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Gran Vía de Colón, 51 - 2ºizq. • 18001 Granada • Teléfono: 958 22 01 91 Apartado de Correos 224 • 18080 Granada Portada: Rafael Reina González DIVINA MISERICORDIA • Semana Santa 2015 www.misericordiaysilencio.es PONTIFÍCIA Y REAL HERMANDAD SACRAMENTAL DEL SEÑOR SAN JOSÉ Y ÁNIMAS Y COFRADÍA DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA MISERICORDIA (DEL SILENCIO)

Divina Misericordia 2015

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Boletín oficial del año 2015 de la Pontificia y Real Hermandad Sacramental del Señor San José y Ánimas y Cofradía del Santísimo Cristo de la Misericordia (del Silencio) de Granada

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Gran Vía de Colón, 51 - 2ºizq. • 18001 Granada • Teléfono: 958 22 01 91Apartado de Correos 224 • 18080 Granada

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PONTIFÍCIA Y REAL HERMANDAD SACRAMENTAL DEL SEÑOR SAN JOSÉ Y ÁNIMAS Y COFRADÍA DEL SANTÍSIMO CRISTO

DE LA MISERICORDIA (DEL SILENCIO)

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Boletín Anual de la Pontificia y Real Hermandad Sacramental del Señor San José y Ánimas y Cofradía del Santísimo Cristo de la

Misericordia.

Consejo de Redacción:Juventud Hermandad del Silencio

Redacción:Gran Vía 51, 2º Izqda.

Diseño:

Depósito Legal:GR:1018-1995

Divina Misericordia

2015Editorial

Mensaje Cuaresmal

Carta del Consiliario

Saluda del Hermano Mayor

El encuentro con Dios

¿Culto o parafernalia?

Silencio y Amargura

Congregavit nos in unum Christi Amor

Quinario 2015

Antecedentes y Fundación

Un café, por el amor de Dios

El Silencio de Dios

Hermano

Madruga de azabache y jazmin

El sueño de un Cofrade

Ante el Cristo de la Misericordia

El Sinodo de la Familia

Ardientemente he deseado celebrar esta Pascua con vosotros

Notas sobre la actual Capilla del Cristode la Misericordia

Luz, Silencio y Misericordia.

Misión Bolivia ‘14

A última hora

Al Santo Cristo de José de Mora

La expresión del sentimiento religioso deJosé de Mora

Convocatorias y Avisos

Recorrido oficial

Itinerario oficial

Divina Misericordia no se responsabiliza de la opinión expresada en sus colaboraciones, solamen-te se limita a reproducir-las con fidelidad.

Si desea realizar alguna aportación, re-clamación o se le presenta alguna duda sobre el boletín, póngase en contacto con nosotros en el correoelectrónico:

boletí[email protected] bien, mediante una carta in-dicando en el sobre Boletín Divina Misericordia a:Apartado de Correos 224, 18080. Granada.

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Permanezca atento a la web: www. misericordiaysilencio.esTambién estamos en: |

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l empeño por el restablecimiento de la unión corresponde a la Igle-sia entera, afecta tanto a los fieles como a los pastores, a cada uno se-

gún su propio valor, ya en la vida cristiana, ya en las investigaciones teológicas e históri-cas. Este interés manifiesta la unión fraterna existente ya de alguna manera entre todos los cristianos, y conduce a la plena y perfec-ta unidad, según la benevolencia de Dios.” (Decreto Unitatis Redintegratio).

Y entre las luces que nos marcan el camino, también caminamos entre las sombras y la incertidumbre que generan en nosotros los sentimientos encontrados de orgullo ante el martirio pero también de impotencia, de indignación y de pena ante el “genocidio” de cristianos en tierras de Oriente Medio. Ya ni tan siquiera esas imágenes tan duras pueden ser difundidas en telediarios en horas de máxima audiencia, pues cuando parecía que habíamos perdido nuestra capa-cidad de sorpresa ante las noticias, surgen de pronto las hordas fanáticas del Estado Islámico con toda suerte de crímenes rei-vindicativos en nombre del fundamentalis-mo religioso para revolvernos el estómago y sentir vergüenza de nuestra propia especie

en medio de la creación de Dios. No es solo una cuestión de Oriente y Occidente, se trata de algo más profundo, del respeto o no al Hombre en su más lógica y natu-ral esencia y en los lazos de conexión que este marca en su vida con Dios. Vulnerar lo más intimo del ser humano, fragmentar y desposeerle de sus más profundos arque-tipos e incluso, arrancarle el don sagrado de la vida, sea individual o colectivamente, es pura y simplemente como ya dije, “Ge-nocidio” o también “Crimen de lesa hu-manidad”, lo cual está internacionalmente perseguido desde 1945 y desde el patrocinio de las Naciones Unidas por toda suerte de Tratados, Convenios, Protocolos -bien de ámbito universal o regional- por Constitu-ciones y Estados, todo ello bajo el espíritu de la Declaración Universal de Derechos Humanos. De nuevo vuelvo con la incerti-dumbre y la confusión que esto provoca en nosotros, pues viendo tan duras imágenes que circulan a cientos por las redes sociales y medios de comunicación no estrictamente televisivos, comenzamos tan pronto a ge-nerar sentimientos inútiles de venganza y de odio, como de misericordia y perdón hacia los verdugos que una vez más “…no saben lo que hacen”. No solamente contra los

Editorial

Añoro aquel 27 de octubre de 1986, cuando Juan Pablo II convocó en la ciudad de Asís y en un soplo de Espíritu Santo a ciento cincuenta líderes religiosos de todo el mundo, rezaron y ayunaron, y su unión fue una propuesta para recorrer caminos de encuentro, de diálogo y amistad en un movimiento ecuménico de dimensiones globales. Ahora más que nunca debiéramos esforzarnos por unir y abra-zar a todo creyente en un constante esfuerzo interreligioso, pues todos venimos de Dios.

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cristianos, sino también contra todo vesti-gio de la historia, en una zona del mundo donde surgieron las primeras civilizaciones indoeuropeas, los primeros imperios, donde el ser humano avanzó considerablemente y nos legó muestras de su desarrollo que hoy están siendo destruidas ante el estupor ge-neral de la UNESCO. ¿Se trata de seguir poniendo la otra mejilla como marca de la casa, se trataría acaso de aplicar la legisla-ción internacional, y en este último caso, cómo hacerlo?. Difícil respuesta. Ni lo uno ni lo otro desde luego por sí solo, procu-rando en todo momento la guía del Parácli-to, implorando su ayuda en este Via Crucis para que nos enseñe a como mejor llevar esta Cruz y desde luego, nunca más bajando la guardia ante el esfuerzo denodado de la comunidad internacional en la educación y en la atención prioritaria al vivero de las fu-turas generaciones a través de la infancia,en

el desarrollo de la cultura, también en la ne-cesaria promoción de la mujer en estos paí-ses –tarea aún más complicada-, o en el aún más arduo proyecto de generar sociedades civiles no teocráticas a los solos efectos de no confundir radicalismo religioso con po-lítica, pero ojo, no se trata de desposeerlas de Dios ni mucho menos. Harto el trabajo internacional que queda por delante si ver-daderamente se está resuelto a acabar con tanta barbarie. Mientras tanto y pudiendo ser contundentes, tan solo nos queda dar gracias al Altísimo por la sangre derramada en su nombre, por el perdón y la misericor-dia producida en cada asesinato de niños, mujeres y hombres, pues lo que no saben los enemigos de la Iglesia o los enemigos de Dios, y nunca se han enterado…ni se en-terarán, es que cuando más lo atacan, más aún lo colocan en el centro de la Historia.

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Queridos hermanos y hermanas:

La Cuaresma es un tiempo de renovación para la Iglesia, para las comunidades y para cada creyente. Pero sobre todo es un «tiem-po de gracia» (2 Co 6,2). Dios no nos pide nada que no nos haya dado antes: «Noso-tros amemos a Dios porque él nos amó primero» (1 Jn 4,19). Él no es indiferente a nosotros. Está interesado en cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos busca cuando lo dejamos. Cada uno de nosotros le interesa; su amor le impide ser indiferente a lo que nos suce-de. Pero ocurre que cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás (algo que Dios Padre no hace jamás), no nos interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias que pade-cen… Entonces nuestro corazón cae en la indiferencia: yo estoy relativamente bien y a gusto, y me olvido de quienes no están bien. Esta actitud egoísta, de indiferencia, ha al-canzado hoy una dimensión mundial, hasta tal punto que podemos hablar de una glo-balización de la indiferencia. Se trata de un malestar que tenemos que afrontar como cristianos.

Cuando el pueblo de Dios se convierte a su amor, encuentra las respuestas a las pregun-tas que la historia le plantea continuamente. Uno de los desafíos más urgentes sobre los que quiero detenerme en este Mensaje es el de la globalización de la indiferencia.

La indiferencia hacia el prójimo y hacia Dios es una tentación real también para los cristianos. Por eso, necesitamos oír en cada Cuaresma el grito de los profetas que levan-tan su voz y nos despiertan.

Dios no es indiferente al mundo, sino que lo ama hasta el punto de dar a su Hijo por la sal-vación de cada hombre. En la encarnación, en la vida terrena, en la muerte y resurrección del Hijo de Dios, se abre definitivamente la puerta entre Dios y el hombre, entre el cielo y la tierra. Y la Iglesia es como la mano que tiene abierta esta puerta mediante la procla-mación de la Palabra, la celebración de los sacramentos, el testimonio de la fe que actúa por la caridad (cf. Ga 5,6). Sin embargo, el mundo tiende a cerrarse en sí mismo y a ce-rrar la puerta a través de la cual Dios entra en el mundo y el mundo en Él. Así, la mano, que es la Iglesia, nunca debe sorprenderse si es rechazada, aplastada o herida.

Mensaje cuaresmal 2015Fortalezcan sus corazones (St 5,8)

Mensaje del Santo Padre Francisco

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El pueblo de Dios, por tanto, tiene necesi-dad de renovación, para no ser indiferente y para no cerrarse en sí mismo. Querría pro-ponerles tres pasajes para meditar acerca de esta renovación.

1. «Si un miembro sufre, todos sufren con él» (1 Co 12,26) – La Iglesia

La caridad de Dios que rompe esa cerrazón mortal en sí mismos de la indiferencia, nos la ofrece la Iglesia con sus enseñanzas y, so-bre todo, con su testimonio. Sin embargo, sólo se puede testimoniar lo que antes se ha experimentado. El cristiano es aquel que permite que Dios lo revista de su bondad y misericordia, que lo revista de Cristo, para llegar a ser como Él, siervo de Dios y de los hombres. Nos lo recuerda la liturgia del Jueves Santo con el rito del lavatorio de los

pies. Pedro no quería que Jesús le lavase los pies, pero después entendió que Jesús no quería ser sólo un ejemplo de cómo debe-mos lavarnos los pies unos a otros. Este ser-vicio sólo lo puede hacer quien antes se ha dejado lavar los pies por Cristo. Sólo éstos tienen “parte” con Él (Jn 13,8) y así pueden servir al hombre.

La Cuaresma es un tiempo propicio para dejarnos servir por Cristo y así llegar a ser como Él. Esto sucede cuando escuchamos la Palabra de Dios y cuando recibimos los sacramentos, en particular la Eucaristía. En ella nos convertimos en lo que recibimos: el cuerpo de Cristo. En él no hay lugar para la indiferencia, que tan a menudo parece tener tanto poder en nuestros corazones. Quien es de Cristo pertenece a un solo cuerpo y en Él no se es indiferente hacia los demás. «Si

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un miembro sufre, todos sufren con él; y si un miembro es honrado, todos se alegran con él» (1 Co 12,26).

La Iglesia es communio sanctorum porque en ella participan los santos, pero a su vez porque es comunión de cosas santas: el amor de Dios que se nos reveló en Cristo y todos sus dones. Entre éstos está también la respuesta de cuantos se dejan tocar por ese amor. En esta comunión de los santos y en esta participación en las cosas santas, nadie posee sólo para sí mismo, sino que lo que tiene es para todos. Y puesto que esta-mos unidos en Dios, podemos hacer algo también por quienes están lejos, por aque-llos a quienes nunca podríamos llegar sólo con nuestras fuerzas, porque con ellos y por ellos rezamos a Dios para que todos nos abramos a su obra de salvación.

2. «¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4,9) – Las parroquias y las comunidades

Lo que hemos dicho para la Iglesia univer-sal es necesario traducirlo en la vida de las parroquias y comunidades. En estas realida-des eclesiales ¿se tiene la experiencia de que formamos parte de un solo cuerpo? ¿Un cuerpo que recibe y comparte lo que Dios quiere donar? ¿Un cuerpo que conoce a sus miembros más débiles, pobres y pequeños, y se hace cargo de ellos? ¿O nos refugiamos en un amor universal que se compromete con los que están lejos en el mundo, pero olvida al Lázaro sentado delante de su pro-pia puerta cerrada? (cf. Lc 16,19-31).

Para recibir y hacer fructificar plenamente lo que Dios nos da es preciso superar los confines de la Iglesia visible en dos direc-ciones.

En primer lugar, uniéndonos a la Iglesia del cielo en la oración. Cuando la Iglesia terrenal ora, se instaura una comunión de servicio y de bien mutuos que llega ante Dios. Junto con los santos, que encontra-ron su plenitud en Dios, formamos parte de la comunión en la cual el amor vence la indiferencia. La Iglesia del cielo no es triunfante porque ha dado la espalda a los sufrimientos del mundo y goza en solitario. Los santos ya contemplan y gozan, gracias a que, con la muerte y la resurrección de Je-sús, vencieron definitivamente la indiferen-cia, la dureza de corazón y el odio. Hasta que esta victoria del amor no inunde todo el mundo, los santos caminan con nosotros, todavía peregrinos. Santa Teresa de Lisieux, doctora de la Iglesia, escribía convencida de que la alegría en el cielo por la victoria del amor crucificado no es plena mientras haya un solo hombre en la tierra que sufra y gima: «Cuento mucho con no permanecer

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inactiva en el cielo, mi deseo es seguir traba-jando para la Iglesia y para las almas» (Carta 254,14 julio 1897).

También nosotros participamos de los mé-ritos y de la alegría de los santos, así como ellos participan de nuestra lucha y nuestro deseo de paz y reconciliación. Su alegría por la victoria de Cristo resucitado es para no-sotros motivo de fuerza para superar tantas formas de indiferencia y de dureza de co-razón.

Por otra parte, toda comunidad cristiana está llamada a cruzar el umbral que la pone en relación con la sociedad que la rodea, con los pobres y los alejados. La Iglesia por naturaleza es misionera, no debe quedarse replegada en sí misma, sino que es enviada a todos los hombres.

Esta misión es el testimonio paciente de Aquel que quiere llevar toda la realidad y cada hombre al Padre. La misión es lo que

el amor no puede callar. La Iglesia sigue a Jesucristo por el camino que la lleva a cada hombre, hasta los confines de la tierra (cf. Hch 1,8). Así podemos ver en nuestro pró-jimo al hermano y a la hermana por quie-nes Cristo murió y resucitó. Lo que hemos recibido, lo hemos recibido también para ellos. E, igualmente, lo que estos hermanos poseen es un don para la Iglesia y para toda la humanidad.

Queridos hermanos y hermanas, cuánto de-seo que los lugares en los que se manifiesta la Iglesia, en particular nuestras parroquias y nuestras comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la in-diferencia.

3. «Fortalezcan sus corazones» (St 5,8) – La persona creyente

También como individuos tenemos la ten-tación de la indiferencia. Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos

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narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para intervenir. ¿Qué podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral de ho-rror y de impotencia?

En primer lugar, podemos orar en la co-munión de la Iglesia terrenal y celestial. No olvidemos la fuerza de la oración de tan-tas personas. La iniciativa 24 horas para el Señor, que deseo que se celebre en toda la Iglesia —también a nivel diocesano—, en los días 13 y 14 de marzo, es expresión de esta necesidad de la oración.

En segundo lugar, podemos ayudar con gestos de caridad, llegando tanto a las per-sonas cercanas como a las lejanas, gracias a los numerosos organismos de caridad de la Iglesia. La Cuaresma es un tiempo propicio para mostrar interés por el otro, con un sig-

no concreto, aunque sea pequeño, de nues-tra participación en la misma humanidad.

Y, en tercer lugar, el sufrimiento del otro constituye un llamado a la conversión, por-que la necesidad del hermano me recuerda la fragilidad de mi vida, mi dependencia de Dios y de los hermanos. Si pedimos humil-demente la gracia de Dios y aceptamos los límites de nuestras posibilidades, confiare-mos en las infinitas posibilidades que nos reserva el amor de Dios. Y podremos re-sistir a la tentación diabólica que nos hace creer que nosotros solos podemos salvar al mundo y a nosotros mismos.

Para superar la indiferencia y nuestras pre-tensiones de omnipotencia, quiero pedir a todos que este tiempo de Cuaresma se viva como un camino de formación del corazón, como dijo Benedicto XVI (Ct. enc. Deus

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caritas est, 31). Tener un corazón misericor-dioso no significa tener un corazón débil. Quien desea ser misericordioso necesita un corazón fuerte, firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios. Un corazón que se deje impregnar por el Espíritu y guiar por los ca-minos del amor que nos llevan a los herma-nos y hermanas. En definitiva, un corazón pobre, que conoce sus propias pobrezas y lo da todo por el otro.

Por esto, queridos hermanos y hermanas, deseo orar con ustedes a Cristo en esta Cua-resma: “Fac cor nostrum secundum Cor tuum”: “Haz nuestro corazón semejante al tuyo” (Súplica de las Letanías al Sagrado Corazón de Jesús). De ese modo tendremos un corazón fuerte y misericordioso, vigilan-te y generoso, que no se deje encerrar en sí

mismo y no caiga en el vértigo de la globali-zación de la indiferencia.

Con este deseo, aseguro mi oración para que todo creyente y toda comunidad ecle-sial recorra provechosamente el itinerario cuaresmal, y les pido que recen por mí. Que el Señor los bendiga y la Virgen los guarde.

Vaticano, 4 de octubre de 2014Fiesta de san Francisco de Asís

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n camino para llegar a la Pascua, o sea, un tiempo especial que se abre ante nosotros para que el

acontecimiento maravilloso de la Resu-rrección de Jesús sea una realidad en nues-tras vidas.

Un tiempo, por tanto, de conversión, de transformación y de cambio en nuestro pensar y actuar. Un tiempo de Encuentro con el Señor, y con los hermanos. Es por eso que el Papa Francisco, en su Mensaje Cuaresmal para este año dos mil quince, nos invita a releer el cap. 4, vers. 1 – 9 del Génesis para preguntarnos: “¿dónde está tu hermano?”

Porque este mundo nuestro está lleno de violencia y la sangre de muchos hermanos, hombres y mujeres, está siendo derrama-das en el Silencio de una humanidad que pasa queriéndose lavar las manos y respon-diendo, también, como Caín: “No sé. ¿Soy yo guardián de mi hermano?”

¿Dónde está tu hermano? ¿Qué le pasa a tu hermano? Es la misma pregunta que nos hace Dios a no-sotros en esta Santa Cuaresma.

Necesitamos conversión, abrir el corazón a los hermanos.

Un abrazo

Carta del Consiliario- Y, DE NUEVO: CUARESMA -

Por Rvdo. P. Francisco Javier Alaminos Pérez

Foto: José Luís Martín Martos

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stimados hermanos y hermanas en el Señor, paz y bien para todos vo-sotros y vuestras familias.

Este año se cumple el noventa ani-versario de la primera salida procesional de la Pontifica y Real Cofradía del Santísimo Cristo de la Misericordia, del Silencio.

Lo hizo por primera vez al año siguiente de su fundación, mayo de 1924, aunque ya an-teriormente participó en el Entierro Magno, siendo nuestra primera estación de peniten-cia la que dejó su impronta de recogimiento y silencio a toda la ciudad de Granada y que en la actualidad seguimos manteniendo.

Este aniversario lo estamos celebrando con un magnifico ciclo de conferencias los últi-mos jueves de cada mes. Este ciclo fue inau-gurado por el Vicario General Moderador de la Curia, D. Manuel Reyes Ruiz, con la conferencia “ La Granada Cristiana, Anti-gua y Medieval”, y la participación de varios sacerdotes de la diócesis de Granada, entre ellos, nuestro director espiritual, D. Javier Alaminos. este ciclo culminará el próximo 30 de Abril con la conferencia “ El Cris-tiano hoy, acción y oración” por Don Jesús Berrueta.

Después de un magnifico Quinario al San-tísimo Cristo de la Misericordia, impartido por el jesuita D. Javier Peinado. Espero poder contar con vuestra presencia en los actos de culto y en la estación de peniten-cia, y celebrar todos juntos tan importante efeméride.

Congratulados con la noticia dada por el Papa Francisco de que a partir de la Fies-ta de la Inmaculada Concepción, se abre el año del Jubileo de la Misericordia.

Un fraternal abrazo en el Señor de la Misericordia.

Saluda del

AÑOS DE MISERICORDIA Y

SILENCIO POR LAS CALLES DE GRANADA

Por el Hermano Mayor Hermano MayorFoto: José Luís Martín Martos

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as circunstancias sociales que esta-mos transitando no hace que las co-sas sean fáciles para nadie, y nuestra hermandad no está al margen de los

tiempos que corren. Por ello y más si cabe, la Hermandad debe ser refugio para los que sufren y todos debemos involucrarnos y ser conscientes de las dificultades. Recordad que la Cofradía está abierta para todos.

Como católicos activos tenemos un com-promiso fiel con la Iglesia y con nuestra fe, siendo la Cuaresma y la Semana Santa el tiempo idóneo para la reflexión, la ora-ción y la penitencia. Debemos encontrar el tiempo en nuestra atareada vida diaria para encontrarnos frente a frente con Él.

El Papa, en una de sus homilías nos habla de que “Dios siempre nos busca y se ale-gra de encontrarnos”. La alegría de Dios es encontrar a la oveja perdida, porque tiene una “debilidad de amor” por quienes se han perdido, afirmó el Papa Francisco durante la misa presidida en la capilla de la Casa San-ta Marta.

Comentando las parábolas de la oveja y la moneda perdidas, el Papa explicó la actitud de escribas y fariseos que se escandalizaban de las cosas que Jesús hacía y murmuraban contra Él: “Este hombre es un peligro, come con publicanos y pecadores, ofende a

Dios, desacraliza el ministerio del profeta… para acercarse a esta gente”

Jesús, afirmó el Papa, dice que esta es “la música de la hipocresía” y “a esta hipocresía murmuradora responde con una parábola”.

“A la murmuración Él responde con una parábola gozosa –constató Francisco-. Cua-tro veces, en esta corta cita, se pronuncia la palabra gozo o alegría: tres veces gozo y una, alegría. ‘Y vosotros, parece que diga Él, os escandalizáis de esto, pero mi Padre se alegra’. Este es el mensaje más profundo de esto: la alegría de Dios, que es un Dios al que no le gusta perder, no es un buen per-dedor, y por eso, para no perder, sale de sí y va, busca”.

“Es un Dios que busca: busca a todos los que se han alejado de Él –reiteró-. Como el Pastor, que va a buscar a la oveja perdida”.

El trabajo de Dios, destacó el Papa, es “ir a buscar” para invitar a la fiesta a todos, bue-nos y malos”.

“Él no tolera perder a uno de los suyos. Esta será también la oración de Jesús en el Jueves Santo: ‘Padre, que no se pierda nin-guno de los que Tú me has dado’”, recordó.

Y prosiguió el Papa en su homilía: “Es un Dios que camina para buscarnos y que tiene

El encuentro con Dios.

Mayordomo Sacramental

Llega a nosotros nuevamente el tiempo de Cuaresma y toma forma definitiva el trabajo y arduo esfuerzo que realizamos durante todo el curso, teniendo todo sentido en la Semana de Pasión.

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Foto: JoséDJavier

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una cierta debilidad de amor por los que se han alejado más, que se han perdido… va y los busca”.

“¿Y cómo busca?”, preguntó, y respondió: “Hasta el final, como este pastor que va, en la oscuridad, buscando, hasta que la encuen-tra; o como la mujer que, cuando pierde la moneda, enciende la lámpara, barre la casa y la busca cuidadosamente”.

“Así busca Dios. ‘Este hijo no lo pierdo ¡es mío! Y no quiero perderlo’ –continuó-. Este es nuestro Padre: siempre nos busca”.

Después, “cuando ha encontrado la ove-ja” y la lleva al redil poniéndola al lado de las demás, explicó el Papa, nadie debe de-cir: “Tú te perdiste”, sino: “Tú eres una de las nuestras”, porque se le devuelve toda la dignidad”.

“No hay diferencia”, aseguró Francisco, porque Dios “reconstruye a todos los que encuentra. Y cuando lo hace es un Dios que se alegra”.

“La alegría de Dios no es la muerte del pe-cador, sino su vida: esto es la alegría –su-brayó-. ¡Cuán lejos estaba la gente que mur-muraba contra Jesús, cuán lejos del corazón de Dios!”.

“No lo conocían –añadió-. Creían que ser religiosos, que ser personas buenas signifi-caba ir siempre bien, también educados y muchas veces fingir que lo eran, ¿no? Esta es la hipocresía de la murmuración”.

“Sin embargo, la alegría del Padre, Dios, es la del amor: nos ama –concluyó-. ‘Pero yo soy un pecador, ¡he hecho esto, esto, esto!’… ‘Pero yo te amo igualmente y ven-

go a buscarte para llevarte a casa’. Este es nuestro Padre. Pensemos”.

Os pido desde estas líneas la participación activa en la vida cotidiana de la Herman-dad, en los actos eucarísticos y cultos que la Hermandad tiene a lo largo de todo el año y más si cabe vuestra presencia en los que, desde hoy, nos preparan para la Esta-ción Penitencia de la madrugada del Vier-nes Santo, rememorando la entrega, el amor y la Misericordia del que venció la muerte.

Vivimos tiempo difíciles, y nuestra Her-mandad necesita de la presencia y colabora-ción de todos sus hermanos.

Os animo a que acrecentemos e irradiemos con mayor esplendor y pujanza nuestra fe, haciéndola visible la madrugada del Viernes Santo. Todo lo que somos y hacemos debe reflejarse en una plena participación de her-manos en esa noche.

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El Buen Pastor , Cristóbal García Salmerón.Óleo sobre lienzo. Museo del Prado, Madrid.

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ntre los fines primordiales de una Hermandad, se encuentran el cul-to, la caridad y la formación, entre los cuales, el culto toma un papel fundamental en la evangelización

que llevan a cabo las hermandades a lo largo de todo un año.En los últimos años hemos comprobado, como algunos de los jóvenes de nuestras hermandades, muy lejos de ofrecer un culto verdadero y nacido de una profunda y sin-cera devoción a Jesús en los Misterios de su Pasión y a su Santísima Madre, ofrecen en nuestras hermandades y cofradías, un auténtico espectáculo en el que predomina más el lucimiento personal y la parafernalia, que el culto sencillo y sincero, que debe de

nacer del corazón de un cofrade compro-metido que, ante todo, es cristiano y que debe caracterizarse por los mismos valores de humildad, autenticidad y sencillez, que caracterizan a un cristiano formado y com-prometido con la Iglesia. No entendiendo esta sencillez en minimizar el rito, sino en realizarlo con toda la solemnidad que el acto cultual exija o requiera, pero con actitud de servicio al acolitar, con humildad y sencillez de corazón, con pureza de espíritu y con la intención de ofrecer una alabanza sincera al Señor y a la Santísima Virgen María, y no con la intención de un mero lucimiento per-sonal, para que el resto de hermanos y fieles comprueben el grado de formación religio-sa en liturgia que se posee, ni con la inten-

¿CULTO O PARAFERNALIA?

Por Francisco Garví Fernández

¿Culto como medio evangelizador, o como fin escénico?

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Fotos: José Luís Martín Martos

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El culto debe adecuarse con precisión a la Liturgia aprobada por la Iglesia

ción de superar a las demás hermandades o querer que nuestros Titulares sean más im-portantes que el resto, cuando todas y cada una de las Imágenes de nuestras cofradías, representan la misma realidad. El culto debe adecuarse con precisión a la Liturgia aprobada por la Iglesia, y no utilizar elementos en desuso con el fin de potenciar una solemnidad absurda y cargada de rituales bana-les, que muy lejos de potenciarla lo único que consiguen es teatralizarla, con-firiéndole un carácter artificial o fingido. La Liturgia en la Iglesia ha sido reformada en numerosas ocasiones, adaptándola a los tiempos y buscando siempre que no se pier-da de vista lo meramente importante, y de-jando atrás todo aquello que ensombrece lo fundamental del rito. No quiere decir esto que se haya perdido en solemnidad, pero sí que se ha ganado en precisión. Pero parece que a un núcleo o sector de la juventud de nuestras hermandades, estas reformas no le han gustado y se niegan a perder de vista los ceremoniales tridentinos, cargados de ritua-les dramáticos y no exentos de actos escéni-cos. Así encontramos a algunos jóvenes con apariencia de jerarquías eclesiásticas, amos y señores de sacristías donde se lanzan pocas alabanzas a la Madre de Dios, y muchas crí-ticas a Imágenes, como si el Señor tuviera más de una treintena de madres.Son nuestras juntas de gobierno y nuestros directores espirituales los que deben frenar esta oleada tan nociva para nuestra Semana

Santa y para nuestras corporaciones, y preo-cuparse en una formación religiosa de nues-tra juventud cofrade, que en líneas generales parece haber perdido un poco el norte y es-tar alejándose de lo meramente importan-te que es el Evangelio, la Palabra de Dios

vivo, y la Eucaristía, donde Cristo se nos ofrece como alimen-to de vida eterna. La preocupación de un joven cofrade debe ser más la de servir a su hermandad desde cualquier puesto, que el puesto en sí que

ocupen el día de la Estación de Penitencia, o de la Procesión de Alabanza, en el caso de las hermandades de gloria. Dicha pre-ocupación debe estar más enfocada a una actitud de servicio y ayuda a los demás, que en el protagonismo de usar el mejor orna-mento litúrgico o en acolitar desde el mejor puesto en el altar. Este es el compromiso de todos los cofrades que un día formamos parte de los grupos jóvenes, y que hoy día ostentamos diferentes puestos en juntas de gobierno, y que hemos sido formados afor-tunadamente por nuestros mayores y nues-tros directores espirituales, para que las her-mandades de Granada sean hoy día, lo que son, lugares de encuentro comunitario para alabar al Señor y darle un culto auténtico, nacido en la devoción sincera y sustentado en una formación antes cristiana que cofra-de, siendo ambas igual de válidas y a su vez complementarias.

Para alabar a la Madre de Dios, en sus dis-tintas advocaciones, no es necesario dotarla de sobrenombres innecesarios, nacidos de

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la envidia con el afán de alabar a una Ima-gen descalificando a otra. El máximo título con el que podemos honrar a la Virgen es el de Madre de Dios, sin necesidad de nom-brarla con títulos inventados que las Imá-genes no poseen o con nombres que más parecen ser sacados de un libro de epopeyas que de las Letanías Lauretanas. Sí es cierto que la piedad popular ha dotado a algunas Imágenes de nuestras hermandades con nombres y apelativos cariñosos, con los que se conocen a nuestras Titulares marianas, y que de alguna manera es hasta entrañable, pero esto nunca debe servir para caer en guerras y discusiones por ganar la batalla de si la reina de una parroquia es una u otra Imagen, cuando la única Reina y Señora de nuestra Iglesia y de nuestras hermandades es siempre la misma, la Madre de Dios. La Santísima Virgen María ya fue adornada con todas las virtudes que su Hijo derramó sobre Ella, y por sus propios méritos es Rei-na y Señora del Universo, no es necesario imponer a los cofrades sobretítulos politi-zados o ridículos nombres que, lejos de ala-bar las excelencias de María, la convierten en una Virgen guerrera y autoritaria. Y lo peor de todo es que algunos párrocos en lugar de allanar caminos y crear un espíritu conciliador entre las hermandades de sus parroquias, encubren este tipo de batallas que protagonizan estos “personajillos” que tanto daño están haciendo a la Semana San-ta de Granada. A la Reina del cielo hay que ofrecerle obras de caridad y de misericordia, y no ofrendarle nombres de calles o plazas, pues en su “Haced lo que Él os diga” se recoge imitar a Jesús, que es todo amor, hu-mildad y misericordia, y no caer en rivalida-des absurdas por aumentar el protagonismo

de una u otra Imagen, representando ambas la misma y única realidad.

Ojalá pronto nuestras hermandades solu-cionen este tipo de problemas, y el culto de nuestras cofradías sea una auténtica y since-ra profesión de fe, y nuestras Estaciones de Penitencia y Gloria catequicen a una ciudad de Granada, tan necesitada de la misericor-dia de Dios y del amparo de su Madre.

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2015, un año especial para la Iglesia grana-dina, para todos los cofrades de Granada y sobre todo para la Cofradía de la Oración de Nuestro Señor en el Huerto de los Olivos.

Su Imagen titular, María Santísima de la Amargura será coronada canónicamente el 30 de mayo de este año.

Hasta llegar este día, largo ha sido el cami-no recorrido por la Hermandad del Lunes Santo, para llegar a ver coronada a su ben-dita, querida y milagrosa Imagen.

Con este artículo, quiero que sea conocido un he-cho de vital importancia, en todo el proceso de la coronación, por estar directamente implicada nuestra Cofradía del Si-lencio.

Ocurrió el 1 de No-viembre del año 2003. Hace 11 años. En esa época, era Hermano Mayor de la Cofradía del Huerto. Y dados los importantes logros

conseguidos, en número de hermanos, en estructura, enseres y muy especialmente en el trabajo ejemplar de las vocalías de For-mación, Caridad y Juventud, que hacían presumir que los Hermanos teníamos capa-cidad, fuerzas e ilusión, mucha ilusión, para intentar promover la Coronación de María Santísima de la Amargura. Es por esto, que en algunas ocasiones lo había hablado en familia, y sobre todo con nuestras Madres Comendadoras, siempre tan ilusionadas y solícitas y que me animaban a ir madurando

cómo y cuándo pre-sentarme al Arzobispo y en nombre de ellas y de la Hermandad soli-citar los trámites para coronar.

Precisamente fue este día de Todos los San-tos, sábado, un día que es desde entonces imborrable en mi me-moria.

Enrique González Ga-mero, entonces y de nuevo ahora, Herma-

Foto: Antonio Orantes

SILENCIO Y AMARGURAINCIENSO CERA Y FLORPor Adelardo Mora Guijosa

Proyecto de la Corona para María Stma. de la Amargura.

Realizado por Alberto Quirós Fernández.

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no Mayor de nuestra Cofradía del Cristo de la Misericordia, días antes a esta fecha, me pidió que intercediera ante nuestras mon-jas, para celebrar en nuestra Iglesia, una Eucaristía presidida por nuestro querido Arzobispo D, Francisco Javier Martínez, en acción de gracias por la peregrinación, ese verano, del grupo joven a Santiago de Compostela. Por supuesto, le dije que no habría ningún problema ofreciéndole, ade-más, nuestra casa de hermandad para tener después de Misa una convivencia conjunta con nuestra hermandad y presidida por D. Javier y con unas buenas tapas que sirvieran de cena.

Era la oportunidad, para que Enrique y la cofradía del Silencio me ayudaran, de una forma distendida, sin formalismos, para preguntarle por los trámites de la solicitud. Enrique tenía que ayudarme, y así lo hizo.

La tarde fue muy completa, con un ambien-te fenomenal, de jóvenes y mayores. Las dos cofradías hermanadas, y departiendo muy especialmente sobre el Camino de Santia-go y diversos temas, sobre todo cofrades. Alrededor de las 11 de la noche cuando la reunión ya tocaba a su fin, era el momento y no perdí la oportunidad, le preguntamos sobre las coronaciones en Granada, ya que la única Imagen coronada titular de una co-fradía de penitencia era la Virgen de las An-gustias de la Alhambra. Ahí, Enrique y yo en un momento determinado, al unísono, le propusimos que algún día pudiera ser coro-nada la Virgen de la Amargura. Su respues-ta, sin titubeos, casi sin inmutarse, y con la mayor naturalidad del mundo, fue dirigida a los dos: “La Virgen de la Amargura se co-ronará”, instantes de titubeo, nerviosismo, palpitaciones, sonrisa…la pregunta siguien-te fue obviamente: ”pero cuando”, a lo que

contestó firmemente: “me gustaría coronar-la yo”. Ante estas respuestas tan directas y asintiendo desde el primer momento, los hermanos, aun cogiéndolos de improviso, en todos, la alegría se desbordó, abrazos, júbilo y hasta incredulidad en más de uno.

Recuerdo las palabras de Enrique alabando la Imagen de la Amargura al ser de la es-cuela de los Moras, posiblemente de José de Mora, al igual que la extraordinaria Imagen del Cristo de la Misericordia.

Ésta breve pero intensa historia la llevo en mi corazón. Mis lazos de unión con la Her-mandad del Silencio, de la que fui costalero y sigo siendo hermano, son tan fuertes que mi gratitud a esta cofradía y muy especial-mente a mi queridísimo amigo y hermano Enrique, estarán siempre presentes en mi vida. Apostillar que la cofradía del Huerto,

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Foto: Antonio Orantes

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tiene el deber del reconocimiento por la ayuda recibida de Enrique y de la Herma-nad del Silencio.

Desde aquella fecha, muchos han sido los apoyos recibidos, pero no sería justo, sino termino el artículo comentando otro hecho importantísimo para el proceso de corona-ción. La ayuda inestimable de otro amigo, cofrade y contertulio. José Luís Clemens Sánchez (q.e.p.d.). En su magnífico pregón pronunciado en el Palacio de Congresos de Granada, el día 5 de marzo de 2006, le pro-puso a nuestro Arzobispo las coronaciones de Aurora, Amargura y Esperanza. Aquel mismo día, tras la comida de confraternidad con todas las cofradías, D Javier contestó al pregonero, con fechas de coronación para Aurora y Amargura, no así para Esperanza, posiblemente porque las dos hermandades propuestas, durante la copa de bienvenida,

momentos antes de la comida, nos acerca-mos a D. Javier y estuvimos conversando acerca de la petición realizada en el pregón por José Luis y las posibles futuras fechas para nuestras Imágenes.

Desde aquí, mi Incienso Cera y Flor para mi querido amigo José Luís. A él estoy eterna-mente agradecido por su amistad, y su ines-timable ayuda. El 30 de mayo, a buen segu-ro, estará rodeado de todos los cofrades del Huerto que ya viven en la Paz del Señor y desde ese balcón cofrade del Cielo que es la mejor tribuna, a buen seguro que seguirán la, tan ansiada, por nuestra Hermandad, Co-ronación de María Santísima de la Amargu-ra de Granada. Sólo pediros vuestro apoyo de hermanos cofrades, es muy necesitado para que la Coronación sea un éxito tanto para la Iglesia granadina, para nuestra Sema-na Santa y para la ciudad de Granada.

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l amor de Cristo nos ha congre-gado y unido, bonito versículo de la antífona del Jueves Santo, la antífona ad Mandatum (Ubi

caritas et amor), que decir si Dios es amor, porque tanto amó Dios al mundo, que en-tregó a su Unigénito, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna.(Jn,17) o también se puede decir en unas simples palabras tan breves y de gran importancia para nosotros los redimidos por Cristo: Dios es amor(Jn 4, 8).

La entrega total que hace Jesucristo de su Cuerpo por la salvación de la humanidad, es tal que no lo llegaremos a comprender, pero tenemos un sacramento eje de todos los sacramentos, el de la Eucaristía. San Fran-cisco de Asís nos lo explica de una forma muy hermosa: ved que diariamente se hu-milla (Flp2, 8), como cuando desde el trono real (Sab 18, 15) vino al seno de la Virgen; diariamente Él mismo viene a nosotros en humilde apariencia, (pan y vino), diariamen-

te desciende desde el seno del Padre al altar en manos del sacerdote.

El amor de Dios es tal, que siempre debe-mos mantenernos en la esperanza porque Dios no nos puede enviar nada malo; de-bemos recordar el episodio del sacrificio de Isaac, Dios haría lo mismo con su propio Hijo pero hasta el extremo, como dice el evangelista Juan, al comienzo del lavatorio de los pies: antes de la Fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo los amo hasta el extremo (Jn 13, 1). Qué bo-nito amar hasta el extremo, qué esperanza nos da, qué sentido a nuestra vida el sentirse amado por Dios, y qué mal y poco le corres-pondemos nosotros.

A lo largo de la historia grandes santos y beatos han comprendido todo esto, y entre-gándose dentro de sus limitaciones a los de-más hasta el extremo, San Francisco escribe

Congregavit nos in unum Christi Amor

Por Miguel Villoslada del Castillo

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Beata María de la Pasión

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que todo debemos restituirlo a Dios, todo viene de Dios y todo lo que hacemos es por mano de Dios.

La beata Teresa de Calcuta entregó su vida a los más pobres de los pobres, es la mues-tra del amor de Cristo, en sus reflexiones dirá que Dios nos ama tiernamente con un amor que ya nos ha demostrado. Y así de tierno es su amor que no lo impone nunca, Dios nunca turba un alma, más bien levanta el alma. Dios eleva el alma y después la llena de su amor. Dios no puede llenar aquello que está ya lleno; por eso debemos de estar vacios de nosotros mismos para dejarse lle-nar por Él.

El amor es también libertad, en los Es-critos espirituales de la Beata María de la Pasión, fundadora de la Franciscanas Misio-neras de María, nos lo dirá muy claramen-te: Veo en mí de un modo que me resulta imposible explicar la libertad del amor. En Dios mismo velo la perfección, lo bello, el amor que me hace partícipe de Dios en la medida en el que soy amor.... y de una ma-nera más sensible aun lo veo en mí por la Eucaristía.

El verbo encarnado, el conocimiento del Ser del amor manifestado al mundo y en-carnado por Él. La verdad es que estamos llamados al amor que él está siempre por nosotros y que todo lo que Él posee nos pertenece, esta es la verdad, el amor única-mente se hace comprensible por el amor. Sin amor no podemos hacer nada ya lo dice san Pablo “Si no tengo amor, no soy nada.” (Cor 13,1).

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Beata Teresa de Calcuta

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Por Antonio Padial Bailón

Antecedentes y Fundación deLA HERMANDAD DEL

CRISTO DE LA MISERICORDIA

La portentosa imagen del Cristo de la Mise-ricordia, desde que nos la legara el insigne es-cultor José de Mora, allá por las postrimerías del siglo XVII, colmando de arte y devoción la pequeña iglesia de San Gregorio Bético, ha concitado el asombro de la sensibilidad artís-tica y el éxtasis de los que se han acercado a Él para inundarlos de misticismo fervoroso.

Desde Antonio Palomino, que visitó Gra-nada pocos años después de realizarse tan genial escultura, a Ceán Bermúdez a finales del siglo XVIII, ya contemplaron la imagen en su capilla de San Gregorio Bético, dando en sus tratados de arte noticias sobre la au-toría por el bastetano de aquella prodigiosa imagen, con el título de Cristo de la Salva-ción.

En un lugar recóndito del Albaicín, donde el escultor tenía su taller y casa, aun afortu-nadamente conservada, a la luz de los ve-lones y entre la opacidad de los rayos que se colaban entre los árboles del huerto, José de Mora halló el clima místico que excitó su espíritu y movió su mano para guiar su escoplo e infundir en la madera la espiritua-lidad sobrehumana que surgió en esta obra.

Lo llamaron Cristo de la Salvación, porque no podía ser menos el rayo vital que ema-naba de la imagen hacia el devoto, que lo transporta a un deseo de unión con la Di-vinidad. Después, cuando los frailes fueron expulsados del convento en 1836, quedó la imagen en la pequeña iglesia casi abandona-da, sin que le faltara un grupo de piadosos vecinos de la Calderería, para formar una asociación de hecho, que le rindiera los de-bidos cultos y cuidados. Es desde esa época, hacía 1840, cuando recibe el título de Cris-to de la Expiración, seguramente dado por dicha congregación de devotos. Tengo no-ticias de esa advocación desde 1847 y déca-das siguientes en que celebraban un jubileo, setenario y función al Cristo.

Trasladada la imagen, hacia 1869, a la pa-rroquia de San José, de donde dependía el convento de los clérigos menores de San Gregorio Bético, allí quedó la imagen casi olvidada casi cuarenta años; aunque es de creer que nunca le faltaría el fervor de sus devotos vecinos.

Tan emocionante y sagrado simulacro no pasó desapercibido a los próceres del arte

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de principios del siglo XX, especialmente a Francisco de Paula Valladar y otros eruditos del arte, como Gómez Moreno, que desde el momento en que se constituyó la proce-sión del Viernes Santo del llamado Entierro Antológico (1909-1925) señalaron como imprescindible la participación de la imagen en dicha procesión. Así, participó la genial talla del Crucificado de San José en el desfile antológico hasta el año 1925.

Después de la Semana Santa de 1909, en la que salió por vez primera, fue tal la ad-miración que causó la imagen al verla en la calle, que hubo un intento por parte de los miembros del Centro Artístico de Granada de crear una hermandad de penitencia para procesionarla y darle culto. La hermandad no llegó a cuajar, pero los del Centro Ar-tístico siguieron vistiendo el hábito negro de nazarenos (en 1911 se le añadió a la tú-nica un escapulario con los atributos de la Pasión) , para acompañar al Cristo en las siguientes Semanas Santas. Había entonces división de opiniones entre los eruditos de arte: unos creía que la talla se debía a José de Mora y otros a Martínez Montañés.

De todas formas, la prensa en 1912 de-cía:“…el Crucificado, magnifica escultura del Redentor que se venera en la Iglesia de San José, Donde tiene su hermandad y nu-merosos devotos presididos por Don Vic-toriano Montealegre” . Por ello, creemos que la hermandad pudo constituirse aunque de forma no oficial y por circunstancias que no sabemos. En 1913, dejó de sacarlo el Centro Artístico y lo acompañó el Círculo Obrero del Albaicín cambiando el hábito al añadirle un capirote rojo . Pero todos estos pormenores de desarrollo de las salidas de

la imagen durante la procesión del Santo Entierro Antológico merecen ser conside-radas en otro artículo.

La semilla estaba sembrada en campo fértil durante aquellos años en los que la imagen salió en el Entierro Antológico, que germina-ría en la formación de su actual hermandad de penitencia. A partir de 1921, un grupo de entusiastas de la imagen, algunos de ellos con cargos en la Delegación de Hacienda se van a reunir algunos domingos en una tertulia en el Café Colón, situado en Puerta Real, esqui-na con Reyes Católicos y Mesones; tertulias a las que asistían, entre otros, el pintor Gabriel Morcillo, los hermanos Carazo, Domínguez Nieto, Zubeldia y Nicasio Montes Garzón, en cuya farmacia también se reunían para charlar del proyecto.

En 1923, el Centro Artístico y Literario, que acompañaba a la imagen los Viernes Santos de los años anteriores, ese año tuvo dificul-tades para sacarla en la procesión del San-to Entierro y será el párroco de San José, D. Ángel Guevara, quien toma la iniciativa concitando a algunas de las personas de la tertulia citada y forma una comisión orga-nizadora. Estas personas eran los señores, Domínguez Nieto, que presidió la comi-sión, D. Nicasio Montes Garzón, el Sr. Zu-beldía y otros. A ella se unen otras muchas personas del Círculo Católico, con sede en la Gran Vía, que ofrece sus salones para celebrar las reuniones de la comisión.

Será Domínguez Nieto quien redacte los estatutos de la hermandad, que los finaliza para la junta general de la nueva cofradía, que es convocada para aprobarlos, el martes 25 de marzo de 1924 . Unos días después, el Viernes Santo de ese año, último en que

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saldrá la imagen en el Entierro Antológico, ya va en él como Señor de la Misericordia, pues esa advocación le impuso su nueva hermandad, acompañado de 115 hermanos.

En la Semana Santa de 1925, la hermandad hará su estación de penitencia de forma in-dependiente por vez primera. Contaba ya con más de cuatrocientos hermanos y ha-bía adquirido los títulos de Real Y Pontifi-cia Hermandad. La imagen fue trasladada a la iglesia de San Pedro y San Pablo, desde dónde iniciaría sus estaciones de penitencia hasta la fecha actual, porque las escasas di-mensiones de la puerta de la iglesia de San José no lo permitían.

Salió a las doce de la noche del día 9 de abril de 1925 con unos 250 nazarenos de largas colas en su túnica, y portando las andas del Cristo, con su nuevo título de Misericordia, iban catorce penitentes horquilleros con há-bito morado. Detrás de la imagen el coadju-tor de la parroquia de San José, D. Francisco Carretero, los concejales, Sres. Sainz-Pardo y Rodríguez Acosta y los miembros de la junta de gobierno, vistiendo el hábito. La prensa comparaba su comitiva con la del Silencio de Sevilla . Aun no llevaba este año la cruz de taracea, sino que lo hizo en su cruz original, pues la actual de procesionar se realizó al año siguiente de 1926.

La hermandad tenía sus oficinas de inscrip-ción de hermanos en la farmacia de Nicasio

Montes Garzón, calle de Reyes Católicos nº 20, y en la casa del presidente, Sr. Domín-guez Nieto, en la calle de Hileras nº 1; así como en el Círculo Católico, donde cele-braba sus juntas la cofradía. En octubre de ese mismo año dimite el primer hermano mayor y se nombra el segundo. Como ma-yordomo mayor honorario se nombró al Sr. Garnelo, Delegado Real de Bellas Artes .

El último acto que celebra la hermandad en ese año de su salida independiente fue en noviembre el sorteo de un dormitorio, que fue exhibido al público en los “Almacenes La Paz”, para sufragar los gastos de obras de acondicionamiento de la capilla de la imagen en la iglesia de San José .

Sería el inicio de de la andadura de una hermandad y una imagen de singular per-sonalidad y fama, que concita al filo de la madrugada del Viernes Santo el concurso de miles de granadinos que se aprietan en la espaciosa Plaza Nueva. Allí no falta nadie y Granada se hace “bulla” total en calle Elvi-ra y demás callejuelas de acceso a la plaza. Mientras el Silencio pasa en la oscuridad de la noche en la que solo parpadean incon-tables estrellas instantáneas de flashes de cámaras y móviles, únicos rayos de luz que iluminan la Muerte de Cristo ebúrnea y que-brada en el madero de taracea.

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artiendo del principio de la existen-cia de organizaciones de caridad y de amor al prójimo necesitado que se dedican a prestar todo tipo de

ayudas a personas en estado precario, a las que facilitan: Ropas, alimentos, acompaña-mientos a mayores, talleres de formación laboral, casas de acogida, etc.

Teniendo constancia de las importantes ayudas que nuestra Cofradía presta, así como de la colaboración de nuestros her-manos. Por citar un ejemplo, cuando suben al acto Eucarístico mensual a la Iglesia de San José y aporta cada uno una bolsa de ali-mentos, para que la parroquia las distribuya entre las personas necesitadas.

Y teniendo el convencimiento de que exis-ten multitud de cooperantes que de forma desinteresada están colaborando con las Organizaciones de Caridad existentes, sigo pensando en UN CAFE POR EL AMOR DE DIOS.

Si partimos de datos estadísticos aproxima-dos, la población de la ciudad de Granada es de doscientas cuarenta mil personas. Si a esta cifra le restáramos la mitad de sus ha-bitantes, (por no poder hacer aportaciones económicas, por diferentes motivos) nos encontraríamos con un número de ciento

Un café, por el amor de Dios

Por Recaredo Veredas Ramírez

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Agua. Recaredo Veredas Ramírez, 2015

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veinte mil personas, insisto que son núme-ros, que sin lugar a dudas no son exactos, pero, de algún dato hay partir.

Supongamos una utopía, que prescindimos, que nos ¿sacrificamos?, UNA VEZ A LA SE-MANA, de un café, o de una caña, o de seis ci-garrillos o de no usar el coche durante un corto periodo de tiempo. Pensemos que el COSTE de cualquiera de estos ¿sacrificios? semanales pueda ser de UN EURO, lo que supondría CUATRO EUROS mensuales, elevando las ci-fras a anualidades, tendríamos CUARENTA Y OCHO EUROS ANUALES.

Retomando datos de la ciudad más maravi-llosa del mundo, nuestra querida Granada, se aportarían unos CINCO MILLONES Y MEDIO DE EUROS ANUALES.

Pensemos en los problemas que se solu-cionarían con esa cifra. ¿Cuántos niños po-

drían tomas sus biberones? ¿Cuántas fami-lias podrían comer en sus domicilios?

También pienso que una forma de empe-zar a levantar la casa sería que los hermanos cofrades del Silencio, empezáramos a poner los cimientos. Aportando el café, la caña, los cigarrillos......... o sea el euro semanal a nuestra Cofradía, amén de las obras de caridad que ya estén realizando los herma-nos cofrades. Utilizando los mismos datos del comentario sobre Granada, unos tres-cientos cincuenta hermanos, aportaríamos DIECISÉIS MIL EUROS ANUALES. Cifra que administrada por nuestra Cofra-día supondría el ayudar a muchas personas necesitadas.

¿Empezamos a levantar la casa?

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El Silencio de Dios

Por P. Carlos Sánchez de la Cruz CSSR

“Silencio, por favor” es una orden a la que estamos muy acostumbrados. Una clase, un hospital, un cine o un teatro son solo algunos de los lugares donde se pide guar-dar silencio. El silencio es una exigencia de la vida. Sin embargo, ¡cuánto ruido hay a nuestro alrededor! Coches, gritos, música, palabras y más palabras. Con razón se ha di-cho que nuestro mundo y, de un modo par-ticular nuestra sociedad actual, está sediento de fe, de sentido, de paz, de alegría… pero también, y sobre todo, de silencio.

Por eso, cuando recibí la invitación a es-cribir unas letras para vosotros, pensé que no podría escoger mejor tema que este que lleváis grabado a fuego en vuestros corazo-

nes, incluso en vuestro propio nombre: el silencio.

Hay silencios odiosos, tensos, que ocultan malos sentimientos, rencores, que manifies-tan distancia y desapego. Son los silencios que están llamados a llenarse de la palabra cálida que acoge, que quita peso a los pro-blemas, que disculpa y que restaura la rela-ción perdida.

Hay también silencios que hablan de sole-dad, de tristeza, de sinsentido, de pesimis-mo, de falta de ilusión. Y estos están llama-dos a llenarse del encuentro con el hermano que siempre nos alegra, nos motiva, nos le-vanta y nos esperanza.

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Foto: Antonio Orantes

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Hay silencios, en definitiva, que no son de Dios. Silencios que nos martillean, que son pura oquedad, silencios vacíos que no en-gendran vida. Silencios que son el mayor enemigo de la vitalidad que Dios quiere sembrar en nosotros.

Estos son los silencios que hay que evitar para dejar espacio en nosotros al silencio de veras, al silencio que llena, al silencio que habla… al silencio de Dios.

Y el silencio de Dios habla de oración. Ne-cesitamos hacer silencio para sentir al Dios que se nos comunica y se nos da, no en el

vendaval, ni en el terremoto, ni en el fuego, sino en lo sutil, en la brisa, en el susurro, en el silencio (cf. 1Reyes 19, 11-13). Quizá lo que algunos llaman “silencio de Dios” se deba justamente a la incapacidad de es-cuchar su voz en lo callado, a nuestra difi-cultad para acabar con tanto ruido que nos despista y nos pierde. Experimenta, pues, en el silencio cómo Dios te sostiene, cómo Dios te acaricia, cómo Dios te ama con una ternura y un cariño sin igual.

El silencio de Dios habla también de con-templación. En el silencio hemos de con-templar –sorprendidos, agradecidos, cauti-vados– la maravilla de un Dios que se ha abajado haciéndose uno de nosotros, que ha pasado por el mundo, no de puntillas, sino comprometido y haciendo el bien. Acoge en el silencio la misericordia infinita de un Dios que te ha amado hasta el extremo en Cristo Jesús, cuyas llagas no hablan tanto de dolor como de amor y cuya Pascua de muerte y resurrección te incluye, te salva, te abre el camino a la Vida.

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Foto: José Luís Martín Martos

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Hay silencios, en definitiva, que no son de Dios. Silencios que nos martillean, que son pura oquedad, silencios vacíos que no engendran vida.

En el silencio también sentimos que Dios nos mira, pero no para dejarnos parados, extasiados, con un sentimiento exclusivis-ta de que somos una especie de elegidos o “enchufados” de Dios. Nos mira para que miremos al hermano. Su mirada siempre nos envía. En este sentido decimos que el silencio de Dios es comprometedor. En el silencio Él nos dice: “¿dónde está tu her-mano?” (Génesis 4, 9). El silencio es la oca-sión para que el Señor transforme nuestra mirada y nos haga reconocer al otro, no como contrincante o enemigo, sino como prójimo, como hermano. Si en el silencio te dejas tocar por Él, descubrirás al pobre como el rostro de un Dios que ha querido identificarse de una manera total con el más abandonado: “En verdad os digo que cada vez que hicisteis una de estas cosas con mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicis-teis” (Mateo 25, 40).

Por eso, este tiempo litúrgico tan especial –Cuaresma, camino hacia la Pascua– es un tiempo para acoger el silencio de Dios, que nunca viene vacío, seco o infecundo, sino lleno del encuentro con el Señor que nos devuelve la alegría y el sentido; lleno del encuentro con el hermano, que reclama de nosotros –de ti– lo que nosotros a su vez hemos recibido de Dios: fe, esperanza, amor. Y, también, misericordia. Sobre todo misericordia.

tamos en esta Iglesia de Granada y en esta Cofradía. No dejáis de sorprenderme.

Esta vieja Hermandad necesita juventud para renacer. Y la joven Cofradía necesita a los mayores para que les transmita cono-cimientos y sobre todo experiencias. Todos nos necesitamos. Por eso somos Iglesia.

Hermano

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Hermano, ¿tú que sientes?,sólo, inmóvil, callado,

negra túnica en tu cuerpoy con el rostro tapado.Delante, Cristo inerte,

la Misericordia a tu lado.Hermano, ¿tú que sientes…?

¿Que sientes tú, hermano,cuando velas a Jesús?

Tu cirio, solo es tu mente,tu alma, lleva la luz.

Porque nadie puede verte,para nadie existes tú…

eres figura certerade ese turno de vela

que está velando a Jesús.

Hermano, ¿tú que sientes?¿Qué le dices a Jesús?

¿Qué se pasa por tu mente?porque ahí, solo estás tú.Ahí, no existe la gente,

no hay dinero, ni virtud,ni grandeza, ni pobreza,

ni lujos, ni vanidad,ni secretos, ni rencores,ni envidas, ni falsedad,sólo el hombre desnudo,desnudo con su verdad,

envuelto, en túnica negray con la cara tapa’

y el corazón en la mano,hablando a su soledad.

Hermano, ¿tú que sientescuando velas a Jesús?,le recuerdas a tu padre

que lo veló como tú,o quieres abrazar a tu madre

por las yagas de Jesús.

Hermano, ¿tú que sientesa la hora de procesionar?

Hermano, ¿tú que sientes?la procesión va a acabar…

HermanoPor Sergio Felipe Gómez Moleón

Fotos: JoseDJavier

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¡Por Dios que no pase el tiempo,déjame velarte más.

déjame, secar mi llantoque aquí, si puedo llorar!Aquí soy un hombre libre,

que no tengo identidad,sólo Dios sabe mi nombre,

mi Cristo que en la cruz está.

No hay palabras que describan,lo que se siente al procesionar,

es hablar con Dios a solas,es sentir la oscuridad,es pedir perdón a Dios

y aprender el Silencio a escuchar.Es encontrarse uno mismo,cara y cruz, con su verdad.

Hombre y Jesús inerte,cirio, y túnica ,

corazón y alma desnuda,un silencio sepulcral,

que lo rompe el aliento,que se oye al respirar,

un suspiro, un lamento,la noche va a terminar,

Cristo en su Misericordia ha muerto,ha muerto en la madrugá.

Corazón de penitente,con silencio en su soledad.

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Divina Misericordia 2015

Que los jazmines vistan de luto...que tu cuerpo yace amarfilado,Misericordia de Jesús bendito,

que tu sangre al Darro ha derramado...

Que cada clavel recoja tu sangrey los hachones alumbren tu cuerpo desplomado,

que la luna ilumine cual fuego arde,el azabache de un sombrío Viernes Santo.

Misericordia de Jesús Bendito,

Calvario de pasión, clavel donde yaces...sobre hojarasca caoba, filigrana de acanto,

con plata sobre madera y marfil como realce,Jesús discurre callejones ahítos de encanto.

Ténebre rosario de cirios orantes.consuelo de afligidos en su llanto,

remedio y cobijo de almas errantes,en cada madrugada de Viernes Santo.

Madrugade azabache y jazmín

Por Manuel Prados Guillén

Foto: José Luis Martín Martos

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Foto:Antonio Orantes

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Foto:JoseDJavier

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n un acto de conocimiento de la imaginería de nuestra Granada, me encuentro con la maternal mi-rada, llena de pena y dulzura de

una Imagen que, aunque hoy goza de una gran devoción en Jaén, décadas atrás, estaba a ser llamada Titular de una hermandad en Granada.

Esta dolorosa de singular belleza, pertenece a la gubia de la escuela granadina, y aunque no podemos asignarla a un imaginero de manera exacta, sus atribuciones rondan a Torcuato Ruiz del Peral.

La Delicada Talla presidió durante muchos años el salón de la residencia de uno de los impulsores más enérgicos que tuvo nuestra Semana Santa a mediados de siglo XX, Don

Diego Garzón Martínez. Cofrade, herma-no mayor del Silencio, miembro de la Real Federación de Hermandades y Cofradías, enamorado de nuestra Semana Santa, gran apasionado del mundo de la tauromaquia, en definitiva, un entusiasta de Granada y sus tradiciones.

La poderosa Imagen del Stmo. Cristo de la Misericordia centraba la devoción de este reconocido cofrade, devoción que de alguna manera parece que pudo quedar vinculada a su gran pasión, la del mundo del toreo, gracias a su buen amigo D. José Faus Rodríguez. El maestro Faus, director de la Banda Municipal de Granada, compu-so “Cristo de los Toreros”, que aunque la partitura original no especifica dedicatoria alguna (por costumbres de la época), se atri-

El Sueño de un Cofrade

Por Carolina Fernández Herrera

Hermana del Stmo. Cristo de San Agustín y del Rosario. Colaboradora de Ser Cofrade

Si dicen que donde se encuentra la Madre de Dios, nunca se perderá la Fe, cuando el sueño de un cofrade gira en torno a Ella, ese sueño, siempre

se hace realidad...

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buye al Stmo. Cristo de la Misericordia, por ser la devoción cristífera de D. Diego, pero el punto de unión de sus dos grandes pasio-nes venían a confluir en la sublime belleza de la Madre de Dios que presidía su domi-cilio familiar, siempre ataviada con manto verde oscuro.

Impulsado por su devoción mariana a la que él llamaba “mi Virgencita de los To-reros”, bajo la advocación de Virgen de la O, pretendía fundar la que él mismo llegó a denominar como “Hermandad de los Tore-ros”, y con ella procesionar a la delicada do-lorosa que, junto al Stmo. Cristo de la Mise-ricordia, constituían el eje devocional de D. Diego. Fuentes de la época, confirman que para aquel proyecto que se venía gestando, D. Diego buscaba una sede canónica cer-cana a la Parroquia de San José, por lo que

pensaban en la Iglesia de San Miguel bajo, hoy de María Stma. de la Aurora Coronada y San Miguel.

D. Diego soñaba con ver a su bella dolorosa procesionar bajo palio en nuestra Semana Santa. Pero en 1975 la fatalidad acabó con la vida de D. Diego, deshaciendo para siempre el proyecto que este buen cofrade soñaba ver en la ciudad de la que vivió enamorado, Granada.

Tras la tragedia, pasarían unos años hasta que los hijos de D. Diego venden la valiosa Imagen en 1988 a un intermediario, con la condición de procesionar a la Imagen, para así ver cumplida - en alguna medida - la vo-luntad de su padre.

La Virgen aparece de forma pública en Gra-nada, en la escenografía del pregón de 1989

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D. Diego Garzón Martínez

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que pronunció D. Enrique Seijas, y tras ello, es trasladada a Jaén, donde iba a ser acogida como María Santísima de la Amargura en el seno de una nueva corporación nazare-na en la tierra del Santo Rostro, donde tras veinticinco años de historia su vinculación al mundo taurino se ha hecho realidad, co-nociéndose como probablemente soñase D. Diego, como Reina de los Toreros.

Se trata de una historia de ida y vuelta que, aunque desconocida para muchos y conoci-da de lejos para pocos en Granada, es muy conocida por todos en Jaén. Para mí, de al-

gún modo está vinculada a vuestra corpora-ción a través del que fue vuestro Hermano Mayor D. Diego Garzón. Su sueño se hizo realidad unos años más tarde, y en la ciudad vecina de Jaén, creando un vínculo emo-cional entre Jaén y Granada, entre el Stmo. Cristo de la Misericordia y la Virgen de la Amargura.

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María Stma. de la Amargura Madre de la Iglesia, Jaén.Foto: Carolina Fernández Herrara

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or primavera, las Hermandades y Cofradías visten las calles de nues-tros pueblos y ciudades de un tibio color morado mientras el aire se

llena de suaves brisas envueltas en aromas de incienso y azahar que saben a oración y penitencia. Es tiempo de oración, mortifi-cación, de vida nueva: Cuaresma, Semana Santa y Pascua florida.Mientras la noche ha ido cayendo sobre Granada y los sonidos de tambores y corne-tas se van alejando, las cofradías del Jueves Santo granadino regresan a sus templos, y el bullicio de la gente que llena Plaza Nueva para ver a media noche el paso del Cristo de la Misericordia (del Silencio), va acallando su voz y convirtiéndola en plegaria ante la imagen del Señor Crucificado.El arte nos ha dado una versión bastante falsificada de la cruz. Todos nuestros cris-tos, las pinturas, los grabados, las esculturas, poseen una gran dignidad. Como tales figu-ras, sus secciones están perfectamente equi-libradas y el cuerpo en conjunto presenta una estampa noble y armoniosa. Desde un

principio se reemplazó el asiento por un so-porte para los pies: el cambio obedecía a ra-zones estéticas elementales. Cuanto pudiera suscitar repulsión o disgusto en los espec-tadores fue cuidadosamente eliminado. Son cristos destinados a la veneración.La realidad de un hombre crucificado era algo muy distinto de lo que nos ha ofreci-do después la imaginería cristiana. Existe abundante documentación histórica sobre el suplicio de la cruz, una muerte bastante más atroz que la causada por decapitación o lapidación, otras dos modalidades de casti-go usuales en aquella época. La crucifixión constituía un procedimiento mucho más doloroso y más lento; más vejatorio tam-bién, reservado a los delitos especialmente nefandos o a los reos de ínfima categoría. A veces sobrevenía la muerte rápidamente, casi siempre por paro cardiaco, pero con frecuencia un cuerpo robusto podía resis-tir con vida muchas horas y hasta días en-teros, razón por la cual los soldados deci-dían apresurar el desenlace partiéndole las piernas a golpes o encendiendo al lado una

Ante el Cristo de la

Misericordia Por Alfonso Ramírez Peralbo

P

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hoguera, a fin de que el ajusticiado acabase muriendo por ahogo. Los cuerpos se retor-cían a causa del dolor y adoptaban posturas sumamente violentas. ¿Quién se atrevería a dar una descripción plástica, medianamente realista, de semejante espectáculo? Hay que agradecer y a la vez lamentar la sublimación practicada por nuestros artistas, su piadosa tergiversación.Las crónicas añaden otros detalles que en-riquecen notablemente el cuadro. Los pe-rros, por ejemplo, solían acudir a beber la sangre que manaba de las heridas, pero los más ágiles saltaban hasta conseguir morder los pies. Entre los niños, muy familiariza-dos con esta clase de escenas, era costum-bre jugar al blanco tirando piedras contra la cabeza del moribundo. Las aves carroñeras, que andaban volando alrededor de la cruz, a menudo se impacientaban y comenzaban su festín cuando el crucificado aún estaba vivo.

Sólo por escarnio o por costumbre litúrgica puede hablarse de un Cristo entronizado en la cruz.Hay que tratar de entender aquella hu-millación suma, indecible, en que acabó finalmente la vida de Jesucristo. Intentar comprender su extraño propósito de re-bajamiento. «Se rebajó a sí mismo» (Flp 2,7). ¿Se refiere el texto únicamente a su encarnación, al descenso que suponía para el Hijo de Dios hacerse hombre? El grado de su humillación fue tal, que llegó a supe-rar ampliamente los límites de ese designio redentor considerado en sí mismo. Hay en ella algo de extremoso, inmoderado, no previsible. ¿Puede hablarse de un exceso de amor? Diríase incluso que no basta como explicación. Para cualquier observador de los fenómenos humanos, a tal amor excesi-vo habría que añadir otra cosa: digamos una necesidad excesiva de amor. Por supuesto que este apremiante deseo de ser amado

Santísimo Cristo de la Expiración, de Hdad. del Museo de Sevilla.

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era en Cristo únicamente el reverso de su mismo amor, de su amor desmedido, pero él tuvo que experimentarlo como una ne-cesidad, como una ansiedad agobiante. He ahí el motivo de su degradación creciente hasta terminar en el oprobio absoluto de la cruz. «Se rebajó». Dicha necesidad de amor lo redujo a una indigencia total, a un estado de mendicidad afectiva.Quizá al principio pensó que podría ser amado con un afecto sincero y desintere-sado, tal como los seres humanos desean normalmente ser amados. Cuando se per-cató de que eso era para él un sueño im-posible, buscó otro tipo inferior de afecto,

un amor de simple gratitud, para lo cual se empeñó en hacer el bien generosamente, prodigando sus dádivas y favores. Pero sólo consiguió nuevas peticiones de ayuda y la indiferencia de sus beneficiados, los cuales se alejaban de él en cuanto obtenían lo que deseaban. Cualquier otra persona habría desistido entonces de seguir intentándolo, cualquiera que valorase un poco su propia dignidad. El Hijo de Dios, no. ¿Tan grave, tan apremiante es su necesidad de amor? El Hijo de Dios ensayará todavía un nuevo procedimiento, el último recurso, destinado a provocar el más bajo de los afectos, un afecto que casi todo el mundo desdeñaría, el amor de conmiseración. A fin de suscitar semejante amor, llegará a los mayores ex-tremos, a cubrirse de ignominia, a besar el suelo mil veces, a mendigar las sobras del corazón humano.«Se rebajó». Desde luego, esta humillación progresiva, para poder ser experimentada como tal, Jesús tuvo que vivirla como una tortura que le era impuesta, no como un camino de abnegación libremente elegido. Más que humillarse, se sentía humillado. Se sentía objeto de desprecio cada vez que su amor era rehusado. Él se limitaba a recibir los golpes, uno tras otro. Sólo un especta-dor avisado, desde fuera, hablaría de rein-cidencia activa por parte del protagonista. En todo caso, es importante este aspecto de repetición, esta sucesión indefinida de gol-pes, esta insistencia, este suplicio reiterativo al que nunca se le veía fin.Una vez más nos preguntamos hasta don-de pudo llegar el sufrimiento de Jesucristo. Y creemos encontrar un límite, un punto culminante, en aquellas palabras que el pro-nuncio desde la cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,46). Ahí estaría su límite extremo, insuperable.

Santo Cristo de la Universidad, Córdoba

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Ahí tocó él, el fondo del abismo. Es inevi-table aludir al abismo bíblico, el abismo que simboliza la máxima desgracia (Sal 42,8), el abismo donde van a parar los malditos de Dios (Ez 26,9), el abismo que ya en los orí-genes de la creación se emparejaba con las tinieblas (Gn 1,2).Por supuesto, el sufrimiento que denota la queja de Jesús no es capaz nadie de me-dirlo. Para ello haría falta saber qué cosa es el Padre, qué cosa es el Hijo y cuál es la relación que media entre ambos. Para po-der calibrar este vado, este desamparo, se-ría necesario antes haber conocido aquella compañía constante y dulce, aquella estre-cha convivencia con el Padre a la cual Jesús

estaba habituado. ¿Qué puede saber de la noche quien no ha conocido el día? Suele decirse que la desolación que padecen los místicos al alejarse Dios de ellos constituye un tormento tan agudo, tan lacerante, que en su comparación nada significa el dolor experimentado por un amante cuando le arrebatan a su amada. Pues bien, esos místi-cos, en su éxtasis más alto, apenas llegaron a tocar la orla del manto del Señor, y con un contacto tan fugaz, que ni siquiera sa-bían decir luego de qué color era. « ¿Acaso has pisado tu las honduras del abismo?» (Jb 38,16). Toda criatura tiene una capacidad muy exigua, tanto para gozar de Dios como para sufrir con su ausencia. Digo exigua en comparación con la del Hijo de Dios. El Hijo había vivido siempre en conversación ininterrumpida con el Padre. El Hijo no ha-bía salido nunca de la casa de su Padre. El Hijo permaneció eternamente en el seno de su Padre. ¿Y ahora? Ahora el Padre es sólo un recuerdo, un recuerdo tan pálido que se diría pertenece a una época remotísima, a una edad geológica anterior, y a la vez es un recuerdo tan vivo, tan acerado, que jus-tamente su brutal contraste con la realidad presente es lo que provoca en el alma del crucificado tal sufrimiento, el mayor, el más acerbo de todos los dolores posibles. Un dolor tan insoportable, que probablemente va a acelerar su muerte, ese episodio emo-cional que las últimas investigaciones mé-dicas sugieren como causa inmediata del fallecimiento.Te adoramos y te bendecimos, Señor nues-tro Jesucristo, clavado en la cruz. Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, bendi-to seas, porque vas a morir y el Universo se-guirá girando, impasible, indiferente a todo lo humano y lo divino.

El sufrimiento que denota la queja de Jesús no escapaz nadie de medirlo.

Foto: Antonio Orantes

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a Iglesia ha convocado el Sínodo de la Familia desde de octubre de 2014 hasta octubre de 2015. Si lee-mos y seguimos sus directrices nos

servirán para vivir especialmente bien todo lo que a nuestra familia se refiere y difunda-mos entre amigos, familiares y el ambiente en el que nos movemos los valores de la familia y la importancia que tiene para la sociedad que la familia funcione bien. Que una familia funcione no quiere decir que en ella no haya problemas ni dificultades. Siempre habrá momentos felices y momen-tos duros, enfermedades, pérdida de algún ser querido, noticias estimulantes, etc. Ten-gamos en cuenta que todas esas circunstan-cias son conocidas y permitidas por Dios para nuestro bien.

La atención a la familia está formada por muchos pequeños detalles sin importan-cia, pero que todos ellos juntos conforman una familia feliz. Son detalles tan pequeños como una sonrisa, un beso, un piropo...

Con el tiempo es normal que los hijos ma-yores vayan saliendo del hogar familiar. El trato con ellos empieza tener otras caracte-rísticas pero hay que seguir tratándose sin interferir en su vida familiar. Los abuelos pueden ser los grandes educadores de los nietos. Si por diversas circunstancias los pa-dres no pueden ocuparse de los hijos como es debido son los abuelos los que enseñan a rezar a los nietos y pueden llegar a ser sus principales confidentes.

El Sinodo de la

Familia

Por Francisco Giménez Bédmar

L

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Dios quiere que en toda familia reine siem-pre la generosidad, que es fuente de armonía y de paz. El Papa Francisco dice: Cada vez que hay una familia que custodia este mis-terio, aunque esté en la periferia del mundo, el misterio del Hijo de Dios, el misterio de Jesús que viene a salvarnos, está actuando. Y viene para salvar al mundo. Esta es la gran misión de la familia: hacer sitio a Jesús que viene, recibir a Jesús en la familia, en la per-sona de los hijos, del marido, de la mujer, de los abuelos, porque Jesús está allí. Acogerlo allí para que crezca espiritualmente en esa familia. (Discurso en audiencia general 17-XII-2014)

Nuestro Santísimo Cristo de la Misericor-dia, si se lo pedimos, hará que nuestra fami-lia sea como aquella Familia de Nazaret en la que todos vivían para los demás.

Así que cuando abandones mi casa, cuando “te entregue”, cuando al final el aire calien-te y suave de la tarde te dé el sentido que cobrarás como obra y el espíritu sagrado inunde cada nudo de tu madera para ser el más fiel exponente de lo que es una muerte serena y a su vez devastadora, acuérdate de nuestro trato,… de ese que tantas veces he-mos hablado. Déjame continuar “los pasos a seguir para la Salvación”…

Sálvame Señor… cuando llegue la hora, Cristo de la Salvación… y te prometo, mientras poso mis manos sobre la llaga de costado inerte, que todo lo que hemos ha-blado Tu y yo en estos meses, quedará a sal-vo para siempre, guardado en cada uno de mis golpes a tu madera, guardado en cada pincelada de mis veladuras, y guardado en el blanco de tus ojos entornados… y cómo no, en el cofre de nuestros silencios…

Nuestro Santísimo Cris-to de la Misericordia, si se lo pedimos, hará que nuestra familia sea como aquella Familia de Na-zaret en la que todos vi-vían para los demás.

Divina Misericordia 2015

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A nuestro hermano Juan Carlos en su primera “estación de Gloria”

Foto: Antonio Orantes

uizá son estas las palabras que mejor resumen este último año, cada año. Desde que nos vimos por Granada a oscuras, desde que nos hablamos aquella noche

en Silencio... con el único sonido del grite-río celestial de tu última mirada. Cada mes, cada día 12, me recuerdas que me esperas con ese deseo ardiente. Cada misa de her-mandad, en cada abrazo a cada hermano, en cada Eucaristía. Pero, sobre todo, cada no-che de Jueves Santo, cuando estamos solos Tú y yo entre tanta multitud, cuando quiero que no te sientas solo entre tanta gente.

En los días previos, en la preparación, he corrido con sed “como busca la cierva co-

rrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío”. Quiero beber en ese manantial de agua viva. Busco ese abundante y claro venero de frescas linfas que saltan hasta la vida eterna. Sobran las palabras mientras te acompaño, Silencio, porque la lengua no lo-gra expresarse; porque el entendimiento se aquieta en esta noche de Jueves Santo. No se discurre, ¡se mira! ¡se contempla! Recos-tada mi cabeza en tu pecho, como el discí-pulo amado, para oír el último latido de Tu Corazón cansado. Te abrazo y siento aún Tu Cuerpo tibio. Mi alma “tiene sed de Ti, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el ros-tro de Dios?” Muéstrame, Señor, Tu Ros-tro. Quiero ver Tu sonrisa. Y mi alma rom-pe otra vez a cantar con un cántico nuevo,

ARDIENTEMENTE HE DESEADO

CENAR ESTA PASCUA CON VOSOTROS

Por Jesús Banqueri Ozáez

Q

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porque se siente y se sabe también mirada amorosamente por Ti, a todas horas, desde la Cruz: “cuando sea elevado sobre la tierra, atraeré todo hacia mi”.Quiero, Señor, en esta noche amar de ver-dad Tu Humanidad Santísima, descubrir una a una Tus Llagas. Y en los tiempos di-fíciles, penosos, fuertes, de lágrimas dulces y amargas que procuro esconder, meterme dentro de cada una de esas Santísimas He-ridas: para purificarme, para ser redimido, una vez más, por Tu Sangre redentora, para fortalecerme. Acudiré como las palomas que, al decir de la Escritura, se cobijan en los agujeros de las rocas a la hora de la tem-

pestad. Me quiero ocultar esta noche en ese refugio, para hallar la intimidad Contigo y ver que Tu modo de conversar es apacible y Tu rostro hermoso. Nace en mí una sed de Ti, un ansia de comprender Tus lágrimas, de ver Tu sonrisa.

Quédate conmigo. Déjame llevarte a hom-bros de la ternura. ¡Recréate, capataz!, ¿no puedes doblar el brazo al minutero para que lleguemos más tarde? Y Tú, te quedas. Y se abren mis ojos como los de Cleofás y su compañero. Emaús. Has llenado de dulzura este nombre. Quédate conmigo. “¿Por qué te acongojas, alma mía? ¿Por qué te me tur-bas?” Y te quedas. Siempre te quedas.

Foto: José Luís Martín Martos

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n el año de 1525, el maestro de albañilería Rodrigo Hernández llevaba a término las obras de edificación de una nueva fábri-ca para la Iglesia Parroquial de

San José, erigida veinticuatro años antes en la que había sido mezquita conocida como de los morabitos o ermitaños en pleno co-razón de la Alcazaba Cadima1. Asimismo y de forma pareja al curso de la construcción, se concitaban las tareas de dotación y embe-llecimiento del nuevo templo, en las cuales contribuirían de manera decisiva, como re-sulta obvio, las pías fundaciones de las fami-lias nobles a la parroquial vinculadas.Bajo la jurisdicción de la parroquia dedi-cada al Santo Patriarca se encontraba la conspicua figura de don Sancho Méndez del Espinar, a la sazón alcalde de Corte del tribunal de la Real Chancillería de Granada, quien adquirió a perpetuidad los derechos de sepultura para sí y su familia en la cuarta capilla del lado del Evangelio, destinada a Capilla del Sagrario, gravando los estipen-dios correspondientes sobre el mayorazgo fundado en las extensiones del Pago de Fa-tinafar en la Vega granadina2. Este espacio cultual y funerario, recortado longitudinal-

mente en sus dimensiones a mediados del siglo XIX3, desde sus mismos orígenes se revistió con piezas de estimable mérito tal cual resulta su excelente cubierta mudéjar de limas moamares y lazo de ocho, con pi-ñas de mocárabes de las que la central se halla desaparecida.Entre los ricos fondos del Archivo Histó-rico Diocesano de Granada, se conserva el Libro Becerro4 en el cual quedó registrada la fundación de una capellanía en este es-pacio de la Iglesia de San José por el men-cionado don Sancho Méndez del Espinar y

Notas sobre la actual Capilla del Cristo de la Misericordia

Por José Antonio Díaz Gómez

E

Cristo de la Misericordia en su capilla, h. 1960

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su esposa doña Isabel Méndez de Salazar. Esta mención podría resultar incluso tauto-lógica, de no ser por la interesante informa-ción que es aportada respecto al patrimo-nio mueble original de nuestra capilla. Así pues, ante el fallecimiento del comitente hacia 15135, doña Isabel se presenta como la responsable primera de conducir a buen puerto la última voluntad de su marido. Para ello, la dedicación de la capilla se ve triplicada, compartiendo su exclusividad el arca eucarística6 con la advocación mariana de Nuestra Señora de la Antigua y el após-tol san Bartolomé. A tal efecto, doña Isabel costea dos nuevos retablos destinados a la ostentación de dichas devociones particula-res. Para el primero de ellos, se ocupó per-sonalmente de enviar a unos pintores hasta la Catedral de Sevilla, con el fin de que co-piasen el fresco de la Virgen de la Antigua custodiado en aquel templo. Aunque desco-nocida la autoría, este lienzo que hoy pende sobre los muros de la Iglesia de San Miguel Bajo, fue completado con una interesante molduración gótica, estilo con que esta pri-mera nobleza granadina quería aproximarse a las mismas inclinaciones personales con que los Reyes Católicos habían ordenado la

traza de su mismo espacio sepulcral en la Capilla Real.Por lo que respecta al otro retablo, el dedi-cado a San Bartolomé, se trata de una pieza exquisita y única en la ciudad de Granada que, al igual que el anterior, hoy se nos muestra con importantes mutilaciones, fru-to de las diversas adaptaciones para nuevos espacios en épocas recientes. El carente de criterio recorte de sus molduras hace pen-sar indudablemente en una obra que fue originalmente de mayores dimensiones, que incluso pudo presentarse a la manera de ins-piración gótico-flamenca de un tríptico, del cual sólo permanece el cuerpo central y no en su totalidad. Fueron respetadas las tres calles inferiores completadas por los traba-jos pictóricos atribuidos a Pedro de Cristo7, de las cuales la primera presenta las tablas pasionistas de la Flagelación, la Crucifixión y el Descendimiento, mientras que los mis-terios mariológicos de la Natividad de la Virgen, la Asunción y Coronación de Ma-ría, y la Visitación copan la pirámide central. Por último, en los extremos del piso inferior se presentan nuevas tablas con el Martirio de San Bartolomé y el milagro San Barto-

Divina Misericordia 2014 Divina Misericordia 2015

Retablo de la Virgen con el Niño Retablo de la Virgen de Pópulo

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lomé predicando tras ser desollado, ambas pinturas rematadas con los retratos oran-tes de los comitentes. El casetón central de esta pirámide inferior era el responsable de romper con la homogeneidad pictórica del retablo, al presentar una pieza escultórica de San Bartolomé Apóstol, desaparecida y sus-tituida en 1940 —durante la torpe restaura-ción efectuada al retablo8— por una talla de San Sebastián de Escuela Alemana del siglo XV9. El resto de la estructura retablística se completa con guardapolvos de gusto flamí-gero y añadidos posteriores de inspiración plateresca, que vienen a enmarcar los dos tondos laterales de La Resurrección y La misa de san Gregorio.Por lo que resta del citado documento de erección de la capellanía de la familia Mén-dez de Salazar, tan sólo refleja poco más que la lógica dotación de ornamentos para la capilla por parte de doña Isabel, así como el lapso de interrupción de los beneficios, al presentar los herederos un pleito contra el clero de la Parroquial por incumplimiento

del mandato de misas. Con todo, durante la siguiente centuria la Capilla del Santísi-mo Sacramento, Ntra. Sra. de la Antigua y San Bartolomé permanecería en exclusivi-dad como panteón familiar de los Salazar, periodo del que tan sólo permanece como testigo visible la gran losa sepulcral que co-bijó los restos del primogénito de los funda-dores y sucesor de su padre en la juraduría, don Alonso Méndez de Salazar, casado con doña Leona de Mendoza9 y fallecido a 29 de abril de 1529, tal cual reza en la inscripción que la recorre. No será hasta el último tercio del siglo XVII cuando vuelva a quedar documentada una nueva intervención de importancia en este espacio, al comprar los derechos de sepul-tura en la misma el pintor de origen tudela-no y seguidor de Alonso Cano, don Miguel Pérez de Aibar. Este desconocido artista, se asentaría en marzo de 1664 en la vecindad de San José, mismo año en que formaliza los términos de su sepultura y regala para el embellecimiento de la Capilla del Sagrario dos grandes lienzos de temática mariana, uno hoy perdido de La Virgen con el Niño y otro con el tema de La Inmaculada Con-cepción —actualmente en la última capilla del lado de la Epístola—10, ambos de clarí-sima inspiración en los trabajos realizados por Alonso Cano para la Catedral iliberita-na. Finalmente, tras la fama ganada por su acendrada devoción mariana, el deceso de Pérez de Aibar llegaría en la mariana festivi-dad de la Asunción del año 1697.El declive del espacio custodio del eterno descanso de los Salazar y de Pérez de Ai-bar llegaría al tiempo de las medidas desa-mortizadoras de 1835 y aún más se acusaría con la reestructuración de las jurisdicciones parroquiales de la ciudad en 1842. Tanto la exclaustración de la Congregación de

Retablo de San Bartolomé

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Clérigos Menores de San Francisco Carac-ciolo, como el cierre de su sede cultual en San Gregorio Bético, así como la supresión e igualmente cierre de la vecina Parroquia de San Miguel Bajo, multitud de efectos artísticos y ornamentos litúrgicos vinieron a enriquecer el elenco patrimonial de la Parroquial de San José. Con la llegada de nuevos retablos, tallas y pinturas, surgió la necesidad de dotar de mayor profundidad una reestructuración del templo que ya ha-bía comenzado en 1788, con el desmem-bramiento del retablo mayor renacentista y su sustitución por el actual neoclásico11. La Capilla del Sagrario, por su parte, tan sólo recibirá en este momento el añadido de al-gunos lienzos y la colocación en su cabecera del Retablo de la Virgen del Pópulo12, que actualmente se expone en la Capilla de la Sagrada Familia. Durante la segunda mitad de la centuria decimonónica, se tomará la decisión de concentrar en este mismo es-pacio los retablos procedentes de San Gre-gorio, más concretamente los dedicados al fundador de los Menores, san Francisco Caracciolo —cuya talla es obra de Sánchez Sarabia de 1762—, san Matías y la Virgen con el Niño13. De estos tres, tan sólo ha lle-gado hasta nuestros días, aunque desprovis-

to de su predela, el último de ellos, datado en 1530 y cuya preservación es debida sin duda a la delicadeza de su traza plateresca, así como el rasgo italianizante de sus seis tablas, que acercan su atribución al círculo de Pedro Machuca.Por las mismas fechas, se toma la acertadí-sima decisión de trasladar de los muros de la sacristía a la actual Capilla de Jesús del Perdón14, la inigualable efigie de Jesús cruci-ficado a que diese forma José de Mora hacia 1673. Es de este modo cómo el que hasta 1835 había sido venerado como Cristo de la Salvación en la Iglesia de San Gregorio Bético, asiste a la reactivación de su vene-ración popular, al volver a ser expuesto a la devoción inmediata de un pueblo que lo intitula nuevamente como Cristo de la Ex-piración15. Será ya en 1924 cuando, con la fundación de la cofradía del que desde en-tonces es para Granada el Cristo de la Mise-ricordia, los hermanos de la neonata corpo-ración nazarena tomen la oportuna medida de dignificar la Capilla del Sagrario para dotarla de la nueva dedicación de su ama-do titular. Será entonces cuando la cabecera de este espacio pase a quedar ocupada por un dosel de damasco púrpura destinado a ostentar la severa efigie del Crucificado de

Lápida sepulcral de Pérez de Aibar Cubierta mudéjar de la capilla

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Mora16, quien desde entonces compartiría su definitiva ubicación en el templo con aquel Retablo de San Bartolomé con que di-cho espacio obtuvo su configuración inicial, así como con aquel otro Retablo de la Vir-gen con el Niño que como el nuevo titular de la capilla procedía de los fondos que un día fueron de los Clérigos de San Francisco Caracciolo17.Finalmente, será a comienzos de la década de los 70 cuando la Capilla del Santísimo Cristo de la Misericordia adquiera la apa-riencia con que hoy se nos presenta, al cu-brir las paredes con el tejido de damasco burdeos, al que se sobrepone en la parte inferior un zócalo lígneo a base de cuarte-rones en madera de ébano, cuya tonalidad se decidió imprimir al delicado sagrario barroco de la capilla —hoy igualmente perdido—, que otrora fue dorado y enor-memente apreciado18. En definitiva, con la presente recopilación de avatares queda remarcado el carácter vivo de los espacios cultuales que conforman nuestros tem-plos, siembre en obediencia a la evolución y necesidades que la Iglesia y, en este caso concreto, la comunidad parroquial de San José ha requerido a lo largo de sus 514 años de existencia ininterrumpida. Con todo, la capilla que hoy emerge entre esta dilatada historia, como inmejorable ostensorio de la sublimidad con que José de Mora colmó la talla de su Crucificado, puede presentar-se con el orgullo y privilegio de aún poder custodiar singularísimas piezas que, a modo de particular eje cronológico, compendian la historia de cinco centurias, mostrándole a Granada la exclusividad de quienes en este devenir han sentido predilección por ella.Notas:1. GÓMEZ-MORENO GONZÁLEZ, Manuel. Guía de Granada. Granada: Universidad, 1982 (fac.), pp. 455-459.

2. GARCÍA PULIDO, Luis José y BRAZILLE-NAU-LET, Virginie. «El Pago agrícola del Fatinafar (Granada) y los elementos patrimoniales conservados en el mismo». En: e-rph (Granada), 6 (2010), [http://www.revistadepatrimonio.es/revistas/numero6/estudiosgenerales/estudios/articulo.php].3.GÓMEZ-MORENO GONZÁLEZ, Ob. cit. (1982).4. Archivo Histórico Diocesano de Granada: Libro Becerro III (1517-1636), fols. 101-104v.5. PEINADO SANTAELLA, Rafael Gerardo. «La oligarquía municipal de Granada en los albores del dominio castellano». En: Edad Media (Valladolid), 14 (2013), pp. 213-237.6.Esta arca eucarística tenía la configuración de un templete y presentaba una estructura giratoria, habiéndose usado en los monumentos del Jueves Santo de la parroquia hasta el segundo tercio del siglo XX.7. GÓMEZ-MORENO GONZÁLEZ, Ob. cit. (1982).8. La última restauración de los retablos de la Capilla del Cristo de la Misericordia fue llevada a cabo entre los años 1995 y 1996 por la Dirección General de Bienes Culturales de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Durante la misma, se descubrió la inscripción que permitía constatar una torpe inter-vención pretérita, fechada el 8 de octubre de 1940.9. Archivo de la Real Academia de la Historia: Tabla ge-nealógica de la familia Salazar, vecina de Granada (s.f.), sig.: 9/307, fº 99.10. GÓMEZ-MORENO GONZÁLEZ, Ob. cit. (1982).11. Ibídem.12. Archivo Parroquial de San José: Inventario parroquial (1867), pp. 15-17.13. Ibídem. Durante algún tiempo el Cristo de la Misericor-dia también compartió espacio en la Capilla del Sagrario con la Inmaculada de Mena, la cual fue reubicada en este espacio a finales del siglo XIX.14. Archivo Parroquial de San José: Inventario parroquial (1867), p. 31.15. GALLEGO BURÍN, Antonio. José de Mora. Granada: Universidad, 1988 (fac.), pp. 78 y ss. 16. Archivo Parroquial de San José: Inventario parroquial (1922), fols. 35v-36.17. Archivo Parroquial de San José: Inventario parroquial (1971), fols. 50 y ss.18. Archivo Parroquial de San José: Inventario parroquial (1922), fols. 35v-36. La referencia a la pérdida irreparable de este valioso sagrario figura en una nota al margen posterior.

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l uno de abril de este año se producirá nuevamente. La pri-mavera habrá abierto ya unos días llenos de luminosidad y el templo de san Pedro, en la Ca-

rrera del Darro, esperará acoger un año más la imagen del Cristo de la Misericordia.

Al contrario de lo que sucede el día en que se procesiona la imagen, el escenario es todo claridad bajo un sol de mediodía que baña las fachadas blancas de cal del Albaicín y hace brillar el manto nevado de la Sierra. Una celebración de la penitencia, el silencio eclesial en El Salvador, otrora en san Nico-lás, y la presencia en el centro de la nave de la imagen de Cristo de la Misericordia ha se-renado el ánimo en contraste con el bullicio de turistas y granadinos que pasean a esas horas por el barrio.

Una abigarrada masa de personas se dispo-ne a acompañar a la imagen hasta san Pe-dro, fundamentalmente compuesta, aunque no solo, por miembros de su Hermandad. El aspecto, ya en la calle, es el de un corte-jo fúnebre en el que se impone el silencio y la meditación, en contraste con los rayos de sol que iluminan macetas de flores en las ventanas y miradas curiosas de quienes pasean festivamente sus vacaciones de Se-mana Santa.

Me atrevo a pedir este año dos cosas para ese transcurrir por el histórico barrio, a su paso por san Miguel Bajo y por la propia iglesia de san José, con su muy antiguo al-minar:

De una parte mayor silencio, lo que tiene que ver con mi segunda petición. Un silen-

Por José Moreno Dávila

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Luz, Silencio y Misericordia.

Fotos: José Luis Martín Martos

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cio que permita enfrascarse en la contem-plación, vaciando la mente del ruido que a menudo nos hace no estar done estamos, ni vivir lo que tenemos a nuestro alrededor. Que nos haga oír el sonido de los pies de quienes llevan las andas, que nos haga sen-tir el hondón de la Misericordia del Hijo de Dios crucificado y muerto por nosotros.

También invito a que, cuando veamos la ima-gen del Cristo de la Misericordia, veamos en él el cuerpo muerto de los muchos cristia-nos asesinados víctimas de la violencia des-atada en Nigeria, en Niger o en Chad. Que podamos identificar la imagen del crucifica-do con los cristianos víctimas de la violencia en Egipto. Que podamos ver en su cuerpo a cualesquiera hombres y mujeres víctimas del odio religioso, racial o de cualquier otro tipo

que fallecen a diario en el mundo por el vio-lento rencor de unos contra otros.

Que podamos acordarnos en ese momento de los cientos de miles de desplazados vícti-mas de guerras, genocidios y odios de todo tipo que viven desterrados de sus hogares en situación de grave indigencia.

Bajo ese baño de luz primaveral, bajo ese fulgor solar que nos deslumbra y que nos hace ver con detalle los perfiles maestros de la talla que portamos, vivamos el silencio compartido y nuestra humilde participación en la misericordia divina, a la que recorda-mos en la advocación de quien le da el único sentido posible a la Hermandad.

Bajo la luz, y no solo en la tiniebla, también el Silencio y la Misericordia.

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ace algo más de un año desde aho-ra comenzaba nuestra experiencia, la propuesta de pasar un verano le-jos de casa, en Bolivia, empezaba a

hacerse muy palpable. Nacía así, de lo más profundo de nuestro corazón, el deseo de conocer a todos esos niños y jóvenes de los que tanto habíamos escuchado hablar pero a los que no poníamos rostro y que, sin em-bargo, ya removían algo en nuestro interior incluso antes de haberlos conocido. Sin te-ner del todo ordenadas las ideas, sin saber qué se esperaba de nosotros o qué teníamos que hacer, sumado al sin fin de dudas que pasan por tu cabeza la noche de antes de partir, sólo teníamos una cosa clara: ante esa Llamada a entregarte a lo desconocido, a estar disponible a lo que cualquiera pudie-se necesitar de ti, la respuesta era “Sí, aquí estoy Señor”. Para esto, habían sido necesa-rios muchos meses de Silencio interior, de saber que lo que realmente se te pide es esto y de esta forma, en este momento, fiarte de Él porque, al final de todo, el título de este artículo (el lema de nuestra Misión) ha sido el que nos ha sostenido en nuestra debilidad.Después de volar 12.000 km nos presentá-bamos en un pequeño pueblo de casas de

madera a la orilla del rio San Martín, era Bellavista. Sin saber muy bien todavía qué nos había llevado hasta allí nos poníamos en Sus manos y abríamos los sentidos a todo aquello que necesitase de nosotros. Pero no era fácil encajar todo esto de golpe, tanta diferencia o tanta comparación con nuestro primer mundo tiene el peligro de juzgar más de la cuenta, de pensar que tú tal vez harías cosas mejor que El, que lleva nuestras vidas… nos venía bien saber que allí o aquí, estábamos hechos de lo mismo, y que nuestros errores, seguían con noso-tros… Lo que no sabíamos era que allí se vive en una Gracia especial y poco a poco nos fuimos dando cuenta que el agradeci-miento con el que fuimos recibidos hablaba por sí solo, que esa gente se abandonaba en Dios como nosotros éramos incapaces de hacerlo, que la forma en que se te acerca-ban los niños simplemente para recibir un abrazo o un rato de juego nos descubría la dificultad de éstos para ser lo que realmente son: niños. Su dificultad no es simplemen-te el hecho de que no tengan qué comer o que lleven un día tras otro la misma ropa, va mas allá, hablamos de un niño que no ha recibido nunca un abrazo, que no sabe lo

Misión Bolivia ‘14

“…porque Su Alegría es nuestra fortaleza” (Neh 8, 10)

Por : Pablo Dabán LópezBeatriz Dabán López

Javier Ruíz López

H

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que son cosquillas porque nadie, nunca, se las ha hecho.

Con el paso de los días, los rostros hasta en-tonces desconocidos, tomaban un nombre y una historia, empezábamos a entender que nuestra idea de ayudar, no era la que esas per-sonas necesitaban, poco a poco comprendía-mos que nosotros no íbamos a solucionarles nada, pero podíamos regalarles lo que muchos de ellos necesitan, una amistad verdadera y un abrazo sincero. Podíamos reconocer en ellos jóvenes tan iguales a nosotros que daba mie-do pensar cuál era la diferencia o por qué yo iba a ayudarle. Es entonces cuando nos da-mos cuenta que no hay diferencia, que somos iguales, que nos ha creado el mismo Dios y ha puesto en nosotros los mismos sueños y las mismas ilusiones, que todos tenemos el mis-mo deseo y es ser felices. Y es precisamente en esta confianza que se iba generando en la que podíamos de un modo u otro iluminar su vida y mostrarles, en los casos en que no es-tuviera tan presente, un rostro de Dios Amor, que a pesar del desorden o de sus errores no se avergüenza de ello, sino que sale a su en-cuentro… ¡y qué Alegría ver llorar a alguien al recibir este Mensaje! ¡Cuán necesario se hace haber vivido esta historia de Amor con Dios (que se crucifica y muere por ti) para poder alegrarte cuando el otro la vive!

Cuando hoy miramos la Misión es difícil verla en su conjunto, pero el por qué fui-mos se justifica en cada momento: la visita a una familia que te ofrece lo mejor que tie-ne, incluso aunque se quede sin que comer, el viaje a una comunidad de diez familias que sabes que recordaran que estuviste allí por ellos (aunque ni siquiera recuerden tu nombre), la conversación con un joven al que reconoces tan igual a ti que lo llamas “Amigo”, la primera sonrisa de ese niño que al principio te miraba raro o el abrazo baña-do en lágrimas del mismo niño el día de la despedida…

Quizá aún quedan dudas por resolver en la vida de cada misionero: ¿Por qué yo Señor para este privilegio? ¿Por qué en este mo-mento de mi historia Señor? ¿Y ahora qué? ¿Qué pasa con esos jóvenes, con esas vidas “abandonadas” allí? ¿Para qué ha servido mi Misión allí si ahora vuelvo? ¿Cómo en-caja todo esto en mi vida de todos los días? ¿Por qué..?. Lo único que tuvimos claro es que El que mira desde los ojos de ese niño, ese joven o esa madre es Dios, que viene a buscarte, a llamarte por tu nombre perso-nalmente, a amarte, a perdonarte, a sacarte de tu egoísmo y de tu idea de que somos nosotros los que ayudamos cuando somos los más ayudados.

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Aúltima hora Por Enrique Dabán Collado

¡Otra bromita de Dios!

No sé si considerarlo así o como una forma de ayudarme. Cuando ya había cumplido mi compromiso de escribir y revisar varias veces una aportación para nuestro Boletín, cuando ya estaba casi en el espacio virtual del correo electrónico camino del responsable de la edi-ción, pues entonces, justo entonces, llega el Miércoles de Ceniza, la lectura del evange-lio… y …ale, ¡todo al garete!. ¡Otra vez a em-pezar!. Y es que la palabra de Dios llega en los momentos más inesperados. ¿Qué no entien-des nada? Ya, ya me lo imagino. Así que… me explico: Al escuchar, y luego releer a Mateo, me han venido a la mente distintas situaciones vividas en las últimas semanas, y me ha hecho reflexionar al respecto, hasta el punto de nece-sitar transmitirlo aunque de forma muy breve, lo que me lleva a olvidar lo anteriormente es-crito. ¡El Señor dispone!

Para empezar, lo impactante de esta lectura:

“Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos… ///… Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la dere-

cha…///… Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las ca-lles, para ser vistos” (Mt 6-1,6, 16-18). Es un pasaje bien conocido, ¿verdad?, sin embargo no puesto demasiado en práctica.

Para seguir, explico el porqué a mi me impac-tó. Estas palabras son una forma de mante-ner Silencio en nuestras vidas. Forman parte de mi concepción del cristianismo, aquello de trabajar en silencio, evitar el protagonismo, servir a los demás sin apariencias, no presumir de ayuno, no hacer ostentación de ser “el más cristiano”, … Y que no me malinterprete na-die; ni pienso en nadie ni creo que yo lo haga así, ni quiero personalizar. Solo intento hacer reflexionar en la conveniencia de actuar según estas palabras para intentar ser seguidores de Cristo. Este fue uno de los motivos por los que ingresé en la Hermandad y que siempre entendí como algo intrínseco a ella. El Silen-cio, en todos sus aspectos, y también en este de evitar apariencias y signos externos, es algo inherente y definitorio para nosotros (o debe-ría serlo, sin excusas), los cofrades del Cristo de la Misericordia.

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Aúltima hora

En tercer lugar, con este evangelio, he revivi-do muchas conversaciones de las últimas se-manas con el grupo de hermanos que, como sabéis, revisamos los Estatutos. ¡No se asuste nadie que no voy a hacer referencia a nada concreto!. Lo que sucede es que en esas re-uniones me ha sorprendido agradablemente comprobar que hay unanimidad en recuperar y mantener este carácter de sobriedad y aus-teridad. El trasfondo de todo lo discutido, de todo lo acordado ha sido este. En todo mo-mento se ha buscado que en la Hermandad no haya protagonismos, no haya puestos de preferencia, no haya excusas para destacar ni siquiera cuando se reza, o cuando se ayuna, o cuando se sale en manifestación pública de fe, o...

Que nadie se sienta aludido con estas pala-bras, por favor. Todos los trabajos han ido

dirigidos a mantener estos conceptos dentro de la Hermandad, sin valorar actuaciones, sino buscando evitar que, en una sociedad cada vez más tendente al espectáculo, en un ambiente cada vez más proclive a la apariencia, incluso en una Iglesia que se deja llevar a veces por el consumismo y el escaparate público, nuestra querida Hermandad (/Cofradía, como dicen muchos), no llegue a perder nunca su sentido, se mantenga fiel a esta idea de no favorecer la apariencia externa. Este pasaje también tiene su aplicación para la vida en nuestra Herman-dad.

No quiero pecar de pesado, tan sólo os invito a releer el texto completo de este evangelio de Mateo, y pensar en nuestra Cofradía y noso-tros como hermanos.

Que cada cual medite, así que sobra todo aquello que yo diga.

Foto: Madrugada de Viernes Santo,óleo sobre lienzo de Antonio Ureña Cantón, 2014.

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Triste fluye el Darro y llora,

al paso del Nazareno,

de semblante dulce y bueno,

que esculpió José de Mora.

Y él le dirá al río Genil

lo mucho que padeció

quien por los hombres murió

un Viernes Santo de abril.

Con manto de blanco tul

se cubre Sierra Nevada,

que contempla, desolada,

la muerte del buen Jesús.

Los claros rayos de luz

de una luna entristecida

reverberan en la herida

del costado de Jesús.

Va de espinas, coronado,

con su cara amoratada,

por la injusta bofetada

que le dio el servil soldado.

¿Y qué grita el pregonero?:

“que lo condene la ley,

por haberse dicho rey”,

que es lo que pone un letrero.

Lo han clavado en el madero

unos soldados romanos,

y sangra de pies y manos,

el dulce y manso cordero.

Manando de su costado

la sangre, va a borbotones,

y uno de los ladrones,

que está junto a Él clavado,

seguro de la inocencia

de este justo, ajusticiado

suplica a Jesús clemencia,

cuando llegue a su reinado.

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AL SANTO CRISTO DE JOSÉ DE MORA

Por Santiago Hoces Foto: JoseDJavier

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Tras el reo va una Señora,

que comparte su agonía,

es su Madre, es María,

que apenada, sufre y llora.

La noche del Viernes Santo,

Granada está desolada,

por verla tan angustiada,

sumida en amargo llanto.

Lloran los cirios, vertiendo

lágrimas de cera ardientes,

y lloran los penitentes,

por ver a Cristo sufriendo.

Llora también el Genil,

y en la Alhambra sus almenas,

y llorarán las arenas

del gran río, el Guadalquivir.

Llorad hombres y mujeres,

que lloren grandes y chicos,

menesterosos y ricos,

porque hemos sido crueles.

Llora la Virgen María

y llora la Magdalena,

lloremos con grande pena,

lloremos sí, a porfía.

Que suene, quedo, el tambor,

pues se escucha una saeta;

y el que canta es un poeta

que llora por el Señor.

“¡Ay Jesús del alma mía,

cómo me embarga la pena

al contemplar tu condena,

siendo yo quien la debía!

Pues perdonaste al ladrón,

como a la de Samaría,

perdona la culpa mía,

tenme, Señor, compasión”.

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Foto: JoseDJavier

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No se pensó demasiado en los principios de la escultura granadina, y hablar de es-cultura religiosa granadina es utilizar un lenguaje tautológico ya que nuestra escul-tura fue durante siglos exclusivamente reli-giosa; no se pensó demasiado -digo- en la imagen procesional sino, sobre todo en la del retablo y en la del interior de las iglesias, las que sólo después de mucho tiempo fueron sacadas a la calle. Sin embargo, cuando en la primera década del siglo presente, fue re-sucitada la procesión, por entonces única, del Santo Entierro, por el Centro Artísti¬co, procesión que desde muchos años atrás no salía, una de las pri-meras imágenes en las que se pensó fue en el después llamado Cristo de la Misericordia, de José de Mora. ¿Por qué? Se volvía enton-ces y con reiterada intención la mirada hacia nuestra escultura clásica y en ella, fuera del

gran Cano, más que a Rojas, los Mena o a Risueño, a José de Mora.

El Cristo de San José: el de la Misericordia, justifica plenamente el entusiasmo de los granadinos por él. Destacar entre la amplia

y maravillosa serie de los Crucificados granadinos ya supone apreciación insólita. El Crucificado, desde los que coronan los retablos de la Capilla Real y de San Je-rónimo, hasta los del catalán Jaime Folch de 1794, todos estos de autores foráneos, y entre ellos, interpolados los de los granadinos Diego de Aranda, Pablo de Rojas, los hermanos García, Alon-so de Mena, Bartolomé de Arce, Pedro de Mena y José Risueño, tiene una brillante historia, y destacar entre to-

dos ellos, como lo verifica el de la Misericor-dia por su enorme patetismo, por la noble-za en la representación del Santo Cadáver, por la belleza suprema de las formas, por el

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Ecce Homo. Capilla Real de Granada.

LA EXPRESIÓN DEL

SENTIMIENTO RELIGIOSO

EN JOSÉ DE MORA Por Marino Antequera García

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acierto irrepetible en la policromía del acor-de binario del azul violáceo del perizoma y el amarillo de la carne muerta, supone algo de carácter extraordinario.

Bastaría esta obra para acreditar el talento de José de Mora, pero su copiosa produc-ción, no toda ella, por desgracia, compara-ble con el tan famoso Cristo, bien que pro-clama lo justificado de su fama como artista. Basta para expresar lo que digo una visita a la antigua iglesia de San Gil. A mano dere-cha encontramos la Soledad, de Mora. ¿Qué tiene esta imagen que tanto trabajo cuesta apartar la mirada de ella? La virtud que en tal escultura predomina es la serenidad en el dolor. Serenidad en la policromía reducida al índigo del manto, el blanco de la túnica y

el rostrillo y la carnación muy baja en ros-tro y manos. Ni un solo matiz que desento-ne. Todo enlazado y armonizado como en una composición poética. Las artes pláticas granadinas son inmensamente superiores a nuestra poesía y están empapadas en una especie de lirismo. Bastaría para probarlo el hecho de que nuestros poetas permanecen aún encerrados en cármenes, aunque tan bellos como el Paraíso de Soto de Rojas, en tanto que la fama de Cano, Mena o Mora se extienden por el mundo.

Mas volviendo a nuestro Mora, hemos ha-blado de las maravillosas coloraciones de su Cristo y de su Soledad y hemos de notar que dicha armonía sintoniza a maravilla con el suave sentimiento, con el discretísimo dolor

San Pantaleón. Iglesia de San Gil y Santa Ana.

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de las imágenes que cubre. Ni muchas lá-grimas, ni gesto alguno, ni exceso de sangre en la obra del granadino, sino todo dicho con mesura. María, en la Soledad, con los ojos bajos, con su inmenso dolor callado y contenido, sin la más ligera contracción del rostro, con las suaves manos enlazadas, ahoga su amargura en lo más hondo y se-creto del alma; allá donde quedaron tantos recuerdos amargos de su Hijo perseguido y odiado por poderosos enemigos, todo esto unido con dulces memorias para hacer más duro el contraste, como las del tiempo en el que el Niño crecía con gracia y en sabiduría delante de Dios y de los hombres.

Y frente a la anterior maravilla y en la misma iglesia, la bella imagen de San Panta-león por la que pasa una corriente helénica que enfría la vocación martirial del santo. El

rostro es de suprema corrección. La mano que se apoya en el pecho, aunque maltrecha y estropeada, frente a la serenidad y resig-nación de la postura, trata de hundirse en el pecho en busca del corazón amante del Cristo que sostiene la otra mano. Y a la par de gallardía tanta, la hermosura del color que ya no es comedido y anulado en pálidos matices, puesto que pardos calientes y el rojo de la vestidura, sin romper lo acordado de sus armonías, supone una preocupación colorística.

Y queda la tercera entre las súper obras del maestro; el maravilloso San Bruno de la Cartuja. ¿Por qué es tan maravillosa de color esta escultura, que sólo cuenta como elementos coloreados un rostro y unas ma-nos exangües y un hábito blanco? Marcel Dieulafoy supuso en su libro sobre la es-

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Ecce Homo. Museo de Bellas Artes, Granada. Foto: José Luis Martín Martos. Stmo. Cristo de la Misericordia, Ig. de S. José.

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cultura polícroma en España, que para dar mayor jugosidad a tan delicados matices, la figura estaba dorada por debajo de la poli-cromía. Puedo asegurar por haberlo experi-mentado que, sobre la madera no hay otra materia que el yeso y sobre éste la pintura, sin ninguna capa suplementaria. Pero si el San Pantaleón es apuesto, esta figura de San Bruno, enfebrecida por el amor divino, es-tira su cuerpo tras la mirada absorta en el cielo y ¡qué manos tan elocuentes las de las imágenes de Mora! ¡Qué expresión tan ex-presiva y valga la repetición, la de la mirada!

Las parejas de Ecce Homo y Dolorosa fue-ron representaciones de gran profusión en Granada. Desde las tan sentidas, en barro, de los hermanos García, tan detalladas y sutiles, hasta las de Mora y Mena. ¡Cuántas obras maravillosas y, sobre todo, tan empa-padas en sentir cristiano y ascético! Las de

Mena se han extendido por toda España para proclamar la valía del artista tan excel-so de cuya obra malagueña tanto se perdió durante la malaventurada Segunda Repúbli-ca Española. Las de Mora, en su inmensa mayoría, han quedado entre nosotros. Entre estas muchas parejas pocas alcanzan en be-lleza a la de la iglesia de Santa Catalina de Zafra, sobre todo la hermosísima Virgen. Le sigue en interés la pareja de Santa Isabel la Real, aunque repintada a finales del siglo XVIII por el escultor catalán Jaime Folch y tras éstas, la que estuvo en el convento de las Agustinas y la iglesia de la Magdalena. Tras estas parejas de José de Mora, labró algunas su hermano Diego, como también lo hizo José Risueño con su tan hermoso Ecce Homo y Dolorosa de la Capilla Real, tanto tiempo y con tanta autoridad tenidas por Mora.

Fue este artista desigual. Junto a sus obras citadas, labró otras inferiores, como los dos San Gregorio Magno y Bético del retablo de Santiago en nuestra Catedral. ¿Obras primerizas? ¿Descuidadas? No fue José de Mora artista dado a discípulos ni colabora-dores, sino hombre aislado por celos, aun-que infundados, de su mujer.

Escultura honra de la plástica granadina y aún de la andaluza, sintió sobre toda las obras de dolor: Dolorosas, Crucificados o las patéticas representaciones del Ecce Homo, a las que puede añadirse el tan sentido Cristo recogiendo las vestiduras después de flagela-do, bárbaramente destruido por las turbas en la iglesia albaicinera del Salvador. Junto a tan-tas obras, la gallarda Santa Teresa, del mismo autor, en la catedral de Córdoba acreditan la labor del solitario y doloroso hombre y glo-rioso artista José de Mora.

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San Bruno. Sacrístía de la Cartuja.

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Fotos para la historia

Anuncio de la Semana Santa de 1927.Traslado del Stmo. Cristo de la Misericordia.

Stmo. Cristo de la Misericordia en la Iglesia de San Pedro y San Pablo en la Semana Santa de 1929.

Nota de prensa de las vísperas dela Semana Santa de 1926.

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Traslado del Stmo. Cristo de la Misericordia.

Stmo. Cristo de la Misericordia en su capilla de San José.

Stmo. Cristo de la Misericordia en su salida proce-sional de la madrugada del Viernes Santo

Stmo. Cristo de la Misericordia la noche del Jueves Santo.

Traslado del Stmo. Cristo de la Misericordia Traslado del Stmo. Cristo de la Misericordia.

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• Retirada y alquiler de hábitos, en la casa de Hermandad, Gran Vía, 51-2º Izqda.

• Para aquellos hermanos que rea-lizaron la Estación de Penitencia el año anterior, los días 3 al 6 de Marzo en horario de 20´00 a 21´30 horas.

• Para nuevos hermanos y el resto de hermanos que no se inscribieron en la Estación de Penitencia del año anterior, los días 16, 17, 18 y 20 de mar-zo en horario de 20´00 a 21´30 horas.

• Retirada hábito Monaguillos: los días 3 al 6 de Marzo para aquellos que realizaron la Estación de Penitencia el año anterior de 20´00 a 21´30 horas. Para aquellos monaguillos que desean cambiar de hábito o no se inscribieron en la Estación de Penitencia del año an-terior, los días 16, 17, 18 y 20 de Marzo de 20´00 a 21´30 horas.

• Costo del alquiler de hábitos: 15 Euros para los hermanos.

•Inscripción en la estación de peni-tencia de promesas 20€ (no Hermanos)

• Retirada de la Tarjeta de Sitio:Los días 25 y 27 de marzo, en el mismo lugar y horario de la inscripción.

• La devolución de hábitos se efectua-rá, necesariamente, durante los días del 21 al 24 de abril de 20´00 a 21´30 horas, en el mismo sitio de su retirada.

• Se establece una fianza de 10 Eu-ros por alquiler, a reintegrar si la de-volución se efectúa en la fecha indicada y en perfecto estado de limpieza todas sus prendas, es decir, hábito, capillo y sandalias.

•Si durante las fechas indicadas al-gún hermano no puede proceder a realizar la inscripción y/o recoger la tarjeta de sitio, deberá contactar, per-sonalmente, con la Hermandad o a tra-vés del teléfono 958-220191 durante los días y horarios antes expuestos.

• Los recibos no pagados se podrán hacer efectivos en la Casa de Herman-dad en las fechas de inscripción.

RETIRADA DE HÁBITOS E INSCRIPCIÓN PARA LA ESTACIÓN DE PENITENCIA DE 2015

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Convocatoria y avisos

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CONVOCATORIAS CUARESMA Y SEMANA SANTA 2015

- MONTAJE Y PREPARACION DEL QUINARIO: Sábado 7 de Marzo a las 10 horas, en la Iglesia de San José.

- DESMONTAJE DEL QUINARIO: Domingo 15 de Marzo a las 1230 horas, en la Iglesia de San José.

- TRASLADO DE ENSERES PARA LA ESTACIÓN PENITENCIAL:Sá-bado 21 de Marzo, a las 9´30 horas en la Iglesia de San José.

- DOMINGO DE RAMOS: Domingo 29 de Marzo, a las 11 horas, Eucaristía con Bendición de Palmas y Olivos, desde San Miguel Bajo hasta la Iglesia de San José.

- ACTO PENITENCIAL COMUNITARIO Y TRASLADO DE LA IMA-GEN DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA MISERICORDIA: Miércoles San-to, día 1 de Abril, a las 10,30 horas en la Iglesia de Nuestro Salvador. Concluido el Acto Penitencial se trasladará la Sagrada Imagen a la Parroquia de San Pedro y San Pablo, previa estación en la Iglesia de San José. Los Hermanos llevarán medalla de la Hermandad y vestirán traje y corbata oscuros y camisa blanca los caballeros, y las señoras traje oscuro.

- PREPARACIÓN DE LA ESTACIÓN DE PENITENCIA: Sábado de Pasión, 28 de Marzo a las 10 de la mañana y Miércoles Santo, día 1 de abril a las 17´00 horas en la Iglesia de San Pedro y San Pablo.

- PRESENTACIÓN DE NUESTRA SAGRADA IMAGEN EN SU PASO PROCESIONAL: Jueves Santo, 2 de abril en horario de 11´00 a 14´00 horas en la Igle-sia de San Pedro y San Pablo.

- TRASLADO DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA MISERICORDIA A LA IGLESIA DEL SALVADOR: Sábado Santo, 4 de abril a las 11´30 horas en la Iglesia de San Pedro y San Pablo. Los Hermanos llevarán medalla de la Hermandad y vestirán traje y corbata oscuros y camisa blanca los caballeros, y las señoras traje oscuro.

- RECOGIDA DE ENSERES DE LA ESTACIÓN DE PENITENCIA: lu-nes 6 de Abril a las 17,00 horas en la Iglesia de San Pedro y San Pablo.

- LIMPIEZA DE ENSERES DE LA ESTACION DE PENITENCIA: Sába-Sábado 11 de abril a las 9,30 horas en las Casa de Hermandad.

- MONTAJE Y PREPARACION DEL ALTAR DE CULTOS PARA LA MISA CONMEMORATIVA DEL XC ANIVERSARIO: Domingo 4 de Mayo a las 10 horas, en la Iglesia de San José.

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Divina Misericordia 2015

ITINERARIO:

Iglesia de San Pedro, Carrera del Darro, Plaza de Santa Ana, Plaza Nueva, Reyes Católicos (lateral izquierdo), Colcha, Plaza de San Juan de la Cruz, San Matías, Plaza de Mariana Pine-da,Ángel Ganivet (Tribuna Oficial), Puerta Real de España, Recogidas, Alhóndiga, Jáudenes,

Marqués de Gerona, Plaza de las Pasiegas, Santa Iglesia Catedral, Cárcel Baja, Gran Vía, Cárcel Baja, Elvira, Reyes Católicos, Plaza Nueva, Plaza de Santa Ana, Carrera del Darro, a su Templo

de San Pedro y San Pablo.