de paz;

b) Velar por la libertad de prensa y la libertad de información y comunicación;

c) Hacer uso eficaz de los medios de comunicación en la promoción y difusión de la información sobre una cultura de paz contando con la participación, como corresponda, de las Naciones Unidas y de los mecanismos regionales, nacionales y locales pertinentes;

d) Promover la comunicación social a fin de que las comunidades puedan expresar sus necesidades y participar en la adopción de decisiones;

e) Adoptar medidas acerca del problema de la violencia en los medios de información, incluidas las nuevas tecnologías de comunicación, entre otras, la Internet;

f) IIncrementar las medidas destinadas a promover el intercambio de información sobre las nuevas tecnologías de la información, incluida la Internet.

16. Medidas para promover la paz y la seguridad internacionales:

a) Promover el desarme general y completo bajo control internacional estricto y efectivo, teniendo en cuenta las prioridades establecidas por las Naciones Unidas en la esfera del desarme;

b) Inspirarse, cuando proceda, en las experiencias favorables a una cultura de paz obtenidas de las actividades de “conversión militar” realizadas en algunos países del mundo;

Seguir apoyando el logro de los objetivos del Decenio Internacional de las Poblaciones

Page 98: Cultura de PAZ - 10

c) necesidad de trabajar en pro de una paz justa y duradera en todas las partes del mundo;

d) Alentar la adopción de medidas de fomento de la confianza y actividades para la negociación de arreglos pacíficos de los conflictos;

e) Tomar medidas para eliminar la producción y el tráfico ilícitos de armas pequeñas y ligeras;

f) Apoyar actividades, a los niveles nacional, regional e internacional, encaminadas a la solución de problemas concretos que se produzcan después de los conflictos, como la desmovilización y la reintegración de excombatientes en la sociedad, así como de refugiados y personas desplazadas, la ejecución de programas de recogida de armas, el intercambio de información y el fomento de la confianza;

g) Desalentar y abstenerse de adoptar cualquier medida unilateral que no esté en consonancia con el derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas y dificulte el logro pleno del desarrollo económico y social de la población de los países afectados, en particular mujeres y niños, impida su bienestar, cree obstáculos para el goce pleno de sus derechos humanos, incluido el derecho de todos a un nivel de vida adecuado para su salud y bienestar y el derecho a los alimentos, la atención médica y los servicios sociales necesarios, al tiempo que se reafirma que los alimentos y los medicamentos no deben utilizarse como instrumento de presión política;

h) Abstenerse de adoptar medidas de coacción militar, política, económica o de cualquier otra índole, que no estén en consonancia con el derecho internacional y la Carta y cuyo objetivo sea atentar contra la independencia política o la integridad territorial de los Estados;

i) Recomendar que se dé la consideración adecuada a la cuestión de las repercusiones humanitarias de las sanciones, en particular para las mujeres y los niños, con miras a reducir al mínimo las consecuencias humanitarias de las sanciones;

j) Promover una mayor participación de la mujer en la prevención y la solución de conflictos y, en particular, en las actividades en que se promueva una cultura de paz después de los conflictos;

k) Promover iniciativas de solución de conflictos como el establecimiento de días de tranquilidad para llevar a cabo campañas de vacunación y distribución de medicamentos, corredores de paz para permitir la entrega de suministros humanitarios y santuarios de paz para respetar el papel fundamental de las instituciones sanitarias y médicas, como hospitales y clínicas;

l) Alentar la capacitación en técnicas de entendimiento, prevención y solución de conflictos impartida al personal interesado de las Naciones Unidas, las organizaciones regionales pertinentes y los Estados Miembros, previa petición, cuando corresponda.

Destacar la inadmisibilidad de la adquisición de territorios mediante la guerra y la

107Cultura de Paz106 Cultura de Paz

Bibliografía

Acuerdo Nacional 2002 “Acuerdo Nacional. Para Trabajar el Acuerdo”. Disponible en:

http://www.acuerdonacional.gob.pe/libro_an_.pdf

Adams, David2003 “Early history of culture of peace”. Disponible en: http://www.culture-of

peace.info/history/introduction.html

Ansión, Juan1985 “Violencia y Cultura en el Perú”. En Siete ensayos sobre la Violencia en Perú.

Fundación Ebert. Lima.

Arendt, Hannah2005 “Sobre la violencia”. Alianza Editorial. Madrid.

Arista Montoya, Luis A.2004 “Cultura de paz, diálogo y negociación”. Asociación Editorial Hemisferio Lima.

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Barragán, Fernando y Alegre de la Rosa, Olga María 2006 “Cultura de paz y género”. Ediciones Aljibe. Málaga.

Bobbio, Norberto 1992 “El problema de la guerra y las vías de la paz” . GEDISA. Barcelona.

Boulding, Elise 1981 “La violencia y sus causas”. Editorial de la UNESCO. Paris.1992 “The Concept of Peace Culture", en Peace and Conflict Issues after the Cold War.

UNESCO. Paris.1998 Peace Culture: The Problem of Managing Human Difference. En “Cross Currents”, Vol.

48 Issue 4.Disponible en: http://www.crosscurrents.org/boulding.htm2000 “Cultures Of Peace The Hidden Side Of History”. Syracuse University Press. Syracuse.

Boulding, Kenneth E.1993 “Las tres caras del poder”. Paidos. Barcelona.

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c) necesidad de trabajar en pro de una paz justa y duradera en todas las partes del mundo;

d) Alentar la adopción de medidas de fomento de la confianza y actividades para la negociación de arreglos pacíficos de los conflictos;

e) Tomar medidas para eliminar la producción y el tráfico ilícitos de armas pequeñas y ligeras;

f) Apoyar actividades, a los niveles nacional, regional e internacional, encaminadas a la solución de problemas concretos que se produzcan después de los conflictos, como la desmovilización y la reintegración de excombatientes en la sociedad, así como de refugiados y personas desplazadas, la ejecución de programas de recogida de armas, el intercambio de información y el fomento de la confianza;

g) Desalentar y abstenerse de adoptar cualquier medida unilateral que no esté en consonancia con el derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas y dificulte el logro pleno del desarrollo económico y social de la población de los países afectados, en particular mujeres y niños, impida su bienestar, cree obstáculos para el goce pleno de sus derechos humanos, incluido el derecho de todos a un nivel de vida adecuado para su salud y bienestar y el derecho a los alimentos, la atención médica y los servicios sociales necesarios, al tiempo que se reafirma que los alimentos y los medicamentos no deben utilizarse como instrumento de presión política;

h) Abstenerse de adoptar medidas de coacción militar, política, económica o de cualquier otra índole, que no estén en consonancia con el derecho internacional y la Carta y cuyo objetivo sea atentar contra la independencia política o la integridad territorial de los Estados;

i) Recomendar que se dé la consideración adecuada a la cuestión de las repercusiones humanitarias de las sanciones, en particular para las mujeres y los niños, con miras a reducir al mínimo las consecuencias humanitarias de las sanciones;

j) Promover una mayor participación de la mujer en la prevención y la solución de conflictos y, en particular, en las actividades en que se promueva una cultura de paz después de los conflictos;

k) Promover iniciativas de solución de conflictos como el establecimiento de días de tranquilidad para llevar a cabo campañas de vacunación y distribución de medicamentos, corredores de paz para permitir la entrega de suministros humanitarios y santuarios de paz para respetar el papel fundamental de las instituciones sanitarias y médicas, como hospitales y clínicas;

l) Alentar la capacitación en técnicas de entendimiento, prevención y solución de conflictos impartida al personal interesado de las Naciones Unidas, las organizaciones regionales pertinentes y los Estados Miembros, previa petición, cuando corresponda.

Destacar la inadmisibilidad de la adquisición de territorios mediante la guerra y la

107Cultura de Paz106 Cultura de Paz

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