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De la Sanjurjada al Alzamiento. El porqué de la Guerra Civil Española  Isidro Ot Pad illa La Guerra Civil española ha sido, y es, unos de los temas mayor y mejor estudiados por los historiadores en los últimos años. El análisis de las causas y consecuencias del conflicto, del devenir y evolución de sus batallas o de aspectos tales como la sociedad y la economa antes, durante y despu!s de la "uerra, entre otros, ha llenado miles de pá"inas con disparidad de ar"umentos y opiniones. Es por ello #ue, a pesar de poder parecer lo contrario, el propósito final de este estudio no es volver a incidir sobre tales aspectos, aun#ue deba redundar en ellos, si no establecer a trav!s del análisis coyuntural de cuestiones como la sociedad, la economa o la poltica, una comparación sobre el panorama nacional habido entre el "olpe de militar $anjurjo, en a"osto de %&'(, y el )l*amiento fran#uista, en julio del '+. El por#u! del planteamiento es claro. Como se suele decir, las causas de la Guerra Civil hunden sus races en problemas de carácter estructural, conflictos de lar"o alcance relacionados con la traye ctori a evo lutiva españ ola desd e princ ipio s del si"lo , e inc luso anteriore s. )s, la mane ra como se reali*ó la -evolución liberal, #ue en España adoptó la forma de un enfrentamiento b!lico civil la actitud y mentalidad de una parte del ej!rcito patrio, #ue a partir de la crisis de %/&/ evolucionara desde el liberalismo hasta posiciones conservadoras o el retraso en la moderni*ación ideoló"ica y económica del pas, caracteri*ada por un alto "rado de analfabetismo y el predominio ideoló"ico de la 0"lesia podran ser considerados como los or"enes remotos del conflicto. 1unto a estas causas de 2lar"a duración3, cabra citar a#uellas otras propias de la coyuntura nacional e internacional del periodo4 la crisis económica, el au"e de los r adicalismos polticos, las campaña s en contra de los sistemas liberales o el creciente conflicto social. La tensión de todos estos aspectos, en claro ascenso desde el final de la Gran Guerra, alcan*ara su cenit en los años '5. )s las cosas, 6por #u! el %/ de julio de %&'+7 $e"ún 1. )róste"ui esta es la 2 más dif cil  pre"unta sobre la historia de la Guerra Civil3. )tendiendo a los aspectos mencionados con anterioridad, ya en a"osto de %&'(, cuando $anjurjo perpetró su particular pronunciamiento, se daban en España, en "ran medida, las condiciones citadas. Entonces, 6por #u! no desembocó la frustrada  sanjurjada en un conflicto civil7 La cuestión puede parecer absurda en un primer %

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De la Sanjurjada al Alzamiento.

El porqué de la Guerra Civil Española Isidro Ot Padilla

La Guerra Civil española ha sido, y es, unos de los temas mayor y mejor estudiados por los

historiadores en los últimos años. El análisis de las causas y consecuencias del conflicto, del devenir

y evolución de sus batallas o de aspectos tales como la sociedad y la economa antes, durante y

despu!s de la "uerra, entre otros, ha llenado miles de pá"inas con disparidad de ar"umentos y

opiniones. Es por ello #ue, a pesar de poder parecer lo contrario, el propósito final de este estudio

no es volver a incidir sobre tales aspectos, aun#ue deba redundar en ellos, si no establecer a trav!s

del análisis coyuntural de cuestiones como la sociedad, la economa o la poltica, una comparación

sobre el panorama nacional habido entre el "olpe de militar $anjurjo, en a"osto de %&'(, y el

)l*amiento fran#uista, en julio del '+.

El por#u! del planteamiento es claro. Como se suele decir, las causas de la Guerra Civil hunden

sus races en problemas de carácter estructural, conflictos de lar"o alcance relacionados con la

trayectoria evolutiva española desde principios del si"lo , e incluso anteriores. )s, la maneracomo se reali*ó la -evolución liberal, #ue en España adoptó la forma de un enfrentamiento b!lico

civil la actitud y mentalidad de una parte del ej!rcito patrio, #ue a partir de la crisis de %/&/

evolucionara desde el liberalismo hasta posiciones conservadoras o el retraso en la moderni*ación

ideoló"ica y económica del pas, caracteri*ada por un alto "rado de analfabetismo y el predominio

ideoló"ico de la 0"lesia podran ser considerados como los or"enes remotos del conflicto. 1unto a

estas causas de 2lar"a duración3, cabra citar a#uellas otras propias de la coyuntura nacional e

internacional del periodo4 la crisis económica, el au"e de los radicalismos polticos, las campañas encontra de los sistemas liberales o el creciente conflicto social. La tensión de todos estos aspectos, en

claro ascenso desde el final de la Gran Guerra, alcan*ara su cenit en los años '5.

)s las cosas, 6por #u! el %/ de julio de %&'+7 $e"ún 1. )róste"ui esta es la 2 más difcil

 pre"unta sobre la historia de la Guerra Civil3. )tendiendo a los aspectos mencionados con

anterioridad, ya en a"osto de %&'(, cuando $anjurjo perpetró su particular pronunciamiento, se

daban en España, en "ran medida, las condiciones citadas. Entonces, 6por #u! no desembocó la

frustrada  sanjurjada  en un conflicto civil7 La cuestión puede parecer absurda en un primer

%

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momento, mas, no cabe olvidar #ue detrás de ambos "olpes se encontraban las mismas fuer*as

sociales y polticas, los mismos ideales y reivindicaciones, e incluso, en un principio, el mismo

lder. En consecuencia, presentar el )l*amiento del '+ como la mera solución #ue una parte del pas

adoptó ante el ries"o inminente y concreto #ue supona la 2revolución bolchevi#ue3, al"o por otra

 parte más #ue improbable teniendo en cuenta los resultados del 8C en las elecciones del '+, sera unerror, pues, una sublevación militar, y la posterior 2revolución3, contra un r!"imen establecido no es

al"o #ue ocurra 2sin #ue e9istan problemas reales en el seno de una sociedad, :..; intereses

irreconciliables en jue"o y fuerzas sociales que respondan a todo ello3%.

El objetivo del estudio #ue a continuación se presenta, pues, es anali*ar #ue situación, o

situaciones, se dieron en ese impás de < años, desde a"osto de %&'(, para #ue el fracaso de "olpe

militar fran#uista desembocara, a diferencia del de $anjurjo, en tan cruel lucha.

1. La España de los años 30

La España de los años '5 se confi"uraba como un territorio rural y, salvo al"una e9cepción,

atrasado en los procesos de industriali*ación. Cierto es #ue, al abri"o de una prosperidad favorecida

 por su neutralidad durante la Gran Guerra, el pas e9perimentó el comien*o de su 2"ran

transformación3, pero, pese a ello, la brecha e9istente con respecto al resto de estados del entorno

se"ua siendo considerable. La España  post primoriverista  era, a  grosso modo, un pas

subdesarrollado, con enormes desi"ualdades sociales y re"ionales, un alto "rado de analfabetismo y

 bajos niveles de educación :la mitad de la población infantil no estaba escolari*ada;. $u población,

escasa y desi"ualmente repartida por la "eo"rafa nacional, ofreca al visitante los más violentos

contrastes. )s, por ejemplo, frente a ciertos núcleos urbanos con un nivel de vida alto y adaptado a

los usos de la sociedad contemporánea, poda hallarse, a pocos =ilómetros, aldeas 2ancladas en el

si"lo >3 o, frente a las vi"orosas manifestaciones de intelectualidad a"nóstica, indiferente a

cuestiones reli"iosas, a#uellas otras proclives al fanatismo y la superstición.

Como era ló"ico en un pas a"rcola, las actividades asociadas al sector primario ocupaban a"ran parte de la población activa4 el <?,?@ en %&'%, frente al (?A? del secundario y al %B,+ en los

servicios. Estos porcentajes no variaran mucho durante el periodo republicano. Con todo, la

incipiente moderni*ación de los procesos del campo propició el !9odo a las "randes ciudades y

centros industriales de un proletariado con fuertes races campesinas y poco cualificado. Ello fue el

estmulo para el desarrollo de un fuerte movimiento obrero sindicali*ado.

Las relaciones de poder haban cambiado poco hasta entonces. En el campo, las viejas

% )róste"ui, Por qué el 18 de julio..., p.(%5. El subrayado es própio

(

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oli"ar#uas y los caci#ues se"uan dominando a la población en las ciudades, especialmente en

a#uellas con mayor industria, la bur"uesa conservadora, propietaria de los medios de producción,

se aprovechaba, amparada en la le"alidad, de un proletariado e9hausto, descontento y cada ve* más

 proclive a la violencia.

Las situaciones y conflictos descritos provenan, en el fondo, de la particular evolución socioeconómica del pas. )s, ya antes del r!"imen republicano, se daban una serie de condicionantes

#ue no podan tardar en obstaculi*ar la convivencia nacional. D es #ue en la España de los años '5

se daban cita 2un campesinado #ue arrastraba el hambre de tierras :..; una clase obrera incorporada

a sindicatos #ue tenan como meta la revolución social una clase media balbuciente que no había

encontrado un lugar sólido en la sociedad  una bur"uesa amedrentada desde #ue lle"aron a sus

odos los ecos de la revolución bolchevi#ue yF una aristocracia decidida a mantener, con el apoyo

del Ej!rcito :..;, sus anti"uos privile"ios3

(

. En esta coyuntura, la -epública lle"ó dispuesta a propiciar definitivamente el tránsito a la verdadera democracia y con "anas de abordar a#uellas

reformas tiempo atrás reivindicadas. El !9ito de la proclamación y el contento "enerado en las

calles, pareció convencer del !9ito del nuevo r!"imen entre todos los españoles y de su aceptación

como nueva forma del ser nacional. $in embar"o, a#u comen*aron las e#uivocaciones. La realidad

es #ue la democrati*ación pretendida en España tras siete años de dictadura vena a retomarse en

medio de una repentina movili*ación social y poltica, de una "rave depresión económica y en un

conte9to internacional poco propicio para ensayos polticos respetuosos del pluralismo'.  En un

 panorama as, poco iban a tardar en manifestarse las primeras oposiciones y conflictos.

1.1 Countura pol!ti"a

esde el advenimiento de la -epública, en abril del '%, hasta la destitución de )*aña, en septiembre

del '', el Gobierno de coalición republicanosocialista acometió la reforma del Ej!rcito, la

separación 0"lesia Estado, la distribución de la propiedad a"raria, la mejora salarial de las clases

trabajadoras, la protección laboral o la educación pública. $e podra decir #ue nin"ún aspecto de lavida poltica y social #uedó fuera del alcance del impulso renovador. $e"ún 1.Casanova, 3nunca en

la historia de España se haba asistido a un periodo tan intenso de cambio y conflicto, lo"ros

democráticos y con#uistas sociales3<. Ho obstante, la aprobación de la nueva Constitución, aco"ida

con "ran ilusión entre el pueblo, puso al descubierto la hetero"eneidad de las Cortes y despertó el

recelo conservador por ser 2tirnica en el orden de las libertades públicas ! persecutoria en el orden

( 1uliá, $. op.cit. p. (<

' Cabrera, op.cit. p. %B< Casanova Gil )ndr!s, op.cit. p. &5

'

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reli"ioso y vergonzosamente bolchevizante en el de la propiedad"#$

La a"raria fue, sin duda, una de las cuestiones más esperadas y difciles de abordar, pues

cual#uier medida, por moderada #ue fuese, poda ser percibida como una revolución e9propiadora.

 Ho obstante, 2la perpetuación de un modelo de dominación eminentemente oli"ár#uico3 ocasionaba

enormes desi"ualdades entre "ran parte del campesinado nacional #ue, de no ser corre"idas, podanconducir a una revolución campesina. La revisión de la cuestión, pues, era de obli"ado

cumplimiento para el nuevo Gobierno reformista. Las crticas de los parlamentarios más

conservadores se hicieron notar pronto. El tema no era menor. En un pas eminentemente rural, las

inversiones a"rcolas suponan, con mucho, las de mayor valor en el 80I nacional +. 8or ello, la

 poltica a"raria se convirtió en uno de los ejes principales del conflicto durante la -epública y,

 posteriormente, en componente fundamental de las reivindicaciones de ambos bandos en la Guerra

Civil

B

, dado #ue el proyecto de la nueva Ley no perjudicaba sólo a los intereses de la clase más poderosa económicamente del pas, sino tambi!n a los de unos setenta mil 2pobres, muy pobres3

 pe#ueños propietarios del norte peninsular.

 Ho menos sonada fue la cuestión reli"iosa, causa fundamental de muchos de los conflictos #ue

se e9tendieron en la Europa de entre"uerras. En nin"ún sitio, sin embar"o, la lucha entre la 0"lesia

católica y la i*#uierda poltica fue tan a"uda como en la sociedad española de los años treinta. El

conflicto tena races históricas profundas, pero fue la lle"ada de la -epública y su proyecto de

moderni*ación polticosocial #uien sacara a la lu* el conflicto en toda su crude*a. El

anticlericalismo del nuevo "obierno reformista #uedó reflejado con la aprobación del artculo (+, el

cual, se convirtió, en palabras de Gil -obles, en el 2"ermen de la discordia3. La no confesionalidad

del Estado, la eliminación de la financiación estatal al clero o la prohibición de la enseñan*a a las

órdenes reli"iosas se convirtieron en cuestiones intolerables para los sectores católicos y daban fe

de la 2intransi"encia de las Cortes y su divorcio del sentir del pueblo3 /. )lcaláJamora y Ki"uel

Kaura, presidente de la república y ministro de la "obernación respectivamente, dimitieron pocos

das despu!s de la aprobación de dichas medidas.

Con las Cortes divididas, la escalada de tensión poltica y social comen*ó a hacerse pronto

evidente. D es #ue, mientras las reformas no parecan satisfacer del todo al proletariado, #ue trató

con sus protestas de acelerar el cumplimiento de las medidas cuando no propiciar la revolución, s

? iscurso de Gil -obles ante el 8arlamento. Cabrera, ob. Cit. p.(5+ $ólo en %&'?, se estimaba una inversión capital para el sector a"ropecuario tres veces superior al destinado a la

industria y a la minera juntas.B Casanova Gil )ndr!s, op.cit. p.&5/ Las nuevas medidas prevean un drástico descenso del presupuesto clerical4 de los ++ millones de ptas en %&'%, a

(&A? en %&'( y a los ? millones en años posteriores. )smismo, el cierre de los cole"ios eclesiásticos supondra unos'?5.555 niños más sin enseñan*a. :homas, M. ob$ cit . p.%(+;

<

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#ue tendieron a enemistar, en cambio, a unas viejas clases diri"entes #ue, apartadas del poder,

 percibieron los cambios como una amena*a ante la #ue no tardaron en or"ani*arse. En esta tesitura,

las primeras conspiraciones contra la le"alidad "ubernamental no se hicieron demorar demasiado. )

las prontas revueltas sociales e insurrecciones lle"adas 2desde abajo3, como las de Castiblanco o

)rnedo, cuya dura represión al 2viejo estilo monár#uico3 men"uó la reputación del "abinetea*añista, vinieron a sumársele a#uellas nacidas en el seno de la clase 2despla*ada3. e todas ellas,

la planteada por Kanuel Iur"os y Kel#uiades Nlvare*, anti"uos constitucionalistas, fue sin duda la

de mayor alcance en la !poca. El desorden, las reformas militares y los debates #ue se estaban

teniendo entonces sobre la Ley de -eforma )"raria y el Estatuto catalán justificaban la cada de un

Gobierno y unas Cortes #ue haban llevado a España al borde de 2la ruina, la in#uinidad y la

desmembración3. 8or ello, se propuso un cambio de rumbo para una -epública encaminada hacia

2un soviet e irremediablemente a la anar#ua3. El General $anjurjo, poco interesado en un principio,no tardó en aunarse a la 1unta "olpista tras su destitución como director "eneral de la Guardia Civil

y su posterior 2de"radación3. Or#uestado para el %5 de a"osto de %&'(, el "olpe no tuvo, sin

embar"o, el !9ito esperado y, fuera de $evilla, nadie se sumó a !l. $e"ún los e9pertos, el fracaso fue

fruto del m!todo esco"ido para derrocar la -epública, por la fuer*a, táctica #ue, tan sólo un año

despu!s de su proclamación, no contaba con apoyos importantes salvo entre al"unas minoras

militares, aristocráticas o de la e9trema derecha.   ras a#uella primera intentona, el "obierno de

)*aña, e9ultante, no tardó en aprobar las citadas leyes a"rcola y estatutaria.

 Ho obstante, %&'' resultó decisivo para el primer "ran viraje de la -epública. )l despresti"io

acarreado de los trá"icos sucesos de Casas >iejas, vino a sumársele en los meses centrales del año

el mal estado de la economa y el ascenso del paro debido a la ofensiva patronal. )simismo, a la

dura oposición de radicales, propietarios, "entes de orden y anar#uistas, caba añadirle, a partir

mar*o, la ejercida por la CE) como representante de las masas conservadoras y, en menor

medida, la puesta de lar"o del fascismo español. ) decir verdad, el arrai"o de falan"istas y

comunistas era más bien escaso y apenas contaba con fuer*a para obstaculi*ar o desestabili*ar a la

-epública, aun#ue s para a"itar sus calles. El mayor acoso fluyó por entonces de los 2clásicos3

sectores opositores, sumándosele el de la nueva confederación de derechas. En verano, la clara falta

de apoyo poltico y social a la coalición de "obierno denotaron su e9tenuación. )nte la situación,

)lcaláJamora disolvió las Cortes y convocó nuevas elecciones para noviembre de %&''. El sueño

reformista haba acabado y su le"ado, ya fuera por falta de voluntad, e9ceso de mesura o escase* de

capital económico, haba arrojado casi tantas luces como sombras.

El 2triunfo3 de la CE) y el 8artido -adical en los comicios de noviembre de %&'', pareca

manifestar el cambio de tendencia, hacia la derecha, del pas. En un principio, la culpabilidad de tal

?

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viraje fue achacado a la reci!n estrenada condición ciudadana de la mujer, cuyos votos

2influenciados3 habran concedido la victoria a los sectores conservadores. Ho obstante, otras

ra*ones como la desunión de socialistas y republicanos la abstención anar#uista la reor"ani*ación

de la derecha entorno a la defensa del orden y la reli"ión o la reforma de la Ley Electoral &, #ue

favoreca las "randes coaliciones habran tenido más peso en la debacle de la i*#uierda #ue laincorporación del sufra"io femenino. Con Lerrou9 al mando, Gil -obles, ansioso por revocar la

Constitución reformista, inició su plan para hacerse con el poder. El apoyo al "obierno -adical no

fue más #ue el primer paso, al"o temporal, pues como estableca la nueva Carta, su reforma sólo era

 posible pasados cuatro años desde su promul"ación, es decir, en %&'?. e tal modo, la CE) y sus

aliados se vieron obli"ados a dilatar la vida de las Cortes mientras, paralelamente, preparaban el

terreno para su 2asalto3. $in embar"o, la creciente debilidad del 8artido -adical y la inestabilidad

de los "obiernos del otrora 2emperador del paralelo3, acabaron por dar paso muy pronto a lase"unda fase del lder cedista4 e9i"ir la presencia de diputados cedistas en el Gobierno. )s,

esco"idos de entre los #ue podan provocar menor recha*o entre los republicanos, el tercer "obierno

de Lerrou9 anunció la incorporación, el < de octubre de %&'<, de tres representantes de la CE)

al"o difcil de aceptar como una toma del "obierno por los fascistas. Ho obstante, los hechos no

 pasaron desapercibidos y, casi de manera inmediata, los sectores i*#uierdistas, espoleados por los

sucesos europeos, empuñaron las armas en pro de la república y la revolución. Controlado el

movimiento insurreccional, #ue en al"unos puntos ad#uirió carácter de Guerra Civil, se dejó

entrever, entre muchos de sus devastadores efectos, la radicali*ación de las distintas facciones

 polticas, especialmente la de una derecha cada ve* más atrada por el modelo de fascismo italiano y

alemán. El panorama poltico nacional se vio alterado por completo. La ne"ativa del los partidos del

centro a adoptar las medidas de represión implacable demandados por los cedistas dividieron a la

coalición. Ho obstante, la amena*a de la CE) a ejercer su oposición en las Cortes y el fracaso del

Gobierno doméstico del 8--, obli"ó a Lerrou9 a transi"ir y rene"ociar de nuevo la alian*a a costa

de otor"ar más carteras a cedistas y a"rarios, convirtiendo as, durante la primavera de %&'?, al

 partido de Gil -obles en la fuer*a fundamental del Ejecutivo. $in embar"o, la coalición centro

derechista pareca condenada a no entenderse. En octubre de ese mismo año, la implicación de

al"unos miembros radicales en el escándalo del estraperlo desacreditó al 8-- y minó las bases del

Gobierno. Pue entonces cuando Gil -obles creyó lle"ado el momento de pasar a la fase final de su

estrate"ia4 2)poyar a Lerrou9, primero colaborar con Lerrou9, despu!s sustituir a Lerrou9, más

& emiendo #ue el nuevo sistema, más representativo, fra"mentara en e9ceso el panorama poltico, se optó por un

sistema mayoritario corre"ido para favorecer la formación de coaliciones y la consolidación de "randes partidos:Cabrera, p.%/;

+

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tarde3%5. Ho obstante, )lcalá Jamora se ne"ó a amparar la toma de control del Ejecutivo por 2una

fuer*a no republicana3 y, tras el fracaso del "abinete e9tra parlamentario encar"ado a 8ortela

>alladares, hombre liberal y sin partido, al 8residente de la -epública no le #uedó otra opción #ue

disolver Cortes y llamar a nuevos comicios. Con tantas cuentas #ue saldar, la campaña electoral se

 presentó muy a"itada. Kanifiestos, octavillas y carteles de propa"anda llenaron de nuevo las calles,enfrentando, por primera ve*, a dos frentes4 el popular y el autodeterminado como el de

2contrarrevolución3. Este último, constituido en torno al partido católico, es"rima esló"anes como

2%ontra la revolución & sus cómplices' (otad )spa*a3 o 2+evillano! ,te acuerdas de los a*os

estuvisteis sin +emana +anta- Pues preprate a no tenerla nunca si entran las izquierdas3%%. La

defensa de valores 2tradicionales3 de la patria, como la reli"ión, se oponan a los predicados por la

revolución o el mar9ismo. e hecho, este discurso sera recuperado entrada ya la "uerra, definiendo

los 3nacionales3 el conflicto como 2una cruzada emprendida por el pueblo católico en nombre de .ios /$$0 invadido por la presencia de una raza forastera3%(. 8or lo #ue respecta a la i*#uierda, las

"raves secuelas del al*amiento de octubre llevaron a la convicción de #ue para vencer polticamente

era preciso recuperar la unidad. )*aña, con un papel fundamental en la iniciativa, pretendió una

coalición electoral de partidos de i*#uierda, pero los socialistas, profundamente divididos tras el

fracaso de octubre, se mostraron al"o reticentes. ) finales de %&'?, la perspectiva de pró9imas

elecciones aceleró las "estiones. El deseo de desalojar a la derecha del "obierno pesó más #ue los

obstáculos y vetos iniciales y, en enero del '+, se constituyó una coalición suscrita por socialistas,

republicanos de i*#uierda, sindicalistas, mar9istas y comunistas.

Los comicios de febrero del '+ destacaron por su alta participación, cerca de B' por %55. El

análisis de los resultados muestra la profunda polari*ación del electorado entre i*#uierda y derecha,

reduci!ndose al mnimo el voto centrista. $e"ún usell, los resultados por tendencias habran sido4

<B,%@ de votos para la i*#uierda y el centroi*#uierda, <?,+@ para la derecha y un escueto ?A'@

 para el centro puro%', concentrándose la tendencia derechista en la 2España interior, sobretodo en la

 parte norte yF el arrai"o de las i*#uierdas en las "randes ciudades :..; y las re"iones perif!ricas :..;

#ue aspiraban a la autonoma3%<. )s las cosas, el sistema mayoritario establecido por la Ley

electoral favoreció esta ve* al Prente 8opular, #uien dispondra de una hol"ada mayora en el

8arlamento. El miedo al revanchismo poltico de i*#uierdas o, incluso, a un "olpe de tipo

 bolchevi#ue, "uió muchas de las actuaciones conservadoras #ue se sucedieron. Gil -obles intentó,

%5 1uliá, op.cit. p. (&%% Kuestras de propa"anda reco"idas por usell en  as elecciones del frente Popular , Cuadernos para el diálo"o4

Kadrid, %&B%. Citado en 1uliá, ob.cit. p. '5%( 1uliá, ob.cit. 8 .'5

%' 1.usell, as elecciones del 2rente popular , Kadrid, %&B%, vol.(, p.%' cit. en Gil 8echarromán op.cit, p.'(%%< Gil 8echarromán, ob,cit, p.'((

B

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con el apoyo de Calvo $otelo y el "eneral Pranco, #ue 8ortela declarase el estado de "uerra y

anulara los comicios, pero la "estión no tuvo !9ito. El traspaso de poderes se hi*o de manera

irre"ular. La situación del nuevo "obierno era bastante precaria, pues, a pesar del respaldo de

socialistas y comunistas, los partidos representados en !l no controlaban ni la cuarta parte de los

escaños. Con todo, entre febrero y julio de %&'+, los "obiernos frentepopulistas, con )*aña primeroy Casares despu!s, se esfor*aron por desarrollar medidas #ue facilitaran el retorno a la senda

reformista. La amnista "eneral, #ue vino a favorecer a unos '5.555 presos polticos, fue una de las

medidas más e9i"idas por la presión popular, pero no la única. La readmisión de los despedidos por

motivos polticos o sindicales, la reposición de los ayuntamientos suspendidos tras el octubre del '<

o la puesta en vi"or del Estatuto catalán fueron otras de las prioridades del nuevo "obierno. $in

embar"o, el creciente deterioro del orden público, las escasas sesiones parlamentarias celebradas y

las tensiones sur"idas entre los socios "ubernamentales impidieron la concreción de "ran parte delas labores proyectadas. La violencia se confi"uró como uno de los ras"os caractersticos en

a#uellos das y contribuyó, como nin"ún otro elemento, al pro"reso de la opción "olpista

conservadora. Los atentados contra diri"entes socialistas, atribuidos a pistoleros falan"istas, y las

consecuentes represalias crisparon la convivencia nacional. El asesinato de 1os! Castillo, teniente de

conocida filiación socialista, a manos de pistoleros de e9trema derecha y la de Calvo $otelo, lder

católico, los das %' y %< de julio respectivamente, sobreco"ieron al pas. urante el entierro de este

último, el discurso de Goicoechea pareció destapar la caja de pandora :ane9os, te3to %;. urante los

das si"uientes, las manifestaciones de miedo y odio preludiaron el enfrentamiento civil. La derecha

captó el mensaje4 abandonar la urnas y tomar las armas, caba hacer uso del 2derecho de rebelda3.

El Gobierno de Casares Quiro"a, impotente ante la situación, decretó el cierre de los locales de

e9trema derecha y estableció la censura de 8rensa, pero las medidas lle"aron tarde, pues sólo unos

das antes, el .ragon 4apide! financiado por el multimillonario 1uan Karch, haba partido de Las

8almas con un Pranco dispuesto a encabe*ar la "uarniciones africanas en pro de la 2$alvación

 Hacional3. El "olpe de Estado haba empe*ado.

1.# Conte$to e"on%mi"o

La económica fue una de las cuestiones más destacadas de los años '5. La crisis de %&(& sumió,

aun#ue en diversidad de "rados, a "ran parte de las economas 2desarrolladas3 en una coyuntura

económica desfavorable. $i bien es cierto #ue, como su"iere G. 1ac=son, en España 2la a"itación

social de la !poca republicana tuvo más bien motivos polticos #ue económicos3 %?, desdeñar estos

últimos sera descuidar una parte importante de las causas del malestar poltico e9istente. Como se

%? G.1ac=son, a 4ep5blica & la guerra civil espa*ola, Iarcelona, %&B+, p.%5(, citado en Gil 8echarromán, op.cit. p./&

/

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mencionó anteriormente, ya antes de la #uiebra bursátil, la situación económicoindustrial española

vena adoleci!ndose de un cierto retraso, presentando un territorio subdesarrollado, d!bil,

hetero"!neo y atrasado en los procesos de concentración capitalista.%+, consecuencia, sin duda, de la

desi"ual 2evolución3 territorial desde el s.0. Ho obstante, sera impreciso afirmar con rotundidad

#ue su economa se encontró totalmente desvinculada de la internacional, pues, ciertamente, la vidade la -epública discurrió en paralelo a la "rave crisis económica mundial. 8or consi"uiente, en estas

lneas se tratará de dilucidar cómo afectó la coyuntura económica a la vida del nuevo r!"imen y

hasta #u! punto pudo ser esta, o no, uno de los aspectos determinantes #ue coadyuvaron al estallido

de las tensiones en %&'+ y no en el '(.

En lo #ue respecta a los efectos de las crisis internacional, los primeros estudios manifestaron

una menor incidencia sobre la economa española #ue en la de otros pases del entorno, debido,

 básicamente, a la e9istencia de un sector e9terior 2poco activo3 :ane9o, te3to 6;. 8aradójicamente,el retraso del #ue se adoleca el pas y su relativo 2aislamiento3 pareció amansar los efectos de la

crisis%B. $in embar"o, investi"aciones posteriores rebelaran el verdadero carácter desestabili*ador

#ue tuvo la depresión. Pactores como la cada del comercio mundial, la disminución de las

inversiones e9tranjeras, las p!rdidas del incipiente sector turstico o la reducción de las remesas de

dineros enviadas por los emi"rantes, tuvieron un efecto ne"ativo sobre la economa nacional %/. La

contracción del comercio e9terior, por ejemplo, se constituyó como uno de los peores indicadores

de la crisis, reduci!ndose el flujo comercial e9terno, entre %&'5 y %&'?, a menos de la tercera parte

de lo alcan*ado en %&(&%& :cuadro 1;.

$e"ún los datos, los efectos de la recesión tuvieron mayor relevancia durante el bienio

reformista, cuyo "obierno hubo de hacer frente, además, a la desconfian*a de los clásicos sectores

empresariales y financieros. $e estima #ue, entre abril y junio del %&'%, se retiraron de los bancos

nacionales fondos por valor de &%B millones de pesetas, cifra #ue en los meses si"uientes alcan*ara

el valor de %.'55 millones, el (5@ de los fondos bancarios. Esta fu"a de capitales fue uno de los

más "raves y ur"entes problemas a los #ue tuvo #ue enfrentarse la joven república, pero no el único.

Otra de las preocupaciones era la planteada por el peso de los "astos no productivos R efensa,

clero, clases pasivas, deudas,... #ue lle"aron a suponer el ?/ por %55 del total y #ue eran difciles

de reducir sin lesionar intereses muy amplios y arrai"ados. Estos factores afectaron pronto a la

recaudación de tributos y al superávit de ?5 millones obtenido con los recortes de %&'5 le si"uió un

d!ficit de %/& al año si"uiente. El creciente endeudamiento del Estado convirtió en obsesiva la idea

%+ .K. Ieiras, 2La economa española durante la $e"unda -epública3, %&B?, p.%?B, cit. Gil 8echarromán, p.&5%B El sector a"rcola continuaba siendo un sector fundamental. $e"ún Calvo 8oyato, podra decirse, en cierto modo,

#ue el atraso del campo actuó como escudo contra los efectos de la crisis.

%/ Gil 8echarromán, op.cit. p. &(%& Calvo 8oyato, 1. 2Sn lastre a nuestro favor3 en 7istoria & (ida, nT?<B, (5%', pp.'+'&

&

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de cuadrar el presupuesto de in"resos y "astos, por lo #ue las autoridades renunciaron a la poltica

e9pansionista y centraron todos sus esfuer*os en la reducción del d!ficit público. Con todo, pese a

los ne"ativos datos macroeconómicos, sorprende para el mismo periodo la evolución de otros

indicadores como el de la -enta nacional, #ue tan sólo sufrió li"eras variaciones durante el

#uin#uenio los precios, #ue pese a la deflación mantuvieron niveles de la d!cada anterior o lossalarios, #ue "racias a las medidas de Lar"o Caballero y a la oleada de huel"as subieron de media

un %(@ entre %&'% y %&''(5  :"rfico 6;. )simismo, durante los dos primeros años, el "obierno

destinó partidas a la financiación de reformas sociales y del  pan barato, aun#ue estas estuvieran

realmente lejos de ser prioridades presupuestarias(%.

En %&'', punto ál"ido de la recesión, se re"istraba en España una apreciable tasa de paro,

:cuadro 6;. El declive o cese de la producción industrial, la p!sima cosecha a"raria o el aumento de

la ofensiva patronal provocó un alud de desempleados. La cifra se a"ravó además con el retorno deunos %55.555 emi"rados de tierras americanas((.   El porcentaje de desempleo por sectores

 productivos variaba mucho, siendo el proletariado a"rario el más afectado :cuadro ;. En junio de

%&'(, por ejemplo, más de la mitad de parados eran braceros principalmente del campo andalu* y

e9tremeño('.  La ausencia o ineficacia de un sistema estatal de subsidios a"ravó la coyuntura,

dejando en una situación sumamente precaria a miles de familias y haciendo de las bolsas de paro

2focos importantes de conflictividad #ue en ocasiones :..; coadyuvaron a desatar procesos

abiertamente revolucionarios3(<, sobretodo en el mundo rural.

La entrada de "obiernos más conservadores a partir de noviembre de %&'', apenas modificó la

situación de la Macienda pública, aun#ue favoreció cierto retorno de las inversiones e9tranjeras. La

incipiente recuperación económica propició el reajuste del "asto público4 entre otros, se aumentó el

 presupuesto de efensa, se reanudó los subsidios al clero y se amplió la cobertura del paro. e otra

 parte, el fracaso revolucionario del '< y el desarme sindical favoreció el aumento de las presiones

 patronales y la desaceleración, cuando no la bajada, de los salarios :sin el descenso pertinente de los

 precios;, medidas #ue vinieron a perjudicar a las capas más desfavorecidas de la población. Con

todo, como apunta sarcásticamente homas, el alto número de encarcelados favoreció el ndice de

 paro(?. La lle"ada de Chapaprieta a Macienda en %&'? si"uió sin favorecer la situación de las clases

(5 Op$cit$ p. &'(% Los economistas contemporáneos afirmában #ue fue esta poltica laboral y social la #ue incrementó los costes

salariales y creó enfrentamientos sociales, lo #ue a su ve* empeoró las cuentas de resultados y redujo la demanda detrabajo. :Comn, P. ob$cit . p. +(;

(( esde %&'5 hasta el comien*o de la Guerra Civil, el número de emi"rados cayó en más del ?5@ respecto a los añosanteriores.

(' Los datos del paro fueron muy desi"uales a lo lar"o del territorio. )s, en Cataluña, dado su alto nivel deindustriali*ación, las cifras de desempleo se mantuvieron muy por debajo de re"iones mayoritariamente rurales.

(< Gil 8echarromán, Op$cit . p.%55(? homas, M. a guerra civil en )spa*a, p. (%<

%5

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 populares. El nuevo ministro impuso un ambicioso 8lan General de Macienda #ue implicaba

2acometer valientes economas del "asto público3(+. La Ley de -estricciones del % de a"osto, #ue

desató "ran pol!mica entre la opinión pública. Puncionarios y pensionistas, principales afectados,

denunciaron el carácter antisocial de unas medidas aplaudidas por financieros y patronales.

)nimado, Chapaprieta esperó coronar su labor financiera con la aprobación de los presupuestos para el %&'+, pero el recha*o de la derecha económica obstruyó muchas de las reformas. Consciente

de su imposibilidad, y aprovechando el escándalo del caso Hombela, el ministro presentó su

dimisión el & de diciembre de %&'?, mismo da en el #ue se publicó un ecreto aboliendo las

medidas más pol!micas de su Ley de -estricciones. El '% de diciembre de %&'?, las Cortes

aprobaron un ecreto prorro"ando para el primer semestre del '+ los presupuestos del año anterior.

La lle"ada del Prente 8opular propició de nuevo la disminución productiva, especialmente en el

campo. Los terratenientes y patronos, por intimidación, fueron obli"ados a subir los sueldos, reducirlas jornadas y a dar empleo a todos los despedidos durante el bienio anterior y a los e9carcelados

 polticos. )ún as, el paro si"uió creciendo hasta alcan*ar, en junio de %&'+, la crtica cifra de

/55.555 desempleados, al"o inaudito hasta la fecha(B. 

Concluimos, pues, descartando la crisis económica como uno de los factores determinantes en el

estallido del conflicto, pues, en el caso español las consecuencias no lle"aron a ser comparables a

las de otros estados europeos dado su estatus de economa secundaria. )s, a pesar de la recesión

2macroeconómica3 dada entre %&'% y %&'', causada en parte por la misma desconfian*a hacia

r!"imen 2revolucionario3 y a las malas cosechas, la economa nacional recuperara pro"resivamente

la normalidad hasta alcan*ar en %&'? niveles de renta y producción tan sólo li"eramente inferiores a

los de %&(& : grfico 1;. 8or ello, se"ún Gil 8echarromán, sera preciso buscar causas más

complejas, como la cuestión a"raria, la insuficiencia de capitales o la inestabilidad del sistema

 poltico, para e9plicar la "ran conflictividad e9istente en un conte9to económico relativamente más

favorable #ue en el de otras democracias como la británica o la estadounidense (/, pues, los solos

efectos de la recesión no hubieran sido suficientes 2para inducir un cuadro de crisis social y poltica

tan a"udo como el #ue condujo a la Guerra Civil3.

(+ 1. Chapaprieta, a paz fue posible, Iarcelona, %&B(, p.%+? citado en Gil 8echarromán, ob.cit. p. %%/(B Cabra relativi*ar, sin embar"o, la cifra. ejando de lado el hecho de #ue en ella estuviera implicita el número de

 parados parciales, se"ún E"ea Iruno, ni en su momento de mayor "ravedad, el desempleo nunca habra alcan*ado al%5@ de la población activa, nada comparado con lo sucedido en )lemania :(?'?@;, Gran Iretaña :%?(5@; oEESS :(5@;. E"ea Iruno, ob$ cit$ p. <('. )smismo, el hecho de #ue "ran parte del paro se re"istrara en el sectora"rario, sobretodo en las *onas de latifundio y monocultivo, daba muestra de un problema própio de una economa

atrasada, y por tanto, de un mal estructural.(/ Gil 8echarromán, op.cit. p. &(

%%

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1.3 Conte$to so"ial

)l i"ual #ue en otros pases europeos, en España se dio esa división y tensión #ue acompañó al

 proceso de moderni*ación y #ue enfrentó a #uienes teman al bolchevismo y a las distintas

manifestaciones del socialismo, amantes del orden y de la autoridad, y a#uellos #ue soñaban un

mundo nuevo e i"ualitario sur"ido de la lucha a muerte entre las clases sociales(&. 

El nuevo "obierno republicano emer"ió con una ardua tarea por delante4 encau*ar un cambio de

r!"imen. Ho obstante, una empresa como a#uella en la España de los '5 no poda ser menos #ue

complicada. En un conte9to como el español, marcado por el agitado carácter de su pueblo, los

2sentimientos de clase3 tardaron poco en hacerse evidentes, má9ime cuando de dirimir cuestiones

referentes al 2espritu histórico de la nación3 R propiedad, tierra e i"lesia R se trataba. Los cambios

 pretendidos fueron calificados por unos y por otros como 2revolucionarios3, aun#ue, claro está, no

todos entendan lo mismo al decirlo. e clara vocación reformista, el nuevo r!"imen, auto

 proclamado como 2una -epública democrática de trabajadores de toda clase3, se "anó pronto el

recha*o de los tradicionales sectores conservadores y capitalistas, #uienes vieron en !l el preludio

de una revolución social. $in embar"o, los primeros conflictos sur"ieron 2desde abajo3. La CH,

con "ran arrai"o entre amplios sectores de trabajadores a"rarios y urbanos, se prestó pronto a

tomarle el pulso al nuevo r!"imen. Las reivindicaciones sociolaborales y las huel"as aparecieron

muy pronto en escena. La primera de ellas, convocada en $evilla para julio de %&'%, finali*ó con un

saldo de '5 muertos y (55 heridos. al coste, le costó a las Cortes el ser tachada como 2enemi"as

del pueblo3 por el periódico sindicalista +olidaridad obrera y no habra, desde entonces, ni pa* ni

tre"ua para ellas'5. La protesta sevillana no sera una e9cepción. e hecho, en los dos primeros años

de vida republicana, cenetistas y anar#uistas, con al"ún apoyo obrero y campesino, fueron

 prota"onistas de diversas tentativas de rebelda armada, siendo las más sonadas la de Castilblanco y

)rnedo, en %&'(, y la de Casas >iejas en enero del '', todas 2aho"adas en san"re3. Con ellas,

demostraron su desacuerdo verso a un sistema institucional representativo de 2en"ranaje bur"u!s3 y

la creencia en la fuer*a como único camino para acabar con los privile"ios de clase y los abusosasociados al poder.

El anar#uista, sin embar"o, no fue ni el único ni el más potente movimiento #ue obstaculi*ó la

consolidación de la -epública. Los anti"uos "rupos oli"arcas, despla*ados del poder poltico,

vieron en las reformas pretendidas una amena*a a 2sus derechos tradicionales3 y no tardaron en

reaccionar, y conspirar, casi desde los inicios, contra la república. )simismo, la cuestión reli"iosa,

2"rito de "uerra :..; entre las dos Españas3, y la defensa de la 0"lesia se presentó para los católicos

(& Casanova, 4ep5blica & guerra civil$$$ ob.cit. p.%B+'5 Cabrera, op.cit. p. %+

%(

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como una misión 2enviada por ios3'%. En menos de dos años, el catolicismo poltico arrai"ó como

movimiento de masas y, apoyado en 2cientos de miles de pe#ueños y mediados propietarios

rurales3, no tardó en lan*ar su particular ofensiva contra la amena*a revolucionaria.

) estos conflictos, insista )*aña, caba sumar los #ue para !l daran ori"en a la "uerra civil4 los

e9istentes entre una clase media preparada para una sociedad secular y cierto "rado de reformasocial, y la bur"uesa :"randes propietarios y capitalistas;, dispuesta a perpetuar sus privile"ios

históricos de "rupo :te3to ;. En esta lnea, G. 1ac=son afirma como 2en lo #ue hace al estallido de

la "uerra civil, esa división fuera más fundamental #ue las huel"as, los loc9:out  o #ue las batallas

 propa"andsticas entre las or"ani*aciones juveniles de i*#uierdas y derechas3'(. Ciertamente,

muchas de a#uellas disputas sociales no fueron nuevas de a#uellos años, pero si #ue fue en ellos

donde mayor relevancia ad#uirieron.

)nar#uistas, 2"entes de orden3 y católicos fueron sólo al"unos de los sectores #ue acosaron alr!"imen en a#uellos primeros das, sin embar"o, no seran los únicos. Las medidas por entonces

debatidas en las Cortes, referentes al encaje catalán y a la nueva Ley a"raria, no ayudaron a mejorar

la situación. El (B de julio de %&'(, sólo das antes del "olpe de $anjurjo, se reunieron en la pla*a

de toros de Kadrid '5.555 personas en contra de la 2desmembración de la 8atria3. La tensión

e9istente se prestó para a#uellos #ue, como los militares, ren#ueantes por las nuevas reformas y por

ra*ones ideoló"icas, no dudaron en recurrir a m!todos más contundentes. La madru"ada del %5 de

a"osto de %&'( el pas despertó con la primera sublevación militarUaristocrática contra la -epública,

la 2$anjurjada3. El pronunciamiento, sin embar"o, fracasó. Sn año despu!s, el r!"imen se"ua

despertando ilusión entre "ran parte de la sociedad y los sectores antirepublicanos carecan de

fuer*a y apoyos. ras la vuelta a la calma, el Gobierno se vio fortalecido y la república ratificada.

Con todo, los conflictos y los escándalos no cesaron, pues, de al"ún modo, pareca ya emprendido

el camino haca la debacle. El "obierno a*añista no despertaba las mismas simpatas #ue en %&'% y

el desape"o social, acentuado por los sucesos de Casas >iejas :inevitable para )*aña ''; y la mala

situación económicolaboral, se hi*o evidente en a#uellos primeros meses de %&''. $e"ún -.Carr,

los "obiernos 2jacobinos3 crearon e9pectativas entre los menos privile"iados #ue fueron incapaces

de cumplir y ello les costó su simpata.

La campaña electoral de %&'' desple"ó un nivel de propa"anda in!dito hasta el momento. Los

 partidos se echaron a las calles en busca del favor de las masas, especialmente el de las mujeres,

cuyo voto preocupaba a los más pro"resistas. En contraste, destacó la a"itación de un anar#uismo

'% Carr, -. ob. cit. p.%B%

'( )*aña, op.cit. p. %<<'' >er te3to ; en ane9os

%'

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en pro de la abstención4 2no hay en la naturale*a ser más infeli* y detestable #ue el animal

elector3'< :te3to #;.

La victoria de la CE) y el 8artido -adical en las elecciones del '' denotaron el hasto y

desape"o de los "rupos i*#uierdistas. La abstención, la falta de perspectiva obrera o el desencanto

2reformista3 facilitaron, entre otros, el triunfo de unos sectores conservadores dispuestos a rectificarel rumbo de la -epública. )l fracaso de los primeros "obiernos 2puramente republicanos3 de

Lerrou9, le si"uió, el < de octubre, el anuncio de un nuevo "obierno radicalcedista, a priori, más

estable. Ho obstante, a#uello supuso una monstruosa 2traición3 para las fuer*as de i*#uierda y la

respuesta no se hi*o esperar. Los hechos desatados en a#uellos primeros das de octubre no tuvieron

 paran"ón y en al"unos lu"ares, como )sturias, supusieron un aut!ntico conato de insurrección

social. 8reparada como una huel"a "eneral secundada por sectores afines de las fuer*as armadas, la

revolución de octubre representó un nuevo intento por torcer el rumbo conservador #ue se le estabaimprimiendo al r!"imen. $us propósitos iniciales4 la con#uista del poder a la soñada manera

 bolchevi#ue y el veto de acceso a los conservadores en el "obierno'?. Con este fin se levantaron

huel"as de importancia en Kadrid, $evilla, Córdoba, >alencia, Jara"o*a y Iarcelona, donde

Companys lle"ó incluso a proclamar el 2Estado catalán dentro de la -epública federal Española3.

Con todo, la intervención directa del ej!rcito, fiel al le"timo "obierno, lo"ró controlar fácilmente la

situación. Caso aparte merece el caso asturiano, donde la movili*ación de sindicalistas y comunistas

haba desatado desde febrero diversas huel"as en las cuencas mineras. Los hechos comen*aron la

noche del ? de octubre con la ocupación de los cuarteles de la Guardia Civil más pró9imos. Los

insurrectos se hicieron rápidamente con el control de los servicios públicos, los trasportes y los

abastecimientos, lle"ando a suprimir incluso la moneda oficial. Ho tardaron en aparecer, además,

las primeras manifestaciones de violencia contra propietarios, "entes de orden y el clero4 treinta y

cuatro sacerdotes fueron asesinados y más de ?/ i"lesias #uemadas. Con ello, se haba pasado de la

 persecución puramente le"islativa del primer bienio a la destrucción fsica. La represión

"ubernamental fue atro*4 se hicieron '5.555 prisioneros sólo en )sturias las vctimas se acercaron

a <555 abundaron las torturas, la represiones y las ejecuciones sobre el terreno los sindicatos

fueron disueltos, sus lderes prendidos y los obreros afiliados despedidos. Con el pas en 2estado de

"uerra3, sólo las presiones de la opinión liberal española y europea facilitaron finalmente el

levantamiento del estado de e9cepción en enero de %&'?. Hada volvió a ser i"ual despu!s de

a#uello. El Octubre 4ojo  abrió una nueva etapa en la convivencia nacional y fue, sin duda, el

'< Ciertamente, la abstención fue más elevada en a#uellas elecciones #ue en las de %&'% o %&'+, especialmente enurbes con mayor presencia anar#uista como $evilla,, Cádi*, Jara"o*a o Iarcelona, aun#ue en esta última se debieramás a las condiciones socieconómicas y a la falta de perspectiva poltica #ue a la influencia anar#uista. Gil

8echarromán, ob.cit. p.%%%'? 1uliá, ob.cit. p. (&

%<

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 prólo"o de la Guerra Civil. Los dislates cometidos empe*aron a dar sus frutos4 e9tremas derechas y

e9tremas i*#uierdas se hacan ya la "uerra. Los enfrentamientos, asesinatos y atentados se

convirtieron en la moneda común de una joven militancia alentada tanto por Palan"e como por

al"unas or"ani*aciones obreras, las cuales, mientras lan*aban públicas apelaciones a la violencia, se

or"ani*aban clandestinamente para la batalla. )simismo, la revolución reafirmó la fe de los sectoresconservadores sobre el Ej!rcito, 2columna vertebral de la 8atria3, cuya rápida y contundente

actuación se presentó como único "arante de las fuer*as tradicionales frente a los revolucionarios

:<e3to =0'+. 8or su parte, tanto anar#uistas como socialistas, muy debilitados, abandonaron tras los

sucesos la va insurreccional, tratando la i*#uierda de restablecer la normalidad democrática. Ho

obstante, la verdadera 2rectificación3 de la -epública radicalcedista haba comen*ado. Las

e9i"encias revanchistas de patronos y terratenientes fueron escuchadas. $e procedió a la reforma

absoluta de las leyes laborales aprobadas durante el primer bienio, se suprimieron cientos de juradosmi9tos y se puso fuera de la ley a las 2huel"as abusivas3. ) su ve*, miles de trabajadores fueron

despedidos por pertenecer a sindicatos o con el prete9to de haber participado en los sucesos de

octubre y, especialmente en el campo, se acusó una bajada de salarios dado el alto paro e9istente

:%uadro 6;. ) pesar de las medidas represivas, %&'? re"istró el menor número de huel"as de todo el

#uin#uenio republicano. Obviamente, ello no se debió a la disminución de las tensiones socio

laborales, si no más bien al aplacamiento #ue de las mismas hi*o el "obierno radicalcedista.

El triunfo del Prente 8opular en unas 2elecciones limpias3 y, aun#ue intensas, poco accidentadas,

 pareció devolver a la república a la senda reformista. )co"ida con júbilo, la demanda más sonada en

las calles refirió a la e9carcelación de los presos 2polticos3. 0"ualmente, preocupaciones

dominantes como el paro, las condiciones laborales o el incremento salarial, fueron pronto

abordadas por unas or"ani*aciones sindicales de nuevo en au"e. La amena*a al orden social y la

subversión de las relaciones de clase tornaron a percibirse entre los sectores conservadores con más

fuer*a, si cabe, #ue en %&'% y la violencia volvió a hacer acto de presencia. )tentados,

enfrentamientos y represalias se confi"uraron como ras"os más destacados de la vida nacional,

contabili*ándose, entre febrero y julio de %&'+, al"o más de (55 vctimas mortales por causas

 polticas :%uadro #;. El drástico incremento de la actividad miliciana de todo si"no poltico se hi*o

evidente entre febrero y julio del mismo año, cuando numerosos jóvenes uniformados y

encuadrados en unidades paramilitares sembraron el miedo y el odio entre sectores cada ve* más

amplios de la población. )simismo, el triunfo del 2Prente -ojo3 supuso el retorno del

enfrentamiento entre el Estado y la 0"lesia católica. La #uema de más de un centenar de i"lesias en

a#uella primavera y el cierre de todos los cole"ios reli"iosos, decretado por el "obierno el (5 de

'+ Gil 8echarromán, ob,cit. p.'%<

%?

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mayo, incrementó la hostil relación con unos católicos en cuyo espíritu se a"udi*aba cada ve* más

ese sentimiento de 2cru*ada3. El alto "rado de conflictividad desbordó a un "obierno 2incapa*3 y

atrapado entre dos fue"os. Con todo, a decir de 1ulián Casanova, a#uellos si"nos ine#uvocos de

crisis poltica y social no tenan por#ue desembocar necesariamente en una "uerra civil, pues,

nin"una de esas estrate"ias hubiera tenido futuro sin el apoyo de un ejército  todava con ciertasreservas. El asesinato de Calvo $otelo, no obstante, pareció convencer a los "olpistas de la

necesidad ur"ente de intervenir y sumó al "olpe a muchos indecisos4 2La patria ya cuenta con otro

mártir. Ho se puede esperar más. VEs la señalW3'B. $ólo unos das despu!s, Pranco se pronunció

contra un Gobierno republicano cuya mayor des"racia por entonces fue la de no contar con el calor

de la sociedad. )#uello fue el fin de la -epública en pa*.

1.& Conte$to interna"ional europeo

2Las causas de la "uerra y de la revolución #ue han asolado a España durante treinta y dosmeses, son de dos órdenes4 de poltica interior española, de poltica internacional. )mbas series sesostienen mutuamente, de suerte #ue faltando una, la otra no habra sido bastante paradesencadenar tanta calamidad3'/

La tajante aseveración con #ue inició Kanuel )*aña su escrito sobre las %ausas de la >uerra de

 )spa*a! parece no dejar duda al"una acerca de la importante, casi decisiva, influencia e9terior en el

conflicto hispánico, mas, como historiadores, debemos pre"untar si realmente dicho influjo resultó

realmente determinante, y, en caso afirmativo, en #u! "rado, al fin y al cabo, no puede pasar poralto #ue la percepción de )*aña, acertada o no, manifiesta el sentir de un partidario del r!"imen

derrocado. Que en el asunto de la "uerra española intervinieron prontamente los intereses de las

"randes potencias es un hecho conocido e indiscutible. 8or ello, el correcto análisis y comprensión

de la Guerra Civil, tenida como la manifestación de 2un problema de España3, no puede prescindir

del conte9to europeo y mundial en el #ue se produce y desenvuelve el conflicto. e hecho, como

afirma )róste"ui, 2ni la "!nesis, ni el desarrollo y consecuencias finales de la "uerra se entenderan

fuera del panorama de la lucha tripolar entre democracia ? fascismo ? comunismo"  #ue sedesarrolló en la Europa de entre"uerras :%&%&%&'&;. )s, muchos de los sucesos europeos del

momento influenciaran de manera determinante a ciertos sectores de la sociedad española y, con

ello, en el devenir de la España de los años treinta. 8ero retrocedamos antes un poco, pues no

conviene dejar de lado el objeto del estudio. 6Cuál era la situación internacional a principios de los

años treinta7 6Contó el General $anjurjo con el apoyo de aliados e9tranjeros7

El escenario Europeo de los años '5 2reuna circunstancias poco propicias para la pa*3 y ya

'B Casanova, 1. a rep5blica & la guerra$$$ ob.cit. p.%B+'/ )*aña, op.cit. p.%<&

%+

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desde principios de la d!cada el conte9to favoreció el carácter totalitario de los nuevo re"menes. La

resolución de la Gran Guerra, las duras  penitencias impuestas al bando de los vencidos o la "rave

crisis económica del momento, contribuyeron pronto a acrecentar las tensiones internacionales y las

 polticas de rearme, cuyo comercio mundial se duplicó entre %&'( y %&'B, sumiendo al continente

en un clima de incertidumbre e inse"uridad. )s las cosas, sorprende aún más #ue, en medio de lacreciente fascinación por los sistemas de ejecutivo fuerte y en manos de militares, la #uiebra en

España de una dictadura castrense diera paso a una nueva democracia. 8ero as fue.

En %&'(, cuando $anjurjo y su camarilla perpetraron su particular pronunciamiento, el inter!s de

las "randes potencias europeas se volcaba más en sus propios aferes #ue en los asuntos e9teriores.

En consecuencia, la situación española y las reivindicaciones de los sublevados no pareció despertar

mayor inter!s entre los lderes europeos. )penas s parece #ue, "racias a un acuerdo lo"rado entre

8onte y Ialbo en abril de %&'(, los conspiradores de la +anjurjada haban conse"uido al"ún apoyodel 8artido Pascista italiano, concretamente, el suministro de (55 ametralladoras con municiones.

$in embar"o, estas nunca lle"aron a entre"arse. 8or ello, podra aseverarse #ue la intentona militar

de %&'( contó con muy poca o nin"una colaboración e9terna.

La situación "eo"ráfica española se alejaba por a#uel entonces del epicentro de las tensiones

internacionales, concentradas en a#uel momento en el centro y el este europeo, pero ello no

implicaba #ue a la pennsula lle"aran influjos y corrientes continentales #ue, a su ve*, influyeran en

el devenir de la historia republicana. )s, el ejemplo de la revolución rusa, el triunfo del na*ismo y

la posterior li#uidación de la i*#uierda alemana, la suerte de los socialistas austracos o el ejemplo

de colaboración antifascista de las fuer*as i*#uierdistas francesas contribuyeron a la unidad de

acción española e influyeron sobre al"unos de los episodios más notables del periodo, como en los

hechos del Octubre 4ojo de %&'<, desencadenados, se"ún Gil 8., más por miedo al fascismo #ue

como ejemplo de la revolución sovi!tica.

En %&'+, el panorama internacional difera ya en mucho al presentado a principios de la d!cada.

La ruptura del 8acto de +tressa tras la crisis etope, no sólo si"nificó la rotura del frente común

contra )lemania, sino el acercamiento del lder italiano a las posiciones de Mitler. Con ello, se dio

ori"en a un nuevo orden de alian*as en el #ue España iba a tener cabida. ) diferencia de %&'(, la

2cuestión española3 ad#uirió un nuevo valor para las potencias fascistas, ya no sólo por suponer un

aliado ideoló"ico, si no por los beneficios estrat!"icos #ue ofreca su ubicación4 de una parte,

Kussolini continuaba con su poltica e9pansionista por el Kediterráneo, por otro, Mitler obtena un

aliado #ue amena*ara la reta"uardia francesa. e este modo, los lderes fascistas, más por inter!s

#ue por convicción, no tardaran en manifestar su apoyo al bando de los 2nacionales3. En otro

orden, no cabe despreciar la ayuda de la 8ortu"al de $ala*ar a los sublevados, o la de los sovi!ticos

%B

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a la causa 2le"alista3, con #uien siempre mostró su compromiso, aun#ue su inter!s con ello fuera

más el de alejar de sus fronteras a las fuer*as fascistas.

 Ho entraremos a valorar lo cuantioso o si"nificativo de las ayudas internacionales, pues no es

lu"ar para ello, pero s concluiremos destacando la importancia #ue tuvieron las mismas para el

desarrollo del conflicto en %&'+, pues, como se afirmó al inicio, sin el au9ilio previamenteconcertado'&  de ciertas potencias e9tranjeras, los sublevados no podran haber persistido en su

intención de apoderarse del poder poltico en España y, en consecuencia, la rebelión y la

subsi"uiente "uerra civil no se habran producido : te3to @ ;. Con todo, precisamos mati*ar #ue si

 bien el conte9to internacional favoreció el desarrollo del conflicto, no fue, en cambio, el  2actor

determinante, pues como afirmó )*aña4 2$in el hecho interno espa*ol  :..; la acción de las potencias

totalitarias :..; no habra tenido ocasión de producirse, ni materia donde clavar la "arra3 <5.

#. '(or qué el Alzamiento a"a)% en *uerra+

-esumidos, a grosso modo! los principales sucesos del #uin#uenio republicano, es posible atisbar la

dificultad del historiador para responder a tal cuestión de manera sumaria, pues, como en cual#uier

suceso de tales ma"nitudes, una única y contundente contestación se hara, cuanto menos,

incompleta. e manera muy resumida, podramos afirmar sin temor a e#uivocarnos como fue en

a#uel periodo, %&'+, cuando acabaron de solidificar toda una serie de conflictos socioeconómicos

de ndole estructural acentuados por la inestable situación polticocoyuntural. Ho en vano,

habiendo 2des"ranado3 la coyuntura, se nos hace preciso, por no decir obli"ado, ofrecer una

respuesta poliédrica! pues, en realidad, el estallido de las tensiones estuvo determinado por toda una

serie de factores concadenados unas veces entre s y otras, simplemente impuestos por la coyuntura

internacional.

)ntes de empe*ar, sera pertinente establecer la debida separación entre  golpe y guerra. $e"ún

)róste"ui, los al*ados no contaban, ni esperaban, #ue su acción pudiera desencadenar una "uerra

civil, aun#ue esto no fue óbice para #ue su acción fuera pro"ramada 2en e9tremo violenta parareducir lo antes posible al enemi"o bolchevi#ueF3. 8or ello, cabra descartar, primeramente, la

visión de la Guerra como fruto del al*amiento del '+. $e"ún se dijo, dicha rebelión, prevista como

una medida anticipadora, pretendió devolver la ley y el orden a una 8atria amena*a, nunca abrir un

 proceso b!lico. Ho obstante, la 2contrarrevolución preventiva3 despertó el impulso inesperado de

unas masas desencantadas y frustradas incapaces de desencadenar por su cuenta, y para sus fines,

'& Cabe destacar, no obstante, como los estudios de Nn"el >iñas han mostrado la ine9istencia de contactos eficaces con

el hitlerismo anteriores al al*amiento. N.>iñas4 2ranco! 7itler$$$ p. ''?, citado en )róste"ui ob.cit. p.'5B<5 )*aña, ob.cit. p.((

%/

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una catástrofe de tal ma"nitud. ) partir de entonces, los hechos se precipitaron.

) tal desenlace, sin embar"o, no se haba lle"ado de manera fortuita o casual, sino despu!s de un

lar"o ciclo #ue, si bien no sólo abarcó el breve periodo republicano, s alcan*ó en este su má9ima

e9presión. En consecuencia, podra afirmarse #ue, en %&'+, más #ue en cual#uier otro año, se dio

un conte9to, tanto interior como e9terno, mayor proclive al desarrollo de un conflicto armado. Ello,sin embar"o, no hubiera tenido por #ue implicar necesariamente el estallido de la "uerra sin la

e9istencia del hecho diferencial espa*ol$

  %. $i la e9istencia de una clara brecha social ya era apreciable en a"osto de %&'(, cuatro años

despu!s, se"ún $tanley G. 8ayne, el r!"imen se haba presentado como 2el más polari*ado de todos

los sistemas democráticos modernos europeos3. 8ara cada una de las clases sociales, la lle"ada de la

-epública haba si"nificado intereses y e9pectativas diferenciadas. $in embar"o, y particularmente

entre la clase trabajadora, estas perspectivas no siempre se mantuvieron sin fisuras. )s, frente a lamonoltica opinión crtica y de desa"rado verso al nuevo r!"imen e9tendida desde el principio entre

los sectores más conservadores fue posible apreciar un creciente descontento y desape"o entre

a#uellos #ue lo aco"ieron con mayor "o*o tras su advenimiento. D es #ue si bien los nuevos

"obiernos, e9ceptuando el de bienio negro, tendieron a favorecer a las capas humildes de la

sociedad, tambi!n lo es el hecho de #ue fue entre esas mismas donde mayores frustraciones "eneró.

(. El conte9to de crisis, #ue aún siendo moderado contribuyó a a"ravar la tensión, la tibie*a de

las reformas o la incapacidad "ubernativa para hacer cumplir y aplicar su pro"rama, contribuyeron a

en"rescar la convivencia nacional e hi*o de la violencia un factor recurrente. En consecuencia, si

 bien es cierto #ue la sociedad española nunca fue más libre y espontánea #ue entre %&'% y %&'+,

tambi!n lo es #ue nunca haba sido más violenta, má9ime tras los sucesos del Octubre 4ojo! para

$tanley G. 8ayne, desencadenantes de la 2violencia verdadera3 <%.

'. La creciente inestabilidad de los sucesivos "obiernos republicanos, particularmente a partir de

noviembre de %&'', supuso un impedimento para el efectivo control de la situación. )s, mientras

los primeros "obierno contaron con medios y fuer*a, especialmente la del ej!rcito, suficientes para

reprimir y dominar las múltiples insurrecciones, la ulterior fra"ilidad de 2un r!"imen

administrativamente d!bil, co"ido por alfileres, escuálido en su estructura, descoordinado y con una

notable falta de recursos económicos y humanos para aplicar ciertas medidas3<(, favoreció el

descontrol de la coyuntura.

<. La situación de desorden benefició las intenciones "olpistas de una derecha norepublicana

ahora con fuer*as renovadas. $i en %&'(, se"ún Carr, el fracaso de $anjurjo haba proporcionado

<% Casanova, 1, a 4ep5blica & A ob cit. p. (B?<( )róste"ui, 1ulio. ob.cit.

%&

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una prueba completa de la debilidad de la derecha activista, el devenir de los sucesos favoreció su

causa. La insurrección de octubre de %&'< pareció confirmar los temores sobre la potencialidad

2roja3 entre las clases conservadoras y una parte del ej!rcito patrio. Convenientemente abultada por

la prensa de derechas, la utili*ación de la 2amena*a comunista3 contribuyó a la aparición de un

clima #ue justificaba el uso de la violencia ante lo #ue pareca un 2estado de necesidad3.

Como se ha podido ver, si la totalidad del periodo republicano, y especialmente las medidas del

"obierno reformista, resultaron decisivas para el empeoramiento de la convivencia nacional, sera

especialmente a partir del bienio conservador cuando mayor crude*a empe*aran a ad#uirir las

disputas e9istentes. Ho obstante, si bien es cierto #ue la situación de deterioro contribuyó en "rado

sumo al estallido del conflicto, pudo no haber sido aún determinante. $e"ún )róste"ui, si en las

elecciones del '+ hubiera "anado la CE), el conflicto, muy probablemente, no habra sur"ido.?. El factor determinante y diferencial, en mi opinión, lo constituyó la participación de una parte

del ej!rcito en el levantamiento de %&'+. La fidelidad de las fuer*as del orden era, aún a mediados

de los años '5, un elemento esencial para "aranti*ar la estabilidad del Estado. En a"osto de %&'(, la

"ran mayora de militares consideraba a la -epública como un r!"imen poltico viable, aun#ue con

defectos #ue podan y deban superarse desde el propio sistema. $in embar"o, la intromisión

reformista en aspectos delicados referentes al ej!rcito y, sobretodo, a la unidad territorial, despertó

el descontento de al"unos sectores de la 2columna vertebral de la nación3. La 8atria, desbocada,

estaba en peli"ro y era el histórico deber del >arante nacional reencau*ar la situación. D es #ue, por

más apoyado #ue estuviese por una trama civil nada reacia a apelar al fascismo, el "olpe del %/ de

 julio fue un acto militar. )s, fue la actitud y voluntad de un sector del ej!rcito el #ue, con el

determinante apoyo de las potencias fascistas, convirtió un coup dBCtat  en una "uerra abierta.

8ero el "olpe, como es sabido, fracasó. El 2duelo de incapacidad3 de insurrectos y "obernantes a

la hora de imponerse, puso en bandeja la situación a unas masas cansadas y desafectas #ue

decidiran entonces aprovechar la coyuntura para hacer un corte de cuentas definitivo con la ya

maltrecha y desacreditada república. 8aradójicamente, la medida preventiva fue tomada como

e9cusa para desatar la acción. )ndreu Hin, principal lder del bolchevsmo no estalinista, lle"ara a

decir #ue 2era necesario #ue fuesen unos militares tan estúpidos como :..; para #ue al desencadenar

la rebelión del %& de julio acelerasen el proceso revolucionario, provocando una revolución

 proletaria mas profunda #ue la revolución rusa3<'.

<' ).Hin. os problemas A p. %B?, cit. en )róste"ui, ob. cit. p. ''&

(5

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3. Con"lusi%n

La española fue tambi!n una "uerra de clases, una "uerra de reli"ión, una "uerra entorno al

concepto de patria y nación, una "uerra de ideas, de tendencias internacionales... una "uerra, en fin,

2imposible de reducir a un conflicto entre el comunismo y el fascismo o entre el fascismo y la

democracia3<<. El al*amiento de julio de %&'+, en consecuencia, no puede ser considerado como  )l

elemento determinante y diferenciador en su desencadenamiento, si no más bien como el prete9to

utili*ado por unos y otros para dirimir unos conflictos ya e9istentes, una coyuntura favorable 2#ue

 poda y deba aprovecharse3 para solucionar radicalmente las cuestiones #ue la -epública haba

dejado en 2suspenso3 e imponer la particular visión de España. etrás, en realidad, se haba dado la

cristali*ación de toda una serie de conflictos socioeconómicos estructurales dirimidos, además, en

un clima de debilidad poltica, profunda polari*ación social y violencia desatada en el interior y una

coyuntura marcada por la crisis de las democracias y el au"e de las facciones totalitarias en el

e9terior. En consecuencia, el 2conflicto español3 pareció destinado a estallar a#uel fatdico %/ de

 julio, pues, la coincidencia espaciotemporal de todos a#uellos factores se confi"uró como un

obstáculo difcil de salvar sólo mediante buenas intenciones.

En conclusión, si bien, en lo #ue respecta a las causas de la Guerra Civil, se ha solido apuntar a

conflictos de ndole estructural, cabra destacar como estos hubieran #uedado enterrados  si el

devenir de los acontecimientos, especialmente a partir de %&'', hubiera sido diferente. )s, las

medidas de unos "obiernos despresti"iados, la consolidación de los fascismos europeos o el au"e de

la 2violencia verdadera3 a partir de los hechos de octubre, enfilaron las sucesivas actuaciones #ue

sentenciaron el devenir de la Patria. Qui*ás, y sólo #ui*ás, de no haberse dado tan sólo una de ellas,

el conflicto, como en a"osto de %&'(, nunca hubiera estallado.

<< Casanova Gil, op.cit. p. %('

(%

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((

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Texto 7. $obre la influencia de las potencias europeas en la Guerra. Kanuel )*aña $ 2uente' )*aña, )scritos sobreA op.cit. p.%+%

2Es se"uro #ue si todas las potencias europeas hubiesen tenido en a#uella ocasión una conciencia pacfica y una percepción desinteresada de sus deberes de solidaridad humana, la "uerra españolahabra sido aho"ada en su ori"en3

Cuadro 1.  Evolución de las e9portaciones durante el #uin#uenio republicano.  2uente'  Gil 8echarromán,+egunda 4ep5blica espa*ola, p.%%5

)ño %&'5 %&'% %&'( %&'' %&'< %&'?

E9port.:en miles de

 ptas.;'.(?5.<// (.?(<.B<% %.B?5.+/& %.<//.%&5 %.?%B.'BB %.'/%.??(

Cuadro 2.  Evolución del paro en España. %&'(%&'?.  2uente' ). Ialcells, %risis económica & agitación

 social en %atalu*a, p.?', citado en Gil 8echarromán, op.cit. p. &&

En paro completo En paro parcial otal

Enero, %&'( '/&.55

1unio, %&'( <<+.(+'

iciembre, %&'' '?%./5< (+B.%<' +%/.&<B

iciembre, %&'< <5+.B<' (+%.%?? ++B./&/

iciembre, %&'? <%+.%&/ (?B.&+' +B<.%+%

1unio, %&'? /5%.'((

Cuadro 3. 8oblación laboral asalariada por sectores :%&'';. odos los porcentajes están calculados a partirdel total de la población asalariada. 2uente' Gil 8echarromán, 1. op.cit. p. &+

EK8LE)) EH 8)-O O)L

$ector primario %.<+(.(?< :'',B@; <%<.+<5 :&,+@; %./B+./&< :<',&@;

$ector secundario %.'&(.?'' :'(,%@; %<5.?+< :',(; %.?''.5&B :'?,<@;

$ector terciario &%<.<&5 :(%,%@; %%.+?5 :5,'@; &(+.%<5 :(%,<@;

Cuadro &. Conflictividad laboral, %&(&%&'+. 2uente4 Goletín del ministerio de trabajo! 1E6E:1E= . Citadoen Gil 8echarromán, ob.cit. p.(%?

Muel"as Muel"uistas :en miles;

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^$ólo primer semestre.

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Cuadro 5. >ictimas de la violencia revolucionaria en %&'+. 2uente' 8rats, 1. repat, C. 7istKria$ Gat3illerat$Iarcanova4 Iarcelona. (55&. p.(%5

Pecha Kuertos Meridos

%B(& de febrero %' ?/

Kar*o ?' (%5

)bril ?( %5&

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1unio (& %%

%%B de julio (? (?

otal (%? ?'B

Gráfico 1. Evolución del 80I y del 80I per cápita nacional. %&(5 R %&'?. 2uente' Comn, P. 2Los factoresdeterminantes de las crisis económica durante la se"unda república :%&'%%&'+;3 en  7istoria & Política,n.(+, (5%%, p. ?'

Gráfico 2. Evolución salarios a"rcolas. %&(5 R %&'?. 2uente' Comn, P. ob.cit. p.+<

(?