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O V I D I O D E L G A D O M A H E C H A
Debates sobre el espacio en la geografía contemporánea
UNIVERSIDAD
NACIONAL DE COLOMBIA Red de Estudios de Espacio y Territorio, RET
Delgado Mahecha, Ovidio
Debates sobre el espacio en la geografía contemporánea / Ovidio Delgado Mahecha
— Bogotá : Universidad Nacional de Colombia, Unibiblos, 2003
254 p .
ISBN : 958-701-309-3
1. Geografía 2. Geogi'afía física 3. Geografía humana
I. Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias Humanas . Depar tamento
de Geografía
9 1 0 . 0 1 - d c 2 1
Catalogación División dc Bibliotecas Universidad Nacional de Colombia
Debates sobre el espacio
en la geograf ía con temporánea
© Univers idad Nacional d e Colombia
Red d e Es tud ios d e Espacio y Ter r i to r io , R E T
© Ovidio De lgado M a h e c h a
Profesor, Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Ciencias Humanas ,
Departamento de Geografía
Primera edición: 2003
Tiraje: 1.000 ejemplares
ISBN: 958-701-309-3
Corrección de estilo
Martha Elena Reyes
Diseño de carátula
Camilo Umaña Caro
Diagramación electrónica
Ana Rita Rodríguez, UNIBIBLOS
Preparación edilonal
Universidad Nacional de Colombia
U N I B I B L O S
Correo electrónico: unibibí[email protected]
Bogotá, D.E., Colombia
Comité editorial
Gustavo Montaíiez Gómez
Julio Carrizosa Umaiia
Normando Suárez Fernández
Ovidio Delgado Mahecha
Julián Arturo Lucio
Foto portada
Título: Homo Geographiciis
Autor: Christian Delgado Bejarano
CONTENIDO
PRESENTACIÓN 9 PRÓLOGO 13 INTRODUCCIÓN
GEOGRAFÍA, ESPACIO Y TEORÍA SOCIAL 17
CAPÍTULO I L A GEOGRAFÍA REGIONAL: PAISAJES, LUGARES,
ÁREAS Y REGIONES EN VEZ DE ESPACIO 23
CAPÍTULO II
LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA ESPACIAL 33
Los fundamentos de un nuevo paradigma 33
Los contenidos del nuevo discurso geográfico 41
Los modelos de interacción espacial 50
Movimiento, estructuras espaciales y geometría del movimiento. . . 52
Análisis de redes y flujos 53
La localización de las actividades humanas, el problema
locacional y la teoría locacional 57
El caso de la geografía económica como "ciencia espacial" 65
Crítica 69
CAPÍTULO III
LA GEOGRAFÍA RADICAL: LA PRODUCCIÓN SOCIAL DEL ESPACIO SOCIAL. . . . 79
Los fundamentos del discurso radical 79
Richard Peet: el espacio como entorno natural 82
David Harvey: el espacio como un producto social 83
Edward Soja: la producción de la espacialidad de la vida social. . . . 94
Milton Santos: el espacio como estructura de la sociedad 97
DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
Las críticas a la geografía radical 100
CAPÍTULO IV
LA GEOGRAFÍA HUMANÍSTICA Y LA EXPERIENCIA DEL ESPACIO 103
Los fundamentos discursivos de la geografía humanística 103
La experiencia del espacio 111
El lugar, el espacio y la experiencia 111
Sobre el cuerpo, las relaciones personales y los valores espaciales. . 114
La geografía humanística contemporánea 119
Crítica 119
CAPÍTULO V
GEOGRAFÍAS POSMODERNISTAS; LA REIVINDICACIÓN DEL ESPACIO
Y DEL LUGAR 123
Introducción 123
El discurso del posmodernismo 124
Posmodernismo y geografías posmodernistas 130
Posmodernismo, feminismo y geografía de género 134
Geografías modernistas de la posmodernidad 138
Conclusión 141
CAPÍTULO VI
" L A TERCERA VÍA": EL ESPACIO GEOGRÁFICO
DESDE LA TEORÍA DE LA ESTRUCTURACIÓN 143
EPÍLOGO 151
REFERENCIAS 153
ÍNDICE DE ILUSTRACIONES
Figura 1. Estadios en el análisis de los sistemas regionales 46
Figura 2. Transformación de un mapa de una red de transportes (a) en un grafo (b) 54
Figura 3. Formas topológicas derivadas del grafo de la figura 2 55
Figura 4. Matriz de conectividad basada en el grafo de la figura 2 55
Figura 5. Uso de la tierra en el modelo de Von Thünen 58
Figura 6. Triángulo de la ubicación industrial en el modelo
de Alfred Weber 60
Figura 7. Isodapanes en el modelo de Alfred Weber 61
Figura 8. Jerarquía de lugares centrales en el modelo de W Christaller 62
8
PRESENTACIÓN
Hace apenas un poco más de una década, a finales de los años ochenta del si
glo que acaba de finalizar, en el país eran contados los cursos que sobre tenden
cias del pensamiento geográfico se ofrecían en el nivel de pregrado. Una de las
razones para esa abstinencia de teoría geográfica en nuestro medio era el bajo
número de profesores y estudiosos del tema con una formación sólida para em
prender esa faena. Otra circunstancia adversa, relacionada con la anterior, se de
rivaba de la escasa disponibilidad de publicaciones en español para impulsar y
apoyar la reflexión en el desarrollo de los primeros cursos universitarios sobre
esta temática. Al fin y al cabo no existía una carrera de geografía en el país.
Desde entonces, las condiciones han venido modificándose, aunque no lo su
ficiente. Hay ahora un mayor número de profesores universitarios formados en
estas lides y al mismo tiempo la literatura geográfica no tiene la connotación de
rareza de aquellos tiempos. Sin embargo, los textos que circulan ahora, traduci
dos del inglés o del francés, e incluso del portugués, pocas veces presentan el ma
terial de la manera integral, organizada y analítica, como debería ocurrir para
atraer el interés y la atención de los estudiantes. En mi opinión, ese es el principal
mérito de este texto de Ovidio Delgado, Profesor Asociado del Departamento de
Geografía de la Universidad Nacional de Colombia, fruto de una concienzuda
reelaboración de las notas, apuntes y materiales desarrollados en sus cursos de la
carrera de geografía.
Con evidente prolijidad bibliográfica y rigurosidad analítica, el profesor Del
gado expone de manera clara y sencilla el pensamiento de las principales pers
pectivas teóricas de la geografía, destacando los debates más candentes presentes
entre los geógrafos contemporáneos. De ahí el apropiado título del texto que la
Red de estudios de Espacio y Territorio, RET, publica en esta oportunidad. Este
DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
trabajo agrega un nuevo libro a la colección de la RET, con el cual la Universidad espera estar contribuyendo de manera singular y significativa no sólo a la formación de geógrafos, sino también de urbanistas, arquitectos, sociólogos y otros profesionales interesados en las complejidades de la teoría espacial. Este libro rescata, por sus características, el valor del texto universitario en la formación académica y profesional. Sabemos que por diversas razones, incluyendo el carácter polémico y controversial de los discursos y las teorías sociales, el texto, medio pedagógico efectivo y frecuente en las ciencias naturales, cayó hace varias décadas en descrédito en los procesos de formación disciplinaria y profesional del ámbito de las ciencias humanas y sociales de nuestro medio. Algunos círculos académicos incluso lo estigmatizaron hasta casi proscribirlo como elemento de la práctica universitaria. Las consecuencias negativas de esa actitud de prevención extrema no han sido evaluadas con la ponderación y objetividad que los procesos pedagógicos debieran merecer. No obstante, al mismo tiempo, con frecuencia se reclama la necesidad de disponer de un material fundamental, organizado y articulado, que sirva de referencia indiscutible en la estructuración conceptual básica de diferentes campos del conocimiento dentro de las disciplinas sociales y humanas.
A la luz de la cotidianidad universitaria, el texto se constituye en un vehículo peculiar de apoyo para el desarrollo de ciertos cursos básicos en la formación de estudiantes de pregrado. En su ausencia, convertida en necesidad, se concreta una délas razones objetivas que tiene el profesor consumado para emprender la generosa tarea de reelaborar su material de trabajo y entregarlo en la forma más apropiada a sus estudiantes, para que entre las críticas y las alabanzas, se formen y transformen, e incidan en el resto de las nuevas generaciones.
Por ello, el texto universitario sintetiza un intenso trajín académico. Él es al mismo tiempo la expresión de un estilo particular del docente, de su fortaleza disciplinaria y de su experiencia pedagógica. Es algo así como la fotografía del curtido profesor. Tiene el sello personal de su constructor y maestro, quién lo esculpe y valida en medio de la implacable y saludable crítica de sus alumnos. En él se registran las respuestas, provisionales o duraderas, a tantas inquietudes compartidas en el aula y en los pasillos de la universidad. Es un instrumento portátil para hilvanar y precisar un tejido de conceptos con el cual se intenta comprender una parte del la complejo mundo en que vivimos.
Esta publicación muestra cómo un texto universitario puede ser un canal inmejorable para la exposición sencilla y comparada sobre diferentes perspectivas filosóficas y metodológicas para comprender un mismo problema. O, en sentido inverso, sirve también para contribuir a discriminar con la pausa propia de la razón, cómo diferentes interrogantes que suscitan nuestra atención, contienen en sí mismos variados retos metodológicos para construir respuestas satisfactorias. Y
10
PRESENTACIÓN
cómo la naturaleza de los diferentes problemas nos invita a aproximarnos a ellos desde enfoques también diversos. Estas inquietudes fundamentales subyacen en el trabajo del profesor Delgado y fueron ellas las que concitaron su interés y dedicación para elaborar con nitidez una trama conformada por los elementos claves, las principales tensiones teóricas y la filigrana de las discusiones más relevantes en la geografía actual. Los estudiantes, los profesores y el público lector serán los grandes beneficiados con esta publicación.
Gustavo Montañez Gómez
Coordinador RET
Universidad Nacional de Colombia
11
PROLOGO
Este texto tiene como destinatarios principales a mis alumnos de la Universidad Nacional de Colombia. Sus orígenes se remontan al año de 1993 cuando, al ingresar como docente al Departamento de Geografía de la Universidad, asumí la tarea de guiar a los estudiantes por los laberintos teóricos y metodológicos de la geografía contemporánea. Desde entonces fui explorando y recolectando materiales, la mayoría de ellos en inglés y en portugués, y muy pocos en español, pues la producción teórica en nuestra lengua materna es escasa, y las traducciones no van al mismo ritmo de las publicaciones en libros y revistas, que en otros idiomas sirven de medios de circulación de las ideas geográficas.
Con el transcurrir del tiempo creció la necesidad de profundizar en temas clave de la teoría geográfica. Uno de esos temas es el del espacio, que día a día cobra importancia en la teoría social, y en la geografía, por supuesto. Muchos años de lectura de libros y artículos provenientes de varias disciplinas -entre ellas la geografía, la sociología, la filosofía, la economía y la antropología-, me dejaron en claro que el concepto de espacio ha sido permanentemente reconstituido y re-definido según el interés que jalonee en un momento dado la producción de conocimiento. La existencia de varias aproximaciones al concepto, unas coincidentes, otras con algo en común y otras francamente contradictorias, deja ver que el espacio es, tal vez, el tema de discusión más importante, tanto en la geografía como en las ciencias sociales contemporáneas, pero también que, al mismo tiempo, su discusión es una de las cosas más confusas y contradictorias. Como Foucault lo había advertido, los años que corren y los que vendrán serán los de la revaloración justa del espacio como variable de primer orden en la estructuración de la sociedad.
13
DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
Los materiales acumulados y leídos en estos años, las dificultades de una tarea docente apasionada pero no siempre de buenos resultados, y, sobre todo, una emergencia pedagógica, fueron los motivos que me llevaron a hacer una síntesis didáctica para facilitar a los estudiantes una aproximación general a las ideas más actualizadas, salvando así, de manera parcial, las dificultades de tiempo y de idioma que ellos tienen para acceder a la teoría.
Entiendo la síntesis didáctica como la pensó y la expuso Vladimir Kourganoff
en su libro La cara oculta de la universidad, es decir, como la disposición de los
conocimientos
en un orden que permita a los no especialistas asimilarlos con facilidad y que los haga utilizables en las aplicaciones prácticas. La síntesis didáctica implica, evidentemente, la desestimación de los detalles de importancia secundaria, la puesta en evidencia de las grandes perspectivas, y la necesidad de podar a hachazos en el matorral creado por la actividad cada vez más febril de los especialistas (Kourganoff, 1973: 174).
Esta síntesis didáctica es un trabajo de un docente más que el de un investigador. Asumo el papel del maestro como traductor y recontextualizador de saberes, oficio que considero una tarea académica digna y por demás necesaria. Al fin y al cabo se trata de buscar las mejores estrategias para tener éxito en la formación de los nuevos geógrafos. Ellos no están exentos de leer lo que yo he leído sobre el asunto; en efecto, este material didáctico no tiene semejantes pretensiones, pero aspiro a que esta síntesis con cara de manual, de texto escolar o de cuaderno de trabajo en clase, sea la puerta de entrada a los espinosos debates teóricos que se dan hoy entre algunos geógrafos, y en los que espero se enreden mis alumnos.
¿Qué se ha dicho y qué se dice en geografía sobre el espacio? Aquí se intentan poner en escena los principales elementos que caracterizan el discurso geográfico sobre este tema, desde de los años cincuenta del siglo XX. A partir de una revisión de la bibliografía más reciente y reconocida sobre el asunto, se dará al lector la información básica que le permita comprender cómo los conceptos de espacio y los discursos elaborados en torno al mismo han estado cambiando al ritmo de la metamorfosis paradigmática de la geografía a través de su historia.
Pues bien, lo que resultó es un texto que muestra en puntadas largas las metamorfosis del concepto de espacio en la geografía, durante los últimos cincuenta años. Con el propósito de reseñar y analizar estos cambios discursivos, este escrito se organiza en seis capítulos. En el primero se trata el espacio en la tradición de la geografía regional clásica. En el segundo se explora el concepto de espacio y los discursos espaciales que caracterizaron a la "Nueva geografía" o "Geografía cuantitativa". En el tercero se tratan la producción del espacio social y la
14
PRÓLOGO
espacialidad en las geografías radicales de corte estructuralista y marxista. En el cuarto se exploran los discursos sobre el espacio en algunas de las corrientes de la geografía humanística. En el quinto se hace una exposición de las denominadas geografías posmodernistas, con énfasis en la geografía de género, y de sus consideraciones sobre el carácter y el significado del espacio y del lugar. En el sexto se reseñan los aportes de la teoría de la estructuración al entendimiento de la producción del espacio social, como alternativa o "tercera vía" entre los extremos del estructuralismo y el posestructuralismo.
No sobra advertir, una vez más, que lo que se persigue en este trabajo es poner sobre la mesa, y en conjunto, estos elementos discursivos que deben ser conocidos y asimilados por los estudiantes de geografía como requisitos previos para iniciarse en el debate. El escrito, repito, tiene el carácter de una síntesis didáctica, lo cual lo coloca muy cerca de los manuales o textos de enseñanza, y bastante lejos de los escritos polémicos que caracterizan la presentación de teorías propias o la defensa de una corriente particular. Yo mismo escribí este texto para aprender y para enterarme mejor de lo que está ocurriendo en la geografía contemporánea.
Todas las partes del texto tienen continuidad y en algunos aspectos se solapan, pero se escribieron por separado y en tiempos distintos, aunque con los mismos fines. En otros formatos y de manera desarticulada, han sido expuestas todas estas cosas en clases, congresos y seminarios, y a veces en charlas informales con colegas geógrafos, y con amigos que ejercen como profesores de filosofía, de sociología y de antropología. Todo eso me ayudó a entenderlas mejor, aunque no totalmente, y a veces creo que estoy más confundido que al principio. Ahora, gracias al año sabático que me concedió la Universidad Nacional de Colombia, las pude rescribir y poner juntas, y también las cosí con el gancho titulado "Debates sobre el espacio en la geografía contemporánea". Y como el que expone se expone, espero los comentarios críticos de quienes se aventuren a leer estas notas.
Ovidio Delgado Mahecha
15
INTRODUCCIÓN
Geografía, espacio y teoría social
Entonces, frente a esas soledades, el topoanalista interroga: "¿Era grande
la habitación? ¿Estaba muy atiborrada de objetos la buhardilla? ¿Era caliente
el rincón? ¿De dónde venía la luz? ¿Cómo se saboreaban los silencios, tan
especiales, de los diversos albergues del ensueño solitario?".
Aquí el espacio lo es todo, porque el tiempo no anima ya la memoria. La
memoria -¡cosa extraña!- no registra la duración concreta, la duración
en el sentido bergsoniano. No se pueden revivir las duraciones abolidas. Sólo
es posible pensarlas, pensarlas sobre la línea de un tiempo abstracto privado
de todo espesor. Es por el espacio, es en el espacio donde encontramos
esos bellos fósiles de duración, concretados por largas estancias.
(Gastón Bachelard. La poética del espacio).
Algo común en las ciencias sociales de nuestro tiempo es el reconocimiento de la importancia del espacio y la espacialidad de todos los fenómenos, sistemas y procesos sociales. La teoría social y sus practicantes celebran su descubrimiento del espacio (Santos, 1998; Wallerstein, 1998). Y es así como historiadores, antropólogos, sociólogos, economistas, filósofos, entre otros, aseveran que no es posible la comprensión de la sociedad y sus procesos sin considerar el espacio, o en versiones más refinadas, sin tener en cuenta los diferentes espacio-tiempos en que se estructura la sociedad. Santos (1998: 150), por ejemplo, asegura que "distingo cuatro espacios en las sociedades capitalistas (que también son cuatro tiempos) estructurales: el espacio doméstico, el espacio de la producción, el espacio de la ciudadanía y el espacio mundial".
Pero el espacio no siempre fue importante en la teoría social, y esos mismos teóricos denuncian con vehemencia el marcado acento historicista que caracterizó a todas las teorías sociales hasta finales del siglo XX (Fals, 2000; Giddens, 1995; Ja-meson, 1991; Lefebvre, 1991; Santos, 1998; Soja, 1993). Giddens (1995: 143), por
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DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
ejemplo, señala que, con excepción de los trabajos de algunos geógrafos, como en el caso de Hágerstrand, "los especialistas en ciencia social han omitido construir su pensamiento en torno de los modos en que los sistemas sociales se constituyen por un espacio-tiempo".
Según Foucault (1980: 70, citado por Soja, 1993), la obsesión modernista por la historia produjo una ciencia social en la que "el espacio fue tratado como lo muerto, lo fijo, lo no dialéctico, lo inmóvil. El tiempo, al contrario, era la riqueza, la fecundidad, la vida y la dialéctica". Soja (1993: 27-28) cita la siguiente anécdota contada por Foucault en una entrevista en 1984:
Haciendo una observación entre paréntesis, recuerdo haber sido convidado por un grupo de arquitectos, en 1966, para hacer un estudio del espacio, de algo, que en la época, yo llamaba "heterotopías", esos espacios singulares encontrados en determinados espacios sociales, cuyas funciones son diferentes o aun opuestas. Los arquitectos trabajaban en eso y, al final del estudio, se levantó una voz -de un psicólogo sartreano- que me bombardeó, diciendo que el espacio era reaccionario y capitalista, pero que la historia y el devenir eran revolucionarios. Ese discurso absurdo no era nada fuera de lo común en esa ocasión. Hoy en día, todos estallarían en carcajadas frente a un pronunciamiento de ese estilo, pero no en aquella época.
Pero hoy en día, diferente a lo que ocurría en los tiempos referidos por Foucault, la discusión sobre el espacio es importante e intensa, aunque todavía insuficiente, y no exclusivamente en el campo de la geografía. Los más recientes movimientos de la teoría social hacen énfasis en la importancia de los aspectos espaciales de los fenómenos sociales, se interesan en el análisis de la naturaleza espacial de la realidad social, e insisten en la necesidad de construir una nueva ontologia espacial que permita dar un tratamiento teórico adecuado a estas nuevas problemáticas. A la vez, se busca aclarar la confusión creada por la fragmentación teórica que nos ha puesto a divagar sobre la naturaleza del espacio y a tratar de remplazar una noción por otra. Son comunes las afirmaciones de geógrafos en torno a que el espacio no es absoluto sino relativo y social, o las de sociólogos que declaran equivocada y obsoleta la noción de espacio absoluto (Fals, 2000).
Según Schatzki (1991), una nueva ontologia del espacio debe adicionar - e n lugar de remplazar- la noción de espacio objetivo con la noción de espacio social, por lo que considera pertinente distinguir entre espacio objetivo y espacio social, y entre sociedad y espacio. Agrega que existen dos clases de espacio objetivo, el absoluto y el relacional, y que hay un espacio social y una espacialidad social onto-lógicamente diferentes, pero complementarios. En su versión absoluta -dice Schatzki-, el espacio tiene existencia propia e independiente, es homogéneo y es el medio isotrópico en el que existen o se localizan los objetos, incluidos los
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INTRODUCCIÓN
cuerpos humanos y los objetos construidos. En su versión relacional-argumenta-, el espacio es un sistema de relaciones entre objetos, y su existencia depende necesariamente de la de los objetos. La idea del espacio objetivo se aplica sobre todo, al espacio físico; pero en tanto que la realidad social contiene toda clase de objetos o cuerpos, seres humanos, herramientas y edificios, entre otros, esta realidad tiene características de espacio objetivo, que se pueden analizar como distribuciones, locali-zaciones relativas e interacciones, las cuales constituyen la espacialidad.
Pero ocurre -nos recuerda Schatzki- que la realidad social no es de ninguna manera un conjunto de objetos situados en el espacio objetivo, sino que esta realidad es, ante todo, relación social de vidas humanas. Por esta razón, la realidad social no se puede explicar con referencia al espacio objetivo, aunque no se puede desligar de éste, dentro del cual existe. Como cuerpos, los seres humanos ocupan espacio y existe entre ellos atracción gravitatoria; esto es una realidad física y de interés para la ciencia, pero no constituye la base de la preocupación de la teoría social. La espacialidad social tiene una segunda dimensión denominada espacio social, que solamente existe en la medida en que existen los seres humanos en interacción social. Es el tejido social el que crea dicha espacialidad.
El espacio social (Schatzki, 1991) es una realidad relacional concreta surgida de las relaciones sociales que se dan más allá de las puras relaciones entre individuos. El espacio social no se refiere al espacio de la experiencia individual, ni se puede caracterizar como mental o subjetivo. La espacialidad de la vida social es la espacialidad de esa realidad social, constituida por seres humanos socialmente relacionados y existentes en un mundo interconectado. Es necesario explicar y comprender tanto el espacio social como realidad relacional en sí misma, al igual que las relaciones entre este espacio social y el espacio objetivo como marco real de su existencia.
Todos estos elementos considerados por la teoría social contemporánea alimentan los debates sobre el espacio, tanto los de naturaleza disciplinaria como los de carácter interdisciplinario y transdisciplinario. Mención especial merece el trabajo del filósofo francés Henry Lefebvre, cuya obra sobre la producción social del espacio comentaremos más adelante. Mucho de lo que tiene que ver con estos planteamientos está afectando -aunque a menudo con poca intensidad- el pensamiento geográfico y sus discursos sobre el espacio.
Una primera conclusión permitiría afirmar que la poca importancia dada al espacio es la causa del escaso interés que se le concedió a la geografía, y de la mala reputación de que gozaban los geógrafos en comparación con otros científicos sociales (Glick, 1985). Y en concordancia con lo anterior, la importancia dada al espacio en la época posmoderna podría significar una reivindicación y un nuevo aire para la geografía; al menos, si se tiene en cuenta que las miradas de los
19
DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
científicos sociales se han dirigido muchas veces a explorar lo que los geógrafos
han dicho o tienen que decir sobre el asunto. Giddens (1995: 143) desde la socio
logía celebra que:
Por fortuna, no tenemos que abordar estas cuestiones de novo. En los últimos años se ha producido una convergencia notable entre la geografía y las otras ciencias sociales, con el resultado de que los geógrafos, inspirados en las diversas tradiciones establecidas de teoría social, hicieran aportes importantes al pensamiento social.
Una mirada somera a la historia del pensamiento geográfico revela cosas interesantes, como la de que, hasta hace pocos años, tampoco la geografía se había preocupado lo suficiente por el espacio y que, por consiguiente, no era la ciencia espacial par excellence. Por ejemplo, se sabe que hasta los comienzos de la "revolución cuantitativa" el espacio no fue una categoría central para la geografía, ni mucho menos su objeto de investigación reconocido (Harvey, 1983; Santos, 1990). Los geógrafos de la tradición regional, que dominó el panorama académico hasta mediados del siglo XX, y de la incipiente "Nueva geografía" de los sesenta, basaron su trabajo en la idea de espacio absoluto, como contenedor de paisajes o de objetos en interacción, pero el espacio mismo no era objeto de reflexión (Gregory, 1984).
Se puede decir también que la geografía, paradójicamente, tiene una saga como ciencia aespacial e historicista. Por lo menos, a finales de los años sesenta, las cuestiones teóricas relacionadas con el espacio eran poco importantes y, sobre todo, nada claras, como lo afirma David Harvey. En efecto, Harvey (1983: 204) señala que: "En su mayoría, los geógrafos aceptan que un determinado lenguaje espacial es el apropiado, sin examinar la razón de esta elección". Y no deja duda de la pobreza del discurso geográfico sobre el espacio cuando indica (Harvey, 1983: 222)que:
Por el momento será suficiente señalar que gran parte de la geografía todavía descansa en el concepto kantiano del espacio absoluto, un concepto que lleva desacreditado un siglo o más, mientras que por otro lado gran parte del trabajo práctico realizado por geógrafos recurre a concepciones relativistas del espacio. Estas concepciones están en abierto conflicto. La oposición entre Hartshorne y Bunge, por ejemplo, puede interpretarse casi directamente como la oposición entre un concepto de espacio absoluto y uno relativo. El espacio bien pudiera ser el concepto central con que cuenta la geografía para su coherencia interna como disciplina. Pero la propia naturaleza del espacio y las diferentes interpretaciones del concepto no se han tenido casi en cuenta [Énfasis agregado].
Milton Santos (1990: 107) es aún más contundente al hacer notar el poco o el nulo interés reflexivo de la geografía por el espacio:
20
INTRODUCCIÓN
... los geógrafos callan con relación al espacio. Algunas veces se callan también al trabajo innovador de otros geógrafos y de otros espaciólogos.
La geografía es viuda del espacio. Su base de la enseñanza y de la investigación es la historia de los historiadores, la naturaleza "natural" y la economía neoclásica, y las tres tienden a sustituir el espacio real, el de las sociedades en su devenir, por cualquier cosa estática o simplemente no existente, ideológica.
Por eso muchos geógrafos discuten tanto sobre la geografía -una palabra cada vez más vacía de contenido- y casi nunca del espacio como objeto o contenido de la disciplina geográfica. Por consiguiente, la definición de este objeto, el espacio, se hace difícil y el de la geografía, imposible [Énfasis agregado].
Desde los años setenta, se ha emprendido en la geografía una tarea teórica de gran importancia y productividad en torno al espacio. Hoy es abundante la literatura sobre el tema, aunque mucha de ella sigue ignorada por los teóricos sociales, y lo que tal vez es más grave, desconocida por muchos geógrafos, que nutren su concepción espacial en otras fuentes. Pero es necesario resaltar que la discusión teórica sobre el espacio es tanto o más reciente en la geografía que en las ciencias sociales en general. Esto posiblemente permita entender el hecho de que las disciplinas de las ciencias sociales traten de llenar por su cuenta y riesgo sus propios vacíos en lo que se refiere al espacio, y no precisamente mediante una fructífera relación interdisciplinaria con la geografía.
En la geografía se vive actualmente un intenso debate sobre concepciones espaciales con fundamentos filosóficos y políticos divergentes. Positivismo, marxismo, existencialismo, posestructuralismo, posmodernismo y otros "ismos" sustentan una variopinta teoría geográfica sobre el espacio, no exenta siempre de un enmarañamiento conceptual que se excusa en la reconocida complejidad del asunto. Espacio no ha significado siempre lo mismo en la historia de la geografía; las ideas contemporáneas sobre el espacio de una tradición o paradigma no son compatibles con las de otras escuelas geográficas, y así por el estilo.
De todas maneras, aunque la geografía llegó tarde a la cita con el espacio, los esfuerzos teóricos que se iniciaron en los años sesenta han tenido buenos frutos. Así se colige de la relativa abundancia de publicaciones y de la importancia creciente que la teoría social le concede al trabajo de varios geógrafos (Harvey, 1989, 1996, 2000; Soja, 1989; Massey, 1994), por sus aportes a la comprensión de la experiencia del espacio y del tiempo en las sociedades posmodernas.
21
CAPITULO I
La geografía regional: paisajes, lugares, áreas y regiones en vez de espacio
Como ya se dijo en otro lugar de este escrito, la geografía no siempre se definió disciplinariamente como una ciencia espacial, es decir, que tuviera al espacio mismo como objeto de estudio. La referencia geográfica al espacio se dio fundamentalmente desde el punto de vista de la localización de objetos en contenedores espaciales, pero la geografía debía ocuparse del contenido y no del contenedor en sí mismo.
Por supuesto, la existencia del espacio como algo independiente de los objetos no es una idea geográfica; la geografía tomó prestado el concepto de espacio absoluto que formaba parte del discurso de las ciencias físicas. Se dio por sentado que el espado absoluto era una verdad sólida sobre la que el desarrollo de la geografía podía consolidarse, sin necesidad de participar en las discusiones filosóficas o científicas sobre su naturaleza. En el mejor de los casos, cuando la geografía se definía como el estudio del "espacio geográfico", se delimitaba su campo diferenciándolo de otras disciplinas como la física, las matemáticas o la geometría, aclarando que el espacio geográfico era la superficie de la tierra transformada por el hombre.
Se puede afirmar que casi siempre, los geógrafos regionales utilizaron indistintamente los términos "espacio", "lugar", "región" y "territorio" como sinónimos, es decir, como porciones de la superficie terrestre. En los párrafos siguientes trataremos de mostrar más en detalle los fundamentos de estas primeras aseveraciones.
Comencemos nuestra orimera anroximación al concepto de esoacio, utilizando como fuente un diccionario de términos geográficos de amplia circulación entre las comunidades geográficas anglosajonas e hispanas durante los años sesenta, en el que las dos únicas acepciones sobre el término espacio (Monkhouse, 1978: 179), dicen lo siguiente:
23
DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
Espacio muerto; zona oculta.
Espacio vital: expresión en otros tiempos usada por los geopolíticos alemanes para justificar la agresión y la expansión de su Estado, especialmente en la época hitleriana. Se usa a veces la forma original alemana "lebesnsraum".
La cita del diccionario se puede interpretar como reveladora de que el concepto de espacio, por lo menos hasta la primera mitad del siglo XX, no era parte esencial del cuerpo teórico de la disciplina geográfica. La geografía tenía su interés en los fenómenos localizados en un contenedor con existencia propia e independiente, y no en el contenedor en sí mismo (Claval, 1974; Capel, 1981).
El contenedor era el espacio absoluto ajeno por su naturaleza al objeto propio de los estudios geográficos. En consonancia con los principios de la ciencia positiva definida por Comte, los ojos de los geógrafos eran educados para ver y estudiar los paisajes y sus significados, y no para buscar estructuras abstractas o posibles causalidades ocultas. Gregory (1984: 43) ilustra el caso de la siguiente manera:
Cari Sauer, en su ensayo clásico sobre La morfología del paisaje, publicado en 1925, representaba a la geografía como "una ciencia que encuentra su campo entero en el paisaje". Según él, "la organización sistemática del contenido del paisaje avanza mediante la represión de las teorías apriorísticas que a él se refieren", de modo que la geografía se basa en "un sistema puramente evidencial, sin prejuicios sobre el significado de su evidencia"... "La geografía causal" declaró, quedaba ya atrás y había llegado el momento de establecer la geografía como "ciencia positiva". No hay duda de que esto lo entendía en un sentido comteano, puesto que afirmaba como Goethe, que "no es preciso buscar algo más allá de los fenómenos; ellos mismos son el saber (Lehre) [las leyes]".
Hartshorne (1978: 22) reafirma en los años sesenta que "la geografía tiene por objeto proporcionar la descripción y la interpretación, de manera precisa, ordenada y racional, del carácter variable de la superficie de la tierra", y recuerda la advertencia de Hettner en el sentido de considerar como una exageración de Ratzel su intención de concebir las relaciones espaciales como parte esencial de la geografía, en detrimento de las diferencias de contenido de las áreas. La interacción espacial, afirma, "sólo puede significar relaciones entre fenómenos de lugares diferentes".
Hartshorne consideró a la geografía como una ciencia regional y singular cuyo objeto era el análisis y la síntesis de los fenómenos contenidos en el espacio y no el espacio mismo. Como Sauer, Hartshorne le asignó a la geografía la función de estudiar lugares o regiones, y su geografía regional monográfica, al decir de
24
LA GEOGRAFÍA REGIONAL
Unwin (1995: 149), "suministró la visión estándar y generalmente aceptada de la
disciplina hasta los años 1950".
Un genuino estudio de geografía regional partía de delimitar una porción de la superficie terrestre para luego describir sus características físicas, humanas y culturales, de modo que dicha descripción llegara a reflejar la personalidad de esa porción de tierra denominada región. Esta descripción hacía posible la comparación de similitudes y diferencias con otras regiones. Lo que se estudiaba era el contenido visible en el paisaje y las posibles relaciones que se lograran establecer entre todos los elementos, como por ejemplo entre el suelo, el clima y la vegetación, o entre las características del medio físico y las formas de uso del suelo por parte de las comunidades habitantes del lugar. Desde luego, se partía de la consideración de que la geografía debía tener una dimensión histórica que pudiera revelar el significado del origen y el desarrollo de las características geográficas de la región.
Este carácter de los estudios geográficos se logra comprender mejor si acudimos a una exposición detallada que hace Broek (1967: 42) sobre la metodología empleada en su estudio histórico-geográfico del Valle de Santa Clara (California):
Mi intención principal era comprender los cambios en la configuración de ese valle, inmediato al sur de la bahía de San Francisco. Allí, diferentes culturas y fases económicas se habían sucedido unas a otras rápidamente en menos de 200 años: el período de los indios antes de la llegada del hombre blanco; el español, de misiones y ranchos ganaderos, correspondiente a la primera mitad del siglo XIX; la primera fase del período de economía norteamericana de ganado y trigo, que duró hasta la década de 1870-1880, cuando empezaron los cambios que transformaron el valle en un distrito de horticultura. Si el estudio se hiciera ahora, habría que agregar otra fase: la urbanización del valle, que provino en mayor grado después de la segunda guerra mundial. Cada período hasta el "presente", era un pasado geográfico. El artificio, un tanto original que usé, fue dividir el estudio de cada período en dos partes. La primera era aclaratoria, ya que analizaba las fuerzas y funciones que dieron forma al modo de vida en el valle. La segunda describía la estructuración cultural resultante de los determinantes sociales y económicos. En esta forma el "proceso" recibió la atención debida, pero su amplitud fue conducida y restringida por la importancia de sus fuerzas y el propósito del estudio, es decir, comprender la panorámica del terreno [énfasis agregado].
Como ya se indicó, la preocupación de la geografía regional, con o sin los
matices históricos, se centra en las cosas y en los procesos de transformación de
los paisajes, pero su referencia al espacio apenas tiene que ver con el lugar donde
están las cosas en la superficie terrestre. Para la geografía, el "dónde" constituye
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DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
la referencia espacial básica y fundamental, de la que se derivan los términos
"ubicación", "situación", "sitio", "distribución" y "colocación", que son los de más
frecuente uso en el lenguaje geográfico (Broek, 1967).
El uso del término "espacio" por el geógrafo francés Jacques Dupuis (1975),
se revela como sinónimo de región, objeto primario del análisis geográfico. Al
menos es lo que se indica en su obra sobre Asia Meridional (1975: 169), en la que
al referirse al espacio indio expresa que: "El espacio indio está considerado como
una entidad geográfica desde los tiempos más antiguos: su nombre deriva del de
la región que los occidentales conocieron en primer lugar: el río Indo". Con la
misma connotación se refiere al espacio indochino y al espacio malayo. Estos es
pacios a su vez son subdivididos en regiones o subespacios, que constituyen las
unidades básicas que se describen según sus características físicas, el poblamiento
y la población, y los aspectos económicos, a partir de las cuales se establecen las
diferencias y se revela la diversidad entre unos espacios y otros. Como descrip
ción y análisis del espacio, esta geografía se refiere a porciones de la superficie te
rrestre delimitadas con algún criterio de homogeneidad que permita
diferenciarlas de otras. Es a estas unidades a las que Dupuis denomina espacios o
regiones.
Pierre George, otro conspicuo representante de la geografía regional france
sa, considera el espacio como sinónimo de la superficie terrestre, y como espacios
o regiones las divisiones de esta superficie. Cuando se refiere al espacio geográfi
co, es evidente que alude a la superficie terrestre o a una parte de ésta ocupada y
transformada por el hombre; de ahí su afirmación de que la geografía comparte
con las otras ciencias del espacio el espacio mismo, pero que se diferencia de ellas
en que sólo se interesa por lo que este espacio representa para los hombres que en
él viven.
George utiliza con la misma connotación espacio, región y medio geográfico
(George, 1967: 20), pero deja en claro que el "objeto de estudio de la geografía es
el espacio terrestre, en la medida en que es, bajo cualquier aspecto, un medio de
vida o una fuente de vida, o bien, un paso indispensable para alcanzar un medio
de vida o una fuente de vida". Es esta condición de la disciplina la que le permite
asegurar su carácter de una ciencia humana.
Sin duda, cuando George se refiere al espacio, lo hace a la superficie terrestre
como marco de la existencia humana, o a una porción o región de dicha superfi
cie; pero como geógrafo sólo se interesa por dicho espacio en la medida en que
éste es el sustento o medio de vida de una población, es decir, como marco en el
que se dan y se desarrollan las relaciones de producción y de consumo. George
(1967: 38) plantea entonces que:
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LA GEOGRAFÍA REGIONAL
El problema específico de la geografía es el de estudiar, en el interior de un espacio definido, todas las relaciones de causalidad entre los fenómenos de consumo, entendidos en el más amplio sentido de la palabra -incluyendo en ello la ocupación de las viviendas y la utilización de los servicios- y los fenómenos de producción, el de determinar los grupos homogéneos de evolución sincrónica y correlativa, aislados de los simples haces de coincidencias circunstanciales, y poner de relieve las contradicciones y las supervivencias inhibidoras.
El espacio geográfico conceptualizado por George como espacio terrestre humanizado se puede clasificar según sus usos, ya sean industriales, mineros o agrícolas, entre otros, a la vez que permite definir la geografía como el estudio del espacio humanizado. En un caso como el del espacio agrícola, éste se define según George (1970: 31), "simplemente como la superficie utilizada por las diversas formas de explotación agrícola. Por esta razón se divide en... el espacio de pastoreo y el espacio de cultivo". Lo que le interesa a la geografía, en esta perspectiva, es una región o porción de espacio delimitada con algún rasgo físico o histórico que permita diferenciarla claramente de otras y revelar al mismo tiempo su carácter único.
La región según George es una porción de espacio o de territorio, es decir, de superficie terrestre. Esto nos permite afirmar que para este autor los términos "espacio", "región" y "territorio" son intercambiables, pues los tres se refieren a toda o a una porción de la superficie terrestre. La siguiente alusión de George (1970: 169) corrobora esta consideración:
El término "región" es de esencia geográfica en la medida en que designa una porción de espacio caracterizada por una o más realidades definidas por el calificativo añadido a la palabra región. Pero sólo existe región propiamente geográfica cuando la porción de espacio considerada se presenta en el mayor número posible de sus particularidades como conjunto sintético. Es natural que encontremos, en la búsqueda de definiciones de la región como realidad geográfica, todos los problemas epistemológicos de la geografía, puesto que la región es precisamente el tema de representación geográfica del espacio y, por tanto, el tema fundamental de la misma geografía. Pero, sin dejar de estar caracterizada por una visión sintética, la región, como representación geográfica, puede ser definida partiendo de distintos sistemas de convergencia y de correlación de factores. Se afrontan dos elaboraciones principales, la de la "región natural" y la de la "región histórica".
La geografía regional en todas sus versiones se definió como una ciencia singular, en la que las conclusiones obtenidas sobre una región no podían extrapolarse a otras, de modo que se proclamaba sin rodeos que no existían leyes en geografía, y no sólo en geografía humana, sino en la geografía en general, pues
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DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
incluso se reivindicaba el carácter zonal de la geografía física (George, 1967). Haggett (1976: 7-8) nos recuerda que en el ambiente de mediados del siglo XX rondaba la idea de que no era necesario formular leyes generales en geografía. Agrega que el papel convencional atribuido a esta disciplina se limitaba a "diferenciar la superficie de la tierra, entresacar y separar en ella sus áreas de características semejantes", y remata su juicio contra el enfoque singularista afirmando que "la diferenciación por áreas ha dominado la geografía en detrimento de la integración de superficies".
La geografía regional no se interesó por el espacio más que como un contenedor, con existencia absoluta e independiente de los fenómenos contenidos en él, o como superficie terrestre modificada por el hombre, y en este caso espacio, región y territorio eran objetos idénticos de descripción y análisis geográfico. El espacio en sí mismo no formó parte del objeto de investigación o de reflexión, y por tal razón los geógrafos no se interesaron en participar en los debates filosóficos y científicos relacionados con su naturaleza.
Es en este sentido que se puede calificar a esta geografía como aespacial, o "viuda del espacio", al decir de Milton Santos. Esta característica le trajo serias consecuencias para su desarrollo teórico, pues, por una parte, la construcción de la geografía como ciencia espacial durante los sesenta asumió sin crítica las ideas de la física, de la astronomía o de la economía neoclásica, y por otra, cuando los teóricos sociales, en los ochenta, descubrieron la importancia del espacio en las sociedades modernas, los geógrafos poco o nada podían aportar. Así, su dependencia conceptual de otras disciplinas se hizo más evidente. No se podía esperar otra cosa de una disciplina rica en datos pero pobre en teoría, como la calificó David Harvey.
Esa misma pobreza teórica, el poco o nulo interés de los geógrafos por la teoría y su afición por lo concreto, y las definiciones poco rigurosas en el sentido epistemológico, llevaron al geógrafo francés Yves Lacoste (1982: 219) a formular sus críticas en los siguientes términos:
Por lo demás, la mayoría de los geógrafos teorizan lo menos posible y se contentan con afirmar, sin ambages, que "la geografía es la ciencia de la síntesis", conviniendo, sin duda, en que "la geografía no puede definirse ni por su objeto ni por sus métodos, sino únicamente por su punto de vista". Tales declaraciones revelan a la vez un desconocimiento total de los caracteres no menos sintéticos de las disciplinas a las que recurren los geógrafos, su aislamiento (pues tales declaraciones deberían haber provocado un grito de indignación) y un cierto afán de problemas teóricos, incluso los más fundamentales que han debido abordar todas las ciencias, y ello hace tal vez mucho tiempo. Además muchos geógrafos no ocultan su menosprecio por las "consideraciones abstractas" (en especial las de los
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LA GEOGRAFÍA REGIONAL
economistas y los sociólogos) y se glorian afirmando su predilección por lo "concreto", Algunos proclaman "la geografía, ciencia de lo concreto", sin presentir las sonrisas que tal declaración provoca, al menos cuando se pronuncia fuera del círculo de los geógrafos.
A mediados del siglo XX, las nuevas realidades de la industrialización y la urbanización, lo mismo que la emergencia de un sistema mundo más complejo, hicieron parecer obsoleta y nada útil la geografía regional, que se empeñaba en compartimentar el espacio terrestre en unidades físicas, históricas o político-administrativas, ya fueran comarcas, países o continentes. En el nuevo contexto, la región no parece expresar ya en su "personalidad" la realidad de las nuevas relaciones de poder, ni las complejidades de las relaciones entre los hechos físicos y los hechos humanos. Como lo expresa Lacoste (1982), esa "personalidad" de la región se convirtió en un concepto-obstáculo que bloqueó la reflexión sobre las escalas, pues bien sabido es que los fenómenos de interés para la geografía no ocurren todos a la misma escala regional que imponen los geógrafos en sus estudios, a veces macro o micro según sus preferencias.
Por otra parte, el mismo Lacoste hace notar el poco interés que los episte-mólogos y los filósofos, en general, han mostrado por el espacio. En tanto que en sus análisis, unos y otros han privilegiado el tiempo, el espacio aparece como algo neutral, inocente y descargado de cualquier significación política; por esa misma razón considera necesario, y cada vez más indispensable, "emprender la elaboración metodológica del utillaje conceptual que permita captar el espacio, lugar donde se entremezclan las múltiples contradicciones que originan las crisis" (Lacoste, 1982: 271), pues de lo contrario, agrega, sería imposible, por ejemplo, comprender la forma como el capitalismo y el imperialismo organizan el mundo.
Pero para Lacoste, el espacio no puede ser concebido simplemente como un objeto real, es decir, como la superficie terrestre, sino que deben considerarse los distintos espacios de conceptualización que nos permitan comprender que vivimos en una espacialidad diferencial, que se percibe de forma diferente según las clases sociales. Y así como no deben confundirse los diferentes tiempos del historiador, afirma que es necesario diferenciar los espacios de conceptualización y establecer las relaciones entre ellos, lo que podría lograrse mediante un trabajo teórico que diferencie el espacio en cuanto objeto real, y el espacio en cuanto obje to de conocimiento.
La verdadera crisis del concepto de espacio absoluto que dominó en la geografía regional tuvo que ver fundamentalmente con la crisis de la propia geografía regional. Sus productos monográficos, amén de su poca valoración científica, tenían poca demanda social, pues los requerimientos de la economía, de la
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DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
política o de la planificación del desarrollo, iban más allá de lo que una ciencia descriptiva y singular podía ofrecer en un ambiente científico ávido de teorías y modelos de predicción.
La práctica de la geografía a mediados del siglo XX se encontraba restringida a los círculos universitarios relacionados con las humanidades o con la docencia, y allí mismo, su desprestigio, asociado con su inutilidad y con el poco reconocimiento de la comunidad científica, era de tal magnitud que su permanencia como disciplina académica fue puesta en entredicho. Esta situación es bien ilustrada por Glick (1985: 9), quien narró así las penurias de la geografía regional en los Estados Unidos:
La revolución en la geografía humana norteamericana, de la que resultó el remplazo de la geografía regional por una "ciencia espacial" de orientación cuantitativa -que alcanzaría una posición de preeminencia intelectual y dominancia política en la mayor parte de los departamentos norteamericanos hacia finales de los años sesenta- disfrutó de un ascenso al poder relativamente fácil. Este hecho fue posible por la debilidad de los fundamentos intelectuales, la falta de visión y el escaso prestigio que caracterizaba entonces a la geografía regional. La mediocridad de este campo de estudio, tal como era percibida por otros académicos, dio como resultado la extinción del programa de geografía de Harvard en 1948. El intento de resucitar las enseñanzas en geografía en 1949-1950 (...) fracasó, en buena medida, porque los destacados geógrafos que fueron llamados como expertos periciales por el "Comité de Geografía" de Harvard fueron incapaces de convencer a los miembros de dicho comité del valor intrínseco del campo geográfico, o incluso de proveer una descripción coherente de la naturaleza de este campo.
Situación parecida vivía la geografía regional y del paisaje en Alemania. En 1969 algunos representantes de la Asociación Estudiantil de Geógrafos denunciaban que "el lamento sobre la miseria de la geografía escolar y universitaria alemana se ha convertido ya en tema obligatorio en las asambleas de geógrafos" (Gómez, 1978: 22), al tiempo que los resultados de las consultas avanzadas entre los estudiantes mostraban que la geografía era considerada como la peor entre las ciencias naturales, y la candidatizaban para ser excluida de los planes de estudio.
En el congreso alemán de geografía celebrado en 1969 se discutió el tema de la permanencia de la geografía regional, y uno de los participantes en el evento expuso su insatisfacción, en los términos que señala Gómez (1978: 10):
En una primera intervención posterior a la lectura de la ponencia, un estudiante (Kloche), manifestó que "la cuestión de la eliminación de la geografía regional como materia de enseñanza no debía causar ningún problema, ya que podría
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LA GEOGRAFÍA REGIONAL
llegarse a un consenso rápido" debido a la poca utilidad del tipo de conocimiento proporcionado por dicha disciplina, proponiendo a continuación como tema básico para la discusión el problema de la formación de teorías. Al mismo tiempo rogaba a los profesores que diariamente daban sus clases sin tener en cuenta ese problema, "que expresen su opinión sobre la formación de teorías y su concepción sobre la ciencia".
Y nuevas formas de hacer geografía comenzaron a emerger en el seno de la comunidad geográfica. De una de esas nuevas formas, de la denominada "ciencia espacial", nos ocuparemos en la siguiente sección.
31
CAPITULO II
La geografía como ciencia espacial
Una forma de tratar con problemas complejos consiste en simplificarlos...
Nuestra tierra es casi infinitamente compleja... La forma más fácil de simplificar
este problema para que empecemos a ver su naturaleza consiste en imaginar
una tierra ideal poblada por personas hipotéticas.
Cárter, George, 1975. Man and Land: A Cultural Geography,
New York, Holt Rinehart and Winston, p. 34 (citado por Butler, 1986: 89).
El problema de la ubicación real puede distinguirse respecto a la ubicación
racional. No es necesario que ambas coincidan
(Lósch, August, 1954. TVie Economics of Location, New Have,
Yale University Press (citado por Butler, 1986: 123).
LOS FUNDAMENTOS DE UN NUEVO PARADIGMA
A mediados del siglo XX, la geografía entró en una etapa de cambio de paradigma, y una revolución científica socavó los cimientos de la geografía regional. De dicha revolución surgió una geografía distinta que se conoce en la historia de la disciplina como la "Ciencia espacial", "Geografía cuantitativa" o "Nueva geografía", cuyo proceso de consolidación como ciencia normal fue realmente de corta duración. En 1963, el geógrafo lan Burton escribió que la revolución científica iniciada por la geografía a finales de los cuarenta y comienzos de los cincuenta, ya se había consumado en 1960, pues "una revolución intelectual se ha realizado cuando las ideas aceptadas se descartan o se modifican para incluir nuevas ideas" (Burton, 1982: 414).
La revolución científica reseñada por Burton constituye la primera aproximación de los geógrafos al campo formal de la teorización epistemológica (Bar-nes, 2001) y tuvo su inicio en los Estados Unidos de América, en la Universidad
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DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
de Washington bajo la dirección de William Garrison y Edward Ullman, y en la
Universidad de lowa de la mano de Harold McCarthy. En Europa fueron perso
najes clave Peter Haggett y Richard Chorley en el Reino Unido, y Torsten
Hágerstrand en Suecia.
Las nuevas ideas o ideas revolucionarias, que ya en los sesenta formaban par
te del conocimiento convencional de la geografía, provenían de la filosofía, de las
matemáticas, de la física, y desde dominios vecinos como la economía. Pero, sobre
todo, fue el interés de los geógrafos por la teoría lo que constituyó el rasgo funda
mental de la metamorfosis disciplinaria, pues, como lo reconoció el mismo Bur
ton (1982: 418), la revolución "se inspiró en una necesidad genuina de hacer la
geografía más científica y en un interés por desarrollar un cuerpo teórico. En las
raíces de la revolución cuantitativa se encuentra la insatisfacción respecto a la
geografía idiográfica".
Barnes (2001) sostiene que la denominada "revolución cuantitativa" introdu
j o por primera vez en el ámbito de la geografía económica anglo-americana -tra
dicionalmente pobre o carente de teoría- la verdadera idea de teorización
"epistemológica", cuya tarea central era "desarrollar vocabularios abstractos que
reflejaran -aunque parcialmente- una realidad externa e independiente" (Bar
nes, 2001: 546). Esos vocabularios abstractos, formales y racionalistas formaliza
dos en hipótesis, leyes, modelos y representaciones cartográficas constituyeron el
núcleo de la teoría para producir explicaciones de fenómenos geográficos obser
vados en el mundo real. El mismo Barnes (2001) recalca que el lenguaje de la teo
rización "epistemológica" de la geografía provino, inicialmente, de las ciencias
naturales y de las ciencias sociales modeladas a su imagen -una especie de "física
social"-, e ilustra su comentario con el ejemplo de la introducción del vocabulario
de la física en la geografía económica durante los cincuenta, por parte de William
Warntz, quien, a partir de la descripción de los lugares como puntos dentro de un
campo gravitacional, desarrolló los modelos de gravedad y de potencial, en coo
peración con geógrafos, astrónomos y físicos.
Los fundamentos epistemológicos para la construcción teórica de la nueva
geografía como una ciencia esencialmente espacial fueron encontrados en las
ideas del "positivismo lógico", "empirismo lógico" o "neopositivismo", movi
miento intelectual asociado con los filósofos pertenecientes al "Círculo de Viena",
y cuyos objetivos y características estaban claramente definidos hacia 1930. Sin
embargo, Barnes (2001) argumenta que en un principio los geógrafos compro
metidos con el nuevo paradigma no fueron conscientes de su vínculo con el neo-
positivismo, aunque desde el comienzo sus formulaciones teóricas tuvieron el
carácter fundacional y cerrado propio de ese marco epistemológico.
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LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA ESPACIAL
El positivismo lógico afirma que la ciencia se ocupa de las proposiciones con sentido, es decir, de las proposiciones empíricas que deben ser sometidas al rigor del análisis lógico y a los métodos más refinados de verificación. Busca alcanzar una visión unificada del mundo y de la ciencia, y propende a un lenguaje neutral para expresar proposiciones y resultados libres de la subjetividad de los lenguajes comunes.
Uno de los postulados básicos del positivismo lógico es el de la unidad de la ciencia. Con un lenguaje fisicalista y de pretensiones universalistas, la ciencia unificada es un sistema no contradictorio de protocolos y de leyes; es una actividad normativa, aunque no rigurosamente determinista, que ni hace demarcaciones entre ciencias naturales y ciencias sociales, ni reconoce la posibilidad de hacer juicios axiológicos o de valor, ratificando así su neutralidad.
El positivismo lógico no establece diferencias metodológicas sustanciales entre las ciencias naturales y las ciencias sociales. Como indica Capel (1981: 376), "se abordó el estudio del hombre y de la realidad social postulando que éstos pertenecen plenamente al mundo físico y que como tales han de ser estudiados, y aceptando que las regularidades que se encuentran en la naturaleza aparecerán también en las diversas esferas de la realidad sociocultural". Esta afirmación garantizaba de hecho la unidad metodológica de toda la ciencia, unidad que se expresaba en el uso común del método científico hipotético y deductivo, cuyos refinamientos se alcanzaron en las ciencias naturales y se extendieron a buena parte de las ciencias sociales.
La geografía no fue la excepción, y la revolución que se está glosando incur-sionó también en el campo metodológico, pues los geógrafos debían proceder en adelante resolviendo los problemas geográficos con la misma metodología común a toda la ciencia. Parte de la conversión a la nueva ciencia geográfica consistió en aprender el método científico positivista, por lo que a partir de entonces los cursos de metodología científica constituyeron un elemento central en los programas de formación y entrenamiento de los geógrafos.
La discusión metodológica sobre el problema de la inducción y la deducción constituye una de las disputas internas más fuertes dentro del movimiento neo-positivista, pero la ascendencia de las corrientes deductivistas llevó a la mayoría de los científicos a tomar partido por una vía metodológica hipotético-deductiva, muy cercana a las propuestas de Popper (Capel, 1981).
Las críticas a la geografía del paisaje, o de la tradición regional, se hicieron corrientes en los años cincuenta y se incrementaron a medida en que las ideas del positivismo lógico fueron acogidas, en buena parte sin tener conciencia del hecho, por las nuevas generaciones de geógrafos (Barnes, 2001). A mediados del siglo XX, Schaefer "abrió la puerta a la admisión formal del positivismo lógico
35
DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
dentro de la geografía" (Gregory, 1984: 48) y ésta se transforma paulatinamente en una "ciencia espacial" teórica y empírica, con énfasis en el orden espacial y en la búsqueda de las leyes generales de la organización espacial, mediante un método científico naturalista.
En el nuevo paradigma, el espacio es considerado, por una parte, como espacio concreto referido a la actual superficie de la tierra con toda la variedad del mundo real, y por otra, como espacio abstracto referido a la estructura espacial no visible. Peet (1998: 32) se refiere así a esta transformación disciplinar:
En los 1940s la geografía se sintió de nuevo segura internamente como descripción regional pero vulnerable externamente en razón de las críticas a su naturaleza científica y a su utilidad práctica. El período de la posguerra conoció una geografía redefinida como la ciencia del espacio -el espacio no en los términos de la escuela de Berkeley como la superficie de la tierra transformada por la acción humana en un paisaje cultural, sino del espacio a imagen de la física, espacio reducido a la distancia entre puntos-, con la conducta espacial como minimización de la distancia, y la geometría como lenguaje disciplinar. Con tal espacio se pudo emplear el moderno método científico, inicialmente midiendo regularidades estadísticas en forma inductiva, eventualmente con la lógica matemática como una ciencia deductiva.
Pero lo esencial no era la cuantificación en sí misma, como pudiera creerse si nos atenemos al remoquete de "Revolución cuantitativa" con el que fue calificada, o al hecho de que muchos geógrafos creyeran ingenuamente en el aserto positivista de que "sin calcular es imposible razonar"; se trató, ante todo, de una forma distinta de ver las cosas en geografía. Como resultado de esta revolución, la geografía abandonó sus pretensiones de ciencia singular, se tornó abstracta, y el paisaje, como objeto principal de estudio, cedió su puesto al espacio (Yeates, 1972; Holt-Jensen, 1980; Stoddard, 1982; Butler, 1986; Haggett, 1994). En palabras de Unwin (1995: 173), "los intereses centrales giraban en torno al espacio, a la cuantificación y a la elaboración de teorías".
La nueva definición de la geografía como la ciencia que busca "explicar la variación espacial de los fenómenos sobre la superficie terrestre" (Stoddard, 1982), pone en claro que el ámbito de la "Nueva geografía" se reduce a la superficie de la tierra como espacio concreto, y que los problemas que debe formular el geógrafo tienen que ver con la distribución de todo tipo de fenómenos sobre dicho espacio. Así que cualquier fenómeno, si su distribución es cartografiable, es decir, si se puede hacer un mapa de ella, es susceptible de ser estudiado geográficamente, y su distribución espacial se puede explicar en relación con otras distribuciones espaciales de fenómenos asociados, por medio de una teoría abstracta que refleje como un espejo su ocurrencia en el mundo real.
36
LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA ESPACIAL
El resultado de esta nueva definición del objeto fue una variedad de geografías, tantas como distribuciones espaciales de fenómenos de todo orden se puedan cartografiar, tales como geografías de las enfermedades, geografías electorales, geografías de los precios del suelo, geografías de la vegetación, etc. Queda también sentado que tales distribuciones constituyen una estructura espacial abstracta y ordenada cuyo orden se debe explicar en términos científicos.
Como ejemplo, y para ilustrar lo expuesto en el párrafo anterior, a partir de un mapa que muestre la distribución espacial de las carreteras que comunican lugares en un espacio determinado, se pueden identificar patrones de densidad vial; pero al mismo tiempo, los lugares se pueden identificar como nodos; las carreteras se pueden transformar en una red abstracta analizable en términos loca-cionales, para detectar el estado de desorden de la misma y proponer los correctivos que eleven su grado de ordenación, teniendo como referencia un modelo ideal o normativo de redes. En las mismas condiciones, el tráfico de personas, mercancías e información se puede conceptualizar como movimiento; las ciudades, lugares centrales, pueblos o conglomerados de población se pueden identificar como nodos de una red, es decir como puntos de cruzamiento o vértices de la red.
El nuevo discurso geográfico se expresa con claridad en la siguiente cita (Gá-
mir, et al., 1995: 91) de un manual sobre análisis espacial:
En el análisis espacial, los nodos o vértices de la red pueden venir constituidos por los puntos de origen y destino de los intercambios (ciudades, puertos, aeropuertos o centros de zona -denominados centroides, si trabajamos a escala urbana, a los que se atribuyen las características del área que representan-). Los arcos o aristas se identifican con las rutas, tanto si tienen una estructura física o soporte (rutas terrestres) como si no cuentan con ella (rutas marítimas, aéreas, o referidas a teleflujos), o con los flujos (pasajeros, mercancías, flujos telemáticos...) que por ellas circulan, cuando se trata de redes valorizadas. En las redes urbanas de transporte público, como puede ser, por ejemplo, una red de metro, los nodos pueden venir constituidos por las paradas de las líneas de la red (o de forma más simple, por los puntos de origen y destino de las mismas) y las aristas pueden identificarse con los recorridos de las líneas... Los resultados de este tipo de análisis de cara a la planificación permiten potenciar nodos a través de las mejoras en las conexiones de la red.
Es evidente oue este tioo de trabaio imolica oue el geógrafo tenea un conocí-miento profundo de la geometría de las redes y la teoría de los grafos, las cuales le permiten hacer comparaciones precisas entre la conectividad y la configuración de las redes (Haggett, 1976), lo mismo que un dominio de medidas de centralidad, dispersión de áreas y puntos, análisis de vecindad, de las técnicas de análisis
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DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
de interacción espacial, y de correlación y autocorrelación espacial (Gámir, et al.,
1995).
En los términos de un nuevo paradigma, la geografía como ciencia espacial
debería tener las mismas finalidades de predicción de toda la ciencia positiva.
Pero esta transformación de la disciplina no constituye un hecho aislado y mucho
menos autónomo, pues como lo señala Unwin (1995: 172):
Un interés por modelar la organización espacial de la sociedad y por elaborar descripciones matemáticas y geométricas de las relaciones sociales quedó así perfectamente establecido en diferentes disciplinas en los Estados Unidos en los años 1940 y 1950... No obstante, fue en el campo de la geografía donde este nuevo enfoque alcanzó una posición de preeminencia, pues ofreció a los geógrafos una justificación fundamental de su disciplina. La conceptualización de la geografía como ciencia del espacio abrió una alternativa marcadamente diferente a la tradición cada vez más desacreditada de la geografía regional.
Aunque en un principio algunos geógrafos regionales pusieron en duda la
emergencia de una "Nueva geografía", alegando que todas las geografías ante
riores habían sido nuevas, o que la geografía siempre había utilizado estadísticas
(Vilá, 1983), lo cierto es que la ruptura epistemológica -pa ra usar los términos de
Bachelard- con la geografía regional, no sólo fue clara sino definitiva.
Como lo expresa Chisholm (1975), una comparación entre la obra de Hart
shorne, The Nature of Geography (1939) y la de Harvey, Explanation in Geography
(1969), permite captar la esencia del cambio. Chisholm anota que en la obra de
Hartshorne la aproximación es explícitamente inductiva y la geografía es una
ciencia corográfica, relacionada con la naturaleza de los diferentes lugares, de
modo que los fenómenos que interactúan en cada una de las áreas crean la dife
renciación de las mismas. En esta situación, el papel del geógrafo es integrar y
sintetizar conocimientos producidos por otras disciplinas que tienen visiones
particulares y parciales de la realidad. En la obra de Harvey, en cambio, se persi
gue una meta diferente de la propuesta por Hartshorne, que identifica a la geo
grafía como una ciencia que difiere de la simple acumulación de hechos, que
debe aplicar el método científico hipotético-deductivo para alcanzar el carácter
explicativo, de manera que la geografía se pueda definir como una explicación
positiva de la forma como funcionan el mundo o segmentos de éste. En la pro
puesta de Harvey, los objetos de investigación geográfica son problemas de carác
ter espacial que reclaman una explicación en los términos de la ciencia positiva,
por lo que la tarea de la geografía tiene que ver con la formulación de leyes gene
rales, más que con el estudio de casos únicos.
38
LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA ESPACIAL
Para Chisholm (1975), Hartshorne y Harvey representan la antítesis entre
una visión mística o romántica de la geografía, asociada con la tradición filosófica
alemana del siglo XIX, y una aproximación más analítica basada en la aceptación
de los cánones del método científico naturalista e inspirada en el pensamiento de
los filósofos del positivismo lógico y del racionalismo. Así que la "Nueva geogra
fía" es un nuevo paradigma en el que la obra de Hartshorne representa el fin y la
de Harvey el comienzo del mismo.
Treinta años después de la publicación de The Explanation in Geography en
1969, Harvey responde en entrevista a los editores de New Left Review (Harvey,
2001: 4, en traducción) que:
En Explanation in Geography trataba de buscar una respuesta a lo que consideraba un problema central de la disciplina. Tradicionalmente, el conocimiento geográfico había estado extremadamente fragmentado, orientado a enfatizar en gran medida lo que se denominaba "excepcionalidad". De acuerdo con la doctrina establecida, el conocimiento adquirido mediante la investigación geográfica es diferente a cualquier otro tipo de conocimiento. No es posible establecer generalizaciones o sistematizarlo. No existen leyes geográficas; no existen principios generales a los que se pueda apelar; lo único que se puede hacer es salir ahí afuera y estudiar, pongamos por caso, la zona seca de Sri Lanka, y pasarse toda la vida tratando de comprenderla. Quería hacer frente a esta concepción de la geografía insistiendo en la necesidad de comprender el conocimiento geográfico de un modo algo más sistemático. En aquel momento me parecía evidente que había que recurrir a la tradición filosófica del positivismo que, en la década de 1960, continuaba incorporando como parte de sí un poderoso sentimiento, proveniente de Carnap, acerca de la unidad de la ciencia. Este es el motivo por el que me tomé a Hempel y a Popper tan en serio; pensé que debía existir algún modo de usar su filosofía de la ciencia para contribuir a la construcción de un conocimiento geográfico más unitario. Se trataba de un momento en el que, en el seno de la disciplina, existía un fuerte movimiento que apostaba por la introducción de técnicas estadísticas y nuevos métodos cuantitativos a la investigación. Se podría decir que mi proyecto consistía en desarrollar la vertiente filosófica de esta revolución cuantitativa.
La ruptura con la geografía regional se notó en la adopción de nuevas formas
de organizar y analizar la información, especialmente mediante el uso creciente
de modelos. Chorley y Haggett publicaron en 1971 una antología titulada La geo
grafía y los modelos socioeconómicos, en la que varios autores dan cuenta del uso as
cendente de modelos de distinta clase en varias ramas de la geografía teórica y
aplicada, al mismo tiempo que exponen las razones que justifican su adopción.
En la introducción de esta obra se argumenta que:
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DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
1. La información geográfica se puede tratar en los términos de la teoría general de la información, de manera que la relevancia de un dato se establece únicamente dentro de un marco teórico, y la información se organiza en varias escalas, puesto que la regularidad de la misma puede darse o desaparecer al cambiar de escala.
2. La organización y el análisis de la información requieren una selección previa que separe la regional de la local y elimine todas las formas de ruido informativo.
3. Es normal que se intente establecer los tipos de regularidad que se presentan en la información geográfica en las correspondientes escalas espaciales y temporales. Es necesario buscar el orden en la realidad en función de las características del conjunto, en vez de concentrarse en las diferencias específicas.
Los modelos geográficos, agregan Chorley y Haggett (1971), pueden ser una teoría, una ley, una hipótesis o una idea estructurada; pueden ser una función, una relación, una ecuación o una síntesis de datos. En todos los casos, deben servir para razonar sobre el mundo real. La construcción y aplicación de modelos obedece a una necesidad de idealización y de simplificación de la realidad, que facilite su entendimiento. Tales modelos se asumen como estructuraciones simplificadas de la realidad que presentan en forma generalizada, facetas y relaciones simplificadas de la misma; son aproximaciones inexactas, altamente selectivas y subjetivas, pero realzan los aspectos fundamentales y desechan los detalles sin importancia. Por contera, los modelos deben ser de carácter especulativo y sugestivo, y lo bastante simples para que se puedan manejar y comprender con facilidad.
Los modelos geográficos, insisten Chorley y Haggett (1971), son necesarios para salvar las diferencias entre la observación y la teoría, y por supuesto, deben satisfacer las demandas de simplificación, reducción, concreción, experimentación, acción, extensión, establecimiento y explicación de teorías. Y agregan que entre las funciones que ellos pueden cumplir se pueden señalar las siguientes:
a) Función psicológica, pues permiten comprender y abarcar grupos de fenómenos que por su complejidad sería imposible abordar de otra forma.
b) Función adquisitiva y organizativa, porque proporcionan una base para definir, recoger y ordenar la información.
c) Función de fertilidad, porque permiten la extracción del máximo de información.
d) Función lógica, que facilita la explicación de la aparición de un fenómeno particular, y explicar los sistemas complejos por medio de sistemas simples.
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LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA ESPACIAL
e) Función normativa, que hace posible la comparación de ciertos fenóme
nos con algunos más conocidos.
f) Función sistemática, porque la construcción sucesiva de modelos permi
te la exploración y comprobación de los sistemas.
g) Función constructiva, como elementos básicos en la construcción de teo
rías y leyes de alta probabilidad, y
h) Función cognoscitiva, porque pueden promover la difusión de las ideas
científicas.
Bunge (1982) también había sugerido en los comienzos de los sesenta la necesidad de asumir un paradigma basado en modelos, que sustituyendo los campos de especialización temática del tipo climatología, geografía de la población o morfología del suelo, se especializara en campos teóricos espaciales relacionados con puntos, zonas y descripción de superficies matemáticas, problemas de lugares centrales, etc.
Harvey (1983) reconoce que a finales de los setenta, los modelos geográficos ya formaban parte del saber geográfico institucionalizado, y comenta que su uso no dejaba de ser problemático y hasta peligroso, amén de la dificultad misma de construirlos. Y agrega que la insistencia en su utilización se debió a que dado el escaso desarrollo de la teoría geográfica, no se tenía otra alternativa que acudir a ellos. Sin embargo, él mismo pone en guardia a los geógrafos frente al peligro generado por la tentación de usar indiscriminadamente los modelos, sugestionados por su variada funcionalidad, y sentencia que no se debe pasar por alto "que en términos de investigación básica, la función principal de la modelización en geografía debe apuntar a la creación de teoría geográfica" (Harvey, 1983: 181).
El cambio ya aludido implicó asumir el espacio como elemento articulador de la disciplina y como objeto mismo de teorización. Esto trajo como consecuencia un viraje en los métodos, en el lenguaje, en las formas de representación y en las relaciones teóricas con ciencias poco exploradas por los geógrafos, como la matemática, la estadística, la teoría económica neoclásica y la teoría de sistemas, entre otras. Con nuevos problemas, nuevos marcos teóricos y nuevas metodologías y técnicas, se reconstruyó el discurso geográfico (Lounsbury y Aldrich, 1979).
LOS CONTENIDOS DEL NUEVO DISCURSO GEOGRÁFICO
El nuevo discurso espacial (Gregory, 1994) se presentó como un entramado metafórico emparentado con los discursos de la economía neoclásica y lleno de modelos lógicos y analogías de la ciencia física. El interés mayor se centró en la formulación de hipótesis y en la construcción de teorías acerca de la organización
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DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
del espacio. En este escenario floreció la teoría locacional, como un intento de integrar la dimensión espacial con la teoría económica clásica, para explicar y predecir las decisiones geográficas resultantes del agregado de decisiones individuales. Esto explica el interés de los geógrafos por los trabajos pioneros de Von Thünen, Christaller y Weber, entre otros, en los que se encontraron las bases para la construcción de modelos normativos de interacción y difusión espacial. Tales modelos hacen énfasis en la racionalidad económica de agentes maximiza-dores de beneficios con el mínimo esfuerzo, y en el papel determinante de la fricción de la distancia como restricción espacial en la oferta y demanda de bienes y servicios.
El nuevo discurso geográfico pone su mayor interés en los asuntos relacionados con la organización espacial (De Souza, 1992), es decir, con la forma como los individuos y las sociedades organizan el espacio para ajustarlo a sus necesidades. Este concepto provee una estructura apropiada para analizar e interpretar las decisiones de localización y de movimiento, al igual que las estructuras espaciales relacionadas con patrones de uso del suelo, localización industrial, asentamientos humanos, etc. Las agencias del gobierno encargadas de la planificación, o las empresas privadas interesadas en optimizar los rendimientos del capital, demandaban conocimientos de esta naturaleza, y la geografía trató de responder con estudios que se apoyaron en la cuantificación y la experimentación con un amplio rango de técnicas estadísticas.
La idea central de este nuevo discurso es que lo real es una estructura espacial abstracta y ordenada, cuyo orden es posible revelar y representar a partir de teorías, leyes y modelos generales, como elementos constitutivos de la nueva ciencia espacial.
Esta forma de abordar el estudio del espacio trajo nuevas demandas, pues en adelante los geógrafos tuvieron que tratar con los asuntos de los métodos de análisis locacional, relacionados con la recolección y análisis de los datos; con la descripción de las localizaciones absolutas y relativas y con el problema de su representación; con la construcción y delimitación de las regiones, y con la formulación y verificación de las hipótesis mediante analogías y métodos estadísticos.
En los primeros años de la década de los setenta, el discurso de la "ciencia espacial" ya se encontraba bien sistematizado y expuesto en textos y manuales utilizados en la formación de geógrafos (Harvey, 1969; Abler, Adams y Gould, 1972; Haggett, 1976; Lounsbury y Aldrich, 1979). Uno de esos textos es el publicado en 1972 por Ronald Abler y Peter Gould, de la Universidad de Pensilvania, y por
John S. Adams de la Universidad de Minnesota, que se titula Spatial Organization: The Geographer's View ofthe World, y cuyo objetivo principal es "introducir a los estudiantes a la forma como los geógrafos piensan acerca del mundo". Este libro,
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LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA ESPACIAL
que hace una profunda exposición de los elementos constitutivos del discurso científico predominante en la comunidad geográfica de la época, es la fuente principal de la exposición que sigue sobre este tema, aunque en la misma se utilizan otras obras cuya referencia se hará oportunamente; por tanto se advierte al lector que, en ausencia de otras referencias, debe entenderse que lo expuesto proviene de la fuente en comentario.
Abler, Adams y Gould (1972) consideran que la geografía humana es una ciencia social y del comportamiento que analiza las actividades humanas en el espacio terrestre. El carácter científico de la geografía no difiere del de otras ciencias, y por tanto su esencia debe ser un conjunto de problemas y un método para resolverlos; el método científico es universal, es decir común, y lo que distingue a unas ciencias de otras es el tipo de problemas o preguntas no resueltas que tratan de explicar. El método de la geografía es igual al de todas las ciencias, pero su pregunta fundamental y que la distingue de otras prácticas científicas es: ¿Por qué las distribuciones espaciales están estructuradas en la forma en que ellas están? De modo que los geógrafos tienen que ver ante todo con distribuciones espaciales y con procesos espaciales.
Una distribución espacial se refiere a la frecuencia con que un fenómeno sucede en el espacio, y su naturaleza depende de la escala en que tal distribución es observada, pues una distribución puede presentar, por ejemplo, un patrón de aglomeración en una escala de observación, o un patrón disperso en otra. Pero, aunque la distribución de un fenómeno en el espacio es el punto de partida para el análisis geográfico, es necesario tener en cuenta que las distribuciones en sí mismas no son el objetivo para el geógrafo, sino que lo que a éste le interesa es por qué las distribuciones varían en patrón e intensidad de un lugar a otro. Por otra parte, el interés tradicional por la descripción exacta de la localización absoluta de las distribuciones se ha abandonado para centrarse principalmente en la localización relativa de unos fenómenos con respecto a otros, la cual se puede expresar en unidades relativas de distancia medidas en tiempo o de costos de transporte, por ejemplo. Estas localizaciones relativas pueden cambiar a través del tiempo, aunque sus localizaciones absolutas, es decir, sus posiciones en un sistema convencional de coordenadas, permanezcan constantes, como ocurre con las medidas de latitud y longitud que sirven para localizar un lugar en la superficie terrestre.
Del concepto de distribución espacial se derivan los conceptos de "estructura espacial" y de "procesos espaciales". La estructura espacial es la organización interna de una distribución, y se refiere tanto a la localización de cada elemento con relación a cada uno de los otros, como a la localización de cada elemento con relación a todos los otros tomados en conjunto. Como ejemplos pueden darse la
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DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
estructura espacial de la distribución de los hospitales en una determinada región, o la estructura espacial de la distribución de los centros comerciales u otros centros de servicios en una ciudad. Si tomamos el caso de los hospitales, la estructura espacial tiene en cuenta tanto la localización de cada hospital con relación a cada uno de los otros hospitales, como la localización de cada hospital con relación al conjunto de los hospitales de la región.
Los procesos espaciales se refieren a los mecanismos que producen las estructuras espaciales de las distribuciones espaciales. Procesos y estructuras espaciales son circularmente causales y se determinan mutuamente. Los procesos son espa-cialmente variables y tienen distribuciones como fenómenos concretos, de donde se deriva que la estructura espacial es un concepto aplicable tanto a la distribución estática como a los procesos dinámicos. Se puede decir que procesos y estructuras son "la misma cosa", pero que veamos procesos o estructuras depende de la perspectiva de tiempo que adoptemos y de la rapidez con que transcurren los procesos. Así, por ejemplo, los movimientos de personas en vehículos o a pie son procesos espaciales que se estructuran en objetos como redes de carreteras, caminos, ferrocarriles, aeropuertos sobre la superficie terrestre. O de forma similar, las decisiones por una actividad económica como la agricultura, la industria o el comercio, se expresan en estructuras económicas espaciales de uso de la tierra. Aunque en los mapas las estructuras se presentan estáticas, es obvio que las distribuciones y sus estructuras están en constante cambio y debemos asumirlas como muy dinámicas. Esto último no es obstáculo para que tomando intervalos de t iempo tales estructuras se consideren estáticas y como un índice del estado presente de un proceso en marcha.
Los problemas o preguntas sobre procesos y estructuras espaciales del tipo cuál es la estructura espacial de los eventos, y cómo la estructura espacial y los procesos interactúan, son las que diferencian a la geografía de otras ciencias, pues ninguna otra disciplina científica se interesa en forma consistente por los procesos y las estructuras espaciales, ni hace ni resuelve preguntas acerca de la localización, aunque localice sus objetos de análisis y reconozca su ocurrencia en el espacio.
También es propio del nuevo discurso un contexto espacial distinto, que se fundamenta en la naturaleza relativa del espacio. Hasta la mitad del siglo XX, los geógrafos pensaron y elaboraron hipótesis acerca de distancia y espacio en términos absolutos, como ya se indicó cuando nos referimos a la geografía regional; pero a partir de entonces se inició el cambio progresivo hacia un contexto espacial relativo, cambio considerado como el más fundamental en la historia de la geografía, pues abrió un número casi infinito de nuevos mundos para explorar y cartografiar. La utilización del concepto de distancia relativa como base del
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LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA ESPACIAL
espacio relativo conllevó a la incorporación de geometrías no euclidianas y generó nuevas posibilidades de análisis espacial. Así, por ejemplo, mientras en el espacio euclidiano la distancia más corta entre dos puntos es una línea recta, en el espacio de Riemann la distancia más corta entre dos puntos es una línea curva, lo cual resulta más apropiado para describir y explicar la conducta espacial de los seres humanos, caracterizada por las percepciones y valoraciones psicológicas de los factores de la relación costo-tiempo-espacio.
Las representaciones del espacio relativo se desvían de las técnicas tradicionales de representación de las relaciones espaciales, y surgen nuevas formas que superan los mapas de localización absoluta. Las nuevas formas de representación incluyen, entre otras, los cartogramas árcales de Erwin Raisz, popularizados en los años treinta; las proyecciones logarítmicas de Edgar Kant, que Hágerstrand utilizó en estudios de migración en Suecia; los mapas de isócronas y las matrices. Las matrices se consideran muy útiles cuando se trabaja con distancias que no son simétricas, y son muy eficientes a la hora de presentar redes complejas que se tornan confusas cuando se dibujan en mapas. Además, su simplicidad facilita el tratamiento mediante ordenadores.
Es preciso señalar que el nuevo discurso mantiene las preguntas tradicionales de la geografía, pero las replantea en el nuevo contexto espacial relativista. Aun la pregunta por el dónde se mantiene, considerando que la acción del hombre cambia permanentemente la localización y que, incluso, las cosas que siempre se consideraron fijas, como el fondo de los océanos o las masas continentales, están localizadas en un espacio relativo si se consideran largos períodos de tiempo, como puede colegirse de las explicaciones científicas de procesos como la deriva continental, la tectónica de placas o la expansión de los fondos oceánicos.
El concepto de convergencia espacio-tiempo desarrollado por Donald G. Ja-nelle, expresado en lenguaje común como "encogimiento" o "compresión" del mundo, se constituyó en una herramienta útil en el seguimiento o monitoreo de los cambios locacionales en el espacio relativo, puesto que es posible medir la rata a la que los lugares localizados sobre la superficie terrestre se aproximan o se separan unos de otros en distancia-tiempo. Este concepto, que tiene efectos significativos en el comportamiento humano, fue utilizado en los años 80s por David Harvey, para explicar la experiencia del espacio y del tiempo en la condición posmoderna o etapa actual del capitalismo, caracterizada por la experiencia sensorial y cultural de un mundo que se contrae permanentemente , como consecuencia del desarrollo de las nuevas tecnologías del transporte y de la comunicación (Harvey, 1989).
Otro caso de recontextualización similar ocurre con los conceptos de región y regionalización. La construcción de taxonomías en el espacio relativo produjo
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DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
MOVIMIENTOS
V
4 •••' A
REDES NODOS
JERARQUÍAS SUPERFICIES
Figura 1. Estadios en el análisis de los sistemas regionales. Fuente: Haggett (1976:28)
regiones de naturaleza distinta a las identificadas en el contexto del espacio abso
luto. Las clasificaciones árcales en el espacio absoluto generan regiones unifor
mes compuestas por fenómenos estáticos y con poca variación en la densidad y en
la intensidad de su ocurrencia. Pero, en cambio, las regiones nodales, identifica
das en el espacio relativo, dependen de fenómenos en movimiento cuya intensi
dad y densidad del flujo es significativamente variable dentro de las mismas.
Las regiones nodales son sistemas espaciales constituidos por la interrelación
de lugares con funciones similares. Estas regiones se pueden definir por los flujos
de personas, de dinero, de mercancías, de mensajes, entre otros, que varían de
acuerdo con la distancia desde un centro o nodo.
Haggett (1976) propuso organizar el análisis locacional alrededor del concep
to de la región nodal como un sistema espacial abierto constituido por movimien
tos o flujos, redes, nodos, jerarquías y superficies y gradientes, representables en
un modelo geométrico abstracto, e identificables en la realidad empírica en mo
vimientos de personas, mercancías e información; en redes de carreteras; ciuda
des de distinto rango y tamaño como nodos articuladores de las redes, con sus
respectivas áreas de influencia (figura 1). Dicho sistema, con su orden y sus com
ponentes, se puede reconocer, medir, conocer en su funcionalidad y en sus
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LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA ESPACIAL
relaciones internas. También se puede regular, modificar o reordenar en su estructura y funcionamiento, de acuerdo con las intencionalidades e intereses de los actores económicos o de las instituciones organizadoras del espacio.
Haggett (1976), en contraposición a la definición de la región como sistema cerrado que predominó en la geografía regional tradicional, propone considerar las regiones nodales como sistemas espaciales abiertos, en los que es necesario fijarnos primero en sus características propias y comprobar su existencia dentro del sistema regional. Siguiendo a Chorley, Haggett (1976: 28), señala que los sistemas abiertos poseen algunas de las características siguientes:
(1) la necesidad de un suministro de energía para el mantenimiento y preservación del sistema, junto a la capacidad de (2) llegar a un "estado estático" en el cual la importación y la exportación de energía y material se ve compensada por ajustes de forma, (3) regularse a sí mismo por medio de ajustes homeostáticos, (4) mantener magnitudes óptimas durante períodos de tiempo; (5) mantener su organización y su forma a través del tiempo en lugar a tender (como ocurre en los sistemas cerrados) hacia un máximo de entropía y (6) comportarse de modo "equifinal", en el sentido de que condiciones iniciales diferentes puedan conducir a resultados finales semejantes.
Según Haggett (1976), considerar la región como un sistema espacial abierto permite dirigir la mirada hacia los vínculos entre proceso y forma, lo cual coloca a la geografía en condiciones similares a las de otras ciencias biológicas y sociales que organizan su pensamiento de forma parecida.
Volvamos a nuestra fuente principal (Abler, Adams y Gould, 1972) para continuar la exposición del discurso de la geografía como "ciencia espacial". En el contexto del espacio relativo, son muchas las posibilidades combinatorias de las preguntas ¿dónde?, ¿cuándo?, ¿qué?, ¿por qué?, y la espacialidad de las mismas es casi infinita. Las preguntas ¿dónde? y ¿qué está dónde?, que en la tradición regional basada en el espacio absoluto fueron consideradas como fines en sí mismas, en el contexto del espacio relativo son preguntas preliminares en la búsqueda de explicaciones. De modo que los nuevos fundamentos de la geografía ya no están en la descripción de la organización espacial del mundo, sino en la explicación por medio de leyes y teorías, en procura de ser una ciencia diagnóstica y prescriptiva; aunque no debe olvidarse que la descripción de distribuciones, de estructuras y procesos espaciales constituye el punto de partida.
El interés en la distribución se enfoca siempre sobre las estructuras y procesos que las producen, y sobre las interrelaciones resultantes. Como ejemplo, los movimientos (flujos) a través del espacio generan sistemas de movimiento (redes) que influyen en los nuevos movimientos; los sistemas de movimiento favorecen algunos lugares a expensas de otros, de modo que las relaciones entre
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DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
movimientos (procesos) y sistemas de transporte (estructuras) no son de un solo sentido, sino reflexivas y circularmente causales. De igual manera, los sistemas de movimiento son poderosos determinantes de la localización de actividades humanas; en tanto que los lugares que son nodales y contenedores de actividad humana intensa, t ienen gran influencia sobre los sistemas de comunicación y t ransporte . En síntesis, la interacción entre procesos y estructuras es un aspecto fundamental de cualquier problema locacional, ya sea que se trate de explicar una determinada distribución, o de decidir dónde localizar un elemento - u n hospital, una escuela, una estación de bomberos, e tc . - para a tender a una población con determinada distribución espacial; en ambos casos el problema se puede analizar en términos de los procesos, las estructuras y sus interacciones.
Otro aspecto importante del nuevo discurso es el relacionado con la medición. El análisis en términos de procesos, estructuras e interacciones lleva implícito el asunto de la medición cuyo objetivo es refinar la descripción. Se parte del supuesto positivista de que, en geografía, como en toda ciencia, todo es mensurable en el continuo cualidad-cantidad, y se argumenta que sin medición es imposible hacer ciencia. La medida, en todas sus formas, se asume como la asignación de valor a las cosas de acuerdo con reglas claras y bien definidas, que pueden ser tan simples como dar valores de uno (1) o cero (0) a una variable, o tan sofisticadas como asignar valores que permitan establecer intervalos. El geógrafo dispone de varias posibilidades de medición, entre las cuales cabe resaltar:
a) Mediciones binarias y nominales, cuyo objetivo es establecer dicotomías como Sí-No, Presente-Ausente, Uno-Cero.
b) Mediciones en escala ordinal, con el objetivo de establecer órdenes de magnitud, para lo cual se usan criterios como tamaño (mayor que, menor que) o distancia (cerca de, lejos de), y se asigna el rango 1, 2, 3, 4... N. Se usa por ejemplo para ordenar preferencias.
c) Mediciones en escala de intervalo, que establecen intervalos como por ejemplo la distancia entre puntos. El caso más clásico en geografía es el de la localización usando latitud y longitud.
d) Mediciones en escala de proporción, cuyo objetivo es comparar proporciones, como por ejemplo distancias o tiempos de viaje entre ciudades, áreas de países, densidades de población, etc.
La geografía como ciencia espacial hace énfasis en el estudio de las relaciones geográficas, como se ha venido reseñando. Pero es conveniente aclarar qué se entiende por una relación geográfica y qué implica decir que una cosa está relacionada con otra. Por una relación geográfica se entiende la forma en que un fenómeno varía en el espacio con respecto a otro, como en la forma elemental de Y = f(X), aunque formas más complejas de variaciones pueden ser abordadas. Con
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LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA ESPACIAL
Y = f(X) se dice que Y es alguna función de X o que Y covaría con X. Es posible
bajo esta forma expresar relaciones del tipo "Y varía con la localización de X", "el
tamaño de Y cambia con la población de X", o "la interacción de Y es una función
de la distancia X".
Especificando exactamente una función y describiendo la forma de la varia
ción de modo regular, por ejemplo mediante un modelo, es posible hacer predic
ciones sobre dichas relaciones espaciales, aunque es necesario tener en cuenta
que es poco factible que la conducta humana pueda ser predicha en forma deter
minista, por lo que las predicciones de relaciones espaciales pertenecen más bien
al campo de las probabilidades.
Las relaciones geográficas son de varios tipos:
a) Localización de yuxtaposición o proximidad: si dos objetos tienen la
misma localización o son próximos, podemos esperar que entre ellos
exista alguna relación.
b) Grado de regularidad espacial de eventos a través del tiempo, como, por
ejemplo, procesos de colonización y ocupación del espacio, patrones de
poblamiento en el tiempo asociados con características espaciales de re
lieve, clima, suelos, etc.
c) Covariación de dos o más variables en el espacio geográfico, como en el
caso en que una alta densidad de rutas corresponde con el área en donde
se encuentran los principales centros de poblamiento, lo cual se puede
combinar con la variable preferencia por residencia, de modo que en
una superficie se podrán observar picos (altos) y valles (bajos) de prefe
rencia, o áreas favorables y desfavorables.
d) La tendencia regular de una variable en una región.
En la descripción de las relaciones enumeradas, los geógrafos tradicional
mente utilizaron métodos como la superposición de mapas, para examinar el
grado de correspondencia entre los patrones representados en cada uno, y con
base en esos análisis elaboraban juicios subjetivos sobre la fuerza de las relaciones
entre las variables. Pero, argumentando que el ojo no siempre es el mejor instru
mento para captar las relaciones espaciales, la "Nueva geografía" incorporó he
rramientas de análisis más sofisticadas, como los diagramas de dispersión, o las
medidas de correlación, regresión y asociación. El análisis cuantitativo de las rela
ciones espaciales recurre a técnicas de correlación y regresión simple, modelos de
regresión múltiple, análisis de varianza en superficies y regiones, o modelos de
curva logística y cadenas de Markov para describir y explicar patrones espaciales
de tiempo y difusión (Yeates, 1972).
A y
DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
LOS MODELOS DE INTERACCIÓN ESPACIAL
Una característica importante de la geografía como ciencia espacial es la tendencia a la construcción de modelos espaciales tanto descriptivos como normativos. La necesidad de idealización era corriente a fines de los años sesenta, y se reconocía la simplificación de la realidad como un camino obligatorio y seguro para su comprensión, pues permite prescindir de los detalles que no tienen interés para la definición y explicación de un sistema. La simplificación es la clave para la construcción de modelos de la realidad que se supone presentan formas generalizadas de la misma, y que aunque son aproximaciones subjetivas y no incluyen todas las dimensiones, sí realzan los aspectos fundamentales de la realidad, evitando los detalles incidentales que dificultan encontrar el orden. En fin, los modelos se consideran necesarios para integrar los niveles de la observación y la teoría y para la simplificación, reducción, concreción, experimentación, acción, extensión, globalización, establecimiento y explicación de teorías (Chorley, y Haggett, 1971). Chorley y Haggett (1971) hacen una exposición detallada del uso de modelos socioeconómicos en la geografía de los años sesenta. Tras describir las funciones de los modelos, su naturaleza y sus características fundamentales, dan cuenta de que la práctica del modelamiento espacial se ha extendido tanto, que bien se puede considerar que el nuevo paradigma geográfico tiene como base el uso de modelos. Según los autores citados, la disciplina cuenta con modelos de geografía urbana y localización de centros de poblamiento, de localización industrial, de localización de la actividad agrícola, de difusión y de toma de decisiones locacionales, entre otros. Con el propósito de ilustrar un poco más las características del discurso geográfico en comentario, se describen a continuación los modelos de potencial de interacción y de gravedad, siguiendo de nuevo el texto de Abler, Adams y Gould (1971).
El modelo de potencial
El modelo de potencial supone que, dado un conjunto de centros o lugares especializados localizados en un determinado contexto espacial, cada centro tendrá algún potencial de interacción con cada uno de los otros centros de la región. La pregunta sobre cuánta interacción se puede esperar nos indica que el concepto de potencial sugiere una medida, y que, por tanto, es posible estimar dicho potencial. El modelo utiliza analógicamente las ideas de la física de Newton, y supone que se pueden esperar entre unidades sociales las mismas regularidades que se observan entre unidades físicas. Por consiguiente, es lícito pensar que dos objetos sociales (dos ciudades, por ejemplo), se atraen uno al otro con una fuerza
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LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA ESPACIAL
gravitacional que varía directamente con el producto de las masas de los objetos y
disminuye en razón del cuadrado de la distancia entre ellos.
Así, aplicando en forma de analogías esas ideas gravitacionales, es posible
derivar una medida de interacción potencial para cada localización, de modo que
el potencial de un punto es simplemente una medida agregada de la influencia
de todos los lugares distantes sobre dicho punto.
Este modelo se puede aplicar al estudio del mercado, la migración, los inter
cambios de población (commuting), la comunicación y otras clases de problemas.
Por ejemplo, el mercado potencial es un índice de la intensidad de la interacción
espacial posible entre productores y mercados.
Otro asunto crítico del modelo de potencial es el relacionado con las defini
ciones de la masa y la distancia. En este modelo, la medida apropiada de la masa
depende de la clase de interacción que se esté considerando. El modelo de mer
cado potencial, por ejemplo, utiliza como medida las ventas al detalle (minoris
ta). Pero en otros casos pueden ser la población, las ventas, el poder de compra, el
número de familias, los carros registrados, las camas de hospital, la inversión en
tractores y equipo agrícola, el valor agregado de la manufactura, el producto re
gional bruto, la circulación de periódicos o la matrícula escolar, entre otras, las
medidas que se utilicen para establecer la masa. En suma, la clase de interacción
estudiada es la que determina el tipo de medida utilizada para definir la masa de
un lugar.
El modelo de gravedad
Este modelo es de gran simplicidad e integra la complementariedad geográ
fica con la fricción de la distancia. En ciencias sociales ha sido utilizado para ex
plicar muchas de las variaciones espaciales de los movimientos de personas,
bienes e información. Es una representación de hechos acerca de la interacción
espacial, y sus bases lógicas establecen que dos lugares interactúan entre sí, en
proporción directa al producto de sus masas e inversamente de acuerdo con algu
na función de la distancia entre ellos. Esto es:
M¿M,
h f - j r 1 -a ¡i
en donde /y es el número de interacciones entre i y j durante un período de
tiempo; ¿Les la distancia entre i y j . M es la medida del tamaño o masa del par de
lugares en interacción.
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DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
MOVIMIENTO, ESTRUCTURAS ESPACIALES Y GEOMETRÍA DEL MOVIMIENTO
El asunto del movimiento de personas, de mercancías o de información sobre la superficie terrestre es uno de los temas dominantes en el discurso de la ciencia espacial, de modo que las preguntas sobre el mismo, sobre su estructuración y sobre la forma de representarlo y explicarlo ocupan buena parte de las tareas de los geógrafos. Los movimientos, de todo tipo, crean estructuras espaciales que una vez establecidas tienen gran influencia en los movimientos subsecuentes, tal como ocurre con las migraciones que redistribuyen la población en un período, y de esa forma inciden en los movimientos siguientes de la misma o en la distribución espacial de centros comerciales en una ciudad, que afecta la localización de nuevos centros. Una vez más acudimos a Abler, Adams y Gould (1972) para presentar un ajustado resumen de los elementos más significativos del discurso geográfico sobre estos aspectos. Los planteamientos fundamentales son los siguientes:
1. Las estructuras espaciales están recíprocamente asociadas a los procesos de movimiento. Todos los movimientos de personas, mercancías o información se dan entre nodos y a través de redes.
2. El movimiento se realiza siguiendo la ley del mínimo esfuerzo. Las cosas se mueven en la naturaleza para alcanzar una meta haciendo el menor esfuerzo, y los movimientos ocurren por la ruta más fácil. En el espacio, el menor esfuerzo se traduce en la reducción de la distancia para ir de un lugar a otro o en rebajar el costo de mover los objetos; es decir, se persigue la optimización del movimiento.
3. El movimiento se estructura en patrones espaciales de movimiento que generan redes.
Es posible descubrir cómo se mueven las cosas y establecer las leyes del movimiento, y por esta vía predecir y controlar eventos sociales y naturales. Al descubrir un principio que gobierne muchos movimientos es posible considerar todas las implicaciones de dicho principio.
4. La principal preocupación de la sociedad es si las estructuras espaciales del movimiento, es decir, las redes, permiten el flujo eficiente de personas, bienes y mensajes, en condiciones de bajo costo, precisión, velocidad y confort. Por eso es pertinente la pregunta sobre cómo aumentar la eficiencia de las redes existentes, o cómo diseñar redes óptimas para rebajar los costos de operación de los usuarios.
5. Para dar respuesta a las preguntas anteriores es necesario construir modelos normativos contra los cuales comparar las redes y los patrones de movimientos existentes. El grado de coincidencia entre los patrones
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LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA ESPACIAL
observados y los modelos normativos constituye una medida de la eficiencia de tales patrones.
ANÁLISIS DE REDES Y FLUJOS
Uno de los problemas más importantes en el estudio de los movimientos en el espacio es el que se deriva de su representación. En efecto, los modelos de movimiento se construyen con puntos, líneas, áreas y volúmenes, que son la base del lenguaje cartográfico con el que se elaboran los distintos tipos de mapas. Pero las técnicas que se utilizan para describir las distribuciones espaciales, como los mapas de puntos, de isopletas o de coropletas, no son adecuadas, dado su carácter de representaciones estáticas que no permiten mostrar el dinamismo del movimiento. Incluso los mapas de flujo, que representan orígenes, destinos y magnitud del movimiento no logran satisfacer las necesidades aludidas, pues no se puede representar en ellos el cambio de los flujos a través del t iempo. Esta situación, que muestra las limitaciones representativas y analíticas de la cartografía convencional para hacer análisis de redes y de flujos en el nuevo paradigma, fue resuelta, en parte, acudiendo a formas más efectivas como las ofrecidas por la teoría de grafos y el análisis de matrices.
Haggett y Chorley (1969) definieron las redes como un conjunto de localizaciones geográficas interconectadas en un sistema por un número de rutas, y desarrollaron ampliamente el análisis de redes teniendo como base la consideración de que los distintos sistemas funcionales de flujos, de los que se ocupan tanto los geógrafos físicos como los geógrafos humanos, tienen en común la propiedad fundamental de que ocurren a través de un canal o de una red de canales. Su estudio comienza con el reconocimiento de las redes tal y como existen en el mundo real y con el análisis de su estructura espacial en términos de sus componentes to-pológicos y geométricos, para luego proceder a su evaluación y optimización, y al análisis de su crecimiento y transformación en el tiempo.
Para el análisis de las redes (Abler, Adams y Gould, 1972) se desarrollaron algunas medidas de la estructura de una red y sus posibilidades de flujo, y se im-plementaron técnicas para medir la estructura de una red y la localización relativa de los lugares dentro de ella. Estas medidas permiten la comparación de una red con otra en la misma región o en otra diferente, a la vez que la contratación de una reu empírica con una re«a normativa es consiueraua como mcuio idóneo para establecer el grado de ajuste de la realidad a los modelos de perfección o ideales.
53
DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
Una de las formas más elementales del análisis de redes y flujos es la reducción de una red a un grafo, y la transformación de éste en una matriz de conectivi-dad (figuras 2, 3 y 4). La teoría de grafos es una rama de la topología ampliamente desarrollada a partir de los años cuarenta del siglo XX (Haggett y Chorley, 1969). Los grafos y sus respectivas matrices permiten representar una red de transportes completa y sus partes como un sistema total. Un grafo está constituido por bordes que representan rutas y vértices que indican nodos o lugares. Los grafos tienen muchas propiedades en común con las redes de transporte, como que:
1. Cada red tiene un número finito de lugares.
2. Cada ruta conecta dos lugares diferentes.
3. Un par de lugares es conectado por una sola ruta.
4. Las rutas permiten el movimiento en doble vía.
Como tal, un grafo sólo muestra la posición topológica de un nodo, la cual es
calculada en términos de su posición sobre el grafo, sin tener en cuenta su
Figura 2. Transformación de un mapa de una red de transportes (a) en un grafo (b). Fuente: Haggett y Chorley (1969: 5)
54
LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA ESPACIAL
Figura 3. Formas topológicas derivadas del grafo de la figura 2. Fuente: Haggett y Chorley (1969: 5)
Vértices (V)
I I 2
3 4 5 6 7 i
"0 0 I 0 0 0 0
2 0 0 I 0 0 0 T
3 i
I 0 I I 0 0
Regiones (R)
I I 2 3 4
0 I
I . 1
2 I 0 I I
3
r i
0 i
4 0 0 I 0
r i
o
4 I i
I OJ
5 0 0 I I 0 0 I
6 0 0 0 I 0 0 I
7 0 I 0 0 I I 0.
Lados (E)
I I 2
3 4 5 6 7
8
9
0 i
I I 0 0 0 0
.0
2 I 0 I 1 I
0 0 0 0
3 I I 0 I 0 I I 0 0
/ = Conectado 0
4 I 1 I 0 0 I 0 I 0
= Desconectado
5 0 I
0 0 0 0 0 I
I
6 0 0 I I 0 0 I I
0
7 0 0 I 0 0 I 0 0 1
8 0 0
0 I I I 0 0 r
9 0 0
0 0 I 0 I T 0
Figura 4. Matriz de conectividad basada en el grafo de la figura 2. Fuente: Haggett y Chorley (1969:6).
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DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
posición en el mundo real, y por tanto no se registran ni las coordenadas ni la es
cala del mismo. La distancia entre nodos no se expresa en unidades métricas sino
mediante los intervalos entre los nodos.
En un grafo, una ruta conecta dos lugares, y un curso o una trayectoria es el
conjunto de rutas que conecta una serie de lugares diferentes, es decir, en térmi
nos topológicos, el número de rutas del grafo.
La distancia topológica entre dos lugares es la longitud de la trayectoria más
corta entre los dos. El número asociado de un nodo es la distancia topológica de
ese nodo al nodo más lejano de la red, de modo que cada nodo tiene un número
asociado y, topológicamente, el lugar más central en una red es el lugar con me
nor número asociado, y el mayor número asociado constituye el diámetro de la
red. Utilizando estos conceptos y su definición es posible establecer qué tan bien
conectados están los lugares en una red y cuál es la localización relativa o accesibi
lidad de los diferentes nodos.
Es conveniente aclarar que el tratamiento de las redes en el contexto de la teoría de grafos tiene sus ventajas y sus desventajas, reconocidas desde el comienzo por los pioneros de su uso en geografía. Haggett y Chorley (1969) identificaron como ventajas el alto nivel de abstracción que se logra con la transformación, la relativa facilidad con que se puede manipular un gran número de redes complejas y su gran flexibilidad que permite tratar tanto sistemas físicos como sistemas no físicos. Entre sus desventajas señalaron la simplicidad y la pérdida de mucha información relevante.
Los grafos se pueden transformar en matrices de conectividad (figura 4).
Una matriz es una disposición de números ordenada en filas y columnas que per
mite describir una red en la que se identifican orígenes, destinos y sus respectivas
distancias. Los lugares en el grafo identifican las filas y las columnas en la matriz,
cuyos totales de fila y de columna, indican el número de destinos que se pueden
alcanzar directamente desde un origen en la columna o en la fila, es decir el nú
mero de rutas servidas por cada lugar.
El análisis de la matriz algebraica permite medir el grado de conectividad de
una red, comparando el número existente de rutas con el máximo número de ru
tas posibles. Si una red de M nodos representada en un grafo se transforma en
una matriz M x M ó M2, como la de la figura 4, y si se sustraen los valores redun
dantes de la diagonal, puesto que un lugar no se puede conectar con él mismo,
entonces la mitad de la matriz simétrica describe el máximo de rutas posibles, es
decir, Vz (M2 - M) = fi^,, El número de rutas observadas dividido por el número
de rutas posibles es el índice de conectividad (IC). La contraparte de Rmax es el
número mínimo de rutas posibles para conectar M nodos, o Rmm, que es (M — 1).
56
LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA ESPACIAL
Así, el Rmm para 2 es 1, para 3 es 2, y si un nodo no está conectado Rmm = 0. Enton
ces, el índice de conectividad IC puede variar entre 0 y 1. Como IC = Rutas ob
servadas/ Rmax, se pueden tener los siguientes casos:
1. No conectividad absoluta = 0 / Rmax = 0;
2. Conectividad mínima = (Ai - 1) / Vz (M2 - M) = 2 / M;
3. Conectividad intermedia = Rutas observadas / iímax;
4. Conectividad máxima = Rmax I R ^ - 1
Las redes son consideradas como estructuras nodales jerarquizadas, en las
cuales las actividades especializadas de toda índole como negocios, servicios gu
bernamentales, servicios educativos, servicios bancarios, etc., se concentran se
gún el nivel jerárquico de cada nodo. Cada actividad en un nodo mantiene un
conjunto regular de contactos funcionales con actividades relacionadas en otro
nodo. Tales contactos se pueden medir por medio de la dirección y el volumen de
los flujos de carga, pasajeros, llamadas telefónicas, etc. Estos contactos funciona
les se tornan muy complejos con el paso del tiempo y forman patrones predomi
nantes en el espacio geográfico que constituyen estructuras organizadoras de la
funcionalidad.
Esas estructuras de funcionalidad son las regiones nodales que se componen
de un nodo principal y un área tributaria o zona de influencia, y que pueden con
tener un número de pequeñas regiones nodales de orden inferior. Esta estructura
jerárquica en que un centro o nodo organiza el espacio a su alrededor mediante
las relaciones funcionales es multiescalar. El análisis de los flujos permite revelar
las estructuras jerárquicas que permanecen ocultas para el observador.
LA LOCALIZACIÓN DE LAS ACTIVIDADES HUMANAS,
EL PROBLEMA LOCACIONAL Y LA TEORÍA LOCACIONAL
Una buena parte del programa de investigación de la geografía a partir de la
segunda mitad del siglo XX estuvo copada por ía que se denominó la "teoría lo
cacional". Muchas de las teorías geográficas acerca de la localización tienen ante
cedentes remotos en ideas que fueron desarrolladas primero por los economistas
alemanes Thünen, Weber y Losch, quienes se interesaron por una teoría econó
mica con fundamentos espaciales.
La otra fuente importante del nuevo discurso fue la "teoría de los lugares
centrales" desarrollada por el geógrafo alemán Walter Christaller. Por ser de gran
importancia para la comprensión del discurso de la teoría locacional, en seguida
se describen brevemente las características esenciales de estos modelos.
57
DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
, ^ > -h SXVr t fTREs S / J V
Mercado del poblado
" ~""j Hortalizas ; granjas lecheras
Productos forestales
|i¡i!i|i!í'i! Producción de gramíneas i 111 i I , , • , . , 1 , 1 ' l i '1" (mas intensiva)
Producción de gramíneas (menos intensiva)
Producción de gramíneas (la menos intensiva)
Pastoreo de ganado
^ V E S T R U S ^
Figura 5. Uso de la tierra en el modelo de V. Thünen. Fuente: Butler (1986: 98)
El modelo de Von Thünen (figura 5) sobre el uso de la tierra agrícola es con
siderado como el primero en tener en cuenta los aspectos espaciales para expli
car la ubicación económica. El origen del modelo se remonta a 1826 cuando
Christaller publicó el trabajo El Estado aislado, basado en sus observaciones sobre
el escenario económico en el norte de Alemania, en el que notó y se preguntó por
qué los lotes de tierra con idénticas características ambientales tenían diferentes
usos (Butler, 1986), asunto que ponía en duda la teoría de la renta económica de
David Ricardo basada en las diferencias del medio ambiente.
Von Thünen partió de la idea de que todas las personas tienen el mismo com
portamiento económico, hábitos de consumo similares y conocimiento completo
de las condiciones del mercado, a la vez que buscan racionalmente obtener el má
ximo beneficio con el mínimo esfuerzo. Supuso la existencia de un Estado aislado
del resto del mundo, constituido por un poblado grande con funciones de comer
cio, rodeado de una planicie isotrópica de fertilidad homogénea, un ambiente
homogéneo, un sistema de transporte único (el carro con caballo), población uni
forme de agricultores que proveen el poblado y recursos distribuidos uniforme
mente. La variable única del modelo de uso de la tierra fue la distancia entre una
granja y el pueblo, y "mostró que la renta está generada por el factor de la
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LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA ESPACIAL
distancia, incluso si se supone que el medio ambiente es el mismo en todas partes. A este
tipo de renta se le aplica el término de renta de ubicación" (Butler, 1986: 91.
Énfasis de Butler). De tales condiciones hipotéticas surgió un modelo de uso agrí
cola constituido por zonas especializadas y concéntricas alrededor del centro de
mercado. En dicho modelo, el costo del transporte aumenta con la distancia de
las granjas al mercado, de modo que los rendimientos o rentas obtenidas por el
agricultor son mayores en la medida en que éste se localiza más cerca al mercado.
Más tarde, Thünen introdujo algunas modificaciones al modelo. Éstas in
cluían (Chorley y Haggett, 1971: 414) un río navegable, con transportes más rá
pidos y costos equivalentes a la décima parte del transporte por tierra, un centro
de mercado secundario con su propia zona de influencia, y la diferenciación zo
nal en la fertilidad de las tierras de la llanura que rodea al centro principal.
La teoría locacional de Alfred Weber está relacionada con la localización de
la industria mediante la solución del costo mínimo y de la distancia como variable
clave para explicar la variación espacial en la renta económica respecto de la ofer
ta y la demanda. Basado en la observación del escenario económico del norte de
Alemania, que para las primeras décadas del siglo XX experimentaba un proceso
de industrialización, Weber publicó en 1909 un modelo aplicado a la localización
de la manufactura en el que intentaba desarrollar una teoría pura aplicable en
cualquier lugar dentro de cualquier sistema social o político (Butler, 1986).
El modelo de Weber utiliza los costos de la distancia y el transporte como la
variable principal, y asume los centros de mercado como fijos en el espacio; pero,
a diferencia del modelo de Thünen, sus supuestos de partida no consideran un
espacio o ambiente natural homogéneo, sino uno en el que algunos recursos,
como el carbón y el hierro, están localizados espadalmente en forma irregular, en
tanto que otros, como el agua, la arena, la arcilla y la piedra, son ubicuos. Estos re
cursos o materias primas pueden ser más o menos móviles según pierdan o ganen
peso en el proceso de transformación.
En este espacio o ambiente heterogéneo los empresarios localizarán sus in
dustrias en los puntos de costo mínimo, que resultan de la relación entre los cos
tos de transporte, de la mano de obra y de la aglomeración. Como el costo de los
transportes es una función del peso y la distancia, entonces el punto de menor
costo de transporte es aquel en el que se dan los mínimos desplazamientos de ma
teria prima desde sus lugares de origen y de los productos terminados al mercado
(Chorley y Haggett, 1971). Weber (Butler, 1986: 103) "observó que la localización
de la producción orientada a la transportación está relacionada tanto con la dis
tancia a los recursos localizados como con la distancia al mercado... y reconoció
que la localización de la planta está influenciada algunas veces por otros dos
59
DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
factores: diferencias espaciales en los costos de la mano de obra y eficiencia de la aglomeración de la empresa".
El modelo de Weber (figura 6) utiliza el triángulo de localización de Laun-hardt (Chorley y Haggett, 1971), en el cual la solución locacional para una planta manufacturera que produzca un solo producto es el punto geométrico que representa el menor costo (Butler, 1986). Para mostrar lo relativo a la mano de obra, que no consideró invariable espacialmente sino como un factor de costos diferenciales y como un factor subsidiario de la ubicación, Weber utilizó una gráfica en la que alrededor del punto P de costo de transporte mínimo se trazan las líneas concéntricas de igual valor llamadas isodapanes -donde todo se iguala-, que muestran cómo los costos totales de transporte se incrementan con el aumento de la distancia al punto P (figura 7). La isodapan cuyo valor es el mismo que el de los ahorros en el costo de la mano de obra se denomina isodapan crítica.
Otro factor subsidiario de localización considerado por Weber es el generado por los efectos de la aglomeración. Este factor se refiere a que unas empresas se
P = Punto de producción C = Punto de consumo M I = Localización de la fuente de material 1 M2 = Localización de la fuente de material 2 A, b y c son distancias X, y y z reprsentan los "jalones" ejercidos por las esquinas respectivas del triángulo de ubicación
Figura 6. Triángulo de ubicación industrial en el modelo de Weber.
Fuente: Butler (1986:104)
60
LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA ESPACIAL
s LI
L2
MI
M2
= Punto de producción con costo de transporte mínimo
= Costo de la mano de obra = Fuente de mano de obra
de bajo costo = Fuente de mano de obra de bajo
costo con incremento de costos por transporte
= Localización de la fuente de material 1
= Localización de la fuente de material 2
= Punto de consumo
Figura 7. Isodapanes en el modelo de Alfred Weber.
Fuente: Butler (1986: 108)
pueden favorecer en sus beneficios por el hecho de localizarse junto a otras con
las que comparte mano de obra especializada, servicios y mercados. Los benefi
cios que se logran por los ahorros del efecto de aglomeración se saturan en el mo
mento en que la congestión y la competencia por la tierra elevan los otros costos
(Butler, 1986).
Las principales críticas al modelo de Weber se relacionan con el hecho de
que, además de sobreestimar los efectos espaciales de la demanda, no se valora
ron los cargos terminales en el transporte ni los ahorros que se obtienen cuando
se manejan cargamentos grandes. Igualmente se criticó por su restricción a unos
pocos recursos, por no tener en cuenta la posibilidad de operar plantas múltiples,
por no contemplar la relación entre el precio y la disponibilidad del producto ni
considerar las implicaciones de las economías de escala. Pero estas limitaciones
eran plenamente reconocidas por el autor como necesarias para lograr la cons
trucción de una teoría general y abstracta, aplicable a casos reales. Como lo ex
presa Butler (1986: 109), "el modelo weberiano representa, como todos los
modelos, un compromiso entre la generalidad abstracta y su aplicabilidad al
mundo real. Enfatizando la importancia de la ubicación de recursos masivos y lo
calizados, él pudo dar una buena explicación respecto a los patrones espaciales
de las industrias de manufactura pesada...".
fe
DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
La teoría del geógrafo alemán Walter Christaller, publicada en 1933, se relaciona con la distribución espacial de la demanda del consumidor y los patrones de ubicación de los servicios, y con la distribución espacial y las funciones de los centros urbanos; marca los inicios de la llamada "teoría del lugar central", y se puede considerar como un complemento de la teoría de Von Thünen (Butler, 1986). Butler (1986: 110) señala que "el modelo de lugar central de Christaller ayuda a explicar dos aspectos interrelacionados del desarrollo urbano: (1) la ubicación de los asentamientos humanos como centros óptimos de distribución para los servicios y ciertas mercancías, y (2) la forma en la cual estos servicios y mercancías se distribuyen dentro del sistema espacial de los lugares urbanos".
En el modelo de Christaller, las ciudades y poblados son centros de intercambio que tienen como función abastecer de bienes y servicios a sus propios habitantes y a los que se encuentran en su área de influencia; es decir, son lugares centrales con respecto a su área de influencia o de mercado. Las actividades
(ip Lugar central de pi'imer orden (ciudad grande)
• Lugar central de segundo orden (ciudad pequeña)
O Lugar centi-al de tercer orden (poblado)
• Lugar central de cuarto oi'den (caserío) — Rutas de transporte en linea recta que conectan
las grandes ciudades
Figura 8. Jerarquía de lugares centrales en el modelo de W. Christaller. Fuente: Butler (1986: 121)
62
LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA ESPACIAL
comerciales y de servicios prestadas por cada centro se organizan en una jerarquía determinada por la frecuencia de su uso y la demanda.
Como cada bien o servicio requiere un determinado número de consumidores para que sea rentable, se espera, según el modelo, que aquellos productos de alta demanda, uso muy frecuente y costos bajos se ofrezcan en todos los centros, como ocurre con el pan, la leche y los servicios de peluquería; en tanto que los productos de menor demanda, uso menos frecuente y costo más alto se ofrezcan sólo por un número reducido de empresas en algunos centros que cubren áreas de mercado más amplias, verbigracia las ventas de automóviles y algunos servicios muy especializados. Puesto que los consumidores, en cada caso, sólo están dispuestos a costear cierta distancia para adquirir lo que demandan, y como los bienes sólo se pueden transferir dentro de cierto rango de distancia sin que se pierda su rentabilidad, la relación entre estas dos variables define el área de mercado o región complementaria servida por cada centro.
De acuerdo con los anteriores supuestos (Méndez, 1997), los lugares centrales se jerarquizan según sus funciones y sus áreas de mercado, tendiendo a una distribución espacial regular, con cada centro generando un cono de demanda y un área de mercado de forma circular. Como esas áreas circulares dejan intersticios sin servir, el modelo se ajusta a formas hexagonales, consideradas como las más eficientes para abastecer a toda la población con el menor número de lugares centrales. Así, las áreas de mercado se articulan unas a otras formando redes jerarquizadas de centros dispuestos regularmente dentro del territorio (figura 8).
En el discurso de la geografía como ciencia espacial, la explicación de la localización geográfica de las actividades humanas y de los patrones espaciales estructurales resultantes se basa en el análisis de los procesos de toma de decisiones espaciales por los actores. El asunto de la toma de decisiones acerca de la localización o "problema locacional" se resuelve de manera distinta por las diferentes corrientes teóricas de la geografía. Para el caso que ahora nos ocupa, el nuevo paradigma asumió un modelo normativo en el que los tomadores de decisiones son actores públicos o privados racionales, que buscan minimizar el esfuerzo y alcanzar el máximo beneficio.
El tomador de decisiones, considerado dentro de un modelo ideal o normativo y no en el mundo real, es un individuo o una firma constituida por individuos; es un actor racional con conocimiento completo de la información que afecta las decisiones locacionales. Este actor toma decisiones racionales con base en información, tratando de alcanzar el máximo beneficio posible. Su comportamiento es el de un homo economicus que busca optimizar el factor locacional y su incidencia en la generación de renta. Los patrones espaciales o estructuras locacionales son el resultado de las decisiones de los actores económicos, de modo que para
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DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
poder explicar dichos patrones es necesario penetrar en los procesos de toma de decisiones que los originan.
El "problema locacional" (Abler, Adams y Gould, 1972) incluye preguntas del siguiente estilo: ¿Por qué están estructuradas las distribuciones espaciales de una forma determinada? ¿Cómo los tomadores de decisiones públicos o privados deciden localizar algunos objetos en el espacio geográfico, como por ejemplo un buzón de correos, una taberna, una librería, una planta de energía o cualquier otra cosa? ¿Qué criterios son importantes en una decisión, y qué tipo de patrones de distribución se crean cuando se toman decisiones de localización en forma racional y deliberada? ¿Qué patrones de localización surgirán si los tomadores de decisiones no están perfectamente informados o actúan en forma azarosa? ¿Cuál es el óptimo locacional para una nueva localización, teniendo en cuenta las estructuras locacionales, del mismo tipo o complementarias, ya existentes?
El problema locacional que se ha venido describiendo es variado y complejo en su temática y en su escala geográfica. Abler, Adams y Gould (1972) y Haggett (1976) plantean que el estudio de la localización de las actividades humanas se enfoca, por una parte, en la conducta locacional o espacial de individuos, empresas o gobiernos, y por otra, el énfasis se hace en el examen de los patrones de localización que tales actores crean. Ambos tipos de investigación se pueden emprender en cualquier escala espacial micro, meso o macro, desde un vecindario, la ciudad, la región, la nación o el mundo. Si los estudios locacionales tienen un sesgo económico, se debe al hecho de que la mayor parte de las actividades humanas tienen este componente, pero esto no implica que obligatoriamente se tengan que reducir a los asuntos económicos.
Las decisiones de localización afectan el interés público y el privado, por lo que es necesario investigar los efectos de las localizaciones y si en la toma de decisiones debe primar el interés público o el privado. Es válido preguntarse, por ejemplo, ¿cómo afecta a una determinada localidad la localización de una planta industrial, un basurero, una estación de suministro de gasolina, una estación de policía, etc.? ¿Cómo se afectan los valores de las propiedades? ¿Aumentará la congestión del tránsito y los niveles de contaminación? Del mismo modo, es importante tener en cuenta que la localización bajo el capitalismo de libre empresa produce desequilibrio entre regiones en las oportunidades económicas: la industria incrementa la aglomeración, y las decisiones de localización se orientan hacia las regiones de mayor crecimiento porque ofrecen más ventajas al capital y al capitalista interesado en maximizar los beneficios.
La investigación geográfica de estas situaciones problemáticas implica la descripción y el análisis de la toma de decisiones espaciales locacionales, que unas veces tratan de maximizar un valor como la renta por hectárea, el disfrute
64
LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA ESPACIAL
familiar o los beneficios netos por año, y otras intentan minimizar algún aspecto como el desempleo, los costos de transporte o los costos de operación de una empresa, el esfuerzo o la distancia para acceder a un lugar, etc. En todos los casos, el discurso teórico locacional considera eventos de cualquier clase, en diferentes escalas y en distintos niveles de desarrollo económico, los cuales son susceptibles de una aproximación abstracta y normativa, suponiendo que es posible descubrir las leyes de la localización y formular teorías dentro de un marco general de propiedades espaciales.
EL CASO DE LA GEOGRAFÍA ECONÓMICA COMO "CIENCIA ESPACIAL"
Una de las aplicaciones más importantes de la nueva ciencia espacial de carácter positivista es la desarrollada por la geografía económica, que centró su objeto de estudio en la integración espacial y en la denominada "teoría locacional" (Barnes, 2001), y que llevó a geógrafos y economistas a interesarse por la explicación de relaciones espaciales a partir de las teorías económicas llamadas "neoclásicas". Las características más importantes del nuevo discurso de la teoría locacional en la geografía económica se exponen en los párrafos que siguen, tomando como fuente el texto Location and change de Healey e Ilbery (1990).
La geografía económica como teoría locacional se interesó en desarrollar generalizaciones y principios para buscar y explicar regularidades en los patrones espaciales de la actividad económica, y para ello asumió que 1) existe un orden identificable en el mundo material; 2) las personas son agentes que toman decisiones racionales y que responden de la misma forma ante estímulos iguales; 3) las personas que toman decisiones económicas están completamente informadas y buscan obtener el máximo beneficio, y 4) la actividad económica se desarrolla en un ambiente de libre competencia y dentro de un marco espacial uniforme o isotrópico. El énfasis se enfocó en el desarrollo de modelos y teorías dentro de un contexto espacial, para lo cual la teoría económica neoclásica suministró los fundamentos teóricos que sustentaron modelos de actividad económica. Dichos modelos de carácter inductivo, entre los que se cuentan los más conocidos de von Thünen (1826) sobre el uso de la tierra agrícola, de Christaller (1933) sobre la teoría de los lugares centrales, y de Weber (1909) sobre la localización industrial, fueron tomados como base para generar nuevos modelos normativos mediante procedimientos de razonamiento deductivo y no a partir de la observación empírica.
Esos modelos no mostraban la realidad, ni pretendían mostrarla, sino que es
tipulaban patrones espaciales de agricultura, industria y servicios que deberían
65
DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
presentarse desde unos supuestos dados acerca de los procesos que regulan y ordenan las distintas actividades económicas en el espacio. Utilizando a menudo procedimientos matemáticos y estadísticos, geógrafos y economistas diseñaron modelos de localización óptima, en los que la distancia fue considerada como la variable explicativa principal, al tiempo que se minimizaron otros factores locacionales, tales como las condiciones ambientales o los desequilibrios demográficos, considerados como ruido dentro de los modelos, por no tener suficiente significancia locacional. Este tipo de geografía económica supuso también que la explicación de los patrones espaciales considerados debía encontrarse dentro de los patrones espaciales mismos y no en el contexto local, regional o global en el que se desarrollan las actividades económicas; es esta descontextualización la que permite no tener en cuenta la influencia de factores externos de carácter social, cultural, económico, político o del ambiente fisio-biótico.
Los principales conceptos que articularon el discurso de la geografía económica como ciencia espacial los organizó De Souza (1992: 15-21) bajo los apartados de propiedades del espacio, procesos espaciales y estructuras e interacción espacial, y se resumen así:
Propiedades del espacio. Algunas veces los geógrafos consideran el espacio como tridimensional (volumen), otras como espacio unidimensional (una línea entre dos puntos), pero la mayoría de las ocasiones lo representan en dos dimensiones (mapas). El espacio se puede considerar como abstracto o como concreto. Como abstracto es isotrópico e independiente de cualquier referencia a la superficie terrestre y permite elaborar modelos idealizados de estructuras y organización. Como espacio concreto corresponde a la actual superficie de la tierra con toda la variedad y diferenciación del mundo real.
La descripción, la definición y la medida del espacio requieren pocos elementos. Una representación bidimensional del espacio abstracto se puede solventar mediante puntos, líneas y áreas, a partir de los cuales es posible definir los conceptos básicos de distancia, dirección y conectividad, o los de aglomeración y accesibilidad como extensiones del concepto de distancia (figura 7). Tales conceptos y sus extensiones son absolutos cuando se aplican en una superficie isotró-pica. En el espacio concreto también se pueden aplicar medidas absolutas o relativas. Así, por ejemplo, la localización relativa puede ser medida en términos de los costos o del tiempo requerido para vencer el obstáculo de la distancia. Esos costos son definidos como fricción de la distancia.
Procesos espaciales y estructura espacial. Por proceso espacial se entiende un movimiento o flujo en el espacio, o una localización estratégica de un objeto. La estructura espacial se refiere a la organización interna de una distribución de elementos u objetos espaciales; estas estructuras limitan, canalizan o controlan los
66
LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA ESPACIAL
procesos espaciales. Por ejemplo, se puede afirmar que todo movimiento en el espacio se da entre nodos a través de redes, por lo que los atributos de localización, distancia, accesibilidad o conectividad son asuntos críticos para cualquier elemento del sistema, de modo que la estructura es un determinante de los procesos y éstos, a su vez, son determinantes de la estructura.
Interacción espacial. Los flujos de mercancías, personas e información se reconocen como interacción espacial, fenómeno cuya cantidad tiende a decrecer con el aumento de la distancia. Este es un principio conocido como distance-decay effect y se considera válido para toda clase de cosas en todas las escalas geográficas. La interacción es también una función del tamaño de los nodos del sistema espacial, de donde se desprende la importancia del concepto de jerarquía. Para la explicación de la interacción espacial se desarrollaron los conceptos de complementariedad, oportunidad de intervención y transferibilidad, bajo la hipótesis de que el movimiento entre dos lugares es una función de la oferta de bienes o servicios en un lugar y de la demanda por esos mismos bienes y servicios en otro lugar (complementariedad); de la oportunidad de intervención de otro lugar, y de la razón costo-distancia (fricción de la distancia). Se supone que el incremento de los costos del movimiento con la distancia tiene un umbral más allá del cual la transferibilidad se hace imposible a pesar de la complementariedad o de la ausencia de oportunidades de intervención de otros lugares. Dada la importancia de los conceptos de complementariedad, de oportunidades de intervención y de transferibilidad para comprender los fundamentos de la integración espacial, a continuación se expone más a fondo el significado de los mismos, siguiendo el texto de Able, Adams y Gould (1972).
La complementariedad es un requisito básico para la integración espacial. Para que entre dos lugares haya interacción se necesita que un producto tenga demanda en uno y oferta en el otro. Por ejemplo, si en la ciudad A se demanda carne y en la ciudad B se ofertan cereales, en este caso la oferta y la demanda no son complementarias, y los cereales no fluyen de B hacia A porque se demande carne en A. Sin complementariedad, los movimientos y la interacción espacial no tienen lugar.
La complementariedad entre lugares puede generar intercambio sólo en el caso de que un tercer lugar tenga oportunidad de intervención. Así, si se considera el movimiento entre A y B, es necesario tener en cuenta cualquier lugar C entre A v B rme nijerja aeruar r> in t e rven i r r n m n orí tren o des t ino a l te rna t ivo , ármeme n o
siempre esa oportunidad de intervención anula la interacción a larga distancia, pues puede ser complementario y constituir una red con los otros centros.
La transferibilidad o "fricción de la distancia" es una medida en t iempo real y en costos monetarios. Si el t iempo y los costos de atravesar una distancia son
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muy grandes, es posible que el movimiento no tenga lugar a pesar de la perfecta complementar iedad y de la ausencia de oportunidades de intervención. La transferibilidad difiere entre lugares, entre clases de movimientos y entre modos de movimiento, y es muy cambiante a través del tiempo como consecuencia de los cambios en las condiciones tecnológicas y en los costos del transporte. Mercancías que anteriormente eran circunscritas al consumo en áreas de mercado pequeñas, hoy son transferibles a muchos lugares del mundo gracias a que se ha rebajado su costo de transporte. Un buen ejemplo es el de las cervezas que pueden ser distribuidas desde un centro en una amplia área de mercado de carácter mundial.
En resumen, cuando la interacción espacial ocurre es porque se cumplen las condiciones de complementariedad, oportunidad de intervención y transferibilidad. Y si dos lugares no están en interacción, podemos considerar uno o más de esos factores como la razón de dicha situación.
Desde luego, el discurso de la geografía como ciencia espacial no cubrió sólo la geografía económica. Como ya se indicó, el nuevo paradigma tuvo pretensiones unificadoras, y las categorías, los conceptos, y el método fueron transferidos a todos los subcampos, tanto del orden físico-biótico como del dominio de la geografía humana. En geografía física, el positivismo lógico sentó sus reales con más complacencia y menos sentido crítico que en la geografía humana (Bauer, 1999), y el concepto de espacio absoluto pudo convivir con el de espacio relativo modelado en términos de sistemas, redes, nodos y superficies. La geografía física, especialmente la geomorfología, fue pionera en la incorporación de la teoría general de sistemas como marco teórico y metodológico, el cual fue rápida y ampliamente aceptado (Bauer, 1999). Como rama de la geografía, la geografía física también hace énfasis en las relaciones espaciales, entendidas como la disposición sistemática de los elementos ambientales en patrones regionales sobre la superficie terrestre, y pretende explicar las causas de esos patrones (Strahler y Strahler, 1992); utiliza modelos dinámicos de procesos espacio-temporales y apela a métodos geoestadísticos para hacer predicciones espaciales (Wilson y Burroug, 1999). En la actualidad, la geografía física permanece orientada metodológicamente por el positivismo, en tanto que la geografía humana se acerca cada vez más a los métodos no positivistas de las ciencias sociales. Este hecho hace que la unificación de la geografía en un discurso único sea difícil de lograr, pues en vez de una convergencia metodológica entre los dos grandes campos, se nota una continua divergencia que las propuestas de utilización de métodos múltiples parecen no resolver.
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LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA ESPACIAL
CRÍTICA
Desde los años setenta las críticas a la "ciencia espacial" se hicieron sentir con rigor, particularmente desde orillas filosóficas opuestas al positivismo lógico como el marxismo, la fenomenología y las epistemologías posmodernistas. Las razones de la crítica son varias y se refieren a su pretendida objetividad, a su marcado carácter abstracto, lo mismo que a su alejamiento de la realidad social y sus compromisos con los intereses de las clases sociales en el poder. Haber concentrado sus esfuerzos científicos en las estructuras espaciales como si ellas fueran autónomas, autosuficientes y ahistóricas le valió la asociación de su práctica con un verdadero "fetichismo espacial" (Gregory, 1994).
El descontento de algunos geógrafos con la geografía cuantitativa era algo común en las discusiones internas de la misma disciplina, a mediados de la década del setenta. Para ilustrar el caso podemos traer a colación las quejas de Brian J. L. Berry, uno de los más connotados representantes de la "nueva geografía", sobre las limitaciones de la "ciencia espacial" y de los peligros que se corrían al considerar el carácter simple y ordenado del espacio isotrópico que dominaba en la teoría locacional, junto con el uso indiscriminado de técnicas estadísticas como los análisis de correlación, de regresión, factoriales y otros semejantes, bajo el supuesto, también erróneo, de la linealidad y la independencia de las variables consideradas, tal como lo reflejaban muchos estudios de geografía humana. En efecto Berry (1975: 13-15) expresa su insatisfacción en los siguientes términos:
Pensando acerca de las implicaciones de las teorías del campo espacial, me había ido sintiendo más frustrado cada vez respecto de lo que con demasiada rapidez se había convertido en geografía estadística "tradicional", con su descuidada utilización de la estadística deductiva convencional y de las medidas de asociación en la investigación geográfica, sin prestar atención alguna a la validez de sus presunciones. ... Al propio tiempo, los "nuevos" ambientalistas -verdaderos ecoactivistas de nuestros días- venían señalando lo irrelevante que resulta teorizar sobre el plano uniforme tan querido de los teóricos de la localización... De aquí que el plan de mi trabajo consista en expresar, en primer lugar, la naturaleza de mi actual insatisfacción respecto del estado en que se encuentra la geografía estadística. Las conclusiones obtenidas de tal estudio crítico conducen naturalmente hacia una preferencia filosófica por una "metageografía del proceso", la cual, a su vez, lleva hacia un paradigma de la gestación de las decisiones ambientales y de localización en los sistemas complejos, por el que yo me inclino, como orientación directriz para la próxima generación de investigación geográfica.
Haggett y Chorley (1971), quienes fueron, sin duda, responsables directos de los desarrollos más significativos de la geografía como ciencia espacial, no fueron tampoco ajenos a las críticas que desde entonces se hacían a los modelos y teorías
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simplificadoras. Su mirada se dirigía precisamente al fundamento del paradigma mismo que consideraba que la complejidad de la realidad sólo era abordable mediante la simplificación. Ellos (Haggett y Chorley, 1971: 17), advertían que:
El peligro de la generalización desorbitada y del desprecio por los aspectos particulares ha sido avisado por muchos filósofos, que han considerado que la realidad es demasiado compleja para ser susceptible de racionalizarse por analogías y que se han preguntado si realmente la utilización de modelos distorsiona excesivamente el proceso de la razón.
El geógrafo marxista Richard Peet (1998: 32-33) hace énfasis en el carácter instrumentalista de la geografía cuantitativa y recoge el sentido general de las críticas en la siguiente forma:
A pesar de su gran funcionalidad, la geografía humana como ciencia espacial fue aislada de la ciencia social en general, que tuvo dificultades para reconocer la significancia de "toda esta teoría acerca del espacio". La revolución espacial también produjo un dualismo entre espacio y ambiente, irónicamente en el momento en que los problemas ambientales ganaban importancia (geografía como el estudio de los efectos sociales sobre la naturaleza).
Aunque sin pretender hacer una crítica profunda y detallada de la geografía económica de orientación locacional, se puede señalar que los principales reparos a su discurso, los cuales se pueden hacer extensivos a la geografía como "ciencia espacial", hacen notar su carácter descriptivo más que explicativo de casos empíricos de escala micro en firmas económicas, fincas u oficinas y no en sistemas económicos, al mismo tiempo que resaltan su desvinculación del mundo real de las condiciones sociales, dado el carácter esencialmente abstracto de sus modelos.
Un resumen (Healey e Ilbery, 1990) de las que se consideran como las principales limitaciones de dichos modelos se presenta en la siguiente lista:
1. Los supuestos neoclásicos de hombre económico, la maximización del beneficio, el conocimiento completo y la capacidad perfecta para utilizar y manejar la información por parte de los actores económicos es insostenible, puesto que las razones no económicas también son importantes para comprender la conducta o el comportamiento económico. Los modelos basados en estos supuestos no consideran que el conocimiento de la gente es imperfecto; que todos los actores no tienen la misma oportunidad de acceder a la información, ni de comprenderla y manejarla para tomar decisiones, así la información esté a su disposición. Por otra parte, tales modelos no tienen en cuenta elementos esenciales en la conducta espacial humana como las motivaciones, las preferencias, las percepciones, las actitudes y las valoraciones que los individuos hacen de los distintos
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ambientes, e ignoran los condicionantes históricos y contextúales que afectan la toma de decisiones. Estos modelos desconocen la variedad de respuestas humanas ante un mismo estímulo y naturalizan el concepto de hombre económico, pues asumen que un individuo siempre responde de forma natural y única a la misma clase de estímulos.
2. La mayor parte de estos modelos carecen de contenido empírico y no son realistas. Como ya se expuso, los modelos normativos se basan en el "deber ser" y en espacios ideales y abstractos que no describen ni explican la realidad existente.
3. No es posible derivar explicaciones sobre los patrones espaciales y su variación desde dentro de los mismos patrones, porque muchas de las causas que los generan son externas a ellos. Por tanto, las explicaciones en el ámbito de la firma carecen de valor explicativo real, pues desconocen los factores contextúales de escala que estructuran tales patrones.
4. La mayor parte de los modelos son estáticos, y la teoría no permite predecir los cambios sociales y económicos que ocurren en el mundo real. Ésta es una limitación que pone en entredicho una de las principales aspiraciones de la ciencia espacial positivista, que tiene el objetivo de ser una ciencia explicativa y predictiva, mediante teorías, leyes y modelos espaciales.
5. Los modelos neoclásicos ignoran la historia y la posición de las firmas dentro del sistema económico en las diferentes escalas geográficas. La conducta locacional se aisla de su contexto histórico, pretendiendo explicar las decisiones fuera de los condicionantes del modo de producción o formación económica dentro de la cual se realiza la actividad económica. _
6. Los modelos locacionales se consideran independientes de la realidad económica y cultural, sin tener en cuenta que son los procesos sociales y sus relaciones los que tienen una forma espacial, y que no existe ningún proceso espacial en sí mismo. Estos modelos deberían referirse a los contextos sociales en que fueron creados y solamente a esa situación particular, sin pretensiones de generalizar. Dado que la generalización está viciada por el carácter aislado y particularista de los modelos, las pretensiones de construir teorías a partir de los mismos carecen del suficiente rigor científico.
Otra fuente de críticas a los modelos mormativos y mecanicistas de la interacción hombre-medio ambiente es la de algunas de las vertientes de la geografía del comportamiento desarrollada a comienzos de los años sesenta. La insatisfacción con estos modelos llevó a algunos geógrafos a proponer que una comprensión
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profunda de la interacción hombre-medio ambiente sólo se podía alcanzar por medio del análisis de los procesos psicológicos a través de los cuales el hombre conoce el ambiente donde vive, y mediante el examen de la forma en que esos procesos influyen sobre el comportamiento resultante.
Como consecuencia de lo anterior, la teoría locacional ha introducido variaciones considerables, y en varios casos los modelos normativos basados en el concepto de homo económicas han sido remplazados por modelos probabilísticos que asumen la toma de decisiones como un asunto con alto grado de incertidumbre y riesgo, en contextos poco o nada conocidos por los individuos. Se puede citar como ejemplo la aplicación analógica de la "teoría de los juegos" como una estructura conceptual normativa para analizar la toma de decisiones espaciales como un problema complejo, en el que el individuo asume el papel de un jugador y el ambiente o naturaleza es considerado un adversario poco conocido y frente al cual se pueden escoger varias estrategias para vencer o para minimizar el riesgo.
Otros modelos probabilísticos se enmarcan en estructuras descriptivas no normativas, asumiendo que si bien es cierto que en un alto nivel escalar es posible descubrir regularidades en el comportamiento, en escalas pequeñas e individuales nunca se reúnen las condiciones de la conducta racional y la información completa.
La corriente comportamental hace énfasis en la toma de decisiones en el ámbito individual, y da mucha importancia a lo actuado y a las actividades que se desarrollan dentro de la mente. Se parte de la afirmación de que las leyes morfológicas que describen los patrones geométricos son insuficientes para comprender cómo se han formado dichos patrones espaciales, y se argumenta que los procesos sólo se pueden descubrir si se dirige la atención hacia las actividades de toma de decisiones en que están involucrados los agentes creadores de los patrones. El razonamiento seguido por esta geografía del comportamiento es de carácter inductivo y descriptivo, y se enfoca sobre dos grandes campos de investigación relacionados con el análisis del comportamiento espacial y con la percepción del ambiente, temas que fueron abordados principalmente por una corriente de carácter empírico y otra de carácter humanístico.
A la categoría de los estudios empíricos pertenecen los que hacen énfasis en los procesos de toma de decisiones por las que los seres humanos se ajustan a los riesgos naturales. Los primeros trabajos se iniciaron en la Universidad de Chicago con el objetivo de mejorar la planificación y manejo de las planicies inundables, y se basaron en un tipo de agente geográfico definido como un animal racional con limitaciones, alejado del ideal del homo económicas. Este agente geográfico busca un grado de "satisfacción" en vez de una decisión "óptima".
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Los estudios empíricos demostraron mucho interés por la observación de la conducta humana y la construcción de modelos inductivos de los procesos que operan en la mente del actor, con la premisa de que el conocimiento de las actitudes facilita la predicción del comportamiento. El supuesto básico es que los individuos obtienen información sobre el ambiente mediante la percepción sensorial, evalúan esta información en el marco de un sistema de valores y construyen una imagen cognitiva, con respecto a la cual toman las decisiones. Así, el concepto de "cognición ambiental" es el más importante en la investigación de la geografía del comportamiento.
La geografía del comportamiento de carácter humanístico no reconoce la existencia de leyes reguladoras de la conducta humana. Hace énfasis en la comprensión del mundo tal como éste es visto por los individuos. El paisaje, por ejemplo, es algo que nos rodea y que es permanentemente creado y recreado, aunque no siempre en forma consciente, a la vez que es imbuido de significado simbólico y cultural.
Los geógrafos humanistas argumentan que los individuos tienen mundos personales subjetivos que regulan sus comportamientos. Dichos mundos subjetivos dependen de factores como la edad, el género, el nivel socioeconómico o el grado de educación. La relación con el ambiente se da en términos de espacio-tiempo y es mediada por la subjetividad, lo que hace posible que su estudio se pueda abordar desde una perspectiva experiencial, como lo proponen Tuan (1974)ySack(1997).
Tuan (1974) acuñó el término topofilia para describir las percepciones, la afectividad, las actitudes y las valoraciones que desarrolla la gente ante los lugares. Sack (1997) explora la naturaleza geográfica de los seres humanos, y las consecuencias empíricas y morales de nuestra condición de homo geographicus, mediante una estructura teórica que integra la naturaleza, las relaciones sociales y los significados, y que conecta el mundo en las experiencias del espacio y el lugar. Esta perspectiva del espacio en la geografía humanística será tratada con más detalle en un capítulo aparte de este trabajo.
Las críticas de la geografía del comportamiento a las teorías de la geografía económica sobre la localización económica y el cambio locacional resaltan el reduccionismo de la conducta espacial de la categoría de homo economicus, que no tiene en cuenta la influencia de las motivaciones, los valores, las preferencias, las percepciones y las opiniones de los individuos en la formación de los patrones de actividad económica. El concepto de "óptimo económico" se sustituye por el de "grado de satisfacción", "conducta de satisfacción" o "conducta no óptima", como guía del comportamiento individual que se manifiesta en alguna forma espacial expresada en movimientos o patrones.
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DEBATES SOBRE EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA
Los geógrafos del comportamiento no comparten la categoría de homo econo
micus, entre otras razones por las siguientes:
a. El conocimiento de la gente es imperfecto.
b. La gente actúa sin información suficiente.
c. La evaluación intelectual de los problemas es insuficiente.
d. Las elecciones se hacen dentro de un rango limitado de posibilidades.
e. La maximización del beneficio es apenas una de las metas de los
individuos.
f. Los niveles de aspiración pueden ser bajos según factores de personali
dad, o por bajos niveles de aspiración de la sociedad.
g. Las decisiones se basan en experiencias históricas de éxito o fracaso.
h. Cuando se toma una decisión, todas las opciones deseables pueden no
estar disponibles.
i. Las decisiones son afectadas por el optimismo o el pesimismo, conside
rando las consecuencias de la acción.
j . En las comunidades, las decisiones no las toma una sola persona aislada,
sino en el ámbito de hogares con diferencias de ingresos, necesidades,
etc.; dentro de familias o entre familias, y en organizaciones en el con
texto de relaciones internas de poder y en respuesta a un determinado
problema.
k. Las decisiones se toman teniendo en cuenta las limitaciones externas in
ternalizadas, como por ejemplo, las normas sociales percibidas, los es
tándares de oportunidades y la conducta aceptable en la sociedad.
Hay que advertir también que las ideas sobre el espacio y el reduccionismo de la distancia han sufrido cambios importantes dentro de la geografía como ciencia espacial. Además de que la teoría geográfica de corte positivista incorporó varias de las consideraciones del enfoque comportamental, especialmente en el análisis de la toma de decisiones espaciales individuales en estructuras descriptivas no normativas, algunas variantes de la teoría locacional han desarrollado modelos complejos que incorporan muchas variables y varias perspectivas teóricas en el análisis de la toma de decisiones de los actores en el espacio. La llamada "dictadura de la distancia" ha sido fuertemente criticada internamente por la misma ciencia espacial y desde otros discursos geográficos, y en lugar de este reduccionismo y de la isotropía espacial, se estructuran modelos de análisis que contienen varios contextos en interacción, sin que ninguno tenga prioridad explicativa permanente sino circunstancial.
Estos modelos multivariados y de perspectivas teóricas múltiples (Healey e
Ilbery, 1990) incluyen el contexto ambiental, el contexto histórico, el contexto
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demográfico, el contexto cultural, el contexto organizacional, el contexto de los factores de producción (tierra, trabajo y capital), el contexto tecnológico, el contexto de los transportes y las redes de comunicación y el contexto político, entre otros, cuando se quiere explicar la conducta de los tomadores de decisiones, sean éstos individuos o firmas. Incluir y analizar estos contextos significa reconocer la variabilidad en su distribución espacial, considerando el espacio como la superficie terrestre. También implica aceptar la posibilidad de que en un momento dado uno de estos contextos, o varios a la vez, sean decisivos en la conducta espacial analizada.
La aceptación de la complejidad de las estructuras espaciales en la nueva teoría locacional no significa un cambio esencial en la concepción del espacio objetivo como contenedor de objetos, ni como espacio relacional generado por las relaciones económicas que se dan en el espacio objetivo en escalas locales y globales. Como se advirtió antes, los modelos que reconocen la complejidad de la toma de decisiones locacionales no son modelos espaciales sino formas analíticas y estructuras de razonamiento sobre los factores que pueden afectar las decisiones en el espacio, en las cuales un determinado contexto puede ser definitivo en un momento dado, o puede pasar inadvertido en otro caso.
La idea de que las pequeñas influencias no pueden ser ignoradas para privilegiar una variable principal, y de que estas pequeñas influencias pueden amplificarse y definir la conducta espacial en un momento dado, ha permitido al análisis locacional contemporáneo incorporar elementos ignorados por el pensamiento neoclásico positivista, tales como las influencias climáticas, las cualidades del suelo, las políticas gubernamentales, o el "clima político de un lugar". Desde luego, esta transformación del discurso locacional no se da en el marco del positivismo en estado puro, sino que se propone un híbrido teórico y metodológico que involucra una combinación de diferentes perspectivas teóricas, incluidos el positivismo, el conductismo o el realismo, dentro de un marco estructuralista. Un ejemplo de esta mirada híbrida o mixta es la adoptada en el trabajo ya citado de Healey e Ilbery (1990) titulado Location and Change, en el que esta aproximación se ha empleado para analizar la naturaleza compleja de la toma de decisiones locacionales en el uso de la tierra y en el cambio locacional en los sectores primario, manufacturero y de servicios.
Pero la geografía como ciencia espacial de orientación predominantemente positivista no ha desaparecido de la escena, y su vigencia se nota, por ejemplo, en la gran demanda de información espacial de carácter empírico-analítico e interés técnico y en el incremento del uso de los Sistemas de Información Geográfica (SIG). Y su vigencia tiene explicación en el hecho de que el conocimiento generado por este tipo de geografía tiene alta demanda en los sectores hegemónicos de
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la sociedad. Para entender el por qué de su vigencia, puede ser útil la tesis de Habermas de que el conocimiento tiene raíces históricas y sociales, y que éste depende de los intereses cognoscitivos que pueden ser técnicos, prácticos o emancipatorios (Unwin, 1995). De este modo podemos asociar el discurso de la geografía como ciencia espacial, como conectado específicamente con el interés técnico. En tanto se mantenga este interés, la producción de conocimiento técnico no desaparecerá.
Actualmente sigue teniendo interés la localización óptima de firmas o cualquier otro objeto en el espacio objetivo, lo mismo que la funcionalidad del espacio en términos de flujos, conectividad o accesibilidad. Colocar en el espacio objetivo, es decir localizar, digamos por caso un nuevo almacén para distribuir productos al por menor, requiere conocer las características de la disposición espacial de los otros almacenes existentes, y de aquellos otros objetos que tengan relación, como las vías de acceso, la localización de estacionamientos, zonas de carga, etc.
Como indica Méndez (1997: 256), "aunque la geografía económica ha ampliado sus perspectivas... los estudios sobre localización continúan siendo uno de sus principales activos y una temática de amplio desarrollo actual". Y agrega el mismo Méndez (1997: 256) que los estudios sobre localización de actividades económicas se caracterizan por: 1) la descripción de las pautas de localización propias de cada tipo de actividades y de empresas; 2) la identificación de patrones de localización; 3) el establecimiento de asociaciones espaciales entre empresas y actividades, sin que se suponga siempre una relación de causa-efecto; 4) el análisis del dinamismo espacial de las actividades; 5) la elaboración de clasificaciones o tipologías de espacios, y 6) la consideración del impacto territorial de la localización de las actividades económicas sobre la movilidad y estructura de la población, la urbanización, el crecimiento económico, el bienestar social o el medio ambiente.
Hay que reconocer también que tales preocupaciones por la localización abarcan todas las escalas geográficas, y que recientemente la geografía económica se ha preocupado por comprender y explicar el comportamiento espacial de actores globales como las empresas multinacionales, y los patrones espaciales resultantes, lo mismo que la interdependencia entre las escalas (Dicken, 1986; Méndez, 1997).
La creciente demanda de datos espaciales de alto valor agregado, relacionados con la localización y distribución de fenómenos sobre la superficie terrestre, y la tendencia de especialistas de muchas disciplinas a espacializar sus datos y relacionarlos con otros datos espacializados es clara evidencia de que las concepciones y las prácticas científicas basadas en las ideas de espacio objetivo absoluto y
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relacional mantienen plena vigencia. Digamos, por ejemplo, que los especialistas en salud consideran de suma importancia un mapa que muestre la variación espacial de una determinada enfermedad, o la variación espacial de la asignación del presupuesto en salud, de la misma manera que a un político le parecerá de gran utilidad un mapa electoral que muestre la variación espacial o distribución de los votos en una determinada región. Y qué decir de la utilidad del mapa que muestra la variación espacial de la criminalidad en una ciudad.
También puede ser de gran utilidad para los planificadores del transporte urbano o interregional disponer de mapas y bases de datos espaciales que especifiquen las redes de carreteras y el volumen de los flujos de pasajeros y carga entre los distintos nodos de la red. Esto se hace evidente en el tipo de información espacial que se maneja en los planes de ordenamiento territorial de los municipios. El manejo automatizado de grandes cantidades de información espacial por medio de los SIG es también una muestra contundente de la vigencia de las mencionadas ideas espaciales.
Lo que sí debe quedar claro es que el discurso de la geografía como ciencia espacial con enfoque positivista ya no es hegemónico; la unidad de la geografía ha quedado otra vez cuestionada por la emergencia de una gran variedad de corrientes (Peet, 1998). La geografía como ciencia espacial comparte y disputa con otras tendencias y otros intereses un puesto en la práctica disciplinar y profesional. Del discurso espacial de los geógrafos "radicales" marxistas, con intereses no técnicos sino críticos y emancipatorios, se ocupará el capítulo siguiente.
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