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NETREVISTA A MAROSA MASCARÓ — ¿Cuáles son las raíces de tu escritura? —Las raíces de estas cosas son un tanto insondables, siempre. Yo veo un paisaje, una campiña de Toscana, al pie y en las laderas de los Montes Apuanes. Veo a Lusana, el sitio de Pedro, mi padre. "Membrillo de Lusana" nombré a mi último libro (Los papeles salvajes, tomo II) Y crecí en la zona de San Antonio, en Salto. Chacras, huertas, granjas fundadas por italianos. Pero las raíces, repito, son siempre insondables. Habría que ir hasta la burbuja de donde saltó el Universo, a la voluntad de Dios. Mi madre fue importante para mi escritura. Ella recibía poesía y humor del más allá. Y tuve anunciaciones. Una voz que oí en mi adolescencia en la galería de la casa. Tres veces se repitió la voz, era como si alguien me hablase sobre la poesía. — ¿Tu escritura está relacionada con un mundo sobrenatural? —Algunos dicen: ¿La fauna y la flora de estos libros es del Uruguay? Y bueno, yo no miento; cuento lo que vi, cuento lo que oí: "Hay que ver lo que decía con su boca de fuego aquella rosa..." Lo natural es sobrenatural. Todo es extraordinario. Imposible de creer. Y, sin embargo, ahí está. Lo estamos viendo. O creemos estarlo viendo, pero siempre es una manera de verlo. —A pesar de ese reiterado arraigo que hay en tu escritura en una zona de la infancia, tu historia personal está poblada de abandonos, de cambios, de viajes. —Hubo llantos sí (no mostrados), al dejar los jardines, el lugar del Hada. Pero también era preciso continuar el camino, el liceo, las bibliotecas, el teatro. Salto era como hoy, y tal vez, en algunos aspectos, más de lo que es hoy, una ciudad con exquisiteces grandes tiendas (por donde mi madre transitaba con poco dinero y muy buen gusto) y confiterías, muy grandes también, bellas, delicadas, desde donde comenzamos a ver el mundo, ya, en otra dimensión, la comedia humana. Pero estas ciudades del interior tienen calidad, mucha alma. En fin, recuerdo cosas de gran valor: la gestión heroica por el teatro de la profesora Nydia Arenas, figuras de la poesía, del profesorado, médicos relevantes. Y el río Uruguay; corre como un cántico, bajo una luna, un sol y unas estrellas inigualables. El traslado a Montevideo también tuvo su melancolía; me iba aún más lejos del jardín en llamas. Desaparecí una noche, sin decir nada (lo que quedaba de mi familia ya estaba en Montevideo). En las manos, una canastilla con algunas cosas que quería mucho. Son quince años aquí. Quince años, por suerte, intensos. Escribí mucho, es decir, soñé mucho. Soñar, tal vez la más alta actividad que nos fue dada. El mayor reverbero. Pero las cosas, los sueños, eran los mismos del jardín natal: claveles, tenebrarios, liebres, falenas, membrillos. Es decir, siempre la historia con violetas, la historia con misterios, la mesa de esmeralda. Tuve la suerte de ir a Israel, a Europa, a Estados Unidos, a Argentina y a Chile, siempre con mi misión, mi encargo. Me interné en Bretaña últimamente. Quedé prendada. Allí están el kir, las cofias, el fantástico río Loire que parece un león, un poeta: los dólmenes, las urracas, las iglesias que semejan árboles, los árboles que semejan iglesias.

ENTREVISTA MAROSA MASCARO

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NETREVISTA A MAROSA MASCARÓ

— ¿Cuáles son las raíces de tu escritura?—Las raíces de estas cosas son un tanto insondables, siempre. Yo veo un paisaje, una campiña de Toscana, al pie y en las laderas delos Montes Apuanes. Veo a Lusana, el sitio de Pedro, mi padre. "Membrillo de Lusana" nombré a mi último libro (Los papelessalvajes, tomo II)Y crecí en la zona de San Antonio, en Salto. Chacras, huertas, granjas fundadas por italianos. Pero las raíces, repito, son siempreinsondables. Habría que ir hasta la burbuja de donde saltó el Universo, a la voluntad de Dios.Mi madre fue importante para mi escritura. Ella recibía poesía y humor del más allá. Y tuve anunciaciones. Una voz que oí en miadolescencia en la galería de la casa. Tres veces se repitió la voz, era como si alguien me hablase sobre la poesía.— ¿Tu escritura está relacionada con un mundo sobrenatural?—Algunos dicen: ¿La fauna y la flora de estos libros es del Uruguay? Y bueno, yo no miento; cuento lo que vi, cuento lo que oí: "Hayque ver lo que decía con su boca de fuego aquella rosa..." Lo natural es sobrenatural. Todo es extraordinario. Imposible de creer. Y,sin embargo, ahí está. Lo estamos viendo. O creemos estarlo viendo, pero siempre es una manera de verlo.—A pesar de ese reiterado arraigo que hay en tu escritura en una zona de la infancia, tu historia personal está poblada deabandonos, de cambios, de viajes.—Hubo llantos sí (no mostrados), al dejar los jardines, el lugar del Hada. Pero también era preciso continuar el camino, el liceo, lasbibliotecas, el teatro. Salto era como hoy, y tal vez, en algunos aspectos, más de lo que es hoy, una ciudad con exquisiteces grandestiendas (por donde mi madre transitaba con poco dinero y muy buen gusto) y confiterías, muy grandes también, bellas, delicadas,desde donde comenzamos a ver el mundo, ya, en otra dimensión, la comedia humana. Pero estas ciudades del interior tienencalidad, mucha alma. En fin, recuerdo cosas de gran valor: la gestión heroica por el teatro de la profesora Nydia Arenas, figuras de lapoesía, del profesorado, médicos relevantes. Y el río Uruguay; corre como un cántico, bajo una luna, un sol y unas estrellasinigualables.El traslado a Montevideo también tuvo su melancolía; me iba aún más lejos del jardín en llamas. Desaparecí una noche, sin decirnada (lo que quedaba de mi familia ya estaba en Montevideo). En las manos, una canastilla con algunas cosas que quería mucho.Son quince años aquí. Quince años, por suerte, intensos. Escribí mucho, es decir, soñé mucho. Soñar, tal vez la más alta actividadque nos fue dada. El mayor reverbero. Pero las cosas, los sueños, eran los mismos del jardín natal: claveles, tenebrarios, liebres,falenas, membrillos. Es decir, siempre la historia con violetas, la historia con misterios, la mesa de esmeralda. Tuve la suerte de ir aIsrael, a Europa, a Estados Unidos, a Argentina y a Chile, siempre con mi misión, mi encargo. Me interné en Bretaña últimamente.Quedé prendada. Allí están el kir, las cofias, el fantástico río Loire que parece un león, un poeta: los dólmenes, las urracas, lasiglesias que semejan árboles, los árboles que semejan iglesias.