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El Cuento de los Loros Arat-Peri

El cuento de los loros arat peri

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El Cuento de los Loros

Arat-Peri

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Érase una vez en una

ciudad común y corriente, en una de esas abundantes manadas de loros que rondaban por la ciudad, a cada anochecer habitaban en los frondosos árboles de frutas que encontraban en el camino, había una de esas una familia de loros llamados Los Arat-peri, quienes los abuelos La Doña Caras-perica y Don Juan Arat-peri como los líderes de grupo familiar quienes tenían más de 50 años de vida. La Doña Caras-perica y Don Juan Arat-peri

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Hubo una temporada en que ellos habitaron un árbol de mango, entre ellos una parejita: un loro llamado Juancho quien tenía un comportamiento áspero y una lorita joven llamada Panchita. Ella, cuya apariencia era indescriptible por su belleza, pues era de colores verdes incandescentes y con reflejos azules de las plumas que decoraban su cabeza, sus alas relucían al iluminarse con la luz del sol acompañada de ello era muy amorosa.

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De un momento a otro decidió optar por tener un hijo. Cuando llegó el momento de empollar era celosa de sus huevos, y en poco tiempo ya estaba esperando el nacimiento de su primer hijo. Al nacer la primera criatura, surge una nueva alegría entre la familia por su descendiente miembro. Quien nació sano, y que aún le faltaba desarrollarse por las debilidades que traía del nacimiento.

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. Al escuchar Panchita los gritos de los demás despierta bruscamente sin dar más tiempo para pensar recuerda que lo último era que estaba con su recién nacido. Su intuición hizo devolverse al árbol. Pero ya era tarde, ya el árbol se había caído.

Pero esos días de alegrías no fueron por mucho tiempo. En una mala acción humana provocó un total incendio que comenzó en horas de la noche y que azotaba ferozmente los árboles, quebrando cada rama, quemaba cada hoja sutilmente, estaban acorralados los pájaros, y cada miembro de la familia para no perder sus vidas volaban aunque no pudieran ver absolutamente nada, solo percibían el olor a humo y el sonido de las llamas y Juancho al pensar en solo en su lorita, buscaba despertarla pero ella no respondía y ya el tronco se iba a desmoronar a cenizas solo la tomó de las patas con su pico y voló sin rumbo, sin saber a dónde caería

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Al amanecer, todos los Arat-peri regresan al lugar a excepción de los abuelos quienes estaban adoloridos y cansados por el incidente, Panchita volvió al árbol de mango, y observó su periferia para ver si encontraba rastro de su hijito pero aun no conseguía nada. Ella estaba impaciente, esperanzada con el recuerdo.

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Al rato, cuando unas personas se acercaron a limpiar, de inmediato volaron a un lugar cercano mientras esperaban que limpiaran el área del desastre y lograron levantar el tronco quemado, debajo de él estaba el nido que parecía un montón de ramitas y ataduras de hilachos, Panchita miró con detenimiento y se alegró al verlo y que al distanciarse las personas quienes se hallaban en el lugar, se acercaron para constatar de que se trataba de su nido. Al descubrirlo y levantarlo con el pico denotaron que dentro de ella no había rastro alguno, pues el pichoncito junto a los demás huevitos, estaba adormecido con su propio calor, quien hubiera muerto sin la protección que tenía el nido.

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Panchita al ver su hijo respirar fue mayor la alegría, no le importaba más nada que él. En el transcurso del tiempo pudo verlo crecer, terminaron de salirle plumas, su pico bien formado, y lograr volar juntos.

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FIN