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JOHN BERGER El cuaderno de Bento 174 páginas / 17,50 euros Un libro único que cambia nuestra manera de percibir la vida y el arte, por el ganador del Premio Booker.

Dossier Prensa Cuaderno Bento

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JOHN BERGER

El cuaderno de Bento 174 páginas / 17,50 euros

Un libro único que cambia nuestra manera de percibir la vida y el

arte, por el ganador del Premio Booker.

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El autor John Berger (Londres 1926) es sin duda uno de los escritores británicos más relevantes del último siglo. Gracias a una beca, se formó como pintor en la Central School of Arts londinense, aunque pocos años después se enrolaría en el ejército británico, donde sirvió entre 1944 y 1946. De 1948 a 1955 impartió clases de dibujo en la misma escuela en la que Henry Moore daba clases de escultura. Durante ese periodo entró en contacto con el partido comunista británico y pronto empezó a publicar artículos en el Tribune, bajo la estricta supervisión de George Orwell. En 1951 comenzó una década de colaboración con la revista New Stateman, en la que se revela como crítico de arte. Al llegar a los treinta años y acuciado por la situación política (el mundo se hallaba inmerso en plena guerra fría), «vi de pronto que había un espacio, un silencio, que necesitaba ser llenado… Y supe que ese silencio no me permitiría quedarme quieto, que tenía que hacer algo al respecto», de modo que colgó los pinceles y se volcó en la escritura. En 1958 publicó su primera novela, Un pintor de nuestro tiempo. Desde entonces, Berger ha escrito más de una treintena de títulos entre novela, poesía, obras de teatro y ensayo. Con G. (1972) obtuvo el premio Booker, y de nuevo despertó la polémica al donar la mitad del premio al partido británico Pantera Negra. En 1974 abandonó Inglaterra y fijó su lugar de residencia en un pueblo de los Alpes franceses, en la Alta Saboya. Siempre fiel a su compromiso literario y a un estilo tan incisivo como poético, el reconocimiento internacional no ha dejado de aumentar desde entonces gracias a títulos como la trilogía «De sus fatigas» (formada por Puerca tierra, Una vez en Europa y Lila y Flag), Hacia la boda, King, Fotocopias, Aquí nos vemos, Un hombre afortunado, o De A para X, todos ellos publicadas en Alfaguara. Con Con la esperanza entre los dientes dio un nueva prueba de su implicación política. Si con Modos de ver revolucionó la manera de entender las Bellas Artes y marcó a toda una generación de críticos, con la publicación de El cuaderno de Bento John Berger extiende la revolución de la mirada a la calle.

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La obra

Un libro único del ganador del premio Booker John Berger, que cambiará nuestra manera de percibir el arte y el mundo.

***

Crítico de arte y acerado pensador de la actualidad social,

en esta obra Berger combina con maestría lo mejor de sus dos facetas.

***

Una brillante meditación acerca de cómo percibimos e intentamos explorar nuestra siempre cambiante relación con el mundo que nos rodea.

Una reflexión sobre las conexiones que existen entre observar, sentir y dibujar, y cómo esas conexiones definen el modo en que nosotros percibimos y damos sentido al mundo que nos rodea. Como trampolín, la pregunta de qué inspira el impulso humano de dibujar. De

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fondo, a trazos firmes y definidos, un conjunto impresionante de temáticas artísticas, culturales, políticas y altamente personales, en una exploración de la práctica del dibujo y el más rabioso compromiso con la realidad. Cómo observar: para Berger, el dibujo y la escritura son en cierto modo uno; una forma de aprehender la realidad por medio de la palabra, o del papel y la cera. Esa realidad, que tantas veces se escapa por no saber mirarla, queda expuesta en múltiples historias breves, tan luminosas como una acuarela. El proceso creativo: el que empieza en la educación de la mirada y se desarrolla luego conforme al modo en que la realidad lo reclama. Berger aborda el reto del artista: ese modo de alcanzar el punto en que «la presencia» se impone (y «es entonces cuando cambia tu mirada»). Pequeñas historias que nunca acaban: y todo ese mirar de otro modo, ese afrontar la realidad conforme a nuevos prismas, se recoge en pequeñas historias del día a día, como la de la mujer polaca en el supermercado; o la anciana nadadora que tuvo que huir de Camboya y a quien Berger regaló su pincel Sho; o la del mecánico italiano al que sorprendió la enfermedad de su esposa; o la que encierran los museos o los grandes libros desde Chéjov hasta Platonov o Dostoievski; o la de los distintos tipos de baile, interior y exterior, que terminan definiendo nuestra propia forma de encarar el mundo…

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Sinopsis Durante su breve y fructífera existencia, el filósofo flamenco del XVII Baruch Spinoza guardó un cuaderno que se perdió tras su prematura muerte. En El cuaderno de Bento, el pintor, crítico, activista y novelista John Berger imagina el aspecto que podría haber tenido ese cuaderno y, añadiendo a sus propios dibujos la luz de las palabras de Spinoza, recupera el espíritu de un pensador considerado por muchos como el padre de la Ilustración. Este libro tan singular como iluminador es un reflejo de cómo el arte puede orientar la mirada. Un puñado de maravillosos dibujos, relatos iluminadores -como el de la anciana nadadora que tuvo que huir de Camboya-, y profundas reflexiones acerca de las flores, el cuerpo humano, el baile, los supermercados, los bufones de Velázquez, la ropa de bebé y las distintas formas de resistir a la crudeza del mundo.

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Extractos de El cuaderno de Bento «El filósofo Baruch Spinoza (1632-1677), más conocido como Benedict (o Bento) de Spinoza (o Espinosa), se ganaba la vida como pulidor de lentes y pasó los años más intensos de su corta vida escribiendo el Tratado de la reforma del entendimiento y la Ética, que sólo se publicaron póstumamente. Sabemos, por las memorias de otras personas y sus recuerdos del filósofo, que también dibujaba. Disfrutaba dibujando. Siempre llevaba con él un cuaderno de dibujo. Tras su súbita muerte —tal vez a causa de la silicosis que le habría producido su trabajo de pulidor de lentes—, sus amigos rescataron sus cartas, manuscritos y notas, pero, al parecer, no encontraron ningún cuaderno con dibujos. O de haberlo encontrado, posteriormente se perdió. » «Me tomo mi tiempo, como si dispusiera de todo el tiempo del mundo. Tengo todo el tiempo del mundo. » «Quienes dibujamos no sólo dibujamos a fin de hacer visible para los demás algo que hemos observado, sino también para acompañar a algo invisible hacia su destino insondable. » «Un momento ha sido rescatado, por un momento. Ese momento ocurrió antes de que yo naciera. ¿Se pueden enviar promesas hacia el pasado? » «A pizquitas, vas buscando un timbre en el plato, para descubrir posteriormente si cuando lo aplicas al lienzo, el color se corresponde con la «voz» que estabas buscando. » «El discípulo de Rembrandt se llamaba Willem Drost. Nació probablemente en Leiden. En el museo del Louvre hay una Betsabé suya que recuerda a la de Rembrandt, pintada ese mismo año. Drost debió de ser contemporáneo exacto de Spinoza. No sabemos ni la fecha ni el lugar de su muerte.

La mujer no mira al espectador. Mira fijamente al hombre que desea, imaginando que es su amante. Ese hombre sólo pudo ser Drost. Lo único que sabemos de él es que fue deseado precisamente por esta mujer. Me hizo recordar algo que por lo general no suelen recordar los museos. Que te deseen —si el deseo es además recíproco— te hace audaz. Ninguna armadura de las salas de la planta baja ofreció nunca a quien la llevara puesta una sensación de protección comparable. Ser deseado es tal vez lo más parecido que se pueda alcanzar en esta vida a sentirse inmortal. » «—En aquella vitrina de allí pueden ver una cajita de rapé hecha de cornalina y oro. En aquellos tiempos las mujeres tomaban rapé igual que los hombres. Despejaba la cabeza y aguzaba los sentidos —alzó la barbilla, echó la cabeza atrás y fingió que inhalaba rapé—. Esta caja en particular tiene un cajoncito secreto donde el propietario guardaba un retrato

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minúsculo de su amante; está pintado al gouache y no es más grande que un sello de correos. Miren su sonrisa. Yo diría que fue ella quien le regaló la cajita de rapé. La cornalina es un tipo de ágata de color rojo procedente de Sicilia. Puede que el color le recordara a él. Ya saben, la mayoría de las mujeres ven a los hombres o rojos o azules —encogió sus delicados hombros—. Los rojos son más fáciles de llevar. » «La diferencia entre las dos maneras de bailar se hace más evidente cuando las simplificamos, convirtiéndolas en formas rituales. El baile «introvertido» sería entonces el raqs sharqi (la danza del vientre). El «extrovertido» pasaría a ser el striptease.

Los dos son eróticos y tentadores, pero sus estrategias y su ontología son opuestas. La diferencia es la diferencia que hay entre esconder y exhibir, la cual, en este caso, no tiene nada que ver con la modestia o el descoco. Los dos son impúdicos. Todo es una cuestión de la prioridad que se otorga a lo escondido o lo expuesto, a lo invisible o lo visible, a lo reprimido o lo libre.

En el caso de la danza del vientre, lo invisible está, por su propia naturaleza, escondido; es algo que está dentro del cuerpo. Dicen que el mejor momento para bailar el raqs sharqi es cuando la bailarina acaba de enterarse de que está embarazada. Lo oculto envuelve a lo misterioso, que es el futuro y que representa la continuidad. Por el contrario, el striptease celebra lo revelado. Sin duda, causa un cosquilleo. Juega a amagar. Utiliza el suspense. Se puede emplear como un medio de manipulación emocional o comercial. Pero, en definitiva, ofrece, durante unos instantes, algo sin ambages. Ofrece una verdad desnuda personal. » «Para mí era el epítome de la calidez. De dos tipos de calidez. La calidez que este tipo de lana gruesa proporciona al niño (anoche tuvimos quince bajo cero). Y la calidez sentimental que inspira la tradición de tejer para los recién nacidos del vecindario.

Al día siguiente, un correo electrónico nos anunciaba que la chaquetita era un regalo de M-T., que vive a trescientos metros de nuestra casa y es también abuela. Hay una estatua griega del 500 a. C., que representa a una kore (una joven) de cabello trenzado, que lleva una pulsera y una corona y una especie de jersey (¡esculpido en mármol!) cuyo punto de ochos es muy parecido al que utilizó M-T. para la chaqueta del bebé. » «La capacidad humana para la crueldad es ilimitada. Puede que capacidad no sea la mejor palabra, pues sugiere una energía activa, y, en este caso, dicha energía no es ilimitada. La indiferencia humana a la crueldad es ilimitada. Al igual que lo son todas las luchas contra esa indiferencia.

Todas las tiranías entrañan crueldades institucionalizadas. No tiene sentido a este respecto comparar una tiranía con otra, porque, pasado un punto, todos los dolores son incomparables. » En un libro apasionado e inolvidable escrito a finales de los años cincuenta, Vasili Grossman cuenta la historia de un hombre que es «rehabilitado» tras pasar treinta años en el gulag.

«Fue al Museo del Hermitage y lo abandonó lleno de aburrimiento y de frío. ¿Era posible que los cuadros hubieran seguido siendo tan bellos durante todos

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aquellos años, mientras él se transformaba en un viejo presidiario? ¿Por qué no habían cambiado, por qué no habían envejecido los rostros de las divinas madonas y el llanto no había cegado sus ojos? ¿Era posible que de aquella eternidad, de aquella inmutabilidad, no derivara su fuerza, sino su debilidad? ¿Era así como el arte traicionaba al hombre que lo había creado? »

(V. Grossman, Todo fluye, traducción de Marta Rebón, Círculo de Lectores, pág. 75) «La gente agarra los libros de una manera especial, diferente de como agarran cualquier otro objeto. No los sujetan como los objetos inanimados que son, sino como si se hubieran quedado dormidos. A veces los niños sujetan los juguetes del mismo modo. » «Hay dos categorías de narración. Están aquellas narraciones que tratan de lo invisible y lo oculto, y están las que exponen y ofrecen lo revelado. Lo que yo —conforme a mi propio sentido, especial y físico, de estos términos— denomino la introvertida y la extrovertida. ¿Cuál de las dos se adaptará presumiblemente mejor, de una forma más incisiva, a lo que sucede hoy en el mundo? Creo que la primera. » «Es lo opuesto a un mercado callejero, donde el secreto fundamental es el de encontrar una ganga. En los mercados callejeros los unos animan a los otros a creer que acaban de hacer un buen negocio; aquí, sin embargo, se nos considera a todos y cada uno ladrones potenciales. » «La embarazada que creo que es polaca está la primera en la cola. El objetivo que tienen que cumplir las cajeras es pasar por el lector de códigos un mínimo de treinta y cinco artículos por minuto. Ninguna lo ha conseguido. Y en consecuencia todas tienen puntos negativos en sus evaluaciones de rendimiento. La embarazada, preparada para pagar, observa su tarjeta de crédito con cara de pocos amigos.

Entonces alza la vista y claramente ve en la cola, detrás de mí, a alguien que conoce. Puede que sea la persona con la que ha venido. Puede que planearan venir a hacer la compra hoy a la misma hora.

Por una extraña discreción, no vuelvo la cabeza para observar a quién ha visto. Sospecho que no es un hombre. Creo que es una mujer. La polaca alza la cabeza, se aparta el pelo de la cara y sonríe de tal forma que me hace concluir que es una mujer.

Luego sigue sonriendo y sonriendo. Su sonrisa es una expresión de pura felicidad. Irradia y absorbe al mismo tiempo.

Como cualquier felicidad repentina era impredecible. Su sonrisa contiene promesas olvidadas que por un momento han vuelvo a hacerse

reales. ¿Exagero sobre la promesa de su sonrisa o sobre el latrocinio de este hangar? No,

no. Las dos cosas existen en el mismo lugar en el mismo momento. » «Todas las primaveras, no bien han empezado a salir, me encuentro dibujando lirios, como si obedeciera una orden. Es la flor más imperiosa que conozco. Y esto puede tener que ver con la manera en que se abren sus pétalos, ya impresos. Los lirios se abren como libros. Al mismo tiempo, son la quintaesencia tectónica de la arquitectura, la más pequeña. Pienso en la mezquita Suleiman, de Estambul. Los lirios son semejantes a las profecías: te sorprenden y te tranquilizan simultáneamente. »

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«Te quiero contar la historia de cómo me desprendí de un pincel japonés Sho. Dónde sucedió y cómo. El pincel me lo había regalado un amigo actor que había pasado algún tiempo en Japón trabajando con actores de teatro Noh.

Muchas veces lo utilizaba para dibujar. Era de pelo de caballo y oveja. Esos pelos habían crecido en algún momento en la piel de un animal. Tal vez por eso transmiten sensaciones tan vívidas cuando se los reúne en un pincel con el mango del bambú. Cuando dibujaba con él, me daba la impresión de que ni el pincel ni mis dedos, que lo agarraban suavemente, tocaban papel, sino piel. La idea de que el papel en el que se dibuja se asemeja a la piel ya está contenida en la palabra pincelada, en la caricia del pincel, en la «pincelada única», como la denominaba el gran dibujante Shitao. » «Cuando estoy dibujando —y aquí dibujar es muy distinto de escribir o razonar— en ciertos momentos, tengo la sensación de estar participando en algo semejante a una función visceral, como la digestión o la sudoración, una función que es independiente de la voluntad consciente. Exagero la sensación, pero es verdad que la práctica o la búsqueda del dibujo roza algo prototípico y anterior al razonamiento lógico, o, a la inversa. » «Leyendo a Platonov, a veces intento imaginármelo. Nunca habla de sí mismo directamente, pero su voz, cuando nos conduce desde un extremo al otro de la historia moderna, se reconoce al instante: una voz que es apasionada y calma, furiosa y paciente.

«—No me olvidarás, ¿verdad? —preguntó Lyuba, despidiéndose. —No —dijo Nikita—. No tengo a ninguna otra persona a quien recordar.»

Tengo varias fotos de Platonov. Es fácil imaginárselo. De niño. De ferroviario. De periodista. De padre de sus hijos. Pero las fotos lo sitúan inexorablemente en el pasado, mientras que sus palabras conforme las leo o pienso sobre ellas están presentes, son inmediatas. Quiero verlo ahora, junto a su libro de relatos, abierto sobre la mesa, delante de mí. »

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La crítica ha dicho sobre… John Berger

«En la lucha entre la desesperación y la luz, sólo la existencia de alguien como Berger hace

que el combate tenga sentido.» ISABEL COIXET

«John Berger se ha convertido en una de las voces esenciales para comprender el estado de

nuestra sociedad… Un hombre que combina a la perfección compromiso y reflexión.» MARÍA JOSÉ S. MAYO, El Confidencial

«Admiro y amo la obra de John Berger… En la literatura contemporánea, Berger me

parece incomparable. Desde D. H. Lawrence no ha habido un escritor capaz de ofrecer al mundo tal atención sobre los problemas humanos más disímiles, con una sensualidad que no renuncia a los imperativos de conciencia y responsabilidad…» SUSAN SONTAG

«Un contundente poeta preciso y polemista.»

The Times «Toda obra de John Berger es un hito… sus admiradores reconocerán la característica

mezcla de compasión y lucidez, honestidad discursiva, calor humano y ejemplaridad cosmopolita.» Times Literary Supplement

«Uno de los intelectuales más lúcidos y comprometidos de su generación.»

ÁNGELA PRADELLI, Ñ, cultural de Clarín «Sus contemporáneos más cercanos en términos de audacia estética podrían ser Umberto

Eco o el tardío W. G. Sebald, pero resulta difícil compararlo a cualquier autor inglés del último medio siglo. Berger, simplemente, rompió todos los moldes.» SEAN O´HAGAN, The Guardian

«Poético, filosófico y profundo. Uno de los mejores novelistas británicos vivos.»

Scotland on Sunday «Uno de los más destacados intelectuales públicos de Gran Bretaña.»

Morning Star «Hace tiempo que Berger encontró su propia voz y que la usa sin reserva, con una

sinceridad emocional que encontramos con cuentagotas en la ficción de nuestros días.» ADRIANA BLANCO, El Mundo

«Su obra parece labrada con una precisión de relojero, un valor de una intimidad muy

considerada que podría confundirse con ternura.» The New York Times Book Review

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«John Berger es el genio invisible. La obra de su vida es sinónimo de la creación de unos

retratos vivos inolvidables» Mail on Sunday

«Los libros de Berger poseen la peculiar cualidad de parecer libros sólo por azar, por los

pelos. Construidos con palabras, las portan sin embargo con indulgencia, casi a regañadientes, como si igual pudieran haber estado hechos de lienzo y pintura o, aún mejor, de polvo y paja, barro y hueso.» Herald Tribune

«Las obras de John Berger viven entre los géneros y en un grado de contemporaneidad

absoluto. Mezclando la poesía, el ensayo y hasta el periodismo más personal, sus obras son un intento de reflexión trascendente sin perder la historia inmediata pero tampoco la metafísica o cualquier atisbo de pensamiento lírico.» LUIS ANTONIO DE VILLENA, El Cultural de El Mundo

«… después de leerle mucho, creo saber lo que le define, a él y a todos a quienes presta una voz como la suya: una entereza inextinguible. Por eso yo ya tengo mi mapa. Se llama John Berger y deberían leerle.» ZENÓN DE CITIO, Culturamás

«… Berger es un hacedor de conexiones: entre política y arte, entre ideas y gente.» SUSAN MANSFIELD, The Scotsman

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La crítica ha dicho sobre… El cuaderno de Bento

«Si buscas un escape, si deseas aprender, si te quieres entretener, léelo. Pero por encima de

todo, si lo que buscas es inspiración, ¡léelo!» Everyday eBook

«Una meditación que levanta el ánimo.» New York Times Style Magazine

«John Berger se ha convertido en una de las voces esenciales para comprender el estado de nuestra sociedad… Combina a la perfección compromiso y reflexión.» El Confidencial

«Berger sigue siendo capaz de llevarnos a la indignación y el encantamiento.»

The Boston Globe «Admiro y amo la obra de John Berger… En la literatura contemporánea, Berger me

parece incomparable. Desde D. H. Lawrence no ha habido un escritor capaz de ofrecer al mundo tal atención sobre los problemas humanos más disímiles, con una sensualidad que no renuncia a los imperativos de conciencia y responsabilidad…» SUSAN SONTAG

«Toda obra de John Berger es un hito… sus admiradores reconocerán la característica

mezcla de compasión y lucidez, honestidad discursiva, calor humano y ejemplaridad cosmopolita.» Times Literary Supplement

«Uno de los intelectuales más lúcidos y comprometidos de su generación.» Clarín

«Berger ofrece unas reflexiones inquebrantables acerca de las dificultades de nuestro tiempo y cómo podríamos afrontarlas.» The Forward

«Déjalo en la mesilla de noche o mételo en la mochila que te llevas a la playa.» The Washington Independent Review of Books

«Una obra literaria que epitomiza el maravilloso mundo de la imaginación y el juego, y un

recordatorio de cómo podemos llegar a ver realmente, si sólo fuésemos capaces de bajar el ritmo… Altamente recomendable.» New York Journal of Books

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La crítica ha dicho sobre… Con la esperanza entre los dientes

«Iluminador… Una meditación seria acerca de la divisiva ética del poder.»

DAVID L. ULIN, Los Angeles Times «Rico en ideas y testimonios, [en Con la esperanza entre los dientes] Berger es un modo de

repensar lo más candente dentro de un corazón lírico.» LUIS ANTONIO DE VILLENA, El Cultural de El Mundo

«Reflexiones profundas sobre un mundo que ha perdido sus valores.»

Shepard Express «Para Berger, ganador del premio Booker, pintor, filósofo, crítico y activista, el acto de

observar —esto es, dirigir al mundo una mirada fija e inquisitiva— es una forma de empatía. Y es tal arte el que pone en práctica con particular propósito en estas entregas, provocativas y de redacción elegante, posteriores al 11-S… Compasivo y sensible en su visión de nuestro mundo en peligro, Berger ha visto mucho y ha sentido más.» DONNA SEAMAN, Booklist

«Un lúcido esfuerzo por iluminar algunos de los rincones más oscuros, y en cierto modo

más malolientes, de nuestra sociedad.» JOSÉ VARELA, La Voz de Galicia

«Planteada con atrevimiento… Un clásico de lo que le debemos a los que ya murieron y a

los que nacerán.» Santa Cruz Sentinel

«Esta obra despliega una pasión intelectual y una exasperación con la justicia tales, que la

convierten en ejemplar.» ALLAN WALL, Ready Steady Book

«Con la esperanza entre los dientes es un elemento esencial de la Bergeriana.»

RON SLATE, On The Seawall «La desesperación existe, admite Berger, pero hay formas de luchar contra ella, y muchas se

esbozan en estas páginas.» ALEXANDER VARTY, The Straight

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La crítica ha dicho sobre… De A para X

«De A para X es uno de los libros más tiernos y conmovedores que he leído en muchos años. Su fuerza reside en la economía de los medios, la narración de un amor duradero que sobrevive a la opresión. Pone de manifiesto que, por viles que sean los ejércitos que nos oprimen, el amor y el espíritu humano son indestructibles.» HAROLD PINTER, Nobel de Literatura 2005

«Un libro maravillosamente escrito y muy emocional… Resulta imposible no verse

arrastrado por la poética del lenguaje de Berger y los momentos tristes, divertidos y curiosos del pueblo donde vive A’ida.» JOHN BOYNE, autor de El niño del pijama a rayas

«John Berger nos brinda algo exquisito. Éste es un libro de una ira controlada, esculpido

con el cincel de la ternura y una aguda visión política. Todo cuanto escribe es profundo, preciso: la libertad y su ausencia, la esperanza y su ausencia, el poder y su ausencia, y el amor y el terrible anhelo que ocupa su lugar cuando te han arrebatado a la persona amada.» ARUNDHATI ROY, Booker 1997, autora de El dios de las pequeñas cosas

«Notable… Como todos los grandes novelistas, las grandes personas, John Berger guía a

sus personajes y lectores con ternura y un humor intimista.» MICHAEL ONDAATJE, Booker 1992, autor de El paciente inglés y Divisadero

«John Berger ha encontrado una voz perfecta para expresar una sinceridad emocional

bastante poco frecuente en las novelas de hoy día… La historia posee un cariz mítico, pero también actual, puesta en escena una y otra vez en todo el mundo.» URSULA K. LE GUIN, National Book Award, 1972

«El flujo de los mensajes entre Xavier y A’ida tiene en De A para X la magia que sólo un

autor de la talla de John Berger puede insuflarles.» ISABEL COIXET

«El resistente John Berger ha colocado otra piedra, un gesto sencillo y definitivo para

nombrar el mundo.» JUAN VILLORO, El Periódico de Catalunya

«De A para X revela mucho más acerca de la condición humana que acerca de la injusticia

política o los regímenes totalitarios.» Time Out London

«Una bella historia de amor y resistencia ideada por uno de los novelistas más importantes

de nuestra era.» Fantastic Fiction

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«Mezcla de dos de las temáticas más universales, el amor y la resistencia, esta breve novela lleva consigo el aroma del agua de rosas y la pegada del gas lacrimógeno… En esta deslumbrante novela, Berger entreteje el amor y la convicción política de sus protagonistas en una única pasión, articulando al tiempo una visión del mundo con unas líneas divisorias muy claras entre el bien y el mal.» San Francisco Chronicle

«Con tantas capas como tiene esta novela, dentro de sus abstracciones y su política,

termina por regresar a su corazón desbordado. ¿Qué son los mensajes entre los amantes sino la invención de un mundo secreto, compartido?… Cartas de amor escritas en clave, y el código para descifrarlas: la vida.» Los Angeles Times

«La historia de A’ida y Xavier es, por supuesto, la historia de todos los desposeídos que en

la actualidad luchan contra la violencia del poder establecido. De A para X es una obra enigmática, repleta de una prosa controlada, precisa, que, como cabría esperar de las cartas que recibe un disidente en prisión, calla muchas cosas.» Morning Star

«La mejor forma de entender De A para X, al igual que las grandes obras de Berger, es

entendiéndola como el testimonio de una conciencia incansable, comprometida y brillante; el último escaparate para una mente de una sensibilidad con un alcance y profundidad sorprendentes, que igual habría de leerse como un poema épico o un ensayo lírico que como una novela.» MELISSA BENN, The Independent

«De A para X perdura como un libro atractivo y conmovedor en gran medida gracias a la

evocadora calidad de su prosa… Berger parece sugerir que quizá sea la esperanza lo único que evite que desperdiciemos nuestra vida de parte a parte.» The Quaterly Conversation

«[Aun escrita en clave epistolar] sería un error asumir que De A para X es en modo alguno

anticuada. Resulta de una actualidad feroz… Consciente de su propia seriedad, la novela de John Berger es no obstante una historia de amor muy poderosa.» The Guardian

«Este pequeño libro es mágico… original y elegante, con un armazón de ira silenciosa.»

Irish Times «De A para X es una obra ligera, fugitiva, que sin embargo encierra momentos de una

extraña emotividad.» The Telegraph

«Una poderosa sensación de pérdida y añoranza.»

Library Journal

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John Berger habla sobre El cuaderno de Bento

(Fuente: ANDERSON TEPPER, The Paris Review, 22 de noviembre de 2011) Hábleme de su interés en Spinoza, cuyas reflexiones sobre ética y metafísica sirven de punto de arranque de este libro. Mi interés por Spinoza se remonta a largo tiempo atrás, porque, si bien no fui a la universidad, sí que leí una barbaridad de joven, y me topé con Spinoza bien pronto. Percibí algo en su forma de escribir que me fascinó y me ayudó a ver, a mirar la vida. Si se quiere simplificar al máximo, supongo que esa fascinación, o ese secreto, tiene que ver con su rechazo de la división cartesiana entre lo físico y lo espiritual, entre cuerpo y alma; porque Spinoza mantenía que ambos son indivisibles, y que el cuerpo no es una especie de máquina, como sugirió Descartes. Son sus propios dibujos los que acompañan las viñetas y textos breves de Spinoza a lo largo del libro. ¿Fue usted pintor antes que autor? Sí, me dediqué a la pintura hasta los treinta y pocos; y aunque siempre escribía cosas de forma paralela, mi idea fundamental de mí mismo era la de un pintor. Me dediqué a la práctica de la pintura, y también a enseñar dibujo en una escuela de Bellas Artes durante una temporada. Parte de lo que le fascina de Spinoza es el hecho de que se dijese de él que guardaba extensos cuadernos de bocetos que se perdieron. ¿Hay algún otro autor que tenga en mente catalogado al tiempo como escritor y como pintor? Bueno, la verdad es que no le he dado muchas vueltas a eso. Es cierto que hay autores con talento para el dibujo, y lo han practicado bien, como Günter Grass. Y también en el sentido contrario, hay por supuesto muchos pintores que han sido unos escritores maravillosos —como Van Gogh en sus cartas, o Delacroix en su diario—, pero, en realidad, los autores que me han resultado importantes, esos que, por así decirlo, me han acompañado, han sido poetas, la verdad, como Neruda, Nazim Hikmet o Yeats. Como autor, sus obras se han trasladado de un género a otro, y los han mezclado, han fundido relatos, ensayos y una forma muy personal suya de crítica de arte. Para ser sincero, nunca me he visto a mí mismo como un crítico de arte; es decir, he escrito mucho sobre arte, en particular sobre arte visual, pero mi enfoque es… cómo diría… Lo fundamental no era afirmar si una obra era buena o mala; se trataba más bien de mirar e intentar descubrir las historias que contenía. Siempre surgía esa conexión entre la pintura y todas las demás cosas que estaban sucediendo en el mundo en esa época, muchas de las cuales eran de carácter político en el sentido más amplio de la palabra. El cuaderno de Bento, para mí, aunque trate de dibujo, de flores y de Velázquez entre otras cosas, es en realidad un libro político. Se trata de un intento de mirar el mundo de hoy en día y de intentar afrontar tanto la esperanza como la desesperación en la que viven tantos millones de personas. En un cierto, pequeño y personal modo, esto es lo que deseaba abordar en este libro.

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Sus obras están repletas de voces fraternales, ya sean de personajes históricos, amigos o colegas autores como Arundhati Roy. Esto de incluir a tantos personajes de su vida personal ¿es una decisión consciente? Sí, supongo que se trata de una elección, aunque tampoco es que un día me sentase y dijese, venga, quiero escribir sobre Arundhati Roy. Apareció en mi imaginación, en mi cabeza, y no rechacé la idea. Me da la sensación de que solemos imaginarnos que los escritores toman más decisiones y eligen más cosas de lo que llegan a hacer realmente. Parte de lo que sucede es bien natural, y la mayoría de las verdaderas decisiones consisten en corregir o eliminar. Una de las ideas a las que usted regresa en sus obras es la de cómo envejece el arte, cómo se ve físicamente alterado y entendido de diferentes formas a lo largo del tiempo. Sí, hay cuadros o libros que sin duda parecen envejecer, y hay otros que se mantienen bien contemporáneos: puede cambiar la manera en que los ve la gente, pero no quedan obsoletos. Un ejemplo muy dramático lo tenemos en dos retratos egipcios incluidos en mi novela De A para X, que fueron pintados en el siglo segundo. Cuando los miras, parecen absolutamente contemporáneos, te da la sensación de que ese hombre y esa mujer podrían vivir hoy, aunque tienen casi dos mil años de edad. Otra de sus grandes temáticas ha sido la transformación de la Europa moderna, que se halla en el centro de su trilogía del campesinado, «De sus fatigas», y también de sus más recientes ensayos políticos de Con la esperanza entre los dientes. Sí, y no sólo de Europa, sino del mundo. Y por supuesto que, con estos cambios históricos, lo que también cambia es cómo nos imaginamos o percibimos el futuro. Es que a mí me parece que cuando escribo —y no sólo a mí, sino a muchos otros autores—, que cuando escribimos, escribimos para el futuro. No lo digo en el sentido pretencioso, como de una sensación de que lo que escribimos vaya a ser inmortal, sino en el sentido de que al abordar el futuro, entre otras cosas, estamos también abordando la cuestión de la esperanza humana. La experiencia de conducir una motocicleta —un motivo recurrente en la obra— se compara aquí al trabajo de Spinoza como pulidor de lentes. Ambas actividades requieren de una elevadísima capacidad de concentración y de consciencia que epitomiza su concepto de «formas de mirar» el mundo. Cierto, así es, exacto. En realidad, hay dos cosas en el hecho de ir en moto que me sirven de ayuda para explicar mi pasión por ello. Una es que la relación entre una decisión y sus consecuencias resulta muy cercana. Y dado que se es tan vulnerable, exige una capacidad de observación de una intensidad extrema. Esta observación no se circunscribe sólo a lo que está sucediendo, sino también a lo que puede suceder en el instante inmediatamente posterior. La mayoría de los moteros observa diez veces más que los conductores de vehículos de cuatro ruedas, ¡su supervivencia depende de ello!

(Fuente: The Scotsman, 4 de junio de 2011) «Ya desde el mismo principio, no lo vi como un libro sobre Spinoza. Lo vi como un libro

sobre el universo en el que vivimos, ese que con tanta frecuencia nos negamos a observar, para bien o para mal. El proyecto consistía en intentar una mirada al mundo en que vivimos hoy en día.»