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    EL VIAJE PEDAGGICO COMO MTODO DE CONOCIMIENTO DE

    PAISAJES. APLICACIN A ANDALUCA. (*)

    Buenaventura Delgado Bujalance

    Juan F. Ojeda Rivera.

    Universidad Pablo de Olavide. Sevilla. Grupo GIEST.

    Pendiente de publicacin con el mismo ttulo en el prximo nmero de la revista

    Investigaciones geogrficas, Instituto Universitario de Geografa. Univ. de Alicante

    RESUMEN

    El inters social por el paisaje ha incrementado la presencia de ste en las polticas

    territoriales, aunque no parece paralela una preocupacin por su conocimiento y

    consiguiente aprecio. Al menos en Andaluca, se considera necesario un esfuerzo para

    incrementar su presencia en los programas de los distintos niveles de enseanza. Los

    paisajes, a los que interesa incorporar a la docencia a travs de unos acercamientos

    directos y activos, emulando tradicionales pedagogas y aprovechando su potencia

    transversal y motivadora, se pueden constituir en verdaderos libros abiertos de

    aprendizajes significativos. La propuesta de unos itinerarios docentes por distintos

    paisajes andaluces se constituye aqu en el mejor argumento prctico de aquellos

    planteamientos.

    INTRODUCCIN

    El paisaje ha ido adquiriendo protagonismo como foco de atencin social,

    institucional y acadmica. En consecuencia, estamos asistiendo a una creciente

    sustantivacin del mismo impulsada por su capacidad para acumular valores tan

    diversos como los ambientales, culturales, econmicos, vivenciales, ticos y estticos.

    El sistema educativo refleja ese inters, aunque con ello aun no se haya generado una

    presencia especfica del paisaje en el diseo curricular. En este contexto, el siguiente

    trabajo pretende elaborar una propuesta pedaggica destinada a potenciar el

    conocimiento de los paisajes andaluces entre los diversos sectores de la comunidad

    educativa de la regin.

    Ahora bien, para el buen desarrollo de tal tarea se deben asumir los siguientes

    planteamientos generales de carcter prctico:

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    - El paisaje es un material pedaggico de gran eficacia y, por ello, el sistema

    educativo debe desarrollar los programas que faciliten el acceso a dicho material.

    - El acercamiento de los estudiantes a los paisajes ha de ser activo por lo que se deben

    potenciar prcticas de inmersin en las manifestaciones y escalas ms

    representativas de los mismos.

    - Dichas inmersiones deben acompaarse de una reflexin terica que les de sentido y

    de unas propuestas de actividades que las guen.

    En funcin de todo ello y concretando en Andaluca, se presentar en primer lugar-

    los marcos de referencia terica que fundamentan esta propuesta; para en segundo

    lugar- abordar el anlisis de la situacin del paisaje como materia curricular en el actual

    sistema educativo andaluz y terminar con una propuesta prctica de itinerarios

    paisajsticos por Andaluca

    1. MARCOS DE REFERENCIA.

    No hay un uso unvoco del trmino paisaje, tal vez por la coincidencia de la propia

    complejidad del concepto con la banalizacin y generalizacin meditica de su uso. As

    el trmino paisaje corre el peligro de convertirse en una de esas palabras

    contaminadas (Sachs, 1992), que como, por ejemplo, sostenibilidad- se utilizan

    profusamente para justificar decisiones y polticas territoriales de diferentes

    administraciones, escalas e, incluso, ideologas. En consecuencia, parece necesario

    precisar los marcos de referencia en los que el concepto se va cargando del significado

    especfico que condicionar su aplicacin

    1.1. Marco conceptual: el paisaje como realidad compleja, expresin de

    cultura, de patrimonio y motor de desarrollo

    El paisaje es una realidad compleja. As lo ha entendido tradicionalmente la

    Geografa que lo define en algunas de sus formulaciones como fisonoma y como

    percepcin de cualquier sector de la superficie terrestre que resulta del conjunto de sus

    elementos y de sus interrelaciones internas y externas, quedando este enmarcado por

    los lmites naturales de otros paisajes con distinto carcter (Troll, 1983; Zoido, 1987,

    Bols, 1992; Burel y Baudry, 2002). Las interrelaciones presentes entre naturaleza y

    sociedad le dan un carcter dinmico. Convirtiendo a los paisajes en acumuladores

    histricos, palimpsestos y referentes, en cada momento, de las relaciones de cada

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    sociedad con su medio (Pisn, 2000). Es precisamente de estas interrelaciones de donde

    emerge la singularidad del paisaje como algo distinto a ambiente, ecosistema o territorio

    (Delgado y Ojeda, 2006). Los paisajes se construyen a partir de seculares procesos de

    vinculacin de cada comunidad humana con sus respectivos territorios, adquiriendo su

    consolidacin como tales paisajes a travs de procesos de produccin de emociones

    desinteresadas, expresadas en recreaciones culturales.

    Cada sociedad que se relaciona con su medio construye paisajes. Tales

    construcciones, independientemente de un valor puramente esttico, tienen una primaria

    funcin utilitaria, o sea no se realizan para contemplarlas y disfrutarlas, sino para vivir

    mejor (Lugibhl, 1992). Sin embargo, en el paso de la utilidad a la emocin esttica

    desinteresada es donde se producir la transformacin o la metafsica- de pas a paisaje

    (Roger, 1997) y la llegada a tal cultura paisajstica, lo que implica un nivel de

    refinamiento que histricamente slo parece alcanzarse en sociedades que tienen

    resueltas las necesidades primarias (Keesler, 2000). Por eso, para que una porcin de la

    superficie terrestre adquiera la categora de paisaje se necesita que sea no slo

    construida, sino tambin contemplada, percibida, valorada y apreciada como tal. En

    consecuencia los paisajes son el resultado de la convergencia de procesos de

    construccin material, con procesos de creacin cultural cargada de conocimientos

    seculares y creencias. Al mismo tiempo como cualquier produccin cultural que

    permanece, los paisajes se constituyen en recursos acumulados y en patrimonios de las

    sociedades que los han conservado. En este sentido, un paisaje puede ser hoy un

    indicador o una expresin y, a su vez, un factor del desarrollo de una sociedad y de un

    territorio (Ojeda, 2002).

    1.2. El marco social

    El actual protagonismo del paisaje en las polticas territoriales debe relacionarse con

    la creciente preocupacin social por los problemas ambientales. En tal sentido, el

    hombre es responsable de la calidad visual de su entorno, pues, como afirmaba Recls

    (1905):

    La naturaleza es para muchos la gran consoladora, pues las ciudades populosas, los

    campos y hasta los lugares ms apartados, pueden ser afeados por el mal gusto y sobre

    todo por la brutalidad de la toma de posesin. Porque el hombre da su alma a la

    naturaleza, y, conforme a su propio ideal, embellece y diviniza la tierra, o la vulgariza,

    la hace fea, grosera y repugnante. El hombre del maana, elevado a la comprensin de

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    la belleza, sabr, por respeto y por amor a la Naturaleza, no colocar su morada de modo

    que se rompan las lneas, que se borren brutalmente el color y los matices: sentir

    vergenza en disminuir y alegra por aumentar la belleza de cuanto le rodee.

    Hoy la calidad del paisaje parece una demanda social que en muchas regiones

    conecta con una tradicin secular. As en Andaluca como en todo el Mediterrneo,

    pueden encontrarse ejemplos de la preocupacin de la poblacin por crear imgenes

    estticas de los espacios que habita: Se blanquean las casas, se colocan flores en los

    balcones y en los patios, se plantan rboles en el borde de los caminos. Sin embargo

    estas iniciativas no han estado nunca suficientemente codificadas. Slo recientemente

    estamos asistiendo a movimientos sociales que reclaman el derecho a un paisaje de

    calidad en espacios amenazados por procesos de crecimiento rpido e incontrolado. Ello

    implica que las poblaciones estn tomando conciencia de la importancia del paisaje para

    mejorar sus calidades de vida y que, en consecuencia, ste haya adquirido protagonismo

    vital y visibilidad en las polticas ambientales y territoriales de las diferentes

    administraciones

    1.3. El marco institucional

    Con la aprobacin de la Convencin Europea del Paisaje se ha producido un

    cambio sustantivo en el inters social, institucional y meditico por los paisajes

    europeos. Desde esta conciencia e importancia, la Convencin (2000) muestra un

    espritu participativo, destacando el papel de las poblaciones en su transformacin y,

    sobre todo, que su proteccin, su gestin y su ordenacin implican derechos y

    responsabilidades para cada persona.

    Por otro lado la Convencin pretende ser operativa, por lo que propone una serie

    de medidas para el logro de sus objetivos. La mayor parte de estas medidas parece que

    estn ponindose en prctica de un modo satisfactorio, por lo que se han producido

    avances importantes en los mtodos para el anlisis y gestin de los paisajes europeos.

    De esta forma, las administraciones pblicas empiezan a contar con instrumentos

    eficaces para el diagnostico, ordenacin y gestin de los paisajes. Sin embargo, pueden

    apreciarse algunas carencias en las medidas particulares que dentro de la formacin

    y educacin se relacionan especficamente con las enseanzas escolares y

    universitarias abordando, en las disciplinas interesadas, los valores inherentes al paisaje

    y las cuestiones relativas a su proteccin, gestin y ordenacin.

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    Tales carencias afectan a los jvenes, precisamente el sector de la poblacin del

    que depende el futuro. En consecuencia, es necesario un esfuerzo para incrementar la

    conciencia paisajstica de estas poblaciones, pues tal conciencia paisajstica puede ser el

    motor de una serie de reacciones en cadena que culminen, despus de varias etapas, en

    un derecho social al paisaje. Es decir, hace falta dicha conciencia para que el conjunto

    de los jvenes en formacin y toda la sociedad desarrolle una buena cultura del paisaje.

    De un modo ms concreto, la comunidad autonmica de Andaluca podra

    considerarse como un buen ejemplo de tal situacin. A diferencia del estatuto

    autonmico vigente hasta hoy, el documento estatutario que acaba de aprobarse no

    recoge explcitamente la proteccin y realce del paisaje como uno de los objetivos

    bsicos del ejercicio del poder de la comunidad autnoma. No obstante de un modo

    implcito, el paisaje est presente en dos objetivos de la comunidad: En primer lugar, la

    mejora de la calidad de vida, mediante la proteccin de la naturaleza y el medio

    ambiente; en segundo lugar, el afianzamiento de la conciencia de identidad y de la

    cultura andaluza a travs del conocimiento, investigacin y difusin del patrimonio

    histrico, antropolgico y lingstico. Por ello, en el artculo 28, el disfrute del paisaje

    se considera un derecho; y el uso responsable del mismo y su proteccin un deber

    institucional y ciudadano. En la operatividad de tales principios, el sistema educativo

    adquiere, sin duda, un protagonismo relevante.

    2.- EL PAISAJE EN EL CONTEXTO EDUCATIVO ANDALUZ

    En el sistema educativo, el paisaje ha estado presente como una parte de los

    contenidos de diversas materias (geografa, estudios del medio, historia, arte, plstica

    para los niveles de la enseanza primaria y media- y en geografa, arte, ecologa,

    arquitectura, bellas artes - en niveles superiores -). De una forma ms especfica se ha

    desarrollado en la enseanza universitaria a travs de asignaturas, seminarios, cursos,

    maestras o doctorados.

    En cualquier caso, el paisaje ha ido incrementando su presencia en los programas de

    la enseanza reglada de Andaluca como fruto de una larga tradicin, cuyo origen suele

    vincularse a la Institucin Libre de Enseanza, uno de cuyos representantes andaluces,

    el profesor Juan Carandell Pericay, reclamara -desde sus ctedras en los institutos de

    Cabra y Crdoba- una enseanza activa frente a la tradicional, en la que a fuerza de

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    saturarnos de libros, olvidamos el paisaje de la Naturaleza, el gran libro csmico

    (Carandell, 1920).

    Tras la guerra civil, este modelo queda olvidado hasta que la reforma del sistema

    educativo (Ley General de Educacin 1970) permitira ir recuperando aquellos

    planteamientos, que a finales de los 70, quedan recogidos en algunas iniciativas como

    las escuelas de verano o los seminarios permanentes, que impulsaran proyectos de

    renovacin y experimentacin pedaggica.

    La LOGSE terminara por acoger institucionalizndolas y, a veces, trivializndolas

    todas estas corrientes de enseanza activa. Mtodos y contenidos, sobre todo en las

    ciencias sociales y naturales, empezaban a considerar la naturaleza, el medioambiente y

    el paisaje como categoras a tener en cuenta. En este sentido el paisaje, sobre todo el

    inmediato, se mostraba como un eficaz componente del aprendizaje significativo con

    presencia en diferentes reas de la enseanza obligatoria y el bachillerato:

    - Infantil: Descubrimiento del entorno natural y social

    - Primaria: Conocimiento del medio.

    - Secundaria: Conocimiento de la naturaleza, ciencias sociales, geografa e historia.

    - Bachillerato: Geografa, historia y ciencias naturales

    Por su parte y como se ha comentado, en la enseanza universitaria el paisaje se

    hace presente de manera especfica en distintas disciplinas naturales, territoriales y

    urbansticas, pero sobre todo en los estudios de geografa, cuya tradicin moderna lo

    haba adoptado como genuino objeto de estudio:

    Conocer la naturaleza y el paisaje es un empeo que concierne a todas las facultades

    del sujeto: es un empeo humano que se ve favorecido no interferido- por el simultneo

    ejercicio de sus aptitudes intelectuales y de sus recursos ticos y estticosTodo esto es lo

    que, en mi opinin, ofrece el punto de vista geogrficoen el que arraigan fructferamente

    intenciones y actitudes epistemolgicas auspiciadas por el moderno espritu romntico,

    (por su parte) la perspectiva regional o corolgica del conocimiento geogrfico, segn se

    ofrece en sus mejores intrpretes, constituye una forma valiosa y coherente de concretar y

    concentrar el ejercicio de aquel punto de vista abierto e integrador que puede reconocerse,

    desde las aportaciones de Humboldt y Ritter, en la tradicin geogrfica decimonnica

    (Ortega, 1987, pp.68 y 73)

    Pero la crisis de la geografa regional, de mediados del siglo XX -orquestada por la

    nueva geografa cuantitativa que la critica de excepcionalista-, relegara la perspectiva

    paisajstica de los estudios geogrficos a un segundo plano. No obstante, en la

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    actualidad el inters por el paisaje es cada vez mayor y no slo en el mbito de las

    ciencias geogrficas, sino tambin de otras disciplinas que, a travs de l, vinculan

    factores econmicos, sociales, culturales, polticos y cientficos, para analizar problemas

    (degradacin ambiental, prdida de espacios naturales, consecuencias del crecimiento

    urbano) y para aprovechar sus potencialidades (recurso econmico, recurso

    patrimonial, componente de la calidad de vida, movilizador poltico, generador de

    identidad).

    Este creciente inters por el paisaje explica su presencia como objeto de

    conocimiento fuera del curriculum acadmico, ya sea como un complemento de ste o

    como un contenido de la enseanza no reglada (universidades de verano, programas

    municipales, escuelas y talleres de la naturaleza. etc.). En cualquier caso, el paisaje

    parece interesar a muchas personas y no slo como concepto y contenido acadmico

    sino tambin como fundamental componente de la educacin ambiental.

    Pero, precisamente, la educacin ambiental -como otros conceptos asociados a la

    ideologizacin de lo medio ambiental durante la segunda mitad del siglo XX (Ojeda,

    1999)- adolece hoy de la ambigedad conceptual y contextual que le otorga su uso banal

    y justificador (Ojeda, 2001). No obstante, se admite como cannica la comprometida y

    completa definicin que de educacin ambiental produjo un Congreso Moscovita de

    1987: Un proceso permanente en el que los individuos y la colectividad toman

    conciencia de su medio y adquieren los conocimientos, los valores, las competencias, la

    experiencia y la voluntad capaces de hacerlos actuar, individual y colectivamente, para

    resolver los problemas actuales y futuros del medio ambiente. Para que tal proceso

    educativo permanente no slo ldico y entretenido, sino tambin disciplinado y duro-

    se pueda desarrollar deber aprenderse a analizar los territorios concretos

    enmarcndolos en la economa global, a criticar el modelo que ocasiona y alimenta la

    actual crisis no slo ecolgica sino tambin de crecimiento, a manejar tecnologas

    avanzadas que propicien usos racionales y equilibrados de los recursos naturales, a

    comprometerse moral y polticamente en la bsqueda de nuevos caminos posibles

    (Gonzlez Faraco, 1995).

    El paisaje como producto naturocultural, como manifestacin evidente de

    problemas ambientales y como expresin de desarrollo de una sociedad- puede ser el

    objeto ms directo y complejo del proceso de aprendizaje auspiciado por una rigurosa

    educacin ambiental, cuyo desarrollo puede alcanzar una dimensin estratgica que

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    debe ser asumida por diversas instituciones, pero sobre todo por la escuela en sentido

    amplio.

    2.1. El paisaje como eje transversal de conocimientos con presencia descoordinada

    en distintas materias.

    Al contrario que otras categoras ms definidas intelectualmente, el paisaje es una

    realidad compleja, pero motivadora, ya que su diferencia con el ecosistema, el territorio

    o el ambiente, est precisamente en la produccin de emociones desinteresadas. Por

    ello, el paisaje es un concepto motivador de lo transversal en relacin con los efectos de

    la accin del hombre sobre su medio, con su capacidad de potenciar nuevas formas de

    pensamiento abiertas a la valoracin subjetiva de la realidad, al disfrute directo de la

    naturaleza, que va ms all de la explicacin para buscar la compresin.

    La relacin con la naturaleza y el paisaje forma y educa a la persona: puede

    proporcionar y no me parece que la mejor tradicin geogrfica lo haya olvidado nunca,

    como no creo oportuno olvidarlo ahora- algunas claves que los fundadores de la

    Geografa moderna no dudaron en estimar tan autnticas como originales para conseguir

    la educacin interior y tambin la educacin social- del ser humano. Y es ste, sin

    duda, uno de los aspectos del conocimiento de lo geogrfico que menos desapercibidos

    pasaron en los ambientes ms conscientemente preocupados desde entonces por lograr

    una verdadera regeneracin del panorama educativo que no eludiese la plenitud activa

    del sujeto (Ortega, 1987).

    En definitiva, un buen acercamiento al paisaje obliga a romper la separacin entre

    objetividad y subjetividad, entre lo de fuera y lo de dentro. Pero, sobre todo, el paisaje

    tiene un carcter global, integrador y dinmico que exige su natural abordaje inter o

    transdisciplinar, pero tal carcter no puede justificar su consideracin como materia

    indefinida a situar en el cajn de sastre de la transversalidad, entendida banalmente

    como acogedora de todo lo difcilmente encuadrable.

    De hecho, asumido como fenmeno y realidad compleja, el paisaje puede

    constituirse en una materia educativa singularmente integradora de procesos de

    aprendizaje, con capacidad para movilizar el conjunto de potencialidades educativas

    presentes en el sistema de enseanza. No obstante, el aprovechamiento pleno de tales

    potencialidades exige una consideracin ms convencida y sustantiva y,

    consecuentemente, ms efectiva y coordinada- del mismo en las programaciones

    escolares.

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    2.2. Hacia una mayor coordinacin de la presencia del paisaje en el sistema

    educativo andaluz: algunas claves de las programaciones.

    En consecuencia es necesario que en la organizacin del curriculum de los distintos

    niveles de la enseanza, desde la primaria a la universidad, est presente el estudio de

    las interrelaciones entre los diferentes sistemas naturales y sus componentes, abordado

    por la ecologa; y los ms especficos de la sociedad humana, que son objeto de

    conocimiento para la economa, sociologa, antropologa, geografa, historia, arte,

    filologa, filosofa, tica, etc.

    A nivel prctico -a travs de la transversal educacin ambiental- el paisaje est

    presente en los diferentes niveles de la enseanza en Andaluca. No obstante, aunque su

    necesidad y su prctica estn admitidas tericamente, falta concretar su plasmacin en

    modelos didcticos, basados en una reflexin intencional del profesorado de los centros.

    En este amplio contexto el paisaje es un magnifico recurso didctico, ya que se erige en

    la prueba ms evidente, manifiesta, permanente y generalizada de las relaciones

    histricas y actuales de cada comunidad humana con su medio. Es ms, la calidad de

    unos paisajes pueden ser un indicador del desarrollo y la calidad de unos modelos

    sociales, culturales y educativos, en el mismo sentido que el cuidado y aprecio del

    paisaje son el reflejo de la calidad de un grupo social y de su compromiso con el medio

    ambiente (Reclus, 1906).

    En definitiva y concretando, el paisaje debe asumirse como recurso didctico por

    razones tan diversas como las siguientes (Pena, 1996; Martnez Huerta, 2004):

    - Su apreciable diversidad desde cualquier lugar y momento, lo que lo constituye

    en un material de aprendizaje de fcil acceso.

    - Su propia realidad compleja lo que obliga a considerarlo desde una perspectiva

    sistmica que tenga en cuenta al menos tres aspectos: medio natural, actividad

    social y cultura.

    - Su virtualidad como potenciador de la inter o transdisciplinariedad.

    - Su exigencia de observacin directa, por lo que facilita la salida del aula y el

    contacto con la realidad natural y social.

    - Su facilidad de adaptacin a cualquier nivel educativo, en funcin de que su

    reconocimiento y estudio parte de una primaria percepcin sensorial y se

    desarrolla introduciendo componentes afectivos sensaciones, emociones,

    sentimientos- que inducen unas implicaciones individuales y colectivas.

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    - Su capacidad de propiciar actitudes relacionadas con el compromiso

    conservador o transformador ante su estado.

    De manera ms especfica, en el estudio de los paisajes andaluces deben

    desarrollarse unas programaciones que adaptadas a cada nivel educativo- los vayan

    recogiendo y presentando metdica, gradual y didcticamente. As, mientras en la

    primaria debe potenciarse la contemplacin global del paisaje desde aspectos

    vivenciales y mediante la estimulacin de destrezas como la observacin, descripcin,

    comparacin y clasificacin; en la secundaria, tal como muestran algunos trabajos

    recientes (Madrid Gutirrez y Prez Vega, 2006), es posible un estudio ms detallado de

    elementos e interrelaciones para alcanzar explicaciones globales. Incluso en los ltimos

    cursos ser posible la prognosis y la sintresis. En la lnea propuesta por Gmez Ortiz,

    en relacin con el paisaje de la montaa en Catalua, en este trabajo se considera que

    los aspectos que ineludiblemente deben ser abordados en el tratamiento pedaggico de

    los principales paisajes de Andaluca seran los siguientes:

    - Relevancia del medio fsico.

    - Relacin del hombre con el sistema natural.

    - Diversas configuraciones paisajsticas resultantes.

    - Necesidad de valoracin del paisaje como elemento a disfrutar y a conservar.

    Tambin, como se ha ido viendo, el paisaje est presente en diferentes disciplinas

    universitarias, constituyndose en objeto principal de la Geografa en su consideracin

    general y de la Geografa de Andaluca en particular. En esta ltima materia, el paisaje

    alcanza un valor relevante, por lo que debe propiciarse su estudio en profundidad,

    induciendo a transitar por los tres niveles del aprendizaje definidos por E.Morin (2000 y

    2001): la informacin, el conocimiento y la sabidura.

    Para propiciar tales acercamientos, nuestra experiencia docente nos conduce a

    considerar -en el proceso universitario de aprendizaje del reconocimiento, estudio y

    diagnstico de los paisajes- los siguientes fundamentos de los mismos:

    - Fundamentos naturales.

    - Fundamentos histricos.

    - Fundamentos polticos administrativos.

    - Fundamentos perceptivos:

    - Percepciones protopaisajsticas e identitarias

    - Percepciones cientficas e institucionales

    - Representaciones connotadoras y mitificadoras.

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    En Andaluca para no multiplicar las tipologas y encuadrar la tarea docente en los

    resultados investigadores recogidos en el Mapa de Paisajes Andaluces (Junta de

    Andaluca, 2005)- tales fundamentos y claves comprensivas sern referidos a paisajes

    significativos de los siguientes mbitos geogrficos:

    - Sierras y paisajes serranos.

    - Campias y paisajes campieses, vegas y marismas.

    - Estepas y paisajes esteparios.

    - Litorales.

    - mbitos urbanos, mineros, industriales o de servicios y paisajes artificiales.

    Por ltimo, resultar interesante e ilustrativa la consideracin del dinamismo

    paisajstico, a partir de las siguientes categoras tipolgicas:

    - Paisajes estancados.

    - Paisajes sometidos a cambios rpidos e incontrolados.

    - Paisajes inacabados.

    Asumir la necesidad del uso de los paisajes andaluces como recurso didctico de

    un modo significativo obliga al empleo de procedimientos activos durante el proceso de

    aprendizaje, entendiendo como tales al conjunto de acciones ordenadas para la

    consecucin de unos objetivos. En el caso de la geografa de Andaluca, se cuenta con

    procedimientos propios de la geografa -la observacin, el anlisis, las relaciones de

    dependencia y la sntesis en un nivel ms elemental- a los que pueden aadirse otros

    niveles como la descripcin mltiple y la interpretacin hermenutica. Para todo ello,

    resulta especialmente til el trabajo de campo, desarrollado mediante itinerarios

    pedaggicos por los paisajes andaluces.

    Tales itinerarios -de los que a continuacin se presenta uno, con distintas

    alternativas, que hemos tenido oportunidad de ir experimentando en los seis ltimos

    cursos, a modo de ejemplo- pueden ser ms o menos amplios, pero en cualquier caso,

    deben responder a los siguientes requerimientos:

    - Justificacin precisa, en funcin de unos objetivos propios enmarcados en una

    programacin general.

    - Programacin especfica temporalizada, aunque flexible, que permita la sorpresa

    como acto de aprendizaje.

    - Primaca de la mirada convergente y plurisdiciplinar y del trabajo colectivo.

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    - Potenciacin de ciertas tcnicas, destrezas y habilidades (elaboracin de un

    cuaderno de campo, que va recogiendo informacin y transformndola en

    conocimiento propio y evaluable).

    - Induccin a la mirada creativa (textos, comentarios o pinturas propias) y a los

    hbitos participativos (diagnsticos y propuestas de futuro)

    3. Itinerarios paisajsticos como instrumentos de aprendizajes significativos.

    Los objetivos acadmicos nos imponen marcos excesivamente rgidos que reducen

    la complejidad del universo al espacio cerrado e intelectualmente jerarquizado del aula.

    Con ello, se olvidan actividades tan estrechamente relacionadas con las materias de

    ciencias sociales como el viaje de estudios. Sin embargo, la realidad, la vida y muchos

    de los contenidos que se ensean estn ah fuera, como un reto con el que enfrentar

    nuestra percepcin previa y aprendida de las cosas. La respuesta a tal reto debe

    concretarse en un conflicto cognitivo suficientemente potente como para acercar a una

    comprensin ms profunda de la realidad a travs de una de las mltiples variedades del

    viaje: el viaje pedaggico.

    3.1. El viaje por Andaluca y su potencial pedaggico

    Los grandes maestros viajeros (Humboldt, Ruskin...) dejaron ideas luminosas, de

    las que pueden entresacarse las siguientes reflexiones respecto del significado del

    viaje como proceso de aprendizaje:

    El viaje es una realidad dialctica. Se abandona consciente y voluntariamente

    la comodidad cotidiana para elegir la aventura y la incertidumbre que puedan

    provocar momentos de disfrute profundo.

    El viaje es una realidad inestable. Es dinmico y mvil, pero, a su vez,

    requiere de unos tiempos. No debe cambiarse el paisaje por el pasaje.

    El viaje es una realidad sorpresiva. Su lgica y necesaria ordenacin debe ser

    lo suficientemente flexible como para no opacar posibles sorpresas, que

    tienden a constituirse en inicios de profundos aprendizajes.

    En funcin de ello, parece ms didcticamente aprovechable el viaje que

    conduzca al uso intencional de las distintas capacidades cognitivas: la inteligencia

    ms racional y analtica y la inteligencia emocional. Para propiciar tal aprendizaje

    complejo, sern importantes las siguientes recomendaciones viajeras:

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    Observar las realidades como los pjaros: Desde las panormicas ofrecidas

    por el propio autobs o por unos miradores o belvederes escogidos, hasta los

    planos intermedios y los detalles del plano corto.

    No conformarse con las fotografas: Hay que intentar crear a travs de la

    expresin de sentimientos propios, a travs de la pintura, la literatura, el

    diario...

    Aventurarse: Atreverse a aceptar propuestas y a vivir situaciones no

    programadas

    Buscar y propiciar momentos fuertes: Porque sern los que permanezcan

    ms profundamente en los recuerdos del viajero.

    Tales recomendaciones entresacadas de las reflexiones de grandes viajeros y

    ms o menos ilustradas o romnticas- no nos deben hacer olvidar que nuestro viaje

    es un intento de mejorar el aprendizaje para conducir a los alumnos a un

    conocimiento de una regin. Tal conocimiento exige un mtodo que como se ha

    comentado anteriormente- tiene que adecuarse al nivel y las posibilidades de los

    estudiantes, pero en el que siempre debe primar el protagonismo de los mismos a

    travs de su participacin real y efectiva en todas las diferentes fases del viaje:

    - La preparacin: Va desde la propia propuesta de viaje a la organizacin de los

    participantes, pasando por la relacin con los contenidos acadmicos del curso

    impartido, la configuracin y justificacin de objetivos y la propia preparacin

    de la logstica que ha de tener en cuenta la distancia y el lugar o los lugares a

    visitar. Supone elegir un medio de transporte y el alojamiento o alojamientos si

    estos fueran necesarios. Exige preparar documentalmente las distintas etapas y

    decidir, sobre un mapa, el itinerario y los lugares de inters. Individualmente

    parece fundamental que cada participante se prepare un cuaderno de campo en el

    que recoger anotaciones, reflexiones, preguntas, elucubraciones, apreciaciones

    sensibles y literarias, descripciones, croquis, dibujos, pinturas, fotos o

    comentarios sobre fotos o cualquier medio que permita plasmar lo que se ve, se

    piensa o se siente.

    - La recepcin de informaciones: Para unos, tal recepcin se basar en mirar,

    atender a lo que se les dice, mezclarlo todo e imaginar, para otros, ser necesario

    pararse, pisar el territorio y hacerle preguntas y responderlas o escuchar las

    respuestas. Exigir, en definitiva, aprender a mirar de diferentes maneras.

  • 14

    - La plasmacin sistemtica de las propias apreciaciones del viaje, recordando lo

    que se ha ido aprendiendo: ste es el paso ms importante del viaje y el que le

    da sentido. Para ciertas personas ser suficiente unas cuantas fotografas y un

    comentario de las mismas; para otras, algunos objetos recolectados o comprados

    como recuerdos; habr, incluso, quien materialice estos recuerdos en un libro, en

    un artculo, en un captulo, en una crnica grfica. Lo nuclear ser la conversin

    del viaje en un resultado concreto, fruto de un contacto con el territorio

    (conocimiento) y de las vivencias que ste ha ido despertando (sabidura). En

    esta fase la elaboracin de un cuaderno de campo se nos antoja esencial, por lo

    que se ha de dedicar un tiempo de clase a su preparacin. Dicho cuaderno, debe

    tener un carcter muy personal, aunque como orientacin pedaggica se propone

    el acercamiento a los paisajes desde las miradas, entendidas stas como formas

    de ver y filtrar la realidad:

    Miradas externas, que recogen lo que han dicho, han escrito o han visto

    otros, desde distintos puntos de vista:

    - Miradas cientficas objetivas -presentes en estudios, mapas, descripciones

    objetivas del territorio, artculos, guas o comentarios- y que se suponen

    desapasionadas y analticas. Son ofrecidas por los propios profesores y

    muestran claves comprensivas de lo que se va observando.

    - Miradas artsticas las de la literatura viajera, los grabados y pinturas, las

    fotografas y las descripciones literarias de lugares- que ponen en

    contacto con el paisaje ms referencial y connotativo y de las que los

    profesores ofrecen algunos ejemplos ms o menos cannicos.

    - Miradas institucionales, ofrecidas por normas y documentos legales sobre

    determinados sectores del territorio que se va recorriendo.

    Miradas personales: Las que van captando cada estudiante viajero sobre el

    territorio y los paisajes que va reconociendo en su proceso de aprendizaje.

    Tener una mirada personal implica saber mirar y, para saber, no slo hay que

    intentar aprender sino tambin atreverse a mostrar la propia mirada. Para tal

    muestra cabe desde la ms elemental descripcin, a la elaboracin de un

    texto en prosa o potico, al dibujo ms o menos ortodoxo o a la pintura ms

    o menos brillante de algunos elementos distintivo de los paisajes que se

    contemplan y analizan. Ruskin viajero y pedagogo- incitaba a sus alumnos

    a pintar aunque fuese garabateando, porque argumentaba que el tiempo y la

  • 15

    atencin que la pintura exige obliga a leer y a mirar la naturaleza con unas

    lentes personales que en el proceso de conversin de la informacin directa

    en capital elaborado de conocimiento propio- resultan mucho ms efectivas

    que las lentes de la cmara fotogrfica (Botton, A.de, 2002, pag. 217)

    3.2. Diseo de itinerarios especficos por Andaluca

    Partiendo del reconocimiento de que todo viaje pedaggico tiene que adecuarse

    al nivel de los alumnos, Andaluca en su conjunto y en sus unidades territoriales ms

    representativas ser la escala de referencia de cualquiera de nuestros itinerarios, pero a

    partir de ella, se puede optar por cubrir itinerarios ms o menos reducidos (regionales,

    provinciales, comarcales o locales). En cualquier caso, la organizacin de cada uno de

    ellos puede estar marcada por la primaca de algunos aspectos especficos, de manera

    que, teniendo en cuenta la cobertura de las grandes unidades ambientales andaluzas

    (depresiones, montaas o litorales), pueden irse destacando en cada itinerario desde

    algunos componentes naturales a distintas economas, modos de vida o expresiones

    culturales. As, valgan como ejemplos los siguientes enfoques de posibles itinerarios

    especficos:

    - Itinerarios por espacios naturales, que los muestran como ejemplos de

    biodiversidad, de usos compatibles, de dificultades de gestin o de valor

    patrimonial

    - Itinerarios por paisajes culturales, relacionados con la agricultura (vegas,

    campias, olivares), con explotaciones plurifuncionales (dehesas, regados

    serranos) o con recursos bsicos (aguas dulces, mar, sol).

    - Itinerarios por paisajes significativos de diferentes momentos histricos

    (algricos, tartsicos, pnicos, romanos, andaluses, renacentistas, ilustrados,

    romnticos, desarrollistas, etc.)

    - Itinerarios por paisajes caracterizados por los cambios y las transformaciones

    (mineros, litorales, urbanos).

    La programacin rigurosa de esta actividad pedaggica en todos sus aspectos,

    contribuir decisivamente a su consideracin como algo importante por parte de los

    estudiantes, para quienes salir del aula es ya un acontecimiento que tiende a convertirse

    en exclusivamente ldico. Tal tendencia puede resultar definitivamente positiva si se

    logra compatibilizarla a lo largo del viaje con el rigor y la disciplina que todo

    aprendizaje significativo exige. La programacin rigurosa y, a la vez, flexible del

    itinerario y sus paradas jugar en ello un papel clave:

  • 16

    A.- Fase de prueba. Pueden disearse una o varias sesiones prcticas a desarrollar en

    lugares prximos y accesibles desde el propio centro de estudio. As, por ejemplo, para

    alumnos de la aglomeracin urbana de Sevilla podra realizarse un paseo por las

    cornisas de los Alcores o del Aljarafe., con la intencin de irles destacando el sentido

    del aprendizaje fuera del aula y de que vayan ejercitndose, por un lado, en el

    acercamiento al paisaje a travs de diversas miradas y, por otro, en la plasmacin de las

    mismas en un cuaderno de campo:

    En una primera instancia, los profesores prepararn una memoria del viaje en la que

    irn ofreciendo un elenco de miradas de los territorios y paisajes a visitar. All deben

    recogerse desde las miradas ms cientficas y objetivas que presentan una taxonoma

    de los paisajes y sus componentes o se centran en los anlisis, delimitaciones y

    valoraciones de los mismos o abordan las principales unidades paisajsticas y

    fisonmicas del rea a visitar- a las miradas institucionales -que se manifiestan en una

    variada gama de documentos de ordenacin territorial (Planes Generales de Ordenacin

    Municipal, Planes de Subregionales de Ordenacin Territorial, Planes Sectoriales)- y las

    miradas connotativas o artsticas que descubrieron, por ejemplo, la cornisa del Aljarafe

    como un lugar privilegiado para contemplar el paisaje (Fig. 1) o crearon imgenes como

    las de Rodrigo Caro sobre Itlica, por cuya expresividad y carga simblica

    transcendieron al acervo cultural colectivo: Estos Fabio, Ay dolor!, que ves ahora/

    campos de soledad, mustio collado/ fueron un tiempo Itlica famosa .

  • 17

    Pero haciendo comprender a los estudiantes, que sus respectivos cuadernos de

    campo deben ser el fruto de un trabajo en el que se conjuga las informaciones recibidas

    en la memoria con sus propias categorizaciones de las mismas, a travs de las

    observaciones directas que se van desarrollando en el viaje. En definitiva, el itinerario

    ofrecer la oportunidad de dar el salto de la informacin al conocimiento - que

    preconiza Edgar Morin- o lo que es lo mismo de aprender significativamente a travs de

    la acumulacin de capital propio de conocimientos que en virtud de su

    experimentacin u observacin directa- queda grabado y no se olvida. Siguiendo con el

    ejemplo de la cornisa aljarafea, puede aprenderse a mirar un sector de su escarpe norte

    y a describirlo sucintamente, desbrozando sus elementos en un croquis y en unos

    apuntes sintticos, como los que recogen la figura 2. Sin embargo, la mirada personal

    tiene sobre todo un carcter vivencial, que puede y debe ser expresado a travs de

    creaciones o reflexiones emocionadas. As, se incita a los alumnos a plasmar por

    ejemplo- la visin del escarpe del Aljarafe desde un punto elegido con alguna

    descripcin literaria e incluso con algn dibujo rpido o acuarela.

    Fig.. 1. Vista desde el cerro de Santa Brgida. 1878, autor desconocido

  • 18

    Perfil escarpado con lomas y vaguadas. Multiplicidad de planos de articulacin

    del espacio. Usos predominantemente agrcolas con herbceos en el pie y olivar

    en el talud y en la cornisa. Usos urbanos centrados en el ncleo de Valencina.

    Amplia cuenca visual articulada en diversos planos sobre los que se superponen

    los elementos predominantes. Lneas de fuga muy definidas en sentido

    longitudinal. En el segundo plano, el borde del talud acta de cierre de

    escenario. Conflictos por la proliferacin de antenas y lneas elctricas

    B.- Fase de desarrollo. La estructura del viaje constar de tramos, paradas, jornadas,

    etc., que pueden diferenciarse por su carcter pasivo y activo. En el primer caso, se

    accede al paisaje desde el autobs y se otorga mayor protagonismo al profesor, que va

    ofreciendo una informacin y dando las claves de posibles interpretaciones -unidades

    (ambientales y paisajsticas), escenarios, elementos, hitos, miradas (otros viajeros y

    otras formas de viajar), huellas, reflexin sobre el contexto (lugar y tiempo)-.

    Pero no puede cambiarse el paisaje por el pasaje, sino que hay que buscar el

    contacto activo del estudiante con el propio territorio. Para ello, se programan paradas

    en lugares con un contenido especfico (geogrfico, histrico, antropolgico, ecolgico,

    esttico, etc), donde se procura la inmersin del alumno no slo para distinguir

    Fg. 2. Croquis y sntesis descriptiva del escarpe norte del Aljarafe,visto desde la carretera de Valencina a Santiponce. Elaborado por alumnos de Humanidades de la UPO. Curso 2004-05.

  • 19

    elementos, huellas y miradas, sino tambin para establecer relaciones sensibles o

    vivenciales e interpretaciones lgicas. Parar, por ejemplo, a la cada de la tarde en el

    desierto de Tabernas permite experimentar la sensacin de la amplitud trmica diaria de

    un desierto, como parar en los arenales perimarismeos a horas tempranas permite

    entender sensiblemente lo que es el albedo de la arena y un frial.

    Invitar al estudiante a aventurarse en un espacio desconocido resulta tambin una

    gran experiencia docente, porque en la sorpresa y la emocin puede estar el comienzo

    de la sabidura. Entrar en la gruta del agua de Tiscar, a travs de un angosto pasadizo

    excavado en la roca, permite encontrarse con algunas de las dimensiones simblicas de

    un lugar: lo sagrado, lo mgico, lo telrico.

    Seguir a pie determinados recorridos elegidos, comenzando por una primera

    explicacin que ofrezca diferentes miradas a lo que se va a observar, puede ser un

    mtodo pedaggico significativo para despertar la emotividad y crear la oportunidad de

    la aparicin de momentos fuertes, en los que se invita a pararse, a sentir y a expresar lo

    que se siente tanto a travs de la abstraccin como de la pura descripcin edonista,

    esttica y/o tcnica.

    En definitiva, con estos tipos de acercamientos se busca la comunicacin ms

    emotiva con el paisaje a travs de una reflexin intima y un disfrute colectivo (es decir

    el congoce o gozo colectivo al paisajear). No puede olvidarse que la diferencia

    entre espacio o territorio o ecosistema y paisaje es la emocin desinteresada que este

    ltimo trmino conlleva.

    Un recurso til y experimentado para centrar las miradas de los estudiantes y captar

    sus atenciones intentando superar las dificultades que todo viaje conlleva -cansancio,

    dispersin y saturacin de contenidos por las excesivas informaciones inmediatas- es la

    propuesta de actividades muy concretas en momentos puntuales: Invitar a los

    estudiantes a que voluntariamente expliquen a sus compaeros las sensaciones y la

    significacin del propio viaje, efectuar una serie de preguntas que obliguen a relacionar

    las distintas informaciones recibidas a travs de sus respuestas personales en sus

    cuadernos de campo o incitar a que se efecten aportaciones individuales o colectivas a

    la acumulacin de capital cognitivo que significa una actividad docente cuya

    programacin anual puede ir mejorando con las aportaciones de todos.

  • 20

    3.3. Hacia una gua docente de los paisajes andaluces

    Con estos planteamientos, el rea de Anlisis Geogrfico Regional de la Facultad de

    Humanidades de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla ha ido promoviendo la

    realizacin de un viaje de cuatro das por algunos de los paisajes andaluces ms

    representativos, pero al mismo tiempo menos accesibles a nuestros propios estudiantes.

    En principio el viaje se desarrollaba como parte del Programa de Geografa de

    Andaluca de cuarto de Humanidades, pero ha ido evolucionando naturalmente hacia

    una propuesta pluridisciplinar y abierta para alumnos de diversas especialidades

    (Humanidades, Ambientales, Sociologa, distintos Doctorados y estudiantes del

    Programa Erasmus).

    La experiencia acumulada se ha ido plasmando en un modelo terico de gua

    docente, cuyo perfeccionamiento y ampliacin se ha propuesto como una de las tareas a

    desarrollar por el rea de conocimiento. La propuesta de un itinerario concreto est

    limitada por la disponibilidad de tiempo, lo que obliga a elegir unos recorridos en

    detrimento de otros. Aqu se va a presentar una combinacin de varios recorridos muy

    experimentados en los ltimos seis cursos y que se han venido desarrollando durante la

    segunda semana del mes de marzo, de jueves a domingo, todos los aos desde 2001

    (mapa 1).

    En definitiva, efectuamos aqu una presentacin suscinta de una acumulacin de

    experiencias docentes, con la intencin de que puedan elegirse distintas alternativas

    viajeras. De manera que, al desarrollar nuestro itinerario, nos referiremos a etapas del

    viaje que podran ser cubiertas en tiempos distintos en funcin de la profundidad que se

    quiera lograr. Tales etapas sern desarrolladas esquemticamente en tramos que nos

    permitan apuntar las claves interpretativas de los paisajes que se van observando e

    introducir algn texto literario o aproximacin pictrica y fotogrfica que puedan ayuda

    a ir desencadenando la propia interpretacin del alumno.

  • 21

  • 22

    ETAPA PRIMERA: SEVILLA-CAZORLA.

    1.- Desde Sevilla a Crdoba el autobs muestra sus cualidades como belvedere mvil,

    pues su altura permite la observacin completa del paisaje de unas campias que van

    mostrando sus rasgos ms especficos, tanto tradicionales -lomas pandas, erosin,

    alcores, cultivos herbceos extensivos, cortijos blancos, agrovillas- como nuevos

    -olivares en regado, frutales, agroindustrias-, en un marco general dominado por la gran

    propiedad. Slo entre la Luisiana y la Carlota el paisaje refleja un orden territorial

    distinto, consecuencia de la plana geomorfologa generada por las raas, y unas

    estructuras de la propiedad y formas de poblamiento impuestas por los proyectos

    ilustrados de Olavide.

    En este tramo son posibles distintas paradas: Carmona como ejemplo de ciudad

    monumental emplazada en el borde de los alcores dominando la vega del Corbones. La

    cuesta del Espino es el lugar ms indicado como observatorio panormico de los

    grandes conjuntos territoriales andaluces, desde sierra Morena a las Subbticas, pasando

    por la vega y las campias. Una parada en Crdoba permite presentar tanto la ubicacin

    y localizacin de esta ciudad-puente, como la huella de la historia en su espacio urbano.

    Finalmente, una posible visita a Medina Azahara aadira a la experiencia anterior la

    potencia territorial y la dimensin paisajstica de aquella ciudad imperial musulmana.

    Los gegrafos rabes distinguan en lo que hoy llamamos provincia de Crdoba

    dos espacios naturales: la Sierra y la Campia. Entre sierra y sierra se extiende la

    campia: Sierra Morena al Norte; Sub-btica al sur. El Guadalquivir parte por gala en

    dos a la provincia y otros ros la delimitan: el Retortillo, el Zjar, el Yeguas, el Genil.

    Estos y otros ms llenan los pantanos; de sus sierras brotan innumerable manantiales y

    en la campia se abren lagunas, salobres algunas y permanentes, dulces otras y

    estacionales. Esta agua y la vida que riega contribuyen a hacer llevaderos los trridos

    veranos cordobeses. Para esos veranos tiene Crdoba sus patios, como los tienen

    Sevilla y los tiene Granada, pero los patios de Crdoba son de una gran sobriedad

    popular: la cal, el ail, la calamocha, la grava fina, las peladillas de arroyo, algn

    herraje, alguna yesera y flores, flores, flores.....(Duque, A. 2001).

    2.- La planitud verde de la vega del Guadalquivir nos acompaa hasta Montoro. El

    bosque galera va marcando el curso del ro que lame el pie de sierra Morena haciendo

    aflorar en algunos puntos del cauce negras pizarras paleozoicas. Sobre los ricos

  • 23

    sedimentos aluviales de la margen izquierda, el regado crea uno de los paisajes agrarios

    ms ricos de Europa. Es necesario desviarse unos pocos quilmetros para parar en un

    mirador frente al pueblo. Aqu un pronunciado meandro abraza el promontorio de rojos

    materiales trisicos. El conjunto urbano es armnico, dibujndose como ejemplo

    cannico del paisaje de un pueblo andaluz en la campia. En el ro el puente medieval

    de las Donadas marca el contacto entre espacios distintos. Aqu domina lo ecotnico, la

    confluencia complementaria de ecosistemas y de culturas. Aqu la sierra y la campia se

    tocan, se confunden y se comunican.

    3.- Desde Montoro y hasta beda aquella duplicidad tan complementaria de Andaluca

    domina el paisaje. Las campias altas se van quebrando y elevando hasta superar los

    850 metros en la comarca de las Lomas. El mar de olivos se pierde en el horizonte.

    Olivos regados, sin vecera, de suelos limpios, sin insectos ni pjaros: un verdadero

    desierto verde. Como teln de fondo, Sierra Morena, acumula recursos cualitativos: la

    sabidura oculta tras la gestin de la dehesa; el agua que riega una campia sedienta; los

    espacios protegidos como santuarios de la biodiversidad. Podemos parar en la Carolina

    y buscar huellas de la utopa que se encierra

    bajo el orden territorial ilustrado. El rechazo

    de la naturaleza agreste, de los paisajes

    desolados para imponer la armona del suelo

    colonizado y cultivado, an se aprecia en la

    configuracin de un paisaje serrano peculiar

    dominado por la geometra del parcelario

    agrcola y la planimetra de sus ncleos

    urbanos (Figura 1).

    Si nos dirigimos hacia beda por

    Linares nos encontramos con el orden

    colonial de los paisajes mineros. Estos por su propia filosofa son cclicos, en respuesta

    a la facilidad de la explotacin o a la cotizacin de las materias primas en los mercados

    internacionales. As se muestran como una sucesin de instalaciones ruinosas que no

    obstante por su singularidad se han convertido en parte importante del patrimonio

    cultural de la zona. Tambin el olivar tuvo sus ciclos, tal como podemos apreciar

    parando en la hacienda de la Laguna, cerca de Baeza. Sorprenden la dimensin y diseo

    Figura. 1. Representacin del ideal agrcola de los Ilustrado. Relieve en arenisca de la Carolina, 1870

  • 24

    de unas instalaciones mediante las que la Compaa de Jess lleg a controlar el

    comercio mundial del aceite a principios del siglo XVIII.

    En el camino hacia Cazorla, beda y Baeza son los mejores ejemplos de la

    importancia del patrimonio monumental en las ciudad media de la alta Andaluca.

    Ciudades renacentistas que, tras languidecer durante la primera mitad del siglo XX, han

    encontrado nuevos impulsos en las riquezas del pasado. En ellas y desde ellas, las

    miradas de Machado, de Garca Lorca o la ms reciente de Muoz Molina van

    revelando las claves de sus paisajes de las lomas.

    Se dira que por las calles tristes y silenciosas pasan sombras antiguas que

    lloran cuando la noche media...Por todas partes ruinas color sangre, arcos convertidos

    en brazos que quisieron besarse, columnas truncadas cubiertas de amarillo y yedra,

    cabezas esfumadas entre la tierra hmeda, escudos que se borran entre verdinegruras,

    cruces mohosas que hablan de la muerte (...) La luz muy clara. El cielo muy azul en el

    que se recortan fuertemente los palacios y las casucas con oriflama de jaramagos.

    Nadie cruza las calles, y si las atraviesa, camina muy despacio como si temiera

    despertar a alguien que durmiera delicadamente (Garca Lorca, F., 1918).

    4. Desde beda hasta Cazorla los macizos calizos de las prebticas se levantan en el

    horizonte. Hacia el sur sierra Magina. Al este el parque natural de Cazorla, Segura y las

    Villas que desde siglos ha basado sus modos de vida en la explotacin de los recursos

    de la montaa media: masas forestales, agua, pesca, caza y paisaje. Entrar en el parque

    es subir al corazn de la sierra. Poco a poco se van mostrando las claves fsicas y

    culturales de estas tierras. Cambia la vegetacin con la altura, as las conferas

    escalonan su variedades (el pinaster, el salgareo, pinus nigra y alepensis), mientras que

    la geomorfologa va mostrando todas las formas del relieve Karstico (lapiaces, dolinas,

    navas, cerradas, ros de piedra y canchales). En algunas laderas arrasadas por el fuego

    puede leerse el resultado de conflictos sin resolver. El descubrimiento por los

    romnticos de estos paisajes verticales, de bosques y agua, ha ido evolucionando hacia

    formas de gestin que han desplazado del parque a algunos de sus usuarios

    tradicionales. La implantacin de un parque santuario o de un parque temtico de la

    naturaleza parece que no es la ms deseable. El reciente Plan de Ordenacin del

    Territorio de la Sierra del Segura ha elaborado un buen diagnstico de las

    contradicciones y de las alternativas. Pero los paisajes en su interior estn dominados

    por lo pequeo: cada recoveco, cada ladera, cada altura es un microcosmos

  • 25

    diferenciado. Hay que pisar el suelo para comprender este mundo. Por ello, cerca del

    nacimiento del Guadalquivir paseamos por la cerrada del Utrero, un desfiladero

    profundo de paredes verticales. El lugar invita a la confluencia de miradas. Miradas

    tcnicas, miradas artsticas y finalmente las miradas vivenciales de cada uno de los

    participantes en esta excursin. Nos adentramos en el tiempo profundo de la geologa.

    Millones de aos acumulados en las calizas cretcicas. El acercamiento multidisciplinar

    a travs de la geomorfologa, la climatologa, la botnica, la qumica y la fsica explica

    las cosas, pero slo una inmersin polisensorial en este espacio nos permite llegar a la

    comprensin de su paisaje.

    Ro arriba, hacia los roquedales y los

    pinares de Cazorla, el Guadalquivir se

    vuelve joven y rpido, como un tiempo o una

    vida que progresar hacia atrs, y el paisaje

    va dejando de ser cultivado, latino....

    Ascender por el ro, internarse en la sierra,

    es dejar atrs el espacio roturado por el

    trabajo humano y descubrir el tirn

    primigenio de la naturaleza, ir acercndose

    a los orgenes de algo, a la pureza de un aire ms fro, a los olores de la resina y de las

    hojas, a esas aguas transparentes que en las pozas donde nunca da el sol, estn tan

    heladas que nos atraviesan de dolor si entramos en ellas. (Muoz Molina, 1998).

    ETAPA SEGUNDA: CAZORLA-GRANADA O CAZORLA-ALMERA

    1.- Desde Cazorla a La Cueva del Agua, en Tiscar, la sierra sigue mostrando sus

    secretos, sus bellezas ocultas. Poco a poco la diversidad microclimtica y botnica va

    variando hacia las especies xerfilas. ste es el mundo de los campesinos y paisajes

    grabes pintado por Zabaleta. La atormentada orografa de calizas busca el interior de la

    tierra en una sucesin de profundas grietas, de pasillos trasversales y simas. Al final de

    la interminable subida se invita a los alumnos a penetra en el interior de la cueva del

    agua de Tiscar. El lquido rezuma, gotea, brota con fuerza en las surgencias, pero sobre

    todo, se entra en contacto con otras dimensiones de la geografa, mientras se manifiesta

    el contenido mgico y simblico y las races telricas de algunos lugares sagrados de

    Andaluca.

    Bosque Galera en el Guadalquivir. Regla Alonso, 2005 Alonso

  • 26

    2.- Bajamos hacia Baza. El dogal de montaas (sierra de Quesada, Cazorla, el Pozo,

    Castril, Orce, Mara, Las Estancias, Los Filabres, Baza, Arana) impide el paso de las

    masas de aire hmedo procedentes del atlntico. En consecuencia, el paisaje de la hoya

    y del altiplano es el de la aridez. La riqueza cromtica de los suelos rojizos, pardos,

    amarillentos azulados, contrasta con el minimalismo de una vegetacin blanquecina.

    Domina el esparto, el tomillar, algunos almendros y arbustos de azufaifos. Slo en el

    lecho de los cauces de agua las hileras de chopos refrescan el paisaje. Es un mundo

    duro, el marco territorial de los paisajes de la pobreza que el agua del Negratn intenta

    revitalizar.

    Desde las montaas baja el agua que

    abre pequeos valles tapizados de

    frtiles aluviones. El poblamiento ocupa

    estos espacios ocultos entre paquetes de

    estriles sedimentos en los que brillan

    los cristales de yeso. Los pueblos del

    altiplano, Huescar, Galera y Orce, se

    movilizan para convertir su variedad y

    riqueza patrimonial (geologa,

    paleontologa y arqueologa) en la base

    de nuevas estrategias de desarrollo

    endgeno. La variedad de lugares a visitar obliga a elegir. En Galera el pequeo museo

    arqueolgico-etnolgico es una joya. Desde l hay una visita hasta el poblado algrico

    de Castelln Alto. Luego el autobs recorre los sedimentos dejados por el antiguo lago,

    en cuyas orillas vivi el hombre de Orce. Aqu, en pocos kilmetros cuadrados se

    condensa la evolucin de los paisajes de los altiplanos andaluces desde el Pleistoceno

    hasta nuestros das.

    Baza es una ciudad media y ecotnica emplazada al pie de su sierra. La ciudad

    actual ha conservado el significado geoestratgico del emplazamiento de la antigua

    Basti romana. Sobre ella confluye un tridente de vas de comunicacin que ponen el

    contacto el levante y el poniente peninsular, el sur y el norte. Las comunicaciones han

    convertido a Baza en una ciudad mercado y en centro de actividad y servicios. El

    carcter de encrucijada de esta ciudad obliga a decidir sobre itinerarios distintos

    El valle del ro Galera desde Castelln Alto

  • 27

    3.- Podemos viajar hasta Granada, siguiendo el tramo oriental del surco intrabtico. Se

    van sucediendo las hoyas. La de Guadix, ms frtil y fresca est tapizada de choperas.

    El paisaje troglodita orada las masas rojizas de conglomerados de origen continental. Al

    sur Sierra Nevada, el imponente corazn penibtico de Andaluca jalona el camino hasta

    Granada.

    4.- Tambin como itinerario alternativo podemos seguir en sentido opuesto, bajando por

    el Almanzora hasta Olula del Ro, donde nos desviamos para saltar, a travs de la sierra

    de los Filabres, hasta el desierto de Tabernas. En plena sierra, Macael representa uno de

    los espacios emergentes de Andaluca con base en la economa extractiva. El orden

    territorial colonial se impone al paisaje, a travs de unos cambios tan rpidos como

    irreversibles. Las canteras de mrmol devoran montaas, mientras los escombros crean

    nuevas elevaciones.

    Parada en el desierto de Tabernas. Cuesta entender este desierto del sur de Europa.

    Un reducto aislado de la humedad marina por las montaas circundantes. Por la tarde,

    cuando el sol empieza a ponerse, la temperatura baja repentinamente, pudindose vivir

    en primera persona la oscilacin trmica, como carcter distintivo del desierto en estas

    latitudes y como proceso que incrementa la sensacin de desolacin y la potencia de la

    desnudez en el paisaje.

    5.- Atravesando el desierto se llega al Mediterrneo a travs del paso situado entre la

    sierra de Gador y Alhamilla. Desde sus accesos, la

    ciudad de Almera -situada en un plano ms bajo- va

    presentando sus claves de comprensin: Su

    localizacin sobre una tpica baha Mediterrnea all

    donde sierras y mar se complementan. La huella de su

    pasado, que permite una buena lectura de la ciudad y

    de sus ciclos de prosperidad y decadencia: La

    Alcazaba medieval domina arriba; ms abajo la

    decadencia del Antiguo Rgimen que parece perdurar

    en el entorno de la catedral; auge minero y

    crecimiento de los siglos XIX y XX en la zona del

    puerto y, ms all de la rambla el impacto del La Chanca. Cantn Checa, 1985

  • 28

    La Alhambra. ngeles Ortiz, 1990

    desarrollismo de los 60 y de su modelo turstico. La Chanca aun debatindose entre la

    dignidad de la pobreza -que busca reconocimiento e identidad incluso a travs del arte-

    y la sordidez y marginalidad de la miseria. El barrio de la Chanca se agazapa a sus

    pies luminoso y blanco como una invencin de los sentidos. En lo hondo de la hoya las

    casucas parecen un juego de dados, arrojados all caprichosamente. La violencia

    geolgica, la desnudez del paisaje son sobrecogedoras. Disminutas, rectangulares, las

    chozas trepan por la pendiente y se engastan en la geografa quebrada del monte,

    talladas como carbunclos. (Goytisolo, J., 2001) .

    La nueva ciudad del siglo XXI es una sucesin de barrios mostrencos en la periferia y

    de ambiciosos proyectos de regeneracin del casco urbano, que han convertido la

    rambla del Andarx en el principal espacio de centralidad de la ciudad.

    ETAPA TERCERA: GRANADA-MARBELLA O ALMERA-MLAGA

    1.- En Granada, un tranquilo paseo nos permite descubrir el profundo carcter

    mediterrneo de una ciudad interior, que se ha convertido en el referente histrico del

    sistema de ciudades de Andaluca Oriental. Contemplada desde el mirador de San

    Cristobal, la ciudad descubre todo el sentido de su ubicacin entre la sierra y el dominio

    de una frtil vega. Cruzando por el Albaicn bajamos hasta el Darro para luego subir a

    la Alhambra, mientras que apreciamos la secuenciacin de la trama urbana y sus

    repercusiones sociales y simblicas. Se va haciendo patente la dimensin patrimonial de

    los grandes arrabales histricos tanto en su conjunto como en cada uno de sus

    elementos. Murallas, puertas, calles y sobre todo el carmen: vivienda, belvedere y

    jardn paradisiaco. La fuerza de la historia, las races, la propia dificultad de la

    topografa resisten con tenacidad a las modas tursticas que pretenden crear lugares

    idneos para que los viajeros puedan

    consumir imgenes y todas las

    sensaciones posibles cmodamente.

    La bajada al Darro es un ejemplo

    de la insercin de los cursos fluviales en

    la ciudad y de la importancia del agua en

    la creacin del paisaje granadino.

    Finalmente bordeamos la Alhambra por la

  • 29

    puerta de los chinos para llegar a una explanada donde se agolpan miles de turistas. Han

    desaparecido los olmos bajo el cemento. En estos espacios surgen algunas preguntas

    pertinentes: Avanzamos cuando el arte y la belleza del paisaje se convierte en

    mercanca para el consumo de masas? Es la banalizacin de algunos mbitos un mal

    necesario para aprovechar nuestros mejores recursos patrimoniales?

    2.- Desde Granada el autobs emprende el camino hacia Mlaga. La aglomeracin se

    extiende por la amplia y frtil vega, destruyendo uno de los paisajes agrcolas ms

    hermosos de Andalucia. Sin embargo, aun pueden apreciarse los valores escnicos de

    estos paisajes y su genuina matriz agrcola. Mosaico de cultivos, algunas acequias,

    secaderos y choperas resisten a la expansin inmobiliaria y al caos que esta genera.

    Bajando del secano a la vega se tiene que cruzar un misterioso vado...Un hombre que

    baja teido por el oro del secano se pondra verde al entrar en la vega...dirase que

    penetramos en una pecera verde, el aire es un mar de ondas azules, un mar hecho para

    la luna, donde las ranas tocan sus mltiples flautas de caa seca. (F. Garca Lorca.

    1990).

    El autobs busca un paso que a travs de la penibtica nos lleve a la costa oriental de

    Mlaga. La carretera se empina por una tierra agreste de bancales y almendros. Tras

    dejar atrs Alhama de Granada se sube el puerto de Zafarraya. Arriba, un amplio y

    plano collado bordeado de huertas termina en una especie de puerta por la que se

    atraviesa la penibtica. Al otro lado del Boquete de Zafarraya de acuerdo con el

    nombre que los lugareos han dado a este angosto paso, la luz, la vegetacin, el

    horizonte cambian repentinamente. Se entra en la Axarqua, una comarca singular que

    se extiende hasta el mar desde las vertientes malagueas de las sierras de Almijara,

    Tejeda, Alama y Montes de Mlaga. Bajamos por un paisaje que cambia rpidamente.

    La toponimia morisca de un espacio refugio emerge por doquier. Pero la pequea

    propiedad agrcola dominante, la dispersin del poblamiento, la mejora en los accesos,

    estn impulsando unos procesos de descontrol inmobiliario que transforman la imagen y

    la propia singularidad etnolgica de estos paisajes. El proceso de cambio parece

    impulsado desde un litoral cada vez ms saturado, desde donde se busca suelo y

    recursos como el agua. Al mismo tiempo la agricultura tradicional, de bancales de

    almendros, olivos, algarrabos y vid, va dejando paso a los cultivos subtropicales y de

    invernaderos que descienden por el lecho de las ramblas como ros verdes.

  • 30

    3.- Si en lugar de Granada se sale de Almera, tras unos primeros kilmetros de costa

    acantilada, se llega al Ejido. Hasta el horizonte, el sol arranca brillos a las superficies de

    los invernaderos para crear un paisaje alucinado. Es la imagen de un proceso rpido de

    evolucin desde una posicin econmica marginal a la emergencia en la globalizacin.

    Tal proceso se explica a partir de la conversin en recursos de lo que durante mucho

    tiempo fueron limitaciones. La aridez e insolacin constante fueron generando prcticas

    agrcolas capaces de superar la escasez de agua y de aprovechar al mximo las elevadas

    tasas de radiacin solar. El enarenado retena la humedad y absorba calor, mientras que

    con la implantacin de variedades como el tomate RAF se lograban productos de

    calidad capaces de soportar altas concentraciones de sal. Luego los invernaderos fueron

    forzando la naturaleza para impulsar una agricultura muy productiva pero de altos

    costos ambientales y sociales. La creacin de canales de comercializacin, el

    aprovechamiento de las ventajas de la inclusin de Espaa en la Unin Europea y una

    creciente adaptacin a las exigencias de los consumidores europeos hicieron el resto.

    Sin embargo, no todo es prosperidad. As, la consecucin de los niveles de rentas ms

    elevados de Andaluca se lograba a cambio de la contaminacin de suelos y acuferos, la

    destruccin de suelo frtil y la banalizacin del paisaje; mientras que el crecimiento

    econmico no se traduca en desarrollo neuronal y de calidad de vida. Desde el Ejido

    subimos hasta Dalias, donde la agricultura tradicional de emparrados est

    desapareciendo devorada por el avance de los invernaderos. La carretera busca el

    corazn de la Penibtica, entre la sierra de Gador y la Contraviesa. Alineaciones,

    macizos levantados como islas, pasillos transversales, puertos, valles longitudinales,

    vertientes de solanas y umbras configuran una tierra intrincada y laberntica, de difcil

    acceso y control. Bajamos por el valle del Guadalfeo, buscando el mar.

    4.- Las Alpujarras en las solanas de Sierra Nevada invitan a detenerse y a realizar

    mltiples lecturas de sus paisajes: pueblos blancos, como lagartos al sol, sobre la media

    ladera, en el borde del deshielo, donde el agua corre por miles de acequias todo el ao.

    La posicin de abrigo frente a los fros del norte y la historia han configurado un paisaje

    singular, mitificado y mixtificado. Tierra refugio, donde los moriscos sublevados

    resistieron a las fuerzas de D. Juan de Austria. El aislamiento secular que hoy empieza

    a romperse con mejores accesos hacia Granada y a la costa est facilitando nuevas

    estrategias econmicas, basadas en el ecoturismo y la calidad de los productos serranos.

    El rico patrimonio etnolgico y natural empieza a ser explotado. Poco a poco el mundo

  • 31

    primitivo, casi virgen que describi Alarcn y ms tarde Brenan empieza a convertirse

    en una marca de consumo para el turismo de masas. Como puede verse siempre aflora el

    mismo dilema entre crecimiento y desarrollo, aunque de algo no hay duda: de la medida

    de estos procesos depender el futuro real de esta tierra.

    Que esplndido espectculo esos miles y miles de bancales brillando con todos los

    matices del verde en las faldas de la sierra!.( Sermet, J., 1956).

    5.- En su tramo final, el valle el Guadalfeo se abre en una frtil vega aluvial junto al

    mar. Desde esta vega de Motril hasta Mlaga se aprecian las huellas del

    aprovechamiento de las peculiaridades del clima. Aqu, junto a un mar clido, al

    resguardo de los vientos fros del norte se han ido desarrollando ciclos econmicos

    diversos. Para empezar, el aprovechamiento agrcola de la variante subtropical del clima

    mediterrneo impuls la eclosin coyuntural de diferentes cultivos: primero fue la caa

    de azcar, luego frutas subtropicales como la chirimoya y el aguacate, ms tarde los

    invernaderos posibilitaron una agricultura intensiva de primor. Pero esta agricultura ha

    ido cediendo su lugar a las instalaciones para el turismo. Un turismo masivo de sol y

    playa, inicialmente, para evolucionar hacia un modelo intensivo de carcter residencial,

    que est convirtiendo la costa subtropical de Andaluca en el gran geritrico de Europa.

    En cualquier caso, son los factores exgenos los que han ido provocando un modelo de

    crecimiento de carcter colonial, el de los ciclos agrcolas propios de una colonia de

    explotacin y el de los ciclos tursticos ms propios de una colonia de poblamiento. El

    resultado final es un territorio conurbado y muy tensionado. El paisaje recoge estas

    tensiones, provocando en el recorrido hasta Malaga lecturas intencionadas que van

    desvelando el estado del territorio. En Almuecar, Nerja o Torre del Mar aparecen

    ntidos ejemplos del desorden territorial de la

    costa mediterrnea: los vectores naturales

    dominados por la verticalidad son interrumpidos

    por las perpendiculares redes de comunicacin,

    trazadas paralelamente a la costa.

    6.- En Mlaga, no hay mejor otero que el castillo

    de Gibralfaro. La mirada panormica va

    revelando la estructura morfolgica y los Mlaga, ciudad mediterrnea

  • 32

    principales momentos y procesos de construccin de la ciudad. La ciudad heredada va

    mostrando sus lmites. El origen fenicio se aprecia en su localizacin cerca de un

    promontorio, dominando por un lado la baha y, por otro, la fertilidad y el agua del delta

    del Guadalmedina. En su subsuelo, aflora la ciudad romana junto al puerto, mientras

    que el ro indica la extensin de la ciudad rabe amurallada. La ciudad del antiguo

    rgimen aporta una dimensin monumental con las mltiples iglesias y conventos que

    con sus torres dan un aspecto erizado al paisaje urbano. La ciudad burguesa del XIX,

    impulsada por la expansin del comercio de productos agrarios y coloniales, se vincula

    a los espacios ms connotados y degradados. En los 60, Malaga desborda sus lneas de

    fijacin y se expande al otro lado del Guadalmedina, por las laderas de sus montes y por

    el lecho de sus ramblas y barrancos. Es el urbanismo del caos, que intenta ser encauzado

    por el ltimo Plan General de Ordenacin Urbana, potenciando grandes proyectos de

    expansin en la periferia y promoviendo la recualificacin en el centro histrico.

    7.- Hasta Marbella se extiende la costa del sol occidental. Son los mismos procesos que

    se han ido vislumbrando en la costa del sol oriental, aunque aqu son ms intensos.

    Desde la costa, las edificaciones se escalonan hacia el interior. No es fcil definir este

    continuo urbanizado, en el que los ncleos originarios (Torremolinos, Fuengirola,

    Benalmadena, Marbella) han quedado soldados unos a otros. La complejidad se ha

    concretado en un caos de difcil definicin, gestin y asuncin, hasta el punto de

    producir la sensacin de que se viaja por una realidad sin nombre, que solo puede ser

    descrita mediante la metfora: ciudad dispersa, magmtica, metstasis urbana.

    Los campos de golf son edenes sintticos con distintas formas y siluetas... ocultan

    imgenes que slo pueden trasladarnos de algn modo a un paraso artificial... como

    los soados por Edgar Allan Poe o Jimi Hendrix... En ellos se consigue fundir, ms

    bien acoplar, la naturaleza real con la inventada. Los montes, pinos, ros, gaviotas, e

    incluso el mar, que siempre estuvieron ah, se enlazan armoniosamente con lagos,

    palmeras, casas y cisnes (Montero E., 1999).

    ETAPA TERCERA: MARBELLA ESTRECHO DE GIBRALTAR BOLONIA-

    SEVILLA O MARBELLA GAUCN RONDA SEVILLA.

    1. En Marbella, Puerto Banus concentra todo el significado de estos espacios

    emergentes. Con su urbanismo kich de lujo decadente, un gran escenario se abre en

    torno al puerto, recreando rincones del pasado, mientras que hacia el exterior la

  • 33

    Las primeras representaciones. Cueva Atlanterra (Tarifa)

    especulacin alimenta la hoguera de las vanidades, construyendo un lugar marcado por

    publicitadas connotaciones negativas.

    2. Sin lugar a dudas, el estrecho es uno de los territorios ms complejos de Andaluca.

    Al sur del sur, ocupa el vrtice del rombo hmedo de la comunidad, donde una elevada

    pluviometra explica la riqueza de un patrimonio natural rico y variado, cuya expresin

    se concentra en el parque natural del Estrecho y sobre todo en el de los Alcornocales. El

    Balcn de Europa, entre Algeciras y Tarifa permite detenernos sobre algunas de las

    claves de comprensin del mbito: la situacin geopoltica entre Europa y frica de la

    que apenas nos separan unos pocos kilmetros, espacio puente y sobre todo frontera

    casi impermeable. Frontera de cristal, intangible, transparente pero impenetrable.

    Estamos ante un espacio marcado por la confluencia de escalas:

    - Escalas locales a un lado y otro del estrecho. Los mismos paisajes, un mismo

    relieve, una misma luz como escenarios para mundos diferentes. La Lnea,

    Algeciras, Tarifa, como Ceuta, Tnger o Tetun son espacios fronterizos, dinmicos

    y problemticos. Son espacios para la imaginacin y para el desarrollo de polticas

    integradoras como nica alternativa eficaz contra el avance de la marginalidad y de

    la actividad de las mafias.

    - Escalas regionales: el estrecho no admite visiones parcelarias, las dos orillas exigen

    proyectos integradores.

    - Escala global, donde la frontera debera ser ejemplo de que otro mundo, menos

    segregado y ms integrado, es todava posible

    3.- Vamos bordeando el estrecho hasta Tarifa. Desde aqu, el paisaje se va aplanando

    por la comarca de la Janda y nos acercamos

    a la costa por Zahara de Los Atunes. Estas

    costas de los Duques de Medina Sidonia se

    dedicaron tradicionalmente a la pesca del

    atn rojo en las almadrabas. Las ruinosas

    murallas de la fortaleza de la Chanca

    zaharea recuerdan este pasado. Aqu, como

    en todo el litoral crecen las urbanizaciones,

    aunque an queda la imagen de costa

    desolada, casi vacia y azotada por los

  • 34

    vientos del levante. Mundo apartado, el finibusterrae del que hablaba Cervantes en su

    Ilustre Fregona. A lo largo de esta costa, van apareciendo cadencialmente las torres de

    vigilancia construidas en poca de Carlos III. Sobre el cabo Camarial, una de aquellas

    torres se ha reconvertido en gendarme de la frontera, con un radar que, conectado al

    centro de trfico martimo de Tarifa, busca pateras. Abajo, hacia el oeste, se extienden

    kilmetros de redes desde la playa para formar la ltima almadraba de estas costas. El

    paseo hacia la ensenada de Bolonia puede constituirse en una excelente inmersin en

    este paisaje del clima, dominado por el fuerte viento de levante. Los pinos se retuercen

    y doblan sus troncos en ngulo recto, las rocas muestran los agujeros de los tafones y en

    la playa, se acumula arena en una enorme duna movil. Dominando la ensenada, la

    ciudad romana de Baelo Claudia entra en la escena. Las ruinas evocan, son smbolos

    que slo pueden interpretase en el paisaje que las acoge. Junto a las ruinas, el centro de

    interpretacin del recinto arqueolgico es una muestra de cmo la soberbia creativa y la

    ceguera administrativa se unen a veces para convertir en un desastre los mejores

    propsitos.

    Viento duro y terrible, llegado de la costa del vecino continente, de los desiertos

    arenosos africanos y de las altas tierras de la Mauritania, ms all del Atlas y de los

    llanos estriles y rocosos de los tuaregs y que parece traer el eco del muecn...impidi

    el trabajo en el mar, agost las sementeras de la campia y en la montanera oblig a

    los rabadanes a buscar para sus ganados las zonas protegidas entre vaguadas, el fondo

    de las torrenteras y de los pinares... slo los toros de lidia continuaban en sus pastos,

    como si el viento que silbara sobre sus cuernos diera ms bravura y arresto a su casta y

    fuera una promesa de fiereza... (Grosso, A., 1963).

    3.- Como ruta alternativa a la del estrecho, a la altura

    de Manilva se puede dejar la carretera de la Costa del

    Sol para tomar la direccin de Ronda por el valle del

    Genal. Desde un primer momento sorprende el brusco

    cambio de imgenes. As frente a la masificacin

    inmobiliaria de la costa, el valle protegido por una

    orografa escarpada y de difcil acceso ha

    permanecido como un territorio aparte, anclado en el

    tiempo, virgen. Este sector sur occidental de la

    El valle del Genal

  • 35

    serrana de Ronda es un enclave de valores paisajsticos nicos que, sin embargo desde

    que se mejoraron los accesos a sus pueblos, empiezan a ser amenazados por el

    crecimiento de la costa del sol. De esta forma sus recursos, su propio atraso y las

    necesidades de la costa se mezclan para generar unas dinmicas territoriales paradjicas.

    El desarrollo turstico del litoral atrajo a su poblacin con lo que el valle se fue

    despoblando y con ello, las actividades econmicas tradicionales - precisamente las que

    mantenan vivos estos paisajes- se fueron abandonando. Hoy da, algunos de sus

    mejores recursos -agua, paisaje, tradicin, patrimonio urbano, suelo barato- empiezan a

    ser contemplados como fundamentos de un futuro desarrollo, cuyos primeros

    planteamientos responden ms a necesidades alctonas que autctonas y,

    consecuentemente, pueden terminar de aniquilar la calidad del medio. Es preciso que

    estos pueblos recobren su actividad y parte de sus efectivos demogrficos, pero sin

    perder sus valores, expresados muy plsticamente en sus paisajes, creados secularmente

    en una sabia relacin con el medio. Resulta, por tanto, fundamental entender las claves

    de estos paisajes singulares: Un medio fsico nico, caracterizado por la variedad

    geolgica y un clima suave y hmedo dentro de la llamada Andaluca verde. La

    vegetacin es abundante, adaptndose a la altura y a la orientacin de las vertientes,

    hasta el punto de que sorprende la gran variedad en especies propias de las tres grandes

    regiones biogeogrficas: helechos y robles de la regin Eurosiberiana; encinas,

    alcornoques, quejigos y acebuches propios de la regin Mediterrnea; rododendros y

    otras especies de la laurisilva macaronsica; a las que habra que aadir el pinsapo,

    como relicto terciario. La organizacin del espacio humano tambin muestra sus

    peculiaridades: el poblamiento a media ladera, entre los cultivos del fondo del valle y

    los pastos de las cumbres. Los cultivos (olivar, frutales) distribuidos como islas de

    ager en un mar de saltus. Hoy la mayor parte de los cultivos han sido abandonados,

    con lo que las masas forestales recuperan su espacio originario. Desde Gaucn, a travs

    de una carretera recientemente mejorada, denominada carretera paisajsitica por su

    diseo para integrarse en el paisaje y contemplarlo, se llega a Ronda, atravesando un

    paisaje krstico realmente paradigmtico.

    4.- Parada en Ronda: ciudad media y romntica por excelencia, donde Rilke se

    encontr con la ciudad soada como smbolo de lo eterno. Desde aqu por las Subbtica

    volvemos a las campias. Otra vez la feraz Andaluca en un sector en el que la riqueza

  • 36

    del campo se contrapona a la miseria de quienes lo trabajaban. Desde el pie de la sierra

    y hasta Sevilla se extiende el escenario de las luchas campesinas de Andaluca.

    Hacia el 20, cuando el olor a cebada

    madura flotaba sobre el campo,

    bajaban los serranos de sus pueblos

    Parauta, Juscar, El Burgo-, pueblos

    entre castaos rojos y valles de

    limones dulces. El ms viejo tendra

    treinta aos y el ms joven dieciocho.

    Muchos de ellos haban cazado la

    cabra monts entre los pinsapales de

    Ronda. Bajaban a pie, 600, 700

    hombres, como hemos visto en las

    estampas de Dor en las emigraciones de Historia Sagrada, el patriarca Salvador

    delante, con su pelo blanco y la vara de avellano totmica, y detrs, veinte o treinta

    burrillos con hatos. Cuando llegaban a la tierra llana, se desparramaban por los

    cortijos y trabajaban de sol a sol (Cuevas, J. y J. de las, 2006)

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