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DE LA METÁFORA DEL NIÑO COMO CIENTÍFICO A LA RACIONALIDAD MEJORANTE Rebeca Puche Navarro Presentación ¿Puede plantearse, cognitivamente hablando, que el niño funciona como un pequeño científico?, ¿de dónde surge ese planteamiento?, ¿hacia dónde se orienta?. Desde hace veinte años por lo menos (o acaso más), se han producido numerosas publicaciones que han abierto una discusión y enfrentado, de manera intransigente a veces, distintas posiciones. La propuesta de este texto es la de analizar esas preguntas y revisar lo que la literatura psicológica ofrece al respecto. El análisis de las formas y los acentos que arroja una revisión de esa bibliografía, permitirá restituir algunos de los estudios más significativos, mostrando zonas polémicas y reveladoras no solamente sobre el niño como científico sino, y lo que es más importante, sobre el niño mismo. La recuperación y reflexión de los argumentos esgrimidos por quienes defienden o quienes critican la hipótesis de pensar al niño como a un científico nos permitirá formular una propuesta psicológica con más fundamentos y que contemple dimensiones educacionales. En esa dirección se plantea el objetivo central de este texto, a saber la formulación de una propuesta que defiende las especificidades de la mente racional desde sus primeros desarrollos, y privilegia esa singularidad. Al retomar el debate que arroja la bibliografía, lo primero que se puede identificar es la polarización de dos posiciones enfrentadas. Por un lado, se encuentran quienes consideran la propuesta de trabajar la racionalidad del niño, proponiendo su equivalencia a la del científico (es la llamada metáfora del niño como científico). Por otro lado están quienes critican esa hipótesis y dedican sus esfuerzos a mostrar su inconsistencia (dicha posición se caracteriza por trabajar

De La Metafora a La Racionalidad

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DE LA METÁFORA DEL NIÑO COMO CIENTÍFICO A LA RACIONALIDAD MEJORANTE

Rebeca Puche Navarro

Presentación

¿Puede plantearse, cognitivamente hablando, que el niño funciona como

un pequeño científico?, ¿de dónde surge ese planteamiento?, ¿hacia

dónde se orienta?.

Desde hace veinte años por lo menos (o acaso más), se han producido

numerosas publicaciones que han abierto una discusión y enfrentado,

de manera intransigente a veces, distintas posiciones. La propuesta

de este texto es la de analizar esas preguntas y revisar lo que la

literatura psicológica ofrece al respecto. El análisis de las formas

y los acentos que arroja una revisión de esa bibliografía, permitirá

restituir algunos de los estudios más significativos, mostrando zonas

polémicas y reveladoras no solamente sobre el niño como científico

sino, y lo que es más importante, sobre el niño mismo. La

recuperación y reflexión de los argumentos esgrimidos por quienes

defienden o quienes critican la hipótesis de pensar al niño como a un

científico nos permitirá formular una propuesta psicológica con más

fundamentos y que contemple dimensiones educacionales. En esa

dirección se plantea el objetivo central de este texto, a saber la

formulación de una propuesta que defiende las especificidades de la

mente racional desde sus primeros desarrollos, y privilegia esa

singularidad.

Al retomar el debate que arroja la bibliografía, lo primero que se

puede identificar es la polarización de dos posiciones enfrentadas.

Por un lado, se encuentran quienes consideran la propuesta de

trabajar la racionalidad del niño, proponiendo su equivalencia a la

del científico (es la llamada metáfora del niño como científico). Por

otro lado están quienes critican esa hipótesis y dedican sus

esfuerzos a mostrar su inconsistencia (dicha posición se caracteriza

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por trabajar la relación del niño frente al conocimiento del

científico como una analogía).

El niño como científico en la literatura psicológica Los inicios de la metáfora

El nacimiento de la propuesta de pensar al niño pequeño como un

científico, se puede situar hacia la mitad de la década del setenta.

En ese momento, Annette Karmiloff-Smith junto con Barbel Inhelder,

producen un texto titulado Hazte a una teoría y ve adelante, que se

hará extensamente famoso, y con el que se inaugura la idea de pensar

al niño como un pequeño teórico. Un niño que espontáneamente busca

regularidades en la actividad del entorno, razona con base en

estrategias y en ese proceso empieza a generar hipótesis como un

pequeño científico (Karmiloff-Smith, 1992; Karmiloff-Smith &

Inhelder, 1974). Cabe recordar que hasta ese momento, el énfasis de

la teoría piagetiana marcaba el desarrollo del niño en estadios que

mostraban que el pensamiento adulto, y por consiguiente del

científico, estaba reservado al estadio formal y al manejo de

combinatorias para poder pensar por fuera de los contenidos

concretos1.

Lo vanguardista del texto de Karmiloff-Smith e Inhelder (que data de

1974), es la idea según la cual desde muy temprano, el niño interroga

activamente su entorno, desde unas especies de 'patterns' que posee

de la realidad. Ese proceder responde a las ideas que él mismo

construye sobre el mundo, cuando se formula hipótesis para explicar

el funcionamiento del entorno circundante (Karmiloff-Smith &

Inhelder, 1974). Se abandona así la creencia de un niño que no

organiza la información que recibe, y que está sumiso y

exclusivamente sometido a las explicaciones que le ofrecen los

adultos.

1 Es cierto que Barbel Inhelder en el libro De la Lógica del Niño a la Lógica del Adolescente, ha puesto en evidencia la presencia del período formal como aquel tributario de unas conquistas intelectuales, que requieren de la lógica proposicional y de un pensamiento hipotético-deductivo. Esta posición puede considerarse como la clásica, en la medida en que sólo la entrada a la adolescencia permite pasar por ejemplo de la lógica del agrupamiento a la de los grupos.

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Las características de ese sujeto de Karmiloff-Smith, entran a

reemplazar definitivamente al sujeto con estructuras que concibe

Piaget. La renovación de esta concepción, está en el origen del

sujeto constructivista que se pondría tan de moda en decenios

posteriores (por ejemplo, buena parte del éxito de Teberosky y

Tolchinsky en el área del aprendizaje del lenguaje escrito, se debe a

la forma cómo ellas aplicaron esas hipótesis inauguradas por

Karmiloff-Smith). Para ilustrar esa estrategia, se puede tomar la

tarea consistente en descargar un menaje de un camión que sólo puede

seguir un trayecto en un orden determinado (ver Inhelder & otros,

1984, p. 75, para más detalles). El problema que el sujeto debe

resolver constituye una ocasión excelente para detectar que niños

entre 3 y 4 años, no actúan arbitraria o caprichosamente, sino que lo

hacen con base en hipótesis que se formulan sobre las condiciones que

se les han impuesto para cargar y descargar el camión2. Inhelder

mostrará en estos trabajos, por ejemplo, la manera sorprendente en

que se puede inferir todo un microsistema de reglas con las que el

sujeto funciona y que, siguiendo los postulados piagetianos,

seguramente ese niño los ha construido de manera funcional y

espontánea3.

Lo que se ha llamado la metáfora del niño como científico, nace

entonces en el seno de esos trabajos. La argumentación resulta audaz,

aunque simple. El pequeño de un modo similar a como procede el

científico, construye teorías acerca del mundo, predice, arriesga y

prueba hipótesis en una amplia variedad de dominios. Crea “teorías-

en-acción” que desafían, cambian y modifican las situaciones según su

propia voluntad.

2 Este ejemplo se analiza más adelante en este mismo texto, y es tomado en versión bastante libre del texto de Inhelder, Blanchet, Boder, de Caprona, Saada-Robert, Ackerman-Valladao, Procedimientos y significaciones en la resolución de un problema concreto [En: R. Puche Navarro (Comp.). Después de Piaget. Cali: Cleps, 1984].3 En este se emplea frecuentemente el adjetivo de espontáneo referido a los procesos intelectuales del niño, lo que se quiere enfatizar aquí es un cierto papel endógeno pero que como es evidente está interrelacionado con la cultura y el contexto en el que el niño se desenvuelve.

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Otro análisis muy ilustrativo se observa en el uso que hace el niño

de los determinantes plurifuncionales. Karmiloff-Smith lo ilustra con

la utilización del artículo un, y observa su utilización temprana

(entre 3 y 5 años) por parte del niño. Poco tiempo después, cuando

esos sujetos se hacen un poco mayores, introducen formas no-

gramaticales o gramaticalmente incorrectas en el uso del un

(recuérdese que el un tiene una doble función cuando indica número,y

cuando indica un referente no específico). Para la autora, esta

transformación revela a un niño que primero los maneja de manera

indiscriminada pero luego maneja una nueva conciencia de esta función

dual. Todo ocurre como si cada vez que desarrolla una herramienta

adecuadamente para representar su conocimiento (la utilización

temprana y unifuncional del un), y una vez que funciona bien

proceduralmente, entonces la herramienta se convierte en un problema

por resolver en sí misma (la conciencia de la función dual del un)

(Karmiloff-Smith, 1979).

Estos datos obligan a preguntarse si acaso los niños más pequeños al

hacer uso de homónimos, lo hacen de manera unifuncional. La hipótesis

de Karmiloff-Smith es que inicialmente su desempeño es procedural, en

el sentido que manejarían una serie de procedimientos sin conexión

entre sí. El niño parece tener un procedimiento que genera el uso del

artículo indefinido para nominar, otro para usar el referente no

específico, y otro que genera el uso indefinido para la función

numeral. Posteriormente su desempeño metaprocedural muestra que hay

una nueva conciencia, que se revela cuando hacen una distinción con

las marcas externas, y finalmente dándoles un estatuto plurifuncional

(Karmiloff-Smith, 1978, 1979).

Es por eso que se plantea que en una primera etapa, los niños

construyen de manera aislada procedimientos eficientes. Es posible

que dichos procedimientos permanezcan aislados e 'incontaminados'

porque inicialmente no tiene ninguna 'teoría' sobre cómo funcionan,

ni cómo son las conexiones con otros procedimientos. El aporte de

Karmiloff-Smith consiste en ofrecer una descripción abundante y

detallada del complejo funcionamiento de la actividad mental y por

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esa vía, entrega elementos fundamentales para ilustrar el cambio

representacional en el niño. No sobra señalar que ya en este momento

se prefigura la problemática del paso del conocimiento implícito al

conocimiento explícito, uno de los saltos más significativos en lo

que respecta al abandono gradual de una mirada estructuralista del

sujeto.

La postulación del Modelo de Redescripción Representacional (MRR)

plantea que “una forma específica del conocimiento humano es la de

enriquecerse por vía de la redescripción interna. Sólo cuando el

conocimiento es re-descrito y explícitamente representado,

conocimientos idénticos pueden ser almacenados en diferentes

procedimientos sin que el sistema lo sepa” (Karmiloff-Smith &

Tolchinsky, 1991). Poco después, Karmiloff-Smith formulará un

paralelismo entre la forma cómo funciona la representación de

conocimientos en los niños, con lo que ocurre en el propio proceso de

elaboración de las teorías. El proceso en el que se definen y

redefinen los sistemas conceptuales del niño a partir de sus propios

sistemas apoyados en hipótesis e inferencias, es un proceso interno

de redescripción representacional, basado en múltiples experiencias

de simetría con el mundo real, que brinda la información que después

será redescrita (Karmiloff-Smith, 1992).

El paralelo y las semejanzas con las formas que toma la

reconstrucción teórica de quienes se ocupan del conocimiento (los

científicos por ejemplo), vendrán precisamente por cuenta de ese

proceso endógeno a partir del cual la mente recupera el conocimiento

previamente almacenado y accede a sus propias representaciones

internas. En la teorización de Karmiloff-Smith, se introduce la

distinción entre la información que el medio ambiente hace

disponible, y el proceso mediante el cual esta información se

redescribe y se hace disponible para la resolución de los diferentes

problemas que plantea el conocimiento del mundo (Karmiloff-Smith,

1992). El verdadero desafío para entender el desarrollo cognitivo, es

el de los procesos dinámicos por medio de los cuales los procesos

internos y los contenidos externos interactúan.

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La analogía del niño como científico: la confrontación crítica

Cronológicamente, el planteamiento del pensar al niño con base en el

trabajo del científico suscitó una serie de estudios inspirados

franca y experimentalmente en el cuestionamiento del paralelismo

niño-científico. Esos estudios los hemos titulado como tributarios de

la analogía del niño como científico y Deanna Kuhn, surge como la

mejor representante del contraataque. Su crítica se puede resumir en

dos puntos:

- Un cuestionamiento de la capacidad del pequeño para realizar

juicios basados en evidencias dadas por los experimentos (confirmar o

desmentir hipótesis).

- El planteamiento de la contrastación en términos de la covariación

a partir de la capacidad del niño para identificar apareamientos.

Kuhn, Amsel, & O´Loughlin (1988), en uno de los estudios más

conocidos, miden la capacidad del niño para evaluar los posibles

efectos que puede tener la comida (zanahoria y chocolate) sobre la

salud (producen o no un resfriado). En un caso las comidas covariaron

perfectamente con los resultados (resultados consistentes con la

creencia inicial), y en otra fueron independientes del resultado (no

eran consistentes con la creencia inicial). La pregunta explícita a

los sujetos, era sobre la forma en que la evidencia presentada

inicialmente podía afectar los resultados.

Los resultados muestran que los niños poseen poca comprensión de la

manera en que los datos apoyan o contradicen las hipótesis, y fueron

poco espontáneos para referirse a la evidencia experimental. Kuhn

concluye que antes de los 11 o 12 años, no se puede afirmar que se

entienda el papel de la evidencia frente a las hipótesis. En razón de

esos datos, no se duda en afirmar que los niños estarían limitados

(circunscritos) por sus teorías y no atienden a la evidencia, y no

están en capacidad de generar una evidencia útil. Ellos ajustan la

evidencia para mantener un ‘ajuste’ entre la teoría y la evidencia,

privilegiando la teoría. La explicación que ofrece Kuhn, es que los

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pequeños no dominan las habilidades metacognitivas, que son decisivas

en esta materia. Esas habilidades (metacognitivas) son necesarias

para reflexionar sobre las propias operaciones, y para asegurar las

adquisiciones que se hacen con esas operaciones, permitiendo la

refundición de la teoría y la evidencia.

Otros estudios, verifican la misma tendencia según la cual los niños

pequeños presentan indicadores (porcentajes de éxito que se quedan

entre el 22% y el 38%) de la capacidad necesaria para diseñar e

interpretar experimentos (Dunbar & Klahr, 1989). Resultados

semejantes arroja un estudio con una situación de un tanque robot

controlado por PC, se muestra que los niños no abandonan fácilmente

una hipótesis frente a un solo ejemplo, y que siempre intentan

confirmar en lugar de desmentir hipótesis (Schauble, 1990; Klahr, Fay

& Dunbar 1993). Es lo que otros autores llaman la presencia de sesgos

de confirmación: los niños muestran mayor interés inicial en

comprobar las hipótesis que están de acuerdo con su teorías (Klayman

& Ha, 1987). Sus criterios son erráticos cuando se trata de aceptar

evidencias.

Siguiendo entonces el itinerario cronológico planteado por esos

estudios, los comienzos de la década de los noventa arrojan una

segunda fase de trabajos agrupados en esta tendencia de la analogía

del niño como científico. En parte es el resultado del impacto de los

trabajos sobre Teoría de la Mente (de ahora en adelante TM), que

genera un conjunto de estudios que se distinguen por trabajar sobre

situaciones derivadas de la influencia de la falsa creencia. Se

espera que el niño sea capaz de relacionar la evidencia si puede

aislar mejor la información, y si presenta mejor identificación de la

variable causal. Los sujetos superan sus fuertes creencias, cuando

experimentalmente se dan las siguientes condiciones:

- Se simplifican las demandas de la tarea mediante la introducción

temprana de la evidencia falsa,

- No se exigen complejas justificaciones verbales,

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- Se reduce el número de causas potenciales (una sola clase de comida

causa la caída de los dientes) y

- Se propicia la confrontación de la hipótesis propia y la de otra

persona (el protagonista de la historia).

La conclusión de sus trabajos es que "en las situaciones apropiadas

los niños pueden entender las relaciones entre evidencia empírica y

la hipótesis” (Ruffman, Perner, Olson, & Doherty, 1993).

Los trabajos de esta segunda fase4 avanzan así en el establecimiento

de la relación entre la capacidad para evaluar hipótesis y las

habilidades cognitivas implicadas por vía de la tarea de falsa

creencia. La llamada “evidencia falseada” contradice los hallazgos de

Kuhn de que los niños no son capaces de diferenciar ”teoría“ de

“evidencia”antes de los 11 o 12 años. La comprensión de la relación

hipótesis-evidencia aparece más temprano cuando las situaciones

descartan factores que obstaculizan el desempeño del niño, tales como

el exceso de exigencias verbales, un número demasiado amplio de

factores causales o la exigencia de justificaciones demasiado

complejas. Esta adecuación metodológica contrapone entonces

experiencias antes de los 12 años, contrariamente a lo que habían

afirmado estudios previos (Sodian, Zaitchik & Carey, 1991; Ruffman,

Perner, Olson, & Doherty, 1993).

En esta misma década se encuentra un tercer tipo de estudios que

retoman las críticas e integran sus dificultades, además que parecen

ser más psicologistas, es el caso de los trabajos de Leona Schauble

(1996) por una parte, y Fay & Klahr por otro. El primero de esos

trabajos surge como respuesta a la tendencia de las investigaciones

que tratan de aislar estrategias experimentales de las teorías y

concepciones. Su propuesta es que estos niveles en realidad trabajan

cooperativamente. Ambas tareas proporcionan evidencia que es

inconsistente (contraintuitiva) con creencias y teorías de los

sujetos. Esas inconsistencias generan cambios en las concepciones

sobre el funcionamiento de estos fenómenos, lo que a su vez modifica

4 Si se consideran los trabajos de D. Kuhn como los correspondientes a la primera fase de la analogía del niño como científico.

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sustancialmente las estrategias experimentales de los sujetos

(Schauble, 1996). Por su parte el trabajo de Fay y Klahr (2001), a

partir de las llamadas situaciones indeterminadas (llamadas por ellos

determinate e indeterminate situations), estudian estrategias de

búsqueda, y de evaluación, así como el mapeo (mapping) en los niños.

Esto se traduce en estudios que recuperan las críticas y el

desarrollo al que condujo la discusión de teoría versus evidencia, y

se plantean dentro de un horizonte en el que se quiere explorar el

funcionamiento cognitivo del niño.

En su conjunto estos trabajos llevan la contundente conclusión de que

la habilidad metacognitiva (metareasoning), es una fuente

especialmente poderosa en el trabajo investigativo del sujeto. Pensar

metodológicamente, quiere decir reflexionar sobre los propios

procesos de razonamiento, y seleccionar conscientemente aquellos

(razonamientos) que resulten más eficaces. La cuestión es la poca

evidencia de la presencia de esta capacidad, propia de adultos

científicos, en los niños pequeños. Ella sólo sería propia de sujetos

mayores y de adolescentes.

La metáfora contra-ataca: el científico como niño

En 1997, veinte años después de la formulación orginal, y de toda la

tinta de quienes criticaban la propuesta de pensar al niño como se

piensa al científico, Alison Gopnik y Andrew Meltzoff en un bello

texto titulado Word, thoughts, and theories llegan a invertir la

propuesta del niño como científico para formularla en términos del

científico como niño. Bajo esta fórmula provocadora se da “relevancia

a la idea de pensar la actividad del científico como una actividad

cognitiva, que podría definir la actividad del pequeño frente al

mundo que lo rodea” (Gopnik & Meltzoff, 1997, p. 16).

El cuestionamiento clave de este libro es sobre el estatuto de las

representaciones y reglas de la reflexión científica. Para los

autores esas reglas no difieren de otras reglas y estructuras

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cognitivas. La duda funcional que subyace a todo lo largo del libro

son las relaciones entre la cognición ordinaria o cotidiana, y la

cognición científica. Si es posible que la ciencia cognitiva pueda

construir un dispositivo provisto con reglas y representaciones que

permita conocer el mundo verdadero en el mismo sentido en que la

ciencia lo hace (Gopnik & Meltzoff, 1997, p.16).

Desde otra posición epistemológica, los argumentos de Feyerabend

apoyan y complementan con argumentos complementarios la posición de

este planteamiento radical. Para Feyerabend las ciencias no poseen

una estructura común, la investigación con éxito no obedece a

estándares generales, ”hacer ciencia significa adaptar cualquier

conocimiento que uno tenga y cualquier instrumento (físico,

psicológico, etc.) que uno use, a las ideas y a las exigencias de un

particular estadio histórico”. En ese contexto el trabajo del

científico no es el de un trabajador sumiso, es más bien el de un

oportunista, que va plegando los resultados del pasado, y los más

sacros principios, a uno y otro objetivo (Feyerabend, 1996, p. 21-

22).

Este (sorprendente) paralelismo, permite primero, analizar el papel

del pensamiento científico y los ideales abstractos, en relación con

el pensamiento del niño. Feyerabend analiza la autoridad de la

ciencia comparada con otras formas de vida. De alguna manera Gopnik y

Meltzoff al comparar la mente del niño con la del científico,

muestran la cercanía y parentesco que parece florecer entre ambos

autores.

Al re-pensar la actividad cognitiva del pequeño a la luz de los

procedimientos prestados al científico, se puede encontrar que el

niño indaga, desecha o aprueba sus ideas a veces según sus

‘obsesiones’ y ‘centraciones’. En otras ocasiones es capaz de tener

en cuenta la evidencia, tal cual se desempeña el científico. La

alternativa de Gopnik y Meltzoff resulta irreverente, pero igualmente

sugestiva e incluso hasta indicada. La propuesta entonces es la de no

desdeñar completamente ese planteamiento y situarse, así sea

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provisionalmente, en esa posición para desde allí concebir la

actividad del niño.

Críticas y balances provisionales de la revisión

La metáfora y la analogía del niño como científico no son un juego de

palabras. La revisión realizada arroja argumentos según los cuales

desde dos niveles de reflexión diferenciados, conciben y piensan el

desarrollo y el funcionamiento cognitivo del sujeto.

En el momento de las críticas, la concepción de la metáfora del niño

como científico merece muchas. La primera de estas es el nivel de

generalidad en el que operan los trabajos. Gopnik y Meltzoff hacen un

plantemiento general pero con poco trabajo empírico propio, lo que

impide visualizar y avanzar de manera más productiva en la riqueza de

las hipótesis planteadas. Otro nivel de generalidad de algunas de las

versiones de quienes defienden la metáfora, radica en la calidad de

las relaciones científico-niño. Ese paralelismo resulta fértil en el

momento de pensar el trabajo del niño, pero al carecer de un

referente empírico para controlar las hipótesis que de allí surjan,

empiezan a perder su poder. Sin duda, el interés que aún hoy en día

tiene el texto de Karmiloff-Smith de 1974 y de Inhelder de 1984 (por

no señalar sino dos de estas autoras) es que ofrecen un corpus

empírico con el cual ilustrar sus planteamientos. Las teorías en

acción están bella y pródigamente ilustradas en descripciones a veces

exhaustivas del trabajo del niño en una situación de resolución de

una tarea.

Otra crítica frecuentemente citada, es la de Agnus Gellatly (1997a,

1997b), según él las teorías científicas son objetos sociales que no

pueden confundirse con las representaciones cognitivas privadas. En

ese sentido resulta inadecuado comparar el trabajo de ciencia con las

construcciones individuales, ya sean del niño en desarrollo o del

adulto. Son muchos los autores que reivindican el argumento de la

relevancia de los factores culturales en la construcción del

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conocimiento del niño, y que la construcción de las teorías

científicas es un proceso fundamentalmente social.

Una última crítica importante está dirigida a la pertinencia del

término teoría, al denominar así el conocimiento que forma un niño.

Gellatly plantea que un examen atento de tal concepto aplicado al

niño, revelará las debilidades de la comparación. Para Gellatly sólo

los científicos tienen conceptos como el de la trayectoria de una

partícula o la fotosíntesis. Definitivamente no sería muy riguroso

denominar “teorías” a las construcciones que hacen los niños.

Rivière5 a propósito de la misma crítica en la bibliografía de la

Teoría de la Mente, aporta luces importantes en esta dirección. Para

él hay una utilización ambigüa del término teoría. En unos casos esa

utilización resulta bastante dramatizada al entender el concepto de

manera no trivial, y cercana a como se entiende en las teorías

científicas. Ejemplifica esta posición con quienes consideran que

“los niños tendrían ‘teorías implícitas del mundo’, [y que] formarían

sistemas de creencias sustantivas acerca de diferentes dominios que

les ayudan a predecir e interpretar los fenómenos de esos dominios”

(Rivière, 1998, p. 18). El mismo Rivière anota que no es de extrañar

entonces que con su desarrollo, se ilustren procesos de cambio

conceptual y se utilice la comparación con los procesos de

constitución del conocimiento como en la historia de la ciencia.

La otra posición identificada por Rivière, es para quienes utilizan

el término teoría, a lo Chomsky, como una “competencia pragmática”.

Esta utilización es muy clara en el caso de la metáfora del bricolage

que hace DeLoache (Deloache, Miller & Pierroutsakos, 1998): teoría en

este caso es “un conjunto de principios y reglas completamente

inconscientes que delimitan constrictivamente en el primer caso, la

gama de gramáticas posibles y que definen específicamente la

gramática del lenguaje en particular” (Rivière, 1998, p. 18). La

5 En ese contexto y siempre según Rivière “La TM sería uno de los sistemas más exitosos, profundos y universales, es el modelo conceptual representacional, la teoría implícita que desarrolla el niño para afrontar el dominio de las relaciones interpersonales”.

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Page 13: De La Metafora a La Racionalidad

dificultad que implica la utilización del término teoría dentro de

las explicaciones sobre el razonamiento del niño, debe entonces ser

objeto de una mejor explicitación que evite mayores e innecesarias

confusiones.

Las posiciones intermedias que tratan de conciliar, o por lo menos de

aprovechar lo mejor de sendas posiciones, tal vez han sido las más

exitosas en el momento de abordar el desarrollo cognitivo. DeLoache

puede ser un buen ejemplo de ello. Al hacer un ensayo sobre los

estudios que abordan el desarrollo del razonamiento, no se puede

dejar de recuperar buena parte de sus trabajos y pronunciarse al

respecto. DeLoache toma de Levi-Strauss la noción de bricolage para

enfatizar que la diversidad y continuidad del desarrollo, es

antitética con cualquier vista monolítico y normativo del

razonamiento. Su idea es que las fuerzas del desarrollo marchan

archivando o almacenando hacia una mayor madurez, eventualmente

dominan el modo de pensar. En cambio, razonar en cada edad,

incluyendo la madurez, está caracterizado por la heterogeneidad,

incluso dentro de los límites individuales. Así, a través de los

dominios, los niños algunas veces hacen juicios basados

principalmente en la similitud perceptual y algunas veces no, (y)

ellos a veces razonan por analogía y otras veces no, dependiendo de

su conocimiento en las diferentes áreas. Dentro de un dominio, e

incluso en un problema dado, es probable que un niño emplee un juego

diverso de más y menos estrategias sofisticadas. La metáfora del

bricolage es incompatible con una posición que postula discontinuidad

o fases en el desarrollo.

Respecto de quienes suscriben la posición de la analogía del niño

como científico, las críticas tampoco se hacen esperar. El marco de

trabajo y análisis es el de la concepción llamada positivista y

dentro de ella la del diseño experimental del trabajo científico. En

esa concepción de ciencia, radica precisamente la crítica a quienes

se agrupan en la tendencia de la analogía, (por ejemplo, Kuhn, 1989;

Kuhn, Amsel, & O´Loughlin, 1988). Como bien lo menciona DeLoache,

ubicarse dentro de una concepción popperiana e idealizada del método

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hipotético deductivo, reduce el espectro del análisis6, reduciéndolo

a la relación entre la evidencia e hipótesis. Incluso para Koslowski,

lo problemático de Kuhn es traducir esa relación teoría–hechos, a una

mera cuestión de covariación. Aunque explícitamente Kuhn no las

considera equivalentes (causación y co-variación), “cabe anotar que

las medidas operacionalizadas que los sujetos usan cuando evalúan la

causación, son medidas de evaluar la covariación”(Koslowski, 1996, p.

34). Lo cierto es que en el escenario de la relación teoría–

evidencia, la covariación no corresponde sino a uno solo de los

aspectos plausibles de unas variables. Fay y Klahr, de la mano de

Kuhn, también inscriben su trabajo en el cerrado espacio del

experimento, en el que “los razonadores deben diseñar experimentos

informativos de hipótesis potenciales”.

En el conjunto de estudios revisados, desde Kuhn, pasando por

Schauble y en menor grado Sodian, la casi totalidad de los autores

parten de un modelo especular del científico, de donde derivan el

diseño de la situaciones. El científico corresponde a un modelo

adulto, profesional, maximalista, idealizado y terminal del

desarrollo de la actividad académica y científica, y a partir de ese

modelo se trabaja sobre el niño. Las tareas prototípicas de cierto

tipo de científico (aquel que trabaja en el laboratorio y con un

diseño experimental). son las tareas que definen el perfil, y la

concepción desde la que se examinan los procedimientos del niño. Cabe

resaltar que las situaciones desde las que se lo estudia, carecen de

verdadera significación en el mundo del niño, no surgen de su propio

entorno, no parecen ancladas ni con posibilidades de anclarse en su

hábitat natural. Esto no deja de llamar la atención dado que los años

ochenta y el resurgimiento de la concepción vygostkiana haría pensar

que el contexto y los elementos propios a una significación propia

para el niño, formaba ya parte de los acumulados de la psicología.

6 Una proposición sólo puede ser evaluada de manera segura cuando es falsa pero no cuando es verdadera. Una ley no puede ser sino provisionalmente verdadera. De esta manera, más que tratar de confirmar las teorías, habría sólo que buscar los casos que la refutan. Eso era lo que preconizaba Popper y lo que se ha llamado Razonamiento Crítico.

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Hacia las propuestas

Hasta aquí la recuperación de los estudios que plantean lo

significativo de las dos posiciones más sólidas acerca de la

discusión del niño como científico. La idea ahora es dejar atrás ese

debate, pero extrayendo de él los criterios que contribuyan al diseño

y comprensión de la propuesta de la racionalidad mejorante.

Frente a la conceptualización crítica del niño como científico, la

alternativa aquí planteada consiste en abandonar los criterios que

reducen la actividad científica al espacio de las situaciones y del

diseño experimental. Esta alternativa es la que hemos calificado

tentativamente como metodologizante en otro texto7. Es decir aquella

tendencia que privilegia de manera abusiva los problemas formales de

la metodología en desmedro del sentido en el cual fueron concebidos

originalmente. La racionalidad científica no se mimetiza con el

diseño experimental. Para ello es bueno distinguir niveles en la

metodología. La actividad científica no es solamente controlar

variables, ni diseñar experimentos, ni rechazar hipótesis con los

hechos. Ni el trabajo del niño al resolver un problema (o simplemente

al pensar la realidad) ni el trabajo del científico, se reduce al

protocolo experimentalista. El problema de quienes critican la

posibilidad de que la mentalidad infantil posea características que

permita hablar de ella como científica, proviene justamente de

quienes tienden a reducir la ciencia al experimento.

La racionalidad mejorante

Una idea definitivamente parece imponerse del recorrido que se acaba

de realizar. Esa idea concierne la concepción de ciencia que se

vehicula, al pensar el trabajo del niño en términos metafóricos o en

términos analógicos respecto del trabajo científico.

7 Ver al conferencia de Puche Navarro (2000b), La metáfora del niño como científico ¿metodologización o reconstrucción de la racionalidad?.

15

Page 16: De La Metafora a La Racionalidad

La posición que se defiende aquí, no pretende simplemente alinderarse

en una u otra posición. Más bien acude genéricamente a los postulados

piagetianos para abordar la racionalidad científica a partir de las

propiedades estructurales de la actividad cognitiva. No se trata

entonces de que el niño sea un científico, sino que se plantea que

posee una racionalidad mejorante, que lo caracteriza dentro de todos

los primates y que él desarrolla de manera natural. Decir

racionalidad mejorante es plantear que su actividad tiene como

propósito mejorar la realidad (Gillièron, 1985). Este planteamiento

deriva de la idea según la cual, la construcción de herramientas

lógicas de pensamiento es una de las condiciones que va a permitir y

garantizar pensar mejor la realidad. “La inteligencia está

espontáneamente orientada hacia la organización de ciertas

estructuras operatorias que son isomorfas respecto de aquellas que

los matemáticos al comienzo de su construcción (o que los lógicos),

encuentran en los sistemas por ellos elaborados” (Piaget, 1947). De

esta afirmación lo que se quiere poner en relieve es que es una

actividad espontánea, es decir endógenamente autorregulada. Al

reflexionar sobre su entorno, el niño piensa de manera natural (con

bastante menor énfasis en la dimensión de aprendizaje), esa realidad

con herramientas cognitivas que al interactuar en la multitud de

contextos, y al resolver un problema, propician una actividad cuyo

límite es siempre superior.

¿En qué consiste la racionalidad mejorante que no corresponde al

espacio ya transitado del niño como científico?. Según Piaget, esa

racionalidad es espontáneamente construida por el niño. En el

constructivismo que ha estado tan en boga, el énfasis ha girado sobre

ese aspecto. Nuestro énfasis recae sobre su carácter espontáneo. El

niño piensa, y piensa bien, no porque la institución escolar,

mediática o autoritaria se lo hayan enseñado, sino porque parecería

poseer las herramientas para hacerlo y para hacerlo bien. Muchos

autores no necesariamente piagetianos reconocen, como es el caso de

DeLoache, que la actividad mental desde muy temprano en el

desarrollo, es autosuficiente y autocontenida. Conceptualmente queda

claro que uno de los postulados fundantes de la formulación de la

16

Page 17: De La Metafora a La Racionalidad

propuesta que defendemos, es que la actividad racional se desarrolla

naturalmente.

Hablar de racionalidad mejorante no es entonces equivalente a hablar

de un niño científico. No obstante, algunos de los funcionamientos

propios del que-hacer del científico y que subyacen a la producción

de conocimientos novedosos en la investigación científica, son

similares a los procesos cognitivos del funcionamiento mental

sofisticado y mejorante del niño, enfrentado a una situación nueva.

Para retomar y parafrasear a algunos de los autores citados, esto no

quiere decir que los niños hagan ciencia ni que produzcan

conocimientos científicos. Tampoco se trata simplemente de cifrar la

relación con los científicos que en algunos casos, cuando trabajan en

ciencia, piensan como niños (Gopnik & Meltzoff, 1997, p. 32). De lo

que se trata es de recordar esa extraña paradoja del niño como hombre

de ciencia al poder pensar pensamientos nuevos, y que el estudio y

desciframiento de esa actividad puede aportar luces sobre el

funcionamiento de su mente.

Bien vale reconocer que la utilización laxa de conceptos no ha

permitido precisar ni avanzar en la discusión del niño como

científico. Es necesario buscar ese rigor, reconocer que el umbral

dentro del cual se trabaja un concepto clave como es el concepto de

teoría es clara y deliberadamente definido. Al hablar de teoría y

prestando a Rivière sus condiciones, se considera teoría un “sistema

de creencias sustantivas sobre un dominio, como condición

indispensable para que el niño pueda predecir e interpretar los

fenómenos de ese dominio” (Rivière, 1998, p. 20).

Esto quiere decir que cuando hablamos de teoría para referirnos a la

actividad mejorante del niño, se mantienen los siguientes parámetros:

- Contener un conjuntos de conceptos o proposiciones

interrelacionados que definan totalidades sistemáticas.

- Implicar distinciones o compromisos ontológicos definidos.

- Definir marcos causales explicativos que permitan predecir y

explicar fenómenos de sus ámbitos de dominio (Rivière, 1998, p. 20).

17

Page 18: De La Metafora a La Racionalidad

Del niño como científico a las herramientas científicas de la

racionalidad mejorante

La arquitectura que se ha diseñado para realizar nuestra propuesta,

exige entonces identificar algunas de las herramientas inherentes a

la racionalidad científica, a partir de un núcleo concentrado y menos

literal.

La discusión se sitúa en un nivel que recupera la complejidad del

desarrollo de las herramientas de conocimiento. En el largo proceso

de construcción de conocimientos, el sujeto comienza su trabajo en el

uso del instrumento, para pasar luego a dominarlo. Cuando lo domina,

abre el espacio para que se tenga conciencia de él y se convierta en

un problema por resolver en sí mismo. El sujeto re-elabora el

conocimiento, como resultado de un trabajo de construcción

permanente. De los planteamientos piagetianos de la racionalidad

espontáneamente autorregulada se avanza a postular que el niño

formula hipótesis, y que tiene todo un sistema de redescripciones

representacionales en la línea de Karmiloff-Smith. Aunque no se trate

en sentido literal y preciso de una actividad ‘meta’, bien puede

iniciar una vía en esa dirección. Re-describir sus propias

representaciones, implica empezar a tener conciencia de estas, a

partir de las relaciones a las que dan lugar. La conciencia de

nuestras reflexiones es por lo menos uno de los ingredientes de las

actividades conocidas como ‘meta’. Complementariamente en el propio

itinerario de ese desarrollo descubre los vericuetos, las

condiciones, y las propias fases que sigue la elaboración de un

instrumento. La pregunta que se impone es si es plausible concebir

que algunos de los procesos que sigue el científico en la búsqueda y

confrontación de sus planteamientos, puede encontrar allí graciosas

coincidencias. Si ello permite desmistificar los procesos del

científico, o si por esa vía se puede celebrar y no desdeñar, como se

ha hecho hasta ahora, el pensamiento llamado infantil.

En esa dirección la propuesta que aquí se defiende, trata de

recuperar el punto de vista del niño tal cual funciona en las

18

Page 19: De La Metafora a La Racionalidad

actividades naturales de su entorno. Se abandona el modelo del

científico académico en el laboratorio, y se propone recuperar el

niño en su hábitat natural, a partir de su propio funcionamiento

autónomo y con una cognición autorregulada. Es lo que en otros

textos8 hemos llamado la recuperación de la mirada del niño.

En esta línea de ideas el más concreto de los pilares de la propuesta

es la identificación de herramientas cognitivas que sustentan y que

son las responsables de una racionalidad científica, típicas en el

desarrollo del niño entre los dos y los seis años, ese período del

desarrollo, que como todos saben, ha sido relativamente descuidado en

la investigación psicológica o conceptualizado en término de las

carencias de habilidades de aparición más tardía. Frente al llamado

período pre-operatorio para Piaget (y pre-conceptual para muchos

otros autores), la alternativa que se propone es la de resaltar la

complejidad y la singularidad de ese período entre 2 y 6 años, a

partir de cinco herramientas. Un punto en común, entre Piaget y

DeLoache por ejemplo, es que existen herramientas y procesamientos de

esas herramientas, que no requieren de un conocimiento acumulado ni

de procesos institucionales mediatizados por procesos de enseñanza-

aprendizaje. Esas herramientas serían inherentes a lo que se ha

llamado la racionalidad científica.

Pero, ¿cuáles herramientas cognitivas son construidas y no requieren

de procesos educativos para desarrollarse? Hemos identificado

algunas: inferencia, clasificación, planificación, experimentación y

formulación de hipótesis. Ellas aparecen muy tempranamente en el

desarrollo, no se enseñan en la escuela, y son la base de la razón.

Identificar la aparición, el funcionamiento y el itinerario de esas

herramientas que hacen parte del bagaje natural y espontáneo, puede

entonces ser una buena vía de acceso a la racionalidad mejorante del

niño.

8 Para mayores detalles ver el libro Formación de herramientas científicas en el niño pequeño (Puche Navarro, 2000a).

19

Page 20: De La Metafora a La Racionalidad

Vale la pena resaltar que el criterio de pensar la actividad

mejorante a partir de herramientas ha sido poco utilizado. La

formulación en términos de herramientas no necesariamente pasa por la

perspectiva de la formalización del razonamiento, ni sobre la manera

cómo éste funciona en contextos formales de experimentación. Más bien

recupera una visión de los alcances del razonamiento del niño, basada

en la presencia de habilidades que nos sorprenden porque aparecen muy

temprano, y que se revelan como los soportes fundamentales del

pensamiento científico.

Las herramientas y su temprana aparición en el desarrollo

Todas las herramientas se manifiestan de diversas maneras antes de

los cinco años. Algunas incluso aparecen desde los primeros meses de

edad como la investigación en bebés lo ha mostrado con la inferencia

(Spelke, Breinlinger, Macomber & Jacobson, 1992; Needham &

Baillargeon, 1994; Puche Navarro, 2000c). La cuestión es que se

revelan como fundamentales en la actividad reflexiva y mejorante del

niño. Karmiloff-Smith anota que el verdadero desafío para entender el

desarrollo cognitivo, es el de los procesos dinámicos por medio de

los cuales los procesos internos y los contenidos externos

interactúan. La naturaleza espontánea en el proceso de construcción y

de aparición de las herramientas constituye un punto no desdeñable.

Todo parecería indicar que se trata de un proceso natural, no

susceptible de dispositivos formales de enseñanza aprendizaje. En

efecto la inferencia (afortunadamente), no se enseña. En ese

contexto, identificar esas herramientas, propiciar situaciones en que

estas interactúen, y eventualmente hacer más consciente al niño de su

potencialidad, puede significar una ganancia cuando se trata de

enriquecer el trabajo intelectual del niño.

En esta dirección la opción de trabajar con las herramientas como

base de una racionalidad científica se corresponden mejor con una

visión del niño como sujeto del conocimiento. Seguramente desde que

los niños han sido niños, el uso de esos recursos cognitivos ha sido

20

Page 21: De La Metafora a La Racionalidad

una condición natural de su manera de enfrentar el mundo. Por el

contrario, criterios basados en el control de experimental tiene sólo

una historia reciente (¿probablemente desde Bacon?) y resultaría

comprometedor afirmar que sólo hasta ese momento afloró una

racionalidad científica. Precisamente, la aparición tardía en el

desarrollo, de esas modalidades de funcionamiento, es lo que a menudo

soporta el propósito de considerarlo un contenido de la enseñanza

formal (aunque desgraciadamente se considere también frecuentemente

que la covariación y la capacidad para relacionar teoría y evidencia

son funcionamientos naturales que están predeterminados en la

estructura cognitiva). En el cuadro que se presenta al final se

señala al niño (sin más, al niño natural) como el personaje

característico de esta propuesta, en oposición al "niño científico" o

al "niño intuitivo" de las didácticas escolares.

Las herramientas y su relación con la comprensión del niño

De alguna manera la propuesta de identificar y conocer el

funcionamiento cognitivo de las distintas herramientas, permite

avanzar en la comprensión que el niño tiene de algunos aspectos de lo

real, y se constituye en un buen punto para abrir la puerta de

entrada a su funcionamiento cognitivo. Indagar y conocer las rutas

por las que transitan las herramientas, como medio para entender las

maneras por las que el niño soluciona o no un problema, podría ser un

ejercicio productivo y fértil para el psicólogo y para el educador.

Según el legado piagetiano, espontáneamente el sujeto humano tiende a

aproximarse a la realidad a partir de las vías más inteligentes,

eficientes y poderosas. Sin duda es el postulado más espectacular de

esa teoría: el sujeto natural y espontáneamente tiende a ‘mejorar’ la

realidad. La actividad mental del sujeto está autorregulada sobre

exigencias máximas. Dicha actividad no es solamente contemplativa, ni

de simple copia, ni aún con transformación. Es de una comprensión

exigente y racional. Su base no es una racionalidad limitada,

21

Page 22: De La Metafora a La Racionalidad

errática ni arbitraria, sino que se apoya y busca fundamentación en

herramientas cognitivas tan complejas como poderosas.

En efecto y como se afirma en otra parte de este mismo texto, si el

problema es saber cómo comprende el sujeto, se puede entender que los

parámetros a partir de los cuales interroga lo real, involucran las

herramientas cognitivas de un lado, pero igualmente comprometen del

otro, el propio punto de vista del niño. Si se toma en serio aquello

que la cognición está esencialmente autodirigida así como

autoiniciada, se entiende que la comprensión tenga una fuerza que va

de adentro hacia afuera, y no como en los problemas que plantea el

aprendizaje y la enseñanza, en que la comprensión sigue una dirección

contraria, pues vienen del exterior hacia la mente. Lo importante

entonces es 'penetrar' en el niño, en los vericuetos de sus

representaciones del mundo y de sus maneras de entender ese mundo.

Definiciones de las herramientas

Es necesario entrar a hacer algunas definiciones de las cinco

herramientas científicas que pueden ser útiles para comprender en qué

consiste la propuesta que defendemos (para una mayor ilustración de

estas herramientas ver Puche Navarro, 2000a).

- Inferencia: se define como una especie de bisagra entre la

información conocida y otra nueva. La idea fundamental es que la

inferencia permite extraer de las informaciones ya establecidas, otra

información nueva y distinta gracias a la relación que se establece

con la información original. Desde Hume, la idea a enfatizar en esa

definición, es el pasaje a un elemento nuevo, ausente o desconocido

fundante (Hume, 1984, primera edición 1739). La presencia de las

inferencias a partir de información perceptiva así lo demuestra. El

bebé al seguir con la mirada el trayecto de una bola en movimiento:

[objeto original percibido], y al ocultarse la bola detrás de la

pantalla, se examina si los niños se sorprenden o no al encontrarla

al otro lado de la pantalla [objeto inferido/nuevo] (Spelke,

Breinlinger, Macomber & Jacobson, 1992, p. 620). La no sorpresa en el

22

Page 23: De La Metafora a La Racionalidad

niño se debería entonces indudablemente a la posibilidad de inferir

que los objetos ocultos pueden moverse y conectarse. En el segundo

semestre de vida, se pueden mostrar inferencias a partir de

información de solución de problemas. Por ejemplo voltear un tarro

para sacar una bola, implica que el niño infiere que en esa posición

inversa de tarro, la bola está sometida a la experiencia de la ‘caída

de los objetos’ (Puche Navarro, 1999). McDounough y Mandler dan

cuenta de la presencia de inferencias inductivas al final del primer

año y en el segundo año de vida (McDounough & Mandler, 1998).

El desarrollo inferencial estará fuertemente determinado por la

naturaleza del conocimiento de que se trate. En los ejemplos de

Spelke es claro que se trata de inferencias perceptivas, pero dentro

de las inferencias conceptuales las habrá igualmente de distintos

tipos, y no es de extrañar que alguna parte de la investigación

actual vaya en dirección de establecer esas diferenciaciones.

-Planificación: Para algunos, lo importante de la planificación está

en enfatizar los aspectos de sistematización de la información, de

cara a organizar los procesos en un orden determinado. Es igualmente

entendida como el espacio de secuencialización de las acciones

permiten, identificar la anticipación y la previsión para reordenar

esas acciones, y para repensar la situación propuesta. Esto se hace

más evidente en contextos de situaciones de resolución de problemas,

cuando la formulación de una meta (establecer relaciones medio-fin)

requiere un tipo de organización secuencial de las acciones, en las

que una acción debe preceder o proseguir a otra en un orden

establecido. En ese espacio se dan las condiciones que requieren de

una actividad organizada dirigida a un objetivo.

Existe un cierto acuerdo entre los distintos autores sobre lo que se

trata de una actividad cognitiva de “orden superior” mostrando el

papel central que esta destreza cumple en el funcionamiento cognitivo

del sujeto (Das, Kar & Parrila, 1998). En la revisión bibliográfica a

la planificación se la considera un verdadero razonamiento autónomo

que evoluciona desde los primeros meses y a medida que el sujeto es

23

Page 24: De La Metafora a La Racionalidad

capaz de mayores niveles de flexibilidad y de consciencia. Entre los

seis y los dieciseis meses varios autores dan cuenta de procesos de

planificación presentes en situaciones simples de resolución de

problemas (Willats, 1985; Puche Navarro, 1994). Desde los dos años ya

se encuentra presente en una mayor diversidad de situaciones en

contextos de trabajo individual o de interacción con pares o adultos

(DeLoache & Brown, 1990). Cuando se propone que la planificación como

una de las herramientas, se parte de algo que todo el mundo de la

ciencia reconoce, particularmente la más positiva o por lo menos más

que los naturalistas: que la predicción que deriva de la

planificación es la base de todo el andamiaje de la ciencia.

- Clasificación: basada en un sistema inicial que establece

diferenciaciones y semejanzas de los objetos, y con base en ésta

identifica criterios para agruparlos. Una clase supone que en un

conjunto de elementos, aquellos que compartan una misma

característica, forman precisamente una categoría definida como

clase. Dicho en otras palabras una clase es la cualidad común que

comparten un conjunto de elementos. Operación fundamental del

pensamiento científico, se trata de una competencia base de todas las

formas de sistematización de la información. Sinembargo ha sido una

herramienta especialmente reducida y ‘maltratada’ pues lleva años

siendo objeto en la escuela de un ejercitamiento estéril y absurdo.

La clasificación tiene una impronta que identifica un sistema lógico.

Las colecciones, las taxonomías, ciertas categorizaciones constituyen

diferentes niveles de los procesos de clasificación. Las tablas de

materias de los libros, así como las taxonomías de las aves en una

región son ejemplos diferenciados de aplicaciones de la

clasificación. En la historia de la psicología desde Piaget ha sido

uno de los tópicos más estudiados y controvertidos, recuérdese toda

la polémica a la que dio lugar la situación de la inclusión. Tiene su

origen entre los dos y los cinco años y se puede rastrear su

desarrollo.

- Formulación de hipótesis y experimentación. La hipótesis se define

como la competencia de buscar e identificar respuestas a problemas

24

Page 25: De La Metafora a La Racionalidad

previamente planteados. En algunos casos es la necesidad de aplicar

reglas o regularidades obtenidas de experiencias conocidas, ante

nuevas realidades. En otros son las posibles respuestas que se buscan

cuando se trata de conseguir un fin. Las hipótesis que se formula el

niño afloran como las soluciones provisionales que confirman o

desconfirman conjeturas, y que con el despliegue de acciones se

adelanta como respuestas a la situación que enfrenta. Muchos son los

estudios que se han ocupado de reconstruir las formas cómo los

pequeños formulan respuestas y explicaciones posibles ante

situaciones y corpus con los que interactúan. Algunos de los más

recientes trabajos de Spelke muestran que la no-sorpresa frente a

alguna violación de expectativas proviene de la capacidad temprana en

establecer explicaciones apropiadas a ese evento (Aguiar &

Baillargéon, 1999). Lo que (literalmente) no es nada distinto de una

de las primeras formas de formularse hipótesis. En ese sentido su

aparición puede ser muy precoz, pero regularmente se considera que la

caracterización de Piaget del quinto estadio, constituye una de las

descripciones más espléndidas logradas de esa extraordinaria

capacidad del pequeño de experimentar y formular hipótesis.

¿Qué supone el uso de esas herramientas como soporte de la

racionalidad científica?

Como se dijo atrás, identificar las herramientas que hacen parte del

bagaje natural y espontáneo del niño, evita por una parte, caer en la

tentación de enseñarlas o de someterlas al aprendizaje, y en este

sentido se dice que un primer criterio para pensar en esas

herramientas se debe a su naturaleza espontánea. Estas abren por esa

misma vía, las condiciones y situaciones de su funcionamiento lo que

propicia e invita al maestro y al experimentador a observar las

maneras en las que el niño las utiliza, desde su propio escenario y

punto de vista.

Un segundo criterio es de orden metodológico. La propuesta que se ha

elaborado y que se defiende aquí, abandona el precepto definido a

partir del diseño de experimentos basados en la deducción de la

25

Page 26: De La Metafora a La Racionalidad

prueba: es decir en la contrastación de hipótesis, relación teoría-

evidencia, y covariación, que equivalen a la única y absoluta manera

de pensar el trabajo metodológico del niño, sobretodo si se piensa

éste como una racionalidad con posibilidad de ser sistemática y

mejorante. Al contrario de una aplicación plana que reduce el trabajo

científico a situaciones de mal laboratorio, se traen situaciones

dentro de lo que se ha llamado resolución de problemas (SRP) para

capturar o re-encontrar con ésta, la temprana vocación que tiene el

niño por la indagación, por la novedad, por la exploración de nuevas

posibilidades.

La propuesta concibe las situaciones como problemas que el niño

quiere resolver porque toca de manera central sus intereses, su

mundo, su manera de ver las cosas. En otras palabras desencadena

fluídamente su atención y su afecto. No es de extrañar entonces que

frente a estos problemas cuando el niño intenta resolver, ponga en

ejecución todo un proceso de re-construcción de su ‘kit’ de

herramientas mentales.

Las situaciones de resolución de problemas

Hasta aquí se han explicitado algunos postulados, así como los

componentes de la propuesta que se apoya en la identificación de las

herramientas de la actividad mental. La idea es que esas herramientas

logran ilustrar de manera más aproximada y más eficiente el

funcionamiento del niño. Queda por explicitar la manera concreta en

que se puede elicitar esas herramientas y explorar su actividad. La

vía para hacerlo y completar la presentación de esta propuesta es la

de las situaciones de resolución de problemas.

De amplia tradición en la enseñanza de las ciencias y de las

matemáticas, la resolución de problemas conoce un nuevo renacer en

la investigación psicológica que la convierten en un terreno

heterogéneo, versátil y que se hace necesario re-definir. La

resolución de problemas vehicula esa definición sustantiva de la

inteligencia como capacidad de resolver situaciones nuevas.

26

Page 27: De La Metafora a La Racionalidad

Metodológicamente además, enfatiza su condición de escenario, de

arquitectura, de relaciones medio-fin elicitadora de procesos

psicológicos de diversa índole9.

Autores como Pozo en el libro La solución de problemas pone todo su

énfasis en el grado de experticia del sujeto en la resolución,

abandonando de manera ostensible, lo que nosotros hemos llamado la

‘arquitectura de la situación’. Para Pozo: “el término problema puede

hacer referencia a situaciones muy diferentes en función de las

características de las personas que se encuentran en ellas, de sus

expectativas, y del contexto en el que se produce la situación“

(Pozo, 1994, p. 14). Otros autores entre quienes Perales es un buen

ejemplo, en La resolución de problemas en la didáctica de las

ciencias experimentales, define la situación de resolución de

problema como “una situación incierta que provoca en quien la padece

una conducta (resolución de problemas) tendiente a hallar la solución

(resultado) y reducir de esta forma la tensión inherente a dicha

incertidumbre” (Perales, 1998, p. 120). Resolver un problema traduce

entonces la comprensión que el sujeto tiene en un momento determinado

de una situación. En ese sentido pone en ejecución todo un proceso de

construcción de estrategias, herramientas, funcionamientos mentales,

y formas de abordaje que traducen las diferentes formas de

comprensión.

Desde el punto de vista de esta propuesta, la resolución de

problemas se acerca más a los planteamientos de Perales que a los

de Pozo. Lo que define las situaciones de RP es constituirse en

escenarios que tienen como condición sine qua non, ser

transparentes para el niño. El debe entender de manera inmediata lo

que la situación propone. No hay que explicarle, ni convencerlo de

actuar en ella. La tarea diseñada, corresponde al mismo problema

que el niño se representa. Eso no quiere decir que el niño no tenga

dificultades para enfrentarla o resolverla, pero justamente esas

9 Vale la pena aclarar que por Resolución de Problemas no se entienden las clásicas situaciones denominadas así en matemáticas (donde se trata de encontrar la tercera incógnita dentro de una regla por ejemplo).

27

Page 28: De La Metafora a La Racionalidad

dificultades son absolutamente conscientes para él y su superación

forma parte de sus retos. Igualmente el niño debe querer apropiarse

y resolver lo que la situación le propone. La situación debe tocar

sus intereses, su mundo, su manera de ver las cosas. En otras

palabras debe provocar su atención y su afecto. En su conjunto

todos estos elementos se asocian armónicamente para capturar la

atención del niño y para darle los elementos de involucrarse en

ella.

Estratificación de las Situaciones de Resolución de Problema: de las

cerradas y específicas a las abiertas

Ahora bien, las situaciones de RP no son homogéneas. Las hay de

muchas clases. Para efectos de claridad en la propuesta se ha

establecido una estratificación en función de los elementos que se

quieren poner en relieve.

Entre los distintos niveles en la estructuración de situaciones se

han identificado distintos criterios para definir los límite inferior

y superior dentro de los cuales se encuentran gradaciones de las SRP.

El primer criterio remite necesariamente a la relación medio–fin que

estructura la situación. La resolución del problema se define porque

está estructurada en una relación de medios y fines. La situación

provee unos medios que el sujeto que la aborda debe identificar para

conseguir un fin. Este criterio se revela como el fundamental y del

cual se desprenden los grados de apertura o de cierre de la

situación.

En la psicología muchos autores se han identificado en trabajar con

situaciones de resolución de problemas cerrados, con reglas fijas y

estrictas, y en las que la distancia entre el medio y el fin son las

alternativas que la propia situación ofrece. Piaget es un buen

ejemplo de ello. Ante las famosas situaciones de conservación, la

estructura limita las posibilidades del niño a tres condiciones:

conservación (hay lo mismo) no conservación (no hay lo mismo) y

28

Page 29: De La Metafora a La Racionalidad

oscilación. Otra situación de resolución es la de Wimmer & Perner

(1983) sobre la Teoría de la Mente y conocida como la tarea clásica

de la falsa creencia. Como todos saben la situación trata de dos

niñas (Sally y Ann), cada una de las cuales tiene un maletín. Una de

ellas (Sally) guarda un objeto en su maleta y sale de escena. En

ausencia de Sally, Ann toma el objeto del maletín de Sally y lo

coloca en su maleta. Al volver Sally a la escena, quiere recuperar su

objeto. Entonces se le pregunta al niño: "¿Dónde debe buscar Sally el

objeto?" Si el niño comprende que Sally actuará con base en lo que

sabe y no en la creencia (falsa que no corresponde con la realidad),

se dice que el niño posee una Teoría de la Mente. Este tipo de

situaciones se colocan en el extremo dentro de una categorización de

resolución. Tanto las situaciones de conservaciones de Piaget, como

la de Perner, a pesar de los cuarenta años que las separan, tienen en

común que son por una parte, altamente artificiales respecto de la

posibilidad real del niño de encontrarse estas situaciones en su vida

cotidiana. Son igualmente cerradas, en la medida en que el niño sólo

puede responder frente a las dos o tres alternativas ofrecidas, están

basadas en los enunciados verbales que el niño propone.

La importancia de este tipo de situaciones no es desdeñable. Ellas

permiten controlar de manera rigurosa y precisa la actividad mental

del niño comprometida en la realización de la tarea. Y ello es un

paso fundamental en el proceso de llegar a formular situaciones más

abiertas y flexibles. El precio de esa rigurosidad es proporcional,

en muchos casos, a esa posibilidad de cierre de las situaciones.

En el otro extremo se encuentran las SRP abiertas, se caracterizan

porque tienen pocas reglas fijas, y las metas pueden ser redefinidas

por los propios niños en el transcurso de la tarea. En general muchas

de estas situaciones son generadas espontáneamente, y desarrolladas

por el niño en su espacio o jardín infantil.

Una excelente ilustración de estas situaciones, se tiene en una

descripción de Thornton (1998), con la que inicia su libro La

resolución infantil de problemas. Se trata de la construcción de un

29

Page 30: De La Metafora a La Racionalidad

refugio con diversos objetos que se encuentran en el patio (una caja

de cartón grande, unas ramas, estacas, piedras, etc.), y frente a lo

cual los niños deben desarrollar unas actividades y un plan a pesar

de que no saben de antemano cómo alcanzar la meta. La autora afirma

categóricamente que la estructura de la situación debe permitir que

el niño descubra: cuáles elementos utilizar, la planeación de cada

siguiente paso, la lucha con las dificultades de unir ciertos

elementos y resolver lo que falló cuando el refugio se cae (Thornton,

1998).

La situación del refugio ocupa por completo la atención y el

entusiasmo de los niños. Se sitúa en el mismo nivel del juego de la

guerra: los niños se sumergen en la actividad de la guerra, inventan

estrategias, elaboran planes y ponen en juego sus conocimientos. El

resultado es que el niño define su plan de acciones, en la medida en

que entiende la situación. Es importante decir que estas situaciones

generales a pesar de favorecer observaciones de competencias del niño

espontáneamente, a veces propician de parte del adulto acercamientos

igualmente generales a la comprensión del niño. Sin embargo, esos

procesos de comprensión son interesantes en la medida en que no

solamente se postula que existen, sino que se indaga por los

mecanismos específicos que están involucrados, que la hacen posible y

que generan ese caudal de creatividad que caracteriza la actividad

del niño cuando las resuelve.

Una tercera clase de situaciones, se coloca en el lugar intermedio

entre las que hemos caracterizado inicialmente como situaciones

cerradas del tipo de la Falsa Creencia, y las situaciones abiertas

del tipo Refugio de Thornton. Por una parte tienen las mismas

premisas de las abiertas en términos de suscitar el interés del niño,

y de involucrarlo en la realización de un plan de parte suya, para

conseguir los objetivos. Son situaciones construidas generalmente por

psicólogos y en esa medida son diseñadas para abordar

experimentalmente los procesos de comprensión en el niño. Un ejemplo

puede ser un dispositivo elaborado con el propósito de explorar la

destreza del niño para extraer inferencias, y que conocemos como la

30

Page 31: De La Metafora a La Racionalidad

situación de la llave, surgida de la situación original de la cámara

perdida que se realizó cuando Haake, Somerville y Wellman (1980)

estudiaban las estrategias de búsqueda en los niños pequeños. El

escenario es un sendero por el que se transita. Los personajes abren

puertas con una misma llave en las tres primeras paradas y las

puertas siguientes están abiertas. En una parada posterior (la

séptima) descubren que la llave se ha perdido. A partir de ahí se le

hace al niño la pregunta crítica: ¿Dónde se perdió la llave? El

diseño permite, al pedagogo o psicólogo ofrecer los indicios para

llegar a una solución, pero igualmente preveer el 'mapa mental' por

el cual transitará el sujeto a fin de obtener un resultado confiable.

Trayecto en el que no se pudo haber perdido (zona segura) versus

trayecto donde pudo haberse perdido (zona crítica).

La propuesta sobre la SRP, reposa fundamentalmente en el espacio

entre la primera y la segunda clase de esta estratificación. Las

características para este tipo de situaciones además de las

previamente desarrolladas sobre transparencia y apropiación inmediata

de la situación por parte del niño, requiere de otras características

más cercanas a su carácter de situaciones de tipo experimental un

poco más estricto, tales como:

1. Situación abierta de más de una solución.

2. Construida con base en la consecución de una meta, en ese sentido

pensada dentro de una relación de medios y fines. Supone una relación

sujeto-objeto, mediada por obstáculos y alternativas que le impiden o

le permiten la consecución de la meta prevista.

3. Implica acciones que se despliegan y etapas identificables

plenamente que prácticamente no requieren de lenguaje, y que por

consiguiente son observables.

3-1. Ligado a lo anterior son situaciones que le proponen un

espacio en el cual desplegar las acciones para la consecución de la

meta prevista, y que supone de la parte de su resolutor, una cierta

arquitectura en la que opera una planificación y por consiguiente una

estratificación y una anticipación.

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Page 32: De La Metafora a La Racionalidad

Una manera de entrar a definir con mayor precisión los alcances de la

RP se puede hacer a través de su contrastación con muchas de la

situaciones escolares utilizadas tradicionalmente y que no son de

resolución de problemas estrictamente hablando. Veamos el siguiente

cuadro:

Situaciones problema

de No Resolución

Situaciones de Resolución

Están basadas en un saber, o conocimiento de tipo memorístico y escolar que sobrepasa la propia situación

Están basadas en la comprensión de la situación que contiene todos los elementos necesarios para resolverla

Son de tipo demostrativo y expositivo. No hay un fin que alcanzar, y una solución que encontrar.

Funcionan dentro de una arquitectura medio-fin, y por consiguiente, de la consecución de una meta.

Poseen soluciones externas y un saber externo o artificial para el niño

Poseen una significacion y apropiación del sujeto

Se destaca una única solución final y una única manera de acertar

Funcionan a partir de una o varias soluciones pero sobretodo contiene varios caminos posibles de conseguir la meta.

Son verbalizadoras La actividad del niño se despliega en acciones

Se basan en la relación acierto-error

Se basa en el éxito o no de la consecucion de un fin

Son evaluativas y por consiguiente individuales

Son comprensivas y grupales y propicias para la interacción

Están muy ligadas al conocimiento escolar

Son eminentemente lúdicas, libres e imprevisibles.

Cinco características metodológicas pueden definir las SRP

1. Son situaciónes abiertas porque poseen más de una forma de

llegar a la solución.

2. Constituyen un buen punto intermedio entre esa tensión de lo

artificial y lo natural. De alguna manera replican el mundo del

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Page 33: De La Metafora a La Racionalidad

niño, su imaginario, sus intereses, y lo que es más importante se

fundamentan en preguntas que el niño se plantea o puede empezar a

plantearse de manera relativamente fluida. No tienen que ver con la

réplica de condiciones experimentales de laboratorio, carentes de

verdadera significación en el mundo del niño, ni ancladas ni con

posibilidades de anclarse en el hábitat natural del niño.

3. Son situaciones construidas con base en una arquitectura medio-

fin. Esto quiere decir que la situación propone, de manera

relativamente transparente para el niño, la consecución de una

meta. Sin embargo, el alcance de este objetivo está mediado por

obstáculos y alternativas que le impiden la consecución de la meta

prevista, por consiguiente el niño debe idear estrategias que le

permitan superar los obstáculos y alcanzar el objetivo.

4. La resolución de esas situaciones se despliega por medio de

acciones que prácticamente no requieren de lenguaje, y que son

observables. El espacio en el cual el niño despliega las acciones

para la consecución de la meta prevista, supone de su parte

estrategias que permiten identificar las operaciones que el sujeto

pone en práctica, por ejemplo la planificación y por consiguiente una

estratificación y una anticipación. Esta manera de concebir las

situaciones de resolución de problema, constituyen la crítica más

radical a las didácticas de las ciencias, que se apoyen en la

información verbal tanto de quien propone la situación como para el

niño que la debe resolver. Las SRP constituyen fehacientemente

alternativas al esclarecimiento y la exploración de las propias

habilidades cognitivas y ejecutivas del niño, que serían las

centralmente enfocadas y deseadas.

5. Finalmente, aunque no por ello menos importante, las situaciones

de resolución de problema se engranan en una dimensión lúdica que las

aleja de modelo escolar tal cual lo percibe el niño, y abre un

horizonte más libre para su trabajo por fuera de las evaluaciones.

Estas cinco características están por lo demás, fuertemente

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Page 34: De La Metafora a La Racionalidad

entrelazadas entre sí, se armonizan, se complementan, y definen un

espacio adecuado para abordar la mente del niño pequeño.

Conclusiones

Luego del examen sobre el estado del debate, y aunque se acepta que

éste no queda resuelto, se quiere sintetizar (tal vez una vez más),

las posiciones de la discusión. Para comenzar se pueden desglosar, en

tres niveles y en tres ideas los ingredientes de la propuesta

desarrollada.

1) Teóricamente vale resaltar el presupuesto de la mente del niño

como ilustrativa de una racionalidad mejorante que aparece desde muy

temprano en el desarrollo. Esa conceptualización dirigida a recuperar

una perspectiva más propia y cercana del niño, que requiere de la

crítica a muchas traducciones de un modelo final. Pero igualmente se

propone recuperar sus modos de funcionamiento en positivo y pone en

evidencia al niño como a un ‘otro’, que no es menos, ni de menor

valor, ni carente de lo que posee el adulto. Ese otro, con sus

limitaciones y con sus inmensas posibilidades.

En efecto, lo más original dentro de la concepción profunda de la

propuesta, es retomar los postulados piagetianos de un sujeto que

espontánea y naturalmente desarrolla herramientas cognitivas

exigentes y que mejora la realidad. El ingrediente novedoso y que la

propuesta enfatiza es concebir que esto lo hace el sujeto, muy

precozmente y no hay que esperar al estadio formal o al adulto.

En esta dirección, si bien se acepta la audacia y la riqueza de las

posiciones extremas de la métafora del niño como científico (tipo

Gopnik y Meltzoff), se aceptan de manera no menos convencida la

crítica y la necesidad de mesurar algunas de las comparaciones a las

que se da lugar. En esa dirección se prefiere tomar lo más original

de Karmiloff-Smith. Esa recuperación deberá ser más prudente para

ofrecer estudios empíricos con los cuales ilustrar y enriquecer las

hipótesis propuestas, en particular la concepción de un sujeto

autónomo y con una cognición autorregulada. Para decirlo de manera

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Page 35: De La Metafora a La Racionalidad

breve, de un niño que puede saber pensar desde muy temprano. Vale la

pena enfatizar que esa problemática de acceso al conocimiento, se

formula dentro de las teorías del desarrollo y del funcionamiento

cognitivo, posiblemente con un acento psicologista.

Se toma distancia de la posición de la analogía, en la medida en que

su punto de partida es un modelo de ciencia, idealizada y positivista

que funciona con base en el trabajo experimental. El acceso del niño

al conocimiento científico según los tributarios de esta posición, se

concibe en el escenario de la experimentación y del diseño

experimental del trabajo científico. (Es posible que esta posición

sea más tributaria de la que adoptan quienes trabajan dentro de la

didáctica de la ciencia).

2) Metodológicamente, la implementación de la propuesta se formula en

términos de situaciones de resolución de problemas, expresamente

definidas. Estas situaciones evocan mejor las condiciones de

procesamiento exigentes y novedosas en el trabajo del niño. Las

situaciones de resolución logran establecer un puente pertinente

entre las herramientas precisas que requieren un escenario en el cual

situarse, y una actividad del niño que requiere de formatos libres y

lúdicos.

A partir de estos elementos son fácilmente comprensibles las

diferenciaciones que tienen los abordajes metodológicos en una u otra

posición. Mientras los unos ponen al niño frente a problemas pensados

desde la lógica de la verificación, los otros ensayan diseños más

exploratorios que buscan comprender, de manera más amplia, las

potencialidades del sujeto. Dicho de una manera económica, buena

parte de esa polémica pasa por una concepción de ciencia.

3) En lo conceptual y específicamente en lo que respecta al tejido

que conforma el desarrollo y funcionamiento cognitivo del niño, esta

propuesta enfatiza la presencia de cinco herramientas cognitivas

inferencia, clasificación, planificación, experimentación y

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Page 36: De La Metafora a La Racionalidad

formulación de hipótesis entre los dos y los seis años de edad. Si

bien no se considera que estas herramientas sean las únicas, la

ausencia de ilustración de herramientas en esta edad, así como su

pertinencia, nos ha invitado a hacer énfasis en ellas, de manera más

específica el razonamiento del niño en ese momento del desarrollo.

Estas herramientas permiten aterrizar la propuesta, darle un anclaje

en el desarrollo cognitivo, darle nombre propio a algunos de los

elementos que constituyen la racionalidad. En otras palabras penetrar

en las entrañas mismas de la mente, trabajar en forma concreta en la

racionalidad mejorante.

Ahora bien, más allá del debate coyuntural y minucioso del niño como

científico, y de volver a poner evidencias de las investigaciones de

una y otra posición, la idea que parece imponerse y lo verdaderamente

importante para el estudio del desarrollo cognitivo, es la propuesta

y explicitación de un niño que recupera su fuero, su ‘otredad’10, su

singularidad en el escenario de un niño que piensa y que puede

hacerlo adecuadamente. Una gran conquista del debate es situar ese

niño por fuera de la mutilación del modelo adulto. Pero igualmente

valioso es la recuperación de un niño con herramientas, con virtudes,

que (algunas veces) bajo la forma de hipótesis, dan cuenta de sus

potencialidades. Esa posición audaz de la metáfora del niño como

científico, es en toda su simpleza quizá lo más fecundo de ella.

10 En el sentido más antropológico del término.

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Page 37: De La Metafora a La Racionalidad

Cuadro de síntesis de la comparación entre los tipos de acercamiento a la racionalidad científica del niño.

La metáfora del niño como científico

La analogía del niño como científico

Propuesta de la racionalidad mejorante

Supuestos generales

- Se concibe dentro de las teorías del desarrollo y del funcionamiento cognitivo.

- Se concibe fundamentalmente dentro de la experimentación y del diseño experimental en el trabajo científico.

-La mente del niño ilustra un desarrollo espontáneo y autorregulado.

Ubicación y punto de vista

- El punto de partida es la concepción de un sujeto autónomo y con una cognición autorregulada.

- El punto de partida es un modelo de ciencia, idealizada y maximalista.

- Personaje: el científico académico

- El punto de partida es el punto de vista del niño que se impone a recuperar

- Personaje: el niño

Modelo de funcionamiento y Procesamientos cognitivos

Procesos de redescripción representacional

Razonamiento hipotético deductivo derivado de una lógica científica, formal.

-Identificación de herramientas científicas espontáneas inherentes a la racionalidad del niño.

Criterios metodológicos

Situaciones de resolución de problemas pero aún cercanas a una estratificación semicerrada.

- Entornos definidos a partir del diseño de experimentos que involucran al niño en la deducción de la prueba: contrastación de hipótesis, relación teoría-evidencia, y covariación.

- Condiciones experimentales

- Entornos de trabajo definidos sobre la base de situaciones de resolución de problemas que permiten seguir y explorar la lógica del niño frente a problemas.

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Page 38: De La Metafora a La Racionalidad

carentes de significación en el mundo del niño, en el hábitat natural del niño. Eminentemente verbales

- Se observa cómo responde a la covariación de variables experimentales.

- Situaciones ancladas, significativas y transparentes para el niño.

Desplegables por medio de procedimientos y acciones.

- Se sigue el decurso de su razonamiento natural.

Para terminar, y talvez de manera un tanto paradójica, baste con

decir que los caminos que conducen a la mente del niño, pueden ser

impredecibles. Cualquier psicólogo, educador o profesional

responsable del trabajo con niños lo sabe, porque seguramente algún

niño ha desafiado sus más afianzadas convicciones. No es de extrañar

entonces que desde el formato del trabajo experimental, hasta

formatos mucho más libres y familiares, como son algunas situaciones

cotidianas, diversos puedan ser los caminos que pueden conducir al

niño. La condición para llegar a él, es que se lo quiera realmente

conocer y se tenga disponibilidad para dejarse sorprender y no querer

siempre, imponerle demasiadas hipótesis. Más bien la idea es que esas

hipótesis puedan derivarse de su actividad.

Baste reparafrasear (de manera oportunista además) a Karmiloff Smith

en el texto de marras, la propuesta es Hazte a una concepción de niño

más audaz y cercana a él, y ¡sigue adelante!

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