Educar en Positivo

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Completa guía para padres y educadores que deseen orientar a sus hijos de manera eficaz y destacando lo bueno, con lenguaje positivio

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  • Educaren positivo

    GUAS DE PSICOLOGA DEL BEB Y DEL NIO

    SFERA EDITORES

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  • Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del copyright, bajo lassanciones establecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio oprocedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento informtico, y la distribucin de ejemplares deella mediante alquiler o prstamos pblicos.

    Ttulo: Educar en positivo

    2009: Sfera Editores Espaa, S.L.U. - Parque de Negocios Mas Blau - Edificio Muntadas C/ Solsons, 2 Esc. B - 08820 El Prat de Llobregat (Barcelona).Tel. 93 370 85 85 Fax 370 50 60 Direccin email: [email protected]

    Tercera EdicinISBN: 978-84-96732-28-5 Obra completaISBN: 978-84-96732-32-2Impreso en China

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  • 3Guas de Psicologa / Educar en positivo

    PRLOGO 5

    CAPTULO 1ES CUESTIN DE CARCTER? 7

    Son nios diferentes? Empecemos por las palabras Aceptar las emociones,

    pero no el comportamiento Siete conceptos que hay que recordar Poner lmites con comprensin

    CAPTULO 2CUNDO SE DICE QUEUN NIO ES HIPERACTIVO 14

    Qu dicen los expertos Las causas Cmo afrontarlo

    CAPTULO 3PREDICCIONESQUE SE CUMPLEN 21

    Se puede ser competente sin juzgar ni castigar?

    CAPTULO 4LA BATALLA DE LOS NO 29

    El encanto de lo prohibido La ansiedad de lo indefinido Cuando nuestros no no funcionan Cmo prevenir las peleas La historia del vestido de Carnaval Dos principios para hablar con un nio Si se obstina Hasta dnde podemos dejarle que elija? Crecer a base de responsabilidades

    CAPTULO 5SI NO NOS ESCUCHAN 44

    Test. Qu clase de padre soy? Aprender a ser asertivos Los cinco errores que hay que evitar Por qu es tan difcil oponerse a los hijos Cuando se originan las discusiones Nunca hay que chantajear Es mejor consentir que ceder Transmitamos una imagen positiva

    de nosotros mismos

    CAPTULO 6LOS MOMENTOS DIFCILES 53

    Pequeas historias El camino de la reeducacin

    NDICE

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  • 4 Guas de Psicologa / Educar en positivo

    CAPTULO 7PALABROTAS, INSULTOS Y MALAS CONTESTACIONES 63

    Las palabras prohibidas La maldicin Pero dnde habr aprendido? El poder de la palabrota Las respuestas que no funcionan Cmo disuadir los insultos Cuando la palabrota la decimos nosotros Malas contestaciones y preguntas Cuando nos las merecemos

    CAPTULO 8REIR POSITIVAMENTE 75

    El arte de incentivar La tcnica del cartel Por qu con los elogios se consigue ms Cmo estropear los elogios Cundo es necesario castigar

    Dejarlo solo para que encuentre la tranquilidad

    Cinco no fundamentales

    CAPTULO 9EL USO DE LA FUERZA 83

    Todas las razones para no usar la fuerzacon los nios

    Cmo se defiende el nio Y si se nos escapa un azote? Cuando estamos muy enfadados

    EPLOGO 88

    BIBLIOGRAFA 89

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  • Saber educar es la eterna asignatura pendiente de padres y educadores. Nohay tarea ms necesaria, noble y determinante para el propio individuo, parala familia y para la sociedad, que una buena educacin entendida en el senti-do de formacin integral, que comprenda todas las dimensiones del hombre: La dimensin fsica, referida al propio cuerpo. La dimensin psquica, que tiene que ver con la mente, la inteligencia yla consciencia. La dimensin tendencial afectiva, referida a los afectos, sentimientosy el gozo por vivir. La dimensin tica, que se refiere a los valores como la gua de laconducta. La dimensin social, que hace referencia al ser humano en relacin einteraccin con los dems.

    Las Guas de psicologa del beb y del nio tocan de forma directa o indi-recta estas dimensiones humanas que deben estar presentes en toda edu-cacin integral, inteligente y positiva.Hay un aspecto clave que el lector debe tener bien presente y es que el ttu-lo de este volumen, Educar en Positivo, no puede ser ms apropiadoen un momento de la Historia de la Psicologa y en pleno siglo XXI en el quela Psicologa Positiva est abriendo camino a una Pedagoga Positiva.Alentar y potenciar lo mejor en el nio desde la cuna, sembrar en su mentey en su corazn pensamientos, sentimientos y emociones gratificantes cons-tructivas y de esperanza, es determinante para el futuro del individuo huma-no y de la sociedad. Las Guas de psicologa del beb y del nio confor-man la obra ms completa y prctica para la formacin de padres y de edu-cadores que necesitan saber qu le sucede al educando en sus primerosaos, qu respuesta deben dar a sus demandas y cmo deben actuar desde

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    PRLOGOde Bernab Tierno

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  • el amor, desde el respeto a ese ser humano que comienza a vivir y desdela ciencia psicopedaggica del momento.Los nueve captulos que aborda el primer volumen ponen las bases de laeducacin prctica y dinmica y proponen consejos concretos para tener amano cuando surge el problema. Recomiendo al lector que se vaya familia-rizando con las cuestiones que se detallan en el ndice de cada no de losvolmenes y vea los temas en los que necesita profundizar especialmente.Por poner un ejemplo, habr padres que necesitan recordar bien los 7 con-ceptos que ofrece el pediatra T. Berry Brazelton y cmo poner lmites concomprensin, etc.Mi consejo es que se haga una lectura normal, bastante atenta de cadavolumen, y una segunda lectura mucho ms detenida en la que cada padreo educador detalle las enseanzas que ms necesita en su caso y segnlas caractersticas del nio que se est educando.La obra debe estar siempre a mano y hay que consultarla cuantas vecessea necesario, pero que sean los dos progenitores, padre y madre, quienesutilicen Las guas de psicologa del beb y del nio como referencia, comoautoridad psicoeducativa fiable, que marque los puntos de acuerdo detodas las personas que intervienen en la formacin y educacin del nio:padres, abuelos, familiares, incluso la persona que cuida al nio duranteunas horas.El lector puede leer slo uno de los volmenes que le susciten ms inters,pero mi consejo es que se lea toda la obra y se forme como educador.

    Doy mi bienvenida a esta necesaria, magnfica y prctica obra educativa.

    Bernab Tierno JimnezPsiclogo, pedagogo y escritor

    P R L O G O

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  • 7Guas de Psicologa / Educar en positivo

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    Es cuestinde carcter?

    Para comprobar cmo el llamado carcter, o temperamen-to, permanece estable o se modifica con el paso de los aos, un grupo de psi-clogos de la Universidad de Nueva York, en Estados Unidos, ha realizado unainvestigacin que ha durado 18 aos. El estudio, que empez en el ao 1956,ha acompaado a un grupo de 133 nios hasta la edad adulta.Por cada nio, los investigadores han rellenado una ficha con una serie decaractersticas a las cuales han asignado una puntuacin. Al finalizar lainvestigacin, los investigadores han llegado a la conclusin de que, ade-ms de influir el ambiente, algunos signos del temperamento estn pre-sentes desde el nacimiento y forman parte de las propiedades hereditarias,como el color del cabello o la forma de la nariz. Dichas caractersticas,se lee en el informe, pueden ser ms acentuadas o ms atenuadas depen-diendo del ambiente en el que el nio crece, y tambin en funcin de locapaces que sean los padres para comprenderlo y corregirlo, evitando llegar a enfrentamientos violentos o a rupturas drsticas.De la investigacin tambin se desprende que algunos de los nios (del 10

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    al 15 por ciento) poseen una serie de caractersticas que los hacen difcilesde controlar, aunque los nios normales tambin muestran dos o trespeculiaridades tpicas de los nios difciles.Segn los psiclogos, el nio imposible posee siete caractersticas.1. Es inquieto. En casa, est continuamente haciendo trastadas: se subea los muebles, se tira a la cama desde el armario y corre en bicicleta por elpasillo chocando contra las puertas. No soporta los viajes en coche: quierepararse continuamente, siempre tiene sed o hambre, o bien una necesidadincontrolable de ir al bao.2. Acta impulsivamente. Lo quiere todo y rpidamente. No soporta tenerque esperar. Acta sin tener en cuenta las consecuencias de sus acciones.Interrumpe continuamente, responde incluso antes de or la pregunta, y losdeberes en clase estn llenos de borraduras y correcciones.3. No consigue concentrarse y es testarudo. Lo intenta todo y se cansaenseguida, pasando de un juego a otro continuamente. Si le llaman, no escu-cha. Si le hablan, no hace caso. Olvida las instrucciones y, despus de haberescuchado una explicacin, siempre pregunta: Qu has dicho? Si se proponealgo, insiste, implora, lloriquea y atormenta a todos hasta obtener lo que quie-re. Sin embargo, una vez que ha conseguido su objetivo, se desinteresa porcompleto y lo abandona rpidamente. Por otro lado, es capaz de obcecarse ypasar toda una tarde acabando un puzle o intentando ganar en un videojuego.4. No tiene costumbres regulares. Desde que era beb, cambia el dapor la noche. Cuando ya es ms mayorcito, siempre quiere meterse en lacama de los padres. Picotea todo el da, se salta las comidas y, cuandoquiere algo, tiene que satisfacerse en el acto.5. Es desconfiado y no le gustan las novedades. Es muy puntillosocon las personas que no conoce y se le conoce por ser el terror de lasnieras. No le gustan los juegos nuevos, ni los traslados, ni los desplaza-mientos, aunque slo se limiten a los objetos que hay en su escritorio.Desconfiado, se niega a probar la comida que no conoce y a experimen-tar nuevas situaciones.6. Le molesta todo. Desde el ruido del frigorfico a la lmpara que semueve por una corriente de aire, a los jersis que pican y a la ropa demasia-do ajustada. No soporta el olor de la col, odia el perfume de lavanda, las espi-nacas le provocan arcadas y la pasta nunca est bien cocida. En invierno, laschaquetas nunca le abrigan lo suficiente y en casa siempre va descalzo.7. Es exagerado, incontrolable, insoportable, pero tambin Cualquierexpresin de sus emociones es extrema. Cuando llora, llora a moco tendido.

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  • Cuando se re, lo hace a carcajada limpia. En medio de un berrinche, se tira alsuelo, da patadas, araa, muerde y rompe todo lo que encuentra a su paso.Con l no hay un minuto de tregua, es un continuo correr para ver qu ha ocu-rrido. Nunca est contento, es grun, siempre est enfadado, insatisfecho,enojado Pero tambin es amable, servicial, afectuoso, entusiasta, alegre,juguetn, creativo, bromista e inteligente. A veces, es un nio de ensueo, unnio ail, como alguien define a estas pequeas y maravillosas fieras.William Sears, de la Facultad de Medicina de la Universidad de California, enEstados Unidos, confirma que el nio atareado, tenso, extenuante, audaz, enr-gico, testarudo, impaciente, decidido, obstinado y provocador, podr ser unadulto entusiasta, impetuoso, apasionado, expresivo, lleno de recursos, perspi-caz, capaz de imponerse, decidido, constante, encantador, intuitivo, social,imparcial, compasivo, afectuoso y tierno. Tras varios aos de investigacin, haconcluido que, conforme el nio pasa de la infancia a la adolescencia y a la edadadulta, estas caractersticas pueden transformarse en cualidades de gran valor.Para que esto ocurra, recomienda: Es fundamental que los padres tengan msen cuenta los aspectos positivos del nio que los negativos.

    SON NIOS PERTURBADOS?Tras aos de estudio y de trabajo con familias de nios insoportables, elpsiquiatra americano Stanley Turecki, fundador y director del Centro para elnio difcil de Nueva York, ha llegado a las siguientes conclusiones: Los nios difciles, hiperactivos o excitados son absolutamentenormales: no presentan daos cerebrales, ni necesitan tratamientos psico-lgicos o psiquitricos, ni estn perturbados emocionalmente. Si son difciles, la culpa no es de los padres: es una cuestin detemperamento.Estas afirmaciones, que son muy importantes, nos permiten afrontar susintolerancias sin hacernos sentir culpables.

    EMPECEMOS POR LAS PALABRASLo primero que hay que hacer, cuando nos referimos a nuestros hijos, es eli-minar la palabra difcil de nuestro vocabulario, y sustituirla por la palabraexigente.

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  • Exigente es una palabra que no presenta connotaciones negativas. La per-sona exigente tiene un estndar muy elevado, aprecia slo lo mejor y no legustan las imprecisiones. En lugar de definir al nio como agitado, excitado,hiperactivo, insatisfecho, nervioso, caprichoso o consentido, esforcmonospor describirlo con un trmino que, a pesar de presentar las caractersticasdel nio, sea positivo. El nio exigente no es nervioso, sino que tiene nece-sidades por satisfacer; no es difcil, porque si le ofrecemos la atencin quenecesita es muy fcil quererlo: sabe lo que quiere y lo consigue. No es inso-lente, sino que se enoja si nota que no le escuchan o no le comprenden.El nio exigente invierte una extraordinaria cantidad de energa en cualquiercosa que hace: grita ms fuerte, se re con ms ganas y protesta con msfuerza si no se satisfacen sus necesidades. Es muy sensible, activo, intuitivoy, por esta razn, requiere ms atenciones.Si cambiamos el modo con el que definimos su comportamiento, nos dare-mos cuenta de que nuestra actitud hacia l tambin cambiar y nos enfa-daremos menos con l. Es decir, se trata de describir con respeto lo quehace, sin dar opiniones. Por ejemplo:

    No digamos: Es testarudo, sino: Sabe lo que quiere. En lugar de decir: No quiere ir a la cama, digamos: No tiene sueo

    o Est demasiado cansado para conseguir dormirse. Y sustituyamos: No come nada, por: Ahora no le apetece comer.

    ACEPTAR LAS EMOCIONES, PERO NO EL COMPORTAMIENTOEsta actitud de respeto hace que el nio tome conciencia de sus experienciasy, por consiguiente, que tenga menos miedo de sus emociones negativas.Las emociones son siempre amistosas, afirma el psiclogo americanoThomas Gordon. Y aade: Cuando un padre demuestra con la escuchaque acepta los sentimientos del hijo, este ltimo se siente alentado a acep-tarlos l tambin. Es el primer paso para aprender a controlarlos. Perocuidado: aceptar y comprender no significa estar de acuerdo; no implicaconsentir una situacin, ni a estar de acuerdo con el comportamiento delnio y con el modo que tiene de expresar sus propias emociones. Comoveremos en las pginas siguientes, solamente significa que, escuchando deforma atenta y partcipe, se respetan sus sentimientos y sus deseos, aun-que sean diferentes a los nuestros.

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  • Cuando el nio tiene un problema, quiere decir que est viviendo sentimien-tos difciles: miedo, rabia, deseo de venganza, celos, desinters, decepciny preocupacin.Por lo tanto, al ponerle lmites, es importante hacerle entender que compren-demos lo fuerte que son sus deseos y sus expectativas. Aunque hay quetener en cuenta un principio: los sentimientos y los deseos no son correctoso equivocados, como las soluciones de los problemas de matemticas. Pormuy exagerados e irrazonables que nos puedan parecer, existen! Y, cuandoaparecen, no se pueden negar o infravalorar. El nio necesita, sobre todo,sentirse comprendido: si ve que reconocemos su deseo, se adaptar conms facilidad a nuestras prohibiciones y a nuestras normas.T. Berry Brazelton explica: La experiencia ensea que, cuanto ms se per-mite al nio que exprese sus sentimientos, menos violenta ser la rebelincuando haya crecido.Por otra parte, si la tristeza o la rabia se ignoran o se tratan de exageracio-nes, el nio llegar a la conclusin de que no son emociones aceptables.Conforme vaya creciendo, si los padres slo lo aceptan cuando es bueno,empezar a esconder a los dems, e incluso a s mismo, sus partes consi-deradas malas. Pero la rabia que no se ha manifestado en la primera infan-cia no desaparece. Reprimida, se acumula con el paso de los aos, hastaque, una vez llegado a la adolescencia, el chico, ahora ya bastante mayorcomo para no temer ningn castigo fsico, ya no la puede contener y esta-lla, dejando a sus padres consternados y perplejos.

    PONER LMITES CON COMPRENSINEl hecho de que comprendamos por qu se expresa con prepotencia yagresin nunca debe permitir al nio relacionarse con los dems de estamanera. A veces, nos satisface ver cmo se impone con la fuerza, y nostranquilizamos porque pensamos que de mayor sabr defenderse. Enrealidad, numerosas investigaciones han demostrado lo contrario: si sedeja al nio hacerse el valiente, habr muchas probabilidades de quemuestre comportamientos antisociales en la adolescencia y en la edadadulta.Por lo tanto, veamos cmo ensearle a respetar a los dems sin negarse as mismo. Los principios que hay que tener presentes son los siguientes: No permitamos que consiga sus objetivos con la prepotencia.

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  • Hagmosle entender que de esta manera no puede conseguir nada: cuantoms insista, menos ganas tendremos de escucharle. Ensemosle una manera alternativa para expresar civilizadamentesus propios estados de nimo. Manifestemos claramente nuestro malestarpor el modo que utiliza para expresarse: No me gusta cuando te obsesionas

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    SIETE CONCEPTOS QUE HAY QUE RECORDAREl clebre pediatra americano T. Berry Brazelton recuerda a los padres, que se preocu-pan por las rebeliones de los hijos, los siguientes puntos. LOS BERRINCHES tambin ensean lo que significa ser queridos y odiados apasio-nadamente. En un momento determinado, se est lleno de afecto y, poco despus, seestalla de rabia. Como entre enamorados, el rechazo va seguido de una reconciliacin,que hace apreciar an ms el amor. CUANDO LOS NIOS, Y DESPUS LOS ADOLESCENTES, SE REBELAN, aprenden aser independientes. Sin embargo, cuanto ms autnomos intentan ser, ms vlvulas deseguridad y cario necesitan. HASTA LOS CINCO AOS, ES NATURAL QUE UN NIO DESOBEDEZCA. Si abando-nara sin pelear, no tendra un comportamiento normal. Por lo tanto, esperemos que serebele antes de someterse, especialmente si sabe que lo que le pedimos es importante. PRESENTMOSLE DESAFOS. No esperemos que sea siempre l quien tome la ini-ciativa. Estimulmosle, en cambio, para que experimente cosas nuevas: Quieres que teensee a llamar por telfono? PREOCUPMONOS SOLAMENTE SI ES DEMASIADO BUENO. Un nio demasiadoobediente es ms preocupante que un nio rebelde. Quien nunca experimenta la nece-sidad de poner a prueba los propios lmites y se esfuerza siempre por complacer a todos,sacrifica su propio desarrollo. ENSEMOSLE A LIBERARSE DE SUS EMOCIONES. Convenzamos al nio para queno reprima sus sentimientos, sino que los manifieste a travs del cuerpo: que no pegueal hermano pequeo, sino que se desahogue dando puetazos al cojn, que corra o grite.Si est triste, digmosle que no se avergence de llorar. SI encuentra una va de desaho-go a sus emociones, aprender a dominarlas. EL NIO NO DEBE DUDAR DE NUESTRO AMOR ni siquiera cuando se comporta mal.Si estamos pasando un momento difcil, intentemos encontrar el tiempo y la manera paratranquilizarle, hacindole ver que lo queremos a pesar de que, a veces, tenemos pocotiempo que dedicarle.

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  • as. Si quieres algo, pdemelo de otra manera. Exijamos que repita correctamente lo que quiere y despusrecompensmosle con una caricia: Me ha gustado la forma que has utiliza-do para pedrmelo. Si puedo, intentar complacerte. El nio aprende a rela-cionarse con los dems con respeto porque se siente respetado. Consolemos siempre su llanto, por muy absurdo, insistente e injusti-ficable que nos pueda parecer. Los nios son seres humanos que se com-portan segn nuestros mismos principios: cuando estamos enfadados y nostratan con amabilidad, paciencia y comprensin, nuestra rabia desaparece.Lo mismo ocurre en la relacin con nuestros hijos. Muchas veces, descubri-remos que, adems de necesitar lmites, nuestros hijos imposibles tambinnecesitan comprensin. Lo que importa es lograr distinguir entre sus deseosy la manera de expresarlos. La peticin puede ser legtima, pero el compor-tamiento lloroso o agresivo, no.

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    Cundo se diceque un nio es hiperactivo

    Cuando vemos a un nio inquieto y distrado, muy amenudo se oye hablar de un nio hiperactivo, es decir, afectado por Atten-tion Deficit Hyperactive Disorder (Trastorno por Dficit de Atencin e Hipe-ractividad o TDAH), un trastorno que levanta polmicas en todo el mundo.Pero, cmo se reconoce a un nio hiperactivo? Mueve las manos o los pies continuamente, o bien no para quietoen la silla. Corre por todas partes, incluso en situaciones donde dicho compor-tamiento no est previsto. Se levanta frecuentemente cuando, sin embargo, debera quedarsesentado. Tiene problemas para jugar o llevar a cabo una actividad de maneratranquila.

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  • No presta atencin a los detalles, se distrae y comete errores cuan-do hace los deberes y realiza tareas. Tiene problemas para prestar atencin constantemente mientrashace los deberes. No sigue las instrucciones y no acaba los deberes, y no porque se nie-gue o no haya entendido las instrucciones. Suele dar la impresin de que no escucha cuando se le habladirectamente.

    Viendo esta lista de sntomas, muchos de nosotros reconocemosmuchos de los comportamientos habituales de los nios. El sndrome estan elusivo que, incluso la misma comisin constituida para definir lascaractersticas de dicho sndrome, el National Institute of Mental Health(Instituto Nacional para la Salud Mental) de los Estados Unidos pone enduda su existencia. Como conclusin de la investigacin, los redactoresdel informe escriben: Falta una definicin precisa del trastorno de hiperac-tividad. Despus de aos de investigaciones, el conocimiento de las cau-sas se basa especialmente en conjeturas y, por esta razn, no podemosprevenirlo.Ms precisos en la definicin del trastorno son los psiclogos de laOrganizacin Mundial de la Salud que, entre las caractersticas de la hipe-ractividad, sealan los problemas de atencin: El nio acostumbra apasar de una actividad a otra sin acabar ninguna; es impulsivo, a veces,imprudente y sufre accidentes con facilidad. En muchas ocasiones, seencuentra con problemas disciplinarios, ms por descuido que por infrin-gir las normas intencionadamente. Carece de lmites, prudencia y discre-cin. Por este motivo, no cae bien a los dems nios y a veces se quedaaislado... .Los psiclogos miembros de la British Psychological Society, la asociacinde psiclogos britnicos, se muestran, en cambio, mas escpticos: Comoprofesionales, deberamos ser cautos cuando decimos que un nio es hipe-ractivo sin examinar primero la posibilidad de encontrar otra explicacin a sucomportamiento. La mayora de los mdicos ingleses ignora que un niodescuidado o inquieto pueda tener una enfermedad psquica. De hecho, noexiste una sola causa para la variedad de comportamientos que comprendela hiperactividad, la agresin, la falta de atencin y las actitudes asociales.Los factores que condicionan el comportamiento de los nios en diferentessituaciones son muchos.

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  • El neuropsiquiatra infantil italiano, Enrico Nonnis, afirma: Existen muchasdudas de que el llamado sndrome del TDAH sea real. Y, de todos modos,suponiendo que exista, afecta a un nmero de personas muy inferior a loque se quiere hacer creer. Adems, es una patologa no muy clara, porquequien padece hiperactividad presenta otras categoras de diagnstico ysintomatologa como depresin, trastornos obsesivo-compulsivos, trastor-nos del aprendizaje y del lenguaje, ansiedad y alteraciones del estado denimo.

    QU DICEN LOS EXPERTOSSegn la ltima versin del Manual diagnstico y estadstico de los desr-denes mentales, el texto sobre el que se basan en sus diagnsticos los psi-quiatras de todo el mundo, hay tres tipos de hiperactividad: El hiperactivo-impulsivo El hiperactivo-inatento El que es impulsivo e inatento a la vez.Veamos las caractersticas de cada uno de ellos.

    EL NIO HIPERACTIVO-IMPULSIVOEste tipo de nio no para de moverse y, por lo tanto, le resulta muy difcilestar sentado en clase o en la mesa del comedor escolar. Lo toca todo yse entretiene con cualquier cosa. No consigue estar callado ni un momen-to. No para de moverse en la silla y siente un irresistible impulso por levan-tarse cuando est comiendo. Se siente obligado a estar ocupado e inten-ta hacer muchas cosas a la vez.No consigue controlar sus propias reacciones o pensar antes de actuar.Hace comentarios inoportunos, muestra sus emociones sin ningn obs-tculo y reacciona de forma impulsiva sin pensar mnimamente en lasconsecuencias.Su impulsividad le hace difcil esperar su turno, cuando est en la cola paracomer en el comedor del colegio o cuando tiene que jugar. Si est enfadado,es capaz de quitarle un juguete de las manos a un compaero y tirrselo a lacabeza.Durante la poca de la adolescencia, o cuando ya ha llegado a la edadadulta, la persona hiperactiva-impulsiva elige impulsivamente hacer cosasque dan un resultado inmediato, en lugar de comprometerse en activida-

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  • des que requieren un esfuerzo ms satisfactorio y remunerativo.He aqu algunos signos de la hiperactividad-impulsiva. Ser inquieto, jugar con las manos y los pies, y no parar de mover-se en la silla. Correr, trepar o levantarse cuando debera quedarse sentado yquieto. Contestar incluso antes de haber escuchado la pregunta hasta elfinal. Tener problemas para permanecer en la fila, o esperar su turno. Estar distrado.

    EL NIO HIPERACTIVO-INATENTOSuea con los ojos abiertos, se confunde fcilmente, siempre est en lasnubes, es letrgico y se mueve lentamente.Tiene problemas para adquirir las informaciones rpida y cuidadosamentecomo los dems nios. Cuando se le dan instrucciones, verbales o escritas,le cuesta entender lo que tiene que hacer y comete errores. Sin embargo, sequeda sentado tranquilo y sin molestar. A veces, hasta da la impresin deque trabaja, pero no presta atencin a lo que est haciendo ni entiende elejercicio que tiene que hacer ni las instrucciones que recibe.Hacer los deberes en casa le resulta muy difcil y acaba siendo motivo deinfinitas frustraciones tanto para l como para sus padres: se olvida dehacerlos, pierde el cuaderno o se deja los libros en la escuela y, cuando loshace, las hojas estn llenas de errores y borraduras.En clase, en el patio, o en casa, no causa demasiados problemas. A dife-rencia de los nios impulsivos, congenia ms fcilmente con los demsnios y no tiene los mismos problemas para socializarse. Por este motivo,muchas veces, est desatendido aunque necesita la misma asistencia yayuda que los nios ms movidos.

    EL NIO HIPERACTIVO IMPULSIVO E INATENTOAlterna comportamientos caractersticos de las dos tipologas.

    LAS CAUSASEn el citado anteriormente Manual diagnstico y estadstico de los desrde-nes mentales, se lee que los sntomas atribuidos al TDAH son los mismos

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  • que se manifiestan cuando el nio est en un ambiente poco estimulante ycarente de novedades. Se reducen a lo mnimo si el pequeo est controla-do, ocupado en actividades interesantes y se tiene una relacin personalcon l. Adems de influir el ambiente en el que vive, son innumerables lascausas que pueden crear en el nio un comportamiento excitado, inquieto yagresivo. Segn datos del Instituto sanitario de los Estados Unidos (NationalInstitutes of Health), en el 5 por ciento de los casos, el origen de lahiperactividad podra deberse a alergias y a un consumo de azcardesproporcionado. Tampoco hay que excluir el factor gentico: entre los hijos depadres que, de pequeos, mostraron sntomas de hiperactividad, unnio de cada cuatro resulta hiperactivo a su vez, mientras que, en lapoblacin general, la incidencia de este trastorno es de uno de cada 20nios. Adems, el hecho de que los gemelos tienden a manifestarambos los sntomas de la hiperactividad, confirma la importanciadel factor gentico en la aparicin del trastorno.

    CMO AFRONTARLOAntes de recurrir a los frmacos, los pediatras ms prudentes recomien-dan seguir los consejos de un psiclogo o de un especialista. Para unainvestigacin realizada por el Instituto Nacional de Salud Mental, enItalia, se seleccion un grupo de 597 nios, a los que se les haba diag-nosticado el sndrome de hiperactividad, y este grupo se dividi en cua-tro subgrupos. Luego, se escogi un tratamiento diferente para cadauno de los subgrupos. Terapia farmacolgica con administracin de un frmaco a base demetilfenidato. Terapia del comportamiento llevada a cabo por un psiclogo. Combinacin de la terapia farmacolgica y de la terapia delcomportamiento. La asistencia de un mdico.La combinacin de un frmaco a base de metilfenidato y de una terapiadel comportamiento result la ms eficaz y, adems, requiri dosis inferio-

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  • res de frmaco. Hoy en da, los especialistas aconsejan empezar primerocon la terapia del comportamiento y recurrir a la farmacolgica slo en elcaso de que no se obtengan resultados.Se recomienda el uso del frmaco slo cuando las relaciones en la familiaresulten insostenibles. Adems, hay que tener en cuenta que el metilfeni-dato slo es til para aplacar la inquietud del nio y su incapacidad deconcentracin, pero no es eficaz para regular la agresividad: si se utilizadurante un tiempo, pierde su eficacia y puede provocar adiccin.Para evitar abusos, determinadas instituciones tienen la funcin de contro-lar que las prescripciones sean correctas, que sean administradas por loscentros especializados instituidos en las distintas Comunidades, y quetengan el efecto esperado. El metilfenidato, que se prescribi hasta marzode 2004, apareca en la Tabla n 7 de Farmacopea, junto a la cocana, losopiceos, la herona y el LsdDesde aquella fecha, por decreto ministerial, ha sido desplazado a la Tablan 4, donde se encuentra la benzodiazepina, es decir, los psicofrmacos.Algunas asociaciones de padres de distintos pases han presentado unaacusacin colectiva contra la empresa farmacutica suiza que la fabrica,ya que el frmaco produca dolor de estmago, jaquecas, nerviosismo,insomnio, mareos, nuseas, alteraciones en la tensin arterial, taquicardiay contracciones involuntarias conocidas como Sndrome de Tourette, quepuede producir en el paciente depresiones tan fuertes que incluso puedenmodificar su personalidad.

    Cundo se dice que un nio es hiperactivo

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  • EL TEST

    Para evaluar la falta de atencin

    1. Al nio le resultan difciles las actividadesque requieren un determinado nivel de atencin.

    2. Le cuesta mantener la atencin y seguir instrucciones para desarrollardeterminadas tareas o actividades:a menudo, no las termina o empieza a hacer otras cosas.

    3. Cuando le hablamos, parece no escuchar.

    4. Aunque no se oponga ni se equivoque,no sigue las instrucciones y no lleva a trmino los deberes y los recados.

    5. Le cuesta organizarse para terminar sus tareas o sus deberes.

    6. Evita, y no le gustan, las tareas querequieren un esfuerzo mental continuado(como los deberes de la escuela).

    7. No consigue mantener sus cosas ordenadas, por lo que a menudo pierde el material necesario para sus actividades(libros, agenda y juguetes).

    8. Se distrae con cualquier estmulo por pequeo que sea.

    9. Es olvidadizo en las actividades diarias.

    Para evaluar la hiperactividad-impulsividad

    1. Cuando est en su silla, juguetea con las manos y los pies, no est quieto y se mueve continuamente.

    2. En la escuela, como en otras situaciones en las que debera quedarsesentado, se levanta.

    3. Corre, salta y trepa en ocasionesinapropiadas.

    4. Tiene dificultad en aplicarse con tranquilidad en actividades de recreo.

    5. Est continuamente presionadoy a menudo se porta como si estuvieraaccionado por un motor.

    6. No consigue estar en silencio:habla demasiado.

    7. Responde antes de que la pregunta finalice.

    8. Espera su turno con dificultad.

    9. Interrumpe o interfiere en los juegos y en las conversaciones de los dems.

    SI EL RESULTADO FINAL DE CADAPARTE DEL TEST ES SUPERIOR A 14,SE RECOMIENDA UNA EVALUACINDIAGNSTICA.

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    ASIGNAD A CADA PREGUNTA LA PUNTUACIN QUE MEJOR DESCRIBE AL NIO EN RELACIN A LOS COETNEOS DE SU MISMO SEXO:

    0 = nunca 1 = alguna vez 2 = a menudo 3 = muy a menudo

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  • 21Guas de Psicologa / Educar en positivo

    C A P T U L O3

    Prediccionesque se cumplen

    Un peridico humorstico public hace muchosaos una vieta donde una madre mira a su hijo que est colgado peligro-samente de la rama de un rbol, mientras le suelta una serie interminable deposibles catstrofes: Juan! Si no bajas enseguida de la rama, te vas a res-balar, te caers y te rompers una pierna. Te cortars la cartida con loscristales que hay en el suelo, la ambulancia llegar tarde y se equivocar dedireccin. Perders dos litros de sangre, te quedars en cuidados intensi-vos doce meses Y cmo crees entonces que me sentir yo?

    Paradjicamente, las palabras de esta madre angustiada reflejan toda lagama de emociones y mensajes que inconscientemente, y con toda labuena fe, todos nosotros transmitimos a los nios en cierto modo.Para intentar que mejoren y ponerlos en guardia contra presuntos o verdade-ros peligros, les acribillamos con recomendaciones, predicciones y adverten-cias, dejando aparecer un futuro cargado de consecuencias catastrficas.

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  • Lo hacemos con las mejores intenciones, para llevarlos por el caminocorrecto, para convencerlos de que cambien y alejarlos de peligrosas tenta-ciones. Pero, qu conseguimos? Normalmente, lo contrario de lo que noshabamos fijado. No es una casualidad que una de las frases ms repetidapor los padres sea: Cuntas veces te lo tengo que decir?En la mente del nio, aunque sea inicialmente, desde que es muy pequeo,se acumulan dudas, temores e inquietudes: Quin soy yo?; Conseguirser bueno?; Ser capaz de que me quieran?Son preguntas relativas a la definicin de s mismo y de su identidad, en basea las cuales construir su propia vida de adulto. La manera, positiva o nega-tiva, con la que respondamos a estas preguntas influir profundamente en suinconsciente. Nuestros mensajes reaparecern en los momentos de crisistransmitindole valor o desinters. Por ejemplo:

    Eres bueno / Podrs dejar de hacer trastadas? Eres capaz de congeniar con todos / Mira tu prima,

    tiene un montn de amigas! Eres inteligente / Siempre tendrs problemas en los estudios. Qu dibujo lleno de colores! / No se entiende nada! Ests sano: las enfermedades te fortalecen / Tienes que cuidarte.

    Sin duda, no tienes una salud de hierro. Eres guapa / Tienes los ojos un poco pequeos.

    Los psiclogos llaman a dichas afirmaciones atribuciones, una palabraque, originariamente, significaba asignar a una tribu, es decir, colocar aalguien en un grupo, o categora, del que difcilmente conseguir liberarse.De adultos, las atribuciones nos perseguirn y seremos incapaces de libe-rarnos de ellas en nuestra vida diaria y en la relacin con los dems. Cuntasveces hemos odo dilogos de este tipo:

    - Por qu no pides un ascenso a tu jefe?- No soy lo bastante bueno!

    - Es exactamente la fotocopia de tu ex marido! Por qu has vuelto a caer?- Con lo fea que soy, quin me va a querer?

    - Por qu no has hecho el examen?- Mi padre siempre me lo deca: an gracias que no repites curso!

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  • - Por qu dejas que te traten as?- Soy tmido. Es ms fuerte que yo!

    Afirmaciones como: No soy lo bastante bueno; Soy fea; Nunca lo consegui-r! o Soy tmido, no salen de la nada: las hemos odo cuando todava nopodamos comprobar su veracidad. Son los pensamientos que nos haninculcado desde pequeos.Un nio que oye cmo le dicen continuamente que no es bueno, se con-vence de que no lo es y seguir creyndoselo. Llamar pesado a un nio,desde por la maana hasta por la noche, hace que se sienta rechazado y,por reaccin, se transforme efectivamente en un pesado.De la misma manera, a fuerza de or cmo le repiten sin parar: Pobrecito, no esmuy espabilado, el nio se convencer de que los adultos tienen razn.Cmo conseguir cambiar un punto de vista? Cmo podemos deshacer-nos de una interpretacin que nosotros mismos hemos impuesto en elcomportamiento de nuestros hijos? Veamos un ejemplo.

    Primera interpretacinHe aqu el relato de Marta, que tiene dos hijos de cinco y siete aos.

    Vuelvo a casa exhausta despus de un da de trabajo agotador y msde una hora de transporte pblico. Llego a la puerta de casa y oigogritos y golpes en el interior. Era de esperar: se estn peleando otravez pienso abrumada por un inexpresable agotamiento.Entro decidida y enseguida declaro la guerra: Ser posible que no seos pueda dejar solos un minuto? Con el rabillo del ojo, veo la caraarrepentida del mayor, y la sombra de una sonrisilla maligna en la caradel pequeo.As grito al mayor: Siempre la misma historia. T, tan mayor y fuertecomo eres, no te da vergenza pegar a tu hermano? Vete a tu habi-tacin. Despus, vuelvo a pensar en la sonrisilla del pequeo y pier-do los estribos: Y t qutate esa estpida sonrisa de la cara! Creesque no s que eres t quien provoca todo esto? Esta tarde no haytele ni cena! Os sentar bien el ayuno! Me siento en el sof y metomo una pastilla para la tensin.

    Podemos pensar que es una reaccin ms que justificada. El psiclogo aus-traliano Steve Biddulph observa: En realidad, los comentarios de este tipo

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  • no se limitan a maltratar momentneamente a los hijos, sino que tambin ejer-cen un efecto hipntico, actan inconscientemente como un condicionamien-to que modela la imagen que el nio tiene de s mismo hasta convertirse enparte de su personalidad.

    Segunda interpretacinAl or los gritos y los golpes, como Marta, nosotros seguramente tambinllegaramos a la conclusin de que los dos nios se estaban peleando.Pero no tiene por qu ser as. Intentemos dar a lo ocurrido una interpre-tacin distinta.

    Llego a casa y, estando todava en la puerta, oigo gritos, golpes ysilencios preocupantes. Son nios, pienso. Con esta lluvia, estnsiempre metidos en casa, y necesitan desahogarse Mientras no sehagan dao! Les saludo, les doy un beso, tiro el bolso en el sof y lesinvito a lavarse las manos porque les tengo preparada una buenamerienda.

    El escenario es idntico al descrito anteriormente, pero la interpretacin quese ha dado es opuesta.En el primer caso, el cansancio, el enfado y nuestra conviccin nosllevan a una interpretacin pesimista: Se estn pegando, son agresivos,siempre estn igual, no los aguanto ms No s dnde darme uncabezazo.En el segundo caso, partimos de una premisa opuesta, optimista: Estnluchando, no pegndose; lo importante es que no se hagan dao. Ahora lestranquilizar con una sabrosa merienda.La interpretacin por parte de los dos nios es clara. En el primer caso,inmediatamente se sienten considerados como lo que son: el mayor, agre-sivo y prepotente; el pequeo, mentiroso y mrtir. Sin embargo, si se aplicala interpretacin de la lucha, los nios se sienten comprendidos y agradecena su madre que haya entendido su situacin.Segn la interpretacin que escojamos, nuestra intervencin ser compe-tente o reivindicativa, imparcial o acusatoria. Y la reaccin de nuestroshijos corresponder a nuestra interpretacin: en el primer caso, se rebe-lan, se quedan resentidos y slo esperan la prxima ocasin para rodarde nuevo la misma pelcula. En el segundo caso, captan el mensaje yobedecen.

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  • SE PUEDE SER COMPETENTE SIN JUZGAR NI CASTIGAR?Pero, cmo se puede ser competente sin juzgar ni castigar?Hay cuatro premisas para establecer una relacin positiva con nuestroshijos.

    Vaciar el propio nimo de resentimientos. Liberarse de los imperativos categricos. Identificarse con el estado de nimo del nio. Guiarle, aumentando al mismo tiempo la autoestima.

    Veamos, entonces, cmo tener xito en este tema.

    Vaciemos nuestro nimo de resentimientosLo hace a propsito!Ya estamos con lo mismo!Lo que te digo yo nunca te parece bien!

    Qu tienen en comn estas frases? Imputan al nio intenciones o compor-tamientos que estn presentes nicamente en nuestra mente. Proyectamosen el comportamiento del nio una sombra que tie sus acciones de unaintencionalidad que en realidad no est presente.El pediatra y pedagogo italiano Roberto Albani observa: Los nios actanbajo el impulso de necesidades imperiosas e inaplazables que nosotros losadultos muchas veces no conseguimos percibir, porque hemos olvidado loque sentamos de pequeos. Cuando tienen hambre, quieren sentirse satis-fechos inmediatamente y lloran despiadadamente. Cuando son ms mayo-res, nos molestan continuamente con preguntas hasta que consiguen satis-facer su curiosidad. Tristes, enfadados, celosos, ansiosos, decepcionados osimplemente aburridos, no consiguen disimular sus sentimientos: los mani-fiestan de manera infantil.Si conseguimos mirar sus intolerancias como caractersticas de una perso-nalidad que todava se est formando, conseguiremos comprenderlas mejory, a veces, hasta las apreciaremos.Los nios estn en la edad de los descubrimientos, quieren probar, explorar,tocar, componer y descomponer todo lo que encuentran al alcance de lamano. Deberamos preocuparnos si no fuese as, si se quedaran indiferen-tes y apticos ante los infinitos estmulos que descubren en el mundo que

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  • les rodea. Si no fuera precisamente por sus sofocantes peticiones, no losconoceramos ni los querramos.

    La madre, Mara, explica: Para Laura, de tres aos, el problema sonlos calcetines. Ordenada, puntillosa y meticulosa como su abuela, omi madre! Me acuerdo que, de pequea, tena entonces peleas conella. Ahora, como venganza, me encuentro con las manas de preci-sin obsesivas de mi desesperante y adorada hija. Los calcetines!Tienen que estar planchados perfectamente, rectos perfectamente,exactamente a la misma altura, ni siquiera un millonsimo milmetro dediferencia.Al principio me enfadaba, me sacaba de quicio y, cuanto ms rpidointentaba ir, ella ms se obstinaba. Despus me dije: Por qu metengo que enfurecer y tomarla con ella? Es as. Es meticulosa y orde-nada. A cuntas madres no les gustara tener una hija as; yo tengola suerte de tener una!.

    Libermonos de los imperativos categricosLos psiclogos explican que los imperativos categricos son como dolos,algo limitado que se transforma en absoluto y que se adora a pesar de quehaya sido creado por nosotros mismos.Como padres, cada uno de nosotros tiene sus propios imperativos categricoso, si se prefiere, sus propios dolos.

    La habitacin tiene que estar siempre en perfecto orden.No hay que dejar nada en el plato!Los nios tienen que llevarse bien; no hay que pelearse.

    Objetivos todos ellos dignos de elogiar y de perseguir. El error est en pen-sar que para los nios estos hechos son costumbres adquiridas y compor-tamientos consolidados: en resumidas cuentas, dolos, y no agotadorasconquistas que requieren tiempo, intentos y errores para ser alcanzadas yperfeccionadas da tras da.Decepcionados por el hecho de que nuestro hijo no corresponde a nuestroideal (y no es por casualidad que ideal e dolo tengan la misma raz!) leenjaulamos en una definicin: Testarudo, torpe, intil, meticuloso, impetuoso,indeciso, inconstante, egosta, prepotente de la que, nosotros primero, perol tambin, tendremos que luchar para liberarnos.

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  • Todas sus acciones son interpretadas segn la etiqueta que le hayamosasignado, descuidando otros aspectos de su carcter que no entran en loque ahora es un preconcepto que nos hemos construido de l. Actuandoas, en lugar de corregir, como quisiramos, intensificamos los aspectosnegativos de su carcter. Identifiqumonos con su estado de nimoIntentemos imaginar que vivimos en un mundo poblado de gigantes de cua-tro metros de altura y con un peso de dos quintales: seguramente, no nosencontraremos a gusto, forzados a ver slo los pantalones o el borde de lafalda de las personas que estn a nuestro alrededor, dominados por sugrandeza.Es el mismo sentido de inadecuacin que los nios experimentan cuando seenfrentan a nuestras dimensiones fsicas: no se sienten a la altura de lasituacin! Y su sensacin de inadecuacin es todava mayor cuando debenenfrentarse a los problemas de la vida cotidiana. Pero, paradjicamente,mientras que solemos ser comprensivos con las limitaciones fsicas de nues-tros hijos, lo somos mucho menos con relacin a sus capacidades de con-trolar impulsos y emociones. Damos nombres: Eres tan prepotente y agresivo como siempre!; Hasvuelto a hacer una trastada!; Te lo dije! Comparamos: Porque todos los dems y t en cambio; Mira tuhermano (hermana) qu bien se porta! Generalizamos: No sabes controlarte!; Nunca ests quieto!; Podrsalguna vez comer sin ensuciarte? Comunicamos desconfianza: Saba que acabara as!; No se puedeconfiar en ti!; Te lo dije!

    Si reflexionamos sobre estos mensajes, nos daremos cuenta de que slotransmiten desconfianza, malestar, decepcin y escasa consideracin. Sonfrases que nunca usaramos con un adulto y que, en cambio, sentimos quedebemos pronunciarlas con nuestros hijos, convencidos de que cumplimoscon nuestra obligacin de educadores. Pero, si nos paramos a pensar, nosdaremos cuenta fcilmente de que nuestras palabras, antes que incitar alcambio, quitan las ganas de mejorar. Asignan al nio un papel del que noconsigue salir: Si mis padres (de quienes me fo plenamente) piensan quesoy malo, torpe, tonto, prepotente, ser as de verdad No sirve de nadaintentar cambiar. Inconscientemente, el nio se sentir casi obligado a inter-pretar el papel que le ha sido asignado. Como demuestran innumerables

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  • investigaciones llevadas a cabo por todo el mundo, la prediccin acabarpor hacerse realidad. Guimosle aumentando su autoestimaSi queremos verdaderamente ayudar a nuestro hijo, tenemos que esforzar-nos por ayudarle a construir su autoestima.Cuando hace una trastada, necesita que le ayuden, no que le griten. Anosotros tambin nos pasa: si, al levantarnos de la mesa, tiramos la tazadel caf sobre el traje de nuestro invitado, lo ltimo que desearemos enese momento es que alguien nos ria por nuestra torpeza y nos haga sen-tir an ms idiotas. No hay ninguna razn para pensar que un nio no seavergence y humille del mismo modo.S que te ha sentado muy mal haber tirado el vaso, dice Sara, madre deSilvia, de cinco aos. A veces, se escapan de las manos; a m tambin meha ocurrido. Ahora, pide perdn a la seora por haberle manchado el vesti-do. La prxima vez, coge el vaso con las dos manos. Mira, te enseo cmose hace.La prxima vez, el nio se asegurar con todas sus fuerzas de que la trastadano se repita.

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    La batallade los NO

    Giuliana Ukmar, terapeuta familiar, explica que laconsecuencia final de una educacin de carcter permisivo es una personali-dad que acaba en una peligrosa psicosis, difcil de curar. Los nios que hancrecido sin normas, son vctimas de un delirio de omnipotencia que les inducea crearse una realidad a su medida. Se creen pequeos reyes que poseen lavarita mgica, pero estn profundamente tristes, y carecen de satisfaccin y delderecho a ser guiados por adultos responsables. A vuestros hijos slo tenisque darles seguridad, nunca dudas. Y, despus de haber dicho algo, os debismostrar firmes e inamovibles, al menos con los nios menores de diez aos.Este consejo con el que, en lneas generales, estamos absolutamente deacuerdo, es difcil ponerlo en prctica. Intentemos, entonces, imaginar situa-ciones que ocurren cada da y que siempre provocan en nuestros hijos reac-ciones inesperadas, que nos dejan desconcertados y hacen que nos rinda-mos rpidamente.

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  • PRIMER ESCENARIOPonte el vestido que te ha comprado la abuela!, insiste persuasiva la madrede Natalia, de dos aos y medio, ensendole un magnfico vestido azul.No! Quiero el mo!, contesta decidida Natalia, mientras se esfuerza porconseguir casi intilmente entrar en el vestido del ao anterior.

    SEGUNDO ESCENARIOIsabel permanece inmvil, en medio del pasillo del hipermercado, rodeadade curiosos que la miran con una mezcla de compasin y desaprobacin.Su hija de dos aos se ha tirado al suelo y grita desesperadamente.Sostiene contra el pecho un conjunto de manicura muy caro mientras, a sualrededor, hay paquetes de cereales y bolsas de caramelos esparcidos porel suelo. Entre los sollozos apenas se entiende lo que repite obsesivamen-te: Yo lo quiero, lo quiero y lo quiero!

    TERCER ESCENARIOCon la nariz pegada en el escaparate empaado, el pequeo Marcos seniega a moverse, se encoge de hombros y espera. Por su experiencia sabeque el no se convertir en un s. l insiste y su madre cede. Entra en la tien-da de juguetes y salen tres: l, su madre y la nave espacial electrnica.Son escenas de testarudez normal, que los padres de nios entre dos y seisaos conocen muy bien. Pero, cmo es posible que nuestros hijos seancapaces de transformarse en rebeldes testarudos?, nos preguntamos pre-ocupados. Son presagios de una adolescencia tempestuosa o seal deuna fuerte personalidad?Ninguna de las dos hiptesis es correcta. Ms bien es que, cuando llegan aesta edad y ganan una cierta autonoma, los nios necesitan distinguirse de suspadres. La dependencia, que antes les daba seguridad y proteccin, ahoraempieza a molestarles y, a veces, hasta se sienten oprimidos. Quieren hacerlotodo solos, aunque no sepan todava lo que realmente desean.Este momento es crucial en el crecimiento. El nio explora los lmites; quieresaber lo que puede hacer, desea superar obstculos para adquirir seguridaden s mismo, aumentar su autoestima y poner a prueba la fiabilidad de lasnormas y de los valores que sus propios padres representan.La rebelin del no es la prueba de su crecimiento cognitivo y emotivo. Ahora,se siente preparado para avanzar hacia nuevos territorios. Intenta hacerlotodo solo, aunque, confundido por todas las opciones que se le presentan,todava no sabe lo que quiere.

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  • EL ENCANTO DE LO PROHIBIDOLos nios aprenden primero a decir que no y slo despus de los dos aosempiezan a decir que s. El s no est asociado a la entusiasmada sensacinde autonoma o a la tensin del desafo. Es como si el pequeo rebeldehubiese descubierto que puede invertir su telescopio, que hasta ahora apun-taba a lo lejos para examinar el mundo, para apuntarse a s mismo y obser-var un yo engrandecido, lleno de ese sentimiento de omnipotencia caracte-rstico de la primera infancia.Cuando el nio niega, paradjicamente, se afirma a s mismo sus gustos,sus deseos o sus capricho. El pequeo no sabe todava lo que quiere, peroinsiste en tenerlo. Sus cabezoneras representan la primera y completadeclaracin de identidad. Lo que nosotros llamamos caprichos, chantajes odesobediencias, para el nio son el modo de establecer cul es la relacinentre l y los adultos. Ponindolos en prctica, el pequeo consigue tresobjetivos: Se da cuenta de hasta dnde puede llegar. Los nios aprenden porexperiencia personal y no porque les recitemos la retahla de los s y los no.Adems de querer saber lo rgidas que son nuestras prohibiciones y hastadnde llegan, quieren saber, sobre todo, si hablamos en serio o si, en cam-bio, nos limitamos a refunfuar sin imponer realmente el cumplimiento.Mam se enfada si me siento en la mesa con las manos sucias, piensa elnio y se pregunta: Hasta qu punto tienen que estar sucias para que seenfade? Y qu ocurre cuando se enfada? Me obliga a lavarlas o por-esta-vez-lo dejamos-pasar... O bien: Pap grita cuando dejo los zapatos enmedio del pasillo. Seguir gritando? O tarde o temprano har algo? Atrae nuestro inters. Muchas veces, la nica manera de que un nioconsiga la atencin de los adultos es haciendo alguna trastada. Cuandovuelve a casa de la escuela, su madre est hablando por telfono y, por lanoche, cuando llega su padre, hay que callarse porque dan las noticias enla tele. Entonces, en muchos casos, inconscientemente, intenta atraer laatencin sobre s mismo: corre con el triciclo por el pasillo y acaba contra lavitrina de la vajilla. Los padres le rien, y seguramente le prohibirn ver la tele,pero mientras tanto ha conseguido despertar su inters y se ha aseguradoque se interesan por l. Entiende quien manda en casa. Mam me ha dicho que puedojugar al videojuego, anuncia tranquilo Jorge cuando vuelve su padre por lanoche y lo encuentra delante de la pantalla. Es mentira, pero l lo intenta.

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  • Hay dos posibilidades: o el padre se lo cree y lo deja pasar, o se enfada conla madre. En este ltimo caso, los dos empiezan a discutir y el nio consi-gue dos resultados: desva el enfado del padre hacia la madre y, aprove-chando el alboroto, sigue jugando con el videojuego.

    LA ANSIEDAD DE LO INDEFINIDONos hemos encontrado alguna vez en un sitio completamente desierto: sincarreteras y sin rboles o colinas lejanas que nos sirvan como puntos dereferencia? Si alguna vez hemos experimentado algo as, nos habremossentidos literalmente des-orientados, es decir, sin un horizonte que pudie-ra limitarnos.Gianna Polacco Williams, directora del Tavistock Clinic de Londres, famosopor haber sido el primer centro del mundo en aplicar los mtodos de la psi-cologa moderna a los nios, declara: Creo que, en el fondo, un nio al queno se le deja hacer todo lo que quiere, de alguna manera, se siente mstranquilo de encontrar una barrera.Cuando a los nios se les niega algo, se les impone un lmite, pero se sientenseguros porque saben que hay alguien que se interesa por ellos.Adems, el pediatra Marcello Bernardi advierte: Atencin tambin significano reprimir el conflicto entre padres e hijos y no consentir demasiado paraobtener silencio. El haz lo que quieras repetido demasiadas veces apaga elinterruptor fundamental del crecimiento y las ganas de luchar.Cuando un nio empieza a decir no, y lo hace muy temprano, tambin escapaz de aceptarlo. Se trata de crear en su interior una referencia, una vozque diga: Esto se puede hacer; esto, en cambio, no. El nio tiene que apren-der que algunas cosas no se pueden hacer, no porque lo digamos nosotros,sino porque hacen dao a los dems, disgustan a la madre y al padre, yresultan dainas incluso para s mismo. Se dice que si un nio sabe acep-tar las negativas, tendr menos problemas en la edad de la rebelin, esdecir, entre los 12 y los 16 aos.

    CUANDO NUESTROS NO NO FUNCIONANLlueve a cntaros, hace fro, tenemos prisa y David, de cuatro aos, no quie-re ponerse el impermeable.

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  • Por qu no quieres ponerte el impermeable?, empezamos de bue-nas, suplicando con voz un poco quejumbrosa. No quiero!, protestal y volvemos al punto de partida. Un resultado que ya se vea venir.Primero, l ni siquiera sabe exactamente por qu no quiere ponerseel impermeable. Segundo, la respuesta ya nos la ha dado: No quiere.

    Con el fro que hace, no querrs coger un resfriado? Las preguntasretricas nunca funcionan. Si queremos que se ponga el impermea-ble, digmoselo directamente: Est lloviendo. Hay que ponerse elimpermeable.

    Venga! No seas caprichoso! Lo que quiere decir que sus deseos sonirrazonables e inaceptables, es decir, se trata de un mensaje que,adems de hacerle sentir incomprendido, intensifica su rabia.

    Si no te pones el impermeable, olvdate de los dibujos animados!Estamos ante un castigo anunciado de antemano o, mejor dicho, anteun chantaje de verdad. El nio se siente obligado a hacer una cosa con-tra su propia voluntad slo por miedo a perder otros beneficios.

    Si te pones el impermeable, esta noche podrs quedarte a ver la telecon nosotros. Del chantaje se pasa a la corrupcin.

    Si no paras, te voy a dar un guantazo! El nio aprende dos cosas: pri-mero, tiene que ponerse el impermeable no porque llueve, sino por-que nosotros somos ms mayores y ms fuertes que l; segundo,cuando llegue el momento, usar la misma tcnica para forzar a otrapersona a que haga lo que l quiera.

    Ah s? Quieres hacer lo que te d la gana? Ahora vas a ver quienmanda! Se trata de una variacin de la frase precedente con el agra-vante de que se pasa a los hechos y se consigue que el nio seponga el impermeable con la fuerza. El pequeo, en ese momento,est obligado a ceder, pero guardar unos rencores difciles de olvi-dar.

    Si no te lo pones, ya no te quiero! Nosotros sabemos que enfadar-nos con los nios no significa dejar de amarlos. De hecho, es justo lo

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  • contrario, nos enfadamos precisamente porque los queremos. Peroellos no lo saben. A pesar de la discusin, siempre necesitan aproba-cin. Por una parte, nos ponen a prueba y, por otra, piden ayuda paraindependizarse. Para los nios, el miedo a ser abandonados es unsentimiento paralizador que impide el aprendizaje de las normas decomportamiento. As que, al or esta amenaza, lo que ms les impor-tar ser asegurarse del cario de los padres. Los nios pequeos seangustiarn, mientras que los ms mayores y espabilados cambiarnde canal y dejarn de escuchar.

    Haz lo que te d la gana! Pero despus no me vengas quejndote sicoges un resfriado. Ha ganado l: nosotros renunciamos a nuestropapel de gua y, al mismo tiempo, le transmitimos un profundo senti-do de inseguridad. Siente que le hemos abandonado. Nosotros, quedeberamos ser quienes le deberan proteger y ayudar, le estamosdiciendo: Apatelas!, abandonndole a su suerte.

    Pero, entonces, cmo debemos comportarnos con un nio que se obstina yno quiere escucharnos ni hacer lo necesario para que podamos protegerle?A continuacin, exponemos lo que los psiclogos sugieren para conseguirel cario de nuestros hijos y, al mismo tiempo, que se cumplan nuestraspeticiones.

    CMO PREVENIR LAS PELEASIntentemos imaginar la siguiente escena: estamos disfrutando de los ltimosminutos de la Liga o de cualquier otro espectculo que nos encanta, cuandoviene alguien y nos dice que nos tenemos que ir a duchar o a comer. Nos enfa-daramos con toda la razn. Si lo pensamos bien, es lo que les ocurre a nues-tros hijos varias veces al da. Los cogemos, los transportamos, los lavamos,les quitamos la ropa y les llevamos a la cama, a veces, sin ni siquiera avisarlesde lo que vamos a hacer. Qu ms da, son pequeos!, decimos. Nos olvida-mos de despedirnos de ellos cuando salimos de casa, hablamos de ellos enpblico como si no estuvieran delante, y no tenemos en cuenta que posible-mente tengan sus propios secretos que quieran conservar cuidadosamente. Respetemos los espacios del nio. Por nuestra parte, slo hacen faltapequeos detalles para transmitir al nio el mensaje de que respetamos su pri-

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  • vacidad: acordndonos de tocar a la puerta antes de entrar en su habitacin,respetando la privacidad de sus cajones, aceptando el hecho de que quieraguardar algunos secretos y dndole la oportunidad de escoger cundo hablarcon nosotros. Limitemos las negativas a lo que realmente cuenta. Decidamosuna lnea de comportamiento de la que estemos completamente convenci-dos. Demos pocas normas que sabemos que podremos controlar. El psic-logo americano Raphael Hirsch aconseja: Nunca pidis a un nio que hagaalgo intil o poco importante. Antes de rechazar una peticin suya, por muyabsurda o insignificante que os pueda parecer, preguntaos: Qu hay demalo si se lo consiento?, basndoos en la idea de que el nio puede tenertodo lo que quiera, con tal de que no haga dao a su salud fsica o moral.Como explica el clebre pediatra Marcello Bernardi, lo importante es sercoherente: Una vez que se ha dado una orden, no hay que desmentirla. Sihoy prohibs a vuestro hijo que juegue con las cucharillas de la cuberterabuena, y al da siguiente se lo permits para no orle lloriquear, ya no sabr siel uso de las cucharillas est prohibido o no. Involucrmosle en las decisiones cuando sea posible. Inclusoantes de que pueda hablar, pidamos al nio su opinin. Empecemos concosas de poca importancia: Prefieres el peluche con los ositos o el de lospinginos? La eleccin se limita a un nmero de opciones que hemos fijadonosotros con antelacin. Ahora bien, nunca aceptaremos que se ponga elbaador para ir a la guardera!Es lo que los expertos de la comunicacin llaman la alternativa dentro delmites muy precisos. Si tenemos prisa y no tenemos tiempo para ponernosa negociar, hagamos entender al nio nuestro estado de nimo: Tengo prisa,debemos llegar a tiempo a la escuela y no quiero llegar tarde al trabajo. Losiento, ahora ponte esta camiseta, y maana recurdame que escojamos laque te guste a ti.Despus, una vez en camino, alabmosle por haber sido tan razonable: Tehas portado muy bien. Me has ayudado a no llegar tarde al trabajo. Estanoche puedes jugar con el ordenador porque te has portado realmente bien!En este caso, no se trata de un chantaje, porque el premio no se ha comu-nicado antes para que el nio cambiara de idea, sino despus, cuando yahaba obedecido. Presentemos las normas positivamente. En lugar de comunicar alnio una lista enorme de prohibiciones, pongamos las cosas en positivo:digmosle claramente el comportamiento que esperamos de l y lo que tiene

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  • que hacer. De esta manera, obtenemos dos resultados: primero, le ayuda-mos a llevar a cabo la tarea que le hemos pedido que haga; y, segundo, alsaber lo que esperamos de l, estar ms dispuesto a cumplir con nuestrasexpectativas.Implcitamente, le estamos haciendo entender que confiamos en l. Laexperiencia de padres y profesores nos dice que las expectativas positivasson ms eficaces que las amenazas. Esta noche tengo que acabar un trabajo importante que necesito entregarmaana a mi jefe. Te pido que juegues a algo tranquilo y no me interrumpaspara hacerme preguntas. Estoy seguro de que me ayudars! Hoy vendr a vernos el to Gustavo. Sabes que est enfermo y muy cansa-do. S amable con l, como sabes ser, intenta jugar tranquilamente con tu her-mano, sin gritar ni discutir. Esta noche vamos todos a comer pizza. Sin embargo, tu habitacin tieneque estar antes en perfecto orden!El efecto no est garantizado al cien por cien pero, si perdiramos la pacienciaporque el pequeo no ha hecho lo que le hemos pedido, al menos entenderael motivo. Propongamos un programa. Si el nio es pequeo, cojmosle de lamano y, empezando por el principio, anuncimosle el programa. Ahora, iremos al parque y, despus, iremos a comprar la verdura. Cuandovolvamos a casa, nos baaremos y, luego, podrs jugar en tu habitacinhasta cuando pap llegue a casa. Ahora, estoy leyendo el peridico, despus tengo que hacer una llamaday, entonces, podr estar por ti. Baja tres veces ms por el tobogn, luego recoge todos los juguetes yvamos corriendo a casa porque mam nos espera para la cena. Dentro de poco, la cena estar lista. Acaba de ver este programa y luegoapaga la tele.Aunque el nio no sabe todava leer el reloj, estos mini programas, anuncia-dos con tiempo, y llevados a cabo puntualmente, eliminan interminables tiray afloja. Ensemosle a resolver los problemas. Si un nio pierde la pacien-cia, muchas veces se vuelve destructivo: cegado por la rabia, pierde el con-trol de s mismo. Si nos oponemos a l abiertamente, corremos el riesgo demultiplicar sus reacciones incontroladas.Al contrario, mirmosle a los ojos, pongmonos a su nivel y hablmosle concalma y bajando la voz: Veamos qu est pasando: t queras montar en bici

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  • antes que tu hermana. Entiendo que te ha molestado, tienes razn. Pero losproblemas no se resuelven a base de patadas. Vamos a hablar de ello juntospara encontrar una solucin.De esta manera, le ayudamos a mirar desde fuera lo que est pasando, aencontrar una distancia suficiente para observar su comportamiento y asacar las conclusiones que le son ms favorables.

    LA HISTORIA DEL VESTIDO DE CARNAVALPara Carnaval, la madre de Julia, que tiene seis aos, le ha compra-do un vestido de bailarina que quera desesperadamente. Sin embar-go, ahora ya no lo quiere: quiere vestirse de hada, como su mejoramiga. No, y no!, ha dicho el padre. Es una cuestin de principio.Despus de un llanto desesperado, Julia se ha cerrado en un mutis-mo obstinado, convencida de haber sufrido la peor injusticia de suvida.

    Qu hay que hacer para resolver este pequeo drama?El pediatra Marcello Bernardi escribe: Nuestros hijos no necesitan regalos,ni siquiera severidad o permisividad, sino ms bien una estrategia de aten-cin. Debemos escuchar sus deseos, sus sueos y sus aspiraciones, comonosotros quisiramos que los dems escucharan los nuestros: con com-prensin y cario.

    Veamos en el caso de Julia qu significa. En vez de reprimirlos, ayudemos al nio a expresar sus senti-mientos. Te hubiera gustado mucho el vestido de hada, verdad? Es muybonito con esa cola tan larga y esa varita tan brillante!, dice el padre cogien-do la mano de Julia. Con sus palabras, est demostrando que comparte lossentimientos de su hija y la est ayudando a expresar lo que siente, aunquea l le parezca un capricho. La experiencia nos dice que cuanto ms puedael nio expresar sus propios sentimientos, menos violenta ser la rebelincuando sea mayor. Para tranquilizarlo, muchas veces, basta con hacerleentender que compartimos sus decepciones: Entiendo que no te guste,pero no podemos comprar otro vestido. Sumerjmonos en sus sentimientos sin opinar. Qu vestido tegustaba ms? Ese con las rosas rojas o las medialunas azules? Alentada

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  • por la pregunta de su padre, Julia se explaya en una interminable y errticadescripcin de las ilusiones que se haba hecho sobre el vestido. El padreescucha a su hija, que siente que ha comprendido sus entusiasmos, susdecepciones, sus fantasas y sus rabias. Insistamos en nuestro punto de vista. Una vez que la pequea estsegura de la comprensin y complicidad de su padre, insistamos, con suavefirmeza, en la decisin sin entrar en los motivos.

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    DOS PRINCIPIOS PARA HABLAR CON UN NIOESFORZMONOS EN ESCUCHAR. No se habla slo con las palabras. La expresin de lacara, as como la mirada y la posicin del cuerpo, envan mensajes de rechazo o de apro-bacin. Muchas veces, el nio nos pide atencin, no necesariamente aprobacin.Dmosle al menos la satisfaccin de sentirse escuchado. Si seguimos viendo la tele mien-tras nos habla, le estamos comunicando indiferencia. Si seguimos cocinando cuando lentra en la cocina para decirnos algo importantsimo!, enviamos mensajes de molestia.Esto no significa que siempre tenemos que estar disponibles. Si no podemos escucharle,dejemos un momento lo que estamos haciendo y digmosle: Es muy interesante, peroahora tengo cosas que hacer. Hablamos de ello cuando haya acabado.

    MIRMOSLE A LOS OJOS. Si queremos que nos escuche, mirmosle a los ojos. Jueces,policas y profesores saben muy bien que, si se quiere dar una orden, emitir una senten-cia o ensear algo, hay que actuar con altivez, colocar una separacin entre s y el inter-locutor o, como mnimo, estar de pie para poderle mirar de arriba abajo. Pero sta no esla mejor manera de favorecer las confidencias y facilitar el desahogo de los propios sen-timientos. Si el nio quiere hablar con nosotros y nosotros queremos hablar con l, col-guemos el telfono, asegurmonos de que no se distrae, ya sea con sus juguetes o conuna mosca que revolotea por la habitacin, agachmonos a su altura, cojmosle la manoy usemos un tono de voz reconfortante. Sobre todo, escuchemos.Ayudmosle a expresarse, animndole con frases como: Desde tu punto de vista...; Teparece que...; Si he entendido bien, dices que...; Te sientes como si...

    Cuando repetimos con nuestras palabras lo que intenta comunicarnos no slo le esta-mos ayudando a tener claros sus sentimientos y sus ideas, sino tambin a reflexionarsobre s mismo y a dar un nombre a sus propias emociones. De esta manera, ser muchoms fcil para nosotros y para l encontrar una armona.

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  • SI SE OBSTINAEl psiclogo alemn Jan-Uwe Rogge aconseja: Es importante inculcar cadada en el nio el gusto de la conquista, no disminuyendo sus deseos, sinorazonando con l por qu es mejor renunciar o posponer algo. Nuestrorechazo puede representarle una ocasin para aprender a distinguir lo nece-sario de lo superfluo. Si se lo concedemos todo, corremos el riesgo de anu-lar sus intentos para conseguir un objetivo y superar los obstculos que inevi-tablemente encontrar en su vida.Pero, cmo se hace? Ante todo, dmosle tiempo de sobra. Evitemos darle rdenes deforma improvisada. Aprovechemos un momento de tranquilidad, para decir-le lo que esperamos: Desde las seis hasta las siete, puedes ver la televisino jugar con tu amigo. Luego, debes baarte, cenar y, no ms tarde de lasnueve, debes apagar la luz de tu cuarto y dormir. Hagmosle entender que estamos con l y no en contra de l:Entiendo que te gustara seguir en el parque. A m tambin me gustara, perohay que volver a casa para cenar. Cuando estemos discutiendo con l, demostremos con el tono devoz y la postura del cuerpo que pretendemos que nos obedezca. Deesta manera, el nio se da cuenta de que vamos en serio.Aqu tenemos dos historias recogidas de un grupo de padres con proble-mas, durante una serie de reuniones con un consultor familiar.

    EL CABALLITO DE MADERASiempre que Vctor, de tres aos, iba al supermercado, se repeta lamisma historia. Se diriga seguro haca el caballito de madera situadoen la salida, se montaba encima y esperaba a que su madre se deci-diera a poner la moneda. Ella intentaba, cada vez, poner en prcticatoda una serie de estrategias. Con las rdenes: Baja enseguida! Pero Vctor no la escuchaba.Con la persuasin: Ya montaste ayer. Te he dicho que slo una vezpor semana! Pero Vctor segua en el caballito.Con las amenazas: Si no bajas enseguida, vers! Demasiado ambiguopara que el nio cambiara de opinin.Con la fuerza: Basta ya! La madre levantaba a Vctor a pulso. El peque-o pataleaba y gritaba. Se formaba un crculo de personas: PobrecitoAs no se trata a los nios Habra que llamar a la polica!

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  • Al final, la madre ceda. Pona la moneda barboteando amenazasdisparatadas.Cmo habra podido evitar repetir la cotidiana derrota y confirmardespus a Vctor su poder absoluto? Despus de haber consultadocon un experto, decidi cambiar de tctica.Se puso de acuerdo con el nio: Puedes subir al caballito una vez s yotra no. Si no me haces caso y subes al caballito, te esperar en elbanco hasta que hayas decidido que quieres ir a casa. Cada vez, lamadre recordaba la norma antes de salir a comprar, y tambin a laentrada y a la salida del supermercado. Cuando fue el da del s, recor-d a su hijo que si quera poda subir al caballito. En el da del no,cuando Vctor intent, como de costumbre, convencerla subindoseal caballito, la madre ignor la provocacin, se sent en el banco yesper pacientemente: Cuando ests listo, vamos a casa. Despus deunos minutos, para su gran sorpresa, Vctor cedi, baj del caballito yse sent en el banco sin decir una palabra. Madre e hijo se miraron,sonrieron y se dirigieron hacia el coche.

    De esta escena, se obtienen algunas sugerencias: La madre no se defiende detrs de un no absoluto y llega a un compro-miso razonable para los dos. Anuncia las normas advirtiendo con anticipacin al nio de lo que ocurrir. Ante el nuevo intento del pequeo de probar y sobrepasar el lmite, no cedey consigue imponerlo con los hechos, sin empezar nuevas discusiones.

    QU QUIERES PARA DESAYUNAR?Por muy irreal que pueda parecer, esto ha ocurrido realmente y,seguramente, se repite en las cocinas de muchas familias.Javier est en la cocina para desayunar. Quieres zumo de naranja?,pregunta la madre apresurada. Javier asiente con la cabeza y lamadre vierte el zumo. No, quiero leche, dice Javier. La madre sus-pira y vierte la leche. Javier la prueba: No me gusta!, dice y deja elvaso en la mesa. Qu quieres beber, cario mo?, pregunta ama-ble la madre, empezando a preocuparse pensando que el nioempiece el da sin desayunar. Eso!, responde Javier, indicando unabotella de zumo de pia. La madre se acerca para coger una bote-lla que ya est abierta. No! Esa!, y seala con el dedo una botellade zumo de pia todava sin abrir.

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  • Pero si es lo mismo!, intenta convencerle la madre. Javier se mues-tra firme: Esa no!, repite insistente.Est bien!, suspira la madre y vierte el zumo.Javier lo huele. Creo que el zumo de naranja est ms bueno!Bueno! Basta ya!, grita la madre mientras abre la botella de zumo denaranja.Javier prueba el zumo, deja el vaso en la mesa y se va.Siempre la misma historia!, murmura la madre y se bebe el zumo pensan-do en las caloras que ingiere para no tirar la comida.

    HASTA DNDE PODEMOS DEJARLE ELEGIR?Cada vez ms, el nio est sometido al tormento de la eleccin, cuandotodava no es capaz de llevarla a cabo: es como pedirle que se oriente en undesierto. Hasta que no haya desarrollado una suficiente experiencia, necesi-ta puntos de referencia precisos, as como horarios, costumbres, ritmos yrituales.El psiclogo alemn Jan-Uwe Rogge explica: Las quejas de los padressobre el hecho de que la ms pequea e insignificante situacin, como ele-gir una bebida o un vestido, se transforme en una guerra de nerviosdemuestra que muchos pequeos no se sienten a la altura de la idea deindependencia que los padres aplican en la educacin cotidiana; esto suce-de, sobre todo, si no existen normas y acuerdos adecuados a la tarea. Lasinseguridades en el comportamiento infantil son seal de que no se les handado suficientes lmites a los nios.Durante el segundo ao, y tambin en los aos siguientes, tenemos unnuevo deber: ensear al nio la disciplina, una palabra que, despus deaos de exaltacin de una educacin liberal, ha asumido una connotacindesagradable. En realidad, disciplina deriva del latn discere, aprender, esdecir, significa hacer entender al nio lo que se puede y no se puede hacer.Sus experimentos de explorar el mundo se deben encaminar imponiendolmites a los comportamientos inaceptables. En resumidas cuentas, sedeben establecer normas.No es tarea fcil y, a veces, ni siquiera agradable. Volvemos a casa cansadosdespus de una larga jornada de trabajo y, durante esos breves momentosque pasamos con el nio, no tenemos ganas y, en muchos casos, ni siquie-

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  • ra la energa para aguantar sus desmadres. Por otro lado, limitar sus exube-rancias cuando le da un ataque de rabia o est muy excitado, no significareprimirlo o mortificarlo. Al contrario, es una ayuda que necesita para poderinvertir sus energas en un desarrollo armnico y equilibrado.El arte consiste en encontrar el punto de equilibrio entre la necesidad deprotegerlo y su necesidad de crecer y expresar su individualidad, entre serdemasiado protector y dejarle una autonoma. En el primer caso, impedimosel desarrollo de su autonoma; en el segundo, concedindole demasiado, elnio podra pensar que est abandonado.No nos deben condicionar los preconceptos educativos: Ahora, ya es mayor; aesta edad, no necesita todas estas atenciones, o los resentimientos injustifica-dos: No se le puede decir nada, todo lo quiere decidir l. Son las necesidadesdel nio las que nos deben guiar en ese preciso momento, segn un principiomuy sencillo: la libertad se acompaa con la responsabilidad y la colaboracin.

    CRECER A BASE DE RESPONSABILIDADESConforme el nio va creciendo, quiere ser cada vez ms independiente ydesea hacer las cosas solo. Por este motivo, es importante invertir tiempopara que empiece a tomar pequeas responsabilidades. De esta manera, sele da confianza y se le transmite lo que los psiclogos llaman sentido decompetencia: el pequeo se percibe a s mismo como un individuo capaz ydigno de respeto. De hecho, para crecer autnomo, necesita sentir que esbueno y que lo que hace lo hace bien.El sentido de responsabilidad se puede ensear desde pequeos, y acom-paa a la autonoma y a la capacidad de eleccin. Se trata de acostumbraral nio, dentro de lo posible y bajo nuestro control como padres, a escogerentre dos o tres posibilidades, desde el color del peluche, al tipo de frutapara la merienda.Cuando empiece a hablar, es importante invitarle a explicar sus razones:Me gusta este juguete porque hace ruidoCuando se ofrece al nio la posibilidad de escoger incluso slo entre dosalternativas dentro de mbitos precisos, se evita contraponer la decisin delos adultos a la suya y, aunque sea parcialmente, se le da autonoma, cosaque comporta una pequea responsabilidad de eleccin. Por nuestra parte,se trata de ayudarle a valorar los pros y los contras de cada decisin que

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  • toma: Si quieres llevarte el oso de peluche, despus tambin tendrs que lle-varlo cuando estemos comprando. Ests de acuerdo?No siempre es fcil involucrar al nio hacindole que se sienta respetado yprotagonista.A veces, nos sentimos tentados de hacer las cosas por l para salvarlo defrustraciones y decepciones. Pero de esta manera no se le ayuda, explicael psiclogo Giovanni Marcazzan. Tener responsabilidades tambin enseaa asumir la responsabilidad de los propios compromisos. El nio no atribui-r a los dems los errores de sus fracasos, sino que intentar entenderdnde se ha equivocado para mejorar. Con este objetivo, es importanteque sea capaz de afrontar pequeos desafos y medirse con la realidad.Si decidimos por l, se evita una derrota, pero al mismo tiempo se le impideque experimente el xito y que confe, por lo tanto, en sus capacidades.Antes de decir: No te acerques a esa verja, que es peligrosa, se puede refor-mular la advertencia traducindola en un mensaje positivo que refuerce susentido de competencia: Cuidado, esa verja es automtica. Quieres queveamos juntos cmo funciona?De la misma manera, es importante pedirle ayuda cada vez que sea posible.Proponerle que nos ayude, controlando el grado de dificultad segn suedad, es una demostracin de confianza hacia l. Ayudando a los adultos,el nio encuentra un modo de manifestar su afecto, se siente til y adquierems confianza en s mismo. Dejmosle que haga l solo lo que pueda hacer,aunque al principio le lleve tiempo y disponibilidad. Gracias a estas habilida-des, no slo se sentir ms seguro, sino que tendr ms probabilidades deenfrentarse a ambiente nuevos, porque estar acostumbrado a poner aprueba sus capacidades.Slo recomendamos que, en el caso de que el nio se equivoque, no se lejuzgue; hay que intentar interpretar con l lo ocurrido, hacindole ver cmolos errores sirven a menudo para aprender y mejorar.

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    Si retrocedemos en el tiempo, a nuestros primeros re-cuerdos de infancia, qu imagen de padre nos viene a la mente?: severo?Inseguro? Violento? Tmido? Firme pero afectuoso? Y, si pudiramosrodar de nuevo la pelcula de nuestra vida, qu clase de padre nos hubieragustado tener?Se trata de deseos vanos e intiles, pero podemos intentar formular y con-cretar una respuesta a nuestras preguntas de manera que, para nuestroshijos, seamos nosotros el padre que nos hubiera gustado tener. El comportamiento pasivo. Frente a las intolerancias del nio, el com-portamiento pasivo conduce a la renuncia: No quiere hacer lo que le digo.Cedemos a todas las peticiones; hacemos lo que l debera hacer, comoordenar los juguetes de la habitacin; y toleramos insultos y comportamientosincorrectos. El comportamiento asertivo. Quien acta de manera asertiva se expre-sa firme y decididamente, manteniendo dentro de s un comportamientotranquilo y confiado. Imparte rdenes de manera clara y decidida; estable-

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    ce normas y las aplica. Conforme el nio va creciendo y desarrolla suscapacidades, se negocian mbitos de libertad ms amplios.

    TEST: QU CLASE DE PADRE SOY?

    1. En la familia, soy el que menos cuenta.

    2. Los nios son importantes, pero no tienen que prevalecersobre los dems.

    3. Si no hago todo lo posible para que los nios siempre estn felices, soy un mal padre.

    4. Soy tan importante como el resto de la familia.

    5. No soy nadie, pero mis chicos seguramente sern importantes.

    6. La frustracin forma parte del crecimiento: los nios no siempre pueden hacer lo que quieran.

    7. Mi pareja y mi matrimonio son tan importantes como los hijos.

    8. Para ser buenos padres, hay que estar sanos y ser felices: ocuparse de s mismos.

    9. Mi mujer (o mi marido) es importante, pero los hijos van primero.

    10.La vida familiar es ms serena si los nios aprenden a comportarse bien. Y sta es mi responsabilidad.

    11.La vida es una lucha. Gana el ms fuerte.

    12.Slo me gustara un poco de tranquilidad. Muchas veces,es mejor hacer la vista gorda.

    13. A veces, es difcil educar a los hijos, pero dan muchas satisfacciones.

    S NO

    Si hemos contestado que S a las preguntas 1, 3, 5, 9, 11 y 12, tendemos a ser pasivoscon nuestros hijos: les dejamos hacer lo que quieran y nos sacrificamos por ellos para nopelearnos.

    Si hemos contestado que S a las preguntas 2, 4, 6, 7, 8, 10 y 13, tenemos un compor-tamiento asertivo: imponemos una disciplina sin humillar al nio, obteniendo de l lo quenos hemos propuesto obtener.

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  • APRENDER A SER ASERTIVOSNo se nace asertivo, sino que se aprende. Para aprenderlo, los expertos sugierenintentar llevar a cabo las siguientes actitudes. Ser decidido. Antes de pedir algo al nio, hagamos un pequeo examen deconciencia: Si dijera que no, existe la posibilidad de que lo haga a escondi-das? Si es que s, es mejor renunciar. Neguemos slo si somos capaces dehacer respetar nuestras peticiones. Cuando pedimos algo, exijamos que preste atencin completamente.Paremos por un momento lo que estamos haciendo, acerqumonos al nio, mir-mosle a los ojos ponindonos a su altura y asegurmonos de que intercambianuestra mirada. Seamos claros. No demos indicaciones genricas: Ordena tu habitacin! obien: Quita la mesa!, sino: Quiero que recojas tus juguetes y los pongas en elestante, que pongas los cuadernos en la cartera y que lleves la ropa sucia al bao. Si no nos obedece, repitamos las instrucciones. No recriminemos:Cuntas veces te lo tengo que decir? No amenacemos: Si no acabas de ordenarantes de la cena, no tendrs helado. Respiremos profundamente, calmmonos,miremos a los ojos del nio y repitamos la peticin sin enfadarnos y sin levantar la voz. Controlemos que realiza su tarea. No demos por descontado que tieneque hacerlo, ni sobrevaloremos la ejecucin de la tarea como si se tratara de unhecho fuera de lo comn. Cuando haya terminado, regalmosle una sonrisa y unMuy bien!El psiclogo australiano Steve Biddulph cuenta: Esta secuencia se define comoprocedimiento de reeducacin. Puede que se necesite mucho tiempo y que noslleve a pensar: Qu ms da si pongo yo los juguetes en su sitio! Pero los resultadosque obtendremos recompensarn el tiempo que dedicaremos al procedimiento.El secreto consiste en insistir. Cuando el nio se da cuenta de que no tenemosninguna intencin de ceder, ni de desistir, ni de enfadarnos, ni de tener un ataquede nervios y mucho menos de olvidarnos de nuestra peticin, entonces obedece.Con el tiempo, aprender a reconocer el tono de voz y la postura de cuandohablamos en serio.

    LOS CINCO ERRORES QUE HAY QUE EVITARSi nos paramos a reflexionar sobre el modo con el que comunicamos nues-tras imposiciones a los hijos, nos daremos cuenta de que tropezamos con

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    frecuencia en cinco defectos de comunicacin. Temer la pelea. Ya desde el principio, tememos que el nio nos digaque no; por lo tanto, en lugar de impartir una orden, preguntamos o bientitubeamos en el tono de voz: Ana, es casi la hora de ir a dormir!, o bien:Deberas empezar a ordenar tus juguetes. Si decimos casi, significa quetodava no es la hora. Si utilizamos el condicional deberas en lugar deldebes, significa que ordenar los juguetes est condicionado por otros mis-teriosos factores que, en este caso, no son explcitos. El nio entiende rpi-damente que nuestra determinacin no es firme. Recurrir a la persuasin. Vete a la cama que es tarde! Maana por lamaana, no podrs levantarte porque no habrs dormido lo suficiente. Si noduermes bien, luego te pondrs enfermo Si te pones enfermo, no podre-mos salir el fin de semana Esta serie de si pone de relieve nuestra inse-guridad. Si mi madre intenta convencerme, quiere decir que tambin puedorechazar sus argumentos. No estoy nada cansado, as que sigo jugando. Reemplazar al nio. Venga, va! Te ayudo a guardar las cosas. El niopiensa: Que no se piense que estoy listo para ir a dormir, porque todavapuedo darle largas, y sigue jugando como si nada. Amenazar. Ya basta! Vete ahora mismo a la cama o te la ganas! El niorompe a llorar como instrumento preventivo: Nunca me dejas jugar. Porqu tengo que ir a dormir cuando mis amigos juegan toda la noche? Negociar. Est bien! Cinco minutos ms y despus enseguida a lacama! Dentro de cinco minutos, piensa el nio, le pido otros cinco. Y, engeneral, funciona.

    POR QU ES TAN DIFCIL OPONERSE A LOS HIJOSQuien nunca ha tenido que tratar con un pequeo chantajista encuentra fcil cri-ticar a los padres que se sienten desarmados e impotentes ante sus minscu-los tiranos. Si dependiera de m, piensan, ya les enseara yoPero, cuando se trata de nuestros hijos, tenemos miedo de tomar decisio-nes drsticas. De qu tenemos miedo? Por qu nos parece tan difcildecirles que no? Principalmente por tres motivos. No soportamos que se enfade con nosotros. Cuando negamos algoal nio, tememos que se rebele contra nosotros y que nos niegue su amor.Ten