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El género en el derecho. Ensayos críticos

Ensayos críticos - CORE · 2017-02-20 · La propuesta y la provocación del género en el derecho ... El sexo del derecho ... Frances Olsen Cuestiones acerca de

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  • El gnero en el derecho.Ensayos crticos

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  • El gnero en el derecho.Ensayos crticos

    Ramiro vila Santamara, Judith Salgado y Lola ValladaresCompilador y compiladoras

    SERIE JUSTICIA Y DERECHOS HUMANOS

    NEOCONSTITUCIONALISMO Y SOCIEDAD

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  • Nstor Arbito ChicaMinistro de Justicia y Derechos Humanos

    Ministerio de Justicia y Derechos HumanosAv. Amazonas y AtahualpaEdif. Anexo al Ex Banco PopularTelf: (593-2) 2464 929, Fax: 2469 914www.minjustica-ddhh.gov.ec

    Jos Manuel Hermida VialletCoordinador Residente del Sistema de Naciones Unidas en Ecuadory Representante Residente del PNUD

    Moni Pizani OrsiniRepresentante de UNIFEM en Ecuador y Directora para los Pases Andinos

    Organizacin de las Naciones UnidasAv. Amazonas N 2889 y La GranjaTelf: (593-2) 2460 330, Fax: 2461 960www.un.org.ec

    Equipo de ApoyoMinisterio de Justicia y Derechos Humanos

    Ramiro vila SantamaraCarolina Silva

    Naciones UnidasOficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

    Guillermo Fernndez-Maldonado Castro

    UNIFEMLola Valladares

    ISBN: 978-9978-92-786-1Derechos de autor: 032326Imprenta: V&M Grficas (02 3201 171)

    Quito, Ecuador1ra. edicin: dicembre de 2009

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  • Presentacin ....................................................................................................ixNstor Arbito Chica,Ministro de Justicia y Derechos HumanosPresentacin ....................................................................................................xiMoni Pizani Orsini,Representante de UNIFEM en Ecuador y Directora para los Pases AndinosA manera de introduccin.La propuesta y la provocacin del gnero en el derecho ...............................xiiiRamiro vila Santamara

    I. Conceptos fundamentales

    1. La categora gnero

    La definicin del gnero.............................................................................5Linda McDowellCrticas feministas a la dicotoma pblico/privado ...................................37Carole Pateman

    2. Los movimientos feministas y la masculinidad

    El enigma masculino. La gran X ..............................................................69Elisabeth Badinter

    II. Gnero y teora del derecho

    1. Las escuelas feministas y el derecho

    La crtica feminista al derecho................................................................103Isabel Cristina Jaramillo

    Contenido

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  • 2. Gnero y derecho

    El sexo del derecho ................................................................................137Frances OlsenCuestiones acerca de mujeres y derecho .................................................157Alicia E. C. RuizGnero y derechos humanos ..................................................................165Judith Salgado

    3. Metodologa de investigacin del derecho

    Metodologa para el anlisis de gnero del fenmeno legal.....................181Alda FacioCrtica al Derecho y a la Facultad de Jurisprudencia desde el Gnero ....225Ramiro vila Santamara

    III.El gnero en el derecho

    1. Derecho constitucional

    Igualdad sin discriminacin ...................................................................257Joan WilliamsIgualdad, diferencia, discriminacin.......................................................285Mara Jos An

    2. Derecho penal

    El discurso feminista y el poder punitivo ...............................................321Eugenio Ral ZaffaroniEl aborto................................................................................................335Tamar PitchLibertad de procreacin y derechoa la interrupcin voluntaria del embarazo.Una nota desde la incertidumbre ...........................................................383Miguel CarbonellDerechos humanos y violencia sexual contra las mujeres........................397Roxana Arroyo y Lola Valladares

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  • 3. Derecho de familia

    Cambios familiares:Del modelo patriarcal al modelo deresponsabilidad individual en la familia..................................................465Margrit Eichler

    4. Derecho laboral

    Gnero, masculinidades y polticas de conciliacin familia-trabajo ........517Eleonor Faur

    5. Derecho internacional de los derechos humanos

    La Carta Magna de todas las mujeres .....................................................541Alda FacioHacia una manera ms efectiva de garantizar que las mujeresgocen de sus derechos humanos en el Sistema Interamericano ...............559Cecilia MedinaViolencia y jurisprudencia internacional ................................................593Roxana Arroyo y Lola Valladares

    IV. Instrumentos internacionales

    Declaracin del Milenio.........................................................................641Convencin sobre la eliminacin de todas las formasde discriminacin contra la mujer - CEDAW ........................................655Protocolo Facultativo de la Convencin sobre la eliminacinde todas las forma de discriminacin contra la mujer - CEDAW...........673Convencin Interamericana para prevenir, sancionar yerradicar la violencia contra la mujerConvencin de Belem do Par ............................................................681

    Nota biogrfica de las autoras y autores .......................................................691

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  • La serie Justicia y Derechos Humanos - Neoconstitucionalismo ySociedad tiene como objetivo enriquecer el debate jurdico, que haestado tradicionalmente relacionado al derecho civil y a su anlisis formal.El libro El Gnero en el Derecho. Ensayos crticos, siguiendo con la tradicineditorial del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, ofrece a la ciuda-dana doctrina, materiales e instrumentos jurdicos necesarios para com-prender el alcance del Estado constitucional de derechos y justicia, prego-nado por el artculo primero de la Constitucin del 2008.

    El gnero no es una cuestin slo de feministas, es una temtica que debeinteresar a hombres y mujeres, grupos y colectividades diversas. La injusticiaproducida en sociedades patriarcales como la nuestra nos afecta a todas las per-sonas. La sociedad nos ha privado a los hombres de ejercer roles de cuidado ya la vez no hemos construdo vnculos sociales fuertes con nuestros seres que-ridos. De igual modo, las mujeres han tenido serias dificultades para desarrollary expandir sus capacidades particularmente en la vida pblica al estar relegadasa roles de cuidado. Todas las personas en una sociedad patriarcal, perdemos. Eshora de cambiar. Las lecturas de este libro invitar a ver la vida, el derecho y lastranformaciones que requieren la sociedad de una forma distinta.

    El derecho contemporneo no puede desconocer los aportes del anlisisde gnero al derecho. Sin duda, no tener nociones de gnero, como no tenernociones de derechos humanos, hoy en da constituira un gran dficit en laformacin jurdica. De ah la importancia de esta publicacin.

    El libro est estructurado como material para un curso o un mdulo deestudio que va desde aspectos introductorios y contextuales hasta la aplica-

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    Presentacin

    Nstor Arbito Chica,Ministro de Justicia y Derechos Humanos

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  • cin concreta en reas especficas del derecho. Nos encantara saber que estelibro fue utilizado en la Escuela Judicial o en cualquier facultad de derecho,o simplemente que fue ledo y que transmiti conocimientos tiles para lavida, para la exigibilidad de derechos, para despertar el sentido crtico de lapersona estudiosa de las normas o para la transformacin del derecho. Sialgo de esto sucede, estaremos felices de saber que nuestras publicacionestienen sentido y que el esfuerzo que implica la produccin del libro no hasido en vano.

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    NSTOR ARBITO CHICA

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  • Segn Alicia Ruiz, autora de El Derecho en el Gnero y el Gnero en elDerecho, en la produccin del discurso jurdico se presentan lo que ellallama reglas de atribucin de la palabra que individualizan a quienes estn encondiciones de decir el derecho; por lo tanto, el Derecho tiene mayores sig-nificaciones que la sola letra de la ley, refleja los valores, los mitos, los ritua-les, los imaginarios, las creencias, de la sociedad para la que rige y que ter-minan por convertirse en los supuestos que garantizan o no su eficacia; estosignifica que el Derecho tiene una doble funcin, por una parte es creado,pero por otra, tambin tiene un poder creador. Esto permite entender alDerecho como el resultado de todo un proceso de construccin social, cru-zado por relaciones de poder, capaz de generar ciertas prcticas sociales, dis-cursos, subjetividades y an materialidades.

    La simbolizacin de lo femenino, ligado a la biologa y la conservacin dela especie, incidi severamente en el proceso de ciudadanizacin de las muje-res y en el reconocimiento de sus derechos, invisibilizando situaciones defacto violatorias de sus derechos, tanto en el mbito privado, como en elpblico. Y es que nacer y ser mujer u hombre, es una condicin que marcauna diferencia y tambin marca la vida, las aspiraciones, la libertad, los sue-os, las oportunidades y los riesgos.

    Esta constatacin justifica por s misma la necesidad de la aplicacin delenfoque de gnero en el Derecho, si de verdad se busca que la justicia seaposible, tanto para hombres como para mujeres y logre la verdadera repara-cin de las vctimas. Mirar desde el enfoque de gnero implica indagarsobre los efectos o impactos que las responsabilidades y representaciones degnero tienen en hombres y mujeres; evaluar las consecuencias diferenciadas

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    Presentacin

    Moni Pizani Orsini,Representante de UNIFEM en Ecuador y Directora para los Pases Andinos

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  • de cualquier actividad planificada, inclusive las leyes y polticas; compararcmo y por qu las mujeres y los hombres se ven afectados de manera dis-tinta por esas leyes o decisiones judiciales.

    El objetivo final de este ejercicio es la igualdad. La igualdad debe ser el principio que est en el punto de partida, pero

    tambin debe ser el de llegada de cualquier norma jurdica o decisin de laadministracin de justicia que busque reducir el impacto de los factores queimpiden el pleno goce y ejercicio de los derechos humanos, sobre todo delos derechos humanos de las mujeres.

    El reconocimiento de derechos especficos de las mujeres en instrumentosinternacionales como la Convencin para la Eliminacin de Todas las Formasde Discriminacin contra la Mujer, la Convencin Interamericana paraPrevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer o Convencin deBelem do Par trae consigo una nueva forma de organizacin discursiva quereorganiza las relaciones de poder en toda la sociedad y fortalece el proceso detransformacin institucional a dos niveles: en lo ideolgico - simblico y enlo poltico. Se trata de normas y no declaraciones de voluntad, por lo que suinobservancia constituye una violacin de derechos con consecuencias jurdi-cas especficas; es decir que definen a las mujeres como un sujeto de derechosen s mismo. Pese a que han pasado ya 30 aos de la aprobacin de laConvencin para la Eliminacin de Todas las Formas de Discriminacin con-tra la Mujer y quince aos desde la suscripcin de la Convencin de Belemdo Par, an seguimos aspirando que estos principios sean conocidos y apli-cados en el mbito judicial, de all la importancia de contar con textos comoel que en esta oportunidad presentamos.

    El Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer, UNIFEM,tiene como mandato promover los derechos humanos, la participacin pol-tica y la seguridad econmica de las mujeres, mediante asistencia tcnica yfinanciera, es precisamente en cumplimiento del mismo que ha consideradomuy importante hacer una alianza institucional con el Ministerio de Justiciay Derechos Humanos del Ecuador para la publicacin de este libro que espe-ramos constituya un aporte a la reflexin terica y a la aplicacin del enfoquede gnero en la prctica del Derecho, como la integracin plena de la dimen-sin de la igualdad de derechos y oportunidades entre mujeres y hombres y larealizacin de la justicia como la mxima expresin del desarrollo.

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    MONI PIZANI ORSINI

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  • Hace algunos aos, antes de proponer la ctedra de Gnero y Derechoen la Facultad de Jurisprudencia de la Pontificia Universidad Catlicadel Ecuador, intua que atrs de los feminismos haban pistas para construiruna teora del derecho emancipatoria. En el ao 2002, en la justificacinpara convencer que vala la pena ensear gnero, deca:

    No existe universidad que se precie de brindar conocimientos adecuados ala poca, que no tenga estudios (y hasta departamentos y post-grados) engnero. El movimiento feminista ha logrado significativos aportes a las cien-cias sociales, en general, y al derecho, en particular. El derecho, desdemuchas perspectivas, no es neutro. La perspectiva de gnero contribuye a laformacin de estudiantes crticos, y al desarrollo de la capacidad para deve-lar las relaciones de poder que estn detrs de los discursos. Por estas razo-nes, harto importante es crear una ctedra, al momento introductoria, dedi-cada al estudio de gnero.

    La ctedra se aprob y se imparti. En esta clase, como en ninguna otra,aprend enseando. Los programas fueron variando de un ao a otro. Dealguna manera, iba a la sombra de los descubrimientos de Judith Salgado,quien dictaba una ctedra ms ambiciosa sobre diversidades en la

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    A manera de introduccin

    La propuesta y la provocacindel gnero en el derecho

    Ramiro vila Santamara

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  • Universidad Andina Simn Bolvar y que generosamente comparta su pro-grama conmigo. En otros casos, libros que descubra en libreras o bibliotecasy que consideraba aceptables, libros que se experimentaban en clases. De esostextos, hemos escogido aquellas lecturas que fueron quedando por haberseconvertido en imprescindibles (algunos textos no pudimos incluir por nohaber conseguido el permiso para publicarlos). Esas lecturas estn en esta edi-cin. Lamentablemente pocos textos tratan de forma amplia y profunda eltema del derecho y el gnero, tales como el libro pionero editado por AldaFacio y Lorena Fries, Gnero y Derecho, la coleccin Identidad, mujer yDerecho, publicado en Biblos en Buenos Aires y el libro de Tamar Pitch, Underecho para dos, editado en Madrid por Trotta. Este libro pretende sumarse aesa pequea lista de textos que den luces para la construccin de una teoradel derecho que incluya al gnero. Pero vuelvo a las clases.

    Las clases de gnero y derecho tenan dos particularidades que hacanque se distingan de las otras clases que dictaba y de las otras que se dabanen la Facultad. En primer lugar, la perspectiva de gnero en el derecho tiene,como pocas otras reas, la virtud de ser siempre crtica. Y esto ya es refres-cante en la tan pesada y montona tradicin jurdica. La ley nunca es neu-tra. Esto ya lo haba dicho la escuela realista norteamericana, pero se haceuna vez ms evidente desde el gnero. Deconstruamos las normas y stas,aparentemente proteccionistas, se tornaban en normas censurables desde elderecho constitucional a la igualdad. En segundo lugar, y esto al principiofue casual y luego intencional, la relacin de la temtica de gnero se rela-cionaba directa e inevitablemente con la cotidianidad. Todas las personasestamos en relacin de poder en cuanto al gnero. Era fcil, cuando se tra-taba de asuntos de familia, pensar, por ejemplo, en el trato distinto que tie-nen las adolescentes, terriblemente controladas para evitar que sean viola-das, y los adolescentes, terriblemente libres para promover que violen, lasprimeras escondiendo su actividad sexual y los segundos jactndose de pro-miscuidad sexual. Tambin era fcil visitar la galera de presidentes de laasociacin de estudiantes y constatar, por la simple mirada a las fotos, queno haba mujer alguna y que, stas, ocupaban los cargos de servicio, comola secretara. Saltar de la educacin por colores, el rosado-delicado, el azul-valiente, a los juegos y a los roles; las mujeres con vestido dedicadas a jugara la cocina y a la mam y los hombres, con pantaloneta, a jugar ftbol y a

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    RAMIRO VILA SANTAMARA

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  • ser superpoderosos hroes. Luego, al pasar al derecho, entender la regula-cin de los permisos maternales, la diferencia salarial entre gneros, laimpunidad de las discriminaciones contra personas no casualmente muje-res que haban ejercido roles de cuidado al ser madres. Las clases, entonces,se enriquecan con las experiencias y las vivencias de los alumnos y las alum-nas. El derecho hecho carne, literalmente.

    Al comenzar las clases, y esto siempre me sucedi, la gran mayora depersonas, particularmente las mujeres, tienen la idea de que las feministasson un grupo de locas insatisfechas que no tienen mejor cosa que quejarsey que proponer cosas pecaminosas como el aborto o minimizadoras de lamujer como las cuotas. Siempre, cuando oa estas afirmaciones, preguntabaqu libro de feministas haban ledo, y la respuesta era que ninguno. En laclase de Gnero y Derecho leeran, pues, sus primeros textos escritos porpersonas que no han estado tan locas como se imaginaban.

    La clase tena cuatro grandes partes, que no casualmente coinciden conla estructura de este libro: (1) la categora gnero, (2) el gnero en la teoradel derecho, (3) el gnero en el derecho, (4) instrumentos jurdicos sobregnero.

    (1) La categora gnero es una construccin relativamente nueva y mal entendida. En Latinoamrica podramos afirmar que recin en los

    aos noventa es difundida y no ha sido adecuadamente comprendida. Partedel problema de la categora es que el trmino gnero es polismico,puedo connotar desde el gnero lo artstico hasta aspectos relacionados conla sexualidad. Comencemos afirmando qu no es gnero. No es sinnimode mujer, sexo, feminismo, aunque tenga relaciones con esas palabras y sussignificados. La categora es compleja y tiene que ver con que el gnero esun elemento constitutivo de las relaciones sociales y de las relaciones signi-ficantes de poder. En el primer aspecto, se distinguen cuatro aspectos: sim-blicos (la idea de Eva, la virgen Mara, las princesas), normativos (interpre-tacin de los smbolos y define qu es y lo que deben hacer las personas,entonces las mujeres deben preservar su virginidad y ser bellas), institucio-nales (organizacin social y roles en el trabajo, la familia, la escuela, la socie-dad), y subjetivo (configuracin de identidades). En el segundo aspecto, enel anlisis de gnero, aunque no de manera exclusiva, podemos apreciar

    LA PROPUESTA Y LA PROVOCACIN DEL GNERO EN EL DERECHO

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  • relaciones de opresin/sumisin en lo cotidiano y en la estructura social.Linda McDowell nos hace una reflexin interesante y sugestiva sobre la rela-cin entre gnero, identidad y geografa. Por un lado aclara el concepto y,por otro, lo aplica. La construccin del gnero en las personas y de sus rela-ciones sociales tiene que ver en los espacios y en los tiempos donde se lasvivencia. No es lo mismo la forma de vida de una persona que ha vivido enCuenca y hace 20 aos, que la misma persona si hubiese vivido ahora, enNew York y adems si hubiese socializado con personas homosexuales.Interesante resulta preguntar a personas que han estudiado en el extranjero,en particular mujeres que han tenido familias harto conservadoras y patriar-cales, lo que experimentaron al salir de su espacio geogrfico original. Otravirtud del ensayo es que nos abre las puertas para otras categoras importan-tes que provocan sumisin, opresin o discriminacin, tales como la clase,la raza, el sexo, la edad. Encontraremos en esta parte las ideas claras parareflexionar sobre el gnero, las diversidades, el patriarcalismo, la diferenciay, muy importante, la tarea pendiente an para desmantelar las bases derelaciones sociales e institucionales injustas.

    Un concepto fundamental para la comprensin de la categora y de sucomplejidad es el de la dicotoma entre lo pblico y privado. CarolePateman afirma que esta discusin ocupa un lugar central en los ltimos dossiglos de la lucha feminista. Desde la instauracin de liberalismo, las discu-siones han cambiado considerablemente. Aunque el liberalismo planteuna forma de comprender la igualdad, Pateman nos recuerda que esa com-prensin siempre fue patriarcal. Podramos distinguir algunas doctrinas: ladoctrina de las esferas separadas, separadas pero iguales, complementarias ydiferenciadas. La de las esferas separadas es propia del liberalismo individua-lista, por la que la familia y la sociedad civil es lo privado y lo estatal es lopblico, y se consider que la mujer corresponda a lo natural y el hombrea lo cultural; el resultado, en la prctica, fue que la mujer tena un evidenterol subordinado y socialmente secundario. La segunda doctrina, separadaspero iguales, se promovi con el movimiento de las sufragistas, que promo-van el derecho al voto del mismo modo como lo venan ejerciendo loshombres, pero que nunca cuestionaron la idoneidad de las mujeres parala vida domstica y al confinamiento al hogar. La tercera y la cuarta doctrinaapuntan a desdibujar la lnea que divide lo pblico y lo privado. Una de las

    RAMIRO VILA SANTAMARA

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  • consignas, lo personal es poltico, desenmascara el carcter ideolgico delos supuestos liberales... los problemas personales slo se pueden resolver atravs de medios y acciones polticas. A la postre, el problema sigue vigentey parece insoluble. Parecera que la solucin es que hombres y mujeres com-partan, en igualdad de condiciones, responsabilidades. Esto no implicanecesariamente que haya armona, porque irremediablemente hombres ymujeres somos biolgicamente diferenciados.

    En un tercer acpite de esta parte, encontramos un artculo deElizabeth Badinter que nos ayuda a comprender el fenmeno histrico dela lucha por un mundo ms igualitario, poniendo nfasis en la masculini-dad. Este ensayo es de esas joyas escritas de las que uno puede sacar ms deuna enseanza. Por un lado, se hace un repaso histrico desde los orgenesdel feminismo hasta las crisis de masculinidad. Por otro lado, desde unaperspectiva histrica, se puede apreciar que el fenmeno de la lucha porsociedades ms equitativas no es del siglo pasado sino de toda la historia.Aunque el ensayo ponga nfasis en la historia europea y, en particular, deFrancia, esto no quita que se pueda aprender lecciones en la forma de apro-ximarse a la historia para Latinoamrica. De este artculo, he sacado esafrmula por medio de la cual una realidad opresiva puede ser transformadacuando hay discurso, organizacin, demanda, crisis y de ah un paso ade-lante o uno atrs. Por ejemplo, en la revolucin francesa es evidente que lareflexin sobre el derecho a la igualdad entre burgueses y aristcratas,poda aplicarse entre hombres y mujeres, que la demanda poltica y jurdi-ca por esa igualdad se plasm, en el primer caso, en la Declaracin de losderechos del hombre y el ciudadano, y, en el segundo, en la Declaracinde los derechos de la mujer, y que, despus de la crisis, no slo que morirala mujer que hizo la propuesta sino que, en la poca de Napolen, se dioun paso atrs con el Cdigo Civil que no reconoca la capacidad de lasmujeres. Finalmente, el artculo distingue varias escuelas feministas, quetienen puntos de partida y llegada distintos, entre otras, las diferencialistaso esencialistas y sus mltiples derivaciones, como las ecofeministas y lasconstructivistas. Por supuesto que no se puede reducir la complejidad delmovimiento por la igualdad de gnero a escuelas ni tampoco a otras cate-goras. Al final lo que importa es luchar por un mundo que sea menos onada excluyente.

    LA PROPUESTA Y LA PROVOCACIN DEL GNERO EN EL DERECHO

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  • (2) La relacin de gnero y derecho la hemos dividido en tres acpites. En la primera tratamos sobre las distintas escuelas feministas que

    abordan el tema del derecho. Como nada en la vida, el abordaje no es pac-fico ni unvoco. Isabel Cristina Jaramillo aborda el tema de manera lciday harto comprensible. La autora distingue entre feminismos de la igualdad,y entre estos al liberal clsico, al liberal social, al socialista, feminismos de ladiferencia, y entre estos al cultural, al radical, al antiesencialismo, y final-mente el constructivismo cuya forma de aproximarse al derecho de este lti-mo la comparto, de igual forma la propuesta referente a que las personassomos frutos de una permanente construccin social, que huyen de lasesencias y procuran la eliminacin de roles predeterminados culturalmente.Mientras tanto en temas relacionados con la igualdad, Joan Williamscomenta las aproximaciones, desde la litigacin y otras formas de reivindi-cacin jurdica, de las distintas escuelas, algunas de ellas contraproducentesen el sentido de lograr resultados opuestos a los deseados. Finalmente, sepueden apreciar las bondades del gnero para analizar el derecho: crticastericas, crticas institucionales, creacin de mtodos de anlisis y, a la pos-tre, renovacin de la teora jurdica que tanta falta hace.

    Frances Olsen parte de los dualismos, propios del pensamiento occi-dental, y que tienen estrecha relacin con el gnero (masculino/femenino,racional/emocional, universal/particular, positivo/negativo...). La vida no esas, nada es blanco o negro, bueno o malo, positivo o negativo. Todas laspersonas gozamos o sufrimos de aspectos que pueden valorarse como envi-diables y repudiables. Sin embargo, las categoras de anlisis al igual quelas pelculas de Hollywood son opuestas. El derecho, como anota Olsen,no es ajeno a este bipolarismo que se atribuye a las diferencias sexuales, delas que se desprende una jerarquizacin y, finalmente, se puede concluir queel derecho es masculino. Las reacciones han sido varias y no siempre las msadecuadas. Se ha rechazado las diferencias sexuales y se ha propugnado, enconsecuencia, una igualdad formal; se ha rechazado la jerarquizacin y se hareforzado el rol femenino como natural; se ha atacado a la sexualizacin y ala jerarquizacin del derecho y se ha negado el dualismo como categoravlida para normar. La teora a la que se adscribe Olsen es la crtica, que eva-la razonadamente el impacto de las reacciones y hace una invitacin a pen-sar de manera constructiva e imaginativa al gnero y al derecho.

    RAMIRO VILA SANTAMARA

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  • Alicia Ruiz, en su condicin de profesora de Filosofa del Derecho yjueza, quien conoce las normas jurdicas desde lo abstracto y lo prctico,marca la diferencia entre el abordamiento jurdico clsico y el crtico. El pri-mero lamentablemente el ms difundido bajo la premisa de que las nor-mas y el sistema jurdico es ordenado, coherente y racional y, el segundo,que relaciona al derecho con el poder, la violencia, lo oculto y que provocala ficcin de que todas las personas actan como si... y que llega al puntode naturalizar las relaciones sociales y hasta el efecto del mismo derecho.Con estos presupuestos, aborda la cuestin del acceso al poder judicial y delsaber y poder en las escuelas de derecho. En el primer caso, sin concienciade gnero (y esto vale no slo para las mujeres) se profundizan en la justicialas exclusiones que rodean a las mujeres y, en el segundo, al no existir cte-dras especficas y ni abordamiento desde el gnero a las que ya existen, seniega un saber que es comprometido con la educacin antidiscriminatoria.En este sentido, no se confrontan las teoras y las prcticas para que las cosasse transformen. Este artculo se empata, en este punto, con parte del ensayode vila sobre las facultades de derecho.

    Judith Salgado relaciona, de manera bastante comprensible y a la vez sin-tetiza lo discutido por otras autoras: feminismo, gnero y derechos humanos.Sostiene que el feminismo no slo es teora sino tambin prctica, y que enla teora existen varias tendencias que tienen en comn la lucha por la elimi-nacin de la discriminacin; nos relata la trayectoria de la concepcin delgnero (cuando se distingue sexo de gnero, el gnero absorbe al sexo y losregmenes de gnero en las distintas estructuras sociales); finalmente abordael tema de los derechos humanos, que tampoco son slo normas sino tam-bin luchas y movimientos sociales, desde una perspectiva crtica.

    El tercer acpite trata sobre la metodologa de la investigacin del dere-cho desde el gnero. Creo que de lo poco que conozco nadie ha escritode forma tan consistente como Alda Facio sobre el tema. De manera peda-ggica y desmenuzada Facio sugiere seis pasos para analizar el derecho. Elprimero tiene que ver con el aspecto subjetivo de la persona que investiga.Si sta tiene conciencia de gnero y de la subordinacin en la construccinsocial podr seguir adelante. Si la persona no cree en el gnero como cate-gora ni tampoco puede apreciar la discriminacin manifiesta en la realidady que se proyecta en el derecho, no tiene sentido proseguir con los otros

    LA PROPUESTA Y LA PROVOCACIN DEL GNERO EN EL DERECHO

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  • pasos. El paso segundo es la identificacin de la forma cmo se manifiestala discriminacin jurdica. El tercer paso es la apreciacin de la mujer o delhombre invisibilizado por la norma. El cuarto paso es la identificacin delestereotipo. El quinto, que nos invita a salir del tpico anlisis exegtico alque estamos acostumbrados las juristas y los juristas latinoamericanos, tieneque ver con el marco de referencia en el que el derecho se desenvuelve: elcomponente formal-normativo, el componente estructural y el componentepoltico-cultural. El sexto paso es la colectivizacin de la investigacin, quetambin es un llamado al derecho transformador, que no se conforma conel anlisis sino que tiene que avanzar hacia la denuncia para el cambio. Estetexto ya ha sido utilizado en mltiples tesis de pregrado y de postgrado. Miexperiencia es que no siempre se aplican o son tiles todos los pasos, perosin duda son un referente importante para analizar el derecho. A veces, porejemplo, el paso cinco por s solo puede ser suficiente para hacer una buenainvestigacin sobre la interrelacin entre derecho, sociedad y realidad.

    Un ejemplo del uso de la metodologa propuesta por Facio lo encontra-mos en el artculo de Ramiro vila Santamara. Ese artculo tiene la virtudde ser una construccin colectiva entre estudiantes y profesor y de consti-tuirse, al mismo tiempo, en una pieza de denuncia sobre la opresin quepadecen las personas en gnero diversas en una tpica facultad de dere-cho. Por un lado, se analizan normas vigentes en el sistema jurdico ecuato-riano y se puede concluir, desde la perspectiva de gnero, que son inconsti-tucionales; por otro lado, se analiza a la facultad de derecho desde la pers-pectiva de un ambiente masculino donde lo femenino es minimizado, uti-lizado o burlado y, por tanto, se constituye en un lugar donde se discriminaimpunemente.

    (3) La tercera parte del libro recoge ensayos en los que se abordan reas especficas del derecho. Conviene aclarar que, por un lado, no tene-

    mos por espacio, tiempo y por falta de conocimiento artculos sobre todaslas reas del derecho. Los artculos recogidos en este libro pretenden demos-trar ejemplificativamente que todo derecho y cuerpo normativo podra serdeconstruido desde el gnero. Hemos escogido cuatro reas: constitucio-nal, penal, familia y derechos humanos. Por otro lado, tampoco, en cada reaelegida, agotamos el espectro de lo analizable. Por ejemplo, en derecho penal

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  • hemos escogido un ensayo general y otros especficos sobre el tema del abor-to y la violencia, aunque podran abordarse ms temas como el de la vctima,la legtima defensa en casos en los que el gnero es relevante, la feminizacindel fenmeno de las drogas y cuestiones por el estilo.

    En el derecho constitucional hemos escogido tres artculos relacionadoscon la igualdad y la no discriminacin. Por qu tanto nfasis en la igualdady no discriminacin? Por varias razones. La una es que la igualdad es unprincipio clave en el estado constitucional de derechos y justicia; no sloque tiene relacin con la democracia sino tambin con la vida cotidiana. Laotra es que Ecuador, como otros pases de la regin, es un pas evidente yprofundamente excluyente y discriminador. Finalmente, sorprende que ellitigio desde la igualdad no ha tenido cabida en nuestros sistemas jurdicos,como ha sido notable en lugares como los Estados Unidos. Joan Williamslidia con las concepciones que existen sobre la igualdad y las estrategias uti-lizadas para lograrla: eliminar privilegios de los hombres y desventajas de lasmujeres y deconstruir las normas masculinas. La promesa no es luchar porla igualdad formal o por consideraciones que refuercen los roles, sino porconseguir la igualdad sin discriminacin. El ensayo de Marcela Rodrguezpone nfasis en dos derivaciones importantes de la lucha por la igualdad: lasacciones afirmativas y la relacin de estas con la democracia; justifica demanera slidamente sustentada las razones que acreditan las acciones afir-mativas: justicia compensatoria, justicia distributiva, utilidad social, y res-ponde de manera solvente a las crticas que se han hecho en contra de estasmedidas. Se concluye que las cuotas son un mecanismo adecuado paragarantizar la igualdad y la democracia sustancial. Mara Jos An, por sulado, aborda el difcil tema de la distincin y la relacin entre igualdad, dife-rencia y discriminacin. Hay veces que, por lograr la igualdad, se puede dis-criminar y entonces cabe el respeto de la diferencia y que, por el contrario,mantener la diferencia podra ser discriminatorio y, entonces, hay que com-batirla. An propone algunas distinciones importantes para entender lacomplejidad del concepto de discriminacin, que ayudarn a un mejor dise-o normativo o resolucin jurisprudencial (directa, indirecta, individual,grupal); finalmente, complementando lo conceptualmente abordado porRodrguez, aborda el tema de las acciones positivas y la necesidad, en algu-nos casos, de la diferenciacin para la igualdad, especificando las modalida-

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  • des de accin positiva: medidas de concienciacin, de promocin de igual-dad, cuotas y trato diferencial.

    En el derecho penal encontramos de toda la complejidad que abarca estarea del derecho cinco ensayos. Uno contextual, dos relativos a la violencia,uno sobre el aborto y otro relacionado al gnero y al derecho penal interna-cional. Abrimos el debate jurdico en este tema con el provocativo ensayo delmaestro Eugenio Ral Zaffaroni, denominado El discurso feminista y elpoder punitivo. Este autor argentino sostiene que el poder punitivo siemprediscriminante se sostiene en tres vigas maestras: el patriarcado, la cosificacinde las vctimas y la violencia. El poder vertical del pater familia ha ido evolu-cionando, consolidndose y perfeccionndose a lo largo de la historia y se hamanifestado en cualquier organizacin social (feudalismo, capitalismo, socia-lismo); actualmente ese poder se ejerce desde el Estado y por medio de susagencias, que tiene como a su ms refinado smbolo al poder punitivo delEstado. El patriarcado es el poder de lo masculino, que se ejerce de forma ver-tical y autoritaria. En la modernidad el Estado remplaz a la vctima, confis-cndole el conflicto, y asumi el rol de defensa de la sociedad mediante elderecho penal; las vctimas son meros datos y objetos de investigacin. Lacosificacin se manifiesta, por ejemplo, en las prcticas de interrogatorio, quevan desde la tortura hasta la agresin emocional. La cosificacin subordina ydisciplina. Finalmente, el resultado no puede ser sino la violencia institucio-nal. De parte del feminismo, el discurso se caracteriza por ser antidiscrimina-torio. La lucha del feminismo es la eliminacin de las diferencias que oprimeny someten, que ha ido desde la visibilizacin de las mujeres hasta el convertir-las en verdaderos sujetos de derechos. Sin ser el nico discurso contra la dis-criminacin, su propuesta es fuerte por algunas razones: abarca ms de lamitad de la poblacin mundial, no pierde identidad (como en la edad o elestatus migratorio), su impacto puede alterar sustancialmente la discrimina-cin, tiene poder para penetrar en todo el Estado y es el inevitable comple-mento de otras categoras discriminatorias (siempre van a existir mujeresnegras, nias, religiosas...). Uno de los principales objetivos de lucha deberaser derrumbar el poder punitivo, por alimentarse de la discriminacin. Elpoder punitivo selecciona a las personas ms vulnerables de la sociedad, frag-menta a la sociedad mediante la exclusin, afecta al desarrollo de la persona-lidad de los individuos que son sometidos a su influencia, refuerza estereoti-

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  • pos y es profundamente violento. Puede un movimiento antidiscriminatoriohacer uso de un mecanismo profundamente discriminatorio? Parecera queno y que sera una autonegacin. Por todas estas razones, el discurso fuerte-mente emancipador de la teora de gnero en el derecho cae en una trampacuando usa el poder penal por dos razones: neutraliza el discurso de gnerotornndolo controlador (ya no emancipador) y legitima el poder punitivo contodos sus defectos para los derechos humanos. En estas circunstancias, comosugieren algunos movimientos feministas y algunos ensayos de este libro,conviene usar el poder punitivo en alguna circunstancia?

    El ensayo de Tamar Pitch sobre el aborto aborda las diferentes formasde enfrentar problemas sociales desde el derecho, que va desde la no regu-lacin, la regulacin civil o administrativa hasta la penalizacin. Pitch, ade-ms, hace un recuento histrico sobre el impacto de cada una de las formasde regular el tema, vinculndolo con la diferencia de trato con los hombresy las reacciones y discusiones tericas que ha provocado. En cuanto a la noregulacin, sorprende en trminos absolutamente jurdicos-crticos cuan-do no morales que la libertad del hombre con relacin a su cuerpo y a susexualidad haya sido prcticamente absoluta; se justifica, por el contrario,que a la mujer se le haya restringido estas mismas libertades por el hecho deser madre? La regulacin civil tiene que ver con la familia y la administrativacon la permisin del aborto condicionada a la asistencia especializada, eneste sentido existe una especie de tutela hacia la mujer y desconfianza en sucapacidad para ejercer, por s misma, derechos y responsabilidades.Finalmente la penalizacin, que transforma a las mujeres, sujetos de dere-chos, de vctimas a verdugos; se crea la oposicin de un sujeto dbil, el feto,con un sujeto arrogante y egosta, la madre. En el fondo, la penalizacin esla forma ms severa de control sobre la libertad y el cuerpo de la mujer que,en trminos proporcionales, si fuese efectiva la ley penal, causara ms daosde los que pretende resolver. El ensayo no esquiva el debate y las nuevas cr-ticas en contra del aborto, tales como la pretensin de los padres para poderopinar sobre la maternidad de la mujer, el momento en el que debe consi-derarse la proteccin del ser por nacer, la objecin de conciencia de losmdicos en lugares donde el aborto es permitido y la pldora abortiva. Elartculo trata tambin, de forma crtica, el precedente jurisprudencial msfamoso y pionero sobre el tema, Roe v. Wade, y hace alusin a las regulacio-

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  • nes normativas del sistema italiano. Al final, no ser mejor, desde la con-cepcin de derechos, la perspectiva de un sistema jurdico que garantice suejercicio, en lugar de un sistema represivo? Por su parte, Miguel Carbonellaborda el tema desde el constitucionalismo mexicano, invocando derechosreconocidos en algunos de nuestros sistemas jurdicos, y enfrenta la tensinentre la libertad de procreacin y la interrupcin voluntaria del embarazo.El ensayo recoge doctrina generada por el rgano mexicano defensor de losderechos de las personas, los rganos competentes de Naciones Unidas y dela jurisprudencia, destacando el fallo Roe v. Wade y la evolucin jurispru-dencial de este innovador precedente. Finalmente concluye que nadiepuede ofrecer una respuesta completa, segura y aceptable por todos, enton-ces corresponde al derecho en tanto que ordenamiento objetivo para ase-gurar la convivencia social pacfica suministrar el marco jurdico para quetodas las opciones de cada persona queden a salvo, sin que nadie puedaimponer en el cuerpo de otro su propio criterio.

    Roxana Arroyo y Lola Valladares nos demuestran documentadamenteque la violencia contra la mujer ha sido una constante en todos los conflic-tos armados y sociales. Parten desde una crtica a la percepcin de los dere-chos humanos, que sin duda han sido una conquista, pero que han invisi-bilizado en la prctica y en la institucionalidad a la mujer como sujeto queejerce efectivamente sus derechos; de ah que la denuncia y la exigencia deque la violencia sea considerada como una violacin a los derechos huma-nos. El reconocimiento de que se han violado los derechos mediante la vio-lencia ha sido ya manifiesto en mltiples instancias, en las que ya se hannarrado horrendos hechos y en los que se ha declarado a stos como viola-cin. De igual modo incisivo y con dramticos ejemplos extrados de muje-res que han sufrido como vctimas del poder opresivo se pasa revista a todaslas manifestaciones de agresin sexual y sus impactos. Adems, para llamarla atencin de quienes tienen el deber de prevenir, de investigar y sancionar,se determina la obligacin de los Estados para combatir la impunidad. Si lasociedad y el Estado no reaccionan ante la violencia contra la mujer, la con-secuencia es que se enva un mensaje referente a que las conductas que laprovocan, propician o toleran no deben cambiar.

    En la misma lnea, las autoras mencionadas demuestran que existen tri-bunales e instancias internacionales que no han sido indiferentes ante el

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  • dolor de miles de mujeres y a la presin jurdica de los movimientos femi-nistas. En el ensayo sobre violencia y jurisprudencia internacional seextraen de casos judicializados las reflexiones y decisiones del tribunal parala ex Yugoslavia, del tribunal para Ruanda, de casos conocidos y resueltospor el Sistema Interamericano de Derechos Humanos y por la CorteEuropea de Derechos Humanos. Nos encantara algn da demostrar queesa preocupacin y ese inters se refleja en la jurisprudencia de los tribunalesnacionales. Este relato de la jurisprudencia nos demuestra algunos hechos:en primer lugar que los jueces y juezas a nivel internacional han visibilizadola violencia, que seguramente siempre ha existido en todo conflicto armadoy social contra las mujeres; en segundo lugar, que se han dado pasos enor-mes para combatir la histrica impunidad contra las violaciones a los dere-chos especficos de las mujeres; en tercer lugar, que el movimiento de dere-chos de las mujeres ha tenido impacto judicial; finalmente, que es posiblepor la va judicial reconocer como violacin a los derechos humanos y hastacomo crmenes atroces a la violencia contra las mujeres.

    Margaret Eichler aborda el tema del derecho familiar de una maneraque rompe cualquier esquema tradicional. Siempre hemos considerado a lafamilia a partir de lo que dispone el Cdigo Civil, y a esta familia la pode-mos considerar tradicional: hombre y mujer casados, hijos, que generanriqueza (sociedad conyugal) y que eventualmente pueden divorciarse (y hayque preocuparse de los bienes y disolver la sociedad conyugal). La verdad esque la familia es ms que contrato, hijos y bienes. Por un lado, el derechocivil descuida la calidad de los vnculos familiares, que el movimiento femi-nista ha logrado conseguir la preocupacin pblica mediante las leyes espe-ciales que combaten la violencia domstica; por otro lado, los vnculos jur-dicos (parentesco y cnyuges) no coinciden con los vnculos afectivos. Eneste ltimo punto, Eichler pone el ejemplo de una persona que decide crearvnculos con personas distintas a lo que se considera familia y asume todaslas obligaciones que tendra un padre o una madre; al final de la vida, cuan-do esta persona est en estado de necesidad, las otras personas tienen algntipo de obligacin? Sin duda, de acuerdo al modelo de familia tradicionalla respuesta es no. Tambin se podra afirmar que este resultado es injusto.Pensemos ahora en una familia que se permite el lujo de tener una personaque se dedica a las labores de cuidado en la casa sin que esta sea pariente,

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  • digamos que la empleada domstica o la niera (que no casualmente siem-pre son mujeres; cuando pregunto a las mujeres si toleraran un empleadodomstico o un niero, la respuesta es no y, cuando hay nias, categrica-mente no), que es quien prepara alimentos, alimenta, acompaa a los debe-res, sana, cuida...: esta persona, en otro paradigma, podra ser consideradafamilia? Para contestar esta pregunta, Eichler pasa por tres modelos de regu-lacin de la familia: patriarcal, de responsabilidad individual y de responsa-bilidad social, considerando este ltimo como el ms justo, racional y prc-tico, que requiere de mucha precaucin al aplicar, y requiere de voluntadpoltica, nuevo marco normativo, seguimiento a la aplicacin porquepodra incrementar las desigualdades y pueden ocurrir efectos no planeadosal insertarse en una cultura jurdica totalmente diversa. Cmo se vera elCdigo Civil con una concepcin familiar como la sugerida en esta pro-puesta? Sera viable?

    En una cuarta rea relacionada al derecho laboral, hemos escogido elensayo de Eleonor Faur, Gnero, masculinidades y polticas de concilia-cin familia-trabajo, que aborda la temtica de la conciliacin entre losroles productivos y reproductivos de los hombres y las mujeres. Faur no sloque pone en contexto geopoltico el tema sino tambin que recorre todas lasposibilidades de regulacin que se han planteado en nuestra regin, sea-lando con claridad los dficits en las legislaciones; por ejemplo, seala lasresponsabilidades de cuidado familiar se concentra en las mujeres, que laalusin en las leyes a la obligacin de otorgar servicios de cuidado en los tra-bajo es excepcional, que el tratamiento diferenciado en la maternidad seconcentra en la mujer, que existen distinciones injustificables en el otorga-miento de licencias entre hombres y mujeres, que los roles de cuidado setrasladan de mujeres (trabajadoras) a mujeres (empleadas domsticas) queno tienen todas las garantas laborales, que las relaciones laborales estnatravesadas por pautas jerrquicas. Luego plantea el dilema que se presentaen cuanto a los roles entre hombres y mujeres, conciliacin o conflicto?Tres respuestas: oposicin al trabajo de las mujeres (irreconciliable), acepta-cin pragmtica (incomodidad en la reconciliacin) o aceptacin autntica(conciliable). Finalmente, en balance, la situacin como en todas las reasdel derecho no es fcil para las mujeres. Faur concluye afirmando que serequiere un nuevo contrato sexual que incluya y supere las polticas labo-

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    00 12 Primeras:Maquetacin 1 27/11/09 16:58 Page xxvi

  • rales para que incluyan la conciliacin, la revisin de las polticas culturales,educativas y comunicativas y, no menos importante, la incorporacin delhombre como parte del problema y corresponsable en la bsqueda de unnuevo equilibrio.

    Cierra esta cuarta parte, una seccin dedicada al derecho internacionalde los derechos humanos. Dos ensayos fueron seleccionados. Uno relacio-nado con la Convencin sobre la Eliminacin de Todas las Formas deDiscriminacin contra la Mujer (CEDAW) y otro relacionado al sistemainteramericano de Derechos Humanos. En el primer tema, nadie mejor queAlda Facio para explicar la importancia y el contenido de lo que ella llamala Carta Magna de todas las mujeres y ojal y esto ya digo yo de todaslas personas en esa lgica de la corresponsabilidad. En el segundo, CeciliaMedina, tambin una persona autorizada por su experiencia y conocimien-to, nos ofrece pautas importantes para hacer un uso ms efectivo delSistema Interamericano de proteccin de derechos. Comienza afirmando lanecesidad de un enfoque distinto a la aproximacin de los derechos de lasmujeres por medio de la lucha general por los derechos humanos, paralograr el reconocimiento de la dignidad de todas las personas (no especfi-camente por los derechos de las mujeres); de este modo se asegura legitimi-dad y fuerza, se garantiza xito en la lucha, no se tiene que argumentar elfundamento especfico por los derechos de las mujeres, y estos logros slose conseguirn si la mujer comienza a utilizar consistentemente la legisla-cin internacional sobre derechos humanos para su propio beneficio. Elensayo aborda los problemas que enfrentan las mujeres en Amrica Latinay las cuatro reas en las que opera el derecho: la fijacin o creacin de nor-mas, la promocin, la implementacin de las normas a nivel nacional y laproteccin por medio de rganos internacionales con competencia parainvestigar y condenar por violacin de derechos humanos. Finalmente, con-cluye afirmando que se debe trabajar en investigacin, publicidad, cabildeoy educacin en derechos humanos.

    En una quinta y ltima parte, con la intencin de que sean instrumen-tos de respaldo y para que cuando se lean tenga ms sentido cada una de suspalabras, decidimos transcribir cuatro documentos internacionales de dere-chos de las mujeres: la Declaracin del Milenio, la Convencin sobre la eli-minacin de todas las formas de discriminacin contra la mujer (CEDAW),

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  • el Protocolo Facultativo de la CEDAW y la Convencin Interamericanapara prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujerConvencin de Belm do Par. Estos documentos reflejan, al momento,el desarrollo y la preocupacin de la comunidad internacional sobre el gne-ro. Nos hubiera encantado, y esa fue una de las propuestas originales, trans-cribir extractos de sentencias de tribunales internacionales (aunque el ensa-yo de Arroyo y Valladares suple en algo este vaco al resumir algunos prece-dentes importantes) y nacionales, pero queda pendiente para otro libro,esperando que este sea acogido por la comunidad jurdica.

    He pretendido seguir el curso de una clase para presentar la estructura y bre-vemente el contenido de un curso y no casualmente de este libro. Sigo conesta idea. Al final de cada semestre, como en todas mis clases, tenemos unasesin de evaluacin. En este punto tambin las diferencias con otras clasesson notables. La idea normalmente es saber si se cumplieron los objetivos,si la metodologa fue til, si las lecturas fueron adecuadas y, en fin, paraconocer si la clase tuvo sentido. Ms de una vez esta sesin se convirti enuna especie sesin de catarsis, de testimonio de crisis existenciales o de rutasde emancipacin. Recuerdo el dibujo de una mujer, que en las primeras cla-ses se presentaba como modelo de miembro de una familia feliz, que el lti-mo da se haba dibujado entre rejas como clamando por libertad. Ms deuna vez sacamos o contuvimos una lgrima. En fin, mujeres que expresabansu insatisfaccin con las relaciones que tenan con sus padres, novios o amis-tades; hombres que tenan conciencia de lo que se estaban perdiendo al nohaber ejercido roles de cuidado con sus hijos e hijas, o que comprendan elpor qu no podan relacionarse con sus padres que haban estado ausentesen su infancia.

    Un ltimo comentario con relacin a mi motivacin y preocupacinpor el gnero y el derecho: soy hombre y tengo dos hijas. Decir que soyhombre, con la mirada desde el gnero, significa que estoy consciente demi situacin de privilegios y desventajas en sociedades patriarcales comolas nuestras. Tengo el privilegio de poder, irresponsable e impunemente,dejar de ejercer roles sociales importantes, sin los cuales la sociedad seraun desastre. Al mismo tiempo, y paradjicamente, ese privilegio es mi des-ventaja. Privarse del rol de cuidado es privarse de la afectividad que implica

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  • el desarrollo de vnculos con las personas queridas. Al final, como decaalgn escritor famoso, la vida tiene ms sentido cuando lo que se acumulano es dinero sino afectos y los afectos se construyen cotidianamente. Y deeso nos perdemos los hombres, de la posibilidad de ser ms sensibles, msemocionales, ms femeninos, y esto, tarde o temprano, con conciencia osin ella, lo pagamos, en el peor de los casos, con el abandono y la soledad.Siempre he mirado con cierta envidia la forma profunda con la que se rela-cionan las mujeres, las hermanas, las amigas, la madre con la hija, y concierta insatisfaccin con la forma como nos relacionamos los hombres:superficialmente, dedicados a comentar sobre lo pblico (deportes, polti-ca, religin, trabajo, sexualidad como trofeo) y a evadir los sentimientos.No es justo ni tiene sentido perpetuar esas diferencias de roles que provo-can tanta distincin intolerable. Y tengo dos hijas deca Manuela yNina, que tienen ya su perspectiva de gnero desde los nombres. Manuelapor representar a mujeres que, en Ecuador, ejercieron ya roles importantesy poco tradicionales para su poca, que lucharon y que fueron inconformescon su realidad. Nina por significar en quichua que tiene voz, que es escu-chada, que dice, siempre pensando en esa frase de C. Mackinnon quienafirmaba que a las mujeres no se les escucha la voz por tener un pie en susgargantas. Hemos luchado con mi compaera Mara Eugenia, con todo lodifcil que el contexto permite, contra la atribucin de roles inmodifica-bles, que se transmite mediante las pelculas, de los colores, de las expecta-tivas de los parientes cercanos, de los roles atribuidos en la escuela, de lasformas de vestir, de los juegos, de los regalos y sorpresas de cumpleaos.No es fcil y procuramos que no sea dramtico. Pero s es satisfactoriocuando no siempre son princesas y a veces son dragones, no cuidan bebssino que tambin tienen espadas y superpoderes, la fiesta no hacen de bar-bies sino de hroes, no escogen el rosado sino tambin el azul o el amarillo,cuando afirman, de vez en cuando, que la vida de las princesas es aburriday no conviene esperar a que un hombre les bese y se casen y sean felicespara siempre. Es decir, tener hijas con el firme deseo de que sean autno-mas, libres, desarrollen al mximo sus potencialidades y que su vida noacaben sin opcin distinta siendo madres, cuidadoras, dependientes deun hombre, sometidas, silenciadas... El gnero ayuda, abre los ojos, abrepuertas mentales, es necesario, es til.

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  • No tiene sentido perder tanto conocimiento, parte del cual presenta-mos en este libro, e invisibilizar o negar tanto dolor que ha sido consolidadoy perpetuado desde el derecho. No tiene sentido seguir enseando derechoformal, intil, alejado de la realidad.

    En fin, el gnero en el derecho y el derecho en la vida...

    RAMIRO VILA SANTAMARA

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  • I

    Conceptos fundamentales

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  • 1

    La categora gnero

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  • Sumario

    Introduccin. I. Los estudios feministas. II. Una reflexin sobre el gnero.2.1. La distincin entre sexo y gnero. 2.2. La absorcin del sexo por el g-nero. III. El patriarcado, los regmenes de gnero y la negociacin entre losgneros. IV. Diversidad, diferencia y deconstruccin. V. Las feministas y lageografa. VI. Otras lecturas recomendadas.

    Introduccin

    Si la conceptualizacin del lugar ha adquirido nuevos matices en los recientestrabajos geogrficos, otro tanto podramos decir de la definicin del gnero.Tambin el enfoque de las estudiosas feministas, algunas de ellas gegrafas,ha pasado de las desigualdades materiales entre los hombres y las mujeres enlas distintas zonas del mundo a una llueva convergencia de intereses en ellenguaje, el simbolismo, el sentido y la representacin en la definicin delgnero, as como en los problemas de la subjetividad, la identidad y el cuerposexuado. Hace unos diez aos, revisando la obra de las antroplogas femi-

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    La definicin del gnero*

    Linda McDowell*

    * Linda McDowell, Gnero, identidad y lugar Un estudio de las geografas feministas,Madrid, EdicionesCtedra, 1999, pp. 19-47.

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  • nistas, Henrietta Moore (1988) planteaba que la finalidad de los estudios fe-ministas en su disciplina es analizar qu significa ser mujer, cmo vara enel tiempo y el espacio la concepcin cultural de la categora mujer, y cmoinfluye esa idea en la situacin de las mujeres dentro de cada sociedad (pg.12). Segn Moore, el desarrollo de la idea necesita del concepto de gneroy del concepto de relaciones de gnero, es decir, de las distintas definicionesde hombre y mujer, con los correspondientes atributos aceptados de la fe-minidad y la masculinidad, a travs del tiempo y del espacio. El gnero, segnMoore, debe considerarse desde dos perspectivas: Como construccin sim-blica o como relacin social.

    En realidad, ambos aspectos el gnero como significado simblico ycomo conjunto de relaciones sociales materiales son inseparables. Al definirel gnero, como en el caso de los cambios que acabamos de constatar en ladefinicin del lugar, debemos tener en cuenta que las actuaciones sociales,entre ellas un amplio espectro de interacciones en mltiples lugares y situa-ciones por ejemplo, en el trabajo, la casa, el bar o el gimnasio y las distintasformas de pensar y representar el lugar y el gnero se relacionan entre s y secrean unas a otras. Todos actuamos como nos dictan nuestras ideas, que siem-pre responden a una creacin cultural y estn histrica y espacialmente si-tuadas. Por ejemplo, mis sentimientos hacia los hombres jvenes seencuentran condicionados por lo que pienso de su comportamiento, por mipropia experiencia como madre de un adolescente y por mi conocimientode cmo se comporta la juventud de Cambridge cuando sale de noche. Estoshechos influyen en mi forma de reaccionar frente a ellos y en la suya frentea m, lo que, a su vez, se refleja en mi comportamiento, mis ideas y mis in-tenciones futuras, as como en mi modo de captar y comprender el mundoy el puesto que ocupa en l la gente que no es como yo.

    As pues, lo que la sociedad considera un comportamiento propio delhombre o de la mujer influye en la idea que ellos mismos tienen de lo quedebe ser masculino y femenino y de cul es la actitud que corresponde a cadagnero, a pesar de las diferencias de edad, clase, raza o sexualidad, y estas ex-pectativas y estas ideas cambian de un lugar y un tiempo a otro. Las nocionesprcticamente universales, intocables e inalterables de la feminidad slo sonposibles en un icono o una imagen como quiz la de la Virgen Mara; paratodas las dems, las ideas establecidas cambian en el tiempo y el espacio.

    LINDA MCDOWELL

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  • Junto al llamado giro cultural en los estudios feministas y, desde luego,en la investigacin geogrfica (Barnes y Duncan, 1992; Duncan y Ley,1994) esto es, un mayor nfasis en los smbolos, significados y representa-ciones, se ha producido tambin un cambio en los fines polticos del mo-vimiento feminista desde hace aproximadamente treinta aos. Mi intencines ofrecer aqu un resumen de estas transformaciones, necesariamente brevedesde el momento en que existen otros lugares donde encontrar un trata-miento ms amplio de la historia del feminismo en la geografa (Bondi, 1990,J 992; Duncan, 1996b; Jones III et al., 1997; McDowell, 1992a, 1992b,1992c; G. Pratt, 1993; G. Rose, 1993; Massey, 1994; Women and Geo-graphy Study Group 1984,1997), Y an ms extensos (Alcoffy Potter, 1993;Gunew, 1990, 1991; lackson, 1993; Lovell, 1990; Barrett y PhilIips, 1992;Pollock, 1996). La nueva obra, escrita en colaboracin por las integrantesdel Women and Geography Study Group (1997), ofrece un excelente puntode partida. Tanto en el resumen que ofrezco en este captulo como en los ca-ptulos que sigucn se reflejarn estos cambios de enfoque de las gegrafas fe-ministas, en los conceptos y en las teoras y los casos prcticos analizados.En el captulo final tratar de ilustrar estos cambios de nfasis con un enfoquemetodolgico, para mostrar no slo las nuevas cuestiones que se plantea laindagacin, sino tambin los mtodos que se utilizan para abordarlas.

    I. Los estudios feministas

    La esencia de los estudios feministas estriba en demostrar que la construccin yel significado de la diferenciacin sexual constituyen principios organizadoresfundamentales y ejes del poder social, as como una parte decisiva de la consti-tucin del sujeto y del sentido individual de la identidad, en tanto que personacon sexo y gnero. Una de las definiciones ms interesantes del pensamiento fe-minista que he encontrado recientemente es la debida a Griselda Pollock en elprefacio a su seleccin titulada Generations and Geographies in the Visual Arts:

    El feminismo propone a la mujer un compromiso poltico y un cambio paras y para el mundo. El feminismo plantea un compromiso para la plena apre-ciacin de lo que las mujeres inscriben, articula e imaginan en formas cultu-

    LA DEFINICIN DEL GNERO

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  • rales: las intervenciones en el campo del sentido y la identidad que procedende ese lugar llamado la mujer o lo femenino. El feminismo se refiere tam-bin a una revolucin terica en la comprensin de los conceptos de arte,cultura, mujer, subjetividad, poltica, etc., pero no implica la unidad en elcampo terico, en la perspectiva adoptada o en la posicin poltica. El femi-nismo se ha identificado con un movimiento de mujeres, lo cual es impor-tante desde el punto de vista histrico, pero en el momento actual suautonoma como lugar en el que se sita la cuestin del gnero adquiere unsignificado poltico y terico especial (1996: XV).

    El feminismo, como afirma Pollock con claridad meridiana, es tanto un mo-vimiento poltico como un campo teortico de anlisis. La definicin refleja,como no poda ser de otro modo, su propia experiencia de historiadora delarte, y nosotras, como gegrafas y cientficas sociales, dedicadas al estudiode las actuaciones polticas y los comportamientos cotidianos tanto en suaspecto material como en sus intervenciones representacionales podramosquiz incluir una frase que implica lo mismo, probablemente despus de susegunda proposicin. Por otro lado, su definicin, adems de parecerme ex-cepcionalmente precisa y completa, subraya la diversidad de la teora femi-nista, lo que resulta an ms importante como veremos en un momento. Nocabe duda de que muchas gegrafas hablan ya de los feminismos y las: ge-ografas feministas, con una preferencia por el plural que manifiesta la di-versidad de enfoques y perspectivas. Ntese que el ttulo del librointroductorio escrito en comn que antes he mencionado es Feminist Geo-graphies: Explorations in Diversity and Difference,mientras que su predecesorde 1984 llevaba el ms escueto de Geography and Gender.

    Pero; como observa Pollock, el feminismo acadmico no es slo el lugaren el que se plantean ciertas preguntas sobre el gnero su definicin, varia-ciones y efectos, sino tambin el espacio al que deberamos dirigir otras pre-guntas, esta vez polticas, sobre quin est representado dentro de sus cuatroparedes, como estudiosas y como objetos estudio. De momento, pospondre-mos el problema de las mujeres en tanto que intelectuales para el final delcaptulo, con el objetivo de analizar antes el gnero como objeto de estudio.

    Como afirma Pollock en su libro, el feminismo ha tenido que lucharmucho y muy duramente para comprender la centralidad organizadora de

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  • la diferencia sexual, con sus resultados de gnero y sexualidad como uno delos niveles de la constitucin subjetiva y social (1996: 4), y esto no es menoscierto en nuestra disciplina que en otras. Como afirmaba Susan Christop-herson (1989), con cierta amargura, en un artculo publicado enAntipode una revista radical de geografa los problemas relativos al gnero,la justicia y la igualdad quedaban fuera del programa para la mayora delos gegrafos, incluso para aquellos que se identifican ti s mismos como ra-dicales interesados en la desigualdad de clase y el cambio social. Hubo queluchar mucho para que los gegrafos de la lnea mayoritaria aceptaran las di-visiones de gnero como un eje fundamental de la diferenciacin social, almismo nivel que, por ejemplo, la clase y la raza o la etnicidad. Se asume conexcesiva frecuencia que el gnero es slo un atributo de la feminidad y, portanto, un asunto de inters slo para las estudiosas. Las que damos clases encursos que versan sobre el gnero y la geografa (las geografas) o incluso sobrelas geografas feministas, o introducimos perspectivas feministas en cursosque tratan de otros temas, por ejemplo, la geografa econmica, nos hemosvisto muchas veces obligadas a cambiar impresiones para lograr que nuestrasclases se tomen en serio o para mantener el inters no slo de las mujeres,sino tambin de los hombres.

    A estos malentendidos de nuestro trabajo por parte de Ila audiencia ha-bra que aadir otra incomprensin an mayor. Por lo general, se sobren-tiende, errneamente, que los estudios feministas abordan slo el gnero yexcluyen cualquier otro eje de constitucin y discriminacin, lo cual aadeun equvoco ms. Como subraya Pollock:

    El gnero no es al feminismo lo que la clase al marxismo o la raza a la teoraposcolonial. En primer lugar, porque feminismos hay muchos, y porque susalianzas con los anlisis de qu es lo que determina la opresin de la mujerson muy variadas. El feminismo socialista siempre se ha ocupado de la cuestinde la clase, mientras que las feministas negras, por ejemplo, incluyen las con-figuraciones del imperialismo, la sexualidad, la feminidad y el racismo. En suamplitud y su pluralidad, los feminismos tratan de la complejidad y la texturade las configuraciones del poder relacionadas con la raza, la clase, la sexualidad,la edad, la fuerza fsica, etc., pero necesitan ser tambin el espacio poltico yterico concreto en el que se nombra y se analiza la diferencia sexual como

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  • eje de poder que opera especficamente, sin concederle prioridad, exclusividado predominio sobre otros, ni aislarlo Conceptualmente de las texturas de podery resistencia al poder que constituyen lo social (1996: 3-4).

    Sobre la complejidad de tales metas convendra or de lluevo a Pollock, cuyaargumentacin plantea tambin cuestiones tan importantes como difciles apropsito de la relacin que existe entre los anlisis teorticos y la moviliza-cin poltica por el cambio, que, el lector lo recordar, son para ella los dosfocos del feminismo, ya que sita los intereses de las mujeres en la clase y laetnia. Desde mi punto de vista, no cabe duda de que Pollock tiene razn. Esimprescindible conocer el entramado de relaciones que se produce entretodos los ejes del poder y la opresin social, as como las formas de constitu-cin de las diferencias sexuales y las relaciones de gnero en el espacio y enel tiempo a causa de su interconexin con los citados ejes de poder, pero de-bemos insistir, una vez ms, en que lo que distingue los estudios feministases la indagacin de cmo se constituyen las relaciones de gnero y las dife-rencias sexuales y cmo forman una base de poder. Pero eso no es todo, por-que si queremos cambiar las relaciones entre el sexo, el gnero y el podertendremos que mantener el compromiso poltico. Las feministas no se con-forman con analizar, quieren desmantelar las estructuras que refuerzan la in-ferioridad de la mujer, y desafiar la definicin convencional de la feminidady la opresin a la que se ve sometida. Como ha sostenido Nancy Miller(1988), las feministas protestan contra la ficcin convencional sobre lo quesignifica hacerse mujer. Se trata de un proyecto al que, poco a poco, se vansumando los hombres que tambin quieren poner en tela de juicio las fic-ciones convencionales de la masculinidad.

    El proyecto feminista su examen teortico de las distintas formas de serhombre o mujer y su oposicin a las opciones convencionales no es, desdeluego, una empresa fcil, dado que pide ni ms ni menos que el desmante-lamiento de las bases que sostienen las relaciones sociales cotidianas y la ma-yora de las instituciones y estructuras de poder, as como de los fundamentosteorticos de las divisiones convencionales de gnero. Y ello es as porque elestablecimiento de una diferencia de categoras entre las mujeres y los hom-bres si las primeras son una cosa, los segundos sern todo lo contrario sehalla profundamente enraizada en nuestro sentimiento de individuos, en las

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  • interacciones cotidianas y en las estructuras institucionales y el pensamientooccidental. A pesar de que cada vez es mayor el reconocimiento de la diver-sidad y la pluralidad de las experiencias sociales, se reproduce continuamentela tendencia a pensar en una forma distintiva de feminidad para las mujeres,y otra de masculinidad para los hombres. Como sostiene Doreen Massey:Los dualismos profundamente interiorizados [ ... ] estructuran la identidadpersonal y la vida cotidiana, y este hecho tiene consecuencias para la vida deotras personas, porque estructura, a su vez, la prctica de las relaciones y lasdinmicas sociales, y extrae la codificacin de lo femenino y lo masculino delos cimientos sociofilosficos ms profundos de la sociedad occidental(1995: 492). Aunque las intelectuales feministas han demostrado de unmodo convincente su debilidad natural, este sistema binario de las divisionesde gnero sigue siendo uno de los elementos decisivos del comportamientode las sociedades contemporneas. As, las mujeres y las caractersticas aso-ciadas a la feminidad son irracionales, emocionales, dependientes y privadas,y ms cercanas a la naturaleza que a la cultura; mientras que los atributosmasculinos se presentan como racionales, cientficos, independientes, pbli-cos y cultivados. Las mujeres, segn suele afirmarse, se hallan a merced delcuerpo y las emociones; los hombres, en cambio, representan la superacinde esos aspectos bsicos; ellos son a la mente lo que las mujeres al cuerpo.

    Como ya han demostrado muchas estudiosas feministas, la diferenciacategorial, que es binaria y jerrquica, crea una mujer inferior al hombre,y valora menos los atributos de la feminidad. Esta idea se halla hondamenteenraizada en las estructuras del pensamiento occidental, en las institucionessociales y en la divisin de las disciplinas sociales; por eso las ciencias eco-nmica y poltica se ocupan de estudiar los atributos pblicos del Estadoy el mercado, en tanto que las decisiones privadas, es decir, las que setoman dentro del mundo domstico, son materia de estudio para la socio-loga y la psicologa. La seleccin editada por Pateman y Grosz (1987) nosbrinda una introduccin muy clara a la estructura binaria de la ciencia so-cial de Occidente.

    Esa divisin binaria tiene mucho que ver con la produccin social delespacio, con la definicin de lo que es un entono natural y un entorno fa-bricado y con las regulaciones que influyen en quin ocupa un determinadoespacio y quin queda excluido de l. Como en otras ciencias sociales, las ca-

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  • tegorizaciones binarias tambin estructuran los estudios geogrficos (vansems ejemplos y anlisis en Mackenzie y Rose, 1983; McDowell, 1992a,1992b; Massey, d994;.G. Rose, 1993; Women and Geography Study Group,1984; 1997). Es, pues, evidente que las gegrafas feministas nos hemos plan-teado un proyecto muy ambicioso: derribar primero y reconstruir despuslas estructuras de nuestra disciplina; de ah nuestro modo de teorizar y derelacionar las personas con los lugares.

    En consecuencia, la finalidad especfica de una geografa feminista consisteen investigar y sacar a la luz la relacin que hay entre las divisiones de gneroy las divisiones espaciales, para descubrir cmo se constituyen mutuamente, ymostrar los problemas ocultos tras su aparente naturalidad. Nuestro propsitoser examinar hasta qu punto los hombres y las mujeres experimentan de unmodo distinto los lugares y los espacios, y mostrar que tales diferencias formanparte de la constitucin social tanto del lugar como del gnero. El propio sen-tido comn nos habla de la existencia de una geografa de las relaciones de g-nero, debido a las enormes variaciones que podemos encontrar de un pas aotro, o dentro de un mismo pas, en materia de subordinacin o de autonomarelativa de las mujeres o del correspondiente poder de los hombres. De igualmodo, existe una no menos evidente multiplicidad en la creacin social delgnero, en sus divisiones y en los significados simblicos asociados a lo feme-nino y lo masculino. Construir una geogtafa o geografas del gnero, comoapunta Pollock, consiste en llamar la atencin sobre la trascendencia de con-ceptos como el lugar, el emplazamiento y la diversidad cultural, conectandolos problemas relativos a la sexualidad con la nacionalidad, el imperialismo, laemigracin, la dispora y el genocidio (1996: XII).

    Pero las relaciones de gnero interesan tambin a las gegrafas porquelas divisiones espaciales pblico y privado; dentro y fuera tienen una im-portancia fundamental para la construccin social de las divisiones de gnero.La asignacin a la mujer de un lugar concreto no es slo la base de un amplioabanico de instituciones que van de la familia al puesto de trabajo, o del cen-tro comercial a las instituciones polticas, sino tambin un aspecto esencialdel pensamiento ilustrado occidental, de la estructura y divisin del conoci-miento y de los temas que deben estudiarse dentro de tales divisiones.

    Veamos una lista de las distinciones binarias en funcin del gnero que,sin duda, nos resultar familiar:

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  • Masculino Femenino

    Pblico PrivadoFuera DentroTrabajo CasaTrabajo Recreo-DiversinProduccin ConsumoIndependencia DependenciaPoder Falta de poder

    sta es slo una de las posibles listas de oposiciones binarias, pero po-dramos encontrar otras muy parecidas en un anlisis cualquiera de las ins-tituciones y las relaciones sociales de la Gran Bretaa actual o en los textosexplcitamente feministas. Las caractersticas y los atributos asociados a lamujer y a lo femenino se consideran naturales y, por tanto, no necesitadasde explicacin, o triviales y, por consiguiente, no adecuadas para el anlisisacadmico serio. Recordemos, por ejemplo, el tiempo que tuvieron que in-vertir las economistas y las socilogas feministas en convencer a sus colegasde que las tareas caseras son trabajo, como el que se remunera en fbricasy oficinas, y que, por tanto, deban incluirlo en sus anlisis (vase Oakley,1974; Rowbotham, 1989). Tampoco las actividades relacionadas con el ocioy el consumo han tenido importancia para el anlisis geogrfico hasta hacerelativamente poco tiempo (Wrigley y Lowe, 1996).

    Descubrir cul es el papel que desempean los lugares comunes relativosal gnero en la estructuracin del pensamiento y del conocimiento mismotiene una enorme trascendencia, porque ayuda a replantear la divisin de losgneros y supone, ni ms ni menos, que la reconstruccin del cuerpo de co-nocimientos de Occidente, es decir, una meta que podra ir ms all de lasuperacin de las desigualdades estructurales entre el hombre y la mujer, aun-que, naturalmente, una cosa depende de otra.

    Veamos ahora un breve resumen de esta reconstruccin del pensamiento,tanto en nuestra disciplina como en trminos ms generales.

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  • II. Una reflexin sobre el gnero

    Desde el resurgimiento del feminismo a finales de los aos sesenta se ha in-troducido y vuelto a definir el trmino gnero, que, en la actualidad, seemplea en dos sentidos distintos aunque relacionados entre s. Me serviraqu de la historia de su uso que ha trazado Linda Nicholson (1995) en suesclarecedor ensayo Una interpretacin del gnero.

    2.1. La distincin entre sexo y gnero

    En primer lugar, el trmino gnero se utiliza en oposicin al trminosexo. Mientras que el segundo expresa las diferencias biolgicas, el primerodescribe las caractersticas socialmente construidas. En 1949, Simone de Be-auvoir, la gran feminista y pensadora existencialista francesa, plante un seriodesafo al determinismo biolgico en su obra El segundo sexo, publicada esemismo ao, donde afirmaba que la mujer no nace, se hace.

    No nacemos mujeres, nos hacemos mujeres. No existe ningn destinobiolgico, psicolgico o econmico que determine el papel que un ser hu-mano desempea en la sociedad; lo que produce ese ser indeterminado, entreel hombre y el eunuco, que se considera femenino es la civilizacin en suconjunto (Simone de Beauvoir, 2000).

    La posicin de la mujer entre el hombre y el eunuco ha merecido tantascrticas como el carcter etnocntrico de la obra, pero la idea de la feminidadcomo creacin social tuvo una enorme importancia para el resurgir de la segundapoca feminista en Gran Bretaa y Estados Unidos. El renacimiento feminista(en la teora y en la prctica) de los aos sesenta, as llamado para distinguirlode la primera poca, la de la lucha por el sufragio, se inspir, entre otros, enel libro de Simone de Beauvoir. La idea de la feminidad como creacin socialtuvo tal resonancia que se adopt el trmino gnero para distinguir la cons-truccin de la identidad femenina del sexo biolgico de la mujer. As pues, unagran parte de las feministas contemporneas han dedicado sus mayores esfuerzosa desmentir las aparentemente inmutables diferencias basadas en el hecho bio-lgico, a minar el pensamiento basado en la diferencia absoluta entre el hombrey la mujer, y a demostrar que la supuesta inferioridad femenina en materia deagilidad mental y fuerza f1sica no responde al fenmeno natural.

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  • La diferenciacin entre gnero y sexo permite teorizar sobre el primerocomo creacin social o cultural del segundo, al tiempo que lo convierte enmateria susceptible de cambios. Otras aportaciones decisivas fueron el con-cepto antropolgico de cultura y la evidente naturaleza intercultural de losroles femeninos y masculinos, aunque incluso en este mbito se dieron pordescontados ciertos procesos naturales. Como escribieron Ortner y Whi-tehead en 1981:

    Los aspectos naturales del gnero, y los procesos naturales del sexo y la re-produccin, son slo un teln de fondo, sugerente y ambiguo, de la organi-zacin cultural del gnero y la sexualidad. Qu es el gnero, qu es un hombrey qu es una mujer, que relaciones existen o deberan existir entre ellos[ ...], estos interrogantes no slo plantean a partir de los hechos biolgicos re-conocidos, sino que son tambin, y en gran parte, producto de procesos so-ciales y culturales (pg. 1).

    En uno de los artculos mejor conocidos y ms influyentes de la segunda pocadel feminismo, Gayle Rubin (1975) demostr la interrelacin de estos proce-sos a travs de lo que denomin el sistema de sexo-gnero. El sistema consisteen un conjunto de mecanismos sociales que sirven para transformar la se-xualidad biolgica en un producto de la actividad humana, y para dar satis-faccin a las necesidades sexuales as transformadas (pg. 159). Mediantetales transformaciones y mediante la regulacin social, el sexo se convierteen gnero. Con una significativa analoga, Linda Nicholson compara estemodelo o relacin entre el sexo y el gnero con un perchero/El sexo o dife-rencia biolgica seria la estructura bsica en la que cada sociedad a lo largo delos distintos periodos histricos ha ido colgando distintas prendas, que sonlos mecanismos socialmente definidos de las caractersticas de gnero. La granventaja de esta distincin estriba en que ha permitido a las feministas criticarla naturalidad de las divisiones de gnero y teorizarlas como hechos suscep-tibles de cambio. Permiti tambin plantear las igualdades y las diferenciasentre las mujeres, y, para las gegrafas, ayud a demostrar que las caractersticasde gnero no slo varan ele un pas a otro y de una poca a otra, sino tambinen los espacios y las relaciones de la vida cotidiana. As por ejemplo, en losbares, los clubes, los parlamentos nacionales, los colegios mayores, las oficinas,

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  • etc., varan tanto el uso de los smbolos como las expectativas del comporta-miento apropiado para cada gnero.

    2.2. La absorcin del sexo por el gnero

    En un segundo y posterior uso, el gnero no se distingue ya del sexo, por-que el primer trmino absorbe al segundo. Nicholson (1995) cita el anlisisde Joan Scott sobre esta segunda definicin del gnero en Gender and the Po-litics of History.

    Por tanto, el gnero es la organizacin social de la diferencia sexual, lo cualno significa que refleje unas diferencias naturales e inmutables entre el hom-bre y la mujer; por el contrario, el gnero sera aquel pensamiento que dotade significado a las diferencias anatmicas [...] Slo podemos entender lasdiferencias sexuales como una funcin de nuestro pensamiento sobre elcuerpo, un pensamiento que nunca es puro, porque no se puede aislar de surelacin con un amplio nmero de contextos discursivos (Scott, 1988: 2).

    De este modo, se desmiente el fundacionalismo biolgico de la primera pers-pectiva sobre las diferencias de gnero, y los atributos de la diferencia sexualsupuestamente aplicables en una dimensin universal se revelan como lo queson: Hechos especficos de la cultura occidental o de ciertos grupos concre-tos de esa misma cultura (Nicholson, 1995: 42). Este planteamiento signi-fica lo siguiente:

    No podemos establecer a partir del cuerpo los supuestos culturales de la dis-tincin hombre-mujer [...] las diferencias lo recorren todo [...] y no slo tie-nen que ver con los fenmenos que la mayora asociarnos al gnero (porejemplo, los estereotipos culturales de la personalidad y el comportamiento),sino tambin con las distintas formas de entenderlo culturalmente y con loque significa ser hombre y ser mujer (pg. 43).

    La idea de cuerpo queda, pues, expuesta al anlisis y a la teorizacin no comouna constante, sino como un hecho variable. En el captulo siguiente abor-daremos los trabajos ms recientes sobre la materia.

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  • III. El patriarcado, los regmenes de gneroy la negociacin entre los gneros

    En los primeros trabajos de las gegrafas feministas, entre otros estudios, elgnero se ha definido y analizado sobre lodo en el primer sentido, haciendohincapi en el hecho de que las actuaciones sociales materiales producen unasrelaciones de gnero desiguales. El concepto de patriarcado ha tenido unaenorme importancia por su utilidad para vincular el gnero a la clase y paraconstruir una teora sobre las razones de la opresin femenina en una ampliamuestra de sociedades. En general, el trmino patriarcado significa la ley delpadre, el control social que ejercen los hombres en cuanto padres sobre susesposas y sus hijas. En el sentido ms especfico de los estudios feministas, elpatriarcado es aquel sistema que estructura la parte masculina de la sociedadcomo un grupo superior al que forma la parte femenina, y dota al primerode autoridad sobre el segundo. Las sociedades industriales avanzadas presen-tan numerosas formas de estructurar y reforzar la superioridad y el controlde los hombres sobre las mujeres; por ejemplo, a travs del ordenamiento ju-rdico, de los impuestos, del sistema de seguridad social y del comporta-miento cotidiano.

    Si tomamos el ejemplo del ordenamiento jurdico, vemos que la mujerbritnica tuvo un estatus legal dependiente durante todo el siglo XIX y hastabien entrado el XX, ya que su vida y sus propiedades estaban en manos delpadre o del marido. Hasta 1885, ao en que se aprob la Married WomensProperty Act, la mujer perda todas sus posesiones, a favor del marido, alcontraer matrimonio. El voto femenino no fue posible hasta despus de laPrimera Guerra Mundial; hasta 1948 no hubo mujeres entre los miembrosde pleno derecho de la universidad de Cambridge; no existi el aborto legalhasta 1967, ni tampoco el acceso a la financiacin hipotecaria sin aval mas-culino hasta la dcada de los setenta.

    En su obra Theorizing Patriarchy (1990), Walby afirma que las relacionespatriarcales en las sociedades industriales avanzadas se construyen y se man-tienen gracias a seis estructuras analticamente separables, en las que los hom-bres dominan y explotan a las mujeres: la produccin domstica (los hombresse apropian del valor del trabajo domstico no remunerado); las relacionespatriarcales en el trabajo remunerado (las mujeres quedan relegadas a las ta-

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  • reas peor pagadas); las relaciones patriarcales en el plano del Estado (los hom-bres dominan las instituciones y elaboran una legislacin claramente desven-tajosa para las mujeres); la violencia machista; las relaciones patriarcales enel terreno de la sexualidad (los hombres controlan el cuerpo femenino); y lasrelaciones patriarcales en las instituciones culturales (los hombres dominantanto la produccin y la forma de los distintos medios como las representa-ciones que stos ofrecen de la mujer).

    La crtica al patriarcado ha pecado de generalismo. En las primeras teo-rizaciones, el patriarcado se consideraba un aspecto universal de las relacionesentre el hombre y la mujer, de modo que no pareca quedar margen paraningn cambio, ni mucho menos para un intento de liberacin por parte fe-menina. La distincin que establece Walby entre sus seis estructuras evita enparte esa generalizacin, porque adjudica formas especficas a las relacionespatriarcales en cada rula de las seis esferas que formula, pero incluso esa for-mulacin ha recibido acusaciones de generalizacin y etnocentrismo (se basaen las sociedades de capitalismo avanzado). Walby tambin ha recibido cr-ticas por haber ignorado la vinculacin entre las relaciones de gnero y otrasdivisiones sociales, tales como las que se basan en la etnia, la edad y las orien-taciones sexuales diferentes.

    En sus ltimas formulaciones, Walby acepta las crticas y mantiene laidea de las estructuras interrelacionadas, aunque plantea que esas estructuraso conjuntos de relaciones se conectan de distinta forma en funcin del lugary la circunstancia. Sustituye el trmino patriarcado por el concepto de r-gimen de gnero, formado tambin por los seis grupos de relaciones. Walbydistingue dos regmenes principales en las sociedades industriales avanzadas:el rgimen domstico, caracterizado por relaciones patriarcales de ndole pri-vada; y el rgimen pblico, dominado por las relaciones patriarcales en esembito. Oigamos cmo describe ambos regmenes:

    El rgimen domstico de gnero se basa en la produccin domstica comoprincipal estructura y lugar del trabajo femenino, donde se explota su tra-bajo y su sexualidad, y en la exclusin de las mujeres de la vida pblica. Elrgimen pblico de gnero no excluye a las mujeres del mbito colectivo,pero las subordina dentro de las estruct