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1 EL IMPERIO OTOMANO Y LA REPÚBLICA DE TURQUÍA; DOS HISTORIAS PARA UNA NACIÓN Miguel Ángel de Bunes Ibarra CSIC-MADRID

EL IMPERIO OTOMANO Y LA REPÚBLICA DE TURQUÍA; DOS

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EL IMPERIO OTOMANO Y LA REPÚBLICA DE TURQUÍA; DOS HISTORIAS

PARA UNA NACIÓN

Miguel Ángel de Bunes Ibarra CSIC-MADRID

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La proclamación de la República de Turquía el 29 de octubre de 1923 por

Mustafá Kemal “Atatürk” (cuya traducción literal es “el padre de los turcos”), generará una

distorsión política y por consiguiente, historiográfica, respecto al régimen político existente

anteriomente1. La revolución kemalista significó terminar con el viejo Imperio de los

sultanes otomanos, abolir el califato, cambiar la lengua y, en definitiva, modernizar y

occidentalizar de un país que de ser la cabeza del Islam pasa a regirse por una constitución

laica y republicana. El cambio de capital, trasladando el gobierno y todo el cuerpo

diplomático de la vieja y magnífica ciudad costera de Estambul a la anatólica de Ankara es

una de las rupturas absolutas que trae consigo el régimen político recién nacido. La

localización del centro del poder en el centro de la llanura de Anatolia, además de acabar

con el peso de la tradición que imprime la urbe que se extiende entre las costas de Asia y

Europa, significa la reivindicación de la importancia del mundo turco y turcomano en el

estado creado por Kemal, contraponiendo la pervivencia de lo “Türk” sobre el decadente

aparato burocrático y dinástico de los descendientes de Osmán Gazi.

El nuevo nacionalismo turco, tan fuerte e importante como el generado por las

partes del Imperio Otomano que en estos años adquieren la independencia de la metrópoli,

supone que aparezcan unas explicaciones igual de parciales y restrictivas con respecto al

pasado común. El término otomano adquiere, dentro de la mentalidad de los gobernantes y

de las clases cultas de Turquía, un valor peyorativo, que se suele identificar con el Islam y

la monarquía, valores tan contrapuestos con la república como el marxismo. En términos

generales, la nueva mentalidad republicana genera dos historias paralelas que no suelen

coincidir a lo largo de los estudios historiográficos de la Edad Moderna. El pasado otomano

es denostado por los propios turcos, así como por la mayor parte de las provincias que

fueron conquistadas por el Imperio, tanto en Europa como en Oriente Próximo y el Magreb,

lo que explicará el desconocimiento general de la historia de uno de los entes políticos,

territoriales y religiosos más importantes de los últimos siete siglos.

1 Resulta difícil fijar una bibliografía de referencia global sobre la historia del Imperio Otomano y la República de Turquía por el gran número de trabajos publicados desde el siglo XVI. Los estudios más generales sobre es ta materia son: William C. BRICE, An Historical Atlas of Islam, Leyden, 1981; Halil INALCIK, The Ottoman Empire. The Classical Age, Londres, 1973, Léon. LAMOUCHE, Histoire de la Turquie, París, 1953, Justin MACCARTHY, The Ottoman Peoples and the End of Empire, Londres, 2001; Robert MANTRAN (ed.), Histoire de l´Empire Ottoman , París, 1986; Stanford J. SHAW y Ezel Kural SHAW, History of the Ottoman Empire and Modern Turkey, Cambridge, 1976-1977; E. WERNER y W.

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Este panorama empieza a cambiar a mediados de la década de 1970, con por la

aparición de los primeros trabajos que analizan la historia de la dinastía otomana en su

época de esplendor. Los trabajos de Robert Mantran2, Bernard Lewis3 y Halil Inalcik4, por

citar solo los nombres usuales en la bibliografía general, recogen las nuevas corrientes

historiográficas en boga en Europa en estas décadas. El libro colectivo editado por Kemal

H. Karpat, obra en la que se recogen una serie de trabajos realizados por investigadores que

han olvidado sus prejuicios al analizar el pasado de la Sublime Puerta, pueden considerarse

el principio de una renovación historiográfica aún no concluida.

Muchas de estas publicaciones resultan imprescindibles para comprender la nueva

forma de contemplar el Imperio Otomano, a pesar de la muy diferente acogida en la

comunidad científica. El encomio con que se reciben estas obras en Europa occidental y en

los Estados Unidos influye decisivamente en la consolidación y formación de algunos

departamentos de estudios otomanos y anatólicos; sin embargo, en Turquía se<produce una

absoluta indiferencia, y en los países balcánicos sometidos por los otomanos incluso una

tremenda hostilidad. La explicación de este comportamiento es lógica desde premisas

políticas, económicas y, sobre todo, de corte nacionalista. La reivindicación del mundo

otomano, en especial en los siglos XVI y XVII, época de consolidación, apogeo y

comienzo de decadencia del Imperio, supone subvertir muchos de los postulados

ideológicos en los que se basan las repúblicas balcánicas, así como la de la propia Turquía

de los sucesores de Atatürk. La negación del Imperio Otomano se produce por una

interpretación bastante curiosa de varios siglos de historia común. Los otomanos son la

clase dirigente: en el caso turco, oprime; en el caso balcánico, impide la evolución lógica de

las naciones que domina. Establece una burocracia centralizada por medio de una clase

militar que impide la evolución de las comunidades cristianas e islámicas que somete. Su

desaparición supone que los pueblos vuelvan a ser los protagonistas de su propia historia al

MARKOV, Geschichte der Türken von den Anfängen bis zur Gegenwart , Berlin, 1978; J.W. ZINKEISEN, Geschichte des Osmanischen Reiches in Europa , Hamburgo, 1845-1863. 2 Robert. MANTRAN, Istanbul dans la seconde moitié du XVII siècle. Essai d´histoire institutionnelle, économique et sociale, París, 1962. 3 Bernard LEWIS, Istambul and the Civilization of the Ottoman Empire, Londres, 1963. 4 Además de la obra de carácter general referida en la nota primera, muchos de los artículos publicados por Halil INALCIK en estos años se encuentran recogidos en Studies in Ottoman Social and Economic History, Londres, 1985. Inalcik es uno de los pocos otomanistas que desarrolla su trabajo dentro de la propia Turquía republicana, por lo que está realizando la renovación historiográfica en un contexto social y político más

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liberarse de estar “bajo el yugo”, título de una novela romántica búlgara que aún se suele

citar cuando se menciona la historia del Balkán de los siglos XV a XX. En el mundo

islámico controlado por Estambul la polémica tiene tintes diferentes por la divergente

evolución política y económica de esta parte del Viejo Mundo, aunque no es infrecuente

toparse en la historiografía tradicional con ideas muy negativas con respecto al gobierno del

califato de la Sublime Puerta.

La aceptación del pasado otomano en las tierras donde se instala el Imperio es, por

lo tanto, un movimiento muy reciente5, que debe ser ponderado y matizado por áreas

geográficas y épocas históricas. La mayor parte de las investigaciones, dentro del panorama

historiográfico turco, se centran en el período de las reformas, los intentos de

modernización del Imperio, conocido como la época del Tanzimât (1839-1878). El interés

por este período se justifica por ser el preámbulo del cambio de régimen y de la propia

muerte del Imperio después de la I Guerra Mundial, y es emprendido tanto por otomanistas

como por historiadores de las relaciones internacionales, al estar la Sublime Puerta en el

punto de mira de las potencias internacionales del momento.

Por desgracia, referir la historia del Imperio Otomano sigue siendo narrar una

historia del Lejano Oriente, más cercana a los cuentos y leyendas que a la conformación del

Viejo Mundo. El desconocimiento del otro gran ente político del Mediterráneo en la

historiografía occidental, y en especial en España6, conlleva la obligatoriedad de referir una

difícil que los investigadores de procedencia europea y norteamericana o de turcos que desarrollan sus investigaciones en universidades extranjeras. 5 En el caso de la República de Turquía, los centros oficiales de historia, tal es el caso de la Türh Tarih Kürümü, comienzan a incluir estudios sobre el pasado otomano en los últimos años aunque desde mediados de la década de 1950 suelen publicar en turco moderno algunas de las crónicas más importantes de la época de Selim, Solimán y los otros sultanes de la época de esplendor del Imperio. En los últimos años se han creado centros que intentan estudiar el mundo otomano clásico sin prejuicios, tal es el caso de la Tarih Vakfi (Fundación Histórica) o el específico estambuliota de Istanbul Arastirmalari Merkazi (Centro de Investigación de Estambul). En muchas de estas fundaciones ha contribuido muy especialmente la celebración del 700 aniversario de la fundación de la dinastía otomana, celebrado en 1999, fecha que coincide con la conmemoración de los 75 años de la República de Turquía (1998), así como el proceso de modernización de la Turquía actual. 6 Como se ha puesto de manifiesto en España en las celebraciones para conmemorar los centenarios de Felipe II y Carlos V, el estudio del Mediterráneo sigue siendo una de las asignaturas pendientes de la historiografía de la Edad Moderna. Dentro de este contexto general, el mundo turco, que abarca desde el Danubio hasta Argelia, ha sido omitido al centrarse los análisis en la política interior de la Monarquía Hispánica y sus relaciones con las potencias del Norte de Europa. Sigue siendo habitual que para referir el panorama del flanco sur de la política internacional de los Austrias del siglo XVI se recurra como única fuente de referencia al trabajo de Fernand. BRAUDEL, La Méditerranée et le monde méditerranéen à l´époque de Philippe II, París, 1949, obra ejemplar de la escuela de los Annales, aunque matizable en muchas de sus afirmaciones desde la óptica de la otomanística. El desconocimiento de la historiografía hispana e hispanística lleva a

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pequeña periodización para entender y situar los períodos a los que nos referiremos en las

páginas siguientes. Empleando la última obra de conjunto sobre el Imperio Otomano7, la

historia de la dinastía se debe comenzar por la época descrita como momento de la

formación de la dinastía, que abarca los sultanatos de Osmán y Orhán gazi. Después de la

consolidación del estado de estos “guerreros de la fe” en las tierras de Anatolia cercanas a

Bizancio y su paso al continente europeo aprovechando los disputas entre los gobernantes

bizantinos, el segundo período de la dinastía es la época de la ascensión de los otomanos

(1362-1451). A lo largo de los sultanatos de Murad I, Beyacit I, Mehmed I y Murad II, el

pequeño principado de frontera formado por Osmán se consolida en sus dominios de Asia

Menor, al ir conquistando los diferentes emiratos turcos de Anatolia y arrebatando tierras a

los basileîs de Constantinopla. En Europa conquistan el Peloponeso, Serbia, Bulgaria y

entran en disputa con húngaros, albaneses y venecianos. La llegada de Timur Len

(Tamerlán para las fuentes occidentales) a Asia Menor y la derrota de Beyacit I en la batalla

de Ankara de 1402 genera un momento de inestabilidad en la dinastía que será superado,

después de unos años de interregno, por Mehmed I.

Los sultanatos de Mehmed II el Conquistador (Fatîh, 1451-1481) y Beyacit II

(1481-1512) suponen la ascensión de la dinastía otomana al rango de potencia europea y

asiática. Además de conquistar la ciudad de Constantinopla y acabar con el último reducto

bizantino de Trebisonda, Mehmed logra someter el último principado turco independiente

de Anatolia, Karamania, y consolidar la posición turca en Morea, Serbia, además de seguir

la guerra contra Hungría, Venecia y Moldavia. Beyacit II (Bayaceto en las fuentes

españolas) tiene que solventar problemas interiores en los primeros años de gobierno, para

luego pasar a la conquista de Moldavia y Herzegovina. Sigue los enfrentamientos con

Venecia y los mamelucos egipcios, además de tener los primeros enfrentamientos con un

nuevo poder oriental que condicionará toda la política exterior del Imperio a lo largo de la

Edad Moderna, la Persia safawí.

sugerir que no se puede establecer la política de Felipe II en el Mediterráneo por la carencia de estudios otomanos en la época de Solimán y Selim II (cif. Geoffrey. PARKER, La gran estrategia de Felipe II, Madrid, 1998) por no haberse detenido a repasar la última historiografía sobre el tema. 7 Histoire de l´Empire Ottoman, bajo la dirección de Robert Mantran, París, 1989. Es un texto que concita a los otomanistas franceses, una de las mejores escuelas de trabajos sobre el Imperio Otomano de los últimos años, con las firmas de Jean-Louis. Bacqué-Grammont, Louis. Bazin, Irène. Baldiceanu, Nicoarâ Baldiceanu, Paul Dumont, François Georgeon, André Raymond, Jean-Paul Roux, Nicolas Vatin y Gilles Veinstein.

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El apogeo del Imperio se produce durante los gobiernos de Selim I (1512-1520) y

Solimán el Magnífico (1520-1566), el legislador de las fuentes otomanas. El primero de

estos sultanes dedica todos sus esfuerzos a extender sus dominios por las tierras del Islam.

Ataca a los safawíes dentro de su territorio y, sobre todo, conquista Siria y Egipto a los

mamelucos. Süleyman comienza su reinado arrebatando a los caballeros de la orden de San

Juan de Jerusalén la isla de Rodas y tomando la ciudad de Belgrado. Además de seguir

luchando contra los persas en el este de Anatolia, somete Hungría, sitia Viena, conquista

Iraq y dedica los últimos años de su reinado a oponerse a los Habsburgo, tanto españoles

como austríacos. El momento de mayor expansión territorial se produce durante el gobierno

de Selim II, que conquista Chipre en 1570 y Túnez en 1574, aunque pierde el predominio

en el Mediterráneo después de la batalla de Lepanto. Los dos últimos sultanes del siglo

XVI, Murad II (1574-1595) y Mehmed III (1595-1603), no realizan conquistas importantes;

es el principio de la fase de recesión del Imperio. Para entender la evolución militar y

política de los otomanos de esta época lo mejor es poner al lado los ritmos de la Monarquía

Hispánica, ya que coinciden en el tiempo la mayor parte de las fases que se producen en los

entes políticos supranacionales de ambos lados del Mediterráneo8.

En el siglo XVII gobiernan la Sublime Puerta los sultanes Ahmed I (1604-1617),

Mustafá I (1617-1618 y 1622-1623), Osmán II (1618-1622), Murad IV (1623-1640),

Ibrahim I (1640-1648), Mehmed IV (1648-1687), Solimán II (1687-1691), Ahmed I (1691-

1695) y Mustafá II (1695-1703). Esta centuria no se conoce tanto por los nombres de los

sultanes referidos sino por la llegada al puesto de gran visir de los diferente miembros de la

familia de los Köprülü. Las personas que ostentan el poder van abandonando sus funciones

de gobierno para retirarse a sus aposentos privados, siendo los altos dignatarios de la

Sublime Puerta los que llevan el peso del Estado. El Imperio entra en este siglo en una

época de recesión, por no usar los denostados términos de “crisis” o “decadencia”,

repudiados por todas las corrientes históricas actuales que buscan sinónimos para no

emplearlos. Este estancamiento se verifica tanto en cuestiones monetarias como

8 Las semejanzas entre los dos grandes imperios mediterráneos, en especial en la coincidencia cronológica de los ritmos históricos de la Edad Moderna, fue referida por primera vez por Leopold. RANKE, Histoire des Osmanlis et de la Monarchie Espagnole pendant les XVI et XVII siècles, París, 1839. Esta línea de investigación se olvidó en España por la carencia de especialistas en la historia mediterránea de estos siglos, y ha sido retomada nuevamente en los últimos años, cf.. Miguel Ángel de BUNES, “Ispanyol Imperatorlu ve Osmanli Imperatorlu, iki tarih Akdeniz”, Otam V, 1994, pp. 155-180.

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territoriales. Además de los problemas económicos, presentes ya en las últimas décadas del

siglo XVI, se aprecian claras tensiones sociales, el agotamiento de las estructuras y las

maneras del ejercicio del poder y de engarce de las diferentes partes de Imperio. El segundo

asedio a la ciudad de Viena en 1683 es la empresa militar más significativa, a la vez que la

demostración del agotamiento de las posibilidades de expansión de Estambul.

En el siglo XVIII el número de sultanes es menor que en la época anterior.

Gobiernan Ahmed III (1703-1730), Mahmud I (1730-1754), Osmán III (1754-1757),

Mustafá III (1757-1774), ´Abdul-Hamid I (1774-1789) y Selim III (1789-1803). Todo el

siglo está presidido por la injerencia europea en las partes exteriores de los dominios

otomanos, además de por la presión económica de occidente. Culminan la centuria con el

principio de la Cuestión de Oriente. Tanto el mundo balcánico como el árabe inicia sus

primeros pasos hacia la independencia, rompiendo la uniformidad que se mantuvo de una

manera férrea dentro del Imperio durante los siglos XV al XVII. La presión de las nuevas

potencias europeas, Austria y Rusia especialmente, sobre las tierras balcánicas genera

pérdidas territoriales amplias, además de mantener una economía de guerra que acrecienta

los primeros síntomas de encontrarnos ante “el enfermo de Europa”. Los intentos de

reforma tienen que salvar graves inconvenientes interiores y exteriores, por lo que suelen

acabar en repetidos fracasos, agravando el estado general del Imperio.

Esta esquemática evolución del Imperio Otomano desde su formación hasta finales

del siglo XVIII deja entrever algunos de los temas esenciales en los que se ha basado la

investigación sobre los otomanos de las últimas décadas. Los acontecimientos políticos,

descritos por una historiografía de carácter positivista, y los trabajos de corte biográfico,

bien sea referidos a sultanes como a algunos de los visires, fueron las obras más frecuentes

hasta mediados del siglo XX. Los otomanistas cuentan con unas abundantes fuentes

históricas y literarias y, sobre todo, con la enorme riqueza de los excelentes archivos

otomanos, especialmente valiosos en sus series haciendísticas y económicas por medio de

los defter, o por el uso de las numerosas fuentes manuscritas que historian reinados y

personajes. Durante todo el siglo XV y buena parte del siglo XVI abunda en el mundo

otomano una serie de obras que habría que definir como “novelas de caballería islámica”9,

en las que se mezclan los acontecimientos reales con mitos y fábulas propios de la tradición

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turca e islámica, especialmente significativos en el texto del Oguzname. Era una literatura

destinada a ser leída en lugares públicos, por lo que su tono es épico y laudatorio,

características que se aprecian especialmente en los relatos que narran las conquistas

otomanas en los Balcanes (menakib-name). Estas obras ocupan un lugar secundario cuando

la Sublime Puerta necesite contar con una publicística oficial, momento que coincide con la

conquista de la ciudad de Constantinopla y con el gobierno de un sultán, como es Mehmed

II el Conquistador, que tiene una fuerte vocación de príncipe renacentista europeo. La

victoria sobre los bizantinos y la conversión del antiguo principado de frontera en una

potencia occidental llevan a los nuevos sultanes a legitimar la dinastía mandando

confeccionar crónicas oficiales que recogen los éxitos de los otomanos desde el primer

sultán de la dinastía. La tendencia a la copia y a la reiteración de las noticias entre los

distintos autores provoca la falta de originalidad de muchos de estos relatos. En el siglo

XVI estos textos se escribirán en persa, lengua de cultura que se emplea dentro de la corte.

En esta lengua se escribirán los relatos de las campañas de Selim I y Solimán el Magnífico

(Selim-name, Süleyman-name, Feths-name), en los que se describen por medio de testigos

directos y documentación oficial las conquistas de Siria, Egipto, Rodas, Iraq o Hungría.

Junto a los textos de los sultanes, también se narran las empresas de los grandes navegantes

otomanos de la época y de los visires más importantes10. Los principales cronistas de este

periodo son Kemal Paçazade (Tevarih-i ´Al-i Osman, Historia de la dinastía Otomana),

Sa´adeddein Efendi, Mehmed Efendi, Selanikli Mustafa Efendi11.

En el siglo XVII se produce la introducción de las formas de hacer historia de la

Europa occidental en la oriental por medio de los libros y las traducciones que llevan los

cristianos que apostatan de su primitiva religión y se integran en el Islam. Este hecho

supone obviar algunos de los defectos de la historiografía anterior, que consistía en crónicas

confeccionadas para aumentar la gloria de la Sublime Puerta. Entre los autores más

importantes de esta nueva corriente hay que mencionar a Katib Çelebi, Ibrahim Peçevi y a

Hüsein Hezarfenn, además de a Koçi Beg. El historiador más relevante de la historiografía

9 Las más conocidas son el Battal Gazi, Melik Danichmend, Abu Muslim, o el relato de aventuras extraordinarias del derviche sari Sultak 10 Este es el caso del Gazavat Khayreddin Barbaros Paça, del que existe una traducción al castellano editada por Miguel Ángel de BUNES y Emilio SOLA, Granada, 1997.

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oficial otomana de la Edad Moderna es Na ima, que describe el inicio de la fase de la

recesión del Imperio (1591-1659). Aunque tiene unas características semejantes al resto de

los historiadores otomanos, alabando a la figura del sultán, es el primer autor que intenta

verificar sus informaciones con las fuentes, criticando de una manera evidente a muchos de

los autores anteriores, y propone soluciones a muchos de los problemas que se comienzan a

aparecer en el Imperio. Eviliya Çelebi es el autor de un libro de viajes (Seyahat-name) que

describe las maneras de vida de las diversas partes de las posesiones del Imperio, sobre

todo de la capital12.

En el siglo XVIII las fuentes más interesantes son los relatos de los embajadores

otomanos que recorren las cortes del continente en un momento de gran apertura y

modernización de la Sublime Puerta. Es especialmente importante el relato de Mehmed

Efendi. Este tipo de obras, aunque escritas por autores europeos, han sido la mejor

aproximación de los historiadores occidentales a las maneras de gobierno y de organización

del Estado otomano. Los relatos de Ogier G. de Busbecq13, Nicolas de Nicolay14 y otros

diplomáticos occidentales que recorren el imperio son las fuentes esenciales, incluso para

los otomanistas, para intentar referir las maneras de la sociedad otomana y las formas del

ejercicio del poder15. Este mismo papel ocupan los textos que intentan describir e historiar a

los otomanos desde la conquista de Constantinopla hasta la Revolución Francesa. El

Imperio de Oriente es un misterio para la mayor parte de los autores del momento, al ser un

pueblo no referido por los escritores de la Antigüedad, por lo que en el siglo XVI es

descrito por más libros que los que tratan sobre los hombres y las maravillas del Nuevo

Mundo16. En los tratados políticos de la Edad Moderna, en especial en los textos de los

siglos XVII y XVIII, las formas de gobierno de los sultanes otomanos se contraponen a los

sistemas imperantes en Europa. La teoría del despotismo oriental, referida con asiduidad

11 Para el conocimiento de las fuentes otomanas del sultanato de Kanuni sultan Sülyman, véase Robert MANTRAN, “L´historiographie ottomane à l´époque de Soliman le Magnifique” en Soliman le Magnifique et son temps, París, 1992, pp. 25-32. 12 Para el análisis de la literatura turca sigue siendo imprescindible la obra de Alessio BOMBACI, Histoire de la littérature turque, París, 1968. 13 Ogier G. de BUSBECQ, Ambassades et Voyages en Turquie et Amasie de Mr. Busbequius, Paris, 1646. 14 Nicolas de NICOLAY, Les navegations, pérégrinations et voyages faits en la Turquie..., París, 1989. 15 Stéfanos YERASIMOS, Les voyageurs dans l´Empire Ottoman (XIVe-XVIe siècles): Bibliographie, itinéraires et..., Ankara, 1991. 16 Por desgracia no existen recopilaciones completas de los escritos europeos sobre el mundo otomano, y quizá la mejor aproximación a este tema sea la de Lesley FORBES, Early Western Books, 1500-1599. The Ottoman Empire and the Mediterranean, Londres, 1968.

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por la ilustración francesa, es un tema habitual en cualquier tratado de las monarquías del

mundo desde los escritos de Bodin, así como en la documentación de los estados europeos

que tienen más contactos con el diván osmanlí17. En Europa no se entiende en ningún

momento la idea de que están describiendo un poder político que convierte a los ciudadanos

en esclavos, llegándose a definir al Imperio como una monarquía donde no hay elementos

intermedios entre el poder y los súbditos, hombres que dependen de la voluntad absoluta

del soberano.

Además de las informaciones que transmiten los europeos que recorren los

territorios dependientes de Estambul, muchas de las interpretaciones proceden de las

denominaciones inscritas en la documentación oficial que mencionan al estado como

Devlet-i Ali-i Osmani, “Sublime Estado de los Otomanos de la Casa de Osmán”. El sultán

es el dueño de la tierra y de los hombres que la habitan, y su sello (tugra) es el símbolo de

su autoridad, reconocido y reconocible en cualquier lugar que se encuentre. El poder del

sultán en Estambul y Anatolia es un tema supuestamente conocido hasta hace unos veinte

años, pero no así la implantación del poder en las tierras cristianas y musulmanas

dependientes de la metrópoli. Los trabajos que recogen y analizan los edictos emanados por

la Sublime Puerta para gobernar los diferentes territorios del Imperio (firman) han servido

para poner esta cuestión en su justa dimensión, aunque quedan muchos territorios que no

han tenido la suerte de contar con investigadores que se hayan detenido en esta

problemática. Esta serie de publicaciones de carácter general, pone de manifiesto la

articulación de las partes periféricas con el centro, y deben ser matizadas en cada uno de los

territorios por los intentos de articulación de las leyes del Imperio a cada una de las

provincias (sancak)18.

El análisis de este problema ha derivado en el intento de explicación de los

caracteres intrínsecos del término “otomano”. Durante la Edad Moderna este concepto

significa, al mismo tiempo, una comunidad reconocible por una identidad política universal

que se extiende entre pueblos y estados, que mantienen intacta su cultura local y su libertad

17 Sobre este tema es imprescindible mencionar el trabajo de Lucette VALENSI, Venise et la Sublime Porte. La naissance du despote, París, 1987. 18 M. BERINDEI, Gilles VEINSTEIN, L´Empire ottoman et les pays roumains, 1544-1545, París -Cambridge, 1987; Uriel HEYD, Ottoman Documents on Palestine, 1552-1616. A Study of the Firman according to the Mühiimme Defteri, Oxford, 1960, J. MATUZ, Das Kanzeiwesen Sultan Süleymans des Prächtigen,

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religiosa, dentro de un estado que se define y se identifica como musulmán, en el que el

sultán encarna la cabeza y la primogenitura del Islam. Esta afirmación ha sido matizada por

los estudios regionales que han analizado los caracteres de las comunidades sometidas por

la burocracia y el ejército estambuliota asentado en su territorio. El sistema de dominio

otomano, como asimismo las maneras de conquista de los territorios que somete, tiene una

evolución a lo largo del tiempo19, realidad que ha sido ignorada por la historiografía

nacional y nacionalista de cada una de estas zonas. El Imperio Otomano tiene que ir

variando su organización interior, e incluso su legislación, según va ocupando nuevos

territorios y concordando los sistemas legislativos de las zonas sometidas con la

administración central20. El sobrenombre dado a Solimán por las crónicas otomanas no es el

de Magnífico, sino el de Legislador (kanuni), la persona que moderniza el kanun para

englobar dentro de él desde los territorios dedicados al corso en el Mediterráneo occidental

hasta las tierras balcánicas cuya actividad esencial es la minería. Seguimos refiriendo un

estado musulmán donde la sarya es la base jurídica de la Sublime Puerta, aunque matiza

muchos de sus aspectos para concordar este sistema legal con un Imperio pluricultural,

pluriétnico y plurirreligioso 21. Es necesario, por lo tanto, el análisis de las diferencias entre

la administración central y la que se desarrolla en la periferia para describir las variables

que existen. Este es un proceso que hay que realizarlo desde la misma Anatolia22, hasta los

territorios cristianos y musulmanes gobernados desde Estambul23, además de analizar a las

mismas personas que realizan la administración24 y la degradación del timar y los hombres

que lo gobiernan25.

La historiografía turca de la mayor parte del siglo XX mantiene la idea de que el

régimen dinástico de los otomanos era una imposición a la generalidad de los turcos,

Wiesbaden, 1974, D. R. KHOURY, State and provincial society in the Ottoman Empire: Mosul, 1540-1834, Cambridge, 1997. 19 Halil INALCIK, The Ottoman Empire. Conquest, Organization and Economy , Londres, 1978 20 Un estudio general sobre la evolución de los Balcanes a lo largo del Imperio otomano es el de Georges CASTELLAN, Histoire des Balkans (XIVe-XXe siècles) , París, 1991. 21 Haim. GERBER, State, Society and Law in Islam: Ottoman Law in Comparative Perspective, Albany, 1994; Islam Law and Culture, 1600-1800, Leiden, 1999. 22 Evila ÇELEBI, Evila Çelebi in Diyarbakir: The Relevant Section of the Seyahatname , Leiden, 1988. 23 E. AKARLI, The Long Peace: Ottoman Lebanon, Berkeley, 1993, J. HATAWAY, The Politics of Households in Ottoman Egypt: The Rise of the Qazdaglis, Cambridge, 1996. 24 Evila ÇELEBI, The Intimite Life af an Ottoman Statesman, Mehmed Ahmed Pasha (1588-1662), as Portrayed in Evliya Çelebi, ed. de Robert Dankoff, Albany, 1991. 25 Karen BARKEY, Bandits and Bureaucrats: The Ottoman Route to State Centralization, Londres, 1994.

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teniendo que definir el régimen revolucionario el concepto “türk”26. Esta idea, que nace en

los movimientos revolucionarios que inician los “Jóvenes Turcos” y que desarrollará

Mustafá Kemal y Ënönü, ha generado una de las revisiones historiográficas más

importantes de los últimos años, trabajos realizados tanto en el seno de la comunidad

científica de la propia República de Turquía como en los departamentos de turcología de

universidades de Estados Unidos.

El Imperio Otomano era, desde el punto de vista político, el “Estado de los

Otomanos”; desde el religioso, el “de los Musulmanes”, y, desde el étnico, el “de los

Turcos”. Este análisis llevaba a identificar “Otomanismo” con “Islamismo”, razón que

explica la desaparición de este tipo de trabajos en Turquía durante los primeros años de la

República. Gracias a esta problemática, no resuelta íntegramente en la actualidad, se han

reeditado trabajos clásicos sobre la formación del Imperio Otomano y los personajes más

importantes que lo conforman, haciendo siempre especial hincapié en la propia génesis del

Estado. La ascensión de los otomanos supone, por lo tanto, fijar las bases de su legitimidad

y analizar de lo que aporta a los territorios donde se asienta, ya sea desde la óptica de los

bizantinos27, hasta las de los demás pueblos sometidos. Con independencia de esta cuestión,

la definición de los elementos en los que se basa el poder de los sultanes es uno de los

temas a los que se ha dedicado un mayor número de trabajos en los últimos años,

pudiéndose referir, por citar solo un nombre, a Cemal Kafadar28. El concepto del estado de

la Sublime Puerta, incluyendo la potestad del sultán y de los grandes visires, es, sin duda

alguna, uno de los temas que ha supuesto una de las discusiones científicas más interesantes

de los últimos años. Las bases en las que se basaba el pensamiento tradicional de los

cronistas del Imperio desde la época de formación han sido analizados, así como los

estudios que se editan en los últimos años del Imperio y la literatura kemalista que intenta

desmontar los fundamentos del régimen que intenta derrocar. La mayor parte de los

trabajos se han centrado en la época de las reformas del siglo XIX y las propuestas de los

Jóvenes Turcos, aunque también ha tenido su influencia en cuanto a la época clásica. La

celebración de una exposición sobre Solimán el Magnífico y su época permitió la

26 Kemal. H. KARPAT (ed), Ottoman Past and Today`s Turkey, Leiden, 2000. 27 Continuity and Change in late Byzantine and Early Ottoman Society, A. Bryer y H. Lowry (eds.), Birmingham, 1986; Alain DUCELLIER, Chrétiens d´Orient et Islam au Moyen Âge: VII-XV siècles, París, 1996. 28 Cemal. KAFADAR, Between Two Worlds: The Construction of the Ottoman State, Berkeley, 1995.

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realización de catálogos y congresos que analizaron el siglo XVI29. Con independencia de

las publicaciones que pudiéramos referir, los caracteres de la organización política del

Imperio Otomano es uno de los elementos que genera en la actualidad una encendida

controversia entre los especialistas, al existir diferentes teorías sobre el origen y cualidades

del mismo30.

El momento en el que se produce la renovación historiográfica y, sobre todo, los

fondos que se guardan en los antiguos archivos de la Sublime Puerta, han deparado que en

la actualidad contemos con una excelente y muy abundante bibliografía sobre la situación

económica del campesinado del Imperio. Este estudio es inseparable del análisis de las

estructuras urbanas que genera la dominación osmanlí en todas las partes donde se instala.

Por medio de los defter, series estadísticas que recogen los impuestos cobrados en las

posesiones del sultán, se llega a conocer una realidad socioeconómica difícil de lograr en

otros territorios de Europa y los países árabes. El sistema de dominio otomano se basa en el

control de las ciudades de los Balcanes y las tierras del Islam, lugares donde se concentra el

inmejorable sistema burocrático de los servidores del sultán y los destacamentos militares.

El campo es la zona donde habita la mayor parte de los integrantes del millet (naciones,

grupos de confesión religiosa no islámica, dividida en ortodoxos, judíos y católicos), que

son protegidos y defendidos por Estambul si reconocen la soberanía del Padisha. El

gobierno de tan heterogéneo entramado humano, divergente en la formación de sus

integrantes y en las actividades económicas que se desarrollan a lo largo de tres continentes

y en países que se extienden por las orillas del Mediterráneo, el Mar de Mármara, Mar

Negro y el Golfo Pérsico, sólo es posible si se cuenta con un sistema de información

preciso y centralizado. Las necesidades de control conllevan que la Sublime Puerta necesite

conocer en cada momento sus recursos humanos y económicos31, por lo que se puede

afirmar que el Imperio en la Edad Moderna cuenta con unos recursos archivísticos y

documentales modernos para poder dirigir desde los estrechos límites del Top Kapi, el

29 Gilles VEINSTEIN, Soliman le Magnifique et son temps, Actas del coloquio de París, 7-10 de marzo de 1990, París, 1990. Además de este compendio de estudios, en estos mismos años se publican trabajos como el de Rifa´at ´Ali ABOU-EL-HAJ, Formation on the modern state: the Ottoman Empire, sixteenth to eigteenth centuries, Nueva York, 1991; Halil BERTAY y Lajos FEKETE (eds.), New approaches to state and peasant in Ottoman history, Londres, 1992. 30 Carter VAUGHAN FINDLEY, “Continuity, Innovation, Synthesis, and the State”, en Kemal H. KARPAT, Ibidem, pp. 29-46.

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centro de poder del todo el Imperio, sus extensas posesiones. En Rumelia esta fiscalidad

tiene un doble carácter, dinerario, y humano. Para recaudar el impuesto de sangre de los

sultanes otomanos, el devsirme , es imprescindible conocer el número de pecheros cristianos

que entregarán a sus hijos primogénitos, que luego se convertirán en la columna vertebral

del Imperio, tanto desde el punto de vista militar (jenízaros-yeni seri) como del

administrativo (kapikullari). Este tipo de trabajos es especialmente importante en la

historiografía balcánica, que se reseñará más adelante en sus caracteres generales, y las

tendencias actuales de investigación, pero en los últimos años también se ha abordado esta

cuestión en Anatolia32 y en los países árabes.

En contra de lo que se piensa en Occidente, el mundo de Oriente necesita de la urbe

para poder mantener la estructura imperial que se está desarrollando desde la conquista de

Constantinopla. La cultura otomana no sólo genera un tipo específico de cerámica y un

gran desarrollo en las artes decorativas, temas sobre la que bibliografía en los últimos años

es muy abundante33, sino que crea y potencia las estructuras urbanas en todas las partes

donde se instalan los gobernadores (beylerbey) otomanos. La urbe que se levanta o se

reutiliza no se distingue exclusivamente por los altos y estilizados alminares de las

mezquitas o los cuadrados y apelmazados hamman (baño público), los gráciles puentes o

las tumbas exentas (türbe)34, sino por crearse dentro de ellas un orden social específico que

crea unas sociedades y canaliza unas actividades económicas y administrativas muy

concretas35. Además del estudio de las personas que desempeñan el gobierno provincial y

31 Gilles VEINSTEIN, Etat et societé dans l´Empire Ottoman, XVI-XVIIIe siècle: La terre, la guerre, les communa, Londres, 1994. 32 Huri ISLAMOGLU-INAN, State and peasant in the Ottoman Empire: Agrarian power relations and regional economic development in Ottoman Anatolia during the sixteenth century, Leiden, 1994. 33 La descripción de la arquitectura y las artes decorativas otomanas llega a la historiografía española en los tratados de arte islámico en general. En los últimos años se están traduciendo algunas obras turcas que estudian algunas de estas cuestiones, lo que muestra la importancia que comienza a darse a las realizaciones materiales de los otomanos en la historia del Arte; Aptullah KURAN, Sinán. El Maestro de la Arquitectura Otomana, Granada, 1977. 34 Machiel KIEL, Studies on the Ottoman architecture of the Balkans, Londres, 1991. 35 Irene BIERMAN, Rifa´at A. ABOU EL-HAJ (eds.), Donald PREZIOSI, The ottoman city and its parts: urban structure and social order . Nueva York, 1991; Daniel PANZAC (ed.), Les villes dans l´empire Ottoman: Activités et Sociétés, París, 1991; Nelly HANNA, Habiter au Caire: la maison moyenne et ses habitants aux XVII-XVIII siècles, El Cairo, 1991; Suraiya FAROQHI, Towns and townsme n of Ottoman Anatolie: trade, crafts and ford production in an urban setting, Londres, 1984; Jean P. THIECK, “Décentralisation ottomane et affirmation urbaine à Alep à la fin du XVIIIe siècle”, en Mouvements communitaires et Espaces urbains au Machrecq, Beyrut, 1985, pp. 117-168. Las referencias bibliográficas que se pueden citar para esta cuestión quizás sea de las más abundantes, al ser el análisis de las estructuras urbanas una de las cuestiones que más desarrollo ha tenido en los últimos años. Junto a este dato, la historia

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regional, la creación de instituciones piadosas y fundaciones también ha deparado trabajos

que nos introducen en la sociabilidad, religiosidad y productividad agrícola de las zonas

descritas36 por medio de una serie de instituciones ciudadanas eminente islámicas.

Sin duda alguna, Estambul es el epicentro de los estudios sobre las estructuras

urbanas. La organización del poder osmanlí, de una centralización férrea, conlleva que la

capital del Imperio se convierta en el referente y la propia definición de la dinastía de los

otomanos. Además de centros y fundaciones que se dedican a estudiar y conservar el

pasado otomano de la ciudad, desde el Gran Bazar (Kapale Çarsi-“mercado cerrado”) hasta

los barrios de madera de la época republicana, pasando por las realizaciones urbanísticas de

algunos periodos arquitectónicos concretos, como sería la época clásica de la arquitectura

otomana, desde Mehmet II hasta Selim II; Estambul depara una bibliografía por el

importante papel que desempeña en la vida del Imperio Otomano. Desde el punto de vista

de historia de la Edad Moderna, los trabajos de Robert Mantran iniciaron una forma de

abordar las estructuras humanas y de poder de la capital de Imperio37. Esta línea de trabajo

la han seguido otros investigadores. Por desgracia, la impronta del trabajo del otomanista

francés ha tardado demasiados años en generalizarse entre los investigadores turcos, ya que

el libro no se tradujo al turco hasta 199038. Sin embargo, desde la década de 1980, y en

especial en la siguiente, la urbe del Bósforo ha sido mimada por la historiografía turca,

realizándose un gran esfuerzo para ilustrar la preeminencia de la capital imperial de la

dinastía extinguida por Kemal. La importancia que adquiere el pasado de los sultanes se

puede explicar por el cambio de actitud de la clase política turca, la proximidad de la

celebración del 700 aniversario de la fundación del Imperio, el esfuerzo de una serie de

instituciones privadas y el auge del turismo europeo con destino a la ciudad del Cuerno de

Oro. Un ejemplo anecdótico, aunque significativo, de este cambio de comportamiento

local también ha generado excelentes trabajos sobre los cambios del medio urbano en Rumelia y Anatolia durante la época otomana. 36 Jean-Paul PASCUAL, Damasc a la fin du XVIe siècle d´après trois actes de waqf ottoman, Damasco, s. a.; Radi DEGUILHEM (ed.), Le waqf dans l´espace islamique outil de pouvoir socio-politique, Damasco, 1995; R. D. McCHESNEY, Waqf in Central Asia: four houndred years in the history of a muslim shrine, 1400-1889, Princeton, 1991; Jihane TATE, Une waqfiyya au XVII siècle à Alep: la waqfiyya d´al Hagg Musa Al-Amiri, Damasco, 1990. 37 Robert MANTRAN, Istanbul dans la seconde moitié du XVII siècle, París, 1962; La vie quotidienne à Istanbul au siècle de Soliman le Magnifique et de ses successeurs (XVI et XVII siècles) , París, 1965. 38 Robert MANTRAN, Istanbul. 17. Yüzyilin Ikinci Yarisinda: Kurumsal, Iktisadi, Toplumsal Tarih Denemesi, Estambul, 1990.

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oficial sobre Estambul es que el segundo puente que une Europa con Asia, inaugurado en la

década de 1990, se bautiza como Fatih sultan Mehmed.

La vida cotidiana de la capital, como reflejo de la del Imperio, ha deparado trabajos

que han profundizado en la originalidad de la cultura osmanlí39. Algunos de ellos, para

recordarnos la condición de emir del sultán, la máxima representación del Islam, título que

aparece en todas las titulaciones oficiales de los sultanes desde Mehmed II, y en especial

desde Solimán el Magnífico40. El carácter islámico de la dinastía Otomana ha sido

analizado desde la pervivencia de la legislación islámica, tema referido con anterioridad,

hasta el cumplimiento de las obligaciones islámicas de los turcos41, los edificios religiosos

que se construyen42, las autoridades religiosas que residen en la capital43 y las corrientes

religiosas dentro del Islam otomano44. Este tema resulta mucho más importante de lo que

puede parecer en un primer momento por la penetración de las corrientes espirituales sufíes

dentro de los ocak (organización básica del sistema militar osmanlí) jenízaros45. Estos

soldados serán los primeros difusores del Islam en las tierras balcánicas, además de

convertirse en un poder político dentro de Estambul, interviniendo decisivamente en la

elección de algunos sultanes de la dinastía otomana.

La capital es el lugar ideal para estudiar el problema monetario de los otomanos,

tema que viene de la mano de las continuas bancarrotas que genera tener una economía

bélica. Barkan fue el primer historiador que puso de manifiesto la importancia del análisis

39 La historiografía europea, ya desde el siglo XV, siempre ha intentado entrar en el ámbito privado de la Sublime Puerta. Las relaciones de poder del sultán con los kapikullari, visires, el divan y los otros órganos de gobierno del Imperio despertaron la curiosidad, además de la imaginación, de los escritores y tratadistas: Julian RABY, Turkish Bookbinding in the 15th Century: the Foundation of an Ottoman Court Style, Londres, 1993. El harem fue, y sigue siendo, el centro de especulaciones y de relatos imaginarios que ha llevado a crear un término propio para referir las mujeres del sultán, “odalisca”, intentando escudriñar las intrigas y los círculos de poder que se gestaban en el lugar más preeminente y custiodado del Top Kapi: Leslie P. PEIRCE, The Imperial Harem: Women and Sovereignty in the Ottoman Empire, Oxford, 1993. 40 Suraiya FAROQHI, Subjects of the Sultan: Culture and Daily Life in the Ottoman Empire. Londres, 2000; G. NECIPOGLU, Architecture, Ceremonial and Power, the Topkapi Palace in the 15th and 16th Centuries, Massachusetts, 1991. 41 Suraiya FAROQHI, Pilgrims and Sultans: The Hajj under the Ottoman, 1517-1683, Londres, 1994. 42 Hafiz HÜSEYIN AL-AYVANSARAYÎ, The Garden of the Mosques, Leiden, 2000; Ismael HAKKI, Osmanli Devletinin Ilmiye Techkilâti, Ankara, 1984. 43 R. C. REPP, The Müfti of Istanbul: a study in development of the Ottoman Learnarh hierachy, Londres, 1986. 44 Alexandre POPOVIC y Gilles VEINSTEIN (eds.), Les ordes mystiques dans l´Islam: cheminements et situation actuelle , París, 1985 45 Cemal KAFADAR, Self and others: the diary of a dervish in seventeenth century Istanbul and first-person narratives in ottoman literature, París, 1989; Osman AGA DE TEMECHVAR, Prisonnier des infidèles. Un soldat ottoman dans l´Empire des Habsbourg , ed de Frédéric Hitzel, París 1998.

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de las estructuras económicas de la Sublime Puerta46, línea de trabajo que ha deparado

excelentes resultados en los últimos años47. Parejo a este cuestión ha ido el análisis del

comercio internacional a lo largo de la Edad Moderna, en especial con las potencias

europeas. Este tipo de trabajos, muy importantes en la época contemporánea, sin embargo

no han sido emprendidos en los siglos anteriores, ni desde la otomanística ni desde las

escuelas históricas europeas occidentales. En el caso de los italianos, los principales agentes

de comercio con Estambul en los siglos XV-XVII, la falta de trabajos de este tipo es una

consecuencia de las tendencias historiográficas imperantes en la dicha península a lo largo

del siglo XX48, que se han olvidado con demasiada frecuencia de la proyección

mediterránea de la economía y las áreas de expansión de las diferentes repúblicas. Por el

contrario, las relaciones diplomáticas y militares entre Oriente y Occidente han sido líneas

de investigación que han mantenido una pujanza fuerte en la historiografía reciente. Los

continuos contactos con los Habsburgo, tanto españoles como austríacos, y la pervivencia

de fronteras abiertas y cambiantes en Moldavia, Hungría y el resto de la línea del Danubio

han deparado excelentes trabajos49, desde publicaciones de serie documentales de las

relaciones del divan otomano con las cortes europeas50 hasta nuevos análisis sobre

46 Ö. L. BARKAN, “Istanbul saraylarina âit muhasebe defterleri”, Belgeler, IX, 13 (Ankara), 1979, pp. 1-380; “The price revolution of the sixteenth century: a turning point in the economic history of the Near East”, International Journal of Middle-East Studies, VI, 1975, pp. 3-28; XV ve XVI asirlarda Osmanli imperatorlugunda zirai ekonominin hukuki ve mali esaslari, I Kanunlar, Estambul, 1943. 47 Sevket PAMUK, A Monetary history of the Ottoman Empire, 1300-1918, Cambridge, s.a.; Mehmet GENÇ, “XVIII. Yüzyilda Osmanli Ekonomisi ve Savas”, Yapit, 4, 1984, pp. 52-61; JEM SULTAN, Coins of the Ottoman Empire and the Turkish Republic: A detailed Catalogue of the Jen Sultan Collection, Thousand, 1977, Daniel PANZAC, “ L´economie-Monde Ottomane en Question: Les Clauses Monetaires dans les Contrats d´affrètement Maritime au XVIIIe Siècle”, Journal of the Economic and Social History of the Orient, 1966, Stanford J. SHAW, The Financial and Administrative Development of Ottoman Egypt, 1517-1798. Princenton, 1962; Bruce MASTERS, The Origins of Western Dominance in the Middle East: Mercantilism and the Islamic Economi in Aleppo, 1600-1750 . Nueva York, 1988; Kenneth CUNO, The Pasha´s Peasants: Land, Society, and Economy in Lower Egypt, 1740-1858 , Cambridge-Nueva York, 1992; Remzi KOCAER, Osmanli Altin Paralari, Estambul, 1967 48 Entre las últimas publicaciones en torno a esta cuestión se puede referir el trabajo de Kate FLEET, European and Islamic trade in the early Ottoman state: the merchants of Genova and Turkey, Cambridge, 1999; Sadok Murat ÇIZAKÇA, A comparative evolution of business partnerships: The Islamic world and Europe, with specific reference to the Ottoman archives , Leiden, 1996; y se puede mencionar, desde la perspectiva española, la obra de Eloy MARTÍN CORRALES, Comercio de Cataluña con el Mediterráneo musulmán (siglos XVI-XVIII). El comercio con los “enemigos de la fe”, Barcelona, 2000. Esta obra analiza parcialmente las relaciones con la Sublime Puerta, aunque suele ser más generosa en lo referente al comercio con Argelia y Túnez. 49 Jean NOUZILLE, Histoire de frontières, l´Autriche et l´Empire ottoman, París, 1991. 50 Dariusz KOLODZIEJCZYK, Ottoman-polish diplomatic relations (15th-18th): an annotated edition of ´ahdnames and the other documents, Leiden, 2000.

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campañas bélicas del Imperio51. El estudio del poder otomano suele hacer especial hincapié

en su organización militar, en especial en el cuerpo de los jenízaros (yeni sari). El Imperio

otomano mantiene en el reclutamiento de los hombres dos vías completamente diferentes.

En primer lugar por el impuesto de sangre que deben pagar los súbditos cristianos, en

especial ortodoxos, al sultán, de donde se organizarán estos cuerpos de infantería. En

segundo, el sultán sigue recurriendo al reclutamiento por medio del timar, lote de tierras

que entrega a los soldados y súbditos destacados, que tiene la obligación de levantar en

armas una serie de hombres de caballería que se integrarán dentro de los ejércitos de la

Sublime Puerta (sipais). La estructura organizativa turca mantiene vivas, por lo tanto,

algunas de las estructuras feudales bizantinas y europeas medievales en el seno de las

finanzas y del estamento militar. Además de estas cuestiones, resaltadas por la bibliografía

moderna, los otomanos incorporan a su tradición militar y administrativa muchos de los

caracteres de la idiosincrasia turca anterior al momento de la islamización, especialmente

apreciables en sus cuerpos de ejército. La estructura militar específica de la Sublime Puerta

es, por lo tanto, un conglomerado de modernidad y de tradición , además de adecuación de

muchos de los usos de las zonas donde se instalan sus huestes. La rápida expansión terrestre

de la Sublime Puerta y la pujanza de la marina otomana desde Selim I hasta Solimán el

Magnífico han supuesto que se busquen los orígenes y las características de esta potencia

militar de la Edad Moderna52.

La composición humana del Imperio Otomano es uno de los factores que diferencia

este estado de sus homónimos en Mediterráneo. El sultán logra aglutinar bajo su mandato a

grupos étnicos, culturales y religiosos completamente diferentes que conviven a lo largo de

toda la Edad Moderna. La mayor parte de los trabajos sobre los milliet suelen referirse a los

últimos siglos del Imperio, momento en el que la descomposición del mismo y la presión

de los estados europeos favorece las ansias de libertad de los mismos. Durante los siglos

XVI y XVII las tensiones son mucho menores, por lo que los estudios sobre los ortodoxos,

armenios y musulmanes tienen una importancia menor que en los siglos XVIII y XIX. Los

colectivos humanos que han sido más estudiados en el momento de esplendor de la

51 Nicolas VATIN, L´Ordre de Saint-Jean de Jerusalem, l´Empire Ottoman et la Méditerranée orientale dans les deux sièges de Rhodes: 1480-1520, París, 1994; C. WOODHEAD, Ta´liki-Zade´s Sehname-i Hümayun: A History of the Ottoman Campaign into Hungary 1593-1594 , Friburgo, 1983. 52 Rhoads MURPHEY, Ottoman warfare: 1500-1700, Londres, 1999; Palmira BRUMMETT, Ottoman seapower and levantine diplomacy in the age of discovery. Albany, 1994.

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Sublime Puerta son las diferentes comunidades judías que se acogen bajo su protección.

Mehmed II, además de conquistar Constantinopla, va a tener una política muy permisiva

sobre esta comunidad, facilitando su avecindamiento en algunos barrios de la ciudad de

Estambul. Los sefardíes expulsados de España encontrarán en él su mejor aliado, la persona

que recoge en sus posesiones a los erráticos exiliados que buscaban una tierra donde vivir.

El Imperio Otomano, tanto en su capital como en las provincias de Rumelia, Anatolia y los

países árabes, los protegerá y les facilitará tierras donde vivir, como es el caso de su

instalación en la isla de Chipre después de su conquista en 1570. Bajo los otomanos, los

hebreos, tanto sefardíes como askenasíes, podrán desarrollar su cultura con casi completa

libertad, además de permisibilidad absoluta de culto, durante el gobierno de los sultanes.

Aunque son atacados por los jenízaros cuando se produce una nueva entronización,

acciones castigadas por la Sublime Puerta, su existencia dentro de los límites del Imperio

resulta fácil, lo que permite un nuevo florecimiento de la cultura hebrea propiciada por el

sistema de dominio osmanlí53.

La historiografía balcánica sobre el Imperio Otomano ha tenido unos caracteres

semejantes a los referidos para la turca republicana54. La creación exnovo de las diferentes

nación-estado en la península supone una interpretación específica con respecto a la época

osmanlí. La historiografía romántica buscará en el pasado de cada una de las nuevas

repúblicas y monarquías las señas de identidad que les diferencia de los otomanos y de los

otros pueblos balcánicos. La exaltación de su historia medieval (época dorada de los

búlgaros, serbios, croatas y griegos, según el pasado que desempolvan de sus viejas

crónicas), el valor de los credos religiosos que les han unificado durante la dominación

islámica y la importancia de la pervivencia de las diferentes lenguas balcánicas como

53 La bibliografía sobre la minoría judía dentro del Imperio Otomano es una línea historiográfica con una enorme pujanza, en la que además de estudios generales (Stanford J. SHAW, The jews of the Ottoman empire and the Turkish republic, Londres, 1994, Avigdor LEVI (ed), The jews of the Ottoman Empire, Princeton, 1994) se ha analizado las diferentes comunidades instaladas en las tierras del sultán, desde Argelia hasta Salónica y Sarajevo. La libertad que disfrutan en la tierra de acogida posibilita la aparición de una extensa literatura rabínica y de realizaciones culturales y folkloricas que han sido descritas y publicitadas en los últimos años. El V centenario de la expulsión de los sefardíes de la Península Ibérica fue una época en la que se realizaron un gran número exposiciones, publicándose varios volúmenes en los que se reseñaba la vida de esta comunidad dentro del mundo turco. 54 Las claves detalladas sobre este proceso historiográfico han sido fijadas por Fikret ADANIR, “Balkan historiography related to the Ottoman Empire”, en Kemal H. KARPAT, Ottoman Past and Today´s Turkey, Leiden, 2000, pp. 236-252.

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elemento diferenciador son los pilares básicos de este tipo de escritos55. El paso de la mayor

parte de los países balcánicos a la esfera de poder de la Unión Soviética después de la

Segunda Guerra Mundial supone el triunfo del materialismo histórico para describir su

pasado otomano. Si la historiografía anterior tenía una inspiración claramente nacionalista-

nacionalista, después de 1945 se acepta sin discusión la periodización de la historia según

el esquema de los modos de producción. El análisis del feudalismo osmanlí sobre las tierras

del Balkan será la cuestión más estudiada durante estos años, en especial las características

del timar. En contra de los que se podría presuponer, la historiografía balcánica seguirá

incidiendo en la importancia de cada uno de los grupos humanos que conforman el

complicado universo cultural y étnico balcánico. Las reivindicaciones nacionales y

nacionalistas no desaparecen dentro del internacionalismo socialista, como tampoco la

importancia de los elementos religiosos en el pasado de cada uno de estos países. Sobre este

tema se pueden encontrar visiones contrapuestas por la identificación y descripción de las

elites religiosas cristianas con el dominio de la tierra y el pactismo de las mismas con los

invasores islámicos. Uno de los tópicos que más se repite es el carácter revolucionario de

las poblaciones sometidas por la Sublime Puerta, dispuestas siempre a generar

sublevaciones contra el invasor. Los problemas de esta visión de las historias nacionales

basadas en el etnocentrismo y la importancia una colectividad, como es el milliet,

organizado en función de una confesión religiosa, genera problemas con los métodos de

análisis marxistas. La colaboración de las elites religiosas y burguesas con el poder de la

Sublime Puerta, especialmente evidente en la época de la descomposición del Imperio,

supone unas respuestas historiográficas muy variadas en cada uno de los países balcánicos,

especialmente evidentes para el caso de los fanariotas griegos. Lo que resulta más difícil es

el reconocimiento de la importancia de buena parte de estos grupos en la pervivencia de los

caracteres nacionales a lo largo de la Edad Moderna y Contemporánea en los diversos

estados balcánicos. En las últimas décadas del siglo XX aparece una nueva corriente

historiográfica que rehabilita a las burguesías nacionales, e incluso a patriarcas y popes,

para dar coherencia a la creación de historias en las que se ensalza el valor de cada uno de

los pueblos balcánicos.

55 Paschalis M. KITROMILIDES, “´Imagined Communities` and the Origins of the National Question in the Balkan”, European History Quaterly, 19, 1989, pp. 149-194.

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El dominio otomano en la península, además de dejar huellas lingüísticas,

arquitectónicas y culinarias, supone variaciones considerables en los lugares de

poblamiento de los diferentes grupos étnicos y religiosos. Un estado-nación que se ha

conformado atendiendo a un pasado remoto, en alguna medida imaginario, y una

identificación religiosa, sin embargo tienen dentro sí amplios sectores de población

islámica de muy diversa procedencia. La conversión de eslavos y griegos al Islam es un

proceso muy lento que se produce en el siglo XV y, en especial, en los siglos XVII y

XVIII. El análisis de esta cuestión ha generado trabajos muy interesantes, aunque algunos

de sus resultados han sido mal usados por los poderes políticos de algunos de estos estados.

Una de las líneas de trabajo que tiene en la actualidad una mayor pujanza es la que intenta

reconstruir las formas de vida de las sociedades sometidas por la Sublime Puerta. Para

poder llevarlas a la práctica ha sido necesario actualizar los estudios sobre la demografía en

la época otomana, el valor de los monasterios y de los eclesiásticos en la pervivencia de las

culturas autóctonas y las estructuras familiares. La reciente historia de los Balcanes ha

mostrado que la nueva historiografía sobre la época otomana no ha logrado destruir los

mitos románticos en los que se basaron los movimientos nacionalistas. Otomano, y en

general turco, se identifica con el Islam, la opresión y la violencia, los conquistadores que

lograron generar un paréntesis evolutivo en las sociedades balcánicas alterando el reparto

étnico y cultural del territorio. No se reconoce que el gobierno de los sultanes supuso la

creación de un sistema pluriétnico y plurirreligioso por no acomodarse estos logros con los

ideales propuestos por el triunfante nacionalismo balcánico.

El panorama de los estudios árabes sobre la historia otomana tiene unas

características semejantes a las descritas para el mundo balcánico y el turco. La creación de

estados independientes después de los procesos de descolonización genera la aparición de

una historiografía nacionalista que tiene unas visiones muy negativas de los siglos de

dominio de la Sublime Puerta. Los otomanos son unos conquistadores a los que hay que

oponerse, siendo frecuente las referencias a los procesos de reacción a su dominio a lo largo

de la historia de estos países. Incluso, en algunas historias generales sobre el mundo árabe,

se llega a silenciar su significación para la historia de la Edad Moderna en esta parte del

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Viejo Mundo56. Sin embargo, en los últimos años la fuerte impronta de maneras de historiar

europea, así como la especialización de muchos de los nuevos historiadores en las nuevas

corrientes historiográficas, ha cambiado completamente el panorama. La formación de

centros de investigación y la creación de cátedras de turcología57, ha deparado excelentes

trabajos sobre estructuras urbanas, relaciones políticas y comerciales, estudios

demográficos, formas de organización del poder, etc, que están deparando una ingente

producción bibliográfica que está variando muchas de las ideas prefijadas sobre este

territorio y la propia historia del Imperio Otomano.

En estas páginas hemos intentado reseñar las nuevas corrientes historiográficas

sobre el Imperio Otomano, haciendo especial referencia a las publicaciones aparecidas en

los últimos diez años. El estudio de los osmanlíes durante la Edad Moderna, como hemos

referido reiteradamente en estas líneas, ha tenido que luchar contra las consecuencias de la

reciente descomposición de un imperio multicultural y multireligioso. El nacionalismo

culturalista, ideología decimonónica que sigue teniendo demasiada fuerza a lo largo del

siglo XX, ha impedido, hasta épocas muy recientes, la actualización de los conocimientos y

las premisas del análisis del mundo que se gobierna desde la ciudad de Estambul. Este

factor, junto chovinismo de las diferentes escuelas históricas nacionales, ha generado que el

Imperio Otomano siga siendo una gran desconocido en el panorama historiográfico en la

actualidad, lo que explica que muchas de las interpretaciones que se realizan sobre la Edad

Moderna del Viejo Mundo sigan contando con un carencias que se podrían solventar

recurriendo a muchos de los excelentes obras que están produciendo los otomanistas en

estas últimas décadas.

56 `Abd al-´Aziz AL-DURI, The Historical Formation of the Arab Nation: A Study in Identity and Consciousness, Londres, 1987, esta obra fue publicada por primera vez en árabe en 1984 en Beirut. 57 Asociación de Estudios Otomanos de Beirut, fundada en 1986; Centro de Estudios Turcos de la Universidad de Mosul (1988); Centro Egipcio de Estudios Otomanos (1990); Asociación Magrebí de Estudios Otomanos (1989), etc. En los últimos años también se han fundado revistas especializadas en esta temática en muchos países árabes, siendo interesante referir la publicada por el Pr. A. Temimi en Túnez Arab Historical Review for Ottoman Studies.