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Tomado del libro titulado Delito y Seguridad de los Habitantes. México, D.F.: Editorial Siglo XXI, Programa Sistema Penal Derechos Humanos de ILANUD y Comisión Europea, 1997 SITUACIÓN DEL DELITO Y DE LA SEGURIDAD DE LOS HABITANTES EN LOS PAÍSES DE AMÉRICA LATINA ELIAS CARRANZA* * DELIMITACIÓN DE ESTE TRABAJO. SEGURIDAD CIUDADANA Y SEGURIDAD DE LOS HABITANTES. SEGURIDAD FRENTE AL DELITOY CONCEPTO AMPLIO DE SEGURIDAD Basaremos nuestro análisis en información estadística de criminalidad y de los sistemas de justicia penal de los países de Centroamérica. América Latina es una región que se identifica por importantes rasgos comunes. Corresponderá no obstante a los estudiosos de los países no centroamericanos determinar hasta qué punto las tendencias observadas en este trabajo coinciden con las propias, y en qué medida las conclusiones y criterios de política criminal que se extraen se aplican o pueden ser útiles en su realidad concreta. El panorama que surge de la información que hemos podido recoger, así como el que se desprende de los capítulos de cada país preparados por sus respectivos expertos policiales, judiciales y municipales es bastante coherente, como seguramente el lector apreciará. También es coherente con el panorama que nos brindan los expertos de Europa y América del Norte, regiones que, no obstante todo lo que las distingue de la nuestra, manifiestan muchas similitudes con la problemática de América Latina en esta materia. Esto sugiere que los temas que estamos tratando no serían ajenos a los efectos del proceso mundial de la llamada globalización. 1 Presentaremos el panorama de la criminalidad en las tres categorías de delitos que han sido materia del proyecto que originó este libro, 2 a saber: delitos contra la vida y la integridad personal, delitos contra la propiedad, y delitos contra la libertad sexual o sexuales. En rigor, éstos no son los únicos ni necesariamente los que con mayor gravedad afectan la seguridad de los habitantes, pero causan gran temor y alarma por herir directamente a las personas o a su entorno inmediato, y esto origina reacciones comprensibles aunque con frecuencia desacertados -tanto en el nivel de los individuos como * Director del Programa Sistema Penal y Derechos Humanos, ILANUD/Comisión Europea. 1 En el mismo sentido, sobre los efectos de dicho proceso mundial en materia de criminalidad y justicia penal, veáse el documento "Opportunities for renewal in sentencing and corrections. A consultation paper" del International Center for Criminal Law Reform and Criminal Justice Policy, Vancouver, the University of British Columbia, abril de 1995, p. 11. 2 Proyecto de Reflexión Científica sobre la Seguridad de los Habitantes en América Central, ILANUD/Comisión Europea, 1995-1996.

Elias Carranza Situacion Del Delito y Seguridad de Los Habitantes

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Materail de suma importancia para la historia de la Criminologia critica latinoamericana

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  • Tomado de l l ibro t i tu lado Del i to y Segur idad de los Habi tantes. Mxico, D.F. : Edi tor ia l S ig lo XXI , Programa Sis tema Penal Derechos Humanos de

    ILANUD y Comis in Europea, 1997

    SITUACIN DEL DELITO Y DE LA SEGURIDAD DE LOS HABITANTES EN LOS PASES DE AMRICA LATINA

    ELIAS CARRANZA**

    DELIMITACIN DE ESTE TRABAJO. SEGURIDAD CIUDADANA Y SEGURIDAD DE LOS HABITANTES. SEGURIDAD FRENTE AL DELITOY CONCEPTO AMPLIO DE SEGURIDAD

    Basaremos nuestro anl is is en in formacin estads t ica de cr iminal idad y

    de los s is temas de just ic ia penal de los pases de Centroamr ica. Amr ica Lat ina es una regin que se ident i f ica por impor tantes rasgos comunes. Corresponder no obstante a los estudiosos de los pases no centroamer icanos determinar hasta qu punto las tendencias observadas en este t rabajo co inc iden con las propias, y en qu medida las conclus iones y cr i ter ios de pol t ica cr iminal que se ext raen se apl ican o pueden ser t i les en su real idad concreta.

    E l panorama que surge de la in formacin que hemos podido recoger , as como e l que se desprende de los cap tu los de cada pas preparados por sus respect ivos exper tos pol ic ia les, jud ic ia les y munic ipales es bastante coherente, como seguramente e l lector aprec iar. Tambin es coherente con e l panorama que nos br indan los exper tos de Europa y Amr ica del Nor te, reg iones que, no obstante todo lo que las d is t ingue de la nuestra, mani f iestan muchas s imi l i tudes con la problemt ica de Amr ica Lat ina en esta mater ia . Esto sugiere que los temas que estamos t ratando no ser an a jenos a los efectos de l proceso mundia l de la l lamada g lobal izac in. 1

    Presentaremos e l panorama de la cr iminal idad en las t res categor as de del i tos que han s ido mater ia del proyecto que or ig in este l ibro, 2 a saber : del i tos contra la v ida y la in tegr idad personal , de l i tos contra la propiedad, y del i tos contra la l iber tad sexual o sexuales. En r igor , stos no son los nicos n i necesar iamente los que con mayor gravedad afectan la segur idad de los habi tantes, pero causan gran temor y a larma por her i r d i rectamente a las personas o a su entorno inmediato , y esto or ig ina reacciones comprensib les aunque con f recuencia desacer tados - tanto en e l n ive l de los ind iv iduos como

    * Director del Programa Sistema Penal y Derechos Humanos, ILANUD/Comisin Europea. 1 En el mismo sentido, sobre los efectos de dicho proceso mundial en materia de criminalidad y justicia penal, vese

    el documento "Opportunities for renewal in sentencing and corrections. A consultation paper" del International Center for Criminal Law Reform and Criminal Justice Policy, Vancouver, the University of British Columbia, abril de 1995, p. 11.

    2 Proyecto de Reflexin Cientfica sobre la Seguridad de los Habitantes en Amrica Central, ILANUD/Comisin Europea, 1995-1996.

  • de las pol t icas pbl icas, que reducen la so l idar idad socia l , a l imentan la v io lenc ia y deter ioran la ca l idad de la v ida, en lugar de reduci r e l de l i to .

    Esta del imi tac in temt ica t iene los mismos fundamentos que se consideraron en proyectos s imi lares en Europa y en Amr ica del Nor te,3 y no impl ica desconocer la impor tancia de o tras formas de cr iminal idad, que requer i r an ot ros proyectos espec f icos.

    Por lo que respecta a l trmino "segur idad de los habi tantes" , tendr amos que ac larar lo s igu iente. En pr imer lugar , s i b ien por razones operat ivas lo estamos rest r ing iendo a la segur idad f rente a las t res categor as de de l i tos ind icadas, un concepto verdaderamente abarcador deber a inc lu i r no s lo la segur idad de no ser v c t ima de del i tos, s ino tambin la de gozar de la v igencia de un Estado const i tuc ional de derecho y de un estndar mn imo o razonable de b ienestar en mater ias de sa lud, educacin, v iv ienda, ingreso, etc . Este concepto no ser a ot ro que e l rec iente concepto de "desarro l lo humano sostenib le" , que t iene la equidad como pr inc ip io . 4

    En segundo lugar , ac larar que hemos considerado apropiado ut i l izar e l trmino "segur idad de los habi tantes" y no "segur idad c iudadana", por cuanto la palabra "habi tantes" no slo cubre a los c iudadanos s ino a todas las personas s in excepcin, verb igrac ia menores de edad, res identes, t ransentes, tur is tas, inmigrantes indocumentados, ext ranjeros en genera l . . . En este sent ido, la ley que inst i tuy e l ombudsman en Costa Rica fue acer tada e innovadora en su vocabular io a l denominar lo "Defensor de los Habi tantes de la Repbl ica. Por ot ra par te, e l trmino segur idad c iudadana" t iene malos antecedentes en Amr ica Lat ina, ya que comenz s iendo ut i l izado por las fuerzas armadas y las pol ic as mi l i tar izadas hacia f ines de los aos setenta y durante los ochenta en los pases v c t imas de las d ic taduras mi l i tares o que comenzaban a sa l i r de e l las, como un vocablo renovado pero de s imi lar contenido a l de la "doctr ina de la segur idad nacional" . s ta se or ig in durante la guerra f r a y sus resul tados han s ido s in tet izados en pginas de horror en los anales de la Comis in y de la Cor te In teramer icana de Derechos Humanos, de organismos especia l izados ta les como Amnist a In ternacional , y de los in formes de las "Comis iones de la Verdad" creadas por las noveles democrac ias en var ios pases. Tampoco en Espaa esta expres in ha s ido s innimo de l iber tades pbl icas. 5

    NATURALEZA DE LA INFORMACIN QUE SE PRESENTA In ic iaremos nuestra presentac in a par t i r de las c i f ras de denuncias

    consignadas en las estadst icas pol ic ia les, por cuanto entre las d iversas estadst icas de los s is temas de just ic ia penal es tas c i f ras son las ms cercanas a l dato de la cr iminal idad real (o las menos a le jadas de l ) , que es

    3 La Conferencia sobre Prevencin de la Inseguridad Urbana del Consejo de Europa estableci que "para los fines de esta conferencia la criminalidad sea entendida en el sentido de la pequea y mediana delincuencia y del vandalismo, que conforman la masa de delitos generadores de inseguridad y no del crimen organizado y del terrorismo poltico" (Barcelona, 17-20 de noviembre de 1987, nm VI. 13.) Sobre esto, el informe del seminario dice " El rol de los legisladores en producir comunidades libres de delito" indica que "los miembros de los consejos alcanzaron consenso en una visin comn de lo que constituye inseguridad (esto es, falta de seguridad y temor al delito, sea real o imaginario), y lo que contribuye a ella en una poblacin o ciudad determinada" (Montreal, 13-14 de octubre de 1989, p. 23).

    4 "La esencia del desarrollo humano sostenible es que todas y todos deben tener igual acceso a las oportunidades del desarrollo, ahora y en el futuro" (PNUD Proy.C0S/94/003-DHS, p.4).

    5 P. Andrs Ibez: "Ley Corcuera: viaje a la prehistoria de las garantas", Jueces para la Democracia, nm. 13, 1991, pp. 3 y ss.

  • lo que para los efectos de esta invest igac in comparada in teresa.6 Poster iormente, a l anal izar e l func ionamiento de los s is temas, lo haremos ut i l izando c i f ras de poblac in peni tenc iar ia , por cuanto son las ms reveladoras del modo de funcionar de s is temas que t ienen la pena de pr is in por centro, y porque son, en la mayor a de los pases, las nicas c i f ras uni f icadas en e l n ive l nac ional y las menos sujetas a desviac iones, a d i ferencia de las estadst icas jud ic ia les, que expresan un dato mucho ms abstracto y se encuentran su jetas a var iac iones or ig inadas en def in ic iones legales y operac ionales que hacen casi imposib le -a l menos en e l presente- e l anl is is reg ional comparado,

    Los s is temas de estadst icas cr iminolgicas de los pases de la regin han tenido d iverso grado de desarro l lo -en algunos casos an inc ip iente- de acuerdo con las respect ivas condic iones soc ia les y pol t icas por las que los pases at ravesaron. En la actual idad, con e l avance en e l establec imiento de gobiernos democrt icos, de poderes jud ic ia les independientes y de pol ic as c iv i les , est avanzndose tambin en mater ia de regis t ros estadst icos de mayor conf iab i l idad, pero es mucho an lo que fa l ta , y hay que tener en cuenta que, no obstante las razones que hemos dado para expl icar su ut i l izac in, en def in i t iva estas c i f ras expresan no tanto la cr iminal idad rea l cuanto la capacidad de los s is temas de just ic ia penal de captar d icho dato .

    Por esto y por los conocidos problemas de medic in der ivados sobre todo de la c i f ra negra, la in formacin sobre denuncias regis t radas que veremos en cuadros en absoluto puede in terpretarse como ref le jo de las c i f ras de la cr iminal idad real , que son s iempre ms a l tas. En a lgunos casos esto es bastante notor io , como por e jemplo en e l de las c i f ras de del i tos contra la propiedad que presenta Honduras.

    S in embargo, y no obstante las par t icu lar idades del caso de cada pas, es muy s ign i f icat ivo que las tendencias que los datos expresan a lo largo de c inco aos sean, sa lvo a lgunas par t icu lar idades, las mismas para todos los pases estudiados. Y en un anl is is regional comparat ivo de pases, aunque solamente obtuv iramos este gnero de in formacin, e l resul tado ser a va l ioso como or ientac in en una mater ia en la que tanto se especula sobre una base casi exc lus iva de opin iones, exper ienc ias personales y ju ic ios de valor .

    Las tendencias que expresan estas estadst icas las hemos corroborado con entrev is tas a exper tos y operadores de los s is temas de just ic ia penal de cada pas, muchos de e l los par t ic ipantes en e l proyecto que or ig ina este l ib ro.

    E l lector ver que en las estadst icas presentadas no todos los pases aparecen en todos los cuadros. Esto se debe, en a lgunos casos, a que la in formacin sobre determinado pas no exis t a , o no estaba uni f icada y no era accesib le; en o tros, a que aunque exis t a c ier ta in formacin luego de consul tar con los exper tos nacionales decid imos desechar la , por considerar que careca del grado de conf iab i l idad ex ig ido.

    6 Esto tiene su explicacin en la existencia de los procedimientos penales escrituristas, divididos en dos grandes

    etapas: de instruccin y de sentencia, con la primera de ellas primordialmente secreta y a cargo (de manera formal o de hecho) de la polica, pero ha comenzado a cambiar con el establecimiento de sistemas acusatorios y el fortalecimiento del papel de los fiscales. En El Salvador, por ejemplo, donde el sistema estadstico de la delincuencia est apenas comenzando a consolidarse, las estadsticas mas cercanas al dato de la delincuencia real y tambin las ms confiables son las de la Fiscala General de la Repblica. En Costa Rica las estadsticas policiales (polica del Organismo de Investigacin Judicial), las del Ministerio Pblico y las judiciales se procesan todas en una misma oficina (Seccin de Estadstica del Departamento de Planificacin del Poder Judicial), lo que permite su manejo de manera bastante integral, pero a partir de 1998, como derivacin del nuevo procedimiento penal, se concentrar el registro de las denuncias en el Ministerio Pblico, con lo que se lograr una apreciacin todava ms rigurosa del dato de la criminalidad real.

  • Los datos de poblac in para ext raer las tasas los hemos tomado del Bolet n Demogrf ico del Centro Lat inoamer icano de Demograf a CELADE,7 lo que da mayor r igor a l anl is is comparado a l adoptar para todos los pases esta misma y reconocida fuente de in formacin. Los datos de del incuencia nos fueron proporc ionados por las of ic inas pol ic ia les responsables en cada pas.

    Para terminar con este punto, d i remos que ser a importante completar este anl is is con in formacin proveniente de encuestas de v ic t imologa , pero s i b ien es c ier to que en esa mater ia se han hecho ser ias invest igac iones de campo en a lgunos pases sobre universos determinados, es sabido que no ex is ten ta les encuestas nacionales per id icas en Amr ica Lat ina. La real idad de los pases de Europa en la mater ia no es muy d is t in ta. E l n ico pas en e l que a l presente se real izan encuestas v ic t imolgicas anuales en e l n ive l nac ional es Estados Unidos 8 .

    TENDENCIAS DEL DELITO EN LA REGIN. DELITO, ALARMA Y TEMOR AL DELITO. INTERS DE LA COMPARACIN CON LAS TENDENCIAS EN PAISES DE ALTO NIVEL DE DESARROLLO

    Con la anter ior expl icac in sobre nuestras herramientas de anl is is ,

    pasemos a ver la evoluc in del de l i to en a lgunos pases de la regin, adv i r t iendo que en este anl is is comparat ivo s lo podremos observar las tendencias g lobales de las grandes categor as escogidas, y no las de los d iversos del i tos en par t icu lar . Es importante ac larar lo por cuanto, aunque veremos que del anl is is se desprende que la tendencia g lobal de las categor as de del i tos contra la propiedad y contra las personas es ascendente, no todos los del i tos aumentan, y hemos ver i f icado casos de fa lsa a larma respecto de del i tos cuya tasa de cr iminal idad real era estable. Hay que ev i tar , por todos los medios, agregar a l hecho objet ivo de la c i f ra real e l fenmeno mul t ip l icador del fa lso temor a l de l i to .

    A l anal izar las tendencia del de l i to en pases de Amr ica Lat ina confrontamos e l caso con lo que surge de la invest igac in real izada en a lgunos pases de a l to n ive l de desarro l lo ( Ing la terra, Gales, Estados Unidos, Japn y Francia) ut i l izando para e l lo mater ia l producido por la Unidad de Invest igac in y Plan i f icac in del Min is ter io del In ter ior de Gran Bretaa 9. Razones metodolgicas, ta les como e l hecho de que nuestros datos son ms rec ientes que los de los invest igadores br i tn icos, y que hayamos debido sust i tu i r e l dato de l consumo per cpi ta que e l los u t i l izan para su anl is is por ot ros ind icadores que nos eran accesib les, hacen que la in formacin de uno y ot ro grupo de pases no sea d i rectamente comparable; s in embargo, como e l lector s in duda aprec iar, lo que surge es muy in teresante y or ientador en mater ia de pol t ica cr iminal .

    7 Ao xxviii, nm. 55, 1995, Santiago de Chile. 8 The National Crime Victimization Survey (NCVS) es una encuesta que realiza anualmente la Oficina del Censo,

    por encargo de la Oficina de Estadsticas Judiciales del Departamento de Justicia de Estados Unidos. 9 Simn Field, Trends in crime and their interpretation: A study of recorded crime in post-war England and Wales,

    Home Office Research Study, 119, Londres, 1990. En el poco tiempo transcurrido desde su aparicin este libro se ha constituido en un clsico en Europa y Estados Unidos. Por medio del programa Sistema Penal y Derechos Humanos ILANUD/Comisin Europea lo estamos traduciendo para su publicacin en espaol en Amrica Latina. Agradecemos al director de la Home Office research and Planning Unit, el seor Chris Nuttall, habernos facilitado este y otros materiales valiosos.

  • F ina lmente, d igamos que, de igual modo que a l ana l izar la de l incuencia , a l anal izar los s is temas de just ic ia penal s lo podremos detenernos en a lgunos de los rasgos ms sobresal ientes.

    Del i tos contra la Propiedad. Cr iminal idad y cr iminal izac in E l cuadro 1.1 nos muestra las tasas por c ien mi l habi tantes del conjunto

    de los del i tos contra la propiedad en c inco pases. S i centramos la atencin en la tendencia veremos que en todos los casos sta es ascendente, lo que expresa un deter ioro en mater ia de segur idad f rente a l de l i to en los pases anal izados, s in excepcin.

    El lector podr notar tambin que las tasas regis t radas de a lgunos pases son ms a l tas que las de ot ros. Pero no deber amos sacar la conclus in apresurada de que en Bel ice o en Costa Rica, por e jemplo , hay ms del i tos contra la propiedad que en Honduras o en Nicaragua. Nuestra in terpretac in sobre este punto es que estamos ante una d i ferencia de regis t ros: los s is temas de Bel ice y de Costa Rica -para segui r con e l e jemplo- tendr an una mayor capacidad de captac in del dato, a l imentada tambin por un mayor nmero de denuncias or ig inadas en una mayor conf ianza de la poblac in en la ef icac ia del s is tema. La invest igac in cr iminolg ica ind ica que una menor conf ianza en la ef icac ia del s is tema genera un menor nmero de denuncias de hechos ocurr idos, y que e l vo lumen de esta c i f ra negra est en re lac in inversa con la gravedad del de l i to y con la percepcin de la v c t ima acerca de d icha gravedad.

    La c i tada invest igac in del Home Of f ice, a l anal izar la evoluc in de las

    tasas de del incuencia en Ing laterra, Gales, Estados Unidos, Japn y Francia, concluye que los del i tos contra la propiedad en ta les pases de a l to grado de desarro l lo crecen y decrecen en re lac in inversa con e l decrec imiento o crec imiento del consumo per cpi ta de la poblac in; es deci r que cuando se reduce d icho consumo aumentan ta les del i tos, y v iceversa. Los invest igadores l legan a esta conclus in luego de un anl is is muy exhaust ivo que permi te obtener e l coef ic iente de correlac in de estas dos var iab les a par t i r de la in formacin de 120 aos (1860-1979) , de Ing la terra y Gales, lo que coinc ide con invest igac iones s imi lares hechas con datos de aprox imadamente 20 aos de los o tros pases nombrados (1960-1986, con pocos aos de d i ferencia entre pases) .

    CUADRO 1. 1. DELITOS CONTRA LA PROPIEDAD. TASAS POR CIEN MIL(SOBRE LA BASE DE LAS DENUNCIAS POLICIALES)

    1990 1991 1992 1993 1994Belice 1873 1927 1990 2201Costa Rica 997 1212 1239 1207 1246Honduras 141 141 154 165 167Nicaragua 543 535 571 661 682Panam 681 712 992 1142 1113

    FUENTES: Se obtuvieron las tasas a partir de los datos bsicos proporcionados por la polica de cada pas (en Costa Rica por la Seccin de Estadstica del Poder Judicial), y de los datos de poblacin del Boletn Demogrfico CELADE, ao xxviii, nm. 55, enero de 1995.

  • En e l caso de las nac iones de Lat inoamr ica no contamos con in formacin tan exhaust iva n i tan extend ida en e l t iempo, pero la que pudimos recoger es coherente con los resul tados de los co legas de Europa. Por lo que respecta a la var iab le de los del i tos contra la propiedad, ya hemos v is to e l cuadro 1.1, que exh ibe las tasas crec ientes de c inco pases durante c inco aos. En cuanto a la var iab le del consumo per capi ta , no contamos con e l dato de l consumo as def in ido, pero s poseemos ot ros datos est rechamente re lac ionados que ind ican e l reducido n ive l de consumo de grandes sectores de poblac in en los pases que nos incumben durante e l per iodo anal izado. Veamos a l respecto, en e l cuadro 1.2, los porcenta jes de pobreza que para e l mismo grupo de pases que estamos anal izando nos br inda la Comis in Econmica para Amr ica Lat ina, CEPAL.

    El cuadro exhibe un panorama vergonzoso y desolador , con las dos terceras par tes de la poblac in por debajo de la l nea de pobreza y sumida en e l in f raconsumo. E l lector puede ver e l caso espec f ico de cada pas, con e l deta l le de su respect iva proporc in de habi tantes por debajo de la l nea de pobreza ext rema, es to es, de aquel los que, ms aba jo an de la pr imera l nea de pobreza, perc iben un ingreso fami l ia r que no les a lcanza para consumir una d ie ta con e l mn imo de calor as ind ispensables.

    En la misma l nea de anl is is , e l "Panorama socia l de Amr ica Lat ina

    (CEPAL 1995) d ice textua lmente que un numeroso grupo de pases s igue mostrando tasa de crec imiento por

    habi tante que con a l ta probabi l idad les impiden avanzar en su lucha contra la pobreza [y que. . . ] v is ta la regin en su conjunto los progresos en cuanto a la reduccin de la pobreza fueron muy moderados y, no bastaron para retornar a los n ive les a lcanzados a f ina les de los aos setenta . 1 0

    Nuestra in terpretac in es que, de manera congruente con lo que ocurre

    en los pases a l tamente desarro l lados, tambin en nuestra regin se estar a ver i f icando la re lac in inversa entre las var iab les del consumo y los del i tos contra la propiedad, ya que a mayor pobreza menor capacidad de compra, y menor consumo. El lo contr ibu i r a a expl icar e l crec imiento d isparado que han

    10 Naciones Unidas, Comisin Econmica para Amrica Latina y el Caribe (CEPAL), Santiago de Chile, 1995, p. 19.

    CUADRO 1.2. PORREZA EN CENTROAMRICA, 1990PORCENTAJES SOBRE LA POBLACIN TOTAL

    Bajo la lnea Bajo la lnea depobreza pobreza extrema

    Costa Rica 20 11El Salvador 74 56Guatemala 75 52Honduras 76 63Nicaragua 70 37Panam 52 24

    FUENTE: adaptado de "Seguridad social y equidad en el Istmo Centroamericano", Naciones Unidas/CEPAL, Lc/Mex/L.268, 1995, P. 16.

  • ten ido las c i f ras de estos del i tos a par t i r de la "dcada perd ida"1 1 de los aos ochenta.

    En este punto se debe considerar que pobreza y consumo inc iden de manera d is t in ta en formaciones soc ia les con d is t in tas est ructuras de d is t r ibuc in del ingreso,1 2 y que desde 1980 hasta la actual idad los pases de Amr ica Lat ina han venido acentuando notablemente la inequidad de la d is t r ibuc in. E l c i tado "Panorama socia l de Amr ica Lat ina" de CEPAL es c lar s imo sobre esto .1 3

    Ahora b ien, no todos los del i tos contra la propiedad, n i tampoco toda la cr iminal izac in en esta categor a de del i tos, aumentan por igual . Como nos in teres e l tema, tomamos un pas que posee estads t icas de del incuencia conf iab les -Costa Rica- y profundizamos e l anl is is . En los del i tos contra la propiedad puede d is t ingui rse entre los que producen enr iquecimiento a su autor , y los meros del i tos de dao. Tomamos los pr imeros y los subdiv id imos en dos categor as: aquel los de la ndole de las estafas, def raudaciones y de cuel lo b lanco, en los que por la " ley del acceso d i ferencia l a las d iversas opor tunidades del ic t ivas" se detecta una mayor f recuencia de autores de las c lases media y a l ta , y aquel los "ms convencionales" , de la fami l ia de los robos y hur tos, en cuya comis in, y con fundamento en la misma expl icac in, se ha observado una mayor f recuencia de las c lases baja y media ba ja, y medimos nuevamente su evoluc in a t ravs del t iempo. E l resul tado fue que en s iete aos -entre 1987 y 1994- e l reg is t ro de del i tos de la ndole de las defraudaciones y de cuel lo b lanco aument en un notable 48%. Por su par te, e l reg is t ro de los del i tos que hemos l lamado ms convencionales aument 92 por c iento . 1 4

    Ser a in teresante af inar e l anl is is que hemos hecho hasta aqu con una invest igac in de campo que proveyera in formacin sobre la cr iminal izac in d i ferencia l que e l s is tema penal rea l iza sobre los d is t in tos es t ratos soc ia les, y medir hasta qu punto e l sector que hemos l lamado de cuel lo b lanco" estar a subrrepresentado en las proporc iones que surgen de las estads t icas of ic ia les u t i l izadas para nuestro anl is is , y hasta qu punto, por e l contrar io , e l sector de del incuencia que hemos denominar lo "ms convencional" estar a sobrerrepresentado. Pero, por e l momento, nos vemos obl igados a s lo sealar e l punto , y a detener nuestro anl is is en e l n ive l a l que hemos l legado.

    Una observacin de cr iminologa comparada entre regiones: los invest igadores del Home Of f ice encuentran corre lac in entre e l de l i to contra la propiedad y la var iab le del consumo per cpi ta, pero hacen notar que no encuentran corre lac in s igni f icat iva con la var iab le de l desempleo. En pases de Amr ica Lat ina en los que se ha invest igado e l tema (en Nicaragua, por e jemplo) , s se ha encontrado corre lac in entre las var iab les del desempleo y e l de l i to contra la propiedad. Nuestra in terpretac in es que esto no s ign i f ica , necesar iamente, que las invest igac iones de uno y ot ro grupo de pases se contradigan. La expl icac in de la aparente contradicc in res id i r a en e l hecho de que los pases estudiados de Europa han venido gozando de s is temas de wel fare s tate , en v i r tud de los cuales la re lac in d i recta entre desempleo y reduccin del consumo no es muy fuer te; por e l contrar io , en los pases de Amr ica Lat ina, en los que no se ha conocido e l wel fare s tate -con

    11 As denominada justamente por cuanto durante este periodo todos los pases retrocedieron en sus indicadores econmicos.

    12 Pitirim Sorokin fue pionero en hacer esta distincin, advirtiendo el diferente impacto que tiene la pobreza en las actitudes de las personas en sociedades tan dismiles como Estados Unidos o India.

    13 Vanse el captulo 3 del informe y los cuadros 1-2, 1-3 y 1-4 14 Esto puede verse ms detalladamente en E. Carranza, Criminalidad: Prevencin o Promocin?, San Jos, Costa

    Rica, EUNED, 1993.

  • la so la excepcin de Costa Rica, donde est en proceso de deter ioro- e l desempleo est ms d i rectamente re lac ionado con la reduccin del ingreso y con la cons iguiente reduccin del consumo.1 5

    Este punto comienza a tener importancia hoy tambin en los pases de Europa, justamente en razn del deter io ro de sus t rad ic ionales s is temas de b ienestar , y es probable que futuras medic iones comiencen a detectar d icha re lac in en e l v ie jo cont inente, a semejanza ( le lo que ocurre en Amr ica Lat ina.1 6

    La corre lac in encontrada en pases desarro l lados entre las var iab les consumo per capi ta y de l i to (corre lac in inversa en e l caso de los del i tos contra la propiedad, y d i recta , como veremos, en e l caso de los del i tos contra las personas) v iene a apunta lar la l nea de numerosas invest igac iones or ientadas a exp l icar las f luc tuaciones del de l i to en func in de los cambios econmicos. Cabr a ac larar que ver i f icar esta corre lac in no impl ica desconocer la inc idencia de var iab les no econmicas, como tampoco la de ot ras var iab les econmicas ms espec f icas, por e jemplo e l "consumo conspicuo" puesto de mani f ies to por Veblen1 7 en su Teor a de la c lase oc iosa . Unas y o t ras var iab les en in terre lac in in tegran d iversos cuerpos de teor as soc io lg icas, como la c i tada de Veblen, o la de la anomia, de Merton, con su expl icac in de la brecha entre los objet ivos propuestos imposi t ivamente por la soc iedad de consumo y e l reducido acceso a los medios l c i tos para a lcanzar los por par te de ampl ios sectores de la poblac in.1 8

    Del i tos contra la v ida y la in tegr idad personal

    Como se observa en e l cuadro 1.3 tambin en esta mater ia la del incuencia regis t rada ind ica deter ioro en la segur idad de los habi tantes. Con la excepcin de Bel ice , cuya tasa exhibe c ier to descenso, los ot ros pases acusan aumento. Por o t ra par te, la percepcin socia l de la s i tuac in (e l sent imiento de insegur idad) , es en l neas genera les co inc idente con las tendencias estadst icas.1 9

    15 Al respecto, el Panorama Social de Amrica Latina 1995 (CEPAL, p. 24) dice: Llama la atencin, en primer

    lugar, la distribucin del desempleo entre los hogares ordenados segn su ingreso per capita. Si bien es previsible que al aplicar este mtodo de ordenamiento de los hogares se produzca una cierta concentracin del desempleo entre los deciles de menores ingresos, sta es extraordinariamente alta y persistente. En Muchos pases la tasa de desempleo abierto en el primer decil (ms pobre) es cuatro o diez veces superior a la tasa promedio, en tanto que la correspondiente al 20% de los hogares ms pobres la supera en tres o ms veces

    16 En cuanto a la correlacin entre desempleo y tasas penitenciarias, sta s ha sido puesta de manifiesto por numerosos trabajos, tanto en Europa como en Estados Unidos (Theodore Chiricos y Miriani DeLone, 1992, Labor surplus and punishment: A review and a s se s smen t o f t heo ry and ev idence , Soc i a l P rob lems 39 :12 144 6 ; Dar io Melo ss i , The e f f e c t o f e conomic c i rcuns t ances on the c r im ina l j u s t i ce system, 1994, pp. 8 y ss., documento presentado al Decimoprirner Coloquio Criminolgico del Consejo de Europa, Estrasburgo.

    17 Thorstein Veblen, Teora de la clase ociosa, Mxico, ECE, 1974, 2a. edicin, captulos II-IV. Veblen explica el consumo conspicuo de quienes gastan en cosas o tanto porque son buenas, bellas o tiles, cuanto por que son caras y ostentosas, y explica que esta norma es sumamente notable entre la clase ociosa, es decir, entre los que pueden abstenerse, y en gran parte se abstienen, de realizar trabajo productivo. Pero se difunde a otros estratos que tratan de emular la norma y que as mismo sienten orgullo por los gastos superfluos".

    18 Robert Merton, Social teory and social structure, Glencoe, The Free Press, 1957, captulo iv, pp. 131 y ss. 19 Esto se verifica, tanto para los delitos contra las personas como para los delitos contra la propiedad, con las

    encuestas de opinin CID-Gallup publicadas peridicamente en los seis pases de Centroamrica durante los ltimos cinco aos, en Costa Rica en el peridico La Repblica, en El Salvador en El Diario de Hoy, en Honduras en La Prensa, en Guatemala en La Prensa Libre, y en Nicaragua en La Tribuna.

  • 1990 1991 1992 1993 1994Belice 445 454 435 421Costa Rica 230 255 273 282 328Honduras 84 99 108 114 139Nicaragua 185 228 274 276 317

    CUADRO 1.3. DELITOS CONTRA LA VIDA Y LA INTEGRIDAD PERSONAL. TASAS POR CIEN MIL HABITANTES, 1990-1994 (SOBRE LA BASE DE LAS DENUNCIAS POLICIALES)

    FUENTES: Se obtuvieron las tasas a partir de los datos bsicos proporcionados por la polica de cada pas (en Costa Rica por la Seccin de Estadstica del Poder Judicial), y de los datos de poblacin del Boletn Demogrfico CELADE, ao XXVIII, nm. 55, enero de 1995.

    Pero se han comprobado tambin s i tuac iones de a larma socia l in fundadas, creadas por in formacin errnea. sobre e l "aumento" de de l i tos cuya tasa era estable. Esto se suma para deter iorar la s i tuac in soc ia l y para promover medidas desacer tadas de pre tendida prevencin.2 0

    Antes, a l t ra tar los del i tos contra la propiedad, v imos que la invest igac in cr iminolgica en c inco pases de a l to desarro l lo ( Ing laterra, Gales, Estados Unidos, Japn y Francia) ver i f ica que sus tasas se mueven en re lac in inversa con e l consumo per cpi ta , elevndose cuando ste d isminuye, y v iceversa. V imos tambin que la in formacin del grupo de pases en vas de desarro l lo de Amr ica Lat ina que nosotros pudimos reuni r (Bel ice, Costa Rica, Honduras, Nicaragua y Panam) es co inc idente con ta l ha l lazgo. Ahora, en e l caso de los del i tos contra la vida y la in tegr idad personal , la invest igac in del Home Off ice que estamos tomando como parangn encontr que en los pases desarro l lados por e l los estudiados e l comportamiento de estos del i tos es e l opuesto, es deci r , ha l l que se mueven en re lac in d i recta con e l aumento o d isminucin del consumo per cpi ta , y que por lo tanto no aumentan, s ino ms b ien t ienden a reduci rse durante los per iodos de reduccin del consumo.2 1 S in embargo -y por desgrac ia - , en los pases en vas de desarro l lo de Amr ica Lat ina que nosotros tenemos en anl is is no se observa ta l tendencia s ino la contrar ia : a l igual que los del i tos contra la propiedad, los del i tos contra las personas crecen en per iodos de reduccin del consumo (a l menos durante los aos para los que d isponemos de in formacin) . 2 2

    20 Pudimos verificar un caso paradigmtico de esto en costa Rica, pas en el que en mayo de 1994 se duplic de 2.5 a 50 aos el mximo de la pena imponible y se elevaron especficamente las penas de los delitos de homicidio y de varios delitos sexuales argumentando su aumento, a pesar fe que se mantenan estables desde 1980. Lo irnico de la "solucin legislativa" que se dio al falso problema fue que al ao siguiente al del aumento legal de las penas s subi la tasa de los homicidios (medio punto), continu igual de alta durante los tres aos sucesivos (1994-1996), y registr su nivel ms alto en los ltimos quince aos (5.4 x 100 000, aunque el ms bajo de toda la regin, con la excepcin de Canad). Esto pone de manifiesto una vez ms -en esta oportunidad en un pas centroamericano- que las amenazas de la lev penal no tienen efecto perceptible en el aumento o disminucin del delito. (Vase el caso en E. Carranza "Legislacin comentada. El proyecto para introducir la prisin perpetua en Costa Rica", Revista de Ciencias Penales, 1996.

    21 Simon Field, Trends in crime and their interpretation, Home Office Research Study 119, 1990, pp. 5 y ss. 22 A esta altura sera importante aclarar acerca de la reduccin del consumo de quin estamos hablando. No

    podemos sino recordar nuevamente a Veblen con su anlisis del consumo conspicuo, y notar que vivimos una poca en la que, tal vez ms que nunca, hay en la regin un exagerado consumo superfluo por parte de un reducido nmero de poblacin, con una paralela reduccin del consumo para satisfacer necesidades bsicas por parte de un sector mucho ms amplio. Esto crea una manifiesta situacin de violacin estructural que, sumada a la presencia de variables especficas que inciden negativamente, contribuira a explicar el distinto comportamiento que estos delitos tienen en nuestro medio.

  • La var iab le de las armas de fuego. El tema de los del i tos contra las personas, y par t icu larmente e l de la v io lencia en su comis in, amer i tar a un anl is is in tegra l y respuestas de pol t ica cr iminal , y sobre todo de pol t ica soc ia l , tambin in tegra les. S in embargo, es sabido que, lamentablemente, no es la in tegra l idad lo que caracter iza las pol t icas soc ia les n i mucho menos las pol t icas cr iminolgicas. Pero constatar esta desar t icu lac in no deber a sumirnos en la inacc in, s ino ms b ien serv i rnos de ac icate para t ra tar de superar la y para, concomitantemente, detectar var iab les impor tantes sobre las que se pueda inc id i r de manera d i recta para corregi r fenmenos espec f icos. Esto l t imo es, sobre todo, lo que podemos hacer quienes tenemos a lguna capacidad para inc id i r en mater ia de pol t ica cr iminal , y poca o n inguna capacidad para hacer lo en mater ia de pol t icas econmicas, las que, por ot ra par te, v ienen en la actual idad bastante def in idas para todos los pases por e l "proceso de g lobal izac in" . Una de ta les var iab les, que t iene inc idencia d i recta en mater ia de del i tos contra la v ida e in tegr idad personal y tambin en mater ia de del i tos contra la propiedad a l e levar notablemente los n ive les de v io lenc ia , son las armas de fuego. A e l las queremos refer i rnos especia lmente, por cuanto const i tuyen una var iab le impor tante y suscept ib le de c ier to contro l , s i se d ispone de vo luntad pol t ica para poner lo en pract ica.

    E l comerc io, la posesin y la por tac in de armas de fuego en los pases de Amr ica Lat ina han venido incrementndose de manera ingente, y de igual modo han aumentado las muertes y les iones acc identa les y los del i tos comet idos con e l las .2 3 Como el lec tor ver, este punto mereci especia l a tencin en los cap tu los de es te l ibro preparados por los je fes de pol ic a.

    A lgunas expl icac iones sobre e l incremento de las armas en Amr ica Lat ina y en Centroamr ica en par t icu lar , son:

    1] La secuela de la v io lenc ia armada y las guerras durante los aos setenta y ochenta. Un gran nmero de armas ut i l izados en ese per iodo por los combat ientes permanece en poder de la poblac in c iv i l , y junto con e l las se da una cul tura de la v io lenc ia y de la resoluc in de los conf l ic tos por esa va .

    2 ] E l fenmeno de la l lamada "mano de obra desocupada". La expres in se ref iere a desocupados o subocupados en la actual idad pero que durante e l conf l ic to tuv ieron empleo en las fuerzas armadas regulares o en los grupos parami l i tares involucrados en lo que se l lam "guerra suc ia" , con f recuencia pagados d i rectamente de lo recaudado en los "bot ines de guerra" . Terminada esa s i tuac in ocurr i que muchos, a l ver reducido o supr imido su ingreso, cont inuaron en s imi lar act iv idad pero "por cuenta propia" , y a lgunos lo h ic ieron de manera muy organizada por medio de asociac iones i l c i tas protagonizando notor ios asal tos a bancos u ot ras ent idades, o montando "compaas de segur idad" cuyos in tegrantes para le lamente real izan robos espectaculares. Esto ha s ido ver i f icado por la just ic ia penal en var ios pases, y se han d ic tado condenas en casos notor ios.

    3 ] E l comerc io in ternacional de armas, nuevas y usadas, que s i b ien s iempre ex is t i se ha incrementado luego de la guerra f r a y const i tu ido en un lucrat ivo negocio que e leva e l n ive l de los conf l ic tos soc ia les y aumenta e l nmero de muertes. A larmado por la s i tuac in in ternacional en la mater ia , e l IX Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevencin del Del i to y Tratamiento del Del incuente, rea l izado en El Cai ro (29 de abr i l -8 de mayo de 1995) aprob su resoluc in nmero 9 t i tu lada "Contro l de armas de fuego a los efectos de preveni r la de l incuencia y garant izar la segur idad pbl ica" ,

    23 Sobre esto pueden consultarse informe de respuesta a la Encuesta de Naciones Unidas sobre la reglamentacin de

    armas de fuego presentados a la Divisin de Prevencin del Delito y Justicia Penal por los pases de la regin en 1996.

  • cuyo texto amer i ta lectura, y e l Consejo Econmico y Socia l encomend a la Div is in de Prevencin del Del i to y Just ic ia Penal de las Naciones Unidas una invest igac in mundia l sobre e l tema, de la que se espera sur jan recomendaciones concretas de pol t icas. 2 4

    En la actual idad ex is ten en e l mundo dos modelos polares en mater ia de regulac in de la tenencia y por tac in de armas de fuego. El pr imero es un modelo rest r ic t ivo, que prohibe las armas de fuego con excepciones muy est r ic tas y cast iga con penas severas los del i tos comet idos con e l las y su so la tenencia; los pases que lo han adoptado exhiben las tasas de homic id ios ms bajas del mundo. El o t ro es e l modelo permis ivo, de l ibre comerc io de armas y fc i l acceso a stas por par te de la poblac in, adoptado en pases que exhiben, por contraste, las tasas de homic id ios ms a l tas del mundo. Entre los pases de a l to n ive l de desarro l lo , Japn y Gran Bretaa son exponentes del modelo rest r ic t ivo , y exh iben tasas de uno y dos homic id ios por c ien mi l habi tantes, respect ivamente. En cuanto a l modelo armament is ta, su arquet ipo y d i fusor es Estados Unidos, pas que muestra, por contraste, una tasa anual de nueve homic id ios por c ien mi l hab i tantes . 2 5

    En una palabra, ex is ten pol t icas que fac i l i tan y promueven la pro l i ferac in de armas, y pol t icas tendientes a reduci r las. Dentro de esta l t ima l nea en Espaa, por e jemplo , se ha avanzado hasta ex ig i r a los mi l i tares y pol ic as ret i rados la devo luc in de su reglamentar ia , la cual , t rad ic ionalmente -y como ocurre en la actua l idad en Amr ica Lat ina- permaneca en su poder luego de cesar en sus func iones.

    Los pases de Amr ica Lat ina, lamentab lemente, han venido ubicndose entre los de pol t icas permis ivas; en los l t imos aos la s i tuac in se ha agravado de manera notable por las razones antes descr i tas y por e l poderoso in f lu jo en la regin, del modelo de Estados Unidos, pas que no slo inc ide en esta mater ia s ino en tantas ot ras. Deber amos, por todos los medios, impulsar pol t icas de t ipo rest r ic t ivo en mater ia de armas. I lust ra la gravedad del problema la est imacin hecha en Naciones Unidas de que, desde la Segunda Guerra Mundia l hasta 1995 -y no obstante e l gran nmero habido y exis tente de conf l ic tos armados local izados entre pases y dentro de e l los- , ha s ido ms a l to e l nmero de homic id ios comet ido por medio de armas l iv ianas (mal l lamadas "de defensa" o "de segur idad personal ) que e l nmero de muertos ocurr idos con armas de guerra. Ref i r indose a esto, e l secretar io genera l de las Naciones Unidas, en e l "Suplemento para una Agenda para la Paz" , expres que las armas de fuego pequeas estn "matando personas por centenas de mi les, y autor idades competentes est iman que se gastan anualmente mi les de mi l lones de dlares en d ichas armas". 2 6

    24 "Informe del noveno congreso de las Naciones Unidas sobre prevencin del delito y tratamiento del delincuente" A/CONF.169, pp. 34 y ss, y Resolucin. 1995/27 del Consejo Econmico y Social (ECOSOC) adoptada por recomendacin de la Comisin de Prevencin del Delito y Justicia Penal en su 4a sesin (Viena, 30 de mayo-8 de junio de 1995).

    25 Nueve por cien mil fue la tasa promedio de todo el pas en 1994, pero si se toman agrupamientos de las ciudades ms populosas resultan tasas inconcebibles. Por ejemplo, las 65 ciudades de 250 mil habitantes y ms, que suman una poblacin de 46 748 000, tienen en promedio, y para el mismo ao 1991, una tasa de 22.5 homicidios por cien mil; y las nueve ciudades de un milln y ms, una tasa de 24.8. El caso especfico de algunas ciudades en particular difcilmente tiene parangn en el nivel mundial; por ejemplo, Nueva Orleans: 80.3 o Washington D. C.: 78.5 ("Crime in the United States 1994", U. S. Department of Justice, Uniform Crime Reports, noviembre de 1995, p. 196 y Sourcebook of Criminal Justice Statistics 1994, U. S. Department of Justice 1995, pp. 320 y ss.).

    26 Report of the ad-hoc expert group meeting on "Information gathering and analysis of firearms regulations". International study on firearms regulations. First consultation meeting of the project team, Vienna International Center, 18-20 de diciembre de 1995, nm. 6.

  • Suger imos sobre esto leer la c i tada resoluc in del IX Congreso de Naciones Unidas sobre Prevencin del Del i to y Tra tamiento del Del incuente.

    Una dolorosa i rona que surge al estudiar e l tema de las armas pequeas "para defensa personal" es que, le jos de serv i r para defenderse del a taque de ext raos, son ut i l izadas la mayor a de las veces para her i r o dar muerte a fami l iares, a l legados o conoc idos. Esto se ver i f ica estudiando la re lac in vc t ima-v ic t imar io en los del i tos de homic id io. Personalmente lo h ic imos en Costa Rica, y e l resul tado que surg i fue que en 1996 73% de estas muertes ocurr ieron entre personas que tenan algn t ipo de re lac in previa entre s (e l deta l le puede verse en e l cuadro 1.4) , y que en so lo 27% de los casos e l homic ida fue un desconocido.

    Como tambin puede verse en e l cuadro, d icha proporc in se ha mantenido ms o menos constante a lo largo de los aos, pero e l lo ya no es as en o tras soc iedades del mundo en las que, por e l contrar io , lo que predomina es e l anonimato y la ausencia de vnculos prev ios entre homic ida y occ iso.

    CUADRO 1.4. RELACIN VCTIMA-VICTIMARIO EN LOS DELITOS DE HOMICIDIO, COSTA RICA ___________________________________________________________________________________________________________ 1991 1995 1996 _____________ ______________ _____________ Relacin Total % Total % Total % ____________________________________________________________________________________________________________ Esposo/a, concubino/a 6 8 11 Novio/a, amante 3 3 Padre, madre padrastro, madrastra 2 7 7 Hijo/a, hijastro/a 7 2 Hermano/a 5 Sobrino/a, primo/a 3 To, yerno 2 Compadre 1 Concuo/a, cuado/a 3 Niera, partera 2 Subtotal 24 26 22 Amigo/a 13 2 1 Compaero de trabajo 1 4 1 Inquilino/arrendatario 3 1 Conocido/a, vecino/a 53 68 86 Subtotal 70 74 89 TOTAL DE CASOS CON RELACIN PREVIA VCTIMA-VICTIMARIO 94 74 100 67 111 73 TOTAL DE CASOS SIN RELACIN PREVIA 33 26 49 33 41 27 TOTAL DE CASOS CON INFORMACIN 127 100 149 100 152 100 Informacin ignorada 17 40 43 Total de vctimas 144 189 195 ____________________________________________________________________________________________________________

    E. Carranza/E . Solana, Programa Sistema Penal y Derechos Humanos,ILANUD/Comisin Europea, elaborado sobre la base de informacin de Poder Judicial, Departamento de Planificacin, Seccin Estadstica.

    Este es e l caso de Estados Unidos, pas en e l que esta re lac in ha cambiado de manera s ign i f ica t iva desde los aos sesenta: h is tr icamente la mayor a de los homic id ios venan ocurr iendo entre personas de grupos pr imar ios de fami l iares y conocidos, pero en 1992 los homic id ios comet idos

  • por ext raos y desconocidos sumaron ya 53% de los casos.2 7 Esto exp l icar a en par te (s lo en par te) que en Estados Unidos prevalezca una forma de "prevencin" (promocin) del de l i to en la que la mayor a de los c iudadanos estn armados; pero pone de mani f iesto tambin que las soc iedades de re lac in cara a cara, en las que e l mayor nmero de re lac iones, tanto conf l ic t ivas como armoniosas, se da entre personas que t ienen conocimiento entre s , deben ev i tar en todo lo posib le copiar ese modelo. No ser fc i l ev i tar reproduci r lo , en razn de la hegemona cu l tura l que e jerce e l gran pas del nor te , pero es imper ioso esforzarse en hacer lo , y la ev idencia de que ot ras soc iedades tambin a l tamente urbanizadas e industr ia l izadas -como Japn, Gran Bretaa o Espaa- no han tomado ese rumbo ind ica que ste no es inevi tab le.

    Las funciones de la fami l ia y de la escuela para lograr un proceso de socia l izac in no v io lenta son fundamenta les , pero para que estas inst i tuc iones cumplan su comet ido se requiere corregi r , para le lamente, las re lac iones in terpersonales que suelen darse en su in ter ior , e l iminando e l e jerc ic io autor i tar io y abusivo del poder en las re lac iones jerrquicas, e tar ias y de gnero.

    Del i tos contra la l iber tad sexual o sexuales ste es un grupo de del i tos que en todos los pases ha tenido una muy

    a l ta proporc in de c i f ra negra, o sea un reducido n ive l de denuncia y de f recuencia estadst ica regis t rada.

    Convendr a, para e l anl is is , d is t ingu i r dos categor as dentro de los del i tos contra la l iber tad sexual : a ] los que impl ican comerc io sexual (proxenet ismo y t ra ta de mujeres, n ios y ado lescentes) , en los que los autores comerc ian o explo tan con terceras personas a mujeres, n ios o adolescentes, u t i l izndolos como mercancas y b] aquel los cuyo mvi l consis te en la sat is facc in sexual i l c i ta del propio autor (v io lac in, estupro, incesto, abuso deshonesto, corrupcin de menores, rapto , sodoma) , que podr amos denominar "ms convencionales" .

    E l cuadro 1.5 exhibe las tasas de denuncias pol ic ia les de los del i tos sexuales en var ios pases de la regin, que son ascendentes. Son tasas g lobales (ext ra das sobre la sumator ia de todos los del i tos sexuales) , pero cuando se anal izan los del i tos por separado se observa que los que e levan su tasa de denuncia (y ocasionan en consecuencia e l ascenso de la tasa g lobal ) son los que hemos ubicado en la subcategor a b y denominado "ms convencionales" . En los l t imos aos, en razn del avance hacia re lac iones de mayor equi l ibr io de gnero, y por efecto de numerosos programas de promocin y defensa de los derechos de la mujer y de n ios y adolescentes, se ha reducido la c i f ra negra de estos del i tos , es deci r , ha aumentado su regis t ro de denuncia, aunque se in terpreta que su c i f ra real de ocurrencia se mantendr a estable . 2 8 Desde este punto de v is ta podr a in terpretarse que se

    27 Crime in the United States 1993", U.S. Department of Justice, FBl, Uniform crime reports diciembre de 1994,

    p. 283 28 Este fenmeno ha sido puesto de manifiesto por la investigacin criminolgica en varios pases, verbigracia en

    Inglaterra y Gales (A digest of information on the criminal justice system, Londres, Research and Statics Department, Home Office, 1991, p. 7) y en Mxico D. F. (informacin gentilmente brindada po la Procuradora General de la Repblica).

  • CUADRO 1.5. DELITOS CONTRA LA LIBERTAD SEXUAL.TASAS POR CIEN MIL HABITANTES (SOBRE LA BASE DE LAS DENUNCIAS POLICIALES) __________________________________________________________________________________________________________________________ 1990 1991 1992 1993 1994 ___________________________________________________________________________________________________________ Belice 54 30 47 56 Costa Rica 53 52 58 58 62 Honduras 2 3 4 4 5 Nicaragua 15 19 31 42 45 Panam 16 19 20 29 43 ___________________________________________________________________________________________________________

    FUENTES: Se obtuvieron las tasas a partir de los datos bsicos proporcionados por la polica de cada pas (en Costa Rica por la Seccin Estadstica del Poder Judicial), y de los datos de poblacin Boletn Demogrfico CELADE, ao xxviii, nm. 55, enero de 1995. ha hecho un avance posi t ivo, pues a l e levarse los regis t ros de denuncia se ha ev idenciado un fenmeno que se haba mantenido en gran medida ocul to , lo que favorece adoptar las medidas de prevencin adecuadas y tambin la sancin penal cuando correspondiera.

    Respecto del sent imiento de insegur idad, y del importante papel de los medios de comunicaciones de masa en esta mater ia , durante un t iempo, y en un pr imer momento, se confundi e l aumento de regis t ro de denuncia con un aumento en la c i f ra rea l , lo que contr ibuy a una a larma socia l contraproducente. Ms rec ientemente en a lgunos pases e l per iod ismo responsable ha contr ibu ido a corregi r esta errnea in terpretac in.

    A l igual que antes v imos en e l caso de los del i tos contra la v ida y la in tegr idad personal , estas conduces se pract ican, en muy a l ta proporc in, dentro de los grupos pr imar ios, por lo que la labor de prevencin en su in ter ior , y en par t icu lar en la fami l ia y en la escuela, son de la mayor importancia.

    Respecto de los del i tos sexuales en los que se exp lota comerc ia lmente a la v c t ima, amer i tar an mayor atencin que la que se les otorga, ya que s estar an ten iendo un aumento en las c i f ras reales, a pesar de que ste no se ref le ja en las c i f ras regis t radas. Adentrarse en e l estudio de esta cr iminal idad l leva a invest igar organizac iones con redes de protecc in con penetrac in en sectores de los mismos s is temas de just ic ia penal , y que cumplen una " func in" soc ioeconmica en e l sector de serv ic ios de la soc iedad. Esto se re lac iona con la or ientac in de l desarro l lo soc ia l y con e l auge de act iv idades que, s i b ien son fuente de importantes ingresos, como e l tur ismo, s i crecen desmesuradamente, s in p lan i f icac in y en un contexto con voluminosos sectores poblac ionales pobres, generan prost i tuc in y promueven ot ros del i tos re lac ionados con e l la . Sobre esto hay mucha l i tera tura cr iminolg ica pero rec ientemente e l problema se ha presentado con la mayor gravedad en los pases en vas de desarro l lo , donde se ha detectado un auge de la prost i tuc in de n ios, n ias y adolescentes, los que, en razn del r iesgo in t roducido por e l SIDA en las re lac iones de comerc io sexual , se han const i tu ido en mercanca a l tamente cot izada por e l menor r iesgo que representa la re lac in sexual con e l los .

  • LA REACCIN SOCIAL Y LA RESPUESTA DEL SISTEMA PENAL. MEDICIN DE LA "EFICACIA" DE LOS SISTEMAS. EL NNIERO DE PRESOS. LA SEVERIDAD DE LAS PENAS. ANLISIS INTEGRAL DE LOS SISTEMAS. LAS RELACIONES NUMRICAS PTIMAS ENTRE POLICAS Y JUECES POR HABITANTES. NECESIDAD DE POLTICAS INTEGRALES

    Frente a l panorama que hemos v is to del de l i to en a lgunos pases de

    Amr ica Lat ina, formulmonos t res preguntas: 1 ] cul es la reacc in de los habi tantes o de la "persona comn?; 2] cmo estn respondiendo los s is temas de just ic ia penal?; 3 ] qu podr a hacerse?

    La "persona comn", lg icamente a larmada, y razonando con los e lementos de ju ic io a su a lcance, suele pedi r : a ] mas presos y penas ms severas o e jemplar izantes, y b] ms pol ic as. Su rec lamo suele veni r acompaado del razonamiento de que e l s is tema es inef ic iente, que muchos pol ic as son corruptos, y que los jueces son s imi lares o, a l menos, lunt icos, ya que cuando la pol ic a captura del incuentes, e l los " rapid i to" los suel tan.

    Una de las cosas que la cada de los gobiernos mi l i tares y la insta lac in de las democrac ias pol t icas permi t i poner de mani f ies to fue la corrupcin y fa l ta de independencia que caracter izaba a los s is temas de just ic ia ,2 9 de manera que en este pr imo la v is in de la "persona comn" no est muy a le jada de la real idad. Pero es un mi to creer que "modernizada" la just ic ia penal desaparecern problemas que son ns i tos a su propia natura leza, y que e l de l i to y ot ras expres iones de la conf l ic t iv idad soc ia l se vern reducidas.

    Comencemos anal izando e l pedido de ms presos, y veamos tambin cmo v ienen actuando en esa mater ia los s is temas de just ic ia penal .

    Una forma moderna de evaluar las empresas y los s is temas en genera l consis te en e l "contro l por productos" (contro l by outputs) . Esa misma es, por ot ra par te , la forma de razonar , sobre esta mater ia , de la persona que hemos l lamado promedio o comn. S iguiendo ta l razonamiento, e l cual rec lama que ante e l mayor nmero de del i tos se generen tambin ms presos, e l "producto f ina l " de la just ic ia penal ser an los presos. S i la just ic ia penal produce ms presos, qu iere deci r que es ef icaz y que est func ionando b ien; s i produce menos presos, querr a deci r que no es ef icaz y , que est func ionando mal .

    Veamos entonces, en e l cuadro 1.6, lo que surge de observar las tasas de presos por c ien mi l habi tantes en pases de la regin, en 1981, y 15 aos despus, en 1996.

    Anal izando las c i f ras con la lg ica de razonamiento de una persona comn", nos encontramos con a lgo inesperado: los datos del cuadro nos ind ican que los s is temas estar an func ionando de manera "ef icaz" : hay ms del i to (o eventua lmente ms a larma socia l ) , y se responde encerrando a ms gente.

    En a lgunos casos la respuesta v iene s iendo sumamente "competente" : Costa Rica e lev 23% su tasa de encarcelamiento ; Chi le , 36%; Ecuador, 25%; El Sa lvador , 83%; Mxico, 32%; Panam, 13% Repbl ica Dominicana, 76% y Uruguay, 145%(! ) .

    29 Caracterizacin que, sin embargo, sera injusto limitar a slo este sector del aparato del Estado, o a slo los

    periodos de gobiernos militares, si bien durante ellos la impunidad de los delitos desde las funciones estatales fue mayor y los aos setenta se caracterizaron por la impunidad total de toda clase de delitos, que se cometan sistemticamente desde el aparato del Estado en nombre de la "seguridad nacional", y, algo ms tarde, en nombre de la "seguridad ciudadana".

  • CUADRO 1.6. PRESOS POR CIEN MIL HABITANTES EN PAISES DE AMRICA LATINA COMPARACIN EN EL TIEMPO 1981-1996 ____________________________________________________________________________________________________________ Pas Ao Tasa Porcentaje de aumento ____________________________________________________________________________________________________________ Colombia 1981 104 1996 106 1 Costa Rica 1980 102 1996 126 23 Chile 1981 114 1995 155 36 Ecuador 1981 68 1996 85 25 El Salvador 1981 74 1996 136 83 Guatemala 1981 52 1996 58 12 Mxico 1981 83 1996 109 32 Panam 1981 117 1996 274 134 Per 1981 86 1996 89 4 R. Dominicana 1981 92 1996 162 76 Uruguay 1981 64 1996 158 145 ________________________________________________________________________________________________

    FUENTES: Elaborado con informacin proporcionada por los ministerios a cargo de los sistemas penitenciarios en cada pas, y con datos de poblacin del Centro Latinoamericano de Demografa, CELADE, Boletn Demogrfico, nm. 46. No se incluyen los presos en dependencias policiales, cuya cifra suele ser muy alta, en algunos casos similar a la cifra penitenciaria.

    Alguien podr a argumentar que, no obstante este incremento, para a lcanzar e l grado exacto de e f icac ia e l r i tmo de crec imiento de las tasas de presos deber a ser e l mismo que e l de las tasas de denuncia. Con la in formacin de que d isponemos no estamos en condic iones de determinar con prec is in e l incremento de cules tasas l leva la de lantera, s i las de del i to o las de presos, pero de cualquier manera est c laro que s i seguimos en esta proyeccin de c i f ras pronto habr ms gente encerrada que gente suel ta . 3 0 Y en este punto hay que hacer una ac larac in de la mayor impor tancia sobre las tasas de presos que tenemos a la v is ta. Estas c i f ras representan los presos que en cada pas han ingresado bajo la responsabi l idad del s is tema peni tenciar io .

    Pero en los hechos, en cas i todos los pases, e l nmero to ta l de presos es muchs imo ms e levado -con osc i lac iones entre e l los- y tendr a que ser

    30 Y encerrada en condiciones infrahumanas. No podemos extendernos aqu sobre las caractersticas de los sistemas

    penitenciarios y de detencin en la regin, pero cualquiera que los conozca sabe que las condiciones generales - con excepcin de algunas unidades aisladas que confirman la regla - son flagrantemente violatorias de los derechos humanos. Sobre esto pueden consultarse los documentos "Proyecto ILANUD/Comisin Europea: el reto de la sobrepoblacin penitenciaria", 1996.

  • determinado con invest igac iones de campo en cada caso. Exis te por lo genera l una c i f ra muy a l ta de pr ivados de l iber tad -a veces por per iodos largus imos, de aos- a lo jados en dependencias pol ic ia les. Esto t iene d iversas expl icac iones, que van desde e l hecho de que la po l ic a es la que por su func in in terv iene de pr imera mano generando la detenc in y pasa un c ier to t iempo hasta que e l preso es puesto a d isposic in jud ic ia l y eventua lmente t ransfer ido a l s is tema peni tenc iar io , hasta e l hecho de que, por hacinamiento y fa l ta de espacio en las peni tenc iar as, se ut i l izan las insta lac iones pol ic ia les para la func in peni tenc iar ia .3 1

    E l nmero de estos presos suele ser a l t s imo, y s i se lo computara para obtener las tasas, las que nosotros exhib ido se e levar an, en algunos casos, aprox imadamente a l doble. Slo a t tu lo de e jemplo, d igamos que en la prov inc ia de Buenos Ai res, Argent ina, a l 31 de d ic iembre de 1993 haba 9 427 presos regis t rados en e l s is tema peni tenc iar io pero, adems, haba ot ros s ie te mi l en dependencias pol ic ia les, no computados en e l s is tema peni tenciar io ; y que en Nicaragua, a l 30 de Junio de 1995, para una c i f ra peni tenc iar ia de 3 470 haba ot ros 2 500 en delegaciones de pol ic a . 3 2 El nmero de sentenciados entre estos presos pol ic ia les es mn imo; cas i en su tota l idad son "presos s in condena", amparados ter icamente por e l pr inc ip io de inocencia.

    S i hay tanta "e f icac ia" en aumentar e l nmero de presos, como se expl ica , entonces, la insat is facc in de la persona comn f rente a la acc in del s is tema de just ic ia penal?

    En pr imer lugar , debe notarse que la que estamos denominando "persona comn" no t iene a su a lcance e l t ipo de in formacin que, nosotros, estamos ut i l izando. Su nica "verdad" es la in formacin que le l lega por los medios de comunicac iones de masa, a lgunas veces ser ia y objet iva , muchas veces comerc ia l y sensacional is ta .

    Por ot ra par te, pensamos que la insat is facc in radica, en buena medida, en que e l s is tema responde s iempre "dando ms de lo mismo": hay ms del i to , hay ms presos.

    Sin embargo lo que en e l fondo las personas rec laman de la just ic ia penal es que haya menos de l i to . Pero tambin aqu est la t rampa, porque ste es un rec lamo que la just ic ia penal t iene imposib i l idad de sat is facer , ya que por su propia def in ic in y natura leza es un s is tema que acta s iempre despus del de l i to comet ido, y cast igando solamente a lgunos de e l los . E l l lamado "efecto embudo de la just ic ia penal" se ha estudiado en los s is temas considerados de mayor ef ic ienc ia del mundo, y se ha logrado medir , con bastante r igor , la pequea proporc in de la c i f ra real de del i tos que, en cada categor a del ic t iva , e l s is tema sanciona. E l manual de Neubauer 3 3 sobre la just ic ia penal , a par t i r de in formacin que toma de la Of ic ina de Estads t icas del Depar tamento de just ic ia de los Estados Unidos, deta l la cmo, de cada mi l de l i tos graves ocurr idos en ese pas ( fe lonies : de l i tos a los que corresponde pena de muerte o pr is in por un trmino mayor de un ao) , s lo se is l legan a ser en def in i t iva sancionados con pr is in de ms de un ao de durac in:

    31 Se desvan as importantes recursos materiales y personales de esta institucin a funciones que no le son propias, lo que los distrae, en consecuencia, de sus funciones naturales de prevencin e investigacin del delito.

    32 Estimaciones de presos policiales proporcionadas por los gobiernos de cada pas. 33 David W. Neubauer, America's courts and the criminal justice system Pacific Grove, Brooks/Cole, 1992, 4a ed.,

    p. 27.

  • 100 0 de l i t os g r aves ( f e l on ies ) com e t i d os ; .. 339 d en unc i a dos a l a po l i c a ; 54 a r r es t ad o s ; . . 26 c on de na d os ; . . 13 enc a rc e l a dos c e l a dos ; .. 6 se n t enc i ad os a p r i s i n po r m s de u n a o .

    Con a lgunas d i ferencias s in mayor impor tancia en las c i f ras, los efectos

    del "embudo" de In just ic ia penal son los mismos en todos los pases. De manera que no podemos pedi r le peras a l o lmo, n i a los s is temas de just ic ia penal que func ionen de manera contrar ia a su propia natura leza.

    Cier tamente debemos t ratar de que la just ic ia penal sea lo menos corrupta y lo ms ef icaz y ef ic iente posib le. Pero hay que tener b ien c laro que es un s is tema de excepcin, que cumple una funcin s imbl ica cast igando slo un nmero muy l imi tado de casos y actuando de manera se lect iva (se lecc ionando desproporc ionadamente a quienes se encuentran en s i tuac iones ms vulnerables) .3 4 Tambin hemos de considerar que la labor de lograr n ive les reducidos de del i to no es una tarea penal s ino de pol t ica soc ia l , en la que e l s is tema de just ic ia penal par t ic ipa como uno ms de los componentes, y que la exper ienc ia ind ica que h iper t rof indolo , o h iper t rof iando en su in ter ior los subsis temas pol ic ia l o peni tenc iar io , s lo se logra ms burocrac ia, ms corrupcin y ms v io lenc ia, pero no menos del i to .

    En cuanto a l rec lamo que a lgunos hacen de penas ms severas, c ier tamente ha ten ido eco en los l t imos aos en var ios pases donde los leg is ladores han e levado las penas de d iversos del i tos. Pero la invest igac in cr iminolgica ver i f ica que este proceder , como e l de que los jueces d ic ten condenas ext remas, no produce e l e fecto de reduci r la comis in de del i tos . Sobre esto la r igurosa invest igac in real izada por Nut ta l y Baxter en var ias c iudades de Gran Bretaa, que se inc luye en ot ro cap tu lo de este l ibro, es muy esc larecedora. Y es tambin esc larecedora la rec iente exper ienc ia de Costa Rica que descr ib imos en la nota 20.

    Anal icemos e l rec lamo de mas pol ic as. De los t res componentes t rad ic ionales de l s is tema de just ic ia penal la

    pol ic a es un actor esencia l , que par t ic ipa en ambos f rentes, pre y posdel ic t ivo, por lo que es impresc indib le una pol ic a capaci tada, respetuosa de los hab i tantes y e f icaz en su func in.

    Pero la po l ic a t iene tambin posib i l idades l imi tadas de acc in; por una par te, porque un a l to porcenta je de los del i tos ocur ren dentro de los grupos pr imar ios; por ot ra, porque no exis te una re lac in d i recta entre e l nmero de pol ic as y e l n ive l de segur idad (senci l lamente porque quienes van a cometer un del i to lo hacen cuando e l po l ic a est le jos) . Lo que corresponde es determinar la re lac in adecuada pol ic as:nmero de habi tantes, y determinar tambin su adecuada d is t r ibuc in geogrf ica y por func iones, que permi ta e l aprovechamiento rac ional de los efec t ivos.

    Es impresc indib le enfocar e l tema de la pol ic a a par t i r de la in tegra l idad del s is tema de just ic ia penal , ten iendo en considerac in los recursos

    34 La literatura sobre la sociologa del funcionamiento de los sistemas de justicia penal es amplsima. En Amrica

    Latina, sobre su naturaleza selectiva y violenta, y con una propuesta concreta para reducir la violencia orientando la actividad de los operadores del sistema, es insustituible la obra En busca de las penas perdidas, de E. R. Zaffaroni

  • asignados a sus t res componentes t rad ic ionales: po l ic a, jueces y peni tenc iar is tas.3 5

    De los cuatro estudios quinquenales de las Naciones Unidas sobre tendencias del de l i to y func ionamiento de la jus t ic ia penal se desprende que la proporc in de pol ic as por habi tantes es, en promedio, mas a l ta en los pases en vas de desarro l lo que en los pases desarro l lados, y que, por contraste, la proporc in de jueces por nmero de habi tantes es ms a l ta en los pases desarro l lados que en los pases en vas de desarro l lo . 3 6 Es dec i r que, como caracter izac in genera l , e l s is tema de jus t ic ia penal en los pases desarro l lados es ms jud ic ia l , y en los nuestros ms pol ic ia l (y en a lgunos casos eminentemente pol ic ia l , podr amos aadi r nosotros a los textos c i tados) . Lo que hemos d icho se aprec ia en los cuadros 1.7 y 1.8.

    El 4 o estudio de las Naciones Unidas sobre tendencias del de l i to y funcionamiento de la just ic ia penal , s igu iendo a l PNUD,3 7 hace la d is t inc in entre pases menos desarro l lados (en Amr ica Lat ina, so lo Hai t y Nicaragua) , CUADRO 1.7. POLICAS POR CIEN MIL HABITANTES SEGN NIVELES DE DESARROLLO NACIONAL, 1990 ______________________________________________________________________________________________ Pases Policas ____________________________________________________________________________________________________________

    Menos desarrollados 172.98 En vas de desarrollo 350.1 9 Desarrollados 266.04

    ________________________________________________________________________________________________ Adaptado de Crime trends and criminal justice operations at the regional and interregional levels. Results of the

    fourth Survey of Crime Trends and Operations of the Criminal Justice Systems (1986-1990), Draft report, figura 5. CUADRO 1.8 JUECES POR CIEN MIL HABITANTES SEGN NIVELES DE DESARROLLO NACIONAL, 1990 ____________________________________________________________________________________________________________ Pases Jueces ____________________________________________________________________________________________________________

    Menos desarrollados 2.40

    En vas de desarrollo 4.72 Desarrollados 11.03

    ________________________________________________________________________________________________ Adaptado de Crime trends and criminal justice operations at the regional and interregional levels. Results of the fourth Survey of Crime Trends and Operations of the Criminal Justice Systems (1986-1990), Draft report, figura 8.

    35 stos son los tres componentes tradicionales y mnimos, que no pueden omitirse, pero una visin realmente

    integral incluye otros, tales como legislacin; universidades, en su funcin de capacitacin y difusin de la legislacin y doctrina; servicios pospenitenciarios; policas privadas y muchos otros.

    36 Crime trends and criminal justice operations at the regional and interregional levels. Results of the fourth United Nations Survey of Crime Trends and Operations of the Criminal Justice Systems (1986-1990), Draft report, pp. 7 y 13 y figura 15.

    37 UNDP, Human development report, Nueva York, Oxford University Press, 1992.

  • y pases desarro l lados. Del anl is is de la in formacin de los pases que respondieron a l cuest ionar io de las Naciones Unidas se desprende que, como caracter izac in genera l , los pases menos desarro l lados t ienen pocos jueces y pocos pol ic as en re lac in con su nmero de 1-habi tantes; los pases en vas de desarro l lo t ienen tambin pocos jueces, pero en cambio muchos pol ic as; y los pases desarro l lados t ienen proporc iones que, en ambos casos, podr an considerarse ms equ i l ibradas, o ms cercanas a un modelo ideal .

    De lo que hemos venido v iendo se desprende que hay que d is t r ibu i r de manera in te l igente los recursos ex is tentes, para lograr una re lac in adecuada funcionar io :nmero de habi tantes en todo e l s is tema, con sus t res componentes de pol ic as, jueces y peni tenc iar is tas, ev i tando desequi l ibrar los ms de lo que ya lo estn en a lgunos pases.

    Ac laremos que la invest igac in de las Naciones Unidas proporc iona conclus iones generales refer idas a los t res grandes grupos de pases c las i f icados segn n ive les de desarro l lo , pero que cada pas deber a hacer su anl is is espec f ico para encontrar sus so luc iones y adoptar las acc iones correspondientes. Con esta idea, seguidamente presentamos los cuadros 9.1 y 10.1 que exh iben las tasas de pol ic as y jueces por nmero de habi tantes que hemos e laborado a par t i r de la in formacin que pudimos recoger de los pases de Amr ica Centra l .

    A l anal izar los cuadros 1.9 y 1 .10 teniendo como parmetro la c las i f icac in t r ipar t i ta de las Naciones Unidas segn n ive les de desarro l lo , se aprec ia una d ivers idad de s i tuac iones que, escuetamente, resumimos en los s igu ientes trminos:

    CUADRO 1.9. TASAS DE POLICAS POR CIEN MIL HABITANTES, 1990 ________________________________________________________________________________________________ Habitantes Total Tasa por Pas (en miles) policas 100 000 ________________________________________________________________________________________________ Belice 215 850 395 Costa Rica 3 424 9 763 285 El Salvador 5 768 11 584 200 Guatemala 10 621 14 389 135 Honduras 5 67 4 5 385 95 Nicaragua 4 433 5 242 141 Panam 2 631 11 625 442 ________________________________________________________________________________________________

    El clculo se hizo sumando los efectivos de todos los cuerpos policiales existentes (dependientes del Poder

    Ejecutivo, del Poder Judicial o del Legislativo), e incluyendo el personal de todas las funciones. El dato de poblacin de cada pas se tom del Boletn Demogrfico CELADE, ao xxviii, nm. 55. Esto unifica la fuente de informacin para un ms riguroso anlisis comparado, y, explica pequeas diferencias en el clculo en relacin con los documentos, entregados por los expertos nacionales. Nota: Un anlisis ms fino podra sumar al nmero de policas, en algunos pases, el nmero de miembros de las fuerzas armadas que desempean funciones policiales. Haciendo el clculo de esa manera, la tasa de tales pases se elevara. Los casos ms notorios en este sentido son Honduras y Guatemala; tambin El Salvador.

  • CUADRO 1.10. TASAS DE JUECES POR CIEN MIL HABITANTES, 1990 ___________________________________________________________________________________________________________________________ Habitantes Tasa Pas (en miles) Total jueces X 100 000 ________________________________________________________________________________________________ Belice 215 24 11.2 Costa Rica 3 424 200 5.8 El Salvador 5 768 447 7.7 Guatemala 10 621 386 3.6 Honduras 5 674 359 6.3 Nicaragua 4 433 317 7.2 Panam 2 631 711 27.0 ________________________________________________________________________________________________

    El clculo se hizo sumando todos los jueces con competencia penal (en materia de delitos y de faltas o contravenciones). En el caso de los jueces con competencia mixta (civil y penal) se estim el porcentaje del tiempo laboral que destinan a la materia penal. En el caso de Panam, por ejemplo, la cifra 711 est compuesta por 126 jueces judiciales y 585 de la justicia administrativa (9 gobernadores, 66 alcaldes y 510 corregidores) con competencia en materia de faltas, a las que puede corresponder privacin de libertad hasta el mximo un ao. El dato de poblacin de cada pas se tom del Boletn Demogrfico CELADE, ao xxviii, nm. 55. Esto unifica la fuente de informacin para a un ms riguroso anlisis comparado, y explica pequeas diferencias en el clculo en relacin con los documentos entregados por los expertos nacionales.

    Costa Rica: En cuanto a l nmero de pol ic as por habi tantes, Costa Rica

    es, de entre los pases anal izados, e l n ico que presenta una s i tuac in s imi lar a l que podr amos l lamar "modelo ideal" representado por los pases desarro l lados, pues posee una tasa de 285 por 100 mi l . Por su par te, en lo que respecta a l nmero de jueces, su tasa de 5.8 por 100 mi l encaja per fectamente en e l promedio que los estudios de las Naciones Unidas encuentran propio de los pases en vas de desarro l lo (4.72 por 100 mi l ) .

    Bel ice y Panam: Estos dos pases, con sus respect ivas tasas de 395 y 442 pol ic as por cada c ien mi l habi tantes, aparecen como dos casos t p icos del modelo de pases en vas de desarro l lo , con a l to nmero de pol ic as.

    En cuanto a l nmero de jueces, tanto Bel ice como Panam escapan por completo del promedio propio de los pases en vas de desarro l lo . Bel ice t iene exactamente la tasa promedio de los pases desarro l lados (11.2 por 100 mi l ) , y Panam presenta una tasa a l t s ima de 27 por 100 mi l . La pecul iar s i tuac in de estos dos pases, de tener un al to nmero de pol ic as y de poseer tambin un a l to nmero de jueces penales (a lgo inusual en la regin) , expl icar a e l hecho de que sean tambin estos dos pases los que generan las tasas ms al tas de presos por c ien mi l habi tantes (Panam 276 y Bel ice 359, ambos para 1996) ,3 8 aunque no por e l lo podr a deci rse que su s i tuac in f rente a l de l i to sea mejor . En e l caso de Panam c laramente se advier te que la h iper t rof ia del s is tema se produce en e l rgano adminis t ra t ivo, con un a l to nmero de pol ic as, y adems con un e levado nmero de jueces de la just ic ia adminis t ra t iva" (vase sobre esto la nota a l p ie del cuadro 1.10) .

    Nicaragua: Este pas , con su baja tasa de pol ic as, de 141 por 100 mi l habi tantes, encaja per fectamente en e l pat rn de la categor a de los pases menos desarro l lados en la cual lo ubica la c las i f icac in del PNUD; y tambin en cuanto a su nmero de jueces, como puede verse en e l cuadro respect ivo.

    Honduras, Guatemala y El Salvador . Los in formes de los estudios de las Naciones Unidas sobre tendencias del de l i to y func ionamiento de la just ic ia

    38 Informacin proporcionada por el Superintendent of Prison, Belize Department of Corrections al 29 de abril de

    1997. Para Panam y los restantes pases vase el cuadro de tasas penitenciarias insertado pginas atrs.

  • penal hacen notar la d i f icu l tad que exis te en a lgunos pases en vas de desarro l lo para determinar su nmero de pol ic as, en razn de la confus in ex is tente entre las func iones de la pol ic a y las de las fuerzas armadas. S i nos l imi tamos solamente a ext raer las tasas a par t i r de l dato of ic ia l de l nmero de pol ic as, se obt ienen tasas baj s imas, como las que se observan en e l cuadro 1.9. Pero este resul tado es engaoso. Nosotros personalmente hemos comprobado ta l d i f icu l tad, y podr amos deci r que se dan dos casos bsicos: uno es e l de los pases que senc i l lamente no t ienen pol ic a y en los que la func in pol ic ia l es desempeada por las fuerzas armadas (sta es la s i tuac in de Honduras) ;3 9 e l o t ro es e l caso de los pases en los que, pese a ex is t i r rganos pol ic ia les, stos comparten sus func iones de manera ms o menos permanente con las fuerzas armadas (es la s i tuac in de Guatemala y El Salvador) . En uno y en ot ro casos ex is te, como es lg ico, un grave problema de contro l de l poder pol t ico. E l argumento que fundamenta esta s i tuac in en todos los casos es la lucha contra e l de l i to y las ex igencias de la segur idad c iudadana.

    En cuanto a la tasa de jueces por c ien mi l habi tantes, Honduras y Guatemala presentan c i f ras que encajan b ien con e l promedio determinado para pases en vas de desarro l lo por e l Cuar to estudio de las Naciones Unidas (4.72 por 100 mi l ) , Honduras con una c i f ra a lgo super ior a d icho promedio (6.3) y Guatemala con una c i f ra a lgo in fer ior (3 .6) .

    E l caso de El Sa lvador se d is t ingue del de Honduras y Guatemala en tanto este pas ha avanzado aceleradamente en los l t imos aos -desde la f i rma de los acuerdos de paz de Chapul tepec e l 16 de enero de 1992- en la reforma de su s is tema penal , sobre todo en sus n ive les pol ic ia l -con la supres in de los cuerpos que ex is t an y la creacin de la nueva Pol ic a Nacional Civ i l - y jud ic ia l -con la creacin del Consejo Nacional de la Judicatura. E l lo se advier te en las tasas por c ien mi l habi tantes de ambos funcionar ios, ms equ i l ibradas.4 0

    Para ca lcu lar con cer teza e l nmero de pol ic as por habi tantes ex is tente en cualquier pas del mundo ser a necesar io superar an una d i f icu l tad ms: ponderar e l peso de las pol ic as pr ivadas. Estas pol ic as han crec ido enormemente en los l t imos aos, tanto en los pases desarrol lados como en los que estn en vas de desarro l lo ; en a lgunos de estos l t imos su poder es considerable y acta s in un adecuado contro l legal y mater ia l de l Estado. E l lector deber tener en cuenta que no hemos inc lu ido estas c i f ras en los cuadros que presentamos.4 1

    39 Han ocurrido hechos en Honduras en los ltimos aos que indican que esta situacin podra cambiar, al menos en

    alguna medida. Hasta 1994 la Direccin de Investigaciones era el cuerpo de investigacin y persecucin del delito" de la Fuerza de Seguridad Pblica de las Fuerzas Armadas. Dicho ao, luego de gravsimos delitos cometidos por su personal, la direccin fue disuelta por un decreto conjunto de los poderes Ejecutivo y Legislativo. En el mismo decreto se cre la Direccin de Investigaciones Criminales, DIC, adscrita al Ministerio Pblico, que inici sus funciones en enero de 1995. La numerosa Fuerza de Seguridad Pblica contina formando parte de las Fuerzas Armadas (aunque ahora "en transicin") por un decreto del Poder Legislativo ratificado en 1997.

    40 En el cono sur, en Argentina, al estar las cifras disponibles, la hipertrofia del subsistema policial es similar o peor a la de los pases de Amrica Central, con una tasa de 689 policas por cien mil habitantes, que casi triplica la propia de los pases desarrollados que vimos en el cuadro 1.7 (estudio de la Fundacin Mediterrnea, diario Pgina 12, Buenos Aires, 29 de julio de 1997).

    41 Slo a ttulo de ejemplo, digamos que en Costa Rica la relacin numrica es de cuatro policas privados por cada polica estatal (estimacin del Ministerio de Seguridad Pblica al mes de agosto de 1997). En Estados Unidos informacin publicada en 1991 indicaba que para 1 500 000 personas empleadas en la seguridad privada haba 600 mil en la polica pblica (informacin del National lnstitute of Justice, publicada en Faces of Justice and Poverty in the City, diciembre de 1995, pp. 40 y ss. En la mayor parte de los pases europeos el nmero de guardias privados supera en la actualidad al nmero de policas pblicos y, en materia de seguridad, el gasto privado supera el importe de las inversiones pblicas (Nuevas formas de criminalidad urbana, nuevas formas de justicia, Foro Europeo para la Seguridad Urbana, 1995, p. 32).

  • Consol idar buenas inst i tuc iones pol ic ia les representa un grave problema de recursos. Seguramente los procesos de reduccin de las fuerzas armadas que estn dndose en a lgunos pases (o de supres in de e l las, como en Panam) fac i l i tarn, en los casos en que fuere necesar io , t ransfer i r fondos que permi tan aumentar e l nmero de e fect ivos y capaci tar los adecuadamente. Pero esta tarea es impresc indib le hacer la a par t i r de l anl is is g lobal de los s is temas de just ic ia penal , procurando a lcanzar e l mayor n ive l de e f ic ienc ia en sus t res componentes, y manteniendo e l adecuado equi l ibr io entre e l los . La labor deber a completarse con una adecuada capaci tac in de los operadores, tambin en los t res subs is temas, y a lgunos pases estn poniendo empeo en esto.

    Ahora b ien, aun en e l supuesto de que logrramos una mayor "ef icac ia" y e f ic ienc ia y s in mejor equi l ibr io de los s is temas de just ic ia penal , nos encontrar amos an varados en la etapa de "cada vez ms de lo mismo", cast igando despus de las conductas cuya f recuencia se desea reduci r , s in sa l i r de l c rcu lo, y cast igando con s is temas que ta l vez podr an considerarse "ef icaces" dentro de la lg ica del razonamiento descr i to , pero que t ienen su leg i t imidad muy cuest ionada porque por su natura leza son select ivos y v io lentos (cast igan cas i con exc lus iv idad a los dbi les y escapa a e l los e l de l i to que causa grave dao socia l ) , y porque estas caracter s t icas negat ivas propias de la just ic ia penal se ven agravadas notablemente en Amr ica Lat ina por las condic iones est ructura les menos favorab les que presenta e l es tado del desarro l lo regional , lo que da como resul tado permanentes v io lac iones a las garant as penales y procesales de los just ic iab les y cast igos crueles, inhumanos y degradantes; para comprobar lo , has ta v is i tar cualquier crcel promedio de la regin.4 2

    Debemos sal i r de este c rcu lo de s lo del i to y cast igo i leg t imo por medio de pol t icas in tegra les, que promuevan sociedades de mayor l iber tad, menos v io lentas y a l i is so l idar ias, con una equi ta t iva d is t r ibuc in del b ienestar y de los benef ic ios del desarro l lo , y que generen, por , tanto, menos del i to ; soc iedades en las que e l s is tema de just ic ia penal sea in justo y t ransparente en la d is t r ibuc in del cast igo, pero func ionando realmente como l t imo recurso, con comunidades que par t ic ipen "proact ivamente" en la prevencin de las conductas que se desea ev i tar , y en las que las par tes involucradas en del i tos u ot ros conf l ic tos par t ic ipen tambin act ivamente en su resoluc in armnica o , en su caso, en e l proceso penal cuando ste tenga lugar .

    Para e l logro de estos objet ivos e l s is tema de just ic ia penal ta l como est d iseado, y los papeles que desempean sus actores t rad ic ionales, exc luyendo a los verdaderos actores del conf l ic to y a la comunidad, parec ieran ms un obstculo que un desidertum.

    Este l ibro, que se in ic ia con este cap tu lo , es so lo un paso entre pasos s imi lares que v ienen dndose en muchos pases del mundo, tendientes a poner de mani f iesto e l tema y a t rasmi t i r ideas y exper ienc ias - a lgunas ext raord inar iamente ex i tosas, como el lec tor podr aprec iar en los cap tu los que s iguen- que nos ayuden a superar e l c rcu lo v ic ioso de slo ms del i to y mas v io lenc ia esta ta l que ha s ido descr i to en estas pginas.

    42 Un panorama detallado de la situacin carcelaria regional puede verse en los documentos del proyecto "El reto de la sobrepoblacin penitenciaria", en el que se hizo el anlisis de los sistemas tomando como parmetro las reglas mnimas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos. El Programa ILANUD/Comisin Europea est editando dicho material para su publicacin. La "Convencin de las Naciones Unidas sobre la Tortura", que especficamente prohibe los tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, es otro parmetro ineludible en materia penitenciaria.