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¡Arriba esos corazones! ¡Es su hora de vivir el Amor y Donarse a sí mismos, hasta llegar a Dios! 104 años me llevó completar mi camino con mi Vida, y cada paso valió la pena. ¡Ya saben cómo hacerlo! Los estaremos esperando al final de su última estación... ... El Vía Crucis de Cada Uno Clarence Enzier En memoria de Carlos Arturo Abularach Luna

El Víacrucis de Cada Uno, Clarence Enzler - Orden de Impresión

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Hermoso y diferente viacrucis, muy apropiado para la espiritualidad actual.Para imprimirlo de lado y lado, y luego doblarlo a la mitad para que quede como librito.Traducción libre

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¡Arriba esos corazones! ¡Es su hora de vivir el Amor y Donarse a sí

mismos, hasta llegar a Dios! 104 años me llevó completar mi camino con mi

Vida, y cada paso valió la pena. ¡Ya saben cómo hacerlo!

Los estaremos esperando al final de su última estación...

...

El Vía Crucis de Cada Uno

Clarence Enzier

En memoria de

Carlos Arturo Abularach Luna

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"Esta es nuestra fe, ésta es la fe de la Iglesia"

Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

Diario de María Martín Valverde

Te miro a los ojos y entre tanto llanto parece mentira que te hayan clavado. Que seas el pequeño al que he acunado y que se dormía tan pronto en mis brazos, el que se reía al mirar el cielo y cuando rezaba se ponía serio. Sobre este madero veo aquél pequeño que entre los doctores hablaba en el Templo, que cuando pregunté, respondió con calma que de los asuntos de Dios, se encargaba. Ese mismo niño, el que está en la cruz, el Rey de los hombres, se llama Jesús Ese mismo hombre ya no era un niño cuando en esa boda le pedí más vino. Que dio de comer a un millar de gente y a pobres y enfermos los miró de frente. Rió con aquellos a quines más quiso y lloró en silencio al morir su amigo. Ya cae la tarde, se nublan los cielos.. pronto volverás a tu Padre Eterno. Duérmete pequeño, duérmete mi niño, que yo te he entregado todo mi cariño. Como en Nazareth, aquella mañana,: “¡He aquí tu sierva, he aquí la esclava!”

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Introducción

Mateo 16, 21-28

Habla Cristo:

En estas catorce estaciones que estás a punto de empezar a recorrer tú no vas sólo: Yo caminaré contigo.

A pesar de que tú eres tú y Yo soy yo, en realidad somos solamente uno, un Cristo: tu eres como mi "otro yo".

Por lo tanto, mi vía crucis hace dos mil anos, y el tuyo ahora, son también solamente uno.

Pero nota esta diferencia: mi vida estuvo incompleta hasta que la coroné con mi muerte. Tus catorce estaciones no estarán completas hasta que las hayas coronado con tu propia vida.

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1ra. Estación:

Jesús condenado a muerte Hebreos 13, 17

Habla Cristo:

Mi otro yo: en las manos de Pilatos yo veo la voluntad de mi Padre. Aunque Pilatos es injusto, él es el gobernador legal, y como tal tiene poder sobre mí.

Y así... el Hijo de Dios obedece.

Si yo puedo inclinarme ante las reglas de Pilatos Porque esa es la voluntad de mi Padre: ¿puedes tú rehusarte a obedecer a aquellos que yo he puesto sobre ti?

Yo respondo:

Mi Jesús, Señor mío y Dios mío, la obediencia te costó a Tí la vida, de mí reclama tan sólo un acto de voluntad -nada más que eso-, y sin embargo: que difícil es para mí doblegarme.

Por favor ¡Señor!: remueve las vendas de mis ojos, para que yo pueda discernir cuando es a Ti a quien obedezco en aquellos que gobiernan sobre mí:

El “Señor” eres tú.

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A LA VIRGEN DE LOS DOLORES

Señora y Madre nuestra: tu estabas serena y fuerte junto a la cruz de Jesús. Ofrecías tu Hijo al Padre para la redención del mundo. Lo perdías, en cierto sentido, porque El tenía que estar en las cosas del Padre, pero lo ganabas porque se convertía en Redentor del mundo, en el Amigo que da la vida por sus amigos. María, ¡qué hermoso es escuchar desde la cruz las palabras de Jesús: "Ahí tienes a tu hijo", "ahí tienes a tu Madre". ¡Qué bueno si te recibimos en nuestra casa como Juan! Queremos llevarte siempre a nuestra casa. Nuestra casa es el lugar donde vivimos. Pero nuestra casa es sobre todo el corazón, donde mora la Trinidad Santísima. Amén.

2da. Estación:

Jesús toma la cruz 1 Pedro 5, 6-11

Habla Cristo:

Esta cruz, este pedazo de madera, es lo que mi Padre escogió para mí. Las cruces que tú tienes que soportar son, en gran medida, producto de tu vida cotidiana, y, sin embargo, también fueron escogidas por mi Padre para ti:

Recíbelas de Sus manos.

Levanta tu ánimo mi otro yo. Y ten presente que no dejaré que tu carga aumente ni siquiera una onza por encima de tus fuerzas.

Yo respondo:

Mi Jesús, mi Señor, en tu nombre: tomo mi cruz.

Le doy la bienvenida a las situaciones comunes que tan frecuentemente marca mis días, las incomodidades de cualquier tipo, el calor del verano, el frío del invierno, mis contrariedades, mis tensiones, mis obstáculos, mis limitaciones, mis preocupaciones...

Recuérdame frecuentemente, que al cargar mi cruz cargo también la tuya. Y aunque yo cargo tan solo una astilla de tu cruz, Tú, a cambio, cargas toda mi cruz excepto por una astilla.

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3ra. Estación:

Jesús cae por primera vez

2 Corintios 12, 7-10

Habla Cristo:

El mismo Dios que creo el universo,

y quien con su sola voluntad lo mantiene existiendo, se convierte en hombre, hombre demasiado débil para soportar el peso de un pedazo de madera...

¡Cuan humano es el Hijo de Dios en su debilidad!

Mi Padre lo deseó así. De otra manera yo no podría ser tu modelo.

Mi otro yo, si puedes también tú deberás soportar sin protestar tus fragilidades humanas.

Yo respondo:

Señor Jesús ¿cómo podría rehusarme? Yo con humildad acepto mis debilidades, mis irritaciones y malos ratos, mis dolores de cabeza y mi fatiga,

Todas las limitaciones de mi cuerpo, de mi mente y de mi alma.

Debido a que ellos son tu voluntad para mí, yo alegremente sufro estas limitaciones de mi humanidad.

Alma de Cristo

Alma de Cristo santifícame, Cuerpo de Cristo sálvame, Sangre de Cristo embriágame, Agua del costado de Cristo lávame.

Pasión de Cristo confórtame, Oh buen Jesús óyeme Dentro de tus llagas escóndeme, No permitas que me aparte de Ti.

Del enemigo defiéndeme, En la hora de mi muerte llámame Y mándame ir a Ti, Para que con tus santos te alabe, Por los siglos de los siglos.

Amén

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Conclusión

Habla Cristo:

Te dije al empezar este vía crucis, mi otro yo, que mi vida no estuvo completa hasta que la coroné con mi muerte. Así mismo, tu camino no estará completo a menos que lo corones con tu vida. Acepta cada momento tal y como viene, con fe y confianza en que todo lo que ocurre está sellado con mi marca. Un simple fiat es todo lo que se requiere, un susurro en tu corazón: "Así sea, Señor". Así que no me busques en lugares lejanos y apartados. Yo estoy siempre "a la mano", en tu puesto de trabajo, tu oficina, tu cocina... estos son altares donde tu ofreces amor y yo estoy contigo allí. ¡Anda ahora! ¡Levanta tu cruz!, y con tu propia vida... ¡completa tu camino!

4ta. Estación:

Jesús encuentra

a su Madre Lucas 2, 25-35

Habla Cristo:

Mi madre mira mis azotes. Mira cómo me patean y que me tratan como a una bestia. Ella cuenta todas y cada una de mis heridas. Pero, a pesar de que su alma llora desesperadamente en agonía, ninguna protesta escapa de sus labios... Ni siquiera admite que entren en sus pensamientos

Ella comparte mi martirio y yo comparto el suyo. No ocultamos a nuestros ojos ningún dolor, ningún pesar.

Esta es la voluntad de mi Padre.

Yo respondo:

Mi Jesús, ¡Señor!, Sé lo que me estás diciendo: mirar el dolor de aquellos a quienes amamos es más difícil que soportar nuestro propio dolor.

Al tomar mi cruz y seguirte, yo también debo detenerme y mirar el sufrimiento de mis seres queridos: las angustias, las enfermedades y las penas de aquellos a quienes amo. Al mismo tiempo, debo dejar que ellos miren mi propio sufrimiento...

Yo creo verdaderamente que para aquellos que te aman,

todas las cosas tienen una razón de ser y terminarán en bien.

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5ta. Estación:

Simón ayuda a Jesús

Mateo 27, 27-32

Habla Cristo:

Mis fuerzas se han agotado; no puedo más cargar la cruz por mí mismo. Por ello, los legionarios hacen que Simón me ayude. Este Simón se parece a ti, mi otro yo. Dame tu fuerza. Cada vez que quitas un peso de la espalda de otra persona, es como si con tu propia mano levantaras el horrible peso de la cruz que me oprime y me aplasta.

Yo respondo:

Señor, permíteme darme cuenta que cada vez que limpio un plato, levanto un objeto del piso, ayudo a un niño en alguna pequeña tarea, o le doy a otro el paso en la calle o la tienda; cada vez que doy de comer al hambriento, visto al desnudo, enseño al ignorante o doy cualquier tipo de ayuda, sin importar a quién: mi nombre es Simón. Y que la bondad que les brindo a ellos, en realidad te la estoy dando a Tí.

14va. Estación:

Jesús es sepultado

Habla Cristo:

Así termina mi vida mortal.

Pero ahora otra vida empieza para María, y para Magdalena, para Pedro y para Juan, y para tí.

El trabajo de mi vida está terminado, mi trabajo adentro y a través de mi iglesia debe ahora comenzar.

Pienso en tí, mi otro yo. Día tras día, desde ahora en adelante sé mi apóstol - víctima, santo. -.

Yo respondo:

Mi Jesús, Señor, tú sabes que la vehemencia de mi espíritu es tan fuerte como mi carne es débil.

Las enseñanzas que no pudiste impartir, los sufrimientos que no pudiste sobrellevar, los trabajos de amor que ya no pudiste hacer en tu corta vida en esta tierra, déjame impartirlos, sobrellevarlos y hacerlos a través de Tí. Pero yo no soy nada, Señor... ¡Ayúdame!

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13va. Estación:

Jesús es bajado de la cruz

Habla Cristo:

El sacrificio está consumado... Sí, mi Misa está completa; pero no la de mi madre, ni la tuya, mi otro yo.

Mi madre aún debe acunar entre sus brazos el cuerpo sin vida del hijo que trajo al mundo Tu también debes dejar a aquellos que amas, y la tristeza se adueñará de tí.

En tu desolación piensa en esto: una multitud de almas fueron salvadas gracias a que María compartió mi Calvario, tu dolor también puede ser el precio de muchas almas

Yo respondo:

Te ruego, Señor, me ayudes a aceptar las separaciones que deben venir: de amigos que se van lejos, de hijos que dejan el hogar, y, sobre todo, de mis seres queridos cuando tu los llames a tu presencia.

En ese momento dame la gracia de decir: "Señor si te place llevártelos de mi hogar yo me inclino ante tu Santísima voluntad. Y si con una sola palabra yo pudiera restaurar sus vidas contra tu voluntad, yo no hablaré".

Dales a ellos tu gozo eterno. Señor.

6ta. Estación:

La Verónica

ayuda a Jesús

Mateo 25, 31-46

Habla Cristo:

¿Podrás tener las suficientes agallas mi otro yo, como para limpiar mi rostro ensangrentado? Y... ¿dónde está tu rostro? me preguntas... En la casa cuando los ojos se llenan de lágrimas, en el trabajo cuando las tensiones crecen, en los patios de recreo, en los barrios marginales, en las cortes, los hospitales, las cárceles, En dondequiera que exista el sufrimiento, allí está mi rostro... Y allí yo te busco para pedirte que limpies mi sangre y enjugues mis lágrimas.

Yo respondo:

Señor, lo que me pides es difícil, eso requiere de coraje y auto sacrificio, y yo soy débil. ¡Por favor! dame tu fuerza, no permitas que corra y huya a causa del miedo. Señor, vive en mí, y actúa en mí, y ama en mí. Y no sólo en mí... en todos nosotros! De tal manera que podamos enseñar al mundo tu rostro glorioso en lugar de tu rostro ensangrentado.

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7ma. Estación:

Jesús cae nuevamente

(Segunda caída) Salmo 37, 23-28

Habla Cristo:

Esta séptima estación, mi otro yo, pone a prueba tu voluntad. De esta caída aprende a perseverar en hacer el bien. Vendrá el tiempo en que todas tus fuerzas parezcan derrumbarse, y entonces pensarás "no puedo continuar, no puedo más"... En ese momento vuélvete hacia mí, mi pobre oprimido, y yo te daré descanso y paz. Confía en mí y sigue adelante.

Yo respondo:

¡Dame tus fuerzas Señor! Cuando el fracaso me oprima pesadamente, y cuando me sienta desolado, ofréceme tu mano para levantarme. Sé que yo no debo desistir, sino perseverar en "hacer el bien. Pero, ¡ayúdame Señor! pues solo no hay nada que pueda hacer, contigo, podré hacer cualquier cosa que me pidas. De veras, yo lo haré, contigo.

12va. Estación:

Jesús muere en la cruz

Habla Cristo:

La cruz se convierte ahora en pulpito: "Perdónalos, Padre porque no... Tu estarás conmigo en el paraíso... He ahí a tu madre..., He ahí tu hijo... Tengo sed..., Todo está consumado." Para poder hablar tengo que enderezarme haciendo presión en mis muñecas y en mis pies, y cada movimiento me envuelve en nuevas olas de agonía. Y luego, cuando ya he soportado suficiente, cuando ya he vaciado mi humanidad entera, dejo ir mi vida mortal.

Yo respondo:

¡Mi Jesús! ¡Dios!

¿Qué puedo yo decir o hacer? Yo te ofrezco mi muerte con todos sus dolores, aceptando, desde ahora, el tiempo y el tipo de muerte que me tengas reservado.

Ni siquiera por un instante desearé alargar el período de mi vida terrena. Te ofrezco mi muerte por mis propios pecados y por los de toda la humanidad.

¡Mi Dios! ¡Mi Dios! No nos abandones. Nosotros no sabemos qué hacer.

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11va. Estación:

Jesús es clavado en la cruz

Habla Cristo:

¿Puedes imaginarte lo que es una crucifixión? Mis verdugos estiraron mis brazos, presionaron mi mano y mi muñeca contra el madero y empujaron el clavo hasta que atravesó mi carne. Entonces, con el golpe de un pesado martillo terminaron de clavarlo, y una explosión de dolor, como una bomba de fuego, estalló en mi cerebro. Ellos agarraron el otro brazo y nuevamente explotó para mí la agonía. Luego, levantaron mis rodillas para que mis pies quedaran planos contra el madero, y continuaron los martillazos sin ninguna piedad.

Yo respondo:

Mi Dios, yo te veo y me pregunto si mi alma valdrá tanto. ¿Cómo puedo corresponderte? ¿Qué puedo darte a cambio? Aquí y ahora, acepto -para toda mi vida-, cualquier enfermedad, tormento, o agonía, que pueda venir. Beso cada una de mis cruces. ¡Oh bendita cruz que me permite ser, contigo, un corredentor de la humanidad"

8va. Estación:

Jesús consuela

a las mujeres

Lucas 13, 34

Habla Cristo:

Cuántas veces he anhelado tomar a los hijos de Jerusalén y reunirlos junto a mí. Pero ellos se han rehusado. Ahora estas mujeres lloran por mí y mi corazón se aflige por ellas. Se aflige por las penas que vendrán. Yo consuelo a aquellos que se preocupan por mí. ¿Cuan bueno puedes ser tú, mi otro yo? ¿Cuan amable, cuan dulce

Yo respondo:

Mi Jesús, tu infinita compasión durante tu pasión va más allá de toda comparación. Señor, enséñame, ayúdame a aprender de Ti Cuando yo esté dispuesto a destrozar a aquellos que me ofenden con su ridículo comportamiento, aquellos que me mal entienden, aquellos que me ponen obstáculos en lugar de ayudarme, aquellos que irrumpen en mi privacidad, en ese mismo momento, ayúdame a frenar mi lengua. Haz que la bondad sea mi vestidura, Señor, hazme bueno como tú...

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9na. Estación:

Jesús cae por

tercera vez Salmo 103, 8-16

Habla Cristo:

Completamente extenuado, sin fuerzas, caigo, me desplomo sobre el empedrado. Mi cuerpo ya no se mueve, ni empujones, ni patadas pueden hacer que me levante. Sin embargo, mi voluntad es aún mía, al igual que la tuya sigue -siendo tuya. Entérate de esto, mi otro yo, tu cuerpo puede estar deshecho, pero ninguna fuerza en la tierra y ninguna en el infierno, puede robarte tu voluntad Tu voluntad es tuya.

Yo respondo:

Mi Señor, me doy cuenta que tomas un momento de descanso, y luego te levantas y continuas nuevamente» Así que yo también podré hacerlo, porque mi voluntad es aún mía. Cuando haya perdido todas mis fuerzas y tanto la culpa como el auto reproche me aplasten contra el suelo, y parezca que me dominan por completo, protégeme del pecado de Judas: ¡líbrame de la desesperación! Señor, no me dejes nunca sentir que mis pecados son más grandes que tu amor. No importa cuál haya sido mi pasado, yo puedo empezar de nuevo.

10ma. Estación:

Jesús es despojado de sus vestiduras

Habla Cristo:

Contempla, mi otro yo, al rey más pobre que jamás haya existido. Delante de mis creaturas yo estoy desnudo, Aún la cruz -mi lecho de muerte- no es mía, no me pertenece... Y al mismo tiempo: ¿Quién ha sido tan rico como yo lo soy ahora? Poseyendo nada, a mí me corresponde todo el amor de mi Padre Recuerda, que si también a ti ha de corresponderte todo, no debes inquietarte demasiado acerca de tu comida, de tu ropa, de tu vida...

Yo respondo:

Mi Señor, yo te ofrezco todo, lo que sea que yo poseo, y aún más: mi propio yo. Apártame del deseo de obtener prestigio, posición, riqueza. Haz desaparecer de mí cualquier rastro de envidia a mi vecino por tener más que yo. Libérame del vicio del orgullo, del ansia de exaltarme a mi mismo, y guíame al lugar más bajo. Que sea yo pobre en espíritu. Señor» para que pueda ser rico en Tí.