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Entre fantasmas y palabras. Bogotá, Julio de 2014. A Belkys. Por Petronius. Fragmentos autobiográficos. Javier Peña D. Así como, al final, todos los latinos y europeos somos hijos de la caravana de historias que esconde el mediterráneo alrededor de una Roma que sigue atándonos, somos la cohabitación de varias personas. Qué curioso es admitirlo. Nuestro yo no es más que una frágil narración con la que tratamos de organizar nuestra conciencia de la realidad que se nos escapa diariamente porque todos los días somos asaltados por fuerzas y voces tan distintas que no podemos decir que siempre las podamos mantener a raya o porque descubrimos que también dentro de nosotros se esconden tantas voces e historias que si nos descuidamos pueden alterar el tono, el ritmo y el final de la identidad de nuestra narración. Volver a oír “Tu como estas” en la misma voz de Claudio Baglioni, treinta años después, me resulta una invitación a recorrer el camino de los jinetes de la melancolía. Dios es cruel. Solo nos ha dado para sobrevivir dos fuerzas: el amor y el dolor. Las dos son pasiones poderosas que agitan, diariamente, las cadenas y la libertad humanas. Pero, también son alas que podemos utilizar con el cabestro de nuestro pensamiento. Inevitablemente, nos utilizan a nosotros para narrar y construir o para destruir y comenzar. Entonces, enclavados en un valle mortal peleamos con ellas y nos fundimos dentro de ellas para narrar nuestro verdadero grito de libertad: huir de la soledad. Con el tiempo, nuestro cuerpo adquiere el color de sus alas y con suerte, algo de sus profundas habilidades para viajar. Era muy joven. Ella, tendría mi edad. Mis ojos la vieron, por primera vez, una tarde de julio. Había salido de un sueño profundo que tenía, en cuyos márgenes veía como besaba la mano de una dama sensible y delicada que calmaba mis temores con el velo de su voz melodiosa. No estaba preparado para verla frente a mis ojos. Pero, mi delirio la había creado y él, poderoso poder del cielo, la disponía para empezar la carrera del amor, la travesía del dolor. Mis pupilas,

Entre Fantasmas y Palabras

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SE PRESENTA UN RELATO AUTOBIOGRÁFICO DE LA ADOLESCENCIA.

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Entre fantasmas y palabras. Bogot, Julio de 2014.A Belkys.Por Petronius.Fragmentos autobiogrficos. Javier Pea D. As como, al final, todos los latinos y europeos somos hijos de la caravana de historias que esconde el mediterrneo alrededor de una Roma que sigue atndonos, somos la cohabitacin de varias personas. Qu curioso es admitirlo. Nuestro yo no es ms que una frgil narracin con la que tratamos de organizar nuestra conciencia de la realidad que se nos escapa diariamente porque todos los das somos asaltados por fuerzas y voces tan distintas que no podemos decir que siempre las podamos mantener a raya o porque descubrimos que tambin dentro de nosotros se esconden tantas voces e historias que si nos descuidamos pueden alterar el tono, el ritmo y el final de la identidad de nuestra narracin. Volver a or Tu como estas en la misma voz de Claudio Baglioni, treinta aos despus, me resulta una invitacin a recorrer el camino de los jinetes de la melancola. Dios es cruel. Solo nos ha dado para sobrevivir dos fuerzas: el amor y el dolor. Las dos son pasiones poderosas que agitan, diariamente, las cadenas y la libertad humanas. Pero, tambin son alas que podemos utilizar con el cabestro de nuestro pensamiento. Inevitablemente, nos utilizan a nosotros para narrar y construir o para destruir y comenzar. Entonces, enclavados en un valle mortal peleamos con ellas y nos fundimos dentro de ellas para narrar nuestro verdadero grito de libertad: huir de la soledad. Con el tiempo, nuestro cuerpo adquiere el color de sus alas y con suerte, algo de sus profundas habilidades para viajar. Era muy joven. Ella, tendra mi edad. Mis ojos la vieron, por primera vez, una tarde de julio. Haba salido de un sueo profundo que tena, en cuyos mrgenes vea como besaba la mano de una dama sensible y delicada que calmaba mis temores con el velo de su voz melodiosa. No estaba preparado para verla frente a mis ojos. Pero, mi delirio la haba creado y l, poderoso poder del cielo, la dispona para empezar la carrera del amor, la travesa del dolor. Mis pupilas, acostumbradas a los tibios colores del cielo del atardecer, se ubicaban despus de las cuatro para ver el mismo acontecer: las nubes que, en tonos pastel, se desplazaban amorosamente, llevndose mis sueos al infinito, alimentando mi fantasa y obligndome a esperar, a desear. Esa tarde de julio, decidi sorprenderme envindola y envindome a la estepa de la incertidumbre. Pas frente a mi casa. Manejaba una bicicleta, vestida de short azul, con medias y zapatos blancos. Tena una camiseta amarilla que insinuaba el borde superior de sus pequeos senos. Manejaba con una gracia que me apabullaba. El miedo a lo desconocido me hizo desear que pasaran simplemente. Que ella sin saberlo, se llevara mis ilusiones mientras yo pudiera escapar de enfrentarme con mis demonios. Y de sta manera salvarme. Pero las fuerzas del destino tenan otros planes. De repente, se detuvieron solo a tres casas de la ma, y para mi desgracia hablaron con Walberto. Sent frio. Ya no poda escapar. Adnde escapar? La curiosidad y la necesidad hicieron el resto. Le pregunt por ellas y la pregunta dictatorial no se hizo esperar quires que te las presente? Maana volvern a pasar, a sta misma hora estn de vacaciones. Se llama Belkis. Las furias respondieron por m. As se cumpla mi primera cita histrica con las fuerzas del amor. Era 1979. Regres a casa enfurecido de curiosidad, de planes, de ilusiones. Al da siguiente, a la misma hora, mis manos tocaron las suyas y sorprendido no supe que decirle, de qu hablarle. Mi cuerpo sud y volv a sentir el fro de la derrota. Conoc, abruptamente, las imprudencias de m boca; el sudor intempestivo de mis manos, las risas parecidas al llanto que brotaban sin mi consentimiento hasta llegar a ese momento, fantstico y doloroso, en donde su figura delicada adquiri en mi conciencia un poder terrorfico, un poder que la instal con arbitrariedad en aquello que consideraba ms mo: mi imaginacin, y desde all el tono de su voz se apoder de mis odos, martillndolos, cegndolos y negndoles el derecho de or otros tonos, otros colores. De golpe descubr que no estaba solo con los atardeceres. Ahora su fantasma llegaba tarde a tarde a preguntarme, atormentndome y enloquecindome, javier, t como estas? Y para terminar de hundirme en el dolor, en la ansiedad y el delirio, all, en la ventana de mi casa, cumpliendo mi cita con el atardecer, escuch, mandado por las fuerzas bsicas del mundo, a Claudio Baglione cantar he rodado como un tonto desde que t no ests conmigo, he dado tumbos contra el viento, coleccionando sufrimientos y t como estas, t como estasy me han hecho compaa cuarenta amigas y baraja, mientras ladraba mi buen perro a la melancola, t como estas. Desde all, la desgarradura y los dolores de su voz han sido compaa, testigo y aliento de mi primera pelea contra el ngel del amor. Luch contra l cuarenta das y cuarenta noches. Al final, como era lgico, perd. Con sus flechas hiri mi costado para siempre, y desde ese momento inici un camino de separacin del marco de influencia del amor de mi madre. Una separacin que hoy continua abrindose, irremediable, inexorable. Como las notas finales de su cancin.