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ANTROPOLOGÍA DEL HECHO RELIGIOSO Lluís Duch I. INTRODUCCIÓN En relación con la antropología en general, y, más en concreto, en rela- ción con la antropología de la religión, debe decirse lo que Edward W. Said afirma del orientalismo: éste, en tanto que estudio de los pueblos que Occidente «ha colocado» en un apartado bien delimitado denomi- nado «Oriente», se ha convertido en uno de los aspectos más efectivos del imperialismo y del colonialismo, porque ha proporcionado armas ideológicas muy eficaces para «orientaüzar» las culturas y religiones no occidentales, reduciéndoias a magnitudes fácilmente dominabies'. Adam Kuper, por su parte, ha escrito que «desde muy ai principio de su exis- tencia, ia antropología inglesa gustó de presentarse como una ciencia que podía ser útil a la administración colonial» 2 . La división binaria entre razas civilizadas y bárbaras, que era comúa entre ios antropólogos y orientaüsras del siglo pasado y las primeras décadas del actual, a menudo con el concurso de la dicotomía «avanzado/atrasado», permi- tía e, incluso, fomentaba el ejercicio de una práctica antropológica que se había institucionalizado recientemente, al servicio de las potencias 1. E. "W. Said, Orientalismo, Madrid, 1990, 156 y passim. Este importante estudio constituye una acerba crítica del orientalismo tal como ha sido practicado en Europa, a partir de S. de Sacy y E. Renán. En conjunto, las críticas que Said hace del orientalismo son apíicabíes a la antropología. Véase, además, G. Schwab. The Oriental Renaissance. Europe's Rediscovery of india and the East: 1680- JS50, prólogo de E. W. Said, New York, 19S4. 2. A. Kuper, Antropología y antropólogos. La escuela británica: 1911-1971, Barcelona, 1973, 524. Kuper pone de manifiesto que no todos los antropólogos británicos, por lo genera!, identificaron su «práctica antropológica con ia humillación masiva det colonialismo (...[ y colaboraron a la devalua- ción de la humanidad de la genre de color»(ibid., 146, 147). Véase, además, 5, Diamond y B. Belasco, De la adtura primitiva a ia cultura moderna, Barcelona, 1982, í 18-131. 89

Duch Antropología de La Religión

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Antropología del hecho religioso

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  • ANTROPOLOGA DEL HECHO RELIGIOSO Llus Duch

    I. INTRODUCCIN

    En relacin con la antropologa en general, y, ms en concreto, en rela-cin con la antropologa de la religin, debe decirse lo que Edward W. Said afirma del orientalismo: ste, en tanto que estudio de los pueblos que Occidente ha colocado en un apartado bien delimitado denomi-nado Oriente, se ha convertido en uno de los aspectos ms efectivos del imperialismo y del colonialismo, porque ha proporcionado armas ideolgicas muy eficaces para orientazar las culturas y religiones no occidentales, reducindoias a magnitudes fcilmente dominabies'. Adam Kuper, por su parte, ha escrito que desde muy ai principio de su exis-tencia, ia antropologa inglesa gust de presentarse como una ciencia que poda ser til a la administracin colonial2. La divisin binaria entre razas civilizadas y brbaras, que era coma entre ios antroplogos y orientasras del siglo pasado y las primeras dcadas del actual, a menudo con el concurso de la dicotoma avanzado/atrasado, permi-ta e, incluso, fomentaba el ejercicio de una prctica antropolgica que se haba institucionalizado recientemente, al servicio de las potencias

    1. E. "W. Said, Orientalismo, Madrid, 1990, 156 y passim. Este importante estudio constituye una acerba crtica del orientalismo tal como ha sido practicado en Europa, a partir de S. de Sacy y E. Renn. En conjunto, las crticas que Said hace del orientalismo son apicabes a la antropologa. Vase, adems, G. Schwab. The Oriental Renaissance. Europe's Rediscovery of india and the East: 1680-JS50, prlogo de E. W. Said, New York, 19S4.

    2. A. Kuper, Antropologa y antroplogos. La escuela britnica: 1911-1971, Barcelona, 1973, 524. Kuper pone de manifiesto que no todos los antroplogos britnicos, por lo genera!, identificaron su prctica antropolgica con ia humillacin masiva det colonialismo (...[ y colaboraron a la devalua-cin de la humanidad de la genre de color(ibid., 146, 147). Vase, adems, 5, Diamond y B. Belasco, De la adtura primitiva a ia cultura moderna, Barcelona, 1982, 18-131.

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    coloniales (sobre todo Francia e Inglaterra)-1. Estos pases eran los que se mostraban ms interesados, privada y pblicamente, tanto por los estu-dios tericos como por los trabajos de campo, porque constituan pode-rosos artefactos para el ejercicio de su poltica imperialista4. No debe extraar que en el siglo pasado se diera una ntima conexin entre ia poltica de las caoneras y el auge de la antropologa britnica y fran-cesa: ambas realidades eran, de hecho, el resultado de una misma lgi-ca. Segn Llobera, la desaparicin de la situacin colonial y el desva-necimiento de los "pueblos primitivos" ha provocado una crisis en ios fundamentos de la disciplina5.

    La antropologa moderna tiene mucho de construccin y justifica-cin, desde Occidente, de una imagen del hombre que se otorga gracio-samente ei privilegio de pensar y actuar por los pueblos a l sometidos. Por todo ello, la antropologa como ciencia no lia podido eludir un profundo eurocentrismo, en ocasiones teido de racismo, que, a menu-do, ha reforzado ideolgicamente [a praxis colonial de los siglos xix y XX6. La designacin de brbaro, salvaje, atrasado, degenera-do con que, a menudo, la antropologa cisica designa ai mundo no occidental proviene, de hecho, de una construccin ideolgica promovi-da por un profundo determinismo biolgico que, desde Occidente, confera validez cientfica a la divisin entre razas atrasadas (no occi-dentales), que deban ser dominadas, y razas avanzadas que, natural-mente, posean el derecho a la dominacin de aquellos pueblos, cuan-do rio a su completa explotacin7. La antropologa, tal como se .viene entendiendo desde las ltimas dcadas del siglo pasado, es un producto de la dominacin del mundo por los occidentales y arrastra consigo todas las premisas y prejuicios que han configurado a Europa y a Estados Unidos.

    II. ANTROPOLOGA: PRECEDENTES HISTRICOS Para comprender el alcance de la antropologa de la religin resulta inevitable exponer la historia y los mtodos de ia antropologa^. En

    3. j . R. Llobera, Posccrpruin: algunas tesis provisionales sobre la naturaleza de la cultura, enld.(ed."). La antropologa como ciencia, "Barcelona, 1375, 3 75-378, ha fijado d mbito original de la antropologa a partir de la siruacin colonial; "2. La antropologa es hija del colonialismo. La prctica antropolgica fue posible gracias al contexto colonial, [... j . La antropologa no es una ciencia, sino una ideologa terica- El colonialismo ha fijado ia forma y los lmites a la teora antropolgica.

    4. Vase, por ejemplo, E. W. Said, o. c., 248-252. 5. J. R. Llobera, o. c, 379-382, 6. Cf. las pertinentes pun tua l i zados sobre el particular del sinlogo J. Nedham, La gran

    titulacin. Ciencia y sociedad en Oriente y Occidente, Madrid, 1977, esp. caps. V-V. En relacin con este tema, ve'ase nuestro estudio Temps de {ardor. Entre modernitat i postmodernitat, Montserrat 1990, cap. m.

    7. Valgan como ejemplo de esa actitud los libros de G. Le Bot, Les premieres vlisations, Parts, s.f. (18S8/1S89J; Id., Les his psychoiogiques de l'vohithn des peuples, Pars. 1894.

    S. Una obra sumamente til para las cuestiones relativas ai origen, distinciones terminolgicas y campos de estudio de [a antropologa y la etnologa a la de J. Poirier, Histoire de l'ethnologie, Pars, 1969. Vase, adems, J. H. Greenberg, Antropologa (mbiroK en D. L Slls (ecj., Enciclopedia

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    ANTROPOLOGA DEL HECHO RELIGIOSO

    nuestra exposicin, por consiguiente, nos ocuparemos ms ampliamen-te de la descripcin de la teora y la praxis antropolgica^ en general que de la propia antropologa de la religin en concreto. sta constituye meramente un aspecto, una-perspectiva en el interior del campo antro-polgico. Comprender el alcance y los lmites de la antropologa en general, es, segn nuestra opinin, la mejor manera de adentrarse con provecho por los caminos de la antropologa del hecho religioso.

    En la actualidad, ei concepto antropologa experimenta una enorme inflacin9. Su uso alcanza- a la prctica totalidad de las discipli-nas cientficas. Se habla de antropologa mdica, de la religin, teolgica, "pedaggica, de antropologa social (o cultural), feno-menologa, poltica, psicolgica, filosfica, dialctica, etc.10. Aunque el uso de este trmino, segn WoSfnart PanxienbeigLr, lo impuso en 1772 Jonann Gottlieb Herder en su escrito Ursprung der Spracbe, Michael Landmann es de la opinin que todas las pocas histricas han dispuesto de una antropologa implcita, porque las creaciones cultura-les, antiguas o modernas, son construcciones a partir de una explcita o, al menos, implcita comprensin del hombre'2. Esta aseveracin es vli-da incluso cuando la existencia humana se plantea cosmolgicamente, como acaeca en la antigedad, a partir de los.dioses, ya que h expre-sin concreta de 3a divinidad dependa ntimamente de a imagen que el ser humano posea de s mismo13.

    En esta exposicin, por razones obvias, renunciamos explcitamente a las cuestiones en torno de la antropologa filosfica y nos limitare-mos a la problemtica relacionada con la antropologa y la antropo-loga de la religin consideradas desde la perspectiva de las ciencias humanas. Desde ahora mismo tenemos que poner de manifiesto que una tajante divisin ideolgica entre la antropologa filosfica y las

    Internacional de las Ciencias Sociales (EICS) I, Madrid, 1979,394-398. Ei libro de l . Rossi y E. O'Higgins, Teoras de la cultura y mtodos antropolgicos (Barcelona, 1981), ofrece mi buen resu-men de ia historia de a investigacin antropolgica. En esta exposicin utilizaremos nuestro estudio Antropologa de la religin, en Antbropologica 6 (1982), 11-135.

    9. Vase nuestra arrenlo Esbozo metodolgico de una antropologa de ia religin": Antbropos 53-54 (9SS), 110-114. Este articulo, ampliado, lo publicamos en LJ. Duch, Transparencia del man i capacitat sacramental- Estudis sobre els fenomens religiosos Montserrat 988,15-32.

    10. O. Marquard (Zur Geschichte des philosophischen Begrffs "Anthropologie" stt dem Ende des 18. jahrtiunderts, en Id., Scbvierigkeiten mi der Gescbicbtspbilosopbie, Aufstze, Frankfurt a. M. 19S2, 122-144, 213-248, notas) ofrece, desde su peculiar perspectiva, tina sugestiva aproximacin a la historia del concepto.

    11. Cf. W. Pannenberg, Antropologa en perspectiva teolgica, Salamanca, 1993, 53-57, que sigue la conocida obra de A. Gehlen, El hombre. Salamanca, 1987.

    12. Vase M. Landmann, De homine. Der Menscb im Spiegel seines Gedmkens, I-reiburg i. Bc/M linchen. i9t>2, XII. Esta obra es una buena muestra de las antropologas implcitas de las dte -rentes pocas histricas de Occidente.

    13. C. Ibic.. XI. ~Da lo mismo si se explica el mundo como unidad o como pluralidad, meca-n iris ticamente 0 teleolgicamenre, raneo si nos cubre un cielo de las ideas como si el espritu es el autor ele sus propios conceptos, igual si el conocimiento reproduce la realidad o s la modifica: rodos esos caminos del conocimiento del mundo tienen un origen (al menos uno entre muchos) antropol-gico^;,/.. Xill-

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    restantes antropologas resulra imposible, porque tanto la antropo-loga como la antropologa de la religin, inevitablemente, tambin poseen ptesupuestos y prejuicios de ndole filosfica: son, si se quiere, otra manera de hacer filosofa. Los orgenes de la disciplina permiten corroborar este aserr de una manera inconrrovertibie.

    1. Los precedentes del siglo XIX

    A partir de la segunda mitad del siglo xix, en las sociedades europeas, despus de las profundas conmociones y revueltas sociales acaecidas en las primeras dcadas del siglo, se desperr el inters por el esrudio sisre-mtico de los pueblos, religiones y culturas de los restantes continentes. Ese inters, principalmente derectable en Inglaterra, Francia y Alemania, cotte paralelo con la poca de la gran expansin mercantil europea de signo capitalista e imperialista. Al t iempo que ios ingleses ocupaban Egipto en 1882, se iniciaba el auge imparable de la British Anthro-pology que, en la prctica, se ha mantenido hasta 1945. Dos aos ms tatde, en 1884, Edward B, Tylor fue nombrado lector de anrropooga en Oxford y presidente de la British Association for the Advancement ofScience, que se haba fundado con anrerioridad14. El enfoque antro-polgico de Tylor, de caractersticas comparativo-evolucionistas es el dominante en la antropologa britnica durante la ltima etapa del siglo XlX l .

    En la segunda mitad del siglo xix, la denominacin antropologa abarcaba un amplsimo conjunto de especialidades: arqueologa prehis-trica, antropologa fsica, sociologa, lingstica, ernoioga, etc., que es tudiaban lo arcaico, lo extico, o primitivo, lo ajeno16. Poco a poco, estas especialidades fueron adquiriendo personalidad propia y la anrropooga de la poca clsica (prcticamente hasta la fina-lizacin de la segunda guetta mundial), a menudo, qued reducida a ia disciplina que esrudiaba las sociedades iletradas, de pequea escala y basadas en una tecnologa sencilla; sociedades, en definitiva, que se anal izaban sobre rodo con tcnicas de campo" . Segn Freedman, la anrropooga moderna debera Traspasar la frontera entre lo primiti-vo y lo avanzado y alcanzar un estatuto ttasnacional, a fin de podet

    14. La gran obra de E. B. Tylor es Cultura primitiva 2 vols., Madrid, 197/, 1981), que fue publicada por vez primera en 1S71,

    15. Sobre ei uso del evolucionismo en las teoras antropolgicas, cf. S. Diamond y B, Belasco, o. {.-., 32-54.

    16. El tirulo de! ocnacido manual de J. Bearxie. Otras adiaras. Objetivos, mtodos y realizacio-nes de la Antropologa Social, Mxico-Madrid-Buenos Aires. 197-5, publicado en 1964, an se hace eco de bs antiguas ideas, ya que pone de relieve que los objetivos, mtodos y realizaciones de la antro-pologa social son las otrjs culturas, los otros, os ajenos a fa propia siruacin religioso-socio-cultural.

    17. Cf. M. Freedman, -Antropologa social y cultural", en j . Havec (ed.), Corrientes de la inves-tigacin en as ciencias sociales 1!: Antropologa, arqueologa, historia, Madrid, I9S1, 5S-59. Con frecuencia se aade una cuarta caracterstica: sociedades sin dinero.

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    ANTROPOLOGA DEL HECHO RELIGIOSO

    estudiar ia humanidad entera y, ms en concreto, el mundo occidental por los propios occidentales1*.

    2. La situacin en el siglo XX

    La antropologa, a pesar de sus variadsimas metodologas y ptemisas ideolgicas, siempre ha considerado que su tema central, que la distin-gua de las otras disciplinas, era la descripcin y explicacin de las similitudes y diferencias existentes entre los grupos tnicos humanos1*.

    2.1. La antropologa .britnica

    Una muestra muy significativa dei sentimiento de superiot idad que imperaba en la sociedad europea durante e siglo pasado puede detec-rarse en las dos direcciones que tom la investigacin de la realidad social: por un lado, se estudiaban las modernas sociedades occidentales y, por el otro, se analizaban las culturas extraeuropeas. En Inglaterra, por ejemplo, el estudio de la sociedad inglesa era una tarea encomenda-da a la Political JLconomy, mientras que la Social Anthropology era la disciplina, de naturaleza eclctica (Beattie), encargada de la investiga-cin de las costumbres, relaciones sociales, religiones, culturas, lenguas, etc., de ios pueblos no occidentales, considerados como brbaros, -salvajes, primitivos, atrasados10. Raymond Firth ha puesto de manifiesto que el mtodo de la antropologa social, aunque posee evidentes coincidencias con la sociologa, es ms totalizador que sta, ya que reconoce explcitamente que la conducta social se inserta en un conjunto relativamente sistematizado de instituciones interreaciona-das-1.

    El funcionalismo11, a partir, sobre todo, de Malinowski y Radcliffe-Brown, ha sido una de las caractersticas ms notables de la antropolo-ga britnica, cuyo rasgo ms destacado es la bsqueda de conexiones causales entte los elementos que intervienen en a estructuracin social, lo cual le otorga una cierta disposicin teleolgica. La importancia terica del funcionalismo se encuentra en el hecho de que lo explicado

    18. Ibid., 63-66. W, Goidschmidt, An tropo logia, en D. L. Sills (ed.), E1CS I, cic, 412-419, y S. Diamond y B. Belasco, o. c, 101-107 ofrecen una buena discusin sobre los mbicos de la sociedad moderna (ndustriail en los que es posible aplicar estudios antropolgicos.

    19. J, H. Greenberg, Antropologa (mbitol, CE., 391. Sobre las subdivisiones y relaciones de ia antropologa con otras especialidades, cf. Ibid., 392-394. El libro ya citado y editado por J.R. Llobera, La antropologa como ciencia, ofrece un excelente compendio de os textos ms significati-vos en torno al carcter cientfico de la antropologa.

    20. Vanse las interesantes exposiciones de E. E. Evans-Pdtchard. Ensayos de antropologa acial, Madrid, 1974, 4-23. y de . M. Lewis, Social Anthropohgy i; Perspective. The Relevarles of Social Anthropology, Harmondsworth, 1976, 36-67, que exponen los pasos ms significativos de la antropologa social britnica.

    21. R. Firth, -Antropologa social, en D. L. Sills (ed.), EICS i, cic, 404. 22. Cf. j . Poirier, o. c, 91-98; 1. Rossi y E. O'Higgim, o. c, 104-110.

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    tiene implicaciones causales para algn complejo o sistema previamente comprendido. En este sentido, la explicacin funcional tiene grandes semejanzas con la biologa, que explica el funcionamiento de un rgano

    - de acuerdo con la contribucin que hace a la vida del conjunto. Obviamente, el funcionalismo ofrece muchas posibilidades para el anlisis de las instituciones sociales, las cuales han sido el objetivo primordial de los antroplogos sociales, pero se muestra mucho ms limitado en el estudio de los individuos que viven en estas instituciones. Como apunta John Beattie, es completamente razonable preguntar cules son las funciones sociales de una institucin como e matrimonio; pero lo es menos preguntar cul es la funcin social de detetminados esposos o esposas. Los sistemas de coordenadas son del todo diferentes, pero es muy fcil confundirlos13.

    Dejando de lado a los padres fundadores de la antropologa britni-ca (Tyor, Lubbock, Frazer, Matett, etc.), uno de los investigadores ms influyentes fue Bronislaiv Malinowski (1884-1942), polaco de naci-miento que, inicialmente, se dedic a la fsica y a las matemticas34. Se le considera uno de los grandes representantes del funcionalismo antropo-lgico britnico. La idea central de este investigador es que cada elemen-to constitutivo de un conjunto cultural se explica por el papel actual, es decir, la funcin^ que lleva a cabo en el seno de este conjunto. Esa mane-ra de ver las cosas da por supuesto que cada cultura, que tiene como fundamento una base biolgica, aunque haya sido alterada profunda-mente por la cultura, debe poder explicarse sincrnicamente a partir de los datos obtenidos en un aqu y ahora concretos por el investigador15. Otra de sus grandes aportaciones consisti en propugnar una prctica antropolgica plenamente participativa. Tal como declara en su obra Argonautas del Pacfico occidental, el investigador debe entender el mundo como lo hacen los nativos26. Clyde Kiuckhohn caracteriz el mtodo de este antroplogo como el de la ancdota bien documentada insertada firmemente en un contexto ramificado217. Malinowski, en efecto, no slo intenta ponerse en la piel del otro, sino que, adems est convencido de que ese otro es nosotros mismos de otra manera.

    "Como escribe Redfield de l, su antropologa es tambin un arte, es el arte de ver perceptivamente una situacin humana y social. Es el arte de tomar clido inters por lo particular mientras se est buscando en ello

    23, J. Beatrie, o. c, 79: cf. ibid., 74-80. Z4. Cf. A. Kuper, o. c , 15-53; M. Panoff, Malinowski y l antropologa, Barcelona, 1574: R.

    Mrraux, Malinowski, en D. L. Sils (ed.), EICS VI, Madrid, 1979, 730-737; R. C. Uln, Antropologa V teora soda!, Mxico, 1990, 32-36.

    25. Cf. R. Frth, o. c , 404. 26. B. Malinowski, Los argonautas de! Pacfico Occidental. Un estudio obre comercio y aven-

    tura entre /os indgenas de los archipilagos de la Niieva Guinea nielansica, Barcelona, 1973. Esta obra constituye la clave interpretativa del pensamiento antropolgico de Malinowski, al tiempo que expone en ella los aspectos ms mporranres de su. metodologa.

    27. C. Kluckhohn, cit. par R. Redfidd, Introduccin, en B. Malinowski, Magia, ciencia, reli-gin, Barcelona, 1974, 7.

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    ANtROPOLOGIA DEL HECHO RELIGI050

    lo universal15. Malinowski afirma que el investigador, si desea llevar a cabo una tarea cientfica, a pesar de la simpata por lo concreto, no debe perderse en la variedad catica de los ritos, costumbres, tcnicas, insti-tuciones. Es necesario que .en la infinita diversidad de los hechos vea leyes generales; que separe lo esencial de lo irrelevanre; que clasifique y ordene los fenmenos y los coloque en mutua relacin13.

    Otro de los grandes antroplogos britnicos ha sido E. E, Evans-Pritckard, que fue el discpulo ms importante de Malinowski30. Las condiciones esenciales para la prctica antropolgica son:

    1) el antroplogo debe dedicar un t iempo suficientemente largo a su estudio; 2) desde el principio hasta'el fin debe estar en contacto estrecho con la poblacin que est analizando; 3) debe comunicarse con ella solamente mediante e idioma nati-vo; y 4) debe ocuparse de su vida social y cultutal total5 1 .

    La expresin vida social y cultural total, Evans-Pritchard la toma del investigador francs Maree! Mauss y con ella quiere dar a entender que es imposible comprender clara y extensamente una parte cual-quiera de la vida social y cultural si no se la toma con el contexto completo de la vida social en su totalidad32. Un rasgo que diferencia a este investigador de sus colegas britnicos es la importancia que los mtodos histrico-interpretativos tienen en su mrodo antropolgico. Ulin llega a afirmar que se aparta de la perspectiva ahistrica del funcionalismo ingls y se esfuerza por seguir la tradicin de las cien-cias del espritu, tal como fueron propuestas por Whelm Dthey33. Tambin cabe resear la centralidad del lenguaje de los nativos, porque, para comprender las ideas de un pueblo es necesario pensar segn sus smbolos [...] Cuando se ha comprendido totalmente el signi-ficado de los trminos de la lengua local en todas sus situaciones de referencia, se ha compierado el estudio de la sociedad34. En resumen; la interpretacin antropolgica que propone Evans-Pritchard, expresa-mente, depende, en todos sus aspectos, del contexto social, religioso, cultural y poltico de la sociedad estudiada: esa era su concepcin de la antropologa como ciencia histrica.

    2S Ibtd., 8. 29. B. Malinowski, Magia, ciencia, religin, cit., 312. 30. Cf. R- C. Ulin, o. c, 36-41; A. Knper, o. c , 53-88. 31. E. E. vans-Prrchard, Antropologa social, Buenos Aires, 97S, 92-93. 32. Ibid., 95. 33. R. C, Ulin, o.c, 39. Th. Nipperdey (Sociedad, cultura, teora, Buenos Aires, 197S, 39-77)

    mantiene la opinin que la antropologa social (se refiere explcitamente a Evans-Pritchard) no ha hecho ninguna aportacin sustancial a la reflexin sobre la relacin entre antropologa e historia. Nipperdey, desde su ptica de historiador profesional, ofrece unas sugestivas reflexiones sobre el particular. La manera concreta de cmo se plantea esa relacin en la actual antropologa social brit-nica la expone Beattie, Otras culturas, cit., 39-51.

    34. E. E. Evans-Pritchard, Antropologa social, cit., 93- Este investigador se caracteriza por el afn de establecer una profunda empatia entre el investigador y la cultura por l estudiada: Puede considerarse que un an.trologo ha fracasado si, en el momento de despedirse de los habitantes de ia regin, no existe por ambos lados a pena de la partida {Ibia-, 94].

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    ,4. R. Radcliffe-Brown constituye el tercer gran pilar de la antropo-loga social britnica. Otorga una importancia sin restricciones a la funcin social, que pasa por encima de las necesidades y apetencias de los individuos concretos. A menudo, este autor, como lo ha puesto de manifiesto E. R. Leach, a causa de la primaca que otorga a los facrores institucionales en el control de la conducta individual, se precipita en un determinismo estructural extraordinariamente rgido35. El gran maestro de Radciffe-Brown fue Durkheim. Por ello, aqul, al igual que ste, afirmaba que el papel (o funcin) principal de la religin era e de susrenrar y legitimar as normas que hacen posible la integracin social. Sin embargo, conviene sealar que, a pesar de esta importantsima coin-cidencia, exista una diferencia fundamental entre ambos. Se trata del utilitarismo, que Durkheim, expresamente, haba rechazado. Radcliffe-Brown, por su parte, era de la opinin que los objetos que un pueblo sacrazaba esraban relacionados, drecra o indirectamente, con factores decisivos para su bienestar colectivo. Las cosas que posean un valor social, adquiran valor esprrual o simblico o valor ritual36.

    Estos tres grandes investigadores britnicos, que han marcado profundamente los estudios antropolgicos, constituyen la ortodoxia de la disciplina. Despus de la segunda guerra mundial, sobre todo a partir de ios trabajos de E. R. Leach, Victor Turner, Raymond Firth, Meyer Fortes, M a x Gluckman, etc., se abren nuevas perspectivas a la praxis antropolgica de las escuelas britnicas37.

    2.2. La antropologa francesa

    En Francia, juntamente con la Sociologa, se impart an clases de Anthropologie, cuyo centro de inters era ms bien la comparacin anatmica e, incluso, psicolgica de los distintos pueblos. Una caracte-rstica de ia prctica antropolgica desarrollada en Francia es que fue iniciada por pensadores provinentes de la filosofa (Durkheim, Bougl, Lvy-Bruhl, Mauss , etc.), que nunca llevaron a efecto trabajos de campo.

    No cabe la menor duda de que el iniciador de la escuela francesa fue mle Durkheim1*. De tendencia positivista y francamenre empiris-ta, muy pronto se interes por los pueblos arcaicos que, de acuerdo con sus profundas convicciones evolucionistas, deberan proporcionarle informacin sobre las estrucruras elementales de la sociedad humana. Es mrito indiscutible de Durkheim el haber introducido nuevos elemen-

    35. Cf. E. R. Leach, Replanteamiento de la antropologa^ Barcelona, 1971 . 18-19. 36 . Cf. C. G e e r a , Religin, en D. L. 5ibls (ed.i, CS IX, Madr id , 1973, 223-224. 37. Cf. A. Kuper, o. c , 173-200. 3S. Cf. j - Poiner , o, c , 110-112, y, sobre tocto. e arrculo de CI. Le'vi-5rrauss,

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    2.3. La antropologa alemana

    En Alemania, que posea una tradicin poltica y cultural muy diferente "de la inglesa y francesa, se cultivaban, sobre todo, las ciencias hisfticas y polticas, al tiempo que haca acto de presencia la Ethnologie, cuyas bases ideolgicas deban buscarse en la tradicin filolgica (por ejem-plo, los hermanos Grimm) y las tradiciones populares41.

    . La principal teora antropolgica elaborada en el mbito germano-austraco es el difusionismoAi, elaborada por la llamada escuela hist-rico-cultural, cuyos principales representantes son Leo Frobenius, Fritz Graebner y Wilhelm Schmidt. A partir de 1915, se formulan en la revis-ta Zeitschrift fr Ethnologie la famosa teora de las reas culturales (Kulturkreise), que es un intento por explicar, contra los excesos del evolucionismo, la expansin de las relaciones culturales semejantes en el espacio y en el tiempo. El contagio cultural es el mecanismo expansi-vo ms importante y casi nico que, a menudo con rigidez monoltica, utilizan estos autores para explicar por filiacin la variedad de los fen-menos religioso-culturales44.

    2.4. La antropologa norteamericana

    La tradicin antropolgica norteamericana {la Cultural Anthropology45) se inicia con Franz Boas (1858-1942) , que fue discpulo de Adolf Bastan y del gegrafo Friedrich Ratzel (1844-1904), desde 1869 ptimer docente de folklore en Berln, de quien acept la idea de la unidad psquica de toda la humanidad46. Al propio tiempo, Boas, sensible a la tradicin cientfica de Dilthey y del historicismo alemn, la trasplant a Estados Unidos y, de esta manera , contribuy al debilitamiento del darwinismo social que imperaba en la prctica antropolgica. Lo que caracteriza a la investigacin llevada a cabo por Boas es la importancia otorgada a los estilos culturales (cultural patterns) de las diferentes reas religioso-culturales analizadas, lo cual le permiti tomar decidido par t ido contra e! evolucionismo de Lews H. Morgan y contra las

    42. El estudio de W. Emmerich, Zur Kritik der Volkslumideohgie (Frankfurr a. M., 19711 insis-te en los componentes racistas, irracionalistas y nacionalistas de los precedentes sobre todo el folklo-re) de la etnologa alemana.

    43. Cf. J. Poirier, o. c, 82-91; K. Dittmer, Etnologa general. Formas y evolucin de a cultura, Mxico, 1975; I. Rossi y E. O'Higgins,. o. c, S7-92.

    44. En estos ltimos aos, Hermano Baumann ha matizado algunos aspectos del difusionismo tradicional. Vanse de este autor las siguientes obras: Schpfung und Urzeit des Menschen im Mythus dar Afrikanischen Vlker, Berln, 1964; Das doppelte Geschlecht. Ethnologiscbe Studien zur Bisexualtat im Ritus und Mytbus, Bern, '1980.

    45. Algunos investigadores americanos actuales afirman que la Social Anthropology es otro nombre de la Cultura! Anthropology. Vase, por ejempio, M. Harris, Antropologa cultural, Madrid, 1990, 14. Sobre la antropologa cultural, cf. D. G. Mandelbaum, Antropologa cultural, eu D. L. Sills (ed.), ECS I, Madrid, 1979, 398-404.

    46. Sobre este autor, cf. I. Rossi y E. O'Higgins, o. c., 92-101; R. C. Uiin, o. c, 20-32.

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    ANTROPOLOGA DEL HECHO RELIGIOSO

    tendencias racistas imperantes por aquel entonces en Estados Unidos. Otro rasgo de su mtodo consiste en la incorporacin de la historia en el estudio de las culturas de los indios de Amrica del Norte47. Una terce-ra caracterstica de su mtodo es la observacin participante o activa como elemento esencial de la antropologa norteamericana48 . Boas es de la opinin que el estudio del lenguaje es esencial para la prctica antropolgica, porque las formas y categoras gramaticales son incons-cientes para sus hablantes, por lo que nos proporcionan un mapa de la "organizacin bsica del intelecto humano" (Boas)4'.

    Sus discpulos ms relevantes fueron Ruth Benedict (1887-1948), Robert Lowie (1883-1957), Alfred Kroeber (1876-1960), Paul Radin (1883-1959), etc.50. Hasta a mitad de ios aos treinta la Cultural Anthropology se identificaba en Estados Unidos sencillamente con la escuela de Boas. Se produjo una profunda cesura en ese camino cuando Radcliffe-Brown inici su docencia en Chicago, retornando la investiga-cin antropolgica al marco impuesto pot la escuela britnica.

    3. Conclusin

    La sociedad, desde puntos de partida muy diferenciados, constitua el centro de los anlisis que se llevaban a cabo en los centros docentes eutopeos. La razn de este inters se concreta en el hecho que la socie-dad, en tanto red de relaciones de todo tipo entre las personas, es el contexto donde los socilogos y los antroplogos sociales llevan a cabo sus investigaciones^1. Lo que caracteriza a la tradicin antropolgica britnica es su inters por interpretar econmicamente la realidad social. La sociedad deba comprenderse a partir de las necesidades mate-riales del individuo. La antropologa francesa, por el contrario, se preo-cupaba primordialmente de las representaciones colectivas y del orden social en las cuales aqullas se manifiestan. Por regla general, la emanci-pacin de la sociedad respecto de las representaciones tradicionales, sancionadas teolgicamente por la gracia de Dios con ei concurso de una revelacin mrica, consrituye en la tradicin intelectual francesa una funcin de a razn colectiva, en la cual participa el individuo, para alcanzar la constitucin de la sociedad como realidad suprema52. En el mbito anglosajn, en cambio, la emancipacin se comprende

    47. El lector podr hacerse cargo del mtodo de este investigador a travs de una de sus lti-mas obras: F. Boas, Cuestiones fundamentales de antropologa cultural, Buenos Aires, 1964.

    48. R. C. Uiin, o. c, 21. 49. I. Rossi y E. O'Higgins, o.c, 93-94. 50. Una buena visin de conjunto ofrece R. Lowie, Histoire de 'ethnologie dassique des origi-

    nes a la 2C guerre mondiate, Pars, 1971, esp. 118-142. De los autores mencionados vase R. Benedict, El hombre y la cultura. Prlogo de F. Boas, Buenos Aires, 1944; A. L. Kroeber, E! estilo y la ei'olucin cultural, Madrid, 1969; R. Lowie, Religiones primitivas, Madrid, 1976; P. Radin, Histoire de la civisation indienne, Pars, 1935; Id., Le monde de l'bomme primitif, Paris, 1962.

    51. J. Beattie, o. o, 53-55. 52. Estas ideas las expone con enorme claridad . Durkhem, Las formas elementales de la

    vida religiosa. El sistem.i totmico en Australia. Madrid, 19S2, 8-17.

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  • LLUIS DUCH

    primordialmente como la suma de acciones individuales, las cuales encuentran en el mercado su ltima realidad como unidad significati-va^. Las diferencias entre la Social Anhropology (britnica) y ia Social Anthropology (norteamericana) son, en principio, de estilo. Los antro-plogos sociales estn interesados por las pautas de interaccin social, por ios roles sociales y por la estructuta social. Los antroplogos cultu-rales, siguiendo las intuiciones de Tylor, no se interesan en las formas de interaccin social, sino po t las creencias, valores, conocimientos y tcnicas materiales que garantizan la continuidad de la interaccin social''4.

    Las tradiciones antropolgicas francesa y britnica, a pesar de sus notables diferencias, se mantuvieron firmes en el anlisis de las institu-ciones sociales. Debe hacerse notat, sobre todo en relacin con la antro-pologa anglosajona, que e utilitarismo constituye uno de los valores supremos de la prctica antropolgica". En Alemania se sigui un cami-no distinto, que se distingue por la dursima tensin entre colectividad, individualidad, pensamiento y accin, por un lado, y los intentos por encontrar una mediacin entre las tradiciones nominalistas y realistas, por el otro.

    La herencia de los grandes maestros ha sido recogida y adaptada por personalidades de indudable inters. Maurice Godeiier, Fierre Bonte y C. Meiilassoux han proseguido ia investigacin antropolgica utili-zando una metodologa marxista i6. Louis Dumont practica un estructu-raismo original, que abre insospechados horizontes a ia comprensin de las sociedades de castas57. Frederik Bartfi, profesor en Bergen (Noruega), es un brillante terico de ia accin en los estudios antro-polgicos. Cfford Geertz, David Schneider y Victor Turner . que propugnan un enfoque emprico de la cultuta humana, analizan con primor la funcin de los smbolos en la cultura38. El neoestructuralismo est representado por figuras brillantes (Mary Douglas, Edmond R. Leach, Rodney Needham). Los estudios simblicos de Gilbert Durand

    5 3 . Se ha observado que. desde ia perspectiva anglosajona, e mercado constituye una categora meramente econmica, que procede de ia sociedad como tal. En Francia, en cambio, el mercado es una categora potinca, que se encuentra subord inada a o social jcf. H. Reinwald, Mylbos und Metbode. Zitn Verhhnis von Wisseruchaft, Kuliur und Erkenntnis, Mnehen, 1991 , 467 , nota 25).

    j"4, C. . Rossi v E. O'Higgins, o. c, 37 -43 . 55. Cf. j . Beattie. o. c, S3-89. 56. Cf., por ejemplo, P. Bonte. De la etnologa a la antropologa: sobre el enfoque critico^ en las

    acucias humanas, Barceiona, 1975 ; M . Godeiier , Economa, fetichismo y religin en las sociedades primitivas, Madr id , !974 ; id., Funcionalismo, estructuralismo y marxismo, Barce iona , 1976 ; Id., Antropologa y biologa. Hacia una nueva cooperacin. Barcelona, 1976. Vase la excelente presenta-cin que hacen . Rossi y E. O'Higgins, o. c. 138-144; R. C, Uiin, o. c, 1S0-207. de las antropologas con matiz marxisra.

    57 . L. Dumont , Homo hierarebicas. Ensayo sobre el sistema de casias, M a d r i d , 19~0; Id-, Homo aequails 1. Gnesis y apogeo de la ideologa econmica, Madr id , 1 9 S i ; id. . Ensayos sobre el individualismo. Una perspectiva antropolgica sobre la ideologa moderna, Madr id , 1987 , esp., cap. , 1S9-275.

    53. Cf. . Rossi y E. O'Higgins. o. c, 133-138.

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    ANTROPOLOGA DEL HECHO RELIGIOSO

    inician caminos inditos en el anlisis de los smbolos y los mitos55. Sin embargo, como escribe Adam Kuper, los antroplogos sociales brit-nicos, con muy pocas excepciones, pueden seguir siendo situados dentro de la tradicin runcionalista60.

    ffl. A S P E C T O S I M P O R T A N T E S DE LA I N V E S T I G A C I N A N T R O P O L G I C A

    Muy brevemente consideraremos tres grandes conceptos que, tradicio-namente, la antropologa fia utilizado para el estudio e interpretacin de la organizacin de las sociedades humanas . Resulta evidente que [ales conceptos han incidido directamente en la evaluacin que los anrroplogos han hecho de ios fenmenos religiosos.

    [. Cultura

    Tradcionalmente, la cultura ha sido un tema, tal vez el tema de la antropologa, porque, como afirma Kluckhohn con algn optimismo, la antropologa puede poner al desnudo la lgica interna de cada cultu-ra61. Dicho esto, ha de advertirse a rengln seguido que en relacin con la definicin de cultura sucede lo mismo que en la definicin de reli-gin: es imposible poner de acuerdo la amplsima disparidad de parece-res. La razn, probablemente, es la misma que impide alcanzar una defi-nicin de religin ampliamente consensuada: la precomprensin cultu-ral y la biografa del definidor sealan lo que cada investigador entien-de por cultura que, de hecho y a causa de las premisas y prejuicios indi-cados, es personal e intransferible62. La definicin de Tylor (1871), marcada por un profundo carcter totalizante con matices evolucionis-tas, ha servido de punto de partida para la discusin posterior". Los investigadores posteriores, a favor o en contra de Tyior, pondrn el acento en /as pautas culturales (Boas, Benedict}, los procesos de apren-dizaje (Kroeber), el retorno al evolucionismo (Whire), la lingstica

    59. G. Durand, Las estructuras antropolgicas de lo imaginario. Introduccin a la arquetipo-logia general, Madr id , 1981 ; Id., Science de l'homme et tradition. Le nouvel esprit antbropologique, Paris, 1979.

    60. A. Kuper, o. c, 2 2 5 . 6 1 . C. Kluckhohn, Antropologa, Mxico , 1974, 279 . Conviene resear que el manual de

    Gyde Kiuckhohn, publicado por vez primera en 1949, ai menos en Estados Unidos, es uno de ios que mayor difusin ha alcanzado.

    62. La l i teratura sobre el pa r t i cu la r es inmensa. J. S. Kahn ha compi lado y p ro logada un conjunto de textos muy tiles, El concepto de cultura: textos fundamentales, Barcelona, 1975. Los autores representados son: Tylor, Kroeber , Mal inowski , Whi te y G o o d e n o u g h . Vase, adems, I. Rossi y L O'Higgins, o. c, 37-62.

    63 . Su famosa definicin reza as: "La cultura o civilizacin, en sentido etnogrfico amnlio, es codo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera orros hbitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la socie-dad.. (E. B. Tylor. en Kahn ed.j, El concepto de cultura, c ic , 29).

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  • LLUIS DUCH

    (Goodenough, Hymes, Conklin), la integracin social (Malinowski), la accin simblica (Monica Wilson, Geertz), etc.". 2. Estructuras sociales

    Radcffe-Brown atribua un campo muy preciso a la antropologa social, cuyo objetivo declarado ha sido siempre aplicar el mrodo inductivo de las ciencias naturales al estudio de la sociedad humana, a sus instituciones y a su evolucin65. La ciencia natural decimonnica ha sido el modelo que ha servido de base para la antropologa social, ya que la ciencia inductiva ha conquistado un reino de la naturaleza tras otro [...] A nuestro siglo ha correspondido lo que faltaba: la aplicacin de dichos mtodos a los fenmenos de la cultura o de la civilizacin, ai derecho, a la moral, al arte, al lenguaje y a las instituciones sociales de todas clases66. Las estructuras sociales tambin se encuentran sujetas a las leyes naturales, es decir, a determinadas generalizaciones que permi-ten una comprensin globalizadora de la sociedad.

    Este autor britnico y su escuela son objeto de la crtica de otro eminente antroplogo, Evans-Pritchard, a causa de la marginacin de la historia en el anlisis de los fenmenos sociales. Este ltimo investiga-dor tambin es de la opinin que el objetivo de la antropologa social es el estudio del comportamiento social y de las mltiples relaciones que se establecen entre los diferentes sistemas sociales67. Sin embargo mani-fiesta con nfasis el valor fundamental de la aproximacin histtica para a interpretacin de los fenmenos sociales68. Por desdear el mto-do histrico, los antroplogos funcionalistas ingleses, segn la opinin de Evans-Pritchard, no han sido capaces de elaborar una historia natu-ral de las sociedades humanas, a pesar de proclamar a los cuatro vien-tos que sta era precisamente su intencin primordial69. Dicho breve-mente: la enorme limitacin de la antropologa social, a su juicio, se debe al abandono de la bsqueda de leyes diacrnicas y a la centracin

    64. En nuestro estudio Religi i mn modem. introdcelo a l'estudi deis fenmens religiosos .(Montserrat, 1984, 91-166) ofrecemos una clasificacin de las definiciones de cultura y una discusin sobre su viabilidad antropolgica.

    ', 65. A. R. Raddiffe-Brown, El mtodo de la antropologa social, Barcelona, 1975, 115; cf. ibid., 28-29. Vanse las otiles reflexiones de A. Knper, 0. c, 89-122, y de J. Beatrie, o. c, 72-91, sobre el cambio de perspectiva que sufri ia antropologa britnica enere los treinta y los cuarenta: la primaca de la investigacin se desplaz de la funcin a las estructuras sociales.

    66. A. R. Radcliffe-BTOvm, o. e.,29. 67. Vase, por ejemplo, E. E. Evans-Prtchatd, Antropologa social, cit,, 21-28. 68. Cf. E. E. Evans-Pritchard, Antropologa e historia, en Id., Ensayos de antropologa social,

    cit., 44-67. 69. Ibid., 15. En otro lugar este autor afirma que los que ignoran la historia se condenan a no

    conocer el presente, porque el desarrollo histrico es lo nico que nos permite ponderar y valorar los elementos actuales en sus relaciones respectivas [Ibid.. 56). De alguna manera, Evans-Pritchard equi-para al antroplogo social con el historiador: "Se olvida alguuas veces que el antroplogo social slo confa en la observacin directa cuando acta como etngrafo, y que cuando inicia los estudios compa-rativos se atiene a os documentos exactamente igual que hace el historiador-{lbid., 49).

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    ANTROPOLOGA DEL HECHO RELIGIOSO

    exclusiva en las sincrnicas, olvidando que son aqullas las que pueden dar validez a las leyes sincrnicas70.

    3. La comparacin

    La comparacin intercultural constituye un factot imprescindible tanto para la reconstruccin inductiva de la historia cultural como para la formulacin de proposiciones generales acerca de la conducta humana culturalmente regulada71. La comparacin antropolgica, segn el deseo de los padtes fundadores de la especialidad, posee analogas con la comparacin practicada por las ciencias naturales, que constituyen el supuesto material indiscutible de los herederos de la Ilustracin que fueron los iniciadores de la antropologa. Los evolucionistas del siglo XIX utilizaban el comparatismo para demostrar su tesis de que todas las culturas evolucionaban siguiendo idnticos estadios culturales.

    Malinowski se mostr contraro a la comparacin intercultural, porque era de la opinin que todo acontecimiento social es definido nicamente pot su contexto social total. Segn Leach, esta tesis ha dado escaso fruto y, de hecho, todos los antroplogos, incluido Malinowski, recurren a la comparacin nter cultural. S se acepta el principio de que las culturas son sistemas de comunicacin, resulta evidente que es posi-ble comparar las culturas del mismo modo que podemos comparar los diferentes idiomas7". Otros autores, por ejemplo Radcliffe-Brown, LvL Srrauss y sus respectivos discpulos, se inclinan por la comparacin estructural a causa de su especial interpretacin de la sociedad y de la cultura73.

    IV. ANTROPOLOGA DE LA RELIGIN

    1. Precedentes

    Algunos autores sealan como precedente remoto de esta disciplina los esfuerzos de los ilustrados por establecer lo humano mediante una serie de regularidades antropolgicas, cuya culminacin sera la religin

    70. Cf. Ibid., 45. 71. Cf. E. R. Leach, El mtodo compatativo en antropologa, en D. L. Silis (ed.), EICS I,

    Madrid, 1979, 420-425; I. Rossi y E. O'Hggius, o. c, 181-193. El trabajo de E. E. Evans-Pritchard, El mtodo compatativo en la antropologa social, en Id., ha mujer en tas sociedades primitivas y otros ensayos (Barcelona, 1971, 11-34! constituye una tevisin a fondo de la problemtica sobre la comparacin en ia prctica ar.ttopolgica, al tiempo que pone de manifiesto los pequesimos resul-tados obtenidos por aqulla.

    72. Tal vez el estudio ms importanre sobre esta cuestin sea el de E. R. Leach, Cultura y comunicado':. La lgica de a conexin de los smbolos. Una introduccin al uso de! anlisis estrtic-turalista en la antropologa social, Madrid, 197S.

    73. Por ejemplo, A. R. Radcliffe-Btown, El mtodo comparativo en la antropologa social", en Id.. El mtodo de la antropologa social, cit., 115-125; Cl. Lvi-Srxauss, Antropologa estructural, cit., 62-81. Sobre el anlisis comparativo de Lvi-Strauss, cf. I. Rossi y E. O'Higgins, o. c, 1S7-190.

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    natural rigurosamente establecida dentro de los lmites de la mera razn'"1. Durante el siglo XVM se explora el universo de Jas religiones desde diferentes puntos de partida, que Gusdorf designa con el nombre de camino del corazn, camino de la razn y camino de la historicidad73. Algunos, por el conrrario, son de la opinin que los romanticismos deben ser considerados como el precedente ms significativo de la ant ropologa de la religin. N o es necesario insistir demasiado en la influencia que, positiva y negativamente, ejerci el escrito de Fr.D.E. Schleiermacher, Reden ber die Religin (4799) en los modernos estu-dios sobre los fenmenos religiosos76. Esta obra pona en entredicho la aproximacin que a la religin haban efectuado los ilustrados y subra-yaba la decisiva importancia del sentimiento y del conocimiento por connaturaidad para la experiencia religiosa.

    2. Breve historia de la disciplina

    Debemos considerar con algo ms de pormenor algunos de los compo-nentes ideolgicos que configuraron la historia de la antropologa tal como se desarroll a partir de la segunda mitad del siglo xix. La razn es muy sencilla: la casi totalidad de los antroplogos no han considera-do los fenmenos religiosos como una parcela separable del conjunto de a realidad social, sino que, a part i r de posiciones muy diferentes, se preocupan, por utilizar la terminologa de Maree! Mauss, de la sociedad como un fait total, cuyas mltiples relaciones y estrucruras era necesa-rio analizar y comprender".

    Es convenieme rener presente que las bases ideolgicas y metodol-gicas de a antropologa de la religin son de naturaleza harto distinta, aunque pueda afirmarse que as ideas, modas y prejuicios que circula-ban entre los antroplogos franceses e ingleses de finales de! siglo pasa-do y primeras dcadas del actual desempean un papel importante en su anlisis y valoracin de a religin75. Por otra pane, debe ponerse de manifiesto que la consolidacin rema cica de una disciplina acadmica

    74. Cf- en este sentido las obras capitales de D. Hume, Dilogos sobre a religin natural. Salamanca, 1974; i. Kant, La religin dentro de ios lmites de la mera razn, Madrid 1986. G. Gusdorf, La conciencia cristiana en el siglo de las luces Esrella, 1977, 199-344) ofrece una excelente aproximacin a a aparicin del estudio cientfico de la religin a partir de los comienzos del siglo xvm, en el cual -la problemtica de las ciencias religiosas se instala al aire libre, a pesar de todas las resistencias- (ib id., 200). A. de Waal {introduccin a la antropologa religiosa, Esrella, 1975, cap. II-IV) traza una amplia panormica de las consideraciones ms o menos cientficas sobre la religin, a partir de os griegos y hasta nuestros das.

    75. Cf. G. Gusdorf, o. ., 343-344. 76. De esta obra de Schleiermacher existe una traduccin castellana Sobre la religin. Discursos

    a sus menospreciadores cultivados. Estudio preliminar y traduccin de A. Glnzo Fernndez, Madrid, 1990. Sobre este escrito, cf. Fr. Herte, Das theologische Denken Schiemrmazbers untersucht an der ersten Auflage seiner Reden -ber die Religin, Zrich, 1965; F. Sorrentino, Schleiermacher e la filo-sofa delia religione, Bresda, 1978.

    77. Constituye una excepcin los libros de A. de Waal, o. c , y M. Meslin, L'exprience humai-ne du divin. Fondements d'une anthropologte religieuse, Paris, 1988.

    78. En nuestro estudio Historia y estructuras religiosas (Barcelona-Madrid, 1978, 16-52) expo-

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    ANTROPOLOGA DEL HECHO RELIGIOSO

    siempre se realiza desde un punto de partida inicial, en el cual no existe, metodolgica e ideolgicamente, ni una depurada tenarizacin de las lneas de investigacin ni una delimitacin segura respecto a los objeti-vos de las restantes disciplinas afines. Es por eso que, paulatinamente y con vacilaciones notables, se estableci el campo antropolgico, en cuyo interior se fue desarrollando la subdisciplina denominada antropologa de la religin que, en nuestros das, con frecuencia, an tesuita difcil de delimitar con rigor. En e momento presente, por ejem-plo, resulta admitido adscribir a Durkheim, Weber o Mauss a a socio-loga. Vistas las cosas desde los inicios de las ciencias humanas , la adscripcin se presenta mucho ms problemtica, porque se les inscribe en el campo genrico de la antropologa. Algunos de ios antroplo-gos clsicos (Maiinowski, Radcliffe-Brown, Evans-Pritchard), por ejem-plo, consideraban a Durkheim y Weber como antroplogos en un senti-do estricto75.

    Clifford Geertz ha sealado que los estudios antropolgicos de la religin postetiotes a la segunda guerra mundial se caracterizan, en ptimer lugar, por el hecho de que no se han realizado progresos tericos de gran importancia y, despus, porque os trabajos realizados a partir de aquella fecha se apoyan conceptualmente en una tradicin intelectual bien definida y restringida (Durkheim, Weber, Maiinowski, etc.)s.

    3. Estudio de la religin y evolucionismo

    La situacin social, religiosa, econmica y poltica de los pases (en espe-cial Francia e Inglaterra), en donde se iniciaron los estudios de las socie-dades humanas (antiguas y modernas) , ha imprimido un sello muy caracterstico a la investigacin antropolgica, que, por lo general, no ha podido eludir prejuicios de naturaleza harto distinta que imbuyeron a los antroplogos una serie de ideas fijas sobre la religin, el culto, el hombre primitivo, la bondad sin fisuras de la cultura occidental, etc.81.

    Debe tenetse muy en cuenta que los padres fundadores de la antropologa social, tal como indica Evans-Pritchard, consideraban toda religin como una supersticin anticuada, apropiada sin duda para

    nemos con ms detalle la historia de la formacin de la disciplina a partir de os distintos componen-tes que se aunaron, a menuda de forma incoherente, para darle forma. Vase, adems, U. Bianchi, Sitara dg"etnologa (Roma, 1971) que traza, desde la antigedad griega hasta nuestros das, los momentos culminantes de la disciplina.

    79. Por ese motivo las divisiones entre antropologa de la religin, sociologa de la reli-gin", "psicologa de la religin", etc., resultan, a menudo, algo artificiosas, aunque, desde una pers-pectiva pedaggica, resulten adecuadas.

    80. C. Geertz, La interpretacin de las culturas, Barcelona, 1987, 87. 81. El libro ya citado de Edward W. Said, Orientalismo, resulta en este contexto especialmente

    interesante: el orientalismo y la antropologa fueron, iniciamente, tanto a nivel popular como erudi-to, unas ayudas muy consistentes para que Occidente pudiera hacerse con el dominio del otro.

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  • LLUIS DUCH

    una edad precientfica32. McLennan, Lubbock, Tylor, Frazer, Westermarck, Haddon, Rivers, etc. estaban convencidos de que la reli-gin era una mera ilusin, una estupidez primigenia (Lubbock), "producida por mentes inmaduras, que no alcanzaban a comprender el progreso de ias instituciones sociales en trminos de- evolucin93. Con toda claridad, Clifford Geertz afirma que el estudio de las ideas reli-giosas de los pueblos primitivos surgi, como tantos otros temas antro-polgicos, dentro del contexto de la teora evolucionista34. La antropo-loga, al menos en sus inicios, era, de hecho", una forma burguesa de crtica de la religin, de toda religin. El carcter irracional, inhuma-no y regresivo de la religin primitiva, que con tanto denuedo, a menudo desde sus cmodos gabinetes, estudiaban los padres fundado-res de la antropologa, daba validez al principio evolucionista de su perversin original: si, al comienzo del camino religioso de la humani-dad, ya apareca con tanta claridad el carcter regresivo y supersticioso de la primitiva religin, las posteriores etapas religiosas como, por ejem-plo, la cristiana, tambin participaran de aquel pecado original85. Puede afirmarse que la mayora de antroplogos (sobre todo, britnicos) con su destruccin terica de la religin primitiva iba mucho ms all que los ilustrados con su crtica a las religiones positivas: aqullos crean descubrir en la misma religin natural unos orgenes perversos que, de acuerdo con su comprensin evolucionista de la realidad, daran lugar, posteriormente, a manifestaciones religiosas, sobre todo el cristianismo, de carcter completamente perverso y aberrante. E E. Evans-Pritchard, en un libro algo antiguo que an resulta imprescindible para aproxi-marse a estas cuestiones, traza el clima social, cultural y religioso en que se movan os antroplogos de finales del siglo pasado8*. Resulta espe-cialmente interesante el conocimiento de la causa que provocaba su inters por las religiones de los pueblos primitivos:

    Los especialistas de la poca victoriana y eduardina estaban enormemente intere-sados por la religin de los pueblos primitivos, en gran p a n e , supongo, porque se encontraban ante una crisis de la suya*7.

    \ Retomando la vieja idea ilustrada de la supersticin, estos investiga-dores estaban convencidos de que, en los tiempos de la razn y del

    82. E. E. Evans-Pritchard, Los antroplogos y la religin, en Id., Ensayos da antropologa social, Madrid, 1974, 42; cf. Ibid., 31-32. Segn este autor la posicin de os antroplogos no era el fruto de una necesidad de la naturaleza de la disciplina, sino que se originaba a causa de una tenden-cia general en la vida intelectual de su tiempo {Ibid., 43).

    83. Estas ideas se encuentran con una claridad meridiana en uno de los manuales ms difundi-dos por aquellos aos: F. B. Jevons, An Introduction to the History of Religin, London, i1911 (prime-ra ed. en 1896).

    84. C. Geerrz, "Religin, en D. L. Sills (ed.), EICS IX, cit., 220. 85. Estas ideas comunes a los antroplogos de a era victoriana han sido subrayadas con espe-

    cial nfasis por Evans-Pritchard en su valioso libro Las teoras de la religin primitiva, va citado 86. CLlbid. 87. ibid., 15.

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    ANTROPOLOGA DEL HECHO RELIGIOSO

    progreso, la religin como reliquia supersticiosa del pasado no debera subsistir. Por eso los antroplogos se crean investidos con la misin de explicar a la gente de bien de su tiempo el universo religioso como total-mente regresivo y alejado de. los ideales humanitaristas8S. Los antrop-logos de aquel tiempo estaban convencidos de que no slo la religin experimentaba una profunda crisis: la totalidad de la sociedad y del pensamiento se hallaba ante un cambio de rumbo de ciento ochenta grados. Ellos, en su calidad de ingenieros sociales, tenan la obliga-cin de participar en el diseo de la nueva sociedad.

    Un dato que no debe olvidarse es que, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, se considera la totalidad de la realidad a partir de la pers-pectiva de la evolucin. Fueron muchos los autores que se propusieron la construccin de la antropologa tomando como patrn las leyes de las ciencias naturales, en especial la biologa33. La religin, en conse-cuencia, tambin se estudia adaptndola a los esquemas impuestos por ias doctrinas de la evolucin biolgica y social. Las ideas de Charles R. Darwin (1809-1882) fueron trasladadas al mbito de las ciencias socia-les por Herbert Spencer (1820-1903) mediante el llamado darwinismo social, que consiste en un organicismo biolgico-social basado en un modelo homeosttico, el cual se aplica a los estudios antropolgicos, en general, y a la antropologa de la religin, enconcreto5". En el estudio de los fenmenos religiosos, Edward B. Tylor (1832-1917), tai vez el autor ms influyente de su tiempo, public su obra fundamental Primitive Culture en 1871, y aplic las leyes de la evolucin a fin de poder encontrar, retrocediendo hacia atrs, la religin ms primiciva de la humanidad. James Frazer, por su parte, a partir de la teora de los tres estadios de Comte, propuso un esquema ternario para explicar lo que l consideraba una evidencia sin fisuras: el paso de la magia a la religin, y de la religin a la ciencia91. Este autor plasm su evolucio-

    88. Cf. E. E. Evans-Pritchard, Ensayos de antropologa social, cit., 33. No podemos entrar en la cuestin de la batalla en torno a la interpretacin y valor histrico de la Biblia que, en aquel tiem-po, fue decisiva para .esta cuestin. Batalla que afect profunda e ingenuamente a los antroplogos y que, adems, sobre todo en Estados Unidos, desencaden !a violenta reaccin fundamenta lista. Cf. el importante estudio de j . Barr, Fundamenta lisnais (Mnchen, 1981), que ofrece una panormica muy completa de los planteamientos efectuados por os antiantroplogos".

    89. Valga como ejemplo tpico A. R. Radcliffe-Brown, El mtodo de la antropologa social., Barcelona, 1975, esp. 149-158.

    90. La obra de Spencer y Morgan fue notable en este sentido (cf. LL Duch, Historia y estructu-ras religiosas, cit., 30-32, 47-49; F. Ferraron!, El pensamiento sociolgico de Auguste Comte a Max Horkheimer, Barcelona, 1975, 59-103). Sobre e darwinismo social, en concreto, cf. Ibid., 66-71. De una manera u otra, la mayora de los antroplogos britnicos de finales del siglo Xix y comienzos del siglo xx eran decididos partidarios de la aplicacin de la evolucin al estudio del hombre y de la sociedad. A. La Vergata, "Images of Darwin: A Historical Overview, en D. Kohn (ed.), The Darwinian Heritage, Princeton, 1985, 901-972, ha estudiado minuciosameute el impacto del darwi-nismo en las ciencias sociales, haciendo especial hincapi en el darwinismo social.

    91. En nuestro estudio Antropologa de la religin, cit., 115-124, presentamos los aspectos ms importantes en torno a la discusin sobre "a religin y la magia, que tanta tinta hizo correr en el siglo pasado y en Us primeras dcadas del actual. Ei amplio estudio de M. Mauss y H. Hubert, "Esquisse d'une thorie genrale dla magie [1902/19031 (en M. Mauss, Sociologa et anthropolo-

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    nismo simplista (Poirier) en una obra que se ha hecho clebre: The Golden Bough92.

    mile Durkheim, en el mbito social, religioso y cultural galo, ante lo que l crea un fracaso dei catolicismo oficial se propuso formular una nueva religin y moral laicas que, de acuerdo con ia marcha de la evolucin, haban de sustituir ventajosamente a las ant iguas". Este talante tambin se detecta en Mauss , Bougl, Huber t y otros muchos discpulos y continuadores del ilustre socilogo francs. En este mbi-to cultural uno de los lt imos representantes de esta tendencia fue Roger Caillois, el cual, con sus estudios sobre lo sagrado, pretenda restituir a la sociedad un sagrado activo, indiscutido, imperioso, con la finalidad de poner de manifiesto los resortes profundos de la existen-cia colectiva'*.

    Uno de los antroplogos actuales que se propone la revitalizacin del proyecto de Darwin en ios estudios antropolgicos es Lesiie Whire, que afirma que su teora de la evolucin no difiere lo ms mnimo, en sus lneas principales, de la expuesta en ia Anthropology de Tylor en 1881 ?i.

    En este apartado no debe olvidarse una metodologa que puede ser calificada de evolucionismo a la inversa. Se trata de la teora de Wilhelm Schmidt, fundador de ia l lamada escuela de Viena. Las escuelas evolucionistas estaban dominadas por la idea ilustrada de progreso; Schmidt y sus partidarios, en cambio, afirmaban la existencia de una revelacin original (Uroffenbarung), que con el correr de los tiempos se haba oscurecido y haba alcanzado en los pueblos salva-jes un estado de total decadencia y corrupcin (politesmo)56.

    4. La definicin de religin

    La problemtica en torno de la definicin de la religin es compleja y, en ei fondo, resulta imposible alcanzar una definicin que satisfaga a la

    gie, ed. C!. Lvi-Strauss, Pars, 1960, 3-141} posee an plena vigencia. Puede consultarse tambin el trabajo de B. Mainowski, Magia, ciencia, religin, cit., 11-111.

    92. Existe una traduccin castellana reducida: J. G. Frazer, La rama dorada, Mxico, 1989. 93. Cf, E. E. Evans-Pritchard, Ensayos de antropologa social, cit., 27-28; d.. Teoras de a reli-

    gin primitiva, cit., 161-162. 94. En ese sentido, cf. R. Caillois, L'homme et le sacre, Pars, 1963. 95. L. A. White, -El concepto de cultura, en j . S. Kahn (ed.), El concepto de cultura: conceptos

    fundamentales, Barcelona, 1975, 129-155; Id., La ciencia de la cultura. Un estudio sobre el hombre y L civilizacin, Barcelona-Buenos Aires, 1982.

    96. W. Schmidt ha expuesto resumidamente su pensamiento en Origine et volution de la reli-gin. La thorie et les faits, Paris, 1931. juntamente con su concepcin regresiva de ia historia de las religiones, Schmidt planteaba a cuestin, siguiendo a Andrew Lang, que por aquel entonces hizo correr mares de tinta, de! paso de un supuesto monotesmo primordial ai politesmo. Uno de ios enemi-gos de la teora de Schmidt fue R. Pertazzoni, El ser supremo: estructura fenomenolgica y desarrollo histrico-, en M. Eade y j . M. Kicagawa (ed.), Metodologa de la historia de las religiones, Barcelona, 1986, 86-94, que constituye una visin retrospectiva de la polmica.

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    ANTROPOLOGA DEL HECHO RELIGIOSO

    mayora de los investigadores97. Para algunos antroplogos, la religin no es definible con ms precisin que otros trminos que han hecho fortuna en la disciplina como parentesco y cultura33. Sin embargo, no debe olvidarse que el ser humano trabaja siempre con el concurso de espacios acotados, con cuyo concurso es posible el planteamiento de una gran cantidad de temas importantes. Conviene no olvidar que el pensamiento y la accin de los humanos se encuentran siempre inmer-sos en inacabables procesos definitorios. La amplia querella desencade-nada desde los mismos orgenes de la disciplina con motivo de las defi-niciones de a religin es muy instructiva, porque nos indica con clari-dad el espacio acotado que cada estudioso toma como punto de parti-da para su comprensin de la religin. Eso significa que, a pesar de la imposibilidad de formular una definicin que sea la definicin, resulta imposible pensar e investigar sin una delimitacin concreta de lo que se entiende por religin. Adems, es interesante observar que cualquier definicin y, de manera especia!, de religin incluye una ineludible perspectiva biogrfica" y una toma de posicin respecto a la cotidiani-dad del investigador. Incluso, el deseo del investigador, como seala Meiford E. Spiro, incide con fuerza en el alcance que da a su definicin de religin, sobre todo porque la religin, segn la opinin de este autor, viene a colmar las expectativas ms profundas del ser humano. Por todo ello, las definiciones de religin jams son neutras, objetivas, umversalmente vlidas. Podra decirse que su relativa validez depende de su vinculacin a un hic et nunc concretos. El contexto del definidor establece una especie de precomprensin que, en algunos casos, intenta-r realizar su tarea desde fuera, objetivamente, mientras que, en otros, se inclinar por investigar desde dentro, participativamente'00, Geertz escribe que toda etnografa es en parte filosofa, y una buena dosis de lo dems es confesin101. Esta afirmacin no slo pone de manifiesto lo que en cada caso el investigador entiende por religin, sino que adems permite coligir que los anlisis antropolgicos (y todos

    97. Hemos desarrollado ampliamente la problemtica en torno de la definicin de religin en Ll. Duch, Temps de tardar, cir., 176-221. Uno de los estudios que se han ocupado de esta cuestin es el de M. E. Spiro, "Religin: Problems of Definition and Explanarion, en M. Banton (ed.), Antbropological Approaches to the Study of Religin, London, 1978, 85-126, esp. 87-98. Tambin ofrece inters el'artculo de U. Bianchi, The Definition of Religin. On the Methodology of Historical-Compararive Research, en U. Bianchi, C. J. Bteeker y A. Bausani (eds.), Problems and Metbods of the History of Religions, Leiden, 1972, 15-34. Desde la perspectiva de ia antropologa cultural, vase el libro de E. Schwmmer, Religin y cultura, Barcelona, 1982, 9-31, sobre la proble-mtica de la definicin de religin.

    98. Cf. M. Freedman, o. c , 114. 99. Vase e interesante estudio de J. W. Gruber, ncroduction, en Id. (ed.), Toward a Science

    of Man. Essays n the History of Anthropology, La Haye-Paris, 1975, 1-13, que subraya los aspectos biogrficos en a formulacin de cualquier definicin de religin y de cualquier teora antropolgica.

    100. Vase una buena exposicin de estos dos tipos de definicin en F. Stolz, Grundziige der Religionswissenscbaft, Gttingen, 1988, cap. II, 34-44.

    101. C. Geertz, La interpretacin de las culturas, cit., 287.

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    los dems) responden a una bsqueda personal, impulsada por una visin personal y dirigida hacia una salvacin personal102. Sea cual sea la posicin elegida, es evidente que lo universal slo es accesible desde lo concreto personal. Porque una religin que abarcara todas las tradi-ciones y puntos de vista sera, de hecho, una definicin diluida que no complacera a nadie103.

    Toda definicin de religin es perspectivstica104. En cada caso, desde la ptica concreta del definidor, alcanza unos determinados resul-tados que se encuentran en continuidad con el* punto de partida. Dicho de otra manera, la definicin adoptada orienta la marcha de la investi-gacin. Esta modestia metodolgica queda, si cabe, potenciada a causa del calante funcionalista de ios antroplogos. Estos, en efecto, no pretenden formular definiciones esencialtstas de la religin, sino que se dan por satisfechos con definir su funcin social o cultural. Para el antroplogo social, la religin es lo que la religin hacei05.

    V. ALGUNOS COMPONENTES DE LA ANTROPOLOGA DE LA RELIGIN

    Los an t roplogos , desde ios pr imeros pasos de la disciplina, no slo agudizaron e conflicto, que en el mbito occidental se ha manifiestado con claridad a partir de los presocrticos, entre religin y ciencia, sino que, como consecuencia de su comprensin evolucionisca de la realidad, estaban firmemente convencidos de que el progreso en la actividad cien-tfica tendra como consecuencia feliz la anulacin, pura y simple de la religin105.

    1. Religin y anlisis de los hechos sociales

    N o cabe la menor duda de que la antropologa de la religin debe mucho al anlisis de los hechos sociales tal como lo propuso mile Durkheim siguiendo los pasos iniciados en su da por Montesquieu (El

    102. Ibid., 287. 103. C. el interesante anlisis de J. E. Barnhart, The Study of Religin and its Meaning, La

    Haye-Paris-New York, 1977, 3-4. Este autor pone de relieve, y ral vez sea este un rasgo tpico de la mentalidad occidental, que, a menudo, se espera demasiado de las definiciones y, en concreto, de la definicin de religin (cf. Ibid., 1-3). Todo eso no impide que aporte su -pequea definicin: Religin es el negocio o la pre-o cu pacin por la propia rinitnq, o por la contingencia de la realidad finita, con la cual uno mismo se identifica en algn sentido fundamental" (Ibid., 6).

    104. La misma religin, segn la opinin de C. Geera, La interpretacin de as culturas, cit., 105-107, constituye una perspectiva posible de aver, comprender, aprehender la realidad al lado de las otras tres grandes perspectivas de la existencia humana: la del sentido comn, a cientfica y la esttica.

    105. E. E. Evans-Pritchard, Las teoras de la religin primitiva, cit., 191. 106. Vase el interesante artculo de S. L. Jaki, Science and Religin, en M. Eiiade (ed.), The

    Enciclopedia ofReligin XIII, New York-London, 1987, 121-133, cun la bibliografa ms imporcance sobre el tema.

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    ANTROPOLOGA DEL HECHO RELIGIOSO

    espritu de las leyes [1748]), Saint-Smon y Comte107. Sobre el antrop-logo galo tambin ejerci una notable influencia su maestro, Fustel de Coulanges (La ciudad antigua), que haba estudiado la religin griega y romana como una actividad casi exclusivamente social108. Los esfuerzos de M a x Weber por encontrar unas constantes heursticas (los Idealtypen), que permitieran comprender la dinmica de los procesos sociales, religiosos y econmicos, han tenido una amplia repercusin en las investigaciones antropolgicas de la religin109. N o deben olvidarse las exploraciones marxistas y freudianas en los comportamientos e ideo-logas religiosos: los estudios sobre los fenmenos religiosos no pueden marginarlas, aunque deban evitar los posibles reduccionismos de ambas tendencias110.

    2. Moral y estudio de los fenmenos religiosos

    En Occidente, sobre todo en los pases anglosajones, que es donde surgen con ms mpetu los estudios antropolgicos, la antropologa en su anlisis de los fenmenos religiosos se preocupa de una manera muy especial por las conexiones de stos con los comportamientos morales y con las instituciones que los regulan (familia, iglesias, legislaciones). Segn M . Freedman eso se debe, en primer lugar, a la vieja.asociacin europea de la tica con la teologa y, en segundo trmino, a la tendencia de la antropologa a amontonar en la categora religin todos los aspectos de su trabajo que pertenecen primordialmente al terreno de las ideas y de los imperativos ticos111. En este sentido fueron paradigmti-cos los trabajos de L. T. Hobhouse (1864-1929), Moris n Evolution (ed. rev. 1915) y de E. Westermarck (1862-1939), The Origin and Development ofthe Moral Ideas (2 vols., 1906/1908). La antropologa moderna (Radcliffe-Brown, Lvi-Strauss, Firth, Fortes, etc.) se ha ocupado intensamente del anlisis de las instituciones familiares que, como es sabido, poseen en las sociedades antiguas una significacin reli-gioso-] urdico-m oral.

    107. Cf. . Durkheim, Las formas elementales de a vida religiosa, cit.; Id., Las reglas del mtodo sociolgico y otros escritos sobre filosofa de ciencias sociales. Introduccin y notas de S. Gonzlez Noriega, Madrid, 1988. Sobre lo que exponemos a continuacin, vase E. E. Evans-Pritchard, Los antroplogos y la religin, cit., 24-43; Ll. Duch, Historia y estructuras religiosas, cit., 30-40, 47-52; J. A. Boon, Anthropology, Ethnology, and Religin", en M. Eiiade (ed.), The Encyclopedia of Religin I, New York-London, 1987, 308-316.

    108. Cf. L. Mair, Introduccin a la antropologa social, Madrid, 21975, 213-215. 109. Cf. las obras capitales de M. Weber, La tica protestante y el espritu del capitalismo,

    Barcelona, 1969; Id., Economa y sociedad. Esbozo de sociologa comprensiva, Mxico-Buenos Aires, z1964.

    110. Pueden encontrarse los escriros ms significativos de K. Marx, Fr. Engels y los autores que se muevan en esta direccin en H. Assmanu y R. Mate (eds.), Sobre la religin l y II, Salamanca, 1974, 1975. Vase de S. Freud, Ttem y tab, Madrid, 1967; Id., El malestar en la cultura, Madrid, 1J1990.

    111. Cf. M. Freedman, Antropologa social y cultural, cit., 114.

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    3. Anlisis de los sistemas simblicos y rituales

    Desde perspectivas muy diferentes, el estudio de los simbolismos ritua-les, jurdicos e institucionales constituye uno de ios temas mayores de la antropologa de la religin. Tal vez las obras de Clifford Geertz, Vctor Turner y iVlary Douglas , a part i r de premisas ideolgicas distintas, puedan ser considerados como investigadores muy representativos en este sentido11-. Uno de los pioneros del estudio de la ritualidad no peri-dica (rifes de passage) fue Arnoid van Gennep, que en 1909 public un estudio que ha sido objeto de inacabables'controversias"3. La investiga-cin actual insiste en la importancia de lo imaginario, en la significacin y alcance de los ritos civiles y en la interaccin entre mito y r ico"\

    4. Interpretacin del mito

    El mito vuelve a ser uno de los grandes temas de estudio, despus que se han superado los prejuicios de una ilustracin falsamente ilustrada y profundamente desconocedora de la realidad profunda de la existencia humana"5 .

    El nombre de Claude Lvi-Sttauss ha sido uno de los antroplogos que, durante estas ltimas dcadas, ms vivamente se ha interesado por el mito y su interpretacin116. Segn Leach, las dos peculiaridades del anlisis de los mitos que realiza Lvi-Strauss son: 1) su complacencia en dejar que los mitos hablen por s mismos sin tener en cuenta su contex-to social; 2) su convencimiento de que la significacin del mito slo puede surgir de un estudio de las oposiciones"7. El mito es lugar espiri-tual privilegiado en donde se desarrolla la actividad estructural del esp-ritu humano.

    112. Cf. C . Geertz, La interpretacin de las culturas, cit., esp. p a n e III, 85-167; V. Tucner, La selva de los smbolos. Aspectos del ritual ndembu, Madr id , 1380; Id., El proceso ritual. Estructura y antiestructura, Madr id , 1988; M . Dougias, Pureza y peligro. Un anlisis de los conceptos de contami-nacin y tab, Madr id , 1973; id., Smbolos naturales. Exploraciones en cosmologa, Madr id , 1978.

    113. A. van Gennep, Les rites de passage. Etude systmatique des rites de la porte et du seuil, Parts-La Haye, 1969 (reed.).

    114. Valgan como e jemplo las o b r a s de j . - j . Wunenburge r , La fte, le jeu et le sacre, Pars , 977 , y de ] . Maisonneuve, Ritos religiosos y civiles, Barcelona, 1991.

    115. Los estudios sobre el mito son innumerables . De enere ios actuales: K. Kernyi (ed.), Die Erffnung des Zugangs z:im Mytbos. Ein Lesebuch, Darmstadt , 1967; K. Hbner , Die Wabrbeit des Mytbos, Mnchen , 1985; R. Schlesier (ed.), Faszination des Mythas. Studien zu anttken und modemen Ir.lerpretationen, Basel-Frankfurt a. M. , 1 9 8 5 ; H. H . Schmid (ed.), Mytbos und Rationalitat, Giitersloh, 1988; A. Grabner-Haider . Strukturen des Mytbos. Tbeorie einer Lebenswelt, Frankurr a. M., 1989. E! estudio, ya citado de H. Reinwaid, Mytbos und Metbode, ofrece una sugestiva aproxima-cin a las interpretaciones de! mito que se han hecho en estos ltimos cien aos.

    13 6. Valgan como ejemplos de su enorme produccin: Cl. Lvi-Strauss, Antropologa estructu-ral I, Buenos Aires, 196S; Id., Antropologa estructural II, Mxico , 1 9 8 J ; os cuatro volmenes de las Mitolgicas, Mxico, 196S, 1970, 1971 , 19S1; e id. . Mito y significado, Madr id , 19S7 (este pequeo volumen contiene una bibliografa cuipleta de autor] . Sobre ia interpretacin del mito propuesta por Lvi-Strauss y sus seguidores, vase E. R. Leach (ed.), The Structural Study of Mytb and Totemism, London, 196S; H. Reinwaid, o. c, 41-52 .

    117. Cf. E. R. Leach, Lvi-Strauss, antroplogo y filsofo, cit., 27-28.

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    ANTROPOLOGA DEL HECHO RELIGIOSO

    La interpretacin del mito propuesta por la antropologa anglosajo-na tomaba como punto de partida el evolucionismo, lo cual le permita establecer una cerrada jerarquizacin de la sociedad: ios indgenas eran inferiores a los anglo-americanos, los nios a los adultos, las mujeres a los hombres y los .pobres a los ricos. Anlogamente, las narraciones de los pueblos sin escritura, las cuales eran el producto de la infancia de la humanidad, tenan solamente un valor de curiosidad, pero no podan equipararse a las realizaciones espirituales occidentales. Ei discurso que no se avena a la racionalidad fiiosfico-cientfica era simplemente mito.

    Mainowski, quej en principio, no perteneca a la tradicin anglosa-jona, fue el primero, con el concurso de su antropologa participati-va, que puso en cuestin esa manera de considerar el mito y las socie-dades no europeas. Subray a funcin social que el mito ejerca en la vida social, porque responda a las demandas ms imperiosas que se plantean los individuos. En este sentido constituye un ingrediente vital de a relacin del hombre con su entorno"8.

    A partir de Radcliffe-Brown se intensifican ios esfuerzos, sobre todo por parte de la antropologa cultural yanqui, para integrar el rito en la explicacin del mito. Cabe destacar en esta emptesa los impulsos provi-nentes de algunos filsofos como, por ejemplo, George H. Mead, Susanne Langer y, muy especial, el neokntiano Ernst Cassirer. En ios aos cincuenta y sesenta, en especial por Edmund R. Leach, se proce-di, en ia interpretacin del mito, a un intento de conciliacin entre su vertiente simblica y sociolgica.

    VI . E S T U D I O A C A D M I C O DE LA A N T R O P O L O G A DE LA R E L I G I N

    Es un hecho indiscutible el establecimiento de ctedras sobre los fen-menos religiosos; ctedras que, muy a menudo, servan de altavoz para propagar la superioridad europea y que, al propio tiempo, realizaban una predicacin laica para oponerse a los prejuicios mantenidos por las iglesias oficiales1'9. Goblet d'Alviella (1911) manifestaba que la ense-anza universitaria de la religin era imprescindible en aquellos pases, en los que ei catolicismo es la religin dominante, precisamente para inspirar a las jvenes generaciones la tolerancia religiosa y para asegu-rar en el futuro la libertad de conciencia. Este autor, con especial refe-rencia a su Blgica natal , prosigue afirmando que el Estado tiene el

    118. Cf. B. Mainowski , El mito en la psicologa pr imit iva- , en Id., Magia, ciencia, religin, cit., 113-183.

    119. Sobre esta cuestin, cf. Ll. Duch, Historia y estructuras religiosas, cit., 3 / - 3 9 , 50-52; S. Can, Studv of Religin (Hstory of Study}-, en M. Eliade (ed.), The Encyclopedia of Religin XIV, New York-London, 1987, 69-73.

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    deber y el derecho de introducir el estudio de las religiones en la ense-anza pblica:

    Esta medida se presenta, al mismo tiempo, como una consecuencia ineludible del progreso realizado actualmente por el conocimienro histrico de las religiones y como un complemento lgico del programa gubernamental que se ha propues to como meta esencial la secularizacin de la enseanza a todos los niveles120.

    En la universidad de Ginebra se estableci una ctedra de estudios religiosos en 1873 . En Holanda , en 1877 se erigieron dos ctedras (Leiden [prof. Tele]) y Amsterdam [prof. Chantepie de la Saussaye]). En 1879, en el Collge de France y en 1880 en el Institute Catholique de Pars se iniciaron los estudios universitarios de esta disciplina. En Inglaterra, en 1908 se inauguraban los estudios sobre los fenmenos religiosos (no teolgicos) en las universidades estatales. Raffaeie Pettazzoni, el ilustre fundador de la escuela italiana, empez a impartir esa especialidad en la universidad de Roma a partir de 1913.

    VIL CONCLUSIN

    La prctica antropolgica (y, por tanto, la antropologa del hecho reli-gioso) ha sido, casi en exclusiva, una actividad anglosajona, protestante (calvinista), que, al menos inicialmente, pretenda proseguir la praxis racionalizadora y humanizadora de la Ilusrracin. N o pudo evitar la premisa racista y etnocntrica de sta y, en consecuencia, se fundamen-t sobre la oposicin de'origen colonial (colonialista) nosotros - los otros. Tal vez no sea exagerado afirmar que la antropologa ango-americana-francesa ha sido una consecuente continuadora del racismo de raz ilustrada, mientras que la poco brillante Ethnologie germnica parece que tena la intencin de proseguir el racismo de raz romntica.

    La antropologa del hecho religioso, en tanto que aspecto de la antropologa, se convirti, al menos en un principio, en la continuacin de la crtica ilustrada de la religin con otros medios y en otro contexro social, econmico y cultural- Las premisas ideolgicas que sustentaban el apara to conceptual de la antropologa fueron aplicadas mecnica-mente al estudio e interpretacin de las manifestaciones religiosas.

    Las bases ideolgicas de la antropologa casi no se han modificado desde los lejanos das de los padres fundadores (Tylor, Morgan ,

    20. E. Goblet d'Alvieila, Croyances, rites, institutions II, Pars, 1911, 72. Los tres volmenes de que consta esta obra recogen un conjunto importante de artculos que permiten, desde una ptica muy concreta, captar ei cuma de las relaciones Iglesia - Estado en los aos de comienzo de siglo en relacin con una temtica an no tesuelta en nuestro pas: ia enseanza de la religin en a escuela y en la universidad. Cf. Li. Duch, -La classe de reltgi: un buit cultural: Qiiestions de Vida Cristiana 146 {1989},7-17.

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    ANTROPOLOGA DEL HECHO RELIGIOSO

    Durkheim), aunque se hagan esfuerzos por incluir otros argumentos como son, por ejemplo, el psicoanlisis, el marxismo, los modelos mate-mtico-lingsticos, los universos simblicos, etc. -

    Tal vez pueda afirmarse que el estudio de los fenmenos religiosos deber apartarse un tanto de los planteamientos de la antropologa de raz anglosajona. Para ello ser preciso que, en el futuro, se aproxime a la realidad de una manera ms sinptica, porque la realidad (y la reli-gin en ella) es polifactica y el ser humano para expresarla debe hacer uso a su inherente polifonismo, el cual incluye la posibilidad de ser siempre un homo religiosus.

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