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San Jerónimo EL GRECO, 1641 La traducción es ante todo una forma. Para comprenderla de este modo es preciso volver al origina!, ya que en él está contenida su ley, así como la posibilidad de su traducción. Walter Benjamin, La tarea del traductor ríticn de traducciones

El modernismo en el posmodernismo. Consideraciones acerca de

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San JerónimoEL GRECO, 1641

La traducción es ante todo una forma. Paracomprenderla de este modo es preciso volver alorigina!, ya que en él está contenida su ley, así

como la posibilidad de su traducción.Walter Benjamin, La tarea del traductor

ríticn detraducciones

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EL MODERNISMO EN EL POSMODERNISMOConsideraciones acerca de la traducción de

Oscar Wilde al español actualSUSANA LOZANO

Es sorprendente que la obra en-sayística de Oscar Wilde apenas hayasido traducida al castellano, algo queresulta todavía más llamativo si locomparamos con el considerable nú-mero de traducciones que a lo largo detodo el siglo XX se han hecho de susobras de teatro y de sus cuentos. Perolo auténticamente insólito es el queen los albores del siglo XXI se hayaproducido un interés tan grande pordos de los ensayos de Wilde que hayallevado a tres editores a publicarlos endiferentes ediciones madrileñas enmenos de dos años.

En el año 2000 aparece la primerade estas traducciones de La decadenciade la mentira realizada por María LuisaBalseiro con la editorial Siruela, y en el2002 otra de Luis Martínez Victorio conla Colección Bilingües de Base de laeditorial Langre, traducciones ambasde una obra que vio la luz en inglés enel año 1889.

También en el año 2000 Espasapublica en castellano la obra El críticocomo artista traducida por León Mirlas,e inmediatamente después, en el 2002,aparece otra traducción de este mismoensayo en este caso realizada por LuisMartínez Victorio también con Langre.Dos traducciones de una misma obraque fue publicada originalmente en1890, y de la que sólo contábamoshasta ahora con una traducción -lade una primera edición de Espasaaparecida en 1968 también de Mirlas-.

¿Qué puede justificar el enorme es-

fuerzo que supone el que unas obrasapenas traducidas en un siglo, seanpublicadas dos veces en menos de dosaños?

Sólo la calidad de la segunda tra-ducción, la realizada por MartínezVictorio y publicada en una ediciónbilingüe por la editorial Langre.

Los aspectos que determinan elinterés de estas obras retraducidas en2002 son varios y de diferente índole, ytodos juntos consiguen que estas dostraducciones tengan un peso específicofrente a las realizadas anteriormente.

LAS TRADUCCIONES DEMARTÍNEZ VICTORIO

Por un lado, objetivamente el pu-blicar una edición bilingüe de cualquierobra traducida ya supone una enormeventaja sobre la que no lo es, ya queofrece al lector la oportunidad decomparar a golpe de vista el textooriginal y la versión que nos ofrece eltraductor, proporcionándole un dobledisfrute: el de la versión traducida y elde la original, estableciéndose así unavirtual conversación mental entre elautor, el traductor y el propio lec-tor, lo que indudablemente lleva a unalectura mucho más rica y profunda deltexto -a veces por identificación y otraspor oposición con la traducción pro-puesta-. Algo que sería deseable encualquier lengua -unos pocos lectoresconocedores en alguna medida de lalengua original ya justificaría artística e

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intelectualmente la edición bilingüe-,pero en el caso de las traducciones dela lengua inglesa resulta no sólo de-seable cualitativamente, sino tambiéncuantitativamente por el gran númerode personas que actualmente tienen elinglés como segunda lengua.

Por otro lado, en este caso contamoscon una traducción realizada por unauténtico especialista. Un traductorque no sólo conoce profundamente lasdos lenguas con las que ha trabajado,sino que también es un experto en elautor de los textos que él ha traducido.Lo que constituye un indudable garan-te de las interpretaciones propuestasdel texto original, ya que su traducciónestá profundamente arraigada en todala obra de Oscar Wilde, en el cono-cimiento que Martínez Victorio tiene desu producción artística y de su pen-samiento, por lo que su versión deestas dos obras de Wilde está con-textualizada sutil y razonablemente.

Esta condición -la de especialista enun autor-, sin embargo, no siemprees suficientemente valorada. Probable-mente por mero pragmatismo tanto delas editoriales como de los propiostraductores -muchas veces abocados aaceptar la mayor parte de lo que se lesofrece-. Una situación que no deberíadarse por el mismo motivo por el quepara realizar una traducción espe-cializada -medicina, informática, tauro-maquia, etc.- habitualmente se intentacontar no sólo con un profundo co-nocedor de ambas lenguas, sino tam-bién con un traductor que además seatambién especialista en la materia,conocedor del estado de la cuestión yde los entresijos comunes en los que sesumerge el texto específico que ha detraducir. Un traductor capaz de leerentre líneas en el idioma original y deescribir también entre líneas en laversión que nos ofrezca, recogiendo no

sólo lo que el texto dice sino también,en la mayor medida posible, lo que nodice. Algo que en el caso de autorescomo Oscar Wilde es imprescindiblepara poder llegar a atisbar su pen-samiento.

LA ADAPTACIÓN DE UNREGISTRO TONAL

La traducción de estas dos obrasescritas a finales del siglo XIX enInglaterra al español del siglo XXIplantea serios problemas de adap-tación, ya que no sólo supone traducirideas y palabras de un autor rigurosoen la elección de cada término utiliza-do, ambiguo y paradójico, y cuya prosarezuma un humor sutil y crítico, sinotambién la traducción de una forma dehablar intencionadamente artificiosaen una época a su equivalente en lanuestra, ya que este vehículo deexpresión elegido por Wilde está car-gado de significado, y no conseguirtraducir este registro tonal suponetraicionarlo.

Wilde articula su pensamiento enestos dos ensayos a través del diálogoentre dos dandis muy cultos que de-baten sobre el arte, la crítica, la verdady la mentira. Sobre lo que es y lo queparece. Esta forma dialogada, muchasveces irónica, quita severidad a lo quehubiera sido un discurso crítico enprimera persona, y confiere un ciertocarácter espontáneo a los textos, lo queles hace parecer fáciles, ligeros. Y nadamás lejos de la realidad, ya queesta espontaneidad es sólo aparente,no tiene nada de improvisación, yconstituye una paradoja más dentro deestos dos ensayos: la de servirse de unvehículo ligero para tratar un materialde profundo calado.

Además, el lenguaje utilizado por losaristócratas protagonistas de ambos

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diálogos es un lenguaje imposible. Noes un lenguaje realista ni verosímil eslo que podríamos llamar intencionada-mente artificial. Y ésta es quizá una delas grandes dificultades de la traduc-ción. ¿Cómo traducir ese diálogo culto,profundo y paradójico, pero aparen-temente ligero y artificial, expresadoen un lenguaje coyuntural en plenaInglaterra finisecular, a un diálogodentro en castellano actual, adaptado anuestro entorno semántico, sin ser niarcaico ni vulgar? ¿Cómo trasladar elregistro de la modernidad inglesa al dela posmodernidad castellana? ¿Cómomarcar artificialmente un lenguajepara que parezca espontáneo pero a lavez no lo sea y consiga transmitirnosesa cualidad paradójica inherente for-mal y conceptualmente a Oscar Wilde?

Martínez Victorio aunque no intentamodernizar el texto, con la traducciónminuciosa que hace de las palabras yde los conceptos de forma consistente,y con la profunda comprensión quemanifiesta del pensamiento wildeano,logra este objetivo.

Otra de las dificultades que ofrece elestilo de Wilde es la frecuente con-catenación de palabras. Por ejemplo,varias palabras seguidas terminadasen -ly en inglés pueden tener ciertamusicalidad, pero en castellano suequivalente (-mente) repetido suce-sivamente, produciría un efecto demonotonía y pesadez, algo que eludeMartínez Victorio a través del uso deperífrasis que a veces le llevan apárrafos excesivamente largos quefinalmente simplifica, evitando así quela profusión de palabras enmascare elconcepto que encuentra su formaidónea en la sencillez gramatical yestructural de la lengua inglesa. Eneste sentido, la redistribución que dealgunas comas (,) y punto y comas (;)hace el traductor resulta una eficaz

solución, traduciendo con ello no sólopalabras, registros y conceptos, sinotambién la sintaxis inglesa a la sintaxiscastellana. Si bien, siempre de formamesurada y prudente en extremo,respetando, por ejemplo, los puntos yaparte (.) del autor, lo que nos permiteacercarnos estructural y limpiamentedesde el castellano al pensamientowildeano y comprender sus razona-mientos en las expresiones formales(párrafos) de lo que el autor del textooriginal considera ideas completas.

Con todo esto Martínez Victoriologra en gran medida imprimir a lasfrases en castellano un ritmo másrotundo del que obtendría si dejara a latraducción seguir su vuelo libremente,sin tener en cuenta estos márgenesautoimpuestos, en un difícil equilibrioentre la libertad de traducción y lafidelidad rigurosa al texto, sin perdernunca de vista en la traducción de loselementos mínimos el carácter globaldel texto, negociando continuamente alo largo de toda la traducción entre laextensión de las frases traducidas alcastellano y el ritmo y la rotundidadque se desprende de las frases origina-les en inglés, inevitablemente siempremás cortas.

Sin embargo, formalmente, el tra-ductor suprime en todos los casos eluso arcaizante que Wilde da a las ma-yúsculas presentes en algunos nom-bres comunes en inglés. Por ejemplo,en el texto original se habla de Truth,Life, Nature, mientras que en la versióntraducida aparece verdad, vida, natura-leza. Algo que a veces puede resultardiscutible, como en . . . whüe Life -poor,probable, uninteresting human life- tiredof repeating herself. . . {La decadenciade la mentira 88), que pasa a ser . . .mientras la vida -la pobre, previsible einsulsa vida humana-, cansada derepetirse a sí misma . . . (89), donde se

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pierde el matiz que propone Wilde entrela vida con mayúsculas y la vida conminúsculas.

Otro dilema lo ofrecen algunos tér-minos de paradójica traducción comoPersons al comienzo de los diálogos,traducido adecuadamente por Perso-najes; o la palabra Romance, traducidasistemáticamente por fábula -p. ej., enFacts are not merely finding a footing-place in history, but they are usurpingthe domain of Fancy, and have invadedthe kingdom of Romance. (La decaden-cia de la mentira 84), traducido por Loshechos no sólo se están afianzando enla historia, sino que están usurpando eldominio de la imaginación y haninvadido el reino de la fábula, (85),donde no sólo confirmamos la ade-cuación de la traducción del términomencionado sino también una correctatraducción de las comas-.

Ambos ensayos están además cua-jados de citas y títulos de obras engriego, alemán, italiano, francés...indudablemente desconcertantes parael lector inglés desconocedor de estaslenguas. Martínez Victorio acertada-mente las mantiene en su idiomaoriginal dentro del texto traducido alespañol, produciendo el mismo efectode mosaico fragmentado, a veces ina-prensible, que tiene el texto inglés. Sibien, los títulos o citas de obras in-glesas sí son traducidas al español(p. ej., en El crítico como artista 148-9).

No obstante, Martínez Victorio, enaras de la comprensión total del textotraducido, da cumplido detalle del sig-nificado de los insertos escritos en len-guas extranjeras dentro de las obras eninglés en las Notas al final de ambastraducciones. Una información precio-sa y costosa, a la que hay que añadir laproporcionada en las Introducciones alos dos ensayos escritas ambas por elpropio traductor, donde encontramos

claves definitivas para la comprensióndel texto, claro objetivo final de cual-quier traducción que se precie.

CONCLUSIÓN

Estas traducciones así adquierenel rango de paradigmáticas no sólopor las consideraciones metodológicasreferidas anteriormente que culminanen las rigurosas versiones castella-nas de ambos textos elaboradas porMartínez Victorio, sino también por lapresencia de diferentes elementos pa-ratextuales que apoyan la traducciónotrora desnuda del texto, paliandoasí la ineludible traición que todatraducción conlleva -no olvidemos lasombra negra que pesa sobre la tra-ducción que tan justa y brevemente ex-presa el proverbio italiano "Traduttore,traditore"-.

Estos elementos paratextuales sontres. En primer lugar, la presencia delos textos originales en paralelo con eltextos traducidos, en segundo, las pro-lijas Notas del traductor al final de lasobras traducidas, y, por último, lasprofundas Introducciones, también es-critas por el traductor, que antecedena las traducciones presentando a lasobras.

Indudablemente, todo esto es cos-toso, intelectual y económicamente, pa-ra el traductor y para la propia edi-torial que acomete tal esfuerzo, perola consistencia y la calidad final delas traducciones lo justifican sobrada-mente. Como reza otro proverbio, "todolo que merece ser hecho, merece serbien hecho".

Susana Lozano

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