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El Narrador

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El narrador de una historia

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EL NARRADOR DE LA HISTORIA Encontrarle la voz al relato no es un tema menor, sino una de las tareas más arduas a las que se enfrenta el escritor. Elegir la voz exacta que coincida con las necesidades internas del escritor y las del relato es posiblemente la elección más difícil a tomar en un texto y en cualquier caso es un tema ineludible. En todo caso debes saber qué pretendes decir

para dar con el narrador que otorgará el tono a tu relato y establecer el punto de vista. Solo a través de la experimentación con el narrador se puede hallar lo que se denomina como voz natural o el llamado estilo. El narrador no es el autor

Hay que saber diferenciar; puesto que el narrador, su figura, no es en ningún momento el autor. El narrador es el intermediario, el portavoz que lleva el hilo del relato. Construir el narrador (cómo habla, cómo se expresa) es lo que llevara a buen puerto el texto. Hay que evitar a toda costa que la voz del autor se imponga por encima de la voz del narrador o de los personajes. El autor da la palabra al narrador, el narrador a los personajes. Debes saber cuál es tu perspectiva en cada caso, para respetar esa mirada personal con la que enfocamos los hechos narrados a través de tu narrador. Como autor, elegir al narrador puede cambiar la intención del texto. Cuando cambia la perspectiva, cambia la forma de captar el mundo. Posiblemente sea la primera elección a tomar en torno a los elementos del texto. En la génesis de una obra literaria, hay varias figuras que participan de ella. Tomando en cuenta una narración como un proceso de comunicación, se deben tener las dos figuras esenciales de esta: el receptor y el transmisor. El primero, aparentemente sería el lector, y el segundo, el autor, pero esto no es del todo cierto. Para que se logre crear una ficción narrativa convincente es necesaria la presencia de otras dos figuras: el narrador y el narratario. El Narrador es un “desprendimiento” o “desdoblamiento” del autor. Es quien emite el discurso literario. Debe ser lo suficientemente convincente como para evocar al narratario en el lector.

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El Narratario por su parte, es un “desprendimiento” o proyección del lector, el cual recibe el discurso literario de parte del narrador. Este narratario es quien se va a creer la ficción que le presenta el narrador, quien se dejará convencer y vivirá todas las emociones que le está transmitiendo. Cuando el destinatario de un relato es interno (que está dentro de la narración), podemos hablar de narratario. El destinatario interno de un texto narrativo es siempre conocido y preciso. Nido de víboras de Mauriac se inicia como una larga epístola dirigida por el narrador (Luis) a su esposa (Isa); El lirio en el valle de Balzac es una extensa carta, un largo relato expresamente dirigido a la condesa Natalie de Manerville. Pascual Duarte destina sus memorias al Señor Joaquín Barrera López Mérida. En los textos narrativos, este destinatario interno o narratario puede ser ficticio, como en los casos arriba mencionados, o verdadero. Ambas entidades forman parte del texto literario, pues mientras una elabora y estructura el discurso narrativo, el otro se deja seducir por el mismo. AUTOR

“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo” No es Juan Rulfo quien nos habla. Él escribió estas líneas, pero quien nos dice esto es una entidad distinta de Rulfo, una entidad que se generó en él, pero que también es muy diferente al hombre. Rulfo le da un nombre: Juan Preciado, pero no es necesario

que se llame así; es más, ni siquiera es obligatorio que tenga nombre. Esta entidad es quien conocemos como Narrador. El autor es el hombre o la mujer que escribe; es el ser humano, la figura histórica, el individuo parte de un tiempo y de una sociedad en particular (En el caso de Rulfo, es el hombre que nació en 1917 y murió en 1986, quien venía de Jalisco, quien fue burócrata y después escritor). Es quien en

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un momento de su vida se dispone a escribir una novela, un cuento, un relato. Al escribir, el autor se coloca “más allá” de la ficción literaria, está por encima de la ilusión provocada por su propio relato. Mientras escribe, desempeña el papel del constructor del relato. El narrador siempre será un “segundo yo” o una “proyección” del autor. NARRADOR

“Estábamos en la sala de estudio cuando entro el director seguido de un novato con traje de aldeano y un bedel cargado con su pupitre” Cuando se leen estas líneas, el inicio de Madame Bovary, nos encontramos a una entidad diferente de Gustave Flaubert. Aunque inicia con un “Estábamos”, la novela entera la dirá en tercera persona, sabrá todo de todos los personajes y también dará a veces sus propias opiniones de lo que está pasando dentro de la ficción. ¿Quién habla? En el teatro, el problema no se plantea. El autor sale de la escena, se sienta en la platea, y da la palabra a sus personajes. En la novela, en cambio, el autor da la palabra a un narrador, y éste eventualmente a sus personajes. El narrador no se identifica totalmente con el autor de la obra, ni siquiera cuando la narración se vale de la primera persona, pues el “yo” de la ficción no es el “yo” de quien escribe una solicitud de empleo o de quien paga la renta. El narrador parte del autor, pero al ingresar al terreno de la ficción se vuelve otra persona, otra entidad. El narrador es el sujeto de la enunciación del discurso, en el que el personaje dice “yo”. (Sin importar en que persona gramatical esté enunciando). En el narrador se combinan dos protagonistas de la ficción narrativa: el que ve u observa y el que narra. Dicho de otra manera, el narrador es quien tiene el “foco” (punto de vista) y la voz (La capacidad para enunciar). No se identifica totalmente con el autor de la obra, ni siquiera cuando la narración se vale de la primera persona, pues el “yo” de la ficción no es el “yo” de quien escribe una solicitud de empleo o de quien paga la renta. A pesar de que el narrador se nutre de los conocimientos y de la visión del mundo del autor, el primero se distancia del segundo en la

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medida en que representa un papel independiente en la obra, aún en el caso de la literatura “En abismo”. El narrador es un personaje más, pero se mueve en un plano diferente al de los demás personajes. Puede ser parte de la acción narrativa (Como Juan Preciado de Pedro Páramo) o puede quedarse al margen de ella como una fuerza externa (Como el omnisciente de Madame Bovary) . Además del papel que pueda tener el narrador como personaje en la obra literaria, tiene otro: es el que estructura el relato. “Conocí a Dean poco después de que mi mujer y yo nos separásemos. Acababa de pasar una grave enfermedad de la que no me molestaré en hablar exceptuando que…” Este es un ejemplo de la literatura “en abismo”. Cuando leemos el inicio de “En el camino” de Jack Kerouac, el narrador nos evoca con una primera persona. Si conocemos la vida del autor, sabemos que este es un texto autobiográfico. Sin embargo, no es el autor quien nos habla. El narrador de “en el camino” se ha distanciado de Kerouac en la medida en que puede estructurar el discurso literario en el que está, y al mismo tiempo está participando del mismo. En este caso el narrador-personaje y el autor son muy parecidos, en este caso, se dice que hay un “autor implícito” muy fuerte en el relato. AUTOR IMPLÍCITO

Cuando Flaubert dice: “Acabaron de hablar con harta frecuencia de cosas ajenas a su amor, y Emma, en sus cartas, hablaba de flores, de versos, de luna y de estrellas, recursos ingenuos para una pasión débil, que recurría para robustecerse, a ayudas exteriores…” Quién está hablando es el narrador, pero

al dar su opinión en la descripción, le está dando cabida al autor implícito. Esta entidad es la presencia que tiene el autor como persona con una determinada moralidad, ideología y cosmovisión, dentro del relato. El párrafo presentado con anterioridad se puede dividir en dos partes: la primera es pura descripción (Las cosas de las que hablaba Emma Bovary, que termina hasta “estrellas”), pero en la segunda, el narrador refleja lo que piensa el autor de dichas acciones del personaje. Es en ese comentario, en donde se ve la presencia de Flaubert, es decir, al autor implícito dentro del narrador.

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CONCLUSIONES

El narrador es una entidad distinta al autor. No solo comunica la historia al virtual lector (narratario); también puede explicitar que él es el organizador del discurso narrativo, y puede aparecer como personaje, como testigo o incluso tratar de manipular al lector con sus comentarios, explicaciones, justificaciones y otras manifestaciones de su criterio respecto de lo que se narra (autor implícito). Siempre va a señalar la distancia entre él y sus personajes, y puede llegar al extremo de cederles la palabra, pero nunca les dejará estructurar el relato. TIPOS DE NARRADOR

El narrador puede ser conjugado en tres personas: “yo”, “tú” y “él”. Se dice que el narrador en primera persona es el más cercano al autor. La narración en segunda es más cercana al lector (aunque menos común), y la narración en tercera es “neutral”. Es tan cercana a uno como al otro.

El narrador puede enfocar los hechos desde dentro (interno) o desde fuera (externo) del relato, según sea su perspectiva. De esta manera los clasificamos en tres grupos:

a) Omnisciente. El narrador es superior al personaje, lo ve todo y lo sabe todo.

b) Testigo. El narrador sabe menos que el personaje. c) Protagonista. El narrador está en el mismo plano que el personaje.

Ejemplos: Narrador tercera persona omnisciente: “Cuando José llegó, cansado de tanto trabajo en la misma oficina, cansado de caminar las mismas calles, cansado de subir los mismos veinticinco escalones, cansado, en fin, de su vida, saludó con su esposa y se sacó los zapatos que lo estaban matando…” Narrador primera persona testigo: “Cuando José llegó, me saludó con un beso como siempre. Respiraba pesadamente, quizá por subir los escalones hasta nuestro departamento. Luego se quitó los zapatos como siempre hacía cuando llegaba a casa…” Narrador primera persona protagonista:

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“Cuando llegué al departamento, después de trabajar ocho horas, caminar casi una hora y subir no sé cuántos escalones, me sentía exhausto; exhausto y aburrido de la misma rutina. Ahí estaba mi esposa. La saludé con un beso y me quité los zapatos porque los pies me dolían…” Narrador en segunda persona (poco común; puede confundirse con el narrador testigo): “Entraste al departamento respirando pesadamente. Me besaste como un autómata en señal de saludo y te quitaste de inmediato los zapatos…" EL NARRADOR Y LOS PERSONAJES

Los que causan o sugieren los acontecimientos son los personajes. Las voces no solo se escuchan en los diálogos sino cuando el narrador cuenta lo que les paso. Los personajes buscan un lenguaje del que el narrador les provee. El narrador puede contar directamente las cualidades de los personajes o elegir de forma indirecta e indicar el hecho a deducir del carácter de él personaje. Así, desde ese punto de vista, los personajes tendrán la voz que el narrador les provee. No hay que olvidar la diferencia entre narrador y personajes. Del tipo de narrador elegido depende no solo el ritmo y el clima de lo narrado sino también la historia misma. VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE CADA NARRADOR.

Narrador Omnisciente:

Si necesitas entrar y salir de las conciencias de tus personajes te irá bien el narrador omnisciente, es el más indicado para contar hechos insólitos o poco probables. Es útil para contar lo más increíble. Tiene un conjunto de conocimientos más amplio que el del personaje. Juega y opina. Elige un ángulo de visión desde donde nada se le escapa. Es la voz de la épica y de las noveles del siglo XIX. La visión total responde a estas características: - una voz que no se sabe de dónde proviene. - Puede saber lo que va a ocurrir y lo que ocurrió. - No tiene un lugar fijo

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- No participa en los acontecimientos - No hace ninguna alusión a sí mismo - Tiene control de todo. - Puede meterse dentro de los personajes. - Interpreta la oposición de los personajes - Se mueve sin trabas en el tiempo y el espacio - Hace juicios - Deja poca libertad al lector. Narrador testigo o narrador objetivo:

Si prefieres mostrar a los personajes a través de sus acciones y actitudes, te ira bien el narrador testigo o narrador cámara. Conviene usarlo, por ejemplo, en la literatura policíaca en la que el narrador y lector deducen juntos lo que ven. La visión total responde a estas características: - una voz que se sabe de dónde proviene. - No sabe lo que va a ocurrir y lo que ocurrió. - Se mueve junto a la historia - Puede participar en los acontecimientos de manera secundaria - Como cualquier ser humano, no puede meterse dentro de otros personajes. - Interpreta lo que observa - Hace juicios - Da mucha libertad al lector. Narrador protagonista

Un narrador en primera persona tiene todas las limitaciones de un ser humano. Está obligado a informar sólo lo que sabe. El lector empatiza más con este narrador pues, al relatar en primera persona, este tiene acceso a su mente, sus sueños, sus recuerdos. Es una voz más cercana. La visión total responde a estas características: - Una voz definida en la historia. - Saber lo que ocurrió pero no lo que va a ocurrir - No tiene un lugar fijo - Participa activamente en los acontecimientos - Interpreta la oposición de los personajes como cualquier ser humano, desde sus propias limitaciones - Hace juicios - Da mucha libertad al lector.

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Otra posibilidad es el multiperspectivismo, donde se superponen voces y crea un efecto tridimensional pero es complicado con estos narradores mantener un buen equilibrio sobre la línea argumental HACIENDO LA FICHA DEL NARRADOR

El narrador debe ser coherente consigo mismo. Tienes que controlar este aspecto y se consigue conociendo bien al que habla. Para ello te será útil confeccionar su ficha como si fuera un personaje más. Recuerda el narrador debe tener rasgos propios, como el personaje principal. La ficha del narrador contiene

datos como su descripción física y psicológica. Un relato narrado por un niño de nueve años será diferente a la misma historia contada por una mujer de 80. Aunque para un cuento, hacer una ficha de narrador pueda costarnos demasiado tiempo, sí es importante aclarar desde un principio, por lo menos mentalmente, de quién se trata el narrador. Es importante, así mismo, tener en cuenta el tipo de educación o de conocimientos que tiene el narrador para no equivocarnos con el diálogo narrativo. Existen expresiones que el lector no podría aceptar o considerar “naturales” de parte del narrador harían que la historia pierda su consistencia.