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0719-6016ISSN Derechos Reservados © 2015, CIEL CHILE

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Umbral

Literatura para infancia, adolescencia y juventud

Colección de Propuestas Críticas

CiEL Chile

Centro de Investigación y Estudios Literarios:

discursos para infancia, adolescencia y juventud

EDITORA GENERAL:

Claudia Andrade Ecchio.

EDICIÓN DE ESTILO:

Camila Valenzuela León.

EDICIÓN DE PRUEBA:

Carla Silva Contreras.

DISEÑO DE PORTADA:

Catalina Recabarren.

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0719-6016ISSN Derechos Reservados © 2015, CIEL CHILE

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ÍNDICE

HUGO HINOJOSA LOBOS De La Baquedano al Agamaca. Acercamientos a tres obras de Francisco Coloane: El último grumete de La Baquedano, Cabo de Hornos y Los conquistadores de la Antártida…………….....

3

HUGO HINOJOSA LOBOS Francisco Coloane: una bibliografía crítica.......................................................................................

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PERFIL COLABORADORES-AS

31

Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 2, Año 3 (Febrero 2017): 3-25.

3

DE LA BAQUEDANO AL AGAMACA. ACERCAMIENTOS A TRES OBRAS DE

FRANCISCO COLOANE: EL ÚLTIMO GRUMETE DE LA BAQUEDANO, CABO

DE HORNOS Y LOS CONQUISTADORES DE LA ANTÁRTIDA

HUGO HINOJOSA LOBOS

Coloane, Francisco. El último grumete de la Baquedano.

Santiago de Chile: Zig-Zag, 1941. 159 páginas.

Coloane, Francisco. Los conquistadores de la Antártida.

Santiago de Chile: Zig-Zag, 1945. 140 páginas.

Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 2, Año 3 (Febrero 2017): 3-25.

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DE LA BAQUEDANO AL AGAMACA. ACERCAMIENTOS A TRES OBRAS DE

FRANCISCO COLOANE: EL ÚLTIMO GRUMETE DE LA BAQUEDANO, CABO

DE HORNOS Y LOS CONQUISTADORES DE LA ANTÁRTIDA

HUGO HINOJOSA LOBOS

MAGÍSTER EN DIDÁCTICA DE LENGUA Y LITERATURA

[email protected]

RESUMEN

En el siguiente artículo se realizarán breves lecturas de algunas obras de la primera producción escritural

del cuentista y novelista chileno Francisco Coloane: El último grumete de la Baquedano (1941), Cabo

de Hornos (1941) y Los conquistadores de la Antártida (1945). Los textos serán abordados a partir de

tres momentos: primero, su valoración desde la crítica literaria y de sus pares como narrativa dirigida a

adolescencia y juventud; segundo, la vinculación de estas novelas, en particular El último grumete de la

Baquedano, con el modelo de la Bildungsroman o novela de formación y sus implicancias; y, finalmen-

te, el análisis de ciertos tópicos específicos que caracterizan el conjunto de estas obras, que proveerán de

un sentido de unidad a la producción posterior del autor.

PALABRAS CLAVES:

FRANCISCO COLOANE, NOVELA DE FORMACIÓN, NARRATIVA CHILENA.

Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 2, Año 3 (Febrero 2017): 3-25.

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“Yo escribí porque pensé que a la gente les podía

interesar el mundo que les transmitía”.

(Coloane, Revista Caras, 26 de junio de 1998)

ací en Santiago, en un hospital

público llamado Barros Luco,

rodeado del bullicio de la capital,

de esa contaminación que pica en

la garganta y asfixia, de la congestión vehicular

y humana, de una cordillera que muchas veces

aparece opaca y deslavada frente a los ojos. De-

bo reconocerlo, poco conozco del extremo sur,

del Cabo de Hornos, de Tierra del Fuego o del

Estrecho de Magallanes, menos aun de la An-

tártida chilena. He viajado, he vivido diversas

experiencias, pero no puedo comentar nada

acerca de dichos parajes, más allá de lo que una

imagen o un mapa puedan decirme. ¿Cómo

dialogar con aquello que se desconoce? Reco-

nozco también que cuando hace unos años re-

corrí parte de la Patagonia, en la región de Ay-

sén, al llegar a esa bella localidad llamada Cale-

ta Tortel, sentí una extraña sensación de que la

tierra comenzaba a acabarse y que, al igual que

los viajeros de épocas pretéritas, cuando llegara

a Villa O’Higgins, habría un finis mundi, uno

en el que podría caer por un precipicio hacia la

nada tras el océano. Finalmente, nunca llegué a

dicho lugar para confirmar mis suposiciones

míticas.

También podría confesar que sufro una

extraña atracción hacia dicha zona, como si

fuera parte de un recurrente déjà vu, en el que

me siento parte del lugar con una sensación de

familiaridad que ni siquiera alcanzo a cuestio-

nar. Sin embargo, entre toda esta indagación

particular en el espacio de la memoria personal,

busco las señas de aquella inefable conexión, y

vuelvo a mi adolescencia cuando, por primera

vez, me enfrenté a la obra del escritor chileno

Francisco Coloane. Recuerdo haber leído El

último grumete de la Baquedano y sentirme

parte de las aventuras del joven Alejandro en

búsqueda de su hermano Manuel, o posterior-

mente acercarme a Los conquistadores de la

Antártida con igual fascinación. Al igual que el

fuerte influjo que tuvo en mí la obra de autores

de aventura como Julio Verne o Robert Louis

Stevenson, Coloane permitió acercarme direc-

tamente a una realidad que, desde la lejanía,

parecía oculta o simplemente inaccesible. Co-

mo señala el novelista, académico y crítico lite-

rario Alejandro Zambra en su prólogo a El

último grumete de la Baquedano:

Hay escritores que hacen desconocido

lo conocido: describen situaciones co-

munes y corrientes que de pronto nos

parecen sorpresivas. Como ese cuento

de Julio Cortázar, por ejemplo, “Ins-

trucciones para subir una escalera”

N

Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 2, Año 3 (Febrero 2017): 3-25.

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[…]. Francisco Coloane, por el contra-

rio, hace conocido lo desconocido, nos

muestra un paisaje que no estaba en las

novelas ni en los libros de historia. Al

leer sus libros aprendemos palabras

nuevas y sobre todo conocemos formas

de vida distintas. Y de pasada apren-

demos, también, que hay cosas nues-

tras que para los demás son desconoci-

das: que el mundo propio puede ser,

para otros, un enorme misterio. (8)

De esta forma, la obra de Coloane genera

un sentido de pertenencia de aquello que no

logro reconocer o aprehender más que en la

ficción literaria, permitiendo acceder a un co-

nocimiento muchas veces vedado por la distan-

cia geográfica. Por ejemplo, el más austral de

los tres grandes cabos al extremo de nuestro

continente, el Cabo de Hornos, aquel punto

que parece casi irreal en su lejanía solo alcanza-

ble para hombres y mujeres con un sentido de

la aventura a prueba de todo, es el que ahora se

acerca, se abre ante nuestros ojos a través del

lenguaje. En cierto modo, se podría decir que sí

he estado ahí, que he recorrido cada espacio de

su entorno, que he surcado sus canales y reco-

vecos ocultos que hacen temer hasta a los mari-

nos más experimentados, pero también que

algo de mí ha cambiado tras su lectura.

Trato de enfatizar que si pretendemos va-

lorar la obra de Francisco Coloane, no pode-

mos solo hacerlo desde un punto de vista pu-

ramente literario, acercándonos a su marcada

estética realista, su prosa precisa y embriagado-

ra como travesía en alta mar. Debemos com-

prender que las experiencias de la lectura son

siempre subjetivas, personales, modifican nues-

tro modo de comprensión del mundo y es ahí

en donde el texto literario despliega todo su

potencial, abriendo un espacio para lo posible y

lo verosímil. ¿Quién necesita viajar a la luna, si

el poder de la palabra tiende una escalera al

infinito? ¿Quién requiere de un mapa, si reco-

rriendo por los senderos del lenguaje llego al

puerto que desee? Es así que las novelas y cuen-

tos de Coloane funcionan, a su manera, como

roperos hacia Narnia, como cruces a través del

espejo. Una ficción que convierte el imaginario

en realidad. Símbolo de esta afirmación es que,

aun con todo el conocimiento experiencial del

extremo sur de Chile que tiene el autor, no

conocía todavía la Antártida chilena al momen-

to de escribir Los conquistadores de la Antárti-

da, y solo será años después que la visite.

Claramente esta fijación tan exclusiva con

el sur de nuestro país se asienta en datos bio-

gráficos del autor, como su nacimiento en

Quemchi (en la isla grande Chiloé) allá por

1910, como también ser el hijo de un marino

que recorría los mares en un barco ballenero, o

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los diversos oficios que luego ejerció en la Pata-

gonia; sus viajes en diversos navíos, su perma-

nencia en estancias ganaderas, sus visitas a paí-

ses lejanos como China. Tal como señala el

escritor Jorge Edwards (2002):

Francisco Coloane, a partir de su expe-

riencia particular, única, pudo aplicar

una mirada fresca, de niño grande, a su

manera sabia, a un mundo del fin de la

tierra y de los tiempos, o quizás de los

comienzos, de otros comienzos. La Pa-

tagonia, Tierra del Fuego, el Cabo de

Hornos, con sus mares, con su fauna y

su flora, con sus tempestades, con sus

leyendas, pasaron a formar parte de los

espacios mentales nuestros. (párr. 2)

Sin embargo, no quisiera que nos detu-

viéramos en lo puramente anecdótico y que

fuéramos más allá, porque en cada relato, en

cada aventura narrada por Coloane se vierte

toda una geografía, antes difusa para nuestra

mente del valle central. Es por lo mismo que, al

igual que un mago en el que debemos confiar y

seguir sus trucos para que el acto pueda ser ce-

rrado y celebrado, nosotros debemos aceptar los

artilugios del autor, seguir sus descripciones del

entorno y de las actividades propias del extremo

sur, y asumirlas como una verdad, como un

modo trascendental de vivir ofrendado al lec-

tor-a. La obra de Coloane genera un verdadero

imaginario del confín del mundo, construyendo

la realidad mientras no podamos tener acceso a

la autenticidad de nuestra propia experiencia in

situ. Si comenzamos a rastrear en sus diferentes

narraciones, podremos encontrar profusamente

la instalación de un referente geográfico, cultu-

ral y social que logrará cierta veracidad en los-

as lectores-as. En este sentido, el extremo sur y

sus parajes, antes figuras lejanas y desconocidas,

ahora se vuelven perturbadoramente reales. El

mismo uso de un lenguaje profusamente técni-

co, en términos geográficos y marítimos, gene-

ra una experiencia de verosimilitud profunda.

Tal como señala el reconocido crítico literario

Alone (1941):

Ignoramos si el autor habrá navegado

efectivamente; pero su terminología

nada deja que desear para infundir esa

creencia; usa la provisión justa de tér-

minos náuticos para que el hombre de

tierra firme se sienta en alta mar y has-

ta experimente un ligero desvaneci-

miento. (párr. 34)

Entonces se hacen necesarias las pregun-

tas: ¿Cuál es realmente el imaginario que el

autor desarrolla? ¿Cómo la crítica ha valorado y

comprendido su obra? En este sentido, pro-

pongo esta peculiar introducción desde una

Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 2, Año 3 (Febrero 2017): 3-25.

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lectura personal, asumiendo que la escritura de

Francisco Coloane, más allá de la figura auto-

ral, también es profundamente vivencial, se

vincula con las experiencias del hombre real, el

que está más allá del escritor, y esa misma vin-

culación impregna cada una de sus obras, do-

tándolas de una noción de conjunto pocas veces

vista en la narrativa chilena. Para dicho fin,

abordaré tres obras enmarcadas en la primera

etapa del autor: El último grumete de la Ba-

quedano (1941), Cabo de Hornos (1941) y Los

conquistadores de la Antártida (1945). En ellas

revisaré tres aspectos que me parecen relevantes

de considerar: en primer lugar, la valoración

que la crítica literaria y sus pares escritores ha-

cen de su obra, caracterizándola como narrativa

escrita para adolescentes y jóvenes; en segundo

lugar, la vinculación de estos textos, en particu-

lar El último grumete de la Baquedano, con el

modelo narrativo de la Bildungsroman o novela

de formación; y, por último, el análisis de cier-

tos tópicos específicos, como el impacto de la

naturaleza del extremo sur en el desarrollo de

sus novelas y cuentos.

I. COLOANE ANTE LOS OJOS DE LA CRÍTICA

El caso de la obra de Francisco Coloane es un

tanto ejemplar, en términos de la valoración

realizada no solo por la crítica literaria, sino por

sus propios pares. Desde el comienzo de su

producción, por la década del cuarenta, sus

obras logran un alto impacto en la crítica litera-

ria, que recalca las cualidades narrativas innatas

del autor. Por ejemplo, Alone (1941) destacará

en El último grumete de la Baquedano que “El

relato continúa firme, sobrio, veraz. Y resulta

admirable advertir cómo, aun las que podrían

llamarse deficiencias en otro género o en otro

tono de narración, aquí contribuyen a reforzarla

y darle méritos” (párr. 21). Parte de este impac-

to se verá reflejado en la serie de premios que

obtendrá por sus primeros textos. En 1940 El

último grumete de la Baquedano, su primera

novela, obtiene el Primer Premio en el Concur-

so de Novela Infantil auspiciado por la Empre-

sa Editora Zig-Zag y la Sociedad de Escritores

de Chile. Luego, en 1941, es galardonado con

el Primer Premio en el Concurso Municipal del

IV Centenario de Santiago de Chile, por su

libro de cuentos Cabo de Hornos. A su vez, en

1945 recibe el Premio Zig-Zag por su novela

Los conquistadores de la Antártida, y, poste-

riormente, en 1957, obtiene el Premio Munici-

pal y el Premio Anual de Literatura de la So-

ciedad de Escritores de Chile por su colección

de cuentos Tierra del Fuego (1956).

Toda esta admiración y valoración por su

obra se verá coronada en 1964 con la obtención

del Premio Nacional de Literatura. Ricardo

Latcham (1964), en un artículo de prensa sobre

el volumen de cuentos Tierra del Fuego, afir-

Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 2, Año 3 (Febrero 2017): 3-25.

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ma: “Y esto basta para consagrar a Coloane

como uno de los mejores relatistas nacionales,

tanto por la variedad como la novedad de su

universo fabulístico” (5). El mismo año, Mario

Garfias, al obtener Coloane el Premio Nacio-

nal, sostendrá que “[…] con él ingresa al club

de nuestros inmortales (sic) el narrador que

convirtió la aventura en material de creación

literaria”, para luego agregar que “[…] su obra,

junto con ser un itinerario geográfico de la

aventura, es prueba categórica de la importan-

cia de la experiencia vivida en la ficción creati-

va” (3). En 1968, Hernán del Solar, en su rese-

ña a la antología de relatos El témpano de Ka-

nasaka y otros cuentos, asevera: “[…] nadie que

sepa leer a este gran escritor puede perder su

tiempo en buscar comas que faltan, cambiar

palabras que remecen, quitar durezas de sonido

o significado” (párr. 4).

A pesar de los elogios y premios que lle-

van a Coloane a ubicarse entre los grandes na-

rradores chilenos del siglo xx, su propia obra

sufrirá la carga de sus galardones. Tanto El

último grumete de la Baquedano como Los

conquistadores de la Antártida recibirán distin-

ciones dentro del incipiente ámbito de la litera-

tura escrita y/o destinada para adolescentes y

jóvenes. Amparada bajo la editorial Zig-Zag,

su obra rápidamente será catalogada como ‘lite-

ratura juvenil’, lo cual la expondrá a cierto gru-

po de lectores —los jóvenes—, pero la distan-

ciará temáticamente del lector adulto, que verá

en ella solo un producto de aventuras, liviano y

con poca sustancia. El paso del tiempo termi-

nará instalando a Coloane en el canon literario

escolar1, convirtiéndolo, a través de cada gene-

ración y la reimpresión de sus obras, en un clá-

sico de las lecturas obligatorias en la escuela.

No obstante, sabemos que el camino de mu-

chas de aquellas obras es ser reemplazada por

un nuevo clásico en el canon, relegándolas a las

estanterías de una biblioteca escolar y termi-

nando en el olvido.

Este posicionamiento de sus textos, pro-

ducto de sus propios premios, vendrá a minar la

valoración posterior de sus obras, las cuales

serán poco analizadas por la crítica de las déca-

das siguientes y, lentamente, irán quedando en

el abandono académico. Solamente algunos

intentos, como la versión cinematográfica de El

1En primer orden, entenderemos como canon un ‘catálo-go o lista’ o un ‘modelo de características perfectas’ (RAE, 2017). En cierto sentido, el canon —cualquiera sea su especie— organiza, selecciona y jerarquiza los elementos para establecer un criterio ejemplar. Ahora bien, cuando nos referimos a la noción de un canon literario escolar debemos entender, siguiendo a Antonio Mendoza Fillola (2011), que “[…] todo canon pretende, aunque sea de forma transitoria, presentarse como un referente modélico y clásico en el que están presentes las selectas obras de unos autores relevantes” (355); en otras palabras, el canon se presenta como una muestra repre-sentativa y simplificada de todo el sistema literario. De este modo, un canon literario escolar se articula como una selección de obras literarias modelo dirigida al ámbi-to del estudio en la escuela (con diversas finalidades), como por ejemplo, el aprendizaje de la lengua, la forma-ción de lectores, entre otras.

Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 2, Año 3 (Febrero 2017): 3-25.

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último grumete de la Baquedano2, acercarán a

nuevos-as lectores-as a sus novelas y cuentos,

pero siempre bajo la marca de ser un autor leí-

do solo durante la etapa escolar. Considerando

la forma en que la literatura escrita y/o pensada

para adolescencia y juventud ha sido valorada y

abordada, es comprensible que los premios que

en un inicio fueron el espaldarazo para el des-

pegue de Coloane en el contexto de las letras

nacionales, después se conviertan en un lastre,

perjudicando toda su obra. Podemos ver esta

mirada —a ratos peyorativa— de sus textos en

los comentarios del destacado narrador nacio-

nal Carlos Droguett (1974), quien afirma:

El último grumete de la Baquedano y

Los conquistadores de la Antártida,

son novelitas leves, ingenuas, agrada-

bles, insignificantes, que, además de

nutrir y poblar la imaginación de gene-

raciones de juventud chilena, han teni-

do, con toda seguridad, el importante

papel de servir, sucesivamente, de es-

2El último grumete (1983) es una película chilena dirigi-da por Jorge López Sotomayor. Basada libremente en la novela de Francisco Coloane, el film está protagonizado por Gonzalo Meza, en el rol de Alejandro Silva, además de Guillermo Altamirano como Manuel, y Cora Rivas como la madre de los hermanos Silva. Entre las licencias que se toma del texto original están añadir un romance juvenil de Alejandro y cambiar La Baquedano por el buque escuela Esmeralda (por eso se omite su nombre en el título). Cuenta, además, con música original del can-tautor Eduardo Gatti. En 2009, una nueva versión com-pletamente remasterizada es estrenada en televisión abierta, para luego ser lanzada en formato DVD.

tímulo, de nexo y de plataforma de

lanzamiento al futuro auténtico autor.

(622)

En las palabras de Droguett podemos

leer que estas novelas, aunque premiadas, no

tienen más valor que ser el punto de inicio para

una producción posterior mucho más seria, en

la medida que se aleja de la superficialidad de la

literatura para jóvenes. Asimismo, entre líneas,

se reconoce una mirada acerca de la finalidad

de estas obras, la que sería estimular la imagi-

nación de sus noveles lectores-as por medio de

las peripecias y aventuras de sus protagonistas.

Entretención liviana, afán didáctico, serán ca-

racterísticas más que adecuadas para que, efec-

tivamente, sus textos terminen en las repisas de

cientos de bibliotecas escolares y en los listados

de innumerables planes de lectura, aun cuando

no todos sus textos se hayan escrito pensando

para dicho público lector. En ese sentido, Co-

loane es un autor que se asume desde un inicio

con una producción literaria dirigida a destina-

tarios-as adolescentes y jóvenes, pero que, en

sus obras posteriores —que se convierten en

literatura ganada y/ apropiada por y para estos-

as lectores-as—, mantiene las mismas caracte-

rísticas de sus textos iniciales. Aquí podríamos

preguntarnos si, más allá de un modelo eviden-

temente centrado en la aventura al cual recurre

Coloane para sus primeras novelas, estas obras

Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 2, Año 3 (Febrero 2017): 3-25.

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no proponen otro posible camino de entrada.

Por supuesto, debemos considerar que las afir-

maciones de Droguett parten de un prejuicio

lógico sobre los textos que, en su época, se des-

tinaban a la juventud, los cuales, muchas veces,

se dedicaban simplemente a imitar los modelos

de escritura del siglo xix, llenando sus relatos

con afanes moralizantes, aventuras anodinas e

ingenuas con poco valor argumental y literario.

Incluso el mismo Alone (1941), quien destaca

algunos aspectos de El último grumete de la

Baquedano, inicia su crítica señalando:

Elogiar un libro diciendo que obtuvo

primer premio en un concurso de no-

velas infantiles equivale a declararlo

muy sano, muy moral, muy estimulan-

te, o sea, casi a perderlo en la opinión

de una considerable mayoría. La gente,

sin excluir a los menores de edad, pre-

fiere que la entretengan a que la mora-

licen. (párr. 1)

Sin embargo, este mismo crítico es cons-

ciente de que se deben superar los prejuicios

asociados y que, finalmente, el problema no

está en los lectores o lectoras, sino en las pro-

pias obras y sus discursos, y cómo estos se arti-

culan.

El giro de interés en su obra se producirá

en la década de los noventa cuando sus novelas

llegan a lectores extranjeros gracias a la gestión

de otros autores, como Luis Sepúlveda, gene-

rando traducciones al francés, el italiano y el

portugués, entre otros, con gran repercusión en

crítica y en los lectores. Esta mirada foránea,

aunque algo tardía, reconocerá ampliamente a

Coloane, viendo en él una suerte de Jack Lon-

don del hemisferio sur, y hará que algunos po-

cos investigadores comiencen a interesarse en

algunos de sus relatos. Por su parte, nuevamen-

te son sus propios pares quienes destacarán la

influencia de sus obras en toda una generación

de lectores y autores. Armando Uribe, en una

entrevista en El Mercurio en 2001, dirá que

Cuando adolescentes leímos El último

grumete de la Baquedano. Nos produ-

cía placer su lectura. Puedo comparar

mi experiencia real de las primeras lec-

turas que hice de Coloane, con la de

grandes libros, literariamente de pri-

mera categoría, como Robinson Cru-

soe, Moby Dick, de Melville, e incluso

también los intensos relatos de Conrad

(Vejar párr. 18).

Situado ahora entre las figuras de grandes

autores, su producción literaria se renueva, lo

que, desde la perspectiva del estudio de la lite-

ratura escrita para adolescentes y jóvenes, tam-

bién implica una relectura de sus textos escritos

Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 2, Año 3 (Febrero 2017): 3-25.

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inicialmente para dichos lectores y lectoras. A

partir de este nuevo aire que cobra su obra, lo-

gra adquirir una estampa de universalidad que

obliga a recoger sus textos y leerlos bajo nuevas

perspectivas, para sacarlos del espacio al cual

fueron relegados durante décadas.

II. EL ÚLTIMO GRUMETE DE LA BAQUEDANO

Y LOS CONQUISTADORES DE LA ANTÁRTIDA

EN EL MARCO DE LA NOVELA DE

FORMACIÓN3

“Hay veces en que despierto al borde de un abismo

donde termina el mar de mi infancia; pero siempre

encuentro a alguien a mi lado”.

(Coloane, El Mercurio, 9 de noviembre de 2001)

Es innegable la relevancia que adquiere El úl-

timo grumete de la Baquedano, en toda la obra

escrita por Francisco Coloane, Más allá de ser

su primera novela publicada, dando inicio a

toda su producción literaria, el texto logra esta-

3Como ya se señaló, estas dos obras fueron producidas expresamente para el público adolescente-juvenil de la época, las que, posteriormente, se convirtieron en verda-deros clásicos escolares. En 1940, aprovechando la con-vocatoria a un concurso de novela juvenil realizado por la editorial Zig-Zag y la Sociedad de Escritores de Chile, Coloane envía un manuscrito redactado en quince días, esperando ganar el premio en dinero y la publicación de la obra. Conocedor de la corbeta de instrucción naval “General Baquedano” luego de un viaje que realizó de Punta Arenas a Valparaíso, se inspira en esta travesía para la novela. Finalmente, gana el premio y se publica en 1941. Para otro concurso de Zig-Zag, en 1945, Co-loane envía Los conquistadores de la Antártida, logran-do nuevamente la publicación de una de sus obras en 1946.

blecerse como un puntal temático de toda su

narrativa posterior. En esta perspectiva, y si-

guiendo en parte las palabras de Carlos Dro-

guett expuestas anteriormente, en este relato

encontramos una novela que abre el camino a

lo que vendrá después, pero no a la manera de

una obra menor que sirve solo de plataforma

escritural o de ensayo a propuestas venideras,

sino que, por el contrario, a través de su estruc-

tura ligada a la Bildungsroman o novela de

formación, se logran establecer ciertos parale-

lismos entre la obra y la propia vida del autor,

que hacen comprensibles los siguientes textos

producidos por Coloane. Para ello, primero

debemos comprender que la novela no puede

ser considerada como una obra de juventud, ya

que ésta es escrita cuando su autor tenía 31

años y poseía una amplia experiencia escribien-

do4, tanto en ámbitos literarios como no litera-

rios. De esto se puede desprender que su escri-

tura, que le llevó unos pocos días en su redac-

ción, ya considera y desarrolla claramente algu-

nas de las ideas presentes en otros relatos pos-

teriores. Principalmente, debemos tomar en

cuenta el valor del factor biográfico que inunda

sus textos, a partir de la reescritura de experien-

cias vividas en primera persona y que marcan a

4Entre los diversos oficios vinculados a la escritura que realizó Francisco Coloane, previo a la publicación de su primera novela, encontramos: redactor de El Magallanes, periodista policial en Las Últimas Noticias, escribiente en la Armada de Chile, redactor en la Revista Zig-Zag, entre otros.

Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 2, Año 3 (Febrero 2017): 3-25.

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fuego al Coloane escritor y hombre. En este

sentido, El último grumete de la Baquedano

puede ser concebida doblemente como novela

de formación, es decir, tanto para el protago-

nista como para el autor (y, desde este enfoque,

también para el lector). Para ello, analizaré

ciertos aspectos específicos dentro de la obra y

de su continuación, Los conquistadores de la

Antártida, pero antes es importante realizar

algunas consideraciones breves sobre la novela

de formación.

La llamada Bildungsroman o novela de

formación es un modelo recurrente en la narra-

tiva destinada para adolescentes y jóvenes, en

su intención de acercarse a sus lectores y lecto-

ras5 por medio del proceso de identificación de

estos y estas con los protagonistas de las obras

que trabajan con esta estructura. Tal como

apunta Danilo Santos (2012), podemos afirmar

que “[…] el Bildungsroman o novela de forma-

5A pesar de su condición de clásico en el ámbito escolar y la amplitud de público lector al que llega, es innegable que al adoptar el modelo clásico de la novela de forma-ción la obra se encuentra dirigida principalmente a un lector joven y masculino. Por lo tanto, es importante señalar que, aunque pueda haber lectoras de su obra, la novela está buscando un nivel de identificación primario en el varón. Es interesante constatar que en las dos nove-las analizadas la figura femenina es casi nula, limitándose a la madre de Alejandro y Manuel en El último grumete de La Baquedano (cuya presencia prácticamente desapa-rece en su secuela), y la vieja yagana, esposa de Cauque-nes, en Los conquistadores de la Antártida, la que ni siquiera participa de los diálogos en la obra. Esto abre una interesante veta de análisis desde la perspectiva de género. Al respecto, Grínor Rojo (2009), en su lectura ideológica de El último grumete de La Baquedano afir-mará “[…] la de Coloane es una patria exclusiva y exclu-yentemente de hombres” (88).

ción es el relato que aborda el desarrollo de un

personaje en su viaje hacia la edad adulta, dan-

do cuenta de la progresiva inserción social del

protagonista y de la construcción de su con-

ciencia” (170). Una de las particularidades más

interesantes de este tipo de narraciones es que

dicha toma de conciencia no es solo la que

afecta propiamente al personaje del relato, sino

también se dirige a los propios lectores, quie-

nes, a través de este proceso de tránsito existen-

cial que es narrado, pueden ver reflejadas sus

propias experiencias, por lo tanto, este tipo de

historias funcionan bajo la lógica de un relato

espejo. Por otro lado, siguiendo los modelos de

Hirsch e Iversen recogidos por el mismo San-

tos6, podemos reconocer algunas características

particulares del relato de formación que pueden

ser identificadas tanto en El último grumete de

la Baquedano como en Los conquistadores de

la Antártida:

a) Focalización de la acción en un solo perso-

naje.

El último grumete de la Baquedano nos relata-

rá las experiencias vividas por Alejandro Silva,

6Los textos referidos por Danilo Santos son: Hirsch, Marianne. «From Great Expectations to Lost Illusions: The Novel of Formation as Genre”». Genre XII.3 (1979): 293-311; Iversen, Anniken Telnes. «Towards a Poly-thetic Definition of the Bildungsroman: the Example of Paul Auster’s Moon Palace». Literatûra 49.5 (2007): 68-75.

Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 2, Año 3 (Febrero 2017): 3-25.

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un joven de 15 años, quien, luego de la pérdida

de su padre y la desaparición de su hermano

(que a la misma edad de Alejandro fue a buscar

fortuna en el extremo sur de Chile), se interna

de polizonte en la corbeta Baquedano7; sin em-

bargo, será descubierto por hombres de la tri-

pulación. Esto lo sitúa en una primera encruci-

jada, al no saber si podrá o no cumplir su sueño

de salir a la mar en la nave y lograr llegar a

donde pueda estar su hermano. Finalmente, tal

como alude el título de la novela, la figura de

Alejandro como ‘último grumete’ pone el énfa-

sis en su calidad de protagonista de la narra-

ción. “Agradece que eres hijo de un ex marine-

ro; yo conocí a tu padre, y andas con suerte: la

superioridad contestó el radio del comandante

autorizándote para seguir a bordo ocupando la

plaza del «último grumete»” (El último grume-

te 29), dirá el escribiente al informar a Alejan-

dro sobre la respuesta de su futuro dentro de la

nave. De ahí en adelante, toda la narración

girará en el desarrollo del personaje como futu-

ro marino de la Armada chilena y cuál será su

7El buque escuela de instrucción, Corbeta “General Ba-quedano”, o “la chancha” como era nombrada con cariño por sus tripulantes, fue un navío de la Armada chilena llegado en 1898 al país. Comenzó sus funciones el 22 de agosto de 1899 y fue dado de baja el 15 de diciembre de 1959, luego de 50 años de formar generaciones de mari-nos de la Armada. Coloane realizó efectivamente un viaje de tres meses de Punta Arenas a Antofagasta y Valparaíso en 1933 en esta nave, cuando tenía 23 años. Como base biográfica, esta experiencia personal influirá directamente en la construcción de la novela, aunque invierte el desplazamiento de la nave, yendo desde Tal-cahuano hacia la zona de Cabo de Hornos.

destino al llegar a las tierras donde supone en-

contrará a su hermano.

Por su parte, Los conquistadores de la

Antártida se sitúa como una secuela directa de

la primera novela de Coloane. Nos encontra-

remos a Alejandro oficiando como radio opera-

dor en el extremo sur del país. La relación con

su hermano Manuel, que parecía terminada al

final del otro relato, está reanudada debido al

destino como marino que ha tomado. Alejada

en parte del modelo tradicional de la Bildungs-

roman, ahora el protagonismo se amplía a la

figura de Manuel como líder blanco de los ya-

ganes, y la presencia de otros personajes como

el Sargento Ulloa y el indio Félix, entre otros.

A pesar de esto, la travesía que emprenderán a

la Antártida a bordo de la nave Agamaca signi-

ficará otra fase de aprendizaje en el protagonis-

ta, quien ahora será acompañado por su her-

mano en esta nueva etapa de crecimiento como

hombre.

Es interesante constatar el paralelismo de

las dos naves como símbolos de dichos proce-

sos. La Baquedano, como buque de formación,

es el lugar físico y emocional donde Alejandro

deja de ser un niño para convertirse en un futu-

ro joven marino. Luego, esta será dada de baja,

y junto a la visita a Escobedo en el hospital que

lo asila, se marcará el cierre de dicho momento.

Por su parte, el Agamaca será el sitio de la nue-

va aventura como hombre. Finalmente, su

Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 2, Año 3 (Febrero 2017): 3-25.

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inevitable y triste destrucción en los hielos de la

Antártida será la prueba final para el protago-

nista. Crecer es también vencer a la muerte y

tener otra oportunidad de vivir, a la expectativa

de una futura (y desconocida) travesía.

b) Relevancia de lo biográfico y lo social.

Como ya he señalado, los aspectos biográficos

tanto del personaje como del autor están imbri-

cados en estas primeras dos obras producidas

por Coloane. No es tan solo el viaje realizado

por el mismo autor en la Baquedano lo que

podemos rastrear, sino que, en un nivel más

emocional, podemos reconocer la imagen au-

sente del padre, marino que ya ha fallecido, y

que también es observable en el personaje de

Alejandro. Este elemento biográfico adquiere

tintes simbólicos al momento de profundizar

en la figura del padre lejano o perdido. Al igual

que en La Odisea homérica, Alejandro saldrá a

la búsqueda de aquella figura paterna que re-

presenta su hermano Manuel, convirtiendo al

protagonista en un nuevo Telémaco. Pero esta

experiencia no obtiene los mismos resultados,

debido a que en el reencuentro, su hermano ha

olvidado su procedencia y ahora, reconvertido

en jefe blanco de los yaganes, no puede regresar

al mundo del que provino. En ese sentido, el

encuentro viene a cerrar un proceso en el cual,

finalmente, Alejandro encontrará su propia

identidad en altamar, la cual se construye no en

el encuentro con su hermano-padre, sino más

bien en la experiencia colectiva a bordo de la

nave, en donde el grupo de marinos se trans-

forma en su nueva familia y le otorga un senti-

do a su propia existencia.

En Los conquistadores de la Antártida, el

proceso se ha cerrado y el encuentro entre los

dos hermanos adquiere una nueva configura-

ción. La figura del hermano-padre representa-

da por Manuel desaparece y ahora se vuelve

una relación simétrica, constituyendo la igual-

dad entre dos hombres que saben que su des-

tino está en el mar.

Por su parte, es interesante ver que ahora

los fines de Coloane están más bien en desarro-

llar la peripecia con los personajes que ya han

trascendido sus condiciones iniciales. Cómo

señalé anteriormente, Alejandro ya no es el

niño de la primera novela, aquel que deseaba

ser marinero, “[…] hacerse hombre y encontrar

a su hermano”, pero que “[…] pedía perdón

por no haber solicitado a su madre y profesores

el permiso que, seguramente, le negarían” (El

último grumete 19). “Tan joven y ya con tanta

historia”, señalará el viejo Cauquenes, para lue-

go agregar: “[…] no es de extrañarse; todos los

que estamos por estos lugares, fuera de los ya-

ganes, no hemos nacido aquí, y quién más

quién menos lo ha empujado también alguna

historia (Los conquistadores 46). Ahora Ale-

Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 2, Año 3 (Febrero 2017): 3-25.

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jandro, radio-operador de la Armada, es un

hombre ya completo en su proceso, por tanto,

ahora lo que debe hacer es realizar su destino

en aquel sitio al cual pareciera que estará per-

manente ligado.

c) Argumento centrado en la búsqueda si-

guiendo una secuencia lineal y cronológica.

Su finalidad es seguir el crecimiento o madurez

del protagonista: bajo la perspectiva del punto

anterior, podemos comprender que el proyecto

desarrollado en El último grumete de la Ba-

quedano solo se completa con su secuela, ya

que en ella vemos que la transformación pro-

funda que se produce en Alejandro está termi-

nada, e incluso, se rearticula la relación con su

hermano, por lo tanto, debemos considerar a

las dos novelas como un solo gran texto. En ese

sentido, es relevante el cierre de la formación

de Alejandro en la primera novela, no solo co-

mo marino sino como hombre, en la escena

final donde visita al viejo sargento Escobedo.

El apretón de manos de ambas generaciones

marca una suerte de cambio de mando, de clau-

sura simbólica del proceso, en el cual aquel lu-

gar de formación inicial que fue la Baquedano

(ahora ya en desuso), da paso a un nuevo esta-

dio del sujeto protagónico (que veremos en la

siguiente novela) porque ya ha acabado este

primer proceso.

d) Los otros personajes cumplen funciones

específicas en relación con el protagonista.

Bajo esta perspectiva, personajes como el Sar-

gento Escobedo o la propia madre ocupan lu-

gares relevantes para el protagonista de la nove-

la. El primero es el símbolo de un saber anti-

guo, a veces cercano a lo mitológico, que se

despliega como esencial en la conformación del

sujeto que se está construyendo en la novela.

“De índole noble, amaba a los grumetes y los

ayudaba con sus consejos y experiencias para

que no los castigasen; pero, por sobre todo,

gustaba contarles las aventuras de sus moceda-

des” (El último grumete 38), será la imagen del

viejo carpintero de la nave, quien escenifica la

figura del viaje de ida y vuelta que todos los

seres humanos experimentan, aquel que se cie-

rra con su locura en el hospital y la nave ya des-

truida, aunque anclada en un pasado glorioso.

Por su parte, la madre de Alejandro y Manuel

funciona como un motor que moviliza a otros a

través del dolor constante por la viudez, y que

también es víctima del abandono y la soledad.

Lamentablemente, es el único personaje feme-

nino en la primera novela, y tampoco será desa-

rrollado en profundidad en su continuación,

relegando su figura a la de una Penélope en

eterna espera.

Por otro lado, en Los conquistadores de

la Antártida, se refuerza la figura noble de Ma-

Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 2, Año 3 (Febrero 2017): 3-25.

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nuel, ya afianzado como líder blanco de los

yaganes, y quien se verá acompañado constan-

temente por el indio Félix en el viaje que em-

prenderá con su hermano y el sargento Ulloa.

Para esta continuación, Coloane decide despla-

zar levemente el protagonismo de Alejandro,

introduciendo personajes como Cauquenes o

Gebán, quienes representan dualidades en este

mundo árido en el que se desplazan, las cuales

actúan como fuerzas que terminan motivando a

los protagonistas a reaccionar y asumir su rol

como héroes de su propias vidas.

e) Narrativas insertadas y estructura episódi-

ca.

Ambas novelas delimitan muy bien sus episo-

dios, manteniendo estrictamente la secuencia

cronológica que establece el propio Coloane,

dotando de continuidad y coherencia al relato

como conjunto. A pesar de esto, no significa

que sean obras rígidas en sus peripecias, sino

que consienten ciertas digresiones que permiten

ahondar en otros personajes, pero que, final-

mente, generan un profundo cambio en la

perspectiva del mundo del protagonista y de

quienes lo acompañan. Así tenemos en El úl-

timo grumete de la Baquedano la historia del

“Leonora” que relata el sargento Escobedo, a

través de la cual se instruye a los jóvenes gru-

metes en el mundo del misterio y lo sobrenatu-

ral arriba de la nave. Pareciera que tras este

relato, la relación directa con el mar que tienen

los incipientes marinos se refuerza, vinculando

aun más con ese espacio de lo natural que es

tan relevante en la obra de Coloane. A su vez,

en Los conquistadores de la Antártida, el relato

de la caverna del desterrado Cauquenes sirve

como contrapunto moral de las acciones que

otros personajes, como Gebán, realizan. La

emotividad del relato contrasta con la dureza

del entorno hostil en el que Cauquenes se ha

refugiado para escapar de su antigua vida de

despilfarro e inconsciencia. Los protagonistas

presentes durante la narración verán que en las

lágrimas del viejo se esconde una lección sobre

cómo actuar humanamente, sobre las cosas que

realmente importan en la perspectiva del autor.

En palabras de Cauquenes:

A mí no me importa esta riqueza. No

me importaría tampoco que se la llevara

Gebán si no hubiera renegado de su

nacionalidad chilena. Esta tierra es chi-

lena, los animales han brotado de ellas

como los pastos, como los robles, y de-

ben pertenecer a los que no reniegan de

su suelo, a los que la quieren y la pue-

blan. (Los conquistadores 50-51)

Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 2, Año 3 (Febrero 2017): 3-25.

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f) Combinación de exterioridad e interiori-

dad así como de acción y reflexión.

Alejandro en las dos novelas tendrá que ir

afrontando diversos momentos traumáticos,

como la muerte del marinero Juan Bautista o la

travesía fracasada en la Antártida, que irán ma-

terializándose en el propio relato del narrador,

voz externa, pero que logra penetrar en la psi-

cología interna de los personajes. Este narra-

dor, además, intentará postular una manera

particular de comprender el tránsito de su pro-

tagonista, desde un discurso que se exterioriza a

través del comentario constante, y que a veces

asume un tono aleccionador. Un ejemplo de

esto lo podemos encontrar en el relato de la

tormenta en el que fallece el marino, y en don-

de el narrador dice que “[…] a bordo en esos

instantes, hay otra disciplina: la del corazón

bien puesto, la del valor, la de la serenidad; es

superior sólo el que posee mejores cualidades”

(El último grumete 51). Este tipo de comenta-

rios realizados durante la narración no solo

adquieren un carácter descriptivo de cierta con-

ducta esperable o destacable en los marinos de

la Baquedano, sino que intentan trascender el

espacio de la ficción y convertirse en realidad

más allá del relato y la construcción de su pro-

tagonista, buscando también un impacto en el

propio lector a quien le es transmitido dicho

mensaje, cumpliendo en ese sentido el carácter

formativo de la novela, tanto para el personaje

como el receptor de la obra.

III. EL SER HUMANO FRENTE A LA

NATURALEZA EN EL ÚLTIMO GRUMETE DE

LA BAQUEDANO Y ALGUNOS CUENTOS EN

CABO DE HORNOS

Alejados del mundo, los hombres y las mujeres

de la zona del extremo sur se verán enfrentados

a una geografía agreste y que pareciera desear

quitarse de encima el influjo humano. Por lo

mismo, esta reacciona con violencia frente a sus

irrupciones, a menos que haya una plena con-

ciencia del poder de la naturaleza, un respeto

que se manifieste a través de rituales cotidianos

y que permitan seguir una existencia dura y

siempre en alerta. Asimismo, aquel que provie-

ne del exterior —ajeno e ignorante de lo que

esta realidad implica— deberá confrontarse con

un espacio que funciona siempre en términos

de lo inverosímil, de aquello que sobrepasa la

comprensión humana. En esta última parte del

artículo me gustaría centrarme en esta particu-

lar relación entre el ser humano y la naturaleza,

que puede ser constatada en relatos como El

último grumete de la Baquedano o algunos

cuentos de Cabo de Hornos.

“Todo es fiero allí: el mar, las montañas

enormes, el viento, la nieve, la naturaleza toda.

Acaba, en verdad, el mundo en esa tierra chile-

Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 2, Año 3 (Febrero 2017): 3-25.

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na” (El último grumete 84), nos advierte el

narrador. Todo termina acá, pero también es el

inicio del sitio de los miedos profundos del ser

humano, de la soledad que absorbe al contem-

plar la inmensidad de una naturaleza que está

por encima del resto. Y son tantos barcos nau-

fragados en pleno océano, tantos hombres y

mujeres llevados a la locura en medio de la ari-

dez patagónica, que no queda otra opción que

generar la precaución de la imaginación, la ad-

vertencia mágica frente a lo indecible. De esta

manera, al encontrarse los viajeros de La Ba-

quedano con el portentoso Cabo de Hornos,

todos los sermones escuchados de antaño to-

man relevancia:

—¡Es el famoso Cabo de Hornos, que

marca la unión de los dos océanos: el

Pacífico y el Atlántico! —dijo un sar-

gento.

—¡Hoy está como una taza de leche! —

dijo otro.

—¡No le hables así al “cabo Tieso”! —

dijo un marinero—; este oye y se enfu-

rece en un minuto. (El último grumete

84-85)

Mientras en nuestras ciudades la vida flu-

ye por las venas que simbolizan sus calles, ad-

quiriendo cierta existencia propia a partir del

tumulto y el vértigo de la sociedad contempo-

ránea (del mismo modo en que la naturaleza

sucumbe y se consume), es en el sur del mundo

en donde lo natural se manifiesta en toda su

dimensión, adquiriendo una corporeidad inédi-

ta que se vuelve real para todo aquel que transi-

te por su espacio. Es de esta forma que la obra

de Coloane expresa sin disimulo aquella vieja

querella decimonónica, entre el lugar de la civi-

lización confrontado al de lo primigenio, en

donde finalmente se terminan asignando ciertas

categorías a cada una de las partes de este bi-

nomio en disputa. Así, el autor utiliza sus tex-

tos para ofrecer ciertos juicios que permitan

observar que las idealizaciones son constantes

en los viajeros que recorren este entorno:

El sargento Escobedo se acercó al gru-

mete Alejandro, que contemplaba so-

brecogido el cabo de Hornos, y le dijo:

—¡Aquí está “La Tumba del Diablo”;

el demonio está amarrado y fondeado

con tres toneladas de grilletes y cade-

nas! ¡En las noches de tempestad arras-

tra sus cadenas debajo del mar, y los

pocos marinos que lo han oído y están

vivos dicen que es un ruido terrible, que

queda en los oídos para siempre! ¡Más

horrible que el de la tempestad! (El úl-

timo grumete 85)

Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 2, Año 3 (Febrero 2017): 3-25.

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Quien cruce por estas tierras se verá irre-

mediablemente afectado por su influjo miste-

rioso e incuestionable y, lo que es más relevan-

te, ya no volverá a ser el mismo. “¡Hasta los

pájaros se vuelven fieras en esta tierra maldita!”

(33), dirá la mujer del puestero en el dramático

relato «La voz del viento», presente en el volu-

men de cuentos Cabo de Hornos (1941). Y por

eso es mejor temer, creer en la superstición,

tomar a la naturaleza en serio, revelarla como

una diosa viviente que controla el destino de los

hombres y las mujeres. Sin embargo, el hado de

este lugar es inexorable y los seres sucumbirán

ante la fuerza arrolladora de lo natural. Curio-

samente, aunque comprensible, son los indíge-

nas de la zona quienes pueden establecer una

relación mucho más armoniosa con el entorno,

no obstante, para el colonizador, para el hom-

bre extranjero, seguirán siendo el símbolo de lo

salvaje, de todo aquello poco civilizado. Es, por

tanto, la naturaleza la que vendrá a imponer las

reglas del juego y, en ocasiones, castigar con

toda su fuerza la intromisión forzada al territo-

rio. Esta situación viene a instalar en los relatos

de Coloane la antigua disputa entre la civiliza-

ción y la barbarie, por la cual el autor toma par-

tido en figuras como Manuel Silva quien,

abandonando su condición de chileno, decide

hacerse parte de los yaganes llegando a ser su

líder.

En consecuencia, tal como hemos referi-

do anteriormente, no podemos considerar al

espacio descrito en la narración como un mero

adorno, un decorado de los acontecimientos,

porque acá la naturaleza es un personaje más

que interactúa y moviliza las acciones, por lo

tanto, estos relatos funcionan como una postu-

ra ideológica directa de su autor. Es así como

en «La voz del viento», el puestero, quien ha

decidido casarse para poder soportar el entorno

en el que se desenvuelve, no podrá evadir lo que

ya está trazado en el camino de la naturaleza y

terminará enloqueciendo, volviéndose una bes-

tia que asesina a su esposa y que vivirá su trági-

co final en la soledad y la locura, escuchando

las voces que el viento de la pampa le traerá y lo

acosarán hasta matarlo.

En otros relatos presentes en Cabo de

Hornos, como «El témpano de Kanasaka», será

la propia naturaleza la que, ahora aliada al indí-

gena, impondrá un cierto castigo que reesta-

blezca un orden alterado por la invasión del

foráneo:

Todo se explicaba fácilmente así; pero

en mi perturbado recuerdo perduraba

como un símbolo la figura hierática y

siniestra del cadáver del yagán de Ka-

nasaka, persiguiendo en el mar a los

profanadores de esas soledades, a los

blancos civilizados que han ido a turbar

Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 2, Año 3 (Febrero 2017): 3-25.

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la paz de su raza y a degenerarla con el

alcohol y sus calamidades. Y como di-

ciéndoles con la mano estirada: “¡Fuera

de aquí!” (60-61)

Nuestra ventaja como lectores-as es po-

der acceder desde una zona de comodidad a

este espacio que parece hostil, para poder com-

prender sus lógicas internas, y que el autor sabe

revelar para nosotros y nosotras.

En esta última parte del análisis, me gus-

taría centrarme particularmente en el relato

«Cabo de Hornos», el que podemos tomar co-

mo un ejemplo clarificador de todo el universo

construido por Francisco Coloane. Antes, es

preciso señalar que se vuelve un ejercicio fútil

intentar parcelar la obra del autor y que es ab-

solutamente relevante considerarla en su con-

junto, ya que, a partir de dicho criterio, tal co-

mo hemos señalado, podemos distinguir clara-

mente las relaciones que se establecen entre los

diferentes relatos, que le otorgan una noción de

conjunto y que, finalmente, confirman esta idea

de un imaginario del confín del mundo.

«Cabo de Hornos», relato que le da el

nombre al volumen de cuentos publicado en

1941, nos presenta una historia en donde la

ambición, la crueldad y la traición conllevan un

alto precio. La narración inicia caracterizando

al entorno donde transcurren los acontecimien-

tos, el cual será vinculado nuevamente al te-

rreno de la leyenda. Para este propósito, el na-

rrador remitirá a la misma creencia acerca del

diablo aprisionando en el fondo de estas aguas,

tradición que para los-as lectores-as atentos-as

ya ha sido señalada en El último grumete de la

Baquedano. Esta tierra tosca y poco amigable

será el refugio de muy pocos seres humanos, los

que se caracterizaban por ser “corajudos” y te-

ner “[…] el corazón nada más que como otro

puño cerrado” («Cabo de Hornos» 11). Este

sitio solo será habitable para quienes han limi-

tado o anulado sus sentimientos, en pos de po-

der sobrevivir y enriquecerse a costa del en-

torno. No es de extrañar que sus principales

ocupaciones sean la caza de nutrias y lobos ma-

rinos, para la posterior venta de pieles.

Cercano al Cabo de Hornos se ubica la

Isla Sunstar, espacio donde transcurre parte de

los acontecimientos. En ella, viven dos solita-

rios hermanos, Jackie y Peter, aunque tampoco

tenemos absoluta seguridad de su parentesco.

Solo sabemos que no abren mucho la boca y

que, cuando lo hacen, es “[…] sino para la vio-

lencia y para engullir” (12). Estamos frente a

hombres de expresiones frías y que, por sus

nombres y características físicas, podemos esta-

blecer como extranjeros que dedican el trans-

curso de sus días cazando y produciendo pieles

para la venta.

La aparición de un sujeto extraño vendrá

a alterar la rutinaria vida de estos dos hombres.

Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 2, Año 3 (Febrero 2017): 3-25.

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El recién llegado, quien viene arrancando de

Ushuaia (donde se nos ha contado al inicio del

relato que está ubicada una temida prisión al

final del continente), solicita la ayuda de los

hombres, pero estos se niegan. La rápida obser-

vación del extranjero le dará una oportunidad,

al percatarse del tipo de pieles que los hombres

trabajan e indicar que conoce “La pajarera”, un

sitio privilegiado donde podrán cazar hasta el

cansancio, pero la ubicación solo será revelada a

cambio de hospedaje y alimento.

Falta confirmar realmente si lo dicho por

el recién llegado es cierto y, efectivamente, el

hombre conoce una entrada a “La pajarera”,

cueva en medio de una isla en el mar en la que

se concentra una lobería, donde las lobas mari-

nas preñadas se reúnen para parir en tranquili-

dad. Es en este momento que el relato adquiere

un nivel de crudeza y realismo en la descripción

de las labores de caza, sobre todo considerando

que estos personajes privilegian las pieles de los

popis, lobos marinos de un pelo recién nacidos,

y que deben ser sacrificados antes de los ocho

días después del parto, para así poder reprodu-

cir posteriormente la calidad de piel de un lobo

de dos pelos, la cual es mucho más cotizada en

el mercado; es decir, se sacrifica la vida de un

neonato para obtener mejores resultados co-

merciales.

La brutal escena de la cacería, mientras el

bote va y viene lleno de cadáveres de lobos ma-

rinos recién paridos, es el escenario perfecto

para el mundo que intenta configurar Francisco

Coloane, aquel en el que la codicia y la maldad

desmedidas del extranjero —entendida bajo un

mal concepto de modernidad— se confronta a

la naturaleza que bulle, que intenta ocultarse y

reproducirse, pero que no puede escapar a la

intromisión del progreso o la civilización. Así

se presenta uno de los momentos en que la pro-

sa del autor alcanza mayores niveles de intensi-

dad, revelando esta descarnada dicotomía, al

mismo tiempo que se caracteriza de manera

clara el espacio del extremo sur:

¡Región de un mundo lejano!... ¡Lobos,

loberos, islas extrañas! ¡Tierra sobreco-

gedora, inolvidable y querida; el hom-

bre que se ha estremecido en sus miste-

rios, se amarrará para siempre a sus re-

cuerdos! Ella y sus hombres son como

el témpano. ¡Cuando la vida le ha gas-

tado las bases azules y heladas, da una

vuelta súbita y aparece de nuevo la

blanca y dura mole navegando entre las

cosas olvidadas!...

Pero es inútil que se esconda la vida en

lo más profundo de sus entrañas: allá se

mete el hombre con sus instintos a

arrancarla. (23)

Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 2, Año 3 (Febrero 2017): 3-25.

22

En este breve párrafo podemos hallar el

ethos de toda una producción escritural, al sa-

lirse del espacio de la narración y dejar entrar la

voz del autor y su mirada sobre el lugar que

tanto le obsesiona y ama.

Al proseguir el relato, veremos que la ca-

za despiadada prosigue en la lobería, mante-

niendo las buenas relaciones entre los tres

hombres. Y así llega el octavo día de la pari-

ción, y con ello el extranjero anuncia su retiro,

solicitando unos cuantos cueros para poder

vender y seguir escapando. Sin embargo, la

ambición del ser humano —en ojos de Coloa-

ne— no tiene límite, por lo cual los hermanos,

en su última expedición a la guarida de los lo-

bos, deciden traicionar a su guía, abandonán-

dolo a su suerte en la cueva en medio del mar.

El cuento se cerrará con dos apartados muy

diferentes. El primero nos muestra una escena

de tipo onírico, en la que el extranjero abando-

nado en la lobería comienza a alucinar e imagi-

nar personas de su pasado (previo al escape de

Ushuaia), quienes hacen que él confunda los

hechos que realmente están ocurriendo: el

hombre morirá en la cueva sin posibilidad de

escape. El segundo da cuenta de un descubri-

miento. Pasarán los años y en un diario de

Punta Arenas aparecerá la noticia del descu-

brimiento de un bote o cúter cerca de “La paja-

rera”, que, al parecer, se encontraba abandona-

do hace un tiempo. Los parroquianos de un bar

comentarán la noticia, especulando que el bote

podría haber pertenecido a los hermanos, aña-

diendo su mala fama de ambiciosos, la que ha-

bría provocado su muerte en el mar al querer

entrar a la lobería. Es así que vemos que es,

finalmente, la misma naturaleza la que devuelve

el orden del mundo, reestableciendo el destino

de su propio entorno y generando una sanción

ejemplar para el que irrumpe sin respetar sus

reglas: “Los dos gringos entraron; pero segura-

mente no salieron, ni ya saldrán jamás” («Cabo

de Hornos» 29), dicen los hombres en el bar.

Tal vez entramos en el universo de Coloane y

no salimos jamás de ahí.

IV. ALGUNAS PALABRAS FINALES

Como hemos podido ver en el transcurso de

este artículo, Francisco Coloane es una figura

que es necesario revisitar. Considerado como

uno de los grandes narradores del siglo XX en

Chile, paradójicamente, pareciera que la crítica

no ha querido ahondar mayormente en su pro-

ducción, amparada esencialmente en una mira-

da peyorativa que sitúa al autor dentro del ám-

bito de la literatura dirigida a adolescencia y

juventud, considerada de menor valor. Obras

como El último grumete de la Baquedano, an-

clada en el espacio de la Bildungsroman, o Los

conquistadores de la Antártida, entre otras, dan

cierta impresión de que estos relatos no tienen

Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 2, Año 3 (Febrero 2017): 3-25.

23

mucho más que decir que el crecimiento de sus

personajes al interior de sus historias. Pero es

indudable reconocer en ellas una fuerza narrati-

va que busca —y encuentra— una voz personal,

y que además construye un discurso absoluta-

mente reconocible en cuanto a la naturaleza y

su relación con los seres humanos. Esta bús-

queda escritural está siempre bajo el tamiz de

una vivencia que marca al autor y lo liga a los

momentos de la niñez y la juventud, los cuales

serán traspasados a sus relatos y personajes.

El mismo Coloane parece haberse visto

siempre unido a dicho destino de búsqueda y

de mar. En sus propias palabras, “[…] mi padre

era un autodidacta del mar, como yo de la lite-

ratura” («El Chiloé del niño» párr. 11) y, de

este mismo modo, los personajes de sus novelas

se construyen o destruyen a sí mismos, en esa

ansia de formarse como sujetos. Pero hay un

detalle testimonial que pareciera ser clave en

esta tríada padre-mar-escritura. Como él mis-

mo señala en un relato de infancia sobre la

muerte de su padre:

Mi madre me despertó ese fatídico 11

de agosto de 1917, gritándome: “Le-

vántese, el papá está muriéndose”. Co-

rrí a la pieza contigua y él alcanzó a

tomarme de la mano. Con voz apagada

me dijo: “Volvamos al mar”. Su rostro

ceniciento se inclinó hacia la pared y

sus dedos se soltaron de los míos como

si fueran la cabilla de un timón, deján-

dola a la deriva. («El Chiloé del niño»

párr. 20)

Ir hacia el mar, porque “Nuestras vidas

son los ríos que van a dar a la mar que es el

morir”, diría Jorge Manrique. Del mismo mo-

do, la escritura de Coloane transita en este de-

vaneo constante entre la búsqueda, el mar y la

naturaleza. La misma exploración de Alejan-

dro, Manuel y todos aquellos hombres y muje-

res que viajaban al extremo sur en sus relatos,

hurgando por un destino que parecía estarles

vedado. Es esta relación entre experiencia vital

y escritura lo que convierte a la obra de Coloa-

ne en algo profundamente humano, que se an-

cla en las pulsiones más reales que podemos

experimentar. Y proféticas pueden sonar sus

palabras, cuando antes de morir también dijo a

su hijo “volvamos al mar”, porque pareciera que

todo su ser resumiera en transitar, en vivir.

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HUGO HINOJOSA LOBOS

Francisco Coloane (1910-2002) Premio Nacional de Literatura 1964

.

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FRANCISCO COLOANE: UNA BIBLIOGRAFÍA CRÍTICA

HUGO HINOJOSA LOBOS

MAGÍSTER EN DIDÁCTICA DE LENGUA Y LITERATURA

[email protected]

l revisar la bibliografía existente acerca de la obra de Francisco Coloane, podemos evidenciar una

carencia en cuanto al estudio crítico de su obra, el que se ha centrado, mayormente, en artículos de

prensa en diversos medios de comunicación nacionales. Como constató el análisis que abre este

número especial de Umbral, esta situación podría deberse, en parte, a la categorización de la obra de

Coloane como literatura dirigida a infancia, adolescencia o juventud, y su posterior ubicación dentro del ámbito

escolar, lo que daría como resultado una menor consideración por parte de la crítica literaria a su obra, aun cuan-

do sean textos galardonados, y su autor haya recibido el Premio Nacional de Literatura en el año 1964.

A pesar de ello, es importante destacar algunos trabajos que han intentado profundizar en la obra del escri-

tor chileno, como es el caso de David Petreman, investigador norteamericano de la Wright State University,

autor de uno de los primeros estudios extensos de su obra; Grínor Rojo, quien realiza un interesante lectura de El

último grumete de la Baquedano, o Jorge Ferrada y su investigación sobre los relatos encontrados en textos como

Cabo de Hornos o Tierra del Fuego.

Entre la bibliografía existente hasta la fecha, podemos reconocer tres períodos mayormente. El primero,

perteneciente a la primera etapa de publicaciones del autor, se centra principalmente en notas de prensa y rese-

ñas. El segundo podemos encontrarlo posterior a 1964, cuando Coloane recibe el Premio Nacional de Literatura,

y consta mayormente de artículos de prensa a modo de homenaje y celebración a la obra del autor, considerando

su distinción. El último es el que sigue al reconocimiento de su obra en el extranjero durante los noventa, y que

comienza a abrir la discusión de sus textos, lo que se acentuará luego de su muerte en 2002.

En la actualidad, el análisis de la obra de Coloane transita entre estudios sobre elementos simbólicos den-

tro de sus textos (como la figura del témpano) o aspectos sobre el contexto de producción de sus relatos, ponien-

do especial énfasis en su relación con el extremo sur del país, la construcción de un imaginario de la Patagonia,

entre otros. Es de esperar que nuevas generaciones de investigadores e investigadoras aborden desde nuevas pers-

pectivas la producción de Francisco Coloane, como lecturas ecocríticas, de género o poscoloniales, que permitan

darle una mayor vigencia a una producción literaria que sigue presente.

A

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0719-6016ISSN Derechos Reservados © 2015, CIEL CHILE

PERFILES COLABORADORES-AS

N° 2 – AÑO 3 – FEBRERO 2017

HUGO HINOJOSA LOBOS

Estudiante del Doctorado en Literatura, Ponti-

ficia Universidad Católica de Chile. Magíster

en Didáctica de la Literatura y de la Lengua,

Universidad Metropolitana de Ciencias de la

Educación. Licenciado en Lengua y Literatura

hispánica, Universidad de Chile. Licenciado en

Educación y profesor de Estado en Lengua cas-

tellana y Educación, Universidad Andrés Bello.

Diplomado en «Literatura Infantil y Juvenil:

Teoría, Edición y Creación» del Instituto de

Estudios Avanzados (IDEA), Universidad de

Santiago.

Es, además, docente del Diplomado de

Extensión «Literatura para Infancia, Adoles-

cencia y Juventud» del Departamento de Litera-

tura, Facultad de Filosofía y Humanidades,

Universidad de Chile (desde 2016) e integrante

de CiEL Chile. Centro de Investigación y Es-

tudios Literarios: discursos para infancia, ado-

lescencia y juventud (fundado el 2013).

www.cielchile.org

AGRADECIMIENTOS

Las fotografías e ilustraciones incluidas en esta

publicación pertenecen al sitio Memoria Chile-

na (www.memoriachilena.cl).

0719-6016ISSN Derechos Reservados © 2015, CIEL CHILE

De publicación mensual, Umbral. Literatura para infancia, adolescencia y juventud es

una colección de propuestas críticas en torno a textos narrativos, poéticos u otros, lati-

noamericanos y españoles, que han sido destinados para niños, niñas, adolescentes y jó-

venes. Asimismo, incorpora revisiones teórico-críticas actuales respecto de la literatura

escrita y/o pensada para estos-as destinatarios-as desde una perspectiva abierta y dialógi-

ca. Nuestra finalidad con esta publicación es crear una instancia de reflexión y diálogo

multidisciplinario que contribuya a la construcción de conocimiento, tanto para la co-

munidad académica como al público en general.