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Hace dos años, graduarnos en bachillerato era una idea difusa que se dibujaba en nuestra mente con trazos imprecisos e inseguros que apenas dejaban adivinar cómo sería el camino hasta llegar aquí y lo que estamos viviendo esta tarde tan especial. Graduarnos era una idea que nos ilusionaba enormemente, sin embargo, una vez que pasaron los primeros días de curso, ésta comenzó a producir un vértigo inenarrable cuando pudimos constatar el esfuerzo ímprobo que íbamos a tener que hacer para obtener el título. Mahatma Gandhi dijo una vez: ‘Los sueños parecen, al principio, imposibles, luego, improbables y, cuando nos comprometemos con ellos, se vuelven inevitables’. El tiempo es limitado y, en nuestro universo, salvo que las modernas teorías de cuerdas demuestren lo contrario, es unidireccional, entrópico, irreversible y, para nosotros, breve y limitado. Por ello, es importante no malgastarlo pensando en lo que podría ser o en lo que pudo haber sido, como si nos mirásemos en el espejo de Erised, aquel espejo que aparecía en las novelas de Rowling y que mostraba, convertidos en realidad, los deseos de los que en él se contemplaban, hipnotizados por su reflejo engañoso. Grandes personalidades consumieron sus vidas frente al espejo sin pasar nunca a la acción, viendo lo que pudo haber sido y no fue mientras el tiempo se les escurría entre los dedos. Cruel tempus fugit. Sin embargo, en vuestro caso, habéis tomado la opción correcta, habéis estudiado y memorizado contenidos que os han ayudado a descubrir, en unos casos, y confirmar, en otros, áreas del conocimiento que os gustan y apasionan aunque, también, en determinadas ocasiones, os habéis encontrado con temas y asignaturas para las que parecía no haber una aplicación práctica inmediata y hubo que esforzarse más si cabe. Sin embargo, todo el equipo de profesores hemos visto que la sabiduría que habéis obtenido os ha hecho más juiciosos, más críticos, más exigentes con lo que os rodea. También, hemos podido comprobar con agrado que aplicáis esa misma exigencia con vosotros mismos, con voluntad inquebrantable, hacia la meta, sin prisa, pero con paso seguro. Y es ahora, en unas semanas, cuando os

Discurso a mejor bachiller

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Page 1: Discurso a mejor bachiller

Hace dos años, graduarnos en bachillerato era una idea difusa que se dibujaba en nuestra mente con trazos imprecisos e inseguros que apenas dejaban adivinar cómo sería el camino hasta llegar aquí y lo que estamos viviendo esta tarde tan especial. Graduarnos era una idea que nos ilusionaba enormemente, sin embargo, una vez que pasaron los primeros días de curso, ésta comenzó a producir un vértigo inenarrable cuando pudimos constatar el esfuerzo ímprobo que íbamos a tener que hacer para obtener el título.

Mahatma Gandhi dijo una vez: ‘Los sueños parecen, al principio, imposibles, luego, improbables y, cuando nos comprometemos con ellos, se vuelven inevitables’.

El tiempo es limitado y, en nuestro universo, salvo que las modernas teorías de cuerdas demuestren lo contrario, es unidireccional, entrópico, irreversible y, para nosotros, breve y limitado. Por ello, es importante no malgastarlo pensando en lo que podría ser o en lo que pudo haber sido, como si nos mirásemos en el espejo de Erised, aquel espejo que aparecía en las novelas de Rowling y que mostraba, convertidos en realidad, los deseos de los que en él se contemplaban, hipnotizados por su reflejo engañoso. Grandes personalidades consumieron sus vidas frente al espejo sin pasar nunca a la acción, viendo lo que pudo haber sido y no fue mientras el tiempo se les escurría entre los dedos. Cruel tempus fugit.

Sin embargo, en vuestro caso, habéis tomado la opción correcta, habéis estudiado y memorizado contenidos que os han ayudado a descubrir, en unos casos, y confirmar, en otros, áreas del conocimiento que os gustan y apasionan aunque, también, en determinadas ocasiones, os habéis encontrado con temas y asignaturas para las que parecía no haber una aplicación práctica inmediata y hubo que esforzarse más si cabe. Sin embargo, todo el equipo de profesores hemos visto que la sabiduría que habéis obtenido os ha hecho más juiciosos, más críticos, más exigentes con lo que os rodea. También, hemos podido comprobar con agrado que aplicáis esa misma exigencia con vosotros mismos, con voluntad inquebrantable, hacia la meta, sin prisa, pero con paso seguro. Y es ahora, en unas semanas, cuando os enfrentaréis a la primera gran prueba que os pone la vida: la selectividad.

Los dos últimos años han sido muy duros y es verdad que llegar hasta aquí ha supuesto un arduo trabajo pero los retos también sirven para hacernos más fuertes, nos hacen sentir vivos y, cuando los superamos, nos dan un sentimiento de satisfacción difícilmente explicable. Ya habéis asimilado una parte del conocimiento humano e imaginamos que nuevos horizontes se han abierto en vuestras mentes. Todo esto ha servido, también, para conoceros mejor. Os habéis hecho más fuertes, más sabios, mejores personas.

Ya que hay una parte de la clase está entusiasmada con la cultura japonesa, permitidme terminar con una pequeña anécdota: en Japón, antes de los exámenes de acceso a la universidad, los alumnos se atiborran a Kit-Kats, sí, las famosas chocolatinas. Esto tiene una razón de ser: el sonido de Kit-Kat, en japonés, se asemeja mucho a la expresión ‘Voy a conseguirlo’ o ‘Voy a aprobar’. Además, en Japón, el envoltorio del Kit-Kat tiene dibujadas flores de cerezo, ya que, cuando un alumno aprueba la selectividad se dice que está abierto como una flor de cerezo, en todo su esplendor, listo para lanzarse a la vida universitaria.

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Recordad lo que habéis aprendido durante el bachillerato: sin esfuerzo, sin trabajo, sin constancia es imposible llegar a la meta. Nos queda por recorrer la recta final, llegar al momento de la verdad, superarlo con éxito: ¡Floreced como lo hacen las flores de los cerezos en primavera! ¡Mucho ánimo y mucha suerte!