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101 EL ARTE RUPESTRE ESQUEMÁTICO Y EL POBLAMIENTO DURANTE LA PREHISTORIA RECIENTE EN ZAMORA Y SALAMANCA FRANCISCO JAVIER MOLINA HERNÁNDEZ Universitat d’Alacant. [email protected] PATRICIA DE INÉS SUTIL Universidad de Salamanca. [email protected] RESUMEN En el presenta trabajo analizamos la distribución espacial de las estaciones de Arte Rupestre Esquemático conocidas en el territorio de la Cuenca del Duero delimitado por las provincias de Zamora y Salamanca. A partir de una breve síntesis de las principales características que definen este Arte, el estudio se centra particularmente en los soportes empleados y en su distribución territo- rial. Con estos datos, soslayando los problemas que siempre están presentes en cuanto a la cronología de las manifestaciones de arte rupestre y a la falta de más proyectos de prospección arqueológica, realizamos una primera aproximación en cuanto a la relación espacial entre las estaciones de Arte Esquemático y los asentamientos prehistóricos documentados. Palabras clave Arte Rupestre Esquemático, Soporte, Técnica, Poblamiento Prehistórico, Za- mora y Salamanca. ABSTRACT In present paper we analyze the space distribution of the sites of Schematic Rock Art known in the territory of the Duero valley delimited by the Zamo- ra and Salamanca provinces. From a brief synthesis of the main characteris- tics that define this Art, the study is focus particularly in the used rocks and their territorial distribution. With these evidences, avoiding the problems that always are present as far as the chronology of the manifestations of Rock Art and to the lack of more projects of archaeological prospection, we made one first approach to space relation between the documented sites of Schematic Rock Art and prehistoric settlements. Key words Schematic Art/Schematic Rock Art, Used Rocks, Technique, Prehistoric sites, Zamora y Salamanca

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EL ARTE RUPESTRE ESQUEMÁTICO Y EL POBLAMIENTO DURANTE LA

PREHISTORIA RECIENTE EN ZAMORAY SALAMANCA

FRANCISCO JAVIER MOLINA HERNÁNDEZUniversitat d’Alacant. [email protected]

PATRICIA DE INÉS SUTILUniversidad de Salamanca. [email protected]

RESUMENEn el presenta trabajo analizamos la distribución espacial de las estaciones de Arte Rupestre Esquemático conocidas en el territorio de la Cuenca del Duero delimitado por las provincias de Zamora y Salamanca. A partir de una breve síntesis de las principales características que defi nen este Arte, el estudio se centra particularmente en los soportes empleados y en su distribución territo-rial. Con estos datos, soslayando los problemas que siempre están presentes en cuanto a la cronología de las manifestaciones de arte rupestre y a la falta de más proyectos de prospección arqueológica, realizamos una primera aproximación en cuanto a la relación espacial entre las estaciones de Arte Esquemático y los asentamientos prehistóricos documentados.

Palabras claveArte Rupestre Esquemático, Soporte, Técnica, Poblamiento Prehistórico, Za-mora y Salamanca.

ABSTRACTIn present paper we analyze the space distribution of the sites of Schematic Rock Art known in the territory of the Duero valley delimited by the Zamo-ra and Salamanca provinces. From a brief synthesis of the main characteris-tics that defi ne this Art, the study is focus particularly in the used rocks and their territorial distribution. With these evidences, avoiding the problems that always are present as far as the chronology of the manifestations of Rock Art and to the lack of more projects of archaeological prospection, we made one fi rst approach to space relation between the documented sites of Schematic Rock Art and prehistoric settlements.

Key wordsSchematic Art/Schematic Rock Art, Used Rocks, Technique, Prehistoric sites, Zamora y Salamanca

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1. INTRODUCCIÓN

El inicio de la investigación del Arte Rupestre Prehistórico en el centro de la Península Ibérica se produjo con la visita que el Abate H. Breuil y J. Cabré que realizaron en 1910 a Las Batuecas (Salamanca). En esta visita observaron un conjunto de abrigos con un Arte que en aquellos momentos era casi desconocido y que fue publicado en las décadas siguientes (Breuil, 1918-1919; Ca-bré, 1922) (figura 1). Se inició así el primer ciclo en el estudio del Arte Rupestre Esquemático (ARE) de la Meseta, al que se sumaron otros investigadores como Morán (1933). Estos primeros estudios pusieron de manifiesto la existencia de im-portantes conjuntos de Arte Pa-leolítico y Arte Esquemático en el interior de la Península Ibérica. La provincia de Zamora no quedó fue-ra de esta primera fase de investi-gación, ya que en 1927 Gómez Mo-reno realizó la primera cita de Arte Prehistórico en Zamora al referirse a los grabados de El Pedroso.

A partir de la década de los 70 del siglo XX se produjo un nuevo impulso de la investigación sobre ARE que se materializó en nuevos descubrimientos y publicaciones, como la de Mª. R. Lucas del Ba-rranco del Duratón (Lucas, 1980); J. Bécares, F.J. González-Tablas y R. Grande del Brío publican nuevos hallazgos de en Las Batuecas y otros conjuntos al sur de Salaman-ca (Bécares, 1974; González-Tablas y Grande del Brío, 1982, etc.). En la provincia de Zamora se reali-zaron los primeros descubrimien-

tos de ARE por J. Grande del Brío, con la publicación de Canchal de Melendro y Covacha del Portillón (Grande del Brío, 1982b). A este se suma el conjunto del Valle del rio Esla, publicándose el Abrigo de El Castillón por B. Fernández (1987). A finales de los 80 el equipo de Mª. S. Corchón realizó el primer inven-tario de Arte Rupestre Prehistórico de Castilla León, poniendo de relie-ve la necesidad de su protección y los problemas de conservación exis-tentes (Corchón et al., 1989). Poco después, A. Gómez-Barrera leyó su tesis Doctoral sobre los Grabados Rupestres Postpaleolíticos del Alto Duero, en el que se realizó un inte-resante análisis, proponiendo una secuencia temporal del ARE de la Meseta (Gómez-Barrera, 1992).

En la actualidad se están inten-sificando los proyectos de prospec-ción y documentación, así como los estudios encaminados a la protec-ción, ejemplo de ello son los recien-tes estudios de J. C. Sastre en Sierra de la Culebra (Sastre, 2006). No obstante, el estudio del ARE de la Meseta sigue careciendo de análisis globales, falta que ha sido puesta de manifiesto por diversos inves-tigadores señalando la necesidad de realizar estudios de visibilidad, emplazamiento o de vinculación de las estaciones de Arte con el Pobla-miento Prehistórico (Gómez-Barre-ra, 2000: 505).

Teniendo en cuenta esta caren-cia, el presente trabajo ofrece una primera aproximación con respecto a las características de los emplaza-mientos donde se localizan las esta-ciones de ARE, y la relación de estas

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Figura 1: Calco de H. Breuil del Abrigo de Las Majadillas, en Las Batuecas, Salamanca.

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con el hábitat Prehistórico y los di-versos contextos funerarios cono-cidos. No obstante, esta aproxima-ción se realiza teniendo presente los problemas que existen en cuanto a la cronología de las manifestaciones del Arte Rupestre, y a la falta de más proyectos de prospección arqueoló-gica que aumenten la información con respecto a las características del poblamiento en las diferentes fases de la Prehistoria reciente.

2. EL ARTE RUPESTRE ESQUEMÁTICTO EN ZAMORA Y SALAMANCA

2.1 Características fundamentales

El ARE pintado en el territorio de estudio se caracteriza por una elevada esquematización, realiza-do mediante trazos simples de an-chura no superior al grosor de los dedos, tinta plana en tonos rojos en Zamora, y rojos, ocres y ocasional-mente amarillo, negro y blanco en Salamanca. La localización geográ-fica es la misma que en el resto de la Península Ibérica: en abrigos con luz natural.

Los motivos realizados con pin-tura se caracterizan por el predo-minio de la temática de barras y puntos, seguido por antropomorfos y zoomorfos, y en menor medida ramiformes, tectiformes y solifor-mes (temática común peninsular). No obstante, se señalan ciertas pe-culiaridades, como la tendencia na-turalista en el trazado de los antro-pomorfos y cuadrúpedos. En estos últimos se dibuja el tronco y cabeza en tinta plana, en ocasiones contor-

neando el borde de la figura, ejecu-tando las patas mediante un trazo más fino y ágil (Bécares, 1991: 62). Por otro lado, el empleo de pintu-ra blanca en Bonete del Cura y en otros conjuntos, así como la repre-sentación de peces son singularida-des del Arte Esquemático de Sala-manca.

En Salamanca y Zamora el ARE grabado se localiza, hasta la fecha, en abrigos o covachas, no existien-do en interior de cuevas como se documenta en la zona noroeste de la Meseta castellana. En la zona de estudio, por tanto, no existe ningún yacimiento de ARE que se pueda relacionar claramente con un con-texto arqueológico, como así ocurre en Galería del Sílex u Ojo Guareña (Burgos) (Gómez-Barrera, 1992). Las estaciones con grabados se lo-calizan dispersas por las estribacio-nes de los anticlinales, en una ubi-cación no coincidente con la pintura esquemática, realizadas preferente-mente mediante la técnica del repi-queteado o picado. Los motivos son repetitivos dentro de una gran va-riabilidad regional: antropomorfos, cruciformes, herraduras, cazoletas y geométricos.

2.2 Distribución delArte Rupestre Esquemático

El ARE de la Meseta se locali-za preferentemente en el Sistema Central, existiendo, hasta la fecha, una menor intensidad en el Sistema Ibérico meseteño. Las estaciones de ARE se dispersan alrededor de los rebordes montañosos, en altitudes próximas o superiores a los 1000

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m. No es un marco físico aislado, ya que pese a su altitud, la Meseta pre-senta vías naturales hacia el litoral portugués (Valle del Tajo) y hacia el Valle del Ebro, posibilitando desde el Paleolítico los contactos con el litoral Atlántico, la Cornisa Cantábrica y el Levante. Ejemplo de ello se denota en las características compartidas tanto por el Arte Paleolítico como por el ARE en estos territorios, ya identifica-das en su día por Jordá (1987).

En Salamanca se han documenta-do hasta la actualidad más de 60 es-taciones de ARE, la mayoría de ellas localizadas en la zona sur, en el Siste-ma Central cuyos cauces se dirigen a la cuenca del Tajo. En esta zona se lo-caliza el conjunto de Las Batuecas (La Alberca), uno de las zonas geográfi-cas con más estaciones de ARE pinta-do en la Península Ibérica, estudiado en profundidad por J. Bécares (1974; 1991; 1992). El número de estaciones

Tabla 1: Síntesis de los yacimientos de ARE en la Cuenca del Dueroperteneciente a la provincia de Salamanca.

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de ARE relacionadas directamente con la cuenca del Duero es menor: Las Peñas del Gato (Careceda de la Sierra), Bonete del Cura (Ciudad Rodrigo) y Palla Rubia (Pereña) (ta-bla 1).

Al Norte del Duero, el ARE se distribuye en tres focos (Sastre, 2006) (tabla 2). En el grupo de la Sierra de la Culebra se localizan dos yacimientos con pintura es-quemática en su extremo oriental: Covacha del Portillón y Canchal de Melendro, conocido como Gru-po Linarejos. También pertenecen a este grupo diversos yacimientos con manifestaciones rupestres es-quemáticas realizadas mediante grabado: El Pedroso (San Martín del Pedroso), Pedra Beneita (Nuez de Aliste) y Pedra das Ferraduras (San Ciprián de Hermisende). Otro

foco con pinturas esquemáticas se localiza en el extremo occidental de la Sierra de la Culebra, ya en el valle del río Esla: Abrigo de El Castillón (Santa Eulalia de Tábara) y el Por-talón (La Granja de Moreruela). Un segundo grupo se sitúa en la zona de Sanabria-La Carballeda, en la zona noroeste de Zamora, donde abundan las manifestaciones es-quemáticas grabadas realizadas en las proximidades de castros: Peñas de la Cerca (Rionegrito de Sanabria) o Peña Caceta (San Martín del Te-rroso).

En síntesis, al norte del Duero observamos varios focos separados geográficamente y con técnicas y estilos esquemáticos diversos. Por un lado, las manifestaciones esque-máticas pintadas se localizan en los extremos de la Sierra de la Culebra.

Tabla 2: Síntesis de los yacimientos de Arte Rupestre Esquemáticoperteneciente a la provincia de Zamora.

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Figura 2: Mapa geológico de Zamora con las estaciones de ARE publicadas.

Figura 3: Mapa geológico de Salamanca con las estacionesy conjuntos de ARE publicadas.

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Al sur del Duero, en la provincia de Salamanca, el ARE se distribu-ye aisladamente a lo largo de anti-clinales que delimitan las cuencas hidrológicas; y en importantes con-juntos localizados especialmente en el Sistema Central, aunque estos más relacionados geográficamente con la Cuenca del Tajo.

Esta distribución se ha vincu-lado con los modos de vida de los pobladores basada en una econo-mía ganadero-pastoril, en el que sería de gran importancia el control de los pasos naturales (Gómez-Ba-rrera, 2000: 505). No obstante, otros factores pudieron determinar esta distribución, como pudo ser la li-tología y geomorfología de los an-ticlinales, o los territorios con abun-dantes recursos que propiciasen el asentamiento humano. Estos pun-tos se analizan en los apartados si-guientes.

2.3 La elección del soporte

La litología determina en gran medida la técnica empleada, de este modo se utiliza la pintura en caso de cuarcita o caliza y grabado en caso de granito. La interpretación de este hecho señalado ya hace décadas por investigadores que han centra-do su interés en el Arte Rupestre de Zamora (Corchón et al., 1989: 15) puede ser variada. Como se ha apuntado, la técnica empleada pa-rece ser acorde con las condiciones de cada litología, de este modo el granito presenta condiciones aptas para ser grabado, mientras que los afloramientos de cuarcita o caliza ofrecen soportes lisos, de gran du-

reza, más óptimos para la pintura. No obstante, otros factores pueden haber influido dándonos en la ac-tualidad una visión simplista, como puede ser un mayor grado de ero-sión en los granitos, falta de pros-pecciones sistemáticas, etc.

En Zamora las manifestaciones esquemáticas pintadas se han rea-lizado sobre cuarcita armoricana (figura 2). En cambio los conjuntos de grabados se localizan todos en batolitos graníticos. De este modo, la litología nos agrupa los yaci-mientos rupestres de Zamora en dos, existiendo una coherencia en la técnica de ejecución empleada (tabla 1).

En la provincia de Salamanca esta relación soporte-técnica no es uniforme (figura 3), pues los mo-tivos esquemáticos pintados de Palla Rubia (Pereña) se realizan sobre Granito Herciniano (Bécares, 1991:71). El resto de yacimientos de ARE siguen la relación litológica vista (tabla 1), a excepción de Sie-ga Verde donde se empleó metase-dimentos (pizarras) como soporte para realizar los grabados. En este caso es evidente la estrecha relación entre las cualidades del soporte (con presencia de superficies am-plias, planas y con facilidad de rea-lizar motivos a partir de la incisión, raspado o percusión). El empleo de la litología granítica en el ARE pintado no es única de la cuenca del Duero, existiendo más casos en la zona portuguesa, como el panel 6 de Faia, en el río Côa (Martinho, 2009: 72), o en la cuenca del Tajo donde se documentan más de 10 estaciones de ARE pintado sobre

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granito (Collado y García, 2009: 20). Teniendo en cuenta los ejemplos in-dicados, a los que se suman otros, el soporte granítico era empleado tanto para la realización de grabado como pintura, aunque esta última no sea abundante. Las rocas plu-tónicas son abundantes en Castilla y León, especialmente en la zona Centroibérica, Sistema Central, la penillanura de las provincias de Sa-lamanca y Zamora y en menor me-dida en otras zonas como Ricobayo, Sanabria y suroeste de la provincia de Salamanca (VV.AA., 2014: 103). En esta provincia las cuarcitas están menos representadas que los grani-tos, concentrándose los afloramien-tos geológicos en la línea Ciudad Rodrigo-La Alberca, formando la Sierra de Francia-Batuecas, coinci-diendo con uno de los conjuntos de ARE pintado más densos de la Pe-nínsula Ibérica. Por tanto, sí existe una representatividad desigual en-tre soporte/técnica, que se manifies-ta en la utilización predominante del soporte en cuarcita para realizar las manifestaciones pictóricas. No obstante, no está claro que esta re-lación se deba a una preferencia de este tipo de roca frente a otras con mayor representatividad geográfi-ca, ya que en la elección del soporte, si es que la hubo, pudieron influir otros factores como la geomorfo-logía. El granito aflora formando generalmente relieves suaves, poco abruptos, con escasos abrigos o pa-redes verticales. En ocasiones los afloramientos graníticos presentan fallas o procesos erosivos que sí permiten la formación de paredes o abrigos, y es en estos casos donde

se localizan los yacimientos rupes-tres con pintura, como así ocurre en Palla Rubia (Pereña). En cambio, la cuarcita armoricana siempre aflora mediante la formación de relieves abruptos que destacan en el paisa-je (VV.AA., 2014: 39). Estos relieves accidentados son mucho más abun-dantes y de mejor accesibilidad que las zonas graníticas con fallas. Esta diferenciación geomorfológica debe ser, a nuestro entender, la principal razón que explique la “preferencia” observada en la elección del sopor-te. En definitiva, la predominancia de la cuarcita no es más que el re-flejo de una elección premeditada, pero no del soporte, si no de carác-ter geográfica o paisajística, en la que se buscaban relieves destaca-dos y abruptos, ya sea de forma ais-lada (Palla Rubia, etc.) o como parte de un conjunto de anticlinales (Las Batuecas-Sierra de Francia, etc.), con formación de abrigos o paredes propicias y de fácil acceso desde las zonas de hábitat.

3. LA RELACIÓN ENTRE EL ARTE RUPESTRE ESQUEMÁTICO Y EL REGISTRO ARQUEOLÓGICO

Una de las principales problemáti-cas a la hora de relacionar el Arte Rupestre con el poblamiento Pre-histórico se encuentra en establecer parámetros que permitan clasificar el registro arqueológico de forma diacrónica. La investigación tradi-cional encuadra cronológicamente un primer ciclo del ARE, tanto pin-tado como grabado, entre el Neo-lítico Final y Cogotas I (Esparza,

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1990: 137; Delibes, 2000-2001: 299). J.A. Gómez. Barrera (2000: 374-375) ofrece un esquema cronológico se-mejante, proponiendo que el ARE en la Meseta se inició en el Calcolí-tico con el esquematismo pintado y grabado, este último principalmen-te en cueva, desarrollándose has-ta el Bronce Antiguo. En el Bronce Medio se produjo un “debilitamien-to artístico” que coincide con un descenso poblacional. A partir del Bronce Final-Primera Edad del Hie-rro se inició otro ciclo con incorpo-ración de nuevos motivos, como el trisquel de Valonsadero (Jimeno y Gómez, 1981) o la mítica narración de Aníbal en las pinturas de Ojos Albos, en Ávila (González-Tablas, 1980). La tradición esquemática me-diante la realización de grabados al aire libre perduró, según el autor, hasta la Edad Media.

Por tanto, teniendo en cuenta los datos de los principales investi-gadores que han tratado el tema de la cronología del ARE de la Meseta, podemos situar el primer ciclo de este Arte en Zamora y Salamanca en una amplia horquilla que iría desde el Neolítico Final hasta el Bronce Medio.

Más complejo resulta determi-nar el marco cronológico de algu-nos yacimientos de ARE grabado en Zamora y Salamanca. Los yaci-mientos de El Pedroso (Zamora) y Yecla de Yeltes (Salamanca) se han relacionado con poblados existen-tes en el entorno, Calcolítico en Pedroso y Edad del Hierro en Ye-cla de Yeltes (Gómez-Barrera, 1992: 256). Por otro lado, en la Meseta se vincula estrechamente el fenómeno

megalítico con el ARE por compa-ración con los motivos pintados o grabados que se documentan en los ortostatos (López, 1999; Delibes y Rojo, 1989; etc.).

Esta breve exposición en la que se ha intentado acotar cronológica-mente lo que se ha llamado primer Ciclo del ARE de la Meseta, nos sirve de marco crono-cultural a la hora de crear mapas de ocupación del territorio en los que poder com-parar los contextos arqueológicos existentes. De este modo, hemos realizado tres subdivisiones tem-porales tomando como base prin-cipal los estudios de territorio de A. Bellido Blanco (2004) e I. Gar-cía-Martínez de Lagrán (2011): Cal-colítico-Precampaniforme; Campa-niforme-Bronce Antiguo y Bronce Medio-Primera Edad del Hierro. La relación geográfica entre los ya-cimientos de hábitat, los espacios rituales o sacralizados (necrópolis) y las estaciones de ARE ofrece cier-tos datos de interés. No obstante, falta información que ayude a va-lorar adecuadamente los datos, en especial en lo referente a la contem-poraneidad entre las estaciones de ARE y el contexto arqueológico del entorno.

3.1 Calcolítico-Precampaniforme

A partir de la década de los 90 del siglo pasado se produce un au-mento de la información con res-pecto al poblamiento Neolítico de la Meseta, en gran medida debido al desarrollo de la arqueología. En la actualidad se ha desechado la vieja idea del vacío poblacional

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(Sanz, 2007:13), que ahora han dado paso a un nuevo modelo de pobla-miento basado en la intensa ocupa-ción al aire libre con campamentos efímeros y un modo de vida plu-riactivo determinado por la esta-cionalidad: agricultura de roza, ga-nadería transterminante, la caza y recolección e intercambio de bienes. Estos primeros agricultores tenían un gran dinamismo, definiéndose como seminómadas. La actividad cinegética seguirá siendo importan-te hacia finales del Neolítico, deno-tada por la abundancia de puntas de flecha y por las escenas de caza de ciervos. Existe cierta continui-dad con el substrato Epipaleolítico, ya que comparten tanto el gusto por los mismos espacios, como por fundamentar su modo de vida en la movilidad. Si bien es cierto que se han localizado hábitats en cueva, en estos momentos el asentamiento ca-racterístico del interior sería al aire libre, a media ladera, de carácter inestable, junto a pasos naturales, fuentes y afluentes de grandes ríos, cuya ubicación les permite un fácil y rápido acceso a los campos de la-bor, pastos y bosques, además de tener control visual del territorio. La ocupación de cuevas, covachas y abrigos parece estar relacionada con la serranía y con el acceso directo a pastos y a bosques, y a semejanza de lo ocurrido en otras zonas penin-sulares, las oquedades comienzan a ser interpretadas bajo la sospecha de protagonizar un uso secundario: refugio, establo, almacén y/o recin-to sagrado.

No obstante, los yacimientos que pueden interpretarse como hábitats son escasos (García, 2011: 345). La distribución espacial de los yacimientos de hábitat, de las es-tructuras megalíticas y de los fosos o silos de enterramiento neolíticos, indica la existencia de dos focos in-tensamente poblados: uno al sur del Tormes y que podrían relacionar-se con el conjunto de ARE pintado de Las Batuecas y otro al norte del Duero, relacionados con el conjun-to del valle del Esla. Las estaciones de ARE que se podrían relacionar con esta primera fase podrían ser aquellas escenas en las que se re-presentan motivos antropomorfos de estilo naturalista, algunos con adornos o tocados, y zoomorfos sin elevado grado de esquematización, así como otros motivos de tradición

Figura 4: Relación espacial del ARE con el hábitat, y contextos funerarios

durante el Neolítico-Precampaniforme.

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mediterránea, como pueden ser los soliformes, menadriformes y rami-formes. Esta densa ocupación en torno al núcleo de Arte de Las Ba-tuecas-Sierra de Francia durante el Calcolítico. Algunos de estos moti-vos sirvieron a diversos investiga-dores, desde Jordá, para legitimar una datación calcolítica para el ARE de Las Batuecas (Gómez Barrera, 1993).

Por último, cabe mencionar que los rasgos estilísticos de los antro-pomorfos y geométricos grabados de El Pedroso (Esparza, 1977), muy próximos al poblado Calcolítico del mismo nombre y con el que se le ha relacionado, presentan coinciden-cias con los mismos motivos rea-lizados en pintura a los que se les atribuye la misma cronología.

3.2 Campaniformey Bronce Antiguo

En la Meseta durante el III mile-nio empiezan a percibirse cambios en los modos de vida que indican una intensificación de las activida-des productoras. De este modo, a partir del Campaniforme y el Bron-ce Antiguo el poblamiento se dis-persa por las cuencas de los prin-cipales ríos: Duero, Tormes, Esla y Tera, con ciertas concentraciones explotando determinados recursos de interés agropastoril, como el documentado en torno a las lagu-nas de sal de Villazáfila motivado directamente por la presencia de sal que sería explotada según ha demostrado las evidencias arqueo-lógicas del yacimiento Sanchón II (Delibes y Del Val, 2007-2008: 793; Delibes et al., 2007). Las necrópolis de estos momentos se asocian direc-tamente con las zonas de hábitat, en ocasiones próximas a conjuntos de Arte, como en la cuenca del Esla. En cuanto al ARE, el grabado asociado al fenómeno funerario megalítico adquiere mayor relevancia, mani-festándose tanto al aire libre como en los ortostatos de los dólmenes (Balbín y Bueno, 2000; Gómez-Ba-rrera, 2004). El ARE pintado que-da en un segundo plano, lo que se traduce en un alejamiento de las zonas de hábitat con respecto a los principales anticlinales de la zona de estudio donde se localizan los principales conjuntos de la fase an-terior (figura 5). A esta fase podrían corresponder los motivos antropo-morfos de tipo ídolo y los oculados,

Figura 5: Relación espacial del ARE con el hábitat, y contextos funerarios

durante el Campaniforme-Bronce Antiguo.

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así como los zoomorfos con marca-do esquematismo.

Por tanto, en esta fase se pro-ducen importantes cambios que no sólo afectan al plano económi-co mediante el desarrollo de una economía de subsistencia menos dependiente de los recursos de la montaña (caza, recolección, etc.), sino que también se produce una revolución en el plano simbólico y religioso. Por otro lado, destaca el vacío poblacional existente en la zona noroeste de Salamanca, en es-pecial en torno al principal núcleo de ARE, entre Batuecas-Sierra de Francia y Ciudad Rodrigo.

En el Bronce Antiguo el pobla-miento se intensifica pero sigue el mismo patrón de distribución espa-cial: hábitat al aire libre en zonas de tierras potencialmente explotables y próximas a recursos fluviales y aprovechamiento de otros recursos naturales como la sal en el entorno de Villafáfila.

3.3 Bronce Medio-Edad del Hierro

La distribución de las zonas de hábitat y las necrópolis de este periodo sigue la misma dinámica que la observada en el precedente, si bien esta parece intensificarse (figura 6). El alejamiento de las zo-nas con ARE se hace más patente, distribuyéndose el poblamiento de forma más uniforme a lo largo de los principales cauces fluviales. La relación geográfica y de proximi-dad entre las estaciones de ARE y el hábitat observada en el Neolítico y Precampaniforme se ha desvaneci-do totalmente. En estos momentos

las únicas estaciones de ARE corres-ponden a grabados al aire libre, en parte como legado del arte grabado megalítico, incorporando nuevos motivos. Su distribución territo-rial y significado también cambian profundamente, ya que a lo largo de este período dejará de ser un arte asociado al mundo dolménico (IV-III milenio a.C.) y al ritual de la muerte, para dar paso a un arte gra-bado relacionado con poblaciones de economía pastoril y agricultura de carácter marginal, y distribuyén-dose por las estribaciones monta-ñosas, en una localización paralela pero no coincidente con la pintura (Gómez-Barrera, 1992: 258-259). En este ARE grabado el tema principal estará compuesto por antropomor-fos, cruciformes, herraduras, cazo-letas y geométricos. En la zona de estudio se han documentado pocos

Figura 6: Relación espacial del ARE con el hábitat, y contextos funerarios

durante el Campaniforme-Bronce Antiguo.

El arte rupestre esquemático y el poblamiento durante la prehistoria reciente

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yacimientos que puedan atribuirse claramente a este periodo. Entre ellos está Yecla de Yeltes (Martín; 1973; 1983) asociado a un castro protohistórico, así como otras esta-ciones de grabados distribuidas por la zona de Sanabria (Sastre y Rodrí-guez, 2013).

4. DISCURSO

La lectura diacrónica del ARE está dificultada en gran medida por la permanencia y solapamiento en el tiempo de los motivos y de las técnicas que impide clasificar los yacimientos rupestres dentro de una secuencia cronológica que nos permita relacionarlo con el resto del contexto arqueológico circundante. Algunos motivos hunden su origen en el Neolítico Antiguo, como pu-dieron ser los soliformes, antropo-morfos y zoomorfos de tendencia naturalista, mientras que otros mo-tivos aparecen en fases posteriores, ya a finales de este período, como los ídolos oculados representados en Risco de los Altares (Batuecas) y para los que se cuenta con claros paralelos muebles, caso del vaso de Los Paradores (Castrogonzalo) (De-libes, 2006: 81). En las fases finales de la Prehistoria e inicios de la Pro-tohistoria se incorporarían nuevos motivos, como las armas y signos semejantes a los petroglifos. Aún se sabe poco sobre la evolución del ARE en la Meseta, aunque cada vez se cuenta con más información gra-cias a los paralelos muebles y a la documentación con nuevas técnicas de grabados y pinturas en los ortos-tatos de las tumbas megalíticas.

Por otro lado, la geomorfología y la tectónica regional son facto-res que deben valorarse a la hora de planificar prospecciones siste-máticas del territorio orientadas a documentar nuevos yacimientos de ARE en Zamora y Salamanca. La distribución actual denota una preferencia por la ubicación en las formaciones geológicas con rocas metamórficas (principalmente re-lieves formados por cuarcita y en menor medida pizarras, grauvacas, metacalizas, etc.) y en asomos gra-níticos afectados por la tectónica. El desarrollo de este tipo de estu-dios de campo permitirá aumentar el número de estaciones de ARE y comprender mejor su distribución espacial y su relación con el pobla-miento humano de cada período de la Prehistoria reciente. Así mismo, el fomento de los estudios de cam-po con el objeto de aumentar el co-nocimiento de la ocupación del te-rritorio y determinar la explotación de los recursos naturales de cada fase de la Prehistoria, nos ayudará a establecer relaciones entre el po-blamiento y el ARE. Por ejemplo, según el modelo de distribución del ARE durante el Calcolítico-Precam-paniforme (figura 4), en el que se observa una relación directa entre estaciones de ARE y yacimientos de hábitat/necrópolis, puede prede-cirse la existencia de un hábitat/ne-crópolis en llano de este período, en la zona nororiental de la provincia de Zamora, entre Canchal Melen-dro y el Castro de El Pedroso.

Los diversos modelos de po-blamiento humano a lo largo de la Prehistoria son el reflejo de los me-

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canismos de adaptación al medio ambiente y explotación de los re-cursos naturales que garantizaron la supervivencia del grupo. Esta información nos la proporciona el estudio de las zonas de hábitat y de las diversas actividades reali-zadas por estos grupos (aprovisio-namiento de materia prima, caza, almacenamiento, etc.). Existe otro nivel de información que va más allá de lo que podemos denominar “economía de supervivencia”, y es el mundo simbólico y religioso, el cual podemos rastrear a partir de las manifestaciones artísticas y de las necrópolis. Estas esferas de in-formación no deben ser estudiadas por separado, sino que debemos in-tentar buscar nexos de unión para entender lo máximo posible la evo-lución de los diversos mecanismos de adaptación y supervivencia.

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